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En la antigua Atenas, las personas que se suicidaban sin la aprobación del Estado no

podían recibir los honores de un entierro normal. El suicida era enterrado sin asistencia en
los alrededores de la ciudad, sin lápida sepulcral o algún marcador.148 Sin embargo, el
suicidio era considerada una forma de mantener el honor o evitar la humillación.149 En
la antigua Roma, aunque fue inicialmente permitido, más tarde, por su práctica entre
los esclavos, fue juzgado como un crimen contra el Estado debido a sus costos
económicos.150 En la Europa Cristiana pasó a ser estimado como un pecado y fue
condenado en el Concilio de Arlés de 452 como una obra de Satanás, además los suicidas
eran excomulgados.149 En Francia se tomaron fuertes medidas en relación al suicidio: el
cadáver del suicida era arrastrado por las calles, cabeza abajo y, luego, arrojado o colgado
de una pila de basura.151 Asimismo, las pertenencias del fallecido eran confiscadas.152
Durante el Renacimiento, la actitud contra el suicidio comenzó a
cambiar. Biathanatos de John Donne contenía las primeras defensas modernas del
suicidio. En su obra, Donne sugiere que el suicidio «no es contrario a las leyes de la
naturaleza, la razón o Dios». Además señala la falta de condena al suicidio de figuras
bíblicas e incluso presenta algunas circunstancias en las que «la razón recomienda el
suicidio».153
La secularización de la sociedad comenzó durante la Ilustración, que cuestionó las
actitudes religiosas tradicionales contra el suicidio y se presentó una perspectiva más
moderna del asunto. David Hume negó que el suicidio fuera un crimen ya que no afecta a
ninguna persona y era, potencialmente, para beneficio del individuo. En sus Ensayos sobre
el Suicidio y la Inmortalidad del Alma de 1777, Hume asegura que «Un hombre que se
retira de la vida no hace daño alguno a la sociedad; lo único que hace es dejar de
producirle bien. Y si esto es una ofensa, es, ciertamente, de la más modesta especie».154
Para el siglo XIX, en Europa el suicidio pasó de considerarse causado por un pecado a ser
causado por la locura.152 Por otra parte, se convirtió en el objetivo de comentarios
satíricos, como el de El Mikado, musical de Gilbert y Sullivan, que ironizaba sobre la idea
de ejecutar a alguien que se había suicidado. En 1879, la ley inglesa comenzó a distinguir
entre suicidio y homicidio, aunque el suicidio resultaba en pérdida de los derechos
hereditarios.155 En 1882, Inglaterra permitió al suicida recibir un entierro durante las horas
de luz.156 Y para mediados del siglo XX, se descriminalizó el suicidio en la mayor parte de
los países occidentales.

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