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o Estas celebraciones tienen carácter de suplencia y no deben considerarse como el estado permanente y definitivo
de la asamblea dominical de una comunidad.
o No deben celebrarse nunca si en la víspera o al día siguiente se celebra la eucaristía
o Hay que evitar con cuidado la confusión entre éstas celebraciones y la celebración eucarística; dichas
celebraciones deben aumentar el deseo de participar en la misa.
o Por la íntima unidad entre la eucaristía y el sacerdocio, éstas celebraciones son una ocasión muy propicia para
rezar por el aumento y la perseverancia de los sacerdotes y para crear una conciencia vocacional en los fieles. De
este modo, las comunidad podrá experimentar cómo se reúne el domingo no “faltando” el presbítero, sino en su
“ausencia” o, mejor aún, en su espera.
El Ministro
o La función que ejercen los laicos al “moderar” estas las celebraciones en ausencia del presbítero, no es propia sino
supletoria, porque la ejercen donde lo aconseja la necesidad de la Iglesia y no hay ministros.
o No debe usarse la sede presidencial, ni deben emplearse las palabras reservadas al presbítero o al diácono (p.e.
saludo o despedida). El laico no “preside” la celebración, sino que la modera como uno que actúa entre iguales.
La vestidura a usar es la misma que al momento de distribuir la comunión.
o Debe prepararse otro asiento fuera del presbiterio, al costado del altar.
o El altar, porque es la mesa del sacrificio y del banquete pascual, sólo se usará para colocar el pan consagrado antes
de distribuirlo.
La celebración
o Consta de dos partes fundamentales: la celebración de la Palabra de Dios y la distribución de la comunión. Entre
ambas se ubica la “acción de gracias”.
o No deben introducirse en esta reunión litúrgica lo que es propio de la misa (p.e. presentación de los dones,
prefacio y plegaria eucarística).
o Habrá de favorecer sobre todo la oración.
o Elementos necesarios: Ritual de los sacramentos, leccionario, dos cirios encendidos sobre el altar, corporal (sin
extenderlo), purificador, recipiente con agua para purificar los dedos, la llave del sagrario, asiento (distinto de la
sede presidencial)
Ritos iniciales
Liturgia de la Palabra
6. Lectura Bíblica y Salmo
7. Aleluya o Aclamación Cuaresmal
8. Evangelio: “Escuchemos ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san…” El pueblo no contesta
nada. El ministro no comienza saludando al pueblo, no signa el libro, ni se signa a sí mismo. Al terminar dice:
“Palabra del Señor” sin levantar el libro ni besarlo.
9. A continuación se lee la homilía que el párroco ha escrito y enviado. Cuando esto no es posible se guarda silencio
o se lee una breve explicación de las lecturas.
10. Credo.
11. Oración de los fieles.
Ritos de la comunión
Ritos conclusivos