dio dentro de la historia de la Iglesia católica, sobre todo en Francia durante los siglos XVII y XVIII. El nombre del movimiento fue tomado del teólogo flamenco y obispo de Ypres, Jansenio, cuyas ideas fueron resumidas en el tratado Augustinus (1640). Basándose en la interpretación más estricta de un aspecto de la filosofía de san Agustín de Hipona, Jansenio defendía la doctrina de la predestinación absoluta. Mantenía que todos los individuos son incapaces de hacer el bien sin la ayuda de la gracia divina; están destinados por Dios para ser salvados o condenados, y al final, sólo unos pocos serán los elegidos. En este sentido, la doctrina se asemeja mucho a la del calvinismo, y desde el comienzo, tanto Jansenio como sus seguidores fueron acusados de ser protestantes disfrazados. Sin embargo, los jansenistas siempre se declararon católicos, y proclamaban que no era posible la salvación fuera de la Iglesia católica. El jansenismo fue enseñado en Francia, especialmente por el seguidor de Jansenio, Jean Duvergier de Hauranne, conocido como el abad de Saint Cyran, quien también proponía una forma muy austera de piedad y una moral estricta. Estaban absolutamente en contra de las prácticas éticas más tolerantes y de las pomposas ceremonias religiosas, fomentadas por grupos que, en aquella época eran los más influyentes dentro de la Iglesia católica, como los jesuitas.
A comienzos de 1640, el convento de Port-Royal-des-Champs, cerca de
París, se convirtió en el centro espiritual jansenista más importante. El janseismo fue víctima de la hostilidad de los jesuitas y también del gobierno francés, que asociaba a sus seguidores con diferentes movimientos políticos de oposición. En 1653, el Papa condenó cinco tesis relacionadas con la predestinación, dentro del terreno hipotético, defendidas en los escritos de Jansenio. Los jansenistas, liderados por el teólogo y filósofo Antoine Arnauld, apoyado por el monasterio de Saint Cyran, y por el científico y filósofo de la religión Blaise Pascal, se defendieron con fuerzas. El rey clausuró Port-Royal-des-Champs y arrasó su convento en 1709.