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1.1.

La postmodernidad
El final de la década de los ochenta marca la conciencia clara en Mardones que la
modernidad ha entrado en una profunda crisis interpretativa, que van surgiendo al camino
teniendo diferentes versiones en tensión y que, ciertamente, el planteamiento de la Teoría
Crítica no es el que congrega mayor consenso en el conjunto de la sociedad occidental. Junto
con el pensamiento neoconservador, el postmodernismo aparece como otra corriente de
pensamiento que se abre camino y que ejerce atractivo e influencia en los medios
intelectuales, sobre todo europeos. En el año 1988 escribe el libro Postmodernidad y
Cristianismo. Se trata de una reflexión y de un texto importante en la producción de nuestro
autor, madurado en el tiempo y objeto de varios debates previos en seminarios organizados
en el CSIC.
El libro está formado por un díptico; en la primera parte presenta a quienes le parece
que son los grandes representantes del pensamiento postmoderno y de los planteamientos y
diagnostico que hacen sobre la modernidad (Rorty, Sloterdtijk, Böhme, Baudrillard, Rubent
de Ventós, Derrida, Deleuze, Lipovetsky, Lyotard, Vattimo…). En todo ese diálogo subyace
una hipótesis que trata de verificarla en el análisis de los textos postmodernos: la
postmodernidad es el embarazo (tal vez embarazoso, por no esperado) de la misma
modernidad. Por tanto, la misma modernidad llevaba en su seno el planteamiento
postmoderno; no es más que su desarrollo lógico a partir de sus presupuestos y puesta en
práctica. Con esa hipótesis de fondo, el autor escribe tres capítulos en los que trata de
demostrar la veracidad de la hipótesis. En el primer capítulo el Mardones nos recuerda los
grandes rasgos de la modernidad en apretada síntesis de muchos años de lecturas al respecto.
En el segundo capítulo hace una valoración de las luces y sombras que presenta la
racionalidad ilustrada, a través de la cual llega a la conclusión de la radical desconfianza que
late a partir del planteamiento e implantación de la modernidad (la desconfianza no es una
casualidad, sino la consecuencia lógica de las condiciones que pone la racionalidad
moderna); será precisamente en el seno de esa desconfianza donde enraízan las diferentes
interpretaciones críticas con la modernidad. Es el tercer capítulo el que se centra en la
presentación y descripción de la postmodernidad, tratando de sintetizar su ideario
fragmentado.
En la segunda parte, como es habitual, el autor entra en diálogo con esta propuesta y
con los grandes representantes de la postmodernidad, colocando frente a frente el
cristianismo y la nueva corriente interpretativa. Por una parte, se recoge la crítica
postmoderna al cristianismo, sobre todo de lo que supone la asunción de las grandes
narraciones presentes en la tradición cristiana y su pretensión de absoluto a través de su
presentación de Dios. Tras la síntesis de la posición crítica que exhibe la postmodernidad,
Mardones nos sorprender con la propuesta religiosa que lleva esta corriente en su seno;
efectivamente, la postmodernidad no es necesariamente atea, sino que incluso conlleva un
planteamiento religioso; en ese contexto, nuestro autor es capaz de reconocer que la
postmodernidad puede hacer importantes aportes a la teología cristiana, además de ponerle
en guardia de algunos posibles desvíos a los que está muy inclinada; en este punto, nuestro
autor se anima incluso a proponer la necesidad de desarrollar un nuevo paradigma dentro de
la reflexión teológica. Sin embargo, nuestro autor da un paso más y presenta también lo que
en su opinión son puntos ciegos o planteamientos de la postmodernidad ante los cuales hay
que ponerse en guardia. Mardones reconoce que el catolicismo que ha pasado por el Concilio
Vaticano II se encuentra más cómodo en la conversación con la modernidad que con los
planteamientos que hace la postmodernidad.
Finalmente comentar en este apartado, que el libro que hemos presentado tiene una
versión abreviada y de carácter más divulgativo en el escrito que lleva como título El desafío
de la postmodernidad al cristianismo (1988).

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