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Silvia Bleichmar (1944-2007) Se formé en la Universidad de Buenos Aires en. las carreras de Sociologia y Psicologia. Hizo su Doctorado en Psicoandlisis en Ia Universidad de Paris VII (Tesis Doctoral bajo la direccién de Jean Lapla che). Docente en las universidades nacionales de Buenos Aires, la Plata y COr- doba. También en México, Francia, Brasil y Espaiia. Su obra abarea numero- 08 libros, entre otros, Em los origenes del sujet psigquico (1986), La fundacion de ln inconciente (1993), Pricoandiliss y neogénesis (2000), Dolor pais (2002), La sub- jinividad en riesgo (2005), No me hubiera gustado morir en los 90 (2006) Hay momentos de la historia que desaffan el pensamiento y, con el pensamiento, |a posibilidad de capturar simbélicamente esa corriente devastadora que amena- zal psiquismo y hasta la propia existencia. Los articulos que como totalidades parciales integran este libro son el mejor ejemplo de como puede postularse un. instrumento conceptual no sélo para abordar tna realidad que hace de la injus- ticia virtud y gloria de Ia desigualdad sino para, con su abordaje, transformar esa realidad y poder asf reemplazar o, al menos, atenuar el impacto traumtico. Si sobre el psicoandlisis tal vez el timo de los metarrelatos que perduran de la modernidad- recae la responsabilidad de posicionarse frente a los estragos del capitalismo, Silvia Bleichmar recurre a la teoria, la despoja de los engranajes, arrumbados, la aliviana y la profundiza, para ponerla a trabajar de modo tal que, cen su despliegue, arriba a lugares hasta ahora desconocidos. Estos textos fureron eseritos entre 1995 y 2006. Esto quiere decir que, como aqué- Ios recogidos en La Subjeividad en Riego (publicado también por Topfa Edito- rial), son el testimonio elocuente de una psicoanalista atrayesada por interro- gantes acerca de su disciplina y por los acontecimientos historicos que anticipa- ron una de las erisis més definitivas del sistema capitalista. Son texios “de oca- sién”, Esto permite acceder a ellos -al estilo de Rayuela, sin seguir un orden preestablecido de modo tal que quienes naveguen por el libro puedan inventar- Joa st manera, Por su parte, los editores han querido darle una estructura ver- tebrada por coincidencias tematicas antes que respetar la cronologia de su apa- ricion. Inscribiéndose en una venerable tradicién que incluye al Freud de Psico- logia de las Masas, de El Matestar en la Cultura, al interlocutor de Einstein ante el ; tradiei6n que reconoce sus antecedentes en la Escuela de la autora deja su marca, Marca que se inicia, pasos que arrancan a par- 10 abierto en el psicoanalisis argentino por los pioneros que en la década del 40 supieron disputar a la psiquiatrfa manicomial su hegemonia, por cl grupo Plataforma que partié en dos al psicoanalisis mundial, por los equipos asistenciales de los Organismos de Derechos Humanos que dieron una respues- ta contundente y dgil al terrorismo de Estado, Por esa huella transita la autora; ‘ese horizonte la anima, iil iii EL DESMANTELAMIENTO Mt | DELAsuBETIVIDAD “Jopi}, 94 ofr i883 Estaiiipo pet Yo ea Coleccién Psicoandlisis, Sociedad y Cultura Del Prélogo de Juan Carlos Volnovich, ISBN. o7a7 1527.6 Be pee) aha Te () Silvia Bleichmar Coleccién Psicoandlisis, Sociedad y Cultura i oi: nk as GP Coleccién PstcOANALISIS, SOCIEDAD ¥ CULTURA Diseiio de Tapa: Victor Macri Bleichmar, Silvia El desmantelamiento de la subjetividad : estallido del yo. - 1a ed. - 1a reimp. - Buenos Aires : Topfa Editorial, 2010. 104 p. ; 28x15 em. (Psicoanalisis, sociedad y cultura; 24) ISBN 978-987-1185-97-6 1. Peicoanilisis. 1. Titulo DD 150, Fecha de catalogacion: 23/06/2010 ISBN: 978-987-111 © Topia Editorial Editorial Topia Juan Maria Gutiérrez 3809 3° ‘email: editorial @topia.com.ar revista@topia.com.ar web: www.topia.com.ar Capital Federal Queda hecho el depésito que marca la Ley 11,728. La reproduccién total 0 parcial de este libro en cualquier forma que sea, idéntica o modificada, no torizacla por los editores viola derechos reservados, alquier utilizacién debe ser previamente solicitada, EL DESMANTELAMIENTO DE LA SUBJETIVIDAD EsTALLIDO DEL YO SttviA BLEICHMAR Poni, EDITORIAL Coleccién Psicoandlisis, Sociedad y Cultura PROLOGO Hay momentos de la historia que desaffan el pensamiento y, con el pensamiento, la posibilidad de capturar simbélicamente esa co- rriente devastadora que amenaza al psiquismo y hasta la propia exis tencia, Los articulos que como totalidades parciales integran este li bro (“Estallido del yo, el desmantelamiento de la subjetividad” es el titulo del trabajo publicado por Silvia Bleichmar en la Revista Topia, poco antes de su fallecimiento), son el mejor ejemplo de como pue- de postularse un instrumento conceptual no s6lo para abordar una realidad que hace de la injusticia virtud y gloria de la desigualdad si- hho para, con su abordaje, transformar esa realidad y poder asi reem- plazar o, al menos, atenuar el impacto traumatico, is tl vez el iltimo de los metarrelatos que perduran de la modernidad- recae la responsabilidad de posicionar- se frente a los estragos del capitalismo, Silvia Bleichmar recurre a la Ia despoja de los engranajes arrumbados, la aliviana y la pro- fundiza, para ponerla a trabajar de modo tal que, en su despliegue, arriba a lugares hasta ahora desconocidos.! Con las operaciones te6- rico-discursivas que introduce no s6lo logra construir frases propias con un vocabulario yuna sintaxis recibida sino que, también, se permite reemplazar las interpretaciones codificadas por los pactos de lectura hegeménica, desvidndolos hacia resignificaciones origina- les, novedosas ¢ insospechadas. Ella desvia las formulas iniciales ha- no programados por la semantica convencional de modo tal que, al romper el mito del sentido tinico ¢ indiviso, abre un cam- po de anilisis inexplorado desactivando la clausura individualista del propio psicoanilisis? Silvia Bleichmar recurre a la teoria, la despoja de los engranajes arrumbados, la aliviana, la profundiza... y se pone a trabajar apasi nente. Pero la suya es una pasin cautelosa, ni dogmiatica ni vax ‘mente ilusionada. Es una pasion implicada en el campo de anéili- sis, es una invitacién a la reflexién critica reconociendo que *.., tal vez nuestra tarea como intelectuales consista en la recomposicién de 5 las vias para evitar que el malestar sobrante devore nuestro pensae miento, en la posibilidad de instrumentar nuevas preguntas con res peto por la historia pero sin que la nostalgia por el pasado 0 la reilie cacién del presente inunde las posibilidades creativas. Si esto se lo- gra, si el contrato implicito de los intelectuales con nuestro tiempo lo posibilita, la denuncia puede no redundar en queja y la dificultad ho cerrarse en autocomplacencia frente a las dificultades, Los textos que integran este libro fueron escritos entre 1995 y el 2006. Esto quiere decir que, como aquéllos recogidos en La Subjetivi- dad en Riesgo (publicado, también por Topia Editorial), son el testi- monio elocuente de una psicoanalista atravesada por interrogantes acerca de su disciplina y por los acontecimientos historicos que anti- ciparon una de las crisis mas definitivas del sistema capitalista. Son textos “de ocasién”. Esto permite acceder a ellos al estilo de Rayue- Je, sin seguir un orden preestablecido de modo tal que quienes na- veguen por el libro puedan inventarlo a su manera. Por su parte, los editores han querido darle una estructura vertebrada por coinciden- cias tematicas antes que respetar la cronologia de su aparicion. Inscribiéndose en una venerable tradicién que incluye al Freud de Psicologia de las Masas, de Et Matestar en la Cultura, al interlocutor de Einstein ante el por qué de la guerra; tradicién que reconoce sus antecedentes en la Escuela de Frankfurt, la autora deja su marca. Marca que se inicia, pasos que arrancan a partir del camino abierto en el psicoanilisis argentino por los pioneros que en la década del 40 supieron disputar a la psiquiatria manicomial su hegemonfa, por el grupo Plataforma que partié en dos al psicoandlisis mundial, por os equipos asistenciales de los Organismos de Derechos Humanos que dieron una respuesta contundente y Agil al terrorismo de Esta- do. Por esa huella transita la autora; ese horizonte la anima, El eje fundamental de la obra de Silvia Bleichmar deseansa en un aparato psiquico abierto a lo real, constituido a partir de inscripcio- hes provenientes del exterior y sometido constantemente al embate de la realidad, En casi todos los trabajos aqui reunidos la autora in- siste en sefalar la diferencia que separa la produccién de subjetivi dad de la constitucién del psiquismo.$ Es justo ahi donde el psi nillisis diluye el limite que lo separa de la semistica. “El esfuerzo ma sistematico por defender la centralidad del sujeto en las teorias del significado, propone considerar el psicoandlisis como una rama de 6 ta semidtica: ¥, ain més, que si Ia semi6tica como teoria de la auto- da meiencia surge a comienzos de siglo con los escritos de Charles senaers Peirce y Ferdinand de Saussure, alcanza su madurez slo cuando Ia consolida el psicoanilisis con la obra de Lacan”, dice Kaja Siiverman.* De modo tal que Silvia Bleichmar no repara en acudir a je semidtica de Pierce para aclarar la diferencia entre indicio, signo | simbolo. De ahi, un solo paso para tomar, con la abduecién, distan- sade la interpretaci6n como hipétesis inductiva o deductivaS ‘Trata, entonces, de las relaciones del sujeto con la realidad. Pero el psicoanalisis, dice, no se ha postulado como teoria de las relacio- hes del sujeto con la realidad “real”, con la realidad “objetiva”, sino Con una realidad muy particular: la que esta poblada de objetos dtinales sexuales y de amor de las pulsiones y del Yo.® De ese Yo en- ‘argaclo de la autoconservacin y de la autopreservacion. Y, siel Yo tiene a su cargo tanto la autoconservacién como la autopreservacién del sujeto-si laautoconservacién biol6gica deja lugar a lineas repre- Sentacionales de algo que viene, precisamente, a enfrentar la auto- conservacién para reemplazarla después-, podemos afirmar que es tos dos aspectos conllevan una relacién con la realidad que articula toda la relacién social al mundo en sentido estricto: amorosa y pol tica, entendiendo por politico los modos como las relaciones socia- les van mareando el deseo y el acceso a los bienes que permiten sino su satisfacci6n al menos la realizaci6n de sus derivados. Para Silvia Bleichmar estos dos ¢jes -autopreservacidn y autocon- servacién- son decisivos para entender c6mo la realidad instituye 0 destituye formas de subjetividad, Estos dos ejes -autopreservacion y autoconservacién- son, claro esti, funciones del Yo, no del Superyo. La realidad que instituye al Superyo es indudablemente exterior al sujeto. Es una realidad discursiva pero coagulada, atrasada en el tiempo. Sus enunciados estan constituidos por imperatives que vie- 1 de afuera aunque el sujeto los perciba como propios, como ori- ginados dentro suyo. En ese sentido, el Superyo que sufre los efectos de la realidad exterior, que se articula con la realidad psiquica del in- consciente, no tiene una relacién directa con la realidad exterior al aparato y en virtud de eso es probablemente la instancia mas ajena al embate de la realidad, De ahi que triunfe esa paradoja: el Super yo, lo mas préximo ala realidad, lo mas permeable, transmite una le- galidad que regula al aparato psiquico a. partir de un dispositive ana- erénico, 7 Ocurre entonces que, en tiempos de paz, en épocas de abund: cia, no existen contradicciones demasiado intensas entre las funcio- nes autoconservativas y las funciones autopreservativas del Yo. En los: tiempos de vino y rosas no es tan dificil conciliar la conservacién de la vida con la preservaci6n de la identidad. Pero en tiempos de odio. y espanto ese equilibrio se pierde y deja lugar a una fractura, al des- moronamiento del_psiquismo. La violencia ilimitada, la desintegraci6n social, la pérdida del trac bajo, no sélo trae aparejado el riesgo autoconservativo, esto es, el pe- ligro de morir por inanicién o por efectos de la falta de proteccién social sino que, también, instala el peligro de morir por el colapso de lo autopreservativo expresado en el naufragio de una identidad construida a lo largo de generaciones; naufragio que supone Ia au- sencia de la nocién de futuro, la pérdida de las ilusiones en la pros: peridad por venir, la descomposicién de Ia solidaridad y la evanes- cencia del amor a los semejantes a partir de una competencia labo- ral que nos supone en guerra de uno contra todos. Asi es que no es la realidad econémica en si misma, la que gene- ra las formas de desmantelamiento que vemos precipitarse, sino el hecho de que esta realidad econémica incide en el psiquismo dando cuenta del fracaso de un proyecto individual y colectivo que alguna vex se pens6 capaz de promover condiciones de vida diferentes, El hambre genera desnutricién y convoca a las enfermedades. Es- te es un problema biolégico. Pero la humillaci6n de miles y miles de seres humanos buscando comida en las bolsas de basura a las puer- tas de los supermercados vallados y repletos de alimentos genera desesperacion, desesperanza, dolor y furia homicida. Este ¢s un pro- blema psiquico, social y politico. Se tata, entonces, de la realidad, la realidad externa, la realidad. ajena al aparato psiquico. Estimulos que le legan al aparato psiqui- co, que influyen en él generando un desequilibrio que obliga a un trabajo de metabolizacion, de procesamiento, de digestion de esos estimulos, trabajo que garantiza el crecimiento psiquico. La apari- cidn del pensamiento y de formas mas complejas del funcionamien- to mental est directamente relacionada con la “realidad externa” que no es una sino, al menos, dos: Una realidad significada y signi Una realidad no significada, exterior a la subjetividad e imposible de ser capturada no s6lo por el psiquismo sino, también, por el dis- 8 curso social. Es decir, una realidad traumatogénica? 4 La realidad a la que la autora alude es aquélla marcada por la mi- seria material pero, mas atin, por la miseria simbélica. La realidad {ue debemos recuperar es la de poder construir sistemas de repre- a aciones que restiuyan el derecho a pensa®y a estructurar pro- yectos que no reduzcan a los seres humanos que constantemente el Yetema expulsa a la marginalidad de sus puros cuerpos biolégicos, que no limite nuestras acciones a la piadosa limosna 0 a un asisten- Galismo cristiano que para lo ‘inico que sirve es para despojar de dignidad a los restos de identidad que poseen y que tienden a refor- zar Ia idea de una economia sin salida y un cuerpo sin subjetividad. He postergado la redacci6n de este prélogo para volver a leer los trabajos que componen el libro. Desde el momento inicial cada uno de ellos me fue familiar y tuve el privilegio de escuchar dos de ellos de primera mano: en el Simposio Internacional que contribui a con- vyocar para celebrar los 15 aflos de Abuelas de Plaza de Mayo y en el homenaje a Jean Piaget que junto a Rolando Garefa, Emilia Ferrei- ro, Antonio Castorina y algunos més organicé en el Aula Magna de Ja Facultad de Derecho de la UBA. He postergado la redacci6n de este prologo para volver a leerla, para reactualizar esa experiencia maravillosa de la interlocuci6n in- tclectual que supimos construir. Quise evitar tener que desprender- me de él por dos razones: por el inconmensurable placer que me produce el estilo de la autora, por la aitoranza que me invade. De modo tal que si Silvia Bleichmar prematuramente remont6 vuelo y se alej6 para siempre, también para siempre nos dejé este libro de contundente vigencia, modelo luminoso de produccién intelectual que nos ayuda a ganarle al olvido, que nos aporta recursos para ven- cer la desesperanza y el dolor. Juan Carlos Volnovich Notas 1. Bleichimar, Silvia: “Los alcances de lo novedoso”. : 2. Bleichmar, Silvia: “Estallido del Yo, el desmantelamiento de la subjetividad’ 8. Bleichmar, Silvia: “Acerca de la subjetividad’ 4, Silv aja The Subject of Semiotics, Oxford University Press, New York, 1983, 5. Bleichmar, Silvia: “Simbolizaciones de transici6n: Una clinica abierta a lo 6, Bleichmar, Silvia: “Producci6n de subjetividad y constitucion del psiquismo”. 7. Bleichmar, Silvia: ‘Fillaci6n, identidad y restiucin’ aa “Pensamiento-conocimiento- inteligencia: una perspectiva 10 ESTALLIDO DEL YO, DESMANTELAMIENTO DE LA SUBJETIVIDAD* La cuestién acerca de si enfrentamos nuevas formas de subjetivi- dad y las respuestas posibles al respecto se manifiestan, de forma abierta o larvada en nuestros intercambios, cuando nos pregunta- mos si las herramicntas que hemos adquirido en nuestros aiios de formacion y el legado que recibimos de més de un siglo de psicoana- lisis, son fecundos para encarar nuestra practica actual. :Qué se sos- tiene, en general, del corpus tedrico central tal como fue estableci- doa lo largo de una época que tuvo sus fracturas y permanencias en los modos del ser humano de concebitr la vida, y en el cual estallaron, en muchos momentos, las formas de subjetividad vigentes, quedan- do subordinada su permanencia a los factores hist6ricos que atrave- saron a sus protagonistas? Definir entonces los modos dominantes de la subjetividad actual y el padecimiento al cual estos modos someten a nuestro entorno y 2 nosotros mismos no es sdlo una cuestién tedrica, una diletancia quejosa en la cual instalarse como coartada de las propias imposibi- lidades, sino una cuestidn practica. Las opciones para abordarla pueden ser ubicadas sobre algunos ejes que hemos definido desde estas mismas paginas. Por una parte, aquéllos que hacen a los modos que consideramos abarcan aspectos que podemos lamar “universales” del sujeto psiquico desde los enig- mas de los origenes a la angustia de muerte, la supervivencia biol6- gica e identitaria, el temor a la pérdida de amor y reconocimiento y angustia frente al desauxilio del semejante. Tomo centralmente aquellas cuestiones que hacen a la subjetividad en sentido estricto: posicionamiento del sujeto de cogitacién ante si mismo y los otros, sujeto “de inconciente”, atrayesado por el inconciente, pero articula- do por la légica que permite la conciencia de la propia existencia Estos aspectos “universales” toman, sin embargo, formas especifi- cas en cada periodo histérico, y comprometen las relaciones entre el ul emplazado éste tiltimo como masa ideolégico- ideativa (incluyo aca la categoria “ideol6gico-ideativa” porque inten- to subrayar el cardcter instituido del yo, no s6lo como matriz imagi- naria sino como articulado de enunciados socialmente producidos). He sefalado en otros textos la necesidad de diferenciar entre sub- Jetividad y psiquismo para dar cuenta de esta distincin necesaria en- tre el inconciente parassubjetivo, no reflexivo, materialidad psiqui en sentido estricto, con la intencin de dar cuenta que la subj dad no abarca la totalidad del aparato psiquico. La subjetividad se inscribe en los modos hist6ricos de producci6n de sujetos, produc- cién que en términos de Castoriadis podemos considerar del orden del instituyente-instituido. La subjetividad no puede concebirse, por otra parte, sin dar cuen- ta de un sujeto opuesto al objeto, sea éste otros sujetos o un objeto pensable. En este sentido es que Ia subjetividad, en términos kantis nos, implica categorias ordenadoras a priori del pensamiento, funda- mentalmente espacio y tiempo -categorias de las cuales sabemos, es- ti exento el inconciente. Sujeto del predicado, sujeto de satisfaccidn 0 de descontento, de amor 0 de odio, puede percibirse aqui el sujetamiento al Inconcien- te sin que implique, ni mucho menos, emplazamiento en el mismo. El debate al respecto que Freud realiza en la Metapsicologia con rela- cidn a los “sentimientos inconcientes” da cuenta de esta necesidad de reposicionar al sujeto que “siente” del lado de la con Es el hecho de que un sentimiento sea sentido, y por lo tanto que la conciencia tenga noticia de él, inherente a su esencia”! No se trata del Yo, como vemos, sino de la conciencia, del sujeto reflexivo, en sentido tradicional: capaz de registrar y no s6lo de per- cibir. El Yo, como instancia, puede muy bien abstenerse de este regis tro, puede ser afectado sin por ello darse cuenta de lo que lo afecta, 0 de lo afectado que esta-en esto reside gran parte del trabajo anali- tico: no s6lo en buscar las eausas que afectan al yo sino, en muchos casos, que el sujeto cobre conciencia de ello, Y como vemos, si b fui llevada -por el propio movimiento de la teorfa- hace algunos afios a diferenciar entre subjetividad y psiquismo, hoy se hace necesaria una nueva diferenciacién, la cual por supuesto no es nueva, pero plantea nuevos matices. Es indudable que la idea clisica de sujeto tal como la expusimos anteriormente s6lo puede sostenerse en psicoa nalisis a costa de una revisién, y si Lacan offecié una nueva via al de- 12 finir el lugar del sujeto como lo que representa un significante para otro significante, en un intento de deconstruir la nocién clasica de sujeto para posicionarla como un simple efecto de enunciado, hoy se hace necesario retomar la idea del enunciado, pero en este caso no como efecto de lenguaje, sino como apropiacién ideolégico-ideativa de los modos con los cuales ¢! instituyente produce subjetividad. La cuestion del discurso, si es efecto de la inscripcién que el otro humano produce de coagulaciones discursivas: lo que “soy”, lo que “no soy”, lo que “debo ser” y lo que “no debo ser”, no lo hace a par- tir de su propio sistema deseante sino del modo con el cual la cultu- ra de pertenencia define y regula las intersecciones entre deseos, sean pulsionales 0 narcisisticos, y sus modos de produccién de subje- tividad. De tal modo se puede ser “un buen argentino” porque se de- testa al extranjero, o se puede ser “un buen hijo” porque se defien- den Ios intereses familiares de manera corporativa y mas alla de todo ideal de justicia en sentido universal del término. De modo diferen- te, se puede ser una “buena hija” por lograr un buen casamiento acorde a las necesidades parentales o serlo porque se sostienen prin- cipios solidarios que implican transmisiones de valores generaciona- les que aluden a formas de cultura mas amplias: respeto por las con signas recibidas, cuidado de la memoria, compromiso con ciertos ideales... De modo tal que el yo es una masa identitaria en sentido estrieto, provista de enunciados que transmiten valores y deseos de manera compleja-lo cual lleva a sus desarmonjas internas, a sus conflictos concientes, a sus situaciones dilematicas, y tiene por funcidn repre- sentar los modos coagulados con los cuales la subjetividad se instau- ra, el sujeto puede descubrirse, en cierto momento, en contradic ci6n con su propia identidad asumida, vale decir con los enunciados tanto autoconservativos -capaces de tomar la vicariancia de la vida por su cuenta- como los autopreservativos -permanencia de las no- ciones instauradas acerca de quién y qué se es. A partir de lo cual podemos afirmar que si el yo esti en riesgo de cstallar ante lo inesperado atacante, o lo impensable repetido -situa- clones extremas en las cuales alguno de los aspectos autoconservati- torrepresentativo entra en crisis? es en raz6n de que su posi- i6n t6pica es definida, sus bordes estan claramente instaurados, las convicciones que lo sostienen férreamente arraigadas, y el desser punta alli, como desmantelamiento de toda defensa posible y some- 13 lamiento representacional. Del lado del sujeto la cuestién es mas borrosa, Se pueden produ- cir procesos de desconstruccién’ subjetiva sin que quien los padece tenga mucha noci6n de que esto esta ocurriendo, Esto puede produ- cirse de forma larvada o brusca, acompariando procesos de estallido yoico 0, simplemente, como forma de evitarlos. El terror puede compaiiar ka implantacién de nuevas subjetividades, se sosticne pa- racllo en el pinico del yo a la pérdida del sustrato sibilita la vida -angustia de muerte- pero imponiendo, a su vez, una nueva forma de relerenciarse, Esto es lo que produjeron los sistemas fuertemente cohesionantes-no s6lo coercitives- como el nazismo o el tata s6lo de imponer el terror -

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