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TRATADO PRIMERO

CONCEPTOS BASICOS

CAPITULO CINCO
LA OFENSIVA Y LA DEFENSIVA EN EL MAR

1. INTRODUCCION

1.1 En la guerra hay sólo dos clases de posturas en relación a los objetivos
estratégicos: la ofensiva y la defensiva. La primera se realiza mediante el
ataque y la restante a través de la resistencia. No existen otras alternativas.

La ofensiva tiene una actitud muy definida y no ofrece dudas sobre sus
alcances. Es, por esencia, activa pretendiendo apoderarse de algo en
posesión del enemigo, quien se niega a entregarlo. En consecuencia, se
requiere destruirlo o apoderarse de él, por medio de la violencia. Castex se
refiere al tema: “Unicamente la ofensiva puede traer esta ruptura definitiva del
equilibrio, del cual resultará la decisión, porque sólo ella posee el carácter
transformador necesario” (1). Más adelante, agrega: “Su principal mérito, lo
que la justifica y la eleva por sobre la defensiva, es la posibilidad que ofrece de
obtener un resultado positivo y en particular aquel que realmente interesa, es
decir, la decisión de la guerra. El carácter decisivo es el fundamento de la
verdadera ofensiva. Sólo aquella que tiene fundamento es digna de este
nombre, sólo este carácter permite considerarla como tal” (2).

La defensiva soporta y detiene el ataque. Su naturaleza es pasiva, se satisface


con mantener la situación y conservar las fuerzas. Está obligada acomodarse a
las acciones del ofensor y protegerse en todas direcciones. La más de las
veces provoca la nociva dispersión de los medios. En tierra, sus factores de
fuerza radican en el terreno, tiempo y número. Se caracteriza por dos
elementos inseparables: la espera y la reacción. Esta última, se materializa, en
todo su vigor, cuando la defensiva tiene éxito en sus propósitos de desgastar y
desestabilizar al enemigo y, con el fin de explotar esta coyuntura favorable,
cambia de actitud lanzando la contraofensiva resolutiva. “Lo anterior se basa
en la hipótesis de que la defensiva no es sino una situación provisional para
emprender la ofensiva tan pronto como las circunstancias lo permiten. Lo
esencial en la defensiva es el contraataque y no la espera en estado de
pasividad, pues la parte débil de la defensiva consiste precisamente en que si
se le prolonga por mucho tiempo, mata el espíritu ofensivo. Pero llevar esta
idea hasta el último extremo y afirmar que en todos los casos el golpe es la
mejor defensa, equivaldría a desnaturalizarla” (3).

Pero la ofensiva y la defensiva, a pesar de ser las únicas alternativas en el


campo estratégico, no conforman un dilema excluyente. Muy por el contrario,
ambas se necesitan y complementan. Una acción bélica ofensiva requiere de
la defensiva y viceversa. Asimismo, las operaciones se componen de un

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conjunto de ofensivas y defensivas ordenadas tanto en el espacio como en el
tiempo. Por lo general, para distinguir la actitud de un dispositivo se hace
indispensable definir su postura en relación al objetivo estratégico perseguido,
es decir, si se pretende conquistarlo o conservarlo.

1.2 DEFINICIONES BASICAS SOBRE LA OFENSIVA Y DEFENSIVA

Previo a adentrarse en el estudio de la ofensiva y defensiva en el mar conviene


recordar ciertas definiciones referente a aspectos esenciales. Su significado
contribuye a la mejor comprensión del complejo tema que se intenta abordar.
El Almirante Justiniano advierte: “Al estudiar los diversos enfoques conocidos
referentes a esta materia, han surgido interpretaciones confusas y a veces
contradictorias, que es necesario analizar para comprender mejor la
complejidad de la guerra en el mar y deducir conclusiones prácticas que
faciliten su conocimiento y la operación y conducción de las operaciones
navales... Las características de las operaciones navales ofensivas, defensivas
y de ejercicio del dominio del mar, han sido tratadas en forma exhaustiva por
numerosos autores. Sin embargo, su relación con los conceptos
tradicionalmente conocidos como ofensiva estratégica no ha sido establecida
en forma suficientemente concreta” (4).

(1) Ofensiva estratégica. Persigue la conquista del territorio adversario y


permanecer en él. En la ofensiva estratégica siempre tiene que estar
presente el factor geográfico.

(2) Ofensiva táctica. Tiene por objeto partir de un punto, golpear y regresar.
Puede estar presente el factor geográfico, pero no tiene intenciones de
permanecer en él. Existen ofensivas tácticas con efectos estratégicos.

(3) Defensiva estratégica. Elude la decisión en espera de circunstancias


favorables para pasar a la ofensiva.

(4) Defensiva táctica. Persigue la defensa de un objetivo específico y no


pretende un resultado posterior. Sin embargo, en el mar puede tener
efectos estratégicos cuando compromete a la fuerza organizada de los
adversarios.

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2. LOS OBJETIVOS PARA MATERIALIZAR LA OFENSIVA Y DEFENSIVA EN EL MAR

La estrategia marítima desarrolla su labor en un vasto escenario único e indivisible;


por consiguiente, las acciones ofensivas o defensivas, aún cuando alejadas,
repercuten en todo el teatro. Su meta final es el control del mar y su logro está en
función directa de los tres objetivos estratégicos naturales: la fuerza, las
comunicaciones marítimas y la posición. Los dos primeros corresponden
principalmente, a buques, o sea, elementos móviles con capacidad de transitar las
aguas oceánicas. En tanto la posición es de carácter geográfico, estático y, por lo
general, permanente. Los tres objetivos constituyen los ingredientes básicos para la
guerra en el mar. Por consiguiente, el mando naval los conjuga, a través del ataque y
defensa, para disputar, conquistar y ejercer el dominio del mar. La materialización de
las acciones ofensivas y defensivas respecto a los buques se llevan a cabo mediante
las operaciones navales típicas. Mientras la posición demanda ejecutar o impedir
operaciones de proyección.

Por lo común, el control del mar no representa un fin en sí mismo sino un medio
destinado al apoyo de la estrategia total o la del campo de acción bélico. Esta
circunstancia origina las interferencias navales ya descritas. Las referidas a objetivos
estratégicos situados en tierra -de carácter geográfico- al alcance de la capacidad
ofensiva y defensiva del poder naval se solucionan recurriendo a operaciones de
proyección. “Los azares de la guerra naval conducen a veces dirigir los esfuerzos, no
hacia la fuerza móvil enemiga, sino hacia ciertos lugares que pertenecen al
adversario, tales como un puerto, una isla, una colonia, un territorio cualquiera.
Según una expresión consagrada por la costumbre, se dice entonces que se
persigue un objetivo geográfico” (5). Con la intención de diferenciar la posición de
estos objetivos geográficos ajenos a la estrategia marítima, se agrupan bajo el
término “territorio”. En consecuencia, los objetivos estratégicos para hacer realidad la
ofensiva y defensiva en el mar son los siguientes:

 Fuerza
 Comunicaciones Marítimas
 Posición
 Territorio

Los cuatro objetivos, a su vez, lo componen múltiples partes, en particular las


comunicaciones marítimas. Dicha peculiaridad, impulsa a Castex hacer la siguiente
reflexión. “En lo que concierne a la guerra naval, la cuestión es mucho más
complicada a causa de la gran diversidad de objetivos que se presentan en esta
guerra, y de la considerable variedad de medios que se emplean en ella y que son
completamente distintos unos de otros. Conviene pues que nos entendamos. En la
guerra naval hay distintas ofensivas, o mejor dicho, hay tantas clases de ofensivas
como número de combinaciones exista entre los objetivos y los medios utilizados
para alcanzarlos” (6). Las circunstancias enumeradas, hacen cobrar extraordinaria
relevancia a los requisitos de la ofensiva.

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Al agrupar los objetivos estratégicos de acuerdo a su calidad hace factible simplificar
el problema en sus grandes rasgos. Los buques, elementos componentes de los dos
primeros objetivos, se atacan apelando a las operaciones navales típicas de carácter
ofensivo, las cuales se pueden asimilar a las ofensivas tácticas. Mientras, los
objetivos geográficos se atacan por medio de ofensivas estratégicas y tácticas, según
se desee o no permanecer en ellos, ambas se traducen en operaciones de
proyección. La defensiva táctica de los buques se realiza a través de cortinas,
patrullas, escoltas y otros métodos puntuales similares, y los objetivos geográficos
acuden a las actividades abarcadas por la defensa del litoral. Por último, la defensiva
estratégica, al eludir la decisión sobre el control del mar, está enlazada con el
conjunto de los tres objetivos estratégicos naturales; por consiguiente, este término
es de compleja aplicación en la estrategia marítima.
Otro problema que presenta graves dificultades estriba en la definición de una actitud
estratégica en el escenario de la guerra marítima. El Almirante Justiniano, al
respecto concluye “No es factible ni necesario intentar definir una actitud estratégica,
única, básica y general para las fuerzas navales, pues ello depende de las misiones,
de los objetivos, de las fuerzas asignadas y de las zonas de operaciones y sus
características propias. Elementos tales como la posición, las comunicaciones
marítimas y las operaciones de proyección, por originar, salvo contadas excepciones,
operaciones de una duración que puede ser limitada, no permiten señalar sino
actitudes estratégicas parciales, diferentes y simultáneas, según sean las fuerzas
participantes y sus áreas de operaciones” (7).

3. INFLUENCIA DE LA GEOGRAFIA EN LA ACTITUD ESTRATEGICA


3.1 GENERALIDADES
El factor geográfico gravitante de la guerra en el mar radica en la posición
estratégica. Dicho elemento ejerce una influencia determinante en cuanto a la
actitud estratégica a adoptar respecto a los objetivos estratégicos. El almirante
Wegener hasta define a la estrategia marítima como la ciencia de la posición.
En consecuencia, en los párrafos siguientes se evalúa el efecto de la posición
en relación a las ofensivas y defensivas sobre los objetivos estratégicos
naturales.

3.2 POSICION
Si se carece de posición o es defectuosa, el poder naval tiene graves
dificultades para intervenir en la suerte del conflicto. Los objetivos estratégicos
del afectado están expuestos a la acción del adversario; mientras que a fin de
atacar a los del enemigo se corren serios riesgos, además de carecer de apoyo
para permanecer en el área de operaciones. Estos perjuicios hacen imperativo
conquistar o mejorar la posición asumiendo una definida actitud estratégica
ofensiva. Lo anterior exige una ofensiva estratégica a través de una operación
anfibia.
En caso de poseer una buena posición se precisa explotarla con intensidad
para satisfacer las necesidades de las estrategias marítima, militar y total.
Asimismo, es necesario prever su defensa.
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3.3 FUERZA

Una buena posición faculta el ataque contra la fuerza organizada adversaria al


permitir cortar sus comunicaciones o amenazar su litoral. Por medio de estos
apremios se puede crear la maniobra estratégica desplegando, en forma
oportuna, los medios de superficie submarinos y aéreos para una acción
concentrada sobre el enemigo. Además, si el frente de la posición es amplio
posibilita las operaciones ofensivas desde distintas direcciones y ofrece
múltiples líneas de retirada.

3.4 COMUNICACIONES MARITIMAS

Una buena posición facilita el ataque a las comunicaciones marítimas del


adversario. Lo óptimo ocurre cuando la posición se interpone entre los puertos
de origen de la carga y el litoral enemigo. En esta circunstancia, la fuerza
organizada se halla en condiciones favorables para interrumpir el tráfico vital
del enemigo constituyendo un apremio crucial.

En lo defensivo, la posición debe amparar el sistema general de


comunicaciones marítimas intercalándose entre la fuerza contraria y los puertos
de recalada. En esta situación, si la flota enemiga intenta atacar el tráfico
propio queda con su línea de retirada cortada.

Ejemplos Históricos:

I Guerra Mundial. Las Comunicaciones Marítimas. “La posición estratégica


que al estallar la guerra ocupaba Inglaterra era excelente con la posición de
Scapa Flow, su flota dominaba no sólo las líneas británicas de comunicación,
desde el océano y desde el Skagerrak, cortando al mismo tiempo, las alemanas
con el Atlántico, sino que protegía también las Islas Británicas del riesgo de la
invasión; y, unida a las fuerzas que operaban más al Sur, cubría los transportes
que a través del Canal de la Mancha conducían tropas al Continente” (8).

II Guerra Mundial. La Posición. La ofensiva estratégica de Norteamérica en el


Pacífico Central estuvo orientada a mejorar la posición para su poder naval y
así aislar marítimamente al Japón. Dicha meta se logró con la conquista de las
Filipinas.

Guerra Ruso Japonesa. La Fuerza. La excelente posición Japón-Corea facilitó


a Togo el aniquilamiento de la flota Zarista en Tushima.

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4. LA OFENSIVA EN EL MAR

4.1 INTRODUCCION
La ofensiva en el mar posee cuatro objetivos donde centrar el ataque. A cada
uno de ellos le corresponde una operación específica. Pero la ofensiva contra
un blanco determinado puede involucrar la intención de comprometer a uno o
más de los otros objetivos estratégicos. Por ejemplo, una ofensiva estratégica
contra la posición, por lo general, tiene incluida, en forma tácita, el propósito de
interrumpir las líneas de comunicaciones adversarias y proteger las propias.
Además, existe la posibilidad que pretenda atraer a la fuerza organizada
enemiga para librar la batalla.

4.2 LA FUERZA ORGANIZADA


La actitud estratégica ofensiva en relación a la fuerza organizada adversaria se
traduce en operaciones de conquista del control del mar. Sus métodos
consisten en el bloqueo militar y la batalla. El primero es una solución temporal
y el restante definitivo.

4.3 LAS COMUNICACIONES MARITIMAS


La ofensiva está representada por las operaciones de ejercicio del control del
mar destinadas a destruir las comunicaciones del antagonista. Por medio del
ataque al tráfico marítimo se intenta negarle al adversario el aprovechamiento
del mar con fines militares y económicos. Esta acción ofensiva, positiva,
genera una especie de paradoja, pues se convierte en un efecto negativo neto.
Algunos tratadistas califican dicho resultado como ejercer el control negativo
del mar.

4.4 LA POSICION

Para mejorar o conquistar la posición se requiere una ofensiva estratégica.


Para tal objeto se lleva a cabo una operación de proyección consistente en una
operación anfibia.
En el supuesto de buscar sólo la neutralización de la posición enemiga, se
realizan ofensivas tácticas plasmadas en: incursión anfibia, bombardeo naval y
aeronaval, operación de fuerzas especiales o similar.

4.5 EL TERRITORIO

Cuando se necesita establecer una cabeza de playa orientada a iniciar una


campaña terrestre es preciso efectuar una ofensiva estratégica. Esta se lleva
a efecto por medio de una operación de proyección correspondiente a una
operación anfibia.

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En caso de proponerse la destrucción de instalaciones terrestres se ejecutan
ofensivas tácticas, es decir, incursión anfibia, bombardeo naval y aeronaval,
operación de fuerzas especiales o similar.

4.6 RESUMEN DE LAS OPERACIONES OFENSIVAS EN EL MAR


Fuerza Organizada: Operaciones de conquista del control del mar.
Línea de Comunicaciones Marítimas. Operaciones de ejercicio del control del
mar ofensivas.
Posición Estratégica. Operaciones de proyección contra la posición enemiga.
Territorio. Operaciones de proyección contra el territorio enemigo.

5. LA DEFENSIVA EN EL MAR

5.1 INTRODUCCION

En la actitud defensiva se perfila, con mayor transparencia, las substanciales


diferencias entre la guerra en tierra y en el mar bosquejadas en el Capítulo
Dos. A la fuerza organizada más débil, pero con pretensiones de conquistar el
control del mar, le está vedado escudarse en la geografía pues no existen
accidentes geográficos en alta mar. En consecuencia, debe evitar la batalla
decisiva y así precaver su destrucción. Mientras la flota existe impide al
enemigo gozar de todos los beneficios correspondientes. Pero, con el fin de
mejorar el grado de control o disputa existente precisa desgastar la flota rival, lo
cual le exige aproximarse a parte de la fuerza enemiga. Luego, no es factible ni
recomendable esperar de manera pasiva condiciones favorables sino se
requiere crearlas.

Asimismo, el control del mar, objeto de la estrategia marítima, no sólo depende


de la flota sino también de la posición, de la capacidad en proteger o atacar el
tráfico propio y el del adversario respectivamente. Para defender las líneas de
comunicaciones marítimas, posición y territorio se forman dispositivos navales.
Por lo común, al evidenciarse un eventual atacante, las unidades del dispositivo
avanzan al encuentro del agresor hasta destruirlo o neutralizarlo como
amenaza. La defensiva táctica en el mar no espera, es activa y dinámica.

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5.2 LA FUERZA ORGANIZADA

Aún cuando la flota principal más débil elude la batalla decisiva, para que el
enemigo no conquiste el control del mar, está forzada atacar la fuerza enemiga
a través de operaciones de disputa del control del mar. Pero esta actividad no
sólo concierne a la flota propia sino a todas las unidades navales y
aeronavales. Los métodos aplicados consisten en contraataques mayores y
menores y flota en potencia. “Cabe señalar que Corbett no incluye el
contraataque mayor, sino solamente los conceptos de flota en potencia y
contraataques menores como operaciones de disputa del dominio del mar.
Para él, la actitud de flota en potencia puede presentar diversos grados de
actividad, ya sea que pretenda producir efecto por su sola existencia, o que
imprima a sus operaciones una gran actividad” (9). Pero, cuando la fuerza
organizada emprende un contraataque mayor abandona la pasiva condición de
flota en potencia.

5.3 LAS COMUNICACIONES MARITIMAS

La protección del tráfico marítimo propio concierne a las operaciones de


ejercicio de control de mar defensivas. Ellas pretenden eludir o destruir las
amenazas a las comunicaciones marítimas provenientes de la superficie,
espacio aéreo y submarino. De nuevo se presenta una especie de paradoja.
La acción negativa, una defensiva, desemboca en el efecto positivo de permitir
el tránsito del transporte marítimo económico, mantenimiento y militar para
sostener el esfuerzo de la guerra. En otras palabras con la defensiva del tráfico
marítimo se ejerce el control positivo del mar.

5.4 LA POSICION ESTRATEGICA Y EL TERRITORIO

La posición estratégica y el territorio presentan situaciones similares para su


defensa. Ambas se protegen por medio de la defensa del litoral que
comprende la defensa contra la invasión y la defensa de costa. Una posee
carácter estratégico y la otra táctico. En términos más explicativos, la primera
se opone a ofensivas estratégicas y la restante a ofensivas tácticas. Por la
trascendencia y repercusiones la defensa contra la invasión compromete a las
tres instituciones del campo de acción bélico. En tanto, la defensa de costa es
responsabilidad de la Armada, correspondiendo a una defensiva táctica y
puntual en su más pura expresión.

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5.5 RESUMEN DE LAS OPERACIONES DEFENSIVAS EN LA MAR

Fuerza Organizada: No se defiende, está obligada a atacar. Se realiza por


operaciones de disputa del control del mar.

Línea de Comunicaciones Marítimas: Operaciones de ejercicio de control del


mar defensivas.

Posición Estratégica: Operaciones relativas a la defensa del litoral.

Territorio: Operaciones relativas a la defensa del litoral.

6. LA OFENSIVA Y DEFENSIVA EN EL MAR EN CONJUNTO

6.1 NECESIDAD DE UN SISTEMA DE OPERACIONES

En los párrafos precedentes se analizan la ofensiva y la defensiva por


separado. En la práctica, para la estrategia marítima dicha división es
imposible por causa de la variedad de objetivos susceptibles de ser atacados o
protegidos de manera simultánea o escalonados en el tiempo. Además, ambas
actitudes estratégicas fundamentales coexisten y se respaldan. Por
consiguiente, el mando naval para abordar la conducción de la guerra tiene
como única alternativa la maniobra, cuya luz orientadora reside en el control del
mar. Sus previsiones, en tal sentido toman la forma de un sistema de
operaciones con un orden cronológico bien fundamentado. Los parámetros a
considerar lo integran los tres objetivos naturales más los generados por las
interferencias, la ofensiva y la defensiva, el tiempo y los medios a emplear. De
esta suerte, las ofensivas y defensivas se mezclan con fluidez y en armonía en
pos de los objetivos propuestos. “Puede darse así, el caso de una fuerza que
opere ofensivamente contra las comunicaciones marítimas vitales adversarias
la cual puede buscar, además, crear de este modo un apremio para atraer a la
fuerza enemiga a fin de batirla en detalle y destruirla. Esta concepción ofensiva
se presentaría como defensiva respecto al sistema de comunicaciones
marítimas propio, si su propósito básico es proporcionarle protección indirecta”
(10).

El conductor de la guerra en el mar al emprender cualquier operación necesita


cuidarse de la posible intervención de la fuerza organizada contraria. Ello le
permite establecer las disposiciones más adecuadas orientadas a anular su
acción o destruir al intruso. Por lo general, la historia demuestra, que las
fuerzas navales se dedican a cumplir con las tareas encomendadas y si el
enemigo intenta obstaculizar su ejecución se le neutraliza o bate sin dilación.

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6.2 DEFINICION DE LA ACTITUD ESTRATEGICA EN EL MAR
Los altos niveles de la conducción de la guerra, a pesar de las dificultades
inherentes, pueden hallarse ante la ineludible obligación de establecer la actitud
estratégica de un mando naval en un escenario específico y por un período
determinado. En tales circunstancias requieren definir, con absoluta claridad, la
postura a sostener frente a los objetivos afectados; es decir, a cuales de ellos
se pretende atacar o defender. La fuerza organizada, posición y territorio no
presentan mayores dificultades para establecer una actitud estratégica única en
relación a ellos. Pero no ocurre lo mismo con las líneas de comunicaciones
marítimas, pues casi siempre se realizan, de manera simultánea, ataques
contra el tráfico marítimo adversario y operaciones defensivas respecto al
propio. En esta situación, la mejor solución se reduce a señalar la prioridad
que se le otorga al ataque o defensa. Por último cabe recordar lo siguiente: “El
elemento de mayor gravitación para determinar la actitud estratégica es la
batalla y la resolución de buscar o eludir la decisión en ella” (11).

6.3 COMENTARIO FINAL


La conducción de la guerra en el mar es un problema de objetivos múltiples. Si
no está clara su prioridad, en el ataque y la defensa, se hace imposible la
concurrencia y coordinación de los medios para alcanzarlos. Por tal razón, los
movimientos de las fuerzas siempre tienen que obedecer a la obtención de una
meta específica y justificada. El almirante británico Dudley Pound comentó:
“Son sólo los políticos los que se imaginan que los buques no se ganan su
sustento salvo que estén correteando alocadamente de un lado a otro del
océano” (12). En consecuencia, las órdenes de los altos niveles estratégicos
en relación a la lucha en el mar, deben especificar con exactitud los objetivos a
lograr en un orden cronológico preestablecido. En otros términos, se hace
imprescindible una maniobra estratégica para articular, de manera concurrente
y armónica, los esfuerzos de todos los órganos de maniobra. “La maniobra es
la forma más concreta y positiva de asumir la iniciativa estratégica, por cuanto
se logra supeditar al adversario a obrar como sea más conveniente para el
éxito de la misión propia” (13). Lo anterior no significa establecer un sistema
rígido; al contrario, los mandos subordinados tienen que gozar de una amplia
libertad de acción para desplegar iniciativas avalados por una sólida doctrina
institucional.

Ejemplo Histórico:

Segunda Guerra Mundial, Teatro del Pacífico. Al evaluar el desarrollo de la


situación en un teatro de naturaleza marítima como el Pacífico sirve para
apreciar la dificultad en establecer una actitud estratégica única. Los
historiadores navales, e incluso los máximos conductores de la guerra en el
mar discrepan en sus opiniones. Existe un consenso en las etapas iniciales y
finales del conflicto -actitud estratégica ofensiva del Japón y de Estados Unidos
respectivamente- pero no en sus fases intermedias. “El Almirante King admite
cuatro períodos:
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 Un período de defensiva que va hasta la batalla del Mar del Coral.
 Un período defensivo-ofensivo, Mar del Coral y Midway.
 Un período ofensivo-defensivo, campaña de las Salomón.
 Después un período ofensivo.

El Jefe del Estado Mayor General de la Marina japonesa, Almirante Nagano, la


divide más sencillamente en dos períodos:

 La ofensiva que va hasta la evacuación de Guadalcanal.


 Después, la defensiva” (14).

Hasta Midway, los japoneses sostuvieron una nítida actitud estratégica ofensiva
contra la flota, posición norteamericana y territorio adversario. Sin embargo, no
realizaron una manifiesta ofensiva contra las líneas de comunicaciones de los
estadounidenses con corsarios de superficie y submarinos.

Bernard Brodie, refiriéndose a la situación del Pacífico escribió: “El término de


la campaña de Guadalcanal inauguró un cambio fundamental en la política de
ambos bandos. En posteriores acciones los japoneses demostraron más
precaución. A pesar que los americanos, durante 1943, continuaron avanzando
a lo largo de las Salomón, tuvieron poca oportunidad de hundir o siquiera
averiar a buques importantes japoneses... Hacia fines de 1943 los japoneses
habían claramente retirado el grueso de su flota a aguas metropolitanas donde
estaba concentrada y mantenida en reserva para alguna acción decisiva u
ocasión oportuna... Este cambio de política, sin duda, había sido en parte
dictado por la enorme expansión de la fuerza americana. Cuando en
noviembre de 1943 fueron atacadas las islas Gilbert y los americanos
conquistaron Tarawa y Makin, se abrió una nueva fase de la guerra en el
Pacífico, caracterizada por el retorno a los principios clásicos. La conducta de
la guerra naval actuando principalmente pequeñas fuerzas operativas, había
demostrado ser una negación de la estrategia. Mientras los japoneses estaban
dispuestos a comprometer fuerzas navales substanciales, que, sin embargo,
eran solo pequeñas porciones del total de su flota, para la defensa de cada isla
lejana que poseían; la guerra de fuerzas operativas continuaría desarrollándose
a favor de los americanos. Pero cuando los japoneses notificaron que no
estaban más dispuestos a hacerle el juego a los americanos, estos se
encontraban ya en situación de abandonar ese juego jubilosamente... En las
islas Gilbert los americanos por primera vez empezaron una operación con una
fuerza operativa que en realidad era una flota de batalla completa, capaz de
encontrar y derrotar al total de la flota japonesa” (15). Desde ese instante, no
cabe duda, que la Armada norteamericana adoptó una actitud estratégica
ofensiva general en relación a la flota, posición, comunicaciones marítimas y el
territorio japonés.

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