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8:12 Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la

carne;

Redención

La deuda contraída con la carne como esclavos del pecado ha quedado cancelada para quien vive según el Espíritu, porque
Éste mora en él.

La esfera pecaminosa de la carne es ya algo extraño para el cristiano, al que se exhorta para que sea verdaderamente libre
dejando de practicar las obras propias de la carne (Gá. 5: 19-21 ).

Es decir, “En un tiempo estábamos vendidos a sujeción bajo el Pecado (cap. 7:14);
pero ya que hemos sido libertados de aquel duro amo, y llegado a ser siervos
(esclavos) de la Justicia (cap. 6:22), nada debemos a la carne, desconocemos sus
injustas pretensiones y hacemos caso omiso de sus imperiosas demandas.”

8:13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis.

Doctrina del hombre

Carne
Espíritu

Antes de ser regenerados

Ahora estando regenerados

Los cristianos guiados por la carne son llamados con toda propiedad creyentes carnales, en el sentido de que el motor de su
dinámica de vida es la carne.

Estos, aunque salvos y regenerados, no están bajo la fuerza dinámica del Espíritu Santo, sino que siguen los impulsos de la
vieja naturaleza.

Es necesario entender bien que el hombre es un ser dual compuesto por una parte material y otra parte inmaterial,
subdivididas ambas en varios elementos, pero, no existe dicotomía alguna en el hombre, que es tanto parte espiritual como
parte material.

El cuerpo es la parte expresiva de la persona y la forma visible de sus pensamientos íntimos. La operatividad del cuerpo es el
resultado de la acción de la mente que genera el pensamiento, del espíritu que lo sopesa, del alma que lo asume y de la
conciencia que lo juzga.

Quiere decir esto que las acciones malvadas realizadas por el cuerpo surgen del corazón, en sentido de la parte espiritual de
la persona. Por esa causa Jesús dijo que "de la abundancia del corazón habla la boca" (Le. 6:45).
Controlar el pecado por esfuerzo propio es imposible, de ahí la importancia de la exhortación a vivir bajo el control del
Espíritu.

La expresión de la Ley revela lo que es bueno conforme a Dios, y lo que el hombre está obligado a hacer como ser moral.
Esa es la verdadera manera de vivir. Cualquier otra cosa sería pecado y, por tanto, muerte.

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