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MÁS ALLÁ DE LA EMPATÍA: LA ESCRITURA ETNOGRÁFICA

DE LO DESAGRADABLE

Nitzan Shoshan*

Resumen: en el presente artículo se presenta la reflexión sobre la poca atención que los antropó-
logos han prestado a temas desagradables. Las explicaciones existentes de dicha laguna, se argu-
menta, son válidas pero insuficientes. Con base en experiencias de trabajo de campo etnográfico
con jóvenes neonazis en Berlín, el artículo sugiere que la evasión de temas difíciles en la antropo-
logía es resultado de tres fuerzas interrelacionadas: en primer lugar, las normas éticas y académi-
cas que han dominado la disciplina; en segundo, su ubicación en la economía de producción del
conocimiento académico, en gran medida externa a la antropología, y por último, las contradiccio-
nes e impases del campo etnográfico.
Palabras clave: empatía, etnografía, metodología, antropología.

Abstract: The present article ponders the lack of attention anthropologists have paid to unpleas-
ant matters. Existing explanations of this lacuna, it argues, are valid but insufficient. Based on
ethnographic fieldwork with young neo-Nazis in Berlin, suggests the evasion of difficult issues in
anthropology is the result of three interrelated forces: in the first place, the ethnic and academic
norms which have dominated the discipline; second, its location in the economy of production of
academic knowledge, to a great extent external to anthropology; and finally, contradictions and
impasses in the field of ethnography.
Keywords: Empathy, ethnography, methodology, anthropology.

E
n el verano de 2003 me reuní de campo preliminar en preparación
con un joven estudiante de doc- para mi proyecto de tesis doctoral, y se
torado en Ciencia Política en un me estaba dificultando identificar una
lindo café en una de las colonias de estrategia factible que me permitiera
Berlín oriental que se encontraba en llevar a cabo una investigación etno-
un veloz proceso de gentrificación. Ha- gráfica con grupos de jóvenes de extre-
bía pasado el verano haciendo trabajo ma derecha. Mis esfuerzos resultaban
poco fructíferos, y me sentía cada vez
*Profesor investigador y coordinador aca­ más pesimista acerca de la factibilidad
démico del Centro de Estudios Sociológicos de El de mis planes. El alumno —llamémos-
Colegio de México. Línea principal de investiga- le Hans— había estudiado a la dere-
ción: Estado-nación, Nacionalismo y neoliberalis-
mo, Memoria y temporalidad después de la guerra
cha extrema alemana con la asesoría
fría, Espacio urbano y violencia, Teoría semióti- de uno de los investigadores más des-
ca. Correo electrónico: shoshan@colmex.mx. tacados del país en ese campo. Hans

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148 Nitzan Shoshan

claramente sabía bien de lo que estaba tas en Italia o los activistas de derecha
hablando: manejaba las complejas ge- en Japón. A pesar de esta variedad,
nealogías de los varios partidos políti- todos los panelistas estuvimos de
cos y grupos extraparlamentarios de la acuerdo en que la atención etnográfica
derecha extrema; estaba versado en a la derecha extrema ha sido insu­
sus periódicos, en sus publicaciones ficiente. A comienzos de mi investiga-
electrónicas y en sus plataformas po­ ción, el hecho de que ni siquiera un
líticas; ubicaba perfectamente sus experto erudito como Hans pudiera
diversas posturas ideológicas y los orí- mencionar un estudio etnográfico so-
genes históricos de cada una; podía bre el tema, y esto a pesar de que hay
describir a sus líderes carismáticos, a una verdadera industria de investiga-
sus intelectuales eminentes, a sus es- ción y escritura sobre la extrema dere-
trellas de rock, y a sus patrocinadores; cha en Alemania,1 no sólo me resultaba
había estudiado sus estrategias electo- difícil de comprender sino que tam-
rales y las conductas de votación de bién, y de manera más general, hacía
sus bases de apoyo; hasta había entre- que surgieran varias preguntas intere-
vistado a algunos de sus dirigentes. santes.
Hans se mostró muy entusiasmado No cabe duda de que, a fin de cuen-
con mi idea de un estudio antropológi- tas, los grupos con quienes quería
co de estos grupos. Ya es tiempo, opinó, trabajar representan un fenómeno mi-
de que alguien examine etnográfica- núsculo, aberrante, extremo; así lo su-
mente sus sistemas simbólicos, sus gieren tanto el sentido común como el
prácticas rituales, y sus identidades discurso académico dominante. Pero
culturales. Sin embargo, no me pudo los antropólogos no son particular-
aconsejar sobre cómo proceder en mi mente conocidos por su interés en
investigación ni sobre algún antece- lo normal, lo ordinario o lo banal.
dente bibliográfico que pudiera consul- Todo lo contrario, el corpus antropoló-
tar para contar con pistas al respecto. gico está repleto —demasiado repleto,
La escasez de trabajos etnográficos dirían algunos— de estudios de lo exó-
con grupos de neonazis en Alemania y, tico, lo oculto y lo raro. Esto no se limi-
ciertamente, con poblaciones semejan- ta a la fascinación eurocéntrica que los
tes de extremistas de derecha en el pioneros coloniales de la disciplina
continente Europeo y más allá de mostraron hacia la magia, la hechicería
él fue el tema central de un panel en el
que participé durante la reunión anual 1
La industria de investigación sobre la ex-
trema derecha en Alemania incluye no sólo una
de la Asociación Americana de Antro- abundante producción académica, sino que
pología en 2014. Los ponentes habla- abarca la producida por las instituciones del Es-
ron de sus trabajos de investigación, tado, de grupos antifascistas, de organizaciones
que abarcaban temas tan diversos no gubernamentales, de autoridades locales y
asociaciones vecinales, de periodistas, etc.
como los evangelistas en California, Anualmente se publican varios libros sobre el
los perpetradores de crímenes de gue- tema, principalmente por politólogos, pedagogos
rra en el Congo oriental, los neofascis- y sociólogos.
Más allá de la empatía: la escritura etnográfica de lo desagradable 149

y los rituales, también ha sido el rasgo radigma y objeto de estudio dominante


dominante de muchas de las tradicio- en la antropología, de igual manera es
nes antropológicas del siglo xx. Dichas innegable la importancia que mantie-
tradiciones han reproducido de dife- ne lo marginal, así como lo extraño,
rentes maneras la formulación tanto en la investigación etnográfica
durkheimiana canónica, privilegiando como en la innovación teórica. Por otro
lo sagrado y lo efervescente sobre lo lado, la relevancia de la extrema de­
profano y lo cotidiano, como sitios para recha para la comprensión de la política
la investigación. Para Durkheim (1982: contemporánea del nacionalismo parece
390), el origen de lo social se encuentra evidente. ¿Por qué entonces no atender
en la vida religiosa, en lo sagrado, don- un problema tan preocupante y persis-
de “casi todas las grandes instituciones tente como la derecha extrema?
sociales han nacido”. Es en el dominio Además de su marginalidad, exis-
de la acción religiosa en donde, para ten sin duda retos metodológicos serios
Durkheim, la vida colectiva da luz tan- que hacen desafiante la investigación
to a la sociedad como al pensamiento, a en por lo menos algunos grupos de la
través de estados de efervescencia en extrema derecha. Esos grupos a menu-
los cuales “las energías vitales resul- do tienden a sospechar de los extraños,
tan sobreexcitadas, las pasiones aviva- a cerrarse herméticamente, a preocu-
das, las sensaciones fortalecidas; parse —frecuentemente con buenas
incluso hay algunas que sólo se dan en razones— de la vigilancia por parte de
tales momentos. El hombre no se reco- las autoridades estatales, por sus ad-
noce a sí mismo; se siente como trans- versarios políticos o los medios de co-
formado y, a consecuencia de ello, municación. En tanto es poco probable
transforma el medio que le rodea”. que nosotros, como investigadores de
Desde luego, esta preferencia por lo la ciencia social, compartamos sus po-
sagrado siempre ha existido a la par de siciones políticas o representemos
corrientes opuestas o por lo menos di- dichas posiciones de manera particu-
vergentes. Tales tendencias son evi- larmente positiva, suelen manejar cui-
dentes, por ejemplo, en el concepto de dadosamente cualquier relación o
habitus de Mauss (2007), que repre- intercambio de información en las que
senta en “The techniques and work of les invitamos a participar —si no es
collective and individual practical rea- que rechazarlos en su totalidad.
son”, o en la cuidadosa atención que En el caso de mi investigación y de
Malinowski (2013) prestó a las esferas las personas en las que se quería enfo-
profanas de la economía y el trabajo car, este tipo de problemas estarían
cotidiano. Ciertamente, no ha sido poco presentes de manera acentuada. Sobre
común que ambas corrientes se fusio- todo eran importantes dificultades
nen y se articulen en formas fructífe- metodológicas relacionadas con el ac-
ras. No obstante, si bien durante las ceso y la colaboración ante las cuales
últimas décadas ha sido notable la me estaba confrontando cuando me
consolidación de lo cotidiano como pa- reuní con Hans: ¿por dónde empezar a
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consolidar relaciones con mis infor- tonces no ponen más etnógrafos sus
mantes? ¿Cómo explicar los motivos de talentos y fuerzas metodológicas a tra-
mi interés por sus actividades y cómo bajar sobre este tema?
evitar que sospecharan mis verdade- En tercera y última instancia hay
ros motivos? ¿Cómo generar las condi- una consideración que resulta particu-
ciones que me permitieran acceder a larmente relevante para el tipo de in-
sus espacios privados, a sus conversa- vestigación que planeaba realizar —y
ciones íntimas y a sus redes sociales? que eventualmente llevé a cabo— con
En otras palabras, ¿cómo acceder a las grupos de extremistas de derecha, jó-
dimensiones cotidianas y profanas de venes y socialmente marginados, entre
los márgenes políticos, sociales, y urba- quienes la violencia, el alcoholismo y la
nos en Berlín? delincuencia son prevalecientes. Como
Estas inquietudes son probable- etnógrafos nos insertamos plenamente
mente compartidas por muchos inves- en el campo con nuestros informan­tes y,
tigadores que buscan estudiar a grupos más aún, generalmente lo hacemos so-
extremistas. Sin embargo, los etnógra- los. Tenemos por lo tanto razones para
fos se han mostrado bastante capaces preocuparnos por nuestra integridad y
de vencer enormes obstáculos prácti- seguridad física, y por los riesgos que
cos, de ganar acceso y a con­seguir la tanto el campo como escenario y nues-
confianza de una gama de contextos tros informantes mismos pudieran
sociales supuestamente impenetra- implicar. Todo esto queda claro, sin em-
bles, y de realizar trabajos excelentes bargo, y tal vez sin pensarlo dema­siado,
de investigación en circunstancias ad- varios etnógrafos se ponen en situacio-
versas. Basta con considerar, por ejem- nes más o menos peligrosas como parte
plo, cómo Phillipe Bourgois (2013) logró de su trabajo de investigación (para nu-
establecerse como un insider de una meros ejemplos véase Nordstrom y Ro-
tienda de crack en Spanish Harlem, bben, 1995). Por ejemplo, actualmente
cómo Allen Feldman (1991) realizó en- dirijo las tesis doctorales de dos alum-
trevistas a profundidad y altamente nas que han realizado trabajo etno­
reveladoras a veteranos del Ejército Re- gráfico en Camino Verde, Tijuana, y en
publicano Irlandés (eri) en Irlanda del Atoyac, Guerrero —dos lugares que,
Norte, o cómo, más recientemente, Su- por diferentes razones, en los últimos
dhir Venkatesh (2000) se integró a las años son considerados peligrosos y
estructuras pandilleras del gueto del violentos—, lo cual dice algo sobre la
sur de Chicago. De igual forma, la esca- proclividad de algunos etnógrafos a me­
sez de estudios etnográficos sobre la terse en terrenos difíciles.
derecha extrema resulta sorprendente Pero si ninguna de esas explicacio-
si consideramos cómo, por lo menos nes parece suficiente, ¿entonces por
para el caso europeo, la etnografía ofre- qué hay tan poco trabajo etnográfico
ce un marco metodológico muy adecua- sobre un tema de tanta importancia
do para este objeto de estudio dado su social y política? Esta pregunta, evi-
carácter altamente local. ¿Por qué en- dentemente, ha interesado a algunos
Más allá de la empatía: la escritura etnográfica de lo desagradable 151

investigadores. Los antropólogos Mar- en atender la violencia en la investiga-


cus Banks y André Gingrich (2006), ción antropológica se debe al deseo de
por ejemplo, reflexionan precisamente muchos antropólogos de representar a
sobre esta cuestión en la introducción sus informantes positivamente, y al
de un libro de estudios antropológicos correspondiente miedo de estereotipar
que aborda los neonacionalismos euro- negativamente a sus comunidades de
peos contemporáneos. De manera pa- estudio para enfatizar las dimensiones
recida a lo hasta aquí planteado, y por desagradables de sus culturas. Dicha
razones semejantes, consideran que perspectiva, que parece coincidir con la
las dificultades metodológicas involu- observación de Banks y Gingrich
cradas en el estudio de tales grupos y (2006) sobre la preocupación antropo-
movimientos no explican adecuada- lógica con la higiene moral, natural-
mente la escasez de investigaciones mente nos enfrenta con la pregunta de
antropológicas sobre el nacionalismo qué es precisamente lo que entende-
racista. En cambio, argumentan, en la mos por “desagradable”. Como punto
raíz de este vacío se encuentra una de partida, podemos afirmar en lo que
cierta predisposición de los antropólo- a primera vista parecería ser una ob-
gos a realizar investigación sobre el viedad, que lo desagradable reside en
tema y a trabajar con personas y gru- los ojos del espectador o, en otras pala-
pos con quienes pueden simpatizar e bras, remite a una serie de criterios
identificarse. Un correlato de dicha elaborados dentro del universo discur-
predisposición es la preocupación an- sivo de los antropólogos y sus públicos,
tropológica con lo que ellos describen sin tener en cuenta si las poblaciones
como la “higiene moral” y la aprehen- estudiadas comparten o no estos jui-
sión de la proximidad, la colaboración cios morales.
y las relaciones personales —del tipo Para Banks y Gingrich (ibidem: 11),
que la investigación etnográfica usual- por ejemplo, lo que el antropólogo en-
mente implica— con poblaciones des- cuentra como desagradable en el neo-
agradables, una cierta ansiedad casi nacionalismo, lo que imposibilita
somática, por así decirlo, frente a la su- cualquier relación de simpatía con los
ciedad política, su potencial contagioso informantes y disuade a los etnógrafos
o contaminante, y su pestilencia moral. de su estudio, consiste en “su orien­
Desde una perspectiva algo dife- tación básica… hacia la exclusión cultu-
rente, el antropólogo Neil Whitehead ral y la asimilación, orientación que
(2004) lidió con la escasez de investiga- contradice la premisa básica de la an-
ciones antropológicas sobre la violen- tropología sobre la sociodiversidad
cia. Él también considera que los cul­t ural”. Whitehead, por su lado,
peligros metodológicos conllevados en men­ciona que lo que los antropólogos
el estudio etnográfico de la violencia, a buscan evadir es, en última instancia,
pesar de su importancia, no ofrecen la representación de las culturas estu-
una explicación suficiente. En su lugar, diadas como violentas frente a un pú-
Whitehead propone que la vacilación blico lector más amplio (2004: 6). En
152 Nitzan Shoshan

este sentido, lo desagradable es una Herzfeld (2005: 3), la intimidad cultu-


forma de mirada que señala una varie- ral describe “el reconocimiento de los
dad de aspectos culturales que, en tan- aspectos de una identidad cultural que
to son atribuidos a grupos específicos, son considerados fuente de vergüenza
resultan ofensivos a los que investigan hacia el exterior, pero que sin embargo
y escriben sobre los mismos. brindan a los miembros del grupo la
Estas explicaciones comparten una seguridad de una sociabilidad en co-
forma de entender la escasez de inves- mún […] los auto-estereotipos que los
tigaciones etnográficas acerca de cier- miembros del grupo expresan, aparen-
tos temas delicados como, por ejemplo, temente, a expensas de su propia co-
el nacionalismo racista o la violencia, lectividad”. De manera particular, los
como resultado de ciertas normas que etnógrafos se encuentran en la posi-
gobiernan la relación entre la antropo- ción ambivalente de beneficiarse del
logía y sus objetos de estudio, o como el acceso privilegiado a dicho conocimien-
efecto de una identidad profesional to íntimo, por un lado, y a aparecer
—impregnada de imperativos norma- como intrusos, por el otro. Pero los an-
tivos— que define cómo nos entende- tropólogos, al igual que los grupos que
mos a nosotros mismos y a nuestros estudian, también se enfrentan al pro-
compromisos morales. En otras pala- blema de la intimidad cultural cuando
bras, son explicaciones endógenas: ras- comunican su conocimiento íntimo a
trean el problema en la antropología otros. Desde esta perspectiva, lo des-
misma. Como es de esperar, al interior agradable se refiere a una relación re-
de la antropología también proponen cíproca —una cierta colusión, un cierto
posibles soluciones al respecto. En este reconocimiento incipiente— entre los
espíritu Banks y Gingrich, por ejem- etnógrafos y las personas que estu-
plo, recomiendan a los estudiosos del dian.
neonacionalismo abandonar la con- Banks, Gingrich y Whitehead ofre-
vencional proclividad antropológica a cen argumentos muy atinados y com-
fungir como defensores de los grupos parto su afirmación de que las
que estudiamos y a cambiar la simpa- consideraciones metodológicas por sí
tía por la empatía. solas no ofrecen una explicación sufi-
Desde otra perspectiva, sin embar- ciente para la aprehensión disciplinaria
go, se puede entender lo desagradable a trabajar con poblaciones desagrada-
como una cierta orientación etnográfi- bles o peligrosas. Al mismo tiempo, con-
ca a las ideas de las personas que estu- sidero que en última instancia sus
diamos sobre lo que constituye el mal argumentos son también inadecuados,
gusto. El concepto de “intimidad cultu- por tres razones por lo menos. Primero,
ral” de Michael Herzfeld captura algo la llamada a renunciar a la simpatía y a
de este sentido de reconocimiento co- cambiarla por la empatía o, en otras pa-
lectivo de las dimensiones desagrada- labras, a evitar las identificaciones afec-
bles de una comunidad (nacional, para tivas con nuestros informantes y en su
el caso de Herzfeld). Para el mismo lugar limitarnos estrictamente a en-
Más allá de la empatía: la escritura etnográfica de lo desagradable 153

tender y a explicar sus dilemas puede expresaban cotidianamente, y de ma-


tal vez servir de guía para el tipo de nera bastante explícita, sus opiniones
perspectivas antropológicas poco tra- xenófobas En partidos de futbol, algu-
dicionales y altamente mediadas que nos de ellos gritaban calumnias racis-
Banks y Gingrich incluyen en su com- tas hacía los jugadores de piel morena
pilación. El libro que presentan estos o negra, mientras que en sus casas es-
autores incluye análisis antropológicos cuchaban canciones que incitaban a la
de la política parlamentaria, de cam- exterminación de los árabes, los turcos
pañas electorales, de líderes carismáti- y los judíos. Un cierto número de mis
cos, de la performatividad pública, de informantes (aunque ciertamente no
representaciones mediáticas, de dis- todos) glorificaban al nacional socialis-
cursos políticos y de la producción de mo. En el mejor de los casos negaban, y
símbolos e imágenes en una variedad en el peor celebraban sus atrocidades.
de contextos europeos, pero en casi to- Muchos votaban por partidos de extre-
dos los casos, desde una especie de dis- ma derecha. De este modo sería difícil
tancia segura. Sus consejos ayudan exagerar los aspectos desagradables
muy poco a negociar los múltiples im- de estos jóvenes ante los ojos de cual-
pases y ambivalencias que enfrenta- quier persona, ya sea un antropólogo o
mos regularmente cuando llevamos a un ciudadano alemán, que se sienta
cabo trabajo etnográfico más o menos comprometido con la diversidad socio-
tradicional. ¿Cómo podemos nosotros, cultural (retomando aquí de nuevo a
como etnógrafos, consolidar la confian- Banks y Gingrich). Sin embargo, desde
za con nuestros informantes clave, la investigación etnográfica emerge
participar interaccionalmente en con- una comprensión más compleja de las
versaciones desconcertantes, volver- vidas y los mundos sociales de estos
nos íntimamente familiares con el jóvenes, en donde la frontera que sepa-
campo y sus habitantes, y por último ra lo agradable de lo desagradable
—y tal vez esto es lo más acuciante— aparece mucho menos clara e inequí-
representarlos en nuestra escritura voca. Dicho de otro modo, el problema
mientras suspendemos totalmente la al que se enfrentaba mi investigación
dimensión afectiva que cualquier rela- era el riesgo de representar a mis in-
ción personal implica? formantes como personas complejas,
En segundo lugar, el problema en el tridimensionales, e irreducibles a su
caso de mi investigación no parecía ser repugnante racismo, podría terminar
estereotipar negativamente a las per- no representándolos de manera sufi-
sonas con quienes trabajaría por enfo- cientemente negativa. Mi estudio po-
carme en sus aspectos desagradables, dría resultar una apología de sus
sino justamente lo contrario. Una pro- formas de vida y sus orientaciones po-
porción importante de los jóvenes con líticas, o por lo menos parecerlo para
quienes realicé mi investigación en algunos lectores.
Berlín oriental habían sido condena- En tercer lugar, y tal vez lo que re-
dos por violencia racista, y la mayoría sulta más significativo, es la tendencia
154 Nitzan Shoshan

ya mencionada de las explicaciones que gación y un poco antes de mi examen


ofrecen los autores mencionados a dar de titulación, me encontré en el con-
cuenta de la escasez de estudios etno- greso anual del Council of European
gráficos sobre el extremismo político, la Studies. Para las europeístas, este
violencia y otros fenómenos desagrada- evento es más o menos el equivalente
bles, en términos endó­g enos. Cier­ de lo que es el Congreso Anual de La-
tamente, tienen razón en enfatizar la tin American Studies Association
responsabilidad de los antropólogos en (lasa) para los latinoamericanistas. El
este asunto. Como lo demuestran los evento, que tuvo lugar en uno de esos
trabajos de Bourgois o de Venkatesh, el gigantescos hoteles de congresos en el
estudio de fenómenos sociales des- centro de Chicago, reunió a miles de
agradables, si bien no es tan frecuente, científicos sociales que trabajaban so-
tampoco está totalmente ausente del bre Europa en una gran variedad de
archivo etnográfico. Sin embargo, disciplinas. La ponencia que presenté,
como se hizo evidente en mi conversa- “Hatred on sale” (“El odio a la venta”)
ción con Hans, mi soledad como antro- examinaba desde una perspectiva et-
pólogo que se preparaba para una nográfica cómo los nuevos modos y po-
investigación etnográfica con jóvenes sibilidades de consumo entre los
neonazis ilustraba sólo los límites y las neonazis, así como las nuevas circula-
limitaciones internas de mi propia dis- ciones de mercancías y de modas, se
ciplina. Me acuerdo que en ese mo- articulan con transformaciones en sus
mento me pareció graciosa la idea de estrategias y compromisos políticos.
Hans de que, como antropólogo, mis Los organizadores del congreso me
intereses consistieran en —y se limita- mandaron a una mesa doble cuyos
ran a— el dominio de la cultura (lo que participantes eran, a excepción de
sea que ese concepto signifique —si es mí, todos politólogos. No era difícil re-
que hoy todavía significa algo—2). Me conocerme, con mis pantalones de
pareció muy pintoresca la noción de pana café y mi suéter de cuello de tor-
que un estudio antropológico de jóvenes tuga de color verde oscuro, en medio de
extremistas de derecha resultara opor- la fila de panelistas que vestían trajes
tuno no porque podría contribuir con sastres, con camisas blancas, faldas
algo nuevo a nuestro conocimiento de cortas de colores oscuros, y tacones, o
sus compromisos políticos o de sus posi- sus equivalentes masculinos con cami-
ciones sociales, sino porque podría arro- sas blancas, sacos azules con botones
jar un poco de luz sobre sus rituales dorados y pantalones grises. El hecho
sagrados y su simbolismo totémico. de que prácticamente todo el público iba
Unos cuantos años más tarde, des- vestido de igual forma me hacía sentir
pués de haber completado mi investi- aún menos cómodo. De nuevo me sen-
tía solo. El evidente contraste en la
2
Para una crítica del concepto de cultura y
vestimenta resultaba indicativo de di-
de su uso contemporáneo, véase Trouillot, ferencias más sustantivas. Mis colegas
2000. analizaron, por ejemplo, las correlacio-
Más allá de la empatía: la escritura etnográfica de lo desagradable 155

nes entre los flujos de migración y los de ellos y el universo de referentes y de


éxitos electorales de los partidos políti- objetos en el mundo que están disponi-
cos xenofóbicos en diversos países eu- bles para la investigación académica, y
ropeos, o la importancia de los cambios les asigna una posición dentro de la
demográficos en las diferencias de las circulación más general de los discur-
medidas objetivas de xenofobia entre sos políticos y públicos en los cuales
Francia y España. Tuve la impresión pueden o no intervenir. Desde luego
de que el público no respondió bien al que no me refiero aquí a un principio de
hecho de que, a pesar de proyectar al- clasificación disciplinaria simple que,
gunas imágenes y textos durante mi digamos, autoriza a los geógrafos a
ponencia, mi presentación de PowerPo- analizar el espacio, a los antropólogos
int no incluía ni gráficas ni tablas. En a estudiar la cultura, a los politólogos a
todo este gigantesco hotel, pensé, entre examinar la política, etc., pero sí sugie-
los cientos de mesas que llenaban sus ro que las fuerzas que nos forman, por
pasillos laberínticos, y a pesar de su ejemplo, como antropólogos, nos deli-
enfoque total en Europa, donde el ul- mitan ciertos campos empíricos, nos
tranacionalismo, el racismo y la xeno- mueven hacia ciertas preguntas, des-
fobia se han vuelto problemas urgentes piertan ciertas curiosidades y no otras,
y críticos en casi todas partes, aparen- y nos disuaden sistemáticamente de
temente no había otros antropólogos tomar algunos caminos. En otras pala-
—o etnógrafos de cualquier discipli- bras, sugiero que, como etnógrafos, tra-
na— que compartieran mis intereses. bajamos dentro de una economía del
Todo lo contrario. Mis intereses de in- conocimiento que asigna ciertos valo-
vestigación me ubicaron automática- res a nuestro trabajo y que principal-
mente en la compañía de investigadores mente es heterogénea, ex­terna, o por
que recibieron mi trabajo etnográfico lo menos irreducible a nuestra voca-
con confusión, escepticismo o simple- ción particular. Así, los historiadores con
mente indiferencia. Me acordé de mi bastante frecuencia escudriñan algunos
conversación con Hans en Berlín, pero de los momentos más desagradables y
esta vez no me pareció graciosa. repugnantes de la historia humana,
Tanto el comentario de Hans como mientras que los politólogos investi-
el congreso de europeístas hicieron gan las guerras, los genocidios, los re-
bastante evidente, lo que tiene que ver gímenes dictatoriales, o la violencia
con la posición que la antropología y la racista. Como antropólogos, sin embar-
investigación etnográfica ocupan den- go, si es que se tolera nuestro interés
tro de un régimen académico de pro- por tales temas, usualmente se espera
ducción de conocimiento. Este régimen de nosotros que apliquemos nuestros
asigna a diferentes voces su lugar métodos etnográficos a los que se per-
apropiado, sus valores y sus posibilida- cibe —y que representamos— como
des de enunciación; estructura las víctimas, como habitantes de la posi-
relaciones entre diferentes modos de ción de los oprimidos, los perseguidos o
investigar y, a la vez, entre cada uno los subalternos.�
156 Nitzan Shoshan

Para resumir, mi reflexión revela escasa consideración que, como disci-


un punto ciego de la antropología al plina, hemos prestado a nuestra ma-
que me enfrenté cuando comencé a nera de enfrentar lo desagradable. Por
preparar mi investigación etnográfica lo tanto, y más allá de los obstáculos
con jóvenes de la derecha extrema en que re­presentan las dos fuerzas que he
Berlín oriental. Este punto ciego mues- examinado, en el artículo me gustaría
tra una verdad más general sobre las atender a un tercer tipo de restriccio-
restricciones de la escritura etnográfi- nes que en mi opinión es específico a la
ca y de la producción de conocimiento investigación y la escritura etnográfica
sobre poblaciones que nos son desagra- y que no emerge ni dentro de una disci-
dables a los académicos y a nuestros plina particular ni en la economía de
públicos. Dichas restricciones son de conocimiento académico externa a ella,
dos tipos diferentes, aun si éstos están sino en aquel espacio que podemos de-
muy interrelacionados: aquellos vincu- nominar como el “campo etnográfico”.
lados a las consideraciones morales y Aproximadamente un año después
éticas que son, en cierto sentido, inter- de mi reunión con Hans, regresé a Ber-
nas a la vocación antropológica y aque- lín para empezar de lleno mi trabajo
llos que surgen de una economía del de campo. Entre tanto había identifi-
conocimiento, que en gran parte es ex- cado una ong de trabajo social callejero
terna a la disciplina y prescribe y pros- que parecía ofrecer la mejor y tal vez la
cribe los temas de investigación y los única posibilidad para realizar mi pro-
campos de estudio. A pesar de que yecto exitosamente. La organización
la configuración precisa de estas res- empleaba equipos de trabajadores
tricciones en particular para el caso de sociales en todos los distritos de
la antropología, podemos suponer que la ciudad, incluyendo zonas con altas
cierta versión de las mismas opera concentraciones de violencia racista
para todas las disciplinas académicas y con presencia de la derecha extrema.
y sus métodos de investigación, aun- Me puse en contacto con uno de estos
que de manera distinta en cada caso. equipos con vacilación, inseguro de las
El argumento central de este ar­ razones que sus miembros podrían te-
tículo es que la praxis etnográfica y, de ner para colaborar con mi proyecto,
manera más amplia, la disciplina de la agobiarse con la presencia de un antro-
antropología, se beneficiaría de una re- pólogo que sería de poca utilidad para
flexión más sostenida, comprometida y su grupo pero que requeriría de aten-
explícita sobre estas tendencias. Me ción constante, y arriesgarse a exponer
interesa cómo éstas moldean nuestras quién sabe qué tipo de información
aproximaciones empíricas y analíticas, confidencial. El entusiasmo con el que
no tanto de manera general —una pro- aceptaron mi solicitud de integrarme a
blemática que varios de los autores su equipo para desarrollar relaciones
mencionados han analizado exten­ personales con sus clientes derechis-
samente—, por el contrario, me gusta- tas, así como la dedicación con la que
ría enfocarme en la relativamente me apoyaron a lo largo de mi proyecto
Más allá de la empatía: la escritura etnográfica de lo desagradable 157

tenían todo que ver con la falta de in- Asesoramiento Móvil Contra el Extre-
vestigaciones similares sobre las po- mismo de Derecha o mbr por sus siglas
blaciones sin duda desagradables a en alemán. El mbr asesoraba a las au-
quienes prestaban sus servicios, un va- toridades y actores locales sobre cómo
cío del cual estaban exasperadamente enfrentar los problemas del extremis-
conscientes. mo de derecha y de la violencia racista,
Otro año había pasado, durante el y desde hacía varios años era muy acti-
cual me había hecho amigo cercano de vo en el distrito donde yo trabajaba.
los trabajadores sociales y había es­ La ponencia que presenté buscaba
tablecido sólidas relaciones persona- resumir las reflexiones y los hallazgos
les con varios miembros de los grupos tentativos sobre un vecindario que ha
que atendían. Me había familiarizado sufrido especialmente de marginaliza-
con los lugares que frecuentaban, los ción, tanto espacial como social. Cono-
acompañaba a partidos de futbol, los vi­ cido entre mis informantes como el
sitaba en sus departamentos para “gueto”, la colonia consistía en docenas
tomar unas cervezas, charlaba con de torres prefabricadas de departa-
ellos en los parques, o los acompañaba mentos (en alemán, Plattenbauten)
a los bares que solían frecuentar. A lo que rodeaban amplias áreas verdes de
largo de mi estancia en Berlín continué uso común y una modesta zona de con-
acompañando a los trabajadores socia- sumo. El proyecto de vivienda (Groß-
les, conociendo gente y ayudando con siedlung en alemán) fue el último en
lo que podía. Al mismo tiempo orienté su tipo que se construyó en Berlín du-
mi atención al enorme aparato que go- rante la época de la República De­
bernaba a los grupos que estudiaba. mocrática de Alemania ( rda ). Su
Cuando me quedaban tan sólo unos construcción se concluyó de hecho des-
pocos meses más en el campo, organicé pués de la caída del muro. De manera
un pequeño coloquio de un día en la similar a otras colonias parecidas, sus
universidad de Humboldt, junto con edificios ofrecieron a los nuevos resi-
un colega geógrafo que en ese tiempo dentes espacios domésticos mayores,
investigaba la violencia xeno­fóbica en instalaciones modernas y proximidad
contra de vendedores de comida y pe- a lugares de trabajo. El diseño refleja-
queños comerciantes inmigrantes en ba ideas utópicas sobre la arquitectura
Alemania oriental. Llamamos al even- socialista. Después de la reunificación,
to “Analizando los espacios derechis- la crisis económica, el declive social y
tas” y buscamos ofrecer nuestras el aislamiento espacial todos impacta-
reflexiones sobre las dimensiones es- ron al gueto de manera dura. La co­
paciales del extremismo de derecha y lonia se ha ganado la fama de ser
de la violencia racista. Aparte de unos popular entre los extremistas de dere-
pocos alumnos y ponentes, el público cha. En mi ponencia examiné la trans-
estaba conformado por los trabajado- formación del gueto en un sitio
res sociales con quienes colaboraba, así prototípico del espacio neonazi en el
como miembros de una ong llamada imaginario urbano de Berlín, una es-
158 Nitzan Shoshan

pecie de agujero negro social y político pacio urbano como un proceso político
que se volvió un tanto geográfico meta- e ideológico inseparable de sus modos
fórico, sobre el cual podían proyectarse de representación, mis reflexiones so-
todas las pesadillas de la sociedad ale- bre Certeau y sobre los sentidos de lu-
mana. Sin minimizar la presencia real gar cotidianos y fenomenológicos que
de corrientes de derecha extrema en el conceden a las colonias su carácter y
vecindario, mi objetivo era explorar los mis ideas sobre la semiótica del espa-
procesos sociales y urbanos que lo pro- cio urbano y los modos en que las re-
dujeron en su forma actual: las mane- presentaciones mediáticas y su
ras en las que un espacio residencial circulación operan para estereotipar a
—y en cierto sentido utópico— de clase lugares particulares y para conformar
media durante la República Democrá- imaginarios espaciales —todo esto les
tica Alemana se convirtió después de importó poco. El mismo título de mi
la reunificación en un gueto de la peri- ponencia, “The Neighborhood’s gone
feria urbana; el impacto del colapso Nazi”, que al parafrasear una ex­
total de la económica oriental posreu­ presión estadounidense claramente
nificación y de las nuevas políticas de racista, yo suponía que comunicaba
bienestar social que atrajeron a mu- inequívocamente una intención iróni-
chos hombres jóvenes y desempleados ca, desde su perspectiva de entrada
con poca educación y con problemas de reducía la compleja situación social en
alcoholismo y de delincuencia al vecin- la cual trabajaban, definida por la po-
dario; la huida de familias acomodadas breza, el alcoholismo, la drogadicción,
que se sintieron inseguras y buscaron la violencia, la criminalidad, la negli-
viviendas alternativas en otras partes gencia y el abandono por las autorida-
de la ciudad y, desde luego, las repre- des municipales, a un mero problema
sentaciones mediáticas que le dieron político. Es decir, la reducía a un espa-
al vecindario una hípervisibilidad ne- cio cuyo problema es preeminen­
gativa y la presentaron como un hervi- temente de carácter político —en el
dero de “hitleritos”. Titulé la ponencia sentido literal del carácter político de
“The Neighborhood’s gone Nazi”, en sus habitantes—. Para los trabajado-
referencia irónica a la forma proble- res sociales yo había reproducido más
mática en la cual en Estados Unidos se que cuestionado las representaciones y
ha hablado de los procesos de desegre- percepciones comunes de las zonas en
gación espacial urbana que provocaron donde trabajaban. Recuerdo visceral-
el llamado white flight, y con ellos nue- mente la sensación de haberles fallado,
vos procesos de resegregación. de tal vez haber perdido su amistad y
Los miembros del público escucha- sin duda de no poder esperar de ellos
ron cortésmente mis ideas durante la cualquier apoyo adicional hacia mi
exposición, pero cuando terminó el proyecto.
evento los trabajadores sociales esta- Un par de días después me reuní en
ban furiosos. Mi exégesis teórica sobre sus oficinas con la más joven de los tra-
Lefebvre y la producción social del es- bajadores sociales, Daniela, que no ha-
Más allá de la empatía: la escritura etnográfica de lo desagradable 159

bía asistido al coloquio, para realizar entendían bastante bien el carácter


una entrevista que estaba programa- político de su trabajo. Sin embargo,
da de antemano. Nos sentamos en la como trabajadores sociales, su asig­
sala y nos preparábamos a empezar nación a esta tarea implicaba una mi-
la grabación cuando Andrea, la cole­ rada sobre el extremismo de derecha
ga mayor de Daniela, apareció en la como irreducible a la política, y más
puerta. Nos saludó y, volteando hacía bien como un fenómeno incrustado
Daniela, le preguntó si podía acompa- dentro de otros problemas sociales
ñarla un minuto a la oficina. “Te tengo como la pobreza, el desempleo de largo
que entregar algo”, explicó. Las dos plazo, los retos educacionales, la mar-
permanecieron un buen rato en la ofi- ginalidad urbana, la violencia, la de-
cina, y a pesar de que podía escuchar lincuencia y la drogadicción. De igual
sus voces, no podía entender lo que de- importancia, y esto no era evidente, im­
cían. Me acuerdo perfectamente haber plicaba una postura que insistía en el
pensado que Andrea estaba instruyen- valor de trabajar con los jóvenes extre-
do a Daniela sobre qué decir y qué no mistas de derecha, con base en un pa-
decir en la entrevista, y que esto fue un radigma holístico que tomara en
resultado directo de la brecha que pro- cuenta la multiplicidad de sus necesi-
dujo el coloquio en la confianza entre dades. Para los trabajadores sociales
nosotros. “Si Daniela regresa de la esta aproximación al problema no era
oficina con algún objeto trivial en su únicamente un precepto de las autori-
mano —pensé, por ejemplo un sobre dades municipales, sino que reflejaba
vacío— “mis sospechas estarán corro- cómo ellos mismos, con base en su fa-
boradas”. Y en efecto, después de lo miliaridad con sus clientes, entendían
que para mí pareció una eternidad, re- el problema.
gresó Daniela a la sala con un sobre Nada de esto, sin embargo, es obvio
blanco y delgado en su mano. Al conti- en la Alemania actual. Todo lo contra-
nuar con la entrevista, la ansiedad de rio, desde finales de los años noventa
Daniela era notable. las voces dominantes en los discursos
Los trabajadores sociales trabaja- públicos, políticos y académicos han
ban bajo contratos desventajosos y llamado a políticas de cero tolerancia
anuales con la municipalidad. Estaban que significan la exclusión inmediata y
plenamente conscientes de que la ex- absoluta de personas que muestren
pectativa de las autoridades era que inclinación hacia la derecha extrema, y
les ayudaran a enfrentar el problema el rechazo de cualquier trabajo que se
de los jóvenes de extrema derecha, que enfoque en ellos por equivaler, según
enfocaran sus esfuerzos en los sitios estas voces, a ser cómplice en sus acti-
donde tales grupos se congregaban y vidades. Hay muy buenas razones que
que ofrecieran asesoría individual a explican por qué esto se ha convertido
sus miembros. Esta tarea tenía priori- en la postura dominante, en las cuales
dad sobre la atención a otras necesida- no voy a poder ahondar aquí. El mbr, la
des sociales urgentes. En cierto sentido ong cuyos miembros asistieron al colo-
160 Nitzan Shoshan

quio que organicé, representa esta pos- cercana con sus clientes podría hacer
tura dominante, casi diametralmente posible (el tipo de proximidad que nor-
opuesta a la de los trabajadores socia- malmente asociamos con y esperamos
les. Sus dirigentes han buscado cues- encontrar en el trabajo de campo etno-
tionar las explicaciones sobre la gráfico). En este punto, la división en-
derecha extrema como un fenómeno tre investigación y praxis se vuelve
social complejo, describiendo dichas bastante borrosa. Los trabajadores so-
explicaciones como si mini­mizaran, ciales enfrentaban en su trabajo pro­
disculparan o ignoraran al carácter blemas éticos semejantes a los que
esencialmente político del problema. nosotros, etnógrafos de lo desagrada-
Han argumentado que los rápidamen- ble, a menudo enfrentamos en el cam-
te decrecientes recursos públicos y pre- po. Como nosotros, ellos también se
supuestos municipales deberían encuentran aislados frecuentemente.
apoyar y cultivar a grupos políticos y Tanto ellos como nosotros ocupamos
culturales alternativos que promovie- posiciones marginales al interior de los
ran los valores democráticos, que los campos en los que practicamos nues-
movilizaran en contra del nacionalis- tra profesión. La soledad que sentí
mo y del racismo, y que ofrecieran a los como antropólogo trabajando etnográ-
jóvenes en el distrito opciones más ficamente con y sobre los jóvenes de la
normativas de identificación y perte- derecha extrema era de cierta manera
nencia. Por tanto se oponen a cual- significativa la misma soledad que
quier colaboración con, apoyo a, o ellos han experimentado como trabaja-
políticas de inclusión de los grupos que dores sociales que atienden a la misma
los trabajadores sociales atienden. población.
Vale la pena mencionar que ellos tam- En este sentido, la ponencia que pre-
bién trabajaban bajo contratos preca- senté en aquel coloquio los desilusionó
rios y periódicamente renovables de la profundamente. Por lo menos ante sus
municipalidad. ojos había fracasado rotun­damente en
A lo largo de mi investigación fui cumplir con sus expectativas. Aún más,
entendiendo gradualmente que el ais- había proveído municiones a sus ad-
lamiento de los trabajadores sociales, versarios. Ahí estaba yo, un antropó­
su marginalidad y los ataques públicos logo, profundamente incorporado al
en contra del tipo de trabajo que reali- mundo local de los extremistas de de-
zaban y de cuya importancia estaban recha, íntimamente familiarizado con
convencidos fueron una razón funda- ellos, una autoridad etnográfica res-
mental para su entusiasmo inicial con paldada por una universidad de presti-
mi proyecto. Necesitaban que alguien gio, reproduciendo y confirmando los
contara su historia, representara las estereotipos y prejuicios de todos aque-
realidades complejas que enfrentaban llos que opinaban sobre el asunto sin
diariamente, recuperara y posterior- nunca haber hablado con un extremis-
mente comunicara públicamente las ta de derecha, sin nunca haber com-
perspectivas que sólo una intimidad partido cervezas con ellos, sin haber
Más allá de la empatía: la escritura etnográfica de lo desagradable 161

ido al pub,3 haber asistido a un partido muchos casos. Tanto Bilu como Venka-
de futbol o haber pasado el tiempo con tesh (2002), por mencionar otro ejem-
ellos en sus departamentos. plo, en sus reflexiones sobre su trabajo
Lo que me interesa destacar de mi etnográfico en viviendas de interés so-
predicamento, en conclusión, es que, cial en el sur de Chicago, afirman que
como antropólogos, nos enfrentamos no esta dialéctica del (re)conocimiento no
sólo con los límites internos de nuestra sólo es inevitable, sino que se puede
disciplina o con las limitaciones exter- emplear como un recurso y una fuente
nas que nos impone una economía ge- para la investigación misma.
neral del conocimiento, sino también Sin embargo, participamos en, y
con los campos discursivos disputados con demasiada frecuencia reproduci-
de los cuales nos hacemos cómplices mos una política de la representación
durante nuestro trabajo etnográfico, aun cuando creemos que la estamos
ya sea voluntariamente o no, conscien- cuestionando. Los artefactos textuales
temente o no. Estamos constantemen- que producimos se interpretan y se
te convocados a posicionarnos y, si movilizan dentro del mismo campo y
rechazamos o ignoramos esa llamada, en los mismos sitios donde llevamos a
las personas con quienes trabajamos cabo nuestras investigaciones y por la
se encargaran de posicionarnos. Consi- misma gente con quien colaboramos.
deremos, por ejemplo, el caso de Yoram Nunca son meramente descripciones o
Bilu (1997), quien en los años ochenta análisis. Como he afirmado a lo largo
estudió a un “santo” de la religión po- de este texto, ya sabemos todo esto. Y
pular judía en Israel, que gestionó su mucho de lo que he argumen­tado es
propia hagiografía de manera empre- igualmente válido para otras formas
sarial. Bilu cuenta que tuvo que re­ de producir el conocimiento académico.
visar su interés de investigar y Pero la naturaleza de la práctica etno-
documentar al hombre santo cuando gráfica es borrar las fronteras entre la
éste llegó a la presentación de su libro. simpatía y la empatía, desestabilizar
Grabó todo el evento con una cámara las distinciones entre análisis y narra-
de video (una herramienta todavía ción, y forzarnos a entrar en relaciones
poco común en ese tiempo) y compró el afectivas —que no necesariamente son
libro para subsecuentemente presen- positivas— con aquellas personas,
tarlo como aval académico de gran im- nuestros informantes, quienes a la vez
portancia. La inseparabilidad entre el son nuestros objetos de investigación y
trabajo de campo etnográfico y la pro- a veces también los consumidores del
ducción antropológica del conocimien- conocimiento que producimos. En este
to es evidente y explicita en otros sentido, nuestra escritura etnográfica
nos posiciona en campos discursivos y
de conocimientos locales en los cuales
3
Pub (abreviación de public house, “casa pú-
blica”) es un establecimiento típico del Reino
tenemos fuertes compromisos afecti-
Unido principalmente en donde se sirven bebi- vos, personales y éticos. Esto también,
das alcohólicas, no alcohólicas y refrigerios. en mi opinión, impacta nuestra volun-
162 Nitzan Shoshan

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