Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
1
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por lo cual no tiene costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña
en tu blog o foro.
2
Página
Cuando Marlin Winters se despierta en un universo alterno, viviendo en
Vermont y comprometida con un hombre que no reconoce, está determinada a
averiguar por qué está aquí y qué secuencia de eventos la llevó a ese momento.
En el curso de un día, empieza a juntar la última semana de su vida real. Lo que
es más, cuando el día termina, no quiere irse. Aunque lo evita, el sueño llega
eventualmente y la vida que desea desaparece para siempre.
3
Página
Sinopsis Capítulo 15
Índice Capítulo 16
Epígrafe Capítulo 17
Prólogo Capítulo 18
Parte Uno: Capítulo 19
Capítulo 1 Capítulo 20
Capítulo 2 Capítulo 21
Capítulo 3 Capítulo 22
Capítulo 4 Capítulo 23
Capítulo 5 Capítulo 24
Capítulo 6 Capítulo 25
Capítulo 7 Capítulo 26
Capítulo 8 Capítulo 27
Capítulo 9 Capítulo 28
Capítulo 10 Capítulo 29
Capítulo 11 Capítulo 30
Capítulo 12 Epílogo
Parte Dos: Sobre la Autora
Capítulo 13 Créditos
Capítulo 14
4
Página
Para esas más de 250000 personas que sobreviven al suicidio cada año.
5
Página
No tengo vida salvo esto,
Ni acción reciente,
El reino de ti.
~Emily Dickinson
6
Página
Traducido por Selene
M
is párpados aletean abriéndose.
—¿Está listo para sus pastillas, Sr. Rivera? —canta Darcy, entrando y
moviendo sus caderas. Hace sonar mis pastillas en el pequeño vaso de papel
como si acabara de descubrir unas malditas pepitas de oro—. ¿Está listo para
sentirse feliz? —añade, riendo. Baja las píldoras y abre las cortinas. Tengo que
protegerme los ojos de la embestida brutal del sol.
—¿Quiere decir… estoy listo para ser bombeado por los torturadores
productos químicos, creadores de zombis que me harán olvidar mis problemas
en lugar de enfrentarlos? —Le doy una sonrisa llena de dulzura pero ella sólo
parpadea con desaprobación.
—No digas eso —bromea casualmente—. Ya verás. Un día, verás por qué
Dios te mantiene con nosotros. —Darcy y su vieja escuela, la devoción católica
irlandesa a Dios es entrañable.
Darcy hace un chasquido con la lengua de nuevo. Soy uno entre muchos
pacientes de su rotación, pero todo el tiempo me dice que soy su favorito.
—No tengo hambre. —Ella me ignora y hace la cama tan rápido que me
pregunto si es una bruja usando sus poderes. Su acento irlandés, naturaleza
exigente, su presencia y su pelo rojo me recuerdan a Molly Weasley.
—Te ves bien hoy —dice ella, al igual que todos los días—. Eres un hombre
guapo. Necesitas encontrar una mujer que cuide de ti. Además, necesitas un corte
de pelo. Pero por lo demás te ves lindo.
—Gracias. Pero en este momento, todo lo que necesito son mis pinturas de
óleo y un lienzo en blanco —le contesto, señalando a la tostada. Tendré que
comer, a Darcy no le gusta cuando dejo comida. “¿Sabes lo que mis antepasados
irlandeses habrían dado por ese pedazo de pan tostado durante la hambruna de la patata?”
suele ser su respuesta.
Hablando de culpabilidad.
8
Página
—Oh, ¿qué va a intentar pintar hoy? —chilla. Le doy una sonrisa tensa.
Me gustaría que dejara de tener esperanzas—. Te dejaré. —Comienza a salir, pero
luego se da la vuelta—. ¿Qué cree que va a pintar? —pregunta su voz es
optimista.
—Si pinto —le aclaro. Me vuelvo hacia ella, y me está mirando con una
expresión de tristeza genuina. Sé que piensa en mí con cariño, y por eso le duele
verme así. De nuevo—. Si pinto, voy a pintar algo para ti —le digo, apretando un
poco de pintura azul en una paleta. Puedo sentir su sonrisa, pero no me giro. La
puerta se cierra detrás de ella, y doy un gran trazo de color azul intenso en mi
lienzo esperando.
Tres horas más tarde, casi puedo sentir el calor del día que irradiaba desde
la ventana. Guardo todas las cosas, y dejo el lienzo grande sin terminar contra mi
tocador. Terminaré más tarde, al igual que otras veinte telas que recubren la
pared, todas ellas en blanco, excepto por la primera mancha de pintura. Me duele
el cuello de tanto mirar hacia el futuro, sin moverme, durante tres horas seguidas.
—¿A dónde vas? —me pregunta con su coqueta voz. El hecho de que esté
coqueteando conmigo está mal en muchos niveles.
—Al exterior, donde existen personas normales. —Me alejo antes de que
pueda responder, y ruego para que no me siga como ayer.
Una vez que estoy afuera, siento el silbido del aire, el fuego en mi vientre.
La vida es magnánima. La vida es duradera. ¿Por qué no puedo ser duradero?
Esta es la única cosa que odio de mí: que quería poner fin a mi vida
voluntariamente cuando tantas otras personas luchan por ella diariamente. Los
malditos árboles prácticamente nacen de nuevo cada primavera, su capacidad de
resistencia es latente. La culpa es pesada. Pero en días como hoy, cuando el cielo
tiene ese azul perfecto, y los árboles se balancean al ritmo perfecto, lo siento.
Siento lo que todo el mundo siente. Sólo por un segundo.
La carga eléctrica sólo se intensifica entre más me alejo del edificio. Esto
me pasa de vez en cuando. Siento demasiado. Soy demasiado sensible. Me doy
cuenta de cosas que otros no. En mis viajes de regreso al Retiro Brattleboro, en
9
Página
toda su gloria, me pregunto lo que hoy tiene reservado para mí. Casi siento
anticipación.
Me agacho para sacarme las Vans y paro. Una mujer está sentada en el
suelo, de espaldas a mí, y está mirando hacia al frente. Tiene el pelo largo y
castaño. Su vestido estampado es peculiar y original, aunque de niña. Estoy
intrigado, pero me alejo en la dirección opuesta, girando mis ruedas en silencio.
Siempre he considerado que se trata de mí lugar, pero ahora ella está aquí, y no
sé qué hacer. Quiero estar enojado por la intrusión, pero no puedo estar enojado
con alguien sólo por descubrir mi lugar favorito. Estoy desgarrado.
—No muerdo —dice ella casualmente mientras giro para irme. Ni siquiera
se giró. Apuesto a que es ciega, las personas ciegas tienen un gran sentido de la
audición. Antes de que tenga la oportunidad de expresar mi sorpresa, se gira y
el sol se refleja en su pálida cara. Se levanta rápidamente con su delicada mano
protegiendo su rostro del sol. Quiero pintarla, ahora mismo, en este mismo
instante. Los colores son tan vivos, y ella es exquisita. Su labio superior es
delgado, pero su labio inferior lo compensa. Sus ojos color miel son brillantes y
acuosos, y su rostro en forma de corazón es una belleza clásica.
—¿Eres realmente tú? —Su voz es apenas un susurro, pero significa todo
para mí.
Significa esperanza.
10
Página
Marlin
Página
11
Traducido por Apolineah17
Presente.
G
oteo, goteo, goteo.
Empujo el cuerpo junto a mí desde donde estoy acostada boca abajo, con
las piernas extendidas, y los brazos abiertos, usando la punta de mi dedo índice.
Nuestra cama California tamaño matrimonial nos permite el lujo de extender los
miembros todo el tiempo. Lo aprovecho.
Tengo miedo de abrir los ojos, así que en lugar de eso acaricio suavemente
las sábanas con mi dedo meñique. El movimiento hace cosquillear el vello de mi
brazo, estas no son mis sábanas. Estas son sábanas baratas, genéricas, de una
12
Página
mezcla de poliéster, es un mundo aparte de las vanguardistas sábanas de lino a
las que estoy acostumbrada.
Goteo, goteo…
Mi cuerpo se enfría mientras espero por ese último goteo secuencial, pero
nunca llega. Debo estar soñando. Todo esto… al desconocido en la cama junto a
mí, la camiseta, las sábanas, el goteo… es un producto de mi imaginación.
Goteo…
Cierro la puerta del baño lentamente. Ésta cruje, y hago una mueca cuando
se cierra con un clic, ruidosamente. Por favor, no te despiertes, le ruego al
desconocido. Enciendo la luz, y una penetrante luz amarilla llena la habitación.
Ahogo un grito cuando atrapo un vistazo de mi reflejo en el espejo del botiquín.
Miro alrededor del baño. Todo parece normal. Cepillos de dientes, pasta
de dientes, cepillo para el cabello, crema hidratante facial, toallitas faciales,
tampones. Abro el botiquín. Cosas típicas… curitas, Advil, Nyquil, y un viejo
frasco de analgésicos a mi nombre. Levanto el contenedor naranja. Marlin
Winters… tome una pastilla dos veces al día para el dolor… Prescripto. 02/08.
Mi vida real. ¿Qué pasó con mi verdadera vida? ¿Qué pasó con Charlie y
con nuestra casa? ¿Qué le pasó a mi trabajo? ¿Qué me pasó a mí? Apago la luz y
me siento en el retrete durante un segundo, dejando que mis ojos se acostumbren
a la oscuridad. Siento la adrenalina bombeando a través de mis venas, haciendo
a mi sien palpitar. Estoy en modo de supervivencia ahora, y si voy a enfrentar a
mi secuestrador, necesito estar lúcida.
—Soy yo. Marlin. Escucha —comienzo, pensando que tal vez mi voz es un
poco más ronca de lo habitual. El pobre hombre probablemente está tomando
llamadas a diestra y siniestra, de los medios de comunicación, de los
detectives…—. Estoy cautiva. No sé dónde estoy, pero Charlie, ¡él me cortó todo
mi cabello! ¿Estás con la policía ahora mismo?
—Lo siento, no conozco a ninguna Marlin. ¿Es esto una especie de broma?
Hace mucho frío aquí. Miro por la pequeña ventana encima del fregadero
de la cocina, y es como si mis peores pesadillas se han vuelto realidad. El suelo
está cubierto de una fina capa de nieve, y los pinos afuera del apartamento están
cubiertos de escarcha y carámbanos. Mi respiración se vuelve inestable, y soplos
blancos escapan de mis labios cuando mis dientes empiezan a castañear.
—¿Nena?
Su voz me hace gemir en voz alta, y cierro los ojos con fuerza, una vez más
con la esperanza de despertar de este maldito universo alterno. O lo que
demonios sea esto. No abro los ojos. Tal vez si pretendo que él no está aquí,
desaparecerá.
Abro los ojos justo cuando él se retira, y sigo mirándolo fijamente a medida
que me conduce de vuelta al colchón en el piso con las sábanas baratas. Es alto y
fuerte, pero tiene algo de músculo en los brazos y el torso. Parece un corredor.
No miro su entrepierna, a pesar de que está desnudo y sé que debería darle un
puñetazo en las bolas en este momento por secuestrarme.
Tiene corto cabello castaño, ojos marrones, y una nariz afilada. Su barba
incipiente está descuidada por unos cuantos días, y tiene multitud de vello en el
pecho. Sus grandes labios y sus ojos almendrados le dan un aspecto étnico…
¿hispano o latino, tal vez? No tiene acento. Justo cuando empieza a llevarme
hacia abajo y de nuevo a la cama con él, me aparto, escapando de su agarre.
Camino hacia la esquina, encogiéndome.
—Cariño, estás enferma. Estás ardiendo. Ahora ven a la cama así puedo
abrazarte y cuidar de ti.
Asiente, con el rostro serio esta vez. Estoy agradecida de que ya esté en la
cama y bajo las sábanas, con sus partes masculinas escondidas.
—¿Nuestra casa?
Con tanta reticencia como soy capaz, me arrastro lentamente hacia la cama
con él, y no digo nada cuando envuelve un brazo alrededor de mí, acercándome
más a su duro pecho. En su lugar, cierro los ojos y espero que cuando despierte
todo esto simplemente habrá sido el sueño más espeluznante del mundo.
C
harlie golpea sus dedos sobre el volante mientras tararea los coros
de We Are The Champions. La lluvia cae a cántaros sobre el
parabrisas, y su limpiaparabrisas va asquerosamente rápido.
Tengo mirar hacia otro lado.
—Estoy segura de que a tus padres no les importará que aparezcamos con
las manos vacías —contesto, dándole una pequeña sonrisa.
Dos minutos más tarde, Charlie está de vuelta, sosteniendo una botella
cara de Pinot Noir.
—No veo por qué no podíamos aparecer con las manos vacías. Vamos a
cenar en el club de campo, por el amor de dios. —Me rasco mis uñas astilladas.
—Lo sé, pero aun así… me gustaría que lloviera en medio de la noche o
algo así. Es tan incómodo.
El club está lleno para un lunes por la noche, y nos dirigimos hacia el Sr. y
Sra. Chapman, que ya están sentados, servilletas en sus regazos.
—Me alegro de que hayan podido venir —dice él, dirigiéndome a la silla
al lado de Charlie—. Espero que el tráfico no haya sido demasiado horrible —
dice sin interés, estudiando su menú.
—No te preocupes por eso —dice Linda de un modo fresco y casual que
sólo alguien con dinero podría decir.
—Mmm. —Es todo lo que ella dice. Linda y Perry lo han dejado muy claro
en los últimos años que no aprueban que Charlie salga con una instructora de
yoga. O que salga conmigo en general, para el caso. No estoy segura si es porque
soy una chica de campo de Wyoming o porque nunca he intentado tener una
relación con ellos, pero de todos modos, las cenas suelen ser sumamente
incómodas.
—Papá, como te he dicho antes, cuando estemos listos, vamos a hacer ese
salto. Creo que Marlin y yo estamos muy contentos con cómo están las cosas por
ahora.
—Soy consciente, padre —dice Charlie, asintiendo. Cada vez que llama a
Perry “padre”, me recuerda a cuando Darth Vader dice: “Luke, yo soy tu padre”.
23
Página
—No se están haciendo más jóvenes —replica Perry, y nos da a ambos una
mirada de desaprobación. De repente, chasqueo.
—Sí —le digo, tragando un poco de vino. Mi voz es nasal, y la pobre mujer
no tiene ni idea de que me estoy burlando de ella—. Mi abuela, Lady Olenna de
la Casa Tyrell me otorgará doscientos dólares cuando entre en la unión del
matrimonio —digo, y antes de que pueda decir nada más, Charlie se levanta y
agarra mi brazo.
—Será mejor que lleve a Marlin a casa. Ella ha tomado demasiada bebida.
—Estás haciendo una escena —dice Linda en voz baja, mirando alrededor.
No estoy segura si está hablándome a mí o a Charlie, pero de cualquier modo,
me pongo a reír. Ruidosamente.
—No tenías que ser tan jodidamente grosera —dice, pasando junto a mí y
hacia el auto—. La referencia a Juego de Tronos fue demasiado.
25
Página
Traducido por Gemma.Santolaria
Presente.
L
a luz de la ventana me despierta, y de inmediato siento que algo
está equivocado. No me atrevo a abrir mis ojos por el momento, así
que en vez de eso ruedo, y mi brazo roza la piel de alguien.
Me acerco a la ventana. Nieve cubre el suelo, y tengo que cerrar los ojos
rápidamente porque la blancura quema mis ojos. No me he levantado en la nieve
en un tiempo muy largo.
¿Té? Por favor. Dame una humeante taza del café más fuerte del mundo,
cuanto más se parezca al barro, mejor.
Ahora. Como si ahora fuera mi nueva realidad. Me niego a aceptar que esta
es mi vida. ¿Cómo puede serlo? El teléfono con el que llamé a Charlie la noche
anterior decía que era el 18 de febrero de 2015, por lo que no es como si pudiera
tener amnesia y no recordara los últimos dos años o algo así. ¿Dónde estuve ayer?
Ni siquiera lo puedo recordar. Es como si mi cerebro estuviera tratando de escalar
a través del fango cuando trato de recordar lo que estaba haciendo antes de ir a
dormir anoche. ¿Por qué no me acuerdo?
Asiento.
Él sigue mirándome.
Lo miro.
No conozco muy bien a Sebastian, pero por el modo en que sus labios están
apretados por encima de sus dientes y sus cejas arqueadas me dan la clara
28
Página
sensación de que sospecha de mi comportamiento. Hasta que pueda averiguar lo
que está pasando, tengo que seguir actuando. No puedo permitir que me encierre
en un hospital psiquiátrico antes de que pueda entender por qué me está pasando
esto a mí.
Esto parece apaciguarlo, porque su cara se relaja, y asiente una vez antes
de salir del dormitorio. Voy corriendo hacia el espejo que cuelga en la parte
posterior de la puerta del dormitorio y me quito la ropa. Me paro, mirándome a
mí misma de perfil. A la luz del día, sin duda puedo ver que estoy más delgada.
Las ganancias musculares que hice en el gimnasio esta semana (¿o fue en esta
semana?) se han ido, eso es seguro. Este cuerpo mío es delicado y delgado, como
una bailarina. Odio admitirlo, pero el pelo corto está empezando a gustarme.
Nunca pensé que me gustaría con el pelo corto, pero en realidad enmarca mi cara
de un modo agradable. ¿Quién sabía?
—Recibí una llamada de Jeb hace un momento. Dice que el suelo ha sido
colocado, y que podemos ir a echar una mirada más adelante si queremos. ¿A
qué hora vas a ir a la tienda?
—En una hora o así. ¿Me puedes llevar? Todavía me siento un poco
mareada. —Espero con gran expectación para ver si mi audaz declaración pasa
la prueba. Tengo que volar bajo el radar hasta que consiga orientarme, y tengo la
sensación de que pasará cuando no esté siendo distraída por el hombre
excesivamente atractivo frente a mí que sigue llamándose mi prometido.
—Sabes, te quiero y todo eso, pero el hecho de que estés usando mi cepillo
de dientes me tiene preocupado —me dice Sebastian, viniendo detrás de mí y
viéndome escupir la pasta de dientes.
—Eres un ave extraña a veces, ¿lo sabías? —Me besa en la nuca, y siento
que se me pone la piel de gallina. Cierro los ojos. Se siente bien—. Es lo que más
adoro de ti —susurra en mi oído derecho.
—Gracias —le susurro, sin saber qué más decir. ¿Se hacen guías sobre
despertar en una realidad alternativa? Si es así, tengo que conseguir una.
—Cause the players gonna play, play, play, play, play, ant the haters gonna hate,
hate, hate, hate, hate, baby, I’m just gonna shake, shake, shake, shake, shake, I shake it off,
I shake it off —gorjea, y su voz es molestamente buena.
No. No, no, no. Por favor, no dejes que Rey Henry sea el nombre de su pene.
Está mal de tantos modos, pero el modo en que está sacudiendo sus caderas
desde mi visión periférica me hace temblar.
—No lo estoy evitando —acuso, saliendo del cuarto de baño antes de que
me pueda ver sonrojada.
Me acerco a la pequeña bolsa de lona del suelo, y saco algo de ropa interior
de algodón negro liso. Sacudo la cabeza y suspiro. En silencio me despido de mi
ropa interior de Agent Provocateur de mi otra vida. Encuentro unos vaqueros
sueltos y un grueso jersey de lana marrón, ninguno de los cuales habría llevado
en mi vida real, así que esta Marlin debe estar pasando a través de algún tipo de
crisis de moda. Puede que no me guste gastar mucho dinero en ropa, pero sí que
me aseguro de que me vea bien la mayor parte del tiempo.
Una vez que me siento presentable, voy caminando por el pasillo hacia la
cocina, donde Sebastian está de pie, de espaldas a mí, con una toalla alrededor
de su cintura, y está friendo algo en el fogón.
—Tienes que ganar algo de peso. Te voy a hacer tocino y tostadas cada día
si tengo que hacerlo. Para hacerte engordar.
—Lo sé. —Me mira de arriba abajo—. Te ves bien —dice, cayendo hacia
adelante para besarme en la frente—. No me había dado cuenta antes.
—Tú también —le digo, mirando sus oscuros pantalones de franela azul y
verdes, y a sus botas de trabajo.
La tomo y suspiro.
33
Página
—Tan preparada como nunca lo estaré.
34
Página
Traducido por Selene
Levanta la vista brevemente, pero apenas mira los colores antes de bajar
la vista hacia su teléfono y encogerse de hombros.
—No, no son iguales —contrarresto—. Rain Water es más gris, más claro
y sutil. Caribbean Mist es un azul bebé, brillante, y más oscuro. ¿No puedes
verlo? —Levanto mi voz un poco, sabiendo que va a levantar la mirada y
responderá para no llamar la atención. Si hay una cosa que Charlie odia más que
nada, es hacer una escena. Es más parecido a sus padres de lo que le gustaría.
—Rain Water. Va mejor con el color del sofá de cuero. —Le doy una
sonrisa tensa, y asiento con brusquedad. Cuando ve que me calmo vuelve a
escribir algo en su teléfono. Me pregunto si está usando FaceTune. Es probable
que esté tratando de mejorar la selfie que tomó en el estacionamiento de Home
Depot hace unos momentos, obviamente es mucho más importante que elegir el
color de las paredes que vamos a mirar fijamente todos los días. ¿Debe
documentar cada maldita cosa?
Cruzo mis brazos y camino hasta el tipo que mezcla la pintura. Veo que
me echa un vistazo por un segundo antes de sonreír cordialmente. Es lo
suficientemente mayor como para ser mi padre.
—No puedo estar aquí por mucho más tiempo —me quejo. Estar en Home
Depot es una tortura. Cada vez que paso a través de esas puertas, quiero salir de
nuevo y comer un perro caliente en el pequeño carro de afuera, esperando que
Charlie termine cualquier cosa aburrida que haya que comprar.
—En realidad, las cosas del vivero South Ola Vista tienen unos precios más
razonables. ¿Pensaba que podríamos ir por allí después del almuerzo? —agrego
con tono esperanzador.
—Sí, bien. —Charlie está de acuerdo, llevando el carro. Ama las rebajas.
Pagamos nuestra pintura y las luces, me siento supremamente victoriosa cuando
salgo.
Nos dirigimos al Café Calypso, nuestro lugar favorito. Ninguno de los dos
dice nada, pero Charlie golpea el volante al ritmo de una canción, a pesar de que
la radio no está encendida. Comprueba su teléfono cada pocos minutos, y quiero
36
Página
gritarle porque podría ocasionar un accidente. Prefiero no morir porque tenía que
revisar su Instagram…
—Creo que voy a almorzar una ensalada —dice Charlie levantando las
cejas. Siempre dice eso, pero siempre termina pidiendo un sub italiano3.
—¿Y para ti? —Sus ojos recorren a Charlie, escaneando su cara, pecho y
luego sus brazos. Veo una pequeña pizca de interés porque se endereza y su
sonrisa se vuelve más amplia. Miro a Charlie, mientras deja de ver el menú para
pedir. Es un tipo guapo. Ha ganado algo de peso en los últimos años, pero en
realidad lo hace ver más atractivo, porque tiene toda esa cosa de perder-peso-
como-Chris-Pratt. Su cabello rubio está escondido detrás de sus orejas, y lo hace
tener una de las sonrisas más blancas y perfectas que he visto nunca.
No digo nada. Él tiene un punto. Esa es la cosa con Charlie por lo general,
dice cosas estúpidas todo el tiempo y de vez en cuando me sorprende con su
inteligencia astuta. Aunque nunca le diría esto, en mi cabeza siempre lo comparo
con Joey de Friends. Agradable a la vista, pero obtuso y estúpido la mayor parte
del tiempo.
Yo sonrío.
Nos reímos.
—Sí, sí.
38
Página
Nuestra comida llega y la camarera ubica nuestros platos, espera a que
Charlie tome un bocado. Él le da un espectacular y descomunal mordisco.
Cuando ha terminado de mascar, le da un pulgar hacia arriba y ella sonríe.
No creo que me haya mirado ni una vez desde que estoy aquí, pero no me
molesta.
Se ríe y se aleja, pero no antes sin darme una mirada. Sólo muevo la cabeza.
Las mujeres pueden ser tan maliciosas, es tan fácil ofenderse pero prefiero
ignorar esa mierda.
Una hora más tarde, mientras conduzco por la entrada, el sudor se aferra
en mi camiseta, escucho la canción favorita de Charlie alto desde el interior de la
casa. Estaciono detrás de su camioneta, cerrando de golpe la puerta tal vez
demasiado fuerte. El volumen de la música es un poco desubicado para las cinco
y media de la tarde. Me acerco a la puerta principal para encontrar que está
abierta de par en par, genial. Lanzo mi bolso al suelo y me dirijo a la cocina, donde
Charlie y tres de sus amigos están jugando pong con cerveza4.
—¡Marlin! ¡Hola, nena! —Me besa en los labios, y sabe a cerveza rancia.
4Pong con cerveza: es un juego donde tienes que acertar con una pelota de pin pong vasos
plásticos.
39
Página
—Amigo, lo siento, Marlin —dice Stuart, uno de los amigos de Charlie—.
Estábamos a punto de irnos.
Los tres chicos chocan sus palmas con Charlie y por el rabillo del ojo veo
a Stuart levantar su mano y bajarla rápidamente, dominado, dice en silencio. Lo
observo hasta que se va.
—Voy a ducharme.
—Lo siento, nena —susurra. Su aliento huele como enjuague bucal. Por lo
menos tiene una A por el esfuerzo. Me giro y pongo mis brazos alrededor de su
cuello.
—Deberías venir conmigo alguna vez —le sugiero, y él se ríe—. ¡Lo digo
en serio! Veo muchas parejas que se ejercitan juntas, y me pone triste que no
tengamos eso. Me encantaría trabajar contigo.
40
Página
Él sólo eructa ruidosamente y sale de la ducha.
—Tal vez algún día. —Se seca y se va del baño, me siento decepcionada e
insatisfecha.
No es que quiera que luzca como un chico atlético, juega baloncesto tres
veces a la semana, y lo amo como es. Pero es la completa falta de interés en mis
pasiones lo que me desconcierta.
Si alguna vez me pidiera que jugara baloncesto con él (algo que nunca ha
hecho), lo haría en un instante.
41
Página
Traducido por Jenn Cassie Grey y Raeleen P.
Presente.
C
uando caminamos fuera, el aire helado del invierno me sorprende.
Incluso aunque pasé mi niñez en Wyoming, técnicamente estaba
en Orange County ayer. La yuxtaposición es asombrosa. Voy
detrás de Sebastian, insegura de a dónde nos dirigimos, y nos lleva hacia un Jeep
viejo negro estacionado en un garaje de vigas y madera. El crujido de la nieve
debajo de mis pies es reconfortante. No he visto nieve desde que me mudé de
casa. Nunca me había dado cuenta cuánto extrañaba la limpia sensación de una
mañana llena de hielo y frío. El aroma de la madera húmeda y tierra llenan mis
fosas nasales. Inhalo profundamente.
Sale del garaje, girando los botones en el auto para que la calefacción esté
funcionando.
—A las tres está perfecto —digo, sin inmutarme. El único miedo por
embarazo que tuve con Charlie hace un par de años resultó con él paseando en
el departamento por horas hasta que fue lo suficientemente valiente para
comprarme una prueba en la farmacia. Obviamente, cuando salió negativo, saltó
de alegría. Literalmente.
Sebastian sale del garaje y entra a otro camino. Obtengo mi primer vistazo
alrededor de Vermont.
¿Por qué vivo aquí? No he visto a ninguna otra persona. Los arboles están
desnudos, los caminos son de un solo sentido, y aparte de nuestro complejo de
departamentos, no he visto ni un solo edificio, tienda o casa. Aunque, mientras
miro alrededor de la vegetación, hay una clase de calmante quietud aquí, una
misteriosa belleza que no puedes imitar en ningún lado, ciertamente no en el sur
de California.
—He leído sobre esos, sueños de embarazo. He leído que pueden ser algo
extraños. —Ríe y mira por la ventana. Necesito llamar a mi mamá, necesito saber
qué está pasando—. ¿Estás segura que estás bien? —pregunta justo cuando se
estaciona.
Abro la boca para responder pero él rompe la distancia y coloca sus manos
a cada lado de mi cara y me jala más cerca, así sus labios apenas tocan los míos.
Mi cuerpo se enciende debajo de su toque, y rompo la distancia y presiono mis
labios contra los suyos. ¿Qué puedo decir? Mi cuerpo conoce como ser íntimo con
él. Puedo sentirlo en la forma en que mi corazón martillea contra mi pecho, y en
la forma en que mis labios se curvan en una sonrisa.
43
Página
Su boca es suave, y su lengua explora la mía con familiaridad, empujando
los límites de lo que es apropiado para un beso de despedida. Su pulgar recorre
mi mejilla y después muerde mi labio inferior y gimo. De nuevo, mi cuerpo
responde sin un pensamiento. Se aleja, y soy dejada deseando más de este
hombre que apenas conozco.
—Te veo a las tres —susurra en mi oreja, y después se aleja y guiña un ojo,
colocando sus manos detrás de su cabeza despreocupadamente—. Ten un buen
día, mi amor.
Una vez dentro, busco la luz, palpando el largo de la pared interior hasta
que mi dedo encuentra el interruptor. Lo presiono, y la habitación se ilumina
lentamente, una sección de luz fluorescente a la vez. Una vez que todas las luces
están encendidas, miro alrededor con admiración.
Marlin Winters
marlin.winters@gmail.com
307- 566-5555
1133 Hill St., #3A
Brattleboro, VT 05301
Contacto de emergencia: Sebastian Juares (novio) 802-341-7800
Empleada desde Junio, 2010
—Oh, no, todo está bien. Lamento preocuparte. Y lamento llamarte tan
temprano.
—¿Cómo está todo? ¿Estás en la tienda? Ya sabes, estaba leyendo que las
mujeres quienes se quedan mucho en sus trabajos son más propensas a tener
embarazos sin complicaciones.
—Sé que Sebastian te cuida muy bien —me dice mamá, con ternura. Me
sorprende. Nunca ha demostrado ninguna clase de afecto hacia Charlie, supongo
que no lo había notado hasta ahora.
—Ah —exclama, aliviada—. Sí. Esa clase de sueños son muy normales.
—Y yo a ti, linda.
Veo mis fotos. No debería sorprenderme pero aún me sorprende ver años
y años de mí. No recuerdo nada de eso. Los últimos dos años son solo fotos de
47
Página
Sebastian, de mí, de unos cuantos amigos. Emma, la amiga de mi teléfono,
aparece varias veces. Es alta, pálida, y muy pelirroja. Jeb también aparece un par
de veces y, gracias a una investigación por Facebook, veo que está casado con
Emma (desde agosto del 2013). Es bueno saberlo.
Se siente raro tener que llenar las lagunas de mi vida, pero es mi única
opción ahora mismo.
Voy aún más atrás y veo fotos de la universidad que no recuerdo haber
tomado, los recuerdos que no recuerdo haber hecho. Voy a mi álbum de
Florencia, y me sorprende encontrar a Sebastian en la mayoría de las fotos. Parece
que nos conocimos ahí. Le doy clic a su perfil y, efectivamente, él es de
Brattleboro y asistió a William College en Williamstown, Massachusetts del 2005
al 2009, un año más adelante que yo. Nació el 4 de abril de 1986, lo cual quiere
decir que es un año y medio más grande que yo. Trabaja como profesor de arte
en la secundaria Brattleboro Union.
Lenta pero segura, comienzo a unir las piezas de mi vida. En lugar de San
Diego, fui a la universidad en Long Beach. Que conozca a Charlie tiene sentido,
él estuvo en Long Beach por dos años antes de transferirse a la Universidad
Estatal de San Diego.
Sebastian y yo hemos sido pareja por siete años. Le doy clic a mis eventos.
Me pidió matrimonio el 1ro de enero del 2014… hace más de un año.
Uf. Eso es demasiada información para una mañana. Ya iba a salirme pero
entonces me embarga la curiosidad. Pongo el nombre de Charlie en el buscador
y, para mi sorpresa, somos amigos en Facebook. Se ve diferente… más rellenito,
más feliz. Está casado con una tal Elizabeth Pierce, y cuando veo las fotos de su
boda, siento envidia en la boca del estómago.
Ella tiene un vestido de novia Vera Wang que probablemente cuesta más
que mi salario de tres meses. Tiene el cabello rubio y largo, y al ver el color de su
cuerpo me pregunto si nació en Orange County, su bronceado perfecto la delata.
Veo el resto de su álbum y me sorprende ver una foto de ella riéndose con Linda
y Perry Chapman. Linda tiene una mano en su brazo y Perry la ve con amor. No
creo que él alguna vez me haya sonreído, mucho menos verme con amor. Unos
minutos más de acoso en Facebook me permite tener una imagen más clara. Es
originaria de Laguna Beach, y sus padres son amigos de los Chapman.
Es solo que no entiendo por qué pasa esto. Quizás estoy muerta. Quizá
tengo un tumor cerebral, o a lo mejor solo me estoy volviendo loca. Es posible
que esta sea mi vida real. Nunca lo había pensado. A lo mejor esto sí es un
síntoma raro del embarazo, y mi vida en el sur de California es inventada.
A
rqueo un poco mi espalda, dejando que la posición del perro hacia
abajo estire mis entumecidos músculos. Mi coleta roza el suelo, y
me siento fuerte, equilibrada, y centrada.
—Ten una buena noche —le digo, y mientras salgo del estudio, siento
como me sigue.
—Claro —replico, y miro hacia Sia, la recepcionista. Ella levanta sus cejas
pero continúa mirando a la pantalla de su ordenador.
—Era lindo —dice Sia, sus uñas largas y de mentira dando golpecitos
contra el teclado. No sé por qué, pero sus uñas me dan escalofríos.
—Me voy a dar una ducha —añado, necesitando más tiempo a solas.
Una vez que la gente pasa a través de ciertas cosas, sienten ciertas cosas, y
han sido rotos en ciertas maneras, no pueden arreglarse. No puedo ser arreglada.
Esta es quién soy, y tendría que aceptarlo simplemente. Nadie te dice la verdad
cuando eres joven y libre, nadie menciona los aspectos asquerosos de crecer.
Cuanto más vieja me vuelvo, menos me sorprende esto. Todo el mundo está roto
de una manera u otra. La mayoría de la gente lo oculta. Encuentro consuelo en el
control con el que rajo y troceo mi piel. Duele, pero dejar salir la sangre alivia el
dolor. Es una forma para mí de afrontar la vida más que un medio para un fin.
Dicen que si no te gusta hacia dónde va tu vida, cambia algo. Es más fácil
de decir que hacer si estás atado a una hipoteca en una casa hecha de estuco,
remaches, acero, y pestillos. Especialmente si estás atada a un hombre que ya no
estás segura de amar más, un hombre que se convirtió en tu salvación siete años
atrás. Le debo mi vida a Charlie, y por ello, esto atrapada.
¿Cómo llegué aquí? ¿Cómo llegamos aquí? Trazo los pasos de mi vida con
mis dedos en las sábanas, pretendiendo que una mano soy yo, y mi otra mano es
Charlie.
—¿Nena? ¿Harás la cena? —La voz de Charlie flota a través de una grieta
en la puerta de la habitación, y me levanto. Entra justo cuando mi toalla
accidentalmente cae al suelo—. Oh —dice tranquilamente—. ¿Por qué no
preguntaste simplemente? —Me sonríe tímidamente, bajándose los pantalones y
quitándose la camiseta. Camina hacia mí, oliendo a cerveza y vinagre. Toma todo
lo que hay en mí no vomitar por la combinación de los olores—. Eres tan sexy —
gruñe, poniéndose detrás de mí e inclinándome en la cama. Escucho cómo se
estira y hurga en la mesita de noche, abriendo un paquete de condones.
El sexo con Charlie fue bueno una vez. En aquellos días, fallábamos como
animales. No podíamos tener suficiente el uno del otro. Estaba tan agradecida
por él. Sexo por la mañana, sexo por la tarde, sexo en la cena. No sé cuándo
cambió. Me pone triste, sabiendo que quizás no experimente el sexo con otra
persona, sabiendo que quizás nunca experimente buen sexo otra vez.
Podría haber sido mucho peor. Hay mujeres ahí fuera que son abusadas,
violadas y torturadas diariamente. Puedo lidiar con sexo mediocre una vez a la
semana. No es el fin del mundo.
Comienzo a saltear los vegetales con aceite de coco. Tomo el cuchillo con
mis manos gentilmente, trazando mis cicatrices.
—Eh. ¿Estás bien? —Deja su cerveza, y le miro a los ojos mientras meto
mis pies debajo de mí.
—Sí —digo, torciendo mis labios en una sonrisa. Se siente como una
marioneta tirando de los hilos.
54
Página
—Estás callada esta noche. Quería asegurarme. —Todavía me está
mirando, y dado que tengo su divina atención, comienzo a comer.
A veces tengo que pretender que todo está bien. Sólo en beneficio de una
noche. Una noche cada vez; un momento, una conversación. Porque cuando todo
el mundo piensa que estás bien, a veces, sólo por un brillante momento o dos, te
olvidas de que no lo estás.
Después de cenar, Charlie me ayuda con los platos, y subimos las escaleras
para prepararnos a leer antes de ir a la cama. Después de quitarme toda la ropa
y meterme en la cama, abro una biografía sobre una profesora de yoga que dejó
su vida en Manhattan para mudarse a India. Si sólo tuviera el valor para hacer
eso. Charlie se duerme en medio de un libro sobre Chuck Palahniuk. Apago las
luces. Disfruto de la oscuridad y la sensación de las sábanas alrededor de mi
cuerpo desnudo.
No sé por qué lo hago, no sé por qué me corto. Empezó hace unos dos
años, sólo por curiosidad. Seguro mucha gente lo ha hecho, y la mayoría han
acabado en el minuto en el que sale sangre, nunca mirando atrás, nunca
volviendo a pensar en ello. Yo, por otro lado, encuentro alivio. Puro alivio.
Honestamente ni siquiera pienso que lo hago porque estoy deprimida. No me
hace sentir nada; siento muchas cosas, todo el día, cada día.
Creo que lo hago por el control. Algunas personas se meten los dedos en
la garganta después de cada comida para controlar sus cuerpos. Algunas
personas pegan a sus mujeres para controlar su enfado. Me corto para controlar
mi vida y el hecho que es demasiado tarde para cambiarla. Estoy atrapada aquí,
¿dónde más voy a ir?, así que puedo hacer algo interesante. Es ridículo, lo sé.
Nunca me corto lo suficientemente profundo como para matarme. No quiero
morir, sólo quiero salir.
Clic, clic, clic.
Cierro mis ojos, deseando un sueño pacífico esta noche. La noche es mejor
de esta manera. Es un escape. Las cosas son mucho más intensas por la noche, y
cuando el sueño finalmente viene a por mí, siento todo el alivio del mundo. Me
hace pensar en una cita de Shakespeare que mi profesor de inglés del instituto
tenía en una de sus paredes.
“Morir, dormir…
Dormir, quizás soñar; ¡ay! He ahí el enigma
Porque en ese sueño de muerte qué visiones pueden llegar…”
56
Página
Traducido por Mae & Jo
Presente.
A
las once, Emma entra en la tienda de quesos. Sólo sé que es ella
porque la reconozco de Facebook.
Me quejo.
—He vomitado dos veces en las últimas doce horas, no me siento tan
ardiente —admito.
Emma y Jeb no saben que estoy embarazada. Eso tiene sentido, supongo.
He oído que no se supone que debas decirle a nadie excepto la familia hasta el
segundo trimestre.
Si hay un mañana.
—Casi cinco —digo, sonriendo. Estoy orgullosa del hecho de saber eso.
Asiento.
—¿Cómo está Jeb? —pregunto con confianza. Por último, algo que sé.
Me río.
—Eso espero.
—Estás actuando raro —observa Emma, caminando hacia mí. Dice esto de
manera casual, sólo en la forma que un mejor amigo puede decirlo.
Emma jadea.
—Sí, tonta. Confía en mí, deseas ocultar eso. ¿Sabías que hay un sitio web
que alguna de sus estudiantes inició, contando los días hasta que sea tomado
oficialmente? No iba a decirte, Jeb mencionó algo el otro día, pero maldita sea, tu
futuro marido es una pieza caliente de culo.
—¿Un sitio web? —chillo. No me siento realmente violada, tal vez porque
no conozco realmente a Sebastian del todo bien. Pero estoy aparentando, y sé que
esto me debería molestar como su futura esposa—. Eso es repugnante. —Me río,
sacudiendo la cabeza—. Tienes que decirme cómo puedo encontrarlo.
Me entero de todo tipo de cosas sobre Emma. Somos mejores amigas. Ella
trabajaba con su madre, pero no podía soportarlo, así que cuando una
oportunidad apareció aquí, la tomó. No oí el lugar en que solía trabajar, pero
deduje que era una especie de hospital. Hemos viajado a España juntas, odia los
tomates, y ella y Jeb ayudaron a Sebastian a planificar la propuesta la última
víspera de Año Nuevo.
Está nevando cuando salgo, y no puedo evitar sonreír y girar. A pesar del
hecho de que vivo en el Condado de Orange (o lo hacía), todavía extraño la nieve
casi todos los días. Charlie es uno de esos nacidos en el país del sur de California
que está petrificado de cualquier tiempo menor de quince grados, por lo que
nunca fuimos a las montañas o a visitar a mis padres en Wyoming. Se siente muy
bien estar de vuelta en un lugar como este.
—¡Fue muy divertido! —digo, ansiosa como un niño en edad escolar. Mira
hacia dentro y saluda a Emma. Ella saluda a través del vidrio.
¿Fanta? Estoy bastante segura de que no he bebido Fanta desde que era
una niña.
Sebastian ríe.
—Sí, por favor —respondo sin pensar. Él solo ríe y observa mientras
engullo el resto de sus papas—. ¿Qué?
—Nada, solo te amo —dice él, tan genuinamente que mi boca cae abierta
a mitad de mordida. Él se estira y limpia algo de la esquina de mi boca. Estoy
sorprendida de sentirme tan normal aquí, como si ya encajara. Es como si hubiera
sido quitada de mi vida real y situada justo en la vida que debería estar
viviendo—. Amo cada átomo en tu cuerpo, Marlin Winters.
—Puedes sentarte aquí —le dice a Sebastian, apuntando a una silla. Nos
da a ambos una amplia sonrisa.
—¿Preocupado?
Se ríe y me mira.
63
Página
—Un poco ansioso. Ni siquiera soy un papá todavía, y ya estoy
preocupado de mi futuro hijo.
—No te preocupes. Estoy segura de que todo está bien. ¿Todavía estás
teniendo síntomas? —pregunta Nina, dirigiéndose a mí. La veo alcanzar algo de
gel.
—Bien, veo el útero —dice lentamente Nina. Estiro mi cuello para mirar la
pantalla. No veo nada. Ni siquiera sé qué buscar. Alcanzo a Sebastian sin pensar,
y él aprieta mi mano. Nina mueve el scanner más lentamente esta vez, y luego la
veo sonreír. Entrecierro mis ojos a la pantalla, y luego un sonido pulsante y
blando sale de los parlantes—. Ese es el latido —dice ella, y esas cuatro palabras
puede que sean las cuatro palabras más hermosas que he escuchado.
M
e pongo un vestido veraniego aunque es febrero. Con veintiún
grados afuera, es prácticamente verano. Charlie tararea el ritmo
de una canción de AC/DC mientras se pone su uniforme usual:
una camiseta básica por la que probablemente pagó de más, pantalones de pana
que se tensan en la cintura porque se niega a aumentar de talla, y Birkenstocks.
Sí, Birkenstocks.
Nos subimos al auto a las 6:42. Vamos a llegar temprano. Stuart, el mejor
amigo de Charlie, está en una banda, y Charlie hace planes de intentar verlo
presentarse de vez en cuando. Usualmente esto significa que me lleva con él.
Realmente nunca he tenido el corazón para decirle esto a Charlie, pero odio la
música en vivo. Las personas deberían escuchar música solos en la comodidad
de sus propias casas. La música es tan personal para mí, y siempre me he sentido
más cómoda escuchando música sola y experimentando esos momentos sin
inhibiciones. Charlie una vez insultó una de mis más favoritas canciones de Belle
and Sebastian, y se sintió como un golpe directo al corazón.
Gemma está usando una corta falda de cuero negro y una camiseta gris
que ha metido dentro. Se ve provocadora y adaptada, como si perteneciera aquí.
No puedo recordar qué hace su padre, pero paga su apartamento frente al mar
en la playa de Newport, y no creo que ha trabajado un día en su vida. Como que
la odio por eso.
—Oh Dios mío, Marlin —dice ella, su voz monótona. No estoy segura si
está haciendo una pregunta o sorprendida de verme. Se inclina levemente por un
abrazo aéreo—. ¿Cómo estás?
—¿Tal vez la próxima semana? —Lo dice como una pregunta, pero luego
se gira hacia Stuart y comienza a besarlo, efectivamente despachándome. Camino
hacia el bar y ordeno lo usual, porque Charlie desapareció en Dios sabe dónde, y
necesito un maldito trago.
—Un whisky puro, por favor. —Las cejas del barman se levantan, como
para preguntar, ¿no vas a ordenar la soda y vodka de setenta calorías?
—En seguida —dice, y lo estudio desde atrás mientras camina hacia los
vasos y me sirve un trago generoso. Es regordete, con una barba completa y una
boina. Sus mejillas de querubín son adorables. Me pregunto cómo sería acostarse
con él.
Pero quiero sentirme viva de nuevo. Quiero pretender que estoy viviendo
otra vida, solo esta noche.
De nuevo. Todo lo que hago es siempre de nuevo. Una parte de mí sabe que
nunca seré la mujer que quiere, pero no obstante lo intento. ¿Qué otra opción
tengo? Compramos una casa juntos. Probablemente nos vamos a casar y producir
algunos niños pronto. Así es como es. No todos pueden ser felices. No todos
obtienen el romance de cuentos de hadas.
Esa es una cosa que agradezco. Al menos me está dejando beber sin
supervisión. Tal vez moriré por intoxicación alcohólica esta noche.
A veces, en momentos como este, ves dos caminos diferentes que puedes
tomar. Un camino lleva a la destrucción, el otro a la realización. O al menos eso
es lo que te dicen. Siempre elijo el camino correcto, y la única realización que sentí
esta semana fue cuando Henry coqueteó conmigo. Así que a la mierda, voy a ser
honesta. Elijo el camino a la destrucción.
—¿Qué mierda está mal contigo? —sisea Charlie, y luego, de manera poco
sorpresiva, se va y sigue al resto del grupo por la puerta trasera. Me pregunto
por un minuto si se irá sin mí. Por supuesto, estoy segura de que Henry me daría
un aventón a casa. Me doy cuenta de que estoy más feliz pensando en un extraño
dándome un aventón que mi novio. Me despido de Henry, quien está de pie,
perplejo, acabando de ver lo que sucedió. Ya no soy la chica linda que pide
whisky. Estoy loca. Estoy muy loca para Charlie. Estoy muy loca para Henry.
Estoy mejor sola.
—Puedo garantizar que lo que sea que todos están diciendo acerca de mí,
yo he pensado algo peor. ¿Qué tal decírmelo a la cara? —grito, mi trago saliendo
de los lados de mi vaso.
—Vamos —grita Charlie, agarrándome, más fuerte esta vez para que no
pueda escapar.
70
Página
—Tengan una buena noche —escupo, y puedo sentir el auto desprecio
corriendo por mis venas. No son ellos, por supuesto que no. Me disculparé
mañana. Soy yo. Estoy deteriorada.
71
Página
Traducido por Gemma.Santolaria y Lauuz
Presente.
N
o había tenido el valor de mirar hacia abajo a mis muñecas
durante todo el día. Lo sabría con seguridad una vez que
levantara el jersey por mi antebrazo. Sebastian estaba silbando
una canción de San Smith de la radio. No está prestando atención. Finjo tener
calor, primero bajando el calentador, y luego subiendo las mangas de mi suéter
de lana. Echo un vistazo.
—Nena, ¿de qué estás hablando? Estamos tan felices. Somos los más
felices. Ellos escriben canciones sobre gente como nosotros. —En ese preciso
momento comienza a cantar la canción de Sam Smith en voz alta.
Me río.
—Nos encontraríamos el uno al otro. Creo eso. Puede que tuviéramos una
historia diferente, pero nos encontraríamos el uno al otro. Nuestras almas estaban
destinadas a encontrarse, yo creo, mucho antes que nuestros cuerpos existieran.
Miro hacia mis manos, mis muñecas desnudas, y me creo sus palabras. Las
ganas de llorar retuercen mi cara. Sus palabras son sencillas pero impactantes.
Quiero creerle. Quiero creer que él existe en mi mundo real. Siento una lágrima
deslizarse por mi mejilla, y le miro de nuevo, mi cuerpo calentándose bajo su
seria mirada.
—Lo siento —agrego, limpiando mis mejillas—. Deben ser las hormonas.
Soy demasiado emocional.
—Nunca te tienes que disculpar por sentir, Marlin. La vida no vale la pena
vivirla si no sentimos intensamente.
Sebastian gira por un camino aún más pequeño, y sé que estamos cerca de
la casa porque sigue dirigiendo miradas hacía mí dirección, una astuta sonrisa en
sus labios. El sol empieza a descender, y el cielo rosado es romántico y
deslumbrante. No quiero que el día termine.
—Tú elegiste el color, Marlin. Pensé que era gris, pero estabas convencida
de que era azul. De cualquier modo, estoy seguro de que se verá muy bien con
los arreglos blancos.
Me muero un poco por dentro. Sé que se verá bien con los arreglos blancos.
De hecho, estoy segura de que me voy a enamorar de esta pequeña casa nuestra.
Es tan maravilloso dentro, tal y como pensé que sería. Suelos recuperados
de roble brillan hacia nosotros, encerado y nuevo. Las paredes son de color
blanco, y las molduras no están terminadas en ciertas partes, pero ya estoy
enamorada de la crudeza. El umbral se arquea del vestíbulo hacia la sala de estar,
y camino hacia la cocina. Modernos electrodomésticos están sin usar, y los
azulejos del metro son exquisitos contra el sol del atardecer que entra por la
ventana de la cocina.
—Tengo una sorpresa para ti —dice en voz baja. Abre la última puerta y
me tira hacia dentro. Está desnudo, pero en una esquina hay una pequeña cuna
vintage.
—Era mía —dice con orgullo—. Mi padre la trajo más temprano. Quería
sorprenderte.
Sebastian nos hace la cena: verduras asadas, arroz integral y queso feta. Es
delicioso, saludable y satisfactorio. Bebo un gran vaso de leche entera, por
sugerencia de Sebastian tengo que comer más calorías, y después de todo, me
siento contenta y lista para la cama.
—Sé lo que son. ¿Por qué las tienes? —Sujeto su brazo y beso las cicatrices,
lágrimas cayendo por mis mejillas.
Él sonríe.
Me ayuda con mis calcetines, y para mi sorpresa, se agacha y besa mis pies.
Me alejo por instinto. He estado usando calcetines de lana todo el día. Estoy
segura de que el olor es menos que placentero. Pero me sujeta firmemente,
plantando un suave beso en cada dedo. Lanzo mi cabeza hacia atrás y gimo. Él
va subiendo, sacando mis pantalones con suave precisión. Sigue mi camisa, que
78
Página
levanta por encima de mi cabeza gentilmente. Finalmente, mi ropa interior y
sujetador. No me siento expuesta. Me siento libre, por primera vez en mi vida.
—Te amo.
—Solo déjate ir y siéntelo —dice él, su aliento entre mis piernas. Me hace
estremecer.
—Está bien —le digo, lanzando mi cabeza hacia atrás y cerrando los ojos—
. Sí…
Siento que me dejo ir. Grito, y mientras me vengo, él se aleja y entra en mí,
deslizándose justo en el momento perfecto. Colapso de nuevo en la cama
mientras me llena, y me sostengo de su cara mientras me besa. Él es gentil, pero
no demasiado. Aún estamos moviendo la cama, y es un ritmo perfecto. Sostiene
mis manos de nuevo, sujetándolas mientras me observa. Trato de alejar la
mirada, pero no puedo. Quiero ver su cara mientras terminamos juntos.
—Mi amor —gime él, cerrando los ojos apretadamente. Cuando los abre,
están oscuros y dilatados—. Mírame. —Obedezco, mis ojos viendo los suyos.
Todo su cuerpo se tensa, y esto intensifica todo para mí. Me siento terminando
de nuevo, justo mientras él lo hace. Es poderoso, el olor y suspiros y sonidos de
Sebastian, y amo cada maldito segundo de ello.
El nudo en mi garganta se hace más grande. Todo sobre él, acerca de esto,
es demasiado. Es demasiado bueno. ¿Cómo es que merezco esto? ¿Qué va a pasar
cuando me vaya a dormir? ¿Todo va a desaparecer? ¿Voy a despertarme mañana
en los brazos de Sebastian? ¿Él siquiera existe, o es un fragmento de mi
imaginación?
—Te amo, Marlin Winters, pronto a ser Marlin Juares. —Me besa y me
acerca a él, su estómago en mi espalda, y envuelve un brazo y una pierna a mi
alrededor.
80
Página
Traducido por Lauuz
B
usco en la bolsa de Skittles, esperando un rojo o un morado.
Crujido.
Lleno la forma tan bien como puedo. No marco ninguna de las cajas, ni
siquiera en la que se supone que indique auto-dañarme o signos de depresión.
En respuesta, llevo mis mangas hasta mis pulgares. Cuando termino, le extiendo
el sujetapapeles a la recepcionista llamada “Glenda” y voy a sentarme.
—Oh, está bien. —Me levanto y tomo una pluma. Marco la pequeña caja
“problemas de sueño”, pensando que no es enteramente mentira.
La verdad es, que no estoy segura si confío aun en el Dr. Kostas. Nadie,
quiero decir nadie, sabe acerca de mis problemas. Charlie sospecha,
especialmente cuando está a 30 grados afuera como hoy y yo uso camisas de
manga larga, pero incluso él no sabe el tipo de cosas jodidas que pasan por mi
mente diariamente. Si lo hiciera, correría gritando.
La única razón por la que estoy aquí es porque le prometí a Charlie que
“vería a alguien”. Esa es la palabra clave para terapia, un término que estoy
segura su avispada madre le había inculcado. Después de anoche, después de
toda la debacle con Stuart, Charlie me dio un ultimátum.
—O ves a alguien, o hemos terminado.
—Bien. Voy a ver a alguien mañana —digo arrastrando las palabras. He comido
dos trozos de pan, y aún estoy enojada y borracha—. Stuart en verdad apesta sin
embargo. No estaba equivocada en eso.
—Hay cosas que aprendes cuando maduras, Marlín, cosas como el tacto y la clase.
No tienes ninguna de esas cosas, y no estoy seguro de por qué. Tal vez nunca maduraste.
Decirle a mis padres que se fueran, decirle a Stuart que su música apesta, ser grosera con
Gemma…
Respiro hondo. El alcohol pasando por mis venas me está haciendo valiente.
Debidamente notado: demasiado whisky me quita el filtro.
—Yo solo… ya no soy feliz. Siento que tengo esta cobija pesada en mis hombres.
TODO EL TIEMPO. No puedo recordar la última vez que sonreí genuinamente. —Por
un segundo, estoy aliviada. Se siente bien decirle la verdad por una vez. Tal vez esto es
bueno. Tal vez este va a ser el catalizador para un cambio. A lo mejor mañana
intentaremos ser más felices, una pareja más comunicativa.
Charlie estudia mi cara, y entonces aleja la mirada.
—Suena como aburrimiento para mí. —Alcanza su cartera y saca dos billetes de
cien dólares—. ¿Porque no te tomas un día personal mañana, sales a almorzar, y te
compras algo lindo?
82
Página
Lo miro con incredulidad.
—¿Dinero? ¿Me estás dando maldito dinero?
Suspira, poniendo la cara en sus manos. Un rizo rubio cae en su cara. Quiero
arrancarlo.
—Jesús, Marlin. Sólo estoy tratando de ser un buen novio. —Presiona los dos
billetes en la palma de mi mano—. Prométeme que vas a ver a alguien mañana. Haz eso,
y entonces cómprate algo lindo. ¿Tienes que ser siempre tan dramática? —con eso, él se
aleja.
Y quiero gritar.
—¿Señorita Winters? El doctor está listo para verla. —Me levanto y camino
hasta la puerta, y ella me lleva hacia una acogedora oficina.
—Marlin, soy el Dr. Kostas. Por favor, toma asiento. —Su voz y sonrisa
son cálidas, e inmediatamente me recordó a mi padre.
—En realidad lo es. —Está bien, tal vez esto no será tan terrible.
—Cuéntame de ti. Marcaste problemas del sueño, pero puedo leer a las
personas muy fácilmente, y no creo que sea la única razón por la que estás aquí.
—Trago el nudo en mi garganta. Mierda. ¿Fueron las mangas largas?—. Pero
antes de que lleguemos a eso, cuéntame de tu vida. ¿Dónde creciste? ¿Fuiste a la
Universidad? Ese tipo de cosas. Voy a facilitártelo. —Sonríe y frota sus manos
juntas, escuchando intensamente.
—Cuéntame de Charlie.
—Algunas veces. Pero ambos somos muy felices con las cosas como están
ahora.
Me encojo de hombros.
—No dije eso. —Cruzo los brazos—. Está poniendo palabras en mi boca.
—Puedo leer muy bien a las personas. Las mangas largas en un día soleado
fueron mi primera pista. Los círculos oscuros bajo tus ojos. El hecho de que
mencionaste a Charlie al final.
Lo miro fijamente.
—Dos años. —Me vuelvo a sentar. Las palabras de Charlie pasan por mi
mente. Eres una reina del drama, Marlin. Eso es lo que siempre dice.
—¿Qué pasó?
—Hay personas allá afuera que sufren cosas mucho peores que yo. Se
siente tonto quejarme acerca de un incidente que, en el gran esquema de las cosas,
no es tan malo.
Me deslizo hacia abajo en la silla y cruzo los brazos. Las únicas personas
que saben lo que pasó son Charlie y mis padres. La policía local hizo un buen
trabajo minimizándolo, y solo hubo una pequeña mención de eso en el periódico
local. En ese momento, pensé que estaba exagerando, pero los morbosos detalles
85
Página
se habían quedado conmigo todo este tiempo. Es por lo cual tengo pesadillas la
mayoría de las noches.
Comienzo lentamente.
—De cualquier forma, poco después de eso, comencé a salir con Charlie.
Él hizo que todo mejorara. Alejó mi mente de las cosas. Pagó por mi escuela así
no tendría que trabajar. Me quitó la pena y me ayudó a olvidar. Pero entonces
después de la Universidad, algo cambió. Nosotros cambiamos. En lugar de estar
agradecida por su dinero y su apoyo, comencé a resentirlo. Nuestra relación
está… bien. Él no abusa de mí físicamente, pero algunas veces me hace sentir
peor acerca de mí misma. Acerca de todo. Es manipulador.
—Así que ahora, por su apoyo de antes, sientes como que estás atrapada
con él. Te sientes obligada.
—Ya veo. —El Dr. Kostas toma su bloc de notas y escribe algo. Muerdo mi
labio. Me pregunto si está escribiendo psicótica ahí—. Creo que eso es suficiente
por hoy. Pero tengo una tarea para ti. No voy a ponerte en medicación de
inmediato; vamos a esperar algunas semanas y ver si podemos pasar por esto
juntos. Un montón de TEPT puede ser tratado con terapia. Depresión y ansiedad
son otra historia. Si sientes necesidad de lastimarte, la más mínima, de cualquier
forma, quiero que me llames. —Me da su tarjeta de negocios. Noto su celular
86
Página
personal escrito con lapicero al reverso—. Por cualquier razón, día o noche, ¿está
bien?
—Haz cada día una cosa que temas. Ya sea que signifique ordenar algo
diferente del menú, hablar con un extraño, paracaidismo, lo que sea. Algunas
veces, sacudir las cosas un poco puede realmente sacar a relucir las emociones.
Eso es lo que necesitas: una liberación. Tenemos que limpiar las tuberías antes de
repararlas. ¿Tiene sentido?
Asiento.
—Gracias —digo en voz baja, y justo mientras me doy la vuelta para irme,
me llama.
—¿Y Marlin? Ve si puedes encontrar algo que ponga una sonrisa genuina
en tu cara.
Hago una mueca. No estoy segura de que esa sea una promesa que pueda
mantener.
—Voy a tratar.
87
Página
Traducido por Mae
Presente.
E
l sueño no viene. No estoy segura si es porque estoy forzándome
a permanecer despierta o porque Sebastian ronca.
La audición se ha ido.
Esto puede que sólo sea la cosa más extraña y desgarradora que me ha
pasado.
No cierro mis ojos, porque quiero prolongar esto durante tanto tiempo
como pueda, la vista de la espalda de Sebastian, el color caramelo de su piel, el
pequeño lunar en el centro de su espalda. Los mechones de cabello castaño rizado
en la base de su cuello, los músculos de su hombro, el ángulo agudo de su codo.
No lo puedo saborear, olerlo, tocarlo, o escucharlo, pero estudio esa espalda por
lo que parece horas. La he memorizado.
Ayer.
P
robablemente no tendría que estar dando una clase llamada “Flow
de relajación”, dado que relajada es lo último que siento, pero
necesitaron un profesor en el último minuto. Gwen está enferma, lo
cual es código para la resaca. Trato de actuar indiferente mientras el hombre de
comienzos de la semana está sentado en la fila central, mirando cada uno de mis
movimientos como un estudiante bueno y aplicado. Me odio a mí misma cuando
su sonrisa hace que me sonroje, estoy agradecida que la clase de yoga de la noche
esté poco iluminada.
—Bien, cuando estén en esta posición, tienen que asegurarse que sus
espaldas están completamente arqueadas. —Estoy sobre mis manos y pies, en
una posición comprometedora, y siento mi cuerpo calentarse bajo su mirada.
¿Por qué estoy teniendo esta reacción?
—Muy bien. —Miro hacia otro lado, y demasiado pronto, la clase finaliza.
Les guio a través de un rápido saludo al sol y después al tadasana—. Namaste —
digo pacíficamente.
Asiente, y salimos del estudio. No miro atrás hacia Sia. Estoy segura que
sus cejas están tan arriba que parecen montañas, y estoy segura que mañana
querrá cada detalle. Excepto que no habrá ningún detalle jugoso. No puede
haberlo.
—¿Qué tal Peet’s? Está calle abajo. Puedo llevarte, y después traerte de
vuelta a tu auto.
Me encojo de hombros.
Se ríe, a pesar de que no sé por qué. Todo el mundo odia Starbucks ahora,
ser anti-Starbucks no es único o está de moda. Le sigo a un Honda genérico
plateado. Da la vuelta alrededor y abre la puerta para mí, y de repente estoy
preocupada por oler a sudor. Dar una clase de flow es más duro que tomarla.
Hay una razón por la que el entrenamiento de un profesor de yoga es tan intenso,
tienes que hacer las posiciones perfectamente, y tienes que hablar mientras las
haces. Esto genera un número incontable de ropa sudada, y cuando Nate cierra
la puerta y camina hacia su lado, huelo discretamente debajo de mis brazos.
Además, no importa cómo huela. Solo somos dos yogis6 tomando café.
Cambio de tema.
Nate no dice nada más en nuestro corto camino hacia la cafetería Peet’s.
Durante todo el camino, me pregunto qué infiernos estoy haciendo. ¿Estoy
poniendo los cuernos? ¿Es así como se siente el poner los cuernos? No, no lo creo.
Nate y yo somos compañeros. Amigos, incluso. Cuando nos detenemos en el
falso paseo español, Nate aparca y da la vuelta para abrirme la puerta. ¿Los
hombres abren la puerta para sus amigas? No estoy segura. No tengo ningún
amigo hombre. Bueno, aparte de Stuart, pero difícilmente puedo llamarle amigo.
Especialmente no después de la otra noche.
Entramos y los dos pedimos dos cafés descafeinados con leche. Aunque
está oscuro, Nate sugiere sentarnos fuera. Estoy agradecida de llevar un jersey.
Conversamos por unos minutos y me sorprendo al relajarme, poco a poco. Mi
guardia está baja, y se siente bien conectar con otro ser humano. No puedo
recordar la última vez que tuve una conversación significativa.
—Por supuesto que el mundo tienes suficientes niños. Por supuesto que la
adopción tendría que ser considerada siempre que sea posible. En verdad, me
encantaría adoptar. Pero no es una razón suficientemente buena para que no
tenga niños —finalizo, y me bebo el último sorbo de mi café.
Mi cabeza grita no. Por supuesto que eso sería un error. Charlie me está
esperando, en verdad, probablemente se esté preguntando dónde estoy ahora
mismo. Seré fiel. Tengo que serlo. Si pierdo mi fidelidad, pierdo todo.
—No creo que sea una buena idea —digo, dándole una mirada severa.
Está bromeando conmigo, probando el agua, preguntándose si seré infiel.
Me sonrojo con sus palabras. En estos siete años he estado con Charlie,
ningún tipo ha sido así de directo conmigo. Una pequeña parte de mí quiere
93
Página
gritar, ¡No soy feliz! Pero tengo integridad, y la integridad significa ser fiel, incluso
si mi cuerpo no quiere. De todas maneras, me siento halagada.
Tengo dos segundos para decidir qué hacer. Puedo alejarme e irme, o
puedo encontrarlo a mitad de camino y besar a otro hombre.
Escojo lo segundo.
—No deberíamos haber hecho eso —digo, y salgo del auto. Me subo al
mío, y la lluvia tintinea en el techo. Una vez que mi puerta está cerrada, miro a
Nate. Me está mirando, sus hermosos ojos tristes, y luego sale marcha atrás.
Se ha ido.
Juego con mis dedos, haciendo tiempo frente a nuestra casa. Tengo que
decirle a Charlie. Tengo que ser sincera. Las relaciones sanas se construyen con
sinceridad. Sigue lloviendo, y no puedo notar si Charlie está o no en casa.
Lentamente salgo del auto, sin importarme que el diluvio moje mi cabello. Si
pensé que había tocado fondo ayer, hoy siento que estoy en el núcleo del planeta.
No puedo sentirme más abajo.
—Hola, nena, ¿qué pasa? —Quiero que me abrace. Necesito calor humano
en este momento. Necesito sentir su piel cálida contra la mía. Pero se queda
quieto. Probablemente piensa que me vino el período o algo. Esa siempre es su
primera pregunta.
—Sí, lo harías —coincide, mirándome. Se frota los labios con sus gordos
dedos, y no puedo evitar llorar—. Pensé que teníamos un trato.
—Repítemelo.
—¿Y?
—Y… sólo debo prometer serte fiel. Tengo que prometer quedarme
contigo.
—Lo sé.
—Siéntate de una puta vez, Marlin —gruñe Charlie. Sus ojos escanean mi
cuerpo—. No puedo creer que otro hombre te tocara. Estás mancillada.
Manoseada. Arruinada.
—Me das asco ahora mismo —dice en voz baja. Su crueldad me sorprende.
Todo este incidente lo llevó al límite—. Voy a bajar. No puedo mirarte más,
sabiendo que tuviste los labios de otro en los tuyos. Después de todo lo que he
96
Página
hecho por ti… —Deja el baño, y me quedo de pie, con la mano en la mejilla, la
respiración agitada.
Nada…
Nada…
Nada.
97
Página
Marlin
Página
98
Traducido por Jenn Cassie Grey
Presente.
B
eep, beep, beep…
Los sonidos y aromas se vuelven más fuertes a cada segundo que pasa.
Siento algo presionando mi brazo, ¿una intravenosa? El peso de una manta me
presiona en la cama. No puedo mover mis piernas muy bien porque la manta
está enredada pesadamente a mi alrededor.
El latido de mi corazón. Suena lento, pero mientras trato de abrir mis ojos,
el pánico estrechando mi garganta, se acelera. ¿Dónde estoy?
Beepbeepbeepbeep…
El pitido debe alertar a alguien, porque de pronto siento una cálida mano
en mi frente. Sé en un instante que la mano le pertenece a mi mamá.
—Nada —dijo. Miro hacia mis muñecas. Vendajes están colocados en cada
muñeca. Recuerdo lo qué pasó. Sé lo que hago aquí.
—Solo fue un sueño —digo con melancolía. Quiero que se vaya—. ¿Dónde
está papá?
—Toc, toc —dice papá, entrando y caminando hacia mí—. Estoy muy feliz
de que estés despierta, cariño. Estaba tan preocupado. Ningún papá quiere
100
Página
alguna vez tener una llamada como esa. —Me envuelve en un cálido abrazo, y es
cuando me pierdo. Comienzo a llorar, mis lágrimas humedeciendo su camisa
azul, y mi padre acaricia la parte trasera de mi cabeza—. Shh, está bien. Todo va
a estar bien.
—Marlin, podemos hablar sobre esto una vez que todo esto se calme —
comienza Charlie, tomando mi mano. Me alejo.
—He estado mejor —digo, sin querer ser grosera pero solo siendo honesta.
Se ríe secamente.
—¿Puede llamar al Dr. Philip Kostas, por favor? —Asiente, tomando nota
y me relajo—. No sé lo que pasó. Honestamente, solo era un día normal. Mi novio
y yo nos peleamos. Estaba sintiendo… todo. Solo quería que terminara.
—¿Cuál es el problema?
—Tu historia médica dice que atravesaste una experiencia traumática hace
unos años. El Estrés Post-Traumático tiene muchas manifestaciones. No voy a
sugerir nada inmediatamente, el Dr. Kostas puede hacer eso, pero creo que
deberías considerar un programa de tratamiento. Paciente interno o externo, no
importa. Hay muchos programas ahí fuera con el objetivo de reducir los
pensamientos y comportamientos suicidas. Un centro de salud mental que se
especialista en la depresión y/o en las ideas suicidas es una de las intervenciones
más efectivas disponibles.
—Dejaré que el Dr. Kostas decida eso. —Asiento, y ella se pone de pie—.
Te revisaré más tarde.
—¿Dra. Hale? —Miro hacia mis manos—. ¿Es posible soñar mientras estás
inconsciente? —Miro hacia ella, y me da una tensa sonrisa.
—Sabes, Freud creía que nada que hacemos sucede por casualidad. Cada
acción y pensamiento está motivado por nosotros de forma inconsciente a algún
nivel. Técnicamente, no es posible soñar mientras estamos realmente
inconscientes, pero mucha gente ha dicho que lo ha experimentado.
Asiento.
—Ya veo.
—Está bien. —Después de que se va, Charlie entra—. ¿Dónde están mis
padres?
—¿Mi control?
Me mira fijamente.
Es entonces cuando mis padres lentamente entran. Puedo decir por la cara
pálida de mi madre que escucharon la última parte de nuestra conversación. Bien,
pienso.
—Creo que es mejor si te vas hijo —dice mi padre, su voz tensa. Mira a
Charlie con firmeza, y aunque es más pequeño que Charlie, sé que ganaría en
una pelea entre los dos. Amo a mi padre por eso. Quiero temblar de deleite, pero
mantengo mi boca en una línea firme. Nunca he tenido el coraje de decirle algo
de esto a Charlie, y tener el tácito apoyo de mis padres significa el mundo para
mí. Un ligero peso es alzado de mis hombros, y sé que estoy tomando un paso en
la dirección correcta. Realmente debería haber hecho esto hace años.
Molesto, aprieta sus puños y sale hecho una furia de la habitación, sus
pesados pasos haciendo eco por el pasillo por lo que se sienten como minutos.
Dios, odio el sonido de esas malditas botas.
105
Página
Traducido por Aria
—¿Qué, ayudar a otros con enfermedades mentales? No. Creo que será
muy gratificante. —Bajo la vista a mi bol de sopa rojo brillante—. No sé por qué
elegí Vermont. Soñé con ello un poco cuando estuve… ya sabes… y creo que fue
una señal.
—Está bien. Si eso es lo que te hará feliz, creo que deberías hacerlo.
Siempre has sido muy perceptiva, así que confío en ti. —Se levanta y camina a la
cocina, me uno a ella, llevando mis platos y dejándolos en el enorme fregadero
de la granja. Ella alcanza la esponja, pero yo la intercepto.
—Ah, Srta. Winters, qué agradable por fin charlar con usted por teléfono.
—Su acento irlandés es desconcertante al principio, pero continúo.
—Gracias por la respuesta tan rápida, lo aprecio —digo. Juego con las
mangas de mi jersey. Estoy nerviosa por alguna extraña razón. Tal vez es porque
este trabajo de voluntaria es mi billete a Brattleboro.
—Sin problemas. Sin embargo, tengo que preguntar… ¿cómo has sabido
sobre nuestra instalación?
Me río.
—Google.
Ella es real, y de acuerdo con su perfil, acaba de volver de pasar tres años
de voluntaria en África.
Las palabras resuenan en mí, y el ritmo fluye por mis venas. Antes de que
me quede dormida (las comidas de mamá siempre me dejan soñolienta) ruedo y
pienso en lo orgullosa que estoy por pronunciarme en contra y mudarme de San
Clemente. Estoy empezando a aprender cómo las decisiones más pequeñas y las
elecciones pueden afectar el camino de nuestras vidas.
Sé que un día, tendré eso con alguien. Solo tengo que encontrar una forma
de llegar allí.
110
Página
Traducido por Aria
M
e detengo en el Retiro Brattleboro temprano, tan temprano que
la niebla todavía se adhiere al aire en gruesas y borrosas gotas,
y todavía duele respirar completamente. Una vez que veo el
magnífico edificio, sé que estoy en el lugar correcto.
—Vas a estar siguiendo a mi madre hoy, pero ahora mismo está ocupada
con pacientes. Debería terminar en un par de horas, pero hasta entonces, puedes
seguirme y ayudar. —Asiento, manteniéndome callada y ella continúa.
Caminamos por un iluminado pasillo—. Nos alegramos mucho de que estés aquí.
Estamos muy apretados aquí gracias a todos los cortes de presupuesto, sin
mencionar todos los hospitales públicos desbordados.
—Estoy bien —le digo, sonriendo—. Fue para mejor —le aseguro. Ella solo
sonríe y asiente.
—Me temo que esta mañana hay que poner en orden los suelos. ¿No es
glamorosa mi vida? —Se ríe, y ambas nos ponemos nuestros chalecos.
¿Sebastian?
Sebastian
Sebastian.
—Sebastian, ¿cómo…
—Para. —Estira una mano para que no me acerque más. Oír su voz,
aunque solo sea una palabra, es suficiente para hacerme creer en los milagros—.
Solo… déjame solo. No sé cómo sabes mi nombre, pero obviamente es un error.
Presente.
A
l día siguiente, aún estoy drenada desde mi encuentro con
Sebastian. Estaba tan… diferente. Lucía tan desamparado y
dañado. Lucía como yo hace tres meses. ¿Y por qué sus piernas
estaban rotas?
—¿Kringle8?
El cuarto está oscuro, y mientras Darcy está abriendo las cortinas, lo veo
moverse debajo de las sábanas. Siento como si estuviéramos invadiendo su
privacidad, y estoy segura que soy la última persona que quiere ver como la
primera cosa de la mañana. Una vez la luz llena el cuarto, me doy cuenta que nos
está dando la espalda.
8 Kris Kringle: es la versión escandinava pero más comúnmente en el folclore alemán de lo que
equivalente a Santa Claus para la cultura occidental.
9 Normalmente la esquizofrenia aparece y se logra diagnosticar en la adolescencia en este caso es
—Hola. —Saludo con la mano tímidamente, y luego miro hacia mis botas.
Sé que mis mejillas están de rojo brillante.
Levanta las sábanas de la cama, y santa madre, esta sin camisa. Su cuerpo
luce exactamente de la misma manera cómo lo recordaba, excepto su cabello y
barba que son más largos, y sus ojos están más vacíos.
Asiento.
Una hora más tarde, después que acabamos con las rondas matutinas, sigo
a Darcy por la oficina, ayudando con varias tareas. Primero, respondo un par de
correos electrónicos. Luego, manejo los teléfonos mientras Cecelia toma su
almuerzo. Alrededor de la una de la tarde, Darcy me releva. Mientras estoy
empacando, me estudia atentamente, doblando blancas toallas corrientes que
están recién salidas de la secadora.
117
Página
—Pienso que mañana asignaré un paciente para ti. ¿Crees que puedes
manejar al Sr. Rivera por si solo? No importa su temperamento y amargo humor.
Eventualmente entrará en confianza contigo.
Me ahogo.
Se ríe.
Ella chasquea la lengua, algo que hace muy a menudo, y pone sus manos
en sus caderas y hace una cruz con sus dedos, murmurando algo en voz baja. Ya
ha hecho esto un par de vez a través del día, y me hace preguntarme si es católica.
—¿Cuándo?
Asiento.
119
Página
Traducido por Lalaemk
Presente.
A
garro mi chaqueta fuertemente contra mi cuerpo mientras camino
hacia el edificio. Vermont está experimentando un día de
primavera inusualmente frío hoy, y todavía no estoy
acostumbrada a vivir en un lugar con estaciones, también conocido como llevar
ropa abrigadora cada vez que hay oportunidad para el clima impredecible.
—Estás muy animada para las siete y media —gime, tomando un trago de
café.
—No realmente no. Tratar con gente loca todo el día no ayuda. —Darcy se
acerca, no la vi detrás de la puerta de la nevera, y le pega a Emma en la parte
posterior de la cabeza con un periódico enrollado—. ¡Ay, mamá!
Asiento.
—La habitación nueve es la suite de este lugar. Tres mil dólares al mes, sin
incluir alimentos y atención privada, ambos por los cuales sus padres pagan
dinero adicional.
No tenía ni idea acerca de sus padres, pero por otra parte, estoy segura de
que hay mucho que no sé de él.
Llamo tres veces, con suavidad, y el silencio me saluda al otro lado. Abro
la puerta de todos modos.
—Primero, el vestido con todos los colores de mierda. Luego, ayer, con el
suéter marrón…
—Bien.
—Estupendo.
Él no se mueve.
—Muy bien. —Miro alrededor de la habitación una vez más antes de irme.
Trago y respiro hondo. Pelear con él no nos llevará a ningún lado. No debería
dejar que su mal humor me afectara. Tengo que ser la persona más grande—.
Darcy dijo que pintaste algo ayer. ¿Puedo verlo? —He estado muy curiosa acerca
de que la pintura desde ayer. Un vistazo a esa pintura, y cariño, eras solo tú.
Me mira, con los ojos en estado de shock. Y entonces ira. Una vez más, no
me da una respuesta. En cambio, se tambalea hacia adelante y se desliza a su silla
con facilidad. Entonces se dirige al baño.
Gira y me mira.
—No soy una enfermera. Soy una voluntaria. —Siento mi labio temblar, y
lo muerdo. Pongo su bandeja sobre la cama, un poco demasiado duro. Su jugo
de manzana se tambalea, pero no me importa. Si fuera más agradable, limpiaría.
No es un inválido. Puede limpiar el jugo por sí mismo.
—Ten —digo, agarrando una camiseta del cajón. Él no necesita ayuda con
eso; la lanza sobre su cabeza y luego empuja el cuello hasta las piernas desnudas.
Sólo lleva bóxer.
—Si vas a ser exigente, puedes vestirte solo. Sé que simplemente estás
tratando de humillarme, pero soy más dura de lo que parece.
124
Página
—¿En serio? —dice, sin dejar de sonreír. Está acariciándose la mandíbula
y me mira detenidamente—. Porque estás de color rojo brillante.
—¡Entonces vete! —Agita los brazos y me hace gestos para que me vaya.
—Sebastian.
—¿Es tan infeliz que tiene que insultar y humillarme a cada oportunidad?
—¿Era siempre así? —Mi voz está suplicando, y Emma me da una mirada
divertida. Necesito saber. ¿Está el viejo Sebastian en alguna parte, escondido
debajo del monstruo?
Asiente.
—Sí. Iba un año por delante de mí, pero siempre fuimos amigos. Raros y
frikis —añade entre risas. Veo que una sonrisa triste comienza a aparecer en sus
125
Página
labios—. El primer par de años de la universidad fueron buenos para él. Se fue a
la universidad Williams en Massachusetts. De todas formas, estudió en el
extranjero en Florencia su primer año, y creo que le dio nostalgia. Sus
compañeros de clase, finalmente, tuvieron una intervención, y lo enviaron a casa.
Nunca regresó a la universidad. Fue en picada desde allí, y perdimos contacto
después de eso.
Miro hacia abajo a mis manos con solemnidad. No sólo nunca nos
conocimos, sino que nuestras vidas son peores a causa de ello. Si nos hubiéramos
encontrado el uno al otro antes, las cosas podrían ser diferentes ahora.
—Es verdad. Soy encantadora. Pero hace tres meses, era una ruina.
Me echo a reír.
—Me gustas. Has pasado por el infierno y de regreso, y sin embargo, eres
tan… esperanzadora. Eres optimista.
—Tengo que serlo —digo tímidamente—. Nunca solía serlo. Pero, ¿qué
tenemos si no es esperanza?
127
Página
Traducido por Lyla
Presente.
D
espués de que mi primera semana está terminada, siento como
que he aprendido algunas cosas acerca de la vida como
voluntaria.
En segundo lugar, Emma y Darcy son muy buenas para hacer frente a la
mierda loca que pasa en el Retiro Brattleboro diariamente: comida siendo
lanzada, nuevos pacientes que llegan todos los días, ataques de ira, TPM
(trastorno de personalidad múltiple: te estoy mirando a ti, David / Hubert) y
malestar general del resto del personal (Cecelia es la persona más perezosa que
conozco). Emma puede ser sarcástica, pero puedo decir que ella realmente se
preocupa por sus pacientes, al igual que su madre.
En tercer lugar, hay tres grupos distintos aquí, lo que es a la vez divertido
y triste. El primer grupo es el de las chicas populares. Esto incluye a Lily
(adicción), Dana (anorexia nerviosa), Dina (bulimia nerviosa), y Ángela
(adicción). El segundo grupo es el de los esquizofrénicos, que incluye al Sr.
Kringle y a otros dos hombres de mediana edad, ambos de los cuales nunca he
conocido. Prefieren permanecer juntos, y son todos muy dulces y agradables. El
tercer grupo es el de los marginados.
Podrías decir que Sebastian es una parte de este grupo, pero por lo general
prefiere estar solo y se soporta a sí mismo. Hay un par de otras personas con
depresión crónica o ansiedad, y una mujer de mi edad con trastorno obsesivo
compulsivo. Mis días son ciertamente interesantes aunque muy satisfactorios.
Unas cuadras más adelante, estoy pasando por debajo del toldo azul
pintoresco del Mocha Jean’s Coffee. Unas pocas personas se encuentran dispersas
alrededor de las mesas, pero en su mayor parte, están vacías para las dos en un
viernes por la tarde.
—Wow, encontrar un trabajo es mucho más fácil de lo que pensé que sería.
Se ríe.
Me río.
—Marlin.
Me río.
—Padres.
El lunes por la mañana llega demasiado pronto, y soy lenta para llegar al
retiro y aún más lenta de hacer mi camino a la habitación de Sebastian. Temer
sería la palabra correcta.
—Te traje algo para desayunar, y Darcy estará en poco tiempo con tu
medicamento.
—¿Qué?
—¿México?
Tito Juares. Había oído hablar de él. Me pregunto, ¿por qué el apellido de
Sebastian era Juares en mi sueño, y no en la vida real?
—Te ves bien hoy —dice, y luego por sí solo rueda al cuarto de baño. Estoy
paralizada al lado de su cama. ¿Me acaba de dar un cumplido? ¿A dónde irá a
parar el mundo? Justo cuando estoy a punto de salir, lo escucho llegar a la puerta
del baño—. Por favor, no analices demasiado lo que dije. Sólo estaba haciendo
una observación platónica.
—Eso es verdad.
—¿Por qué eres tan malo conmigo? —pregunto sin pensar—. Sólo estoy
tratando de ayudar.
—Tal vez sea porque somos tan diferentes. Tal vez me molesta que estés
tratando de ayudarme. —Él mira hacia arriba. Sus ojos son suaves, y por un
segundo, veo algún tipo de vulnerabilidad. Estoy sorprendida por su honestidad.
—No somos nada iguales, Marlin. No sé por qué quisiste ser voluntaria
aquí. Tal vez querías sentirte mejor después de tu ruptura, pero por favor, no nos
coloques en la misma bolsa.
Se encoge de hombros.
Cada vez que siento como que estoy haciendo progresos con Sebastian, es
como que damos un paso adelante y tres pasos hacia atrás.
133
Página
Traducido por âmenoire
Presente.
O
tra semana pasa y se desarrolla una rutina. Empiezo mi día en el
retiro, donde le llevo a Sebastian su desayuno y esquivo sus
insultos velados lo mejor que pueda. De vez en cuando, me dice
un cumplido, pero generalmente está de un humor terrible y quiere que lo dejen
solo.
Las noches son lo más difícil, para ser honesta. Me encuentro con Emma
para tomar algo un par de veces, y una vez Dave me invita a una noche de
micrófono abierto, lo que es divertido. Aunque todas las demás noches son
solitarias y largas. Me voy temprano a la cama, emocionada por iniciar mi día en
el retiro.
—Oh, Marlin. Estoy tan contenta que estés aquí. —Golpea con fuerza el
horario en la tabla con irritación—. Me di cuenta que olvidé completamente
decirte sobre el día de película. Eres bienvenida en acompañarnos. Deberíamos
estar de regreso después de la comida, así que deberías ser capaz de llegar a tu
turno en Mocha Jean’s. —Darcy me ha visitado varias veces. De hecho, Darcy y
Emma me han adoptado bajo su ala de alguna manera y estoy tan agradecida por
la familia Kavanagh.
Lo sospechaba.
—Al menos vas a salir hacia el mundo real. Aire fresco. Esta primavera ha
sido hermosa —añado.
Sonrío.
No dice nada y en cambio se gira otra vez hacia la ventada y cruza sus
brazos. Está vistiendo una ajustada camiseta blanca, pantaloncillos cortos negros
y sus converse negros de bota alta. Con su cabello y el fruncimiento permanente
en su rostro, luce y actúa tan diferente del Sebastian en mi sueño. Me pregunto
dónde sucedió la desconexión, ¿qué lo hizo de esta manera en lugar de la manera
de mi sueño?
Miro hacia él. La luz de la ventana se refleja en sus ojos color chocolate y
su piel es suave donde su barba incipiente termina. Repentinamente, se gira y me
atrapa mirándolo fijamente.
Trago, insegura sobre qué decir. Se siente como si el aire estuviera siendo
sacado de mis pulmones. Debe notarlo, porque suspira y continúa.
Quiero abofetear su lindo rostro y hacer que lo crea. ¿Cómo puede estar
sucediendo esto? No salió y lo dijo, pero sospecho que todavía está teniendo
tendencias suicidas. Cuando salga del retiro, no hay dudas lo que podría hacer.
—Traté de matarme hace tres meses. Pensé que era feliz durante tanto
tiempo, pero no lo era. Traté de terminar con todo. Soy una prueba viviente de
que todo mejora, Sebastian.
—Me alegra que mejorara para ti, Marlin. —Su simple respuesta me
desbalancea, como si me estuviera desechando. Quiero que entienda. Necesito
que entienda.
—¿Qué, como una lista de mierda de cosas que hacer antes de morir?
—Sí, pero menos cursi. Me gusta. Lista de mierda de cosas que hacer antes
de morir.
Hace una mueca, sus labios apretados. Puedo decir que está tratando de
leerme, tratando de resolver si voy a seguir molestándolo sobre esto. Cruzo mis
brazos y me siento derecha, sin quitar mis ojos de los suyos. Tiene que saber que
hablo en serio al cien por ciento.
Mira hacia el papel y la pluma y luego hacia mí, sus ojos helados. Justo
cuando pienso que va a gritar o alejarse, los toma y empieza a escribir sobre la
parte de atrás del asiento. Trato de no husmear, así que me entretengo con mi
teléfono y reviso mi correo electrónico. Después de algunos minutos, me pasa de
regreso el pedazo de papel y estoy más que ansiosa por leerlo.
—Hay una cosa en la lista que no escribí, para evitar avergonzarme. Pero
el viernes, te dejaré saber si ha sido lograda o no.
Se encoge de hombros.
—Son poco exigente. —Me dirige una sonrisa ladeada y siento mi corazón
alborotarse. Dios, si no estuviera tan deprimido, tendría la habilidad de romper
tantos corazones con esa sonrisa.
140
Página
Traducido por Gemma.Santolaria
Presente.
U
na vez que llegamos al centro y todo el mundo se baja del autobús,
tiro de Darcy a un lado y le explico mi plan. En el mundo real,
realmente tengo que aclarar esto con ella.
—Bueno, no, creo que la palabra que usó fue desaparecer — explico—. Pero
él es tan melancólico. Yo… quiero que sea feliz.
—Eres una buena persona. Estoy feliz de dejar a ese imbécil revolcarse en
su propia miseria —susurra Emma, y Darcy golpea con fuerza el hombro de
Emma con su mano.
—Sólo asegúrate de aclararlo todo conmigo. Sólo viajes de día. Tiene que
estar aquí mañana y noche para su medicación.
Darcy suspira.
Ahora que tengo permiso, camino hacia Sebastian y le señalo que venga
conmigo.
—¿Lo era, de verdad? Parecía ser una lista bastante seria para mí. Y lo
tengo todo aclarado con Darcy. Por lo que o bien podemos ir a la tienda Faithful
Few Tattoo and Body Piercing o podemos ir a ver una cursi comedia romántica
con todos los demás y fingir que no pasa nada. Enfrenta la música, Sebastian.
Unos minutos más tarde, estamos explorando filas y filas de carteles que
han colgado con ejemplos de tatuajes. Sebastian no me parece que sea alguien
que escogería un tatuaje de un libro, así que vetamos los tatuajes pre-dibujados,
142
Página
y va dentro de una de esas habitaciones traseras con Derrick, el tipo que me hizo
mi tatuaje. Los escucho discutir ideas: tecleando, un ordenador, una impresora.
Después de unos minutos, Sebastian asoma la cabeza por la esquina.
Muevo mis pies. Soy una especie de miedica, y el tatuaje que tuve en mi
muñeca hace unas semanas lo pensé muy bien. Me encojo de hombros.
—Tus ojos pueden llenarse de lágrimas —añade, tocando una larga aguja.
Trago.
Sin decir nada, Rob empuja la aguja a través de un orificio nasal, y chillo.
Creo que soy una cobarde cuando no soy la que inflige dolor en mí misma.
—Se ve bien —añade Sebastian. Veo que Derrik se cierne sobre su bíceps
derecho.
—Gracias.
—¿Y bien? ¿Cómo fue? —Miro hacia Derrik expectante, y él sólo sonríe y
se aleja. Mis ojos se mueven hasta Sebastian, quien saca un fajo de billetes de su
cartera.
—Gracias.
143
Página
Una vez que todo está hecho, Derrik le entrega un paquete lleno de
limpiador y una loción suave.
—Límpialo dos veces al día, pon loción después, y no saques la costra. Sólo
déjalo estar, hermano, ¡y asegúrate de volver! Eres un tipo increíble. —Derrik se
aleja, y yo saco a Sebastian rodando.
Me río.
—Y Darcy dijo que sólo excursiones de un día, por lo que París está fuera,
al menos por ahora. Voy a pensar en una alternativa.
—Bien.
—La respuesta es que no lo sé. Algo tiene que cambiar. Es miserable, ser
esta cosa viva.
—Pero no tiene que ser eso —digo con urgencia, pánico alzándose en mi
garganta. ¿Qué pasa si no puedo salvarle? ¿Y si está demasiado jodido?
—No quiero hablar más de esto. ¿Vale? —Me está enfrentando ahora, pero
no me encuentro con su mirada. Tengo que morderme el labio inferior para no
decir nada estúpido.
El resto del viaje en autobús sucede sin incidentes, y una vez que estamos
de vuelta, voy directamente hacia mi auto después de decirle adiós a Darcy y a
145
Página
Emma. Sebastian rueda por sí mismo lejos sin decir adiós, y el dolor de esto me
tiene secando lágrimas de camino al trabajo.
146
Página
Traducido por Lalaemk
Presente.
E
ntro al Retiro Brattleboro el martes con un renovado sentido de
valor. Estoy salvando vidas a diestra y siniestra. Tengo un plan para
hoy, e involucra un muy detallado, muy caro paseo en helicóptero
(y posiblemente una cita con Dylan, el piloto, como un soborno).
Con emoción, abro la puerta de Sebastian cinco minutos más tarde y para
mi sorpresa, él ya está despierto y sentado en su silla de ruedas.
—A veces lanza estos ataques, y ella tiene que darle Xanax. Lo deja fuera
de combate un buen día.
—Oh… Dios… mío —dice en voz baja—. Sientes algo por él, ¿verdad? —
acusa, y cruzo mis brazos y chasqueo la lengua.
—Lo haces. Lo estoy viendo en este momento. Y creo que es una idea
terrible.
—Yo no. Sólo… tenía planes con él hoy, y ahora se arruinaron. Desde
luego no puede volar un helicóptero mientras esté drogado, ¿verdad?
Me encojo de hombros.
—Tengo que hacer rondas, pero tienes que saber que estará bien mañana.
Eres una buena persona, Marlin. Demasiado buena.
Me sonrojo.
—Gracias.
—Oh, bien, estás aquí. Hemos tenido una larga noche, me llamaron a las
4:00 a.m. y tuvimos que someter al Sr. Rivera.
Un par de horas más tarde, después de que haya terminado el día, decido
hacer una parada en la habitación de Sebastian antes de irme. Técnicamente he
terminado, pero quiero ver cómo le está yendo. Cuando abro la puerta, me
sorprende verlo febrilmente pintando.
Está inclinado sobre una amplia área de trabajo, y su pincel está atacando
agresivamente el lienzo con pintura. Su cabello es salvaje, y la camisa
desabrochada, dejando al descubierto su pecho. Tiene pintura en su cara.
Y está muy lúcido en el momento, así que poco a poco cierro la puerta de
nuevo.
—Somos parecidos.
Claro, porque Van Gogh se pegó un tiro. No reconozco ese hecho. En lugar
de ello, dejo que mis ojos se deslicen por su pintura.
—Todo lo que estoy diciendo es que quiero ayudar. ¿Es tan difícil de creer?
Aprieta la mandíbula y se pasa las manos por el pelo hirsuto. Vete. Solo
vete.
—Bien. Pero voy a volver mañana, y vamos a tachar algo más de tu lista.
—Ha sido un día muy largo —digo, mi voz lacónica—. Prefiero no hablar
de ello, pero si quieren saber, les diré mañana. —Sigo por el pasillo sin mirar
150
Página
hacia atrás, y trato de ocultar la esperanza que florece a través de todo mi interior
cuando escucho a Darcy susurrar a Emma.
—Nunca lo he oído gritar. Eso tiene que ser una buena señal, ¿verdad?
151
Página
Traducido por Jo
Presente.
M
i turno en el trabajo avanza lento ese día. No puedo dejar de
pensar en Sebastian. En el lado positivo, Dave, el dueño de
Mocha Jean’s, está encantado de que vine a trabajar después de
todo. Inicialmente había pedido el día libre con la esperanza de que Sebastian y
yo estuviéramos volando alrededor en helicóptero justo ahora, pero ya que eso
se arruinó, decidí trabajar para ganar algo de dinero extra.
—Siento que las cosas no hayan funcionado con Dylan —dice Dave,
refiriéndose a su sobrino, el piloto de helicóptero.
Dave se ríe.
—Es realmente dulce que nos lleve sin cobrarnos. —No menciono la cita
que le prometí a cambio.
—Lo sé. Has sido una amiga realmente buena. Te agradezco por eso. Pero
sé lo que estoy haciendo.
—Lo sé. Sé que el suicidio es intenso. Y sé que no hay cura. Pero he pasado
a tener una vida normal. Quiero eso para él también.
Emma asiente.
—Gracias. —Le doy una sonrisa genuina—. Es por eso que quiero
ayudarlo. —No elaboro, no le he dicho a nadie acerca de mi sueño todavía. Tal
vez le contaré algún día, pero por ahora, una cosa a la vez…
Se ríe.
—Lo sé. Lo es, la mayor parte del tiempo. Pero es una fachada. —Aleja la
mirada por un segundo, su rostro tornándose taciturno—. Estábamos juntos en
la banda en la secundaria. ¿Sabías eso?
—Eso es asombroso.
La mesera trae nuestra comida, y una vez que cada una comió un par de
bocados de nuestras hamburguesas, ella continúa.
—Tienes que decir eso. Estás casada con él —digo con mi boca llena de
comida.
Asiento orgullosa.
—¡Gracias! Sí, lo hice. Estoy intentando probarle que la vida vale la pena,
y escribió una lista de mierda de cosas que hacer antes de morir.
155
Página
Traducido por Jo & Mae
Presente.
E
l miércoles, estoy determinada a borrar no una, sino dos cosas de la
lista de mierda de cosas que hacer antes de morir de Sebastian. Así
que cuando entro de golpe a su habitación a las ocho quince, estoy
encantada de verlo vestido y comiendo el desayuno.
—Es el piloto.
—El clima, ¿en serio? —pregunta, incrédulo. Entrecierro mis ojos y alejo
la mirada. Juego con el dobladillo de mi camiseta negra de manga larga, sin
responderle. Si quiere hablar acerca de algo más que el clima, puede iniciar una
conversación—. ¿Cuándo se supone que nos va a encontrar este tipo?
Imbécil sentencioso.
—Estoy bien —respondo, mi voz débil—. Solo un poco asustada por las
alturas. —Una fina capa de sudor cubre mi frente. Abro mis ojos de nuevo.
Ugh. Ya lo odio por hacer que Sebastian se sienta lo más pequeño posible.
158
Página
—Creo que puedo manejarlo —responde Sebastian. Levanto la mirada, y
él me guiña el ojo, me da una sonrisa torcida y toma los controles.
Una vez que Dylan toma los controles de nuevo, nos dirige hacia las
carreteras de Vermont, y trazo el asunto en la lista de cosas de Sebastian. Tengo
una idea para mañana. Requerirá levantarnos muy temprano y tomar prestada
la van de nuevo, pero no es imposible.
—Todavía no puedo creer que vayas a salir con ese idiota —murmura
antes de rodar hacia la calle, y dejarme sola con Dylan. Mi boca está todavía
abierta por la sorpresa cuando Dylan camina detrás de mí.
159
Página
—Por lo tanto, ¿esta noche funciona para ti, o es mejor mañana? —
pregunta Dylan, pasándose una mano por el pelo negro azabache y dándome
una sonrisa de comemierda.
Uf.
—¿Qué pasa contigo y ese tipo? —dice Dylan en voz alta, con la lengua en
la mejilla. Ese tipo. El idiota conoce el nombre de Sebastian, sólo está siendo
estúpido.
Se acerca a mí, pero lo único que quiero hacer es correr. ¿No entiende
indirectas?
—No, no está loco. Gracias por el paseo. —Me giro y me alejo antes de que
tenga la oportunidad de responder.
Subo el volumen y cierro los ojos. Es una canción lenta, y el lento ritmo me
pone emocional. Es casi demasiado, estar en un auto con Sebastian, escuchando
esta canción… trato de reprimir las ganas de llorar, pero no funciona. La primera
lágrima golpea mis vaqueros.
160
Página
—¿Estás bien? —grita sobre la música. Levanto un dedo hacia él.
Apoyo la cabeza y espero a que la canción llegue hasta el final, y una vez
que lo hace, apago el auto. El silencio es sofocante.
Le doy una pequeña sonrisa y luego doy la vuelta para abrir la puerta.
Salto sobre el asfalto y descargo su silla de ruedas. Cuando abro la puerta, me
está mirando curiosamente otra vez, toda su atención está en mí mientras me
estudia. Lo ayudo a sentarse, agarrando una de las manos y bajándolo.
Siento un leve rubor aflorar en mis mejillas ante su intensa mirada, y miro
hacia otro lado para romper el contacto visual.
—Sí, señora.
161
Página
Traducido por Raeleen P.
Presente.
M
e tomo el jueves para faltar al trabajo y, como prometí, me
presento en el retiro lista y puntual a las siete de la mañana. Hoy
va a ser un día pesado; tengo mi viaje sorpresa para Sebastian,
y luego la fiesta sorpresa de despedida que el personal y los otros pacientes le
harán cuando lleguemos a la hora de la cena. Me han invitado, y Cecelia se ofreció
voluntaria para decorar mientras no estamos, claro.
Subo los escalones hacia la puerta, la cual está cerrada a esta hora, y llamo
a Darcy. Ella me ha dado permiso para hacer esto, y amablemente me dio permiso
de usar la van otra vez, y hasta empaco el kit de medicina de emergencia en caso
de que Sebastian sufra un ataque de ansiedad. Una vez que Darcy me deja pasar,
de inmediato empieza a lanzarme órdenes y sugerencias al tiempo que camino
en dirección al cuarto de Sebastian. Me limpio las manos sudorosas en mis caquis
verdes y me enderezo mi blusa de tirantes azul.
162
Página
—No dudes en llamar por cualquier cosa —susurra, dejándome entrar. Y
luego me guiña un ojo, y tengo que contenerme para no poner los ojos en blanco.
—Más te vale que esto sea bueno, Marlin —dice Sebastian cuando
entramos al cuarto. Darcy toma su bandeja vacía del desayuno y se despide,
dejándonos solos. Él lleva una camisa negra, las mangas arremangadas y
pantalones cortos de vaquero.
Frunce el ceño.
—Sí. Ayer. Pero el doctor dijo que debería llevar la silla de ruedas en
nuestra salida de hoy. Solo puedo caminar cuando estoy en el hospital.
Sonrío.
—Tienes que usar esto hasta que diga que puedes quitártelo.
—Espero que los de aquí hayan investigado sobre ti, Winters. Prefiero no
ser secuestrado hoy. Se dice que mañana soy libre.
—¿Y cuánto tiempo debo estar con los ojos cubiertos? —pregunta,
malhumorado.
163
Página
—Son tres horas, y luego tenemos que caminar un poco. Como tres horas
y media, máximo.
—Desearía poder decir que estoy emocionado pero este tipo de cosas me
ponen nervioso —replica, su tono es brusco.
—Por Dios, me muero por ver otra vez —se queja Sebastian, frotándose
alrededor de los ojos.
Escondo mi sonrisa y me alejo, dejándolo para que haga lo que quiera con
la pintura de Van Gogh. Conforme pasan los minutos, los turistas comienzan a
llegar, y la habitación empieza a llenarse más con cada minuto que pasa.
Sebastian permanece en su lugar, y analizo a las personas interactuar con él
porque está en una silla de ruedas. Claro que nadie dice nada… ¡dejan que el
discapacitado se quede todo el tiempo que quiera! Le dan muchas miradas de
lástima, pero él no lo nota. No se mueve. Me pregunto en qué piensa.
Casi una hora después, mientras estoy sentada en una banca frente a una
pintura de Monet, veo que Sebastian viene hacia mí. Tiene la frente fruncida y se
ve agitado.
—Me enoja que me hayas traído aquí —dice, sin rodeos—. Porque ahora
nunca querré irme. Puedo quedarme aquí por años. —Sonríe y se estaciona a mi
lado.
—Bueno, esa es una buena razón para no suicidarte —le contesto, igual sin
rodeos—. Así podrás regresar. No hay pinturas de Van Gogh en el cielo.
—¿Cómo sabes?
—Sí, en serio.
—Continúa —dice, expectante. Lo miro otra vez, y sus ojos brillan con
diversión—. No puedes decir que has visto el cielo y no decir nada más.
—Era más como un sueño. Un universo alterno, más o menos. Creo que se
suponía que viera cómo sería mi vida si fuera feliz.
Sé que lo que sea que diga, tendrá un impacto en él, así que elijo mis
palabras con cuidado.
—No tiene que ser amor romántico. El mío no lo fue. Puede ser el amor de
amigos.
Me levanto.
—¿Sí?
—Gracias. De nuevo.
Presente.
—E
ntonces, cuéntame más de este ex novio —pregunta
Sebastian entre mordiscos de pizza. Estamos sentados en
una diminuta pizzería en algún lugar calle abajo del
MoMA.
—Darcy dijo que acabas de salir de una relación. No dijo nada más, pero
me imaginé porque te has mudado al otro lado del país que las cosas fueron…
feas.
Me encojo de hombros.
—¿Cómo lo conociste?
—En la universidad.
—Florencia, guau. Eso debe haber sido fascinante con todo el arte clásico
que tienen.
—Quizás lo logres algún día —digo con entusiasmo—. Ya has hecho dos
años. Siempre puedes volver. Obtener tu matrícula de profesor, enseñar arte en
un secundario local —sugiero, esperando su reacción. Simplemente se pasa la
lengua por los labios y sacude la cabeza.
Me río.
—Vamos, entonces.
Aún piensa que bromeo, pero mientras bajo por la autopista y sigo las
señales hacia Juniper Woods, él levanta la cabeza.
Una vez que llegamos, nos recibe una gran cabina de madera. Salgo del
auto, y Sebastian camina hacia el baúl. Aún es raro verlo de pie. A regañadientes
se sienta en su silla, y lo empujo a la oficina.
—Sólo tenemos una hora antes de tener que volver —digo, justo antes de
que una linda morocha desnuda pase a nuestro lado. Miro a Sebastian, y sus ojos
la siguen un segundo antes de volver hacia los míos. La ola de celos que me
invade es intolerable. ¿Por qué tiene senos tan perfectos?
—Está bien. Aún no puedo creer que nos trajiste aquí. —Gira la cabeza y
me mira con admiración—. El mejor regalo del mundo. —Vuelve a mirar a la
chica desnuda.
—Sólo… para.
—Bien.
170
Página
En el camino de regreso al retiro, hablamos todo el camino, apenas
deteniéndonos a tomar aliento. Cualquier defensa que haya tenido la semana
pasada ha desaparecido, y con cada anécdota, recuerdo, e historia, lentamente
comienza a transformarse en el Sebastian que conozco de mi sueño. No es
completamente el mismo, aún hay más oscuridad en este, pero el exterior duro
ha desaparecido, y siento que a cada momento, nos volvemos más y más
cercanos.
Hablamos del retiro, y cuando más nos acercamos, más ansioso parece. No
creo que le guste que le recuerden que se encuentra hospitalizado, y espero que
eso sea una buena señal para mañana.
Mañana. No puedo creer que sus veintiocho días terminan mañana. Casi
todo en su lista ha sido completado, y en algún momento durante la fiesta, tengo
que encontrarle una modelo viva para que pinte. Quizás Emma o Lily. Veré quién
estaría dispuesta a hacerlo. Y después de eso… sólo quedaría el misterioso
número siete para tachar.
—Oh, por favor. Darcy es terrible ocultando secretos de mí. Sé que hay
una fiesta.
Gruño.
171
Página
—Bien, nos atrapaste. Pero no fui quien te lo dijo.
Lo levanto hacia su silla, y cuando giro la cabeza, su rostro está allí mismo.
Estamos tan cerca, y su aliento me lleva el corazón acelerado a la garganta.
Cuando me atrevo a mirarlo a los ojos, noto que los suyos están nublados por el
deseo, y algo se me atasca en la garganta.
—Bueno, entonces, supongo que te veré más tarde. —Meto las manos en
los bolsillos, donde están a salvo, y me giro hacia mi auto para irme.
172
Página
Traducido por Diana de Loera
Presente.
A
rrojo el millonésimo vestido a mi cama y suspiro. Tengo
absolutamente nada de ropa… nada que se sienta merecedora de
la última noche de Sebastian. Tengo que admitir que puedo estar
jugando una carta injusta aquí; quiero verme sexy, recordarle al sexo, pero
además de eso, necesito verme profesional. Es una fina línea.
Esta es nuestra vida, y tengo que tomarla por las riendas y malditamente
asegurarme de que Sebastian se quede. Puede que de hecho tengamos una
oportunidad de ser felices. Sólo tengo que convencerlo de todo esto sin sonar
completamente loca.
Ella suspira.
—Estamos un poco retrasados. Sebastian está con el doctor, y una vez que
termine, sabe que tiene que venir aquí. Darcy y Emma fueron retenidos por un
nuevo paciente. Se ingresó él mismo hoy… un poco como una pesadilla.
—Sólo voy a traer la mesa para las papitas. Todos deberían estar aquí
pronto.
—¿Necesitas ayuda? —ofrezco. Lo que sea para quemar algo de esta energía
nerviosa…
Antes de saber lo que estoy haciendo, mis dedos empiezan a volar por las
teclas, y el Ave María llena la habitación de tamaño medio. Me pierdo en la
canción, y tengo que morder mi labio inferior para evitar llorar. La última vez
que toqué esta canción fue con Sebastian. De repente estoy abrumada por la
emoción, muerdo en lugar de llorar, cierro mis ojos y toco con el corazón. Cada
nota me llena de una forma diferente, y bastante pronto, estoy tocando la última
parte, mis ojos acuosos, mi corazón lleno. Cuando termino, dejo caer mi barbilla
a mi pecho. Una única lágrima se desliza por mi mejilla.
—Darcy me está dejando caminar en éstas esta noche. Acabo de tener una
cita con el doctor. Los huesos están sanados, pero se supone que lo tome con
calma.
Asiento.
—Sebastian, yo…
—¿Q-Qué?
—Casi lo último.
Me río.
175
Página
—Cierto. De acuerdo, si hago esto por ti, ¿me prometes contarme lo que es
el número siete?
—¡Se suponía que esto fuera una sorpresa! —empieza Darcy, angustia
llenando su voz.
—Te ves preciosa —dice, tomando mis manos. Doy una pequeña vuelta.
—Oye hombre, lo que sea que funcione. —Jeb pone un brazo alrededor de
Sebastian y lo dirige hacia la mesa de papitas.
—Eso espero.
—¿A dónde lo llevaste hoy? ¿Mi mamá dijo que ayer lo subiste a un
helicóptero? Dios mío, Marlin. ¿Cómo sacaste esa? —Me empuja con su hombro.
Me río.
—Tuve que aceptar salir en una cita con el sobrino de mi jefe, quien es
horrible. Nos llevó en el helicóptero de las noticias. Y hoy lo llevé a la ciudad de
Nueva York. Fuimos al MoMA y vimos Noche Estrellada. —No menciono la
colonia nudista. Tengo el presentimiento de que Darcy no lo aprobaría.
Asiento.
—Lo hago.
Jadeo.
—Bueno, sólo en caso de que… —No termina la oración, y siento que mis
mejillas se enrojecen. La aprobación silenciosa de Darcy y Emma significan todo
para mí.
Me enderezo.
Es la primera vez que me he dado cuenta de la música, pero una vez que
las palabras salen de su boca, la canción entra en foco. Es una canción lenta de
178
Página
Adele. Emma y Jeb están bailando, así que al menos no nos veremos fuera de
lugar.
No respondo. En su lugar, cierro mis ojos con fuerza, queriendo que esta
canción nunca termine, queriendo que esta noche nunca termine, queriendo que
este sentimiento entre nosotros nunca desaparezca… Después de mañana, él está
por su cuenta, y no hay forma de predecir lo que pueda suceder. No estoy
completamente confiada en que no vuelva a tratar de suicidarse.
Puede que todo esto funcione. Tiene que funcionar. Tiene sentimientos
hacia mí. Eso significa que no hará nada estúpido. ¿Cierto?
180
Página
Traducido por Diana de Loera
Presente.
M
antengo mi cabeza hacia abajo mientras nos escabullimos de la
sala recreacional. Estoy agradecida de que Emma mencionara
que tendríamos privacidad esta noche. Estoy segura que
estamos rompiendo todas las reglas. De hecho, sé que estamos rompiendo la regla
más importante: sin visitantes en las habitaciones de los pacientes fuera de los
horarios de visitas.
Camina hacia su cómoda, la que resulta estar justo a mi lado, y mis ojos
siguen su pecho desnudo mientras se estira para sacar una vieja playera. Cuando
la encuentra, se la pone rápidamente. Sus ojos viajan hacia los míos, y yo alejo la
mirada al instante, manteniendo mi cara hacia el frente y mi boca neutral.
Se ríe.
—Pero ¿es una película graciosa o una triste? Mi cara reflejaría el humor.
Suspira, sonriendo.
—De acuerdo. Espero que no sea aburrido, porque puede que me quede
dormida.
Se sienta detrás del caballete. Sólo puedo ver la mitad de su cuerpo detrás
de él, pero ya ha empezado a mezclar pintura y quitando lo blanco de su paleta.
Intento no poner atención a los colores que está escogiendo o los movimientos
que hacen sus brazos.
Paso por todo mi armario, organizado cada blusa por color y luego los
pantalones por estación. Hago una lista mental de atuendos de invierno que
necesito comprar. Preparo un correo a mi madre, memorizándolo, esperando
recordar enviarlo cuando llegue a casa.
Se siente como si han pasado horas, pero cuando levanto la mirada hacia
el reloj encima de la puerta, sólo han trascurrido veinte minutos. Tengo que
pensar en algo más. Mi mente empieza a vagar a la casa que Sebastian y yo
fuimos estábamos renovando en mi sueño. Extraño el departamento de mierda
en el que nos estábamos quedando. Extraño la mirada que Sebastian me dio
cuando el técnico de ultrasonidos señaló el borrón que se convertiría en nuestro
bebé. Extraño la forma en la que me miró justo antes de hacerme el amor…
183
Página
—¿Qué está mal? —La voz de Sebastian me despierta de mis recuerdos;
los recuerdos que no eran reales. Esto es real. La enfermedad es real. El largo y
arduo camino en el que está a punto de embarcarse es real. La decisión que hará
mañana es real.
Me sonrojo.
—Este. Bueno, tengo una idea. Sostén o no. —Su sonrisa me dice todo, y
cuando camina hacia su cómoda, lo veo darle una mirada furtiva a mi pecho. Se
estira dentro del cajón y saca una camisa limpia color blanco—. Usa esto. Sólo
con bragas. Desabrochada, pero tapada.
Asiento y corro la silla más cerca. Esta vez, estoy justo frente a él, y puedo
ver su cara completamente. Me siento y cruzo mis piernas, y ajusto la camisa para
que cubra la mayor parte de todo, pero todavía muestra mi escote y la piel encima
de mis bragas… está artísticamente doblada.
Excepto que esta vez, sus ojos leen detenidamente y me examinan mucho
más que al lienzo. Al principio, supongo que es porque está memorizando ciertos
aspectos, o quizá antes simplemente no pude ver la forma en que sus ojos
pasaban lentamente por mi cara, cuello, clavícula…
No digo nada. En vez de eso, miro de la pared a su cara, y cuando mis ojos
quedan fijos en los de él, se humedece sus labios y me da la misma mirada de
desconcertado deseo que antes… como si no pudiera concentrarse.
—Creo que eso es suficiente por esta noche. —Baja la brocha y pone sus
manos en el escritorio sin mirarme.
—¿Puedo verlo? —Me pongo de pie y estiro mi cuello hacia los lados sin
esperar una respuesta. El resultado me hace jadear—. Es… increíble… —Capturó
la perezosa posición de mi cuerpo perfectamente. Y tiene razón, la camisa lo hace
sentirse desnudo pero hermoso y con clase al mismo tiempo. La pintura se
detiene en mis muñecas y tobillos. Tendrá que terminar mis manos y pies otro
día—. Deberías exhibir tus cosas en algún lugar. No estoy diciendo esto sólo
porque me agrades, sino porque tienes talento natural, y necesitas estar haciendo
esto para vivir.
Heme aquí parada frente a él, apenas tapada. Me acaba de pintar medio
desnuda, y parece que se está conteniendo.
Hasta ahora.
—Dame algo de holgura aquí. —Se ríe, poniendo su cara en sus manos—.
Acabo de pintar a la mujer viva más sexy, quien, por cierto, estaba escasamente
vestida.
—¿La mujer viva más sexy? —Inclino mi cabeza—. Oh, ¿en serio?
187
Página
—Dios, sí —susurra, y en un solo movimiento, me empuja contra la pared
detrás de nosotros y aprieta sus labios contra los míos.
Asiento.
—Sí. Si era tan importarte que no pudiste anotarlo, de verdad quiero saber
—respondo, haciendo eco de sus palabras.
Suspira.
—Quería enamorarme.
¿Me ama?
En dónde estoy.
—¿Es porque dije que estaba enamorado de ti? —pregunta, su voz tensa.
—No —digo, mi voz tensa. Empiezo a abrochar mi vestido… ¿por qué hay
tantos condenados botones? Y cuando termino, pongo mis manos en mis caderas
y lo miro directo a los ojos—. No malinterpretaste nada. Sólo pienso que a lo
mejor deberíamos empezar algo cuando no seas un paciente en las instalaciones
donde soy voluntaria. Se siente mal. No quiero apresurarme a nada,
especialmente cuando estás tan vulnerable.
Pasa su mano por sus labios, asintiendo rápidamente. Sus fosas nasales se
ensanchan, y los músculos de su mandíbula se flexionan.
Me deslizo por la puerta tanto con esperanza como con miedo por el
futuro. Esperanza, porque lo que acaba de pasar ahí fue increíble y, si el momento
es el adecuado, puede convertirse en algo genial. Pero también miedo, porque sé
que mañana se va, sé que lo acabo de lastimar, y no sé lo que depara el futuro.
190
Página
Traducido por âmenoire
Presente.
N
o espero dormir mucho esa noche y para sorpresa de nadie, me
revuelvo y doy giros hasta que el sale el sol. Mis ojos están secos
e inyectados con sangre; mi rostro ha visto mejores días. Me alisto
lentamente, reproduciendo en mi cabeza lo que le voy a decir a Sebastian una y
otra vez hasta que lo he memorizado.
También te amo, pero creo que debemos esperar algunos meses hasta que tengas
tus pies en el suelo.
Deberíamos permanecer como amigos por un rato.
Deberíamos empezar lento, tal vez salir en algunas citas.
Esto no significa que no quiera estar contigo. Solo significa que amo tanto lo que
tenemos que quiero que todo sea perfecto.
Suena estúpido, pero tiene que saber que tenemos esperanza. Ese es mi
objetivo más importante, mostrarle que podíamos intentarlo cuando se sienta
mejor.
—Oh, hola Marlin. —Se pone de pie—. Darcy está haciendo rondas y
Emma tiene el día libre. Pero puedes esperar aquí o en el salón de descanso a que
Darcy termine.
—Está bien. Solo estoy aquí para ver a Sebastian. —Como estoy aquí todos
los días, fenómeno. Le doy una tensa sonrisa.
¿Cómo pude? ¿Por qué no solo lo dejé hacerme el amor? Lo lastimé y ahora
está ahí afuera en algún lugar, suicida y podría no llegar a él a tiempo. Dejo caer
la nota en el suelo y corro rápidamente a través del pasillo hasta el vestíbulo.
Gruño.
Me incorporo rápidamente.
—¡Oh Dios mío! ¡Solo dame la maldita dirección! No tengo tiempo para el
chisme. No como si chismeáremos alguna vez pero, aun así, necesito saber a dónde
fue. ¿Sus padres vinieron a recogerlo?
—Por supuesto que lo hizo. —Me enderezo, tengo una idea. Sin pensar,
me subo al escritorio y me bajo del otro lado. Cecelia me mira con asco.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Se pone de pie y me sigue hacia los
archiveros de expedientes.
El puente.
¿Cómo es eso posible? ¿Cómo mi mente inventó ese dato? De hecho, si hago
preguntas, ¿cómo es posible que supiera cosas, cosas reales, sobre Sebastian? El
Jeep, la ciudad, las disposiciones… ¿Soy psíquica? ¿O tal vez mi sueño realmente
solo fue un tipo de universo alterno? Nuestros cerebros son capaces de más de lo
que podemos comprender. Supongo que es posible que mi cerebro obtuviera
información de algún universo paralelo, uno que realmente existe y me mostró
un poco de él. El hecho que en ese sueño Marlin y Sebastian están ahí afuera en
algún lugar, esperando un bebé, casados y felices me da toda la motivación que
necesito para encontrar a Sebastian. Ésta es nuestra vida real y tan jodido como
pueda parecer, estoy tan agradecida que pudiera ver un poco de lo que pudo ser.
No ha estado aquí.
Camino dentro del túnel y salgo por el otro lado, mirando a todos los
alrededores.
195
Página
Traducido por Lyla
Presente.
—No tienes que hacer esto —le grito, sollozando—. No tiene por qué ser
así.
Corro hacia el otro lado, una vez más, y esta vez detecto pequeños
peldaños en una de las tuberías de lluvia. Subo a la barandilla y agarro el palo
delgado, rezando que los peldaños soporten mi peso. Un paso a la vez…
—¿Por qué diablos subiste hasta aquí? Es peligroso. —Se pone de pie y
comienza a alejarse, sus movimientos estables y seguros—. Te dije que me dejaras
en paz.
Miro hacia abajo, que es algo que realmente no debería haber hecho, y
comienzo a llorar. Todo mi cuerpo empieza a temblar, y mis piernas se sienten
inestables y desiguales. Adrenalina está corriendo por mis venas, y sé que estoy
demasiado inestable para seguir arrastrándome por todo el techo. Comienzo a
sollozar, y sé que sólo hay una cosa que puedo decir para conseguir que Sebastian
se quede.
—¡Siéntate de una puta vez! —le grito, haciendo un gesto hacia el techo.
Comienza a caminar hacia mí y se sienta a un metro de distancia, manteniendo
su distancia, pero lo suficientemente cerca como para que yo no tenga que gritar.
—¿Qué haces aquí, Marlin? —Se pasa la mano por el pelo y me mira, sus
cejas arrugándose al mismo tiempo.
—Fui al retiro, pero te habías ido. Entré en pánico. ¿Me puedes culpar? —
Extiendo mis brazos—. Jesús, Sebastian.
—Explica cómo me has amado durante tres meses. —No es una pregunta,
sino una afirmación. Su voz es escéptica.
Él abre la boca para decir algo, pero luego decide no hacerlo. Esto ocurre
tres veces. Sus cejas están fruncidas, y cuando habla, su voz es desigual.
—Sí. Nos conocimos en Florencia. Fue una locura… soñé todo un perfil de
Facebook. Fui a través de más de mil imágenes. Mi cerebro evocó eso. Esa es la
única explicación a la que puedo llegar.
—Está bien —dice, estudiando mi cara—. Así que cuando despertaste, ¿te
acordaste?
Asiento.
—Me acordé de todo. Es por eso que apliqué para ser voluntaria:
necesitaba una razón para vivir aquí.
—Bueno, no sabía que serías un paciente. Intenté buscarte, pero dado que
eras Sebastian Rivera, no Juares, como en mi sueño, no podía encontrarte. De
hecho, ni siquiera estaba segura de que eras real. Pero entonces conocí a Emma,
y poco después, a ti. No podía creerlo.
Sacude su cabeza.
—Sé que parece una locura. Confía en mí, pienso acerca de ello Todo. El.
Tiempo. —No dice nada, y miro su cara, tratando de medir su reacción—. Eso es
parte de la razón por la que te ayudé con tu lista de mierda de cosas por hacer
antes de morir. Es decir, probablemente te habría ayudado a pesar de todo. —
Miro hacia él—. Quería salvarte, porque tú me salvaste —le susurro,
mordiéndome los labios.
—¿Es por eso que tienes el tatuaje “Destino”? —pregunta, con la voz
entrecortada.
—Sí, pero también no. No soy estúpida. Sé que no eres el mismo Sebastian
de mi sueño. No soy la misma Marlin. Yo era diferente. Los dos lo éramos. Pero
ese sueño me salvó la vida. Me dio esperanza cuando pensé que nunca me
sentiría optimista otra vez. Me dio un sentido de propósito. Supe que quería
ayudar a la gente, y buscar el retiro, en la misma ciudad exacta de mi sueño, fue
sólo la guinda del pastel.
—Amo a este Sebastian mucho más, porque es igual que yo. Nos
conocimos en mi sueño, seguro, pero cuando te conocí en la vida real, afirmó
todo para mí. Tenemos las mismas partes ocultas, las mismas partes oscuras. Veo
estas cosas en ti, porque las reconozco en mí misma. Veo el dolor detrás de tu
sonrisa. Veo el amor detrás de tu ira. Veo la razón de tu silencio. Y sé que tenemos
un largo camino por recorrer, pero me gustaría ir allí contigo.
—Mi alma tiene que ser bastante asombrosa, entonces —dice, con la voz
temblorosa.
—No vine hasta aquí arriba para matarme, Marlin —dice, sonriendo—.
Saltaste a conclusiones, agitando tus brazos alrededor, subiendo al maldito
techo… sólo vine a pensar.
—Sí. Es donde intenté suicidarme hace tres meses. Pero puedo decir con
certeza que ahora soy una persona diferente. No siento el mismo deseo de poner
fin a mi vida. De hecho, por primera vez en la historia, estoy un poco emocionado
de vivir. —Me tira hacia él, apretándome fuerte. Dejo escapar un gran suspiro de
alivio.
J
ugando con mi nueva pulsera, me inclino hacia delante y escaneo el
restaurante en busca de Sebastian desde donde estoy sentada. Llega
tarde, lo que normalmente no me molestaría, pero ya que no lo veo
desde hace tres meses, estoy demasiado ansiosa para evaluar su bienestar. Leer
sus cartas es una cosa, pero tengo que verlo en persona para calmar mi
preocupación. Sé que no se ha olvidado, cada una de sus cartas llegaron con una
cuenta atrás. Ochenta y siete días, setenta y cinco días, cincuenta y un días,
dieciocho días, cinco días… y ahora hoy está aquí.
Después del puente hace tres meses, estuvimos de acuerdo en que lo mejor
sería tomarnos un tiempo separados. Necesitaba tiempo para volver a poner los
pies en el suelo, y yo quería darle espacio, lejos de mí, para sanar. Ese día fue la
última vez que lo vi, pero nos hemos escrito el uno al otro todos los días. Se
estuvo quedando con sus padres durante un tiempo, a las afueras de Brattleboro,
pero recientemente se trasladó de nuevo a su casa.
—Muy bien. Déjeme saber si cambia de opinión. —Se aleja, y puedo decir
que cree que estoy siendo plantada. Sebastian nunca me dejaría plantada. No
intencionalmente.
Miro mi reloj. 19:12. Sólo llega doce minutos tarde. Eso no es nada. Echo
un vistazo a mi teléfono sólo por si acaso. No hay mensajes ni llamadas perdidas;
no es como si él fuera a llamar o mandar algún mensaje. Nunca intercambiamos
números, para que fuera imposible vernos el uno al otro. Eso ayudó en esas
cálidas noches solitarias cuando tuve la tentación de llamarlo y rogarle que
viniera. En cambio, me sentaba y le escribía cartas en su lugar. Las cartas escritas
a mano están tan infravaloradas. Me alegro de que tengamos cartas tangibles y
físicas que documenten estos últimos tres meses. Es muy romántico.
Siento que mis piernas corren hacia él, y en un solo movimiento, nuestros
cuerpos colisionan. Me recoge y me hace girar alrededor, sus labios rozando los
míos, la habitación girando a nuestro alrededor, y luego, el sonido de los aplausos
de varios clientes del restaurante. Me baja, sin sacar sus labios de los míos, y me
siento mareada por el torrente de sangre en mi cabeza. Cuando se retira, sus ojos
están llenos de lágrimas.
—Mi amor —respira—. Nunca estemos ochenta y nueve días sin vernos
otra vez. ¿De acuerdo?
Asiento.
—Lo sé. Pero necesitabas ese tiempo para ti mismo. Esos tres meses que
tuve con mis padres, lejos de Charlie, lejos de todos… me encontré de nuevo.
Quería que sanaras en un terreno neutral, sin distracciones. Tienes que aprender
a amarte a ti mismo antes de poder amar a otro.
Sonrío.
—Bueno, el problema con esto es que, por mucho que quiera tomarme las
cosas con calma, he estado encerrado durante tres meses, pensando en ti. No
ayuda que tenga esa pintura erótica tuya colgando en mi habitación.
Jadeo.
—No lo harás. Tengo estándares. —No traigo a colación el hecho que los
siento desmoronarse, segundo a segundo, mientras está sentado frente a mí,
mirándome como un premio que acaba de ganar. Tomo un sorbo de agua para
tranquilizarme. Justo entonces, el camarero se acerca y toma nuestros pedidos.
Señalo los mejillones como aperitivo, y el ñoqui hecho en casa como un plato
principal. Sebastian arruga el ceño mientras estudia el menú.
Protesto de inmediato.
—La vida —dice con sencillez. Alguien más podría encontrar esa línea
cursi, pero para mí, esa única palabra lo es todo.
—¿Qué es lo inevitable? —le susurro como respuesta, mis ojos fijos en sus
labios y la forma en que los lame.
—Tengo que terminar de pintar tus manos y pies. —Maldición. Estaba casi
a salvo, pero luego tuvo que ir y hablar de sus increíbles habilidades artísticas—
. No me vas a negar el arte, ¿verdad?
—Eso sería cruel. —Le doy una sonrisa maliciosa, y eso lo hace; me agarra
la mano y tira de mí rápidamente hacia su jeep negro. Ah, el amado Jeep—. ¿No
es extraño que este Jeep exacto estaba en mi sueño? —le pregunto mientras abre
la puerta. Se para junto a la puerta y me observa, acariciándose la barbilla.
—¡Lo digo en serio! Es como una especie de historia romántica, y nos llevó
aquí, pero ¿alguna vez te detuviste y te preguntaste por qué y cómo?
Sonrío.
—¿Es el tipo de amor que resulta de dos personas rotas más débil o peor
que el amor normal?
Sus palabras hacen eco conmigo, y antes de que las lágrimas caigan de mis
ojos, me inclino y lo beso suavemente en los labios.
—Al diablo mis estándares. —Lo empujo contra la puerta, mis labios
contra los suyos con urgencia—. Nosotros no somos normales de todos modos
—digo, mordiéndole el labio.
207
Página
—Gracias a Dios, maldición —susurra, tirando de mí hacia el interior y
cerrando la puerta detrás de mí.
208
Página
Traducido por Mae
—C
ariño, ¿qué pieza debemos colgar sobre la cama? —
pregunto, tirando de mi oreja y estudiando las diversas
pinturas que recubren la pared de nuestra nueva
habitación—. No creo que el rojo amapola vaya muy bien con la silla azul.
Lo miro fijamente.
—Dice mucho acerca de cómo me hacías sentir esos días —explica, y los
dos miramos la pieza juntos—. Es como si causaras una explosión de colores en
mi corazón.
—Eres tan cursi. —Me río, girando y envolviendo mis brazos alrededor de
su cuello—. Pero me encanta.
Nunca creí en el destino antes de Sebastian. Pensé que era una idea
romántica, irracional, y firmemente creía que uno es el capitán de su propia vida.
En ciertos aspectos, todavía lo creo un poco. Pero en su mayor parte, sé ahora que
todo lo que me llevó a Sebastian fue el destino. Lo estamos viviendo. Puede que
estemos siete años retrasados, y puede que hayamos tenido que pasar por un
infierno y de regreso antes de llegar aquí, pero valió la pena al final.
Me río.
Aparto su mano.
—No hasta que la casa esté terminada. —Estoy sonriendo, sin embargo—
. Además, siempre me lo pides cuando estás medio dormido.
Estoy tumbada boca abajo, con los brazos y piernas abiertas. Mi cerebro
está nublado por el sueño, y por un aterrador segundo, un dèja vú me paraliza.
Sebastian.
Aprieto los ojos y lo busco con mi mano, pero no está allí. La cama ni
siquiera está caliente. Es posible que nunca estuviera aquí. ¿Imaginé todo? La luz
que entra desde una de las ventanas ilumina mis párpados. Debe ser temprano
en la mañana.
Goteo, goteo, goteo.
211
Página
El ruido del goteo será mi muerte. Tomo dos respiraciones lentas y
profundas. Llevo mis brazos a mi pecho.
Goteo, goteo…
Más asustada que antes, mis ojos se abren, y los alrededores exóticos hacen
que grite.
Casi nunca tengo pesadillas ya. Estar juntos, ser felices… ciertamente no
damos esas dos cosas por sentado. La vida ha sido buena con los dos, no tengo
una sola queja.
Excepto sus ronquidos, pero puedo lidiar con eso. Es un pequeño precio a
pagar para tenerlo realmente aquí, en mis brazos, día tras día. Si algo he
aprendido, es a confiar en el destino y escuchar tus sueños. Lo que el doctor Hale
dijo acerca de la teoría de Freud tenía razón. Nada de lo que hacemos sucede por
casualidad. Cada acción y pensamiento está motivado por nuestro inconsciente
en algún nivel. A pesar de que, por razones médicas, no es posible soñar,
mientras estás verdaderamente inconsciente, muchas personas afirman haberlo
experimentado.
Yo lo experimenté.
212
Página
De vez en cuando, despierto de un sueño que estoy segura era otro reino.
No sé por qué. No puedo explicarlo. Pero hay tantas cosas en la vida que no
podemos explicar. Nunca puedo recordar esos sueños, y estoy segura de que
algunos de ellos no incluyen a Sebastian, pero eso está bien. Hice mi sueño mi
realidad, y despierto en él diariamente.
—Soy feliz —susurro. Creo que está dormido, pero se mueve siempre tan
tranquilamente, girando hacia mí.
—Yo también soy feliz. Y te amo, Marlin. Cada átomo. —Me besa la nariz.
Fin
213
Página
Amanda Richardson es una escritora viajera exitosa que vive en Los
Ángeles con su prometido y dos gatos. Cuando no está escribiendo o leyendo (lo
cual, para ser honestos, representa el 95% de su tiempo libre), puede encontrarse
buscando en Google vuelos baratos a lugares que nunca ha visto, hablando con
sus gatos u obsesionándose con la Familia Real Británica. Hecho curioso: su
primera novela es sobre los Tudors. Algún día quizá, tras mucho vino, ¡puede
que encuentre el valor para publicarlo!
Facebook: http://www.facebook.com/amandawritesbooks
214
Página
Staff de Traducción Staff de Corrección
Moderadora: Correctoras:
Jo Bella’
Mae Flochi
Traductoras: Recopilación
Âmenoire LizC
Apolineah17
Aria
Diana De Loera Revisión
Gemma.Santolaria Flochi
Gigi D
Jenn Cassie Grey Diseño
Jo
PaulaMayfair
Lalaemk
Lauuz
Lyla
Mae
Martinafab
Raeleen P.
Roxywonderland
Selene
Smile.8
215
Página
Página
216