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Explorar la Meditación- Lama Rinchen Gyaltsen.

La verdad en sí misma solo puede ser alcanzada dentro de uno mediante la más profunda meditación y conciencia. –B
Las enseñanzas del Buda ofrecen herramientas tanto para el desarrollo espiritual como personal.
Beneficios de la meditación:
 agudiza la atención y la memoria,
 fortalece el sistema inmunológico
 reduce el estrés emocional
 Un aspecto relevante es que se ha logrado relacionar la meditación con un grado de mayor felicidad y
mayor compasión.

CLASE 1: CÓMO MEJORAR NUESTRA VIDA

Diagrama de la rueda de la vida.

Esta rueda del karma es un diagrama que representa nuestra existencia, o el mundo que habitamos. Tiene cuatro
anillos y en el centro, donde hay tres animales, hay un espacio blanco. Ese espacio en blanco representa la
naturaleza última de nuestra conciencia, esa chispa divina, esa naturaleza búdica, pura, gozo, paz, sabiduría… la
perfección del amor.
Al no descubrir, al no reconocer esa luz innata de dentro de nosotros, creamos una distorsión. Empezamos con el
ego, el ego a su vez genera egoísmo, generando:
aflicciones,
emociones como la ira,
el deseo, el enfado.

Y una vez que se apoderan de nosotros estas emociones tóxicas las expresamos, tarde o temprano, con palabras
duras, acciones que hieren, que dañan a otras personas. Y eso a la vez tiene consecuencias allá fuera en el mundo,
mueve cosas, crea el mundo que nosotros habitamos.

Estos tres animales en el centro representan las tres emociones primarias: la confusión, la ignorancia, toda la
gama del enfado - la irritación, aversión, enojo hasta ira, rencor… hasta violencia;
Y en la otra rama tenemos todo lo que es deseo empezando con atracción, apego, dependencias, adicciones… de
ahí se desenvuelven, desembocan todas las otras emociones.
Y este segundo anillo, mitad blanco, mitad negro, ese es el karma.

El karma no es otra cosa que acción, movimiento, todo lo que producimos, todas las acciones intencionadas,
produce cosas buenas o malas, dependiendo de su raíz, de su origen.

La ley del karma no es otra cosa que una ley natural. Si nos comportamos, actuamos de acuerdo a la naturaleza,
entonces sentimos ese impulso, el viento en nuestra espalda. Si estamos caprichosamente siguiendo nuestros
antojos, entonces ahí sí, vamos a sentir mucha resistencia, muchas trabas, muchos obstáculos

El tercer anillo es la vida… o diferentes tipos de existencia que hay en el universo, el reino humano, el reino animal,
existencias muy dolorosas, , esferas celestiales, muchos… es infinita la posibilidad de vida que hay en el universo,
de acuerdo con la cosmología Budista, acepta e incluye todo.

Cómo mejorar nuestra vida.

Nosotros sentimos los problemas ahí fuera y aquí dentro, cuando algo se derrumba en nuestra vida, una relación
que se rompe, un negocio que va en quiebra, una enfermedad. Y también lo sentimos dentro, cuando hay miedo,
cuando hay soledad, angustia, abandono, tristeza…

La mayoría de las veces recurrimos a resolver nuestros problemas allá fuera en el mundo. Cuando nos sentimos mal
dentro, queremos hacer un cambio allá fuera en nuestra vida. Y eso es lo que se nos vende, la televisión, la
propaganda, la sociedad… de alguna manera tratan de buscar soluciones para nosotros.

Este curso, y en realidad la filosofía de vida budista, nos enseña el arte de la vida espiritual, cómo ganar libertad. O
sea, ser dueños cada vez más de nuestra vida para que lo que pase allá fuera no dicte los términos, que uno tenga
cierto dominio de lo que siento, lo que pienso, lo que anhelo, que no seamos esclavos básicamente de las
circunstancias.

Hoy hablamos de esto, cómo adueñarnos de nuestra vida, de nuestro estado. Primero, aunque sea unos minutos, me
gustaría definir ¿qué es desarrollo espiritual?, ¿Qué es espiritualidad? tiene que estar ligado, vinculado con
liberación.

Y sabemos que hay estas esferas, capas, velos que obstruyen esa divinidad, esa luz innata. Entonces,
naturalmente el desarrollo espiritual es liberarnos de la conducta o el karma negativo adoptando disciplina,
control, liberarnos de todos los estados aflictivos dentro de nosotros. Liberarnos del egoísmo, y, finalmente,
liberarnos del ego o la ignorancia, la confusión existencial.

Si queremos descubrir cuál es el eje o cuáles son las claves del desarrollo espiritual tenemos que resumirlo en
amor y sabiduría. Si realmente queremos un cambio en nosotros, un salto evolutivo, necesariamente tiene que ver
con amor y sabiduría. Porque el amor, la compasión, el altruismo disuelven el egocentrismo, esta distorsión
emocional.

La sabiduría nos acerca a la verdad de quienes somos, supera, neutraliza la ignorancia. Para desarrollar
conscientemente amor y sabiduría, necesitamos dos cosas. Primero control mental, tener cierto control de lo que
transcurre dentro de nosotros. Y para tener acceso a la mente primero tenemos que tener cierto control de nuestra
vida, de nuestra conducta, de nuestro cuerpo, de nuestra palabra.

Si queremos resumir lo que es el desarrollo espiritual, tiene que ver con conducta, disciplina, ética, moralidad, con
meditación, calma mental y después amor y sabiduría.

¿Cómo llegamos ahí? ¿Cómo empezamos a hacer cambios genuinos en nuestra vida?

Sólo dando un paso hacia la luz, hacia el despertar, cada vez más paz, más equilibrio, más bienestar, más
satisfacción. ¿Dónde empezamos? Yo recomiendo que empecemos con la quietud. Nuestra vida es muy acelerada. A
nivel práctico, conducta, disciplina, ética, quiere decir quietud, menos ruido, menos actividad, vivimos casi como robots,
siguiendo patrones diarios, en piloto automático.

Tenemos que aprender y desarrollar en nuestra vida tiempo y espacio para crecer y florecer en el camino. No viene solo,
nosotros tenemos que encontrar ese tiempo y ese espacio en nuestra vida. Y hoy en día hay tantas ofertas. Así que
tenemos que diseñar nuestro año, nuestro mes, nuestra semana, nuestro día… para reservar esos bloques de
tiempo de quietud. Para que podamos discernir realmente lo que está pasando.
En vez de reaccionar de una manera predecible, ciegamente, , simplemente que se aquiete el remolino de nuestra
vida y ver con ojos frescos y claros lo que está pasando.

Una vez que tenemos quietud, un momento de silencio, no sólo verbal, sino también mental, podemos ir a la
segunda fase que es la aceptación. Todo cambio empieza con la aceptación, no empieza con el hacer, empieza
reconociendo la verdad, que rara vez coincide con nuestra proyección, con nuestra película, con nuestras preferencias y
expectativas.

De todas las virtudes, el Buddha dijo que la aceptación y la paciencia es la más poderosa. Y hay que comprender
que con aceptación o paciencia, estamos aprendiendo a reconocer la verdad. En vez de luchar, pelear, ocultar,
enmascarar, la fortaleza para abrirnos y aceptar completamente “quién soy yo”, casi como si nos miráramos en el
espejo, desnudos, empiezas aceptándote a ti, como eres. Porque para aceptar a otros, primero tenemos que hacer
las paces con nosotros mismos, lo bueno, lo malo, lo feo, todo… y aceptarlo.

Empezamos con nosotros, con nuestra historia, que ahora somos muy selectivos en lo que recordamos. en esos
momentos duros, amargos, se esconde un tesoro, un aprendizaje, el potencial de dar un salto. Y después podemos
aceptar a las personas que nos rodean.

Normalmente estamos tratando de cambiar, a nuestro parecer, a nuestro tiempo, a nosotros. Así que aceptamos donde
estamos, aceptamos nuestra vida económica, nuestro estatus, nuestros amigos, nuestro país… hasta los políticos,
imagínate, aunque eso no quiere decir que no tengas que ir a las elecciones y votar, pero hay que aceptar y reconocer la
realidad, estar bien informados, educados.

La conducta nos da paz externa, la aceptación y paciencia nos da paz interna. Y una vez que comprendemos y
aceptamos lo que ha pasado y lo que está pasando, ya podemos intervenir de una manera efectiva, sin películas, sin
imaginación, o sea, imaginación aquí es sin fantasías. De una manera muy pragmática, descubriendo realmente lo que
está pasando en mí y en los demás. De esa manera nuestra inversión de tiempo y energía tiene un impacto muy
efectivo, genera cambios genuinos.

Por eso los maestros cuando hablan de paciencia, no sólo hablan de tolerar las torpezas de nuestras personas cercanas
cuando se tropiezan con nosotros, cuando nos hacen una zancadilla… sino también tolerar, aceptar la verdad, a eso le
llaman paciencia. Y a lo mejor esta es la paciencia más dura, la verdad relativa y la verdad de quienes somos, no es tan
fácil. Y una vez que nos aceptamos plenamente, nos da esa paz, esa tranquilidad.

El tercer paso es el regocijo.


Y algunas veces un recuerdo de nuestra niñez cuando somos muy tiernos, alguna palabra mal dicha que haya
pronunciado tu padre o tu madre, de repente, queda grabada, una herida en el corazón y nos marchita como una flor
para siempre. Así que tenemos que tener mucho cuidado.
Una vez que aceptamos, tenemos esta paz, paciencia, después reconocer lo bello, lo bueno, particularmente nos
enfocamos en potenciar ¿qué es fértil en mi vida? Fértil, esa es una palabra interesante porque el abono también es
fértil, la caca también es fértil. Reconocemos qué tiene lugar en nosotros para crecer, para madurar, qué puede ser
combustible para el desarrollo espiritual.

Tenemos que recordar que hay millones de personas orando día y noche para ser tú, para tener tu vida. El peor de
tus días, es el mejor de ellos. Darían cualquier cosa por cambiar y tener tus problemas. No nos damos cuenta de la
maravilla que es nuestra vida. El simple hecho de poder caminar ya es un milagro para alguien que está en una silla de
ruedas… poder ver, escuchar para alguien que tiene una incapacidad. Hay personas que no saben qué van a comer
mañana, solo para encontrar agua potable para su familia tienen que caminar kilómetros. Están siendo perseguidos y es
más, aún más triste que la amenaza externa, es la pobreza interna. Hay personas que ya se han derrotado, no tienen
la más mínima esperanza de salir adelante en esta vida.

La perspectiva de los grandes maestros es la oportunidad de desarrollo espiritual consciente, eso sí que es muy
raro en el universo. casi todas las personas están operando a nivel de supervivencia, simplemente quiero sobrevivir
en esta vida. Hay pocos que tienen el lujo de cuestionarse qué es la vida, cuál es el propósito de la vida, qué es
la verdadera felicidad.. Aquí ¿cuántos somos? Sesenta, ochenta personas ¿por qué no hay cien mil, por qué no
estamos llenando un estadio de fútbol?, pero hay algo curioso que está pasando en nosotros, hay un despertar de
conciencia. Y eso hay que reconocerlo porque eso es maravilloso, muy raro de encontrar en el ciclo de vidas, de
existencias.

¿Cuántas personas tienen acceso consciente a un camino trascendental, a dar un salto evolutivo? Rarísimo.
Entonces, estamos realmente viviendo un premio, de haber trabajado durante mucho tiempo generando karma
positivo, este es el premio. Y no nos damos cuenta de que hemos ganado la lotería espiritual. Estamos viviendo como si
todo fuera normal, rutina,

Nuestra vida es un privilegio porque nos da la oportunidad de dar un paso consciente hacia delante. No ser una
pelota de carambola. Pues la mayoría de las personas allá fuera están rebotando con causas y condiciones, con
karma, con modas.
Porque lo mejor que te puede pasar es que todo allá fuera sea maravilloso pero eso no te hace feliz de una
manera sostenible, no siempre hay dependencia.

CÓMO MEJORAR NUESTRA VIDA, PARTE 2

Así pues primero silencio, quietud. Después aceptación. Después regocijo que quiere decir reconocer el premio
que es tener acceso al camino espiritual.

.Así que en esta fase de reconocimiento, nosotros tenemos que dar ese paso, que es el siguiente: adueñarse de
nuestra vida, nos tenemos que adueñar de nuestro comportamiento, de nuestra visión, de nuestro desarrollo
espiritual, lo que llamamos maestría, maestría del ser. Y toda la maestría del ser empieza declarando nuestro
propósito.

Yo debo elegir ¿qué va a ser mi vida? ¿quién voy a ser yo? Y uno lo tiene que proclamar. El verbo tiene poder, no
solo pensarlo, sino verbalizarlo también, hasta visualizarlo, hay que decretarlo pero también verlo.

Muchas veces no valoramos el poder de la oración. Brevemente os voy a dar las cuatro claves de la oración ¿cómo
decretar realmente? ¿cómo declarar nuestro propósito? El primero es aspiración, anhelo. “Esto es lo que yo quiero”.
Doy un paso firme hacia delante. Muy importante. El desarrollo espiritual no se define por lo que esté pasando, tu nivel
de tranquilidad, tu nivel de altruismo. Si no hay iniciativa, no hay desarrollo. Así pues, tomamos la iniciativa y
decimos… hay toda una gama de altruismo, de aspiración… y voy a compartir la mejor, que es buscar la felicidad
perfecta de todos los seres. “Mi vida, mi futuro, de ahora en adelante, tiene una misión, traer paz al mundo,
empoderar a otros seres para lograr esa felicidad pura y genuina”.

Tengo que a la vez crecer, madurar e iluminarme. Y a esa aspiración le llamamos “mente iluminada”, “bodhichitta”,
“la mente y el corazón iluminado”. De ahora en adelante lograré la Iluminación para ayudar a que todos logren la
perfecta felicidad. No podemos naturalmente cambiar a nadie. Pero por lo menos podemos ser un recurso para aclarar
dudas, para apoyar, para inspirar, para guiar a otros seres. Así que desarrollamos una aspiración muy fuerte, el primer
aspecto de la oración.

El segundo es decretarlo. Con esto quiero decir verlo como algo realizado, como algo realista, casi festejando que
ya se haya realizado, festejándolo.

El tercer aspecto es devocional. Pedimos a los Buddhas y a los maestros que nos ayuden, que nos inspiren, que
nos iluminen, que nos bendigan. De la misma manera que nosotros queremos ser un recurso, tenemos también que
aceptar la ayuda. Y la ayuda solo viene cuando la pedimos. “Cuando los oídos están prestos a escuchar aparecen
los labios que los llenan de sabiduría”.

Hay que tener cuidado con quien hablas y de qué hablas, respetar los intereses, las sensibilidades de otras
personas. No hay que hablar necesariamente del karma, del ego… con todas las personas. Es más, tienes que esperar
a que esas personas se acerquen y te hagan una pregunta, y con mucho respeto y cuidado compartes algo. Porque si no
puedes ser dañino, se burlan de ti.

Tenemos aspiración, tenemos decreto de haberlo realizado, tenemos este aspecto devocional, pedir ayuda de
los iluminados. Y, por último, compromiso. Declararse, yo me comprometo a madurar, a crecer, a hacer cambios
genuinos dentro de mí, para ser de beneficio a los demás. Muy importante ese compromiso personal. No es público,
es privado en tu corazón. Con esto tenemos el primer ingrediente que es la aspiración, para adueñarnos de nuestra
vida.

El segundo es valor, autoestima espiritual. El que no cree que puede, no puede. Si tú no crees que puedes, nadie te
puede ayudar, tú no te puedes ayudar.

Es decir, aceptamos todo lo que somos, lo bueno, lo malo, lo feo, los dones que tenemos, los defectos que hay que
superar… pero el valor no viene de eso, de cosas ahí fuera en el mundo. Nuestra apariencia, nuestra capacidad, nuestra
carrera, nuestra cuenta bancaria, nuestro círculo de amistades y demás ¿de dónde viene? Del potencial, el verdadero
poder viene de reconocer el potencial. Potencial quiere decir la posibilidad de cambio. Muy importante. Ese es un
secreto, si sales de aquí recordando esto ya ganamos el día.

Muy importante, potencial. Los maestros dicen que hay tres aspectos. Todos tenemos el potencial de liberarnos de
algo negativo. No hay pecados eternos, cada quien puede descartar patrones, dependencias negativas, emociones
negativas con las que nos identificamos, miedos, el dogma personal.

Segundo potencial. Todos tenemos el potencial de crecer, mejorar, en todos los sentidos, a nivel afectivo, a nivel
cognitivo, a nivel práctico… Cada vez se descubre que la mente, el cerebro es más flexible, más elástico.

Y el tercer potencial. Todos podemos contribuir. Todos tenemos algo que contribuir a la sociedad, a nuestros
amigos, a nuestra familia. A lo mejor nuestros bolsillos no son muy profundos pero a lo mejor lo que esa persona quiere
es que le escuches, simplemente quiere desahogarse, sentirse atendida, cuidada, respetada, mirarle a los ojos.

Hay cierto antagonismo al cambio, queremos rigidez, queremos seguridad. Y esta contemplación nos dice: “atrévete a
identificarte con el cambio, movimiento, potencial, crecimiento”. Muy poderoso. A una persona que reconoce ese
potencial divino, no la frena nadie. Nada allá fuera la puede derrumbar porque no depende de nada de lo que está
pasando. Muy importante, esto requiere reflexión, ir a lo más profundo de nuestro ser. Este es el segundo ingrediente,
adueñarte de tu vida.

Y el tercero es el más raro de todos, que es alegría. No vamos a estar genuinamente interesados en el desarrollo
espiritual hasta que no descubramos el origen del sufrimiento y la fuente de la felicidad. Hay una terrible confusión en el
mundo. ¿Qué es felicidad, genuina felicidad? ¿Qué va a llenar mi corazón? ¿Qué me va a satisfacer plenamente?
Mucha confusión. ¿Y qué hacemos cuando estamos confusos, inquietos, agobiados? Cambiamos de tema, nos
distraemos

Este vacío existencial, he perdido la conexión, estoy desvinculado de mi divinidad, de esta naturaleza. Crea cierto
malestar, cierto miedo existencial.
¿Esa inquietud de levantar el móvil? ¿Por qué? Porque cuando hay silencio, cuando estás a unos centímetros de
alguien, lo tapas, lo rechazas con unas palabras tontas. ¿Por qué nos incomoda el silencio? ¿Por qué llenamos nuestra
mente de ideas malas? Recordando cosas horribles del pasado que ya no tienen sentido, han caducado,

¿Quién es realista y quién no es realista? La única realidad es el presente. Las proyecciones no existen, el futuro
aún no ha llegado. ¿Estás desarrollando un plan concreto? No, simplemente preocupación. Así que nuestra
estrategia habitual es la distracción. Me siento mal, agobiado, aburrido, me entretengo con whatsapp, me entretengo
con Facebook, me entretengo con mis pensamientos, con la televisión

Así que el tercer ingrediente de adueñarse de nuestra vida es una nueva modalidad, una nueva manera de sentirse bien.
Que no es esta válvula de escape que trata de distraerse cuando hay esta presión, sino que cambia el enfoque y
decide “hoy voy a ser feliz, hoy voy a estar contento, hoy voy a estar en paz”. ¿Qué vas a hacer? Nada. ¿Cómo?
¿Cómo vas a ser feliz, estar en paz, contento sin hacer nada?

Reportan que cuando uno elimina las distorsiones de nuestra vida, acciones negativas, emociones negativas, el
miedo, la falta de amor, el egocentrismo, la confusión de no saber quiénes somos… cuando quitamos estas distorsiones
tóxicas, lo que queda ya es felicidad. No hay que agregar nada. Ya de base es felicidad. Y usan una palabra muy rara
para describirla. Paz, satisfacción, estar satisfecho, lleno, completo, sin la necesidad de que algo que nos estimule,
de que algo nos entretenga, de que algo nos llame. Este es el gran secreto divino. La genuina felicidad es la falta de
recurrir a algo que me entretenga y me distraiga

Así que una vez que quitamos el terremoto de lo que pasa allá fuera, la agitación de la actividad, las emociones tóxicas,
el remolino interno, esa distorsión del egocentrismo en donde somos el eje, el enfoque, lo único que importa en el
mundo, y cuando no hay confusión, cuando nos liberamos y desapegamos de las identidades lo que queda es paz,
equilibrio, satisfacción.

de Facundo Cabral que dice: “rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita”. Yo lo extrapongo un poco
diciendo: “feliz no es el que disfruta, sino el que menos necesita distraerse”, el que menos necesita estimulación, el
que ya está lleno. Porque puedes estar rodeado de dinero, de joyas… y sentirte pobre, con mucha necesidad.

Puedes visitar la casa de una persona muy rica y sientes escasez. Y puedes visitar la casa de una persona muy
humilde y te ponen todo sobre la mesa y sientes abundancia porque comparten todo contigo. No necesariamente
tiene que ver con recursos. Tu vida no necesariamente tiene que estar muy activa, tener miles de amigos muy
entretenidos, conocer la mejor serie de televisión.
Se nos dice que debemos desarrollar amor y compasión, que es una virtud divina, que el amor y la compasión nos
acercan a la sabiduría. Pero, en realidad, hoy os puedo decir que es una mentira, una mentira buena. Muy buena y muy
importante. O sea, desde la perspectiva del Buddha, su santidad el Dalai Lama, la Madre Teresa, a lo mejor
cuando les preguntas: “¿tú tienes amor? ¿tú tienes compasión?”. ¡Qué ridículo! “No tengo nada especial,
simplemente estoy atendiendo el dolor. El dolor no tiene dueño”.

Nosotros trabajamos conscientemente el amor bondadoso, el preocuparnos por la felicidad del otro; el amor
compasivo, atender el sufrimiento del otro… solo para corregir, para neutralizar el egocentrismo, esta preocupación
exagerada por nuestro bienestar. Estamos muy preocupados por nosotros. Nos preocupamos por los demás y
llegamos al equilibrio, que es la ecuanimidad, que es el reconocimiento de los anhelos de todos los seres, la empatía
natural que fluye entre todo lo que es vida.

Atiende a los demás, preocúpate por los demás, cuida a los demás, para descubrir que no hay ninguna
diferencia entre tú y yo. Todos valemos lo mismo, queremos lo mismo, merecemos lo mismo.

Buscamos, buscamos felicidad solo porque intuimos esta satisfacción, esta plenitud que es la naturaleza divina,
la conciencia última. Pero nunca vamos a saciar esta realidad infinita con recursos finitos materiales, siempre
queda el sabor a poco. Aunque tengas tres yates, “a lo mejor al cuarto… con el cuarto sí voy a estar satisfecho”. Nunca
es suficiente porque nuestra realidad es infinita
.
Así que esta propuesta de la felicidad loca, de elegir ser feliz, es un cortocircuito, un bypass a este mecanismo habitual
de buscar la felicidad allá fuera, simplemente reconociendo que ya estamos, que ya tenemos todo lo que necesitamos. Y
si logramos elegir conscientemente al amanecer, al mediodía, al atardecer, al anochecer… esa felicidad, ese bienestar,
Ahora nos las comemos con cierta ansiedad, “cuidado no me tomes, esto es mío”. No saboreamos, no apreciamos todo
lo que nos ofrece la vida.
Los maestros tibetanos lo expresan como “pasar de la esperanza al optimismo”. Es un poco raro ese concepto para
nosotros. Dicen: “la esperanza es muy caprichosa, es muy peligrosa porque si estás esperando a que pase algo para ser
feliz, también tienes miedo de que no pase, de que alguien lo interrumpa, de que alguien te lo quite”. La esperanza, por
supuesto, es buena para una persona con depresión aguda, hay que darle ánimo, pero para una persona estable como
nosotros es… ya no vale la pena, es muy tóxica.

Así que tenemos que desarrollar este optimismo radical. “No sé lo que va a pasar mañana, pero va a ser
fantástico”. ¿Quién para a esa persona? ¿Quién la frena? Nadie. “Venga lo que venga, lo voy a aprovechar, todo
sirve, todo es combustible, todo me favorece”. “Adueñarse” quiere decir que nosotros elegimos constantemente,
lo cultivamos, lo regamos, lo alimentamos, lo favorecemos… que forme parte de nuestra naturaleza, de nuestro ADN,
el optimismo radical.

1.3 PREGUNTAS Y RESPUESTAS

P: ¿Qué diferencia vería entre la aceptación y la sumisión? Porque parece que a veces cuando aceptamos, nos
volvemos sumisos también. ¿Dónde está el límite ahí? O también vivimos en una sociedad con muchos valores también
familiares, parece que aceptar es someterte.
L.R.: Muy bien, muchas gracias por la pregunta. Es muy importante poder distinguir con claridad lo que es la aceptación
o paciencia de lo que es la pasividad o, un paso más, como tú dices la sumisión. Con aceptación simplemente
estamos diciendo reconocer lo que está pasando. Parece muy simple, pero hacemos todo lo posible para no
reconocerlo, para enmascarar lo que no nos gusta, lo que no esperábamos, lo que no conviene, lo que es incómodo, lo
que da miedo. Simplemente con aceptación, quiere decir reconocer. Ese reconocimiento ya nos da paz porque
estamos alineados, en armonía, con la verdad, lo que está pasando, ya no hay proyecciones.
La pasividad es trágica. A lo mejor es lo más trágico que puede ocurrir en el camino espiritual. Cuando uno se da
por vencido, que hagan conmigo lo que quieran, me rindo, ya no aguanto más, ya no quiero pelear. No hay nada más
trágico que poner la bandera blanca. Aceptación, paciencia, no es poner la bandera blanca, no es rendirse ante la
vida, ante los otros, ante la injusticia.

Pero no es una lucha interna con la realidad, con lo que debería ser, con lo que yo merezco. Eso no nos mueve, no nos
ayuda a avanzar. No hay que tener esa lucha interna. Hay que ser pragmáticos a nivel relativo, viendo la situación tal
cual es. Y ahí sabemos, sabios, si tenemos que ser como China y no pelear con Trump y hacer una estrategia a 20 años
para vencer a Estados Unidos. O si tenemos que implementar una acción radical hoy en día y hacer una huelga, llamar al
canal de televisión y vestirme de yo que sé.
Así que la paciencia no va en contra de la acción. Invita a la acción, pero invita a la acción eficaz, pragmática.
Nunca debemos someternos, dejar que las personas abusen de nosotros. Pero si somos honestos, muchas veces…
porque hay un verso de entrenamiento mental que dice “acepta la derrota y dale la victoria a otros”, para confundirnos un
poquito voy a recitar este verso. Quiere decir que en algunos casos cuando no hay mucho en juego, solo orgullo,
dale la razón, da la razón a los demás. Yo veo que muchas veces hay peleas, cuando hay reuniones familiares y están
peleando sobre si “Franco hizo algo bueno, si era todo malo y los trenes llegaban a tiempo o no había muchos…”. Hay
tantos argumentos. Y la gente se pone furiosa, eleva la voz y… realmente ¿de qué estamos hablando? De nada
interesante, de nada productivo, de nada real. Así pues tenemos que saber cuándo ceder el terreno emocional y aceptar
la derrota.
Eso no contradice lo que es la actividad, el cambio, el ser progresista, ser justo. ¿Captan la misión? Es un tema muy
importante y solo vamos a llegar a descubrirlo con la contemplación. Tratar de superar esta dicotomía o contradicción
aparente que hay entre la aceptación y la sumisión o la pasividad. Hay que contemplarlo y saber cuándo y cómo, en
qué contexto estamos hablando.

P: A pesar de que sé que la felicidad es algo interno, una actitud interna, una decisión… a pesar de que también sé que
el optimismo radical es en lo que me instalo normalmente, a veces, me despierto por la mañana y me siento triste, me
siento algo vacía, siento una soledad que no es una soledad amable. Y me pasan estas cosas “a pesar de”, y no sé si es
distraerme, el darme cuenta y después ya ponerme a hacer mis cosas, que puede ser a lo mejor bueno, reconocerlo,
respirar un poquito y ya ir a mi día y entonces surgen cosas, me acuerdo de que puedo llamar a alguien, me acuerdo de
que tengo que ir a trabajar, me acuerdo de…. Me pongo a hacer mis cosas y entonces salgo de esos estados… ¿Eso es
distracción?
.
De vez en cuando, cuando sentimos ese aburrimiento, ese agobio, esa soledad, esa tristeza y tenemos el impulso
automático de acudir a algo que nos despeje, que nos entretenga, que nos alivie… permanecer unos segundos más a
ver qué es, de qué va, qué hay realmente detrás de todo esto. A eso los maestros le llaman usar como antídoto, remedio,
la sabiduría, con la sabiduría penetrar la esencia de ese estado. Y si descubrimos la fórmula, reconocer cómo se siente,
algunos referentes (con qué se está asociando, de qué se está nutriendo…), podemos vencer la fórmula, no el episodio.
Podemos trabajar a nivel de episodios, eso es a nivel terapéutico. O podemos, a nivel espiritual, tratar de ir a la fórmula
de la tristeza, del agobio, de la soledad. Una vez que logramos descubrir la fórmula y cómo despejarla imponiéndonos
con optimismo, con alegría, ese monstruo y toda su familia, no nos van a asustar más.

Así pues, a nivel terapéutico se resuelven los episodios, con referentes o detonantes particulares. Pero a nivel espiritual
vamos a la raíz de esa sombra y, desde ahí, podemos prevenir, neutralizar todas sus ramas, hojas, frutos futuros…
Cuesta un poquito más, pero se puede. ¿Cómo lo hacemos? ¿cómo damos ese paso en el abismo? Porque es un paso
al vacío básicamente. En ese momento tenemos que recordar estos cuatro poderes: si podemos invocar al
Buddha, a los maestros que nos den poder, sabiduría. Invocar a nuestro propio poder, esta naturaleza búdica. Y
después descubrir que cuando algo es hueco, puede llenarse. Cuando penetramos ese umbral y vemos que detrás
de la sombra del fantasma no hay nada, es hueco, podemos llenarlo, podemos darle esa carga de optimismo y elegir:
“mira, hoy sí me da la gana, voy a ser feliz, no sé de qué viene lo que ha pasado, en qué he soñado, pero hoy voy a ser
feliz”. Y empiezas a cambiar tu fisionomía porque estamos muy compenetrados con el cuerpo, somatizamos ese estado
de tristeza y estamos… hay un vínculo de interdependencia… y solo con cambiar la tensión muscular, ya cambia el
estado de ánimo. Solo con sonreír un poquito, con abrir más los ojos, con ponerse un poco más rectos, erguidos, ya
cambia nuestra actitud. Y respirar, respirar… empezamos y acabamos con la respiración, es muy importante. Muy bien,
muchas gracias por esa pregunta, vamos a concluir con una meditación, por favor. Así salimos un poco inspirados.

1.4 MEDITACIÓN GUIADA.


Práctica diaria

Esta semana reserva 20-30 minutos cada día para hacer una meditación. Usa esta grabación de la meditación guiada
por Lama Rinchen como un recurso para tu práctica esta semana. Después de desarrollar las meditaciones con el audio
del Lama por algunos días, empieza a guiar tu propia meditación auto-regulando el tiempo que inviertes en cada fase

Diario de meditación

Elige un cuaderno, cuánto más bonito y bello mejor, en el que llevar tu diario de meditación, un registro con los datos de
cada sesión de meditación que hagas. Rellena la siguiente información para cada sesión. Cada entrada en el diario
debería tener estos datos mínimos con una breve descripción de la experiencia.
1. Fecha:
2. Técnica meditación:
3. Duración:
4. Experiencia:
Semana 1

a) Encuentra al menos 3 ejemplos de tu vida en los que aceptaste una situación, pero no se manifestó
como pasividad.
b) Completa la tabla del anexo 1, con tus actividades y horarios
1. ¿Qué huecos puedes aprovechar para invertir en tu desarrollo espiritual?
2. ¿De qué actividad puedes prescindir para hacerle sitio?

CLASE 2: LAS CUATRO NOBLES VERDADES

Las Cuatro Nobles Verdades, fue el primer mapa espiritual que dio el Buddha. “Noble” quiere decir desde la
perspectiva de un ser iluminado.

La primera es la verdad del sufrimiento: desde la perspectiva de los seres iluminados es malestar, porque estamos
desconectados de nuestra esencia, de nuestra divinidad, del estado último de la conciencia.

Lo que nosotros llamamos bienestar o placer es una breve distracción de esa inquietud, de ese agobio, de ese vacío
existencial que nos come por dentro. Y tiene una razón. El Buddha dice que todo malestar físico, psicológico,
emocional… tiene que ver con nuestro karma y con los estados internos. Si hay ira vamos a sentirnos mal. La
clave es eliminar las causas de nuestro malestar.

Invertimos mucha energía en mover cosas allá fuera en el mundo, cambiar de trabajo, cambiar de pareja… Y aquí el
Buddha enfatiza el cambio interno porque la única garantía de que vamos a estar a salvo es que vamos a estar
en paz. Y si logramos paz dentro de nosotros… si no, somos muy vulnerables, tiene que ir todo bien allá fuera, tenemos
que estar rodeados de personas que nos mimen. Y apenas haya una traba, caemos, padecemos.

El desarrollo espiritual quiere decir crecer como personas, madurar como un individuo para poder sobrellevar los
altibajos de la vida y no ser víctimas de las circunstancias, que lo que pase allá fuera no dicte cómo me tengo que
sentir dentro, básicamente. Y eso quiere decir lograr equilibrio atencional -elegir a qué atiendo-, lograr equilibrio
cognitivo -todos los procesos que transcurren por mi mente-, lograr equilibrio afectivo -cómo me relaciono con otras
personas-, imparcialidad -sin preferencias por unos ni descartando a otros-, y equilibrio connativo, que quiere decir
equilibrio de nuestra voluntad, que haya una sana voluntad, que no seamos ambiciosos, con mucha ansiedad, ir por la
vida con la cabeza baja, triste o con depresión.

Y una vez que logramos eliminar todas las distorsiones internas -ego, egocentrismo, aflicciones y karma o acciones
negativas-, vamos a lograr el estado final que realmente estamos desvelando, el estado que ya está dentro de nosotros.
Por eso se usa la palabra “liberar”. Al liberarnos de los patrones de conducta, las emociones negativas y la
ignorancia del ego, restablecemos el estado natural de nuestra conciencia. A eso le llamamos “liberación” que
conlleva o es equivalente a paz, gozo, amor y sabiduría natural.

Esa es la tercera noble verdad. Se le llama la Noble Verdad de la Cesación, donde cesan todas las distorsiones,
los estados aflictivos y el karma negativo.

Y viene el cuarto, el camino óctuple.

El primero es una correcta percepción de la realidad.

El segundo es correctos pensamientos, correcto hablar y correctas acciones físicas Pensar correctamente,
positivo; hablar de una manera correcta, sin mentir, sin herir a otras personas, sin crear divisiones, sin hablar de otros, sin
meternos en la vida de los demás; actuar bien, no agredir a otros, no robar y demás.

Pero el primero puede ser un poco raro o diferente para nosotros, nuestra correcta percepción de la realidad. Como si
tuviéramos que esperar a que esto venga, a que esto surja en nosotros, ver la realidad tal cual es, descubrir quiénes
somos profundamente. Así que necesariamente hay que educarnos en la filosofía, analizar, reflexionar, contemplar
para que tengamos una idea que se acerque más a la realidad y menos a nuestra película. Y cuando sea completamente
acertada, ahí puede haber ese salto cuántico de experimentarla. Y eso es lo que nos transforma, lo que nos cambia.

Hay muchas maneras de explicar lo que es la filosofía o la realidad. a tres niveles: karma, interdependencia y
vacuidad o estado último.
Realmente estamos hablando de la misma realidad a tres niveles y el más accesible es a nivel del karma, todo lo
que nosotros creamos, movemos, tiene repercusiones. De alguna manera define quiénes somos y define nuestro
entorno. Y hay muchos participantes. El gobierno tiene su responsabilidad, las corporaciones tienen su
responsabilidad, los suegros tienen su responsabilidad… todo el mundo, está contribuyendo en cómo funciona,
en cómo opera nuestro mundo, pero el poder mayor, definitivo, es nuestro, cómo la definimos, cómo interactuamos
con ella.

De todo lo que ha pasado en mi vida, yo soy responsable; de lo que está pasando ahora, de lo que va a pasar en
el futuro. Si quiero un cambio en mi vida, lo tengo que hacer yo. No puedo esperar a que me toque la lotería del gordo
comprando un décimo, hacer una oración, encender una vela a Buddha o a María y esperar un milagro. No hay nada
más triste para un meditador que ver las personas jugando a la lotería, y peor… celebrándolo con champán cuando
ganan. No hay nada más triste en el universo que depender de la suerte, conformarse con migas, por decirlo así. Y
peor todavía, vivir a través de la vida de otro.. Estamos tratando de evadirnos, de no hacernos cargo de nuestra vida.

Si comprendemos el karma correctamente nos tiene que dar mucha alegría porque, al fin y al cabo, nosotros estamos
bajo control. Por lo menos eso es posible, si queremos podemos retomar el control de nuestra vida. Así que por muy
mal que estemos en esta etapa, en este ciclo, podemos descartar las causas y condiciones negativas, aumentar,
agrupar las causas y condiciones positivas y eso es lo único que va a producir un estado favorable.

Todo tiene causas y condiciones. O nosotros elegimos la vida o la vida nos elige a nosotros. Y ahí es triste,
estamos viviendo algo reciclado, que tiene poco que ver con nuestras prioridades, con nuestros anhelos.

La quinta es correcta forma de vivir; la sexta es correcto entusiasmo; la séptima, correcto mindfulness o
atención plena ,y la octava podemos llamarla correcto samadhi, o correcta meditación.

Vamos a empezar. Correcta forma de vida ¿qué quiere decir eso? Que si realmente estamos interesados en el
desarrollo espiritual, esto no es un hobby que se puede hacer independientemente del resto de tu vida. O sea, todo en tu
vida tiene que estar remando en la misma dirección. Y aquí se incluye la manera de ganarnos la vida. Decía
antiguamente el Buddha que uno, si quiere ser un practicante espiritual, no debería traficar con armas, no
debería traficar con intoxicantes (vender drogas, alcohol), no debería traficar con personas, lo que es prostitución.
Por ejemplo, hoy en día en Libia se están vendiendo personas por 400€.

Así que en la medida que podamos -y podemos más de lo que pensamos-, tenemos que desarrollar una vida que
esté en armonía con ese desarrollo interno que buscamos. Lo que hacemos, las personas con las que nos
relacionamos, cuánto poseemos, qué metas perseguimos. Todo influye enormemente en nuestro estado psicológico, en
nuestro estado espiritual. “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

Hay que saber elegir. Y si necesitamos un lema “simplificar, tener menos pero mejor”, menos amigos pero mejores
amigos; menos cosas pero mejores cosas; menos comida pero mejor comida. O sea, todo lo que sea en nuestra
vida desde el trabajo, las relaciones, los hobbies, las metas, la dieta… todo tiene que estar en armonía con ese
desarrollo interno.

El sexto es correcto esfuerzo. correcto entusiasmo. No es suficiente saber que ese algo es bueno. O sea, bueno te
lleva unos metros, que algo es lo correcto, lo sano, que haría felices a tus padres. Eso te lleva a trabajar, a cambiar, a
purificarte. Para llegar a ese nivel de maestría hay que amar lo que haces. Y si quieres llegar, en cualquier ámbito de
la vida, profesional, artístico, espiritual, si quieres llegar al nivel de maestría tienes que amar lo que estás haciendo.
.
Hay tres modalidades. La antigua -que ya está fuera de moda-, cumplir con las expectativas de los antepasados,
quedar bien con la tribu,. ¿Qué tengo que hacer con mi vida? Pues lo que hace Juan, lo que hace Perla, lo que quieren
mis padres

Conocí en Estados Unidos a un abogado bastante exitoso, en un bufete muy importante de New York, que, de repente,
con cuarenta años, estaba triste, amargado… tener un coche carísimo y no poder conducirlo porque en Manhattan no se
puede conducir. Entonces dejó todo y se fue a Colorado. Y ahí trabajó como empleado en una dietética, en un mostrador
donde se hacen zumos naturales, cuatro, seis horas al día. Tenía una cabañita y hacía caminatas por el monte, tenía
tiempo para leer, escribir… feliz. Esa es la segunda modalidad.

Y ahora el Buddha está diciendo que hay una tercera que es aún mejor.
La primera es “si quieres ser feliz, copia, modela a otros que son felices en tu tribu, en tu familia”.
La segunda modalidad, “si quieres ser feliz, sigue tus antojos, tus caprichos, tus deseos, me apetece”.
Tercera modalidad, descubre lo que es bueno, lo que es virtuoso, lo que es verdad y aprende a que te guste”. No
viene gratis de arriba, de fábrica, porque estamos en un nivel de distorsión. Entonces, aprende.
Todos los santos, todas las santas de todas las tradiciones ¿qué es la felicidad? Los que son felices independientemente
de donde viven, donde se encuentran, los que se han adueñado de ese estado de felicidad, de bienestar… esa verdad,
descúbrela y aprende a que te guste.

Tenemos que descubrir alegría en lo virtuoso, descubrir alegría en la verdad y alejarnos de los caprichos, de los
antojos, de buscar la gratificación inmediata,”

¿Cómo lo hacemos? Pues hay que ser muy sensato, muy transparente con uno mismo. Esa es la clave. De todos los
practicantes que yo he conocido, los que realmente están creciendo, dando un salto evolutivo, comparten una
cualidad: son sinceros, honestos consigo mismos. Y eso no es fácil. Es más fácil ser honesto con los demás allá
fuera, que con uno mismo. Nos mentimos en todo momento,

Tenemos que tener cuidado con las ocurrencias, especialmente si elegimos el camino de menor resistencia, el
más cómodo, el más seguro, el que exige menos de nosotros. Tener mucho cuidado, ser muy honesto con uno mismo
y fiel a nuestros principios. Y no solo a los de hoy, sino a los de mi futuro yo, de diez, veinte, treinta años en el
futuro. Mi vida, mis decisiones ¿voy a estar contento dentro de veinte años con lo que estoy haciendo? Hay que
asegurarse de morir bien.

Milarepa, el santo más famoso de todo el Tíbet, dijo: “mi religión es simple, quiero morir sin arrepentimientos”. Y
esa debe de ser una de nuestras metas, vivir plenamente, de no arrepentirse por haber hecho algo negativo, que haya
herido a alguien, sino también no arrepentirse de no haber hecho algo bueno.

Así pues, cuando hablamos de lo que es entusiasmo, esfuerzo. A nivel clásico, en la tradición Theravada,
hablamos de cuatro esfuerzos. El primero es prevención de lo negativo. Tenemos que empeñarnos en prevenir
estados negativos. Y una vez que surjan, una vez que te encuentres irritado, molesto, enfadado, celoso… ahí hay
que poner atención, introducir un antídoto, una idea positiva que neutralice ese estado negativo. Muy importante.
Tenemos dos del lado negativo: prevenir estados negativos y una vez que surjan, eliminarlos.
Y en el lado positivo, generar estados positivos, virtuosos y cultivar los que ya tenemos, aumentar los que ya
tenemos. Pero aquí lo que el Buddha nos recuerda es: “no dejes que la vida te pase, toma tú la iniciativa, elige, da
un paso hacia delante y empieza a mejorar conscientemente”. Así que tenemos que cambiar de asiento. En nuestra
vida estamos en el asiento del pasajero, sacando fotos con el móvil… cambia al otro asiento, coge el volante… o si es un
barco, el timón y dirige tú, guía, navega tu vida.

La iniciativa es muy importante. ahí fuera en el mundo con los amigos y con la familia, utilizamos la palabra
voluntad, es el efecto de muchos factores en nosotros. No podemos de repente tirar, aumentar, por capricho, la
voluntad.
La voluntad es el entusiasmo, la energía que nace en nosotros cuando hay cuatro cosas, dice Shantideva: una
aspiración -una motivación ardiente-, una autoestima sana, cuando hay alegría y cuando nos sabemos medir,
cuando somos realistas.

Si no hay estas cuatro cosas, no vamos a tener a nuestra disposición el estado de voluntad. Así pues, hay que
trabajar en las causas, en las bases de la voluntad desarrollando a diario una motivación, una aspiración ardiente.

Vais a ver que en el budismo utilizamos la palabra “aspiración” que combina la motivación con la meta. Es una
motivación contextualizada, no tanto un destino concreto. Pero es un vector, tiene una dirección,. Y la autoestima es
muy importante. Hay una gran pobreza espiritual. Realmente no creemos que podemos, no nos creemos que yo
puedo cambiar, que yo puedo ser mejor persona. Y la más fiable es la naturaleza búdica o el estado último de la
conciencia, independientemente de donde estemos.

En el ciclo evolutivo o en esta vida siempre tenemos potencial. Y si queremos especificarlo, hay tres tipos de
potenciales: el potencial de eliminar lo negativo, el potencial de adoptar lo positivo y el potencial de ayudar a
otros seres, en menor o mayor rango. Y eso es importante porque muchas veces no creemos en ninguno de los tres.
Y todo conflicto emocional, miedos, fobias, traumas, no es intrínseco, así que se puede eliminar de nosotros.

Cualquier defecto, costumbre negativa, podemos eliminarla, purificarla de nuestro sistema si lo trabajamos.
Podemos mejorar, subir un peldaño. Y es muy importante conectarse a ese potencial inherente en todos los seres y
no en los atributos externos. A una persona que cree en su potencial no la para nadie. Ese es el segundo ingrediente
de la receta de la voluntad, del entusiasmo. El tercero es alegría. Habíamos dicho que no podemos ser exitosos,
tener maestría si no amamos lo que hacemos, si no lo disfrutamos. Pero aquí no estamos buscando algo que ya nos
gusta, estamos aprendiendo a que nos guste algo que no le gusta a nadie, algo sano, algo virtuoso. Eso no vende,
aunque lo pongas en oferta, no vende. O sea, a la gente le interesa la meditación mientras sirva como un escape,
mientras nos dé una sensación grata, pero cuando tenemos que afrontar las sombras, cuando tenemos que
educarnos realmente y transformarnos y cultivar la verdad, ahí ya se hace demasiado, repetitivo. Y es ahí donde
tenemos que desarrollar la alegría . Realmente el término es “sabiduría”. De la sabiduría nace la alegría. Sabiduría
quiere decir que es un proceso de trasmutación

Dicen que normalmente nuestra felicidad se basa en esperanzas. Y eso es positivo a nivel psicológico, en los medios de
comunicación, pero en el contexto espiritual no es positivo. Para una persona que tiene una crisis, que tiene
depresión, hay que darle esperanza. Pero para una persona cuerda, como nosotros, supuestamente, para nosotros la
esperanza ya es tóxica, la otra cara de esa moneda es el miedo. Esperanza es que va a pasar algo que me va a gustar,
que me va a hacer feliz y tengo, simultáneamente, miedo de que no pase o que alguien lo interrumpa. Si hay esperanza,
hay ansiedad, hay miedo, hay estrés. Hay expectativa, estamos esperando a ser felices. Ese es el primer tipo, la
felicidad mundana se basa en la esperanza.
Y lo que proponen los maestros del linaje es “optimismo”, admitir ser honesto “mira no sé lo que va a pasar mañana,
no lo sé, pero va a ser fantástico”. Sin cualificar qué tiene que pasar para que sea fantástico. Yo ya me impongo,
“mañana va a ser fantástico”. ¿Pero si hay viento? Fantástico… ¿Pero si hay lluvia? Fantástico. Y a esa persona no la
para nadie. Y hace lo necesario para tener alegría que no dependa de las circunstancias, del tiempo, del clima, de
los mimos de otros, de tu salud. Es una fuente constante. Yo me impongo, “hoy voy a ser feliz y mañana también”.
Muy importante. Eso nos ayuda a mantener el combustible, la energía para emprender algo que no concuerda
inmediatamente con nuestras expectativas o placeres sensoriales.

Y el último ingrediente de la voluntad o el entusiasmo es saber medirnos. Algunas veces se define como descanso.
Descanso parece contradictorio. Estamos hablando de voluntad, esfuerzo, de ganas… Pero los maestros dicen: “no,
no… hay que saber cómo y cuándo descansar”.

Esto es un maratón y hay que cogerle el ritmo… porque caemos en los dos extremos, la pereza, que es la apatía, y
por el otro lado, la hiperactividad. Caemos en esos dos extremos y no sabemos encontrar el camino del medio, el
equilibrio.
Tenemos que saber cuánto da mi cuerpo, cuánto tengo que comer, cuánto tengo que dormir, cuánto ejercicio
tengo que hacer, cuánto doy psicológicamente… y saber ajustarnos. Y si nos sabemos medir a corto y a largo plazo,
si tenemos una fuente loca de felicidad, de alegría, si tenemos una autoestima sana que se basa en nuestro
potencial, y si tenemos una aspiración fuerte, ahí hay voluntad, ahí hay energía que nos sostiene.

Ahora pasamos a los dos últimos de los ocho pasos en el camino espiritual. El quinto era la correcta forma de
vivir, el sexto el correcto entusiasmo o esfuerzo y el séptimo es atención plena.

“si tienes atención plena, si eres consciente de tu cuerpo, si eres consciente de tus sensaciones, de tus estados
mentales, de cómo comprendes la realidad, ahí has resuelto el 98% o el 99% de los problemas, simplemente
siendo consciente de lo que transcurre dentro y fuera de ti, sin implementar un cambio, simplemente estando
despierto, siendo consciente de lo que pasa dentro y fuera de ti”. Y parece ridículo, yo soy un adulto, voy por la vida con
los ojos abiertos. Pero si somos honestos y nos observamos, vamos a ver que mucho tiempo durante la vigilia, el
vivir diario, no somos conscientes de lo que ocurre dentro y fuera. Estamos automatizados, casi como robots o
sombras, siguiendo patrones de conducta. Y, de repente, entra un remolino, una serie de pensamientos y nos entretiene
media hora en esa marea, en ese remolino, en esa tormenta, en esa película interna.

¿Y cómo pasa? Van a surgir semillas negras, algunas de nuestro karma pasado, algunas vienen del vecino,
algunas vienen de la televisión, van a surgir invitaciones a enredarnos en cosas mundanas, pensamientos tóxicos o
negativos… Y la pregunta es, no cuándo, o cómo, o cuántos van a surgir, sino ¿cómo voy a responder? ¿cuánto
tiempo me voy a entretener? ¿voy a ser manipulado ciegamente o voy a ser consciente? No podemos elegir si no somos
conscientes. Todo parte, todo empieza con estar despierto. Y eso se puede entrenar de una manera formal en el
cojín, pero también se debe cultivar en nuestro vivir diario. No basta con esos veinte minutos, una hora diaria de
meditación. La clave, el secreto está en todo lo que hacemos, lavando los platos, la ducha, barriendo, comiendo,
consciente, despierto… porque de las veinticuatro horas, si dieciséis estamos despiertos, ¿cuánto de ese tiempo
realmente somos conscientes?. Estamos de alguna manera desperdiciando vida, desperdiciando años de vida, de
experiencia.

Así que el primer paso es físico, ser conscientes de nuestro cuerpo, nuestra postura, nuestra respiración,
conscientes de lo que percibimos a través de los cinco sentidos. Después ser conscientes de algo más delicado que son
las sensaciones. Ese es un proceso mental muy particular, breve. Inmediatamente después de una cognición, sea
visual, auditiva, lo que sea… inmediatamente después hay una sensación grata, desagradable o neutral
Y después el mundo interno. Ser consciente de todo lo que transcurre dentro de nosotros, todos los procesos mentales,
particularmente los pensamientos.
Y por último, lo que llamamos consciente de la fenomenología, la manera en que nosotros comprendemos la realidad que
percibimos.

Y pasamos al último ingrediente del camino óctuple que es la meditación. Y aquí el Buddha señala una de las
familias de la meditación. Porque la meditación es entrenamiento mental.

Y podemos hablar de cuatro familias de meditaciones:


 meditaciones que nos acercan a la verdad, vipassana;
 meditaciones que nos acercan a la ecuanimidad, amor, compasión, toda la gama del altruismo;
 meditaciones que nos acercan al mérito, o sea, todo lo que es virtuoso, la paciencia, la generosidad, eso
se medita y se cultiva;
 y la cuarta shamatha, la meditación que nos acerca al estado de equilibrio meditativo.

Para hacer esos descubrimientos de quién soy yo, y encontrar esa divinidad fuera y dentro de nosotros, o sea,
fundir la dualidad, es muy importante que la mente esté tranquila, que sea servicial, que esté clara, nítida, lúcida y
en paz. Casi como un instrumento, si queremos ver lejos el telescopio tiene que estar muy refinado, pulido, limpio. Y si
queremos ver dentro, el instrumento es la mente. Así pues es muy importante refinar y cultivar el estado mental logrando
la paz, el equilibrio y la claridad.

¿Cómo se hace? Lo podemos hacer ahora en una meditación juntos, si queréis. En breve, estamos tratando de lograr
simultáneamente dos cosas que rara vez coexisten porque nuestra mente tiende a caer en dos extremos, uno es la
agitación y el otro es sopor. O sea, en uno la mente se dispersa, es muy difusa, muy grande hacia fuera. Y en el
otro es un sopor, los tibetanos utilizan la palabra “hundirse”, al extremo dormir, roncar…

Y lo que queremos de estos dos extremos es sacarle lo positivo. Del sopor, la quietud; de la agitación, la lucidez. Y lograr,
simultáneamente, una mente equilibrada, quieta y lúcida. Queremos una mente que esté protegida de las
distracciones y que también sea completamente nítida y despierta, transparente.

Y eso se logra desarrollando la costumbre de permanecer en un objeto. Un objeto quiere decir el enfoque en un
objeto en el que nos enfocamos y atendemos.
 Puede ser sensorial, el sonido de un cuenco;
 puede ser táctil, como sentir la respiración;
 puede ser mental, visualizar la imagen de un buddha, una esfera de luz…

Nos acostumbramos, poco a poco nos entrenamos en estar cómodos, a gusto, descansando sobre una cosa, un objeto,
insistiendo, una y otra vez. Los maestros dicen que no hay esfuerzo. No hay nada en el mundo que requiera más
esfuerzo que la meditación, Entonces, aún más que ese esfuerzo físico, es insistir una y otra vez, a cada instante, en la
verdad, en lo positivo, en lo virtuoso… Y no divagar, no dejarnos ir, estar siempre eligiendo algo bueno, positivo… hasta
que sea la norma, lo habitual.

Pues en meditación aprendemos a desarrollar una actitud más comprometida con la vida, menos pasiva y más
comprometida, donde elegimos lo que siento, lo que pienso, en qué me enfoco… Porque uno es lo que mira. Donde
uno se enfoca, eso se convierte en la realidad para nosotros. Así que la realidad no viene de allá fuera, la creamos
nosotros, es un reflejo de nuestro estado de conciencia. Y eso puede ocurrir de una manera al azar, sin nuestro decir, sin
voz, ni voto… o podemos entrenarnos y cultivar una realidad pura, virtuosa, que nos sirva, que nos ayude a largo plazo.

Entonces la meditación es algo muy simple. Entrenarnos en elegir, en estar instante a instante, en el objeto
virtuoso. “Virtuoso” quiere decir “presente”, quiere decir “verdad”, quiere decir “positivo” y quiere decir “virtud
espiritual”, dependiendo de las cuatro ramas de la meditación. Si estamos meditando vipassana entonces el objeto es
“verdad”; si estamos entrenándonos en shamatha, calma mental, entonces el “presente” es el objeto; si estamos
entrenándonos en desarrollar virtud, es “paciencia”, “generosidad”… Y si estamos entrenándonos en el amor
profundo, estamos meditando en “ecuanimidad”, en “compasión” .

2.3 Preguntas y respuestas.

P: Estamos diciendo que “mindfulness” sería tener una consciencia en cada momento de tu vida diaria, sin influir
en esa consciencia, sin crear ningún deseo, ni a favor ni en contra, simplemente con una contemplación, he entendido. Y
la meditación, sin embargo, lo que busca es enfocar un objeto y ensalzarlo, trabajar sobre ello, constatarlo, o sea, influir
sobre él, sobre esta aspiración o este objeto que no hemos planteado ¿no?
L.R.: sí, eso es bastante acertado y, partiendo de esa premisa ¿cuál es la pregunta?

P: Sí, pues en la meditación insistir que tú sí que haces un esfuerzo, sin embargo, en mindfulness, porque al final no
logro ver la diferencia. Porque estas dos palabras se juntan en un momento dado, en muchos artículos, en muchos sitios
donde los oyes y en fin… Pero al final creo ver una diferencia mayor entre estas dos cosas.

El movimiento de mindfulness moderno empezó con el Doctor Jon Kabat-Zinn en Boston, en un hospital de Boston. Es
un doctor, médico, que empezó a desarrollar estudios de meditación con sus pacientes. Después de la cirugía les hacía
una práctica, les ayudaba a meditar media hora al día. También a personas que estaban queriendo dejar de fumar, a
finales de los años ’70. Y fue muy exitoso. Se hicieron varios estudios y a través de las pruebas empíricas se pudo
comprobar que las personas que meditaban esa media hora, simplemente estando atentos al presente, podían
recuperarse de cirugías, reducir el estrés, la depresión… todo tipo de beneficio físico y psicológico, mejora el sistema
inmunológico y demás. Jon Kabat-Zinn lo definió de una manera un poco diferente al Buddha. Para él, mindfulness es
estar en el presente sin juicio. El Buddha no dijo eso.

En el budismo la atención plena, mindfulness o la recolección, no es una meditación. Es un estado de


conciencia que se usa dentro de una meditación. Así pues es un tipo de atención, es el tipo de atención más
accesible, que es donde uno elige enfocarse en algo y retiene la mente ahí. Elige en qué enfocarse y retiene la mente
ahí. Por lo tanto, hay juicio. No hay un juicio moral, categórico -esto es bueno o malo-, pero hay discernimiento,
hay sabiduría. O sea, si simplemente hay atención plena, en el momento presente, sin sentido común, sin sabiduría,
puedes comer porquería y causarte daño, puedes cruzar con el semáforo en rojo y que te atropellen. En el budismo es
muy importante que siempre exista sabiduría, discernimiento, sentido común.

Así que cuando uno está enfocándose en un objeto, uno lo elige, se queda ahí. Ese es el primer aspecto de la
atención, que le llamamos mindfulness. Y una vez que uno desarrolla esa atención plena, aparece otra atención,
otro aspecto de la atención, que le llamamos atención vigilante, que aquí ilumina la relación con el objeto porque la
atención plena no es suficiente.

Hay personas que solo practican eso y después, cuando se distraen, se distraen durante mucho tiempo. O sea, viene
una distracción y después se enfocan en la distracción, atención plena, atención plena, atención plena… Y hay que
tener un segundo tipo de atención, como un helicóptero, un dron que viene de vez en cuando y dice “¿a qué
estoy atendiendo? ¿cómo me estoy relacionando con el objeto? ¿demasiado cerca, demasiado lejos? ¿la mente
está opaca, está inquieta, agitada? Así pues atención plena, mindfulness, son dos aspectos de la atención que se
emplean dentro de la meditación para mantenernos en el objeto y mejorar la relación con ese objeto. Sea una
meditación de shamatha, de lograr el estado meditativo, o una de sabiduría, o una de virtud, o una de amor, tenemos que
emplear mindfulness o recolección y también vigilancia.

Para el budismo, la meditación es otra cosa, no es suficiente estar presente. Por ejemplo, se está utilizando
mindfulness para entrenar a francotiradores en el ejército de EEUU. Lo están utilizando también deportistas para
lograr más enfoque y demás. Pero si no hay ética, por un lado, y si no hay sabiduría, la meditación no va a
funcionar, no nos va a beneficiar a largo plazo. Simplemente estamos mejorando una facultad cognitiva de la
mente, que es estar presente. Pero eso no es espiritual, tiene que haber ética y tiene que haber sabiduría para que
haya desarrollo espiritual, personal.

P: Sí, tiene sentido, mucho sentido. Sin embargo, hace poco leía un artículo en Facebook o varios. Hay unas personas
aquí en España que son pioneras en mindfulness y entonces me hacía gracia porque… bueno, me llamó la atención…
no es que me hiciera gracia, porque no estoy tan… Bien, el artículo decía que “para mindfulness utilizaba diferentes
técnicas de meditación”. Y a mí me chocó esa frase y pensé “bueno, será al revés ¿no?”. La meditación era antes que el
mindfulness, o más o menos estas diferencias que acabamos de escuchar. Además eso sería un tema interminable ¿no?
porque hay muchísimas cosas más como que hablaban, la semana siguiente, de los efectos adversos de la meditación.
Leí auténticas cosas extraordinarias, como gente que se les reventaban venas en los pies, gente que se
despersonalizaba y muchísimas cosas más.

Si una persona tiene un trauma, un desequilibrio emocional, no debería meditar o debería hacer meditaciones guiadas
muy simples con algunas visualizaciones. La meditación no es para todos, de la misma manera que hay algunas
posturas, algunas asanas de yoga que son muy exigentes y si uno tiene una fractura o un problema lumbar puede
hacerse mucho daño. No es para todos, no va a favorecer a todo el mundo por igual.

P: Hola Lama, gracias. La duda surge cuando se habla de la sexta que era “cultivar el entusiasmo en el momento en
el que se generan todas las mentiras descaradas”. Es una duda que me ha surgido en bastantes ocasiones, no
solamente en base a esto. Porque además luego, cuando estamos generando la autoestima sana, también me surge la
misma duda. Si nosotros estamos engañándonos a nosotros mismos, ya sea consecuencia de un estado aflictivo, ya sea
porque nos estamos mintiendo a nosotros mismos descaradamente, con “¿nosotros? ¡no, no, qué va, ni de broma!”.
¿Cómo podemos salir de ahí? ¿Cómo podemos ser conscientes de eso? ¿Cómo podemos cultivar lo contrario?
Después, a raíz de explicar el octavo, he pensado que quizás será una de las consecuencias directas, de esas que no
somos conscientes de cultivar la atención plena en el objeto que, a raíz de eso, empezamos…, pero no lo sé… si
estamos… ¿cómo desenmascararnos a nosotros mismos?

L.R.: Muy buena pregunta ¿cómo saber que me estoy mintiendo, que realmente esta idea es autosabotaje, no me
conviene a largo plazo, me estoy manipulando, me estoy engañando? Es muy difícil, es lo más difícil del mundo,
honestamente. Ayuda tener un mentor, alguien que de vez en cuando nos diga “te estás engañando, te estás
desviando mucho”. Pero finalmente nosotros mismos tenemos que ser nuestro propio juez, o amigo espiritual, o
testigo.

Hay un manual de meditación que se llama “Los siete puntos del adiestramiento mental”. Y uno de los puntos es
cómo saber si estamos progresando espiritualmente, cómo podemos medir… Pasaron cinco años ¿soy mejor
persona o simplemente creo que soy mejor que los demás? ¿cómo saberlo? La medida más sensata de que
estamos creciendo, madurando espiritualmente, es si disminuye nuestro egocentrismo. En la medida que disminuye
nuestro egocentrismo, crecemos espiritualmente.

Al pasar el tiempo ¿me estoy enfocando en los demás, en sus necesidades, en su felicidad? o ¿estoy siguiendo
preocupado de si estoy contento, si yo tengo lo que necesito, si me están atendiendo bien, si se están acordando de
mí, si la gente me respeta, si tengo lo que merezco?

Otra medida es “¿cuánto tiempo puedo estar en silencio sin coger el móvil, sin aburrirme a tal punto que necesite
distraerme?”. Y si no hay wifi, o se acabaron las pilas, pensar con el móvil mental, irme al futuro, planear las vacaciones,
recordar algo del pasado.

Lo que tú preguntas, teniendo eso en mente, es en ese momento “¿cómo saber si me estoy engañando?”. Pues no hay
una regla fija, pero si empezamos a elegir el camino de menos resistencia, el más cómodo, el que de alguna
manera va a atraer más atención, más seguridad… ahí tenemos que cuestionarlo. No quiere decir que el camino
correcto espiritual siempre sea el más duro, que hay que mortificarse, que hay que ir siempre cuesta arriba… pero si
coincide que eso que estamos haciendo de alguna manera favorece al ego, entonces ahí tenemos que dudar, hay que
dudar mucho y pensarlo mil veces.

Pero una persona que esté completa, hecha, derecha, satisfecha, con una autoestima sana, va a tener menos
necesidad de manipular los datos. Es casi como alguien que está haciendo un experimento, un científico… y si no sale
la curva como tú quieres, entonces vas a saber con toda certeza que esa corporación, o esa universidad no te va a dar el
dinero, no te va a dar la beca para desarrollar tu próximo año de estudios.

Hay que ser un poco como Colombo, hoy durante la comida estuvimos hablando de Colombo, esa serie de televisión
americana donde había un detective que era muy… no amenazaba a nadie. Era muy pequeño, parecía todo sucio,
incompetente, no se entendía mucho lo que decía, pero después siempre hacía otra pregunta. Así que hay que decir
“si yo hago esto ¿quién sale ganando? ¿quién sale ganando de todo esto? .Verlo de una manera objetiva. Hubo
este crimen, surgió esta situación ¿quién salió ganando? ¿quién se aprovechó? Y de ahí empezamos a ir vuelta atrás.

2.4 Diario de meditación

Elige un cuaderno, cuánto más bonito y bello mejor, en el que llevar tu diario de meditación, un registro con los datos de
cada sesión de meditación que hagas. Rellena la siguiente información para cada sesión. Cada entrada en el diario
debería tener estos datos mínimos con una breve descripción de la experiencia.
 Fecha:
 Técnica meditación:
 Duración:
 Experiencia:
2.5 Tarea

Semana 2
 ¿Cómo se manifiesta en ti cada uno de los cuatro desequilibrios? ¿Qué puedes hacer para empezar a
corregirlos?

 Cómo se  Cómo empezar a


 manifiesta corregirlo
 Atencional  
 Cognitivo  
 Afectivo  
 Conativo (voluntad)  

 ¿Qué aspectos de tu vida puedes simplificar para facilitar tu desarrollo espiritual?

3 Consejos para el desarrollo de un retiro de meditación.

CÓMO HACER UN RETIRO

Primera parte

Un retiro meditativo es un espacio y un tiempo dedicado exclusivamente a la práctica espiritual, donde eliges el
mejor de todos los lugares para que la práctica, sí o sí, sea exitosa; que tenga toda la garantía de que todo lo que
inviertas, que tenga un impacto genuino en ti. Todos deberíamos reservar, no sólo esos minutos diarios para
entrenar la mente, para meditar un poquito, sino en el calendario mensual o anual reservar unos días para
nosotros.

La mejor inversión que podemos hacer es definir ese tiempo y ese espacio para el desarrollo de la práctica
meditativa. Consejos para hacerlo mejor, para experimentar con ello.

Podemos empezar con un día solo para nosotros, para la práctica, un fin de semana, un puente, hasta una
semana.

¿Por qué es necesario tener este espacio y tiempo? ¿Por qué no simplemente ser consciente en nuestro día a día?
Si lo que queremos es mejorar como persona, lograr estabilidad a nivel emocional, claridad, lucidez… cada instante,
cada momento en realidad es una oportunidad perfecta para practicar y mejorar. Y en teoría lo es, pero el día a día
ofrece muchos retos y hoy más que nunca. Somos bombardeados por la informática, por el móvil, WhatsApp,
Facebook, tanta gente, tantos proyectos que nos distraen, que están compitiendo con nosotros por la atención.

Una manera de comprender lo que es el desarrollo espiritual, es hablar de tres etapas.


La etapa de la cueva,
La etapa del valle
La etapa del cementerio.

Etapa de la Cueva.

Busca el mejor de los lugares, sube a la montaña, una cabaña, una cueva, y ahí desarrolla la práctica de
meditación”. Esta primera etapa es una etapa de laboratorio, porque nosotros tenemos el control. Elegimos todas
las variables. Es más, simplificamos el experimento al máximo para garantizar su éxito. Nos alejamos de todo lo que
sea tóxico, de todo lo que pueda distraernos, contaminarnos.

¿Para qué? Para lidiar con la sombra que arrastramos, con el desequilibrio interno, para sanarnos a nivel de patrones
conductuales, a nivel de estados aflictivos, emocionales, a nivel de nuestra falta de amor, el egocentrismo y, por
supuesto, a nivel de sabiduría, acercarnos a la esencia de quiénes somos.

Libres de toda distracción, tenemos ese espacio, ese tiempo, para encontrar la paz, el equilibrio dentro de nosotros. Y,
eventualmente, el practicante va tener estabilidad, gozo, experiencia, realización. Y allí el maestro le va a decir: “bueno,
aquí ya hiciste todo lo que se puede hacer. Ya no tienes nada más con qué trabajar, ahora tienes que regresar al valle,
al pueblo”, que es un estado natural, ahí ya no es un experimento porque ahí uno ya no tiene el control. Te
puedes topar con cualquier persona: alguien amable, respetuoso, que te mima… o alguien que te pone en jaque, que te
cuestiona, que te critica. Es todo espontáneo, orgánico, cualquier cosa puede suceder. Esa es la segundo macro-
etapa de la práctica, que es muy valiosa si tenemos estabilidad interna.

Si logramos esa realización en la cueva, ahora sabemos cómo aplicarla en el mundo, cuando seamos retados por los
demás. A nivel macro a esta etapa se le llama “la etapa del yogui vagabundo o deambulante”, que va de sitio en sitio, sin
residencia, sin casa. Y eventualmente el practicante, el yogui, la yoguini, van a encontrar equilibrio, paz, amor… hasta en
el cruce, en el mercado, en cualquier sitio. Y ahí el maestro le va a decir:

Etapa del cementerio, en la antigua India, era lo peor de lo peor. Esta tercera fase del cementerio es también un
laboratorio porque uno tiene el control. En este caso, eliges a propósito lo más exigente, lo más problemático, el
último reto.

Nosotros ahora estamos en el medio. Estamos en el valle, estamos en el ajetreo de la vida, lidiando con todo tipo
de personas, con todo tipo de tráficos, personas compitiendo en el trabajo, robándonos el puesto. Pero no tenemos la
ventaja de haber pasado por la primera etapa de la cueva y tener esa estabilidad interna. Estamos luchando ahí fuera
con personas exigentes, pero a la vez estamos luchando con nosotros mismos. Hay mucha incertidumbre, muchas
dudas, miedos, baja autoestima y demás. En nuestra vida, si podemos, deberíamos desarrollar la mejor de todas
las situaciones posibles para que podamos crecer y madurar dentro de nosotros. Y esto, en términos muy
simples, es el retiro espiritual o el retiro meditativo, la etapa de la cueva, el experimento espiritual donde tú diseñas
las mejores condiciones para el desarrollo espiritual.

En el contexto del budismo tibetano, del camino espiritual, podemos hablar de tres tipos de retiros.

Uno es un “retiro de estudio y reflexión” donde reservamos un tiempo para leer, contemplar y, a lo mejor, hasta
escribir, componer.

Después hay otro retiro que es un “retiro meditativo” para practicar cualquiera de las cuatro familias de meditación,
Pueden clasificarse en estas cuatro familias, para desarrollar virtud espiritual, para desarrollar toda la gama del
amor, todo lo que es sabiduría y todo lo que es equilibrio, cualquiera de esas.

Y después, en el contexto tibetano también hay retiros de mantras.

La fase de retiro es para profundizar. No es una práctica horizontal donde vamos probando, probando diferentes
técnicas. Es una práctica vertical donde, con un sistema, con una técnica, vamos bajando, profundizando, hasta
lograr experiencia. Lo que queremos es una experiencia intuitiva, directa de esa verdad, que nos toque, que nos
transforme. El retiro es la mejor oportunidad para cambiar. El retiro es una manera de concentrar nuestra
atención, nuestra energía, en un aspecto espiritual, para que nos toque y nos cambie y nos sane.

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Y los beneficios del retiro son enormes. No hay manera de generar mérito, karma positivo, no hay mejor manera
de invertir nuestro tiempo que en la práctica, en sanarnos, en desarrollar nuestras cualidades. El retiro es práctica.

Todo lo teórico ya lo debemos tener claro, no sólo saberlo intelectualmente, sino haber resuelto las dudas sobre la
práctica, sobre la meditación. Y ahora viene la hora de practicar, cambiar. Tienes que saber lo que es amor, lo que es
la compasión, y después empezar a trabajar y trabajarlo en ti.

Debemos elegir un lugar muy tranquilo. A lo mejor esto es lo más importante, especialmente para practicantes nuevos.
Una vez que uno tiene cierta estabilidad, el ruido hasta te ayuda, te mejora, te mantiene enfocado en el presente,
pero inicialmente hemos de elegir el mejor de los sitios.

Y todo lo que estoy diciendo ahora es también para tu práctica meditativa. Tenemos que encontrar ese mini retiro
en nuestro día a día. Si tu familia es muy ruidosa, despiértate antes que nadie. Necesitamos silencio,
necesitamos un lugar sano, limpio. El cuerpo está íntimamente vinculado con la mente, es muy importante comer
sano. Deberíamos relacionarnos con menos personas, pero mejores personas, personas sanas. Particularmente
cuando estamos en retiro meditando, tener menos interacciones, porque el retiro es ir hacia adentro, interiorizarse. Ahora
estamos ahí fuera enchufados en el mundo. El retiro es un tiempo, como la meditación, para entrar dentro de
nosotros. Si tenemos que rodearnos de personas que sean personas sanas, tranquilas, silenciosas para esa etapa de
retiro.
La duración del retiro de acuerdo con los manuales tibetanos puede ser de tres tipos:
 Puede ser por tiempo. Me comprometo a hacer esta práctica. Voy a meditar en el amor durante tres días. Y
después de estas setenta y dos horas lo dejo.
 O el retiro puede ser por números, en el caso de mantras. Voy a recitar este mantra diez mil veces, cien mil
veces y cuando llegue a ese número acabo el retiro.
 O el retiro más exigente es por experiencia. Cuando logre este tipo de experiencia acabo el retiro. La mayoría
de los maestros tibetanos hacen retiros de tiempo o de número. Días, meses, años o, si no, un número específico de
mantras o de oraciones.

Todos los retiros deberían empezar de una manera muy suave, muy paulatina. Nos estamos introduciendo gradualmente
en una nueva realidad, por decirlo así, físicamente, porque muchas veces vas a estar sentado durante mucho tiempo,
pero también mentalmente, porque no estamos acostumbrados a estar enfocados en una cosa por mucho tiempo. Y eso
crea cierto estrés físico, psicológico y cognitivo.

Ahora tu mente es mucho más sensible, como si apenas tuvieras piel, en una herida, una llaga abierta, un soplo ya te
agita. Percibimos la tristeza, el dolor, las insinuaciones de otros… todo con mucha más vividez porque estuvimos
entrenándonos y la consciencia está muy despierta, muy atenta. Por eso es tan importante, en la medida en que
vayamos practicando, no sólo en retiro, sino aquí juntos, en nuestro día a día, convencernos con amor y paciencia.
Porque la meditación diaria, o en retiro, hace que nos sensibilicemos a tal punto que no podemos tolerar el
mundo. Nos coge por sorpresa, ver la tristeza que tienen las personas.

Tenemos que desarrollar conscientemente la cualidad de la paciencia que es, a lo mejor, de todas las virtudes la
más poderosa. Paciencia es paz, que nace de la aceptación. Cuando uno se acepta plenamente, cuando uno acepta
a los demás plenamente, cuando uno acepta que el presente no salió como querías, que la vida no es como te
esperabas, que las personas no te tratan como tú quieres, como tú mereces… ahí necesitamos aplicar aceptación, que
no es lo mismo que pasividad.

A medida que desarrollamos la mente, la atención, todas las facultades cognitivas, el despertar la conciencia y
empatizar con los demás, simultáneamente, tenemos que elevar nuestro nivel de aceptación para lograr paz y
equilibrio, independientemente de lo que transcurra allá fuera, de las sorpresas que se acerquen.

Y después dos cualidades más: una es amor y la otra es sabiduría. Cuando nos sentimos atacados, cuando
sentimos que alguien va a por nosotros, que nos quiere mal, nos lo tomamos de manera muy personal pero, en realidad,
no comprendemos que la otra persona está sufriendo, que está en el caos.

Así pues, descubriendo nuestro caos interno, cómo funcionamos nosotros, lo fácil que es que nos manipulen las
emociones, cómo la ira nos secuestra… tenemos que empatizar con los demás y descubrir que todos estamos
en la misma situación. Todos queremos ser respetados, todos queremos ser atendidos, todos queremos ser incluidos,
que nos aprecien, que nos den las gracias. Todos queremos y buscamos exactamente lo mismo. Es muy importante este
aspecto de amor y compasión para compensar la sensibilidad que adquirimos en la meditación.

Segunda parte.

El tercero es la sabiduría. Cuando nos pasa algo tenemos la tendencia de crear una caricatura de las personas, se
destaca un aspecto y vemos sólo eso malo. Y además, aislamos a esa persona de su contexto, del mundo, de la
realidad. Si queremos crear un cambio genuino en la sociedad tenemos que atender a todas las causas, lo que es
la educación, lo que es la familia, lo que son los valores. Cuando algo pasa en nuestra vida, cuando aparece un
George Bush, un Donald Trump en nuestra vida, no hay que verlo como una persona loca, extraña y mala. Hay que ver
todos los componentes que produjo ese fenómeno, ese evento. A esto le llamamos la sabiduría de la
interdependencia. Este es un fenómeno interdependiente. Hay muchas cosas en juego. Esta persona no es mala a
propósito, al azar, tiene su condicionamiento cultural, tiene su familia, tiene su experiencia, sus tragedias, sus miedos,
sus ideas, todo eso está ahí… y el actor principal, la fuerza principal, mi karma. Si os atrevéis a pensarlo, de alguna
manera yo también participo. Karma quiere decir que mis acciones, mi energía, tienen una voz, tienen un poder en
determinar mi vida y mi entorno.

A nivel muy profundo podríamos ver que todas las personas agresivas son activadas como un títere por nuestro
karma. Y nos están enseñando algo. Cada cosa en nuestra vida esconde una lección. Si no descubrimos esa lección,
se repite el patrón, se repite el patrón

A medida que desarrollamos la práctica meditativa, simultáneamente tenemos que desarrollar otras cualidades
espirituales, principalmente paciencia, amor y sabiduría para tener equilibrio. El desarrollo espiritual debería ser
holístico o integral, debería incluir todos los aspectos del ser, de nuestra vida. En retiro deberíamos reservar un tiempo
para ejercitar el cuerpo, hacer yoga, chikun, taichi o, por lo menos, hacer estiramientos o caminar.
Dentro de la meditación compensamos esta lucidez, esta claridad, esta sensibilidad. También tenemos que
invertir energía y tiempo en lograr concentrar la mente. Entrenarla en permanecer estable, en una cosa, en un objeto,
por un tiempo, para no ser sacudidos por la estimulación sensorial o sacudidos por las emociones. Lo que
queremos, por lo menos en la familia de shamatha, de calma mental, son dos cosas que rara vez coexisten, queremos
claridad y estabilidad. Queremos al mismo tiempo estar muy despiertos, muy atentos, con una mente en equilibrio,
en paz, tranquila. Y solemos caer en extremos tóxicos.

Lo que es tranquilidad se deteriora, se corrompe, se convierte en sopor, somnolencia, una mente opaca. Y lo es lucidez
se corrompe y se convierte en agitación. Lo que queremos de estos dos extremos mentales, la agitación y el sopor,
es extraer su aspecto puro y sano, y unificarlos en un instante de consciencia, claridad y, a la vez, equilibrio,
tranquilidad, estabilidad. Ese es el objetivo de la calma mental, de la práctica de shamatha.

“Retiro” quiere decir retirarse, alejarse, podemos hasta utilizar la palabra “aislamiento”, físico, verbal y mental.
En esta primera etapa de la cueva, en este experimento para interiorizarnos deberíamos aislarnos físicamente de todo
tipo de actividades.

Y el verbo es muy importante. Aislamiento verbal quiere decir básicamente mantener el silencio, especialmente
durante la sesión de meditación. Si te comprometes “de las 11 a las 12 voy a meditar una hora”, eso es sagrado, es un
compromiso tuyo personal y lo tienes que respetar. No rompas ese voto personal, pase lo que pase. Si alguien le
quería decir algo tenía que pasarle una nota. Vamos a ver que desperdiciamos mucha energía con las palabras.
Causamos mucho daño a otras personas con nuestras palabras. Una palabra mal dicha causa mucho dolor, queda
como una espina en el corazón de alguien durante muchos años, especialmente en los niños que son muy tiernos,
muy receptivos. Hay que tener mucho cuidado con lo que se les dice. Tiene un impacto enorme en ellos. Nosotros
normalmente utilizamos el habla, las palabras, para enmascarar la incomodidad del silencio, de la soledad.

El verbo es energía, se desperdicia, se gasta. Y después, cuando hablamos nadie nos atiende, nadie nos
escucha, se consume, se debilita, se diluye. Es muy importante reservar el verbo. Antes de hablar, pensar cien veces
que sea algo verdadero, que sea algo positivo y que sea necesario. Por lo menos que cumpla esas tres cosas. Verdad,
positivo y necesario, beneficioso para los demás. En retiro deberíamos hablar lo mínimo, lo mínimo necesario. Muy
importante.

Lo que queremos finalmente en la meditación es tener acceso a nuestra mente. Y no podemos tener acceso a nuestra
mente si no hay quietud física y silencio verbal. Si quieres acceso a la mente tienes que aquietar lo más burdo y
después viene el aislamiento mental. Eso quiere decir que nos alejamos de todos los objetos mentales,
particularmente de la historia, del pasado, de las proyecciones hacia el futuro. Nos enfocamos en el presente, en
el objeto que nosotros decidimos. Si vamos a meditar en el amor o si vamos a meditar en la respiración… elegimos una
cosa y ahí depositamos toda nuestra atención-.

Todo es una meditación. Todo es una oportunidad para conectarnos con la realidad, con el presente. El presente es
sagrado. No pueden existir aflicciones en el puro presente. Porque las emociones negativas siempre necesitan un
referente. Tengo miedo de, celos de, estoy enfadado con… siempre hay un personaje, una película, una trama, un guio.
De las veinticuatro horas del día pocas estamos vivos, o sea, fuera del sueño, fuera de la película. Eso que vamos
desarrollando en la meditación, en el día a día, meditando media hora al día, poco a poco se va introduciendo, se va
filtrando en nuestras actividades diarias.

Muy importante cultivar la mente, cultivar la atención, mantenernos presentes. Ese es el primer logro, la primera
meta que buscamos en la meditación, adueñarnos del presente. Esto no quiere decir “mantener la mente en blanco”,
quiere decir “ser conscientes”.

Cuando desaparecemos en un pensamiento, en un recuerdo, a nivel de psicología se describe como “fusión


cognitiva”. Desaparece la consciencia y ahí aparecen las emociones negativas. Podemos estar planeando las
vacaciones de agosto, pero uno está consciente, presente, sin desaparecer en esa película, en la ansiedad, en las
preocupaciones, en el estrés que va a causar.

En retiro nuestro lema debería ser “aislado físicamente, aislado verbalmente, aislado mentalmente” para tener a
nuestra disposición toda la energía para invertirla en una sola cosa, en entrenar la mente, en cultivar un estado
positivo. Para los tibetanos la meditación quiere decir “cultivar”, “elegir un estado positivo.

Estamos con nosotros desde que nacemos, pero aún no nos conocemos profundamente, íntimamente. Y hacemos todo
lo posible para que eso no ocurra, nos da hasta un poco de miedo. Apenas surge la oportunidad, ese espacio, ese
silencio, esa quietud, lo tapamos, buscamos algo que nos distraiga, que nos entretenga.
La realidad que percibimos la estamos coproduciendo, co-creando, es un reflejo de nuestra conciencia, de
nuestro estado interno. Y cuando entramos dentro también existe esa dualidad, vemos sombras de nosotros mismos.
Lo que queremos, poco a poco, es pasar del estado conceptual, lleno de ideas, de etiquetas, de juicios… a un estado no
conceptual donde hay plena, pura experiencia, más allá de las palabras, de las ideas, de los conceptos. Y después, con
la gracia, con las bendiciones del amor y la devoción, introducirnos en un estado no dual, donde se empiezan a borrar las
distinciones entre sujeto y objeto. Y eso es lo que realmente nos sana, lo que produce experiencia dentro de nosotros en
meditación. Tenemos que permitirlo.

“Meditación” no es tanto imponernos, sino permitir que surja un estado, casi desvelar el estado que hoy está
oculto debajo de capas emocionales, capas conceptuales, dogmas personales, condicionamiento y demás. El
Buddha utilizó una y otra vez la palabra “liberación”.

El desarrollo espiritual tiene que estar correlacionado con libertad. En la medida en que nos liberamos de patrones
conductuales, en la medida en que nos liberamos de emociones negativas, de la soberanía del ego, de los
conceptos, del dogma, de lo que es verdad, en esa medida nos reencontramos, surge el estado absoluto de la
consciencia.

A nivel místico podemos decir “divinidad, chispa divina, naturaleza búdica, espíritu”. Y si queremos ser
científicos “, la plena lucidez, claridad de la mente” que hoy está ahí, pero oculta. Y lo que vemos son sus sombras,
casi como un proyector en el cine. Ahora deben ser todos digitales, hace mucho tiempo que no voy al cine, pero el
proyector pasa la película por encima y de ahí aparece la imagen plasmada en la pantalla.

Lo que mejor te entretiene y te distrae, a ese placer le llamamos felicidad, curiosamente. Pero todos los místicos,
todos los contemplativos dicen que esa no es la felicidad, la felicidad es paz, no tener la necesidad de distraerse.
Al principio tenemos que ser valientes y elegir estar llenos y satisfechos, elegir estar en paz, en equilibrio.

Deberíamos hacer un mini retiro cada día. Reservar unos minutos para profundizar en la práctica e
interiorizarnos, soltar todo fuera e ir hacia dentro. Deberíamos hacer cada semana un mini retiro, reservar un bloque
de un sábado, un domingo, a lo mejor, invertir unas horas en prácticas y contemplación. Todos los meses deberíamos
reservar un día y todos los años una semana, por lo menos, para invertir en la práctica. Nos merecemos eso. En
España no hay excusa, porque hay muchas vacaciones..

3.3 Preguntas y respuestas.

P: Cuando descubres tu esencia, lo que eres, después de eso, las emociones negativas, las incomodidades, las
inquietudes, la necesidad de la mente de estar entretenida…. Esas cosas ¿siguen existiendo?

L.R.: Muy buena pregunta. En la medida en que nosotros recuperamos, nos integramos, entramos en comunión
con ese estado absoluto, en esa medida se desvanecen, se diluyen, desaparecen todas las otras capas de
patrones, emociones negativas y demás. Es algo paulatino, no es blanco o negro. Es un proceso de purificación,
pero sí hay un momento donde hay un antes y un después. Esa es la iluminación y hay diez niveles de
iluminación.

El primer nivel es cuando por primera vez en meditación tenemos la experiencia del estado último de la realidad.
De ahí en adelante, como tú dices, ya no hay el falso yo, ego, ya no hay egocentrismo, ya no somos reactivos, no
creamos emociones tóxicas, por lo tanto, no hay karma negativo, por lo tanto, no hay sufrimiento, se rompe toda la
cadena. Una vez que conocemos la verdad ya no vamos a estar distorsionados, ir en contra de esa realidad. Pero
cualquier paso, aunque sea un paso pequeño hacia la verdad de quiénes somos o los fenómenos objetivos, eso ya nos
beneficia, ya ayuda a reducir toda la toxicidad dentro de nosotros, todos los estados aflictivos, nos hace menos reactivos.

Yo elijo qué siento, yo elijo qué pienso, yo elijo mi estado de ánimo, yo elijo mi felicidad y eso se puede cultivar, generar
poquito a poquito.

3.4 Meditación diaria


Esta semana reserva 20-30 minutos cada día para hacer una meditación. Usa esta grabación de la meditación guiada
por Lama Rinchen como un recurso para tu práctica esta semana. Después de desarrollar las meditaciones con el audio
del Lama por algunos días, empieza a guiar tu propia meditación auto-regulando el tiempo que inviertes en cada fase.
3.5 Tarea.

Semana 3
1) Aunque el desarrollo espiritual atraviesa tres etapas secuenciales (cueva, valle y osario), las situaciones de la vida
cotidiana nos hacen vivir las tres simultáneamente (y, a veces, durante el mismo día).
Por ejemplo, una relación con un familiar puede ser el osario, el puesto de trabajo el valle y la sesión matinal de
meditación la cueva.
Piensa en todas tus actividades, relaciones y situaciones cotidianas, y reflexiona sobre a qué fase se corresponden.

Cueva Valle Cementerio

¿Qué has descubierto? ¿Debes hacer algún cambio?

2) Si la semana que viene empezaras un retiro de fin de semana, ¿qué preparativos externos e internos tendrías que
hacer hoy? Para ayudarte, piensa en:

o ¿Cómo está tu salud física? ¿Y psicológica?


o ¿Dispones de un lugar apropiado para hacer el retiro?


o ¿Conoces recetas adecuadas?


o ¿Qué aspecto debes enfatizar en tu práctica de meditación?

4.0 Encontrar a felicidad genuina.

4.1 Cómo encontrar la felicidad.

Hemos visto en sesiones recientes cómo trabajar con el karma, la ley que de alguna manera rige nuestras vidas, lo que
nos ayuda a crecer conscientemente en el camino espiritual. Y hoy en día a lo mejor nos enfocamos específicamente, en
cómo lograr la felicidad.

Primero nos deberíamos preguntar qué es la felicidad, cómo se logra la felicidad, cuáles son las causas principales
de la felicidad y qué estrategias, qué prácticas, podemos desarrollar para obtener una felicidad pura y sostenible.

Estableciendo la premisa de que todos queremos ser felices. Todos los seres quieren, anhelan la felicidad. Aunque
cada uno la define de diferentes maneras, pero eso es lo que compartimos, el deseo primario de ser felices y alejarnos
del malestar, el dolor y el sufrimiento.

En un relato que viene de un Sutra, un sermón del Buddha. Tres jóvenes que estaban viviendo en el tiempo del Buddha
histórico, hace dos mil seiscientos años, y eran tres jóvenes particulares. Uno era el hijo del rey, un príncipe. Otro era el
hijo de un ministro y otro era el hijo de un mercader muy famoso. Estaban en esa edad donde uno se pregunta cuál es el
propósito de la vida, qué tengo que hacer con mi vida y cómo voy, al fin y al cabo, a ser feliz en este mundo. Y estaban
discutiendo,. “¿Qué podemos lograr ahí fuera para que nuestra felicidad en esta vida sea una garantía?”. Entonces
el hijo del mercader naturalmente dijo: “el dinero”. “La riqueza es la seguridad de tu felicidad porque cuando tienes
problemas, tienes recursos para solucionarlos. Pero los otros dos dijeron: “no, no exactamente, porque todos conocemos
personas muy ricas pero miserables, tienen todo pero están con depresión”. Entonces el hijo del ministro dijo:
“realmente lo que soluciona nuestros problemas es el poder, particularmente el poder de atraer a otras personas,
una persona con muchos amigos siempre encuentra una solución, alguien que le ayude a superar los problemas, nunca
está sólo, tirado en el mundo, siempre tiene compañía”. Pero los otros dijeron: “no, no necesariamente porque tienes
poder, tienes ese magnetismo, tienes muchas amistades pero eso no te garantiza que vas a ser feliz”. Finalmente el
príncipe dijo: “bueno, al fin y al cabo, la única garantía de felicidad es la sabiduría, porque pase lo que pase en tu
vida, si eres sabio sabes cómo identificar el problema y cómo solucionarlo”. Pero los otros no lo aceptaban. “Sí, yo
conozco a muchas personas sabias, muy inteligentes, los mejores eruditos y son también miserables, algunos hasta se
suicidan. Así que la sabiduría, el conocimiento no es necesariamente la garantía de que vamos a ser felices, de que no
vamos a enfermar o de que alguien no nos va a asesinar”. No pudieron llegar a un acuerdo y fueron a entrevistarse
con el Buddha.

Pidieron una entrevista, presentaron sus respetos al Buddha y le plantearon este dilema. “Somos amigos desde hace
mucho tiempo, estamos en esta edad que queremos definir lo que es la vida. Estuvimos debatiendo y debatiendo y nadie
pudo llegar a una solución. Dinos, por favor ¿cuál es la causa de la felicidad, qué te garantiza la felicidad? ¿es la
riqueza, es el poder o es la sabiduría? Y el Buddha dijo: “ninguno de los tres, los tres estáis equivocados”. Y
curiosamente, “¿cuál es la respuesta del Buddha?”. Mi maestro paró aquí y me dejó una semana o dos con la duda. Pero
por suerte, para ese entonces ya había recibido muchas enseñanzas y la solución ya era casi directa. El Buddha dijo:
“la garantía de la felicidad es el mérito”. Mérito quiere decir el karma positivo. Si hay un mérito independiente del
poder y la influencia, independiente del poder adquisitivo, independiente del poder de tu inteligencia tienes el
poder del karma; que es realmente la causa directa de la felicidad, el mérito o el karma positivo, lo único que
garantiza la felicidad.

Cómo generar felicidad en la meditación. Primero nos deberíamos preguntar algo aún más primario. Todos queremos
ser felices, pero ¿por qué? Tiene que haber un porqué, siempre hay un porqué y lo lindo del budismo es que siempre te
explica el porqué. No requiere fe ciega, hay que investigar. Si todos nosotros anhelamos la felicidad, dentro de
nosotros debe haber algo que ya brota, gozo, dicha, paz, bienestar. Porque si no, no buscaríamos esa felicidad.

Realmente estamos hablando del estado último de nuestra conciencia. Todos nosotros tenemos un estado primario de
conciencia. Cuando decimos “chispa divina” no es nada mágico, es lo más simple que hay en el universo, lo que está por
encima de esta esencia, de ese estado puro. Los complicados somos nosotros. Así que esta naturaleza, este estado
puro de la conciencia que, a nivel muy profundo, los grandes maestros describen como claridad y vacuidad, o
sea, la lucidez de la conciencia y su estado infinito… eso lo tenemos y está cubierto de conceptos, cubierto de
emociones, de falsas identidades,. Y aunque no lo sabemos, no lo reconocemos, sí lo intuimos. A un nivel muy sutil
intuimos que nosotros somos esa luz, ese amor infinito que no tiene límites, que abarca todo. Y queremos,
anhelamos regresar a ese estado de abundancia, a ese estado infinito de paz y dicha.

Para comprender cómo practicar, tenemos que tener el mapa. Esta conciencia pura que hoy está escondida, oculta
dentro de nosotros, en realidad se puede ver desde tres perspectivas.
Lo que llamamos gotra base, gotra activado y gotra perfecto o la conciencia base que está en todos los seres, la
conciencia que está despertando conscientemente, evolucionando, creciendo

Esa conciencia base que se ha auto reconocido, que es lo que llamamos la iluminación. Así pues, la misma
conciencia, la misma naturaleza búdica, el mismo gotra, en realidad, se ve, se relaciona, existe en tres dimensiones.
En una está escondida, oculta, latente, adormecida. Nada puede modificar esta naturaleza pero, como en el agua
llena de barro, no puedes ver a través de ella. Y después hay proceso de depuración. Y después está el estado
perfecto.

Analogía muy interesante de Ngawang Lekpa,

Nosotros, los seres, somos esa esencia, esa naturaleza búdica, esa conciencia pura, que tiene tres formas. Una
forma que está llena de basura, otra forma que está siendo utilizada para reverenciar, para prácticas espirituales
y la última forma que brilla, que es inspiración para muchos seres, un buddha.

Pero comprender este ejemplo es muy importante porque nos da una autoestima muy poderosa. En realidad, nosotros y
un buddha no somos muy diferentes, en esencia iguales, en forma diferentes, en función diferentes, pero en esencia
iguales. La única diferencia entre un buddha y nosotros es que él reconoce su naturaleza, ha descubierto ese
estado puro y no se atrapa, no es engañado por las formas.

Esto nos da una pista enorme de qué es finalmente el desarrollo espiritual, que es finalmente meditación. Hay dos
perspectivas muy simples. Una es constructiva y otra es destructiva. En una vamos desmantelando el mito del
ego, quitando todo lo que estorba, todo lo que no es, todas las toxinas. Y la otra manera, que es la manera más popular
de describir el camino espiritual, estamos construyendo, estamos evolucionando, estamos desarrollándonos,
aumentando nuestro nivel de sabiduría.
Es muy importante que podamos reconciliar estas dos perspectivas porque están, en realidad, hablando de lo
mismo. Cuando elevamos nuestro nivel de amor, cuando elevamos nuestro nivel de concentración o estado
meditativo, cuando aumenta nuestra comprensión, en realidad lo que estamos haciendo es acercarnos a lo que
ya está dentro para poder reconocerlo, para poder dar el salto a experimentar esa esencia.
Porque ahora no nos lo creemos. Creemos que somos corruptos, que somos traviesos, que somos malvados, que
no sabemos, que no podemos. Curiosamente la meditación por un lado es desarrollar habilidades, virtudes,
capacidades mentales, atencionales, cognitivas… Pero por otro lado, en realidad, sólo queremos neutralizar todas las
distorsiones.

Estamos conscientemente mejorando estas cualidades para neutralizar todas las capas que están obstruyendo
nuestra naturaleza. Pero no pensar que la iluminación, el desarrollo espiritual es una cosa ajena a nosotros, que
el cielo es un lugar geográfico, está aquí y ahora, sólo que no podemos verlo. No somos conscientes de la verdad
pura, estamos viéndola a través de filtros conceptuales y emocionales que distorsionan esa realidad. La meditación es
un proceso de eliminar esos filtros.

Por ejemplo, una manera de trabajar con la ira es conscientemente eliminar la ira, eliminar este filtro rojo. Otra
manera de trabajar es generando amor, un filtro verde, que lo pones y neutraliza esa distorsión, elimina la ira. Y las
dos funcionan. En ciertas etapas de nuestro desarrollo una es más ventajosa que la otra. Para ciertos individuos un
enfoque es más propicio que el otro pero, en realidad, estamos jugando el mismo juego. Lo que queremos es quitar
todas las toxinas y descubrir la paz, la dicha que ya está dentro de nosotros. Y hasta que no estemos aquí, hasta
que no estemos en armonía con nuestra verdadera naturaleza no vamos a estar del todo satisfechos, no importa si
tienes la pareja perfecta, la carrera perfecta, la salud perfecta, el lugar perfecto, aunque todo esté perfecto ahí fuera
en el mundo, si tú no estás alineado, en armonía con esa verdad va a haber un desajuste, va a haber una
incomodidad, va a haber un vacío existencial.

Parte 2.

Teniendo esa perspectiva, teniendo esa comprensión, esa base, ahora vamos a hablar un poco de cómo meditar. Y
vamos a hablar de una de las técnicas que es deconstructiva, que empleamos para desmantelar en vez de
construir, es la práctica del mantra.

En otras sesiones hemos utilizado un objeto sensorial para enfocar la mente. Utilizamos la respiración -que es un objeto
táctil- para enfocar la mente, para tranquilizarla, lograr equilibrio en nosotros. Y ahora podemos emplear el objeto del
mantra como el enfoque de nuestra práctica meditativa.

De acuerdo con los tibetanos, dicen que es uno de los objetos más ventajosos porque tiene mucho poder para
anclar nuestra atención. Y literalmente “mantra” quiere decir “man”, mente; “tra” protección. Así que mientras
atendemos al mantra, nuestra mente está protegida por ese mantra.

Mantra es una frase en sánscrito. Todo se ha traducido (las palabras del Buddha) del sánscrito, del pali, a todos los
idiomas del mundo hoy en día. Lo único que no se ha traducido son los mantras. Los mantras retienen la
expresión original, el sánscrito original, porque ahí no es tan importante el significado, sino la vibración. Ese
sonido, esa vibración, está bendecido por el Buddha que lo proclamó. Y al adoptar nosotros esa vibración, ese
sonido, estamos desarrollando esa cualidad, estamos despertando o activando esa naturaleza dentro de nosotros.

El mantra tiene una resonancia, está en armonía con esta naturaleza primaria, y todo lo que no coincide con eso
se va desmantelando, se va cayendo. Cuando recitamos el mantra tenemos que favorecer ese proceso. Nos
mantenemos en esa vibración y dejamos que se caiga todo lo que no coincida. Si viene una memoria (recuerdo), que
se caiga por su propio peso; si viene una maquinación, que se caiga por su propio peso; si viene un ruido, que
se caiga por su propio peso; si viene la idea de que estoy meditando, que se caiga por su propio peso… todo, no
queremos ideas, conceptos, palabras, imágenes… queremos regresar a la pura realidad.

Queremos regresar a nuestra esencia, sin elaboraciones. Cuando surja un intento de formar película, un guion, una
charla… no lo entretengas. Eso quiere decir que no le des energía, deja que esa voz se aleje por sí sola, no la
persigas, no respondas, no juzgues si va bien o va mal. No juzgues si soy bueno en la meditación o malo, no
juzgues… simplemente regresa a la vibración.

Es una manera de operar mucho más simple de la cotidiana. Y algunas veces las cosas simples nos cuestan más, son
más difíciles porque ahora somos personas complejas, complicadas.
En esta meditación vais a ver que la mayoría tenemos que aprender a operar a un nivel muy simple, muy primario, sin
elaboraciones, sin comentarios, sin conceptos. Y lleva tiempo. En esta meditación, por unos minutos permítete ser
tu verdadero ser sin la necesidad de anclas, de identificarnos con las cosas, deja que todo se desvanezca por sí
sólo, se derrumbe. Es un poco aterrador si lo hacemos honestamente.
Sabéis que muchas personas tienen una experiencia cercana a la muerte, su cuerpo muere clínicamente, se para
el pulmón, el corazón y al cabo de unos minutos es reanimado y vive. Y muchos cuentan que en ese período, en
esos minutos, eran conscientes. Sabían lo que estaban diciendo los doctores, lo que estaba pasando. Y algunos
cuentan que iban acercándose a una luz por un túnel, otros simplemente se acercan a una luz brillante, que es muy
atractiva, que sentían más amor, más paz. Pero lo curioso es que cuando se introducen en esa luz es demasiado
amor, demasiada paz, demasiada luz… da miedo cuando no sabes qué es arriba, qué es abajo, dónde estoy, dónde
empiezo, dónde acabo. Parte de la meditación es recuperar esa verdadera esencia. Y tenemos ciertas inquietudes en la
medida en que estamos aferrados, atados a nuestra identidad.

Esto curiosamente nos dice que el desarrollo espiritual es, desde otra perspectiva, una evolución de la identidad. Si
alguien te pregunta: “¿quién eres? ¿qué sos vos? ¿quién es usted?”. ¿Qué es lo primero que viene a tu mente? Esa
reacción muscular ¿qué es lo primero que viene? ¿tu nombre, tu apellido, tu género, tu raza, tu especie? ¿quién eres?
¿tu carnet de identidad? Vamos a descubrir que hay capas de identidades. Tenemos muchas máscaras, nos
identificamos con muchas cosas y eso no es malo necesariamente. Es malo en la medida en que esas identidades nos
atrapan, malo en la medida en que nos limitan, en que no nos permiten identificarnos con la conciencia base, con el
estado puro.

El desarrollo espiritual no es necesariamente soltar, o quebrar la identidad, eso crea un problema psicológico muy
grave, sino liberarnos de su dominio. Y ver esas identidades como papeles, roles que desarrolla nuestra chispa divina, la
conciencia. La meditación, poco a poco, nos va dando la claridad, la confianza en el amor, la sabiduría para crecer,
extendernos. Pero es muy importante la actitud que acompaña a la meditación. La meditación no es un manual de
Ikea con los pasos uno, dos, tres, cuatro… no es lineal, requiere una aspiración, una ética, una visión de la
realidad que esté alineada con esa práctica.

4.3 Preguntas y respuestas.

P: Se dice siempre que lo más importante es conocerse a uno mismo. Quizás el siguiente paso sea ser tú mismo, sentir
en función de tu propia esencia las cosas. ¿Qué pasa si esta armonía con la propia naturaleza no resulta… y gente como
conocemos -casos como Hitler, Stalin…-, ellos pensarían que estaban en armonía con su naturaleza, pero actuaron de
una forma tremendamente negativa? Si uno al conocerse a sí mismo no se gusta o al actuar en función de su naturaleza
lo hace de una forma dramática, ¿cómo…? He entendido que el mérito es la base de todo, el mejorar, la base de la
meditación y la base de este camino, pero ¿puede existir esto, la gente que se conoce a sí misma y no se gusta?

L.R.: Sí, por supuesto. Para simplificar vamos a hablar a tres niveles. Cuando decimos “quién soy yo” o dejarnos
guiar por nosotros, por nuestro ser, o ser fieles a quienes somos, en realidad estamos hablando, de tres cosas
diferentes. Lo que normalmente identificamos con el “yo” es más que nada condicionamiento cultural. Estamos
de alguna manera afectados, no sólo influenciados, sino definidos por nuestra experiencia en el mundo, nuestra
familia, nuestra sociedad, todo lo que de alguna manera nos condiciona, hasta tal punto que ahora mismo, a lo
mejor tenemos cuarenta, cincuenta años y hemos visto cierto progreso en nosotros, ya no somos ese adolescente
travieso. Pero si investigamos, decimos: “¿realmente soy una persona buena, sana o simplemente tengo
inhibiciones culturales.

Entonces ¿qué voy a hacer en la vida? Pues lo que hicieron mis antepasados. Mi manera de vivir es la manera en
que vive mi núcleo, esa es la referencia. Ese es el primer nivel, el que tiene que ver con el condicionamiento cultural.
Y el ejemplo que suelo comentar es un amigo, más que nada un conocido en Nueva York, un abogado muy exitoso de
cuarenta años. Tenía casi cuarenta años, ya era parte de todo un bufete de abogados, tenía toda su vida hecha y
arreglada y no era feliz. “Yo no quiero seguir viviendo de esta manera, estoy amargado”. Lo dejó todo, se mudó al estado
de Colorado y trabajaba en un herbolario, estaba en el mostrador haciendo zumos, trabajaba cuatro días a la semana y
el resto escribía sus novelas, caminaba por el bosque, vivía en una cabaña, una vida feliz…
Hoy, mucho de lo que se promueve es eso para las personas de consciencia individual. “Deja, no seas una oveja, sé
quién tú quieres ser, sigue a tu corazón si quieres ser feliz”
.
Aquí lo que estamos proponiendo es un nivel más. No este segundo nivel de “seguir a tu corazón” que, en
realidad, quiere decir “seguir a tus caprichos”. Porque cuando decimos “corazón”, lo que estamos siguiendo son los
caprichos, lo que viene a mi mente, lo que me apetece,. Es bueno porque nos libera de la tiranía de ir a ciegas, de seguir
las huellas de los antepasados, pero no nos ayuda necesariamente a ser una persona constructiva para la sociedad,
digna o demás. El tercer nivel es: “descubre lo que es bueno y aprende a que te guste”.

El primer nivel es: “sigue las huellas de los demás y encontrarás lo bueno”. El segundo nivel: “sigue a tu
corazón y encontrarás lo bueno”. El nivel de los bodhisattvas, de los buddhas es: “descubre lo que es bueno y
después aprende a que te guste”, que eso te encante, que te maraville, que sea tu cosa favorita. De esa manera nos
guiamos temporalmente por un código ético no arbitrario, no social, pero un código ético que tenga como referencia la
naturaleza, la realidad. Por ejemplo que se base en la ecuanimidad de todos los seres. Si la premisa de nuestra ética, de
nuestra conducta, comportamiento es la ecuanimidad, valores humanistas, que todos los seres merecen la misma
felicidad, los mismos derechos, eso no nos va a dejar mucho, no vamos a poder justificar ser el dictador y ponernos
medallitas en la solapa y esos flecos que se ponen, una cinta que dice “el superior de todos”. No vamos a poder
encontrar algo que soporte, que justifique eso. Y esto está muy alineado con lo que hemos visto hoy.

Tenemos que investigar y, por lo menos, intelectualmente, saber cuáles son los principios de esta naturaleza
pura, los principios espirituales. Y después aprender a que nos guste para lograr experimentarlos, adueñarnos,
recuperarlos dentro de nosotros. No es fácil si no estamos locos, pero si estamos locos es muy fácil. ¿Qué tipo de
locura?

Las pistas, hoy en día, son indispensables. El trabajo que han hecho estos grandes maestros, estos bodhisattvas,
estos seres iluminados es indispensable. No hay que reinventar la rueda, pero la tenemos que hacer nosotros.
Podemos coger la ventaja de la experiencia de los demás, de los tropezones de los demás

La verdad no va a venir de afuera, la verdad la tenemos que descubrir nosotros. Pero es muy útil si ya empezamos
cerca de la verdad, si ya estamos encarando la verdad. Es una ventaja enorme, nos ayuda a superar vidas y vidas y
vidas de sacrificio, dolor y tortura. No sé si esto ayuda.

Tenemos que intentar operar a estos dos niveles simultáneamente, a nivel de la forma y a nivel de la esencia. No
podemos ser una persona mágica volando por las nubes y sólo hablar de esencia. Las cosas tienen forma, tienen utilidad
y hay que respetarlo.

P: Yo voy a hacer una pregunta muy básica porque tengo un nivel bastante básico en todo esto, pero hay una cosa que
no termino de resolver y es la idea de que “el sufrimiento no puede existir en el presente, que es algo que solamente está
en el futuro y en el pasado”. Y yo, por ejemplo, a nivel experiencial muchas veces te encuentras en situaciones en las
que tú lo que quieres es salir de esa situación ya. Y esa situación es la que te está causando ese sufrimiento, ese
desasosiego. Y muchas veces incluso pienso que no pasa nada porque dentro de un año esta situación ya no estará
aquí. Y es un poco contradictorio. Me gustaría saber si lo puedes aclarar un poquito.

L.R.: Estamos hablando de dos presentes diferentes. El uso cotidiano de “presente” quiere decir “hoy”. No te
preocupes de lo que pasó ayer, no te preocupes de lo que va a pasar mañana, vive en el hoy. Pero ese presente
no es el mismo del que estamos hablando, refiriéndonos en el contexto de la meditación, esas veinticuatro horas o
esa hora. El presente de la meditación es atemporal.

Sabemos que el futuro es una imaginación, que aún no existe. Sabemos que el pasado ya ha dejado de existir, es una
reinterpretación nuestra. Las dos lo son. Y decimos: “bueno, el presente es real”. Pero el presente técnicamente tampoco
existe, porque necesita del futuro y del pasado como referencia para existir como presente. Cuando utilizamos la palabra,
el término “presente” en meditación no está en relación con el futuro o el pasado, es una presencia no
conceptual, donde no hay un referente. Un referente quiere decir “cuando estás enfadada, tienes la imagen de una
persona que te dijo algo, te criticó”.

Si podemos asentar la mente en el crudo presente meditativo, que quiere decir “más allá de conceptos, de ideas”,
simplemente la cruda experiencia de esa energía, vamos a ver que en ese momento no puede haber aflicción. Eso
quiere decir que aún no hemos descubierto el presente atemporal. Cuando los maestros dicen “tienes que estar atento,
mindfulness, hacer todo con conciencia y empieza hoy, esta noche, cuando te laves los dientes”. Y vas a casa y te lavas
los dientes, con máquina o a mano.

Nuestra manera de existir normalmente es a través del comentario. Eso quiere decir que estamos dentro de una
conciencia conceptual. Estamos conceptualizando lo que es la experiencia cruda, pero si vivimos esa experiencia
cruda que es momentánea, es “tocar y soltar”. “Tocar y soltar”, si te quedas un instante más ya no es verdad, ya no es
realidad, ya no es el crudo presente, es un recuerdo, una interpretación, una proyección, una idea del presente. En ese
crudo, crudo presente sólo hay la energía, la inquietud que provoca la ira, el enfado. Pero si te mantienes ahí, se
va diluyendo. Esa energía te pide, te exige, que le des forma, Si te mantienes en esa cruda, cruda, cruda sensación
vas a ver a través de esa energía, vas a ver a través de las formas y se va a convertir en paz y equilibrio. ¿Puede ser?
Todo lo que hacemos en nuestra práctica meditativa nos prepara para abordar ese presente. Lo hemos hecho
anteriormente con la respiración. Estás atento a la sensación de la respiración y aparecen comentarios “¿lo estaré
haciendo bien? ¿cuánto va a durar esto? ¿estaré bien sentada?”.

Tenemos que aprender a vivir esa cruda realidad, que es tan inusual que las personas lo describen como si fuera
algo místico, pero los grandes artistas hablan de entrar en esa conciencia de “zona”, dónde están completamente
presentes. Tenemos que desarrollar esa habilidad en nosotros conscientemente, el estar plenamente presentes
sin el comentario. Porque cuando hay comentario hay referencias, hay sujeto, hay objeto, hay verbo… y ahí se elabora
toda una película, donde aparecen sensaciones agradables, desagradables, donde hay reacciones emocionales, donde
hay juicios categóricos y se forma una trama de la que es muy difícil salir.

Esta práctica que vamos a hacer a continuación, si la desarrollamos, invertimos unos pocos minutos todos los
días, nos va a dar esa capacidad de poder vivir el crudo presente y saber soltar todo lo que nos inquieta, todo lo
que nos amenaza. Y vamos a descubrir que la palabra “soltar” es demasiado, porque “soltar” ya implica algo de volición y
no queremos rechazar nada. No es “soltar”, es más “dejar ir”. Deja que las cosas pasen sin dejar huella, sin
enredarte, sin involucrarte, sin comentar, sin juzgar, deja que pasen. Es un gran aprendizaje, el estar contentos en el
presente. Porque queremos entretenimiento, queremos pensar y criticar, queremos de alguna manera actividad.
Porque algunas veces cuando vivimos sólo el crudo presente, el ego empieza a sospechar que no existe. Si no hay
pensamientos a lo mejor no hay pensador, es muy peligroso. Y llenamos la cabeza con pensamientos. Es inquietante el
silencio, la quietud. Es una amenaza a nuestra identidad a un nivel muy sutil.

P: El Buddha iluminado ¿está siempre en esa zona? Después del reconocimiento de lo que has explicado hoy, los
diferentes niveles… el cobre. Luego ¿está siempre viéndolo, está siempre en la zona esa?

L.R.: Sí. El Buddha está completamente fundido con ese estado último de la conciencia. Es tan difícil comprender
la realidad que habita un Buddha que es mejor hablar de un bodhisattva, de un ser iluminado.
Un bodhisattva es alguien que en meditación puede entrar en un nivel muy profundo y fundirse con la realidad
última. Y después de esa meditación resurge y aparece en el mundo relativo. Cuando está en esa absorción
meditativa no hay palabras, no hay forma, no hay materia, no hay percepción, no hay seres, sólo hay esa
realidad pura. Y después cuando surge, retiene esa experiencia, lo marca. Y de ahí en adelante se comporta con los
seres, con la naturaleza, como una expresión, como una manifestación de ese estado puro. A ese nivel muy profundo es
mucho más de lo que yo estaba hablando de “mantener el crudo presente”.

El crudo presente lo podemos desarrollar nosotros, no necesitamos estar iluminados para desarrollar ese
estado no conceptual. Inicialmente va a durar unos segundos, pero lo podemos ejercitar y cada vez más vamos a
poder extendernos en esa realidad pura. Que no quiere decir que no seamos conscientes, no quiere decir que no está
operando nuestra inteligencia, simplemente que no estamos trabajando con conceptos, simplemente estamos viviendo la
realidad tal cual es, sin interpretaciones.

Y esto lo podemos desarrollar poco a poco, ahora lo tenemos muy poquito. Los maestros dicen que un ejemplo, a ver si
lo podéis comprobar, un ejemplo de la mente no conceptual es cuando uno bosteza. Por un instante la mente se
libra de pensamientos o conceptos y hay conciencia, pero sin elaboración. Es un ejemplo. El bostezo es por algo
fisiológico, pero deberíamos hacerlo conscientemente, controlado por nosotros.

El estado del Buddha es algo inimaginable, desde nuestra perspectiva es muy difícil de concebir. Así que es mejor
hablar del bodhisattva que tiene acceso a estos dos niveles. A un nivel profundo donde sólo existe esta
conciencia base, el estado último. Y después a nivel manifestado como estamos nosotros, interactuando. Pero el
que tiene acceso a ese nivel, cuando está a nivel relativo no hace barbaridades, no hiere a otras personas, no contradice
la realidad, esa es la ventaja. Y nosotros nos acercamos a operar a ese nivel desarrollando la capacidad de atención, de
ser conscientes de nuestro estado interno, tener cierta maestría de a qué atendemos, de lo que sentimos.

P: Es en relación a lo que estabas diciendo de los mantras, que es una técnica de meditación muy útil. Y quería saber si
se utilizan los mismos mantras para todos o si hay alguno específico que resuene más con la frecuencia individual.
¿Cómo lo elegirías?

L.R.: Hay mantras que son tan puros que los pueden emplear todos los seres por igual, y son beneficiosos
porque están en armonía con ese estado primario, esta conciencia base. Y después, por supuesto, por nuestra
trayectoria hay algunas prácticas, algunos mantras que pueden favorecernos más que otros.

Dentro del contexto budista el mantra es algo diferente. No tiene que ver con nuestra personalidad, tiene que ver con el
estado puro de un buddha. Un ser común y corriente -como nosotros- cuando logra el estado de perfección se plasma un
aspecto de perfección.
Y lo único que se me ocurre que se puede acercar es un copo de nieve. La nieve, todo viene del agua, H2O, pero cuando
se ve en un microscopio todos los copos de nieve son un hexagrama, tienen seis rayos, pero cada uno es un mandala,
es diferente, no hay dos iguales. Cuando la molécula del agua se cristaliza forma este mandala, este copo de nieve. Y
cada uno es muy bello y muy particular. Así también, cuando un ser logra la completa budeidad se forma este mandala
muy particular, pero todo es la misma esencia, que le llamamos Dharmakaya. Entonces, parte de este mandala de un
buddha, que se cristaliza en la budeidad, tiene forma y tiene sonido. Y al sonido de ese mandala le llamamos el mantra.
Si empleamos el sonido de este mandala puro podemos empezar a activar nuestro propio mandala, o sea,
nuestro propio aspecto puro. De alguna manera, todos los mantras que vienen de un buddha, o sea, que se plasma en
este instante cuando se forma un mandala, tienen el mismo poder, la misma eficacia. Algunos van a resonar en nosotros
más o menos, pero más por factores externos que primarios.

El que vamos a recitar hoy juntos es uno de los más poderosos de todos. Podéis verlo en la página diez. Está en
negrita y hay una palabra que inicia que es “tadyatha”, que literalmente quiere decir “recita, proclama lo siguiente”.
“Tadyatha” se recita una vez al iniciar la recitación y, de ahí en adelante, recitamos el mantra. Hay varias maneras.
Vamos a concentrarnos en dos. Una en voz alta, generando una vibración, y otra en voz muy baja, que es el estado
meditativo. Empezamos en voz alta para apaciguar todas las distracciones, todos los pensamientos, todos los conceptos.

Deja que todo se derrumbe o se aquiete, o se concentre en atender el sonido del mantra, a tal punto que te
olvidas de que en el templo budista, sentado, meditando. Lo único que existe es el puro sonido. Vamos a recitarlo
si os parece siete veces en voz alta y después, de ahí en adelante, lo hacemos, cada uno a su velocidad, en voz baja. La
voz baja, el secreto es que no deben vibrar las cuerdas vocales, es un susurro. La persona que está a tu lado no debería
distinguir lo que estás diciendo, muy bajito. Pero debemos emitir sonido porque el poder del verbo es muy importante. No
es algo que simplemente visualizamos, hay que crear sonido con la lengua y los labios, el aire debe fluir, pero no
necesitamos vibrar. Aunque empezamos vibrando para así saber como pronunciar el mantra.

Literalmente este mantra significa “superación”. “Tadyatha om gate gate paragate parasamgate bodhi svaja”. Lo
vamos a explicar con más detalle más adelante si estáis interesados, pero quiere decir “superar, superar, superar más
allá, ir aún más allá de la iluminación, que así sea”. Superar todas las capas de obstrucción, todas las capas tóxicas
que tenemos hasta lograr bodhi, la iluminación.

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