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Identidades religiosas e historia política en la India Británica durante la primera mitad del S. XX 1

Introducción

El presente trabajo se aboca a hechos y conceptos relativos al proceso histórico de la


India Británica durante la primera mitad del siglo XX desde el punto de vista religioso y
político. Se aborda entonces una etapa clave para comprender a la India moderna: la
formación de las identidades políticas, nacionales y religiosas, junto a la consecuente
simbiosis Estado- nación- religión, que hasta hoy se visualiza en el subcontinente.
En este sentido, distintos acontecimientos y fenómenos sociales presentados en el
texto se encuentran tamizados bajo el prisma de autores adscriptos a los Estudios
Poscoloniales. Estos han aprehendido al colonialismo como un sistema contradictorio,
en donde Oriente y Occidente son dos elaboraciones teóricas que se han influido
mutuamente. Es por ello que un territorio que comprendía regiones de considerable
diversidad geográfica, económica, lingüística, confesional y social, fue imaginado como
una construcción donde la religión era el elemento central.

Antecedentes
La India Británica comenzó su derrotero a partir de mediados de 1858, cuando una
ley del Parlamento británico (Indian Act) canceló el monopolio de la Compañía Inglesa
de Indias Orientales, e incorporó al gabinete en Londres a un Secretario de Estado para
la India y a un Consejo de la India.
Los Gobernadores Generales de la Compañía dejaron su lugar a los Virreyes,
quienes aparte de estar secundados por un Consejo Legislativo, se encontraban a cargo
de una administración civil dividida en provincias. A su vez, éstas eran dirigidas por un
Gobernador o un Teniente-Gobernador junto a un Consejo Legislativo local (Moore,
1999, p. 424).
Paralelamente, un tercio del territorio y un cuarto de la población del flamante Raj
eran gobernados por los príncipes indios 2, los cuales a cambio de reconocer la soberanía

1
Ricardo Pedro Cimoli (Profesor de Historia, Investigador UBA).
2

de la Corona británica –y dejar en sus manos la política exterior y la defensa-, gozaban


de un considerable poder doméstico en sus Estados bajo la supervisión de un residente
del Servicio Político Indio dependiente del Virrey (Brown, 1999, p. 423). Es de destacar
que tanto los príncipes como los terratenientes se erigieron en dos pilares del dominio
colonial.
La India se ubicó así como una colonia de explotación dentro del Imperio Británico.
Un ejemplo de esto último era la práctica sistemática de cultivos comerciales, por
ejemplo arroz, añil, trigo y opio, para ser exportados hacia Gran Bretaña o bien a otras
partes del Mundo. Además, la economía india comenzó a absorber un número de
manufacturas metropolitanas cada vez más alto, en especial textiles; sufriendo la
industria nativa competencia y restricciones, en mayor o menor medida dependiendo del
sector y de la época.
Si nos situamos en enero de 1900 en la Península del Indostán, Lord Curzon hacía ya
un año que había comenzado su gobierno virreinal. Simón Schama lo describió como:
‘…el más intransigente, el más brillante e inflexible de los virreyes de la India… ’
(Schama, 2004, p. 238), y según Panikkar era: ‘…el apóstol del imperialismo…’
(Panikkar, 1966, p. 154).
Lord Curzon era el virrey de un territorio que no sólo recibió los influjos del
colonialismo y de las relaciones capitalistas, sino que también había ido gestando
movimientos nacionalistas desde finales del s. XIX3. Según el historiador poscolonial
Gyanendra Pandey, en este período quedaron configurados los tres tipos de
nacionalismo existentes hasta la actualidad en la región: el secular 4, el hindú y el
musulmán (Pandey, 1999, p. 2).

2
Sí eran hindúes se nombraban Raja o Maharaja (en sánscrito Gran Rey); mientras que sí eran islámicos Nawab (un
título de un virrey mughal) o Nizam (Nizam-ul-Mulk: gobernador del Estado) (Moraes, 1971, p. 361).
3
Existe consenso para afirmar que el nacionalismo es un concepto occidental tomado por los indios (Fourcade, 2005,
p. 360) (Chamberlain, 1997, p. 37) (Spear, 1969, p. 195) (Copland, 2001, p. 36) (Goswami, 1998, p. 1).
4
En 1885 fue fundado el denominado Partido del Congreso, Congreso o Congreso Nacional Indio. Éste representaba
al nacionalismo secular, aunque contaba con una minoría de nacionalistas hindúes (Copland, 2001, p. X).
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La India Británica de principio del s. XX


El nacionalismo indio recibió dos importantes influencias hacia 1905. En el frente
externo, fue el año del triunfo japonés sobre la Rusia zarista; situación en la que un
Estado asiático lograba derrotar a otro europeo en una contienda bélica (Chamberlain,
1997, p. 43).
En el frente interno, ‘Lord Curzon (…) decidió la división de Bengala, una provincia
grande y con conciencia política. Sus motivos eran claros. Había advertido que en
Bengala se originaban infernales conflictos, ya que el resto de la India buscaba allí un
liderazgo, en razón de que sus pobladores tendían a considerarse moral, intelectual y
culturalmente iguales a los británicos, si no superiores. El sable de Curzon partió a
Bengala en dos, con la intención de separar a los musulmanes de los hindúes’ (Ali, 1992,
p. 30-2).
Más allá de esta estrategia colonial de división, señalada por Ali, otros autores -sin
negarla- aluden a más factores. Percival Spear reconoció que Bengala era una provincia
de setenta y ocho millones de habitantes –poco más del doble de la población del Reino
Unido en el mismo período-, por lo que se buscaba también una administración más
eficiente.
Igualmente, la partición no sólo separó una zona de mayoría musulmana (Bengala
oriental junto a Assam con capital en la ciudad de Dacca), de otra de mayoría hindú
(Bengala occidental junto a Bihar y Oriya con capital en Calcuta), sino que pasó por alto
la fuerte identidad bengalí por encima de las confesiones practicadas. En la mitad
occidental, los bengalíes hindúes se sintieron en minoría, a pesar de haber sido
agrupados con otros hindúes oriundos de Bihar y de Oriya (Spear, 1969, p. 217).
Por consiguiente, esta división generó un gran descontento entre los nativos,
expresado en una masiva movilización popular, la cual fue capitalizada por el
nacionalismo secular, y en particular por el Congreso Nacional Indio [en adelante el
Congreso]. Este partido convocó al boicot y a la quema simbólica de productos
británicos, principalmente textiles. El grito Bande mataram (¡Viva la madre patria!)
simbolizó la búsqueda de swaraj (autogobierno, autarquía) (Schama, 2004, p. 238) y de
swadeshi (industria nacional y manufacturas locales) (Goswami, 1998, pp. 2 y 13).
4

Tal como enunció Spear, fue la primera vez que la elite india recibía respaldo
masivo: ‘Se había demostrado que el despreciado burgués (…) podía obtener el apoyo
popular. (…) El Congreso había comenzado a poseer un poder político, así como poder
de persuasión’ (Spear, 1969, pp. 217-8). No obstante, también surgieron pequeños
grupos vinculados a sectores religiosos que cometían atentados (Ali, 1992, p. 32).
A medida que la agitación aumentaba, la represión colonial adoptaba distintas
formas. Primero, el uso de la fuerza; por otro lado, la censura a la prensa (detención de
autores y de editores de textos; confiscación de libros; interceptación de correos;
utilización de agentes secretos en mítines); e incluso, una aristocrática forma de
desacreditar a la movilización: ‘Centenares de nativos pobres e ignorantes han sido
pagados para desfilar por las calles de Calcuta portando carteles (a menudo colocados al
revés) con mensajes escritos en inglés’ (Schama, 2004, p. 238).
El malestar de los bengalíes reveló que la pertenencia religiosa puede no ser la
medular. Al respecto, Sen rechazó que el análisis de la población mundial centrado en la
religión sea una manera útil de comprender a la humanidad; lo cual puede ser útil
cuando se trata de determinar la elección de los feriados religiosos, aunque bajo su
prisma la necesidad crucial de registrar las identidades plurales de las personas y su
elección de prioridades tiene más valor (Sen, 2007a, p. 92).
Los años posteriores a 1905 fueron de cambios y reformulaciones en las esferas
económicas y políticas. Mientras se afianzaban los cultivos comerciales por sobre los de
subsistencia (Fourcade, 2005, p. 372); en la industria y las finanzas se exhibía un
destacado crecimiento, sobre todo gracias a la estrecha relación entre el movimiento
nacionalista y el capital local. El swadeshi fue un movimiento para la nacionalización
del capital, no para su abolición (Goswami, 1998, p. 17).
En la esfera política, tanto la metrópoli como la colonia fueron protagonistas de giros
que afectarían la posterior trayectoria del Raj.
A finales del mismo año el Partido Liberal triunfó ampliamente en Gran Bretaña.
Lord Morley asumió como Secretario de Estado para la India, mientras que Lord Minto
reemplazó al conservador Lord Curzon como virrey. Los nuevos funcionarios
5

enunciaron la intensión de llevar a cabo una estrategia más flexible hacia el


subcontinente.
Un año más tarde en Dacca, un grupo de terratenientes islámicos se reunieron a
instancias del nawab local, con el fin de oponerse al Congreso y promover la lealtad al
Imperio Británico entre los indios musulmanes. Fundaron así la Liga Musulmana 5 (Ali,
1992, p. 18). Ésta representaba uno de los centros del nacionalismo musulmán, cuyo
objetivo no era en esta coyuntura la creación de un Estado separado, sino el bloqueo de
las prácticas electorales, y la aplicación de medidas deferentes hacia la comunidad
musulmana (Copland, 2001, p. 56).
Sin embargo, seguimos encontrando islámicos en el Partido del Congreso, por
ejemplo a Maulana Abul Kalam Azad -otro exponente del nacionalismo secular- (Nehru,
1949, p. 485). Si nos centramos en este último partido, en la convención de 1907 se
produjeron tensiones entre dos de sus facciones: los moderados dirigidos por G. K.
Gokhale y los extremistas liderados por un nacionalista hindú como Tilak.
Ambos eran brahmanes de la región de Maharashtra educados en instituciones
occidentales, aunque el primero sin dejar de criticar la política económica colonial,
trabajó junto a los británicos, en pos de la introducción de reformas graduales a favor de
los nativos; y reclamaba una evolución social, es decir, dejar de lado las diferencias de
casta y de religión (Ali, 1992, p. 33) (Buddrus, 1976, pp. 13-4). En contrapartida, Tilak
reforzó su discurso hindú y violento en demanda de swaraj.
Finalmente, los moderados retuvieron el control del partido. Tilak y otros de su
grupo fueron expulsados, e incluso algunos fueron detenidos y condenados a prisión, o
bien pasaron a la clandestinidad. El mismo Tilak sufrió una pena de seis años en la
prisión de Mandalay (Birmania) (Copland, 2001, pp. 43-5) (Spear, 1969, pp. 218-9).
Hacia 1909, fueron anunciadas las reformas Morley-Minto: un consejero indio entró
a formar parte del gabinete del virrey, y dos indios fueron llamados al consejo del
secretario de Estado londinense. En los consejos legislativos del Raj fue aumentado el

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Los partidos exponentes del nacionalismo musulmán representaban en este período a la élite islámica, y casi no
tenían apoyo popular. Los indios musulmanes representaban cerca de un cuarto de la población total a principios del
s. XX (Buddruss, 1976, p. 16), y según otros autores, en base al censo de 1881, casi el 20% (Copland, 2001, p. 53).
Destacamos la diferencia por regiones, dado que eran más numerosos en el noreste y en el noroeste del Raj.
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porcentaje de miembros indios: en el consejo del Virrey los indios elegidos estaban en
minoría frente a los consejeros designados; mientras que en las provincias los elegidos
se encontraban en mayoría, aunque los gobiernos provinciales no estaban sujetos a las
decisiones de los consejos (Buddruss, 1976, pp. 15-6).
La política británica aprovechaba así la escisión dentro del Congreso Nacional Indio,
y fortalecía a los moderados, al reconocer algunas de las demandas solicitadas, que
‘…no implicaban siquiera los más modestos principios del autogobierno, pero al menos
daban a los indios la posibilidad de practicar el debate parlamentario’ (Buddruss, 1976,
pp. 15-6). Se iniciaba así un proceso irreversible según Copland: a más reformas, más
demandas de los indios (Copland, 2001, p. 30).
‘Pero, de todos modos, había una trampa’ (Ali, 1992, p. 33). Si bien, antes de esta
fecha no se detectaba un apoyo masivo a la concepción de hindúes y musulmanes como
comunidades separadas, la politización de la religión tuvo un punto de no retorno
cuando el gobierno colonial decidió la entrada del Raj al sistema de representación
política siguiendo criterios religiosos. Aparte de reconocer un voto masculino y
censitario se aplicó un padrón separado para musulmanes y escaños reservados para
fieles de esta confesión.
Esto último significó que en el proceso de formación de las identidades políticas, las
reformas promovieron la cristalización de la identidad religiosa, la cual era calificada de
premoderna por los académicos de fines del s. XIX y principios del s. XX imbuidos en
el positivismo 6.
La confusión promovida por las autoridades coloniales entre política y religión, o en
una palabra, el comunalismo –presente en los nacionalismos hindú y musulmán- iba
creciendo en la península del Indostán, a la par del afianzamiento de las relaciones
capitalistas y del nacionalismo. Se divisaba entonces como el Estado colonial británico

6
En La División del Trabajo Social, cuya primera edición es de 1893, Émile Durkheim contrastaba las sociedades
denostadas como primitivas con las industriales, en base al supuesto de que las segundas poseían una división del
trabajo más compleja. Diferenció así la solidaridad mecánica de la solidaridad orgánica. La primera era propia de las
sociedades tildadas de inferiores, donde predominaban las creencias y prácticas religiosas; en contrapartida, en las
sociedades supuestamente superiores las funciones económicas eran las hegemónicas (Durkheim, 2004).
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intentaba moldear a su favor identidades e instituciones precoloniales, por ejemplo el


hinduismo y las castas.
En primer lugar, el hinduismo no alude a una categoría inmutable, sino a tradiciones
diversas y redefinidas continuamente. Ishita Banerjee recordó que se ha llegado a debatir
su existencia, al no ser una religión en el sentido del judaísmo, del cristianismo o del
Islam: no posee un fundador, texto principal o doctrina identificable, e incluye una
amplia gama de credos y de doctrinas (Banerjee, 2007, pp. 22-3). Sí se reconocen seis
sistemas ortodoxos en su interior (Tola, F.; Dragonetti, C, 2002, pp. 366-7); y sectas,
alejadas o cercanas a la ortodoxia (Lorenzen, 2005/ Von Glasenapp, 1977, pp. 268-9).
Amartya Sen afirmó: ‘Una ubicua pluralidad de creencias y tradiciones caracteriza el
hinduismo como religión. Esta diversidad puede ilustrarse con la actitud hacia Rama
(…) La identificación de esta figura con la divinidad es corriente en el norte y el oeste de
la India, pero (…) en (…) Bengala (…) es sobre todo el rey heroico del poema épico
Rāmāyaṇa y no el Dios encarnado. (…) las tradiciones hindúes no constituyen en ningún
sentido un crisol’ (Sen, 2007b, pp. 368-9).
Por ende, concluyó: ‘… la concepción compuesta del hinduismo como una sola
religión incluye la influencia de la visión que las personas ajenas a él tienen de la unidad
clasificatoria de las creencias y prácticas religiosas del país’ (Sen, 2007b, pp. 359 y
368).
En segundo lugar, con respecto a las castas Banerjee sostuvo ‘…el dominio imperial
disgregó a la casta de sus contextos políticos precoloniales y la reposicionó (…) con
nuevas estructuras de conocimiento, instituciones y políticas’ (Banerjee, 2008, pp. 354-
5).
La política británica terminó fortaleciendo la posición de las castas superiores. En
realidad, las castas se desplegaban en diversas coordenadas antes del dominio colonial,
siendo sólo una la religión, a la par de la ocupación y la región, entre otras (Banerjee,
2008, p. 370). En el aspecto confesional, las castas exhibieron su capacidad de
8

transformación, al integrar a sijs7, musulmanes y cristianos, y no sólo hindúes


(Lorenzen, 2005, p. 630/ Thapar, 1969, pp. 17, 373 y 381).
Un autor clásico como K. M. Panikkar logró deconstruir las enseñanzas de los
brahmanes. Primero calificó de ideológica y sin conexión fáctica a la concepción
ortodoxa hindú que dividía la sociedad en cuatro castas (brahmanes, kshátriyas, vaiçyas,
çûdras).
Por otro lado, este historiador indio sostuvo que los brahmanes han sido la única
casta ‘Pero, aun entre ellos, (…) hay no menos de 1800 subcastas principales (…). Lo
que (…) importó mucho más (…) es el sistema de innumerables subcastas [jati] (…)
Estas castas son rígidamente excluyentes y cada una se atribuye superioridad sobre
otras’ (Panikkar, 1963, pp. 27-8, 32 y 44-5).
Ahora bien, si continuamos el racconto histórico, en 1911 fue celebrado un gran
Durbar (antiguo rito mughal) imperial, en ocasión de la coronación del rey Jorge V
como Emperador de la India; con los príncipes indios oficiando de edecanes. Allí, el
soberano británico en respuesta a las presiones locales declaró la reunificación de
Bengala sin contar a Oriya y Bihar, y por otra parte, el traslado de la capital del Raj de
Calcuta a Delhi, la antigua ciudad imperial de los mughales. Esta última decisión fue
una medida tomada para buscar el favor de los musulmanes (Buddrus, 1976, p. 17).
Panikkar identificó en este momento ‘El punto culminante de la dominación
británica en la India (…) Pocos (…) comprendieron que el sol de la autoridad británica
pasó por el meridiano ese día ni previeron que treinta y cinco años más tarde sería
retirada de ese fuerte la bandera de Gran Bretaña’ (Panikkar, 1966, p. 285). De todos
modos, la situación política india permaneció estable hasta el estallido de la Primera
Guerra Mundial, a pesar de ciertos episodios aislados de violencia como el fallido
atentado contra el virrey Lord Hardinge en 1912 (Panikkar, 1966, p. 286).

7
Hacia fines del s. XV, el Gurú Nanak lideró una secta sincretista en el Punjab, que abrevó en las tradiciones
hindúes e islámicas. Luego de su muerte, sus sucesores se fueron mezclando gradualmente en los conflictos locales;
y devinieron en una comunidad militante y contrincante de los mughales. De esta manera, se fueron consolidando
como una religión: poseían un libro sagrado llamado Granth Sahib; guerreros akalis, asociados a la idea de martirio
en la lucha; y se oponían -en teoría- a la idolatría y a las castas (Spear, 1969, pp. 68-9). Romila Thapar catalogó los
símbolos de los sijs como las cinco K: Kesha (prohibición de cortarse el pelo), Kanga (un peine pequeño), Kara (un
brazalete de hierro), kirpan (una pequeña daga) y Kacha (un tipo de ropa interior) (Thapar, 1969, pp. 396-7).
9

El inicio de dicha contienda en 1914 repercutió en gran medida en la vida del


subcontinente. El Raj debió auxiliar a su metrópoli: en dinero, pagó 146 millones de
libras esterlinas, aparte de haber sufrido el aumento de los impuestos; padeció también
escasez de alimentos y de materias primas básicas, e inflación; incluso, casi un millón y
medio de británicos e indios fueron movilizados a Medio Oriente y a África (Brown,
1999, p. 429).
Durante los meses iniciales, hubo una ola de lealtad hacia los Gran Bretaña. Sin
embargo, el desencanto se expandió a medida que fue pasando el tiempo 8, y se hizo
evidente que las nuevas reformas deberían esperar el final de la guerra (Spear, 1969, pp.
225-6). Esta situación supo ser capitalizada por el nacionalismo indio (Copland, 2001, p.
45), pese a que los príncipes permanecieran leales a las autoridades coloniales (Panikkar,
1966, p. 280).
En este sentido, fueron los extremistas los más beneficiados; mientras, los
moderados perdían terreno. La muerte de Gokhale en 1915 y el regreso de Tilak de la
cárcel en 1916 atizaron este proceso (Buddrus, 1976, p. 18). Es de destacar que en la
sesión del Partido del Congreso a finales de 1916, se encontraron por primera vez
Jawaharlal Nehru y Mohandas Karamchand Gandhi9.
En 1916, la teósofa Annie Besant10 y Tilak organizaron según el modelo irlandés un
movimiento a favor del home rule que, apoyado por musulmanes e hindúes, reclamaba
el autogobierno (Buddrus, 1976, p. 18). El periodista indio Frank Moraes recordó que
este movimiento no ‘…llegó a penetrar entre las masas populares. Sólo (…) a las capas
intelectuales pertenecientes casi por completo a la clase media’ (Moraes, 1971, p. 59).
Paralelamente, Tilak sorprendió a propios y a extraños al promover una reunión entre
la Liga Musulmana y el Partido del Congreso. Este último negoció el apoyo de la
primera a su política a cambio del reconocimiento de los padrones separados para
musulmanes. El resultado fue la firma del Pacto de Lucknow, el cual establecía una

8
Los únicos hechos destacables fueron la incorporación de indios al Gabinete de Guerra en Londres (Copland, 2001,
p. 9), a las conferencias imperiales y a la conferencia de paz de 1919 (Fourcade, 2005, p. 363).
9
El poeta Rabindranath Tagore lo empezó a llamar Mahatma (Sen, 2007b, p. 125). El término proviene del
sánscrito: mahātman: ‘de gran alma, noble, sabio, excelente’ (Vofchuk; Et. Al., 2009, p. 79).
10
Esta mujer inglesa fue elegida presidente del Congreso Nacional Indio en 1917 (Schama, 2004, p. 349).
10

presión conjunta sobre el gobierno colonial. Otro artífice de este diálogo fue un miembro
islámico del Congreso Nacional Indio: Muhammad Ali Jinnah (Spear, 1969, pp. 227-8).
El encuentro entre las élites islámicas con el Congreso se encuadró bajo la simpatía
de los indios musulmanes hacia la Turquía Otomana, enemiga de Gran Bretaña en la
Gran Guerra, (Buddrus, 1976, p. 17). Nehru indicó que gran cantidad de indios hindúes
se pusieron del lado de Turquía, por ser un país asiático enfrentado a otros europeos
(Nehru, 1949, p. 481).
Ahora, así como el historiador indio Panikkar situó el fin de la fase de auge del Raj
británico en 1911, otros investigadores como Jacques Pouchepadass ubicaron a la
Primera Guerra Mundial en ese lugar (Pouchepadass, 2005, p. 362). Spear profundizó
esta cuestión: ‘El prestigio de Europa en general sufrió un rudo choque, del cual nunca
se recuperó. Allí estaban los mentores occidentales en una lucha fratricida (…) ¿Acaso
el Occidente, después de todo no fuera tan civilizado como se decía? ¿Era superior en
algo que no fuera el dominio de los medios de destrucción?’ (Spear, 1969, p. 224).
A la impresión de esta contienda, y de la victoria japonesa en 1905, se le sumó la
revolución rusa de 1917. Este acontecimiento impactó en los nacionalismos asiáticos,
incluido el Partido del Congreso. Primero, esta revolución, símbolo del
antiimperialismo, ofrecía nuevos caminos frente a los marcos establecidos por Europa
Occidental. Aún más, Lenin enfatizaba el derecho a la autonomía de los pueblos
(Panikkar, 1966, p. 266- 271); bregando por el inicio de una amplia labor de agitación
por parte de los comunistas entre los pueblos dominados (Fourcade, 2005, p. 359).

La llegada de Gandhi al escenario político del Raj


Al finalizar la Primera Guerra Mundial, las promesas de Londres sobre una mayor
autonomía no se cumplieron con celeridad ni en su totalidad. Spear afirmó que este
conflicto bélico ‘Provocó una revolución en la conciencia india, que a su vez se expresó
en el ascenso del Mahatma Gandhi. Antes de 1914, el gobierno de la India en general
mantuvo la iniciativa; después de 1918, se apoderó de ella el Congreso’ (Spear, 1969, p.
223-8).
11

En este contexto, el gobierno colonial resolvió adoptar una serie de medidas ante las
demandas nacionalistas, en especial de los moderados. Primero, la indianización del
Ejército, a través de la aceptación de indios para la carrera de oficial. Segundo, la
elaboración de una nueva Constitución para el Raj, la cual estableció la denominada
Diarquía. El punto de partida de las mismas fue el discurso del nuevo Secretario de
Estado para la India, Edwin Montagu en 1917 (Panikkar, 1966, p. 290).
Este proyecto recibió el nombre de Montagu-Chelmsford –el virrey-, y se convirtió
en ley en diciembre de 1919. Esta Act establecía que los consejos legislativos de la
capital y de las provincias pasaban a ser parlamentos; y al mismo tiempo, que el primero
se dividía en una cámara alta (Council of State) y una cámara baja (Legislative
Assembly). Si bien, los miembros elegidos por el voto eran mayoría, el virrey y los
gobernadores provinciales poseían derecho a veto, e incluso el consejo ejecutivo del
virrey dependía del parlamento londinense y no del indio (Buddrus, 1976, p. 19).
Asimismo, la mayor parte de las concesiones fueron planteadas para la esfera
provincial. Las jurisdicciones fueron separadas en reservadas –al virrey y su consejo- y
transferidas–a los gabinetes de ministros indios responsables ante los parlamentos
locales-. Estas últimas contaban con limitadas partidas presupuestarias, y comprendían
áreas como salud, educación, obras públicas, agricultura e industria; mientras que las
reservadas a los británicos eran las estratégicas: economía y orden público
(Chamberlain, 1997, p. 39).
Se concedía también el derecho al voto a cerca de cinco millones de hombres; a
pesar de ello, el electorado seguía siendo definido por criterios censitarios, y todavía más
que en 1909, religiosos, al no sólo mantenerse un padrón separado para los musulmanes,
sino agregar otros para grupos como sijs y cristianos (Sellier, 2002, p. 51).
Distintos autores han realizado una evaluación negativa de esta Constitución: por un
lado, el alemán Georg Buddruss observó: ‘Este complicado sistema de la diarquía
planteaba tantos problemas en la práctica que, considerado en su totalidad, no podía salir
airoso’ (Buddruss, 1976, p. 19); por otro, Panikkar sostuvo: ‘Nadie (…) estaba
satisfecho con este anuncio vacilante y mezquino’ (Panikkar, 1966, pp. 286-7).
12

El clima político tampoco se sosegó en el subcontinente con el anuncio de Montagu.


En consecuencia, el gobierno británico solicitó poderes extraordinarios para un período
transitorio; se aprobaron a instancia del juez Rowlatt, las Rowlatt Acts, las cuales
preveían juicios sumarios y distintas limitaciones a las libertades individuales tanto a
quienes optaban por métodos terroristas, como por la resistencia pacífica (Buddrus,
1976, p. 20).
El Congreso experimentó a su interior diversas tensiones ante las propuestas
oficiales: el sector de los moderados –a favor de la futura Diarquía- se abrió y fundó un
partido liberal; el cual, en la práctica careció de respaldo popular (Buddrus, 1976, p. 20);
de forma opuesta, la figura de Gandhi fue resaltando en el Congreso Nacional Indio, a
medida que ganaba más influencia en las masas. En abril de 1919, realizó un llamado a
una campaña de desobediencia civil bajo la forma de un hartal11 (Chamberlain, 1997, p.
42).
Esto último derivó el 11 de ese mes en la matanza de Amritsar; donde murieron
cientos de personas a manos de las tropas del General Dyer. Este hecho sirvió de bisagra
para gran parte de los nacionalistas indios –en particular a la juventud-, al hacerla virar
del legalismo propio del temprano nacionalismo a la demanda de la independencia
(Sellier, 2002, p. 51).
A partir de este momento, ‘…Gandhi, quien lloraría no sólo a las víctimas, sino
también a los perpetradores de aquella matanza (…). Para oponer resistencia, se
dedicaría a predicar el uso del satyagraha, esto es, el empleo de la fuerza de la verdad
(…), en lugar de utilizar la violencia como respuesta. (…) La esperanza de Gandhi
consistía en que esa transformación consiguiera extenderse desde sus compatriotas hasta
sus amos imperiales, tan sumidos en la ignorancia’ (Schama, 2004, p. 351).
Arribamos entonces a principios de la década del ´20 en el Indostán. La península
contaba con poco más de 300 millones de habitantes, cuya gran mayoría (90%) vivía en
las zonas rurales. Los europeos residentes eran casi 150 mil personas; principalmente,
militares (aproximadamente 60 mil), empleados administrativos (22 mil) y mujeres (45
mil) (Brown, 1999, pp. 423 y 427).

11
En hindi indica el cierre de tiendas y negocios en protesta o dolor (Schama, 2004, p. 350)
13

A mediados de 1920 el Mahatma convocó a la primera gran campaña de satyagraha;


dándola por terminada en febrero de 1922. Uno de los objetivos del movimiento fue el
boicot a las elecciones parlamentarias celebradas en función de la nueva Constitución.
Además, hubo movilizaciones a escuelas y tribunales, junto a episodios de quema de
productos manufacturados británicos, en defensa de la swadeshi. Esta última acción fue
rechazada por Tagore, quien se opuso a la destrucción de millones de bienes y a la
unilateralidad del repudio (Buddruss, 1976, p. 27).
A lo largo de esos meses, el Mahatma viajó por el subcontinente, y comenzó una
labor de educación política desde sus periódicos Young India y Navajivan (Vida nueva).
Se puso al frente del Partido del Congreso, y escogió el método de la no violencia; no
sólo como un principio moral sino también como una muestra de realismo: ‘…al
disponer los británicos del monopolio de la fuerza armada, toda acción violenta le parece
abocada al fracaso’ (Sellier, 2002, p. 51).
Se comportó entonces como un político pragmático. Las categorías de moderado y
de extremista no podían aplicarse a él. Su ética social, basada en el desarrollo de la
educación; sus esfuerzos por la tolerancia entre hindúes y musulmanes; su lucha contra
el orgullo de casta y la relegación social de los intocables, a los que denominaba harijan
(hijos de Dios), le situaban entre los moderados y le acarrearon la enemistad de la
ortodoxia hindú. No obstante, el desprecio, no a la cultura europea, sino al mundo de la
máquina, jamás le abandonó (Buddruss, 1976, p. 24).
Los clivajes de nacionalismo hindú y secular tampoco eran tan claros en él, a pesar
de haber pertenecido al segundo. La élite islámica recelaba de su discurso, dada la
frecuente utilización del simbolismo del Rāmāyaṇa12 y de la Bhagavad Gītā13, la
tendencia de algunos de sus seguidores a adorarlo, e incluso, su énfasis en el hilado –
actividad tradicionalmente femenina- como tarea militante (Copland, 2001, pp. 43 y 59).
El movimiento de no cooperación que Gandhi lideró contaba con el respaldo de
indios de distintas religiones, entre ellos islámicos; también consiguió el apoyo del
movimiento del Califato, el cual se había difundido entre los fieles de esta religión, una
12
Es junto al Mahābhārata, uno de los grandes poemas épicos de la literatura india (Vofchuk, et. Al, 2010, p. 5).
13
Este episodio del Mahābhārata era utilizado tanto por Tilak como por Gandhi, para arribar a métodos y objetivos
diferentes. Este hecho aporta a otra prueba a la heterogeneidad dentro del hinduismo (Nehru, 1949, p. 145).
14

vez derrocado el sultán Otomano. Pese a la alta popularidad del Mahatma, un islámico
del Congreso, M. A. Jinnah (futuro fundador de Pakistán), decidió dejar la organización,
en incluso la India, para radicarse en Gran Bretaña.
El cierre de esta campaña se debió a los sucesos ocurridos el 4 de febrero de 1922 en
Chauri Chaura, una aldea del distrito de Gorakhpur (Provincias Unidas). Allí, un grupo
de vecinos tras haber sido atacados por la policía durante una movilización, cercó la
comisaría local y prendió fuego el edificio, asesinando a veintidós agentes (Moraes,
1971, p. 91). A pesar de condenar estos hechos e interrumpir inmediatamente el
movimiento, Gandhi fue arrestado y pasó dos años en prisión.
En síntesis, la no cooperación dejó el siguiente balance para el Congreso Nacional
Indio:
Por un lado, si bien la diarquía fue establecida en marzo de 1921, la participación
electoral de los indios fue mínima, más allá de variaciones regionales; hecho asociado a
la abstención del Partido del Congreso en los comicios (Spear, 1969, p. 229).
En segundo lugar, Gandhi logró otorgarle al Congreso Nacional Indio, y a su grupo
dirigente, un vigoroso influjo sobre las masas y ante las autoridades coloniales; aunque
se manifestó la carencia de una organización general. ‘La primera campaña de
satyagraha no había alcanzado su meta. Con todo, cambió la vida política de la India’
(Buddrus, 1976, p. 27-8).
El Congreso comenzaba de esta manera con su primera fase de oposición directa y
no violenta, a la cual le seguiría otra de trabajo constitucional en la legislatura, y a su
vez, otra etapa de oposición al Raj (Brown, 1999, p. 433).
Tal es así que dos años más tarde, las elecciones de 1923, contaron con la presencia
de una facción del Partido del Congreso, al permitir su comité ejecutivo participar a sus
militantes, pese a la negativa de Gandhi. Motilal Nehru, padre de Jawaharlal, fundó así
dentro del Congreso Nacional Indio el partido Swaraj; alzándose con un notable
guarismo en el escrutinio. Esta agrupación llevó a cabo en las Asambleas su política
obstruccionista, intentando bloquear los proyectos de ley del gobierno (Buddruss, 1976,
p. 29).
15

Asimismo, la actuación de este grupo al interior del Partido del Congreso legitimó la
nueva Constitución, y sobre todo, restauró la imagen de esta fuerza política ante los
grupos conservadores, contrarios a las prácticas del Mahatma (Copland, 2001, pp. 50-1).
Jawaharlal Nehru opinaba al respecto de la relación entre Gandhi y el Partido del
Congreso, que el primero había hecho del segundo una organización democrática y de
masas, predominantemente campesina con rociadas de clase media; carácter que iba a ir
en aumento. El Mahatma a veces defendía sus puntos de vista, otras cedía ‘y, en más de
una ocasión, hubo rompimientos entre él y el Congreso’ (Nehru, 1949, pp. 504-5 y 510).
Un ejemplo de estas diferencias fue el año 1924, cuando tras Gandhi ser elegido
presidente del partido, pocos después se retiró temporalmente de la política y se dedicó a
la educación en las aldeas (Buddrus, 1976, p 29). En consecuencia, la poetisa Sarojini
Naidu lo reemplazó; siendo la primer mujer india en acceder al cargo (Sen, 2007a, p.
222).
A mediados de esta década también se asistía al ascenso de jóvenes radicales dentro
del partido, y en especial Subhas Chandra Bose y J. Nehru; los cuales promovían la
pronta independencia y la reforma agraria.
Además, la década del ´20 exhibió en el ámbito político del Raj la fundación de
numerosos agrupaciones de los nacionalismos hindú, musulmán e incluso sij, en un
contexto de disturbios comunales cada vez más periódicos (Spear, 1969, p. 239):
Por el lado del nacionalismo hindú, encontramos al Hindu Mahasabha y al
Rashtryiya Swayamsevak Sangh (R.S.S.). El primero se constituyó en 1923, y a pesar de
haberse afiliado al Partido del Congreso, se abrió en 1933 acusándolo de pactar con los
musulmanes (Ali, 1992, pp. 17-8). El segundo era un desprendimiento de los elementos
más conservadores del Mahasabha, conformado en 1925. Ambos grupos comunalistas
se esforzaban por la conversión de los indios fieles al Islam al hinduismo y aspiraban a
una India libre bajo dirección hindú (Buddruss, 1976, p. 29).
El nacionalismo islámico seguía principalmente representado por la Liga
Musulmana. Su entendimiento con el Congreso decayó hacia 1924, cuando el turco –y
nacionalista secular- Mustafa Kemal Atatürk suprimió el califato y estableció un Estado
laico (Sellier, 2002, p. 51).
16

Por último, surgió el partido Akali Dal -El Partido de los inmortales-, ligado al
sijismo. Si bien en sus comienzos, se había propuesto fines religiosos, devino en la voz
política de un numeroso sector de sijs del Punjab, cuyo objetivo en especial desde la
década del 30 fue lograr un Estado independiente (Ali, 1992, p. 17).
Paralelamente, fueron apareciendo grupos de izquierda, como el Partido Comunista
Indio en 1925, que sólo se extendió a nivel nacional, luego de ser legalizado tras el
ingreso de la URSS a la Segunda Guerra Mundial (Ali, 1992, p. 17).
A finales de 1927, Motilal Nehru –padre de Jawaharlal- fue elegido presidente del
Congreso en Madrás durante una reunión presidida por el indio musulmán A. Ansari. Un
año más tarde, su hijo lo reemplazó en el cargo, logrando ser reelecto para el siguiente
período (Moraes, 1971, p. 127). La importancia de esta familia en el partido se hizo
notoria en dos aspectos: la política exterior; y la reafirmación de la búsqueda de swaraj
(Ali, 1992, pp. 16 y 65-6).

El nacionalismo secular indio y la radicalización del nacionalismo islámico


La etapa de agitación promovida por el Partido del Congreso regresó bajo el
denominado movimiento de desobediencia civil entre los años 1930 y 1931. Este fue
dirigido personalmente por Gandhi, y su objetivo inicial era el boicot a una Ley que
establecía el monopolio británico sobre la producción de la sal -impopular impuesto al
consumo entre los campesinos- (Sellier, 2002, p. 51).
En 1930, el Mahatma caminó en la marcha de la sal más de trescientos cincuenta
kilómetros desde su ashram [modesta vivienda utilizada para retiros religiosos] hasta el
Mar Arábigo a la altura de la localidad de Dandi, con el fin de recolectar sal marina de
forma ilegal (Chamberlain, 1997, p. 44). ‘Gandhi (…) simbólicamente sacó un puñado
de sal del agua, ante la mirada de miles de personas. Esto les dio luz verde para
boicotear la venta de sal y prepararla por sí mismos’ (Ali, 1992, p. 66).
En lo sucesivo, junto a la demanda de swadeshi y de swaraj, el llamado a no pagar
los impuestos fue otra de las banderas del movimiento; a ello, se sumó la convocatoria a
una conferencia entre distintos partidos por parte del Congreso, encargándose a un
comité presidido por M. Nehru la presentación de un proyecto de Constitución. Este
17

último proponía para la India un estatuto de Dominio; y no fue aceptado por la elite
islámica, quien desconfiaba de los limitados derechos para las minorías, ni por los
jóvenes radicales del Congreso, que exigían la independencia (Buddrus, 1976, p. 31).
A principios de 1931 Gandhi, luego de pasar unos meses en prisión, se dirigió a la
capital del Raj para entrevistarse con el virrey Lord Irwin; ambos firmaban el 5 de marzo
el Pacto de Delhi. Las autoridades coloniales hacían algunas concesiones relativas al
monopolio de la sal, prometían derogar las medidas de emergencia dictadas durante la
agitación; por otro, Gandhi aceptó suspender el movimiento de desobediencia civil
(Buddruss, 1976, p. 33), además, de acordar ir a Londres durante la segunda Conferencia
de la Mesa Redonda (Ali, 1992, p. 69).
Este pacto fue criticado tanto por los jóvenes radicales del Congreso, como por los
conservadores británicos (Spear, 1969, p. 250). Winston Churchill se detuvo en el
Mahatma: ‘Es alarmante y nauseabundo ver a (…) un abogado sedicioso del Middle
Temple [uno de los Colegios de abogados de Londres], posando ahora como un faquir
de una especie bien conocido en Oriente, subiendo medio desnudo las escaleras del
palacio del virrey …para negociar en pie de igualdad con el representante del rey-
emperador’ (Schama, 2004, p. 449).
La situación política del subcontinente se iba complejizando, ya que no sólo la élite
musulmana defendía padrones y representantes separados, sino también ahora los pedían
los dirigentes de grupos de más bajos recursos entre los indios hindúes, los denominados
intocables –aproximadamente 50 millones de personas- (Buddruss, 1976, p. 33). Por
ende, el gobierno británico invitó no sólo a Gandhi, sino a otros indios de diversos
sectores, para asistir a la conferencia ya citada (Chamberlain, 1997, p. 45).
En este encuentro celebrado en septiembre de 1931, ‘Había muchos representantes
de la nobleza, espléndidamente ataviados con brocados y joyas, caballeros leales al
Imperio (…). Y estaba Gandhi’ (Ali, 1992, pp. 56-7), que en representación del
Congreso reivindicó el derecho a defender a todos los indios, aunque esa demanda le fue
negada tanto por M. A. Jinnah, de la Liga Musulmana, como por el doctor Bhimrao
Ramjí Ambdekar, reconocido líder de los intocables (Chamberlain, 1997, pp. 44-5).
18

El Mahatma criticó en particular el punto de vista colonial según el cual la India era
una colección de comunidades religiosas. Criticó así el hecho de que se lo describieran
como vocero de los hindúes de casta, e insistía en que si bien él era hindú, el
movimiento político que dirigía era universalista, al poseer seguidores de diferentes
grupos religiosos. La mitad restante de la población india estaba representada por
delegados de otras confesiones o intereses, elegidos por el primer ministro británico
(Sen, 2007a, pp. 220-2).
Finalmente, este evento no arribó a ningún resultado para el Congreso, dada la
deferencia de los diputados metropolitanos hacia los príncipes y las minorías religiosas.
A finales de 1931, la reunión anual del Congreso Nacional Indio en Karachi (Sind),
eligió presidente a un exponente del nacionalismo hindú, el abogado Vallabhbhai Patel
(Moraes, 1971, p. 182). Este hecho demostró que dicha variante comunalista seguía
presente en el partido, a pesar de figuras del secularismo como los Nehru y Gandhi.
En febrero de 1932 el Mahatma proclamó la reanudación de la desobediencia civil.
En respuesta, Lord Willingdom, el nuevo virrey, ordenó su detención, proscribió al
Congreso, embargó sus bienes y censuró la prensa. ‘Con todo, el movimiento
permaneció sorprendentemente fuerte y, a excepción de Bengala, en todas partes no-
violento. Decenas de miles de detenciones, manifestaciones y terror policíaco se
prolongaron durante todo el año 1932’ (Buddruss, 1976, p. 34).
En agosto de ese año, el gobierno colonial estableció padrones y escaños separados
para los intocables. Desde la cárcel, Gandhi iniciaba un ayuno en protesta, por lo que las
autoridades aceptaron dar marcha atrás sólo si los hindúes de casta y los harijan
arribaban a una solución conjunta. Ambdekar cedió y el 24 de septiembre firmaba con
Gandhi el Pacto de Poona, renunciando a elecciones separadas, a cambio de la reserva
de un considerable número de asientos en los parlamentos para sus representados.
En un primer momento, gran cantidad de brahmanes abrieron los templos a los
intocables. Empero, estos hechos eran mirados con recelo por la ortodoxia brahmánica; e
incluso por Nehru, para quien ‘La emoción que en las masas produjo el ayuno, le pareció
(…) una pura incitación religiosa que anulaba la reflexión’ (Moraes, 1971, p. 204).
19

Gandhi resolvió más adelante comenzar otro ayuno, para movilizar a la opinión
pública tras de sí. El 8 de mayo de 1933, el gobierno lo liberó (Moraes, 1971, p. 203).
Progresivamente, se iba dejando en un segundo plano el movimiento de desobediencia
civil y la conquista de la swaraj por la reforma social, el Mahatma llegó a renombrar su
periódico Young India por harijan (Buddruss, 1976, p. 34-5).
A finales de julio volvió a la cárcel, desde donde solicitó dirigir el movimiento de
desobediencia civil –a esa altura prácticamente agotado-; y frente a la negativa británica,
el 16 de agosto retornó a sus ayunos. Gandhi tuvo que se trasladado a un hospital el 21
de agosto, y fue puesto en libertad sin condiciones, dos días más tarde (Moraes, 1971,
pp. 204-5).
En diciembre de 1933, se asistió a la elección de otra mujer como presidente del
Congreso: la inglesa Nellie Sengupta –nacida Edith Ellen Gray-, dada la detención de su
marido indio, junto a gran parte de cuadros del partido. Cuatro meses después, Gandhi
suprimía el movimiento de desobediencia civil, que en la práctica ya había casi cesado.
En este punto, sobresalen tres diferencias entre el movimiento de no cooperación y el
de desobediencia civil: más allá de que el segundo fuera más convocante y mejor
organizado que el del ´20, la mayor parte de los indios islámicos no participaron en él,
salvo en la Provincia de la Frontera Noroccidental (Copland, 2001, p. 52); las mujeres
desplegaron un papel enérgico durante las movilizaciones seguidas a la marcha de la sal;
y, el gobierno en el segundo desplegó una rápida represión (Buddruss, 1976, p. 32).
El Partido del Congreso volvió a ser legalizado en 1934, tras años de ilegalidad y del
fracaso de la campaña. Tal como sucedió en la década del ´20, emergieron dos facciones
dentro del Congreso Nacional Indio enfrentadas en torno a la cuestión de la participación
en los Parlamentos: el Congress Socialist Party se oponía al ingreso en la política
electoral, mientras el Nationalist Party lo aceptaba.
Gandhi intentó contrarrestar tales tendencias mediante nuevos estatutos para el
Congreso; los cuales transformaban al Partido en una democracia presidencialista, donde
el presidente y un pequeño grupo (el alto mando) recibían nuevos poderes. El Mahatma
anunció también que para poner punto final a todas las controversias sobre sus métodos
de dirección, renunciaría de nuevo al partido para dedicarse a su tarea de reforma social.
20

‘Con todo (…) permaneció invisiblemente a la cabeza del movimiento nacionalista


indio’ (Buddruss, 1976, p. 36).
Un año más tarde, el Partido Comunista de la India –proscrito desde 1934-, de
acuerdo a las directivas de la Cominterm en Moscú, se unió a los nacionalistas del
Congreso en un Frente Unido contra el imperialismo, en particular en el ámbito sindical,
aparte de la formación de un foco de insurgencia rural (Copland, 2001, p. 66).
En paralelo a estos acontecimientos, el nacionalismo musulmán, propio de las élites
islámicas del subcontinente, fue ganando progresivamente apoyo popular. A partir de
esta década intelectuales de esta variante del nacionalismo en lugar de demandar
protección constitucional para los indios musulmanes, teorizaron la formación de un
Estado islámico separado (Copland, 2001, pp. 60-1).
En primer lugar, el poeta Muhammad Iqbal propuso un plan de división del
subcontinente en 1930, que contemplaba el establecimiento de una patria musulmana en
el noroeste del Indostán. Cuatro años después un grupo de estudiantes indios de
confesión islámica de la Universidad de Cambridge abrevaron en las tesis de Iqbar para
desarrollar la idea de un Estado separado denominado Pakistán14 (Spear, 1969, p. 283).
A partir de mediados de este decenio, dos sectores se vieron impulsados por estas
ideas separatistas: los académicos de la Universidad de Aligarh y la Liga Musulmana.
Esta última, se había dividido hacía tiempo entre una Liga y una Conferencia; aunque, se
reunificaron gracias a la acción de Jinnah, quien había regresado de Gran Bretaña, y fue
elegido presidente de este cuerpo político en 1935, con el respaldo de Liaquat Ali Khan,
un graduado de Aligarh (Copland, 2001, p. 60).
El año 1935 estuvo signado por el anuncio de la última reforma en la administración
del Raj. Se proyectaba una Federación con un gobierno central fuerte, a pesar de
mantener Asuntos Exteriores y Defensa bajo control británico. Por otra parte, los
príncipes debían incorporar sus Estados voluntariamente a la Federación (Buddruss,
1976, p. 38). En el ámbito provincial la diarquía era suplantada por ministerios

14
Pakistán es una palabra inventada que significa en urdu tierra de los puros. Se formó con la P de Punjab, A de
Afgania (no confundir con Afganistán, sino que alude a la Provincia de la Frontera Noroccidental); K de Kashmir
(Cachemira en castellano), S de Sind y stan sufijo persa equivalente a país (Copland, 2001, p. 61).
21

provinciales, responsables ante los electores y solamente limitados en situaciones de


emergencia (Spear, 1969, p. 256).
Respecto a la política electoral, se ampliaba el número de votantes a la sexta parte de
la población adulta, es decir, a 35 millones de personas, de los cuales el 10% eran
intocables y casi el 20% mujeres. El limitado número de estos dos últimos sectores se
relacionaba con la permanencia del voto censitario (Sellier, 2002, p. 51).
Las reformas recién fueron aplicadas en abril de 1937, y únicamente en el nivel
provincial. ‘Así, el proyecto de federación de la constitución de 1935 nunca entró en
vigor. Al nivel de gobierno central, la India fue gobernada según la Constitución de
1919 hasta la independencia’ (Buddrus, 1976, p. 39). Los sectores opuestos a las mismas
en el India eran los príncipes, mientras que en Gran Bretaña los políticos conservadores
(Schama, 2004, p. 448).
Las primeras elecciones arrojaron distintos resultados: la participación fue del 54%
en el Raj, ya que en los principados no se votó. El Congreso ganó por mayoría absoluta
en seis de las once provincias, y fue el partido más votado en otras dos (Chamberlain,
1997, p. 46).
Por su lado, la Liga Musulmana había obtenido el 4,8% por ciento del total de los
votos islámicos (Ali, 1992, p. 82). Lo que demostró que la mayor parte de la élite
musulmana –y menos el grueso de los indios islámicos- todavía no apoyaban la
formación de un Estado musulmán (Copland, 2001, p. 60).
Jinnah intentó en esta coyuntura pactar con el Partido del Congreso, pero terminó
rechazando la oferta del mismo, el cual sólo ofrecía puestos a los miembros de la Liga
sobre una base personal (Spear, 1969, p. 284). La Liga terminó accediendo al poder
únicamente en Bengala, y sólo en una coalición (Buddrus, 1976, p. 39); su derrota más
sonante fue entre la predominante población musulmana de la Provincia de la Frontera
Noroocidental, donde el Congreso logró alzarse con la victoria (Ali, 1992, p. 80).
La existencia de clivajes distintos a los religiosos y a los nacionales entre las fuerzas
políticas indias quedó demostrado en el Punjab, cuya mayor parte de la población era
islámica, a pesar de contar con minorías de hindúes y de sijs. Allí, el Partido Unionista,
compuesto por terratenientes hindúes, musulmanes y sijs, derrotó al Congreso Nacional
22

Indio, a la Liga y al Akali Dal (Ali, 1992, p. 19); se imponía así la primacía de un sector
económico por encima de las diferencias religiosas.
En diciembre de 1937, el nacionalista secular Subhas Chandra Bose del ala izquierda
del Partido del Congreso fue elegido presidente, a pesar de la oposición de Gandhi (Ali,
1992, p. 84); lo que empezó a generar agudos conflictos al interior del partido.
Las disidencias entre el presidente y el alto mando del Congreso derivaron en agosto
de 1939 en la imposición de sanciones disciplinarias al primero por parte del segundo
(Nehru, 1949, p. 594), y por último en la renuncia de Bose. Es dable señalar que esta
fuerza política no era más una organización de clase media, sino de cuatro millones y
medio de miembros (Copland, 2001, p. 66).
Ese año daba inició al gobierno del Congreso en los ministerios provinciales. En
general, sus administraciones llevaron a cabo una gestión eficiente. No obstante, a
Jinnah ‘Palabras y actos imprudentes de los miembros del Congreso (…) le dieron
excelente material, el cual fue utilizado con suma destreza’ (Spear, 1969, p. 284), por
ejemplo medidas de ciertos ministros que eran exageradas para denunciar un gobierno
hindú discriminatorio hacia los musulmanes (Copland, 2001, p. 62 y 68).
Al respecto, J. Nehru sostuvo: ‘Muchos de los tumultos de comunidades -religiosas-
que se produjeron fueron debidos a una diversidad de causas, pero los magistrados y la
policía no estuvieron siempre libres de culpa. La experiencia mostró que una actuación
rápida y eficiente ponía término a los desórdenes. (…) Se hizo manifiesto que el
propósito era desacreditar a los gobiernos del Congreso’ (Nehru, 1949, p. 529).

La Segunda Guerra Mundial y su impacto en el subcontinente indio


En septiembre de 1939 con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Judith Brown
afirmó que se precipitaba la crisis final del Raj británico (Brown, 1999, p. 435). Esta
contienda repercutió de forma inversa a la primera, mientras que en 1914 el ánimo se
volcó inicialmente a favor de la metrópoli, en 1939 hubo malestar por la declaración de
guerra al Eje en nombre del Imperio Británico.
23

En este contexto, se presentaron tres propuestas dentro del Partido del Congreso: El
Mahatma sostenía que ni Gran Bretaña ni la India debían tomar parte en el conflicto,
planteando oponerse a Hitler mediante la fuerza espiritual (Ali, 1992, p. 86); segundo,
Bose, invitado a la reunión, propuso la convocatoria a un movimiento de desobediencia
civil; Nehru, deseaba la derrota del fascismo, pero se oponía a que la India volviera a ser
utilizada como durante la Primera Guerra Mundial, por ello apoyaría a los británicos en
caso de que estuvieran dispuestos a la transferencia del poder (Ali, 1992, p. 86).
Por último, tras arduas deliberaciones, el 14 de septiembre de 1939 se votó la tercera
propuesta. Días más tarde, el virrey Lord Linlithgow prometió el estado de dominio en
una no especificada fecha futura e introduciendo una capciosa cláusula en la
declaración: ‘…el poder no cambiaría de manos hasta que las minorías religiosas (…) no
estuvieran satisfechas con el arreglo constitucional. (…) [Nehru] Vio en la declaración
un claro ejemplo de la mentalidad del divide y reinarás…’ (Ali, 1992, p. 86).
A continuación, los gobiernos locales del Congreso elegidos dos años antes
dimitieron en masa; en contrapartida, La Liga Musulmana anunció que sí iba a cooperar
con el gobierno colonial (Copland, 2001, p. 71). En las provincias afectadas por la
dimisión de los ministros del Partido del Congreso, los gobernadores británicos debieron
asumir el gobierno (Buddruss, 1976, p. 157).
La Liga fue virando hacia una posición separatista simultáneamente al aumento de
su influencia y del número de sus miembros. En diciembre de 1940 en su reunión en
Lahore, fijó como objetivo una India dividida, aunque sin nombrar la palabra Pakistán.
Era entonces evidente el despliegue de la denominada teoría de las dos naciones, es
decir, la nación hindú y la musulmana, perspectiva negada por el nacionalismo secular
(Moraes, 1971, p. 260); aunque aún no era claro si era una resolución pensada
seriamente o bien una medida para presionar al Congreso (Copland, 2001, p. 62-3).
Ello no debe hacer olvidar la existencia de otras tendencias entre los indios
musulmanes. Por ejemplo, en 1940, Delhi fue el escenario de la conferencia Azad
Muslim, donde se reunieron distintas organizaciones islámicas con el fin de levantar un
frente musulmán contrario a la política de Jinnah (Nehru, 1949, p. 543).
24

No obstante, no sólo el nacionalismo musulmán experimentó un período de apogeo,


sino también el nacionalismo hindú. Líderes religiosos de esta confesión, e incluso
cuadros del Congreso Nacional Indio declaraban abiertamente en este momento que
gobierno mayoritario significaba gobierno hindú, algo que no había en el subcontinente
desde varios siglos antes bajo su prisma (Ali, 1992, p. 78).
Es preciso explicitar que si bien desde la Segunda Guerra Mundial hasta la
independencia, un número creciente de islámicos apoyaron al separatismo, ‘…pocos
tenían ideas claras acerca de lo que ese objetivo significaba’ (Pandey, 1999, p. 5).
Copland apuntó a cómo la imprecisión inherente a la idea de Pakistán, pudo haber
atraído a islámicos de distintos orígenes sociales y regionales (Copland, 2001, p. 72).
El Partido del Congreso respondió a los nuevos planes de la Liga, y eligió presidente
en 1940 a un integrante musulmán, Maulana Abul Kalam Azad; insistiendo en la
presencia de islámico en sus filas, aunque en la práctica no superaran el 3 por ciento del
total (Buddruss, 1976, pp. 41 y 157).
Es interesante remitirse a las contradicciones entre las prácticas religiosas de
dirigentes políticos para observar las paradojas entre las identidades religiosas y las
políticas.
En primer lugar, Jinnah estaba casado con una parsi15 y no era un musulmán devoto,
a diferencia de Azad, quien era profundamente religioso (Copland, 200, p. 86). Tarik Ali
en un comentario incisivo apuntó: ‘El líder de la Liga Musulmana, (…) no era un
hombre religioso, (…) en cierta forma se trataba de un agnóstico. Para él el islamismo
era un arma útil para procurar una base política independiente a sus seguidores (…)
Azad (…) [era] un distinguido teólogo y estudioso que entendía más sobre el Islam que
lo que Jinnah jamás entendería (…)’ (Ali, 1992, pp. 77-8 y 95).
En segundo lugar, Mukhopadhyay, líder del Mahasabha hindú, seguía muy pocas de
las prácticas hindúes a comparación de Gandhi, quien era activamente religioso tanto en
la vida personal como en la práctica social (Sen, 2007b, p. 365).

15
Los parsis representan una ínfima minoría en la población india, principalmente situados en el área de Bombay,
donde se los conoce por ser una burguesía dinámica y acaudalada. Practican el mazdeísmo, y tienen origen en
migrantes persas que escaparon de las invasiones islámicas en el s. VII (Spear, 1969, p. 200) (Thapar, 1969, p. 216).
25

En conclusión, dos nacionalistas seculares como Azad y Gandhi vivían su religión de


manera más profunda que el comunalista musulmán Jinnah y el hindú Mukhopadhyay.
También en 1940, el Mahatma iniciaba un nuevo movimiento de satyagraha el 17 de
octubre; el cual a diferencia de los anteriores, no se proyectaba como un movimiento de
masas, sino de desobediencia individual y simbólica. Más allá de terminar detenidos la
mayor parte de los líderes del Congreso, esta campaña fue más tranquila y menos masiva
que las anteriores (Buddruss, 1976, p. 158).
La estrategia británica hacia el Partido del Congreso sufrió un giro hacia diciembre
de 1941, al Japón entrar en la guerra del lado del Eje, y peligrar así la posición de la
India británica (Spear, 1969, p. 265). El 4 de diciembre de 1941 las autoridades
coloniales decidieron la liberación de sus altos dirigentes presos, con el fin de solicitar
su colaboración (Ali, 1992, p. 90). No obstante, pese a la cercanía de tropas enemigas –
hecho no acaecido durante la Primera Guerra Mundial-, los británicos insistían en
aplazar las decisiones hasta la finalización del conflicto (Chamberlain, 1997, p. 47).
Las fuerzas imperiales niponas ocuparon el 25 de diciembre la colonia británica de
Hong-Kong; y menos de dos meses después, la importante base naval de Singapur,
tomando de esa manera miles de prisiones británicos e indios. En marzo caía Rangún
(Birmania), para ver aparecer en breve olas de refugiados y soldados en la frontera
indobirmana (Moraes, 1971, p. 283).
Se debe subrayar que el presidente de EEUU, Franklin D. Roosevelt, forzaba a Gran
Bretaña a una rápida decisión en cuanto a la independencia o a la concesión del estatus
de dominio a la India. Esto se visualizó en 1941, con la declaración de la Carta del
Atlántico suscripta entre dicho Jefe de Estado y el primer ministro británico, enfatizando
el derecho de todos los pueblos del mundo a elegir a sus gobernantes. Sin embargo,
Churchill declaró que esa Carta no se aplicaba a la India (Ali, 1992, pp. 90-1).
La presión del Congreso y otras agrupaciones, junto a factores como la cercana
presencia de los japoneses, la participación de los nativos en los Ejércitos Aliados
26

(Fourcade, 2005, p. 365), y la deuda que Gran Bretaña mantenía con el Raj16, derivaron
en el envío de la misión Cripps en marzo de 1942.
La propuesta al Congreso Nacional Indio se centraba en que a cambio de su respaldo
en la contienda y de reconocer la soberanía de la Corona Británica, se le otorgaría la
independencia con la categoría de dominio al finalizar la guerra (Copland, 2001, p. 69).
Ante la negativa local, dicha misión tuvo que regresar a Londres sin haber alcanzado un
acuerdo. Gandhi sentenció sobre ello: ‘Nos dio (…) un cheque posdatado para un banco
que obviamente está a punto de quebrar’ (Ali, 1992, p. 91).
En 1942 sucedieron dos importantes acontecimientos en el Indostán. Primero, el PC
Indio fue legalizado, dada la alianza entre la URSS y Gran Bretaña, y la directiva de la
Comintern sobre la cooperación con el movimiento nacionalista burgués (Buddrus,
1976, p. 30). Segundo, en agosto el Congreso aprobó por mayoría la resolución Quit
India, prometiendo auxilio en la guerra, pero amenazando con un levantamiento masivo
si no se concedía la independencia. Horas después, todos los cuadros del Congreso
estaban detenidos; y la organización ilegalizada.
Nehru permaneció casi tres años en prisión, en el Fuerte de Ahmednagar, lugar en el
cual, entre abril y septiembre de 1944, escribió El descubrimiento de la India.
Pese a la ausencia de militantes del Congreso, hubo movilizaciones en ciudades y en
gran cantidad de aldeas, sin llegar a ser un levantamiento popular masivo (Chamberlain,
1997, p. 48). La respuesta de los británicos fue la represión, incluso con bombardeos
aéreos (Ali, 1992, pp. 92 y 151). Este vacío de poder fue aprovechado por el
Mahasabha, la Liga Musulmana y el PC Indio. Por lo tanto, Copland catálogo a la
resolución Quit India como una acción heroica, y al mismo tiempo, imprudente por parte
de los dirigentes congresistas (Copland, 2001, p. 71).
El Partido Comunista apoyaba abiertamente las exigencias de la Liga sobre Pakistán
e invocaba para ello las declaraciones de Stalin sobre las justas aspiraciones de las
nacionalidades indias. Esto condujo a un creciente distanciamiento entre el Congreso y
los comunistas, quienes aparecían como traidores a la causa nacional (Buddruss, 1976,
16
Nehru comparó el hecho de una India acreedora, en lugar de deudora, de Gran Bretaña luego de la Segunda Guerra
Mundial, con la situación análoga de la Argentina (Nehru, 1949: 768).
27

p. 161). Estos hechos transcurrieron en un contexto de rebeliones campesinas y de


hambrunas masivas, en especial en Bengala (Fourcade, 2005, p. 371) (Sen, 2007a, p.
193).
En 1943 hubo ataques navales y aéreos de las fuerzas niponas sobre ciudades del
Golfo de Bengala; y una fallida incursión en julio del Ejército Nacional Indio y tropas
japonesas en el Principado de Manipur, limítrofe a Birmania (Copland, 2001, p. 65).
El Ejército Nacional Indio se encontraba al mando de Subhas Chandra Bose, quien
ya expulsado del Partido del Congreso, había escapado de su detención en Calcuta a
principios de 1941 (Moraes, 1971, pp. 286 y 301). La ecuación ‘…los enemigos de
nuestros enemigos son nuestros amigos’ (Sellier, 2002, p. 53), lo llevó a aliarse con las
Potencias del Eje, y a reaparecer al poco tiempo en Berlín, tras lograr huir a través de
Moscú, cuando aún regía el Tratado de no agresión entre la URSS y la Alemania nazi.
Bose desde Alemania hablaba al subcontinente vía Radio Tokyo, apelando a los
indios a respaldar a Japón y a abandonar la no violencia de Gandhi. En 1943, partió de
Kiel en un submarino, y en Madagascar un buque japonés lo llevó a la ocupada
Singapur. En este último sitio, fundó un gobierno provisional de la India Libre, del cual
se declaró primer ministro, y reorganizó el ya citado Ejército con indios establecidos en
la región y con prisioneros indios sin distinción de religión o de casta (Moraes, 1971, p.
286).
El Ejército Nacional Indio terminó rindiéndose a los Aliados en mayo de 1945
(Sellier, 2002: 53), y tres meses más tarde, este cuestionado político murió en un
accidente de aviación en Formosa (Ali, 1992: 13-4) (Buddruss, 1976: 155-6).
Una vez concluida la Guerra, y ya no más con Churchill como primer ministro, se
abrieron las negociaciones para la independencia del Raj. El subcontinente indio en ese
entonces se aproximaba a los 400 millones de habitantes, con una esperanza de vida de
casi 32 años, y una población en gran medida rural (87%) (Brown, 1999, p. 427).
Si bien las gestiones fueron auspiciadas por el nuevo gobierno laborista de C. Attle
(1945-1951), cada vez más políticos británicos querían liberar lo antes posible a la
debilitada metrópoli de la carga financiera, militar y moral de mantener sometida a la
India (Buddruss, 1976, p. 161).
28

Tras la liberación de los dirigentes del Congreso, el virrey lord Wawell en julio de
1945 convocó a una conferencia a los partidos indios para decidir sobre la composición
de un gobierno provisional indio. Pero la postura de Jinnah no había cambiado: seguía
viendo en el Congreso un partido hindú y en los musulmanes de este partido simples
colaboracionistas, exigiendo que todos los miembros musulmanes del futuro gobierno
pertenecieran a la Liga (Buddruss, 1976, p. 162).
Las autoridades coloniales dispusieron la celebración de elecciones entre fines de
1945 y principios de 1946 para elegir Asamblea Constituyente y Legislaturas
provinciales. El periodista paquistaní Tarik Ali afirmó con respecto a los candidatos del
Partido del Congreso: ‘Pelearon las elecciones sabiendo que la unidad de la India
dependía de la derrota de la Liga Musulmana contra los islámicos del Congreso, que
debían ganar los lugares reservados a la minoría musulmana’ (Ali, 1992, p. 95). En
contrapartida, el slogan electoral de la Liga era: el Islam en peligro (Sellier, 2002, p. 53).
Los resultados del escrutinio en el parlamento central exhibieron la victoria de la
Liga Musulmana en todos los asientos para los islámicos, de la misma forma que el
Congreso en los de no musulmanes, dejando de lado así a los partidos minoritarios. No
obstante, en el nivel provincial, la Liga obtuvo una cantidad de votos menor, y sólo pudo
formar gobierno en Sind y Bengala. En Punjab, pese a ganar las elecciones, sus rivales
congresistas en coalición con el Partido de la Unión y el Akali Dal accedieron al poder.
En las otras provincias, el Partido del Congreso triunfó (Buddruss, 1976, p. 162).
Los comicios transcurrieron en medio de masivas protestas populares por el proceso
a los oficiales del Ejército Nacional Indio, acerca del cual Nehru relató: ‘El juicio (…)
levantó al país como nada lo había hecho; estos hombres se convirtieron en los símbolos
de la lucha de la India por su libertad. También se convirtieron en los símbolos de la
unidad entre los diversos grupos religiosos de la India, porque en este ejército estaban
representados los hindúes, los (…) [islámicos], los (…) [sij] y los cristianos’ (Nehru,
1949, p. 803). A los acusados sólo se les terminó retirando sus uniformes y la pensión.
En febrero de 1946, otro episodio puso en jaque al dominio británico, al amotinarse
policías y militares indios, en especial en las bases de la Marina en Bombay: ‘…el motín
29

naval fue, como el del Ejército Nacional, unánime por parte de los hombres: las
diferencias religiosas desaparecieron’ (Ali, 1992, p. 93).
Se hacía cada vez más evidente el hundimiento del poder colonial en el
subcontinente, a la par de la explosión del comunalismo, más allá de hechos aislados
como el apoyo de indios de distintas religiones a los motines navales y a los oficiales del
Ejército Nacional Indio.
En abril arribaba a la India una misión del gabinete metropolitano, compuesta por
Lord Pethick Lawrence, A. V. Alexander y una vez más sir Stafford Cripps. Ésta
aseguraba el pronto retiro de los británicos del territorio, y proponía una forma federal
de gobierno. ‘Casi alcanzaron éxito (…) pero, primero el Congreso, y, a continuación,
Jinnah, la rechazaron’ (Chamberlain, 1997, p. 49). La Liga Musulmana insistía en más
derechos para las minorías religiosas, frente a la negativa del Partido del Congreso.
Cuatro meses más tarde, dada la imposibilidad de constituir un gobierno provisional
nacional, el Virrey le encomendó esta tarea únicamente a Nehru. Jinnah en represalia
declaró el 16 de agosto al Día de acción directa: ‘… una de las más terribles catástrofes
de la historia moderna de la India’ (Buddruss, 1976, p. 163). En Calcuta los disturbios
comunales provocaron entre 4.000 y 10.000 muertos, ante la tolerancia del gobierno
local de la Liga presidido por H.S. Suhrawardy (Sellier, 2002, p. 53).
El 2 de septiembre de 1946, y pese a la presión del nacionalismo musulmán, Nehru
se incorporaba al gobierno interino como vicepresidente del Consejo Ejecutivo del
Virrey y miembro del Consejo Ejecutivo para las Relaciones Exteriores y relaciones con
la Commonwealth; mientras, Patel, era nombrado ministro del interior.
Moraes señaló al respecto como desde la liberación de los dirigentes del Partido del
Congreso, las decisiones esenciales eran tomadas por Nehru y Patel –exponente del
nacionalismo hindú-, y ya no por Gandhi -quien junto a Nehru representaban al
nacionalismo secular en el Congreso Nacional Indio-; aunque el Mahatma conservaba su
ascendiente moral y personal (Moraes, 1971, pp. 328 y 333).
Al final, hacia los últimos días de octubre, la Liga Musulmana accedió a ocupar
cinco carteras ministeriales, luego de que Jinnah abandonara su boicot ante los
30

incesantes disturbios comunales. No obstante, este partido decidió llevar a cabo una
política obstruccionista desde el interior del gobierno (Buddruss, 1976, p. 163).

Identidades religiosas y violencia comunal durante la partición


En marzo de 1947 Lord Mountbatten llegaba al Indostán; el último virrey con un
solo mandato del Primer Ministro perteneciente al Partido Laborista británico: India
Libre. Este alto funcionario intentó reformular el plan ofrecido por la misión del
Gabinete hacía un año, al proponer una federación con la salvedad de que las regiones
con mayoría musulmana podrían separarse después de cierto tiempo si no estuvieran
satisfechas con la experiencia. Esta propuesta llegaba demasiado tarde (Ali, 1992, p. 95).
Por un lado, Mountbatten resolvió en abril el adelanto de la fecha de la
independencia de junio de 1948 al 15 de agosto de 1947, para así evitar el colapso del
gobierno provisional y del aparato administrativo (Buddruss, 1976, p. 165).
Por otro, dos meses más tarde ofreció un plan de división de la colonia. Este
constaba de un estatuto de dominio para la India y Pakistán, al interior de la
Commonwealth, con la posibilidad de retiro. Las provincias de mayoría islámica
pasarían al segundo, y al mismo tiempo, aquellas cuya población fueran
preponderantemente de confesión hindú a la India.
En el caso de las regiones donde se encontraban significativas minorías de ambas
religiones –como Bengala-, e incluso de otras –como el Punjab con fieles del hinduismo,
sijismo e Islam-, se propuso la partición de las mismas, condicionada a la aceptación de
de las respectivas Asambleas Legislativas. La NWFP17 representó una situación especial,
dado que si bien su población era abrumadoramente musulmana, su Legislatura estaba
dominada por el Partido del Congreso; por lo tanto, allí se optó por la realización de un
referéndum acerca de la incorporación a cualquiera de los dos Estados.
En una radioemisión al país en la noche del 3 de junio, el ofrecimiento de las
autoridades coloniales fue aceptado, pese a la oposición de Gandhi (Pouchepadass,

17
Siglas en inglés de la Provincia de la Frontera Noroccidental. El Congreso tenía mayoría en la Legislatura, de esta
región predominantemente islámica.
31

1976, p. 158), tanto por Jinnah, pasando por el Congreso, hasta por el dirigente sij
Baldev Singh (Moraes, 1971, p. 330).
Las legislaturas provinciales de Bengala y del Punjab votaron a favor de la partición.
En la provincia de la Frontera noroccidental, el plebiscito ganó apenas por el 50,99% a
favor de la incorporación a Pakistán (Copland, 2001, p. 75).
Finalmente, en julio, el Parlamento en Londres aprobó la Indian Independence Bill,
la cual ‘… significó el final de una época’ (Buddruss, 1976, p. 164).
En los acuerdos se resolvió que hasta las juras de las nuevas Constituciones, los dos
Estados debían regirse bajo la de 1935. Lord Mountbatten fue nombrado Gobernador
General de la India, aunque no de Pakistán, donde el cargo sería ejercido por Jinnah
(Buddruss, 1976, p. 165).
El 15 de agosto de 1947 el Soberano del Reino Unido renunciaba a su título de
Emperador, surgiendo de esta manera dos nuevos Estados: la Unión India con capital en
Nueva Delhi, cuyo Jefe de Gobierno era Jawaharlal Neru; y Pakistán con capital en
Karachi, contando como Primer Ministro a Liaquat Ali Khan.
Medidas claves como las divisiones de la administración y del ejército se resolvieron
en un breve plazo. Del mismo modo, dos comisiones fijaron las nuevas fronteras en las
provincias a dividir, aunque los resultados fueron dados a conocer recién después de la
Independencia. Esta falta de límites precisos terminó agravando aún más la violencia
comunal, ya que los refugiados no sabían hacia donde dirigirse.
Los hechos más dramáticos se vivieron en Bengala y en el Punjab, donde la partición
produjo que la mitad occidental pasara para la India y la oriental para Pakistán en la
primera; entretanto, en el segundo, la parte oriental quedaba para la India y la occidental
para Pakistán. Millones de musulmanes escapaban de la India, mientras que millones de
hindúes y de sijs huían en dirección contraria.
Los disturbios comunales fueron atizados por declaraciones de políticos de los
nacionalismos musulmán e hindú. Pandey ubicó a este momento no sólo como el
establecimiento de dos nuevos Estados-nación, sino también como la reelaboración de
identidades, de historias y de relaciones.
32

En la India, a pesar de las marcas regionales, de casta y ocupacionales por los cuales
durante generaciones los musulmanes habían sido reconocidos, ahora eran vistos
simplemente como islámicos y por consiguiente sospechosos de ser pakistaníes (Pandey,
1999, pp. 4 y 7).
El nacionalismo hindú apuntaba contra los indios islámicos, en base a distintos
argumentos: eran una minoría, pero de millones de personas 18; habían invadido la India
desde el s. XI –por más que sus antepasados fueran mayoritariamente hindúes conversos
(Thapar, 1969, p. 367)-; y eran colaboracionistas de los británicos porque su élite había
realizado demandas separatistas. En suma, eran extranjeros en la India.
Bajo la óptica de esta vertiente nacionalista, los budistas, janistas (Thapar, 1969, pp.
76-82, 162) y sijs consideraban a la India como el lugar de nacimiento de sus religiones.
Los cristianos y parsis, si bien poseían tradiciones no nativas del subcontinente, en el
caso de los primeros había muchos hindúes de baja casta conversos; y los segundos eran
asociados al desarrollo económico e intelectual. Además, estos grupos eran
numéricamente ínfimos en el total de la población, salvo en algunas regiones, por
ejemplo los sijs en el Punjab (Pandey, 1999, pp. 13-14).
Por otro lado, líderes del nacionalismo secular intentaban sin éxito poner fin a la
agitación: Nehru, Gandhi y Azad, instaban a los indios musulmanes a permanecer en la
India, sí era ese su deseo (Ali, 1992, p. 211).
Durante sus últimos días, los británicos escogieron no intervenir por razones
políticas. Los dirigentes del Congreso y de la Liga no disponían de una organización
capaz de hacerse cargo del ingente intercambio de población (Buddruss, 1976, pp. 165-
6). Distintos autores estimaron el número de muertos entre 500 mil y 900 mil, a la par de
entre cinco millones y medio y 12 millones de desplazados (Ali, 1992, p. 95) (Copland,
2001, p. 74) (Pouchepadass, 1976, p. 160) (Spear, 1969, p. 296).
Las turbulencias durante la partición han sido descritas por un testigo de la época. El
bengalí Amartya Sen relató sus memorias sobre los trágicos eventos: ‘De mis recuerdos
(…) sobre las reyertas entre hindúes y musulmanes (…) viene a mi memoria la

18
Pese a la mayor parte de la población de la India ser de confesión hindú, los indios musulmanes sumaban casi 40
millones de personas, o sea, el 10% de la población (Moraes, 1971, p. 335) (Pandey, 1999, p. 6).
33

velocidad con que los tolerantes seres humanos de enero rápidamente se transformaron
en los implacables hindúes y los crueles musulmanes de julio. Cientos de miles de
personas perecieron en manos de individuos que, encabezados por los comandantes de la
masacre, mataron a otros en nombre de su… [propio pueblo] ’ (Sen, 2007a, p. 24).
Esta situación afectó también a los sijs, por consiguiente el Akali Dal solicitó un
Estado sij en Khalistan (centro del Punjab); región que pasaba a Pakistán. El día del
retiro británico este partido organizó sin resultado favorable un levantamiento; en
consecuencia gran parte de los fieles de esta religión debieron escapar a la India
(Copland, 2001, p. 78).

Los Principados y las identidades religiosas


Nos detendremos para terminar en acontecimientos posteriores a la independencia,
aunque vinculados a ella, y en especial a la relación entre las identidades religiosas y las
políticas.
Primero, el asesinato de Gandhi en enero de 1948 cuando iba a una reunión diaria de
oración, a manos de Nathuram Godse de las R.S.S. La causa del mismo radicó en la
presión del Mahatma para, por un lado, evacuar las mezquitas tomadas por refugiados
indios hindúes, y por otro, abonar las deudas de la Unión India hacia Pakistán (Copland,
2001, p. 77). El nacionalismo hindú rechazaba estos pedidos y acusaba a Gandhi de
traidor antihindú (Pouchepadass, 1976, p. 161). El impacto de este crimen logró poner
fin a la violencia comunal en el norte de la India (Pandey, 1999, p. 6).
Segundo, encontramos a los príncipes indios, los cuales se habían convertido en
fósiles vivientes sin un lugar específico en la India democrática de acuerdo al historiador
inglés Spear. Había en total 362 Estados, desde aquellos que administraban a casi 20
millones de habitantes, hasta otros con unos pocos kilómetros (Spear, 1969, pp. 260 y
298).
En julio de 1947, Lord Mountbatten les había aconsejado su incorporación a
cualquiera de los dos Estados. Se constituyó también un departamento gubernamental
específico para esta cuestión, bajo la dirección de Vallabhbhai Patel. Moraes calificó su
desempeño como una combinación de habilidad, firmeza y generosidad, al ofrecerles el
34

mantenimiento legal de sus bienes personales, y pensiones libres de impuestos, a cambio


de su incorporación, de la equiparación de sus súbditos al resto de los ciudadanos en
derechos y deberes, y de la pérdida de su poder político.
Los príncipes decidían en base a la proximidad geográfica a los nuevos dominios, a
la religión practicada mayormente por sus súbditos, e incluso a la celebración de
plebiscitos (Moraes, 1971, pp. 358-9). Luego de la independencia, algunos de estos
territorios conformaron Uniones Federales, otros Estados actuales, mientras los más
pequeños eran absorbidos por unidades mayores (Spear, 1969, pp. 298-9).
Sin embargo, tres principados no se habían decidido todavía el 15 de agosto.
Primero, Junagadh, situado en la costa del mar Arábigo, dentro de la Unión India. Su
población era mayoritariamente hindú, pero su gobernante musulmán se había decidido
por Pakistán. Tropas indias invadieron el Estado, y en febrero de 1948 se realizó un
plebiscito, cuyo resultado fue favorable a la India (Spear, 1969, p. 299).
Segundo, Hiderabad, ocupando una extensa superficie en el Decán, rodeado por la
India. El príncipe era islámico y sus habitantes en gran medida hindúes. El nizam se
mantuvo cambiando de opinión, hasta que optó por la independencia, pidiéndole auxilio
a Pakistán (Spear, 1969, pp. 299-300). Las Fuerzas Armadas indias irrumpieron en su
territorio en septiembre de 1948 y el Soberano debió firmar el tratado de incorporación a
la Unión India en febrero de 1949 (Moraes, 1971, pp. 368-71).
En oposición a los anteriores, el principado de Cachemira poseía un gobernante de
religión hindú, y súbditos mayoritariamente islámicos, aunque había minorías de
hindúes y de budistas. Por lo demás, era una zona fronteriza a los dos nuevos Estados, y
podría haberse unido a uno o a otro (Spear, 1969, p. 300).
El Maharaja dilataba la decisión, pero cuando milicias ligadas a Pakistán traspasaron
sus fronteras, resolvió unirse a la India. Nehru envió tropas para salvar al gobernante, e
integrar al principado a la Unión. Una vez derrotado el raid paquistaní, las autoridades
del país vecino desconocieron la situación, y solicitaron un plebiscito. Nueva Delhi tras
haber accedido, lo rechazó poco después.
Se han señalado tres factores de esta acción: Cachemira era la tierra de los
antepasados de Nehru; la defensa estratégica contra China; y por último, la oportunidad
35

de incorporar a un Estado de mayoría musulmana a la India secular (Buddruss, 1976, p.


173).
En 1948 estalló una breve guerra entre la Unión India y Pakistán por este espacio; la
cual pudo ser detenida gracias a un cese al fuego impuesto por el Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas el 1 de enero de 1949. Finalmente, Cachemira quedó dividida en
dos: una parte sudoriental y el valle retenidos por el primer Estado, y la parte
noroccidental por el segundo (Moraes, 1971, pp. 384-92).

Palabras finales
La perspectiva colonial acerca de las identidades religiosas y su vínculo con las
políticas fue central para sostener el Raj británico. A su vez, dicha perspectiva también
influyó en las representaciones de los habitantes del subcontinente, y en los
nacionalismos locales.
La supuesta existencia de una nación India igualada a una comunidad hindú o a una
islámica fue sostenida por los comunalismos –el nacionalismo hindú y el musulmán-; a
diferencia del nacionalismo secular de Gandhi, de Nehru y de Azad, que respaldaba la
visión de la nación por encima de las diversidades confesionales. Pese a este último ser
mayoritario, no pudo impedir la violencia comunal, ni la división del Indostán en
función de criterios religiosos.
36

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