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¿Sabes cuáles son los seis tópicos

de la legítima defensa?
POR 

​EDUARDO ALEJOS TORIBIO 

JULIO 14, 2016 

1. El delito y las causas de justificación 

El delito se produce cuando existen acciones u omisiones que configuran el 


injusto culpable (óptica b
​ ipartita​); acciones u omisiones típicas, antijurídicas 
y culpables (perspectiva ​tripartita​) –que se utiliza principalmente para la 
enseñanza básica del dogma penal–; o acciones u omisiones típicas, 
antijurídicas, culpables y punibles (concepción ​cuadripartita​). 

Para que se inicie la configuración del delito es necesario la existencia de 


comportamiento humano que encaje en un tipo penal​[1]​ (tipicidad); no 
obstante, ello no es suficiente, ya que puede suceder que a
​ quel 
comportamiento –típico- se halle establecido en una causa de justificación, 
de modo que no se podrá establecer el aspecto antijurídico de tal conducta 
(antijuricidad). 

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2. La legítima defensa como derecho fundamental 

La legítima defensa, en la actualidad, llega a configurar un derecho 


fundamental de todo individuo​. No obstante, en un Estado constitucional de 
Derecho​[2]​ no ejerce el rol de “regla”, sino, por el contrario, de “excepción” 
que, en buena cuenta, debe ser demarcada con la mayor precisión posible​[3]​. 
Por citar algún ejemplo, con arreglo a lo que señala M
​ ir Puig​, “lesionar a otro 
es un hecho típico, y en general será antijurídico, pero, para confirmar si lo es 
en el caso concreto, habrá que comprobar que no concurra ninguna causa de 
justificación, como, p. ej., legítima defensa”.​[4] 

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3. La legítima defensa como causa de justificación 

La institución jurídica de la legítima defensa es una causa de justificación, 


vale decir, u
​ na norma permisiva que proviene de cualquier sector del 
ordenamiento jurídico que facilita la realización de comportamientos típicos. 
Desde esa órbita, las causas de justificación van a ser aquellas que excluyen 
la antijuridicidad, configurándose no, solamente, como problema específico 
del Derecho penal, sino del ordenamiento jurídico restante: teniendo en 
cuenta que el catálogo de causas de justificación es abierto –denominado, 
coloquialmente, como n
​ umerus apertus​-, puesto que las cifras de las mismas 
no pueden determinarse de forma definitiva, tal como anota ​Villavicencio 
Terreros​[5]​. 

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4. El doble fundamento de la legítima defensa 

Así también, debemos precisar que la legítima defensa posee un doble 


fundamento, uno desde una ​óptica individual​ y otro desde un ​panorama 
social​: 
(i) el primero, consiste en la n
​ ecesidad de defender el bien jurídico o los 
derechos subjetivos injustamente agredidos​ (principio de protección 
individual o autodefensa). 

(ii) el segundo, por su parte, atiende al carácter social que ​consiste en la 
necesidad de la defensa del orden jurídico​ (principio de mantenimiento del 
orden jurídico o defensa del Derecho)​[6]​. 

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5. Clases de legítima defensa 

Por lo anotado líneas arriba, resulta fácil inferir que la legítima defensa es una 
causa que justifica un hecho típico, c
​ uyo resultado, si llegasen a concurrir los 
requisitos de la misma, es que el sujeto quede exento de responsabilidad 
penal​ (Legítima defensa perfecta). 

Mientras que, por el contrario, si un hecho típico careciera de alguno de sus 


elementos, ​se establecería la posibilidad de que el juzgador disminuya 
prudencialmente la pena​ (Legítima defensa imperfecta)​[7]​. 

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6. Requisitos para la configuración de la legítima defensa 

Teniendo en cuenta lo antecedido, debemos argüir que es necesario la 


reunión de 3 requisitos: (​ i)​ primero, se necesita de una agresión ilegítima; (​ iii) 
segundo, que exista una falta de provocación suficiente por parte de quien se 
defiende, y; ​(ii)​ tercero, la necesidad racional del medio empleado para 
impedirla o repelerla. Veámoslos: 

(i) La a
​ gresión ilegítima​ supone un ataque a los bienes jurídicos o derechos 
de una persona (vida, salud, honor, propiedad), no solo basta con una lejana 
percepción del peligro por parte de la víctima, sino que el peligro debe ser 
real, serio y que cuente con características de gravedad.​[8] 

(ii) La f​ alta de provocación suficiente​; no obstante, es menester establecer 


qué debe entenderse por el término provocar. Según el diccionario de la Real 
Academia Española, es “incitar, inducir a alguien a que ejecute algo; irritar o 
estimular a alguien con palabras u obras para que se enoje”​[9]​. De esta 
manera, la provocación consiste en excitar y enojar a cualquier persona, a 
través de cualquier medio apropiado, siendo que generalmente el provocador 
suele recurrir a la burla, el escarnio, insultos, vías de hecho o daños a la 
propiedad, entre otros. 

(iii) Otro aspecto a subrayar es la ​racionalidad del medio empleado​, pues, 


para determinar la conducta defensiva es preciso tomar en consideración las 
acciones que el autor tenía a su disposición para impedir o repeler la agresión 
antes de comenzar la defensa y, por ende, establecer si la emprendida es 
realmente la que hubiera impedido la lesión amenazada por la agresión 
causando menos daño. 

En esta situación, se excluye para la valoración de este requisito el criterio de 


proporcionalidad de medios, considerándose en su lugar, entre otras 
circunstancias, la intensidad y peligrosidad de la agresión, la forma de 
proceder del agresor y los medios de que se disponga para la defensa. 

Es así, que cuando el medio por el cual se trate de defender una persona sea 
innecesario en el sentido visto por haberse podido emplear otro seguro y 
menos lesivo, estamos ante el dominado e
​ xceso intensivo​ (o propio); y es 
exceso extensivo​ (o impropio) cuando faltan los requisitos esenciales: ya no 
hay, o aún no hay, agresión y por ello no hay necesidad de defensa.​[10] 

El “exceso intensivo” supone una atenuación del injusto (no de la culpabilidad, 


que depende de las condiciones y circunstancias individuales). En el segundo 
no hay atenuación posible del injusto, ni eximente completa ni incompleta, y 
dependerá del caso, aplicarle una exclusión (o atenuación) de culpabilidad. El 
llamado “exceso extensivo” puede dar origen a la defensa putativa, es decir, a 
la reacción violenta contra una agresión imaginada.​[11]​ Es así, que se puede 
apreciar una legítima defensa inapropiada​[12]​, toda vez que no se manifestó 
los estándares que esta requiere para su configuración​[13]​. 

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[1]​ Conducta establecida en la parte especial (delitos) del Código Penal. 

[2]​ Ya no se utiliza el término de “Estado de Derecho” como se mencionaba 


antes de la mitad del siglo pasado: toda vez que antes de la segunda guerra 
mundial no se daba importancia –por colocar algún sinónimo– a las 
ahumadas constituciones de aquel entonces. 

[3]​ MUÑOZ CONDE, Francisco. “¿Legítima defensa putativa? Un caso límite 


entre justificación y exculpación”, p. 184. En: Silva Sánchez; Schünemann; De 
Figueiredo Días (Coords). (1995). F
​ undamentos de un sistema europeo del 
Derecho Penal. Libro Homenaje a Claus Roxin​. Barcelona: Bosch. 

[4]​ MIR PUIG. Santiago. (2004). ​Derecho penal. Parte general. B


​ arcelona: 
Editorial Reppertor, p. 415. 

[5]​ VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe. (2006). ​Derecho penal. Parte general, 


Lima: Editorial Grijley. Págs. 530-531. 

[6]​ ​Ibídem​, p.​ 5


​ 35. 

[7]​ BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis. (2003). “Condiciones para el ejercicio de 


la legítima defensa”. Pág. 87. En: ​Revista Actualidad Jurídica, N
​ º 112. Lima: 
Gaceta Jurídica. 

[8]​ “Para que exista una agresión no es necesario que se llegue a la 
consumación de una lesión. Basta con el intento idóneo de tal lesión”. Ver: 
MIR PUIG. Santiago (2004). ​Derecho penal. Parte general. B
​ arcelona: Editorial 
Reppertor, p. 431. 

[9]​ Para más información ir a: h


​ ttp://lema.rae.es/drae/?val=provocar 

[10]​ REÁTEGUI SÁNCHEZ, James (2009). ​Derecho penal. Parte general​. Lima: 
Gaceta Jurídica, p. 181. 

[11]​ ​Ibídem.​ p.181. 

[12]​ MUÑOZ CONDE, Francisco; GARCÍA ARÁN, Mercedes (2002). ​Derecho 


penal. Parte general​. Valencia: Editorial Tirant lo Blanch, p. 186. 

[13]​ Al respecto, Muñoz Conde y García Arán sostienen que admitir la 
“legítima defensa en estos casos, aparte de que pueda ser ya 
desproporcionada; supone reconocer una ´defensa preventiva´ antes de que 
se actualice la agresión ilegítima e incluso aunque no llegue a producirse una 
verdadera agresión. Pero en algunos casos extremos de amenaza seria y 
grave de muerte, sujetos especialmente vulnerables, lugares peligrosos, 
despoblados, etc., podría admitirse un sistema de autoprotección que pudiera 
excepcionalmente llegar a herir o matar. Para ello, además de la situación de 
peligro inminente, habría que exigir una posibilidad de control permanente 
sobre el sistema y la clara advertencia de que existe ese sistema, de manera 
que todo el mundo pueda quedar bien informado de la peligrosidad de 
acceder o entrar en el lugar así protegido”. Ver: I​ bídem​, p. 186. 

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