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2Co 12:5 De tal hombre me gloriaré; pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis
debilidades.
INTRODUCCION:
Las debilidades acompañaran nuestras vidas cristianas.
Pedro sabemos fue débil en su negación de Jesús. Y posteriormente lo vemos a Pedro de nueva
cuenta siendo débil en Antioquia al marginar a los cristianos no judíos.
Pablo también vemos su debilidad al no querer recibir a Marcos y darle una segunda
oportunidad.
Todos tenemos debilidades que nos desconciertan, nos producen sufrimiento y nos causan
confusión.
2.- LAS VOLUNTARIAS. Las que vienen de producto del poco carácter y fallas que
voluntariamente hemos permitido inunden nuestras vidas.
Bajo amor a Dios, a los demás y a nosotros mismos.
¿Pedro como se levantó?..¿ porque Dios usó a Pedro tan poderosamente?, porque aprendió de sus
debilidades.
Pablo tenía la gran debilidad de su pasado, habiendo sido perseguidor.
B. Reanimarnos por su gozo: ”Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades…”
(v. 10).
Pablo nos insta: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4).
El profeta entonó: “Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré… Sacaréis con gozo
aguas de las fuentes de la salvación” (Is. 12:2–3).
C. Reanimarnos por la fuerza que vendrá de él: “….porque cuando soy débil, entonces soy
fuerte.” (v. 10).
La noche cuando el vapor “Princes Alice” chocó con el “Bywell Castel”, a causa de una
densa niebla, y seiscientos excursionistas perecieron de los novecientos o más que iban a
bordo, dos barqueros estaban amarrando sus barcos. Al oir el estallido y los gritos uno de
ellos dijo: “Estoy cansado, me voy a casa; nadie me verá en la niebla.”
Los dos tuvieron que comparecer en la investigación del caso. Interrogado el primero si
había oído los gritos contestó que sí. Vuelto a ser interrogado qué había hecho contestó:
—Nada señor. —¿No está avergonzado? a lo que contestó: —Señor, la vergüenza nunca
me dejará hasta que muera.
Interrogado el otro qué había hecho contestó: —Salté al barco y remé con todas mis
fuerzas hacia el barco náufrago. Atesté mi bote de mujeres y niños, y cuando ya era
peligroso tomar otra más, me fui remando con este grito: ¡Oh, Señor, quién tuviera un
barco más grande! ¡OH, SEÑOR, QUIEN TUVIERA UN BARCO MAS GRANDE!1
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Lerıń , A. (2000). 500 ilustraciones (p. 99). El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones.