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En junio de 1637 publica anónimamente el Discurso del método para dirigir bien la razón y
buscar la verdad en las ciencias. Se dividía en tres ensayos: Dióptrica, Meteoros, y Geometría.
El ensayo Meteoros se defienden las tesis copernicanas.
4.1.2. OTRAS
OBRAS.
2. Meditaciones metafísicas: trata nuevamente del método y desarrolla la duda metódica que
le lleva a establecer los primeros principios del conocimiento.
4. Las pasiones del alma: intenta explicar la relación del alma y el cuerpo. Distingue las
acciones, dependientes de la voluntad, y las pasiones, que son involuntarias y causadas por
los espíritus vitales.
5. Otras obras de menor importancia son: La búsqueda de la verdad por medio de la razón
natural, y Tratado del hombre.
Descartes vive en una época marcada por varias crisis: crisis Política (el viejo sistema político
europeo es sustituido por los nuevos estados absolutistas de carácter nacional); crisis Religiosa
(la Europa unida por una sola religión (cristianismo), da paso con la Reforma Protestante
(Lutero) a una Europa dividida y enfrentada entre Catolicismo y Protestantismo); y crisis
Científica y Filosófica
(ambas se asentaban sobre los conocimientos de Ptolomeo y Aristóteles por un lado y la
filosofía Escolástica por el otro. La ciencia aristotélica (interpretación geocéntrica del mundo) y
la filosofía necesita unas bases más seguras que le permitan adquirir verdades más sólidas
que no estén sólo basadas en la fe, sino en la razón).
Para crear ese nuevo planteamiento general del conocimiento, los nuevos científicos se basan
en la observación, defendida por Ockam y Galileo y las matemáticas como una herramienta
que hasta el momento no ha causado duda (Cusa, Galileo, Descartes y Newton).
La primera evidencia del sistema cartesiano, el cogito ergo sum no debe entenderse sin ver
sus relaciones con el si fallor sum de S. Agustín. La diferencia está en que Descartes utiliza
esta verdad como la primera piedra del nuevo edificio de su metafísica y S. Agustín como un
argumento más para demostrar la imposibilidad del escepticismo.
Una característica común a todo el racionalismo posterior será el optimismo, admitiendo que el
principio del conocimiento humano está en las ideas innatas garantizadas por un Dios perfecto y
bondadoso, iguales por esto a todo hombre; el conocimiento está en su naturaleza, sólo se
precisa del método adecuado para aplicarlo. Este optimismo se pondrá en entredicho por el
empirismo y Kant, que dirán que el origen y límite del conocimiento está en la experiencia.
También se opondrá al racionalismo Nietzsche al afirmar que el racionalismo pre-kantiano
considera que las cosas tienen ya una racionalidad inherente que le viene de Dios.
EL RACIONALISMO DESPUÉS DE
DESCARTES
El racionalismo fija su punto inicial para el desarrollo de su filosofía en la sustancia Dios. Para
Descartes, Dios es la sustancia que posibilita la existencia. Igualmente se acepta que estas
ideas tienen un carácter totalmente innato. Tras Descartes, la postura que los demás
racionalistas tendrán frente al concepto de sustancia conducirá a diferentes resultados.
SPINOZA
Para Spinoza, Dios es infinito y carece de toda limitación. Por esta razón, Dios es la totalidad de
lo real y el conjunto entero de la naturaleza. Las cosas particulares sólo son los modos que
adoptan los atributos divinos. Sólo existe Dios y de Él conocemos dos atributos: extensión y
pensamiento.
Por lo tanto, cuerpo y alma en el hombre son distintas facetas de la misma unidad. Con esto,
la cuestión de la comunicación entre cuerpo y alma que preocupó a Descartes queda
reducida a un falso problema.
El hombre no es libre, pues sus actos son sólo deducciones de la realidad a la que pertenece.
Creemos tenerla porque confundimos nuestras voliciones con la libertad cuando realizamos lo
que queremos. Pero en cuanto aceptamos que queremos lo que queremos de una forma
determinista (un solo Dios, una sola voluntad), la voluntad de querer y la libertad quedan
excluidas.
LEIBNIZ
Leibniz intenta demostrar que el orden deductivo de Spinoza es compatible con la libertad tanto
de Dios como del hombre. Por esto, rechaza el monismo.
Cuando Dios crea el mundo, lo que hace es poner en la existencia uno de los infinitos mundos
posibles (elige el más perfecto). Este mundo está constituido por un conjunto de sustancias
individualizadas, simples, con diferentes formatos que por distintas combinaciones forman los
diferentes seres de la realidad, las mónadas. Para Leibniz es libre quien se rige por sus propias
leyes (autonomía). Así, si las mónadas se rigen por sus propias leyes, el hombre es libre, pues
en él, conforman la realidad inteligente por la que el ser humano es capaz de representarse y
evaluar razones por las que obrar.
El concepto fundamental de sustancia se va restringiendo. Desde Descartes, que admitía tres
sustancias incidiendo en la infinita, pasando por Leibniz que las limita a dos, Dios y mundo y
finalizando con Spinoza donde se reducen a una, Dios (idea innata del racionalismo, sin la cual
nada existiría ni sería conocido).
Como todo el conocimiento posible tiene un origen innato, el racionalismo termina por adoptar
una actitud optimista respecto a las posibilidades epistemológicas del hombre, pues estando
este en la propia naturaleza humana es cuestión de tiempo y de hallar el método adecuado el
alcanzar su plenitud.