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Contextualización Descartes

4.1. El texto en la obra a que pertenece, otras obras y el pensamiento del


autor.

4.1.1. EL TEXTO EN LA OBRA A QUE PERTENECE: EL DISCURSO


DEL MÉTODO.

En junio de 1637 publica anónimamente el Discurso del método para dirigir bien la razón y
buscar la verdad en las ciencias. Se dividía en tres ensayos: Dióptrica, Meteoros, y Geometría.
El ensayo Meteoros se defienden las tesis copernicanas.

El Discurso no sólo es la obra fundamental de Descartes, además, marca el final de la


escolástica y el inicio de la filosofía moderna. Es una biografía intelectual en la que muestra las
reglas del método, el empleo de unas reglas de moral “provisional”, los fundamentos de la
metafísica, y se describe a los seres vivos en términos mecánicos.

4.1.2. OTRAS
OBRAS.

1. Reglas para la dirección de la mente (1637): quedó inacabada. En ella se desarrolla el


método mediante la exposición de las reglas que lo constituyen (un total de veintiuna) y el
modo y condiciones en que han de ser aplicadas.

2. Meditaciones metafísicas: trata nuevamente del método y desarrolla la duda metódica que
le lleva a establecer los primeros principios del conocimiento.

3. Principios de filosofía: dividida en dos partes, en la primera trata de los principios


del conocimiento, en la segunda de los principios de las cosas materiales.

4. Las pasiones del alma: intenta explicar la relación del alma y el cuerpo. Distingue las
acciones, dependientes de la voluntad, y las pasiones, que son involuntarias y causadas por
los espíritus vitales.

5. Otras obras de menor importancia son: La búsqueda de la verdad por medio de la razón
natural, y Tratado del hombre.

4.1.3. Pensamiento del autor (racionalismo):

El racionalismo se caracterizará por la afirmación de que la certeza del conocimiento procede


de la razón, por lo tanto, existen las ideas innatas. Ello supondrá la desvalorización de: el
conocimiento sensible, en el que no se podrá fundamentar el saber, quedando la razón como
única fuente de conocimiento; y las explicaciones del conocimiento basadas en la abstracción,
ya que se produce a partir de la captación de las sustancias por medio de la sensibilidad
(Aristóteles y Santo Tomás).
Por el contrario, el racionalismo afirmará la intuición intelectual de ideas y principios
evidentes, a partir de las cuales comenzará la deducción del saber, del mismo modo que las
matemáticas. La relación de estas ideas con la realidad extramental será afirmada
dogmáticamente. Todo ello conduce al racionalismo a una ciencia universal.

4.2. Contextualización del pensamiento del autor en la historia de la filosofía y/o en la


época.

4.2.1. El pensamiento del autor en la época.

Descartes vive en una época marcada por varias crisis: crisis Política (el viejo sistema político
europeo es sustituido por los nuevos estados absolutistas de carácter nacional); crisis Religiosa
(la Europa unida por una sola religión (cristianismo), da paso con la Reforma Protestante
(Lutero) a una Europa dividida y enfrentada entre Catolicismo y Protestantismo); y crisis
Científica y Filosófica
(ambas se asentaban sobre los conocimientos de Ptolomeo y Aristóteles por un lado y la
filosofía Escolástica por el otro. La ciencia aristotélica (interpretación geocéntrica del mundo) y
la filosofía necesita unas bases más seguras que le permitan adquirir verdades más sólidas
que no estén sólo basadas en la fe, sino en la razón).

4.2.2. El pensamiento del autor en la historia de la


filosofía.

Para crear ese nuevo planteamiento general del conocimiento, los nuevos científicos se basan
en la observación, defendida por Ockam y Galileo y las matemáticas como una herramienta
que hasta el momento no ha causado duda (Cusa, Galileo, Descartes y Newton).

La filosofía de Descartes es matemática y racionalista ya que presenta una realidad construida


desde la razón humana. Diseña es una metafísica que sirva como base segura a todo
conocimiento científico, las raíces del árbol de la ciencia. Crea un nuevo sistema filosófico
revolucionario respecto a todo lo anterior (realismo). Muestra que el conocimiento de la realidad
no es una mera copia, sino una construcción adecuada a las características de la mente, que
tiene un funcionamiento matemático. Por esto, desde Descartes, el interés de la filosofía deja de
estar en el mundo y pasa al sujeto en cuanto creador de ideas que representan el mundo (p.e.
Hume, Kant, Hegel...). Además, expresa una realidad entendida como algo mecanicista y
cuantitativo, que se conoce mediante la aritmética y la geometría, expresada en leyes científicas
que muestran lo cuantitativo y la regularidad de los fenómenos y no su finalidad o su cualidad.

La primera evidencia del sistema cartesiano, el cogito ergo sum no debe entenderse sin ver
sus relaciones con el si fallor sum de S. Agustín. La diferencia está en que Descartes utiliza
esta verdad como la primera piedra del nuevo edificio de su metafísica y S. Agustín como un
argumento más para demostrar la imposibilidad del escepticismo.

Una característica común a todo el racionalismo posterior será el optimismo, admitiendo que el
principio del conocimiento humano está en las ideas innatas garantizadas por un Dios perfecto y
bondadoso, iguales por esto a todo hombre; el conocimiento está en su naturaleza, sólo se
precisa del método adecuado para aplicarlo. Este optimismo se pondrá en entredicho por el
empirismo y Kant, que dirán que el origen y límite del conocimiento está en la experiencia.
También se opondrá al racionalismo Nietzsche al afirmar que el racionalismo pre-kantiano
considera que las cosas tienen ya una racionalidad inherente que le viene de Dios.

EL RACIONALISMO DESPUÉS DE
DESCARTES

El racionalismo fija su punto inicial para el desarrollo de su filosofía en la sustancia Dios. Para
Descartes, Dios es la sustancia que posibilita la existencia. Igualmente se acepta que estas
ideas tienen un carácter totalmente innato. Tras Descartes, la postura que los demás
racionalistas tendrán frente al concepto de sustancia conducirá a diferentes resultados.

SPINOZA

Para Spinoza, Dios es infinito y carece de toda limitación. Por esta razón, Dios es la totalidad de
lo real y el conjunto entero de la naturaleza. Las cosas particulares sólo son los modos que
adoptan los atributos divinos. Sólo existe Dios y de Él conocemos dos atributos: extensión y
pensamiento.

Por lo tanto, cuerpo y alma en el hombre son distintas facetas de la misma unidad. Con esto,
la cuestión de la comunicación entre cuerpo y alma que preocupó a Descartes queda
reducida a un falso problema.
El hombre no es libre, pues sus actos son sólo deducciones de la realidad a la que pertenece.
Creemos tenerla porque confundimos nuestras voliciones con la libertad cuando realizamos lo
que queremos. Pero en cuanto aceptamos que queremos lo que queremos de una forma
determinista (un solo Dios, una sola voluntad), la voluntad de querer y la libertad quedan
excluidas.

LEIBNIZ

Leibniz intenta demostrar que el orden deductivo de Spinoza es compatible con la libertad tanto
de Dios como del hombre. Por esto, rechaza el monismo.

Cuando Dios crea el mundo, lo que hace es poner en la existencia uno de los infinitos mundos
posibles (elige el más perfecto). Este mundo está constituido por un conjunto de sustancias
individualizadas, simples, con diferentes formatos que por distintas combinaciones forman los
diferentes seres de la realidad, las mónadas. Para Leibniz es libre quien se rige por sus propias
leyes (autonomía). Así, si las mónadas se rigen por sus propias leyes, el hombre es libre, pues
en él, conforman la realidad inteligente por la que el ser humano es capaz de representarse y
evaluar razones por las que obrar.
El concepto fundamental de sustancia se va restringiendo. Desde Descartes, que admitía tres
sustancias incidiendo en la infinita, pasando por Leibniz que las limita a dos, Dios y mundo y
finalizando con Spinoza donde se reducen a una, Dios (idea innata del racionalismo, sin la cual
nada existiría ni sería conocido).

Como todo el conocimiento posible tiene un origen innato, el racionalismo termina por adoptar
una actitud optimista respecto a las posibilidades epistemológicas del hombre, pues estando
este en la propia naturaleza humana es cuestión de tiempo y de hallar el método adecuado el
alcanzar su plenitud.

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