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Género y VIH

Autor: Juan David Garzón Bahamón. Carrera: Ciencia Política


El género es una categoría profundamente controversial, y alrededor de esta se han tejido
amplios debates sobre si es una construcción social o si por el contrario es algo que nace con
nosotros, en busca de resolver esta controversia utilizaré en este documento cuatro lecturas
que proveerán fuentes teóricas a favor de una de las tesis, y que además ampliaran los debates
sobre el concepto de género, junto a esto se establecerá la relación de este concepto con la
pandemia del VIH/SIDA.
Una primera aproximación sobre este concepto es la que nos brinda el profesor John Harold
Estrada, para él “el género se manifiesta a partir de la construcción social que define lo
masculino y lo femenino” (Estrada Montoya, 2009), esto quiere decir que se asignan ciertas
actitudes, valores o personalidad a alguien dependiendo de su sexo, esta definición parte de
la premisa de que el género es una construcción social, y es que esta premisa ha sido
sustentada por varios intelectuales que negarían que el género es algo innato en nosotros.
Una de estas intelectuales es Mara Viveros, quien afirma que “los roles masculinos y
femeninos varían social y culturalmente, y no dependen de la biología” (Viveros Vigoya,
2015), esto invalidaría la tesis de que el género es algo natural, ya que si fuera así no debería
cambiar según cada región o cada cultura, por lo cual la primera afirmación que se debe tener
en cuenta , y con la cual me siento totalmente a favor, es que el género es una construcción
social que se impone cultural y simbólicamente, y que determina cómo “debemos” ser tanto
los hombres como las mujeres.
Pero esto no lo es todo, ya que esta categoría ha sido utilizada para justificar un orden social
masculino, el cual “está tan profundamente arraigado que: se impone a sí mismo como
autoevidente y es tomado como natural” (Lamas, 1995), esto evidencia que se ha implantado
esa idea de naturalidad del género solo para legitimar un orden establecido, que cuenta con
gran eficiencia ya que ambos sexos defienden esta ordenanza, y hasta que mujeres y hombres
dejemos de participar al interior de este orden y luchemos en contra de él, no podremos
romperlo y seguiremos perpetuando miles de injusticias contra nosotros mismos.
Este orden ha permeado todas las esferas, y la sexual es una de ellas, llevando a considerar
que las mujeres deban comportarse de manera “pasiva” durante las relaciones sexuales, a que
la sanción social contra hombres infieles sea menos fuerte que la que reciben las mujeres, a
que las mujeres no tengan control sobre su salud reproductiva y que se considere como
“normales” a las relaciones heterosexuales, mientras las parejas homosexuales son vistas
como enfermas, y llenas de prejuicios alrededor de ellas. Es aquí cuando toma relevancia la
pandemia del VIH/SIDA.
Según el texto del profesor Estrada las mujeres se ven cada vez más afectadas por el VIH,
esto sin duda relacionado a las condiciones de vida que “deben” llevar las mujeres según los
estereotipos de género, para esta afirmación el profesor se basa en tres puntos de vista: el
biológico (la mucosa vaginal está altamente expuesta al semen, y por ende al virus), el
epidemiológico (mujeres suelen tener relaciones con hombres más “experimentados” que
podrían estar contagiados) y social (lo mencionado en el párrafo anterior). Claramente esto
es una realidad lamentable, sin embargo, difiero con el planteamiento del profesor Estrada.
Coincido en que la carga cultural que llevan las mujeres hace necesario un enfoque de género
que tenga en cuenta las diferencias y desventajas de cada sexo, pero considero que, si nos
centramos en el VIH, quienes necesitarían atención prioritaria serían los hombres que
tenemos relaciones sexuales con otros hombres, ya que poseemos un riesgo 22 veces mayor
que las mujeres. Las mujeres se enfrentan a miles de injusticias, desventajas y violencias a
diario, pero en relación con el VIH se debería aplicar el enfoque de género en pro de los
hombres, sobre todo los que tenemos relaciones sexuales con otros hombres, que al igual que
las mujeres, sufrimos estigmatización y prejuicios, también tenemos relaciones con hombres
más “experimentados” que pueden tener VIH, también se presentan casos en donde los
hombres no pueden tener control sobre su salud sexual, y en algunos casos se nos exige tener
actitudes “pasivas” en las relaciones sexuales, y por último varios expertos afirman que las
relaciones sexuales anales tienen mayor riesgo de contagio que las vaginales, por lo cual
somos nosotros como población de hombres que tenemos sexo con hombres los que
necesitamos un enfoque diferencial con urgencia con relación al VIH/SIDA.
Prosiguiendo con el tema del género, algunos autores también buscaban trasladar la discusión
sobre la “naturalidad” del concepto del género al del sexo, ya que algunos afirman que “la
clasificación dicotómica de dos sexos no puede soportar el escrutinio. Incluso dentro de un
marco biológico que postula criterios anatómicos, gonadales, hormonales y cromosómicos
para definir el sexo, existen más de dos sexos.” (Viveros Vigoya, 2015), esto hace referencia
a la presencia de personas hermafroditas que comprobaría la existencia de más de dos sexos,
aquí tengo yo otro punto de discusión con las lecturas, puesto que, a mi parecer, existen
rasgos genéticos y biológicos muy fuertes que te designan de un sexo femenino o uno
masculino, y en el caso de los hermafroditas son persona que viven con ambos sexos, pero
no por eso constituye un nuevo sexo. Para mí el afirmar que el sexo también es un constructo
social se me hace un tanto radical, y puede deslegitimar y desviar la atención de lo
verdaderamente importante que es la desarticulación de la categoría del género.
Sumado a esto, una de las partes que me pareció más interesante al leer los textos es el
descubrimiento del “género” como otra forma de colonización a los países tercermundistas,
y es que gracias al arduo trabajo de los movimientos feministas del tercer mundo, podemos
evidenciar que esta categoría es profundamente eurocéntrica y que tiene un carácter de
universalidad que le impide ver las particularidades de todas aquellas mujeres que no son
blancas, occidentales y que no pertenecen a la clase trabajadora, este análisis me pareció
sumamente acertado y demuestra, que la colonización europea no solo se dio por medio de
armas sino también por ideas y conceptos. En el texto de Lamas se hace énfasis en la pregunta
“¿No soy una mujer?”, que muestra una forma adicional de ejercer poder sobre los oprimidos
y evidenciar como la colonización europea establece un patrón de conducta “natural” que se
debe seguir, y que si no lo haces no eres suficiente mujer.
Sin embargo, la categoría del género también incide en el cómo debemos ser los hombres,
siempre se nos inculca que debemos ser fuertes, no llorar, agresivos, que utilicemos
pantalones y cabello corto. Con lo anterior busco evidenciar que no solo las mujeres han sido
víctimas de estos estereotipos de género, sino que es una consecuencia transversal que
sufrimos tanto hombres como mujeres, por lo cual a modo de observación para los
encargados de la cátedra, considero que el módulo de género hace excesivo énfasis en el caso
puntual de las mujeres, dejando casi que olvidados a los hombres, los cuales también somo
víctimas de los estereotipos de género, obviamente de una proporción menor de la que lo
sufren las mujeres, pero aun así hubiera sido muy enriquecedor que alguna de las cuatro
lecturas tuviera como tema central en el enfoque de género orientado hacia los hombres.
De igual forma, considero que el género no es la única categoría que busca definir cómo
debemos comportarnos, existen conceptos como “heterosexual”, “homosexual”, “bisexual”,
“rico”, “pobre”, “colombiano”, “venezolano”, “mexicano”, que encierran al interior de ellos
unas formas de comportamiento, unas formas de hablar y unas formas de vestir. Lo que busco
decir con esto es que se han propagado miles de estereotipos relacionados con lo que,
supuestamente, deberíamos ser por la condición de ser hombre/mujer, rico/pobre,
heterosexual/homosexual, los cuales siguen anclados en el pasado y no representan realmente
lo que significar ser mujer u hombre, rico o pobre, o homosexual, por lo cual algo valioso a
rescatar de las lecturas es su llamado a dejar atrás todas esas construcciones sociales para
edificar una identidad construida desde los instintos propios y no con base a lo estipulado por
la sociedad.
Adicional a esto, mi interés en que se haga más énfasis en que los estereotipos de género no
solo afectan a las mujeres sino también a los hombres, se debe también a lo planteado en la
lectura de Jaime Breilh, ésta lectura hace referencia “la lucha del género atañe a todo el
mundo, y no solo debe desestimarse, sino que fomentarse también una lucha intergenérica
con la más amplia participación masculina” (Breilh, 1999), si se hace evidente que este orden
heteropatriarcal ha afectado tanto a mujeres como hombres se logrará justamente esa lucha
intergenérica por la que propende Breilh, ya que desde mi posición de hombre he podido
percibir un tipo de rechazo hacia los movimientos feministas, ya que en algunos momentos
se han entendido como un movimiento dirigido en contra del hombre, más que un
movimiento que propenden por la igualdad y la reivindicación de los derechos de las mujeres.
Ante esto es necesario establecer una conexión entre las personas feministas y la ciudadanía
del común, solo de esta manera, se logrará que hombres y mujeres luchemos contra este orden
establecido desigual y que no representa a nadie.
Conclusiones
La primera gran conclusión que se puede sacar de este módulo es que el género es una
categoría construida socialmente que busca imponer unas formas de actuar, pero sobre todo
legitimar un orden social desfavorable para las mujeres. De igual forma podemos concluir
que esta categoría hace referencia a los imaginarios sobre hombres y mujeres europeos,
obviando por completo a mujeres de África, de Latinoamérica o Asia, además el género es
una categoría que también afecta a los hombres, en mi trabajo hice énfasis en esto, ya que
sentía que los textos no lo hacían y porque es necesario que los mismos hombres entendamos
lo absurdo de esta categorización desigual, de esta manera se hará una lucha conjunta para
erradicar esos estereotipos de género. Por último, con relación al VIH/SIDA esta epidemia
no discrimina y todos somos candidatos de contraerla, pero considero que la comunidad de
hombres que tenemos sexo con otros hombres debemos ser la población foco en atención y
prevención, obviamente sin dejar de lado la atención oportuna para todas las personas
afectadas por este maligno virus.
Bibliografía

Breilh, J. (1999). La inequidad y la perspectiva de los sin poder: construcción de lo social y


del género. En M. Viveros Vigya, & G. Garay Ariza, Cuerpo, diferencias y
desigualdades. (págs. 130-141). Bogotá.
Estrada Montoya, J. H. (2009). La articulación de las cetegorías género y salud: un desafío
inaplazable. Gerencia política, 107-122.
Lamas, M. (1995). Usos, dificultades y posibilidades de la categoría de género. Revista de
Estudios de Género, 10-61.
Viveros Vigoya, M. (2015). Sex/ Gender. The Oxford Handbook of Feminist Theory.

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