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Sección “C“
En agosto del 2013 se estrenó una de las obras más importantes de reivindicación de la
gente negra en tiempos modernos: 12 years a slave. Recordatorio histórico no sólo de
Estados Unidos como nación, sino del hombre como especie y civilización.
Una cruda pero real muestra de la vida de los esclavos en los campos de plantación del
sur de Estados Unidos. Casualmente en enero del mismo año se conmemoraron los 150
años de la firma de la proclamación de la emancipación en Estados Unidos de la mano de
Abraham Lilcon.
150 años se dicen fácilmente, y precisamente una de las más grandes virtudes logradas
en el film es la encarnación de aquella época para vivenciar de primera mano cómo era la
vida antes de aquél suceso.
Norte y Sur
Estas disyuntivas habían generado un ambiente tenso para la época en la que se nos
desarrolla la película. Los movimientos abolicionistas se habían radicalizado. Ya no exigían
medidas reguladoras sino una abolición inmediata y una decisión federal. Además, los
mismos tomaron una importante fuerza a partir de la religión y la prensa. Esto mismo
detono en diferentes ataques al movimiento, a sus sedes; por ejemplo, a sus iglesias, caso
Nueva York en 1834 (Jenkins, 1997, p167).
Causalidad
En el film no se muestra ni hace referencia a estos sucesos, pero son importantes para
comprender el contexto en el que va a suceder el hecho motor que moverá toda su trama.
Antes, otro par de antecedentes:
La línea Maxon-Dixon. Para 1781 se trazó una línea que separaba a Pensilvania y
Meryland motivada por riñas entre dos familias por el territorio. Lo interesante del caso es
que para aquél momento ya en Pensilvania varias de sus colonias comienzan a abolir la
esclavitud.
El tráfico de esclavos desde África desaparece en 1808. Dato significativo no solo por su
significancia en cuanto al detenimiento de la entrada de esclavos en grandes cantidades al
país, sino porque esto permitió cuantificar la población de personas negras dentro de
territorio estadounidense. En 1815, de los 8,5 millones de habitantes que habían en el país,
1,5 eran negros: 1,3 eran esclavos, eso se traduce en que el 95% de ellos estaba en el sur.
Finalmente, en 1820 se hace el compromiso de Misuri para alivianar las tensiones entre el
norte y el sur. Dicho tratado establecía la paridad entre estados esclavistas y estados anti-
esclavistas, logrando un supuesto equilibrio que también contemplaba el procedimiento a
seguir con la inclusión de nuevos estados miembros. Dichas tensiones resurgirían y
terminarían por explotar en 1859 con la elección de Abraham Lincon para la presidencia.
Uniéndose al hilo de causalidad que provocaría la guerra civil americana.
Mercado negro
Solomon fue transportado en barco entre estos dos puntos con otro grupo de personas
negras, raptadas al igual que él. Al desembarcar observamos otra arista dentro de estas
prácticas clandestinas, el secuestro no solo de personas libres sino también de esclavos que
“pertenecían” a otros amos y estos iban en busca de ellos a estos puertos a sabiendas de que
estas operaban como punto de referencia del mercadeo de personas negras que no
necesariamente eran naturalmente esclavos para después ser vendidos en el sur profundo
como sí lo fuesen. Esto es lo que ocurre con Salomon cuando es implicado con el nombre
de “Platt” por su primer captor para la realización de su venta que finalmente le llevaría
hasta las profundidades de Luisana.
Los campos de plantación
Aun con la perturbante idea de la existencia del racismo en la época, podría consolar la
noción de que ya que a estas personas se les comenzaba a ver como seres humanos (algo
plausible tomando en cuenta que algunos blancos decidían casarse con mujeres negras y
por ley estas abandonaban su estatus cómo esclavas o servidumbre, o también, como
asevera Adams (1970 p71) cuando se refiere a la vida de los esclavos el sur y la supervisión
que tenían de parte de sus amos: “podían frecuentar las calles, donde se mezclaban con
los negros libres y con los blancos de inferior extracción social”) la realidad es que las
circunstancias a las que eran sometidas estas personas rayan en lo más inhumano y
desgarrador que pueda ser imaginable en los registros que podamos tener como especie.
Como antes se mencionaba, muchos de los castigos que eran ejercidos por los amos eran
realizados bajo la idea del cumplimiento divino de la voluntad de Dios plasmada en la
biblia. Era costumbre, sobre todo en los campos de plantaciones que estos les leyeran la
palabra de Dios a sus esclavos como muestra y símbolo de bondad, incluso, podría
especularse que se hacía con la idea de motivar a estas personas para el rendimiento en su
labores en el campo que en su vasta mayoría eran profundamente espirituales y creyentes.
Esto es un hecho interesante desde el punto de vista histórico porque, así como los amos
debían velar por bienestar (dentro de su contexto conceptual en la percepción de
propiedades, y no de personas) de los esclavos, también debían ver por los males que estos
pudiesen generar en el ámbito social. Teniendo como posibles soluciones la ejecución de
los esclavos en cuestión, (varias veces mostrado en la cinta) o la transferencia de la deuda a
otro captor que estuviese dispuesto a pagarla, con el esclavo incluido.
Simbolismos
Estas pequeñas muestras de sus tradiciones conllevaban una gran carga de valor pues
eran de las pocas cosas que aun era signo de dignidad y de orgullo. Algunas piezas incluso
llegaban a ser mensajes codificados que contenían mensaje de resistencia, esperanza, o
huída. Es el caso de “Roll, Jordan, roll”. Pieza que metaforiza el río Jordán de Israel, en
analogía al río Mississippi que da con el norte del país, tierra de libertad.
“Supervisar no es fácil para el espíritu, ningún hombre de conciencia puede azotar a otro
ser humano día tras días sin desgarrarse por dentro” diálogo de Arsmby, previo a que
Solomon le confiase su petición que supondría uno de sus pocos chances de libertad, y a
que este le delatará con su amo Edipp.
Referencias bibliográficas