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EL ESTILO CERÁMICO COMO INDICADOR CULTURAL Y

CRONOLÓGICO
La cultura material es el producto de comportamientos aprendidos que resultan de la
socialización de los individuos dentro de un grupo y por lo tanto la variación formal de
los artefactos refleja distintos "grupos étnicos".
A la cerámica se la ha considerado como el más importante indicador de cambios
culturales de determinadas sociedades. [ CITATION Rav11 \l 3082 ] Ya lo mencionan
así diferentes autores desde hace mucho, la cerámica siempre ha generado debates sobre
su centro de origen, vinculándola con términos como intercambio, interacción, filiación
e identidad; soportes que muchas veces se indicaron de manera errónea y se desvinculo
del verdadero propósito de estudio del material cerámico.
Como postula Lumbreras (1984) citado por[ CITATION Rav11 \l 3082 ], la cerámica
constituye uno de los indicadores más sensibles de los cambios entre generaciones y los
grupos étnicos que la producen. Los diferentes tipos de cerámica ofrecen un marco para
reconocer que los productos de la conducta humana se ajustan a patrones.
Es decir, la cerámica juega un rol de instrumento diagnóstico, debido a que constituye
un indicador sensible a cambios entre las generaciones de alfareros y grupos étnicos que
la producen. Además es un indicador de la conducta social ya que el patrón de
dispersión de la cerámica coincide muchas veces con los patrones de ocupación del
espacio, manejo de los recursos naturales y tipo de producción.
Para poder iniciar el estudio de la variabilidad según el estilo y la caracterización de este
como un rasgo de identidad para un grupo social, debemos principalmente entender que
involucra al estilo, tenemos a Rice (1987) citado por [ CITATION Ald08 \l 3082 ], quien
nos dice que el estilo es un conjunto de técnicas, temáticas y estéticas, las cuales
formaran parte de una serie de componentes particulares que van a identificar a un
sistema cultural.
Por lo tanto, muchas veces se dice que la importancia del estilo aumentaría y denotara
relevancia a medida que indique largos tramos de distancia social recorridos entre
emisores y receptores. El estilo permitirá intercambiar rápidamente la información sobre
identidad, filiación grupal, estatus sociopolíticos y económicos de sus portadores,
siendo otro tipo de mensaje muy costoso de encontrar y evaluar.
Otras veces para identificar, explorar los límites de una sociedad y los patrones de
variación cultural, se ha creído conveniente estudiar el estilo tecnológico, el cual ha sido
considerado como una herramienta útil desde sus inicios. La delimitación de estilos
tecnológicos implica la identificación de variabilidad técnica existente dentro del
conjunto cerámico analizado, que resulta de los trabajos realizados por los diferentes
artesanos durante la secuencia de manufactura.
“En arqueología se considera que la existencia de determinadas características de los
artefactos que co-existen en un tiempo y espacio determinado, implica necesariamente
algún tipo de relación entre las personas que los produjeron y quienes la utilizaron, todo
esto con solo identificar el estilo, el cual es un marcador de identidad”. Estos son
algunos de los discursos que ofrecen casi siempre los arqueólogos al referirse al estilo
tecnológico como indicador cultural.
“El estudio de la variabilidad formal en materiales cerámicos permite la
caracterización de estilos tecnológicos, que se constituyen en una vía de acceso para
definir y comparar las tradiciones ceramistas que expresan información social; de esta
forma puede establecerse los limites socio-culturales dentro de los que se
compartieron conocimientos, valores y creencias.” [CITATION Ana12 \l 3082 ]
La agrupación metódica de los objetos por analogías y diferencias constituyen los tipos
y su estudio se denomina tipología [ CITATION Rav11 \l 3082 ]. Si estos tipos como
menciona Ravines son artísticos, se les denomina estilos. La investigación de estilos es
en general una búsqueda de identidades ocultas, las que remiten a un principio
organizador, determinante tanto del carácter de las partes como del patrón seguido por la
totalidad de las piezas, es así como de logra identificar las caracterizar estilísticas de los
diferentes grupos sociales.
Esta idea halla su fundamento en la experiencia del estudio que, a partir de un
fragmento cualquiera, identifica un estilo. Para el observador, un tiesto pintado, un
trozo de piedra grabada, el dibujo de unos pocos trazos, con frecuencia poseen la
cualidad de la obra completa y pueden ser fechados con precisión. Ante los fragmentos
se tiene la convicción de captar la totalidad original.[ CITATION Rav11 \l 3082 ]
Por su parte Chilton (1999) citado por [ CITATION Ana12 \l 3082 ], nos dice que los
diseños decorativos son más factibles de adquirir valores estéticos, económicos o
simbólicos y por lo tanto de ser conscientemente imitados, manipulados o rechazados,
siendo por ende menos indicativos de la identidad social que las tradiciones técnicas.
Por todo lo antes expuesto diríamos que “En conclusión, la cerámica nos brinda
información con respecto a la territorialidad y relaciones de intercambio, nos ofrece
datos sobre la movilidad del grupo, la circulación y comunicación de ideas, modos de
producción y zonas de influencia”, sin embargo sabemos que tomar esa postura puede
no ser tan fiable, la cerámica no debe ser un indicador cultural y así lo demuestra un
trabajo realizado por Mauricio Uribe, él nos habla acerca de una vasija excepcional,
proveniente del sitio funerario Az-71a del Valle de Azapa excavado por G. Focacci. La
pieza en cuestión, corresponde a un jarro Tiwanaku que exhibe una decoración muy
poco corriente en la iconografía de la alfarería de la connotada entidad cultural
altiplánica de Bolivia.
“Al respecto, lo significativo es que la pintura de la vasija reproduce no sólo la imagen,
sino también el antiquísimo tema del “Señor de los Cetros”, cuya manifestación es
prácticamente inexistente en la alfarería Tiwanaku.” [ CITATION Uri04 \l 3082 ].
Uribe nos demuestra que es imposible hacer encajar a Tiwanaku como un ente que
realizo un solo estilo cerámico, mucho más cuando las investigaciones realizadas en
áreas que van más allá de la cuenca del lago Titicaca han permitido establecer
situaciones de distinto impacto en los desarrollos locales en especial de los Andes
Centro Sur, por lo cual el estilo también ha recibido distintas denominaciones, tales
como: las fases Omo, Chen Chen y Tumilaca en el importante centro de Moquegua; en
Cochabamba, al centro este de Bolivia, se ha distinguido una situación similar
representada por las cerámicas de las fases Illataco y Piñami.
Sin duda, la clasificación de la cerámica arqueológica, como ha sido manejada por la
historia cultural durante décadas, ha contribuido enormemente al desarrollo de la
disciplina, no obstante, se debe señalar que la actitud adoptada por la gran mayoría de
los arqueólogos frente a esta tarea tan fundamental se basó en la concepción de la
cerámica como “cosa”, es decir, como objeto inerte y pasivo.

EDUARDO
Ya muchos autores mencionan que la cerámica Tiwanaku involucra una gran variedad
estilística la cual es usada desde sus inicios como un marcador cronológico

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