El objetivo siempre es educar, no atemorizar ni humillar, por
eso debemos hablar sin descalificar o avergonzar al niño. 2. Evitar alzar la voz, aunque el tono debe ser enérgico y con autoridad. 3. Hacerlo en privado, nunca en público y menos delante de los amigos. 4. Ofrecer las alternativas posibles a la conducta que estamos reprendiendo. 5. Recordar que debe ser correctiva y fomentar la reflexión por lo que debemos utilizar un lenguaje adaptado al nivel de edad del niño. 6. No debe ser un largo sermón. 7. Debe ser objetiva y no obedecer a nuestros estados de ánimo negativos, es decir, debemos reprender la conducta que queremos corregir y no descargar en nuestros hijos el malhumor o cansancio acumulado. 8. Usarse de forma puntual, nunca como único método educativo ya que pierde el sentido y el niño se acostumbra a ser reñido. 9. Recordar que siempre es mejor y preferible fortalecer las conductas adecuadas que castigar las inadecuadas. 10. Si queremos que nuestros hijos aprendan a comportarse adecuadamente hay que ofrecerles buenos modelos y ejemplos en casa, no podemos exigir a nuestros hijos que se reaccionen de forma tranquila ante las adversidades si nosotros perdemos el control cada vez que hacen algo que no nos gusta. 11. Los niños aprenden por imitación y modelado, necesitan normas y límites, pero mayormente buenos referentes conductuales a los que seguir.