Sei sulla pagina 1di 4

EN LA ACTUALIDAD:

Dicen los manuales modernos para redactores de tesis que los historiadores realizan dos tareas
complementarias: estudiar todas las fuentes referentes a la solución de un problema y a partir de
ellas elaborar una nueva narración o argumento; la nota al pie es la prueba de que se han
realizado ambas cosas. Sin embargo, a esta altura las notas al pie son vistas, no leídas.

Las notas al pie varían no solamente por su estilo sino por las condiciones de su producción.

Diversos estudios han demostrado que las citas en obras científicas no se limitan a identificar a los
autores de las ideas y las fuentes de datos, sino que reflejan los estilos intelectuales de las
perspectivas comunidades científicas nacionales, los métodos pedagógicos de los estudios de
posgrado y las preferencias literales de los directores de revistas profesionales influyentes

No solamente remiten a una fuente precisa, sino a la teoría o escuela teórica con la que se espera
sean identificados.

Ciertos historiadores actualizados citan de manera tradicional para responder los nuevos
interrogantes derivados de la economía política, la teoría literaria y todas las disciplinas
intermedias

Muchos historiadores afirman que sus textos presentan las pruebas más importantes bajo la
forma de análisis estadístico o hermenéutico de los indicios en tanto las notas solamente indican
las fuentes

Los autores deben citar exhaustivamente las pruebas de cada afirmación que hacen tal como lo
indican los manuales sobre redacción de tesis

Nadie puede agotar la gama de fuentes referidas a un problema importante

Una obra histórica con sus notas jamás puede reproducir o citar toda la gama de pruebas que la
sustentan

Las notas son incapaces de realizar todas las tareas que le atribuyen los manuales: ninguna
acumulación de notas puede demostrar que cada afirmación del texto descansa sobre una
montaña inatacable de hechos demostrados. Las notas existen para cumplir otras dos funciones:
son persuasivas e indican las fuentes principales consultadas por el historiador

Las notas constituyen una narración secundaria que sigue la trama de la primaria pero difiere
nítidamente de ella.

La aparición de la nota al pie separa la modernidad histórica de la tradición.

La frecuencia con la que aparecen las notas al pie, sobre todo en obras de erudición jurídica
contrasta notablemente con la escaza atención erudita que han recibido como tales

Los historiadores modernos exigen que cada texto nuevo sobre el pasado incluya un cuerpo de
notas, escritas sobre el autor, donde sustente sus fuentes. Es una norma de la erudición
profesional. Estas notas sirven de intermediarias entre un texto considerado de valor eterno y un
lector moderno cuyos horizontes están limitados, necesariamente por sus necesidades e intereses
inmediatos
Las notas al pie adecuadas, no son un conjunto aleatorio de referencias, permite al texto superar
con honores el examen crítico.

Las notas al pie jamás sustentan todas las afirmaciones que se hacen en el texto, ni pueden
hacerlo.

La nota al pie, culturalmente contingente además de falible en alto grado, ofrece la única garantía
de que las afirmaciones del pasado derivan de fuentes identificables y es la única base para fiarnos
de ellas.

EN LA ANTIGÜEDAD:

Leopold von Ranke: historiador académico por excelencia

Solamente las notas adecuadas al pie y no un conjunto aleatorio de referencias, permite al texto
superar con honores al examen crítico.

La erudición es completada por el método científico, representada en la utilización de las citas al


pie de página

Ranke insistía que incluía notas al pie de página porque el investigador joven debe citar sus
fuentes

El anhelo fundamental de Ranke era “solo decirlo realmente como sucedió”

Más de un crítico reciente ha señalado que las notas al pie interrumpen la narración del texto, es
verdad, las referencias parecerían que conspiran contra la ilusión de veracidad e inmediatez a la
que aspiraba Ranke y otros historiadores del S XIX, ya que interrumpen de manera constante la
historia contada por un narrador omnisciente.

Los apéndices constituían la parte más destacada y singular del comentario del autor sobre su
propio texto, obligándole a desplegar todo su talento como investigador y como escritor.

Ranke era, según el historiador Gibbon, el contrapunto constante entre la reflexión sistemática y la
narración cronológica

S XVI Jean Bodin y otros historiadores escribieron manuales detallados sobre el método de lectura
y utilización de fuentes históricas, tanto antiguas como modernas. Sus libros incluían instrucciones
precisas para determinar la autenticidad y profundidad de los distintos historiadores.

Voltaire desdeñaba los detalles, el uso meticuloso de las notas al pie de página y trataba a sus
fuentes con irreverencia, expresando un desdén por la ciencia estéril de los hechos y las fechas.

Voltaire aseguró que solamente los autores de una obra completa en sí misma, que no requería
mayor elaboración por parte de sus sucesores podían gozar del derecho de prescindir de las citas
Möser, en sus estudios de derecho y de la tradición erudita de la jurisprudencia que floreció en el
Sacro Imperio Romano aprendió que la descripción de una transacción social o legal debía
sustentarse con una masa sólida de fuentes citadas en detalle.

Möser, como buen abogado, sustentó casi cada afirmación con una cita al pie de página donde no
solamente remarcaba sus fuentes, sino que exponía y evaluaba opiniones divergentes.

Aún en las etapas centrales del positivismo decimonónico la nota al pie cumplió una función
ambigua en el mejor de los casos

Durante el S XVIII las notas al pie literarias florecían y se propagaban

Pope utilizó las notas al pie de página para manifestar su furia contra los eruditos. La nota al pie
como medio satírico se había puesto de moda en la generación inmediatamente anterior a la suya.

Pope dijo que las notas podían ser de distintos tipos: burlonas (referidas al estilo y modo de
comentar a los críticos triviales), humorísticas (sobre los autores en el poema), históricas ( de
personas, lugares y épocas), o bien, explicativas (tomando los pasajes paralelos de los antiguos)

White creo una forma narrativa histórica que le permitía reconocer la diversidad de las fuentes
utilizadas y citarlas tanto para edificación de sus lectores como para refutación de sus críticos: un
texto con notas al final.

Étienne Pesquier explicaba que citar los documentos equivalía a sugerir que un problema podía
tener diferentes soluciones a las elegidas por el historiador; sin embargo, junto con Jonson,
explicaban que citar las fuentes debería ser considerado una obligación ya que, de esta manera se
favorecía el hecho de luchar contra el plagio.

La historia eclesiástica, por su parte, proporcionó buena parte del contenido y el modelo de la
investigación docta a los cuales, los historiadores de las Luces sumaron la narración elegante.

Bayle quien buscaba generar un compendio histórico de personas y lugares antiguos, como guía
para los estudiosos creo un diccionario histórico, poniendo de manifiesto muchos errores en las
fuentes y versiones de algunos historiadores.

Las relaciones estrechas entre la filosofía y la filología aparecían claramente en esta búsqueda de
Leibniz y Bayle de modelos de referencia precisos en la literatura filológica de su época.

Bayle elaboró su método novedoso de citar, las notas al pie de página tenían importancia para él,
por lo que las compilaba, las adornaba con humor sardónico y les dedicaba un gran esfuerzo
epistemológico.

Le Clerc publicó su Parrhasiana, en la que analizó con lucidez la función erudita y la forma literaria
de la nota al pie de página.

Le Clerc no solamente expresó la necesidad de la sustentación intelectual que las notas le podían
brindar, sino que esbozó un programa para su composición; con plena consciencia de que éste
exigiría la colaboración entre autores y editores.

Historiadores: “el texto convence, las notas demuestran”

Potrebbero piacerti anche