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Los trabajadores de la Mexican iniciaron sus intentos de reconocimiento como clase y de organización, justo
cuando habían terminado las obras de Necaxa y la Mexican se había constituido en una gran empresa monopólica.
El primer intento fue en 1906, cuando LuÍs R. Ochoa fundó la sexta sección de la liga de Electricistas Mexicanos
(cuya sede se encontraba en Monterrey), pero la empresa frustró este primer intento despidiendo a todos los
trabajadores que promovieran la organización de los electricistas.
LuÍs N. Morones describe cómo otros intentos organizativos en 1908 fueron rotos por la policía privada de la
empresa, y cómo pululaban el temor y los traidores entre los trabajadores impidiendo la acción colectiva.
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El impulsor de la liga era propietario de una tienda de aparatos eléctricos y de un taller de instalación de los
mismos, la “Casa Edison”, así como del órgano de la liga, Electrón. Las propuestas de organización de la liga eran
las del siglo XIX, en condiciones en que una parte de los trabajadores electricistas estaban enmarcados en procesos
productivos modernos (Necaxa, por ejemplo). La convocatoria para adherirse a la liga, era abierta a todos los que
tuvieran relación directa o indirecta con la energía eléctrica. No era un principio de sindicato, sino una
organización gremial de protección y fomento de la profesión, aunque también intentaría intervenir en las
injusticias provocadas por los patrones.
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La liga de Electricistas Mexicanos no tuvo gran impacto y en 1913 los electricistas trataron nuevamente de
organizarse. En la práctica del trabajo las relaciones obrero patronales se habían modernizado, vinculadas con
procesos modernos de generación y transmisión que crearon nuevas categorías obreras, pero que en el plano
contractual no lograban ser reguladas por la negociación colectiva. Así, en Electrón no dejaron de manifestarse
los problemas relacionados con la arbitrariedad patronal en los despidos de trabajadores, las cargas de trabajo,
los salarios, los malos tratos, la compra de uniformes por los trabajadores y herramientas de trabajo, etc.
La Mexican poseía también la compañía de tranvías eléctricos en la ciudad de México cuyos trabajadores trataron
también de organizarse ante los malos salarios y las condiciones de trabajo similares a las de los electricistas. Pero
la compañía, apenas recibió rumores de organización obrera, puso en funcionamiento sus mecanismos de control
entre ellos la policía secreta, despidiendo a los revoltosos.
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De cualquier forma, los problemas derivados de las condiciones de trabajo: ritmos y cargas de trabajo, trato
despótico de los gerentes, los despidos, las injusticias con los enfermos o accidentados, los tiempos extras no
pagados y los bajos salarios frente a una inflación galopante, estuvieron presentes – primero tímidamente,
después como elementos centrales- en los intentos de organización de los electricistas de 1906, 1908, 1910,1911
y 1913.
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Mexicano de Electricistas. Ahí se nombraron delegados a la Casa del Obrero Mundial y a la naciente Federación
de Sindicatos Obreros del DF.
En la segunda asamblea del SME los electricistas de la Mexican acudieron en mayor número, así como los
telefonistas de las dos empresas existentes –La Mexican Telegrahp and Telephone Company y Teléfonos Ericsson-
, al igual que los electricistas particulares. De inmediato se inició la represión y las amenazas por parte de las
empresas. La respuesta fueron dos oficios del Departamento del Trabajo a las compañías y la formación en el SME
de dos comisiones para buscar la negociación colectiva bilateral con las compañías.
Las comisiones tuvieron un primer triunfo, tanto la empresa eléctrica como las telefónicas, dijeron no estar en
contra de ellas. Por ejemplo, la telefónica contestó al SME el 28 de diciembre: “… es indudable que hay un error
en el asunto, pues esta compañía, aparte de que siempre se ha preocupado por el mejoramiento y bienestar de
sus empleados, en ningún caso ha pretendido contravenir ninguna de las leyes vigentes ni atacar los derechos
individuales que concede a todo hombre la constitución…”
En este sentido los electricistas eran unos recién llegados, en comparación con ferrocarrileros o textileros, por
ejemplo. Su experiencia de lucha no pasaba del intento de constitución de la Liga que hemos mencionado
anteriormente, Pero, a diferencia de otros agrupamientos de trabajadores, se encontraban insertos en una rama
estratégica y en procesos de trabajo modernos para la época, que les permitió en muy poco tiempo ser el eje de
las acciones sindicales de los obreros del DF.
Al mismo tiempo que las condiciones de trabajo y la división del trabajo en la Mexican impulsaban hacia la
contractualidad, en otro nivel se iban esbozando nuevas relaciones entre los nacientes sindicatos y los nuevos
poderes estatales, Lo que empezó a forjarse en la forma contradictoria e incipiente, fue la forma sindical de la
revolución mexicana con su particular inserción en el mundo del trabajo y su vinculación con el estado. Para el
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SME en sus inicios, el espacio privilegiado no fue el de la alianza con el estado –aunque buscó continuamente la
negociación a este nivel-, sino la incidencia en las condiciones salariales y laborales con miras a la bilateralidad.
Otros agrupamientos sindicales privilegiaron la influencia sobre el proyecto nacional que iba emergiendo de la
lucha revolucionaria. Así, mientras los tranviarios y la Casa del Obrero Mundial decidieron apoyar al carrancismo,
los telefonistas y electricistas del SME privilegiaron la consolidación del sindicato y la lucha por la bilateralidad.
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El SME multiplicó sus acciones: estalló la huelga en contra de la Mexican; y en el desfile del primero de mayo
solicitó la extradición del gerente de la Ericsson, pero los disidentes del sindicato finalmente se reagruparon en
éste,y la huelga se generalizó. Finalmente, el gerente se vio obligado a negociar la reinstalación de una parte de
los trabajadores despedidos.
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presencia del presidente convencionista Roque González Garza, se resolvió el conflicto mediante un pacto que
reintegraba al trabajo a todos los despedidos, devolvía los sueldos caídos, las vacantes serían ocupadas según
antigüedad y se prometía juicio o despido en contra de quien maltratara a los trabajadores.
Además, el SME continuaba las costumbres libertarias de la clase obrera en México, no tanto en su ideología
como en sus formas internas de decisión. Las asambleas era el único órgano de decisión y cada tres meses se
realizaban elecciones para cambiar dirigentes. En esa época no había estatutos. Un reducido cuadro de dirigentes
estaban al frente de la organización, estos provenían de la Compañía de Luz, el resto eran cuadros medios de los
telefonistas. En su política externa, el SME apoyaba todas las luchas obreras, pero se abstenía de intervenir en
política en el sentido tradicional del término. Democracia de base.-poca formalización, centralización y
estratificación caracterizaron la estructura organizativa del SME. Sindicato que se propuso ser más de fábrica que
de estado, a diferencia de la Casa del Obrero Mundial y posteriormente de la CROM.
Mientras tanto, la especulación de los artículos de primera necesidad en la capital crecía día con día; las fuerzas
revolucionarias imprimían billetes en forma desproporcionada que contribuía a una inflación galopante. En julio
de 1915 los convencionistas abandonaron la capital y nuevamente la ocuparon las fuerzas carrancistas. En ese
mes el SME presentó otro “memorial” a la Mexican solicitando aumento salarial. Los telefonistas hicieron otro
tanto a la asamblea de accionistas, por intermedio del gerente de la compañía, Luís N. Morones, nombrado a raíz
de la incautación de ésta por el gobierno. La demanda ante la Compañía de Luz fue levantada en base al
reconocimiento de la empresa que era necesario aumentar los salarios, aunque propuso hacerlo sólo en
proporción al monto de las utilidades de la empresa.
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sindicato para estudiar la situación financiera de la empresa, tratando de mostrar las posibilidades que la
compañía tenía de otorgar el aumento solicitado. Para el 20 de agosto se pactan los aumentos tal como el SME
los había solicitado y se mantiene el principio de pago en oro o equivalente.
En los meses subsiguientes a la última huelga del SME, continuaron los problemas relacionados con la inflación y
los salarios. Mientras tanto, el SME se dedicó a reforzar la militancia y organización de las divisiones, sobre todo
de Juandó y Pachuca. Necaxa, por su parte, tenía suficiente experiencia y activismo sindical que lo hacía ir adelante
del resto de las divisiones en sus luchas, al grado que la dirección del SME les pidió suspender sus luchas hasta no
estar bien enterados en el DF de sus demandas y las acciones emprendidas.
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oradores fueron Ernesto Velasco, Luís N. Morones y el Dr. Atl. Mientras, la inflación y el acaparamiento
continuaban, así como los conflictos entre el SME y las compañías.
El gobierno de Carranza pretendió poner orden al caos monetario prevaleciente, despareciendo los billetes de
todas las fuerzas y sacando de la circulación al oro para atesorarlo en las arcas del gobierno. Asimismo, se
cambiaría el dinero antiguo por nuevo dinero carrancista “infalsificable”. El 17 de mayo la Federación de Sindicatos
Obreros del DF emplazó, mediante un manifiesto, a todos los propietarios, gerentes y patrones a pagar sus salarios
en oro o equivalente en moneda en la misma cantidad recibida en la última semana de 1914. Se dio un plazo de
cinco días para obtener la respuesta, como no hubo tal, estalló la huelga general: “suspendieron sus labores las
compañías de Luz, Tranvías y Teléfonos, quedando sin servicios públicos la ciudad, además de gran número de
operarios de otra compañías industriales que secundaron el movimiento. Desde luego los obreros se dirigieron al
salón Star”. Benjamín Hill se presentó en la asamblea obrera y ofreció el apoyo del gobierno para que sus
demandas fueran satisfechas, logrando que la asamblea suspendiera la huelga. Al día siguiente se reunieron con
los patrones, y el gobierno carrancista inició su doble juego. El ejecutivo federal amenazó: “… bajo penas de
severos castigos… la Compañía de Luz, la de Tranvías, la de Teléfonos y la de Aguas Potables, deben
inmediatamente entrar en operación y los que interrumpan tales servicios serán castigados igualmente con
severidad.”. En el departamento de tráfico del SME se colocó el siguiente aviso: “el empleado que no se presente
mañana a sus servicios a la hora acostumbrada, será destituido e inhabilitado para reingresar al servicio de esta
compañía.”
Al día siguiente el Teatro Abreu estuvo a reventar tanto por industriales como
por obreros, se comisionó a 10 representantes por cada parte. La discusión
fue álgida, cada cual defendía sus puntos de vista y razones, la parte patronal
no aceptó el pago según la última semana de 1914 y Hill insistió a los obreros
en la necesidad de conciliar. Pero éstos insistentemente reclamaron que los
precios se cobrasen a base oro y que los salarios se pagaran en billetes. De
nuevo Hill intervino: afirmó que los comerciantes serían vigilados y si no
cumplían, “una reata bien templada sería utilizada contra ellos, para hacer
respetar los infalsificables”.
A pesar de las arduas intervenciones del comandante, cuando se buscó llegar a la aprobación de que los salarios
fuesen pagados con billetes al precio de abril, sin equivalencia en oro nacional y sin un aumento siquiera del 25%,
los comisionados obreros dividieron sus votos y solicitaron un tiempo razonable para consultar a sus organismos.
Hill denegó la solicitud y pidió se tomase una resolución. La comisión obrera mantuvo la división, 5 estaban a favor
y 5 en contra. Hill afirmó que puesto que pretendía la reunión e iba como representante del gobierno, tenía voto
de calidad, aceptándose así la propuesta de los industriales. La huelga de mayo 22 no tuvo un resultado concreto,
sólo dos promesas: que se pagaría con billete infalsificable los salarios y que los precios se mantendrían vigilados.
Pero las promesas no se cumplieron, el 9 de junio no pagaron con dicha moneda y los patrones y los comerciantes
siguieron especulando; la Comisión Reguladora de Precios no ofreció solución real al problema de los precios. El
día 11 una manifestación recorrió la ciudad; pasó por el mercado Martínez de la Torre , por la Merced y terminó
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El incumplimiento por parte de los patrones del pago en infalsificables, así como de las autoridades en el control
de los precios, fue determinante para retomar la demanda del mes de mayo por parte de la Federación que, el 22
de julio demandó públicamente los mismos puntos que dos meses antes.
La demanda obrera se había extendido durante los meses anteriores a Veracruz, Puebla y Guanajuato. El día 27
de julio, el Sindicato de Empleados de Comercio estalló la huelga en 34 comercios que no pagaban a sus empleados
lo pactado en mayo. Al no recibir respuesta a sus demandas, paralizó totalmente la ciudad de México el 31 de
julio de 1916. La base y estructura del movimiento, estaba en el Sindicato Mexicano de Electricistas, la acción de
“los obreros de las plantas eléctricas de Necaxa, de Nonoalco, de Indianilla y de San Lázaro… trajo como
consecuencia la paralización total de las grandes industrias del Distrito Federal.
Ahora el gobierno no actuó como el 22 de mayo, sus respuestas fueron violentas: primero clausuró por la fuerza
de las armas todos los locales sindicales, encarceló a quienes se encontraban en ellos e impidió la reunión de más
de cuatro trabajadores en cualquier lugar de la ciudad.
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Por medio de la ampliación del decreto del 25 de enero de 1862, expedido por Benito Juárez en contra de las
fuerzas de Maximiliano, afirmaba Carranza que serían castigados con la pena capital quienes incitaran a suspender
el trabajo y los que siguieran o al menos escucharan las propuestas y no se alejaran de las reuniones. Con pena de
muerte se castigaría también a quienes causaran trastornos en las empresas y quienes impidieran el regreso al
trabajo de los operarios.
Ante la demanda obrera para resarcir los salarios, el gobierno invocó a la Patria , a la Revolución como interés
superior y a la traición como deslegitimación. En realidad, dominados militarmente Villa y Zapata, el único grupo
independiente se encontraba en la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal y en conjunto de obreros
industriales que poco a poco, se fortalecían en sus organismos sindicales. Correspondía ahora, imponer la “paz y
el orden” a los obreros.
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rebelión” y puestos en libertad. El catorceavo, no: “Es culpable del delito de complicidad en rebelión el reo Ernesto
Velasco, y por el citado delito se le condena a sufrir la pena de muerte.
Poco después se encarceló a algunos de los liberados y la pena de muerte cambió por la de años de prisión. Lo
cierto es que el gobierno carrancista puso un límite a las actuaciones sindicales independientes, demostrando que
en el futuro, quien podía conceder y ante quien deberían levantarse las demandas sería el gobierno. El interlocutor
ya no sería sólo el patrón sino principalmente el gobierno. La revolución era el límite de la independencia obrera.
En septiembre, un mes después de la huelga publicó un decreto donde se concedía por obra y gracia
gubernamental, el pago de los jornales a base de oro nacional o su equivalente en billetes infalsificables. Ahora
era el gobierno de la revolución quien lo decidía sin presiones, no lo imponían los obreros.
1916 culminó con los organismos sindicales deshechos y el secretario general del SME, Ernesto Velasco, en la
cárcel. Mientras tanto, se convocaba a elecciones para formar el congreso constituyente que a fines del año inicio
sus trabajos.
El artículo 123 inauguró propiamente el derecho laboral mexicano actual. Este artículo reconoció implícitamente
la contradicción capital-trabajo, estableció las formas de regular y erigió al estado en el gran mediador del conflicto
interclasista.
Sin embargo, entre el artículo 27 y el 123 constitucionales, se presentaba una diferencia sustancial: la revolución
como gran enfrentamiento entre las clases de la sociedad porfirista, dejó su huella sobre todo en el
reconocimiento legal de dichas clases, como entidades diferenciadas de la sociedad y relativamente normales a
la misma. En esta medida, el artículo 123 tenía detrás el pacto del carrancismo con la COM y sobre todo, las
grandes luchas de los trabajadores de la ciudad de México entre 1915 y 1017; especialmente, la huelga general
de 1916 encabezada por el SME.
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Mientras tanto el SME pasaba por una grave crisis interna, los comités
no lograban conformarse a pesar de la continua elecciones, las
renuncias se sucedía una a otra sin mayores explicaciones.
El día de entrada en vigor la nueva constitución, el primero de mayo de 1917, los trabajadores textileros
decidieron hacerla cumplir y demandaron aumento la huelga que resultó victoriosa. Esta motivó a los tranviarios
que intentaron ir más allá con sus demandas, al menos la demanda de las 8 horas se resolvió satisfactoriamente.
En esas condiciones se suspendió el decreto de 1862, por el cual se encarceló a Ernesto Velasco, pero el gobierno
no accedió a liberarlo y se organizó un gran acto de protesta el 12 de agosto de 1917 en diferentes entidades:
México, Guadalajara, Mérida, Orizaba, Tampico, etc.
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Poco a poco, bajo la bandera de la libertad del líder preso, se iba levantando la acción sindical. Así el 24 de agosto
el SME planteó a la Mexican un aumento general de salarios y la revisión general de las condiciones de trabajo.
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