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Filosofía de la Libertad

El acto libre según Santo Tomás de Aquino

Juan Manuel Díaz Torres


Título: Filosofía de la libertad. El acto libre según Santo Tomás de Aquino
Autor: © Juan Manuel Díaz Torres

ISBN-13: 978-84-8454-533-0
ISBN-10: 84-8454-533-4
Depósito legal: A-851-2006

Edita: Editorial Club Universitario Telf.: 96 567 61 33


C/. Cottolengo, 25 - San Vicente (Alicante)
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ÍNDICE

Introducción ........................................................................................... 5

Capítulo I. Entendimiento y voluntad en el acto libre........................ 7

Capitulo II. La voluntad...................................................................... 17


1. Apetito y voluntad ........................................................................ 17
2. Noción de acto voluntario ............................................................ 19
3. El objeto de la voluntad................................................................ 24
4. El fin último de la voluntad. El querer natural ............................. 26
5. Dios como objeto material de la voluntad natural........................ 30
6. La voluntad deliberada ................................................................. 31
7. Análisis psicológico del acto humano .......................................... 33
7.1. Actos de la voluntad que tienen por objeto el fin ................ 36
7.2. Actos de la voluntad que tienen por objeto los medios ....... 41
7.3. Intención del fin último y elección de los medios ............... 52

Capitulo III. La libertad...................................................................... 57


1. Necesidad y libertad ..................................................................... 57
2. Libertad ontológica, libertad psicológica y libertad moral........... 60
2.1. El hombre como imagen de Dios......................................... 62
2.2. Dimensión ontológica de la libertad .................................... 64
2.3. Proyección psicológica y ética de la voluntad deliberada ... 64
3. Conocimiento, amor y Dios.......................................................... 68

Epílogo................................................................................................... 71

Bibliografía ........................................................................................... 75
1. Santo Tomás de Aquino ............................................................... 75
2. General ......................................................................................... 75
INTRODUCCIÓN

Si se identifica libertad con voluntad, se corre el riesgo de tomar a la


primera como el único aspecto en que la voluntad se desenvuelve, es decir,
considerar el querer como mera actualización de la libertad.
Pero la libertad no es más que un aspecto parcial de la voluntad, un
aspecto cualitativo del querer, pues el dinamismo de la voluntad procede de
su naturaleza y no del hecho de la libertad del acto del querer.
La relación entre la inteligencia y la voluntad es lo que caracteriza al
acto específicamente humano. Por ello, se impone el análisis de la
reciprocidad de influencia de las dos facultades espirituales en su propia
unidad viva y funcional, pues si bien el libre albedrío se identifica con el
momento de la elección, la libertad recorre todo el acto humano.
Puesto que la voluntad tiende naturalmente a lo que supone
perfeccionamiento del hombre, la libertad debe fomentar en el caso concreto
esa orientación natural de la voluntad, es decir, elevarla a la práctica en la
realidad concreta.
Que la libertad disponga de la posibilidad de obrar en contra o al margen
de ella, es decir, de romper de alguna forma la orientación natural de la
voluntad, violentándola y torciéndola, es un defecto y también una forma de
esclavitud, pues el hombre cuando obra el mal peca actúa al margen de la
razón, conduciéndose como si fuese movido por otro distinto de él mismo.
Dios, infinitamente libre, carece del poder de apartarse del bien. No es
posible pensar, pues, que por ello Dios no sea libre o lo sea con menos
perfección que el hombre. Es así que la posibilidad de apartarse del bien no
pertenece a la esencia y a la perfección de la libertad, pues ésta consiste en
obrar según la razón, impulso propio de acuerdo con su naturaleza.
Comprobamos que los dos planos o motivaciones determinantes en que
se articula la voluntad, como son el querer natural y necesario y, además, el
querer deliberado y libre, son imprescindibles para dar un enfoque correcto
al problema de la libertad: pues lo importante es apreciar en la acción libre
la parte que se debe a la naturaleza de la voluntad, dándose la libertad

5
Introducción

únicamente como posibilidad de poner por obra un acto volitivo de acuerdo


o no con la orientación natural de aquélla.
El interés de esta indagación se centra especialmente en la voluntad
deliberada o amor electivo del Bien. Podrá comprobarse la armonía
constitutiva que reina entre la intención del fin y la elección de los medios,
tema central cuando se estudia la psicología y la filosofía moral de Santo
Tomás de Aquino.
Las siguientes páginas se deciden a favor de la distinción entre intención
del fin -intentio finis- y elección de los medios -electio mediorum-, haciendo
partícipe a la voluntad deliberada del último fin en concreto, es decir, de
Dios, a través de la intención, salvando así el poder de autodeterminación de
la voluntad hacia el fin último en concreto, con lo que se abren las puertas a
la conducta moral del hombre.
Santo Tomás enfoca el problema de la libertad sin excluir ninguno de los
tres planos en los que se articula, como son el plano ontológico, el plano
psicológico y el plano moral, ya que el hombre tiene el deber de realizar en
cada momento el máximo de su libertad en orden al perfeccionamiento de su
ser, en una costosa labor de autocreación y no de caprichosa elección.
Así, pues, el mayor ejercicio de libertad humana está en decidirse por su
último fin en concreto, es decir, por Dios, a través de una adecuada elección
de medios y de una recta intención, pues el hombre, en tanto que criatura,
procede de Dios, y en tanto que hombre, tiene su fin último en la
glorificación de Dios, en un doble ritmo de procesión y de retorno,
poniéndose así de manifiesto el carácter religioso de la moral.
Es por ello que el problema de la libertad es, en último término, un
problema metafísico, que consiste en el movimiento natural y deliberado de
la persona humana hacia su plenitud.

6
CAPÍTULO I

ENTENDIMIENTO Y VOLUNTAD EN EL ACTO LIBRE

En la constitución del acto libre interviene tanto la voluntad como el


entendimiento, pues aunque dicho acto emana de la voluntad, lo hace
siempre bajo la luz de la razón, función discursiva del entendimiento.
Es por ello que las actividades volitiva e intelectiva se causan y
determinan mutuamente a la hora de constituirse el acto libre, aunque bajo
los aspectos material y formal, respectivamente. Así, mientras el
entendimiento da sentido a la decisión libre de la voluntad, en cuanto a la
especificación del movimiento de ésta y a su dirección objetiva, la voluntad,
por su parte, confiere al juicio practicidad o fuerza electiva.
Por tanto, se impone como primer paso el dilucidar la distinción de
ambas facultades -entendimiento y voluntad-, con el fin de evitar posibles
confusiones e intromisiones entre ambas. Tras ello, estudiaremos su mutua
colaboración.
Santo Tomás de Aquino no duda en afirmar que los objetos y los actos
son lo que diversifican necesariamente a las potencias1, pues éstas se
ordenan a sus actos propios, y éstos a sus objetos:
“Es necesario que la diversidad de naturaleza en las potencias se
establezca en razón de la diversidad de los actos, la que a su vez se establece
en razón de la diversidad de los objetos”2.
La diversidad en el objeto, y consecuentemente en la actividad, es lo que
distingue a una potencia de otra. Comencemos, pues, estudiando el objeto
de cada una de estas dos potencias, o mejor dicho, la distinta consideración
que de un mismo objeto realizan, puesto que:
“Así como el bien tiene razón de apetecible, lo verdadero la tiene de
cognoscible. Pues bien, las cosas son tanto más cognoscibles cuanto más

1
Cfr. Suma Teológica, 1, q. 77. a. 8.
2
Suma Teológica, I, q. 77, a. 3, Resp.

7
Entendimiento y voluntad en el acto libre

tienen de ser (...) Si, pues, el bien se identifica con el ser, también se ha de
identificar lo verdadero, con la diferencia de que el bien añade al ser la
razón de apetecible y lo verdadero la comparación con el entendimiento”3.
El entendimiento tiene por objeto lo verdadero -verum-, o lo que es lo
mismo, el ser en su cognoscibilidad, la ratio boni, la bondad tomada
formalmente, abstracta, en forma de ideal. Por su parte, la voluntad tiene
como objeto lo bueno -bonum-, o lo que es lo mismo, el ser en cuanto
apetecible, el bien en sí mismo.
Es por ello que el entendimiento tiene por función aprehender el ente y
la verdad considerados en su universalidad, mientras que la voluntad es el
apetito del bien en común.
Indaguemos la relación de ambos objetos siguiendo la clara exposición
que, al respecto, hace Santo Tomás:
“El objeto de la inteligencia es más simple y absoluto que el de la
voluntad, toda vez que el objeto del entendimiento es la razón misma de
bien apetecible, y el de la voluntad, el bien apetecible, cuyo concepto se
encuentra en el entendimiento. Ahora bien, cuanto una cosa es más simple y
abstracta, tanto más noble y elevada es en sí misma. Por lo tanto, el objeto
del entendimiento es más excelente que el de la voluntad. Y como la
naturaleza de una potencia depende de la ordenación a su objeto, síguese
que la inteligencia de suyo y en absoluto es más excelente y más noble que
la voluntad”4.
Está clara la consideración de que el objeto de la inteligencia es superior
al objeto de la voluntad, porque es más simple y más absoluto. Pero no
olvidemos que esta apreciación es válida en cuanto que tratemos a las
facultades en sí mismas, pues si se las considera relativamente a diversos
objetos, hemos de concluir que solamente si el objeto es ontológicamente
inferior al alma, es decir, si el objeto es material, más vale conocerlo que
amarlo, relación que se invierte en cuanto que consideremos un objeto
ontológicamente superior al alma, pues en este segundo caso más vale
amarlo que conocerlo, ya que el amor nos eleva de nivel hasta alcanzar el de
ese objeto, mientras que en el primer caso, es nuestro conocimiento el que
eleva al objeto, el cual presenta una forma menos noble de existir por sí
mismo que en nuestro pensamiento.

3
Suma Teológica, I. q. 16, a. 3, Resp.
4
Suma Teológica, I, q. 82, a. 3, Resp.

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