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¡ SE PUEDE VENCER EL PESIMISMO !

No es nada novedoso decir que vivimos en una sociedad “deprimida” y que


los suicidios por ese motivo van en aumento. En nuestro país, el diario “El País”
publicaba en el día martes 18 de julio de 2017 lo siguiente: “Uruguay registró
el año pasado el mayor número de suicidios de su historia. Ayer, al
conmemorarse el día nacional que busca la prevención de este drama
social, el Ministerio de Salud Pública (MSP) informó que 709 personas se
quitaron la vida en 2016, la cifra más alta de la historia. Los datos
divulgados por la División de Epidemiología de esa cartera muestran una
tasa de fallecidos de 20,37 cada 100.000 habitantes. En 2002 la tasa llegó
a 20,62, pero la población estaba basada en el censo de 1996. Ese año, en
medio una profunda crisis económica, se suicidaron 690 personas.Para el
MSP, es un fenómeno mundial que afecta a "todas las regiones". Por esta
causa, fallecen al año más de 800.000 personas. En los últimos 45 años
las tasas aumentaron un 60%.
Por otro lado la Fundación Cazabajones de Uruguay escribe en su página
web actual ;” Hoy en el Uruguay existen 600 mil personas que sufren de
depresión pero el 80 por ciento –es decir 480 mil personas- desconocen que
padecen esta enfermedad. La depresión es una enfermedad que existe desde
siempre. Ésta afecta al individuo como un todo, pues puede comprometer el
pensamiento, el comportamiento, el humor, los sentimientos y también la salud
física”.
Este mal en una sociedad “ansiolítica” nos afecta a todos. A nosotros como
Iglesia también. Es común ver hermanos deprimidos, angustiados, y ansiosos.
¿Cómo vencer este mal tan común?. ¿Se puede desde la fe, aportar elementos
que nos ayuden?

¿LOS SANTOS NO SUFRIAN DE DEPRESIÓN?


El Padre Joseph Espert - sacerdote de la Arquidiócesis de Detroit - nos
ayuda recordándonos que varios santos sufrieron de este mal, superándolo.
Veamos a dos de ellos; San Agustín y San Ignacio de Loyola.
A San Agustín, una de las más grandes figuras de la Iglesia e incluso de la
civilización occidental, también le sirvió mantenerse ocupado para sobrevivir en
los mares de su depresión. Su madre, Santa Mónica, sin dudas merecía
grandes gracias simplemente por soportar con tanta paciencia el mal humor y
el carácter caprichoso de su brillante hijo. Agustín estaba en la búsqueda de la
verdad, aunque según sus propios términos, y pasaron muchos años antes de
que -con la ayuda de las incesantes oraciones de su madre y de su admiración
por el gran obispo San Ambrosio- finalmente se rindiera a Dios y aceptara el
Bautismo. Poco tiempo después su madre falleció y luego su propio hijo, y
durante los más de cuarenta años que siguieron, su poderosa personalidad -
santificada, pero no eliminada por la gracia divina- muchas veces se manifestó
con una tendencia a enojos intensos y una profunda depresión. San Agustín
venció estas ataduras gracias a la oración, el sacrificio y el trabajo. En efecto,
sus responsabilidades como obispo y sus escritos en defensa de la Iglesia lo
mantuvieron muy ocupado.
San Ignacio experimentó de primera mano ello a lo que luego se refirió
como desolación en sus Ejercicios Espirituales. Con características bastante
similares a la depresión, la desolación es un estado en el que nos sentimos
alterados, irritados, incómodos, inseguros de nosotros mismos y de nuestras
decisiones, llenos de dudas e incapaces de perseverar en nuestras buenas
intenciones. Los sentimientos de desolación, como indica Ignacio, muchas
veces son causados y provocados por el maligno, especialmente cuando
hemos dado pasos prácticos para crecer en santidad o para discernir y seguir
la voluntad de Dios. En parte basado en su propia experiencia, San Ignacio de
Loyola ofrece tres consejos muy importantes a quien sufre de desolación:
 No modifiques una buena resolución que hayas tomado previamente, ya
que luego de tomar una decisión agradable a Dios, el demonio intentará
que tengas dudas.
 Intensifica tus actividades religiosas - es decir, pasa más tiempo en
oración, meditación y haciendo buenas obras. De este modo, si las
tentaciones del diablo sólo provocan que te esfuerces aún más para
crecer en santidad, él tendrá un incentivo para dejarte en paz.
 Persevera en la paciencia, ya que la facultad y capacidad que tiene el
diablo para atormentarte están estrictamente limitadas por Dios, lo cual
significa que quedarás aliviado de tus sufrimientos espirituales sólo si te
mantienes lo suficientemente firme.
Como lo descubrió Ignacio, la depresión puede ser un gran desafío espiritual y
también una gran oportunidad de crecimiento. Tengamos esto en cuenta todas
las veces que sufrimos de depresión y volvámonos a los santos para su
intercesión.
“Para el que cree, todo es posible.” Parecería que frente a estas
maravillosas palabras que Jesús nos dirige a cada uno de nosotros, tendría
que desaparecer toda tristeza, toda negatividad, toda pesadez espiritual, toda
tibieza, toda la falta de aliento, desinterés y fervor.
Diác. Víctor Hugo Méndez

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