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00:01 a.m. hora de Washington, D.C. del
miércoles 15 de enero de 2020.
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Las mujeres y las niiias siguen sufriendo fndices alarmantes de violencia de genero. Segun
datos oficiales, entre enero y julio de 2019, hubo a nivel nacional 540 femicidios, que el
derecho mexicano define como la privacion de la vida de una mujer debido a su genero.
Hasta abril de 2018, un registro oficial habfa contabilizado a 9522 mujeres y niiias
desaparecidas.

Migrantes y solicitantes de asilo


Migrantes que atraviesan el territorio de Mexico frecuentemente sufren abusos y
violaciones de derechos humanos. En algunos casos, se ha seiialado que estarfan
implicadas autoridades gubernamentales. Entre enero y septiembre de 2019, la CNDH
recibio 599 quejas de abusos contra migrantes, en su mayorfa contra miembros de la
policfa federal.

En enero de 2019, el gobierno de Trump empezo a enviar de regreso a Mexico a


solicitantes de asilo mientras sus solicitudes se encuentran en tramite, aplicando para
esto los Protocolos de Proteccion de Migrantes. A la fecha de preparar el presente
documento, mas de 40.000 solicitantes de asilo habfan sido enviados de regreso, muchos
hacia condiciones peligrosas e inhabitables, y con obstaculos importantes a la posibilidad
de obtener representacion legal y una audiencia justa. Esto inclufa a solicitantes de asilo
con discapacidades u otras condiciones de salud cronicas, pese a que las pautas iniciales
indicaban que no se incluirfa en el programa a "personas con problemas de salud ffsica o
mental conocidos".

En junio, el gobierno de Estados Unidos amenazo con aplicar aranceles a productos


mexicanos a menos que Mexico aceptara un aumento sustancial en la cantidad de
solicitantes de asilo que son enviados de regreso a Mexico a la espera de que sus casos
tramiten en la justicia en Estados Unidos, e interceptara a los migrantes que estan en
transito hacia la Frontera con Estados Unidos. En respuesta, el gobierno de Lopez Obrador
anuncio que movilizarfa a 6.000 miembros de la nueva Guardia Nacional para controlar la
migracion irregular, una decision que en la practica, militarizo las fronteras de Mexico.

En junio, la CNDH dicto medidas de proteccion a favor de un albergue en los estados


mexicanos norteiios de Sonora y Coahuila, luego de que miembros de la Guardia Nacional
ENERO DE 2020 RESUMEN DE PAÍS

Venezuela

A principios de enero de 2019, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, pidió a los
venezolanos que se movilizaran en apoyo al restablecimiento del orden constitucional en el país.
El 23 de enero, cientos de miles de personas salieron a las calles. Durante la protesta, Guaidó
expresó que asumía el poder como presidente interino de Venezuela y que convocaría a
elecciones libres y justas. Desde entonces, más de 50 países han expresado su apoyo a Guaidó.
Al momento de elaboración de este informe, el país seguía en una situación de impasse político.

No quedan actualmente en Venezuela instituciones gubernamentales independientes en pie que


puedan ejercer un freno ante el poder ejecutivo. Tanto durante el gobierno de Nicolás Maduro
como anteriormente en el de Hugo Chávez, las autoridades coparon los tribunales con jueces sin
la más mínima pretensión de independencia. El gobierno ha arremetido contra críticos a través de
una brutal represión en las calles, el encarcelamiento de opositores y el juzgamiento de civiles en
la justicia militar. También ha despojado de sus poderes a la Asamblea Nacional, de mayoría
opositora. En septiembre, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó una resolución que
crea el primer mecanismo internacional de investigación independiente de las atrocidades
cometidas en Venezuela.

Debido a la grave escasez de medicamentos, insumos médicos y comida, muchos venezolanos no


pueden alimentar adecuadamente a sus familias ni acceder a la atención médica más básica. El
éxodo masivo de ciudadanos venezolanos que huyen de la represión y la escasez constituye la
mayor crisis migratoria en la historia reciente de América Latina.

Otras preocupaciones que persisten son la brutalidad policial, las precarias condiciones de
detención, la impunidad de violaciones de derechos humanos y el hostigamiento a defensores de
derechos humanos y medios de comunicación independientes por parte de funcionarios
gubernamentales.

La crisis de refugiados
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados informó que, hasta noviembre,
cerca de 4,5 millones de venezolanos, de una población total estimada de 32 millones, habían
huido del país desde 2014. También se han ido otras personas cuyos casos no han sido
informados por las autoridades.

Entre las causas del éxodo se incluyen crisis simultáneas de índole política, económica,
humanitaria y de derechos humanos. Además de quienes reúnen los requisitos para la condición
de refugiados en razón del temor a ser perseguidos, muchas personas no pueden o no desean
regresar debido a la emergencia humanitaria que atraviesa su país, que incluye dificultades en el
acceso a alimentos, medicamentos y tratamiento médico.

Muchos venezolanos en otros países siguen en situación irregular, y esto dificulta


significativamente su posibilidad de obtener permisos de trabajo, enviar a sus hijos a la escuela y
acceder a servicios de salud. Esto los vuelve vulnerables a la explotación y el abuso, y hace que
necesiten asistencia humanitaria.

Persecución de opositores políticos


El gobierno venezolano ha encarcelado a opositores políticos y los ha inhabilitado para
postularse a cargos públicos. En noviembre, había casi 400 presos políticos en cárceles o sedes
de los servicios de inteligencia de Venezuela, según datos del Foro Penal, una red venezolana de
abogados defensores penalistas que trabajan ad honórem.

En abril, el líder opositor Leopoldo López, que cumplía prisión domiciliaria por una condena de 13
años de cárcel impuesta por incitación de la violencia durante una manifestación en Caracas en
2014, fue puesto en libertad por sus guardias para que pudiera participar en un intento de
levantamiento militar. Tras el levantamiento fallido, buscó refugio en la embajada española en
Caracas, donde seguía hasta el momento de preparación de este informe.

En mayo, agentes de inteligencia detuvieron a Edgar Zambrano, vicepresidente de la Asamblea


Nacional, por su presunta participación en el levantamiento militar de abril. No se permitió a sus
abogados estar presentes cuando fue llevado ante un juez y durante más de un mes no se le
permitió el contacto con su familia. Se lo acusó de traición a la patria, pero en septiembre se le
concedió la libertad condicional. Trece legisladores opositores habían huido del país y cuatro
vivían en embajadas extranjeras en Caracas cuando se elaboró este informe.

Miembros de las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia venezolanos han detenido y
torturado a militares acusados de complotar contra el gobierno. Las autoridades también han
detenido y torturado a familiares de algunos sospechosos para averiguar dónde se encontraban.
Algunos detenidos fueron torturados para conseguir que dieran información sobre supuestas
conspiraciones.

Represión de protestas
Durante la represión en 2014 y 2017, miembros de las fuerzas de seguridad venezolanas, junto
con grupos armados partidarios del gobierno llamados “colectivos”, atacaron protestas,
incluyendo algunas en las que participaron decenas de miles de manifestantes. Integrantes de las
fuerzas de seguridad dispararon municiones antidisturbios a quemarropa contra manifestantes,
golpearon brutalmente a personas que no mostraban resistencia y llevaron a cabo violentos
allanamientos en edificios de departamentos. Integrantes de las fuerzas de seguridad también
han cometido graves abusos contra detenidos que, en algunos casos, constituyen torturas, como
violentas golpizas, descargas eléctricas, asfixia y abusos sexuales.

En 2019, miembros de las fuerzas de seguridad respondieron con violencia a manifestaciones en


apoyo a Guaidó, y dispararon a quemarropa perdigones o municiones reales contra los
manifestantes. Cientos de personas fueron detenidas y decenas murieron asesinadas en varios
incidentes ocurridos en enero y mayo.

El Foro Penal contabiliza que más de 15.000 personas fueron detenidas desde 2014 en relación
con manifestaciones, incluidos manifestantes, transeúntes y personas que fueron llevadas de sus
casas sin orden judicial. Hasta noviembre, cerca de 8.900 habían recibido libertad condicional
pero aún estaban sujetas a causas penales. La justicia militar ha procesado a más de 840 civiles,
violando lo dispuesto por el derecho internacional.

Muchas otras personas detenidas en relación con las protestas o activismo político permanecen
en arresto domiciliario o están detenidas a la espera de un juicio. Otras se han visto obligadas a
exiliarse.
Presuntas ejecuciones extrajudiciales
Desde 2016, miembros de la policía y de las fuerzas de seguridad han provocado la muerte de
casi 18.000 personas en Venezuela en situaciones de supuesta “resistencia a la autoridad”. El
ministro de Interior, Néstor Reverol, informó en diciembre de 2017 que hubo 5.995 de estos casos
en 2016. y 4.998 en 2017. Las fuerzas de seguridad venezolanas causaron la muerte de alrededor
de 7.000 personas en incidentes que, según alegaron, eran casos de “resistencia a la autoridad”
durante 2018 y los primeros cinco meses de 2019, conforme a cifras oficiales citadas por la
Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).

Aunque todavía nadie ha recopilado información detallada respecto de cuántas de estas muertes
a manos de integrantes de las fuerzas de seguridad han sido ejecuciones extrajudiciales, la
Oficina de la ACNUDH concluyó que “muchas” podrían constituir ejecuciones extrajudiciales.
Human Rights Watch documentó varias de estas ejecuciones en 2019.

Entre 2015 y 2017, las fuerzas de seguridad venezolanas hicieron redadas en comunidades de
bajos ingresos durante lo que se denominó “Operación de Liberación y Protección del Pueblo”
(OLP). Entre las fuerzas de seguridad participantes se encontraban la Guardia Nacional
Bolivariana, la Policía Nacional Bolivariana (PNB), el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional
(SEBIN), el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) y fuerzas de
policía de los estados.

En el marco de estas redadas hubo señalamientos generalizados de abusos como ejecuciones


extrajudiciales, detenciones arbitrarias masivas, maltrato de detenidos, desalojos forzados,
destrucción de viviendas y deportaciones arbitrarias. En noviembre de 2017, la entonces fiscal
general de Venezuela indicó que las fuerzas de seguridad habían matado a más de 500 personas
durante redadas de la OLP. En reiteradas declaraciones, funcionarios públicos afirmaron que las
víctimas de la OLP eran delincuentes armados que habían muerto en “enfrentamientos”. En
muchos casos, testigos o familiares de las víctimas desmintieron estos señalamientos. En varios
casos, las víctimas fueron vistas con vida por última vez bajo custodia policial.

Las FAES, una fuerza de policía especial creada en 2017 para combatir a organizaciones delictivas
y de narcotráfico, reemplazaron a las OLP en los operativos de seguridad. Funcionarios de las
FAES han cometido impunemente graves violaciones de derechos humanos, incluidos asesinatos
y torturas, en comunidades de bajos recursos que ya no apoyan a Nicolás Maduro. La Oficina de la
ACNUDH informó que las “autoridades [podrían] estar utilizando a las FAES y a otras fuerzas de
seguridad como instrumento para infundir miedo a la población y mantener el control social”.

Impunidad por abusos


Las autoridades venezolanas informaron que, a junio de 2019, 44 personas habían sido detenidas
y se habían emitido órdenes de detención contra otras 33 por su supuesta responsabilidad en
muertes ocurridas durante las manifestaciones de 2017 y 2019. Las autoridades sostienen que
cinco agentes de las FAES fueron condenados por tentativa de homicidio y otros delitos en
relación con acontecimientos ocurridos en 2018, y que otros 388 agentes de esa fuerza estaban
siendo investigados por delitos presuntamente cometidos en 2017 y 2019.

Sin embargo, la mayoría de las violaciones de derechos humanos siguen impunes. En julio de
2019, la Oficina de la ACNUDH informó que entre los factores que favorecen la impunidad se
incluyen la “falta de cooperación de las fuerzas de seguridad y de las fuerzas armadas con las
investigaciones”, la “manipulación de la escena del crimen” por miembros de las fuerzas de
seguridad y la inmunidad de facto de oficiales superiores, así como la falta de independencia
judicial.

Independencia judicial
Desde que el expresidente Hugo Chávez y sus partidarios en la Asamblea Nacional llevaron a cabo
en 2004 un copamiento político del Tribunal Supremo de Justicia, el poder judicial ha dejado de
actuar como un poder independiente del gobierno. Miembros del Tribunal Supremo han
rechazado abiertamente el principio de separación de poderes y han avalado reiteradamente
prácticas y políticas abusivas.

En julio, el Tribunal Supremo se pronunció a favor de la jueza María Lourdes Afiuni pero no le
concedió libertad plena. Afiuni cumplió un año de cárcel y varios años de prisión domiciliaria, tras
el proceso en su contra iniciado en 2009, cuando cumplió con una recomendación del Grupo de
Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria y le concedió libertad condicional a un crítico del
gobierno. Un tribunal inferior había concedido a Afiuni la libertad condicional en 2013.
Emergencia humanitaria
Los venezolanos enfrentan una severa escasez de medicamentos, insumos médicos y comida que
cercena gravemente sus derechos a la salud y la alimentación. En 2017, la ministra de Salud
venezolana divulgó datos oficiales que indicaban que, en 2016, la mortalidad materna había
aumentado un 65 % y la mortalidad infantil un 30 %. Algunos días después, la ministra de Salud
fue despedida. Desde entonces, el gobierno no ha publicado boletines epidemiológicos.

El sistema de salud de Venezuela está absolutamente colapsado. Existe un rebrote y propagación


de enfermedades que pueden prevenirse con vacunas y que anteriormente se habían declarado
erradicadas, como el sarampión y la difteria. También han aumentado los brotes de
enfermedades infecciosas como malaria y tuberculosis. Las investigaciones de organizaciones y
universidades venezolanas documentan altos niveles de inseguridad alimentaria y desnutrición
infantil entre los venezolanos.

Asamblea Constituyente
En 2017, el Presidente Maduro convocó a una Asamblea Constituyente por decreto presidencial,
pese al requisito constitucional que exige, para reformar la constitución, celebrar antes una
consulta popular. La asamblea está integrada exclusivamente por partidarios del gobierno,
designados mediante una elección que Smartmatic, la empresa británica contratada por el
gobierno para verificar los resultados, determinó que había arrojado resultados cuya veracidad no
podía garantizar. En la práctica, la Asamblea Constituyente ha reemplazado a la Asamblea
Nacional, de mayoría opositora, como poder legislativo del país. En 2019, le quitó la inmunidad
parlamentaria a varios legisladores opositores y extendió su mandato hasta diciembre 2020.

Libertad de expresión
Durante más de una década, el gobierno ha ampliado y ejercido en forma abusiva su facultad de
regular los medios de comunicación, y ha reducido la cantidad de medios críticos. El gobierno
puede suspender o revocar licencias a medios privados cuando “lo juzgue conveniente a los
intereses de la Nación”, suspender de manera arbitraria sitios web en el supuesto de “incitación”
—una infracción definida de manera muy vaga— y penalizar las expresiones “ofensivas” sobre
altos funcionarios gubernamentales. Si bien algunos periódicos, páginas web y estaciones de
radio critican al gobierno, la autocensura por temor a represalias es muy habitual.
Durante el levantamiento militar fallido de abril, las autoridades venezolanas sacaron de la
televisión por cable a CNN y la BBC, y cerraron Radio Caracas. Organizaciones líderes venezolanas
que defienden la libertad de prensa informaron amenazas de muerte y ataques contra periodistas
que daban cobertura a las manifestaciones, incluidas golpizas y perdigones disparados desde
corta distancia.

En noviembre de 2017, la Asamblea Constituyente adoptó una “Ley contra el odio”, que contiene
definiciones imprecisas que socavan la libertad de expresión. Prohíbe a los partidos políticos que
“promuevan el fascismo, la intolerancia o el odio” y prevé penas de prisión de hasta 20 años
contra quienes publiquen “mensajes de intolerancia y odio” en medios de comunicación
tradicionales y medios sociales. En 2018, la fiscalía imputó estos delitos a varias personas, entre
ellas Jesús Medina, el único periodista venezolano que se encontraba en una cárcel venezolana
cuando se preparó este informe. Medina fue detenido por agentes de inteligencia mientras
trabajaba en un proyecto de investigación en un hospital de Caracas.

Defensores de derechos humanos


Las medidas gubernamentales para restringir el financiamiento internacional de organizaciones
no gubernamentales, sumadas a las reiteradas acusaciones infundadas —realizadas por
funcionarios y partidarios del gobierno— de que los defensores de derechos humanos pretenden
desestabilizar la democracia venezolana, generan un clima hostil que afecta la capacidad de las
organizaciones de la sociedad civil de promover los derechos humanos.

En 2010, el Tribunal Supremo determinó que las personas u organizaciones que reciban
financiamiento del exterior podrán ser juzgadas por traición a la patria. Ese año, la Asamblea
Nacional promulgó una ley que impide a organizaciones dedicadas a la “defensa de los derechos
políticos” o el “control sobre los poderes públicos” recibir financiamiento internacional.

En septiembre, Diosdado Cabello, indicó que la Asamblea Constituyente que él preside adoptaría
e implementaría una ley “que sancione a [cualquier] ONG, organismo o persona que esté
recibiendo plata del imperialismo para conspirar contra nuestro país”.

Discriminación política
Se ha despedido de empleos públicos a personas que apoyaron referéndums destituyentes contra
Chávez y Maduro. Ciudadanos y organizaciones no gubernamentales venezolanos han expresado
señalamientos creíbles de que un programa gubernamental que distribuye alimentos y artículos
básicos a precios controlados por el gobierno discrimina contra críticos del gobierno.

Condiciones en centros de detención


La corrupción, la seguridad deficiente, el deterioro de la infraestructura, la sobrepoblación, la
falta de personal suficiente y la capacitación inadecuada de guardias han permitido que pandillas
armadas ejerzan el control efectivo de las cárceles. La sobrepoblación penitenciaria se ve
agravada por el uso excesivo de la prisión preventiva.

Actores internacionales clave


En junio, Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, visitó Caracas. Tras su visita de dos días, algunos representantes de su oficina que la
habían acompañado se quedaron en Caracas para dar seguimiento a la situación de los derechos
humanos. En julio, la Oficina de la ACNUDH difundió un informe lapidario que concluyó que las
autoridades venezolanas no habían actuado para que los responsables de gravísimos abusos
como asesinatos, uso excesivo de la fuerza, detenciones arbitrarias y torturas rindieran cuentas
por sus actos. El informe también puso de manifiesto el impacto que la escasez de comida y
medicamentos ha tenido en los derechos de los venezolanos a la alimentación y la salud.

En 2018, la fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) Fatou Bensouda anunció un examen
preliminar para analizar si, desde al menos 2017, se han producido en Venezuela delitos sujetos a
la competencia de la corte, incluidos señalamientos de uso excesivo de la fuerza contra
manifestantes y la detención de miles de personas, algunas de las cuales habrían sufrido graves
abusos durante las detenciones. Seis países —todos ellos miembros de la CPI— posteriormente
pidieron una investigación de la CPI y, desde entonces, otros tres países han apoyado la remisión
realizada por estos estados.

Muchos gobiernos sudamericanos han hecho esfuerzos significativos para acoger a los
venezolanos que huyeron de Venezuela. Sin embargo, en 2019 varios países, entre ellos Chile,
Perú y Ecuador, establecieron el requisito de que primero obtengan visas, lo cual en la práctica
limita seriamente la posibilidad de acceso de los venezolanos a estos países. En algunos casos,
los venezolanos han sido víctimas de actos de xenofobia en el extranjero; por ejemplo, ello
ocurrió en partes de Colombia, Ecuador, países del Caribe y el norte de Brasil.

El Grupo de Lima, integrado por al menos 10 gobiernos latinoamericanos y Canadá, sigue dando
seguimiento a la situación en Venezuela. En septiembre, el Consejo de Derechos Humanos de la
ONU adoptó una resolución, impulsada por miembros del Grupo de Lima, para crear un
mecanismo de investigación independiente, llamado misión de determinación de los hechos, que
tiene el mandato de investigar señalamientos de atrocidades cometidas en Venezuela, como
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones y torturas ocurridas desde 2014. La resolución
también prevé la creación de una comisión de investigación para el supuesto de que Venezuela
no coopere con la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos. La misión de determinación de los hechos presentará su informe al Consejo de
Derechos Humanos durante su período de sesiones de septiembre de 2020.

Irán, en representación de Venezuela, presentó una segunda resolución que pone énfasis en la
“cooperación y la asistencia técnica” y, al mismo tiempo, expresa consternación por “la
imposición de medidas coercitivas extraterritoriales unilaterales”. Esta resolución insta al
gobierno de Venezuela a implementar cabalmente las recomendaciones del informe de la Alta
Comisionada, a permitir el acceso de expertos de la ONU y a brindar a la Oficina de la Alta
Comisionada acceso irrestricto a todas las regiones y centros de detención.

La Oficina de la ACNUDH también anunció la suscripción de un memorando de entendimiento con


Venezuela, orientado a crear una oficina en el país, si bien al momento de la redacción de este
informe aún no habían sido consensuados muchos detalles sobre su funcionamiento.

Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea y Suiza han aplicado sanciones dirigidas contra más
de 100 funcionarios venezolanos implicados en violaciones de derechos humanos y hechos de
corrupción. Las sanciones incluyen medidas como la inmovilización de activos y la cancelación de
visas. En julio, la UE reiteró su intención de ampliar las sanciones dirigidas a funcionarios
públicos si las negociaciones no conducen a resultados concretos. El Parlamento Europeo
también instó a que se adopten más sanciones contra autoridades públicas responsables de
graves violaciones de derechos humanos y represión. Argentina, Brasil y Perú también han
prohibido que un total de más de 300 funcionarios venezolanos ingresen en sus países.
Desde 2017, Estados Unidos también ha impuesto sanciones económicas, incluida la prohibición
de operar con nuevas acciones y bonos emitidos por el gobierno venezolano y la empresa
petrolera estatal. A pesar de incluir disposiciones que excluyen las transacciones para la compra
de comida y medicamentos, estas sanciones podrían exacerbar la gravísima situación
humanitaria que ya existe en Venezuela ante el riesgo de un cumplimiento autoimpuesto que sea
más riguroso de lo necesario.

En abril de 2019, el Consejo de Seguridad de la ONU llevó a cabo una sesión formal sobre la
emergencia humanitaria en Venezuela. Durante esta sesión, Human Rights Watch y la Escuela de
Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins presentaron un informe que concluía
que la grave escasez de medicamentos y comida en Venezuela, combinada con la propagación de
enfermedades fuera de las fronteras del país, ha creado una emergencia humanitaria compleja
que amerita una respuesta a gran escala de las Naciones Unidas.

Inmediatamente después del encuentro, tras meses de diplomacia discreta, el secretario general
de la ONU, António Guterres, anunció en un tuit que 7 millones de venezolanos necesitaban
asistencia humanitaria. Diversas agencias de la ONU con presencia en Venezuela realizaron un
análisis de las necesidades humanitarias en Venezuela en el que establece que deben aportarse
USD 233 millones para suplir las necesidades humanitarias durante un período de seis meses.
Hasta noviembre, la convocatoria no había recibido la totalidad de los fondos ni se había
implementado cabalmente.

Cuando se elaboró este informe, la iniciativa de Noruega de mediar entre las autoridades
venezolanas y la oposición, en el marco de la cual se realizaron varios encuentros en Noruega y
Barbados durante 2019, no había conducido a resultados concretos. Un Grupo de Contacto
integrado por Costa Rica, México, Uruguay y varios gobiernos europeos se reunió con autoridades
venezolanas en varias ocasiones durante 2019 para promover elecciones libres y justas en
Venezuela.

Como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Venezuela ha votado


reiteradamente contra el monitoreo de violaciones de derechos humanos, y se opuso a
resoluciones que alertaban sobre abusos en países como Siria, Bielorrusia, Burundi e Irán. En
octubre, la Asamblea General de la ONU eligió a Venezuela, por una estrecha diferencia, para
integrar el Consejo de Derechos Humanos durante el período 2020-2022, pese a su intención
declarada de negarse a colaborar con la misión de determinación de los hechos creada por el
propio consejo, lo cual viola sus obligaciones como miembro.

En 2013, entró en vigor la denuncia del gobierno venezolano de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (CIDH), lo cual privó a ciudadanos y residentes de la posibilidad de acudir
ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos cuando no estén disponibles recursos locales
o estos no sean efectivos para la reparación de abusos cometidos luego de esa fecha. La
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sigue dando seguimiento a la situación en
Venezuela, y aplica para ello la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, un
instrumento que no está sujeto a ratificación por los Estados.

Venezuela es uno de los pocos países de América Latina que todavía no ha firmado la Declaración
sobre Escuelas Seguras. En 2019, trascendieron señalamientos de que miembros de la Guardia
Nacional Bolivariana y grupos armados partidarios del gobierno habían usado escuelas para
ejercicios militares, afectando el acceso de los estudiantes a la educación.

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