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La alfabetización inicial es un proceso en el cual los niños constituyen los

conceptos sobre las funciones de los símbolos (letras y números) y de material


impreso, está basado en las competencias lingüísticas, significativas,
facilitadas por interacciones con adultos y el medio, tomando en cuenta su
experiencia con el lenguaje escrito y un nutrido ambiente textualizado, lo que
permite la interacción con la lectura y la escritura.

Siendo entonces la escritura y la lectura dos elementos del proceso de


construcción del conocimiento, es necesario que el docente sea mediador,
orientador que facilite de manera formal en la escuela el proceso de
aprendizaje para encaminar alumno hacia el saber.

Por lo tanto, se requiere que el docente despierte en sus alumnos la


curiosidad, el deseo de saber, conocer y entender esos nuevos mundos que
descubrirá a partir de la palabra escrita. La labor del docente en la etapa
inicial debe ser totalmente activa y dinamizada, para permitirle al niño una
adquisición pertinente en todas sus dimensiones, una persona que tenga
claridad en las estrategias ideales para hacer del niño no solo un ser sociable
sino un ser inteligente capaz de enfrentar el mundo en el cual se desenvuelve.
Es claro que no existe una fórmula o receta a seguir, pero es crucial que éste
asuma su labor como un compromiso con el futuro, haciendo del proceso
enseñanza/aprendizaje un ambiente reflexivo, que permita la formación de
lectores y escritores críticos y competentes.

La intervención del docente no debe enfocarse solamente a la tarea


áulica, por el contrario, debe ir más allá de esas cuatro paredes; para obtener
mejores resultados se requiere un acercamiento a esas historias de vida que
representan cada uno de los estudiantes, un conocimiento del contexto y de
sus habilidades y capacidades. Solo cuando se logra esta conciencia en la labor,
es que se puede lograr que la lectoescritura tenga algún significado para cada
uno de ellos, pues es claro que no todos tienen los mismos intereses y las
mismas capacidades para acercarse de manera asertiva a la palabra escrita.

El alumno y el educador tienen un papel protagónico, ambos son


mediadores en los procesos de enseñanza y aprendizaje. El docente debe saber
cómo se aprende, cómo se desarrolla el lenguaje y cómo se promueven
ambientes que estimulen el aprendizaje; debe estar consciente de que el
aprendizaje es primero social y luego individual, que la autonomía se construye,
que la afectividad es el motor o freno del desarrollo, que es esencial el respeto
hacia los estudiantes y que para que se dé el aprendizaje, éste debe estar
centrado en hechos relevantes y significativos (Goodman, 1989).

El papel de la educadora es fundamental en el desarrollo de las


capacidades vinculadas con el lenguaje y la comunicación en la educación
preescolar, no solo en el planteamiento de las experiencias y la ayuda a los
niños, sino como modelo de diversos aspectos, ya que es la encargada de
orientar los intercambios de los alumnos, propicia el interés para participar,
preguntar en conversaciones e involucra a todos, con especial atención en
quienes tienen dificultades para expresarse frente a los demás, así como
también mostrara actitudes de placer e interés para promover situaciones
didácticas en la escritura y lectura.

En el nivel preescolar es muy común escuchar que los docentes comenten


que tienen alumnos en el nivel alfabético o silábico. Esto da cuenta de cierto
manejo de información del proceso de aprendizaje en términos formales.
Además de conocer las formalidades del proceso de aprendizaje, es importante
que las educadoras den espacio, tiempo y oportunidades a sus alumnos para que
pongan en juego sus ideas como parte de su proceso de aprendizaje.

En el primer ciclo de primaria, además de apoyar al alumno para que


aprenda a leer y escribir, el docente debe ser buen interprete de los textos
ante los estudiantes, alguien que domina un conjunto de prácticas de lectura y
escritura y que por lo mismo le puede brindar la oportunidad de que participen
en prácticas de lectura que conoce y establecer con ellos una relación lector a
lector.
La lectura y la escritura son fundamental en los primeros meses de
escolaridad, asi como aprender a leer a través de otro, pueden escribir a
través de otros, las situaciones de escritura son básicamente prácticas
sociales del lenguaje en las que los alumnos dictan al maestro, es decir,
escriben a través de él, por eso es necesario que el docente genere muchas y
variadas situaciones.

Cuando las personas alfabetizadas leemos y escribimos, los intercambios


con otras personas generalmente suceden en torno a opiniones y apreciaciones
de los hechos y lo que su conocimiento nos genera, de cómo nos funcionó usar
un recetario u otro instructivo, por mencionar algunos ejemplos. Regularmente
pedimos y opiniones acerca de la trama, las características de los personajes,
de cómo el autor construye la historia o el cuento (en el caso de textos
narrativos); es muy importante que los niños conozcan esas prácticas porque
ven a la educadora realizarlas; aprender eso es parte de la importancia de
aprender a leer y escribir.

Es por esto que la enseñanza de la lectura y la escritura se convierten en


una tarea difícil, más no imposible, para el docente, a pesar de que carecemos
de una cultura lectora. Pero, al motivar al estudiante a la lectura también
logramos que él como ser pensante se acerque a ese mundo creado por el autor,
dando inicio a un acto de comunicación en la que se asume una postura
interpretativa permanente que permite la comprensión de lo leído, logrando por
lo tanto que en la mente se produzcan imágenes de ese mensaje recibido, todo
esto de manera inconsciente e involuntaria.

Para Vigotsky el campo de la alfabetización tiene gran relevancia, él


plantea el deber de significar la lectura y la escritura, relacionándolo con la
diferencia que existe entre la necesidad que siente el niño de aprender la
lengua oral y la escrita; aunque ambas son una forma de comunicación, el niño
aprende a hablar porque necesita pedir, preguntar, responder, en cambio la
escritura no la siente como una necesidad inmediata, "... Por eso es necesario
generar situaciones y actividades que despierten en el niño la necesidad de
escribir y que lo motiven externamente para leer, de tal modo 'que la escritura
sea algo que el niño necesite, que le permita experimentar sobre sus múltiples
propósitos'..." (Rodríguez, 1989, p. 31).

Para finalizar es importante trabajar desde edades tempranas con la


alfabetización para poder marcar un camino donde les permita aplicar lo
aprendido en otras situaciones, respetando las edades, tiempos, necesidades e
intereses.

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