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Catecismo 604 - 6035 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

Catecismo 604 - 605 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

JOSE IGNACIO MUNILLA

Obispo de San Sebastián

Un cordial saludo a todos los oyentes de Radio María. Un dia más, con la gracia del Señor,
proseguimos el comentario del catecismo de nuestra madre la Iglesia.

Punto 604:
Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio
sobre nosotros es un designio de amor benevolente que precede a todo mérito
por nuestra parte: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación
por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10; cf. Jn 4, 19). "La prueba de que Dios nos
ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros"
(Rm 5, 8).

Punto 605:
Jesús ha recordado al final de la parábola de la oveja perdida que este amor
es sin excepción: "De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre
celestial que se pierda uno de estos pequeños" (Mt 18, 14). Afirma "dar su
vida en rescate por muchos" (Mt 20, 28); este último término no es
restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la única persona del Redentor
que se entrega para salvarla (cf. Rm 5, 18-19). La Iglesia, siguiendo a los
Apóstoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), enseña que Cristo ha muerto por todos
los hombres sin excepción: "no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien
no haya padecido Cristo" (Concilio de Quiercy, año 853: DS, 624).

Se remarca en estos puntos la iniciativa del amor de Dios. El amor de Dios, el don de la redención es
antes “descendente” que “ascendente”.
En toda la sagrada escritura se esta remarcando la prioridad absoluta que la salvación viene del cielo
a la tierra: El sacrificio de Cristo, antes que nada, es un don de Dios a la humanidad. La reflexión de
San Juan es muy clara: “Tanto amo Dios al mundo que dio a su único Hijo para que todo el que crea en
El no perezca”. Esta es una reflexión primordial a la hora de comprender el sacrificio de Cristo.

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Catecismo 604 - 6035 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

Este Catecismo remarca que al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios Padre manifiesta su
designio de amor benevolente, que precede a todo merito por nuestra parte.
En Cristo, es el amor mismo el que inspira su sufrimiento y su muerte en aras a la salvación de los
hombres. Este sacrificio de Cristo no es comparable a la historia de las religiones, a otras
concepciones religiosas, en las que la “primera dimensión” no es la dimensión descendente, sino que
es la ascendente; es decir: en el resto de las religiones la dimensión principal es la ascendente: es el
hombre el que tiene que ganarse el favor divino, haciendo que Dios sea propicio para los hombres. En
las religiones primitivas se hacen una serie de ritos para que los “dioses nos sean propicios”.

En la visión cristiana es distinta, casi es la contraria: no es el hombre el que intenta ganarse el favor de
Dios, es Dios el que busca al hombre, antes de que el hombre busque a Dios. Ha sido una iniciativa
de Dios salir en busca de la oveja perdida. Antes de que el “Hijo prodigo” empezase a pensar:
“Debería volver a la casa de mi Padre”; el Padre ya le estaba atrayendo con su gracia para que el hijo
volviera: “NADIE VIENE A MI SI MI PADRE NO LO ATRAE”.

Aquí se están contraponiendo dos cosas: Una religión natural, y una religión revelada.
Por religión natural entendemos todo intento del hombre para ascender a “lo divino”, partiendo de
sus propias fuerzas, o de sus propias iniciativas. En base a unos ritos, sacrificios a Dios.
Por religión revelada: parte de la iniciativa de Dios, que se descubre al hombre.
Con respecto a esto un ejemplo: Un periodista que intenta conocer la vida de una persona famosa, e
intenta, desde la distancia saber como es ese personaje famoso: su vida, sus gustos…, pregunta por el,
algunos le dan referencias suyas, intenta sacar información, reúne datos. Esto vendría a ser lo que
conocemos como religiosidad natural, el hombre, son su capacidad intenta conocer a Dios.
Pero un dia, el periodista se lleva la gran sorpresa de que al volver a casa, suena el teléfono y la gran
sorpresa es que ese personaje famoso le esta llamando a él, y le invita a ir a su hogar y a compartir
con el periodista una cena y a hablar de su intimidad, y le explica sus proyectos. Entonces, el tipo de
conocimiento que el periodista tiene del personaje famoso es totalmente distinto a lo que sabía
antes. Esto seria la “religiosidad revelada”, donde Dios toma la iniciativa de comunicarse al hombre.

Para entender el sacrificio de Cristo hay que entenderlo desde este segundo punto de vista: Dios
tiene la iniciativa de darnos el don de su amor en el sacrificio de Cristo.
1ª Juan 4, 10: “El amor no esta en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos
amó primero, y nos entrego a su Hijo como propiciación por nuestros pecados”

Juan 3, 16: “Porque tanto amo Dios al mundo que dio a su único Hijo”

Gálatas, 4, 4-5: “Pero al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una
mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley; para que recibiéramos él
se hijos por adopción”

En todos estos textos se remarca la iniciativa divina. Hemos sido salvados por pura gratuidad. En la
cruz de Cristo, vemos el mayor ejemplo de gratuidad.
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Catecismo 604 - 6035 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

Para entender adecuadamente esta iniciativa divina tenemos que purificar algunos conceptos que
hemos ido elaborando de una forma errónea de la sagrada escritura, y hacen sombra y quitan
centralidad a esta iniciativa divina.

Uno de ellos es el “concepto de merito”: Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios
manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio de amor benevolente que
precede a todo mérito por nuestra parte.

Este concepto de merito nos puede hacer daño si lo entendemos de una forma equivocada, a la hora
de ensalzar la iniciativa de Dios.
Tradicionalmente se ha entendido por “merito” el derecho a la recompensa. Lo malo de esto es que
uno intente aplicar este concepto humano en su relación con Dios. Estrictamente hablando un
hombre delante de Dios no tiene “ningún derecho a nada”. Dios es la infinitud, Dios es el ser perfecto.
Nosotros somos una criatura de Dios: ¿Qué derecho tiene la criatura frente a su creador?.
Humanamente un trabajador que hace horas extras tiene derecho a una retribución extra; pero ante
Dios tiene el mismo “merito” el que trabajo toda la jornada, el que fue contratado al mediodía, o el
que trabajo únicamente la ultima hora.

El “merito” si que se le puede aplicar a Jesucristo en su sacrificio redentor. El no solo es una persona
humana, es también una persona divina, de tal manera que sus obras tienen un valor infinito, que no
tienen las nuestras. La entrega de Jesucristo, en obediencia al Padre, el “si” ante la cruz por todos,
tiene un valor infinito.
Nosotros “Si” tenemos merito, pero es en la medida en que participamos del merito de Jesucristo.
Dios nos da la gracia, nos da el regalo de poder merecer: “el merito es también un regalo de Dios”.
Un ejemplo: un enfermo, que esta postrado en su cama –como habrá muchos que ahora nos estén
oyendo-, y se dice: “esta mala noche que he pasado, esta situación de dolor”, ¿tiene algún merito
delante de Dios?. La respuesta es clara: por si solo, por nosotros mismos, eso no tiene ningún merito,
pero unido al dolor de Cristo en la cruz, nuestro dolor participa del “merito infinito“de la pasión de
Cristo. “El “poder merecer” es un regalo de Dios; si nuestros esfuerzos, y nuestros sufrimientos no
están unidos a la redención de Cristo, serán baldíos.
El amor de Dios hacia nosotros precede a todo merito nuestro. Esto que “precede” a nuestros
méritos es” Jesucristo en la cruz.
Por eso es importante entender el sentido de la palabra “merito”, para que no deformemos este
mensaje de salvación gratuito por parte de Dios.

Otro concepto que hay que entender bien es el de “justicia”.


En el marco de las relaciones entre Dios y el pueblo, el concepto de justicia adquirió una significación
religiosa. En virtud de la alianza a Israel se le pide un comportamiento conforme a la ley de Yahvé; y
por su parte, Yahvé, se compromete a intervenir en favor de su pueblo: “Vosotros seréis mi pueblo y
Yo seré vuestro Dios”.

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En este sentido el pueblo práctica la “justicia” cuando cumple sus deberes para con Dios, y Dios es
“justo” guardando las promesas de salvación en favor de su pueblo.
Este es el primer concepto de “justicia” que vemos en las sagradas escrituras.
Poco a poco, en la escritura, se va avanzando en el concepto de Justicia, puesto que Dios es un Dios
comprometido en favor de su pueblo. Y a partir de la parte final del libro del profeta Isaías
(“Deuteroisaias” –así se llama-), a partir del capitulo 40 se va adquiriendo un concepto mas purificado
de “Justicia”. En este libro Justicia y Gracia son dos conceptos intercambiables, casi sinónimos.
Si esto no se tiene en cuenta, muchos pasajes pueden resultar incomprensibles: La justicia de Yahvé
aparece como la obra salvadora, en orden a restaurar el pueblo de la alianza.

Había un plan primero: La justicia consistía en que El pueblo cumplía los mandamientos de Yahvé, y
Yahvé se compromete a estar siempre con el pueblo. Ocurre que el hombre no cumple su parte del
“contrato”, y Dios no rompe el contrato”: Y dice Dios: “Yo te amo por JUSTICIA”, es decir: por Gracia,
por santidad.

Salmo 89, 15: Justicia y Derecho, la base de tu trono, Amor y Verdad ante tu rostro marchan.
Se equiparan ambas cosas.

Romanos 3, 25: a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre,
mediante la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos
anteriormente.

Si entendemos el concepto de justicia como justicia humana se podría decir que Dios Padre castiga a
su Hijo. Eso es una concepción equivocada; se refiere para mostrar su justicia: para mostrar su
gracia, su santidad.
De forma general, en San Pablo, la justicia de Dios corresponde a los bienes de la salvación.
Dios es justo: Dios es santo. En la forma de hablar corriente se contrapone la justicia y la misericordia
de Dios: “Dios es justo, si, pero también es misericordioso; y no es así. Justicia se identifica con
santidad y misericordia.

Romanos 3, 21: Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha


manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para
todos los que creen
Es decir, estamos identificando justicia de Dios por la fe en Jesucristo por santificación, justificación,
santificación del hombre: Dios nos hace justos, Dios nos hace santos.
Cristo es la justicia de Dios para nosotros. Ser justo, para Dios, es actuar en conformidad con su amor.

Oseas, 2, 21: Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo EN JUSTICIA y en


derecho en amor y en compasión,
Nadie puede desposarse con Dios “en justicia”, en el sentido humano de justicia. Esta justicia se
identifica como la promesa esponsal de Yahvé con su pueblo.
El concepto bíblico de justicia no le pone “un limite” al amor de Dios.
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Catecismo 604 - 6035 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

En la primera epístola de San Juan llega al extremo de afirmar el amor del Padre en la obra redentora,
al reconocer en esta la revelación especial de lo que es Dios:
“Dios es amor, en esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: En que Dios envió a su Hijo
único para que vivamos por medio de El.
En esto consiste el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y
nos envía a su Hijo como propiciación por nuestros pecados”

Tenemos que reconocer que, muchas veces los católicos, hemos tenido un poco de “pobreza” en la fe
Trinitaria, al reducir “el amor redentor” únicamente a Jesucristo. La piedad popular se ha centrado en
los Cristos sufrientes, en los Cristos llagados –que son una forma grafica del amor de Dios-; pero
hemos olvidado el otro aspecto: el del amor del PADRE QUE ENTREGA AL HIJO; esto ha quedado un
poco mas lejos de la piedad popular. En alguna ocasión hemos hecho referencia que en algunos
retablos, en la parte superior esta la imagen del Padre que sujeta con sus dos manos al Cristo
crucificado y lo entrega al mundo; pero a pesar de todo esto no ha calado en la piedad popular; más
bien ha calado la entrega del Hijo por nuestros pecados.
El sacrificio expiatorio del Hijo constituye el don supremo del Padre a la humanidad.

Para centrar esta realidad, San Juan precisa que el amor es de Dios, por eso el “amor redentor” no ha
consistido en nuestro amor entregado a Dios: “Ha venido del Padre que nos ha amado”
Era necesario que el sacrificio redentor viniese de lo alto y que el amor ofrecido como propiciación se
recibiera primeramente del Padre: “Tanto amo Dios al mundo que le dio a su único Hijo, para que el
que crea en El no perezca, sino que tenga vida eterna”.
“Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por El”

Se remarca como el amor del Padre nos precede en su gratuidad. Esta es la doctrina, sobretodo de
San Juan.

La doctrina de San Pablo, en sus cartas, también remarca –aunque sea con otros términos- el mismo
misterio. Pablo, que habla de las manifestaciones de la cólera divina, cuando considera el pecado de
la humanidad, no presenta jamás al Hijo de Dios como fustigado por esa cólera.
Por el contrario, ve en El, el amor que se manifiesta a través del sacrificio.

Gálatas 2, 20: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en
la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
La concepción que tiene San Pablo de la pasión de Cristo es esta. La magnitud del amor no se mide
tan solo por el sacrificio, sino por la persona del Hijo de Dios: En El recibimos el Don de Dios.

Efesios 5, 2: y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como “oblación
y víctima de suave aroma.“

Romanos 8, 32: El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas?
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Catecismo 604 - 6035 Dios tiene la iniciativa del amor redentor universal

Es curioso: “La misma entrega tiene el Padre del Hijo, que la entrega del Hijo por su propia vida.
Podría haber una concepción errónea, que seria decir: “El Padre entrego a su Hijo”. Cuando se evoca
el pasaje de Abraham en el sacrificio de Isaac, Cuando Abraham entrega a su hijo en sacrificio…el hijo
no participaba de la misma voluntad que su padre: “Padre tenemos la leña, pero donde esta la
victima para el sacrificio…”.
Por tanto la imagen de Abraham solo sirve para ver el modelo de amor “del padre que entrega al
hijo”; pero no sirve esa imagen para ver como Cristo –el Hijo- entrega voluntariamente su vida.

Las voluntades del Padre Dios y la de Cristo Hijo, laten al UNISONO EN ESA VOLUNTAD DE
REDENCION DEL HOMBRE.

San Pablo habla de la cruz como una prueba del amor de Dios; Dios nos ha amado antes de que lo
mereciésemos: antes de la muerte de Cristo, nosotros no teníamos ningún “merecimiento”.

Romanos 5, 8: mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía
pecadores, murió por nosotros.

Amar a alguien de quien no se puede obtener nada bueno de él, esa es una prueba de amor gratuito.

Lo dejamos aquí.

6 h.c.

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