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El Virreinato del Perú fue una entidad político-administrativa fundada en 1542

tras el sometimiento del Imperio Inca. Abarcó, en su máxima


extensión, territorios que actualmente se corresponden
con Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, parte de Argentina y Chile.

Los primeros asentamientos comienzan a desarrollarse tras la captura


de Cuzco, principal
ciudad inca, por parte de Francisco Pizarro, en 1534. Tras
este hecho, se provoca una fuerte disputa por el control
de una serie de expediciones destinadas a Birú,
territorio
peruano del cual se presumía que poseía grandes
riquezas, entre Francisco Pizarro y Diego de Almagro. El
enfrentamiento se saldó con la victoria de Pizarro, y la
posterior ejecución de Almagro.
El virreinato vivió cuarenta años de caos
administrativo, fruto del choque de intereses
entre los distintos conquistadores, y el
desigual reparto de la tierra. A mediados del
mismo. siglo XVI, Francisco de Toledo, virrey del Perú, logra encauzar la
situación y establecer un marco administrativo estable, que se
prolongaría durante todo el período colonial. Esta normalización de
la situación, fue gracias a la voluntad de Toledo, de llevar a cabo un
proceso organizador, reflejado en medidas tales como el censo
tributario, censo de pobladores nativos y la realización de
un registro de los recursos naturales y humanos del Perú. Estas medidas
permitieron la implantación de los sistemas de trabajo (mita, repartimiento) y a la
larga, hicieron de este virreinato el más rico e influyente.

La capital fue situada en la ciudad de Lima, fundada por


Francisco Pizarro como la «Ciudad de los Reyes», mientras Balcones coloniales de
Lima
que el puerto del Callao, monopolizaba todo el comercio
marítimo americano.

En el campo administrativo, el virreinato está constituido por dos


audiencias, las de Lima y Cusco, que fueron sustituidas por intendencias tras
las Reformas Borbónicas en el siglo XVIII. Al igual que en el resto de
virreinatos, existían también organismos tales como los corregimientos,
encargados de la administración de zonas habitadas por nativos, cabildos, que
cumplían diversas funciones administrativas similares a las que actualmente
realiza la municipalidad o ayuntamiento, y diversas autoridades
indígenas que se encargaban de mediar entre éstos y los españoles.

En el ámbito económico, la principal actividad desarrollada en el virreinato


era la minería.
El trabajo en la mina era desarrollado por aborígenes que pasaban entre una y
dos semanas sin salir de ella en condiciones realmente duras. En un principio,
la actividad se desarrolló en torno a pequeños depósitos de superficie, pero
gracias a las mejoras en las técnicas mineras, los colonos pudieron a acceder a
grandes minas. Es a partir de este momento en que la minería termina de
consolidarse como principal actividad en el virreinato. Los
principales yacimientos mineros fueron: Castrovirreyna, Cerro de Pasco,
Cajabamba, Contumanza, Carabaya, Cayllama,
Hualgayoc, Huancavelica y Potosí, todas ellas
ubicadas en el territorio del actual Perú. Potosí, por
si sola, aportaba dos tercios de la producción minera
del Perú, hasta que en 1776 cambió de jurisdicción a
Potosí en 1715 favor del Virreinato del Río de la Plata. A causa de
las malas condiciones y la dureza del trabajo
realizado por los aborígenes en la mina, eran
frecuentes los alzamientos de mineros, que eran
sistemáticamente sofocados por las autoridades
coloniales.
En el ámbito comercial, España aplicó medidas proteccionistas y favoreció
el monopolio de los puertos de Sevilla en España, Veracruz, en México,
Callao en el Perú, Panamá y Cartagena en Nueva Granada. Debido a que
Panamá y Cartagena eran considerados puertos de tránsito, el Callao pasó a
ser el único puerto autorizado para comerciar en América, lo cual convirtió al
Virreinato del Perú en el centro comercial de las colonias Españolas en
América. Pero la preeminencia de ciertos puertos sobre otros, en este caso el
Callao con respecto al resto de América, hizo que el contrabando y la piratería,
actividades desarrolladas la primera por criollos y la segunda por corsarios
ingleses y holandeses en su mayoría, floreciesen, logrando erosionar lenta
pero inexorablemente el monopolio de los grandes puertos, hasta que en
1778 Carlos III decretó el libre comercio y el Callao perdió su posición de
ventaja frente a los otros puertos, posibilitando el surgimiento de los de
Montevideo, Buenos Aires o Guayaquil.
Al igual que en Nueva España, en el Perú se desarrollaron
los obrajes, actividades protoindustriales dedicados a la manufactura de
textiles e hilos de lana y algodón. A pesar de la existencia de
actividades de esta índole, no pudieron desarrollarse a causa del
estricto control monopólico que del comercio ejercía la metrópolis. Obraje

Durante el siglo XIX, época en la que se suceden los


distintos alzamientos independentistas a lo largo del continente, el
Virreinato del Perú se mantendrá como principal bastión de
los realistas, hasta su disolución, en 1824, tras la Batalla de Ayacucho. A pesar de
esto, el Perú será también testigo de los alzamientos de Tupac Amarú y Tupac
Katari, precedentes de la futura emancipación Latinoamericana.

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