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Transcripción de la Clase
Nuevo Marco Mental para la Comunicación
Política
¿Quién es ese que mantiene la calma, la estrategia y el rumbo de una campaña
política? Ese que hace que las cosas pasen, el que ayuda a superar los obstáculos,
el que siempre encuentra soluciones, el que marca el camino.
Luego pinté carteles y repartí volantes. Hablé puerta por puerta con la gente. Fui
dirigente político y legislador. Hablé en asambleas y mitines. Fui protagonista de
spots de televisión y de radio. Escribí columnas de prensa y dirigí audiciones
radiales. Fui opositor y también ocupé cargos de gobierno. Ataqué, fui atacado,
participé en debates y realicé propuestas. Por eso te digo que recorrí todos los
caminos de la política.
Aprendí, por cierto. Pero prediqué mucho en el desierto y estuve mucho tiempo
atrapado en esa comunicación seca y alejada de la gente.
Aprendí con maestros. Aprendí con libros. Aprendí cursando casi 5 años de
seminarios de psicología social, psicología de la comunicación, publicidad y
semiótica. Y aprendí de la práctica. En especial aprendí de los errores y de las
derrotas.
El I Ching puede ser usado como oráculo o también como libro de sabiduría.
Y si lo usas como oráculo sus respuestas no son las respuestas al uso en el mundo
occidental, esas que te dicen o pretenden decir lo que va a ocurrir. Por el
contrario, la respuesta del I Ching suele indicarte los posibles y diversos caminos
de acción que tienes por delante. Y te los explica, justamente, con sabiduría. Una
sabiduría que visualiza un universo en constante cambio, pero que cambia
siguiendo ciertas leyes y principios.
Pues bien, cuenta Jung que Richard Wilhelm fue un día a visitar un pueblo chino
que sufría una sequía muy prolongada. Todo el mundo estaba muy preocupado
ya que se había hecho de todo para acabar con ella. Rezos, hechizos,
magia…Todo lo habían intentado pero nada había funcionado. Lo único que
quedaba por hacer era llamar al hacedor de lluvia. Y así lo hicieron.
Richard le preguntó entonces qué era lo que había hecho. Y el hacedor de lluvia
le dijo que eso sí se lo podía explicar.
– Cuando llegué al pueblo, -dijo- vi rápidamente que todos estaban nerviosos y
descentrados. Yo mismo enfermé nada más bajarme del coche. Perdí de
inmediato mi equilibrio y mi armonía. Y tuve que estar totalmente solo y
apartado para volver a equilibrarme. Fue entonces, restablecida la armonía, que
llovió de manera natural.