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Cambiando la Verdad de Dios por una Mentira

(Romanos 1:25)

El peregrinaje espiritual de un hombre para encontrar la verdad


acerca de la homosexualidad y de las parejas homosexuales.

Por Jeremy Marks

Este libro está dedicado a todas las personas gay y lesbianas que han luchado
intensamente para comprender la verdad de Dios acerca de la homosexualidad y encontrar
una espacio de reconciliación entre su fe y su sexualidad.

Primera Publicación en 2008 por Courage UK

Traducción del Inglés al Español realizada por CEGLA (cristianos gay y lesbianas de Argentina)
autorizada por el autor.
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Nota del Autor sobre la Segunda Edición

La primera edición de este libro fue impresa en una pequeña tirada con motivo de la Conferencia de
Obispos Anglicanos del mes de Julio de 2008 donde se reunieron los obispos de todo el mundo para
adorar, estudiar, conversar y tratar diferentes temas de importancia (para mas información sobre este
evento visitar www.lambethconference.org)

A lo largo del año pasado esa primera edición se fue agotando gradualmente. Aunque podría haber
introducido sustanciales mejoras en el libro y aún re-escribirlo, lo cierto es que no quise embarcarme
en tal proyecto. Tampoco quise re-imprimir el manuscrito original sin antes efectuar algunos cambios
y correcciones necesarias que fui descubriendo. Al mismo tiempo quise tener en cuenta un número de
pequeños, pero muy útiles puntos que me señalaron algunos lectores de la primera edición. A fin de
que el libro siga estando disponible para todos aquellos que aún desean leerlo, estoy ahora
imprimiendo una segunda edición ligeramente editada de la primera.

Hasta aquí mi libro ha sido muy bien recibido por unas cuantas personas pero ampliamente ignorado
por aquellos para quienes en realidad fue escrito. Honestamente no puedo decir que eso me ha
sorprendido, pero me entristece bastante que no haya logrado proveer una base para la discusión del
tema de la homosexualidad en el contexto de algunos sectores conservadores. Lo que personalmente
quería decir a los Obispos evangélicos en la conferencia de Lambeth, lo mismo que a otros lideres
cristianos –en medio de la amenaza de cisma aún presente en nuestras iglesias- es que “(nosotros)
como cristianos evangélicos conservadores pusimos todo nuestro esfuerzo en hacer todo de
acuerdo a lo que nos encomendaron. Aceptamos todas sus instrucciones y pusimos en práctica
todos los principios bíblicos que nos impartieron. Y finalmente este fue el resultado de poner en
práctica en nuestras vidas como cristianos gay de todo lo que nos enseñaron.”

Mi intención era presentar un desafío – ¡que si la posición evangélica conservadora es verdaderamente


representativa de la perspectiva de Dios en la materia, entonces nosotros nos habíamos perdido algo!
¿Puede alguien traerme luz sobre esto? Lo cierto es que ha habido un silencio total de parte de los
sectores tradicionalistas. Algunos amigos conservadores que tuvieron la amabilidad de leer el libro
tendieron a justificarse mas o menos así: “Bueno, reconozco que existen algunos problemas con el
enfoque tradicional… pero ciertamente no podemos ir tan lejos teológicamente como tu lo has hecho”.
Aquellos que adhieren al enfoque conservador parecen no sentir mucha responsabilidad en lo que
respecta a este tema. Este libro es mi historia. Lo dejo en las manos de Dios.

Jeremy Marks,
Septiembre de 2009
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Lo que la gente está diciendo acerca de este libro

“Existe una clase de fuerza, una habilidad para ponerse de pie y decir la verdad, de ser penitente en
cuanto a lo que hay que arrepentirse y valiente en cuanto a lo que debe ser reafirmado y eso no tiene
que ver con un simple ejercicio, un fino intelecto o un estilo elegante, sino con una vida de lucha y
perseverancia que lo lleva a uno a hacer todo lo que puede y re-edificar a partir de bases firmes. Esta
es la fuerza que recibió el Apóstol Pedro después de haber pasado como el trigo por el tamiz, para
convertir y confirmar a sus discípulos. Es algo que se conoce cuando se lo ve, y yo lo veo aquí en la
historia de Jeremy. Usted puede ignorarlo, pero si elige leerlo encontrará que es muy difícil separar el
testimonio de este verdadero Pastor y la Roca sobre la cual se fundamenta su testimonio.”
James Alison, Teólogo, sacerdote católico y escritor.

“Si los evangélicos quisieran meditar honestamente acerca de los reclamos ex – gay, encontrarían
suficiente material en el testimonio de Jeremy Marks. Habiendo estado allí y habiendo hecho todo lo
que tenía que hacer, pudo ver con sus propios ojos el fracaso y la desesperación resultante de
promover promesas vacías de un `cambio´ que no existe. A pesar de sus buenas intenciones, aquellos
cristianos que fuerzan falsas promesas son crueles y eso se contradice con la esperanza que tenemos
en Cristo.”
Dr. Ralph Blair, Fundador de Evangelicals Concerned.

“Jeremy Marks fue testigo a lo largo de 20 años de trabajo con homosexuales cristianos de las
bendiciones que Dios les dio y que además pusieron al servicio de la iglesia. También fue testigo del
fracaso de los programas que intentan cambiar o reprimir la identidad sexual de una persona, y del
daño espiritual, emocional, mental y físico que estos programas pueden causar.

La historia de Jeremy está cimentada en las Escrituras, en un profundo auto- examen y en una apertura
intrépida y radical hacia Dios y hacia la verdad que nace de la experiencia. Jeremy transitó su propio
camino hacia la aceptación de su sexualidad. Nadie que lea este libro podrá dudar de la integridad de
su propia fe, del testimonio del amor creativo de Dios en la vida de muchos cristianos gay y lesbianas
y del Espíritu de Dios trabajando en la iglesia, desafiando los prejuicios y todo aquello que intenta
negar nuestra completa humanidad en Cristo.

¿Podrán los lectores de este libro tener el coraje de involucrarse con sus implicaciones y comprender
el testimonio de Jeremy a través de las conclusiones radicales alcanzadas por Courage? Espero y oro
para que sea así.”
Colin Coward. Director de Changing Attitude, Inglaterra.

La historia de Jeremy es una historia de coraje, experiencia pastoral, reflexión espiritual y pasión por
la verdad con el objetivo de compartir a Cristo con los que están heridos y alejados. No obstante ello,
muchos evangélicos se encontrarán con un libro desafiante e incómodo porque podremos no estar en
total acuerdo hacia donde Jeremy llegó en su camino de búsqueda de la verdad. Podremos ser
tentados a ignorar o rechazar su testimonio, pero si realmente nos interesa desarrollar una respuesta al
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estilo de Jesús con respecto a las personas homosexuales, necesitaremos leerlo buscando respuestas
alternativas a las cuestiones que presenta.
Andrew Goddard

“Este libro es tan oportuno como importante. Las consecuencias del movimiento ex –gay son muy
poco conocidas y mucho menos comprendidas. La fe y sabiduría de Jeremy Marks nos trae un
honesto informe de los supuestos y acciones de dicho movimiento. Nos muestra de que manera una
sexualidad humana sana puede conducir a una fe en Jesús mucho más profunda. Lo recomiendo”
Giles Goddard, Iglesia Inclusiva

“A lo largo de su ministerio Courage ministró el Evangelio a las personas homosexuales con amor,
compasión e integridad. Este honesto y oportuno relato de su historia, muestra como es posible
afirmar la homosexualidad en armonía con la fe cristiana tal como la recibieron en su momento,
abiertos al amor de Cristo y a la autoridad de las Escrituras. En su cambio de enfoque hacia las
personas gay y lesbianas, Courage hizo honor a su nombre mostrando un notable liderazgo poco
común en su búsqueda de Jesucristo, el Camino, la Verdad y la Vida. Deberíamos ser desafiados e
inspirados por su ejemplo.”
Rev. Benny Hazlehurst, fundador de Accepting Evangelicals.

“Jeremy ha hecho una importante contribución al debate de la homosexualidad presentando


argumentos movilizadotes que me llevaron a preguntarme ¿porqué nunca lo había pensado antes?”
Grahan Ingram, autor de “Out of the Shadows”

“Este valiente libro nos cuenta la historia de los ministerios ex –gay por dentro, exponiendo las
patologías secretas que tan a menudo se esconden detrás de la hostilidad religiosa hacia las parejas
homosexuales. Debería ser leído por todo líder cristiano y por todas aquellas personas que están
preocupadas por la actitud de la iglesia hacia la gente gay”
Jeffrey John, Decano de St. Albans

“Al relatarnos el conflicto entre su propia fe y su sexualidad con calidez y sabiduría, Jeremy Marks
nos revela los conflictos y las luchas de muchísimas personas que, a pesar de la homofobia y de una
forma de teología del miedo que ha paralizado gran parte de la iglesia, han elegido valientemente
caminar con integridad como cristianos -que además resultaron ser gay, lesbianas, bisexuales o
transgénero. Como alguien que personalmente logró sobrevivir 17 años reprimiendo su orientación
homosexual con la esperanza de cambiar, siento que el libro de Jeremy podrá ayudar a tantos otros
sobrevivientes ex –gay y a los amigos y familiares que los aman para que puedan comprender mejor
lo que nos hicimos a nosotros mismos (o lo que permitimos que otros nos hicieran) y porqué.”
Peterson Toscano, co-fundador de www.BeyondExGay.com
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Indice

Acerca del Autor Pág. 6


Introducción por el Dr. Roy Clements Pág. 7
Nota del Autor acerca de Romanos 1.25 Pág. 8
1 El poder sanador del amor Pág. 9
2 La importancia de la sumisión Pág. 12
3 Una fantasía intoxicante Pág. 14
4 Cambiando la verdad por una mentira Pág. 18
5 Cuando no queremos saber Pág. 20
6 ¿Cómo podría saberlo? Pág. 23
7 Ministerios sanadores “toco y me voy” Pág. 25
8 ¿Eres realmente tú? Pág. 28
9 Afecto problemático Pág. 29
10 Superando las adicciones Pág. 32
11 Castración espiritual Pág. 34
12 Pidiendo compasión Pág. 36
13 Fe en la fe Pág. 37
14 Sólo cumplir reglas Pág. 39
15 Santas traiciones Pág. 43
16 Buscar la santidad Pág. 46
17 Tesoros viejos y nuevos Pág. 49
18 Celibato por la fuerza Pág. 52
19 Motivos de esperanza Pág. 55
20 Perdiendo el equilibrio Pág. 58
21 Tomar la cruz Pág. 60
22 Evangelio socavado Pág. 62
23 El poder de los prejuicios Pág. 64
24 Fundamentos evangélicos Pág. 68
25 Un deseo cumplido Pág. 70
26 La lente de la sexualidad Pág. 72
27 De ahora en adelante Pág. 75
28 Pragmatismo bíblico Pág. 78
29 Autoridad para decidir Pág. 81
30 Dos árboles en el jardín Pág. 83
31 El camino a seguir Pág. 87
32 Atando algunos cabos sueltos Pág. 89

Palabras de mi esposa Pág. 92


Palabras Finales Pág. 96
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Acerca del Autor


Nacido en Londres, Inglaterra en 1952, Jeremy Marks, el mayor de tres hermanos, fue educado en la
Iglesia Anglicana, una tradición que Jeremy rechazó por un tiempo después de la hipocresía y
hostilidad que sufrieron sus padres en ocasión de su divorcio en el año 1968. Al descubrir su
homosexualidad alrededor de la edad de 13 años, pronto se le hizo evidente la hostilidad de la iglesia
hacia las personas gay y lesbianas. No obstante, encontró nuevamente su fe a la edad de 21 gracias el
testimonio de un compañero de escuela y fue bautizado como creyente en Cristo.

Los siguientes siete años los pasó en la Iglesia Bautista de Guildford donde disfrutó de la excepcional
exposición bíblica de su pastor, el Rev. J. David Pawson. Careciendo de experiencia en el
conocimiento de otras tradiciones cristianas, Jeremy no era consciente de los fundamentos tan
conservadores de su iglesia que ostentaba una profunda retórica antigay (aunque no precisamente
hostil hacia aquellos que tenían su “conducta bajo control”). Una de las mayores atracciones de esta
iglesia fue quizá el sentido de seguridad que la misma impartía a sus miembros donde la enseñanza
Bíblica de primera clase, la predicación del evangelio y el férreo compromiso con la verdad (como
certeza) eran sus pilares fundamentales. En un ambiente donde la aceptación de la homosexualidad
era vista como anatema, paradójicamente “sentíamos seguridad por contarnos entre aquellos
preparados para “crucificar su naturaleza pecaminosa” por amor a Cristo ¡haciendo de la homofobia
internalizada una virtud !”.

Después de tres años de entrenamiento vocacional en la escuela de arte, antes de seguir la carrera
profesional de arquitectura fotografica, trabajó durante 11 años en una empresa de publicidad donde
tenía que viajar por el interior del país fijando residencia en la ciudad de Watford. Allí se unió al
movimiento carismático que predicaba la sanidad de la homosexualidad, porque para Dios “nada es
imposible”. No obstante ello, después de varios años de recibir aconsejamiento, liberación, oraciones
de sanidad y psicoterapia secular, Jeremy no encontró alivio para sus intensos sentimientos de
soledad y para sus conflictos internos en torno a su sexualidad. Por el año 1986 descubrió los
ministerios “ex –gay” y aunque estos ministerios ofrecían en realidad más de lo mismo en cuanto a su
enfoque de la homosexualidad, le daban la posibilidad de sentirse acompañado por otros cristianos
gay que experimentaban las mismas luchas. Era un paso adelante que además le ayudaría a atemperar
sus sentimientos de aislamiento y soledad.

En 1987 se le presentó la oportunidad de visitar el ministerio Amor en Acción (Love in Action)


fundado por Frank Worthen en San Rafael, California, un ministerio que formaba parte de una iglesia
conocida como “La Puerta Abierta” (Church of the Open Door). Las casas de discipulado de Amor en
Acción ofrecían apoyo para aquellos cristianos homosexuales comprometidos con el proceso “ex –
gay”. Este ministerio se veía tan radical, excitante, innovador y bíblicamente sólido, que Jeremy dejó
su carrera de fotografía para entrenarse durante el período de cuatro meses.

En febrero de 1988 después de regresar a su hogar, fundó Courage (UK) bajo los auspicios de su
iglesia local (New Life Church Harrow) que más tarde llegó a convertirse en uno de los ministerios
líderes en la atención de lesbianas y gay cristianos comprometidos con el ideal ex –gay y junto con
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dedicado equipo de colaboradores comenzaron a ofrecer el curso denominado “Pasos para salir de la
homosexualidad” creado por el mismo Frank Worthen, con la posibilidad de residencia permanente
para todos los participantes.
Introducción

Un peregrino es alguien que hace de su viaje un acto de adoración y descubrimiento espiritual. Y esta
es la historia de un peregrino, no de una cruzada. Nuestro peregrino no tiene la ambición de
conseguir honor para si mismo como un soldado por la causa de Cristo, ni tampoco buscar
reconocimiento para institución u organización alguna. Absolutamente, las únicas batallas que quiso
pelear estaban dentro de él mismo. Porque este peregrino, Usted sabe, era gay.

Al principio y por bastante tiempo resistió aceptar este rótulo, creyendo que la homosexualidad era
una elección y no una identidad; una práctica pecaminosa y no una orientación innata. De hecho, en
el comienzo de su peregrinar, lo más importante era liberarse de sus tentaciones homosexuales. Con
el transcurrir del tiempo esta meta se fue haciendo cada vez más difícil de alcanzar al punto de
convertirse en una especie de ilusión que en lugar de conducirlo a un oasis lo fue llevando a un
desierto espiritual. Jeremy era gay, y por más oración y disciplina espiritual que procurara, nunca se
convertiría en un verdadero “ex –gay”.

En este punto algunos peregrinos habrían abandonado el viaje. Tal vez, como ocurrió con Caín los
homosexuales son catalogados como exiliados irredimibles por causa de su pecado. Tal vez como
ocurrió con Esaú, no podrán encontrar un lugar para el arrepentimiento por más que lo persigan con
lágrimas. Pero nuestro peregrino no quiso adherir a tal clase de apostasía. En el abismo del
abatimiento donde el cinismo, la desesperación y el rencor fácilmente lo hubiesen dominado, Jeremy
apostó a la fe, a la esperanza y al amor, que finalmente lo condujeron hacia un punto de inflexión, a
una nueva dirección y a un destino más satisfactorio.

Este libro es para mí la historia de este viaje. No es un recuento lógico o sistemático porque en
realidad el viaje mismo no lo permitió. Son muchas las cosas que influenciaron a nuestro peregrino a
lo largo de su serpenteado y a veces incierto itinerario: reflexión sobre textos bíblicos, encuentros con
otros peregrinos, distintas experiencias de vida, tanto positivas como negativas, y por encima de ello,
momentos de profunda meditación bajo la guía del Espíritu de Cristo; compartiendo ahora todo eso
con nosotros. Quienes llegan a este libro buscando una rigurosa apología teológica quedarán
desilusionados. Pero todos aquellos que deseen comprender las luchas de un gay cristiano se
encontrarán con un relato impactante y esclarecedor. El autor no pretende tener todas las respuestas,
pero a través de un largo camino de sacrificio y sufrimiento personal, al menos en mi opinión, ha
probado ser un sabio pastor, un varón honesto y un valioso peregrino.

Roy Clements
Londres, 2008
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Nota del Autor acerca de Romanos 1:25

Según mi convicción, no existe tal cosa como la verdad de Dios como algo diferente respecto de
cualquier otra “verdad” que no es de Dios. Desde el punto de vista cristiano, una doctrina o creencia
que pretende ser otra clase de verdad en oposición a la verdad de Dios es una falsedad. De ello se
desprende que cuando descubrimos algo que es verdadero, entonces hemos descubierto algo que es de
Dios, porque Dios es Verdad. De hecho, la verdad nos informa acerca de Dios. Tal como escribe San
Pablo en Romanos 1:19-20 … lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él
mismo se lo ha revelado. Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es
decir su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben a través de lo que él creó, de modo que nadie
tiene excusa.. Luego, de acuerdo a la Escritura, en primera instancia (es decir desde la Creación)
aprendemos al ver y conocer a Dios por nosotros mismos. Dios no comenzó entregándonos un libro
para que la humanidad, o sea nosotros, aprendiéramos de él.

Cuando Pablo escribe acerca de aquellos que cambiaron la verdad de Dios por una mentira, completa
la frase diciendo, adoraron y sirvieron a los seres creados antes que al Creador - quien es bendito
por siempre, Amén. Cambiar la verdad de Dios por una mentira es por lo tanto cambiar
intencionalmente nuestro foco, reemplazando a Dios nuestro Creador por cuestiones egoístas
puramente humanas. Como lo pone el verso 23 cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes…
Dado que la comprensión que como cristianos tenemos de Dios en el día de hoy comienza con el
estudio de las Escrituras para luego informarnos en una mayor extensión por la experiencia de nuestra
vida, la diferencia entre verdad y falsedad puede no ser inmediatamente obvia –especialmente para la
gente de convicciones religiosas.

Este libro es la historia de mi peregrinar como cristiano para descubrir la verdad de Dios acerca de la
homosexualidad y de las relaciones duraderas y comprometidas entre personas del mismo sexo. Este
peregrinar aún continúa…
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1. El poder Sanador del Amor

A principios de 1990 recibí el llamado telefónico de un pastor solicitando la ayuda de Courage para
un miembro de su congregación que había resultado ser gay. Para este pastor el asunto revestía tal
urgencia que estaba dispuesto a realizar un viaje de ida y vuelta de unos 500 km. para traer a su
miembro a la ciudad de Watford donde teníamos nuestro establecimiento de discipulado. El hombre
en cuestión –a quien llamaré Roberto- acababa de pasar por una serie de situaciones muy terribles y
emocionalmente desastrosas al punto tal que hasta había intentado quitarse la vida. Un profundo
conflicto interior, devastador por cierto para cualquier persona, aparecía subyacente en todos aquellos
eventos. Ante esa situación lógicamente el pastor se sintió impotente. Con la convicción de que la
oportunidad de enviar a Roberto a una institución especializada podría ayudar a resolver su problema,
decidió ponerlo inmediatamente en un tren hacia Watford. Pero nosotros nunca habíamos admitido a
alguien por el simple hecho de que nos lo mandaran. La gente sólo venía después decidirlo
libremente y en base a una esmerada consideración.

Desde el principio tuvimos claro que no estábamos preparados para trabajar con las cuestiones
emocionales y psicológicas con las que Roberto estaba luchando. Todo lo que podíamos ofrecer era
una cálida acogida dentro de una comunidad capaz de comprenderlo. Esto con suerte podría
brindarle un respiro respecto de la lista de desastres por las que había estado atravesando y ayudarle
un poco a recuperarse. Todas las personas necesitamos el apoyo de una comunidad de amor y
comprensión cuando pasamos por períodos difíciles en nuestras vidas. Pero sabíamos bien que en
última instancia nadie cambia a menos que realmente lo quiera. En cuanto a nosotros, nos
esforzábamos por ser familia de Dios y cuidar con esmero a cada uno de los que llegaban.

Después de su primera visita, en unas pocas semanas Roberto decidió venir y unirse a nosotros. Como
nuestro programa de Pasos para Salir de la Homosexualidad recomenzaba a partir del Año Nuevo, al
principio sólo podría disfrutar de unos tres meses de descanso con la idea de ir recuperándose. De
hecho Roberto se convirtió en una respuesta a nuestras oraciones. La computadora de Courage se
había roto con la consiguiente pérdida de toda nuestra base de datos. Cuando tratamos de acceder a los
discos de back-up nos dimos cuenta que todos ellos estaban corruptos y por consiguiente nos eran
inútiles. La llegada de Roberto nos encontró orando por alguien capaz de reconstruir nuestra base de
datos y el resultó ser la persona indicada ya que era muy habilidoso en ese área. Al tiempo que para
él resultaba ser una tarea terapéutica, para nosotros fue la respuesta a nuestras oraciones. Lo cierto es
que disfrutó mucho de esos tres primeros meses.

Pero cuando empezó con el programa de discipulado también comenzaron los problemas. Roberto era
una persona muy inteligente con muchos años de experiencia que había dirigido importantes empresas
y proyectos. Mientras creía conocer más que nosotros la mejor manera de dirigir nuestro ministerio,
nunca perdía oportunidad para tratar de ponernos en la dirección correcta. Algunas veces lo hacía con
un sentido del humor irónico y agudo pero en otras oportunidades con deliberada mordacidad.

Al final de aquel año, aunque en mi corazón entendía que Dios deseaba que siguiera estando con
nosotros –y conste que siempre creí en la importancia de confiar y obedecer- el problema con Roberto
estaba sobrepasando mis propios límites, de modo que ya no podía esperar a que finalizara el año para
pedirle que se marchara. Creo que no había manera de persuadirme para proceder de otro modo. Y
en ese momento, para mi sorpresa y sin que yo lo hubiese provocado, Roberto se presentó en mi
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oficina reconociendo que nos había ocasionado muchos problemas y pidiendo disculpas. Me dijo que
aunque en realidad quería irse, sentía que Dios le estaba señalando lo contrario. Estando de acuerdo
con ello, me sentí algo más aliviado. A partir de ese momento Roberto se mostró un poco más contrito
al punto que las cosas por un tiempo anduvieron bastante mejor. Pero luego de seis meses nos dimos
cuenta que definitivamente había llegado el momento de su partida. Creíamos que hasta allí Dios
había hecho lo necesario en la vida de Roberto que ahora estaba regresando a su casa.

Al principio seguimos en contacto con él, pero como a menudo sucede en la vida, poco a poco lo
fuimos viendo cada vez menos. Unos cinco años después nos enteramos que nuevamente había
intentado terminar con su vida sin lograr su cometido despertando nuevamente al mundo en la
unidad de cuidados intensivos de un hospital. Según mi opinión, las circunstancias en las que fue
descubierto y llevado al hospital fueron singularmente milagrosas. Roberto puede no haber querido
estar más en esta tierra, sin embargo Dios le estaba mostrando que aún no había llegado su tiempo de
partir. Los médicos dijeron que la sobredosis que tomó había sido tan grande que difícilmente podría
llegar a estar en condiciones de trabajar nuevamente. Durante su convalecencia, lo visité tantas
veces como pude para brindarle apoyo y para tratar de comprender las razones por las cuales había
llegado a estar tan traumatizado.

Por aquel entonces estaba naciendo Internet y los correos electrónicos. Roberto seguía siendo un
experto aficionado a la informática y como tenía muy poco para hacer, pasaba casi todo su tiempo
frente a la computadora. Transcurridos algunos meses, un día me llamó por teléfono exultante de
júbilo para contarme que había conocido a alguien on-line y que estaba enamorado. Teniendo en
cuenta que Roberto había sido una persona convencida de que la homosexualidad era algo así como
un veneno de inspiración diabólica, me sorprendió mucho descubrir que el amor de su vida fuese ahora
un hombre. En unos pocos meses la relación fue prosperando y un día nuevamente me llamó para
contarme que se estaba mudando a otra parte del país donde los dos habían decidido vivir juntos.
Después de eso, perdí contacto con el por el término de unos diez años. De hecho cuando quise
solicitar su permiso para relatar su historia en este libro me tomó bastante tiempo localizarlo. En la
actualidad Roberto sigue viviendo con la misma persona con quien además emprendió un negocio y
les va muy bien. Al año de estar juntos, su salud se había recuperado totalmente desafiando todos los
pronósticos médicos.

La historia de Roberto es una dentro de tantas otras que podría contar. La misma demuestra
poderosamente que cuando la gente se puede aceptar y reconciliar con quien es, y puede permitirse
disfrutar de una relación de compromiso y amor mutuo, tiene lugar una profunda sanidad, mucho
más efectiva que la que cualquier ministerio ex –gay que conozco puede dar.

Siempre deseé que Courage pudiese producir esa clase de resultados en términos de heterosexualidad.
Pero al hallar el amor en una relación homosexual, Roberto no sólo encontró la sanidad que tanto
necesitaba sino que además se dio cuenta que ahora podía disfrutar de la vida y vivirla en plenitud.
Su experiencia trajo también sanidad a nuestra relación. Cuando una persona está en conflicto consigo
misma no es raro que también esté en guerra con aquellos que le rodean haciendo que la convivencia
se torne muy difícil. En el momento más oscuro de su vida, Roberto pudo descubrir que todas sus
estrategias para vivir de acuerdo a lo que creía ser la voluntad de Dios - al igual que las nuestras-
fueron inútiles. Pudo llegar a comprender que Dios lo amaba incondicionalmente y que lo aceptaba tal
como era –es decir como un varón homosexual. Recién allí encontró el camino que lo condujo a la
sanidad y a la plenitud.
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No hay mayor desafío para nuestras presuposiciones que ser testigo de algún evento real cuyos
resultados son contrarios a nuestras expectativas. Jesús demostró la autoridad de su llamado vez tras
vez por medio de milagros de sanidades que persuadían a sus seguidores para escucharle, comprender
quien realmente era, enfrentar los grandes desafíos de su mensaje y ser transformados por él. Algunos
de sus seguidores terminaron dispuestos a morir por él, y otros hasta desearon matar por él. Con
frecuencia la verdad tiene esa tendencia a dividir más que a unir. La siguiente es la interpretación de
Eugene Peterson sobre el pasaje de Juan 10 donde la gente forcejeaba para responder a lo que había
visto:

Jesús dijo “Yo sólo estoy citando vuestras Escrituras inspiradas, donde Dios dijo:´Yo he declarado
Dioses son´. Si Dios llamó dioses a vuestros antepasados –Y las Escrituras no mienten- ¿porqué
gritan ¡blasfemo! ¡blasfemo! a Aquel único que el Padre consagró y envió a este mundo, sólo
porque dije ´Yo soy el Hijo de Dios´? Si no hago las obras que hace mi Padre, entonces no me crean.
Pero si las estoy haciendo, pongan por un momento de lado lo que me escucharon decir acerca de mi
mismo y tomen como evidencia las acciones que están delante de vuestros ojos. Entonces quizá
podrán ver mas claradamente y comprender que no sólo estamos haciendo las mismas cosas, sino
que también somos la misma cosa –Padre e Hijo; El está en mi y yo estoy en El.” (Juan 10:34-38, El
Mensaje)
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2. La Importancia de la Sumisión

Este libro cuenta la historia de cómo el trabajo que comencé –un ministerio cristiano evangélico
tradicional llamado Courage – llegó a cambiar radicalmente su enfoque hacia la atención pastoral de
cristianos gays, lesbianas y bisexuales1. Sin embargo, aquello fue en realidad mucho más que un
cambio de enfoque. Es la historia de un grupo de cristinos que se dieron cuenta de que Dios nos
llama a algo más que el arrepentimiento y la sumisión obediente a una lista de reglas. Al seguir a
Cristo, Dios nos insta a ser imitadores de aquel que adoramos (Efesios 5:1-2), un llamado que
implica un proceso de transformación a todo nivel. Y todos aquellos que se embarcan en este
peregrinar tienen Buenas Nuevas para compartir con la humanidad entera –las noticias más grandes
que uno pueda imaginar y la causa más importante por la cual uno pueda regocijarse-.

Courage fue fundado en 1988 bajo los auspicios de mi iglesia local2. El ministerio tenía por objetivo
dar apoyo a personas homosexuales (como yo) que se encontraban muy solas e incomprendidas por
sus propias iglesias. Habiendo luchado contra mis atracciones homosexuales durante más de veinte
años, sabía muy bien que había escasa ayuda disponible y muy poca esperanza que ofrecer.

Todos nosotros éramos cristianos evangélicos conservadores que compartíamos el punto de vista de
que la unión de un hombre con una mujer satisfacía el propósito de Dios para la humanidad. El
matrimonio junto con la familia eran los bloques esenciales para la construcción de una sociedad
estable. Creíamos que la orientación homosexual era contraria a la creación de Dios y que la práctica
de la homosexualidad en todas sus formas era pecaminosa. Tomábamos la creencia popularmente
estereotipada del “estilo de vida gay” como indicativo del colapso moral de la sociedad. Nuestro
énfasis estaba centrado en desarrollar una relación personal con Cristo por sobre todas las cosas y en
apoyarnos los unos a los otros en nuestro diario peregrinar. Si la homosexualidad era un signo de
rebelión contra Dios (Romanos 1:18-32) luego la restauración de nuestra relación con el Creador sería
el remedio indicado para evitar la tentación de desviarnos.

Comenzamos ofreciendo atención pastoral a través de grupos semanales orientados a cristianos


evangélicos que estaban luchando con la homosexualidad y en el término de un año estuvimos en
condiciones de ofrecer además un curso prolongado con residencia permanente que denominamos
Pasos para Salir de la homosexualidad. Se trataba de un excelente programa de discipulado
desarrollado por Frank Worthen de Amor en Acción 3 perteneciente a Exodus International - una
coalición de ministerios “ex gay”- cuya base se encuentra en San Rafael, California. Durante el año

1
No he incluido específicamente a las personas transgénero junto con los cristianos lesbianas, gays y bisexuales porque su
situación suscita cuestiones complejas sobre las cueles no tengo la suficiente experiencia aunque les apoyo y siento
empatía por ellas. Tanto las personas gays como las transgénero sufren similar persecución y son víctima de los prejuicios
que nacen de la ignorancia. Pero teológicamente estas cuestiones no pueden compararse tan directamente como en
principio pareciera. A modo de ejemplo, me he encontrado con algunos líderes cristianos evangélicos que
paradójicamente rechazan taxativamente la homosexualidad pero que encuentran menor dificultad en aceptar las cirugías
de reasignación de sexo, una situación que también se da entre algunos musulmanes: Irán por ejemplo acostumbra a
ejecutar a personas homosexuales mientras al mismo tiempo realiza más operaciones de reasignación de sexo que
cualquier otro país del mundo después de Tailandia de acuerdo con un documental recientemente emitido por la cadena de
televisión inglesa BBC el 25 de Febrero de 2008. Esto genera cuestiones teológicas que están por encima del alcance de
este libro.
2
Conocida por ese entonces como la Iglesia Nueva Vida de Harrow.
3
El ministerio Amor en Acción (Love in Action) fundado por Frank Worthen en el que participé y recibí entrenamiento
ahora se conoce como New Hope: www.newhope123.org.
13

1987 fui personalmente entrenado con Frank y su esposa Anita quien generosamente nos permitió usar
su programa con el deseo de comenzar un ministerio similar en el Reino Unido. El programa era
bueno para cualquier cristiano. Su contenido no se centraba en la homosexualidad sino en conocer a
Cristo y cada aspecto del mismo ofrecía una enseñanza básica muy útil para todo aquel que estuviere
interesado en seguir a Jesús.

Nuestro objetivo en primera instancia consistía en animar y brindar apoyo a las personas
homosexuales para vivir una vida célibe. El principio rector podía resumirse en la sentencia de
Oswald Chambers: la profundidad de la sumisión es equiparable a la altura de la victoria. El
remedio para alguien que caía sexualmente estaba en el arrepentimiento y en la sumisión de su vida a
Dios todas las veces que fuere necesario. Desafortunadamente esta estrategia no contemplaba
ninguna posibilidad de re-evaluar nuestra comprensión de la naturaleza humana desde la perspectiva
del Dios de toda gracia. Tampoco había posibilidad de re-examinar ningún aspecto de la enseñanza
bíblica. Todos nosotros creíamos que ciertas verdades fueron establecidas por Dios para todos los
tiempos y que por lo tanto eran inamovibles; esta forma de entender las escrituras fue un sello
distintivo de todos los cristianos evangélicos que conocí. Lo cierto es que muchos de nosotros
encontrábamos una gran sensación de seguridad en ese enfoque. Nunca se nos había ocurrido pensar
que nuestra lectura de la Biblia podía estar profundamente coloreada por nuestro propio contexto
cultural y nuestra propia visión del mundo. Solíamos acusar a los grupos liberales de escoger
aquellos textos que les eran convenientes sin percatarnos de que nosotros estábamos haciendo lo
mismo, confundiendo además nuestras limitadas percepciones acerca de determinados hechos
incontrovertibles.

Procurábamos ir más allá del simple arrepentimiento buscando una manera de ser libres de la
orientación homosexual, creyendo que con una vida de discipulado cristiano dentro de una comunidad
de contención y a través de la oración, eso sería posible. Nuestro involucramiento con el movimiento
carismático nos ayudaba a albergar esa esperanza de sanidad. Habíamos sido muy influenciados por
Andy Comiskey, fundador de los ministerios Desert Streams y autor del programa de Living Waters
(Aguas Vivas); Mario Bergner de Redeemed Lives (Vidas Redimidas) y autor de Poniendo el Amor en
Orden (Setting Love in Order); y Leanne Payne de los ministerios Care Ministries (de Atención
Pastoral) autor de la Imagen Rota (Broken Image) y muchos otros libros.
14

3. Una Fantasía Intoxicante

El movimiento carismático produjo en su momento un impacto muy positivo en las iglesias


evangélicas logrando renovar la fe de muchos cristianos. Aún más, permitió que muchos creyentes
comunes contribuyeran con sus dones a la vida de la iglesia en lugar de centralizar todo en los
pastores a través de una nueva percepción donde los creyentes se sentían incluidos y tenidos en
cuenta. En nuestro caso, también fuimos motivados por la expectativa de un avivamiento con la
esperanza de ser partícipes de un derramamiento del Espíritu Santo similar el de los tiempos del
Nuevo Testamento, con muchos milagros y el poder de Dios manifestándose de manera asombrosa
anunciando el retorno de Jesús y el final de esta Era. Ninguno de nosotros quería perderse el
avivamiento que estaba por venir mientras tuviésemos fe suficiente y estuviésemos preparados
para ello.
Desde una perspectiva amplia, pensábamos que en las manos de Dios –para quien nada es imposible
(Mateo 19:26) nos sería posible dejar de ser homosexuales.

Desde el momento mismo en que comencé el ministerio de Courage acompañado por un dedicado
grupo de colaboradores, tuvimos que hacer frente a numerosos obstáculos. Sin embargo nuestra fe y
optimismo fueron tales que no nos permitimos bajar los brazos ante ningún desafío, persuadidos de
que estábamos obrando según la voluntad de Dios. Después de todo, la Biblia nos mostraba que la
vida cristiana no era fácil y que las pruebas eran enviadas por Dios para que las superásemos de
manera que no nos podíamos permitir ser vencidos por ellas.

Según mi comprensión, la vida cristiana debía ser una vida de obediencia y castidad. No estaba
particularmente seguro acerca de la pobreza –aunque sí de la sobriedad- pues de cierto modo veíamos
la pobreza como algo vergonzoso. La provisión de todas las cosas que necesitábamos era una promesa
de Dios sobre la cual sencillamente teníamos que creer (Lucas 12:22-34). Más aún, creíamos que
Dios nos proveería de todo –con una gran generosidad de espíritu- del mismo modo que creíamos que
podía transformar nuestra sexualidad. Pero con el correr de los años, nuestra firme convicción -de
que Dios nos proveería al menos de un modesto nivel de prosperidad junto con una profunda
transformación de nuestra sexualidad – resultó estar lejos de la realidad. Mirando hacia atrás ahora
comprendemos que Dios tenía algo diferente para nosotros.

Una de las primeras señales de que algo salía mal, proviene de los primeros años de Courage y tuvo
que ver con el área financiera. Nuestro contador un día me increpó acerca del modo en se gastaba el
dinero y yo le respondí que aún así, según nuestra fe debíamos honrar a Dios dando la décima parte
de nuestros ingresos a la iglesia. Por cierto el diezmo era por aquellos días un signo muy fuerte de
nuestro compromiso con Dios. El corolario de ese principio era que Dios proveería generosamente a
todas nuestras necesidades (Malaquias 3:10)

Traed los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré bendición sobre vosotros hasta que
sobreabunde.

El contador nos increpó en forma categórica: “Ustedes no están honrando a nadie porque son
insolventes”. Pero yo no podía aprobar ese cuestionamiento; por otra parte el hombre no era
creyente.
15

Nuestro deber delante de Dios –según lo entendíamos, era Esperar en el Señor tal como nos insta el
Salmista, para ver la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes (Salmo 27:13) ¿Cómo podíamos
dudar de la guía del Espíritu Santo, si estábamos basados en las enseñanzas de la Biblia? Estábamos
resueltos a seguir el ejemplo del Apóstol Pedro cuando en ocasión de ser arrestado por predicar el
evangelio y obligado a no hacerlo más, replicó: “Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres” (Hechos 5:29). Hacer menos que eso nos traería más bien juicio en lugar de bendición.

Cuando puede darme cuenta que la advertencia del contador podía haber venido de Dios, ya era
demasiado tarde como para recuperarnos financieramente. Desde el momento en que comenzamos a
invertir todo lo que teníamos en el ministerio, vivimos luchando al borde del colapso financiero, así
que el devorador de todos modos llegó igual (Malaquías 3:11). Por supuesto que siguiendo la
dirección de Dios pensábamos que todo finalmente no podía salir mal, pero después de años de
presión financiera hasta llegar al punto de perder nuestro hogar, no pude dejar de pensar que esta
humillación personal fue resultado de mi tonta osadía, o de mi total estupidez. El compromiso con
un principio, no debería ser una excusa ante el fracaso en invertir sabiamente el dinero, aún cuando ese
principio fuese en apariencia bíblico.

La idea de vivir en un mundo donde Dios más o menos nos garantizaba el éxito en todas las cosas,
por más que actuáramos bíblicamente y confiásemos en él, fue en realidad una fantasía adictiva e
intoxicante. A pesar de esto, aquellos años resultaron ser muy excitantes, disfrutando de un tremendo
sentido de propósito y de comunidad. Habíamos creado un espacio seguro donde la gente podía ser
totalmente abierta y honesta, trayendo a la luz todos los aspectos vergonzosos de sus vidas que habían
ocultado durante largo tiempo. Creíamos que nuestras luchas por superar la atracción homosexual,
finalmente darían resultado. Habiendo rechazado con firmeza toda posibilidad de seguir el estilo
del mundo, sentíamos que era posible permanecer con nuestras cabezas bien en alto y confiados en
que teníamos un lugar en el nuevo reino de Dios ¡y que no nos avergonzaríamos más en nuestros
corazones porque finalmente habíamos triunfado!

Para muchos de quienes participaron en nuestros programas de discipulado las consecuencias en el


largo plazo fueron muy deprimentes y en algunos casos literalmente desastrosas. Lo cierto es que
en el largo plazo, todos fuimos poderosamente dañados. Nuestra estrategia, en parte inspirada por
las fervientes expectativas carismáticas, probó ser espiritualmente desastrosa. Como resultado no
pocos se apartaron totalmente de la fe y en el aspecto financiero también fue terrible, ya que varios
de nosotros perdimos todo lo que teníamos.

Las consecuencias morales fueron además muy graves. Ahora veo claramente que aquella demanda
para seguir una perspectiva bíblica fundamentalista rehusando escuchar lo que el sentido de la
intuición nos decía que es correcto, fue abusiva y moralmente indefendible.
Cuando celebramos los diez años de Courage en el verano de 1998 con un servicio especial en
Londres, ya estaba comenzando a experimentar serias dudas sobre la dirección que tomaría el
ministerio en los siguientes diez años. La tasa de deserción de parte de aquellos que estuvieron con
nosotros había sido alarmante. Lo que le sucedió a Roberto me carcomía hasta los huesos solo de
pensar en las posibles consecuencias de nuestro ministerio en las vidas de otros que no conocía. Todo
esto me llevó a arrodillarme delante de Dios en oración con un nivel de urgencia que antes jamás
había experimentado.
16

Mis certezas se desmoronaron cuando comencé a notar que aquellos principios cristianos tan sólidos
en los que creíamos, en la práctica resultaron ser inútiles. Lo que descubrí desafió mi forma de
manejar el dinero, mi perspectiva de la moral sexual, el principio de la inerrancia bíblica y muchos
otros aspectos de la enseñanza cristiana evangélica. ¡Habíamos estado tan seguros de que
comprendíamos los principios del Reino de Dios, tanto como lo que Dios esperaba de nosotros! Pero
en realidad era muy poco lo que sabíamos.

Cuando uno trata con personas que se sienten seguras de estar en lo correcto, especialmente cuando
se basan en la palabra de Dios, es casi imposible convencerlas de que pueden estar equivocadas. Las
palabras de Pablo en 1 Corintios 6:11 resuenan en mi mente: y esto erais algunos de vosotros.
Afortunadamente las lecciones tan duras y humillantes que tuvimos que aprender durante aquellos
años ablandaron nuestros corazones enseñándonos sabiduría y una mejor comprensión de los
caminos de Dios. Cambiar la verdad por una mentira –o una fantasía- no conduce a otra cosa más que
a la ruina.

El aspecto redentivo del camino que estábamos emprendiendo, pasaba por el hecho de que en realidad
buscábamos a Dios con todo nuestro corazón y de una manera nueva y profunda. Pude descubrir más
acerca del lado humano de Jesús – el Dios encarnado, hecho hombre, habitando entre nosotros en la
carne- el Jesús que nos muestra una manera nueva de vivir, antes que una lista de mandamientos que
cumplir. Pude descubrir que Jesús nos revela los valores del reino de Dios dejando obsoleto el código
escrito (Hebreos 6:8-13). En el reino de los cielos, la compasión alimenta a los hambrientos, ofrece
agua a los sedientos, invita los extraños, viste a los que están desnudos y visita a los enfermos o a los
que están presos (Mateo 25:31-46). Pretender ascender a niveles morales más elevados negando al
mismo tiempo lo que es verdad por un conjunto de (supuestos) principios bíblicos o por una ideología,
sólo puede atraernos juicio y de la clase más severa.

James Alison recibió:

Ideología es lo que uno tiene cuando no tiene fe. Cuando uno no es consciente de que existe otro mas
grande que nosotros, que nos sostiene a todos en sus manos cuando estamos en situaciones difíciles y
que nos da seguridad que hay lugar para nosotros, que podemos estar equivocados y que podemos
aprender a corregir nuestros errores; cuando no somos conscientes de eso, uno siente miedo al
desacuerdo y necesita producir consenso en cuanto a opinión e ideología a fin de que todos
piensen igual.

Esta es la señal clásica de la gente que tiene una compulsión por la certeza, una compulsión por
tener la razón, una compulsión por ser considerada una buena persona, y que por ello se toma de
falsas certezas, de una empeñada rectitud, de un sentido mezquino de comunidad. Si reaccionamos
de esta manera, significa que nuestra ancla no está puesta en la roca que está más allá del velo. Si
lo estuviera, aceptaríamos que podemos estar equivocados, juntos trataríamos de aprender y
comprenderíamos además que nuestra lucha por saber que es lo correcto es parte del proceso mismo
de aprendizaje. En efecto, nuestra fe en la bondad y honradez del Creador revelada por Jesús,
preparado para sufrir el castigo y la muerte en nuestro lugar tiene como directa consecuencia la
creencia de que podemos llegar a conocer lo que es verdadero a través de la razón4.

4
James Alison, San Francisco, Febrero de 2006, ¿ Es Ético Ser Católico? Para mayor información acerca de las obras de
James Alison consultar en el sitio Web de Courage o en www.jamesalison.co.uk
17

Como resultado de las duras lecciones que tuve que aprender a lo largo de los años, yo también llegué
a la conclusión de que la certeza en realidad es lo opuesto a la fe. Si uno está absolutamente seguro de
lo que es justo y verdadero, entonces la fe se hace inútil y hasta dejamos de sentir la necesidad de
relacionarnos con el Dios vivo. La certeza religiosa viene a ser una forma de idolatría cuyo fruto es
la vergüenza y la ignominia de sus adherentes. La única certeza de la que nos podemos asir, es la
seguridad en la gracia de Dios, en su favor y en su bondad hacia todos aquellos que se vuelven a él y
de su presencia entre nosotros.
18

4. Cambiando la verdad por una mentira

En el primer capítulo de su carta a los Romanos, San Pablo describe a personas que, en las
apetencias de sus corazones fueron entregadas por Dios a una impureza sexual tal que deshonraron
entre sí sus propios cuerpos. Ellos cambiaron la verdad de Dios por una mentira, rindiendo culto y
sirviendo a las criaturas antes que al Creador. (Romanos 1:24-25)

La mayor parte de mi vida, lo mismo que sucede hoy con muchos amigos cristianos evangélicos con
quienes comparto la fe, creí que este pasaje de la Biblia expresaba la palabra de Dios sobre la
homosexualidad y el consiguiente estilo de vida gay. Como cristianos provenientes de trasfondos
conservadores, interpretábamos que algunas estadísticas ampliamente difundidas sobre promiscuidad y
enfermedades sexuales eran una clara evidencia en cuanto a la veracidad de la palabra de Dios.

En nuestro desconocimiento de la realidad, pasábamos por alto el hecho de que una minoría
perseguida, muy raramente es capaz de establecer y sostener un standard elevado de conducta moral.
Se trata de personas que son condenadas simplemente por ser quienes son, cualquier cosa que
hagan. Como alguien observó alguna vez, la historia es recordada a través del punto de vista y la
interpretación de los vencedores, no de los vencidos.

En una oportunidad, mi buen amigo, el pastor luterano Maris Sants, hizo un par de observaciones que
quedarían fijadas en mi mente para siempre. Habiendo sido criado bajo un régimen comunista
represor, observó que cuando un sujeto social es completamente tabú –como fueron los cristianos bajo
el comunismo, o las personas homosexuales hasta tiempos recientes- resulta casi imposible adquirir
una cabal comprensión de su realidad. No existe lenguaje alguno entre familiares y amigos a través
del cual puedan llegar a comprenderlos. Cuando el testimonio de nuestra fe cristiana nos pone fuera
de la ley y la predicación del evangelio se convierte en un delito ¿Cómo puede uno entender su fe sin
la cobertura y apoyo de la iglesia? Cuando alguien es marginalizado por la sociedad por causa de su
fe o por su orientación sexual, inexorablemente se convierte en un exilado.

En los tiempos en que la homosexualidad era considerada una actividad criminal (tal como sucedió en
el Reino Unidos hasta el año 1967) no existía manera de hablar abiertamente del asunto libre de
temores como para llegar a entender la propia orientación sexual de uno mismo. Entonces, cómo
podría uno tratar con tales atracciones de una manera sana cuando estaba tan presionado, que
solamente podía relacionarse con otras personas de la misma orientación en lo secreto, dejando esa
parte de la vida oculta para el resto de la sociedad. Eso sin lugar a dudas conduce a la destrucción de
la autoestima y de todo vestigio de respeto por uno mismo. Por lo tanto, ¿Cómo puede uno
desarrollar una comprensión de su responsabilidad moral como persona, cuando un secreto esencial
que guarda para protegerse, constituye irremediablemente un obstáculo insuperable.

En su ignorancia sobre la realidad de la gente gay, ministerios como La Voz Cristiana del Reino Unido
publican estadísticas con la finalidad de demostrar la alarmante promiscuidad de los varones gay y la
alta incidencia de enfermedad y muerte dentro de su comunidad. En su autodenominado rol de
“profetas de la nación”, declaran que el matrimonio heterosexual o en su defecto el celibato conforman
la regla de Dios para todos nosotros, advirtiéndonos sobre las consecuencias de abandonar la verdad5 -

5
Por ejemplo el deprimente libro de Stephen Green El Callejón Sin Salida del Sexo disponible en
www.christianvoice.org.uk
19

según su manera de ver. En la misma dirección, el Instituto Cristiano publica las últimas tendencias en
políticas de gobierno, sugiriendo que el gobierno Británico amenaza la libertad religiosa tratando de
“forzar los derechos homosexuales en las iglesias”6. Todos ellos ignoran completamente el hecho de
que las iglesias han forzado durante siglos su propia agenda sobre la vida de las personas
homosexuales, sin tomar conciencia del daño que han ocasionado.

Por supuesto que existen muchísimas parejas gay que han vivido por años en relaciones estables y
comprometidas, lo cual incluye parejas formadas por cristianos profesos, evangélicos y también
líderes de iglesias. Estas parejas son raramente vistas en los bares gay, clubes o saunas. Ellas no
suelen tener problemas mentales o problemas de salud sexual que los hagan aparecer en las
estadísticas y registros médicos. Como resultado de la extraordinaria hostilidad que sufren de parte de
la iglesia y de la sociedad, estas parejas han aprendido a vivir su vida y su amor muy discretamente.
Por ese motivo es casi imposible producir estadísticas sobre esa clase de vida gay caracterizada por el
amor, el compromiso y la fidelidad, ya que la mayoría de esas personas no exponen los detalles
personales de sus relaciones al escrutinio público. Se trata de personas que viven sus vidas como
ciudadanos ordinarios, es decir como cualquier otra persona honorable tendiendo casi naturalmente a
evitar la atención pública.

6
La página Web del Instituto Cristiano (Christian Institute) es www.christian.org.uk
20

5. Cuando no queremos saber

Educado como un niño varón, blanco, inglés y de clase media, mis padres fueron siempre muy
estrictos respecto de la importancia de decir la verdad. Sin dudarlo responderían con una fuerte
reprimenda ante la menor sospecha de que yo, o mis hermanas, estuviésemos diciendo una mentira.

No obstante a medida que fui creciendo, comencé a ver que no todas las personas tienen el mismo
respeto por la verdad. Por cierto me indignó bastante saber que los adultos que yo admiraba, en la
vida diaria a menudo se guiaban por el principio de la conveniencia. Lo que en ocasiones
comenzaba como una expresión de tacto o consideración hacia los sentimientos de los demás, de
repente podía dar origen a complejas distorsiones de la verdad. Para mi consternación, como
adolescente comencé a valorar la observación de Sir Walter Scott que tan elocuentemente expresaba,
¡Que complicada red terminamos tejiendo cuando practicamos el engaño!

En la vida diaria, cuestiones políticas e ideológicas tienen mucho poder para torcer el deseo que tiene
la gente de manejar la verdad en forma íntegra. De igual modo, ambiciones y objetivos personales
suelen llevarnos fácilmente a economizar la verdad en la conducción de nuestros negocios, carreras,
ministerios cristianos y otras áreas de la vida. Me he dado cuenta que existen verdades que son
inconvenientes, aunque la mayoría de la gente prefiere no hablar de ello. “Mejor no saberlo”
observaba satíricamente mi padre cuando me explicaba la manera en que la gente evita enfrentar
algunas responsabilidades dándole la espalda a la verdad.

Con el correr de los años me di cuenta que hasta los cristianos evangélicos como yo, que clamaban
tener una alta estima por la verdad, “no desean saber” aquellas cosas que no se acomodan a su punto
de vista teológico. Ellos no desean saber que muchas parejas entre personas del mismo sexo
comprometidas en forma estable y amorosa pueden estar cimentadas en la convicción personal de
que esas relaciones son también aprobadas por Dios. Ésta por ejemplo es una “verdad
inconveniente”. Nosotros preferíamos creer en aquellas estadísticas horribles “que ponían en
evidencia la mentira de la homosexualidad” porque las mismas apoyaban nuestro punto de vista de
que la homosexualidad era algo malo y contrario al orden creado por Dios. Los homosexuales deben
arrepentirse de su “estilo de vida” y reconocer la verdad de Dios –de que fuimos creados varón y
hembra- para ser heterosexuales y que los “valores tradicionales de la familia” son el sello distintivo
del reino de Dios. Tal como un obispo me dijo en una oportunidad, “¿si la homosexualidad no es
inmoral, como puedes definir entonces la inmoralidad?”

Por extensión, la existencia de parejas homosexuales vendría a ser entonces una parodia del plan de
la creación de Dios, y por lo tanto todos aquellos que persiguen esta clase de relaciones estarían siendo
engañados. Este era el mensaje de la Biblia tal como yo lo entendía. Así me habían enseñado a leer la
Biblia en la iglesia en la cual crecí. (Aunque es apropiado señalar que los “valores tradicionales de la
familia” tal como lo entendemos en la actualidad, no fueron precisamente el tema de la enseñanza de
Jesús.)

En mi adolescencia, cuando comencé a experimentar atracciones homosexuales, inevitablemente


asumí que estaba sucediendo algo muy terrible conmigo. Por temor a que me pudiera estar engañando
a mi mismo, jamás me animé a confiar en mi propio juicio o intuición acerca del asunto, sino que
procuraba buscar el asesoramiento de otros a quienes consideraba mejores que yo para formar mis
21

propias ideas y comprensión. Así fue que me convertí en el epítome de quien quiere agradar a los
demás en todo, como una especie de intento desesperado para ser aceptado por la sociedad y por la
iglesia.

La verdad era lo que enseñaban otras personas que sabían más que yo; la verdad era lo que enseñaba
la Biblia. Nosotros, como pecadores podíamos ser fácilmente engañados si mediaba algún interés
personal para ver ciertas cosas de una manera favorable a nuestra propia conveniencia. Por eso era
necesario tener una alta estima por la verdad.

La justicia enaltece a una nación, enseña Proverbios 14-34


más el pecado deshonra a todos los pueblos

Por eso, este libro es en gran parte una confesión. Es la historia de lo que nos pasa cuando dudamos
tanto de nosotros mismos que vivimos nuestras vidas de acuerdo a la comprensión y a las reglas de
otros, rehusándonos a reconocer la verdad acerca de nosotros mismos. Tal como pude llegar a
descubrir, el otro modo de vivir –el modo de Cristo- es aquel que nos trae libertad para ser todo lo
que Dios quiere que seamos. Porque el modo de Cristo nos lleva a una mayor dependencia de El y
nos fuerza a renunciar a la comodidad de aferrarnos a certezas conocidas. Emprender este camino,
junto a tantos otros cristianos gay con quienes ya veníamos andando, nos significó tener que renunciar
a la posibilidad de mantener una buena reputación a los ojos de otros y perder toda esperanza de ser
vistos por ellos como personas normales. Tuve que aprender a renunciar al anhelo de que
comprendieran la verdad acerca de Dios y de la vida cristiana tal como yo ahora la podía entender.

La verdad, del modo que la estoy comprendiendo, es infinitamente más grande que cualquier otra
cosa que pueda explicar, mucho más compleja que cualquier otra cosa que pueda comprender y
tremendamente más maravillosa de lo que mi mente finita puede imaginar. En Cristo, sólo Dios
merece verdadera adoración. Y he tenido que aprender que vivir como un discípulo de Cristo por
encima de todo significa vivir con integridad. Como primera cosa tengo que aceptar la verdad acerca
de mi mismo. Y como cristianos, descubrir que somos gay implica estar dispuestos a enfrentar la
verdad acerca de nosotros tal como es. Como Shakespeare escribió:

Esto por encima de todo: si eres veraz contigo mismo, -como la noche sigue al día,
entonces no puedes ser falso con los demás.

¿Cómo podemos comenzar a conocer la verdad de Dios si negamos lo que en forma práctica e intuitiva
sabemos que es verdad acerca de nosotros mismos? ¿Cómo podemos conducirnos en nuestro camino
por la vida cuando el mismo está obstruido por medias verdades y mentiras poderosas que pueden
destruirnos tan fácilmente?

Nuestro Dios revelado por Jesucristo es quizá más popularmente conocido como el Dios que es Amor,
pero probablemente menos conocido y mucho menos popular como el Dios de humildad.

Como leemos en Filipenses 2:5-7

La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien siendo por naturaleza Dios, no
consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse. Por lo contario, se rebajó voluntariamente,
tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos.
22

Y como San Pablo nos dice,

Desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su
naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.
(Romanos 1:20)

No reconocer lo que es verdad acerca de ti mismo por miedo a la opinión de los demás es una receta
que te conduce a la auto-decepción e inevitablemente te lleva a un callejón sin salida. Más aún,
cuando no tienes confianza en tu propio juicio sobre las cosas y cuando personas bien intencionadas te
instan a “creer la verdad” de que Dios te hizo heterosexual y rechazar “la mentira” de que eres gay,
entonces la manera que te ves a ti mismo se vuelve profundamente peligrosa y distorsionada, al punto
que hasta comienzas a sentir que te estás volviendo esquizofrénico.

Cuando uno pone la vista en otros para formar sus ideas y comprensión acerca de una cosa resulta
muy difícil discernir la diferencia entre lo que es real y lo que simplemente son ideas que recibimos
acerca de cómo las cosas deberían ser. Esta es la forma en que operan los lavados de cerebro.

En un fascinante informe elaborado por un equipo de médicos, enfermeras y religiosos que


recientemente descubrí, titulado Barro y Estrellas, sus autores remarcan que:

La esencia del pecado es “otras personas diciéndome quien soy y yo creyéndoles”. El choque entre
las imágenes inauténticas de mi mismo son sólo una negación de la irreductible originalidad de mi
propio ser y por lo tanto una ofensa a Dios. En este sentido, el pecado está relacionado con la idea
de enfermedad. Porque creer en una mentira y actuar en consecuencia, ya sea inconscientemente o
persiguiendo un noble motivo, sólo puede producir eso.

La humildad de Cristo nos abre la puerta para encontrar una salida. Y al final, ¿que importa lo que
puedan pensar los demás acerca de nosotros?
23

6. ¿Cómo podría haber sido?

Siendo yo un joven cristiano que luchaba contra mi orientación homosexual, un amigo cercano -el
mismo que antes me había llevado a Cristo- me presentó a una iglesia local donde llegué a aprender
mucho a través de la enseñanza bíblica excelentemente expuesta por su pastor. Cuando por primera
vez pude contarle a mi amigo sobre mis luchas, me contestó en un tono grave: “bien,… tu sabes que
es lo que la Biblia dice acerca de eso”. Pero tiempo después mi amigo se encontró con un joven gay
cristiano profeso que vivía con su pareja también varón. En realidad mi amigo no sabía como tratar
el asunto, pero intuitivamente sintió que había algo bueno en esa relación. Enterado de mis propias
luchas, decidió presentármelos. Howard y David fueron maravillosos en su respuesta. Se tomaron el
tiempo para explicarme las luchas por las que habían atravesado y cómo finalmente pudieron
comprender que Dios los amaba tal como eran. Más aún, ellos creían que Dios los había unido en
respuesta a sus oraciones. En el día de hoy, Howard y David todavía siguen juntos luego de más de
treinta años. En ningún momento intentaron persuadirme respecto de su punto de vista, sino que
simplemente compartieron su propia historia en respuesta a las muchas preguntas que yo tenía para
hacerles. En aquel tiempo, teniendo yo veinticinco años hubiese querido seguir los pasos de ellos,
pero el temor a engañarme a mi mismo fue tan grande que no pude lograrlo. Tuve miedo perder a
mis amigos de la iglesia pensando que probablemente iba a ser excomulgado. Además tenía temor a
arruinar mi carrera, ya que trabajaba para una empresa de publicidad muy conservadora. Y no tenía
idea de cómo reaccionarían mis padres –si se enojarían o se sentirían avergonzados; tampoco tenía la
suficiente confianza de conseguir una relación similar para mi mismo. Absolutamente nadie había a
mi lado para acompañarme en el proceso de cambio.

De haber existido algún hermano en la fe heterosexual que me hubiese dicho “me parece que Howard
y David no están errados, si decides seguir el mismo camino, yo te voy a apoyar”, probablemente lo
hubiera hecho. Pero no había nadie. Todos aquellos que conocía, tenían una posición muy clara al
respecto. Esa aventura de encontrarme con una pareja de cristianos gay – para los creyentes de mi
iglesia, una contradicción- podía ser una treta de Satanás de la que debía huir a fin de evitar sus
terribles consecuencias eternas.

Perteneciendo a una iglesia que predicaba acerca de un Dios santo cuya ira contra los pecadores había
sido saciada por la muerte de Cristo –quien amaba a los pecadores arrepentidos pero que al mismo
tiempo advertía sobre los temibles peligros de la condenación eterna para quienes habían elegido el
camino del engaño- constantemente se me recordaba acerca de las elecciones que debía realizar. Yo
creía que el amor de Dios estaba disponible para todos los que se arrepentían y le obedecían, y que un
terrible juicio le esperaba a aquellos que eran rebeldes. Las palabras del Apocalipsis me tenían
cautivo:

Dichosos los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol de la vida y para poder entrar por las puertas de
la ciudad. Pero afuera se quedarán los perros, los que practican las artes mágicas, los que cometen
inmoralidades sexuales, los asesinos, los idólatras, y todos los que aman y practican la mentira. (Apocalipsis
22:14-15)

Junto con mis hermanos en la fe, entendíamos que los perros era un eufemismo de los “sodomitas” y
por supuesto yo no podría arriesgarme a ser engañado. La alegría que me trajo encontrarme con esa
pareja de homosexuales cristianos, muy pronto se apagó y la sensación de oscuridad y depresión que
por años había experimentado volvieron a aparecer. Según mi forma de ver esta era la cruz que tenía
24

que llevar –el precio inevitable de hacer lo correcto. Cuando años después le escribí a David
cotándole con entusiasmo que había descubierto los ministerios “ex –gay”, en su respuesta el
hombre obviamente no pudo ocultar su preocupación.

En un extraordinario giro de eventos, cuando necesité a alguien con disponibilidad de tiempo para la
edición de este libro, la persona indicada fue precisamente David, quien acaba de retirarse después de
trabajar en un ministerio cristiano de tiempo completo.

Por aquellos tiempos, el conocido tema de Frank Sinatra A Mi Manera, se había convertido en un gran
regalo para los predicadores. Muchos de ellos no perdían oportunidad para declarar que esas
palabras resumían el estilo de vida arrogante y pecaminoso de la gente que no reconocía su necesidad
de Dios ni aceptaba su soberanía. Mientras que “la manera” del mundo para la gente como yo era
vivir la vida gay, la manera de los cristianos “que luchaban para superar la tentación homosexual” era
vivir en el camino de Dios, perseverando contra el pecado.

En lo que respecta a presentar el desafío del evangelio para vivir una vida transformada, la idea era
perfectamente válida, pero distorsionada en su aplicación a la homosexualidad. En sus deseo de buscar
el camino de Dios, los predicadores usualmente fallan en reconocer la sutil tentación que los lleva a
perseguir una forma puritana de enaltecimiento personal que es una forma más de engañarnos a
nosotros mismos. Esta es la razón por la que San Pablo concluyó su argumento iniciado en
Romanos 1 del siguiente modo:

Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otro, te
condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas. 7

7
Romanos 2:1 James Alison hizo una brillante exposición de Romanos 1 pocos años atrás en una reunión de Courage la
cual está disponible en nuestra página Web y también en su reciente libro Undergoing God publicado por DLT.
25

7. Ministerios sanadores “toco y me voy”.

Todos los miembros de Courage proveníamos de iglesias en las que se creía que la homosexualidad
se estaba esparciendo cada día más y que eso era un signo del inminente colapso moral que estaba
teniendo lugar en la civilización occidental. No tomábamos en cuenta el hecho de que la
homosexualidad estuvo presente en la sociedad humana desde su comienzo. Su ocultamiento, por
causa del estigma social, no era prueba de su inexistencia. Tampoco sabíamos que la homosexualidad
se halla ampliamente difundida en el reino animal8. Simplemente asumíamos que era antinatural.
Pero nuestra perspectiva era cultural y religiosa, no científica o biológica.

Desde nuestro punto de vista era totalmente inconcebible que pudiéramos llegar a aceptar la práctica
homosexual. Un puñado de textos bíblicos apoyaban nuestra perspectiva –Levítico 18:22; 20:13;
Romanos 1:26-27; 1Corintios 6:9 y 1Timoteo 1:9-11. Creíamos que la intimación sexual estaba
reservada exclusivamente para el matrimonio heterosexual y que las parejas del mismo sexo
consumadas sexualmente eran algo impensable para los cristianos. La enseñanza de las iglesias estaba
impregnada con la idea de que el deseo homosexual era un signo de la decadencia del plan original de
Dios establecido en la creación y que la práctica de la homosexualidad ponía de manifiesto la rebelión
del hombre contra Dios.

Sin embargo, nuestra propia experiencia nos mostraba que las personas homosexuales no son
responsables de elegir voluntariamente su orientación. Por el contrario, si se nos hubiera dado la
posibilidad de elegir, muy pocos hubiésemos optado por ser gay. ¿Quien querría ser visto como un
pervertido sexual por la familia, los amigos y los compañeros de trabajo? Conociendo por experiencia
propia lo penoso que esto resulta -especialmente para los cristianos homosexuales- sentí que había
sido llamado al ministerio pastoral de Courage con la convicción de que el Evangelio también ofrecía
esperanza para aquellas personas, con la condición de que buscaran a Dios con todas sus fuerzas y
siguieran a Cristo como Señor de sus vidas.

La estricta abstinencia sexual no era una alternativa bien acogida por la mayoría de los jóvenes
homosexuales, ya sea varones o mujeres. Por consiguiente, muchos de nosotros buscábamos
convertirnos en heterosexuales –como supuestamente Dios quería que fuésemos- con la esperanza de
casarnos. En Courage creíamos que esto sólo podía ocurrir si lo deseábamos de todo corazón.
Nunca buscamos ayudar a alguien que no estuviera convencido de su necesidad de cambiar. Debían
llegar a nosotros con esa esperanza si en realidad querían formar parte de nuestro ministerio.

Creo que nunca esperamos ser testigos de sanaciones extraordinarias, aunque nos hubiese gustado
que sucedieran. Quizá eso era indicativo de nuestra deficiente autoestima y del temor de que Dios
solo bendeciría a aquellos mejores que nosotros. Pero nuestra esperanza y expectativa eran
singularmente elevadas por los testimonios de sanidad que escuchábamos en las grandes conferencias
y encuentros cristianos, tales como las Semanas Bíblicas que se realizaban en el Reino Unido. Como
el caso de la mujer hemorrágica (Lucas 8:43-48), esperábamos ser sanados mientras nos
mezclábamos entre la multitud para tocar a Jesús y luego escabullirnos sin que nadie lo notase.

8
Ver por ejemplo a Bruce Bagemihl, Biological Exuberance, Profile Books 1999
26

Nuestra falta de comprensión de la homosexualidad nos llevaba a desestimar la orientación sexual


como si fuera un asunto menor sobre el cual Dios podía actuar muy fácilmente. En consecuencia,
muchos de nosotros nos convertimos en una especie de adictos a las conferencias participando de
todos los eventos que nos fuera posible. La posibilidad de encontrar algún poderoso ministerio de
sanación con liderazgos internacionales se tornó casi adictiva. Las iglesias de hoy tienen el poder
económico y la tecnología, necesarios para crear una atmósfera increíble con una gran sensación de
teatralidad ofreciendo un canal a través del cual el Espíritu Santo es invitado a hacerse presente. Y
si el Espíritu Santo no aprovecha la oportunidad, de todos modos nos volvemos a casa muy
satisfechos habiendo disfrutado de un tremendo festival de alabanza y adoración.

En esa clase de atmósfera tan cargada, las expectativas de los fieles se encienden hasta lo sumo. El
estilo más común de invitación –predicado por los líderes carismáticos en los momentos de mayor
fervor, en tonos suaves y melosos, - podría ser más o menos así:

¿Tu realmente deseas TODO lo que Dios tiene preparado para ti?
¿Sabes que Dios está anhelando sanarte?
¿Estas verdaderamente abierto para recibir TODO lo que Dios tiene para ti?

Si es así, sólo tienes que dar un paso de fe. Acércate al frente…


Nuestro equipo ministerial te esta esperando listo para orar por ti.

Vez tras vez pasábamos al frente para recibir la oración de sanidad. Deseábamos con todo nuestro
corazón poder dar el testimonio de que “Dios ha hecho algo maravilloso en mi vida”.
Nuestra frágil autoestima jamás fue beneficiada por el hecho de encontrarnos entre los que nunca
fuimos sanados.

Sin lugar a dudas, valorábamos a los hermanos en la fe que nos recibían como pecadores arrepentidos
llenos de gozo y que genuinamente querían que nuestro sufrimiento llegara a su fin. El apoyo que
recibíamos de nuestros pares era por si mismo gratificante. En última instancia nos conformábamos
con pensar que lo nuestro se trataba de “un proceso en el que íbamos siendo sanados gradualmente ”,
una estrategia ésta que nos mantenía seguros dentro de nuestra perspectiva teológica para no darnos
por vencidos en nuestra lucha.

Estoy seguro de que los predicadores eran sinceros y que su intención no era la de manipularnos.
Pero el contraste entre los relatos del ministerio de sanaciones de Jesús tal como lo encontramos en el
Nuevo Testamento y lo que nosotros veíamos en las conferencias carismáticas realmente me
preocupaba. Las obras de sanación de Jesús, nunca fueron cuestionadas en cuanto a que quizá no
habían ocurrido. Por el contrario, los ciegos recuperaban la vista, los cojos caminaban y los muertos
eran resucitados. Ni aún los más acérrimos enemigos de Jesús sugirieron algo menos que eso. Por el
contrario sus enemigos solían irritarse por causa de la efectividad del ministerio de sanidad de Jesús
porque los avergonzaba al poner en evidencia su falta de compasión restándoles toda autoridad.

En contraste con ello, mientras disfrutábamos de las palabras tan inspiradas y elocuentes de los
predicadores, teníamos que esforzarnos para persuadirnos de que al menos algo significativo había
pasado en términos de sanación real y duradera; pero mirando en retrospectiva, lo cierto es que
nada sucedía. Claro que no estoy sugiriendo que los milagros nunca suceden; por el contrario, tuve la
oportunidad de comprobar varios casos genuinos. Pero no parece que éstos suceden a pedido, y
27

menos cuando queremos que nuestras vidas “encajen” en un determinado patrón social con el fin de
amoldarnos a personas que tomamos como referentes para imitar.

Resumiendo, resulta inevitable pensar que ese estilo de prédicas es en cierto modo un engaño a la
confianza y la fe de la gente. Por supuesto que nadie pretende que sea así. Los predicadores
itinerantes raramente tienen la oportunidad de comprobar en el largo plazo los resultados de las
promesas que tan fácilmente hacen en el nombre de Dios. La única evidencia de éxito que necesitan,
son los reclamos de sanidades que la gente realiza en el momento mismo en que supuestamente
ocurren. Tenía la sensación de que esos ministerios eran del tipo “toco y me voy!, dejando a los
pastores como yo para que luego se encargasen de la gente que quedaba tendida por allí.

En los comienzos de mi ministerio, después de la visita a Londres de un popular conferencista de los


Estados Unidos especializado en “sanación de homosexuales”, recibí el llamado de un joven con un
testimonio muy fuerte de haber sido sanado de la homosexualidad. El joven se había hecho muy
vulnerable durante el proceso. Unas semanas después se acercó devastado: “fui sanado en la
conferencia tal y tal (el nombre es omitido)” reclamaba “pero ahora me enamoré de un muchacho y no
se que hacer”. Lo único que pude hacer fue prestarle oídos en su desesperación y orar por él. Yo no
poseía el carisma de aquel sanador. El hombre finalmente perdió su fe y se alejó de nuestro
ministerio. Penosamente supe de muchas historias similares a lo largo de los años. Es muy duro
tratar con desilusiones de esa clase. Y peor aún escuchar a quienes tiran línea menospreciando esas
historias con expresiones tales como “el muchacho no se había entregado verdaderamente a Jesús” o
“por estos días, la gente joven no sabe lo que significa sufrir por Cristo”.
28

8. ¿Eres realmente tu?

Mucho mas convincente para mí fue el testimonio que conocí en la conferencia anual del ministerio
norteamericano Evangelicals Concerned9 donde tuve la oportunidad de escuchar una canción
increíblemente movilizadora titulada ¿Eres realmente tu? compuesta por Marsha Stevens de Balm
Ministries10. La canción estaba inspirada en la historia de un talentoso joven que había dado lo mejor
de su vida a la iglesia como líder de jóvenes, líder de adoración y varios otros servicios más.

Como resultado de una lucha no resuelta para superar su homosexualidad, hubo momentos en los que
este hombre llegó a comprometer su ministerio por algunas caídas en pecado que ocurrieron
mientras servía en la iglesia por lo que fue removido de sus responsabilidades. Vez tras vez pasaba al
frente por la oración de sanidad en cada conferencia a la que podía asistir respondiendo al llamado de
los predicadores para ser libre de la homosexualidad. Sin resultados, abrumado por la depresión y la
sensación de fracaso, fue perdiendo toda esperanza para su vida como cristiano.

Muy preocupado por su situación, un buen amigo logró persuadirlo para asistir a una nueva
conferencia a cargo de un conocido predicador que había llegado a la ciudad. No bien comenzó la
sección de alabanza, el joven sintió renacer las viajas emociones, reafirmando su anhelo de servir a
Dios y no defraudarlo más. Pero cuando llegó el momento del llamado, el clamor de su corazón hacia
Dios fue “¿eres el Dios real esta vez? … ya no puedo desilusionarme más”

En ese instante, sintió la voz de Dios hablando amorosamente a sus oídos, “hijo, cada vez que me
buscaste, era realmente yo quien estaba ahí. Lo que esta vez tienes que preguntarte es si eres
realmente tu quien está aquí” El muchacho fue capaz de darse cuenta de que en el pasado siempre
había pedido oración sobre la base de que era inaceptable ante Dios. Siempre había pasado adelante
pidiendo que Dios lo convirtiera en otra persona. Ahora pudo comprender que no era eso lo que
Dios quería hacer con él.

En el pasado se retiraba de esas reuniones con una gran sensación de amargura pensando que la
mano sanadora de Dios lo había pasado por alto. Pero ahora, por primera vez en su vida, se dio cuenta
de que Dios nunca quiso que fuera de otra manera sino que era aceptable así tal como era. Una vez
que comprendió esta verdad, fue definitivamente libre para alabar y servir a Dios con todo su corazón
como un varón gay.

En esa conferencia de Evangelicals Concerned, esta historia, tanto como la canción que inspiró
componer, me llevaron a experimentar un momento de profunda revelación sumamente sanadora. Mi
propia esperanza en Dios estaba siendo renovada.

9
Para mayor información sobre este ministerio y su director, el Dr. Ralph Blair, visitar los sitios Web www.ecinc.org y
www.ecwr.org
10
Ver www.balmministries.net
29

9. Afecto Problemático

Mirando hacia atrás, cuando veíamos el asunto de la misma manera que lo hacía este joven, teníamos
la convicción de que el cambio o la sanidad podía conseguirse con una vida de continuo
arrepentimiento, una devota sumisión a Cristo y una determinada voluntad de tratar con las
cuestiones personales mas profundas. Nuestra comprensión estaba mayormente basada en las teorías
de la psicóloga Elizabeth Moberly11. En tal sentido, creíamos que la homosexualidad se originaba
como consecuencia de un déficit en el vínculo normal que debe producirse entre las personas del
mismo sexo, en la falta de modelos del sexo opuesto durante la infancia y en la necesitad de recibir
una clase de amor incondicional. Por lo tanto pensábamos que un vínculo terapéutico, no sexual con
una persona del mismo sexo dentro de la comunidad cristiana podría ayudar al homosexual a madurar
y convertirse en un adulto heterosexual y probablemente llegar al matrimonio. En su momento, estos
argumentos nos parecían muy convincentes y como resultado muchas personas veían nuestro
ministerio con beneplácito reconociendo que había una gran necesidad de atención pastoral.
Lamentablemente había muy pocos hombres heterosexuales en la iglesia disponibles para responder
afectivamente y ayudar a despertar una sana masculinidad heterosexual en los varones cristianos gay.
Las mujeres estaban por lo general más dispuestas para prestar ayuda.

Eso de vez en cuando nos trajo algunas situaciones incómodas e inesperadas. Los varones del
programa estuvieron siempre bien dispuestos, sensibles, inteligentes y artísticos. Las mujeres solteras
eran naturalmente precavidas. Las personas con quienes los varones se relacionaron más
estrechamente eran mujeres pertenecientes a la iglesia -una especie de madres sustitutas. Fue muy
fácil ver como esas relaciones satisfacían las necesidades de ambas partes. Los varones gay
encontraban oídos comprensivos dispuestos a escucharlos mientras que las mujeres encontraban el
afecto de un joven muchas veces apuesto. Esta oportunidad se presentaba al menos como una buena
razón para orar juntos con la ilusión de que esas relaciones resultaban seguras para ambas partes.
Después de todo el varón era homosexual y la mujer estaba casada. Lo cierto es que las mujeres
buscaban satisfacer ciertas necesidades emocionales que sus maridos probablemente desconocían y
eran incapaces de cumplir. Los varones encontraban consuelo con alguien que podía entender su
soledad y ser cómplice de su propia homofobia internalizada. Ambos coincidían en que la
homosexualidad era una desviación que necesitaba ser corregida. Algunos de los problemas
pastorales suscitados por estas relaciones, bastante intensos por cierto, nos encontraron
desprevenidos.

Hubo también en nuestra congregación algunas mujeres bien intencionadas con la voluntad de
casarse con un ex –gay. Enamoradas de un “hombre amoroso que solamente tenía un pequeño
problema con su sexualidad” –que para Dios no era demasiado difícil de resolver- creían que el amor
sincero y genuino que tenían por su prometido podía cambiarlo trayendo la sanidad que seguramente
Dios quería para su vida. Todas ellas estaban preocupadas por el bien de sus compañeros. Sin
embargo, para el gay que desea ser “normal”, dichas circunstancias pueden ser muy estresantes pues
se siente presionado para ser visto por los demás como que ya está “curado” o al menos redimido
como para resistir la tentación de caer.
En el mejor de los casos, fomentar el casamiento de un varón gay con una mujer heterosexual es una
ingenuidad que puede causar un terrible sufrimiento a ambas partes. Muchísimos pastores y

11
Ver Elizabeth Moberly, “Homosexuality: A New Christian Ethic”, James Clarke & Co, Cambridge,
30

consejeros cristianos desinformados todavía parecen creer que todo lo que un hombre necesita para
poner en orden su vida es una buena mujer.

Cuando los pastores alientan esta clase de matrimonios ponen de manifiesto una lamentable
indiferencia con respecto a los resultados que se pueden producir en el largo plazo. ¿Cuántos pastores
estarían contentos de que su propia hija se case con un ex – gay profeso? Ante tal situación, ¿tendrían
la certeza de que el hombre ha sido realmente sanado y que la homosexualidad no reaparecerá en
algún momento?. Muchas historias ponen en evidencia las numerosas “recaídas” que se producen
dentro de los ministerios ex – gay que no son para nada tranquilizadoras.

Algunos elementos presentes en la narrativa de la creación pueden ser de utilidad para comprender
este asunto. En Génesis 3:16 aprendemos que desde los tiempos de la caída la mujer sufrirá dolores
de parto y aún así sentirá deseo por su marido (presumiblemente los escritores bíblicos pensaron que
era superfluo decir que los varones seguirían sintiendo deseos por sus mujeres). Quizá por eso tantos
pastores asumen que cualquier clase de relación heterosexual se puede entender como buen sexo, y
más aún cuando tiene lugar dentro del matrimonio. Lo asombroso es que después de sufrir dolores de
parto la mujer todavía siente deseo por su marido. Un signo increíble del poder que tiene el amor para
superar el sufrimiento. Pero si la mujer desea a su esposo a pesar de semejante costo, lo menos que
puede esperar de él es que un deseo recíproco. Descubrir que el marido la desea poco o que
literalmente no la desea, es sin lugar a dudas es un trago amargo de beber. Y la noticia más
devastadora que la esposa puede recibir luego de estar casados por un tiempo es descubrir que su
marido preferiría estar con un hombre.

Dependencia Emocional:

Otro aspecto de afectividad problemática entre los miembros de nuestro programa residencial fue un
fenómeno que denominamos “dependencia emocional”. Con la escasez de hombres heterosexuales
dispuestos a establecer vínculos afectivos no sexuales para ayudar a los varones gay, la necesidad fue
hasta cierto punto satisfecha por defecto dentro de nuestra comunidad. La calidez y mutuo afecto que
se compartía en nuestro establecimiento fue quizá uno de los aspectos más atractivos del programa
dentro de un mundo anti-homosexual. Varios de nuestros miembros que nunca habían tenido una
experiencia sexual con otro hombre, no tenían mayores dificultades en mantener los límites dentro de
ese nivel de afecto. Pero la oportunidad de orar juntos, tomarse de las manos o pasar los brazos sobre
los hombros dentro del grupo, podía a veces dar lugar a un vínculo afectivo demasiado fuerte. Podía
parecer algo inocente pues lícitamente no estaban teniendo ninguna clase de sexo, simplemente
estaban orando juntos, pero el temor siempre presente de que si “caían” sexualmente serían separados
por los líderes, en realidad era signo de que podían producirse dependencias emocionales muy fuertes.
Las separaciones forzadas, como necesaria disciplina, eran espantosamente dolorosas y mucho más
problemáticas que las propias caídas sexuales.

Años después, cuando comprendimos la legitimidad de las parejas comprometidas entre creyentes del
mismo sexo, me di cuenta de la fragilidad de esas dependencias emocionales que no eran duraderas.
Como sagazmente observó una amiga, ante la posibilidad de una separación forzosa como
consecuencia de una caída sexual, aquellas personas que se sienten desesperadas por alguna clase de
reconocimiento o de afecto mutuo tienden a vincularse emocionalmente de una forma posesiva y
31

enfermiza. Pero una vez afirmada la legitimidad de una relación homosexual ya no era necesario
aferrarse irracionalmente a una relación que recién comienza12.

12
Me siento en deuda con Jeanette Howard por esta inspiración (autora de Fuera de Egipto, Dejando el Lesbianismo Atrás
y Hacia la Tierra Prometida)
32

10. Superando las Adicciones

No todos los varones gay de nuestro programa Pasos para Salir de la Homosexualidad habían llevado
una vida de castidad. Varios de ellos habían vivido una doble vida que finalmente los llevó a
convertirse en adictos a la promiscuidad sexual, a menudo en la forma de encuentros anónimos con
diferentes personas. La práctica del sexo rápido en baños públicos -por ejemplo- no les era
desconocida. Los cursos de discipulado con residencia permanente parecieron ser la oportunidad
ideal para romper con esa clase de adicciones ya que ofrecíamos prácticamente 24 horas de
acompañamiento. Además había mucha apertura y honestidad lo cual permitía que la gente no ocultara
sus intensas luchas. Podían admitir sus contactos sexuales recibiendo comprensión, apoyo y oración
por sus adicciones. Aún así no tuvimos un éxito real en romper los patrones de adicción a pesar de
nuestros esfuerzos para mantenerlos bajo control.

Uno de ellos fue el caso de Martín, que había sido una persona muy respetada como líder cristiano y
que se había casado –ostensiblemente muy feliz. El y su esposa realmente se amaban el uno al otro.
Aún así, su conducta homosexual adictiva los llevó a un punto crítico por lo cual Martín terminó
uniéndose a nuestro programa. Su esposa aceptó separarse por el término de un año para que estuviese
con nosotros con la esperanza de que su matrimonio fuese restaurado. Un ambiente compasivo,
alejado de los lugares de tentación seguramente le daría la oportunidad de comenzar de nuevo.

Martín no fue un miembro problemático sino muy consiente, considerado y dispuesto a colaborar en
todo lo que se le pedía. Aún así, después de un tiempo, sus viejos hábitos comenzaron a aparecer
nuevamente. Habiendo descubierto los lugares de encuentro, comenzó a frecuentarlos y su adicción
sexual resurgió con gran ímpetu. Siempre confesaba sus caídas pero luego de intentar todas las
estrategias de los ministerios ex -gays que nos eran conocidas ya no sabíamos que más hacer para
ayudarlo.

Hasta la traumática experiencia de un asalto muy violento probó ser insuficiente para disuadirlo. Una
mañana llegó tembloroso a mi oficina con su rostro cubierto de sangre al punto que tuve que llevarlo
inmediatamente al hospital para curar sus heridas. Se había encontrado con un hombre que parecía
interesado en tener sexo con él, pero en esa ocasión, Martín había confundido las señales. Después de
llevarlo a un lugar apartado este hombre procedió a golpearlo ferozmente. Martín era una persona
alta y muy sólida pero no estaba preparado para pelear, ni siquiera para defenderse. No obstante lo
terrible de este evento, sólo produjo una pausa temporaria en su desesperante adicción.

Cuando llegamos al final de nuestro programa, todos nosotros éramos conscientes de que habíamos
fracasado completamente en ayudarlo. De hecho no nos sorprendió enterarnos de de que su
matrimonio había llegado a su fin. La visita de un ministro ex –gay desde los Estados Unidos tampoco
ayudó en nada. Este líder, después de decirle a la mujer de Martín que había tenido mucho gusto en
volverla a ver, le manifestó descaradamente que “lamentablemente se había casado con un perro”.
Por supuesto la esposa de Martín quedó devastada.

Eso me trajo a la memoria las palabras de Jesús en Mateo 12.36 donde dice que en el día del juicio
vamos a tener que dar cuenta de cada palabra ociosa que hayamos pronunciado. Personalmente no
creo que sean las palabras en si mismas las que nos traigan el juicio de Dios, sino más bien el hecho de
que nuestras palabras ponen de manifiesto lo que verdaderamente hay en nuestros corazones.
33

Para mi, la historia de Martín fue una más entre tantas otras dentro del movimiento ex –gay que
ponían de manifiesto donde habíamos realmente puesto nuestra fe: en la modificación de una
conducta exterior por medio de la imposición de una fuerte disciplina y control personal a través del
miedo y la vergüenza-. Este era el recurso con que contábamos. En realidad nos estábamos
engañando a nosotros mismos pensando que estábamos poniendo nuestra confianza en la gracia de
Dios.

Uno o dos años después, me enteré que Martín había conocido a otro gay cristiano de quien se había
enamorado. Por un tiempo fue increíblemente hostil y áspero con nosotros ya que ahora veía nuestro
ministerio como muy peligroso y abusivo. Años después, cuando pude conversar con él me enteré
que desde que se enamoró, su adicción desapareció casi inmediatamente. Según me explicó nunca
había conocido lo que realmente significa ser amado o ser libre para expresar el amor que sentía por la
otra persona que tanto lo amaba y se preocupaba por él. Por su puesto que Martín había amado mucho
a su esposa, pero en esos momentos nosotros no podíamos aceptar su incapacidad para tener una
relación matrimonial normal. Es cierto que pudo experimentar mucho amor y atención de parte de
nuestra comunidad, pero el mensaje sutil subyacente era el mismo que había conocido en otros
círculos cristianos: un amor condicional que lo obligaba a amoldarse a la conducta que creíamos que
era correcta para un cristiano. Una vez más, la experiencia del amor incondicional probó que solo la
verdad tiene el poder para hacernos libres (Juan 8:31)

Aquella relación sólo duró poco más de un año. Su pareja estaba muy perturbada por el incesante
conflicto que tenía Martín entre su fe cristiana y su homosexualidad como para seguir adelante con la
relación – una situación penosa y lamentable que encontramos con frecuencia. La anticipación de los
tormentos del infierno en la tierra le resultaba demasiado gravosa. Aún así, esa experiencia fue
suficiente para que Martín eligiera abstenerse de una conducta promiscua hasta encontrar la persona
con la cual ahora está en pareja desde hace unos cuantos años-

Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que comprendí que la experiencia de Martín era aceptable para un
verdadero cristiano. Afortunadamente no desperdicié el impacto que eso produjo en mí. Pude
comprobar que no éramos capaces de conseguir la libertad que buscábamos exclusivamente sobre la
base del poder de Cristo. El simple amor de otro hombre, es decir todo lo que había ansiado en su
vida, fue suficientemente poderoso para romper con la más perniciosa de las adicciones sexuales.
Varios años después, pudimos estar juntos y de acuerdo en que eso había sido verdaderamente la obra
de Dios en la vida de Martín. Su esposa se casó nuevamente y Martín recuperó su fe en Cristo junto
con su nuevo compañero.
34

11. Castración Espiritual

A principios de los años 90 éramos incapaces de percibir que nuestros mejores esfuerzos por ser una
comunidad cristiana de contención tenían un costado abusivo porque la base de nuestra manera de
pensar era que Dios demanda una obediencia radical sin concesiones. Diez años después, nuestra
percepción al respecto había cambiado considerablemente. Cuando mi esposa y yo convocamos
algunos viejos amigos que aún seguían liderando ministerios ex –gays, pudimos comprobar
inmediatamente los efectos reales de nuestra antigua estrategia. Los líderes nos habían invitado muy
amablemente a cenar junto con algunos de los miembros de su programa. Después de la cena siguió
un extenso servicio de alabanza. ¡ Nuestra oportunidad para compartir la experiencia que habíamos
tenido evidentemente no estaba en la agenda de ellos! Pero igualmente fuimos tocados por su gran
amabilidad.

Al momento de sentarme junto a un grupo de jóvenes que participaban del programa “ex –gay”, fui
instantáneamente invadido por un fuerte sentimiento de tristeza. Se notaba que la alabanza
realmente nacía de sus corazones sinceros, lo mismo que su compromiso con la causa “ex –gay”; sin
embargo los rostros vacíos revelaban un conjunto de hombres que habían sido castrados en el proceso.
Durante todas sus vidas estos jóvenes fueron inculcados que sus deseos homosexuales eran desviados
e inaceptables a los ojos de Dios, por lo cual habían consagrado toda su energía para luchar contra sus
deseos sexuales experimentando en el camino una verdadera castración espiritual.

Sorprendentemente, las primitivas prácticas de la castración física están siendo hoy efectivamente
reproducidas por medios espirituales y psicológicos –y todo ello en el nombre de Cristo. Sin
embargo, el imperativo bíblico que nos llevó a ser tan drásticos estaba profundamente embebido en
ese modo de pensar. Vienen a mi mente las palabras de Jesús:

Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que
ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y
arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos y ser arrojado al fuego del infierno.
(Mateo 18:8-9)

Aún los lectores más fundamentalistas saben que estas palabras de Jesús tienen un sentido metafórico.
Ciertamente no vemos muchos cristianos tuertos, o mancos por allí mutilados con sus propias manos
como respuesta a esta enseñanza. Sin embargo, el desafío del mensaje de Jesús es tremendamente
claro. Dar permiso a que cualquier clase de pecado –de pensamiento, palabra o hecho- nos separe de
Dios tiene consecuencias eternas devastadoras y por lo tanto se requiere una acción muy decisiva.
Esta fue la manera de pensar que llevó a tantos de nosotros buscar ayuda en los ministerios “ex – gay”.

Jesús no vaciló en presentar algunas sorprendentes metáforas. Pero el contexto de sus palabras debería
siempre ayudarnos a estar seguros de su significado. Jesús, que estaba respondiendo a la pregunta
de sus discípulos sobre quien es el más importante en el Reino de los Cielos, llamando a un pequeño,
declaró que a menos que nos volvamos (humildes) como niños, no entraremos en el Reino de Dios.
Y luego nos advierte sobre el peligro de convertirnos en una piedra de tropiezo para la fe de otros. El
uso mas temprano de esta metáfora, aparece en el Sermón de la Montaña (Mateo 5:27-30) en el
contexto del adulterio y el divorcio, demostrando cuan grave era para Jesús la tragedia de un pacto
que se rompe. Pero la intención de sus palabras acerca de cortarnos los miembros o arrancarnos los
35

ojos seguramente no fue una amenaza destinada a disuadirnos de una mala conducta. Por el contrario
sus palabras presentaban un mensaje fácilmente comprensible para un niño. Los niños no siempre
se asustan de esa clase de imágenes espeluznantes. Además, hasta un niño podrá reconocer lo
absurdo que puede significar cortar una mano o arrancar un ojo, dejando la otra mano o el otro ojo
libres para continuar pecando. Eso no sería más que un remedio fútil contra el pecado.

Los niños también comprenden la tragedia de una relación que se rompe. Las palabras de Jesús
señalan el drama de una relación rota con Dios por causa de nuestra obstinación. La reconciliación
con Dios y con nuestro prójimo es esencial para nuestro crecimiento espiritual. Nuestro fin supremo
debería por lo tanto apuntar a concentrarnos en la importancia de una relación restaurada por encima
de nuestros propósitos egoístas. Según mi entendimiento acerca de estas extraordinarias palabras de
Jesús, los cristianos debemos quitar de nuestras vidas todo fin egoísta que destruya nuestra relación
con Dios y con nuestro prójimo. Si no comprendemos que sólo puede ser realizado por la obra
amorosa de Dios requiriendo de nosotros que tan sólo recibamos su gracia con la confianza de un
niño, entonces no hemos entendido nada.

Lo más terrible de nuestros años dentro del ministerio ex –gay fue la búsqueda de una justicia
impregnada por una mentalidad tan fundamentalista que resultó ser un cáliz ponzoñoso que trajo
muerte en lugar de vida y destruyó la fe de muchos en lugar de hacerla crecer en Cristo. Al darnos
cuenta de nuestra mendacidad, sólo nos quedó arrepentirnos y cambiar de actitud.
36

12. Pidiendo Compasión

En sus comienzos, el apoyo a los ministerios que procuran sanar a las personas de la homosexualidad
se constituyó como el brazo compasivo de una iglesia evangélica en acción. La proliferación de
ministerios dentro del Reino Unido, tales como Courage, Living Waters, True Freedom y U-Turn
Anglia (fundado por George Harvey, un hombre que admitió ser homofóbico y cuyo hijo se suicidó
por ser gay ) permitieron a los líderes cristianos refutar acusaciones de homofobia dentro de la iglesia.
En realidad, la mayoría de los líderes tenía sus dudas acerca de nuestros ministerios y por esa razón el
apoyo real que nos dieron siempre fue escaso. Sospecho que pensaban que nuestro trabajo era algo
así como una forma encubierta de conseguir la aceptación de la homosexualidad. Por ese motivo
siempre se mostraron distantes. Como a veces sucede, ellos no se equivocaban respecto de los
resultados en el largo plazo; en realidad estaban en lo cierto por razones equivocadas.

Para muchos críticos de la época, las casas de discipulado donde convivían grupos de personas
homosexuales, eran una especie de receta para el desastre –evocando imágenes de hombres expuestos
a tentaciones sexuales innecesarias en un espacio que podía ofrecer oportunidades extraordinarias.
Pero si alguna vez vivieron en una comunidad cristiana, deberían saber que a menudo las personas que
conviven bajo un mismo techo tienden a experimentar toda clase de tensiones. Ciertamente, el gran
desafío de vivir en comunidad está en el éxito de permanecer cristiano y civilizado en todas las
actitudes.

Para la mayoría de los líderes de iglesia, cualquier cosa que no fuera un total compromiso por cambiar,
era visto como una opción cómoda y auto-indulgente. En la actualidad, esta mirada se ha suavizado
bastante porque ahora saben que el asunto no es tan simple. Pero aún hoy –a veintiún años de la
fundación de Courage- conozco a muchos lideres cristianos que pueden explayarse elocuentemente
acerca de la importancia aceptar y proveer asistencia pastoral a los cristianos gay, pero en los hechos
hacen muy poco para ayudar. Cada semana me encuentro con nuevos cristianos gay que han sido
marginados por sus iglesias, o literalmente echados y repudiados por sus propios líderes, lo cual es
terrible.

Cristo nos ofrece la oportunidad de compartir su obra, mandándonos que nos amemos los unos a los
otros como el nos amó. Por esto sabrán que son mis discípulos, por el amor que se tengan los unos
con los otros. (Juan 13:34-35)

Lastimosamente el mandamiento de Cristo recibe escasa atención cuando se trata de ayuda pastoral a
los cristianos gay. La idea de que la homosexualidad es un estilo de vida “que uno elige” y que todo
lo que se necesita par resolverlo es una firme decisión de seguir a Cristo, sigue siendo la opinión
prevaleciente entre lo líderes cristianos de hoy. Los cristianos gay que logran reconciliarse con su
sexualidad son vistos como personas que retornan a una vida de pecado como perros que vuelven a su
vómito (2Pedro 2:22). Lastimosamente los líderes que piensan en estos términos no se interesan para
nada en nuestra experiencia pastoral. No se dan cuenta de que son guías de ciegos (Mateo 23).
Aunque yo mismo también lo fui durante muchos años. Después de todo, ¿cómo podría haberlo visto
de otro modo? si esas personas fueron mis maestros de toda la vida.
37

13. Fe en la Fe

En los primeros tiempos de Courage estuvimos muy relacionados con otros grupos “ex –gay” y con
Éxodo Internacional –una coalición de ministerios de la misma clase. Aún hoy, Éxodo sigue
predicando este mensaje:

“El poder transformador de Jesucristo nos hace libres de la homosexualidad”

Por supuesto que no habría ningún problema si este mensaje fuera verdad. Pero como los mismos
“Ex – gay” saben muy bien, esta proclama es muy difícil de corroborar en el largo plazo. Sin
embargo hay que reconocer que este mensaje fue muy sano y bien recibido en los primeros tiempos
del movimiento carismático porque al menos ponía esperanza donde hasta ese momento no la había.

Fue para mi tremendamente estimulante formar parte de un movimiento en el que se creía que la
vida de uno podía convertirse en la demostración del poder sanador de Dios y todo eso en un abrir y
cerrar de ojos. Solamente necesitábamos tener fe, y por cierto la teníamos en abundancia. Sin
embargo, mirando hacia atrás, puedo decir que lo que simplemente teníamos era “fe en la fe”. No era
fe en Dios, porque de lo contrario nuestra perspectiva hubiese cambiado. No es fácil poner
verdaderamente la confianza en Dios cuando pensamos que él nos ve como desviados sexuales,
solamente aptos para el castigo eterno. Como sucedía con la adoración de los ídolos (de los bíblicos
o de los otros) solamente recibíamos un precario dividendo. Conocíamos en carne propia la verdad
amarga de Proverbios 13:12, la esperanza frustrada aflige el corazón.

A través de Éxodo, tuve la oportunidad de conocer personalmente a muchos líderes ex –gay y a


muchos de sus acólitos que como yo se habían casado. Comparando la experiencia de ellos con la
nuestra, me di cuenta que el éxito de nuestros ministerios –a los ojos de las iglesias- dependía en gran
medida de la autenticidad de nuestro ejemplo personal. Como líderes “ex –gay” casados, nosotros
éramos los modelos a seguir y nuestra recompensa era ser vistos como héroes por la causa. Para los
participantes del programa que eran casados, eso era singularmente importante ya que la mayoría de
sus matrimonios había fracasado, con la subsiguiente re-identificación del esposo con sus atracciones
homosexuales.

En la última conferencia de Éxodo del Reino Unido a la cual asistí, en el verano de 2000, ya desde un
principio me alertaron de que no iba a poder participar activamente. Si no hubiese sido que Courage
tuvo a su cargo la administración del evento (ya que no lo podrían haber realizado sin nosotros)
directamente me habrían negado la admisión. Y aunque no me fue permitido contribuir de ninguna
manera ya sea en talleres o repartiendo literatura, dispuse de abundante tiempo para conversar con
los asistentes.

Un diálogo que me corroboró la total falta de credibilidad que existe en el movimiento “ex – gay”, lo
tuve con un líder canadiense en relación a las luchas para cambiar (la orientación sexual). En la
conversación remarqué el hecho de que muchas personas que venían a nuestro ministerio para
cambiar, lo hacían muy presionadas por sus padres, el entorno, la iglesia, etc. y que de vez en cuando
acostumbraba a formularles una pregunta que ponía crudamente en evidencia esa realidad: ¿si Dios
cambiara de manera de pensar acerca de la homosexualidad y aprobara la existencia de parejas del
mismo sexo, seguirías aún persistiendo en cambiar? ¿o desearías formar pareja con alguien de tu
38

mismo sexo? Antes de concluir, el líder ex –gay me interrumpió diciendo “por supuesto que si Dios
cambiara de modo de pensar, definitivamente querría una pareja del mismo sexo para mi también”. Su
respuesta me dejó estupefacto ya que se trataba de un hombre casado y con hijos que además estaba
liderando desde hacía muchos años un ministerio “ex – gay” en el que proclamaba la eficacia del
cambio por medio del poder de Jesucristo. Cuando me pude recuperar, le pregunté si realmente tenía
conciencia de lo que acababa de decir ya que había revelado delante de mí las profundas intenciones
de su corazón, “y si el deseo de tu corazón es tener una pareja de tu mismo sexo, entonces tu
testimonio es una farsa”, le dije. ¿Cómo podía este hombre esperar un cambio en los homosexuales
que tenía a su cargo si en realidad ni siquiera lo deseaba para si mismo? Por supuesto que se quedó
sin palabras. ¡Pasados ya diez años de ese encuentro, recientemente me enteré que aún continúa
liderando el mismo ministerio!.

Las figuras mas desafortunadas de esta debacle han sido siempre las esposas de los varones gay, y
aunque muchas de ellas no lo saben sino hasta mucho después, sus necesidades son siempre pasadas
por alto. Como dice Carol Grever en su libro Mi Esposo Es Gay13 : “[después de 30 años de
matrimonio] llegó un día en que me miré al espejo y dije “¿Qué es esto para mi?, ¡y qué de mi! Allí
me di cuenta de que no podía pasar el resto de mi vida acomodándome a las necesidades del otro a
expensas de las mías. Tuve que crear una nueva vida para mí, enfrentar mi temor a quedar sola y
poner fin a nuestro matrimonio. Ese momento de iluminación fue realmente liberador”.

Los líderes cristianos no parecen tener la más remota idea de lo cruel que es alentar a un varón gay
para que contraiga matrimonio sin pensar en el severo trauma que suele producir en las esposas
después de un tiempo. ¿A quien pueden recurrir en busca de consuelo cuando la iglesia es tan
indiferente? Existe una gran negligencia respecto del sufrimiento que padecen las esposas de los
varones gay.

13
Carol Grever, My Husband Is Gay, The Crossing Press, pág. 32
39

14. Sólo cumplir reglas

Una historia que proviene de nuestros primeros tiempos con Éxodo ilustra vívidamente una
dinámica que pone de manifiesto, por lo menos en parte, cuan terrible era lo que estábamos haciendo,
aunque en esos momentos no nos dábamos cuenta.

Mi esposa y yo participamos de una conferencia de Éxodo a principios de los años 90. En realidad
tratábamos de asistir a esta clase de eventos todas las veces que nos fuera posible ya que era la única
oportunidad para relacionarnos con otras personas que trabajaban en la mima área ministerial donde
además encontrábamos un estímulo invalorable que nos daba fuerzas para seguir adelante. Teníamos
la oportunidad de conocer a personas que por ser abiertas acerca de su sexualidad, a menudo eran muy
vulnerables, sensibles, humildes y sinceras, compartiendo con nosotros la difícil empresa de luchar
para hacer lo correcto a los ojos de Dios según nuestra manera de ver. Todo eso nos era útil para
mantener nuestra moral en alto. Muchos de nosotros sufríamos de una muy baja autoestima como
consecuencia de luchar contra nuestra sexualidad dentro de una sociedad hostil. Además todos
encontrábamos escaso apoyo para los ministerios “ex –gay” de parte de las iglesias de las cuales
proveníamos.

Una mañana, durante el desayuno tuvimos la ocasión de encontrarnos con un hombre -a quien
llamaremos Tomás- que parecía estar pasando por una profunda aflicción. Al instante, se sumó
también un psiquiatra que trabajaba en el desarrollo de ministerios “ex –gay” dentro de los Estados
Unidos. Junto con mi esposa animamos a Tomás para que nos contara algo acerca de su historia y la
razón por la que había venido a la conferencia. El hombre estaba definitivamente necesitado de
hablar. Según nos relató, vivía en alguna parte de los Estados Unidos y su trabajo comprendía la
realización de muchos viajes. Miembro de una iglesia evangélica, Tomás tenía esposa y un hijo.
Pero además tenía un amante en México con quien se encontraba cada vez que viajaba a ese país.
Era una persona sumamente infeliz y estaba muy preocupado por su situación. “Si vine aquí es porque
quiero ordenar mi vida”, se despachó desesperado. Un tiempo atrás había confesado su
homosexualidad a la esposa y a los líderes de la iglesia. Su esposa lo amenazó con divorciarse si caía
nuevamente y la iglesia con excomulgarlo. De algún modo también su hijo demostró desprecio por su
conducta. Admitir su secreta relación, lógicamente no le auguró un buen pronóstico de reconciliación
ni con la iglesia y ni con su esposa.

El psiquiatra, que solamente pudo escuchar la mitad de la conversación, no perdió tiempo para
dirigirse a Tomás en términos muy directos. Según él, debía poner fin inmediatamente a la relación
con el mexicano. “Debes escribirle diciéndole que no lo verás más” insistió. Tomás pareció estar
perturbado por el consejo, pues no le parecía correcto terminar la relación sin siquiera explicar
personalmente las razones por las que estaba tomando esa decisión. “¡no! ¡no! le replicó el psiquiatra,
“tu no tienes la fuerza suficiente para sostener la determinación de poner término a esa relación
pecaminosa. Simplemente te volverás atrás. Le tienes que escribir inmediatamente y poner fin a eso
de una vez por todas”. La inseguridad de Tomás sólo trajo nuevas instrucciones, incluyendo además
la insistencia de que debía confesar su relación con el mexicano a los líderes de la iglesia y a su
esposa, ya que eso demostraría su genuino arrepentimiento y lo prepararía para poner su vida en orden.
Tomás debía hacerse responsable de seguir el consejo de las personas que podían ayudarlo para no
caer nuevamente. Y además tendría que abandonar la carrera laboral que le proporcionaba la
oportunidad de pecar.
40

Mi esposa y yo estábamos francamente avergonzados por el tono enérgico e intimidatorio del consejo.
Ese estilo controlador que le dice a los demás lo que tienen que hacer no era nuevo para nosotros
aunque en el Reino Unido la gente es por lo general más discreta y menos ofensiva. Tomás parecía a
punto de ahogarse aún antes de haber probado bocado.

Durante una breve pausa después de esa diatriba de aconsejamiento, me aventuré a preguntarle si era
posible que la razón de su renuencia para terminar con su amante mexicano obedecía al hecho de que
estaba enamorado de él. El pobre hombre irrumpió en un llanto inconsolable por el término de veinte
minutos. Para nuestro mutuo alivio, el psiquiatra se alejó porque tenía otros asuntos por resolver, o
tal vez buscar a alguien más receptivo para aconsejar.

Cuando Tomás logró calmarse lo suficiente, con suma delicadeza le hice saber que se encontraba en
una especie de callejón sin salida. “Si lo confiesas a la iglesia, pues ya te han amenazado con
excomulgarte. Si lo confiesas a tu esposa, ella ya te ha amenazado con el divorcio y tu hijo te
despreciará aún más. Si renuncias a tu trabajo sin haber encontrado otro, perderás tu fuente de
ingresos. Y si terminas la relación con tu amante mexicano perderás un amor que al menos por hoy
consideras muy precioso”.

Hay una sola persona que puede ayudarte en este momento, que comparte tu preocupación por tu
esposa y por tu hijo –de hecho les ama aún mas que tu. El sabe lo importante que es para una esposa
tener un marido fiel en quien puede confiar. También sabe lo importante que es para un hijo, tener un
padre a quien mirar con respeto y admiración. Y finalmente sabe muy bien lo que significa enfrentar
una tentación real y luchar desesperadamente contra ella. El comprende tu debilidad y tu pesar. Estoy
seguro que sabes de quien estoy hablando –su nombre es Jesús. En estos momentos, creo que hay
una sola cosa que Jesús quiere pedirte: que te vuelvas a el, que descanses en el y entres en su paz.
Entonces comenzarás a descubrir el amor incondicional que tiene por ti. Porque hasta que no hayas
logrado esa paz en tu corazón, no estarás en condiciones de tomar las decisiones importantes que
podrán producir un cambio positivo en tu vida. Cuando alcances ese lugar de paz con Cristo, podrán
juntos trabajar los pasos a seguir. Afortunadamente Tomás se pudo calmar bastante con estas
palabras.

Lo volví a ver más tarde en la conferencia, nuevamente temeroso y con los ojos desorbitados. El
ambiente de esos encuentros no podía menos que reforzar los consejos del psiquiatra. Le sugerí que
no se precipitara tanto para buscar consejo en la primera persona que se le cruza. “Solamente la paz de
Cristo te permitirá encontrar el mejor camino para solucionar tus problemas”. Sin embargo, me
miraba como una persona incapaz de creer que podía tomar decisiones por si mismo. Estaba
desesperado por encontrar a alguien lo suficientemente fuerte como para decidir por él. Como la
mayoría de nosotros, buscaba a alguien con autoridad para decirle lo que tenía que hacer y no
particularmente a alguien cuyo amor y disciplina tendría que aceptar por fe. Nunca más lo volví a ver.
La importancia de aprender a escuchar y caminar al lado de nuestros hermanos y hermanas por el
camino de la fe sin sentirnos siempre obligados a ofrecer un consejo, tiene un valor incalculable. Vez
tras vez Jesús nos dejó esta enseñanza en su ministerio, pero nunca tan memorable como sucedió
después de la resurrección cuando caminaba sin ser reconocido por dos discípulos a lo largo del
camino a Emaús (Lucas 24). La importancia de este pasaje ha sido poderosamente representada por
41

Dietrich Bonhoeffer en su libro Una Vida Juntos14 publicada justo antes de que estallara la Segunda
Guerra Mundial. Sorprendentemente, estas palabras, son muy pertinentes para el tiempo presente:

El servicio más importante en las relaciones de compañerismo es el de saber escuchar. Del mismo
modo que el amor a Dios comienza cuando escuchamos su Palabra, el amor por nuestro prójimo
comienza cuando ponemos nuestros oídos a su disposición. El amor de Dios por nosotros no sólo
nos da su Palabra sino también su oído. Por lo tanto, cuando aprendemos a escuchar a nuestro
hermano, estamos haciendo la obra de Dios. Los cristianos, especialmente los ministros, piensan que
siempre tienen que contribuir con algo cuando están en compañía de otras personas. Se olvidan que
escuchar puede ser un servicio mucho más grande que hablar.

Mucha gente está buscando oídos dispuestos a escuchar. No los encontrarán entre los cristianos,
porque estos cristianos están hablando cuando deberían estar escuchando. Aquel que ya no escucha a
su hermano, pronto tampoco estará escuchando a Dios; no estará más que parloteando en la
presencia de Dios. Eso es el comienzo de la muerte de la vida espiritual, y al final no quedará nada,
aparte del palabrerío espiritual y la condescendencia clerical, adornados con pías palabras. La
persona que no puede escuchar pacientemente, hablará cosas irrelevantes y nunca estará realmente
hablando a los demás, aunque no se de cuenta de ello. Quien piense que su tiempo es demasiado
valioso como para emplearlo en mantenerse callado, eventualmente no tendrá tiempo para Dios ni
para su hermano, sino para si mismo y para sus propias insensateces.

La atención pastoral es esencialmente diferente de la predicación porque además de la tarea de


hablar la Palabra, hay una obligación de escuchar. Existe una forma de escuchar con medio oído que
presume conocer por anticipado lo que la otra persona tiene para decir. Es una forma de escuchar
desatenta e impaciente, que menosprecia al hermano y que sólo está esperando la oportunidad para
hablar y luego deshacerse de él. Eso no es escuchar, tal actitud solo refleja la calidad de nuestra
relación con Dios. No podremos ser capaces de ofrecer el mayor servicio de escuchar que Dios nos
ha mandado, -escuchar la confesión de un hermano, si rehusamos prestarle oídos en otras cuestiones
menores. En el día de hoy, la educación secular es consciente de que una persona puede ser ayudada
simplemente con la presencia de alguien dispuesto a escucharla seriamente, y sobre esta comprensión
ha construido su propia terapia del alma que atrae a muchísimas personas, incluyendo a cristianos.
Pero los cristianos se han olvidado que el ministerio de escuchar les ha sido encomendado por Aquel
que es el gran oidor y cuya obra deberían compartir. Deberíamos escuchar con los oídos de Dios
para que hablemos con la Palabra de Dios.

Volviendo a la historia de Tomás, viene a mi mente la importancia crucial de la encarnación. En


Jesucristo, Dios vino a habitar entre nosotros como un ser humano –poniéndose en nuestro lugar-
revelándonos lo que significa amarnos los unos a los otros. No nos sorprende conocer porqué a
Tomás le era tan difícil renunciar a su amante mexicano. Todo lo que había recibido de los bien
intencionados cristianos “ex –gay” fue la seguridad de seguir siendo un marginado a menos que
cumpliera con las reglas que le imponían.

El hecho de que le costara tanto terminar esa relación sugería que Tomás realmente amaba a ese
hombre. No se trataba de una relación de lujuria. Me gustaría imaginar que finalmente no renunció al
hombre de quien estaba enamorado, que pudo cambiar su manera de pensar y que hoy están

14
Dietrich Bonhoeffer, Life Together; SCM Press, 1972, pp. 75-76
42

compartiendo sus vidas juntos. Pero ese es un escenario improbable, ya que Tomás experimentaba un
conflicto interior demasiado grande como para aceptar esa relación aún cuando el amor era mutuo,
salvo que hubiese podido rechazar la comprensión que tenía acerca de su fe cristiana, pues de otro
modo se hubiese sentido permanentemente condenado. Muy pocas relaciones pueden soportar en el
tiempo la implacable hostilidad impuesta por la iglesia. ¿Quién puede sobrellevar la incesante
condenación que revuelve nuestras conciencias negándonos toda dignidad humana, auto-estima y
auto-respeto por lo miserable que nos han hecho sentir como personas homosexuales?

La historia de Tomás encierra muchas situaciones pastorales que hemos tenido que enfrentar durante
años. La solución más fácil para los pastores que sienten que este tema los sobrepasa consiste en
hacer cumplir reglas. Le dicen a la gente lo que tiene que hacer y se van, dejándolos solos para se
arreglen. Si les va bien, los pastores se llevan los laureles, si fallan, entonces los juzgan como
pecadores sin esperanza a menos que se arrepientan. Eso me recuerda el estilo de los fariseos y de
los maestros de la Ley.
43

15. Santas traiciones

En los primeros tiempos de Courage, tuve la oportunidad de conocer a una mujer que había perdido
completamente la confianza en el líder de su iglesia. La señora había sido un miembro muy respetado
del equipo ministerial en una importante iglesia carismática. Lo que nadie sabía es que ella estaba
luchando con su sexualidad. En un determinado momento se armó de coraje para confiar su problema
con el pastor. Para su horror, muy pronto pudo comprobar que este hombre divulgó su confidencia
con el resto del equipo ministerial, obviamente sin consultarle. La mujer inmediatamente lo confrontó
reclamándole que su confesión había sido confidencial, a lo cual el pastor le replicó que “la
confidencialidad no es un principio del Nuevo Testamento”. Por supuesto me quedé perplejo al
escuchar esta historia. La palabra confidencialidad podrá no aparecer en el Nuevo Testamento, pero
sin lugar a dudas las palabras de Jesús Traten a los demás tal y como quieren que los traten ellos a
ustedes (Mateo 7.12) incluyen el principio de confiabilidad por respeto a las personas que están en
situación de vulnerabilidad. Me pregunto cuan confiable sería ese ministro para escuchar
confesiones donde la reserva absoluta es una cuestión imperativa.

Los grados de traición y las violaciones a la confidencialidad de los que he sido testigo han sido tan
horrendos que en ocasiones he sentido vergüenza de llamarme cristiano. Debido al daño que se hace,
creo que es importante dirigir la atención hacia esta práctica que a menudo es disfrazada con el falso
clamor de preservar los sagrados principios de santidad.

Lastimosamente he escuchado muchísimas historias similares a la que relato a continuación. Por


ejemplo la de un hombre maduro casado que pastoreaba una importante comunidad cristiana a la que
había dedicado su vida con gran devoción. Este hombre, que venía luchando con sentimientos
homosexuales sin haber tenido una sola experiencia sexual de esa clase, no sabiendo a donde dirigirse
en busca de ayuda y pensando que si lo confesaba a los líderes de su iglesia podría eventualmente
ponerlos en una difícil situación, decidió hablarlo con un amigo en quien creía poder confiar. El
amigo no pareció perturbarse con el relato sino que por el contrario se mostró tranquilizador, orando
inclusive por el. El ministro sintió que se había sacado una pesada carga de sus espaldas. Pero no se
percató que con esa confesión estaba transfiriendo a su amigo una carga más pesada de lo que
aparentemente podía soportar. Tan sólo veinticuatro horas después, el ministro fue convocado a una
reunión especial con los ancianos de la iglesia. No se le ofreció elección: debía aceptar tres meses de
salario y dejar la iglesia con su familia en forma inmediata sin poder asistir más a los cultos ni hablar
con ninguno de sus miembros. Si no aceptaba, iba a ser despedido públicamente y sumariado por
inmoralidad sin mediar ningún resarcimiento económico. Se le dijo que debía decidirlo en ese mismo
momento sin permitírsele ni un mínimo de tiempo para pensar. Con esposa y una familia a quien
mantener, la elección fue simple: toma el salario y vete, aunque en su lugar algunos podrían haber
decido quedarse para protestar. De todas manaras, las consecuencias serían devastadoras para
cualquiera. Hace tiempo que perdí la cuenta del número de líderes cristianos que llegaron a mí con
historias similares.

Otro ministro aún menos afortunado y muy amado por su congregación –perteneciente a una corriente
evangélica con una tradición muy estricta- había sido el fundador de una próspera obra de nuevos
convertidos a partir de un reducido grupo de personas. Cuando este pastor se dio cuenta que ya no
podía más con sus sentimientos de atracción homosexual, decidió confesárselo a su esposa.
Naturalmente la mujer se sintió sola, asustada y disgustada, pero como lo amaba, quiso intentar algo
44

que pudiera ayudarlo. Después de orar mucho y conversar el asunto durante semanas, se pusieron de
acuerdo en que lo mejor era separarse y más adelante tramitar el divorcio. Obviamente tenían que
comunicar su dedición a los líderes de la iglesia. El hombre nunca había tenido ninguna clase de
relación homosexual; simplemente no sabía que hacer con sus luchas.

En el término de unas horas, después de compartirlo en forma privada con uno de los líderes de su
iglesia, lo convocaron a una reunión especial donde fue sumariamente excomulgado. La iglesia, que
puso algunos obstáculos respecto de su salario final, ni siquiera le permitió regresar a la casa pastoral
para retirar sus pertenencias. Al dejar la reunión, abrumado por el Espíritu Santo se retiró cantando el
Salmo 23 El Señor es mi Pastor, ante el asombro de los presentes. Los líderes se contactaron
inmediatamente con la esposa para pedirle que se distanciara completamente de su marido que ahora
era considerado un instrumento de Satanás. La situación de ella también fue muy difícil.

Esto sucedió hace unos pocos años. El pastor hubiese estado legalmente protegido por la legislación
vigente, pero como tenía una preocupación pastoral muy grande por su congregación, no quiso
arrastrar la iglesia a los tribunales. Como un líder verdaderamente fundamentado en las Escrituras,
siguió el consejo de San Pablo en cuanto a no llevar los asuntos de la iglesia a la corte (1 Corintios 6).
De modo que nunca se defendió. Fue dejado sin hogar y sin un peso, y sin ningún entrenamiento
laboral fuera de las actividades ministeriales. Pudo encontrar trabajo en un supermercado local como
repositor de mercadería con un muy bajo sueldo y a pesar de ello siguió ayudando financieramente a
su esposa aunque sólo se le permitía un mínimo contacto con ella.

Como un hombre muy preparado que dedicó su vida a la atención pastoral de otras personas, siento
una gran admiración por su voluntad y disposición para seguir adelante trabajando según se diera la
oportunidad. Sin lugar donde vivir, separado de sus amigos y familia, visitó por primera vez en su
vida un bar gay donde conoció a un hombre que tenía una habitación disponible para ofrecerle. En
poco tiempo se enamoraron y formaron una pareja comprometida. Nunca perdió la fe, sino que siguió
aprovechando toda oportunidad que se presenta para compartir a Cristo con otros. Pero no tenía una
iglesia a donde pudieran asistir esas personas.

Otro hombre que estuvo un tiempo con nosotros en Courage provenía el Norte de Irlanda. Había sido
un comerciante muy próspero y generoso contribuyente de su iglesia con diezmos y ofrendas.
Cuando confesó a sus líderes que se había enamorado de otro hombre en su trabajo y que había sido
infiel con su esposa, fue inmediatamente excomulgado. A la iglesia le costó la pérdida de una buena
parte de sus ingresos. Sin embargo se aseguraron de que toda la comunidad se enterase de su pecado.
Su negocio comenzó a perder clientes y en poco tiempo cayó en la bancarrota. Según me contó, en el
Norte de Irlanda es más aceptable ser asesino que homosexual. Uno de los ancianos de la iglesia le
confió que una vez había caído en adulterio, pero “al menos era con una mujer”, le confesó resignado.

Si esta clase de situaciones son malas para los líderes que trabajan dentro del Reino Unido, puede ser
aún peor para los misioneros. Otro hombre conocido, que había trabajado por veinte años para una
organización misionera en Medio Oriente había logrado formar una familia a costa de reprimir su
atracción homosexual porque entendía que la misma era contraria a la voluntad de Dios. Pero sus
duras luchas en soledad en el hostil ambiente del campo misionero llegaron a ser demasiado para el.
Cuando confesó estar atravesando por una situación comprometida con otro hombre, fue regresado al
Reino Unido junto con su familia en el primer vuelo disponible y más tarde sumariamente despedido
de la organización misionera sin ninguna clase de indemnización. Su desconcertada esposa, que
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bastante ya tenía con el golpe emocional que había recibido, fue librada a valerse por si misma junto
con sus hijos. Como es común en estos casos, sus necesidades no tuvieron ni siquiera un momento de
consideración. El hombre, que ya había pasado los cuarenta, no tenía medios para proveer a su familia
puesto que carecía de experiencia laboral en otras áreas. Eventualmente se dispuso a comenzar una
nueva carrera que recién inició un par de años después con un salario muy limitado. Le pregunté si
tenía algún pesar por la situación traumática que tuvo que atravesar. Su mujer se había vuelto a
casar, y lo único que me pudo decir es que al menos sentía que fue honesto consigo mismo.

¿Qué es lo que hace que las iglesias obren sin un mínimo de preocupación por la situación laboral o si
quiera muestren un poco de decencia por aquellos que sirvieron con esmero durante muchos años?
Evidentemente el tema de la homosexualidad les golpea tan fuerte que les da carta blanca para
terminar de cualquier manera toda clase de contacto. Más aún, parecen sentir que están absueltos de
toda responsabilidad hacia las personas involucradas.

Da la impresión que hacen esto para protegerse a si mismos y preservar su reputación y sus
congregaciones a fin de no infectarse espiritualmente. El temor de que el diablo se interponga en
medio de ellos exponiendo la iglesia al juicio de Dios se ha metido profundamente en su pensamiento.
Por supuesto que señalan el llamado bíblico a la santidad como la razón subyacente. No importa el
hecho de que Jesús pasó su tiempo con cobradores de impuestos, prostitutas y pecadores. Claro que
Jesús hacía eso solamente para darles una oportunidad de convertirse y vivir una vida redimida.
Mientras que los líderes cristianos que caen en pecado deberían saberlo mejor y estar preparados
para ser tratados más severamente. Después de todo la Biblia dice que los líderes van a ser juzgados de
ese modo.

Sin embargo la iglesia en occidente podría ser vista como el epítome de la misericordia comparada
con otras partes del mundo. En algunos países africanos, la persecución de las personas gay por parte
de las iglesias ha alcanzado las más horribles proporciones. En mi oficina tengo fotos de una lesbiana
cristiana de Africa que sufrió un ataque con ácido por parte de sus acusadores. No es que ella fuera
abiertamente gay, sino que simplemente convivía con otra mujer, y cuando dos personas se aman entre
sí profundamente eso puede ser un tanto difícil de ocultar. Cuando fueron atacadas por un grupo de
“bienhechores” que buscaban expurgar al demonio de en medio de ellas, su pareja fue asesinada.
Aunque pudo sobrevivir, quedó totalmente desfigurada. El líder del pequeño grupo cristiano gay del
que eran miembros nos envió las fotos pidiéndonos recordarlas en nuestras oraciones.

Parece increíble que predicadores de línea dura ocupen tanto tiempo denunciando a los gobiernos de
occidente que dan reconocimiento legal a las parejas del mismo sexo bajo la consigna de sostener los
“valores tradicionales de la familia” y declarando que eso atraerá el juicio de Dios a nuestras
naciones cuando al mismo tiempo, fuera de la vista y claramente fuera de sus mentes, el abuso sexual
es una práctica común en nuestras cárceles, perpetradas por varones heterosexuales frustrados, muchos
de los cuales volverán con sus esposas una vez finalizadas sus condenas. Parece que a esos
predicadores nunca se les ocurre emplear sus energías más fructíferamente realizando campañas para
conseguir reformas carcelarias en lugar de atacar a homosexuales varones y mujeres que sólo desean
establecer relaciones comprometidas de amor mutuo. El miedo homofóbico basado en la ignorancia
avanza profundamente en todas las culturas de nuestro tiempo. La iglesia debería pensar seriamente
que su retórica anti-gay tiende a fomentar olas de violencia homofóbica en nuestra sociedad.
46

16. Buscar la Santidad

Antes de seguir con mi historia, quisiera compartir algunos pensamientos relacionados con mi
comprensión de lo que significa buscar la santidad. Aunque por estos días el tema no se toca con
mucha frecuencia, es muy importante para definir lo que es un discípulo de Cristo.

En primer lugar la santidad no debe ser entendida meramente como un acomodamiento a una
estrecha definición de perfección moral, sino mas bien a través de una vida en la cual buscamos
identificarnos permanentemente con Cristo. En Cristo encontramos un modelo de santidad que
incluye la dimensión de rectitud moral, pero que no puede ser definido simplemente por ella. La
santidad, más bien se expresa como una forma equilibrada de plenitud a la que somos atraídos cuando
tenemos la oportunidad de descubrirla (Juan 6:44). Y en medio de ello se revela la gloria de Dios –
la gloria comprendida como un Dios verdaderamente amoroso con un corazón gigante que alcanza y
abraza a toda la humanidad, con tremenda bondad y compasión.

Esta es la clase de santidad -una sana y total plenitud- que inspira a la gente a volverse y seguir a
Aquel que anhela que todos lleguen a descubrir su verdadero potencial como criaturas de Dios en cuya
imagen hemos sido formados. Esa invitación divina, esa bienvenida, nos trae con ella importantes
desafíos; pero eso sucede a través de la inspiración que experimentamos cuando Dios se revela a
nuestras vidas. Más aún, esa invitación divina nos da fuerzas para seguirle (Seguir a Dios, y no seguir
ideas acerca de Dios). De hecho, la auténtica búsqueda de la santidad, es la búsqueda misma de Dios;
cualquier cosa menos que eso puede ser idolatría.

La búsqueda de Dios comienza cuando abrimos nuestras mentes y corazones al amor y al


conocimiento del Padre tal como nos es revelado en Cristo y continúa a lo largo de nuestra relación
con el Dios viviente que es “todo en todos” (1Corintios 15:28). Esa clase de santidad jamás puede ser
definida en términos de principios legales; cualquier intento de buscar la santidad en esos términos no
hace más que reducir a Dios. Aquel que nosotros buscamos, que se ha revelado a Sí mismo en
nosotros, también nos ha provisto de principios y límites morales en las Escrituras. Utilizo el término
principios en lugar de leyes, porque las leyes pueden cambiar según las diferentes necesidades de la
sociedad en cada generación. Pero para su fundamento, las buenas leyes se apoyan en buenos
principios bíblicos.

Cuando vivimos en un santo sobrecogimiento hacia Dios, referido tradicionalmente como “temor de
Dios” podemos ver más allá de nuestras circunstancias personales y de nuestro entorno inmediato
imaginando cosas muy grandes –para nosotros, para nuestro prójimo y para el mundo en el que
vivimos. Pero cuando nuestra percepción del Reino de Dios nos conduce a pensar que si
experimentamos deseos de intimación sexual nos estamos poniendo en un terreno peligroso que
abre las puertas del mal, y que toda expresión de amor y ternura fuera del matrimonio heterosexual es
el resultado de la obra de Satanás, eso quiere decir que hemos desarrollado una percepción
distorsionada del Reino de Dios tal como lo predicó Jesús. Es tiempo de que demos lugar a Dios en
nuestros corazones y que nos abramos una vez más al soplo del Espíritu (Juan 3:8)

Retornando a mi historia, hacia finales de la década del 90 comencé a percatarme de que los
ministerios “ex –gay”, especialmente en los EE.UU. tenían demasiado miedo de evaluar honestamente
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el fruto de su trabajo y admitir el alarmante nivel de fracaso que tenían. Los ministerios europeos por
el contrario eran un poco más abiertos.

Recuerdo por ejemplo a un líder “ex –gay” de los EE.UU. que criticó fuertemente nuestra falta de fe
diciéndonos que deshonrábamos a Dios. Si esos ministerios fuesen un negocio cuya supervivencia
dependiera de la calidad y confiabilidad del producto o servicio que ofrecen, ya estarían en la banca
rota desde hace unos cuantos años. Si hubiesen estado ofreciendo una solución médica para cierta
clase de enfermedad con efectos desastrosos en el largo plazo para la mayoría de los pacientes, tal
como nosotros en realidad lo hicimos, habrían sido demandados. Aún así, ninguno de ellos se a
arriesgaba a expresar su propia disconformidad por temor a perder los magros aportes financieros que
recibían por parte de las iglesias evangélicas.

A lo largo de mi participación en los ministerios “ex -gay”, la semántica del mensaje de Éxodo se
fue atemperando en respuesta a las numerosas críticas. Un aspecto de su mensaje ahora declara que
“nosotros no estamos proclamando que la heterosexualidad es la respuesta a la homosexualidad, sino
más bien que es la respuesta a la santidad” ¿Quiere esto decir que la búsqueda de la santidad hace que
las relaciones humanas sean innecesarias? Entonces de ahora en adelante los heterosexuales deberían
renunciar a casarse en pos de la santidad? ¿es suficiente solo una relación con Dios? Sabemos que esto
ni siquiera fue considerado suficiente en el mundo perfecto del Edén. Hasta lo que yo sé, desde ese
entonces nada ha cambiado al respecto.

En Courage nosotros también creemos en que es necesario buscar la santidad. Pero según nuestra
comprensión, la santidad pasa por buscar a Dios y vivir nuestras vidas separados para el servicio de
Dios en nuestras comunidades. La santidad no se define en base a si tenemos o no relaciones sexuales
con la persona que amamos –una persona con quien hemos establecido un compromiso delante de
Dios que incluye la fidelidad.

Antes sentíamos que no había otra opción más que caer en las garras del diablo que nos impulsaba
hacia un estilo de vida de lujuria y adicción que conduce a la devastación y la ruina –especialmente
cuando somos jóvenes y bien parecidos… o la iglesia, ofreciéndonos amor pero con la condición de
permanecer célibes, tal vez subiéndonos a la carroza de la felicidad si nos animábamos a jugar la carta
del matrimonio.

Ciertamente llegué al punto en que ya no pude más sentirme cómplice de la deshonestidad de mis
compañeros líderes del movimiento “ex –gay”. Con buenas intenciones –se que es así- pero
proclamando un mensaje falso. La junta directiva de Éxodo me ahorró el problema de renunciar
cuando decidieron terminar su vínculo con Courage durante sus conferencias de verano en el año
2000. Por mi parte no tuve ninguna clase de remordimientos con mi salida, más bien siento que me
hicieron un favor al expulsarme. Lo único que lamento es no haberme dado cuenta antes.

Varias veces me han criticado diciendo que mi “encomiable corazón pastoral compasivo” me hizo
ciego al llamado bíblico a la santidad. Si es así, prefiero sufrir de esta clase de ceguera en lugar de esa
miopía oscurantista tan evidente entre aquellas personas que persiguen la santidad en sus propios
términos. En el día del juicio preferiría ser amonestado por haber sido demasiado compasivo. La
clase de santidad que estas personas predican suena a menudo terrible, inhumana y según mi parecer,
incompatible con el ministerio de Jesús tal como se describe en los evangelios.
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Buscar la santidad por medio de la indiferencia o la traición, es una especie de oxímoron, -si es que
alguna vez hubo uno. Para mí, eso no es más que cambiar la verdad de Dios por una mentira.
49

17. Tesoros Viejos y Nuevos

Todos aplaudimos el coraje de aquellas personas que han logrado reconciliarse con alguna
discapacidad, sea de una clase o de otra. La increíble historia de los sobrevivientes de la Talidomida,
registrada en un documental para televisión dirigido años atrás por Ventea Adamson, quedó
vívidamente marcada en mi mente15. Esas personas demostraron un tremendo coraje para vencer su
discapacidad encontrando maneras para seguir viviendo de la mejor manera posible. Recuerdo por
ejemplo a la entrevistadora conversando con una señora en su mediana edad en una silla de ruedas
motorizada, con sus brazos y piernas amputados y aún así conduciendo su vehículo con notable
habilidad utilizando su mentón entre los pasillos de un supermercado. Casada y con una familia, esta
mujer estaba haciendo compras para celebrar el cumpleaños de su hija. La entrevistadora le preguntó
si se sentía molesta por tener los miembros tullidos por los efectos de la Talidomida y por la
desfiguración que la hacía aparecer torpe en comparación con su bien parecida hija. “Oh, no,”
declaró con una sonrisa, “así soy yo”. Si alguien tiene alguna dificultad con mi apariencia física, es
su problema, no el mío. Es muy interesante recordar otras observaciones hechas por los sobrevivientes
de la Talidomida en aquel programa:

“El problema no soy yo, es la forma en que la sociedad me define a mi” o “Nosotros somos normales –
simplemente algo diferentes.”

Cuando alguien aprende a ver sus discapacidades como una oportunidad para salir adelante, superar
desafíos y aprender a vivir bien, nos maravillamos de su coraje. Pero cuando las personas gay tienen
el coraje de abrazar su sexualidad como un regalo de Dios y aprender a vivir y amar bien, como
cristianos gay, se los juzga acusándolos de tomar el camino fácil que lleva a la perdición (Mateo
7:13). Lo que desde un lado puede verse como una virtud, desde otro se lo juzga como un vicio. Y lo
que en un determinado contexto es visto como una decisión de coraje, en el contexto de nuestras
iglesias es visto como una conspiración satánicamente inspirada.

Las respuestas más simples acerca de la vida, algunas veces son para nosotros las menos obvias.
Nuestras vidas se vuelven complicadas tan fácilmente por intereses ocultos –he aquí la necesidad de
ser como niños. Personalmente he visto esta realidad tantas veces en mi vida, y aún así me resulta
difícil ponerla en práctica. ¿Por qué somos tan lentos para aprender? Seguramente nuestra innata
pecaminosidad nos cierra lo ojos a lo obvio. Tal como Isaías y Jesús señalaron: Por mucho que
oigan, no entenderán; por mucho que vean no percibirán. Porque el corazón de este pueblo se ha
vuelto insensible, se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario verían
con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían y yo los sanaría.
(Mateo 13:14-15)

Los discípulos de Jesús dejaron sus trabajos y sus sinagogas –y toda clase de comodidad- para
seguirlo. Todos los que se quedaban con Jesús, cuando el resto de la gente regresaba a sus casas,
recibían la explicación de las parábolas. Cuando ponemos nuestra esperanza en otra cosa en lugar de
ponerla en Dios, quien a través de Cristo trabaja para que nos reconciliemos con él, terminamos
gastando nuestras energías siguiendo a guías de ciegos. No deberá sorprendernos si somos llevados a
un callejón sin salida o si tenemos que enfrentarnos con muros de piedra. No obstante lo sincero o

15
Sobreviviendo la Talidomida, Documental dirigido por Banetta Adamson.
Nota del Traductor: la Talidomida es una droga tranquilizante actualmente prohibida.
50

bien intencionados que seamos, cuando no dependemos de Cristo perdemos la visión y ninguno de
nosotros parece estar inmune a eso.

Quizá este sea el difícil camino hacia la madurez cristiana, pero me pregunto si no somos nosotros
los que lo hacemos tan difícil. En una reciente conferencia, el escritor franciscano Richard Rohr
observó que si Dios no puede conseguir nuestra atención a través del mensaje de su amor, entonces
la consigue a través del sufrimiento. Tendremos que aceptar entonces que somos responsables de
gran parte de nuestro sufrimiento.

En los últimos veinte años he tenido el privilegio de trabajar con algunos de los creyentes en Cristo
más dedicados que he conocido. Trabajamos con muchos creyentes sinceros y temerosos de Dios,
especialmente a lo largo de los primeros diez años de nuestro ministerio. Si el promedio de los
creyentes experimentara esa misma clase de compromiso con Cristo que encontré entre aquellos que
luchaban contra su homosexualidad, el mundo sería transformado. Si hubiésemos tenido éxito en
nuestros objetivos, estaríamos probablemente pavimentando el camino hacia un infierno hecho a
nuestro propio gusto –un reino gobernado por un sistema totalitario con un pensamiento cristiano
policíaco trabajando para guiar y dirigir toda acción y pensamiento de la gente. Solo podrían escapar e
ir al cielo aquellos rebeldes preparados para sacrificar sus propias reputaciones y dispuestos a poner
en riesgo sus vidas por ello. Misericordiosamente, Cristo Jesús trabaja entre nosotros para subvertir
nuestros pecaminosos caminos.

Como cristianos gay, creemos en la Biblia como la Palabra de Dios, aceptando las palabras de Pablo a
Timoteo acerca de que toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para aprender,
para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado
para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16-17)

Para mí, que sea inspirada por Dios y útil, nos sugiere que se trata de una palabra viva que confirma el
nuevo pacto en al cual Dios promete hablar a nuestros corazones y a nuestras mentes por medio de su
Espíritu de la misma manera que le habló a Moisés, a Pablo y a todos demás escritores bíblicos. Útil
no es una palabra que elegimos cuando queremos decir “obligatorio”.16

Para nosotros, el desafío consiste en creer lo que Dios tiene para decirnos, aún cuando eso nos ponga
en conflicto con aquellos que no ven las cosas de la misma manera. El discipulado cristiano requiere
que estemos dispuestos a superar el dolor de perder nuestra credibilidad a los ojos de otros, y que a
pesar de eso podamos seguir confiando en Dios.

Cuando tenemos que enfrentar presiones muy fuertes, podemos ser tentados a rendirnos y abandonar
nuestras luchas, o por el contrario buscar más a Dios en medio de la difícil situación. Es sorprendente,
pero cuando buscamos a Dios, descubrimos tesoros viejos y nuevos –tal como los que siguen a Cristo
deben muy bien saber (Mateo 13:52). Vez tras vez, en los momentos de gran necesidad, nos
volcamos a la Biblia en busca de esperanza.

Entre esos tesoros, las personas homosexuales descubren la tierna compasión de Dios hacia todos
quienes le buscan: el reconocimiento de las mujeres estériles (Isaías 54) y de los eunucos (Isaías 56 y
Mateo 19); el pacto entre Ruth y Noemí (Ruth 1:16) –tan admirado en el día de hoy que se cita con

16
Brian D. McLaren explora este tema en su excelente libro, A New Kind of Christian (Una Nueva Clase de Cristiano)
51

frecuencia en muchas servicios de casamiento; la celebración del pacto entre David y Jonatán -el
varón conforme al corazón de Dios (1 Samuel 18 y 20); la libertad tan evidente con que se prodigaron
afecto entre ellos sin inhibición ( 1 Samuel 20); el dolor de David por la muerte en batalla de Jonatán
con palabras que revelan la ternura y el amor de esa relación (2 Samuel 1); el hecho de que Jesús pudo
amar abiertamente a otro hombre (Juan 13:23) sin exponerse al reproche –ni aún de sus enemigos que
buscaban cualquier razón u oportunidad para destruirlo. Aquellos cristianos que se incomodan
pensando que estamos implicando la existencia de un elemento homosexual en esa relación, siguen
una pista falsa. La simplicidad y la belleza de ese amor habla a todos aquellos que están abiertos a
comprender.

Existen muchos pasajes que nos llaman a evitar la inmoralidad sexual, pero tenemos que formularnos
esta pregunta: “¿Cual habrá sido el significado del término inmoralidad sexual para los autores
bíblicos?” Seguramente ellos tenían una perspectiva muy diferente, considerando las costumbres
sociales de su época, como la práctica de la prostitución, la poligamia y el concubinato –entre otras-
muy difundidas por aquellos días sin que la conciencia de la gente estuviese preocupada por ello.

También vemos que existían concesiones para permitir el divorcio y una extraordinaria falta de
claridad en cuanto a la idea de matrimonio legal. Mientras que el Rey Salomón fue en última instancia
juzgado por Dios por dejarse conducir a la idolatría por algunas de sus esposas, no fue culpado por
tener setecientas esposas y trescientas concubinas (1 Reyes 11:3)

Uno de los valores del ministerio de Courage que permanece con gran vigor es el sentido de la
responsabilidad moral hacia los demás. Pero como en la Biblia no encontramos ninguna mención del
celibato, inevitablemente comenzamos a preguntarnos si éste fue un mandamiento de Dios o
simplemente una doctrina de hombres que ganó peso en la enseñanza de la iglesia sólo por haber sido
proclamado durante mucho tiempo, aunque nadie recuerde de donde provino en primer lugar.
52

18. Celibato por la fuerza

Las apasionadas palabras de mi pastor en cuanto a que Dios demanda absoluta castidad antes del
matrimonio y absoluta fidelidad a lo largo del mismo, resuenan aún en mis oídos 36 años después.
Esa enseñanza demanda el celibato de todas las personas solteras – aquellas que nunca se casaron y
también de las viudas y las divorciadas. Cuando alguien sugiere la posibilidad de una perspectiva
diferente en lo que respecta a los cristianos gay, enseguida lo acusan de articular un alegato
interesado con el fin favorecer una excepción. En lo personal pienso que eso es injustificable ya que
tal acusación no hace más que cerrar las puertas a toda posibilidad de discusión.

La soledad no es algo fácil de soportar. Conozco un buen número de mujeres mayores que se casaron
bastante tarde en la vida, después de un largo período de soltería. Sus matrimonios pueden haber
llegado demasiado tarde como para tener hijos, pero aún así estaban en condiciones de disfrutar
muchos años de felicidad junto a sus maridos. Y todo el mundo se alegra por ellas. Mientras que a
los cristianos gay se les enseña que no hay otra opción más que quedarse solteros, a menos que
“cambien”. Comúnmente nos ofrecen la trivial idea de que el celibato nos permite tener libertad
para servir en el Reino de Dios sin el peso de las responsabilidades familiares –como si el pastor
casado tuviera que lamentarse por no haberlo pensado mejor antes de decidir contraer matrimonio.
Pero tal ventaja, lleva aparejada la condición esencial de que la persona gay jamás tendrá que decirle
a los demás cual es su orientación sexual –una información que le garantizará perder absolutamente
toda oportunidad de servir en su iglesia. Lastimosamente ningún líder cristiano conservador se
alegra cuando un hombre o una mujer gay encuentran amor y compañerismo en una persona del
mismo sexo. Mas bien, el creyente homosexual recibirá un ultimátum: si no abandona esa relación,
perderá la membresía de su iglesia.

En el jardín del Edén, la serpiente fue famosa por intentar engañar con la pregunta, ¿Realmente lo dijo
Dios…? Por el relato de Génesis, sabemos que Dios específicamente prohibió comer los frutos del
árbol del conocimiento del bien y del mal. La serpiente estaba desafiando la integridad de la palabra
de Dios. Cuando nosotros preguntamos si Dios realmente dice NO a las relaciones entre personas del
mismo sexo, el mundo cristiano heterosexual trata de imponernos un número de textos que prohíben
formas de sexo abusivas, pero que han sido sacados de contexto y forzados a decir que también
prohíben las relaciones comprometidas cimentadas en el amor.

No solamente nos dicen que no debemos relacionarnos con una persona de nuestro mismo sexo, sino
que además tendremos que permanecer célibes durante toda nuestra vida porque el sexo está
reservado exclusivamente para las personas heterosexuales que están casadas. Y por supuesto, en un
lenguaje cristiano educado, las parejas heterosexuales casadas no tienen sexo, sino que hacen el amor.
Solamente las personas no casadas tienen sexo – un arreglo de palabras que traiciona las metáforas que
utilizamos para rebajar aquellas relaciones que no encajan dentro de las normas aceptadas. Esa
conveniente elección de palabras asocia a un grupo con la ilegalidad y la lujuria, mientras que por
otro lado alaba las relaciones que responden al modelo tradicional. Si bien cualquiera de nosotros
puede caer en un lenguaje tendencioso, sabemos muy bien que existen muchos matrimonios
heterosexuales sin amor, abusivos e inmanejables. El matrimonio por si mismo no es garantía de
éxito simplemente porque sea heterosexual, una realidad ésta, claramente revelada por las estadísticas
de divorcio. Solo la calidad del mutuo compromiso es la clave para un matrimonio duradero.
53

Cuando investigamos las escrituras por nosotros mismos, nos damos cuenta que el cuadro no es tan
simple. Vemos que la elección de renunciar al matrimonio por el Reino de Dios fue reconocida por
Jesús (Mateo 19:12) y por Pablo (1 Corintios 7:7). Pero ambos fueron muy claros: la soltería no es
impuesta sino que es un don, y la decisión de renunciar al matrimonio nace de un llamado para
dedicarse exclusivamente al reino de Dios. Esta fue una idea muy radical en los tiempos de Jesús
cuando la crianza de hijos era un asunto de una inmensa importancia social.

El uso que hace Jesús del término eunucos17 en Mateo 19 simplemente describe a personas que por
alguna razón no son aptas para el matrimonio. No apto para el matrimonio usualmente se entiende
como incapaz de producir descendencia, de ahí surge la costumbre real de emplear eunucos castrados
pare el servicio del harem. Pero eso no significa incapacidad para mantener alguna clase de relación
sexual. Eunuco no es sinónimo de célibe. De hecho esas palabras de Jesús no implican la prohibición
de ninguna forma de intimidad sexual. La noción de que este pasaje demanda la condición de
celibato obedece a una lectura espuria del mismo, pues no es eso lo que encontramos allí.

En los tiempos en que la tasa de mortalidad infantil era alta y la esperanza de vida corta, tener
muchos hijos era una tremenda necesidad social. No pasa lo mismo en la sociedad occidental actual.
La base fundamental para la existencia del matrimonio heterosexual ha cambiado sustancialmente. En
el día de hoy, el imperativo social de tener hijos ha sido reemplazado por el deseo de compartir la
vida con la persona que elegimos y a la cual amamos. Ésta es la base del matrimonio contemporáneo.

Más aún, la práctica del control de la natalidad ha ganado una amplia aceptación, a pesar de la
vigorosa oposición de la iglesia Anglicana medio siglo atrás cuando esta práctica era considerada
antinatural. La iglesia Católico Romana aún continúa sosteniendo que no existe autorización bíblica
para el control de la natalidad. Según me han explicado, la “justificación” del control de la natalidad
está en el hecho de que Dios creó el matrimonio en primer lugar para el compañerismo y en segundo
lugar para la procreación. (es sorprenderte notar como los maestros heterosexuales suelen encontrar
maneras para justificar sus actos utilizando las Escrituras). Y cuando Dios es honrado por la
existencia de gloriosas uniones de compañerismo heterosexual, el control de la natalidad permite
realizar una planificación familiar responsable en un mundo donde se ha hecho muy costosa la
provisión necesaria para sostener una familia numerosa. Sin embargo esto no parece haber sido un
problema en los tiempos bíblicos por más pobre que fuese la gente. Por el contrario, cuantos más hijos
tuviera una pareja, más seguridad podía encontrar dentro de una cultura donde no existían las
pensiones ni otros beneficios sociales. Aquellos que no tenían hijos, tenían buenas razones para
preocuparse por su ancianidad, a menos que tuviesen riquezas.

Si los académicos y maestros bíblicos protestantes tienen razón, y el control de la natalidad no está
prohibido por la Escritura –contrario a la naturaleza, como resultaría ser- y el matrimonio ha sido
dado por Dios primero para satisfacer una necesidad de compañerismo y segundo para producir hijos,
entonces ¿Cuál es el argumento en contra de que las personas homosexuales puedan disfrutar la
misma clase de intimidad y compromiso?

Todavía no sabemos cuales son las causas subyacentes de la homosexualidad, y mientras hay muy
poca fundamento para describirla en términos de una explicación psico-dinámica, existe creciente
evidencia en cuanto a su carácter congénito, fijada a muy temprana edad, probablemente dentro del

17
Existe un trabajo muy interesante sobre el significado de los eunucos en la Biblia en www.well.com/user/aquarius
54

vientre materno. Toda la evidencia científica producida en los últimos diez años sugiere que la
orientación sexual es real, innata y que no es producida por el hombre.18

En su testimonio, un miembro de Courage describió una vez su primera experiencia sexual con otro
hombre de la siguiente forma: “Me pude sentir verdaderamente humano, y que podía estar en paz
conmigo mismo y con Dios”. Reflexionando sobre ello, me di cuenta que a lo largo de la historia
humana, las personas han expresado siempre sus deseos y su necesidad de intimación en términos
sexuales. En algunos casos el contexto puede ser inapropiado, en otros puede ser realmente
equivocado (como en el caso de la explotación de los niños). Pero las necesidades subyacentes y los
deseos de compartir la intimidad, son universales, dados por Dios y completamente normales. Nada
de lo que uno se pueda avergonzar.

Mientras que en lo personal estoy a favor de practicar la abstinencia sexual hasta encontrar la persona
con la que uno puede establecer un compromiso de amor duradero, pienso que la doctrina del celibato
pone un énfasis en la abstinencia que va demasiado lejos. Tal vez es por eso que la Biblia nunca la
menciona. ¿Qué es lo que logramos al poner tanta insistencia en el celibato, sea por un supuesto bien
personal o por nuestra relación con Dios? Seguramente no satisface más que el ego de los hombres.
Las palabras del autor de Eclesiastés (1:2) vienen a mi mente (un himno que tantas veces canté de
jovencito en el coro):

Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.

Tal vez las palabras de Jesús acerca de los eunucos hagan que este debate sea irrelevante. Cualquiera
sea la razón por la que no se pueden casar, hay un lugar en el Reino para aquellos eunucos que sirven a
Dios. En realidad las palabras de Jesús confirman que el objetivo más importante consiste en buscar
primero el Reino de Dios con la confianza de un niño, (Mateo 19:14):

Dejen que los niños vengan a mi, y no se lo impidan, porque el Reino de los Cielos es
de quienes son como ellos.

18
Ver el fascinante libro de Matt Ridley, Nature Via Nature.
55

19. Motivos de Esperanza

Diez años atrás comenzamos a cuestionar nuestra base Escritural que insistía en que todos aquellos
que llegaban a nuestro ministerio tenían que cumplir con la demanda de sus iglesias respecto de
permanecer célibes como el resto de los creyentes que no están casados. Se nos había enseñado que
cualquier forma de erotismo entre personas del mismo sexo era intrínsecamente equivocada, aún
dentro de las relaciones cimentadas en el amor y el mutuo compromiso. Sin contar con una
alternativa viable, de a poco comenzamos a perder confianza en la autoridad de la iglesia en cuanto a
la enseñanza sobre este asunto. En realidad no encontrábamos instrucciones bíblicas específicas que
pudieren corroborar ese mandamiento.

Aún así, la carga de culpa tan sólo por desear un compañero del mismo sexo seguía presente porque
estábamos rodeados de voces que nos decían que eso era pecado. Por esta razón vi muchos jóvenes
profundamente desilusionados, deprimidos y desesperanzados. Algunos ni siquiera podían trabajar o
desempeñarse en la vida normalmente, lo que era evidencia suficiente de que algo no estaba
funcionando bien con nosotros. Los consejeros seculares no tenían problemas en reconocer esta
realidad, pero los líderes de las iglesias rechazaban sus ideas porque esos consejeros no eran
cristianos. Como un pastor comprometido en ayudar a la gente para encontrar esperanza en Cristo,
pude entender que esa situación era realmente desgarradora, especialmente al notar un creciente
número de intentos de suicidio, sin contar los que se apartaban de la fe.

En sorprendente contraste, comencé a notar que aquellos cristianos que abrazaban la posibilidad de
una relación seria con otra persona de su mismo sexo resultaban inmensamente beneficiados. Al
mismo tiempo me di cuenta que era malicioso y difamatorio interpretar esos deseos meramente en
términos de lujuria y desviación sexual. Quienes juzgan la intimidad sexual de las personas
homosexuales de esa manera incurren en un grave error de apreciación.

Esa forma de ver la homosexualidad, asume en esencia que las personas homosexuales son
meramente heterosexuales desviados que necesitan alinear su conducta con la norma de los demás –
como los hombres que recurren a la actividad homosexual dentro de las cárceles, o cuando pasan
períodos largos fuera del hogar, para retornar a la heterosexualidad en el momento oportuno. No hay
consideración alguna en cuanto a la posibilidad de que algunos de nosotros hayamos nacido con una
orientación homosexual, o que los sentimientos de atracción homosexual pudieran formar parte de
nuestra propia naturaleza. Parece que los cristianos heterosexuales no pueden aceptar la posibilidad
de que la homosexualidad sea una característica innata. Simplemente no pueden ni siquiera imaginar
que sea así.

Lo cierto es que cuando la gente gay realmente se ama la una a la otra, el sexo no es la parte más
importante de la relación; simplemente es la crema de la torta. Eso es también verdad para las parejas
heterosexuales. Una pareja homosexual comprometida posee el mismo valor y sentido de pertenencia
que tiene el matrimonio heterosexual. Y cuando Cristo ocupa el lugar central, la moral de la gente –y
sobretodo las fe en Dios- se recuperan.

La Escritura enseña que el gozo del Señor es nuestra fortaleza (Nehemías 8:10) ¿porqué tenemos
creer a los líderes que nos roban el gozo que encontramos en Cristo y en el matrimonio diciéndonos
que somos parias no aptos para el Reino de Dios porque somos homosexuales.
56

Courage ha sido siempre un ministerio pionero de carácter pastoral, no un grupo militante que lucha
por los derechos de las personas gay, y por esa razón el hecho de abrazar un enfoque que fuera
afirmativo de la homosexualidad nos resultaba sobrecogedor. El desarrollo de un nuevo enfoque para
nuestro ministerio fue una tarea cargada de problemas. Me preocupaba la posibilidad de que
inadvertidamente cayéramos en una postura donde “todo es lícito”. Pero también habíamos aprendido
unas cuantas lecciones importantes y teníamos razones para tener confianza en la dirección que
estábamos tomando.

En primer lugar sabíamos que como todos estamos llamados a una relación personal con Dios en
Cristo y que Dios recompensaría nuestra búsqueda sincera en El. Nos atrae a él para buscarle (Juan
6:44) y podemos ir a Dios directamente por nosotros mismos a través de nuestra fe en Cristo.

Además, en nuestras iglesias carismáticas habíamos aprendido a esperar en el Espíritu Santo, no sólo
para cambiar nuestros corazones, sino para ser guiados a toda verdad (Juan 6:13). Esta convicción
había sido muy importante para muchos líderes del movimiento carismático de los primeros tiempos
que sabían lo que significa ser rechazados por las iglesias tradicionales. Expulsados a su propia
suerte, los líderes carismáticos tuvieron que depositar su confianza en la guía del Espíritu Santo, y ese
fue un ejemplo que nosotros aprendimos.

En realidad todo esto nos dio mucha confianza en nuestra vida de oración. ¿Por qué dudaríamos de la
guía de Dios si lo que estábamos haciendo era buscarlo honestamente con todas nuestras fuerzas? Y
cuando en lo profundo de nuestros corazones pudimos sentir que Dios aceptaba y aprobaba nuestros
deseos homosexuales, más y más de nosotros tuvimos confianza para aceptar nuestra sexualidad. Nos
produjo gran tranquilidad darnos cuenta de que nuestro deseo por tener relaciones comprometidas es
tan legítimo como el que tienen los creyentes heterosexuales.

Cuando comenzamos a tomar coraje para alzar nuestra voz acerca de nuestras convicciones,
sorprendentemente recibimos apoyo de algunos sectores de la iglesia. En forma privada también
sentimos el respaldo de unos cuantos líderes evangélicos. De ninguna manera perdimos el apoyo de la
comunidad evangélica entera. Sin embargo no encontramos respaldo de parte de la comunidad secular
gay. Simplemente muchos de ellos no comprendían porqué seguíamos asociados con la religión
homofóbica.

A medida que estudiamos la Biblia por nosotros mismos, los tradicionales “textos garrote” 19
comenzaron a perder credibilidad porque los mismos no habían sido escritos pensando en personas
como nosotros, que habíamos pasado nuestras vidas buscando a Dios. Claramente Pablo escribió a
Timoteo que La ley no se ha instituido para los justos sino para los desobedientes y rebeldes, para
los impíos… (1 Timoteo 1:9). Más aún, encontramos muchos pasajes que nos afirman y apoyan como
personas para quienes un compromiso homosexual es sano y apropiado, conscientes de que para
nosotros es impensable un matrimonio heterosexual.

Para aquellos que proveníamos de un trasfondo estrictamente evangélico donde habíamos sido
enseñados por autorizados maestros de la Biblia, Dios nos proveyó la asistencia del Dr. Roy Clements

19
Nota del Traductor: se suelen denominar “textos garrote” a los cinco o seis textos bíblicos que hacen referencia a
conductas sexuales entre personas del mismo sexo.
57

–reconocido erudito en Biblia- quien con su conocimiento y autoridad nos apoyó amorosamente
durante nuestro cambio de enfoque.

También aprendimos mucho del ministerio conocido como Evangelicals Concerned20 fundado en 1975
por el Dr. Ralph Blair en los Estados Unidos, más o menos al mismo tiempo en que los ministerios
“ex –gay” estaban comenzando a surgir en ese país. Blair me explicó una vez que cuando se convirtió
a Cristo, pensó que si es cierto que somos salvados por la fe en lo que Cristo ha hecho, luego el
mensaje anti –gay no puede ser verdadero. En la obra retentiva de Dios, nuestra orientación sexual es
irrelevante. Lo que realmente importa es nuestra respuesta al llamado de Cristo.

En virtud de su larga experiencia en este campo, tuvimos mucho que compartir con este grupo
evangélico teológicamente conservador. En sus conferencias pudimos conocer a muchas personas que
habían estado en pareja por largos años, destruyendo la caricatura de que la gente gay es incapaz de
formar relaciones duraderas. Paralelamente al ministerio de Éxodo, Dios proveyó una alternativa para
aquellos que simplemente se animaron a creer en el evangelio. No nos sorprendió encontrar allí a
mucha gente que había pasado por Éxodo y que ahora estaba muy agradecida con la obra del Dr.
Ralph Blair. Verdaderamente la primera conferencia de EC a la que asistimos tuvo para nosotros una
extraña sensación de déja-vu pues en algunos aspectos nos recordaba las conferencias de Éxodo. Y
no era casualidad, de a poco nos dimos cuenta que la mayoría de los organizadores, en el pasado
habían sido miembros y líderes de Éxodo.

20
Para mayor información sobre el trabajo de Ralph Blair y Evangelicals Concerned, visitar los sitios Web www.ecinc.org
y www.wcwr.org
58

20. Perdiendo el Equilibrio

¿Has tenido alguna vez la experiencia de bajar por una escalera mecánica inmóvil? En el Metro de
Londres no es algo inusual. Puede ser muy desconcertante tratar de bajar una escalera en movimiento.
Uno tiene la sensación extraña de perder el equilibrio.

Cuando nos acostumbramos a usar escaleras mecánicas, nuestro cerebro se ajusta de modo que
aprendemos a mantener el equilibrio mientras nos trasladamos en un objeto móvil sin tener que estar
pensando en ello. Esta habilidad aprendida se vuelve automática de modo que cuando ponemos
muestro pies en una escalera estacionaria, la mente no se ajusta inmediatamente.

Algo parecido experimentamos cuando Dios nos llama a reconsiderar una doctrina que previamente
fue popularmente aceptada. La sensación es de confusión y ciertamente no hay nada grato en ello.
Los discípulos enfrentaron esta clase de desafíos más de una vez al escuchar las enseñanzas de Jesús.
Un ejemplo muy fuerte ocurre en el evangelio de Juan. Jesús apenas pudo elegir una forma más
ofensiva de proclamar una nueva doctrina como esta.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. Porque mi
carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre,
permanece en mi y yo en el. (Juan 6:54-56)

Esto fue tan difícil de oír que muchos de los discípulos le dieron la espalda y lo abandonaron (v. 66).
Aún así, cuando Jesús preguntó a sus discípulos más cercanos si ellos querían también irse, Simón
Pedro respondió, Señor ¿a quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna (v.68) habiendo sido un
creyente cristiano comprometido por más de cuarenta años, si no hubiese tenido una relación personal
con Cristo que me diera seguridad y dirección a través de las pruebas de la vida, también lo hubiera
abandonado.

A nosotros nos resulta fácil aceptar las palabras de Jesús sobre comer su carne y beber su sangre
porque conocemos el resto de la historia. Pero sus discípulos no lo sabían. Ellos no podían decir “por
supuesto que entendemos a donde apuntas con esto”. Usualmente nos lleva bastante tiempo aceptar
cosas completamente nuevas, especialmente cuando a primera vista parecen muy diferentes o quizá
hasta completamente opuestas a lo que se nos ha enseñado.

A menudo me pregunto porqué Jesús provocó de esta manera a sus discípulos. Propuestas de esa
clase no ayudan a ganar amigos e influenciar a la gente. Pude notar que una da las maneras en que
Jesús seleccionaba a sus seguidores era provocando a aquellos que esperaban una doctrina que les
fuera familiar.

Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó: -¿esto
les causa tropiezo? ¿Qué tal si vieran al hijo del hombre subir a donde antes estaba? El Espíritu da
vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida. Sin
embargo hay algunos de ustedes que no creen. Es que Jesús conocía desde un principio quienes eran
los que no creían y quien era el que iba a traicionarlo. Así que añadió: Por esto les dije que nadie
puede venir a mi a menos que se lo haya concedido el Padre. Desde entonces muchos de sus
discípulos le volvieron las espalda y ya no andaban con el. (Juan 6:61-66).
59

Cada vez que nuestras certezas acerca de la voluntad de Dios son puestas a prueba, inevitablemente
experimentamos una lucha interior hasta que logramos ajustarnos a la nueva situación –el síndrome
de la escalera mecánica que no se mueve. En tiempos recientes muchos cristianos gay han sentido la
confianza de hablar abiertamente en sus iglesias acerca de su orientación sexual. Los líderes cristianos
gay han salido del placard y como consecuencia de ello muchas denominaciones se han sentido
perturbadas por el desafío que eso les presenta.

La historia nos enseña que cuando la iglesia es sacudida por intensas controversias, la respuesta que
Dios a menudo espera es el arrepentimiento. Se nos está pidiendo abandonar formas tradicionales de
trabajar por el bien de muchas personas. Hay asuntos de poder y de control que necesitan ser
reconocidos y de los cuales es preciso arrepentirse. Cuando nos damos cuenta, podemos comenzar a
responder a las necesidades de nuestro tiempo en la misma forma en que Jesús lo hizo hace dos mil
años atrás.

Tal como lo explica Pablo en Romanos 2:4, el arrepentimiento es, por supuesto, un regalo que
recibimos de Dios.

¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no
reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?

Los evangelios claramente revelan la aceptación y el amor de Cristo por todos los grupos de personas
que eran rutinariamente rechazados en su día, ya fueran leprosos, cobradores de impuestos, o mujeres
de moral dudosa.21 El punto no está en ser correcto, sino en ser bueno, honesto, confiable y
personalmente íntegro.

Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (el
fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) Efesios 5:8-9

21
Sobre este rema recomiendo el excelente libro de Jeffrey John El Significado de los Milagros publicado pore Canterbury
Press.
60

21. Tomar la Cruz

Conmovedoramente, Steve Shaw describió el tormento interior del los cristianos que descubren su
homosexualidad. Descubrirme gay fue como descubrir que era la clase de persona sobre lo cual mi
madre me había advertido.22 Y mas adelante observa que la presión de los tabúes sociales, morales y
religiosos en contra de la homosexualidad son tan fuertes que pueden dar origen a las más espantosas
formas de comportamiento. Esa también ha sido la experiencia de la mayoría de los cristianos gay
que conozco.

El mundo en que vivimos nos presenta desafíos sobre los que no nos percatamos - a un nivel
patológico- de que nosotros mismos somos nuestros peores enemigos. Por supuesto que siempre
tendremos un cierto grado de conflicto entre nuestro ego pecaminoso y el señorío de Cristo. Pero
cuando alcanzamos a comprender lo que verdaderamente significa encontrarnos con Cristo, el amor
por el Señor en nuestros corazones es tal que nuestro ego en el largo plazo deja de estar en oposición a
él. Cuando descubrimos el tesoro escondido en el campo (Mateo 13:14; Lucas 12:34), las cosas del
mundo dejan de tener ese encanto irresistible.

Cuando aprendemos a vivir en Cristo, la paz que este mundo no puede dar (Juan 14:27) y el gozo y la
esperanza que Cristo da a todos los que se vuelven a el, son una evidencia de que nuestras vidas están
en el camino de redención. Cristo dio su vida para que esto fuera posible. Si permanecemos en un
constante conflicto interior, eso es síntoma de que hemos perdido algo esencial del evangelio de las
Buenas Nuevas.

El inmenso gozo que trae el evangelio al corazón del pecador arrepentido está en la seguridad del
amor de Dios y del compromiso de Dios para completar su obra de redención en nosotros. Dios
promete paz para todos aquellos que caminan con él mediante la fe en Cristo. Como escribe el Apóstol
Pablo, Que el Dios de esperanza les llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que
rebocen de esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Romanos 15.13)

Según aprendí, el mandamiento de tomar nuestra cruz (Mateo 10:38-39) es un desafío a nuestra
postura egotista, llamándonos al arrepentimiento de las cosas insensatas que a menudo promovemos
para ejercer control sobre nuestras propias vidas y sobre la vida de los demás. Mientras que la vida
cristiana puede involucrar en ocasiones un intenso sufrimiento, ese desafío tiene poco o nada que ver
con sufrir simplemente por sufrir. Esta clase de de disciplina es impuesta a menudo por una religión
que nunca logra hacer que las personas sean realmente buenas. Como Pablo señaló:

Si con Cristo ustedes se han muerto a los principios de este mundo ¿porqué como si todavía
pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: “no tomes en tus manos, no pruebes, no
toques”?Estos preceptos basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a
desaparecer con el uso. Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa
humildad, y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza
pecaminosa. (Colosenses 2:20-23)

22
Steve Shaw, Bailando con tu Sombra, p25
61

Unos años atrás, acompañé a visitar a su pastor a uno de nuestros miembros de Courage. Su primera
pregunta fue “¿que es lo tan terrible de una relación homosexual para que tenga que pasar el resto de
mi vida solo y negándome a la posibilidad de una relación amorosa con otra persona?” El pastor
encogió sus hombros y replicó, “Bueno, no soy yo el que hace las reglas”.

El argumento de que debemos negarnos a toda relación íntima de compañerismo por temor a caer en
pecado sexual está basado en el miedo. Hay que reconocer que algunos pastores estarían dispuestos a
apoyar relaciones comprometidas entre dos personas del mismo sexo si se garantizara que las mismas
son no-sexuales. Yo mismo traté esa posibilidad por algunos años a fines de la década del 90. Pero
en la práctica, esperar que los enamorados resistan indefinidamente sus deseos sexuales es algo fuera
de la realidad. Negar la posibilidad de toda relación íntima y minimizar el sufrimiento de la soledad
y el aislamiento como si fuera una cuestión de negarse simplemente porque sí, es inhumano y además
no tiene base bíblica. Para que las relaciones homosexuales lleguen a ser una alternativa aceptable
será necesario que los evangélicos den un gran salto hacia adelante en su forma de pensar. Pero la
mayoría de los pastores prefiere dar un paso hacia atrás, antes de poner en riesgo su reputación.

¿Si Dios deseara pedirnos tal clase de auto-sacrificio, no deberíamos esperar recibir un fuerte sentido
de convicción personal acerca de ello? ¿Porqué nos enviaría Dios este mensaje a través de líderes
religiosos que consistentemente se niegan a escucharnos y conocer nuestra propia experiencia? Es
claro que raramente estarían dispuestos a cambiar su punto de vista si eso amenazara su posición de
seguridad. Y no se trata solamente de resguardar su poder. Aún el más humilde de los pastores
necesita de ingresos para vivir. Es comprensible que tengan miedo de encontrar oposición en las
congregaciones que le pagan el salario, especialmente cuando tienen una familia a quien proveer.

Jesús nos desafió a creer como niños, confiando en el Padre y seguros en su promesa de que el Espíritu
Santo nos conducirá a toda verdad (Juan 16:12,13). Con esa clase de fe, muchos cristianos gay han
encontrado confianza para buscar una pareja del mismo sexo.
62

22. Evangelio Socavado

En la actualidad se viene produciendo un abierto debate en torno a la experiencia de muchos


cristianos homosexuales, un asunto éste que está desafiando fuertes convicciones que mucha gente
tiene acerca de la sexualidad, del matrimonio y de la familia en sus formas tradicionales. A muchos
líderes cristianos les preocupa que si las uniones homosexuales son aceptadas, ¿cómo van a enseñar a
los más jóvenes, que en una época caracterizada por la inmoralidad, ciertas reglas que se asumían
como bíblicas, ahora ya no se sostienen? ¿Dónde encontraremos alguna autoridad creíble para
mantener algunos límites esenciales? Enseñar a los jóvenes un sentido de responsabilidad moral
personal no sería suficiente, en realidad es algo preocupante, y ciertamente no serviría para controlar
sus impulsos de testosterona. Históricamente, la culpa y la vergüenza han probado ser un freno muy
efectivo.

Quizá pueda comprenderse que muchos pastores todavía sigan apegándose indiscriminadamente a una
lista de reglas al tiempo que permanecen indiferentes al sufrimiento que eso ocasiona. Sólo cuando
estamos realmente motivados para sacar a la luz las razones de nuestras tradiciones, entonces podemos
abocarnos al duro trabajo de encontrar una respuesta creativa y bíblica. El proceso, sin lugar a dudas,
genera importantes conflictos y aquellos que se embarcan en este riesgoso trabajo tienen que pagar un
alto costo en cuanto a ingresos y reputación. Y si fallamos en hacerlo será porque tenemos la vista
corta. Cerrar las puertas a los cristianos gay con demandas que exigen incuestionable obediencia sin la
posibilidad de un debate serio que tenga en cuenta su experiencia, está conduciendo a la iglesia nada
más ni nada menos que a un enredo de controversias.

Es trágico pero no sorprendente, que la iglesia se haya convertido en un hazmerreír del mundo actual.
La gente común no puede entender porque los cristianos tienen una tan grande obsesión voyeuristica
con el sexo. Hemos sido creados para ser seres sexuales. De no ser así, ninguno de nosotros estaría
aquí. Tenemos que aprender a manejar este asunto de una manera saludable. Cuanto mejor sería que
la iglesia fuera reconocida por preocuparse por lo pobres, los marginados y los que no tienen derechos,
como hizo Jesús. Sin embargo, en nuestra generación la iglesia se ha hecho infame por expulsar a sus
miembros homosexuales, sin tener la voluntad de considerar que algunos de nosotros podríamos haber
nacido de ese modo, y que por lo tanto somos naturalmente atraídos a formar pareja con personas de
nuestro propio sexo. De esta manera la credibilidad del evangelio se está poniendo a prueba.

Cuando pastores y líderes impiden que los cristianos gay puedan encontrar una salida para sus vidas
libres del efecto pernicioso de los prejuicios, no hacen más que practicar una forma de persecución
alimentada por la ignorancia. Según mi opinión, cuando fallamos en nuestra responsabilidad moral
hacia los demás, estamos actuando como el asalariado y no como el verdadero pastor, tal como Jesús
observó en Juan 10:12. El propio ejemplo de Jesús fue ser el buen pastor que da la vida por sus
ovejas. Y al actuar de ese modo, el Señor también perdió reputación:

Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen a ni, así como el Padre me conoce a
mí y yo lo conozco a el, y doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este redil, y
también a ellas debo traerlas. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
(Juan 10:14-16)
63

Nadie elije ser homosexual. Simplemente descubrimos que forma parte de nosotros mismos a medida
que vamos creciendo. Hay algunos que lo descubren o que son conscientes de ello un poco tarde en
la vida, quizá después de contraer matrimonio. Si hubiese alguna posibilidad de elección, con
seguridad todos hubiésemos elegido ser heterosexuales. Sólo la apariencia de ser heterosexual nos
hace la vida más fácil, al tiempo que la integración en la iglesia y en la sociedad resulta menos
problemática. Sólo con el tiempo, muchos de nosotros llegamos a estar confortables y seguros como
personas homosexuales.

En una excelente exposición del libro de Job, titulada Sufrimiento y Misterio23, Roy Clements analiza
las razones de la confrontación entre Job y los consejeros que intentaban encontrar sentido a sus
pruebas desde su perspectiva tradicional. Job encontró que eso era tremendamente frustrante porque,
como Roy Clements observa, la posición teológica de Job con respecto al sufrimiento cambió como
resultado de su experiencia personal con él. Eso pasa muchas veces, y en nuestro caso nos ayuda a
explicar porqué la perspectiva teológica de los cristianos gay puede cambiar también como resultado
del sufrimiento.

Nuestros pastores y líderes harían bien en prestar atención a las palabras de Jesús en Mateo 9:13; 12:7
(en referencia a Oseas 6:6)

Si ustedes supieran los que significa “misericordia pido y no sacrificios” no condenarían a los que no
son culpables.

23
Una trascripción del excelente sermón de Roy Clements sobre el libro de Job puede hallarse en
www.courage.org.uk/articles/article.asp?id=195
64

23. El Poder de los Prejuicios.

Muchos líderes cristianos desestiman a los cristianos gay como si fueran subversivos y rebeldes contra
Dios. Como la cizaña que el enemigo sembró en un campo de trigo, nosotros seríamos separados y
echados al fuego en el día del juicio (Mateo 13). Con ese pensamiento algunos líderes de alguna
manera se sienten con el derecho de ensuciar el testimonio de cristianos gay usando ciertas estadísticas
como la base para su argumento. Hablan sobre los altos niveles de promiscuidad y la propagación del
VIH dentro de una sociedad decadente. Pero esta estrategia falla demostrando por si misma cuan
absurda es.

Sólo un cínico podría citar las cifras de los fracasos matrimoniales o las trágicamente altas tasas de
divorcio para argumentar un caso contra el matrimonio heterosexual. Casi nadie le prestaría
atención, porque todos sabemos que un matrimonio se sostiene o se cae dependiendo del amor que
exista entre los cónyuges y de la voluntad de trabajar la relación día por día. Ningún matrimonio se
nutre meramente por el hecho de pegarse a una lista de reglas y mandamientos. He visto fracasar a
muchos matrimonios cuando los esposos se sometían a una conducta legalista sin amor.

Quienes piensan que las uniones homosexuales legalmente reconocidas pueden constituir una
amenaza contra el matrimonio carecen de fundamentos. ¿Qué aspecto del amor, compromiso y
fidelidad entre dos personas homosexuales puede ser destructivo para el matrimonio heterosexual? A
pesar de las alarmantes tasas de divorcio, todos seguimos firmes en la convicción de que el
matrimonio ha sido establecido por Dios. ¿Porqué otra razón las iglesias acostumbran a ofrecer toda
clase de preparación en la forma de cursillos o clases? Creemos que el matrimonio es algo muy bueno
y que podrá seguir funcionando bien, a pesar de los desafíos.

Aún así, cuando alguien proviene de un trasfondo evangélico conservador, como es mi caso, le puede
resultar tentador adoptar una posición cínica con respecto a las relaciones entre personas del mismo
sexo. Se ponen a investigar, seleccionan los peores ejemplos de conductas homosexuales y citan sus
conclusiones como si fueran una declaración fáctica universal. ¿Porqué nuestro sentido de la lógica no
se da cuenta que esas mismas tácticas pueden ser usadas para apoyar o desacreditar cualquier otra
conducta humana? Nadie que aprecie la verdad puede tomar seriamente a personas que escarban en
las estadísticas simplemente para desacreditar a aquellos con los que no están de acuerdo.

Cristo y la Iglesia
Una objeción comúnmente citada contra las uniones entre personas del mismo sexo está basada en la
enseñanza de Pablo en su carta a los Efesios (5:21-23). El argumento señala que Pablo relaciona el
matrimonio de un hombre con una mujer con el vínculo entre Cristo y la Iglesia; Esto es un profundo
misterio dice Pablo en el verso 32. En la mente de algunas personas surge la idea de que las parejas
homosexuales son una burla a la relación entre Cristo y la Iglesia. Me parece increíble que haya gente
que enfatiza tan vehementemente una interpretación de esa clase. El menos experimentado de
nosotros puede darse cuenta que la belleza del matrimonio -y de la relación entre Cristo y la Iglesia-
radica en el inquebrantable amor y la comprometida fidelidad. El valor de la ilustración que pone
Pablo, ¿podría basarse meramente en la complementariedad varón / mujer?
65

Podría sugerir que el peso y el significado real de la enseñanza de Pablo tienen que ver con la
sumisión de la mujer a su marido – siendo esto el centro del mensaje de Pablo respecto de la Iglesia en
relación a Cristo. Pero en el mundo cristiano de hoy, donde se tiende a enfatizar la equidad esposo-
esposa poniendo el énfasis en la sumisión mutua (por encima de lo que suena políticamente correcto),
la ilustración de Pablo ha perdido mucho de su significado. La sugerencia de que las relaciones
homosexuales son una burla a la metáfora de Pablo, no es más que una conveniente excusa.

Por otro lado, el valor de la ilustración de Pablo cuando habla de la relación entre Cristo y la Iglesia,
ha ido perdido un poco de fuerza con el aumento de los divorcios e incluso la facilidad con que las
personas suelen abandonar sus iglesias. ¿Cuánto valora la gente la relación entre Cristo y la Iglesia,
cuando vemos que la importancia del compromiso es cada vez menor? En nuestros días el compromiso
es un bien que escasea bastante, de manera que cuando lo encontramos, debería ser motivo de mucho
gozo, ya sea cuando se da entre personas homosexuales, como en cualquier otro caso.

Especialmente en los círculos carismáticos, puede ser muy tentador ver la vida en términos muy
reduccionistas imaginando una gran batalla cósmica entre el bien y el mal, donde el mal casi gana su
cuota diaria, aunque se nos asegura que en el final, Dios y su legión de ángeles vencerán a través de
una gran batalla espiritual. Sin embargo la Biblia no da crédito a tal clase de batalla cósmica al
estilo Hollywood. Dios es siempre soberano y esa soberanía nunca ha sido comprometida en lo mas
mínimo, ni por la pecaminosidad de los hombres ni por las artimañas del diablo. Esto se nos presenta
muy claro en el libro de Job, donde hasta Satán tiene que pedir el permiso de Dios para ponerlo a
prueba.

Aún así, en muchos círculos cristianos continúa habiendo mucho miedo en cuanto a que si nos
escuchan podrían ser engañados. Por lo tanto, como un escudo ante esa posibilidad, se aferran
vigorosamente a frases como “¡Queremos saber donde estamos parados! ¡Queremos proclamar
nuestra posición como personas con convicción! ¡Queremos que sepan que tenemos la verdad!
¡Nosotros pertenecemos realmente al Reino de Dios! ¡Tenemos la responsabilidad de advertirle a los
gay que no están de acuerdo con nuestro mensaje que van a tener que enfrentar el juicio de Dios y que
serán echados fuera!

Cuando permitimos que nos domine el miedo y cuando pensamos que Satán está ganando su batalla y
que la “agenda gay” forma parte de su diabólica estrategia, seremos fácilmente tentados a adoptar una
interpretación superficial de ciertos textos de la Biblia a los efectos de sostener una posición inflexible
en lugar de disponernos a confiar sosegadamente en el Espíritu Santo para que nos guíe a través de los
escollos teológicos que encontramos en el camino. Me siento inclinado coincidir con un muy conocido
predicador que una vez puso a prueba a la gente con la siguiente pregunta: “Como puede ser que
muchos cristianos educados e inteligentes pueden ser miembros del Parlamento, directores de grandes
corporaciones, y manejar importantes responsabilidades, pero cuando llegan a la iglesia el domingo
desatornillan sus cabezas y le dejan debajo de los asientos?

Tomémonos un tiempo para recordar por nosotros mismos la base del Nuevo Pacto, explicada por el
escritor de la Carta a los Hebreos:

Pero el servicio sacerdotal que Jesús ha recibido es superior al de ellos, así como el pacto del cual es
mediador es superior al antiguo, puesto que se basa en mejores promesas.
66

Efectivamente, si ese primer pacto hubiera sido perfecto, no habría lugar para un segundo pacto.
Pero Dios, reprochándoles sus defectos, dijo:
«Vienen días —dice el Señor—, en que haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No será un pacto como el que hice con sus antepasados el día en que los tomé de la mano y
los saqué de Egipto, ya que ellos no permanecieron fieles a mi pacto, y yo los abandoné —dice el
Señor—. Éste es el pacto que después de aquel tiempo haré con la casa de Israel —dice el Señor—
: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi
pueblo. Ya no tendrá nadie que enseñar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano: "¡Conoce al
Señor!", porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán. Yo les perdonaré
sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados.» Al llamar «nuevo» a ese pacto, ha
declarado obsoleto al anterior; y lo que se vuelve obsoleto y envejece ya está por desaparecer.
(Hebreos 8:6-13)

Al leer este pasaje vemos que de a acuerdo al nuevo pacto mediado por Jesús, podemos tener
confianza de que cuando buscamos a Dios con toda sinceridad, el Espíritu Santo se revela al creyente
-sea hétero u homosexual- y además está siempre presente entre dos o más hermanos que se ponen de
acuerdo (Mateo 18:19-20). Nuestra confianza proviene de la promesa que hizo Dios de poner sus
leyes en nuestros corazones y escribirlas en nuestra mente. Por encima de todo, nuestra relación con
Dios se ha hecho posible a través de la obra de Jesucristo en nuestro favor. Por lo tanto, en nuestro
viaje espiritual, la guía proviene de la fe, de la razón, del estudio de las Escrituras y de nuestra
experiencia personal con la enseñanza del Espíritu Santo dentro de la comunidad de la iglesia.

Por mucho que podamos estar agradecidos por los magníficos teólogos y los visionarios líderes
proféticos, en última instancia ninguno de nosotros depende de ellos para nuestra salvación o para que
nos digan como tenemos que vivir -aunque yo mismo sería el primero en reconocer que su ayuda a lo
largo del camino de la fe es invalorable- En la medida que maduramos en la fe, Dios no quiere que
seamos demasiado dependientes de las enseñanzas de los otros por mucho tiempo, por más eruditos
que fueren, porque nuestra fe no debe estar puesta en los hombres sino en Dios.

En occidente, parte del problema se debe a que por generaciones hemos estado acostumbrados a ser
gobernados por leyes fundamentadas en nuestra comprensión de algunos principios cristianos. Hasta
un cierto punto, la iglesia ha jugado un papel muy autoritario para fijar esos principios. A pesar de
ello, en los últimos tiempos la sociedad entera ha experimentado cambios muy asombrosos, y todas
las cosas, incluidas las instituciones del matrimonio y la familia, han sido desafiadas en lo más
profundo. Por supuesto que nadie quiere perder su posición de autoridad y los líderes de la iglesia no
son la excepción. El ejemplo de Jesús, su total humildad y su dedicación a servir (Filipenses 2), no
son fáciles de poner por obra, aún para aquellos de nosotros que hemos sido cristianos por muchos
años.

Cuando los fundamentos son destruidos, ¿qué le queda al justo? El SEÑOR está en su santo templo,
en los cielos tiene el SEÑOR su trono, y atentamente observa al ser humano; con sus propios ojos lo
examina. (Salmo 11:3-4)

El temor al cambio puede ser comprensible, pero todos debemos coincidir en que el Señor es soberano
y que es el único que puede sacudir los fundamentos de la tierra. Si Jesús es todavía Señor y quien
edifica la iglesia, entonces no tenemos que estar preocupados. Como observó Job después de todo lo
que le tocó sufrir, los planes de Dios nunca pueden ser frustrados. (Job 42.2)
67

Aún así, siempre es bueno tener comunión con otros cristianos. Su compañía a lo largo de nuestro
peregrinar es de vital importancia. Cuando son echados o marginados por sus propias iglesias, los
cristianos gay enseguida se sienten privados de esa posibilidad. Todas las personas son vulnerables si
quedan completamente solas en el camino, especialmente los cristianos. No debería sorprendernos
que cuando los cristianos gay son expulsados de sus iglesias, tienden a buscar la compañía de otra
gente gay, muchos de los cuales no profesan nuestra fe. Por razones bastante comprensibles, en la
sociedad en general, la gente gay siente cierta hostilidad hacia la iglesia por haber sido tratados por
ella como parias o como criminales, sobre todo en el pasado.

Cuando somos rechazados, el camino que nos puede alejar de la fe se hace demasiado corto. En tales
circunstancias los cristianos gay pueden recurrir a algunos comportamientos promiscuos que
seguramente no hubiesen contemplado de haber permanecido en un ambiente espiritual de
contención.

La razón por la que la gente tiene tanta dificultad para aceptar a las personas homosexuales, es más
emocional que teológica. Cuando un padre homofóbico descubre que su amado hijo o que su amada
hija es gay, en un primer momento podrá reaccionar muy mal. Pero cuando comienza a darse cuenta
que su hijo no encaja en el estereotipo que siempre tuvo en mente, de a poco comienza a comprender
que quizá había estado equivocado. Dándose cuenta que podría llegar a perder aquel o aquella que
tanto ama, comenzará gradualmente a ver las cosas en forma diferente alcanzando probablemente un
punto de aceptación. Lo que antes era una posición teológica incontrovertible con el tiempo
comienza a perder fuerza.
68

24. Fundamentos Evangélicos

En este punto, detengámonos a pensar en esta gran ironía: En la tradición evangélica protestante se
predica la conversión a Cristo y el desarrollo de una relación personal con Dios. No obstante ello nos
hemos olvidado de la histórica Reforma que tanto puso en jaque a la autoridad de la iglesia dominante,
liberando a muchos cristianos de una enseñanza corrupta y opresiva. La Reforma se fundamentó en
los mismos principios del evangelio que en un futuro cercano van a liberar a las personas
homosexuales de la influencia corrosiva de la homofobia imperante en la iglesia actual.

La importancia central de las Sagradas Escrituras es el corazón de la enseñanza de la iglesia


evangélica. Pero en el estudio de la Biblia, nuestro énfasis debe ponerse en la correcta estimación de
la enseñanza que recibimos, tal como se destaca en el libro de Hechos 17:11 en relación a los judíos
de Berea, elogiados por su nobleza porque todos los días examinaban las Escrituras para ver si era
verdad lo que les enseñaba Pablo.

Los cristianos gay que han crecido en un contexto evangélico siguen el mismo camino que sus
hermanos y hermanas heterosexuales. De tal modo, cuando con sincera convicción toman una postura
que desafía la comprensión tradicional de la homosexualidad, como evangélicos - si realmente
creemos en nuestros valores fundamentales- deberíamos escucharlos honestamente.

La comprensión de Martín Lutero acerca de que la salvación es por la fe en la obra de Cristo a nuestro
favor, fue un punto fundamental de la Reforma y sigue permaneciendo fundamental para la fe cristiana
en el día de hoy. Considerando que todos tendremos que dar cuenta delante de Dios, ¿Quién entre los
cristianos evangélicos se animará a presumir que su interpretación de la Biblia en un determinado
punto de doctrina tiene mayor validez, sólo por ser heterosexual y supuestamente imparcial? Cuando
las personas gay se animan a ser honestas y abiertas acerca de sí mismas, se hacen manifiestas las
actitudes juzgadoras de nuestros detractores que nos someten al oprobio. Tales actitudes son
evidentemente falsas porque están basadas en la ignorancia y los prejuicios, y sin amor, mientras que
el amor nunca deja de ser (1 Corintios 13:1-3,8,13)

Nos olvidamos que la relación con Dios es un regalo que tiene que ser respetado. Porque Jesús dijo,
Nadie puede venir a mi si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. En los
profetas está escrito : “A todos los instruirá Dios” En efecto, todo el que escucha al Padre y aprende
de él, viene a mí. (Juan 6:44-45)

Es común que todos nosotros de tanto en tanto tengamos alguna posición que entra en conflicto con
la comprensión diferente que pueden tener otras personas. Pero nunca deberíamos olvidar que, si
adoptamos una posición interpretativa de superioridad, no sólo estaremos cambiando nuestro vestido
de humildad por el del orgullo (1 Pedro 5:5) sino que además nos estamos oponiendo a la misma
esencia del nuevo pacto en Cristo.

Hemos sido llamados a servirnos los unos a los otros, no a juzgarnos. Por lo tanto cuando un hermano
en la fe está en desacuerdo con una doctrina que nosotros consideramos sacrosanta, debemos
contenernos de la sutil tentación de insistir que nuestra interpretación es la correcta, por lo menos
hasta haber escuchado al otro. Al subestimar su postura, no estamos respetando la santidad de la
relación que nuestro hermano tiene con Dios. Todos deberíamos guardarnos contra la tentación de
69

proscribir a aquellos que tienen una perspectiva diferente a la nuestra. Los cristianos gay pueden caer
en esa misma trampa cuando desestimamos a nuestros oponentes como meros tradicionalistas cuyo
enfoque se quedó en el pasado.
70

25. Un Deseo Cumplido

Existiendo en la actualidad abundante literatura sobre la homosexualidad en relación a las


Escrituras24, he preferido concentrarme en los imperativos pastorales que nos condujeron a
experimentar un trascendental cambio de enfoque en nuestra percepción del tema.

Ya hemos visto que “en el principio”, en el contexto de un mundo perfecto, Dios reconoció que el ser
humano necesita compañía. (Génesis 2:18) Para todos aquellos a quienes Jesús reconoció que no son
aptos para el matrimonio (Mateo 19) y para quienes la posibilidad de un celibato de por vida es
inaceptable o insostenible, una devota relación de pareja homosexual puede ser enormemente
beneficiosa. La intimidad sexual es tan importante para las parejas homosexuales como para cualquier
otra persona. En nuestra experiencia pastoral comenzamos a darnos cuenta que la aceptación de
parejas comprometidas entre personas del mismo sexo era preferible antes que ver a muchos
abandonar toda esperanza y en su desesperación recurrir a situaciones sexuales inconvenientes.

Después de muchos años de trabajar en un ministerio de tiempo completo con cristianos gay donde
prestábamos especial importancia a los aspectos pastorales, no podía creer que Dios fuera indiferente
a las oraciones de aquellos que estaban con nosotros. Después de todo, el Señor prometió
recompensar a todos los que le buscan honestamente (Hebreos 11:6). Tampoco podría creer que
simplemente abandona a sus discípulos a la frustración y a la desesperanza condenándolos para
siempre por el sólo hecho de buscar una clase de relación que según la enseñanza tradicional nunca
debería ser aceptada.

En Proverbios 13:12 leemos que la esperanza frustrada aflige al corazón, más el deseo cumplido es un
árbol de vida. Nosotros entendíamos la primera parte demasiado bien. Ahora queríamos encontrar
sentido a la segunda. Todos los cristianos experimentan períodos de lucha contra el pecado, pero para
aquellos que tienen una batalla interior constante con sentimientos de atracción homosexual al menos
al final deberían encontrar alguna solución, de lo contrario su esperanza en Cristo no tendría sentido.
Por otro lado, esa incesante batalla es incompatible con el consejo de Pablo respecto de que es mejor
casarse que quemarse (1 Corintios 7:9). En lo que respecta a las personas homosexuales, la actitud
tradicional tiende desafortunadamente a ser así: “la elección es tuya, ¡puedes quemarte ahora, o te
quemarás después -en el infierno! Pero esa no era la actitud pastoral de Jesús y de Pablo.

Soy consciente de que me estoy moviendo a un terreno polémico, pero debo confesar que cuando leo
las palabras de Pablo a Timoteo donde describe la prohibición del matrimonio como una doctrina de
demonios, me resulta tan claro como la luz del día que esas palabras igualmente pueden aplicarse a la
práctica de prohibir las parejas del mismo sexo (1 Timoteo 4:3) aunque pueda argumentarse que el
contexto es diferente. Pero como Pablo concluye diciendo que Todo lo que Dios ha creado es bueno y
nada es despreciable si se recibe con acción de gracias, porque la palabra de Dios y la oración lo
santifican (1 Timoteo 4:4-5), entonces me pregunto: ¿porqué no tendríamos que aceptar también a las
parejas entre personas del mismo sexo como un regalo de gracia? Cuando experimentamos un
profundo amor con la persona de quien nos enamoramos sentimos una tremenda alegría que parte de
lo profundo de nuestro corazón y eso nos mueve a estar plenamente agradecidos a Dios.

24
Jereny Marks, Relaciones Homosexuales en las Escritura : ver la sección de “ Artículos” en www.courage.org.uk
También recomiendo el libro: Permanentes, Fieles y Estables, de Jeffrey John, Publ. Darton, Longman & Todd
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Hasta donde sabemos, Jesús nunca se casó, pero probablemente llevó a María Magdalena en un lugar
especial de su corazón y sabemos que tuvo un discípulo por quien sentía un amor diferente al que
sentía por los demás (Juan 13:23-25;20:2;21:7;21:20). Entonces como cristianos gay, ¿porqué no
seguir el ejemplo de Jesús? Para aquellos que se apresuran a argumentar que la relación de Jesús no
era homosexual, queremos responder en la misma línea del Señor, ¿(y a ti) qué te importa? (Juan
21.22, Biblia de Jerusalén)25.

25
Para una discusión más completa de esta línea de pensamiento, ver el artículo de Jeremy Marks ¿Y a tí que? en la
página Web de Courage.
72

26. La Lente de la Sexualidad

Nadie echa vino nuevo en odres viejos. De hacerlo así, el vino nuevo hará reventar los odres, se
derramará el vino y los odres se arruinarán. Más bien el vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Y
nadie que haya bebido vino añejo quiere el nuevo, porque dice: “el añejo es mejor” (Lucas 5:37-39)

Allá por el año 2000, tuvimos claro que Dios estaba requiriendo un importante cambio de actitud, de
enfoque y de política, por parte del ministerio de Courage. El hecho de contemplar una nueva
perspectiva creó entre nosotros significantes tensiones y nos trajo algunas importantes cuestiones para
resolver. Y como nuestras iglesias no podían aceptar la dirección en la que nos estábamos moviendo,
inevitablemente tuvimos que crear nuestra propia comunidad.

Las palabras de Jesús acerca de los odres nuevos y viejos nos confortaron mucho. Para nosotros, el
nuevo vino era la buena noticia de que Dios no desaprueba las relaciones fieles y comprometidas
entre personas del mismo sexo. Lastimosamente esta buena noticia para los cristianos gay está
causando división en la iglesia. No nos cayó de sorpresa que las iglesias evangélicas conservadoras
nos acusaran de capitular con la corriente actual de la sociedad con respecto a lo que llaman “estilo de
vida gay”. Al usar la expresión “estilo de vida gay” nuestros críticos recurren a la táctica de insinuar
que los hombres y mujeres gay son incapaces de establecer relaciones comprometidas y que
solamente están interesados en tener sexo, particularmente del tipo lujurioso y desenfrenado. En lo
profundo de nuestros corazones nosotros sabíamos que eso no era así. También sabíamos que en
términos generales muchas personas heterosexuales sienten rechazo simplemente por pensar en la
existencia de parejas del mismo sexo. Pero mientras nosotros éramos respetuosos de sus diferentes
puntos de vista, no podíamos seguir permitiendo que nuestras vidas siguieran gobernadas por sus
actitudes y prejuicios homofóbicos.

En la actualidad resulta bastante obvio que para la mayoría de los cristianos heterosexuales la batalla
real no está tanto en el campo teológico sino en el emocional. Es el resultado de haber vivido en
medio de una cultura endémicamente anti-gay, donde el único modelo de pareja ha sido siempre el
romanticismo heterosexual –afirmado virtualmente en cada historia, novela, film y drama de TV. El
romanticismo heterosexual está predominantemente grabado en los corazones de la gente –incluso
hasta aquellos que son gay y que no han podido aceptar la verdad acerca de si mismos. No estamos
acostumbrados a otra cosa. Por eso cuando nuestra estructura de pensamiento se basa en que toda
actividad homosexual es pervertida, cuesta mucho superar las reacciones emocionales y psicológicas
para las que fuimos programados.

Afortunadamente en gran parte de la sociedad occidental, estos viejos prejuicios se están cayendo a
pedazos. Por ejemplo la serie de TV británica Torchwood tiene como protagonista a un hombre
abiertamente gay que se presenta sin ningún reparo como pareja de otro varón. Escenas muy tiernas
donde por ejemplo aparecen ambos hombres besándose pueden ser vistas en horario diurno. En
relación a ello un presentador de radio me telefoneó un día para conocer mi reacción (como cristiano)
como parte un programa donde se consultaba la opinión de la gente. Me pareció fascinante escuchar
que la única reacción en contra de ver a dos hombres besándose de esa manera se basaba solamente
en que el programa se transmitía en un horario donde lo podían ver los niños. Cuando preguntaron mi
opinión, sugerí que esas cuestiones se tocan simplemente porque todavía no estamos acostumbrados a
ver dos personas del mismo sexo expresando su mutuo amor y que por lo tanto al principio puede
73

sorprender y hasta molestar a ciertas personas. Pero cuando llegue el día en que la proporción de
relaciones gay y relaciones heterosexuales que se puedan ver en las pantallas no sean tan diferentes, la
gente se acostumbrará sin que se susciten más comentarios.

Estas dinámicas no son diferentes a las reacciones de los blancos hacia la gente de color que condujo
al drama del prejuicio y la segregación racial a lo largo de muchas generaciones. Afortunadamente
nuestras sociedades se están haciendo más civilizadas en lo que respecta a la abominación del
prejuicio racial. Pero necesitamos notar que la misma dinámica se da en relación a las personas gay y
por lo tanto será necesario un cambio similar con respecto a nuestros valores fundamentales. En lugar
de denotar una actitud progresista, como sucedió en generaciones anteriores cuando los cristianos
fueron pioneros en la provisión de educación, salud y atención de los pobres, la Iglesia de hoy se
quedó atrás.

La seguridad de que tal cambio de actitud es posible se puso de manifiesto recientemente en una de los
retiros bianuales de Courage cuando un matrimonio de personas heterosexuales se anotó para
participar junto a nosotros. Ellos habían mostrado un genuino interés por nuestro ministerio. A
último momento la esposa tuvo que responder a una emergencia familiar razón por lo cual su marido,
a quien llamaremos Pablo, llegó solo. En la primera velada, después de la cena, me confesó que se
sentía incómodo porque temía que los demás pensaran que era gay. Pablo sintió la necesidad de
confesarme que el sólo hecho de pensar en una relación homosexual le causaba repugnancia. Yo
traté de tranquilizarlo diciéndole que allí todos habían venido a adorar a Dios y a disfrutar de la
comunión cristiana. También le sugerí que no se dejara llevar por su imaginación. Después de todo le
hice saber que yo no emplearía mi tiempo pensando en la manera que él tiene sexo con su esposa,
puesto que eso es un asunto privado entre ellos dos. En ese momento, su necesidad voyeurista de
pensar en el sexo gay, realmente me molestó. Personalmente, jamás sentí necesidad alguna de pensar
lo que hace la gente heterosexual en su intimidad, y menos con el fin de experimentar un sentimiento
de rechazo.

Después de la comida, mientras acomodábamos las mesas, uno de los miembros de Courage hizo una
broma sobre un tema de índole gay a raíz de algo bastante trivial. Todos festejaron la broma excepto
Pablo que se puso blanco como el papel. Dirigiéndose a mí de nuevo, me dijo que nunca antes había
estado en ningún grupo donde la gente viera todo a través de los lentes de su sexualidad. Casi
espontáneamente, le repliqué que en realidad era él quien veía todo a través de los lentes de nuestra
sexualidad. Es por eso que no nos permiten predicar, liderar grupos en lo hogares, ser maestros de
escuela dominical, dirigir grupos de jóvenes y hasta tomar parte en los servicios de comunión de
muchas iglesias. Si admitimos públicamente nuestra condición gay, la gente de las iglesias parece
ver todo a través de los lentes de nuestra sexualidad mirándonos como si no fuésemos aptos para
servir. “Entiendo lo que quieres decir” contestó Pablo, “nunca lo había pensado así antes”.

Al final del encuentro, mientras compartíamos lo que Dios había hecho entre nosotros, Pablo se
levantó y en voz alta dijo muy solemnemente “tengo que confesarles que yo soy heterosexual. Mi
esposa no me pudo acompañar porque se suscitó un problema familiar. Tengo que admitir delante de
ustedes que al principio me resultó un poco incómodo estar aquí solo. Pero ustedes han sido muy
amables en recibirme sin ningún tipo de prejuicios. Ahora puedo ver la razón por la que ustedes han
creado un espacio seguro donde compartir un sano compañerismo cristiano –adorar a Dios, orar y
estudiar las Escrituras- porque las iglesias de las cuales provienen no son seguras”. “Y ahora entiendo
que la razón de ello, es básicamente… que están llenas de personas como yo”. Ese fue un momento
74

muy conmovedor para todos quienes estábamos allí. Todos fuimos tocados por su sinceridad. Recién
cuando pudo enfrentar sus propios miedos y conocernos como personas reales, este hombre fue capaz
de vencer sus prejuicios y sus sentimientos de rechazo.
75

27. De Ahora en Adelante

Mantener nuestro ministerio con una base aceptable a los ojos de nuestros críticos y al mismo tiempo
permanecer fieles a lo que según nuestra comprensión, el Señor nos estaba mostrando, fueron dos
cosas irreconciliables. Muchos de quienes nos apoyaban económicamente en el pasado, rápidamente
nos juzgaron y retiraron su respaldo porque supuestamente estábamos poniendo en juego nuestro
compromiso con los principios bíblicos. Algunos críticos argumentaron que el pecado se haría
manifiesto en el corto plazo, aunque para nosotros esa no era una excusa válida.

Para todos aquellos que siempre consideraron estos asuntos como no negociables, el punto de
inflexión se producirá cuando puedan reconocer los dolorosos dilemas que las personas
homosexuales tienen que enfrentar en sus vidas. La compasión lleva a la oración, y con la oración se
produce una conexión entre Cristo y las personas que sufren la incomprensión. Cuando se activa el
mensaje de vida del evangelio, el resultado es siempre transformación. Una de las características más
extraordinarias del ministerio de Jesús fue su identificación con las personas marginadas. No por nada
se burlaban de él llamándolo amigo de los pecadores (Mateo 11:16-19).

Tenemos que comprender que pecar es equivalente a estar destituidos de la gloria de Dios. Una vez
que reconocemos nuestra necesidad de perdón y recibimos su gracia, nuestra esperanza descansa en lo
que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Nuestra esperanza no está en ninguna cosa que podamos
hacer por nosotros mismos para librarnos del pecado. Nuestra esperanza está siempre en la cruz de
Cristo. Cualquier otra cosa es idolatría. Se trata de un cambio de corazón que Dios produce en
nosotros. En contraste, los intentos para cambiar la orientación sexual a través de la oración, tienen
más bien que ver con una necesidad de conformidad por parte de las iglesias que con un
requerimiento real impuesto por Dios.

Para los pastores heterosexuales es muy fácil demandar una vida de celibato como la respuesta bíblica
para todas las personas homosexuales. Ellos tienen escasa experiencia acerca del sufrimiento al que
hemos sido expuestos quienes tenemos una orientación sexual diferente. Es sumamente injusto que
personas que detentan autoridad espiritual, sean responsables de frustrar la vida de personas
homosexuales, no tanto en base a una convicción bíblica bien fundamentada sino como consecuencia
de sus propios prejuicios y su disgusto personal con nuestra sexualidad. Esos líderes deberían revisar
su interpretación bíblica en relación al control de la natalidad, el divorcio y el re-casamiento –a pesar
de que el control de la natalidad es antinatural y el re-casamiento está categóricamente prohibido (si
los textos correspondientes son tomados en forma literal). Una revisión teológica podrá ser permisible
sobre la base de la compasión, particularmente cuando medie una profunda preocupación personal por
las consecuencias negativas que se pudieren producir. Esto podrá ser visto por algunos como una
actitud sospechosa que busca justificar la revisión, pero no es algo equivocado, especialmente cuando
se ha causado mucho daño haciendo un uso abusivo de las Escrituras. Una situación de crisis, debería
ser en todo caso la única razón que nos lleve a reconsiderar nuestra posición.

Jesús señaló esta misma dinámica cuando reprendió a la gente por su hipocresía con respecto a guardar
la ley del Sabbath: Si alguno de ustedes tiene una oveja y en sábado se le cae en un hoyo ¿no la
agarra y la saca? ¡Cuánto mas vale un hombre que una oveja! Por lo tanto está permitido hacer el
bien en día sábado. (Mateo 11:11-12)
76

Para nuestra tranquilidad, no estuvimos solos en esta tarea de reconocer que había llegado el tiempo
para revalorar nuestro ministerio. Muchos que en el pasado lo habían abandonado ahora regresaban
luego de experimentar un cambio de enfoque similar al nuestro. Todos juntos pudimos acordar que
este era el camino que el Señor nos invitaba a transitar. Habíamos aprendido a aceptar lo que no
podíamos cambiar, comenzando a vivir como cristianos gay con nuestras cabezas en alto, sabiendo
que somos hijos de Dios por la fe y que Dios nos comprende y que está dispuesto a bendecir nuestro
deseo de constituir relaciones serias y responsables con una persona de nuestro mismo sexo. Dios sin
dudas se preocupa por todos aquellos cristianos gay que han dedicado muchos años -acaso los
mejores años de sus vidas- al infructuoso proceso de cambiar. Nuestra estrategia había sido un total
fracaso. Fue recién cuando pudimos descubrir la gracia y la buena voluntad de Dios hacia nosotros,
que nuestras vidas comenzaron a tomar un nuevo y mejor rumbo.

En su excelente artículo titulado Porqué los evangélicos deben repensar el tema de la


homosexualidad, el Dr. Roy Clements hace la siguiente observación:

“Todos sabemos que Jesús proveyó una poderosa herramienta hermenéutica para ayudar a sus
seguidores en los debates morales suscitados por la Ley en el Antiguo Testamento señalando un
mandamiento de Levítico como la clave para comprender la base racional de todos los demás: Ama a
tu prójimo como a ti mismo (Marcos 12:31; Mateo 22:39-40 –citando Levítico 19:18). En la misma
dirección San Pablo también afirmó sabiamente el mismo enfoque (Romanos 13:9-10 y Gálatas 5:14).
De este modo, cada vez que necesitamos determinar la razón de una ley del Antiguo Testamento y su
relevancia para el cristiano moderno, deberíamos responder a dos cuestiones fundamentales:

¿Qué daño hacia mi prójimo trata de prevenir este mandamiento?


¿Qué bien hacia mi prójimo trata de promover este mandamiento?

El propósito original de toda ley se basa en la formulación de una pregunta similar a las anteriores.
Las consecuencias radicales que resultan de esta interpretación de Jesús en relación al Sabbath se
hacen evidentes en los evangelios. Flagrantemente el Señor hizo caso omiso a la agobiante
interpretación rabínica sobre los requerimientos de la observancia del día Sábado sobre la base de que
tal institución no es para carga sino para bendición (Marcos 2:27). Los mismos principios
interpretativos aplicados a Levítico 18:21 y 19:4 podrían conducir a conclusiones más compasivas
respecto de la homosexualidad. En esta dirección, será muy difícil encontrar una razón para justificar
la prohibición de toda expresión de amor homoerótico que pueda ser explicada en términos de amor al
prójimo”.

En el año 2007 Christine Bakke y Peterson Toscano tomaron una importante iniciativa para promover
el encuentro de personas que habían sobrevivido al movimiento “ex –gay” a través de Internet26.
Junto con la organización Soulforce27 organizaron una Conferencia de Sobrevivientes Ex –gay en la
localidad de Irving, California en coincidencia con la conferencia de Exodus de Norte América. Antes
que se iniciara la conferencia tuve la oportunidad de encontrarme con Michael Busee, uno de los
fundadores de Exodus y con Darlen Bogle, a quien había conocido en mis tiempos de trabajo para

26
Ver www.beyondexgay.com
27
Soulforce es una organización LGBT de los EE.UU. que lucha por los derechos civiles de las personas lesbianas, gay,
bisexuales y transexuales. Ver www.soulforce.org
77

Amor en Acción. Todos juntos tuvimos la oportunidad de pedir públicamente perdón a todas las
personas homosexuales por nuestra participación en el movimiento “ex –gay”28. Fue un momento
muy importante: pudimos declarar públicamente que el Ethos “ex –gay” es perjudicial y que las
promesas del movimiento “ex –gay” no sólo son equívocas sino que además están erradas en su
propuesta a la luz de la experiencia. En todo caso, lo único bueno que podemos decir, es que proveen
de un espacio de acompañamiento para aquellas personas que provienen de iglesias muy cerradas a la
homosexualidad y que no están en condiciones de integrar su fe con su sexualidad de manera
inmediata.

28
www.soulforce.org/article/1226
78

28. Pragmatismo Bíblico

En la Biblia abundan ejemplos del pragmatismo de Dios en su trato con la humanidad pecadora.
Viene a nuestra mente la aparente tolerancia de la poligamia y el concubinato (2Samuel 5:13; 1Reyes
11:3), del divorcio (Deuteronomio 24:1), de la esclavitud y de la matanza de una vasta escala de
enemigos de Israel (1 Crónicas 22:8). En los tiempos bíblicos existía un grado de violencia
inimaginable que afortunadamente se volvió inaceptable para la mayor parte del mundo
contemporáneo. La violencia y la muerte eran vistas por la sociedad como el único remedio efectivo
contra el pecado y la ilegalidad. De ahí la tan arraigada suposición por parte de mucha gente (antes y
también ahora) de que Dios sólo puede resolver el problema del pecado de la misma manera: con
violencia y en una escala apocalíptica.

Gracias a Dios los tiempos han cambiado significativamente aunque la amenaza de un resurgimiento
de violencia religiosa está siempre presente, especialmente cuando es alimentado por perspectivas
culturales y teológicas características de la vieja religión Abráhamica. Jesús nos dio una perspectiva
radicalmente opuesta, tal como podemos verlo en el Sermón del Monte. Aún así, a muchos les cuesta
bastante seguir sus enseñanzas tal vez porque le resulta difícil renunciar a sus ambiciones de control
y de poder. Esa es seguramente la naturaleza misma del pecado.

La ley bíblica fue dada en una época en que la gente no veía nada malo en que un hombre tuviera
varias esposas, algo que hoy nosotros no aceptamos. En nuestros días entendemos que la poligamia
es incompatible con la comprensión moderna de la igualdad entre hombres y mujeres. ¿Entonces
porqué la Biblia no la prohíbe categóricamente? Sin lugar a dudas simplemente eso hubiese sido
anacrónico. ¿Cómo pudo Moisés haber permitido el divorcio cuando a partir de la enseñanza de Jesús
resulta claro que Dios siempre estuvo en contra? En Mateo 19:8-9 encontramos la explicación de
Jesús –que Moisés lo permitió por causa de la dureza el corazón de los hombres, sugiriendo que
aquellos que tienen liderazgo espiritual pueden determinar a discreción cual es la práctica correcta
dentro de la comunidad cristiana (Mateo 16:18-20)

Contra aquellos que ponen su énfasis en el juicio de Dios, nosotros encontramos seguridad en las
palabras de Santiago (2:13) la misericordia triunfa sobre el juicio. La buena noticia es que la
misericordia y la compasión constituyen la esencia del ministerio de Cristo. Su crítica más severa la
reservó para los líderes que fracasaban en mostrar estas cualidades:
¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Les cierran a los demás el reino de los cielos,
y ni entran ustedes ni dejan entrar a los que intentan hacerlo.(Mateo 23:13).

Siguiendo nuestra línea de razonamiento, Jesús también observó que:

Los maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés. Así que
ustedes tienen que obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos,
porque no practican lo que predican. Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás,
pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas. (Mateo 23:2-4)

En su carta a los Romanos, San Pablo habla de personas que están bajo el juicio de Dios porque le han
dado la espalda, y como resultado fueron abandonados a sus propios planes, las mujeres cambiando
79

sus relaciones naturales y los hombres encendiéndose en pasiones lujuriosas los unos por los otros
(Romanos 1:26-27). Incluir en este juicio a personas gay que han buscado honestamente a Dios por
años, es inapropiado e injusto.

Moisés y Pablo buscaron a Dios para ellos y para su gente – y seguramente no esperarían que nosotros
impongamos en el día de hoy leyes bíblicas que fueron escritas para otra época. Ellos buscaron a
Dios en el contexto de las circunstancias que les tocó enfrentar en sus días. Difícilmente podrían
esperar que hagamos otra cosa.

Una ilustración interesante sobre las prioridades de Dios en el tema de la inmoralidad sexual la
encontramos en la historia de David y Betsabé. En 2 Samuel 12 vemos que el Rey David –el hombre
según el corazón de Dios- pudo tener varias esposas sin provocar el juicio de Dios. Pero cuando tomó
la mujer de otro hombre, Dios no envió meramente al profeta Natán para acusarlo de adulterio del
mismo modo que lo harían nuestros pastores contemporáneos. Más bien, el juicio de Dios fue
pronunciado porque David –que ya tenía un número de mujeres, y que podría aún tener más- tomó la
única oveja que pertenecía a un hombre pobre (2 Samuel 12:1-10). El relato de Natán encendió la
característica indignación de David sobre la injusticia, y de ese modo pudo reconocer la
pecaminosidad de su adulterio. La conmovedora ilustración que el profeta utilizó para convencer a
David de su pecado nos muestra en forma muy gráfica el contraste entre la manera que tiene Dios de
expresar su enojo y su dolor por la violación del matrimonio de Urías y Betsabé y la tendencia que
tienen los pastores modernos de apresurarse a juzgar las relaciones homosexuales de una manera
puritana y condenatoria.

De modo similar, en 1 Corintios 5, Pablo condena al hombre que ha tomado la esposa de su padre.
Pero no lo juzga porque tener meramente una relación sexual con otra mujer sino por haber
deshonrado públicamente a su padre (ver Levítico 18:8). No debemos olvidar que en la cultura
patriarcal en la que vivió Pablo, deshonrar a un varón era algo serio, mientras que una mujer
simplemente podía ser usada como un objeto pues sus derechos eran mínimos. Desde mi perspectiva,
ambas historias ponen de manifiesto la preocupación de Dios por el bienestar de las personas más
vulnerables; ésta es seguramente la principal prioridad en el corazón de Dios. Jesús murió por
personas, no meramente por principios. Su enseñanza respecto del Sabbath lo deja muy claro. Dio su
vida para que pudiéramos reconciliarnos con el Padre y así experimentar la transformación de nuestras
vidas, no simplemente para levantar principios morales, por importantes que fueren.

El significado bíblico de la inmoralidad sexual requiere ser tratado en profundidad, pero es suficiente
decir que a lo largo de las Escrituras, tanto la moralidad como el comportamiento sexual, no están
determinados por la legitimidad de ciertas clases de contactos genitales. La Biblia nunca define la
conducta sexual en estos términos. Aún así, los argumentos contra la homosexualidad suelen ser
reducidos a ese nivel. Sin embargo, aún en ese nivel tenemos una lección que aprender. Cuando
Abraham ordenó a su esclavo principal poner su mano sobre su muslo y jurar, le estaba pidiendo que
pusiera su mano sobre los testículos de su amo a los efectos de realizar un juramento –una práctica
común en los tiempos antiguos (Génesis 24:2). Los testículos de un varón eran considerados sagrados
–la fuente de la vida- y la idea de poner la mano sobre ellos para jurar vino a ser un antecesor de la
práctica moderna de jurar poniendo la mano sobre la Biblia.

Una vez más, estamos ante una práctica ancestral, totalmente anacrónica en la cultura actual; si hoy
alguien la utilizara podría ser arrestado bajo el cargo de abuso sexual. Tenemos que entender que
80

nuestras percepciones de lo que es apropiado o inapropiado son tan culturalmente condicionadas que
no pueden ser prueba objetiva de lo que es correcto o incorrecto.

La clave está en la relación –entre Dios y su pueblo, entre un hombre y una mujer en el matrimonio, y
entre cualquiera de nosotros y su prójimo. Las leyes de Dios reflejan claramente la importancia de
cumplir con nuestras responsabilidades hacia los demás. El hombre recto, aún teniendo varias
esposas, provee y brinda protección para ellas y para sus hijos. El hombre inmoral sólo piensa en su
placer personal por encima de los demás y por encima del daño que pueda causarles.

Las personas que toman seriamente sus responsabilidades morales ante Dios, no toman el camino fácil
de responder simplemente con textos bíblicos. Actuar de este modo es una especie de cobardía moral.
Nuestra relación con Dios es la relación más grande que se pueda dar. Solamente podremos pararnos
delante de Dios con integridad si estamos preparados para enfrentar los desafíos que nos toca vivir.
Apenas unos años atrás, creía que Dios prohibía todo tipo de relación homosexual. Mi argumento se
basaba en que nuestra responsabilidad moral debía descansar en la obediencia a la supuesta
prohibición bíblica. Cuando me percaté de los efectos profundamente negativos que resultaban de
aplicar esa prohibición a las personas que venían a mi en busca de atención pastoral, no pude hacer
otra cosa que lo que Jesús tantas veces hizo: seguir el camino de la compasión.
81

29. Autoridad para Decidir

Cristo nos ha dado autoridad para ayudar a los cristianos gay aunque quizá la iglesia lo haya pasado
por alto. En Mateo 16:18-19 y 18:18-20, Jesús dio autoridad a sus discípulos para atar y desatar –
permitir o prohibir- ciertas cosas sobre las que acordarían delante de Dios.

Según David H. Stern, en su Introducción a la Biblia Hebrea, los judíos habrían entendido que esto
significaba dar autoridad a sus discípulos para decidir las prácticas a seguir dentro de la comunidad de
fe, transfiriéndoles una potestad que antes tenían los rabinos. Simplemente se requería que dos o tres
reunidos se pusieran de acuerdo en su nombre en oración. Un ejemplo práctico de este principio lo
encontramos en el Concilio de Jerusalén donde los ancianos y los apóstoles se congregaron para
decidir las instrucciones que debían dar a los creyentes gentiles (Hechos 15:19-20). Allí concluyeron
impartiendo dos principios importantes –que los nuevos creyentes se alejaran de la idolatría y evitaran
la inmoralidad sexual. Estos principios siguen siendo tan importantes como en aquel momento.

Del mismo modo la iglesia de hoy tiene la autoridad bíblica para dar libertad a los cristianos gay para
establecer relaciones comprometidas. Negar esto, según mi opinión, manifiesta una terquedad y
mezquindad de espíritu por parte de los líderes de la iglesia que son incompatibles con la búsqueda de
la santidad, revelando una gran falta de voluntad para enfrentar el asunto ya sea por desinterés o por
inconveniencia. El argumento de los “principios bíblicos” les sirve como excusa para justificar su
indiferencia.

Creo que la Biblia ha sido dada por Dios para que podamos tener una comprensión de las verdades y
los misterios divinos que de otro modo serían imposibles de alcanzar. Sin la ayuda de las Escrituras,
nuestra comprensión no podría superar el nivel de la especulación. Aún contando con la revelación
bíblica ¿cuánto es lo que realmente podemos comprender acerca de la naturaleza del cielo y el
infierno, o de la reconciliación con Dios, cuya maravillosa gloria está más allá de nuestra
imaginación? Para comenzar a entender los misterios de Dios y de nuestra relación con El, no tenemos
otra alternativa que abocarnos a un profundo estudio con el fin de interpretar la metáfora bíblica.

Gran parte de nuestra comprensión provendrá del trabajo de eruditos y maestros de la Biblia, algunos
de los cuales son más que felices de ayudarnos a pensar. Siempre ha sido muy tentador poner en
manos de otros la tarea de buscar a Dios en nuestro lugar. Cuando hemos podido crecer lo suficiente
para interpretar la doctrina de acuerdo a un paradigma particular, inevitablemente tendemos a
desarrollar una metáfora dominante a través de la cual entendemos todas las cosas. Si queremos tener
una actitud de humildad respecto de nuestra propia capacidad de comprender la mente de Dios, es
imprescindible que reconozcamos esa realidad.

Nuestras metáforas de control en lo que respecta al matrimonio y las relaciones sexuales, están
naturalmente gobernadas por nuestra experiencia e influenciadas por la enseñanza tradicional de la
iglesia. Ninguno de nosotros puede evitar esto. Pero cuando la insistencia para hacer las cosas de
cierta manera tradicional es causa de angustia para muchos hermanos en la fe, no nos queda otra
alternativa que considerar la posibilidad de que podamos estar equivocados. Las prohibiciones
bíblicas sobre la inmoralidad sexual están siempre vinculadas a contextos egoístas de explotación y
abuso de otras personas con fines de gratificación personal. Ninguno de los cientos de cristianos gay
que he conocido cree que es aceptable vivir de esa manera.
82

A todos aquellos que proclaman que “salir -o ser sanados de la homosexualidad” es posible, tenemos
que decirles que después de más de diez años de trabajar en el ministerio ex –gay, de ninguna manera
podemos seguir sosteniendo un mensaje que en la práctica no cuenta con el respaldo de Dios. La
evidencia en el largo plazo pone de manifiesto que esto no funciona. Una vez finalizada la terapia
basta con dar a la persona unos pocos años para comprobar que su aparente cambio fue ficticio. Aún
los líderes ex –gay terminan recurriendo a las tiendas porno o a los bares gay como sucedió con el tan
publicitado caso del líder de Exodo John Paulk, sólo por citar uno29.

Lo nuestro no es un alegato especial. Nosotros no desestimamos las creencias tradicionales como si


fueran equivocadas. No obstante ello hemos gastado los mejores años de nuestras vidas aplicando en
nosotros las metáforas de control tradicionales para comprobar que eran completamente deficientes.
Por el contrario, el cargo de alegato especial debería ser aplicado más apropiadamente a quienes se
obstinan por ver la confirmación de sus propias tradiciones a pesar de la evidencia. Cuando de este
modo le“cierran la puerta … en la cara de la gente” (Mateo 23:13 TNIV) no hacen más que excluir
del Reino de Dios a un grupo entero de personas, y me juego a que eso no proviene de una
preocupación sincera por el Evangelio.

29
Publicado en la revista Cristianity Today el 1 de Octubre de 2000. La historia de John Paulk inspiró el libro de Wayne
Besen Cualquier Cosa Menos Heterosexual (Anything But Straight) Los Escándalos y Mentiras Detrás del Mito Ex –Gay.
83

30. Dos Arboles en el Jardín

En su libro Había Dos Arboles en el Jardín, Rick Joyner nos recuerda los dos árboles del jardín del
Edén –el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Como todos sabemos, el
fruto del segundo estaba totalmente prohibido. Frecuentemente el debate acerca de la homosexualidad
irónicamente se enfoca en torno a argumentos que tienen que ver con nuestra comprensión acerca de
lo que es bueno y de lo que es malo. Si pusiéramos nuestro foco en Cristo –el árbol de la vida- aún
cuando discrepemos, nos sería mucho más fácil aceptar los diferentes puntos de vista. Estaríamos
honrando a Cristo como cabeza de la iglesia por encima de nuestras opiniones personales sobre lo
que está bien y lo que está mal.

Según nuestra perspectiva el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal resulta intoxicante.
Todos los seres humanos somos tentados a comer de el codiciosamente. Tal vez sea porque nos ofrece
en forma inmediata el poder transitorio de sentirnos justos, transfiriendo el juicio hacia todos los que
creemos que están equivocados de acuerdo a nuestra lectura de la Biblia dándonos la ilusión de
autoridad espiritual. Esto no es más que un puro pensamiento dualista. En sorprendente contraste, el
Espíritu Santo nos equipa para reconciliarnos con Dios y con nuestro prójimo, lo cual requiere que
abandonemos de nuestra parte toda ilusión de poder personal que particularmente alimentamos
cuando realizamos juicios superficiales. En nuestro egoísmo no nos gusta sentirnos débiles. Pero,
como enseña San Pablo, es en nuestra debilidad donde se manifiesta el poder de Dios (2 Corintios 12).
Fue en la humildad y en el servicio, que Cristo fue exaltado al más alto lugar para hacerse Señor de
todos para la gloria de Dios (Filipenses 2:5-11). Por más duro que sea, el primer paso hacia la
madurez espiritual comienza cuando renunciamos a nuestro ego. Este es el camino de la Cruz.

El fruto del árbol de la vida se ha hecho disponible nuevamente para nosotros en Cristo. El regalo de
su vida por nosotros, dada por medio del más tremendo sufrimiento y sacrificio personal junto con la
misión que nos encomendó, deben constituir nuestro enfoque esencial. Cuando entendemos esto,
nuestra preocupación con lo malo y lo bueno de la homosexualidad ya no tiene mayor sentido. En la
medida que sigamos argumentando y las personas heterosexuales sigan usurpando un rol de jueces
para negar el derecho de las personas –independientemente de su orientación sexual- a buscar y
conocer a Dios por sí mismas, estaremos sellando el final de la iglesia tal como la conocemos para
convertirnos en una mera y moribunda religión. Trágicamente Icabod (que significa “sin gloria”,
1Samuel 4) se está convirtiendo en el nombre de esas iglesias desgarradas por el cisma que se ha dado
en torno al tema de la homosexualidad.

La realidad de la división en torno a la homosexualidad debería ser un estridente llamado para que la
iglesia de nuestra generación comience a despertar. La imposición para que la gente adhiera al punto
de vista tradicional sobre la homosexualidad se ha vuelto un Shibolet 30para la aceptación en las
iglesias y especialmente en el liderazgo, un signo éste de que nos estamos olvidando del evangelio.

30
Shibolet (Jueces 12:6) –una clase de contraseña lingüística. Una manera de hablar (una forma de pronunciar, o el uso de
una expresión particular) que identifica a uno como parte o miembro de un grupo cerrado. El propósito de shibolet es tan
exclusivo como inclusivo: una persona cuya forma de hablar viola el shibolet es excluida del grupo (Este fenómeno es
parte de la tendencia de “juzgar un libro por su portada”, aparentemente originada en la cognición humana, y el uso del
lenguaje para diferenciar grupos sociales)
84

Parece que la misión de predicar las Buenas Nuevas a todas las personas ha dejado de ser nuestro
principal propósito.

Es irónico que las personas a quienes les cuesta aceptar la homosexualidad sean tan prontas a citar
contra nosotros el texto de Romanos 1:25 diciéndonos que hemos cambiado la verdad de Dios por una
mentira. Pero en realidad ha sucedido algo muy diferente y peligroso: en su lugar, la mayoría de
nosotros cambió la verdad acerca de nosotros mismos por una mentira, a los efectos de conformarnos
a una percepción muy estrecha de lo que la Biblia demanda. Enfatizar la sana doctrina advirtiendo al
mismo tiempo contra la mala doctrina es como alimentarse del fruto prohibido. Alimentarnos del
árbol del bien y del mal nos lleva a la muerte, en lugar de hacerlo del árbol de la vida que es
Jesucristo.

Alimentarnos del árbol del bien y del mal es una actitud legalista y egoísta que impide que la gente
viva por la fe y la confianza en un Dios vivo que nos ama y habita entre nosotros. Esa búsqueda tan
particular de la verdad y la justicia que realizan los cristianos mas fundamentalistas de nuestros días
apunta en realidad al deseo de imponer sus propias agendas, lo cual es en sí mismo profundamente
pecaminoso. No están a la altura de la justicia de Dios porque su trabajo consiste en controlar a las
personas en lugar de darles vida. Si en cambio escuchamos la voz de Jesús, veremos que gentil y
cálidamente nos invita a compartir con él una forma de vida nueva y diferente aprendiendo a apreciar
los valores que expresan el carácter de Dios que nos creó, que nos ama inmensamente y que camina
con nosotros invitándonos a hacer cosas creativas con nuestras vidas.

Para algunos podrá ser difícil de aceptar, pero la experiencia me muestra que muchos cristianos gay
que están en pareja pueden ser profundamente creativos. Las relaciones amorosas tienen siempre ese
potencial porque las personas se despojan de su egocentrismo para ocuparse del otro, como sucede en
los buenos matrimonios. La sexualidad usada erróneamente conduce al abuso de la otra persona, sean
gay o heterosexuales.

El arrepentimiento que yo experimento por haberme negado la verdad acerca de mi sexualidad que
me condujo hacia una falsa pureza religiosa no puede ser callado. En la actualidad siento una
considerable medida de vergüenza y de pesar por el simple hecho de haber sido cómplice de las ideas
fundamentalistas.

Algunas veces me han preguntado si hemos hecho algo para reparar el daño que ocasionamos a la
gente que vino a nosotros en busca de ayuda. Tenemos que reconocer que si al menos no hubiésemos
seguido ese enfoque conservador, ninguna de las personas que estaban buscando ayuda habrían
llegado a nosotros. Todos venían de iglesias que tenían un enfoque y una retórica anti-gay. Nosotros
alimentábamos la esperanza con la que llegaban en cuanto a salir de la homosexualidad. Si
hubiésemos tenido un enfoque afirmativo de la homosexualidad, nos habrían rechazado por liberales y
heréticos. Descubrir que habíamos estado equivocados en nuestro enfoque fue un camino que a su
tiempo cada uno de los participantes de nuestro ministerio necesitaba seguir. De otra manera,
hubiéramos seguido preguntándonos que habría pasado si persistíamos con mayor empeño y por más
tiempo. La mayoría de los miembros fundadores de Courage fueron experimentando este cambio de
enfoque cada uno en sus propios tiempos. Sólo unos pocos que nos rechazan siguen adhiriendo al
punto de vista conservador.
85

La única reparación que hoy podemos hacer es enseñar la verdad de la manera en que la hemos
entendido y orar para que todos aquellos hombres y mujeres que aún están presos de la rigidez del
enfoque fundamentalista puedan aprender de nuestra experiencia. Por supuesto que este es un camino
que seguimos transitando y sobre el cual no tenemos todas las respuestas. Pero creo que es justo decir,
en nuestra defensa, que siempre creímos, enseñamos y nos propusimos demostrar que Dios es bueno y
amoroso, lleno de compasión y misericordia y aunque nos pareció que teníamos que ser inflexibles,
al mismo tiempo fuimos misericordiosos, nunca dominadores y abusivos en nuestras actitudes.

James Alison aborda estos temas de una manera profunda y poética, dándome algunas líneas respecto
de la dirección en la que necesito moverme:
Es parte de la misericordia de la fe Católica que aquellos de nosotros que estamos infectados de
arrogancia espiritual nos encontramos sumergidos lenta y delicadamente en el lodo y fango de
nuestra humanidad para aprender que esta ordinaria humanidad es amada tal como es. Si hay
algunos diamantes, serán encontrados en medio del barro y no en los lugares pulcros donde no
pueden ser infectados por el carbón común.31

No obstante cuan caída la raza humana pueda estar, todos hemos sido hechos a la imagen de Dios.
Cuando buscamos comprender la verdad con honestidad e integridad, podemos tener la confianza de
que Dios nos la mostrará. De otra manera, la vida cristiana se reduciría al estudio de un libro para
conocer las instrucciones que tenemos que obedecer, en lugar de una continua relación con el Dios
vivo que habita en medio de nosotros y que nos conduce a sí mismo.

Ha sido una pena que tan pocos clérigos en la época de mi niñez comprendieran la necesidad de
enseñar las escrituras y dar a los creyentes una comprensión fundamentada de lo que realmente
significa la fe cristiana. Tal vez se deba a que por generaciones, el Anglicanismo del Reino Unido
produjo líderes de iglesia complacientes. En los últimos tiempos se dieron algunos cambios, en parte
porque el creciente secularismo sacó a muchísima gente de la iglesia. En el día de hoy la Iglesia
Anglicana ofrece oportunidades para que los creyentes puedan aprender los fundamentos de la fe.

Los tiempos presentes son muy excitantes para la iglesia, no porque haya predicadores carismáticos
que prometen mayores milagros buscando el avivamiento a la vuelta de la esquina, sino por causa de
una gran desilusión, que está llevando a que muchos cristianos sinceros quieran buscar a Dios en las
Escrituras de una manera renovada. Un buen número de libros muy inspirados están apareciendo, entre
ellos, uno que personalmente valoro mucho es el de Peter Collins de Irlanda del Norte, titulado Cómo
No Hablar de Dios. En la a primera parte, Ortodoxia herética: para creer en el camino correcto,
Rolligs explora como,

“…la ortodoxia ya no es comprendida como el opuesto de la herejía sino más bien como un término
que señala un modo de estar presentes en el mundo y un medio para entender las cosas del mundo.
Este enfoque desafía profundamente algunas de las ideas más fundamentales de la iglesia
contemporánea. Se trata de un enfoque que enfatiza la prioridad del amor no como algo opuesto al
conocimiento de Dios, sino como algo aún más radical: el amor como el conocimiento mismo de
Dios. Amar es conocer a Dios porque Dios es amor. La ortodoxia como una creencia correcta no

31
James Alison, San Francisco, Febrero de 2006, ¿Es Etico ser Católico?. Para otros artículos e información sobre trabajos
de James Alison, ver el sitio Web de Courage y también www.jamesalison.co.uk
86

cuesta mucho; ciertamente uno puede estar descansando en las doctrinas farisaicas, preservando la
verdad en la pureza de nuestras interpretaciones. Pero la ortodoxia, como el camino correcto llevando
amor al mundo alrededor de nosotros y dentro de nosotros…. Nos costará todo. Porque vivir por esa
espada, como todos sabemos, es morir por ella”.

Estoy personalmente convencido de que el surgimiento de las personas gay dentro de la iglesia en los
tiempos modernos, pregona un mensaje profético. Es el modo que Dios tiene de exponer el abandono
del genuino evangelio, a favor de una forma obsesiva que intenta retener un poder y una capacidad de
controlar a los demás que una vez se tuvo pero que se está perdiendo; un poder que los cristianos
usurpamos cuando lo único que deberíamos haber hecho era aceptar el Camino de Cristo.
87

31. El Camino a Seguir

Hemos utilizado un texto de Romanos 1 para condenar la homosexualidad pero hemos estado ciegos al
mensaje de Pablo en cuanto a que reconociendo la verdad acerca de nosotros mismos, seríamos libres
para descubrir la forma apropiada de vivir como cristianos gay.¿Como podremos conocer la verdad
acerca de Dios cuando hemos sido incapaces de aceptar la verdad acerca de nosotros mismos? Los
cristianos que no están seguros de la verdad sobre ellos mismos, terminarán adorando y sirviendo a las
cosas creadas antes que al Creador, y las cosas creadas en este caso vienen a ser las opiniones de los
cristianos conservadores, que desconociendo la experiencia de la vida real producen catastróficos
resultados.

Todos somos miembros de un mismo (único) cuerpo, y cuando un miembro sufre, todos sufrimos (a
Corintios 12:26). Pedro escribió que por sobre todo nos amemos profundamente, porque el amor
cubre multitud de pecados (1 Pedro 4:8). En realidad no conozco mejor camino para abordar estos
asuntos.

Como cristianos gay que hemos que tenido que luchar con estas cuestiones tan difíciles pagando un
alto precio para tratar de vivir con integridad, pudimos descubrir que nuestra esperanza está
exclusivamente en Cristo. A través de Jesucristo hemos encontrado paz con nosotros mismos junto con
la seguridad de que Dios acepta el amor responsable y comprometido entre personas del mismo sexo.
Fuimos conscientes que al expresar nuestras convicciones estábamos poniendo en juego nuestra
reputación y credibilidad delante de muchos hermanos en la fe. Algunos de nosotros sentimos en una
pequeña medida lo mismo que sintieron aquellos primeros discípulos que al escuchar el mensaje tan
radical y difícil de digerir de su maestro acerca de comer su carne y beber su sangre, consideraron la
posibilidad de abandonarlo. Pero junto con aquellos, también dijimos Señor, ¿a quien iremos? Tu
tienes palabras de vida eterna. (Juan 6:68).

No estamos argumentando que la Biblia tiene una postura blanda y tolerante que debilita principios
morales importantes; tampoco estamos diciendo que porque estamos bajo la gracia, entonces “todo es
válido”. No obstante la Biblia nos da permiso para buscar la verdad por nosotros mismos y su
aplicación práctica bajo la guía del Espíritu Santo. En Romanos 14 Pablo realiza un discurso sobre la
aceptación de aquellos que son débiles en la fe, advirtiéndonos de no enredarnos en asuntos
discutibles. Con respecto a la cuestión de si era o no aceptable comer carne que había sido ofrecida a
los ídolos, Pablo deja claro que hay lugar para diferentes posturas, en base a la conciencia de cada
cual32.

Sobre esta base, encontremos paz en Dios y animémonos a perseverar en la fe confiando en el amor y
la soberanía de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y no en nuestra propia comprensión de las cosas.
El mensaje del perdón y redención por medio de la gracia de Dios es la misma esencia del Evangelio
de Jesucristo.

Podemos haber creído que sabíamos todo lo que la Biblia tiene para decir sobre el sexo. Pero la
polarización que se ha producido en torno a la homosexualidad ha puesto en evidencia lo poco que
sabemos. Tenemos que ampliar nuestra visión o el cisma será inevitable. Dios ha tenido que parar la

32
Recomendamos la lectura de la excelente exposición del Dr. Roy Clements sobre Gálatas 1 y Romanos 14 titulada
Hermanos Débiles y Herejes Detestables publicada en los arcivos de Roy Clements en www.courage.corg.uk
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escalera mecánica por algún momento para desafiar nuestras presuposiciones y sacarnos de nuestras
posiciones de comodidad a fin de reparar y dar mantenimiento al engranaje de la iglesia. Mientras
tanto tendremos que sentir el cimbronazo.

Jesús dijo “edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).
Si nos pusiéramos de acuerdo para confiar en las palabras de Jesús dejando ese trabajo para él, no
estaríamos enfrentando la división.
89

32. Atando Algunos Cabos Sueltos

Lo que fue bueno en los tiempos ex – gay de Courge:

Luego de la primera edición de este libro, varios miembros de Courage de la primera época que
habían participado del programa “Pasos para Salir de la homosexualidad” y que vivieron en nuestra
comunidad nos dijeron que muchas de las cosas que habían experimentado en ese tiempo fueron
buenas. A continuación detallo algunos de los comentarios que recibimos:

• Nuestra comunidad compartió experiencias de vida, preocupaciones, y gastos compartidos, de


un modo que antes no habían experimentado.
• La mayoría de los miembros se sintieron genuinamente bien recibidos, aceptados y amados.
Todos sabíamos que éramos pecadores que necesitábamos de la gracia de Dios.
• Nuestro objetivo, por encima de todo era centrarnos en Cristo. Eso significó mucho en acción
y en aprendizaje, especialmente en cuanto a aprender a SER, lo cual fue una parte de la
realidad que disfrutamos en una atmósfera de aceptación mutua.
• Disfrutamos de una gran generosidad de espíritu donde nos ayudábamos y sosteníamos unos a
otros. Esto funcionó particularmente mejor para quienes habían pasado experiencias muy
desafortunadas en el pasado.
• La experiencia comunitaria, nos ayudó a ponernos en el camino de la aceptación acerca de
quienes somos en Cristo como cristianos gay.

Lo que necesitábamos desarrollar:

Hubiera sido mejor haber desarrollado un sentido más amplio del significado del Reino de Dios en
nosotros en lugar de centrarnos en desarrollar “herramientas para superar nuestros problemas”.
Supuestamente esas “herramientas” servirían para equiparnos para volver el reino de este mundo – que
percibíamos como “la realidad”. Además nos hubiéramos beneficiado de una mayor enseñanza para
desarrollar la aspiración intuitiva –de que el reino de Dios es un reino donde no hay opresión,
violencia y coerción, sino que cada miembro es estimulado a desarrollar sus dones personales.

Sobre los Límites (en relación a nuestra conducta)

La cuestión se presenta una y otra vez: Nuestra naturaleza humana parece necesitar límites para
establecer una separación entre aquellos que se conducen de manera aceptable y aquellos que no, a fin
de tener con una guía para determinar a quien aceptamos y a quien rechazamos.

Según mi comprensión, el evangelio de Jesús nos muestra claramente que el negocio de Dios no es
poner límites. Eso fue parte del Viejo Pacto. El Nuevo Pacto (tratado en el capítulo 23) es Dios
escribiendo su ley en nuestros corazones y poniéndola en nuestras mentes para que hagamos su
voluntad (Hebreos 8:6-13). Más aún, este Nuevo Pacto que es para todos, hace que el anterior sea
obsoleto. Pero vivir según él, requiere que nos enfoquemos en Cristo y en nuestra relación con él y
entre nosotros. Eso requiere más bien que vivamos por la fe en lugar de confiar en nuestros propios
esfuerzos personales.
90

En un reciente sermón que tuve oportunidad de escuchar, noté algo que me ayudó a comprender
mejor todo esto. Cuando miramos a la cruz y contemplamos al Cristo resucitado, somos elevados a un
nivel en el que podemos liberarnos de las pesadas comparaciones que se producen cuando nos
manejamos con las imposiciones de los límites. Mientras estamos fijando límites, enfocando en las
conductas, nuestro horizonte se limita a este mundo. Cuando Dios nos atrae a sí mismo, también nos
salva de este mundo lleno de comparaciones y delimitaciones.

A los pies de la Cruz la batalla llega a su fin; el Reino de Dios ha llegado a nosotros. Pero para entrar,
tenemos que morir con Cristo – lo cual significa morir a nuestro mundo egocéntrico donde mandan las
opiniones, donde florecen las rivalidades y las luchas de poder, y donde los hombres tratan de ejercer
control sobre los demás en lugar de amarlos. Y cuando somos levantados con Cristo, dejamos de
actuar como jueces, porque las llaves del Reino de Dios nos han sido dadas.

¿Y qué acerca de los ministerios ex –gay con quienes previamente trabajamos?

Este libro no tiene la intención de atacar a ninguna persona ni organización. Si quisiera denigrar a
aquellos ministerios que me repudiaron e infamaron, tendría material suficiente para hacerlo. Desde
mi perspectiva sería incompatible con el Espíritu de Cristo. Justamente porque amo al Señor Jesús y
aprecio a muchas de las personas de quienes aprendí y con quienes trabajé durante largos años, no
deseo censurar las injusticias que sufrimos o el daño que recibimos al ser rechazados e
incomprendidos. Todo el mundo pasa alguna vez por situaciones de esta clase, especialmente cuando
uno tiene convicciones profundas sobre asuntos importantes. Mi corazón simplemente desea ver el
brillo de Cristo poniendo fin a esta debacle sobre la homosexualidad. Esto no se resolverá discutiendo
y argumentando. Lo mejor que podemos hacer es escucharnos y discrepar respetuosamente.

A los diez años de la fundación de Courage, de a poco comencé a reconocer que el fruto de nuestro
trabajo no era bueno. Enraizados en la enseñanza cristiana tradicional y conservadora, comencé a
darme cuenta de la falsedad de muchos de nuestros supuestos. Con la ayuda y la inspiración de
muchos otros, pude cambiar el curso de nuestro ministerio para ayudar a los cristianos gay a encontrar
verdadera libertad en Cristo –una libertad más allá de nuestros sueños y esperanzas. Cuando pude
reconocer mi propia homofobia internalizada, también pude encontrar una total aceptación en Cristo
para mí. Muchos sintieron que yo había abandonado la verdad y que había abrazado una herejía. Esa
fue una pérdida muy terrible. Al escribir este libro tengo la esperanza de que mis viejos hermanos
evangélicos puedan llegar a comprender que la aceptación plena de las personas gay y de las parejas
del mismo sexo no significa renunciar al señorío de Cristo ni desestimar la autoridad de las Escrituras.
Oro para que puedan reconocer que el camino de la fe de un gay cristiano comprende un serio
compromiso con Cristo como el de cualquier otro creyente devoto. Espero que llegue el día en que
los “ex –gay” y los cristianos gay puedan trabajar juntos por la salud de nuestra comunidad. Tenemos
muchas experiencias para compartir juntos. Pero hasta que no podamos entender que estamos en un
mismo camino y hasta que no podamos elevarnos por sobre los límites que nos han impuesto, nuestra
unidad en Cristo será un tanto difícil.

¿Enojado o amargado?

A menudo me hacen esta pregunta. La verdad es que no siento amargura ni arrepentimiento por estos
años de conflicto. Estamos en un proceso en el que debemos aprender a enfrentar los desafíos. He
cometido muchos errores, pero no con intención sino por ignorancia. Pero a través de esos errores
91

pude descubrir la gracia y el perdón de Dios. Luego resulta más fácil perdonar a los demás, excepto
cuando los prejuicios se tornan negativos y maliciosos. Pero así es la vida en un mundo lleno de
pecado.

Por encima de todo, en Cristo descubrimos una nueva perspectiva que nos permite cruzar las líneas de
los límites legalistas que nos habíamos impuesto –las líneas que separan las mujeres de los hombres,
los negros de los blancos, los pecadores de los santos, los homosexuales de los heterosexuales. Una
vez que permitimos que Jesús sea nuestro maestro, entonces comenzamos a apreciar la realidad de sus
palabras, el Reino de los Cielos está al alcance de nuestra mano. A partir de allí podemos tomar
posesión de la misión honorable de utilizar las llaves del Reino de los Cielos, que Cristo nos ha dado
(Mateo 16:19) para abrir las puertas a todos los que han de entrar. Las llaves de la muerte y del Hades
son para a Cristo. De no tomarlas para si mismo (Apocalipsis 1.18) estaríamos desperdiciando
nuestro tiempo enviándonos al infierno los unos a los otros y devorándonos mutuamente.
92

Unas Palabras de Mi Esposa

Fue un día hermoso y apacible, aquel 5 de octubre de 1991 en que nos casamos con Jeremy.
Realizamos nuestros votos delante de un gran número de familiares y amigos, conscientes de la
presencia y compañía de Dios en aquel lugar. Los dos habíamos conocido tiempos bastante difíciles,
yo como mujer, peleando por un lugar en el liderazgo de la iglesia y Jeremy por causa de su
homosexualidad. Ninguno de nosotros imaginamos lo dura que se convertiría nuestra vida al
experimentar la hostilidad y la exclusión de un grupo tras otro. Ciertamente Dios no nos hace conocer
el futuro por lo que nos queda sólo aprender aquello de que cada día tiene su propio mal.

Dios es el más grandioso creador. Como cada hoja de césped o como cada copo de nieve es diferente
uno del otro, así también cada ser humano es único, y Dios trabaja de forma diferente en y a través
de cada uno de nosotros. Si veo a Dios obrando de cierto modo en una tal situación, pronto lo
descubro obrando de una manera distinta en otra, aparentemente similar. La espinosa cuestión de las
sanidades físicas es un buen ejemplo. Para una persona el camino de la sanación suele darse a través
del perdón, para otros se produce en forma instantánea, en otros después de un largo proceso, y para
unos cuantos jamás llega. Lo único que tengo claro en esta cuestión, es que Dios a veces sana y a
veces no. No hay lugar para la certeza.

Sin lugar a dudas esto es lo opuesto de la fe. Si conociéramos todas las respuestas a todas nuestras
preguntas, ¿Qué necesidad tendríamos de la fe? Y si pudiésemos entender todo acerca del
Todopoderoso Dios, luego dejaría de ser todopoderoso. Nuestro mundo cada día se está convirtiendo
en un mundo muy incierto, con toda clase de ataques terroristas, cada vez mas pobreza y con las
guerras literalmente en las pantallas de nuestro televisor. Muchos de nosotros rogamos por certezas.
Nos aferramos a personas que nos parecen muy confidentes y seguras de sí mismas. Esas personas
que parecen saber hacia donde se dirigen producen en nosotros una sensación de amparo y seguridad.
Aún así, Dios nos llama a una vida de fe. El no está atado ni depende de principios humanos. Si la
vida cristiana consistiera en una serie de situaciones entendibles, cada una con sus correspondientes
soluciones, ¿Qué necesidad tendríamos de Dios?

Eso mismo sucede con el tema de la homosexualidad. Para algunas personas gay, tener una pareja del
mismo sexo es el propósito de Dios. Otras creen que su destino es permanecer solteras. A algunos les
puede parecer bueno casarse, mientras que para otros definitivamente no. ¿Cuál debería ser la
respuesta para un matrimonio mixto? Jeremy es gay, yo no. Particularmente trato de no llamarme
“heterosexual” porque la palabra trae aparejada cierto mensaje, tal vez de superioridad con el cual no
estoy familiarizada. Nuestro mutuo amor y compromiso son lo suficientemente grandes como para que
permanezcamos unidos en nuestra relación de matrimonio. Sin embargo para muchos de nuestros
amigos el camino es muy diferente.

Recuerdo el libro Un Extraño a la Puerta” escrito por Mel White. Parecía ser un libro tan
reaccionario con un mensaje muy claro: “si eres gay y estás casado con una mujer, no hay esperanza;
trata de salir de esa relación”. Podrán imaginar mis sentimientos de inquietud cuando tiempo después
conocí a Mel White en los Estados Unidos. ¿Qué tendría para decirnos? Sin embargo el día que nos
encontramos, aún antes de que pudiéramos abrir la boca, nos dijo, “me siento tan contento de
conocerlos y de que puedan estar juntos”. Nos explicó que algunas de las consecuencias de su libro,
93

estaban bastante lejos de lo que el mismo hubiese esperado. Miles de personas fueron bendecidos,
animados y recibieron una esperanza nueva para sus vidas. No obstante, nos confesó que un
considerable número de hombres y mujeres casados, tomaron su libro como una palabra de parte de
Dios para deshacer sus matrimonios, divorciarse y encontrar una pareja de su mismo sexo.

Muchos le escribieron contándole acerca su alivio al sentir que simplemente la puerta podía estar
abierta. Podían tomar coraje como para separarse de sus esposos sin remordimientos. Pero Mel quedó
devastado por ello. Sintió que debía contestar una carta personal a cada uno de aquellos individuos
que le habían escrito. Así pudo explicar a cada uno de esos hombres y mujeres que su libro nunca
quiso ser una licencia para que se divorcien. Para Mel y su esposa les fue bueno separarse y comenzar
de nuevo. Para algunos puede ser lo mejor y para otros no. No existe en absoluto ninguna regla.

Estas son algunas de las cosas que según mi parecer son importantes para aquellos homosexuales que
ya están casados en un matrimonio mixto gay-heterosexual.

1. El mundo nos ofrece muchos desafíos. La palabra compromiso para muchos ha llegado a tener
una carga negativa. No obstante el mundo es un lugar no apto para relaciones que no se basan
en el compromiso. Entre nosotros existen muchísimas personas que viven en la soledad y en el
anonimato, aisladas, sin esperanza y sin conectarse significativamente con otros seres
humanos. Sin lugar a dudas el mundo es un mejor lugar cuando se producen relaciones de
compromiso y lealtad donde las personas pueden encontrar seguridad, confort, ánimo y alegría.
Cada uno de nosotros, gay o no, puede ser un ejemplo de la clase de fidelidad que Ruth
demostró a Noemí largo tiempo atrás.
2. Si uno de los esposos es infiel, eso inevitablemente trae sentimientos de traición y
desesperación. Perdonar se hace bastante difícil y mucho más si la traición se produce con
frecuencia. El camino del perdón se hace muy duro y difícil de negociar. Cuando las
infidelidades se dan frecuentemente, me da la sensación de que liberan dentro de la parejea una
fuerza destructiva, casi imposible de disipar. Quizá en esos casos se requiera de una palabra de
Dios para saber si la pareja debe continuar.
3. La honestidad es importante en toda relación. Cuando enfrentamos nuestros temores y
sufrimientos tomando posesión de ellos, la gracia de Dios se libera sobre toda situación. Creo
que es casi universal que Dios no va a tapar lo que nosotros no estamos preparados para
destapar.
4. Necesitamos de un continuo apoyo para poder enfrentar el rechazo y el juicio al que estaremos
expuestos. Algunas personas abiertamente hostiles simplemente excluyen a la gente gay. El
impacto que eso tiene en un matrimonio mixto es siempre negativo. Algunas personas ni
siquiera intentarán tratar con el asunto. Presumiblemente se sienten amenazadas y
despreciadas escudándose en una postura de “eso en realidad no me afecta” sin darse cuenta
que le cierra las puertas para tratar realmente con el asunto. Personalmente sabía de la
existencia de varios gay casados en mi iglesia, pero tenían que ocultarlo sin poder ser ellos
mismos porque los ministros no les ayudarían a sentirse mejor. Muchos creyentes creen que su
homosexualidad es incompatible con su fe y se juzgan desde esa perspectiva. Algunas veces
descubro que juzgan nuestro matrimonio diciendo que nunca seremos felices o que el mismo
no sobrevivirá.

Entonces, ¿que de nosotros? Por cierto no somos ajenos en cuanto al precio que tuvimos que
pagar como pioneros. Antes de casarme ya sabía de la controversia y hostilidad que tendría
94

que enfrentar. Me encontré a menudo con varones y mujeres que no me dirigían la palabra por
causa de mi género. Recuerdo vívidamente una ocasión en que fui invitada a disertar en una
conferencia de líderes compuesta de cincuenta varones y una sola mujer. En la hora del
almuerzo los varones se abalanzaron para encontrar mesas donde pudieran sentarse todos
juntos y aunque había muchos lugares en la mía, en vez de sentarse al lado me pedían prestadas
las sillas para sentarse entre ellos.

Las cuestiones que se presentan en el liderazgo femenino son bastante similares a las que se
producen en el mundo gay. Tenemos que luchar contra los prejuicios, el juicio de otros y los
intentos por controlar y dominar. Cualquier grupo marginado encontrará la misma clase de
resistencia para ser aceptado por el grupo dominante.

Jeremy también era consciente del precio que tenía que pagar como cristiano gay. Ambos
teníamos un espíritu similar, aún mucho tiempo antes de casarnos. Teníamos una perspectiva
común y habíamos desarrollado una muy buena amistad antes de que nuestra relación se
volviera mas profunda. Más aún, diría que yo nunca me hubiera sentido confortable con una
masculinidad muy estridente. De hecho, Jeremy es amable y gentil, seguro de quien es. Aún
antes de iniciar nuestra relación, había sido cálido y afectuoso conmigo.

Pienso que para aquellos que tuvieron una experiencia de vida previa dentro de un contexto
gay, el compromiso con una pareja heterosexual es demasiado dificultoso. No digo que sea
imposible, pero siento que la posibilidad de una relación heterosexual feliz es muy baja cuando
existe un deseo intenso de conexión con otra persona del mismo sexo. Tal vez quienes sienten
de ese modo son enteramente gay mientras que otros no lo son en el cien por cien. ¿Quién lo
sabe? Pero Jeremy y yo con el tiempo nos hemos dado cuenta de que en la práctica existe una
dimensión diferente entre aquellos que han sido activamente gay o que sienten la necesidad de
una pareja de su mismo sexo con respecto a otros que saben lo que es sentirse atraídos hacia
una persona de su propio sexo pero que no han experimentado un grado significante en cuanto
a esa clase de atracción.

Lo mas importante de todo, y por la razón que fuere, Dios ha puesto en nuestros corazones un
mutuo amor que supera todos los desafíos a los que somos expuestos. Como cualquier
matrimonio hemos tenido nuestras luchas, pero siempre hemos trabajado para superarlas.

Cuan arrogantes podemos a veces ser cuando desafiamos al Creador de nuestro universo
diciendo que su salvación no es lo suficiente grande como para cubrir todos los pecados y
todos los pecadores. En muchísimos textos bíblicos leemos el mensaje de que la salvación de
Dios es completa y que comprende a todas las personas. Muchos creyentes homosexuales
encuentran difícil de aceptar que se puede ser cristiano y gay al mismo tiempo. Por supuesto
los heterosexuales son quienes tienen mayor dificultad con esto. Pero, ¿como podemos
imaginar que nuestro Dios puede ofrecer una salvación estrictamente delimitada?. En realidad
nunca lo hizo, ni lo hace ni lo hará. Muchas veces le pido a Dios que me libere de esto o de lo
otro, mientras que lo que a menudo me quiere dar es gracia en mi situación y aún a pesar de mi
situación. Así es también con las parejas gay-heterosexual.

Como los prejuicios son una reacción emocional, tengo la firme convicción de que es casi
imposible luchar contra ellos por más argumentos bíblicos y de los otros que uno pueda tener.
95

Eso ocurre porque los prejuicios son en sí irracionales, pero como muchos otros temores
irracionales, tienen que ser enfrentados. Y eso solo puede suceder en el contexto del amor
donde hay espacio para que la verdad sea desarrollada. En un lugar en el que nos podemos
sentir seguros, es posible enfrentar la realidad y ser libres de los prejuicios. Hace poco alguien
me preguntó como podía informarse sin ser influenciado por los argumentos. ¡Que pregunta
extraña! Me di cuenta que eso es en realidad una mezcla inteligencia y temor, pero más de
temor que otra cosa. Esta persona quería decirnos que estaba dispuesta a escuchar pero que no
estaba preparada para eventualmente cambiar su modo de pensar, y si esos no son prejuicios
… entonces yo no me llamo Bren Marks.

Podremos enfrentar muchos desafíos, pero corramos la carrera con paciencia… el premio nos
espera.

Bren Marks
96

Palabras Finales
Por Dave Tomlinson

A fines de 1990 me desempeñé como Capellán del Hospital Mildmay de Londres, por aquellos
tiempos especializado en el tratamiento de personas con HIV y SIDA. En mi primera semana tuve la
oportunidad de conocer a un hombre a quien llamaré Brian. Se trataba de una hermosa persona de
unos cincuenta años de edad. Conversando con el pude comprobar que se hallaba profundamente
deprimido, en gran parte como consecuencia de su conflicto con la religión. Desde hacía largo tiempo
Brian se había alejado de la fe cristiana de su juventud, pero por alguna razón la fe no lo había
abandonado a el. No podía escapar al sentimiento de que Dios no lo aceptaba, algo que con el tiempo
lo fue volviendo loco. Me esforcé en asegurarle que Dios no lo odiaba, tratando de ofrecerle una
interpretación diferente del cristianismo que aceptaba y afirmaba a las personas homosexuales.
Aunque agradecía mucho mi interés llorando incluso en mis brazos, lamentablemente no fue de
mucha ayuda para él. En de sus salidas programadas, antes de dejar el hospital quedamos en
encontrarnos a su regreso el Miércoles siguiente. Pero cuando el lunes llegué al hospital fui
informado de que Brian se había suicidado ese fin de semana en su casa.

Me sentí deprimido y con una sensación de fracaso. En su funeral, mientras esparcíamos sus cenizas
en el jardín y en medio del servicio, su madre comenzó a gritar desesperada en contra de la Iglesia
con una agonía y dolor que penetraban el alma: ¡Porqué le hicieron esto a mi hijo! ¡Porqué lo
acosaron tanto! Era un hermoso hijo ¿Porqué lo condujeron a esto? Sinceramente no tenía palabras
para esta mujer, más que decirle que Brian ahora estaba en paz en la presencia de Dios, quien a pesar
de la insistencia de muchos cristianos que argumentan lo contrario siempre lo amó y ahora le daba la
bienvenida en el cielo.

Del mismo modo que sucede en cualquier otro sector de la sociedad, en la iglesia existen también
muchas personas homosexuales. Gran parte de ellos, quizá la mayoría siente que deben ocultar su
condición. Y no son pocos los que viven con la misma clase de vergüenza interior y auto-rechazo que
Brian sintió durante su vida. Eso es verdaderamente escandaloso. Las personas homosexuales no
eligen su orientación sexual, del mismo modo que nadie elige su sexo biológico, el color de su piel o si
serán diestros o zurdos. Aún así, existe una comunidad que proclamándose adoradora del Dios de
gracia impone a esas personas una carga pesada de culpa y vergüenza.

La historia de Jeremy Marks, tanto como la historia de Courage son extraordinarias e inspiradoras.
Cualquiera que conoce a Jeremy sabe que es una persona amable y gentil que evita naturalmente toda
confrontación. Junto con su esposa Bren, ha sido siempre fiel a sus convicciones a pesar de las
terribles oposiciones que ha tenido que enfrentar, el rechazo personal y hasta la pérdida económica.
No obstante ello, permaneció dedicado enteramente a la causa de apoyar y sostener a las personas
homosexuales cristianas y a sus familias, inquebrantable en su fe evangélica.

Courage es un ministerio vital. Ofrece un espacio seguro para que la gente pueda explorar su fe y su
sexualidad y la relación entre ambas. Hubiese querido para Brian la oportunidad de leer este libro
para darle la posibilidad de transitar el camino espiritual que Courage afirma y alimenta. Quizá hoy
podría estar vivo. Tal vez hubiera aprendido a amar a Dios y amarse a si mismo como un hombre gay.
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Hay personas que piensan que las palabras “gay” y “cristiano” son incompatibles. Este libro nos
muestra lo contrario. Mi deseo es que pueda ser de gran ayuda en este movimiento sin retorno hacia
una iglesia inclusiva abierta a todas las personas.

Dave Tomlinson
Junio de 2008

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