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2018

ÉTICA PROFESIONAL
INSTITUTO SUPERIOR DE PROFESORADO Nº60
TRABAJO PRÁCTICO: TEORÍAS ÉTICAS SOBRE LA FELICIDAD

AGUSTÍN TANK – EMANUEL SOSA


PROFESORADO DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN HISTORIA
06/07/2018
1) Es difícil definir claramente lo que significa felicidad, pero casi todo lo que
hacemos, es con el fin de lograrla y aumentarla o para evitar o y disminuir la
infelicidad. Para nosotros la felicidad es una emoción que se produce cuando
creemos haber alcanzado una meta deseada, aparejada a una condición interna o
subjetiva de satisfacción y alegría. En lo que respecta a la felicidad, esta es para
nosotros, encontrar y disfrutar los pequeños placeres de la vida.

Disfrutando el día a día, de los momentos que nos generan, placer, alegría, paz y
tranquilidad: juntarse a comer con la familia, tomar algo con amigos, jugar al futbol,
reírse, escuchar grupos musicales favoritos, que les vaya bien a nuestros seres
queridos, etc.

2) Como Aristóteles afirmaba, toda actividad tiende a fines, los cuales algunos son
medios para otros y uno solo es el fin último. Podríamos ejemplificar esto como
estudiantes. Nuestras actividades como estudiantes como, leer, cuestionar,
analizar, comparar, desarrollar, claramente son con el fin de poder formarnos
intelectualmente, desarrollar una conciencia histórica-critica con el fin de recibirnos
y conseguir trabajo en las escuelas para poder cubrir nuestros gastos, para
subsistir.

Luego de eso, en el aula, nuestras actividades deben estar destinadas a generar


conciencia histórica y crítica en nuestros alumnos, para que la historia pierda
sentido y función, es decir, si se la despoja de elementos críticos la Historia no
tiene nada que enseñarnos. Pero con el método critico sí. Sirve para no repetir
errores, para poder proyectar nuestro futuro; pero para ello tiene que tener
finalidad, objetivos, significaciones.

Queda en nuestras manos, del docente, sujeto político, que esta disciplina
científica no sea una mera banalización, o una versión reduccionista que plantee
una predestinación natural de nuestras sociedades. La autorreflexión, según
Giroux, se puede consolidar como una acción social tendiente a facilitar las
condiciones intelectuales y sociales para propiciar relaciones no alienantes y no
opresivas. Esto es importante porque la dominación ya no es ejercida en la
actualidad por coerción física solamente. La dominación ahora es más sutil y
anónima; por ello no siempre se es consciente de que se es dominado.

Para finalizar, queremos cerrar con la idea de que la tarea docente deberá estar
orientada a facilitar la crítica fundamentada, ayudar a concebir las posibilidades de
cambio, la enseñanza de la historia debe realizarse desde el uso de la razón
crítica, no debe caer en esa historia única y enciclopedista, tiene que tener
voluntad transformadora, ese debería ser el fin último como docentes.

3) Luego de analizar el caso en base a la ética aristotélica, la cual afirma que toda
acción humana se realiza en vistas a un fin, y el fin de la acción emprendida por el
hombre es un "instrumento" para conseguir, a su vez, otro fin. Aristóteles nos dice
que la felicidad es el bien último al que aspiran todos los hombres por naturaleza.
Una felicidad que Aristóteles identifica con una vida buena, pero no todos los
hombres tienen la misma concepción de lo que es una vida buena, de la felicidad:
para unos la felicidad consiste en el placer, para otros en las riquezas, para otros
en los honores, etc. Entonces la felicidad consistirá por lo tanto en actuar en
conformidad con la función propia del hombre. Y en la medida en que esa función
se realice, podrá el hombre alcanzar la felicidad. Si sus actos le conducen a
realizar esa función, serán virtuosos; en el caso contrario serán vicios que le
alejarán de su propia naturaleza, de lo que en ella hay de característico o
excelente y, con ello, de la felicidad.

En el caso de Julieta, todas sus actividades, desde la secundaria, el ingreso a la


universidad, los cinco años de estudio, etc., ella misma creía que la llevarían a
cumplir su fin último, llegar a su vida plena, satisfecha y feliz, es decir recibirse de
abogada. Pero con el pasar del tiempo se da cuenta que el fin que ella pensaba
que era el “fin último”, es decir, tener el título de abogada, no le bastaba para
satisfacer o conformar su felicidad. Cree que su felicidad puede ser alcanzada en
la búsqueda de una pareja e hijos, y junto a su trabajo profesional, serían los
medios para conseguir el bienestar general que le diera sentido a su vida.
Retomando lo que Aristóteles afirmaba, que el fin último que perseguimos es
aquel que no se busca para alcanzar otra cosa, sino que es apetecible siempre
por sí mismo y jamás por otra cosa. Parece que éste es la felicidad; ya que la
escogemos siempre por encima de todo; es decir, por sí misma y jamás por otra
cosa (a diferencia del honor, la riqueza y el placer, que se escogen deseando
encontrar en ellas la felicidad), ya que la felicidad consiste en las acciones y
operaciones del alma, lo cual concuerda con que el hombre feliz es el que vive
bien y obra bien. Entonces la felicidad debe concebirse según Aristóteles como la
virtud, que nos hace capaces de practicar las bellas y buenas acciones.

Al final del caso puede verse que en el trabajo de Julia se ponían en juego valores,
que no solo se dan en el ejercicio de su profesión, como por ejemplo todo lo que
respecta a ser justo y equitativo. Pero al tiempo se da cuenta que no era un
conocimiento teórico el que necesitaba para ayudarla a formar un criterio sólido
para tomar las decisiones diarias, la solución fue mostrar en su práctica
cotidianamente dicho conocimiento teórico, que la ayudo para comprender lo que
es justo, piadosos, equitativo, etc., además de aprender a transmitir estas virtudes
a sus hijos si se las mostraba en su prácticas cotidianas, estos las adquirirían e
integrarían en las suyas. Creemos que en el caso de Julia pudo haber alcanzado
la felicidad aristotélica, cumpliendo sus objetivos, tanto en la conformación de una
familia y en su carrera profesional, y logrando el “fin último” según Aristóteles, es
decir, obrando el bien, incorporando en su vida cotidiana valores para hacer el
bien común, y además transfiriendo esas virtudes a sus hijos.

4) Primeramente lo que se destaca de Epicuro es en el marco temporal-espacial


en el que vivió y desarrolló su vida de filósofo. 323 a. C. es demarcado como el
momento de separación entre el periodo “clásico” o propiamente griego (que
llegado este momento ciertas figuras representativas del período murieron como
Aristóteles, Demóstenes, entre otros) del denominado “helenístico” o “helenístico-
romano”, periodo signado por la muerte de Alejandro Magno y la consecuente
caída de su imperio.
Es durante ese mismo año cuando Epicuro llega a Atenas con el fin de cumplir con
los exámenes cívicos para poder ser inscripto como ciudadano. Será en esta
ciudad donde se radique en 306 a. C. y donde pasará el resto de su vida.
Claramente esta irrupción del mundo griego afectará claramente a la vida misma
de la sociedad griega y, consecuentemente, a las concepciones de los filósofos.
Epicuro lo que va a hacer es separarse de esa noción del periodo anterior de que
es necesario el conocimiento teórico para filosofar. En su jardín podía entrar
cualquiera que estuviera en búsqueda de la felicidad cotidiana y serena y era la
filosofía quien servía para volver feliz al hombre. Otra característica de Epicuro es
que nunca estuvo atado a una escuela o a maestros que lo inspiraran a ingresar al
mundo de la filosofía.

Retomando la importancia del periodo en el que vivió, será esa desaparición de la


protección segura de las estructuras sociales y políticas brindadas por la ciudad-
Estado la que impactará en la máxima epicúrea: vive ocultándote. La seguridad ya
no se encuentra en el entramado social de la ciudad-Estado, sino en los vínculos
más íntimos de la vida alejada de la política y concentrada en la comunidad, en el
caso de Epicuro y sus discípulos, del jardín.

5) Para Epicuro el placer, en primer lugar, es el estado natural de nuestro cuerpo y


alma. Por esto la ética epicúrea es de corte naturalista dado que hay que ser y
hacer lo que naturalmente somos, pues allí se encuentra el placer. Lo que se
opone al placer es el dolor (tanto corporal como intelectual). Este placer trasciende
al concepto original que se le atribuía. Originalmente se refería a los placeres o
goces sensuales pero Epicuro extendía el placer al ámbito del alma o intelectual.
Consideraba al placer como algo bueno solo por el hecho de ser placentero a lo
que se opone el dolor, que es malo por el hecho mismo de ser doloroso.

A estas distinciones, Epicuro realiza una serie de clasificaciones y definiciones


como es el caso de la clasificación de los placeres en cinéticos y catastemáticos.
Los placeres cinéticos responden a los deseos naturales y necesarios, como lo
son el beber, el comer, que reestablecen el equilibrio perdido. Los placeres
catastemáticos surgen una vez que ese equilibrio se ha recobrado. Este tipo de
placer no presupone aliviar un dolor previo (la sed, el hambre) sino que consiste
en el ejercicio de la naturaleza restablecida. Esto implicaría una imperturbabilidad,
lo que presupone el arribo a una felicidad completa. Sin embargo, para sentir este
placer catastemáticos, es necesario haber saciado el placer cinético dado que es
el primer escalón para alcanzar la felicidad plena.

Para el común de la gente el placer está asociado con el cumplir sus más grandes
deseos. Esto obviamente difiere entre cada individuo pero algo que nos
caracteriza a todos es que los placeres, en gran medida, están atravesados por
los bienes materiales y el valor que les es asignado en el mercado. Uno ya no
busca solamente saciar los deseos, sino que lo busca en la abundancia y el
exceso. Epicuro llama a esto como coloración delos placeres: catastemáticos
diversificada. Esta diversificación la considera vacías, no naturales e innecesarios.
En su época eran las coronas y las estatuas, en la actualidad son los bienes
materiales que responden a estereotipos artificialmente creados acerca de lo que
se debe tener para llegar a la felicidad. Como se ve en el capítulo El Debilitador
Social de los simuladores y que el personaje de Diego Peretti nos ejemplifica, y a
los que suscribimos, que expresamos previamente: “De manera que al sistema
capitalista no le conviene que la gente se sienta satisfecha. Si encontráramos una
forma sistematizada para que la gente se sienta más insegura, más fea, más
frustrada, ¿ese vació produciría un incremento en las ventas de todos aquellos
productos que la gente realmente no necesita pero cree que sí necesita?
¿Podríamos decir que a mayor infelicidad, mayor consumo?"

6) El no temor a la muerte por parte de Epicuro parte desde la concepción de la


mortalidad misma del alma, dado que esta, al igual que el cuerpo, tiene una
presencia finita dada por su existencia material-atómica. Incluso lo que
denominamos como el último suspiro forma parte de nuestra realidad material t la
muerte, por el contrario, se define como la supresión de esa experiencia, es lo que
sobreviene después del último suspiro. Por esto él nos dice que debemos aceptar
a la muerte dado que es la finalización radical e inevitable de la vida y que no hay
defensas ni atajos para evitarla.
A su vez, esto significa que la muerte está por fuera del ámbito de la experiencia
humana, razón por la cual el temor se vuelve absurdo: cuando nosotros estamos,
ella no está; mientras que, cuando ella adviene, nosotros ya no estamos para
experimentarla.

A su vez, Epicuro no solo busca eliminar el miedo a la muerte, sino al miedo que
presupone pensar en ella, sobre todo a las ideas dolorosas que nos hacemos
acerca del destino incierto de nuestras almas, en supuesto caso de que sobreviva
al cuerpo. Por esto, el hecho de eliminar el anhelo de inmortalidad elimina
automáticamente el temor por el destino de nuestras almas. Cuando decimos
ideas dolorosas nos referimos justamente al dolor del alma (angustias, penas)
dado que, si bien no se puede negar la posibilidad del dolor corporal que trae
aparejada la muerte, si se puede evitar el miedo a ese supuesto dolor espiritual.
Por esto no se trata de que la muerte no sea literalmente nada para nosotros, sino
que debemos considerarla de ese modo. Epicuro considera que hay que gozar el
saber que somos mortales, que existimos y vivimos conforme a la vida.

Para nosotros la idea de la muerte como un hecho infranqueable es más que


obvia. Si consideramos que la muerte debe ser tomada como algo por fuera de la
vida material ya que el hacerlo si nos brinda cierta tranquilidad frente a la angustia
de ser conscientes de nuestra propio fin, sin embargo no podemos dar la certeza
total de que el alma, como lo considera Epicuro, tenga un fin o si quiera que
exista. Donde sí queremos hacer una crítica es hacia las concepciones actuales
de la muerte que, si bien todos son conscientes de su llegada, solo se toma
reflexión de ella una vez que llega y ahí deviene toda la tristeza, el dolor. Es
necesario tomar conocimiento de que es un momento inevitable que, aunque no
existe hasta que llega, tarde o temprano va a hacerlo. Al mismo tiempo, la
adoración hacia el cuerpo y los constantes intentos de mantener una apariencia
juvenil es un reflejo del temor al paso del tiempo, al envejecer. Sería más
provechoso volcar nuestros esfuerzos tanto en comprender lo que significa la
muerte para el ser humano, logrando así que el dolor que presupone su llegada no
sea una carga pesada, como a acciones que verdaderamente nos hagan felices.
Para ejemplificar esto nos remitimos al personaje de Peter Capusotto, Violencia
Rivas al decir que “porque uno tiene la certeza de que algún día va a palmar, pero
vive olvidándose de eso. Si uno viviera recordando todo el tiempo que en cualquier
momento se muere no pagaría ni expensas ni se adaptaría a compartir tantas
horas con pelotudos en el trabajo […] pero preferís solicitar amistad y poner holis
holis a garchar o hacer cualquiera de los desastres qué harías si todo el tiempo
tuvieras en cuenta que te vas a morir”.

7) Consideramos a la amistad por encima de todas las demás. Primero, porque


nosotros elegimos con quien iniciar y mantener una relación de amistad. Segundo,
porque al igual que en la época en la que vivió Epicuro, donde observó la caída de
la ciudad-Estado y la consecuente derrumbe de los parámetros simbólicos que
brindaban seguridad a la sociedad del momento, actualmente el desarraigo del
Estado moderno frente a las necesidades sociales hacen que los esfuerzos por
producir transformaciones se encuentren atomizadas en grupos muy definidos y
eso, llevando a nuestra cotidianeidad, lo encontramos en nuestras amistades, que
nos brindan la seguridad y el grado de felicidad que no nos ofrecen las
instituciones encargadas de regular y asegurar el bienestar social. Por último,
como nos señala Bauman existe una fragilidad en los vínculos sociales propia de
la vida globalizada provocando que no nos garantice una estabilidad en cuanto a
nuestras relaciones. Por esto, como afirma Epicuro, la amistad no es un acuerdo
permanente, es un vínculo que debe cuidarse, respetarse y construirse
recíprocamente porque lo que verdaderamente necesitamos no son los amigos en
tanto hombres, pares, o seres humanos que nos acompañen materialmente, sino
la confianza que nos genera el tenerlos cerca. Y hacemos hincapié en los vínculos
porque es lo que, para nosotros, genera la ausencia de perturbación y tranquilidad
del ser, lo que Epicuro considera felicidad: como escribió Christopher McCandless,
personificado por Emile Hirsch en la película Into the Wild, en su diario “la felicidad
es real sólo cuando es compartida”.
8) Entre ambos discutimos y coincidimos en que estamos más de acuerdo con la
concepción de Epicuro por como entendemos la felicidad, la cual explicamos en la
primera consigna.

Con lo que respecta a la ética aristotélica, en síntesis es, en primer lugar, una
ética de la felicidad, pero también es una ética de la virtud ya que ésta es el medio
por excelencia para alcanzar la felicidad. Aristóteles afirmará que la actividad más
propia del hombre y la que mayor felicidad le proporciona es la contemplación
teórica: es decir, la sabiduría. Así es como el empirismo ético lo lleva a una
posición adaptable: la felicidad consiste en equilibrar virtud, contemplación y
bienes exteriores. La virtud entonces, se adquiere a través del ejercicio y el hábito,
es decir que para que un hombre se haga justo, es menester que practique la
justicia. Ya que considera que nadie se hace justo por "naturaleza" ni tampoco
resulta suficiente la enseñanza. En la actualidad esto es muy cuestionada, la
justicia, la piedad, etc., por una sociedad que transcurre en una modernidad
líquida, es decir el estado fluido y volátil de la actual sociedad, sin valores
demasiado sólidos, en la que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los
cambios ha debilitado los vínculos humanos. En esta sociedad individualista
donde se pierden las virtudes y valores, donde la felicidad esta mas asemejada al
placer y bienes materiales muchas veces innecesarios.

Finalmente, la teoría ética de Epicuro, en síntesis Epicuro afirmó que es bueno


todo lo que produce placer, pues el placer, según él, es el principio y el fin de una
vida feliz. Pero para que el placer sea real debe ser moderado, controlado y
racional. Para el epicureísmo, lo malo es todo aquello que le produce dolor al ser
humano. El epicureísmo nos ha llamado mucho la atención, sobre todo por su
validez en el presente, donde el individualismo es característico de la sociedad
moderna occidental, alejándolo de la política, esta es completamente ajena a los
ciudadanos de los que sólo se espera que paguen sus impuestos y voten cada 4
años, mientras los políticos “profesionales” hacen y deshacen a su antojo. Se
denota el egoísmo y egocentrismo de su doctrina, su ética está orientada al placer
individual y personal La generosidad Epicuro sólo existe porque haciendo el bien
a otros obtenemos placer, nos sentimos bien con nosotros mismos. La amistad
que tanto valora también nace por interés, y aunque acabe "amando al amigo
como a sí mismo" se mantiene por el placer que aporta disfrutar en compañía de
las amistades.
Bibliografía

- Aristóteles (1969). Ética Nicomaquea. (Selección de fragmentos). México: Porrúa.


- Bieda. E. (2015). Epicuro. Estudio preliminar. Selección y traducción de textos. (pp. 19-35 y 49-
97). Bs. As: Galerna.
- Epicuro. Carta a Meneceo. En: Lucrecio (1969). De la naturaleza de las cosas. Madrid: Espasa
Calpe.
- Ruiz Trujillo, P. (2015). Aristóteles. De la potencia al acto. (pp. 97-118). Bs. As: Bonalletra
Alcompas.

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