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V
&'
W:
V
CARACTERES.
MORALES
T>E TEOFRASTO.
REFLEXIONES FILOSÓFICAS
Por M* Duclós.
Traducidos tos primeros del griego.
V LAS SEGUNDAS BEL FRANCÉS
...... AL CA$T.E LLANO
Con licencia:
¡N-
ÍNDICE
DE LOS CARACTERES.
Proemio................ Pag. t.
Cap. I. De la Simulacion o falsedad.. 3.
lf. De la Adulacion „ 5.
III. De la Loquacidad 8.
IV. De la Rusticidad...., 10.
V. De la Lisonja „ 11.
VI. Del Abandono o indolencia 1 g.
Vil. De la Charlatanería, 17.
VIII. De la Novelería ao.
IX. De la Ruindad impudente 33.
X. De la Miseria 24.
XI. De la Insolencia. 37.
XII. De la Impertinencia 30.
XIII. Del Obsequio intempestivo 33.
XIV. De la Estupidez 33.
XV. De la Aspereza f 3$.
XVI. De la Supersticion 35.
XVII. Del Resentimiento injusto. 39.
XVIII. De la Desconfianza 40.
XIX. De la Asquerosidad 41.
XX. De la Molestia o pesadez.. 44.
XXI. De la Ambicion fútil 45.
XXIL De la Mezquindad 47.
XXIII. De la Vanidad o jactancia 40.
XXIV. De la Sobervia -:.. 51.
XXV. Del Miedo ó timidez. 53,
XXVI. De la Oligarchia o prefe
rencia propia 55.
XXVII. De la Instruccion tardía.... 57.
XXVlU.De la Maledicencia 58-
1N-
ÍNDICE
DE LAS CONSIDERACIONES,
Introduccion..... Pag. i.
Cap. í. Sobre las costumbres en ge
neral... ,...: ..... ¿.
II.. . De la Educacion y preo-
cupaciones , 33.
III. Dela Cortesía y alabanzas 41.
IV. DelaHombria de bien, de
; ..; ''. .. ja virtud y del honor.... <fo,
V. De la Reputacion, celebri
dad, fama y estimacion. 93.
VI. De los Grandes señores.... iao.
VIL Del Credito ..: 130V
VJ1I. . '.. De las Personasálá moda 141,
IX. De la Ridiculez , singula
ridad y afeñacion Igp.
X_ De las Gentes de fortuna. 173.
XI. De los Literatos XP4»
XII. . Del Caraéter de los talen
tos brillantes , o Bel.'
etprit aijf.-
XIII. De la Relacion el talento
y el caraíter 341.
XIV. De la Estimacion y respe
to. . ««•
XV. Del precio efectivo de las
cosas.... 274.
XVI. Del Agradecimiento é in
gratitud..: abo".
CA¿
CARACTERES
MORALES
BE TEOFRASTQ.
PROEMIO.
*
E.tN muchas ocasiones antes de
ahora he considerado con admiracion,
y es verisímil que nunca dexe de te
nerla , quál será la causa de que ha
llandose la Grecia situada baxo un
mismo clima ó cielo , y criandose
todos los Griegos con una misma edu
cacion , resulte que son entre nosotros
diferentes las costumbres. En fuerza
de esto , ó Policles , habiendo exami
nado de mucho tiempo á esta parte
la naturaleza humana , en el largo
espacio de noventa y nueve años
que hé vivido , y tratado además de
esto con muchas y muy diversas gen
tes , y observado con suma diligen
cia ios hombres, asi de buenas como de
A ma
/ 4, Caracteres
malas costumbres ; tomé la resolu
cion de describir el modo con que
unos y otros proceden en la conduéta
de su vida. Te expondré en consecuen
cia con especificacion todas las cos
tumbres ó modales que hay en ellos,
y de qué forma se manejan en su tra
to ó gobierno domestico. En efeéto
estoy persuadido * ó Policles ,, de que
serán mejores nuestros bijos siempre
que les dexemos estos documentos;
pues teniendolos presentes como mo
delos , elegirán los de mejor conduéta,
6 mas bien caraéterizados , para tratar
y conversar con ellos * de suerte que
no les queden inferiores. Mas yá es
tiempo de principiar á tratar la ma
teria ; quedando á tu cuidado com
binar y examinar si digo mal ó bien.
Comenzaré ante todas cosas por los
que ponen su conato en proceder con
falsía 6 falsedad ; y omitiendo proe
mios , y el tratar con mucha extension
la materia , la definiré , y describiré á
consecuencia el falso , sus qualidades,
y en qué aspeétos se transforma. Des
pues
de Teofrastc. 2
pues *de esto procuraré , como dexo,
¿icho , exponer clara y especifica-
mente otros afeétos ó pasiones.
CAPITULO PRIMERO.
DE LA FALSEDAD
ó simulacion.
CAPITULO II.
DE LA ADULACIÓN. ' , \
Jt Odria alguno verisímilmente enten
der que es la adulacion : Indecente con
ducta ó comunicacion de que se vale el
adulador para su utilidad ; y que el
adulador es tal,que paseandose con otro
le dice: Repara como todos clavan en tí
la vista : no sucede otro tanto á ningu
no de quantos hay en la ciudad sino á
tí. Con mucha gloria se hizo ayer con
versacion de tíen el portico. (i) Mas de
trein-
(i) Sitio publico de Atenas donde conturrían
printipalmente los distípulos de Zenon , á quie
nes del nombre tiut , ttsa , portico, llamaron
Stoycos.
% ... Caracteres :
treinta hombres estabamos alñ sentad
Sos, y viniendo á parar la conversacion
en averiguar quién era el ciudadano
mas perfeSio ,' todos comenzaron por tí%
% todos convinieron en el mismo. nombre.
Giras cosas semejantes habla. Quitará
un pelito del vestido de aquel á quien
adula ; y si el viento ha hecho caer
alguna paja sdbYe el pelo*, se lo qui
tará con gran cuidado , añadiendo con
cara placentera y mucha risa : Vés\
por no haverte venido á ver en dos diasr
bienes las barbas mezcladas de canas.
Mas' esto es chanza , que til como el
gué trias , tienes para tu edad bienne^
.gros Vos cabellos. Quando habla ei
adulado alguna cosa, manda que callea
los demás ; le elogia quando le oye ; y
-haciendo mil demostraciones^ exclama
quando el adulado acaba de hablar:
brabo í excelentemente ha dicho. Si
aquel há satirizado fríamente á alguno,
lo celebra á carcajadas ; y llevandose
la ropa á ía boca, dá á entender que
no puede contener la risa. Si encuen
tran á algunos, les avisa que se deten
gan
de Teofrasto. 7
gan un poco hasta que pase su merced.
Compra camuesas y peras, y las lle
va , y dá á los hijos en presencia de
su padre ; y besandoles añade : biji-
tos de tan bello padrel Si éste compra
sandalias , dice , que el pie está mu
cho mas bien formado que el calzado.
Si vá á visitar á algun amigo, se ade
lanta el adulador , y avisa : Su merced
viene á visitarte ; y retrocediendo di
ce á éste: yá bé dado recado. Tambien
se esmera en servir todos los ministerios
de las mugeres, mostrando que se afa
na. Entre todos los convidados es el
primero que alaba el vino ; y siem
pre al lado de su merced le dize. \Con
qué delicadeza comes ! y tomando al
guna cosa de la mesa : \Qué cosa tan-
exquisita ! Le pregunta si tiene frio;
si quiere que le añadan mas ropa;
y sin aguardar mas , lo abriga. Al de
cirle estas cosas , se le arrima al oido
hablandole entre dientes. Si conversa
con los demás es sin apartar los ojos
del adulado. Quando van al teatro,
quita al criado las almohadas , y él
A4 mis-
8 Caracteres
mismo se las mulle y coloca. Le pon
dera el gusto y excelencia con que
su casa está fabricada , y su campo
bien plantado : y si le retratan, afirma
que la pintura le es perfectamente pa
recida. En conclusion es de vér como
el adulador lo dice y hace todo segua
cree que complacerá á otros.
CAPITULO III.
DE LA LOCUACIDAD.
BE LA RUSTICIDAD,
DE LA LISONJA.
JLíA lisonja , definida en propios ter
minos , es conversacion o trato que
procura complacer sin el correspondiente
decoro. El lisonjero pues , sin duda es
tal : saluda á otro desde lejos , y dicien-
dole que es hombre de suma importan
cia le admira siempre ; le toma am
bas manos para que no se vaya ; y
acompañandole un poco , le pregunta
quándo volverá á verle ? lo alaba , y
se
ÍDB Teofrasto, t^
ie despide. Elegido por arbitro , no
solo quiere complacer á la parte á
quien asiste , sino tambien á la con
traria , aspirando á pasar por amigo
comun de ambas. Dice que los foras
teros hablan mas justamente que los
ciudadanos. Convidado á un festin
ruega al dueño , quando | yá está co
miendo , que llame á sus hijos ; y luego
que los vé llegar , asegura que no se
parece tanto un huevo á otro como
Jos niños á su padre ; se acerca á ellos,
los besa , los sienta á su lado , y ha
ciendo del niño con ellos dice , ay
que botella \ \ qué cuchilla ! Si quie
ren dormir los dexa recostar en su
seno , aunque se moleste mucho. Acos
tumbra (i) rasurarse con gran fre
cuencia , tener los dientes muy blan
cos,
(i) Los críticos han convenido en que la des
cripcion que sigue hasta el fin no es parte del ca-
Tafter del lisonjero, sino mas bien de un petime
tre presumido y vano. Es verisímil se haya per
dido el fin de un carafter y el principio de otro,
y de ambos haya resultado este , aunque imper
fecto é inconsecuente,
*4 Carácter-es ,
pos , mudar de ropas que aun todavía
podrían servir , y usar de balsamos
ú olores. En la plaza se ha de meter
junto á las mesas , ó lugar mas distin
guido. Frecuenta los juegos á donde
concurre y se exercita la juventud}
y quando hay espeétáculos se sienta
en el teatro cerca de los que le pre
siden. Vaguea por la plaza sin com
prar nada para si ; pero si compra
encargos que embiar á sus huespedes
deBizanzio; perros de Laconia para
los de Cizico , y miel del monte Hy-
meto para Rodas. Todo esto que ha
ce, tiene cuidado de contarlo á sus pai
sanos. Cuida además de criar ó man
tener alguna mona en su casa , de
comprar un satyro ó mico , palo-»
mas de Sicilia , cabras con manchas,
de varios colores , redomas esfericas
ele Turia , baculos corvos de Lace-
demonia , y tapices matizados á la
persiana. Tiene tambien un patio
cubierto de arena para que sirva de
palestra , y un juego de pelota ; y si
encuentra á algunos filósofos , ó sofis*
deTeofrasto. t§
tas , 6 esgrimidores , ó musicos , siem
pre les ofrece el juego para que se sir
van de él , y entre tanto que se exer-
citan vuelve y se presenta con el fia
de que un espectador diga á otro:
mira , este es el amo deljuego.
CAPITULO VI.
DEL ABANDONO
ó indolencia.
AJiL abandono es tolerancia de accio
nes y palabras feas. Abandonado pues,
ó indolente es el que jura con facilidad,
y tiene el animo dispuesto á oir mal,
y ser vituperado. Es por costumbre un
hablador de plaza , es un obsceno,
un petulante , es capaz de todo. No
haya miedo que se escuse de ponerse
á bailar el cordax (i) , aunque no esté
embriagado ', ni de tomar una mascara
en el coro , ó canto de la comedia , ni
de cobrar la moneda en los espe&á-
cu-
(ij Baile obsceno.
jg Caracteres
culos de juegos de manos presentan
dose á todos uno por uno. Andará á
puñadas con los que traen boletines»
y quieren vér sin pagar. Capaz tam
bien de ser tabernero , de ser rufian,
y ser chalán ; no se abstendrá de nin
gun exercicio torpe , mas será prego
nero será cocinero, será fullero ; no
dará alimentos á su madre ; será ar
rastrado al tribunal reo de latrocinio,
y vivirá mas tiempo en la carcel que
en su casa. El mismo imita tan bien
los charlatanes , que junta al rededor
de sí gran muchedumbre , y llama los
que pasan, hablandoles , é insultan
doles con alta y licenciosa voz. En
tretanto algunos de los que pasan
se le acercan ; otros se retiran antes
de oírle una palabra ; mas á unos dice
el principio , á otros una silaba , á
otros una parte de su asunto , preten
diendo que se atienda su insolencia,
con no menor cuidado que quando se
celebra una solemne junta. Es tam
bien muy ordinario que ande huyendo
de los jpleytos que le ponen , y que, él
DE TíOFRASTO. %?
\üs ponga y persiga á otros : á uncw
se escusa de asistir con juramento , á
otros concurre , llevando en su seno
un porta-breves, y en las manos un le
gajo de autos. Tampoco se desdeña dé
hacerse cabeza del gran numero de
rabulas , ó pillos de plaza ; les dá
sin detenerse dinero prestado; y ajus
ta ó pide por premio de una dra
ma , obolo y medio al dia. Recorre las
carnicerías , la pescadería y bodego
nes , echandose en la boca las mone
das que recoge de las logrerías , ó ga
nancias que saca. Estos son malos de
tratar; tienen la lengua muy suelta pa
rala maledicencia, y atruenan con tan
grandes voces , que hacen retumbar
con ellas la plaza y tiendas donde en
tran.
CAPITULO VIL
VE LA CHARLATANERÍA.
Ba CA-
4o Caracteres '
capitulo vin.
DE LA NOVELERÍA*
CAPITULO IX.
DE LA RUINDAD
impudente.
AiA definicion de la ruindades menos- 'r
precio de supropia estimacion por lograr
algunas ventajas indecentes. Ruin im
pudente es el que se presenta y pide en
emprestito al mismo que tiene defrau
dado. Es tambien el que sacrificando
i los dioses, sala y guarda la carne de
sus vietimas,y se vá á comer con otro:
el que llamando á su esclavo le dá
carnes y pan que toma de la mesa,
diciendole en presencia de todos; en
gulle bien , .honrado. El que compran
do la vianda recuerda al carnicero el
beneficio que acaso le haya hecho; y
arrimandose al peso , añade á la ba
lanza en primer lugar carne , y si no
puede*aünque sea un hueso. Si lo pue
de pillar , queda ufanísimo ; si aca- .
«o no , arrebatando de la mesa aun
«na tripa, escapa al mismo tiempo,
V. B4 dan-
2.4 Caracteres ^
dando carcajadas. Si alquila 6 to
ma á nombre de forasteros , sus hues
pedes , asientos en el teatro , no paga
su pairé, y entra á ver, y aun conduce
el dia siguiente sus hijos y su ayo. Si
alguno lleya comprada barato alguna
cosa especial ó sobresaliente , pedi
rá que le dé parte ; y entrando en casa
de otros , tomará cebada prestada , y
alguna vez hasta paja , precisando á
los que se la prestan que se la lleven á
su casa. Es tan molesto que acercan
dose á los calderos que hay en los ba
ños , meterá en ellos su bacia , la
sacará llena, por mas que clame el ba
ñero , se rociará á sí mismo con el
agua , y retirandose dice: Tá me hé
lobado ; y al bañero añade : Nada tenn
go que agradecerte. <...
t CAPITULO X.
DE LA MISERIA.
L i A miseria es el hábito por el que
$e priva el hombre mas de lo conventeff
di Teofrasto. 25
fe de! gasto necesario. Miserable es
el que pide en ei mes aun medio
óbolo correspondiente ó caido del al
quiler de una casa. El que comiendo
á escote con otros cuenta los vasos que
se bebe cada uno. El que separa en
obsequio de Día na la m^nor presa entre
todos los convidados. Él que,compran-
dole otro qualquiera cosa muy barata,
dice que todo está carísimo. El que si
su criado quiebra una olla ó plato, se
lo descontará de la racion que le dá;
y si pierde su muger una (i) mone
da que no llega á cinco maravedis, re
mudará todos los trastos , los colcho
nes , las arcas , y desdoblará (con in
quietud ) los tapices. Si vende alguna
. co-
. (i) El Griego dice tricbalctm : esto es , tro
chaleos. Para inteligencia de este y otros pasa-
ges , notese que el chaleos era la decima parte
cte un obdlo ; el obolo la sexta parte de una árach—
Wrtjy la dracbma Ática, era una moneda de pla
ta que tenia el valor de una septima parte de
onza de plata : esto es , algo menos de tres rea
les de vellon. Por consiguiente el obolo equiva
lía á quatro quartos nuestros j y el chaleos á ma
ravedí y medio y una octava parte.
i6 Caracteres -
tosa, la dá tan cara que no puede de-:
xar utilidad al que la compra. No per
mitirá que ninguno coma un higo de su
huerto, ni pase por su campo ; ni que
aun tome una aceituna ni una palma
de las que están caidas en el suelo. Irá
todos los dias á registrar los mojones
de sus tierras por ver si están en el si
tio en que estaban. Es capaz de pedir
las ganancias de un dia que haya de
más del termino hasta que prestó , y
aun la ganancia dé la ganancia. Con
vidando á sus compatriotas á un con
vite , les arrimará la carne trinchada
en pedazos muy menudos. Saldrá de su
casa con designio de comprar que co
mer, y volverá sin haberse atrevido á
comprar nada. Encargará mucho á su
muger que no preste sal , ni el candil,
ni cominos , ni oregano , ni cebada , ni
las coronas , ni las navetas , ó inciensos
para los sacrificios; antes por el contra
rio le dice : esto poco al cabo de un año
es mucho. En suma , es cosa de ver las
bolsas de estos tacaños mugrientas , y
sus llaves tomadas de orin;y como He»
van
BE TeOFRASTO. 57
van las ropas mucho mas cortas que
lo que conviene á su cuerpo ;quán pe
queñas son las redomitas de unguento
con que se ungen ; como se rapan has
ta la carne viva ; como se descalzan á
media tarde , y molestan con sus ins-»
tandas á los lavanderos para que de»
á su ropa mucho jabon ó greda , y no
sea necesario labarla tan presto.
CAPITULO XI.
DE LA INSOLENCIA.
N< i O es dificultoso definir la inso~*
leticia , que es burla ó insulto mani
fiesto é injurioso á los demás. Insolen
te es el que encontrando á mugeres
decentes hace demostraciones obscenas;
el que dá palmadas en el teatro quan-
do los otros se están muy sosegados,
y silva á los aétores á quienes escu
chan con gusto los demás. El que,
quando el teatro está en silencio , se
espereza , y eruéta tan alto que hace
volver la cara á quantos están sema-,
.i¡ dos»
28 Caracteres
dos. Quando la plaza está llena , se
acerca á los puestos de nueces, manza
nas y otras frutas, y deteniendose alli
mismo las parte y come , hablando
el mismo tiempo con el que las vende.
No tendrá reparo en llamar por su
nombre á qualquiera de los que pasan,
aunque no le trate ; y si vé á alguno
que vá de priesa , le mandará que se
detenga. Si encuentra á alguno que vie
ne del tribunal, donde há perdido un
pleyto de grande importancia , se le
acerca y dá el parabien. Si dá un con
vite, si lleva flautistas á su casa, mupsr
tra á todos quantos encuentra la des
pensa que há comprado , y los con
vida. Parado á la tienda de un Bar-,
bero ó Boticario , les dice que des
pues ha de beber hasta emborrachar
se. Si vende vino , dará al mayor de
sus amigos el mas corrompido ó adul
terado. Y st es alguna vez de obliga
cion ir al teatro, no embia sus hijos
hasta que los cobradores permiten en
trar de valde^ Destinado por Embaja
dor con otros , deja en su casa las die>
tas
Dé Teofrasto. 29
tas qUe la ciudad le asigna para gastos
del camino , y toma prestado de los
compañeros de su embajada. Pone al
criado que le acompaña mayor carga
que la que puede llevar ; pero le dá
menos alimentos de los que necesita.
Pide la parte del regalo dado por los
que reciben la embajada, y la vende
luego que la toma. Lavandose en el
baño dice al muchachuelo ó sirviente:
Rancio y podrido está este aceyte que
compraste '; y se unge con el de otros.
Si sus criados se hallan en la calle al
gunos maravedises (i),es capázde pe
dirles parte , diciendo , que Mercurio es
comun ; ó que el dinero es para todos.
Tambien es modo de proceder suyo»
medir él mismo con la medida comun,
pero que tenga el fondo sumido aden
tro , asi como bajar el rasero con su
mo cuidado, quando reparte el mante
nimiento que corresponde á sus cria
dos. Si toma alguna prenda de casa
de un amigo, la vende. Si paga sus
_ deu-
(i) CkalcQS. Vease la nota al cap. X.
$o Caracteres •
tíeudas, y debe entregar treinta minas
(r) , tas pagará sin duda dando qua-
tro drachmas menos. Si dá un festiri
6 los de su gremio ó cofradia , pedirá
<iel fondo comun el gasto de la comi
da de sus mismos criados ; y notará
ton particular atencion los rabanos á
medio comer que hayan sobrado de la
mesa , para que no se los lleven los
criados que la sirven.
CAPITULO XIII.
CAPITULO XIV.
BE LA ESTUPIDEZ.
D, 'Efiniendo la estupidez no es otra
cosa que pesadez del alma en las pala'
eras j> las obras. El estúpido es ta\,
u ' C que
34 Caracteres
que haciendo sus cuentas con tantos, y
sacando la suma , pregunta despues al
que le acompaña , qué resulta? El que
por evitar la sentencia de los jueces,
sabiendo que se acerca el dia de ella,
se hace olvidadizo , y se vá al campo.
El que concurriendo á vér en el tea
tro, se duerme y se halla solo por ha
berse ido todos los demás. El que ce
nando con exceso , y levantandose de
noche para ponerse en el servicio,
(ó ir al corral) lo muerde el perro de
su vecino. El que tomando y guardan
do alguna cosa, la busca despues y no
la puede hallar. El que recibiendo el
aviso que vienen á darle de haber
muerto alguno de sus amigos para que'
asista al entierro , afligiendose y llo
rando, dice : Sea para bien. Es tan
necio, que llama testigos para reci
bir el dinero que le vienen á pagar.
Castiga á su criado porque en la fuerza
del invierno no le há comprado en la
plaza pepinos ó melones. Estrecha sus
hijos aún pequeños á que luchen y cor
ran hasta que se fatiguen demasiado.
El
de Teofrasto. 35
El que cociendo lentejas en su campo
para los trabajadores , les echa sal dos,
veces , de suerte que no pueden comea
las. El que quando llueve : bellamente^
dice i mira , {y digan otros lo que quie
ran) esta es la pez del cielo. Si algu
no le pregunta si sabe quántos cada-
veres han sacado á enterrar por las
puertas del osario : Ojalá , responde,
que tú y yo tuviesemos otros tantos.
CAPITULO XV.
BE LA ASPEREZA.
CAPITULO XVI.
DE LA SUPERSTICIÓN. '
CA
de Teofrasto. 39
CAPITULO XVII.
X)EL RESENTIMIENTO
injusto.
E. ih resentimiento injusto ó intempes»
tivo es acriminacion hecha á alguno sin
oportunidad ó sin motivo. El resentido
es tal , que si le embia un amigo parte
ó plato de un convite , dice al que lo
trae : Me ha excluido de su sopa y de
su vino, no llamandome al convite. Aca
riciado y aun besado por su amiga:
Marabilla será , dice , que tú me quie
ras de corazon. Se indigna aun con el
mismo Jupiter, no porque Hueve x sino
porque llueve tarde. Si se halla en la
calle un bolsillo : Seguro está , dice,
que nunca me encuentre un tesoro. Si
compra un esclavo que merece bien
el precio , y esto despues de haber
importunado con instancias al ven
dedor : Mucho estraño , dice , haberlo
comprado en este precio y que él sea
bueno. Al que le dá la noticia de ha-
C4 ber
4©' Caracteres'
berle nacido un hijo , dice : Si añadei
que he perdido la mitad del caudal, di~
cesr la verdad. Si gana completamen
te 'efpleyto con todos los votos' \ fk
encoleriza no obstante con el que hi
zo el pedimento ó alegato por haber
omitido parte de sus razones. Si for-
triandoie fondo ó caudal sus amigos,
le dice alguno de ellos : Vamos, ale
grarse^ tener animo. 'zCómo -puedo ale-
grarme'1. responde : ¿Pues qué', no ten
go que pagar este dinero á cada uno%
y además de esto ¿no he de estarles
agradecido segun el beneficio que mo,~
han hecho*:
CAPITULO XVIII.
¡BE LA DESCONFIANZA.
CAPITULO XIX.
DE LA ASQUEROSIDAD.
CA-
44 Caracteres
CAPITULO XX* \
DE LA MOLESTIA
é pesadez.
AiA molestia ó pesadez definiendola
en propios terminos es trato ó comuna
cationfastidiosa pero que no causa daño>
El pesado ó molesto es tal que entrará y
despertará al que acaba de dormirse,
solo con el fin de hablar. El que se
presenta á ios que yá están á punto
de hacerse á la vela , y deteniendoles
ks pide se aguarden hasta dar algunos
paseos. El que toma sin consideracion
el niño que está mamando al pecho de
la ama , y le dá alimento mascado con
su boca, lo alaga y dice cariños. El que
estando comiendo referirá que tomó
una bebida de heleboro , y se purgó
por arriba y por abaxo , y que la cole
ra que salió era mas negra que el caldo
que tiene puesto delante. Preguntará
á su madre en presencia de los veci
nos ó conocidos ¿En qué dia me pa-
, - .'. 3 rió
\
DE Teotrasto. 4s
rióVmd. ? Tambien dice que el agua
que hay en su cisterna es fria ; que
hay en su huerto muchas y suaves
hortalizas ; y que su casa es una po
sada general de huespedes. Quando
hospeda é. algunos , presenta su bufón
para que vean quál es ; y le anima ea
el convite ó mesa para que divierta 4
los presentes.
CAPITULO XXÍ.
DE LA AMBICIÓN FÚTIL.
DE LA MEZQUINDAD.
CA-
De Teofrasto. 49
CAPITULO XXIII.
DE LA VANIDAD
ó JaStancia.
p, uedese definir la vanidad 6 jac~
tanda: ostentacion de bienes que no hay.
El vano ó jactancioso es tal: estando en
los mostradores del Pireo , (1) culata
á los forasteros las muchas riquezas
que tiene por el mar. Discurre larga
mente del dinero que tiene dado 4
premio, en quánta cantidad , y quán-
tos reditos há percibido. El que si yen
do de camino se junta con otro, le cuen-,
ta que militó con Alexandro; y quin
tas copas de piedras preciosas traxo;
y defenderá contra todos que los.arti
fices del Asia son mucho mejores que
los Europeos. Añadirá que le han ve
nido cartas de Antipatro en que le
dice llegó tres dias antes á Macedo-
nia. Que habiendosele concedido á él
la
'''--'
,.
(1^ El puerto de Atenas. •.. ..,«-.,. ..'.
D
Ifc Caracteres :
la exportacion de generos sin pagar
derechos;no se ha valido de ella, por
que ninguno tuviese que vituperarle.
Qué eii la carestía y harrtbre de la ciu
dad gastó mas de cinco talentos (i),
por haberlos repartido entre los ciuda
danos mas indigentes. Y hallandose
entre personas que no le conocen, les
dice que vayan poniendo tantos ; y lle
gando estos á seiscientos hace lá su
ma, impone ácada prrtida nombres
adequados , y saca haber repartido
diez talentos. Añade que todo esto
lo invirtió en limosnas ;y que no cuen
ta, dice , los gastos del tiempo que man
dó la escuadra , ni tantos empleos pú
blicos como ha servido. Se acerca á los
que tienen de venta caballos genero
sos, y aparenta que quiere comprarlos.
Allegase á los mostradores de los mer
ca
DE LA SOBERBIA.
CAPITULO XXV.
CA
de Teoprasto. 55
CAPITULO XXVI.
VE LA OLIGARCHIA
6 ansia de sobresalir.
CA
ce Teofrasto. ¿y
CAPITULO XXViI.
VE LA INSTRUCCIÓN
tardía.
CAPITULO XXVIII.
BE LA MALEDICENCIA, ,
: < .. v
AT>
6o Caracteres
ADVERTENCIA.
Siendo la principal obligacion del
traduclor presentar los pensamientos
del original sin quitarles , ni añadirles
circunstancias que los afeen, embellez
can ó desfiguren ; se há procurado en
esta traduccion seguir exactamente la
letra de Teofrasto. Lo que se advierte,
porque el traductor Francés y el In
glés Bugdell , atentos al objeto princi
pal de cada caraéter, varian en muchos
puntos que acortan ó extienden segun
les parece oportuno en una obra Fi
losofica , cuya utilidad está en la doc
trina y no en el modo de exponerla.
El texto Griego que sigue (por haber
lo asi mandado el supremo Consejo de
Castilla) facilitará á los inteligentes su
confrontacion con el castellano , y el
examen de la conformidad ó disonan
cia de las versiones.
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V %» *#* V V %* %« %*-ft ^
0EO$PASTOr
H0IKOI XÁPAKTHPE3.
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n'EPl EIPíiNEIAS.
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Tof Tíf , B/or Tópp«3w .. <Tpaa.ftyojejtr*s'..,' K«i
íay/¿*fatr í*aiw , ¿iOupoTíf«íf Ta.lf..'Vipíí ,«>
i^iívaí. xai {¿iKfov .o-poxt//'.}-a'*' > **/ if»^i¡iw*
<b.¿Tf «vrs; or^tlai , «Ti 'areuvwv ¿TraW.ptTje-.
«.£«1. xai wapax^^eif <fe Tpof S'iairetv , |w>
f*¿vfl>! 6) XetptfTI /JüúAtí^eti ¿pé^*Clvi ¿Mefc *«í
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1TEPI AnONOIA?.
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HEPI AAAIAS,
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y&v K&í Tfí^iav., Salt ^oÚAt.Tf?. ó Koj'oToiSifj <5,
*í KoyoToilf , TotouTof Tic , oíof ¿x*»T»tr«f-
T«* (JtK^l , il^iif Kttí.a(laKav To »9af , ¡tai f¿a.-
/it¿3.«f , IpwT»trtei , «áfie/ <ru , *au Ti táya.fi
Kan , ej¿«c iztf) TouJY inrut Ktavov j Jtoeí |sri—'
(¡aKuv \f«n^.]L , ¡toi ' Kiyvra) Ti ieocutóVepav} *«f
ft¡¡lf ¿^a^á ^ija;Tí: T¿ Mj.o,Utií*f Ktú obK\¿¿
*a.s iwaKftvx&Ütet , t'fxTtv. , Tit }¿ysif > «/S'•&
«UDíKaaí ; J'aXa ¡tu ¿i. áa.yifM *etivElf Aá-
yW'/. fcocl SlTTIlt «¿T^t & a-Tf«TI<S>Tll£ , » TTdtt
As-Ttiaw To¡;'..«t¿M<T3V , i Aunav. e ípj.oAtí,£a*
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XAPAKTHPE2. «75
xra.fa.yryotÁf || Auríf tSV y.1%** > '** $¡"/'
i.KKKotv»r ¿v p\v ovv kraqvf*} rav ?Jyor
•7oiavteií íl<riv mutou , av ouS'ík a.v \í<n éa.»»
\a.(ií<rÜa.t. iTiuyt\tM <Fi to<ítoi/í qítx.vv At-
yuv , ár TlíKutríf^av Ka¡ ¡ |2«<ri*íi)r (a¿-
p¿» vtvUtixí , Kea KÁ<ruvJ,fof lfóyf»ttu. ¡á»-
ti Tr» tíí «£tí¡) , Si) /l r«S-r« trifttvíir ; ¡ís-
*'?.i* .T? TrfZy¡xa. ¡S«3t<r9eet y᧠|h tJi (ráxei , *<*i
tov A-ój-oV \Trplt1n\v. K<u vr¿VtA ykf fu¡*»
fomy ta.uTtL Xíyítv Trtfi t»f ¡iá'/tif KiU
ToM/V tol' ^oíuov ^0V.évai. tíV«l J°t a.¿t6i Kiíi
ot^iííov tei Trfófai'wa. tav \v toTí Trfiyy.a.a\T*
KE*. 0.
KE*. I.
nEPI MIKPOAOriAS.
KE*. IA.
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XEt. IB.
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KE*. ir.
nEPi nEPiEPriAs.
KEÍi. I A.
HEPI ANAI29HSIA2.
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riEPI AT0AAEIA2.
KE*. If.
nEPI AEISIAAIMONIA2.
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t¿ ©EOIPASTOT
A?, rus x»K¿Qou 'íkatov Ka.Tetyt7v' *a/ ex) yS-
vara TttrÍóv xa.i wfotr.¡ivf*tra.f , otT«?Aet'i?e9-9«i.
Ka) tav y.vr flvAaxov kKipirav ¡Piay¿y» , Tp&r
rov i^*y*T»v \Khlv , i fanav Tí p¿píí Toit7v kaí
Ía,v kToKpív»Tltt «¿TB tK^qVvOti TO¡ 0.*VToJN^.4-í,
a..Toyt<¿.\.M , fin Tforíyav TouToif , ¿m' o,7ro—
?fa.Ttir \KS'v<¡<*.v§«.\. Ka) TvKvtL <fe TííV o'ixiur
XaÜa.f\Uv. KaU oVTt tTI^SvetI y..vtif/l.0.Tt , ovTt
íT) r-tufir \>M7v , ouTi \Ti >*ty¿t<. Ka) oTav
tróTvtov í/ll , ToptI/ttr9«1 Tflf ToVf ovilfoKfí-
Teti , Tpof ToÍif f¿¿vTilf , xpof TqVf ófv/ÍW-
*oTovf , \paTYitrav T'ivi ()t<» » 8eS ^rpotrtúvt-
«.8«i <Pi7. Ka) Tt*.t<TÜ»tróf/tivof , wpor Tgi)? Op-
9taTeMo-T<*f *ot/ot ¿¿SVa ./Totevetrfleti ¿utT>i T»f
j/vveti/ws-' t*c S*\ ¡J.* tr^oKá.ty yvvú , ¿ttT* TSc
CtT'&nf xai T<5v TmS'iav. Ka.) IT/ To/V Tflá-
¿'<uf a.TnKduiv haTa. Kioa.K»e Kou/reurdeti. Ko)
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TfotrlíKov <PtS0y.ív». ó S\ ¡¿i¡u.~^tf/.0lf0e%
ToíáiSí Tif , oíof , a.TrotrTtíKa.vTo{ y.tftSa. ra3.
TÍKoU , itTtit Tpof Tov (pépwlet , íy&oi»tr¿{ ¡¿o*
ToZ Zay.w , xa/ Tou o/vafi'ou , oúx sT/ /t/Vvo/
*aMtraf.. xa/ uTo TiV STa/par xaTaipt^oujUtvof,
i/TtTv , 0a^ií£t» -J f» xa/ iio jJ,uvif /ixt $i-
teTf. xa/ T<í¿ Ai ¿ ¿j-avaxIsTv , w <Tio'Ti ¿'tij
«,M* //o'Ti ¿Wepov. xa/ e¿p»v Ti xa/ Iv T» ó/<í»
{íO.K¿vTlov , 4íTt7v , A^\' a¿ dHftUj^W tvfnKOt
BÍ^íTart. xa/ wpt¿/¿evos' av/p¿xa/ov *|iov , xott
sroMa /t».S-e/r Tou xüAoCvTor , 0av/¿{*£t» ., ti-
vi7v.f oTi vyits alna íí.^iov \¿v»¡¿M. xa/ Tpof
Tov tv&yyiKi?ó(¿tvov . oTi uíóV <roi yíyoviv , s/-
WtTv , OTi O.v T^oTÜnf , xot/ T?f a.Jí/af Tu íí/¿i-
ry eLXt9'Tiv , kKndñ ffti'f. xa/ ríiuivruuitra.s
xa/ Kafieov nísas r&r \í$wf , |)/*«\e7v T£
j/poLj.avT/ Tov Koyan , ¿s' ToMo!. xapaMMJiTóTt
-7-»v tT/xa/av. xa/.^voo i}trtvfy$ívTotr Tap*
Tfflv $i\fi)v , xa/ <p*aa.rrés Ttiaf , I^apóf ,'ufTf'
X.K1 7TWS , t/TTt?V i oTí (ftT To ¿pj.ípiov *^ro<foUr-
8S ©EO*T>A2TOT
raí tK¿iTT», **/ xafts Ttt/Tw , yífir óptiMir
KE*. IH. *
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«!>Tou , Tw a.M«F. O J^t ¿Tep»(5otvor Toio<iSí
lis , ojos. T^ <¡''7riúS'ovTi k.7rb fúTvou IvTtvít-
C&a.i. qa,ynv \v T<» Ttj<iTaítlv. Ka.í e¿ wouí<ra.{.
(¿ty.t»trdau $¿trKttv \v TtCiT óS'ois , xoc< /3/¿-
£eiv. **} Trpoa.e^eTv Tporspof o¿JW ^kítrotf.
xai roOf TaKouvTÁf Ti K«) fi.tfxitr^aíÁv\íi J'u
ror KtKtutreti »Ktiv Tpof huTov oL/¿ j;' :; qt. xaí
tii TaTf ó/o/V WoptVóf/ltvof y.» KoLKttv ToÍf iif*
E2 «6-
96 0EO*PASTOT
atítpoÍAa./ov Troiifeuni , ypí\a.\ tuna ús, Koyo**
Ka/ y.h tTriiftívXav y.» ypá^xi , oti '^apífyit
¿V ¡xvi , *m' oti ^o<JKoy.a.i yívta&a.i' «ai , a-
Trí<r7uKa. TTfóf ai K^óf¿ivos' x.a.1 t ofrat íKr
Kaf ¡M iíta.i' Keu v 7Ít tO^í<rttiV'
KE*. XE.
nEPI AEIAIAS.
nEPI OAITAPXIA2.
KE*.
KAPA&THPES. £q
K E *. KZ.
nEPI OÍIMA0IA2.
KE4<. KH.
nEPI KAKOAOriAS.
««-
<X($p ©E0*PA2T0r'
X«.3.>si.^ri? ot yti/taK0youinif , w.praTov Lito Tw
yíviss a.inav í^atrda.i' O fAv wuTn$ Sfixr/aw
e| ¿§yífV tKetteiro' tyzttTo </'' Iv Toif tnpa.-
TIM70.K 'S.tHaUTTf>aTof tTilJn J1' S? TtÓí /if-
_ y.¿Ta.f tHyfAfn. » y.w Toi ¿unTnj tvyvint ®p¿t7*
tS'Tí' To\f Jt Toat'/Ta.i \v Tíi TarpiS'i thyív¿it
tlvaí tpaviv a.í/Tor J't obrof , &¡<. tv. roirar
ytyovaf , *a./tíí f/.a.TTtyiet~. Kou TouToit S^it-
fiav , avTa.i al yvvtúv.i{ in T))V óJ'ou iouf .To.-
piivTa.f i^Ta^ove i. xat KotKkf Ktyíviw trípaf
<rwttTiKct,y.ILo\vitTda.i Kai a.vTot , Ktyetv , xaí
tyto ToVTov Tov '¿v§fOTT0v TrÁfTW ¡¿iftíir>IXa.'
¿a.) ya.% tilt.ydñ{ Tif tnro Tou Trf¡<rá'^t¿
fVTí)'' i & Tovnf'nt oiJ'tv íiy.oiov fnf¿tiw /e,
TíT >«J tauTo\t yvvaiK) rpúr ya.KaoCr I\i
34.51/ SíSoci' Ka.1 T<u '\.vyjfó> KouiaSa.! kvay-
kÁla Ta\i TlotrtiS'e.>vof «¿utpot. Kai evyKa.v*jj.t*
vof S*t¡vof Wif) Tou kvarr¿vTuf ttTúv. Keti
CtMa Tki7trTa. TTepl iav ipiKav KetI oiKtlUv na./.*,
ilTilV KetI TTtft TUv TVTtKV/'\nY,l¡7ai KaUt&f.
fríytiv-
CONSIDERACIONES
; '.'- . SOBRÉ
ZAS COSTUMBRES
DÉ ÉSTE SIGLO.
t
INTRÓDÜCCtOÑ.
n I E Vivido , y quisiera ser de pfove*
cho á los que han de vivir despues de
itii. Éste es el motivo que fríe obliga
¿ coordinar algunas reflexiones sobre
los objetos que han llamado mas mi
atencion en este mundo. Los progre
sos de las ciehcias no han sido efecti
vos , sino desde que se trabaja en acla
rar, destruir , ó confirmar los syste-
riías por la experiencia , por el éxamert,
y confrontacion de ios hecho?. Éste
mismo método es el que deberíamos
seguir respeéto de la moral , ó cieilcia
de las costumbres. Tenemos i, es ver
dad, algunas obras' excelentes sobre
A es-
f' 1 7 CONSIDERACIOKES
esta materia ; pero como acaecen re-
rol uciones en las costumbres , no se
pueden aplicar exácíarrtente aun tierñ-
po las observaciones, que se hicieron
en otro. Los principios que están fun
dados en la naturaleza , subsisten siem
pre ; mas para llegar á asegurarnos
de su verdad .¿.estí preciso observar an
te todas cosas los- diferentes aspec
tos con que se disfrazan sin recibir al
teracion \ antes bien' contribuyen es
tos por su conexion con los principios
á confirmarlos mas, y mas. ,
Quisieramos que las personas que
han tenido proporcion de conocer los
hombres, hubierarj hecho esta mate
ria parte de sus observaciones. Serian
estas tan utiles 4 la ciencia de las. cos
tumbres i como los diarios de la mari
na lo han sido á la navegacion, Los,
hechos y observaciones seguidas con
ducen necesariamente al descubrí-,
miento de los principios-, desprendien
dolos de las modificaciones que han
tenido en todos los siglos, y entre tan
ta diferencia de naciones ; en lugar de.
;:.:..; A <qW
'soBfue las Costumbres. 5
que íos principios puramente especu
lativos bocas veces son seguros , ana
mas raras veces se pueden aplicar de
terminadamente 4'é incurren con fre-*
ctiencia en systemas vagos. Por otra;
parte es muy notable la diferencia
que hay entre el conocimiento del
hombre * . y el conocimiento de los
hombres. Para conocer al hombre,'
basta reflexionar sobre sí mismo ; mai
para conocer los hombres 4 es nece
sario tratarlos. : '" .. : .'
En estas Consideraciones sobre las
costumbres me he propuesto desentra
ñar qué principios siguen aquellos en
su conduela , y tal vez llegar á conci
liar sus contradicciones. Los hombre»
no son inconsecuentes en su proce
der , sino porque son inconstantes,
ó vacilan en sus principios.
Y aunque parece que el objeto pe
culiar de este tratado es conocer las
costumbres del presente siglo ; me per
suado que el examen de las costum
bres aétuales podrá servir para dar á
conocer los hombres de todos los tiem-
pav* Aa Pa-
4 Consideraciones
Para proceder cotí nías claridad,
y método en las diferentes materias
que me he propuesto tratar , las dis-*
tribuiré en capitulos. Elegiré los ob*
jetos que me parezcan mas importan-*
tes, y cuya aplicacion es mas frecuen
te, y comun ; aspirando por medio de
su reunion á hacerlos contribuir á un
mismo fin , que es el conocimiento de
las costumbres. Espero que mis ideas
estarán tan distantes de la licenciosi
dad como del espíritu de la esclavi
tud ; poniendo en uso como buen ciu
dadano la libertad que la verdad exige.
Si agradare mi obra , quedaré muy
complacido ; y quedaré aún mucho
mas gustoso si fuere util.
CA
SOBRE LAS COSTUMBRES. Cí
CAPITULO PRIMERO,
SOBRE! LAS COSTUMBRES
en general,
-A Ntes de hablar de las costumbre»»
daré principio fixatido las diferentes
ideas que se incluyen en esta voz ; por
gue lejos de tener sinónimos , admite
muchas significaciones. En la acep
cion mas general significa : Habito na-
tural, o adquirido para obrar el bien^
é el mal. Suele tambien emplearse pa
ra indicar las inclinaciones de diferen
tes especies de animales.
Se dice de un Poema , y de toda
obra de imaginacion , que las costum
bres están bien observadas en ellas,
guando los usos , modales , y caracte
res de las personas se conforman al
conocimiento ó á la opinion que por
lo comun se tiene de ellas. Pero quan-
do se dice unicamente de una obra
que tiene costumbres ; se quiere dar á
entender , que el Autor la escribió de
A3 un
0 f. GOKSEDEIVAGIONSS ,.,
Un modo capá? de inspirar amor á la
virtud', Y borrpp al y icipv pn^obse
cuencia esta voz costumbres , sin otro
piteravodAtíntivo, se entie^de.^-
pre de las buerími. costumbres'
Las costumbres de una pintura con
sisten ea,la conveniencia ó 'conformi
dad que tiene con el. objeto que repre-
seitfa y., sus circunstancias. ., .
, . Hablando: det un particular. , y M
la vida privada ,. significa aquella vos
precisamente la prúsica de last.viFtUr
des morales , ó el. desarreglo de con
duéta.; segun este termino se tome ea
fcaiena ó mala, parte. Desde luego se
vé que las costumbres se diferenciar!
de la moral., que debería servirles de
regla,..y de la que se apartan por la
comun. Las buenas costumbres son.te.
moral, práctica, ,
Respeto de una nacion , se; entien
de por costumbres sus modales y usos^
pero no aquellos, que, indiferentes en,
s.í mismos, son efe&o de una moda ar
bitraria ; sino aquellos que influyen en
su modo de pensar, de sentir, y de.
obrar,
SOBRÉ LAS COSTUMBRES. 7
obrar , ó dependen de estos. Bajo este
aspeéio considero las costumbres.
Estas consideraciones no son ideas
puramente especulativas. Se podría
creer esto al ver los tratados de moral,
en que se empieza suponiendo , que el
hombre es un compuesto' de miseria,
y corrupcion , y que nada apreciable
puede dar de sí. Este systema es tan
falso., como pernicioso. Los hombres
son igualmente capaces de obrar bien
6 mal: (r) se pueden corregir, supuesto
que se pueden pervertir: y si no ¿por
qué se castiga? ¿por qué se recompen
sa , y se dan instrucciones? Mas para
íener derecho á repreender los hom
bres, para estar en disposicion de cor
regirlos, es necesario amar la huma
nidad; y en este caso seriamos coa
ellos justos sin dureza , é indulgentes
sin flaqueza,
''<" Los
.. '. . 1 r■'
(1) Noeese que habla de las costumbres y lo
ciones meramente civiles, y no sobrenaturales;
sin excluir por esto la propension que incltn»
los hombfes por lo común a! mal.
A4
$ Consideraciones .
Los hombres , se dice , están lie-i
nos de amor propio , y son addi&os á
su particular iuterés. Demos por su--
puesto este principio ; Estas disposición
nes, por sí mismas nada tienen de vi-*
cjosas,: serán buenas , ó malas segun
los efectos ,que produzcan. Este es el
jugp de las plantas; y no. debemos,juz
ga^ de ellas sino por los frutos. ¿Qué
sería, de la sociedad , si la privaran de
estos impulsos , y se la despojase de las
pasiones? En.-efefto;t ¿qUé importa que
un hombre np se proponga en sus ac
ciones otro objeto que el de su, propia-
satisfaccion , si hace consistir ésta en
servir á la sociedad? ¿Qué importa
que el entusiasmo patriotico haya he**
cho que Regulo tuviese satisfaccion
propia en el sacrificio de su vida? La.
virtud puramente desinteresada , á ser-
posible, ¿produciría acaso, otros efeoj
tos? Nadie ha imaginado este odioso
sophisma del interés. persona}, sino for
que buscando siempre el suyo, con
exclusion de los demás, quisieran im
puta* á toda la (taturaleza humana el
oprq-i
SOBRE LAS COSTUMBRES, 9
Oprobio que ellos solos merecen. Con
sulten sus verdaderos intereses , en lu
gar de calumniar la naturaleza , y ha
llarán quán unidos están con los de la
sociedad,
Enseñese á los hombres á que se
amen á si mismos , y pruebeseles que
es esto necesario para que sean felices.
Se les puede demostrar que su gloria
é interés consisten solo en el cumpli
miento de sus obligaciones. Procuran
do degradarlos y abatirlos, se les enga
ña ; se iogra hacerlos aun mas infeli
ces que lo que son ; y segun el baxo
concepto que se les dá de si mismos,
pueden ser delinquentes sin que se
averguenzen de serlo. Para hacerlos
mejores es necesario intruirlos : todo
crimen es siempre un juicio falso.
En esto consiste la ciencia de la
moral que es la mas importante de las
ciencias , y tan segura , como las
que se fundan en demostraciones. Des
de el instante mismo en que una socie
dad está formada , debe haber en ella
una moral , y principios seguros de
con-
lo Consideraciones
conduéla. Nosotros debemos á todos
los que nos deben , j> les debemos igual*
mente ; sea qual se fuere la diferencia
que haya entre estas deudas, Este prin
cipio es tan cierto en la moral , como
es en la Geometría ; qiie todos los ra
yos de un circulo son. iguales , y se reu
nen en un mismo punto centrico, ' j
' . Tratase pues de examinar las obli
gaciones , y los errores de los hom
bres : mas este examen^ debe tener*
por objeto las costumbres generales,
esto es , las delas diversas clases que
componen Ja sociedad, y no las eos-'
tmnbres> de los particulares. Se neces.i-'
tan aqui pinturas ó países, no retratos?
y esta. es Ja diferencia principal que
hay entre la moral y la satyra* ' ...l
Los Pueblos tienen., asi como lds!
individuos , caracteres peculiares que
los distinguen entre sí ; con sola la dP
ferencia de que las costumbres de utr
particular pueden ser una consecuen
cia de su caraéíer , mas no lo consti
tuyen necesariamente ; y por el con
trario las costumbres de una nacíoo
for
SOBRE LAS COSTUMBRES. 11
£brman precisamente el caracter na-*
«cional.
Entre Jos pueblos mas salvajes y
barbaros es donde se cometen mas de
litos : la infancia de una nacion no es
la edad de su innocencia. El exceso de
los desordenes es el que ái, la primera
Idea de las leyes , que deben su ori
gen i la necesidad , frequentemente
al crimen , y raras veces á la precau
cion, -> ..
Tampoco son los pueblos de ma
yor policia los mas. virtuosos. Las cos
tumbres sencillas y severas se hallan
únicamente entre aquellos á quienes
han civilizado la razon , y la equidad,
y no han abusado todavia de su talen
to para corromperse. Los pueblos ci
vilizados son mejores que los pueblos
politicos , 6 muy cultos. Entre los
barbaros las leyes deben formar las
costumbres ; y por el contrario en los
pueblos civilizados , las costumbres
perfeccionan á las leyes ; alguna vez
suplen por estas; mas una falsa policia
ó cultura las hace olvidar. El estado
mas
la Consideraciones
mas feüz se-ria aquel en que la virtud
no fuera merito. Quando esta se hace
'distinguir , quando comienza á ha
cerse reparable, yá están alteradas
las costumbres : si llega á ser ridicula,
yá el Estado se halla en el ultimo gra
do de corrupcion.
Seria objeto importairtisímo el
examen de los diferentes caracteres de
las naciones , asi como el de la causa
physica , ó moral de estas diferencias;
pero serta temeridad emprenderlo sin
tener bastante conocimiento de los
pueblos que se quisieran comparar , y
siempre se incurriría en la sospecha de
parcialidad. Fuera de que el estudio
que nos es verdaderamente util , es el
de los hombres con quienes debemos
xivír.
¡Qué campo tan espacioso , y va»
rio se nos ofrece sin salir de nuestra
nación ! Sin entrar en subdivisiones
que serian mas efectivas y reales que
. perceptibles ; ¿qué diferencia , y opo
sicion de costumbres no se encuentra;
entre la capital y las provincias ? Tan
gran-
SOBAS LAS COSTUMBRES. 13
grande es esta , tomo la que hay de
Una nacion á otra.
Los que viven cien leguas distan
tes de la Corte están atrasados ciea
años en el modo de obrar , y discurrir.
No niego las excepciones i hablo en
general ; y solo pretendo notar senci
llamente esta diferencia , sin decidir
de modo alguno sobre la superioridad
que en efecto haya.
Si despues de haver estado alguno
largo tiempo fuera de la Capital , vuel
ve á ella , le hallamos por lo general
agansado : puede ser que entonces sea
mas racional; pero sin duda es diferen
te del que era. En París es donde se há
de considerar el Francés ; porque alJi
es mas Francés que en ninguna otra
parte. (1)
Ha
(1) Aquella proposicion es verdadera ; mas
tambien lo es esta : No es en Madrid donde se
bá de couridefat al Etpañol $ porgue aqui es
menos Español que en otra parte. La diferencia
proviene de que el Frances , aunque Varia 6
modifica incesantemente sus costumbres , insiste
siempre en ellas, ña apartarse del genio , ó idea
14 Consideraciones .
No se dirigen mis observaciones'!'
aquellos que empleados en ocupacio
nes continuadas , y en trabajos peno
sos, no tienen mas ideasque tes relati
vas á su situacion, y á sus urgencias*?
ston independientes de los lugares en
que habitan. En Paiís , mas que erl
ninguna otra parte del mundo, es don-i
de hay mayor numero de estas vieli-i
mas del trabajo. ^ t
Se dirigen pues cori especialidad á
aquellas personas, á quienes la op!H
tencia y ociosidad sugieren variedad
de ideas , extravagancia en sus juicios,'
inconstancia en sus pareceres y afec
tos , y dan un completo desahogo' á stf
caraáer. Estos hombres forman' un
pueblo distinto dentro de lá Capital.
Entregandose alternativamente ' y: y?
por acceso á la disipacion , á la am-
bl
nacional. El Español altera las suyas porquer
copia , ó imita las extrañas. De aqui es que los
pueblos que tienen mas comunicacion con es*
rrangeros se apartan mas de las costumbres na
cionales. Las de Cadiz y Burgos , por exeittplOf¡
no difieren en grados sino en .especie..
SOBRE LAS COSTUMBRES. 1$
bicion , ó á lo que ellos llaman Filoso-»
fia ; quiero decir , al capricho y at
aborrecimiento de los hombres; arrasa
trados de los deleytes , y atormenta
dos algunas veces con grandes inte
reses i ó con ideas frivolas ; nunca son
estas consiguientes , se contradicen
unas á otras, y succesivamente se las
figuran de igual evidencia* Las ocu
paciones de Paris son diferentes de las
de las provincias : la ociosidad misma.
no se parece : la una es una langui-.
déz i un letargo , una existencia mate
rial; la otra una actividad sin desig
nio , y un movimiento sin objeto. En
Paris se siente mas que se piensa , se
obra mas que se proye&a , y se pro
yeéta mas que se resuelve. Solo se
aprecian los .talentos y. las. artes de.
gusto: apenas se tiene idea de las ar
tes de necesidad, y se disfruta de ellas
sin conocerlas.
Los vinculos de la sangre nada de-i
ciden aquí sobre la amistad; las obli
gaciones que imponen son precisamen
te las del bien parecer : en las provin
cias
16 CONSIDERACIONES
cias exigen otros servicios. Esto no ,
consiste en que se amen mas que en
París ; regularmente se aborrecen mu
cho mas ; pero alli son mas parientes*
Al contrario en Paris ^ donde Jos inte
reses que median i los accidentes mul-^
tiplicados , los negocios ^ los placeres,
la variedad de sociedades , y la facili
dad que hay de remudarlas , son otras
tantas causas , que reunidas cooperan
á que la amistad < el amor, 6 el odio
no tomen mucha Consistencia* ,
En Paris reina una especie de in
diferencia general , que multiplica los
gustos pasageros, tiene veces de amis
tad , hace que nadie esté de mas en la
sociedad , asi como que nadie sea ne
cesario ; todos se avienen , y ninguno
se engaña. La extrema disipacion en
que viven , es causa de que unos no
tomen tanto interés por otros , que és
te haga difícil , ó permanente la union
de las amistades.
- Se buscan poco ; se encuentran con
gusto; se admiten con mas ardimiento, i
que cariño ; se desprenden sin sentí-
mien-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 17
miento , y aun sin parar en ello la con
sideracion»
Las costumbres hacen en Paris el
mismo efecto que en Londres el espi
ritu de gobierno. Confunden , é igua
lan en la sociedad las clases de per
sonas que se hallan distinguidas , y
subordinadas en el estado. En Lon
dres viven todas las clases de ciuda
danos con familiaridad , porque todos
los individuos se necesitan unos á otros?
el interés comun es quien los une.
La diversion produce el mismo
efedto en París : se avienen todos los
que congenian ; con la diferencia de
que la igualdad que es un bien , q lian
do proviene de los principios del go
bierno; es un mal gravisimo , quando
dimana solo de las costumbres : por
que esto sucede precisamente quando
aquellas se hallan corrompidas.
El mayor defecto de los Franceses
consiste en que siempre tienen carac
ter de jovenes. De aqui es <, que por
lo comun es amable , y rara vez se
guro : caii no tienen edad madura , y
'tí-' B P»-*
x8 Consideraciones
pasan del extremo de jovenes al deca*
ducos. Nuestros talentos despuntan en
todos generos muy temprano ; pero
los abandonamos muchos años por di
sipacion * y apenas empezamos á que
rer ponerlos en uso , quando ya no es
tiempo. Entre nosotros se encuentran
pocos hombres que puedan valerse de
su propia experiencia.
Me aventuraré á hacer una refle
xion, que acaso no es tan cierta como
me lo parece ; no obstante t. soy de
ppinion i que los talentos Franceses
nacidos para executar , no llegan ordi
nariamente á los sesenta años en todo
su vigoré Nunca lograrémos mejor
exito en ninguna carrera que empren
damos, que en los años de la edad me
dia , que es muy corta ; y en todo ca-
sp nos irá mucho mejor en la juven
tud , que en la edad muy avanzada.
Si adiestrasemos con tiempo * esto es,
desde pequeños , nuestro entendimien
to en la reflexión ; y cíeo que esta edu
cacion es asequible¿ seriamos sin con
tradicha, los primeros de todas las pa
cte
SOBRE LAS COSTUMBRES. *g
tíones; porque, á pesar de nuestros
defefros , no hay ninguna que se nos
pueda preferir : acaso podríamos tam
bien sacar ventajaf de los zelos con
tjue nos miran muchos pueblos ; pues
nadie envidia sino al que cree supe
rior. Respeéto de otras naciones , que
sencillamente y de seguro se toman
la preferencia , lo hacen sin duda por
que ni aun gozan el derecho de te
nermelos de nosotros.
Por otra parte el comun de los
Franceses está persuadido de que es
un gran merito ser Francés. Con este
modo de pensar^ ¿qué les falta para
ser unos verdaderos patriotas? No ha
blo de aquellos que no hacen aprecio
sino de los estrangeros. El que apa
renta desprecio de su nación , lo hace
sin duda por no verse precisado á re
conocer muy cerca de sí superiores , 6
rivales. Las personas de merito de
qualqúiera nacion que sean , forman
entre sí una sola. No cabe en ellos la
Vanidad nacional y pueril : ésta la de
capar», el vulgo: quiero decir , para
rt,"i Ba aque
' -SO CONSIDERACIONES
aquellos que no teniendo merito, ni
gloria personal alguna , se ven redu
cidos á valerse de la de sus compatrio
tas. A nadie pues, es permitido hacer
paralelos injuriosos y temerarios; mas
si es licito notar los defeétos de su na
cion , tambien hay obligacion de real
zar su merito ; y los Franceses tienen
uno que los distingue y caraéteriza.
Este pueblo es el unico cuyas cos
tumbres pueden pervertirse , sin que
el fondo de su corazon llegue á cor
romperse, ni á alterarse su valor : une
con los deleites , con el luxo , y con
la afeminacion las qualidades mas he
roicas : sus virtudes tienen poca con
sistencia ; mas sus vicios no se arrai
gan. No es raro en Francia el carac
ter de Alcibiades. El desarreglo de
costumbres, y de imaginacion no des
truyen , ni con mucho, la franqueza ni
la bondad natural de los Franceses. El
amor propio contribuye á hacerlos
amables ; y entonces tienen mas pro
pension á amar quando creen que son
mas gratos. La futilidad que les es da
ño
SOBRE l AS COSTUMBRES. 41
«osa para explayar sus talentos , y
virtudes , les preserva al mismo tiem
po de delitos infames y premedita
dos. No conocen la perfidia , y se can
san presto de tramoyas. El Francés
es el niño de la Europa. Y si alguna
vez se han visto entre nosotros delitos
odiosos , han desaparecido mas por el
caraéter nacional % que por la severi
dad de las leyes.
Un pueblo muy instruido, y digno
del mayor aprecio por muchos respe
tos , se queja de que ha llegado su cor
rupcion á tal punto , que yá no tiene
principios de honor ; que se justipre
cian todas sus acciones; que estas guar
dan exacla proporcion con el interés;
y que se podia publicar entre ellos Id
tarifa de las hombrías de bien.
Estoy muy lejos de acceder al mal
humor , y declamaciones nacidas de
parcialidad; pero rae persuado que
si hubiera semejante pueblo en eí
mundo , ( lo que no puedo creer ) es
taria compuesto de una multitud de
viles delincuentes ; porque los habria
B3 de
«a Consideraciones
de todos precios , y se hallarla éfl él
mayor numero de malhechores que en
ninguna otra parte de la tierra y por
el mismo caso de que no habria vir
tud que no se pudiese comprar. .'
Por fortuna no sucede esto entre
nosotros. Se Ven pocos delincuentes
por sistema , y se experimenta que el
mayor escollo de la hombría de bien
es la miseria. El Francés se dejará ar
rastrar del exemplo , se dexará sedu
cir por la necesidad ; pero no hará
traicionala virtud con designio pre
meditado, A mas de que la necesidad
solo comete faltas dignas algunas ve
ces de perdon : la codicia reducida á
systema es la que comete los delitos*
Es mucha ventaja la suposicion
de que la hombria de bien no se pue
de vender ';- ésto impide á muchos
que pongan en venta la suya ; porque
deja de serlo , desde el instante mismo
en que se pone en venta.
Los abusos é inconvenientes que
se advierten entre nosotros , tienen
remedio , si. queremos aplicarlo* Sin
SOBRE LAS COSTUMBRES. ¿3
'entrar en el por menor dé los qué
pertenecen tanto á la autoridad como
á la Filosofía ¿ qué ventajas no sacaria
de si mismo un pueblo cuya educacion
general fuese conforme á su genio , á
sus propias qualidades , á sus virtudes,
y aun á sus mismos defectos?
CAPITULO ir. '
DE LA ÉBUCACIQN%\
y Preocupaciones.
XlAY entre nosotros mucha instruc
cion , y poca educacion. Se forman
sabios , y artistas de todas especies;
cada~ ramo de letras , de ciencias , y
de artes , se cultiva con mucho pro
vecho por metodos mas ó menos con
ducentes; pero no se ha pensado toda
via en formar hombres : quiero decir,
en criarlos relativamente unos para
otros', y fundar sobre una basa de
educacion general toda la instruccion
de los particulares ; de modo que to
dos estuviesen acostumbrados á bus-
B4 car.
24 Consideraciones
car sus ventajas personales en el pía»
del bien general , y comenzaran por
ser patriotas en qualquiera carrera que
emprendiesen.
Todos tenemos en el corazon las
semillas de las virtudes, y de los vicios;
solo se trata de explayar las unas » y
sofocar las ©tras. Todas las facultades
del alma se reducen á sentir , y pen
sar ; nuestros placeres consisten en
amar % y conocer : no era menester en
consecuencia hacer mas que arreglar»
y poner en exercicio estas disposicio
nes , para que los hombres fuesen
utiles x y felices por el bien que harían
6 otros x y por el que experimentarían
en sí mismos. Tal es la educacion que
debería ser general , uniforme » y pre
parad va de la instruccion , que debe
ser diferente segun el estado , incli*
naciones , y disposiciones de las perso
nas que queremos instruir. La instruc
cion tiene por objeto la cultura del
espiritu » y de los talentos.
No es este , á la verdad , un pían
de Republicas imaginarias : por otra)
pai.*
SOBRE LAS COSTUMBRES. »5
parte estas ideas son , quando mas,
hermosos modelos de quimeras , que
no lo son del todo , pues se podrían
realizar hasta cierto punto. Pasan por
imposibles muchas cosas , que lo son
precisamente porque nos hemos
acostumbrado á mirarlas como tales.
Una opinion contraria sostenida con
valor , haria en muchas ocasiones fa
cil lo que tienen por impracticable la
preocupacion y la desidia.
¿Podemos tener por quimerico lo
que se ha practicado en otros tiempos?
Algunos pueblos antiguos, como los
Egipcios y Lacedemonios , ¿no tu
vieron una educacion relativa al Es
tado , y que hacia parte de su cons
titucion ?
En vano se pondrían en duda cos
tumbres tan distantes de las nuestras
no se puede conocer la antiguedad
sino por el testimonio de los Historia
dores ; y todos refieren contestes y
uniformes el hecho mencionado. Pero
como juzgamos de todos los hombres
unicamente por los de nuestro siglo;
nos
*6 Consideraciones
nos persuadimos con dificultad dé qué»
haya habido otros mas sabios, no obs
tante que no cesamos de repetirlo así'
por capricho. Convengo en conceder;
alguna cosa á la duda filosofica , que
supone haber exornado los Historia
dores sus narraciones ; pero esto mis
mo prueba á un filosofo que hay algutf
fondo de verdad en las relaciones que/
nos han dejado. Seria conducente que
ellos mismos nos diesen iguales testi
monios de otros pueblos, cuya gloria
intentan ensalzar sin tantas pruebas.-
Sin embargo es constante que enr
la educacion de Esparta se tenia por
objeto criar Espartanos. Este es el moj
do con que se deberian inspirar en to
dos los Estados las ideas y sentimien-*'
tos de ciudadanos : criar Franceses en
tre nosotros ; y para hacer Franceses1
trabajar antes en hacerlos hombres.
No sé si me excedo en el buen
concepto que formo de nuestro siglo;
pero me parece que hay en él una
especie de fermentacion universal de
razon que se quiere desenvolver, y
- i pro-
SOBRE LAS COSTUMBRES. Vf
propagar : acaso la dejaremos disipar
se , no obstante que podriamos asegu
rar , dirigir , y adelantar sus progre
sos por medio de una educacion biert<
entendida. \
Pero lejos de proponernos estos
grandes principios , ponemos la aten
cion en algunos metodos de instruc
ciones particulares , cuya aplicacion á
la práética aun no está bien desempe
ñada , ni reconocida : y esto sin ha
blar de la reforma que se debería ha
cer en estos mismos metodos. No se
ria este el menor servicio que la Uni
versidad y las Academias podrian ha
cer al Estado. ¿ Qué se debe enseñar?
¿Cómo se debe enseñar ? Estos , á mi
parecer, son los dos exes sobre que de
bería girar todo plan de estudios , y
todo sistema de instruccion.
Los artesanos , los artistas , y en
ün los que subsisten con su trabajo,
son acaso los unicos que reciben ins
trucciones conducentes á sus desti
nos : mas siempre se da absolutamente
la misma á las personas que han na
v ei-
43 Consideraciones
cido bajo una igual situacion de for-¡
tuna. Hay un cierto fárrago de conoci
mientos prescritos por el uso , que
estas aprenden imperfectamente ; y
con esto se reputan instruidas en todo
lo que deben saber, sea la que fuere, la
profesion á que se apliquen.
Esto es lo que se llama educacion%
y lo que merece tan mal este nombre.
La mayor parte de los hombres enten
didos viven tan distantes de creer que
haya buena educacion , que los que
miran con interés la de sus hijos , pro
curan ante todas cosas formar un
plan nuevo para educarlos. Es verdad
que por lo comun se engañan en los
medios de reforma que imaginan; y
que su cuidado se limita por lo co
mun á abreviar , ó allanar algunas
sendas , ó pasos de las ciencias ; pero
á lo menos prueba su conduela que
conocen por mayor los defe&os de la
educacion comun , aunque no distin*
gan con precision en qué consisten.
De aqui proceden las extravagan
tes resolucion.es que tornan, y los erren
rea
SOBRÉ LAS COSTUMBRES. 00, '
Ves ai que caen quantos buscan la
verdad con menos discernimiento,
que buenos deseos.
Unos sin distinguir el termino en
que debe parar la educacion general,
ni la naturaleza de la educacion parti
cular que debe seguirse á la primera;
adoptan regularmente la que convie
ne menos al que quieren educar ; sin
embargo de que este punto es el que
merece mayor atencion. En la edu
cacion general se deben considerar
los hombres con respecto á la humani
dad y á la patria , que es el objeto de
Ja moral. En la educacion particular
que abraza la instruccion , se debe
atender á la extraccion , á la disposi
cion natural , y é los talentos persona
les. En esto consiste ó deberia consis
tir el objeto de la instruccion : mas la
conducta que se sigue me parece mu/
diversa.
Si logra hacerse célebre la obra,
destinada á la educacion de un Princi
pe ; basta esto para que el menor hi
dalgo la juzgue conveniente á la edu
ca
'30 Consideraciones
cacion de sus hijos. En esta resolucion
tienen mas parte la vanidad y necedad
que el juicio y discernimiento. ¿Qué
semejanza puede haber entre dos
hombres, de los quales uno debe man
dar , y otro obedecer , sin quedarle á
éste ni aun la eleccion en la especie
de obediencia ?
Otros escandalizados de las pre
ocupaciones con que se nos ofusca y
oprime , caen en un extremo mas
pernicioso que la peor educacion;
Miran como otros tantos errores los
principios que han recibido , y los
condenan sin excepcion. No obstante
estas mismas preocupaciones merecen
ser examinadas , y tratadas con cir
cunspeccion. No siendo la preocupa
cion mas que un juicio formado ó ad
mitido sin examen ; puede ser una
verdad ó un error.
Siempre que las preocupaciones
sean perniciosas á la sociedad , no
pueden dejar de ser errores ; y en este
caso nunca llegará á ser excesiva su
impugnacion. Tampoco debemos man-
te
SOBRE LAS COSTUMBRES. $f
tener errores que sean por si mismos
indiferentes , si es que los hay : pero es
necesario manejarlos con prudencia,
que es indispensable muchas veces,
aun quando se combaten los vicios;
porque no se deben arrancar temera
riamente y sin reparo las malas yer-
vas. Respe&o de aquellas preocupa
ciones que se dirigen al bien de la so
ciedad , y que son semillas de vir
tudes , podemos vivir asegurados de
que son verdades que nos conviene
respetar y seguir. Es inutil detener
nos en demostrar las verdades recono
cidas como tales : basta que recomen
demos su practica. Aspirando á ilus
trar mucho ciertas personas ^ no se
les inspira en algunas ocasiones sino
una peligrosa presuncion. ¿Y á qué fin
intentaremos hacerles practicará fuer
za de discursos lo mismo que seguirían
por su modo de pensar , ó por una
honesta preocupacion ? Estas guias son
tan seguras como el raciocinio.
Que los hombres se crien, y formen
desde pequeños en la práctica de las
vh>
3t ConstübraCióiIss
virtudes , y será tanto mas fácil de
mostrarles los principios , si fuese ne
cesario. Somos todos muy inclinados
á mirar como justo y razonable lo
que acostumbramos practicar.
Hace mucho tiempo que se decia
nla contra las preocupaciones , y tal
vez se ha destruido mucho : la preocu
pacion es la ley del comun de los hom
bres. El examen de esta materia exi
ge principios seguros , y luces muy
particulares ; y siendo incapaces de ha
cer este examen la mayor parte de
ellos , deben consultar su dictamen
interior : los que estén mas instruidos
podrian aún preferirlo á sus propia»
luces en las materias morales , y tomar
su gusto , 6 repugnancia por la re
gla mas segura de su conducta. Pocas
veces nos engañamos siguiendo este
método : porque quando uno se halla
intimamente satisfecho de si mismo
respecto de los demás , nunca suceda
que los demás estén descontentos de
él. Pocos reparos podemos poner á los
que no se hacen ninguno á sí mismos;
t
SOBRE LAS COSTUMBRES. 33
y es inutil hacerlos á los que no se los
ponen.
Me es indispensable en este punto
vituperar la conduéla de aquellos es
critores que pretextando , ó querien
do de buena fé, combatir la supersti
ción (lo que seria motivo loable, y util
ciñendose á los terminos de filosofo y
ciudadano ) combaten los fundamentos
de la moral ; y destruyen los vinculos
de la sociedad : filosofos, que son tan
to mas insensatos , quanto que les se
ria muy peligroso , y nocivo tener
discipulos que les siguiesen. Los fu
nestos efeétos que causan en sus leéto-
res , son formar en la juventud per¿
versos ciudadanos , delincuentes es-t
caudalosos en la edad media , y hom
bres infelices en la seneétud ; porque
pocos de estos son los que logran en
tonces la funesta ventaja de hallarse
tan pervertidos , que puedan vivir sin
remordimientos de conciencia. . . :a
El ansia con que se leen estas obras
no debe lisongear á los autores que
por otra parle tuviesen algun merito;
C Ni
34 Consideraciones
Ni deben ignorar que los mas infeli
ces escritores de tales materias entran
á participar casi igualmente con ellos
esta gloria. La satira , la licenciosidad,
y la impiedad jamás han sido por sí
solas prueba suficiente de talento. Los
mas despreciables en este punto pue
den leerse una vez ; y nunca se ha
bría hecho mencion de ellos , á no ser
por sus excesos : parecidos en esto á
aquellos infelices, que condenados por
su baja suerte á vivir desconocidos,
solo oye el público sus nombres por
sus delitos y suplicio.
Volviendo á las preocupaciones,
habria método harto seguro para for
mar juicio de ellas T sin examinarlas
formalmente , el qual ni seria dificil,
ni trabajoso , y se podria aplicar con
frecuencia en ocurrencias particulares,
especialmente en la moral. Este seria
notar las cosas de que nos envanece
mos. Es muy verosimil que la vanidad
proviene de idea falsa. Quanto uno es
mas virtuoso , mas lejos está de enva
necerse de ello : y tanto mas persua
di-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 35
áiáo de que solo cumple con su obli
gacion : las virtudes no engendran or
gullo.
Las preocupaciones mas tenaces
son siempre aquellas cuyos fundamen
tos tienen menos solidez. Podemos
desengañarnos de un error raciocina
do, por la misma razon de que se ra
ciocina. Otro raciocinio mas exa&o
puede desimpresionarnos del primero;
¿ pero cómo se ha de impugnar lo que
ni tiene antecedentes ni consecuencia?
Tales son todas las preocupaciones fal
sas. Estas nacen , y crecen insensible
mente por unas circunstancias casua
les , y llegan en fin á verse general
mente establecidas sin que se hayan
advertido sus progresos. Ni es de es-
trañar que se hayan formado las opi
niones falsas sin noticia de los mismos
que son mas addi&os á ellas: no obs
tante se destruyen del mismo modo
que nacieron. Y no es la razon quien
las proscribe; unas se succeden á otras;
y perecen con la revolucion sola de
los tiempos. Las unas dan lugar á las
: C'i otras
$6" '-" CONSIDERACIONES
otras , porque nuestro espiritu no pué->
de abrazar á un mismo tiempo mas
que un limitado numero de errores.
Algunas de las opiniones que te
nemos por "sagradas parecerán absur-4
das á nuestros nietos : solos los filoso
fos que habrá entre ellos serán los que
comprehendan , que tales opiniones
pudieron tener sequaces. Los hombres
no exigen pruebas para adoptar una
opinion; su espiritu no necesita sino
familiarizarse con ella , como nuestros
ojos con las modas. *'
Hay preocupaciones conocidas , ó
á lo menos notadas de falsas por los
mismos que mas se aprovechan de
ellas. La nobleza del nacimiento,
por exemplo , la reputan por falsa los
que mas nos marean con el suyo. A
'menos de no estar poseidos de una al
tivéz estúpida , no dejan de repetir,
que saben muy bien que la nobleza de
familia es solo una feliz casualidad.
Con todo, no hay preocupacion tan di-
íicil de desarraigar como esta. Pocos
hombres hay tan sensatos que conside-
.• * ) rea
SOBRE LAS COSTUMBRES. 37
ren la nobleza como ventaja, y.no coi
mo merito, y se ciñan unicamente á dis
frutarla , sin hacer vanidad de poseer
la. Que los hombres nuevos que aca
ban de desasnarse, estén embriagados
con los títulos que no se hicieron para
ellos; son dignos de escusa: pero causa
admiracion al ver esta misma manía
en personas conocidas, que podrían ate
nerse á la publicidad de su nombre.
Si pretenden los tales precisar á los
demás por este medio á que les respe
ten , adelantan mucho sus pretensio
nes , y las llevan mas allá de lo que
les compete. El respeto de necesidad
se debe unicamente á las personas á
quienes estamos subordinados por obli
gacion ; esto es , á los que verdadera
mente son nuestros superiores, que de
bemos siempre distinguir de aquellos
cuyo caraéter y estado es solo superior
al nuestro. El respeto que tributamos al
nacimiento es un mero deber de bue
na crianza : es un homenage que tribu
tamos á la memoria de los antepasa
dos que ilustraron su nombre ; home-
fw C3" na
g3 Consideraciones
nage , que, respeéto de sus descendien
tes , tiene alguna semejanza con el cul
to que damos á las imagenes ; á las que
no atribuimos virtud alguna en si mis
mas ; su materia puede ser desprecia
ble; $ veces son efecto de un arte gro
sera ; la piedad sola impide que ias
tengamos por ridiculas , y nada mas:
les tributamos que un respeto relati
vo; pues nuestro rendimiento va siem
pre buscando al original.
Estoy muy lejos de querer despre
ciar un orden tan respetable como .la
nobleza, ka preocupacion en este pun
to tiene fuerza de crianza ó educa
cion entre aquellos que no se hallan en
estado de adquirirla , á lo menos por
las armas, que son el origen de la no
bleza , y á las qué se halla esta parti
cularmente destinada por nacimiento.
Esta preocupacion hace casi natural el
valor en los nobles , y mas comun en
ellos que en las demás clases del es
tado. Mas supuesto que en el dia hay
tantos medios de adquirirla ; acaso
deberia haber igualmente mas moti
¡ vos
SOBRE LAS COSTUMBRES. 39
vos para mantener su dignidad, que los
<jue hay para hacerla perder. Se de
roga la nobleza exerciendo destinos,
ú oficios á que obliga la necesidad , y
al mismo tiempo se mantiene con ac
ciones que se oponen al honor , á la
hombría de bien , y á la humanidad
misma, (i)
Si quisieramos examinar la mayor
parte de las opiniones recibidas, ¿quin
tas preocupaciones falsas no encon
traríamos, considerando solo aquellas
cuyo examen tuviese relacion con la
educacion? Seguimos por hábito coa
seguridad ideas establecidas por acaso.
Si se diera la educacion fundada
en razon , adquirirían los hombres
mucho mayor numero de verdades
con mas facilidad que reciben un cor
to numero de errores. Las verdades
tie-
(1) Un fullero, un estafador , un defraudador
goza de todos los fueros de su nobleza, si la tiene.
Mas si exerce por necesidad un oficio mecanico,
la pierde, j Qué absurdo ! Nuestro Augusto Mo
narca Carlos III. acabo en España con esta in
consecuencia .de que se queja Mr. Duelos.
c4
4o Consideraciones
tienen entre si tales respetos , y cone
xion, se tocan por tantos puntos , que
facilitan su conocimiento , y conser
van su memoria. Los errores por el
contrario están desprendidos , tienen
mas efeéto que consecuencia , y se ne
cesitan mayores conatos para desen
gañarse de ellos , que para precaver
los.
Está muy lejos de ser metódica , y
sistematica la educacion comun. Des
pues de algunas nociones imperfeétas
de cosas de muy poca utilidad , se re
comiendan por unica instruccion los
medios de hacer fortuna , y por mo
ral la cortesia ; de suerte , que mas
bien es un medio necesario para ha
cer fortuna , que una leccion de hu
manidad.
CA
SOBRE t AS COSTUMBRES. 41
CAPITULO III.
DE LA CORTESÍA,
y Alabanzas.
¿ DN qué consiste esta cortesía tan
recomendada , sobre que se ha escri
to tanto , se han dado tantos precep
tos , y tan pocas ideas fijas ? Miramos
como agotados los asuntos sobre que
se ha hablado mucho, y como ilustra
dos y claros aquellos cuya importan
cia se ha ponderado. No me lisongeo
de que trataré esta materia mejor que
lo que se ha hecho hasta ahora : diré
no obstante mi particular modo de
pensar , que tal vez será muy diferen
te de todos los demás. Hay asuntos
que son inagotables ; y por otra par
te es util que se examinen bajo dife
rentes aspe&os , y por diferentes ojos
aquellos cuyo conocimiento nos es mas
importante. Una vista debil, á la que
su misma debilidad hace poner mayor
atencion , suele descubrir á veces 16
- - j que
42 Consideraciones
que se ocultó á otra vista mas larga,
y pronta.
La. cortesía es la expresion, 6 la
imitacion de las virtudes sociales. Es la
expresion quando es sincera ; y es la
imitacion quando falsa. Las virtudes so
ciales son aquellas que nos hacen uti
les y gratos á las personas con quie
nes hemos de vivir. El hombre que
las poseyera todas, tendria necesa
riamente la cortesia en supremo gra
do»
¿Pero cómo es que á un hombre
de elevado genio, de corazon gene
roso , y de una exaéta Justicia , falta
cortesía ; quando la hallamos en otro
limitado, interesado , y de una bon
dad sospechosa? Esto consiste en que
el primero carece de algunas qüalida-
des sociales , como son la prudencia,
la discrecion , la reserva , y la condes
cendencia respeéfco de las imperfeccio
nes y flaquezas de los otros. Una de las
primeras virtudes sociales es la de su
frir en los demás los defeétos que debe
mos evitar nosotros mismos. Aquel se
gun*
SOBRE 1-AS COSTUMBRES. 43
futido sin tener yirtud alguna, posee el
strte de imitarlas todas. Aparenta su
mo respeto á los superiores, bondad á
sus inferiores , estimacion á sus igua
les; asi como persuadir á todos que
piensa muy bien de ellos , sin que ten
ga ninguno de los afectos que con per
feccion imita.
Ni siempre se exige la realidad
de estos : el arte de fingirlos es el que
constituye la cortesia en nuestro siglo.
Este arte es muchas veces tan ridicu
lo y vil , que pasa por lo que es;
quiero decir , por falso.
Los hombres saben muy bien que los
cumplimientos que se hacen , no son
mas que imitacion ó apariencia de
aprecio. Generalmente convienen en
que las expresiones de cumplimiento
que se dicen , no las profiere la verdad;
y en llegando á casos particulares ex
perimentan bien su engaño. El amot
proprio persuade neciamente á cada
qual que el cumplimiento que hace á
otro por decencia , se lo vuelve éste
de justicia.
Aun
44 ^.Consideraciones.
Aun quando estuviesemos convenij
cidos de la falsedad de estas protesta*
de aprecio , las prefeririamos á la sin
ceridad ; porque el cumplimiento fal
so tiene un ayre de respeto en ocasio
nes en que la verdad seria una ofensa.
Conoce un hombre que está tenido en
mal concepto : esto le humilla ; pero
decírselo francamente , seria insultar
le : se le quitarían de este modo to
dos los recursos de aspirar á engañarse
á sí mismo,y se le probaria el poco caso
que. se hace de él. Las personas mas
amigas , y que tienen mas motivos de
estimarse , se harían mortales enemi
gos si se declarasen completamente lo
que piensan las unas de las otras. Hay
un cierto . velo , que obscureciendo,
conserva muchas amistades , y que
unos y otros temen correr.
Estoy muy distante de aconsejar á
los hombres que se descubran con as
pereza lo que piensan , porque se en
gañan muchas veces en los juicios que
forman, ..y están- sujetos á retratarse
inmediatamente , sin que juaguen des-
u; ;i pues
SOBRE LAS COSTUMBRES. -45
pues con mas cordura. Por mas que
nos certifiquemos de nuestros juicios,
solo á la amistad es permitida esta
dureza ; y aun es preciso que el amigo
se halle autorizado por la necesidad, y
con la esperanza de un buen exito.
Las operaciones crueles se inventaron
solamente para salvar la vida; y Jos re
medios paliativos para templar los do
lores.
Dexemos el cuidado de dar á en
tender las verdades duras á las perso
nas que tienen á su cargo velar sobre
las costumbres y conduéta de otros:
sü voz se dirige solo á la multitud ; á
los particulares se corrige unicamente
haciendoles ver el interés que toma
mos por ellos i y lisonjeando su amor
propio.
¿Quálpues es la especie de disimulo
permitido? ó por mejor decir, ¿quál es
el rumbo que media entre la falsedad
vil y la sinceridad ofensiva ? Los res
petos reciprocos. Estos forman el vin
culo de la sociedad , y nacen del co
nocimiento de nuestras imperfeccio-
-.. ' nes,
4<> Consideraciones
lies, y de la necesidad que todos tene
mos de condescendencia. A los hom
bres ni debemos ofenderlos , ni enga
ñarlos.
Parece que en la educacion de las
gentes de mundo se les supone inca-?
paces de tener virtudes , y que debe
rian avergonzarse de manifestarse
tales quales son. No se les recomien
da otra cosa, que la falsedad , que
llaman cortesia. ¿Diremos acaso que
una mascara es remedio de la feal
dad , porque puede ocultarla algunos
instantes?
La cortesia que se usa , es solo
un fárrago insípido , lleno de expre
siones byperbolicas , tan vacias de
sentido como de afeelo.
Dicese regularmente que la corte
sía distingue los hombres de naci
miento : los mas grandes son los mas
corteses. Confieso que es el primer
indicio de las personas elevadas, y
un defensivo contra la familiaridad.
Pero hay mucha distancia de la corten .
lia á la dulzura . y mucha mas de la
dul-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 47
dulzura á la bondad. Los grandes que
se descartan de los hombres á fuerza
de cortesías sin bondad ; solo son
buenos para que los demás se descar
ten de ellos á fuerza de respetos sin
adhesion ni voluntad.
La cortesia , añaden , es prueba
de una educacion dada con esmero , y
de que se há vivido entre personas
escogidas : requiere un taéto tan fino,
y un tino tan delicado para usarla con
oportunidad , que los que no la
aprendieron de pequeños , procuran
en vano adquirirla despues , y nunca
pueden llegar á poseerla con gracia.
Primeramente , la dificultad de una
cosa no prueba su excelencia. En se
gundo lugar, se debería desear que los
hombres que se apartan de su carac
ter con animo deliberado , no sacasen
otro fruto que el de ser ridiculos:
esto quizás los reduciría á manejarse
con verdad y sencilléz.
Por otra parte esta cortesia tan
exquisita T no es tan rara como nos
quisieran persuadir los que no tienen
otro
48 Consideraciones
otro merito. En el dia produce tan
poco efeéto , es tan notoria su false
dad , que algunas veces disgusta á
las mismas personas á quienes se diri
ge , y suscita en ciertas gentes la idea
de usar de grosería y aspereza , por
imitar franqueza , y ocultar sus desig
nios. Estos son asperos sin ser francos,
y falsos sin ser corteses.
Yá es muy comun este manejo pa
ra que nos detengamos en conocerlo
mas de lo que está en el dia.
Se deberia prohibir que usase de
aspereza todo el que no hiciera escu-
sables los inconvenientes de este ca
racter por una conduéla irreprensible.
No es decir que no se pueda unir
mucha destreza y maña con mucha
re&itud ; pero solo la continuacion de
una conduéla franca é ingenua , será
bastante á autenticar la distincion que
tai entre la destreza y el artificio.
Ni debemos por esto, echar menos
los tiempos groseros en que los hom
bres , movidos unicamente de su inte
rés , lo .buscaban siempre por un ins
tin-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 49
Unto de ferocidad en perjuicio de los
otros. La groseria , y aspereza no
siempre excluyen los fraudes ni artifi
cios , pues se hallan estos en los ani
males que admiten menos enseñanza.
Ni los hombres han aprendido á
conciliar su interés particular con el
interés comun sino por haberse civili
zado; pues llegaron á entender que
por este convenio saca cada uno mas
ventajas de la sociedad que las que
puede depositar en ella. i
Los hombres pues, se deben mu
tuos respetos , puesto que todos se de
ben reconocimiento. Se deben reci
procamente una cortesia digna de
hombres , destinada á entes que tie
nen alma racional , y variada por los
diferentes diétamenes que deben ins
pirarla. 'i " ,'
En consecuencia, la cortesía de
los grandes debe provenir de humani
dad ; la de los inferiores de reconoci
miento , si los grandes lo merecen ; y
la de los iguales de la estimacion , y
servicios mutuos. Lejos de escqsar la
D as
5o Consideraciones -
aspereza , se debería desear que la
cortesía que proviene de la dulzura
de costumbres estuviera siempre uni
da con la que dimanase de la reétitud
del corazon. ;
El efeéto peor de la cortesía que
se usa , es el de enseñar el arte de no
praéticar las virtudes que aparentan.
Inspiresenos en la educacion huma
nidad y beneficencia , que nosotros
tendremos cortesía , ó no tendremos
necesidad alguna de ella.
Si no poseemos la que se hace pa
tente por la delicadeza , y gracias;
tendremos la que nos dé á conocer por
hombres de bien , y buenos ciudada
nos; sin que necesitemos recurrirá
la falsedad. \ '.;,:.' . :
En vez de ser artificiosos para
agradar , nos bastará ser buenos ; y
en lugar de ser falsos pajfa lisonjear
las flaquezas de los otros T bastará ser
indulgentes. ' - í. i '
Las personas con quienes, proce
dieremos de este modo, ni serán orgu-
ilosas , ni corrompidas ; se mostrarán
u sí
SOBRE LAS COSTUMBRES. $t
si agradecidas , y llegarán á ser me
jores.
La cortesia de que acabo de ha
blar , me recuerda otra especie de fal
sedad muy puesta en uso ; esta es las
alabanzas. Traen estas su primer ori
gen de la admiracion, del agradeci
miento , de la estimacion , del amor,
ó de la amistad. A excepcion de estos
dos ultimos principios que conservan
sus derechos bien ó . mal. aplicados;
las alabanzas del d¡a dimanan unica
mente del interés. Loí hombres ala
ban á todos «aquellos, de quienes for
man concepto que tienen que esperar,
ó temer : nunca se ha visto menos es-
limacion i ni mas elogios*:
Apenas la casualidad ensalza á al
guno, quand«< este se hace el objeto de
una conjuracion de panegiricos. Le so
focan con cumplimientos , le dirigen
versos de todas partes , y los que i.o
pueden llegar á sus manos , se refrié
gian á los diarios , 6 papeles perio
dicos. Qualquiera que admitiese de
buena fé tantos elogios , y los toma-
Da se
#»- Consideraciones
se á la letra , se deberia espantar en'
extremo al encontrarse de golpe con
tan grandes meritos\ y verse hecho
de repente hombre tan superior. Se
admiraria de su modestia pasada que
le habria ocultado sus meritos hasta el
momento de su elevacion* Vemos mu
chos que ceden bondadosamente á
esta persuasion. Nunca he visto hom
bre alguno exaltado á quien hayan
contradicho , ni aun sus mismos ami
gos , por absurdas que hayan sido sus
proposiciones* V no siendo posible que
dejen alguna vez de conocer este ex-
ceso de insulséz $ no concibo como
no ha ocurrido á alguno de estos te
ner consigo un hombre encargado uni
camente de avisarle , sin delacion
particular , del juicio que el público ha
formado de él. Los locos , ó bufones,
que traian los Principes antiguamen
te en sus cortes , suplian este encargo:
y este es sin duda el motivo por que
en el dia miramos como locos á las
personas que se aventuran á exercer-
lo. Por lo tanto es muy sensible que se
y¿ .v -. ha,-
SOBRE LAS COSTUMBRES. $3
haya suprimido un cargo que pudiera
desempeñar un hombre honrado , im
pidiendo á las personas constituidas
en dignidad, que se cegasen ó que cre
yesen que el público estaba ciego. Por
faltar este Monitor , que les seria
muy util ; no sé si habrá alguno cu
ya cabeza no se haya trastornado po
co ó mucho en su elevacion : este ac
cidente puede ser tan frecuente en lo
moral , como en lo físico. No obstan
te creo que hay personas tan sensatas
que miran estas necedades con que les
dan en rostro , como una de las pen
siones de su estado; pues tienen la ex
periencia de que en su caida , es
quando se ven libres de este azote;
y su falta sirve de consueto sobre
todo á los que son dignos de elogio;
porque estos son por lo regular los
menos engreídos. Los hombres que
verdaderamente son loables , son re
conocidos á la estimacion , y se ofen
den de las alabanzas. El merito tiene
su rubor , como la castidad ; y alguno
se dará francamente un elogio » que
D3 na
54 Consideraciones >
no lo recibiría de otro sin avergonzar
se , ó sin que le molestase.
Seria digno de compasion un hotrw
bre constituido en dignidad á quien
hubiese negado la naturaleza la sen
sibilidad á las alabanzas ; porque ten
dría que llevarlas muy terribles ; sien
do de ordinario tan desapacible la for
ma de ellas como el fondo : siempre
es la misma materia molida en el
mismo mortero. No hay elogio algu
no cuyo heroe se pueda adivinar,
á no hallarse el nombre de éste al
principio del elogio. No se vé en él
un distintivo peculiar : habría peligro,
al considerar la obra sola , de atribuir
á un Principe lo que se ha escrito pa
ra un particular obscuro. Con solo
cambiar los nombres se podría aplicar
el mismo Panegirico á cien personas
diferentes , porque tan mal conviene
á una como á todas.
Esta pra&ica observaron los anti
guos con las estatuas que erigian á
algun Emperador. Si lo arrojaban del
trono , quitaban la cabeza de sus es
¿OBRE LAS COSTUMBRES. 55
tatúas, y ponian inmediatamente la de
el sucesor en su lugar (i) , aguardan
do que este tuviese la misma suerte.
Pero mientras reinaba , le alababan
con exclusion de todos los demás,
y se guardaban bien de recordar la
memoria de algun merito que pudie
ra desagradarle. El mismo Augusto
inspiró este miedo á sus panegiristas.
Nos causa sentimiento , y echamo»
menos en la honradez de Virgilio, (2)
de Horacio, de Ovidio y otros , que no
se halle siquiera una vez el nombre
de
- - i
6o Consideraciones
CAPITULO IV.
BE LA P ROBIDAD,
de la virtud, y del honor.
Nc O se oye hablar mas que de pro
bidad , de virtud , y de honor ; ¿ pero
tienen por ventura una misma idea de
estas voces todos los que se valen de
ellas? Procuremos distinguirlas : y aun
que fuera mejor sin duda inspirar bue
nos dictamenes sobre una materia que
no debe limitarse unicamente á la es
peculacion ; no obstante siempre tie
ne su utilidad aclarar y fijar los prin
cipios de nuestras obligaciones. Hay
muchos casos en que la prá&ica de-
pende de nuestros conocimientos.
La primera obligacion de la probi
dad , esto es , de la hombría de bien , es
la observancia de las leyes. Pero in
dependientemente de las que reprimen
todo designio contra la sociedad po
lítica , hay además ciertos modos de
pensar , y ciertos procederes prácticos,
' i ea
SOBRE LAS COSTUMBRES. 61
en que consiste la seguridad ó la dul
zura de la sociedad civil , y del trato
particular de los hombres , los que ni
las leyes pudieron ni debieron pres
cribir , y cuya observancia es tanto
mas indispensable , quanto es libre , y
voluntaria ; constando por el contra
rio que las leyes dan sus providencias
para que se pongan en execucion.
Qualquiera que no tenga mas hombría
de bien que la que exigen las leyes, y
se abstenga unicamente de los delitos
que castigan , será sin duda un hom
bre bastantemente malo.
Las leyes se han atenido á nues
tras pasiones y flaquezas , y no re
primen sino lo que se opone abierta
mente á la sociedad. Si hubieran en
trado en el por menor de todo lo que
indirectamente puede dañarla , no las
habria entendido el comun de los
hombres , y por lo tanto se hubieran
dexado de observar. Habria habido
muchos delincuentes que seria cosa
dura castigar en algunas ocasiones , y
en otras difícil, atendida la proporcion
6a Consideraciones
que siempre debe haber entrela culpa
y el castigo. Por tanto habrian sido las
leyes ilusorias, y el mayor vicio que
pueden tener es quedar sin observan
cia.
Luego que los hombres llegaron á
civilizarse é instruirse , los que tenian
el animo mas bien inclinado suplie
ron las leyes valiendose dela moral,
y estableciendo por una convencion
tácita las prácticas , ó modales á que
el uso. ha dado fuerza de ley entre los
hombres de bien , y han servido en
lugar de leyes positivas. A la verdad~
no hay castigo decretado contra los
infractores de estas prácticas , mas no
por eso es menos real la convencion
entre los hombres. El desprecio y ver
guenza son el castigo , y este es el mas
doloroso para los que merecen sentirlo.
La opinion pública, que es la que exer-
ce la justicia en este caso , determina,
en él con exactitud las proporciones, y-
hace distinciones muy delicadas.
Se juzga á los hombres conforme
á su estado , conforme á su educacion»
á
SOBRE LAS COSTUMBRES. 6$
& sil situacion y luces. Parece que se
ha convenido en que hay diferentes es
pecies de hombria de bien , y que na-
<die está obligado á mas que á la que
es propia de su estado ; asi como á
que no pueda tener sino la que le dic
ta su talento. Se procede con mayor
severidad respecto de los que ( distiji*
guiendose entre todos ) pueden servir
de exemplo , que respeéto de los que
están sepultados en la obscuridad.
Quanto menos se exige de un hombre
de quien deberíamos esperar mucho,
se le hace mayor injuria. En materia
de conducta ó porte , está muy cerca
del desprecio el que tiene derecho á
que le traten con indulgencia.
. Siendo la opinion pública la pena
de las acciones , de que ella es el juez,
no podrá dejar de ser severa respec
to de las cosas que condena. Hay ac
ciones en que sola la sospecha es la
prueba , y la publicidad el castigo.
í Causa tambien bastante admira
cion que esta opinion , tan severa res
pecto del mero modo.de portarse , sea
*; . en.
64 Consideraciones
en ocasiones tan limitada ó descuida
da respeéto de ios crímenes que están
comprehendidos en las leyes. Estos no
llegan á ser enteramente vergonzosos,
sino por el castigo que se les impone
y executa.
La maxima mas falsa de nuestras
costumbres es la que dice : Que el de
lito es el que infama , ¿y ño el castigo.
Asi debería ser , y lo es efectivamente
en la moral ; pero no lo es de ningun
modo en las costumbres ; porque hay
indultos y medios de conservar Ja opi
nion dejando el crimen sin castigo. Y
no se diga que esto es porque la pe
na lo hace constar , y forma por sí
sola prueba suficiente ; porque un cri
men que se hace constar con certi
dumbre por el decreto en que se per
dona , humilla regularmente menos
que el castigo. Esto se vé principal
mente en la injusticia y extravagancia
de la cruel preocupacion que hace re
caer la infamia sobre las personas que
tienen parentesco con el malhechor;
de suerte que tal ves es menos des-
gra
SOBRE LAS COSTUMBRES. 6~§
igracíá tener parentesco con un delin
cuente reconocido como tal , y no cas*
tigado , que con un infeliz cuya innot
cencia se reconozca - despues de exe-
cutado el castigo. »
í La verdadera razon de esto pro
viene de que la impunidad es siemprfe
prueba de la consideracion que se tie
ne al nacimiento , estado, dignidades,
credito ó riquezas. La familia que no
puede libertar de la Justicia un parien»
te reo, queda convencida de que no se
lia tenido con ella consideracion al*
guna , y por consiguiente es despre
ciada. Debe pues subsistir esta pre-t
ocupacion ; pero no tendrá lugar, ó á
lo menos será muy endeble , en un
gobierno absolutamente despotico , y
rea un pueblo libre ; esto es , en ninr
guna parte donde se puede decir : tú
eres esclavo como yo , ó. yo sey librt
como tú ; pues no admitiendo acepcioa
de personas en unos el poder arbitra
rio , ni en otros la Justicia ; dan exem»
piares en familias de todas clasesyqu»
por consecuencia tienen necesidad de
i-A E coro,
65 Consideraciones -
compasion reciproca. Si sucediera así
entre nosotros , las faltas serian per
sonales , y desapareceria la preocupa
cion , porque no hay otro medio de
exterminarla.
, ¿Por qué motivo no causan infamia
á suá familias aquellas victimas no~
bles que conducen al cadahalso los cri
menes de estado ? Esto consiste en que
semejantes reos son por lo ordinario
de elevada esfera* Su crimen, y aun
su suplicio , prueban igualmente la es*
limacion que merecian al estado* Sa
catástrofe inspirando terror demues
tra almismo tiempo la elevacion de
que cayeron , y en la que se hallan to-
~davia las personas á quienes tocaban,
Todo lo que sorprehende por qualquie-
ra genero de grandeza la imaginacion
'de los hombres , los preocupa. No
pueden respetar y menospreciar, á un
'tiempo una misma familia.
Creo haber encontrado otra extra
vagancia en la aplicacion de esta pre*
ocupacion. Mas se echa en cara á los
-hijos la afrenta de sus padres , que 4
-~-..'i ¿I los
SÓBfcE LAS COSTUMBRES. 6$
lbspadres la de sus hijos. Lo contra
rio sería á mi parecer menos injusto,;
porque en este caso se castigaría á los
padres por no haber rectificado las
malas inclinaciones de sus hijos con la
conveniente educacion. Si se discurre
de otro modo \ ¿ es por sentimiento
de compasion en favor de la anciani
dad? ¿ó por el barbaro deleyte de em
ponzoñar toda la vida de los que ape
nas han principiado su carrera?
En fin para aclarar lo concernien
te á la hombría de bien , es preciso
saber si la obediencia á las leyes , y íp,
.observancia de los modales que es
tán en uso , son bastantes para cons
tituir al hombre de bien. Se verá , si
lo reflexionamos , que aun esto nío
es suficiente para que la probidad sea
perfetta. Con efeéto puede un horn-
Jbre con un corazon duro , espiritu ma
ligno , caraéter feroz , y pensamientos
..bajos , tener por interés , por altivéz,
6 por temor, tener digo , aquella ,hom-
.bria de bien que lo ponga á cubierto
de ,todo reparo.de parte de los bou.bre!s.
* . Ea" - No
*Í8 CONSIDERACIONES
No obstante hay un juez mas ilus
trado , mas severo , y mas justo que
las leyes y costumbres ; este es el dic-
~támen interior que llamamos concien
cia. Su imperio se estiende mucho
mas que el de las costumbres y leyes.
Estas no son uniformes en todos los
pueblos; mas la conciencia habla á to
dos los hombres , que á fuerza de de
pravacion no se han hecho indignos
de escucharla. *-
Las leyes no han decretado casti
go alguno á varias faltas , tanto ó
mas graves en si mismas que otras
-muchas que han condenado. No hay
ninguno contra la ingratitud , la per
fidia , ni en muchos casos contra la ca
lumnia, la impostura , la injusticia, &&
sin hablar de ciertos desordenes que
-las leyes condenan y no castigan, á
no exponerse al mayor sonrojo el qué
tenga valor de querellarse. Esta es la
suerte de todas las legislaciones. Las
de los pueblos , que solo conocemos
por la historia , nos parecen un monu
mento desabiduria y prudencia ,-por-
'V -- que
SOBRE LAS COSTUMBRES. 6s¿
que. ignoramos las muchas cireunstan»
cias en que sus leyes cederian,y queda
rían sin execucion. Esta ignorancia dew
los hechos particulares , y de sus abu
sos por menor , contribuye mucho áu
que nos admiremos de los gobiernosi,
antiguos,. . . ...
No obstante guando las leyes lie-*
gan á ser indulgentes , cesa la severi-.
dad de las costumbres ., aunque estas*
ño hayan comptehendido , ni puesta
remedio en todo lo que las leyes omi
tieron. Hay asimismo algunos excesos,
Condenados por las leyes v que se to
leran en las costumbres , sobre todo*
en Ja corte y. capitales , donde estas nc*
$e conforman por la comun con las;
máximas de la moral, ¿Quántas cosas
tpleran las leyes , mas perniciosas que
otras que proscriben ? Piden formali
dades de decoro y perdonan vicios,
¿Somos en la sociedad mas delicados}
que severos ?.,,., . ,...' . . „ . ,
¿ Se, deberá mirar como inocentet
un golpe satírico,, ó, sea una chanza
de un superior » que causa,: 4 veces,
»fo Consideraciones
irreparables daños á la persona que es*
objeto de sú chanza? ¿ ó reusar por'
negligericia uri socorro voluntario ai:
infeliz cuya suerte depende de él ; y
tantas btrtis faltas que córiocen todos, :
y casi nadie evita ?
No obstante esto es lo que no de*J
Be permitirse un perfecto hombre de
Bien : su conciencia es él juez irifaii-.
Ble én este punto. Es sin duda gran
felicidad qué todos tengan éh su co
razon un juez que defienda los demá%
o* le condene á el mismo.
No preterido explicarme aqui en,
los terminos de la religion. Esta es la
perfeccion de la moral , y no la basá(
íii como frietafisíeo sutil , sino como
Filosofo , que se apoya en sola la ra
zón , y procede por solo el raciocinio;
No necesitó por consiguiente examinar
Si está Conciencia es ó no un dicta
men innato ; me bastaíia que fuese
una luz adquirida , y que los talentos
mas limitados tuvieran por medio de
ía conciencia aun mas conocimiento1
dé lo justo é injusto , que .el que les
_. dan
SOBRE LAS COSTUMBRES. "7F
dSn las leyes y las costumbres.
¿ Dicho conocimiento es la regla de
nuestras obligaciones : respeto do
©tros estamos obligados á hacer todo
lo que , puestos en su lugar , tendría
mos derecho de pedir, Aun conservan
los hombres el derecho de esperar de
nosotros , no solo lo que conciben con
fundamento que es justo , sino lo que
nosotros mismos miramos como tal,
aunque los otros no lo hayan exigido,
ni previsto ; nuestra propria concien -»
cia es la que estiende los derechos* del
progimo sobre nosotros,
Quantas mas luces tengamos tan
to mayores son las obligaciones que'
debemos cumplir. Si nuestras luce*
no nos inspiran dictamenes con precH
síon de seguirlos ^ nos sugieren á lo
menos modos de portarnos y nos de
muestran la obligacion de observar
los.
Hay tambien otro principio de co
nocimientos en esta materia , superior
¿"talento mismo ; y es la sensibilidad'
de\ alma -, que dá cierta especie de sa-
«'*> E4 ga"
7* . Consideraciones -,
gacidad respecto de las cosas honestas*
y se interna mas que la penetracion
de solo el talento. .-.,-.
( Se pudiera decir que el corazon,
tiene sus ideas peculiares. Advertid
mos entre dos personas , cuyo talento;
es igual en extension , profundidad , y.
penetracion sobre materias puramente
especulativas ; que adquiere mucha
superioridad el que tiene el alma sen-¡
§ible ó afectuosa, sobre las persona»,
que son de esta clase. ¿Quántas ideas
tiene aquel que son inaccesibles á los
que tienen el alma fria ! Las almas,
afectuosas pueden caer por vivacidad,
ó ardor en faltas que no cometerían,
de modo alguno las personas atilda-,
das ; pero aquellas les llevan muchas
ventajas por el mayor numero de
bienes que producen.
. . Las almas tiernas tienen mas exis
tencia que las otras ; los bienes , y los.
males se les multiplican : tienen ade
mas otra ventaja á favor de la socie
dad ; y es vivifc persuadidas de ciertas
verdades de que el entendimiento
es-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 73
festS solamente convencido : la com-
viccion par lo regular es solo pasiva;
la persuasion es a&iva , y solo tiene
impulso lo que hace obrar. El talento
solo puede y debe formar hombres
de bien ; la sensibilidad los dispone
á ser virtuosos. Voi á explicarme.
Quanto exigen las leyes , quanto
recomiendan las costumbres , é inspi
ra la conciencia , está incluido en este
axioma tan notorio como mal expli
cado : No bagas á otro lo que no quie
res que bagan contigo En la observan
cia exa&a y precisa de esta maxima
Consiste la hombría de bien. Mas esta:
Haz con los demás lo que quisieras que
hiciesen contigo , yá es virtud. Su natu
raleza y su caracter distintivo consis
te en el esfuerzo que hace el hombre so
bre sí mismo á favor de los demás. Por
este generoso esfuerzo es por el que
sacrificamos nuestro bien estar en be
neficio del de otro. La historia nosr
presenta algunos de estos esfuerzos he
roicos ; y todos los grados de virtud.
aioral , se miden por el mayor ó me-
.: . . ñor
f4 Consideraciones
flor sacrificio que hacemos á favor d¡S>
la sociedad.
Parece á primera vista que fueron
los legisladores hombres limitados , ó
interesados , que no teniendo necesi
dad de otros , querian preservarse de'
el mal , y eximirse de hacer bien. Es
to parece tanto mas verosimil , quan-
to los primeros legisladores fueron
principes ó gefes de pueblos ; en imar
palabra , hombres que tenian mas que
perder y menos que ganar. Es nece-*
Sario confesar que las leyes positivas,
que no deberian ser sino una emana
cion , y explicacion de la ley natural;'
lejos de poderse reducir siempre á es
ta , son á veces opuestas á ella , y mas
favorables á los intereses de los legis
ladores y de los poderosos , que al dd
los pequeños que debe ser el principal5
objeto de toda legislacion ; puesto que'
este interés es mas universal y cons-:
títuye la sociedad política. El exa
men de varias leyes cotejadas con el1
derecho natural , seria objeto mujK
digno de un frlosofo , que aplicase m»
*-'--• prin-
r SOBRE LAS COSTUMBRES. 75
principios á la moral , á la política y
á la ciencia del gobierno.
Sea lo que fuere , las leyes se ci
ñen precisamente á prohibir ; y si lo
reflexionamos , hallarémos que han
procedido asi por prudencia. Ellas no
exigen de los hombres , sino lo que es.
posible á todos. Las costumbres han
pasado mas adelante que las leyes; pero
ésto es quando dimanan de Un mismo
principio : unas y otras solo son pro
hibitivas. La misma conciencia se li-
fnita á inspirar aversion al mal. Final
mente la observancia fiel de las leyes,
de las costumbres , y la conciencia,
son las que constituyen la perfe&a
hombría de bien. La virtud , que es.
Superior á esta , exige que se haga
£>ien , y determina á hacerlo.
Si la hombría de bien prohibe ala
guna accion , es preciso obedecerla.
La virtud manda, mas la obediencia,
es libre , á no ser que la virtud se
valga de la voz de la religion. La
hombría de bien se estima , la virtud'
$e respeta.- Aquella casi consiste. en
*'- - so-
75 Consideraciones >
sola inaccion ; esta obra. A la vir-^
tud se debe reconocimiento , de que
podríamos eximirnos respeéto de la
hombria de bien ; porque un hombre
instruido, que no tuviera mas objeta
que su propio interés , no tiene media
roas seguro de conseguirlo, que ésta» ,
No se me ocultan las. objeciones»
que se pueden tomar de los delitos
que logran exito feliz ; pero sé tam-r
bien que hay diferentes especies de
felicidad ; que se deben calcular laé
probabilidades del riesgo , y del acier-:
to ; compararlas con la felicidad que
se procura ; y que no hay una cu
ya esperanza , por muy bien fundada
que sea, pueda contrabalancear la pér
dida del honor , ni aun el mero riesgo
de perderlo. En consecuencia haciende?
asunto de solo cálculo esta qüestion,eí
mejor partido que hay siempre que tor?
mar es el de la probidad. No seria di
fícil hacer una demostracion moral de
esta verdad ; pero hay ciertos princi-*
pios que no deben ventilarse. Siempre
es de temer , que las verdades mas
eví-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 77
¿videntes contraigan por el mismo
caso de examinarlas un aire de pro
blema que no deben tener en ningun
caso.
Quando la virtud está radicada en
iel corazon , y no requiere conato al
guno para obrar ; es en este caso ua
sentimiento,.es una inclinacion al bien,
tin amor en beneficio la humanidad; y
es respeéto de las acciones honestas, Jo
que el vicio respeéto del crimen ; esta
es la misma relacion que tiene la .cau
sa con el cfeéto.
Distinguida la virtud , y la hom
bría de bien , y observando la diferen
cia de su naturaleza , es necesaria
además para conocer el valor de una
y de otra , tener consideracion á las
personas , á. los tiempos , y á las cir
cunstancias.
Hay hombres cuya hombría de
bien , 6 probidad, merece mas elogios
'que la virtud de otros ¿Por ventura
debemos esperar unas mismas accio
nes de los que tienen medios muy di
ferentes? Uabembre opulentisiaio, no
' .J ten
78 /-Consideraciones^ -,,
tendrá sino las obligaciones que otrq
oprimido de todas las necesidades*
Esto no sería justo. La probidad es lg
virtud de los pobres ; la virtud debe
ser la probidad de los ricos.
Algunas veces se atribuyen ala
virtud acciones en que tiene poca
parte. Un socorro que se ofrece por
vanidad , ó se tributa por flaqueza,
dá poco honor á la virtud.
Sacase de estado infeliz á un hom
bre del mismo apellido , cuyo desdor
ro se podría comunicar al bienher
chor. ¿Es generosidad? Esto es , á lo
mas , decoro , y tal vez orgullo, que
es un interés real y sensible.
Por otra parte alabamos , y debe
mos alabar las acciones de probidad
en que descubrimos un principio de
virtud , y un esfuerzo del alma. Uijt
pobre entrega el deposito de que él
solo tenia noticia. En este caso cum''
plió con su obligacion , pues sería up
delito hacer lo contrario ; sin embar7
go , esta accion le dá , y debe darlp
honor. Juzgamos que el íque en ciertas
- '. ' i cir
SOBRE LAS COSTUMBRES. 79
circunstancias no hace mal , es car
paz de obrar bien : y lo que alaba
mos en este a&o de mera hombria de
bien , es la virtud.
Un infeliz oprimido de necesidad,
humillado y avergonzado de miseria,
se resiste á las mas urgentes ocasiones
de seduccion. Otro en la prosperidad
too se olvida de que hay infelices ; los
busca , y se anticipa á las súplicas que
pueden hacerle. Su beneficencia ar
rastra mi cariño. Estimo los dos , y
Jos alabo ; pero admiro solo al pri
mero , porque en éste solo es donde
encuentro virtud.
Las alabanzas que se dan á ciertas
acciones de probidad , y á ciertas vir
tudes , son precisamente el vituper¡9
del comun de los hombres. Sin em
bargo no debemos negar aquella?
alabanzas ; ni es conveniente averi?
guar con demasiada severidad el
principio de las acciones , quando és*
tas se dirigen al beneficio de la socie
dad. Siempre es accion prudente , y
útil animar los bombre* a que obreii
Va bien:
86 Consideraciones '
bien ; porque son igualmente capaces
de tomar el partido de la virtud ó
del vicio.
Se adquiere virtud por la gloria de
practicarla. Si se comienza por amor
propio , se continúa por honor , y sé
persevera por hábito. Si el hombre
menos propenso á ser benéfico , llega
por casualidad ,ó por un esfuerzo que
hace consigo mismo , á practicar algu
na accion generosa ; experimentará
desde luego cierta especie de satis*
faccion , que le hará menos penosa
otra segunda accion ; se moverá sia
repugnancia por si mismo á la tercera^
y á poco tiempo se hará en él caracte
rística la bondad. Formamos los die~
tamenes de las acciones repetidas.
Por otra parte quando se preten
diera reducir las acciones virtuosas
á un sistema de ingenio ó método de
conducirse , mas bien que á nuestro?
interior modo de pensar ; seria igual
la ventaja respeéto de los demás hom
bres, y acaso no seria menor la glo
ria, que.se querria disminuir. ¡ Fe
liz
SOBRE LAS COSTUMBRES. 8l
iiz alternativa la de precisar los cea-
sores á que admiren , ó á que solo de
jen de estimar.
A mas de la virtud y hombría de
bien , que deben ser los moviles de
nuestras acciones, hay otro tercer prin
cipio que merece justisimamente nues
tro examen : este es el honor ; que es
diferente de la probidad ; acaso no lo
es de la virtud , pero le dá brillantéz,
y me parece que incluye una circuns
tancia mas.
El hombre de bien se gobierna
por la educacion , por el hábito , por
el interés , ó por el temor. El hombre
virtuoso procede por bondad.
El que se porta con honor piensa y
siente con nobleza. No obra por obe*
decer á las leyes , ni es la reflexion , ni
mucho menos la imitacion las que le
dirigen : piensa , habla y obra con cier
ta especie de elevacion que parece e*
el legislador de sí mismo.
Nos eximimos de las leyes por el
poder , nos substrahemos por el cref
dito y las eludimos por la astucia: mu
st F da*
ffí Consideraciones :
damos los modos de pensar ; suplimos
las costumbres por medio de la cor
tesia , é imitamos la virtud con la hi
pocresía. Mas el honor es el instinto
de la virtud , y el que nos da el valor.
No examina , obra sin ficcion , y aun
sin cautela, y no conoce aquella timi
déz ó verguenza falsa que sofoca tan
tas virtudes en las almas debiles ; por
que los de un cara&er debil incurren
en dos inconvenientes , es á saber : no
poder usar de sus virtudes , y servir
de instrumentos á los vicios de quan-
tos les gobiernan. -:
Sin embargo de ser el honor una
qualidad natural , se explaya por la
educacion , se sobstiene por los prin
cipios , y se fortifica con los exem-
pios. En consecuencia jamás sabremos
despertar bastantemente sus ideas, avi
var su aprecio, ponderar sus utilida
des y gloria , ni combatir todo lo que
le puede ser contrario. i ' : *
Las reflexiones sobre esta materia
pueden servir de preservativo contra
la corrupcion de las costumbres , que
i. se
SOBRE LAS COSTUMBRES* 83
se van siempre relajando. No es mi
animo renovar lo que se ha. culpado
en todos tiempos á su siglo respectivo,
y cuya repeticion dá á entender , qua
estas objeciones han sido tan mal fun
dadas en unos tiempos como en otros.
Vivo persuadido á que hay siempre
en el mundo uña distribucion de vir
tudes y vicios casi igual , aunque pue-1-
de haber desigualdad en diferentes
edades respeéto de una nacion á otra,
ó de un pueblo á otro pueblo. Hay
edades mas ó menos brillantes , y la
nuestra no parece que es la del honor,
por lo menos en tanto grado como lo
fue en otros tiempos. Tampoco dudo
que se manifestarán algun dia las cau»-
sas de esta alteracion en la historia de
nuestro siglo ; y no será este el artice
lo menos curioso , ni menos util.
A la verdad no somos tan delica*
dos, ni escrupulosos como eramos en
punto de amistades. Quarido un hom
bre tenia antes una conduéla tolera
da ó impune por las leyes , pero con
denada potf el honor ; no se limitaba
F2 el
84 Consideraciones
él resentimiento á solo el ofendido»
todos los hombres de bien tomaban
partido , y hacian justicia por un des
precio general y público.
En el dia hay otro manejo , aun
sin atender al interés, con los hombres
mas desacreditados. No tengo , se dice,
motivo para quejarme personalmente
de él , ni be de hacerme el repara
dor de entuertos. í Qué flaqueza ! Es
to es entender pesimamente los inte
reses de la sociedad , y por consiguien
te los suyos propios. ¿Cómo se han
de avergonzar los picaros de serlo , si
los hombres de bien no se averguen
zan de acojerlos y tratarlos? Si los bue
nos se concertasen en hacer causa co
mun , sería muy fuerte su confedera
cion; y estando de acuerdo las perso
nas de talento y honor , harian poco
papel los zotes y bribones. Pero por
desgracia nuestra los picaros son los
que se aunan , y los hombres de bien
yiven desunidos. La probidad sin va
lor ni resolucion no merece conside
racion alguna ; se parece mucho á la
.-. - atri-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 85
atricion que tiene por principio el
temor servil.
Antiguamente se encubrian cierto*
modos de proceder , y se abochorna
ban los hombres si se los llegaban á
descubrir. Mas en el dia me parece que
se practican franca y abiertamente:
sacabamos pues mejor partido de lo
primero , porque el temor , y la ver*
guenza contenían mucho á los hom
bres. '
No sé que la infidelidad en el jue
go esté al presente en mas ruin con*
cepto que en el siglo pasado ; porque
vemos todavia gentes sospechosas en
esta materia , que no por eso tienen
menos acogida.
La unica justicia que se hace es va
lerse de muchos cumplimientos y ro
deos para librarse de jugar con ellos;
y esto mas bien parece prudencia que
desprecio. Pero un hombre de mundo
que sea irreprehensible por esta parte,
y por la del valor , está reconocido
por un hombre de bien. No obstante
aunque haga profesion de ser vuestro
F3 aro>
86 Consideraciones
amigo , no: hay que meteros con él
tocante á intereses , pretensiones , 6
amor propio- Si llega á temer que os
; valdreis de su credito , os faltará sin
escrupulo en la mas grave ocasion , y
porppr. esto quedará mal conceptuado*
Creeis, tener derecho para reeonve-
. nicle ; pero de esto le resulta mas sor
presa -que confusion ; siempre queda
hombre de bien. No cqmprehende que
hayais podido entender las expresio
nes d¡e mera cortesia por una obliga
cion \ porque esta cortesía tan reco»
mendada escusa muchas bajezas-} y
seriamos muy dichosos si solo encu
briera grqserias, , , .
A la verdad hay accionés tan re
prehensibles que no se puede equivo
car su inteligencia. Un hombre de
caraéter resuelto y atrevido halla él
secreto de no perder la honra si tiene
Ja, audacia de ser el primero en publi-i-
car su defecto , y de chancearse coa
Jas personas que esten dispuestas á
vituperarle. Nadie se atreve á ponerle
reparo quando se vé que hace alarde
de
SOBRE LAS COSTUMBRES. 8^
de éL Su audacia es la que le justifica,
y el reparo que se le hiciera seria una
ridiculéz , á que nadie quiere expo
nerse. Entonces se empieza á dudar si
ha hecho bien ó mal ; y se teme ha
llarle culpable» Segun el concepto
general , prevenir una objecion es
refutarla , sin que quede obligacion
de responder á ella ; en las costum
bres anticiparse á un reparo es des»
truirlo. '
.- Un hombre que ha engañado á
otro con un artificio el mas astuta y
culpable y lejos de tener remordi
miento ó verguenza , se complace,
y dá el parabien por su habilidad1 : se
oculta para lograrla , mas no se ocul
ta por haberlo logrado; imagina sen-
cillamente que ha ganado con des
treza un juego é los dados; y el que
ha. sido la victima de su engaño no
piensa en otra cosa sino que ha per
dido por su culpa : solo se queja de sí
mismo. Ya ha llegado el resentimien
to á ser un modo de pensar muy
noble : apenas hay objeto digno de
F4 abor-
88 Consideraciones
aborrecimiento ; y la venganza no
es otra cosa que un desquite prove
choso : se toma esta como medio de
llegar á nuestros fines , y la procura
mos por las ventajas que nos resultan
de ella. .;
Este modo de pensar , este aban
dono en las costumbres envilece á los
mismos que no deshonra ; y de dia en
dia se hace mas pernicioso á la socie
dad. Los que pudieran aspirar á la glo
ria de darnos exemplo por su esfera, 6
por sus luces ; parece que tienen muy
poco respeto á estos principios , en el
caso de que no falten á ellos. No sa
ben que, independiente de sus accio
nesenos dan exemplo en la ligereza
de sus dictamenes , y en los modos de.
pensar que descubren. La plebe que
no. tiene principios , rii educacion , no
sufre otro freno que el temor , nií
tiene otra guia que la imitacion. En el
estado medio es donde se halla toda
vía con mas estimacion la homhria de
bien.
Ni impide esta relajacion de cos-
_.a , tura-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 89
lumbres que se haga mucho alarde de
la honra y de la virtud. Los que tie
nen menos saben muy bien quánto les
importa que los demás las tengan.
Habria sido cosa vergonzosa en tiem
pos antiguos sostener ciertas maximas,
y contradecirlas al mismo tiempo con
la conduela : las palabras formaban
una presuncion favorable del modo
de pensar. Pero en el dia son de tan
poca consecuencia , que se podria de
cir en ocasiones de algunos , que son
hombres de. bien , aunque hagan el
elogio de si mismos. No obstante siem
pre pueden ser utiles á la sociedad las
conversaciones conformes á la virtud;
pero ni estas nos dan verdaderamente
honor , ni somos dignos de tenerlas,
si no observamos buena condu&a.Esta
es una obligacion que contrariemos de
nuevo; y no debemos temer el contra-
hería , puesto que nos es ventajoso
cumplirla.
Se pretende que reinó antiguamente
entre nosotros un fanatismo de honor,
y se asigna esta feliz mania á siglos
,v . to
9¿> CoNSIDERACIONIS
todavía barbaros. Deberiamos desear
que se restableciese en nuestros tiem
pos : las luces que hemos adquiri
do servirían para arreglar esta (tema-*
sia de amor proprio, sin refriarlo!
Por otra parte no se debe temer ex
ceso en aquella materia ; la hombria
de bien tiene sus límites, y es bastante
para el comun de los hombres llegar
á ellos ; mas la virtud y el honor so
pueden, dilatar , y elevarse infinita-i
mente : siempre podemos extender su»
limites , nunca excederlos.
Es necesario advertir que si eli
honor ha perdido por una parte , te
nemos en ciertas materias delicadezas'
que no se conocian en el siglo pasador
vease una prueba.
Quando el superintendente Fou-
quet dió á Luis XIV. aquella fiesta
tan magnifica en el castillo de Vaux,
extendió su esmero hasta poner en el
quarto de cada cortesano de la comi
tiva del Rey , un bolsillo lleno de
monedas de oro para que sirviesen en'
el juego á las que pudiese faltar dine
ro,
SOBRE LAS COSTUMBRES. 91
ro, ó no tener bastante. Ninguno sé
dió por ofendido : todos admiraron la
jnagnificencia de este rasgo. Acaso
procurarian persuadirse que esto era
ú nombre del Rey , ó por lo menos
á sus expensas ; y á la verdad no se
engañaron en esta ultima sospecha.
Sea como fuere , ellos se valieron de
el. oro sin hacer mas informes. Mas
sí un Ministro de hacienda quisiera
hacer en nuestro tiempo otro tanto,
se ofenderia con razon la delicadeza
de sus huespedes ; y todos se desdeña
rian con altivéz y dignidad. Hasta,
aqui vá bien, Pero yo temería mucho
que algunos de los que reusasen con
mas estrepito el presente del Ministro,
np le pidiesen prestada igual ó mu
cho mayor suma con firmisimo pro
posito de no pagarla nunca. En lo pri
mero puede haber alguna delicadeza;
roas no creo que en lo segundo se
'proceda.: con honor, ..-.
El Superintendente de Bullion , ha
bia yá dado un exemplo de esta es
candalosa magnificencia. Habiendo
«.; r-¿ he
92 Consideraciones
hecho acuñar en el año de 1640. los
primeros Luises , que parecieron en
Francia , dispuso dar una comida á
cinco señores de sus cortesanos , á
quienes hizo servir en los postres tres
vandejas ó fuentes llenas de las mone
das nuevamente acuñadas ; diciendo-
íes que tomaran quantas quisiesen»
Todos se arrojaron ansiosamente so
bre la nueva fruta ; llenaron sus faltri
queras, y se marcharon al instante sin
aguardar sus coches ; de suerte que et
Superintendente tuvo mucho que reit
del cuidado que habían tenido de es-
Capar. El pago de algunas deudas del
estado hubiera dado igualmente curso
á estas primeras monedas : mas este
medio no hubiera sido tan noble en el
concepto de Bullion ni de sus convi-
dados,que no creo deber nombrar por
respeto á sus nietos , que lexos de
agradecer mi discrecion, acaso se reH
rian si nombrara á sus padres.
[ «OBRE LAS COSTUMBRES. 9$
CAPITULO V.
VE LA REPUTACIÓN
celebridad , fama , y esti
macion.
JuOS hombres están destinados á
vivir en sociedad ; y además de esta
están precisados á ella , por la nece
sidad que tienen los unos de los otros:
por este respeto se hallan todos cons
tituidos en una dependencia mutua.
Mas no son unicamente las necesida
des materiales las que los unen ; tie
nen una existencia moral que pende
de su opinion reciproca.
Hay pocos hombres tan seguros
y satisfechos de la opinion que tie
nen de si mismos , que puedan mirar
con indiferencia lá que los otros tie
nen de ellos ; y hay algunos mas ator
mentados por la opinion , que por las
necesidades de la vida.
El deseo de ocupar un lugar distin
guido en el concepto de los hombres,
ha
04. Consideraciones V
ha producido la reputacion , la cefe-
bridad , y la /awa , poderosos incenti
vos de la sociedad , que provienen de
an mismo principio , sin que sus me*
dios y efeétos sean totalmente los
mismos.
Muchos medios sirven igualmente
á la reputacion y á la fama , y sofo
se diferencian por los grados ; otros
son proprios exclusivamente de la una
6 de la otra.
La reputacion de hombre de bien
es el objeto del comun de los hombres:
esta se consigue por medio de las vir
tudes sociales , y la prá&ica constante
de sus obligaciones. No es á la- verdad
extendida ni brillante esta especie de
reputacion ; pero por lo comun es la
mas conducente para hacer felices.
El ingenio , talentos , y habilidad
proporcionan la celebridad ; que es el
primer paso para la fama , y solo se
diferencia por su menor extension;
mas sus ventajas son acaso menos rea
les que las de una buena reputacion.
Lo que nos es verdaderamente utif
nos
SOBRE LAS COSTUMBRES. 95
nos cuesta poco; las cosas raras y bri
llantes son las que exigen mas traba
jo , y su posesion ó goze existe solo
en laimaginacioa.
Dos clases de hombres han nacido
para tener fama. Los primeros son los
que se hacen ilustres por si mismos,
y estos tienen derecho á ella : los otros,
que son los Principes , están sujetos á
ella: y estos no pueden evitarla, Se
distingue igualmente en la multitud,
quiénes mayor que los demás, y quién
está puesto en lugar mas elevado ; se
reconoce tambien al mismo tiempo si
la superioridad del uno y del otro pro
viene de la persona , ó del lugar ea
que está constituido. Tales son la re
lacion y diferencia que hay entre los
hombres grandes y los Principes , que
solo son Principes.
Pero dejando aparte la turba de
estos , sin preferirlos ni excluirlos por
este solo titulo ; consideremos la fama
solo con respeéto á los hombres que la
merecen por sus acciones.
Las qüalidades que son unicamen
te
96 Consideraciones
te propias de la fama, se anuncian con
estruendo. Tales son las de los gran
des estadistas , destinados á causar la
gloria , la felicidad , ó ser el azote de
los pueblos , tanto por las armas como
por el gobierno.
Los grandes talentos , los dones
del ingenio, proporcionan tanta ó ma
yor fama , como las qüalidades de es
tadistas , y propagan por lo comun
su nombre mas lejos por la posteri-*
dad.
Algunos de los talentos que dan
fama de estadistas, serian inutiles, y
á veces perniciosos en la vida priva
da. Alguno ha sido un heroe , y si
hubiera nacido en la obscuridad , ha
bría sido un bribon , y en vez de un
triunfo hubiera merecido un cadalso.
En todas clases ha habido hombres
grandes , que si no hubieran llegado
á serlo, por defeéto de algunas circuns
tancias , jamás hubieran podido ser
otra ninguna cosa , y habrian pasado
por incapaces de todo.
La reputacion y la fama pueden
se*
SOBRE LAS COSTUMBRES. 97
ser muy diferentes , y subsistir á un
mismo tiempo-
Un Estadista nada debe desprecia?
en orden á su reputacion ; pero solo
debe contar con la fama , que es la
unica que puede justificarle contra los
que le desacrediten. Al mundo solo es.
á quien debe dar cuenta , no á los.
particulares- interesados, ciegos , ó te
merarios. t ' |
No quiere decir esto que no se
pueda merecer á un mismo tiempo
grande fama , y mala reputacion ; pe-?
ro fundandose principalmente la far
ma en hechos conocidos; está por lo
regular mas bien zanjada que la repu~
tacion , cuyos principios pueden ses
dudosos. La fama es muy constante y
uniforme ; la reputacion casi nunca lo
es. . ..;.i :v . 1 ..... . 1
Loque puede servir de consuelo
á los hombres grandes en las injusti-<
cias que se hacen á su reputacion , no
debe ser motivo para que la sacrifi
quen con ligereza por la fama ; pues!
ambas se dan reciprocamente mucho
G lu
98 COHSlDERACIONES
lucimiento. Quando sacrifican su re
putacion por alguna circunstancia de
sn estado que les obliga á ello ; es una
desgracia digna de sentirse, y se nece *
sita de todo el valor que puede inspi
rar el amor del bien público. Seria
amar muy generosamente la humani
dad , servirla con desprecio de la re
putacion ; ó seria hacer mucho des
precio de los hombres , no hacer caso
alguno de sus juicios, ¿Y les serviria
mos en tal caso ? Quando el sacrificio
de la reputacion por la fama no se
hace en fuerza de la obligacion , es
una gran locura ; porque realmente se
goza mas de la reputacion que de la
Jama. - . -
Con efeéto , solo disfrutamos de
la amistad , de la estimacion , del
respeto , y de la consideracion de
aquellos entre quienes vivirnos , y de
quienes somos personalmente conoci
dos. Por tanto es de mas ventaja que
la reputacion sea honrada r que solo
brillante , y extendida. La fama en
muchas ocasiones no es mas que na
no-
SOBRE LAS- COSTUMBRES. 99
homenage que se tributa á las silaba*
de un nombre.
Si un hombre famoso se hallara
rodeado de los que sin conocerle per
sonalmente «elebran su nombre á
presencia suya ; se complaceria de
verse celebrado ; y si acaso no cae en
\a tentacion de descubrirse , consisto
esto en que puede hacerlo,, y en que su
amor propio puede manejarse libre
mente. Mas si le fuera absolutamente
imposible darse á conocer , acaso se
ria penosa su situacion , por no serle
Ubre su complacencia , y porque era
lo mismo que si oyera hablar de otro,-
y no de si. La misma reflexion se
puede hacer sobre la situacion con
traria de otro cuyo nombre fuese des
preciado , y él fuera testigo oculto de
ello : éste no se daria á conocer , y en
medio de su tormento tendria una es
pecie de consuelo , que seria en pro
porcion opuesta á la pena del prime
ro que supusimos precisado á guar
dar silencio.
Si se redugese la celebridad á su
G2 va-
roo Consideraciones
valor efe&ivo perderia muchos sequa*
ees. La reputacion mas estendida es
siempre mui limitada : lafama misma
no llega minea á ser universal. Si se
contaran los hombres numericamente
¿quántos habria á cuyos oidos no ha
llegado nunca el nombre de Alexan-
dro ? Este numero excede sin propor
cion alguna al de los que saben que
fue el conquistador del Asia. ¿Quán-
tas personas ignoraban la existencia
de Kouli-Kam en el tiempo mismo
que trastornaba éste una parte de la
faz de la tierra ? Esta tiene sus limi-t
tes muy estrechos , y la fama puede
dilatarse siempre sin llegar jamás á
ellos. ¡Qué caracter de flaqueza po-;
der crecer continuamente sin alcan
zar á un termino litnitadoJ. , .. : n.i
Nos . lisonjeamos alo menos con el-
pretexto de que la admiracion de los '
hombres instruidos debe equivaler á
la ignorancia de los otros. Pero la
propiedad, de la fama es contar , jr
multiplicar Jos votos , no pesarlos.
Por otra parte, ¿ qué Estadista se pro-
:'v-< lú me-
SOBRE LAS COSTUNrBtfTS. 10 T
meterá vida en la historia, quando ve
mos medallas de muchos- Reyes , cu
yos nombres no se encuentran en nin
gun historiador ? Sin embargo dtbia
ser considerable el estado de estos
principes. (i) A juzgar solo por la
hermosura de estas medallas , flore
cian las artes entre ellos. No pueden
algunas de estas llegar á cierto grado
de perfeccion' sin que otras muchas
estén igualmente cultivadas. Habia
sin duda en la corte de estos Reyes,
corno en otras , ciertos señomelos de
mucha importancia haciendo de- per
sona , imaginandose ocupar mucho l3
fama , y tener algun dia lugaF distin
guido en la historia ; quando tos due
ñas á quienes bajamente servian no se
nombran en ella. Los Antíquarios mas
instruidos en la ciencia numismatica
e'xercitan hoy su sagacidad procuran
do adivinar en qué país reinaron
aquellos monarcas. Parece no obstan-
: - - - -' M ' ' - *$
(1) La Reyna Phiiístrs' í<>s Reyes Mosti^
'Sames ,' Mamtes , Sarias , Abdissaí &c „ ly \(> • / '
102 Consideraciones
te por el asunto , gusto del trabajo,
typos de las medallas , y por las ins
cripciones que son griegas , que no
reinaron en pueblos desconocidos , y
que su época no es de la mas remota
antiguedad. Hay conjeturas de que fue
en Sicilia , en la Esclavonia , y entre
)os Partos &c. pero la historia no ha
ce la menor memoria de ellos.
Sin embargo hay muchos que no
perdonan trabajo , ni pena alguna con
,el unico designio de ser conocidos.
jQuieren que se hable y trate de ellos,
y admiten mas bien ser infelices que
ignorados. Logra medio consuelo
aquel cuyas desgracias llaman la aten
cion,
Quando el deseo de la celebridad
no es mas que sentimiento ó afeéto,
puede , segun su objeto , ser decente
en él que lo experimenta , y util á la
sociedad ; mas quando es solo manía,
desde luego es injusto , artificioso , y
.villano por las maniobras de que se
vale. El orgullo hace caer en tantas
*bajezas como el interés. Esto es Jo
que
SOBRE LAS COSTUMBRES. 1 03
que produce tantas reputaciones usur
padas , y de tan poca solidéz.
Ninguna cosa nos haría mirar
Ja reputacion con mas indiferencia que
ver el modo con que en muchas oca
siones se establece , se destruye , se
yaría , y quienes son los autores de
estas revoluciones.
No bien se presenta un hombre
en alguna carrera , sea la que fuere,
que como manifieste buenas disponj
ciones , aunque pocas , y á veces nin
gunas f se esmeran todos en servirle,
darlo i conocer , y ensalzarlo : en los
principios siempre es un prodigio,
¿De dónde proviene este empeño?
¿es acaso generosidad , bondad , 4
justicia ? Nada de esto : es embidi^
uo conocida muchas veces por \q$
mismos que. la tienen. En todas, las
carreras hay siempre hombres super
riores : los subalternos que no pueden
aspirará k>s primeros lugares t procu
ran derribar á los que los tienen , sus.?
citandoles rivales , ó competidores.
Acaso. §e djr4 que. debe ser indifef
G4 rea-
io4 Consideraciones
rente que ocupe quien quiera que sea
los primeros puestos , respecto de las
jpersonas que no pueden llegar á con
seguirlos. Pero hacer discurrir las
pasiones es conocerlas muy mal. Siem
pre tienen motivo ; nunca principios.
La envidia siente y obra , no reflexio
na , ni prevee ; y si consigue su em
presa , desde luego pFocura destruir
su misma obra. Se intenta derribar
efectivamente al mismo á quien se
alargó la mano para que diese los
primeros pasos : ni aun se le perdona
que no tenga ya necesidad de so
corro.
Este es el modo de formarse , y
destruirse las reputaciones. A veces se
tnahtienen ó por la solidez del merito
que las afirma , 6 por el manejo del
que elevado por cabala , ó artificios,
conoce mejor que otro los muelles
que la dan movimiento ó la detienenj
Acaece muchas veces que el pú
blico se admira de ciertas reputacio
nes que él mismo ha dado : busca la
causa , y no pudiendo descubrirla,
'. : por
SOBRE LAS COSTUMBRES. 105
porque no la hay , concibe mas admi
racion y respeto por la fantasma que
él forjó. Estas reputaciones se parecen
á las riquezas de fortuna que sin fon
do efeétivo valen mas que el credito;
y solo son mas brillantes.
Asi como el público da reputacio
nes por capricho , las usurpan los par
ticulares por maniobras, ó por una es
pecie de desverguenza ; pues ni aun
debemos honraría con el nombre de
amor propio. Ellos mismos dicen que
tienen muchos meritos : al principio
nos burlamos de sus pretensiones;
pero repiten tantas veces , y con tan
ta satisfaccion sus designios que lle
gan al' cabo á engañarnos. No nos
acordamos de quien lo hemos oido,
y por ultimo venimos á creerles: que
esto se repite , y esparce como una
voz que corre en el pueblo en la que
no se profundiza mucho.
Se forman asimismo compañías
para ayudarse en esta especie de ma
niobras ; y esto es lo que llamamos
ceibalaj >i *>. .—
io6 Consideraciones
Se emprende de intento lograr re
putacion , y al cabo se consigue.
Por brillante que sea una reputa
cion de esta clase , no hay en ocasio
nes quien se deje engañar , sino el
mismo que es objeto de ella. Los que
la criaron saben lo que han de creer;
y no obstante algunos llegan por ulti
mo á respetar su propia obra.
Otros movidos del contraste ij
oposicion entre la persona y su repu-
tacion , y no hallando motivo que jus
tifique la opinion pública , no se atreT
ven á descubrir su propio modo der
pensar. Estos se conforman á la pre-
ocupacion por timidéz , por condes
cendencia ó interés ; de suerte que no
es estraño oir á muchas personas re
petir lo mismo que todas reprueban
interiormente. La mayor parte de los
hombres no se atreven i reprehender,
ni alabar por sí solos , y son tan timi
dos en defender como en impugnar:
hay poc os que tengan valor para de
jar de ser partidarios ó cómplices.»/
esto no solo en descubrir su mpdo d$
pea*
SOBRE LAS COSTUMBRES. 107
pensar, sino en mantenerlo : su desig
nio es confirmarse en él , pero sugi
riendolo á otros ; y no siendo asi , lo
abandonan.
Como quiera que sea las reputa
ciones usurpadas que producen mas
ilusion tienen siempre un flanco ridi
culo , y éste deberia impedir que nos
desvaneciésemos con ellas. No obstan
te vemos á veces que se valen de los
mismos manejos para alcanzarlas su-
getos que tendrían prendas bastantes
para pasarse sin ellas.
Quando sirve el merito de basa á
la reputacion es un gran desatino ayu
darse del artificio , porque éste daña
mas 4 la reputacion que se merece,
que sirve para alcanzar la que se pro
cura. Si el público llega á descubrir
estas maniobras en personas que por
otra parte tienen talentos , ( y tarde ó
temprano llega á conocerlo ) se es
candaliza y rebaja la gloria mas bien
adquirida. Esta es una injusticia ; pe-,
ro no es conveniente darle derecho
para que sea injusto. La envidia , á
quien
108 CÓNSIÍTFTI ACIONES "
quien bastan pretextos , .se eompTff-
ce en tener motivos; los adopta con
calor , y los emplea con destreza. No
perdona al merito , sino quando se ha
engañado por su propia malignidad , y
cree descubrir defeétos que son los que
le sirven de pabuloi Se consuela per
suadiendose que rebaja por una parte
lo que se vé precisada á admirar por
otra : no tiene tanto empeño -en des
truir , quanto se complace en ultrajar.
El apoyo mas seguro de la repu
tacion es la indiferencia hasta cierta
punto, respecío del propio merito : no
debemos intentar abrir los ojos á los
que se deslumhran con la luz. La mo
destia sola es el lucimiento unica que
se puede añadir á la gloria. i
Si el artificio es medio vergonzo
so para adquirir reputacion ; hay sin
embargo arte, y arte honrada que
proviene de la prudencia y sabiduría;
y no nos debemos desdeñar de praéti
carla. Las personas de talento tienen
mas ventajas que las otras, no solo
paca lograr gloria , sino para adquirí?
SOBRE LAS COSTUMBRES. 109
y merecer reputacion de virtuosos. Una
inteligencia delicada , tan contraria á
h falsedad como á la imprudencia, un
discernimiento pronto y atinado , nos
dirige á repartir los beneficios coa
eleccion y oportunidad , y que hable
mos , callemos y obremos á su tiem
po. No hay persona que no tenga
ocasiones de executar una accion ho
nesta ó valerosa , y no obstante sin
peligro. El necio la deja pasar por
que no la conoce , y el hombre de ta
lento la advierte y se aprovecha. Sin
embargo la experiencia prueba que
so basta solo el talento, y que se re
quiere además un corazon noble pa
ra poner en uso este arte afortuna
da.
He visto lances muy lucidos ; y
estoy persuadido á que el mismo que
recibió un cúmulo de elogios , cono->
cia quán poco le habia costado ga
narlos ; mas no por esto era menos
loable.
He visto otros que sin embargo de
tener un corazon benéfico , y exercer.
i ¡ mu-
i io Consideraciones "'
muchos aétos virtuosos , no eran ni
eon mucho tan estimados como era
debido , por falta de inteligencia y
oportunidad. No causaba su merito
Sensacion alguna. Apenas se sospecha*
ba que lo tenia. Es cierto que si el me
rito sencillo llega á descubrirse todo
junto por una feliz casualidad, adquie
re explendor con suma prontitud ; se
le alaba con gusto , y se quisiera aún
aumentarlo; la misma envidia le aplau
de sin mudar de caracíer, y saca par
tido para humillar á otros.
Si la reputacion se forma y des
truye con facilidad , no es de estrañar
que varíe , y sea freejuentemente con
tradictoria en una misma persona. Hay
alguno que tiene reputacion en un lu
gar , y en otro tiene enteramente la
contraria. Otro goza la que menos
merece , y se le niega aquella á que
tiene mas derecho. Vemos exemplos
de esto en todas clases. No puedo
escusar de entrar aqui en algunas
particularidades que harán mas per
ceptibles estos principios por la apli
ca
SOBRE LAS COSTUMBRES. III
cacion que voy á hacer.
JSé culpa de avaro á un hombre que
desprecia el fausto , y se priva de lo
superfluo por socorrer con lo nece
sario á infelices vergonzantes. Se ala
ba la generosidad de otro que derra^
ma con obstentacion lo que roba con
artificio ó violencia i hace regalos , y
reusa pagar sus deudas : se admira su
magnificencia , siendo asi que el in
feliz es á un mismo tiempo victima
del fausto y de la avaricia.
Se acusa de insolente á un hombre
que no se somete con bajeza á una au
toridad usurpada ó tiránica. Se repre
hende el rebato de otro porque no
contuvo su paciencia hasta la vileza.
Como aquella tiene sus limites , infie
ren muchas veces' las personas natu
ralmente pacificas , de que ha obrado
intempestivamente ; quando yá la me
dida estaba colmada. No se puede creer
quánto importa al bien de la paz no
dejarse ultrajar demasiado , á no sex
que consintamos en ser viles.
AI contrario se alaba la dulzura de
un
na Consideraciones....
un hombre inflexible, terco por carao*
ter , y cortesano por orgullo.
Una muger pierde su honor porque
ha contextado en juicio su flaqueza por
el estrepito de su dolor y su verguen
za í y entre tanto otra se pone á cu
bierto de todo reparo por los excesos
de su desemboltura : ésta ni aún me
rece ser objeto del desprecio oculto*
Los hombres aborrecen lo que no se
atreverían á castigar ; y solo despre
cian lo que se atreven á reprehender)
altamente. Mas bien determinan sus
acciones á su juicio , que su juicio ar-,
regla sus acciones. .. , . (
Si pasamos de los meros particula
res. á los que dejandose ver en un tea
tro mas brillante están en disposicion,
de ser mas conocidos ; hallarémos que
no se hace juicio de ellos con mas
equidad. -., . ¡ ,\
Se nota de duro á un Ministro por
que es justo , porque rebate empeños
pagados , y reusa acomodarse á lo que)
llaman los cortesanos hacer nego-,
cio : comercio injurioso al meritq , es-
can-
SOBRE las costumbres. 1 13
¡caudaloso al público , vilipendioso á
la autoridad , dañoso al estado, y. por
nuestra desgracia muy comun. ..<.
Se alaba la bondad de otro por
que se le puede ganar , se le puede
engañar , y hacerle servir de instru
mento para cometer injusticias, •: * ¿
Pasa por severo un Principe por
que mas quiere precaver las faltas»
que verse obligado á castigarlas ; se
le nota de cruel , porque reprime
las tiranías subalternas , que son las
mas odiosas de todas. Las leyes. crue
les contra los opresores , son las mas
benignas para la sociedad ; pero siem
pre el interés particular se hace legis
lador del orden público. t
Se acusó á Luis XII , uno de los
mejores Reyes de Francia , y por
consecuencia uno de los mayores , de
que era avaro , porque no abru
maba sus pueblos para enriquecer vat
udos de ningun merito. El válido de
un Rey debe ser su pueblo, y los Prin
cipes no tienen derecho á lo .super-
fluo , sino quando los pueblos tienen
H to*
1 14 Consideraciones
todo lo necesario. Las faltas que atre
vidamente le notaron , solo prueban
su bondad. La insolencia llegó 4 pun
to de burlarse de él en el teatro. Mas
quiero , (dixo este Principe, hom
bre de bien , ) que mi avaricia los ba
ga reir que no llorar. Añadió : Sus
burlas son prueba de mi bondad ; por
que seguramente no se atreverían á ha
cerlas en tiempo de ningun otro Princi
pe. Tenia razon. Las murmuraciones
dé los cortesanos equivalen muchas
veces á elogios; y sus elogios son
trampas para hacer caer.
Respeéto de las reputaciones de
hombría de bien , causa espanto que
no haya muchas mas establecidas, si
tenemos presenté la facilidad con que
algunas veces se usurpa esta califi
cacion. Antes de ahora no se veían
sino hypocritas de la virtud ; el dia de
hoy se encuentran hypocritas del vi
cio. Habiendo notado algunos que
Una virtud austera no siempre está
esenta de alguna dureza ; porque el
hombre es menos circunspecto quando
es
SOBRE LAS COSTUMBRES. ItJ,
es irreprehensible , y menos reservado
quando no teme darse á conocer ; se
valen los tales hypocritas de su natu
ral ferocidad , llevandola muchas ve
ces hasta el exceso por sentar la idea
de la severidad de su virtud. Sus de
clamaciones contra la impudencia , ó
desverguenza , son perennes prueba9
de la suya. ¡Que hay de personas Cuya
Virtud toda consiste en sola dureza!
£1 atolondramiento es tambien una
prueba muy equívoca de la franqueza,
y no nos deberíamos fiar sino del ato
londramiento que perjudica á los que
lo padecen.
La dureza y el atolondramiento
son defectos del caraéter , que no ex*
cluyen absolutamente , ni menos supo
nen , virtud * antes mas bien la cor
rompen, ó echan á perder , quando se
hallan unidas. ¿Quántas veces no obs->
tante se engañan los hombres por esta
exterioridad?
Si asentimos con ligereza á ciertas
reputaciones de hombria de bien ; tam
bien injuriamos muchas mas veces por
Ha la
xt6 - Consideraciones %
la temeridad , aun mas vituperable*
por pasion, ó por interés. Se abusa de
la desgracia de un hombre para des
acreditar su probidad. Se levanta la
Voz contra la reputacion de otros, pre
cisamente por dar idea de su propia
virtud. * ..*
A qualquiera que tiene valor de
defender la reputacion de otro , que
cree desacreditada injustamente ; no
siempre se le concede la gloria de mi*
yarie como hombre engañado; esta
sospecha seria muy ridicula ; se le su
pone que tiene interés en defender
una proposicion extravagante. Si se
ha engañado visiblemente- formando
mal juicio , solo padece la sospecha
de excesiva sagacidad: pero si juzga
muy favorablemente , se dice de él
que llega al extremo de la imbecili
dad. No obstante el error es el mis-
mo, y el caracter es muy diferente. ;
No siempre provienen de maligni
dad estos juicios errados. Los hom
bres cometen muchas veces injusticias
sin maldad , por ligereza , porpreci*-
¥~ i. *i pi-
SOBRE XAS -COSTUMBRES. t'VJ
pitacion , tontería , temeridad , é im-
prudencia.
Las decisiones que se profieren
con mas satisfaccion y audacia hacen
mas impresion. Ah! ¿quienes son los
que gozan el derecho de proferirlas*
Unas gentes que á fuerza de provocar
el desprecio del público llegan en fin
á conseguir hacerse respetar , y dar la
ley ; gentes que solo tienen opiniones,
pero nunca dietamenes; gentes que las'
mudan, dejan, y vuelven á tomar, sin
saberlo, ni aun dudarlo; ó queson ter
cas sin ser constantes. Sin embargo
estos son los jueces dé las reputacio
nes ; estos son aquellos cuyo dietamen
despreciamos, pero cuyo votopréten*
demos ; y estos los que concilian la es
timacion sin tener ellos ninguna.
La estimacion es diferente de la
celebridad ;~ la fama misma no la dá
siempre ; y se puede . tener sin que
sorprehenda por su mucho lucimien-*
tO. i: :.<V . '.' ..:':.'''.' . -.'<>
La estimacion es un dietamen ó
concepto de aprecio T mezclado coa
.••.i' H3 una
Tl8 CoNSIDERAClOKS» -,
una especie de respeto personal que
algunos inspiran á favor de si mis
mos. Puedese disfrutar igualmente
entre los inferiores , iguales y su-»
periores en clase y nacimiento. Pué
dese vivir sin estimacion en una cia-»
se elevada, con un nacimiento ilustre,
con un ingenio superior, ó con distin-*
guidos talentos ; se puede asimismo,
aun teniendo virtud , si está sola esta,
y desnuda de las demás ventajas. Pue
dese tener con talentos limitados y
á pesar de la obscuridad del estado y
nacimiento.
La estimacion no acompaña nece-<
sanamente á los hombres grandes. El
hombre de merito siempre tiene dere
cho á ella: éste es el que adornado de
todas las qualidades y ventajas pro
pias de su estado , no las vulnera por
ninguna parte. Finalmente para dar
idea mas precisa de la estimacion,
ésta se obtiene por la union del merito,
de la decencia , y del respeto á sí mis*
roo ; por el notorio poder de obligar
ú ofender , y por el uso discreto que se
SOBRE LAS COSTUMBRES. 1 10
hace del primero , absteniendose del
segundo.
El bicho termino nuevo , pero que
tiene exaéto sentido , es el opuesto al
hombre de estimacion. Los hay de to
das clases. Bicho es el que no tenien
do el merito propio de su estado , se
abate por sí mismo á envilecerse per
sonalmente , y falta mas á ser quien es,
que á los demás. Un hombre de ele
vada esfera puede ser bicho ,y otro de
bajo estado puede tener estimacion.
Si ésta se adquiere, tambien se usur
pa. Vemos ensalzar el merito de algu
nos ; y si queremos examinar en qué
consiste , nos admirarémos del vacío
que hallamos ; solo se encuentra que
todo se reduce á aire , á apariencias
de hombre de importancia y suficien
cia ; no daña un grano de impertinen
cia , y á veces basta la planta y conti
nente. Se dan por respetables , y se test
respeta ; sin esto ni aun se llegaría á
estimarlos.
Debemos concluir de la analisis
que acabamos de hacer , y de la dis
H4 cu-
loo Consideraciones
cusion en que hemos entrado ; que lA
fama es el precio de los talentos su
periores sostenidos con grandes es
fuerzos, y cuyo efeéto se propaga por
todos los hombres en general , ó á lo
menos por una nacion ; que la reputa.'
. don tiene menos extension que la fa-
jpia , y á veces otros principios ; que
la reputacion usurpada nunca es segu
ra ;. que la mas honrada es siempre la
mas util ; y que todos pueden aspi
rar á la consideracion , ó estimacion.-
propia de su estado.
CAPITULO VI.
r-:. - CA
17a Consideraciones ,.>,
.,.' CAPITULO X.
DE LAS GENTES
de Fortuna, ..; i
capitulo xr.
DE LOS LITERATOS.
'.*.
SOBRE LAS COSTUMBRES. 211
acreditarlos , y ellos mismos se sir
ven alguna vez de tales medios.
Quisiera en honor de las letras,
y en beneficio de los que las cultivan,
<Jue todos estuvieran persuadidos de
una verdad , que debería ser entre
ellos un principio inalterable de con
ducta. Este es , que pueden infamar
se á sí mismos con las injurias que ha
cen , dicen ó escriben contra sus ri
vales; que lo mas que pueden es mor
tificarles , grangearles enemigos , y
precisarles á que se valgan de repre
salias igualmente vergonzosas; pero
que jamás podrán perjudicar á una re
putacion bien establecida en el públi
co. No hacen , ni destruyen mas re
putacion que la suya , y casi siempre
por sí mismos. La envidia denota in
ferioridad en el que la tiene. No obs
tante sea qual fuere la superioridad
que, bajo muchos respetos , haya teni
do alguno á otro rival ; es preciso
que le sea inferior por algun cami
no desde el instante mismo en que le
tiene envidia.
Oa No
212 Consideraciones
No hay particular por engrande
cido ó ilustre que sea ; no hay con
greso tan sobresaliente , que baste á
determinar el juicio del público , aun
que por alguna vez pueda una cabala
proporcionar felices sucesos , ó causar
algunos disgustos pasageros. Esto se
ría aun mas dificil en nuestro siglo
que en el pasado , porque el público
estaba entonces menos instruido , y
tenia menos empeño por ser juez. En
nuestro tiempo se divierte con las
escenas literarias , desprecia personal
mente á los que las presentan con in
decencia , y en nada muda la opi
nion y concepto que formó de sus
obras.
Es inutil probar á los literatos que
la rivalidad que produce mas que
emulacion, es vergonzosa: esto no ne
cesita pruebas ; pero deberían tener
advertido que su desunion se opone
directamente á su interés general y
particular , y algunos parece que ni
lo conocen.
Obras trabajadas con esmero, cri-
'
SOBRE LAS COSTUMBRES. 2 13
ticas (1) juiciosas , severas , pero jus
tas , y decentes , en que se noten los
primores al mismo tiempo que se exa
geren los defectos , presentando otros
nuevos rumbos , son las obras que con
razon se deben esperar de las perso
nas literatas. Sus discusiones no deben
tener mas objeto que la verdad ; y
ésta nunca ha causado ni iracundia,
ni amargura , y cede en beneficio de
la humanidad ; en lugar de que sus
pendencias son tan dañosas á ellos
mismos como escandalosas á las per
sonas sensatas. Hombres estupidos,
instruidos por la envidia lo bastante
para conocer su inferioridad , y tan
orgullosos que no quieren confesarla;
son los unicos que pueden complacer
se
(1) En la situacion aftual de la literatura.
de España , nada puede contribuir tan bien á
establecerla , y rectificarla como las criticas
bien fundadas. Por el contrario nada atrasa mas
la literatura que los insensatos elogios de algu
nos que no teniendola , ni conociendola compa
ran y dan las ventajas á la nuestra respecto de
la de otras naciones que la han cultivado ince—
saktt iuente en todos ramos siglo y medio há.
03
214 Consideraciones
se en mirar humillarse reciprocamen
te las personas que deberían respetar.
Los tontos aprenden de este modo á
ocultar su odio , só color del despre
cio de que ellos solos debieran ser el
objeto.
Creo ver en la república de las
letras un pueblo (en cuya buena inte
ligencia consistirian sus fuerzas ) que
subministra armas á los barbaros , y
les enseña el arte de valerse de ellas.
En el dia parece que se hace pre
cisamente lo contrario de lo que se
practicaba antiguamente quando se
echaban las fieras á pelear unas con
otras por divertir al pueblo.
CA
SOBRE LAS COSTUMBRES. 21§
CAPITULO XII.
DEL CARÁCTER DE LOS
talentos brillantes , ó Bel-
EspriL
N, 1 0 hay cosa tan util de que no se
pueda abusar , aunque no sea mas
que por el exceso. No se trata , pues,
de examinar hasta qué grado pueden
las letras ser utiles , y contribuir á la
gloria de un estado floreciente ; sino
de saber , lo primero : Si la aficion
al buen gusto , quiero decir , á pa
recer hombres de ingenio , se ha pro
pagado mucho , y acaso mas de lo
que convendría para su perfeccion?
En segundo lugar de dónde pro
viene la vanidad que resulta de él , y
consiguientemente la extremada de.r
licadeza que tenemos en este articulo?
El examen y solucion de ambas ques-
tiones se apoyará necesariamente en
unas mismas pruebas. No hay duda en
que las personas dedicadas por su es
O4 ta-
2 16 Con sideraciones
tado á las letras , sacarían pocas ven
tajas de ellas , si las demás no tuvie
ran á lo menos gusto. Este es el unico
mec'io de proporcionar á las letras las
recompensas y estimacion que ne
cesitan para mantenerse con explen-
dor. Pero desde que la parte de litera
tura comprehendida ordinariamente
bajo el nombre de Bellas letras , ó li
teratura de buen gusto , se vá hacien
do moda , y cierta especie de mania
pública , nada ganan los literatos , y
las demás profesiones pierden. Esta
turba de pretendientes de la literatura
de buen gusto dá motivo á que se dis
tingan menos los que tienen dere
cho , que los que soio tienen preten
siones.
Respecto de los personages' que
son responsables á la sociedad por sus
diversas profesiones, graves, utiles y
aun necesarias , que exigen casi toda
la aplicacion de los que se destinan á
ellas , como son la guerra, la toga, el
comercio y las artes ; no hay duda,
que tienen un gran recurso en el co
no
SOBRE LAS COSTUMBRES. 2 17
tiocimiento y gusto moderado de las
letras. Encuentran descanso , deleite
y cierto exercicio del alma, que no les
es inutil para las demas funciones. Pe
ro si este gusto llega á ser demasiado
vivo , y degenera en pasion , es impo
sible que dejen de padecer sus princi
pales obligaciones. Las primeras entre
todas son las de la profesion que se há
abrazado ; porque la primera obliga
cion es la de ser ciudadano.
Las letras tienen por sí mismas un
atractivo , que encanta los animos,
les hace fastidiosas todas las demás
ocupaciones , y despreciar las que son
mas indispensables. No se encuentra
hombre alguno apasionado por la lite
ratura del buen gusto , que desempeñe
bien una profesion diferente. No dudo
que hay hombres destinados á profe
siones muy opuestas á las letras , que
tienen talentos declarados para ellas.
Deberíamos desear en beneficio de la
sociedad, que estos se hubieran entre
gado totalmente á las letras : porque
subsistiendo su inclinacion y su estado
en
a 18 Consideraciones
en perpetua contradiccion , no soa
buenos para nada.
Estos talentos declarados , estas
vocaciones expresas son muy raras;
la mayor parte de los talentos pende
por lo comun de las circunstancias,
del exercicio , y de la aplicacion que
se les dá. Examinemos un poco estos
que se pretenden talentos naturales no
cultivados.
Vemos hombres , cuya ociosidad,
por decirlo asi , forma su estado ; pa
san á apasionados del buen gusto ; se
declaran por éste , y de éste solo ha
cen alarde. Buscan lectura , se aplican
con empeño , dan consejos , quieren
protejer sin que se les ruegue, ni
tengan derecho para ello , y creen
francamente , ó quieren darlo á en
tender, que tienen parte en las obras,
y en los felices aciertos de los que
incomodaron con sus consejos.
Sin embargo , logran por este
medio una especie de existencia , y
alguna reputacioncilla en la sociedad.
Por poco ingenio que muestren , como
se
SOBRE LAS COSTUMBRES. 219
se mantengan en la inaccion , y se li
miten con afeétada modestia al dere
cho de juzgar decisivamente ; usur
pan en la comun opinion cierta espe
cie de superioridad sobre los mismos
talentos. Se les cree capaces de hacer
todo lo que no han hecho ; y esto
es unicamente porque nada han he
cho. Se les echa en cara su pereza;
ceden á las instancias , y se aventu
ran á entrar en la carrera de que an
tes eran arbitros. Sus primeros ensa
yos logran la preocupacion favora
ble de su tertulia. Les alaban , les ad
miran , y claman que no se debe
privar al público de una obra magis
tral. La modesta condescendencia del
autor se dexa violentar , y consiente
en presentarse al público. Entonces es
quando se desvanece la ilusion ; el
público condena la obra , ó hace poco
caso de ella; los que la admiraban, se
retratan ; y despreciado el autor
aprende por su experiencia que no
hay profesion alguna que no exija
todo un hombre. Con efeéto , pocas
obras
220 Consideraciones
obras distinguidas se podrán citar , y
digo lo mismo de las obras de gusto,
que no hayan salido de mano de pro
fesores ; entre los que se deben contar
los que pueden ser de diferente pro-,
fesion pero que no menos se aplican
al estudio , y exercicio de las letras,
y por lo regular con mas gusto , y
continuacion , que á las funciones de
su estado. En realidad lo que constitu
ye ai hombre de letras no es una afi
cion vana , ó la privacion de todo
otro titulo ; sino el estudio , la apli-
cion , la reflexion y el exercicio.
Las malas resultas no desengañan
á la persona que humillan. No hay
amor propio mas delicado , y menos
corregible , que el que proviene del
buen gusto , ó brillantéz de ingenio., y
es infinitamente mas resentido y re-
zeloso en los que no lo deben tener
por profesion , que en los verdaderos
autores ; porque se tiene por mas hu
millacion faltar á sus pretensiones que
á sus obligaciones. En vano suponen
que les es indiferente \ pues á nadie
eo-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 221
engañan. La indiferencia es la unica
disposicion del alma que debe igno
rar el que la experimenta ; porque de
ja de existir desde el instante en que
la descubre.
No hay obras que no pidan traba
jo ; la peor por lo regular ha costa
do mucho, y nadie se afana sin objeto.
No tenemos otro , dicen , que nuestro
propio entretenimiento : en este caso
no es necesario imprimirlas ; ni tampo
co es preciso leerlas á sus amigos,
porque esto es querer consultarlos ó
divertirlos. Mas nadie consulta sobre
cosas que no importan ; ni nadie pre
tende divertir con las que en nada
estima. En consecuencia siempre es
falsa esta aparente indiferencia ; y so
lo un interés muy vivo es el que hace
valerse de ella ó aparentarla. Es una
precaucion que se toma para el caso
en que salga mal la obra ; ó es la os
tentacion de un derecho , que se quer
ria suponer yá decidido.
Jamás se ha ridiculizado tanto á
la brillantez de ingenio , ó de buen
222 Consideraciones
gusto , como despues que nos hemos
vuelto fatuos con él. Sin embargo
es tal nuestra flaqueza en este punto,
que los que podrían distinguirse glo
riosamente por otros títulos , se ce
ban con los elogios de su buen gustov
cuya mala fé conocen. Vuestra since
ridad os hará enemigos irreconcilia
bles aquellas mismas personas que le
vantan la voz contra el amor propio
de los autores de profesion.
Examinemos quáles son las cau
sas de este amor propio excesivo. Las
que me hacen mas fuerza son las si
guientes.
Entre los pueblos salvajes fue la
fuerza la que dio la nobleza y dis
tinciones entre los hombres ; pero en
tre las naciones cultas , en donde la
fuerza está sometida á las leyes que
precaven ó reprimen la violencia ; la
distincion real y personal mas notoria,
y reconocida proviene del espiritu.
Entre nosotros no podrían dar las
fuerzas distincion , ni ser medio de
lograr fortuna ; esto es ventaja del
tra
SOBRE LAS COSTUMBRES. 223
trabajo corporal , que es la parte que
ha tocado á la clase mas infeliz de
ciudadanos. Mas á pesar de la sub
ordinacion que han podido establecer
las leyes, la politica, la prudencia ó
el orgullo ; siempre quedan al espi
ritu en las clases mas obscuras , me
dios de elevacion y de fortuna , de
que se pueden valer , y que les mani
fiestan los exemplos. A falta de las
ventajas efectivas que puede alcanzar
el espiritu , segun la aplicacion que
se haga de él en diferentes profesio
nes , siempre dá alguna consideracion
el mas esteril para hacer fortuna.
¿Pero cómo es que de todas las es
pecies de talentos de que se puede
hacer uso el del buen gusto, ó el de los
talentos brillantes , es el que inspira
mas amor propio ? ¿En qué se funda
su superioridad ? ¿Qué es lo que fa
vorece tanto su pretension ? Vease
de dónde proviene esta ilusion.
Primeramente : Nunca son los
hombres mas zelosos de sus preemi
nencias , que quando las miran como
per
224 Consideraciones
personales ; quando se imaginan no
deberlas sino á si mismos ; y como
piensan que hay tanto menos enten
dimiento , quando los efedros son re
motos , por no entender siempre la
conexión con sus principios , que
quando los signos son inmediatos y
claros ; los que no han nacido para
reflexionar , creen hallar mas clara
mente esta prerogativa en las perso
nas de brillante ingenio , que en nin
gunas otras. Juzgan que pertenece en
propiedad á la persona que está do
tada de él ; y vén ,' ó creen ver , que
los produce de si mismo , y sin auxi
lios extrínsecos ; por no distinguir ab
solutamente estos auxilios , que sin
embargo son muy reales y efeétivos.
No ponen atencion á que , supuesta la
igualdad de talentos , los escritores
mas sobresalientes son siempre los que
mas se han nutrido con la leétura me
ditada de los autores que se han pre^
sentado con mayor brillantéz en la
misma carrera. No se llega á cono
cer bastantemente , como digo , que
el
SOBRE LAS COSTUMBRES. 225
.el hombre mas fecundo , si estuviese
Teducido á solas sus ideas, tendría
pocas : y que por el conocimiento y
.comparacion de las ideas agenas , es
por donde se llega á producir multi
tud de otras , que no se deben sino á
sí mismo. Quien no fuese rico mas que
de propias ideas , sería muy pobre;
pero quien no tuviese sino las agenas,
podria ser además muy mentecato , y
no poner duda en ello.
En segundo lugar , lo que tambien
favorece á la ventajosa opinion que se
tiene de los ingenios brillantes y de
gusto , proviene de un paralelo que
podemos hacer en muchas ocasiones.
Se advierte que el hijo de un hom
bre de ingenio y de talento, hace mu
chas veces esfuerzos inutiles por se
guir los pasos de su padre , que es lo
menos que se puede heredar ; y por
el contrario que el hijo de un sabio lie- '
ga á ser sabio, si quiere. En la Geo
metría y en todas las verdaderas cien
cias , que tienen principios , reglas y
metodo , se puede llegar á esto ; y se
P lie-
226 Consideraciones
llega ordinariamente , si no á la glo
ria , á lo menos á tener los conoci
mientos de sus predecesores.
Se podrá oponer en abono de cier
tas ciencias , que su utilidad es mas
efe&iva , ó mas notoria , que la de los
ingenios de buen gusto ; mas esta ob
jecion mas favorece á las mismas cien
cias que á sus profesores.
Es verdad que el que se dá á co
nocer por las ciencias , está obligado
á hallarse instruido hasta cierto punto,
sin lo qual no se puede engañar gro
seramente á si mismo , y dificilmente
engañará á los otros , si éstos tienen
interés en averiguar la realidad. Mas
aunque las ciencias no están esentas
de charlataneria , es esta mas dificil
en ellas , que en lo que solo tiene rela
cion con el ingenio. Nos engañamos
de buena fé en este punto ; y engaña
mos tambien con bastante facilidad á
los otros ; sobre todo , si no caemos en
el error de publicar obras , y nos li
citamos precisamente al mero titulo
de hombre de ingenio y gusto. Vea
se
SOBRE LAS' COSTUMBRES. 22f
se aqui lo que hace tan comunes las
personas de ingenio , que no debería
este titulo inspirar tanta vanidad.
Pero dejemos aparte este vulgo
de ingenios : ¿en qué fundan su supe
rioridad los autores de merito , cuyas
pruebas son incontestables respecto
de muchas profesiones?
Suponiendo que el talento ó in
genio debiera ser la unica medida de
la estimacion ; sin contar por nada los
diferentes grados de utilidad , y sin
calificar las profesiones sino precisa
mente por la parte de ingenio que pi
den. ;'¿quántas hay que suponen tanta,
y acaso mas penetracion , sagacidad,
presteza , discusion , comparacion y
en una palabra , tanta ó mayor exten
sion de luces , que las mas célebres
obras de gusto y de atractivos?
No citaré lo que mira al gobierno
ó al mando de los exercitos ; se podría
creer que el explendor que acompa
ña á ciertos empleos puede influir en
la estimacion que se hace de las per
sonas que los desempeñan con acier-
P4 to;
228 Consideraciones
to ; y yo sacaría de esto mucha ven
taja. No entraré tampoco en la enu
meracion de todos los diferentes em
pleos ; porque habría entre estos mu
chos mas de los que se cree que ten
drian titulos solidos que presentar.
Pongamos á lo menos la consideracion
en algunas ocupaciones de la sociedad.
El Magistrado que es digno de su
empleo, ¿no debe tener un espíritu jus
to , exaclo , penetrante y diestro para
llegar á alcanzar la verdad por medio
de las nubes con que procuran obscu
recerla la injusticia y la fraudulencia?
¿Para quitarle á la impostura la mas
cara de la innocencia ; para discernir
la innocencia , á pesar del embarazo,
la turbacion ó desmayo , que parece
deponen contra ella ; para distinguir
la seguridad del innocente de la auda
cia del culpable ; para conocer igual
mente , y conciliar la equidad natu
ral , y la ley positiva ; y para hacer
que ceda una á otra segun el interés
de la sociedad , y por consiguiente
de la misma justicia?
¿Se
SOBRE LAS COSTUMBRES. 229
¿Se necesitan menos qualidades en
el orador, para aclarar y presentar
el pleyto sobre que debe el juez pro
nunciar la sentencia ; para dirigir las
luces del Magistrado , y para darselas
alguna vez ? No hablo aqui del arte
pecaminosa de descarriar la justicia.
¡Qué discernimiento , qué delica
deza no pide el arte de la critica en
sus discusiones!
¡Qué fuerza de imaginacion no se
necesita para concebir ciertos siste
mas , que pueden ser falsos , pero que
no por esto dejan de servir para ex
plicar fenomenos , contestar y conci
liar hechos , y hallar verdades nue
vas! ':•/' .-...'!
¡ Qué sagacidad en las ciencias pa
ra inventar metodos , que prueban
extension de luces en sus inventores,
y son tan utiles que conducen con
certidumbre á los mismos que no en
tienden los principios!
No obstante apenas son conocidos
muchos de estos filosofos ; y solo son
célebres los que han causado revolu-
--'.' P3 cio
33° . Consideraciones .
ciones en los espiritus , en tanto.que
yacen en la ignorancia los. que solo
han sido utiles. Nunca es el hombre
menos reconocido á los beneficios,.que
quando los disfruta tranquilamente.
La gloria de los ingenios brillan
tes es muy diferente. La conoce y'. pu
blica el comun de los hombres que se
hallan en estado de concebir sus ideas,
y se reconocen incapaces hasta cierto
punto de producirlas bajo . el aspeéto
con que se las presentan : de aquí na
ce su admiracion. En lugar de que los
filosofos no son conocidos sino de
otros filosofos , y no pueden aspirar
sino á la estimacion de sus iguales; y
esto es lograr una consideracion muy
limitada. ' r, ,
¿ Mas para qué hemos de entrar
en un examen menudo de las ocupa
ciones que se miran como dependien
tes con especialidad del ingenio? Hay
otras muchas que no se ponen por lo
ordinario en esta clase, y no lo requie
ren menos.
Por egemplo , ¿se dudará que no
: - .. se
SOBRE LAS COSTUMBRES. 231
se necesite grande extension de luces
para idear un nuevo ramo de comer
cio , ó para perfeccionar otro ya esta
blecido , ó para descubrir un vicio en
la administracion de las rentas consa
grado por el tiempo?
Se convendrá sin duda en que no
se puede negar ingenb á los que se
han distinguido en las diferentes car
reras que acabo de mencionar ; pero
se dirá , que no se necesita mucho pa
ra caminar debilmente en ellas. Para
responder á esta distincion , basta ha
cer otra igual , y preguntar, ¿qué caso
se hace de los literatos rastreros? Res*-
peéto de estos se procede injustamen
te, estimandolos menos de lo que me
recen.
Se hace tambien otra objecion que
sorprehende , pero es muy endeble.
Se advierte , dicen , que muchos han
adquirido fama en las artes y en cier
tas ciencias , aunque antes habian sido
'incapaces de todo lo demás á que se
aplicaron inutilmente , y lejos de te
ner disposicion de producir la menor
P4 obra
33» Consideraciones
obra de gusto y atra&ivo , apenns tie
nen alcances para una conversacion
corriente. Si esto es asi , hay desde
luego derecho para mirarles como es
pecies de maquinas , cuyos muelles no
tienen mas que un efeéto determinado.
¿Pero se cree que todos los que se
distinguen por la brillantéz de sus in
genios serian igualmente capaces de
todas las otras profesiones , y de los di
ferentes empleos de la sociedad? Aca
so nunca hubieran sido buenos magis
trados , buenos comerciantes , buenos
jurisconsultos, ni buenos artistas. ¿Es-f
tan seguros de que habrian sido capa
ces de todo esto? Lo que han creído en .
su interior ser repugnancia á ciertas
ocupaciones , ¿no podrá ser un indicio
tanto de su incapacidad como de su
disgusto? ¿No habrá ningun egemplo
de ingenios brillantes , que hayan si
do muy limitados en otros artículos,
.aun en los que parece que tienen ( y
tienen en efeéto ) la mayor relacion
con el ingenio , qual es el mero talen
to de la conversacion ? porque éste es
uno
SOBRE LAS COSTUMBRES. 233
uno como qualquiera otro. Se en
contrarían sin duda egemplos , y ha
ríamos muy mal en admirarnos de
ellos. .; '
Para demostrar que la universali
dad de talentos es una quimera , no
quiero tomar mis pruebas en la clase
comun de los ingenios ; subamos has
ta la esfera de aquellos ingenios raros,
que dando honor á la humanidad , hu
millan á los demás hombres con su
comparacion. Newton que adivinó el
sistema del universo , á lo menos por
algun tiempo , no fue tenido como
capaz de todo por las mismas per
sonas que se honraban de tenerle por
compatriota. ;h -a-.
Hallandose Guillermo III. que en
tendia de hombres , embarazado en
un negocio político , le aconsejaron
que consultase á Newton. El Rey di
jo : Newton no es mas que un gran fi
losofo. Este titulo era sin duda un sin
gular elogio: pero en fin en esta oca
sion Newton no era lo que se necesi
taba ; era inepto , y no era mas que
[ un
«34 Consideraciones
un gran filosofo. Es verisimil, aun
que no está demostrado , que si hu
biera aplicada á. la ciencia del gobier
no los trabajos que consagró al cono*
cimiento del universo , no se hubiera
desdeñado el rey Guillermo de sus
consejos.
¿En quántas circunstancias , sobre
quántas qüestiones no habria respon
dido el filosofo á los que le hubieran
aconsejado que consultase al monarca:
Guillermo no es mas que un político y
un gran rey ? .
El principe , y el Filósofo eran
igualmente capaces de conocer los li
mites de su talento : y por el contra
rio un hombre de imaginacion ten
dría por injusticia que reusasen su
diétamen sobre qualquier materia que
fuese* Los hambres de este carac
ter se tienen por capaces de todo : su
falta de experiencia fortifica á su
amor propio , que no puede instruirse
sino por sus yerros , ni disminuirse
sino por los conocimientos que ad
quiera. - «/ (
Los
SOBRE LAS COSTUMBRES. 2 35
'>'''> Los mayores negocios , como soa
los del gobierno , no piden sino talen
tos buenos : los ingenios delicados y
brillantes serian perniciosos ; y los
ingenios grandes rara vez son alli ne
cesarios. Estos hallan reparos en la
direccion; y solo son aptos paralas
revoluciones ; en una palabra son na
cidos para edificar , ó para destruir.
El talento tiene sus limites y sus
extravíos : la razon cultivada nos
basta para todo lo necesario*
Si por una parte hay pocos talen
tos tan determinados á solo un objeto,
que seria absolutamente imposible al
que lo tiene adelantar en ninguna
otra cosa ; se puede por el contrario
sostener , que todo es talento ; esto
es , hablando en general , que con al
guna disposicion natural , á que se
agregue aplicacion , y sobre todo rei
terados exercicios , se puede salir con
qualquier carrera. No pretendo por
esto afirmar mas que una proposicion
general : yo exceptuo los ingenios ex
traordinarios , y las personas del todo
es
236 Consideraciones
estupidas ; que son dos especies de
entes igualmente raros. (1)
Por egemplo , se vén hombres
que no parecen capaces de juntar dos
ideas ; y no obstante estos mismos ha
cen en el juego las combinaciones mas
complicadas, las mas seguras y exaftas,
y con la mayor prontitud. Se necesita
absolutamente talento para estas ope
raciones ; y se dice que tienen el ta
lento , ó habilidad del juego. ¿Y si no
hubiese juego ninguno , se creería
que estos tan sutiles jugadores esta
rían reducidos á sola l3 existencia
material ? Este mismo talento de cál
culo y combinacion se habria podi-
, do
(1) Muchos pasan por inútiles para las cien-
cías y artes , y son capaces de desempeñar
unas y otras. Esto depende no de falta de ta
lento sino de aplicacion ; quiero decir , de
un conato constante , provenida de la resolu
cion del animo empeñado en vencer las dificul
tades que se le presenten. En este caso todo el
que estudia aprende : mas no es estudiar pasar
la vista por un libro , y ocupar la imaginacion
en objetos ¡muy diferentes. Tan natural es al
hombre entender como á las aves volar.
SOBRE LAS COSTUMBRES. 237
do aplicar á las ciencias , y acaso les
abria dado fama.
Las circunstancias son las que
en muchas ocasiones declaran la di
ferencia de los talentos : asi es como
el golpe del pedernal hace saltar la
chispa, rompiendo el equilibrio que la
tenia encerrada.
Lo que es mucho mas raro que los
grandes talentos , es la flexibilidad de
aquellas almas , que conciben un ob
jeto , lo comprehenden , y pueden
despues recaer sobre otro , cuyo inte
rior penetran con fuerza , y presen
tan con claridad. Esta es una vis
ta que en lugar de tener su direc
cion fixa , determinada , y sobre
una sola linea , obra esfericamente.
Estas son las que se pueden llamar al-
mas luminosas : pueden imitar todos
los talentos , sin adelantarlos no obs
tante hasta el mismo grado que las
personas limitadas ; pero si son al
guna vez menos brillantes que los
talentos , son sin duda mucho mas
utiles.
Les
238 Consideraciones
Los talentos son , ó llegan á ser
personales de los que están dotados
de ellos , ó los han adquirido por la
práctica ; en lugar de que las almas
luminosas se comunican , y desen
vuelven los talentos y luces de los
otros. Los que las disfrutan por bene
ficio de la naturaleza, no pueden dejar
de conocerlo , y se hacen interior
mente justicia ; porque la modestia
ni es , ni puede ser sino virtud ex
trínseca ; esto es , un velo con que
se cubren los meritos propios , por
no lastimar los ojos de la envidia ; en
lugar de que la humildad es el conoci
miento , y confesion sincera de la pro
pia debilidad. Tampoco ignoran que
aun este espíritu que parece deberse
unicamente á la naturaleza , tiene casi
tanta necesidad de exercicio como
los talentos para lograr su perfec
cion. Pero si la presuncion llega á
dominarlos , si llegan á ponderar sus
luces , tomando la disposicion de
instruirse facilmente por los cono
cimientos mismos , y su perspicacia y
sa-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 239
sagacidad por experiencia ; caen en
equivocaciones mas groseras que las
personas limitadas, pero atentas. Quan-
do se vá corriendo son mas violen
tas las caidas , que quando se anda
de espacio. Las luces son el primero
de los medios ; sirven para todo , y
no suplen casi por nada.
No es mi animo por cierto en el
examen que acabo de hacer despre
ciar los verdaderos ingenios brillantes.
A la verdad todo se puede con
siderar como talento , ó si se quie
re , como oficio. Pero como hai al
gunos que piden un conjunto de qua-
lidades raras ; la brillantéz de inge
nio es uno de estos. Solo pretendo
que si se halla colocada en la pri
mera clase , no es sola en ella ; que
si se le quiere dar la preferencia
exclusiva , se junta la ridiculéz con
la injusticia ; y que si la mania de pa
sar por ingenios brillantes se aumen
ta y ó se mantiene largo tiempo en el
punto que está , perjudicará infalibler
mente al verdadero ingenio.
:; Con-
240 Consideraciones .-
Contra el exceso y alteracion del
bien es contra lo que nos debemos pre
caucionan : el mal bien distinguido pi
de menos atencion , porque se dá á co
nocer lo bastante por sí mismo; y para
acabar por un egemplo que tiene mu
cha relacion con mi asunto ; sería
problema digno de resolver, exami
nar quinto ha contribuido la impren
ta al progreso de la literatura y cien
cias, y quánto puede dañarles. No me
quiero meter en un examen que pe
diría un tratado particular ; mas pi
do con sencilléz que se tenga presente,
que si la imprenta ha multiplicado las
obras buenas , tambien ha fomentado
un numero espantoso de tratados so
bre diferentes materias ; de suerte que
la persona que quiere aplicarse á un
genero particular , profundizarlo , é
instruirse en él , está obligada á pagar
al estudio un tributo de le&uras inuti
les , desagradables , y muchas veces
contrarias á su objeto. Antes de po
nerse en estado de elegir los princi
pios , ó autores que ha de seguir , gas
ta
SOBRE LAS COSTUMBRES. 24I
ta sus fuerzas.
Recordaré pues en este punto , lo
que he afirmado hablando de la educa
cion ; es á saber , que el mayor servi
cio que las sociedades literarias po
drían hacer el dia de hoy á las letras,
á las ciencias y á las artes , seria for
mar metodos , y señalar rumbos que
ahorrasen trabajo y errores , condu
ciendo á la ' verdad por los caminos
mas cortos -y seguros.
CAPITULO XHL
DE LA RELACIÓN ENTRE
el talento y él caraSler.
CA
«OBRE LAS COSTUMBRES. 255
CAPITULO XIV.
DE LA ESTIMACIÓN,
y Respeto.
JLiO dicho hasta aquí sobre los dife
rentes juicios de los hombres , me em
peña en procurar averiguar las cau
sas.
Todas las facultades de nuestra al
ma se reducen , como se ha visto , á
sentir y pensar : no tenemos mas que
ideas ó afeélos , porque el odio mismo
es solo una rebelion contra lo que se
opone á nuestros afeélos. .
Jamás formariamos juicios falsos
en las cosas puramente espirituales,
si tuviesemos presentes, todas las ideas
que tienen relacion con el objeto de
que queremos juzgar. Jamás se enga
ña nuestro entendimiento sino por no
tener bastante extension , á lo menos
en la materia de que se trata, por
mucha que sea la que por otra parte
pueda tener sobre otras materias. Mas
en
2 g6 Consideraciones
en las que tenemos interés no bastan
nuestras ideas para que sean exaclos
nuestros juicios. En este caso depende
la exactitud del espiritu de la reétitud
del corazon , y de la calma de las pa
siones ; porque yo dudo que una de>-
mostracion matematica parezca ver
dadera al que esté combatido de una
pasion vehementisima : éste supondría
que era un sofisma.
Si estamos apasionados en pro 6
en contra de un objeto , es muy difí
cil que estemos en disposicion de for
mar juicios reétos. Nuestro interés,
mas ó menos oculto , mas Ó menos
bien entendido , pero siempre sentido,
sirve de regla á nuestros juicios.
Hay asuntos sobre que yá ha dado
su sentencia el público , y no los ha
dejado á nuestro examen. Los hom
bres nos conformamos á estas deci
siones por educacion y preocupacion;
pero el mismo público , esto es , la
sociedad , los há adoptado por prin
cipios , que sirven de regla á nuestros
juicios particulares ; quiero decir, por
el
SOBRE LAS COSTUMBRES. 2JJ7
el interés. Todos separadamente mi
ramos nuestro interés personal bien
ó mal entendido : la sociedad ha mi
rado el interés comun , que rectifica
-al interés particular. El interés públi
co , y acaso el interés de los que go
biernan (que siempre es menester dar
por supuesto es justo ) es el que ha
¿i&ado las leyes , y el que forma las
virtudes ; el interés particular es el
que comete los delitos quando se opo
ne al interés comun. El interés públi
co , que es el que fija la opinion gene
ral , es la medida de la estimacion,
del respeto , y del precio verdadero;
esto es , del precio que reconocemos
merecen las mismas cosas. El interés
particular decide de los juicios mas vi
vos é Íntimos , quales son la amistad,
y el amor ; efectos ambos los mas vi
sibles del amor de nosotros mismos.
"Pasemos á la aplicacion de estos prin
cipios. "-:
<¿Qué es la estimacion sino él con-
ceptoque inspira de si mismo lo que es
util á la sociedad ? Mas aunque tenga
-i- - j R esta
258 Consideraciones
esta utilidad necesaria relacion con
todos los miembros de la sociedad ; es
muy habitual , y muy indirecta para
que los particulares la sientan con vi
veza. A consecuencia de esto , nues
tra estimacion no es casi mas que un
juicio que hacemos v y no un afeéto
que nos inflama , como el de la amis
tad que nos inspiran los sujetos que
nos son personalmente utiles. Por uti
lidad personal entiendo no solo socor
ros , servicios y beneficios materia
les , sino tambien el deleite , y todo
lo que puede apasionarnos gustosa y
dulcemente , aunque en la realidad
nos pueda ser despues nocivo. La uti
lidad entendida asi , se debe aplicar,
si juzgamos con exactitud , aun al
amor , que es el mas vivo de todos
los afeétos y pasiones , porque tiene
por objeto lo que miramos como el
mayor bien en el tiempo en que esta
mos apasionados.
Se me opondrá acaso que si el
amor y la estimacion tienen un mis
mo origen , y no difieren , segun rni
pria-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 2^9
principio , sino en grados ; nunca se
deberían hallar juntos el amor y el
desprecio respeéto de un mismo objeto
0 persona; lo que, añadirán, se ha vis
to algunas veces. Ordinariamente no
se hace esta objecion sobre la amis
tad ; porque se supone que un hom
bre de bien amigo de otro desprecia
ble , no le conoce bajo este respeéto:
mas no está ciego , y si llega á impo
nerse en el caraéter que no conocía,
se hará justicia rompiendo la amistad.
No examinaré pues lo concerniente
á la amistad , que no siempre la
hay entre aquellos en quienes se cree
verla. Hay muchas amistades supues
tas ,, bastantes práéticas de agradeci
miento que no son mas que atencio
nes , interesadas algunas veces y nun
ca aficion. ;. i N
Por otra parte , respondiendo á la
x>bjecion sobre la sensacion del amor,
que es la mas viva, creo quedaré escu-
sado de no explicar lo concerniente
á sensaciones ó afeétos mas endebles.
Digo pues, que nunca han tenido
-.- Ra el
o.6o Consideraciones . _.
el amor y el desprecio el mismo objeto
é un mismo tiempo. No entiendo aquí
por amor aquel deseo ardiente , pero
indeterminado, á que todo puede servir
de pabulo , nada fija, y su misma vio
lencia le estorva hacer eleccion. Hablo
del amor que une la voluntad del hom
bre á un objeto con exclusion de otro.
He dicho que el amante de esta espe
cie nunca puede despreciar el objeto
de su afeéto , sobre todo si cree que le
corresponde ; porque si no es asi , pue
de el amor propio , dandose por sen
tido , contrarrestar , y aun destruir al
amor de otro. En efeéto , se ven hom
bres poseídos de vehementísima pa
sion por un objeto que lo es tam
bien del menosprecio general ; pero
lejos de tener parte en este menospre
cio, lo ignoran ; y si antes de estar
apasionados subscribieron á él; lo ol
vidan despues, se retratan de bue
na fé , y claman que es una injusti
cia. Si les acontece en las turbulen
cias tan comunes á los amantes, vitu
perarse y ultrajarse ; estos ultrajes
.sor*
SOBRE LAS COSTUMBRES. l6l
sOn accesos de furor tan poco reflexio
nados que aun ocurren entre aman
tes que tienen la mayor obligacion de
respetarse.
Puede la ceguedad no ser conti
nua 5 puede tener intervalos en que
se averguenze el hombre de su pa
sion ; mas este vislumbre de razon,
no es mas que por un instante , en
que duerme el amor , y despierta bien
presto para desaprobarlo. Si se reco
nocen defeétos en el objeto , lasti
man estos , y atormentan al amor,
pero no le humillan; acaso llegará el
amante hasta conocer su debilidad , y
hasta verse forzado á confesar el
error de su eleccion ; pero esto es
porque no puede refutar los cargos;
esto es por hurtar el cuerpo á la
persecucion , y asegurar su tranqui
lidad contra reparos y golpes que le
fatigan , y no tiene obligacion de
oir desde que conviene en todo. Un
amante está muy lejos de sentir , y
aun de pensar lo que le obligan á
confesar ? sobre todo , si es de un
1 R3 'c*
262 Consideraciones
Caraéter blando : mas por poca cons
tancia que tenga , resistirá con va
lor. Lo que le harán presente como
faltas y bajezas en el objeto de su
pasion , lo creerá desgracias , que le
harán el objeto mas amable ; entrará
despues la compasion á fortificar , y
ennoblecer el amor , á hacer de él
una virtud , y alguna vez con apa
riencia ; no obstante que sea imposi
ble hacer adoptar esto á ciertos cen
sores incapaces de afeelos , ni de
hacer las delicadas y decentes divi
siones que distinguen el vicio de la
desgracia. Deben tener entendido los
que nunca han amado , que por supe
rior que sea su talento , hay una infi
nidad de ideas, quiero decir, de ideas
exaétas , que no pueden alcanzar , y
que están reservadas á solo el corazon.
Dixe que no se podian mirar los
instantes de despique como un esta
do fixo del alma , ni probar que el
menosprecio se una con el amor. Me
queda que desatar el reparo que se
me puede hacer , tomado de las per-
so»
SOBRE LAS COSTUMBRES. «6*3
sonas que tienen constantemente ver
guenza de su adhesion ú amor , y se
ven humilladas á hacer inutilmente
esfuerzos por desprenderse de él. Hay
hombres de estos ciertamente , y en
mayor numero que se cree ; pero no
están de ningun modo enamorados,
sean las que fueren las apariencias que
dén de estarlo.
No hay cosa que se confunda tan
to con el amor y que tenga á veces
mayor oposicion con él , que la fuer
za del hábito ó costumbre. Es mas
dificil desprenderse de esta cadena,
que de el amor mismo , sobre todo
en cierta edad : porque dudo que se
hallen en la juventud los exemplos
que algunos querrían alegar ; no solo
porque los jovenes no han tenido
tiempo de contraer esta costumbre ó
habito , sino porque son incapaces de
contraerla.
El joven que ama un objeto cier
ta y notoriamente despreciable , está
muy lejos de entrar en dudas. Acaso
no ha formado idea de los terminos,
R4 M-
464 Consideraciones
estimacion y menosprecio : está arras
trado de la pasion. Esto es. lo que
siente , y no puedo decir de ningun
modo , esto es lo que sabe. ; porque,
en aquella situacion ni sabe ni .piensa
nada , y solo goza. Si deja de agradar
le este objeto , porque otro le agrada
mas , pensará ó repetirá del primero
todos los males que se quiera. . ,,
En una edad madura no es asi: el
hábito está contraído : se acaba el
amor , y queda la propension. Se des
precia el objeto de ella , si es menos
preciable , porque se conoce tal qual
es; y se conoce tal qual es , porque
yá no hay amor. •
Y puesto que nuestro interés es la
medida de nuestra estimacion , quan-
do nos arrastra aquel hasta darnos
aficion , es muy dificil que podamos
juntar con ésta el menosprecio. El
amor no depende de la estimacion,
pero ésta depende en muchas ocasio
nes del amor.
Confieso que se sirven los hombres
de personas despreciables que recono-.
¿. A cea
SOBRE LAS COSTUMBRES. 265
ten como tales ; pero las miran como
instrumentos viles que les sirven util
mente ; mas de ningun modo las aman;
con estas sucede lo mismo que con
aquellos sugetos á quienes correspon
den otros de mucho honor con el
mayor escrupulo en los obsequios que
reciben de ellos , porque quedarles
agradecidos les sería un peso de mu
cha humillacion. ;
Me atreveré á decir , aunque con
bastante repugnancia , que las perso
nas naturalmente afectuosas no son
por lo ordinario los mejores jueces,
para conocer lo que merece estima
cion relativamente á la sociedad. Los
padres tan tiernos con sus hijos que
llegan á ser debiles , son los menos
á proposito para formar de ellos bue
nos ciudadanos. No obstante nos in
clinamos á amar con preferencia las
personas conocidas por afectuosas y
tiernas ; porque nos persuadimos á
que llegarémos á ser el objeto de
sus afe&os , y nos damos la preferen
cia sobre la sociedad. Hay una espe
cie
a66 Consideraciones
cie de sensibilidad , ó ternura baja,
que no es mas que cierta debilidad de
organos mas digna de compasion que
de agradecimiento. La verdadera
sensibilidad sería la que resultase de
nuestros juicios , y no la que los
formase.
He notado que las personas aman
tes del bien público , que toman in
terés por la causa comun , y. traba
jan por ella sin ambicion , tienen mu
chas^ conexiones y pocas amistades.
Un buen ciudadano que obra como tal,
no es á proposito por lo ordinario para
amigo ni para amante ; y esto no es
precisamente porque esté muy ocupa
do en otras cosas ; sino porque los
hombres no tenemos sino una deter
minada porcion de sensibilidad , que
no se distribuye sin que las porciones
se disminuyan : el fuego de nuestra
alma es en esto muy diferente de la
llama material , cuyo aumento y pro
pagacion depende de la cantidad de su
alimento.
Vemos .entre los pueblos , en que
t ha
SOBRE LAS COSTUMBRES. 267
ha reinado con mayor explendor el
patriotismo , padres que sacrificaron
sus hijos al estado: nos admiramos
de su animo, ó nos escandalizamos
de su barbarie , porque juzgamos de
ellos segun nuestras costumbres. Si es
tuviesemos criados en los mismos
principios , veríamos que á penas hi
cieron sacrificio , porque la patria
era la que reconcentraba todos sus
afeélos , y que no hay objeto á que no
nos puedan algunas veces arrastrar
las preocupaciones infundidas con la
educacion. Entre estos republicanos
la amistad era solo emulacion de la
virtud ; el matrimonio era una ley
de sociedad ; el amor un placer pa-
sagero ; la patria sola era pasion. En
tre ellos , la amistad se confundia
con la estimacion ; y ésta entre noso
tros , como hé dicho , es un mero
juicio del entendimiento , y la otra
una sensacion.
Despues que se há desaparecido el
patriotismo , ó amor verdadero de la
patria , ninguna cosa puede dar me
jor
a 68 Consideraciones
jor su idea , que algunos estableci
mientos que subsisten entre nosotros,
y no son patrioticos absolutamente
respeéto de la sociedad general. Vean
se las comunidades: aquellos ó aque
llas que las componen viven devor
rados por el zelo de su casa ; miran
sus familias como estranas , y no co
nocen sino la que han adoptado. Di
vididos muchas veces por competen
cias personales y por odios parti
culares ; se reunen y tienen solo un
espiritu desde el punto en que se tra
ta del interés de todo el cuerpo. A es
te sacrificarían sus padres , sus ami
gos v si los tienen , y algunas veces
sus mismas personas. Las virtudes
monasticas ceden al espiritu monacal.
El espiritu y favor de los parti
dos sube aun todavia de punto. No
se contentan con lograr ventajas
efectivas ; es de obligacion aborre
cer el partido opuesto ; y esta sola
obligación es la- que está en disposi
cion de cumplir el mayor numero de
Jos partidarios ; y la cumplen reli
gio-
S0ÍRE LAS COSTUMERES. 2 69
giosamente suscitando questiones , que
muchas veces ni ellos mismos entien
den , que á la verdad , ni aun mere
cen ser entendidas , y que por lo mis
ino las han adoptado , y se han de de
fender con mayor teson. En nuestros
dias , y á nuestra misma vista tene
mos exemplares espantosos.
La estimacion es de tan poca
consecuencia en nuestros tiempos , es
tan debil la conexión que induce»
'que nadie teme decir á un hombre:
que le estima , pero que no le ama. Es
to es hacer de una vez tres aétos,
de justicia , de interés personal , y de
franqueza. Es lo mismo que si se di
jera que esta misma persona es un
-buen ciudadano ; pero que hay moti
vos de quejarse de él , ó que desagra
da y nos preferimos á la sociedad: con
fesion que al presente es prueba de un
valor filosofico , que hubiera sido ver
gonzoso en otros tiempos ; porque en
tonces se amaba- la patria , y por con
secuencia los que la servian bien.
La alteracion sobrevenida en
nues-
270 Consideraciones
nuestro tiempo á las costumbres ha
hecho tambien que el respeto que era
entre los pueblos de que he hablado,
el complemento de la estimacion,
quede excluido de ella , y pueda ha
llarse unido con el menosprecio.
El respeto no es mas que la con
fesion de la superioridad de algu
no. Si la superioridad de graduacion
siguiese siempre á la del merito, ó si no
se hubiesen prescrito ceremonias de
respeto , su objeto sería personal,
como lo es el de la estimacion j y
efectivamente ha debido serlo en su
origen , sea de la naturaleza que
fuere el merito de moda. Pero como
algunos hombres no han tenido por
merito , sino el credito de mantenerse
en los empleos que sus abuelos habían
honrado ; no fue posible desde eor
tonces confundir la persona con el res
peto que exigían las dignidades. Esta
distincion se halla tan vulgarmente
establecida el dia de hoy , que ver
mos hombres que reclaman algunas
veces por su empleo lo que no se atre
ve-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 1>] I
verian á pedir por si mismos. Debeis^
dicen humildemente , respetar mi
empleo y la graduacion en que estoy\
haciendose la justicia de no atreverse
á decir : que debeis á mi persona. Si la
modestia obliga tambien á usar el
mismo lenguaje , no es por invencion
suya ; ni jamás ésta habria debido
adoptar el lenguaje del envileci
miento.
La misma reflexion hizo com-
prehender que el respeto que se po
dia negar á una persona á pesar de
la elevacion de su empleo , debía
concederse á la superioridad del
merito á pesar del abatimiento en
que éste se hallase; porque mudan
do el respeto de objeto en la aplica
cion , no ha mudado por esto de
naturaleza , y solo es debido á la
superioridad. A consecuencia de esto,
hay , mucho tiempo há , dos especies
de respeto : el que se debe al merito,
y el que se tributa á los empleos , 6
nacimiento. Esta ultima especie de
respeto consiste unicamente en una
me
272 Consideraciones
mera formula de palabras , ó adema
nes á que se someten las personas
racionales , y de que nadie procura
eximirse sino por necedad ú orgu
llo pueril.
Y pues no tiene el verdadero res
peto por objeto sino la virtud , se
sigue de aqui , que no es tributo
de respeto el que se debe al ingenio
ó talentos. A estos los alabamos , los
estimamos ; esto es , se les aprecia , y
se llega hasta admirarlos ; pero no
se les debe absolutamente respeto,
porque no siempre podrán eximir
se del desprecio. No se despreciará
precisamente lo que se admira , pero
se podrá menospreciar bajo ciertos
respetos lo que se admira bajo otros.
No obstante este discernimiento es ra
ro : todo lo que sorprehende la ima
ginacion de los hombres impide hacer
justicia tan exacta.
En general el menosprecio se apli
ca á los vicios viles , y el odio á los
crimenes audaces , que son por des
gracia superiores al menosprecio, y ha-
cea
SOBRE tAS COSTUMBRES. 273
ten confundir alguna? veces el horro?
con cierta especie de admiracion. No
hablo en particular de la colera , que
no tiene lugar sino en lo que nos
toca personalmente. La colera es un
odio abierto y pasagero ; el odio una
colera retenida y continuada. Consi
derando Jas diferentes graduaciones,
me parece que todo concurre á esta
blecer los principios que he puesto , y
resumiendolos en pocas palabras digo:
Que estimamos lo que es util á la
sociedad ; menospreciamos lo que la es?
dañoso ; amamos lo que nos es perso
nalmente util ^ aborrecemos lo que nos
es contrario ; respetamos lo que es
superior á nosotros , y admiramos lo
que es extraordinario.
. No se trata mas que de aclarar
una equivocacion muy comun , que
hay en esta palabra menosprecio , em
pleada muchas veces en un sentido
diferenttsimo de la idea ó sensacion
que se experimenta. Creen algunos , ó
quieren darlo á entender , que menos
precian á ciertas personas , porque se
'. ,: S era
'«74 Consideraciones
empeñan en despreciarlas. Yo noto
por el contrario que no se hace este
afeétado desprecio de otros , sino pre
cisamente por el enfado dé no poder
los menospreciar , y que- se estima
por fuerza á los mismos contra quie
nes se declama. El menosprecio que
se manifiesta con altanería , ni es in
diferencia , ni desden : es el len
guaje de la envidia , del odio y de
la estimacion , encubiertas bajo el
orgullo ; porque muchas veces el odio
es prueba de que hay mas motivos de
estimacion , que aun la confesion de
una estimacion sincera. '
CAPITULO XV,
DEL P RE CIO EFECTIVO*
de las cosas*
H¡ LEmos examinado en el capitulo
que precede la estimacion solo relati
vamente á las personas ; apliquemos
nuestros principios á los juicios que
hacemos del precio efe&ivo de las co
sa^
SOBRE LAS COSTUMBRES. 275
fias ; y en este caso estimar no quie
re, decir mas que apreciar.
¿ En qué proporcion estimamos üi
apreciamos las cosas? En la de su
utilidad combinada con su rareza ó
escaséz ; y este segundo modo de con
siderarlas , esto es , por la rareza , es
lo que distingue el precio que pone
mos á las cosas , respeéto de la esti
macion que hacemos de las personas.
En efeéto la estimacion que hace
mos de un hombre no se disminuye
absolutamente aunque encontremos
otros tan estimables ; siendo asi que el
precio que ponemos á una cosa ra
ra, se disminuye inmediatamente que
es comun, Esta distincion es tan se
gura que no estimamos las personas
por su rareza , sinoen caso de consi
derarlas como cosas. Tal es por exera-
plo la estimacion que hacemos de las
.habilidades ; porque en este caso ha
cemos abstraccion de estas respecto
.de las personas que las tienen.
Es necesario observar tambien
¡.respecto de las cosas , como lo hé h&-
*.'.¿ Sa cho
1^6 Consideraciones
cho hablando de las personas , que el
placer efectivo , ó de convencion , que
nos pueden dar alhagando nuestros
sentidos , ó nuestro amor propio , se
reduce á su utilidad , y siempre se
combina con la rareza en orden al
precio que les ponemos. Añadamos
que la utilidad se mide siempre por
su extension : de modo que de dos co
rsas , cuya utilidad y rareza son igua
les ; aquella utilidad merece mas esti
mación , que es comun á mayor nu
mero de hombres : y estos tres movi
les del precio que ponemos á las co
sas , es á saber, la utilidad , la exten
sion de esta , y la rareza , se combi
nan infinitamente , pero siempre bajo
las mismas leyes.
Aclaremos estos principios coa
exemplos. Las cosas de primera nece
sidad , por exemplo el pan y el agua,
no pueden ser raras , pues sin esto no
serian necesarias: no siendo raras, no
pueden merecer nuestra estimacion:
pero si por desgracia dejan de ser co
munes en algún tiempo , ¿ qué precio
-
f
SOBRE I^S COSTUMBRES. 277
lio les pondremos ? Este principio es
k regla del comercio.
¿ Cómo resolvemos sobre el precio
de todas las cosas materiales ? Por la
misma ley. Apreciamos mucho un dia
mante, i En qué consiste su utilidad?
'En su brillantéz, en el gusto pasagero
del bien parecer , y sobre todo en la-
frivola vanidad que nos resulta de ser
tenidos por opulentos t y de los efedros
de esto. Mas por otra parte su rarezi
es de primera clase , y los grados de
rareza pueden compensar ó exceden
los grados de utilidad que tendrían
otras cosas. Además de esto , la utili
dad del diamante bajo otro aspeéto es
muy grande , pues está en la clase
de las riquezas y estas son representati
vas de todas las utilidades físicas.
Pasemos á las habilidades : ¿ por
dónde las miraremos? por la com
binacion de su utilidad yá sea res-
peéto de las comodidades , yá de loa
placeres , por el numero de los que
las disfrutan , y por la escaséz de las
personas que las tienenj , . ; :u
S3 bur
C78 Consideraciones
Las artes , ú oficios de primeis
necesidad son poco estimados , porque
todo el mundo está en disposicion de
exercerlos , y están abandonados á
una parte de la sociedad la menos
apreciada por desgracia .
No se hace estimacion de los la
bradores , y deberían inspirarnos
agradecimiento > compasion y hu
manidad. Pero suponiendo como im
posible , que solo hubiese un hombre
capaz de proporcionarnos las mieses;
haríamos dé él un ídolo ó semi-Díos,
y su veneracion no se disminuiría
hasta que hubiera comunicado sus
luces , y adquirido por lo mismo
mayor derecho á que le estuviesemos
agradecidos. Despues de su muerte
se podria tributar á su memoria lo
que se habría negado á su persona. Y
esto es lo que mereció honores di
vinos á ciertos inventores : hay mu
chas divinidades en el paganismo,
gne no tuvieron otro origen.
. Por lo: que mira á las artes de
mero gusto , cuya utilidad consiste en
a, so
SOBRE LAS COSTUMBRES. 279
solo el deleite que causan , ¿ en qué,
grado de estimacion las pondremos?
¿ No las calificamos segun los grados
de placer, y el numero de personas
que pueden gozarlo?
Pocas artes hay á que en gene
ral sean los hombres mas sensibles que
á la musica : en suposicion de que el
gusto que ésta les ,dá depende de
la execucion , parece que deberian ser
preferidos los Musicos que executan)
Jas piezas á los que las ponen en mu-
sica ; pero por otra parte los compo
sitores son mas raros , y su utilidad
mas estendida : sus composiciones se
pueden conducir á todas partes , y
executarse en ellas ; en lugar de que
el talento de la execucion , aun el mas
sobresaliente que pueda darse , está
limitado al deleite de pocas personas»
á lo menos en comparacion del como
positor..
Lo raro de una cosa , si no tiene
alguna utilidad , no puede merecer es-
limacion. El que tiraba y metia los
granos de mijo por el ojo de unaagu.s
S4 ja»
a9o Consideraciones
Ja , era verisimil mente unico ; perd
esta destreza no era de utilidad alguna,
tú aun era curiosidad de gusto la que
podia excitar. Hay muchas cosas que
deseamos ver , no por el deleite que
causan , sino por reconocer si las
hay.
i Por qué razon las obras de inge
nio , prescindiendo de su principal
utilidad , merecen mayor estimacion,
y dan mas reputacion que las habilida
des mas raras ? Esto consiste en la ven
taja que tienen de propagarse , y
agradar igualmente en todas partes
á los que son capaces de conocerlas.
Quizás Corneille no fue un hombre
mas raro que Lully , y Rameau : sin
embargo sus nombres no están en
una misma linea ; porque hay mayor
numero de hombres que pueden go
zar las bellezas de las obras de Cor
neille , que de las de Rameau , y Lu
lly , y porque el placer que nace de
las obras del ingenio dilatando el
de los leétores , ó moviendoles el co
razon , lisonjea el modo de pensar
1
SOBRE LAS COSTUMBRES. 28 r
y el amor propio , y debe por conse
cuencia exceder en mas ocasiones al
deleite de los sentidos que es el que
suscitan las habilidades.
No es esto porque hagamos en
nuestros juicios una analisis tan exac
ta , y una comparacion tan geometri
ca : la justicia natural nos las ins
pira, y el examen reflexionado las
confirma. t
Si se recorren las ciencias y las
artes , si se pesan en esta balanza, se
verá que la estimación que se les dá,
procede siempre de los mismos prin
cipios , que se estienden aun sobre
la politica y ciencia del gobierno.
Muchas veces se há buscado quál
Sea el mejor de estos : unos se deter
minan por uno ; otros por otro , se
gun el gusto particular ; y algunosjuz
gan que la forma del gobierno debe
ser local y acomodada al caradter
de los pueblos. Esto quizá será cierto:
pero sea qual fuere la forma que se
prefiera , siempre hay una regla an
terior que se toma de la utilidad mas
es
a82 Consideraciones
estendida , y es : El mejor de los go
biernos no es el que hace á los hom
bres mas felices , sino el que hace mar
yor numero de felices.
¿Quantos infelices será preciso har
cer para subministrar los materiales
de lo que causa , ó debería causar la
felicidad de algunos particulares , que
ni aun la saben disfrutar ? Las perso
nas en cuyas manos está la suerte de
los hombres , deben dirigir siempre
sus cálculos á la suma total , quiero
decir , al pueblo. Lo que se necesita
para la felicidad física de un señor, (i)
bastaría muchas veces para hacer la
de toda su aldea.
To-
■ ' . n
(i) Por el contrario : la contribucion que no
gravaría á un señor , oprime á un pueblo. Es
desgracia que á mas de la desiguaidad inmensa
<Je fortunas, recaiga el mayor gravamen sobre los
infelices. Esta consideracion , yá que no deba
igualar las fortunas , debería arreglar con pro
porcion los gravamenes , y limitar tambien ea
los grandes señores , o su desarreglo, o sus gas
tos , ó aus liberalidades , que por lo regular se
hacen con el pan que se quita á la'hambrien-i
sa familia de un. aldeano- . '..' . '' ..'..*jt'
SOBRE LAS COSTUMBRES. 283
Todo es , y debe ser calculo en»
nuestra conduéla ; si caemos en algu
nos yerros es porque nuestro cálculo
ó por falta de luces , ó por ignoran
cia , ó pasion , no abraza todo lo que
debe constar en las resultas ó su
mas.
Y no es esto porque las pasiones
mismas no formen sus cálculos , y á
veces con gran finura ; sino porque
no valúan todos los tiempos que de
berian entrar en el cálculo , y de
aqui nacen los errores : voy á expli
carme.
La prudencia en la conduela pen
de de la experiencia , de la precaucion,
y del juicio que se hace de las circuns
tancias : se debe en consecuencia po
ner atencion á lo pasado, á lo pre
sente , y á lo futuro ; mas las pasio
nes solo miran de cada vez uno de
estos objetos , lo presente , ó lo futu
ro, y nunca lo pasado. Algunos exem-
plos hacen sensible esta verdad.
El amor solo se ocupa en lo pre
sente 5 busca el deleite a¿tual , olvida
los
284 Consideraciones
tos males pasados , y nunca prevés
lo futuro.
La colera , el odio , y la ven
ganza que es su efeéto , juzgan del
mismo modo que el amor. Estas pa
siones toman siempre el mejor parti
do que pueden para su felicidad pre-*
sente : lo futuro es solo lo que causa
su desgracia. La ambicion , por el con
trario , solo mira 10 que está por ve
nir : lo que era antes el objeto de su
esperanza , no es sino un medio para
ella , desde el mismo instante en que
llegó á verificarlo y conseguirlo.
. La avaricia y la ambicion jue
gan igualmente , con sola la diferen
cia de que la una se vé atormentada
por la esperanza , y la otra por el te
mor. El ambicioso espera de grado
en grado conseguirlo todo ; el avaro
teme que todo lo ha de perder ; ni
uno , ni otro saben disfrutarlo.
La avaricia , como las demás pa
siones , no es otra cosa que un
amor propio duplicado ; mas siempre
procede con timidéz y desconfian
za.
SOBRE LAS COSTUMBRES. 28$
da. El avaro , recelandose de todos
los males , desea ardientemente las
riquezas , que mira como equivalente
de todos los bienes. No es tan duro
consigo mismo como se le supone;
calcula muy finamente ; saca conse
cuencias exaétas de un principio falso,
y encuentra bastante fruicion en sus
privaciones. No hay cosa de que no
se prive con la esperanza de gozarlo
todo. En el mismo instante en que se
niega un gusto , goza confusamente
de todos los que conoce puede pro
porcionarse. Las privaciones verdade
ras son violentas ; las del avaro vo
luntarias. La avaricia es la mas vil de
las pasiones , pero no la mas infeliz.
Nunca nos podremos dedicar so
bradamente á corregir y arreglar las
pasiones que hacen infelices á los
hombres sin envilecerlos ; y debemos
.hacer mas y mas odiosas las que
sin hacerlos infelices , los envilecen,
y perjudican á la sociedad , que debe
§er el primer objeto de nuestra aficion.
CA
a86 Consideraciones
CAPITULO XVI.
DEL AGRADECIMIENTO
é ingratitud.
N<OS quejamos del gran numero de
ingratos , y vemos pocos bienhecho
res; parece que deberían ser tan
comunes los unos como los otros.
Es por consecuencia necesario , ó que
el corto numero que se encuentra de
bienhechores , multiplique prodigio
samente sus beneficios , ó que esten
mal fundadas la mayor parte de las
quejas sobre la ingratitud.
Para aclarar esta question , basta
rá determinar las ideas que se aplican
Á los terminos de bienhechor , y de
ingrato. Bienhechor es una de aque
llas voces compuestas que llevan conr
sigo su definicion.
Bienhechor es el que hace bien:
sus aélos se pueden considerar bajo
tres aspectos ; beneficios , gracias , y
servicios. . . <.. ....
El beneficio/ es un aéto libre de
par->
SOBftE LAS COSTUMBRES. 287
parte del que lo hace , aunque quien
lo recibe pueda ser digno de él.
Una gracia es un bien á que no
tiene derecho alguno el que la recibe;
ó es el perdon que se le concede de
lina pena merecida.
; Un servicio , socorro , ó empeño es
Un auxilio con que se contribuye áque
se consiga algun bien.
Los principios que mueven á obrar
al bienhechor son ó la bondad , ó
el orgullo , ó tambien el interés.
El verdadero bienhechor cede á
su inclinacion natural que le esti
mula á obligar á otros , y halla en el
bien que hace una satisfaccion , que
es á un mismo tiempo su primer me
rito y la primera recompensa de sa
accion: pero no todos los beneficios
proceden de beneficencia. A veces
está tan lejos el bienhechor de esta
virtud , como el pródigo de la gene*
rosidad. La prodigalidad vá unida
muchísimas veces con la avaricia , y
un beneficio puede tener por princi
pio unico el orgullo.
Un
288 Consideraciones
Un bienhechor presuntuoso pro-*
cura hacer ver á los demás y á sí mis
mo la superioridad que tiene sobre el
que le queda obligado. Insensible á
Ja situacion de los infelices , é inca
paz de virtud , no se deben atribuir
las apariencias de que hace ostenta
cion , sino á los testigos que le pue
den estar viendo.
Hay tambien otra tercera especie
de beneficios que, sin tener por prin
cipios la virtud ni el orgullo , proce
den de una esperanza interesada. Se
procuran grangear de antemano aque
llos que preveemos poder necesitar
despues.
No hay cosa mas comun que estos
cambios interesados , ni tan rara co
mo los servicios ú obsequios sincé
ros.
. Sin afeétar aqui divisiones parale
las y simetricas , se pueden conside
rar los ingratos , asi como los bien
hechores , bajo tres aspeólos diferen
tes.
La ingratitud consiste en olvidar,
SOBRE LAS COSTUMBRES. 289
en no reconocer,ó en reconocer mal los
beneficios ; y tiene por principios la in
sensibilidad , el orgullo , 6 el interés.
La primera especie de ingratitud
es la de las almas debiles , ligeras , y
sin subsistencia. Afligidas con la ne
cesidad presente , sin atencion á lo
futuro < no conservan idea alguna de
lo pasado 5 piden sin trabajo * reci
ben sin verguenza , y olvidan sin re
mordimiento. Dignas de desprecio,
ó quando mas de compasion , se les
puede hacer bien por caridad ^ sin es
timarlas tanto que se llegue á aborre
cerlasé
Pero ninguna cosa puede librar de
la indignacion á aquellos que no pu-
diendo disimular los beneficios que
han recibido , procuran sin embargo
desconocer á sus bienhechores. Mu
chas veces despues de haber reclama
do sus socorros con baxeza , se rebe
la su orgullo contra .todos los años de
agradecimiento que le pueden traer á
la memoria la situacion que les humi
llaba ; se averguenzan de la desgracia>
y nunca del vicio ; y por una conse-
T cuea-.
«290 Consideraciones
cuencia de su mismo caracter , son
capaces, si llegan á tener prosperidad,
de ofrecer por obstentacion lo que
niegan á la justicia: aspiran á usur
par la gloria de la virtud , y faltan i
las obligaciones mas sagradas.
Respeéto de estos hombres menos
odiosos que los que son injustos por
orgullo , y aun mas despreciables
que las almas ligeras y sin prin
cipios , de que poco antes hablé;
hacen los tales trafico del agrade
cimiento, y creen poder arreglar á
un cálculo aritmetico los socorros
que han recibido. Ignoran ( porque
para saberlo seria preciso experimen
tarlo ) ignoran , digo , que no hay
adecuacion entre los modos de pen
sar y los afeétos ; que es imponde
rable la ventaja que tiene el bien
hechor sobre el que recibió sus be
neficios anticipados á la necesidad;
<jue seria preciso para establecer la
igualdad sin destruir la obligacion, que
el público tocado de acciones tan bri
llantes de agradecimiento , mirase
como una felicidad del bienhechor
-., o:. i IOS
SOBRE LAS COSTUMBRES. 29 1
los servicios que huviese hecho : sin
esto , jamás se perderán sus derechos,
y no pueden perderse , sino por el
abuso que él mismo haga de ellos.
Considerando los diferentes ca
racteres de la ingratitud , se ve en qué
consiste el del agradecimiento. Este:
es una propension que une al agrade
cido con el bienhechor , con deseo
de hacerle ver su inclinacion por los
efeétos, ó á lomenos por una con
fesion del beneficio que publica con
gusto en las ocasiones que propon
ciona con candor y de que se vale
con cuidado. No confundo con este
noble sentimiento la ostentacion viva y
fria , ni la adulacion servil , que pare
ce , y en efe¿to es una demanda ó
peticion nueva mas bien que agra
decimiento. Hé visto alguno de es
tos aduladores , siempre codiciosos^
y nunca avergonzados de recibir exa
gerar los beneficios , y desperdiciar
los elogios , por mover y animar los
bienhechores , mas no por recompea-í
«arlos. -J! .... . .,; ... ¡¡;:;;.;>'¡ !{i
Se fingen apasionados , y nada se
v T 3 apa
aoa Consideraciones
apasionan , pero alaban. No hay hom
bre colocado en dignidad que no pue
da contar al rededor de sí algunos de
estos apasionados fríos que le impor
tunan y adulan.
Sé que deben ocultarse los socor
ros ó servicios , pero no el agradeci
miento ; este admite , y exige algu
nas veces , cierta especie de explen-
dor noble , libre y lisonjero ; mas los
transportes excesivos , las demostra
ciones intempestivas son siempre sos
pechosas de falsedad t ó necedad , á
menos que no procedan de los pri
meros movimientos de un corazon en
ardecido , ó de una imaginacion viva,
ó se dirijan á un bienhechor de quien
yá no se pretenda cosa alguna.
Dire mas , y lo diré libremente:
quiero que el agradecimiento cueste
trabajo al corazon ; esto es , que en
tre con dificultad en ser agradecido,
aunque lo sea con gusto una vez que
se hizo cargo de agradecer. No hay
hombres mas agradecidos que los
que no se dejan obligar de todos ; co-*
nocen Jas obligaciones que contraen,
SOBRE LAS COSTOMBUES. 293
y no quieren sujetarse sino á los que
estiman. Nunca tenemos mas ansia de
pagar una deuda , que quando la
contrajimos con repugnancia ; y el
que solo pide prestado por necesidad,
se afligiria de no poder pagar.
Añadiré que no es necesario expe
rimentar vivisimos afeelos de agrade
cimiento, para tener la correspon
dencia mas exacta y mas brillante.
Se puede por una especie de carac
ter de altivéz muy diferente del orgu
llo , aspirar á que el bienhechor
pierda á fuerza de obsequios| la supe
rioridad que adquirió , ó á disminuir
la por lo menos.
En vano se objetará que las accio
nes sin los dictamenes del animo no
bastan para la virtud. Yo responderé
que los hombres deben procurar des
de luego hacer que sus acciones sean
honestas ; y muy en breve se confor
mará con ellas su modo de pensar : es
mas ordinario pensar conforme á
las acciones , que obrar conforme á
los principios ó dictamenes. Por otra
parte , este amor propio bien enten
T3 di-
294 Consideraciones
dido , es el origen de las virtudes mo*
rales , y el primer vinculo de la so
ciedad.
Mas supuesto que los principios
de los beneficios son tan diferentes,
¿deberá ser siempre el agradecimien
to de la misma naturaleza ? ¿ Qué
concepto ó afeelo debemos al que por
un movimiento de caridad pasagera
habrá concedido una minima parte
de lo superfluo que tiene al que está
en urgente necesidad ? ¿ Al que por
obstentacion , ó flaqueza exerce su
prodigalidad , sin acepcion de perso
nas , sin distincion de merito , ó de
necesidades ? ¿Al que por inquietud y
por una necesidad maquinal de obrar,
de enredar y entremeterse en todo,
ofrece indiferentemente á todo él
mundo sus diligencias , sus cuidados
y sus solicitudes ? .''.'' '<:.
Convengo en que se haga distin
cion entre los que acabo de pintar;
.pero en fin les deberé el mismo con
cepto y afecto que á un bienhechor
ilustre , compasivo , que aun arregla
•su compasion á la estimacion , necesi
dad
SOBRE 1.AS COSTUMBRES. 295
dad y efectos que prevee pueden te
ner sus servicios, ¿á un bienhechor que
recargando sobre sí mismo,acorta mas
y mas sus gastos necesarios para so
correr á una necesidad mas urgente,
pero estraña para él ? Las virtudes
se deben graduar mas bien por sus
principios que por sus efectos. Los
beneficios se deben juzgar no tanto
por la ventaja que resulta al obligado
que los recibe, quanto por el sacrifi
cio que hace el que obliga con ellos.
Ños engañaríamos mucho en pen
sar que se favorece á los ingratos
dejandoles la libertad de examinar los
verdaderos motivos de los beneficios.
Nunca puede ser este examen favora
ble á la ingratitud , y algunas veces
añade merito al agradecimiento. En
efecto , sea qual fuere el juicio que
podamos justamente formar de un ob
sequio ó servicio , y sea qual fuere el
precio que le podamos poner con res-
peéto á los motivos ; no por eso es
tamos menos obligados á los mismos
deberes prá&icos respecto del agra
decimiento , y cuesta menos el cum-
T4 plir
396 CONSIDERACIONES
plirlos por propio diétamen que poí
obligacion,
Ni es dificil conocer qué obliga^
ciones son estas : las ocasiones las in
dican ; no nos engañamos en ellas ; y
nunca somos mas bien juzgados que
por nosotros mismos. No obstante
hay circunstancias delicadas en que se
debe poner tanta mayor atencion,
quanto que podríamos faltar al honor,
creyendo satisfacer á la justicia. Esto
sucede quando abusando el bienhe*.
chor de Jos beneficios que há hecho,
pasa á ser tirano , y llega por el orgu^
lio é injusticia de sus procederes hasta
perder sus derechos. En este caso,
i quáles son los deberes del obligado?
Los mismos,
Confieso que es duro estQ dicta
men , pero no estoy menos persuadi
do de que el bienhechor puede perde*
sus derechos , sin que el obligado
quede libre de sus obligaciones , aun-?
que lo quede de su agradecimiento in
terior. Comprehendo que yá no le se
rá afeéto de corazon , y que acaso Mel
gará hasta aborrecerle ; pero no que-
" da
SOBRE LAS COSTUMBRES. 297
dará menos sujeto á las obligaciones
que contrajo. . .
Vn hombre que se vé ultrajado
por su bienhechor , es mas digno de
compasion que un bienhechor que
solo encuentra ingratos. La ingratitud
aflige mas que hiere á los corazones
generosos ; sienten éstos mas compa
sion que odio; y el conocimiento de
su superioridad les consuela.
Mas no sucede lo mismo en el
estado de humillacion á que se vé re
ducido un hombre por un bienhechot
orgulloso: como es preciso entonces
sufrir sin quejarse , despreciar , y
honrar á su tirano; se halla muy ator»
mentada interiormente una alma gran*
de ; y es tanto mas capaz de aborrecer,
quanto no encuentra consuelo ni re
curso alguno en su amor propio : en
consecuencia será mas capaz de abor
recer que un corazon bajo y nacido
para vilezas. Solo hablo aqui del ca
racter general del hombre mirado en
si mismo , y no segun los principios de
la moral acrisolada por la religion.
Quedamos pues siempre , respailo
del
298 Consideraciones
del bienhechor, en una dependencia dé
que solo puede libertarnos el público*
Hay pocos hombres , dirá alguno,
que sean objeto del interés , ó de la
atencion del público. Pero nadie hay
que no tenga su público , quiero decir,
una porcion de la sociedad comun de
la que él mismo hace una parte. Es
te es el público cuyo juicio se debe
esperar sin preocuparle , y aun sin
solicitarle. Las almas debiles fueron
las que imaginaron las demandas, ó
querellas : las almas fuertes nunca se
valen de estas ; y la prudencia debe
hacer temible el emprenderlas. Las
apologias que en materia de porte ó
conduela no son precisadas , ha
cen lo mismo en el animo del público,
que las precauciones del culpable;
á veces sirven de coviccion \ quan*
do mas , resulta una escusa , y rara
vez una justificacion.
Hay hombre que por honradéz y
prudencia se contiene en los moti
vos que tiene de queja , y tendria á
gran dicha verse precisado á justifi
carse: muchas veces pasaria de acu
sa
SOBRE LAS COSTUMBRES. 299
saáo á ser acusador , y confundiría á
su tirano. En tales casos sería el silen
cio una insensibilidad despreciable.
Una defensa firme y decorosa con
tra una reconvencion injusta de ingra
titud , es obligacion tan sagrada como
el ser agradecido por un beneficio.
Sin embargo debemos confesar
que siempre es desgracia verse en ta
les circunstancias ; la situacion mas
cruel es la de hallarnos precisados á
quejarnos de aquellos á quienes esta
mos obligados.
Mas no tenemos precision de man
tener la misma reserva con los bien
hechores falsos : hablo de estos finji-
dos protectores , que se valen de su
gerarquia para usurpar este titulo.
Sin beneficencia y acaso sin credito;
sin haber hecho servicio alguno , pro
curan , á fuerza de obstentacion , ga
nar clientes , ó apasionados , que al
guna vez les son utiles , y nunca les
sirven de gravamen. Su orgullo in
genito y connatural les hace creer
que tratar á otros os hacerles beneficio.
Si por honor ó razón es preciso aban-
do
300 Consideraciones
donar su comunicacion , gritan que
es ingratitud , para evitar de este
modo la reconvencion. Verdad es que
hay obsequios de muchas especies:
una mera palabra , un dicho á pro
posito con conocimiento ó con valor,
es á veces un servicio señalado , que
exige mas agradecimiento que mu
chos beneficios materiales ; asi como
«na confesion pública de estar obli
gado , es tambien á veces el afto mas
noble de agradecimiento.
Se distingue facilmente el bien
hechor real del protector imaginario:
cierta especie de urbanidad nos puede»
estorvar que contradigamos abierta
mente á la ostentacion de este ulti
mo : asimismo hay ocasiones en que
se debe un reconocimiento urbano á
las demostraciones de un zelo que so
lo es exterior. Pero si no se pueden
.cumplir estas obligaciones de uso
sipo haciendo plenamente justicia,
quiero decir , confesando claramente
la deuda que, se tiene al verdadero
bienhechor ; • es una ingratitud efec
tiva este agradecimiento falsamente
. , apli-
SOBRE LAS COSTUMBRES. 301
aplicado ó partido ; ingratitud que
110 es rara ,y trahe su origen dela co
bardía 4 del interés ó de la necedad*
Es cobardia é infamia no defender
los derechos de su verdadero bienhe
chor. Solo por viles intereses puede
caer el hombre en subscribir á una
obligacion que no tiene ; y es que nos
lisonjeamos de ganar por este medio
un hombre vano , para veriñcarla al
gun dia ; en fin es estraña necedad po
nerse gratuitamente en sugecion.
En efecto , estos protectores apa
rentes se alucinan á si mismos despues
de haber alucinado al público , y sa
can ventaja para exercer su imperio
sobre los timidos que les complacen: la
superioridad de clase favorece bajo este
aspeéto al error , y el exercicio de su
tirania la confirma. Nadie debe esperar
que la amistad sea la recompensa de
su adhesion servil. Ni es estraño que
un superior se deje subyugar y envi
lecer por un subdito ; pero si lo es * y
mucho mas r que se sujete á la igual
dad , aunque sea á la privada y ocul
ta; digo igualdad privada , porque es-
:¿ toy
302 Consideraciones
toy muy lexos de querer desterrar por
un humor tetrico y maligno, qual era
el de los Cínicos , los respetos ó aten
ciones á que obliga la subordinacion.
Esta es una ley necesaria de la socie
dad , que solo ofende á los orgullosos,
y nada incomoda á las almas nacidas
para vivir con arreglo. Solo quisiera
que la diferencia de clases no fuera la
regla de la estimacion , como lo debe
ser de los respetos ; y que el agrade
cimiento fuera un precioso vinculo que
uniese , y no una cadena que humilla
se y se diese á conocer solo por su pe
so. Todos los hombres tienen sus obli
gaciones respectivas ; mas no todos tie
nen la misma disposicion para cum
plirlas ; hay unos mas agradecidos que;
otros ; y muchas vec^s he oido promo
ver sobre este asunto una opinion que
no me parece justa ni decente. El ca
racter vengativo , dicen , proviene del
mismo principio que el caraéter agra
decido ; porque es igualmente natural
acordarse de los buenos y de los
malos pasos que se han dado en pro y
en contra de nosotros. . -¿l '...
Si
SOBRE LAS COSTUMBRES. 303
Si el mero recuerdo del bien y del
tnal que se ha experimentado fuera la
regla del resentimiento que se conser
va , tendrían razon ; mas no hay co
sa tan diferente , ni aun tan indepen
diente la una de la otra. El espiri
tu vengativo proviene del orgullo
unido por lo regular con el conoci
miento de su propia flaqueza. El
hombre se estima demasiado , y teme
mucho. El agradecimiento muestra
desde luego un modo de pensar justo,
y aun supone una alma dispuesta á
amar , á la que sería un tormento
aborrecer , y que se exime de esto mas
por su natural dulzura que por la
reflexion. Hay ciertamente unos ca
racteres mas atractivos que otros , y
son agradecidos por el mismo princi
pio que les impide ser vengativos.
Los corazones nobles perdonan á
'sus inferiores por compasion ; á sus
iguales por generosidad , y solo con
tra sus superiores, quiero decir, con
tra los mas poderosos que ellos , pue
den conservar alguna vez resentimien
to y procurar satisfacerlo. El peli-
'- . :V''
r. .
9
304 Consideraciones
gro que encuentran en la venganza
los alucina \ y creen hallar gloria en
él. Mas lo que prueba que no hay
odio alguno en su corazon *. es que la
menor satisfaccion los desarma , los
mueve y enternece.
Para resumir en pocas palabras los
principios que hé procurado estable-
cer ; los Bienhechores deben tener
consideracion con aquellos á quienes
obligaron , y estos contrahen obliga
ciones de que no pueden absolutamente
dispensarse* No se deberian en conse
cuencia repartir los beneficios sino
con discernimiento ; pero á lo menos
se arriesga poco en esparcirlos sin
eleccion ; y por el contrario los que
los reciben contrahen obligaciones tan
sagradas , que nunca estará de mas
su cuidado para no contraherlas , sino
con aquellos á quienes podrán estimar
siempre* Si esto sucediera , serian las
obligaciones mas raras de lo que son;
pero todas se cumplirian. Añadiré * que
si cada uno practicara todo el bien que
sin incomodarse puede hacer , no ha
bria ningun infeliz*
FIN,
BIBLIOTECA DE CATALUNYA
1001191755
Biblioteca
de Calalunva
3F
''$£*
&
BIBLIOTECA
DE
MITOLOGÍA clasica
"CAN TRAVE"
CUBEI.LES
Sala JM¿1
al
a
a
a
a
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£1 H $»