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2018
Unidad nº1:
Fundamentos teóricos del retorno al sentido de Freud.
La ley simbólica y el orden del lenguaje. Palabra vacía y palabra plena
Esquema Lambda.
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desde el momento en que comprometemos al sujeto, implícitamente en una búsqueda de la verdad comenzamos a
constituir su ignorancia”.
O sea en el momento en que se empieza a abrir las vías de la verdad, es el mismo momento en que se empieza a
constituir la ignorancia. En ese sentido el psicoanálisis es una práctica de la ignorancia y el analista no puede saber
del analizante más allá de lo que ha asociado en una sesión, allí se sitúa la ignorancia. Todo lo que tenga que ver con
conocimiento, con conocer, va a estar en relación al desconocimiento del Yo. Conocer y desconocer constituyen un
par para pensarlos juntos.
La práctica del psicoanálisis es una práctica de la ignorancia, porque la misma da como efecto la producción del
inconsciente en transferencia.
Ignorancia
Analista Analizante
Del lado del analista es una docta ignorancia: el analista Del lado del analizante, la ignorancia se ubica en relación a
no sabe más allá de las asociaciones del analizante. Seria la posibilidad, en transferencia, de asociar libremente, más
“no gobernar, no educar” compatible con la “atención allá de la lógica, del sentido común, de lo que sabe,
flotante freudiana”. apostando a que va a tener un sentido, pero un sentido
Si el analista no está en posición de docta ignorancia, se que siempre se le escapa.
pone en juego el incesto: algún conocimiento es posible.
La docta ignorancia sostiene una diferencia entre las
palabras y las cosas, no sostener esa diferencia es
incestuoso, es darle un objeto a la pulsión, un objeto al
deseo.
El desconocimiento no es la ignorancia, se articula a la inercia del Yo, no toca la estructura del sujeto, es palabra
vacía. El conocimiento- desconocimiento sostiene la ilusión yoica, mientras que la ignorancia abre el camino a la
verdad.
La verdad es un lugar en el discurso (agente, verdad, saber, producto), en el discurso analítico y en todos los
discursos que Lacan plantea más adelante en el Seminario 17. Los sustancial es que el saber (S2) va a estar en el
lugar de la verdad en el discurso analítico. El lugar de la verdad va a estar siempre en relación al vacío dejado por la
pérdida del ser, dicha perdida se instituye al introducirse el lenguaje. Hay una hiancia entre el hombre y la
naturaleza, que lo determina.
Los cambios del sujeto en relación a su discurso en el análisis, están dados por el que escucha, que al devolver el
mensaje en forma invertida, determina. ¿Desde dónde me habla aquel que me habla? ¿ Desde dónde lo escucho?
Esta es según Lacan la responsabilidad del analista: saber en qué posición está. La posición de devolver desde algún
lugar el mensaje en forma invertida. Ej.: Tú eres mi mujer / Tú eres mi maestro.
El analista se debe dejar formar por eso que el analizante dice, y es desde allí desde donde escucha, lo acompaña al
discurso no al paciente. ¿Cómo? No huyendo no corriéndose. El analista debe localizar en qué lugar del discurso del
analizante, está ubicado. Es decir: quién habla y a quién le habla. Ser tomado por el discurso del analizante, ser causa
de eso que se dice allí, es lo que el analista escucha. Ahora bien, ¿qué es escuchar?: leer ese discurso, el analista lee;
interpretar no es más que eso.
Si el analista no sabe esto solo hay omnipotencia imaginaria en juego en esa transferencia.
Este es el corazón de la práctica analítica y es estar en la impotencia, no sé qué hacer, es un lugar de imposibilidad. El
analista escucha tomado por el discurso del analizante, y en ese lugar en donde es tomado dice y cuando dice lo que
va a poner en juego es una imposibilidad: LA IMPOSIBILIDAD DE DECIR LA VERDAD TODA, porque la verdad toda no
existe, la verdad, es no toda.
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En este primer tiempo se va a centrar más en la función de la palabra; a partir de 1957-58, fundamentalmente con
el escrito de “La instancia de la letra”, va a hacer como un divisamiento de ubicar el tema de lo simbólico, a partir del
análisis de la palabra, a la estructura del lenguaje y el significante.
Cuando habla de palabra plena y palabra vacía se podría decir que es el intento de Lacan, en ese momento, de
poder discernir, separar, lo que tiene que ver con el registro de lo simbólico de lo del registro de lo imaginario.
En el uso de la palabra se diferencian dos vertientes, dos intervenciones en relación a la palabra: una va a tener que
ver con la palabra vacía y otra con la palabra plena.
La palabra siempre llama a una respuesta, si uno habla dirige una palabra y se la dirige a otro y espere del otro una
respuesta. Esto tiene que ver con que no hay un sentido previamente fijado a la palabra, sino que va a haber un
efecto, una producción de sentido a partir de que hay una palabra que se le dirige al otro y este otro escucha y
sanciona o determina cual es el sentido de esa palabra que se le es dirigida. Esto tiene que ver con la estructura
misma de la palabra, con lo que implica la palabra.
Hay muchas palabras que tienen una diversidad de sentidos, de significados, es decir que una palabra no quiere
decir exactamente lo mismo de manera fija, sino que va a depender del contexto discursivo, de la frase u oración,
del lugar en la que se pronuncia esa palabra.
En las palabras hay una variedad semántica, hay una diversidad semántica y la definición de qué quiero decir con esa
palabra lo va dar el contexto discursivo, el contexto comunicativo en el cual estoy ubicando la palabra; pero además
va a tener que ver con lo que el otro entiende.
En la palabra hay sentido pero también hay vacío de sentido porque desde el momento en que hay variedad
semántica en la palabra quiere decir que no hay fijeza en el sentido, por lo tanto hay también, un vacío de sentido.
Hay un punto, un momento, en que el otro que escucha no sabe a lo que me estoy refiriendo. Es decir que está el
sentido pero hay vacío de sentido en el momento en que no hay fijeza de sentido . En la palabra están ambas
vertientes: sentido y vacío de sentido. Porque la palabra no es exactamente la cosa que representa. La palabra no es
lo mismo que la cosa.
Hay que esperar la respuesta del otro para que sancione cuál es el sentido para salir del vacío de sentido. Cada vez
que hablamos nos exponemos al vacío de sentido.
Hay que pasar por esa experiencia del vacío de sentido y es necesario este llamado al otro, esperar la respuesta de
este y que sancione el sentido.
El vacío de sentido tiene que ver con esa característica que tiene la palabra: que la palabra no es la cosa, que la
palabra es algo que representa la cosa, pero no es la cosa misma. Esa representación, como cu alquier
representación, no es exactamente la cosa, por lo tanto hay una parte de esa palabra que nos conduce a un vacío
porque no es exactamente la cosa.
El analista debe estar advertido de que la palabra porta sentido y vacío de sentido, porque hay que oír ese vacío, si
uno escucha pensando que hay fijeza de sentido comprende demasiado rápido y de e sa manera estaríamos dentro
de lo que Lacan llama palabra vacía. Es la palabra de sentido común.
Pero si uno sabe y está advertido en la clínica de que en la palabra hay sentido, pero también hay vacío, la escucha
vas a ser mucho más cautelosa, atenta y va a estar dirigida no al sentido de lo que dice manifiestamente una
persona, sino que va a escuchar el vacío de sentido en cuanto a que en toda palabra siempre hay algo más de lo que
se dice. Algo distinto de lo que se quiere decir. Para poder escuchar y encontrar en el sujeto lo que no dice, en lo que
dice. Cuando uno intenta decir algo y quiere decir algo, dice algo pero en eso que está diciendo también está
diciendo cosas que no quiere decir, o más allá de lo que está diciendo.
No es solo el silencio de callarse. El silencio es la palabra dicha.
Cuando habla uno dice, en un nivel, algo que es del sentido común pero ahí también está lo no dicho en lo que se
dice. Porque cuando uno dice, uno habla, hace un recorte, digo determinadas cosas, pero ¿qué es tá por fuera de lo
que digo?
Escuchar esa palabra es escucharla más en lo que no se dice que en lo que se dice.
Ej. de esto: todas las formaciones inconscientes trabajadas por Freud.
El vacío no sólo está en lo que se calla, sino también en lo que se di ce.
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El analista tiene que estar advertido de esto porque este vacío es lo primero que se hace oír y el analista es quien
experimentará en sí mismo ese vacío de qué es lo que quiere decir con lo que me dice, qué es lo que dice en esto
que me dice, cuál es la demanda inconsciente. Tiene que escuchar y leer primero para poder sancionar con alguna
interpretación, con una intervención.
Lacan va a decir que no hay que comprender demasiado rápido, porque si comprendemos demasiado rápido en
realidad eso tendría que ver con que se está intentando taponear la propia angustia del analista frente al vacío que
recae sobre él de no saber qué me quiere decir , qué demanda, qué pide. Entonces lo que va a hacer el analista es
tratar de buscar en la realidad y en el comportamiento cuál es el sentido de eso que se le presenta como vacío de
sentido, trata de comprender rápidamente ¿y dónde puede comprender rápidamente? En el sentido común, en la
realidad, corroborando con la realidad y en el comportamiento, haciendo una i nterpretación, una lectura, a partir
del comportamiento del sujeto para intentar comprender de qué se trata o cuál es el sentido.
Y se pregunta Lacan “¿Qué era pues ese llamado del sujeto más allá del vacío de su decir?”; ¿Ese llamado a que
llama, cuál es el llamado? Porque cuando uno habla es un llamado a otro, ¿qué es ese llamado al otro que está más
allá de su decir?
A lo que llamará tendrá que ver con esto del reconocimiento, hay un llamado al reconocimiento de la propia palabra.
Fundamentalmente, hay un llamado al Otro para que el Otro, (el gran Otro simbólico: es en el que está todo el
tesoro de la lengua) sancione cual es el sentido del propio sujeto.
En la actualidad, más bien, no hay un llamado al sentido de la palabra o acerca de eso que yo puedo decir: lo que
a mí me pasa, lo que yo sufro etc. Sino que rápidamente lo que aparece es: a mí me pasa esto, cómo lo controlo,
es decir más bien una demanda de control, de cómo controlar eso (de las emociones por ej.). Sin pasar por ese
vacío de sentido.
En esto se diferencia el psicoanálisis de las terapias cognitivas-conductuales.
El psicoanálisis tiene que ver con instituir un sujeto en relación a este sentido y a la verda d que portan sus
síntomas, que porta su padecer, su sufrimiento; e introducirlo en esa dimensión de la palabra y el lenguaje para que
haya una pregunta y una demanda dirigido a Otro y para que, por lo tanto, pueda haber un trabajo analítico de
interrogación y de elaboración de cuál es ese sentido y cuál es esa verdad que porta todo ese síntoma, sufrimiento,
padecimiento, repetición, etc. Es decir que la cuestión de la palabra para Lacan es crucial porque justamente es lo
que permite dividir, en su momento y en su época, las teorías psicoanalíticas del Yo con este psicoanálisis peste.
En esta época es lo que permite, también (toda esta teorización acerca de la palabra y el lenguaje), entender la
diferencia radical propuesta en conjunto, en relación a otro tipo de terapia de la época.
Lacan discute con todo la corriente psicoanalítica acerca del sentido que le da analista al analizante. Va a decir que
justamente eso es la palabra vacía. No se le da sentido a la palabra del analizante, porque justamente si le damos
sentido, el sentido se lo vamos a dar desde nuestra propia realidad psíquica.
En realidad la cuestión en el análisis lacaniano va a ser ir en contra del sentido. El análisis va a tomar a ese sujeto
como un sujeto de la palabra, del lenguaje, determinado por su inconsciente. El inconsciente es un discurso. Está
estructurado como lenguaje, está hecho de palabras que lo determinan. Y lo que hace el Yo es, todo el tiempo, darle
sentido a eso. ¿Entonces que va a hacer el análisis? Por la vertiente del uso de la palabra va a intentar o apuntar a
que el propio sujeto vaya desarmando toda esa maraña de sentido que determina su vida, su sufrimiento, su
síntoma, sus actos. Desarmar todo ese mundo de sentido que fue tramando, sus propios “fantasmas”; esta propia
trama interna de realidad psíquica que le da sentido. El análisis va a apuntar a desarmar todo eso.
Finalmente se trata del sujeto confrontado a esta propia construcción de sentido que le da a todo, en el cual queda
atrapado y encerrado. El analista va a apuntar a que ese sentido se vaya desarmando, desarticulando para que el
sujeto se pueda confrontar con cuales son aquellas palabras plenas, palabras verdaderas que realmente son las que
lo han determinado como sujeto.
Si comprendemos rápidamente comprendemos desde el sentido común, desde una idea de que hay una fijeza en el
sentido y por lo tanto eso es palabra vacía. Es decir que esa palabra no dice nada autentico, nada pleno, de lo que
determina la sujeto. Dice Lacan que la verdad está en otra parte. La verdad está en lo que no se dice, más que en lo
que se dice. Si se comprende rápidamente tapona la verdad del Inconsciente. Por eso la palabra es vacía, porque no
dice nada importante.
Palabra vacía ≠ Vacío de la palabra
Palabra vacía: es en el sentido de que no dice nada importante del sujeto.
Vacío en la variedad semántica, el vacío en relación a la función de la palabra tiene que ver con que no hay
coincidencia entre la palabra y lo que significa.
La palabra produce una des-posesión del ser, del sí mismo. Siempre que hablamos nos des-poseemos porque hay un
nivel en el cual estamos representados en la palabra pero nuestro propio ser, nuestro ser, no está en la palabra, no
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es la palabra. Sino que la palabra puede ser un represente que representa a nuestro ser a nivel de la palabra y el
discurso. Ese “quiero ser quién soy”, “quiero ser yo mismo”, esa identidad con uno mismo no es posible establecerlo
hablando, porque en la medida en que hablamos ya empezamos a des-poseernos y nuestros ser no está plenamente
en la palabra, solamente podría haber alguna representación de nuestro ser en la palabra. Justamente si tenemos
en cuenta esta diferenciación, nos podemos ir dando cuenta de que nuestro ser no está en la palabra vacía,
solamente podría estar en algunas otras palabras que son las palabras que tienen que ver, justamente, con las
palabras plenas que son palabras primordiales.
Un término adecuado para denominar esto es el de hiancia o división.
El sujeto se divide en la mediad en que habla. Se divide porque no queda plenamente representado en eso que
dice.
Hay un nivel de la palabra que se plantea en lo que sería el registro imaginario. El registro imaginario es este
registro de la palabra vacía, ésta es la palabra que no apunta ni dice nada relevante, importante, autentico, pleno
en relación a lo que determina al sujeto y a su Inconsciente, es decir, no dice nada sobre lo que nos determina
como sujetos. No hay allí ninguna certidumbre sobre nuestro ser.
Es decir que hay una diferenciación que hay que tener en cuenta y que es necesario plantear para poder entender
esto que es: Yo ≠ Ser. Todo lo que es esa obra imaginaria que es el Yo, todo lo que el Yo cree que es, es imaginario. Y
en eso no hay ninguna certeza sobre el Ser.
Estamos hechos de palabras, la esencia de nuestros Ser se perdió en el momento en que nos asumimos como seres
de palabras, empezamos a ser nombrados, entramos a un mundo de palabras, somos hablados, hablamos con el
Otro. Lo más real de nuestro Ser se ha perdido.
Cuando se constituye el psiquismo se constituye a partir del lenguaje, la palabra, a partir de lo simbólico, por lo tanto
hay una pérdida que implica esa pérdida que va a tener que ver con lo que Lacan llama registro de lo real. Hay algo
en lo real que estaría perdido por estructura porque somos seres de la palabra. Somos seres hablantes y hablados.
En la media en que somos seres del lenguaje hay algo de esta dimensión del Ser, distinto, que está perdido.
El analista debe suspender las certidumbres del analizante, no consolidarlas, conducir a que el propio sujeto pueda
empezar a suspender, a quitarle consistencia a todas esas creencias que tiene para que se consuman sus últimos
espejismos, porque nuestro Yo está hecho de espejismos: “Yo creo que soy” “Yo soy lo yo que creo que soy” “Yo
creo que soy lo que yo creo que los otros creen de mi”.
El Yo se constituye a partir de un espejismo.
Hay que tratar consumir todos esos espejismos que se atraviesan en el análisis para poder encontrar en el discurso
aquellos significantes o aquellas palabras, que serían aquellas palabras que realmente tienen un peso diferente a
todas esas creencias y espejismos que nos objetivan, nos engañan y nos desvían de lo que realmente nos determina.
En el mismo discurso del analizante pero en las escansiones del discurso, es decir en aquellas palabras que se
repiten, aquellas que se olvidan, vamos a encontrar y poder leer cuáles son esas palabras que serían las que Lacan
llama palabras plenas.
¿Lo que el Yo del analizante dice es toda palabra vacía? Sí, pero en ese mismo discurso podemos: quedarnos en el
nivel de la palabra vacía comprendiendo rápidamente el sentido, que es el sentido yoico, ò buscar las significaciones
de ese discurso (en las repeticiones, los lapsus, los olvidos, las formaciones del Inconsciente).
Es decir que puede aparecer o surgir en el discurso al nivel de la palabra vacía, una palabra que sería una palabra
plena en tanto que es una palabra que proviene del Inconsciente.
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Unidad nº 2
Los tres registros de la experiencia psicoanalítica: Imaginario, Simbólico y Real.
El deseo es el deseo del Otro.
El cuerpo es fundamentalmente imaginario, pero en él encontramos las tres vertientes: imaginaria, simbólica y real.
Para lacan existen tres ÓRDENES o REGISTROS que implican un sistema de clasificación fundamental en torno al cual
girara toda su teorización. Lacan sostiene que esta distinción arroja luz sobre la obra freudiana, su técnica y su
experiencia.
Desde esta perspectiva, LO IMAGINARIO, SIMBOLICO Y REAL implican sistemas totalmente heterogéneos. Cada
orden remite a aspectos sumamente diferentes de la experiencia psíquica, aunque es imposible definir cada uno sino
es con relación a otro.
IMAGINARIO:
Remite a la formación del yo, a partir del estadio del espejo, ya que el yo se forma por identificación con el
semejante o la imagen especular. Dado que el narcisismo constituye otra característica de este orden. Lo imaginario
ejerce un poder sobre el sujeto, un poder hipnótico, proveniente de la imagen especular.
SIMBOLICO:
Es una dimensión lingüística. Así como lo imaginario se caracteriza por relaciones duales, lo simbólico implica
estructuras tríadicas, porque la relación intersubjetiva es mediada siempre por el tercer término, Otro.
Lo simbólico implica algo autónomo de la biología y se caracteriza por la ausencia de cualquier relación fija entre
significante y significado.
REAL:
Es lo que se ubica más allá de lo simbólico, lo real es en sí mismo indiferenciado y se encuentra por fuera del
lenguaje.
Es lo imposible de imaginar e imposible de integrar al orden simbólico. Y es este carácter de imposibilidad y
resistencia a la simbolización lo que le confiere su cualidad esencialmente traumática.
Estos tres órdenes son independientes estructuralmente. Esta interdependencia en su último periodo pasara a ser
consistencia en donde los tres órdenes se encontraran anidados, ilustrados por Lacan por medio del nudo borromeo.
En esta época Lacan sostiene que el psicoanalista tiene que vérselas y pelear contra lo imaginario. La interpretación
analítica se dirige a re-centrar al sujeto provocando su encuentro con el eje simbólico. El final de una cura estará
dado por la disolución de lo imaginario, confundido con un sentido verdadero,se trata de un crepúsculo, de un ocaso
imaginario del mundo, incluso de una experiencia que limita con la despersonalización.
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Unidad n º 3
Estadio del Espejo.
La constitución del yo. El cuerpo unificado y el cuerpo fragmentado.
Yo ideal e Ideal del Yo
Colocado frente a un espejo plano la mirada del niño solo se va a quedar prendada de su propio cuerpo.
Cuando introducimos el espejo plano introducimos una diferencia entre un espacio real (realidad) y un espacio
virtual (el que está detrás del espejo) el niño cuando mira anula la diferencia. -Yo soy el del espejo. No es un otro
reflejado.
Esa imagen perfecta que lo captura recibe el nombre de imagen de la especie. Es decir, es la primera vez que el niño
va a ver cuál es la forma completa de la especie humana.
Lo imaginario es lábil, podría pensarse que si movemos el espejo no hay inscripción de esa imagen, desaparecería.
Por lo tanto en necesario que se ponga en juego otro elemento y es introducir la figura del Otro.
La palabra mata la cosa, es decir, lo simbólico permite independizar al objeto de la imagen.
Es la presencia del Otro lo que va a provocar una inscripción fundamental. El niño mira al espejo y queda capturado
por esa imagen, gira hacia el Otro buscando alguien que convalide que él es el del espejo. La madre anclada en el
lugar del Otro (anclada a lo simbólico) le va a decir: “ese del espejo sos vos”. Al decir esto inscribe, es d ecir, empieza
a tallar lo simbólico. Entra lo simbólico e independiza totalmente de la imagen, esa imagen queda inscripta
psíquicamente en el niño y la forma de inscripción es mediante lo que llamamos rasgo unario. (S1)
Entra lo simbólico bajo la forma de rasgo unario e inscribe la imagen en la psique del niño. Al quedar esa imagen
inscripta ya no necesita del espejo.
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Significante primordial / Significante unario. Es unario porque es el primero. Hay autores que dicen que más que
un significante deberíamos denominarlo proto-significante, porque la definición de significante dice que se
requiere al menos dos, significante uno (S1) y significante dos (S2), para establecer una diferencia. Por lo tanto si
no tenemos otro significante con el cual establecer la diferencia, porque decimos que es el primero, deberíamos
decir que es un proto-significante, el significante primordial.
Este rasgo unario o proto-significante es el que inaugura las cadenas discursivas del sujeto. A partir de acá es que
podemos decir que tenemos más que un mudo un proto-sujeto, que sigue siendo hablado pero no hablante.
El rasgo unario tiene que ver con la nominación que hace el Otro diciéndole: “ese del espejo sos vos”.
Lacan va a decir que para que todo esto suceda es fundamental que nosotros podamos entender que desde el lugar
del Otro tiene que haber pulsión escopica actuante.
La pulsión escopica es la diferencia entre ver y mirar. Es la mirada del Otro.
Ver: alude a la simple función biológica.
Mirar: va cargado pulsionalmente.
Sujeto barrado: Está en falta. En tanto sujeto barrado siempre va a buscar ese objeto A (pertenece al registro de lo
real). Lo va a buscar en la realidad que es un entramado de imaginario simbólico. Nunca estamos en contacto con lo
real. Estamos tratando de encontrar algo que es de una textura en otro lugar. En la realidad vamos a encontrar
objetos semblantes, objetos señuelos, objetos que nosotros creemos que nos van a completar.
El objeto nunca es, reemplazamos con objetos señuelos algo que es de textura real que nunca vamos a encontrar.
La pulsión lo que hace es conducir al deseo sobre el mundo alrededor y a los objetos semblantes y señuelos que
durante un tiempo se cree que son, pero antes o después el objeto falla, entonces la pulsión vuelve sobre el sujeto y
se vuelve a buscar otro objeto.
La pulsión es lo que motoriza al deseo y se dispara porque somos sujetos en falta. La pulsión se satisface en el
recorrido pero nunca en el objeto, porque el objeto nunca es el adecuado.
Se busca un objeto perdido y la textura de ese objeto obedece a lo real, pero lo real es imposible de alcanzar. Ese
objeto perdido es el que te dio la completud inicial. Por eso es mítico.
Se habla de un objeto mítico, presuponemos que lo tuvimos pero se perdió cuando entramos al universo de lo
simbólico, esto nos marca la falta.
Se requiere que desde el lugar del Otro comience a actuar la pulsión escopica, ésta lo que va hacer es recorrer el
organismo (cuerpo biológico) del niño y otorgarle atributos (si gnificantes), cualidades que van a ir constituyendo el
ideal del Yo.
El Ideal del Yo deviene de los significantes que nos atribuye el Otro. El discurso del Otro.
Yo ideal: la imagen de completud. (Gestalt)
Imago: no condice con la imagen, sino con los atributos que te cargan.
Ramillete invertido
El espejo cóncavo tiene una particularidad respecto de lo que es el espejo plano. Cuando miramos en un espejo
plano podemos decir que a cada punto de un espacio real le va a corresponder un punto del espacio virtual.
En el espejo cóncavo la mirada rebota en diferentes espacios, distintos lugares. Estos lugares y los objetos que nos
va a dar van a depender exclusivamente de dónde nos posicionemos nosotros.
Es decir, parados frente a un espejo plano éste va a reflejar tal cual lo que tenemos detrás de nosotros e incluso
nuestra imagen, desde la óptica se dice que a cada punto del espacio real corresponde un punto del espacio virtual.
Dependiendo de dónde el sujeto se pare y desde dónde mire va a ver ciertos objetos y otros no. Porque el ojo va a
trazar una trayectoria que va a impactar en un punto pero eso va a rebotar.
La mirada del Otro nos arma y nos da una buena forma y nos hace creer que tenemos un cuerpo organizado,
armado. Le da forma al organismo.
Las leyes de la óptica nos permiten diferenciar por un lado una imagen real, es la que se produce en el espejo
cóncavo donde se percibe un objeto como real, este objeto genera un ef ecto de engaño y por otro lado tenemos la
imagen virtual que se produce gracias al espejo plano donde vemos el reflejo de nosotros mismos y no nos
confundimos en creer que hay otra persona por detrás de él, es nuestro propio cuerpo como imagen reproducida en
la superficie.
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Organismo ≠ Cuerpo
El organismo es la suma de sistemas coordinados, lo biológico.
El cuerpo es una construcción pulsional. Tiene que ver con aquellos recortes que la mirada del otro va tallando,
armando sobre el organismo.
El Otro nos arma un cuerpo independientemente de lo que haya, nos arma. Sobre (por delante) ese espejo cóncavo
nosotros podemos poner el espejo plano. Éste va a generar que esa imagen que el Otro nos armó la veamos y la
asumamos como propia. Es decir, sobre la imagen que el Otro le armó el niño lo ve y lo asume como propia.
<Espejo: la mirada del Otro.>
En 1953 establece la diferencia entre Yo (Je) y Yo (moi). El Yo (Je) alude a una partícula discursiva, marca el lugar del
sujeto que habla en la oración y lo equipara a la palabra shiffter. El Je es un shiffter, un connotador, una partícula
discursiva que sirve para marcar el lugar de quien habla en el discurso. Pertenece al registro simbólico.
Moi es otra forma de denominar el Yo pero ligada a las identificaciones primarias y secundarias y por lo tanto va a
estar ligada al registro de lo imaginario.
“La experiencia del espejo y la constitución del Yo”
El estadio del espejo designa un momento psíquico y ontológico de la evolución humana, ubicado entre los 6 y los 18
meses de vida, durante el cual el niño anticipa el dominio de su unidad corporal mediante una identificación con la
imagen del semejante y por la percepción de su propia imagen en un espejo. Así comprendido, el estadio del espejo
será también la experiencia de una identificación fundamental y la conquista de una imagen: la del cuerpo, que
estructura al Yo (moi) antes que el sujeto se comprometa en la dialéctica de la identificación con el Otro por la
mediación del lenguaje.
La descripción de este estadio es efectuada por Lacan a través de dos conferencias:
“El estadio del espejo” , presentada por primera vez al Congreso Internacional de Psicoanálisis, realizado en
Marienbaud en 1936, y
“El estadio del espejo como formador de la función del Yo (Je) tal como se nos revela en la experiencia
analítica”, comunicación al Congreso Internacional de Psicoanálisis, Zurich, 17 de julio de 1949.
Je = Ich YO en idioma alemán, utilizado por Freud. El Yo (Je) es la posición del hablante. Sirve para
Partícula discursiva. identificarse en un discurso.
La prematuración humana
La clave del fenómeno del estadio del espejo radicaría en el carácter prematuro de la cría humana. Se trata de la
insuficiencia orgánica de su realidad natural, ya que a los seis meses el niño carece todavía de coordinación motriz.
Este estado de prematuración del nacimiento obedece a la modalidad mielinizante céfalo-caudal del sistema
nervioso central que hace que el niño antes de haber alcanzado el control de sus movimientos corporales posea un
sistema visual que está relativamente avanzado en madurez permitiéndole reconocer su imagen en el espejo.
Entonces, la prematuración humana es el resorte que impulsa al infans a capturar anticipadamente la imagen de si
reflejada en el espejo. Constituye, efectivamente, la causa del abalanzarse y de no poder espe rar. La imagen en el
espejo es promesa de futura unidad, de dominio a conquistar: anticipación de lo que se va a ser.
El cuerpo fragmentado
Este contraste entre esa imagen ideal y su incoordinación motriz es sentido por el sujeto como una rivalidad con su
propia imagen, porque la completud de la imagen amenaza al infans con la fragmentación. Así pues, se produce una
tensión eroto-agresiva entre el infans y su imagen. La angustia provocada por esta sensación de fragmentación
(retroactiva) impulsa a la identificación con la imagen especular, identificación que lleva a forma el Yo (moi).
Se suele decir que hay un cuerpo fragmentado; pero esto solo se puede pensar a posteriori; es decir que no hay
cuerpo fragmentado y después cuerpo unificado; lo que hay ahora es cuerpo unificado y retroactivamente, se puede
decir : ”lo que había antes es cuerpo fragmentado porque ahora hay diferencia”. La unidad del cuerpo no se
encuentra en primer término sino que es el resultado de una larga conquista. La función del espej o y la fase con él
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vinculada consistirá en poner fin a esa dispersión integrando al infans dentro de una dialéctica que lo constituirá
como sujeto.
Lacan señala que son los hechos de la clínica los que nos permiten saber que el cuerpo del niño es percibid o como
cuerpo fragmentado en el momento de la captación de la imagen, para ello en el curso del texto hace permanentes
referencias tanto a la psicosis, como a la neurosis histérica y obsesiva.
En 1948 en el texto “La agresividad en psicoanálisis”, Lacan dice que esa sensación de fragmentación del cuerpo se
manifiesta en las: imágenes de castración, emasculación, mutilación, desmembramiento, dislocación, evisceración,
estallido del cuerpo, que acosan la imaginación humana.
La identificación
Para poder entender todo lo que se pone en juego en el Estadio del espejo, basta para ello comprender dicho
estadio como una identificación, la cual es definida claramente como: “la transformación producida en el sujeto
cuando asume una imagen, cuya predestinación, a este efecto de fase, está suficientemente indicada por el uso, en
la teoría, del término antiguo imago”.
La noción de “imago” está claramente relacionada con la palabra “imagen”, pero lo que Lacan pretende al incluirla
en el texto es subrayar la determinación subjetiva de la imagen. Las imagos son fundamentalmente imágenes de
otras personas.
La imagen especular es asumida por el infans con júbilo, se identifica con ella a partir de la captación del reflejo de su
cuerpo en el espejo, asumiendo una síntesis e specular que contrasta con la falta de coordinación de su cuerpo
biológico.
Esta imagen gestáltica, virtual y ficticia simboliza la permanencia mental del Yo ofreciéndose como ideal (Yo ideal).
La imagen deja una marca que el Yo asume y que presenta sus mismos atributos. La forma queda impresa en quien
la recibe, es una imagen que se caracteriza por su exterioridad, por su forma exterior novedosa y desconcertante; el
cuerpo es propio pero la imagen de otros.
Entonces, el Yo se constituye desde una exterioridad que se vuelve interna. Se construye como “ajeno”,
desconociendo su propia realidad, se engancha de la imagen y al engancharse algo del sujeto se coagula
interiorizándose. Por el artilugio que le ofrece la identificación, no solo “cree ser” esa image n, sino que “es” esa
imagen. Se arroga ser esa imagen y fuera de ella, no se es nada. De allí la configuración alienante del Yo: se
constituye “de prestado”, de rebote desde afuera, desde una imagen que los fascina y que anticipa, desde su
insuficiencia actual, lo que el sujeto puede llegar a conquistar; a adquirir, pero que en la actualidad no posee.
Así, la imagen del cuerpo propio en el espejo – Yo ideal-, es el soporte de la identificación primaria del niño con su
semejante y se constituye en fuente de las identificaciones secundarias las cuales le permitirán al sujeto restablecer
y organizar su relación con la cultura.
Sintetizando: en la experiencia del espejo el infans percibe el reflejo del espejo como un ser real al que intenta captar
o aproximarse. Reacciona frente a esa imagen con una mímica de regocijo, indicando que la presencia en el es pejo,
de esa imagen (que es su imagen) es reconocida como si fuera la imagen de otro, y que a la inversa, la imagen del
otro es percibida como la de su propio cuerpo. A continuación el niño podrá comprender que el otro del espejo no es
más que una imagen, y no un ser real. Ya no se trata de captar la imagen, ya no busca al otro detrás del espejo,
porque ahora sabe que allí no hay nada. Es en este preciso momento lógico, cuando el niño comienza con el
reconocimiento no sólo del otro como imagen, sino también del otro como si fuera su imagen. Ahora el niño sabe que
el reflejo del espejo es una imagen y que esa imagen es la suya.
Se le asigna a esa imagen especular una función fundamental para el sujeto, una función de paso de una estado a
otro: “la imagen especular parece ser el umbral del mundo visible”…; la función del estadio de espejo se nos revela
entonces como un caso particular de la función de la imago, que es establecer una relación del organismo con su
realidad o, como se ha dicho, Innenwelt (mundo interno) con el Umwelt (mundo externo).
La discordancia es entre un funcionamiento psíquico avanzado y un lento organizarse de lo orgánico. Este desfasaje
entre el Innenwelt y el Umwelt determina un sistema de tensión que anuda el cuerpo a la imagen anticipatoria. La
imagen se propone como completud para hacer olvidar un cuerpo que no responde.
Narcicismo
La imagen del cuerpo unifica al sujeto en un Yo (narcicismo) y lo sitúa en un mundo creado a su medida, según el
modelo aportado por la imagen; es una doble operación que se da a un solo golpe. La imagen del cuerpo opera como
disparador de la libido que circula del cuerpo a la imagen y de la imagen al Yo y al mundo. El Yo y el mundo son
efectos de la misma operación: rebotes libidinales distribuidos por la imagen.
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El infans expuesto a su imagen en un espejo, a la pregnancia de esa imagen que se le aparece como una Gestalt,
experimentara una tensión entre la imagen que se le presenta y su insuficiencia. Habrá una tensión entre la imagen
unida del espejo y la impotencia motora. Si pudiéramos aislar este instante lógico de lo que le sigue, encontraríamos
que allí el chico siente su cuerpo fragmentado por oposición a la imagen, cosa que no sucedía antes. Esto implica una
rivalidad con la imagen, una tensión agresiva. Nos referimos a agresividad y no a agresión. Pero lo más importante es
que esta rivalidad es vivida como amenaza de fragmentación por el poder de fascinación que tiene la imagen. Así la
indefensión vuelca al niño hacia una anticipación, como si dijera “antes de estar fragmentado me precipito a
transformarme en esa imagen”. Lacan definía en esa época la identificación como la transformación que se produce
en un sujeto cuando asume una imagen como propia. Lo importante es que la agresividad implica fascinación por la
imagen y a esta tensión Lacan la llamó entonces “libido eroto-agresiva”. Esta precipitación no se da porque sí, es
necesario algo para que ocurra. A ese algo Lacan lo definió como “la matriz simbólica en la que el Yo se precipita”.
Esto da una versión menos empírica del estadio del espejo: no es tanto verse en un espejo como el hecho de que el
ver esa imagen esté sostenido por la mirada del Otro, el primer Otro que es la madre.
La identificación formadora del yo se llamara identificación narcisista. Esta identificación supone negar a la propia
imagen como “otro” para pasar a ser uno esa imagen. Aquí cuando decimo “otro” se trata del otro con minúscula, de
lo que llamaremos “semejante”. Este semejante es ante todo la propia imagen, ya que se presenta como otro. Y
luego cualquier otro ocupara el lugar de esa imagen.
El yo implica desconocimiento, es un lugar de desconocimiento en el que el sujeto se aliena, se enajena,
transformándose en ese otro que es su imagen. Cuando decimos “imaginario”, decimos: el poder de fascinación de
la imagen, la transformación que produce en el sujeto alienándolo, y el desconocimiento que trae aparejado. Así
nunca podría decirse que el psicoanálisis deber fortalecer al yo, sino más bien lo contario.
Freud afirmaba que el primer “objeto libidinal”, el primer objeto ocupado por la libido, es el yo: antes del yo el
autoerotismo, y solo después de formado el yo aparece el objeto. O sea que es necesaria en primera instancia la
formación del yo para que haya un mundo de objetos. Dichos objetos son el producto de la pasión del yo por
imponer al mundo su imagen y a partir de que el yo se ofrece al Ello como un objeto, comienza un dinamismo
libidinal que en verdad no hace sino velar la verdadera naturaleza de la libido y del deseo.
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“El yo impone al mundo su imagen”: en primer lugar en verdad no hay un mundo excepto para el desconocimiento
del yo. En segundo lugar, la imagen en cuestión es la del yo, lo que implica tam bién sus características
fundamentales que son:
La inercia: implica que el yo tiende a ser siempre idéntico, de no mediar alguna encrucijada que obligue al sujeto
a modificar su imagen. Son momentos en los que el sujeto apela a algún ideal para identificarse.
La permanencia o coagulación: explica la inercia, ya que por ser una imagen alienante y en la que el sujeto se
reconoce, que va a ser necesaria su permanencia; y esto tendrá por consecuencia su resistencia a la
modificación.
La inversión: se trata de una característica de la imagen del espejo: lo que aparece de un lado en el cuerpo
aparece en el espejo del otro lado. En el sueño y en la alucinación del doble se advierte esta característica.
La inversión especular también se la advierte en el “transitivismo infantil”, en el que un niño puede pegarle a otro de
casi la misma edad en el lado izquierdo de la cara y tocarse la cara del lado derecho, llorando él.
Sobre la tensión agresiva a la propia imagen, podemos ver que en tanto cualquier semejante ocu pa el lugar i (a),
toda imagen de un semejante implica la tensión eroto-agresiva, la fascinación, la amenaza de fragmentación, de
dislocación corporal. Y son precisamente las imágenes de fragmentación del yo las que guiaran la respuesta agresiva.
Respecto al Ideal del Yo y el Yo Ideal diremos solamente que el Yo Ideal es la primer forma en la que el yo se aliena,
que es la unidad del cuerpo en la imagen, todavía sin predicado alguno, sólo unidad. Es el punto de partida del yo, su
tronco. Y permanecerá como exigencia formal de perfección.
Mientras que el Ideal del Yo es el lugar desde el cual el sujeto es mirado, el lugar donde se le dice qué y cómo debe
ser para alcanzar esa perfección.
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Unidad nº 4
Esquema L
Signo Saussureano
Algoritmo. Deconstrucción de Lacan
Metáfora y Metonimia
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partir de esta relación entre el Otro y el sujeto nace el Inconsciente o lo que es lo mismo que decir que el
Inconsciente es el discurso del Otro.
En este momento lo real no aparece, porque en este momento lo que le interesaba a Lacan era discernir lo
imaginario de lo simbólico. Lo imaginario es lo que hace de obstáculo a lo simbólico.
El eje imaginario es el del estadio del espejo.
_El lenguaje procede a nuestro nacimiento, es independiente de nosotros, no nos pertenece específicamente. A
partir del momento en que venimos al mundo van a producirse una serie de palabras (significantes) que nos van a
ubicar en la estructura familiar e incluso social. Estas palabras que proceden del Otro son fundadoras del sujeto, y al
mismo tiempo, lo apresan, forman lo simbólico.
Cuando el sujeto se quiere dirigir al gran Otro no puede porque está del otro lado del muro del lenguaje, no lo puede
representar de manera plena, ya que, no se puede acceder a la verdad verdadera.
En el eje imaginario también se ubica el muro del lenguaje, Lacan sostenía que el LENGUAJE tiene una dimensión
simbólica y una imaginaria. La simbólica es la del significante y de la palabra verdadera. La imaginaria es la del
significado y palabra vacía.
_El esquema L representa estas dos dimensiones por medio de dos ejes que se cruzan. El eje A-S es el lenguaje en su
dimensión simbólica, el discurso del Otro, el Inconsciente. El eje imaginario es a-a' es el muro del lenguaje que
interrumpe, distorsiona e invierte el discurso del Otro.
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Cuando Lacan articula “Necesidad, demanda y deseo” allí, en el sujeto mítico, ubicaría la necesidad (un grito) que al
pasar por la cadena significante ya se transforma en un llamado (en demanda).
Ej. : El bebe grita, la mamá dice que tiene hambre:
El grito: seria lo mítico.
La madre (Otro: A) a partir de ese grito va a otorga significantes. Son los
significantes que le pone el Otro. “Tienen hambre, tiene frio”.
s (A): el significado del gran Otro.
Al pasar por la cadena significante nos encontramos con el sujeto barrado.
En esta célula lo que también se está representando es que es necesario dos significantes para que se conforme el
sujeto barrado. O que un sujeto se encuentra dentro de la articulación de dos significantes. O un significante es lo
que me representa un sujeto para otro significante. En esta célula se observa la forclusión del sujeto en la
articulación significante.
La hiancia está entre los dos significantes.
La significación o puntuada está dada de manera retroactiva, está dada por el gran Otro de manera retroactiva.
Solamente de manera retroactiva, hacia atrás (Apres-coup), esto que está articulado en la cadena significante (que
sería una cadena articulada de manera indefinida) tendría un significado. Si no sería una cadena indefinida de
significantes. Hasta que yo no puntué de manera retroactiva, no tiene fin.
La cadena significante es indefinida, un significante articulado a otro, al infinito. Solamente cuando hay puntuación
que viene dada desde el gran Otro hacia atrás, de manera apres-coup, esta cadena va a tener un significado. A partir
de esto aparece el sujeto barrado. Barrado significa atravesado por el significante.
Es decir, nace como sujeto mítico de la necesidad y al pasar por el lugar del gran Otro le otorga un significado a este
grito: “el niño tiene hambre”, es un sujeto hambriento.
Acá Lacan también está ubicando la posibilidad de intervenir analíticamente. Donde el analista en el lugar del gran
Otro puntúa (por ej. corta la sesión y dice hasta acá, ahí está dando un significado). Con una frase puntúa y corta el
discurso.
La célula elemental representa:
Lo propio de la comunicación.
La constitución del sujeto.
Desde donde intervenir analíticamente
Lacan va a decir que el psicótico esta puntuación no la tendría, por eso el delirio es infinito.
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Metáfora y metonimia
: Metonimia (desplazamiento)
: Metáfora (condensación)
Lacan instituye esto en “La instancia de la letra”, en donde toma los conceptos propios de la lingüística y establece
que lo que acontece en el Inconsciente es similar a dos leyes propias de la lingüística: metáfora y metonimia. Esto es
lo mismo que encontró Freud cuando analizo el Inconsciente pero en ese momento no tenía l teoría de la lingüística.
Para él pasan a ser leyes del lenguaje.
La función del significante era propiciar una significación. Lo propio de la cadena significante es generar un
significado. Lacan va a decir que este significado o esta función del significante va a ser en función de estas dos leyes:
metáfora y metonimia. Éstas son leyes del lenguaje propias del funcionamiento del inconsciente
La metonimia significa cambio de nombre y es un proceso que se da en una relación de contigüidad o vecindad.
Es entendida como la relación diacrónica entre un significante y otro significante de la misma cadena en donde
un significante se combina con otro significante o se vincula con otro significante. Hay una combinación o
vinculación. Esta combinación o vinculación será palabra a palabra. Podríamos definirla como una conexión
palabra a palabra.
Una cosa remite a otra, se conectan. Por ej. : El diccionario.
Para Lacan el deseo es metonímico siempre remite a otra cosa.
También marca lo propio de la falta en Ser.
: La función significante de la conexión entre un significante y otro significante de la
misma cadena es congruente con un significante y un significado. Acá el signo es menos, es negativo o lo que es lo
mismo, una barra de resistencia, lo que significa que no hay un sentido nuevo.
La función del significante, en el vínculo de un significante y otro significante es congruente con un significante que
genera una significación que no tiene un nuevo sentido, es decir, donde el sentido resiste. Es congruente con el
mantenimiento de la barra.
Define a la metonimia como la función significante de la conexión del significante con el significante es congruente
con el mantenimiento de la barra. No hay creación de un sentido nuevo.
La cadena significante es una cadena que nunca está completa, siempre es incompleta, por eso cuando hablamos de
metonimia hablamos de falta. Representa la falta en Ser.
La metáfora es un concepto fundamental en la obra de Lacan.
Si nos remitimos a la lingüística, la metáfora, es una creación. Hay un sentido nuevo. Acá hay sustitución de una
palabra por otra, seria palabra por palabra.
Es la sustitución de un significante por otro significante, en donde un significante queda por debajo de la cadena.
Este más implica un paso de sentido, hay un sentido nuevo.
Lacan plantea el síntoma como metáfora, es una creación nueva.
: La función significante de la sustitución de un significante por otro es congruente con
el cruce de la barra, la emergencia de un nuevo sentido.
En la psicosis no hay metáfora.
No hay una sin la otra. En el seminario 3 Lacan dice que la metonimia es inicial y hace posible la metáfora, pero
la metáfora es de grado distinto a la metonimia.
Primero es necesario que haya una coordinación significante o una combinación de un significante con otro
para que después se pueda dar esta trasposición se sentido, para que haya una creación de un nuevo sentido.
_En el seminario 3, Lacan toma, de un lingüista llamado Jacobson, las afasias sensoriales y las afasias motoras,
es decir, trastornos en el lenguaje.
Metonimia Metáfora
Conexión, contigüidad Sustitución
Desplazamiento Condensación
Palabra a palabra Palabra por palabra
Eje longitudinal Eje vertical o transversal
No hay cruce de barra o se mantiene la barra Traspaso de la barra, cruce de la barra
Deseo Síntomas
Afasias sensoriales Afasias motoras
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Unidad nº 5
Edipo. Tres tiempos
Metáfora paterna
Lacan en “Las relaciones de objetos” de 1956-57, lo que va a hacer es desarrollar las 3 formas de falta del objeto, 3
operaciones que están articuladas con los 3 tiempos lógicos del Edipo (a este lo plante en el seminario 5) y los 3
registros: imaginario, simbólico y real
Y cada una de estas faltas está articulada a lo que él ha llamado como el nombre del padre y con los tres tiempos
lógicos del Edipo.
El Edipo es básicamente los 3 tiempos lógicos, no son tiempos cronológicos ni evolutivos. Y estos tres tiempos
lógicos le sirven a Lacan para justificar esta idea de que si era importante que el padre fuera real, si no era
importante que el padre fuera real, si el padre tenía que ser suficientemente recto, rígido, o si el padre tenía que ser
un pasa madre. Es decir, trata de sacar el padre real, el padre de la familia, de la escena de lo Inconsciente. Por eso
va a articular lo que es el “nombre del padre”. El nombre del padre es un significante. Es una función
NP: nombre del padre
DM: deseo de la madre
Son dos funciones que no están encarnadas.
El deseo materno es una función junto con el nombre del padre que es otra función. Estas funciones son
importantes para la estructuración de este sujeto deseante. Para que este sujeto pueda articular la ley al deseo.
El complejo de Edipo está pensado como una estructura donde cada uno de sus elementos está articulado, y están
articulados en torno a un elemento que circula, este elemento que circula es el falo. En función de la posición de
este falo, de este significante, va a ser la posición de los otros elementos de la estructura. Es decir, en función del
lugar que ocupe este elemento va a ser el lugar que ocupen los otros elementos en torno a él.
Es importante tener en cuenta que Lacan está en un momento donde ha escrito “la significación del falo”. En donde
Lacan comienza a plantear lo que es el falo como significado y el falo como significante. Podríamos decir que en
este seminario 5, que es contemporáneo con la significación del falo, aún tenemos estas dos vertientes:
El falo como significado, el falo como imaginario. Y el falo en su función de significante.
Están las dos características: lo imaginario y lo simbólico.
Los 4 elementos de complejo de Edipo son:
La madre
El niño ternario imaginario
El falo
Y el padre o el nombre del padre.
Ya en el seminario 3 planteó lo que sucedía en la psicosis.
Así como el mecanismo propio de la neuroris es la represión, el mecanismo de la psicosis es la forclusion del nombre
del padre. La forclusion que lo podemos traducir como el rechazo del nombre del padre es lo que daría cuenta de la
psicosis.
Metáfora paterna:
NP . DM NP A
DM X FALO
Acá Lacan plantea la función del nombre del padre (NP) como metáfora. Si es una metáfora podemos pensar que no
tiene nada que ver con este padre real, con el padre de la familia. Es necesario que se de esta metáfora para que se
articule algo den l deseo del sujeto.
Lacan va a decir: si nos situamos en el nivel de la realidad se comprueba que el padre existe, incluso si no está.
Es otra dimensión de la dimensión realista de la familia. Es una estructura inscripta en el Inconsciente. Un
Inconsciente entendido como estructurado por el lenguaje.
El padre es una metáfora, es un significante.
El padre sustituye el deseo de la madre. Barra el deseo de la madre.
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Lo primero que encontramos es un deseo materno, este deseo materno es una incógnita:
DM
X
El sujeto no sabe lo que es el deseo materno. Ni siquiera su madre. No es natural, no es un instinto. Es un deseo.
Pero ¿deseo de qué? Es una incógnita. No importa deseo de qué, es importante que exista.
Un significante por sí solo no significa nada, es necesario otro significante para que venga a dar cuenta de una
significación. Este otro significante es el nombre del Padre.
El nombre del padre viene a dejar por debajo de la barra al deseo materno y viene a significar esta X:
NP . DM
DM X
Así, el nombre del padre da una significación: la significación fálica.
Son necesarios dos significantes para que haya un sentido, como es una metáfora es un sentido nuevo. Ese sentido
nuevo es una significación fálica.
NOMBRE DEL PADRE . DESEO MATERNO NOMBRE DEL PADRE A
DESEO MATERNO X FALO
No es el falo, es un significante.
Los etólogos han descripto la conducta del cocodrilo. Lacan toma esa idea acerca de que:
Las madres cocodrilos transportan a sus hijos en su boca. Esto genera en la cría un estado de en soñación. A partir de
esta idea Lacan comienza a preguntarse ¿qué sucede si el cocodrilo tiene otro deseo que no sea el de transportar a
la cría? ¿Qué pasaría si cierra la boca?
Trata de representar a la madre con una “madre cocodrileja”, podríamos decir que nos encontramos ahí, en la boca,
no sabemos si nos va a trasladar o si va a cerrar la boca.
Es una incógnita, un enigma este deseo de la madre.
Entran en juego todas las fantasías de devoracion.
Con esa metáfora Lacan intenta representar como seria este deseo materno y su articulación.
Primer tiempo lógico
En este primer tiempo tenemos este deseo enigmático, pero es necesario este deseo materno. Que no sea un deseo
anónimo. (Un niño en una institución, alimentado únicamente por sondas).
Esto marca la entrada del niño al complejo de Edipo. Ahí Lacan ubica esta articulación que hace con la frustración
que sucede en este tiempo lógico: la madre es simbólica, es decir que ha sido atravesada por su metáfora paterna,
pero entonces una madre no se va a colmar, no va a cerrar la boca. Es una madre que ha pasado por su Edipo, que
en sí misma tiene una ley, quiere una cosa, quiere otra: tiene al niño, pero quiere otro, no le alcanza, no se colma. Es
una madre insatisfecha, por eso va y viene. Hay un primer esbozo de simbolización, de ausencia y presencia.
Cuando acá opera algo de otro significante y ahí aparece el nombre del padre que viene a significar “la madre quiere
falo”. Podríamos decir que el niño dice: Ahh, la madre quiere falo.
Ese falo es la completud.
Es el falo imaginario como el lugar donde el niño se va a identificar.
No es el niño el que desea.
Primero el deseo viene dado desde el gran Otro, de la madre, es el deseo materno. El niño lo que tiene que hacer es
ubicarse en ese lugar, ¿cómo se ubica en ese lugar si ese es un deseo enigmático, es una X? En este momento se
quedaría como en una triada, en el ternario imaginario en donde está el niño, la madre y el falo.
Φ M adre
Niño
Si el niño logra ubicarse en este lugar quedaría en un ternario completo. Los dos sentirían, fantasmaticamente, esta
completud: la madre tiene el falo que tanto quería y el niño es el falo de la madre. Es una célula narcisista.
Es necesario que este primer tiempo se dé, que el niño pase a ser esto que colma a la madre.
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Sintetizando: En el primer tiempo: el niño es el falo, la madre quiere falo, el padre no aparece.
En el segundo tiempo: el niño deja de ser el falo, la madre deja de tener el falo, el padre es ese falo omnipotente
que priva a la madre, es él la ley.
Y en el tercer tiempo: el padre tiene el falo pero no lo es. El falo es un significante, está nuevamente puesto en la
cultura, nadie puede encarnar el falo.
Si se logran dar todos estos tiempos lógicos, el falo se separa de todos los representantes, ya no hay nadie que lo
encarne, sino que el falo pasa a la cultura, como esta ley que puede articular algo del deseo y del sujeto.
Es necesario que se den los tres tiempo, si hay fijaciones en cada uno de estos se desprenden diferentes
patologías.
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