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GONZALO SANZ, LUIS MA., Entre libertad y determinismo.

Genes, cerebro y ambiente en la


conducta humana, Cristiandad, Madrid 2007, 231 pp.

Si la actuación de los sujetos ocurre bajo el sólo dictado de las leyes físicas es claro
que ellos son incapaces de responsabilidad alguna y, en tal situación, ¿cuál sería el sentido
de las legislaciones civiles? Las consecuencias prácticas y sociales que se siguen de la
anterior pregunta, levantan la sospecha con la que Luis Ma. Gonzalo, especialista en
anatomía y embriología, se propone demostrar la existencia del libre albedrío a partir de los
únicos datos admisibles por el determinismo materialista. En coherencia con este objetivo,
el autor distribuye metodológicamente el contenido de su obra en dos partes, la primera de
las cuales presenta los estudios que han evidenciado los factores somáticos de la actuación
libre, mientras que la segunda trata de aclarar la índole metafísica de la libertad y su
necesidad de conformarse con el bien y la verdad. Los ocho capítulos que componen la
primera parte, documentan algunas averiguaciones médicas que mediante las técnicas de
neuroimagen, como la PET (Positron-Emission-Tomography) y la RMF (Resonancia
magnética funcional), autorizarían la conclusión de que las diversas activaciones de los
centros nerviosos son la causa orgánica no sólo de los trastornos de lenguaje (afasias) o del
conocimiento sensorial (agnosias), sino también de las alteraciones de ánimo, lo mismo que
de la violencia, la drogadicción, la homosexualidad, los cambios de personalidad, el
altruismo, las experiencias místicas y los juicios de valor.
Ciertamente, los capítulos quinto y sexto, dedicados a la homosexualidad y al
comportamiento moral, dejan ver una cierta inconsistencia de método, en cuanto que en
éstos, el también docente de la Universidad de Navarra, refuta la explicación determinista
recurriendo a una argumentación teológico filosófica e, incluso, citando literalmente la
Escritura, el Derecho canónico y algún texto del Magisterio. Sin embargo, en los dos
capítulos siguientes prosigue la discusión antideterminista, ateniéndose ya, al solo examen
de la interpretación de las pruebas de laboratorio. Así por ejemplo, en el capítulo siete, una
vez expuesta la hipótesis cuántica de J. Eccles y las deducciones de S. Burns sobre el juego
de ajedrez entre una persona y un ordenador, Gonzalo Sanz evidencia que el tentativo
compatibilista de dichas propuestas tiene una pobre base empírica que sólo consigue
confirmar el supuesto determinista.
Finalmente, el primer apartado se cierra con el capítulo octavo que, en palabras del
escritor mismo, constituye «la parte central del ensayo», pues en éste se propone demostrar con
apego a los datos biológicos que el pensamiento es una operación mental que rebasa el nivel
neuronal. De todos modos, Luis Ma. Gonzalo no duda en aclarar que su demostración de la libertad
es “indirecta”, precisamente, porque el entendimiento y la voluntad son facultades metaneuronales.
Esta aclaración justifica el paso al discurso de tipo meta-físico de la segunda parte, en la que, con
apoyo en la filosofía, la psicología y la teología, se busca aclarar el fundamento de la libertad (IX) y
su necesidad de ser regida por el bien (X) y la verdad (XI), a fin de evitar, tanto las servidumbres a
las que la sociedad somete al individuo (XII), como aquellas esclavitudes a las que el mismo sujeto
se entrega (XIII). En definitiva, se admite que la sociedad, los genes y el cerebro influyen en la
conducta del individuo, pero no que lleguen a suprimir su voluntad. En general, puede decirse que
la bibliografía especializada que acompaña a cada capítulo y las no pocas páginas ilustradas, ayudan
a constatar que la obra de Luis Ma. Gonzalo tiene el mérito de tratar con claridad y concisión un
tema que, por la erudición implicada en su base experimental, parecería de la competencia exclusiva
de los expertos de la neurociencia. En realidad, la vieja cuestión de la libertad reclama el juicio de
otras disciplinas antropológicas, entre las que habrá que contar a la teología, si es que no se quiere
caer en la intolerancia de un pasado positivista. Alberto Anguiano García.
ACLARACIONES:

1) La recesión no es un resumen
2) Un resumen consiste en reproducir literalmente el texto leído, pero de modo
abreviado.
3) La recesión, en cambio, consiste en reproducir el contenido del texto leído, pero
con palabras propias.
4) La recesión, con palabras propias, no significa expresar juicios personales sobre
el texto leído.
5) Con “palabras propias” se intenta decir objetivamente lo que el texto dice, como
si se tratara de contar de qué trata una película (sinopsis), evitando referirse, tanto a
las impresiones personales, como a los detalles de la trama.

ESTRUCTURA implícita en la resención (las partes de la recensión se pueden


distinguir, en el texto anterior, con las marcas en distintos colores, según
corresponde)

1) Breve prólogo:
se introduce el tema, se especifica la naturaleza del texto (artículo, libro,
contribución de una obra mayor, etc); se presentan datos generales del autor.
2) Objetivo del texto y/o metodología empleada:
se formula, en palabras propias, el objetivo que el autor pretende, en su texto, así
como el modo de tratar o desarrollar dicho objetivo.
3) Estructura general del texto
las partes del escrito y su estructura lógica
4) especificación del contenido de las partes:
se aclara el contenido de cada una de las partes de la estructura del texto; dando
detalles sobresalientes, pero no se trata de agotar el contenido.
5) Valoración personal:
en unas tres o cuatro líneas expresar el juicio crítico (aportar razones, no opiniones)
sobre el tratamiento del tema.

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