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Lo bueno y lo malo en Nietzsche

El ser personas estáticas en el mundo tratando de marcar nuestra vivencia por


normas y cumplimientos, y donde no encontramos otro tema más que
reflexionar, nos lleva a ser hombre que no permite el autor; es más se tiene que
tener un orgullo intelectual. Ante la gran diversidad de historias que nos
enmarcan es donde se forja la personalidad y los intereses personales, es por
eso que se necesitan «animales valientes, magnánimos y orgullosos», para no
caer en la chatedad de la moral y así averiguar la procedencia del concepto y el
juicio bueno.

Nietzsche tiene dos puntos a decir, el primero se refiere a la búsqueda del


juicio bueno, esta teoría busca y sitúa en un lugar falso el auténtico hogar
negativo del concepto bueno, la bondad no es el parámetro de bueno, más bien
son los poderosos, es decir, los hombres de posición superior y elevados
sentimientos; también, éstos nadan en un «pathos de la distancia» donde
tienen el derecho de crear valores, ya sean útiles o no, es por eso que se
encuentran en un manantial de supremos juicios de valor ordenadores del
rango. El segundo punto tiene lugar para el padecimiento de un contrasentido
psicológico, donde lo útil se enfoca a las experiencias de lo cotidiano y es así
donde aparece la conciencia que permite no olvidarse y evitar dejar en el
recuerdo esas experiencias.

El «pathos de la distancia» trae como consecuencia el rango dentro de la


sociedad, donde lo nombres han sido marcados por un rasgo típico de su
carácter. Esto lo podemos ver en la palabra distintiva de la aristocracia «que
acaba significando lo bueno, el noble, el puro». Por lo tanto, hay dos formas
básicas de superioridad en la humanidad, una es la caballeresco–aristocrática
y la otra es la cura sacerdotal. Ésta última «es donde el alma humana ha
alcanzado profundidad en un sentido superior y se ha vuelto malvada[1]». Es
aquí donde el autor hace énfasis en los enemigos malvados en un acto
espiritual de venganza ante la antítesis guerrera con la inversión de los valores,
es decir, el tener las Bienaventuranzas.

Ante esto hay una rebelión de los esclavos donde se crea y engendra valores,
se puede traducir en resentimiento éste es una reacción de venganza
imaginaria. «Mientras una moral noble nace de un triunfante sí dicho a sí
mismo, la moral de los esclavos dice no, ya de antemano, a un fuera, a otro, a
un no yo[2]». Incluso, el hombre noble vive con confianza y franqueza frente así
mismo, mientras que el hombre del resentimiento no es ni franco y ni ingenuo,
su vida les hace ser más inteligentes. Por lo tanto, es aquí donde se encuentra
la parte creadora, él «ha concebido el enemigo malvado, el malvado, y ello
como concepto básico, a partir del cual se imagina también. Como imagen
posterior y como antítesis, un bueno – él mismo[3]». Es así como se llega a
decir que cada situación de vida formula su propia moral.
Aún así el hombre con todo y experiencias al paso de los días se va
desgajando, incluso ser más débiles, más mansos y prudentes. Todo trae como
consecuencia la pérdida de esperanza y de fe en aquel hombre dispuesto a
todo alejado de los criterios de la sociedad. Además, evitar el aburrimiento
hacia el hombre ayudará a marcar la fe en el hombre. Lo anterior sucede con
los hombres de resentimiento y ante los aristócratas, que éstos como aves de
rapiñan buscan el momento de utilizar el poder sobre los demás, sólo se
necesita un sí para comenzar la caza. Además, siempre existe la tesis y
antítesis como dos elementos complementarios y necesarios.

A lo largo del tiempo existen los dos valores de bondad y maldad en los actos
del hombre que se manifiestan en una lucha constante, llegando así a una
profundización espiritual. Las antítesis se conjugan en las relaciones entre las
clases de poder.

Bibliografía:

Nietzsche, Friedrich. La genealogía de la moral. México, Alianza Editorial,


1989. pp. 29 - 62

[1] Nietzsche, Friedrich. La genealogía de la moral. México, Alianza Editorial, 1989. p.


38

[2] Ibíd. p. 43

[3] Ibíd. p. 46

Publicado 9th November 2009 por David Reynoso


Etiquetas: Friedrich Nietzsche

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Ver comentarios

1.

Fernando Javier sdb9 de noviembre de 2009, 9:16


Es muy interesante la postura de Nietzsche en relación al "phatos de la distancia", en el que
marca la superioridad del hombre por medio de dos condiciones; me fijare en la segunda, la
cual me gustaría que explicaras un poco más: en la cura sacerdotal, quien afirma que el alma
se vuelve malvada y busca la antítesis de los valores fundados en las bienaventuranzas.
Responder

2.

jose de jesus9 de noviembre de 2009, 9:38

Erich Fromm años después haría respecto al cristianismo una postura semejante a la de
Nietzche en cuanto a interpretar las bienaventuranzas como la declaración de triunfo por sobre
todos los fuertes poniendo los valores de los más débiles como los que salvan. Considero que
aunque en lo cotidiano de la vida cristiana en la actualidad es efectivamente así como se
interpreta, la verdadera fuerza del amor, con todo lo que implica es la que convierte al hombre
en un ser fuerte y lleno de riqueza.
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3.

filosfolio9 de noviembre de 2009, 10:24

¿Quién es aquel que logra ser un animal valiente, magnánimo y orgulloso?, pues Nietzsche
habla de hombres que siguen leyes científicas y no suelen salirse más allá de sus
apreciaciones. Además el autor señala que hay una lucha entre bien y mal, el bien está en
aquellos que tienen poder (aristócratas) y el mal en los esclavos, pero nunca dice quién es
aquel que alcanza una moral aceptada.
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4.

carreño9 de noviembre de 2009, 10:30

que pasa con las decisiones que toma el hombre en medio de las circunstancias, es realmente
libre?
Lo que pasa, es que se desarrolla la vida de la sociedad por medio de las luchas de clases,
pero el que tiene el poder, sobre el poderoso y el esclavo. no habla de la capacidad de
decisiones en las circunstancias.
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