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CONTENIDO

Introducción general . .... ... .. ...... ...... .. ...... .. ....... ... ....... .. ... ....... .... ..... 11
Bibliografía ....................... ............................................................. 48

l. OBRA CIENTÍFICA
(Christen A. Blom-Dahl)

Introducción .................................................................................. 59

Mecánica y geología....................................................................... 65
Sobre la altura de las aguas y fuertes mareas del mundo
primitivo. Pruebas obtenidas en Suecia.................................... 70
Principios de las cosas naturales .... ...... ... ......... ....... .. .......... ....... ..... 81
Principios de las cosas naturales o nuevo ensayo de explicación
filosófica de los fenómenos del mundo elemental.................... 87
La organización del reino del alma................................................. 121
La organización del reino del alma desde el punto de vista
anatómico, físico y filosófico................................................... 125
El reino del alma .. .. .. .... .......... .... .. .. .. .. .... ... .. ....... .... ... .. ... ....... ..... .... 14 7
El reino del alma considerado desde el punto de vista
anatómico, físico y filosófico ............. ................. ..... ........... ..... 15 O
Enfermedades de la fibra......................................................... 156
Sobre la generación................................................................. 165
Psicología racional ......................................................................... 169
Psicología racional ..... ............................................................. 171
Libro de los sueños ................................................................. 173
El culto y amor a Dios............................................................. 175

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EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

II. OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA


CToséAntonio Antón Pacheco)

Introducción .................................................................................. 193

Los arcanos celestes . . .... .. .... .. ... ... ....... .... ... ... .... ... ... ..... ... .... ... .. ... .... 203
Las tierras en el universo................................................................ 215
El cielo y sus maravillas y el infierno.............................................. 218
El Último Juicio y la Babilonia destruida ........................................ 223
La Nueva Jerusalén y su doctrina celeste........................................ 229
El caballo blanco ....... ......................... ............................................ 232
Doctrina de la Nueva Jerusalén sobre la Sagrada Escritura............. 236
Docrina de la Nueva Jerusalén sobre el Señor . .... ... ......... ... .. ... ... .... 241
La sabiduría de los ángeles sobre el Divino Amor y la Divina
Sabiduría................................................................................. 24 7
La sabiduría de los ángeles sobre el divino Amor y la divina
Providencia .. .... .. ... .. .... .. .... .. ... ... .... .. ..... .. .... .... .. ..... ... .... ...... ... .. 262
Apocalipsis revelado . ............................................. ........................ 272
Delicias del amor conyugal ............................................................ 275
La comunicación entre el alma y el cuerpo..................................... 282
La verdadera religión cristiana ....................................................... 288
Coronis (Apéndice a La verdadera religión cristiana) ...................... 292
Memorabilia ..... ... .. .. ..... ...... .. ...... ... ... .... ...... ... .. .. .... .. ..... ....... ...... ... .. 297
Cartas............................................................................................ 304

8
Retrato de Emanuel Swedenborg a los 80 años de edad (1768). Óleo sobre
lienzo de Fredrik Briinder (Nordiska Museet, Estocolmo).

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INTRODUCCIÓN GENERAL

En vísperas del tercer milenio, ¿qué razones puede haber para inte-
resarnos por un personaje como Swedenborg, del siglo XVIII y ya
exhaustivamente investigado?
En el acto de apertura del Congreso Internacional sobre Swe-
denborg celebrado en Londres en 1910, el representante de la Cá-
mara de los Nobles del Parlamento sueco, conde de Wrangel, mani-
festó su plena confianza en que aquel encuentro al que acudieron
especialistas de todo el mundo, contribuiría a «asignar a Sweden-
borg por sus excelentes méritos filosóficos y científicos, su mereci-
do lugar en el Panteón de la ciencia» 1• Sin embargo, tal cosa no se ha
producido. Si alguien brilla allí por su ausencia ese es, precisamen-
te, Swedenborg.
¿A qué se debe esa preterición? rnxiste algún consenso relativo
a que Swedenborg carece ya de actualidad? A punto ha estado de
convertirse en afirmativa la respuesta. En torno a la década de los
años treinta, todo pareció indicar que Emanuel Swedenborg iba a
ser borrado definitivamente de la agenda de asuntos pendientes de
investigación. Por aquellas fechas proliferaron estudios y dictáme-
nes por los que se le atribuyeron toda suerte de taras y dolencias:
epilepsia de lóbulo temporal izquierdo (o derecho, dependiendo
del parecer de distintos autores), paranoia, esquizofrenia, regresión
infantil, erotomanía, narcisismo, mitomanía ... ¿Qué necesidad ha-
bía de interesarnos por un personaje sobre el que ya se habían pro-
nunciado especialistas de modo tan demoledor y terminante?; cri-

l. Actas del Congreso Internacional sobre Swedenborg, The Swedenborg Society,


Londres, 1912, pp. 15-16.

11
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

terio que llegaría a generalizarse hasta el extremo de que en la pro-


pia Suecia autores como Strindberg o Ekelund se vieron obligados a
redescubrir a Swedenborg por conducto de autores extranjeros.
En resumidas cuentas, su caso se dio por definitivamente cerra-
do por y para la ciencia. iGran error! El análisis historiográfico mues-
tra que se adelantó a celebridades como Kant, Lambert, Laplace o
C. F. Wolff, con teorías cuyo mérito es estrictamente suyo. En se-
gundo lugar, ha salido a luz desde las actuales perspectivas que los
dictámenes de la década de los treinta, que tan a punto estuvieron
de poner término a toda ulterior investigación, se derivan de fallos
documentales y una evaluación doctrinaria y no científica, de la per-
sonalidad de Swedenborg. Finalmente, cierto inesperado hallazgo
introdujo en la primavera de 1973 un giro copernicano en el pano-
rama de las presunciones que nos habíamos ido forjando en torno a
su figura y obra. Se trata de un descubrimiento anonadante. Una
fracción notable de los textos de su etapa visionaria que se suponía
que no agregan nada a su anterior producción científica, se nos reve-
ló de pronto como aquellos que mayor interés científico ofrecen.
Nos enfrentamos de hecho a uno de los objetos de reflexión
filosófica y científica más relevantes de todos los tiempos 2 • En rigor,
un simple vistazo a su curriculum indica ya que la vida de Sweden-
borg no fue la de un hombre colateral, ni gris, ni desprovisto de
interés.

Nacido en Estocolmo el 29 de enero de 1688. Muerto en Lon-


dres el 29 de marzo de 1772. Tercer hijo del obispo luterano Jesper
Swedberg 3 y de Sara Behm. Buena figura, erguido, esbelto, de com-
plexión rubia, ojos risueños, mirada límpida, inteligente. Hombre
de inquebrantable salud. Viajero infatigable. Realizó un total de once
viajes por Europa. Graduado por la Universidad de Uppsala. Editor
y redactor de la primera revista científica sueca (Dcedalus hyperbo-
reus ). Miembro del Collegium curiosorum, entidad científica pre-
cursora de la Real Academia de las Ciencias, de Upsala. Asesor del
Real Colegio de Minas de Suecia. Corresponsal de la Academia Im-
perial de las Ciencias de San Petersburgo. Miembro de la Real Aca-
demia Sueca de las Ciencias a propuesta de Linneo. Diputado de la

2. Para una primicia sobre este tema véase C. A. Blom-Dahl, «Swedenborg's physi-
cal and metaphysical revelation», en Ana/ecta Husserliana, vol. LII, Kluwer Academic
Publishers, Dordrecht, Boston y Londres, 1998, pp. 167-195.
3. El cambio del apellido Swedberg por Swedenborg tuvo lugar con motivo del
ennoblecimiento de la familia del obispo Jesper por la reina Ulrika Eleonora en la fecha
de su coronación: 17 de marzo de 1719.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Cámara de los Nobles. Autor de una veintena de tratados científicos


y otros tantos metafísicos a raíz de su transmutación en místico, sú-
bitamente acaecida en 1744.
Por lo infrecuente de este tipo de «metamorfosis» repentina, este
último episodio debería haber bastado por sí solo para considerar
que Swedenborg no ha sido en ningún momento merecedor de caer
en el olvido. Parece, pues, que se cumple la valoración de Thomas
Carlyle, al caracterizarlo hace siglo y medio como «fuente de luz
espiritual cuyo brillo no cesa de crecer». Mi personal convicción es
que Swedenborg no ha dejado ni dejará nunca de sorprendernos. Ni
en lo científico ni en lo religioso.

Los primeros pasos del joven Swedenborg habrían podido se-


guir imprevisibles direcciones. Dos hechos determinaron, no obs-
tante, que acabara siendo el artífice de sus propios objetivos. Prime-
ro, mediante cédula real firmada en Lund el 1 O de diciembre de
1716 por el secretario de Carlos XII, barón S. Cronhjelm, se le
nombró asesor del Real Colegio de Minas. Segundo, una sustancio-
sa herencia le liberó de las ataduras de una vida funcionarial permi-
tiéndole convertir en realidad los proyectos filosóficos y científicos
que bullían en su cabeza. Swedenborg solicitó y obtuvo a partir de
entonces sucesivas excedencias con fines de investigación y publi-
cación. Fueron saliendo así paulatinamente de prensa en Upsala,
Leipzig, Dresde, La Haya, Amsterdam y Londres, sus tratados cien-
tíficos.
Curiosísimos tratados. Cualquiera de ellos ofrece materia para
más de un profundo estudio. Sin embargo, fueron otros los hechos
que le catapultaron al estrellato de los seres singulares de la historia.
En torno al año 1744 una extraña crisis interrumpiría la brillante
carrera científica de Swedenborg, transformándole súbitamente en
un tránsfuga de la ciencia, «especie de anfibio, habitante de dos
mundos» 4 • Físico y espiritual.
¿Qué factores determinaron su transmutación? Se ha hablado
de una crisis religiosa. Más adelante expondré y fundamentaré una
tesis contraria a esta opinión. Es cierto, sin embargo, que Sweden-
borg comenzó a afirmar cosas acordes con el epíteto de lo religioso
y ... ilo patológico!, que desconcertarían por igual a contemporá-
neos y posteridad:

4. La expresión es de Johann Christian Cuno.

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EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

De unos años a esta parte me ha sido dado estar en compañía cons-


tante de espíritus y língeles, oyéndoles hablar y conversando con
ellos. De este modo se me ha concedido escuchar y ver cosas mara-
villosas de la otra vida, de las que ningún hombre ha tenido noticia
alguna ni se le han cruzado por su mente. Me doy perfecta cuenta
de que muchos dirán ... que todo esto es pura fantasía. Otros opina-
rán que relato estas cosas para captar la atención. Los habrá, tam-
bién, que formularán otras objeciones. Mas nada de todo ello me
arredra pues he visto, escuchado y percibido (AC5 65 y 68).

Con ello comenzaría lo que Myers ha definido como «la existen-


cia más extraña jamás vivida por ningún mortal». Y desde entonces,
Swedenborg no ha dejado de ser polémico y de atraer sobre su cabe-
za diagnósticos como los mencionados anteriormente. No es por
ello baldía la pregunta, ¿pudo existir en él una predisposición congé-
nita, motivadora del cambio que le condujo de la ciencia a la mística
en 1744? Aunque más adelante discuta razones, yo creo que más
profundas e interesantes, todo parece indicar que este interrogante
admite una respuesta positiva. Para ello basta con que nos centre-
mos en la figura de su progenitor, Jesper Swedberg, y examinemos
alguna anécdota de la infancia del propio Swedenborg.
Capellán, teólogo, rector de la Universidad de Uppsala y pro-
movido finalmente a la dignidad de obispo, Jesper fue un hombre
adusto, autor de un himnario todavía en uso y tan reaccionario que
afirmaba estremecerse al rozar el cabello de prostitutas -presumía
él- al consagrar sacerdotes portadores de pelucas, «repudiable
moda propia de afrancesados». En su opinión, todos deberíamos
lucir el cabello que Dios nos dio. Pocos parecen haber sido, en suma,
los rasgos físicos y temperamentales transmitidos por este personaje
a Emanuel, tercero de sus nueve hijos. Este, a quien hoy conocemos
por su apellido nobiliario, Swedenborg, no solo utilizó pelucas: he-
redó de su madre, la hacendada terrateniente Sara Behm, su afable
condición e inteligentes y risueños ojos, que parecían «hechos de
éter celestial», como diría Jachmann de los de Kant por más que
estos dos hombres acabarían contemplando mundos diametralmen-
te opuestos. Kant dictaminó que lo metafísico permanecerá siempre
fuera de alcance para el intelecto humano. Swedenborg afirmaría al
término de su brillante pero repentinamente truncada carrera cien-
tífica todo lo contrario: que había logrado acceder a dicho plano y
traía noticias de él por «cosas vistas y oídas en el mundo de los espí-
ritus y cielo angélico».

5. Véase el significado de las siglas y abreviaturas en el apartado 1.3. de la Biblio-


grafía, infra, pp. 49 ss.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

iQué contradictorio era esto respecto a la etapa en la que llegó a


labrarse una notable reputación científica de la que se hicieron eco
las principales revistas científicas de su tiempo! 6 • Cuantos más datos
de esta índole contemplo, más paradójica se me antoja su transmuta-
ción en místico. De ahí que preguntara por la existencia de alguna
predisposición, incluso genética. Pues bien, parece ser que sí la hubo.
Jesper creyó a pies juntillas en la intervención física de Satanás, así
como de ángeles y espíritus; y refiriéndose a Swedenborg, entonces
niño de corta edad, anotaría: «Ángeles parecen estar hablando por
su boca». Algo más explícita que Jesper, Fredrika Ehrenborg explica
que al ser preguntado por el origen de sus precoces manifestaciones
teológicas, aquel niño solía responder que estas eran cosas que oía
decir a sus amiguitos en el invernadero. He ahí la cuestión. Pues, en
el invernadero ... ino había nadie!
Que tales hechos pudieran prefigurar futuros contactos con es-
píritus no me sorprende. Lo que sin embargo me resulta verdadera-
mente chocante es el aspecto contrario. ¿cómo pudo germinar en él
su vocación investigadora de las res naturales?, ¿de lo tangible, de lo
físico? iLa ciencia! El ambiente religioso del hogar de un ministro
luterano, la precoz inquietud teológica mostrada por Swedenborg y
el biblicismo imperante arrojan un halo de extrañeza sobre el hecho
de que la primera etapa de su vida fuese científica. ¿Qué pudo deter-
minar esta opción ... la más improbable y menos natural?
El 15 de junio de 1699 y con la evidente venia de Jesper, apare-
ce en el Libro de Matrículas de la Universidad de Upsala la inscrip-
ción de Emanuel Swedenborg, «hijo optimae indo/is del pastor prin-
cipal y profesor de teología». Swedenborg ingresa así en la Facultad
de Filosofía, pero -entiéndase bien- el término tenía entonces di-
ferente acepción. Lo que allí se impartía era física, estática, dinámi-
ca, óptica, astronomía ... Materias agrupadas bajo la denominación
genérica de mathesis: lo que hoy llamaríamos ciencias exactas, aun-
que sin olvidar el latín, el hebreo, la retórica ... indispensables en la
formación académica de aquellos tiempos todavía intensamente hu-
manísticos. Los primeros pasos en dirección a la ciencia estaban da-
dos pero, ¿quién los propició?, ¿Jesper? Esto parece harto improba-
ble, lo cual nos lleva a considerar otros hechos y personas.
El 17 de mayo de 1702 y bajo viento huracanado, se declara en
Uppsala un incendio que arrasaría tres cuartas partes de la ciudad.

6. Acta eruditorum, Bibliotheque Raisonnée, Erlanger gelehrten Anmerkungen, His-


torie der Gelehrsamkeit, Neue Zeitungen, etc. Todas ellas recogieron extensas reseñas de
sus obras.

15
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

Apenas reconstruida de las cenizas la residencia parroquial de Jes-


per, este es promovido a obispo y trasladado a la diócesis de Skara.
El momento es decisivo para Swedenborg. Su hermana predilecta,
Anna, acaba de contraer matrimonio con el bibliotecario de la Uni-
versidad de Upsala, Erik Benzelius. Jesper concede que Swedenborg
permanezca en el hogar del joven matrimonio, con el fin de prose-
guir sus estudios. Aunque hombre de Iglesia y en su día nombrado
arzobispo, Benzelius cultivó un interés apasionado por las ciencias y
mantuvo un intenso contacto epistolar con los filósofos y hombres
de ciencia más relevantes de la época. Desde un principio él es quien
debió de suscitar y promover en el joven Swedenborg una vocación
científica.
Aquellos fueron anni mirabiles, años de ruptura de nuevas fron-
teras. Frente a hombres como Jesper, que todo lo remitían a la
«autoridad de la Biblia en su sentido literal», Robert Boyle, decimo-
cuarto hijo del conde de Cork, había acuñado como lema: nada
meramente por autoridad. Nuevas ideas bullían por doquier. Fenó-
menos y teorías eran acaloradamente comentados. Gravedad, vórti-
ces mundanos, magnetismo, vacío, «fuego» eléctrico, mecánica de
los cuerpos celestes ... Swedenborg vivió en medio de uno de los
más intensos torbellinos de la historia del pensamiento humano, y
justo es reconocer que una parte sustancial de los avances logrados
se debió a la expansión del horizonte observacional gracias al ma-
nejo y aplicación que hábiles artesanos supieron dar a una sustancia
aparentemente trivial: el vidrio.
A partir de los trabajos del monje y científico franciscano Roger
Bacon (Opus majus, 1267), maestros vidrieros alcanzaron a domi-
nar las artes ópticas para la corrección de la presbicia con cristales
cóncavos. El inquieto ingenio investigador de Bacon le llevó a apli-
carlas a un fin muy distinto: la proyección de imágenes con linterna
mágica, instrumento cuyo principio no es otro que el de nuestros
actuales proyectores de diapositivas. Descrito minuciosamente en
1646 por el jesuita Athanasius Kircher en Ars magnae lucís et um-
brae sin problema alguno, a Bacon, que todavía vivió en tiempos en
que tales cosas eran contempladas como luciferinas, el inocente ex-
perimento le valió una acusación por brujería por la que pudo haber
ido a dar con su cuerpo en la hoguera. Mas el avance tecnológico era
imparable.
En el primer decenio del siglo XVII los holandeses Hans Lipper-
shey y James Metius inventan el telescopio. La gran ventana de la
astronomía óptica queda abierta hacia un cosmos misterioso y sor-
prendente. Los resultados y consecuencias de este evento no tarda-

16
INTRODUCCIÓN GENERAL

rían en ser sensacionales. En 1619 aparece en Venecia el Sidereus


nuntius, la obra de Galileo en la que este comunica su observación
de un «sistema planetario» en miniatura: Júpiter circundado por
cuatro de sus lunas en órbita cronométrica regular. Visión bellísima
y revolucionaria en el sentido antonomástico del término, debido a
sus sustanciales implicaciones teóricas.
Un sistema de tal naturaleza incrementaba la probabilidad de
que la teoría heliocéntrica formulada un siglo antes fuera cierta, y
esto era pura dinamita teológica. Las observaciones se sucedieron
vertiginosamente: cráteres, maria, manchas solares, Titán, el anillo
de Saturno, primer accidente topográfico del planeta Marte (Syrtis
Major), nubes en torno a Venus ... El interés por la astronomía ob-
servacional creció exponencialmente. De anteriores catálogos de
estrellas, de las que Hiparco computó 800 y Claudia Tolomeo 1022,
pasamos al de Johannes Hevelius, que reseña 1500, y su Selenogra-
phia de 1647, primer atlas lunar detallado. La imagen cada vez más
precisa del universo daría gradualmente paso a dos ideas cargadas
de considerables consecuencias: la de la pluralidad de los mundos,
que acabamos de ver recogida por Swedenborg en su explicación
sobre el papel que el anillo de Saturno desempeña; la teoría de la
existencia de «universos isla» situados más allá de nuestra galaxia.
Los hechos astronómicos continuaron sucediéndose con creciente
aceleración. En 1742 Pierre-Louis Moreau de Maupertuis consiguió
observar unas tenues manchas elípticas. En 1755 Kant teorizaría cer-
teramente en su Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Him-
mels (Historia general de la naturaleza y teoría del cielo) que se trata
de aglomeraciones estelares, universos isla: conjuntos discoidales de
estrellas semejantes a nuestra galaxia. Y en 1761 aparecen las Cos-
mologische Briefe (Cartas cosmológicas) de J ean Henri Lambert, fí-
sico y matemático alemán que aventuraría incluso que ni siquiera
nuestro sol es el centro del universo, y postularía la existencia de
galaxias y agrupaciones de galaxias.
Lo que injustamente no se menciona en absoluto a en los anales
de la ciencia es que, utilizando la expresión «cielo sideral» para sig-
nificar galaxia, Swedenborg ya se había anticipado a Kant y Lambert
con ideas similares en sus Principia, que datan del 1734:

Es posible que existan innumerables esferas o cielos siderales en el


universo finito; estas pudieran estar relacionadas unas con otras
como las esferas de dos imanes; y la totalidad del firmamento visi-
ble posiblemente no es más que solo un punto comparado con el
universo entero ... No cabe duda de que la naturaleza es profusa-
mente fértil y ... extiende sus fuerzas en el infinito ... De ello pueden

17
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

surgir nuevos cielos siderales, uno tras otro; y en estos cielos, nue-
vos vórtices y sistemas mundanos; y en dichos vórtices y sistemas,
nuevos planetas; y en torno a ellos, nuevos satélites. Y de este modo,
según la voluntad divina, nuevas creaciones pueden manifestarse
en interminable sucesión. Así pues, icuántas miríadas de cielos side-
rales no habrá y cuántas miríadas de sistemas mundanos! (Principia,
II.III.I.11 y II.III.II, Preámbulo).

Como cabe apreciar, fue un seguidor de la teoría cartesiana de


los tourbillons: vórtices o torbellinos de materia sutil que -supo-
níase- mantenían en suspensión los planetas, haciéndolos girar en
torno a un sol o estrella situados en el foco central de cada torbelli-
no. De hecho, se demuestra que no llegó nunca a entender ni acep-
tar la teoría newtoniana de la gravitación universal. Opinó que las
fuerzas determinantes de la configuración de las galaxias y cúmulos
galácticos son magnéticas.
Las teorías y especulaciones sobre la pluralidad de los mundos
fueron consecuencia directa del tratado heliocéntrico de Copérnico,
De revolutionibus orbium coelestium (1543). En 1585 Giordano
Bruno publicaría su célebre tesis De /'infinito, universo e mondi
(1585). Tras ocho años de proceso inquisitorial, cautivo en un cubí-
culo de un metro cúbico, Bruno fue quemado en la hoguera. El famo-
sísimo Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo, Tolemaico e
Copernicano de Galileo, aparecido en 1632, terminaría con la sona-
da retractación de su autor el 22 de junio de 1633. Otto von Gue-
ricke abordaría el tema de la pluralidad de los mundos en Experi-
menta nova (1672). Bernard le Bovier de Fontenelle publicó en 1686
sus Entretiens sur la pluralité des mondes. «Consta sobradamente
-opinaría Nicolás de Malebranche en su Tratado sobre el infinito
creado- que al admitir un número infinito de planetas habitados,
no les estamos diciendo nada nuevo a los verdaderos cartesianos». Y
poco antes de su muerte, acaecida en 1690, Huygens dio a la prensa
Los mundos celestiales descubiertos: conjeturas relativas a los habi-
tantes, plantas y producciones de los mundos en los planetas.
Swedenborg no es, en definitiva, más que el enésimo propugna-
dor de estas ideas. Con posterioridad a su crisis introdujo sin embar-
go un giro muy espectacular, relativo al número de planetas habita-
dos existentes en nuestra galaxia. Afirma que ciertos espíritus lo
habían calculado, cifrándolo en unos 600 000 (SD 3264). Este no
solo es un número razonable: coincide con los cálculos hipotéticos
realizados por varios cosmólogos durante la segunda mitad de nues-
tro siglo. Pero ante todo, lo chocante es que habiendo postulado
una infinidad de mundos pasase de pronto a consignar una cifra tan

18
INTRODUCCIÓN GENERAL

morigerada. Su originalidad no radica, pues, en el hecho de que asu-


miera las teorías a las que el De revolutionibus de Copérnico y la
moderna astronomía observacional darían origen, sino en la natura-
leza de los detalles que aportó y el tipo de fuente informativa a la
que se remitió: iespíritus!
¿contra qué principios o doctrinas atentaban realmente el he-
liocentrismo y sus consecuencias? A los ojos de algunos, el Génesis,
que no habla de la creación de mundos sino del nuestro en singular,
pasaba a ser una historia trivial, imaginaria, terrenal, por el hecho de
haber resultado discordante respecto a la realidad establecida me-
diante las modernas teorías y medios ópticos de observación astro-
nómica. Esta idea estremeció por igual a católicos y reformados. Así,
Lutero descalificó a Copérnico -«ese hombre que pretende volver
del revés la astronomía entera»- porque en la Biblia se dice que
Josué ordenó al sol que se detuviera, no la tierra. Y es que -tal
como una celebridad lo ha definido- la mecánica celeste era tan
abstrusa para hombres de la formación de Lutero como un reloj
para un salvaje. En el fondo, y técnicamente hablando, no había
otro problema que el de la interpretación literal de la Biblia. Algo
que Swedenborg resolvería de modo bien sencillo en la etapa post-
crítica de su vida: propugnando una lectura traslaticia que, a lasa-
zón, contaba ya con una larga raigambre: cabalista, cristiana, islámi-
ca ... 7. Según este enfoque, contrario, por cierto, a sus anteriores
convicciones literalistas, el Génesis no describe la creación física de
nuestro mundo sino la historia espiritual de la Iglesia desde sus ini-
cios8. Con ello Swedenborg demuestra haber tenido diáfana con-
ciencia de las contradicciones surgidas en su tiempo entre ciencia y
religión, y halló por vía de una exégesis esotérica una fórmula conci-
liadora.
Veamos ahora otro ejemplo de cómo resolvió otro de los pro-
blemas acumulados por la ciencia en el Siglo de las Luces frente a los
modos tradicionales de contemplar la Biblia. La ventana reciente-
mente abierta hacia el cosmos por la astronomía óptica coincide con
el período llamado de las grandes exploraciones. En 1722 Jacob
Roggeveen descubre la isla de Pascua; en 1736 Pierre-Louis Moreau
de Maupertuis y Alexis Claud Clairaut se desplazan a Laponia para

7. Para una discusión en profundidad de la hermenéutica espiritual o simbólica


frente al literalismo biblicista véase J. A. Antón Pacheco, «Symbolica nomina», en Symbo-
los, Barcelona 1988.
8. Los cinco primeros volúmenes de la edición príncipe de Los arcanos celestiales,
de Swedenborg, van dedicados por su autor a la exposición del «sentido espiritual» del
Génesis. Los tres siguientes, que completan la edición, van dedicados al Éxodo.

19
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

medir el achatamiento polar terrestre; en 1743-1744 Charles Marie


de la Condamine atraviesa América del Sur y desciende el Amazo-
nas ... , etc. Y a la par que los aspectos físicos del globo terrestre iban
siendo desvelados progresivamente, surge una antropología que tam-
bién estaba llamada a tener consecuencias de largo alcance en filoso-
fía y religión. John Locke, por ejemplo, se pronunciaría con el si-
guiente fundamento en contra del innatismo de la idea de Dios:

¿No ha descubierto, acaso, la navegación naciones enteras, en tiem-


pos más tardíos, en la bahía de Soldania ... en el Brasil... en Boron-
day ... y en las islas de los Caribes, entre las cuales no se encontró
noción alguna ni de un Dios ni de una religión? 9•

Swedenborg da en su producción postcrítica pruebas de haber


asimilado perfectamente la objeción empírica de Locke, y encuentra
en ella apoyo para un argumento singular. Afirma que la encarna-
ción y venida del Señor tan solo se han producido en nuestro mun-
do (AC 9350); que ello se debe principalmente a que en él la escritu-
ra ha venido desarrollándose sobre diversos soportes (tablillas,
pergaminos, papel...) desde tiempo inmemorial; y, finalmente, que
esto ha hecho posible que nuestra humanidad fijara de modo indele-
ble un mensaje del que estamos llamados a ser sus difusores univer-
sales por todo el cosmos ...

... para que pueda ponerse de manifiesto que Dios se ha hecho


Hombre, pues este es el primordial propósito por el que nos han
sido dadas las Sagradas Escrituras, dado que nadie puede creer en
un Dios y amar a un Dios que no pueda concebir bajo alguna for-
ma ... Por lo cual placióle al Señor nacer aquí y dejar testimonio ...
que se diese a conocer no solo en este mundo, sino a todos en el
universo al acceder al cielo desde no importa qué cuerpo celeste, ya
que en el cielo todos se comunican (AC 9356).

Como se podrá apreciar, para Swedenborg la confrontación en-


tre ciencia y religión no era una cuestión de pugna entre oscurantis-
mo e ilustración, sino de un ajuste entre una tradición correcta (vale
decir también una teoría correcta acerca de la realidad del mundo) y
un aporte científico de datos empíricos. Al menos, Swedenborg fue
consecuente. Puede que mucho más de lo que lo somos hoy en día y
de lo que muchos lo fueron en aquel entonces. Y es que -a diferencia
de Lutero y los teólogos contemporáneos de Swedenborg: Semler,

9. J. Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano (1690), Editora Nacional,


Madrid, 1980, p. 47.

20
INTRODUCCIÓN GENERAL

Michaelis o Ernesti-él no solo contó con una sensibilidad teológica


precozmente desarrollada (me refiero a los testimonios de Jesper y
Bremer en relación con el tema de los invisibles «amiguitos» con
quienes conversaba en el invernadero), sino que dispuso de una for-
mación científica de la que Lutero careció y de la que también se
hallaron desprovistos los teólogos mencionados, pese a haber sido
los introductores de algunas de las formas modernas de crítica textual.
De sobra es sabido que no todos reaccionaron como Sweden-
borg a la hora de conciliar sus conciencias con la avalancha de datos
observacionales y teóricos aportados por una ciencia en vertiginoso
proceso de expansión. Frarn,ois Marie Arouet, mejor conocido por
Voltaire, adoptaría una postura teísta y hablaría de religión natural.
Siguiendo sus pasos, Denis Diderot redactaría en 1747 La suficien-
cia de la religión natural, no publicada hasta el 1770. Hay un recha-
zo generalizado hacia las formas de religión positiva, e incluso una
sorda rebelión frente al doctrinarismo y la liturgia. Nace así el pietis-
mo, con movimientos como el liderado por Nikolaus Ludwig von
Zinzendorf, creador de la Iglesia de la Unidad o comunidad de los
Hermanos Moravos. Los hombres más relevantes de finales del siglo
XVIII alemán -Lessing, Semler, Kant, Schiller, Goethe, Fichte ... -
acusaron el influjo del pietismo. Tampoco faltaron movimientos ilu-
ministas (martinistas franceses), cabalistas y alegoristas (imbuidos de
las ideas de Jakob Bohme).
En tiempos de efervescencia como este, las divergencias termi-
nan generando antítesis radicales, con lo que nos encontramos con
que del lado escéptico las formas precursoras del materialismo mo-
derno decuplicaron a su vez en el XVIII su difusión y arraigo. Por
ejemplo, a través de obras como L 'homme machine de Julien Offroy
de la Mettrie, publicada el mismo año en que Pompeya era descu-
bierta bajo las cenizas del Vesubio (1748), o elSysteme de la nature,
del barón de Holbach, un ateo declarado. Charles-Louis de Secon-
dat, barón de la Brede y de Montesquieu, filósofo y pionero de la
sociología moderna, que osciló entre el idealismo no teológico y el
materialismo, informaría a raíz de su viaje a Inglaterra: «Si alguien
osa hablar allí de religión en la alta sociedad, todo el mundo se echa
a reír». Este mismo barón, que se jactaba de contar con trescientos
cincuenta años de nobleza comprobada, se mofaba de la cuestión
trinitaria diciendo del papa que era un mago que hacía creer que tres
son uno. Así estaban las cosas por todas partes en Europa. Mi insis-
tencia sobre este punto no tiene otro objeto que el de resaltar cómo
de ello nacería para Swedenborg lo que habría de ser el gran proyec-
to de su vida: idemostrar científicamente la existencia e inmortali-

21
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

dad del alma! Proyecto que acabaría actuando como factor detonan-
te de la crisis experimentada en 1744. Pero, ¿qué le condujo hasta
este punto?
Retomemos el hilo biográfico interrumpido páginas atrás. El
primero de junio de 1709 aparece como presentada la tesis con que
Swedenborg coronó sus estudios en la Universidad de Uppsala: Sen-
tencias seleccionadas de Séneca y Publio Ciro el Mimo. Una exposi-
ción crítica de algunas de las máximas más célebres de los referidos
autores clásicos, probablemente según versiones de Erasmo de Rot-
terdam. Sospecho que este no fue un ejercicio de su libre elección.
En la portada el director de su tesis ---Andreas Rhyzelius- hace
votos por la conversión de Swedenborg en «ciudadano útil a la pa-
tria y ornamento de la Cristiandad», lo que suena a antítesis del lema
por el que clamara el decimocuarto hijo del conde de Cork: nada
meramente por autoridad.
El joven y recién graduado Swedenborg necesitaba sin duda
emanciparse y ampliar estudios, pero este momento de su vida coin-
cide con la delicada situación internacional en la que se encontraba
Suecia. Su «rey de hierro», Carlos XII, acababa de sufrir frente al
ejército de Pedro el Grande de Rusia la sonada derrota de la batalla
de Poltava. A finales de abril o principios de mayo de 1710 -el
mismo año en que George Berkeley diera a la luz pública su famoso
Tratado sobre los principios del conocimiento humano- Sweden-
borg, ansioso por expandir sus propios conocimientos mediante un
viaje al extranjero, encuentra al fin un capitán dispuesto a efectuar
la travesía a Londres pese al hostigamiento de la flota danesa, que se
benefició cuanto pudo de la transitoria debilidad de su vecina Sue-
cia. Según Swedenborg, su vida peligró cuatro veces durante su viaje
a Inglaterra:

[l] Al pasar sobre un bajío próximo a Inglaterra rozando fondo en


medio de una densa niebla ... Todos creímos que zozobraríamos ...
[2] Ante corsarios que nos abordaron ... [3J Al abrir fuego sobre
nosotros un guardacostas de la marina británica confundiéndonos
con el corsario ... [4] Al ser detenido en tierra, contraviniendo la
cuarentena que se nos había impuesto debido a un rebrote de peste
bubónica en Suecia (ltin., p. 3).

A decir verdad, al menos en uno de estos casos salió ileso de un


peligro muy real. La humanidad no contaba con otra protección
frente a la peste que la cuarentena. La primera representación de
bacterias por Anton van Leeuwenhoek apareció en lasPhilosophical
Transactions de la Royal Society de 1683, pero nadie supo desentra-

22
INTRODUCCIÓN GENERAL

ñar por aquel entonces lo que esas extrañas criaturas vistas al mi-
croscopio significaban. El cloranfenicol y demás antibióticos son un
invento de nuestro siglo. No era solo chanza la frase del comedió-
grafo Moliere, «casi todos los hombres mueren víctimas de sus re-
medios, no de sus enfermedades». Tan solo en Estocolmo el bacilo
de Yersin o Pasteurella pestis se cobró 20 000 vidas aquel mismo
año. iUn tercio de la población!

El trece de enero de 1711 [escribe Rhyzelius, el antiguo profesor y


director de la tesis de Swedenborg] me aventuré a entrar en la ciu-
dad. Dondequiera que dirigiese mis pasos, todo estaba desierto.
Mis amistades habían muerto o huido. Casas y talleres aparecían
vacíos 1°.

La vida de Swedenborg podría haberse extinguido en aquella


ciudad fantasmal por la que deambuló Rhyzelius. Pero no es menos
cierto que al incluir su contravención de la cuarentena como cuarto
caso en que su vida peligró, nuestro científico en ciernes alude a una
normativa que en Inglaterra debería haberle conducido irremisible-
mente a la horca. Sus biógrafos coinciden en que debió contar con
cartas de introducción dirigidas a muy poderosos valedores para
haber salido ileso de aquel episodio sin más que una severa repri-
menda por parte del magistrado que llevó el caso.
El Londres que Swedenborg conoció tras cumplir seis semanas
de obligado confinamiento sanitario era una metrópolis marcada por
el barroco austeramente interpretado por el máximo arquitecto y
reconstructor de iglesias de Inglaterra, Christopher Wren. Ciudad
recién resurgida de sus propias cenizas tras el incendio que la asoló
en 1666. Una espléndida colección de documentos epistolares per-
mite reconstruir sus pasos.
El joven Swedenborg brujulea por talleres de maestros artesa-
nos, fabricantes de artilugios ni tan siquiera soñados en Suecia: mi-
croscopios, astrolabios, grafómetros, telescopios, cámaras oscuras ...
Sus cartas nos lo muestran pletórico de entusiasmo. En el trato
personal con los virtuosi, los maestros artesanos, habitual entonces,
lo que hoy sería mera transacción comercial tendía a convertirse en
una excitante aventura que a menudo acababa rozando el filo del
misterio. Así, por ejemplo, el 15 de enero de 1712 visita al relojero
real, Antram. Le acompañan sus primos Andreas y Gustaf Hesse-
lius, de paso por Londres camino de América. Antram muestra al

10. Cit. por C. O. Sigstedt en The Swedenborg Epic, The Swedenborg Society, Lon·
dres, 1891, p. 15.

23
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

joven e intrigado Swedenborg el interior de «una extraña e ingenio-


sa maquinaria que solo funcionaba al encender una vela» 11 , pero sin
revelarle el secreto íntimo de lo que afirmó ser un descubrimiento
todavía no realizado por ningún mortal. En una carta posterior
Swedenborg no aclara el misterio. Más bien lo incrementa al añadir
que «ni en la proximidad de la vela ni encima de ella había nada que
se pudiera calentar y poner en marcha el mecanismo» 12 • Esto sugie-
re algo diferente de una máquina termodinámica. ¿un artilugio fo-
toeléctrico? iDemasiado fantástico para ser referible a la tecnología
del siglo xvm! Pero el enigma sigue en pie.
El hecho de que instrumentos y maquinarias le sedujeran, no le
impidió relacionarse en el ámbito de las ciencias teóricas con, por
ejemplo, los astrónomos Flamsteed y Halley en Inglaterra, o De la
Hire y el matemático y geómetra parisino, Paul Varignon. Estos en-
cuentros obedecieron a un motivo muy concreto. Swedenborg había
concebido un método de determinación de la longitud geográfica
mediante observaciones lunares. Este era un tema de vital importan-
cia para la navegación. Mas el escollo básico consistía en poder con-
tar con tablas suficientemente exactas de los movimientos del satéli-
te. Halley dio a entender que estaba en condiciones de desarrollarlas,
y que no tardaría en publicar sus cálculos. Comprensiblemente, eso
no llegó a producirse en tiempos de Swedenborg. La más reciente
teoría de los movimientos lunares (teoría de Brown) comprende en
su cómputo unas 1 500 desigualdades, lo que da muy clara idea de la
complejidad del problema de mecánica celeste planteado por nues-
tro satélite natural. El método de Swedenborg nunca habría sido
práctico. La determinación de longitudes geográficas en navegación
acabó resolviéndose mediante el empleo del quintante o sextante
clásicos, y cronómetros marinos de alta precisión. Swedenborg llevó
sin embargo clavada como una espina en su corazón la falta de acep-
tación de su método. De hecho, todavía discutiría su aplicación en
plena etapa visionaria o teológica con el profesor de astronomía de
la Universidad de Lund, N. Schenmark 13 •
En marzo de 1711 Benzelius informa a Swedenborg de la crea-
ción de la primera sociedad científica sueca: el Collegium curioso-

11. A. Acton, Letters and Memorials, Swedenborg Scientific Association, Bryn


Athyn, Pennsylvania, 1948, p. 34.
12. Carta a E. Benzelius, Londres, agosto 1712, A. Acton, op. cit., p. 43.
13. En fecha 16 de septiembre de 1766 Swedenborg envió copia de su teoría a
Shenmark, quien opuso el 22 de marzo de 1767 una serie de objeciones a las que todavía
replicaría Swedenborg mediante un escrito del que tan solo se conserva una copia sin
fechar. Cf. A. Acton, op. cit., pp. 616 y 633-637.

24
INTRODUCCIÓN GENERAL

rum. Con el paso del tiempo el collegium se convertiría en la actual


y prestigiosa Real Academia de Ciencias de Uppsala y Swedenborg
gozó, ab initio, de la consideración de miembro nato del mismo. Su
primer encargo en calidad de tal lo recibiría de manos de Pehr Elf-
vius. La misión que este cosmólogo y profesor de astronomía de la
Universidad de Upsala le confiaría roza lo que hoy calificaríamos de
espionaje científico. Aunque redactada en sueco, su misiva contiene
numerosas locuciones latinas que demuestran la cortedad termino-
lógica de las lenguas vernáculas del XVIII frente al latín como lengua
técnica y científica:

Muy estimado y erudito Sr. Swedenborg ... Llego ahora al tema de


ciertos pequeños asuntos que me parece serían de mi interés, así
como útiles también para los propósitos de vos. A saber, que bajo
no importa qué circunstancias y cueste lo que cueste, vos estéis pre-
sente cuando Flamsteed efectúe Observationes, procurando ver có-
mo las lleva a cabo, dando una satisfactoria descripción de sus ins-
trumentos y de todos los correspondientesapparatus, especialmente
en lo relativo a las divisiones: si aparecen indicadas sobre una pieza
móvil como la de Hedra:us, o como líneas transversales, como en
los instrumenta de Tycho Brahe; o bien mediante un tornillo en el
vástago, como tanto recomienda Robert Hooke, en contra de la
opinión de Hevelius. También, si utiliza untelescopium en lugar de
las pínulas; el modo en que procede al ajuste del paralelismo del
instrumento respecto al horizonte; y sobre todo, que vos mismo os
familiaricéis con el micrómetro que se coloca in tubo in concursu
focorum, mediante el cual uno puede obtener la medida de los día-
metros planetarum ... ¿Qué piensan los versados en matemáticas
acerca de los Principia Motuum Planetarum [principios del movi-
miento de los planetas] de Newton, ya que estos parecen ser una
pura «abstracción» y no una realidadphysicce? Es decir, sobre cómo
un cuerpo planetario puede «gravitar» en torno a otro, etc., lo cual
no parece razonable 14 •

Los personajes relacionados -entre los que Brahe y Hooke so-


bresalen por su relevancia científica; y sobre todo el tema de
Newton- añaden vivo interés al documento. Elfvius andaba tan in-
quieto como centenares de colegas suyos, astrónomos y cosmólo-
gos, a quienes los famosísimosPrincipia del genio inglés planteaban
cuestiones que se les antojaban quiméricas y les tenían profunda-
mente desconcertados. La cosmología cartesiana -insisto- soste-
nía que los planetas flotan en el seno de un torbellino de materia
sutil. Newton, en cambio, postulaba un movimiento en el vacío go-

14. Carta de P. Elfvius, Uppsala, 28 de julio de 1711, en A. Acton, op. cit., pp. 25-26.

25
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

bernado por fuerzas de atracción gravitacionales, cosa que a lama-


yoría de sus coetáneos les sonaba a pura magia o -como dice Elf-
vius- «pura "abstracción" y no una realidad physicae». En cual-
quier caso este documento epistolar prueba a las claras un hecho
muy central: que el despegue científico del joven Swedenborg estaba
asegurado. Era el hombre de confianza y corresponsal en el extran-
jero del incipiente Collegium curiosorum.
En agosto de 1711 Swedenborg pasaría a informar sobre los
Principia de Newton. Es decir, acerca de las dudas y reparos que
Elfvius compartía con centenares de colegas suyos dispersos por Sue-
cia y el resto de Europa. «No es a los ingleses a quienes hay que
consultar a tal respecto -respondería Swedenborg por conducto de
Benzelius-, pues se ciegan con los suyos y consideran conducta in-
admisible que nadie los ponga en tela de juicio» 15• Como puede ver-
se, Swedenborg omitió manifestarse acerca del fondo de la cuestión,
y parece más bien haber entendido que no eran argumentos objeti-
vos lo que se pedía sino opiniones sobre la persona. Algo así como:
¿es Newton un caballero digno de confianza? Hoy, esta mentalidad
parece impropia, mas el interés que ofrece es que vemos que la repu-
tación moral tenía entonces un peso académico del que hoy en bue-
na parte se prescinde.
En 1714 Suecia entra en una nueva etapa. Carlos XII logra za-
farse de la «protección» de los turcos a la que se acogió tras el desas-
tre de Poltava -en rigor, un confinamiento en calidad de rehén
negociable frente a los rusos-y en compañía de tan solo dos de sus
más allegados oficiales, consigue cruzar el Continente hasta Pome-
rania en una cabalgada novelesca de ocho días de duración. La oda
Festivus applausus in Caroli XII in Pomeraniam suam adventum,
recoge esta increíble gesta. Su autor -Swedenborg- que en su re-
torno a Suecia se encontraba allí de paso, en Greifswald para ser
exactos, informaría también a Benzelius:
En lo que respecta a literatura, poca cosa hay aquí digna de interés.
Perdón por mi osadía en manifestarlo, pero la Academia es despre-
ciable. Papke ostenta el cargo de profesor de Ciencias Exactas (Ma-
theseos), pero cualquier otra ocupación habría sido más propia para
él. Me gustaría haberme encontrado con Leibniz, pero está actual-
mente en Viena 16 •

El enciclopédico Gottfried Wilhelm Leibniz acababa de publicar

15. Carta a E. Benzelius, Londres, agosto de 1711, en A. Acton, op. cit., p. 33.
16. Greifswald, 4 de abril de 1715, en A. Acton, op. cit., p. 62.

26
INTRODUCCIÓN GENERAL

su celebérrima Monadología y era ya una autoridad de renombre.


En cualquier caso, Swedenborg no dispuso de mucho tiempo para
lamentar su frustrado encuentro con él o la incuria de Papke, vién-
dose obligado a abandonar precipitadamente el lugar bajo el retum-
bar de cañones que auguraban la inminente caída de Stralsund. Po-
merania resultó indefendible frente al cerco militar impuesto a
Carlos XII por las fuerzas coaligadas de Dinamarca, Prusia y Hanno-
ver. Veintiocho años más tarde Swedenborg no encontraría más que
un montón de ruinas al visitar de nuevo Stralsund.
Llegado a Suecia, Swedenborg se vinculó en calidad de ayudante
al ya por aquel entonces afamado mechanicus -especie de ingenie-
ro industrial y civil- Christopher Polhem, cuya notoriedad inicial
data del 1711 y se debe a la introducción de mejoras en las piezas de
artillería y otros ingenios de aplicación bélica, que le valieron la re-
comendación del general Magnus Stenbock al rey de Suecia. Polhem
fue un individuo creativo y singular. Abrigaba la curiosa idea de que
la tierra había sido en otro tiempo un sol cubierto gradualmente por
una corteza que dejó atrapado el fuego en su interior; y teorizó so-
bre el origen y forma de las partículas compositivas de la materia,
imbuido por las ideas de Descartes 17• Hombre ingenioso pero no
docto ni letrado, Swedenborg hizo las veces de lazarillo literario para
él, revisando y puliendo sus escritos, que formarían parte del mate-
rial publicado en elDcedalus hyperboreus. Su relación con este hom-
bre de prestigio ya consolidado le permitiría labrarse un futuro para
sí mismo. Así, al ser llamado aquel a Lund para entrevistarse con
Carlos XII con motivo de problemas surgidos en la construcción de
una dársena en el puerto militar de Karlskrona, Swedenborg decidió
imprimir en papel de tina y encuadernar lujosamente los cuatro
ejemplares del Dcedalus publicados hasta el momento, y dedicárse-
los al rey:

Poderosísimo y Magnánimo Rey: Me tomo la libertad de presenta-


ros ciertas modestas investigaciones y observaciones matemáticas...
aunque esto no sea más que el comienzo, pues son muchas las cosas
no expuestas todavía que presumiblemente aportarían numerosos
beneficios al desarrollo de la industria, navegación, artillería y artes
de la balística.. .18.

17. No en vano el cartesianismo había calado hondo en Suecia donde, a petición de


la reina Cristina, Descartes fijó su residencia en octubre de 1649, muriendo cuatro meses
más tarde víctima de una neumonía.
18. A. Acton, op. cit., p. 122.

27
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

Esta es poco menos que una descarada enumeración de las debi-


lidades del monarca. Pero surtió su efecto.
El motivo por el que habían sido convocados era muy concreto.
Faltaba erigir un dique de contención de aguas que permitiera dese-
car la zona destinada a dársena y proceder a la voladura de rocas por
debajo del nivel del mar. Este fue el encargo que Polhem y Sweden-
borg recibieron en Lund, y a tal efecto diseñaron una estructura su-
mergible semicircular de 24 metros de anchura por 7,5 de altura,
suspendida de una plataforma que descansaba sobre pilotes. Los son-
deos para acomodar el borde inferior al perfil del fondo marino co-
rrieron a cargo de Swedenborg, y la inmersión de la estructura tuvo
lugar el 17 de septiembre de 1717. Entretanto, el rey había leído los
ejemplares del Dcedalus y Polhem terciado favorablemente. Sweden-
borg obtuvo como resultado el nombramiento como asesor del Real
Colegio de Minas. Excedencias y una gradual autonomía económica
acabarían por situarle en disposición de desarrollar la serie de traba-
jos que conforman el corpus de su nutrida producción científica.
Los títulos de las obras sucesivamente lanzadas por Swedenborg
a la luz pública permiten desvelar la sutil evolución que terminaría
abocándole a su singular crisis transformativa del año 1744: Pruebas
de que nuestro organismo se halla conformado principalmente por
pequeñas vibraciones que son tremulaciones, Upsala, 1718; Sobre el
movimiento y posición de la Tierra y los planetas, Skara, 1719; So-
bre la altura de las aguas y las fuertes mareas en el mundo primitivo:
Pruebas obtenidas en Suecia, Estocolmo, 1719; Ensayo sobre los
principios de las cosas naturales o un nuevo intento de explicación
de la química y física experimentales por medio de la geometría,
Amsterdam, 1721; Nuevo método para hallar la longitud geográfica
en tierra y mar por medio de la luna, Amsterdam, 1721; Diversas
observaciones sobre las cosas naturales y especialmente sobre los
minerales, el fuego y la estratificación de las montañas, Leipzig,
1722; Principios de las cosas naturales o nuevo ensayo de explica-
ción filosófica de los fenómenos del mundo elemental, Dresde y
Leipzig, 1734.
A partir de aquí el panorama de sus trabajos registra un marcado
punto de inflexión. Los títulos de sus últimos tratados científicos
anteriores a su crisis revelan con meridiana claridad su creciente pre-
ocupación metafísica: Ensayo de filosofía razonada sobre el Infinito
y la causa final de la creación: sobre el mecanismo del funciona-
miento del alma y el cuerpo, Dresde y Leipzig, 1734; La organiza-
ción del reino del alma desde el punto de vista anatómico, físico y
filosófico, Amsterdam y Londres, 1740-1741 ;El reino del alma des-

28
INTRODUCCIÓN GENERAL

de el punto de vista anatómico, físico y filosófico, La Haya y Lon-


dres, 1744.
Tríada que en resumidas cuentas responde a su proyecto cumbre,
consistente en probar científicamente la existencia e inmortalidad del
alma frente al vendaval del materialismo filosófico y científico desen-
cadenado por hombres como Hobbes, Holbach, Fontenelle, Helve-
tius o la Mettrie. Pero centrémonos ahora sobre los términos «meca-
nismo» y «punto de vista físico» integrados en los títulos de sus
postreras obras científicas. Son tremendamente reveladores. Deno-
tan una característica fundamental de la concepción de lo real que
abrigó Swedenborg: la firme convicción de que existe un punto ar-
quimédico de unión entre lo físico y lo metafísico. O expresado en
otros términos: que no hay una solución de continuidad entre lo uno
y lo otro. Es más: teorizó incluso por aquellas fechas que si dispusié-
ramos de microscopios suficientemente poderosos, «llegaríamos a
observar la estructura completa, tanto del alma como del espíritu»
(Psychol. 75 e); y diseñó iun esquema del alma! Todo ello, de confor-
midad con sus teorías previamente expuestas en su tratado Principios
de las cosas naturales ... Teorías relativas a la composición corpuscu-
lar de la materia. En su dibujo del alma, póstumamente publicado, se
aprecian una serie de sucesivas capas compuestas por vasos sanguí-
neos y -siguiendo la terminología de dicho tratado- fluido sutil,
éter, los «elementos» primero y segundo, el «tercer finito»; y por
último, «la supremamente sutil membrana del alma», de estructura
espiral, formada por el «primer finito».
Llegados a este punto creo oportuno que nos preguntemos por
qué la microscopía, en la que Swedenborg cifró sus esperanzas, cau-
só tan menguado impacto sobre sus coetáneos. La respuesta es que
en este campo los investigadores no contaron con nada parecido a
la teoría heliocéntrica de Copérnico, que transformaba de inmedia-
to las observaciones de la recién estrenada astronomía óptica en
materia debatible, revolucionaria y sensacional. Swammerdam, Mal-
pighi, Spallanzani, Hartsoeker, Plantades, Anton van Leeuwenhoek
y demás microscopistas de la época trabajaron en medio de un va-
cío teórico que les impidió evaluar adecuadamente lo observado y
formular teorías comparables a la del heliocentrismo, capaces de
conmocionar el ánimo de teólogos, filósofos y hombres de ciencia.
Creo que esta es una tesis importante, por lo que me extraña no
haberla visto expuesta, aunque sí intuida. Incluso tempranamente.
Así por ejemplo, el informe elevado en 1692 a la Royal Society por
su director de experimentos, Robert Hooke, habla a las claras de
esta situación:

29
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

[Los estudios microscópicos] se reducen a casi un único experi-


mentador, que es Mr. Leeuwenhoek; exceptuado él, yo no he oído
de nadie que haga uso de ese instrumento con otras miras que la
diversión y el pasatiempo 19 •

Es indudable que Swedenborg sí creyó poderlo utilizar para


fines tan revolucionarios -mutatis mutandis- como la astrono-
mía óptica: para una astronomía idel espíritu! Y me pregunto qué
habría pensado si algún método observacional tan potente como la
cristalografía de rayos X le hubiese puesto en disposición de obser-
var la maravillosa estructura del ADN. ¿Habría creído ver en ella la
figura del alma humana? De haber pensado así, tal vez no habría
estado muy desacertado 20. No obstante, no faltarán quienes piensen
que -aun desde la perspectiva del siglo XVIII- el proyecto de pro-
bar empíricamente la existencia e inmortalidad del alma no pasaba
de ser un descomunal despropósito. Pero esto admite objeciones. El
tema sigue teniendo plena actualidad, filosófica y científica. Sin ir
más lejos Sir Francis Crick, por ejemplo, lo ha abordado reciente-
mente21. Y a su vez -pues es fácil infravalorar una labor si se desco-
nocen los detalles- conviene señalar que, como científico, Swe-
denborg nunca pecó de candidez, arbitrariedad o falta de rigor.
Tuvo cabal conciencia de que su ensayo de 1734 no había rozado ni
de lejos el objetivo de su indagación. En consecuencia, comprendió
que porfiar exigiría un giro táctico radical; y no solo lo introdujo,
sino que este es tan notable que se le puede cuantificar. Basta para
ello comparar las respectivas introducciones del antepenúltimo y
penúltimo de sus tratados precríticos sobre el organismo humano.
Salta entonces de inmediato a la vista que las respectivas metodolo-
gías que aplicó siguen líneas opuestas de aproximación a los proble-
mas: por cada vez que Swedenborg menciona en el primer tratado
el término experiencia, alude 6 veces al término principio: concep-
to especulativo y teórico; por cada vez que menciona el término
principio en el segundo tratado, alude 5 veces al término experien-
cia: concepto observacional.
De modo que de teorizador acérrimo se convirtió en empirista y
experimentalista, poco menos que al estilo de lo recomendado por
John Locke o George Berkeley. Lo cual tuvo tremendas consecuen-

19. Cit. por H. Kearney en Orígenes de la ciencia moderna, Guadarrama, Madrid,


1970, p. 182.
20. Véanse a este respecto los agudísimos razonamientos de Gunther S. Stent en Las
paradojas del progreso, Alhambra, Madrid, 1981, pp. 109-110.
21. En La búsqueda científica del alma, Debate, Madrid, 1994.

30
INTRODUCCIÓN GENERAL

cias, incluso prácticas, para el ulterior desenvolvimiento de su vida.


Esto, en definitiva, le convertiría más que nunca en un investigador
itinerante. Así, anota Swedenborg en uno de sus diarios de viaje com-
pilados más tarde bajo el título genérico de Itineraria:

El 1 de junio de 1736 obtuve el beneplácito de Su Majestad el Rey,


para ausentarme por espacio de 3 ó 4 años, con objeto de escribir
un libro .... Del 3 al 10 estuve despidiéndome de los ministros, amis-
tades, etc., y pasé por el Real Colegio de Minas el 9 ... Partí de
Estocolmo a las dos de la tarde del 10 de julio ... Ese mismo día
estalló una tormenta eléctrica entre Norrkoping e Ysted, de dura-
ción e intensidad desconocidas desde tiempo inmemorial. El cielo
parecía fulgurar como inflamado por un incendio; y en diversos
lugares los rayos abatieron ganado y personas, incendiando algunas
granjas en Skane, que quedaron reducidas a cenizas. Pero no he
oído hablar de ninguna iglesia que sufriera daños. Sin embargo,
pese a que estuve viajando desde Estocolmo a Nykoping toda la
noche, no vi relámpagos ni escuché truenos (Itin., p. 63).

Así se inicia el cuarto y más largo de sus viajes al extranjero, de


cuatro años de duración, por tierras de Holanda, Francia e Italia,
para escribir. .. iun solo libro! (aunque en rigor este se desdoblaría
luego en dos). Tremenda o complicada empresa debería ser esta.
¿cómo determinarlo?
Los Itineraria son frustrantes. Swedenborg interrumpe sus ano-
taciones cada vez que emprende cualesquiera tareas capaces de pro-
curarnos pistas sobre sus indagaciones. Parece como si los móviles
de su viaje estuvieran condenados a permanecer para siempre tras el
velo de lo nebuloso. Afortunadamente, contamos con elementos
suficientes para una reconstrucción tolerablemente sólida.
A París llega Swedenborg el 3 de septiembre de 1736. No mucho
más adelante cierra su diario con una escueta referencia a su visita, el
3 Ode julio de 173 7, a lugares próximos a dicha capital, hoy inmersos
en la gran urbe. Por cierto, el Versalles que conoció fue el ya remo-
delado por los arquitectos Louis Le Vau y Jules Hardoui Mansart. Es
decir, el impresionante Versalles pintado en 1722 por Jean-Baptiste
Martín. Su diario ya no se reinicia hasta el año siguiente, en fecha en
que, lacónicamente, anota: «Partí de París en diligencia el 12 de marzo
de 1737 a las tres de la madrugada, llegando a Chalon el 15» (Itin.,
p. 80). Chalon-sur-Saóne se encuentra situada a unos trescientos ki-
lómetros de París, lo que nos da para su diligencia una media de
cien kilómetros diarios. Aunque los carruajes del XVIII estaban dota-
dos de excelentes ballestas, ni caminos ni bestias de tiro permitían
mejor marcha. iCon razón había que madrugar! Paradójicamente

31
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

-tratándose de un viajero de tierras boreales- la nieve supondría el


mayor de los obstáculos encontrados en su camino:

El 22 de marzo partimos de Lion hacia Turín. Al cruzar los Alpes


hasta rebasar el Mont Cenis -último de sus grandes picos-, tuvi-
mos que soportar las mayores penalidades y peligros para abrirnos
paso a través de la nieve caída la noche anterior. Las mulas se hun-
dían. Literalmente, nadaban en nieve. Hubo que descabalgar. Por
suerte, marchábamos doce viajeros, seis monjes carmelitas y unos
cincuenta o sesenta porteadores, que fueron abriéndonos paso
(Itin., pp. 80-81).

Swedenborg Uega finalmente por canal a Venecia -término de


su viaje- la tarde del 19 de abril del mismo año en que Maupertuis,
tras su expedición a Laponia, publica La figure de la Terre con sus
observaciones sobre el achatamiento polar: 1738. La estancia de
Swedenborg en Venecia responde a una de las grandes lagunas sus-
tanciales a las que ya he aludido, tan características y tan tremenda-
mente frustrantes de los Itineraria. Su año y medio de permanencia
allí queda reducido a un puñado de párrafos magros y anecdóticos.
Verbigracia:

Contemplé las fiestas que se celebran con motivo de la Ascensión y


presencié la consagración del mar. El carnaval prosiguió durante
una quincena. Estuve también en la ópera y asistí cada sábado a los
conciertos en los monasterios lncurabile y Pieta22 (ltin., p. 85).

Lo que entendió como acto religioso no era sino la tradicional


ceremonia laica de los Desposorios del mar (Sposalizio del mare) en
la que el dux arrojaba su anillo de oro a las aguas del Adriático, pro-
nunciando la invocación: «Nos desposamos contigo en señal de do-
minación efectiva y perpetua». Hay, por cierto, un famoso cuadro de
Canaletto que puede dar al lector una idea muy precisa del ambiente
festivo que el sabio sueco conoció. Justamente el óleo intitulado Fies-
ta de la Ascensión en Venecia. En cuanto a los «monasterios» que
menciona, se trata de los Ospedale: literalmente hospicios, precurso-
res de los actuales conservatorios de música, en los que se acogía a

22. En esta anotación solo aparece consignado el día 15 como fecha, sin especificar
el mes. No obstante, la ceremonia a la que hace referencia se celebra en agosto. Son
contradictorios también la cronología y los datos de sus desplazamientos anteriores y
posteriores. Tal vez el fallo estribe en un lapsus de memoria de Swedenborg. Por lo
general, este redactó sus anotaciones al término de algunos de los tramos de su viaje. Pero
también podría deberse a problemas de lectura del manuscrito original. Una revisión de
este o la versión litográfica de 1870 del doctor Rudolf Leonard Tafel podrían seguramen-
te sacarnos de duda.

32
INTRODUCCIÓN GENERAL

jóvenes huérfanas e hijas ilegítimas a las que se procuraba una esme-


rada enseñanza musical. Vivaldi era a la sazón profesor de violín del
Ospedale della Pieta, que Swedenborg frecuentó, si bien aquel año se
ausentó de Venecia con motivo de la representación de sus óperas
L'Oracolo in Messenia y Feraspe, puestas en escena en Amsterdam.
Puede que Swedenborg escuchara, no obstante, sus más recientes
creaciones operísticas: L 'Olimpiade, Ginevra principessa di Scozia o
Catone in Utica. Pero es poco menos que nada lo que nos dice de su
prolongada permanencia en la legendaria y colorista ciudad del Vé-
neto. La nota en la que anuncia su retorno es tan lacónica como de
costumbre: «9 de agosto de 1738: habiendo concluido mi trabajo,
parto para Padua y de allí a Vicenza y Verona» (Itin., p. 85). ¿Qué
trabajo? No lo menciona ni con una sola palabra, mas no tardaremos
en comprobar que esto no supone un insondable misterio.
El viaje de regreso lo efectúa Swedenborg pasando por Floren-
cia, donde se demora un par de semanas; Roma, a la que llega el 25
de septiembre de 173 8 y donde permanece cinco meses visitando
los lugares de mayor interés: Vaticano, Iglesia de San Pedro, Monte
Cavallo, Capitolio, Villa Borghese ... y un sinfín de monumentos y
obras de arte que enumera, describe o comenta. De allí parte para
Génova, donde llega el 17 de marzo de 1739 y prosigue camino
hacia París y Amsterdam. Anota entonces: «Di fin a mi trabajo en
Amsterdam el 27 de diciembre de 1739, al tiempo que el reloj daba
las doce» 23 •
No se refiere al realizado en Venecia sino a la terminación del
manuscrito del primer volumen sobre La organización del reino del
alma desde el punto de vista anatómico, físico y filosófico. «Reino»
que no es sino el cuerpo humano, que Swedenborg concibió como
hábitat natural del alma. Mediante este tratado se disipan nuestras
dudas respecto a lo que le retuvo año y medio en Venecia. De las 28
autoridades en materia de anatomía, medicina, anatomopatología y
fisiología citadas, entre las que se hallan comprendidos ciudadanos
de seis nacionalidades distintas, trece son científicos italianos 24 • De
otra parte, y desde el punto de vista de la investigación estrictamen-
te experimental y observacional del XVIII, es más que razonable que
el interés de Swedenborg se centrara de manera especial sobre la
contribución de Italia a la ciencia médica, pues, como puntualiza

23. Cit. por C. Odhner Sigstedt, op. cit., p. 148.


24. G. Baglivi, L. Bellini, J. B. Caldesi, R. Columbus, B. Eustaquio, J. Fantoni,
D. Gulielmini, J. M. Lancisi, M. Malpighi, J. B. Morgagni, A. Pacchioni, A. Vallisneri y
A. M. Valsalva.

33
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

Hugh Kearney, «dentro de la tradición organicista la principal apor-


tación a la revolución científica se debe a profesores de la Universi-
dad de Padua y a su más célebre alumno inglés, William Harvey» 2 5.
Italia era el país más avanzado en las materias sobre las que Sweden-
borg buscaba documentación de primera mano. Queda explicado
así el enigma de lo que le retuvo en Venecia, la ciudad de los crista-
les, de los canales, de una tecnología puntera y, naturalmente, del
saber médico de la época. Capital, también, de la más célebre Repú-
blica del Mediterráneo de todos los tiempos, a la que Napoleón tris-
temente puso fin en 1797.
¿creyó Swedenborg haber demostrado la existencia e inmortali-
dad del alma en su tratado más reciente? iEn modo alguno! Sweden-
borg interrumpe la publicación de La organización del reino del alma
apenas salida de prensa la segunda del total de las seis partes origina-
riamente proyectadas, confiesa haber dirigido sus pasos hacia el ob-
jeto de su demostración «con desmedida premura y precipitación»,
y reinicia la tarea ampliando en campo limitado anteriormente a un
estudio de la sangre, con objeto de abarcar esta vez el conjunto ente-
ro del organismo humano:
[Puesto que el alma] se encuentra representada en el cuerpo como
en un espejo, estoy por ello decidido a examinar cuidadosamente la
anatomía entera de su cuerpo, de la cabeza a los pies, parte por
parte; y, para una mayor aproximación, su cerebro (AK I, n. 19).

Swedenborg concibió la idea de que si concentraba progresiva-


mente su esfuerzo en dirección al estudio de microestructuras cada
vez más sutiles, alcanzando a penetrar finalmente en el misterio de
los fluidos cerebrales, el alma terminaría por mostrársele de modo
patente:
Orientando mi trayectoria constantemente hacia el interior, logra-
ré abrir todas las puertas que, Dios mediante, me permitirán final-
mente contemplarla (ibid).

Mas no fue cándido ni iluso. Interrumpiría de nuevo la publica-


ción de su renovado intento por obtener pruebas tangibles del alma
a la altura del tercero de los cinco volúmenes proyectados, interpre-
tando esta vez como definitivo su fracaso. Lo cual nos sitúa frente al
hito más crucial de su vida: su crisis de 1744 registrada en el más
singular de cuantos diarios hayan podido redactarse en la historia de

25. H. Kearney, op. cit., 1970, p. 77. Por cierto, Harvey es otro de los autores
profusamente citados por Swedenborg.

34
INTRODUCCIÓN GENERAL

la humanidad: Dromboken, el Libro de los sueños. Comienza este


como un Itineraria cualquiera: un cuaderno de viajes en el que nada
permite presagiar el giro que pocos meses más tarde transformaría
su vida. Swedenborg parte de Estocolmo sin más finalidad que la de
supervisar en La Haya la impresión del primer volumen de su trata-
do, El reino del alma.

El 21 de julio de 1743 partí de Estocolmo llegando a Ystad el 27,


habiendo atravesado Talje, Nykoping, Norrkoping ... En Ystad sa-
ludé a la condesa de la Gardie, sus dos hijas y los dos condes, más el
de Fersen, así como al comandante Landtishusen y al maestro Klin-
genberg. El general Stenflycht llegó el día 31 con su hijo y el capi-
tán Schachta. El viento nos fue desfavorable. No pudimos zarpar
hasta el 5 de agosto .... En Stralsund visité de nuevo la fortaleza ... la
mansión en la que estuvo alojado el rey Carlos XII... la iglesia de
San Juan convertida en ruinas durante el asedio ... y la de San Nico-
lás, en la que se exhibe una máquina de relojería fulminada tres
veces por el rayo en el instante mismo en que la saeta marcaba las
seis en punto: en 1670, 1683 y 1688 UD1-4).

A impulsos de su constante curiosidad científica, Swedenborg


siempre toma buena nota de hechos como este, rodeados de una
cierta aureola de misterio. Por lo demás, su viaje discurrió sin que
nada extraordinario sucediera hasta su llegada a la ciudad holandesa
de Harlingen. Mas entonces las cosas cambiarían del modo más es-
pectacular, marcando para siempre el término de la primera etapa
de su vida. No solo se interrumpe en aquel lugar y momento su viaje
«terrenal»: su propio cuaderno de anotaciones acusa la existencia de
un espectacular salto en el vacío, en forma de varias páginas arranca-
das (probablemente cuatro), apareciendo en los fragmentos de dos
que se conservan «grandes cifras en caligrafía inexperta, tal vez tra-
zadas por un niño» 26 • A partir de dicho punto su vida daría un vuel-
co abismal. Sus ojos ya no miraban hacia fuera, asomados a los vi-
drios de telescopios, microscopios, calesas o diligencias. Era ahora el
insondable abismo del reino de los sueños lo que, por entero, vino a
absorber su atención. Durante el período que abarca desde el 24 de
marzo hasta el mes de noviembre de 1744 Swedenborg registraría
un total de 98 sueños y i12 visiones! Un auténtico tesoro para el
investigador, que el freudianismo doctrinario adulteró y los estudio-
sos al uso etiquetaron como documento de una crisis religiosa. En-
foques que desvirtúan el verdadero fondo de la crisis.

26. Así lo hace constar Gustav Klemming, el editor y transcriptor de la versión


príncipe de este diario.

35
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

¿cuál es este? ¿cómo se puede establecer? Un análisis de fre-


cuencias de iteración de los tres aspectos cardinales comprendidos
en el «libro» que la describe, arroja el siguiente resultado: 33% cues-
tiones religiosas; 27% regeneración moral; 40% temas científicos.
Me asombra que este análisis no haya sido practicado anterior-
mente. Habríamos caído mucho antes en la cuenta de que lo experi-
mentado por Swedenborg no fue una crisis religiosa sino cognosciti-
va: fueron problemas científicos los que notoria y mayoritariamente
le preocuparon por aquel entonces. Este es un hecho crucial. Prueba
que Swedenborg continuó pensando que, básicamente, el problema
de la búsqueda científica del alma estaba bien planteado. Su cambio
de actitud consistió simplemente en que al fin se apoderó de él la
certidumbre de que los instrumentos de exploración óptica disponi-
bles en el siglo XVIII, no le facilitarían el grado de penetración en el
organismo humano indispensable para la obtención del sutil tipo de
pruebas que buscaba. Llegado de este modo al límite del horizonte
observacional de su tiempo, concibió la esperanza de conseguir tras-
pasarlo mediante una ayuda isobrenatural t Esta es la verdadera cla-
ve de su transmutación. Véase:
Muchas significaciones, tales como que yo había cogido la llave de
la anatomía; la otra -la que Hesselius tenía- era la de la medici-
na. También, que la llave de los pulmones es la arteria pulmonar
UD 24) ... Se me habló también de la glándula timo y de la glándula
renal UD 105). Quiere decir que debo informarme sobre los mús-
culos y reflexionar al respecto UD 126). Significa el trabajo que he
comenzado ... el del cerebro, de modo que siento que tengo ahora
la venia de Dios para proceder y creo que Él va a ayudarme en esto
UD 229). Significa que no he ordenado y ejecutado correctamente
el tema del Corpus reticulare Malpighii UD 232). Algo me aguarda
cuando haya concluido el primer capítulo sobre el sentido del tacto
UD 241). Se refiere a lo que he llevado a término sobre formas
orgánicas en general y, principalmente, hacia el final UD 243). Sig-
nifica que lo que con la ayuda de Dios he escrito últimamente sobre
formas es de tal naturaleza que me conducirá hasta lo que es toda-
vía más glorioso UD 244)2 7 •

Estos pasajes resultan aun más transparentes que el cómputo de


contenidos esenciales del Libro de los sueños expresado en porcen-
tajes. Proporcionan una clara imagen del tipo de temas que centra-
ron la atención de Swedenborg y la clase de soluciones que esperó
obtener. Y prueban que no hubo una crisis propiamente religiosa.

27. Me he limitado a transcribir su autointerpretación de los sueños, omitiendo


reproducir estos por razones de su extensión.

36
INTRODUCCIÓN GENERAL

Todavía publicaría Swedenborg -e interrumpiría con el segun-


do de los tres volúmenes proyectados esta vez- El culto y amor a
Dios: una síntesis de algunas de sus últimas teorías filosóficas y cien-
tíficas bajo título que presagia el salto cualitativo experimentado a
partir de la crisis. Esta obra, que el lector verá antologada en el capí-
tulo 4 de esta Primera Parte, cerraría definitivamente el primer ciclo
de su vida. No obstante, el planteamiento en torno al problema de la
demostración de la existencia e inmortalidad del alma seguido hasta
la fecha, imprimiría un sello antropomorfista a su ulterior produc-
ción, lo que daría origen en el seno de la comunidad científica a una
tesis continuista de la que tal vez sea Martin Ramstrom uno de los
más tempranos expositores:
Swedenborg alcanzó en su último par de obras la coronación de su
carrera científica. Posteriormente, aquellas le servirían de funda-
mento para el edificio religioso a cuya erección dedicaría el resto
de su vida 28 •

Ramstrom alude sin duda a la figura antropomórfica del Maxi-


mus Hamo: la idea ampliamente elaborada por Swedenborg tras su
crisis, de que los cielos se hallan configurados como un gigantesco
organismo humano cuyas comunidades angélicas corresponden a
tales o cuales vísceras, tejidos, órganos, fibras y sistemas. Sin embar-
go, los inesperados hallazgos realizados de la primavera de 1973
conducen a una tesis diametralmente opuesta en lo que respecta al
conocimiento de esos elementos constitutivos del organismo. Según
se demuestra, no es cierto que en lo relativo a cuestiones científicas
los textos visionarios de Swedenborg se basen en ese fundamento
precrítico al que alude Ramstrom. Por tanto tampoco es cierto que
estén diciendo las mismas cosas que antes, sino todo lo contrario.
Mas lo realmente pasmoso no es la mudanza en sí de los textos sino
el hecho de que lo que dicen no solo es diferente, es ... iexacto!, e
hiperavanzado 29 • Y es por este motivo por el que el Swedenborg
transmutado en místico, a quien una mayoría dimos por perdido
para la ciencia y mentalmente trastornado, es, paradójicamente,
quien ha resultado ser el más relevante, no ya desde el punto de vista
religioso, sino científico. Pero no es menos cierto que las aparien-
cias tienden a darle toda la razón a Ramstrom y a cuantos han veni-
do sustentando la tesis continuista. He aquí unos fragmentos que así

28. M. Ramstrom, op. cit., p. 23.


29. Cf. C. A. Blom-Dahl, art. cit., pp. 178-184.

37
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

lo prueban palmariamente. Así, escribe Swedenborg en uno de sus


apuntes postcríticos más tempranos:
En lo que respecta al Reino de Dios deseo manifestar que este me
ha sido mostrado en repetidas ocasiones. Primero, en la quietud del
sueño; luego, en pleno día, es decir, en estado de vigilia, de tal
modo que podía percibirlo con la mayor claridad y sensación direc-
ta, captando tanto el modo en que los ángeles, como por una esca-
lera, descendían desde Jehová, el Hijo unigénito de Dios, y ascen-
dían. Es decir, que transmitían su voz desde lo alto incluso hasta
mis oídos por medio de numerosas palabras repetidas; y también
cómo innumerables y celestiales espíritus entre los que había santos
que ya murieron, se consociaban de tal modo que venían a formar
como un solo cuerpo y de este modo, por así decir, como un solo
hombre. Y ejercían un influjo tan unánime que ni la más mínima
discordancia resultaba perceptible; todo ello, de modo tan patente
y con tal claridad como si se tratara de objetos percibidos mediante
los sentidos externos, y con una voz y dicción clara [afirmaban]
como si una sola persona lo pronunciara, que esta es la efigie verda-
dera del Reino de Dios. La dulzura y felicidad resultantes eran tan
grandes que no se las puede expresar mediante palabras, pues de
un modo indescriptible penetraban profundamente en las fibras y
médulas más profundas, afectándolas. Y puesto que por su infinita
bondad y misericordia, Dios me ha concedido a mí, su servidor, el
más indigno de todos, percibir manifiestamente esta imagen repeti-
das veces, y sentir las dulzuras y felicidades celestiales con tal fre-
cuencia durante el último par de años que omito contar las ocasio-
nes, forzoso es que rinda testimonio de ello (WE 541).

Posteriormente, a la hora de publicar sus experiencias, Sweden-


borg impartiría a esta imagen fascinante formas muy elaboradas y
preosas.

COMO UNIDAD COMPLETA, EL CIELO ENTERO SE ASEMEJA A UN HOM-


BRE. Que el cielo en su conjunto global se asemeja a un hombre es
un arcano que en el mundo todavía se desconoce, por más que en
los cielos es algo perfectamente sabido. Este conocimiento y sus
particularidades y aspectos específicos constituyen allí la parte prin-
cipal de la inteligencia de los ángeles. Es más: de él dependen mu-
chas cosas que si no contaran con esto como principio general, no
tendrían cabida detallada y nítida en las mentes angélicas. Puesto
que les consta que todos los cielos con sus sociedades semejan un
solo hombre, llaman por ello al cielo Maximus Hamo y Divinus
Hamo. Divinus, porque es la divinidad del Señor la que conforma
el cielo (HH 59).
CORRESPONDENCIA DE TODOS LOS ÓRGANOS Y MIEMBROS, TANTO IN-
TERIORES COMO EXTERIORES, CON EL MAXJMUS HOMO, QUE ES EL CIE-
LO. Que esta correspondencia existe es algo perfectamente conocí-

38
INTRODUCCIÓN GENERAL

do en la otra vida no solo por los ángeles sino también los espíritus,
incluso los perversos. Por ello los ángeles se hallan familiarizados
con las cosas más secretas existentes en el hombre, en el mundo y
su naturaleza universal. He podido comprobar esto por la circuns-
tancia de que al hablar acerca de cualquier parte del ser humano,
ellos no solo conocían la estructura completa de dicha parte, su
funcionamiento y finalidad, sino también un sinnúmero de cosas
inexplorables e incomprensibles para nosotros (AC 3626).

Es tentador comparar e1Maximus Hamo con el Gigante Cósmi-


co de los escritos védicos, el Pleroma de los gnósticos, el Anthropos
neoplatónico o el Adán Kadmón de la cábala hebrea. Honoré de
Balzac y August Strindberg no dudaron en vincular a Swedenborg a
corrientes y tradiciones rosacrucianas, brahmánicas, etc., que justifi-
carían ese nexo, pero con las que Swedenborg no estuvo conectado
en ningún caso. Es probable que suceda aquí como con la doctrina
de las correspondencias, de la que algo se dirá en lo que sigue. «El
análisis lexical-advierte el profesor lnge Jonsson- apoya la hipó-
tesis de que los impulsos primarios de la doctrina de las correspon-
dencias provienen de la literatura científica de su época. Debe por
ello investigarse en primer término la erudición científica de Swe-
denborg antes de tomar en consideración las fuentes más esotéricas,
tales como la tradición hermética que los simbolistas reactualiza-
ron»30. En esto estoy plenamente de acuerdo. Además, acabamos de
ver que Swedenborg asegura que se trata de «un arcano que en el
mundo todavía se desconoce», lo cual es falso bajo la perspectiva de
las referidas tradiciones y del conocimiento que de ellas se tuvo por
aquel entonces, pero probablemente cierto bajo la suya propia; es
decir: que para él sí fue una «revelación», independientemente del
significado que queramos otorgar a este término.
La recién mencionada doctrina de las correspondencias y repre-
sentaciones es otro de los aspectos centrales de la producción post-
crítica de Swedenborg. A esta noción se refiere, en el plano de las
relaciones entre lo físico y lo metafísico, la correspondencia del
Maximus Hamo con todas las partes del organismo humano. Pero
hay otro aspecto notablemente más interesante. Explica Sweden-
borg que lo espiritual se nos patentiza a través de un lenguaje simbó-
lico, transmisor de recónditos mensajes que desvelan misterios pro-
pios de las profundidades del plano del que proceden. Su más
temprana alusión a experiencias de este orden aparece en el Libro

30. l. Jonsson, Swedenborgs korrespondensliira, Almqvist & Wiksell, Lund, 1969,


p. 394.

39
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

de los sueños en nota fechada en Amsterdam la noche del 24 al 25


de abril de 1744: «Dios habla conmigo, mas apenas si entiendo una
mínima parte de todo ello pues consiste en representaciones, de las
cuales todavía comprendo muy poca cosa» (JD 175). Un siglo antes,
Hobbes había escrito en su famoso Leviathan: «Cuando un hombre
me dice que Dios le ha hablado en sueños, yo pienso que soñó que
Dios le hablaba». Swedenborg, en cambio, entiende que no hay nada
ilusorio en ello. Su revelación entera orbitaría finalmente en torno a
estos mensajes simbólicos de los que él entiende que las visiones
proféticas forman parte:
En el cielo aparecen cosas maravillosas procedentes de la luz del
Señor, cosas tan innumerables que jamás se las podría referir. Se
trata de continuos [elementos] representativos del Señor o Su rei-
no, tal como aparecen mencionados en Profetas y por San Juan en
el Apocalipsis, aparte de otros elementos significantes. Ningún hom-
bre puede verlos con los ojos corporales, mas en el instante mismo
en que la visión interior o del espíritu es abierta por el Señor, tales
cosas se convierten en visibles. Las visiones de los profetas no son
otra cosa que aperturas de la visión interior, como cuando San Juan
vip los candeleros de oro [Ap 1,12-13] y la Ciudad Santa como oro
puro y semejante a una piedra preciosísima [Ap 21, 2-10-11] (AC
1532).

De ahí que las Sagradas Escrituras sean -estima el visionario


sueco- un reflejo de esto mismo, de tal modo que «todas las cosas
del sentido literal son representativas y significativas». Lo cual nos
lleva directamente al tema de su peculiar exégesis bíblica. Respecto a
esta faceta fundamental de su producción postcrítica, la singularísi-
ma hermenéutica esotérica a la que habría de ceñirse en el curso de
toda ella aparece anunciada del siguiente modo en Los arcanos ce-
lestiales, obra monumental de unas seis mil páginas de extensión:
Del mero sentido literal de las Escrituras del Antiguo Testamento
nadie extraería la consecuencia de que dicha parte de los textos
contiene arcanos celestiales ... El mundo cristiano permanece hasta
el momento en profunda ignorancia acerca del hecho de que todo
en las Escrituras, tanto en general como en particular, incluido el
más mínimo ápice, significa y contiene dentro de sí cosas espiritua-
les y celestiales, siendo esta la razón por la que al Antiguo Testa-
mento se le presta tan escasa atención (AC 1-2).

Sorprende verle cultivar el esoterismo de la tradición cabalística


y el neoplatonismo tardíos en un momento en que algunos de sus
más señalados practicantes -Paracelso, Robert Fludd, Newton-
habían muerto largo tiempo atrás. Pero mayor asombro motiva el

40
INTRODUCCIÓN GENERAL

hecho de que presente como novedad este método de tan larga y


difundida raigambre histórica. En el cristianismo, la bifurcación de
las exégesis literalista y esotérica se aprecia ya a partir de Orígenes
(184-h. 253), asentadas respectivamente una y otra en las escuelas
de Antioquía y Alejandría. En cuanto a los exégetas medievales, es-
tos admitían la existencia de cuatro sentidos. Y el polifacético Mi-
guel Servet escribiría en el prefacio de la edición de 1528 de la Biblia
de Santes Pagnini, de la que fue redactor, corrector y comentarista:

La Escritura tiene una doble faz ... y bajo la vejez de la letra que
mata encierra la novedad del Espíritu que vivifica. Por eso, cuando
se aclara un sentido sería erróneo omitir el otro, tanto más cuanto
que lo histórico desvela lo místico. Esta es la razón por la que en
nuestras notas hemos intentado restaurar el sentido literal o histó-
rico tan despreciado por doquier a fin de que a través de él como
tipo pueda conocerse el verdadero sentido místico y todos noso-
tros podamos ver claramente y sin velos a Jesucristo, nuestro Dios,
el fin de todo, velado en sombras y figuras, razón por la cual los
ciegos judíos no lo vieron 31 •

Es por tanto manifiesto que en lo que respecta a la ignorancia


del mundo cristiano a la que alude Swedenborg, la realidad histórica
es muy distinta. Bajo tal perspectiva queda asimismo comprendido
el cabalismo:

Paracelso [recuerda Hugh Kearney] sacó muchas de sus ideas de la


cábala, otra fuente impregnada de neoplatonismo. La cábala (lite-
ralmente «tradición») judía era un cuerpo de doctrina originario de
la baja Edad Media, que interpretaba el Antiguo Testamento sirvién-
dose de métodos esotéricos, incluso con cifras. El cultivo del hebreo
por estudiosos cristianos como Reuchlin (1455-1522) hizo la cábala
más fácilmente asequible a quienes buscaban sabiduría detrás del
texto literal de las Escrituras. La cábala y los escritos herméticos eran
un reclamo parecido para el mismo tipo de hombres. Los neoplató-
nicos de Cambridge, por ejemplo, estudiaron la cábala 32 •

Swedenborg debió tener perfecto conocimiento y noticia del


esoterismo cabalístico. Kearney menciona el recurso al estudio de
los textos sagrados en su versión original hebrea, que Reuchlin faci-
litó; y es sabido que Swedenborg acudió al estudio de la versión
hebrea de la Biblia. En carta a su protodiscípulo sueco, Andersson

31. R. H. Bainton, Servet, el hereje perseguido, Taurus, Madrid, 1973, pp. 107-108.
32. H. Kearney, op. cit., p. 119.

41
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

Beyer, fechada el mes de febrero de 1767, Swedenborg responde


negativamente a la pregunta que le habían formulado sobre su opi-
nión acerca de los escritos de Boehme y el místico anglicano William
Law, afirmando que no los conocía y confirmando de paso que cuan-
do el cielo le fue «abierto» tuvo previamente que «aprender el he-
breo, así como las correspondencias mediante las cuales la Biblia
entera está compuesta» 33 •
Como vemos, a sus coetáneos ya se les planteaba la misma
disyuntiva que a nosotros. Se preguntaban hasta qué punto Sweden-
borg se había nutrido de elementos vinculados a otras personas o
una determinada tradición; o bien, si estos elementos surgieron en
él espontáneamente o por inspiración. Resulta difícil decidir cuál de
las dos opciones es correcta. Entre otras cosas, porque probable-
mente ambas lo son. Pero sería absurdo pretender que lecturas que
sabemos que efectuó, no hubieran dejado huella alguna en su mente.
Informa el doctor Jonsson:

La biblioteca de Swedenborg contenía cierto número de compen-


dios y antologías sobre medicina, de cuyo material pudo haberse
orientado incluso acerca de la concepción mágica y primitiva del
cuerpo humano ... Para su iniciación en una tradición médica inme-
morial, distintas obras han tenido, como es natural, su importancia.
En Hellwig ha tomado contacto con Hermes Trismegisto, Plinio,
Agrippa (De occulta philosophia), Paracelso, Maxwell (Tractatus de
curatione magnetica), Kircher (Mundus subterraneus), pero también
con grandes hombres como Borelli y Willis 34.

Supongo inevitable la conclusión de que esta literatura fue ori-


gen y fundamento del neoplatonismo y hermetismo que, desde lue-
go, impregnan la producción postcrítica de Swedenborg, incluido el
método interpretativo esotérico aplicado al Antiguo Testamento.
Pero esto supone una desconsideración hacia otros argumentos no-
tablemente más interesantes. Al parecer, nadie se plantea que aque-
llos aspectos en donde se da una convergencia, similitud o paralelo
entre diversos autores, puedan tener un origen distinto al del con-
tacto físico entre personas, tradiciones o textos. Con ello corremos
el albur de supersimplificar la realidad y, en especial, las experien-
cias de la segunda etapa de la vida de Swedenborg.
Nos aproximamos al término de esta exposición y creo llegado el
momento de preguntarnos, ¿cuál es el problema cardinal al que nos

33. Carta dirigida probablemente a P. Hammarberg por conducto de A. Beyer, Es-


tocolmo, febrero 1767, en A. Acton, op. cit., p. 630.
34. l. Jonsson, op. cit., pp. 331-32, n. 43.

42
INTRODUCCIÓN GENERAL

enfrentamos? Es probable que nadie lo haya definido con mayor


precisión que Johann Christian Cuno. Este botánico y poeta de ori-
gen alemán, aunque afincado en Amsterdam, fue un personaje culto
y singular. Linneo, compatriota de Swedenborg y coetáneo de am-
bos, dio en su honor el nombre de cunonia a una planta de la familia
de las saxifragáceas oriunda del Cabo de Buena Esperanza. Cuno
profesó una entrañable amistad por Swedenborg, a quien conoció en
la etapa en que este era ya octogenario. Hombre de extraordinaria
transparencia moral, Cuno no permitió que su aprecio por Sweden-
borg empañara la verdad de su pensamiento y su justificado escepti-
cismo frente a algunas de las pretensiones de su amigo. Suyo es el
alegato crítico más aleccionador y lúcido que haya podido escribirse
jamás. Lo redactó como carta fechada en Amsterdam el 8 de marzo
de 1769. De ella se desprende que Swedenborg había prometido al-
gún desvelamiento decisivo: algo que habría de probar sin margen de
error o duda la realidad de sus contactos con espíritus. Dice Cuno:

Tras haber leído minuciosamente vuestras dieciséis obras publica-


das en Londres y Amsterdam a vuestras expensas, y tomado notas
de los pasajes que me parecieron oscuros, me apresté a esperar con
impaciencia el trabajo prometido para dentro de dos años: Sobre la
nueva doctrina en su plenitud. Habéis publicado al fin un epítome 35 •
Convencido de que con él las dudas prendidas en mi ánimo se disi-
parían al fin, observo que he esperado en vano. En vuestro último
libro no agregáis a vuestro sistema nada nuevo que yo no conociera
a través de vuestros trabajos precedentes 36 •

Cuno se aproximó con ello a las crudas y cáusticas valoraciones


de personas como el teólogo J ohann August Ernesti, quien comparó
la primera gran obra postcrítica de Swedenborg -Los arcanos ce-
lestiales- con la novela fantástica y satírica del Barón Ludwig von
Holberg, Viaje al interior de la Tierra de Nicolás Clim. Tampoco fue
muy amable ni discreto el filósofo Kant. Este dictaminaría que aque-
llo no era otra cosa que «Acht quartbande voll unsinn»: ocho tomos
en cuarto llenos de disparates. Solo que a diferencia del filósofo y el
teólogo, Cuno no abrigó animadversión alguna. Mantuvo hasta la

35. Cuno se refiere probablemente a Canones Novae Ecclesiae, seu integra Theolo-
gia Novae Ecclesiae. De Deo uno et infinito. De Deo Redemptore et de redemptione. De
Spiritu Sancto. De Divina Trinitate. Redactado por Swedenborg en 1769, solo se conser-
va una copia del manuscrito (realizada por un tal C. Jo han sen bajo la supervisión de
Augustus Nordenskjóld), cuya publicación, además, es incierta. No se ha localizado nin-
gún ejemplar.
36. Carta de J. C. Cuno, Amsterdam, 8 de marzo 1769, en A. Acton, op. cit., pp.
650-653.

43
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

muerte una actitud afectuosa y un gran aprecio personal por Swe-


denborg.
Hoy el panorama es diferente. Los hallazgos de la primavera de
1973 introducen valoraciones interpretativas de aquellos aspectos
que en su día engendraron suspicacias, recelos, rechazos y vitrióli-
cas censuras, que nada tienen de negativo. Al contrario: refrendan
el juicio luminoso y positivo que en su día le mereciera Swedenborg
a Carlyle: «fuente de luz espiritual cuyo brillo no cesa de crecer».
Un último aspecto que me gustaría discutir se refiere a la contra-
dicción paradójica que Swedenborg genera frente a los hechos ante-
riormente consignados, al hablarnos de la peligrosidad potencial del
contacto con espíritus y la absoluta falta de fiabilidad de las histo-
rias que estos cuentan. ¿Qué tenemos entonces que pensar de las
suyas propias? Swedenborg tiene su propia y pronta respuesta.
Empecemos por el espiritismo. En su intercambio de cartas con
algunos de sus corresponsales Swedenborg establece la diferencia
que lo separa del movimiento espiritista, cuya iniciación algunos
autores le atribuyen en tanto otros la hacen recaer sobre personajes
muy posteriores, como Davis y Allan Kardec. Lo cierto es, sin em-
bargo, que en el siglo XVIII ya hubo espiritistas en toda regla. El
conde Gustaf Bonde, descendiente de una de las más antiguas fami-
lias aristocráticas de Suecia, se carteaba con un estudioso de la filo-
sofía mística, el barón de Hatzell, de origen alemán aunque afincado
en Rotterdam. A raíz de la lectura de las obras de Swedenborg, el
referido barón expresó sus deseos de entrar en contacto con él. Ter-
ció el conde, dando curso el 17 de agosto de 1760 al escrito del
barón destinado al visionario sueco:

Ilustrísimo Señor: Comencé a percibir y entender el extraordinario


conocimiento y luz que el Todopoderoso se ha dignado derramar
sobre vos ... gracias a mi altamente estimado, piadoso y doctísimo
amigo, su Excelencia el Conde G. Bonde ... y de modo circunstancial,
por vuestras publicaciones impresas en Londres ... abrigo la esperanza
de que vos, que conocéis y promulgáis que todo bien es y debe ser
comunicativo, no rechazaréis vuestra ayuda en apoyo de mis inten-
ciones, sino que me indicaréis y señalaréis en qué capítulo y en qué
par de versículos de los cinco libros de Moisés se encuentra oculta-
mente expresado el medio para entrar en relación con los antedichos
espíritus, así como, también, cómo usarlo y cómo conducirse uno
mismo a tal respecto ... Respetuosamente, L. Barón de Hatzell, Caba-
llero de la Gran Cruz de la Orden Constantina de San Jorge 37 •

37. Anexo a carta del conde Gustaf Bonde, Hassleby, 7 de agosto de 1760, en A.
Acton, op. cit., pp. 531-532.

44
INTRODUCCIÓN GENERAL

Swedenborg debió quedar boquiabierto ante la idea de que el


Pentateuco contiene una clave de invocación espiritista. A los cuatro
días cursó respuesta, también por conducto de Bonde, alegando de
paso que no mantenía correspondencia directa con terceros residen-
tes fuera de Suecia. Una sabia precaución.

En lo que hace referencia a la supuesta existencia de versículos en


los libros de Moisés, dotados de la virtud y poder de situarle a uno
en relación y contacto con espíritus, no tengo noticia alguna de la
existencia de versículo alguno en las Escrituras que tenga tal pro-
piedad en grado distinto a cualquier otro. Pero sí me consta que
cuando el hombre lee con amor y atención, ángeles y espíritus co-
participan de tal lectura y se le unen, pues la Palabra de Dios ha
sido redactada de tal modo que establece un vínculo entre cielo y
tierra ... Ahora bien, el Señor ha dispuesto que los espíritus y el hom-
bre rara vez puedan aproximarse hasta el extremo de entablar recí-
proca conversación, pues a través de un contacto tan íntimo el hom-
bre podría fácilmente hacer peligrar su alma y su vida. Por ello
recomiendo que se desista de todo deseo de tal naturaleza ... 38 •

Once años más tarde sería abordado en similares términos por el


duque Ludwig IX, Landgrave de Hesse-Darmstadt. «Tras licenciarse
del ejército alemán, este landgrave [ex teniente general a las órdenes
de Federico el Grande] se rodeó en la Universidad de Giessen de
soldados, cortesanos y profesores dedicados en cuerpo y alma a in-
tentar establecer comunicación directa con espíritus» 39 • Swedenborg
respondería que «esto ... es extremadamente peligroso, pues el espí-
ritu penetra en tal caso en el estado de ánimo de la inclinación o amor
del hombre, el cual no concuerda con el estado de ánimo del amor
celestial» 40 • Problema que se agrava debido a que los propios espíritus
pueden muy bien no ser angélicos. Pueden ser. .. iinfernales!

Es indescriptible la astucia y maldad de ciertos espíritus, cuando se


les permite infundir pasiones y persuasiones ... Cuando empiezan a
hablar con el hombre, debe uno ponerse en guardia ... Por ello,
cuando los espíritus me dirigían la palabra, no me estaba permitido
creer las cosas que relataban. Les encanta inventar y cuando se pro-
pone un tema, ellos piensan que lo conocen y dan sus opiniones,
una tras otra, cada una diferente, talmente como si poseyeran co-
nocimiento. Si se les presta atención y otorga crédito, ellos siguen

38. Respuesta al barón de Hatzell en carta dirigida al conde Gustaf Bonde, Estocol-
mo, 11 de agosto 1760, en A. Acton, op. cit., pp. 533-534.
39. A. Acton siguiendo a Benz, op. cit., p. 736.
40. Carta al landgrave de Hesse-Darmstadt, Amsterdam, 18 de junio 1771, en A.
Acton, op. cit., p. 739.

45
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

adelante y engañan y seducen de diversos modos ... Vino a mí cierto


espíritu y dijo que estaba deseoso de regresar al mundo ... Le dije
entonces que esto es contrario al orden establecido ... Se negó a
prestar oídos, replicando que había fallecido joven y deseaba retor-
nar. Al prestar atención, pude observar que era guiado por adúlte-
ros y crueles, y que busca en tales cosas el placer de vivir. El mayor
deseo de estos consiste en obsesionar los cuerpos de los hombres
para poder vivir en el mundo por mediación de ellos (SD 77, 104,
1622 y 2665).

Swedenborg asegura que su propia impunidad estaba garanti-


zada:

A diferencia de lo que sucede a otros hombres, los espíritus han


estado conmigo como estuvieron en el mundo, pues conmigo no
solo han sido como hombres en lo que respecta a su mente y me-
moria, sino también a los sentidos, de modo que incluso llegaban a
imaginarse que estaban en el mundo, que habían regresado a él. Les
fue dado guiarme, ver por conducto de mis ojos, escuchar por me-
dio de mis oídos la conversación de otros; incluso podrían haber
oído cómo otros se les dirigían a ellos si les hubiera estado permiti-
do entablar conversación con ellos en su propio idioma o escribir-
les con su propia caligrafía. Mas estas cosas estaban prohibidas, al
igual que el tocar a otros a través de mis manos. En lo que respecta
a otras personas, el caso es distinto, pues mi estado ha sido condi-
cionado de tal modo por el Señor que puedo estar posesionado por
espíritus sin experimentar daño (SD 3963).

Mas, ¿cómo explica o garantiza haber sido transmisor de genui-


nas verdades si lo rodeó una turba de espíritus mentirosos, seducto-
res, astutos, persuasivos, adúlteros y crueles?

Tantas veces como se produjera una representación, visión o dis-


curso verbal, era yo mantenido interior e íntimamente en estado de
reflexión sobre el asunto en cuanto a lo que en él fuese útil y bueno,
reflexión no compartida por quienes presentaban las representa-
ciones y visiones, o las conversaciones. E incluso a veces se sentían
indignados al percibir que yo reflexionaba. De este modo he sido
instruido. Así pues, no por ningún espíritu ni por ángel alguno,
sino únicamente por el Señor, de quien procede toda verdad y todo
bien. Es más, cuando deseaban instruirme acerca de diversas cosas,
apenas si había en ello nada que no fuese falso. Por ello se me pro-
hibió creer nada de lo que hablaban ni inferir nada que fuera pro-
pio de ellos (quod eorum erat proprium). Además, cuando buscaban
convencerme, percibía yo cierta persuasión interior o íntima de que
la cosa era de tal o cual manera y no como ellos deseaban (percibie-
bam persuasionem interiorem seu intimiorem quod tale sit, non sicut

46
INTRODUCCIÓN GENERAL

ii volebant). Lo cual a ellos les sorprendía. La percepción era mani-


fiesta, pero no es fácil describirla de modo humanamente inteligi-
ble (SD 1647).

El Señor estaba con él. Esa es su tesis. Su renuncia a utilizar


pruebas de rango espiritista o milagreras en apoyo de sus afirmacio-
nes fue constante y sistemática. Puso en cambio todo el énfasis en la
racionalidad de su sistema teológico.

Se me preguntó en cierta ocasión cómo me convertí en teólogo


siendo fi!ósofo 41 • Respondí: del mismo modo en que el Señor trans-
formó pescadores en discípulos y apóstoles y que yo, según el signi-
ficado espiritual y desde mi más temprana juventud, también he
sido un pescador. Al escuchar mi respuesta, inquirió de nuevo:
«Y, ¿qué es un pescador espiritual?». Repliqué que conforme al sen-
tido espiritual de las Escrituras, pescador significa uno que enseña
verdades naturales y luego verdades espirituales racionalmente 42 •

Esa racionalidad, sobre la que insiste en múltiples lugares y que


Balzac recogió en su apreciación de la teología del gran visionario
boreal, al afirmar que «su credo es el único aceptable para el hombre
consciente y racional», es una de las piedras angulares de su sistema.
Por todo lo expuesto y la intrínseca naturaleza de la vida y obra
de Swedenborg, estimo que cabe insistir con rotundidad que esta-
mos ante un personaje de suficiente entidad como para no haber
sido nunca merecedor del olvido que obligó a Strindberg y Ekelund
a redescubrir este compatriota suyo gracias a autores extranjeros.
Con este espíritu nace El habitante de dos mundos.

CHRISTEN A. BLOM-DAHL

41. Pregunta que le formuló el escritor místico y exégeta, F. C. Oetinger, el 4 de


diciembre de 1766. Conviene advertir y recordar que el término «filósofo» se aplicaba
entonces a quienes se ocupaban de cuestiones de física, estática, dinámica, óptica. astro-
nomía ... En resumidas cuentas, lo que hoy traduciríamos por un hombre de ciencia.
42. Escrito entregado en mano a J. C. Cuno, marzo 1769, en A. Acton, op. cit.,
p. 657.

47
BIBLIOGRAFÍA

José Antonio Antón Pacheco


Christen A. Blom-Dahl

l. OBRAS DE SWEDENBORG

1.1. Fuentes*
L. Annaei Seneca et Pub. Syri Mimi selectae sententiae (tesis de graduación
de Swedenborg), Upsala, 1709.
EmanuelisSwedenborgii Itineraria (diarios de viajes de los años 1710, 1721,
1733, 1734 y 1739).
Emanuelis Swedenborgii Opera quaedam aut inedita aut obsoleta de rebus
natura/ibus (3 vols.), Real Academia de Ciencias de Suecia, Estocol-
mo, 1907-1911. Incluye: Om watnens hogd och forra wer/dens starcka
ebb och fiad (Upsala, 1719) y Om jordenes och p/aneternas gdng och
stand (Skara, 1719).
Daeda/us Hyperboreus (edición facsímil), Upsala, 1910.
Festivus applausus in Caro/i XII in Pomeraniam suam adventum, Hans He-
lander ed., en Acta Universitatis Upsa/iensis Studia Latina Upsa/iensia
17, Upsala, 1985.
Dromboken, primera edición a cargo de G. E. Klemming, Estocolmo, 1859.
Dromboken, ed. a cargo de Lars Bergqvist, Norstedts Forlag, Estocolomo,
1988.
Prodromus philosophiae ratiocinantis de infinito, Dresde-Leipzig, 1734.
Principia rerum natura/ium, Dresde-Leipzig, 1734.
Oeconomia regni anima/is, Londres-Amsterdan, 1740-1741.
De morbis fibrarum, Londres, 1847 (pub. póst.).
Psycologia rationalis, Tubinga-Londres, 1849 (pub. póst.).
Clavis hieroglyphica arcanorun naturalium et spiritua/ium per viam repre-
sentationum et correspondentiarium, Londres, 1784 (pub. póst.).
De cu/tu et amare Dei, Londres, 1745.
Regnum anima/e anatomice, physice et philosophice per/ustratum, vols. 1y
II, La Haya, 1744; vol. III, Londres, 1745.

Esta bibliografía de las obras de Swedenborg no pretende ser exhaustiva ni sigue


el orden cronológico de su publicación; hacemos referencia aquí a las ediciones relativa-
mente más asequibles de los títulos originales.

48
BIBLIOGRAFÍA

Explicatio in Verbun Veteris Testamenti, Tubinga-Londres, 1847-1854


(pub. póst.).
De generatione, Tubinga-Londres, 1849 (pub. póst.).
Experientiae spirituales (versión revisada de lo que antes se denominaba
Diarium spirituale), Bryn Athyn, 1983.
Arcana caelestia, Londres, 1749-175 6.
De telluribus, Londres, 175 8.
De Cae/o et ejus mirabilibus, et de Infemo, Londres, 17 5 8.
De Ultimo Judicio, Londres, 17 5 8.
De Nova Hierosolyma et ejus Doctrina caelesti, Londres, 175 8.
De Equo Albo, Londres, 1758.
De Athanasii Symbolo, Londres, 1954.
Doctrina Novae Hierosolymae de Scriptura Sacra, Amsterdan, 1763.
Doctrina Novae Hierosolymae de Domino, Amsterdam, 1763.
Sapientia angelica de Divino amare et de Divina sapientia, Amsterdam,
1763.
Apocalypsis revelata, Amsterdam, 1766.
Deliciae sapientiae de amare conjugiali, Amsterdam, 17 6 8.
De Comercio Animae et Corporis, Londres, 1769.
Canones Nova Ecclesia, Londres, 1840 (pub. póst.).
Vera christiana religio, Amsterdam, 1771.
Coronis seu appendix ad Veram Christianam Religionem, Londres, 1780
(pub. póst.).
La Swedenborg Society de Londres y la Academy of the New Church (Bryn
Athym, Pens., Estados Unidos) publican habitualmente nuevas versio-
nes de las obras latinas de Swedenborg, así como revisiones de las
traducciones.

1.2. Traducciones

La Swedenborg Society, la Swedenborg Foundation, la Swedenborg Asso-


ciation y otras instituciones académicas ligadas a la Nueva Iglesia han publi-
cado prácticamente toda la obra de Swedenborg en inglés. He aquí la lista:

- Obra científica: On Tremulation, Principies of Chemistry, with Other


Treatises; Miscellaneous observations connected with the physical scien-
ce; Principia; The Infinite; The Cerebrum; Psicological Transactions (in-
cluye Hieroglyphic key); Rational Psycology; The Economy of the Ani-
mal Kingdom; The Animal Kingdom; A Philosopher's Notebook;
Ontology; Psychologica: being notes and observations on Christian
Wolff's Psychologia Empírica.

- Obra teológica: The Apocalypse Explained; Arcana Coelestia; The Atha-


nasian Creed; Conyugial Lave; On the Divine Lave; On the Divine
Providence; The Four Doctrines; Heaven and Hell; Intercourse of the
Soul and the Body; The Last Judgment; Miscellaneous theological Works
(incluye algunas de las ya citadas másThe White Horse); The New ]eru-

49
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

salem and its Heavenly Doctrine; Posthumous Theo/ogical Work's; The


Spiritual Diary; The True Christian Religion; The White Horse; TheJo-
urnal of Dreams. A todo esto hay que añadir The letters and memorials
of Emanuel Swedenborg, traducción, comentarios y notas de Alfred
Acton.

El Cercle Swedenborg de Francia ha seguido publicando las viejas tra-


ducciones de Le Boys des Guays. La lista es la siguiente: Le ciel et
l'enfer; L'amour vraiment conjuga!; La sagesse des anges; Arcanes céles-
tes; Nouvelle Jérusalem et sa doctrine céleste; Les quatre doctrines; Une
doctrine seule; La vrai religion chretienne; Le cheval blanc; La divine
Providence; Exposition sommaire du sens interne. Y también Traité des
représentations et des correspondances (es una selección de los Arcanos
celestes, asimismo según la traducción de Le Boys des Guays, publica-
da por La Difference, París, 1985); y Le livre des réves, traducción y
notas de Régis Boyer, Berg lnternational, París, 1979.

Traducciones en español. El traductor e introductor de Swedenborg


en España fue el cónsul noruego Jorgen Hartvig Andersen, quien en
Valencia fundó la Sociedad Swedenborg de España y allí editaba El
Heraldo de la Nueva Iglesia. He aquí sus traducciones: La Nueva Jeru-
salén, Valencia, 191 O; La verdadera religión cristiana, Valencia, 1911
(se trata de una edición abreviada); Arcana Coelestia y Apocalipsis Re-
velata (extractos), seguido de De Adán a la Nueva Jerusalén, o la Iglesia
a través de los siglos, Valencia, 1914; El Cielo y sus maravillas y el
Infierno, Valencia, 1921 (esta edición la patrocinó la American Swe-
denborg Printing and Publishing Society de Nueva York). Andersen
fue luego publicando en El Heraldo de la Nueva Iglesia extractos de
estos mismos libros y de otros de Swedenborg, como Doctrina de la
vida para la Nueva Jerusalén (t. III, pp. 166 ss.); La Nueva Jerusalén y
su celestial doctrina (t. III, pp. 115 ss.); El último juicio y la Babilonia
destruida (t. III, pp. 167 ss.); Continuación de El último juicio y del
mundo espiritual (t. III, pp. 335 ss.); Doctrina de la Nueva Jerusalén
sobre la fe (t. 111,pp. 338 ss.). La colección completa de El Heraldo de
la Nueva Iglesia se encuentra en la Biblioteca Real de Estocolmo y en
la Biblioteca de la Universidad de Upsala (Carolina Rediviva).
Otras traducciones en español: Antología, edición a cargo de Jesús
Imirizaldu, Editora Nacional, Madrid, 1977 (solo se antologan De Te-
lluribus y Cielo e Infierno. Esta misma edición se publicó más tarde,
con otro título, en Ediciones Miraguano de Madrid);Arcana Coelestia
y Apocalipsis Revelata, Ediciones del Peregrino, Rosario (Argentina),
1984 (se trata de la traducción de J. H. Andersen); La Sabiduría de los
ángeles, traducción, introducción y notas de J. A. Antón Pacheco, Edi-
torial Swan, Madrid, 1988 (se trata de extractos del De Sapientia an-
gelica, de Divino Amare et de Divina sapientia ); El cielo y el infierrno
(de cosas oídas y vistas), traducción de]. F. A. Habegger y T. H. Spiers,
Editorial Kier, Buenos Aires, 1984; El cielo y sus maravillas y el infier-

50
BIBLIOGRAFÍA

no, traducción de Christian Wildner, precedido de una entrevista con


Jorge Luis Borges y de una introducción de Hellen Keller, Editorial
Kier, Buenos Aires, 1991.

Aparte de todo esto, existen traducciones recientes de obras de Swe-


denborg en holandés, alemán, sueco, italiano, japonés, etcétera.

1.3. Obras antologadas o citadas en este volumen*

AC Los arcanos celestiales contenidos en las Sagradas Escrituras o


Palabra de Dios, desvelados, comenzando por el Génesis, junto
con las maravillosas cosas vistas en el mundo de los espíritus y
cielo angélico (Arcana Coelestia quae in Scriptura Sacra seu Ver-
bo Domini sunt detecta; hic primum quae in Genesi; una cum
mirabilibus quae visa sunt in mundi spirituum, et in coelo ange-
lorum ), Londres, 1749-1756.
AK El reino del alma considerado desde el punto de vista anatómi-
co, físico y filosófico (Regnum anímale anatomice, physice, et
philosophice perlustratum), La Haya, 1744, vols. I y II; Lon-
dres, 1745, vol. III.
AR Apocalipsis revelado (Apocalypsis revelata, in qua deteguntur ar-
cana quae ibi praedicta sunt, et actenus recondita latuerunt),
Amsterdam, 1766.
Canons Cánones o teología íntegra de la Nueva Iglesia... (Canones No-
vae Ecclesiae, seu integra Theologia Nova Ecclesiae. De Deo uno
et Infinito. Deo Redemptore et de redemptione. De Spiritu Sanc-
to. De Divina Trinitate). Redactada en 1769. Solo se conserva
una copia del manuscrito de mano de un tal C. Johansen bajo
la supervisión de Augustus Nordenskjold.
CL Delicias del amor conyugal [delicias de la sabiduría del amor
conyugal seguido de las voluptuosidades de la locura del amor
libidinoso] (Deliciae sapientiae de amare conjugiali; post quas
sequuntur voluptates insaniae de amare scortatorio), Amster-
dam, 1768.
Clavis Clave jeroglífica de los arcanos naturales y espirituales por vía
de las representaciones y las correspondencias (Clavis hiero-
glyphica arcanorum naturalium et spiritualium per viam repre-
sentationum et correspondentiarium), 1744. Pub!. póst. por
R. Hindmarsh, Londres, 1784.
Coro. Coronis [apéndice a La verdadera religión cristiana]
(Coronis seu appendix ad Veram Christianam Religionem: in qua
de quatuor Ecclesii in hac tellure a creatione mundi, deque illa-

Las siglas y abreviaturas utilizadas son las de uso más generalizado entre los
especialistas.

51
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

rum periodis et consummatione; et deinde de Nova Ecclesia qua-


tuor illis successura, quae futura corona illarum; deque adventu
Domini ad illam hodie, et de divino auspicio lpsius in illa in
aeternum: et porro mysterio redemptionis), 1771. Se desconoce
el paradero o suerte del manuscrito autógrafo, conservándose
tan solo una copia efectuada por encargo de A. Nordenskjold a
finales del siglo xvm.
De Infinito Ensayo de filosofía razonada sobre el infinito y la causa final de
la creación. Sobre el mecanismo del funcionamiento del alma y
el cuerpo (Prodromus philosophiae ratiocinantis de infinito, et
causa finali creationis: deque mechanismo operationis animae et
corporis), Dresde y Leipzig, 1734.
Ded. El dédalo hiperbóreo (Daedalus Hyperboreus), revista redacta-
da casi toda ella en sueco y considerada la publicación príncipe
de la Real Academia de las Ciencias de Upsala, Upsala, 1716-
1718.
DLW La sabiduría de los ángeles sobre el divino Amor y la divina Sabi-
duría (Sapientia angelica de Divino amare et de Divina sapien-
tia), Amsterdam, 1763.
EAK La organización del reino del alma desde el punto de vista anató-
mico, físico y filosófico (Oeconomia regni animalis anatomice,
physice, et philosophice perlustrata), Londres y Amsterdam,
1740-1741.
EU Las tierras en el universo [sobre los mundos en nuestro sistema
solar llamados planetas y los mundos en el cielo sideral. Sobre
sus habitantes y, adicionalmente, sobre los espíritus y ángeles de
aquellos lugares. Según cosas oídas y vistas] (De telluribus in
mundo nostro Solari, quae vocantur Planetae: et de telluribus in
coelo astrifero: deque illarum incolis; tum de spiritibus et angeli
ibi; ex auditis et visis), Londres, 17 5 8.
Fib. (EAK III) Enfermedades de la fibra (De morbis fibrarum), redactada a
finales de 1741 o principios de 17 42. Pub!. póst. por J. J. Garth
Wilkinson, Londres, 1847.
Gen. (AK VI) Sobre la generación, de los órganos genitales de cada sexo y la
formación del feto en el útero (De generatione, de partibus geni-
talibus utriusque sexus, et de formatione foetus in utero), 1742-
1743. Pub!. póst. por F. J. I. Tafel, Tubinga y Londres 1849.
HD La Nueva jerusalén y su doctrina celeste (De Nova Hierosolyma
et ejus Doctrina coelesti: ex auditis e cae/o. Quibus praemittur
aliquid de Nova Coelo et nova Terra), Londres, 175 8.
HH El cielo y sus maravillas y el infierno, según cosas oídas y vistas
(De Cae/o et ejus mirabilibus, et de inferno, ex auditis et visis),
Londres, 1758.
ISB La comunicación entre el alma y el cuerpo (De Commercio Ani-
mae et Corporis, quod creditur fieri ve/ per lnf/uxum Physicum,
vel per lnf/uxum Spiritualem, vel per Harmoniam Praestabili-
tam), Londres, 1769.

52
BIBLIOGRAFÍA

ltin. Viajes de Emanuel Swedenborg (Emanuelis Swedenborgii Itine-


raria), compilación de los diarios de viaje de Swedenborg de
los años 1710, 1721, 1733-1734 y 1739, pub!. póst. por la
Real Academia de las Ciencias de Upsala con motivo de la cele-
bración de su segundo centenario en 1910.
JD El libro de los sueños (Dromboken), 1744-1745. Pub!. póst. por
G. E. Klemming, Estocolmo, 1859.
LJ El Último Juicio y la Babilonia destruida (De Ultimo Judicio, et
de Babylonia desctructa: ita quod omnia, quae in Apocalypsi
praedicta sunt, hodie impleta sint. Ex auditis et visis), Londres,
1758.
Lord Doctrina de la Nueva Iglesia sobre el Señor (Doctrina Novae
Hierosolymae de Domino), Amsterdan1, 1763.
Opera I Sobre la altura de las aguas y fuertes mareas en el mundo primi-
tivo. Pruebas obtenidas en Suecia (Om watnens hogd och forra
werldens starcka ebb och flod. Bewis utur Swerje), Upsala, 1719.
Reed. por la Real Academia Sueca de las Ciencias en Emanuel
Swedenborg, Opera quaedam aut inedita aut obsoleta de rebus
naturalibus, tomo I, Estocolmo, 1907.
Opera III Sobre el movimiento y posición de la tierra y los planetas (Om
jordenes och planeternas gang och stand), Skara, 1719. Reed.
por la Real Academia Sueca de las Ciencias en Emanuel Swe-
denborg, Opera quaedam aut inedita aut obsoleta de rebus natu-
ralibus, tomo III, Estocolmo, 1911.
Principia Principios de las cosas naturales o nuevo ensayo de explicación
filosófica de los fenómenos del mundo elemental (Principia
rerum naturalium sive novorum tentaminum phaenomena mun-
di elementaris philosophice explicandi), Dresde y Leipzig, 1734.
Psychol. Apuntes y reflexiones de Swedenborg de finales del año 1733
y principios de 1744 sobre la Psychologia empirica, methodo
scientifica pertractata, de Christian von W olff. Pub!. póst. por
A. Acton en 1923 bajo el título Psychologica, being notes and
observations on Christian Wollf s Pcyhologia empirica, by Ema-
nuel Swedenborg.
R. Psych. Psicología racional (Psychologia rationalis), 1742. Publ. póst.
por J. F. l. Tafel en AK VII, Tubinga y Londres, 1849.
SD [ = ES] Diario espiritual (Diarium spirituale), 1746-1765. Pub!. póst.
por F. J. l. Tafel, Tubinga y Londres, 1843-1846. Versión revisa-
da moderna: Experiencias espirituales (Experientiae spirituales).
Sent. Sentencias selecccionadas de Séneca y Publio Ciro el Mimo (L.
Annaei Senecae et Pub. Syri Mimi selectae sententiae), tesis de
graduación de Swedenborg, Upsala, 1709.
SS Doctrina de la Nueva Iglesia sobre la Sagrada Escritura (Doctri-
na Novae Hierosolymae de Scriptura Sacra), Amsterdam, 1763.
TCR La verdadera religión cristiana conteniendo la teología universal
de la Nueva Iglesia (Vera christiana religio continens universam
theologiam Novae Ecclesiae), Amsterdam, 1771.

53
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

WE Explicación de las Escrituras del Antiguo Testamento (Explica-


tio in Verbum Veteris Testamenti), 1745-1747. Pub!. póst. por
J. F. I. Tafel, Tubinga y Londres, 1847-1854.
WH El caballo blanco (De Equo Albo, de qua in Apocalypsi, cap.
XIX. Et dein de Verbo et ejus sensu spirituali seu interno, ex Ar-
canis Coelestibus), Londres, 1758.
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2. OBRAS DE REFERENCIA

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geschichte des deutschen Idealismus und zur Geschichte Swedenborgs in
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Jonsson, lnge: «Emanuel Swedenborg»: Nouvelles de la Republique
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55
EL HABITANTE DE DOS MUNDOS

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Swedenborg, 2 vols., Londres, 1875-1877.
Toksvig, Signe: Emanuel Swedenborg: Scientist and Mystic, Nueva York,
1983.

Existen muchas revistas especializadas que se dedican a estudiar y divulgar


el pensamiento de Swedenborg. He aquí algunas: la suiza (en lengua ale-
mana) Off ene Tare, la holandesaSwedenborgiana, la sueca ViirldarnasMote,
las norteamericanasArcana, Lagos, Chrysalis, New Phylosophy, Studia Swe-
denborgiana, etcétera.

56
OBRA CIENTÍFICA

Edición y traducción de Christen A. Blom-Dahl


INTRODUCCIÓN

Hacia la segunda mitad del siglo XIX y en el seno del propio movi-
miento religioso swedenborgiano, se produjo un redescubrimiento
de la obra científica de Swedenborg. Su copiosa producción en esta
área fue objeto, entonces, de múltiples traducciones y ediciones que
rendirían su fruto más tarde, en la transición al siglo xx, en forma de
monografías y estudios críticos en la propia Suecia, acompañados de
valoraciones como las siguientes:

En el pasado, a Swedenborg apenas se le conoció más que por sus


escritos religiosos. No obstante, ha salido gradualmente a luz que
también fue un genio investigador de primera línea, pionero en
diversas ramas de las ciencias de la naturaleza y autor de maravillo-
sos descubrimientos 1 •
Las aportaciones de Swedenborg en el campo de la geología son
tan importantes y de tal envergadura que habrían bastado por sí
solas para garantizarle un renombre científico 2 •

Mas el interés despertado por esta faceta olvidada de Sweden-


borg fue efímero. Nuevas corrientes del pensamiento determinaron
que las jóvenes generaciones de científicos no tuvieran ojos más que
para el futuro. Los estudios anteriormente realizados sobre la pro-

1. M. Ramstriim, Emanuel Swedenborg's investigations in Natural Science and the


basis far his Statements conceming the Functions of the Brain, Universidad de Upsala,
1910, p. 9.
2. A. G. Nathorst, cit. por S. E. Henschen en Opera inedita, vol. 1, Real Academia
Sueca de las Ciencias, Estocolmo, 1907, p. 32.

59
OBRA CIENTÍFICA

ducción científica de Swedenborg fueron abandonados. Pero es pre-


cisamente este hecho lo que convierte la tarea de recuperación em-
prendida en el presente estudio en algo doblemente interesante.
A su vez, los textos ofrecidos aquí son primicia rigurosa ya que, has-
ta la fecha, tan solo circularon como versiones en latín o traduccio-
nes al inglés.
En lo que respecta su selección, y dado que estamos ante un
autor extremadamente prolífico que tuvo, además, el hábito de re-
correr sus propias ideas circularmente en forma de múltiples pará-
frasis, conviene señalar que ha habido que proceder de forma parti-
cularmente rigurosa y elíptica a la hora de reproducir o glosar los
pasajes considerados más significativos.

Swedenborg orientó el primero de sus trabajos principales,Principa


rerum naturalium, con vistas a la formulación de una teoría general
de la materia desde un doble prisma: micro y macrocósmico. En tal
tarea trató de buscar apoyo en tantos elementos empíricos como le
fue posible, que, desde luego, no fueron muchos. Señala así, por
ejemplo, que en el curso de su calentamiento se desprenden de la
superficie del agua minúsculas esférulas visibles a simple vista. En
realidad, se trata de diminutas gútulas próximas a la frontera de lo
observable y formadas por billones de moléculas biatómicas. Pero él
entendió que se trataba de elementos compositivos elementales: de
genuinos átomos de agua. Más tarde, al abordar uno de sus temas
favoritos, el del magnetismo, estimó que es a este nivel donde por
vez primera resulta observable la naturaleza y disposición espacial
de una «exhalación» sutil formada por partículas elementales no vi-
sibles gracias a la acción que ejercen sobre las limaduras de hierro
espolvoreadas sobre un plano. Swedenborg desarrolla con tal funda-
mento una teoría de la atracción y repulsión magnética basada en la
interacción entre partículas con movimiento espiral, que actuarían
entre sí como husillos. Hoy su explicación podrá parecer de una
candidez mecanicista que invita a sonreír. Pero esta sería una apre-
ciación injusta. De hecho se trata de una explicación enteramente
consistente con su teoría del movimiento espiral de las partículas
elementales que tendremos ocasión de ponderar más adelante, y su-
mamente ingeniosa. Lo que importa observar es que Swedenborg no
fue en absoluto ajeno a la precariedad empírica de sus teorizaciones,
situación que en lo sucesivo se esforzaría por superar buscando un

60
INTRODUCCIÓN

creciente apoyo en la literatura derivada de la ciencia experimental


de su tiempo. Si en los Principia apenas si menciona a otros autores,
la práctica totalidad de sus ulteriores trabajos va acompañada de un
notabilísimo aparato crítico.

Las inquietudes de Swedenborg como físico teórico, que le llevaron


a aventurar arriesgadas hipótesis sobre la constitución de la materia
y la estructura y comportamiento de las partículas elementales, lle-
varon aparejadas inquietudes filosóficas de naturaleza dualista que
determinarían la subsiguiente trayectoria de sus desvelos, intereses e
indagaciones.
Opinaba Swedenborg que por debajo de las partículas más suti-
les se abre el ámbito de lo espiritual; y que una y otra esfera están
conectadas entre sí sin solución de continuidad a través de cierto
punto arquimédico de unión identificado por él como «punto mate-
mático» o «punto de Zenón». Este punto de vista le hizo concebir
que la demostración de la existencia del alma y el estudio de la natu-
raleza de esta constituían objetivos legítimos y propios de la indaga-
ción científica; y pensó que, como proyecto, esto debería poderse
llevar a la práctica a través de investigación exhaustiva del cuerpo
humano al ser este conceptuable como «reino del alma». Estas ideas
darían origen a dos de sus principales producciones científicas sobre
anatomía y fisiología humanas: Oeconomia regni animalis y Reg-
num anímale.

Como es natural, las premisas de las que partió y el estado del cono-
cimiento ctentífico del siglo en que vivió, impusieron sus limitacio-
nes a la producción surgida de esa búsqueda científica del alma en la
que Swedenborg puso su empeño.
Desde Grey y Hooke venía hablándose de las «células» vegeta-
les, pero la teoría de la constitución celular de los seres vivos tardó
mucho en surgir y fue, en cierta medida, una consecuencia de la
introducción de los objetivos acromáticos de J. y H. van Deil a fina-
les del XVIII, junto a otros refinamientos de las diversas técnicas ins-
trumentales de la observación, tales como el empleo de lentes de
inmersión y otros avances técnicos. La teoría celular propiamente

61
OBRA CIENTÍFICA

dicha la formularon M. T. Schleiden en 1838 y Th. Schwann en


1839, respectivamente. Teoría que aparece expuesta en laBeytrdge
zur Phytogenesis de Schleiden y lasMikroskopische Untersuchungen
de Schwann. Contemporáneo de Swedenborg y relacionado con este
por el tema de la epigénesis, Caspar Friederich Wolff ya había seña-
lado, no obstante, que en la observación microscópica de los «teji-
dos» no son fibras lo que se observa sino «glóbulos». El propio Swe-
denborg recoge en muy diversos lugares alusiones o descripciones
de estos glóbulos. Sin embargo, fue un acérrimo seguidor de la doc-
trina del fibrilarismo, que, desde tiempos de Falopio, continuó do-
minando el siglo XVIII. De modo, pues, que entendió que las estruc-
turas cardinales del organismo están todas ellas conformadas como
fibras; y dedicó un apartado importante, en el tercer volumen de su
Oeconomia, al tema de las enfermedades bajo la proposición gene-
ral: «Todas las enfermedades del cuerpo animado son enfermedades
de las fibras».

Swedenborg fue un viajero infatigable. Realizó fuera de fronteras un


total de once viajes en el curso de los cuales llegó a permanecer
veintidós años fuera de su país natal. De hecho la muerte le sorpren-
dió en Londres el 29 de marzo de 1772. Y buena parte de sus despla-
zamientos, como el que le llevó a permanecer en Italia por espacio
de casi cuatro años, la efectuó con el propósito de procurarse docu-
mentación experimental que le permitiera fundamentar sus teoriza-
Ciones.
Finalmente, Swedenborg terminaría cobrando conciencia defi-
nitiva y cabal de que siquiera las investigaciones microanatómicas
más punteras, de Malpighi, Swammerdam o Leeuwenhoek, aporta-
ban la información que su proyecto cardinal requería: el de alcanzar
a demostrar de modo tangible la existencia y naturaleza del alma
humana.
Aquello fue el principio del fin, que, tras la producción de algu-
nas obras transicionales, como Psychologia rationalis y De cu/tu et
amare Dei, pondría término a su carrera científica; y el origen, a su
vez, de la crisis que en 1744 motivaría su radical transmutación de
científico en místico junto al inicio de la serie de fenómenos que
marcarían la segunda etapa de su vida. Fenómenos que llegarían a
afectar, todavía, al último de sus trabajos científicos: las Adiciones
londinenses al tratado sobre el cerebro.

62
INTRODUCCIÓN

Se conocen bajo el referido título los textos que Swedenborg agre-


gó al tratado concebido como cuarto volumen de Regnum anímale,
obra que quedó inconclusa con motivo de la crisis. En el curso de la
redacción de los mismos Swedenborg experimentó extraños influ-
jos, orientadores en unos casos, conminatorios en otros; y se atuvo
sin duda a ellos. Por ejemplo, en la página 223 del manuscrito con-
servado como Códice 5 8 en la Real Academia de Ciencias de Esto-
colmo, agregó una nota que dice:

Esto no debe insertarse en el capítulo o tesis, pues es prematuro,


sino que debe permanecer reservado. Tengo la impresión de haber
recibido instrucciones en este sentido.

Y Alfred Acton informa a su vez:

Como en el caso de Los cinco sentidos, mientras redactaba estas


adiciones al tratado sobre el cerebro Swedenborg tuvo diversas vi-
siones no registradas en su Libro de los sueños, en el curso de las
cuales se le «amonestó» u «ordenó» para que efectuara ciertos cam-
bios en la disposición y contenido de su trabajo 3 •

Y lo cierto es que en dicho manuscrito Swedenborg formularía


dos de sus más brillantes teorías, increíblemente avanzadas para su
tiempo: la del papel desempeñado por el córtex cerebral en el psi-
quismo superior y la teoría de las localizaciones de los centros de la
motricidad en el cerebro. Dos buenos motivos por los que nuestras
ideas acerca de los fenómenos que caracterizaron la segunda etapa
de su vida merezcan profunda revisión y renovado estudio. Pero esa
es otra historia 4 • La actual, antológica y crítica, comienza a partir de
este punto y tiene por objeto el cumplimiento, en la medida de lo
posible, de lo augurado por el conde de Wrangel en 1910: otorgarle
a Swedenborg «su merecido lugar en el Panteón de la ciencia» 5 •

3. A. Acton, An introduction to The Word Exp/ained, Academy of The New Chur-


ch, Bryn Athyn, Pa., 1927, p. 84.
4. Cf. C. A. Blom-Dahl, «Swedenborg's physical and metaphysical revelation», en
Analecta Husserliana, vol. LII, Kluwer Academic Publishers, Dordrecht, Boston y Lon-
dres, 1998. Un informe completo titulado «La tercera fuente», se halla actualmente en
vías de elaboración.
5. Cf. Transactions of the lnternational Swedenborg Congress, The Swedenborg
Society, Londres, 1912, pp. 15-16.

63
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

El 8 de septiembre de 1714, camino de Suecia tras el primero de sus


viajes al extranjero, Swedenborg escribe a su cuñado Benzelius desde
la ciudad hanseática de Rostock dándole noticia de una serie de «In-
ventos mecánicos» sobre los que había estado trabajando. Quizás lo
impulsara un deseo de emulación del desarrollo tecnológico que tuvo
ocasión de contemplar en Londres y que tanto le fascinó. Pero el
trasfondo tiene una indudable conexión con las inquietudes que
abrumaban a todo ciudadano sueco tras el desastre de la batalla
perdida por Carlos XII en Poltava el año 1709. Crónicas en fecha
poco anterior a la carta de Swedenborg incluso mencionan que ha-
bía sido avistado un buque de guerra ruso a la altura de las costas de
Uppland, sembrando el pánico entre la población civil. Se explica
así que buena parte de la inventiva de nuestro científico en ciernes se
orientara hacia el cálculo y diseño de máquinas de aplicación mili-
tar. Aunque su carta es también ostensiblemente la de un joven que
busca impresionar a sus mentores, miembros del entonces recién
constituido Collegium curiosorum, futura y prestigiosa Academia
Real de las Ciencias, de Upsala.

Queridísimo hermano: ... Me agrada haber llegado a un lugar en el


que la tranquilidad y el tiempo me permiten ordenar mis trabajos y
meditaciones anteriormente dispersos por papeles esparcidos por
acá y acullá. Hasta ahora me han faltado el tiempo y el lugar nece-
sarios para sistematizarlos. En ello estoy. Espero completar la tarea
en breve. Prometí a mi querido padre publicar un specimen acade-
micum para el que seleccionaré algunos de mis inventos mecánicos.
Por lo demás, tengo en estos momentos redactados los trabajos re-
lativos a los siguientes:

65
OBRA CIENTÍFICA

1. Buque tripulado por un solo hombre, capaz de evolucionar


bajo el agua en cualquier dirección deseada e infligir graves daños a
la flota enemiga.
2. Construcción de un nuevo sifón fluvial para extraer en breve
tiempo un gran volumen de agua hasta cierto nivel.
3. Elevación hidráulica de pesos con ayuda del referido sifón
con mayor facilidad que por medios mecánicos.
4. Esclusas incluso para lugares con agua estancada, con las que
una embarcación entera y cargada puede ser elevada hasta cierta
altura en una o dos horas.
5. Máquina para expulsar agua animada por fuego, y modo de
construirla en hornos de fundición donde no existan saltos de agua
y ésta permanezca remansada.
6. Puente levadizo accionable desde el interior de puertas y mu-
rallas.
7. Nuevas máquinas para condensar y extraer aire mediante
agua y nueva bomba de vacío accionada por agua y por mercurio
sin ningún sifón, más eficaz y fácil de manejar que las ordinarias 1•
8. Nuevo tipo de pieza de artillería accionada por aire compri-
mido, capaz de efectuar hasta un millar de disparos.
9. Instrumento musical que permite incluso al más inexperto
ejecutante reproducir todo tipo de melodías, que aparecen escritas
sobre papel pautado.
10. Esciagrafía universal o método mecánico con el que pueden
trazarse marcas horarias de cualquier tipo y sobre cualquier mate-
rial, por medio de fuego.
11. Clepsidra en la que el flujo del agua va indicando todos los
objetos celestes móviles, y que produce efectos curiosos.
12. Carro mecánico con todo tipo de herramientas accionadas
por la marcha de las caballerías. Y también un vehículo volador,
capaz de mantenerse en el aire y desplazarse.

De todos los arte{actos enumerados el «vehículo volador» es sin


duda el más intrigante. Henry Soderberg, ex-vicepresidente de la
compañía aérea SAS e investigador y conferenciante en materia de
aviación civil, resume del siguiente modo su entusiasta valoración
del diseño y concepción de esta máquina:

Se ha aceptado como hecho histórico que Emanuel Swedenborg es


el primer hombre en la historia de la aviación que en 1714 propuso
un diseño básico racional para una aeronave dotada de ala fija y un
sistema propulsor. Desde un punto de vista aerodinámico, la idea
de Swedenborg ... es claramente superior a la de Leonardo da Vinci,
Francesco de Lana, Besnier o Lorern;:o de Gusmao ... El manuscrito

1. Su diseño de la bomba de vacío mercurial combina válvulas y el principio de


Torricelli. Sus detalles aparecen en uno de los números del Daedalus hyperboreus. Com-
parada con las de su época, se trata de una bomba de excelente rendimiento.

66
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

y dibujo de Swedenborg no se descubrió hasta finales del siglo XIX,


cuando ya otros inventores y hombres dedicados a la experimenta-
ción habían concebido y adoptado sus ideas, razón por la que sus
sugerencias no tuvieron nunca una incidencia de orden práctico.
Varios modelos han sido construidos, ajustándose con diversos gra-
dos de fidelidad a las sugerencias de Swedenborg ... El más famoso
se encuentra expuesto en la Sala del alborear del vuelo del Múseo
Smithsoniano del Aire y el Espacio, en Washington 2 •

Las primicias públicas de la máquina voladora, incluido un es-


quema, las concibió Swedenborg para el número N de su revista
Dxdalus hyperboreus, destinado a contener también un artículo de
Polhem sobre la resistencia del aire a la caída de graves. Polhem se
adelantó con una nota crítica fechada el 5 de septiembre de 1716 en
Stiernsund. Dice así:

Honorable Señor y querido amigo: ... En lo que respecta a ... volar


de modo artificial, parece que esto entraña la misma dificultad que
la construcción de un perpetuum mobile o la fabricación de oro ...
El peso crece siempre en proporción cúbica en tanto que la resis-
tencia solo aumenta en razón del cuadrado. Lo mismo atañe a las
superficies, de lo cual se desprende que las estructuras muy grandes
acaban no pudiendo soportar incluso su propio peso. En el caso de
la naturaleza, ésta provee a las aves no solo de un material muy
liviano y resistente para las plumas, sino también de tendones y
huesos completamente diferentes para sus cuerpos, tal como se re-
quiere para su resistencia y ligereza, y que no se encuentran en
otros seres. Nos tropezamos, pues, con dificultades mucho mayo-
res en cuanto a los materiales exigidos si la máquina ha de soportar
adicionalmente el peso de un hombre 3 •

En 1979 el Gossamer Albatros-avión de estructura hiperligera


y propulsado mediante pedales por su piloto, Bryan Allen- despe-
gaba de Folkestone cruzando el Canal de la Mancha hasta Gris-Nez,
situada a 3 3. 7 kilómetros de distancia. Polhem se equivocó. La idea
de Swedenborg no era descabellada.
Las cuestiones puramente tecnológicas no permanecieron por
mucho tiempo en el orden de las prioridades que se trazó Sweden-
borg. Pronto sus proyectos se inclinaron hacia empresas de mayor
fuste. Probablemente, fueron razones crematísticas las que, inicial-
mente, le indujeron a reorientar sus actividades; y, más concreta-

2. H. Soderberg, Lagos, The Swedenborg Foundation, Nueva York, otoño de 1986,


p. 3.
3. Carta de C. Polhem, Stiernsund, 5 de septiembre 1716, en A. Acton, Letters and
Memorials, Swedenborg Scientific Association, Bryn Athyn, Pennsylvania, 1948, p. 115.

67
OBRA CIENTÍFICA

mente, un problema al que por aquel entonces se enfrentaban todos


los navegantes: el de la determinación de la longitud terrestre. Este
asunto tiene directa relación con el premio de veinte mil libras
esterlinas instituido en 1714 por el gobierno británico, para quien
ideara un método que permitiera a un buque fijar su longitud con
una desviación máxima de 30 millas al término de un viaje a las
Antillas. Esto requería una medición cronométrica del tiempo. Los
alejandrinos de los tiempos próximos a la era cristiana supieron
ingeniar clepsidras de precisión muy superior a los relojes de arena
precedentes. Pero no la suficiente para mantener una medida exac-
ta al término de viajes prolongados. La decisión gubernamental
británica impulsó a los relojeros a una carrera desenfrenada para
ingeniar mecanismos capaces de funcionar en una nave mecida por
las olas. Swedenborg creyó haber hallado un método alternativo,
fundado en observaciones lunares. Impaciente por la demora en la
aparición de tablas sobre la órbita lunar anunciadas por Flamsteed
y prometidas por Ha/ley, pensó en montar su propio observatorio
astronómico. Paradójicamente, esto le condujo del cielo a la tierra.
Es decir, al primero de sus trabajos que merecería el reconocimiento
de un geólogo moderno: Al/red Nathorst. Siguiendo su costumbre y
dados los estrechos lazos que le unían a su cuñado Benzelius, Swe-
denborg comenzó por anunciar su proyecto a éste:

Espero que a su llegada mi carta encuentre a mi hermano fortifica-


do y en excelente estado de salud ... Pasado mañana parto para Kin-
nekulle para elegir yo mismo un lugar para un pequeño observato-
rio en el que tengo la intención de realizar este invierno ciertas
mediciones relativas a nuestro horizonte, y de sentar las bases para
observaciones con las que mi invento sobre la longitud terrestre de
los lugares pueda ser objeto de confirmación 4 •

Cuatro años más tarde Swedenborg recogeríasus impresiones de


la visita de inspección al monte Kinnekulle en el opúsculo Sobre la
altura de las aguas ... , cuya publicación confió al impresor de Upsala,
Johan H. Werner. Su indagación con vistas a encontrar un emplaza-
miento idóneo para su observatorio despertó paralelamente en él su
interés por la historia geológica de la tierra. El trabajo en cuestión
encierra particular interés por dos razones. En él Swedenborg apare-
ce desempeñando una doble función científica: la de observador y la
de teórico a un mismo tiempo. De otra parte, trátase de un docu-

4. Carta a Benzelius, Londres, 9 de agosto 1715, en A. Acton, op. cit., pp. 64-65.

68
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

mento ilustrativo del poderoso influjo que por aquel entonces se-
guían ejerciendo los Textos Sagrados sobre la mente de la mayoría
de los hombres. En este caso, en relación con el relato bíblico del
diluvio universal.
Fascinado por el Kinnekulle, singular formación montañosa se-
dimentaria, Swedenborg refiere que en su cima, «un Olimpo o cielo
en miniatura», parecen generarse tempestades espontáneamente,
como por un fenómeno eruptivo. Compara sus moradores al] u pi ter
pluvius, dios de las tormentas y las lluvias, y sueña con ubicar en él
su anhelado observatorio astronómico. La obra aparece precedida
de una dedicatoria a la reina Ulrika Eleonora en el día de su corona-
ción'.

5. 17 de marzo de 1719. Sucedía a su hermano Carlos XII, muerto el 11 de diciem-


bre de 1718 en su segunda expedición a Noruega, durante el sitio a la ciudad fortificada
de Frederikshald (actual Halden). Fue figura de transición. Abdicó al año siguiente en
favor de su esposo, Federico de Hesse, quien reinó en Suecia bajo el nombre de Federi-
co I hasta el 1751.

69
SOBRE LA ALTURA DE LAS AGUAS
Y FUERTES MAREAS DEL MUNDO PRIMITIVO.
PRUEBAS OBTENIDAS EN SUECIA

DEDICATORIA

Magnánima y piadosísima Reina:

Comparezco con toda humildad ante el trono de Vuestra Majes-


tad en unión de la multitud que en tan señalado día os ofrece sus
mejores votos con motivo del inicio del desempeño de vuestras re-
gias funciones. Soy con ello testigo de la afluencia de cuantos hoy
acuden por su renombre como doctos, a ofrendaros por todos los
medios sus palmas y júbilo. Junto a éste, vuestro Parnaso, me sitúo
con ciertas pruebas novedosas de que Suecia estuvo en tiempos pre-
téritos cubierta por las aguas ... y como oración íntima elevada a Dios,
ruego que la corona que hoy ceñiréis gozosa, luzca tan firme y dia-
mantina como la corona de estrellas que fulgura sobre el firmamen-
to para gloria del Creador, y propicie la fama inmortal de Vuestra
Majestad, así como la alegría perdurable de vuestros súbditos y el
desarrollo y progreso de las ciencias y las artes ...
Vuestro más fiel y humilde súbdito,

Emanuel Swedenborg.

INTRODUCCIÓN

Por conducto de la Palabra de Dios tenemos la primera noticia del


diluvio universal, que cubrió con un Océano los cinco continentes
aniquilando lo anteriormente creado por Dios, incluidos los anima-
les terrestres. De no haber sido previsto que Noé remontara las aguas
mediante una nueva «máquina» [sic], hasta el último vestigio de vida
habría desaparecido de este planeta que hoy habitamos, con lo cual
la Tierra circunvalaría el Sol sin nada en su superficie que la diferen-
ciara de planetas como Marte o Júpiter 1• Nadie niega que el diluvio

1. Swedenborg presume aquí la esterilidad de estos planetas, opinión que en la


segunda etapa de su vida experimentaría un cambio inaudito, pues llegó a opinar que
todo cuerpo celeste está habitado.

70
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

universal cubrió la tierra, pero el conocimiento laico también dirige


sus luces hacia este tema y tiene algo que decir sobre él en la medida
en que es capaz de procurarse pruebas propias partiendo de los res-
tos que el diluvio dejó. Hacia ello se han dirigido mis pensamientos
movido por una intensa curiosidad unida al hecho de que lo hallado
confirma la verdad y conlleva un prestigio y relieve propios. Y como
me consta que esto contribuye al fortalecimiento de la verdad y de la
Palabra de Dios, me cabe la esperanza de ser interpretado con la
misma benignidad con que mis intenciones han sido positivas. Al
menos, espero demostrar que las pruebas halladas en nuestras regio-
nes boreales son más claras que las obtenidas en tierras meridionales.

Prueba I
FUNDADA EN EL MONTE KINNEKULLE

El Kinnekulle es una montaña situada en medio del oeste de Got-


land, de contorno redondeado. Inicialmente, su pendiente es suave.
Luego aumenta hasta hacerse escarpada. Se encuentra junto a las
orillas del gran lago sueco, Vennern, enclavada allí a modo de gran
monumento. En sus faldas hay casas, granjas ... caseríos enteros. En
la cima, todo son peñascos, ciénagas, bosques ... Por su belleza y fron-
dosidad parece un pequeño Edén. Los frutales forman como un bos-
que silvestre. Los nogales en las plantaciones y todo cuanto se siem-
bra, contribuye a una benignidad de los aires y las tierras mayor que
en otros lugares ... En la cúspide misma acontecen curiosos fenóme-
nos investigados por los estudiosos. Esto es, que ciertas masas nubo-
sas, lluvias y tormentas eléctricas parecen brotar de la cúspide mis-
ma de modo que quienes la habitan pueden sentirse como un dios
Júpiter y la propia cima parece un Olimpo o cielo en miniatura,
puesto que allí la naturaleza de la atmósfera tiene parcialmente su
origen. En pocas palabras, éste es un monte con el que la naturaleza
ha querido adornar el país del oeste de Gotland convirtiéndolo en
uno de los observatorios más adecuados del mundo, como aquellos
en los que figuras como Cassini, Brahe o Hevelius 2 han trabajado,
dando a tales lugares su justo renombre y fama.
Lo más llamativo en cuanto al tema del que me ocuparé consiste
en que se halla situado entre los montes Huneberg y Billingen como
un castillo entre dos murallas. E igualmente, que está compuesto

2. Astrónomos célebres todos ellos.

71
OBRA CIENTÍFICA

por innumerables clases de estratos líticos. En su parte inferior, pie-


dras grises. Luego, numerosas especies de rocas calcáreas, areniscas
y de pizarras marrones, azules y negras.
De la formación montañosa en cuestión se desprende la más
decisiva de las pruebas sobre la asombrosa altura alcanzada por las
aguas en nuestras tierras boreales, y el oleaje tempestuoso y titánico
reinante en aquellos tiempos pretéritos. Si situamos en ella y con-
templamos la periferia, no aparece por ningún lugar otra abertura
que la lindante con los referidos montes ... Si -como luego se de-
mostrará- todos los territorios visibles estuvieron inmersos, puede
verse cómo el Océano ha debido batir los montes a lo largo de sus
colinas y ser frenado, dando origen entre ellas a una zona encalma-
da; y cómo puede incluso haber fluido y manado fragorosamente
por las aberturas, confluyendo en el punto medio opuesto, donde
ahora se encuentra situada la montaña discutida. Por tal conducto
ha transportado también todo su material de arrastre: cantos, arenas
y piedras, que ha decantado como un lastre, dando de este modo
lugar a la formación de la gran montaña que hoy se nos manifiesta
como un monumento conmemorativo de la altura alcanzada por la
aguas diluviales, así como de su confluencia en el espacio conforma-
do por las referidas murallas.
Que este gran pico muestra señales de redondeo por desgaste
debido al martilleo de las olas por ambos costados es un hecho que
salta a la vista. Primero encontramos en su base una capa de un diá-
metro aproximado de una milla, formada por material arcilloso y
calcáreo. A continuación aparecen múltiples capas horizontales de
composición diferente, hasta el punto en que su estructura se empi-
na en forma de pendiente escarpada, formando una pirámide trun-
cada. De lo cual se desprende con claridad que el Océano ha pene-
trado por las aberturas y chocado consigo mismo en el punto medio,
depositando allí tan pronto un estrato de arena, como uno de arcilla
o material calcáreo, que se han compactado en forma de piedra cali-
za, así como otras sustancias y limos salinos que se han transforma-
do en pizarras: material que conforma la cúspide. Todo ello en ca-
pas horizontales uniformes y de contorno redondeado. De cuyo
conjunto se infiere que el Océano ha confluido en dicho lugar y que
los montículos han amansado el oleaje, dando lugar a un remanso en
el que todo este material de arrastre ha podido sedimentarse ... 3 •

3. Swedenborg supo captar el hecho cierto de que determinadas formaciones se


han originado por sedimentación en fondos marinos.

72
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

Prueba VI
FUNDADA EN PIEDRAS ESPARCIDAS POR TODO EL ORBE

Las numerosas piedras que aparecen distribuidas por todas partes


son, a su vez, prueba del alto nivel alcanzado por las aguas en tiem-
pos primigenios. En llanuras y hondonadas aparecen peñascos colo-
sales del tamaño de un gran edificio, que recuerdan las columnas del
gigante Hércules; y, si se observa cómo aparecen apiladas y volcadas
unas sobre otras, unas de canto, otras incrustadas entre tres o cua-
tro, y se tiene en cuenta que se hallan a menudo esparcidas por una
extensa llanura, como los cantos por calles y carreteras, algunas des-
cansando sobre la superficie rocosa, otras profundamente sepulta-
das en la tierra, en montículos de arena ... por mil lugares distintos
en los que no aparece vestigio de montaña alguna en derredor. ..
tiende uno a pensar que han sido transportadas a tan distantes luga-
res por terremotos o erupciones volcánicas; y algunos especulan so-
bre causas todavía más remotas e irreales 4 • En lo que sigue se demos-
trará, sin embargo, cómo unas aguas profundas y surcadas por
poderosas corrientes han podido transportar tales piedras desde
peñascales hasta planicies ...

Demostración del desplazamiento de peñascos


en un abismo profundo

Resulta fácil demostrar cómo los peñascos siguen el impulso del ven-
daval y las olas en una sima profunda. Las aguas son capaces de
moverlos como hace el aire con una liviana pluma. El primer punto
a considerar es que el agua ejerce una presión proporcional a su altu-
ra ... Una piedra situada a gran profundidad experimenta una com-
presión mayor que una próxima a la superficie. Un buzo con su cam-
pana debe soportar una presión éreciente conforme su inmersión va
siendo cada vez más profunda, hasta que al final la sangre se le expri-
me reventando las venas. En resumidas cuentas, es un hecho estable-
cido y que todo el mundo conoce, que el agua presiona según su al-
tura. De ello se desprende que si un mar profundo se hincha, alza y
desplaza desde el fondo hasta la superficie, tiende a remover y tum-
bar todo cuanto cubre con una fuerza muy superior que un mar so-
mero. Si la ola rueda sobre un peñasco, presiona en función de la
columna de agua que la cubre, y ejerce una potencia suficiente para

4. Probablemente una alusión a la tradición supersticiosa sobre la intervención de


titanes o gigantes.

73
OBRA CIENTÍFICA

volcarla y arrastrarla con su peso a gran distancia del lugar ... Por
ejemplo, una ola que se desplaza con un peso y empuje de 100 brazas
tiene tal superioridad de fuerza sobre la roca que la zarandea igual
que nuestra atmósfera haría volar una viruta o un grano de arena 5 •••
Esto se ve con mayor claridad todavía en el caso de nuestra
propia atmósfera, cuyos efectos son un millar de veces más extra-
ños. A igualdad de volúmenes, una piedra pesa dos mil veces más
que el aire, un árbol cuatrocientas veces, su corteza unas trescientas
veces; sin embargo, somos testigos de cómo, cuando se desencade-
na un vendaval, éste es capaz de elevar arena y grava a gran altura a
la par que derriba árboles, arranca techumbres de las casas, extien-
de fuegos a distancia transformándolos en incendios arrasadores y
es capaz de quebrar las aspas de un molino aunque el aire es milla-
res de veces más ligero. iQué no podrá causar el agua, cuando es
profunda, al golpear una piedra que apenas es un par de veces más
pesada que ella!. .. Éstas son las razones por las que grandes peñas-
cos aparecen esparcidos por extensas regiones, volteados en desor-
den, como granos de arena espolvoreada, lanzados sobre montícu-
los y ribazos, apilados en largos peñascales. Y es de suponer que
esto tiene lugar en el Océano, allí donde éste es profundo. Sirva por
tanto esta demostración de prueba acerca de la impresionante altu-
ra de las aguas que en tiempos pretéritos cubrieron la cima de nues-
tro Kinnekulle ...

Prueba VII
FUNDADA EN LAS MARCAS DEL NIVEL DE LAS AGUAS
EN HUNEBERG Y BILLINGEN

Los montes Billingen y Huneberg constituyen excelentes pruebas de


que las aguas cubrieron en tiempos remotos Europa y se extendie-
ron por nuestras regiones boreales; que la costa estuvo situada tierra
adentro; que la estirpe de Noé pudo recorrer con su Arca grandes
distancias sobre la tierra de Gotland; que el Océano redujo luego su
nivel, dejándonos al fin tierras firmes en que poder vivir. En otras
palabras, que la tierra en su mayor parte fue un abismo marino y,
más bien, una vivienda para Neptuno y las Náyades que no para

5. Swedenborg no tuvo claras las ideas ni diferencias entre estática y dinámica de


fluidos. Incurre por ello en errores teóricos fundamentales. Si hubiera sido real el arrastre
de fondos que pretende, la navegación submarina constituiría una hazaña irrealizable en
un mar tempestuoso. En términos geológicos, parte de los efectos que él atribuye a con-
tingencias diluviales y marinas son directamente achacables a la acción de los glaciares.

74
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

hombres y animales ... a unas 20 ó 30 alnas 6 de distancia de la cúspi-


de estas montañas muestran una línea divisoria que las circunda,
completamente uniforme y horizontal, como si hubiese sido trazada
empleando un nivel de burbuja ...

Prueba X
FUNDADA EN CONCHAS, CARACOLAS
Y OTROS INSECTOS [SIC] MARINOS

La prueba que con mayor convicción demuestra la realidad del dilu-


vio sufrido por el mundo primitivo la constituyen las caracolas y
conchas de moluscos halladas en lugares elevados de Bohus y otros
condados. En muchos lugares he observado que se las encuentra en
altitudes de cincuenta brazas por encima del nivel del mar ... Que
esto no son restos arrojados por el mar actual hasta dichos lugares es
cosa fácil de entender ... El muy docto y experimentado profesor de
anatomía, Dr. BromeF, posee una rica y curiosa colección que pron-
to estará lista para su exposición al público. De lo que termino de
exponer puede deducirse que durante el diluvio universal, piedras y
pizarras no fueron sino limos, barros y arenas en los que quedaron
atrapados peces e insectos [sic]. Una vez se expongan a la luz pública
las petrificaciones del citado profesor, ni el mejor y más listo de los
oradores capaz de acomodar sus argumentos a ideas precarias y fu-
gaces, hallará términos con qué defender una proposición distinta
de ésta.

Prueba XI
SOBRE RESTOS DE NAUFRAGIOS HALLADOS A GRAN DISTANCIA
TIERRA ADENTRO

A mayor abundamiento, en muchos lugares aparecen pecios, es de-


cir, quillas, mástiles y cascos enteros, incluso sobre montañas y lade-
ras. El vulgo los ha interpretado con frecuencia como los restos del
Arca de Noé. Ahora bien, de qué forma tales embarcaciones han
podido volar tan alto por los aires o haber sido construidas tan pro-
fundamente tierra adentro, es algo que no tiene explicación razona-

6. Medida lineal próxima al metro.


7. Médico y mineralogista sueco (1679-1731). Fue presidente del Colegio Médico
de Estocolmo, autor de cierto número de obras científicas y -como refiere aquí Sweden-
borg- coleccionista de fósiles.

75
Dibujos de fósiles marinos incluidos en Miscellanea observata circa res na-
turales (Leipzig, 1722). Para Swedenborg los fósiles marinos eran prueba feha-
ciente de la veracidad de la Biblia sobre el relato del diluvio universal. Curiosa-
mente, en su etapa visionaria acometería una interpretación totalmente distinta:
espiritual, alegórica. Aguas -afirmaría entonces- simbolizan falsedades y ma-
les derivados de la conducta de la humanidad inicua, que terminó por ser erradi-
cada de la faz de la tierra.

76
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

ble a menos que nuestros antepasados poseyeran el arte de la nave-


gación aérea. Y si hemos de tomar nota de los lugares en que tales
restos han sido encontrados, la relación sería bien nutrida. Claro
está, sin embargo, que la única conclusión es que en tiempos remo-
tos el calado permitió a las embarcaciones navegar hasta los lugares
en los que estos pecios han sido hallados. Es decir, que el mar tuvo
entonces un nivel superior con diferencia de muchas brazas, de modo
que aquellas embarcaciones tuvieron sus puntos de recalada donde
actualmente encontramos roquedales y laderas de montaña ... Si ob-
servamos cuidadosamente la situación de Suecia, es muy posible que
ésta fuese en tiempos remotos una isla o Ultima Thule, tal como
relataban los antiguos bardos.

Prueba XII
SOBRE EL ESQUELETO DE UN ENORME PEZ
HALLADO EN TIERRA FIRME

A gran distancia tierra adentro encontramos objetos propiamente


marinos tales como peces y otras cosas extrañas. Y en el oeste de
Gotland, en el distrito parroquial de Vanga a un par de millas de
Skara y a unas doce de la costa oeste, se descubrió hace unos años un
esqueleto con vértebras, extremidades, enormes huesos, etc. Si el
cráneo hubiera aparecido junto a los restos, habría podido creerse
que se trataba de un Polifemo o Cíclope sueco forjador de las armas
de Vulcano para nuestro Marte, o cualquier otro de los héroes y
luchadores godos. Los restos fueron trasladados a Upsala y recons-
truidos en la medida de lo posible. Una vez unidas las articulaciones,
aquello resultó ser una ballena o algún otro tipo de pez gigantesco,
que habiéndose internado por tierra en pleamar, quedó atrapado al
producirse el descenso de éstas, ya que estos animales no están dota-
dos de otra locomoción. En la actualidad, se encuentra en el Noso-
comio de Upsala, al cuidado del profesor Roberg 8 , y sirve de testi-
monio del diluvio universal y la inundación de Europa por el gran
Océano ...

8. El doctor Lars Roberg, profesor de anatomía de la Universidad de Upsala, pare-


ce haber sido el primero en identificar los restos como pertenecientes a un cetáceo primi-
tivo de una especie extinta. En honor a Swedenborg este ejemplar, actualmente conserva-
do en Upsala, fue bautizado en 1862 por Wilhelm Lilljeborg con el nombre de Hunterius
swedenborgii.

77
OBRA CIENTÍFICA

Prueba XV
DEDUCIDA DE LA TURBA NEGRA

La turba negra nos proporciona una excelente ocasión para opinar


que el mar ha cubierto Suecia y otros reinos, y según expone con
gran convencimiento el profesor Olof Rudbeck, éste espera estar en
condiciones de establecer mediante dicho testimonio la edad de la
tierra y otros particulares. Bajo esa turba encontramos arena, léga-
mos, guijarros y otros materiales que el mar ha acumulado y deposi-
tado en sus simas ...

SOBRE LOS CAMBIOS EXPERIMENTADOS


POR EL HORIZONTE NÓRDICO

Si ciertas son las noticias de que el mar tiende a adentrarse en las


playas aumentando su nivel en el sur mientras que sucede lo contra-
rio en las regiones norteñas ... , se sigue de ello que la tierra va per-
diendo más y más su propia figura anterior, haciéndose más redon-
deada en la línea del ecuador y achatándose por los polos ...

Causas de la modificación del horizonte:


Variación de la velocidad de rotación de la Tierra

Quizás en un futuro lejano podrá probarse con mayor firmeza lo


que especulativamente expuse en mi tratado sobre el movimiento y
situación de la Tierra. A saber, que los movimientos del globo te-
rrestre fueron más rápidos y que la Luna ha circulado en su vórtice
o trayectoria con mayor celeridad en otros tiempos. De este modo
la presión, que ahora se produce cada seis horas, habría tenido
lugar entonces cada dos o tres horas. De lo cual se desprende que
en aquel tiempo las aguas oceánicas habrían tendido a aumentar su
nivel hacia los polos, puesto que la presión ejercida por la Luna se
sucedería a intervalos tan cortos que el Océano no tendría tiempo
de recuperar su equilibrio 9 • Este efecto produciría un incremento
fijo de las aguas polares equivalente a unas 100 aloas por encima
del nivel actual.

9. Swedenborg rechazó el principio newtoniano de la gravitación universal. Pensó


que la luna ejerce un peso en lugar de una atracción, oprimiendo las aguas en torno al
cinturón ecuatorial en su movimiento de circunvolución terrestre, obligándolas de este
modo a desplazarse hacia los polos.

78
MECÁNICA Y GEOLOGÍA

PRUEBAS RAZONABLES

Opinión del muy docto O/of Rudbeck sobre Suecia:


que en tiempos pretéritos fue una ínsula

Si el Océano ha cubierto nuestros montes y hondonadas y sus aguas


se han elevado más en los polos que en el ecuador; es decir, si el
contorno terrestre fue más ovalado, esto nos lleva a inferir que los
mares muy bien pueden haber confluido todos ellos en el norte,
donde el nivel de las aguas fue máximo, y que toda la masa de tierras
firmes más altas de nuestra Suecia asomó por encima de las aguas
como una isla. Lo cual coincide con exactitud con lo que los anti-
guos topógrafos y geógrafos relatan; a saber, que Suecia ha sido la
Gran Isla de la Atlántida, la ínsula de los hiperbóreos, de Ásir, de los
dioses, de los santos o bienaventurados, de Mannheim o Baldur; la
isla de Skan, Gota o Ultima Thule. Lo cual el muy docto profesor y
doctor Olof Rudbeck, como es bien sabido, ha deducido de un nu-
trido número de manuscritos ...

Sobre las fuertes mareas en los tiempos arcaicos

Si el Océano ha cubierto la tierra con tan profundas aguas que la


mayor parte de Europa ha constituido un abismo marino, de ello se
extrae como consecuencia que los movimientos de las mareas han
debido ser tan intensos como repetidas veces se ha hecho constar en
las pruebas precedentes, puesto que ningún obstáculo en forma de
bahías o líneas de costa ha impedido su flujo y reflujo, ni en los
territorios boreales ni en pleno Océano. Cuando la Luna ha presio-
nado sobre el Océano con su peso obligándolo a alzarse en los costa-
dos, éste luego no ha tenido que fluir a través de canales ni adentrar-
se por las costas de Portugal o las británicas, sino que ha podido
elevarse libremente en la atmósfera tan alto como la presión lo haya
empujado ... y mientras nuestras tierras hiperbóreas, como se ha in-
dicado, carecieron de costas interpuestas y lindaron directamente
con el Océano; o bien, cuando formaron luego en el curso de la
retirada de las aguas un rosario de archipiélagos y pequeñas islas,
todo ha debido suceder en lo que al flujo y reflujo de las mareas
respecta y a las tempestades y las calmas, como actualmente ocurre
en el propio Océano. Mas luego, cuando las aguas descendieron y
los abismos se redujeron, formándose canales y acantilados alrede-
dor, éstas formaciones han impedido la comunicación de esas mis-
mas mareas y tempestades.

79
OBRA CIENTÍFICA

Los casos expuestos parecen admitir como conclusión que nues-


tra Tierra estuvo cubierta por un Océano e inundación profundos;
que nuestras montañas y montículos de mayor altitud han estado
bajo su superficie, habiéndose formado y crecido más y más bajo las
aguas. Asimismo, cabe concluir que las aguas alcanzaron su máxima
altura en nuestro norte, presentando aquí su mayor nivel; que han
--digámoslo así- contribuido a una redondez de la Tierra mayor
de la que hoy muestra; o dicho en términos figurados-, que Neptuno
y todas sus deidades marinas y ninfas disfrutaron aquí de una estan-
cia más prolongada, abandonando luego poco a poco los fondos
marinos para que nosotros los habitáramos una vez transformados
en tierra firme, expandiendo de este modo el País de Svear hasta el
tamaño con que hoy se nos muestra bajo el actual Gobierno de Vues-
tra Graciosa Majestad.

De venta en la casa de encuadernaciones de la viuda de Dahlbeck, en


Nygatan, al precio de 8 ore [céntimos] de plata.

80
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

En cuanto a sus objetivos y pretensiones, los Principia de Sweden-


borg se insertan en el contexto de un «triunvirato» de famosos: René
Descartes, con sus Principia philosophiae (1643); Sir Isaac Newton,
con su celebérrima Philosophia naturalis principia mathematica
(1687); y finalmente Kant, con su Allgemeine Naturgeschichte und
Theorie des Himmels ... (1755)1. Todos ellos aspiran a establecer en
sus respectivos tratados los fundamentos cosmológicos: los princi-
pios que subyacen al mundo físico: partículas elementales, astros,
galaxias, cúmulos ... El de Swedenborg, que por cierto forma parte
de una voluminosa trilogía publicada en Dresde y Leipzig bajo el
título genérico Opera philosophica et mineralia2, es indudablemente
aquel al que menos y más tardía atención se ha prestado. Compro-
baremos, sin embargo, que su postergación no se debe en modo algu-
no a una carencia de valor intrínseco: el contenido de sus Principia
es fascinante.
Empezando por lo anecdótico, y según informa Augustus Clis-
sold, esta obra ha figurado en la relación del Vaticano de libros de
lectura prohibida o restringida3• Clissold especula si la razón pudo
ser que la cosmología de Swedenborg se opone al dogma de la crea-
ción ex nihilo. Pero esta idea es discutible. Para Swedenborg el mun-

1. Historia natural general y teoría del cielo, o estudio de la constitución y origen


mecánico de la totalidad del universo según los principios newtonianos.
2. Completan la trilogía: Regnum subterraneum sive minera/e de ferro (El reino
subterráneo o mineral del hierro), dedicada al landgrave de Hesse-Cassel, y Regnum sub-
terraneum sive minera/e de cupro et orichalco (El reino subterráneo o mineral del cobre y
el latón), dedicada al rey de Suecia, Federico l.
3. Edición de 1758 del Index Librorum Prohibitorum.

81
OBRA CIENTÍFICA

do físico existe merced a una causa previa de índole espiritual: Dios,


claro está; y la hipotética entidad originaria de la serie de partículas
cuya existencia teorizó, la presenta explícitamente como ente meta-
físico al que Dios infunde su existencia y «movimiento puro», y la
asimila al «punto de Zenón», entidad concebida por el filósofo eleá-
tico de dicho nombre, famoso por sus paradojas y aporías. No pare-
ce, pues, que exista la oposición al dogma de la creación ex nihilo
que pretende Clissold. Pero vayamos a los aspectos físicos.
Contiguitas, connexio y nexus-términos latinos que no necesi-
tan traducción- responden a conceptos que enraizarían profunda-
mente en la mente de Swedenborg y que este utilizó para sustentar la
idea de que las partículas se hallan, todas ellas, interpenetradas y en
ininterrumpida relación de contigüidad. Se opuso así a la teoría del
vacío y de la gravitación universal, lo que es un tanto incongruente
si tenemos en cuenta que él mismo diseñó una bomba de vacío real-
mente eficaz, destinada a extraer el aire de los recipientes a efectos
experimentales. Es decir, destinada a crear ese vacío cuya existencia
rechazó. En definitiva, en su mente no tuvo cabida la idea de que
pudieran darse acciones a distancia sin contacto físico entre partícu-
la y partícula, y que los planetas pudieran «flotar» en el espacio sin
nada que los sustentase. Asumió la idea cartesiana de un universo
repleto de partículas girando en torbellinos que imprimen a los pla-
netas sus movimientos orbitales (teoría vortical). Se comportó en
términos generales como un mecanicista, mas sin dejar por ello de
ser un gran ecléctico y un formulador singularmente original de ideas
propias. Encontramos por consiguiente en sus Principia nociones ge-
nuinamente novedosas. Por ejemplo, prefiguró de modo asombroso
algunos de los conceptos más avanzados de la física de las partículas
elementales. Así, en el apartado Argumento filosófico sobre el pri-
mer finito ... , Swedenborg postula que la masa implícita en la noción
de centro de gravedad se adquiere en el nivel de determinada partí-
cula compuesta y en virtud del modo en que esta se desplaza dentro
de un sistema de partículas. Pues bien, esto suena talmente a lo que
nos recuerda en un artículo reciente el físico David B. Cline:

Se cree que las partículas obtienen su masa mediante la interacción


con la pesada partícula de Higgs ... Puesto que cada quark tiene una
masa diferente, la intensidad del acoplamiento con la partícula de
Higgs ha de ser diferente para cada uno de ellos 4 •

4. D. B. Cline, «Observación de fenómenos de altas energías»: Investigación y Cien-


cia (Barcelona) (noviembre 1994 ), p. 15.

82
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

Otro punto curioso se refiere a la «primera de las partículas ele-


mentales», que Swedenborg identifica como constitutiva del sol. En
la tabla periódica de Mendeléiev el primer elemento es el hidrógeno.
A su vez nuestro sol es, primordialmente, una estrella de hidrógeno.
Una concordancia casual pero curiosa. El texto de Swedenborg
muestra igualmente toda una serie de ideas ajustadas a nuestros ac-
tuales conocimientos, que aun suponiéndolas producto de coinci-
dencias fortuitas, no dejan de resultar muy sugestivas. Incluso el
modelo de agregados corpusculares que propone comprende algo así
como los electrones orbitales del modelo atómico planetario sugeri-
do en 1910 por Sir Ernest Rutherford: partículas animadas de un
movimiento giratorio en torno a un núcleo. Él los compara a una
minúscula pelota atada al extremo de un hilo, a la que se imprime
un rápido movimiento circular. Incluso la descripción que hace de la
presencia aparente de la pelota en muchos lugares a un mismo tiem-
po debido a la celeridad de su desplazamiento, podría recordarnos
un célebre concepto de la física atómica de nuestros tiempos: el prin-
cipio de incertidumbre de Heisenberg y el fenómeno de la no locali-
dad5. En definitiva, a través de los Principia descubrimos en Swe-
denborg a un teorizador nato a quien la falta de datos empíricos no
le arredró a la hora de formular hipótesis, ciertamente de corte car-
tesiano, pero extraordinariamente imaginativas, en torno a la natu-
raleza y constitución fundamental de la materia.
Swedenborg creyó encontrar tres niveles en los que la naturaleza
corpuscular se manifiesta de modo patente: el vapor de agua, las
«exhalaciones» magnéticas indirectamente visibles a través de la con-
figuración -vortiginosa según él- que adoptan las limaduras de
hierro espolvoreadas sobre una superficie imantada, y los fenóme-
nos lumínicos: transparencia, reflexión ... colores. Con tan precario
fundamento no tuvo reparo alguno en «explicar filosóficamente el
funcionamiento secreto de la naturaleza elemental» more geometri-
co (por vía de la geometría), y en «transformar en virtualmente visi-
bles aquellos fenómenos que la naturaleza procura ocultar».
Sería fácil recusar por vía expeditiva la legitimidad de su méto-
do. Hoy nuestros físicos disponen de aceleradores, colisionadores y
cámaras con que observar, no las partículas mismas, pero sí su com-
portamiento cinético: sus trayectorias, sus interacciones. Bien pen-
sado, también ellos deducen un sinnúmero de cosas a partir de la
geometría de los fugaces trazos que las partículas dejan a su paso por

5. Principio que viene a decir que si determinamos el impulso de una partícula,


perdemos la información relativa a su posición, y viceversa.

83
OBRA CIENTÍFICA

las cámaras de niebla, de centelleo, de burbujas, etc. En este senti-


do, Swedenborg no hizo nada disparatado o inusual, salvo que su
nivel observacional real fue nulo. Geometrizó y matematizó un
mundo corpuscular hipotético, estricta y puramente hipotético. Pero
eso mismo también lo hacen nuestros físicos; y, curiosamente, a él
no le impidió tener brillantes intuiciones cuya exactitud han venido
a certificar posteriores experimentos.
Las partículas que concibió son energéticas. A este respecto, Hi-
roshima y Nagasaki rinden siniestro testimonio y recuerdo del acier-
to de su presunción. Vinculó luz, electricidad y magnetismo entre sí.
Fenómenos que, efectivamente, obedecen a un sustrato físico co-
mún. Concibió el átomo como formado por un torbellino de partí-
culas que trazan eternos movimientos espirales: un modelo que tie-
ne plena vigencia y actualidad. Dejó abiertas las puertas a procesos
de fusión, desintegración, transformación, creación y aniquilamien-
to de partículas. Concluyó a su vez que «solo existen tres entidades:
finitos, activos y elementales». Por muy casual que esta idea «trinita-
ria» pueda ser, es francamente interesante. Los especialistas coinci-
den hoy en que ése es probablemente el límite del número de fami-
lias de partículas elementales que nuestro universo puede albergar.
Números distintos darían origen a condiciones físicas incompatibles
con el universo que contemplamos. Eso no quita para que Andrei
Linde -un físico actual- pueda tener razón, al postular la existen-
cia de dominios en los que las leyes físicas difieren notablemente:
otro de los aspectos que Swedenborg sugiere.
Dedicó extraordinaria atención al magnetismo. Al tratar de ima-
ginar la forma concreta en que se ejercen la repulsión y atracción
magnéticas, se apartó de la tradición mágica abrazada por científi-
cos como Gilbert o Kepler, y adoptó una postura marcadamente
mecanicista. Entendió que el movimiento giratorio de las «partícu-
las magnéticas» componen un movimiento espiral que determina
que se comporten como husillos. Del sentido de giro depende que los
polos de dos imanes se atraigan (giros en oposición: los «husillos»
tienden a enroscarse unos con otros) o repelan (giros en igual senti-
do: los «husillos» tienden a desenroscarse}; y del ángulo de acopla-
miento depende la intensidad de la fuerza atractiva o repulsiva. Esta
solución es inexacta. Pero al menos, no es mágica y no le impidió
desarrollar hipótesis certeras. Concibió, por ejemplo, que el magne-
tismo se debe a la orientación regular de los ejes de rotación de las
partículas que lo causan. Idea esencialmente correcta, con lo que
cabe afirmar que formuló una teoría corpuscular del magnetismo
173 años por delante de la propuesta por el físico francés, Pierre

84
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

Weis. Reprodujo no obstante, y dio por buenos, los experimentos de


Peter van Musschenbroek según los cuales «es evidente que las fuer-
zas atractivas no son igual de intensas en invierno que en verano»
(Principia I.I.11.4). La ley de atracción y repulsión de las masas mag-
néticas constante y en razón inversa del cuadrado de la distancia, de
Charles Augustine Coulomb, no fue establecida hasta cincuenta y
un años más tarde6.
El paso siguiente de Swedenborg consistió en un salto a las
grandes «esferas» del universo constelado de estrellas. En resumidas
cuentas, teorizó que la física corpuscular abre las fronteras de una
comprensión astrofísica del cosmos: la posibilidad de derivar un
conocimiento de la dinámica celeste así como de la forma en que
los astros se sitúan en el espacio conforme a determinadas configu-
raciones, en función de un conocimiento de esos mismos aspectos
en el nivel de las partículas elementales. Pensó que se trata de imá-
genes simétricas. Esa es fundamental y muy exactamente la actitud
actual de cosmólogos y astrofísicos. En su opinión, el magnetismo
juega un papel central como fuerza configuradora de los sistemas
celestes, galácticos, metagalácticos. Cabe ver un antecedente de esto
último en los párrafos del Harmonices mundi de Kepler (1619),
obra en la que este gran teorizador de la mecánica celeste expone su
proyecto consistente en «demostrar que la máquina celestial puede
compararse no a un organismo divino sino más bien a un engranaje
de relojería... puesto que casi todos los múltiples movimientos son
ejecutados por medio de una única fuerza magnética muy simple».
Kepler creyó que el sol actúa como motor del sistema, a modo de
imán rotativo cuyos «radios» o «fibras» imparten movimiento a los
planetas. En rigor, Swedenborg optó por recurrir al magnetismo
para sus teorizaciones astrofísicas por el mero hecho de que no
entendió ni compartió las ideas de Newton. Sin embargo, no es
menos cierto que el magnetismo está siendo seriamente reconside-
rado por los cosmólogos a la hora de discutir qué fuerzas son deter-
minantes y capaces de explicar algunas de las estructuras observa-
das en nivel macrocósmico.
En lo que respecta a la génesis del sistema planetario, el sabio
sueco adoptó una teoría muy próxima a la nebular o de la forma-
ción por acreción aceptada en la actualidad por planetólogos y as-
trofísicos, y postuló la existencia de sistemas galácticos y metagalác-

6. A diferencia de las toscas balanzas de cruz utilizadas por Musschenbroek,


Coulomb se sirvió de una balanza de torsión para sus experimentos, notablemente más
sensible y exacta.

85
OBRA CIENTÍFICA

ticos, adelantándose así a las primeras hipótesis sobre este particu-


lar, formuladas por Laplace, Kant y Lambert.
Así pues, aunque buena parte de los hechos experimentales en
que se fundó son rechazables o responden a un nivel corpuscular
distinto del que presumió; aunque muchas de sus argumentaciones
son puras peticiones de principio fundadas en un espíritu finalista
inaceptable para nuestra actual concepción de lo real; a pesar de
todo, más que opinar-como así lo han hecho algunos de sus analis-
tas- que construyó una física fantástica lo que encontramos es que
sus planteamientos preludiaron la casi totalidad del aparato intelec-
tual aplicado más tarde por nuestros científicos contemporáneos a
la física de las partículas elementales y por los cosmólogos a la con-
cepción del origen y evolución del universo.

86
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
O NUEVO ENSAYO DE EXPLICACIÓN FILOSOFICA
DE LOS FENOMENOS DEL MUNDO ELEMENTAL

Al Serenísimo Príncipe Ludwig Rudolph,


Duque de Brunswick y Luneburgo

[1.1.1.Preámbulo] 1• Constituye un intento arduo explicar filosófica-


mente el funcionamiento, secreto hoy por hoy, de la naturaleza ele-
mental, tan distante y oculta a nuestros ojos. En el intento debo no
obstante esforzarme por transformar en virtualmente visibles aque-
llos fenómenos que la naturaleza procura ocultar, y a cuya investiga-
ción parece mostrársenos reacia. En tal océano no me aventuraría
yo a soltar amarras sin contar con la constante ayuda de la experien-
cia y la geometría para guiar mi mano y gobernar el timón. Con la
asistencia de estas me cabe la esperanza de un viaje venturoso sobre
el abismo de lo insondable ...
1.1.1.2. Dado, pues, que la ciencia de la mecánica constituye la
ley de la naturaleza elemental, se sigue de ello que el mundo mismo
es gobernado por leyes y normas apropiadas, y que el conjunto ente-
ro constituye una gran maquinaria. Si tomamos por caso el movi-
miento, deben considerarse tanto la figura que este describe como
su espacio. Por tanto, si hay figura y espacio, a la vez que movimien-
to, el conjunto es mecánico, y susceptible de reducción a las leyes de
la geometría. Los mismos atributos del movimiento sin los cuales
este no puede darse son geométricos, ya que consisten en figura y
espacio. En cuanto nos formamos la idea de cualquier cuerpo, por
diminuto que este sea, tan pronto lo consideramos limitado, lo con-
templamos como algo geométrico ... Por tanto la geometría acompa-
ña al mundo desde su origen primario ... 2 • Así también los principios
de la mecánica, aunque estos puedan diferir en un mundo organiza-
do de distinta manera, y en elementos formados y estructurados de
distinto modo. Así pues, aunque puedan darse innumerables mun-

1. Las referencias facilitadas remiten a tomo, parte, capítulo y párrafo. En poste-


riores publicaciones Swedenborg simplificó el sistema, numerando correlativamente los
párrafos tomo por tomo o de principio a fin para la obra completa, lo que permite facili-
tar una referencia exacta a cualquier parte de sus textos de forma mucho menos prolija.
2. Esto parece talmente una paráfrasis del enunciado atribuido a Johannes Kepler,
ubi materia, ibi geometría, donde haya materia hay geometría.

87
OBRA CIENTÍFICA

dos finitos, nada puede existir en ninguno de ellos que no dependa


de algún principio mecánico; y un principio geométrico similar de-
berá, también, ser común a todos ellos ...
Toda mente normalmente conformada deberá admitir que el
mundo se compone de elementos; que los elementos se componen a
su vez de partículas y las partículas de espacios y figuras; que las par-
tículas configuradas son el resultado del movimiento y situación o dis-
posición apropiados a tal movimiento; y que el movimiento y la si-
tuación tienen sus proporciones ... Si entramos a considerar la
geometría, veremos que esta se mantiene constante. Donde hay espa-
cio, a este le acompaña siempre una figura. Si hay movimiento, la
figura que este traza es inseparable del mismo. Si imaginamos varios
espacios y figuras, siempre habrá una proporción entre ellos, y se da
la misma proporción entre los grandes números que entre los peque-
ños. Por ejemplo, la proporción es la misma entre 100 000 000
000 000 y 500 000 000 000 000 que entre 0.000 000 000 000 1 y
0.000 000 000 000 5. Lo mismo atañe a las diferencias en el cálculo
infinitesimal o diferencial. A saber, que la proporción es la misma
entredx y dy que entre los integrales esencialesx e y, aunque dx y dy
sean diferencias prácticamente iguales a cero. Así sucede también en
la naturaleza oculta, es decir, en los más diminutos corpúsculos exis-
tentes. No puede haber ninguna otra proporción entre las partículas
elementales más diminutas que la que existe entre los cuerpos más
grandes de idéntica figura, a menos que existan consideraciones co-
laterales que motiven una diferencia ...
Puesto que la naturaleza opera en el mundo de un modo mecá-
nico, y los fenómenos que nuestros sentidos perciben son objeto de
sus propias leyes y normas, se sigue de ello que la naturaleza no
puede funcionar así salvo por contigüidad y conexión. Así pues, el
mecanismo del mundo consiste en contigüidad, sin la cual ni el
mundo ni su mecanismo podrían darse. A menos que una partícula
actúe tanto sobre otra como por medio de esta, o que la masa ente-
ra opere por medio de todas sus partículas respectivamente y al
mismo tiempo a distancia, nada elemental capaz de afectar o impac-
tar ni el más mínimo órgano de los sentidos podría existir. La conti-
güidad es condición necesaria para que pueda darse toda acción ...
Sin la existencia de otros elementos más sutiles, cuyas partículas son
contiguas las unas respecto a las otras desde el sol hasta nuestro
planeta, por lo cual se produce una continuidad entre el sol y nues-
tros ojos, este sería invisible: no habría luz ni visión, ni percepción
lumínica.

88
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

UN ARGUMENTO FILOSÓFICO SOBRE EL PRIMER ENTE SIMPLE


DEL CUAL SURGIERON EL MUNDO Y SUS COSAS NATURALES;
ES DECIR, SOBRE EL PRIMER PUNTO NATURAL Y SU EXISTENCIA
A PARTIR DEL INFINITO

I.I.II. l. Ningún filósofo racional e inteligente puede negar que el


primer ente fue producido por el Infinito, así como todos los restan-
tes, sucesivamente. O sea, todas las partes de las que el mundo se
compone ... De modo, pues, que la filosofía racional reconoce un
primer ente producido por el Infinito: algo simple, como origen de
las entidades compuestas. A este primer ente o entidad sencilla la
denominaremos punto natural ...
I.I.II.2. La misma geometría también reconoce cierto ente sim-
ple y primero como origen de su existencia ... del que afirma que
carece de extensión y que es indivisible; y no obstante, de tal natura-
leza que por su fluxión se generan líneas, superficies y volúmenes ... 3 •
Siendo así que el mundo se compone de meras entidades finitas y,
por tanto, que está sujeto a las leyes de la geometría y la mecánica al
igual que todas las cosas finitas y geométricas, se reconoce que su
origen parte del punto, que no es otro que el punto natural del que
estamos tratando ...
I.I.II.3. Igualmente, las Sagradas Escrituras también nos infor-
man de modo muy directo sobre este tema, explicándonos que el
mundo fue creado por Dios, o por el Infinito; que fue creado de
modo progresivo; que se creó en el tiempo; y que el Infinito es, en sí
mismo, un Ente ...
I.I.II.4. La filosofía racional no admite que nada pueda ser o
existir sin un modo de ser; y ya que el modo de ser de las cosas
limitadas y finitas, es decir, físicas, solo consiste en una variación de
los límites, de ahí se deduce que nada puede existir sin movimien-
to ... de lo que se infiere que ese primer ente simple o punto se pro-
dujo por movimiento. Y dado que todo se deriva del Infinito, de ello
se sigue también que ese punto natural o ente simple se produjo por
movimiento impartido por el Infinito ...
1.1.II.7. Volvamos por un instante a considerar las proposiciones
ya expuestas. En lo que respecta a lo esencial del primer ente simple
yo sostengo que ese punto natural es el mismo que el punto matemá-

3. Newton consideró las magnitudes variables como ligadas al tiempo durante el


cual transcurren. Estas son las fluentes. Las velocidades de variación con el tiempo son las
fluxiones. De aquí tomó Swedenborg estos términos y nociones. Queda claro, también,
que cometió un error ontológico al confundir nociones geométricas y matemáticas abs-
tractas con entes físicos concretos y reales.

89
OBRA CIENTÍFICA

rico o punto de Zenón, puesto que el mundo es geométrico o mecá-


nico ... por lo cual el mismo principio debe asignarse al mundo que a
la geometría. Es decir, que el mismo punto es el primero del mundo
porque es el primero de la geometría ...
I.I.Il.1 O. No obstante, ese punto es una especie de intermediario
entre lo finito y el Infinito ... por lo que el mundo se halla incipiente
en ese punto y junto al mundo, la naturaleza misma ...
I.1.11.12. Ese punto es, puramente, movimiento en el Infinito
universal. Por consiguiente, es puro y total movimiento, un movi-
miento inconcebible según cualesquiera leyes de la geometría. Pero,
¿cómo hemos de concebir esta puridad y totalidad de movimiento?
Ciertamente, de ningún otro modo -si hemos de entenderlo geomé-
trica y racionalmente- que como un estado interno o propensión
(conatus) al movimiento. Este punto no es concebible como dotado
de extensión alguna. No tiene partes y es, por consiguiente, indivisi-
ble. En su puro y más perfecto movimiento se hallan contenidas
todas aquellas cosas, tanto activas como pasivas, que limitan lasco-
sas finitas ...
1.1.11.21.Vamos ahora a plantearnos analíticamente la naturale-
za y cualidad de la figura de este punto simple, así como la naturale-
za de su espacio en la medida en que se relaciona con el movimien-
to ... Puesto que ese movimiento en el que consiste el punto es algo
que propende a un movimiento eficiente; o, lo que es lo mismo,
dado que es puro movimiento que no existe en ningún medio de
entes finitos sino en el Infinito; su figura habrá de ser necesariamen-
te la más perfecta; y, si es la más perfecta, tendrá necesariamente
que recordar la figura circular... 4 • Pero dado que el punto consiste
en movimiento puro, en la medida en que este punto y movimiento
puro y conato tendente al movimiento son una misma cosa, se sigue
de ello que el movimiento deberá existir por todo el punto. Si la
forma más perfecta es la circular, entonces la más perfecta figura del
movimiento arriba descrito deberá ser la perpetuamente circular; es
decir, que habrá de proceder desde el centro hacia la periferia y
viceversa. Por consiguiente ... si se halla difundida por todas partes
por igual, tendrá necesariamente que tratarse de una figura espiral,
que es la más perfecta de todas. En la espiral no hay nada que no
participe de cierta especie de forma circular; y nada dentro de ella es
puesto en movimiento salvo aquello que adopta una trayectoria cir-
cular. El movimiento procede perpetuamente a trazar un círculo.
Del movimiento espiral puede decirse que es perpetuamente circu-

4. Un axioma aristotélico.

90
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

lar. Todo movimiento alrededor del centro traza un círculo; su des-


plazamiento hacia la periferia es circular; en una palabra, su figura
es circular en todas sus dimensiones y direcciones. La circulación
perpetua es lo mismo que una espiral perpetua; por tanto, la más
perfecta figura de movimiento, tanto en su tendencia como de he-
cho, solo es concebible como una espiral perpetua enroscándose,
por así decir, desde el centro hacia la periferia y de la periferia hacia
el centro; así pues, se trata de una perpetua reciprocidad y fluxión
espiral que no solo es la más perfecta de todas las figuras sino, al
mismo tiempo, la más conveniente y mejor adaptada a la naturaleza
de las cosas finitas ... Ahora bien, ya que el movimiento puro y total
o conatus no admite grados de celeridad sino que engendra él mis-
mo el primer grado, momento y límite de celeridad; esto es, que
genera celeridad no producida todavía de hecho; por ello no puede
decirse que tal movimiento fluya del centro hacia la periferia a me-
nos que entendamos que se encuentra en el centro y en la peri{eria al
mismo tiempo y, por tanto, que se halla presente en cada una de las
partes de su espacio. Por ello, si queremos hacer un juego de pala-
bras podríamos decir que su movimiento se encuentra en el centro
cuando está en la periferia y en la periferia cuando está en el centro;
y, por consiguiente, que todo es centro y todo periferia; o bien, que
consiste en perpetuas periferias y que, en lo que a la presencia del
movimiento respecta, el centro y la periferia son en cierto modo una
misma cosa, constituyendo ambas este punto ... 5 • Dado que este pun-
to no es susceptible de adecuada demostración geométrica, habre-
mos de recurrir a los principios y axiomas de la filosofía racional, y
sustituir el punto por un ente, procediendo a su investigación a tra-
vés de los atributos asignables a dicho ente. Entonces, si adoptamos
un punto de vista racional sobre este ente metafísico, veremos que es
de tal naturaleza que consta de tan solo un límite; no está propia-
mente limitado, no es finito, sino que es aquello de lo que las cosas
limitadas y compuestas se derivan. Es algo que no cabe resolver
geométricamente. Es aquello respecto de lo cual y más allá de lo cual
ninguna ciencia puede progresar. Es simple y, no obstante, siendo
de naturaleza productiva, es activo, consistiendo en una tendencia
al movimiento.
I.I.II.22. Como el punto no consta de partes, no se presta a in-
vestigación geométrica, explicación, exploración y análisis. Por ello

5. Swedenborg da la impresión de haber redactado un galimatías. Sin embargo, su


descripción recuerda muy de cerca una noción extraña con la que se opera en la física de
partículas elementales: la no-localidad.

91
OBRA CIENTÍFICA

procederemos a considerar las entidades finitas y activas en las que


el mecanismo del referido movimiento se nos patentiza gradualmen-
te. Luego demostraremos experimentalmente y por las leyes de la
mecánica, que en el punto o en el conatus del punto se encuentra
oculto todo el poder, tanto activo como pasivo, de producir mecáni-
camente en su justo orden y regular sucesión cualesquiera entidades
finitas o el mundo entero, tanto en lo que respecta a sus partes más
diminutas y sencillas, como las más grandes y compuestas ...
I.I.II.24. De la razón y experimentación se desprende que el
movimiento es el único medio capaz de producir cosas nuevas. El
movimiento en sí, que es meramente una cualidad y un modo, y no
algo sustancial, puede no obstante exhibir algo sustancial o la apa-
riencia de ello con tal de que algo sustancial sea puesto en movi-
miento. Cualquier cuerpo pequeño que se desplaza siguiendo una
línea o círculo produce de inmediato, por el movimiento, la apa-
riencia de una línea o círculo aunque no haya nada sustancial en
ello, excepto el pequeño cuerpo en el lugar que este ocupa. Si el
movimiento fluye conforme a una figura espiral, o mediante conti-
nuas curvas espirales por un volumen desde el centro a la periferia,
aparecería la imagen de una forma redonda y, no obstante, no ha-
bría nada en todo ese espacio excepto ese único corpúsculo, el cual
hace que dicho espacio por el que fluye o en el que se halla presente
sea sustancial. Pues bien, si ese movimiento se produce con gran
celeridad, de modo tal que en un momento dado el corpúsculo se
encuentra presente en innumerables lugares, en ese mismo instante
todo ese espacio, donde quiera que aquel se halle presente, se con-
vierte en sustancial. Por tanto, por el mero movimiento puede pro-
ducirse algo que aparenta lo que es sustancial...
1.1.11.25. Igualmente, aduciré experimentos y observaciones,
siempre que los haya, por cuyo medio podamos averiguar si las ver-
dades experimentales concuerdan o no concuerdan con las geomé-
tricas, pues una cosa puede ser geométrica y mecánicamente verda-
dera aunque no haya sido confirmada todavía experimentalmente ...
Nos ocuparemos entonces de los experimentos o fenómenos por
conducto de los cuales la naturaleza de algún modo se nos muestra
visible y presenta ante nuestros ojos su apariencia externa. De este
modo estaremos en condiciones de ver si los principios que inicial-
mente hemos considerado teóricos o producto de la imaginación, y
después hemos comprobado que son geométricamente verdaderos,
reciben a su vez una confirmación experimental.

92
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

ARGUMENTO FILOSÓFICO SOBRE EL PRIMER FINITO


O FINITO SIMPLE Y SU ORIGEN A PARTIR DE PUNTOS

1.1.III.l. Por tanto, dado que existe interiormente en el punto o en


su movimiento la propia cualidad o capacidad de producir otras en-
tidades o finitos y, desde luego, de manera sucesiva todos aquellos
que forman el mundo, se sigue de ello que de los puntos o entes
simples mencionados en el capítulo precedente se origina este ente
finito simple o primer ente sustancial ...
1.I.IIl.20. Si el movimiento continuo es espiral, tiene que ser al-
terno; esto es: procediendo desde el centro hacia la circunferencia y
viceversa ... Por tanto, si hay alternancia y si el movimiento es espi-
ral, no podemos concebir que un movimiento de tal naturaleza ten-
ga lugar mecánicamente a menos que concibamos una figura de tal
naturaleza que admita este flujo y reflujo del movimiento. E incluso
así, tal flujo y reflujo no podría darse sin que en dicha figura conci-
bamos la existencia de loci [espacios o lugares] en todos los lados, a
través de los cuales cualquier punto que fluya hasta la superficie pue-
da retornar a continuación. A menos que asignemos tales loci a la
figura, cualquier punto colisionaría en su fluxión con otro. Un solo
punto podría de este modo retardar o detener el desplazamiento de
otro y todo movimiento acabaría colapsándose ... 6 •
1.I.III.21. En todo ente finito cuyas partes se disponen conforme
a una figura espiral, hay ecuador, eclíptica, meridianos y otros círcu-
los perpendiculares ...
I.I.III.24. El centro de una espiral no puede hallarse en el mis-
mo lugar que el de un círculo porque la espiral se aleja constante-
mente del centro ... su centro se halla desplazado respecto al del
círculo. Si la fluxión de las partes es espiral, entonces el centro de
las partes que se mueven u organizan de forma espiral no se en-
cuentra en el centro o parte media del corpúsculo, sino a cierta
distancia de él. Por tanto, el centro de gravedad no se encuentra en
la parte media sino a cierta distancia del centro del ecuador o círcu-
lo más externo y del movimiento axial. De ello se sigue que, debido
al movimiento axial, el centro de gravedad gira también según el
mismo movimiento y el corpúsculo se convierte en altamente activo
en el punto en que se halla su centro de gravedad, con lo cual
deviene una fuerza real. Siendo de este modo el movimiento axial
un movimiento actual, imparte al centro de gravedad una potencia

6. Ideas que coinciden con la noción moderna de órbitas electrónicas permitidas,


fuera de las cuales los electrones no pueden circular.

93
OBRA CIENTÍFICA

[vis] y tendencia a orientar todo el corpúsculo en una dirección de


acuerdo con él mismo y su figura; esto es, obligándolo a que siga un
segundo movimiento o figura de movimiento igual a la suya pro-
. 7
pia ....

OBSERVACIONES ESPECÍFICAS SOBRE EL ENTE ACTIVO


DEL PRIMER FINITO. SOBRE SU ORIGEN
A PARTIR DEL PRIMER FINITO SIMPLE; SU MOVIMIENTO, FIGURA,
ESTADO Y DEMÁS ATRIBUTOS Y MODIFICACIONES,
QUE MUESTRAN QUE ESTE ENTE ACTIVO ES UNO SOLO,
CONSTITUYE EL SOL DE NUESTRO SISTEMA
Y FORMA DEL MISMO MODO LA PRIMERA DE LAS PARTÍCULAS
ELEMENTALES

LI. V. l. El activo del primer ente sustancial es solo el movimiento de


un sustancial trazando círculos por medio de los cuales se genera
una superficie ...
I.I.V.5 .... el centro de gravedad no se encuentra en el centro del
sustancial sino próximo a su zona media ... [y] se encuentra en el
plano de la eclíptica, no en el del ecuador .. .
I.I.V. 7 .... todos los activos de esta naturaleza fluyen con la mis-
ma velocidad, ni mayor ni menor; y describen siempre similares gi-
ros y círculos, no pudiéndolos describir ni menores ni mayores ... En
estos activos no hay nada sustancial excepto lo que los circunvala ...
I.I.V.8. Una representación de lo continuo a través del movi-
miento constituye una experiencia muy común, pues si un corpúscu-
lo desplazándose en una determinada dirección traza una línea o
círculo, dicha línea o círculo aparecen representados de inmediato
por dicho movimiento; y la continuidad, coherencia y contigüidad
resultan tanto mayores cuanto más rápido sea el movimiento ... Así,
si se hace girar una pequeña pelota sujeta a un cordel en torno a un
centro, aparecerá representado entonces un círculo aunque en él no
exista nada sustancial salvo la pelota misma. El punto en que la pelo-
ta se halla presente es perpetuamente sustancial y material. Si la ve-
locidad [de giro] es tan grande que sus instantes progresivos no pue-
den percibirse, parecerá que la pelota se halla presente en todos y
cada uno de los puntos de la circunferencia que describe. Así pues,
algo semejante a una sustancia puede producirse mediante el movi-
miento ...

7. Véanse en el preámbulo de este capítulo los comentarios sobre el bosón de


Higgs.

94
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

I.I.V.16 .... varios activos de esta clase pueden fluir dentro de un


mismo espacio sin colisión ni conflicto ...
I.I.V.17 .... pueden simultáneamente adaptarse a cualquier ángu-
lo y espacio y pueden colectivamente representar cualquier figura ...
I.I.V.18. Varios en un mismo espacio rara vez entran entre sí
en contacto a menos que se encuentren en extraordinaria abun-
dancia. Pues si la abundancia es tan grande que un fluyente se ve
obligado a presionar sobre otro, pueden confluir y fusionarse uno
con otro ... 8 •
I.I.V.19. Si se encuentran uno con otro, prosiguen no obstante
su mismo giro superficial. Donde quiera que se hallen, los activos se
encuentran en su propia periferia. Ninguna fuerza actuante los fuer-
za a ninguna otra que la suya propia. Si se les desplaza de su propio
lugar debido a la acción contraria de cualquier finito o su fluente
asociado, se produce su deflexión hacia otro espacio pero, no obs-
tante, siempre a uno en el que continúan trazando su propia perife-
ria, pues donde quiera que su sustancial se encuentre, allí está tam-
bién su periferia. Por ello no podemos decir que tienen su periferia
en ningún lugar fijo y determinado ... si e y b son dos activos sustan-
ciales que se encuentran en el punto X, ambos inmediatamente se
situarán en la dirección de la tangente a su punto de encuentro.
Cada uno podrá también cambiar de lugar, pero ambos seguirán
girando ... según centros distintos [pudiendo trazar] un infinito nú-
mero de círculos diferentes según se orienten en función de su en-
cuentro con otro activo o finito.

EL PRIMER Y MÁS UNIVERSAL ELEMENTO DEL SISTEMA


DE LOS MUNDOS O PRIMERA PARTÍCULA ELEMENTAL,
COMPUESTA DE FINITOS Y ACTIVOS; SU MOVIMIENTO, FIGURA,
ATRIBUTOS Y MODOS; SU ORIGEN Y COMPOSICIÓN
A PARTIR DEL SEGUNDO FINITO
Y EL ACTIVO DEL PRIMER FINITO; SU CONSTITUCIÓN
DE LOS VÓRTICES SOLAR Y ESTELAR

I.I.Vl.20. En estado de compresión la partícula elemental comienza


a formar ciertos conos polares ...
I.I.Vl.31. ... en esta partícula elemental se presentan todos los
grados o especies posibles de elasticidad, dependiendo de su grado
de compresión ... En el más alto grado de compresión se vuelve dura

8. Símil de la asociación de partículas elementales.

95
OBRA CIENTÍFICA

e inelástica y al mismo tiempo deja de ser elemental. Porque cuando


la elasticidad cesa, cesa también aquello que es o convierte a la par-
tícula en elemental; o en otras palabras, aquello que le permite mo-
verse en partículas, aplicarse a todo lugar, formar un vórtice y ejer-
cer un sinnúmero de otras funciones ...
LI. VI.51. ... en esta partícula se encuentra latente iodo lo que
preexiste, tal como el punto, el primer y segundo finitos, y el activo
o primer finito. Así pues, tenemos en un microcosmos la totalidad
de nuestro macrocosmos. Tenemos en una partícula el mundo ente-
ro tal como hasta ahora se ha desarrollado. Partícula en la cual po-
demos por tanto contemplar un compendio de todo el sistema de
los mundos.

SOBRE EL SEGUNDO ELEMENTO DEL MUNDO


O ELEMENTO MAGNÉTICO; ES DECIR, SOBRE LA PARTICULA
ELEMENTAL COMPUESTA POR FINITOS DE TERCER ORDEN
Y ACTIVOS DEL SEGUNDO Y PRIMER FINITO.
SOBRE SU MOVIMIENTO, FIGURA, ATRIBUTOS Y MODOS.
QUE ESTE ELEMENTO Y EL ANTERIOR CONSTITUYEN EL VÓRTICE
SOLAR Y ES EL QUE CONTRIBUYE PRINCIPALMENTE
A LOS FENÓMENOS MAGNÉTICOS

[I.I.IX. Preámbulo]. Otro nuevo elemento entra ahora a formar par-


te de nuestro mundo solar simple. A menos que hubiera elementos
masivamente presentes en torno al sol, no habría nada sobre lo cual
este podría ejercer su acción ...
I.1.IX.2. Tanto en cuanto a su origen, como a su figura, superfi-
cie y espacio, las segundas partículas elementales son perfectamente
semejantes al primer elemental del que solo difieren en tamaño ...
I.I.IX.4. Pueden comprimirse y expandirse igual que las prime-
ras. Su centro de gravedad se encuentra situado en cierto punto de la
superficie, que se sitúa más próximo al centro en estado de compre-
sión que en el de expansión. Estas partículas están dotadas de un
movimiento de rotación axial, a la vez que colectivamente las anima
una tendencia a un movimiento local. Las partículas que se hallan más
próximas al sol y en mayor grado de compresión, tienden a trazar un
giro y círculo menores. Por virtud del esfuerzo que cada una ejerce y
cierto grado de fuerza adicional del espacio activo central, tienden de
modo espontáneo a ejecutar el movimiento vortiginoso que mejor se
les adapta; movimiento que, con motivo de la acción solar y la fuerza
inherente en cada partícula, conservan perpetuamente ...

96
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

I.I.IX.5. La superficie de la segunda partícula elemental se en-


cuentra en equilibrio por la acción de dos fuerzas: una presión inte-
rior ejercida por la fuerza activa y una exterior que proviene de los
primeros elementales, pues ninguna superficie puede subsistir a me-
nos que las fuerzas actuantes a cada lado de la misma se equilibren.
Tiene que darse un grado de acción igual sobre la convexidad de que
sobre la concavidad de la superficie ... 9 •

SOBRE LA EXISTENCIA DEL SOL Y FORMACIÓN


DEL VÓRTICE SOLAR

[I.I.X. Preámbulo]. Prescindiendo ahora de las partes y entidades


individuales, abordaremos el tema de los compuestos, grandes espa-
cios, sistemas y el mundo mismo ... En función de los principios asen-
tados, vamos a contemplar la existencia del sol y la formación del
vórtice que lo rodea ...
I.I.X. l. Que el océano solar existente en el centro del vórtice
es la fuente de todos los movimientos que se producen entre las
partes constitutivas del mundo imagino que resulta perfectamente
evidente ...
I.I.X.8. La naturaleza elemental es igual a sí misma tanto en lo
más diminuto como en lo más grande; en el macrocosmos y en el
microcosmos; en el cielo y en un diminuto volumen; en un mundo y
en una partícula. En fin, que podemos percibir que su forma y figura
son iguales en el espejo mayor como en el menor ... 10• La naturaleza
es una fuerza motriz modificada de manera diversa; una fuerza mo-
triz modificada de manera diversa es mecanismo; mecanismo es geo-
metría en acción, ya que dicha acción no puede ser sino geométrica;
geometría es el atributo de toda entidad dotada de forma y espa-
cio ... [y] es igual para lo grande y para lo minúsculo ... Por tanto,
partiendo de las partículas que arriba hemos descrito, o de un pe-
queño volumen de dichas partículas, podemos llegar a conocer la
naturaleza del cielo sideral y del gran vórtice solar. Desde el humilde
cubículo terrestre podemos elevarnos hasta el deslumbrador palacio
de los cielos ... desde el polvo hasta la esplendorosa bóveda celeste,
con sus múltiples y rutilantes luminarias.

9. En esta concepción «hidrostática» del mundo de las partículas elementales no


tenía cabida la noción moderna de fuerzas nucleares y de cohesión.
10. Swedenborg invoca aquí el principio del hermetismo: como arriba es abajo ... el
microcosmos reproduce el macrocosmos.

97
Figura l. Hierro sin magnetizar

Figura 2. El mismo hierro tras haber sido magnetizado

Lámina X de los Principia rerum naturalium, ilustrativa de las ideas certe-


ras de Swedenborg sobre el ferromagnetismo, de acuerdo con las cuales este fe-
nómeno depende de la orientación regular de los «elementos magnéticos».

98
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

SOBRE LAS CAUSAS Y MECANISMO


DE LAS FUERZAS MAGNÉTICAS

[I.II.1. Preámbulo]. En la anterior parte de mis Principia hemos lle-


gado al elemento del mundo que podemos denominar magnético:
el primero de la naturaleza elemental que se nos muestra visible. Es
aquí donde aquella comienza a salir de su escondrijo pasando de la
oscuridad a la luz y desvelando buena parte de sus misterios. Es
aquí donde muestra una imagen de sí misma como un todo en el
que, apenas la columbramos, abruma y confunde nuestros sentidos
por las fuerzas con las que ha investido un corpúsculo basto, oscu-
ro, vil y pesado: la piedra magnética 1 1, que bien merece que la lla-
memos tapis lydius o piedra de toque de los sabios, y que ha su-
puesto para la mente de los filósofos tanto una fuente de perplejidad
como un objeto de admiración. Es aquí donde los fenómenos por
vez primera se patentizan, brindándonos la oportunidad de efec-
tuar experimentos con los cuales, como con la piedra de toque,
podemos poner a prueba nuestros principios y determinar su conte-
nido de verdad ...
I.II.I.11. Las partículas elementales que se encuentran en el
interior [del imán] fluyen de modo conexo respecto a las que lo
circundan. Debido a dicha conexión no pueden circular sino con-
forme a una especie de rotación o movimiento común; esto es,
con un giro en torno a un eje similar al movimiento giratorio y
situación de las partes elementales. De modo que en el elemento
más diminuto o individual del imán se da una situación y una
relación polar ... 12 •
l.II.1.28. La mayor parte de los efluvios del hierro o del acero
son magnéticos, pero debido a la situación irregular de las partes de
estos metales, no se da una conjunción regular de los efluvios o vór-
tices. En consecuencia, no se genera ninguna esfera debida a la situa-
ción regular de las partes ni puede producirse magnetismo alguno
mientras los vórtices y sus efluvios en el interior del hierro o el acero
no se dispongan de acuerdo con una situación regular ...
[II.II.XV. Preámbulo]. [El elemento magnético] actúa igualmen-

11. Magnetita u óxido ferroso-férrico.


12. Esta es una intuición prodigiosa. Niels Bohr postuló en 1913 el momento mag-
nético orbital. Doce años más tarde Samuel Abraham Goudsmit y George Eugene
Uhlenbeck hicieron otro tanto respecto al spin o momento magnético en virtud del giro
propio del electrón. Estos son aspectos que determinan de modo fundamental los fenó-
menos magnéticos, algo que Swedenborg parece haber intuido con un par de siglos de
antelación.

99
OBRA CIENTÍFICA

te sobre las partículas de éter, aire y otros elementos ... Tenemos por
tanto un elemento de lo más sutil, que se nos manifiesta de modo
perceptible a través de los experimentos con imanes ...
[II.II.XIII. Apéndice]. El magnetismo consiste únicamente en la
disposición regular de las partes ... Si pudiéramos disponer artificial-
mente polvillo de acero en forma de una masa y desplazar el imán
sobre ella, obtendríamos evidencia ocular de que cada átomo se co-
locaría en la posición que adoptan las partes más diminutas del hie-
rro al friccionarlo [con la magnetita o piedra imán]; esto es, de un
modo regular. Si esta situación de las partes del hierro se perturba,
bien por doblarlo un número excesivo de veces, bien por golpearlo
violentamente o calentarlo al fuego, el hierro pierde rápidamente su
magnetismo y adopta de nuevo su naturaleza primigenia, según lo
demuestran numerosos experimentos ... De esto se desprende tam-
bién que los efluvios los forman las mismas y más diminutas partes
del hierro que, debido a la disposición regular de partes iguales en el
seno de la masa de hierro y a su condición de elemento sutil, crean
una esfera regular alrededor del imán; esfera que no podría formar-
se sin la disposición y conexión regular de las partes circundantes
con el cuerpo magnético o de hierro 13 •

COMPARACióN DEL CIELO SIDERAL


CON LA ESFERA MAGNÉTICA

[II.III.I. Preámbulo]. La naturaleza es constante y siempre tiende a


mantener la mayor semejanza posible consigo misma. Si en sus cosas
más diminutas es perfectísimamente geométrica, también lo es en las
mayores. Aquello que en menor formato es lo más perfecto no gene-
ra nada distinto de sí mismo; y, por consiguiente, no hay nada que
discrepe de ello en lo mayor. Toda falta de similitud implica imper-
fección ... El juego que las fuerzas del imán desempeñan es percepti-
ble en parte e invisible en parte. De ahí el asombro que sus fenóme-
nos producen. No obstante, en el imán y su esfera tenemos un

13. La necesidad de una disposición regular de los «elementos» magnéticos para que
el magnetismo se manifieste, y la desaparición del magnetismo por martilleo o calenta-
miento de la pieza magnética, concuerdan con la hipótesis del campo magnético molecu-
lar formulada por el físico francés Pierre Weis en 1907 y las modernas teorías electróni-
cas. La impresión de que los «elementos» que describe equivalen a electrones, es decir, a
los auténticos agentes del magnetismo, se refuerza en el párrafo donde, como se verá,
generaliza sus ideas con referencia al éter.

100
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

modelo e imagen del cielo sideral: un sistema mundano en miniatu-


ra observable y cuyo despliegue tiene lugar dentro de los límites de
nuestra comprensión ...
II.III.I.1. Los elementos tanto activos como pasivos ... operan del
mismo modo a pequeña escala que a gran escala, en un pequeño
volumen que en un sistema. Actúan del mismo modo tanto si el cen-
tro activo lo compone un efluvio insignificante en movimiento con-
tinuo en torno a su eje como si se trata de un gran centro solar en
perpetuo movimiento ...
II.III.1.4. No puede haber dos o más soles, estrellas o espacios
activos en un mismo vórtice ... 14.
II.III.1.8. El eje común de la esfera o cielo sideral parece ser la
galaxia: allí donde se observa la mayor aglomeración de estrellas ...
A lo largo de la galaxia, los vórtices se sitúan en serie rectilínea y sus
polos se alinean en concordancia unos con otros ... los restantes vór-
tices solares o estelares parten luego de dicho eje, curvándose en
diferentes direcciones ...
II.III.I.1 O. De ello se sigue que de una determinada excentrici-
dad y figura elíptica a diferentes distancias del centro, el geómetra
experto puede deducir la situación de los vórtices ... 15•
II.III.l.11. Es posible que existan innumerables esferas o cielos
siderales en el universo finito; estas pudieran estar relacionadas unas
con otras como las esferas de dos imanes; y la totalidad del firma-
mento visible posiblemente no es más que solo un punto comparado
con el universo entero ... Por consiguiente, si todas las esferas, todas
las huestes celestiales, son solo un punto respecto al infinito; si todo
el espacio sideral visible que tan inmenso se nos manifiesta solo es
un punto en comparación con el universo finito; si nuestro vórtice
solar solo es un fragmento del espacio sideral y nuestro propio mun-
do una pequeña fracción del vórtice solar; si todo esto es así... pen-
semos en la insignificante mota de polvo que somos dentro del siste-
ma de Cielos y Tierra e inmersos en tal contemplación, recordemos

14. La astronomía moderna desmiente esta presunción de Swedenborg. Abundan


los sistemas estelares binarios y ternarios. Su fallo se deriva en este punto de su fidelidad
a la teoría cartesiana de los vórtices mundanos.
15. Swedenborg desconoció que nuestra galaxia es discoidal. La creyó esférica y
estructurada por un imán primordial cuyo eje es la Vía Láctea. Creyó resolver así el
problema de la elipticidad de las órbitas de nuestro sistema, cosa que la teoría cartesiana
de los vórtices no lograba explicar. Pensó que las órbitas serían circulares en las proximi-
dades del eje de ese gigantesco imán sideral, y elípticas en los sistemas periféricos. Al
menos, tuvo conciencia de parte de los problemas que la teoría cartesiana plantea, aunque
no todos. Esta tampoco explica las trayectorias parabólicas de los cometas, y sobre este
punto Swedenborg nada dice.

101
OBRA CIENTÍFICA

que si hemos de pretender grandeza alguna, esta solo puede consis-


tir en aprender a adorar a Aquel que verdaderamente es Magno e
Infinito.

SOBRE LA DIVERSIDAD DE LOS MUNDOS

[II.III.II. Preámbulo]. El universo y sus leyes, tal como estas son o


pudieran ser, ha sido ampliamente explicado en los capítulos prece-
dentes. Pero avancemos ahora un paso más y preguntémonos si la
naturaleza puede ampliar todavía sus fronteras, pues no cabe duda
de que es profusamente fértil y tiende constantemente hacia ulterio-
res fines ... extiende sus fuerzas en el infinito, en el cual no existen
fronteras ... De ello pueden surgir nuevos cielos siderales, uno tras
otro; y en estos cielos, nuevos vórtices y sistemas mundanos; y en
dichos vórtices y sistemas, nuevos planetas; y en torno a ellos, nue-
vos satélites. Y de este modo, según la voluntad divina, nuevas crea-
ciones pueden surgir en interminable sucesión. Así pues, icuántas
miríadas de cielos siderales no habrá y cuántas miríadas de sistemas
mundanos! 16 • Y si en un cielo o esfera celestial puede haber miríadas
de estos, icuán inconmensurable no será el número de planetas y sus
satélites, sobre todo en comparación con el número de cielos sidera-
les! En verdad, el astrónomo se pierde en todo intento de someter a
cálculo esta cuestión. Ahora bien, nadie negará que estos cielos y
mundos son engendrados por determinadas causas y emergen con-
forme a un orden cronológico y progresivo. Tampoco hay nada que
nos impida conjeturar que no puedan surgir conforme a la divina
voluntad sistemas nuevos en cualquier momento, pues nada nos dice

16. Swedenborg afirma en su obra postcrítica, Sobre los mundos en nuestro sistema
solar... y en el cielo sideral ... , que fue «llevado en espíritu en estado de vigilia por el Señor
mediante ángeles a cierto mundo en el universo» a base de progresiones que duraron un
par de horas, y allí conversó con espíritus procedentes del lugar, que le informaron sobre
muy diversas cuestiones. El tema más llamativo, no obstante, no es el que se refiere a ese
mundo sino a lo que desde él se ve; a saber: «Al ser preguntados por el sol de su sistema,
que ilumina su tierra, respondieron que se les muestra flameante. Cuando representé el
tamaño del sol de nuestro mundo, dijeron que el suyo es menor, pues ante nuestros ojos
se muestra como una estrella. Y escuché decir a los ángeles que se trata de una de las
estrellas menores. Dijeron también que el firmamento estelar (coelum stelliferum) tam-
bién se ve desde su mundo, y que una estrella mayor que el resto (reliquiis majar) se les
aparece hacia el occidente. Se dijo desde el cielo que esta estrella es nuestro sol» (EU 133).
Si hubiéramos de creer que esta es una genuina revelación, de estos datos (magnitud
visual de nuestro sol y unas constelaciones estelares poco distorsionadas, es decir, no muy
distintas de las que nosotros contemplamos desde el punto de nuestra situación en la
galaxia) parecería deducirse que se trata de un sistema muy próximo al nuestro.

102
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

que esto sea físicamente imposible ... 17 • Ahora bien, si fuéramos a


suponer la existencia en otros mundos de un reino animal igual al
nuestro, dichos mundos habría que concebirlos sometidos a las mis-
mas contingencias, cambios, modos y series que el nuestro para al-
canzar su misma perfección. Mas siendo así que no podemos presu-
poner que todos los mundos sean semejantes al nuestro, tampoco
cabe presumir que los habiten criaturas vivientes de similar raza ...
Si el éter no existiera, no habría luz ni ningún rayo perceptible
por matices, ni la llamativa variedad cromática que alegra nuestra
vista ... Y si faltase el aire, no se producirían ondulaciones capaces de
transmitir al tímpano movimientos armónicos, ni voz alguna o soni-
do articulado, melodía o armonía para sosiego de nuestros sentidos
y espíritu. Por tanto, no habría animales ni seres humanos como no
fuera alguno desprovisto de todo órgano sensorial e inferior al más
ínfimo de los brutos ...
II.III.II.4. [En otros mundos] la mecánica se manifiesta bajo con-
diciones diferentes por ser otras las proporciones, grados y momen-
tos. Hasta los objetos mismos tienen una configuración distinta ...
aire y éter, si los hay, no experimentan similares tremulaciones [sic].
Los órganos de la visión y audición acusan sus efectos de otro modo.
Incluso puede que los nuestros sean insensibles a sus ondulaciones,
al no estar conformados según sus movimientos y mecánica. En tales
mundos nuestros animales pueden verse privados de sus sentidos y
las máquinas, sean del tipo que sean, habrán de construirse confor-
me a normas distintas y una aplicación diferente de las fuerzas mecá-
nicas. El grandilocuente Arquímedes, que hablaba -no sin cierta
ampulosidad- de mover el mundo con una palanca, tendría que
rebajar sus humos al ver desaparecer allí su ingenio y pericia y en-
contrarse impotente respecto a las fuerzas ordinarias de la mecáni-
ca. Para llevar a cabo experimentos allí, tendría que empezar por
aprender los rudimentos de la mecánica de aquellos lugares del es-
pacio tan solo deducibles de los fenómenos característicos del mun-
do en cuestión 18 •

17. Hay de hecho algunos cosmólogos que en la actualidad sostienen la hipótesis de


una creación continua.
18. Según el físico Andrei Linde, Swedenborg estaría en lo cierto: «El universo au-
toregenerante consta ... de dominios exponencialmente grandes, cada uno de los cuales
tiene diferentes leyes de la física» («El universo inflacionario autorregenerante»: Investi-
gación y Ciencia [Barcelona] [enero 1995], p. 16).

103
OBRA CIENTÍFICA

SOBRE EL CAOS SOLAR Y PLANETARIO UNIVERSAL


Y SU SEPARACIÓN EN PLANETAS Y SATELITES

[II.III.IV. Preámbulo]. [En su estado primigenio] el vórtice solar se


encontraba todavía vacío y desierto, circulando en torno al sol como
un fragoroso torrente sujeto a interminables circunvoluciones. Pren-
dido en su centro estaba el sol sin posibilidad de escapar de él, del
mismo modo que el elemento circundante no podía penetrar en su
espacio activo ...
En la medida en que las causas siempre acompañan a los efec-
tos, se sigue de ello que los efectos solo pueden producirse en el
lugar en que se hallan presentes las causas. En el estado referido,
todo cuanto pertenece al sistema se encuentra en las proximidades
del sol. Por ello demostraremos en el presente capítulo que los
planetas tuvieron su origen cerca de él. Es esta una conclusión que
hasta cierto punto se puede derivar de argumentos a priori, como,
por ejemplo, que el sol representa el poder motriz primario de su
universo local; que es el generador de su propio vórtice; que en el
vórtice todo le debe a él su origen y subsistencia ... Ahora bien, la
naturaleza en su estado de gravidez solo puede engendrar su prole
donde los primeros principios se hallan presentes en abundancia.
No puede concebir ni parir en lugares intermedios del vórtice o dar
allí a luz a su progenie, pues las causas de la concepción y embarazo
no se encuentran a tales distancias del sol ni entre las partículas
meramente elementales.
La razón puede llegar a estas conclusiones por sí misma tan solo
mediante su facultad de análisis. De este modo, los antiguos filóso-
fos sostuvieron que existió cierto caos primordial del sol y los plane-
tas comprensivo, a un mismo tiempo, de todas las cosas conducentes
a la perfección de nuestro sistema. Así pues, que tanto el Tártaro
como el sol, el día y la noche, cuerpos blandos y cuerpos duros,
permanecieron originariamente imbricados los unos entre los otros.
Es decir, todos los gérmenes y elementos de las cosas posteriormen-
te engendradas. Y si este caos universal se encontraba en el vórtice,
se sigue de ello que solo podía encontrarse en la inmediatez del sol...
La filosofía mosaica parece coincidir con la de los antiguos egip-
cios al igual que con la de los griegos y romanos, pues Moisés tam-
bién confirma el hecho de la existencia de un caos al relatar que la
Tierra estaba vacía y caótica ... y la oscuridad se extendía sobre la
faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las
aguas. De modo que, como vemos, menciona el caos, la oscuridad y
el abismo, y también el Espíritu. Por ello, en opinión de algunos, el

104
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

caos de Moisés coincide con el de los antiguos; la oscuridad es la


misma que la noche surgida del caos; el abismo coincide con el
Tártaro u Océano; y el espíritu de Dios (que) se movía sobre la faz
de las aguas equivale a la Inteligencia y el Amor que ellos imagina-
ron que operaron de manera activa en este evento. Moisés, al na-
rrar el origen de la Tierra a partir del caos, comienza por la luz y
procede luego a situar sobre los cielos las luminarias mayores y
menores: sol, luna y estrellas. Y habiendo hecho estas manifestacio-
nes, declara que así terminaron las creaturas de los cielos y de la
Tierra y todos sus ejércitos ...
Pero procedamos ahora a observar cómo la razón y consistencia
de nuestros principios nos llevan a concluir que existió un caos pri-
mordial, común al sol y los planetas, en el que estuvo latente el ori-
gen de todas las cosas ...
II.III.IV. l. Que por razón de las referidas causas la segunda de
las partículas elementales se encontraba en estado de extrema com-
presión en las proximidades del espacio activo solar. Que los finitos
existen del mismo modo que loS-primeros elementales, pero en fun-
ción de segundos elementales de mayor dimensión, y que son los
cuartos en orden en tanto que los anteriores son los terceros ...
11.III.IV.3. Que de este modo el número y cantidad de finitos de
cuarta especie se incrementó más y más con motivo de una compre-
sión sucesiva de los elementales, y que se condensaron también al-
rededor del espacio solar. Que los finitos se aglomeraron de este
modo, originando un inmenso volumen que recubrió el sol a modo
de corteza ...
11.III.IV.5. Con el tiempo, ese material cortical animado de un
movimiento giratorio continuo en torno al sol se fue distanciando
más y más del espacio activo, ocupando un creciente círculo del es-
pacio y experimentando, por consiguiente, una gradual atenuación
hasta el punto de rebasar el límite de su unidad, fragmentándose por
diversos puntos ...
II.III.IV.6. Al fracturarse esta corteza solar al ser admitida en el
seno de la masa vortical, se colapsó sobre sí misma en dirección ha-
cia el círculo zodiacal del vórtice; es decir, de acuerdo con la situa-
ción y movimiento [vortical] de las partículas elementales, adoptan-
do de este modo la configuración de un amplio cinturón o círculo
alrededor del sol. Girando de un modo similar y distanciándose y
atenuándose más todavía, este cinturón se rompió de nuevo para
formar globos mayores y menores; es decir, planetas y satélites esfé-
ricos de diferentes tamaños ...
11.III.IV.7. Pues bien, si la existencia del caos sigue los pasos des-

105
',,'·--...,
..__]:
...............
____ ______
_

Colapso de la corteza y formación de una zona

......-·-·x-·---

Formación globular de los cuerpos tras la fragmentación de la zona

Fases formativas del sistema solar (véase también p. 116). Con estas ideas
Swedenborg se anticipó a similares hipótesis expuestas más tarde por Kant,
Lambert y Laplace. Su hipótesis concuerda a grandes rasgos con las modernas
teorías astrofísicas sobre la génesis planetaria denominadas teorías nebulares
(Principia rerum naturalium, láminas XXVI y XXVII).

106
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

critos, de ello se desprende que el sol habrá debido permanecer du-


rante un considerable período de tiempo aislado de su vórtice, con
sus rayos cautivos dentro de una corteza, sin posibilidad de difun-
dirse a través de ningún espacio elemental. Según lo expresa Ovidio,
«su terrible aspecto se hallaba oculto tras unas tinieblas negras como
la pez». También dice en otro lugar: «todo el cielo permaneció se-
pultado en la sombra de oscuras nubes, y sobre el rostro de la noche
multiplicáronse los pliegues de su velo». De nuevo, al entonar su
cántico al caos, afirma que «todavía Titán no aportaba sus rayos al
mundo; el aire permanecía ensombrecido»; y, seguidamente, añade
que al fin «resplandeció la fuerza flamígera del convexo y todavía
imponderable cielo». Los filósofos antiguos concibieron de este
modo que la Noche y el Tártaro formaron parte del caos, y que de la
Noche emergieron Tierra, Océano y Cielos. También Moisés men-
ciona las tinieblas y un abismo. Pero Aristófanes y algunos otros
autores todavía se acercan más a nuestra filosofía:
La Noche de negras alas puso un huevo turbulento.
Transcurrido un tiempo amaneció el Amor incubado.
Cubríanlo áureas plumas relumbrantes. Su apariencia
era a imagen y semejanza de los tempestuosos vórtices.

Lo cual indica que pensó que el sol estuvo como oculto dentro
del cascarón de un huevo, del que emergería más tarde en estado de
rotación.
A esta filosofía no le faltan confirmaciones derivadas de una
observación directa. Hay fenómenos celestes que parecen avalarla.
Se sabe de estrellas que han aparecido en el firmamento para oscu-
recerse luego y volverse imperceptibles al cabo de un tiempo, y
reaparecer después y volver a eclipsarse. De modo que o bien des-
aparecen por completo, o de lo contrario y a menos que una estre-
lla vecina pase a ocupar su vórtice, se convierten en permanente-
mente visibles. Este fenómeno muestra de modo palmario el origen
de los planetas. Es decir, la formación de una corteza surgida por la
compresión de las partículas elementales que fluyen alrededor y
recubren con un velo la estrella o sol al que pertenecen 19 • La astro-
nomía está llena de fenómenos de esta naturaleza y sigue incluso
hoy ofreciendo a nuestros ojos el espectáculo del caos al que nos

19. Swedenborg hace referencia a fenómenos estelares de novas y supernovas cuya


relación con la astrogénesis y génesis de sistemas planetarios es, en todo caso, indirecta.
No obstante, sí es cierto que han sido observados halos relativamente opacos en torno a
estrellas, interpretables como parte de un incipiente proceso formativo de planetas.

107
OBRA CIENTÍFICA

hemos estado refiriendo, no dejando ni el menor resqmc10 a la


duda. Me limitaré aquí a aportar las observaciones de un solo astró-
nomo, el famoso David Gregory, en cual en sus Elementos de astro-
nomía física y geométrica (1720), Libro II, Proposición XXX, pági-
na 171, dice:

En tiempos de Hiparco, según testimonio de Plinio, apareció entre


las estrellas fijas una nueva entre la cual y la célebre estrella surgida
en 1572 en la constelación de Casiopea, Riccioli enumera la apari-
ción de otras seis. La nueva estrella en Casiopea, que, al parecer,
era de primera magnitud, surgió hacia comienzos del mes de no-
viembre de 1572 y persistió hasta el mes de marzo de 1574. Esta
estrella, así como la que apareció en tiempos de Hiparco, dio pie a
Tycho Brahe para la observación de estrellas fijas, como él mismo
lo consigna en su Progymnastica, obra en la que trata expresamente
de esta nueva estrella. En agosto de 1596, David Fabricius vio apa-
recer una estrella de tercera magnitud que al cabo de dos meses se
desvaneció. Y en 1600, otra nueva estrella hizo su aparición en el
pecho de la constelación del Cisne, avistada primeramente por
otros astrónomos y luego por Kepler, quien redactó un informe
astronómico sobre este acontecimiento ...

De cuyos testimonios se desprende no solo que a las estrellas se


las ve aparecer en los cielos, sino que luego forman en torno a sí
mismas otro elemento y se recubren con el tiempo de una corteza ...
[Algunas] no son capaces de formar un vórtice, quedando perpetua-
mente suspendido su desarrollo. Es decir, que experimentan una
incrustación de la que no se desembarazan nunca, permaneciendo
de este modo ocultas a nuestra vista 20 •

SOBRE EL ÉTER O TERCER ELEMENTO DEL MUNDO

II.III. V. l. Los finitos de cuarto orden que forman el embrión de la


Tierra no pueden completarse a sí mismos todavía más. Es decir, no
pueden convertirse en finitos similares pero de mayor tamaño, ex-
cepto en las proximidades de la superficie. Esto no puede tener lugar
en el interior de la Tierra, pues en él no disponen de espacio para
desarrollarse. E incluso no pueden desenvolverse a determinada dis-
tancia de la superficie debido a que el elemento vortical o primeras

20. Hasta cierto punto, esto sería un paralelo de los agujeros negros tan en boga en
la cosmología y astrofísica modernas. O bien, de objetos quasiestelares de masividad insu-
ficiente para alimentar el proceso de ignición atómica indispensable para que puedan
convertirse en estrellas radiantes.

108
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

partículas elementales que fluyen a su alrededor, ejercen sobre ellas


una presión que les impone un límite y, en cualquier momento que se
liberen, las absorben de inmediato. De este modo la Tierra flota en el
seno de la masa elemental o elemento vortical del sol que la recubre
y ejerce una presión uniforme sobre todo su contorno ...
Il.III.V.2. Estos cuartos finitos fluyen con mayor libertad en las
proximidades de la superficie terrestre y solo allí pueden gozar de un
ámbito libre para cualquier movimiento dado ... por ello se encuen-
tran allí ocupados por las partículas del elemento cincunvalante,
convirtiéndose en un nuevo género de partículas elementales que en
su interior contiene un pequeño volumen de partículas del primer
elemento: los cuartos finitos que constituyen la superficie; es decir,
aquellos finitos que constituyen nuestro orbe en vías de formación.
Estas partículas elementales no son otras que el éter. Vemos
ejemplos de esto en el caso del agua o cualquier líquido, cuya evapo-
ración solo se produce en la superficie. Los cuartos finitos o partes
individuales de la Tierra poseen su propia e inherente fuerza natural
por la que tienden a desarrollar un movimiento. Especialmente en la
superficie, donde las partículas elementales del vórtice fluido son
contiguas y se encuentran en estado de perpetuo movimiento. Sobre
todo, en la vecindad del sol. Por virtud de esta doble acción, se trans-
forman en nuevas partículas -los cuartos finitos que conforman la
superficie- que engloban en su seno partículas elementales del vór-
tice ... De este modo nos encontramos con una nueva partícula ele-
mental en nuestro sistema, que constituye el tercer elemento o éter.
De todo ello se desprende que en el transcurso del tiempo surgieron
grandes cantidades de estas partículas elementales o éter, puesto que
un gran número de partículas elementales puede surgir a partir de
un pequeño volumen de finitos. De dicha manera la Tierra experi-
mentó una merma considerable en el nivel de su superficie, hasta
que la esfera completa de éter acabó de formarse a su alrededor. ..
II.III.V.16. La fuerza elástica [de las partículas etéreas] es igual
en todas direcciones, ... ejercen una similar presión sobre las partes
internas de cualquier cuerpo duro a través de cuya textura, poros e
intersticios pueden penetrar de manera permeable, siendo ellas las
que mantienen sus partes más pequeñas en conexión ... 21 • El movi-
miento de cierto volumen de partículas etéreas es el mismo que el de
las partículas individuales ...

21. Swedenborg opinó que es la presión del volumen circundante de partículas la


que mantiene a todas ellas en estado de agregación. Expresado en otros términos: no
concibió la existencia de fuerzas de cohesión.

109
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Principia rerum naturalium, lámina XXVIII. Representación, según Swe-


denborg, de la partícula de éter bajo dos estadios diferentes de compresión.

110
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

II.III.V.18. Las partículas que se mueven en masa conservan no


obstante su equilibrio y posición recíproca unas respecto a otras ... se
difunden y configuran a partir de su centro con perfecta uniformi-
dad y semejanza, conforme a la geometría de sus partes; esto es,
esféricamente ...
II.III.V.20. Si la masa de partículas etéreas que fluye de uncen-
tro dado hacia superficies siempre equidistantes atraviesa algún cuer-
po duro o sus poros más abiertos, de modo que el movimiento del
flujo etéreo prosigue por el otro lado conservando su forma, trayec-
toria y mecanismo, el cuerpo es en tal caso diáfano o transparente.
Si el paso es irregular, de modo que el movimiento discurre al otro
lado de manera distinta, modificándose la dirección de la corriente,
el cuerpo muestra color blanco. Una masa en movimiento se extien-
de directamente desde un centro como radios y donde no puede
penetrar, es reflejada conforme a un determinado ángulo ... Es a este
nivel cuando la naturaleza comienza a desvelar su mecanismo opera-
tivo mostrándose a la vista de forma discernible ...
Il.III. V.21. La doctrina del éter o de los fenómenos que este cau-
sa puede resumirse sucintamente del siguiente modo. El movimien-
to difundido desde un determinado centro a través de un medio
contiguo o volumen de partículas de éter engendra luz ... El movi-
miento central de las partículas de éter no solo motiva una expan-
sión rígida de cada partícula sino también calor. Y si este movimien-
to es impulsado desde el centro hacia las circunferencias, produce
luz y calor. En cambio, si es impulsado desde centros hacia circunfe-
rencias, de modo que se convierte en un movimiento local pero sin
la circunvolución central de cada partícula, entonces ocasiona luz en
estado frío. Hay corpúsculos que se asemejan a una especie de eflu-
vio y tan diminutos que tan solo pueden mover un volumen de éter
pero no de aire. Estos, si se mueven espontáneamente, excitan luz
hasta una cierta distancia. Si no se mueven espontáneamente sino
que son puestos en movimiento por vibración de las partes en cual-
quier cuerpo sólido en el que residen, se genera tanto luz como elec-
tricidad mientras la vibración dura ...
En cuanto a la luz fosfórica o meteórica, como también con res-
pecto a la electricidad, se observa que ambas proceden de la misma
fuente: del éter puesto en estado de movimiento local, o bien en una
tendencia hacia tal movimiento. Lo que denominamos fuegos fatuos
no es más que un movimiento dispersado a través del volumen o
área contigua del éter, sin ninguna extensión rígida de sus partícu-
las. Pues si existen corpúsculos tan diminutos que solo mueven el
éter, tales como por ejemplo los corpúsculos o efluvios procedentes

111
OBRA CIENTÍFICA

de un imán, y que solo actúan sobre el segundo elemento o elemento


magnético, entonces yo diría que es por medio del movimiento de
estos corpúsculos o efluvios que la luz existe. Y si estos corpúsculos
giran en órbitas espontáneamente o no, ponen de inmediato en
movimiento el éter y producen luz sin la expansión de ninguna par-
tícula etérea ... Por tanto los fuegos fatuos son un movimiento local
del éter producido por el movimiento de ciertos corpúsculos meno-
res, de modo que la luz caliente y la fría tienen un mismo origen. Los
corpúsculos o efluvios mencionados pueden ser puestos en situación
de giro y movimiento bien espontáneamente, por sí mismos, o bien
por alguna causa interna; o bien por vibración de algún cuerpo sóli-
do en el cual se encuentran y del cual proceden ... Dado que el mag-
netismo constituye un elemento y unos efluvios más sutiles que los
de la electricidad ... se deduce que para que algo sea eléctrico y atrai-
ga los objetos más ligeros, se requiere un cierto movimiento en el
éter; a saber, uno que sea giratorio, surgido de la vibración de ciertas
partes. Y siendo así que el éter puede al mismo tiempo penetrar en la
textura de las partes, se deriva de ello que el éter, puesto así en
movimiento y atravesando dichas partes, pueda poner a estas en un
movimiento giratorio coincidente con el suyo propio ... Por tanto, la
luz fosfórica y la electricidad dependen de la vibración de pequeñas
y sutiles partes de un cuerpo del cual emanan efluvios de la misma
naturaleza, poniendo en movimiento solamente el éter. Por consi-
guiente, cuanto más tiempo pueda vibrar así este cuerpo, cuanto
más eléctrico sea, tanta mayor será su abundancia de efluvios sutiles
de parecida naturaleza y más perfectas serán sus manifestaciones
eléctricas 22 •

SOBRE EL AIRE O CUARTO ELEMENTO DE NUESTRO SISTEMA

[II.III.VII. Preámbulo]. Prosigamos investigando la ulterior evolu-


ción de nuestro planeta. Sigámosle la pista hasta la región vortical o
magno imperio solar que hubo de atravesar ... Ha debido experi-

22. La teoría electrónica de la electricidad fue propuesta por el laureado con el


premio Nobel y presidente de la Royal Society, J. J. Thomson, en 1897. J. C. Maxwell
formuló en 1865 su teoría electromagnética sugiriendo que las ondas luminosas son de
naturaleza electromagnética. Aunque las lucubraciones de Swedenborg contienen ideas
extraviadas respecto a la luz y teoría de los colores, que Newton ya había resuelto con
medio siglo de antelación, acertó al menos a correlacionar bajo su «doctrina del éter»
fenómenos aparentemente distintos -luz, electricidad, radiación térmica y magnetismo-
que comparten un fundamento común: se trata de fenómenos determinados todos ellos
por los electrones.

112
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

mentar necesariamente una serie de vicisitudes antes de poder ser


dotado no solo de éter, sino de aire, agua, diversas incrustaciones
minerales y térreas, y su hermosa dotación de hierbas, plantas, flo-
res, espigas cimbreantes bajo el viento y arbustos que ahora lo embe-
llecen; y antes, también, de poder aparecer en él una criatura racio-
nal... El aire consiste superficialmente de quintos finitos en cuyo
interior se encuentran englobadas las partículas elementales primera
y segunda. Por tanto, el aire es perfectamente similar al éter, del cual
tan solo difiere en grado y dimensión ...

SOBRE EL FUEGO O LOS ACTIVOS DE LOS FINITOS CUARTO,


QUINTO Y SUBSIGUIENTES

[11.Ill.VIII. Preámbulo]. Hemos descrito ya la Tierra recubierta fi-


nalmente por las capas etérea y aérea y emergida de la vasta región
del vórtice solar, recubierta por dos elementos de naturaleza diversa
y en un estado que ya no es el de su desnudez originaria, recién
salida de la matriz del caos primigenio. Nos enfrentaremos ahora a
Júpiter y Juno, las dos deidades principales de las que nos hablan los
poetas y filósofos de la antigüedad ... Júpiter todavía no lanza rayos.
No cuenta aún con el fuego con el que accederá a la cámara de Juno.
Toda vía no hay antorchas que puedan precederle en sus pasos. Ha
llegado por ello el momento de explicar la naturaleza del fuego te-
rráqueo. Es decir, la naturaleza de ese fuego que es sutil y penetrante
o elemental, así como la de aquel que es menos sutil: el fuego co-
mún, atmosférico y culinario.
Sin el fuego todo estaría letárgico. El aire no se vería impulsado.
Tampoco el éter. Por consiguiente, sin fuego o algún sucedáneo suyo
no se producirían nuevas series conducentes al perfeccionamiento
último de la Tierra. No habría producción ni secreción de minera-
les, ni crecimiento de plantas arraigadas en el reino mineral. Ningún
ser vivo disfrutaría de los reinos mineral y vegetal2 3 • Por ello, antes
de abordar otros temas es indispensable que presentemos al lector la
génesis del fuego ...
11.Ill.VIII.2. Demostraremos ahora que los activos del cuarto fi-
nito originan fuego sutil o elemental, y los del quinto finito, fuego
común, culinario o atmosférico ...

23. Es como si anticipara aquí las ideas de la muerte térmica del universo: un estado
de entropía total.

113
OBRA CIENTÍFICA

II.III.VIII.8. Una gran cantidad de finitos o activos del quinto


finito entran a formar parte de la composición y textura de cuerpos
mundanos, tales como las sustancias vegetales, sulfurosas, aceitosas
y otras, a partir de las cuales nuevos activos pueden emanar ince-
santemente y germinar en el espacio activo. Numerosas partículas
aéreas entran también a formar parte de la composición y textura de
estos cuerpos; y, cuando estos se disuelven, se precipitan al espacio
activo. Las partículas aéreas en estado de separación de su masa y
que emergen al espacio activo, se ven liberadas de inmediato. Todos
los quintos finitos que ocupan su superficie, se convierten entonces
en activos. De este modo, el fuego puede ser copiosamente alimen-
tado por el aire. Una ley similar se aplica a los activos del cuarto
finito, que ocupan la superficie de las partículas etéreas. Hay abun-
dante evidencia que señala que los quintos finitos forman parte de la
textura de los cuerpos terrestres, sobre todo de aquellos que son de
composición más fina y más laxa. Por ejemplo, las sustancias anima-
les, vegetales, aceitosas y sulfúricas, pues estas aparecen y se forman
solamente sobre la superficie de la Tierra; es decir, donde se encuen-
tra el aire, en los confines de los reinos mineral y elemental. Si una
planta no cuenta con un suministro de aire, su nutrición muestra
signos de deficiencia. Incluso por los vegetales y plantas resulta evi-
dente que no solo los quintos finitos sino también el aire han entra-
do a formar parte de su textura, pues al ser sometidos al fuego, este
escapa en grandes cantidades en forma de llamas y muestra el aspec-
to de un aura expandida. El mismo fenómeno se manifiesta en el
proceso de la destilación, pues cuando a las verduras se las cuece o se
las destila, las vemos hincharse y desprender una inmensa cantidad
de vapor y aire; y otro tanto se observa si sumergimos estas o sus
jugos en pociones corrosivas ...
II.III. VIII.16. El espacio exclusivamente compuesto por corpús-
culos activos del cuarto grado finito y envueltos en un volumen eté-
reo, puede atravesar la atmósfera con una corriente enteramente li-
bre. Puede, por así decir, traspasar los objetos de mayor dureza y
penetrarlos ... De aquí viene que esta clase de fuego, llamado elemen-
tal porque se engendra bajo la forma de relámpagos en las regiones
superiores, tiende hacia las inferiores y porta consigo una materia que
tiene la consistencia suelta del cuarto grado de finitos ... Estos son los
fuegos que, según los antiguos, Júpiter empuñaba en su mano dere-
cha lanzándolos como centellas desde sus nubes cavernosas 24 •

24. Swedenborg relaciona los rayos con un hipotético «fuego elemental» (de hecho,
la naturaleza de la combustión era desconocida en su tiempo). Es curioso. Benjamín

114
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

SOBRE EL AGUA O FINITO PURAMENTE MATERIAL

II.III.IX.1. La partícula de agua es similar a una partícula comprimi-


da de aire ... en la que no queda nada elemental, flexible y elástico,
sino tan solo algo duro formado por esférulas contiguas englobadas
dentro de otra mayor. . .25 • La partícula de agua no es un finito como
los precedentes, capaz de actuar ella misma, sino una partícula que
es puramente material. De modo que el agua no es una partícula
elemental. ..
11.III.IX.2. Las partículas de agua o finitos de esta naturaleza no
pueden deslizarse entre los demás elementales a menos que existan
elementales interpuestos capaces de hacer resbalar sobre sí estas par-
tículas, imprimiéndoles de este modo un movimiento. O sea, que las
partículas de agua deben por entero su movilidad y fluidez al éter
interpuesto entre ellas.

SOBRE EL VAPOR DE AGUA O QUINTO ELEMENTO DEL MUNDO

[11.III.X. Preámbulo]. Llegamos ahora al último producto de los ele-


mentos de nuestro mundo, a saber, el vapor que se forma del agua.
Producto que, aunque es el último, es no obstante en su calidad de
elemental el primero que resulta perceptible a la vista y al tacto, pues
si contemplamos una superficie de agua caliente a ras de su nivel,
veremos manar de ella vapores sutiles de forma redondeada y a la
superficie misma del agua expandirse y pasar progresivamente, capa
por capa, a formar una nueva especie de producto elemental. Así pues,
en la generación de sus elementos la naturaleza concluye allí donde
los sentidos comienzan, siendo visible únicamente en sus límites úl-
timos y terminando, por así decir, donde el conocimiento sensorial se
inicia, con objeto de que el hombre no permanezca en ignorancia
sobre sus cualidades ... Las partículas que así se elevan son perfecta-
mente esféricas salvo cuando en su vuelo hacia las regiones superio-
res parecen adoptar una configuración más ovalada. El éter puesto en
movimiento por el sol o fuego las aglomera, y por movimiento de
rodadura les confiere dicha forma y ocupa su espacio interno 26 •

Franklin, que propuso y demostró en 1752 a través de cierto célebre y arriesgado experi-
mento que los rayos son eléctricos, hablaba también de «fuego» eléctrico.
25. Parece como si hubiera intuido la fórmula de la molécula triatómica H,O.
26. Lo que se ve en la superficie del agua en los inicios de su ebullición son-gútulas
condensadas, cada una de las cuales contiene billones de moléculas triatómicas de agua.
No se trata, pues, de un «elemento», como Swedenborg sugiere.

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Formación del sistema solar y órbita de la tierra en torno al sol.

116
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

SOBRE EL VÓRTICE QUE RODEA A LA TIERRA


Y EL DESPLAZAMIENTO DE ESTA
DESDE EL SOL HASTA EL CÍRCULO DE SU ÓRBITA

[11.III.XI.Preámbulo]. Antes de acometer los temas que atañen de


modo más directo a la Tierra y la dura corteza que la recubre, me
ocuparé brevemente de las leyes según las cuales sigue su curso des-
de el sol hasta su órbita definitiva ... Por lo que ya he manifestado,
resulta evidente que la Tierra ya se ha distanciado considerablemen-
te del sol. Tan pronto como inició libremente su rumbo a través de
la región vortical, comenzó a girar sobre su eje y a describir revolu-
ciones en torno al astro central. Al principio solo trazaba círculos
estrechos; pero estos luego se agrandaron progresivamente, confor-
me se fue apartando del sol. Los tiempos que inicialmente marcaba
eran años de corta duración. Es más: podía comprender toda una
Edad dentro de los límites temporales del año actual. Con el trans-
curso del tiempo, los años se dilataron gradualmente hasta alcanzar
su presente límite, que ya no variará en tanto el estado de nuestro
vórtice solar y el movimiento axial de la Tierra permanezcan como
ahora ... 27 •
II.III.XI.2. La Tierra gira a perpetuidad y espontáneamente so-
bre su eje como un gran finito; es decir, debido al impulso de las
partes individuales que constituyen su globo central. Por tanto, co-
menzó a medir los ciclos nocturnos y diurnos desde el instante mis-
mo de su apartamiento del sol, en cuyo momento también parece
que su rotación fue más rápida que después de haberse distanciado
del sol, cuando una considerable porción de su masa se consumió en
la formación de éter, aire, agua y material terrestre, y las partes de la
Tierra quedaron más íntimamente ligadas y conectadas entre sí me-
diante una incrustación consistente en diversas entidades ...
II.III.XI.6. El movimiento más intenso del vórtice solar se en-
cuentra en el centro y decrece luego hacia la periferia, llegando a un
mínimo o a cero en el círculo último del plano zodiacal. Pues si el sol
es la fuente del movimiento y este movimiento se transmite desde él
en espirales hacia las circunferencias de modo que una partícula im-
pulsa a la siguiente y así sucesivamente, se sigue de ello que donde se

27. Corales fósiles del Devónico (unos 400 millones de años) muestran 399 mi-
croestrías anuales, lo que significa que el año entonces tenía ése número de días y los días
tan solo unas 22 horas en lugar de las 24 actuales. Ahora bien, la deceleración experimen-
tada no se debe a la «excursión» del planeta imaginada por Swedenborg sino, principal-
mente, al efecto de frenado ejercido por las mareas lunares.

117
OBRA CIENTÍFICA

encuentra el movimiento primario, este movimiento es también el


más intenso.

SOBRE EL PARAÍSO FORMADO SOBRE NUESTRA TIERRA


Y EL PRIMER HOMBRE

[II.III.XII. Preámbulo]. Hemos descrito de modo sucinto cómo la


Tierra se rodeó a sí misma de éter, luego de aire y, por último, de
agua; y el modo en que desde el momento mismo de su desplaza-
miento, rotó sobre su eje y simultáneamente en torno al sol... Inte-
rrumpimos nuestro discurso en el punto en que la Tierra aparecía
rodeada de agua por todas partes, sin costa alguna, mas no con áni-
mo de dejarla abandonada al furor desaforado de una inundación.
Retomamos por ello aquí el tema para explicar en breves palabras
cómo surgieron las cosas; es decir, cómo se engendraron las tierras
firmes, cómo las aguas indujeron la formación de una corteza sobre
sí mismas obligándose a mantenerse recluidas dentro de ciertos lími-
tes; y, también, cómo a todo cuanto actualmente encontramos en
los mundos vegetal y mineral le fue dado penetrar en dicha corteza;
cómo el cielo no solo depositó sus simientes sobre esta corteza sino
que les impartió la facultad de germinar y desarrollarse ... Con res-
pecto a la mencionada formación de una corteza, cabe decir que esta
se formó sobre las aguas por disolución de las partes presentes en el
agua y la interposición de partículas finitas que emergían a la super-
ficie, creando sobre esta una capa de espesor creciente por adición
de partes una sobre otra ... 28 •
11.111.XII.3.En los tiempos en que las revoluciones de la Tierra
alrededor del sol y rotaciones sobre su eje eran más rápidas, reinó
sobre su toda su superficie una perpetua primavera: la época ideal
para la generación y procreación. Sin ella ninguna simiente habría
germinado ni se habrían engendrado los diversos seres del reino ani-

28. Resulta difícil entender cómo imaginó que partículas más densas que el agua
pudieran aflorar a su superficie y formar sobre ella una corteza. Ya en 1718, Swedenborg
abordó el tema en un opúsculo intitulado Sobre el movimiento y posición de la Tierra y
los planetas. Cita en él la Telluris theoria sacra, de Thomas Burnett (1681). Ambos auto-
res suponen que la corteza posteriormente se fracturó, pero discrepan en cuanto a las
causas. Según Burnett, el calor en zonas ecuatoriales dilató las aguas subterráneas provo-
cando la ruptura de la superficie rocosa y dando origen a la emergencia diluvial de las
aguas subterráneas. Swedenborg invoca el fenómeno contrario: la contracción por enfria-
miento general del planeta. Esto -piensa él- motivó la formación de un espacio vacío
por debajo de la corteza, que acabó por desplomarse creando surcos, valles y formaciones
montañosas. Todo ello acompañado de una intensa actividad de aguas termales.

118
PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES

mal y vegetal... En sus alusiones a este período, los antiguos filósofos


supusieron que el paraíso estaba situado en alguna región más eleva-
da que la ocupada por la superficie terrestre actual. De modo que, al
parecer, pensaban que la Tierra se encontraba situada más próxima
al sol. Por eso Platón en suFedón alude a cierto país etéreo, Hesíodo
menciona el jardín de las Hespérides más allá del océano y Moisés
también habla de una espada flamígera que separó al hombre pri-
mordial del paraíso. De modo que a través de una eterna primavera,
la totalidad de nuestro globo terráqueo fue convertida en un paraíso
universal. La naturaleza entera se encontraba en su infancia, lúdica,
sonriente ... En el instante de la creación del mundo, fue ordenado
que la Tierra hiciera germinar las simientes y estas sus yemas y bro-
tes, el mar sus peces y la tierra firme los animales, por no mencionar
otras cosas que indican que el Omnipotente produjo y pefeccionó el
mundo a través de medios que, razonablemente, cabe suponer que
aparecen representados por esas innumerables vicisitudes y aquella
primavera perenne que constituyeron la condición primordial e in-
dispensable para que los diversos objetos del mundo cobraran exis-
tencia.

APÉNDICE

Amable lector, he expuesto una panorámica sobre la naturaleza de


mis esfuerzos dirigidos a la formulación de un sistema de principios
filosóficos que abarquen desde el primer ente simple hasta el último
de los compuestos, desde la más diminuta e invisible de las partículas
hasta la primera de las que admiten observación y, de ahí, al paraíso
terrenal...
Dado que la naturaleza actúa conforme a las leyes más sencillas,
creo conveniente ofrecer un breve resumen de los principios de mi
filosofía. Comencemos por el primer ente simple. 1) En el ente sim-
ple el estado interno consiste en una tendencia hacia el movimiento
en espiral y por consiguiente en un esfuerzo [conatus] tendente a lo
mismo. 2) En el primer finito que de ello emerge se da un movimien-
to espiral de sus partes constitutivas, al igual que en los restantes
finitos, de modo que existe una similitud entre todos ellos. 3) De
dicha causa única surge en cada uno de los finitos un movimiento
progresivo de las partes: un movimiento axial del conjunto entero y,
suponiendo que nada lo impida, también un movimiento local. 4) Si
se da un movimiento local, emerge en consecuencia el ente activo;
cada ente de este orden es similar a los demás. 5) De los finitos y

119
OBRA CIENTÍFICA

activos surgen los elementales, todos ellos similares, salvo por dife-
rencias de grado y dimensión. Queda claro, por tanto, que presumo
que solo existen tres entidades; a saber: finitos, activos y los com-
puestos de estos o elementales 29 •

29. Véase en el preámbulo de este capítulo el comentario sobre el límite numérico


de las posibles familias de partículas teorizado por los físicos modernos. iSe reduce justa-
mente a tres!

120
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

Swedenborg publicó en el mismo lugar y fecha que los Principia


(Dresde y Leipzig, 1734) su Ensayo de filosofía razonada sobre el
Infinito, cuya principal finalidad (sic) consiste en ut ipsis sensibus
demonstretur animae immortalitas: demostrar tangiblemente la in-
mortalidad del alma. Como mínimo desde 1784, fecha en que Jo-
hann Georg Hamann así lo sugirió, se estima que este fue un proyec-
to concebido por Swedenborg bajo el influjo inspirador de la
Cosmología general del gran difusor de las doctrinas leibnizianas,
Christian von Wolff De hecho, el 10 de julio de 1733 aparece de
propia mano de Swedenborg una anotación en su diario de viajes
que parece refrendar la sugerencia de Hamann. Dice así: «En casa
del Sr. Secretario Ruger vi la Cosmología general del Sr. Wolff, que
intenta establecer la naturaleza elemental según principios estricta-
mente metafísicos, lo cual descansa sobre fundamentos sumamente
sólidos» (Itin., p. 22).
El referido Ensayo es una obra de notable influjo cartesiano.
A Descartes le preocupó profundamente el problema de la relación
entre cuerpo y alma, tema al que alude el título completo de la obra
de Swedenborg: Ensayo de filosofía razonada sobre el Infinito y la
causa final de la creación. Sobre el mecanismo de acción del alma y
el cuerpo 1• La tesis de Swedenborg consiste en que el estudio de ese
«mecanismo» no es de la exclusiva incumbencia de teólogos, sino
perfectamente abordable desde el ángulo de una filosofía racional,
pues de lo contrario no se trataría de un mecanismo. La lógica de

1. Prodromus philosophiae ratiocinantis de Infinito et causa finali Creationis: de-


que mechanismo operationis animae et corporis.

121
OBRA CIENTÍFICA

este argumento es incontrovertible. iHasta mismísimo Sir Francis


Crick, codescubridor de la estructura espira/izada del ADN junto a
Sir James Dewey Watson, estaría de acuerdo con este planteamien-
to!2. Opina Swedenborg:

Somos los rudos e ignorantes moradores de algún país desconoce-


dor de las fronteras de su tierra que, aunque ven que su territorio se
prolonga, piensan que debe terminarse no muy lejos del lugar y que
al desplazarse algún día y arribar a un lago u orilla del Océano,
exclaman que ese es el fin del mundo. No obstante, la posteridad
de este pueblo, habiendo aprendido el arte de navegar, descubre la
redondez de la tierra ... En suma, que los hijos están mejor prepara-
dos que los padres y conocen aquello que estos consideraron incog-
noscible y renunciaron a comprender. .. ¿por qué desesperar, pues,
de alcanzar finalmente el alma de modo que podamos juzgar su
funcionamiento mecánico? ¿por qué no intentarlo ahora y antici-
parnos así a la posteridad, evitando que el futuro se ría de nosotros
como a nosotros nos hacen ahora sonreír algunos de los filósofos
antiguos? 3 •

Y termina postulando que el cuerpo humano se compone de


membranas que se muestran reactivas frente al movimiento de los
elementos: las del oído, a las ondulaciones del aire; las de los ojos, a
las del éter, etc. Por tanto, ¿por qué no ha de existir un tipo de mem-
brana todavía más sutil, capaz de reaccionar ante vibraciones más
tenues? Es decir, una «membrana del alma» (sic). Las membranas no
son sino órganos que median entre el cuerpo y el alma, que es el cen-
tro de todas las vibraciones. Nada impide alcanzar a conocer el alma
con tal de que asumamos que consiste en un movimiento mecánico
de extrema sutilidad, o que la superficie de aquella tiene una «forma
pura, plenamente geométrica». Llegó a concebir esta como la espiral
de un caracol, e incluso a dibujar un esquema rudimentario que in-
corpora los corpúsculos sobre los que teorizó en los Principia; espe-
cialmente, el «elemento magnético». Hasta aquí Crick habría aplau-
dido este planteamiento, y lo bien cierto es que su Ensayo sobre el
Infinito fue objeto de una recensión muy halagüeña en el número de
diciembre de 1735, de la revista científica, Acta Eruditorum, una de
las más prestigiosas de su tiempo, editada en Leipzig. En ella se le
califica de «fruto de la refinada mente de Swedenborg, que destaca
tan llamativamente por su talento para abordar tan elevados temas».

2. Cf. F. Crick, La búsqueda científica del alma, Debate, Madrid, 1994.


3. Cit. por C. O. Sigstedt en The Swedenborg epic, The Swedenborg Society, Lon-
dres, 1981, p. 137.

122
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

En su ensayo Swedenborg extrapoló su sistema cosmológico ha-


cia el extremo submicroscópico de la escala, presumiendo que el
primer ente metafísico, el punto matemático o de Zenón discutido
en el capítulo precedente, articula entre sí los mundos físico y espi-
ritual. Este es el punto en que cualquier consenso entre Swedenborg
y Crick se habría roto aparatosamente. Mas lo que a nosotros impor-
ta es que, pese a la favorable recensión obtenida en la revista de
Leipzig, eso no le sedujo a Swedenborg, quien cayó muy pronto en
la cuenta de que el objetivo de probar la existencia e inmortalidad
del alma ut ipsis sensibus había fracasado. Su clara conciencia de
este hecho daría origen a una serie de ulteriores tentativas, a las que
tan solo la crisis pondría fin, orientadas todas ellas bajo la nueva
idea de que al alma hay que buscarla en su habitáculo natural: el
cuerpo humano:

[El descubrimiento del alma] es la única razón que me ha impulsa-


do a investigar la anatomía del cuerpo humano con diligencia y
dedicación ... y he explorado la anatomía de todas sus partes del
mismo modo que he investigado aquí la sustancia cortical [del cere-
bro] ... me he sentido obligado a aventurarme hasta tales profundi-
dades, pues he resuelto, cueste lo que cueste, dilucidar la naturaleza
del alma humana (EAK II, 214).

Así se manifiesta Swedenborg en La organización del reino del


alma, primera de las obras surgidas a tenor del nuevo giro impartido
a su investigación. Dicha obra y la que le siguió fueron redactadas al
término del cuarto de sus viajes al extranjero, por tierras de Holan-
da, Francia e Italia, del que ya di cumplida cuenta en la Introduc-
ción. Lo primero que llama la atención en estos tratados es la repen-
tina conversión de Swedenborg de teorizador que no se arredra ante
la precariedad o ausencia de datos experimentales, en empirista que
busca a toda costa el apoyo del acervo de conocimientos acumulado
por la ciencia experimental. En efecto, pronto le veremos hacer refe-
rencia a una veintena de autoridades cuya eminente contribución a
la ciencia fue eminentemente experimental, observacional, pragmá-
tica, con descubrimientos tan fundamentales como que la sangre
fluye a través del corazón (William Harvey )4 o contiene glóbulos
rojos, hecho descubierto por Leeuwenhoek en 1673, aunque colum-
brado ya por Swammerdam y Malpighi.
Comprobaremos de paso que algunos de los experimentos, como
los realizados inyectando nitrato potásico en perros, no pasaban de

4. Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus, 1628.

123
OBRA CIENTÍFICA

ser palos de ciego rústicos e innecesariamente crueles, que ninguna


luz arrojaban sobre el objeto investigado o el fenómeno observado.
En ciencia esa es precisamente la diferencia entre operar al albur
(como en la brujería o la alquimia), o mediante hipótesis razonables
que admitan contrastación. Swedenborg pertenece, en definitiva, a
una época en que la frontera entre lo uno y lo otro era difusa aun-
que, en rigor, ieso sigue sucediendo hoy en día! Pero ese es un tema
que rebasa los límites de este libro, cuyo protagonista es Sweden-
borg. iEscuchémosle a él!

124
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA
DESDE EL PUNTO DE VISTA ANATÓMICO, FÍSICO
Y FILOSÓFICO

INTRODUCCIÓN

l. l. El reino animal, cuya organización discutiré desde el punto de


vista anatómico, físico y filosófico, contempla la sangre como su
fuente común y principio general. Por ende, para acometer el estu-
dio de dicha organización es indispensable que comencemos por la
doctrina sobre la sangre, aunque sea esta la última que podamos
completar.
1.2. Para que todas las cosas encajen por su orden es necesario
partir de principios generales; y, por consiguiente, de la sangre, en
la cual, como si de un modelo se tratara, se disciernen los diversos
aspectos de todo cuanto vayamos a abordar. La sangre es, por así
decir, el compuesto de todo lo existente en el mundo y el almacén y
seminario de todo cuanto hay en el cuerpo. Contiene sales de toda
índole, tanto fijas como volátiles; y aceites, espíritus y elementos
acuosos; en definitiva, todo cuanto es creado y producido por los
tres reinos del mundo, animal, vegetal y mineral. Además, absorbe
los tesoros contenidos por la atmósfera en su seno, exponiéndose
con tal fin a su acción por conducto de los pulmones ... Nada existe
en el cuerpo que no haya existido previamente en la sangre ... la cual
contiene dentro de sí misma el fundamento y los medios por los
cuales resulta posible la vida individual del hombre en su propio
cuerpo y en el mundo definitivo del más allá ...
1.6. [La doctrina de la sangre] presupone un conocimiento ex-
haustivo de aquellas cosas que esta incluye y son parte constitutiva
de la misma, como ya he dicho; y además un examen de todas las
vísceras, miembros, órganos y tejidos transfundidos por la sangre y
vivificados por ella. Lo oculto a nada puede dar origen salvo a lo
oculto. En resumidas cuentas, nuestro conocimiento de lo oculto se
ve supeditado al conocimiento de aquellas cosas cuya implicación en
ello nos consta ...
1.8. En toda ocasión es deseable tomar la experiencia como guía
y seguir el orden de la naturaleza conforme al cual una noción oscu-
ra precede a otra discernible ...

125
OBRA CIENTÍFICA

I. 15. Mas si pretendemos darle a la experiencia particular un


alcance que no tiene (cosa que sucede con frecuencia), y se la erige
en principio de autoridad conducente a conclusiones generales,
icuántas veces y cuán sutilmente confundimos nuestra mente, que
contribuye al engaño con sus propias fantasías! ... Por ello, para evi-
tar que las apariencias nos descarríen, no debiéramos jamás dar cré-
dito a proposiciones que la experiencia común no haya confirmado
o cuya veracidad no cuente con el apoyo generalizado de la natura-
leza ... Es únicamente sobre estos presupuestos que puede erigirse un
edificio que con el correr del tiempo, y el testimonio de millares de
descubrimientos adicionales, la posteridad pueda considerar sólida-
mente fundamentado de modo que no sea preciso que cada época
erija nuevas estructuras sobre las ruinas de la anterior.
I.17. En materia de anatomía experimental mi camino ha sido
alumbrado por los hombres de la mayor erudición y talento, como
Eustaquio, Malpighi, Ruysch, Leeuwenhoek, Harvey, Morgagni,
Vieussens, Lancisi, Winslow, Ridley, Boerhaave, Wepfer, Heister,
Steno, Valsalva, Duverney, Nuck, Bartholin, Bidloo y Verheyen 1•
Hombres cuyos descubrimientos, lejos de consistir en especulacio-
nes falaces, vagas y vacías, continuarán siendo útiles para las genera-
ciones venideras.
I.18. Asistido por los estudios y elaborados escritos de estos
hombres ilustres, y fortificado por su autoridad, he resuelto acome-
ter y completar mi proyecto. A saber, abrir alguna parte de aquellas
cosas que se presume por lo general que la naturaleza ha cubierto
con el velo de la oscuridad. De cuando en cuando me he tomado la
libertad de incorporar los resultados de mis propias experiencias,
pero de manera muy mesurada, pues, al considerar este tema con
mayor detenimiento, llegué a la conclusión de que es preferible ha-
cer uso de los hechos aportados por otros. En efecto, los hay que
parecen nacidos para la observación experimental y dotados de pe-
netración más aguda que otros, como si poseyeran una mayor agu-
deza natural, como Eustaquio, Ruysch, Leeuwenhoek, Lancisi, etc.
Otros, en cambio, tienen un don natural para contemplar los hechos
experimentales ya establecidos, y extraer de ellos sus consecuencias.
Ambas son cualidades peculiares que rara vez se dan simultánea-
mente en un mismo individuo. Además, me percaté de que al explo-
rar atentamente los misterios del organismo humano, tan pronto

1. A esta relación hay que agregar entre los italianos que Swedenborg cita en la
obra que redactaría a continuación, Baglivi, Bellini, Caldesi, Columbus, Fantoni, Guliel-
mini, Pacchioni y Vallisneri.

126
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

descubría algo que no había sido observado anteriormente, me cega-


ba -imagino que impelido por mi vanidad- frente a las más agu-
das lucubraciones e indagaciones de los demás, engendrando toda
una serie de argumentos inductivos derivados exclusivamente de mi
descubrimiento ... Incluso, al intentar establecer principios con fun-
damento en tales descubrimientos, creí que podía detectar en varios
otros fenómenos muchos aspectos que confirmaban su verdad aun-
que, en realidad, no se prestaban ni remotamente a tal tipo de espe-
culación. Por ello dejé a un lado mi instrumental y renunciando a mi
deseo de efectuar observaciones, tomé la determinación de confiar
más bien en las investigaciones de los demás que en las mías pro-
pias ... 2.
I.19. Quienes nacen con el don de este talento y proceden luego
a su oportuno desarrollo, cuanto más profundizan en la ciencia me-
nos confían en su imaginación y tanta mayor cautela ejercen, para
no extralimitarse en sus razonamientos más allá de lo que los hechos
justifican. Y si excepcionalmente se permiten conjeturar, entienden
esto como meras suposiciones o hipótesis mientras la experiencia no
certifique su exactitud. Rehuyen vincularse prematuramente a nin-
guna opinión ni concederle implícitamente ninguna credibilidad
como si del mismísimo monstruo Hidra se tratase, salvo que se den
sobradas circunstancias que la apoyen. E incluso aunque las reten-
gan en la memoria, no las admiten como elementos en ninguna ca-
dena de razonamientos sino que, operando dialécticamente, las pros-
criben de algún modo de su pensamiento y mantienen su atención
centrada de modo exclusivo sobre los datos y los hechos. Lo ficticio
les deprime y lo oscuro les molesta. La verdad, en cambio, les llena
de satisfacción, y en presencia de todo cuanto está claro ellos, a su
vez, se sienten lúcidos y serenos. Cuando tras un largo tren de razo-
namientos efectúan un descubrimiento de la verdad, se manifiesta
de inmediato cierta estimulante luz y gozosa claridad confirmativa
expandiéndose por la esfera de sus mentes; y cierta especie de radia-
ción misteriosa, cuyo origen desconozco, que relampaguea a través
de algún sagrado templo del cerebro ....

2. La renuncia de Swedenborg a desempeñarse como experimentalista fue total. Es


incluso falsa la presunción de que asistió a la Escuela de cirugía y disección establecida en
París bajo el patronazgo de Luis XIV y la dirección del doctor Jean-Louis Petit. El propio
Swedenborg jamás lo menciona. Se trata de un puro bulo que algún autor recoge sin más
fundamento que el de la proximidad a dicha escuela de la Ruede l'Observatoire, en la que
Swedenborg se instaló.

127
OBRA CIENTÍFICA

LA COMPOSICIÓN Y GENUINA ESENCIA DE LA SANGRE

I.36. Existe cierto fluido del más alto grado de pureza que algunos
denominan espíritu animal, que forma parte de la sangre como su
sustancia principal y constituye su esencia vital. Pertenecen igual-
mente a la sangre en proporción diversa numerosas sales, que for-
man parte de la composición de sus partes. De modo, pues, que la
sangre existe como licor compuesto y constituye el último fluido
que desempeña las funciones del alma en el reino animal
La sangre roja se halla rodeada de suero, al cual hemos de ads-
cribir todos los elementos integrantes que la componen. Con objeto
de contribuir a la composición de la sangre, al suero le son aporta~
dos como vehículos por conducto del quilo y del agua espíritus, acei-
tes y sales de todo tipo; e igualmente por medio del aire y con ayuda
de los pulmones, las sustancias nitrosas y volátiles que fluyen por la
atmósfera. Y finalmente a través del medio del éter o aire más puro,
sustancias todavía más volátiles. Sustancias de cada una de las cuales
la sangre tiene que ser reaprovisionada, sin lo cual no podría ser
preparada y renovada para cumplir las diversas funciones de la orga-
nización animal.
Por eso la sangre es la despensa y seminario, el padre y alimenta-
dor de todas las partes del cuerpo, así las sólidas y las blandas como
las fluidas; pues nada existe en el cuerpo que no tenga cierta existen-
cia previa en la sangre ... Pero dado que la sangre existe y subsiste
gracias a tal número de sustancias y elementos procedentes de este
sistema mundano, cuyas cualidades hasta el momento no se han co-
nocido, no hay esperanza alguna de progresar en el conocimiento
científico de la sangre a menos que exploremos en géneros y en es-
pecies, y en sus diversas partes, la naturaleza de las auras del mundo,
los elementos acuosos, los aceites, espíritus y sales -ya sean estas las
fijas, volátiles o esenciales-y los azufres. A esto tenemos que agre-
garle un conocimiento de las causas del calor, fuego, llama, frío y
colores, junto con todas las restantes materias propias de la química
y física experimentales. Y aun esto no es suficiente, ya que la ciencia
de la sangre abarca también los campos de la fisiología y la neumato-
logía o función de los espíritus animales.
A través de una atenta consideración de estas cosas, resulta hasta
cierto punto evidente que el fluido espirituoso constituye la esencia
de la vida y actividad propias de la sangre, por virtud de cuyo fluido
espirituoso existe a través de una copiosa sustancia volátil derivada
del éter, una sangre transparente o intermedia. Por último, a través
del medio de las sales fijas y urinosas, empleadas para temperar,

128
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

unir, determinar y completar finalmente la composición, surge la


sangre roja y pesada. Esta última sangre admite su descomposición
en dichos principios originales según grados, conforme progresa a
través de los correspondientes vasos; a saber, primeramente los que
por su orden le corresponden a ella misma; luego, a través de los
tubos capilares; finalmente, por conducto de las fibras.
De ello se desprende que en la composición de la sangre debe-
mos distinguir tres grados nítidamente diferenciables. La sangre en
el último de estos tres grados debe consistir, en su mayor parte, de
seis esférulas plano-ovaladas que se acoplan a otros tantos lados con-
vexos de una partícula de sal fija. De ello se deriva la figura esférica
del conjunto ...
1.50. «Seis onzas de nitro en solución -dice Malpighi- intro-
ducidas en la yugular de un perro de tamaño y fuerza medianos, no
produjo ningún cambio perceptible salvo una abundante secreción
de orina; por lo demás, el animal continuó en perfecto estado de
salud ... Cuando se espolvorea nitro en polvo sobre sangre o se vierte
sobre esta nitro diluido, aparece sobre la superficie una sustancia
delgada de color carmesí oscuro, y lo mismo sucede si se emplea
aqua vitae, sal común, sal mineral, almohatre, sulfuro o sales amo-
niacales. Casi todas estas sustancias parecen retardar la coagulación
de la sangre por un breve espacio de tiempo Y dice también: «Hay
fundados motivos para creer que la Naturaleza, en su desvelo por
mantener la fluidez de la sangre, vierte constantemente en ella ...
cierto principio altamente activo ... Esta sal de la vida es eliminada
por los pulmones por medio de fermentación, bien de los líquidos
transportados por la sangre, y especialmente por la linfa; o -según
yo me inclino a creer- del aire externo, ya que los pulmones mis-
mos son estructuralmente iguales a las glándulas.
1.51. Esto puede ilustrarse considerando los pulmones como un
solo estómago formado por un número infinito de estómagos me-
nores, pero alimentándose de nutrientes aéreos del mismo modo
que el estómago propiamente dicho se alimenta de nutrientes terre-
nales, derivados de cualquier tipo de sustancia comestible. De modo,
pues, que tanto el estómago como los pulmones que hemos conside-
rado como una especie de estómago, contribuyen al mantenimiento
de la sangre 3 •

3. John Mayow descubrió en torno al 1673 que la combustión de una vela y la


respiración de un ratón en un recipiente cerrado reducen el volumen de gas que contiene.
Dedujo que esto se debía a que el aire consta de dos partículas distintas, una de las cuales
es consumida por la combustión y respiración. Viendo que el gas residual se convertía de
nuevo en respirable y permitía la combustión al calentar nitro (salitre) en su seno, conclu-

129
OBRA CIENTÍFICA

1.52. De ello no vamos a concluir que es aire todo cuanto emer-


ge en forma de burbujas o se expande en la sangre cuando esta se
coloca en un recipiente en el que se hace el vacío. Ni tampoco lo que
produce burbujas en el aire, aceite, alcohol, jabón y metales fluidos
cuando se les calienta al fuego ...
1.54. [La existencia y aporte de sustancias todavía más volátiles,
procedentes del «éter o aire más puro» es un «teorema» que se de-
muestra por lo siguiente] Primero, que existe un aura más pura que
el aire ordinario.
I.55. Segundo, que dicha aura contiene las sustancias más voláti-
les de la naturaleza del mismo modo que el aire contiene las que son
más bastas. Que existe cierto aire más puro lleno de elementos sali-
nos y sulfurosos, y que nos hallamos rodeados de un Océano de
efluvios insensibles, lo cual se desprende de toda una serie de cir-
cunstancias entre las que cabe enumerar: la sagacidad de ciertas es-
pecies de animales; las sustancias fosforescentes de toda índole y
fuegos fatuos; las exhalaciones de sustancias magnéticas; las conmo-
ciones internas en humores diversos cuando se mezclan, pero aisla-
dos del aire mediante separaciones de madera o cristal, así como
cuando se les coloca en un recipiente en el que se hace el vacío; por
la continuación de la vida sin aporte de alimentos por espacio de
semanas, meses y años, como en el caso de los camaleones, víboras,
osos en estado de hibernación, golondrinas, insectos, etc.; y tampo-
co faltan ejemplos de esta naturaleza en el ser humano, respecto a
una anulación del hambre y la sed. También por las enfermedades
contagiosas, que comunican de tal modo la peste y veneno de su
naturaleza que vician la sangre y dañan y pervierten la estructura o
disgregan los vínculos entre sus partes, formados por la unión orde-
nada de sus partículas compositivas más diminutas ...
1.68. La experiencia muestra que las atmósferas o auras del siste-
ma mundano son de cuádruple naturaleza. A saber: aire, éter y otras
dos todavía más simples. Que existe una atmósfera de aire nos lo
prueban los fenómenos de la bomba de vacío, la respiración pulmo-
nar, el sonido, el órgano de la audición, y una infinidad de otras
cosas. Que existe una atmósfera de éter nos lo prueban la ciencia de
la óptica, el órgano de la visión, los colores, luz y sombra, el vaciado

yó en 1674 que las partículas respirables son las «nitro-aéreas». Lamentablemente, Mal-
pighi no adoptó esta línea interpretativa. La respiración, combustión, calor corporal, etc.,
continuaron siendo fenómenos oscuros a la hora de redactar Swedenborg su doctrina de
la sangre. Dos célebres experimentos llevados a cabo por Lavoisier en 1774 y 1777 res-
pectivamente, arrojarían al fin luz sobre el oscuro tema de la composición del aire atmos-
férico y la naturaleza de la combustión.

130
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

del recipiente de la bomba de vacío, el gran Océano de efluvios im-


perceptibles que nos rodea traspasando cuerpos vítreos y metálicos,
las formas y conexiones de los átomos más diminutos, etc. Que hay
atmósferas todavía más simples nos lo prueban la fisiología, la orga-
nización de los sentidos internos, la relación recíproca existente en-
tre los sentidos internos y externos y su dependencia los unos de los
otros; las propiedades magnéticas de los objetos, las fluxiones y ór-
bitas de los cuerpos celestes, los vórtices, la ciencia de la astronomía
física, la correspondencia entre las gravedades de los cuerpos y sus
fuerzas\ la causalidad de los efectos y el empleo de análogos adopta-
do por los ontólogos ...
I.69. Los elementos acuosos, aceites, espíritus y sales fijas, volá-
tiles o esenciales. Todos ellos tienen su existencia en función de la
sangre. De ahí surge el tema: ¿cuál es su naturaleza y cualidad?
I. 70. En nuestra indagación sobre su naturaleza comenzaremos
por la sal común, por ser esta la que encabeza la familia de las sales.
La experiencia nos informa de que las partículas individuales de sal
marina se originan en el agua, es decir, entre las partículas de agua,
las cuales tienen una conformación aproximadamente esférica y son
algo duras y casi inertes. Admitiendo esto, se deduce que se hallan
conformadas según los intersticios existentes entre las partículas de
agua; es decir, que son como diminutos cubos con seis lados y ocho
aristas; así como, también, que sus lados tienen una concavidad que
concuerda con la convexidad de las partículas de agua circundantes.
Leeuwenhoek observó en el licor transparente en el que flotan los
glóbulos rojos «ciertos cuerpos de forma cuadrangular [que conside-
ró] que eran partículas salinas 5• A esta evidencia pueden añadirse las
interesantes descripciones y esquemas del mismo autor, tanto de sa-
les comunes como de otras de naturaleza fija ...
I. 71. Si se parten las ocho aristas mencionadas arriba, que en su
estado nativo en el agua forman continuidad con los ángulos del
pequeño cubo salino contiguo, resultan de ello otras tantas pirámi-
des, cada una con cuatro ángulos sólidos y tres lados, y cada uno
dotado de una concavidad igual a la anterior. De ahí resultan los

4. Es extraña esta referencia a la gravitación, propiedad universal enunciada en


forma de ley por Newton en 1687, ya que Swedenborg nunca entendió ni asimiló el
sistema newtoniano.
5. Ni los autores de quienes toma Swedenborg los datos ni él mismo supieron que
la sangre es fundamentalmente un tejido celular compuesto por dos series netamente
distintas: la roja o de los eritrocitos, y la blanca o de los leucocitos. De esta última solo
tuvo noticia la ciencia bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, gracias a Rudolf Vir-
chow y, sobre todo, Paul Ehrlich, el gran clásico de la serie blanca.

131
OBRA CIENTÍFICA

ácidos puros los cuales, disueltos en secreciones líquidas, son capa-


ces de ejercer fuerzas tan activas sobre otros cuerpos.
I. 72. Si la sal común o ácido puro se fragmenta en partes meno-
res del modo antes mencionado, o si se pulveriza mediante algún
proceso natural o artificial, obtenemos sólidos cuadrangulares y
triangulares de forma similar a los precedentes, pero más pequeños
o menos compuestos, y que en su mayor parte constituyen la clase
de las sales volátiles o aéreas.
I. 73. Si de nuevo dividimos las partículas de estas sales volátiles
o aéreas en partes similares todavía menores, surgen sales aun más
volátiles o sales etéreas. Como el lector entenderá, las sales son divi-
sibles en tres generaciones, familias, grados u órdenes; pero que to-
das las partículas salinas, sin importar el orden al que pertenecen,
son todas cúbicas o piramidales; todas ellas son corpúsculos duros o
inertes, incapaces de deslizarse uno sobre otro salvo con ayuda de
otras sustancias acuosas o atmosféricas; que son ellos mismos fijos y
tienden a impartir una fijeza a otras partes; que no son expandibles
ni elásticos ...
I.74. De las sales del último grado o clase ... por medio de la inter-
posición de elementos acuosos, auras, aceites y espíritus, se forman
sales fijas de todo tipo, así como también todo tipo de sales alcalinas,
ácidas y esenciales, cuyas diferencias específicas son innumerables.
I. 7 5. De las sales del segundo grado o clase, surgen y se conglo-
meran aceites. Estas sales constituyen las superficies de las partes de
los aceites, las cuales son esféricas, ocupando el éter su cavidad in-
terna. De estas sustancias, a su vez, según el modo en que se agregan
de diferente modo con las sales fijas, surgen las sustancias urinosas,
groseras, sulfurosas, pingüedinosas, nitro-aéreas y otras más, que
pueden encontrarse en toda planta y animal.
I. 7 6. De los elementos salinos del primer orden o especie surgen
espíritus, los cuales también consisten en partículas esféricas cuyas
superficies las ocupan los elementos antedichos, y sus cavidades inte-
riores contienen éter. Por tanto, estos espíritus son como aceites al-
tamente purificados o aceites que forman una clase aparte. A base de
ellos se producen numerosas sustancias volátiles, sutiles, sulfurosas,
y sustancias pingüedinosas refinadas, cada una de acuerdo con su
modo de coligarse con otras sustancias con las cuales se combinan.
I. 77. Las partículas de aceites y espíritus tienen la misma dimen-
sión y diámetro que las de agua, pues están compuestas a base de los
elementos primitivos de las sales comunes de los cuales derivan su
forma, que tiene igual magnitud que la de las partículas de agua.
Además, la sal común es la medida y modelo de las partículas de las

132
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

sustancias líquidas; y, cuando estas partículas se adaptan a los lados


huecos de las partículas salinas, siendo como vertidas sobre ellos, se
produce una convexidad en la partícula líquida que corresponde a la
concavidad de la salina.
1.78. Según estas consideraciones queda claro que, con la ayuda
de una química perfecta como la que ejerce la naturaleza y que con-
siste en estar en condiciones de producir cualquier cosa a partir de
cualquier otra, podemos obtener de una sal compuesta o una canti-
dad de sales primitivas cualquier sustancia o humor mediante desti-
lación, sublimación, rectificación, circulación, filtrado, conmixtión,
digestión, precipitación o cristalización ...
1.80. [A lo precedente] tenemos que añadir un conocimiento de
las causas del calor, fuego, llamas y frío. La vida animal real y verda-
dera imparte a la sangre cierta clase de calor que es exclusivamente
propio de la sangre y que se encuentra íntimamente contenido en
cada porción de su estructura; pero se encuentra ahí en forma de
influjo suave, benigno, que calienta cuidadosamente las vísceras ali-
mentando los fuegos de los pequeños laboratorios que se encuen-
tran difundidos por todas partes en el sistema, con objeto de que
puedan cumplir sus funciones. Según las emociones de la mente ani-
mal o los estados viciados del cuerpo, este influjo suave se intensifica
hasta alcanzar el grado de ardor, y produce en las vísceras un estado
de debilidad febril. Entonces la vemos ceder de nuevo y a menudo
hasta tal punto de provocar en los miembros una tiritona ... ¿En qué
consiste el calor? La mente racional, infiriendo principios a partir de
primeras entidades, sabe que el calor no es otra cosa que una tremu-
lación [tremiscentia] y una rotación de las partes activas del cuerpo,
o del fluido espirituoso, de lo cual se deriva una cohesión más firme
y una fuerza más rápida y eficaz de acción sobre las partes contiguas.
1.81. ... pero preguntémonos de nuevo: ¿de dónde procede el
calor? Procede de la tremulación de las partes salino-volátiles tanto
del primer orden como del segundo, de modo que una tremulación
de estas partes, cualquiera que sea la sustancia en la que se produce,
crea también al mismo tiempo una tremulación similar de las auras o
fluido espirituoso.
1.82. Pues nada hay que excite el calor con mayor facilidad que
las sales volátiles urinosas, tales como las que existen en sustancias
sulfurosas, bituminosas, resinosas, céreas, pingüedinosas, aceitosas,
espirituosas y nitrosas; y también en los vegetales, y en las sustancias
meteóricas de la atmósfera. Asimismo, nada hay más a propósito
para promoverlo que las auras y fluido espirituoso que imitan su
naturaleza. Por consiguiente, nada lo excita más fácilmente que la

133
OBRA CIENTÍFICA

sangre, en la cual residen las sustancias volátiles urinosas o sulfuro-


sas ya mencionadas, así como el fluido espirituoso, que se encuen-
tran en un estado de unión íntima con la sangre. Por ello, el calor
genuino aumenta con la cantidad de fluido espirituoso, como vemos
que es el caso en la juventud, y decrece con la merma en la cantidad
de dichas sustancias, como sucede en edad avanzada ... «Si tomamos
polvo de crasamentum [poso decantado por un líquido; en este caso,
sedimentación de suero sanguíneo] -afirma Gulielminus- y lo
arrojamos a la llama de una vela, se incendia de inmediato como
resina y explota con un ruido y chisporroteo como sucede con las
sales, lo que permite inferir que el azufre se halla presente en la
porción acuosa de la sangre, y esto en forma muy sutil y volátil» ...
La sangre de las personas jóvenes es más caliente que la de las an-
Cianas...
I.84. Que el fuego, incandescente y luminoso, se debe a la dis-
gregación de las partes de las auras y de la excitación a su giro natu-
ral de las partes así liberadas; y que la llama es el humo u hollín que
consiste en, por así decir, carbones moleculares ardientes o minús-
culas partículas volantes en ignición, puede demostrarse a través de
la observación ocular directa. Y dado que el conocimiento de un
opuesto puede derivarse de su contrario, podemos deducir de ahí la
naturaleza del frío. De todo ello se desprende que no existe nada
real en el calor, fuego, llama o frío, ya que estos son tan solo acci-
dentes y cualidades propios de sustancias que vibran y giran, o que,
por el contrario, permanecen inmóviles ... 6 •
I.85. Cuando se observa la sangre al microscopio dividida en sus
partículas o esférulas plano-ovaladas, apenas si muestra una sombra
de su color real. Sin embargo, cuando se encuentra conglomerada
bajo cierta cantidad de partículas, adquiere su tinte rojo intenso. Ya
que la sangre se caracteriza de un modo tan señalado por sus dif e-
rentes colores a diferencia de los demás líquidos del cuerpo, es im-
portante a efectos de un conocimiento de la propia sangre que ave-
rigüemos en qué consiste el color y qué es lo que lo origina.
I.86. El color, pues, según se desprende de los fenómenos cro-
máticos, consiste en cierta discriminación entre luz y oscuridad, y
una cierta y determinada proporción y analogía que de ahí surge en
esos objetos extremadamente diminutos que no entran nítidamente
dentro del campo de la percepción visual. Pues en objetos de esta

6. Esta teoría cinética del calor formulada por Swedenborg es esencialmente co-
rrecta aunque no podamos decir lo mismo de sus especulaciones pseudoquímicas que,
propiamente hablando, son alquímicas.

134
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

índole el ojo no puede distinguir entre rayos luminosos y rayos de


sombra, por lo que solo percibe la imagen general de las discrimina-
ciones y diferencias que aparecen representadas bajo la bella apa-
riencia de los colores. Blanco y negro son dos opuestos, como luz y
sombra, cuyas modificaciones producen los colores intermedios 7 •

SOBRE LA FORMACIÓN DEL POLLUELO EN EL HUEVO, ETC.

I.247. Existe cierta fuerza formativa [vis formatrix] que tira del
hilo del ovillo desde el primer punto viviente y lo devana hasta el
último ... el trabajo formativo no cesa sino que se prolonga después
de abandonar el embrión la matriz, o el polluelo el huevo ...
I.254 .... formación y transformación prosiguen, y lo que aconte-
ce en la matriz no es más que la primera proyección de la trama o
desenrrollamiento del finísimo hilo del husillo con objeto de que este
pueda devanarse gradualmente, produciendo el tejido completo. Hay
tres hermanas que manipulan estos hilos; a saber: el cerebro, el cere-
belo y la médula espinal. A cada una de las cuales la sustancia forma-
tiva les concede el poder de actuar y les prescribe leyes inamovibles.
I.255. Que preexiste y se halla presente una cierta sustancia for-
mativa en estos casos resulta manifiesto por la extraordinaria e inau-
dita conexión entre las partes observable en monstruos fetales. Así,
algunos aparecen dotados de brazos, pies o dedos extranumerarios;
otros están unidos por el estómago, pecho, espina dorsal o cabeza
con las partes correspondientes del segundo feto ... Por no mencio-
nar otros casos, de miembros retorcidos, truncados, dislocados, en
los que la misma fuerza formativa existente en el óvulo y matriz se
hallan presentes de inmediato, disponiendo de nuevo el orden de las
cosas con vistas al ejercicio de los miembros y sugiriendo su modo
de empleo bajo la nueva conformación ...
I.25 6. No hay virtualmente nada que pueda predicarse con pro-
piedad de esta sustancia formativa, puesto que ocupa el grado supre-
mo y superlativo de entre todas las sustancias y fuerzas, razón por la
que yo prefiero denominarla sustancia formativa y no naturaleza (ya

7. Swedenborg sostuvo una teoría de los colores errónea y contraria a Newton.


Creyó que estos se generan en función de la combinación en diversas proporciones de
rayos luminosos y ioscuros! Newton pensaba que los colores dependen de la velocidad de
los corpúsculos luminosos. Descartes creyó que esto dependía de su velocidad de rota-
ción. Hacia el año 1746, Euler expuso en términos matemáticos la teoría ondulatoria de
la luz, y demostró que esta explica elegantemente buena parte de los fenómenos observa-
dos por Newton.

135
OBRA CIENTÍFICA

que su índole y poder son como ya he descrito), excepto afirmar que


es la primera, más perfecta, universal y simple de todas las sustancias
y fuerzas de su reino ....
I.258 .... y que le han sido asignados dentro de su propio y dimi-
nuto mundo corporal cierta especie de omnipresencia, poder, cono-
cimiento y providencia ... Por ello, siendo así que es la más poderosa,
científica y omnipresente de todas las cosas en su cuerpo, se sigue de
ello que es -digámoslo así- su semidiosa, deidad tutelar y genio de
su microcosmos ...
I.263. [Ante ella] aparecen como contingentes aquellas cosas que
van a aparecer sucesivamente de modo que el proceso formativo
pueda completarse adecuadamente. Cosas que si no se hallaran pre-
sentes, causarían la detención del proceso interrumpiendo su enca-
denamiento y prosecución. De ahí que cuando estos elementos con-
tingentes no se presentan en la proporción y modo correctos durante
la fase formativa, las partes del sistema quedan conectadas entre sí
en función de los elementos existentes, como puede apreciarse en el
caso de los embriones monstruosos. [Normalmente], cuantas cosas
puedan hallarse presentes de modo contingente en el huevo y ma-
triz, existen ya y han sido previstas, preparadas y dispuestas ...
I.265. Que la diversidad y cambios de estado son predicables de
esta sustancia es una verdad que no deseo probar mediante argu-
mentos filosóficos sino inducciones derivadas de la experiencia ...
I.266. Se desprende de las diversas formas adoptadas por los
animales. Enumerar todos los animales y sus diversas formas me
obligaría a recorrer océanos, tierras y la atmósfera entera, pues los
hay acuáticos, terrestres y alados; y múltiples géneros y especies de
cada uno de ellos. Además, hay insectos, muchos de los cuales resul-
tan inobservables sin el empleo de lupas. De ellos hay tan gran diver-
sidad como las tierras que los producen 8 , las hojas que los nutren y
los rayos de sol que los vivifican. Cada uno tiene su propia morfolo-
gía y sustancia formativa. Sustancia que troquela una efigie concor-
dante con la naturaleza derivada del progenitor 9 y que rara vez difie-
re de él... Me pregunto, pues, si la mente racional puede alcanzar en
este caso cualquier conclusión que no sea la de la existencia de una
sustancia y fuerza formativas que, conforme a su naturaleza y esta-
do, determinan tales formas y leyes de comportamiento como se

8. Swedenborg aceptó en determinados casos la teoría de la generación espontá-


nea. Sobre todo, en relación con insectos.
9. Nada dice de la progenitora por la sencilla razón de que fue espermatista: creyó
que en la reproducción sexual el único principio generador es el semen.

136
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

requiere para el adecuado gobierno de su reino, y que los cuerpos


así formados son una imagen representativa de sus almas.
I.267. [Lo cual también se desprende de] la fuerza imaginativa
en las hembras gestantes, causando las correspondientes marcas en
el cuerpo del pequeño embrión. Pues si la madre experimenta un
gran susto o fuertes emociones de terror o deseo, y en este estado se
le representa algo vívidamente a su mente, esto desciende de inme-
diato a los cerebros del embrión a través de los conductos vasculares
y fibrosos, y-suponiendo que no me equivoque al hacer esta conje-
tura- a través de la capa más interna de las arterias y la más externa
de las venas y de ahí, por conducto del fluido espirituoso y la sangre
más pura. De este modo encontramos impresas sobre el tierno cuer-
po del embrión figuras de fresas, cerezas, melocotones, semillas de
nabo, higos, manzanas, granadas, hierbas, espigas de trigo, uvas, ro-
sas, perejil, lechugas, setas, coliflores, huellas dactilares, verdugo-
nes, moscas, arañas. De esto provienen también las marcas oscuras,
fisuras en la frente, labio leporino, morro de cerdo, marcas en forma
de peces, serpientes, ostras, pinzas de cangrejo, dedos arracimados o
con membranas interdigitales, babosas, crestas de gallo, ratones,
musarañas, etc. Incluso a través de la contemplación continua de
una persona hermosa, la madre puede inducir la impresión de un
rostro bello que puede ser como el suyo propio u otro, objeto de su
admiración. La impresión así generada no desaparece, sino que es
permanente y continúa desarrollándose incluso durante la adoles-
cencia. Supongamos ahora que la imagen de una babosa o de una
musaraña aparece impresa sobre la cutícula de un feto; que la causa
de este fenómeno fue algún deseo insatisfecho por parte de la ma-
dre, alguna conmoción emotiva debida a miedo, o un deseo desme-
surado que ha perturbado su cerebro de modo que, durante la for-
mación del cuerpo del embrión, se formó sobre su tierna sustancia
una impresión correspondiente a dicha emoción. Procedamos en-
tonces a inferir la causa que determinó marcas de tal naturaleza.
Preguntémonos si lo que grabó sobre la cutícula del feto la efigie de
una babosa o musaraña es algo distinto de lo que imprime sobre la
sustancia del cuerpo la serie de formas de cada víscera; si, de hecho,
no se trata de un sello que imprime marcas, de lo que surge una
impresión correspondiente durante el estado del cuerpo en el que
todo se muestra dúctil ante el agente impresor ... 10 •

10. Como es evidente, Swedenborg remite toda función genética a un mismo plano
en el que las fronteras entre lo mental, psíquico y anímico se entrecruzan, amalgaman y
confunden.

137
OBRA CIENTÍFICA

I.269. [Esta «primera, más perfecta, universal y simple de todas


las sustancias y fuerzas»] no puede descender de modo directo al
mecanismo corporal sino a través de grados intermedios. De ahí que
cuando el organismo intermedio aparece afectado o adolece de le-
siones, el alma no puede fluir hasta el último de los grados o esfera
de los efectos y las acciones salvo de manera condicionada por el
grado intermedio. Son múltiples las contingencias que pueden inte-
rrumpir o alterar la comunicación ... Por ejemplo, cuando el cerebro
es comprimido en la matriz de la madre o lo inundan sangre o fluido
no purificados sino perturbados por emociones violentas y enferme-
dad ... lo que es causa frecuente de pérdida de memoria y ejercicio de
la razón, así como de estupidez, embotamiento, locura, furia, me-
lancolía. Mas ninguna de estas cosas impiden la permanencia del
alma en estado de inteligencia ... de lo que se desprende que un alma
tan eminentemente racional puede residir en el más tierno de los
infantes, como también en el .más obtuso de los idiotas o el más
consumado de los genios ...
I.2 70. La auténtica fuerza y sustancia formativa es el alma, pues
solo de ella podemos predicar que es la más universal, perfecta, sim-
ple y primera de las sustancias y fuerzas ...

INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA RACIONAL

I.579. La psicología es la ciencia que trata de la esencia y naturaleza


del alma y el modo según el cual determina las acciones del cuerpo ...
mas no podemos ascender hasta ella y acceder a su conocimiento
excepto mediante una investigación particular y general de las cosas
de su reino que nos resultan accesibles ... Es por ello necesario que
ascendamos hasta ella siguiendo los mismos pasos o grados y la mis-
ma escalera por los cuales su naturaleza, en la formación de las cosas
pertenecientes a su reino, desciende al interior de su cuerpo. Por
ello, a título de una introducción a la psicología racional, empezaré
por una doctrina de las series y los grados ... El funcionamiento de la
comunicación entre alma y cuerpo debe necesariamente explicarse
bien por influjo físico [Descartes], causas ocasionales [doctrina aris-
totélica] o armonía preestablecida [Leibniz] ...
I.580. Por doctrina de las series y los grados entendemos la que
estudia los modos de subordinación y coordinación de las cosas a los
que se ajusta la naturaleza ...
I.584. El último escalón en el reino animal lo constituye el más
perfecto de los animales: el hombre, compendio de todas las cosas,
conjunto de todas ellas y microcosmos del macrocosmos. Ocupa el

138
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

sexto escalón de la serie, en el que la naturaleza parece haberse dete-


nido, pues no existe ningún séptimo escalón.

EL MOVIMIENTO DEL CEREBRO''

I .177. La acción de las fibras no depende de la acción de un único y


gran corazón, sino de la acción de innumerables corculae, una espe-
cie de corazoncillos; a saber, las esférulas de la sustancia cortical y la
materia gris del cerebro. Corazoncillos situados en el inicio de cada
fibra de los cerebros y sus dos médulas 12• Al abordar el tema de la
anatomía del cerebro, veremos que las esférulas corticales ejercen
una constante animación o movimiento animador que imita los
movimientos de sístole y diástole del corazón; que por esta constan-
te animación motivan que los cerebros se expandan y contraigan
alternativamente; que es de este modo que dividen la sangre, sepa-
ran el fluido espirituoso nuevo y lo transfunden al interior de las
fibras, nervios y vasos ...
I.279. Hay tres fuentes generales de movimiento de las que to-
das las demás fuentes particulares dependen ... cerebro, corazón y
pulmones. Al movimiento del cerebro se le denomina animatio. De
él depende la acción del fluido espirituoso ...
I.281. Existe un movimiento animador del cerebro, cerebelo y
médula espinal. Algunos autores lo han denominado movimiento
' sistólico. En la medida en que me siento en disposición de conjetu-
rar con fundamento en los escritos de los sabios, hay algunos que no
niegan la existencia de movimiento a ninguna víscera del cuerpo,
excepto los cerebros y sus médulas ... Ahora bien, una máquina como
el cerebro, que desempeña un papel tan central en todos los esfuer-
zos, fuerzas y acciones del cuerpp; que no se cansa en su funciona-
miento; que nunca abandona sus obligaciones y cuidados derivados
de su gobierno del cuerpo que tiene a su cargo; una máquina así
debe, necesariamente, ejercer siempre la más extrema actividad y
experimentar movimientos alternos, de modo que pueda incitar

1J. En rigor, estos textos pertenecen mayoritariamente al capítulo precedente (In-


troducción a la psicología racional), pero responden temáticamente al que le sigue, donde
Swedenborg de nuevo desarrolla bajo este epígrafe la idea de un «movimiento» (anima-
tio) del cerebro. Según afirma, aunque los antiguos negaban su existencia, este movimien-
to «ha sido claramente detectado por varios destacados anatomistas. Por ejemplo, Ridley,
Vieussens, Baglivi, Fantoni, Bellini, Pacchioni y otros» (EAK 11-1). Y cita en apoyo de esta
tesis largos párrafos de dichos autores, aquí omitidos.
12. Swedenborg empleó el plural no por referencia a los hemisferios cerebrales sino
al cerebelo, que consideró como un cerebro subsidiario.

139
OBRA CIENTÍFICA

constantemente todas esas otras partes del cuerpo a la acción que


queda supeditada a ella y que, a su vez, pueda vivificar el fluido
transmitido a través de las fibras ...
Ridley dejó al descubierto la duramadre y, tras seccionar el seno
longitudinal y dejar que manara parte de su sangre, detectó la exis-
tencia de un movimiento en perfecta sincronía con el del corazón.
Pacchioni afirma que el movimiento de la duramadre no es tan solo
pulsátil; aunque, según Mayow, cuando el cráneo se trepana de
modo que queda una porción expuesta a la vista, puede verse que el
propio cerebro se expande y contrae ... Podemos del mismo modo
ver claramente surcos sinuosos en los huesos temporales (aunque
con reducida nitidez en la proximidad de sus suturas), coincidentes
con exactitud con las convexidades serpentinas del cerebro ... y, se-
gún la descripción de Vieussens, ... « Tales huellas de la configuración
externa de las circunvoluciones cerebrales no se grabarían jamás so-
bre la superficie interna del cráneo si el cerebro careciera por com-
pleto de movimiento; pues nadie -imagino- afirmará que la dura-
madre, situada entre el cerebro y el cráneo, es capaz de producir
depresiones en este último 13 •
En el espacio de una hora, el fluido pituitario se encontraría
también en un estado de congestión, siendo incapaz de desplazarse a
través de los varios pasajes [lámina cribosa] que la naturaleza provi-
dente e ingeniosamente ha construido para ella 14 • Por tanto, el cere-
bro está formado en movimiento y para el movimiento; ... pero la
causa inmediata de la animación de los cerebros es objeto de contro-
versia entre los sabios. En las partes II y III demostraré que se debe a
la animación de la sustancia cortical o materia gris de las esférulas; y,
por tanto, que se debe primariamente al alma misma que gobierna
los movimientos de su propio fluido. El lector puede consultar aquí
la nota ... en la que se indica que el movimiento animatorio del cere-
bro depende de las esférulas corticales y por tanto de un número
nutridísimo de, por así decir, pequeños corazoncillos, de los cuales
cada fibra tiene uno acoplado a su pedúnculo inicial...
1.644. La sustancia cortical (tanto la que se encuentra situada de
modo inmediato bajo la piamadre y es regada, alimentada y cuidada

13. Párrafo tomado por Swedenborg del capítulo VI de la Neurographia universa/is


de Vieussens, publicada en Lyon en 1685.
14. Swedenborg agrega esto a su doctrina de la animatio o «movimiento» del cere-
bro fundándose en una teoría errónea difundida por el anatomista belga Andrés Vesalio,
que presume que la glándula pituitaria, también llamada hipófisis, absorbe mucosidad
cerebral y la expele a través de la nariz por conducto de la lámina cribosa o hueso a través
del cual el nervio olfativo penetra en el cerebro.

140
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

por la sangre más pura, o -bajo la denominación de sustancia gris-


la que ocupa varios territorios más alejados de la superficie) puede
verse -bien directamente, bien por medio de lentes- que consiste
toda ella en diminutas esférulas de forma casi enteramente ovoidal.
El cerebro y cerebelo mismos se aproximan también a las formas
esférica y elipsoidal, adoptando por tanto una conformación similar
a la de sus elementos constitutivos. Así pues, estas diminutas sustan-
cias orgánicas, en la medida misma en que se asemejan al conjunto
total que componen y que en ellas reside individualmente la misma
facultad que, conjuntamente y de modo colectivo, ejercen sobre el
complejo global, merecen la denominación de cerebélulas 15• Con
ayuda instrumental, la vista también puede descubrir que estas for-
mas, esférulas o cerebélulas, están recubiertas y encapsuladas por
una membrana o meninge de modo muy similar a como acontece
con el cerebro, excepto que su membrana o meninge merece el cali-
ficativo de piamadre en grado superlativo ... También se puede dis-
cernir que estas cutículas sumamente delicadas se componen de ve-
llos y brotes capilares de las más minúsculas arterias en cantidad
innumerable, fijadas de un modo maravilloso y conforme a la más
bella disposición, que difunden en todas direcciones un fluido volá-
til y espirituoso extraído de la sangre y concebido por sublime gene-
ración en sus purísimas matrices. Estas cerebélulas parecen consti-
tuir el sensorio interno que recibe las impresiones y modificaciones
de los sentidos externos, y que los remite de modo subsiguiente a la
instancia superior de la sede del juicio. Dichas cerebélulas, unidas a
su vez para formar protuberancias o aglomeraciones de variada for-
ma y rodeadas por una malla de diminutos vasos, constituyen una
especie de segunda dimensión de las partes orgánicas.
l. 64 5. Estas partículas de sustancia gris revisten de capas la fibri-
lla que emerge de cada una de ellas de modo similar a como el cere-
bro, globalmente considerado, reviste de tegumentos su médula y
nervios emitidos ... Muchas de estas fibrillas diminutas unidas en un
fascículo y recubiertas de parecida forma por una membrana, origi-
nan una segunda dimensión de fibrilla que corresponde a un conjun-

15. En la incipiente anatomía microscópica de la época se hablaba de «glóbulos». El


aspecto real de las neuronas es arborescente. Como era de esperar, Swedenborg también
desconoció su actividad eléctrica, pensando que pulsaban como corazones minúsculos.
Por ello además de la expresión cerebelulte empleó el término corcu/,e (corazoncillos), y
concibió que estas son las entidades básicas, que su figura semeja un cerebro en miniatura
con sus tegumentos y su médula, y que dicha figura se repite en los sucesivos niveles de
agregación de las referidas entidades básicas. La idea de que estos elementos primarios del
tejido nervioso manifiestan una actividad pulsátil concuerda no obstante con los pulsos
intermitentes que caracterizan la actividad eléctrica de las neuronas.

141
OBRA CIENTÍFICA

to del mismo número de esférulas corticales. De igual forma se origi-


na también una tercera dimensión recubierta por tegumentos, la cual
corresponde al cerebro mismo, el cual, con su fascículo de fibrillas,
se prolonga, pasando por el foramen magnum situado en el occipu-
cio, penetrando al interior de la cavidad formada por las vértebras y
descendiendo hasta el sacro y el coxis ...
Il.41. El estornudo ... , como es bien sabido, lo provoca el impac-
to de sutiles cuerpos agudos sobre la membrana de las fosas nasales,
así como los espíritus urinosos, el polvillo fino que produce cosqui-
lleo, y los rayos solares 16 •

LA SUSTANCIA CORTICAL DEL CEREBRO

II.69. Resolví comenzar [el tema del cerebro] por aquella sustancia
específicamente denominada cortical o cinérea. La razón consiste en
que esta sustancia, de modo inmediato, constituye la principal causa
eficiente del funcionamiento no solo cerebral sino también del cuer-
po, pues esta es la sustancia que anima, activa y excita el conjunto de
la máquina animal para que efectúe movimientos y adopte modos
de acción; la que extrae el espíritu más puro que circula en la sangre
de las arterias y lo transfunde a las fibras de la sustancia medular y a
partir de ahí, a las fibras de los nervios ...
II.100. Podemos inferir [de los datos experimentales] que el cór-
tex cerebral es la principal de las sustancias del cerebro, situada en el
primer inicio de las fibras y en el último de las arterias; por tanto, en
situación mediadora, para estar en condiciones de extraer de la san-
gre las esencias más puras o espíritus animales y transmitir estos in-
mediatamente al interior de los filamentos medulares más finos y de
ahí a los filamentos nerviosos del cuerpo.
II.101. La sustancia cortical y cinérea [sustancia gris] es aquello
que se expande y contrae, es decir, aquello en función de lo cual el
cerebro exhibe una animatio, pues cada una de sus esf érulas es como
un pequeño corazón situado en el inicio de su fibra del mismo modo
que el gran corazón del cuerpo está situado en el inicio de las arte-
rias. Puesto que, por lo acabo de decir, hay tantos orígenes de movi-
miento como esférulas de sustancia cortical, se sigue de ello que

16. El neurólogo H. C. Everett descubrió hace tan solo unas tres décadas el reflejo
del estornudo ante la súbita exposición a la luz, llamado reflejo fótico, del que práctica-
mente no aparece mención alguna, siquiera en la actualidad, en ningún texto de medicina
o neurología. Es por tanto muy chocante que Swedenborg lo mencione. Puesto que no
cita fuente alguna, cabría suponer que el dato procede de observaciones propias.

142
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

cuando estas se expanden, la masa entera de esta víscera conglome-


rada (es decir, su superficie, los vasos sanguíneos y la médula interna
en toda su extensión) se contrae, y viceversa.
II. l 02. Estas esférulas se hallan situadas y organizadas de tal
modo en el cerebro que pueden ejecutar sus movimientos de sístole
y diástole bien por separado, bien varias conjuntamente, o todas al
unísono. Lo cual, en cambio, no sucede en el cerebelo ni en el bulbo
raquídeo o la médula espinal. De ahí que el cerebro, de acuerdo con
la disposición ordenada de su sustancia, tiene la facultad y posibili-
dad de activar cualquier fibra o haz de fibras que desee y, por consi-
guiente, cualesquiera nervios y músculos, excitándolos para que ac-
túen; cuya acción particular y especial se produce bajo su acción
general voluntaria ...
II.113. Es una verdad eterna que el punto de visibilidad cero es a
su vez aquel a partir del cual se dan las más numerosas y nítidas cosas
que el ojo humano jamás pueda detectar ni aun con ayuda de los más
poderosos medios artificiales. Por ello, una vez alcanzado ese límite
mediante la observación visual [con el uso de microscopios], la vista
racional o mente debe tomar riendas en el asunto en su estado de
claridad a partir de dicho punto, para subsanar el defecto y desvelar
el resto de la clave, pues a menos que la mente entre en juego allí
donde la visión artificial tropieza con la última de sus fronteras, nun-
ca conseguiríamos superar el punto en que las causas inmediatas se
mezclan con los efectos, punto en el que, por esa misma razón, ja-
más alcanzaríamos a ver nada claro. Este es el motivo por el que
Leeuwenhoek, antes de emplear microscopios más poderosos y ad-
quirir pericia en las técnicas de la microscopía, vio en la sustancia
cortical [del cerebro] solo rayas y líneas diferenciadas por luz y som-
bra y llamó por ello vítrea a esta substancia ... Pero más tarde com-
probó que [las líneas] eran vasos sanguíneos 17 •
II.146. Cada esférula cuenta con su propio y pequeño espacio
circundante o fosilla, que tiene por objeto su perfecta libertad de
movimiento en el seno de su propia esfera de actividad. Lo mismo
sucede de modo colectivo con los conjuntos de esférulas. Así pues,
cada esférula anima de manera perfectamente discriminada su pro-
pia fibrilla, ejerciendo su influjo sobre ella para que cumpla su fina-
lidad en la fibra motriz. Se hallan unidas entre sí por ininterrumpi-
das comunicaciones; a saber, por las estructuras de la piamadre, y de

17. Se refiere a la fina red de capilares observada y descrita por Leeuwenhoek en su


célebre Arcana naturae.

143
OBRA CIENTÍFICA

modo terminal por medio de estambres [sic]. Se encuentran conec-


tadas también por los vasos sanguíneos ... 18 •
II.14 7. Están situadas y organizadas de tal modo que pueden
ejecutar sus movimientos de sístole y diástole aisladamente, o bien
varias en conjunto o todas al unísono ... 19 •
II.160. Pero estas sustancias corticales, aunque determinan las
acciones del cuerpo, son solo subdeterminantes y mediadoras ... Para
abrir y cerrar sus minúsculas cavidades se requiere una fuerza supe-
rior, más sublime, principal y universal. Fuerza que contiene el prin-
cipio de la voluntad que por estos medios se concreta en acción. Por
tanto, existe un fluido espirituoso en el cual reside la vida y, por
consiguiente, el alma.

EL ALMA HUMANA

II.208. He intentado exponer en la primera parte a título de intro-


ducción a un conocimiento del alma, una doctrina que he denomi-
nado de las series y los grados. Emprendí este proyecto debido a que
por un dilatado espacio de tiempo tendí a considerar y a poner en
duda, como a muchos les sucede, que el alma pueda en verdad ser
objeto de una investigación profunda ... Tras breve consideración
del asunto, no conseguí pensar sino, conforme al parecer general,
que cualquier conocimiento nuestro sobre el tema solo es abordable
por conducto de una filosofía racional pura o de un modo más in-
mediato, a través de la anatomía del cuerpo humano. Mas al inten-
tarlo, me hallé tan distante del objetivo de mi investigación como
antes. Apenas creía tenerlo dominado, se me escapaba de entre las
manos, aunque sin llegar nunca a desaparecer por completo de mi
vista. Así pues, mi esperanza no quedaba rota sino, sencillamente,
pospuesta. Y con frecuencia me reproché a mí mismo por la estupi-
dez de mi ignorancia de lo que de todos modos se encontraba real-
mente presente para mí en todas partes, pues es debido al alma que
oímos, vemos, sentimos, percibimos, recordamos, imaginamos, pen-
samos, deseamos, queremos o existimos, nos movemos y vivimos ...
Pero al fin desperté de mi sueño profundo al descubrir que nada se

18. A mi modo de ver, Swedenborg postuló una red sincitial. Sin embargo, la previó
múltiple, compleja y ramificada. Falló en lo primero y acertó en lo segundo.
19. Si bien la concepción anatómica del sistema nervioso a modo de órgano cardio-
vascular múltiple es falsa, la pauta de la acción singular y conjunta de los componentes
básicos del tejido nervioso concuerda con la actividad pulsátil real de las neuronas (pulsos
eléctricos).

144
LA ORGANIZACIÓN DEL REINO DEL ALMA

encuentra más alejado del entendimiento humano que aquello que


al mismo tiempo se encuentra presente para él; y que nada está más
presente para él que aquello que es universal, anterior y superior. ..
¿Qué cosa hay más omnipresente que Dios mismo, en quien vivi-
mos, somos y actuamos? Y sin embargo, ¿qué cosa hay que esté más
remotamente situada respecto a la esfera de nuestra comprensión? ...
II.211. La doctrina de las series y los grados solo nos muestra la
discriminación entre las cosas superiores e inferiores, o anteriores y
posteriores. Le resulta imposible expresar por ningún término pro-
pio y adecuado aquellas cosas que trascienden la esfera de lo fami-
liar. Por ello, si aspiramos a ascender a mayores niveles, habremos
de echar mano de términos todavía más abstractos, universales y
eminentes ... De ahí que sea indispensable poder recurrir a una filo-
sofía matemática de los universales, capaz no solo de expresar ideas
superiores mediante letras siguiendo un orden sencillo, sino tam-
bién de someterlas a cierto cálculo filosófico similar en su forma y
algunas de sus normas al cálculo infinitesimal. Mas, icuán titánica
resultaría la tarea de construir un sistema como este!; ique tremenda
capacidad intelectual exigiría!. ..
II.212. Ahora bien, que una tal ciencia de las ciencias puede ser
hallada es algo que los sabios ya han sospechado ... El ilustrísimo
Locke en su Ensayo sobre el entendimiento humano descubre hacia
el final de su tratado, tras una profunda investigación de los poderes
de la mente y casi como por adivinación, que existe una ciencia to-
davía más profunda. «Tal vez -afirma, hablando de la shmeiwti-
ce- si a estas [las ideas y palabras] se las sopesara nítidamente y
considerara de manera adecuada, esto nos proporcionaría un tipo
de lógica y crítica distintos de los que hoy nos resultan familiares».
Todo me inclina a pensar que a una ciencia como esta, entrevista de
un modo tan nebuloso y sin embargo tan deseable, nada puede con-
ducirnos sino la doctrina del orden o las series y los grados que se
dan en el mundo y la naturaleza ...
II.219. Por la anatomía del cuerpo animal percibimos que cierto
fluido purísimo recorre velozmente las fibras más sutiles, situadas
fuera del alcance del más agudo de los sentidos ... inaprehensible
mediante noción alguna salvo por la doctrina de las series y los gra-
dos vinculada a la experiencia. Tampoco se le puede describir salvo
recurriendo a la filosofía matemática de los universales.
II.227. Así pues, podemos aproximarnos a este fluido mediante
la anatomía pero no abordarlo sin el apoyo de ciencias auxiliares ...
231. Pero siendo así que este fluido puro o sangre supereminen-
te ha adquirido su forma de las primeras sustancias del mundo, no

145
OBRA CIENTÍFICA

cabe bajo concepto alguno decir que vive y mucho menos todavía
que siente, percibe, entiende o contempla fines, pues la naturaleza
en sí misma es inerte y solo presta servicio a la vida como causa
instrumental. Depende por tanto enteramente de la voluntad de un
ser inteligente que la emplea para promover fines mediante efectos.
Por tanto, hemos de buscar su principio vital en un nivel superior y
derivarlo del Primer Ser o Deidad del Universo, que es vida esencial
y esencial perfección de vida o sabiduría. A menos que este Primer
Ser fuese vida y sabiduría, nada en la naturaleza viviría y aun menos
poseería sabiduría ni sería capaz de ejecutar movimientos ...
11.252. Pero el conocimiento del modo en que esta vida y sabi-
duría fluyen hasta nosotros se encuentra muy por encima de la esfe-
ra alcanzable por el entendimiento humano ...
11.254. La única representación de la que somos capaces consiste
en tomar la luz como modelo comparativo ...
11.255.... pues al igual que el sol es la fuente de la luz y sus matices
en su universo, así la Deidad es el sol de la vida y de toda sabiduría ...
11.356. De no haberme sentido apoyado por la autoridad de los
más antiguos Padres de la Iglesia, no habría osado pronunciar la
opinión de que el fluido espirituoso es el alma que perdurará tras la
muerte corporal. Pero estos Padres sostuvieron como verdadero que
al término de esta vida nos convertiremos en esencias angélicas. Así,
por ejemplo, Apuleyo, Orígenes, Ambrosio, Basilio, Justino mártir,
Psellos y Lactancio creyeron que los ángeles son cuerpos naturales.
Ciertamente, san Agustín manifestó con vacilación que sería duro
para él decidir si los espíritus no están revestidos de cuerpos com-
puestos por aire (como si pensara no en el burdo aire atmosférico sino
en un aura más pura, tal como nosotros hemos presumido que el flui-
do espirituoso constituye el alma). Pero Dionisio el Areopagita, Filón
el judío, Atanasio, Crisóstomo y Tomás de Aquino, junto con los es-
colásticos, mantuvieron que los ángeles carecen de cuerpos. Grego-
rio y Uuan] Damasceno optaron por un término medio, sosteniendo
que los ángeles parecen corpóreos respecto a Dios pero incorpóreos
comparados con el hombre. Mas en tiempos modernos todos conve-
nimos en que se trata de seres o cuerpos purificados o espíritus sin
carne y hueso, en cuya composición, así como en la de la sangre roja,
entran a formar parte -como lo hemos demostrado en diversos lu-
gares- sustancias terrenales de las que finalmente somos despojados.

146
EL REINO DEL ALMA

Como terminamos de ver al final del capítulo precedente, Sweden-


borg acabó invocando un argumento de autoridad apoyándose para
ello en la opinión de los Padres de la Iglesia. Lo cual indica muy a
las claras que siguió albergando serias dudas de que su intención de
probar la existencia e inmortalidad del alma de modo tangible hu-
biera sido alcanzado ni mediante su tratado teórico, Ensayo de filo-
sofía razonada sobre el Infinito, ni mediante su Organización del
reino del alma, tratado empírico en la medida de lo posible, pero
limitado a explorar los secretos de la sangre y ese hipotético espíritu
animal que, según Swedenborg, recorre las fibras nerviosas impulsa-
do por los movimientos de sístole y diástole de la infinidad de mi-
núsculos corazoncillos que imaginó que componen la masa cerebral.
Sus dudas le llevaron a concebir como tercera alternativa la de no
circunscribirse al estudio de los fluidos corporales y acometer en su
lugar una investigación de la totalidad del organismo humano. Pro-
yecto del que surgiría su nuevo tratado, El reino del alma considera-
do desde el punto de vista anatómico, físico y filosófico.
Para nosotros su principal interés radica en aquellos aspectos
que tienen especial incidencia en el orden de la historia de las ideas
científicas. Por ejemplo, en el campo de la patología y microbiología
humana. Destaca aquí su «análisis químico» de la saliva en conexión
con las noticias aportadas por Leeuwenhoek sobre «diminutas cria-
turas dotadas de movimiento natatorio» presentes en los fluidos de
la boca. Se trata de las primeras observaciones de bacterias jamás
realizadas. Swedenborg tergiversa lo observado y las confunde con
elementos constitutivos de la materia viva, fugaces y cambiantes; e
incluso con iespermatozoides! En rigor, tampoco al célebre micros-

147
OBRA CIENTÍFICA

copista holandés se le pasó por la cabeza que estos «animálculos»


pudieran ser agentes causales de enfermedades contagiosas.
Swedenborg teorizó que la patología infecciosa tiene por origen
vapores sulfurosos, relentes, efluvios, humos pestilencia/es, fuegos
fatuos y exhalaciones del interior de la tierra, el océano y la atmós-
fera, junto a otras causas físicas, químicas y psicosomáticas. Y con-
templó la imaginaria acción de estos agentes desde el ángulo de una
concepción fibrilarista de la materia viva; es decir, de una idea sobre
la estructura constitutiva de la materia orgánica que perduró has-
ta ser desplazada hacia finales del siglo XIX por la teoría celular de
Schleiden y Schwann.
El tema del engendramiento sexual de los seres vivos fue otro de
los más debatidos en el siglo XVIII y, por ende, no podía dejar de
formar parte de los abordados por Swedenborg. Su manuscrito prin-
cipal y más específico relativo a este tema, intitulado Sobre la Gene-
ración, pertenece también a la penúltima de sus obras científicas, El
Reino del Alma, y se cuenta entre aquellos que no llegó a entregar a
la imprenta debido a la crisis que le sobrevino en 1744. La idea
central de la obra en cuestión consiste en que el principio generativo
lo transmite exclusivamente el varón y reside en el alma de este. De
ahí que en Swedenborg el tema de la generación y el de la existencia
e inmortalidad del alma sean paralelos y complementarios entre sí.
El microscopista Leeuwenhoek había remitido sucesivos infor-
mes a Henry Oldenburg, secretario de la Royal Society londinense,
sobre observaciones de animálculos microscópicos con forma de «an-
guilas» en el semen de peces, perros, moscas, machos cabríos ... y el
hombre mismo. Mas para Swedenborg esto contradecía un principio
inamovible de su doctrina formarum consistente en que:

La más imperfecta de las formas ... es la angular ... que aparece en


triángulos rectángulos, etc ... y posee fuerza inercial. Así pues, es la
propia de la tierra e idéntica a las que denominamos salina, ácida,
alcalina, urinosa, sulfúrea, nitrosa, mineral y vitriólica ... La siguien-
te forma superior es la circular o esférica, en la que no hay ángulos
ni planos (Fib. 261 y 263).

Lo cual tuvo para él la pintoresca consecuencia de que el «semen


genuino» o «viril», siendo por definición el transmisor de un princi-
pio anímico perteneciente al reino de las sustancias de suma sutili-
dad y perfección, no podía en modo alguno parecerse a las «angui-
las» de Leeuwenhoek, entidades a las que, por su morfología, habría
que clasificar junto a las sustancias punzantes, dotadas de aristas y,
por consiguiente, urinosas, sulfúreas, vitriólicas, etcétera.

148
EL REINO DEL ALMA

Swedenborg tuvo no obstante un gran acierto en lo que respecta


a las dos grandes teorías sobre la formación del embrión en pugna
por aquel entonces: preformismo y epigénesis. Según el preformis-
mo, el embrión se desarrolla a partir de un «homúnculo»: un cuerpe-
cillo microscópico contenido ya en el orgánulo generador (semen
según los espermatistas, óvulo según los avistas). A dicha época per-
tenecen los grotescos dibujos de Hartsoeker y Plantades, alias Da-
lenpatius, mostrando presuntos espermatozoides con forma de hom-
brecillo encapuchado o feto dotado de cordón umbilical: iel flagelo!
Se dice también que todo un siglo de pre{ormismo medió entre Mar-
ce/lo Malpighi y la tesis doctoral Sobre la generación -título, por
cierto, idéntico al del tratado de Swedenborg- que data del 1759,
de Caspar Friederich Wolff. Este médico y fisiólogo alemán propug-
nó y defendió con pruebas la teoría de la epigénesis: la correcta y
moderna teoría ontogenética de la formación sucesiva y progresiva
de órganos, tejidos y miembros a partir de una sustancia primigenia
indiferenciada. Lo que no se dice es que, como terminamos de ver,
esa teoría ya había sido propuesta por Swedenborg con nueve años
de antelación. Con ello cobra visos de verosimilitud cierta sospecha
que obligaría a modificar en este punto los anales de la ciencia.
Swedenborg fue miembro correspondiente de la Academia Imperial
de Ciencias de San Petersburgo; hay datos, además, en los que cons-
ta que remitió allí sus obras científicas; Wolff desempeñó en dicha
Academia la cátedra de anatomía y fisiología; por tanto, es verosí-
mil que fuera su acceso a las obras remitidas por Swedenborg a lo
largo de los años que este mantuvo su vínculo con la Academia lo
que inspirara a Wolff su teoría de la epigénesis. En cualquier caso,
atribuir a Wolff la primicia de la epigénesis sin compartirla tan si-
quiera con Swedenborg es decididamente un error historiográfico.

149
EL REINO DEL ALMA CONSIDERADO
DESDE EL PUNTO DE VISTA
ANATÓMICO, FÍSICO Y FILOSÓFICO

PRÓLOGO

2. La facultad de captar la bondad de todas las formas y, por consi-


guiente, también las secretas delicias de la verdad, es innata e inhe-
rente a nuestros sentidos, tanto externos como internos. Sin estar
educado, el oído capta y de algún modo siente las medidas, armonía
y melodía de los tonos, pues la mente se ve afectada de inmediato de
manera correspondiente. La vista capta espontáneamente la belleza
de la naturaleza y los vínculos armoniosos y bellos entre objetos di-
ferentes. La lengua capta las cualidades agradables de las viandas y
licores; y el olfato, las fragancias de los diversos aromas. Así también
la mente racional o intelecto distingue al instante y sin vacilar, la
verdad de las cosas y la concordancia de las formas con el orden de
la naturaleza; y, por tanto, con el intelecto mismo, pues dulcemente
satisfacen y agradan y hacen emerger emociones profundamente
ocultas. Por lo cual, siempre que una verdad brilla, la mente se entu-
siasma y regocija, lo que constituye prueba de que cierta mente su-
perior o alma ... en tales momentos se vuelve más dadivosa, más li-
bre, como si se liberara de sus cadenas, más activa, más presente en
su influjo y más próxima en su correspondencia. Pues el alma que
fluye con su luz al interior de la esfera de la mente intelectual, con-
tiene en sí misma orden y verdad y, de este modo, por virtud de su
propia naturaleza, siente, aprueba y señala de cierto modo universal
la presencia de todo aquello que sea congruente o armónico. Así
pues, lo que parece innato no es más que una inclinación, no una
idea particular, ya que todas las ideas particulares se aprenden y
forman por conducto de los sentidos y sus órganos.
9. Pero suponiendo a efectos de argumentación que, partiendo
de una síntesis, alguno de los prebostes de la comunidad de los sabios
pudiera haber tomado lo falso por verdadero con la intención de
extraer posteriormente de ello verdades más puras por la vía analíti-
ca o regla de posición falsa, y procediera luego a corregirlo, perfec-
cionarlo y pulirlo, como cincela el escultor la pieza de mármol en
bruto; decidme pues -os lo ruego- ¿quién de ellos habría sido en
tal caso fiel a las reglas del análisis? ¿Quién habría forjado y corregido

150
EL REINO DEL ALMA

luego los puntos de vista y apariencias asumidos y predeterminados


tal vez en el alborear mismo del pensamiento, adversos a la verdad?
En lugar de ello y según nos lo demuestra la experiencia, foo habrían
todos ellos buscado la confirmación de lo falso y no de lo verdadero?
Pues mientras la voluntad se dirige hacia lo falso, se recrea constan-
temente en aquellas cosas que a su vez lo confirman, o que concuer-
dan. De este modo, la presunción se ve más y más fortificada por
argumentos plausibles, hasta alcanzar un poder de persuasión igual al
de la propia verdad. Pues siempre que un razonamiento afirmativo se
aplica a una preconcepción, un sinnúmero de particulares, todos ellos
orientados en idéntico sentido, acuden en apoyo; es decir, tanto los
dictámenes de la filosofía racional como los fenómenos del mundo
tomados en consideración bajo la engañosa luz de los sentidos ...
Pero todas las cosas tienen contados sus días, incluidos los pro-
ductos de las facultades humanas; sobre todo, los abortos o mons-
truos de las hipótesis. Son concebidos y lanzados al mundo, crecen,
envejecen y acaban por morir. Mas de las cenizas de cada uno nacen
otros nuevos, y cada cabeza de la monstruosa Hidra segada por el
joven Hércules produce centenares de otras más, por lo cual espec-
tros de parecida laña perduran a través de los tiempos y, como he-
chiceras, distraen perennemente la mente humana. De ahí vienen
los errores, la oscuridad mental, las falacias, las disensiones, las gue-
rras civiles entre alma y cuerpo, las disputas escolásticas sobre nade-
rías y trivialidades, la huida y exilio de las verdades, el estupor y las
densas tinieblas, precisamente en torno a aquellas cosas en las que la
luz fulgura con mayor brillantez. Y todo esto hasta tal extremo que
los propios altares y sus sagrados fuegos se contaminan, razón por la
que la filosofía de la mente humana se encuentra solemnemente
proscrita en lista de los objetos divinos. Todas estas cosas tienen un
mismo origen: el hábito y propensión a razonar de manera sintética.
10. El poder de adivinar principios verdaderos gracias al con-
curso exclusivo de la mente, y descender a partir de ahí por el cami-
no de la certidumbre a través de sus consecuencias hasta las cosas
posteriores, pertenece exclusivamente a los seres y poderes superio-
res: los espíritus, ángeles y el propio Omnisciente, que habitan, cier-
tamente, en la luz más intensa y moran en la verdad y sabiduría
esenciales ... Esto no sucede en el caso de las mentes humanas, las
cuales derivan de los sentidos o absorben por su conducto todos los
materiales sobre los cuales han de razonar ...
11. El análisis inicia su trama de raciocinio a partir de hechos,
efectos y fenómenos que previamente han penetrado a través de los
sentidos corporales ...

151
O B RA CI E N Ti F I CA

13. Cuando en el transcurso del tiempo y bajo el ejercicio de


dicho análisis llegamos a elevarnos hasta los principios de las cosas,
podemos entonces adecuadamente y por vez primera comenzar o
más bien retornar desde los principios, y enunciarlos con suficiente
autoridad mediante una definición clara e inteligible, pues la mente
contempla ahora el mundo entero como a través de un espejo y
observa todas las cosas de un modo universal... Lo que sigue consti-
tuye, por tanto, un resumen del trabajo que tengo la intención de
acometer.
14. Tengo la intención de examinar física y filosóficamente la
completa,anatomía del cuerpo humano: todas sus vísceras abdomi-
nales y torácicas, los órganos genitales de ambos sexos y los de los
sentidos. Asimismo, la anatomía de todas las partes del cerebro, ce-
rebelo, bulbo raquídeo y médula espinal. Luego, la sustancia cortical
de ambos cerebros 1 y su fibra medular. También la fibra nerviosa del
cuerpo y la muscular, así como las causas de las fuerzas y movimien-
tos del organismo; y, adicionalmente, las enfermedades, sobre todo
las de la cabeza o que se derivan del cerebro. Me propongo luego
exponer una introducción a la psicología racional, que consta de
ciertas nuevas doctrinas con la ayuda de las cuales se nos pueda con-
ducir desde el organismo material del cuerpo hasta un conocimiento
del alma, que es inmaterial...
15 .... el objetivo que me propongo consiste en alcanzar a cono-
cer el alma, siendo este el conocimiento que habrá de coronar mis
estudios. A ello van encaminados mis esfuerzos y esa es su meta,
pues el alma mora y actúa en los principios, no ya del cuerpo única-
mente, sino también del mundo universal, en la medida en que
constituye la suprema esencia, forma, substancia y fuerza del micro-
cosmos ... Para alcanzar este magno objetivo me lanzo a la arena con
el designio de considerar y examinar en profundidad todo el mun-
do o microcosmos donde mora el alma, pues pienso que sería vana
la empresa de buscarla en cualquier lugar que no sea su propio
reino ...
16. El cuerpo es su imagen, semblanza y tipo. Ella es el modelo,
la idea, la cabeza; esto es: el alma del cuerpo. Así pues, se encuentra
representada en el cuerpo como en un espejo. Estoy por ello decidi-
do a examinar cuidadosamente la anatomía entera de su cuerpo, de
la cabeza a los pies, parte por parte; y, para una mayor aproxima-
ción, su cerebro, lugar en el que ella ha dispuesto sus primeros órga-

l. Concibió el cerebelo como una especie de cerebro menor.

152
EL REINO DEL ALMA

nos; y, por último, también las fibras y demás formas orgánicas más
puras, y las fuerzas y los modos que de ahí se derivan ...
19. No hace mucho, publiqué La organización del reino del
alma, trabajo subdividido en varios tratados singulares pero que solo
versan sobre la sangre, las arterias, el corazón y el movimiento del
cerebro y su sustancia cortical; y, antes de recorrer con minuciosi-
dad el territorio completo, tomé un atajo hacia el alma presentando
un ensayo sobre ella. Mas, una vez ponderado el asunto con mayor
detenimiento, descubrí que había dirigido mis pasos hacia dicho ob-
jetivo con desmedida celeridad y precipitación, tras haber explora-
do tan solo la sangre y sus órganos peculiares. Acometí esto impeli-
do por un irresistible deseo de conocimiento. Sin embargo, puesto
que el alma actúa en las cosas supremas y más internas, no mostrán-
dosenos hasta haber sido desnudada de todas las capas que la recu-
bren, una por una, estoy por ello firmemente decidido a no conce-
derme reposo hasta haber recorrido el territorio completo hasta mi
objetivo; o sea, hasta haber atravesado el reino universal del alma
hasta el alma misma. Abrigo con ello la esperanza de que orientando
mi trayectoria constantemente hacia el interior, lograré abrir, Dios
mediante, todas las puertas que me permitirán finalmente contem-
plarla ...
22. No trataría yo de persuadir a nadie que ya tenga asumidas
por la fe estas elevadas verdades, de que las entienda por medio del
intelecto. iQue estos se abstengan de leer mis libros! Aquel que cree
implícitamente en la revelación sin acudir al intelecto es el más feliz
de los mortales, el más próximo a los cielos, y ciudadano de ambos
reinos a un mismo tiempo. Estas páginas mías van dirigidas exclusi-
vamente a aquellos que jamás otorgan crédito alguno a nada que no
puedan admitir con el intelecto. Es decir, aquellos que osadamente
invalidan y niegan la existencia de todo cuanto es supereminente o
más sublime que ellos mismos, como el alma y lo que de ella se deri-
va: vida, inmortalidad, cielo, etc ... [Cosas que ellos niegan] clasifi-
cándolas como expresiones vacías de contenido real, entia rationis,
fantasmas, trivialidades, fábulas, presunciones y autoengaños. Como
consecuencia, rinden honores y adoran la naturaleza, el mundo y a
sí mismos. Por lo demás, se comparan a los animales, piensan que
han de morir como ellos y creen que sus almas, una vez exhaladas, se
evaporarán. De este modo, impertérritos, se precipitan a la comi-
sión de ignominias. Solo ellos me preocupan y, como antes dije, solo
para ellos redacto mi obra y a ellos se la dedico, pues una vez haya
demostrado las verdades mediante el método analítico, espero que
esas penumbras degradadoras o nubes materiales que oscurecen el

153
OBRA CIENTÍFICA

sagrado templo de la mente se dispersen y de este modo, con la


ayuda de Dios que es el Sol de la sabiduría, quede abierta la vía hacia
la fe.

[NATURALEZA Y COMPOSICION DE LA SALIVA]

38. Generalmente, se supone que la lengua cumple una cuarta fun-


ción, consistente en humedecerse ella misma y sus partes orgánicas,
motrices y sensitivas, mediante un flujo constante de saliva fresca.
No obstante, este humor salival no se recoge o deriva de ninguna
fuente o glándulas en la propia lengua, sino de múltiples fuentes o
glándulas situadas en la boca, encías, paladar y mandíbula; e incluso
más remotamente, en las sienes, mejillas y órbitas de los ojos. Breve-
mente dicho: de la parótida sublingual, molar, bucal, palatal, maxi-
lar, y las glándulas orbitales, etcétera 2 •
81. El esófago recibe por conducto de la faringe el alimento que
le llega del paladar, y lo impulsa con prodigioso instinto y arte a
través del orificio del cardias hasta el estómago. Además, atrae el
aporte de salivas, sustancias íntimamente dotadas de poderes de
disolución, reblandecimiento, descomposición, extracción, modifi-
cación, recubrimiento con vainas, transporte, insinuación y -lo que
es más importante todavía- de vivificación (m) desde cada una de
las provincias de la cabeza y tórax, y las conduce y suministra al ·
estómago.

(m). La naturaleza de la saliva solo puede entenderse partiendo de sus


efectos. El análisis químico arroja escasa luz sobre el tema y nada nos dice,
tampoco, de sus partes constitutivas ni del modo en que estas se enlazan
unas con otras. Al descomponerla químicamente, la saliva produce cierta
cantidad de líquido acuoso, un espíritu débil pigmentado con un poro de
aceite volátil, también un aceite denso y fétido; y, por último, un residuo
mezclado con una sal alcalina fija. Deposita un precipitado y se vuelve
lechosa cuando se trata con sulfato de plomo. No muestra efervescencia ni
con ácidos ni con bases, y la ebullición suave apenas si provoca en ella
ningún cambio. Al ser examinadas al microscopio sus partículas diluidas
en agua, aparecen oblongas y ramificadas. Leeuwenhoek las describe como
minúsculos gusanos con cabezas, colas y sinuosos cuerpos, que se despla-
zan de un lado a otro con ágiles movimientos natatorios. Mas, ¿qué gana-

2. La extensión conferida a la principal de las glándulas salivares, la parótida, su-


pera sus límites anatómicos reales. Además, confundió con glándulas las papilas gustativas
y creyó que «no manan saliva sino que solo absorben los jugos humedecidos o disueltos
por esta», y tienden a provocar el aflujo de saliva de la parótida por un efecto de succión.

154
EL REINO DEL ALMA

mas nosotros de semejante análisis químico en cuanto a comprensión, si


consideramos que otros líquidos similares, espíritus, aceites y residuos se
obtienen igualmente por destilación de todos los seres del reino animal y
vegetal? ... Es de hecho perfectamente normal que surjan formas en estado
de rápido movimiento en todas aquellas partes er1 que el flujo de espíritus
es abundante, tal como en los epidídimos, los canales deferentes, las vesí-
culas seminales y el propio semen; y según Leeuwenhoek, también en la
propia saliva bucal. De modo que, según parece ser, la sustancia llamada
espíritu animal siente una constante inclinación e ímpetu por aprovechar
cualesquiera oportunidades que se le brinden, para revestirse de un cuer-
po, el cual tiende luego a disgregarse, retornando al estado inicial o nativo
de sus principios constitutivos.

155
ENFERMEDADES DE LA FIBRA1

CAUSAS GENERALES DE LAS ENFERMEDADES DEL CUERPO

3 81 a. La primera, principal y más frecuente causa de enfermedades


del cuerpo es ... su alimento a base de sustancias sólidas y líquidas.
Los alimentos son sustancias que refrescan y renuevan la sangre y
que a cada vuelta del torrente circulatorio, la reconstituyen tras su
disolución; y que suministran especialmente aquellos elementos que
pasan al quilo y constituyen el suero por medio del cual la sangre es
integrada de nuevo. De la cantidad, calidad y suministro de los ali-
mentos depende el temperamento de la sangre ...
383. Una segunda y más remota causa de las enfermedades pro-
viene de los nutrientes sutiles apenas perceptibles mediante los sen-
tidos, que extraemos del aire circundante por medio de la respira-
ción pulmonar y cutánea, y que se introduce de inmediato en los
vasos capilares. Estos alimentos son tanto sólidos como líquidos, y
se encuentran suspendidos en el aire. En efecto, difundidos por este
hay nitratos, sustancias urinosas y sulfurosas, rocíos, aguas y jugos
esenciales que dan origen a los olores. Los efectos producidos por la
presencia en sangre de nitratos así como de vapores pestíferos nos
los muestran los experimentos ...
3 85. Una tercera y todavía más remota causa de enfermedades
del cuerpo consiste en esa perspiración imperceptible, denominada
sanctoriana 2 , en función de la cual el alimento es extraído, no del
aire, como anteriormente comenté, sino del éter. Este alimento tam-
poco es conducido inmediatamente al interior de las venas o sangre
roja, sino por conducto de ciertas fibras y en dirección a la corteza
cerebral. .. Y de ahí se insinúa en la sangre más pura para la integra-
ción de los espíritus animales, derivando de este modo hacia las fi-
bras medulares y por intermedio de estas, a la sangre ... De la canti-
dad, calidad y organización de estos elementos depende la naturaleza

1. Tercera de las partes de su La organización del reino del alma. No obstante, se la


puede considerar constitutiva de El reino del alma. Swedenborg no publicó dicha parte,
pero siguió considerándola válida al interrumpir su La organización del reino del alma
para acometer como tercer proyecto la redacción de El reino del alma.
2. Una referencia a Sanctorius (1561-1636), célebre médico, profesor en Padua e
inventor de instrumentos para la extracción de cálculos urinarios, un esfigmómetro, un
termómetro clínico, etcétera.

156
EL REtNO DEL ALMA

y estado de la sangre más pura; es decir, de los espíritus animales.


Y puesto que estos últimos fluyen a la sangre y constituyen su princi-
pal esencia, forzoso es que, si son malignos, actúen como origen de
enfermedades del cuerpo.
386. Una causa de enfermedades del cuerpo que también debe
catalogarse como perteneciente a las causas generales es la enferme-
dad del animus3; enfermedad que depende, como en el caso de las
causas externas, de la nutrición que acabo de mencionar arriba. Para
esta dolencia existe también una causa interna; a saber, el estado
mismo de la propia mente, que incide sobre el ánimo y lo mueve
como si fuera su siervo, para la ejecución de lo que quiere y desea.
Pero esta es la suprema y más remota causa de las enfermedades del
cuerpo, pues es bien evidente -según nos lo muestra la clara luz de
la experiencia- que una mente perturbada perturba la sangre y el
cuerpo; y esto con frecuencia incluso de tal modo que debido a un
deseo desmesurado por alcanzar un fin y al revés sufrido al verse
frustrada tal esperanza, nos precipitamos de cabeza a las pasiones
del ánimo y, debido a estas, a las enfermedades del cuerpo e incluso
a la muerte.
389. Al igual que hay causas muy externas, también las hay muy
internas, las cuales son las causas primarias de todas las demás ...
Estas, como no son voluntarias o de la mente, sino que se sitúan por
encima de las causas voluntarias derivadas de la mente, reciben la
denominación de causas contingentes, pues proceden de otra fuen-
te. Desconocemos su origen, atribuyéndolas por ello a la fortuna, a
nuestro destino, a la providencia. Por ejemplo, nuestro tropiezo con
peligros en los que la vida corre riesgo y de los que se derivan enfer-
medades ... alimentos nocivos o lugares donde existen vapores vene-
nosos y mortales, emociones del ánimo y deseos y apetencias inmo-
deradas de la mente, y otras muchas cosas similares; esto es, nuestro
tropiezo con cualesquiera causas de la enfermedad. Mas dado que
no existe nada que suceda por puro azar, fortuna o suerte, y dado
que existe una serie y conexión de causas contingentes derivadas de
hechos primarios; dado, también, que las causas primarias del cuer-
po animal provienen del alma; así sucede también con las causas
contingentes de la enfermedad. Estas tienen por tanto forzosamente
su fuente en el alma y sus cambios de estado. Es decir, según sea la
naturaleza del alma o según sea la de su recepción del influjo de vida
procedente de la forma suprema espiritual, así es la contingencia
que incide sobre la serie de nuestra vida ...

3. Cf. infra, n. 8.

157
OBRA CIENTÍFICA

393. Las causas innatas son hereditarias. Se derivan de los pa-


dres. Las causas sobreañadidas son las que provienen de actos pre-
vios de la vida, y adoptan una naturaleza como si fueran innatas. Se
las llama también causas adquiridas y algunas se convierten en here-
ditarias. Mas de ninguna de ellas puede decirse que son el origen de
enfermedades, ya que solo consisten en una predisposición para con-
traer enfermedades de uno u otro tipo ...

CARUS, ESPASMOS Y TÉTANOS, ESTORNUDO, TOS,


BOSTEZO, MANÍA, LOCURA, DELIRIO, IMAGINACIÓN FANÁTICA,
INCUBUS, EXTASIS ENERGUMENE, RABIA CANINA
E HIDROFOBIA, TARANTISMO Y BAILE DE SAN VITO, CATARRO
4
Y REUMATISMO SIMPLE

433. Elcarus consiste en un sueño de la especie más profunda. Aque-


llos a quienes les afecta, parecen muertos vivientes; e incluso cuando
se les despierta, se sumergen de nuevo en el sueño al instante si-
guiente de haber abierto los ojos. Queda claro por los síntomas que
la causa de este sueño mórbido proviene de la naturaleza demasiado
seca, caliente y, por tanto, endurecida de la sangre roja, de modo
que los glóbulos o coágulos se adhieren indisolubles a los vasos más
pequeños. Al quedar estos obstruidos de esta guisa, la sustancia cor-
tical, que es el cerebro sensitivo y motriz5, se ve desprovista de sus
espíritus y de la facultad de acción individual. Por eso este sueño
pesado viene por lo general acompañado de fiebre ...
467. El espasmo cínico [convulsión canina] constituye una con-
vulsión parecida -que surge de las causas mencionadas arriba, al
tratar de las convulsiones febriles- de un hemisferio cerebral o par-
te de este; especialmente, el lóbulo superior, pues consiste en una
distorsión de la boca. En ocasiones, también arrastra consigo las ce-
jas, aletas de la nariz o el cuello ... Se le llama tétanos cuando afecta a
todo el organismo y es en tal caso una especie de epilepsia ... 6 •
4 71. El estornudo consiste en una alta elevación y repentina
compresión de todo el cerebro y cerebelo, y constituye un modo

4. Algunas de las denominaciones que Swedenborg emplea responden a enferme-


dades no reconocidas por la medicina actual o tipificadas bajo sintomatologías o nomen-
clatura distintas.
5. Swedenborg tuvo aquí un extraordinario acierto al asignar estas funciones al
córtex cerebral, anticipándose a doctrinas y descubrimientos de finales del siglo XIX.
6. La causa real del tétanos radica en el bacilo descubierto por el bacteriólogo
alemán Arthur Nicolaier en 1884. La relación con la epilepsia es nula.

158
EL REINO DEL ALMA

natural para disipar y esparcir los humores y para expeler hacia las
salidas previstas por la naturaleza aquellas flemas que taponan los
asientos, intersticios y meninges de los cerebros; sobre todo, si inva-
den la lámina cribosa, tal como lo confirma la experiencia real. Tam-
bién se produce por una irritación de los nervios olfativos, cuyas
fibras se ramifican por todo el cerebro. Los pulmones, que experi-
mentan un movimiento [animatio] sincrónico con el de los cere-
bros, purgan del mismo modo simultáneamente sus bronquios y al-
véolos. La tos tiene un origen similar, pero en los pulmones.
4 72. El bostezo proviene de una suave elevación y erección del
cerebro, cuyo objeto consiste en prevenir que se duerma ...
500. La manía es el último estadio de la melancolía, pues la san-
gre del maníaco es extremadamente dura, prácticamente insoluble,
áspera, lívida, negra y malamente compatible con sustancias hetero-
géneas. En el suero aparecen flotando escasos glóbulos genuinos. La
sangre se forma pero no se disipa. Siendo por ello copiosa, parece
como bilis y amargura ... de modo, pues, que en los maníacos la san-
gre roja está radicalmente enferma ...
503. Del estado de las sangres, arterias, fibras y componentes
corticales en los maníacos -en una palabra, del estado del cere-
bro- puede deducirse la causa inmediata de su furia. A saber, el
hecho de que el córtex (en cuyo seno el alma activa la mente racio-
nal) permanece poco menos que inmutable, sin reaccionar lo más
mínimo ante el aporte de percepciones y, por tanto, manteniendo
fijo el pensamiento sobre una sola idea, motiva espantosas imagina-
ciones y licantropía ... 7 •
504. De todo esto se derivan también la fuerza y resistencia ca-
racterísticas de los perturbados, dado que las partes de ambas san-
gres no son lisas y de regular redondez, sino cortantes, rudas y den-
samente impregnadas de elementos de aristas punzantes, sulfurosos
y urinoso-volátiles, pues lo que es duro y tenaz no disipa las adhe-
rencias angulares que fluyen alrededor en abundancia, con lo cual
todo aparece erizado de púas. Por consiguiente, siendo también pun-
zantes los glóbulos de la sangre, cuando circulan por las arterias y
fibras, y sobre todo por las delicadas y sensibles paredes del córtex,
ejercen un efecto punzante, ulcerando e hiriendo. Esto origina una
dolencia que conduce en su grado extremo hasta la propia locura,
junto a un dolor no perceptible en el cuerpo sino en la mente: emo-
ción y violencia apasionada, y un estado crónico de vigilia ... Ahora

7. Transformación en hombre lobo.

159
OBRA CIENTÍFICA

bien, estas son las causas de la locura pero no de la manía, pues la


locura depende de la mente [mens] mientras la furia depende del
animus y la acción maníaca de ambos 8 • Podemos padecer locura y
no furia; e inversamente, es posible padecer de furia sin locura ...
512. [A diferencia del borracho, en el delirio febril] los sentidos
internos y los externos discrepan con frecuencia hasta tal extremo
que los pacientes sueñan estando plenamente despiertos, ven cosas
no percibidas y oyen palabras no pronunciadas. Actúan sin causa
como si la hubiera. Arrancan plumas o vellones como si tales cosas
estuvieran presentes ... se aterran ante la presencia de sus amigos
como si estos fuesen furias, los niños les parecen gigantes, y las cosas
con que se tropiezan se les antojan espectros, por no mencionar
otros fantasmales disparates ...
513. La fiebre es la causa del delirio y el origen general es el
calor de la sangre y su unión íntima con el suero. Esto motiva la total
descompensación de la química del cuerpo, pues la sangre debe de
flotar libremente en su suero y circular separada por las arterias,
sobre todo las del cerebro, donde los glóbulos de la sangre se disgre-
gan en sus partes constitutivas para poder atravesar el sistema de
redes de las fibras. La unión entre el suero y la sangre impide esta
circulación y, no obstante, esos corazoncillos -las glándulas corti-
cales y sus abundantes fibras- exigen algún jugo del que puedan
extraer su respiración y sustentar todo el sistema. Por tanto, en lu-
gar de espíritus extraen y absorben un suero insustancial, atiborrado
de agujas urinosas y limaduras sulfurosas ...
523. Existe una imaginación fanática o visión interna apenas
acompañada de la externa, ocular o diurna, salvo de manera muy
atenuada, llamada hemeralopía o -si sucede de noche- nictalopía ...
Las sustancias de la corteza cerebral permanecen rígidamente en el
estado que les ha sido inducido, resistiéndose a toda modificación ...
526. La causa de tan calamitosa y temible fantasía es la misma
que se menciona arriba como origen de la manía, laphrenitis [sic] y
los delirios ... Además, también proviene del fervor y empleo abusi-
vos de la mente, y del embrollo confuso de las ideas; así pues, de una
precipitación de la mente de una esfera de luz a una esfera de oscu-
ridad ...
534. [Al incubus se le denomina así] porque en horas nocturnas
el paciente tiene la sensación de que un espectro monta a horcajadas

8. El uso de las nociones animus y mens responde en Swedenborg a dos niveles dis-
tintos del psiquismo: el animus al neurovegetativo o de los centros de la emoción y experien-
cia sensorial. La mens al del psiquismo superior o procesos intelectivos y racionales.

160
EL REINO DEL ALMA

sobre su pecho, sofocándole con su peso la respiración 9 • Se encuen-


tra despierto pero inmerso en fantasmas, pues siente que desea ac-
tuar pero no puede ...
535. El cerebro se debate bajo una carencia de sangre arterial que,
al ser atraída de la cavidad de la carótida, no penetra todo el camino
hasta el córtex sino que resbalando sobre la superficie de la meninge,
cae directamente dentro de las venas y senos de la duramadre ...
537. El término éxtasis puede tomarse en varios sentidos. Con-
siste, por así decir, en un estado de separación entre cuerpo y alma
durante el cual la vida continúa y, según se cree, el alma abandona el
cuerpo o incluso, aunque permanezca en él, rompe con este su co-
nexión. Algunas personas entran en estado de éxtasis antes de agoni-
zar y con respecto al alma son, por así decir, elevadas fuera del mun-
do, pero retornan de nuevo a su humilde morada o prisión. Algunos
también aplican el término éxtasis al estado de los medio muertos
propio de quienes han padecido un naufragio; esto es, que habiendo
permanecido sumergidos bajo las olas son rescatados con cuerpo y
rostro lívidos, como si estuvieran muertos; pero que, una vez vomi-
tada el agua mortal y restituido su calor corporal, retornan de nuevo
a la vida ... Algunos animales, como las golondrinas, osos y otras es-
pecies, pasan el invierno en una especie de muerte, sin alimentarse y
suspendida su respiración. Y hay hombres capaces de algo similar,
cuya vida también se denomina estática. Se dice también que en las
regiones boreales ciertas personas conocedoras de las artes mágicas
son capaces de entrar espontáneamente en una especie de éxtasis
acompañado de la supresión de los sentidos externos y movimientos,
ocupándose entonces tan solo de las operaciones anímicas con objeto
de poder luego, al revivir, revelar hurtos y desvelar secretos ... 10•
538. En las personas objeto de éxtasis la circulación de la san-
gre parece detenerse, pues es imperceptible el pulso de las arterias
excepto en la cervical, donde se aprecia muy débilmente. La respi-
ración queda en suspenso ... La sangre no circula por la aorta ... sino
que la que penetra en la aurícula derecha del corazón es expelida a
través del foramen ovale (que en estos individuos debe estar abier-
to) o bien por los vasos coronarios hasta el lado izquierdo del cora-
zón, y de ahí es elevada a través del tronco ascendente de la aorta y
a través de la arteria vertebral, y tal vez también de la carótida,

9. Se alude aquí comparativamente al íncubo famoso de la tradición demoniológi-


ca o ser satánico que copula con una mujer bajo apariencia de varón.
1 O. Con toda seguridad, Swedenborg se refiere a las prácticas adivinatorias de los
angekoks entre los lapones y a los «viajes extáticos• de los chamanes entre los pastores de
renos, un tema maravillosamente estudiado por Mircea Eliade.

161
OBRA CIENTÍFICA

hacia el cerebelo y cerebro; luego retorna por la vena vertebral que


sale del cráneo, y por las venas espinales ... Esta parece ser la circula-
ción de su sangre. En lo que respecta al cerebro, este sigue siendo
vivificado por este escaso flujo de sangre y, al mismo tiempo, por el
espíritu que es aportado a través de los vasos que imitan las fibras.
De este modo las sustancias corticales y al mismo tiempo las fibras,
obtienen una débil respiración y en tanto esto prosigue, el cuerpo
frío conserva esperanzas de vida. Por ello, para poder llevar una
vida de éxtasis se requiere una disposición peculiar, lo cual también
es un hecho conocido a través de la disección de cadáveres, y que
resulta evidente en la tortuga de mar, los patos y otros anfibios; a
saber, por su corazón y cerebro y la conexión entre ambos, que
contribuyen de modo primordial al mantenimiento de una vida de
esta naturaleza ... 11•
540. Las personas mordidas por perros rabiosos experimentan a
veces una rabia similar, que aparece y desaparece alternativamente,
conspirando la naturaleza de su sangre o la tendencia de su animus
hacia dicho efecto de modo más o menos vehemente o suave. Esta
enfermedad consiste en una especie de delirio o manía delirante,
que en algunos individuos inspira de tal modo su vida y su sangre
que arden en deseos de arremeter contra quienquiera que se tropie-
cen, y esto incluso después de transcurridos muchos años. Se dice
que los mismos síntomas tienden a aparecer como consecuencia de
otros animales, e incluso de la rabia de individuos excitados.
541. Explicar las causas íntimas de tales fenómenos queda fuera
de mi alcance, pues habría que conocer no solo la naturaleza y com-
posición genuinas de la sangre, sino la de los venenos y sus variedades.
Hay venenos procedentes tanto del reino mineral como del vegetal y
del animal... Los venenos consisten en cosas que no concuerdan con
nuestra sangre roja o la sangre más pura o espíritu animal...
542. Pero en lo que respecta a venenos de perros rabiosos o
cancerberos, podemos pronosticar que se trata de minúsculos glóbu-
los espumosos o salivales, ovalados y como cubiertos por una túnica
algo ruda, en los cuales se encuentra oculta una mixtura de tales
venenos. Si estas vesículas oviformes son conducidas al interior de
una estructura cárnica por mordedura, permanecen enteras durante
largo tiempo y no se mezclan con la sangre a menos que el calor y el

11. Swedenborg tuvo repetidas experiencias extáticas durante la segunda etapa de


su vida, e incluso un trance «como el que experimentan quienes están a punto de morir».
Los datos que sobre ello aporta en El cielo y su maravillas y el infierno coinciden prodi-
giosamente con los obtenidos a través de la moderna investigación tanatológica en hospi-
tales y centros de reanimación.

162
EL REINO DEL ALMA

paso del tiempo las disuelvan, en cuyo momento producen una es-
pantosa carnicería destructiva; es decir, un glóbulo tras otro, o bien
cierto número de ellos a un mismo tiempo. Esto pudiera ser la causa
del retorno de la rabia con cierta intermitencia 12 •
543. El tarantismo se produce por picadura de la tarántula. Los
pacientes yacen a veces con miembros adormecidos, pero -ioh
maravilla!- algunas melodías les incitan a bailar. Enloquecidos, sal-
tan brincan como saltimbanquis y agitan sus piernas, y no quedan
sanados salvo luego de haber sudado profusamente. No difiere mu-
cho de esto el baile de San Vito, dolencia consistente en que los
brazos y cuerpos del enfermo se contorsionan de un modo increíble,
y que una danza similar se produce a intervalos regulares ...
544. Es un hecho bien conocido que un virus 13 inoculado por
una picadura es la causa de este fenómeno, si bien no es fácil adivi-
nar la naturaleza de este virus, pues hay varios géneros de veneno e
innumerables especies. ¿Quién conoce la forma de cada género o
especie, o sus discordancias respecto a la sangre y otros humores de
pureza mayor o menor que la de la sangre, así como con respecto a
los vasos y fibras? Y, ¿quién conoce la analogía entre picores astrin-
gentes y titilan tes? ... Ahora bien, si formas que fluyen desde los ór-
ganos sensoriales cambian tan repentinamente el estado de la corte-
za cerebral, ¿qué no producirán formas análogas en las fibras y en la
corteza cerebral? Es decir, formas análogas a aquellas en cuyo es-
tado se encuentra la corteza cerebral cuando recibe las modulacio-
nes mediante el oído y, de modo acorde con estas, es inducido a
danzar o a mover las piernas dando saltos ... He visto una liebre escu-
char melodías con las orejas tiesas, y que siempre brincaba al es-
cuchar una de ellas. Pero esto solo como anécdota. Es inevitable que
los corpúsculos emponzoñados de la tarántula se adhieran a las fi-
bras o invadan la corteza cerebral de algún modo, de forma que esta
última no puede poner sus fuerzas en acción hasta que el sistema
sensorial es excitado conforme a un estado correspondiente y armó-
nico. Entonces, apenas producirse el más mínimo estado de esta na-
turaleza, los venenos hacen que la corteza cerebral excitada de esta
manera, fluctúe y salte de diversos modos. De ahí viene la gesticula-
ción y la agitación de los miembros, a modo de danza. Los efectos
observados así nos lo indican con toda certidumbre. Además, estos

12. Contra lo opinado por Swedenborg, la rabia no sigue un curso intermitente sino
progresivo y mortal.
13. Swedenborg utiliza el término como lo empleaban los romanos: para significar
ponzoña o veneno.

163
OBRA CIENTÍFICA

venenos son adecuados para la sangre de la tarántula pero no lo son


en absoluto para la humana, pues las personas picadas por tarántu-
las o escorpiones se curan con aceite mezclado con su propia sangre,
ya que este absorbe cosas homogéneas y elimina en su interior aque-
llas que de ningún modo pueden combinarse con sangre extraña.
553. El catarro es una enfermedad que, por lo general, tiene su
origen en el cerebro, pues puede percibirse de modo sensible que se
produce una acumulación e inundación de algún tipo de humor apri-
sionado, perezoso, estancado, pesado, que cambia de lugar como
serpenteando de un sitio a otro ... Tras un cierto tiempo, la sustancia
pituitaria comienza por lo general a diluirse y dispersarse, siendo
eliminada hacia el exterior por cierto número de conductos confor-
me al camino seguido por los nervios. Entonces se le suele denomi-
nar reumatismo simple.
Hablando con propiedad, el catarro consiste en una acumula-
ción de un licor pituitario entre las meninges cerebrales, duramadre
y piamadre, que las arterias de la duramadre segregan, y quizás tam-
bién las de la piamadre ...
556. Hay muchas clases de catarros .... El suero adquiere su na-
turaleza del alimento ordinario, que es el que se ingiere por la boca
y va a parar al estómago; del alimento atmosférico, extraído por la
respiración, que pasa al interior de las venas por medio de cutícu-
las; y de un alimento todavía más puro, que penetra a través de
poros sutiles. La sangre roja y la sangre más pura se impregnan de
todos estos alimentos. Hay alimentos, exhalaciones y vapores que
son más o menos inadecuados para la sangre y, por tanto, peligro-
sos o mortales. Cuando alimentos de esta naturaleza pervierten el
suero, entonces, por un esfuerzo e impulso de todo el cerebro y
cuerpo son rechazados y expelidos como enemigos. De ello se deri-
va un conflicto y se produce una lucha por el territorio, vaso o
sangre. Por esta causa se producen también secreciones y, de ahí,
un catarro o reumatismo más maligno, que al manifestarse resulta
más doloroso y origina molestias y retortijones más torturantes.
Este es el motivo por el cual el catarro de unas regiones es más
peligroso que el de otras. Incluso se da con frecuencia el caso de
que un tipo de catarro prevalece durante un determinado tiempo y
ataca a aquellos de cuya sangre discrepa; pues las exhalaciones,
algunas de las cuales son extremadamente sutiles, surgen de cierta
parte del interior de la tierra, del océano, de las nubes, de enferme-
dades pestíferas, o del cambio de las épocas del año. Exhalaciones
que infectan el aire o éter y, por consiguiente, el alimento atmosfé-
rico al que antes nos hemos referido.

164
SOBRE LA GENERACIÓN

EL SEMEN VIRIL

169. Con fundamento en tales premisas, creo estar ahora en condi-


ciones de proceder a una descripción del semen. Pues bien: el semen
genuino, que primero se forma en los testículos, después en el cor-
pus Highmorii y los epidídimos y, finalmente, en los conductos eya-
culadores o vasos deferentes, consta de glóbulos o perfectísimas es-
feras cuyo interior lo ocupan las primeras, más simples, internas y
supremas sustancias del cuerpo animado en tanto que la superficie
se halla conformada por espíritu animal que, como recubrimiento,
completa y rodea los glóbulos ....
170. En las sustancias más simples que ocupan el lugar más in-
terno y forman, por así decir, el núcleo, se encuentra todo cuanto
atribuimos al alma. De este modo puede por tanto decirse que es el
alma la que ocupa el lugar más interno y que, a continuación, está
delimitada por la superficie formada por el espíritu animal de modo
que, simultáneamente, configura el más puro glóbulo o simiente di-
minuta ... Estos glóbulos purísimos son las pequeñas simientes y es-
permas fructificantes y prolíficas y, por tanto, portadoras del alma y
la vida del padre ... esta esencia primaria que ocupa el interior. .. es
sustancia en sí misma y fuerza formativa [vis formatrix] ...
171. Por ello, tan pronto como estas sustancias genuinamente
seminales y espermáticas confluyen, como sucede en los epidídimos
y vasos deferentes, no pueden sino acometer e intentar de inmediato
la tarea formativa. Pero esto solo en la medida en que se las provee
con un suministro de sustancias similares a las que se requieren para
el acto y desarrollo de la formación. Mas dado que en esta fase no se
encuentran presentes tales sustancias, [las seminales] se organizan con
ayuda de las disponibles según la forma del futuro cuerpo en sus
rudimentos iniciales; es decir, a modo de una primitiva forma de
carina como la que puede verse en los huevos de las aves 1• Esto es,
como formas y fibras que tienen el aspecto de pequeñas anguilas.
Estas, con motivo de su movimiento intrínseco e incesante actividad,
presentan el aspecto de animálculos vivientes cuando, en realidad,

1. El término carina, que en latín significa quilla, lo tomó Swedenborg del De


formatione de pulli in ovo, de Marcello Malpighi, el célebre anatomista y microscopista
italiano, profesor de las Universidades de Pisa y Mesina, y médico del papa Inocencia XII.

165
OBRA CIENTÍFICA

no son sino las primeras conformaciones y pequeños estambres que


van surgiendo unidos en series de tal especie, por las que parecen
mostrarse deseosas de iniciar el primer tejido del futuro cuerpo 2 • En
estos estambres, puesto que procedentes de cada óvulo, reside la vida
y alma del padre, pero todavía indistinta e imperfecta, como un ru-
dimento. Son también sumamente activos y confunden a los investi-
gadores más sagaces, haciéndoles creer que el primer origen del feto
procede de ellos antes de iniciarse en el óvulo. Leeuwenhoek com-
parte por entero esta opinión, y Boerhaave se inclina a favor de esta
misma idea, pues estos estambres, por su forma similar a una anguila
y activo movimiento, se insinúan en los sentidos de un modo muy
vívido y de ahí en la mente racional. Sobre todo cuando a tales obser-
vaciones se las respalda con confirmaciones derivadas del origen de
las ranas, que se desarrollan a partir de pequeñas anguilas [sic]; y
también por un tipo similar de pequeñas anguilas observable en el
huevo incubado[?]. Tampoco es posible disipar estas ilusiones mien-
tras no hayamos recorrido atentamente la serie completa de la for-
mación, pues nos topamos con infinidad de fenómenos que de lo
contrario no sería posible desentrañar, tales como la existencia y
subsistencia en las vesículas seminales de formas que semejan angui-
las, donde moran a veces por semanas y meses y se agitan mientras
tanto con un movimiento incesante ... El propio Leeuwenhoek, en el
mismísimo pasaje en el que registra su examen de estas minúsculas
anguilas en el semen de muchos cuadrúpedos, aves, peces y especial-
mente en los epidídimos y vasos deferentes, calculando en unas cin-
cuenta mil las que en un caso encontró reunidas en un espacio del
tamaño de un grano de arena, menciona al mismo tiempo que vio
glóbulos e incluso estrías. Respecto a los referidos glóbulos, estas son
sus palabras: «Debajo de los animálculos podía verse un sustrato de
glóbulos numerosos y extremadamente finos, así como muchos cuer-
pos planos de contorno ovalado de tamaño casi igual al de los glóbu-
los de la sangre humana; glóbulos a los que también cabe atribuir vida
debido a sus movimientos activos». Además, en otro lugar, describien-
do el líquido nervioso que rezuman las fibras más minúsculas, afirma
que pequeñas anguilas pululan en ellas; pero luego confesó su error
al descubrir que estas no son otra cosa que una prolongación y espe-
cie de cohesión fibrosa del humor nervioso.
172. Estos son los glóbulos primitivos en los cuales reside ese
elemento vital y natural que sirve para iniciar la generación en el
óvulo. Mas dado que estos glóbulos son de la especie más pura, alta-

2. Ideas acordes con la teoría fibrilar que Swedenborg adoptó.

166
EL REINO DEL ALMA

mente agitable, y tienden constantemente a acometer la tarea for-


mativa dondequiera que se tropiecen con sustancias mediadoras,
deben de nuevo ser reducidos a una forma más general y compuesta.
Esto recuerda el caso de las simientes primigenias del reino vegetal,
las cuales se encuentran recubiertas por una cutícula y, gradualmen-
te, se desarrollan y maduran. Pues si fueran liberados uno a uno y
conformados como anguilas, el proceso de engendramiento y for-
mación se detendría. En cambio, con objeto de asegurar su subsis-
tencia y consistencia hasta el momento en que se les conduce hasta
la matriz y óvulo, descienden hasta el interior de las vesículas semi-
nales, a las que son aportadas diversas clases apropiadas de fluidos y
elementos sometidos a incesante y diversa agitación y rotación. De
este modo estas formas simples del semen se acoplan recíprocamen-
te. Entonces, acomodadas bajo una capa membranosa cortical más
densa, cierto número de ellas es objeto de un movimiento por el que
se las remueve, originándose así nuevos glóbulos compuestos, sien-
do estos los genuinos glóbulos seminales. Este es el segundo grado
compositivo, pues los glóbulos primigenios agrupados ordenada-
mente para formar glóbulos mayores y rodeados por una túnica o
corteza más general, completan su segunda dimensión. Los glóbulos
de este orden también han sido observados mediante el microsco-
pio, pues alcanzan una dimensión suficiente para hallarse compren-
didos dentro del límite de visibilidad del referido instrumento ...
174. Para que este material seminal desarrollado así y transmiti-
do al interior de la matriz, pueda comenzar a engendrar una nueva
vida, un diminuto cuerpo en virtud de sus primeros principios, es
necesario que en su tierra o matriz, como las simientes del reino
vegetal en la suya propia, se disuelva de nuevo el grado correspon-
diente a su segunda composición de modo que, liberados los glóbu-
los seminales desnudos, puedan estos ascender como un aura vital
por las trompas de Falopio y penetrar en los óvulos situados en los
ovarios 3 • El proceso de su resolución se demostrará en lo que más
abajo expondré; y que esto sea necesario se confirma por el parale-
lismo con las simientes vegetales. Estas últimas se encuentran encap-
suladas por su membrana, propia y adecuada; y algunas, como por

3. Swedenborg reproduce en el capítulo XII del tratado Sobre la generación las


ideas sobre ovarios y óvulos recogidas por Heister, Winslow, Boerhaave, Morgagni, De
Graaf y Schurig. El óvulo propiamente dicho todavía no había sido observado. Creíase
que el folículo ovárico, visible a simple vista, es el «huevo». Swedenborg compartió esta
opinión y militó, por tanto, en las filas de los espermatistas al afirmar rotundamente que
el óvulo es «meramente un receptáculo ... no engrosando su tamaño hasta que es llenado o
impregnado por el nuevo huésped espirituoso»; es decir, por el semen.

167
OBRA CIENTÍFICA

ejemplo las de las uvas, moras y muchísimas más, todavía se hallan


recubiertas por otra sustancia densa. El motivo por el que las simien-
tes vegetales cuentan con una cubierta más densa es que tienen que
penetrar en la tierra genital [sic] o duro suelo. Pues en todos los
casos tiene que darse una correspondencia mutua: tal como es el
suelo o matriz, así es la cubierta adoptada; y esto, con el fin de que el
interior pueda liberarse con celeridad o lentitud, según la naturaleza
de las causas que se presentan en dicha matriz. Los glóbulos así libe-
rados o abiertos se parecen a una especie de aura, siendo en grado
extremo ligeros y volátiles, y pudiendo equipararse por su movili-
dad a las auras propiamente dichas. Por eso penetran también a tra-
vés de los poros más finos de los óvulos como a través de una túnica
semejante a un cedazo o tamiz, cosa que no sucedería si se traslada-
ran hasta ese punto en forma de pequeñas anguilas.
175. Los óvulos alojados en estos ovarios están formados de tal
modo que no solo ofrecen a los glóbulos la oportunidad de introdu-
cirse, sino también un seno de la más apropiada especie; y esto no
solo para que cierto número de glóbulos pueda agruparse de nuevo
allí dentro sino, también, para que puedan obtener su primera y más
apta nutrición. Así pues, esta primera, más interna y suprema esen-
cia animal en la cual moral el alma y que constituye el alma, comien-
za el hilo de su formación de manera acorde con su naturaleza. An-
tes que nada, concibe y diferencia un cerebro en su más pura forma;
esto es, tal como esta se encuentra presente en las profundidades de
la sustancia de la corteza cerebral. Después, a partir de muchos mi-
nicerebros como este, por medio de fibras simples, se extiende para
formar la carina; y así sucesivamente ...
35 8. En lo que respecta a la formación del cuerpo embrionario a
partir del óvulo, las leyes de la naturaleza nos llevan a inferir lo
siguiente: que la formación del cuerpo progresa ordenada y gradual-
mente a partir de los elementos primarios o más internos, hacia los
últimos y más externos; y por ello, a partir del alma y hacia las vísce-
ras del cuerpo. Que todas las cosas se forman sucesivamente y que
en las más pequeñas no existe un modelo de las mayores, salvo en
términos representativos 4 •

4. La versión EAK I, 247 es más clara todavía. Dice Así: «En la formación del
embrión en el útero o del polluelo en el huevo, todas las cosas acontecen de un modo
perfectamente diferenciado. Y los diversos miembros se forman sucesivamente, uno tras
otro, de modo que no existe ninguna efigie real de lo más grande en lo más pequeño,
ningún modelo del futuro cuerpo en el germen, ningún ejemplar que pura y simplemente
se expande». Que Swedenborg invocara como causa generativa un hipotético principio
anímico (nadie tenía por aquel entonces idea de la existencia del material genético) no es
óbice para reconocer que formuló una teoría epigenética en toda regla.

168
PSICOLOGÍA RACIONAL

En 1739 Swedenborg formuló en su Organización del Reino del


Alma un anticipo de su doctrina de las correspondencias y repre-
sentaciones. Según Alfred Acton, su reflexión en torno a la signifi-
cación de los sueños, tema que ya por aquellas fechas comenzó a
preocuparle1, debió contribuir a que desarrollara de modo más com-
pleto esta doctrina. En cualquier caso, se trata de un esfuerzo por
hallar una teoría alternativa que permitiera superar la infranquea-
ble barrera interpuesta entre sus proyectos relativos a «verdades
ocultas» conducentes a desvelar la naturaleza del alma, y las limi-
tadas posibilidades reales que la indagación experimental prome-
tía. La nulidad de los resultados obtenidos a través de sus renova-
dos empeños acabaría actuando como factor detonante de su crisis.
Swedenborg llegó a plantearse que solo esferas como la onírica,
cuya área de contacto con el ámbito espiritual -pensaba él- es
más extensa e íntima, permitirían solventar los problemas a los que
se enfrentaba. Mientras, en la estela de sus esfuerzos fueron quedan-
do, inconclusas y abandonadas, sucesivas obras como restos de un
naufragio por etapas. Entre ellas y junto a las demás, anteriormente
reproducidas y glosadas, la Organización del Reino del Alma, inte-
rrumpida tras haber dado a la imprenta tan solo sus dos primeros
volúmenes. Comprendida entre las ulteriores «transacciones» de esta
obra se encuentra su Psicología Racional; y hacia el final de dicha

1. Según se sabe, sus primeras anotaciones relativas a experiencias oníricas datan


de ese año. No obstante, de ellas no ha quedado vestigio alguno. Por fortuna el Libro de
los sueños, del que se ofrece poco más adelante algunos breves extractos, compensa al
estudioso con creces de la pérdida de aquellos documentos precursores.

169
OBRA CIENTÍFICA

«transacción» -séptima de las proyectadas para dicha obra- e ins-


pirado en el Ensayo sobre el entendimiento humano del filósofo in-
glés ]ohn Locke, aborda el tema de ciertas matemáticas universales,
presunto lenguaje propio de la mente y el alma misma, y menciona
el proyecto de una «Clave jeroglífica».
Estos pasos le fueron arrastrando indefectiblemente hacia el pun-
to final de su carrera científica. Cada vez más atento a su propio
mundo onírico, Swedenborg extraería de él incluso las indicaciones
conducentes a la redacción de El culto y amor a Dios, última de sus
obras precríticas. A la sazón se encontraba ya, de hecho, en la ante-
sala de los visionarios. Bajo la estructura de un hexamerón y me-
diante un estilo libérrimo, imaginativo y poético, Swedenborg resu-
me en dicha obra la quintaesencia de su pensamiento filosófico y
científico en los momentos cruciales de su transición desde una me-
tafísica dialéctica a una metafísica revelada, sin recurso alguno a
ciencias mediadoras. En el Libro de los sueños 2 encontramos ante-
cedentes y claves de la concepción y composición de esta obra tan
impresionantes y específicos que los he juzgado dignos de figurar
como prolegómenos de la misma.

2. Cf. Introducción General, supra, pp. 32-34.

170
PSICOLOGÍA RACIONAL

5 63. Existe una ciencia de las ciencias, esto es, una ciencia universal
que comprende a todas las demás y a partir de la cual, como partes
constitutivas de la misma, se la puede transformar en tal o cual cien-
cia [particular]. Dicha ciencia no se adquiere por aprendizaje; es
innata, particularmente en las almas, que son inteligencias puras.
Esta es la ciencia de las almas al ser liberadas del cuerpo, y la de los
ángeles, pues cabe suponer que si comunicaran sus pensamientos o
conversaran, no se atendrían a palabras, ya que todas las palabras
son ideas y formas materiales o signos cuya significación la mente
entiende por haber practicado su utilización. Con fundamento en
dicha ciencia el alma ve al instante la naturaleza intrínseca de todas
las cosas que se le manifiestan. Es decir, que percibe si son buenas o
malas y les da o les niega su asentimiento, todo según su naturaleza.
A menos que el alma estuviera dotada de una ciencia como la descri-
ta, jamás podría fluir al interior de nuestros pensamientos e infun-
dirles, por así decir, la facultad de entender y expresar cosas más
elevadas; ni podría construir todas las formas orgánicas en concor-
dancia con las leyes más internas y secretas de la mecánica, física,
química, etc. 1• Por ello, no cabe negar el hecho de que existe una
ciencia de tal naturaleza ...
566. En verdad, parece posible que esta ciencia pueda someterse
a cálculo, y la forma en que eso es realizable puede percibirse en
función de lo que sucede respecto a los sentidos internos; a saber:
todas las ideas, tanto materiales como intelectuales, no son más que
cambios de estado del aparato sensorial e intelectual. La naturaleza
de estos cambios de estado puede entenderse en función de la des-
cripción de las formas; especialmente, de las circulares y espirales.
El alma percibe cada uno de estos cambios, y conoce lo que signifi-
ca ... Además, en la mente se reducen todos a sus adecuadas ecuacio-
nes. Ecuaciones en las que se hallan simultáneamente presentes aque-
llas cosas que previamente han sido agrupadas; esto es, aquellas que
han entrado a formar parte de la ecuación sucesivamente ...
567. De este modo resulta ciertamente posible someter a cálculo
ideas de la mente, de lo cual surgen unas matemáticas universales.
Mas de esto no puede deducirse ninguna certidumbre, salvo que la

l. Cf. supra, pp. 142 y 160.

171
OBRA CIENTÍFICA

certidumbre a partir de la cual las ecuaciones han de iniciarse se


presuponga y reconozca. Para mayor abundamiento, me gustaría
también presentar uno o dos ensayos. Es más, me he cerciorado acer-
ca de la posibilidad de ello. Pero hay muchas reglas que exponer de
antemano, datos que presentar y verdades que relacionar entre sí
antes de poder estar yo en condiciones de acometer esta tarea. E
incluso después, todavía caemos en un nudo gordiano o ecuación
irresoluble. Salir de esta situación requeriría una cantidad de trabajo
cuyos resultados no compensan. Además, el más mínimo error po-
dría desencadenar innumerables falsedades. Por esta razón, me abs-
tengo de llevar a cabo el intento y, en su lugar, he preferido presen-
tar una Clave jeroglífica de los Arcanos Naturales y Espirituales por
vía de las Representaciones y las Correspondencias, capaz de condu-
cirnos con mayor celeridad y garantía hasta verdades ocultas. Puesto
que esta doctrina sigue desconociéndose en el mundo, me incumbe
dedicarle ulterior atención 2 •

2. Lamentablemente, aquí termina el manuscrito, dejándonos in albis. Sin embar-


go, en torno al 1744, Swedenborg redactaría finalmente su Clave jeroglífica de los Arca-
nos Naturales y Espirituales por vía de las Representaciones y las Correspondencias. En
este opúsculo, póstumamente publicado en Londres por R. Hindmarsh en 1784, aborda
diversos tipos de «correspondencia»: armónica, alegórica, típica; y -quizás la más intere-
sante de todas- la Correspondentia fabulosa et somniorum (Correspondencia fabulosa y
de los sueños). Bajo esta última agrupa los mitos o fábulas -por ejemplo, el de la torre de
Babel- y el simbolismo de los sueños y visiones.

172
LIBRO DE LOS SUEÑOS

Noche del 6 al 7 de octubre

249. Vi cómo era colocado por encima como un velo negro o piel
reluciente pero sin sustancia alguna. Se dijo que no acoplaría bien,
pues estaba encogido y arrugado. Se prometió que se me iluminaría
mejor. Pudo también percibirse como una luz interior. .. Significa
que me he adentrado con el entendimiento e imaginación en un
territorio similar al velo negro que no se ajustaría bien. Vi de nuevo
un abismo, que representa el peligro al que me abocan mis pensa-
mientos. Por lo demás, se trata de algo que se me indica acerca de mi
libro. Uno dijo que se trata de un libro divino sobre el Culto y Amor
a Dios ...

Noche del 26 al 2 7 de octubre

277. Me encontré en mi dormitorio con un conocido o familiar. Le


dije que quería mostrarle que mis alojamientos eran mejores ... Salí
con él al salón. Al abrir la puerta vi que todo un mercadillo estaba
instalado allí; y justo frente a mí, muchas mercaderías expuestas. Al
otro lado veíase el flanco de un gran palacio, pero este fue demoli-
do; y al frente y por los lados, un espacio lleno de vasijas hermosas,
creo que de porcelana, recién expuestas. Al costado, todo se hallaba
en proceso de ordenación. Luego entré en mi pequeña alcoba, que
también relumbró.
2 78. Todo esto significa el trabajo que ahora emprendo en nom-
bre de Dios. Al frente, Sobre el culto a Dios; al costado, Sobre el
amor. Y significa que no debo servirme de los productos de los de-
más, sino de los míos propios exclusivamente ... 1• iQue Dios me guíe
por buen camino!...
282. Al despertarme al filo del alba, me sobrevino de nuevo el
mismo tipo de vértigo o desmayo que tuve en Amsterdam hace seis
o siete años, al comenzar la redacción de La Organización del Rei-
no del Alma, pero más sutil, de modo que me vi inmerso en un

l. Este sueño, a cuyas «instrucciones» se plegó Swedenborg fielmente, contiene la


clave de su decisión de prescindir en su nueva obra del acostumbrado aparato de citas
sistemáticamente anexado a toda su producción precedente.

173
OBRA CIENTIFICA

estado cercano a la muerte. Esto acaeció al aparecérseme la luz. Me


tumbó de bruces, pero fue pasando poco a poco merced a breves
períodos de adormecimiento. De modo, pues, que este desmayo fue
más interno y profundo, pero cedió con mayor prontitud. Al igual
que aquella vez, significa que mi cabeza está siendo desembarazada
de aquello que obstaculizaría mis pensamientos, como también ocu-
rrió en la anterior ocasión, puesto que me proporcionó una parti-
cular agudeza, especialmente a la hora de escribir. También esto me
fue representado ahora, pues me pareció escribir con una bella cali-
grafía.

174
EL CULTO Y AMOR A DIOS

EL ORIGEN DE LA TIERRA

5. Para que el cuerpo celeste desplazado a la más remota de las


circunferencias y más distante del Sol no se viera inmerso en una
luz más indiscernible y mortecina que los demás, un gran satélite
lo rodea a modo espejo lunar continuo: el así llamado disco de
Saturno 1•
9. El Sol estuvo originalmente recubierto por efluvios excitados
y eclosionados por su radiación efectiva, confluyendo en abundan-
cia y de todas direcciones sobre él como su único lugar de cobijo y
reposo. En función de esos fluidos condensados en el transcurso del
tiempo, se formó una nebulosa circundante o masa similar a la clara
de un huevo que, con el Sol en su interior, debió recordar al Gran
Huevo Cósmico. Con el paso del tiempo ese huevo pudo formar una
corteza o especie de cáscara ...
1 O. Al estallar este inmenso repositorio, emergieron grandes
masas en número igual al de los planetas actualmente visibles en
nuestro sistema ...
14. Una vez formada la atmósfera [terrestre] a partir de los más
sutiles principios exhalados del seno del planeta y conjugados con el
éter, y habiéndose comenzado a producir de este modo un atempe-
ramiento del calor que manaba de tan próxima y abrasadora fuente,
una corteza sólida comenzó a formarse sobre nuestro mundo en es-
tado de fusión: un recubrimiento tenue al principio, pero que gra-
dualmente fue haciéndose más denso y espeso mediante el flujo de
materias que emergían de las profundidades todavía en ebullición.
Recubierta su entera redondez por esta capa, nuestro mundo ama-
neció pulcro y hermoso, terso todo él, sin valles ni montañas: una
esfera sin fronteras, irrigada por riachuelos y ríos manando de fuen-
tes termales como la red de tibios vasos sanguíneos de un embrión, y
difundiéndose en todas direcciones una niebla perlada de rocío que
tras adentrarse en la atmósfera recién nacida, retornaba al candente
seno la Tierra, templándola con un incesante vapor.

1. Swedenborg hace aquí un llamativo alarde de finalismo: Dios prevé que la luz
no falte siquiera en el más remoto de los planetas: Saturno (Urano, Neptuno y Plutón no
habían sido descubiertos todavía). La misma idea la repetiría en Los arcanos celestiales.

175
OBRA CIENTÍFICA

15. Esta Tierra virgen y tan hermosa vino a representar entonces


una nueva especie de huevo, pero cargado, esta vez, de otros mu-
chos huevecillos diminutos o pequeñas simientes ... Estas entidades
germinales se encontraban todavía imbricadas unas en otras: el rei-
no vegetal en el mineral, que pronto habría de constituir su matriz;
el animal en el vegetal, dispuesto para desempeñar el papel de niñe-
ra o ama de leche. Cada uno de los cuales surgiría luego por separa-
do de debajo de su propia cubierta protectora ...

SOBRE EL PARAÍSO

19. Al instaurarse en toda la Tierra un clima primaveral, emergieron


de su seno hermosas flores de las semillas más próximas a su super-
ficie ... Incluso las tierras norteñas se cubrieron de una vegetación
floral lujuriante. Expresar en palabras y cifras este juego de la natu-
raleza jubilosa exigiría dar la vuelta a la totalidad del globo sin fron-
teras, pues al igual que cada fragmento de mantillo generaba su pro-
pia y nueva forma, cada paso del avance de la primavera iba
añadiendo otras más, incluidas algunas que luego desaparecerían
para siempre. A saber, las que tenían impresas en sus hojas y expues-
tas de manera diversa, pero visible, la serie de las vicisitudes del glo-
bo terrestre y la naturaleza del universo. Algunas, por ejemplo, te-
nían marcadas estrellas o mostraban una superficie jaspeada,
representando así el cielo constelado de astros. Otras, en cambio,
exhibían el flameante Sol, sus rayos y su maridaje con la Tierra; o los
círculos del cielo diferenciados mediante colores, con sus esferas ... 2 •

CRIATURAS VIVIENTES EN EL PARAÍSO

23. No había una sola planta ni la hoja tan siquiera de un arbusto


que no contribuyera a alguna finalidad, no para sí misma ... sino tam-
bién, específicamente, para su estirpe sirviendo de paso a alguna
aplicación útil para toda la Tierra e incluso a una finalidad más su-
blime para el reino destinado a ser poblado por almas, para servicio

2. Descontado lo lírico e imaginario, estas imágenes encierran una idea revolucio-


naria: la de un desarrollo evolutivo en el curso del cual determinadas especies se extin-
guieron. En ello se adelantó como mínimo cinco años a Buffon. En rigor, la paleontología
nacería con las famosas Investigaciones sobre las osamentas fósiles, de Cuvier, que datan
del 1812.

176
PSICOLOGÍA RACIONAL

de las cuales habrían de tener aplicación todos esos otros usos o


utilidades en toda su compleja y múltiple variedad ...
25. Esta naturaleza seminal animada desde lo más interno, fe-
cundaba ahora las tiernas hojas que comenzaron a engrosarse a modo
de cálices y ovarios, engendrando pequeños huevecillos, pero de otro
género. Por ello produjeron en primer término animálculos de baja
estirpe; luego los más elevados, por el mismo orden en que, previa-
mente, la naturaleza propagó su progenie vegetal. De este modo, en
los inicios y durante el avance de la primavera hicieron su aparición
pequeños gusanos y orugas, beneficiándose de los rayos de la luz
tales fetos [sic] que en cuanto a conocimiento, ejecutaron las funcio-
nes y oficio de sus vidas en un estado de oscuridad mayor que el de
otras criaturas. Estas ínfimas apariencias de vida o modelos vivientes
de la naturaleza encerraban igualmente, bajo las primeras formas
que los animaron, un principio más interno y oculto, que se desarro-
lló una vez llegada a su término su vida reptante. Esta fuerza vital
interior transmutó los gusanos en ninfas o crisálidas, y sin cesar de
reordenar los tejidos del cuerpecillo precedente, terminó provocan-
do su liberación y el abandono de sus mudas, de las que emergieron
provistas de alas para elevarse hacia los cielos, donde el resto de sus
días discurrirían dedicados a juegos de amoríos destinados a la per-
petuación de la especie y, en definitiva, a su conversión en madres
gestantes. En el diminuto orbe de sus oscuras vidas, tal como estas
hasta ahora transcurrieron, no había función natural alguna, siquie-
ra la menor de todas, ni ninguna diminuta arteria o fibra en el tejido
orgánico de sus minúsculos cuerpos, que no estuviera acomodada a
dicha forma de vida, impulsándola, por así decir, hacia un objetivo
que les permitiera cosechar los frutos de su tarea una vez cumplida.
Así pues, la vida motivadora de sus comportamientos derivaba su
vigor a través de las series que la contenían, acomodándose óptima-
mente su naturaleza a este propósito. Además, en esta familia uni-
versal de baja estirpe no había ni tan solo una única especie que no
contribuyera de algún modo al interés común, bien en un determi-
nado instante, bien para épocas venideras, por más que nuestros
sentidos no nos permitan vislumbrar esa utilidad, que comprende
miríadas de aspectos, ya que nuestros sentidos apenas si rozan la
superficie de los efectos ... 3 • De este modo ahora, mediante nuevos
usos y al mismo tiempo nuevas decoraciones [sic], nuestro paraíso se

3. Swedenborg intuye aquí con extraordinaria anticipación una moderna noción


ecológica: la de la biodiversidad, equilibro y utilidad de las especies a nivel global o
planetario. '

177
OBRA CIENTÍFICA

vio en sus aspectos menores elevado a un mayor esplendor, pues


cada hoja era portadora de su principio de vida y cada flor relum-
braba con el fulgor de su cromatismo, enaltecidas unas y otras por la
vida de la naturaleza a la que estaban vinculadas.
26. Al poblarse ahora los paradisíacos planteles violáceos y ar-
boledas de estos nuevos hálitos de vida, comenzó a formarse a partir
de similares rudimentos y matrices, y a cobrar existencia, otra nueva
progenie destinada a embellecer el reino animal. A saber, la tribu de
los volátiles ... Los madroños más tempranos, frondosos y pletóricos
de savia -vegetación de una primavera ya mediada-, fueron ori-
gen del nacimiento de las aves. Plantas que más tarde destinarían su
acción a la perpetuación de su propia estirpe, garantizándose sus
propias expectativas de vida, abrieron ahora sus espirales y fibras
más internas, e iniciaron la procreación de estos frutos de más eleva-
da estirpe: pequeños huevos con sus yemas y rudimentos de nuevas
vidas, depositados con diligente y cuidadosa suavidad en nidos for-
mados con briznas vegetales convenientemente próximas al lugar.
Los restantes cuidados quedaron encomendados a nuevos progeni-
tores: la tierra, todavía caliente, y el Sol destinado a empollarlos con
sus rayos. Todo ello como si los tallos poblados de hojas actuaran
con inteligencia e ingenio semejantes a una ciencia ... De los nidos
construidos espontáneamente alzaron el vuelo tantos géneros y es-
pecies de aves como existían especies de arbustos. Pero la vegetación
secundaria que luego germinó, no a partir de las simientes de la tie-
rra sino de las suyas propias, dejó de ser ovípara una vez engendra-
das las aves ... Esplendorosamente adornadas y con vivos colores ce-
lestes y flameantes, las criaturas aladas así emergidas prestaron su
llamativo esplendor a la atmósfera y al orbe entero. Algunas especies
mostraban cabezas coronadas y encrestadas como con gemas, diade-
mas, colgantes y finas gargantillas, en tanto que en sus colas desple-
gadas en abanico aparecían nítidamente plasmadas estrellas, auro-
ras, futuros arcos iris ... y los rayos del Sol virados en tonos púrpura
embellecían las grandes plumas remeras de sus alas. El plumaje de
algunas otras incluso mostraba imágenes del propio paraíso y su es-
plendoroso paisaje ...
27. Por último los cuadrúpedos y rebaños de ganado hicieron su
aparición en este panorama, pero no antes de que los arbustos bajos
hubieran engendrado su progenie de aves domésticas en evitación
de que los antedichos animales consumieran la vegetación, las aplas-
taran bajo sus pezuñas y destruyeran el grano destinado a su alimen-
to. Estas últimas y oportunas creaciones del paraíso fueron asimis-
mo engendradas por bosques ovíparos; ahora bien, por aquellos que

178
PSICOLOGÍA RACIONAL

eran portadores de cierta naturaleza superior. Bajo el impulso de


una tendencia prolífica similar, estos bosques expusieron finalmente
sus senos más internos, y fecundaron con líquido seminal los tenues
óvulos que pendían de sus ramas, los cuales, siendo conducidos al
interior de matrices expandidas y confiados al mismo tiempo al cui-
dado de flores y plantas herbáceas, se revistieron de capas protecto-
ras -amnios y corion- y sellaron los accesos con placentas, liban-
do a través de pequeños y sinuosos cordones umbilicales leches
vegetales purificadas dentro de dichas plantas, mediante una suc-
ción hacia el hígado, lugar en que esos líquidos son sometidos a
purgación y, como el quilo, matrimoniados con la sangre, siendo
seguidamente entregados al corazón, impulsados al cerebro y distri-
buidos para su aprovechamiento por el cuerpo en desarrollo ... 4 •

NACIMIENTO DEL PRIMOGÉNITO: ADÁN

32. Existía en aquel entonces cierto boscaje en la región más tempe-


rada de nuestro orbe planetario, no bajo el Sol del mediodía sino en
determinada situación intermedia entre el ártico y el arco mayor
ecuatorial: lugar expuesto a los rayos del Sol canicular no desde el
ángulo cenital, ni tampoco con excesiva oblicuidad, sino conforme a
una trayectoria de inclinación media; una zona climática intermedia
entre calor y frío ... Era este un paraíso dentro del Paraíso. Un lugar
de ensueño y arquetipo de todos los boscajes y jardines terrenales.
Era también el de más reciente formación y el núcleo del centro de
convergencia de los rayos solares. En su punto medio hallábase, a su
vez, un árbol portador de un óvulo minúsculo: de todos, el más
precioso, en el que, como en el estuche en que se guarda una joya, la
naturaleza había concentrado sus más altos recursos y poderes en
disposición de convertirse en el inicio del cuerpo más perfecto. Por
ello a este árbol se le asignó el nombre de árbol de la vida.
33. Mas pese a que la naturaleza había atesorado en él sus más
excelsas y valiosas maravillas como en un arca sagrada diminuta, este
huevo aún no había sido fecundado ... Cuando la naturaleza hubo
completado por entero su trabajo y condensado, por así decir, sus

4. Aunque trastocándolo ligeramente y dando de todo ello una versión lírica, Swe-
denborg sigue el orden de la creación según el Génesis. Sin embargo, este responde a una
teogonía tradicional (creaciones puntuales). A diferencia de ello Swedenborg introduce
una idea biogenética de asombrosa modernidad: la de una evolución gradual en la que la
generación de determinados seres está condicionada a la previa aparición de otros, y en la
que todos ocupan lugares específicos dentro de una escala de complejidad creciente.

179
OBRA CIENTÍFICA

esferas en este huevo como centro, la Mente Suprema vino a su en-


cuentro y, como Sol de Vida, concentrando Sus rayos, concibió la
forma supraceleste o alma que es vida y capaz de contener lo que es
infinito o al propio Infinito mismo. La Mente Suprema infundió,
pues, tal forma o alma a este tesoro o minúsculo huevecillo. Esta fue
la primera prueba de unión connubial de una esencia espiritual con
el aura suprema de la naturaleza, que tuvo lugar con objeto de que el
orbe fluyente de las causas concebido por el Infinito en el gran huevo
del mundo, y descendido hasta este huevecillo mínimo, pudiera com-
pletarse dentro del ciclo de la naturaleza y luego, por unión con el
Infinito, pudiera convertirse en infinito y, por tal conjunción, una
corte terrenal pudiera ser adscrita a la esplendorosa Corte Celestial...
35. El alma, ardiendo en deseos generativos como mente for-
mada a imagen y semejanza de la Suprema, inició el engendramien-
to de su pequeño mundo o microcosmos según la efigie del gran
mundo, solo que no ex nihilo 5 , con el propósito fijo de revestirse de
él a modo de cuerpo y para poder operar en él como una deidad
administradora de leyes a su libre albedrío por medio del entendi-
miento ... No vaciló ni un instante. De la diminuta fuente de su vida,
como de una minúscula estrella, comenzó a emitir su virtud vibra-
toria a modo de rayos dentro del mecanismo del huevo, y con estos
rayos girando en esferas acordes con la forma celestial, diseñó antes
que nada una especie de Olimpo o modelo del cielo, destinándolo a
habitáculo para las inteligencias y su servidumbre: las ciencias y
experiencias 6 • Y de este Olimpo y sus pequeños vórtices, extrajo la
sustancia más sutil, de la consistencia de un vapor, y los inicios de
tantas fibras como le eran necesarias para preparar y entramar los
tejidos de un cuerpo orgánico, con todas sus vísceras y miembros.
Comenzó así a fabricar sus sandalias aladas o, más bien, las escale-
ras por las cuales poder descender desde las supremas torres de
vigía de la naturaleza en las que ahora residía, hasta su suelo y, así
pues, hasta el Paraíso.
36. Pero de momento no había allí otra cosa que un huevo en el
cual introdujo estos inicios, dando pie a un ligero incremento de su
volumen. Para completar este trabajo divino bajo tales auspicios,
extremó sus cuidados en poner todo a su servicio en la medida en
que pudiera prestar utilidad. El propio árbol de la vida desplegó su
rama portadora de este fruto áureo y vital, introduciéndolo en una

5. Tenemos aquí una prueba explícita de que Swedenborg, en contra de lo opina-


do por A. Clissold, no se opuso al dogma de la creación ex nihilo. Cf. supra, pp. 77-78.
6. Imagen alegórica del cerebro.

180
PSICOLOGÍA RACIONAL

matriz suave y propicia y, cubriéndolo con una tenue corteza y


blandas hojas, les retiró los jugos nutricios a las hojas colindantes
para concentrar todos sus desvelos en torno aquella vida, con ex-
clusión de todas las demás ... El Sol rehuía aproximarse con su ful-
gor a este último huevo del mundo, emitiendo una claridad espiri-
tual a excepción de ciertos rayos que transmitidos a través de frutos
translúcidos, por cuyo conducto adquirían la apariencia del vetea-
do del pétalo de una flor, llegaban ya despojados de su excesivo
poder calorífico ...
3 7. No solo la naturaleza formaba un cerco protector. El Cielo
se hizo presente, pues sus moradores o mentes espirituales descen-
dieron con tal propósito para secundar a la Naturaleza y asegurarse
de que nada infectase este bosque sagrado. Y en verdad, apenas fiera
alguna transgredía las fronteras prescritas por las inteligencias, un
temor súbito la obligaba a replegarse a sus bosques; o bien, tras algu-
nos pasos vacilantes, terminaba por pegar su vientre al suelo, adop-
tando actitudes de adoración a su Príncipe y Señor. ..
38. Todo se hallaba dispuesto. Inclinándose hacia tierra gradual-
mente, conforme avanzaba la gestación, la rama parturienta acabó
depositando su fruto cuidadosamente sobre el lecho que lo espera-
ba. Se hallaban presentes también los seres celestiales circundados
por una nube luminosa, y convinieron en que nada se había omitido.
Todo había acontecido de riguroso acuerdo con los cánones. De
modo que, cumplidos los meses ... el feto, perfectamente conocedor
de lo decretado, salió de su recinto, accediendo por su propio es-
fuerzo a este mundo y su Paraíso ...

SOBRE EL AMOR DEL PRIMOGÉNITO

57. A punto ya de incorporarse en su lecho, el primogénito sintió


que una fuerza espontánea lo retenía, no pudiendo todavía colum-
brar las sagradas criaturas espirituales cuya presencia le había sido
anunciada, dado que su visión aún se perdía en cierta confusa pe-
numbra. Mas ahora, habiéndose frotado los ojos, se vio de pronto
rodeado de innumerables niñas iniciando un juego a modo de dan-
zas en círculos ... Súbitamente, todo terminó; y, queriendo en vano
recordar estas visiones, preguntó ansioso y con voz perentoria y tré-
mula a sus inteligencias si habían contemplado estos juegos infan-
tiles, instándoles a que le explicaran si más allá de lo visualmente
perceptible, estas placenteras representaciones ocultaban algún sig-
nificado más profundo. A tal pregunta la primera de las inteligencias

181
OBRA CIENTÍFICA

respondió sonriendo que aquellas eran, bajo apariencia de niñas, las


inteligencias celestiales cuya venida se anunció, pues estas adoptan
cualesquiera formas que les plazcan e inician todo tipo de actuacio-
nes mediante las cuales representan todo cuanto nosotros expresa-
mos mediante palabras; pues el discurso de los seres sagrados consis-
te exclusivamente en representaciones, como así sucede también con
el discurso de nuestras mentes. Así pues, conectan todas las cosas
con experiencias placenteras y con la vida, haciendo que esto se ad-
hiera permanente y nítidamente a nuestras mentes. No esbozan tam-
poco el más mínimo gesto ni inician paso alguno tras los cuales no se
oculte algo sublime y misterioso".

" 1 El discurso de cualesquiera inteligencias celestiales consiste exclusiva-


mente en representaciones por medio de imágenes que se dan de hecho
ante ellas, y son concebidas de tal modo que cada verdad pueda llana y
claramente brillar ante nuestros ojos puros 7 • Quien entiende esas repre-
sentaciones también comprende el discurso de las criaturas celestiales o
habla celestial. Las representaciones de nuestras mentes mediante ideas
también son similares, pues resulta evidente incluso a través de una some-
ra reflexión sobre los modos más puros de funcionamiento de nuestras
mentes, que el pensamiento no se desarrolla mediante palabras y sus am-
bigüedades, pues podemos concebir, pensar e inferir en un instante más
cosas de lo que podríamos pronunciar de palabra o por escrito en el
transcurso de un día entero. Las palabras solo nos son de utilidad cuando
hemos de expresar verbalmente las cosas que de este modo nuestra mente
ha engendrado. La vida auténtica de nuestra inteligencia tiene por funda-
mento representaciones de esta naturaleza, por lo que en lo que a tal cosa
respecta, nuestras mentes son como las de los seres celestiales. Mas el
motivo por el que no podemos percibir estas cosas con tanta nitidez en
nosotros mismos consiste en que recurrimos con mayor predilección y
frecuencia a nuestra imaginación que a nuestro pensamiento, pues las
expresiones son representadas por la imaginación bajo el aspecto de ideas
y viceversa ...

68. El Amor es aquel ante cuya indicación es gobernado el orbe


que consideramos propio de nosotros. Hay infinitos amores, pero
tan solo uno en cada mente, que desempeña el papel primordial... y
debido a su numerosidad, se ofusca nuestra visión ante ellos, pues ya
de por sí su infinidad, sobre todo cuando son contradictorios entre
sí, obnubila nuestra mente 8 • Esta es también la razón por la que ague-

7. Véase supra, pp. 161-164, el tema de las representaciones y correspondencias.


8. Swedenborg intenta resolver aquí en términos sui generis el vidrioso problema
de la aparición del mal en el mundo. Utiliza como alegoría la figura del Príncipe del
Mundo. Este no es propiamente Satanás sino el producto de una incapacidad del hombre

182
PSICOLOGÍA RACIONAL

llo que es todo en todos se esfuma ante nosotros más fácilmente que
lo demás. También el amor que es todo en todos en nuestro peque-
ño microcosmos o cuerpo, y que, como una deidad o como el alma
de nuestras fuerzas, gobierna sus rumbos y fluctuaciones ... Esta es
una de las causas de que no distingamos fácilmente un amor de otro.
Pero hay otra cosa también y es que cada amor, como en una panto-
mima, asume la apariencia del Amor Supremo y encandila así las
mentes con sus trampas ...
72. [El príncipe de este mundo] se agencia para sí mismo inteli-
gencias y sabidurías en imitación de la norma celestial, en cada una
de las cuales imprime una imagen de sí mismo. Pero estas, obvia-
mente, son más bien merecedoras del nombre de locuras, puesto
que no las engendra otra cosa que sus verdades, que no son sino
falsedades y malignidades abyectas ... Pero la ley de su gobierno ... no
la establece en esa mente en la que reside como gobernador del Olim-
po, sino en la corte misma en la que se encuentran sus genios con sus
inclinaciones afectivas, a los cuales somete bajo un líder al que deno-
mina animus 9 • A los antedichos les concede todo poder de acción
conforme a sus inclinaciones e instintos naturales. Al animus mismo
lo nombra Señor del universo, haciéndole entrega de todos los ce-
tros obtenidos en su propio mundo, y poniéndole en su lugar mien-
tras él mismo se proclama dios entre los suyos y concede la facultad
de escoger cualesquiera amores, aunque cincunscritos siempre a los
que se relacionan con el cuerpo y el mundo ... Adopta también medi-
das con extrema circunspección y solicitud, con objeto de que nada
pueda insinuarse desde lo alto infundiendo una luz superior; luz que
él extingue al instante con sus antorchas flamígeras ... A los amantes
de esa luz los extravía, conduciéndoles por múltiples caminos y si-
nuosidades laberínticas y adoptando él mismo también, como Ver-
tumno 10, diversas apariencias, incluso celestiales, y especiosas repre-
sentaciones imposibles de descubrir. ..
74. [Conminadas las inteligencias espurias a contemplarse a tra-
vés del celestial espejo de la verdad, se les dijo] «iVéd y dirigid ahora
vuestros ojos a todas partes y observad cómo os reflejáis! Si como
Venus o como Palas ... y, huál es la calidad de vuestro fulgor y ade-
rezos celestiales?». Al instante se vieron a sí mismas como desholli-

para discriminar el Amor verdadero, teocéntrico, de los diversos amores antropocéntri-


cos que seducen al espíritu humano. En esta confusión radican todas las restantes dudas,
incluido el ateísmo.
9. Cf. supra, p. 152, n. 8.
1 O. Divinidad romana semejante al Proteo de los griegos, cuya principal facultad
consistía en el poder de metamorfosearse.

183
OBRA CIENTÍFICA

nadoras y cual turba al cuidado de hornos de azufre, negras, como


lámparas empañadas por oscuro óxido; no como inteligencias, sino
alienadas, lunáticas. Y de no haber sido por los movimientos estertó-
ricos de sus miembros, podría afirmarse que el aspecto que ofrecían
no era de vida, sino de muerte ... a consecuencia de las cuales incluso
se infunden en la sangre espumas pestíferas durante la vida en este
mundo; causas, todas ellas, conducentes a la muerte ... 11 •

EL MATRIMONIO DEL PRIMOGÉNITO

87. Hallábase a escasos estadios del Paraíso del primogénito una


arboleda circundada por riachuelos serpenteantes y dividida en ín-
sulas rodeadas por corrientes, formando todo ello un vergel en cuyo
centro se erguía a su vez un hermoso árbol comparable, en tamaño y
belleza, al árbol de la vida ... Siguiendo sinuosos senderos el primo-
génito se adentró en aquel lugar cercano ya del crepúsculo de la
noche. Y no acertando a vislumbrar el camino de vuelta bajo la oscu-
ridad creciente, decidió acomodarse en el vergel bajo las ramas de
aquel árbol y conciliar allí el sueño ... Instantes más tarde se le mate-
rializó en sueños la visión de una ninfa de rostro y cuerpo increíble-
mente bellos .... Intentó prenderla entre sus brazos, mas huyó como
nube luminosa y pareció desear eludirle. Espoleado por ello tanto
más su deseo, y en su esfuerzo por darle alcance, se lastimó el pecho
de modo que una de sus costillas pareció descoyuntarse ... mas al
término de su continuado empeño, soñó que la atrapaba estampán-
dole besos y más besos en su boca y labios. En aquel momento en
que tanto más hermosa le parecía por el nuevo ardor acumulado en
él, despertó de pronto viendo que todo había sido un sueño y sin
alcanzar a descubrir que, al igual que su propio árbol materno, el
que le había dado cobijo contenía un óvulo: el que habría de engen-
drarle su futura esposa ... 12 •

11. En suma, que ni mal ni muerte tienen su origen en Dios sino en el hombre
mismo.
12. A continuación se describe el proceso generativo de Eva. Sus estadios reiteran
los de Adán, aunque dejando traslucir, de un lado, una fidelidad al Génesis bíblico y, de
otro, a la doctrina de espermatismo. Se omiten estos pasajes por su carácter reiterativo y
por dar prioridad a los de la Tercera Parte (última de las publicadas por Swedenborg), de
mayor interés filosófico y literario.

184
PSICOLOGÍA RACIONAL

VIDA MARITAL DE LA PAREJA PRIMOGÉNITA


JUNTO A LOS TEMAS: EL SOL DE LA VIDA Y LAS FRONTERAS
ESPIRITUALES Y NATURALES

111. Al hallarse ahora a solas con su único amor. .. nada les rodeaba
que no colmara sus sentidos con placer y belleza. A su vez, todo
ofrecía motivos de conversación e intimidad en esta primera expe-
riencia de sus vidas. Con lo cual el joven no podía sino imprimir a
sus palabras giros que testimoniaran su amor, pues el ambiente ente-
ro que les rodeaba era propicio, primaveral, benigno; y alentaba las
peticiones de unión junto con las llamas del amor, apremiándoles
para que se fundieran ... El amor así concebido creció y fue hacién-
dose fogoso en este estado de suprema perfección de sus mentes y
pura inocencia pletórica de delicias, que de tal modo afectaba a am-
bas criaturas. Por estos prometedores inicios nació en ambos una
nueva condición de vida distinta de la anterior, pues nada de lo pre-
sentado a los sentidos que a uno le resultara agradable y placentero
dejaba de afectar de igual modo al otro; y así, por mutuo consenti-
miento, su recíproco alborozo se fundía y crecía en intensidad. De
modo que la vena de todas las delicias fluía al interior de un corazón
unido, aunque dividido en dos cámaras, combinándose allí como
una corriente común, siendo así que cada una de las partes no perci-
bía su propio placer sin gozar a la vez del percibido por la otra.
112. Hacia el amanecer, al difundir la aurora hacia las alturas de
la bóveda celeste los rayos áureos del Sol naciente, y yaciendo am-
bos en el lecho nupcial recién compartido, cierto relámpago celestial
fulguró ante sus ojos despertándoles del más dulce de los sueños,
despojándoles de su descanso y reclamando su atención. Apareció
entonces en la región central del cielo algo extraordinario que ha-
bría de mostrarles el universo entero y sus destinos ...
Primero. Apareció un Centro de Luz de Infinito Brillo, que re-
lumbró de tal modo que las llamas solares irradiadas desde la aurora
se sumieron en penumbra y eclipsáronse al instante las intensas lu-
minarias de las constelaciones. Los ojos de ambos comenzaron a
parpadear, y tuvieron que cerrarlos ... Ese Centro difundió Su luz a
través del universo de tal modo que sus confines o fronteras desapa-
recieron de la vista. Sumidos en la mayor de las perplejidades, se
apoderó de ambos un estupor que invadió la esfera de sus sentidos.
Segundo. Debido al fulgor formóse un círculo diamantino con
bellos fulgores transparentes, de tonalidad purpúrea. Fluía este for-
mando interminables órbitas y con un incesante serpenteo .... Dicho
contorno y sus ondulantes orillas aparecían coronados por bellísimos

185
OBRA CIENTÍFICA

cuerpos y rostros cuyas frentes lucían gemas diminutas como estre-


llas circundadas a su vez por un borde amarillo. Era todo ello como
imágenes múltiples del primogénito y su hermosa compañera ...
Tercero. Una vez posadas las miradas de ambos con inefable de-
licia sobre estas imágenes de sí mismos, ese bello contorno apareció
circundado por un anillo que al instante se tornó de un color como
de latón y hierro, y se revolvió y enroscó adoptando la forma de un
gran corazón. Ese río flameante, como un torbellino en giro perpe-
tuo y avanzando y circulando conforme a tales trayectorias, rodeó el
borde interior mediante una pared envolvente y, al igual que en la
cavidad cardíaca, surgió un doble conducto, uno para el influjo y
movimiento orbital de la llama del borde interior y el otro, para ese
oscuro y flamígero vórtice circundante. Mezclados los flujos de for-
ma adecuada en medio de la hoquedad, irrumpieron en el espacio a
través de una compuerta; pero, dividiéndose de nuevo tras haber
completado un circuito, retornaron a sus venas.
Cuarto. En estos dos circuitos formados alrededor del Centro
Brillantísimo apareció una inmensa masa de huevos aglomerados ...
Innumerables riachuelos surgieron entonces, nítidamente, como los
vasos sanguíneos y sus ramificaciones, penetrando en los huevecillos
y ejerciendo una acción firme desde el mencionado corazón. Siendo
estos animados así y vivificados, engendraron progenies de las cua-
les aquellas que rozaban la llama del borde interior adquirían formas
humanas en tanto que las que el fuego del círculo externo soflama-
ba, adoptaban formas bestiales y animalescas ...
Quinto. Dicha órbita universal fue encapsulada dentro un con-
torno envolvente de cristalina transparencia a través del cual podía
observarse todo cuanto hasta el momento habíase mostrado abierta-
mente a la vista. Entonces, el orden magistralmente ajustado y com-
binado de todas las cosas, cual una esfera conformada por múltiples
esferas menores, fue puesto en movimiento armónico, de ondula-
ciones a través de giros orbitales.
Sexto. Este gran contorno envolvente semejaba un huevo giran-
do sobre su eje y comprendía múltiples bandas. Habiendo concluido
su revolución el último giro y mientras las bandas todavía lo mante-
nían confinado, aunque laxamente, surgió de su centro un Cuerpo
Humano. Bajo sus pies las bandas todavía no aflojadas se arrollaron
de nuevo en espirales. Aflojándose estas más todavía y desenrollán-
dose, la Forma Humana ascendió hacia las alturas y fue elevada al
cielo. El propio contorno se desplegó entonces, separándose el bor-
de interno del borde flamígero o externo. Sus superficies giraron
alrededor de cierto globo formando nuevas órbitas, con lo cual, ele-

186
PSICOLOGÍA RACIONAL

vándose hacia lo alto a través de espirales giratorias, adoptó una


figura cónica.
Por último: Prolongándose la espiral a partir del vértice de di-
cho cono, conformó nuevas espiras que al girar de nuevo, se exten-
dieron en forma de hélices. Y así sucesivamente.
113. Maravillados ante tales visiones, volvieron a mirarse el uno
al otro deseando ambos poder captar en el rostro del otro la signifi-
cación íntima de estas cosas. Ambas mentes razonaron de pareja for-
ma, y concibieron una serie concatenada, desde principios hasta fi-
nes; y conforme fueron entendiendo, sus rostros se iluminaron
gradualmente. El joven, percibiendo este cambio en su consorte, aca-
rició sus mejillas y pidióle con suavidad que comenzara a extraer del
sagrado recinto de su mente lo que sabía acerca de la interpretación
de este fenómeno celestial.. .. «Por la conexión entre todas estas co-
sas del principio al fin -diría ella-, vemos claramente que esta
visión representa el universo y sus destinos ... Mas si bien es cierto
que mi mente capta que estas variadas e infinitas cosas se acoplan
armoniosamente y del modo más bello a las circunvoluciones del
orden y, finalmente, a la circunvolución última, no es por ello me-
nos cierto que no logra penetrar esas cosas sino superficialmente.
Por ello deseo pediros el favor, mi querido consorte, de que os dig-
néis desvelarme según el Divino Oráculo la más profundamente
oculta de las respuestas sobre los últimos destinos de las cosas del
fenómeno celeste que nos ha sido mostrado ... »
114 .... Prometióle desvelar los secretos que el cielo les había
presentado en imágenes, pues en efecto, le había sido concedida una
revelación: ...
115. Resulta patente para todos que el mundo con su tierra y su
triple reino no existe por sí mismo sino por motivos de un fin ante-
rior y superior a él. A saber, por razón del cielo; y esto, debido a la
Gloria del sapientísimo Creador ... Mas con objeto de que Su Gloria
pueda declararse del modo más sacrosanto, dignóse Él establecer
todas las cosas y las instituyó por creación de tal modo que por las
mentes humanas, y conforme a la humana condición, pudiera for-
marse un reino celestial o cierta sociedad sagrada en la cual, como
en un cuerpo, Él pudiese animar el alma y su Unigénito la mente ... El
cuerpo humano que nos fue mostrado en último lugar, salido al fin
del gran huevo, simboliza ese reino celestial o sociedad sagrada ... 13 •

13. Evidentemente, esto constituye una prefiguración de la idea delMaximus Horno.


Cf. Introducción General, supra, pp. 35-37.

187
OBRA CIENTÍFICA

116. Pero examinemos ahora las cosas singulares conforme al


orden según el cual aparecieron y, al tiempo que las exponemos,
determinemos también la conexión existente entre las cosas subse-
cuentes con las precedentes, para contemplar así el orden y, final-
mente, a partir del Fin de los fines, la maravillosa progresión y co-
rrespondencia de las causas mediadoras. Pues solo en la última, que
corona la obra, puede aprehenderse la relación de las cosas que pre-
cedieron, y solo en ella resulta manifiesto el acuerdo entre las dis-
cordancias aparentes. De este modo se disiparán las oscuridades sur-
gidas de una serie inconexa de percepciones y, por tanto, de un
orden preconcebido acerca de las cosas del universo como una má-
quina compuesta por partes, algunas de las cuales aún no están listas
o no se las puede ver.
117. El Centro de Luz de Infinito Brillo relumbró de tal modo
que las llamas solares irradiadas desde la aurora se sumieron en pe-
numbra y eclipsáronse al instante las intensas luminarias de las cons-
telaciones. Con objeto de que pudiéramos aprehender las formas
celestiales por medio de una imagen de la naturaleza, la Luz Supre-
ma de las mentes tuvo a bien presentarse a Sí misma como Infinito
Brillo ... Dicha Luz o Vida destelló desde el Sol de la Vida de todas
las cosas o Inteligencia, Sabiduría, Justicia y Gloria de todo lo crea-
do ... su resplandor es de tal intensidad que todo cuanto se encuentra
en su presencia parece ensombrecerse, lo cual incluye la inteligencia
y sabiduría de las mentes humanas, e incluso de las celestiales ... Por
ello sus ojos [los de Adán y Eva] parpadearon y se vieron obligados a
cerrarlos ... Mas aquel resplandor brilló con tal claridad que relam-
pagueó a través de los puntos más puros de sus fibras ... Luz que
atraviesa nuestras luminarias por numerosos que sean los velos que
las recubren, pues tantas luces como hay en el universo y en la vida
de las almas, mentes o ánimas, y en los sentidos o acciones de sus
cuerpos, se derivan de aquella otra. Ahora bien, donde no existe la
Luz, Vida y Justicia del Unigénito no hay propiamente luz sino tinie-
blas; y no hay vida sino muerte ... Nuestra alma, cuya vida no proce-
de de sí misma sino de dicha Fuente Única de Vida, se halla presente
en todos los inicios de las fibras corporales no solo como fundamen-
to de su existencia, sino engendrándolas, pues las entidades orgáni-
cas o compuestas no son sino principios o cosas elementales confor-
mados en función de determinados usos.
120. Ese Centro difundió Su luz a través del universo de tal
modo que sus confines o fronteras desaparecieron de la vista. En esa
Luz o Vida nada hay que no sea Infinito. Circunscrita a los más
finitos límites, nuestra vista o entendimiento o bien cae en el delirio

188
PSICOLOGÍA RACIONAL

o desvanecimiento, o naufraga en la inmensidad del océano si osa


aprehender, o más todavía si intenta investigar las infinitudes del
Infinito ... Por ello los confines de esa Luz radiada a través del uni-
verso parecieron desvanecerse de ante nuestra vista; y por ello, tam-
bién, un estupor tenebroso pareció invadir la esfera de nuestros sen-
tidos, debido a lo inaprehensible de su naturaleza.
121. Fue formándose en torno a aquel espacioso y brillantísimo
Centro un contorno purpúreo pero flamígero. El resplandor de esa
Luz o Gloria de dicha Vida difundiéndose hasta los confines del
universo a través de las épocas, de eternidad a eternidad, no es co-
municable a nuestras mentes y aun menos a las facultades inferiores
de nuestras vidas sin un manifiesto peligro de muerte ... Por ello
[Dios] concibió Su Imagen o Hijo desde la eternidad a través de cuya
Vida pudiera Él ejercer un influjo indirecto sobre las facultades de la
vida de nuestro cuerpo ... Su Vida es la que se materializó represen-
tada por la frontera flamígera de luminosidad purpúrea en torno al
espacioso y luminosísimo Centro. Esta es la vida propiamente llama-
da celestial, que estimula el entendimiento y voluntad de nuestras
mentes. Pues la Vida tiene una doble vertiente, celestial y natural... 14•
122. Formóse un círculo diamantino con bellos fulgores trans-
parentes, de tonalidad purpúrea. La Luz Celestial representada por
la frontera flamígera, no solo difunde Luz Divina en nuestras men-
tes que la viven y transforman así en inteligencias, sino Llamas de
luminosidad purpúrea en virtud de las cuales las inteligencias tam-
bién se convierten en sabidurías. Pues es la Luz Divina, a partir de la
cual se desarrollan la inteligencia y la verdad ... y que transforma la
inteligencia en sabiduría; a saber, que permite percibir no solo lo
que es el bien a partir de la verdad, sino igualmente la verdad a
partir del bien. Y así, por las verdades y a su vez por los bienes, adora
y ama al Supremo. Por lo cual, si no existiera una Vida mediadora de
esa Llama o Amor, sería de todo punto imposible acceder al Supre-
mo por falta de conexión mediante amor, pues la aproximación por
culto depende de la conjunción por amor.

Poco más adelante el manuscrito se interrumpe de modo abrup-


to en medio de una frase, marcando el término de la primera etapa
de la vida de Swedenborg. El 10 de abril de 1760 este expediría al ex

14. Esta es, virtualmente, una doctrina del Deus absconditus. Solo por el Unigénito
encarnado y hecho hombre puede el hombre aspirar a un cierto conocimiento de la divi-
nidad. Como se ve, Swedenborg andaba ya planteándose cuestiones propias de la teo-
logía.

189
OBRA CIENTÍFICA

primer mmzstro de Suecia y admirador suyo, Conde Anders van


Hopken, una carta del siguiente tenor:
Excelentísimo Señor Conde:

En la ocasión que tuve de visitaros, os prometí un ejemplar de mi


Reino Mineral. Al no encontrarlo, recordé haberlo donado a la bi-
blioteca de Estocolmo. En su lugar, y por cumplir de algún modo
mi promesa, os remito !a Biblia de la naturaleza, de Swammerdam 15,
de la que estoy seguro de que Su Excelencia extraerá mayor placer
que de mi Reino Mineral. Es un libro que para nada puede ya servir-
me de ahora en adelante, ya que mis pensamientos han virado de
!os naturalia a los spiritualia. Con mis mayores respetos ... 16 •

Es la confirmación de su definitivo adiós a toda práctica cientí-


fica. Más tarde sería la ciencia la que le volvería las espaldas a él, en
torno a la transición del siglo XIX al XX. Mas ha quedado probado que
ese desinterés se debió a una contingencia histórica desprovista de
razones objetivas. En la estela de su quehacer científico nos hemos
encontrado con piezas de suficiente entidad, todas ellas, como para
que se les asigne el «lugar en el panteón de la ciencia» reclamado en
191 Opor el conde de Wrangel: máquina voladora, bomba mercurial
de vacío, nociones anticipativas propias de la moderna física cuánti-
ca, teoría corpuscular del magnetismo, existencia de un sustrato co-
mún subyacente a los fenómenos de la electricidad, luz y magnetis-
mo; cúmulos galácticos, agujeros negros, teoría nebular de la
formación de los planetas, deceleración de los movimientos de la
Tierra; reflejo fótico, evolucionismo, biodiversidad, ecología; dos
brillantes teorías sobre el sistema nervioso central y, finalmente, una
nítida y correcta teoría epigenética del desarrollo embrionario ante-
rior a la formulada en sus tesis doctoral por Caspar Friederich Wolff.

15. Jan Swammerdam realizó prodigiosas observaciones y disecciones microscópi-


cas de insectos: mosca asílida, efímera, libélula, etc. Fue un pionero de la microscopía y
entomología.
16. Carta al Conde Anders von Hopken, 10 de abril de 1760, en A. Acton, Letters
and Memorials, Swedenborg Scientific Association, Bryn Athyn, Pennsylvania, 1948,
p. 528.

190
11

OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

Edición y traducción de José Antonio Antón Pacheco


INTRODUCCIÓN

A partir de 1745 la obra científica de Swedenbog se convierte en


obra filosófica, teológica y mística. Y digo «se convierte» porque
ocurre justamente eso: las categorías, la problemática y los presu-
puestos de su visión científica del mundo se extrapolan y se extien-
den a los ámbitos de la concepción religiosa y teológica que va a
profesar Swedenborg. Y he aquí su primera gran característica: la
superación de toda dicotomía radical, incluida la misma entre mun-
do científico y mundo filosófico-teológico. En efecto, un motivo
nuclear recorre toda esta etapa swedenborgiana: superar toda opo-
sición o dicotomía que escinda la conciencia y la realidad exterior.
Pues precisamente las experiencias y el sistema swedenborgianos van
dirigidos a una doble e inseparable finalidad: alcanzar un saber de la
totalidad y liberar al hombre de cualquier dicotomía que pueda des-
gajarlo de la totalidad. Con vistas a esa doble finalidad se construyen
las categorías swedenborgianas. Aunque, claro está, superación de
dicotomías no significa abocar al monismo (sea materialista o espiri-
tualista), sino postular una analogía universal a modo de la Unidad
que se despliega en sus determinaciones.

Por lo tanto, esta búsqueda de una visión holística no implica el


sacrificio de lo particular. Por el contrario, el científico que en el
fondo siempre seguirá siendo Swedenborg, tiene la necesidad de

193
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

preservar y dar cuenta de la riqueza ontológica de lo real. En defini-


tiva, como siempre se le ha planteado a la más genuina filosofía,
Swedenborg afirma la unidad de lo real y la determinación de cada
cosa de lo real, la totalidad y la particularidad, la identidad del todo
y la alteridad de lo otro. Y para ello va a utilizar un arsenal de cate-
gorías extraídas en última instancia de su etapa científica. Nociones
como las de influjo, grados, correspondencias, representaciones, son
utilizadas para mostrar cómo dentro de la totalidad se van configu-
rando los diferentes aspectos y dimensiones del ser. Se establece así
una solidaridad ontológica entre los estadios de la realidad, fundada
en una conexión (el influjo espiritual) del mundo inteligible con el
sensible y en una presencia de las estructuras del mundo espiritual
en el material. Donde especialmente quiere hacer patente Sweden-
borg esa conexión y presencia es en el ser humano; en concreto, en
la relación entre el alma y el cuerpo. Digamos que mientras este tipo
de reflexión metafísica (ejemplificada tradicionalmente a través del
binomio macrocosmos-microcosmos) se suele llevar a cabo a través
de pautas platónicas o neoplatónicas, en el caso de Swedenborg se
presenta por influencia de la ciencia de su tiempo, de Descartes,
Leibniz, W olff, etc. De este modo, Swedenborg postula una supera-
ción de las dualidades que introducía el racionalismo en el mundo y
en el hombre, y reconcilia los elementos de esas dicotomías: ciencia-
fe, cielo-mundo, alma-cuerpo, encuentran su coincidencia en la uni-
dad superior por medio de la que adquieren carta de naturaleza.

Swedenborg extrapola las categorías y estructuras del saber científi-


co a la esfera espiritual; hablando en el lenguaje de Swedenborg: el
ámbito de los ángeles es como el de los hombres. Quiere él con ello
impedir, como hemos venido diciendo, la constitución de dicoto-
mías irreconciliables en el seno de lo real, reconciliar por tanto los
opuestos dentro de un sistema de totalidad y al mismo tiempo man-
tener la realidad sustantiva de los diversos órdenes de la existencia,
pues las estructuras materiales son como las espirituales, pero no
idénticas. No hay nada más opuesto al pensamiento de Swedenborg
que el acosmismo. Así, pues, categorías y nociones que veíamos en la
obra científica swedenborgiana se repiten en su etapa filósofica y
teológica, solo que espiritualizadas; así, tanto en lo que respecta a su
concepción del mundo físico (tremulaciones, corpúsculos, atmósfe-
ras, origen nebular del universo, ley de la acción y la reacción ... )

194
INTRODUCCIÓN

como en lo que se refiere a sus concepciones del mundo orgánico


(influjo vital, constitución anatómica del ser humano, la fibra, las
terminaciones nerviosas, la sangre, la respiración ... ). Todo ello sufre
un proceso de interiorización, pasando a formar parte del propio
mundo espiritual. En consecuencia, libros como Prodromus, De In-
finito, Oeconomia Regni Anima/is, Regnum Anímale, De fibra (es
decir, libros de la etapa científica) son fundamentales para compren-
der gran parte de los libros de la etapa teológica, pues estos últimos
son la culminación de las problemáticas planteadas en la primera
etapa.

Las cuestiones que estamos exponiendo no se dan, naturalmente, en


el vacío o de una forma abstracta, sino que surgen a partir de movi-
mientos y tendencias concretas. Swedenborg nace intelectualmente
en un contexto cartesiano: el médico Olof Rudbeck, uno de sus
maestros, fue uno de los introductores de Descartes en la Universi-
dad de Upsala, ya ganada para las nuevas ideas cuando Swedenborg
estudia en ella; y el ingeniero Christopher Polhem, quien desempe-
ñaría un papel tan importante en la formación de Swedenborg, siem-
pre fue fiel a la física mecánica cartesiana. Por tanto, cartesianismo,
racionalismo, ilustración: ese es el fundamento de la educación inte-
lectual y científica de Swedenborg, Y, de alguna manera, siempre
permanecería próximo a esas corrientes, aunque posteriormente fue-
ran interpretadas a su peculiar modo. Pero también supo ver Swe-
denborg los límites e insuficiencias de aquellas líneas de pensamien-
to, sobre todo en lo que respecta al problema típicamente cartesiano
y leibniziano de la conjunción del alma y el cuerpo: justamente a
medida que Swedenborg va adentrándose en el estudio del ser vivo,
es cuando le van pareciendo más insuficientes las soluciones del ra-
cionalismo clásico. En este sentido la aptitud de nuestro autor nos
recuerda a la de Pascal: un científico y racionalista que termina sien-
do consciente de los límites de su propio saber científico. En el caso
de Swedenborg (como también en Pascal) son esas insuficiencias las
que le llevan a ocuparse y a buscar soluciones en el ámbito de lo
religioso. Pero ligadas al racionalismo y a la ilustración de su época,
existen otras tendencias con las que Swedenborg choca cuando se
acerca al tratamiento teológico. Nos referimos al deísmo y al natura-
lismo. Contra ellos reacciona Swedenborg en gran parte de su obra
teológica, y de hecho esta es una réplica a los presupuestos funda-

195
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

mentales del deísmo y del naturalismo dieciochescos: así, Sweden-


borg reivindica las ideas de revelación y providencia divinas, afirma
contundentemente la posibilidad de llegar al conocimiento de Dios
a través de la naturaleza, pues esta muestra las huellas de su creador
y está conformada de manera semejante al mundo espiritual; y su
teleologismo indica que el mundo no es un artificio mecánico sino
algo con una finalidad, que es precisamente Dios.
Hay, en definitiva, una presencia efectiva de Dios en la naturale-
zas, no desde luego confundiéndose con esta (el panteísmo es una
cosa inconcebible en Swedenborg), sino influyendo esencialmente
en su desarrollo y desenvolvimiento. Reafirma esta posición el he-
cho de que en su filosofía de la naturaleza, Swedenborg fuera aristo-
télico.

Hasta aquí hemos hablado de los fundamentos científicos y filosófi-


cos del pensamiento swedenborgiano. Junto a ellos hemos de hacer
referencia a la otra motivación esencial, la que podríamos llamar
teológica o específicamente cristiana, la cual está inextricablemente
unida al otro aspecto científico del sabio sueco.
La vividura cristiana que tiene Swedenborg chocaba con las prin-
cipales propuestas del luteranismo. Cuestiones como el libre arbi-
trio o el valor de las obras frente a la sola fe forman el núcleo de la
teología swedenborgiana. Al lado de esto existe un argumento gene-
ral que empapa todo lo que es experiencia cristiana en Swedenborg.
Me refiero a la necesidad de reivindicar una religiosidad afectiva,
emotiva, interior, pero que también alcance aspectos sensibles. Hay
una propensión en Swedenborg a reaccionar contra una cierta frial-
dad luterana, contra el excesivo formalismo y nominalismo de la
espiritualidad reformada. La conciencia religiosa no colma sus an-
sias de trascendencia solo a base de pura fe o de puras categorías
abstractas: requiere también sentimiento, representación, imágenes,
vida interior, mística. La conciencia religiosa de Swedenborg, y más
concretamente su conciencia cristiana, no encontraba todo eso en el
luteranismo oficial de su tiempo (que además él conocía bien, pues
su padre, Jesper Swedberg, fue obispo luterano y profesor de teolo-
gía en la Universidad de Upsala). Por eso desde muy pronto Sweden-
borg dirigió sus pasos hacia posibles alternativas: en Suecia, en Lon-
dres y en La Haya (donde sufrió su decisiva «noche del alma») acudía
a las parroquias pietistas de los Hermanos Moravos; pero tampoco

196
INTRODUCCIÓN

el pietismo supuso para él un auténtico sustituto de la iglesia oficial.


La religiosidad de Swedenborg se desenvolverá en el ámbito de la
interioridad, donde predomina el amor y la voluntad; pero una ex-
periencia interior que se desarrolla sensiblemente a través de imáge-
nes y representaciones. Así fue la mística swedenborgiana: una ex-
periencia que aunaba afectividad y emoción con representación
figurativa. Por eso creo que la fenomenología mística de nuestro
Siglo de Oro (singularmente de santa Teresa) es muy semejante a la
del escandinavo, a pesar de lo que algunos puedan creer.
Así, pues, los motivos principales de la religiosidad de Sweden-
borg se configuran (frente a las teologías luterana y calvinista) me-
diante la afirmación de las tendencias voluntaristas (no olvidemos
la importancia que tendrá en su teología sistemática la voluntad y el
amor como principios divinos), la primacía en el hombre del amor
y las obras sobre la fe, el dinamismo tendente a expresar sus catego-
rías en representaciones; y la importancia, en relación con la resuel-
ta afirmación de la libertad humana, de la acción y la efectividad (el
usus), lo que a su vez tenemos que poner en contacto con su aris-
totelismo y con la consecuente primacía de la forma frente a la
potencia.
A todo esto debemos añadir el antideísmo de Swedenborg, lo
que hace de su concepción cristiana algo en cierto modo semejante a
ciertas corrientes de su tiempo que responden a iniciativas similares,
como el herrnhutismo, John Wesley (al que conoció) y el metodis-
mo (muchos de los primeros seguidores de Swedenborg en Inglate-
rra provienen del metodismo).

Un elemento fundamental en la obra teológica y visionaria de Swe-


denborg que no podemos soslayar es la hermenéutica. De hecho se
podría afirmar con justicia que toda esta segunda etapa de su vida
tiene como objeto la interpretación de la Biblia. Efectivamente, su
teología es en gran medida exégesis bíblica, como lo demuestran
sus libros principales: Arcana Ccelestia (interpretación mística y ale-
górica de Génesis y Éxodo), Apocalypsis revelata y De equo albo
(interpretaciones de san Juan); asimismo, las Experientiae spiritua-
les (documento que sirvió de base para prácticamente todos los
textos posteriores) están plagadas de exégesis bíblicas: Indicis Bibli-
ci Esajae et Jeremiae, Index Biblicus librorum Propheticorum, Ex-
plicationis in Verbum Veteris Testamenti ... Pero claro está, la her-

197
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

menéutica de Swedenborg adopta las características propias de su


pensamiento: la interpretación bíblica se identifica con la misma
experiencia interior. El sistema swedenborgiano consiste en el des-
velamiento del sentido profundo de la palabra bíblica y en la com-
prensión y vividura de ese sentido. Gran parte del éxito de Swe-
denborg posteriormente, sobre todo en el romanticismo, se debió
al redescubrimiento por parte de nuestro autor de esta hermenéuti-
ca espiritual, consistente no en explicar el significado histórico o
exterior sino en mostrar y reactualizar el contenido ocultado por la
letra. Las exégesis que describe Swedenborg son, antes que nada, lo
que a él le sucede, el modo que él tiene de hacer suyo el sentido y,
por tanto, de subjetivizar el texto. Swedenborg recupera así la tra-
dición alegórica procedente de la patrística y al mismo tiempo se
convierte en uno de los adelantados de la hermenéutica restaurado-
ra y espiritual.
La constante incitación de Swedenborg a la interiorización tiene
en su hermenéutica del sentido profundo un correlato esencial a la
par que el vehículo más privilegiado de ejemplificación y sosteni-
miento de su misma doctrina.

Podríamos añadir más temas que supusieron una motivación impul-


sora en la etapa teológica y visionaria del profeta del Norte. Por
ejemplo, la eclesiología, entendida por Swedenborg de una manera
pneumática y mística más que como instancia jurídica o institucio-
nal. Esto es, la Iglesia para él adquiere también una consistencia esen-
cialmente interior y espiritual, máxime cuando su idea de Iglesia está
íntimamente ligada a la interpretación del sentido espiritual bíblico.
Pero hay una expresión que podría definir el pensamiento de Swe-
denborg: teología de la imagen. Tal vez por eso nuestro autor haya
sido tan olvidado por teólogos de todo pelaje, demasiado proclives a
las abstracciones. Por contra, en Swedenborg todos sus teologuemas
tienden a convertirse en imágenes, en formas, en representaciones.
No es que no haya en su obra formulaciones conceptuales (las hay,
incluso en demasía a veces), pero estas se equilibran o compensan
con discursos narrativos. En resumen, el pensamiento y las visiones
de Swedenborg delatan una metafísica de la mediación, un mundus
imagina/is (por utilizar la frase favorita de Corbin, pero que le cua-
dra perfectamente a nuestro hombre) en el que las experiencias mís-
ticas y las categorías ontológicas toman el aspecto de figuras y repre-

198
INTRODUCCIÓN

sentaciones, y por tanto se concretizan e incluso se personalizan.


Por eso encontró Henry Corbin tantos puntos semejantes entre la
fenomenología de los mundos mediadores en Swedenborg y en las
filosofías chiítas e ismaelitas. Por tanto, no solo hay teología en Swe-
denborg, también encontramos ontología, solo que ambas domina-
das por la idea de imagen que corporaliza conceptos. Esto hará que
las doctrinas swedenborgianas sean siempre existencialistas y perso-
nalistas, pues se resuelven no mediante categorías o conceptos, sino
a través de flujos del alma y de la intensificación de las formas de la
conciencia, según sea su amor o su fe. Todo este ámbito mediador,
imagina!, religador de lo puramente material y de lo puramente es-
piritual, está ejemplificado a modo de paradigma por la figura del
ángel.

No podemos terminar esta breve introducción a la obra teológica y


visionaria de Swedenborg sin hacer alguna referencia a la repercu-
sión que las teorías y doctrinas swedenborgianas han tenido, pues,
en efecto, esa repercusión fue inmensa. No se trata ahora de elabo-
rar un catálogo de los nombres que de una u otra manera han estado
influidos por el sabio sueco, ni de entrar a analizar el porqué de esa
repercusión (importantísima, por ejemplo, para la espiritualidad ro-
mántica). Queremos tan solo dejar constancia de la variedad de per-
sonas y de aspectos sobre los que Swedenborg influyó. Sin duda to-
das las características que hemos enumerado más arriba como
constitutivas del pensamiento swedenborgiano han debido tener su
peso a la hora de explicar tal influencia. Desde el punto de vista
confesional, algunos seguidores de Swedenborg, creyendo que en
las iglesias oficiales existentes era imposible llevar a cabo la reforma
radical que suponían las ideas de aquel, crearon la Nueva Iglesia del
Señor, que se extendió sobre todo por los Estados Unidos donde
sigue teniendo su sede en la ciudad de Bryn Athyn (aunque dividida
en dos corrientes). Siempre existirá la duda de si Swedenborg real-
mente quiso fundar una confesión institucionalizada o solo preten-
día una vivencia más espiritual del cristianismo a través de la herme-
néutica del sentido místico de la Biblia (personalmente me inclino
por esto último).
Aunque no podemos entrar en pormenores sobre los receptores
de Swedenborg desde el punto de vista confesional, podemos decir
que aquellos que vieron en las doctrinas swedenborgianas una reno-

199
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

vación, o mejor, una experiencia prístina del cristianismo, obede-


cían a motivaciones semejantes (pero no siempre idénticas) a la es-
peculación y piedad swedenborgianas: interiorización, religiosidad
sensible y representativa, importancia del significado espiritual bí-
blico, necesidad de retorno a las fuentes originarias (preniceanas),
etc. A esta misma sensibilidad responde también el romanticismo,
por lo que la constitución de la Nueva Iglesia podemos entenderla
como una rama teológica de las inquietudes de aquel gran movi-
miento intelectual que fue el romanticismo. Los románticos encon-
traron en Swedenborg todo aquello que anhelaban, lo cual, aparte
de lo que ya hemos dicho, lo sintetizaríamos como la búsqueda de
una visión de la Unidad en la que se interrelacionen orgánicamente
todos los elementos de esa Unidad. Muy ligado a todo esto se hallan
también movimientos que ven en el swedenborgismo la posibilidad
de conciliar ciencia y fe, ya que encuentran en Swedenborg alguien
que precisamente supo disolver las barreras entre razón científica y
verdad cristiana (aunque para ello distorsionaran las ideas originales
de Swedenborg).
Como hemos dicho más arriba, no vamos a ser exhaustivos a la
hora de hacer la nómina de figuras influidas por Swedenborg. Entre
ellas estarían pensadores como Emerson, Tafel, Krause, Unamuno o
D'Ors; médicos como Kent o Hering; escultores como Flaxman;
músicos como Schonberg; y sobre todo escritores y poetas como
Blake, Balzac, Almqvist, Nerval, Dostoiewsky, Coleridge, Strindberg,
Borges, Ekelof ... ¿cuál pudo ser la causa por la que Swedenborg
tuvo más ascendencia entre escritores y artistas que entre teólogos?
Posiblemente que el discurso representativo y figurativo de Sweden-
borg es más susceptible de ser recibido por sensibilidades afines,
como son las de creadores literarios, que por mentalidades que se
desenvuelven mediante discursos abstractos o puramente categoria-
les. En cualquier caso, parece evidente que ignorar la presencia de
Emanuel Swedenborg en la cultura, sobre todo del siglo XIX, supone
una laguna que es necesario cubrir.

Las obras de esta segunda etapa, aparte de su ingente cantidad publi-


cada, la componen también una selva de manuscritos y anotaciones
que servirían para futuros libros. Después delDrombok (obra puen-
te entre las dos etapas) Swedenborg comenzó a escribir sus Expe-
rientiae Spirituales (1745-1765) y de aquí extrajo material para li-

200
INTRODUCCIÓN

bros posteriores. Todo el corpus manuscrito fue editado por T afel


en edición fototípica en 1877, y más tarde se han ido publicando
ediciones críticas de los distintos títulos manuscritos. Nosotros nos
ceñiremos sobre todo a las obras publicadas por el propio Sweden-
borg, excepto cuando nos parezca interersante referirnos y antolo-
gar un texto de una obra póstuma. Hay que tener en cuenta además
que entre aquellos múltiples manuscritos se encuentran trabajos e
informes científicos, económicos o de interés social, que elaboró
Swedenborg; lo cual desdice la idea tópica de que a partir de 1745 él
sufriera una «crisis mental» y abandonara toda actividad que no fue-
ra la visionaria. Obviamente, hemos prescindido de estos documen-
tos por no tener ningún interés filosófico o teológico. Sí incluire-
mos, sin embargo, algunas cartas de su amplio epistolario.
La obra teológica y visionaria en su conjunto la compone una
selva de textos, dado que su autor volvía sobre temas ya tratados,
añadiendo, extractando o haciendo nuevas versiones. Para intentar
poner orden en la masa de documentos, podría valer este esquema:
un texto-fuente, las Experiencias espirituales, anteriormente cono-
cido como Diario espiritual (no confundirlo con el Diario de los
sueños); dos ramas principales derivándose de este texto-fuente,
Arcanos celestes y Apocalipsis explicado; y el resto de trabajos sur-
giendo de uno de estos dos ramales.

201
_Fr_agmentode la caligrafía de Swedenborg, de una nota dirigida a Johann
Ch_r,1sttan,Cuno en marzo de 1769. En ella comenta: «Sólo el Señor conoce
qmen esta facultado para percibir y enseñar las verdades de Su Nueva Iglesia: si
alguien de entre sus prelados, o alguien de entre sus siervos».

202
ARCANOS CELESTES*

Los Arcanos celestes representan, junto con La verdadera religión


cristiana, la principal obra de Swedenborg, la primera que publicó
en su segunda etapa y donde sistematizó sus ideas y experiencias. De
los Arcanos celestes extrajo su autor gran cantidad de epítomes y
extractos que se fueron publicando posteriormente como obras inde-
pendientes, y a su vez los propios Arcanos provienen del material
recogido en las Experiencias espirituales.
Es, como decíamos antes, la primera obra de la etapa visionaria
y teológica, y en ella están perfectamente estructurados todos sus
temas recurrentes, por lo que el mismo Swedenborg hará continuas
llamadas y citas de los Arcanos en el resto de sus libros. Se trata,
pues, de una obra de referencia necesaria.
Arcanos celestes comienza siendo un comentario a Génesis y
Éxodo (no olvidemos que la tarea de Swedenborg en su etapa teoló-
gica fue siempre fundamentalmente exegética), pero a partir de este
proyecto hermenéutico, la obra se diversifica en la problemática toda
de Swedenborg. Como es natural, resulta casi ridículo hacer una
breve selección de los 10 837 artículos que componen Arcanos ce-
lestes. Por eso nos limitaremos a escoger unos parágrafos referentes a
uno de los temas principales de Swedenborg: el rnaxirnus horno.
Aparte de la rica simbología que encierra la noción de rnaxirnus
horno, creemos que en última instancia se refiere a la creencia en la
comunión de los santos, creencia fundamental que es postulada (y
vivida) por Swedenborg como una añoranza por su ausencia en el
luteranismo.

Arcana Coelestia, Londres, 1749-1756, ocho volúmenes; en ediciones posterio-


res, trece volúmenes.

203
ACERCA DE LA CORRESPONDENCIA DE TODOS LOS ÓRGANOS
Y DE TODOS LOS MIEMBROS TANTO EXTERIORES COMO
INTERIORES DEL HOMBRE
CON EL GRAN HOMBRE, QUE ES EL CIELO

3624. Ahora está permitido contar y describir las maravillas que


todavía nadie ha conocido, que yo sepa, ni había tenido en cuenta, a
saber: que todo el cielo ha sido formado de manera que correspon-
da con el Señor, con su humana Divinidad; y que el hombre ha sido
formado de tal manera que todas y cada una de las cosas que lo
componen correspondan con el cielo, y a través del cielo con el Se-
ñor: es el gran misterio que ahora va a ser revelado.
3 625. De aquí viene que algunas veces, cuando se habla del cielo
y de las sociedades angélicas, se dice que estas sociedades pertenecen
a alguna región del cuerpo, por ejemplo a la de la cabeza, o a la del
pecho, o a la del abdomen, o a la de algún miembro u órgano de esas
partes; esto es así a causa de las correspondencias.
3627. Hay una regla común consistente en que no puede existir
ni subsistir nadie por sí mismo, sino que todo existe y subsiste según
otro, es decir, por otro; y que nadie puede estar contenido en una
forma sino según otra, es decir, por otra, como se ve en todas y en
cada una de las cosas de la naturaleza: que el cuerpo humano esté
exteriormente contenido en la forma de las atmósferas, es algo co-
nocido; pero si no estuviera también contenido en el interior en
alguna fuerza activa o viva, caería al instante destrozado: todo lo
que no está unido a algo anterior a sí mismo, y por medio de las
cosas anteriores al Primero, perece al instante: que el Gran Hombre,
o el influjo que proviene de él, es lo anterior por medio de lo que el
hombre, y todas y cada una de las cosas que le pertenecen, está uni-
do con el Principio, es decir, con el Señor, es lo que se va a ver
claramente en lo que sigue.
3628. He sido instruido sobre este tema mediante un gran nú-
mero de experiencias, y he aprendido que no sólo las cosas que
pertenecen a la mente humana, es decir, al pensamiento y al afecto
del hombre, corresponden con las cosas espirituales y celestiales
que por el Señor pertenecen al cielo, sino que también el hombre
entero, en lo común y en lo particular, tiene correspondencia de tal

204
ARCANOS CELESTES

manera que no existe una sola parte de él, por pequeña que sea, que
no tenga correspondencia; y por eso el hombre existe y subsiste
continuamente, pues si el hombre no tuviera tal correspondencia
con el cielo y a través del cielo con el Señor (esto es: con lo anterior
a él, y a través de las cosas anteriores con lo Primero), no subsistiría
ni un solo instante, pues quedaría disuelto en la nada. Siempre hay
dos fuerzas que hacen realidad lo que se acaba de decir (cada cosa
en su conexión y en su forma), a saber, una fuerza actuando desde
fuera y otra actuando desde dentro, y en medio de ellas la cosa así
contenida; sucede lo mismo con el hombre en cuanto a su partes,
incluso con las más pequeñas. Se sabe que son las atmósferas quie-
nes desde fuera, por una continua presión y una fuerza actuante,
mantienen todo el cuerpo en conexión; se sabe también que la at-
mósfera aérea posee el influjo de los pulmones; que la misma at-
mósfera tiene su órgano, que es el oído, con sus formas construidas
por las modificaciones del aire; que la atmósfera etérea actúa de
igual manera por las conexiones interiores, pues influye libremente
por todos los poros, y mantiene inseparables en sus formas a las
vísceras interiores del cuerpo entero por una presión casi semejan-
te, y por ello con una fuerza actuante; y que esta misma atmósfera
tiene también su órgano, que es el Ojo, con sus formas construidas
por las modificaciones del éter: si a estas fuerzas no correspondie-
ran fuerzas internas que reaccionan contra esas fuerzas externas, y
en consecuencia que contienen y equilibran las formas intermedia-
rias, esas formas no subsistirían un sólo instante: es evidente que
deben haber necesariamente dos fuerzas para que una cosa exista y
subsista: las fuerzas que influyen y actúan desde dentro vienen del
cielo y del Señor a través del cielo, y en ellas mismas está la vida.
Esto está muy claramente manifestado por el órgano del oído; si no
hubiera modificaciones interiores que pertenecen a la vida, a las
que corresponden las modificaciones exteriores que pertenecen al
aire, el oído no existiría; lo mismo sucede con el órgano de la vista;
si no hubiera una luz interior que pertenece a la vida, a cuya luz
corresponde una luz exterior que pertenece al sol, la visión no exis-
tiría. Lo mismo sucede respecto a los otros órganos y a todos los
miembros del cuerpo humano; hay fuerzas actuando desde fuera,
que no son vivas, y hay fuerzas actuando desde dentro, vivas ellas
mismas, conteniéndolo todo, y haciendo que las cosas vivan, y se-
gún una forma con vistas al uso.
3.630. He podido ver que cada una de las vísceras y miembros, o
de los órganos del movimiento y de los sentidos, corresponden a
sociedades en el cielo, que son como tantos cielos distintos, y que de

205
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

estos cielos, es decir, a través de los cielos, influyen las cosas celestia-
les y espirituales en el hombre, incluidas las formas adecuadas y con-
venientes y hacen presentes así los efectos que se ven en el hombre;
pero estos efectos sólo se muestran en el hombre como cosas natura-
les, de tal manera que parece que todo ha sido hecho bajo otra for-
ma y otra apariencia, hasta tal punto que no se conoce que aquellos
efectos provienen de allá [del cielo].
3.631. Me han sido mostradas también, de una manera absolu-
tamente viva, qué y cuáles son las sociedades, y cómo influyen y
actúan en los músculos de la frente, de las mejillas, del mentón y del
cuello, y cómo estas sociedades se comunican entre ellas; y a fin de
que esto se me hiciera presente de una manera viva les estuvo permi-
tido [a los ángeles] hacer la efigie de un rostro de diversos modos
por influjo: paralelamente me han sido mostradas cuáles y cómo son
las sociedades que influyen en los labios, en la lengua, en los ojos, en
las orejas, y también se me ha concedido conversar con aquéllas, y
ser así plenamente instruido. Por esto he podido ver que todos los
que se encuentran en el cielo son órganos y miembros del Gran
Hombre; y también que el cielo nunca está cerrado, sino que cuanto
más numerosas son las sociedades, más potente es el esfuerzo, más
grande es la fuerza y más vigorosa es la acción; y en fin, que el cielo
del Señor es inmenso, y de tal manea inmenso que supera toda creen-
cia: los habitantes de esta tierra son muy pocos en número, como un
lago en relación con el océano.
3.633. Todos los espíritus y todos los ángeles aparecen como
hombres, con un rostro y con un cuerpo de hombre, con órganos y
miembros, y esto es así porque su intimidad aspira a tal forma: lo
mismo que lo originario del hombre, que proviene del alma del pa-
dre, se ve impulsado hacia la formación de todo el hombre en el
embrión y en el útero, aunque eso originario no esté en la forma del
cuerpo sino en una forma más perfecta conocida por el Señor: y
como lo íntimo de cada uno de manera semejante aspira a esa forma
y tiende hacia ella con impulso, he aquí que en aquel lugar todos [los
ángeles] aparecen como hombres. Por otro lado, todo el cielo es de
tal modo que cada uno es el centro de todos, pues hay un centro de
influjo de la forma celeste de donde proceden todos; por eso la ima-
gen del cielo se refleja en cada uno y lo hace semejante a ella, en
consecuencia: hombre; en efecto, como es lo común, así es la parte
de lo común, pues las partes deben ser semejantes a lo que les es
común para pertenecer a ese común.
3.634. El hombre que está en la correspondencia, es decir, que
está en el amor hacia el Señor y en la caridad hacia el prójimo, y

206
ARCANOS CELESTES

consecuentemente en la fe, por su espíritu está en el cielo y por su


cuerpo en el mundo; y como así se hace uno con los ángeles, él es
también una imagen del cielo; y como hay influjo de todos o influjo
de lo común en cada uno o en las partes, como se acaba de decir, ese
hombre es también un pequeño cielo bajo una forma humana; pues
el hombre tiene, por el bien y la verdad, aquello que lo hace distinto
de los animales.
3.635. Hay en el cuerpo humano dos cosas que son las fuentes
de todo su movimiento, e incluso de toda acción y sensación externa
o puramente corporal, a saber, el corazón y los pulmones; estas dos
cosas corresponden al Gran Hombre o al cielo del Señor de talma-
nera que los ángeles celestes constituyen un reino, y los ángeles espi-
rituales otro reino, pues el reino del Señor es celeste y espiritual; el
reino celeste está compuesto por los que permanecen en el amor del
Señor, y el reino espiritual por los que permanecen en la caridad
para con el prójimo; el corazón y su reino en el hombre correspon-
den a lo celeste, el pulmón y su reino corresponde a lo espiritual; lo
celeste y lo espiritual influyen también en las cosas que pertenecen al
corazón y a los pulmones, hasta tal punto que estas cosas existen por
el influjo que proviene de ellos; pero según la divina misericordia
del Señor, será tratada en particular la correspondencia del corazón
y de los pulmones con el Gran Hombre.
3.637. El Gran Hombre es todo el cielo del Señor en lo que se
refiere al hombre, pero el Gran Hombre en el sentido supremo es
sólo el Señor, pues de él viene el cielo, y con él corresponden todas
las cosas que están ahí. Como el género humano, a través del mal y
por medio de las falsedades se había hecho enteramente perverso, y
como entonces en el hombre las cosas inferiores comenzaban a do-
minar a las superiores, o las naturales a las espirituales hasta tal pun-
to que Yahvé o Señor no podía mediante el Gran Hombre, es decir,
por el cielo, influir ni volver a poner las cosas en orden, resultó de
ello la necesidad del advenimiento del Señor en el mundo, para re-
vestir así lo humano y hacerlo divino, y de esta manera restablecer el
orden a fin de que todo el cielo se refiera a Él como al Hombre
Único y corresponda con Él sólo, después de que todos los que per-
manecen en el mal, y en consecuencia en las falsedades, sean arroja-
dos a los pies, fuera del Gran Hombre: por eso de los que están en
los cielos se dice que están en el Señor, e incluso en el cuerpo del
Señor, pues el Señor es todo el cielo en el que todos y cada uno
obtienen lugares y funciones.
3.639. Todas las situaciones en el cielo, en consecuencia, están
determinadas en relación con su situación en el cuerpo humano, es

207
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

decir, derecha, izquierda, delante, detrás, cualquier posición que sea,


así como también según los planos, por ejemplo, el plano de la cabe-
za, de las partes de la cabeza tales como la frente, las sienes, los ojos,
las orejas; el plano del cuerpo, por ejemplo, el plano de la espalda,
del pecho, del abdomen, de la región lumbar, de las rodillas, de los
pies; también por encima de la cabeza y por debajo de la planta de
los pies, en toda dirección oblicua; incluso por detrás desde el occi-
pucio hasta abajo: por la situación misma se conoce cuáles son las
sociedades, y a qué regiones de los órganos y de los miembros del
hombre pertenecen y nadie se equivoca aquí; pero se las conoce más
por su genio y su carácter en cuanto a los afectos.
3.644. Todos los hombres en el universo entero tienen respecto
al alma o, lo que es lo mismo, respecto al espíritu que debe vivir
después de la destrucción del cuerpo, una situación sea en el Gran
Hombre, es decir, en el cielo, sea fuera del Gran Hombre, en el
infierno; el hombre no lo sabe mientras vive en el mundo, pero sin
embargo está ya o en el cielo o en el infierno, y desde uno u otro
sitio es gobernado; se está en el cielo mediante el bien del amor y la
verdad de la que procede de éste, y en el infierno mediante el mal
del odio y de la falsedad que proviene de éste.
3.645. El reino entero del Señor es el reino de los fines y de los
usos; se me ha permitido percibir manifiestamente esa Esfera Divi-
na, a saber, la esfera de los fines y de los usos, y por tanto algunas
cosas que no pueden ser enunciadas; de esta esfera se derivan, y por
ella son gobernadas, todas las cosas en general y en particular; los
afectos, los pensamientos y las acciones tienden hacia el bien mien-
tras el hombre, el ángel o el espíritu están dentro del Gran Hombre,
es decir, en el cielo; pero el hombre, el ángel o el espíritu tienden
hacia el mal cuando están fuera del Gran Hombre, es decir, en el
infierno.
3.646. En cuanto a los influjos y a las correspondencias, en los
animales sucede lo mismo que en los hombres, es decir, que en ellos
hay un influjo del mundo espiritual y un aflujo del mundo natural,
mediante los que son contenidos en su ser y viven; pero la opera-
ción misma se produce de manera diversa según las formas de sus
almas, y en consecuencia según las de sus cuerpos; sucede como con
la luz del mundo, que influye en los diversos objetos de la tierra en
grado semejante y de una semejante manera, sin embargo actúa
siempre diversamente, en formas diversas, en algunas cosas produ-
ce colores bellos y en otras colores desagradables; así, cuando la luz
espiritual influye en las almas de los animales, ésta es recibida de
una manera totalmente diferente y en consecuencia las acciones son

208
ARCANOS CELESTES

distintas debido al modo como la luz influye en las almas de los


hombres; pues éstas se encuentran en un grado superior y en un
estado más perfecto y pueden mirar hacia lo alto, hacia el cielo y
hacia el Señor, ya que el Señor las auxilia y les ha dado vida eterna;
pero las almas de los animales son de tal modo que sólo pueden
mirar hacia lo bajo, en consecuencia solamente hacia las cosas te-
rrestres y así se unen a las cosas terrestres y perecen con el cuerpo:
éstos son los fines que muestran qué vida tiene el hombre y qué
vida tiene el animal; el hombre puede tener fines espirituales y fines
celestes, y verlos, reconocerlos, creer y ser afectados por ellos, pero
los animales no pueden tener otros fines que los naturales; así, el
hombre puede estar en la Esfera Divina de los usos y de los fines,
Esfera que se halla en el cielo y constituye el cielo; pero los anima-
les sólo pueden residir en la esfera de los fines y de los usos de la
tierra; los fines son los amores, pues las cosas que se aman se las
tiene por fines. Si muchos hombres no saben distinguir entre su
vida y la vida de los animales, es porque viven en lo externo y sólo
se cuidan de las cosas terrestres, corporales y mundanas; y creen
también que su vida es igual a la de los animales, y que desaparece-
rán como ellos después de la muerte; pues ¿qué pueden significar
para ellos las cosas espirituales y celestes puesto que no las buscan
ni las conocen? De aquí esa locura propia de nuestro siglo de com-
pararse a los animales y no ver la diferencia interior; pero el que
cree en las cosas espirituales y celestes, o el que se deja influir por la
luz espiritual y que ella actúe en él, ve absolutamente lo contrario y
de qué modo se encuentra por encima de los animales: por la divina
misericordia del Señor, será tratado de manera diferente a la vida
de los animales.
3.648. Hay incluso un influjo del Señor a través del cielo en los
sujetos del reino vegetal; así, en todo género de árboles y en sus
frutos, y también en los diversos géneros de plantas y en sus frutos;
si el espíritu procedente del Señor no actuase desde dentro conti-
nuamente en sus formas primigenias, que están en las semillas, nun-
ca estos árboles y estas plantas brotarían ni crecerían de una manera
sucesiva tan admirable; pero estas formas no reciben nada de la vida:
a través de aquel influjo tienen una imagen de lo Eterno y de lo
Infinito, como se ve claramente en el hecho de que están siempre en
una continua tensión para propagar su género y su especie, para
vivir así constantemente, y también para llenar el universo; este co-
nato se encuentra en cada semilla, pero todas estas cosas, que son
tan maravillosas, el hombre las atribuye a la naturaleza misma y no
cree en ningún influjo del mundo espiritual, pues no cree en tal in-

209
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

flujo; sin embargo, debe saber que sólo se puede subsistir por lo que
de antemano existe, es decir, que la subsistencia es una perpetua
existencia, o, lo que es lo mismo, la generación es una continua crea-
ción: que en consecuencia toda la naturaleza es el teatro representa-
tivo del reino del Señor; pero por la divina misericordia del Señor,
en otro lugar se hablará también de los vegetales y de su correspon-
dencia con el Gran Hombre.
3. 7 41. El reino celeste es como un solo hombre, porque todo en
él corresponde con el Señor, a saber, con la divina Humanidad del
Señor, que es Hombre Único; pues el cielo es llamado Gran Hombre
porque tiene correspondencia, imagen y semejanza con el Señor; de
la Divinidad del Señor se derivan todas las cosas celestiales que per-
tenecen al bien y todas las espirituales que pertenecen a la verdad en
el cielo; todos los ángeles son formas, o sustancias formadas según la
recepción de las cosas divinas que proceden del Señor; las cosas di-
vinas recibidas por esas formas son las llamadas celestes y espiritua-
les, cuando la vida divina y en consecuencia la luz divina se modifi-
can en aquéllas en tanto que recipientes. De aquí viene que incluso
en el hombre las formas y las sustancias materiales sean del mismo
género, pero en un grado inferior, porque son más groseras y más
compuestas; que éstas sean también formas recipientes de cosas ce-
lestes y espirituales está claramente manifestado por hechos visibles,
por ejemplo: a través del pensamiento que influye en las formas or-
gánicas de la lengua y produce el lenguaje; a través de las afecciones
del alma que se presentan a la vista en el rostro; a través de la volun-
tad que por las formas musculares desemboca en acciones, y así el
resto. El pensamiento y la voluntad que producen estas cosas son
espirituales y celestes, pero las formas o las sustancias que las reci-
ben y las llevan a acto son materiales; que éstas han sido formadas
completamente por la recepción de aquéllas, es evidente; es, pues,
cierto que las formas materiales se derivan de las espirituales y celes-
tes, y si no hubiera esta derivación aquéllas no podrían existir tal
como son.
3. 742. Que hay una vida única y que viene del Señor solamente,
y que los ángeles, los espíritus y los hombres son solamente recipien-
tes de la vida, es algo que me lo ha dado a conocer una experiencia
muy frecuente, por lo que no me queda la menor duda; el cielo
mismo percibe que esto es así, hasta tal punto que los ángeles perci-
ben manifiestamente el influjo y cómo es el influjo, y también qué
cantidad y qué calidad reciben ellos; cuando se encuentran en un
estado receptivo completo, están en su paz y en su felicidad; de otra
manera, se verían inquietos y en una suerte de ansiedad: pero sin

210
ARCANOS CELESTES

embargo la vida del Señor la tienen de manera apropiada de modo


que perciben como si vivieran por ellos mismos, y sin embargo saben
que no es por ellos mismos: la apropiación de la vida del Señor viene
de su amor y misericordia para con todo el género humano, a saber,
del hecho de que Él, con todo lo que Él tiene, quiere darse a cada
uno, y de que dona en la medida en que se puede recibir, es decir, en
tanto que se es su semejanza y su imagen en la vida del bien y en la
vida de la verdad; y como tal conato divino procede continuamente
del Señor, su vida, como acaba de decirse, sufre apropiación.
3.744. Por esto se puede ver ahora qué es el cielo, y por qué es
llamado Gran Hombre: así, las variedades en cuanto a la vida del
bien y de la verdad son innumerables; y en conformidad con la re-
cepción de la vida que procede del Señor, se encuentran en la misma
relación que se encuentran en el hombre los órganos, los miembros
y las vísceras, los cuales son formas en una perpetua variedad reci-
biendo la vida de su alma, o mejor, del Señor por el alma, y sin
embargo aunque haya tal variedad, constituyen conjuntamente un
solo hombre.
3.745. Cómo de grande y cuál es esta variedad se puede ver por
la variedad en el cuerpo humano; es notorio que no haya un solo
órgano ni un solo miembro semejante a otro; así, el órgano de la
vista no es semejante al órgano del oído; sucede lo mismo con el
órgano del olfato, con el órgano del gusto y también con el órgano
del tacto que se extiende por todo el cuerpo; sucede lo mismo con
los miembros, como los brazos, manos, dorsos, pies, plantas de los
pies; lo mismo también con las vísceras, que están ocultas dentro,
como las que pertenecen a la cabeza, a saber, el cerebro, el cerebe-
lo, la médula alargada y la médula espinal, con todos los pequeños
órganos, las pequeñas vísceras, los vasos y las fibras que las compo-
nen; y también como los órganos que pertenecen al cuerpo por
debajo de la cabeza, tales como el corazón, los pulmones, el estó-
mago, el hígado, el páncreas, el bazo, los intestinos, el peritoneo,
los riñones; y también como aquellos órganos que en uno y otro
sexo están destinados a la generación; es algo conocido que todas y
cada una de estas cosas son entre ellas desemejantes en cuanto a la
forma y a las funciones, y tan desemejantes que entre ellas difieren
enteramente; sucede lo mismo en el interior de las formas, son de
tal variedad que no hay una sola forma, ni incluso una sola partícu-
la, absolutamente semejante a otra, de tal manera que puesta una,
por pequeña que fuera, en lugar de otra, habría una alteración.
Todas estas cosas en lo general y en lo particular corresponden con
los cielos, pero de modo que las cosas que son corporales y materia-

211
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

les en el hombre son celestes y espirituales en los cielos; y se corres-


ponden de tal manera que gracias a eso existen y subsisten aquellas
cosas materiales y corporales.
3.74 7. Algunas veces conversé con espíritus sobre el tema de los
eruditos de nuestro tiempo, acerca de que estos eruditos sólo saben
distinguir en el hombre lo interno y lo externo, y no por la re-
flexión sobre las interioridades de los pensamientos y de las afec-
ciones en ellos mismos, sino por la Palabra del Señor; y sin embargo
ignoran qué es el hombre interior; es más, muchos de ellos ignoran
que éste exista e incluso lo niegan, por la razón de que viven no de
la vida del hombre interior, sino de la vida del hombre exterior; y
lo que seduce a muchos es que los animales parecen semejantes a
ellos en lo que respecta a los órganos, a las vísceras, a los sentidos, a
los apetitos y a las afecciones: se dijo que sobre tales asuntos los
eruditos saben menos que los simples y sin embargo se imaginan
saber mucho más; en efecto, discuten sobre la relación entre el alma
y el cuerpo y sobre qué es el alma, mientras que los simples saben
que el alma es el hombre interior, y que ésta es su espíritu que debe
vivir después de la muerte del cuerpo, y también que ella es el
hombre mismo que está en el cuerpo; por otro lado, los eruditos,
más que los simples, se asimilan a los animales y atribuyen todas las
cosas a la naturaleza, y apenas algo a Dios; que ellos no reflexionan
sobre el hecho de que el hombre tiene, más que los animales, poder
para pensar en el cielo y en Dios, y ser elevado así por encima de él
mismo, en consecuencia conjuntarse con el Señor por el amor y por
tanto vivir eternamente después de la muerte; que ignoran princi-
palmente que todas y cada una de las cosas en el hombre están bajo
la dependencia del Señor en medio del cielo y que el cielo es el
Gran Hombre, con el que corresponden todas y cada una de las
cosas que pertenecen al hombre y también con las que pertenecen a
la naturaleza; que sin duda cuando escuchen y lean estas verdades
las considerarán paradojas, de suerte que si la experiencia no las
confirma, las rechazarán como algo fantástico; que sucede lo mis-
mo cuando escuchan decir que hay tres grados de la vida en el
hombre como hay tres grados de la vida en los cielos, es decir, tres
cielos, y que el hombre corresponde con los tres cielos, de manera
que él mismo es en imagen un pequeño cielo cuando se encuentra
en la vida de la verdad y del bien, y a través de esta vida es asimismo
una imagen del Señor. Sobre el asunto de estos tres grados de la
vida, he aprendido que el último grado, llamado hombre externo o
natural, es aquel por el que el hombre es semejante a los animales
por la codicia y los deseos; que el segundo grado, llamado hombre

212
ARCANOS CELESTES

interno y racional, es por el que el hombre está por encima de los


animales, pues debido a ese grado puede pensar y querer el bien y la
verdad, y mandar sobre el hombre natural, reprimiendo y recha-
zando las codicias y los deseos que provienen de éste y reflexionan-
do sobre el cielo e incluso sobre lo divino, cosas que no pueden
hacer los animales; que el tercer grado de la vida es el que el hom-
bre conoce menos, y que sin embargo mediante él el Señor influye
en la mente racional, de donde le viene al hombre la facultad de
pensar, la conciencia y la perfección del bien y de la verdad, y
también por el Señor la elevación hacia Él: pero estas cosas están
lejos de los sabios de nuestro tiempo, los cuales se limitan a discutir
si una cosa es, y mientras discuten esto no pueden saber que esa
cosa es, ni menos todavía lo que esa cosa es.
3.884. Como en el mundo se ignora absolutamente que hay una
correspondencia del cielo o Gran Hombre con cada una de las cosas
del hombre, y que gracias a ello el hombre existe y subsiste, y como
en consecuencia lo que se diga sobre esta correspondencia parecerá
paradójico e increíble, se me ha permitido contar cosas que perte-
necen a la experiencia y están confirmadas por mí. Una día que el
cielo interior me fue abierto y hablé con los ángeles, me fue permi-
tido observar lo que sigue: es necesario que se sepa que aunque yo
estaba allí, sin embargo no me encontraba fuera de mí sino en mi
cuerpo, pues el cielo está dentro del hombre sea cual sea el lugar en
que éste se halle; así, cuando le place al Señor, el hombre puede
encontrarse en el cielo y sin embargo no estar separado del cuerpo;
me fue dado también percibir las operaciones comunes del cielo tan
manifiestamente como si fueran percibidas por los sentidos: había
cuatro operaciones que yo percibí entonces, la primera en el cere-
bro hacia la sien izquierda, operación común para los órganos de la
razón; en efecto, la parte izquierda del cerebro corresponde a las
facultades racionales o intelectuales, y la parte derecha a las afeccio-
nes y a las facultades volitivas. Percibí una segunda operación co-
mún en la respiración de los pulmones; ella dirigía dulcemente mi
respiración pero por el interior, de manera que yo no tenía necesi-
dad de emitir mi aliento o de respirar mediante el ejercicio de mi
voluntad; entonces la respiración del cielo fue manifiestamente per-
cibida por mí; ésta es interna y en consecuencia imperceptible para
el hombre; pero por una admirable correspondencia influye en la
respiración del hombre, que es externa y pertenece al cuerpo; si el
hombre estuviera privado de este influjo, caería muerto al instante.
La tercera operación que percibí estaba en la sístole y en la diástole
del corazón; entonces estos movimientos eran en mí más dulces que

213
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

nunca; el pulso era regular, alrededor de tres veces por cada retor-
no de la respiración, y sin embargo de una naturaleza tal que termi-
na en las cosas relacionadas con los pulmones y así los rige; me fue
dado observar al final de cada respiración cómo los movimientos
alternativos del corazón se reflejaban en los movimientos alternati-
vos de los pulmones; las alternancias del pulso eran tan fáciles de
observar que las hubiera podido contar: eran distintas y dulces. La
cuarta operación común estaba en los riñones; también me fue dado
percibirla, pero oscuramente. De esta manera vi claramente que hay
en el cielo, o Gran Hombre, pulsaciones cardíacas y respiraciones; y
que las pulsaciones cardíacas del cielo o Gran Hombre tienen una
correspondencia con el corazón y con sus movimientos de sístole y
diástole, y que la respiración del cielo o Gran Hombre tiene corres-
pondencia con el pulmón y con su respiración; pero estos hechos
no habían sido observados por el hombre porque son impercepti-
bles para la razón por ser interiores 1•

1. Todos estos parágrafos versan, como puede apreciarse, sobre la idea típicamen-
te swedenborgiana del Maximus Hamo. Aunque éste es un mitema de una antiquísima
tradición (el hombre primordial o arquetípico -Unnensch- del que nos hablan los feno-
menólogos de la religión: Prayapati, Gayomar, Adán Cadmón ... ), en Swedenborg adquie-
re unas características específicas. El Maximus Hamo (el mundo espiritual) es una clara
interiorización de las ideas fisiológicas y anatómicas que aparecen en sus obra científicas
Oeconomia Regni Anima/is y Regnum anima/e, queriendo así figurar Swedenborg la inte-
rrelación del ámbito corpóreo y el ámbito espiritual: se puede decir que aquí aparecen
todas las ideas físicas y fisiológicas de Swedenborg trasladadas a la dimensión espiritual, y
por tanto homologándose las leyes de la naturaleza con las leyes del mundo supranatural
(no hay que descartar una posible influencia sobre la Naturphilosophie). Además creemos
que la noción swedenborgiana de Maximus Hamo es una manera de expresar el teologue-
ma paulino de «cuerpo místico de Cristo», en el que todos los creyentes tienen vida y del
que todos participan. De entre las muchas cuestiones interesantes para comentar, hace-
mos mención tan sólo de la importancia que le concede Swedenborg a la respiración, lo
que nos podría llevar a relacionar el tema con la fisiología del cuerpo sutil y con lo que
Mircea Eliade llamó las técnicas del éxtasis (yoga, hesicasmo, etcétera).

214
LAS TIERRAS EN EL UNIVERSO*

Estamos ante uno de los diversos trabajos que Swedenborg extractó,


con algunas variantes, de los Arcanos celestes. Por los habitantes de
las diferentes tierras o planetas del universo debemos entender los
diferentes estados espirituales, al modo como nos lo exponen los
relatos visionarios de Avicena (como, por ejemplo, la Risala de Havy
ben Yaqzán). Es decir, que más que un libro de cosmología es este un
tratado sobre la conciencia imagina/ o imaginación trascendental
(en el sentido más filosófico de la palabra). Por tanto, Swedenborg
utiliza un modelo cosmológico para que sirva de vehículo a las expe-
riencias espirituales. Podría decirse que las tierras y habitantes que
pueblan el De Telluribus acontecen no en el plano sensible, sino en
el ámbito sutil del Mundus Imaginalis o Alam al mizal (como inter-
pretaría Henry Corbin): se trata, pues, de una ontología de la me-
diación por la que todas las realidades visibles sufren un desdobla-
miento sutil o espiritual que las convierte en cifra simbólica. Si el
horno maximus representa la dimensión sutil o imagina! de la ana-
tomía humana, las tierras de estas visiones swedenborgianas repre-
sentan la dimensión sutil o imagina/ del orbe planetario.

De Telluribus in mundo nostro solari, quae vocantur Planetae; et de Telluribus


in Coelo astrífero, Londres, 175 8.

215
1. Como gracias a la divina misericordia del Señor, las interioridades
de mi espíritu han sido abiertas, y por este medio se me ha concedido
hablar no solo con los espíritus y ángeles pertenecientes a nuestra
tierra sino también con los que están más allá; así también teniendo
el deseo de saber si existen otras tierras, cuáles son y quiénes son sus
habitantes, me ha concedido el Señor hablar y conversar con los es-
píritus y los ángeles originarios de otras tierras, con algunos un día,
con otros una semana y con otros meses, y ser instruido por ellos sobre
las tierras que habitan y acerca de la vida, de las costumbres, de su
culto y de otras cosas dignas de ser referidas; y como me ha sido dado
saber de estas cosas, por eso las describo ahora según lo visto y oído.
Es necesario saber que todos los espíritus y ángeles provienen del gé-
nero humano; que pertenecen a su tierra y en ella están; y que el hom-
bre cuyas interioridades han sido abiertas para poder hablar y con-
versar con ellos, puede ser instruido; pues el hombre en su esencia es
un espíritu, y está con los espíritus en lo que hace referencia a sus
interioridades. Por eso, a quien el Señor haya abierto sus interiorida-
des puede hablar con aquellos como un hombre con otro hombre:
esto se me ha concedido a mí cada día durante doce años.
113. Motivos por/o que el Señor quiso nacer sobre nuestra tierra
y no sobre otra. Si le plugo al Señor asumir la humanidad y nacer
sobre nuestra tierra y no sobre otra, es por muchos motivos de los
que he sido informado en el cielo. El motivo principal es debido a la
Palabra, porque en nuestra tierra puede ser escrita y expandida por
toda la tierra, y una vez expandida puede ser conservada para la
posteridad; y así puede manifestarse a todos, también en la otra vida,
que Dios se ha hecho hombre.
114. Que el motivo principal sea la Palabra, se debe a que la
Palabra es la misma Verdad divina que enseña al hombre que hay un
Dios, que hay un cielo y un infierno, que hay una vida después de la
muerte; y enseña además cómo el hombre debe vivir y creer para
llegar al cielo y ser así eternamente feliz. Todas estas cosas, sin una
revelación de la Palabra en nuestra tierra, hubieran sido totalmente
desconocidas; y no obstante el hombre ha sido creado de tal manera
que en cuanto a su interioridad no puede morir.
118. Así se ha podido hacer manifiesto que Dios se ha hecho
hombre: este es, en efecto, el punto principal y más esencial por el

216
LAS TIERRAS EN EL UNIVERSO

que ha sido dada la Palabra, puesto que nadie puede creer en un


Dios ni amar a un Dios que no puede ser comprendido bajo ninguna
forma. Por tanto, los que buscan en lo invisible, y en consecuencia
en lo incomprensible, caen con el pensamiento en la naturaleza y así
no creen en ningún Dios. Por eso plugo al Señor nacer y hacerse
manifiesto mediante la Palabra, a fin de que no solo fuese conocido
en este planeta, sino también para que a través de la Palabra se mani-
festara para los espíritus y ángeles de otras tierras, y para los gentiles
de la nuestra.
119. Es necesario saber que la Palabra, dada por el Señor por
medio del cielo a nuestra tierra, es la unión del cielo y del mundo;
que para este fin existe una correspondencia de todas las cosas que
están en la letra de la Palabra con las divinas que pertenecen al cielo,
y que la Palabra en su sentido supremo e íntimo trata del Señor, de
su reino en los cielos y en las tierras, del amor y de la fe de Él y en Él,
por consiguiente de la vida de Él y en Él. Tales cosas se hacen pre-
sentes a los ángeles en el cielo cuando la Palabra de nuestra tierra es
leída y predicada.
125. Quien no conoce los arcanos del cielo no puede creer que
un hombre pueda ver tierras lejanas y narrar lo experimentado por
sus sentidos. Pero este hombre sabe que los espacios y las distancias
y las progresiones que existen en el mundo natural son, en su origen
y como primera causa, mutaciones de los estados interiores; sabe
también que en los ángeles y espíritus, esos espacios, distancias y
progresiones aparecen como transformaciones de sus estados, y que
así los ángeles y los espíritus pueden, mediante estas transformacio-
nes, ser transportados aparentemente de un lugar a otro y de una
tierra a otra, y también a las tierras que están en el otro extremo del
Universo. De manera similar actúa el hombre en cuanto a su espíri-
tu, permaneciendo sin embargo su cuerpo en el mismo lugar. Así ha
sucedido conmigo desde que gracias a la divina misericordia del Se-
ñor, me ha sido dado conversar con los espíritus como espíritu y con
los hombres como hombre. El que un hombre puede ser transporta-
do en espíritu es algo que el hombre sensual no puede comprender,
ya que se encuentra en el espacio y en el tiempo, y mide sus progre-
sos según el espacio y el tiempo 1•

1. En estos fragmentos vemos algunos de los motivos fundamentales de Sweden-


borg: su afán apologético y, en última instancia, racionalizador; la importancia concedida
a la Sagrada Escritura (y por ende a su hermenéutica); la conversión de la exterioridad
(espacio y tiempo) en los flujos de la conciencia ...

217
EL CIELO Y SUS MARAVILLASY EL INFIERNO''

Posiblemente este ha sido el libro más divulgado de Swedenborg y el


que más se tradujo. Extraído de los Arcanos celestes a modo de epí-
tome, fue el que de algún modo popularizó el pensamiento religioso
de su autor. William Blake (en un principio swedenborgiano) lo imi-
tó (y en cierto modo lo parodió) en su obra Matrimonio del cielo y el
infierno; Borges (que a la sazón tiene un Libro sobre el Cielo y el
Infierno) lo cita a menudo y, en general, es una obra especialmente
atrayente para literatos por la riqueza de sus imágenes. Pero en rea-
lidad se trata de un volumen que sintetiza magníficamente las ideas
teológicas de S wedenborg sobre el más allá. Es muy interesante el
desarrollo que hace del mundo de los Espíritus, intermediario entre
el Cielo y el Infierno: se asemeja al Purgatorio católico y precisa-
mente algunos han visto en este mundo mediador de Espíritus la
necesidad de afirmar, frente al luteranismo, un estado provisional
del alma que flexibilice la dicotomía cielo-infierno. De igual mane-
ra, toda la visión swedenborgiana del Cielo parece exigir la catego-
ría de comunión de los santos, la cual posibilita una comunicación
entre todos los fieles de este mundo y del otro; categoría que tam-
bién falta en el luteranismo.

De Coelo et de Inferno, Londres, 1758.

218
17. Toda experiencia en el cielo prueba que lo Divino que procede
del Señor, que afecta a los ángeles y crea el cielo, es el Amor, pues
todos los que viven en el cielo son formas del amor y de la caridad.
Aparecen con una belleza inexpresable y el amor se muestra en el
brillo de sus rostros, en su lenguaje y en cada particularidad de su
vida. Existen esferas espirituales de vida procedentes de cada ángel y
de cada espíritu, y se expanden alrededor de ellos. Por estas esferas
se sabe, incluso a gran distancia, cómo son en cuanto a las afecciones
que provienen de su amor y en cuanto a la fe de cada uno de estos
ángeles y espíritus. Las esferas que emanan de los ángeles están tan
llenas de amor que afectan al interior de las vidas de quienes les acom-
pañan. Las he percibido muchas veces y siempre me han afectado así.
Es para mí muy evidente que los ángeles extraen su vida del
amor. Cada uno en la otra vida se vuelve según sea su amor. Los que
aman al Señor y a su prójimo se orientan constantemente hacia el
Señor; los que por el contrario sólo se aman a sí mismos, se vuelven
hacia el lado contrario del Señor. Esto ocurre así cualquiera que sea
el sentido hacia el que vuelvan sus cuerpos, pues en la otra vida los
espacios están en relación con los estados interiores de los habitan-
tes. Existen las mismas regiones que aquí, pero no están fijadas de
manera invariable como las del mundo, sino que se determinan por
el aspecto del rostro de los habitantes del mundo espiritual. Sin em-
bargo no son los ángeles los que se vuelven hacia el Señor, sino que
es el Señor quien atrae hacia Él a aquellos que Lo aman.
42. Las sociedades angélicas en los cielos se diferencian entre
ellas según sea el bien que las impulsa, y la diferencia de esos bienes
constituye las distancias que separan una sociedad de otra. En efec-
to, en el mundo espiritual las distancias tienen origen en las diferen-
cias de estados interiores. Los que se diferencian mucho están a una
gran distancia, los que se diferencian poco a una pequeña distancia.
La semejanza hace que se junten.
56. Allí donde se reconoce al Señor, allí donde se cree en Él y se
Le ama, allí está el cielo. La variedad del culto según la variedad del
bien en cada sociedad no es algo perjudicial, por el contrario es ven-
tajoso pues la perfección del cielo viene precisamente de aquí. Sería
difícil hacer comprender cómo la perfección del cielo viene de aquí,
sin tener que recurrir a los términos usados y consagrados en el

219
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

mundo científico para explicar cómo la perfección de la unidad está


formada por la presencia de la pluralidad: toda unidad está com-
puesta de pluralidad, pues la unidad que no es compuesta no es nada,
no tiene forma y en consecuencia tampoco cualidad. Pero cuando la
unidad está compuesta de pluralidad y esta pluralidad se halla en
una forma perfecta, en la que cada elemento se une al resto conjun-
tándose en una totalidad, entonces la unidad tiene una cualidad per-
fecta. El cielo también es una unidad compuesta de cosas variadas,
ordenadas en la forma más perfecta; pues la forma celeste es la más
perfecta de todas las formas. Que toda perfección viene de aquí se
ve claramente por la belleza, el deleite y el encanto que afectan tanto
a los sentidos como al espíritu. Estas cualidades provienen y emanan
de la armonía de varias cosas que se unen y acoplan, ya porque co-
existen en orden, ya porque continúan un orden. Nunca son el pro-
ducto de una unidad sin variedad de partes. La variedad complace, y
se sabe que la complacencia que resulta de esa variedad está en rela-
ción con su cualidad. Según todo esto se aprecia claramente que la
perfección proviene de la pluralidad incluso en el cielo. Por las cosas
que existen en el mundo natural se puede ver como en un espejo las
que pertenecen al mundo espiritual 1 •
57. Todo lo que se acaba de decir puede ser aplicado a la Iglesia,
pues la Iglesia es el cielo del Señor en la tierra. Pero la Iglesia es
Iglesia en la medida en que reinan en ella el amor y la fe. De la
misma manera, de varias Igiesias el Señor ha constituido una sola.
Lo que se ha dicho de la Iglesia en general también puede aplicarse
al hombre de Iglesia en particular, pues la Iglesia está en el interior
del hombre y no fuera, y cada hombre en el que está presente el
Señor a través del amor y de la fe, es la Iglesia. Del mismo modo que
del ángel se ha dicho que es el cielo, también del hombre puede
decirse que es la Iglesia. El hombre es la Iglesia en su forma más
pequeña, como el ángel es el cielo en su forma más pequeña. Es más,
el hombre que es la Iglesia también es un cielo como el ángel, pues el
hombre ha sido creado para ir al cielo y convertirse en ángel. Por
eso el hombre que hace el bien del Señor es un ángel-hombre. Con-
viene ahora decir lo que el hombre tiene de común con el ángel y lo
que tiene de más. El hombre como el ángel tiene su interioridad
formada a imagen del cielo, y también llega a ser una imagen del
cielo cuando se encuentra en el bien del amor y de la fe. Pero a

1. Para Swedenborg el Ser es determinación. Por eso rechaza toda idea de una
unidad abstracta. La unidad misma tiene que desenvolverse y determinarse en su riqueza
cualitativa.

220
EL CIELO Y SUS MARAVILLAS Y EL INFIERNO

diferencia de los ángeles, el hombre tiene su exterioridad formada a


imagen del mundo, y en la medida en que el hombre mismo haga el
bien, el mundo que él es se encuentra subordinado y supeditado al
cielo. Entonces el Señor está presente en la interioridad y en la exte-
rioridad del hombre como si éste estuviera en su cielo. Y también
está presente el orden divino en ambas realidades, pues Dios es el
Orden.
114. Ya se ha dicho que el mundo espiritual, que es el cielo, ha
sido conjuntado con el mundo natural mediante correspondencias.
Resulta de ello que por correspondencias el hombre tiene comuni-
cación con el cielo, puesto que los ángeles del cielo no piensan como
los hombres según las cosas naturales. Cuando el hombre conoce la
ciencia de las correspondencias, puede estar con los ángeles a través
de su pensamiento, y así conjuntarse con ellos en cuanto que hom-
bre espiritual o interior. Para esa conjunción del cielo con el hom-
bre, la Palabra ha sido escrita mediante puras correspondencias, pues
todas y cada una de las cosas que están en la Palabra tienen corres-
pondencias. Si el hombre conociera la ciencia de las corresponden-
cias, comprendería el sentido espiritual de la Palabra y le sería dado
entender los arcanos que no apercibe en el sentido literal. En la Pa-
labra hay un sentido literal y un sentido espiritual. Las cosas, tales
como son en el mundo, constituyen el sentido literal, y las que están
en el cielo constituyen el sentido espiritual. Como la conjunción del
cielo con el mundo se ha hecho por correspondencias, por eso ha
sido revelada una Palabra en que hasta la menor iota tiene corres-
pondencia.
141. En el cielo como en el mundo existen cuatro regiones: el
oriente, el sur, el occidente y el norte, determinadas en los dos mun-
dos por su sol respectivo; en el cielo por el sol del cielo que es el
Señor, en el mundo por el sol del mundo. Sin embargo entre las
regiones del cielo y las del mundo existen varias diferencias. En pri-
mer lugar, en el mundo se llama sur al punto en que el sol está en su
más grande altura por encima de la tierra; norte al punto que está en
una situación opuesta; oriente al punto donde el sol se eleva hasta
los equinoccios, y occidente allí donde se pone. En el mundo todas
las regiones están determinadas por el sur. En el cielo se llama orien-
te al lugar en el que el Señor aparece como sol; en el punto diame-
tralmente opuesto está el occidente; a la derecha en el cielo está el
sur y a la izquierda el norte, cualquiera que sea el sitio hacia el que
los ángeles vuelvan su rostro y su cuerpo. En el cielo todas las regio-
nes están determinadas por el oriente. Se llama oriente al lugar en el
que el Señor aparece como Sol, pues el origen de toda vida viene de

221
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

Él en cuanto que Sol. En la medida en que los ángeles reciben el


calor y la luz, o el amor y la inteligencia procedentes del Señor, se
dice que el Señor se levanta entre ellos. En la Escritura el Señor es
llamado Oriente.
174. Cuando se me ha concedido estar en reunión con los ánge-
les, las cosas del cielo me han aparecido como las del mundo; y de
una forma tan clara que creía yo que estaba en el mundo y en la
corte de un rey. Estuve hablando con los ángeles como de hombre a
hombre.
17 5. Todas las cosas que corresponden con las interiores las re-
presentan también (en el cielo), y por eso son llamadas representati-
vas. Como varían según el estado de la interioridad de los ángeles
son llamadas apariencias. Las cosas que aparecen ante los ojos de los
ángeles en los cielos y son percibidas por sus sentidos, se manifiestan
de una manera tan viva como las que ven y perciben los hombres
sobre la tierra, e incluso todavía de una forma más clara, más distin-
ta y más perceptible. Las apariencias que en los cielos proceden de
esa fuente, son llamadas apariencias reales, porque existen realmen-
te. Hay también apariencias que no son reales; éstas son las cosas
que aparecen, pero no se corresponden con las interiores.
176. He aquí un ejemplo que mostrará más claramente cuáles
son las cosas que aparecen a los ángeles según las correspondencias.
Entre los que predomina la inteligencia, aparecen jardines y huertos
llenos de árboles y flores de toda especie. Los árboles están planta-
dos ordenadamente, de dos en dos con las ramas formando avenidas
bordeadas de verdor y de paseos cubiertos, todo de una belleza in-
descriptible. Los que son inteligentes pasean por allí, cogen flores y
hacen guirnaldas con las que adornan a los niños. Hay jardines de
especies arbóreas y de flores que no existen en el mundo. Los árbo-
les dan fruto en consonancia con los bienes del amor en que se ha-
llan los inteligentes; ven tales cosas [los ángeles] porque el jardín y el
huerto y también los árboles frutales y las flores, corresponden a la
inteligencia y a la sabiduría. En la tierra se sabe que tales cosas exis-
ten en los cielos, pero solamente por los que pertenecen al bien y la
luz del cielo no ha sido apagada por la luz natural y sus ilusiones.
Ellos dicen que el cielo encierra cosas «que nunca ningún oído ha
escuchado ni ojo ha visto» 2 •

2. Para la fenomenología de la conciencia imagina!, las distancias y el espacio están


interiorizados de tal manera que se convierten en movimientos del alma, siendo la exte-
rioridad representación o símbolo de la interioridad.

222
EL ÚLTIMO JUICIO Y LA BABILONIA DESTRUIDA*

En este opúsculo, confeccionado a partir de las visiones relatadas en


las Experiencias espirituales, se tratan temas de escatología (realiza-
da) y eclesiología (las tres Iglesias pasadas más la cuarta o Nueva
Iglesia espiritual e interior), cuestiones de gran importancia para
Swedenborg y que desarrollaría posteriormente.
Algunos autores, como Corbin, han creído ver una influencia de
las cuatro iglesias de Swedenborg sobre las Edades del Mundo de
Shelling; encontramos también un reflejo en la idea de eón de Euge-
nio D'Ors. En cualquier caso, lo que se demuestra leyendo el presen-
te texto es la estrecha relación que para Swedenborg existe entre
ecclesia, pneumatología, escatología y hermenéutica, pues en esa
interrelación espiritual se van revelando estas instancias teológicas.
Insistimos en la importancia que toma el concepto de iglesia para
nuestro autor: la concibe como una realidad suscitada por Dios para
que sirva como de mediación entre él mismo y la humanidad: f eno-
menológicamente hablando, nos recuerda la Shejiná del judaísmo.

De ultimo judicio, et de Babylonia destructa, Londres, 1758.

223
1. Por «día postrero o juicio final» no se debe entender la destruc-
ción o fin del mundo.
Los que ignoran el sentido espiritual de la Palabra han entendi-
do que en el día del juicio final perecerán todas las cosas que en el
mundo se manifiestan ante los ojos, porque se dice que entonces
perecerán el cielo y la tierra y que-Dios creará un cielo nuevo y una
nueva tierra. También se han mantenido en esta creencia por aque-
llo de que «entonces se levantarán todos los muertos de los sepul-
cros» y entonces «los buenos serán separados de los malos» y otras
cosas parecidas. Pero esto es según el sentido literal de la Palabra,
porque este sentido es natural y se encuentra en las últimas cosas
del Orden divino, las cuales contienen en sí mismas todas y cada
una de las cosas del sentido espiritual. Por tanto, el que entiende la
Palabra solo según el sentido literal, puede interpretar este de di-
versas maneras y adaptarlo a diferentes opiniones, que es lo que se
ha he hecho en el mundo cristiano. De ahí que hayan nacido todas
las herejías, cada una basada en la Palabra. Mas habiéndose ignora-
do hasta ahora que en toda la Palabra y en cada una de sus partes
hay un sentido espiritual, e incluso qué es el sentido espiritual, no
se debe tener en cuenta aquella opinión errónea respecto al ultimo
juicio, y ha de saberse desde ahora que no perecerá el cielo visible a
nuestros ojos, ni la tierra habitada, sino que ambos permanecerán;
y asimismo debe saberse que por «el cielo nuevo» y «la nueva tierra»
se entiende la Nueva Iglesia tanto en el cielo como en la tierra ...
28. Respecto al último juicio se cree que entonces aparecerá el
Señor entre las nubes del cielo, en gloria con los ángeles, y que
saldrán de los sepulcros todos cuantos han vivido desde el principio
de la creación revistiéndose las almas de sus cuerpos, y que todos
serán así juzgados a la vez; los que hicieron el bien irán a la vida
eterna o sea al cielo, y los que hicieron el mal a la muerte eterna, o
sea al infierno. Esta fe ha surgido en la Iglesia debido al sentido
literal de la Palabra, y no podía desaparecer mientras se ignorara
que en todo lo dicho en la Palabra hay un sentido espiritual y que
este sentido es la Palabra misma; que su sentido literal le sirve de
base y fundamento, y que sin la forma de su sentido literal no po-
dría la Palabra ser divina, ni servir como doctrina para la vida y la
fe, tanto en el cielo como en el mundo, como asimismo para la
conjunción. Por lo tanto, el que conoce las correspondencias de las

224
EL ÚLTIMO JUICIO Y LA BABILONIA DESTRUIDA

cosas espirituales con las naturales en la Palabra, puede saber que


por «la venida del Señor entre las nubes del cielo» no se entiende su
aparición entre las nubes naturales, sino su aparición espiritual en
la Palabra. Pues el Señor es la Palabra, puesto que es la divina Ver-
dad. «Las nubes del cielo» en que ha de venir es el sentido literal de
la Palabra y «gloria» es su sentido espiritual. «Ángeles» significa el
cielo ... Por eso es evidente lo que se ha de comprender por las
citadas palabras. Se entiende que el Señor cuando ha llegado el final
de la Iglesia, ha abierto el sentido espiritual de la Palabra y revela
así la divina Verdad tal como es en sí misma, siendo esto la señal del
Último Juicio ...
29. Que el Último Juicio se ha de verificar en el mundo espiri-
tual y no en el mundo natural, o sea, no en la tierra, consta en los
dos artículos que preceden y también por lo que sigue ...
34. Que el equilibrio entre el cielo y el infierno empieza a des-
aparecer al final de la Iglesia consta porque el cielo y el infierno son
como el género humano, acerca de lo cual puede verse más arriba; y
consta también que al ser pocos los que entran en el cielo y muchos
los que van al infierno, el mal de una parte sobrepuja al bien de la
otra parte, puesto que a medida que crece el infierno, crece el mal y
todo el mal del hombre pertenece al infierno y todo el bien al cielo.
Al tomar el mal incremento sobre el bien al final de la Iglesia, el
Señor dispone que entonces todos sean juzgados, que los malos sean
separados de los buenos y el orden restablecido en todas las cosas;
que se constituya un nuevo cielo y asimismo una nueva Iglesia en la
tierra, y que así el equilibrio sea restablecido. Esto es lo que se llama
el Último Juicio.
46. Mas ha de saberse que el Último Juicio se verificó en los que
han vivido desde el tiempo del Señor hasta este día. Porque en esta
tierra se ha verificado un Último Juicio dos veces anteriormente.
Uno, el que en la Palabra se describe bajo la figura del diluvio; el
otro fue realizado por el Señor mismo cuando estaba en el mundo;
a este último se refieren las palabras del Señor en Jn 16,31-33; y
asimismo en Is 63,1-8, y en otros varios lugares. La razón por la
que se ha verificado anteriormente dos veces un Último Juicio es
que todo juicio se verifica en el final de la Iglesia, y en esta tierra
han existido dos Iglesias, la primera antes del diluvio y la otra des-
pués del diluvio. La Iglesia prediluviana es descrita en los primeros
capítulos del Génesis por la nueva creación del cielo y de la tierra y
por el paraíso, y su final es descrito como el comer del árbol de la
ciencia, y luego detalladamente su Último Juicio es descrito por el
diluvio, y todo según el estilo de la Palabra, por medio de corres-

225
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

pondencias solamente. En el sentido interior o espiritual por «Crea-


ción del cielo y la tierra» se entiende la instauración de una nueva
Iglesia. Por «el paraíso del Edén» se entiende la sabiduría de esa
Iglesia celestial. Por «el árbol de la ciencia» la ciencia que destruyó
aquella Iglesia. Lo mismo se entiende por «la serpiente»; y por «el
diluvio» el Último Juicio sobre esa Iglesia. La otra Iglesia que existió
después del diluvio, también es descrita en algunos lugares de la
Palabra, en Dt 32, 7-14 y en otras partes. Esta Iglesia se extendía
sobre una gran parte de la tierra asiática y continuó entre la posteri-
dad de Jacob. Su final ocurrió cuando el Señor vino al mundo. Por
Él se verificó el Último Juicio sobre todos desde el principio de esa
Iglesia y al mismo tiempo sobre el resto de la primera Iglesia. El
Señor vino al mundo con el fin de reducir al orden todas las cosas
en el cielo, y por medio del cielo, las de la tierra, y al mismo tiempo
para hacer divina su naturaleza humana. Si esto no se hubiera veri-
ficado, nadie podría salvarse. Que han existido dos Iglesias en esta
tierra antes de la venida del Señor, se ha explicado en varios lugares
de los Arcanos celestes ... La tercera Iglesia en esta tierra es la cristia-
na. Sobre esta y sobre los que desde el tiempo del Señor han ido al
primer cielo, se ha verificado ese Último Juicio del que aquí se
trata.
65. Más arriba, en el artículo primero, como asimismno en otros
anteriores, queda expuesto que por «el cielo nuevo y la tierra nue-
va» y por la desaparición del «primer cielo y de la primera tierra»
no se entiende el cielo visible ni la tierra que habitamos, sino el
cielo angélico y la Iglesia. Esto se expone en el sentido literal me-
diante cosas naturales, porque lo natural sirve de base a lo espiritual
y sin tal base la Palabra no sería Obra divina, pues no sería comple-
ta. Lo natural, que es lo último del Orden divino, completa y con-
suma lo interior que está compuesto por las cosas espirituales y
celestiales, a fin de que estas subsistan sobre las naturales como una
casa sobre sus fundamentos. Ahora bien, puesto que se ha discurri-
do sobre los contenidos de la Palabra como si fueran cosas natura-
les, se ha entendido que «el cielo» y «la tierra» en los indicados
lugares y también en otros pasajes, se refieren al cielo del mundo
natural y a esta misma tierra. De ahí que se haya aguardado la
destrucción de estos y también la creación de otros nuevos. Mas a
fin de que no se aguarde esto perpetuamente ha sido descubierto el
sentido espiritual de la Palabra, a fin de que se sepa lo que quieren
decir varias cosas en la Palabra, que no son comprensibles cuando
se piensa en ellas tan solo de una manera natural, y también lo que
quieren decir «el cielo» y «la tierra» que se fueron.

226
EL ÚLTIMO JUICIO Y LA BABILONIA DESTRUIDA

67. Además conviene saber que este cielo que se llama «prime-
ro» no estaba compuesto de los que vivieron en el mundo antes de la
venida del Señor, sino que todos los que lo formaban eran los que
vivieron después de Su venida. Porque al final de cada Iglesia se
verifica un Ultimo Juicio y entonces es abolido el «primer cielo» y
otro nuevo es creado, o sea, formado. La causa es que desde el prin-
cipio hasta el final de la Iglesia son tolerados todos los que llevaron
una vida de moralidad externa y profesaron piedad y santidad ex-
ternas, careciendo sin embargo de la interna; pudiendo por ello, en
lo que respecta a su pensamiento y voluntad interiores, ser manteni-
dos dentro de los límites de la Iglesia solo por las leyes civiles y
morales. Mas en el final de la Iglesia se descubren las cosas interiores
y entonces se verifica el Juicio. De esta manera se ha verificado un
Último Juicio sobre los habitantes de esta tierra dos veces antes y
ahora por tercera vez, y así también dos veces antes desaparecieron
el «primer cielo» y la «primera tierra», y se crearon un nuevo cielo y
una nueva tierra; porque «el cielo» y «la tierra» son la Iglesia en el
cielo y la tierra ...
73. El estado del mundo después del Juicio será exactamente
como antes; porque aquel gran cambio que se verificará en el mun-
do espiritual no introduce cambio alguno en el mundo natural en
cuanto a su forma y vida externa; por lo que la vida social y civil
continuará como antes; habrá paz, hostilidad y guerras como antes,
y en general continuarán como antes las cosas y circunstancias pro-
pias de las sociedades humanas. Lo que el Señor dijo de que al final
de los tiempos sobrevendrán guerras, se levantarán gentes contra
gentes y reinos contra reinos, y habrá hambres, pestilencias y terre-
motos en algunas partes, no significa que tales cosas sucederán en el
mundo natural, sino que se corresponden con el mundo espiritual.
Porque la Palabra en sus profecías no trata de los reinos de la tierra,
ni de las gentes que viven en ellos, por consiguiente tampoco de sus
guerras, así como tampoco trata de las hambres, pestilencias, y te-
rremotos de la tierra, sino de las cosas espirituales con las que se
corresponden, estando dichas correspondencias explicadas en los
Arcanos celestes. Mas el estado de la Iglesia no será como el de
antes. En cuanto a su apariencia externa, será ciertamente parecido,
pero en cuanto a las cosas interiores será diferente. En cuanto a lo
externo habrá varias Iglesias, o sea, la Iglesia estará dividida como
hasta ahora y cada una predicará y enseñará sus respectivas doctri-
nas como antes. Lo mismo en lo que respecta a la religiosidad de los
gentiles. Mas el hombre de Iglesia gozará desde ahora de libertad
para pensar sobre las cosas de la fe, o sea, sobre las cosas espiritua-

227
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

les del cielo, porque su libertad espiritual le ha sido restituida: to-


das las cosas han sido reducidas a orden, en los cielos y en los
infiernos, y de unos a otros fluye todo pensamiento a favor de lo
Divino o en contra de lo Divino ... 1•

1. Como vemos, la escatología swedenborgiana se resuelve en términos de escato-


logía realizada: los sucesos apocalípticos acaecen en el ámbito de lo espiritual. Asociada a
todo ello está su eclesiología: han existido tres Iglesias (antiquísima o adámica, antigua o
israelita, y cristiana) o tres formas de vivir e interpretar el mensaje revelado; por eso ha
habido también tres «Últimos Juicios» en el «cielo», es decir, interiormente. La cuarta
Iglesia (la nueva forma de experimentar la Palabra) viene dada por la pura asunción del
sentido interno de la Escritura. Parece, pues, evidente que el término ecclesia en Sweden-
borg no designa una institución sino un estado de conciencia plasmado en la historia y en
estrecha relación con la hermenéutica o forma de interpretar la Escritura. Según estos
textos, creo que también está claro que Swedenborg no pretendía crear una nueva confe-
sión en sentido jurídico.

228
LA NUEVA JERUSALÉN Y SU DOCTRINA CELESTE*

Este es uno de los varios opúsculos que Swedenborg publicó a partir


de los Arcanos celestes, con la evidente intención de hacer accesibles
sus ideas. De ahí el carácter de «catecismo» que presenta. Lo pode-
mos considerar por su temática y estructura como un antecedente de
La verdadera religión cristiana.
Los temas tratados en este pequeño libro (fe, bautismo, amor al
prójimo, libertad, tentación ... ) manifiestan a las claras el carácter
específicamente cristiano, más teológico que otra cosa, del pensa-
miento swedenborgiano. También apreciamos la capacidad podero-
samente sintética de nuestro autor sueco.

De Nova Hierosolyma et eius Doctrina Caelestia, Londres, 1758.

229
EL BAUTISMO

202. El Bautismo ha sido instituido como signo de que el hombre


pertenece a la Iglesia, y como testimonio de que debe ser regenera-
do. En efecto, la ablución del bautismo es la ablución espiritual, que
es la regeneración.
203. Toda regeneración es realizada por el Señor por medio de
las verdades de la fe y de una vida vivida según estas verdades. El
Bautismo atestigua, pues, que el hombre pertenece a la Iglesia y que
puede ser regenerado; pues en la Iglesia se reconoce que el Señor
regenera al hombre, y en ella también se encuentra la Palabra que
contiene las verdades de la fe por las que se efectúa la regeneración.
204. Esto es lo que el Señor enseña enJn 3,5: Si alguien no nace
de agua y espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
El agua, en sentido espiritual, es la verdad de la fe según la Pala-
bra; el espíritu es la vida según esa verdad; y nacer significa ser rege-
nerado por esos dos medios.
205. Puesto que todo hombre que está siendo regenerado sufre
también tentaciones, que son luchas espirituales contra los males y
las falsedades, las aguas del bautismo representan asimismo las ten-
taciones.
206. El bautismo es un signo y un memorial de esas cosas, por lo
que el hombre puede ser bautizado siendo niño; si no fuera así, pue-
de ser bautizado de adulto.
207. Los que han sido bautizados saben que el bautismo no da ni
la fe ni la salvación; sino que atestigua solo que se debe recibir la fe,
y que se está salvado si se es regenerado.

LA SANTA CENA

210. La Santa Cena ha sido instituida por el Señor a fin de que por
ella la Iglesia se conjuntara con el cielo, y así con el Señor; es, pues,
la cosa más santa del culto.
211. Pero los que no saben nada del sentido interno o espiritual
de la Palabra no comprenden cómo, por la Santa Cena, se realiza la

230
LA NUEVA JERUSALÉN Y SU DOCTRINA CELESTE

conjunción, pues no piensan más allá del sentido externo, que es el


sentido literal. Según el sentido interior o espiritual de la Palabra, se
sabe lo que significan el cuerpo.y la sangre, el pan y el vino, e igual-
mente lo que significa la manducación.
212. En este sentido, el cuerpo o la carne del Señor es el bien del
amor; sucede lo mismo con el pan; y la sangre del Señor es el bien de
la fe; sucede lo mismo con el vino; y la manducación es la apropia-
ción y la conjunción. Cuando el hombre participa del sacramento de
la Cena, los ángeles que están en él entienden así estas cosas, pues lo
perciben todo espiritualmente. Entonces lo que hay de santo en el
amor y en la fe influye en el hombre desde los ángeles, así como desde
el Señor por mediación del cielo; de esto resulta la conjunción.
213. Según esto, se puede ver que cuando el hombre come el
pan, que es el cuerpo, se conjunta con el Señor por el bien del amor
hacia Él según Él; y que cuando bebe el vino, que es la sangre, se
conjunta con Él por el bien de la fe en Él según Él. Pero es necesario
saber que solo aquellos que permanecen en el bien del amor hacia el
Señor y de la fe en Él según Él, pueden conjuntarse con Él por el
sacramento de la Cena. En este caso, por la Santa Cena hay conjun-
ción; de otra manera hay presencia, pero no conjunción.
214. La Santa Cena encierra y comprende además todo el culto
divino instituido en la Iglesia israelita; pues los holocaustos y los
sacrificios en que consistía principalmente el culto de esa Iglesia,
eran denominados con una sola palabra: «el pan». La Santa Cena es,
pues, su complemento 1•

1. La eucaristía siempre tuvo para Swedenborg una gran importancia, posiblemen-


te herencia del tiempo en que frecuentaba las iglesias pietistas de los Hermanos Moravos.

231
EL CABALLO BLANCO*

Esta obra, que hace referencia a Ap 19, 11 ss., insiste sobre cuestio-
nes abordadas en Arcanos celestes; en concreto se refiere al sentido
espiritual de las Escrituras, tema que, como vemos, tiene una enor-
me inportancia para Swedenborg. Todas estas continuas reiteracio-
nes muestran el carácter puntilloso y exhaustivo de su autor. Pero
también la importancia que concede a la escatología como experien-
cia del alma y a la pneumatología; y todo ello, una vez más, ligado
a la interpretación. En este opúsculo sucede además algo muy inte-
resante: Swedenborg nos da la clave de su hermenéutica, el caballo
blanco, pero para descubrir esa clave ha de utilizarse esa misma cla-
ve. Lo que se explica es aquello que explica, el caballo blanco. Swe-
denborg explica la imagen caballo blanco que a su vez explica la
verdad profunda de todo el texto. El sentido espiritual descubre el
sentido espiritual. Esto no es una tautología ni círculo vicioso; es
precisamente círculo hermenéutico, precomprensión esencial. En
Swedenborg se cumple plenamente aquello de La Biblia interpreta a
la Biblia.

De equo albo, Londres, 1758.

232
l. En Juan, el sentido espiritual e interior de la Palabra es descrito
así en el Apocalipsis: Entonces vi el cielo abierto, y he aquí un caba-
llo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con
justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego y había en
su cabeza muchas diademas; y tenía un Nombre escrito que sólo Él
conoce. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su Nombre
es: el Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finí-
simo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos ... Y en su ves-
tidura y en su muslo tiene escrito es nombre: Rey de Reyes y Señor
de Señores (Ap 19, 11-16). Lo que estas cosas encierran sólo se pue-
de saber por el sentido interior; es evidente que todas sin excepción
son representaciones y significaciones, a saber, el cielo abierto, el
Caballo Blanco, el que lo montaba juzgando y combatiendo con Jus-
ticia, sus ojos como llama de fuego, las muchas diademas sobre su
cabeza, el Nombre que ningún otro conoce, el vestido teñido de
sangre, los ejércitos celestiales que le siguen en caballos blancos, los
vestidos de finísimo lino banco y limpio, y el Nombre escrito sobre
su vestido y sobre su muslo. Abiertamente se le llama la Palabra, y se
afirma que la Palabra es el Señor, pues se dice: Su Nombre es el
Verbo de Dios, y después: Hay en su vestido y en su muslo un Nom-
bre escrito: Rey de Reyes y Señor de Señores. Según la interpretación
de cada palabra es evidente que la Escritura es descrita en referencia
al sentido espiritual o interior: el cielo abierto representa y significa
que el sentido interior de la Palabra está manifiesto en el cielo, y en
consecuencia en el mundo para los que el cielo está abierto. El caba-
llo blanco representa y significa la comprensión interior de la Pa-
labra; que el caballo blanco tiene este significado se verá a conti-
nuación. El que cabalga es el Señor como Palabra; esto es evidente,
pues se dice: Su Nombre es el Verbo de Dios. Es llamado Fiel y el
que juzga con justicia, según el bien, y es llamado Verdadero y el que
combate con justicia, según la verdad, pues el Señor mismo es la
Justicia. Sus ojos como una llama de fuego significa la divina Verdad
según el divino Bien de su divino Amor. Sobre su cabeza muchas
diademas significa los bienes y las verdades de fe. Tener un Nombre
escrito que sólo Él conoce significa que sólo Él, y a quien Él lo reve-
la, es capaz de ver el sentido interior de la palabra. Cubierto con un

233
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

vestido teñido de sangre significa la Palabra según la letra, a la que se


ha hecho violencia. Los ejércitos celestiales que le siguen montados
en caballos blancos significa aquellos que comprenden el interior de
la Palabra; vestidos de lino finísimo, blanco y limpio significa los
mismos que antes que permanecen en la verdad según el bien. El
Nombre escrito sobre en su vestido y en su muslo significa el bien y
la verdad y su cualidad. Según estas cosas y las que han precedido y
las que seguirán, es evidente que se ha predicho que en los últimos
tiempos de la Iglesia será abierto el sentido espiritual o interior de la
Palabra ...
6. De la necesidad y de la excelencia de la Palabra. Mediante la
inteligencia natural no se sabe nada del Señor, ni del cielo ni del in-
fierno, ni de la vida del hombre después de la muerte, ni de las divinas
Verdades por las que el hombre posee la vida espiritual y eterna. Es
así por el hecho de que muchos hombres, entre los que se encuentran
los eruditos, no creen en aquellas cosas, aunque pertenezcan a países
donde se conoce la Palabra y hayan sido instruidos en ella. Ha sido
necesario, pues, una Revelación del cielo, ya que el hombre ha nacido
para el cielo. Por eso siempre hay Revelación. Entre los Antiquísimos
que vivieron antes del diluvio, en el tiempo que se ha llamado Edad
de Oro, la Revelación era inmediata, y en consecuencia estaba inscri-
ta en sus corazones. En las Iglesias antiguas que existieron después
del diluvio, hubo una Palabra histórica y profética. La parte histórica
se llamaba las Guerras de Yahvé, y la parte profética los Enunciados.
Esta Palabra era semejante a nuestra palabra en cuanto a la inspira-
ción, pero acomodada a esas Iglesias. Pero esta Palabra se perdió.
Hubo también revelaciones proféticas entre otros pueblos, como se
ve por las palabras proféticas de Balaam.
La Iglesia está especialmente donde está la Palabra, y donde a
través de ella el Señor es conocido y las divinas Verdades son revela-
das. Sin embargo no por eso pertenecen a la Iglesia los que han naci-
do allí donde se da la Palabra y donde a través de ella el Señor es
conocido; sino que pertenecen a la Iglesia los que son regenerados
por el Señor por medio de las Verdades sacadas de la Palabra; esos
son los que viven según las Verdades que la Palabra contiene, en
consecuencia aquellos que viven una vida de amor y de fe.
7. La Palabra sólo es comprendida por los que están iluminados.
La racionalidad humana no puede captar las cosas divinas, ni siquie-
ra las espirituales, si no es iluminada por el Señor. Por tanto sólo los
iluminados son capaces de penetrar en la Palabra. El Señor les da a
los iluminados la facultad de comprender las verdades y discernir las
que parecen contradicciones. La Palabra en sentido literal no es co-

234
EL CABALLO BLANCO

herente con ella misma, y a veces parece contradecirse. Y por eso los
que no han sido iluminados la explican y la invierten de tal manera
que confirman con ella cualquier suerte de opinión y herejía, y justi-
fican todo tipo de amor mundano y corporal. Están iluminados se-
gún la Palabra aquellos que la leen según el amor de la verdad y del
bien, pero no los que la leen según el amor de la reputación, de la
ganancia, del honor y por tanto del amor propio. Están iluminados
los que pertenecen al bien de la vida y en consecuencia a la afección
de la verdad. Están iluminados aquellos cuya interioridad ha sido
abierta, por consecuencia los que pueden ser elevados en la luz del
cielo en lo que hace referencia a su hombre interior. La iluminación
es una abertura actual de las interioridades pertenecientes alomen-
tal, y también una elevación a la luz celestial. La Santidad influye en
la interioridad, es decir, el Señor en el interior, en aquellos que con-
sideran la Palabra como santa; y esto incluso entre los ignorantes.
Los que son conducidos por el Señor aman la verdad porque es la
verdad, y estos mismos son los que desean también vivir según las
divinas Verdades. La Palabra vivifica entre los hombres según la vida
de su amor y de su fe. Las cosas que vienen de la propia inteligencia
de uno no poseen la vida en ellas mismas, porque ningún bien pro-
cede de lo propio del hombre. Los que se han confirmado en una
Doctrina falsa no pueden ser iluminados 1•

1. Swedengorg prestó un gran interés al Apocalipsis de Juan, debido a la impronta


pneumatológica de su teología, asociada siempre a la hermenéutica bíblica. La regenera-
ción swedenborgiana recuerda una vez más a Zinzendorf y los Hermanos Moravos.

235
DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN
SOBRE LA SAGRADA ESCRITURA*

Swedenborg publicó muchos opúsculos en los que trataba aspectos


concretos de su sistema. La obra presente, de la que extraemos algu-
nos textos sobre su exégesis bíblica (tema tan crucial en su pensa-
miento, como ya sabemos), se suele incluir en un solo volumen bajo
el nombre de Las cuatro doctrinas principales de la Nueva Jerusalén,
que reúne además la Doctrina de la Nueva Jerusalén sobre el Señor,
la Doctrina de la vida para la Nueva Jerusalén y la Doctrina de la
Nueva Jerusalén sobre la fe. El origen de todas ellas se encuentra en
un Apocalipsis explicado (redactado entre 1757 y 1759) que Swe-
denborg nunca llegó a publicar pero que le sirvió de mina de donde
extraer una gran cantidad de material.
Una vez más se nos plantea la constante preocupación de Swe-
denborg por el sentido profundo de las Escrituras y su interpreta-
ción. Por eso consideramos a Swedenborg una pieza fundamental
dentro del desarrollo de la hermenéutica espiritual o restauradora;
y, siguiendo a Corbin, una notable aportación para el estudio de la
hermenéutica comparada.

• Doctrina Nova Hierosolyma de Sacra Scriptura, Amsterdam, 1763.

236
6. Del Señor proceden, uno detrás de otro, lo celeste, lo espiritual y
lo natural. Se llama celeste a lo que procede de su divino Amor, el
divino Bien; se llama espiritual a lo que procede de su divina Sabidu-
ría, la divina Verdad; lo natural procede de lo uno y de lo otro y los
contiene en el último grado. Los ángeles del reino celeste del Señor,
que componen el Tercer cielo o cielo Supremo, moran en lo divino
que procede del Señor y que es llamado celeste, pues permanecen
por el Señor en el bien del amor. Los ángeles del reino espiritual del
Señor, que componen el Segundo Cielo o Cielo Medio, moran en lo
divino que procede del Señor y que es llamado espiritual, pues per-
manecen por el Señor en las verdades de la sabiduría. Pero los hom-
bres de la Iglesia en el mundo moran en lo divino natural, que tam-
bién procede del Señor. Se sigue de aquí que lo divino, procediendo
del Señor hasta las últimas cosas, desciende a través de tres grados,
que se llaman celeste, espiritual y natural. Lo divino, que descien-
de del Señor hasta los hombres, desciende por esos tres grados, y
cuando ha descendido contiene los tres grados: todo lo divino pro-
cede de esa manera; por lo que cuando se encuentra en su último
grado, está en su plenitud. Así es la Palabra. En su último sentido, es
natural; en su sentido interior, es espiritual; en su sentido íntimo, es
celeste; y en cada sentido es divina. Que así es la Palabra es algo que
no aparece en su sentido literal, que es el natural; por esta razón el
hombre del mundo no sabía nada de los cielos hasta el presente, y en
consecuencia ignoraba los sentidos espiritual y celeste, y por consi-
guiente la diferencia entre ellos y el natural.
20.IV. El sentido espiritual de la Palabra ha sido ignorado hasta
ahora. Que todas y cada una de las cosas que están en la naturaleza
se corresponden con las cosas espirituales, y que sucede lo mismo
con todas y cada una de las cosas que pertenecen al cuerpo humano,
es lo que se ha mostrado en el tratado El cielo y el infierno. Pero
¿qué es la correspondencia? Hasta ahora se ha ignorado; sin embar-
go, entre los Antiquísimos era conocida, pues para los que vivían
entonces la Ciencia de las Correspondencias era la ciencia de las
ciencias, y tan universal que todos sus códigos y todos sus libros
fueron escritos por correspondencias. El Libro de Job, que es un
libro de los Antiguos, está lleno de correspondencias. Los jeroglífi-
cos de los egipcios y las ficciones fabulosas de la Antigüedad también
fueron lo mismo; todas las Iglesias antiguas fueron Iglesias represen-

237
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

tativas de las cosas celestiales; sus ritos y su estatutos, sobre los que
se había constituido su culto, consistían en puras correspondencias;
de la misma manera todas las cosas de la Iglesia entre los hijos de
Jacob; los holocaustos y los sacrificios, con todo lo que se relaciona-
ba con ellos, eran correspondencias; paralelamente el Tabernáculo
con todo lo que encerraba; después también sus fiestas, como la fies-
ta de los Ácimos, la fiesta de los Tabernáculos y la fiesta de las Primi-
cias; lo mismo el sacerdocio de Aarón y de los levitas, y también los
vestidos de santidad de Aarón y sus hijos; más todavía, todos los
estatutos y sentencias que concernían a su culto y a su vida. Así,
pues, como en el mundo lo divino se manifiesta mediante las corres-
pondencias, por eso la Palabra ha sido escrita con puras correspon-
dencias; debido a ello el Señor, que hablaba en tanto que Divinidad,
habló por correspondencias, pues lo que viene de lo divino se en-
cuentra en la naturaleza en las cosas que corresponden a lo divino, y
entonces encierran en ellas mismas las cosas divinas llamadas celes-
tiales y espirituales.
21. He sabido que los hombres de la Iglesia antiquísima, ante-
rior al diluvio, eran de un carácter tan celeste que hablaban con los
ángeles del cielo, y que podían hablar con ellos por las correspon-
dencias; por eso el estado de su sabiduría llegó a ser tal que todo lo
que veían sobre la tierra lo pensaban no solo de manera natural,
sino al mismo tiempo también de manera espiritual, en consecuen-
cia conjuntamente con los ángeles. Es más, he sabido que Henoc,
del que se habla en el Génesis, y sus coetáneos recogieron de las
propias bocas de los ángeles las correspondencias y transmitieron a
la posteridad la ciencia, por lo que la ciencia de las corresponden-
cias fue no solamente conocida, sino también cultivada en un gran
número de reinos de Asia, sobre todo en la tierra de Canaán, en
Egipto, Caldea, Siria, Arabia, Tiro, Sidón, Nínive, y desde las costas
fue trasladada a Grecia; pero allí se transformó en relatos fabulo-
sos, como se ve por los escritos de los más antiguos escritores de
esta región.
22. Pero cuando las representaciones de la Iglesia, que eran las
correspondencias, se convirtieron con el tiempo en idolatría y en
magia, esta ciencia según la divina Providencia del Señor, cayó suce-
sivamente en el olvido y desapareció en la nación israelita y en la
judía, y se perdió completamente. En verdad, el culto de aquella
nación consistía en puras correspondencias, y en consecuencia era
representativo de cosas celestes; pero sin embargo los Israelitas y los
Judíos no sabían lo que este culto significaba, pues eran hombres
puramente naturales y por tanto ni querían ni podían saber nada de

238
DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN SOBRE LA SAGRADA ESCRITURA

las cosas espirituales, ni consecuentemente nada tampoco de las co-


rrespondencias.
27. En toda Obra divina hay un Primero, un Medio y un Último,
y el Primero va por el Medio hasta el Último, y por esto mismo
existe y subsiste; de aquí que el Último sea la Base. El Primero está
también en el Medio y por el Medio en el Último; así el Último es el
Continente. Y como el Último es el continente y la base, es también
el sostenimiento.
28. El hombre sabio comprende que se puede llamar a estas tres
cosas: fin, causa y efecto; y también: ser, llegar a ser y existir, y que
el fin es el ser, la causa el llegar a ser, y el efecto el existir; en
consecuencia que en toda realidad completa hay una trinidad que
se llama: Primero, Medio y Último, y también: Fin, Causa y Efecto;
también: Ser, Llegar a ser y Existir. Cuando se comprende esto, se
comprende al mismo tiempo que toda Obra divina está completa y
perfecta en el Último, y asimismo que en el Último, que es trino,
todo está comprendido porque el Primero y el Medio se encuen-
tran ahí.
29. De aquí que en la Palabra por el número tres se entienda en
sentido espiritual lo completo y perfecto, después el conjunto total;
y como este número tiene esa significación, es empleado en la Pala-
bra siempre que se designe una cosa completa y perfecta ...
51. La Palabra sin la Doctrina nunca es comprendida: sucede
así porque la Palabra, en sentido literal, consiste en puras corres-
pondencias, a fin de que los sentidos espirituales y celestiales estén
presentes al mismo tiempo, y de que cada palabra sea el continente y
el soporte de ellos; por esto, en el sentido literal las verdades en
algunos pasajes no están desnudas, sino que son verdades vestidas,
llamadas apariencias de verdad, y están acomodadas a la concepción
de los simples que no elevan sus pensamientos por encima de las
cosas que tienen ante sus ojos; existen algunas verdades que apare-
cen como contradicciones, cuando sin embargo en la Palabra, con-
templada con su propia luz, no hay ninguna contradicción ...
80. Que en cada cosa de la Palabra hay matrimonio del Señor y
de la Iglesia, y en consecuencia matrimonio del bien y de la verdad,
es algo que hasta ahora no se ha sabido, y no se ha sabido porque el
sentido espiritual de la Palabra no había sido desvelado, y este ma-
trimonio solo puede ser visto por ese sentido. En efecto, existen en
la Palabra, ocultos en el sentido literal, dos sentidos, el espiritual y
el celestial; en el sentido espiritual, las cosas que están en la Palabra
se refieren principalmente a la Iglesia, y en el sentido celeste se
refieren principalmente al Señor; después, en el sentido espiritual

239
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

se refieren a la divina Verdad, y en el sentido celeste al divino Bien;


por consiguiente, este matrimonio se encuentra en el sentido literal
de la Palabra. Pero esto solo es evidente para quien, según los senti-
dos espiritual y celeste de la Escritura, conoce los significados de las
palabras y de los nombres; pues algunas palabras y algunos nom-
bres se dicen del bien, otros de la verdad, y otros encierran a
ambos ... 1•

1. Una vez más aparecen las relaciones tan estrechas que existen para Swedenborg
entre sentidos bíblicos y eclesiología, así como la coherente imbricación de los tres senti-
dos con todas las demás categorías ontológicas.
Es interesante apreciar que, contra lo que habitualmente se dice, el trinitarismo
ocupa un lugar importantísimo en el esquema filosófico y teológico de Swedenborg.
Y, por otro lado, vemos también la permanencia de la influencia aristotélica.

240
DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN SOBRE EL SEÑOR*

Este texto pertenece a la serie de cuatro libros a los que nos refería-
mos anteriormente. Parece ser que estas cuatro obras formaban par-
te de un Apocalipsis explicado que Swedenborg nunca llegó a publi-
car, pero del que sacó mucho material que con posterioridad iría
editando, como hemos dicho anteriormente. Seleccionamos unas pá-
ginas que corresponden a la doctrina de la Trinidad, uno de los pro-
blemas teológicos que más preocuparon a Swedenborg. De hecho en
el Apocalipsis explicado Swedenborg ya abordó el tema trinitario
escribiendo un tratado sobre el Símbolo Atanasiano, que se editó
separadamente en 1840. El texto que aquí entresacamos proviene
indudablemente de la redacción de 1759.
El libro que salió a la luz en 1840 (y en posteriores ediciones
mejoradas en 1848 y 1953) con el título de De Athanasii Symbolo
en realidad está compuesto por una serie de fragmentos a modo de
anotaciones y borradores. Pero muestra el alcance del problema de
la definición trinitaria en Swedenborg y sus intentos por conciliar
Trinidad y Unidad en el escrito atanasiano, para lo que acuña térmi-
nos como Trinitas, Trinum o Triunum.

Doctrina Nova Hieroso/yma de Domino, Amsterdam, 1763.

241
LA DOCTRINA DE LA FE ATANASIANA CONCUERDA
CON LA VERDAD, CON TAL QUE POR LA TRINIDAD DE PERSONAS
SE ENTIENDA LA TRINIDAD DE LA PERSONA,
QUE ESTÁ EN EL SEÑOR

55. Si los cristianos han reconocido tres Personas divinas, y por tan-
to tres dioses, es porque hay en el Señor una Tríada de atributos, de
modo que a uno se le llama Padre, al otro Hijo y al tercero Espíritu
Santo, y también porque esta Tríada es distintamente nombrada en
la Escritura, de la misma manera que el alma, el cuerpo y lo que
procede de uno y otro son nombrados distintamente, aunque sean
una sola cosa. Así es la Palabra en sentido literal, que distingue como
varias las cosas que son una; de aquí viene que Yahvé, Señor desde
toda la eternidad, haya sido llamado tanto Yahvé, como Yahvé Se-
baot, como Dios, como Señor, y al mismo tiempo Creador, Salva-
dor, Redentor y Formador, e incluso Sadai; y que su Humanidad,
que tomó en el mundo, sea llamada Jesús, Cristo, Mesías, Hijo de
Dios, Hijo del Hombre, y en el Antiguo Testamento, Dios, Santo de
Israel, Ungido de Yahvé, Rey, Príncipe, Consejero, Ángel, David.
Así, pues, como la Escritura en sentido literal es de tal manera que
designa con varios nombres lo que es una sola cosa, por eso los cris-
tianos, que al principio eran hombres simples y entendían toda la
Escritura según el sentido literal, distinguieron tres Personas en la
Divinidad; esto les fue permitido a causa de su simplicidad, a condi-
ción de que creyeran también que el Hijo era infinito, increado, to-
dopoderoso, Dios y Señor, absolutamente igual al Padre; y que por
otro lado creyeran también que no son dos o tres, sino que son uno
en esencia, en majestad y en gloria, así como en divinidad. Los que
creen estas cosas con simplicidad, según la Doctrina, y no mantienen
la idea de tres dioses, sino que tres son uno, aprenden después de la
muerte por medio de los ángeles que el Señor es uno y trino. Todos
los que llegan al cielo reciben esta verdad, pues nadie puede ser ad-
mitido en el cielo si piensa en tres dioses, aunque la boca afirme que
solo hay uno: en efecto, la vida del cielo entero y la sabiduría de
todos los ángeles están fundadas en el reconocimiento y en la confe-
sión de un solo Dios, y sobre la fe en que este Dios único es también
hombre y que el Señor es a la vez Dios y Hombre. Según esto, es
evidente que fue por permiso divino por lo que los cristianos, en el

242
DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN SOBRE EL SEÑOR

comienzo, recibieron la Doctrina de las tres Personas, para que reci-


bieran el conocimiento de que el Señor era al mismo tiempo Dios
infinito, todopoderoso y Yahvé ... Ahora, como cada uno ve en sí
mismo que si Dios es uno, es uno en persona y en esencia, pues nadie
puede pensar de otra manera cuando piensa que Dios es uno, voy a
citar por entero la doctrina que lleva el nombre de Atanasia, y de-
mostrar después que las cosas dichas por él son verdaderas, a condi-
ción de que en lugar de una Trinidad de personas se entienda la
Trinidad en una persona.
57. Que todo lo que encierra esta doctrina es verdad en cada
una de sus expresiones, siempre que en lugar de Trinidad de perso-
nas se entienda la Trinidad de la persona, se puede comprobar en
esta misma doctrina transcrita de nuevo, sustituyendo aquí esa Tri-
nidad. La Trinidad de la persona significa que «la divinidad del
Señor es el Padre, la divina Humanidad el Hijo, y el divino Proce-
dente, el Espíritu Santo». Cuando el hombre entiende así la Trini-
dad, entonces puede pensar en un solo Dios, y puede también decir
que hay un solo Dios; de otra manera ¿quién no ve que no se po-
dría impedir pensar en tres dioses? Atanasia lo vio también y por
eso insertó en su doctrina estas palabras: Como estamos obligados
por la verdad cristiana a reconocer que cada Persona por ella misma
es Dios y Señor, se nos ha prohibido al mismo tiempo por la reli-
gión católica o fe cristiana reconocer tres dioses o tres señores. Aho-
ra bien, foo es esto como si se dijera: Aunque, según la verdad
cristiana, esté permitido reconocer tres dioses y tres señores o pen-
sar en tres dioses y en tres señores, sin embargo nunca está permiti-
do según la fe cristiana decir o nombrar más de un Dios o más de
un Señor? Y sin embargo la conjunción del hombre con el Señor y
con el cielo se hace por el reconocimiento y por el pensamiento,
y no por el lenguaje solo. Por otro lado, nadie comprende cómo la
Divinidad, que es Una, puede ser dividida en tres personas siendo
cada una Dios, pues la Divinidad no es divisible; hacer que las tres
sean una esencia o sustancia no significa eliminar la idea de tres dio-
ses, sino solamente dar idea de su unanimidad1.

l. El dogma de la Trinidad fue algo que preocupó a Swedenborg durante toda su


etapa teológica. Prueba de ello es la cantidad de escritos que le dedicó a esta cuestión,
entre ellos un comentario al Credo Atanasiano que dejó inédito (fue publicado por prime-
ra vez e 1840, aunque el manuscrito data de 1758 o 1759) y que, como decíamos, pode-
mos considerar como precedente del que ahora comentamos. Aquí discute Swedenborg el
Symbolum Atanasianum (o Quicumque, llamado así por su comienzo: Aquel que quisie-
ra... ), que pasa por ser una formulación oficial de la Trinidad y de las dos naturalezas (en
una sola persona) de Jesucristo. El Symbolum no es desde luego de san Atanasio (lo que ya

243
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

58. Que todo lo que encierra esta doctrina es verdad, en cada


una de sus expresiones, con tal que se entienda Trinidad de la per-
sona en lugar de Trinidad de las personas, se puede comprobar
según esta misma doctrina transcrita de nuevo tal como sigue: El
que quiera salvarse debe guardar esta fe cristiana: que adoramos a
un solo Dios en la Trinidad y a la Trinidad en la Unidad, sin mez-
clar lo trino de la persona ni separar la esencia. Lo trino de una sola
persona es lo que se llama Padre, Hijo y Espíritu Santo. La divini-
dad del Padre, del Hijo y del Espítu Santo es una y la misma; la
gloria y la majestad son iguales. Así es el Padre, así es también el
Hijo y así es el Espíritu Santo. El Padre es increado, el Hijo es
increado y el Espíritu Santo es increado. El Padre es infinito, el
Hijo es infinito y el Espíritu Santo es infinito: y sin embargo no son
tres Infinitos, ni tres Increados, sino un solo Infinito y un solo
Increado. Lo mismo que el Padre es todopoderoso, lo mismo el Hijo
es todopoderoso y el Espíritu Santo es todopoderoso; y sin embargo
no son tres Todopoderosos, sino un solo Todopoderoso. Como el
Padre es Dios, lo mismo el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios;
y sin embargo no son tres Dioses sino un solo Dios. Aunque el Padre
sea el Señor, el Hijo sea el Señor y el Espíritu Santo sea el Señor; sin
embargo no son tres Señores sino un solo Señor. Como nosotros
ahora reconocemos, según la verdad cristiana, lo trino en una sola
persona, que es Dios y Señor, de la misma manera según la fe
cristiana podemos proclamar un solo Dios y un solo Señor. El Pa-
dre no ha sido hecho por nadie, no ha sido creado ni ha nacido: el
Hijo es por el Padre solo; no ha sido hecho ni creado, pero ha
nacido: el Espíritu Santo viene del Padre y del Hijo; no ha sido
hecho ni creado y no ha nacido, pero es procedente. Así, hay un
solo Padre, no tres Padres; un solo Hijo, no tres Hijos; un solo
Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos; y en esta Trinidad nadie es
más grande o más pequeño que el otro, sino absolutamente iguales.
Por lo tanto, es preciso, como se ha dicho antes, adorar la Unidad
en la Trinidad y la Trinidad en la Unidad2 •

parece saber Swedenborg), por más que sí recoge el espíritu del concilio de Nicea (325)
en el que intervino san Atanasia, y por supuesto el pensamiento teológico del propio san
Atanasia. El texto en cuestión es posterior -probablemente del siglo v- y ha sido atri-
buido a muchos autores, entre ellos a san Ambrosio (por cierto, otros lo consideran de
origen español). Swedenborg cita in extenso todo el Quicumque en el parágrafo 56, por
lo que hemos considerado oportuno omitirlo. Se le podrá encontrar traducido en E.
Denzinger, El magistrerio de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1955.
2. Es muy interesante la interpretación que hace aquí Swedenborg del Símbolo
Atanasiano, tratando de amoldarlo a su propia idea de la Trinidad y mostrando una
actitud muy comprensiva hacia la teología del Símbolo. Lo que parece dar a entender

244
DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN SOBRE EL SEÑOR

59. He aquí lo que encierra esta doctrina sobre la Trinidad y la


Unidad de Dios; lo que enseña después concierne al acto por el cual
el Señor tomó la Humanidad en el mundo, acto que es llamado en-
carnación. Todo lo que esta doctrina encierra en general y en parti-
cular sobre este tema es asimismo verdad, con tal que se haga una
distinción entre la Humanidad que viene de la Madre, Humanidad
en la que se encontraba el Señor en el estado de humillación o cuan-
do soportó las tentaciones y la pasión de la cruz; y entre la Humani-
dad que viene del Padre, Humanidad en la que se encuentra en esta-
do de glorificación o de unión; pues el Señor en el mundo ha tomado
la Humanidad concebida por Yahvé que es el Señor desde toda la
eternidad, y nació de la virgen María; en consecuencia tenía la Divi-
nidad y la Humanidad, la Divinidad por su Divinidad desde toda la
eternidad, y la Humanidad por María su madre, en el tiempo: pero
se despojó de esta Humanidad y revistió la Humanidad divina; esta
Humanidad es llamada divina Humanidad y en la Escritura es com-
prendida como el Hijo de Dios. Así, pues, cuando las palabras que se
encuentran en esta doctrina sobre la Encarnación son entendidas de
la divina Humanidad maternal en la que se hallaba Él en estado de
humillación, y cuando las que vienen después son entendidas de la
divina Humanidad en la que estaba Él en su estado de Glorificación,
entonces todas estas palabras se acuerdan entre ellas.
Las palabras que se encuentran desde un principio en la doctrina
de Atanasia se refieren a la Humanidad materna, en la que estaba el
Señor en el estado de humillación, a saber: Que Jesucristo era Dios y
Hombre. Dios según la sustancia del Padre, y Hombre según la sus-
tancia de la Madre, nacido en el mundo; Dios perfecto y hombre
perfecto, consistente en un alma racional y en un cuerpo humano:
igual al Padre en cuanto a lo divino, inferior al Padre en cuanto a lo
humano.
Después aquellas otras palabras: Que esta Humanidad no fue
cambiada por la Divinidad ni mezclada con la Divinidad, sino que
se despojó de aquella y tomó la divina Humanidad en su lugar.

Swedenborg es que el Símbolo Atanasiano defendió a modo de pedagogía su definición de


la Trinidad para evitar caer en un triteísmo y para afirmar la divinidad de Jesucristo
frente al arrianismo. De cualquier forma, lo que sí podemos afirmar es que Swedenborg
en modo alguno era antitrinitario, sino que tenía una visión particular de la Trinidad,
visión que podríamos denominar como modalista. De hecho, Swedenborg rechaza repeti-
das veces a lo largo de su obra (Cielo e infierno, Apocalipsis revelado, Verdadera religión
cristiana) a socinianos, sabelianos y antitrinitarios, a los que coloca junto a los arrianos en
su lista de herejes. Por tanto, Swedenborg mantuvo una actitud positiva respecto al Qui-
cumque en lo que tiene este de afirmación de unidad de personas (divina y humana) en
Jesucristo y en su unidad esencial con el Padre, es decir, en su posición antiarriana.

245
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

Las palabras que siguen en la doctrina se refieren a la Humani-


dad divina en la que estaba el Señor en estado de glorificación, y en
el que está ahora por la eternidad.
Aunque Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, sea Dios y Hom-
bre, sin embargo son no dos, sino un solo Cristo: es absolutamente
uno, pues es una sola persona; puesto que, de la misma manera que
el alma y el cuerpo forman un solo hombre, así Dios y Hombre son
un solo Cristo.
60. Que Dios y hombre son en el Señor, según la doctrina, no
dos personas sino una sola y absolutamente una, como el alma y el
cuerpo son uno, se ve claramente por un gran número de declara-
ciones del Señor mismo; por ejemplo, que el Padre y Él son uno; que
todo lo que es del Padre es de Él, y que todo lo que es de Él es del
Padre; que Él está en el Padre y el Padre está en Él; que todas las
cosas le han sido concedidas a Él; que todo poder le pertenece; que
es Dios del cielo y de la tierra; que el que cree en Él tiene vida eter-
na; y es más, que no solamente la Divinidad sino también la Huma-
nidad han sido elevadas al cielo, y que en lo que respecta a una y
otra está sentado a la derecha de Dios, es decir, que es todopodero-
so; aparte de muchos otros pasajes de la Escritura sobre su divina
Humanidad citados en cantidad más arriba, los cuales atestiguan que
Dios es uno, tanto en persona como en esencia, que Él es la divina
Trinidad, y que Dios es el Señor.

246
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE EL DIVINO AMOR
Y LA DIVINA SABIDURÍA*

Se trata de un nuevo texto surgido a partir de los borradores del


Apocalipsis explicado. En la presente obra Swedenborg aborda algu-
nas cuestiones de su metafísica, como la teoría de los grados y de los
usos. Es decir, apreciamos una de las características más peculiares
de la ontología swedenborgiana, pues su doctrina de los grados, co-
rrespondencias y usos establece una analogía universal entre todos
los estadios del ser y, por tanto, una solidaridad y homologación
entre todos esos estadios. Es notorio cómo Swedenborg llega desde
su problemática particular a una concepción tradicional de la reali-
dad, lo que motivó que algunos contemporáneos lo tomaran, equi-
vocadamente, por un pensador procedente del neoplatonismo (así
Reinhold Scheringson, quien publicó en 17 8 7 un escrito antiswe-
denborgiano titulado Dissertatio sistens observationes nonullas de
Philosophia recientorum Platonicorum, indolem atque originem
Fantasmi nostri aevi illustrantes).

Sapientia angelica de Divino Amare et de Divina sapientia, Amsterdam, 1763.

247
7. Lo Divino no está en el espacio, aunque sea omnipresente en el
hombre del mundo, en el ángel del cielo y en el espíritu bajo el cielo.
Esto puede ser comprendido mediante la idea espiritual, pero no
mediante la idea puramente natural, porque en esta última existe la
idea de espacio. En efecto, esta se ha formado según las cosas que
están en el mundo, y el espacio se encuentra en todas y en cada una
de las cosas que son vistas por los ojos. Todo lo que es grande, pe-
queño, ancho, largo y alto, en una palabra, toda medida, figura y
forma pertenecen al espacio. Así, por la idea puramente natural no
se puede captar que lo Divino no está en el espacio cuando se dice
que Él se halla por todas partes. Sin embargo, el hombre puede cap-
tarlo a través del pensamiento natural por poco que este se encuen-
tre provisto de luz espiritual. Por tal razón, se tratará primero acerca
de la idea espiritual y después del pensamiento que se deduce de
ella. La idea espiritual no extrae nada del espacio, sino del estado. El
estado depende del amor, de la vida, de la sabiduría, de las afeccio-
nes, de las alegrías que provienen de todo ello; en general, depende
del bien y de la verdad. La idea verdaderamente espiritual sobre
estas cosas no tiene nada en común con el espacio, pues está por
encima y contempla la idea del espacio por debajo suya como el
cielo contempla la tierra. Puesto que los ángeles y los espíritus ven
por los ojos como los hombres en el mundo, y como los objetos solo
pueden ser vistos en el espacio, se sigue que en el mundo espiritual
donde están los espíritus y los ángeles aparecen espacios semejantes
a los espacios de la tierra. Sin embargo, no son espacios sino apa-
riencias de espacios, pues no están ni fijos ni determinados como los
de la tierra. En efecto, pueden ser alargados, estrechados, cambia-
dos y variados. De esta manera, no pueden estar determinados por
la medida ni ser captados por ninguna idea natural, sino solamente
por la idea espiritual. Aquí, por tanto, las distancias del espacio son
las distancias del bien y de la verdad, las afinidades y semejanzas en
relación con los estados del bien y de la verdad 1•

1. Nos encontramos aquí con una de las concepciones fundamentales de Sweden-


borg, según la cual la «geografía» del mundo espiritual (del mundus imagina/is que diría
Henry Corbin), es decir, la categorización y fundamentación del ámbito noético, no se
resuelve a través de conceptos universales, sino a través de estados del alma. Son las afeccio-
nes del alma (y el mundo espiritual es él mismo un alma) las que generan su propio espacio
(espacio interiorizado, por tanto) cuyas medidas son, pues, las variaciones de la propia alma

248
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA

1O. En el mundo espiritual aparecen espacios como en el mundo


natural, y en consecuencia también distancias, pero son apariencias
según las afinidades espirituales que pertenecen al amor y a la sabi-
duría, o al bien y a lo verdadero. Por esto el Señor, aunque esté por
todas partes entre los ángeles en el cielo, aparece sin embargo en lo
alto, por encima de ellos a la manera de sol. Puesto que la recepción
del amor y de la sabiduría implica afinidad con el Señor, los cielos
donde los ángeles están, según la recepción, en una afinidad más
próxima, aparecen como más cerca de El que aquellos en los que los
ángeles están en una afinidad más alejada.
65. Los usos de todas las cosas creadas ascienden por grados
desde los últimos hasta el hombre, y por el hombre hasta Dios crea-
dor. Los grados últimos son, como se ha dicho, todas y cada una de
las cosas del reino mineral. Estas cosas son las materias de los dife-
rentes géneros provenientes de las substancias pétreas, salinas, olea-
ginosas, minerales y metalúrgicas que servirán de humus, una vez
trituradas en finísimo polvo, para vegetales y animales. En ellas late
el fin y también el principio de todos los usos que proceden de la
vida. El fin de todos los usos es el conato para producirlos, y el
principio es la fuerza que actúa por medio de ese conato. Esto es así
para el grado mineral. Los grados medios son todas y cada una de las
cosas del reino vegetal: granos y hierbas de todo género, plantas y
ramas de todo género, y árboles de todo género; sus usos son para
todos y para cada uno de los seres del reino animal, tanto imperfec-
tos como perfectos, a los que alimentan, deleitan y vivifican. Estos
nutren sus cuerpos con sus materias, deleitan sus sentidos con el
sabor, olor y belleza del reino vegetal, y vivifican así sus afecciones:
el conato para producir todo esto está en el reino vegetal a través de
la vida. Los grados primeros los forman todas y cada una de las cosas
del reino animal. Los gusanos y los insectos están entre los más infe-
riores del reino; los pájaros y las bestias son los medianos; y los
hombres los superiores, pues en todo reino hay inferiores, medianos
y superiores; los inferiores para el uso de los medianos, y los media-
nos para el uso de los superiores. Los usos de todas las cosas creadas
ascienden así en orden, desde los últimos grados hasta el hombre,
que es el primero en el orden.

y de su actuar (la dilatatio mentís de los místicos medievales). En la terminología sweden-


borgiana, el elongari et contrahi. De este modo tenemos aquí una ontología de la mediación,
una ontología que no es ni de lo puramente espiritual o noético ni de lo puramente material
o sensible, sino precisamente de aquello que hace aparecer lo espiritual o noético para
hacerlo captable, y de aquello otro que eleva lo material y sensible espiritualizándolo. En
una palabra, se trata de la ontología de la imaginación creadora o trascendental.

249
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

66. Hay tres grados de ascensión en el mundo natural y otros


tres en el mundo espiritual. Todos los animales son receptáculos de
la vida. Los animales más perfectos son receptáculos de la vida de los
tres grados del mundo natural, los menos perfectos de dos grados y
los imperfectos de un solo grado. Pero solamente el hombre es re-
ceptáculo de la vida de los tres grados del mundo natural y de los
tres del mundo espiritual: de aquí que el hombre pueda ser elevado
sobre la naturaleza a diferencia del animal; puede pensar analítica y
racionalmente las leyes civiles y morales que están en la naturaleza, y
también puede pensar las cosas espirituales y celestes que se encuen-
tran sobre la naturaleza, y de esta manera ser elevado en sabiduría,
hasta ver a Dios. Pero en un artículo especial se tratará de los seis
grados por los que los usos de todas las cosas creadas ascienden, en
su orden, hasta Dios creador. Según esta exposición sumaria, se pue-
de ver que en todas las cosas creadas hay una ascensión hasta el
Primero, el único que es la Vida, y que los usos de todas las cosas son
los receptáculos mismos de la vida, y que de aquí vienen las formas
de los usos.
67. Se dirá en pocas palabras cómo el hombre asciende, esto es,
cómo es elevado desde el último grado al primero. El hombre nace
en el último grado del mundo natural; por los conocimientos es
después elevado al segundo grado, y según el perfeccionamiento de
su entendimiento por los conocimientos es elevado al tercer grado,
llegando entonces a ser racional. Los tres grados de ascensión en el
mundo espiritual están en el hombre por encima de los tres grados
naturales, y no se muestran antes de que se haya despojado del
cuerpo terrestre. Cuando esto sucede se abre el primer grado espiri-
tual, después el segundo y por fin el tercero, pero este solamente
entre aquellos que llegan a ser ángeles del tercer cielo, que son los
que ven a Dios. Se convierten en ángeles del segundo y último cielo
aquellos a los que se les abre el segundo y tercer grado. Todo grado
espiritual en el hombre es abierto según la recepción del Divino
Amor y de la Divina Sabiduría del Señor. Los que reciben un poco
están en el primer grado espiritual o último; los que reciben más
llegan al segundo grado o medio y los que reciben mucho llegan al
grado tercero o supremo. Pero los que no reciben nada permanecen
en los grados naturales, y no sacan nada de los grados espirituales,
por lo que pueden pensar y en consecuencia hablar, y querer y por
tanto actuar, pero no de manera inteligente.
170. El fin universal, es decir, el fin de todas las cosas de la
creación, es la realización de la conjunción eterna del Creador con
el universo creado. Esta conjunción solo es posible a menos que exis-

250
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA

tan sujetos en los que el Creador pueda habitar y permanecer; para


que puedan ser sus habitáculos y sus moradas, los sujetos deben ser
receptáculos en sí de su amor y de su sabiduría, de tal manera que en
sí puedan elevarse y conjuntarse con Él: hemos demostrado varias
veces más arriba que los hombres son tales sujetos y los recipientes
en sí de lo Divino. Por esta conjunción el Señor está presente en
toda obra creada por Él, pues el fin para el que todo ha sido creado
es el hombre. Por este hecho, los usos de todas las cosas creadas
suben por grados desde los últimos seres hasta el hombre y por el
hombre hasta Dios creador, de quien todo procede, como se ha
mostrado más arriba.
179. Hay grados de amor y de sabiduría, y por consiguiente de
calor y de luz, y también grados de atmósferas. Lo que va a seguir no
puede ser entendido si no se sabe que existen tres grados y en qué
consisten, pues los hay en todo lo creado, y por tanto en toda forma.
Esta parte de la sabiduría angélica tratará, pues, de los grados. Se
puede ver claramente que hay grados del amor y de la sabiduría
según los ángeles de los tres cielos: los ángeles del tercer cielo supe-
ran en amor y sabiduría a los del segundo cielo, y estos a los del
último cielo, hasta tal punto que no pueden estar simultáneamente.
Como los grados del amor y de la sabiduría los distinguen y los sepa-
ran, se sigue que los ángeles de los cielos inferiores no pueden subir
hacia los ángeles de los cielos superiores; si se les concede un permi-
so, no ven nada de lo que les rodea porque el amor y la sabiduría de
los ángeles de los cielos superiores están en un grado que sobrepasa
la percepción de los ángeles de los cielos inferiores. En efecto, cada
ángel es su amor y su sabiduría, y el amor unido a la sabiduría es en
su forma el hombre, porque Dios, que es el amor y la sabiduría mis-
ma, es un Hombre. Me ha sido dado algunas veces ver ángeles del
último cielo subir hacia los ángeles del tercer cielo, y cuando habían
llegado con esfuerzo en medio de ellos, yo los escuchaba lamentarse
de que no veían nada. Se les enseñó enseguida que esos ángeles no
eran visibles porque el amor y la sabiduría de estos últimos no les
eran perceptibles, y que el amor y la sabiduría hacen que el ángel
aparezca como un hombre.
184. Hay dos géneros de grados: grados de altura y grados de
anchura. El conocimiento de los grados es como una llave que abre
las causas de las cosas y permite entrar en ellas. Sin esta ciencia no se
puede comprender la causa, pues los objetos y sujetos de uno y otro
mundo aparecen unívocos, como si solo hubiera en ellos lo que el
ojo ve, mientras que en el interior están ocultas cosas por millares,
incluso por miríadas. Las interioridades que no están abiertas a la

251
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

vista nunca pueden ser descubiertas sin el conocimiento de los gra-


dos; pues las realidades exteriores van hacia las interiores, y a través
de estas hacia las íntimas, por los grados. No por grados continuos
sino por grados discretos. Son llamados «grados continuos» los de-
crecimientos y las disminuciones, de lo más espeso a lo más ligero o
de lo más denso a lo más diluido; y también los acrecentamientos o
los aumentos, desde lo más ligero a lo más espeso o de lo más dilui-
do a lo más denso, todo absolutamente igual a como va la luz hasta
la sombra o el calor hasta el frío. Pero los grados discretos son dife-
rentes; son como lo anterior, lo posterior y lo último, o como el fin,
la causa y el efecto. Estos grados son llamados discretos porque lo
anterior es por sí, lo posterior es por sí y lo último es por sí; sin
embargo, tomados en conjunto son uno. Las atmósferas, llamadas
éteres y aires, desde lo alto hasta lo bajo o desde el sol hasta la tierra,
se distinguen en tales grados; y son como las cosas simples, los con-
juntos y los conjuntos de esos conjuntos que, tomados conjunta-
mente, se llaman un compuesto. Estos grados son discretos porque
existen distintamente, y se comprenden como «grados de altura»,
pero los otros grados son continuos porque crecen continuamente y
se comprenden como «grados de anchura».
185. Todas y cada una de las cosas que existen en el mundo es-
piritual, y todas y cada una de las cosas que existen en el mundo
natural, coexisten según los grados discretos y al mismo tiempo
según los grados continuos, es decir, según los grados de altura y de
anchura. La dimensión que consiste en grados discretos es llama-
da altura y la dimensión que consiste en grados continuos es lla-
mada anchura; la posición de estos en relación con la visión del ojo
no cambia la denominación. Sin el conocimiento de estos grados no
se puede saber nada de la diferencia que existe entre los tres cielos,
ni la diferencia entre el amor y la sabiduría de los ángeles de esos
cielos, ni de la diferencia entre el calor y la luz en los que están, ni
de la diferencia entre las astmósferas que los contienen y rodean.
Sin el conocimiento de esos grados tampoco se puede saber nada de
la diferencia entre las facultades de las interioridades que pertene-
cen a la mente en los hombres, ni en consecuencia de su estado en
cuanto a la reforma y regeneración; ni de la diferencia entre las
facultades exteriores que pertenecen a los cuerpos, tanto en los
ángeles como en los hombres; ni absolutamente nada de la diferen-
cia entre lo espiritual y lo natural, y en consecuencia nada de las
correspondencias. De la misma manera tampoco se sabría nada de
las diferencias de la vida entre los hombres y las bestias, entre las
bestias más perfectas y las menos perfectas, entre las formas del

252
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA

reino vegetal y las materias del reino mineral. Es evidente que aque-
llos que ignoran estos grados no pueden por su propio juicio ver las
causas según los efectos, sino que solo ven los efectos y consideran
las causas a través de ellos, lo cual se hace a menudo por una induc-
ción continua de efectos; sin embargo, las causas producen los efec-
tos no por continuidad sino por discreción; pues una cosa es la
causa y otra distinta el efecto; y la diferencia entre ambos es como
la que existe entre lo anterior y lo posterior, o entre lo que forma y
lo que es formado.
190. Todas las cosas que existen en el mundo, a las que se
aplican las. tres dimensiones y se les llama compuestas, consisten en
grados de altura o discretos. Dos ejemplos van a ilustrar este tema:
se sabe según la experiencia ocular que cada músculo del cuerpo
humano consiste en fibras muy pequeñas, y que estas, compuestas
en fascículos, presentan fibras más grandes, que son llamadas mo-
trices, y que el agrupamiento de estas fibras motrices forma un com-
puesto llamado músculo. Sucede lo mismo en los nervios; en los
nervios, de las fibras muy pequeñas se forman las más grandes, que
se presentan como filamentos, y la reunión de estos últimos forma
el nervio. Sucede lo mismo con todos los conjuntos, fascículos y
reuniones que componen los órganos y las vísceras, pues estos son
agrupamientos de fibras y fascículos diversamente reunidos según
grados semejantes. Ocurre lo mismo con todas las cosas del reino
vegetal y con las del reino mineral, en lo general y en lo particular.
En los árboles existen conjuntos de filamentos en un orden triple;
en los metales y piedras están los agrupamientos de las partes tam-
bién en un orden triple. Se puede así ver claramente cuáles son los
grados discretos, a saber, que de una cosa viene otra y que de ésta
una tercera, que se llama un compuesto, y que cada grado es supe-
rado por otro grado.
202. En el mundo espiritual hay tres cielos dispuestos en orden
según los grados de altura. En el cielo supremo los ángeles sobrepa-
san en perfección a los ángeles que están en el cielo medio, y en el
cielo medio los ángeles sobrepasan en perfección a los ángeles del
cielo inferior. Los grados de perfección son tales que los ángeles
del cielo inferior no pueden subir hasta el primer umbral de perfec-
ción de los ángeles del cielo medio, ni estos hasta el primer umbral
de perfección de los ángeles del cielo supremo. Sucede así porque
los ángeles han sido asociados según los grados discretos y no según
los grados continuos. Me ha sido dado conocer por experiencia que
la diferencia de las afecciones y de los pensamientos, y en conse-
cuencia del lenguaje, entre los ángeles de los cielos superiores y los

253
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

ángeles de los cielos inferiores es tal que no hay nada en común


entre ellos, y que la comunicación se hace por correspondencias.
Estas correspondencias acaecen por influjo inmediato del Señor en
todos los cielos, y por influjo mediato a través del cielo supremo en
el cielo inferior. Estas diferencias son tales que no pueden ser expre-
sadas por un lenguaje natural ni en consecuencia ser descritas, pues
los pensamientos de los ángeles, siendo espirituales, no son reduci-
bles a ideas naturales. Solo pueden ser expresados y descritos por los
ángeles mismos en sus lenguas, palabras y escrituras. Por eso se dice
que en los cielos se escuchan y se ven cosas inefables. Estas diferen-
cias pueden ser captadas en una cierta medida por el hecho de que
los pensamientos de los ángeles del cielo supremo o tercer cielo son
los pensamientos de los fines; los pensamientos de los ángeles del
cielo medio o segundo cielo, los pensamientos de las causas; y los
pensamientos de los ángeles del cielo inferior o primero, los pensa-
mientos de los efectos. Es necesario que se sepa que pensar según los
fines no es pensar sobre los fines, que pensar según las causas no es
pensar sobre las causas, y que pensar según los efectos no es pensar
sobre los efectos. Los ángeles de los cielos inferiores piensan por las
causas y los fines, y los ángeles de los cielos superiores piensan según
las causas y los fines, y del pensamiento de estos proviene la sabidu-
ría superior, y del de aquellos la inferior. Pensar según los fines es
propio de la sabiduría, pensar según las causas de la inteligencia y
según los efectos de la ciencia. Es evidente que toda perfección sube
y desciende con los grados y según los grados.
205. En el orden sucesivo el primer grado coincide con el supre-
mo, y el tercero con el inferior; pero en el orden simultáneo el pri-
mero corresponde con el interior y el tercero con el exterior. Existe
un orden sucesivo y un orden simultáneo de los grados; el orden
sucesivo va de lo superior hasta lo inferior, o desde lo alto hasta lo
bajo. En este orden están los cielos angélicos: el tercer cielo es el
supremo, el segundo el medio y el primero el inferior; así es su situa-
ción entre ellos. Los estados de amor y de sabiduría en los ángeles,
los de calor y de luz, y los de las atmósferas espirituales se encuen-
tran en semejante orden sucesivo, así como todas las perfecciones de
las formas y de las fuerzas. Puesto que los grados de altura o discre-
tos pertenecen a un orden sucesivo, pueden ser comparados a una
columna dividida en tres segmentos, a través de los que se asciende y
se baja. Hay cosas muy perfectas y muy bellas en el segmento supe-
rior; cosas menos perfectas y menos bellas en el segmento del me-
dio, y cosas todavía menos perfectas y menos bellas en el segmento
inferior. Pero el orden simultáneo, que también de manera semejan-

254
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA

te consiste en grados, tiene otra apariencia. En este orden sucesivo


los grados superiores que, como se ha dicho, son muy perfectos y
bellos, están en el interior; los medios, que son menos perfectos
y bellos, están en la parte media, y los inferiores en la periferia.
Están como en un sólido compuesto por esos tres grados: en el cen-
tro o en el medio se encuentran las partes más sutiles, alrededor de
ese centro las partes menos sutiles, y en los extremos que forman la
periferia las partes provenientes de las menos sutiles y en consecuen-
cia más groseras. Es como la columna de la que se ha hablado, que
poniéndola en un plano lo supremo forma lo más interior, la mitad
el medio y lo inferior lo exterior.
209. El último grado es el complejo, el continente y la base de
los grados anteriores. La doctrina de los grados que ha sido tratada
en esta parte se ha ilustrado hasta aquí por diferentes realidades que
existen en uno y otro mundo: a través de los grados de los cielos
donde moran los ángeles, a través del calor y de la luz que hay en
ellos, a través de los grados de las atmósferas y a través de las dife-
rentes cosas del cuerpo humano, del reino animal y del reino mine-
ral. Pero esta doctrina de los grados tiene un contenido más amplio:
se extiende no solo a las cosas naturales, sino también a las civiles,
morales y espirituales y a todo lo que les concierne, tanto en general
como en particular. Las causas de que la doctrina de los grados se
extienda también a tales lugares son dos: primera, porque todo aque-
llo de lo que se puede predicar algo es una trinidad, denominada fin,
causa y efecto, y estas tres cosas entre sí funcionan según los grados
de altura; segunda, porque todo lo que es civil, moral y espiritual no
es algo abstracto sino concreto, como se ha demostrado más arriba;
así de manera similar todas las cosas llamadas civiles, morales y espi-
rituales: estas pueden ser pensadas como abstraídas de las sustan-
cias, pero en sí no son abstractas; por ejemplo, afección y pensa-
miento, caridad y fe, voluntad e intelecto; de manera similar sucede
con el amor y la sabiduría, que naturalmente no se dan fuera de los
sujetos, que son sustancias, sino que son estados de los sujetos o
sustancias. Se verá a continuación que son los cambios los que esta-
blecen las variaciones. Por sustancia se entiende la forma, pues no se
da la sustancia sin la forma.
214. La afección, el pensamiento y la acción están también en
una serie de grados semejantes, porque toda afección se refiere al
amor, todo pensamiento a la sabiduría y toda acción al uso. Sucede
lo mismo con la caridad, la fe y la buena obra, porque la caridad
pertenece a la afección, la fe al pensamiento y la buena obra a la
acción. Otro tanto ocurre con la voluntad, el entendimiento y la

255
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

acción, pues la voluntad pertenece al amor y en consecuencia a la


afección, el entendimiento a la sabiduría y en consecuencia a la fe, y
la acción al uso y en consecuencia a la obra. Como todas las cosas de
la sabiduría y del amor entán contenidas en los usos, de la misma
manera todas las del pensamiento y la afección están contenidas en
la acción, y todas las de la fe y la caridad en la buena obra, y así el
resto; todas son homogéneas, es decir, concordantes.
218. Se ha mostrado a través de todo lo relatado en los artícu-
los precedentes por medio de experiencias sensibles y perceptibles
que lo confirman, que estos grados ascendentes y descendentes,
llamados anteriores y posteriores, y también grados de altura y dis-
cretos, están en su potencia en el último grado. Aquí quiero sola-
mente confirmarlo por el conato, las fuerzas y el movimiento en los
sujetos inertes y en los sujetos vivientes. Se sabe que el conato no
hace nada por sí mismo, sino que actúa por fuerzas correspondien-
tes y que por ellas se determina el movimiento; resulta entonces
que el conato está todo entero en las fuerzas y a través de las fuer-
zas en el movimiento. Puesto que el movimiento es el último grado
del conato, por él el conato pone en acción su potencia. El conato,
las fuerzas y el movimiento han sido conjuntados según los grados
de altura, cuya conjunción existe no por continuidad, puesto que
son discretos, sino por las correspondencias. Pues el conato no es la
fuerza, y la fuerza no es el movimiento, pero la fuerza es producida
por el conato, ya que que la fuerza es el conato puesto en acción, y
el movimiento es producido por la fuerza. En consecuencia, no hay
ninguna potencia en el conato solo, ni en la fuerza sola, sino que la
potencia está en el movimiento, que es el producto de ellos. Todo
esto parece dudoso a quien no ha sido ilustrado por las aplicaciones
de las cosas sensibles y perceptibles de la naturaleza; sin embargo,
tal es su progresión hacia la potencia.
23 7. Esos tres grados de altura son llamados natural, espiritual y
celeste, como se ha dicho. En su nacimiento, el hombre viene prime-
ro en el grado natural, y este grado crece en él por continuidad se-
gún la ciencia y el conocimiento adquiridos, hasta llegar al punto
más alto del entendimiento que es llamado racional: sin embargo, el
segundo grado que es llamado espiritual no se abre por este medio,
sino que es abierto por el amor de los usos según los conocimientos,
que es el amor al prójimo; de manera similar este grado puede cre-
cer por los grados continuos hasta su más alto punto, y crece por el
conocimiento de cosas buenas y verdaderas o por verdades espiri-
tuales. Sin embargo el tercer grado, llamado celeste, no se abre por
este medio, sino que es abierto por el amor celeste al uso, que es el

256
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA

amor al Señor, y el amor al Señor no es otra cosa que aplicar en la


vida los preceptos de la Escritura que, en suma, consisten en huir de
los males porque son infernales y diabólicos, y hacer el bien puesto
que es celeste y divino. Estos tres grados están así sucesivamente
abiertos en el hombre.
304. A partir de este origen común de todas las cosas en el uni-
verso creado, cada una de ellas tiende de manera semejante a avanzar
en el mismo orden, desde su primer estado hasta el último, que es un
estado de reposo a fin de que todas las cosas concluyan y subsistan:
así, en el cuerpo humano las fibras van desde sus primeras formas
hasta las últimas, que son los tendones; las fibras con sus pequeños
vasos van también desde sus primeras formas hasta las últimas, que
son los cartílagos y los huesos; unas reposan sobre las otras y subsis-
ten. Como hay en el hombre esa progresión de fibras y de vasos desde
los primeros hasta los últimos, así hay también en consecuencia una
progresión semejante de sus estados, que son las sensaciones, los pen-
samientos y las afecciones. Estos, de igual manera, van desde los pri-
meros, que residen en la luz, hasta los últimos, que residen en la som-
bra; o desde los primeros, que están en el calor, hasta los últimos, que
no están en el calor. Así como es su progresión, así también es la
progresión del amor y de todas las cosas del amor, y de la sabiduría
y de todas las cosas de la sabiduría. En una palabra, así es la progre-
sión de todas las cosas en el universo creado.
307. Todos los usos, que son los fines de la creación, se encuen-
tran en las formas que toman de las sustancias y materias de la tierra.
Todo lo que se ha hablado hasta el presente, por ejemplo, lo que
concierne al sol, a las atmósferas y a la tierra, es solo un medio para
los fines. Los fines de la creación son las cosas producidas de la tie-
rra por el Señor en cuanto que sol en medio de las atmósferas, y
estos fines son llamados usos. Están bajo su extensión todas las cosas
del reino vegetal, todas las del reino animal y en fin el género huma-
no y el cielo angélico. Todos estos son llamados usos porque sirven
de receptáculos del divino Amor y de la divina Sabiduría, y también
porque se vuelven hacia Dios creador, de quien todo procede, y por
eso lo conjuntan con su gran obra, y a través de la conjunción subsis-
ten por Él, lo mismo que por Él toman la existencia. Se ha dicho que
ellos se vueven hacia Dios creador de quien todo procede, y que lo
conjuntan con su gran obra; esto es solo la apariencia, pues se en-
tiende que Dios creador hace que se vuelvan ellos y que se conjunten
como si la conjunción viniera de ellos mismos.
316. En las formas de los usos del reino animal hay una imagen
similar a la creación, como la de la simiente en el útero o en el

257
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

huevo de la que surge el cuerpo, que es lo último de ella, y cuando


este alcanza su crecimiento produce nuevas simientes. Esta progre-
sión es semejante a la de las formas de los usos del reino vegetal; las
simientes son los comienzos, el útero o el huevo es como la tierra,
el estado anterior al nacimiento es como de la semilla en la tierra
cuando echa raíz, el estado después del nacimiento hasta la pro-
creación es como el crecimiento del árbol hasta su estado de fructi-
ficación. Según este paralelismo, es evidente que hay también una
semejanza con la creación tanto en las formas de los vegetales como
en las de los animales, a saber, una progresión desde lo primero
hasta lo último, y desde lo último hasta lo primero. Una imagen
semejante a la creación existe también en cada una de las cosas que
están en el hombre, pues existe una progresión semejante en el
amor por la sabiduría hacia los usos, en consecuencia, una semejan-
te progresión de la voluntad por el entendimiento hacia los actos, y
de la caridad por la fe hacia las obras. La voluntad y el entendi-
miento, y también la caridad y la fe, son los primeros elementos; los
actos y las obras son los últimos; desde aquí por los encantos de los
usos se retorna hacia los primeros elementos, que como se ha dicho
son la voluntad y el entendimiento, o la caridad y la fe. Se ve clara-
mente que el retorno se realiza por los encantos de los usos percibi-
dos en el cumplimiento de los actos y de las obras pertenecientes a
cada amor, refluyendo hacia el primer amor del que proceden y por
el que se hace la conjunción. Los encantos de los actos y de las
obras se llaman usos. Una semejante progresión desde lo primero
hasta lo último y de lo último hasta lo primero se pone de manifies-
to en las formas más puramente orgánicas de las afecciones y de los
pensamientos en el hombre; en su cerebro estas formas son como
estrellas, llamadas substancias cinerarias. De estas substancias sur-
gen fibras que por la médula a través del cuello, pasan al cuerpo y
van hasta los últimos lugares, y desde estos últimos retornan al
principio, retorno que se hace por los vasos sanguíneos. Hay una
semejante progresión en todas las afecciones y pensamientos, que
son los cambios y variaciones de estado de estas formas y substan-
cias; pues las fibras, surgiendo de estas formas o de estas substan-
cias, son por comparación como las amósferas procedentes del sol
espiritual, las cuales sirven de continentes para el calor y la luz; y
los actos procedentes del cuerpo son como las cosas de la tierra
producidas por las atmósferas, desde donde los encantos de sus
usos retornan al origen. Pero el entendimiento difícilmente puede
comprender que haya una semejante progresión de estas cosas, y
que haya una imagen de la creación en esta progresión, porque las

258
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA

millares y miríadas de fuerzas que operan en el acto aparecen como


una sola cosa; y porque los encantos de los usos no presentan ideas
en el pensamiento, sino que afectan solamente a una percepción
distinta. Por todo lo que se ha dicho y puesto de manifiesto se
puede ver que todos los usos que han sido creados ascienden por
los grados de altura hasta el hombre, y por el hombre hasta Dios
creador; y que los fines de la creación se hacen patentes en las
últimas realidades, de tal manera que todo vuelva al Creador y haya
conjunción 2 •
419. El amor, o la voluntad, es purificado con el entendimiento
si ambos son elevados conjuntamente. El hombre por nacimiento
solo se ama a sí mismo y al mundo, pues ninguna otra cosa se
presenta ante sus ojos y ninguna otra en consecuencia ocupa su
espíritu. Este amor es natural-corporal y puede ser llamado mate-
rial. Por otra parte, llega a ser impuro porque el amor celeste ha
sido separado de él en los padres. Este amor no puede dehacerse de
su impureza si el hombre no tiene la facultad de elevar su entendi-
miento hasta la luz del cielo y ver cómo debe vivir, a fin de que su
amor pueda, con el entendimiento, ser elevado en la sabiduría. Por
el entendimiento el amor, es decir, el hombre, ve cuáles son los
males que manchan y corrompen el amor; ve también que si huye
de estos males y los detesta en cuanto que son pecados, ama las
cosas celestes que son opuestas a esos males. Después contempla
también los medios por los que puede huir de esos males y detestar-
los en cuanto que pecados. El amor, es decir, el hombre, ve todo
esto por el ejercicio de la facultad de elevar su entendimiento a la
luz del cielo, de donde le viene la sabiduría. Entonces, en la medida
en que el amor coloca al cielo en primer rango y al mundo en
segundo, y al mismo tiempo al Señor en primer rango y a sí mismo
en segundo, el amor es depurado de sus suciedades y purificado; en
otras palabras, en la medida en que es elevado hasta el calor del
cielo y conjuntado con la luz del cielo en la que está el entendimien-

2. Esta visión unitaria y totalizadora de la realidad -tanto espiritual como natu-


ral-, donde todo se corresponde con todo y donde todo progresa y retorna, pone en
relación a Swedenborg con la línea de un Pseudo-Dionisio, Gregorio de Nisa, Máximo el
Confesor o Escoto Erígena, solo que, como venimos repitiendo, el pensamiento que sub-
yace la concepción swedenborgiana es fundamentalmente de origen científico. Ya hemos
tenido ocasión de conocer el evolucionismo organicista y vitalista que anima a toda la
realidad y que la impulsa hasta la realización de su plenitud: es el conatus o fuerza vital
que mueve interiormente a la naturaleza a actuar. Todo este pensamiento influirá en las
corrientes místicas y vitalistas del romanticismo, movimiento deseoso de encontrar una
visión que recompusiera el mundo en una unidad en la que el hombre encontrara su lugar
propio en solidaridad con el resto.

259
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

to, es depurado y purificado el amor. Entonces se realiza el matri-


monio que es llamado matrimonio del bien y de la verdad, es decir,
del amor y de la sabiduría. Cada uno puede captar por el entendi-
miento y ver racionalmente que, tanto se detestan y se huye de los
robos y supercherías, tanto más se ama la sinceridad, la rectitud y la
justicia; tanto se detesta y se huye de las venganzas y los odios,
tanto más se ama al prójimo, y así el resto. E incluso muy raros son
los que saben qué hay del cielo y del Señor en la sinceridad, en la
rectitud, en la justicia, en el amor al prójimo, en la castidad y en
todas las otras afecciones del amor celeste antes de que se haya
apartado de ellas todo lo que se les opone. Cuando se ha alejado lo
que se les opone, entonces hay presencia de esas afecciones y por
ellas se conoce y se ve. Antes de eso hay como un velo interpuesto
que transmite, ciertamente, la luz del cielo al amor; pero como el
amor no ama a la sabiduría, su esposa, en este grado, él no la recibe,
la vitupera y rechaza hasta que ella vuelve de su elevación; pero a
veces la lisonjea, porque la sabiduría de su entendimiento puede
servir de medio para el honor, la gloria o el lucro. Pero entonces el
hombre se pone a sí mismo y al mundo en primer lugar, y al Señor y
al cielo en segundo lugar; y lo que es puesto en segundo lugar solo
es amado por lo que tiene de útil, y si no es útil se le abandona o
rechaza, si no antes al menos después de la muerte. Resulta, pues,
que el amor, o la voluntad, es purificado en el entendimiento si son
elevados conjuntamente.
Cuál es el comienzo del hombre a partir de la concepción. Na-
die puede saber cuál es el comienzo o la forma primera del hombre
en el útero después de la concepción, porque es algo que no puede
verse; y también porque procede de una substancia espiritual que
no puede ser vista por la luz natural. Así, pues, como ciertos hom-
bres en el mundo realizan investigaciones sobre la forma primera
del ser humano, forma que es la semilla mediante la que se lleva a
cabo la concepción; y como varios de aquellos han caído en el error
de creer que el hombre está en plenitud desde sus primeros rudi-
mentos y se va perfeccionando a medida que crece, se me ha revela-
do cuáles son esos primeros rudimentos. Esto me ha sido descubier-
to por los ángeles a quienes el Señor se lo ha revelado. Estos, como
el placer de su sabiduría radica en comunicar a otros lo que ellos
saben, han hecho presente ante mis ojos, en la luz de cielo, el tipo
de forma inicial del hombre. He aquí cuál es esa forma: se vio como
una pequeña imagen del cerebro con un ligero esbozo de una espe-
cie de rostro por delante, sin apéndice. En la parte potuberante
superior, esta forma primitiva era un conjunto de glóbulos o de

260
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA

pequeñas esferas contiguas, y cada pequeña esfera estaba compues-


ta de esferas todavía más pequeñas, y cada una de estas semejante-
mente estaba compuesta de esferas pequeñísimas; así, la forma pri-
migenia se componía de tres grados. Más adelante, en la parte plana,
cualquier cosa esbozada parecía representar un rostro. La parte con-
vexa estaba rodeada de una membrana o meninge transparente. La
parte protuberante, el tipo de cerebro en los pequeños, estaba tam-
bién dividida como en dos capas, lo mismo que el cerebro en los
mayores está dividido en dos hemisferios. Me fue dicho que la capa
derecha era el receptáculo del amor y la capa izquierda el de la
sabiduría, y que por admirables enlaces estaban ellos como asocia-
dos a modo de compañeros. Por otro lado, en la luz del cielo que
brilla esplendorosamente, me fue mostrado que la estructura de ese
pequeño cerebro se encontraba interiormente, en cuanto a su colo-
cación y movimiento, según el orden y la forma del cielo, y que su
estructura exterior estaba en oposición a ese orden y a esa forma.
Después de que vi y examiné estas cosas, los ángeles me dijeron que
los dos grados interiores que estaban en el orden y según la forma
del cielo, eran los receptáculos del amor y de la sabiduría proceden-
tes del Señor; y que el grado exterior que estaba en oposición con
el orden y la forma del cielo, era el receptáculo del amor y de la
locura infernales, porque el hombre, a causa de la mancha heredita-
ria, nace con todo género de males, y que estos males residen en los
extremos; y que esta mancha no es quitada a menos que se abran
los grados superiores que, tal como se ha dicho, son los receptácu-
los del amor y de la sabiduría procedentes del Señor. Y como el
amor y la sabiduría es el hombre mismo, pues en su esencia el Señor
es el amor y la sabiduría, y como esta forma primera del hombre es
un receptáculo, resulta que enseguida hay en esa forma un tenden-
cia continua hacia la forma humana que va revistiendo suces1va-
mente3.

3. Pudiera parecer paradójico que un libro sobre la sabiduría angélica acabe con
una descripción de la formación del feto. Pero para el lector que haya captado la médula
del pensamiento de Swedenborg no habrá tal paradoja; en realidad nada más consecuen-
te, pues la sabiduría de los ángeles sobre el Divino Amor y la Divina Sabiduría no es algo
tan solo propio de alturas celestiales o de profundidades esotéricas, sino que abarca todo
el proceso del espíritu en camino hacia su realización plena y total; en pocas palabras, es
el proceso por el que el hombre se hace hombre al cumplir todas sus potencialidades,
desde el embrión hasta el ángel: terminus a qua y terminus ad quem de la constitución,
determinación y formalización de la persona humana.

261
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE EL DIVINO AMOR
Y LA DIVINA PROVIDENCIA*

Este libro (que procede también del inconcluso Apocalipsis explica-


do) aborda dos de los temas que más caracterizan a la teología swe-
denborgiana: la defensa de la Providencia y la revelación (eso es, la
intervención activa de Dios en el mundo frente al deísmo y al natu-
ralismo); y la defensa del libre arbitrio y de la importancia de las
obras para salvarse, frente a la teología protestante. Dos motivos,
pues, esenciales para la teología de Swedenborg y que a la postre
suponen dos desencadenantes esenciales de todo su pensamiento; el
cual responde, como estamos viendo continuamente, a cuestiones
siempre relacionadas con una experiencia profunda y cabal del cris-
tianismo caracterizada por una reivindicación de doctrinas que ha-
bía que afirmar para alcanzar, justamente, esa profundidad espiri-
tual deseada: comunión de los santos, idea de purgatorio, libre
arbitrio, piedad sensible o valor de las obras.

Sapientia angelica de Divino Amare et de Divina Providentia, Amsterdam, 1764.

262
3.1. El universo, con todas y cada una de las cosas que encierra, ha
sido creado del divino Amor por la divina Sabiduría. Se ha mostrado
en el tratado sobre el divino Amor y la divina Sabiduría que el Señor
de toda la eternidad, que es Yahvé, en cuanto a la esencia es el divino
Amor y la divina Sabiduría, y que ha creado de sí el universo con
todas y cada una de las cosas que encierra; de donde resulta que el
universo ha sido creado del divino Amor por la divina Sabiduría. Se
ha mostrado en esa obra que el amor sin la sabiduría no puede hacer
nada, ni la sabiduría sin el amor; pues el amor sin la sabiduría, o la
voluntad sin el entendimiento no pueden pensar nada, ni ver ni pro-
nunciar nada; por lo que tampoco el amor sin la sabiduría, o la vo-
luntad sin el entendimiento pueden hacer nada; lo mismo la sabidu-
ría sin el amor, o el entendimiento sin la voluntad pueden pensar, ni
ver, ni sentir, ni incluso pronunciar nada; por lo que la sabiduría sin
el amor, o el entendimiento sin la voluntad no pueden hacer nada;
pues si el amor es eliminado no queda ningún querer, ni en conse-
cuencia ninguna acción. Puesto que todo esto existe en el hombre
cuando hace alguna cosa, con más razón existe en Dios, que es el
amor mismo y la sabiduría misma, cuando ha creado y formado el
universo y todo lo que encierra; que el universo ha sido creado del
divino Amor por la divina Sabiduría se puede comprobar por todo lo
que está manifestado a la vista en el mundo. Tornad solamente un
objeto en particular, examinadlo con algo de sabiduría, lo confirma-
réis: tomad un árbol, o una semilla, o su fruto, o su flor, o su hoja;
recogedlo con vuestra sabiduría, mirad el objeto con un microscopio
y veréis maravillas; pero las cosas interiores que no descubráis son
todavía más admirables. Considerad el orden en su sucesión, cómo
de una semilla plantada crece un árbol hasta una nueva semilla, y ved
si no hay en toda esta progresión una continua tendencia a propa-
garse siempre; pues el último punto al que tiende es la semilla en la
que existe de nuevo una virtud prolífica. Si pensais espiritualmente,
lo podéis ver; facaso no veis la sabiduría? Y si todavía pensáis más
espiritualmente, tanto como sea posible, descubriréis que esa virtud
no viene de la semilla, ni del sol del mundo que es puro fuego, sino
que está en esa semilla a causa de Dios creador, que es la Sabiduría
infinita; que esa virtud no solo estaba en la semilla cuando fue crea-

263
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

da, sino también continuamente después de la creación, pues la con-


servación es una perpetua creación, así como la subsistencia es una
perpetua existencia. Sucede lo mismo si quitáis la voluntad del acto:
la obra cesa; o si quitáis el pensamiento de la palabra: la palabra cesa;
o si quitáis el impulso del movimiento: el movimiento cesa; en resu-
men, si quitáis la causa del efecto, el efecto es nulo, y así el resto. En
verdad, todas las cosas han sido dotadas de esa fuerza, pero por ella
misma no hace nada: su acción viene de quien ha dado esa misma
fuerza. Examinad todavía cualquier otro objeto que exista sobre la
tierra, como un gusano de seda, una abeja u otro animalito: primero
consideradlo naturalmente, después racionalmente y por fin espiri-
tualmente, y entonces si pensáis profundamente os quedaréis estu-
pefactos de todas las cosas que descubriréis; y si dejáis hablar a vues-
tra sabiduría escribiréis en vuestro arrebato: iQuién puede haber que
no vea lo Divino en todas las cosas! Os extasiaréis si consideráis los
usos de todas las cosas creadas; cómo en su orden se suceden hasta el
hombre y del hombre remontan hasta el Creador, por quien existen,
y veréis que la cadena de todas las cosas depende de la conjunción
del Creador con el hombre; y, si lo queréis reconocer, veréis que la
conservación de todas las cosas depende de Él 1•
53. Lo Divino solamente puede considerar lo Divino, y solo lo
puede considerar en las cosas creadas por Él. Es evidente que es así
porque nadie puede considerar una cosa sino por su propia mismi-
dad: el que ama a otro lo considera por su amor en sí; el que es
sabio lo considera por su sabiduría en sí: en verdad puede ver que
el otro lo ama o no, que es sabio o no; pero lo ve por su propio
amor y sabiduría; por esto él se conjunta con el otro tanto el otro lo
ame como él ame al otro, o bien tanto el otro es sabio como él; pues
así los dos forman uno. Sucede lo mismo con lo Divino en sí. En
efecto, lo Divino en sí no puede ser considerado por otro, como un
hombre, un espíritu y un ángel; pues en ellos no hay nada de divino
en sí, de quien todo procede; y considerar lo Divino por otro en lo
que no hay nada de divino sería como considerar lo Divino a través
de algo que no es nada divino, lo que no es posible. De aquí viene
que el Señor esté conjuntado con el hombre, con el espíritu y con el
ángel, de tal manera que todo lo que se relaciona con lo Divino no
viene de ellos, sino del Señor; pues se sabe que todo el bien y toda
la verdad que se encuentren en alguno de ellos no procede de nin-

1. Este texto resume toda la filosofía de la naturaleza (aristotélica y teleológica) de


Swedenborg: a través de la creación se puede llegar a Dios porque Dios se revela en la
creación. Sorprende el tono afectivo del párrafo, literariamente hablando.

264
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA

guno de ellos sino del Señor, y que no hay nadie que pueda nom-
brar al Señor o pronunciar los nombres de Jesús y de Cristo si no es
por el Señor mismo. De aquí se sigue que el Infinito y Eterno, que
es una misma cosa que lo Divino, considera a toda la realidad de
una manera infinita en las cosas finitas, y se conjunta con ellas se-
gún su grado de recepción de la sabiduría y del amor. En una pala-
bra, el Señor no puede tener una morada y habitar en el hombre y
en el ángel, sino en lo que le es propio y no en lo propio de ellos,
pues lo propiamente 2 suyo es el mal; aun cuando fuera el bien, sería
sin embargo finito: pues lo finito en sí y por sí no puede contener lo
infinito. Según esto, es evidente que nunca lo finito puede conside-
rar lo infinito; pero es posible que lo infinito en sí considere lo
infinito por sí en las cosas finitas.
54. Parece que el infinito no puede estar conjuntado con lo fini-
to porque no hay relación entre el infinito y lo finito, y porque lo
finito no puede contener lo infinito; sin embargo la conjunción exis-
te, tanto porque lo infinito ha creado de sí mismo todas las cosas,
como porque lo infinito en las cosas finitas tiene que ser considera-
do como lo infinito por sí, y pueden aparecer en las cosas finitas
como si estuviera en ellas. Así existe una relación entre lo infinito y
lo finito, no por lo finito sino por lo infinito en lo finito; y de esta
manera lo finito puede contener lo infinito, no lo finito en sí sino
como si fuera en sí, por medio de lo infinito en sí en lo finito.
115. Los que separan la fe de la caridad y se apoyan en este
pasaje de Pablo a los Romanos: que el hombre es justificado por la
fe en las obras de la ley (3,28), adoran este pasaje como los que
adoran al sol y llegan a ser como los que fijan sus ojos en el sol que,
siendo cegados por su resplandor, no perciben nada en medio de la
luz; pues no ven lo que es necesario entender en ese pasaje por las
obras de la ley; no se dan cuenta de que estas son las ceremonias
descritas por Moisés en sus libros, y que en todas las partes se les
llama la Ley, pero que no son los preceptos del Decálogo. Tan es así
que, para que no se las tome como los preceptos del Decálogo,
Pablo lo explica claramente diciendo: Pues qué ¿que por la fe aboli-
mos la ley? iDios no lo quiera! Por el contrario, establecemos la ley
(V, 31). Los que después de estas palabras se afirman en la fe sepa-
rada, fijando su mirada sobre este pasaje como sobre el sol foo ven
que cuando se enumeran las leyes de la fe, estas son las obras mis-

2. La noción de proprium es muy importante en nuestro autor: significa la au-


toafirmación egotista de cada uno y por tanto su obliteración a la presencia de Dios.

265
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

mas de la caridad?, ¿pues qué es la fe sin las leyes? Tampoco ven


cuando se hace la enumeración de las malas obras, diciendo que los
que las practican no pueden entrar en los cielos. De donde se apre-
cia qué ceguera resulta de este pasaje mal comprendido 3 •
116. Como solamente por medio del hombre pueden ser elimi-
nados los males en el hombre externo, la Divina Providencia del
Señor hace que todo lo que el hombre escucha, ve, piensa, quiere,
dice y realiza le parezca enteramente como siendo de él; sin esta
apariencia no habría por parte del hombre ninguna recepción de la
divina Verdad, ninguna determinación para hacer el bien, ninguna
apropiación del amor y la sabiduría, ni tampoco de la caridad y de la
fe, y en consecuencia ninguna conjunción con el Señor, como tam-
poco ninguna reforma, ni regeneración, ni salvación en fin. Es evi-
dente que sin esta apariencia no hay penitencia de los pecados, ni fe,
y que sin esta apariencia el hombre tampoco es hombre, sino que
está privado de la vida racional y es semejante a un animal. Que se
consulte si se quiere a su razón; parece que el hombre piensa por sí
sobre el bien y sobre la verdad, tanto espiritual como moral y civil; y
entonces adopta la doctrina de que todo bien y toda verdad vienen
del Señor y nunca del hombre. ¿No admitiréis entonces que el hom-
bre debe hacer el bien y pensar la verdad como por sí mismo, pero
que sin embargo debe reconocer que es por el Señor?, foo debe
reconocer en consecuencia que es preciso que el hombre elimine los
males como por él mismo, aunque reconozca no obstante que lo
hace gracias al Señor?
133. Pero el efecto de los milagros es muy diferente entre los
buenos que entre los malos: los buenos no quieren milagros, sino
que les basta lo que dicen las Escrituras; y si escuchan hablar de un
milagro, solamente le prestan atención como una débil prueba que
confirma su fe; pues piensan según las Escrituras y según el Señor, y
no según un milagro. De otra manera sucede con los malos: en ver-
dad ellos pueden estar forzados y constreñidos a la fe por los mila-
gros; pueden incluso estar constreñidos al culto y a la piedad, pero
solo por poco tiempo; pues los malos están enfermos desde dentro,
y las concupiscencias de estos malos, junto con sus placeres, actúan
continuamente sobre lo externo de su culto y de su piedad; y para
salir de su prisión y lanzarse fuera piensan en el milagro, y acaban
por apelar a una ilusión o a una impostura o a una obra de la natura-
leza, y así vuelven de nuevo a sus maldades; el que vuelve de nuevo

3. La defensa del libre arbitrio (tema fundamental de la teología swedenborgiana)


y su compatibilidad con la divina Providencia es una constante en toda esta obra.

266
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA

a sus maldades después del culto, profana las verdades y los bienes
del culto; así, pues, la suerte de los profanadores después de la muer-
te es la más desgraciada: son aquellos designados por las palabras
del Señor, en Mt 13,43-45, donde el último estado es peor que el
primero. Es más, si los milagros se realizaran ante aquellos que no
creen en los milagros relatados en la Santa Escritura, sería necesario
que se realizasen continuamente y ante su vista.
138.IV. Nadie es reformado en los estados en los que no existen
ni la razón ni la libertad. Se ha mostrado más arriba que solo es
apropiado para el hombre lo que hace en libertad según la razón; y
he aquí por qué: la libertad pertenece a la voluntad y la razón al
entendimiento; y cuando el hombre actúa en libertad según la ra-
zón, actúa también según su voluntad por su entendimiento, y lo
que se opera en la conjunción de una y otro le es apropiado. Así,
pues, dado que el Señor quiere que el hombre sea reformado y rege-
nerado a fin de que la vida eterna, o la vida del cielo, esté en él, y que
nadie pueda ser reformado o regenerado a menos que el Bien sea
apropiado a su voluntad para estar en él, y a menos que la Verdad
sea apropiada a su entendimiento para también estar en él; en fin,
porque solamente puede ser apropiado a alguien lo que es hecho en
la libertad de la voluntad según la razón del entendimiento, se sigue
que nadie es reformado en los estados en los que la libertad y la
razón no existen. Hay varios estados en los que la libertad y la razón
no existen; pero en general se relacionan con los estados de temor,
de infortunio, de enfermedad del alma, de enfermedad del cuerpo,
de ignorancia y de ceguera del entendimiento. Diré algunas cosas
sobre cada uno de estos estados en particular.
139. Nadie es reformado en el estado de temor porque el temor
quita el libre arbitrio y la razón, o la libertad y la racionalidad; pues
el amor abre la interioridad del espíritu, pero el temor la cierra; y
cuando está cerrada, el hombre piensa pocas cosas; no piensa enton-
ces en lo que se presenta a su alma y a sus sentidos: así son todos los
temores que se apoderan del alma. Se ha visto más arriba que hay en
el hombre un interior y un exterior del pensamiento. El temor no
puede nunca apoderarse del interior del pensamiento: lo interior
está siempre en libertad, porque se encuentra en el amor de su vida;
pero el temor puede apoderarse de lo externo del pensamiento; y
cuando eso sucede lo interior del pensamiento se cierra, y desde el
momento en que se cierra el hombre no puede actuar en libertad
según su razón; por tanto, nunca puede ser reformado ...
141. Nadie es reformado en el estado de enfermedad del alma
porque toda enfermedad del alma quita la racionalidad, y en conse-

267
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

cuencia la libertad de actuar según la razón; pues entonces el alma


está enferma y no sana: así, el alma sana es racional y el alma enfer-
ma no lo es. Estas enfermedades son la melancolía, la conciencia
sucia y falsa, las imaginaciones de diversos géneros, los dolores del
alma ocasionados por los infortunios, las ansiedades y angustias oca-
sionadas por algún vicio del cuerpo y que a menudo son considera-
das como tentaciones pero que no lo son, porque las verdaderas
tentaciones tienen por objeto las cosas espirituales, y en estas tenta-
ciones el alma se encuentra en estado de sabiduría, mientras que las
otras tentaciones tienen por objeto las cosas naturales, y en estas
tentaciones el alma se encuentra en estado de locura.
178. No se le ha concedido al hombre tener preconocimiento de
los sucesos a fin de que pueda actuar en libertad según la razón; así,
se sabe que el hombre quiere el efecto de todo lo que ama y se con-
duce hacia ese efecto por la razón; y que no hay nada que el hombre
tenga en su espíritu que no proceda de su amor por llegar por el
pensamiento hasta el efecto: por eso, si se supiera el efecto o el suce-
so por una predicción divina, la razón quedaría sin efecto, y con la
razón el amor, pues el amor acaba con la razón en el efecto, y enton-
ces por este efecto comienza un nuevo amor. El placer de la razón es
ver por el amor el efecto en el pensamiento, no en el efecto sino
antes del efecto, o no en el presente sino en el porvenir: de aquí
viene lo que el hombre llama esperanza, que crece y decrece en la
razón según vea o espere el suceso: este placer es completado en el
suceso, pero después desaparece con el pensamiento del suceso.
Acaecería lo mismo con un suceso conocido de antemano. El espíri-
tu humano considera continuamente estas tres cosas: el fin la causa y
el efecto; si alguna de las tres falta, el espíritu humano no tiene vida.
La afección de la voluntad es el fin; el pensamiento del entendimien-
to es la causa; y la acción del cuerpo, la palabra de la boca o la
sensación externa, son los efectos del fin por el pensamiento. Todo
el mundo ve manifiestamente que el espíritu humano no reposa en
su vida cuando se encuentra solamente en la afección de la voluntad
y no más allá; ni cuando está solamente en el efecto; porque nunca
hay vida en el espíritu por una de estas tres cosas separadamente,
sino por las tres conjuntamente. Esa vida del espíritu disminuiría y
se retiraría si el suceso fuera predicho.
207. De dónde procede la divina Providencia. Ella es la divina
operación en el hombre que se ha apartado del amor a sí mismo;
pues el amor a sí mismo es el diablo, como se acaba de decir; y las
concupiscencias, así como sus placeres, son los males de su reino,
que es el infierno. Una vez aquel amor propio es eliminado, el Señor

268
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA

entra con las afecciones del amor al prójimo; abre las ventanas de su
techo, y después las ventanas de sus lados, y muestra al hombre que
hay un cielo, que hay una vida después de la muerte y una felicidad
eterna: por la luz espiritual y por el amor espiritual que fluyen en-
tonces a la vez, le hace reconocer que Dios gobierna todas las cosas
por su divina Providencia.
234. No hay leyes de permisión existentes por sí mismas, o dis-
tintas de las leyes de la divina Providencia; son las mismas. Por esto,
cuando digo que Dios permite, no pretendo hacer entender que Él
quiere, sino que no puede impedir a causa del fin, que es la salva-
ción. Todo lo que se hace por este fin es según las leyes de la divina
Providencia; pues, como dije ya, la divina Providencia marcha ince-
santemente en sentido opuesto y contrario a la voluntad del hom-
bre, tendiendo continuamente a su fin. Por esto, en cada momento
de su operación, o en cada paso de su marcha, cuando apercibe que
el hombre se aparte de ese fin, Ella lo dirige y lo dispone según sus
leyes, lo aparta del mal y lo conduce al bien. Se verá a continuación
que esto solo puede suceder con la permisión del mal. Por otro lado,
todo es permitido por un motivo: así, pues, ese motivo solo puede
encontrarse en alguna ley de la divina Providencia, y esta ley enseña
por qué es permitida cada cosa.
275. Si el hombre naciera en el amor en el que ha sido creado,
no caería en ningún mal; incluso no sabría lo que es el mal; pues el
que no ha caído nunca en el mal, y por tanto no está en el mal, no
sabe lo que es el mal. Si se le dijera que tal o tal cosa son el mal, no
lo creería. Ese estado es el estado de inocencia en el que han sido
creados Adán y Eva: la desnudez de la que no se ruborizaban signi-
fica ese estado: el conocimiento del mal después de la caída es de-
signado por la acción de comer del árbol de la ciencia del bien y del
mal. El amor en el que el hombre ha sido creado es el amor al
prójimo, a fin de que lo ame como a sí mismo, y todavía más, a fin
de que disfrute de su amor cuando hace el bien al prójimo, casi
tanto como un padre con respecto a sus hijos. Ese amor es verdade-
ramente humano; pues en él se halla lo espiritual, por lo que se
distingue del amor natural, que es propio de los animales. Si el
hombre naciera en ese amor, no nacería en la oscuridad de la igno-
rancia, como nace ahora todo hombre; sino que nacería en una
cierta luz de ciencia y por tanto de inteligencia, a la que llegaría en
poco tiempo.
322. La sana razón dicta que todos los hombres están predesti-
nados para el cielo y nadie está predestinado para el infierno. En
efecto, todos han nacido hombres y por tanto tienen la imagen de

269
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

Dios en ellos mismos. La imagen de Dios está en ellos porque pue-


den comprender la verdad y practicar el bien. Poder comprender la
verdad proviene de la divina Sabiduría; poder practicar el bien pro-
viene del divino Amor. Esta potencia es la imagen de Dios que
permanece en el hombre de espíritu sano, y nunca es extirpada. De
aquí que el hombre pueda ser hombre cívico y moral; y el que es
cívico y moral puede también llegar a ser espiritual; pues lo cívico y
lo moral es el receptáculo de lo espiritual: el hombre cívico es el
que conoce las leyes del reino del que es ciudadano y vive según
esas leyes; el hombre moral es el que hace de esas leyes la regla de
sus costumbres y de sus virtudes, y guiado por la razón vive confor-
me a esas mismas leyes. Voy a decir ahora cómo la vida cívica y
moral es el receptáculo de la vida espiritual: vivid esas leyes no solo
como leyes civiles y morales, sino también como leyes divinas y
seréis entonces hombres espirituales. Posiblemente no existe ningu-
na nación, por bárbara que sea, que no haya establecido por sus
leyes la prohibición de matar, de cometer adulterio, de robar, de
dar falsos testimonios, de perjudicar al prójimo. El hombre cívico y
moral observa estas leyes para ser o parecer un buen ciudadano;
pero si al mismo tiempo no observa estas leyes también como divi-
nas, solamente es un hombre cívico y moral de carácter natural;
mientras que si las observa también como leyes divinas, se convierte
en un hombre cívico y moral de carácter espiritual. La diferencia
estriba en que ahora no es solamente buen ciudadano de un reino
terrestre, sino también de un reino celeste; y aquel (el natural) es
solo buen ciudadano de un reino terrestre, pero no del celeste.
Estos son los bienes que hacen que se les distingan: los bienes que
pertenecen a los hombres cívicos y morales de carácter natural no
son bienes en sí; así, pues, el hombre y el mundo están en esos
bienes: los bienes que hacen los hombres cívicos y morales de carác-
ter espiritual son bienes en sí, porque el Señor y el cielo se encuen-
tran en esos bienes. Según lo que se acaba de decir, se puede com-
probar que todo hombre, ya que ha nacido para llegar a ser cívico y
moral natural, también ha nacido para convertirse en cívico y moral
espiritual: se hace tal con que tan solo reconozca a Dios y no come-
ta nunca males, pues están contra Dios, sino que por el contrario
practique el bien que siempre está con Dios: por aquí el espíritu
entra en las acciones cívicas y morales del hombre, y ellas poseen la
vida; pero sin esta esas acciones no tienen espíritu, y entonces tam-
poco vida: por eso al hombre natural, aunque actúe cívica y moral-
mente, se le llama muerto; y el hombre espiritual es llamado vivo.
Cada nación tiene una religión de la divina Providencia del Señor:

270
LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA

el fundamento de toda religión es reconocer que hay un Dios, pues


de otra manera no podría llamarse religión; y toda nación que vive
conforme a su religión, es decir, que no hace nunca el mal porque
significa estar contra Dios, recibe algo espiritual en lo natural.
¿Quién es el hombre que cuando escucha decir a un pagano que él
no quiere hacer tal o cual mal porque se lo prohíbe su dios, no se
dice a sí mismo: acaso no se salvará este pagano? Parece que no
puede ser de otro modo. Eso es lo que le dicta la sana razón. Por
otro lado, ¿quién escuchando a un cristiano decir: «yo considero
estos males como si no tuvieran importancia, qué pueden suponer
contra Dios», no dice para él mismo: acaso este hombre se salvará?
Parece imposible que así sea. Eso es lo que dicta la sana razón. Si ese
hombre dice: nací cristiano, fui bautizado, conocí al Señor, leí su
Palabra, frecuenté el sacramento de la Eucaristía; ¿para qué sirven
todas esas cosas si luego no considera pecados los homicidios, las
venganzas, los adulterios, los robos ocultos, los falsos testimonios,
las mentiras y la violencia? ¿un hombre tal piensa en Dios y en la
vida eterna?, ¿piensa siquiera que existen estas dos cosas?, facaso
no dicta la sana razón que no puede ser salvo? Esto se dice del
cristiano, porque el pagano más que el cristiano piensa en su vida
en Dios mediante su religión. Pero es preciso desarrollar el tema de
este parágrafo en el orden siguiente: l. El fin de la creación es el
cielo compuesto por el género humano. 2. Consecuentemente, por
la divina Providencia todo el mundo puede ser salvado; y son salva-
dos los que reconocen a Dios y viven según el bien. 3. El culpable
de no ser salvado es el hombre mismo. 4. Así, todos los hombres
están predestinados para el cielo y ninguno para el infierno 4 •

4. Dos cuestiones fundamentales de la teología swedenborgiana nos han ido apare-


ciendo: la afirmación de la acción de la divina Providencia frente al deísmo y al naturalis-
mo; y la importancia del libre arbitrio frente al luteranismo. Apreciamos también una
crítica al cristianismo de su época.

271
APOCALIPSIS REVELADO*

Este libro es una interpretación versículo por versículo del Apocalip-


sis de Juan, utilizando como llave hernenéutica la Nueva Iglesia del
Señor. Dado el carácter pormenorizado del texto, hemos optado por
presentar el prólogo que el propio Swedenborg escribió. La impor-
tancia de la apocalíptica en la teología swedenborgiana revela su
impronta pneumatológica y eclesiológica.
Es muy interesante la concepción que tiene Swedenborg del apo-
calipsis: este consiste para él en lo que verdaderamente significa en
griego, es decir, revelación. Y más en concreto, revelación del senti-
do profundo y subjetivización de ese sentido. Las instancias interio-
res predominan sobre el sentido exterior, lo que hace que los aconte-
cimientos apocalípticos sean vistos como realizaciones del espíritu.
Por eso insistimos una vez más en la importancia que toma en Swe-
denborg la concatenación de pneumatología, eclesiología y herme-
néutica.

• Apocalipsis revelata, Amsterdam, 1766.

272
Pre(acio del autor

1. Muchos son los que han trabajado en la explicación del Apocalip-


sis, pero como el sentido espiritual de la Palabra era hasta ahora
desconocido, nadie ha podido contemplar los secretos encerrados
en ella, pues nadie los había descubierto; por eso la mayor parte de
los intérpretes suponían varias hipótesis, y muchas de ellas las apli-
caban a las situaciones de los imperios, mezclándolas algunas veces
con los asuntos eclesiales. Pero el Apocalipsis, como toda la Escritu-
ra, ni en el más pequeño detalle de su sentido espiritual trata de
cosas humanas sino de asuntos celestes; no de imperios y reinos sino
del cielo y la Iglesia.
2. Ha de saberse que después del último juicio, que se cumplió
en el mundo espiritual en el año 1757 (con respecto a lo cual se
puede ver el contenido publicado en un opúsculo en Londres en
1758), se formó un nuevo cielo para los cristianos; pero solo para
aquellos que reciben al Señor como Dios del cielo y de la tierra,
según las palabras de Mateo 28,18, y para quienes al mismo tiem-
po en este mundo se han arrepentido de sus malas obras. De este
cielo ha descendido y seguirá descendiendo una Nueva Iglesia so-
bre la tierra, la Nueva Jerusalén. Esta Iglesia que reconoce a solo
el Señor es manifestada en estas palabras del Apocalipsis: Vino un
ángel y habló conmigo diciendo: Ven, te mostraré la novia, la
esposa del cordero; y me mostró la ciudad santa de Jerusalén, que
descendía del cielo y venía de Dios (Ap 21,9-10). Y también en este
otro lugar: Gocémonos y saltemos de júbilo, y démosle la gloria,
pues han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha puesto de
gala ... Dichosos los que son convidados a la cena de las bodas del
Cordero (Ap 19,7-9). Y que habrá un nuevo cielo y descenderá
una Nueva Iglesia sobre la tierra está manifestado en: Y vi un
nuevo cielo y una tierra nueva; y vi la ciudad santa, la Nueva
Jerusalén bajando del cielo por la mano de Dios, compuesta como
una novia engalanada para su esposo ... Y dijo el que estaba senta-
do en el solio: He aquí que renuevo todas las cosas. Y me dijo:
Escribe, porque todas estas cosas son dignas de fe, y verdaderas

273
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

(Ap 21,1-2,5). El «nuevo cielo» es la Nueva Iglesia de los cristia-


nos; la «nueva Jerusalén» es la Nueva Iglesia sobre la tierra, que
actuará al unísono con el nuevo cielo. El «Cordero» es el Señor en
cuanto que divina humanidad 1.
3. A todo esto se añadirá algo para que sirva de ilustración. El
cielo cristiano está debajo del antiguo cielo. En el interior de este
son admitidos desde el tiempo del Señor, cuando estaba en el mun-
do, los que daban culto a Dios bajo tres personas y al mismo tiempo
no tenían la idea de tres dioses; pues la trinidad de personas tiene
que ser recibida en todo el mundo cristiano. Pero quienes poseen de
la humanidad del Señor una idea igual que la humanidad de otro
hombre, no pueden recibir la fe de la nueva Jerusalén, a saber, que el
Señor es el único Dios en quien reside la trinidad. Por esta razón, los
que no creen esto, son separados y enviados a los extremos; y me ha
sido concedido ver la separación y el alejamiento después del último
juicio. Pues la totalidad del cielo está fundada sobre una idea justa
de Dios, y también la totalidad de la Iglesia en la tierra, y en general
toda religión, porque por esta idea hay conjunción, y por la conjun-
ción luz, sabiduría y felicidad eterna 2 •
4. Todos pueden ver que el Apocalipsis solo puede ser explicado
por el Señor, pues cada palabra contiene arcanos que no se com-
prenden sin una particular iluminación, es decir, sin una revelación;
por ese motivo le plugo al Señor abrir la visión de mi espíritu y
enseñarme. No se crea, por tanto, que yo he tomado algo de mí
mismo, ni de un ángel, sino solo del Señor. También dijo el Señor a
Juan a través de un ángel: No selles las palabras de la profecía de
este libro (Ap 22,10). Lo cual significa que estas cosas se han hecho
manifiestas.

1. Como puede verse, la escatología swedenborgiana se resuelve en experiencia


del alma, en escatología realizada: es un estado interior que no tiene por qué necesaria-
mente hacerse explícito en una situación externa. El juicio final es el descubrimiento del
sentido profundo de la Escritura. El opúsculo al que hace referencia Swedenborg es el
Último juicio y la Babilonia destruida.
2. La cuestión trinitaria siempre preocupó a Swedenborg, por lo que se ve lo erró-
neo que es calificarlo de «antitrinitario».

274
DELICIAS DEL AMOR CONYUGAL*

En este importante libro de su producción teológica y visionaria,


Swedenborg desarrolla su particular concepto de mística o plenitud
espiritual, expresado paradigmáticamente en el amor personal entre
esposos. Esta obra influyó mucho en el romanticismo (pensemos en
concreto en la novela Serafita de Balzac, o en Murnis de Car! Jonas
Almqvist). Como tantos otros textos de Swedenborg, procede del
Apocalipsis explicado, donde encontramos un precedente que pudo
servir de base para el presente libro.
Según ha señalado Lars Bergqvist, el amor conyugal tiene tanta
importancia en Swedenborg que su ontología está condicionada por
ese mismo concepto de amor conyugal; y viceversa. Es un ejemplo
fehaciente del decisivo papel que desempeñan los factores emotivos
y voluntaristas en el conjunto de su obra.

De deliciae sapientiae de amare conyugali, Amsterdam, 1768.

275
35. Cada uno tiene su amor, o un amor distinto de otro amor; esto
se puede comprobar por la variedad infinita de rostros que llevan las
huellas de los amores. Se sabe, en efecto, que los rostros varían y
cambian según las afecciones de los amores. Los deseos que pertene-
cen al amor, por lo tanto, sus alegrías y dolores, se manifiestan tam-
bién en los rostros. Es, pues, evidente que el hombre es su amor e
incluso la forma de su amor. Es preciso que se sepa que el hombre
interior, que es lo mismo que su espíritu que vive después de la muer-
te, es la forma de su amor, y no el hombre exterior en el mundo,
porque este desde la infancia ha aprendido a ocultar los deseos de su
amor, e incluso a fingir y a mostrar otros deseos que no son los suyos.
3 6. El amor de cada uno permanece después de la muerte, por-
que el amor es la vida del hombre y en consecuencia es el hombre
mismo. El hombre es también su pensamiento, por tanto, su inteli-
gencia y su sabiduría, pero estas forman una unidad con su amor, pues
el hombre piensa a través de su amor y según su amor, y habla y actúa
de la misma manera si es libre. Se sigue de aquí que el amor es el ser
o la esencia de la vida del hombre y que el pensamiento es el existir
o la existencia de su vida según el ser o la esencia. Por esto el lenguaje
y la acción que derivan del pensamiento, lo hacen no del pensamien-
to sino del amor a través del pensamiento. Por muchas experiencias
me ha sido dado saber que el hombre después de la muerte no es su
pensamiento, sino su afección y después su pensamiento, o su amor
y después su inteligencia. El hombre después de la muerte se despoja
de todo lo que no concuerda con su amor, e incluso progresivamente
adquiere el rostro, el sonido de la voz, el lenguaje, los gestos y las
costumbres del amor que él mismo ha tenido durante su vida. En
consecuencia, el cielo entero ha sido puesto en orden según todas las
variedades de las afecciones del amor del bien, y el infierno entero ha
sido ordenado según las afecciones del amor del mal.
3 7. El amor del sexo permanece en cada uno después de la muer-
te; y el amor conyugal en aquellos que van al cielo, es decir, en
aquellos que en la tierra se convierten en espirituales. El amor del
sexo permanece en el hombre después de la muerte, pues como lo
masculino es masculino y lo femenino es femenino hasta en los más
pequeños detalles, y como han recibido por la creación una afinidad
para la conjunción hasta en las cosas más pequeñas, afinidad que
conservan perpetuamente, resulta entonces que lo masculino desea

276
DELICIAS DEL AMOR CONYUGAL

la conjunción con lo femenino y aspira a esa conjunción. El amor


considerado en sí mismo es un deseo y por tanto un impulso hacia la
conjunción; y el amor conyugal un impulso hacia la conjunción en
una sola cosa, pues el ser humano masculino y el ser humano feme-
nino fueron así creados para que se convirtieran en un solo ser o una
sola carne. Entonces tomados conjuntamente son el hombre en su
plenitud; pero sin esta conjunción son dos, y los dos separadamente
son como un hombre dividido o como la mitad de un hombre. Pues-
to que esta afinidad para la conjunción está oculta íntimamente en
cada cosa de lo masculino y de lo femenino, y puesto que la facultad
y el deseo para la conjunción están en cada cosa, se sigue que el
amor mutuo y recíproco del sexo permanece en los hombres des-
pués de la muerte.
38. Se ha hablado de amor del sexo y de amor conyugal porque
son diferentes; el amor del sexo pertenece al hombre natural, y el
amor conyugal al hombre espiritual. El hombre natural ama y desea
solamente las conjunciones externas, y las voluptuosidades del hom-
bre del cuerpo que provienen de ellas; pero el hombre espiritual
ama y desea la conjunción interna, y los goces del espíritu que pro-
vienen de ella, y percibe que esos goces solo son acordes con una
sola esposa con la que pueda conjuntarse perpetuamente y cada vez
más estrechamente. Cuanto más esté conjuntado, más percibe él que
su felicidad aumenta y que continuará aumentado durante la eterni-
dad, pero el hombre natural no piensa en esto. Después de la muer-
te, pues, el amor conyugal permanece en aquellos que van al cielo, es
decir, en aquellos que en la tierra se convirtieron en espirituales.
60.II. Los orígenes de este amor vienen del matrimonio del bien
y la verdad. El hombre inteligente puede reconocer que todas las
cosas en el universo se refieren al bien y a la verdad, pues esto es una
verdad universal. Por la misma razón puede reconocer que en cada
cosa el bien está conjuntado con la verdad y la verdad con el bien.
Sucede así porque ambos proceden del Señor y proceden de Él como
una sola realidad. Las dos cosas que proceden del Señor son el amor
y la sabiduría, porque ambas pertenecen al Señor y de esta manera
vienen de Él. Las dos están en las cosas creadas, porque todas las
cosas que pertenecen al amor se llaman bienes, y todas las que perte-
necen a la sabiduría se llaman verdades, y porque el amor y la sabi-
duría proceden del Señor en cuanto que Creador. Esto puede ser
ilustrado por el calor y la luz que proceden del sol; su presencia y su
conjunción determinan la germinación sobre la tierra. Así, pues, el
calor natural corresponde al calor espiritual, que es el amor, y la luz
natural corresponde a la luz espiritual, que es la sabiduría.

277
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

61. Se demostrará más adelante que el amor conyugal procede


del matrimonio del bien y de la verdad. Ahora se hablará sucinta-
mente para hacer ver que este amor es celeste, espiritual y santo,
porque es de origen celeste, espiritual y santo. Se ha dicho más arri-
ba que la conjunción del bien y de la verdad existe en todas y cada
una de las cosas creadas. Así, pues, no hay conjunción a menos que
sea recíproca, pues de otra manera se destruiría ella misma. Así,
cuando hay conjunción del bien y de la verdad y es recíproca, el
resultado es la verdad del bien o la verdad según el bien. Se verá en
la sección siguiente que la verdad del bien o la verdad según el bien
se encuentra en el varón, y es la masculinidad misma, y también que
el bien de la verdad o el bien según la verdad se encuentra en la
mujer, y que es la feminidad misma, y que hay una unión conyugal
entre ambos.
62.III. Hay correspondencia de este amor con el matrimonio
del Señor con la Iglesia. Es decir, el marido y la esposa se aman
mutuamente como el Señor ama a la Iglesia y quiere que la Iglesia le
ame. Se sabe en el mundo cristiano que hay una correspondencia
entre este amor y este matrimonio, pero no se la conoce todavía.
Será descrita más lejos en un parágrafo especial. Se ha hecho men-
ción aquí para que se vea que el amor conyugal es celeste, espiritual
y santo, porque corresponde con el matrimonio celeste, espiritual y
santo del Señor y la Iglesia. Esta correspondencia proviene del he-
cho de que el amor conyugal tiene su origen en el matrimonio del
bien y de la verdad que es la Iglesia en el hombre. Esto ha sido
tratado en el artículo precedente. El matrimonio del bien y la ver-
dad es el mismo que el de la caridad y la fe, puesto que el bien
pertenece a la caridad y la verdad a la fe. Hay que reconocer que
este matrimonio constituye a la Iglesia porque es una verdad uni-
versal, y toda verdad universal es reconocida una vez que es enten-
dida, lo que resulta del influjo del Señor y al mismo tiempo de la
confirmación del cielo. Ahora, puesto que la Iglesia pertenece al
Señor porque viene de Él, y puesto que el amor conyugal corres-
ponde al matrimonio del Señor con la Iglesia, se sigue que este
amor viene del Señor.
158.II. El amor conyugal conjunta las dos almas, y en conse-
cuencia las dos mentes, en una. Todo ser humano está compuesto de
un alma, de una mente y de un cuerpo. Siendo el alma su parte más
íntima, es de origen celeste; siendo la mente su parte media, es de
origen espiritual; y siendo el cuerpo su parte última, es de origen
natural. Las cosas de origen celeste y espiritual no pertenecen al es-
pacio sino a las apariencias de espacio. Ya se sabe que la extensión y

278
DELICIAS DEL AMOR CONYUGAL

el lugar no se pueden aplicar a las realidades espirituales; puesto que


en el mundo espiritual los espacios son apariencias, las distancias y
las presencias son también apariencias. A menudo se ha mostrado en
las obras sobre el mundo espiritual, que las apariencias de las distan-
cias y de las presencias son allí según las semejanzas, los parentescos
y las afinidades del amor. Estas explicaciones se han dado a fin de
que se sepa que las almas y las mentes de los hombres no están en el
espacio como sus cuerpos, porque por su origen las almas son celes-
tes y las mentes son espirituales. Como las almas y las mentes no
están en el espacio, pueden conjuntarse como en una unidad aunque
los cuerpos no lo estén. Esto sucede principalmente entre esposos
que se aman íntimamente con un amor mutuo. Pero como la mujer
viene del hombre y como esa conjunción es una especie de reunión,
la razón puede ver que no se trata de conjunción en una unidad, sino
más bien de aproximación según el amor, llegando hasta el contacto
en los que se encuentra el amor verdaderamente conyugal. Esta ad-
junción puede ser llamada cohabitación espiritual y existe entre los
esposos que se aman tiernamente, aunque estén alejados según el
cuerpo. La experiencia nos aporta pruebas para confirmarnos por el
mundo natural. Según estas consideraciones, es evidente que el amor
conyugal conjunta las dos almas y las dos mentes en una unidad.
159.III. La voluntad de la esposa se conjunta con el entendi-
miento del esposo. Es así porque lo masculino nace para llegar a ser
entendimiento, y lo femenino para llegar a ser voluntad que ama el
entendimiento masculino. Se sigue de esto que la conjunción conyu-
gal es la de la voluntad de la esposa con el entendimiento del esposo,
y recíprocamente la del entendimiento del esposo con la voluntad
de la esposa. Se puede ver que hay una estrecha conjunción del en-
tendimiento y de la voluntad, tan estrecha que una de las facultades
puede entrar en la otra y delectarse con esta conjunción y en esta
conjunción.
18 5. l. El estado de vida del hombre está continuamente cambian-
do desde la in( ancia hasta el fin de su vida, y después durante la eter-
nidad. Cada hombre en el mundo pasa sucesivamente de una edad a
otra. Las transiciones de la infancia a la juventud, a la adolescencia,
a la madurez y a la vejez no son aparentes al darse en el transcurrir del
tiempo. Sin embargo progresan continuamente de momento en
momento. Pues el hombre es como un árbol, que en cada pequeño
espacio de tiempo, incluso en el más pequeño, desde que la semilla es
arrojada en la tierra, crece y aumenta. Estas progresiones temporales
son también cambios de estado, pues el período subsequente añade
al antecedente algo que perfecciona su estado. Los cambios que se

279
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

dan en lo interior del hombre son continuos de una manera más


perfecta que los que se dan en lo exterior. Sucede así porque las in-
terioridades del hombre a través de las que se perciben las cosas que
pertenecen a su mente o a su espíritu, se hallan en un grado superior,
habiendo sido elevadas por encima de las exteriores. Así, pues, mien-
tras que en las cosas interiores que están en un grado superior en un
instante suceden miles de cambios, en las exteriores sucede un solo
cambio. Los cambios que acaecen en lo interior son cambios de esta-
do del entendimiento en cuanto a los pensamientos y cambios de
estado de la voluntad en cuanto a las afecciones. El encabezamiento
resume estos cambios sucesivos de estado de las afecciones y de los
pensamientos. Los cambios de estado de estas dos facultades son per-
petuos en el hombre, desde la infancia hasta el fin de su vida y des-
pués durante la eternidad, pues no hay fin para la ciencia, con más
razón tampoco para la inteligencia y con más razón todavía tampoco
para la sabiduría, ya que su extensión es infinita y eterna porque pro-
ceden de lo infinito y eterno. De aquí viene ese principio filosófico de
los antiguos según el cual todo es divisible hasta el infinito; es preciso
añadir que paralelamente todo es multiplicable hasta el infinito. Los
ángeles afirman que, por el Señor, son perfeccionados en sabiduría
eternamente, lo que equivale hasta el infinito, porque lo eterno es lo
infinito del tiempo.
187.III. Estos cambios son diferentes en los hombres y en las
mujeres, porque por creación los cambios son formas de ciencia, de
inteligencia y de sabiduría, y las mujeres son las formas del amor de
estas cosas en los hombres. Los hombres han sido creados como
formas del entendimiento y las mujeres como formas del amor del
entendimiento de los hombres. En consecuencia, los cambios de es-
tado que se suceden en el hombre y en la mujer desde la infancia
hasta la madurez, sirven al perfeccionamiento de sus formas. Es,
pues, evidente que los cambios de estado son diferentes para el hom-
bre y para la mujer. Sin embargo la forma externa del cuerpo es
renovada según la renovación de la forma interna, que pertenece a
la mente, pues la mente actúa en el cuerpo y no viceversa. Por eso
los niños en el cielo llegan a ser hombres en belleza y en estatura
según el acrecentamiento de su inteligencia. Es de otra manera en
los niños de la tierra, porque estos están envueltos por un cuerpo
material, como los animales ...
188.IV. Los hombres gozan de una elevación de la mente a una
luz superior, y las mujeres de una elevación de la mente a un calor
superior; la mujer siente las delicias de su calor en la luz del hombre.
Por la luz en la que se elevan los hombres se entiende la inteligencia

280
DELICIAS DEL AMOR CONYUGAL

y la sabiduría, porque la luz espiritual que procede del sol del mun-
do espiritual, sol que en su esencia es el amor, es la misma cosa que
la inteligencia y la sabiduría, o una unidad de ellas. Por el calor en el
que se elevan las mujeres se entiende el amor conyugal, porque el
calor espiritual, que procede del sol del mundo espiritual, en su esen-
cia es el amor, y en las mujeres el calor es el amor conjuntándose con
la inteligencia y la sabiduría de los hombres ...
200.XV. En el matrimonio donde existe el amor verdaderamen-
tre conyugal, la esposa se convierte cada vez más y más en esposa, y
el esposo cada vez más y más en esposo. El amor conyugal conjunta
cada vez más y más a los dos en un solo ser. Así como la esposa llega
a ser esposa por la conjunción del marido y a través de esa conjun-
ción, así también sucede lo mismo con el marido respecto a la espo-
sa; y como el amor verdaderamente conyugal dura eternamente, se
sigue que la esposa llega a ser más y más esposa, y el esposo más y
más esposo. Sucede así porque en el amor verdaderamente conyugal
cada uno llega a ser más y más hombre interior, pues ese amor abre
las interioridades de su mente, y por esa apertura el hombre llega a
ser más y más hombre. Llegar a ser más hombre es para la esposa
llegar a ser más esposa, y para el esposo llegar a ser más esposo. He
escuchado decir a los ángeles que la esposa se convierte en más espo-
sa en la medida en que el esposo se convierte en más esposo. Pero a
la inversa sucede raramente, por no decir nunca, porque no suele
acaecer que una esposa casta no ame a su esposo, y sin embargo no
pasa lo mismo con el esposo, porque no se eleva a la sabiduría que
solamente la recibe el amor de la esposa.
201.XVI. Así sus formas sucesivamente se perfeccionan y se en-
noblecen en el interior. Hay forma humana perfectísima y nobilísi-
ma cuando dos formas se convierten por matrimonio en una sola
forma, así como cuando dos carnes se convierten en una sola carne
para el fin de la creación. Entonces la mente del esposo es elevada en
una luz superior y la de la esposa en un calor superior, y crecen,
florecen y fructifican, como los árboles en primavera 1•

1. La mística de Swedenborg adquiere esta especial matización conyugal: para él la


diferencia sexual es una ordenación esencial en el ser humano, y por tanto también la
conjunción personal del hombre y la mujer. Por eso la unión conyugal se convierte en
prototipo universal de toda clase de unión de contrarios. Toda esta idea de amor conyu-
gal está, por otra parte, muy en consonancia con la concepción bíblica expresada en el
Cantar de los Cantares. Y una vez más comprobamos cómo Swedenborg proyecta sus
teorías físicas y cosmológicas sobre el ámbito de lo espiritual, de tal manera que exista
una continuidad y comunicación entre todos los planos de lo real.

281
LA COMUNICACIÓN ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO*

Esta pequeña pero importantísima obra de Swedenborg es según al-


gunos una réplica a Los sueños de la metafísica explicados según los
sueños de un visionario, que Kant escribió contra el autor sueco.
Nos encontramos aquí con un tema crucial para Swedenborg desde
su etapa científica: el problema de cómo adecuar la acción del cuer-
po con la del alma. Tres posibles soluciones cataloga Swedenborg: la
del influjo del cuerpo sobre el alma (identificada por él con Aristóte-
les y la escolática), la de la armonía preestablecida (defendida por
Leibniz) y la del influjo del espíritu sobre el cuerpo, que es la postura
defendida por Swedenborg y que él atribuye a Descartes (aunque
también puede haber influencia de Malebranche, a quien leyó; y por
supuesto de sus propias teorías anatómicas).
No sabemos con exactitud si el presente libro fue en realidad la
respuesta a la citada obra de Kant; en cualquier caso el juicio desfa-
vorable de Kant fue determinante, en un sentido negativo (aunque
Robert H. Kirven aprecia, a pesar de su hostilidad, cierta ambivalen-
cia en la actitud kantiana). Ernesti en teología y Kant en filosofía
fueron dos poderosos obstáculos para la difusión de las ideas swe-
denborgianas en Alemania.

• De commercio animae et corporis, Londres, 1769.

282
l. Existen tres opiniones y creencias, o tres hipótesis, respecto a
la comunicación entre el alma y el cuerpo, o respecto al modo en
que la una actúa sobre el otro y en el modo en que ambos actúan
conjuntamente; la primera opinión es llamada influjo físico, la se-
gunda influjo espiritual, y la tercera armonía preestablecida. La pri-
mera hipótesis, el influjo físico, tiene su origen en las apariencias de
los sentidos y en las falacias que surgen de esta fuente. Parece como
si los objetos de la vista, que afectan a los ojos, fluyeran hasta el in-
terior del pensamiento y lo produjeran; de la misma manera el len-
guaje, que afecta a los oídos, parece fluir hasta el interior de lamen-
te y producir las ideas; y sería semejante con respecto al olfato, el
gusto y el tacto. Los órganos de los cinco sentidos recibirían por
contacto impresiones de los objetos de alrededor; y la mente parece
pensar y querer según las afecciones de esos órganos; observando
esto, los filósofos antiguos y los escolásticos concluyeron que hay un
influjo desde los órganos de los sentidos hasta el interior del alma, y
de aquí adoptaron la hipótesis del influjo físico o natural. La segun-
da hipótesis, la del influjo espiritual, llamada también influjo ocasio-
nal, tiene su origen en el orden y las leyes. El alma es una sustancia
espiritual y en consecuencia sutil, anterior e interior; pero el cuerpo
es material y en consecuencia grosero, posterior y exterior; y de
acuerdo con el orden lo que es más puro fluye en el interior de lo
que es más grosero, lo que es anterior en lo que es posterior, y lo que
es interior en lo que es más exterior; de la misma manera, lo que es
espiritual fluye en el interior de lo que es material, y no al contrario;
en consecuencia, en conformidad con el orden la mente, sede del
pensamiento, fluye hasta el interior de la visión conformándola con
el estado en el que se encuentran los ojos debido a los objetos que
hay ante ellos, estado que la mente ordena a su buen criterio; y de la
misma manera la mente como sede de la percepción fluye hasta el
interior de la audición, conformándola con el estado en que se en-
cuentran los oídos por el sonido del lenguaje. La tercera hipótesis, la
de la armonía preestablecida, se origina a partir de las apariencias y
falacias a las que está sometida la facultad racional. En la operación
misma, la mente actúa conjunta y simultáneamente con el cuerpo;
pero no obstante, cada operación es primero sucesiva y después si-
multánea. Ahora bien, la operación sucesiva es el influjo y la opera-
ción simultánea la armonía; lo cual sucede cuando la mente piensa y

283
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

después habla, o cuando desea y después actúa. Es por tanto una


falacia de la facultad racional afirmar lo que es simultáneo y excluir
lo que es sucesivo. No puede construirse ninguna cuarta opinión
sobre la comunicación entre el alma y el cuerpo; o bien el alma ope-
ra sobre el cuerpo, o el cuerpo sobre el alma, o ambos actúan con-
juntamente.
2. Puesto que la hipótesis del influjo espiritual tiene su origen,
como se ha observado, en el orden y en sus leyes, esta opinión ha de
ser reconocida por el sabio con preferencia a las otras dos; es verdad
que cada cosa tiene su origen en el orden, y la verdad se manifiesta
por sí misma debido a su inherente luz, aunque una sombra oscurece
su percepción racional al existir en forma de hipótesis. Hay tres co-
sas que envuelven estas hipótesis en sombras: la ignorancia sobre el
alma, la ignorancia sobre lo espiritual, y la ignorancia sobre la natu-
raleza del influjo: por eso esas tres cosas deben primeramente ser
reveladas antes de que la facultad racional pueda contemplarlas en
su verdad. Pues la verdad, mientras solo exista en la forma de una
hipótesis, no es la verdad en sí misma sino una conjetura sobre ella;
es como una pintura vista en la noche sobre una pared a la luz de las
estrellas, a la que la mente le atribuye una forma diferente según su
fantasía; pero cuando su verdadera forma es vista al iluminar el sol
por la mañana, y no solo se descubre la figura general sino también
los detalles particulares, entonces, sin la sombra ya en la que la ver-
dad aparecía cuando estaba en forma de hipótesis, surge la verdade-
ra obra y se conoce la naturaleza de lo que es espiritual y de lo que es
natural; y la naturaleza del alma humana, y la naturaleza del influjo
que fluye en el interior del alma, y que va desde el alma hasta la
mente perceptiva y desde aquí a todo el cuerpo. Pero esto no puede
ser explicado por ningún hombre, a menos que haya recibido del
Señor el privilegio de estar en comunidad con ángeles en el mundo
espiritual y con los hombres en el mundo natural al mismo tiempo;
y este privilegio se me ha concedido a mí ___ ¿Quién no sabe, o puede
saber, que la bondad del amor y la verdad de la fe fluyen desde Dios
hasta el interior del hombre, y penetran en su alma y son sentidas
por su mente; y que de nuevo fluyen desde su pensamiento hasta su
lenguaje, y desde su voluntad hasta sus acciones?
8. El influjo espiritual tratado hasta ahora por los sabios es el
influjo del alma en el cuerpo; pero no han tenido noticia del ante-
rior influjo en el alma, y a través de esta en el cuerpo. No obstante es
bien sabido que toda la bondad del amor y toda la verdad de la fe
fluyen desde Dios hasta el interior del alma, y que ninguna porción
de aquellas proviene del hombre mismo; y cualquier cosa que fluye

284
LA COMUNICACIÓN ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO

desde Dios, fluye inmediatamente en el interior de su alma, y a tra-


vés del alma en el interior de la mente racional, y de aquí al interior
de los órganos que constituyen el cuerpo. Una persona que investi-
gue la naturaleza del influjo espiritual sin tener esto en cuenta, es
como quien detiene el manar de una fuente y quiere observar luego
el agua inagotable; o como quien deduce el origen de un árbol de sus
ramas y no de las semillas; o como quien examina los principiados
sin tener en cuenta el primer principio. Pues el alma no es vida en sí
misma, sino un recipiente de la vida que procede de Dios, que es
vida misma; y todo el influjo pertenece a la vida, que proviene de
Dios. Eso es lo que se quiere decir en este pasaje: Yahvé Dios sopló
en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente (Gén
2, 7): soplar en la nariz un aliento de vida significa implantar la per-
cepción del bien y de la verdad. El Señor dijo también de sí mismo:
Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al
Hijo el tener vida en sí mismo (Jn 5,26): tener vida en sí mismo es
ser Dios: y la vida del alma es vida que fluye desde Dios. Ahora bien,
puesto que todo influjo pertenece a la vida, y la vida actúa por me-
dio de sus receptáculos, y el más interior o primero de los receptácu-
los en el hombre es su alma, para que la naturaleza del influjo sea
rectamente aprehendida, es necesario comenzar desde Dios y no
desde un intermediario. Cuando comenzamos desde una mediación,
nuestra doctrina del influjo es como un carro sin ruedas, o como un
barco sin marineros. La razón de que la vida fluya desde Dios hasta
el interior del hombre por el alma, y desde aquí al interior de la
mente, esto es, al interior de las afecciones y pensamientos de lamen-
te, y desde aquí al interior de los sentidos, lenguaje y acciones del
cuerpo, es debido a que son los sujetos de la vida en el orden sucesi-
vo. Pues la mente está subordinada al alma, y el cuerpo está subordi-
nado a la mente; y la mente tiene dos vidas, una perteneciente a la
voluntad y otra al entendimiento; la vida de su voluntad es la bon-
dad del amor, y sus derivaciones se llaman afecciones; la vida de su
entendimiento es la verdad de la sabiduría, y sus derivaciones son
llamadas pensamientos: por medio de ellos y a modo de formado-
res, la mente vive: pero la vida del cuerpo son los sentidos, el len-
guaje y las acciones: estos se derivan del alma por la mente, siguien-
do el orden en el que están colocados y que se hace manifiesto a un
sabio incluso sin investigación. El alma humana, siendo una sustan-
cia espiritual superior, recibe el influjo inmediato de Dios; pero la
mente humana, siendo una sustancia espiritual inferior, recibe el in-
flujo de Dios mediatamente por el mundo espiritual; y el cuerpo,
estando compuesto de las sustancias de la naturaleza material, recibe

285
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

influjo de Dios mediatamente por el mundo natural. En los siguien-


tes artículos se verá que el bien del amor y la verdad de la sabiduría
fluyen desde Dios hasta el interior del hombre conjuntamente, es
decir, en una unidad, pero son diferenciados por el hombre en su
avance, y son conjuntados solo por quien se deja guiar por Dios.
11. Es bien sabido que las fuerzas activa y pasiva son necesarias
para cada operación, y que nada puede ser producido por una fuer-
za activa sola ni por una pasiva sola. Sucede algo similar en lo espiri-
tual y en lo material; lo que es espiritual, como una fuerza viviente,
es activo; y lo que es natural, como una fuerza muerta, es pasivo. De
aquí se sigue que lo que existe en este mundo solar desde el comien-
zo de su creación, y lo que accede a la existencia después, existe a
partir de lo que es espiritual a través de lo natural: y esto es verdad
no solo respecto a los sujetos del reino animal, sino también para los
del reino vegetal. Otro hecho también es conocido de manera simi-
lar al primero, esto es, que las causas principal e instrumental son
necesarias para la producción, y que estas dos causas, cuando algo es
producido, aparecen como una aunque sean distintas; pues es una
regla de la sabiduría que la causa principal y la instrumental forman
conjuntamente una sola. Esto también sucede en lo espiritual y en lo
natural. La razón de que produciendo efectos estas dos fuerzas y
causas aparezcan como una, se debe a que lo espiritual está dentro
de lo natural, como la fibra está dentro del músculo y como la san-
gre está dentro de las arterias; así como también está en el interior
del lenguaje y la afección en los tonos de la voz, permitiendo de esta
manera que sean aprehendidos por sus instrumentos naturales. Se-
gún estas consideraciones, como a través de un cristal oscuro, lo
espiritual se viste de lo natural, de la misma manera que un hombre
se viste con un traje. El cuerpo orgánico con el que el alma se viste se
ha comparado aquí a un traje porque el cuerpo envuelve como un
traje; y el alma también se aparta del cuerpo y lo abandona como a
un viejo abrigo cuando emigra, debido a la muerte del cuerpo, desde
lo natural hasta su propio mundo espiritual: pues el cuerpo se hace
viejo como un traje, pero no el alma porque esta es una sustancia
espiritual que no tiene nada en común con los cambios de la natura-
leza, la cual progresa desde el comienzo hasta el final acabando su
período. Los que no consideran el cuerpo como el vestido o cubierta
del alma, ni como siendo en sí mismo algo muerto, ni como apto
para recibir la fuerza viviente que fluye hasta su interior solo de Dios
a través de su alma, no pueden evitar concluir falacias, como la que
el alma vive por sí misma y el cuerpo también por sí mismo, y que
existe entre sus respectivas vidas una armonía preestablecida; o como

286
LA COMUNICACIÓN ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO

aquella otra según la cual la vida del alma fluye en el interior del
cuerpo, o la vida del cuerpo en el interior del alma, indiferentemen-
te, dado que conciben el influjo tanto espiritual como natural; cuan-
do sin embargo, es una verdad testificada en cada objeto de la crea-
ción el que una existencia posterior no actúa por sí misma, sino a
partir de la existencia anterior de la que procede; nada, pues, actúa
desde sí mismo, sino desde algo que existe con anterioridad; y por
tanto no hay ningún acto que no tenga comunicación con la Primera
Causa, que es Dios. Hay entonces una sola vida y no puede ser crea-
da, pero sí es capaz de manera eminente de fluir en el interior de
formas orgánicamente adaptadas a esa recepción: todos los objetos
en el universo creado, incluso los más pequeños, son tales formas. Es
una creencia de muchos que el alma es en sí misma una centella de
vida y por tanto el hombre, mientras vive por su alma, vive su propia
vida, en sí mismo, en consecuencia no por un influjo de la vida a
partir de Dios. Pero tales personas no pueden eludir la falacia de una
suerte de nudo gordiano en el que se enmarañan los juicios de sus
mentes, incluso hasta la locura en lo que respecta a las cosas espiri-
tuales: construyen un laberinto en el que la mente nunca puede, por
muchas pistas que la razón proporcione, hallar un camino y salir por
sí misma: por tanto aquellas personas caminan bajo cavernas, donde
permanecen en eternas tinieblas. De tal creencia proceden innume-
rables falacias, todas horribles; como la que Dios se ha transferido y
trasladado a sí mismo hasta el interior del hombre, por lo que cada
hombre sería una especie de deidad que vive por sí mismo; y haría el
bien y disfrutaría de la sabiduría por sí mismo; de la misma manera,
poseería fe y caridad por sí mismo, y las ejercitaría por sí mismo y no
por Dios; además de otros monstruosos sentimientos, como inducir
al infierno a los que, estando en el mundo, creen que la vida es natu-
ral o que producen la vida por su propia actividad: cuando miran
hacia el cielo, su luz se les aparece como puras tinieblas. Hace algún
tiempo escuché una voz del cielo que decía que si en el hombre una
chispa de vida fuera propiamente suya y no de Dios en él, entonces
nada celeste pertenecería a aquel, ni tampoco nada de la Iglesia y en
consecuencia nada de la vida eterna 1•

l. Reaparecen los temas científicos ahora trasladados --como es habitual en Swe-


denborg- al ámbito de las disquisiciones metafísicas y espirituales: lo demuestra la refe-
rencia a la fibra y a la sangre, que en la fase anatomista de Swedenborg preludiaban los
temas psicológicos de comunicación entre el cuerpo y el alma. Durante un tiempo Swe-
denborg vio en las terminaciones fibrosas y en el plasma sanguíneo el vehículo de unión
entre el alma y el cuerpo. En este sentido, la idea de influjo como ese alcaduz que atravie-
sa todas las estructuras de la realidad, adquiere una importancia trascendental. Por otro
lado, también podemos apreciar la presencia aristotélica a través de la noción de causa.

287
LA VERDADERA RELIGIÓN CRISTIANA*

Es este uno de los libros fundamentales de Swedenborg, ya que lo


podemos considerar como un compendio de toda su visión teológica
y filosófica. Avala este aserto el hecho de que su autor escribiera la
obra con 82 años y recogiera en ella prácticamente todos sus temas
principales. Es, pues, una auténtica suma de teología swedenborgia-
na, perfectamente estructurada y sistematizada (como es habitual
en Swedenborg), pero donde no obstante no faltan referencias a vi-
siones y experiencias espirituales (como asimismo es corriente en
aquel). Parece como si le fuera imposible al autor sueco escribir de
una manera puramente conceptual: ha de recurrir siempre a la na-
rratividad de las imágenes para expresar adecuadamente lo que su
alma experimentaba y conocía. Una teología de la imagen siempre
acompaña a una metafísica de la conciencia imagina/.

Vera Christiana Religio, Amsterdam, 1770.

288
18. El Ser divino, que es Yahvé. Primero trataremos del Ser divino y
después de la divina Esencia. Parece que son una misma cosa, pero
hay una distinción porque el Ser es más universal que la Esencia,
mientras que la Esencia presupone el Ser. El Ser de Dios, o divino
Ser, es indescriptible ya que trasciende todas las ideas del pensa-
miento humano. Este sólo puede captar lo que es finito y creado. Lo
que es increado e infinito, como el Ser divino, es incomprensible. El
Ser divino es el Ser en Sí mismo, la fuente de todas las cosas y de
todo lo que puede llegar a existir. Pero algunos conocimientos acer-
ca del Ser divino pueden adquirirse a partir de las siguientes propo-
s1C10nes:
I. El Dios único es llamado Yahvé a causa de su Ser, esto es, del
hecho de que sólo Él es, ha sido y será, y porque Él es el Primero y el
Último, el Comienzo y el Fin, Alfa y Omega.
II. El único Dios es sustancia misma y forma misma, y los ángeles
y los hombres son sustancias y formas derivadas de Él; en la medida
en que ellos están en Él y Él en ellos, son imágenes y semejanzas de Él.
III. El Ser divino es Ser en sí mismo y al mismo tiempo Existir en
sí mismo.
IV. El Ser divino y el Existir sólo pueden producir la Divinidad
que es Ser y Existir en sí. En consecuencia otro dios de la misma
esencia es imposible.
V. La pluralidad de dioses en la antigüedad, como en la actuali-
dad, es el resultado de una mala comprensión del Ser divino.
19.1. Es sabido que Yahvé significa «Yo soy». Está claro que en
el Libro de la Creación o Génesis, Dios es llamado así desde los
tiempos más antiguos; pero se le denomina Dios en el primer capí-
tulo, porque en el segundo y siguientes se le llama Yahvé Dios.
Después, cuando los descendientes de Abrahán, empezando por Ja-
cob, olvidaron el nombre de Dios debido a su larga estancia en
Egipto, ese nombre les fue llevado otra vez a la memoria, como
leemos en Éxodo 3,13-15. Puesto que sólo Dios es «Yo soy» o el
Ser, es decir Yahvé, no existe cosa alguna en todo el universo que
no derive su ser de Él.
Dios es llamado Alfa y Omega, el Comienzo y el Fin, porque alfa
es la primera letra y omega la última del alfabeto griego, y por eso
significan todas las cosas conjuntamente. Pues en el mundo espiri-
tual toda letra significa alguna cosa. Las vocales, que permiten que

289
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

sean pronunciadas las palabras, significan algo perteneciente al afec-


to o al amor. Este es el origen del lenguaje de los espíritus o ángeles,
y también de su sistema de escritura. Pero este es un misterio no
conocido hasta ahora: hay un lenguaje universal usado por los ánge-
les y espíritus que no tiene nada en común con el lenguaje humano
del mundo. Pero cada uno toma posesión de ese lenguaje después de
la muerte, porque es innato desde la creación. Por eso todos se com-
prenden en el mundo espiritual. Se me ha permitido escuchar este
lenguaje, y habiéndolo comparado con las lenguas del mundo en-
contré que no tenía nada que ver con el lenguaje natural de la tierra.
Difiere esta lengua natural de la de los ángeles hasta en su primer
principio, por el que (en la lengua de los ángeles) cada letra de cada
palabra significa una cosa. Podemos ver ahora por qué Dios es lla-
mado Alfa y Omega, la única fuente desde el comienzo hasta el fin
de la que surgen todas las cosas.
20.11. Puesto que Dios es el Ser, también es la substancia, porque
sería una cosa meramente imaginaria si no fuera también substancia,
dado que substancia es una entidad que subsiste. La substancia tam-
bién debe ser forma, porque la substancia sin la forma es una enti-
dad imaginaria. Ambas cosas pueden ser predicadas de Dios, pero
entendiendo que Él es la única, propia y verdadera substancia y for-
ma. Está probado en La sabiduría de los ángeles sobre el divino Amor
y la divina Sabiduría que esa forma es la verdadera forma del hom-
bre, es decir, que Dios es verdaderamente hombre, y que todos sus
atributos son infinitos; y también que los ángeles y los hombres son
substancias y formas creadas y ordenadas para recibir la influencia
divina a través del cielo. En el Génesis 1,26-27 se llaman imágenes y
semejanzas de Dios; y en otros lugares son llamados sus hijos y en-
gendrados por Él. Más adelante se probará en esta obra que en la
medida en que el hombre vive bajo la influencia divina, esto es, en la
medida en que se deja guiar por Dios, se convierte cada vez más en
una imagen más interior de El.
Si las mentes de los hombres no tienen la idea de que Dios es
primera substancia y forma, y de que Su forma es la verdadera forma
del hombre, entonces caen fácilmente en fantasías, a modo de qui-
meras, respecto a Dios mismo, al origen del hombre y a la creación
del mundo; de este modo sólo pueden pensar en Dios como la pri-
migenia naturaleza del universo expandiéndose, o como vacío y
nada. Sobre el origen del hombre piensan como si proviniera del
concurso fortuito de átomos, y con respecto a la creación del mundo
creen que sus substancias y formas se han originado de puntos
geométricos y líneas, los cuales no pudiendo predicarse nada de ellos

290
LA VERDADERA RELIGIÓN CRISTIANA

son como inexistentes. Para este tipo de gente todo cuanto concier-
ne a la Iglesia es como la laguna Estigia o como las densas tinieblas
del Tártaro.
21.III. Yahvé Dios es Ser en sí mismo porque Él es «Yo soy», lo
idéntico, lo único y la primera fuente desde la eternidad, de quien
todo procede para poder existir. Así y no de otra manera Él es Co-
mienzo y Fin, Primero y Último, Alfa y Omega. No se puede decir
que su Ser proviene de sí mismo porque «proceder de sí mismo»
supone lo anterior y por tanto un tiempo; pero el tiempo es inapli-
cable al Infinito que es llamado ab aeterno. También presupondría
otro Dios, que sería Dios en sí mismo, y por tanto un Dios prove-
niente de Dios; en otras palabras, que Dios se habría formado a Sí
mismo, de tal manera que no sería ni increado ni infinito, pues en
ese caso Él se habría distinguido de Sí mismo o de otro. Se sigue de
esto que Dios es Ser y también Amor en sí mismo, Sabiduría en sí
misma y Vida en sí misma y Fuente de todas las cosas, hacia quien
todas las cosas se remiten para poder existir. Que Dios es la Vida
misma está claro en juan 5,26 y en Isaías 44,24 ss. Dios, siendo Ser
en sí mismo, es también Existir en sí mismo, porque un Ser que no
existe es nada; por tanto, uno supone lo otro. De igual manera, una
forma no puede existir sin la sustancia; nada puede predicarse de la
sustancia si no tiene forma, y lo que está desprovisto de cualidades
es nada en sí mismo. Los términos Ser y Existir son los usados aquí y
no los de Esencia y Existencia porque se debe distinguir entre Ser y
Esencia de la misma manera que entre Existir y Existencia, como lo
primero y lo posterior, y lo primero es más universal que lo poste-
rior. Infinitud y eternidad son aplicables al Ser divino; pero el divi-
no Amor y la divina Sabiduría son aplicables a la divina Esencia y a la
divina Existencia. De estas cuestiones trataremos en otro lugar 1•

1. Como puede verse, Swedenborg se inscribe dentro de esa tradición exegética en


la que se interpreta ontológicamente el Tetragramma {por cierto, los términos ontológi-
cos están extraídos de Christian Wolff, como lo demuestran los manuscritos en los que
Swedenborg cita y comenta a este autor (editados póstumamente bajo el título de Onto-
logía).

291
CORONIS*
Apéndice a La verdadera religión cristiana

El manuscrito original de este libro (que se publicó póstumamente)


se perdió en su mitad. Se trata, como lo indica el título, de una
culminación de La verdadera religión cristiana. Como ya sabemos,
el carácter meticuloso de Swedenborg hacía que volviera una y otra
vez sobre los mismos temas. Pero es interesante porque recoge las
últimas ideas y opiniones de su autor. Coronis, junto con dos peque-
ños añadidos (Consumación de la edad e Invitación a la Nueva Igle-
sia) que suelen editarse juntos, representa el último escrito de Swe-
denborg.
Reaparecen, pues, las cuestiones constantemente abordadas por
el escandinavo a lo largo de su obra teológica. Solo que aquí está
más claro que considera las cuatro Iglesias como estados interiores
del proceso de conocimiento y regeneración espiritual del hombre.
La pluralidad de sentidos e imágenes representativas de las cuatro
iglesias demuestra la enorme riqueza significativa que encierra el
término swedenborgiano ecclesia.

Coronis, Londres, 1780.

292
2.I. Ha habido cuatro Iglesias sobre la tierra desde su creación: una
primera llamada adámica; una segunda llamada noáquica; la terce-
ra, israelita; y la cuarta, cristiana. Las cuatro Iglesias han existido en
la tierra desde la creación del mundo, como manifiestamente apare-
ce en Daniel 2,31-35 .44; en primer lugar, en la visión contemplada
por Nabucodonosor en un sueño, y después en los cuatro animales
que surgen del mar. Que este sueño no significa los cuatro reinos de
esta tierra sino las cuatro Iglesias que se continúan una detrás de
otra, es una cosa clara por las siguientes consideraciones: 1) porque
tales reinos consecutivos no han existido sobre esta tierra; 2) por-
que la Sagrada Escritura, en su sentido más profundo, no trata de los
reinos de este mundo sino de las Iglesias, que constituyen el reino de
Dios sobre la tierra; 3) también porque se dice que el Dios de los
cielos creará un reino que no será destruido por el tiempo, y que una
piedra, no cortada a mano, se convertirá en una gran roca que llena-
rá toda la tierra; 4) y puesto que el Señor nuestro Salvador Jesucris-
to en ambos Testamentos es denominado «piedra» y «roca», está
manifiestamente claro que las últimas palabras de este pasaje signifi-
can su reino; 5) es más, el estado de la Iglesia es descrito en innume-
rables lugares de las Escrituras como oro, plata, bronce y hierro: su
estado espiritual en cuanto a la bondad del amor es representado
por el oro, su estado espiritual en cuanto a la verdad de la sabiduría
es representado por la plata, su estado natural en cuanto a la bondad
de la caridad por el bronce, y el estado natural en cuanto la verdad
de la fe por el hierro. Por esta razón durante los primeros tiempos el
sabio que conocía la significación de los metales, equiparaba las eda-
des que se suceden con los cuatro metales, y llamaba a la primera
edad «dorada», a la segunda «de plata», a la tercera «de bronce», y a
la cuarta «de hierro»; y es descrita cada edad según sus verdades y
bondades; y desde entonces las verdades y bondades que tienen su
origen en el Dios de los cielos, son descritas en consonancia con los
estados de la Iglesia en que se vivía en aquellas edades; por lo que
según esto, todos los estados civiles de los reinos existen crecen y
viven con respecto a la justicia y al juicio ...
3. Las mismas cuatro Iglesias sobre la tierra son descritas como
cuatro animales surgiendo del mar, en Daniel7,3-14. Que por estos
animales, de manera semejante, se quiere significar y describir las
cuatro Iglesias, se pone de manifiesto en todos los detalles partícula-

293
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

res (que serán explicados en su orden en las páginas siguientes); so-


bre todo en la última frase, la que dice que después de las bestias
vendrá el Hijo del Hombre, a quien se le dará potestad y un reino
que no pasará ni perecerá; lo cual significa también la Piedra conver-
tida en «una gran Roca que llena toda la tierra», como puede verse
más arriba. Que los estados de la Iglesia son descritos como si fueran
animales, o metales, en las Escrituras es algo evidente por numero-
sos pasajes ... 1• Jesús no lucha contra los animales sino contra los
demonios, a quienes vence. Es más, se sabe que el Señor mismo en la
Escritura es llamado «Cordero» y «León»; de la misma manera el
Espíritu Santo está representado por la «Paloma»; los querubines
aparecen como «cuatro animales» en Ezequiel y en el Apocalipsis; y
el hombre perteneciente a la Iglesia que reconoce al Señor su Dios y
Pastor, es llamado «oveja»; y, por otro lado, el que no lo reconoce es
llamado «macho cabrío» y «dragón». Estas comparaciones tienen su
origen en el mundo espiritual, donde todas las afecciones y pensa-
mientos de ángeles y espíritus se manifiestan a distancia como ani-
males, de forma similar a los animales del mundo natural. Las afec-
ciones del amor al bien aparecen como animales beneficiosos y
provechosos, pero las afecciones del amor al mal aparecen como
animales salvajes y dañinos. Por eso los animales son tan citados en
las Escrituras: porque ellos significan en sentido espiritual inclina-
ciones, afecciones, percepciones y pensamientos ...
5.II. Hay cuatro estados sucesivos, o períodos, en cada Iglesia,
que en las Escrituras son significados por «mañana», «día», «tarde»
y «noche». Que hay cuatro estados sucesivos, o períodos, para cada
una de las Iglesias más arriba nombradas se mostrará en las páginas
siguientes, donde cada uno aparecerá en su momento. Son descritos
como alternancias en el tiempo, porque cada hombre que nace en la
Iglesia, o en quien la Iglesia se ha hecho presente, primero accede a
la luz como sucede en la aurora mañanera; después avanza hacia el
día y, el que ama la verdad, se endereza hacia el mediodía; si se
detiene en el camino y no avanza hasta el calor de la primavera y el
verano, sus días declinan hacia el crepúsculo vespertino, hasta pro-
longarse, como la luz nocturna, en una creciente tiniebla; y entonces
su inteligencia de las cosas espirituales de la Iglesia se convierte en

1. A continuación Swedenborg cita unas cuantas perícopas bíblicas donde apare-


cen referencias a los animales; prescindimos de reproducirlas. La edición de la Biblia que
Swedenborg utiliza fundamentalmente es la de Sebastián Schmidt (se ha conservado su
ejemplar con una gran cantidad de notas a los márgenes); también utilizaba la Vulgata, la
edición de Sebastián Castellionis y la Biblia Hebráica de Reinecci.

294
CORONIS

una fría luz, como la luz de los días de invierno, al tiempo que mira
él los árboles que están junto a su casa o en su jardín, desnudos de
hojas y desprovistos de frutos, como troncos pelados. El hombre de
Iglesia avanza desde la mañana hasta el día para acabar siendo refor-
mado por medio de la luz de la razón, lo que solo sucede cuando la
vida es acorde con los mandamientos del Señor en el mundo. Si esto
no sucede, su luz se convierte en una oscuridad cada vez más espesa;
es decir, las verdades de la luz en él se vuelven falsedades; y las false-
dades, demonios invisibles. Pasa de otra manera con el hombre que
sufre para ser regenerado: la noche no lo alcanza, pues camina él
con Dios y por eso siempre es de día; y esta situación se consuma
después de la muerte, cuando es conjuntado con los ángeles en el
cielo ...
6.III. En cada Iglesia los cuatro cambios de estado son consecu-
tivos; el primero es la aparición del Señor Yahvé y la Redención; y
equivale a la mañana o nacimiento. El segundo es la instrucción; y
equivale al día o progresión. El tercero es el declive; y equivale a la
tarde o desolación. El cuarto es el fin; y equivale a la noche o consu-
mación. Estos cuatro estados que sucesivamente ha de haber en cada
Iglesia, y que en las Escrituras son llamados «mañana», «día», «tar-
de» y «noche», han sido vistos en el artículo anterior. Que cada una
de las cuatro Iglesias más arriba mencionadas ha experimentado es-
tos estados, se establecerá de una manera totalmente clara en las
siguientes páginas, donde aparecerán cada uno en su turno. Así, la
aparición del Señor Yahvé y la redención son la «mañana»; la ins-
trucción es el «día» o progresión hacia la luz; el declive es la «tarde»
o desolación; y por fin viene la «noche» o consumación. En las Escri-
turas, tanto en la parte histórica como en la profética, estos cambios
de estado son tratados en una gran cantidad de lugares.
7. El orden en el que cada hombre es creado por Dios es como el
de un niño que puede llegar a ser hombre. Porque cuando este nace
tiene solo una imagen externa o forma de un hombre, y es menos un
hombre que un animal recién nacido es ese mismo animal; pero en
la medida en que es internamente perfeccionado en su forma, tanto
su mente o su espíritu, en sabiduría y amor, se convierte en un hom-
bre. Un hombre es como un árbol, que primero crece de una semilla
en un retoño y cuando ha crecido en altura echa ramas y de estas
surgen brotes, y se viste continuamente a sí mismo con hojas; y cuan-
do llega a la madurez, lo cual sucede en la mediana edad, le nacen
flores y produce frutos; allí donde depositó semillas, que caen en la
tierra como en una matriz, se desarrollan árboles semejantes, y así
sucede en el jardín. Y si tú crees, el mismo jardín permanecerá con el

295
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

hombre después de la muerte; él lo habitará y cada día se le harán


manifiestas estas visiones y las delicias de sus frutos ...
Pero es diferente con el hombre de Iglesia quien, cuando ha pa-
sado su mañana y se acerca a la primera luz del día, conviertiéndose
en racional, se detiene entonces y no produce frutos: así es o así
actúa, como un árbol abundante en hojas pero sin producir frutos,
que estando plantado fuera del jardín se les corta sus ramas, y el
tronco se parte con un hacha o una sierra, y todos los trozos son
arrojados al fuego. La luz de su racionalidad llega a ser como la luz
de los días de invierno, en los que las ramas de los árboles primero
amarillean, después caen y por último se marchitan. Su racionalidad
puede también ser comparada con un árbol cuyas hojas son consu-
midas por el calor cuando llega la primavera; o con una cosecha
ahogada por espinos; y también con la vegetación que es devastada
por la langosta. La razón estriba en que su racionalidad es meramen-
te natural, pues toma sus ideas solamente del mundo a través de los
sentidos, y no del cielo a través de las afecciones y percepciones de
este. Y de esta manera, como no hay nada interiormente espiritual
en su racionalidad, si conversa con alguien de las cosas espirituales
de la Iglesia, su voz es escuchada por los ángeles como la voz de un
loro o de un ganso; pues su voz es meramente animal por ser mera-
mente natural, y no es humana por no ser interiormente espiritual;
por eso fluye de él solo la respiración del cuerpo, y no la respiración
espiritual. Así es el hombre que, por natural, nunca llega a ser espiri-
tual; y nadie llega a ser espiritual a menos que después de que se ha
convertido en racional, produzca él muchos frutos, es decir, practi-
que la caridad en la vida 2 •

2. No faltan por parte de Swedenborg las críticas a la situación de la Iglesia de su


tiempo (que, como ya sabemos, son críticas al deísmo y al naturalismo). En estos fragmen-
tos percibimos también más versiones de las cuatro Iglesias (épocas, estados o situaciones
del hombre con respecto a Dios). Es también de notar que en esta última obra parece que
Swedenborg ha recuperado algo de su estro poético.

296
MEMORABILIA

A partir del Apocalipsis revelado (1766) Swedeborg introduce una


nueva manera de describir sus experiencias espirituales: son los Re-
cuerdos o Relatos memorables, de los que damos unos ejemplos. Se
distinguen de los narrados en los diarios o Experiencias espirituales
(17 4 7-17 63) por su estilización literaria e indican una de las carac-
terísticas más notables del pensamiento swedenborgiano: su tenden-
cia a representar y convertir en imágenes toda idea o concepto. Por
eso estos relatos son especialmente suceptibles de ser estudiados com-
parativamente con otras narraciones de la conciencia imagina/ o
imaginación trascendental. Estos Recuerdos son sobre todo expe-
riencias angelológicas, mientras que las expuestas en el Libro de los
sueños (Dromboken) eran cristológicas.
Ni que decir tiene que este tipo de narraciones ha provocado el
interés especial de poetas y escritores, como sucede con Almqvist,
Blake, Gerard de Nerval y muchos otros. Por otro lado, estos relatos
evidencian de qué manera se equilibran en Swedenborg discursos
representativos (las visiones y memorabilia) con discursos concep-
tuales (los propiamente teológicos).

297
Después fui a casa desde este jardín ameno y el espíritu angélico vino
conmigo. Me habló él de este modo: «¿Quieres ver un claro ejemplo
de fe y caridad, y qué es la fe cuando está separada de la caridad y
qué cuando se encuentra unida a la caridad? Si quieres te lo haré
visible». Le respodí: «Adelante». Dijo él: «En lugar de la fe y la cari-
dad piensa en la luz y en el calor y entonces verás claramente. En
esencia, fe es la verdad que viene de la sabiduría; y caridad en esen-
cia es la afección que viene del amor. En el cielo la verdad que viene
de la sabiduría es luz, y la afección que procede del amor es calor.
No otra cosa son la luz y el calor entre los ángeles. Esta semejanza
permitirá ver claramente que la fe separada de la caridad se opone a
la fe unida a la caridad. La fe separada de la caridad es como la luz en
invierno, mientras que la fe unida a la caridad es como la luz de
primavera. La luz en invierno, que es una luz sin calor porque va
ligada al frío, despoja a los árboles de sus hojas, endurece la tierra,
mata la hierba y congela las aguas. Pero la luz primaveral, que es una
luz unida al calor, insufla energía a los árboles para producir prime-
ro hojas, después las flores y finalmente los frutos; la tierra se ablan-
da y se abre de tal modo que da a luz hierbas, flores, alcaceres, ar-
bustos, y se funde el hielo para que el agua fluya de nuevo en
torrenteras. Sucede completamente igual con la fe y la caridad. La fe
separada de la caridad lo mata todo; la fe unida a la caridad vitaliza
todo. En nuestro mundo espiritual este dar vida y quitarla puede ser
contemplado de un modo viviente, ya que aquí fe es luz y caridad es
calor. Cuando la fe se une a la caridad, entonces encontrarás jardi-
nes paradisíacos, arriates floridos y verdes praderas en amena con-
cordancia con la unión de fe y caridad. Pero cuando la fe está sepa-
rada de la caridad, entonces no hallarás hierba y donde había verde
encontrarás espinos, zarzales y ortigas. El calor y la luz provienen
del Señor, que es como un sol que influye en los ángeles y espíritus y
alrededor de ellos».
Había unos cuantos clérigos no lejos de nosotros. El espíritu
angélico los denominó justificadores y santificadores de la gente por
la sola fe. Los llamó también especialistas en misterios. Les plantea-
mos estas mismas cuestiones que hemos tratado antes y se las mos-
tramos hasta que alcanzaran la verdad. Y cuando le preguntamos:
«¿Acaso no es así?» ellos se volvieron y dijeron : «No hemos escu-
chado lo que habéis dicho». Entonces les gritamos diciendo: «Oíd de

298
MEMORABILIA

nuevo». Pero se taparon los oídos y vociferaron: «No queremos es-


cuchar» 1 (AR, 875).

Primer relato: Una mañana elevé mi mirada hacia el cielo y vi


por encima de mí tres extensiones, una encima de la otra. La prime-
ra extensión, que era la más cercana, se abrió; poco después la se-
gunda y después la tercera. Según la ilustración que provenía de allí,
percibí que sobre el primer espacio estaban los ángeles que compo-
nen el primer cielo; sobre el segundo espacio, los ángeles del segun-
do cielo; y sobre el tercer espacio, los ángeles del tercero o cielo
supremo. Me pregunté sorprendido lo que esto significaba. Luego
se escuchó desde el cielo una voz como el sonido de una trompeta,
diciendo: «Hemos visto y percibimos que meditas ahora sobre el
amor conyugal. Sabemos que sobre la tierra nadie conoce todavía lo
que es el amor verdaderamente conyugal en su origen y en su esen-
cia; sin embargo es importante que se sepa. Por esto le plugo al Se-
ñor abrirte los cielos, a fin de que la luz que ilumina y la percepción
influyan en las interioridades de tu mente. Entre nosotros en los
cielos, sobre todo en el tercero, las delicias celestes provienen prin-
cipalmente del amor conyugal. Así, pues, con el permiso que nos ha
sido concedido, te vamos a enviar una pareja casada, a fin de que
seas esclarecido».
Al instante, descendiendo del cielo supremo, apareció un carro
en el que se veía un solo ángel. Como se aproximaba, vi entonces
dos ángeles. De lejtls el carro brillaba ante mis ojos como un diaman-
te y era arrastrado por dos jóvenes caballos blancos como la nieve.
Los que estaban sentados en el carro tenían en sus manos dos tórto-
las. Ellos me gritaron: «¿Quieres que nos aproximemos? Pero hay
que tener en cuenta que el resplandor que proviene de nuestro cielo
y que es una llama, no te penetra interiormente. Por su influjo son
iluminadas, es verdad, las ideas superiores de tu entendimiento, ellas
mismas celestes, pero esas ideas son inexpresables en tu mundo. Re-
cibe, pues, racionalmente las cosas que vas a escuchar, y expónlas de
esta manera al entendimiento». Respondí: «Lo tendré en cuenta,
acercaos». Y entonces vinieron. Eran un marido y su esposa. Dijeron
ellos: «Somos dos esposos. Desde la primera edad, llamada por vo-
sotros edad de oro, hemos vivido felices en el cielo y siempre en la
flor de la edad en la que tú nos ves hoy». Yo los observé atentamen-
te, pues percibí que representaban el amor conyugal, en su vida por

1. La preeminencia del amor sobre la fe es una constante en toda la obra de Swe-


denborg.

299
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

sus rostros y en su compostura por sus vestidos, porque todos los


ángeles son afecciones del amor en una forma humana. La afección
dominante brilla en sus rostros, y los vestidos les son otorgados se-
gún su afección. El marido parecía de una edad entre adolescente y
joven. Sus ojos arrojaban una luz centelleante derivada de la sabidu-
ría del amor; esta luz interior resplandecía sobre su rostro y ese res-
plandor dejaba brillante la superficie de su piel, de manera que todo
su rostro era de una belleza reluciente. Llevaba una larga túnica que
recubría un vestido de color jacinto, ceñido por un cinturón de oro
en el que había tres piedras preciosas, dos zafiros a los lados y un
rubí en medio. Sus medias eran de un lino esplendoroso mezclado
con hilo de plata y su calzado estaba hecho de seda; tal era la forma
representativa del amor conyugal en el marido. En cuanto a la espo-
sa era así: ante mí su rostro aparecía al mismo tiempo de una manera
visible e invisible; visible por la belleza misma e invisible porque esa
belleza era inexpresable, pues había en su rostro el esplendor de una
luz llameante, tal como es la luz para los ángeles en el tercer cielo, y
esta luz oscureció mi vista. Permanecí estupefacto y ella apercibién-
dose me dijo: «¿Qué ves?». Yo respondí: «Solo veo el amor conyugal
y su forma; pero veo y no veo». Ante estas palabras se apartó a un
lado de su marido; entonces la pude mirar más atentamente. Sus
ojos brillaban con la luz de su cielo, luz inflamada porque proviene
del amor de la sabiduría; pues en ese cielo las esposas aman a los
maridos según su sabiduría y en su sabiduría, y los maridos aman a
las esposas según ese amor y en ese amor; así están unidos ambos.
A causa de esto tenía una belleza que ningún pintor podría reprodu-
cir, falto de colores tan brillantes y de un arte capaz de dar cuenta de
tales formas. Sus cabellos estaban arreglados en correspondencia con
su belleza, y adornados con una diadema de flores. Tenía ella un
collar de rubíes con un colgante de crisólitas rosas y sus brazaletes
eran de perlas. Estaba vestida con una túnica escarlata y bajo esta
túnica su pecho se veía cubierto con un vestido púrpura sujeto por
delante con broches de rubíes. Para mi gran sorpresa, los colores
variaban según la dirección de su mirada hacia su marido: eran más
intensos cuando se miraban mutuamente y menos intensos cuando
apartaban sus miradas.
Después me hablaron de nuevo; el marido hablaba como a tra-
vés de la esposa, y la esposa como a través del esposo, pues tal era la
unión de las mentes, de donde provienen las palabras. Entonces es-
cuché también el sonido del amor conyugal, que era interiormente
simultáneo a la voz, y procedía de las delicias del estado de paz e
inocencia.

300
MEMORABILIA

Finalmente dijeron: «Nos han llamado, tenemos que partir».


Como antes, se aposentaron en un carro y fueron conducidos por
un camino adoquinado, a través de arriates adornados de flores y
bordeados por olivos y árboles con frutos de oro. Cuando se aproxi-
maban a su cielo, unas muchachas llegaron ante ellos para recibirlos
y acompañarlos al entrar (CL, 42).

Tercer recuerdo: Al día siguiente vino un ángel de otra sociedad


celestial y me dijo: «Hemos escuchado en nuestra comunidad que
meditando sobre la creación del mundo, fuiste a una sociedad próxi-
ma a la nuestra y diste allí unas lecciones sobre la creación que aplau-
dieron y recibieron con agrado. Ahora te voy a mostrar cómo toda
clase de animales y plantas ha sido producida por Dios». Y condu-
ciéndome a un ancho y amplio paraje me dijo: «Mira a tu alrede-
dor». Lo hice y contemplé pájaros de los más bellos colores, algunos
volando, otros posados sobre los árboles, otros en el suelo picotean-
do pétalos de rosa. Había palomas y cisnes. Cuando se desvaneció
mi visión, contemplé no muy lejos rebaños de ovejas con sus corde-
ros, cabras tanto machos como hembras, y alrededor de estos reba-
ños contemplé manadas de vacas con sus terneros, así como came-
llos y mulos. En un bosque vi ciervos con venados, así como
unicornios. Una vez que hube visto todo esto, me dijo: «Vuelve tu
cara hacia el este». Entonces contemplé un jardín lleno de árboles
frutales, naranjas, limones, aceitunas, viñas, higos, granadas y arbus-
tos que producen bayas comestibles.
Entonces dijo: «Mira ahora hacia el sur». Y contemplé campos de
diferentes clases de cereales, trigo, cebada, avena y haba. Alrededor
de ellos había rosaledas de una gran variedad de colores. Al norte
había bosques llenos de castaños, palmeras, plátanos, tilos y otros
frondosos árboles. Cuando .hube mirado estas cosas, el ángel dijo:
«Todo lo que has visto son correspondencias de las afecciones del
amor de los ángeles que están próximos». Me dijo también cuál era
la correspondencia de cada afección. Y continuó: «Es más, no solo
estas sino todas las visiones que están ante nuestros ojos tienen sus
correspondencias; por ejemplo, las casas y sus muebles, mesas y co-
midas, vestidos, monedas de oro y plata, diamantes y otras piedras
preciosas que las esposas y muchachas llevan en los cielos. A través de
estas cosas percibimos cómo es cada persona en relación con su amor
y con su sabiduría. Los contenidos de nuestras casas, que sirven para
el uso, permanecen allí constantemente; pero en caso de que sus mo-
radores se marchen de una sociedad a otra, tales cosas cambian según
la gente con la que se encuentren en compañía. Estas cosas se te han

301
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

mostrado a fin de que puedas ver la creación reflejada en este modelo


particular. Pues Dios es el amor mismo y la sabiduría misma, y su amor
contiene infinitas afecciones; todas las cosas que se ven sobre la tierra
son correspondencias de estas afecciones y percepciones. Este es el
origen de pájaros y animales, árboles y plantas, cereales y granos,
hierbas y plantas. Para Dios no hay extensión, pero está en todo es-
pacio; así Él llena el universo desde lo primero hasta lo último. Pues-
to que es omnipresente, existen correspondencias de las afecciones
de su amor y sabiduría con todas las cosas del mundo natural. Pero en
nuestro mundo, llamado mundo espiritual, similares corresponden-
cias están presentes en quienes reciben las afecciones y percepciones
de Dios. La diferencia estriba en que en nuestro mundo tales cosas
son creadas por Dios en un instante de acuerdo con las afecciones de
los ángeles. Pero en vuestro mundo, aunque su creación es en prin-
cipio similar, ha de estar perpetuamente renovada de generación en
generación, y así continuamente. La razón por la que nuestra crea-
ción es instantánea, mientras que en vuestro mundo continua gene-
rándose en el tiempo, es que las atmósferas y las tierras de nuestro
mundo son espirituales, mientras que las de vuestro mundo son na-
turales. Los objetos naturales son creados para que sirvan como de
vestidos para las espirituales, de manera semejante a como la piel
cubre el cuerpo humano animal, la corteza de las ramas el tronco de
los árboles, la piamadre, la duramadre y otras membranas el cerebro,
de la misma manera también que los nervios están revestidos de vai-
nas y las terminaciones nerviosas de sus fibras. Por eso en vuestro
mundo todas las cosas permanecen constantes, repitiéndose regular-
mente año por año». Luego añadió: «Comunica a los habitantes de tu
mundo lo que has visto y oído, porque hasta ahora han estado en com-
pleta ignorancia respecto al mundo espiritual y sin su conocimiento
nadie puede tener idea de que en nuestro mundo la creación es con-
tinua, y de una manera similar ocurre en vuestro mundo, porque Dios
ha creado el universo entero».
Después hablamos de varios temas y por último del infierno,
donde no hay una sola cosa de las que existen en el cielo sino solo
sus opuestos, pues las afecciones del amor de sus habitantes, que
están inclinados al mal, son opuestas a las afecciones del amor de los
ángeles del cielo. Con los que están en los infiernos, y sobre todo en
sus desiertos, aparecen pájaros nocturnos como murciélagos y le-
chuzas, y también lobos, leopardos, tigres, ratas, ratones; además
toda clase de serpientes venenosas, dragones y cocodrilos. Donde
hay vegetación crecen cardos, ortigas, espinas y plantas venenosas
que a intervalos desaparecen. Entonces se ven tan solo montones de

302
MEMORABILIA

piedras y charcos en los que se oye el croar de las ranas. Todas estas
cosas son asimismo correspondencias, pero, como se ha dicho antes,
correspondencias de las afecciones del amor de los que ansían el
mal. Tales cosas no son creadas por Dios, ni tampoco las cosas simi-
lares al mal que existen en nuestro mundo. Todas las cosas que Dios
creó y crea son y serán buenas. Pero tales cosas surgieron en la tierra
juntamente con el infierno, el cual está compuesto de seres humanos
que, separándose de Dios, se convirtieron después de la muerte en
demonios y satanes. Pero estos temas tristes comenzaron a molestar
a nuestros oídos y apartamos de ellos nuestros pensamientos, recor-
dando las cosas que habíamos visto en los cielos 2 (TCR, 78).

2. Swedenborg nos plantea en estas visiones una conversión cualitativa de todas las
realidades inteligibles y espirituales en figuras e imágenes, que funcionan como corres-
pondencias y alegorías vivientes de aquellas realidades. Esta dialéctica mediante la que los
contenidos del alma se exteriorizan y las instancias exteriores se interiorizan, constituye
para Swedenborg la fenomenología de la conciencia imagina! que tanto interesó a Henry
Corbin en sus estudios comparativos de filosofía irania (Avicena, Sohravardi, Sadra Sira-
zi ... ). Filósofos occidenrales, como Samson Reed y Charles Augustus Tulk, interpretaron
a Swedenborg de una manera similar.

303
CARTAS

Swedenborg mantuvo a lo largo de su vida una amplia correspon-


dencia con una gran cantidad de personajes notables de su época.
Este epistolario supone una documentación extraordinariamente útil
para conocer en profundidad la vida y el pensamiento swedenbor-
gianos. Damos aquí una breve muestra de ello.
Se han conservado cerca de doscientas cartas de Swedenborg
(más la correspondencia que él recibía) dirigidas a muy diversos per-
sonajes e instituciones. Así, por ejemplo, entre los individuos con los
que se carteaba encontramos a Erik Benzelius (su cuñado y bibliote-
cario de la Universidad de Upsala), C. J.Benzelius (hijo del anterior,
teólogo); a primeros discípulos como Beyer y Nordencranz; teólogos
como Hartley y Wesley; filósofos como Oetinger; científicos como
Schenmark (astrónomo) y Cuno (botánico); a personajes de impor-
tancia política como el rey de Suecia Carlos XII, el barón Goertz, el
Langrave de Hesse-Darmstadt, el embajador C. F. van Hopken ...
Están luego las cartas enviadas a instituciones científicas o académi-
cas: Universidad de Upsala, Colegio de Minas, Real Academia de
Ciencias de Suecia, Universidad de Ley den ...

304
CARTA A BEYER 1, 25 DE SEPTIEMBRE DE 1766

Sobre el ocho de septiembre llegué a Estocolmo. El viaje desde Esto-


colmo hasta aquí lo hice en ocho días. Como hubo una tormenta y el
viento aumentó, el barco llegó con más rapidez. Después recibí su
carta, señor doctor, del 17 de septiembre. Me alegro de que le vaya
bien a usted y a mis otros conocidos de Gotemburgo, a los que envío
un cordial saludo.
Desearía beneficiarme de la proyectada Biblioteca de las predi-
caciones. Envío mi suscripción para ello. En ese asunto, señor doc-
tor, hay que ser muy prudente, pues todavía no ha venido el tiempo
en que lo esencial de la Nueva Iglesia pueda ser recibido. Es muy
difícil convencer al clero universitario que se afirma en sus propios
dogmas; pues todas las afirmaciones en cuestiones teológicas las tie-
nen como pegadas al cerebro y es muy difícil quitárselas; y mientras
permanezcan, no hay sitio para la verdad real. Además el Nuevo
cielo de los cristianos, del que descenderá la Nueva Jerusalén del
Señor (Ap 21,1-2) no está completado.
Aquí en Estocolmo ahora se ha hecho manifiesto que la fe y la
caridad marchan conjuntamente y que no pueden existir la una sin
la otra, pues las buenas obras son el fruto de la fe y han de ser vistas
desde el estado de justificación; pero solo unos pocos luteranos van
más allá de esto, aunque ningún sabio encuentra la conexión entre
fe y buenas obras, y por esta razón clasifican las obras morales y
civiles como buenas, pero no para la salvación. Para ellos son justas,
pero de esa fe no pueden provenir esas obras. Ni tampoco de la fe en
Jesucristo.

1. Gabriel Andreas Beyer (1721-1779) fue uno de los primeros discípulos suecos
de Swedenborg. Era profesor de griego y vivía en Gotemburgo, donde surgió un pequeño
grupo de adeptos a las enseñanzas swedenborgianas. Contesta aquí Swedenborg a pregun-
tas formuladas por el doctor Beyer. La Fórmula de concordia a la que se refiere Sweden-
borg fue un intento de acuerdo entre las diversas corrientes luteranas llevado a cabo en
Bergen (1577), utilizando como base un documento {la Concordia suava) del teólogo
J. Andreae (canciller de la universidad de Tubinga). Es interesante esta mención porque
demuestra que, al menos en la fecha de la carta, Swedewnborg no pretendía una ruptura
con la Iglesia oficial. En varios lugares Swedenborg hace referencia a la Fórmula de con-
cordia, a la que concedía un importante predicamento como símbolo de fe. La Biblioteca
de las predicaciones (Prediko Biblioteket o Prediko Forsok, como es conocida) era una
publicación periódica que hacía comentarios de los Evangelios para que sirvieran de ser-
mones los domingos y días de fiesta. El principal colaborador era Beyer y sus comentarios
estaban muy influidos por las ideas swedenborgianas.

305
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

En lo que concierne a la divina Humanidad del Señor, no hay


oposición con la Fórmula de concordia cuando se enseña que «en
Cristo, Dios es Hombre y el Hombre es Dios», y esto está confirma-
do por la declaración de Pablo según la cual «en Cristo habita la
plenitud de la divina Corporalidad», etcétera.
En cuanto a los escritos de Boehme, no puedo juzgar porque
nunca lo he leído.
Con respeto y amistad, su más obediente servidor

Emanuel Swedenborg

CARTA A OETJNGER2, 11 DE NOVIEMBRE DE 1766

l. rns necesario un signo de que yo he sido enviado por el Señor?

Contestación: Signos y milagros no han sido concedidos en este


tiempo porque obligan exteriormente y no persuaden interiormen-
te. ¿Qué efecto hicieron los milagros en Egipto y la aparición de
Yahvé sobre el monte Sinaí sobre el pueblo de Israel cuando, un mes
más tarde, este mismo construyó un becerro de oro y le dio culto
como a Yahvé? ¿Qué efecto tuvieron los milagros del Señor sobre el
pueblo de Israel cuando después lo crucificó? Sucederá lo mismo el
día en que el Señor aparezca en una nube con ángeles y trompetas;
ver Le 16,29-31. En este día el signo será la iluminación, y de aquí el
conocimiento y la recepción de las verdades de la Nueva Iglesia; es
más, se hablará de una manera iluminada. Esto es más que un signo.
Pero acaso se dé un signo.

2. ¿He hablado con los apóstoles?

Contestación: Yo he hablado con Pablo durante un año entero


respecto a lo que escribió en Rom 3,28. Hablé tres veces con Juan,
una con Moisés, un centenar de veces con Lutero, quien confesó
que contrariamente a la exortación de un ángel, había adoptado la
fe sola a causa de la separación de los papistas; pero con los ángeles

2. Fiedrich Christoph Oetinger (1702-1782) fue uno de los principales filósofos


del romanticismo alemán y el primer traductor de Swedenborg a esta lengua, por lo que
sufrió la censura del gobierno de Würtemberg (suceso al que hace referencia el propio
Swedenborg en esta carta). A pesar de su interés, Oetinger (que era clérigo evangelista)
permaneció distante de las ideas swedenborgianas aunque se puede apreciar en su metafí-
sica influencias del autor sueco. Oetinger rechazó siempre la hermenéutica alegórica que
Swedenborg aplicaba a la Biblia.

306
CARTAS

hablé durante veintidós años y sigo hablando diariamente; esto me


lo ha concedido el Señor. ·
No era necesario que yo hiciera mención de esto en mis libros
publicados. ¿Quién lo creería? ¿y quién no diría: dame un signo
para que yo crea?, y quien no lo viera, diría lo mismo.

3. ¿Por qué siendo yo un filósofo fui elegido?

Contestación: a causa de que las realidades espirituales que aho-


ra son reveladas puedan enseñarse y ser comprendidas de una mane-
ra natural y racional; pues la verdad espiritual se corresponde con la
verdad natural, en la que concluye y reposa. Existe una correspon-
dencia de todas las cosas espirituales con todas las del hombre y de
la tierra: esto puede ser visto en la obra El cielo y el infierno, n. 87-
102, 103-15. Por eso, primero fui introducido por el Señor en las
ciencias naturales e instruido en ellas, y esto sucedió desde el año
171 O al año 1744, en el que los cielos se me abrieron. Por otra parte,
cada hombre es dirigido hacia las realidades espirituales por medio
de las naturales; porque un hombre es natural por nacimiento, mo-
ral por educación y espiritual después de volver a nacer en el Señor.
Además el Señor me ha concedido el que yo ame las verdades espiri-
tuales, no por la búsqueda de honor y ganancia, sino por la búsque-
da de las verdades mismas; porque quien ama las verdades a causa
de las verdades mismas las contempla en el Señor, ya que el Señor es
el Camino y la Verdad Un 14,6). Pero quien las ama solo a causa del
honor o del beneficio las contempla desde sí mismo, y contemplar-
las desde sí mismo significa ver falsedades.
La afirmación de falsedades ha cerrado a la Iglesia, pero las ver-
dades confirmadas racionalmente la abrirán. De otra manera, ¿ quién
podrá comprender, conocer y creer en las cosas espirituales que son
trascendentes? El dogma transmitido por los papistas y recibido por
la Reforma, por el que en materia teológica la comprensión ha de
permanecer obediente a la fe, ha cerrado de nuevo a la Iglesia. Lo
que la abrirá será de nuevo una comprensión iluminada por el Se-
ñor. Para esto, ver Apocalipsis revelado, n. 912.
4. Siento que haya usted sufrido a causa de la traducción del
libro El cielo y el infierno, pero lo que más sufre en este tiempo es la
verdad misma. ¿cuántos son los que se dan cuenta de esto? Es más
¿quién quiere darse cuenta? Así, pues, no se desanime; es usted un
defensor de la verdad.
Su más fiel servidor

Emanuel Swedenborg

307
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA

CARTA A UN AMIGO DEL DOCTOR BEYER, FEBRERO, 1767

Memorial

Algunas cuestiones que me han sido planteadas por el amigo del


señor doctor, para que sirva como contestación a las dudas:
1. Mi pensamiento con respecto a los escritos de Boehme y L(aw):
Nunca los he leído, y me fue prohibido leer libros de teología dog-
mática y sistemática antes de que se abriera el cielo, para que ningu-
na opinión infundada ni novedad tuvieran ocasión de insinuarme
ideas de las que luego me costaría trabajo desembarazarme. Así pues,
cuando el cielo se me abrió, tuve que aprender en primer lugar la
,V lengua hebrea, y también las correspondencias que componen la Bi-
blia, y esto me llevó a leer durante mucho tiempo la Palabra de Dios.
Y como la Palabra de Dios debe ser la fuente de toda teología, estuve
en condiciones de recibir la instrucción del Señor que es la Palabra.
2. ¿Para cuándo se espera la Nueva Iglesia? Contestación: El
Señor está preparando ahora un nuevo cielo para que se crea en Él y
se Le reconozca como verdadero Dios del cielo y de la tierra e igual-
mente que se Le respete, lo cual significa evitar el mal y hacer el
bien; por eso ha bajado de los cielos la Nueva Jerusalén (Ap 21,2).
He visto diariamente espíritus y ángeles descendiendo y ascendien-
do en número de diez a veinte mil y llevando un orden. Gradual-
mente, de la misma manera que ha sido formado el cielo, la Nueva
Iglesia ha comenzado y sigue creciendo. Las universidades de la Cris-
tiandad están siendo ahora instruidas y de ellas salen nuevos sacer-
dotes; puesto que el nuevo cielo no tiene ninguna influencia del
viejo, se ha prohibido enseñar la justificación por la fe sola ... 3.

3. Hemos traducido unos fragmentos de esta carta (contestación a la requisitoria


de un miembro del grupo swedenborgiano de Gotemburgo) porque revelan la falta de
relación de Swedenborg con otros pensamientos místicos o visionarios (como los de
William Law o Jacob Boehme), lo que demuestra que las motivaciones del sueco obede-
cen a supuestos muy distintos. Es un error, pues, colocar nuestro autor en la línea teosó-
fica o religiosa que representan aquellos. La relación ciencia y espiritualidad, el problema
trinitario, el rechazo de la justificación por la fe, la importancia de las obras, la hermenéu-
tica espiritual, la eclesiología ... esas son las categorías dominantes del pensamiento teoló-
gico swedenborgiano.

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