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Introducción general . .... ... .. ...... ...... .. ...... .. ....... ... ....... .. ... ....... .... ..... 11
Bibliografía ....................... ............................................................. 48
l. OBRA CIENTÍFICA
(Christen A. Blom-Dahl)
Introducción .................................................................................. 59
Mecánica y geología....................................................................... 65
Sobre la altura de las aguas y fuertes mareas del mundo
primitivo. Pruebas obtenidas en Suecia.................................... 70
Principios de las cosas naturales .... ...... ... ......... ....... .. .......... ....... ..... 81
Principios de las cosas naturales o nuevo ensayo de explicación
filosófica de los fenómenos del mundo elemental.................... 87
La organización del reino del alma................................................. 121
La organización del reino del alma desde el punto de vista
anatómico, físico y filosófico................................................... 125
El reino del alma .. .. .. .... .......... .... .. .. .. .. .... ... .. ....... .... ... .. ... ....... ..... .... 14 7
El reino del alma considerado desde el punto de vista
anatómico, físico y filosófico ............. ................. ..... ........... ..... 15 O
Enfermedades de la fibra......................................................... 156
Sobre la generación................................................................. 165
Psicología racional ......................................................................... 169
Psicología racional ..... ............................................................. 171
Libro de los sueños ................................................................. 173
El culto y amor a Dios............................................................. 175
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EL HABITANTE DE DOS MUNDOS
Los arcanos celestes . . .... .. .... .. ... ... ....... .... ... ... .... ... ... ..... ... .... ... .. ... .... 203
Las tierras en el universo................................................................ 215
El cielo y sus maravillas y el infierno.............................................. 218
El Último Juicio y la Babilonia destruida ........................................ 223
La Nueva Jerusalén y su doctrina celeste........................................ 229
El caballo blanco ....... ......................... ............................................ 232
Doctrina de la Nueva Jerusalén sobre la Sagrada Escritura............. 236
Docrina de la Nueva Jerusalén sobre el Señor . .... ... ......... ... .. ... ... .... 241
La sabiduría de los ángeles sobre el Divino Amor y la Divina
Sabiduría................................................................................. 24 7
La sabiduría de los ángeles sobre el divino Amor y la divina
Providencia .. .... .. ... .. .... .. .... .. ... ... .... .. ..... .. .... .... .. ..... ... .... ...... ... .. 262
Apocalipsis revelado . ............................................. ........................ 272
Delicias del amor conyugal ............................................................ 275
La comunicación entre el alma y el cuerpo..................................... 282
La verdadera religión cristiana ....................................................... 288
Coronis (Apéndice a La verdadera religión cristiana) ...................... 292
Memorabilia ..... ... .. .. ..... ...... .. ...... ... ... .... ...... ... .. .. .... .. ..... ....... ...... ... .. 297
Cartas............................................................................................ 304
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Retrato de Emanuel Swedenborg a los 80 años de edad (1768). Óleo sobre
lienzo de Fredrik Briinder (Nordiska Museet, Estocolmo).
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INTRODUCCIÓN GENERAL
En vísperas del tercer milenio, ¿qué razones puede haber para inte-
resarnos por un personaje como Swedenborg, del siglo XVIII y ya
exhaustivamente investigado?
En el acto de apertura del Congreso Internacional sobre Swe-
denborg celebrado en Londres en 1910, el representante de la Cá-
mara de los Nobles del Parlamento sueco, conde de Wrangel, mani-
festó su plena confianza en que aquel encuentro al que acudieron
especialistas de todo el mundo, contribuiría a «asignar a Sweden-
borg por sus excelentes méritos filosóficos y científicos, su mereci-
do lugar en el Panteón de la ciencia» 1• Sin embargo, tal cosa no se ha
producido. Si alguien brilla allí por su ausencia ese es, precisamen-
te, Swedenborg.
¿A qué se debe esa preterición? rnxiste algún consenso relativo
a que Swedenborg carece ya de actualidad? A punto ha estado de
convertirse en afirmativa la respuesta. En torno a la década de los
años treinta, todo pareció indicar que Emanuel Swedenborg iba a
ser borrado definitivamente de la agenda de asuntos pendientes de
investigación. Por aquellas fechas proliferaron estudios y dictáme-
nes por los que se le atribuyeron toda suerte de taras y dolencias:
epilepsia de lóbulo temporal izquierdo (o derecho, dependiendo
del parecer de distintos autores), paranoia, esquizofrenia, regresión
infantil, erotomanía, narcisismo, mitomanía ... ¿Qué necesidad ha-
bía de interesarnos por un personaje sobre el que ya se habían pro-
nunciado especialistas de modo tan demoledor y terminante?; cri-
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EL HABITANTE DE DOS MUNDOS
2. Para una primicia sobre este tema véase C. A. Blom-Dahl, «Swedenborg's physi-
cal and metaphysical revelation», en Ana/ecta Husserliana, vol. LII, Kluwer Academic
Publishers, Dordrecht, Boston y Londres, 1998, pp. 167-195.
3. El cambio del apellido Swedberg por Swedenborg tuvo lugar con motivo del
ennoblecimiento de la familia del obispo Jesper por la reina Ulrika Eleonora en la fecha
de su coronación: 17 de marzo de 1719.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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surgir nuevos cielos siderales, uno tras otro; y en estos cielos, nue-
vos vórtices y sistemas mundanos; y en dichos vórtices y sistemas,
nuevos planetas; y en torno a ellos, nuevos satélites. Y de este modo,
según la voluntad divina, nuevas creaciones pueden manifestarse
en interminable sucesión. Así pues, icuántas miríadas de cielos side-
rales no habrá y cuántas miríadas de sistemas mundanos! (Principia,
II.III.I.11 y II.III.II, Preámbulo).
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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dad del alma! Proyecto que acabaría actuando como factor detonan-
te de la crisis experimentada en 1744. Pero, ¿qué le condujo hasta
este punto?
Retomemos el hilo biográfico interrumpido páginas atrás. El
primero de junio de 1709 aparece como presentada la tesis con que
Swedenborg coronó sus estudios en la Universidad de Uppsala: Sen-
tencias seleccionadas de Séneca y Publio Ciro el Mimo. Una exposi-
ción crítica de algunas de las máximas más célebres de los referidos
autores clásicos, probablemente según versiones de Erasmo de Rot-
terdam. Sospecho que este no fue un ejercicio de su libre elección.
En la portada el director de su tesis ---Andreas Rhyzelius- hace
votos por la conversión de Swedenborg en «ciudadano útil a la pa-
tria y ornamento de la Cristiandad», lo que suena a antítesis del lema
por el que clamara el decimocuarto hijo del conde de Cork: nada
meramente por autoridad.
El joven y recién graduado Swedenborg necesitaba sin duda
emanciparse y ampliar estudios, pero este momento de su vida coin-
cide con la delicada situación internacional en la que se encontraba
Suecia. Su «rey de hierro», Carlos XII, acababa de sufrir frente al
ejército de Pedro el Grande de Rusia la sonada derrota de la batalla
de Poltava. A finales de abril o principios de mayo de 1710 -el
mismo año en que George Berkeley diera a la luz pública su famoso
Tratado sobre los principios del conocimiento humano- Sweden-
borg, ansioso por expandir sus propios conocimientos mediante un
viaje al extranjero, encuentra al fin un capitán dispuesto a efectuar
la travesía a Londres pese al hostigamiento de la flota danesa, que se
benefició cuanto pudo de la transitoria debilidad de su vecina Sue-
cia. Según Swedenborg, su vida peligró cuatro veces durante su viaje
a Inglaterra:
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INTRODUCCIÓN GENERAL
ñar por aquel entonces lo que esas extrañas criaturas vistas al mi-
croscopio significaban. El cloranfenicol y demás antibióticos son un
invento de nuestro siglo. No era solo chanza la frase del comedió-
grafo Moliere, «casi todos los hombres mueren víctimas de sus re-
medios, no de sus enfermedades». Tan solo en Estocolmo el bacilo
de Yersin o Pasteurella pestis se cobró 20 000 vidas aquel mismo
año. iUn tercio de la población!
10. Cit. por C. O. Sigstedt en The Swedenborg Epic, The Swedenborg Society, Lon·
dres, 1891, p. 15.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
14. Carta de P. Elfvius, Uppsala, 28 de julio de 1711, en A. Acton, op. cit., pp. 25-26.
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15. Carta a E. Benzelius, Londres, agosto de 1711, en A. Acton, op. cit., p. 33.
16. Greifswald, 4 de abril de 1715, en A. Acton, op. cit., p. 62.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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22. En esta anotación solo aparece consignado el día 15 como fecha, sin especificar
el mes. No obstante, la ceremonia a la que hace referencia se celebra en agosto. Son
contradictorios también la cronología y los datos de sus desplazamientos anteriores y
posteriores. Tal vez el fallo estribe en un lapsus de memoria de Swedenborg. Por lo
general, este redactó sus anotaciones al término de algunos de los tramos de su viaje. Pero
también podría deberse a problemas de lectura del manuscrito original. Una revisión de
este o la versión litográfica de 1870 del doctor Rudolf Leonard Tafel podrían seguramen-
te sacarnos de duda.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
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25. H. Kearney, op. cit., 1970, p. 77. Por cierto, Harvey es otro de los autores
profusamente citados por Swedenborg.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
do en la otra vida no solo por los ángeles sino también los espíritus,
incluso los perversos. Por ello los ángeles se hallan familiarizados
con las cosas más secretas existentes en el hombre, en el mundo y
su naturaleza universal. He podido comprobar esto por la circuns-
tancia de que al hablar acerca de cualquier parte del ser humano,
ellos no solo conocían la estructura completa de dicha parte, su
funcionamiento y finalidad, sino también un sinnúmero de cosas
inexplorables e incomprensibles para nosotros (AC 3626).
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INTRODUCCIÓN GENERAL
La Escritura tiene una doble faz ... y bajo la vejez de la letra que
mata encierra la novedad del Espíritu que vivifica. Por eso, cuando
se aclara un sentido sería erróneo omitir el otro, tanto más cuanto
que lo histórico desvela lo místico. Esta es la razón por la que en
nuestras notas hemos intentado restaurar el sentido literal o histó-
rico tan despreciado por doquier a fin de que a través de él como
tipo pueda conocerse el verdadero sentido místico y todos noso-
tros podamos ver claramente y sin velos a Jesucristo, nuestro Dios,
el fin de todo, velado en sombras y figuras, razón por la cual los
ciegos judíos no lo vieron 31 •
31. R. H. Bainton, Servet, el hereje perseguido, Taurus, Madrid, 1973, pp. 107-108.
32. H. Kearney, op. cit., p. 119.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
35. Cuno se refiere probablemente a Canones Novae Ecclesiae, seu integra Theolo-
gia Novae Ecclesiae. De Deo uno et infinito. De Deo Redemptore et de redemptione. De
Spiritu Sancto. De Divina Trinitate. Redactado por Swedenborg en 1769, solo se conser-
va una copia del manuscrito (realizada por un tal C. Jo han sen bajo la supervisión de
Augustus Nordenskjóld), cuya publicación, además, es incierta. No se ha localizado nin-
gún ejemplar.
36. Carta de J. C. Cuno, Amsterdam, 8 de marzo 1769, en A. Acton, op. cit., pp.
650-653.
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37. Anexo a carta del conde Gustaf Bonde, Hassleby, 7 de agosto de 1760, en A.
Acton, op. cit., pp. 531-532.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
38. Respuesta al barón de Hatzell en carta dirigida al conde Gustaf Bonde, Estocol-
mo, 11 de agosto 1760, en A. Acton, op. cit., pp. 533-534.
39. A. Acton siguiendo a Benz, op. cit., p. 736.
40. Carta al landgrave de Hesse-Darmstadt, Amsterdam, 18 de junio 1771, en A.
Acton, op. cit., p. 739.
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INTRODUCCIÓN GENERAL
CHRISTEN A. BLOM-DAHL
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BIBLIOGRAFÍA
l. OBRAS DE SWEDENBORG
1.1. Fuentes*
L. Annaei Seneca et Pub. Syri Mimi selectae sententiae (tesis de graduación
de Swedenborg), Upsala, 1709.
EmanuelisSwedenborgii Itineraria (diarios de viajes de los años 1710, 1721,
1733, 1734 y 1739).
Emanuelis Swedenborgii Opera quaedam aut inedita aut obsoleta de rebus
natura/ibus (3 vols.), Real Academia de Ciencias de Suecia, Estocol-
mo, 1907-1911. Incluye: Om watnens hogd och forra wer/dens starcka
ebb och fiad (Upsala, 1719) y Om jordenes och p/aneternas gdng och
stand (Skara, 1719).
Daeda/us Hyperboreus (edición facsímil), Upsala, 1910.
Festivus applausus in Caro/i XII in Pomeraniam suam adventum, Hans He-
lander ed., en Acta Universitatis Upsa/iensis Studia Latina Upsa/iensia
17, Upsala, 1985.
Dromboken, primera edición a cargo de G. E. Klemming, Estocolmo, 1859.
Dromboken, ed. a cargo de Lars Bergqvist, Norstedts Forlag, Estocolomo,
1988.
Prodromus philosophiae ratiocinantis de infinito, Dresde-Leipzig, 1734.
Principia rerum natura/ium, Dresde-Leipzig, 1734.
Oeconomia regni anima/is, Londres-Amsterdan, 1740-1741.
De morbis fibrarum, Londres, 1847 (pub. póst.).
Psycologia rationalis, Tubinga-Londres, 1849 (pub. póst.).
Clavis hieroglyphica arcanorun naturalium et spiritua/ium per viam repre-
sentationum et correspondentiarium, Londres, 1784 (pub. póst.).
De cu/tu et amare Dei, Londres, 1745.
Regnum anima/e anatomice, physice et philosophice per/ustratum, vols. 1y
II, La Haya, 1744; vol. III, Londres, 1745.
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BIBLIOGRAFÍA
1.2. Traducciones
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BIBLIOGRAFÍA
Las siglas y abreviaturas utilizadas son las de uso más generalizado entre los
especialistas.
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BIBLIOGRAFÍA
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2. OBRAS DE REFERENCIA
Bogg, John Stuart: A glossary or the meaning of specific terms and phrases
used by Swedenborg, Bryn Athym, 1994.
Chadwick, John: A lexicon to the text of the theological writings of Ema-
nuel Swedenborg, Londres, 1990.
Hyde, James:A bibliography of the works of E. Swedenborg, Londres, 1906.
Potts, John Faulker: The Swedenborg concordance, Londres, 1976.
Searle, Arthur H.: General index to Swedenborg's scripture quotations, Lon-
dres, 1954.
Woofenden, William Ross: Swedenborg resercher's manual, Bryn Athym,
1988.
3. BIBLIOGRAFÍA GENERAL
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SI BLIOG RAFÍA
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OBRA CIENTÍFICA
Hacia la segunda mitad del siglo XIX y en el seno del propio movi-
miento religioso swedenborgiano, se produjo un redescubrimiento
de la obra científica de Swedenborg. Su copiosa producción en esta
área fue objeto, entonces, de múltiples traducciones y ediciones que
rendirían su fruto más tarde, en la transición al siglo xx, en forma de
monografías y estudios críticos en la propia Suecia, acompañados de
valoraciones como las siguientes:
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OBRA CIENTÍFICA
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INTRODUCCIÓN
Como es natural, las premisas de las que partió y el estado del cono-
cimiento ctentífico del siglo en que vivió, impusieron sus limitacio-
nes a la producción surgida de esa búsqueda científica del alma en la
que Swedenborg puso su empeño.
Desde Grey y Hooke venía hablándose de las «células» vegeta-
les, pero la teoría de la constitución celular de los seres vivos tardó
mucho en surgir y fue, en cierta medida, una consecuencia de la
introducción de los objetivos acromáticos de J. y H. van Deil a fina-
les del XVIII, junto a otros refinamientos de las diversas técnicas ins-
trumentales de la observación, tales como el empleo de lentes de
inmersión y otros avances técnicos. La teoría celular propiamente
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OBRA CIENTÍFICA
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INTRODUCCIÓN
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
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OBRA CIENTÍFICA
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
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OBRA CIENTÍFICA
4. Carta a Benzelius, Londres, 9 de agosto 1715, en A. Acton, op. cit., pp. 64-65.
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
mento ilustrativo del poderoso influjo que por aquel entonces se-
guían ejerciendo los Textos Sagrados sobre la mente de la mayoría
de los hombres. En este caso, en relación con el relato bíblico del
diluvio universal.
Fascinado por el Kinnekulle, singular formación montañosa se-
dimentaria, Swedenborg refiere que en su cima, «un Olimpo o cielo
en miniatura», parecen generarse tempestades espontáneamente,
como por un fenómeno eruptivo. Compara sus moradores al] u pi ter
pluvius, dios de las tormentas y las lluvias, y sueña con ubicar en él
su anhelado observatorio astronómico. La obra aparece precedida
de una dedicatoria a la reina Ulrika Eleonora en el día de su corona-
ción'.
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SOBRE LA ALTURA DE LAS AGUAS
Y FUERTES MAREAS DEL MUNDO PRIMITIVO.
PRUEBAS OBTENIDAS EN SUECIA
DEDICATORIA
Emanuel Swedenborg.
INTRODUCCIÓN
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
Prueba I
FUNDADA EN EL MONTE KINNEKULLE
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OBRA CIENTÍFICA
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
Prueba VI
FUNDADA EN PIEDRAS ESPARCIDAS POR TODO EL ORBE
Resulta fácil demostrar cómo los peñascos siguen el impulso del ven-
daval y las olas en una sima profunda. Las aguas son capaces de
moverlos como hace el aire con una liviana pluma. El primer punto
a considerar es que el agua ejerce una presión proporcional a su altu-
ra ... Una piedra situada a gran profundidad experimenta una com-
presión mayor que una próxima a la superficie. Un buzo con su cam-
pana debe soportar una presión éreciente conforme su inmersión va
siendo cada vez más profunda, hasta que al final la sangre se le expri-
me reventando las venas. En resumidas cuentas, es un hecho estable-
cido y que todo el mundo conoce, que el agua presiona según su al-
tura. De ello se desprende que si un mar profundo se hincha, alza y
desplaza desde el fondo hasta la superficie, tiende a remover y tum-
bar todo cuanto cubre con una fuerza muy superior que un mar so-
mero. Si la ola rueda sobre un peñasco, presiona en función de la
columna de agua que la cubre, y ejerce una potencia suficiente para
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OBRA CIENTÍFICA
volcarla y arrastrarla con su peso a gran distancia del lugar ... Por
ejemplo, una ola que se desplaza con un peso y empuje de 100 brazas
tiene tal superioridad de fuerza sobre la roca que la zarandea igual
que nuestra atmósfera haría volar una viruta o un grano de arena 5 •••
Esto se ve con mayor claridad todavía en el caso de nuestra
propia atmósfera, cuyos efectos son un millar de veces más extra-
ños. A igualdad de volúmenes, una piedra pesa dos mil veces más
que el aire, un árbol cuatrocientas veces, su corteza unas trescientas
veces; sin embargo, somos testigos de cómo, cuando se desencade-
na un vendaval, éste es capaz de elevar arena y grava a gran altura a
la par que derriba árboles, arranca techumbres de las casas, extien-
de fuegos a distancia transformándolos en incendios arrasadores y
es capaz de quebrar las aspas de un molino aunque el aire es milla-
res de veces más ligero. iQué no podrá causar el agua, cuando es
profunda, al golpear una piedra que apenas es un par de veces más
pesada que ella!. .. Éstas son las razones por las que grandes peñas-
cos aparecen esparcidos por extensas regiones, volteados en desor-
den, como granos de arena espolvoreada, lanzados sobre montícu-
los y ribazos, apilados en largos peñascales. Y es de suponer que
esto tiene lugar en el Océano, allí donde éste es profundo. Sirva por
tanto esta demostración de prueba acerca de la impresionante altu-
ra de las aguas que en tiempos pretéritos cubrieron la cima de nues-
tro Kinnekulle ...
Prueba VII
FUNDADA EN LAS MARCAS DEL NIVEL DE LAS AGUAS
EN HUNEBERG Y BILLINGEN
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
Prueba X
FUNDADA EN CONCHAS, CARACOLAS
Y OTROS INSECTOS [SIC] MARINOS
Prueba XI
SOBRE RESTOS DE NAUFRAGIOS HALLADOS A GRAN DISTANCIA
TIERRA ADENTRO
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Dibujos de fósiles marinos incluidos en Miscellanea observata circa res na-
turales (Leipzig, 1722). Para Swedenborg los fósiles marinos eran prueba feha-
ciente de la veracidad de la Biblia sobre el relato del diluvio universal. Curiosa-
mente, en su etapa visionaria acometería una interpretación totalmente distinta:
espiritual, alegórica. Aguas -afirmaría entonces- simbolizan falsedades y ma-
les derivados de la conducta de la humanidad inicua, que terminó por ser erradi-
cada de la faz de la tierra.
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
Prueba XII
SOBRE EL ESQUELETO DE UN ENORME PEZ
HALLADO EN TIERRA FIRME
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OBRA CIENTÍFICA
Prueba XV
DEDUCIDA DE LA TURBA NEGRA
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MECÁNICA Y GEOLOGÍA
PRUEBAS RAZONABLES
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OBRA CIENTÍFICA
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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OBRA CIENTÍFICA
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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OBRA CIENTÍFICA
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
O NUEVO ENSAYO DE EXPLICACIÓN FILOSOFICA
DE LOS FENOMENOS DEL MUNDO ELEMENTAL
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OBRA CIENTÍFICA
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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OBRA CIENTÍFICA
4. Un axioma aristotélico.
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OBRA CIENTÍFICA
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OBRA CIENTÍFICA
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Figura l. Hierro sin magnetizar
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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OBRA CIENTÍFICA
te sobre las partículas de éter, aire y otros elementos ... Tenemos por
tanto un elemento de lo más sutil, que se nos manifiesta de modo
perceptible a través de los experimentos con imanes ...
[II.II.XIII. Apéndice]. El magnetismo consiste únicamente en la
disposición regular de las partes ... Si pudiéramos disponer artificial-
mente polvillo de acero en forma de una masa y desplazar el imán
sobre ella, obtendríamos evidencia ocular de que cada átomo se co-
locaría en la posición que adoptan las partes más diminutas del hie-
rro al friccionarlo [con la magnetita o piedra imán]; esto es, de un
modo regular. Si esta situación de las partes del hierro se perturba,
bien por doblarlo un número excesivo de veces, bien por golpearlo
violentamente o calentarlo al fuego, el hierro pierde rápidamente su
magnetismo y adopta de nuevo su naturaleza primigenia, según lo
demuestran numerosos experimentos ... De esto se desprende tam-
bién que los efluvios los forman las mismas y más diminutas partes
del hierro que, debido a la disposición regular de partes iguales en el
seno de la masa de hierro y a su condición de elemento sutil, crean
una esfera regular alrededor del imán; esfera que no podría formar-
se sin la disposición y conexión regular de las partes circundantes
con el cuerpo magnético o de hierro 13 •
13. La necesidad de una disposición regular de los «elementos» magnéticos para que
el magnetismo se manifieste, y la desaparición del magnetismo por martilleo o calenta-
miento de la pieza magnética, concuerdan con la hipótesis del campo magnético molecu-
lar formulada por el físico francés Pierre Weis en 1907 y las modernas teorías electróni-
cas. La impresión de que los «elementos» que describe equivalen a electrones, es decir, a
los auténticos agentes del magnetismo, se refuerza en el párrafo donde, como se verá,
generaliza sus ideas con referencia al éter.
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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OBRA CIENTÍFICA
16. Swedenborg afirma en su obra postcrítica, Sobre los mundos en nuestro sistema
solar... y en el cielo sideral ... , que fue «llevado en espíritu en estado de vigilia por el Señor
mediante ángeles a cierto mundo en el universo» a base de progresiones que duraron un
par de horas, y allí conversó con espíritus procedentes del lugar, que le informaron sobre
muy diversas cuestiones. El tema más llamativo, no obstante, no es el que se refiere a ese
mundo sino a lo que desde él se ve; a saber: «Al ser preguntados por el sol de su sistema,
que ilumina su tierra, respondieron que se les muestra flameante. Cuando representé el
tamaño del sol de nuestro mundo, dijeron que el suyo es menor, pues ante nuestros ojos
se muestra como una estrella. Y escuché decir a los ángeles que se trata de una de las
estrellas menores. Dijeron también que el firmamento estelar (coelum stelliferum) tam-
bién se ve desde su mundo, y que una estrella mayor que el resto (reliquiis majar) se les
aparece hacia el occidente. Se dijo desde el cielo que esta estrella es nuestro sol» (EU 133).
Si hubiéramos de creer que esta es una genuina revelación, de estos datos (magnitud
visual de nuestro sol y unas constelaciones estelares poco distorsionadas, es decir, no muy
distintas de las que nosotros contemplamos desde el punto de nuestra situación en la
galaxia) parecería deducirse que se trata de un sistema muy próximo al nuestro.
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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OBRA CIENTÍFICA
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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',,'·--...,
..__]:
...............
____ ______
_
......-·-·x-·---
Fases formativas del sistema solar (véase también p. 116). Con estas ideas
Swedenborg se anticipó a similares hipótesis expuestas más tarde por Kant,
Lambert y Laplace. Su hipótesis concuerda a grandes rasgos con las modernas
teorías astrofísicas sobre la génesis planetaria denominadas teorías nebulares
(Principia rerum naturalium, láminas XXVI y XXVII).
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
Lo cual indica que pensó que el sol estuvo como oculto dentro
del cascarón de un huevo, del que emergería más tarde en estado de
rotación.
A esta filosofía no le faltan confirmaciones derivadas de una
observación directa. Hay fenómenos celestes que parecen avalarla.
Se sabe de estrellas que han aparecido en el firmamento para oscu-
recerse luego y volverse imperceptibles al cabo de un tiempo, y
reaparecer después y volver a eclipsarse. De modo que o bien des-
aparecen por completo, o de lo contrario y a menos que una estre-
lla vecina pase a ocupar su vórtice, se convierten en permanente-
mente visibles. Este fenómeno muestra de modo palmario el origen
de los planetas. Es decir, la formación de una corteza surgida por la
compresión de las partículas elementales que fluyen alrededor y
recubren con un velo la estrella o sol al que pertenecen 19 • La astro-
nomía está llena de fenómenos de esta naturaleza y sigue incluso
hoy ofreciendo a nuestros ojos el espectáculo del caos al que nos
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OBRA CIENTÍFICA
20. Hasta cierto punto, esto sería un paralelo de los agujeros negros tan en boga en
la cosmología y astrofísica modernas. O bien, de objetos quasiestelares de masividad insu-
ficiente para alimentar el proceso de ignición atómica indispensable para que puedan
convertirse en estrellas radiantes.
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PRINCIPIOS DE LAS COSAS NATURALES
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OBRA CIENTÍFICA
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23. Es como si anticipara aquí las ideas de la muerte térmica del universo: un estado
de entropía total.
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OBRA CIENTÍFICA
24. Swedenborg relaciona los rayos con un hipotético «fuego elemental» (de hecho,
la naturaleza de la combustión era desconocida en su tiempo). Es curioso. Benjamín
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Franklin, que propuso y demostró en 1752 a través de cierto célebre y arriesgado experi-
mento que los rayos son eléctricos, hablaba también de «fuego» eléctrico.
25. Parece como si hubiera intuido la fórmula de la molécula triatómica H,O.
26. Lo que se ve en la superficie del agua en los inicios de su ebullición son-gútulas
condensadas, cada una de las cuales contiene billones de moléculas triatómicas de agua.
No se trata, pues, de un «elemento», como Swedenborg sugiere.
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27. Corales fósiles del Devónico (unos 400 millones de años) muestran 399 mi-
croestrías anuales, lo que significa que el año entonces tenía ése número de días y los días
tan solo unas 22 horas en lugar de las 24 actuales. Ahora bien, la deceleración experimen-
tada no se debe a la «excursión» del planeta imaginada por Swedenborg sino, principal-
mente, al efecto de frenado ejercido por las mareas lunares.
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OBRA CIENTÍFICA
28. Resulta difícil entender cómo imaginó que partículas más densas que el agua
pudieran aflorar a su superficie y formar sobre ella una corteza. Ya en 1718, Swedenborg
abordó el tema en un opúsculo intitulado Sobre el movimiento y posición de la Tierra y
los planetas. Cita en él la Telluris theoria sacra, de Thomas Burnett (1681). Ambos auto-
res suponen que la corteza posteriormente se fracturó, pero discrepan en cuanto a las
causas. Según Burnett, el calor en zonas ecuatoriales dilató las aguas subterráneas provo-
cando la ruptura de la superficie rocosa y dando origen a la emergencia diluvial de las
aguas subterráneas. Swedenborg invoca el fenómeno contrario: la contracción por enfria-
miento general del planeta. Esto -piensa él- motivó la formación de un espacio vacío
por debajo de la corteza, que acabó por desplomarse creando surcos, valles y formaciones
montañosas. Todo ello acompañado de una intensa actividad de aguas termales.
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APÉNDICE
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OBRA CIENTÍFICA
activos surgen los elementales, todos ellos similares, salvo por dife-
rencias de grado y dimensión. Queda claro, por tanto, que presumo
que solo existen tres entidades; a saber: finitos, activos y los com-
puestos de estos o elementales 29 •
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DESDE EL PUNTO DE VISTA ANATÓMICO, FÍSICO
Y FILOSÓFICO
INTRODUCCIÓN
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1. A esta relación hay que agregar entre los italianos que Swedenborg cita en la
obra que redactaría a continuación, Baglivi, Bellini, Caldesi, Columbus, Fantoni, Guliel-
mini, Pacchioni y Vallisneri.
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OBRA CIENTÍFICA
I.36. Existe cierto fluido del más alto grado de pureza que algunos
denominan espíritu animal, que forma parte de la sangre como su
sustancia principal y constituye su esencia vital. Pertenecen igual-
mente a la sangre en proporción diversa numerosas sales, que for-
man parte de la composición de sus partes. De modo, pues, que la
sangre existe como licor compuesto y constituye el último fluido
que desempeña las funciones del alma en el reino animal
La sangre roja se halla rodeada de suero, al cual hemos de ads-
cribir todos los elementos integrantes que la componen. Con objeto
de contribuir a la composición de la sangre, al suero le son aporta~
dos como vehículos por conducto del quilo y del agua espíritus, acei-
tes y sales de todo tipo; e igualmente por medio del aire y con ayuda
de los pulmones, las sustancias nitrosas y volátiles que fluyen por la
atmósfera. Y finalmente a través del medio del éter o aire más puro,
sustancias todavía más volátiles. Sustancias de cada una de las cuales
la sangre tiene que ser reaprovisionada, sin lo cual no podría ser
preparada y renovada para cumplir las diversas funciones de la orga-
nización animal.
Por eso la sangre es la despensa y seminario, el padre y alimenta-
dor de todas las partes del cuerpo, así las sólidas y las blandas como
las fluidas; pues nada existe en el cuerpo que no tenga cierta existen-
cia previa en la sangre ... Pero dado que la sangre existe y subsiste
gracias a tal número de sustancias y elementos procedentes de este
sistema mundano, cuyas cualidades hasta el momento no se han co-
nocido, no hay esperanza alguna de progresar en el conocimiento
científico de la sangre a menos que exploremos en géneros y en es-
pecies, y en sus diversas partes, la naturaleza de las auras del mundo,
los elementos acuosos, los aceites, espíritus y sales -ya sean estas las
fijas, volátiles o esenciales-y los azufres. A esto tenemos que agre-
garle un conocimiento de las causas del calor, fuego, llama, frío y
colores, junto con todas las restantes materias propias de la química
y física experimentales. Y aun esto no es suficiente, ya que la ciencia
de la sangre abarca también los campos de la fisiología y la neumato-
logía o función de los espíritus animales.
A través de una atenta consideración de estas cosas, resulta hasta
cierto punto evidente que el fluido espirituoso constituye la esencia
de la vida y actividad propias de la sangre, por virtud de cuyo fluido
espirituoso existe a través de una copiosa sustancia volátil derivada
del éter, una sangre transparente o intermedia. Por último, a través
del medio de las sales fijas y urinosas, empleadas para temperar,
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OBRA CIENTÍFICA
yó en 1674 que las partículas respirables son las «nitro-aéreas». Lamentablemente, Mal-
pighi no adoptó esta línea interpretativa. La respiración, combustión, calor corporal, etc.,
continuaron siendo fenómenos oscuros a la hora de redactar Swedenborg su doctrina de
la sangre. Dos célebres experimentos llevados a cabo por Lavoisier en 1774 y 1777 res-
pectivamente, arrojarían al fin luz sobre el oscuro tema de la composición del aire atmos-
férico y la naturaleza de la combustión.
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6. Esta teoría cinética del calor formulada por Swedenborg es esencialmente co-
rrecta aunque no podamos decir lo mismo de sus especulaciones pseudoquímicas que,
propiamente hablando, son alquímicas.
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I.247. Existe cierta fuerza formativa [vis formatrix] que tira del
hilo del ovillo desde el primer punto viviente y lo devana hasta el
último ... el trabajo formativo no cesa sino que se prolonga después
de abandonar el embrión la matriz, o el polluelo el huevo ...
I.254 .... formación y transformación prosiguen, y lo que aconte-
ce en la matriz no es más que la primera proyección de la trama o
desenrrollamiento del finísimo hilo del husillo con objeto de que este
pueda devanarse gradualmente, produciendo el tejido completo. Hay
tres hermanas que manipulan estos hilos; a saber: el cerebro, el cere-
belo y la médula espinal. A cada una de las cuales la sustancia forma-
tiva les concede el poder de actuar y les prescribe leyes inamovibles.
I.255. Que preexiste y se halla presente una cierta sustancia for-
mativa en estos casos resulta manifiesto por la extraordinaria e inau-
dita conexión entre las partes observable en monstruos fetales. Así,
algunos aparecen dotados de brazos, pies o dedos extranumerarios;
otros están unidos por el estómago, pecho, espina dorsal o cabeza
con las partes correspondientes del segundo feto ... Por no mencio-
nar otros casos, de miembros retorcidos, truncados, dislocados, en
los que la misma fuerza formativa existente en el óvulo y matriz se
hallan presentes de inmediato, disponiendo de nuevo el orden de las
cosas con vistas al ejercicio de los miembros y sugiriendo su modo
de empleo bajo la nueva conformación ...
I.25 6. No hay virtualmente nada que pueda predicarse con pro-
piedad de esta sustancia formativa, puesto que ocupa el grado supre-
mo y superlativo de entre todas las sustancias y fuerzas, razón por la
que yo prefiero denominarla sustancia formativa y no naturaleza (ya
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10. Como es evidente, Swedenborg remite toda función genética a un mismo plano
en el que las fronteras entre lo mental, psíquico y anímico se entrecruzan, amalgaman y
confunden.
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II.69. Resolví comenzar [el tema del cerebro] por aquella sustancia
específicamente denominada cortical o cinérea. La razón consiste en
que esta sustancia, de modo inmediato, constituye la principal causa
eficiente del funcionamiento no solo cerebral sino también del cuer-
po, pues esta es la sustancia que anima, activa y excita el conjunto de
la máquina animal para que efectúe movimientos y adopte modos
de acción; la que extrae el espíritu más puro que circula en la sangre
de las arterias y lo transfunde a las fibras de la sustancia medular y a
partir de ahí, a las fibras de los nervios ...
II.100. Podemos inferir [de los datos experimentales] que el cór-
tex cerebral es la principal de las sustancias del cerebro, situada en el
primer inicio de las fibras y en el último de las arterias; por tanto, en
situación mediadora, para estar en condiciones de extraer de la san-
gre las esencias más puras o espíritus animales y transmitir estos in-
mediatamente al interior de los filamentos medulares más finos y de
ahí a los filamentos nerviosos del cuerpo.
II.101. La sustancia cortical y cinérea [sustancia gris] es aquello
que se expande y contrae, es decir, aquello en función de lo cual el
cerebro exhibe una animatio, pues cada una de sus esf érulas es como
un pequeño corazón situado en el inicio de su fibra del mismo modo
que el gran corazón del cuerpo está situado en el inicio de las arte-
rias. Puesto que, por lo acabo de decir, hay tantos orígenes de movi-
miento como esférulas de sustancia cortical, se sigue de ello que
16. El neurólogo H. C. Everett descubrió hace tan solo unas tres décadas el reflejo
del estornudo ante la súbita exposición a la luz, llamado reflejo fótico, del que práctica-
mente no aparece mención alguna, siquiera en la actualidad, en ningún texto de medicina
o neurología. Es por tanto muy chocante que Swedenborg lo mencione. Puesto que no
cita fuente alguna, cabría suponer que el dato procede de observaciones propias.
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EL ALMA HUMANA
18. A mi modo de ver, Swedenborg postuló una red sincitial. Sin embargo, la previó
múltiple, compleja y ramificada. Falló en lo primero y acertó en lo segundo.
19. Si bien la concepción anatómica del sistema nervioso a modo de órgano cardio-
vascular múltiple es falsa, la pauta de la acción singular y conjunta de los componentes
básicos del tejido nervioso concuerda con la actividad pulsátil real de las neuronas (pulsos
eléctricos).
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cabe bajo concepto alguno decir que vive y mucho menos todavía
que siente, percibe, entiende o contempla fines, pues la naturaleza
en sí misma es inerte y solo presta servicio a la vida como causa
instrumental. Depende por tanto enteramente de la voluntad de un
ser inteligente que la emplea para promover fines mediante efectos.
Por tanto, hemos de buscar su principio vital en un nivel superior y
derivarlo del Primer Ser o Deidad del Universo, que es vida esencial
y esencial perfección de vida o sabiduría. A menos que este Primer
Ser fuese vida y sabiduría, nada en la naturaleza viviría y aun menos
poseería sabiduría ni sería capaz de ejecutar movimientos ...
11.252. Pero el conocimiento del modo en que esta vida y sabi-
duría fluyen hasta nosotros se encuentra muy por encima de la esfe-
ra alcanzable por el entendimiento humano ...
11.254. La única representación de la que somos capaces consiste
en tomar la luz como modelo comparativo ...
11.255.... pues al igual que el sol es la fuente de la luz y sus matices
en su universo, así la Deidad es el sol de la vida y de toda sabiduría ...
11.356. De no haberme sentido apoyado por la autoridad de los
más antiguos Padres de la Iglesia, no habría osado pronunciar la
opinión de que el fluido espirituoso es el alma que perdurará tras la
muerte corporal. Pero estos Padres sostuvieron como verdadero que
al término de esta vida nos convertiremos en esencias angélicas. Así,
por ejemplo, Apuleyo, Orígenes, Ambrosio, Basilio, Justino mártir,
Psellos y Lactancio creyeron que los ángeles son cuerpos naturales.
Ciertamente, san Agustín manifestó con vacilación que sería duro
para él decidir si los espíritus no están revestidos de cuerpos com-
puestos por aire (como si pensara no en el burdo aire atmosférico sino
en un aura más pura, tal como nosotros hemos presumido que el flui-
do espirituoso constituye el alma). Pero Dionisio el Areopagita, Filón
el judío, Atanasio, Crisóstomo y Tomás de Aquino, junto con los es-
colásticos, mantuvieron que los ángeles carecen de cuerpos. Grego-
rio y Uuan] Damasceno optaron por un término medio, sosteniendo
que los ángeles parecen corpóreos respecto a Dios pero incorpóreos
comparados con el hombre. Mas en tiempos modernos todos conve-
nimos en que se trata de seres o cuerpos purificados o espíritus sin
carne y hueso, en cuya composición, así como en la de la sangre roja,
entran a formar parte -como lo hemos demostrado en diversos lu-
gares- sustancias terrenales de las que finalmente somos despojados.
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EL REINO DEL ALMA CONSIDERADO
DESDE EL PUNTO DE VISTA
ANATÓMICO, FÍSICO Y FILOSÓFICO
PRÓLOGO
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O B RA CI E N Ti F I CA
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nos; y, por último, también las fibras y demás formas orgánicas más
puras, y las fuerzas y los modos que de ahí se derivan ...
19. No hace mucho, publiqué La organización del reino del
alma, trabajo subdividido en varios tratados singulares pero que solo
versan sobre la sangre, las arterias, el corazón y el movimiento del
cerebro y su sustancia cortical; y, antes de recorrer con minuciosi-
dad el territorio completo, tomé un atajo hacia el alma presentando
un ensayo sobre ella. Mas, una vez ponderado el asunto con mayor
detenimiento, descubrí que había dirigido mis pasos hacia dicho ob-
jetivo con desmedida celeridad y precipitación, tras haber explora-
do tan solo la sangre y sus órganos peculiares. Acometí esto impeli-
do por un irresistible deseo de conocimiento. Sin embargo, puesto
que el alma actúa en las cosas supremas y más internas, no mostrán-
dosenos hasta haber sido desnudada de todas las capas que la recu-
bren, una por una, estoy por ello firmemente decidido a no conce-
derme reposo hasta haber recorrido el territorio completo hasta mi
objetivo; o sea, hasta haber atravesado el reino universal del alma
hasta el alma misma. Abrigo con ello la esperanza de que orientando
mi trayectoria constantemente hacia el interior, lograré abrir, Dios
mediante, todas las puertas que me permitirán finalmente contem-
plarla ...
22. No trataría yo de persuadir a nadie que ya tenga asumidas
por la fe estas elevadas verdades, de que las entienda por medio del
intelecto. iQue estos se abstengan de leer mis libros! Aquel que cree
implícitamente en la revelación sin acudir al intelecto es el más feliz
de los mortales, el más próximo a los cielos, y ciudadano de ambos
reinos a un mismo tiempo. Estas páginas mías van dirigidas exclusi-
vamente a aquellos que jamás otorgan crédito alguno a nada que no
puedan admitir con el intelecto. Es decir, aquellos que osadamente
invalidan y niegan la existencia de todo cuanto es supereminente o
más sublime que ellos mismos, como el alma y lo que de ella se deri-
va: vida, inmortalidad, cielo, etc ... [Cosas que ellos niegan] clasifi-
cándolas como expresiones vacías de contenido real, entia rationis,
fantasmas, trivialidades, fábulas, presunciones y autoengaños. Como
consecuencia, rinden honores y adoran la naturaleza, el mundo y a
sí mismos. Por lo demás, se comparan a los animales, piensan que
han de morir como ellos y creen que sus almas, una vez exhaladas, se
evaporarán. De este modo, impertérritos, se precipitan a la comi-
sión de ignominias. Solo ellos me preocupan y, como antes dije, solo
para ellos redacto mi obra y a ellos se la dedico, pues una vez haya
demostrado las verdades mediante el método analítico, espero que
esas penumbras degradadoras o nubes materiales que oscurecen el
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ENFERMEDADES DE LA FIBRA1
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3. Cf. infra, n. 8.
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natural para disipar y esparcir los humores y para expeler hacia las
salidas previstas por la naturaleza aquellas flemas que taponan los
asientos, intersticios y meninges de los cerebros; sobre todo, si inva-
den la lámina cribosa, tal como lo confirma la experiencia real. Tam-
bién se produce por una irritación de los nervios olfativos, cuyas
fibras se ramifican por todo el cerebro. Los pulmones, que experi-
mentan un movimiento [animatio] sincrónico con el de los cere-
bros, purgan del mismo modo simultáneamente sus bronquios y al-
véolos. La tos tiene un origen similar, pero en los pulmones.
4 72. El bostezo proviene de una suave elevación y erección del
cerebro, cuyo objeto consiste en prevenir que se duerma ...
500. La manía es el último estadio de la melancolía, pues la san-
gre del maníaco es extremadamente dura, prácticamente insoluble,
áspera, lívida, negra y malamente compatible con sustancias hetero-
géneas. En el suero aparecen flotando escasos glóbulos genuinos. La
sangre se forma pero no se disipa. Siendo por ello copiosa, parece
como bilis y amargura ... de modo, pues, que en los maníacos la san-
gre roja está radicalmente enferma ...
503. Del estado de las sangres, arterias, fibras y componentes
corticales en los maníacos -en una palabra, del estado del cere-
bro- puede deducirse la causa inmediata de su furia. A saber, el
hecho de que el córtex (en cuyo seno el alma activa la mente racio-
nal) permanece poco menos que inmutable, sin reaccionar lo más
mínimo ante el aporte de percepciones y, por tanto, manteniendo
fijo el pensamiento sobre una sola idea, motiva espantosas imagina-
ciones y licantropía ... 7 •
504. De todo esto se derivan también la fuerza y resistencia ca-
racterísticas de los perturbados, dado que las partes de ambas san-
gres no son lisas y de regular redondez, sino cortantes, rudas y den-
samente impregnadas de elementos de aristas punzantes, sulfurosos
y urinoso-volátiles, pues lo que es duro y tenaz no disipa las adhe-
rencias angulares que fluyen alrededor en abundancia, con lo cual
todo aparece erizado de púas. Por consiguiente, siendo también pun-
zantes los glóbulos de la sangre, cuando circulan por las arterias y
fibras, y sobre todo por las delicadas y sensibles paredes del córtex,
ejercen un efecto punzante, ulcerando e hiriendo. Esto origina una
dolencia que conduce en su grado extremo hasta la propia locura,
junto a un dolor no perceptible en el cuerpo sino en la mente: emo-
ción y violencia apasionada, y un estado crónico de vigilia ... Ahora
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OBRA CIENTÍFICA
8. El uso de las nociones animus y mens responde en Swedenborg a dos niveles dis-
tintos del psiquismo: el animus al neurovegetativo o de los centros de la emoción y experien-
cia sensorial. La mens al del psiquismo superior o procesos intelectivos y racionales.
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paso del tiempo las disuelvan, en cuyo momento producen una es-
pantosa carnicería destructiva; es decir, un glóbulo tras otro, o bien
cierto número de ellos a un mismo tiempo. Esto pudiera ser la causa
del retorno de la rabia con cierta intermitencia 12 •
543. El tarantismo se produce por picadura de la tarántula. Los
pacientes yacen a veces con miembros adormecidos, pero -ioh
maravilla!- algunas melodías les incitan a bailar. Enloquecidos, sal-
tan brincan como saltimbanquis y agitan sus piernas, y no quedan
sanados salvo luego de haber sudado profusamente. No difiere mu-
cho de esto el baile de San Vito, dolencia consistente en que los
brazos y cuerpos del enfermo se contorsionan de un modo increíble,
y que una danza similar se produce a intervalos regulares ...
544. Es un hecho bien conocido que un virus 13 inoculado por
una picadura es la causa de este fenómeno, si bien no es fácil adivi-
nar la naturaleza de este virus, pues hay varios géneros de veneno e
innumerables especies. ¿Quién conoce la forma de cada género o
especie, o sus discordancias respecto a la sangre y otros humores de
pureza mayor o menor que la de la sangre, así como con respecto a
los vasos y fibras? Y, ¿quién conoce la analogía entre picores astrin-
gentes y titilan tes? ... Ahora bien, si formas que fluyen desde los ór-
ganos sensoriales cambian tan repentinamente el estado de la corte-
za cerebral, ¿qué no producirán formas análogas en las fibras y en la
corteza cerebral? Es decir, formas análogas a aquellas en cuyo es-
tado se encuentra la corteza cerebral cuando recibe las modulacio-
nes mediante el oído y, de modo acorde con estas, es inducido a
danzar o a mover las piernas dando saltos ... He visto una liebre escu-
char melodías con las orejas tiesas, y que siempre brincaba al es-
cuchar una de ellas. Pero esto solo como anécdota. Es inevitable que
los corpúsculos emponzoñados de la tarántula se adhieran a las fi-
bras o invadan la corteza cerebral de algún modo, de forma que esta
última no puede poner sus fuerzas en acción hasta que el sistema
sensorial es excitado conforme a un estado correspondiente y armó-
nico. Entonces, apenas producirse el más mínimo estado de esta na-
turaleza, los venenos hacen que la corteza cerebral excitada de esta
manera, fluctúe y salte de diversos modos. De ahí viene la gesticula-
ción y la agitación de los miembros, a modo de danza. Los efectos
observados así nos lo indican con toda certidumbre. Además, estos
12. Contra lo opinado por Swedenborg, la rabia no sigue un curso intermitente sino
progresivo y mortal.
13. Swedenborg utiliza el término como lo empleaban los romanos: para significar
ponzoña o veneno.
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OBRA CIENTÍFICA
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SOBRE LA GENERACIÓN
EL SEMEN VIRIL
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OBRA CIENTÍFICA
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EL REINO DEL ALMA
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OBRA CIENTÍFICA
4. La versión EAK I, 247 es más clara todavía. Dice Así: «En la formación del
embrión en el útero o del polluelo en el huevo, todas las cosas acontecen de un modo
perfectamente diferenciado. Y los diversos miembros se forman sucesivamente, uno tras
otro, de modo que no existe ninguna efigie real de lo más grande en lo más pequeño,
ningún modelo del futuro cuerpo en el germen, ningún ejemplar que pura y simplemente
se expande». Que Swedenborg invocara como causa generativa un hipotético principio
anímico (nadie tenía por aquel entonces idea de la existencia del material genético) no es
óbice para reconocer que formuló una teoría epigenética en toda regla.
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PSICOLOGÍA RACIONAL
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OBRA CIENTÍFICA
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PSICOLOGÍA RACIONAL
5 63. Existe una ciencia de las ciencias, esto es, una ciencia universal
que comprende a todas las demás y a partir de la cual, como partes
constitutivas de la misma, se la puede transformar en tal o cual cien-
cia [particular]. Dicha ciencia no se adquiere por aprendizaje; es
innata, particularmente en las almas, que son inteligencias puras.
Esta es la ciencia de las almas al ser liberadas del cuerpo, y la de los
ángeles, pues cabe suponer que si comunicaran sus pensamientos o
conversaran, no se atendrían a palabras, ya que todas las palabras
son ideas y formas materiales o signos cuya significación la mente
entiende por haber practicado su utilización. Con fundamento en
dicha ciencia el alma ve al instante la naturaleza intrínseca de todas
las cosas que se le manifiestan. Es decir, que percibe si son buenas o
malas y les da o les niega su asentimiento, todo según su naturaleza.
A menos que el alma estuviera dotada de una ciencia como la descri-
ta, jamás podría fluir al interior de nuestros pensamientos e infun-
dirles, por así decir, la facultad de entender y expresar cosas más
elevadas; ni podría construir todas las formas orgánicas en concor-
dancia con las leyes más internas y secretas de la mecánica, física,
química, etc. 1• Por ello, no cabe negar el hecho de que existe una
ciencia de tal naturaleza ...
566. En verdad, parece posible que esta ciencia pueda someterse
a cálculo, y la forma en que eso es realizable puede percibirse en
función de lo que sucede respecto a los sentidos internos; a saber:
todas las ideas, tanto materiales como intelectuales, no son más que
cambios de estado del aparato sensorial e intelectual. La naturaleza
de estos cambios de estado puede entenderse en función de la des-
cripción de las formas; especialmente, de las circulares y espirales.
El alma percibe cada uno de estos cambios, y conoce lo que signifi-
ca ... Además, en la mente se reducen todos a sus adecuadas ecuacio-
nes. Ecuaciones en las que se hallan simultáneamente presentes aque-
llas cosas que previamente han sido agrupadas; esto es, aquellas que
han entrado a formar parte de la ecuación sucesivamente ...
567. De este modo resulta ciertamente posible someter a cálculo
ideas de la mente, de lo cual surgen unas matemáticas universales.
Mas de esto no puede deducirse ninguna certidumbre, salvo que la
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OBRA CIENTÍFICA
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LIBRO DE LOS SUEÑOS
249. Vi cómo era colocado por encima como un velo negro o piel
reluciente pero sin sustancia alguna. Se dijo que no acoplaría bien,
pues estaba encogido y arrugado. Se prometió que se me iluminaría
mejor. Pudo también percibirse como una luz interior. .. Significa
que me he adentrado con el entendimiento e imaginación en un
territorio similar al velo negro que no se ajustaría bien. Vi de nuevo
un abismo, que representa el peligro al que me abocan mis pensa-
mientos. Por lo demás, se trata de algo que se me indica acerca de mi
libro. Uno dijo que se trata de un libro divino sobre el Culto y Amor
a Dios ...
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OBRA CIENTIFICA
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EL CULTO Y AMOR A DIOS
EL ORIGEN DE LA TIERRA
1. Swedenborg hace aquí un llamativo alarde de finalismo: Dios prevé que la luz
no falte siquiera en el más remoto de los planetas: Saturno (Urano, Neptuno y Plutón no
habían sido descubiertos todavía). La misma idea la repetiría en Los arcanos celestiales.
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OBRA CIENTÍFICA
SOBRE EL PARAÍSO
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PSICOLOGÍA RACIONAL
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OBRA CIENTÍFICA
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PSICOLOGÍA RACIONAL
4. Aunque trastocándolo ligeramente y dando de todo ello una versión lírica, Swe-
denborg sigue el orden de la creación según el Génesis. Sin embargo, este responde a una
teogonía tradicional (creaciones puntuales). A diferencia de ello Swedenborg introduce
una idea biogenética de asombrosa modernidad: la de una evolución gradual en la que la
generación de determinados seres está condicionada a la previa aparición de otros, y en la
que todos ocupan lugares específicos dentro de una escala de complejidad creciente.
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OBRA CIENTÍFICA
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PSICOLOGÍA RACIONAL
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OBRA CIENTÍFICA
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PSICOLOGÍA RACIONAL
llo que es todo en todos se esfuma ante nosotros más fácilmente que
lo demás. También el amor que es todo en todos en nuestro peque-
ño microcosmos o cuerpo, y que, como una deidad o como el alma
de nuestras fuerzas, gobierna sus rumbos y fluctuaciones ... Esta es
una de las causas de que no distingamos fácilmente un amor de otro.
Pero hay otra cosa también y es que cada amor, como en una panto-
mima, asume la apariencia del Amor Supremo y encandila así las
mentes con sus trampas ...
72. [El príncipe de este mundo] se agencia para sí mismo inteli-
gencias y sabidurías en imitación de la norma celestial, en cada una
de las cuales imprime una imagen de sí mismo. Pero estas, obvia-
mente, son más bien merecedoras del nombre de locuras, puesto
que no las engendra otra cosa que sus verdades, que no son sino
falsedades y malignidades abyectas ... Pero la ley de su gobierno ... no
la establece en esa mente en la que reside como gobernador del Olim-
po, sino en la corte misma en la que se encuentran sus genios con sus
inclinaciones afectivas, a los cuales somete bajo un líder al que deno-
mina animus 9 • A los antedichos les concede todo poder de acción
conforme a sus inclinaciones e instintos naturales. Al animus mismo
lo nombra Señor del universo, haciéndole entrega de todos los ce-
tros obtenidos en su propio mundo, y poniéndole en su lugar mien-
tras él mismo se proclama dios entre los suyos y concede la facultad
de escoger cualesquiera amores, aunque cincunscritos siempre a los
que se relacionan con el cuerpo y el mundo ... Adopta también medi-
das con extrema circunspección y solicitud, con objeto de que nada
pueda insinuarse desde lo alto infundiendo una luz superior; luz que
él extingue al instante con sus antorchas flamígeras ... A los amantes
de esa luz los extravía, conduciéndoles por múltiples caminos y si-
nuosidades laberínticas y adoptando él mismo también, como Ver-
tumno 10, diversas apariencias, incluso celestiales, y especiosas repre-
sentaciones imposibles de descubrir. ..
74. [Conminadas las inteligencias espurias a contemplarse a tra-
vés del celestial espejo de la verdad, se les dijo] «iVéd y dirigid ahora
vuestros ojos a todas partes y observad cómo os reflejáis! Si como
Venus o como Palas ... y, huál es la calidad de vuestro fulgor y ade-
rezos celestiales?». Al instante se vieron a sí mismas como desholli-
183
OBRA CIENTÍFICA
11. En suma, que ni mal ni muerte tienen su origen en Dios sino en el hombre
mismo.
12. A continuación se describe el proceso generativo de Eva. Sus estadios reiteran
los de Adán, aunque dejando traslucir, de un lado, una fidelidad al Génesis bíblico y, de
otro, a la doctrina de espermatismo. Se omiten estos pasajes por su carácter reiterativo y
por dar prioridad a los de la Tercera Parte (última de las publicadas por Swedenborg), de
mayor interés filosófico y literario.
184
PSICOLOGÍA RACIONAL
111. Al hallarse ahora a solas con su único amor. .. nada les rodeaba
que no colmara sus sentidos con placer y belleza. A su vez, todo
ofrecía motivos de conversación e intimidad en esta primera expe-
riencia de sus vidas. Con lo cual el joven no podía sino imprimir a
sus palabras giros que testimoniaran su amor, pues el ambiente ente-
ro que les rodeaba era propicio, primaveral, benigno; y alentaba las
peticiones de unión junto con las llamas del amor, apremiándoles
para que se fundieran ... El amor así concebido creció y fue hacién-
dose fogoso en este estado de suprema perfección de sus mentes y
pura inocencia pletórica de delicias, que de tal modo afectaba a am-
bas criaturas. Por estos prometedores inicios nació en ambos una
nueva condición de vida distinta de la anterior, pues nada de lo pre-
sentado a los sentidos que a uno le resultara agradable y placentero
dejaba de afectar de igual modo al otro; y así, por mutuo consenti-
miento, su recíproco alborozo se fundía y crecía en intensidad. De
modo que la vena de todas las delicias fluía al interior de un corazón
unido, aunque dividido en dos cámaras, combinándose allí como
una corriente común, siendo así que cada una de las partes no perci-
bía su propio placer sin gozar a la vez del percibido por la otra.
112. Hacia el amanecer, al difundir la aurora hacia las alturas de
la bóveda celeste los rayos áureos del Sol naciente, y yaciendo am-
bos en el lecho nupcial recién compartido, cierto relámpago celestial
fulguró ante sus ojos despertándoles del más dulce de los sueños,
despojándoles de su descanso y reclamando su atención. Apareció
entonces en la región central del cielo algo extraordinario que ha-
bría de mostrarles el universo entero y sus destinos ...
Primero. Apareció un Centro de Luz de Infinito Brillo, que re-
lumbró de tal modo que las llamas solares irradiadas desde la aurora
se sumieron en penumbra y eclipsáronse al instante las intensas lu-
minarias de las constelaciones. Los ojos de ambos comenzaron a
parpadear, y tuvieron que cerrarlos ... Ese Centro difundió Su luz a
través del universo de tal modo que sus confines o fronteras desapa-
recieron de la vista. Sumidos en la mayor de las perplejidades, se
apoderó de ambos un estupor que invadió la esfera de sus sentidos.
Segundo. Debido al fulgor formóse un círculo diamantino con
bellos fulgores transparentes, de tonalidad purpúrea. Fluía este for-
mando interminables órbitas y con un incesante serpenteo .... Dicho
contorno y sus ondulantes orillas aparecían coronados por bellísimos
185
OBRA CIENTÍFICA
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PSICOLOGÍA RACIONAL
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OBRA CIENTÍFICA
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PSICOLOGÍA RACIONAL
14. Esta es, virtualmente, una doctrina del Deus absconditus. Solo por el Unigénito
encarnado y hecho hombre puede el hombre aspirar a un cierto conocimiento de la divi-
nidad. Como se ve, Swedenborg andaba ya planteándose cuestiones propias de la teo-
logía.
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OBRA CIENTÍFICA
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
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INTRODUCCIÓN
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_Fr_agmentode la caligrafía de Swedenborg, de una nota dirigida a Johann
Ch_r,1sttan,Cuno en marzo de 1769. En ella comenta: «Sólo el Señor conoce
qmen esta facultado para percibir y enseñar las verdades de Su Nueva Iglesia: si
alguien de entre sus prelados, o alguien de entre sus siervos».
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ARCANOS CELESTES*
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ACERCA DE LA CORRESPONDENCIA DE TODOS LOS ÓRGANOS
Y DE TODOS LOS MIEMBROS TANTO EXTERIORES COMO
INTERIORES DEL HOMBRE
CON EL GRAN HOMBRE, QUE ES EL CIELO
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ARCANOS CELESTES
manera que no existe una sola parte de él, por pequeña que sea, que
no tenga correspondencia; y por eso el hombre existe y subsiste
continuamente, pues si el hombre no tuviera tal correspondencia
con el cielo y a través del cielo con el Señor (esto es: con lo anterior
a él, y a través de las cosas anteriores con lo Primero), no subsistiría
ni un solo instante, pues quedaría disuelto en la nada. Siempre hay
dos fuerzas que hacen realidad lo que se acaba de decir (cada cosa
en su conexión y en su forma), a saber, una fuerza actuando desde
fuera y otra actuando desde dentro, y en medio de ellas la cosa así
contenida; sucede lo mismo con el hombre en cuanto a su partes,
incluso con las más pequeñas. Se sabe que son las atmósferas quie-
nes desde fuera, por una continua presión y una fuerza actuante,
mantienen todo el cuerpo en conexión; se sabe también que la at-
mósfera aérea posee el influjo de los pulmones; que la misma at-
mósfera tiene su órgano, que es el oído, con sus formas construidas
por las modificaciones del aire; que la atmósfera etérea actúa de
igual manera por las conexiones interiores, pues influye libremente
por todos los poros, y mantiene inseparables en sus formas a las
vísceras interiores del cuerpo entero por una presión casi semejan-
te, y por ello con una fuerza actuante; y que esta misma atmósfera
tiene también su órgano, que es el Ojo, con sus formas construidas
por las modificaciones del éter: si a estas fuerzas no correspondie-
ran fuerzas internas que reaccionan contra esas fuerzas externas, y
en consecuencia que contienen y equilibran las formas intermedia-
rias, esas formas no subsistirían un sólo instante: es evidente que
deben haber necesariamente dos fuerzas para que una cosa exista y
subsista: las fuerzas que influyen y actúan desde dentro vienen del
cielo y del Señor a través del cielo, y en ellas mismas está la vida.
Esto está muy claramente manifestado por el órgano del oído; si no
hubiera modificaciones interiores que pertenecen a la vida, a las
que corresponden las modificaciones exteriores que pertenecen al
aire, el oído no existiría; lo mismo sucede con el órgano de la vista;
si no hubiera una luz interior que pertenece a la vida, a cuya luz
corresponde una luz exterior que pertenece al sol, la visión no exis-
tiría. Lo mismo sucede respecto a los otros órganos y a todos los
miembros del cuerpo humano; hay fuerzas actuando desde fuera,
que no son vivas, y hay fuerzas actuando desde dentro, vivas ellas
mismas, conteniéndolo todo, y haciendo que las cosas vivan, y se-
gún una forma con vistas al uso.
3.630. He podido ver que cada una de las vísceras y miembros, o
de los órganos del movimiento y de los sentidos, corresponden a
sociedades en el cielo, que son como tantos cielos distintos, y que de
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
estos cielos, es decir, a través de los cielos, influyen las cosas celestia-
les y espirituales en el hombre, incluidas las formas adecuadas y con-
venientes y hacen presentes así los efectos que se ven en el hombre;
pero estos efectos sólo se muestran en el hombre como cosas natura-
les, de tal manera que parece que todo ha sido hecho bajo otra for-
ma y otra apariencia, hasta tal punto que no se conoce que aquellos
efectos provienen de allá [del cielo].
3.631. Me han sido mostradas también, de una manera absolu-
tamente viva, qué y cuáles son las sociedades, y cómo influyen y
actúan en los músculos de la frente, de las mejillas, del mentón y del
cuello, y cómo estas sociedades se comunican entre ellas; y a fin de
que esto se me hiciera presente de una manera viva les estuvo permi-
tido [a los ángeles] hacer la efigie de un rostro de diversos modos
por influjo: paralelamente me han sido mostradas cuáles y cómo son
las sociedades que influyen en los labios, en la lengua, en los ojos, en
las orejas, y también se me ha concedido conversar con aquéllas, y
ser así plenamente instruido. Por esto he podido ver que todos los
que se encuentran en el cielo son órganos y miembros del Gran
Hombre; y también que el cielo nunca está cerrado, sino que cuanto
más numerosas son las sociedades, más potente es el esfuerzo, más
grande es la fuerza y más vigorosa es la acción; y en fin, que el cielo
del Señor es inmenso, y de tal manea inmenso que supera toda creen-
cia: los habitantes de esta tierra son muy pocos en número, como un
lago en relación con el océano.
3.633. Todos los espíritus y todos los ángeles aparecen como
hombres, con un rostro y con un cuerpo de hombre, con órganos y
miembros, y esto es así porque su intimidad aspira a tal forma: lo
mismo que lo originario del hombre, que proviene del alma del pa-
dre, se ve impulsado hacia la formación de todo el hombre en el
embrión y en el útero, aunque eso originario no esté en la forma del
cuerpo sino en una forma más perfecta conocida por el Señor: y
como lo íntimo de cada uno de manera semejante aspira a esa forma
y tiende hacia ella con impulso, he aquí que en aquel lugar todos [los
ángeles] aparecen como hombres. Por otro lado, todo el cielo es de
tal modo que cada uno es el centro de todos, pues hay un centro de
influjo de la forma celeste de donde proceden todos; por eso la ima-
gen del cielo se refleja en cada uno y lo hace semejante a ella, en
consecuencia: hombre; en efecto, como es lo común, así es la parte
de lo común, pues las partes deben ser semejantes a lo que les es
común para pertenecer a ese común.
3.634. El hombre que está en la correspondencia, es decir, que
está en el amor hacia el Señor y en la caridad hacia el prójimo, y
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ARCANOS CELESTES
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
flujo; sin embargo, debe saber que sólo se puede subsistir por lo que
de antemano existe, es decir, que la subsistencia es una perpetua
existencia, o, lo que es lo mismo, la generación es una continua crea-
ción: que en consecuencia toda la naturaleza es el teatro representa-
tivo del reino del Señor; pero por la divina misericordia del Señor,
en otro lugar se hablará también de los vegetales y de su correspon-
dencia con el Gran Hombre.
3. 7 41. El reino celeste es como un solo hombre, porque todo en
él corresponde con el Señor, a saber, con la divina Humanidad del
Señor, que es Hombre Único; pues el cielo es llamado Gran Hombre
porque tiene correspondencia, imagen y semejanza con el Señor; de
la Divinidad del Señor se derivan todas las cosas celestiales que per-
tenecen al bien y todas las espirituales que pertenecen a la verdad en
el cielo; todos los ángeles son formas, o sustancias formadas según la
recepción de las cosas divinas que proceden del Señor; las cosas di-
vinas recibidas por esas formas son las llamadas celestes y espiritua-
les, cuando la vida divina y en consecuencia la luz divina se modifi-
can en aquéllas en tanto que recipientes. De aquí viene que incluso
en el hombre las formas y las sustancias materiales sean del mismo
género, pero en un grado inferior, porque son más groseras y más
compuestas; que éstas sean también formas recipientes de cosas ce-
lestes y espirituales está claramente manifestado por hechos visibles,
por ejemplo: a través del pensamiento que influye en las formas or-
gánicas de la lengua y produce el lenguaje; a través de las afecciones
del alma que se presentan a la vista en el rostro; a través de la volun-
tad que por las formas musculares desemboca en acciones, y así el
resto. El pensamiento y la voluntad que producen estas cosas son
espirituales y celestes, pero las formas o las sustancias que las reci-
ben y las llevan a acto son materiales; que éstas han sido formadas
completamente por la recepción de aquéllas, es evidente; es, pues,
cierto que las formas materiales se derivan de las espirituales y celes-
tes, y si no hubiera esta derivación aquéllas no podrían existir tal
como son.
3. 742. Que hay una vida única y que viene del Señor solamente,
y que los ángeles, los espíritus y los hombres son solamente recipien-
tes de la vida, es algo que me lo ha dado a conocer una experiencia
muy frecuente, por lo que no me queda la menor duda; el cielo
mismo percibe que esto es así, hasta tal punto que los ángeles perci-
ben manifiestamente el influjo y cómo es el influjo, y también qué
cantidad y qué calidad reciben ellos; cuando se encuentran en un
estado receptivo completo, están en su paz y en su felicidad; de otra
manera, se verían inquietos y en una suerte de ansiedad: pero sin
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
nunca; el pulso era regular, alrededor de tres veces por cada retor-
no de la respiración, y sin embargo de una naturaleza tal que termi-
na en las cosas relacionadas con los pulmones y así los rige; me fue
dado observar al final de cada respiración cómo los movimientos
alternativos del corazón se reflejaban en los movimientos alternati-
vos de los pulmones; las alternancias del pulso eran tan fáciles de
observar que las hubiera podido contar: eran distintas y dulces. La
cuarta operación común estaba en los riñones; también me fue dado
percibirla, pero oscuramente. De esta manera vi claramente que hay
en el cielo, o Gran Hombre, pulsaciones cardíacas y respiraciones; y
que las pulsaciones cardíacas del cielo o Gran Hombre tienen una
correspondencia con el corazón y con sus movimientos de sístole y
diástole, y que la respiración del cielo o Gran Hombre tiene corres-
pondencia con el pulmón y con su respiración; pero estos hechos
no habían sido observados por el hombre porque son impercepti-
bles para la razón por ser interiores 1•
1. Todos estos parágrafos versan, como puede apreciarse, sobre la idea típicamen-
te swedenborgiana del Maximus Hamo. Aunque éste es un mitema de una antiquísima
tradición (el hombre primordial o arquetípico -Unnensch- del que nos hablan los feno-
menólogos de la religión: Prayapati, Gayomar, Adán Cadmón ... ), en Swedenborg adquie-
re unas características específicas. El Maximus Hamo (el mundo espiritual) es una clara
interiorización de las ideas fisiológicas y anatómicas que aparecen en sus obra científicas
Oeconomia Regni Anima/is y Regnum anima/e, queriendo así figurar Swedenborg la inte-
rrelación del ámbito corpóreo y el ámbito espiritual: se puede decir que aquí aparecen
todas las ideas físicas y fisiológicas de Swedenborg trasladadas a la dimensión espiritual, y
por tanto homologándose las leyes de la naturaleza con las leyes del mundo supranatural
(no hay que descartar una posible influencia sobre la Naturphilosophie). Además creemos
que la noción swedenborgiana de Maximus Hamo es una manera de expresar el teologue-
ma paulino de «cuerpo místico de Cristo», en el que todos los creyentes tienen vida y del
que todos participan. De entre las muchas cuestiones interesantes para comentar, hace-
mos mención tan sólo de la importancia que le concede Swedenborg a la respiración, lo
que nos podría llevar a relacionar el tema con la fisiología del cuerpo sutil y con lo que
Mircea Eliade llamó las técnicas del éxtasis (yoga, hesicasmo, etcétera).
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LAS TIERRAS EN EL UNIVERSO*
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1. Como gracias a la divina misericordia del Señor, las interioridades
de mi espíritu han sido abiertas, y por este medio se me ha concedido
hablar no solo con los espíritus y ángeles pertenecientes a nuestra
tierra sino también con los que están más allá; así también teniendo
el deseo de saber si existen otras tierras, cuáles son y quiénes son sus
habitantes, me ha concedido el Señor hablar y conversar con los es-
píritus y los ángeles originarios de otras tierras, con algunos un día,
con otros una semana y con otros meses, y ser instruido por ellos sobre
las tierras que habitan y acerca de la vida, de las costumbres, de su
culto y de otras cosas dignas de ser referidas; y como me ha sido dado
saber de estas cosas, por eso las describo ahora según lo visto y oído.
Es necesario saber que todos los espíritus y ángeles provienen del gé-
nero humano; que pertenecen a su tierra y en ella están; y que el hom-
bre cuyas interioridades han sido abiertas para poder hablar y con-
versar con ellos, puede ser instruido; pues el hombre en su esencia es
un espíritu, y está con los espíritus en lo que hace referencia a sus
interioridades. Por eso, a quien el Señor haya abierto sus interiorida-
des puede hablar con aquellos como un hombre con otro hombre:
esto se me ha concedido a mí cada día durante doce años.
113. Motivos por/o que el Señor quiso nacer sobre nuestra tierra
y no sobre otra. Si le plugo al Señor asumir la humanidad y nacer
sobre nuestra tierra y no sobre otra, es por muchos motivos de los
que he sido informado en el cielo. El motivo principal es debido a la
Palabra, porque en nuestra tierra puede ser escrita y expandida por
toda la tierra, y una vez expandida puede ser conservada para la
posteridad; y así puede manifestarse a todos, también en la otra vida,
que Dios se ha hecho hombre.
114. Que el motivo principal sea la Palabra, se debe a que la
Palabra es la misma Verdad divina que enseña al hombre que hay un
Dios, que hay un cielo y un infierno, que hay una vida después de la
muerte; y enseña además cómo el hombre debe vivir y creer para
llegar al cielo y ser así eternamente feliz. Todas estas cosas, sin una
revelación de la Palabra en nuestra tierra, hubieran sido totalmente
desconocidas; y no obstante el hombre ha sido creado de tal manera
que en cuanto a su interioridad no puede morir.
118. Así se ha podido hacer manifiesto que Dios se ha hecho
hombre: este es, en efecto, el punto principal y más esencial por el
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LAS TIERRAS EN EL UNIVERSO
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EL CIELO Y SUS MARAVILLASY EL INFIERNO''
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17. Toda experiencia en el cielo prueba que lo Divino que procede
del Señor, que afecta a los ángeles y crea el cielo, es el Amor, pues
todos los que viven en el cielo son formas del amor y de la caridad.
Aparecen con una belleza inexpresable y el amor se muestra en el
brillo de sus rostros, en su lenguaje y en cada particularidad de su
vida. Existen esferas espirituales de vida procedentes de cada ángel y
de cada espíritu, y se expanden alrededor de ellos. Por estas esferas
se sabe, incluso a gran distancia, cómo son en cuanto a las afecciones
que provienen de su amor y en cuanto a la fe de cada uno de estos
ángeles y espíritus. Las esferas que emanan de los ángeles están tan
llenas de amor que afectan al interior de las vidas de quienes les acom-
pañan. Las he percibido muchas veces y siempre me han afectado así.
Es para mí muy evidente que los ángeles extraen su vida del
amor. Cada uno en la otra vida se vuelve según sea su amor. Los que
aman al Señor y a su prójimo se orientan constantemente hacia el
Señor; los que por el contrario sólo se aman a sí mismos, se vuelven
hacia el lado contrario del Señor. Esto ocurre así cualquiera que sea
el sentido hacia el que vuelvan sus cuerpos, pues en la otra vida los
espacios están en relación con los estados interiores de los habitan-
tes. Existen las mismas regiones que aquí, pero no están fijadas de
manera invariable como las del mundo, sino que se determinan por
el aspecto del rostro de los habitantes del mundo espiritual. Sin em-
bargo no son los ángeles los que se vuelven hacia el Señor, sino que
es el Señor quien atrae hacia Él a aquellos que Lo aman.
42. Las sociedades angélicas en los cielos se diferencian entre
ellas según sea el bien que las impulsa, y la diferencia de esos bienes
constituye las distancias que separan una sociedad de otra. En efec-
to, en el mundo espiritual las distancias tienen origen en las diferen-
cias de estados interiores. Los que se diferencian mucho están a una
gran distancia, los que se diferencian poco a una pequeña distancia.
La semejanza hace que se junten.
56. Allí donde se reconoce al Señor, allí donde se cree en Él y se
Le ama, allí está el cielo. La variedad del culto según la variedad del
bien en cada sociedad no es algo perjudicial, por el contrario es ven-
tajoso pues la perfección del cielo viene precisamente de aquí. Sería
difícil hacer comprender cómo la perfección del cielo viene de aquí,
sin tener que recurrir a los términos usados y consagrados en el
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
1. Para Swedenborg el Ser es determinación. Por eso rechaza toda idea de una
unidad abstracta. La unidad misma tiene que desenvolverse y determinarse en su riqueza
cualitativa.
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EL CIELO Y SUS MARAVILLAS Y EL INFIERNO
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
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EL ÚLTIMO JUICIO Y LA BABILONIA DESTRUIDA*
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1. Por «día postrero o juicio final» no se debe entender la destruc-
ción o fin del mundo.
Los que ignoran el sentido espiritual de la Palabra han entendi-
do que en el día del juicio final perecerán todas las cosas que en el
mundo se manifiestan ante los ojos, porque se dice que entonces
perecerán el cielo y la tierra y que-Dios creará un cielo nuevo y una
nueva tierra. También se han mantenido en esta creencia por aque-
llo de que «entonces se levantarán todos los muertos de los sepul-
cros» y entonces «los buenos serán separados de los malos» y otras
cosas parecidas. Pero esto es según el sentido literal de la Palabra,
porque este sentido es natural y se encuentra en las últimas cosas
del Orden divino, las cuales contienen en sí mismas todas y cada
una de las cosas del sentido espiritual. Por tanto, el que entiende la
Palabra solo según el sentido literal, puede interpretar este de di-
versas maneras y adaptarlo a diferentes opiniones, que es lo que se
ha he hecho en el mundo cristiano. De ahí que hayan nacido todas
las herejías, cada una basada en la Palabra. Mas habiéndose ignora-
do hasta ahora que en toda la Palabra y en cada una de sus partes
hay un sentido espiritual, e incluso qué es el sentido espiritual, no
se debe tener en cuenta aquella opinión errónea respecto al ultimo
juicio, y ha de saberse desde ahora que no perecerá el cielo visible a
nuestros ojos, ni la tierra habitada, sino que ambos permanecerán;
y asimismo debe saberse que por «el cielo nuevo» y «la nueva tierra»
se entiende la Nueva Iglesia tanto en el cielo como en la tierra ...
28. Respecto al último juicio se cree que entonces aparecerá el
Señor entre las nubes del cielo, en gloria con los ángeles, y que
saldrán de los sepulcros todos cuantos han vivido desde el principio
de la creación revistiéndose las almas de sus cuerpos, y que todos
serán así juzgados a la vez; los que hicieron el bien irán a la vida
eterna o sea al cielo, y los que hicieron el mal a la muerte eterna, o
sea al infierno. Esta fe ha surgido en la Iglesia debido al sentido
literal de la Palabra, y no podía desaparecer mientras se ignorara
que en todo lo dicho en la Palabra hay un sentido espiritual y que
este sentido es la Palabra misma; que su sentido literal le sirve de
base y fundamento, y que sin la forma de su sentido literal no po-
dría la Palabra ser divina, ni servir como doctrina para la vida y la
fe, tanto en el cielo como en el mundo, como asimismo para la
conjunción. Por lo tanto, el que conoce las correspondencias de las
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EL ÚLTIMO JUICIO Y LA BABILONIA DESTRUIDA
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
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EL ÚLTIMO JUICIO Y LA BABILONIA DESTRUIDA
67. Además conviene saber que este cielo que se llama «prime-
ro» no estaba compuesto de los que vivieron en el mundo antes de la
venida del Señor, sino que todos los que lo formaban eran los que
vivieron después de Su venida. Porque al final de cada Iglesia se
verifica un Ultimo Juicio y entonces es abolido el «primer cielo» y
otro nuevo es creado, o sea, formado. La causa es que desde el prin-
cipio hasta el final de la Iglesia son tolerados todos los que llevaron
una vida de moralidad externa y profesaron piedad y santidad ex-
ternas, careciendo sin embargo de la interna; pudiendo por ello, en
lo que respecta a su pensamiento y voluntad interiores, ser manteni-
dos dentro de los límites de la Iglesia solo por las leyes civiles y
morales. Mas en el final de la Iglesia se descubren las cosas interiores
y entonces se verifica el Juicio. De esta manera se ha verificado un
Último Juicio sobre los habitantes de esta tierra dos veces antes y
ahora por tercera vez, y así también dos veces antes desaparecieron
el «primer cielo» y la «primera tierra», y se crearon un nuevo cielo y
una nueva tierra; porque «el cielo» y «la tierra» son la Iglesia en el
cielo y la tierra ...
73. El estado del mundo después del Juicio será exactamente
como antes; porque aquel gran cambio que se verificará en el mun-
do espiritual no introduce cambio alguno en el mundo natural en
cuanto a su forma y vida externa; por lo que la vida social y civil
continuará como antes; habrá paz, hostilidad y guerras como antes,
y en general continuarán como antes las cosas y circunstancias pro-
pias de las sociedades humanas. Lo que el Señor dijo de que al final
de los tiempos sobrevendrán guerras, se levantarán gentes contra
gentes y reinos contra reinos, y habrá hambres, pestilencias y terre-
motos en algunas partes, no significa que tales cosas sucederán en el
mundo natural, sino que se corresponden con el mundo espiritual.
Porque la Palabra en sus profecías no trata de los reinos de la tierra,
ni de las gentes que viven en ellos, por consiguiente tampoco de sus
guerras, así como tampoco trata de las hambres, pestilencias, y te-
rremotos de la tierra, sino de las cosas espirituales con las que se
corresponden, estando dichas correspondencias explicadas en los
Arcanos celestes. Mas el estado de la Iglesia no será como el de
antes. En cuanto a su apariencia externa, será ciertamente parecido,
pero en cuanto a las cosas interiores será diferente. En cuanto a lo
externo habrá varias Iglesias, o sea, la Iglesia estará dividida como
hasta ahora y cada una predicará y enseñará sus respectivas doctri-
nas como antes. Lo mismo en lo que respecta a la religiosidad de los
gentiles. Mas el hombre de Iglesia gozará desde ahora de libertad
para pensar sobre las cosas de la fe, o sea, sobre las cosas espiritua-
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
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LA NUEVA JERUSALÉN Y SU DOCTRINA CELESTE*
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EL BAUTISMO
LA SANTA CENA
210. La Santa Cena ha sido instituida por el Señor a fin de que por
ella la Iglesia se conjuntara con el cielo, y así con el Señor; es, pues,
la cosa más santa del culto.
211. Pero los que no saben nada del sentido interno o espiritual
de la Palabra no comprenden cómo, por la Santa Cena, se realiza la
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LA NUEVA JERUSALÉN Y SU DOCTRINA CELESTE
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EL CABALLO BLANCO*
Esta obra, que hace referencia a Ap 19, 11 ss., insiste sobre cuestio-
nes abordadas en Arcanos celestes; en concreto se refiere al sentido
espiritual de las Escrituras, tema que, como vemos, tiene una enor-
me inportancia para Swedenborg. Todas estas continuas reiteracio-
nes muestran el carácter puntilloso y exhaustivo de su autor. Pero
también la importancia que concede a la escatología como experien-
cia del alma y a la pneumatología; y todo ello, una vez más, ligado
a la interpretación. En este opúsculo sucede además algo muy inte-
resante: Swedenborg nos da la clave de su hermenéutica, el caballo
blanco, pero para descubrir esa clave ha de utilizarse esa misma cla-
ve. Lo que se explica es aquello que explica, el caballo blanco. Swe-
denborg explica la imagen caballo blanco que a su vez explica la
verdad profunda de todo el texto. El sentido espiritual descubre el
sentido espiritual. Esto no es una tautología ni círculo vicioso; es
precisamente círculo hermenéutico, precomprensión esencial. En
Swedenborg se cumple plenamente aquello de La Biblia interpreta a
la Biblia.
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l. En Juan, el sentido espiritual e interior de la Palabra es descrito
así en el Apocalipsis: Entonces vi el cielo abierto, y he aquí un caba-
llo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con
justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego y había en
su cabeza muchas diademas; y tenía un Nombre escrito que sólo Él
conoce. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su Nombre
es: el Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finí-
simo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos ... Y en su ves-
tidura y en su muslo tiene escrito es nombre: Rey de Reyes y Señor
de Señores (Ap 19, 11-16). Lo que estas cosas encierran sólo se pue-
de saber por el sentido interior; es evidente que todas sin excepción
son representaciones y significaciones, a saber, el cielo abierto, el
Caballo Blanco, el que lo montaba juzgando y combatiendo con Jus-
ticia, sus ojos como llama de fuego, las muchas diademas sobre su
cabeza, el Nombre que ningún otro conoce, el vestido teñido de
sangre, los ejércitos celestiales que le siguen en caballos blancos, los
vestidos de finísimo lino banco y limpio, y el Nombre escrito sobre
su vestido y sobre su muslo. Abiertamente se le llama la Palabra, y se
afirma que la Palabra es el Señor, pues se dice: Su Nombre es el
Verbo de Dios, y después: Hay en su vestido y en su muslo un Nom-
bre escrito: Rey de Reyes y Señor de Señores. Según la interpretación
de cada palabra es evidente que la Escritura es descrita en referencia
al sentido espiritual o interior: el cielo abierto representa y significa
que el sentido interior de la Palabra está manifiesto en el cielo, y en
consecuencia en el mundo para los que el cielo está abierto. El caba-
llo blanco representa y significa la comprensión interior de la Pa-
labra; que el caballo blanco tiene este significado se verá a conti-
nuación. El que cabalga es el Señor como Palabra; esto es evidente,
pues se dice: Su Nombre es el Verbo de Dios. Es llamado Fiel y el
que juzga con justicia, según el bien, y es llamado Verdadero y el que
combate con justicia, según la verdad, pues el Señor mismo es la
Justicia. Sus ojos como una llama de fuego significa la divina Verdad
según el divino Bien de su divino Amor. Sobre su cabeza muchas
diademas significa los bienes y las verdades de fe. Tener un Nombre
escrito que sólo Él conoce significa que sólo Él, y a quien Él lo reve-
la, es capaz de ver el sentido interior de la palabra. Cubierto con un
233
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
234
EL CABALLO BLANCO
herente con ella misma, y a veces parece contradecirse. Y por eso los
que no han sido iluminados la explican y la invierten de tal manera
que confirman con ella cualquier suerte de opinión y herejía, y justi-
fican todo tipo de amor mundano y corporal. Están iluminados se-
gún la Palabra aquellos que la leen según el amor de la verdad y del
bien, pero no los que la leen según el amor de la reputación, de la
ganancia, del honor y por tanto del amor propio. Están iluminados
los que pertenecen al bien de la vida y en consecuencia a la afección
de la verdad. Están iluminados aquellos cuya interioridad ha sido
abierta, por consecuencia los que pueden ser elevados en la luz del
cielo en lo que hace referencia a su hombre interior. La iluminación
es una abertura actual de las interioridades pertenecientes alomen-
tal, y también una elevación a la luz celestial. La Santidad influye en
la interioridad, es decir, el Señor en el interior, en aquellos que con-
sideran la Palabra como santa; y esto incluso entre los ignorantes.
Los que son conducidos por el Señor aman la verdad porque es la
verdad, y estos mismos son los que desean también vivir según las
divinas Verdades. La Palabra vivifica entre los hombres según la vida
de su amor y de su fe. Las cosas que vienen de la propia inteligencia
de uno no poseen la vida en ellas mismas, porque ningún bien pro-
cede de lo propio del hombre. Los que se han confirmado en una
Doctrina falsa no pueden ser iluminados 1•
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DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN
SOBRE LA SAGRADA ESCRITURA*
236
6. Del Señor proceden, uno detrás de otro, lo celeste, lo espiritual y
lo natural. Se llama celeste a lo que procede de su divino Amor, el
divino Bien; se llama espiritual a lo que procede de su divina Sabidu-
ría, la divina Verdad; lo natural procede de lo uno y de lo otro y los
contiene en el último grado. Los ángeles del reino celeste del Señor,
que componen el Tercer cielo o cielo Supremo, moran en lo divino
que procede del Señor y que es llamado celeste, pues permanecen
por el Señor en el bien del amor. Los ángeles del reino espiritual del
Señor, que componen el Segundo Cielo o Cielo Medio, moran en lo
divino que procede del Señor y que es llamado espiritual, pues per-
manecen por el Señor en las verdades de la sabiduría. Pero los hom-
bres de la Iglesia en el mundo moran en lo divino natural, que tam-
bién procede del Señor. Se sigue de aquí que lo divino, procediendo
del Señor hasta las últimas cosas, desciende a través de tres grados,
que se llaman celeste, espiritual y natural. Lo divino, que descien-
de del Señor hasta los hombres, desciende por esos tres grados, y
cuando ha descendido contiene los tres grados: todo lo divino pro-
cede de esa manera; por lo que cuando se encuentra en su último
grado, está en su plenitud. Así es la Palabra. En su último sentido, es
natural; en su sentido interior, es espiritual; en su sentido íntimo, es
celeste; y en cada sentido es divina. Que así es la Palabra es algo que
no aparece en su sentido literal, que es el natural; por esta razón el
hombre del mundo no sabía nada de los cielos hasta el presente, y en
consecuencia ignoraba los sentidos espiritual y celeste, y por consi-
guiente la diferencia entre ellos y el natural.
20.IV. El sentido espiritual de la Palabra ha sido ignorado hasta
ahora. Que todas y cada una de las cosas que están en la naturaleza
se corresponden con las cosas espirituales, y que sucede lo mismo
con todas y cada una de las cosas que pertenecen al cuerpo humano,
es lo que se ha mostrado en el tratado El cielo y el infierno. Pero
¿qué es la correspondencia? Hasta ahora se ha ignorado; sin embar-
go, entre los Antiquísimos era conocida, pues para los que vivían
entonces la Ciencia de las Correspondencias era la ciencia de las
ciencias, y tan universal que todos sus códigos y todos sus libros
fueron escritos por correspondencias. El Libro de Job, que es un
libro de los Antiguos, está lleno de correspondencias. Los jeroglífi-
cos de los egipcios y las ficciones fabulosas de la Antigüedad también
fueron lo mismo; todas las Iglesias antiguas fueron Iglesias represen-
237
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
tativas de las cosas celestiales; sus ritos y su estatutos, sobre los que
se había constituido su culto, consistían en puras correspondencias;
de la misma manera todas las cosas de la Iglesia entre los hijos de
Jacob; los holocaustos y los sacrificios, con todo lo que se relaciona-
ba con ellos, eran correspondencias; paralelamente el Tabernáculo
con todo lo que encerraba; después también sus fiestas, como la fies-
ta de los Ácimos, la fiesta de los Tabernáculos y la fiesta de las Primi-
cias; lo mismo el sacerdocio de Aarón y de los levitas, y también los
vestidos de santidad de Aarón y sus hijos; más todavía, todos los
estatutos y sentencias que concernían a su culto y a su vida. Así,
pues, como en el mundo lo divino se manifiesta mediante las corres-
pondencias, por eso la Palabra ha sido escrita con puras correspon-
dencias; debido a ello el Señor, que hablaba en tanto que Divinidad,
habló por correspondencias, pues lo que viene de lo divino se en-
cuentra en la naturaleza en las cosas que corresponden a lo divino, y
entonces encierran en ellas mismas las cosas divinas llamadas celes-
tiales y espirituales.
21. He sabido que los hombres de la Iglesia antiquísima, ante-
rior al diluvio, eran de un carácter tan celeste que hablaban con los
ángeles del cielo, y que podían hablar con ellos por las correspon-
dencias; por eso el estado de su sabiduría llegó a ser tal que todo lo
que veían sobre la tierra lo pensaban no solo de manera natural,
sino al mismo tiempo también de manera espiritual, en consecuen-
cia conjuntamente con los ángeles. Es más, he sabido que Henoc,
del que se habla en el Génesis, y sus coetáneos recogieron de las
propias bocas de los ángeles las correspondencias y transmitieron a
la posteridad la ciencia, por lo que la ciencia de las corresponden-
cias fue no solamente conocida, sino también cultivada en un gran
número de reinos de Asia, sobre todo en la tierra de Canaán, en
Egipto, Caldea, Siria, Arabia, Tiro, Sidón, Nínive, y desde las costas
fue trasladada a Grecia; pero allí se transformó en relatos fabulo-
sos, como se ve por los escritos de los más antiguos escritores de
esta región.
22. Pero cuando las representaciones de la Iglesia, que eran las
correspondencias, se convirtieron con el tiempo en idolatría y en
magia, esta ciencia según la divina Providencia del Señor, cayó suce-
sivamente en el olvido y desapareció en la nación israelita y en la
judía, y se perdió completamente. En verdad, el culto de aquella
nación consistía en puras correspondencias, y en consecuencia era
representativo de cosas celestes; pero sin embargo los Israelitas y los
Judíos no sabían lo que este culto significaba, pues eran hombres
puramente naturales y por tanto ni querían ni podían saber nada de
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DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN SOBRE LA SAGRADA ESCRITURA
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
1. Una vez más aparecen las relaciones tan estrechas que existen para Swedenborg
entre sentidos bíblicos y eclesiología, así como la coherente imbricación de los tres senti-
dos con todas las demás categorías ontológicas.
Es interesante apreciar que, contra lo que habitualmente se dice, el trinitarismo
ocupa un lugar importantísimo en el esquema filosófico y teológico de Swedenborg.
Y, por otro lado, vemos también la permanencia de la influencia aristotélica.
240
DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN SOBRE EL SEÑOR*
Este texto pertenece a la serie de cuatro libros a los que nos refería-
mos anteriormente. Parece ser que estas cuatro obras formaban par-
te de un Apocalipsis explicado que Swedenborg nunca llegó a publi-
car, pero del que sacó mucho material que con posterioridad iría
editando, como hemos dicho anteriormente. Seleccionamos unas pá-
ginas que corresponden a la doctrina de la Trinidad, uno de los pro-
blemas teológicos que más preocuparon a Swedenborg. De hecho en
el Apocalipsis explicado Swedenborg ya abordó el tema trinitario
escribiendo un tratado sobre el Símbolo Atanasiano, que se editó
separadamente en 1840. El texto que aquí entresacamos proviene
indudablemente de la redacción de 1759.
El libro que salió a la luz en 1840 (y en posteriores ediciones
mejoradas en 1848 y 1953) con el título de De Athanasii Symbolo
en realidad está compuesto por una serie de fragmentos a modo de
anotaciones y borradores. Pero muestra el alcance del problema de
la definición trinitaria en Swedenborg y sus intentos por conciliar
Trinidad y Unidad en el escrito atanasiano, para lo que acuña térmi-
nos como Trinitas, Trinum o Triunum.
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LA DOCTRINA DE LA FE ATANASIANA CONCUERDA
CON LA VERDAD, CON TAL QUE POR LA TRINIDAD DE PERSONAS
SE ENTIENDA LA TRINIDAD DE LA PERSONA,
QUE ESTÁ EN EL SEÑOR
55. Si los cristianos han reconocido tres Personas divinas, y por tan-
to tres dioses, es porque hay en el Señor una Tríada de atributos, de
modo que a uno se le llama Padre, al otro Hijo y al tercero Espíritu
Santo, y también porque esta Tríada es distintamente nombrada en
la Escritura, de la misma manera que el alma, el cuerpo y lo que
procede de uno y otro son nombrados distintamente, aunque sean
una sola cosa. Así es la Palabra en sentido literal, que distingue como
varias las cosas que son una; de aquí viene que Yahvé, Señor desde
toda la eternidad, haya sido llamado tanto Yahvé, como Yahvé Se-
baot, como Dios, como Señor, y al mismo tiempo Creador, Salva-
dor, Redentor y Formador, e incluso Sadai; y que su Humanidad,
que tomó en el mundo, sea llamada Jesús, Cristo, Mesías, Hijo de
Dios, Hijo del Hombre, y en el Antiguo Testamento, Dios, Santo de
Israel, Ungido de Yahvé, Rey, Príncipe, Consejero, Ángel, David.
Así, pues, como la Escritura en sentido literal es de tal manera que
designa con varios nombres lo que es una sola cosa, por eso los cris-
tianos, que al principio eran hombres simples y entendían toda la
Escritura según el sentido literal, distinguieron tres Personas en la
Divinidad; esto les fue permitido a causa de su simplicidad, a condi-
ción de que creyeran también que el Hijo era infinito, increado, to-
dopoderoso, Dios y Señor, absolutamente igual al Padre; y que por
otro lado creyeran también que no son dos o tres, sino que son uno
en esencia, en majestad y en gloria, así como en divinidad. Los que
creen estas cosas con simplicidad, según la Doctrina, y no mantienen
la idea de tres dioses, sino que tres son uno, aprenden después de la
muerte por medio de los ángeles que el Señor es uno y trino. Todos
los que llegan al cielo reciben esta verdad, pues nadie puede ser ad-
mitido en el cielo si piensa en tres dioses, aunque la boca afirme que
solo hay uno: en efecto, la vida del cielo entero y la sabiduría de
todos los ángeles están fundadas en el reconocimiento y en la confe-
sión de un solo Dios, y sobre la fe en que este Dios único es también
hombre y que el Señor es a la vez Dios y Hombre. Según esto, es
evidente que fue por permiso divino por lo que los cristianos, en el
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DOCTRINA DE LA NUEVA JERUSALÉN SOBRE EL SEÑOR
243
OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
parece saber Swedenborg), por más que sí recoge el espíritu del concilio de Nicea (325)
en el que intervino san Atanasia, y por supuesto el pensamiento teológico del propio san
Atanasia. El texto en cuestión es posterior -probablemente del siglo v- y ha sido atri-
buido a muchos autores, entre ellos a san Ambrosio (por cierto, otros lo consideran de
origen español). Swedenborg cita in extenso todo el Quicumque en el parágrafo 56, por
lo que hemos considerado oportuno omitirlo. Se le podrá encontrar traducido en E.
Denzinger, El magistrerio de la Iglesia, Herder, Barcelona, 1955.
2. Es muy interesante la interpretación que hace aquí Swedenborg del Símbolo
Atanasiano, tratando de amoldarlo a su propia idea de la Trinidad y mostrando una
actitud muy comprensiva hacia la teología del Símbolo. Lo que parece dar a entender
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LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE EL DIVINO AMOR
Y LA DIVINA SABIDURÍA*
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7. Lo Divino no está en el espacio, aunque sea omnipresente en el
hombre del mundo, en el ángel del cielo y en el espíritu bajo el cielo.
Esto puede ser comprendido mediante la idea espiritual, pero no
mediante la idea puramente natural, porque en esta última existe la
idea de espacio. En efecto, esta se ha formado según las cosas que
están en el mundo, y el espacio se encuentra en todas y en cada una
de las cosas que son vistas por los ojos. Todo lo que es grande, pe-
queño, ancho, largo y alto, en una palabra, toda medida, figura y
forma pertenecen al espacio. Así, por la idea puramente natural no
se puede captar que lo Divino no está en el espacio cuando se dice
que Él se halla por todas partes. Sin embargo, el hombre puede cap-
tarlo a través del pensamiento natural por poco que este se encuen-
tre provisto de luz espiritual. Por tal razón, se tratará primero acerca
de la idea espiritual y después del pensamiento que se deduce de
ella. La idea espiritual no extrae nada del espacio, sino del estado. El
estado depende del amor, de la vida, de la sabiduría, de las afeccio-
nes, de las alegrías que provienen de todo ello; en general, depende
del bien y de la verdad. La idea verdaderamente espiritual sobre
estas cosas no tiene nada en común con el espacio, pues está por
encima y contempla la idea del espacio por debajo suya como el
cielo contempla la tierra. Puesto que los ángeles y los espíritus ven
por los ojos como los hombres en el mundo, y como los objetos solo
pueden ser vistos en el espacio, se sigue que en el mundo espiritual
donde están los espíritus y los ángeles aparecen espacios semejantes
a los espacios de la tierra. Sin embargo, no son espacios sino apa-
riencias de espacios, pues no están ni fijos ni determinados como los
de la tierra. En efecto, pueden ser alargados, estrechados, cambia-
dos y variados. De esta manera, no pueden estar determinados por
la medida ni ser captados por ninguna idea natural, sino solamente
por la idea espiritual. Aquí, por tanto, las distancias del espacio son
las distancias del bien y de la verdad, las afinidades y semejanzas en
relación con los estados del bien y de la verdad 1•
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LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA SABIDURÍA
reino vegetal y las materias del reino mineral. Es evidente que aque-
llos que ignoran estos grados no pueden por su propio juicio ver las
causas según los efectos, sino que solo ven los efectos y consideran
las causas a través de ellos, lo cual se hace a menudo por una induc-
ción continua de efectos; sin embargo, las causas producen los efec-
tos no por continuidad sino por discreción; pues una cosa es la
causa y otra distinta el efecto; y la diferencia entre ambos es como
la que existe entre lo anterior y lo posterior, o entre lo que forma y
lo que es formado.
190. Todas las cosas que existen en el mundo, a las que se
aplican las. tres dimensiones y se les llama compuestas, consisten en
grados de altura o discretos. Dos ejemplos van a ilustrar este tema:
se sabe según la experiencia ocular que cada músculo del cuerpo
humano consiste en fibras muy pequeñas, y que estas, compuestas
en fascículos, presentan fibras más grandes, que son llamadas mo-
trices, y que el agrupamiento de estas fibras motrices forma un com-
puesto llamado músculo. Sucede lo mismo en los nervios; en los
nervios, de las fibras muy pequeñas se forman las más grandes, que
se presentan como filamentos, y la reunión de estos últimos forma
el nervio. Sucede lo mismo con todos los conjuntos, fascículos y
reuniones que componen los órganos y las vísceras, pues estos son
agrupamientos de fibras y fascículos diversamente reunidos según
grados semejantes. Ocurre lo mismo con todas las cosas del reino
vegetal y con las del reino mineral, en lo general y en lo particular.
En los árboles existen conjuntos de filamentos en un orden triple;
en los metales y piedras están los agrupamientos de las partes tam-
bién en un orden triple. Se puede así ver claramente cuáles son los
grados discretos, a saber, que de una cosa viene otra y que de ésta
una tercera, que se llama un compuesto, y que cada grado es supe-
rado por otro grado.
202. En el mundo espiritual hay tres cielos dispuestos en orden
según los grados de altura. En el cielo supremo los ángeles sobrepa-
san en perfección a los ángeles que están en el cielo medio, y en el
cielo medio los ángeles sobrepasan en perfección a los ángeles del
cielo inferior. Los grados de perfección son tales que los ángeles
del cielo inferior no pueden subir hasta el primer umbral de perfec-
ción de los ángeles del cielo medio, ni estos hasta el primer umbral
de perfección de los ángeles del cielo supremo. Sucede así porque
los ángeles han sido asociados según los grados discretos y no según
los grados continuos. Me ha sido dado conocer por experiencia que
la diferencia de las afecciones y de los pensamientos, y en conse-
cuencia del lenguaje, entre los ángeles de los cielos superiores y los
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3. Pudiera parecer paradójico que un libro sobre la sabiduría angélica acabe con
una descripción de la formación del feto. Pero para el lector que haya captado la médula
del pensamiento de Swedenborg no habrá tal paradoja; en realidad nada más consecuen-
te, pues la sabiduría de los ángeles sobre el Divino Amor y la Divina Sabiduría no es algo
tan solo propio de alturas celestiales o de profundidades esotéricas, sino que abarca todo
el proceso del espíritu en camino hacia su realización plena y total; en pocas palabras, es
el proceso por el que el hombre se hace hombre al cumplir todas sus potencialidades,
desde el embrión hasta el ángel: terminus a qua y terminus ad quem de la constitución,
determinación y formalización de la persona humana.
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LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE EL DIVINO AMOR
Y LA DIVINA PROVIDENCIA*
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3.1. El universo, con todas y cada una de las cosas que encierra, ha
sido creado del divino Amor por la divina Sabiduría. Se ha mostrado
en el tratado sobre el divino Amor y la divina Sabiduría que el Señor
de toda la eternidad, que es Yahvé, en cuanto a la esencia es el divino
Amor y la divina Sabiduría, y que ha creado de sí el universo con
todas y cada una de las cosas que encierra; de donde resulta que el
universo ha sido creado del divino Amor por la divina Sabiduría. Se
ha mostrado en esa obra que el amor sin la sabiduría no puede hacer
nada, ni la sabiduría sin el amor; pues el amor sin la sabiduría, o la
voluntad sin el entendimiento no pueden pensar nada, ni ver ni pro-
nunciar nada; por lo que tampoco el amor sin la sabiduría, o la vo-
luntad sin el entendimiento pueden hacer nada; lo mismo la sabidu-
ría sin el amor, o el entendimiento sin la voluntad pueden pensar, ni
ver, ni sentir, ni incluso pronunciar nada; por lo que la sabiduría sin
el amor, o el entendimiento sin la voluntad no pueden hacer nada;
pues si el amor es eliminado no queda ningún querer, ni en conse-
cuencia ninguna acción. Puesto que todo esto existe en el hombre
cuando hace alguna cosa, con más razón existe en Dios, que es el
amor mismo y la sabiduría misma, cuando ha creado y formado el
universo y todo lo que encierra; que el universo ha sido creado del
divino Amor por la divina Sabiduría se puede comprobar por todo lo
que está manifestado a la vista en el mundo. Tornad solamente un
objeto en particular, examinadlo con algo de sabiduría, lo confirma-
réis: tomad un árbol, o una semilla, o su fruto, o su flor, o su hoja;
recogedlo con vuestra sabiduría, mirad el objeto con un microscopio
y veréis maravillas; pero las cosas interiores que no descubráis son
todavía más admirables. Considerad el orden en su sucesión, cómo
de una semilla plantada crece un árbol hasta una nueva semilla, y ved
si no hay en toda esta progresión una continua tendencia a propa-
garse siempre; pues el último punto al que tiende es la semilla en la
que existe de nuevo una virtud prolífica. Si pensais espiritualmente,
lo podéis ver; facaso no veis la sabiduría? Y si todavía pensáis más
espiritualmente, tanto como sea posible, descubriréis que esa virtud
no viene de la semilla, ni del sol del mundo que es puro fuego, sino
que está en esa semilla a causa de Dios creador, que es la Sabiduría
infinita; que esa virtud no solo estaba en la semilla cuando fue crea-
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LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA
guno de ellos sino del Señor, y que no hay nadie que pueda nom-
brar al Señor o pronunciar los nombres de Jesús y de Cristo si no es
por el Señor mismo. De aquí se sigue que el Infinito y Eterno, que
es una misma cosa que lo Divino, considera a toda la realidad de
una manera infinita en las cosas finitas, y se conjunta con ellas se-
gún su grado de recepción de la sabiduría y del amor. En una pala-
bra, el Señor no puede tener una morada y habitar en el hombre y
en el ángel, sino en lo que le es propio y no en lo propio de ellos,
pues lo propiamente 2 suyo es el mal; aun cuando fuera el bien, sería
sin embargo finito: pues lo finito en sí y por sí no puede contener lo
infinito. Según esto, es evidente que nunca lo finito puede conside-
rar lo infinito; pero es posible que lo infinito en sí considere lo
infinito por sí en las cosas finitas.
54. Parece que el infinito no puede estar conjuntado con lo fini-
to porque no hay relación entre el infinito y lo finito, y porque lo
finito no puede contener lo infinito; sin embargo la conjunción exis-
te, tanto porque lo infinito ha creado de sí mismo todas las cosas,
como porque lo infinito en las cosas finitas tiene que ser considera-
do como lo infinito por sí, y pueden aparecer en las cosas finitas
como si estuviera en ellas. Así existe una relación entre lo infinito y
lo finito, no por lo finito sino por lo infinito en lo finito; y de esta
manera lo finito puede contener lo infinito, no lo finito en sí sino
como si fuera en sí, por medio de lo infinito en sí en lo finito.
115. Los que separan la fe de la caridad y se apoyan en este
pasaje de Pablo a los Romanos: que el hombre es justificado por la
fe en las obras de la ley (3,28), adoran este pasaje como los que
adoran al sol y llegan a ser como los que fijan sus ojos en el sol que,
siendo cegados por su resplandor, no perciben nada en medio de la
luz; pues no ven lo que es necesario entender en ese pasaje por las
obras de la ley; no se dan cuenta de que estas son las ceremonias
descritas por Moisés en sus libros, y que en todas las partes se les
llama la Ley, pero que no son los preceptos del Decálogo. Tan es así
que, para que no se las tome como los preceptos del Decálogo,
Pablo lo explica claramente diciendo: Pues qué ¿que por la fe aboli-
mos la ley? iDios no lo quiera! Por el contrario, establecemos la ley
(V, 31). Los que después de estas palabras se afirman en la fe sepa-
rada, fijando su mirada sobre este pasaje como sobre el sol foo ven
que cuando se enumeran las leyes de la fe, estas son las obras mis-
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LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA
a sus maldades después del culto, profana las verdades y los bienes
del culto; así, pues, la suerte de los profanadores después de la muer-
te es la más desgraciada: son aquellos designados por las palabras
del Señor, en Mt 13,43-45, donde el último estado es peor que el
primero. Es más, si los milagros se realizaran ante aquellos que no
creen en los milagros relatados en la Santa Escritura, sería necesario
que se realizasen continuamente y ante su vista.
138.IV. Nadie es reformado en los estados en los que no existen
ni la razón ni la libertad. Se ha mostrado más arriba que solo es
apropiado para el hombre lo que hace en libertad según la razón; y
he aquí por qué: la libertad pertenece a la voluntad y la razón al
entendimiento; y cuando el hombre actúa en libertad según la ra-
zón, actúa también según su voluntad por su entendimiento, y lo
que se opera en la conjunción de una y otro le es apropiado. Así,
pues, dado que el Señor quiere que el hombre sea reformado y rege-
nerado a fin de que la vida eterna, o la vida del cielo, esté en él, y que
nadie pueda ser reformado o regenerado a menos que el Bien sea
apropiado a su voluntad para estar en él, y a menos que la Verdad
sea apropiada a su entendimiento para también estar en él; en fin,
porque solamente puede ser apropiado a alguien lo que es hecho en
la libertad de la voluntad según la razón del entendimiento, se sigue
que nadie es reformado en los estados en los que la libertad y la
razón no existen. Hay varios estados en los que la libertad y la razón
no existen; pero en general se relacionan con los estados de temor,
de infortunio, de enfermedad del alma, de enfermedad del cuerpo,
de ignorancia y de ceguera del entendimiento. Diré algunas cosas
sobre cada uno de estos estados en particular.
139. Nadie es reformado en el estado de temor porque el temor
quita el libre arbitrio y la razón, o la libertad y la racionalidad; pues
el amor abre la interioridad del espíritu, pero el temor la cierra; y
cuando está cerrada, el hombre piensa pocas cosas; no piensa enton-
ces en lo que se presenta a su alma y a sus sentidos: así son todos los
temores que se apoderan del alma. Se ha visto más arriba que hay en
el hombre un interior y un exterior del pensamiento. El temor no
puede nunca apoderarse del interior del pensamiento: lo interior
está siempre en libertad, porque se encuentra en el amor de su vida;
pero el temor puede apoderarse de lo externo del pensamiento; y
cuando eso sucede lo interior del pensamiento se cierra, y desde el
momento en que se cierra el hombre no puede actuar en libertad
según su razón; por tanto, nunca puede ser reformado ...
141. Nadie es reformado en el estado de enfermedad del alma
porque toda enfermedad del alma quita la racionalidad, y en conse-
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LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA
entra con las afecciones del amor al prójimo; abre las ventanas de su
techo, y después las ventanas de sus lados, y muestra al hombre que
hay un cielo, que hay una vida después de la muerte y una felicidad
eterna: por la luz espiritual y por el amor espiritual que fluyen en-
tonces a la vez, le hace reconocer que Dios gobierna todas las cosas
por su divina Providencia.
234. No hay leyes de permisión existentes por sí mismas, o dis-
tintas de las leyes de la divina Providencia; son las mismas. Por esto,
cuando digo que Dios permite, no pretendo hacer entender que Él
quiere, sino que no puede impedir a causa del fin, que es la salva-
ción. Todo lo que se hace por este fin es según las leyes de la divina
Providencia; pues, como dije ya, la divina Providencia marcha ince-
santemente en sentido opuesto y contrario a la voluntad del hom-
bre, tendiendo continuamente a su fin. Por esto, en cada momento
de su operación, o en cada paso de su marcha, cuando apercibe que
el hombre se aparte de ese fin, Ella lo dirige y lo dispone según sus
leyes, lo aparta del mal y lo conduce al bien. Se verá a continuación
que esto solo puede suceder con la permisión del mal. Por otro lado,
todo es permitido por un motivo: así, pues, ese motivo solo puede
encontrarse en alguna ley de la divina Providencia, y esta ley enseña
por qué es permitida cada cosa.
275. Si el hombre naciera en el amor en el que ha sido creado,
no caería en ningún mal; incluso no sabría lo que es el mal; pues el
que no ha caído nunca en el mal, y por tanto no está en el mal, no
sabe lo que es el mal. Si se le dijera que tal o tal cosa son el mal, no
lo creería. Ese estado es el estado de inocencia en el que han sido
creados Adán y Eva: la desnudez de la que no se ruborizaban signi-
fica ese estado: el conocimiento del mal después de la caída es de-
signado por la acción de comer del árbol de la ciencia del bien y del
mal. El amor en el que el hombre ha sido creado es el amor al
prójimo, a fin de que lo ame como a sí mismo, y todavía más, a fin
de que disfrute de su amor cuando hace el bien al prójimo, casi
tanto como un padre con respecto a sus hijos. Ese amor es verdade-
ramente humano; pues en él se halla lo espiritual, por lo que se
distingue del amor natural, que es propio de los animales. Si el
hombre naciera en ese amor, no nacería en la oscuridad de la igno-
rancia, como nace ahora todo hombre; sino que nacería en una
cierta luz de ciencia y por tanto de inteligencia, a la que llegaría en
poco tiempo.
322. La sana razón dicta que todos los hombres están predesti-
nados para el cielo y nadie está predestinado para el infierno. En
efecto, todos han nacido hombres y por tanto tienen la imagen de
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LA SABIDURÍA DE LOS ÁNGELES SOBRE LA DIVINA PROVIDENCIA
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APOCALIPSIS REVELADO*
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Pre(acio del autor
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DELICIAS DEL AMOR CONYUGAL*
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35. Cada uno tiene su amor, o un amor distinto de otro amor; esto
se puede comprobar por la variedad infinita de rostros que llevan las
huellas de los amores. Se sabe, en efecto, que los rostros varían y
cambian según las afecciones de los amores. Los deseos que pertene-
cen al amor, por lo tanto, sus alegrías y dolores, se manifiestan tam-
bién en los rostros. Es, pues, evidente que el hombre es su amor e
incluso la forma de su amor. Es preciso que se sepa que el hombre
interior, que es lo mismo que su espíritu que vive después de la muer-
te, es la forma de su amor, y no el hombre exterior en el mundo,
porque este desde la infancia ha aprendido a ocultar los deseos de su
amor, e incluso a fingir y a mostrar otros deseos que no son los suyos.
3 6. El amor de cada uno permanece después de la muerte, por-
que el amor es la vida del hombre y en consecuencia es el hombre
mismo. El hombre es también su pensamiento, por tanto, su inteli-
gencia y su sabiduría, pero estas forman una unidad con su amor, pues
el hombre piensa a través de su amor y según su amor, y habla y actúa
de la misma manera si es libre. Se sigue de aquí que el amor es el ser
o la esencia de la vida del hombre y que el pensamiento es el existir
o la existencia de su vida según el ser o la esencia. Por esto el lenguaje
y la acción que derivan del pensamiento, lo hacen no del pensamien-
to sino del amor a través del pensamiento. Por muchas experiencias
me ha sido dado saber que el hombre después de la muerte no es su
pensamiento, sino su afección y después su pensamiento, o su amor
y después su inteligencia. El hombre después de la muerte se despoja
de todo lo que no concuerda con su amor, e incluso progresivamente
adquiere el rostro, el sonido de la voz, el lenguaje, los gestos y las
costumbres del amor que él mismo ha tenido durante su vida. En
consecuencia, el cielo entero ha sido puesto en orden según todas las
variedades de las afecciones del amor del bien, y el infierno entero ha
sido ordenado según las afecciones del amor del mal.
3 7. El amor del sexo permanece en cada uno después de la muer-
te; y el amor conyugal en aquellos que van al cielo, es decir, en
aquellos que en la tierra se convierten en espirituales. El amor del
sexo permanece en el hombre después de la muerte, pues como lo
masculino es masculino y lo femenino es femenino hasta en los más
pequeños detalles, y como han recibido por la creación una afinidad
para la conjunción hasta en las cosas más pequeñas, afinidad que
conservan perpetuamente, resulta entonces que lo masculino desea
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y la sabiduría, porque la luz espiritual que procede del sol del mun-
do espiritual, sol que en su esencia es el amor, es la misma cosa que
la inteligencia y la sabiduría, o una unidad de ellas. Por el calor en el
que se elevan las mujeres se entiende el amor conyugal, porque el
calor espiritual, que procede del sol del mundo espiritual, en su esen-
cia es el amor, y en las mujeres el calor es el amor conjuntándose con
la inteligencia y la sabiduría de los hombres ...
200.XV. En el matrimonio donde existe el amor verdaderamen-
tre conyugal, la esposa se convierte cada vez más y más en esposa, y
el esposo cada vez más y más en esposo. El amor conyugal conjunta
cada vez más y más a los dos en un solo ser. Así como la esposa llega
a ser esposa por la conjunción del marido y a través de esa conjun-
ción, así también sucede lo mismo con el marido respecto a la espo-
sa; y como el amor verdaderamente conyugal dura eternamente, se
sigue que la esposa llega a ser más y más esposa, y el esposo más y
más esposo. Sucede así porque en el amor verdaderamente conyugal
cada uno llega a ser más y más hombre interior, pues ese amor abre
las interioridades de su mente, y por esa apertura el hombre llega a
ser más y más hombre. Llegar a ser más hombre es para la esposa
llegar a ser más esposa, y para el esposo llegar a ser más esposo. He
escuchado decir a los ángeles que la esposa se convierte en más espo-
sa en la medida en que el esposo se convierte en más esposo. Pero a
la inversa sucede raramente, por no decir nunca, porque no suele
acaecer que una esposa casta no ame a su esposo, y sin embargo no
pasa lo mismo con el esposo, porque no se eleva a la sabiduría que
solamente la recibe el amor de la esposa.
201.XVI. Así sus formas sucesivamente se perfeccionan y se en-
noblecen en el interior. Hay forma humana perfectísima y nobilísi-
ma cuando dos formas se convierten por matrimonio en una sola
forma, así como cuando dos carnes se convierten en una sola carne
para el fin de la creación. Entonces la mente del esposo es elevada en
una luz superior y la de la esposa en un calor superior, y crecen,
florecen y fructifican, como los árboles en primavera 1•
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LA COMUNICACIÓN ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO*
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l. Existen tres opiniones y creencias, o tres hipótesis, respecto a
la comunicación entre el alma y el cuerpo, o respecto al modo en
que la una actúa sobre el otro y en el modo en que ambos actúan
conjuntamente; la primera opinión es llamada influjo físico, la se-
gunda influjo espiritual, y la tercera armonía preestablecida. La pri-
mera hipótesis, el influjo físico, tiene su origen en las apariencias de
los sentidos y en las falacias que surgen de esta fuente. Parece como
si los objetos de la vista, que afectan a los ojos, fluyeran hasta el in-
terior del pensamiento y lo produjeran; de la misma manera el len-
guaje, que afecta a los oídos, parece fluir hasta el interior de lamen-
te y producir las ideas; y sería semejante con respecto al olfato, el
gusto y el tacto. Los órganos de los cinco sentidos recibirían por
contacto impresiones de los objetos de alrededor; y la mente parece
pensar y querer según las afecciones de esos órganos; observando
esto, los filósofos antiguos y los escolásticos concluyeron que hay un
influjo desde los órganos de los sentidos hasta el interior del alma, y
de aquí adoptaron la hipótesis del influjo físico o natural. La segun-
da hipótesis, la del influjo espiritual, llamada también influjo ocasio-
nal, tiene su origen en el orden y las leyes. El alma es una sustancia
espiritual y en consecuencia sutil, anterior e interior; pero el cuerpo
es material y en consecuencia grosero, posterior y exterior; y de
acuerdo con el orden lo que es más puro fluye en el interior de lo
que es más grosero, lo que es anterior en lo que es posterior, y lo que
es interior en lo que es más exterior; de la misma manera, lo que es
espiritual fluye en el interior de lo que es material, y no al contrario;
en consecuencia, en conformidad con el orden la mente, sede del
pensamiento, fluye hasta el interior de la visión conformándola con
el estado en el que se encuentran los ojos debido a los objetos que
hay ante ellos, estado que la mente ordena a su buen criterio; y de la
misma manera la mente como sede de la percepción fluye hasta el
interior de la audición, conformándola con el estado en que se en-
cuentran los oídos por el sonido del lenguaje. La tercera hipótesis, la
de la armonía preestablecida, se origina a partir de las apariencias y
falacias a las que está sometida la facultad racional. En la operación
misma, la mente actúa conjunta y simultáneamente con el cuerpo;
pero no obstante, cada operación es primero sucesiva y después si-
multánea. Ahora bien, la operación sucesiva es el influjo y la opera-
ción simultánea la armonía; lo cual sucede cuando la mente piensa y
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
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LA COMUNICACIÓN ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO
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LA COMUNICACIÓN ENTRE EL ALMA Y EL CUERPO
aquella otra según la cual la vida del alma fluye en el interior del
cuerpo, o la vida del cuerpo en el interior del alma, indiferentemen-
te, dado que conciben el influjo tanto espiritual como natural; cuan-
do sin embargo, es una verdad testificada en cada objeto de la crea-
ción el que una existencia posterior no actúa por sí misma, sino a
partir de la existencia anterior de la que procede; nada, pues, actúa
desde sí mismo, sino desde algo que existe con anterioridad; y por
tanto no hay ningún acto que no tenga comunicación con la Primera
Causa, que es Dios. Hay entonces una sola vida y no puede ser crea-
da, pero sí es capaz de manera eminente de fluir en el interior de
formas orgánicamente adaptadas a esa recepción: todos los objetos
en el universo creado, incluso los más pequeños, son tales formas. Es
una creencia de muchos que el alma es en sí misma una centella de
vida y por tanto el hombre, mientras vive por su alma, vive su propia
vida, en sí mismo, en consecuencia no por un influjo de la vida a
partir de Dios. Pero tales personas no pueden eludir la falacia de una
suerte de nudo gordiano en el que se enmarañan los juicios de sus
mentes, incluso hasta la locura en lo que respecta a las cosas espiri-
tuales: construyen un laberinto en el que la mente nunca puede, por
muchas pistas que la razón proporcione, hallar un camino y salir por
sí misma: por tanto aquellas personas caminan bajo cavernas, donde
permanecen en eternas tinieblas. De tal creencia proceden innume-
rables falacias, todas horribles; como la que Dios se ha transferido y
trasladado a sí mismo hasta el interior del hombre, por lo que cada
hombre sería una especie de deidad que vive por sí mismo; y haría el
bien y disfrutaría de la sabiduría por sí mismo; de la misma manera,
poseería fe y caridad por sí mismo, y las ejercitaría por sí mismo y no
por Dios; además de otros monstruosos sentimientos, como inducir
al infierno a los que, estando en el mundo, creen que la vida es natu-
ral o que producen la vida por su propia actividad: cuando miran
hacia el cielo, su luz se les aparece como puras tinieblas. Hace algún
tiempo escuché una voz del cielo que decía que si en el hombre una
chispa de vida fuera propiamente suya y no de Dios en él, entonces
nada celeste pertenecería a aquel, ni tampoco nada de la Iglesia y en
consecuencia nada de la vida eterna 1•
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LA VERDADERA RELIGIÓN CRISTIANA*
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18. El Ser divino, que es Yahvé. Primero trataremos del Ser divino y
después de la divina Esencia. Parece que son una misma cosa, pero
hay una distinción porque el Ser es más universal que la Esencia,
mientras que la Esencia presupone el Ser. El Ser de Dios, o divino
Ser, es indescriptible ya que trasciende todas las ideas del pensa-
miento humano. Este sólo puede captar lo que es finito y creado. Lo
que es increado e infinito, como el Ser divino, es incomprensible. El
Ser divino es el Ser en Sí mismo, la fuente de todas las cosas y de
todo lo que puede llegar a existir. Pero algunos conocimientos acer-
ca del Ser divino pueden adquirirse a partir de las siguientes propo-
s1C10nes:
I. El Dios único es llamado Yahvé a causa de su Ser, esto es, del
hecho de que sólo Él es, ha sido y será, y porque Él es el Primero y el
Último, el Comienzo y el Fin, Alfa y Omega.
II. El único Dios es sustancia misma y forma misma, y los ángeles
y los hombres son sustancias y formas derivadas de Él; en la medida
en que ellos están en Él y Él en ellos, son imágenes y semejanzas de Él.
III. El Ser divino es Ser en sí mismo y al mismo tiempo Existir en
sí mismo.
IV. El Ser divino y el Existir sólo pueden producir la Divinidad
que es Ser y Existir en sí. En consecuencia otro dios de la misma
esencia es imposible.
V. La pluralidad de dioses en la antigüedad, como en la actuali-
dad, es el resultado de una mala comprensión del Ser divino.
19.1. Es sabido que Yahvé significa «Yo soy». Está claro que en
el Libro de la Creación o Génesis, Dios es llamado así desde los
tiempos más antiguos; pero se le denomina Dios en el primer capí-
tulo, porque en el segundo y siguientes se le llama Yahvé Dios.
Después, cuando los descendientes de Abrahán, empezando por Ja-
cob, olvidaron el nombre de Dios debido a su larga estancia en
Egipto, ese nombre les fue llevado otra vez a la memoria, como
leemos en Éxodo 3,13-15. Puesto que sólo Dios es «Yo soy» o el
Ser, es decir Yahvé, no existe cosa alguna en todo el universo que
no derive su ser de Él.
Dios es llamado Alfa y Omega, el Comienzo y el Fin, porque alfa
es la primera letra y omega la última del alfabeto griego, y por eso
significan todas las cosas conjuntamente. Pues en el mundo espiri-
tual toda letra significa alguna cosa. Las vocales, que permiten que
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
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LA VERDADERA RELIGIÓN CRISTIANA
son como inexistentes. Para este tipo de gente todo cuanto concier-
ne a la Iglesia es como la laguna Estigia o como las densas tinieblas
del Tártaro.
21.III. Yahvé Dios es Ser en sí mismo porque Él es «Yo soy», lo
idéntico, lo único y la primera fuente desde la eternidad, de quien
todo procede para poder existir. Así y no de otra manera Él es Co-
mienzo y Fin, Primero y Último, Alfa y Omega. No se puede decir
que su Ser proviene de sí mismo porque «proceder de sí mismo»
supone lo anterior y por tanto un tiempo; pero el tiempo es inapli-
cable al Infinito que es llamado ab aeterno. También presupondría
otro Dios, que sería Dios en sí mismo, y por tanto un Dios prove-
niente de Dios; en otras palabras, que Dios se habría formado a Sí
mismo, de tal manera que no sería ni increado ni infinito, pues en
ese caso Él se habría distinguido de Sí mismo o de otro. Se sigue de
esto que Dios es Ser y también Amor en sí mismo, Sabiduría en sí
misma y Vida en sí misma y Fuente de todas las cosas, hacia quien
todas las cosas se remiten para poder existir. Que Dios es la Vida
misma está claro en juan 5,26 y en Isaías 44,24 ss. Dios, siendo Ser
en sí mismo, es también Existir en sí mismo, porque un Ser que no
existe es nada; por tanto, uno supone lo otro. De igual manera, una
forma no puede existir sin la sustancia; nada puede predicarse de la
sustancia si no tiene forma, y lo que está desprovisto de cualidades
es nada en sí mismo. Los términos Ser y Existir son los usados aquí y
no los de Esencia y Existencia porque se debe distinguir entre Ser y
Esencia de la misma manera que entre Existir y Existencia, como lo
primero y lo posterior, y lo primero es más universal que lo poste-
rior. Infinitud y eternidad son aplicables al Ser divino; pero el divi-
no Amor y la divina Sabiduría son aplicables a la divina Esencia y a la
divina Existencia. De estas cuestiones trataremos en otro lugar 1•
291
CORONIS*
Apéndice a La verdadera religión cristiana
292
2.I. Ha habido cuatro Iglesias sobre la tierra desde su creación: una
primera llamada adámica; una segunda llamada noáquica; la terce-
ra, israelita; y la cuarta, cristiana. Las cuatro Iglesias han existido en
la tierra desde la creación del mundo, como manifiestamente apare-
ce en Daniel 2,31-35 .44; en primer lugar, en la visión contemplada
por Nabucodonosor en un sueño, y después en los cuatro animales
que surgen del mar. Que este sueño no significa los cuatro reinos de
esta tierra sino las cuatro Iglesias que se continúan una detrás de
otra, es una cosa clara por las siguientes consideraciones: 1) porque
tales reinos consecutivos no han existido sobre esta tierra; 2) por-
que la Sagrada Escritura, en su sentido más profundo, no trata de los
reinos de este mundo sino de las Iglesias, que constituyen el reino de
Dios sobre la tierra; 3) también porque se dice que el Dios de los
cielos creará un reino que no será destruido por el tiempo, y que una
piedra, no cortada a mano, se convertirá en una gran roca que llena-
rá toda la tierra; 4) y puesto que el Señor nuestro Salvador Jesucris-
to en ambos Testamentos es denominado «piedra» y «roca», está
manifiestamente claro que las últimas palabras de este pasaje signifi-
can su reino; 5) es más, el estado de la Iglesia es descrito en innume-
rables lugares de las Escrituras como oro, plata, bronce y hierro: su
estado espiritual en cuanto a la bondad del amor es representado
por el oro, su estado espiritual en cuanto a la verdad de la sabiduría
es representado por la plata, su estado natural en cuanto a la bondad
de la caridad por el bronce, y el estado natural en cuanto la verdad
de la fe por el hierro. Por esta razón durante los primeros tiempos el
sabio que conocía la significación de los metales, equiparaba las eda-
des que se suceden con los cuatro metales, y llamaba a la primera
edad «dorada», a la segunda «de plata», a la tercera «de bronce», y a
la cuarta «de hierro»; y es descrita cada edad según sus verdades y
bondades; y desde entonces las verdades y bondades que tienen su
origen en el Dios de los cielos, son descritas en consonancia con los
estados de la Iglesia en que se vivía en aquellas edades; por lo que
según esto, todos los estados civiles de los reinos existen crecen y
viven con respecto a la justicia y al juicio ...
3. Las mismas cuatro Iglesias sobre la tierra son descritas como
cuatro animales surgiendo del mar, en Daniel7,3-14. Que por estos
animales, de manera semejante, se quiere significar y describir las
cuatro Iglesias, se pone de manifiesto en todos los detalles partícula-
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OBRA RELIGIOSA Y VISIONARIA
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CORONIS
una fría luz, como la luz de los días de invierno, al tiempo que mira
él los árboles que están junto a su casa o en su jardín, desnudos de
hojas y desprovistos de frutos, como troncos pelados. El hombre de
Iglesia avanza desde la mañana hasta el día para acabar siendo refor-
mado por medio de la luz de la razón, lo que solo sucede cuando la
vida es acorde con los mandamientos del Señor en el mundo. Si esto
no sucede, su luz se convierte en una oscuridad cada vez más espesa;
es decir, las verdades de la luz en él se vuelven falsedades; y las false-
dades, demonios invisibles. Pasa de otra manera con el hombre que
sufre para ser regenerado: la noche no lo alcanza, pues camina él
con Dios y por eso siempre es de día; y esta situación se consuma
después de la muerte, cuando es conjuntado con los ángeles en el
cielo ...
6.III. En cada Iglesia los cuatro cambios de estado son consecu-
tivos; el primero es la aparición del Señor Yahvé y la Redención; y
equivale a la mañana o nacimiento. El segundo es la instrucción; y
equivale al día o progresión. El tercero es el declive; y equivale a la
tarde o desolación. El cuarto es el fin; y equivale a la noche o consu-
mación. Estos cuatro estados que sucesivamente ha de haber en cada
Iglesia, y que en las Escrituras son llamados «mañana», «día», «tar-
de» y «noche», han sido vistos en el artículo anterior. Que cada una
de las cuatro Iglesias más arriba mencionadas ha experimentado es-
tos estados, se establecerá de una manera totalmente clara en las
siguientes páginas, donde aparecerán cada uno en su turno. Así, la
aparición del Señor Yahvé y la redención son la «mañana»; la ins-
trucción es el «día» o progresión hacia la luz; el declive es la «tarde»
o desolación; y por fin viene la «noche» o consumación. En las Escri-
turas, tanto en la parte histórica como en la profética, estos cambios
de estado son tratados en una gran cantidad de lugares.
7. El orden en el que cada hombre es creado por Dios es como el
de un niño que puede llegar a ser hombre. Porque cuando este nace
tiene solo una imagen externa o forma de un hombre, y es menos un
hombre que un animal recién nacido es ese mismo animal; pero en
la medida en que es internamente perfeccionado en su forma, tanto
su mente o su espíritu, en sabiduría y amor, se convierte en un hom-
bre. Un hombre es como un árbol, que primero crece de una semilla
en un retoño y cuando ha crecido en altura echa ramas y de estas
surgen brotes, y se viste continuamente a sí mismo con hojas; y cuan-
do llega a la madurez, lo cual sucede en la mediana edad, le nacen
flores y produce frutos; allí donde depositó semillas, que caen en la
tierra como en una matriz, se desarrollan árboles semejantes, y así
sucede en el jardín. Y si tú crees, el mismo jardín permanecerá con el
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MEMORABILIA
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Después fui a casa desde este jardín ameno y el espíritu angélico vino
conmigo. Me habló él de este modo: «¿Quieres ver un claro ejemplo
de fe y caridad, y qué es la fe cuando está separada de la caridad y
qué cuando se encuentra unida a la caridad? Si quieres te lo haré
visible». Le respodí: «Adelante». Dijo él: «En lugar de la fe y la cari-
dad piensa en la luz y en el calor y entonces verás claramente. En
esencia, fe es la verdad que viene de la sabiduría; y caridad en esen-
cia es la afección que viene del amor. En el cielo la verdad que viene
de la sabiduría es luz, y la afección que procede del amor es calor.
No otra cosa son la luz y el calor entre los ángeles. Esta semejanza
permitirá ver claramente que la fe separada de la caridad se opone a
la fe unida a la caridad. La fe separada de la caridad es como la luz en
invierno, mientras que la fe unida a la caridad es como la luz de
primavera. La luz en invierno, que es una luz sin calor porque va
ligada al frío, despoja a los árboles de sus hojas, endurece la tierra,
mata la hierba y congela las aguas. Pero la luz primaveral, que es una
luz unida al calor, insufla energía a los árboles para producir prime-
ro hojas, después las flores y finalmente los frutos; la tierra se ablan-
da y se abre de tal modo que da a luz hierbas, flores, alcaceres, ar-
bustos, y se funde el hielo para que el agua fluya de nuevo en
torrenteras. Sucede completamente igual con la fe y la caridad. La fe
separada de la caridad lo mata todo; la fe unida a la caridad vitaliza
todo. En nuestro mundo espiritual este dar vida y quitarla puede ser
contemplado de un modo viviente, ya que aquí fe es luz y caridad es
calor. Cuando la fe se une a la caridad, entonces encontrarás jardi-
nes paradisíacos, arriates floridos y verdes praderas en amena con-
cordancia con la unión de fe y caridad. Pero cuando la fe está sepa-
rada de la caridad, entonces no hallarás hierba y donde había verde
encontrarás espinos, zarzales y ortigas. El calor y la luz provienen
del Señor, que es como un sol que influye en los ángeles y espíritus y
alrededor de ellos».
Había unos cuantos clérigos no lejos de nosotros. El espíritu
angélico los denominó justificadores y santificadores de la gente por
la sola fe. Los llamó también especialistas en misterios. Les plantea-
mos estas mismas cuestiones que hemos tratado antes y se las mos-
tramos hasta que alcanzaran la verdad. Y cuando le preguntamos:
«¿Acaso no es así?» ellos se volvieron y dijeron : «No hemos escu-
chado lo que habéis dicho». Entonces les gritamos diciendo: «Oíd de
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MEMORABILIA
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MEMORABILIA
piedras y charcos en los que se oye el croar de las ranas. Todas estas
cosas son asimismo correspondencias, pero, como se ha dicho antes,
correspondencias de las afecciones del amor de los que ansían el
mal. Tales cosas no son creadas por Dios, ni tampoco las cosas simi-
lares al mal que existen en nuestro mundo. Todas las cosas que Dios
creó y crea son y serán buenas. Pero tales cosas surgieron en la tierra
juntamente con el infierno, el cual está compuesto de seres humanos
que, separándose de Dios, se convirtieron después de la muerte en
demonios y satanes. Pero estos temas tristes comenzaron a molestar
a nuestros oídos y apartamos de ellos nuestros pensamientos, recor-
dando las cosas que habíamos visto en los cielos 2 (TCR, 78).
2. Swedenborg nos plantea en estas visiones una conversión cualitativa de todas las
realidades inteligibles y espirituales en figuras e imágenes, que funcionan como corres-
pondencias y alegorías vivientes de aquellas realidades. Esta dialéctica mediante la que los
contenidos del alma se exteriorizan y las instancias exteriores se interiorizan, constituye
para Swedenborg la fenomenología de la conciencia imagina! que tanto interesó a Henry
Corbin en sus estudios comparativos de filosofía irania (Avicena, Sohravardi, Sadra Sira-
zi ... ). Filósofos occidenrales, como Samson Reed y Charles Augustus Tulk, interpretaron
a Swedenborg de una manera similar.
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CARTAS
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CARTA A BEYER 1, 25 DE SEPTIEMBRE DE 1766
1. Gabriel Andreas Beyer (1721-1779) fue uno de los primeros discípulos suecos
de Swedenborg. Era profesor de griego y vivía en Gotemburgo, donde surgió un pequeño
grupo de adeptos a las enseñanzas swedenborgianas. Contesta aquí Swedenborg a pregun-
tas formuladas por el doctor Beyer. La Fórmula de concordia a la que se refiere Sweden-
borg fue un intento de acuerdo entre las diversas corrientes luteranas llevado a cabo en
Bergen (1577), utilizando como base un documento {la Concordia suava) del teólogo
J. Andreae (canciller de la universidad de Tubinga). Es interesante esta mención porque
demuestra que, al menos en la fecha de la carta, Swedewnborg no pretendía una ruptura
con la Iglesia oficial. En varios lugares Swedenborg hace referencia a la Fórmula de con-
cordia, a la que concedía un importante predicamento como símbolo de fe. La Biblioteca
de las predicaciones (Prediko Biblioteket o Prediko Forsok, como es conocida) era una
publicación periódica que hacía comentarios de los Evangelios para que sirvieran de ser-
mones los domingos y días de fiesta. El principal colaborador era Beyer y sus comentarios
estaban muy influidos por las ideas swedenborgianas.
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Emanuel Swedenborg
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CARTAS
Emanuel Swedenborg
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Memorial
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