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3. falta de apoyo y de calidad de liderazgo: cuando hay que trabajar aislado, sin
apoyo de los superiores o compañeros y compañeras en la realización del trabajo,
con las tareas mal definidas o sin la información adecuada y a tiempo;
Los riesgos psicosociales y el estrés laboral se encuentran entre los problemas más
desafiantes en materia de seguridad y salud en el trabajo. Impactan significativamente en la
salud de las personas, las organizaciones y las economías nacionales.
Los trabajadores experimentan estrés cuando las demandas de su trabajo son excesivas
y mayores que su capacidad para hacerles frente. Además de los problemas de salud
mental, los trabajadores que sufren de estrés prolongado pueden desarrollar serios
problemas de salud física, como enfermedades cardiovasculares o problemas
musculoesqueléticos.
La relación entre la organización del trabajo y la salud no parece tan evidente como la que
existe entre otros factores de riesgo y la salud (entre el ruido y la sordera, por ejemplo).
Los efectos de la organización del trabajo son más intangibles e inespecíficos, incluyen
diversos aspectos de la salud, tanto física como mental y social, y se desencadenan a
través de diversos mecanismos. Se trata de mecanismos emocionales (sentimientos de
ansiedad, depresión, alienación, apatía, etc.), cognitivos (restricción de la percepción, de
la habilidad para la concentración, la creatividad o la toma de decisiones, etc.),
conductuales (abuso de alcohol, tabaco, drogas, violencia, asunción de riesgos
innecesarios, etc.) y fisiológicos (reacciones neuroendocrinas) a los que, como hemos
dicho, también denominamos estrés, y que pueden ser precursores de enfermedad bajo
ciertas circunstancias de intensidad, frecuencia y duración, y ante la presencia o ausencia
de otras interacciones.
Hace ya más de una década que la Organización Mundial de la Salud alertaba del posible
impacto de tales cambios en la salud de la población (1), sobre todo en los países
industrializados, especialmente relacionados con las nuevas tecnologías, el uso de
nuevas sustancias químicas, la exposición a los factores psicosociales y el proceso de
envejecimiento de la población (2).
En este sentido, debemos destacar que recientes y razonables estimaciones han situado
en 4.354 las muertes por enfermedades cardiovasculares atribuibles a las condiciones de
trabajo en 1999 en España (4). Sin embargo, estos cambios en la organización del trabajo
podrían tener un impacto muy desigual en la salud de la población, pues éstos no afectan
de igual manera ni en la misma dirección a todas las personas en el trabajo. De hecho,
aunque las empresas estén inmersas en un proceso de cambio continuo, éste no afecta a
todos los segmentos de la plantilla de una empresa por igual y, como hemos anunciado,
estos cambios no son necesariamente positivos para la salud.
Así, por ejemplo, aunque el discurso empresarial actual esté inmerso de conceptos como
calidad total y que se defiendan cambios organizativos que, por lo menos teóricamente,
supondrían una mejora de las condiciones de trabajo (por ejemplo, mayor autonomía y
posibilidades de desarrollar habilidades que supuestamente podrían proporcionar los
círculos de calidad), cuando éstos se llevan a cabo fuera de la jornada de trabajo o
intensificando la misma, cuando no se reconocen las nuevas responsabilidades, pueden
A ello se le suma una tradición de gestión autoritaria generada por una larga experiencia
de ausencia de libertades, todavía amenazadas por el nuevo marco contractual
(temporalidad, menor influencia…) y el desempleo (8). En este contexto y desde la
perspectiva de la salud laboral nos enfrentamos al abordaje de viejos problemas del
pasado y de las problemáticas emergentes. Entre los primeros, la prevención de
accidentes y enfermedades profesionales constituirá el primer objetivo, y las políticas de
atención al medio de trabajo (seguridad, higiene, ergonomía) y de vigilancia de la salud de
El riesgo de la alta tensión aumentaría en situación de bajo apoyo social (por ejemplo, en
trabajos aislados) y podría moderarse en situación de trabajo de alto apoyo (por ejemplo,
trabajo colectivo). El control en el trabajo suele ser la dimensión más importante cuando
se considera cada una de ellas por separado. El control en el trabajo se relaciona con la
clase social y el género, de forma que los trabajadores manuales tienen un nivel de
control inferior al de los trabajadores no manuales, y las mujeres suelen tener niveles de
control inferiores a los de los hombres de la misma clase social, ocupación y categoría. En
los últimos años, diversos estudios muestran el efecto negativo sobre la salud de la falta
de recompensas o compensaciones del trabajo. Por recompensas del trabajo
consideramos el control de estatus, la estima y el salario.
Las exigencias psicológicas, el control sobre el contenido del trabajo, el apoyo social en el
trabajo y las recompensas o compensaciones del trabajo son los cuatro ejes básicos que
explican el efecto de los riesgos psicosociales sobre la salud. Los trastornos asociados
incluyen un amplio abanico, que va desde los situados en la esfera psicosocial a corto
plazo (ansiedad, depresión, insatisfacción laboral, trastornos psicosomáticos) hasta los de
la esfera biológica a más largo plazo (trastornos cardiovas-culares, úlceras de estómago o
dolor de espalda).
Un estudio más minucioso puede hacerse por medio de los Servicios de Salud en
el Trabajo para detectar síntomas o enfermedades psicosomáticas, así como
mediante la colaboración de los Gabinetes de Salud Laboral del sindicato.
Por lo primero que habrá que batallar es para que la evaluación de riesgos incluya
los riesgos psicosociales, y que, entre éstos, se considere las cuatro dimensiones
básicas que hemos tratado en esta guía: las exigencias deltrabajo, el control, el
apoyo social y las recompensas. Cualquier evaluación de riesgos que no las
considere, identifique y mida mediante métodos adecuados debería ser rechazada
en los Comités de Seguridad y Salud.
¿Cómo y por qué se producen? Hay que analizar las características de la tarea
y del medio ambiente de trabajo con el fin de registrar aquellos aspectos que
puedan constituir factores de riesgo psicosocial. En general, la observación y
recogida de información sobre estos aspectos requiere una cierta complejidad, por
lo que se debe procurar contar con el asesoramiento técnico de los Gabinetes
Sindicales de Salud Laboral.
Pero, además, hay que vigilar que las soluciones propuestas sean adecuadas, de
tal forma que puedan modificarse si no son eficaces o se demuestra que son
insatisfactorias para resolver los problemas detectados. En cualquier caso, debe
aprovecharse la negociación colectiva para plantear aspectos concretos de esta
problemática estableciendo cláusulas de salud para las siguientes condiciones
laborales: ·