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rop~logí~::",suplemento
Boletín Oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia ~ Nueva época"'" Núm. 14 ¡:::: Mayo-Junio 1987
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Remate de la puerta en Seminario Núm. 8, México, D.F. '>.
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Cofradías y cargos: r.na perspectiva -'istó~ica:de,~


jerarquía cívico-reliiiosa mesoamericana* .. ,~ ;, .~
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John K. Chance**. " Traducción: Ma!ina López ,"


William B. Taylor***' Foto,grafías: RaJae1 Cj'láyez tytartí,n

a mayoría de los trabajos ~ue se han rea/izado'acerca,!e la jerarquía cívlco.relig¡o~a


L en Mesoamérica, presuponen una formación prehispánica, o bien colonial,. del "
sistema, a pesar de no COn/e' con evidencia $uficiente. al respeCto. $n este trab.ajo se
incluye información de archivo, np.publicada, relaiiva a .lás (:ofraqíasj:a l,!s ~ar'gQsCiviles
en cuatro regiones de Méxi(:o: Jal{sco, el centro de México,'el Valle de Oaxaca y la Sierra
Zapoteca de Oaxaca. Se plantea a(1uí que si bien la jerarCJM!.a_de ocden_civil se desarroJIlJ..
bastante dura'!te la COlonia..,. la ~.', orden Cil,lico-religioso.cOflSt{t~yó un fenómeno pOfterior
fJ3 Inqepen.dencia. Asimi.§p_o, se¡expon~,! los .cambios.~que tu'\{ierQnlugar en las funciones
de la jera!quía y su articulación c?n la sociedad en general.
\
• Tomado de American Ethnologist, 'Vol. XII, Núm. 1, febrero de 1985.
"

.. Universidad de Denver, E. U.A. I


••• Universidad de Virginia, E. U.A.
2

L a jerarquía cívico-religiosa mesoamericana conocida festaciones regionales diferían significativamente en cuanto al


también como sistema de cargos de fiesta o de n;-ayor~ ñiOiñento de aparición y factores propiciatorios.
'- ::l
doiñ'ia";'"requiere,pocaintroducción para la mayoría de . ,-
l~s antroPólogos y etnohistoriadores. A la descripción etno~á- Modelos etnográficos
fica de las variantes del sistema en mucha~ comunidade~ cam-
pesinas indígenas de las zonas montañoSas de México y Guate- Existen cuatro "g~néracione~"de es.ll:,diossobre la'jerarquía
mala, se suman los estudios análogos realizados en un número cívico-re,ljgiosa .rn«;soamericani\. Su esµ-u,ctu:¡-a¡eneral se esta-
tal vez similar de pueblos en los Andes. Si biel} en la actu;ilidad b"leció por primera v~.zen las etIJ.o¡rafías realizadas en los años
estas jerarquías han decaído o desaparecido por completo en treinta y cuarenta de este siglo, entre los mayas de las tierras
muchas áreas, la mayoría de los observadores concuerdan en altas principalmente (Tax, 1937; Wagley, 1949; Bunzel, 1952).
que, históricamente, desde el siglo XVI~Siste'iña de7árgos ha Después; en los añbscincuenta.y: principios de los sesenta, la
sido el motor de cientos de ciu<;lad~y pueblos mesoamericanos. jerarquia fue sistematliada y' analizada como una institución
Los etnógrafos definen la forma "clásica" o "tradiciqnal" cab¡µ, como la esencia de la comunidad corporativa cerrada de
del sistema cO,mo una jerarquía de comisiones de distinción los estuelios de Eric Wolf (Wolf, 1959;.Cámara, 1952; Nash,
establecida<ffi'e, en~su conjunto, abarcan la administración pú"-
1958). En opinión de Nash (1958 :69) y eleWolf (l ~59:216-218),
~ca, civil y religiosa de la comunidad (De Walt, 1975:9l) ....~!,~el sistema de cargos es un 'mecanismo de defensa y protección
espera_qu,e, ala largo de su vida, todos los hom,b¡es de la-Iocili-
de la"!'omunidad ante la intrusión y explotación del exterior.
tl"aaasciendan esta escala de méritos, alternando en cargos ciV'i-
En~el aspecto eCOnómico, tiene un efe~to igual¡tdo¡ sobre la
les y religiosos. Toda'Slas comisiones asignadas por elección;
riq4eza privada y constituye el «anal más· aceptable para las
llamadas cargos, duran....un año con frecuen tes~"periodos' de
diStintas formas efedesemp~i.io personal; desde el punto de vista
eSc'anso" intermedios. Mieñtras más elevado es cl~argo reci-
político, propicia una "democracia de los pobres" en la cual
100, mayor esclprestigio que disfrutañ.~arguero y su fami,
no' se permite a ningún individuo o grupo monopoµZar el
I~La recompensa, sin embargo, acarrea sacrificios ya que poder. De esta maJ)era se desalienta la aparición de distinciones
muchos cargos, Parttculrfmente los más altos, implican gastos declase y se conserva el status qua. Como reza la metáfora de
deconsideración. Quienes poseen los recursos y la longevidad ;Wolf (1959:216), el sistema-"es como un"tefmostato que se
para alcanzar la cima de la jerarquía, se retiran del sistema y activa para ápagar la caldera ~ aumentar el calor".' ,
pasan a un grupo selecto de ancianos del pueblo. Estos ancia- A pesar de la amplia aceptación que pronto' tUvo la inter-
nos, o principales, son hombres que han demostrado su ~ali-
pretación de Wolf y Nash, Marvin Harris presentó en 1964 una
dad moral y con frecuencia ejercen una gran influencia en los opinión contraria al afirmar que el siste1pa de cargos nO puede
asuntos locales. De estructura evidentemente española, aunqµe consid~arse como un "recurso jgualador" de la comurrldad
con algunas bases ufdígenas~'esta forma clásica del sistema in-
corporativa cerradi\, pOniendo en duda la idea de, que la jerar-
cluye los cargos del gobierno mUnicipal, p~ el lado civil, y
quía niv~le, en efecto, las diferencias económicas. ~or otra par~e
"posiciones en las cofradías o mayordomías encargadas de afirmó que, históricamente, el ~stema no\ha prOVisto a la 50-
honrar a los santos católicos, por el lado religioso. Los gastos munidad de una defensa efectiva frente a tO~añ~~s
y el prestigio derivado se relacionan con el patronazgoindivi- bien, ha sido una institución "represiva y abusiva '1rnplantada
dual de las fiestas y demás eventos rituales dedicados a los erlTas comunidades indlge'nas por los sacerdotes católicos en la
santos del lugar. '
época cólonial. En lugar de nivelar las diferencias económicas

----
Si bien los estudios sobre las funciones y relevancia de esta
propicia la transferencia de recursOs'[uera de la c9munidad, en
institu::ión han sido muy diversos, existe consen~ (exceptuan-
. un- inicio dirigidos aJ!..!gl~sia, y"desp¡¡és de !!lndllpenden:cia" a
dos a Rus y Wasserstrom, 1980) en cuanto a la ubicación de
manos de hacendados y comerclantes. Estos detentadores de
los orígenes del moderno sistema de cargos Y)tPatr9nazgO
pode", ¡ijenos a la comunid~d, son los "que suministran los bie-
inaiv.iClüalLle las fiestas en 10tiñiCios de la época coloniÍll, con . ... t •

lr"P'fimer ajuste de las sociedades española e indígena. En el


presente estudio analizaremos esta afirmación. Sostenemos que
lo que se asume es producto de una injustificaaaproyección
doe!presente etnOgráfiC~ clpasado colonial) Para apoyar
nU'e-straidea presentaremos documentos inéditos de cuatro
regiones del México colonial: del Altiplano Central, de Jal~co,
del Valle de Oaxaca, y de los altos de la Sierra Zapoteca de
Oaxaca;l así como documentos publicados, de primer y se-
gundo orden, sobre Michoacán y Chiapas que conforman una
quinta colección de materiales. Nuestro argumepto cen~al es
que si bien la jerarquía civil y las comisiones'de las fIe!;tas

-
e~is~ían en comunidacles indígenas de ra;tierra¡ altas en tiem,-
Pos de la Colonia, la jerar~ía cívico-religiosa fu'e báili:amente
~ producto del periodo posteriO.l.,.a la Indepepd~nclii. en el
~10 XIX. ~e esta manera, nos proponem?s abFcill' un largo
periodo -mas o menos cuatro Slglos- trabaJando, en detalle una
cantidad considerable de material histórico. S~ embargo, las
ideas que surjan son más que meros datos históri¡;os, pues afec-
tan directamen te la interpretación del sistema lile cargos con-
temporáneo, Así como la estructura del sistema ha variado con
el tiempo, sus funciones y su manera de articularse con la so-
ciedad en general han cambiado. A la vez que buscamos iden-
tificar un proceso general de cambio, ~traiñOs ~us mani-
3

nes de consumo necesarios para las fiestas religiosas (Harris ,


1964: 25-34).
Las preguntas surgidas en esta segunda generación de estu-
diososson fundamentales: 1) ¿Las diferencias económicas real-
menteson niveladas por la jerarquía cívico-religiosa? 2) ¿Pro-
piciaen efecto la fuga de una cantidad sustancial de recursos
dela comunidad? 3) ¿Debe considerarse la jerarquía como una
defensacomunitaria contra la explotación del exterior, o como
un instrumento diseñado por este mundo ajeno para sojuzgar y:
explotar a la poqlación indígena? Se esperaba que estas cues-
tionesse aclararan al aceptar una u otra de las proposiciones,
lo cual complicaba su resolución, además de la gran desventaja
que significaba no contar con un sólido conjunto de testimo-
niosempíricos. Sólo hasta el surgimiento de la "tercera genera-
ción", con el estudio de Frank Cancian sobre el sistema de
cargosreligiosos en Zinacantán, Chiapas, fue posible poner
rigurosamente a prueba la primera cuestión.
Cancian (1965) ha demostrado empíricamente que el sis-
temade cargos en ZinacantFnno nivela totalmente las diferen-
(las 'económicas. Los cargos más dispendiosos son ocupados
por los hombres más ricos, y los menos costosos por los más
pobres; pero resulta imposible que todos los participantes
alcancen la cima de la jerarquía en esta numerosa comunidad
de varios miles de habirañtes. Si bien se da alguna nivelación,
losricos no gastan tanto como para poner en peligro su relativa,
ventaja económica, y muchos alcanzan a heredar bienes a sus
descendientes. La conclusión general de Cancian es que, si bien
el sistema de cargos tiende a nivelllI la riqüeza, tiene una gran
inclinación a estratificar a la población y a legitimar las diferen-
cIaseconómicas existentes (Cancian, 1967:292).
En las casi dos décadas que han transcurrido Idesde el nota-
bleestudio de Cancian, parece haber surgido el acuerdo general
de que la hipótesis de nivelación es errónea y que un grado de
estratificación significativo es incompatible con el sistema de
cargos (Chick, 1980; DeWalt, 1975; Dow, 1977; Greenberg,
1981; Slade, 1973; Smith, 1977). De cualquier modo, hay
límites definidos, y el trabajo de Smith (1977) r,n Guatemala
Catedral: detalle de la fachada
confirma la predicción de Cancian (1967 :296) ,de que entre
otros factores, una creciente riqueza, o una creciente pobreza cidad económica y redistribución dentro de la comunidad,
pueden debilitar o deS'tii:lrr'el sistema de fiest~s. Aunque el Basándose en prácticas de campo en un pequeño pobladO
estudio de Cancian abrió camino en algunas áreas, en otras sigue 9tomí 'en, Hidalgo, Dow (1977 :221) arguye que el si~ma de
perteneciendo '"...al mismo campo funcionalista
'1Iur
de Wolf y Nash. fiestas es un adaptador ~ológico para los campe~os. indíge-
Al igual que sus predecesores, Cancian considrra 'al sistema nas, ya que, 'l su decir, los obli&~ a ingerir.'alimentos de alto
como un mecanismo homeostático, sumamente sensible a pre- Valor nutritivo. Él ve la economía de 'subsistenCia indígena
siones locales, en su mayoría internas. El estud~o sobre Zina- bastante separada de la economía de mercado de dominio
éantán no ofrece material convincente ni elementos concep-
mestizo. En este contexto, el siste1!la de· cargos indígena es una
tuales que ayuden" responder a la segunda y tercera'pregun~as
poderosa motivación para la pr~ucción. ya que los mestizos,
con respecto a la relación del sistema con el murido exterior.
monopolizan los incentivos comerciales. De esta m¡mera. s~
En contraste, 'la influencia de las condicion~s externas es~ S"iiPone que el sistema de cargos organiu la economía de su bT
uno de los intereses centrales de varios de los recien tes trabajos sistencia local y reduce las presiones explotadoras de la sociedaq
de la cuarta generación sobre la jerarquía c'ívico-religiosa ex terna. A pesar de su insistencia en los aspectos redistributivo~
(Aguirre Beltrán, 1967; Diener, 1978; Dow, 19771;Friedlander, del sistema, Dow claramente asienta que no funciona par~
1981; Greenberg, 1981; Jones, 1981; Rus y Wassérstrom, 1980; eliminar las diferencias económicas entre los indígenas.-:Comq
Smith, 1977; Wasserstrom, 197 8). Sin embargo, existen grandes esfrecuente verlo, las cargas financieras más grandes recae~
diferencias en cuanto al énfasis. Si bien todos lo~ autores con- con mayor rigor sobre los sectores más productivos.
cuerdan en que resulta indispensable atender con Idetenimiento En un reciente artículo de Judith Friedlander encontra.
a la historia económi~ y a la economía política regionales, mos un claro ejemplo de la posición contrastante de e~propiaT
algunos otorgan mayor importancia a los meca~mos internos ción. La autora, al igual que Harris, hace hincapié en los rasgo~
de la comunidad (Aguirre Beltrán, 1967; Dow, 1977), Y otros del sistema impuestos desde fuera y concluye que,-cuandq
subrayan las condiciones externas determinantes (Diener, 1978; menos en Hueyapan, Morelos, "los indígenas se han visto obli~
Friedlander, 1981; Rus y Wasserstrom, 1980; Smith, 1977). gados a servir de cómplices de su propiaopresión mediante el
4.., '. ,.

Al hacer énfasis en los factores internos, tanto Aguirre siStema de cargos" (1981:139). A Friedlander le interesa~
Beltrán (1967) como Dow (1977) sostienen, fr~nte a Harris, menos los aspectos económicos del sistema que los politicos¡
ue los gastos de cargo ritual preservan un sistema de recipro- mismos que en Hueyapan son manejados por los maestros de
4

escuela. En esta versión secularizada de la jerarquía,los santos otros aspectos, empero, disentimos con él. Al aS\lmir que "el
han sido reemplazados por los' hérqes nacionales y ahora fuerzas sistema llamado' tradicio~al 'de fiestas es, con mucho" un arte-
externas del gobierno manipulan'a los indigena~ animando a 'facto del régimen colonial", Greenbefg no hace má~ que repetir
los líderes políticos locales a patrocÜlar fiestas para honrarJas las nociones históricas de Wolf. Má~adel~Ú: presentar~mos un
principales' figuras de la Revolución Mexicana y otras fiestas ejemplo detallado que contradice esta postura. Para ello, 'sin
nacionales. ' embargo, debemos examular brevemente los 'arl!;umentosy evi-
Podría abundarse en ejemplos, pero nos parece claro que dencias a fayor de los antece4en'tes prehispánicos del sistezM.
los actuales tópicos alrededor de la jerarquía cívico-religiosa
parten directamente del debate, aún sin resolver ,de la segunda
¿Antecedentes prehispánicos?
generación entre Wolf y Nash por un lado (modelb-demeca-
nismo de defensa), y Harris por el otrO(modelodeexpropia- <'

La especµlación acerca del posible origen o de los antecedentes


éiÓn), El dilema de optar por uno u otro es aún vigente. Nos
prehispánicos de la jerarquía cívico-reljgiosa jiata de la sel!;unda
parece que la manera más razonable de salvar esta düicultad
generación de estudios a principios d~ los s~senta. Como F,ried-
es buscar Un punto medio entre estos dos criterios, desaitollan-
lander (1981: 134) señalaba hace poco, e,stas cuestiones llan
do-mejores métodos para ponerlos a prueba empíricamente en
recibido peca atencióµ últilllamen,te, au~que los problemas,
distintas épocas y lugares. Corno demostraremos más adelante,
siguen ,sin resolverse. No pretendernos darles,solución aqu~, tan
ciertas jerarquías comunitarias pue~en inclinarse hacia uno u
sólo sugerir lo que falta por hacerse.
otro de estos extremos en momentos, distintos. En cuanto al
Las indagaciones de les antecedentes prehispánicos. c;lel
panorama etnográfico contemporáneo, algunos sistemas pare-
sistema de cargos han seguido dos camin.os. En su artículo de
cen ocupar un lugar intermedio. Aquí seguimos a'James Green-
1961 ,Pedro Can:ascq rt;:Úp.eevide~cia de las crónicas colonWes
berg (1981: 17), quien señala que "es indudable que existe 'alguna
del área ná,huatl del México central,particu~armente de Tenoch-
redistribución, pero es igualmente innegable que el sistema de
,titlán_ TOlllando de los registros etnográficos los elementos
fiestas extrae de la comunidad considerable riqueza".
esenciales de la jerarquía o, "sistema es"al~m?-do", Carrasco se
En su 'estudio de la jerarquía cívico-religiosa de una comu-
remonta .a las épocas prehispánica, y colonial:p¡p:a encontrar las
nidad chatina en Oaxaca, Greenb.erg pone a prueba empírica-
pistas del trasfondo prehispá,nico y del desarrollo colonial elel
mente la controversia entre redistribución y eXR,ropiación,en-
sistema. Empero, Carrasco subraya q\.le el sistema de carl!;oSues
contrando susteñ'fOpara~ambas. En Yaitepec, casi la mitad de
definitivamente de origen ~colonial y no prehispánico.2 Al
los costos anuales de fiesta requieren gastos en efectivo, mien-
mismo tiempo sostiene' que algunos rasgos de las instituciorres
tras que la otra mitad consiste básicamente en comida y bebida
indígenas facµitaron la 1ntrodµcciqn de la ~rganizaGión munici-
redistribuida entre la comunidad. En total, Greenberg calcula
pal española 'y contribupon-albon~uie.nte desarrollO' de' la
que el sistema ritual entero distribuye J 1.3 % de los costos
jerarquía cívico-religiosa. A düerencia a~los estudios mayas
anuales de comida per cápita, o lo su11'Cientecorno para alimen~
que a continuación 'cÍi~cutiremos> Carras'o no propone un
far a todos durante 41 días. Surge entonces el problema de
origen prehispánico~ ~stema, sino una serie de "ant~cedentes"
explicar cómo logran una comunidad dada y su! sistema de
indígenas que facilitaron su desarrollo colonial posterior.
cargos el balance entre los dos polos de redistribución y expro-
Los 'antecedentes p~líticos que CaJ'!JIsfotrata son las tres
piación en un momento determinado. Una variable importante
vías de movilidad social'o "escalas c1emérito,s" de la Tenochti-
es el tamaño de la población. Una comunidad reducida con un
tlán azteca: la guerra, el sacerdocio' y el comerció. Carrasco
alto nivel de participación en el sistema, como la ,comunidad
describe extensamente las escalas de grados milit¡u;es y sacer-
otomÍ que estudió Dow en Hidalgo, debería mostrar una mayor
dotales, refiriéridose más brevemente a los status 'a1canzaqo$
igualdad económica y una mayor redistribución. Una comuni-
por los mercaderes y otros ¡:tUpos de profesionistas (1961:
dad más amplia en la cual proporcionalmente mep.0f individuos 485-489). La evidencia 'que presenta para les antecedentes
tienen la posibilidad de sustentar cargos como la dejCancian en ceremoniales consiste en la cita de p.asajes de las obras de Mo-
Zinacantán, debería de mostrar una mayor estra~ificación y
tolinía, Sahagún, y. Durán que s~,refieren.a las p_ráfticas indí-
expropiación. Son dos las razones, según Greenberg (11981:159), gen~s de~p~tr0I2.azgo individual que. mercaderes, ~esanes y
por las cuales en algunas comunidades se ajusta el 'número de otros asumían en las funciones públicas O 9q 1:489-490). Sin
$&fgOsy en otras no. En primer lugar, un giro básic9 en el modo embargo, cabe a,cl~ar qu~estas crónicas ~e refieren f territorio
de producción, como. lo es la introducción del cultivo que se
náhuatl central (el Valle de México), y q1f~se trata del patro-
vende inmediatamente dyspués de la r:ecolección, lo cual pro~
nazgo individual de. una comunidad especial de gobernantes,
bablemente incita a los miembros de la comunidad a limitar su
Sacerootes, guerr~r~~ y merc;deres, y no d,e c.a~pesino,s. '
participación en el sistema de cargos para así liber¡u-el capital
que la actividad agrícola requiere. En segundo lugar, la relación , La ¿tra': ap~oximaciéin a los' anteceden.tes prehispánicos
entre metrópolis y satélite probablemente cambia. Ante la localiza espe~ificarnente el origen de la jerarquía en una época
posibilidad de tener acceso a mayores oportuni<f4des, puede anterior a la Conquista, basándl?se en la.hipótesis de que los
resultar difícil desarrollar el consenso necesario p'ara agregar mayas del C14sico de las' tierras bajas, probablemente tuvieran
nuevos cargos al sistema. Bajo estas circunstancias ¡resulta más un sistema, de cargos' rotativo parecido al que hoy en día se
sencillo eliminar cargos. Por tanto: =uentraen Z~in~cantány en otras comunidades may¡t.S,de las
tierras altas. Est'/¡ ide,a f\.le propuesta micialmente por, Evon
Vogt (1966) y ha sido aceptada subsecuentemente bajo diver-
los modelos de nivelación y estratificación no se con~radicen; sino
que representan etapas sucesivas de la dependencia ¡¡le las comu- sas formas,' por muchos 9tros (p.e. Coe, 1965; HenQerson, :
nidades con respecto al mercado y de su integraci,ón al mismo 1981; Pri~e, 1974; Rathje, 1970);.Vogt seftala que la geQgrafíí/o
(Greenb~rg, 1981:175). , contemporánea de Zinacantán ¡ecuerda en mucho el patrón de
¡
asentamiento de los antiguos mayas, con su cabecera o "centro
i
El estudio de Greenberg es importante porque desemboca, 'ceremonial" apenas l1abitado; Y el área de sustento de aldeas
en una síntesis de varias proposiciones que he,¡:a--lntonces se adyacentes donde el grueso de la pO,blaciónhabita. A su modo
veían como mutuamente excluyentes o sjn relació~ alguna. En de ver, un . sistema de cargos
' .,
habría ayudado a ~romover la

"
s

integración territorial en el Periodo Clásico, al escoger en las ~entes de la sociedad azteca, en su maroría no c,onstituyen más"
que los dispositivos de ~eclutamiento y exclusifm, presentes en, .
aldeas hombres d~ ciertos linajes y rotarlos en puestos sacerdo-
cualquiera de las instituciones sociales Jerárquicas q\le IoIno'esperal¡..¡
tales en los cen tras ceremoniales. eÍlcontrar en toda sociedad estratificada. '
Otros, de manera un tanto distinta, se han Valido del siste-
ma de cargos de Zinacantán para explicar algunos aspectos de Aun si ignoramos la crítica de Price:y acc::ptarnos el análisis
la sociedad maya del Clásico. Por ejemplo, William Rathje (1970) de Carrasco sobre las comunielades de tipo estatal, cm el Altipla-
propone un modelo, diacrpnico para dicho periodo. La riqueza no Central, resulta' elifícil extender la gC,llleralizaci6n a Meso-
Goma prerrequisito para alcanzar los cargos más altos hoy ~n américa, o incluso, a otras regiones ele! Altiplano. ~ ~os estlldios
día en Zinacantán podría explicar, en una pro)o¡ección al pasa.- etnohistóricos qe las do~ últimas elécada.l..ha.J;!-~ost¡,agO que
do, el desarrollo de las élites de los centros ceremoniales entre la'=;'Ol'ganización_so.ciOPOl-ític~~prehispj~ca~J!llfchil'S"'IeiioIi'iS
los mayas del Clásico, Con un método distinto, Bárbara Price era~'1'adicalmente::--distint'l del ...!'moclelo azteca'.!...~Dos, factores'
(1974) aplicó el modelo de expropiación de l-Jarris a.los mayas clave e~ elan~'é1e Cap.-a,§co:"la,étiv~sidadJtl-~aQ,.9i;,de=esu:a~
del Periodo Clásico. En su opinión I tificación y la m,oviliclad sociaJ,- párecen haber si4Q;m~yores de
I lo que suponíamos. Tomando' una sola regi6n,la'4e Oa,xaca, en-
la función ecosistémica del sistema de cargos es la de regular la contramos que en 1519 e,xisdan nO'!!p'le~_cijf~rell:lias Cf1 CUiij~
competencia entre las clases y dentro de ellas, as( como transferir
la energía de los productores a los consumidores (Pr/ce, 1974:459),
a ~o-!!!elejidad_~e la eS!rª.tffica.~i~n,;llo,Clil",:.y:la.~entraU;a.ción
plitica -del pO.eler~entr~¿o~,h.a.bi~tés:-g:l_Vau~~Oaxaca.la'
, I ' MiXteca Alta. la C¡µiada Cuicateca y la Sierra Zapoteca (Chan-
Dado que la sociedad maya de finales del ~eriodo Clásico
ce, en prensa). Aun el Valle de Oaxaca, la regi6p con maYQr
se caracterizaba tanto p'or un "máximo de po1;llación" como
estratificación, distaba mucho de alcanzar la complejidad el)-
pm un "máximo de estratificación social", Price concluye que
contrada en el Valle de México. De hecho, resul~a clif!cil a!if-
muchas de las funciones asumidas por el sist~ma de cargos
mar que las "escalas ele inéritos" propuestas por Carraaco
maya contemporáneo·"muy bien pudieron hab~r sido necésa-
existían en absoluto en Oaxa,ca antes ele la Conquista. Entr,e
rias a finales del Periodo Clásico maya" (1974 :4~ 9, 461).
los mixtecos y zapotecas elel Valle exis.tía una escal~ de stat4s
Carrasco es el único estudioso que empren~e una recons-
a los que se po<1ía aspirar, pero el proceelimiento en gemera! no
trucción histórica directa de los antecedentes prehispánicos
había llegado a un' nivel tan alto como en el territoriq náhuatl
del sistema; sin embargo, los antecedentes polÍticos que pre-
central (Spores, 1976:~16-218;.WhitecQ.,ttoni 1977:142-148)'\
senta se antojan demasiado generales: Su argum~nto central es
No es posible establecer h.,pt~q'~~uIU.0,...e!!.tas.diferen~s
que la sociedad azteca contabª con mecan~mos para alcanzar
r~g-iE>nales -cQntribuyercQn=-a;:la:-fo~i01Fde;:la$~jerarq u,ías cí,º,-
puestos políticos y sacerdo"tares, yque los prinqipios estructu-
,cQ"reli8iOsis-=-p~SteI.!ores"a..:'laConquista';-- Sin embargo, -ªe ~
rales del "sistema escalonado" en el cual se basa~an estos logros
~o~ttado- que-laniifél"eficlas encu'iñt~ Í"complejidad-cQ,Inj> -
se, preservaron bajo la forma del sistema de cargos, después de
f' " ia~~ d~t~q~Xa:c~,Ju':ron-factor~s imp_ortantes para dt
la conquista española (Carrasco, ,1961 :494). E~pe!o,~w~y_a
terminar las v~nte~de~ra-~ocieQ.~d c.Ol.Onial.indígen~:(Cl1,anci,
lo ha señalado Price, estos antecedentes son_fairgenerales que
'!!!!""~ ~~- _;or" ..., -
en prensa): De hecho, las comunidades ~iihuas elel territotif,
-c._t-----en ¡;IBM~'. central, populosas },' con un alto grado ele estratificaci6n er¡m.
-podr.íaMP.licar,¡¡e..a:eu-a.lquierj;,pTom~oción..60rpOi~tI;a
.. hacia fines del PeriodQ!o~tc]á~.J.!t~ic,!S con..!.espectQa!rest~
Carrasco [. , .1 no cuenta con bases firmes para identificar y clasifi-
q~e§ga~mé~a.):Iabia-n.. alcan~~O\1p.,Alt~u:E~r~e_ cQIA2.~ejida~
car los rasgos precolombinos relevantes para la reconstrucci6n del
desarrollo de la organización social coICmial y postcolonial en la'
soetal que con gécuencJa. ~a_llmtadº-;-pero' caSl nunca liual~-
región central de México. Los antecedentes que propone, proce- do, por comunidades de otras regiones.~
En su modelo, Carrasco tomó en cuenta los posip.les cam- También se le critica a,1a hipótesis de VO¡t que carece de
bios complejos en el sistema de cargos mesoamericanos a partir bases teóricas lo sufic,ientement~ amplias para justüic~ que el
de 1519, pero no aclara la diversidad regional que ev;id¡mt:e~ caso del Zinacantál}, moderno se use para comprender, por
mente se daba delltro de Mesoamérica. Su modelo, tamppcó ejemplo, al/antiguo, Tika,t La inteiI'aci~m territorial de aldeas y
nos convence de la irrelevancia de las consideraciones regiona': centros ceremo~i!les sería, sin;dud,a"un elemento de tal,teoría.
~es. Nos deja sin guías claras para estUdios posteriores. ¿Hemos pero qu~d,a sinresolveda cuestión de la funci61l del sistema de
de buscar, en el trabajo de archivo los "antecedentes" q~e expu,,\:, cargos como me.canismo de G..!!~~WbJ;U,:ión en la cq~unidad, de
uen el Slstema de cargos etl todas las region,es .de Mesoaméric~ \1, ~~~iac.!6!!.,. J ~ de~.l!~ -PO."Ptra-l~s ,;-~~lo~ªdo~s ~xtrJ:ftQs...
entre todos los grupos étnicos? O bien, ¿es necesario com,. ¿Se~u-édenooocaplicar~estas-1ñstanci4s-alos mayas del Perlodo
~omet~rnos en u.n esfuerzo más general,h~Ciend,ocomparal~ I C:lásico?P~ic~ (I974) res,ponde a .es~~PJ'C. gunta ~ avalar exp~í-
ClOnes mterculturales y desa,rrollando teorlas? .A,bordaremo!¡~' cltamente el modelo de exprop~clon de: HarrlS (1964). Sm
'esta cuestión más 'adelante. " I embargo, como ya hemos vis,to, la infoP'llación eq¡oiláfic1Ls610
La búsqueda de antecedentes prehispánicos para el'sistema ofrece apoyo limitlj.do a este modelo (Greenbe¡-g, 1981). Más
de cargos entre los mayas presenta düicultad\ls de otro tipo. adelante propond¡-elJlos que el modelo dee;x.pfOpiaciónse aplica
En este caso no se trata' de distinguir "anteceden~es" indígenas mejor a situacione.s 'colonill1es, perdien~o en gr~ medida su
específicos, sino de compro bar la hipótesis de que los mayas cu;ilidacl expliCativa alaplicar¡¡c;la otras condic~onCB. !

del Clásico contaban cO~,IDl_~.tema..d,e c~~~!!!pleJ~ •.':''I>ll- No obstante 10 anterior; comcidimos con Price al conside-
r~cido en algp" al sistema· religioso actual de Zinacantáµ::Esta rar que ~na.J~ofÍ~~n.er.al~spl:!{,~ ~j:~~e:. ;W:i~S~sea est;.
a.proximación obliga a usar la analogía etnográfica para jnter- pre4ispáU¡co, ·colonial. o contemporáneo .....del:!e"basar~ en
pretar los restos arqueológicos; pero el análisis de los aspectos ',e~tUd!~omtra,talfyós~n 10'qüi a' fa ·ép()~antéilOri la Coñ-
fundamentales sobre los mayas del Clásico rebasa los límites de quista'se refiere; cfeemós que una ,comparll.ciónjntercultural y
este trabajo. Aun así, distinguimos muchos puntos ,débiles en una base teórica resultaráll más provechosas qu~ la búsqueda
los dos extremos de la analogía. Por eJemplo,¡Ruz Lhuillierempírica exhaustiva de '''antecedentes~1 en' archivos y zonas
(1964) y Haviland (1966) han criticado la hipótesis original de arCl~co16gicas.'En nuestra opinión, el' co~unto de ,material
Vogt, Ambos señalan que la sociedad maya del Periodo Clásico necesario para llevar a cabo tal obra no será fácil de obtener.
e~a~st~tifÜ;ada de_m,asiado~dgidam.efíte66mo "Para_permittr Como dice Price (1974:462),10 que hace falta es:
el fu~ncioruiiT.lÍeñto-
deUn sis.teina_de~cargºs ~ÓtativOsCo~l .
que sugiere Vogt. 'Por ~tro lado, la ,obra reci~nte ae-Rus y una descripción comparativa más amplia de las ~stituciones que
Wasserstrori1(19'85)~obre la historia del sistema de cargos en operan en diversas sociedades campesinas y que hacen las voces del
Zinacantán, cuestiona la pertinencia de usar la analogía etno- sistema de car¡os mesoamericano. i

gráfica en este caso. El material que present~~queel ,- '---.!!!l


sistema actual se ori8inó a finales~l siglo XIX; falta indagar Como punto de partida podríamos tomar .la proposición
qué es lo que existía en las comu'niaadesantes:Qe esa época! de Greenberg (1981 :20 de que el Sistem:!:pue4e verse'como
Másade~ en e~te estudio, propondremos tcom,Q OJ2.2iQ.~ µn mecanismo "inte.rme~io en~la-contradicc161l1f4e""existe-entre
~s 'Viabte- que el sistema de cargos en Mesoamérica en ~la 'fa--dependeñCia~delos campesiif-es'en~latcolo-gía-local y ,las ex1~
época de la Colo~ ero un ~istema civil. ¡ geneias -ele sistemas' políjiCQS y'i.,eco1!ómicosmás' amplios con
qcue-tropiezan. --,"; _ _t... ~-- ,,[
I
Mientras- que· la identificación de antecedentes prehispáni-
cos específicos del sistema de cargos !enfrenta!Jodo Jipo d~
dÜicultades, la información,existentwsob4e las cofradías en la~
lücteas Yrlos cargos civiles del periodo colonial es mucho más
,.,- - - - - ---- --- - --: --.;. pi

abundante. Procederemos ahora a analizar m,lestra 'inv~sti-


t;ci6n de""atchivo en distintas regiones; 'comenzando con las
cuestiones centrales de la estructura de la cofradía comunitar-ia
y.....
la institución
-
del .patrqnazgo. individu'alder.· fie~ta.sreJ.í¡iosas:
,

Cofradías colonlaIes

Un rasgo característico de los sistemas de fiestas modernos en


los pueblos,mesoame"iicanOi:son'Siite-en queTos ~ervicios pres-
~d0~)ara!'ías~ce~ebr.a~ioiies ?tUale?Se' c~nsi~~,niJ;lC51i'gos, :'u,n'i
$ran -GlU'g~ económlca" (Dlener, '1978:f93).-Los ~studlO~OS
,livergenen~cuanto"al propósito que cumple el patronazo indi-
~id~al de .las fiestas rel~iosas, apoyando 'Su función como
d~fensa contra laexplQ~aci9n coJonW, o bien ~omq parte 'de
ell'l misma explotación, o como am,l:¡as;p~o laexjstencia ?el
patronazgq inPividual ~,entieµde y s~"aceptll 'casi,unáni.n;le-
metlte como un prOducto del inicio de la 6pocacoloIlial con
probables raíce~ prehispánicas, (<;¡µ:r,as~q,,196,1 :49l4?2;
Green berg, 191n: 16):, ' t., I

La idea común de la historia del sistema de fiestas C0l,110


una estructura política y ceremonial autóctona de extracc~ón
~olonial tempratla: es, en gran medida, producto de lo que 10s
etnohistoriadores U~pan l4psJreaming; método que da ~or
Escuela Nacional Preporaroria: escudo del portal modern~s, 4~ lªs so~edade~ tra,di-
hec,ho ql,le las c,~ac~~¡.;~stica.!¡
7

cionales representan estructuras que han perm,anecido sin contribuciones, personales de los xníembro,s principales de la
cambio durante largo tiempo. En el caso-llue ños ocupa, dado cofradía (el mayordomo· y _el prioste); 2) mediante contribu-
que las cofradías o hermandades católicas seculares, fueron ciones personiiles de t9do~~los miembros de la cofradía; 3) me-
introducidas por sacerdotes españoles después de la conquista diante contribúcione~' de todas la~,iamillas de la comunidad~
militar, se piensa que el sistema de cargos -sin duda relacionado especialmente~aquellas en las que todos eran miembros de la
con las hermandades religiosas en el siglo XX- también se cofradía, COIllO al parecer suce,dfa en las cofracj.ías de hospital
originó entonces. La tesis doctoral de Francis Brook de 1976 establecidas por lo:dranciscmos; y 4) la r.enta u otro producto -
-el único análisis extenso sobre las cofradías en la Colonia_ de~la propiedad comunal perteneciente a las cofradías. Los re-
hecho por un, historiador-- sitúa dichas hermandades en el gistros del patronazgo en ias regiones central y occidental de
torazón mismo de la iden.tidad~~olectiva_de las comunidades México durante la Colonia indican q¡¡e en la mayodade los
campesinas, Esta conclusión hace eco a la interpretación me- pueblos los gastos se' sufraga'ban con el dinero derivado de la
siánica de las cofradías coloniales, sin dar evidencia sólida con p,ropiedad comunal. Los réditos de dotaplones detiemi. terre-
respecto a algún lugar en particular, ni abordar las cuestiones nos. «asas. y-part~culármente de ~anadQ. e¡an en muchos casos
de orígenes y desarrollo. El libro Los aztecas bajo el dominio más que suficientes para cublir los gastos delrito. El patronazgo
español 1519-1810 (1964: 131) de Charles Gibson, nos conduce individual era excepcional y se Iecurría~ a él como a un pobre
de manera más relevante a los orígenes y la función de las ca- sústituto para la m¡µ:.-,¡tenciónde l!ls' capillas vecinales e~.los
fudías en el periodo colonial-:-Se refiere a ellas como org~tiza· casos en que la propiedad comunal.'po e~tia. era i.qsuficiente
ciQ.nes-comunalesque se dewollan en una época d.e dec<r~- o~dp;,:aprobac4. por los fun~ionarios españoles.
cía, señalando que las poderosas cofradías del Valle de }4éxico 'En Jalisco,las principales cofradías se haUaban contiguas a
que están doc1Ím~en1¡[d¡fS datan del siglo XVII principalmente, los hospitales comunitarios fundados en las p,arroquias francis-
es decir, un siglo despues de la conquista militar; y sugiere que canas a fines del siglo XVI y principios del XVII.6 Los hospi-
su expansión a finales del siglo XVlI no puede-explicarse como tales eran construidos junto a los monasterios franciscanos, y
un fenómeno meramente cO;?JJulsivo. probablemente ya funcionaban hacia' 1570 en las principales
La historia de las cofradías en la región central ~e Jalisco, cabeceras parroquiales administradas por lQs primeros francis-
en Oaxaca y en la región cen tral de México pone en tela de canos"como son Tlajomulco. Cocula. Atoyac. Ajijíc. Zacoalco,
juicio su origen a..pr.iuciPios c!.~,.Ja....Colonia,
al i,gual que su rel~- Sayula y Tonalá (Códice FranciEcarw, 1941:151-160). Muchos
ción con~la jerar .:J.uí,acívico-religiosa en la éJ:?ocacQlonial,_el otros florecieron bajo la supervisión franciscana en aldeas sub-
patronazgo individu'il. de las fiestas comunitarias por _.
~ parte de
'los miembros de las cofradías, y su carácter indispensable en la
ordinadas más pequeñas durante los Cfíticos años iniciales del
siglo XVII, cuando la población indíg~a de la'r~gión se redujo
al 10% del total existente antes de la <;;onquistal7 Por ejemplO.
Identidad colectiva de las<comuni~ades indígepal>. De ac~o
con los registIOs de los obispos acerca de las obras pías,las co- el cura franclscano de Jocotepec (una,parroqu~ con cabecera,-
fradías en estas tres regiones fueron estable'cidas en 4pocas anterior en Ajijíc, sobre el Lago de Chapala) reportó, al exami-
muy distintas, pero muy raramente apareciero,n durante la pri- nar los registros oficiales de las cofradías que mantenían hospi-
mera etapa de conversión religiosa que sigui~ a la conquista tales indígenas en los pueblOS de su parroquia en 1794, que de
milit,¡!' en el siglo XVI. 'En las regiones centrales de México y seis, cinco habían sido tUndadas entre 1609 y 1648; Ajijíc,
J alisCll, las fundaciones se concentran en el sigl? XVII (1600-40
1622; San Antonio Tlayacapan, 1623;'San Juaz¡.Cosalá, 1622;
en Jalisco y 1620-1700 en México), es deci;r, alrededor del
punto más bajo en la curva de población ind'ígena, como sü-
gane Gibson,.5 Algunas cofradías se fundaron1en Oaxaca en el
siglo XVII, pero, al parecer, muchas surgieron: más tarde en el
siglo XVIII, después de la secularización de laS parroquias.do-
;... ~ ....
minicas y cuando la poblacióñ creció de nueyo. Al igual que
las raíces españolas ~delas haciendas coloniale{'se' entendieron
de otro modo cuando quedó claro que este tipo de propieq.ad
muy raramemé se dio en América hasta finale~ del siglo XVII,'
así las fechas de aparición de estas cofradías l(0~ hace,~ d~~ar
que los sistemas de cargos~actuales son una colntinuªclOn..mm-
t~rrumpida del patronazgo indivjdual del cu¡.to indígena eq
tlempos antenores a la ConqujS~a. ..Igualmentf hace falta ~e-
mostrar, en el caso de estas regiones, la idea de flue las cofradlas
antes de la Independencia de México en l~ ~écada de 1820
opéraban como el sistema de cargos y,eran pal¡'tede uµa escala
de préstigio que enfatizaba el patronazgo indi;dual'd'e las fj,es-
tas por parte de los ricos. 1
Durante la Colonia, los cargos religiosos ~e concentraban
en las cofradías, que se fundaron c.on el finlde organizar ~l
ap"-oyolocal del cu!!,o y s~fragar los gastos Aqáeéstegene:f,ba.
DlchQSgas"'t'OSIDcluíancomida, provisiones y demás erogacio-
nes del ri'to""tbn quese c'e1ebraban losdías festivos y que, para
la década deIS 70, ya estaban bien establecidas (Papeles de-la
:ueva 'EspaFia [l'NE]. 1905: VI:3l; IV:64): VUlOy hostias para
la misa y los honorarios de los sacerdotes por sus servicios.
Había cuando menos cuatro maneras -a veces e¡;lcombinación-
de hacer frente a estos gastos en la época colonial: 1) mediante Catedral: detalle de la puerta de la Sacristia '

---'------ --- -
,_~~\,~,',"'''-''!!o:~~''''~~<:.~~'':.,.:, ,-, ,'"., -"",'.','.... ,
8

de pastoreo gradualmente invadían la tierra elelos maizales que


se necesitaban p\IIa alimental: a la cr~ciente poblac,ión. Aun así,
el ganado y las propiedades de las cofx:ad..iasse sostuvieron y
siguieron aumentando l}asta la segundamitali elel siglo XVIII.
En este periodo lo~ reQaños (le cabras y ovejas desapareCieron
de las cofradías, que ~ora se especiaij.zaban en vacas, bueyes,
caballos y lJlµlas. L.a cofradía de la Inmaculaela Concepción de
Tala, por ejemplO, aumentó su ganado ae.495 vacas, novillos y
bl,leyes en 170S, a 600 cabezas en 1764. A mediados del siglo
XVIII, la mayoría de las cofraelías de hospital en, los pueblos
I
indígenas ele ljl región central de Jaijsco tenían ele 150 a 500
cabez,as de ganado y caballc;>s(margen establecido a partir de
~uatro cajas de regisµ;os de cofr~elías,coloniales c.l~sificadasen
el Archivo de, la C¡¡.te~ral ele Guadala,iara [CA~O]). Al~nas
I
cofradías ¡n.díg~nas cliversificaron sus pertenenciu hacia finales
de la époqa col,onial, como, la cofraelía ele,lhospital de Tequilll,
que poseía tres casas, ~43 surcos de caña de azúc/µ', y campos
sembrados con 6703 plantas mezcaleras, todo lo cual se ,ren-
taba a cambio de una, cantidad al contado ae,lOOO pesos anua-
les. En 1803, en Salatitlán, c~rca de Tonalá, también plantaban
mezcales en las tierras de la cofradía. Otras cofraelías criaban
pollos, prod\.\cí~ queso y almacenaban los ¡ranos cosechados
en los pequeños campos donados a la Virget;l.
Después de la décaela de 1770, el ganado de las cofradías
disminuyó notablemente. En el caso de Tala, en 1802 sólo que-
daban 104 vacas, novillos y bueyes, y 23 caballos en el ganado
de la cofradía de la Inmaculada Concepción, ele la,smás de 400
cabezas que había en 1770. La reducción elel gaI'\ado se hizo
especialmente aparente después de 1767 .IEn siete cofradías de
la parroquia de Tlajomulco, con registros de ganadO de 1767;
1801 Y 1821, el número de cabezas se redujo en un 67% de
1767 a 1801 (de 1 128 a 373 cabezas) y en otro 45 % de 1801
Escuela Nacional Preparatoria: portón lateral, detalle de lf columna a 1821 (de 373 a 204). Alguna decaelencia hubo~ aunque no
tan dramática, en cinco pueblos indígenas de la jurisclicción de
Jocote.pec, 1609; Zapotitlán, antes de 1649; y Soyotlá~, 1672. Zapotlanejo, en dO,nde el ganado de las cofradías ¡decreció en
En sus escritos sobre Jalisco en los años 16140,el padre un 20% entre 1770 y 1801, de 1 870 cabezas a 1 497.
Antonio Tello registró la existencia de hospitales ~n casi todos' A fines del siglo XVIII aumentaron las presiones para utili-
los pueblos que se hallaban bajo el cuidado de lostranciscanos zar las tierras de las cofradías con propósitos distintos de los'
(Tello, 1942-45: libro lII). Estos hospitales consistían general- religiosos. Escritos de los párrocos sugieren que'l~ hambruna
mente en uno o dos cuartos para albergar a 10~ enfermos e y la epidemia de los años 1785-86 fueron factores beterminan-
indigentes, unidos casi invariablemente a una c~pilla con su tes de' esta decadencia.' Los pueblos cuyas tierra~ np proclucían
altar y su imagen de la Virgen María de la Inmacu~ada Concep- suficiente alimento comenzaron a vender parte de los animales
ción. Con fr~cuencia los cuartos estaban construictos alrededor de las cofradías, o a sacrificarlos para consumo. Est~ emergencia
de un agrada:'1e patio y jardín. Los gastos del hos~itai, su capi. puso en evidencia el problema que representaba tener dema-
lla y las fiestas eran cubiertos por la cofradía que pa,raese efecto siados animales y poco grano. El.ganado ele las cofradías ocu-
había sido creada en el siglo XVII, y que también: estaba dedi· paba terrenos' que pudieron hab"érse·distribuido pil.ralabranza'.
cada a la Virgen Mar~a. La propiedad de esas cofra1ías consistía. De ahí 'en adelante, los animales de las cofradías ~e vencliero~I1.
básicamente en ganad9, dinero y tierras. Al priI¡.f.iPiO,por lo con' más frecuencia"; sin permfuo, para pagar las fiestas del pu-e¡
general, cada familia indígena donaba una vaca, .rn caballo o 010, los impuestos tributarios;'y 'otras deudas de la creciente;
unas cuantas ovejas,' y los miembros activos de ia cofr~día población. Pero este,'desastre no causó, por sí solo,la decaden-
contribuían con cuatro reales al año y dejand() fn sus testa-,, cia de la propiedad de laS cofradías. El obispo Cabañas, en sq
mentas propiedades para la hermandad. Ell el, siglo XVII, visita por la región central de Jalisco entre 1801 y 1803, advir-
cuando la población era reducida y la tierra rplativamente tió una decadencia considerable ocurrida en años anteriores, y,
abundante, se asignaban a veces a la cofr¡idía de~ hospital las' la at'ribuyó a malos manejos por parte elelos in~ígenas. ~guno~
tierNs reservadas para el pastoreo dentro de la legua cuadrada funcionarios indígenas corruptos habían robado animales y
de ii~rras comunales del pueblo. En otros casos s5 adquirían o tierra pertenecientes a,las cofradías¡ sin autorización, se habí",
rentaban los ter,renos aledaños para que los reban¡os de las co· hecho uso del ganado para las fiestas de la comunidad y otras
fradías pastaran. La cofradía del hospital de TlajoTuJcO poseía celebraciones; y losani!llalescse vendían, sin:permiso, par
cuatro ranchos en el siglo XVIII, el latifundio, m~s grande de §ufragar 'otr~s gastos 'extraordinarios ele,-la comunidad. La~
todas las hermandades indígenas documentadas fn la región innumerables quejas qU.ela gente, de"los pueblos alzaba ante l~
central de Jalisco. Tlajomulco también poseía vna pequeña corte del Qbispo de Guadalajara contra sus párrocos por apror
extensión de tierra para arar que se trabajaba' cofectivamente piarse d,e cofradías en la segunda mitad elel siglq. XVIll soni,
para mantener el hospital. ,\ tanto una prueb.a de lo difícil que t;ra par~ un cura. subsist~
En la segunda mitad del siglo XVIl,-el gimado, cada vez con las reducidas cuqtas eclesiástica~ qUe le es:a~a permitid~
más numeroso de las cofradías se volvi6 un problema: las tierras recol~c~ar, como una causa más del efjlP,obrecUUlentq del ¡al
9
nadode las cofradías. Además, a partir de la década de 1750,
surgióuna disputa entre los líderes de los pueblos, la Iglesia'y
elpodercolonial so bre qui~n debía manejar el dinero ,excedente,
delospueblos indígenas; tal conflicto amenazaba con, dispersar
laspropiedades de las cofradías. Una cédula real de 1758 orde-
naba disolver las cofradías que no tuvieran autorización real.
Hacia1780 el gobierno español intentó aplicar el impuesto de
alcabalaa las cofradías y promover las c¡¡jas de comunidad
(tesoreríasde! pueblo) en los pueblos indígenas sujetos al ,con-
rr91 real, a expensas de las propiedades comunitarias dedicadas
a la manutención del culto (Brooks, 1976: c. 4). La aparente
disminucióndel ganado en los ranchos de las cofradías entre
1801 y 1821 puede deberse en gran parte a la destrucción pro-
vocadapor la guerra de Independencia y al trastorno de la
administraciónde las cofradías. Sin embargo, también hay evi-
denciade que la~ reservas de las cofradías disminuyeron aún
másentre el intento de Cabañas de imponer medidas de con-
servacióny el inicio de la guerra. En Ixtlahuacan, cerca de Cha-
pala;el ganado de la cofradía de la Inmaculada Concepción
disminuyóde 129 cabezas y caballos en 1804 a 61\ en 18Q7.
Engran parte, esta decadencia fue resultado de la negligencia
-Yacasextraviadas, ro badas o descuidadas.
También existieron cofradías en Oaxaca, pero su historia
estotalmente distinta a la de las cofradías de la región central
deJalisco. Los dominicos, qUe evangelizaron puena parte de
Oaxaca,participaban,activamente en la vida religiosa y pública
desusparroquias -·administrando los sacramentos, predicando,
inslruyendo,vigilando, y asesorando a los funcionarios delpue~
blo- pero no edificaron hospitales, y lasicofradías aparecieron
tardíamente en sus parroquias; esto más bien sucedió cuando los
dominicosfueron remplazados por sacerdotes seglares. Como
indica el obispo de Oaxaca en 1790 (Archivo General de la Escuela Nacional Pre{Jllraroria:portón lateral, detalle de la columna
Nación[AGN] Cofradías y Archicofradías 18, exp. 11), ningún " '. I

puebloindígena tenía hospital o capillas adjuntas ded~cadas a veniente del distrito de Vill", Alta, en la Sierra Zapoteca, al
la Virgende la Inmaculada Concepción. Solamente un pueblo, finalizar el periodo colonial, sugiere que para esa épOCll el
Nochistlán,se reportó en 1581 con hospital, fundado por los patronazgo individual' de las fiestas empez.ab.a.-A.~ustituir a la
principales de la localidad, y patrocinado pOr una granja contribucjón com~taria.' En 1808, ~n maYOrd9mo de San
comunitaria (PNE VI: 211). Las hermandades en, los pueblos Cristóbal Lachirioag s~ quejaba ante ,el alcalde mayor de Villa
que tenían cofradías en los años 1790 -y mucho~ no la tenían Alta de los enormes ¡astas que le a.carreaban l~ fiestas del
o la habían dejado decaer- datan de 1700-70, un periodo de Santo Patróp., Carnaval, la Santa Cru~ y la Trin¡idad. Hasta
crecimientoen contraste con lo que sucedió en J .µisco un siglo entonces las provisiones para las fiestas se conse~ían con la
antes, ' I contribución de medio real que aportaba cada familia, y con
La relevancia que las cofradías oaxaqueñas t\::ní¡¡n para la una parte de la cosecha de maíz de la cOpluJlidad ¡ pero ahora
comunidad era distinta y más Testringida que en Jalisco. A se habían prohibido las colectas y ya no había cultivos comu-
juzgarpor e~porte del obispo acerca de las cofradías, resul- nitarios' (Archivo del Juzgado de Villa Alta [..\JV Al Civil
tadode una inspección realizada en 1790 de parroquia en parro- 1793-1840, exp. 43). En 1788, la contribución 90mwtitaria
quiadurante su visita,las hermandades de Oaxac~ se fundaban para proveer las fiestas era aún evidente en Santa María Temax-
generalmentecon la'pe9-ueña herencia de uno o dps individuos calapan, cerca de Villa Alta (ANA Civü 1779-1802, exp. 71);
y no, como en Jalisco, con las donaciones de varias familias. y en 1821, un barriq d~ Santo Domingo Ro~yaia,comenz6 a'
Confrecuencia el mayordomo, y no la hermanda,d en su con- promover ~ste tipo ele contribuciqn, pero al mismo tiempo se :
junto, enfrentaba los gastos de las fiestas que p~trocinaba la vio presionado a volver a la costumbre de hacer p~ todo al:
cofradía. En 1778, el obispo de Oaxaca declaró ~ue si los in- mayordomo (AlVA Civil 1821-;33, exp. 52). Muy pocas de:
gresosobtenidos a partir de las propiedades de la' co-fradía nU estas cofradías eran autosuficientes comQ las" de Jalisco; y la :
alcanzabanpara pagar las fiestas de la comunid~d, le corre~- función y el origen de estas c;;ofradías oaxaqueñas estaban vincu- .
pondía al mayordomo completar los gastos con!sus recursos lados más estrechamente a la religiÓn. Adem¡1/l de explicar las:
personales (Brooks, 1976:69-70). Esta debe haper sido una declaraciones de poca o nula propiedad en mucha.s cofradías ¡
situaciónbastante común en Oaxaca a fines del siglo XVUI. En, de pueblos de Oax,aca qUe se registran en el reporte del obispo
1777, el corregidor de Oaxaca reportó que muc4as cofradías en 1790 (AGN. Cofradías y Archicofradías 18, exp. Il), la visitll !
de su distrito tenían ingresos de tan sólo 3 Ó 4 pesos al año, de Oaxaca de 1778-84 indica que el obispo suspendió ¡;nuchas
siendo que nada más la comida y la bebida p~a una fiesta cofradías porque sólo producían deudas .(Archivo General de \
costaban 100 pesos (Brooks, 1976 :73). Esta cifra para el costo Indias [AGI] Audiencia de México '2588). Generalmente en
de la comida y la bebida parece inflada, pero aun tom~do,una Oaxaca, los párrocos adminiStraban la propiedad y,llevaban los I
suma más probable de 15 pesos como costo mínimo de una registros, por lo que habia menos oportunidad de confusión I
fiesta de pueblo (Gibson, 1964: 118), el ingreso de la cofradía sobre si la propiedad de la cofradía pertenecía más al pueblo I
apenas si cubría una cuarta parte. La evidencia adicional pro- que a la Iglesia.

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'",'\:.",~~~~~~,,,~'~~~~~'~"'~~~~~"'''~'''~'
. .'
10

Las obligaciones y gastos de las cofradías de Oaxaca se ,días festivos.a Hacia fines del siglo XVIII la riqueza de las co-
limitaban estrictamente al pago de lqs costos de lit celebración fradías en Michoacán variaba -mucho; aparentemente había
de la misa y a manterier:el abasto d,e.c,erapara"'velas'"aceite paJ:a mucho dispendio y' malos manejos de los fondos de las herman-
las lámparas y vino para la iglesia de la parroquia. El modesto dades (De la Torre, 1967:421;,Carrasco, 1976:75). El que los
capital de la mayoría de riiscofradías del Valle de'Oaxaca en ' fondos de las cofradías no pudieran mantener en este lugar las
1790, se reducía aproximadamente a cien libras de cera y de celebraciones religiosas a fines del siglo XVIII fue probable-
5O a 200 pesos en efectivo. El dinero 'se apartaba para la Sema- mente un fenómeno de época tardía, pues a fines delsiglo XVII
na Santa, para la fiesta' del santo patrono de la hermandad, y se decía que las cofradías indígenas de Michoacán estaban bien
para pagar misas ocasionales; no era capital productivo que se provistas de tierras y trabajo comunitario. En su inspección de
prestara con intereses, o se invirtiera en animales o propieda- las parroquias de Michoacán en 1649, el obispo reportó la
des, I1'!uchasotras hermandades carecían totalmente de fondos, existencia de cofradías de hospital activas en casi todo el terri-
y dependían para su manutención de las limosnas que recaba- torio, con el apoyo de tierras de labranza trabajadas en comu-
ban antes de los, días festivos. Unas pocas cofradías del Valle nidad, contribuciones de comerciantes y otros tipos de contri-
de Oaxaca, como las de Santa Ana Zegache, recibían la cosecha ' buciones comunitarias (Arnaldo y Sassi, 1982:61-204). Al
de los pequeños maizales trabajados en comunidad; y, en algu- ~ ,parecer, el patronazgo colectivo de,las fiestas se sostuvo firme-
nos casos, las hermandades se sostenían con rebaños,_Deorigen mente en los pueblos de la región central de México hasta el
más recien te, modestamente sustentadas, sin_edificios, propios ~fm del dominio ,colonial. El caE!Pio principal no consistió
y destinadas a manten& a la iglesia de la parroquia y al sacer-, tanto en apartarse, de la manutención colectiva de las fiest'as
dote delpue.blo, estas'cofradías de Oaxaca ofrecen un contraste
con las hermandades de la región central de Jalisco y su co~
binación de hospital y' capilla. Si bien en Oaxaca las cofradías
I
eran pobres y no operaban tanto como institución del pueblo,
las cajas de comunidad, en cambio, sí eran impresionantes, pues
contaban con tierras de cultivo trablijadas por todas las fami-
lias, y con cofres comunitarios que contenían cientos, y a veces
I
hasta l 000 pesos en efectivo reunidos con el producto de la
renta de edificios y tierras y con las contribuciones anuales de
los tributarios. I
Aparentemente, JalLsco y Oaxaca son representativos, el
primero de cofradía pró~~)eray el segundo, de cofradía pobre.
En un punto intenñedio se encuentran otras variantes como:'
propiedad de cofradías, patronazgo individual y sistemas de
I
cargos interconectados dI:!la región central de México y de Mi- Escuela Nacional Preparatoria: detalle portal
choacán al finalizar el penodo colonial, que son bastante más
complicadas, En estas regunes existían varias hermandades
con propiedades en casI todos los pueblos indígenas,junto con
religjosas,. sino en la clara-formación de un patrón según el cual
los_oficiales del pueblo se aproP4lban d.e buena parte. de 'los
I
productos de las cosechas, rentas, vent~§ y recolectas de las,
o tras grupos que mantell ían las capillas de los barr¡os. A finilles
cgfradías para utilizarlos para s\l propio provecho (AGN Crimi-
del siglo XVII, Veta¡,.,:ourt reportó la existencia 'de cofradias
en casi todos los pll bios de la Diócesis de Mé~ico, aunque
nál l48:263fL). Casi no se ha enco,ntrado evidenc¡ia depatro-
nazgo individual en un sistema parecidO al de cargos. En muchos
I
pocas eran las asocia, .IS a las capillas de los hospitales indí-
casos en que la cofradía carecía de recur~os p~a pagar los.gas.
genas (Vetancourt ¡ll, .: por ejemplo, 173), También las halló
tos del culto, 'el 'dinero se sacaba de las arcas del pueblo antlls'
sustentadas por medio ,,,,~terrenos, campos de tunas y animales
heredados a las hermdl,dddes .por los habitantesl del lugar, o
de imponer el patronazgo a un solo individuo (Chávl;ZOrozco,
1934). .
I
bien, obtenidos de le., tit:rras patrimoniales de la comunidad.
L-ª ~tercalación de los cargos civiles y religiosos, pudo
Pérez-Rocha encontru que en Tacuba las cofradías mantenían
las fiestas religiosas d'') la comunida-d con lo que sp obtenía de haber funcionado en la época_coloniaL aun cuanlio eLpatr,o-
sus' cultivos de mag'Lcy y nopal; o bien, rentandd las tierras a,:'" nazgo individual de las fiestas fu.e, al p.arecer, poco, usu,al en los.
cambio de dinero el' ,;1'"ctivo (Pérez-Rocha, 197&:12). Ni Ve- pueblos indígenas, durante la Colonia, y a pesar' de que no s~
tan;;urt ni Pérez-Rr.;",lu mencionan la práctica de patronazgo tiene la certeza de que.las~cóIradías fueran una extensión de
individual de las fies, ,s, Las primeras cofradías tenían muchos
miembros, como la dct'ITcada.al~ Virgen del Rosario en ,C~alco'k
las prácticas prehispánicas' de culta. Existían cargos civiles y,
,religiosos, y hay~pruebas de que algunas,personas ocupaban lbs
I
dos tipos de cargos y,de-que todos los funcionarioscde la comu
fundada en 1563, yen un prmClplOsolventaban sltSactlvIdades'
nidad eran electos al mismo tiempo (PNE VI:294). Warren y¡
mediante contribuciones generales (PNE V: 64). Para 1579,la,
cofradía ya había recibido donaciones de tierras de varios prin.
Staley sugieren que, a mediados del siglo XVII, algunas persona~
ocupaban a la vez,cargos civiles yreligiosqs en, Michoacán y da~
I
cipales y de otros vecinos del pueblo y se convertí¡¡, así, en una
ejemplos de Pátzcuaro en 1647 y de Uruapan en 1659 (WarreI\
i.nstitución autosuficiente. ¡
y Staley, en prensa: 20-21). Sepúlveda y H. afirma, sin ofrece~
Al referirse al Valle de México y a Micho¡¡,cán, Gibson,
Pérez-Rocha y De la Torre documentan la existencia'de cofra~ ejemplOS,'que la mayor par~e de los funciop,arios civiles en Mir
choacán eran mayordomos de ,cofradÍlls (Sepúlveda y H., 1974;
I
días muy distintas en cuanto a proporción, recursos Y grados
de-complejidad a finales del p~riodo colonialtGibson, 1964: 60) .....e decía que, a mediados qel siglo, XVIII, los miembro~
127-132; Pérez-Rocha, 1978: 119-132; De la Torr~, 1967 :421).
En las comunidades que poseían pocas tierras productivas o
activos
indios
de la cofradía del hospital de Tllijomulco, J aliscQ, eraIj.
principales, de.1o cual puede desprenderse que eran fun~ I
pocos animales, el mayordomo podía recolectar cuotas fijas .cionarios civiles (SAAG Cofradías 1754; también CAAGCofrar
enne todos los miembros de la cofradía, y pedir contribuciones días 1765, el prioste de Santa Fe y de Tecualtitlán fue durant~
especiales a todos los habitantes de la localidad antes de los dos años, "un viejo principal"). Pero no queda claro si pan!, I
I
11
ocuparun cargo civil era prerrequisito tener un cargo religio,so, comuniqad (CAAG Cofradías 1169, los indios de, Tizapan
ni. si había un sistema escalonado claramente
;, .~
establecido. En el "dijeron que el dinero obtenido de la venta del ¡anadose usó
casode Jalisco, cuando menos, bien pudo ser que los ,cargos en para defender las "tierras del' p'ueblo que eran usadas por las
lascofradías se otorgaran después de haber servido en un cargo cofrad~as'·). La ide;l de ql,1ela propiedad de la cofradía era pro-
civil,y que se les considerara de más prestigio que los cargos, piedad comunal en sl,l"sentidQ,más amplio, dio pie a muchas
civiles,tan estrechamente relacionados con el gobierno colonial. disP~tilS entreql.u'as y, fellgreses indígenas que comparecían
Enlascomunidades qu~ corrtaban c9n numerosos cargos civiles.y, ante el obispo._Afiµales del siglo XVII, o tal vez antes. habir,
religiosos,había potencial para el establecimiento de un sistema' tan.tes indígenas de los pueblo,S de la región central de J.alisc,o
escalonado de servicios; pero vale la pena' anotar que mucnas se refer,í,an a las tierras y a los aniInales de las cofradías como
cofradías c?loma:les, aun en los pueblos de hasta 1 000 habi- "nuestra propiedad" y los usaban para dar de comer a su gente
tantes,tenían pocos funcionarios, demasiado pocos a decir ver- en tiempos de escase.z, o bien vencjían animales ,para pagar los
d¡¡d,como para poder hablar de un sIstema religioso escalonado. litigios por las tierras y el deslinde, los tributos indígenas y las
Además,resulta difícil aceptar que los mayordomos trabajaban deudas personales, así como para pagaDla celebración del cul-
sólo durante un periodo para permitir que-otros ocuparan ei to.ll Los sacerdotes seglares no tardaban en quejarse ante el'
9
puesto. En la regió~ncentral de Jalisco, en donde las 'cofradías obispo por esta forma de emplear la propiedad de las cofradías. '
, se establecieron relativamente pronto y estaban, en general,
Los bueyes de los rebaños de las cofradías se prestaban o, a
biendotadas con animales, los cargos de cofradía se reducían veces, se regalaban a individuos del pueblo para que trablijaran
a un mayordomo elegido anualmente, o a un mayordomo y un sus tierras y, en ocasiones, se usaban los fondos para comprar
licor para las fiestas del pueblo. u Si el párroco intentaba limi-
tar el uso de los bienes de la cofradía a gastos religiosos, o si
obligaba al mayordomo a pedir permiso antes de dilapidar los
fondos de la cofradía o vender el ganado, tenía que enfrentarla
resistencia y encarar más litigios._En algunas comunidades, in-
cluso, los indígenas llegaron a impedir a los'curas el uso de los
fondos para gastos de la cofradía, aunque el problema real en
est~ caso no era el uso de los ingresos d'e la cofradía para fines
religiosos, silla la intervención del sacerdote en la administra-
ción de los fondos (CAAG Cofradías, carta del cura de Tabasco
losé Antonio González de Hermosillo, fechada el12 de febre-
ro de 1792). .
Los documentos incompletos y lo que parece ser una gran
diversidad entre regiones y dentro de una misma reg~ón, impi-
Escuela Nacional Preparatoria den sacar conclusi.ones firmes acerca del desarrollo de las co-
(

fradías y del sistema de fiestas ,en Mesoamérica c,olonial. Pero,


prioste, o a un mayordomo y varios vaqueros. 10 En el caso de tomados en su conjunto, lps casos de Jalisco, Michoacán, Oaxaca
Jalisco,se da el nombre de vaqueros a los jornaleros contrata- y la re~ión central de México sugieren que, denq'o de las dife-
dos y no a funcionarios de la hermandad, puesto que, eran rencias y variaciones, existe una histopa que pontradice la
asalariados(por ejemplo, CAAG Cofradías l77t, cofradía del noción de patronilzgo individ.ual ocjel iµjerto g~ u;na i.n:¡titu-
Santíssimo de Atoyac). La fuerte tendencia en los pueblos a ción ceremonial jndígena .e;nlas h~rmandades seglares españo-
~
rentar las tierras y el ganado de sus cofradías, a finales del pe- las, En general, las cofradía/¡ no se dl'\sarrolla,ronpor r;ompleto , '
- riodo colonial, se debió, según el testimonio inqígena de Com- en los pueblos indígenas sino hasta fines del siglepXVI y prin-
postela en 1804, al elevado costo de los salarios de quienes cipios del XVII; y aún entonces la pr~sencia de I cofradías no
cuidaban de los animales y las tierras (CAAG Cofradías 1804), implicaba necesariamente la existencia de un sj.ste~a de cargos.
A juzgar por los registros del ArchivQ Arzo¡bispal 'de Gua- En los lugares en donde las cofradías eran más: fuertes en la
dalajara, los mayordomos de estas cofradías ta~ bien abasteci- época colonial, la institución nunca se igualó a Ja forma y la
daseran más administradores de las propi~dades1que funr;iona" función de las actuales ',cofr.ªdías ,t'omo escalas ele.prestigio y
dos religiosos o patrOcinadores de las fiestas. Prest.abanuna espe, patronazgo indivicjual.de las fiestas comunitaria§.:.,Antes de la
ciede servicio a la_90munidad pues, aunque no, p.p.trocinaran,,~ década de, 1770, muchas cofradías en las regiones central y
- fiestas, por lo gener:a[ no se les pagaba por sUl1ábor (CAAG occidental de México, tal vez la mayor parte de ellilS,mantenían
Cofradías 25 de noviembre de 1822, carta de ~osé Ma. Gil): las fiestas de la comunic.lad a través de sus ,tienas comunales y
llevaban registros, aprobaban contratos de rentl\, y en general sin un sistema grande y complicado de servic¡os e~calonados en
estaban a cargo de la propiedad; en ocasiones, aprovechaban su el cual todos, los hombres de la comunidad partir;iparan. Du-
puesto para quedarse con unas cuantas vaca/¡ o porregos o con rante la segunda mitad del siglo XVllI aumentaron las exige;n-
un pedazo de tierra de la cofradía (CAAG Cofr¡¡.días queja de cias sobre el patrimonio comunal de las cofra~lías. ,Parece s~
Francisco Bias contra sus predecesores; CAAG Cpfradías 1779, que a finales del siglo XVII! los gastos del culto se increment~-
Alonso Francisco, indio mayordomo de San.Seqastianito, acu- ron (Carrasco, 1976:78-79) y el crecimiento de la p<;>blació;n
sado de ro bar ganado de la cofradía), ¡ , , ,
req~irió mayores' erogaciones para alimentos y bebicta en lo:s
Pero esto es típico de las estructuras comunitarias en las días de fiesta. Los litigios por la, tierra, los impue~tos y la esc~-
cuales la propiedad de la cofradía era considera4a por los ind~- sez de víveres, así como los malos manejos y las necesidade~
genas como propiedad comunal, la cual tambi~n se utilizaba. materiales del sacerdote local agotaron los recursos de las cq-
-aunque no exclusivan1ente- para mantener el culto. Los fo'n- fradías. Al parecer, para la década de 1770 se cerraron hosp~-
dos de la cofradía podían ser guardados en la ~dministración tales en Michoacán por falta de mantenimiento adecuad9
del pueblo (CAAG Cofradías 12 de febrero de [1792, cura de (Sepúlveda y H., 1974: 55); pero tal no fue el caso cm Jaliscq.
Tabasco), Con frecuencia la cofradía tenía animales pero care- En ambas regiones, las" cofradías de la Inmaculada Concepción.
cía de tierras, así que los llevaban a pastar a l<;>sejidos de la siguierOn funcionando y reteniencto propiedades. Los bieMs dr
12

las cofradías decrecieron ~n general después de la década de


1770 y, al proliferar los cargos religiosos en algunas regiones,la
estructura de estos cargos y la manera de sufragar los gastos de
las fiestas comunitarias empezó a cambiar, cobrando impor-
tancia el patronazgo individual de las fiestas (Sepúlveda y. H.,.,
1974:64). Estas dos líneas de desarrollo mantenían una rela-
ción estrecha aunque no sencilla. -Los mayordomos de las
cofradí~s administraban Ías propiedade§' y pagaban los gastos
de las fiestas co~ los ingresos:'ae la cofradía. 'Esto ya se eviden-
cia eILlos primexos.-ejemplos de administración de las fiestas en
'donde, a prinCipios del siglo XVII (PNE vi: 2'94, Miahuatlán,
Oaxaca), las cuentas q;e ,un maY'Ordomo electo anualmente
hacía sobre la distribución de los fondos reservados para las
celebraciones del pueblo y demás gastos religiosos, eran revi-
sadas por su sucesor, arando los ingresos colectivos de la co-
fradía ya no alcánzaban p~a cubrir los gastos, se esperaba-que"
naturalmente, el mayordomo cubriera la diferencia haciendo
colectas entre los cófrades y la comunidad, o. bien aportando,
sus propios recursos (Gibson, 1964: 129). Sin ~mbargo, a fines
del siglo XVIII aún era poco usual el patronazgo individual, lo
cual se encuentra mejor documentado en el caso de Oaxaca
donde las cofradías tardaron en fundarse-y pocás veces estabañ
bien abastecidas, incluso antes de que menguara sU ingreso por
donáciones. P~r!:ce ser que-las'raz'ones inmediatas para estable-
cer el patronazgo individual en esta región no fueron tanto las
ideas autóctol),aS de reclutamiento elitista o de redistribución
de bienes den tr'o del pueblo, sino la presión ejercida por lbs
,sacerdotes seglares para mejorar el mantenimiento del culto ~
las políticas administrativas que prohibían la contribución
comunitaria.

Cargos civiles durante la Colonia

Si bien no podemos documentarla existencia de una jerarquía


CÍVico-religiosacon un sistema completo de-patronazgo':indivi~
tinal de las fiestas religiosas, ¿podrí~ suponerse la existencili de
una jerarquía civil comunitaria ,con cargos rotativos ordenados
dentro de una escala de prestigio? En un sentido estricto, la
respue,Jta a esta pregunta es clara: cada pueblo tenía sus pues-
tos de cabildo, contando los de mayor jerarquía con un título
espailol, y siendo ocupados por un año mediante elección. Así
lo establecían las leyes, y las elecciones anuales debían ser apro-
badas por los sacerdotes residentes y por los funcionarios espa¡" , oe Chance (1983) acerca de las comunidades coloniales zapo-
ñoles, Los c, rgos mismos -por ejemplo, gobernador, alcalde, tecas de El Rincón, en Oaxaca. La información es incompleta,
regidor, 'alguaé:il, mayor- estaban ordenados de manera .ierár~ pero nos resulta útil como primera aproximación.13 Se trata
quica y sin duda conferían diversos grados de poder y prestigio de una región pobre dentro del distrito colonial de Villa Alta.
' I
a sus portadores. Algunos de los cargos menoreS, como los de , Los pueblos en ella dispersos son pequeños (la mayoría tiene
to pi! y tequitlato, tenían nombres indígenas y databan de tiem- unos cuantos cientos de habitantes) y no presentan mayor
posprehispánicos, . ~
diferencia en cuanto a riqueza, ni entre las comunidades, ni al
Pero, ¿fue el cabildo colonial indígena el núcleo de un sis-
interior de las mismas. Prácticamente todos estos pueblos con-
tema amplio de cargos auténticamente comunitario como 'el
taban, en el siglo XVI1I7"con un sistema de cargos bastante
que hemos tratado aquí? Prácticamente ningún estudio publi-
desarrollado. Había pequeñas variantes, de' un pueblo a otro,
cado acerca de la organización política de los pueblos lo men-
pero todas las jerarquías abarcaban los cargos políticos fonna-
ciona. La atención se ha concentrado mucho en los deberes y
les introducidos por los españoles y algunos cargos menores
el poder asociados con los distintos puestos del cabildo, en los
que tenían, probablemente, una base prehispánica. En estas
procedimientos de elección, en los conflictos entre nobles y
comunidades reducidas, todos' los hombres adultos debían ser-'
plebeyos por la obtención de puestos, en la intromisión de los
vir al sistema cuando menos hasta cumplir los SO años de edad,
sacerdores y funcionarios españoles, Pero, a pesar be los consi-
y entonces los cargos se transferían en orden ascedente, Los
derables esfuerzos de muchos investigadores (véase especial-
Í;;fUgoSen Santa María Yaviche-en 1760 eran típicos: goberna-
mente Carrasco, 1952, 1961; Gibson, 1964; Nutini y Bell, dos, alcalde, regidor'(2), mayor, topilode común, topil de iglesia
1980:319-327; Sepúlveda y H., 1974), en general no encontra- y'gobaz.
mos material de archivo detallado que documente el funciona-
, Existía una clara distinción entre los tres cargos más eleva-
miento de un sistema de cargos civiles. I
dos, llamados cargos honoríficos y los tres cargos inferiores,1
Dadas estas grandes limitaciones, debemos' orientar nues- con frecuencia llamados, despectivamente servicios bajos. El!
tra investigación sobre los cargos civiles, hacia el rec~ente trabajo cargo de mayor tenía un carácter intermedio ambiguo. Es signi.:
13

ficatlvo que en los 30 litigios y otros documentQs con$ultados, grupos so~iales básicos: lC?scaciques (que se 4ecían descendien-
no 'se menciona ningún com'ponente re~igioso del sistema, tes de las /amilias p,rehispáiticas gobernantes), lQs principales
exceptuando el c,argo inferior detQpil de iglesia,'En las 'distin tas (nobles de'segundo rango), y los mac;:~huales (ple,beyo:¡). En el
descripciones que- hicieran testigos indíge.nas pertenecientes a siglo XVIII, sólo el rango de cacique' era determbládo estricta-
seis comunidades, 14 relativas a las escalas civiles de prestigio y mente por herencia. Los pr4tcipales y macehuales eran consi-
sus cargos, no se mencionan la celebración o cuidado de los derados como tales por uná' c<;?mbinaei6n contradictoria de
'santo,s,las mayordomías, las cofradías,las hermandades 'o nada atribución y mérito (mediante' el ,servicio de cargo). Con fre-
parecido. Y sin embargo sabemos por otras fuentes que en el 'cuencia se d~cía" que había dos, tipos de principale.s -de naci-
distrito de Villa Alta eran muy comUnes las hermandades reli- miento y.de oficiQ. Los priineros tení¡m un rango casi idéntico
giosasencabezadas por mayordomos en esta época (AGI Audien- al de las familias de los cáciques y, cQmQéstos, podían i,ngresar
cia de México 2588). Nuestra proposición esq'Úe, en este caso,' a la jerarquía de cargos a la mitad de ~ escala, a nivel de mayor
se trata de un sistema de cargos' basadq en 'una buro<;racia o regidor. Más numerosos eran, sin embargo,los principales de
política que excluía a los mayordomos locales y ~ otro;;;'fun- ofició,es 'decir, macehuales. que en 'su adolescencia habían
cionarios religiosos, o que- ocasionalmente coincidia con "lo.í ingresado al nivel má$ bajo de la escala, ascendiendo a lo largo
cargos-religiosos. Con esto no queremos'decir que los funcio- de su vida hasta ~merecer el rango de principal ,al ocupar el
narios civiles no desempeñaban cargos religiosos (lo más proba- cargo de regido¡.lS Tratándose de comunidade,~ tan pequeñas,
ble es que lo hiCieran), sino que, en términos de 'su ~structura todos p,odían participaren la escala de méritos: Como las filas
formal, este sistema era exactamente opuesto al del moderno de la nobleza indígena se. veían, constantemente reforzadas,
Zinacantán y de muchas otras comunidades en las cuales todqs tanto por ~tribución como por méritos, a través dei tiempo
los cargos en el sistema actual son religiosos. ..' , creció enormemente el estrato de los principales, con la consi-
Las jerarquías civiles de El Rincón operaban en!.ID ambiente guiente reducción en número de los macehuales. A' finales del
político muy cargado, en donde las distinciones de rango social siglo XVIII, en algunas comunidades, más de ,la mitad de la
eran sumamente importantes. Se reconocían tres estratos ° población total estabá formada por c~ciqu~s y principales.
De esta manera, el sistema civil "de carios de El Rincón
contaba con una estructura interna bien definida y con una
serie de incentivos que aseguraban su perpetuación. Ál no haber
riquezas ni algún otro indicador similar que legitimara su alto
rango, los caCiques y los; principales de naqimi~nto buscaban
puestos políticos. Los macehuales buscaban losmismo~ pues-
tos para así salir de su status de plebeyos e in¡resar a las filas
de la nobleza inferior. Sin embargo; no'todos los alicientes que
ofrecía ,el sistema, eran de carácter interno. La jerarquía de El
Rinc,ón era un producto del colonialismo en su más amplio
sentido. De hecho, buena parte de nuestra descripción del sis-
tema se 9btuvo de las disputas indígenas sobre status de no-
bleza y asignación de cargos, que debí~n resolver los mll8istra-
dos españoles (alcaldes mayores) en la sede del distrito de Villa
Alta. Result,a interesante que, en la mayoría de los casos, los
alcaldes mayores contribuyeran al engrosamiento del, grupo de
los principales al confirmar; como aSl.lnto de rutina y sin mayor
averiguaCión, las pretensiones de nobleza de casi todos los que-
josos, aun cuando la,.evidencia que presentaban era siempre
incompleta y poco convincente. ¿Por qué lo hací¡m?
El distrito de Villa Alta ofrecía a sus alcalde~ mayores Una
oportunidad excepcional para enriquecerse ilícit¡lmente, trafi-
'cando con grana cochinilla' y ,con tejidos de al.¡odón. Esto se
llevaba a cabo por medio de la práctica monop6lic,a conoci4a
como repartimiento' de' efectos, descrita en detaIle para esta
región por Brian Hamnett( 1971). Apoyados pOr los comer-
ciantes de 'las ciudades de México o de Oaxaca, los magistrados
daban como anticipo dinero o algodón en fibra a familiasincU-
genas en todos los pueblos del distrito, obligándolos a vender: a
cambio grana cochinilJa y telas de al.¡odón a precios inferiorys
a los del mercado. Esta práctica comercial producía jugostS
ganancias a los alca).des mayores y era, obviamente', el principal
atractivo del puesto. '
Para los indígenas, esto representaba una explotación ec?-
nómica descarada. Era un mecanismo importante de expropia-'
ción de sus excedentes económicos por parte de 'detentador~s
del poder extraños. Como resultado, el repartimiento de efect~s'
reforzó los sistemas civiles de cargos-en las comunidades .. y~a
que e! co~ercio se adI!linistraba ~on la ayuda de gobernadoref,
alcaldes y regidores·in<;lígenas, a quienes se otorg¡iban poder~s
Abadía: detalle de la fachada especiales de' recaudación. El desempeño' en estos elevadqs
14

No se sabe hasta qué punto el ejemplo de El !µncón es


típico de los sistemas de cargo!¡coloniales en Mesoamérica. En
otras regiones de' México -la central de J al.i&coes la que fIlejQf,
'conocemos- un sistem,a civi.J,escalonado pudo haberse 4psa~'
rrollado en menor grado~ Las cabeceras onglnaban u1¡l.a varied,ad
de cargos civiles que'había que ocupar, pero los pueblos subQr-,
dinados más pequeños podían tener ¡;leuno a dos cargos, apenas
, suficientes como para poder hablar de una jerarquía de servicio
que pUdiera involucrar a la' mayoría de lo~ hombres ad~tos.
Por ejemplo, en Amatitlán se elegían sólo dos funcionariqs
civiles a finales del periodo colonial: un alcalde y un regidor
(Archivo de la Audiencia de la Nueva Galicia [AJ ANG] Crimi-
nal, fardo numerado J 8'18,'leglijo 4, exp. 63). Hasta que inves-
tigaciones subsecuentes" aclaren el asunto, proponemos que.
muchas comunidades mesoamertcanas en la'Coloni.iL, con un'
aparato completo de puestos de cabildo, poseían sistemas civi-
les de cargos similares a los que hemos descrito. El papel de IQs
,alcaldes mayores y de otros funcionarios políticos españoles
varió sin duda de acuerdo a las <:ircunstancias políticas yeco-
nómicas locales. Queda por demostrarse qué tan importantes
eran estos funcionarios en la operación de los sistemas civiles
de cargos en otras regiones.
Hemos analizado por separado las cofradías coloniales y
los cargos civiles, pues parece ser que así es como existieron.
Aunque los mismos ,individuos deben haber ocupado cargps
en los dos tipas de organización, rara vez wo pie esto a la uni-
ficación de las jerarquias durante ~asi todo el periodo colonial.
La importante transformación hacia una estructura cívico-
religiosa vino más tarde. En algunas zonas comenzó a finales
del siglo XVIII, pero fue fundamenta.lmente un proceso del
periodo posterior a lIi Independencia. A continuación 'expon-
cargos DOsólo, acarreaba prestigio ante los ojos de las demás, dremos las principales reformas políticas que pudi~ron ha1:¡er
sino que ofrecía el privilegio, a quien los detentaba, de recupe. promovido esta transformación, para regresar una vez más a la
rar en parte las pérdidas de repartimiento que le había ocasio- cuestión decisiva del ,patronazgo individual de las fiestas.
nado el no ocupar algún puesto durante años. En lo que tocaba
al alcalde mayor, satisfacer a tantos indígenas como pudiera en
sus aspiraciones de status, era simplemente hacer buena polí- Transfonnación en el siglo XIX '
tica, Necesitaba a los funcionarios indígenas para poder explotar
a las comunidades, en tanto que la nobleza indígena, sin rique- Si las fiestas habían de celebrarse en forma tan frecuente yela-
zas ni privilegios hereditarios en esta región, necesitaba la con- borada como se hacía antes, era necesario afrontar la deca-
firmación legal de su status que solamente los magistrados dencia de la propiedad comunal ele las cofradías ocurrida en
españoles podían otorgar. Imego entonces, sugerimos que la 'los años anteriores a 1810. Los gastos de 19s pueblos pudieron
consecuencia de esta dialéctica fue el sistema civil de, cargos. , haberse reducido celebrando menos fiestas u ofrecie~do menos
Dentro de las restricciones que el régimen coloni~l imponía, alimento, bebida y cohetes en ellas; pero no hay e"¡idencia de
tenía algo que ofrecer tanto a los colonizadores 9omo- a los que esta medida se haya extendido. A fines del sig~9XVIII se
colonizados. " realizó un lijuste en Oaxaca, y probablemente en ~ichoacán,
Desafortunadamente carecemos de información acerca de que consistió ,en recurrir más al patronazgo individual de las
los posibles gastos rit~ales en los que incurrían qui~nes teníañ fiestas., A juzgar por la evidencia encontrada en Jalisco, la nece-
cargos en El Rincón,l6 Aun así queda claro que, ef! este caso, sidad de recurrir aún más a las fuentes privadas para 'patrocinar
el sistema de cargos mismo fue el principal determf1ante de,la las fiestas del pueblo aumentó considerablemente qurante los
estratificación interna de la comunidad -de la formación d~ primeros 40 años de yida independiente de México; de 1821 a
grupos de status- en una región en la que todos eran pobres, 1860. Las propiedades de las cofradías que aún supsistían en
incluyendo a los caciques y principales. Esta estruftura, favo- 1821 disminuyeron bastante para 1850 y ya no bastaban para
recida por los funcionarios políticos españoles y ppr intereses patrocinar el culto local (por ejemplo CAAG, fardo ¡ieregistros
económicos, mantuvo un estado de desigualdad, P9r lo menos de la cofradía de Tlajomulco, 1840, Cajititlán).
hasta la época de la Independencia de ty1éxicoep.,líldécada de Una orden presidencial, emitida el 5 y el 7 de septiembre
1820. Al desmantelarse el aparato legal colonial en Iflsiglo XIX, de 1860, exigía la dhisión y venta de todos los bienes rentables
los habitantes de El Rincón pudieron comenzar, a definirse que estuvieran en manos de las cofradías (Col. de Acuerdos
sobre una base más igualitaria. Los caciques y prf1cipales de 1849-80, vol. 2:129). Como golpe de gracia dirigid,o a las pro- '
nacimiento desaparecieron por completo (cuando mt:nos como piedades colectivas que hasta entonces sostenían a las ceremo- :
estratos formalmen te constituidos), y sólo llegaba4 a ser prin- nias religiOsas, a esta orden siguieron leyes estatales comple- ¡
cipales los que servían al menos en algunos de los cargos más mentarias que afectapan a tierras y animales (Col. de Acuerdos,
elevados. El grupo de status colonial de los princip~les se trans- 1849-80, vol. 2:109, 129, 17 de mayo de'1861, 2Qde diciem-i
formó así en el pequeño contingente de ancianos del pueblo y bre de 1866). Sin embargo, los registros de 1810 a 1850 en:
consejeros políticos que hasta la fecha lleva el mism? nombre.17 Jalisco indican que la mayor parte de las propiedades de las
15
cofradías se había perdido mucho antes de la orden presiden-
(AEJAMAJ, fardQ de registro de tierras de la década de 1820;
,cial de 1860. El periodo de lucha por la indepenQcmcia nacio-
Col. de 'Acuerdos 1849-80,'vol. 1: p. 162, 185). Los' decretos
nal, de 1810 a 1821, había acelerado la pérdida de las tierras y
legislativos y lo~ registros de catedral proporcionan muchos
los animales de las cofradías' de dos maneras. En primer lugar, ejemplos de división, venta o pérdida ele tierras y ¡anaelo de las
la guerra ¡µisma había mermado el ganado. Los registros de la
cofradías durante este periodo. En 1842, hay registros de divi-
catedral ofrecen ejemplos de la ocupación de lugares como
sión de tierras comunales, incluidas algunas de las que pertene-
Mascota y Tequila por parte de los ejércitos insurgente y rea-
cían a las cofradías, en casi todos los distritos del estado (Col.
lista. Sacrificaban a los animales para dar de oomer a sus tropas
de Acuerdos 1849-80, vol. 1: 103-114). Según un registro de
o, si el pueblo no era ocupado, se robaban los aninlales poco a 1832, antes de 1829 ya se habían dividido en Cuqulo y en
poco (CAAG Cofradías, Mascota, 1812; Tequila, 21 de julio de
otras partes las tierras de las cofradías (CAAG Cofríldí~'1829,
1812; Atoyac, 1815, "sobre conservación de los bienes ... ");
Cuquío; Col. de Acuerdos 1849-80, vol. 1: 53-54). Los indios
o, si la comunidad era leal al otro bando, destruían las propie- de Jalostotitlán exigieron la división de las tierras de su cofra-
dades. En 1815, J osé de la Cruz, intendente real y jefe militar,
diade hospital en 1847 (Col. de Acuerdos 1849-80, ·vol. 1:
confiscó los animales de la cofradía de San Marcos, en la juris-
p. 72,13 de octubre de 1847). Dos años más tarde, el gobierno
dicción de Etzatlán, como castigo por el apoyo que el pueblo
d el estado permitió la división de la propiedad' de la cofradía
había dado a los insurgentes' (CAAG Cofradías, San Marcos,
de Sayula (Col. de Acuerdos 184<)-80,vol. 1,1 :59) ya Tequila
1830, "sobre despojo de cofradías"). En segundo lugar, el 9 de
se le dio la opción de dividir la propiedad de la cofradía en
noviembre de 1812 y el 4 de enero de 1813, las Cortes de Cádiz
lotes familiares (Col. de AC,uerdos 1849-80, vol. 1, p. 185-186,
en España emitieron decretos que ordenaban la división y tras-
14 de mayo de 1849). Temiendo que todas las propiedades de
paso de terrenos comunales a manos de particulares, incluyendo
las cofradías fueran secularizadas, algunos sacerdotes en Tusca-
la mitad de las tierras comunales de los pueblos indígenas de la cuesco, Cuquío, Tamazula, Zapotlán y Chapala vendieron o
América española (Dublán'y Lozano, 1876-1910: 1,396-399).
intentaron vender la tierra y los animales de las cofradías a
Estos decretos de las Cortes tuvieron un efecto inmediato
finales de la década de 1820 y principios de 1830, alegando
limitado en México; pero después de la Independencia, sirvie-
que preferían obtener lo que se pudiera en el momento y no
ron de punto de referencia para privatizar las tierras comunales
mediante una serie de leyes de Estado. esperar hasta quedarse sin nada (CAAG CofradÚls, Tuscacues-
co, 26 de agosto de 1828; Cuqulo, 1829, "el cura de Cuquío da
Entre 1822 y 1849, los legisladores jalisciences exentaron cuenta de los procederes:' .. "; Tamazula y Zapotlán, 1879-30,
de esta distribución aquellas tierras de las cofradías que no peticiones varias de los curas; Chapala, 1830, quejas del cUl;a
habían sido adquiridas (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. 1,p. 17, Antonio Palacios). Con el mismo argumento, 10$mayor40mos
7 de diciembre de 1822; p. 144-145, 2 de febrero de 1848: tomaron para sí lo 'que quedaba de las propiedades de 'la , co-
p, 155, 17 de abril de 1849). Sin embargo, en 1832 la legisla- fradía de TIajomu1co en 1840 (CAAG, fardo de documentos
tUra estatal estaba indecisa acerca de la división de las tierras de la cofradía de Tlajomulco, 11' de fejnero d,e 1840). La divi-
de las cofradías en antiguos pueblos indígenas; y una ley de sión de tierras comunales más general durante este periodo
1839 no eximió .de la división a las tierras compradas de las puso en peligro lo que quedaba de las reservas de animales de
; "
cofradías (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. 1: p~ 56, 23 de julio
de l832;p. 56, 1839), Pero las hermandades perdían tierras y
ganado. El 17 de abril de 1826 el senado estatal declaró que los
animales de las cofradías podían considerarse como propios
-propiedad de la comunidad que podía rentarse a cambio de
dinero para pagar los gastos mUnicipales. En muy pocos casos
el gobierno estatal salvó de la división a las tierras de las cofra-
días (Col. de Acuerdos 1849-80, voL 1: p. 31, Etl,atlán, 22 de
mayo de 1826; p, 5O-51, San Miguel el Alto, 25 de noviembre
de 1830; p, 68, Ahualulco, 21 de julio de 18f4; y Tesistlán,
26 de septiem bre de 1834); y en ocasiones ordenó que las
tierras de la cofradía local no se trataran como propios (Col.
de Acuerdos 1849-80-, vol. 1: p. 42, Tlajomulc~, 3 de jUlio de
1828;p, 40, Teocaltiche, 24 de marzo de 1828)) Pero la mayor
parte de los registros que van de 1821 a 1850 indican la desvia-
ción generalizada \le la propiedad de las cofradías a manos de
particulares ,o para fines municipales. El gObieino estatal p~_
mitió a algunas comunidades usar los terrenos <¡lelas cofradías
como propios para sostener sus nÚevas escuelaslPrimarias
, (Col.
de Acuerdos 1849-80, vol. 1: p. 90,18 de agosto de 1838, Za-
potlán; p, 123-124, Guachinango, 30 de octlfbre de 1842).
Esta práctica era común en los pueblos que no, se tomaban la
molestia de conseguir una apro bación legal (por ,ejemplq, 1828,
AHJ Archivo Municipal de Acatlán de Juárez![ AMAJ] fardo
de registros de tierras de la década de 1820). ~l conflicto en
estos lugares no era tanto entre los defensores de las cofradías
y los promotores de la tesorería mUnicipal, 8inb entre los fun-
cionarios del ayuntamiento (consejo municipal) que querían
mantener algún tipo de' propiedad comunal, y los indígenas
, que deseaban que la tierra se dividiera en parcelas privadas
las cofradías, ya que muchas de ellas no tenían tierras propias
y llevaban a sus aIÚmales a pastar en las tierras comunales del
la agricultura en esta región parece ~er un fa"tor decisivo en el
cambio hacia el sistema de car&,osmoderno.
I
pueblo,18 ' Sin embargo, la in(ormación sobre OaXaca y ~alisco su¡iere
La pérdida de propiedades de las cofradías anterior a 1850
tuvo como efecto el forzar a las comunidades a buscar por otro
lado el dinero necesario para las fiestas. En el caso de Tequila,
que el momento de cambio' de patronazgo fue ~terior -a fines
del siglo XVIII enOaxaca y de forma 'inás gradual en Jalisco,
entre' 1770 y 1850, generalmente al reempIazar l,asdQn,aciones
I
se pidieron limosnas y contribuciones en general; y la diferen- para las cofradías y la contr~bució~ universal 90n el patrona.zgo
cia entre lo que se había recolectado y los costos finales fue
cubierta por los cófrades (CAAG Cofradías, 21 de julio de
1812, reporte de Juan José Raya). No tenemos suficiente
individual. Los cambios económicos y demográficos a fines del
siglo XVIII y principiOS del XIX también fueron mlportaI).tes:
el aumento de población,la movilidad horizonta(los mercados
I
información sobre los lugares donde el patronazgo individual de las capitales de provincia en crecimiento que estimularon la
se estableció a principios del siglo XIX; per,o ya para 1850, el
escenario estaba listo en todo México par,a el patronazgo indi-
producción comercial de granos, y la competencia por las pocas
tierras irrigadas. Empero, la razón inmediata para. encontrar a I
vidUaly para el moderño siit~ma cívico-religioso de cargos. toda costa una nueva forma de sustentación de las fiestas fue
Los Altos de Chiapas, Cj~rcade San Cristóbal de las Casas, la pugna surgida en la década de 1770 entre la l¡lesia. ell?sta-
parecen ofre.;:er con retraso una historia que condujo al mismo
modelo de patronazgo individual y sistema escalonado de car-
do y los residentes de la localidad por controlar los bienes de
las cofradías, así como el fomento de lá propiedad privada a
I
gos (Rus y Wasserstrom, 1980: 466-470). Al parecer,las cofra- expensas de la propiedad corPorativa que surgiÓ tanto' en la
días coloIÚales en esta región, como las de Oaxaca, estaban sociedad en general como en ,la polítíca gubernamental entre
provistas de modernos recursos, administradas por el cura
parroquial y orgaIÚzadas para cubrir sus necesidades (Rus y
1812 y 1860. Ya sea que los párrocos hayan 'apresurad,o la
adopción del patronazgo individual en una época de rápidos
I
Wasserstrom, 1980:468). Estos 'autores proponen que las co- cambios económicos Y' a¡ricultura comercial, o que haya
fradías de fines del siglo XVIII y principios del XIX.contaban
con muchos miembros, y que entre todos pagaban los gastos
de las fiestas patrocinadas por la hermandad. A fines ~el siglo
surgido más lentamente con los precedentes conocidos d~ pa-
tronazgo individual en otros pueblos, y respondiendo a '~on-
~iciones que tienen que ver menos con los curas y l~ situación
I
XIX el comercio con regiones distantes y las ofertas de trabajo nacional a mediados del siglo XIX, el sistema de cargos y la
en las, plantaciones de café de la costa obligaban ji los hombres promoción individual a través del servicio eli'los cargos pueden
a abandonar sus pueblos. E!l!'ellces, los sacerdotes introdujeron estar estrechamente relacionados con el historial de reformas
el patronazgo individual para_asegurar la observancia adecuada políticas y el nuevo gobierno de México entre 1750 y 1850.
del culto, lo cual desembocó en una escala competitiva de pres-
tigio que, a manera de resiste:ncia ideológica oponía los rituales Exposición y conclusiones
públicos a las nuevas coriJ;ciones de explotación y pérdida dr
tierras, Desafortunadamen,,-,, Rus y Wasserstrom no registran El análisis anterior cuestiona el popular modelo de un antiquí-
qtle a fines del siglo XVIIl > principios del XIX, cuando las co- simo sistema de cargos ,mesoamer~cano, nacido en el si.¡lo XVI
f~'adías eran demasiado pe 'res como para sostener las fiestas y cuya estructura y función perviven en nuestros días. Hemos
con sus propios fondos, Iv pueblos tzeltales y tzotzile~ recu- intentado mostrar la utilidad 'de dividir este sistema en tres
rrieron al patronazgo comu d'fos cófrades en lugar del patro- componentes -la jerarquía civil, la jerarquía religiosa y la ins-
nazgo individual, Por otra p 'e, si es correcta su reconstrucción
de las tendencias de fines J:l) XIX, la comercialización de
titución del patronazgo individual de las fiestas- y de analizar
su desarrollo, que es a la vez independiente y correlacionado. I
17
Estaperspectivanos lleva a concluir que, ha habido cambios Resulta ,más pertin,¡mte consi,defar l~ jerarquía civil de la
sustancialesa través del tiempo, y que las diferencias regionales 'Sierl'a Zapoteca, ,en sus in~cios, :como una variable sµbord¡.nada
debensubrayarse, Hay cierta regularidad en, las tierras altas dentro de un proceso colonial,4e estratiftcac~ón. Cuando menos
deMesoamérica,pero queda claro que lcis de'talles específico¿' ' ''en Oax~ca, la po~íÚca eGonó~ica colonial,contribuyó, a' tra-vés
delcambio(sub-procesos) y la formación ,de 'siste~as de cargos del sistema de' c¡¡rgos,' a' conservar'una '.clara división entI:e
íansignific,ativamentede ulJ-aregión a otra. nobles y plebeyos, (principales y macehuales) en 'las comuni-
Hemos'expuesto que a finales del siglo XVI se desarrolló dades indígenas.' Las características de estos estratos variaban
unajerarquíade cargos civiles ajustada a la legislación colonial: de aC1-lerdoa las circunstancias económicas ,y ecológica!\. En la
que oligina1menfe no funcionaba en combinación. cOn,el comunidad zapotéca de El RincÓn ~e manifestÓ a través¡ de
Ó losdos cargos religiosos d~ las primeras cofradías. Se,trata'ba grupos .de status. Por otra parte, en' el,~alle de Oaxaca ,los
esencialmentede una 'jerarquía civil con una serie de restric- estratqs se diferenciaban a manera de qlases,lmplic¡lp.do p'ro-
cionespara acceder a los cargos (Taylor, 1972: .49-5:?) durante bablemente ,cUferpncias significativas en c"anto a riqueza. ~is-
buenaparte del.periodo colonial, y no de una escala de cargos mas que no existían en la "Sierra (Taylor',¡1972, c.' 2; Chance,
~iles y religiosos. Concluimos que, en general, el patronazgo 1981). Se requiere de una investigación más amplia en o~ras
.:dividua!de las fiestas era una excepción y no la regla en tiem- regiones para determinar las características exactas. de las élites
IS dela Colonia. En los casos en que se dio, no era un vestigio indígenas en la Colonia: Entre tanto, creemos que tales él.\tes
elaeraprehispárúca, sino una reacción y una adaptación a u¡{ existían de alguna manera como entidades significativas. '
'onjuntocomplejo' de circúristancias políticas y económicas Con .frecuencia se ha subesti~ado la p~sistente desijNal-
oloniales. dad que había dentro de las comunidades'indígena.s durante la
Colonia y las jerarquías civiles .que la sustentaban, para favore-
Al fundirse los cargos civiles y los d~ cofradía en una es-
cer las hipótesis de equilibriO que hacen hincapié en la dismi-
alaunificada de cargos, ocurrió una transformación en la
nución de las diferencias económicas y de status. Nuestra
estructurade la jerarqúía. Hasta este momento, la jerarquía
información sugiere (¡-l;1e las jerarquías civiles coloniales no sola-
civilno se ocupaba abiertamente del ritual religioso; las cofra-
mente eran compatibles con la estratificación -sea en térmi.r¡.os
íasparticipaban veladamente de la jerarquía. La form¡¡.ciÓn'
de s~atus o de posición económica-, sino que ¡;ontrfb.uían acti-
delsistemade cargos cívico-religiosos fue provocada, al pare-
vamente a su conservación. Nuestra posición es similar a la
cer,por el cambio del patronazgo colectivo al individual en las
expre~ada recientemente por Eric Wolf (1982: 146-148).,Aun
fiestasreligiosas,aunque existen pruebas de que ya en la década
cuando se apega (erróneamente, a nuestro parec~) ~ la i(jea 4e
e 1640 en Michoacán algunos funcionarios de cofradías ocu-
que los sistemas de cargos coloniales eran jerllfquías lcivico-reli-.
p'abanpuestos civiles. En conjunto, estos cambios dan por
giosas sostenidas por el patronazgo individual de ,las fiestjls,
resultadola versión de los siglos XIX y XXdel sistema de car-
Wolf ya no opina que nivelaban la riquefa prom,ovi.endo un
gos,confrecuencia llamado ''tradicional'' por los etnográfos.19 equilibrio social: ' , I '

Lossistemasde cargos en Oaxaca se cuentan entre los primeros 1.


en transformarse a fines del siglo XVIII. Respondían así al
empobrecimiento"de las cofradías y a la prohibición, por parte Las jerarquías cívico-religiosas [léase: civiles) lnstalarpp así dentro
de las comunidades un sistema de dominacl6n elitista, permitiendo
dealgunosfuncionarios políticos españoles, de sufragar colec- a la vez que esa éllte representara a la comunidad entera ante los
tivamentelos gastos derivados de las fiestas religiosas, El cam- detentadores d~ poder elxtraños y ante las autoridades (Wolf 1982:
bio,sin embargo, debe haber sido lento y discontinuo, ya que 148).,' ,
:1sistemadel siglOXVIII de la comunidad zapoteca de El Rin- I,
:ón que hemos descrito, se basaba, a 'grandes rasgos, en un La transformación de las jerarquías civiles en ¡jerarquías
nodelocivil más antiguo., Los años cruciales en Jalisco son los cívico-religiosas ~asadas en el patronazgo indiVidU~, que ocu-
luevan de 1770 a 1850, durante los cuales tuvo lugar el des- rrió al final del periodo colonial e inicios del po~t-colonial,
:astecontinuo de los bienes de las cofradías. Los Altos de acarr~ó cambios de importancia. Si bien los aspectos relaciona-
, ,¡
;hiapasparecen representar la etapa final de este continuo. En dos con la expropiación no desaparecieron del si;sterna, los
ste caso, según Rus y Wasserstrom (1980): la jerarquía cívico- beneficiarios externos no eran ya~solamente oficiale~'políticos,
eligiosafue fomentada, en el sentido más amplio, por la co- sino también sacerdotes y comerciantes. Y lo que r¡esulta aún
¡ercializaciónde la agricultura, y el patronazgo iI)dividUal de más importante, al verse forzado un mayor número: d~ ipdivi-
s fiestasfue introducido primordialmente por los ~uras parro: duos a pagar por las fiestas del pueblo, estos nueVQs sistemas
Jiales, '1 de cargos comenzaron a funCionar también como m'ecanismos
Las mismas condiciones económicas y pOlíticas1que dieron internos de redistribución. Como efecto de esta ten¡iencia, las
'igenal sistema de cargos y provocaron más tarde fU transfor- funciones extractoras del sistema disminuyeron, y aquí es donde
ación estructural, intervinieron considerablement~ en la defi- se pueden ubicar los ini~ios del proceso nivelador. Al aumentar
I
ción de sus consecuencias funcionales, En nuestra/opinión, el la presión para que todas las familias compartieran la carga
¡tema de cargos colonial es básicamente un mefan':smo de económica del patronazgo de las fiestas, y al ,desaparecer las
:propiación de riquezas y de control social que lqs funciona- categorías lega¡es de nobles y plebeyos que había en la Colonia
)s españoles impusieron, con intereses económ~c,os velados, entre los indígenas, las primeras víctimas de¡, proceso de nivela-
,bre las comunidades indígenas. Estamos de acuerdo en que ción fueron los estratos sociales indígenas mismos. Es~e proceso
fícilmente se puede generalizar <l partir de nuestro¡ estudio de s~ intensificó durante el siglo XIX pero, como lo' indica la etno- ,
Sierra Zapoteca; pero sería aún más complicad~ en~ontr¡tr grafía, la nivelación en muy raras ocasiones se (j~o en forma
1 mejorejemplo del "mecanismo extractor" de Hap-is (1964). completa. La consecuencia de importancia fue el cal]lbio en la
o obstante, diferimos de Harris en lo tocante a lt ubicación base de la: oesigualda4 social al interior, de las comuni<;lades
: las fuerzas expropiadoras en la' sociedad coloni¡U. Nuestro indígenas, del nivel del estrato' (clase,~o 'grupos sociales) al, de
laterialnos inclina a pensar más en el sistema polít,ico con sus la familia y el individuo, Este cambio debe,ponsiderarse como,
r
caldes, mayores y corregidores, que en la Iglesia sus curas una consecuencia' de las transform~ciones estru,cturales y fun-
arroquiales, cionales del sistema de cargqs que lo pr~cedi~rofl.

¡ I

I
--------,---
17
,staperspectiva nos lleva a concluir que ha habido cambios Resulta más pertin~te consi,aefar la, jerarquía civil de la
staneialesa través del tiempo, y que las diferencias regionales 'Sieqa Zapoteca, en sus inicios, <:omo una variable subor<li.nada
ebensubrayarse. Hay cierta regularidad en"las tierras altas" dentro de un proc~socoloniaL4e estratifi.¡;;ac1.ón.Cuando menos
e Mesoamérica,pero queda claro que los de'talles específicos en Oax~ca, la po~ítica eqonqmica colonial contribuyó, ,a' través
eambio(sub-procesos) y la formaCión ,de 'sistenlas de cargos del sistema de' cargos, 'a"conservaX'una' clara división entX:,e
íansignific,ativamente de una región a otra. nobles y plebeyos, (principales y macehuales) en las comuIli-
Hemos'expuesto que a finales del siglo XVI se desarrolló dades indígenas.~Las características de estos estratos variaban
najerarquía de cargos civiles ajustada a la legislaci6'ñ colonial, de aCllerdo a las circun~tancias econ6miclts y. ecológical\. En la
o que oIiginalmente no funcionaba en combinación. con,el comunidad zapoteca de El Rincón ~e manifestó a travésl de
losdos cargos religiosos d~ las primeras cofradías. Se,trataba ,grup.os ,de status. Por otra parte, en el ;Valle de Oaxica los
ncialmente de una 'jerarquía civil con una serie de restric- estratqs se diferenciaban a manera de cJases, 'implic¡µ¡do pro-
nespara acceder a los cargos (Taylor, 1972:-49-5~) durante bablemente ,<iif~rpn,ciassigni~icativas en c\fanto a riqlleza,l1lis-
enaparte del. periodo colonial, y no de una escala de ,cargos mas que nO eXlStían en la .}Sierl'a(Taylor,1 1972, c., 2; Chance.
, ilesy religiosos. Concluimos que, en general, el patronazgo 1981). Se requiere de una investigación ~ás amplia en o~ras
dividualde las fiestas era una excepción y no la regla en tiem- regiones para determinar las cara"teristicas exactas. <lelas élites
's dela Colonia. En los casos en qU,ese dio, no era un vestigio indígenas en la Colonia: Entre t~nto, creemos que t\iles él~tes
e laera prehispánica, sino una reacción y una adaptación a un existían de alguna manera como entidade:¡ significativas.
onjunto complejo 'de circuCnstancias políticas y económicas' Con ,frecuencia se ha subestiµtado la persis,tente desigual-
oloniales. " dad que había dentro de las comunidades'indígenas durant~ la
Colonia y las jerarquías civiles que la sustentaban, para favore-
Al fundirse los cargos civiles y los de cofradía en una es-
cer las hipótesis de equilibrio que h,acen h~capié en la dismi-
ala unificada de cargos, ocurrió una transformación en la
nución de las diferencias económicas y de status. Nuestra
struetura de la jerarqúía. Hasta este momento, la jerarquía
información sugiere Q'1Jelas jerarquías civiles CQloniales no sola-
civilno se ocupaba abiertamente dél ritual religioso; las cofra-
mente eran compatibles con la estratificación -sea en térmÍll0s
íasparticipaban veladamente de la jerarquía. La formación'
de s~atus o de posición económica-, sino que ¡;ontrib,uían acti-
!delsistema de cargos cívico-religiosos fue provocada, al pare-
vamente a su conservación. Nuestra posición es similar a la
cer,por el cambio del patronazgo colectivo al individual en las
expre~ada recientemente por Eric Wolf 0982: 146,-148).,J\un
fiestasreligiOsas,aunque existen pruebas de que ya en la década
cuando se apega (erróneamente, a nuestro parec~) ~ la idea de
de 1640 en Michoacán algunos funcionarios de cofradías ocu-
que los sistemas de cargos coloniales eran jer81quías :cívico-reU-
pabanpuestos civiles. En conjunto, estos, cambios dan por
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Lossistemas de cargos en Oaxaca se cuentan entre los primeros 1. _ I I

:n transformarse a fines del siglo XVIII. Respondían así al


:mpobrecimiento.de las cofradías ya la prohibición, por parte Las jerarquías cívico-religiosas [léase: civiles] instalarop así dentro
de las comunidades un sistema de dominaciqn elitista, rermitiendo
le algunosfuncionarios políticos españoles, de sufragar colec- a la vez que esa élite representara a la comunidad entera ante los
ivamentelos gastos derivados de las fiestas religiosas, El cam- detentadores d~ poder e-xtraños y ante las autoridades (W91f 1982:
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:1 sistemadel siglO XVIII de la comunidad zapoteca de El Rin- i
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Iónque hemos descrito, se basaba, a 'grandes rasgos, en un La transformación de las jerarquías civiles en ljerarquías
nodelocivil más antiguo" Los años cruciales en Jalisco son los cívico-religiosas basadas en el patronazgo individuaJ;. que ocu-
luevan de 1770 a 1850, durante los cuales tuvo lugar el des- rrió al final del' periodo colonial e inicios del Po~t.colonial,
aste continuo de los bienes de las cofradías. Los Altos de acarr~ó cambios de importancia. Si bien los aspecto~ relaciona-
:hiapasparecen representar la etapa final de este continuo. En dos con la expropiación no desaparecieron del si,stema, los
ste caso, según Rus y Wasserstrom (1980): la jerar¡¡uía cívico- beneficiarios externos no eran ya solamente oficiale~'políticos,
eligiosafue fomentada, en el sentido más amplio, por la co- sino también ~acerdotes y comerciantes. Y lo que r¡esulta aún
lercialización de la agricultura, y el patronazgo iJ¡dividual de más importante, al verse forzado un mayor número: de indivi-
IS fiestas fue introducido primordialmente por los ~uras parro:
uiales, ',' ! duos a pagar por las fiestas del pueblo, estos nuevqs sistemas
de cargos comenzaron a funcionar también como mecanismos
La,s mismas con d'iClOnes
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economicas y po 1'ti'
1 cas ' que d'ieron internos de redistribución. Corno efecto de esta tenpencia,las
rigenal sistema de cargos y provocaron más tarde fU traJ;l.sfor- funciones extractoras del sistema disminuyeron, y aquí es donde
lación estructural, intervinieron considerablemente en la defi- se pueden ubicar los inicios del proceso nivelador. Al aumentar ,
te¡ónde sus consecuencias funcionales. En nuestra opinión, el la presión para que todas las familias compartieran la carga
stema de cargos colonial es básicamente un meyan':smo de económica del patronazgo de las fiestas, y al ,desaparecer las
<propiación de riquezas y de control social que 10,sfunciona- categorías legales de nobles y ph:beyos que había en la Colonia,
os españoles impusieron, con intereses económl<¡os velados, entre los indígenas, las primeras víctimas de¡ proceso de nivela-
)bre las comunidades indígenas, Estamos de acuerdo en que ción fueron los estratos sociales indígenas mismos. Este proceso
ifícilmente se puede generalizar a partir de nuestro¡ estudio de s~ intensificó durante el siglo XIX pero, como lo indipa la etno-
Sierra Zapoteca; pero sería aún más complicado encontrar grafía, la nivelación en muy raras oC,asiones se d¡o en forma
11 mejor ejemplo del "mecanismo extractor" de Haris (1964). completa. La consecuencU¡ de importancia fue el caxµbio en la
o obstante, diferimos de Harris en lo tocante,
a laI ubicación base de hi éiesigualda¡:l social al interior de las comuni~ades
: las fuerzas expropiadoras en la sociedad coloni¡U. Nuestro indígenas, del nivel del estratci'(clase,~ o 'grupos sociales) l!l de
laterial nos inclina a pensar más en el sistema político con sus lél.familia y el individllo. Este cambio debe,ponsiderarse como,
,caldes, mayores y corregidores, que en la Iglesia
arroquiales,
r sus curas una consecuenci,a ~e las transform~ciones estru,cturales y fun-
cionales del sistema de cargqs que io pr~cedi~rofl.
J8

j.
~
El carácter cambiante de los sistemas de c;µ-gos -desde sus mismos poblados. Para sobrevivir como ,comunidades -y algu-
inicios como mecanismos de expropiación y Q.ispositivos de nos no lo lograron- estos poblados debían encontrar formas ~
control social en la Colonia hasta convertirse en'~sistemas más 'ideologías distintas que les permitieran enfrentar estas circuns-
complejos que implican tanto una redistribución como una tancias. A esto se sumaban nuevos'motivos de inseguridad. La
nivelación social- se acentuó, al parecer, durante l'los cincuenti agitación política; la creación de distrito.s "~bernamentales
años que siguieron a la independencia nacional, de 1821 a administrados por jefes políticos, el surgimiento de las hacien-
1870. Además dc afectar la propiedad comunal y de cofradía, das y la expansión de la economía· de mercado en' alguna~
las postrimerías del periodo colonial marcaron e~fin de activi- regiones, dieron como resultado que algunos .pueblos se reple.
dades comunitarias taks' como el trabajo voluntar~o y la respon- garan y otros se abrieran ante las influencias más 'amplias del
sabilÚiad colectiva del pago de tributo, así como la terminación exterior. En amb9S casos, el mundo exterior les 'impuso con.
de aquella disposición legal de la Colonia que definía a los m- diciones nuevas' y desconcertantes,. La propiedad se privati:lQ
d ígenas como miembros'" de una comunida':d dentro de sus cada vez más, las tierras de los campesinos fueron enajenada~
19
por extraños, se desafiaron los gobiernos locales. Al exacerbarse NOTAS
la controversia creada por la Reforma, disminuyó el número de
sacerdotes que se preparaban y que estuvieran dispuestos a
agotar sus energías en las parroquia~ rurales. Al no estar pre- Agradecimientos_ Chance a¡racede a la National Science Fowndation su
sentes, los párrocos perdieron su función clave como interme- patrocinio, a través de la donación BNS76-81Z60, para la realización de
su investigaCión en Oaxaca. La investi¡ación de TaylOl en Jalisco fue
diariosindispensabIes entre los pueblos y la sociedad en general. posible gracias a la beca de la John SimQll Guggenhetm Memorial Faun-
Para los habitantes de estos pueblos, se hizo clara la idea de datian y del Social Science Research Council. Asimismo, deseamos
que los creyentes, en general, eran la Iglesia, y no tanto el sacer- agradecer a Pedro Carrasco y a los hlctores anónimos de esta publicación
dote, En este periodo posterior a la Independencia, los pueblos por sus comentarios sobre el esbozo inicial de este ensayo. Por supuesto,
únicamente nosotros somos responsables por los errores que persistan.
~rQbablementegozaron de una mayor libertad para reconstruir
Una versión preliminar abreviada del present.e estudio se leyó en la reu.
suSorganizaciones ceremoniales y expresar en sus propios tér- nión anual de la A.merlcím A.nthropologtcal A.ssocia,tion, que se efectuó
minossus creencias religiosas. A partir de entonces, los sistemas en Chicago, IIlinois, del 16 al 20 de noviembre de 1983.
de cargos presentan una mayor introversión que sus anteceso-
1 La investigación' de Taylor se ha centrado ~n J alisco, la reilón central
res, con más interés en los asuntos internos del ritual que en re- de México y el Valle ,de Oaxaca. Su material pro¡:ede del Ar¡:hivo de la
presentar a la comu¡:lidad ante. el exterior.zo Luego entonces, ' Catedral d,e Guadalajara (CAAG), el Arch,ivo de la Audiencia de la Nueva
más que un ajuste colonial que cristalizó durante la época tem- Gallcia (AJANG) de la Biblioteca del E;stado de Jalisco (BE;J) en Guada-
prana del contacto entre esp,añoles e ,indígenas, la moderna lajara, el Archivo Municipal de Acatián'de Juárü en el Archivo Histó-
rico de Jalisco (AMAJ), ~A!chivo General de la Nación (AGN) en la
jerarquía CÍvico-religiosa en las comunidades campesinas es
Ciudad de México, y el Archivo General de lndi~ (AGI) en Sevilla. El
,producto de los estímulos y abusos del siglo XIX. ' trabajo de Chanc,e sobre la Sierra ~apoteca se 'basa, en dQ¡:umentación
No olvidemos, sin embargo, que el sistema que nosotros procedente del AGN y del AGI, y especialmen~e del Arc,hivo del 'Juzga-
llamamos "moderno" es el mismo al que DeWalt 0975:90) y do de Villa Alta, O¡µ:aca (AJVA). Las citas de todas las fuentes inéditas
muchos otros autores denominan "tradicional". Como indica- de archivo se incluyen en el texto d\ll estudio y en las no~as. Los docu-
mentos publicados que se han citaelo en el texto se,,enc,uentrlm enlistaelos
mos anteriormente, los actuales sistemas de cargos ca~bian de en el apartado de'biblioirafía., '
manera distinta y novedosa, aunque este es ya otro tema que
queda fuera de los límites del presente estudio. No obstante, 2 En su artículo de 1975, Carrasco no postula la existencia' ele un siste.
ma escalonado' o de cargos "urante los inIcios, de la era c,olonial; supues-
consideramos que el presente análisis histórico resulta esclare- tamente, se desarrolló años 'más tarde. En la conclusión del presente
cedor en los problemasde interpretación que a menudo surgen estudio sugerimos la hipótesis de que un sistema civil de cargos existía
en los estudios etnográficos. Las aproximaciones que exigen en muchas comunidades mesoamericanas 11 fines del siglo XVI.
,.
optar por una sola alternativa -el sistema de cargos nivela o 3 Recientemente, J ohn D. EarlY· (1983) intentó hacer, con la región
estratifica, expropia o redistribuye -no abarcan la complejidad maya ele la montaña lo que Carrasco había hecho con la región central
de la institución, Cuando consideramos al sistema' de cargos de México (1961). Opinamos que el tratamiento que 'Early da' a los
antecedentes prehispánicos pr,esenta los mismos problemas 'del estuello
más como un proceso que como una categoría, encontramos
ele Carrasco. Pensamos que la info!maclón de Eariy (limitada a siete
que han ocurrido cambios importantes en su función, y que cróllicas pUblicadas) no basta para sostener su conclusión de que "los
éstos van unidos a cambios estructurales de la misma enverga- materiales etnohistóricos; elemuestran que la Jerarquía tiene hondas
dura, Las variaciones en el tiempo son tan significativas como raíces en el pasado precolombino y que no se trata de loinacreación de
las variaciones en el espacio; ambos tipos de, variaciones nos f'mes d~ la Colonia o nacional" (Early. 1983 :200).
parecen ahora más importantes que hace apenas unos años. 4 No sólo es eleseable distinguir entre unidades ~tnica$ y lin¡ü~sticas
-tales como azte,Cas; zapote,cas y mixtecos-:, sino tambiqn entre tipos y
tamaños de comullielades. Siempre se ha exagerado la Importancia de la
atípica ciudad de Tenochtitián dentro del' "moelelo a¡Up¡:a", En lo CQn-
cerniente ,a la organización socio-polÍti,,~ en especial" sería inconve-
niente generalizar o extrapolar de una gran ciudad cllpltal a comunldllQes
rurales más pequeñas, sin atender a las afiliaciones' étnicas o culturales
im~~& I

5 Se puede encontrar más evidencia de que las cofradías estaban for-


malmente constituielas después de 1580, en las Relacion,.s Geográfka.$
de finales de la década de 1570, en donde se reportaronimuy pocas co-
fradías y otras donaciones religiosas en los pueblos indígenas (PNE IV,
VI). En las secciones 36-37 ,los reportes varios no especif~can hospitales,
cofraelías o donaciones; o bien, ignoran estos esuntos tot~mente. Hubo
excepciones como Zacoalco col). su hospital en 1550 (Ricard, 1933:
156-157), Amatitlán en la Jurisdicción de Sayula, Jalisco, con "una
enorme ,canticlad de pesos" y ovejas y lana pertenecien'tes al hospital
indígena a finales del siglo XVI (CAAG Cofradías 1594) y los hospita-
les de pueblo fundados por Vasco eje QUirOg8 en la décadll de 1530.

6 Se pueele encontrar una mayor informaci6n y documentaci6n sobre


las' cofradías en Jalisco durante el periodo colonial en la obra de, Taylo~
(1983). Las referencias de archivo para' la información e~pecífica sobrll
las cofradías coloniales en Jalisco que' aplI!'ecen IIn nuestro ensayo sori
tomadas de TaYlor (1983) exceptuando los casos en qye las citas s~
hayan insertas en el texto. ' " ' '

7 Los indios de Jalisco en cuesti6n eran conocidos como caxcanes,


tecos y cocas. Véase el mapa frente a ia pá¡ina 26 de López PortUlo ~
Weber (1976). " "":
<,' ' I
'8 Gibson, 1964: 131. El patronazgo de todos los miembros de la cotral
día y de limosnas era un'patrón común en, las hermandades espai'!.olas d~
finales del periodo colonial en)México; por ejemplO, Biblioteca Bancrof~
M-M 1760, libros de contabilidad de la cofradíalespai'!.ola del Santísslm4

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