Sei sulla pagina 1di 369

NO YO, SINO CRISTO

POR JASON HENDERSON

Traducido por:
GRACE MONTERO
ELIZABETH MONTERO

Esta y otras publicaciones están disponibles


gratuitamente, previa solicitud,
poniéndose en contacto con:

Zoe Costa Rica


Correo Electrónico: henderjay@gmail.com
www.zoecostarica.com

Dirección en USA:
981 W. Market Street, Akron, Ohio 44313
330-714-5370

© 2015 – Versión Revisada

1
No Yo, Sino Cristo

2
Índice

Prefacio 5
1 Celo Sin Conocimiento 7
2 Es un Asunto de Vida 18
3 La Debilidad de las Palabras 32
4 El Propósito Eterno 45
5 El Problema 65
6 El Ministerio de Condenación 81
7 La Otredad de Cristo 98
8 La Cruz como un Final 113
9 La Cruz como un Comienzo 127
10 Una Nueva Relación 145
11 El Cumplimiento 166
12 Ceguera Espiritual 190
13 La Mentalidad del Antiguo Pacto 207
14 La Escuela de Cristo 220
15 La Necesidad de que Cristo sea Revelado 241
16 Viviendo por Fe 262
17 La Transformación del Alma 287
18 Toma Tu Cruz y Sígueme 302
Apéndice Preguntas Frecuentes 324

3
No Yo, Sino Cristo

4
Prefacio

Ofrezco este libro al cuerpo del Señor con la siguiente


palabra a manera de aviso: Por favor, no crea lo que
contienen estas páginas. Lo digo con completa sinceridad
por dos razones. Primera, porque mi intención con este
libro no es convencerlo, enseñarle o cambiar su teología.
Mi único deseo es describirle las cosas que he visto y seña-
larle dónde pueden ser encontradas y experimentadas
dichas cosas. Mi temor al escribir y al enseñar es siempre,
que la gente se convenza por las palabras antes de llegar a
una verdadera vista y experiencia de la Sustancia viva. Si
esto le llegara a suceder, el propósito de este libro se habrá
perdido para usted. Segunda razón, porque este libro
representa mi actual perspectiva de la verdad tal como está
en Cristo y sé que es una perspectiva muy limitada en el
mejor de los casos. Lo pongo a disposición del público, no
porque crea que es un buen libro, sino porque creo que
contiene unas pocas flechas verdaderas que pueden indi-
carle al corazón correcto un conocimiento y una expe-
riencia mayor de Jesucristo.
Como con todas nuestras publicaciones, este libro está
disponible a todos sin costo y puede ser citado, copiado y
distribuido libremente. La compañía de publicación
requiere que yo ponga copias a la venta en su sitio web,
pero hay copias gratis disponibles a través de Market
Street Fellowship que le serán enviadas sin costo alguno.

5
No Yo, Sino Cristo

6
Capítulo 1
Celo Sin Conocimiento

Estaba cerca de alcanzar un título en religión y filo-


sofía, y muy emocionado planeando un futuro en la
academia cristiana cuando comenzaron los ataques de
ansiedad. Aunque sería más exacto decir ‘cuando los
ataques regresaron,’ ya que había tenido varios episodios
de temor irracional cuando era niño. Recuerdo estar
despierto toda la noche cuando aún era pequeño, profun-
damente preocupado porque los minutos y las horas
estaban pasando mientras el sueño continuaba huyendo de
mí. El gran reloj del abuelo en la parte inferior de las esca-
leras sonaba cada quince minutos, y fue mi mayor enemigo
de infancia. La inquietante campana hacía que mi corazón
echara a correr con el paso de cada cuarto de hora y con la
consciencia de que todavía estaba despierto. En algunas
ocasiones la ansiedad aumentó en lo que ahora entiendo
como ataques de pánico. Un increíble temor se extendía
repentinamente sobre mí y permanecía por horas e incluso
días, antes de que finalmente empezara a ceder. Estos
episodios continuaron ocurriendo a intervalos, tal vez una

7
No Yo, Sino Cristo

o dos veces al año, hasta que en mi penúltimo año de


escuela secundaria tras un episodio particularmente largo,
parecieron desaparecer completamente.
Para aquellos que no están familiarizados con los
ataques de ansiedad, son como una repentina inundación
de terror y amenaza irracional que excede por mucho cual-
quier experiencia normal de temor. Algunas veces son
provocados por eventos o circunstancias; otras veces
parecen salir de la nada y no tienen que ver con una expe-
riencia o perspectiva propia. Los doctores los describen
como un misterioso fallo en la red de neuronas del sistema
nervioso simpático. Las víctimas los describen como las
experiencias más intensamente aterradoras, molestas e
incómodas de sus vidas. Por lo general, los episodios se
detienen por sí mismos después de veinte o treinta
minutos. Otros, como los que yo he experimentado,
persisten por días o meses con poco o ningún alivio.
Después de mi tercer año de escuela secundaria,
estuve completamente libre de pánico por los siguientes
seis años, pero el seis de enero de mi último año de univer-
sidad experimenté un ataque de ansiedad increíblemente
intenso e insoportablemente largo. Duró cada instante de
ocho semanas. Nunca en mi vida me había sentido tan
desesperado o había conocido nada parecido a ese tipo de
tormento. En el invierno de 1997 mi mundo fue destruido
por una enorme inundación de miedo; las horas me pare-
cían semanas y las semanas años.
Fue durante ese tiempo a los veintiún años de edad,
que con genuina hambre y desesperación empecé a clamar
en busca de lo que era espiritualmente verdadero. En la
confusión de mis emociones e inestabilidad de mi mente,

8
Celo Sin Conocimiento

yo anhelaba conocer algo más real que mi dolor y más


estable que mis propios pensamientos. A pesar de mi
crianza y educación cristiana, por primera vez en mi vida
dudé de la existencia de Dios. Dudé de lo que se me había
enseñado y de todo lo que tan fácilmente había creído y
defendido con mi mente. Conocía muchas Escrituras,
hechos y fuertes argumentos de la verdad del cristianismo.
A menudo había debatido con mis incrédulos compañeros
de clase y defendido el evangelio contra los profesores libe-
rales. Pero en ese momento en medio de la tormenta, mi
conjunto de doctrinas y pruebas no hicieron nada para
ayudarme. Era obvio que mi casa espiritual había sido
construida sobre la arena porque el viento y las olas la
estaban arrasando. Recuerdo que comencé a percatarme
de que si Dios era real yo no lo conocía, al menos no de
manera significativa. Yo conocía el cristianismo, pero no
conocía verdaderamente a Cristo. Esa fue una aterradora
comprensión que sólo aumentó mi miedo.
Recuerdo caminar por el campus de la universidad en
medio de la noche y pedirle a gritos a Dios que se diera a
conocer. Recuerdo acurrucarme debajo del escritorio en
mi cuarto y lleno de miedo confesarle al Señor que no sabía
qué creer o cómo estar seguro. La Biblia me parecía
extraña y confusa, y mis clichés cristianos impotentes y
vacíos. Era un hecho que mis amigos no podían enten-
derme; yo no tenía manera de explicar o de describir lo que
estaba experimentado. Estaba constantemente aterrado y
me sentía completamente solo. Pasaron dos meses con
muy poco cambio, fueron los dos meses más largos de mi
vida.
Incluso ahora, después de todos estos años, no

9
No Yo, Sino Cristo

encuentro palabras para describir la desesperación que


sentía en aquel tiempo. Sin Dios el mundo me parecía
absurdo y sin sentido; yo podía ver su vanidad. ¿Cuál era
el punto? ¿Qué era real? ¿Quién era Dios y qué quería
realmente? Yo estaba buscando a tientas la verdad, la
necesitaba tanto como mi siguiente inhalación de aire. Y
entonces, después de largas semanas de confusión y oscu-
ridad, el sol finalmente comenzó a levantarse. El Señor
empezó a probarse a Sí mismo de una manera nueva y real.
En palabras del apóstol Pablo, Él empezó a “abrir los ojos
de mi entendimiento”1 y a mostrarme la verdad que estaba
más allá de las palabras y de las ideas. Fue como si yo
pudiera verlo, aunque no con mis ojos. Vino a mi corazón
una consciencia de Su presencia y una pacífica certeza de
que Jesús era exactamente quién dijo ser. Fue sencillo,
pero real, y el miedo empezó a dar paso a la presencia de
Su luz.

Un Giro Equivocado

Con un corazón virtualmente rebosando de gratitud,


me dediqué de nuevo al reino de Dios. Literalmente estaba
frenético de emoción y celo, y había determinado entre-
garme al Señor cualquiera que fuera el significado y cual-
quiera que fuera el costo. Es imposible exagerar cuán
consumido estaba yo en la idea de conocer y caminar con
Dios. Yo no tenía ningún entendimiento del propósito de
Dios en Cristo o del verdadero significado de crecimiento
espiritual, así que hice lo único que sabía hacer: Me

1 Efesios 1:18
10
Celo Sin Conocimiento

dediqué a la oración y al ayuno, a pasar largas horas con la


Biblia, a compartir el evangelio, y diligentemente, a tratar
de obedecer las Escrituras. Hasta donde sabía eso era lo
esencial para cualquier verdadero caminar con Dios, por lo
que me entregué a esas disciplinas con todo mi corazón.
Empecé a leer biografías de ministros y misioneros cris-
tianos famosos. Me devoré la historia de Hudson Taylor,
David Brainerd, Jonathan Edwards, William Carey, Rees
Howells, John G. Lake y muchos otros, e hice mi mejor
esfuerzo para imitar a estos hombres de fe. Yo quería tener
lo que ellos habían tenido y vivir como ellos habían vivido.
Quería caminar y hablar con Dios como lo habían hecho
los grandes profetas. Recuerdo que me cautivó Éxodo
33:11, “Y el Señor acostumbraba hablar con Moisés cara a
cara, como habla un hombre con su amigo.” Eso era lo que
yo quería, por eso imprimí ese versículo, lo enmarqué y lo
colgué por muchos años en una pared de mi sala de estar.
En retrospectiva, los siguientes siete años fueron un
tiempo de celo sin conocimiento. 2 Yo no entendía lo que
significaba conocer a Dios, pero lo quería más que cual-
quier otra cosa. Después de graduarme de la universidad
en la primavera de 1997, abandoné mis planes de
postgrado y busqué maneras de entregarle mi tiempo y
energía al Señor. Yo quería experimentar a Dios y no sólo
aprender acerca de Él, y encontré un gran ministerio que

2 Así es como Pablo describe a sus compatriotas judíos en Romanos


10:2-3, quienes eran extremadamente celosos por la palabra
escrita de Dios, pero habían rechazado a la Palabra viva que vino
a ellos como la salvación de Dios. Él dice: “Porque yo testifico a
su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno
conocimiento. Pues desconociendo la justicia de Dios y procu-
rando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de
Dios.”
11
No Yo, Sino Cristo

parecía tan celoso de Dios como yo me sentía. Pronto


estuve involucrado con varias ramas de ese ministerio,
estaba tomando clases en la escuela bíblica de ellos y diri-
giendo la adoración en varias reuniones y grupos de
oración. Después de un año me uní a un grupo que traba-
jaba con pobres en la ciudad y empecé a pasar mis días con
drogadictos e indigentes, les daba comida gratis y dirigía
estudios bíblicos. Uno de mis amigos era capellán en la
cárcel del condado y dos tardes por semana me reunía con
él para compartir el evangelio con los presos.
En poco tiempo conocí y me casé con mi esposa Jessie
e inmediatamente después de nuestra luna de miel,
compramos una antigua casa de tres pisos en una parte de
la ciudad reconocida por las drogas y la prostitución. Le
hicimos unos pocos arreglos básicos a la casa y le dimos
una capa fresca de pintura, llenamos nuestro hogar de
literas y abrimos “El refugio Isaías 58,” donde ambos
vivimos y servimos los primeros años de nuestro matri-
monio. Jessie cocinaba los desayunos y las cenas para
todos nuestros huéspedes, y por las noches teníamos un
grupo de estudio bíblico seguido de un tiempo de conse-
jería individual y oración. Nuestros huéspedes dejaban el
refugio entre el desayuno y la cena para buscar trabajo y
vivienda permanente, y así Jessie y yo podíamos trabajar
para sostener el refugio. En ese momento yo trabajaba
durante el día como gerente de un refugio para indigentes
más grande, no lejos de nuestro hogar.
Durante esos años me comprometí cada vez más con
la oración, el ayuno y el estudio de las Escrituras. Prac-
tiqué esas disciplinas espirituales consistentemente,
siempre motivado por un sentido de la brevedad de mi

12
Celo Sin Conocimiento

tiempo en la tierra y por un persistente miedo a malgastar


mi vida. Dios era real, eso lo sabía, y yo no quería decep-
cionarlo. Decidí dormir tan poco como me fuera posible y
aprovechar al máximo el tiempo. Dedicaba tres horas al
día a la oración, y una o dos más al estudio de las Escri-
turas. Por años ayuné uno o dos días a la semana, además
de varios ayunos más largos al año.
Hasta donde sabía, ese estilo de vida no era motivado
por el legalismo o por una teología basada en obras. Yo no
estaba tratando de ganar mi camino al cielo o de casti-
garme a mí mismo por los pecados. Las decisiones que
tomé fueron constreñidas por hambre de Dios y un fuerte
sentido de Su realidad, el cual había permanecido conmigo
desde mi último semestre en la universidad. Me moría de
ganas de ser una persona de quien Dios dijera: “Bien,
siervo bueno y fiel.”3 Si otros lo habían hecho, ¿por qué yo
no? Así, con una combinación de determinación y deses-
peración me las arreglé para continuar con ese estilo de
vida por varios años. Yo era muy sincero en todas esas
cosas, pero ahora entiendo que estaba sinceramente ciego.
Me doy cuenta que para muchos cristianos este tipo de
celo por el Señor y compromiso con disciplinas espirituales
puede parecer muy loable. De hecho, la mayor parte del
tiempo estuve convencido de que así era. Yo era dedicado
y constante donde otros con frecuencia habían fallado, y de
varias maneras mi cristianismo parecía estar “funcio-
nando.” Para entonces ya me había familiarizado lo sufi-
ciente con la Biblia y era fácil para mí pasar horas en
adoración e intercesión. Los ministerios en los que yo
estaba involucrado parecían ser exitosos y estar creciendo,

3 Mateo 25:22
13
No Yo, Sino Cristo

y yo era reconocido por algunos como un joven líder


apasionado. Más allá de eso, yo incluso había presenciado
lo que creía que eran milagros, sanidades y movimientos
genuinos del Espíritu Santo. La mayoría de las veces la
combinación de esas cosas parecía ser clara confirmación
de que yo estaba en el camino correcto.
No obstante, hubo otros momentos, particularmente
hacia el final de esos siete años, cuando llegué a estar cada
vez más consciente de que algo andaba mal. Cuando la
vida se desaceleraba un poquito y yo tenía menos respon-
sabilidades y actividades en el ministerio, podía ver cosas
que me preocupaban y me confundían profundamente. A
pesar de mi pasión y mi determinación, había mucho en mi
corazón y en mi vida que parecía claramente contradecir
las Escrituras que yo había llegado a conocer tan bien.
Primero que nada, yo seguía plagado de temores. Algunos
eran intensos e irracionales ataques de pánico que pare-
cían ir y venir a lo largo de los años, pero, peor aún eran las
inseguridades y las ansiedades escondidas que motivaban
y controlaban gran parte de lo que yo pensaba y hacía.
Junto con eso había una incómoda comprensión de que yo
no amaba a la gente. Yo amaba la idea de amar a la gente,
y amaba a la gente que naturalmente encontraba adorable,
pero eso parecía estar muy lejos de lo que Jesús y los após-
toles describieron. Pablo escribió: “Y si tuviera el don de
profecía, y entendiera todos los misterios y todo conoci-
miento, y si tuviera toda la fe como para trasladar
montañas, pero no tengo amor, nada soy.” 4 La palabra
nada en este versículo me confrontó y me molestó. Parecía
muy severa e implacable y yo no podía dejar de pregun-

4 1 Corintios 13:2
14
Celo Sin Conocimiento

tarme si me describía.
Sin embargo, el problema más evidente de todos, y
uno que me obsesionaba más que el resto, era la compren-
sión de que yo era un pozo negro de orgullo, especialmente
orgullo espiritual. Yo sabía en mi corazón que quería ser
visto y reconocido por mi espiritualidad. Quería ser exal-
tado ante los ojos del hombre, conocido por mis logros, mi
sabiduría y mi disciplina. Usualmente podía ocultar mi
orgullo de los demás y algunas veces me las arreglaba para
justificarlo ante mí mismo, pero no podía escapar de él. De
hecho, lo que más me molestaba era que mi orgullo parecía
empeorar cada año que yo le servía al Señor. Yo era respe-
tado como un cristiano comprometido e incluso seguido
como líder, pero secretamente yo veía y odiaba todas esas
cosas de mí mismo, y ninguna cantidad de oración y ayuno
me había librado de ellas.
A veces, cuando era humillado por mi hipocresía y no
trataba de ocultar o de justificar esas cosas, mi corazón se
tranquilizaba y se suavizaba, y estaba más dispuesto a ver
la verdad. Durante ese tiempo leía pasajes de las Escri-
turas que parecían ser conocidos y extraños a la vez, versí-
culos como: “…se convertirá en él en una fuente de agua
que brota para vida eterna,”5 o “…y ya no soy yo el que vive,
sino que Cristo vive en mí.”6 Conforme leía pasajes como
estos, era como si yo pudiera oír la voz del Señor en mi
corazón diciendo: “¿Cuánto tiempo más vas a fingir que
sabes lo que esto significa?”
Con el tiempo mi esposa y yo sentimos cerrar nuestro
refugio y regresar a su estado natal de Ohio. Yo tomé un

5 Juan 4:14
6 Gálatas 2:20
15
No Yo, Sino Cristo

trabajo en remodelación de casas y aunque continué mi


búsqueda del Señor y con las disciplinas espirituales, por
primera vez desde la universidad no estaba involucrado en
el ministerio. Por más de un año tuve la oportunidad de
verme separado del ocupado cristianismo al que estaba
acostumbrado, y lo que vi me turbó profundamente.
Mirando hacia atrás creo que ese fue un tiempo ordenado
por Dios para que yo enfrentara la realidad, pero en ese
momento yo sentía que mi mundo se venía abajo otra vez.
En ese entonces mi problema principal no era el miedo, ni
tampoco la inmoralidad, el desinterés o el agotamiento; el
gran dilema de mi corazón era que yo sabía que tenía que
haber mucho más en el cristianismo de lo que yo conocía .
Las páginas de la Biblia describían algo que yo todavía no
entendía, porque no había manera de que mi corazón estu-
viera experimentando la abundancia de la vida y de la luz
de la que Jesús habló tan claramente.
Yo estaba desanimado y confundido. Sentía que en
nada había parado mi búsqueda de Dios. Había orado,
ayunado y disciplinado mi carne; les había servido a los
pobres, visitado prisioneros y alimentado a los ham-
brientos; había dedicado mi vida al servicio de Dios, estu-
diado la Biblia y los grandes libros cristianos, asistido a las
conferencias más inspiradoras, e incluso, servido hombro a
hombro con líderes influyentes en el cuerpo de Cristo. Aún
así, en momentos de lucidez espiritual, sabía que algo
enorme hacía falta. A pesar de mis esfuerzos, me di cuenta
de que yo no tenía idea de lo que significaba para el alma
ser conformada a la imagen de Jesucristo. Yo podía
engañar a otros, pero estaba muy cansado de engañarme a
mí mismo. Mi yugo no era fácil, ni ligera mi carga. En los

16
Celo Sin Conocimiento

lugares invisibles de mi alma, yo sabía que era exacta-


mente el mismo hombre que había comenzado este viaje
siete años atrás.
Mediante la disciplina mantuve la apariencia externa
de vida espiritual, pero internamente yo había llegado a
una crisis. Yo sabía con certeza que Jesús era real y creía
que la Biblia era la auto-revelación infalible de Dios. Por lo
tanto, llegué a la conclusión de que una de dos cosas tenía
que ser verdad: O me seguía haciendo falta compromiso,
deseo o búsqueda del Señor, o en algún lugar al inicio de
mi viaje había desarrollado algún malentendido en el
fundamento del evangelio y en la manera en que este obra
en el alma del creyente. La dificultad con la primera opción
era obvia. Por años me había extenuado con la intensidad
de mi búsqueda de Dios y la práctica de las disciplinas
espirituales. Siempre había asumido que el asunto era mi
devoción y mi esfuerzo, y había tratado de abordarlos en
todos los sentidos. Tal vez había algo más que yo podía
hacer, aunque en ese momento parecía poco probable que
más horas de oración o que un compromiso aún mayor con
la disciplina pudiera ser el catalizador para un gran avance
espiritual. El problema con la segunda opción era sencilla-
mente, que yo no tenía idea de cuál podría ser mi malen-
tendido en el fundamento. Pero desesperado y sin explica-
ciones, comencé a volver mi corazón al Señor como nunca
lo había hecho desde las semanas de impotencia y desespe-
ración durante mi último año de universidad. Me volví a
Él como un niño que no sabe nada, pidiéndole Su perspec-
tiva de mi problema y Su entendimiento de la solución.
Pronto llegué a ver que yo había malentendido ambos.

17
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 2
Es un Asunto de Vida

Lo que empecé a experimentar en los siguientes meses


y años lo cambió todo, y me di cuenta que si quería hacer
algún progreso tenía que iniciar de nuevo desde el princi-
pio. He llegado a entender que el conocimiento de la ver-
dad siempre obra de esta manera. Destruye antes de re-
construir; cuestiona, expone y elimina mucho de lo que no
es real, a fin de abrir en nuestros corazones lugar para lo
que es real. Hasta una vislumbre de la verdad puede derri-
bar imaginaciones, crear en el vacío una consciencia de
nuestra ignorancia y una genuina necesidad de conocer
más. A menos que el conocimiento del Señor cambie de
algo que nos interesa a ser una absoluta necesidad, crece-
remos muy poco. Sólo cuando necesitamos la verdad es
que comenzamos a hacernos las preguntas correctas y de-
jamos que el Señor se muestre a nosotros como la respues-
ta a cada una.
Había muchos malentendidos en mi corazón con
respecto a conocer a Dios. Tenía suposiciones equivocadas
18
Es un Asunto de Vida

y presuposiciones escondidas debajo de mis creencias. Mi


problema no era complicado, realmente era muy simple,
pero verlo significaba permitir que el Señor me llevara de
vuelta al principio. Él empezó a tratar mi corazón con
algunas preguntas muy simples: ¿Qué es el cristianismo? O
bien, ¿por qué vino Jesús y qué logró? Por años yo había
tenido mis propias respuestas a estas preguntas y me satis-
facían. Sentía que había resuelto esas cosas mucho tiempo
atrás y que había seguido adelante. Pero después de ver mi
mundo cristiano desmoronarse más de una vez, estaba dis-
puesto a revisar esas preguntas básicas; estaba dispuesto a
comenzar de nuevo con el fundamento correcto.

El Cristianismo No Es una Religión

Antes de discutir qué es realmente el cristianismo,


puede hacernos bien decir algo acerca de lo que no es cris-
tianismo. El cristianismo no es una religión, al menos, no
en el sentido que es usada y entendida esta palabra por la
mayoría de la gente hoy. Lo que quiero decir es, que el
cristianismo prácticamente no tiene que ver con la creencia
intelectual en credos específicos, con ceremonias organi-
zadas y reglas de adoración, o con instrucciones con
respecto a lo que el hombre debe hacer para agradar a
Dios. A pesar de la opinión general, la vida de Jesús como
Hombre no fue una lección de moralidad; Su dádiva al
mundo no fue una doctrina correcta, ni las cartas del
Nuevo Testamento fueron escritas para que fueran deli-
neadas como teologías rígidas, artículos de fe, o como
fórmulas de conducta cristiana. Eso es religión. Sé que los
19
No Yo, Sino Cristo

líderes cristianos a menudo presentan el cristianismo de


esta forma, pero sólo porque hemos creado una religión
donde Dios no pretendía tal cosa.
Aunque hay una gran cantidad de religiones, casi
todas involucran los intentos del hombre de ser como Dios,
de alcanzar a Dios, de apaciguarlo o de actuar de manera
que lo agrade. A pesar de que pretende origen y propósito
divino, toda religión tiene al hombre como su verdadera
fuente, centro y meta. La religión nace cuando el hombre
interpreta o define a Dios de acuerdo a su propia perspec-
tiva y deseo, y luego le sirve al dios de su propia creación.
Al hacerlo, en realidad estamos espiritualizando nuestras
imaginaciones y adorando nuestras propias ideas. En un
sentido muy real, la religión busca crear a Dios a imagen
del hombre, para que al servirle a Dios, nos estemos
sirviendo a nosotros mismos.1 Esto es precisamente lo que
sucede en la infame historia del becerro de oro. Israel
creía en Dios y sabía que Él los había liberado de la escla-
vitud de Egipto, pero queriendo definir por sí mismos el
carácter de Dios y la naturaleza de su relación con Él,
formaron una imagen que correspondía a sus opiniones y
deseos. Después de fundir sus joyas y formar el becerro de
oro dijeron: “Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la
tierra de Egipto.”2 Luego se levantaron para adorar su
creación con gran alegría, celebración y fiesta.
La religión a menudo usa una máscara de virtud y

1 Esta es la idea principal detrás de los ídolos mencionados en la


Biblia. Sea que tengan forma física o no, los ídolos son inven-
ciones del corazón humano caído que nos permiten adorar nues-
tras propias ideas e imaginaciones.
2 Éxodo 32:4
20
Es un Asunto de Vida

piedad pretendiendo poseer las creencias y comporta-


mientos que son aceptables para Dios. Pero sin importar
cómo se vea ante los ojos del hombre, la religión es el
intento humano de sustituir la gracia y la revelación de
Dios con una falsificación hecha por él. Las palabras de
Karl Barth son útiles:

La religión es el intento de sustituir la obra


divina por una de manufactura humana… Es
un intento débil pero desafiante, arrogante
pero sin esperanza, de crear algo que el
hombre pueda hacer. En la religión el hombre
se separa y se cierra contra la revelación
proporcionando un sustituto, quitando con
anticipación lo que ha sido dado por Dios.
Nunca es la verdad, es una completa ficción, la
cual no sólo tiene poca sino ninguna relación
con Dios.4

La religión no es sólo la idea de que el hombre debe


trabajar su camino al cielo, o de que Dios es servido por
manos humanas. Ella no sólo consiste en nuestros rituales
vacíos, legalismo, reglas y obras carnales, sino también en
todas y cada una de las maneras con las que nosotros susti-
tuimos el don de vida de Dios por una falsificación
humana, ya sea en nuestras creencias, esfuerzos, entendi-
mientos, justicia, amor, adoración, comunión, ministerio,
etc. De una u otra manera, la religión introduce al hombre
y sus recursos donde Dios ya ha dado a Su Hijo.

4 Traducido de: Karl Barth, Church Dogmatics. Vol. I, Pt. 2. Edin-


burgh: T&T Clark. 1956. pg. 302-303
21
No Yo, Sino Cristo

El Cristianismo Es Vida

El cristianismo no es una religión, es una vida. Espe-


cíficamente, la vida de Jesucristo dada al alma del hombre.
No es una creencia, aunque conocer esta vida formará y
moldeará muchas creencias. No es una conducta o una
actitud, aunque experimentar esta vida afecta todo lo que
hacemos. El cristianismo desde su misma raíz y en cada
rama, está ligado con una vida muy específica que Dios da,
forma y glorifica en el alma del hombre. El cristianismo es
Cristo viviendo en usted.
Por lo tanto, el cristianismo es vida, pero nosotros
necesitamos ser cuidadosos en cómo entendemos esta
palabra. La suposición es siempre un gran obstáculo para
conocer la verdad. Deberíamos hacer otra pregunta, ¿qué
es vida? ¿Qué significa para Dios vida? Muchos de noso-
tros pensamos que la vida es el conjunto de cosas cono-
cidas que está a nuestro alrededor; los amigos que
tenemos, los lugares que amamos, el entorno en que
vivimos, el ambiente que creamos. Reunimos personas,
cosas, emociones, lugares, experiencias, trabajos y metas,
lo ensamblamos en el ambiente que nos rodea y nos define
y lo llamamos nuestra vida. Con esta idea como funda-
mento, el cristianismo se convierte entonces en un intento
de traer a Dios dentro de dicho ambiente, de traer a Dios
dentro de lo que llamamos vida. La religión nos anima a
incluir a Dios en nuestras vidas, y a darle luego prioridad
entre las muchas cosas que constituyen nuestro entorno.
¡Se nos dice que seríamos mucho más felices y más plenos
si invitáramos a Dios a nuestras vidas! Que cuando Dios

22
Es un Asunto de Vida

sea parte de nuestra vida podremos prosperar y tener


éxito, alcanzar nuestro potencial y cumplir nuestro
destino. Que cuando por fin nuestro cuerpo muera, comen-
zaremos lo que llamamos vida después de la muerte, la
cual se describe con frecuencia simplemente como un
nuevo ambiente con cosas, experiencias, lugares, activi-
dades y relaciones aún más grandes.
Para otros el concepto de vida es algo más interno,
pero sigue siendo completamente natural. Muchos creen
que la vida es definida por un estado de animación y cons-
ciencia, la presencia de la voluntad, la emoción, el pensa-
miento y la acción. En términos naturales esto es cierto,
pero la vida biológica es una mera sombra de la verdadera
vida que Dios conoce y ofrece al alma humana. Por la
ignorancia de la increíble diferencia entre las dos, tonta-
mente tratamos de entender y apreciar la vida espiritual
basados en nuestras experiencias de la vida en el ámbito
creado. Imaginamos que porque vivimos, sin ninguna
duda entendemos mucho de la vida, pero eso en realidad
no es cierto. Nosotros naturalmente no poseemos o enten-
demos lo que la Biblia llama vida. Obviamente existimos y
somos seres conscientes y activos con vida orgánica, pero
cuando un discípulo prometió seguir a Jesús tan pronto
como enterrara a su padre, Jesús respondió: “Ven tras Mí,
y deja que los muertos entierren a sus muertos.” 5 En otra
ocasión, estando Jesús parado frente a una enorme
multitud de judíos, todos los cuales tenían corazones palpi-
tando y horarios ocupados, les dijo: “En verdad les digo,
que si no comen la carne del Hijo del Hombre y beben Su

5 Mateo 8:22
23
No Yo, Sino Cristo

sangre, no tienen vida en ustedes.”6 Es evidente que a lo


que Jesús llamaba vida no tenía nada que ver con el
ambiente natural del hombre o con la existencia biológica.
Desde Su perspectiva la vida es algo que la humanidad no
posee.

La Vida Es Ajena al Hombre Natural

Una de las cosas más fundamentales y vitales que el


Espíritu de Dios busca dejar cristalinamente claro en el
corazón del creyente, es que lo que Dios llama vida es
absolutamente ajeno al hombre natural. La vida espiritual
es totalmente diferente de lo que somos y de lo que cono-
cemos por naturaleza. Para el ser humano no hay absolu-
tamente nada familiar sobre ella. Sólo cuando nacemos de
Su Espíritu poseemos verdadera vida, e incluso entonces
comenzamos como bebés recién nacidos que poseen una
vida que todavía no entienden.
Una noche un principal entre los fariseos se acercó
secretamente a Jesús para no ser visto por sus colegas reli-
giosos. Llegó con el corazón lleno de preguntas y dudas,
dado que él estaba convencido de que este nazareno
hablaba y actuaba en nombre de Dios. Él dijo: “Rabí,
sabemos que has venido de Dios como maestro, porque
nadie puede hacer las señales que Tú haces si Dios no está
con él.” Jesús inmediatamente respondió: “En verdad te
digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de
Dios.”7 Al igual que con muchos otros, Jesús hizo a un lado

6 Juan 6:53
7 Juan 3:2-3
24
Es un Asunto de Vida

los comentarios de Nicodemo y lo llevó directo al corazón


del asunto. Es como si Jesús le hubiera dicho: “Nicodemo,
yo sé que tienes preguntas sobre Mí, acerca de mi Padre y
acerca de Su reino. Yo sé que estás aquí porque estás
buscando algo real, pero las cosas son como son y no hay
nada que Yo pueda hacer para ayudarte. Nicodemo,
aunque me ves en esta vasija terrenal, funcionamos en
diferentes ámbitos y de acuerdo a vidas opuestas. En este
momento no tenemos nada en común. La carne da a luz
carne, el espíritu da a luz espíritu. Yo soy de arriba, tú eres
de abajo. Para ver y entender la respuesta a tus preguntas,
debemos estar en el mismo terreno. Tienes que recibir Mi
vida, tienes que nacer de nuevo.”
El don del nuevo nacimiento no es una segunda opor-
tunidad, ni es simplemente el perdón de pecados. El nuevo
nacimiento es precisamente, lo que dice ser: ¡Un nuevo
nacimiento, una nueva vida! No es nuevo con respecto al
tiempo, es decir, no es una versión más nueva de usted o
de mí. No es nuevo en el sentido de que le damos vuelta a
la página o comenzamos de nuevo con una pizarra limpia.
Es nuevo nacimiento con respecto a naturaleza, sustancia,
género y origen. Es completamente nuevo. No es una
adición a lo viejo, una mejora o restauración; no hay nada
viejo acerca de él. Pablo dijo: “De modo que si alguno está
en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora
han sido hechas nuevas.” 8 El nuevo nacimiento es cuando
el alma del hombre recibe por primera vez verdadera vida,
y literalmente nace de un género diferente y en un ámbito
diferente.

8 2 Corintios 5:17
25
No Yo, Sino Cristo

Partícipes de la Vida

Por lo tanto, el cristianismo es vida, pero la vida no es


lo que nosotros suponemos. La vida es un atributo de Dios,
por consiguiente, nuestra experiencia de la vida es la
comprensión y experiencia de Dios mismo. Jesús dice: “Y
ésta es la vida eterna: que Te conozcan a Ti, el único Dios
verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” 9 Cuando
nacemos de Su Espíritu, Jesucristo literalmente se
convierte en la vida que reside en nuestra alma. Se “nos
dio vida juntamente con Cristo”10 y llegamos a ser “partí-
cipes de la naturaleza divina.”11 Nosotros nunca nos conver-
timos en Dios o poseemos divinidad en nosotros mismos,
pero sí recibimos, conocemos, participamos y disfrutamos
de todo lo que Él es. De pie frente a una multitud en Jeru-
salén Jesús proclamó: “Yo he venido para que tengan vida,
y para que l a tengan e n abundancia.”12 Juan explica: “El
que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de
Dios, no tiene la vida.”13 El centro y la sustancia del evan-
gelio siempre ha sido este asunto de la vida. Una vida (que
nunca estuvo verdaderamente viva) se pierde en la cruz y
la verdadera vida se gana. Jesús dijo: “Porque el que quiera
salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por
causa de Mí, ése la salvará.” 14 A los que han nacido

9 Juan 17:3
10 Efesios 2:5
11 2 Pedro 1:4
12 Juan 10:10
13 1 Juan 5:12
14 Lucas 9:24
26
Es un Asunto de Vida

“muertos en delitos y pecados,”1 5 Jesús se ofrece como “la


resurrección y la vida.”16
Todo esto puede sonar obvio y sin duda el concepto de
vida espiritual es muy familiar en el cuerpo de Cristo. Aún
así, sostengo que nuestra ceguera a esta realidad es el
origen de mucho desaliento y confusión. Si usted es como
yo, ha invertido mucho tiempo y esfuerzo intentando hacer
su vida más parecida a la de Jesucristo. Mucho de lo que
yo hacía en nombre del cristianismo era un esfuerzo para
aprender sobre la vida de Cristo y para poner en práctica lo
que había aprendido. Trataba de actuar como Cristo, amar
como Cristo, hablar como Cristo y orar como Cristo, pero
todo eso representaba un enorme malentendido, uno que
es espiritual y escrituralmente absurdo, y sin embargo,
extremadamente popular en la iglesia. Yo creía que con la
enseñanza, disciplina y esfuerzo apropiado podría llegar a
ser más como Jesucristo. Esta es una idea muy común,
pero es absolutamente imposible. Ninguna cantidad de
enseñanza, esfuerzo o disciplina puede transformar la
muerte en vida.
De acuerdo a Jesús, “Lo que es nacido de la carne,
carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es,” 17 y
“"El Espíritu es el que da vida; la carne para nada apro-
vecha.”18 La carne y el espíritu son cosas opuestas y contra-
rias, que operan con naturalezas incompatibles y que
apuntan hacia metas completamente diferentes. No se
trata de esfuerzo y devoción humana. El estudio de la

15 Efesios 2:1
16 Juan 11:25
17 Juan 3:6
18 Juan 6:63
27
No Yo, Sino Cristo

Biblia y la auto disciplina nunca cerrarán esa brecha. La


solución no es preguntarse lo que Jesús haría conforme
avanzamos en nuestro día o seguimos un plan de siete
pasos para ser más como Cristo. En palabras del pastor y
autor británico T. Austin-Sparks: “Cuando usted llega a lo
mejor de usted mismo, todavía hay un abismo entre usted
y los principios de Cristo que no puede ser superado. Si
usted lograra lo mejor de usted mismo, todavía no ha
comenzado en Cristo.”19 En términos humanos, este es un
problema insalvable y que demanda una mayor solución
que la que muchos han considerado.
Cuando nosotros malentendemos la naturaleza del
problema, sin saberlo buscamos una solución mucho
menor que la que necesitamos y que la que Dios ofrece.
Eso fue por muchos años gran parte de mi problema. Por
ejemplo, si suponemos que nuestro principal dilema espiri-
tual consiste en pensamientos y actos equivocados,
entonces buscaremos al Señor por perdón de pecados y
libertad de nuestra consciencia culpable. Si nos vemos a
nosotros mismos carentes de dirección y sabiduría, o con
la necesidad de un cambio de estilo de vida, encontraremos
exactamente lo que buscamos en los siempre populares
siete pasos para una vida espiritual. Sin embargo, cuando
empezamos a reconocernos totalmente sin vida y en
contra de Dios por naturaleza, y cuando esto ha llegado a
ser no sólo una teología, sino una profunda e ineludible
comprensión en el corazón, entonces somos impulsados a
buscar un entendimiento y una experiencia mucho más
plena de la salvación de Dios en Jesucristo.

19 T. Austin-Sparks, The School of Christ, Emmanuel Publishing,


Capítulo 1
28
Es un Asunto de Vida

Esto es exactamente lo que empezó a suceder en mí.


Conforme comencé a ver la gran división entre la vida y la
muerte, entre la carne y el espíritu, me di cuenta de la
espantosa distinción entre tratar de vivir mi vida para Dios
y que Dios “obrara en mí tanto el querer como el hacer
para Su buena intención.” 20 Al igual que muchos, como
cristiano joven había supuesto que con mis pecados perdo-
nados estaba destinado entonces a vivir mi vida para Él.
Pero después de años de intentar exactamente eso, fue
tanto un choque como un alivio descubrir que el deseo de
Dios no era tal cosa. El cristianismo de la Biblia no es
perdón de pecados seguido por devoción humana, auto
disciplina y celo religioso. El verdadero cristianismo no es
imitación de Cristo en la carne, sino la impartición de Su
vida en el alma.

El Agricultor y Su Semilla

Considere la siguiente analogía. Imagine que un agri-


cultor compra cien acres (40.5 hectáreas) de tierra para
plantar maíz. Él limpia la tierra, ara el campo y finalmente
con una gran expectativa de cosecha, planta la semilla de
más alta calidad. Con paciencia aguardó el incremento de
lo que había plantado, pero al final de varias semanas la
semilla no había crecido nada. En cambio, para su gran
sorpresa, el suelo alrededor de cada semilla se había levan-
tado y comenzado a tomar la forma y la apariencia de los
tallos de maíz que no germinaron. ¿Puede imaginar usted
la decepción del agricultor cuando su anticipada cosecha

20 Filipenses 2:13
29
No Yo, Sino Cristo

no era más que un suelo alterado imitando el incremento


de su semilla de alta calidad?
Es obvio que esta analogía tiene poco sentido en el
ámbito natural, aún así, de alguna manera fallamos en
reconocer su ridiculez en el ámbito espiritual. Cristo es la
única “semilla incorruptible.”21 Nosotros somos el suelo,
“el campo de Dios.”22 El Padre es el agricultor que tiene
expectativa de incremento en Su semilla plantada, con
miras a una plena expresión de su vida. La cosecha del
agricultor es el incremento de la semilla y de nada más. La
expectativa de Dios para nosotros, el suelo, es que seamos
la “buena tierra” que recibe la semilla, y “produce una
cosecha, algunos cien, otros sesenta y otros treinta por
ciento.”23 El suelo es la habitación de la semilla, la “vasija
terrenal” que experimenta y exhibe su incremento. Dios
no busca nuestro intento de imitar la vida de Cristo más de
lo que el agricultor estaba buscando que el suelo se hiciera
pasar por la semilla de maíz. Nuestro llamado es mucho
más grande: Ser la vasija de honor en la que la vida misma
de Cristo se forma y se manifiesta. Cristo es único en Su
género, una preciosa semilla sin igual. En lo que concierne
a cualquier agricultor, además de llevar el incremento de la
semilla, el suelo no puede dar nada bueno.
Como cristianos invertimos una tremenda cantidad de
tiempo y esfuerzo en varios malentendidos sobre el creci-
miento espiritual, muchos de los cuales son resultado
directo de no entender el asunto de la vida. Nos entre-
gamos a la transformación de la tierra y consecuentemente

21 1 Pedro 1:23
22 1 Corintios 3:9
23 Mateo 13:8
30
Es un Asunto de Vida

experimentamos muy poco del incremento de la Semilla de


Dios. Recibimos el don de la vida por fe, y luego imagi-
namos que el crecimiento espiritual viene a través de
nuestro propio esfuerzo y disciplina. En otras palabras,
recibimos la vida de Cristo cuando nacemos de nuevo, pero
continuamos tratando de vivir nuestra propia vida para
Dios. En respuesta a este preciso malentendido, Pablo
reprendió a los Gálatas diciendo: “¿Tan insensatos son?
Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿van a terminar
ahora por la carne?”24 En mi caso, yo era así de insensato.

24 Gálatas 3:3
31
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 3
La Debilidad de las Palabras

Antes de seguir adelante, necesitamos lidiar con algo


que los creyentes pasan por alto muy a menudo. Tan
extraño como pueda sonar, uno de los más grandes obstá-
culos para conocer verdaderamente al Señor, puede ser
nuestra familiaridad con las palabras bíblicas y con los
conceptos espirituales. Entender esto ahora nos ayudará
inmensamente según avancemos. En mi caso, yo había
conocido por mucho tiempo la mayoría de las ideas y de los
versículos mencionados en el capítulo anterior. De hecho,
durante los años de frustración y confusión espiritual
después de la universidad, me había aprendido de
memoria muchas de esas Escrituras, e incluso había ense-
ñado algunos de esos conceptos. Si yo en aquel entonces y
de algún modo hubiera podido leer el segundo capítulo de
este libro, estoy seguro de que habría insistido en que ya
conocía esas cosas. Y de hecho, yo ya conocía las pala-
bras. No obstante, he llegado a entender que durante gran
parte de mi vida como cristiano, había estado mucho más
familiarizado con las palabras mismas que con las reali-
32
La Debilidad de las Palabras

dades espirituales que ellas describen. Para decirlo de otra


manera, he aprendido que la Biblia es como una ventana.
Su propósito es abrirle a nuestro corazón una perspectiva
de Jesucristo y de todo lo que es real en Él. Nadie mira la
ventana, más bien mira a través de la ventana. Leer la
Biblia debe ser una experiencia similar. Las palabras de
las Escrituras son maravillosas y dones esenciales de Dios,
pero debemos ver más allá de las palabras y contemplar al
Señor mismo. Cuando se estudia y se memoriza la Biblia
por alguna otra razón, es inevitable entenderla mal y utili-
zarla mal. Jesús una vez reprendió a los fariseos dicién-
doles:

Ustedes examinan las Escrituras porque


piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son
ellas las que dan testimonio de Mí! Pero ustedes
no quieren venir a Mí para que tengan esa
vida.1

Los fariseos y los escribas de los días de Jesús eran


grandes conocedores de las escrituras del Antiguo Testa-
mento, más de lo que a menudo nos damos cuenta. No
sólo su religión, sino cada aspecto de su vida cotidiana (sus
leyes, educación, relaciones, moral y costumbres), eran
gobernados por su meticuloso estudio de las Escrituras.
Sin embargo, a pesar de su gran conocimiento, la gran
mayoría de ellos era incapaz de ver, y como consecuencia,
no recibía a Aquel que era descrito en cada página. Las
palabras de las Escrituras eran conocidas y reverenciadas
en todo Israel, pero la Persona detrás de esas palabras les

1 Juan 5:39-40
33
No Yo, Sino Cristo

era extraña y ofensiva. Juan dice: “A lo Suyo vino, y los


Suyos no Lo recibieron.”2 Mientras Él caminaba por sus
calles y enseñaba en sus sinagogas, la gran mayoría de los
judíos lo desestimaba como un glotón, pecador o un enga-
ñador endemoniado.
De esta manera las palabras pueden ser tanto maravi-
llosas como peligrosas. Aunque son usadas por Dios como
un vehículo mediante el cual es proclamada y descrita la
verdad, ellas nos afectan de la manera que Dios desea sólo
cuando llegamos a conocer y a experimentar la realidad
que está detrás de ellas. Si lo piensa, todo lenguaje obra de
la misma manera. Cuando nos hablamos unos a otros,
intuitivamente entendemos que nuestras palabras son
meros intentos para explicar y comunicar algo que es real
dentro de nosotros. Hablamos y escribimos para expresar
nuestras emociones, entendimiento, personalidad e ideas.
Con las palabras tratamos de dar, revelar o explicar
quiénes somos y qué conocemos; tratamos de trasmitirle a
otra persona algo de nosotros mismos. Esta es, quizás,
nuestra principal forma de comunicación, y sin embargo,
todos hemos experimentado la debilidad de nuestras pala-
bras. Todos hemos escogido palabras que nos parecen
claras y simples, sólo para ser totalmente malentendidos
por nuestros oyentes. También hemos escuchado y creído
erróneamente lo que otros nunca quisieron comunicar.
Lo complicado acerca de las palabras es que ellas no
tienen significado o realidad fija. Por supuesto que sí,
tenemos definiciones en los diccionarios para todas nues-
tras palabras, pero en las conversaciones reales, el signifi-
cado detrás de una palabra con frecuencia es dado por el

2 Juan 1:11
34
La Debilidad de las Palabras

oyente y no por la palabra misma. Una misma palabra


puede significar diez cosas diferentes a diez personas dife-
rentes. Puede hacer que una persona se ría y que otra se
sienta insegura. Una frase puede ser atemorizante para
usted y reconfortante para mí. Esto sucede porque, a pesar
del significado aceptado de las palabras, es nuestro enten-
dimiento, experiencia e imaginación lo que con frecuencia
determina el impacto que las palabras tienen sobre noso-
tros. La debilidad de las palabras está en el hecho de que
cada hablante y oyente, escritor y lector, tienen la libertad
de darles a las palabras el significado que ellos usan o
encuentran.
Si esto es cierto con las palabras humanas que
describen cosas naturales, ¿cuánto más cierto debe ser
cuando leemos o escuchamos las palabras que Dios usa
para describir las realidades espirituales? Si diez cristianos
oyeran un mismo sermón sobre la gracia, es muy posible
que los diez terminen teniendo entendimientos contrarios
de dicha palabra, junto con diferentes experiencias de la
gracia de Dios que apoyan sus ideas. ¿Cómo sabemos cuál
es la correcta? ¿Cómo vamos a saber alguna vez lo que
realmente es la gracia? Esta es una pregunta importante
que merece reflexión, y de nuevo, reconocer nuestra igno-
rancia o incertidumbre es un enorme paso en la dirección
correcta. No debemos tener miedo de admitir ante noso-
tros mismos o ante el Señor que no tenemos idea de lo que
es real y verdadero. El deseo de Dios no es que identifi-
quemos correctamente conceptos bíblicos y que nos
aferremos a ellos en nuestra mente. ¡Quiere que reci-
bamos, conozcamos y experimentemos la vida resucitada
de Su Hijo! Es mucho mejor ser ignorante y dócil, que

35
No Yo, Sino Cristo

estar firmemente atado a conceptos muertos, o satisfecho


con una creencia estéril en las doctrinas cristianas
correctas. La familiaridad con la Biblia muy a menudo no
conduce a un conocimiento verdadero de Dios. La familia-
ridad con Dios, sin embargo, siempre conduce a un gran
conocimiento y entendimiento de la Biblia.

Las Palabras Son un Paquete

Durante la lectura de un pasaje conocido de las Escri-


turas, no es raro que un creyente repentinamente vea algo
totalmente nuevo y diferente. Nosotros decimos: “¡Es
como si las palabras saltaran de la página!” ¿Por qué
sucede esto? ¿Por qué no sucedió la última vez que leímos
esa misma escritura? Yo creo que la respuesta a estas
preguntas yace en el hecho de que conocer las palabras de
Dios y conocer a Dios son dos cosas muy diferentes.
Podemos leer las palabras de Dios tanto como queramos,
pero la verdadera comunicación espiritual empieza cuando
la realidad detrás de esas palabras, o cuando la verdadera
sustancia de la que hablan es mostrada a nosotros.
Las palabras son como un paquete. Alguien puede
entregarle a usted una caja llena o vacía, en cualquiera de
los casos, la caja es exactamente la misma. El paquete es
meramente el transporte o la comunicación de algo que
está dentro. Las palabras funcionan de manera similar.
Están destinadas a ser las portadoras o los vehículos de
algo que es mucho más real. Las palabras de Dios en la
Biblia son como un conjunto de paquetes que buscan tras-
mitir al alma humana realidades que son espíritu y verdad.

36
La Debilidad de las Palabras

Ellas portan una descripción o un testimonio de algo que


es mucho más grande que el lenguaje. Las palabras en sí
nunca son lo que Dios está realmente tratando de darnos a
conocer. Dios usa las palabras para describir realidades
espirituales, con la esperanza de que los corazones
hambrientos se vuelvan para experimentar a su Autor.
Imagine que alguien le entrega una caja con la palabra
“asqueroso” escrita en la tapa. Eso no debería ser tan
malo, es sólo la palabra “asqueroso” en una caja. No hay
nada terriblemente asqueroso en la palabra “asqueroso.”
No hay nada asqueroso con respecto a la caja. Conside-
rando que la basura de un hombre puede ser el tesoro de
otro, usted empieza a preguntarse si podría haber algo
valioso en su interior. Mientras que “asqueroso” sólo sea
una palabra escrita en una caja, su imaginación definirá el
contenido. Puede ser cualquier cosa, hasta que vea.
Entonces, usted mira fijamente la caja hasta que la curio-
sidad puede más y decide que tiene que echar un vistazo
adentro. Al desgarrar la caja usted destapa un balde de la
sustancia más repulsiva que haya encontrado alguna vez.
Es vil más allá de toda descripción y ofensiva para todos
sus sentidos. Usted siente nauseas, tira la caja tan lejos
como puede y corre en dirección opuesta. Ahora el conte-
nido ha definido esa palabra. Experimentar lo que estaba
detrás de la palabra ha derribado su imaginación y la ha
sustituido con la verdad. La siguiente vez que usted
encuentre una caja similar, la palabra “asqueroso” será
mucho más que una palabra para usted. Ya ha sido defi-
nida y colmada de significado debido a su encuentro con la
sustancia detrás de ella.
Todas las palabras son así y las Escrituras aún más.

37
No Yo, Sino Cristo

La Biblia es un conjunto de paquetes que usted no podrá


conocer verdaderamente, hasta que se enfrente con sus
contenidos. Suponga ahora que alguien le entrega un
paquete con la palabra “gloria” escrita en él. ¡Esa es una
palabra emocionante! O tal vez sea una palabra aterra-
dora, o una palabra aburrida. En todo caso, usted pone la
caja a un lado con la confianza de que ya sabe lo que hay
dentro. Mientras la gloria permanezca como una palabra
en una caja, será lo que usted quiere que sea. Hasta que
usted vea la realidad detrás de la palabra, ella será definida
por su propio entendimiento, experiencia e imaginación.
Nuestra relación no es con palabras verdaderas, sino
con el Señor que es descrito por ellas. Aunque raramente
lo admitamos, la mayoría de nosotros preferiría relacio-
narse con Dios en la seguridad de las palabras y de los
conceptos. Las palabras pueden ser aprendidas y definidas
por la mente, de ese modo las controlamos. Entonces
aprender a Cristo, como se aprenden las matemáticas,
termina siendo algo sistemático, algo previsible, y por
consiguiente, algo seguro. Siendo así, podemos decidir en
qué creemos, qué significa y cómo aplica o no aplica a
nuestras vidas. Decidimos cuáles libros cristianos son de
interés, cuál denominación calza mejor con nuestra perso-
nalidad, cuál campo teológico corresponde mejor a nues-
tras perspectivas. Mientras que las palabras de las Escri-
turas sean gran parte paquetes sin abrir, inadvertidamente
las interpretaremos y manipularemos para alinearlas con
nuestros intereses, con nuestras propias necesidades y con
nuestras ideas centradas en el hombre. De tal modo, que
podemos estar “siempre aprendiendo, pero nunca llegando

38
La Debilidad de las Palabras

al pleno conocimiento de la verdad.”3


El peligro con las palabras es que nosotros podemos
amasar una enorme colección de paquetes familiares para
nosotros, y sin saberlo, prohibirle al Señor que abra uno
solo. Para el cristiano el asunto usualmente no es si
creemos en la inspiración y autoridad de las palabras
escritas de Dios. Casi todos los cristianos tienen las Escri-
turas en muy alta estima. El verdadero asunto siempre
tiene que ver con la disposición de nuestro corazón para
ver al Único de quien estas palabras hablan. ¿Vamos a
permitirle al Señor que abra esos paquetes y nos muestre
lo que hay dentro? Los creyentes son muy rápidos en decir
que sí, pero la curiosidad no es lo mismo que la verdadera
voluntad de conocer. Hacer preguntas no es lo mismo que
buscar la verdad. La verdad tiene un precio. Conocer la
verdad siempre nos costará nuestras definiciones e imagi-
naciones favoritas. Raramente nos damos cuenta de lo
mucho que apreciamos nuestras propias ideas y de cuánto
nos aferramos a ellas en nuestro corazón. En mi caso,
pasaron casi ochos años de búsqueda diligente del Señor,
antes de darme cuenta de que interiormente estaba resis-
tiendo lo que le estaba suplicando a Dios que me mostrara.
A menudo el consejo más útil e importante que le
ofrezco a un creyente, es la simple amonestación de que
nosotros no sabemos lo que pensamos que sabemos. Pablo
dice: “Si alguien cree que sabe algo, no ha aprendido
todavía como debe saber.”4 Esta comprensión debe llegar
a ser la continua postura de nuestro corazón. Aunque crez-
camos en el Señor, nunca debemos dejar de acercarnos a

3 2 Timoteo 3:7
4 1 Corintios 8:2
39
No Yo, Sino Cristo

Él con un corazón de niño, que es profundamente cons-


ciente de su necesidad de que Dios abra todas nuestras
cajas. La importancia de esto no puede ser exagerada. A
menudo la triste alternativa es una vida cristiana ocupada
que equivale a poco más que vanas imaginaciones edifi-
cadas sobre palabras vacías.

La Palabra de Dios

Mucho tiempo antes de que hubiera palabras en la


Biblia que describieran a Jesucristo, ya existía la realidad
eterna de la Palabra de Dios. El apóstol Juan escribe: “En
el principio ya existía el Verbo (la Palabra), y el Verbo
estaba con Dios, y el Verbo era Dios.”5 Los cristianos
entienden que el Verbo mencionado aquí es una referencia
al pre-encarnado Hijo de Dios, pero muchas veces no
preguntamos la razón por la que se le da ese nombre.
Hemos mencionado que, para trasmitir y comunicar
quiénes somos y qué sabemos, usamos las palabras
humanas. A pesar de sus limitaciones, nuestras palabras
les revelan y presentan a otros las cosas que son más reales
en nuestro interior. Creo que es precisamente este el
sentido en que Jesucristo es la Palabra viva de Dios. Él es,
en Su mismo ser, lo que es real y verdadero de Dios, y lo
que Él desea darnos a conocer. Cristo la Palabra es “el
resplandor de su gloria y la imagen misma de su
sustancia.”6 Él representa todo lo que es Dios, todo lo que
Él conoce, quiere, entiende y ama. Él es la manifestación

5 Juan 1:1
6 Hebreos 1:3, RVR1960
40
La Debilidad de las Palabras

de Dios en forma corporal. Verlo a Él es ver al Padre;


recibir la Palabra es recibir al que la envió. Él es llamado la
sabiduría de Dios, la verdad de Dios, el amor de Dios, la
justicia de Dios, y Dios usa esta Palabra perfecta para
comunicarse con el alma humana. “A Dios nadie le vio
jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le
ha dado a conocer.”7 Dios se revela y se comunica con el
corazón humano a través de esta Palabra perfecta. Cuando
el Padre revela a Su Hijo, dice todo lo que hay por decir.
Como tal, Jesucristo es la suma total de todas las pala-
bras espirituales. Él es el significado perfecto y la realidad
definitoria detrás de cada palabra que Dios ha hablado. Él
es la sustancia dentro de cada paquete. En Apocalipsis el
ángel le dice a Juan que “el testimonio de Jesús es el
espíritu de la profecía.”8 Toda elocución profética en el
Antiguo Testamento provenía de Él y lo señalaba a Él de
nuevo, de una u otra manera. Pedro explica que el Espíritu
de Cristo estaba en los profetas, anunciando “de antemano
los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras
ellos.”9 En más de una ocasión, Jesús les dijo a los judíos
que la Ley, los Salmos y los Profetas daban testimonio de
Él.10 Claramente esas palabras habladas y escritas nunca
pudieron realmente definirlo o contenerlo a Él, pero Dios
abrió muchas ventanas y puso en exhibición a Su Hijo
eterno.
Hago hincapié en esto porque por años y sin saberlo,
yo estuve como los fariseos, estudiando diligentemente las

7 Juan 1:18, RVR1960


8 Apocalipsis 19:10
9 1 Pedro 1:11, RVR1960
10 Juan 5:39: Lucas 24:27
41
No Yo, Sino Cristo

Escrituras y pensando que “en ellas estaba la vida eterna.” 11


Puede que no lo hubiera dicho exactamente así, pero asumí
que por estudiar y aprender la Biblia de alguna manera
llegaría a conocer al Señor. Quiero ser muy claro en que yo
creo que la Biblia es la única palabra de Dios, dada por
Dios e inspirada por el Espíritu. Todos los 66 libros son un
don del Señor para nosotros, y en ningún momento y de ni
ninguna manera deberíamos apartarnos de lo que Dios ha
revelado en las Escrituras.
Sin embargo, habiendo entendido esto, debemos
también entender que las palabras de la Biblia realmente
no puede definir o explicar a Jesucristo. Más bien, es el
propio Cristo quien le da definición y significado a todas
las palabras bíblicas. La diferencia es vital. La justicia, por
ejemplo, no es algo en sí misma. No es un concepto, una
conducta o un estándar moral al que Jesús se apega
siempre. La justicia es definida por una Persona, es la
naturaleza del propio Cristo, la cual Él da y forma en los
miembros de Su cuerpo. De la misma manera, el amor no
es una emoción o una acción que caracteriza o describe a
Dios. Dios es amor, y sólo en Él y como Él puede ser
verdaderamente conocido el amor. La verdad no es un
conjunto de doctrinas correctas, credos o teologías. La
verdad es la Persona que es descrita por esas cosas. Jesús
dijo claramente: “Yo soy la verdad.”12
La razón por la que esto es tan importante es porque
Dios no quiere que leamos la Biblia y luego nos vayamos
con definiciones correctas y conceptos espirituales exactos.
Él no está primordialmente interesado en corregir nuestra

11 Juan 5:39
12 Juan 14:6
42
La Debilidad de las Palabras

teología. Dios quiere que nuestros corazones se vuelvan


para ver y conocer a la Persona de Su Palabra mientras
leemos Sus palabras. Hay una Persona viva que llena cada
palabra espiritual de su verdadero significado y realidad.
Dios nos da Sus palabras en la forma de la Biblia, pero
luego desea abrir cada paquete y mostrarnos a la Persona
que está dentro. Pablo dice algo muy similar a esto en
Corintios.

“Porque entre los hombres, ¿quién conoce los


pensamientos de un hombre, sino el espíritu del
hombre que está en él? Asimismo, nadie conoce
l o s pensamientos de Dios, sino el Espíritu de
Dios. Y nosotros hemos recibido, no el espíritu
del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios,
para que conozcamos lo que Dios nos ha dado
gratuitamente, de lo cual también hablamos,
no con palabras enseñadas por sabiduría
humana, sino con las enseñadas por el
Espíritu, combinando pensamientos espiri-
tuales con palabras espirituales.”13

Pablo explica que para verdaderamente conocer a otra


persona, uno tendría que participar de lo que está dentro
de ella de alguna manera. En las relaciones naturales y con
cuerpos físicos, conocer a otra persona es posible sólo un
poco. No podemos ver o conocer plenamente la vida inte-
rior de otro ser humano. Cuando oímos las palabras de
alguien, con frecuencia no tenemos idea de lo que real-
mente hay detrás de ellas. Pero este no es el caso en la

13 1 Corintios 2:11-13
43
No Yo, Sino Cristo

relación del cristiano con Dios. El Señor nos ha dado


acceso a lo profundo de Dios al darnos Su mismo Espíritu.
No sólo tenemos Sus palabras, sino que también tenemos
el Espíritu de Verdad residiendo dentro de nosotros que no
desea otra cosa más que mostrarnos lo que Dios nos ha
dado gratuitamente.

44
Capítulo 4
El Propósito Eterno

Para alcanzar el destino de cualquier viaje, la persona


debe al menos comenzar mirando hacia la dirección
correcta. En nuestro viaje de fe esto significa comenzar
con un entendimiento del plan y propósito eterno de Dios.
Como nacidos de Su Espíritu, sólo tiene sentido que
además conozcamos y compartamos Su propósito,
alineando nuestros corazones con aquello que Él verdade-
ramente desea. Suposiciones equivocadas nos conducen a
conclusiones equivocadas. Cuando no reconocemos el
propósito de Dios, naturalmente nos confundimos acerca
de nuestra participación en dicho propósito y tristemente,
a menudo terminamos con una vida dedicada a vagar en el
gran desierto de las opiniones religiosas del hombre.

Tipos y Sombras

Incluso desde los primeros capítulos de Génesis, Dios


ha tratado de dar a conocer Su propósito para la creación.
Desafortunadamente, los cristianos con frecuencia fraca-

45
No Yo, Sino Cristo

samos en reconocer este propósito, porque no entendemos


el lenguaje que Él consistentemente utilizó para descri-
birlo. Una de las principales formas en que el Espíritu de
Dios nos habla a través de las Escrituras es, primero
usando el ámbito natural para ilustrar algo, y luego lleván -
dolo al cumplimiento y consumación en Jesucristo. Esto es
expresado a menudo como tipología o como el uso de tipos
y sombras.
El Señor usa los tipos y sombras a lo largo de toda la
Biblia, de manera similar a la que nosotros usamos los
planos para la construcción de una casa. Es obvio que los
planos no son la casa; nadie vive en los planos. Pero estas
representaciones detalladas son útiles para la definición y
descripción de lo que se va a hacer. La casa es construida
de acuerdo a los planos y llega a ser el perfecto cumpli-
miento y consumación de ellos. Incluso después de que
nos hemos mudado a la casa nueva, podemos mirar los
planos y tener un mayor entendimiento del lugar donde
vivimos.
El Antiguo Testamento está lleno de tipos y sombras
del único propósito de Dios en Cristo. Es como si Dios de
Génesis a Malaquías, hubiera compilado un enorme
conjunto de planos, estudios de suelo, descripciones de los
materiales de construcción, reglamentos de zonificación,
mapas del cableado eléctrico, etc., todo describiendo la
casa que Él construiría a través de la muerte, sepultura y
resurrección de Jesucristo. Él primero llenó la historia de
un testimonio de Su eterno lugar de habitación, y luego, a
través de la obra de Su Hijo, completó la casa y nos invitó a
vivir con Él. No obstante, incluso para los que hemos
hallado nuestro verdadero hogar en Él, estas descripciones

46
El Propósito Eterno

dadas por Dios siguen siendo usadas por Su Espíritu para


enseñarnos a Aquel en quien vivimos.
Por ejemplo, la Pascua en Éxodo capítulo 12 es clara-
mente un tipo del verdadero “Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo,”1 y pinta un cuadro para nosotros de la
muerte de Cristo y de nuestra participación en ella. El rey
David fue mencionado una y otra vez en los profetas como
un tipo del Mesías venidero, el Rey de Reyes. Leer del
reino natural de David en Israel revela un gran número de
cosas que Dios quiere que entendamos acerca del reino
espiritual y eterno de Cristo. Se nos dice en el libro a los
Hebreos que Aarón, el primer sumo sacerdote, es un
cuadro de Cristo nuestro gran Sumo Sacerdote, Quien no
sólo cumple con este oficio sacerdotal, sino también con
los correspondientes sacrificios, ofrendas y fiestas. Hay
innumerables tipos y sombras en las Escrituras, ellos son
personas, instituciones, lugares, ceremonias, historias, etc.,
que pintan un cuadro natural y físico de algo que es
completamente espiritual y eterno.
Los tipos y sombras bíblicos son extremadamente
importantes. Es más, los autores del Nuevo Testamento
hacen referencia a ellos constantemente, y nos dicen que
fueron registrados y preservados intencionalmente para
nuestro beneficio. Escribiendo acerca de la historia de la
salida de Israel de Egipto, Pablo les dice a los corintios: “Y
estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas
para amonestarnos a nosotros.” 2 Todo el Antiguo Testa-
mento fue inspirado por el Espíritu de Dios y escrito con
este propósito expreso. El pueblo era real y las historias

1 Juan 1:29
2 1 Corintios 10:11 RVR1960
47
No Yo, Sino Cristo

verdaderas, pero a través de ellas, Dios deliberadamente


habló más allá de esos días, más allá de ese pacto, e
incluso, más allá de esa creación. Los libros del Antiguo
Testamento son diferentes en muchas formas, pero están
unidos en este único propósito. Jesús dijo: “son ellas las
que dan testimonio de Mí.”3 Después de la resurrección,
Jesús “les abrió el entendimiento, para que comprendiesen
las Escrituras,”4 y “comenzando desde Moisés, y siguiendo
por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras
lo que de él decían.”5
Aunque estos libros abarcan un período de varios
siglos y difieren con respecto a sus temas, estilo y contexto
histórico, todos forman un collage de pinturas interconec-
tadas y armoniosas que testifican del propósito eterno de
Dios en Su Hijo. Solemos decir que una imagen vale más
que mil palabras, y por la misma razón la imagen viva que
Dios creó a través de los tipos y sombras vale más que
incontables millones. Ellos son como un lienzo terrenal en
el que Dios magistralmente pintó Su propia perspectiva de
las realidades espirituales, y nos mostró cómo llegarían a
suceder estas cosas. Por miles de años estos cuadros
sirvieron como una promesa y una profecía de un cumpli-
miento por venir, hasta que al fin arribó la Sustancia viva.
En el cumplimiento de los tiempos, Aquel que había
llenado el corazón de Dios desde el principio y proyectado
cada sombra del Antiguo Testamento, se presentó a Sí
mismo como el cumplimiento perfecto de todo lo que Dios
había descrito.

3 Juan 5:39
4 Lucas 24:45 RVR1960
5 Lucas 24:27 RVR1960
48
El Propósito Eterno

Lo Primero y lo Segundo

Entonces, la Biblia puede ser entendida como la


historia de lo primero y lo segundo. Aunque las Escrituras
son infinitamente profundas no son complicadas. Son la
proclamación del propósito de Dios en lo primero, y el
cumplimiento y consumación de dicho propósito en lo
segundo. Desde la creación del mundo hasta la venida del
Hijo, Dios habló, testificó, profetizó, ilustró, prometió y
proclamó una salvación que estaba por venir. En múltiples
y variadas formas Él demandó que Su pueblo viviera un
testimonio natural de una relación espiritual que Él un día
le ofrecería al mundo en Jesucristo. Los sacrificios, el
sacerdocio, las fiestas y las leyes crearon una ilustración
viviente de un pacto mucho mayor que estaba por venir.
Todo eso era parte de lo primero. Era el primer hombre, la
primera creación y el primer pacto. La sombra, la
promesa, la profecía, el cuadro. No era el verdadero
propósito de Dios, pero sí prefiguró ese propósito. No era
la perfecta salvación de Dios, y sin embargo, cada detalle
hablaba en voz alta y claramente de la salvación eterna que
ya ha venido en Cristo.
Por el contrario, lo segundo es el glorioso Hijo de Dios
en quien todos los tipos y sombras se vuelven espíritu y
verdad. En Él, Dios ha establecido un nuevo hombre, una
nueva creación y un nuevo pacto. Él nos ha llevado a la
administración del Espíritu, donde Dios reunió “todas las
cosas en Cristo.”6 Lo segundo es la sustancia, la persona, el
cumplimiento y la realidad de todo lo que lo primero apun-

6 Efesios 1:10
49
No Yo, Sino Cristo

taba. Es lo que Dios vio desde el principio, “Cristo todo, y


en todos,”7 llenando ahora las almas de los redimidos y
cumpliendo perfectamente Su propósito eterno. Note
cómo el autor a los Hebreos describe la misión de Cristo:

Sacrificio y ofrenda no has querido, pero un


cuerpo has preparado para mí; en holocaustos
y sacrificios por el pecado no te has compla-
cido. Entonces dije: Aquí estoy, yo he venido
(en el rollo del libro está escrito de mí) para
hacer, oh Dios, Tu voluntad… El quita lo
primero para establecer lo segundo. 8

Hay una realidad del nuevo pacto que corresponde a


cada sombra del antiguo pacto. El tabernáculo de Moisés
testificaba del “tabernáculo verdadero que el Señor
erigió.”9 La semilla natural de Abraham hablaba de la
Semilla a Quien estamos unidos por fe. 10 La Jerusalén de
abajo era una figura terrenal de la verdadera ciudad de
Dios, “la Jerusalén de arriba,” 11 la “Jerusalén celestial,”12 de
la que se dice que ha venido en Cristo. La tierra natural de
Canaán es donde Josué introdujo al pueblo para reposar en
la abundante provisión del Señor. Sin embargo, el autor a
los Hebreos nos dice que “queda un reposo sagrado para el
pueblo de Dios,”13 para aquellos que encuentran en Cristo

7 Colosenses 3:11
8 Hebreos 10:9-5, énfasis mío
9 Hebreos 8:2, Juan 2:19
10 Gálatas 3:16-29
11 Gálatas 4:26
12 Hebreos 12:22
13 Hebreos 4:9
50
El Propósito Eterno

la verdadera y eterna provisión del Señor. Sinaí es la


montaña donde Dios se reunió con Su pueblo y estableció
el antiguo pacto. Sin embargo, el Nuevo Testamento dice
que nosotros nos hemos “acercado al Monte Sion y a la
ciudad del Dios vivo,”14 y a un pacto mayor del que todos
los profetas hablaron. Pablo explica, que “si aquel primer
pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar
para el segundo.”15 Pero al hacer “un nuevo pacto hizo
anticuado al primero.”16
Entender la diferencia entre lo primero y lo segundo
es absolutamente vital. Uno es mera sombra, el otro es la
realidad espiritual y la cruz permanece entre ellos como un
límite fijo y eterno. Lo primero y lo segundo no están
separados por el tiempo; no son equivalentes a “antes de
Cristo y después de Cristo.” Aunque la crucifixión de Cristo
efectivamente sucedió en tiempo y espacio, no deberíamos
entender la cruz como un mero punto divisorio entre eras o
dispensaciones. Por el contrario, la cruz es la división entre
la sombra y la sustancia, la promesa y el cumplimiento, lo
viejo y lo nuevo, la carne y el espíritu, Adán y Cristo.
Tenemos mucho que decir acerca de esta división, pero por
ahora es importante entender que a través de la obra de la
cruz, Dios quitó lo primero y estableció lo segundo. Lo
primero era el testimonio y la proclamación del Cristo que
iba a venir. Lo segundo es la revelación y experiencia del
Cristo que ha venido.

14 Hebreos 12:22
15 Hebreos 8:7
16 Hebreos 8:13
51
No Yo, Sino Cristo

Adán: la Sombra de un Propósito

Es con este entendimiento de lo primero y de lo


segundo que el apóstol Pablo nos dice que Adán era “figura
de Aquél que había de venir.” 17 En otras palabras, las
historias registradas en el libro de Génesis con respecto al
primer hombre, aunque literales e históricas, tienen
también un propósito divinamente intencionado de tipi-
ficar o prefigurar algo que iba a venir en Cristo. El primer
hombre testificaba del “Segundo Hombre.” 18 El primer
Adán pintaba un cuadro del “último Adán.” 19 Vemos esto
no sólo en la epístola a los Romanos, sino también en
muchas otras escrituras del Nuevo Testamento. Encon-
tramos otro ejemplo en Efesios capítulo cinco. Aquí Pablo
habla de la unión entre Adán y Eva, y explica que ese pacto
natural era una sombra intencional de Cristo y Su esposa,
la iglesia.

Por esto el hombre dejará a su padre y a su


madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán
una sola carne. Grande es este misterio, pero
hablo con referencia a Cristo y a la iglesia. 20

En estas y otras escrituras similares, vemos que los


autores del Nuevo Testamento incuestionablemente vieron
en Adán, una serie de sombras dadas por Dios que apun -
taban a un cumplimiento espiritual venidero. Las sombras
nunca pintan un cuadro perfecto, pero revelan ciertas

17 Romanos 5:14
18 1 Corintios 15:47
19 1 Corintios 15:45
20 Efesios 5:31-32
52
El Propósito Eterno

características de lo que proyecta la sombra. Si usted


mirara mi sombra en una pared, obviamente no vería el
color de mis ojos o la expresión de mi cara, pero en general
podría distinguir mi forma, mis movimientos, y tal vez,
tener una idea aproximada de mi tamaño. Un único tipo y
sombra en el Antiguo Testamento no puede contarnos la
historia completa del plan y propósito de Dios en Cristo,
pero cada uno sirve para poner algo específico a la vista.
Entonces, ¿qué es lo que vemos del propósito eterno
de Dios cuando miramos la historia de Adán? Al principio,
vemos que todos los seres vivos fueron creados de acuerdo
a su género. Cada planta y animal era único, y era capaz de
reproducirse de acuerdo a su especie específica. Los
primeros dos capítulos de Génesis están llenos de lenguaje
de crecimiento e incremento. La tierra estaba produciendo
hierba y fruto. En las aguas abundaban criaturas vivientes.
Cada planta y animal que Dios creó fue hecho para ser
fructífero, multiplicarse, llenar las aguas, la tierra y el cielo.
Toda la vida creada tenía la capacidad de producir un
incremento de sí mismo, una cosecha de su propia semilla,
por así decirlo. Este también era el deseo de Dios para el
primer hombre, pero a diferencia del resto de la creación,
“para Adán no se encontró una ayuda que fuera adecuada
para él.”21 Adán estuvo solo en la tierra por un corto
tiempo, era el único de su género. Sin los medios para
producir su propio incremento, el hombre era incapaz de
ser fructífero, multiplicarse y llenar la tierra de su semilla.
Todo en la creación había sido declarado bueno hasta
Génesis 2:18. La luz era buena, la tierra era buena; las
plantas y los animales, las estrellas y la luna, se dijo que

21 Génesis 2:20
53
No Yo, Sino Cristo

todo era bueno. Pero luego, en marcado contraste con el


principio de esta historia, viene la repentina proclama de
que no era bueno que el primer hombre fuera el único de
su género. Eva era la respuesta a esta situación, la mila -
grosa provisión para el incremento y gloria de Adán. Dios
declaró: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una
ayuda adecuada.”22 Puesto que tal compañero no podía ser
encontrado en toda la creación, Dios creó a la mujer de la
vida misma del primer hombre.
Es crucial que prestemos especial atención, tanto a la
razón por la que Dios creó esta compañera como a los me-
dios por los cuales fue hecha. La mujer fue creada porque
Dios deseaba un incremento del género de Adán en la tie -
rra. ¿Cómo fue hecha ella? Eva no fue formada del polvo
de la tierra como sí lo fue Adán, ni fue hecha a partir de
una planta, ni de ningún otro ser vivo. Eva fue tomada de
un costado de Adán. Dios hizo que Adán cayera en un sue-
ño profundo, le perforó su costado, tomó una costilla de su
cuerpo, y formó su compañera adecuada. En otras pala-
bras, Eva fue generada a partir de la vida misma de Adán y
retornada a él como su propio incremento. Despierto de su
sueño y reconociendo lo que Dios había hecho, Adán dijo:
“Esta es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne.
Ella será llamada mujer, porque del hombre fue tomada.” 23
Adán llamó a su compañera Eva, pero Dios “el día que creó
al hombre… los bendijo y los llamó Adán.” 24 Dios los llamó
a ambos por un solo nombre, a sabiendas de que los dos
compartían una sola vida.

22 Génesis 2:18
23 Génesis 2:23
24 Génesis 5:2
54
El Propósito Eterno

El Incremento de Cristo

Hay muchísimo más en esta descripción que sólo la


historia del comienzo del hombre. Mirando a través de la
ventana de la historia de la creación, podemos ver que se
despliega una historia aún mayor. Podemos entender, por
ejemplo, que en el corazón de Dios realmente estaba
Cristo, el Último Adán, 25 quien no tenía un compañero de
su mismo género, ni los medios para producir un incre-
mento de Sí mismo. En el Nuevo Testamento se dice que
Cristo es la verdadera Semilla de Dios, 26 la única Semilla
incorruptible27 y que era el deseo del Padre llenar la crea-
ción de Su incremento, gloria y dominio. Así como el
primer hombre estaba destinado a multiplicarse de
acuerdo a su género y a llenar la creación natural, Dios
previó una nueva creación que llevaría la imagen y la
plenitud del Segundo Hombre.28 Él previó una cosecha de
Su Hijo, una cosecha que no consiste de muchos cristos, ni
de muchas personas tratando de actuar como Cristo, sino
del unigénito Hijo formado y magnificado a través de un
pueblo corporativo, Su esposa.
En el principio el Padre miró más allá de Adán y habló
de Su Hijo cuando dijo: “No es bueno que el hombre esté
solo.” Podemos oír un eco de esta misma declaración en
las palabras de Jesús: “En verdad les digo que si el grano
de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si

25 1 Corintios 15:45
26 Gálatas 3:16
27 1 Pedro 1:23
28 1 Corintios 15:47
55
No Yo, Sino Cristo

muere, produce mucho fruto.” 29 En Su muerte y sepultura


Jesús fue plantado en la tierra como una semilla solitaria,
pero cuando se levantó de la muerte, Cristo se ofreció
como la resurrección y la vida para un pueblo que ahora
podría ser unido a Él y llevar el fruto de Su Espíritu. Una
experiencia perfectamente paralela a la de Adán con Eva.
Pablo explica que la vida de Cristo fue otorgada a Su
esposa para que nosotros a su vez, podamos ser presen-
tados de vuelta a Él como Su “iglesia gloriosa, que no
tuviese mancha ni arruga.” 30 A través de la resurrección
del Señor Jesucristo se “nos dio vida juntamente con
Cristo, y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los
lugares celestiales en Cristo Jesús.” 31 Así el cumplimiento
de la unión de Adán y Eva es la realidad del nuevo pacto
que dice que “el que se une al Señor, es un espíritu con
Él.”32 Hablando de nuestra unión ahora con Cristo Pablo
dice: “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y
de sus huesos.”33
Siglos antes de Cristo, Zacarías había hablado de este
día diciendo: “Y muchas naciones se unirán al Señor aquel
día, y serán Mi pueblo. Entonces habitaré en medio de
ti.”34 Pero para que nosotros pudiéramos ser unidos a Él y
producir una cosecha de Su género, la perfecta Semilla
tuvo que morir sola. No habría esposa ni ningún incre-
mento, si Dios primero no hubiera hecho caer en un sueño
profundo al Último Adán. De nuevo en perfecto cumpli-

29 Juan 12:24, énfasis mío


30 Efesios 5:27 RVR1960
31 Efesios 2:5-6
32 1 Corintios 6:17
33 Efesios 5:30 RVR1960
34 Zacarías 2:11
56
El Propósito Eterno

miento de la experiencia de Adán, Cristo fue llevado a la


muerte, Su costado fue perforado, y desde su costado
derramó sangre y agua, mediante lo cual fuimos hechos
partícipes de Su vida. Nada en la creación natural era una
compañía adecuada para este Hombre perfecto, por lo que
una nueva creación nació de Su propio Espíritu. A través
de la obra de la cruz somos hechos “partícipes de la natura-
leza divina”35 y por ello, hechos “la esposa del Cordero,”36 el
incremento de Su Semilla y los llamados por Su nombre.
En la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo, Dios
cumplió cada tipo y sombra de la historia de la creación. Lo
primero fue perfectamente cumplido en lo segundo, la
sombra le dio paso a la sustancia.
Adán era efectivamente, “figura de Aquél que había de
venir.”37 Los paralelos aquí entre lo primero y lo segundo
son demasiado perfectos para negarlos, y con ellos Dios
comienza a describirnos Su plan y expectativa eterna.
Desde el mismo principio Dios ha deseado el incremento
de la expresión y de la gloria de Su único Hijo, y Él alcanzó
dicho propósito a través de la creación de un nuevo pueblo
que recibe la vida de Su Hijo y lleva Su imagen.
Es importante notar que esta particular sombra del
propósito ocurre antes de que el hombre se viera envuelto
en el pecado. Es decir, la historia que hemos estado consi-
derando en Génesis fue intencionalmente dada a nosotros
antes de la caída, por lo que nos introdujo al propósito de
Dios antes de que el hombre tuviera necesidad de reden-
ción y reconciliación con Dios. Esto es relevante porque

35 2 Pedro 1:4
36 Apocalipsis 21:9
37 Romanos 5:14
57
No Yo, Sino Cristo

contrario a nuestro habitual punto de vista centrado en el


hombre, con respecto a la relación de Dios con la huma-
nidad, Su propósito para ella no fue una reacción a nuestra
rebelión. El plan existía antes de cualquiera de nuestros
fracasos y no se movió un centímetro cuando Adán y Eva
comieron el fruto prohibido.
El objetivo de Dios no era sólo proveer una solución al
problema creado por el pecado. Los problemas del hombre
son resueltos y todas sus necesidades satisfechas, sin lugar
a dudas, a través de la cruz de Cristo. Pero necesitamos
reconocer que el propósito de Dios se decidió y se puso en
marcha mucho antes de Génesis capítulo uno. Dios nunca
consideró un plan B. Desde el mismo principio Su objetivo
estaba centrado en Cristo, no en el hombre; estaba
centrado en el propósito, no en la provisión. La huma-
nidad está muy involucrada en el propósito de Dios, pero
Cristo ha sido siempre el centro. Lamentablemente, esta
fue otra realidad fundamental que yo no aprecié durante
gran parte de mi vida cristiana.
El pensamiento más alto de Dios para la humanidad
involucra, que nosotros seamos transformados en cuerpo
corporativo viviente en el que Él es glorificado, y la historia
de Adán y Eva es sólo una de las muchas descripciones de
este propósito. Hay un sinnúmero de historias, ceremo-
nias, eventos, milagros y leyes en el Antiguo Testamento
que revelan la misma intención. En algunos pasajes el
enfoque está sobre una tierra que Dios está llenando de la
semilla de Israel. La idolátrica tierra de Canaán está siendo
transformada y ocupada por el reino de justicia de Dios.
En otros pasajes el enfoque se dirige hacia un templo que
está lleno de la gloria de Dios, o hacia los campos que
58
El Propósito Eterno

abundan con cien veces más de lo que se sembró. En otro


lugar leemos de la viña de Dios que da Su fruto a tiempo, o
de una esposa que es adornada con la belleza y riqueza de
su Esposo. Cada una de estas descripciones da un testi -
monio natural del mismo propósito eterno, y el Nuevo
Testamento claramente proclama su cumplimiento espiri-
tual en la persona y obra de Jesucristo.
Jesús anuncia la llegada de un reino dentro de noso -
tros38 y los apóstoles describen la formación y gobierno de
Cristo en la tierra de nuestra alma. Pablo les dice a los
corintios, “Ustedes son el campo de cultivo de Dios… yo
planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento.”39
Más tarde preguntó: “¿No saben que ustedes son templo de
Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” 40 En el
evangelio de Juan, Jesús describe el cumplimiento de la
viña que vieron Isaías y Jeremías mucho tiempo atrás
diciendo: “Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el
viñador.”41 Estas analogías bíblicas son diferentes en
muchos aspectos, pero el mensaje detrás de ellas es único y
claro. El deseo de Dios para la creación ha sido siempre,
darse plenamente a través de Jesucristo a un pueblo redi-
mido y purificado, quien a su vez, se vuelve el incremento
de Su Semilla, el templo para Su gloria y la tierra que se
llena del reino de Dios. Este es el “propósito eterno que
llevó a cabo en Cristo Jesús nuestro Señor.” 42

38 Lucas 17:21
39 1 Corintios 3:9,6
40 1 Corintios 3:16
41 Juan 15:1
42 Efesios 3:11
59
No Yo, Sino Cristo

Provisión o Propósito

En mi propia experiencia, una de las realidades


desagradables que tuve que encarar, fue el hecho de que yo
tenía centrada mi relación con Dios en Su provisión, en
lugar de tenerla centrada en Su propósito. Al igual que con
todos mis malentendidos, yo no fui capaz de reconocer este
hecho hasta que Su luz lo hizo visible. Pero incluso con
una pequeña chispa de perspectiva divina, yo comencé a
entender que mi amor por el Señor estaba principalmente
basado en mis propósitos para Él, y no en Su propósito
eterno para mí.
Tengo un hijo pequeño llamado Miciah que está fasci-
nado con el barro.43 Una mañana yo quería que Miciah me
acompañara a la tienda. Yo tenía algunos mandados
importantes que hacer y quería su compañía por unas
horas. Le dije que buscara sus zapatos porque saldríamos
en unos pocos minutos. De algún modo, en el tiempo que
me tomó coger las llaves del carro y mi abrigo, Miciah
logró correr al patio trasero y se lanzó en un gran charco de
barro. Así que, antes de que pudiéramos ir a la tienda, tuve
que salir al patio, traer de vuelta a Miciah a la casa, quitarle
la ropa sucia y darle un baño.
La hora del baño en nuestra casa puede ser toda una
aventura. Mientras yo intentaba sostenerlo y quitar el
barro de su pequeño cuerpo, él se reía, me salpicaba y
empapaba con los juguetes del baño. Mientras le lavaba la
suciedad del pelo, esculpió una barba de burbujas en su
cara y unas cejas blancas. Al fin terminé, lo enjuagué y lo

43 Esta es una adaptación de la analogía usada por DeVern Fromke


en The Ultimate Intention (Sure Foundation, Marzo 1999) pg. 38
60
El Propósito Eterno

sequé, escogí ropa y lo vestí otra vez. En mi mente este


baño era un medio necesario para regresar a mi propósito
original; yo seguía con el plan de ir a la tienda. Pero a
juzgar por la expresión de alegría en la cara de Miciah,
puedo decir que para él, el tiempo del baño con su papá fue
lo mejor de la vida. En su mente de tres años, mis planes
de hacer mandados estaban muy lejos de sus pensa-
mientos, y jamás se podrían comparar con el chapoteo en
la bañera y jugar con su papá.
Con frecuencia somos como Miciah en nuestra rela-
ción con el Señor. Es más, creo que todos comenzamos
con esta forma de pensar. Suponemos que la grandeza de
nuestra salvación es la manera en que nos beneficiamos
personalmente por conocer al Señor. Como mi hijo, imagi-
namos que nuestra experiencia individual de la provisión
de Dios es el único propósito en Su corazón, por lo que nos
limitamos a chapotear en los ríos de avivamiento, procla-
mando el perdón de pecados y otros tantos beneficios
personales por ser cristianos. Esto es normal y hasta apro-
piado para un creyente que está recién nacido del Espíritu,
pero si yo le dijera que la historia anteriormente mencio-
nada ocurrió cuando mi hijo tenía dieciocho años, usted no
dudaría en pensar que algo andaba mal.
El éxodo de Israel de Egipto es un importante tipo y
sombra que el Señor usó para demostrar este problema.
Entre otras cosas, los libros de Éxodo a Números cuentan
la historia de un pueblo que rechazó el propósito en pro de
la provisión. Mientras vagaban en el desierto, el pueblo de
Dios fracasó al no ver que la grandeza de su salvación no
era de donde habían escapado, sino a donde habían sido
llevados. El propósito de Dios para ellos no fue realizado

61
No Yo, Sino Cristo

en el juicio de Egipto o en la liberación de Israel de la


esclavitud y opresión. La intervención de Dios en Su
pueblo estaba ligada al deseo de tener una morada eterna,
una casa y una familia que fueran llamadas por Su nombre.
Israel no era sólo una nación a quien Dios liberó de
hombres malvados y de una situación difícil. Israel era un
pueblo unido al Señor con la expectativa de llevar Su
gloria. Note las palabras de Dios a Moisés en día que
llegaron al desierto de Sinaí:

Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde


el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob,
y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros
visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé
sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guarda-
reis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro
sobre todos los pueblos; porque mía es toda la
tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacer-
dotes, y gente santa. 44

El trato de Dios con Israel estaba lleno del propósito


desde el mismo principio. Incluso, mientras ellos pintaban
los dinteles de las puertas de sus casas con la sangre del
cordero, el Señor estaba viendo más allá de las sombras a
un pueblo que sería bautizado en Cristo y conformado a Su
imagen. Él vio a “Sion, perfección de hermosura, donde
Dios ha resplandecido.”45 La redención no era el propósito
de Dios para Israel; Israel fue redimido para un propósito.
Ellos fueron salvados por el brazo extendido de Dios con
44 Éxodo 19:3-6
45 Salmos 50:2
62
El Propósito Eterno

juicios terribles y milagros impresionantes, pero desde el


mismo principio el corazón del Señor estaba fijo en una
tierra llena de punta a punta de la gloria de Dios. Moisés
dijo: “Y nos sacó de allí para traernos y darnos la tierra
que Él había jurado dar a nuestros padres.”46
Cuando la primera generación se rebeló contra el
propósito de Dios en el desierto, Moisés clamó al Señor
que los perdonara. El Señor respondió: “Los he perdonado
según tu palabra; pero ciertamente, vivo Yo, que toda la
tierra será llena de la gloria del Señor.” 47 La persistente
incredulidad y desobediencia de Israel no afectó el plan de
Dios, pero sí la experiencia de Israel del mismo. Dios sería
glorificado en Su pueblo. Israel un día se convertiría en la
manifestación de la victoria de Dios sobre la carne incir-
cuncisa, en la expresión de la justicia de Dios en la ley, en
la declaración de la gracia de Dios a través de los sacrificios
y ofrendas, y mucho más. Todas estas sombras del antiguo
pacto ya tienen su cumplimiento en un Israel nuevo y espi-
ritual, pero nuestro objetivo por el momento es entender
que la libertad de la esclavitud y de la muerte nunca fue el
pensamiento más alto de Dios para Israel. Israel era un
reino de sacerdotes, sacados de Egipto para llevar la
imagen y grandeza de su Dios.
Dios, sin ninguna duda, provee para Su pueblo, y la
provisión es algo maravilloso. El problema es simple-
mente, que nosotros al igual que los israelitas, nos apresu-
ramos en suponer que la provisión de Dios es la medida de
nuestra herencia, así como el centro de Su propósito.
Israel amaba y adoraba al Señor cuando Él peleaba sus

46 Deuteronomio 6:23, énfasis mío


47 Números 14:20-21
63
No Yo, Sino Cristo

batallas, alimentaba sus estómagos y satisfacía sus expec-


tativas, pero lo rechazaba cuando se hacía evidente que Él
tenía una expectativa propia. Todo el mundo comienza su
viaje de fe huyendo hacia el Señor en busca de liberación y
provisión, justo como Israel. Pero comenzamos a encontrar
el verdadero propósito para nuestra salvación cuando el
Señor encuentra en nosotros una tierra para Su incre-
mento, un reino para Su gloria.

64
Capítulo 5
El Problema

Al entender algo del propósito de Dios para la crea-


ción, la siguiente pregunta que nos confronta es, qué signi-
fica alinearse y experimentar dicho propósito. Esto no
sucede automáticamente. Tal como la generación que fue
liberada de Egipto por el brazo del Señor, nosotros
también podemos ser salvos de la muerte para el propósito
de Dios, y aún así, seguir viviendo nuestras vidas en incre-
dulidad y oposición a Él. Esto es muy fácil de hacer, más
de lo que uno pueda pensar. Está claro en las Escrituras,
que la gran mayoría de los hombres y de las mujeres de la
generación del éxodo, murió en el desierto con el estómago
lleno de la provisión de Dios, pero con el corazón ignorante
y contrario a Su propósito eterno1.
Hablando de esta generación, el Señor dijo en los
Salmos: “Cuarenta años estuve disgustado con la nación, y
dije: Pueblo es que divaga de corazón, y no han conocido
1 Está estimado que más de dos millones de israelitas salieron de
Egipto con Moisés (basados en el hecho de que se dice que
600,000 de ellos eran hombres en edad de pelear. (Ver Éxodo
12:37; Números 1;:46; 26:25) Leemos que de esta gran multitud
sólo dos adultos (Josué y Caleb) habían puesto sus corazones en
seguir al Señor plenamente para así entrar a la Tierra Prometida.
65
No Yo, Sino Cristo

mis caminos. Por tanto, juré en mi furor, que no entrarían


en mi reposo.”2 Esta no es sólo una trágica historia de la
historia antigua, estos israelitas no eran los únicos ciegos,
ni los únicos cuyos corazones eran anormalmente tercos.
Estos hombres y mujeres eran exactamente iguales a usted
y a mí, y la historia de su fracaso en entrar al reposo de
Dios es nuestra historia también. A Israel se le dio mucho,
pero ellos experimentaron poco. Pablo escribiendo 1500
años después acerca de esta misma historia le advierte a la
iglesia: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y
están escritas para amonestarnos a nosotros.” 3
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué tantos de nosotros
quedamos cortos de la experiencia del propósito para el
cual fuimos salvados? Yo creo que gran parte de la razón
tiene que ver con una profunda ignorancia de nuestra
condición natural. En otras palabras, al fracasar en el reco-
nocimiento de la profundidad de nuestro problema, fraca-
samos en volvernos y ver la grandeza de la solución de
Dios. Este fue, ciertamente, el caso de los judíos en los
días del ministerio terrenal de Jesús. Él le ofreció a Israel
salvación de la esclavitud y libertad de la ley del pecado y
muerte, pero en su increíble ceguera, los judíos sólo
pudieron responder: “Somos descendientes de Abraham y
nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices Tú:
‘Serán libres’?”4 Inconscientes de su esclavitud interior al
pecado y a la muerte, la mayoría de ellos le volvieron la
espalda al increíble don de Dios. En este caso, la igno-
rancia del problema por parte de ellos resultó en el total

2 Salmos 95:10-11
3 1 Corintios 10:11 RVR1960
4 Juan 8:33
66
El Problema

rechazo de la salvación. Pero incluso a nosotros mismos


como cristianos, esta misma ignorancia a menudo nos
impide tratar de conocer y experimentar la plenitud de la
salvación que ya hemos recibido.

La Caída del Hombre

Para entender la seriedad de la condición natural del


hombre, necesitamos regresar al jardín del Edén y volver a
visitar al hombre que define la naturaleza de nuestro
problema. Es ahí donde Dios nos muestra cómo caímos de
Su diseño de creación y la desafortunada consecuencia de
la elección del hombre.
La naturaleza de la infame caída de Adán es algo que
no se entiende bien en el cuerpo del Señor. Hay muchas
ideas erróneas acerca de qué cayó el hombre, por qué cayó,
y qué cambió como resultado. ¿Cómo sucedió la caída?
Cuando Dios creó a Adán y a Eva les dio instrucciones de
que tomaran y comieran de cualquier árbol en el jardín, y
luego añadió: “Pero del árbol del conocimiento del bien y
del mal no comerás.”5 Muchos han leído esta historia y
solamente han visto una prueba de obediencia. A menudo
se asume que esta prueba de la humanidad y la posterior
transgresión, se limitó a un asunto de desobediencia, de no
guardar las reglas, pero yo creo que hay mucho más invo-
lucrado en esta historia. Con frecuencia nos olvidamos de
que “el árbol de la vida también estaba en medio del
huerto, junto con el árbol del conocimiento del bien y del

5 Génesis 2:17
67
No Yo, Sino Cristo

mal.”6 Dios le presentó al hombre más que una prueba de


obediencia en estos dos árboles. Tenemos que ver en ellos
una elección inmensurablemente importante. El hombre
podía vivir por el árbol de la vida, un cuadro de la Vida de
Dios ofrecida al alma del hombre, o podía creer la mentira
de la serpiente y declarar su independencia de Dios.
Entonces, la caída del hombre de la gloria de Dios no
fue mera consecuencia de haber escogido el fruto prohi-
bido. Algo relevante había ocurrido ya cuando Eva alcanzó
el árbol del conocimiento del bien y del mal. La serpiente
no estaba vendiendo manzanas, estaba vendiendo una
mentira. Primero engañó a la mujer prometiéndole cono-
cimiento sin vida, y cuando ella creyó la mentira, el fruto
adquirió una nueva apariencia. Ella primero comió la
mentira y luego comió el fruto, porque entonces el árbol le
pareció “bueno para comer, agradable a los ojos, y deseable
para alcanzar sabiduría.”7 Comer del árbol fue la evidencia
externa de que ya había ocurrido algo en su corazón. Ella
cayó de la gloria, no porque tocara algo con sus manos,
sino porque aceptó algo en su corazón.
Eso fue mucho peor que simplemente caer en una
trampa. Eva no confundió dos árboles o fue engañada por
una lagartija parlante. Algo mucho más importante
sucedió allí, cuyo resultado se puede ver claramente en la
transformación que se produjo inmediatamente después.
La percepción de Adán fue permanentemente desfigurada.
Algo cambió en su alma y se volvió totalmente consciente
de sí mismo, consumido por sí mismo y condenado por sí
mismo. Adán y Eva no fueron engañados solamente por

6 Génesis 2:9
7 Génesis 3:6
68
El Problema

palabras, ellos se tragaron una mentira que alteró perma-


nentemente y corrompió totalmente la manera en que se
veían a sí mismos y a su Creador. Intercambiaron la
perspectiva y propósito de Dios por el de ellos. Ya no
podían ver la creación de Dios de acuerdo a la verdad,
porque ahora todas las cosas eran vistas y comprendidas a
través del pervertido y oscuro lente del yo.
Adán y Eva fueron inmediatamente conscientes de sí
mismos, de sus carencias, de sus necesidades, de su
vergüenza. Nada es más claro en la historia de este hombre
y de sus descendientes. Un nuevo día había comenzado, en
el que todas las cosas de la creación natural eran cono-
cidas, entendidas y usadas según su propio interés y no
según la perspectiva dada por Dios. Este fue el efecto de la
Mentira y la resultante corrupción ha pasado a cada hijo e
hija nacida a “imagen y semejanza de Adán.” 8
El miedo entró en este otrora testimonio perfecto. La
ira, el orgullo, la vergüenza y el asesinato pronto lo
siguieron. ¿Por qué? Porque la relación del hombre con
todas las cosas ahora encontraba su raíz y su realidad en la
consciencia del yo y en la absoluta obsesión por la auto-
preservación. Esto es, precisamente, lo que Pablo describe
en el primer capítulo a los Romanos. El hombre cambió la
gloria de Dios por su propio entendimiento entenebrecido.
Cambió “la verdad de Dios por la mentira,” 9 consecuente-
mente, se volvió el centro de su propia historia y un propó-
sito para sí mismo. De inmediato se vio obligado a escon-
derse de Dios y a disfrazar su nadedad. Él temió la ira de
Dios, culpó a otros de su propia culpa y pronto sus hijos

8 Génesis 5:3
9 Romanos 1:25
69
No Yo, Sino Cristo

llenaron la tierra de violencia y asesinato. Este es el fruto


del egoísmo. Así corrompió la Mentira el alma del primer
hombre. Ella se volvió el lente pervertido y el espejo retor-
cido a través del cual todas las cosas eran vistas. El hombre
había contraído el virus de la auto-obsesión; se había
convertido en una mentira.
T. Austin-Sparks escribe lo siguiente: “Con la caída,
tomó lugar un enredo con otra naturaleza y otro orden.
Este se volvió orgánico, por lo tanto, inherente.” 10 Esta es
una forma breve pero precisa de resumir el resultado de la
caída del hombre. Hemos caído como raza. Hemos caído
de algo. Hemos caído de la gloria de Dios, caído del propó-
sito. Pero también hemos caído en algo. Hemos caído en
una maraña con otra naturaleza y con otro orden que
mantiene profundo control sobre nuestra alma, una que
tiene total jurisdicción sobre nuestro ser.
El hombre fue hecho un alma viviente, dicha alma
estaba destinada a convertirse en el eterno lugar de habita-
ción de Dios, el ambiente perfecto y único para la vida y la
gloria de Dios. De cierta manera, el alma humana es como
una esponja que tiene la capacidad de tener, llevar,
sostener y transportar en sí misma agua pura. Imagine que
esa esponja queda corta de su propósito de creación. En la
caída del propósito ella no sólo cayó fuera del cubo de
agua, sino que cayó dentro de un pantano de aguas resi-
duales y enfermedades que saturaron cada grieta y cada
poro.
Algo así es la naturaleza de la caída del hombre. Como
dice Austin-Sparks, nosotros caímos en una maraña orgá-

10 Traducido de T. Austin-Sparks, The Centrality and Universality


of The Cross, capítulo 3
70
El Problema

nica de todo lo que es contrario a Dios. A pesar de nues-


tras objeciones en contra y a nuestra total ceguera de la
realidad, el alma humana nace torcida y anudada con una
naturaleza y un orden que constriñen todo lo que
pensamos, queremos y hacemos. Es una naturaleza y un
orden sin Dios, y por lo tanto, sin gloria. Es la relación
profunda y abrumadora que el Nuevo Testamento llama
esclavitud al pecado.

La Primera Separación del Propósito

Por lo tanto, aunque la elección de Adán consistió en


una deliberada omisión a lo que Dios había mandado, fue
mucho más trascendental que una simple transgresión.
Fue un momento decisivo en el que Adán rechazó el árbol
de la vida y le dio su consentimiento a la idea de la
Serpiente, la que dice que los ojos del hombre podían ser
abiertos y que “sería como Dios, conociendo el bien y el
mal”11 en independencia de Él. Desde ese día en adelante
Adán se convirtió en una fuente para sí mismo. Vivió su
propia vida y caminó por medio de su propia luz. Siglos
después Jesús habló de esta luz falsa diciendo: “Así que, si
la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será la oscu -
ridad!”12
Antes de la caída, toda la creación de Dios fue decla-
rada “buena,” porque tenía la imagen y portaba el testi-
monio del propósito eterno de Dios en Cristo. Hemos
dicho esto con respecto al antiguo pacto, sus leyes, ceremo-

11 Génesis 3:5
12 Mateo 6:23
71
No Yo, Sino Cristo

nias, sacrificios, etc., pero también es cierto con respecto a


la antigua creación. Cada aspecto de la creación natural
era un reflejo o una representación física de alguna
realidad espiritual y eterna en Cristo. Árboles frutales, ríos,
luz, grano, crecimiento, etc., todas estas cosas creadas, a su
manera, declaraban la gloria de Dios y testificaban de su
contraparte espiritual. En una multitud de cuadros y
sombras naturales, los cielos y la tierra físicos señalaban a
Aquel que un día vendría y se declararía a Sí mismo como
el cumplimiento de ellos al decir: “Yo soy la vid verdadera,
la luz verdadera, el agua viva, el pan de vida.”
Prefigurados en la creación natural hay increíbles
cuadros de crecimiento, transformación, redención, tinie-
blas y luz, muerte y vida, amor, incremento, poder y sabi-
duría. Y como hemos visto, Adán era la corona de todos
los tipos y sombras. Todo era bueno a los ojos de Dios,
todo estaba en armonía con el diseño de creación, hasta el
momento en que Adán creyó que podía ser como Dios y
vivir mediante su propio conocimiento del bien y del mal.
Fue en ese momento que el mundo se separó por primera
vez del propósito creado y cometió su primera contradic-
ción a la gloria de Dios.
Había una brizna de verdad en la promesa de Satanás.
En un sentido, los ojos de Adán fueron abiertos y vio de
una forma en la que él no estaba destinado a ver. Vio un
contraste entre lo bueno y lo malo, entre Dios y todo lo que
se opone a Él. Sin embargo, él llegó a comprender esa
distinción al convertirse en aquello que se oponía al diseño
creado por Dios. Cuando él se alejó del propósito y
perspectiva de Dios, se vio a sí mismo solo, en contra de
Dios, desnudo y con la necesidad de esconderse de los

72
El Problema

santos ojos de Dios. Y en el primer acto de religión, se


cubrió con algo que no era Jesucristo. En el capítulo
previo discutimos sobre la religión, pero todo comenzó
aquí en el jardín. La religión no es otra cosa más que
hombres y mujeres viviendo de acuerdo a una evaluación
personal del bien y del mal (conocimiento sin vida), y
tratando de cubrir su propia vergüenza con algo menor que
Cristo. A través de la religión, el hombre perpetua la vieja
historia de Adán y los dos árboles, al tratar de ser como
Dios en independencia de la vida que sólo Él puede
impartir. Y en la medida que el cristianismo sea algo
menos que una auténtica experiencia del Árbol de la Vida,
no es diferente a cualquier otra religión.

Nuestra Condición Ilustrada por los Dos Árboles

Después de haber renunciado a la oferta de vida y


haberse convertido en esclavos de la naturaleza de pecado,
Dios declaró que “la intención del corazón del hombre es
mala desde su juventud.” 13 Aún así, la orgullosa raza
adámica se convirtió en un pueblo que buscaba vivir y
justificar su vida de acuerdo a su propio conocimiento del
bien y del mal. Como sigue siendo el caso hoy, “cada uno
hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos.”14 El
problema que ellos encaraban y que nosotros seguimos
encarando en nuestros días es, que tanto lo que llamamos
bueno como lo que llamamos malo queda ampliamente
corto de la vida que Dios ofrece. Lo mejor del hombre
13 Génesis 8:21
14 Jueces 21:25. Ver también Jeremías 16:12; 18:12; 23:16; 23:17;
23:26
73
No Yo, Sino Cristo

todavía no es vida.
Una vez el Señor trató severamente con mi corazón
con respecto a esto y usó los dos árboles del jardín del
Edén en un contexto algo diferente. En el siguiente
diagrama, he dibujado el árbol del hombre del bien y del
mal a la izquierda y el árbol de la vida a la derecha. El
hombre caído busca vivir por medio de su propia evalua-
ción del bien y del mal. Juzgando con nuestro propio
criterio, educación y valores, nos esforzamos en incre-
mentar nuestro fruto bueno y en eliminar el malo. Pero
cuando yo comencé a ver el indescriptible contraste entre
Adán y Cristo, muerte y vida, repentinamente entendí que
el problema del árbol del bien y del mal no era el fruto
malo, era todo el árbol. Aunque usted elimine todo el fruto
malo de ese árbol, todavía tendrá el árbol equivocado.
Todavía será el árbol del hombre, la manera del hombre, el
conocimiento del bien y del mal del hombre. Cada fruto en

74
El Problema

este árbol, sin importar si parece bueno o malo a los ojos


del hombre, ha quedado infinitamente corto del árbol de la
vida.

El Incremento de Adán

Como todas las cosas creadas, el hombre adámico


caído fructificó, se multiplicó y se reprodujo de acuerdo a
su género. Pronto la tierra se llenó de hijos e hijas “a su
semejanza, conforme a su imagen,” 15 quienes caminaron
“en la vanidad de su mente, entenebrecido su entendi-
miento, excluidos de la vida de Dios.” 16
Cuando se trata de explicar la depravación inherente
del hombre, se les suele decir a los cristianos que toda la
raza humana está bajo el castigo de la desobediencia de
Adán en el jardín. Esta es comúnmente conocida como la
doctrina del pecado original, pero en mi opinión es muy
mal entendida y está muy mal aplicada. Muchos se oponen
a la idea de que son responsables delante de Dios por una
transgresión que Adán y Eva cometieron hace miles de
años. Pero este no es un entendimiento correcto de la
situación. Nosotros no somos penalizados por la antigua
transgresión de Adán al coger un fruto; es simplemente
que somos la misma imagen y semejanza de Adán. Somos
por naturaleza, el incremento de su género, la continuación
de su semilla.
Considere la siguiente analogía. Un árbol de manzanas
es capaz de producir manzanas y nada más. Debido a que

15 Génesis 5:3
16 Efesios 4:17-18
75
No Yo, Sino Cristo

todas las cosas fueron creadas para reproducirse de


acuerdo a su propio género, si un simple árbol de manzana
produjera un millón de semillas, cada una de ellas sería del
mismo género del árbol madre. Ninguna sería una semilla
de sandía; ni una sola sería de naranja. Por otra parte, si
una del millón de semillas produjera un millón por su
propia cuenta, los millones de semillas de la tercera gene-
ración seguirían llevando consistentemente la imagen y la
semejanza del árbol original. Los muchos serían el incre-
mento o la cosecha de aquel. Es más, si varios de esos
árboles de algún modo fracasaran en producir una sola
manzana, ellos seguirían siendo un árbol de manzana por
naturaleza.
Mi punto es, que no importa si nosotros transgre-
dimos o no de la misma manera como nuestro padre,
seguimos siendo Adán por naturaleza. Pablo dice: “Sin
embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun
sobre los que no habían pecado con una transgresión
semejante a la de Adán.”17 Después de haber creído la
mentira y comido del árbol prohibido, la constitución
fundamental de Adán cambió. El efecto duradero de lo que
comúnmente es llamado “pecado original,” no es que noso-
tros continuemos siendo castigados por el error de Adán;
el problema es que nosotros somos Adán. Hemos nacido
de su semilla, somos partícipes de su naturaleza, somos el
incremento de su género. Como todos los que vinieron
antes que nosotros, somos un pueblo que “…vivíamos en
las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de
la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de

17 Romanos 5:14
76
El Problema

ira.”18 Hablando por el Espíritu, David dice: “Yo nací en


iniquidad, y en pecado me concibió mi madre.”19 Nos guste
o no, todos somos, inherentemente, un pueblo que ha
rechazado el árbol de la vida y que vive por la mentira que
Adán creyó en el jardín.
Ese es nuestro problema y tenemos que encararlo. La
mala noticia es que el problema es peor de lo que
pensamos. El problema es peor de lo podríamos pensar,
porque nuestro pensamiento es parte del problema. La
buena noticia es que la solución de Dios también va más
allá de lo que podríamos pensar o imaginar. Pablo conocía
al Señor como Aquel que “es poderoso para hacer todo
mucho más abundantemente de lo que pedimos o enten-
demos, según el poder que obra en nosotros.” 20 Sin
embargo, si nosotros no estamos dispuestos a aceptar la
perspectiva de Dios sobre el hombre adámico (que es lo
que llamamos nuestra vida natural), nunca volveremos
nuestros corazones para ver la grandeza de nuestra salva-
ción.
La mentira de la Serpiente es todavía la perspectiva
subyacente en cada hombre y mujer adámicos. Es una
visión de la realidad en la que el hombre se entiende a sí
mismo con conocimiento, sabiduría, propósito y potencial
separado de la vida de Dios reinando en él. No es sólo uno
de nuestros pensamientos, es el fundamento de todo
nuestro pensamiento. Por lo tanto, esta mentira no es algo
que nosotros debemos dejar de creer; es demasiado tarde
para eso. Esta mentira es alguien que debe dejar de vivir.

18 Efesios 2:3
19 Salmos 51:5
20 Efesios 3:20
77
No Yo, Sino Cristo

El Diluvio – Un Cuadro de la Solución de Dios

No es de extrañar que inmediatamente después de la


caída, leamos que el mundo se llenó de violencia y corrup-
ción. Vemos a Dios dolido en Su corazón, lamentando el
estado del mundo y preparando la destrucción tanto del
hombre como de la tierra en un gran diluvio.

El Señor vio que era mucha la maldad de los


hombres en la tierra, y que toda intención de
los pensamientos de su corazón era sólo hacer
siempre el mal. Y al Señor Le pesó haber hecho
al hombre en la tierra, y sintió tristeza en Su
corazón. Entonces el Señor dijo: Borraré de la
superficie de la tierra al hombre que he creado,
desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y
las aves del cielo, porque Me pesa haberlos
hecho.21

Pero la tierra se había corrompido delante de


Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Dios
miró a la tierra, y vio que estaba corrompida,
porque toda carne había corrompido su
camino sobre la tierra. Entonces Dios dijo a
Noé: He decidido poner fin a toda carne,
porque la tierra está llena de violencia por
causa de ellos; por eso voy a destruirlos junto
con la tierra.22

21 Génesis 6:5-7, énfasis mío


22 Génesis 6:11-13, énfasis mío
78
El Problema

¿Por qué tal tristeza e ira en el corazón de Dios?


Porque la tierra había caído junto con Adán, distorsionado
y echando a perder el propósito. La verdad había sido
rechazada y la gloria de Dios en Adán perdida. El hombre
se había entregado para convertirse en un instrumento de
la injusticia de Satanás, y como consecuencia, “el mundo
entero está bajo el poder del maligno,”23 todos sus habi-
tantes están bajo el dominio del “padre de mentira.” 24 La
Serpiente es conocida a partir de ahora como “el príncipe
de este mundo,” 25 el “príncipe de la potestad del aire,” 26 “el
dios de este siglo.”27
En los días de Noé, el juicio de Dios vino sobre el
mundo de Adán como un gran diluvio que arrasó al
hombre de la faz de la tierra. Este diluvio mundial pinta
un cuadro increíble de lo que Cristo lograría un día a través
de Su muerte, sepultura y resurrección. Es demasiado
temprano para tratar con la cruz en detalle, pero debe-
ríamos al menos ponerle atención al hecho de que en el
diluvio Adán y su creación no fueron reparados ni mejo-
rados, sino destruidos. Sin embargo, en medio de este
increíble juicio, Dios proveyó un arca para que llevara la
semilla de una nueva creación. En el arca estaba el único
hombre que Dios había hallado justo, junto con la familia
que le pertenecía. El arca fue levantada y colocada sobre
las aguas, por encima de la muerte y la destrucción, hasta
que llegó a reposar en la montaña de Dios. Cuando las
aguas hubieron disminuido, salió del arca un tipo y una
23 1 Juan 5:19
24 Juan 8:44
25 Juan 12:31
26 Efesios 2:2
27 2 Corintios 4:4
79
No Yo, Sino Cristo

sombra de la nueva creación, los redimidos del Señor, rela-


cionándose con Dios bajo un arco iris que Él dio para
mostrar un nuevo pacto con el hombre.

80
Capítulo 6
El Ministerio de Condenación

Aunque el diluvio de Noé testificó del juicio de Adán y


de la salvación que es en Cristo, no resolvió el problema
del hombre ni logró el propósito de Dios. Noé y el arca
fueron meras sombras del juicio por venir y de la restaura-
ción alcanzada en la cruz. En consecuencia, no pasó
mucho tiempo antes de que la tierra estuviera llena de
nuevo de la semilla que quedó corta de la gloria de Dios.
De hecho, poco después de que los hijos de Noé se habían
multiplicado y llenado la tierra, vemos una vez más al
hombre adámico exaltándose a sí mismo y juntos tratando
de crear su propio camino al cielo. Ellos dijeron: “Vamos,
edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue
hasta los cielos, y hagámonos un nombre famoso.”1

La Semilla Prometida

A pesar de la caída del hombre y de la persistente indi-


ferencia a la verdad, Dios nunca perdió de vista Su propó-
1 Génesis 11:4
81
No Yo, Sino Cristo

sito. La semilla de Adán había corrompido su camino en la


tierra, pero Dios llamó a un hombre llamado Abraham y
empezó a hablarle acerca de otra semilla en quien Él sería
verdaderamente glorificado. Isaac, el hijo prometido de
Abraham, era como cualquier otro hombre, pero todos los
detalles de los tratos de Dios con Abraham e Isaac, prefi-
guraban la Semilla incorruptible2 por venir, y el evangelio
de vida que sería ofrecido a través de Él.
Para dar algunos ejemplos, el nacimiento de Isaac nos
muestra que la semilla de Dios vino mediante una promesa
y no mediante las obras de la carne. Cuando Abraham
trató de cumplir la promesa de Dios a través de su esfuerzo
humano, lo que nació fue Ismael, de quien Sara dijo: “…el
hijo de esta sierva no ha de ser heredero junto con mi hijo
Isaac.”3 En contraste, Isaac (como Cristo) nació en cumpli-
miento de la palabra de Dios, de acuerdo al poder de Dios
y su vida surgió del vientre muerto de Sara. A medida que
continúa la historia, vemos a Abraham, el padre, dispuesto
a ofrecer a su único hijo4 como holocausto, y luego “en
sentido figurado, recibirlo de la muerte.” 5 Como conse-
cuencia de este obediente sacrificio, Dios le promete a
Abraham en pacto perpetuo, una gran herencia, una eterna
posesión y una bendición que llegaría a todas las naciones
a través de su semilla. El incremento de su semilla sería
como las estrellas en el cielo y la arena a la orilla del mar, y
conforme creciera y llenara la tierra, la semilla experimen-

2 1 Pedro 1:23
3 Génesis 21:10
4 Ver Génesis 22:2, 12, 16
5 Hebreos 11:19. Ver Hebreos 11:8-21 para ver cómo Abraham e
Isaac son claramente entendidos como tipos y sombras vivientes
de la salvación que ha venido en Cristo.
82
El Ministerio de Condenación

taría la victoria sobre todos los enemigos.


Nosotros sabemos que todas estas bendiciones y
promesas tuvieron un cumplimiento natural y temporal a
través de Isaac y sus descendientes naturales. Israel expe-
rimentó un cuadro o una sombra física de cada una de
estas cosas. Pero está claro que el Señor vio más allá de la
semilla natural y miró hacia el día cuando todas estas
promesas serían sí y amén en Jesucristo. 6 Como siempre,
el Señor usó estas historias del Antiguo Testamento para
apuntar hacia un pacto, reino e incremento mayor. Sólo
en Cristo, la Semilla espiritual prometida, el hombre
encontraría su verdadera herencia y una victoria sobre un
enemigo mucho mayor que los filisteos. Pablo es claro al
decir que cada una de estas bendiciones encuentra su
verdadero cumplimiento como “bendiciones espirituales
en lugares celestiales en Cristo.”7 A través de la obra de la
cruz Cristo abrió un camino para que “…en Cristo Jesús la
bendición de Abraham viniera a los Gentiles.”8
El apóstol Pablo nos dice en Gálatas 3 que Abraham y
su semilla eran representaciones deliberadas de Cristo y
los que serían unidos a Él como Su cuerpo. Dice: “Ahora
bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su
simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de
muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es
Cristo.”9 Después añade: “…porque todos vosotros sois
uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, cierta -
mente la simiente de Abraham sois, y herederos según la

6 2 Corintios 1:20
7 Efesios 1:3
8 Gálatas 3:14
9 Gálatas 3:16 RVR1960
83
No Yo, Sino Cristo

promesa.”10 Lo que podemos ver y entender es que la


semilla natural de Abraham fue escogida por Dios para
llevar la imagen y predecir la venida de la verdadera
Semilla que cumpliría la intención final de Dios. Es vital
que entendamos esto. El Israel natural no era único en la
carne. Ellos tenían la misma naturaleza pecaminosa y
ciega que se encuentra en cualquier otro hijo de Adán. La
singularidad de ellos estaba en Aquel cuyo cuerpo corpora-
tivo representaban, Aquel cuyo testimonio fueron desti-
nados a llevar. La Biblia habla de ellos como un pueblo
especial, pero el Señor deja muy claro11 que no era por
alguna cualidad o justicia inherente, o linaje adámico en
particular. Israel era especial porque Dios los usó como
una representación física, un cuadro viviente de la verda-
dera Semilla de la promesa venidera.
Aunque su llamado fue grandioso, Israel probó una y
otra vez que no era diferente a los otros hombres y mujeres
adámicos. Ellos fueron redimidos de la muerte y liberados
de la esclavitud, pero murmuraron constantemente contra
Moisés y contra Dios su Salvador. Estaban llamados a ser
“Israel Mi hijo, Mi primogénito,”12 pero fueron un pueblo
duro de cerviz, un hijo desobediente y se negaron a
caminar en la fe como su antepasado Abraham. Tal como
Adán en el jardín, Israel abandonó su verdadero propósito
y repetidamente perdió la imagen y semejanza que estaba
destinado a llevar.
Sin embargo, la verdadera Semilla estaba por venir.
Los tipos y sombras Lo describían. Los profetas a una voz

10 Gálatas 3:28-29 RVR1909


11 Ver por ejemplo, Deuteronomio 9:4-5; Romanos 2:28-29
12 Éxodo 4:22
84
El Ministerio de Condenación

Lo proclamaban. El alma del hombre gemía en desespe-


rada necesidad por Él. Él estaba por venir como la perso-
nificación del propósito de Dios y de la salvación de todos
los que se unan a Él por fe. Pero hasta ese día, Israel “se
mantuvo bajo la ley.” 13 Pablo nos dice que la ley “fue
añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la
simiente a quien fue hecha la promesa.” 14

Pecado y Justicia

Contrario a lo que los judíos llegaron a creer y a


enseñar, la ley escrita no fue dada por Dios como un medio
para que Israel escapara del pecado o poseyera verdadera
justicia. De hecho, los profetas, los apóstoles y Jesús
mismo, dejaron claro que la obediencia interior de la ley
era completamente imposible para el hombre adámico. No
obstante, antes de discutir la verdadera razón de la ley,
deberíamos dar un paso atrás y preguntarnos algo más
fundamental. ¿Qué es la justicia? ¿Qué es el pecado?
A pesar de nuestros increíblemente generalizados
malentendidos, pecado no es la palabra que se debe usar
para meramente describir cierto tipo de comportamiento.
El pecado es una naturaleza, la naturaleza que opera en el
hombre adámico15. El pecado no es simplemente algo que

13 Gálatas 3:23
14 Gálatas 3:19, RVR1960
15 Más específicamente, creo es correcto decir que el pecado es la
naturaleza de Satanás que reina en el hombre adámico caído. Ver
por ejemplo, Efesios 2:2, “…el espíritu que ahora opera en los
hijos de desobediencia”; o 1 Juan 3:8, “El que practica el pecado
es del diablo.” Ver también Mateo 16:23; 2 Timoteo 2:26; 1 Juan
85
No Yo, Sino Cristo

hacemos, es peor que eso; el pecado en realidad es lo que


somos separados de Cristo. La palabra pecado tiene que
ver con fallar el blanco, quedar corto de la gloria de Dios, y
esto es el hombre adámico, incluso antes de que pensara o
hiciera algo. No es agradable, pero necesitamos entender
esto acerca de nosotros. No somos pecadores porque
pecamos; pecamos porque somos pecadores. En otras
palabras, Dios no lo considera pecador por lo que hace,
piensa o desea; usted era pecador antes de que hiciera o
pensara cualquier cosa. Usted es pecador por naturaleza, y
como tal, manifiesta el fruto de dicha naturaleza. Usted le
da expresión a esa naturaleza a través de multitud de
pecados individuales. Jesús dijo claramente: “…todo el que
comete pecado es esclavo del pecado.”16
A menudo fallamos en darnos cuenta de que nuestros
pecados individuales no son la razón por la que somos
constituidos pecadores delante de Dios. Por el contrario,
nuestros pecados son el resultado y la evidencia de que
somos pecadores. Son la prueba de que somos esclavos de
una naturaleza que nos gobierna desde dentro. Por
ejemplo, todos sabemos que el perro ladra. Ladrar es
sencillamente lo que hacen los perros. No obstante, ladrar
no es lo que hace que algo sea un perro. Yo puedo ladrar y
no soy un perro. Mi punto es, que tal como ladrar no
produce un perro, tampoco pecar produce un pecador.
Tanto ladrar como pecar son la expresión resultante de
una naturaleza en particular.
De igual manera, justicia no debe ser una palabra que
se use para meramente describir cierto tipo de comporta-
5:19; 2 Corintios 4:4.
16 Juan 8:34
86
El Ministerio de Condenación

miento humano. Como el pecado, la justicia es una natura-


leza. Es la naturaleza de Cristo que puede operar en aque-
llos que han nacido de una nueva semilla, de los que han
sido “hechos partícipes de la naturaleza divina.”17 Es cierto
que como cristianos estamos llamados a justicia, pero no
porque Dios nos diga cómo comportarnos, sino porque la
verdadera naturaleza de Cristo nos ha sido dada con la
intención de que sea formada en nosotros. En la carta de
Pablo a los Romanos leemos que estamos vivos de entre los
muertos y que hemos llegado a ser “instrumentos” y
“esclavos de la justicia.”18 Nosotros somos la vasija, y la
justicia es la naturaleza gobernante que obra dentro de
nosotros. En 1 Corintios se nos dice que “Cristo es hecho
para nosotros justicia.”19 Así que la justicia no es algo que
el hombre puede hacer, sino algo que es Cristo. La justicia
es definida por una Persona. Separados de Cristo obrando
en nosotros el querer y el hacer para Su buena voluntad, no
tenemos justicia de que hablar. Es más, Isaías dice que
“toda nuestra justicia es como trapo de inmundicia.”20
Tenemos mucho que decir acerca de la manera en que la
naturaleza de Cristo obra dentro de nosotros, pero para
entender la verdadera función de la ley debemos, al menos,
entender que el pecado y la justicia no son dos tipos dife-
rentes de comportamiento. Al contrario, son dos natura-
lezas diferentes, dos hombres diferentes: Adán y Cristo.

17 2 Pedro 1:4
18 Romanos 6:13; 16-19
19 1 Corintios 1:30
20 Isaías 64:6, RVR1960
87
No Yo, Sino Cristo

Dos Propósitos Para La Ley

¿Qué era la ley? ¿Cómo debemos entenderla? Por lo


general, cuando los cristianos piensan en la ley que fue
dada a Israel, lo primero que les viene a la mente es una
lista escrita de cosas que hacer o no hacer. Pensamos en
que a Israel se le permitía y ordenaba actuar de cierta
manera, y en que se le prohibía estrictamente actuar de
otra. Esto es verdad hasta cierto punto. Es cierto que la
ley incluía muchas reglas específicas, pero era mucho más
que una lista de conductas aceptables. Como todo lo demás
en lo primero, la ley era un cuadro o testimonio de lo
segundo. Era una descripción escrita y detallada del Hijo
de Dios y de lo que significaba para Israel vivir y relacio-
narse con Dios en Él. Cada componente individual de la ley
servía como “sombra de los bienes futuros” 21 en Cristo.
Por ejemplo, los aspectos morales de la ley describían
la naturaleza y el carácter del Hijo de Dios. Mandamientos
dados a Israel como: “No codiciarás,” “no darás falso testi-
monio,” “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,”
etc., eran descripciones escritas del ser de Cristo y de la
constitución moral. La ley le prohibía a Israel actuar en
contra del entendimiento de Dios de la naturaleza de
Cristo. Otras leyes tenían que ver con el sacerdocio, es
decir, con los sacrificios, ofrendas, fiestas y ceremonias
involucradas con el tabernáculo y sus instrumentos. Estas
leyes también testificaban de Cristo de manera singular e
importante. En los diversos sacrificios y ofrendas vemos
cuadros nítidos de la obra de Jesús en la cruz y de la
manera en que la cruz opera en el corazón del creyente. En
21 Hebreos 10:1
88
El Ministerio de Condenación

el tabernáculo vemos el entendimiento de Dios de la rela-


ción de la iglesia con Su Hijo y de lo que significa acercarse
a Dios a través de Él. En las leyes que se ocupan de la puri -
ficación, vemos la obra de nuestro gran Sumo Sacerdote
limpiando Su cuerpo de toda impureza, es decir, “la purifi-
cación de nuestra conciencia de obras muertas para servir
al Dios vivo.”22
De esta manera y muchas más, la ley creó un testi-
monio físico, una ilustración natural y temporal del eterno
propósito de Dios en Jesucristo. La ley era un increíble
don, porque en todo señalaba a Cristo y revelaba los requi-
sitos y expectativas justas de Dios para Su cuerpo. Sin
embargo, cuando estas descripciones escritas de Jesucristo
fueron dadas a Israel y demandadas de Israel, la vasta dife -
rencia entre Adán y Cristo fue inmediatamente hecha
manifiesta. Adán era completamente incapaz de vivir a la
altura de los requisitos justos de Dios. En sus mejores
momentos, los judíos lograron observar algunos aspectos
de la ley mediante demostraciones externas de obediencia,
pero nunca pudieron alinearse internamente con lo que la
ley describía. Simplemente eran el género equivocado, por
naturaleza eran contrarios a Dios en pensamiento y acción.
Romanos dice: “La mente de la carne es enemiga de Dios,
porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede
hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a
Dios.”23
De los días de Adán y Eva a la reunión de Israel en el
Monte Sinaí, el hombre había vivido como ley para sí
mismo, haciendo lo que estaba correcto a sus propios ojos.
22 Hebreos 9:14
23 Romanos 8:7-8
89
No Yo, Sino Cristo

Pablo dice: “Pues antes de la Ley había pecado en el


mundo, pero el pecado no se toma en cuenta cuando no
hay ley.”24 Sin el estándar de la ley, no había manera de
medir el grado en el que Adán había quedado corto. Pero
cuando Dios describió Su propia naturaleza, juicios y
condiciones en las palabras de la ley, fue como hacer brillar
una luz sobre el hombre adámico, haciendo que todas sus
faltas y deficiencias se vieran claramente. En la luz de la
justicia revelada de Dios, Adán quedó expuesto y la natura-
leza de pecado empezó a manifestarse en un sinnúmero de
pecados y transgresiones individuales. Pablo dice:

Yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no


hubiera sido por medio de la Ley. Porque yo
no hubiera sabido lo que es la codicia, si la Ley
no hubiera dicho: “No codiciaras.” Pero el
pecado, aprovechándose del mandamiento,
produjo en mí toda clase de codicia. Porque
aparte de la Ley el pecado está muerto.25

Por esta razón Pablo nos dice: “…pues por medio de la


Ley viene el conocimiento del pecado.”26 Todo lo que la ley
podía hacer era evidenciar la debilidad y corrupción de la
humanidad. Las palabras del salmista demuestran esto:
“…todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay
quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.” 27 Aunque la
ley era una fuerte proclamación de la expectativa de Dios,

24 Romanos 5:13
25 Romanos 7:7-8
26 Romanos 3:20
27 Salmos 14:3
90
El Ministerio de Condenación

“era débil por causa de la carne”28 e incapaz de impartir la


justicia que describía. Esto es precisamente lo que Pablo
explica en su carta a los Gálatas:

¿Es entonces la Ley contraria a las promesas


de Dios? ¡De ningún modo! Porque si se
hubiera dado una ley capaz de impartir vida,
entonces la justicia ciertamente hubiera depen-
dido de la ley.29

Así que, tan extraño como pueda parecerles a los cris-


tianos que han invertido años de sus vidas intentando
obedecer los mandamientos escritos de Dios, Él nunca ha
esperado que Adán encuentre justicia a través de las obras
de la ley. En la carta a los Romanos leemos: “Porque por
las obras de la Ley ningún ser humano será justificado
delante de Él.”30 Tristemente, muchos de nosotros hemos
tratado de transformar o domar la naturaleza adámica,
sometiéndola a los mandamientos y preceptos de Dios.
Pero Pablo, un estudioso de la ley y apóstol de la iglesia,
irónicamente y de manera muy clara nos dice, “La Ley se
introdujo para que abundara la transgresión.” 31 En lugar
de que la lujuria humana fuera sometida por la ley, Pablo
nos informa que fue todo lo contrario, que “…las pasiones
pecaminosas despertadas por la Ley…” 32 Esto no significa,
de ninguna manera, que la ley fuera mala en alguna forma.
Pablo rechaza esta idea por completo, insistiendo que la ley

28 Romanos 8:3
29 Gálatas 3:21
30 Romanos 3:20
31 Romanos 5:20
32 Romanos 7:5
91
No Yo, Sino Cristo

es, de hecho, “santa, justa y buena.”33 Sin embargo, la


bondad de la ley contrasta con la condición caída del
hombre, porque se convierte para nosotros en un “minis-
terio de muerte” y un “ministerio de condenación.” 34
Por lo tanto, de estas dos importantes formas, la ley
servía como “tutor para conducirnos a Cristo.”35 Por un
lado, testificaba de Él en cada mandamiento, sacrificio y
ceremonia. Por el otro, exponía la bancarrota espiritual
del hombre “encerrando todo el mundo bajo pecado” 36 y
dejando al corazón honesto en desesperada espera de la
justa Semilla de la promesa.

El Malentendido Sobre la Ley

La gran mayoría de los líderes religiosos en los días


del ministerio terrenal de Cristo, falló al no reconocer el
propósito de Dios para la ley. Peor que eso, muchos de
ellos encontraron en la ley una razón para la jactancia. En
lugar de permitir que las demandas justas de Dios reve-
laran su depravación, proclamaron que la posesión de los
mandamientos de Dios y la observancia externa a dichas
demandas los había hecho justos a la vista de Dios.
En realidad, Israel era un pueblo único. Eran únicos
entre las naciones como administradores de las promesas
de Dios. Sólo los judíos recibían los oráculos de Dios, los
tipos y sombras, el servicio en el templo y las profecías del

33 Romanos 7:12
34 2 Corintios 3:7, 9
35 Gálatas 3:24
36 Gálatas 3:22
92
El Ministerio de Condenación

Mesías venidero. Ellos eran aquellos “de quienes, según la


carne, procede el Cristo.”37 Sin embargo, con respecto a la
naturaleza, seguían siendo la semilla caída de Adán, igual
de esclavos a la naturaleza de pecado como los gentiles que
tanto despreciaban. Pablo dice: “¿Entonces qué? ¿Somos
nosotros mejores que ellos? ¡De ninguna manera! Porque
ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están
todos bajo pecado.”38
Jesús vino y caminó en medio de una nación que
había sido creada por Dios para que testificara de Él. Sus
leyes, su religión, su misma existencia estaba destinada a
proclamar la venida del Mesías de Dios. No obstante,
cuando Él finalmente vino ellos no lo reconocieron. Juan
dice: “A lo Suyo vino, y los Suyos no Lo recibieron.” 39 Él
vino a un pueblo que debía haber estado hambriento y
sediento de la verdadera justicia de Dios, pero se encontró
con un pueblo que estaba buscando establecer su propia
justicia. Hablando de esta misma generación Pablo dice:

Porque yo testifico a su favor de que tienen celo


de Dios, pero no conforme a un pleno conoci-
miento. Pues desconociendo la justicia de Dios
y procurando establecer la suya propia, no se
sometieron a la justicia de Dios. 40

Israel no entendió su llamado o su relación con Dios.


Confundieron las sombras con la sustancia, el cuadro
natural con la realidad espiritual. Se jactaron de ser la

37 Romanos 9:5
38 Romanos 3:9
39 Juan 1:11
40 Romanos 10:2-3
93
No Yo, Sino Cristo

semilla física de Abraham, pero rechazaron la Semilla espi-


ritual a quien fueron hechas todas las promesas. Pensaron
que la sangre de los toros y machos cabríos era suficiente
para perdonar sus pecados y limpiarlos de toda maldad.
Pensaron que el eterno propósito de Dios se hallaba en una
tierra natural, en un templo físico y en un linaje adámico
particular.
Jesús estaba muy consciente de los malentendidos de
ellos, y trató constantemente, mediante Sus enseñanzas, de
exponerles la verdadera condición en que se encontraban.
Les dijo claramente que debajo de su exterior ceremonial-
mente limpio, todavía llevaban la contaminación del
hombre adámico. Los llamó “sepulcros blanqueados” y
platos que externamente estaban limpios, pero interna-
mente llenos de injusticia e hipocresía. Y cuando se
quejaron de que Él había comido pan sin haberse lavado
las manos, les dijo:

¿No comprenden que todo lo que de afuera


entra al hombre no lo puede contaminar… Lo
que sale del hombre, eso es lo que contamina al
hombre. Porque de adentro, del corazón de los
hombres, salen los malos pensamientos, forni-
caciones, robos, homicidios, adulterios, avari -
cias, maldades, engaños, sensualidad, envidia,
calumnia, orgullo e insensatez. Todas estas
maldades de adentro salen, y contaminan al
hombre.41

Al no entender (ni querer entender) la verdadera

41 Marcos 7:18, 20-23


94
El Ministerio de Condenación

naturaleza del problema, sus rituales externos y sus tradi-


ciones parecían una solución suficiente. Pero en su ceguera
religiosa, los judíos de los días de Jesús “colaban el
mosquito y se tragaban el camello.”42
Dios estaba demandando una justicia que ellos no
podrían producir jamás. Y para los que creían que eran
aceptados por Dios mediante la observación de la forma
externa de la ley, Jesús aclaró la diferencia entre modificar
una conducta y la transformación del corazón. En el
famoso Sermón del Monte, explicó que la ley de Dios
estaba destinada a descubrir y a condenar aún a los más
devotos religiosos entre ellos. Dijo:

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados:


No matarás… Pero Yo les digo que todo aquel
que esté enojado con su hermano será culpable
ante la corte… Ustedes han oído que se dijo: No
cometerás adulterio. Pero Yo les digo que todo
el que mire a una mujer para codiciarla ya
cometió adulterio con ella en su corazón…
Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu
prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les
digo, amen a sus enemigos y oren por los que
los persiguen.43

Al decir estas cosas, Jesús no estaba subiendo el nivel


y demandando más del hombre adámico. El caso es todo
lo contrario. Al describir la verdadera naturaleza del
estándar de Dios, Jesús quería que Israel encarara la

42 Mateo 23:24
43 Mateo 5:21-22; 27-28; 43-44
95
No Yo, Sino Cristo

imposibilidad de la verdadera obediencia en y desde la


carne, y que aceptara el hecho de que “...un árbol malo no
puede producir frutos buenos.” 44 Esto es lo que Pablo
quiso decir cuando dijo que por la ley vino el conocimiento
del pecado. La ley describe una naturaleza que la huma-
nidad, sencillamente no posee.
Los líderes religiosos y la mayoría de los judíos no
aceptaron esto, en su lugar pregonaron su derecho de naci-
miento y se jactaron en la ley de Moisés, precisamente lo
que los condenaba ante los ojos de Dios. Jesús les habló
fuertemente a los que aseguraban su propia justicia a
través de las obras de la ley. Los reprendió y les hizo una
advertencia una y otra vez, al explicarles que se estaban
apoyando en una ley que en realidad probaba su culpabi-
lidad delante de Dios. Dijo: “No piensen que Yo los
acusaré delante del Padre; el que los acusa es Moisés, en
quien ustedes han puesto su esperanza.” 45 Y, “¿no les dio
Moisés la Ley, y sin embargo ninguno de ustedes la
cumple? ¿Por qué Me quieren matar?” 46 Por tres años y
medio Jesús declaró el verdadero problema de Israel, y a
través de Sus enseñanzas y milagrosas señales demostró
ser la única solución. Ellos estaban muertos en pecado,
pero Él podía convertirse en la resurrección y la vida de
ellos. Ellos habían nacido ciegos a la realidad espiritual,
pero Jesús podía darles vista. Por naturaleza eran contra-
rios a la ley, pero Él había venido para darles un nuevo
espíritu y para escribir la ley de Dios en sus corazones.

44 Mateo 7:18
45 Juan 5:45
46 Juan 7:19
96
El Ministerio de Condenación

El Mismo Malentendido en la Iglesia

Desgraciadamente, nosotros en la iglesia hemos


demostrado ser muy parecidos a los judíos del primer
siglo. Aunque hemos aceptado a Jesús como el Mesías, no
hemos aceptado Su perspectiva sobre el hombre adámico.
Confesamos que Él es el único Hijo justo de Dios, pero
continuamos con nuestros esfuerzos en procura de una
justicia mediante las obras de la carne. Los judíos en los
días de Jesús proclamaban la santidad y la divina aproba-
ción a través de la obediencia del Antiguo Testamento.
Nosotros a menudo proclamamos lo mismo a través de
nuestra obediencia al Nuevo Testamento. Aunque creemos
que Jesús ha perdonado nuestros pecados, seguimos
imaginando que Dios se satisface con nuestra obediencia
externa y cambio de comportamiento. De muchas man-
eras, nosotros como los judíos, hemos fallado al no
aprender la lección de la ley. No le hemos permitido a los
requisitos escritos de Dios que obre en nosotros como un
ministerio de condenación. En tanto la ley no haya
expuesto y condenado al primer hombre en nuestro
corazón, nunca veremos o experimentaremos al Nuevo
Hombre que cumple “cada jota y cada tilde” 47 de la ley.

47 Mateo 5:18, RVR1960


97
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 7
La Otredad de Cristo

Casi todos los cristianos fácilmente confesarían que


son seres caídos y pecaminosos por naturaleza, pero relati-
vamente pocos han visto la magnitud de lo que esto en
verdad significa. Una cosa es reconocer los pecados en
nuestras vidas, y otra muy diferente entender que nuestras
vidas naturales en su totalidad son expresiones de la natu-
raleza de pecado. Para la mayoría de la gente esto parece
una evaluación muy dura de la situación. Si bien es cierto
estamos de acuerdo con que el pecado es malo y que Cristo
es completamente bueno, la mayoría del tiempo nos vemos
a nosotros mismos en algún punto intermedio entre estos
dos extremos. En definitiva, no nos vemos a la par de
Cristo, pero tampoco pensamos de nosotros en términos
de completa contradicción a Él en todos los sentidos. En
nuestras mentes estamos en algún punto en el medio, a
veces más hacia un lado y otras más hacia el otro. Sin
embargo, la Biblia no le da cabida a esta imaginaria tercera
opción. Tal idea existe en nuestra mente sólo cuando no
hemos llegado a encarar la otredad de Cristo.
98
La Otredad de Cristo

Cristo por naturaleza es totalmente diferente y


contrario a todo lo que somos, pensamos y hacemos. Él no
sólo es superior, es también una contradicción viviente a la
naturaleza y pensamiento del hombre adámico. El profeta
Isaías escribió: “Porque como los cielos son más altos que
la tierra, así Mis caminos son más altos que sus caminos, y
Mis pensamientos más que sus pensamientos.” 1 En efecto,
Adán y Cristo viven, se mueven y piensan en dos mundos
completamente opuestos.
Yo estuve de acuerdo con esto como concepto teoló-
gico durante muchos años, pero mi vida y mi ministerio
eran la prueba de que nunca había visto verdaderamente
esta realidad. Pasé años tratando de conocer y de servir al
Señor sin el entendimiento de la gran división que hay
entre todo lo que es Cristo y todo lo que es el hombre.
Pero cuando al fin un pequeño rayo de perspectiva divina
brilló en mi corazón, supe con absoluta certeza que todo lo
que había conocido, valorado y realizado para Dios estaba
en el lado equivocado de la división. En esta nueva luz fue
evidente que Adán y Cristo no tienen nada en común.

La Escuela de Cristo

Cuando un destello de la perspectiva de Dios brilla en


la oscuridad de nuestros corazones, una de las primeras
cosas que aparece es esta terrible y maravillosa otredad.
Llega el repentino entendimiento de que ningún aspecto
de la vida, naturaleza o carácter de Cristo podría ser pro-
ducido o copiado por un ser humano. En esta luz todo lo

1 Isaías 55:9
99
No Yo, Sino Cristo

que vemos de Cristo es perfectamente ajeno a nosotros en


toda forma concebible. Entendemos que la voluntad del
hombre, en el mejor de los casos, es otra voluntad y no la
del Señor. Que nuestras mejores intenciones y que la ma-
yoría de nuestras ideas espirituales, son “Torres de Babel”
que se levantan y contradicen el propósito de Dios y Sus
caminos. Que la mente del hombre, en su estado de ilumi-
nación y educación más elevado, sigue siendo en gran me-
dida una mente contraria. El apóstol Pablo describe la
mente como “enemiga de Dios”2 y enteramente incapaz de
conocer la realidad espiritual.3
En la luz de la perspectiva de Dios, entendemos y
concordamos en que nuestros pensamientos más puros
son impuros, y que lo que llamamos sabiduría es necedad
para Dios. Al describir esta realidad Jesús usó palabras
más fuertes: “…porque lo que entre los hombres es de alta
estima, abominable es delante de Dios.” 4 Cuando nos
sometemos a la escuela de Cristo, una de sus primeras
lecciones revela que Jesucristo es el único de Su género.
T. Austin-Sparks lo dice así:

Es necesario que entremos a la muy severa


escuela del Espíritu, lo cual resulta en el descu-
brimiento de que nuestras mejores intenciones
son corruptas, de que nuestros más puros
motivos son inmundos ante Sus ojos, de que el
yo brota en algún lugar en las cosas que inten -
tamos que sean para Dios. No podemos
producir desde esta naturaleza algo aceptable
2 Romanos 8:7
3 1 Corintios 2:14
4 Lucas 16:15
100
La Otredad de Cristo

para Dios. Todo lo que alguna vez llegue a Dios


será únicamente en Cristo, no en nosotros. En
esta vida nunca será en nosotros, ni como
nuestro. Siempre existirá la diferencia entre
Cristo y nosotros. Aunque Él viva en nosotros,
Él y únicamente Él, es el objeto de placer y
satisfacción divina, y la lección básica que
usted y yo tenemos que aprender en esta vida,
bajo la tutela, revelación y disciplina del
Espíritu Santo es, que Él es diferente a lo que
somos nosotros… Cuando usted llega a lo mejor
de usted mismo, todavía hay un abismo entre
usted y los principios de Cristo que no puede
ser superado.5

Tan extraño como parezca, conocer genuinamente al


Señor empieza con la comprensión dada por el Espíritu de
lo que no somos. Este es un difícil primer paso, pero
conduce a un lugar maravilloso. En un capítulo anterior se
lee la evaluación de Dios del hombre adámico después de
la caída. Vale la pena repetirla aquí: “El Señor vio que era
mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda
intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer
siempre el mal.”6 No cabe duda de que la mayoría de la
gente en la generación de Noé habría estado en desacuerdo
con la evaluación de Dios. Al igual que nosotros hoy, ellos
habrían señalado una variedad de actos y buenas causas,
familias felices, vecinos amistosos, leyes sociales y actos de
justicia, y con eso a la vista, habrían insistido en que la raza

5 T. Austin-Sparks, La escuela de Cristo, capítulo 1


6 Génesis 6:5
101
No Yo, Sino Cristo

humana tenía mucho para ser admirada. Es cierto que


admitirían algunas deficiencias, pero también, ¡que la
humanidad tenía algunas buenas cualidades y un gran
potencial para el progreso! No obstante, el Señor no
compartía esta perspectiva. Desde Su punto de vista aún
había sólo dos árboles, y el llamado buen fruto del género
de Adán no tenía nada que ver con el Árbol de la Vida. El
problema no era la apariencia o el efecto externo de las
acciones del hombre; la evaluación de Dios tenía que ver
con la fuente, naturaleza y propósito de todo lo que el
hombre llamaba bueno. Sin importar las apariencias o los
efectos, Dios vio claramente que el hombre natural tenía el
yo como su única fuente y meta.
Recalco la gran diferencia entre Adán y Cristo porque
es vital para todo entendimiento y progreso espiritual.
Sólo cuando vemos con claridad la gran división entre
estos dos géneros y la aceptamos, comprendemos que el
progreso involucra el crecimiento de un Hombre y el
decrecimiento de otro. El crecimiento espiritual comienza
cuando termina nuestra suplantación de Cristo. No es
seguro asumir que hemos aprendido la lección de la
otredad de Cristo hasta que hayamos dejado de tratar de
ofrecerle a Dios el fruto de nuestras propias vidas.

Analogía: La Vida del Perro

Imagine que usted está en la iglesia el domingo en la


mañana, cuando para su sorpresa, el pastor se sitúa en la
plataforma y le anuncia a la congregación que va a enseñar
una serie llamada: “Cómo vivir la vida del perro.” A conti-
102
La Otredad de Cristo

nuación, abre un libro grueso y empieza a leer en voz alta


acerca de las asombrosas características y habilidades que
poseen los perros. Inicia describiendo su fuerza y velo-
cidad, señalando que algunas razas pueden correr hasta
setenta y dos kilómetros por hora y saltar más de tres
veces su propia altura. Menciona sus capacidades para
soportar duras condiciones meteorológicas y su misteriosa
habilidad de encontrar su camino a casa, incluso cuando
hayan sido separados de sus familias por cientos de kiló-
metros. Luego el pastor vuelve la página y empieza a
describir los cinco sentidos caninos y sus asombrosas
capacidades. Los perros pueden oír tonos hasta de 67 kilo-
hercios, mucho más alto que cualquier ser humano.
Pueden percibir una olor a una milla de distancia, y luego
identificarla y rastrearla con precisión milimétrica. Así
continúa el pastor, hasta que finalmente concluye su
sermón diciendo: “¡Ahora que ustedes conocen la natura-
leza, carácter y capacidades del perro, vayan y hagan lo
mismo! ¡Vayan y vivan la vida del perro! Se necesitará
práctica y disciplina, pero el esfuerzo valdrá la pena. Y en
caso de que olviden lo que han oído hoy, le daré a cada uno
una copia de este libro sobre perros, para que la lean y
estudien durante quince minutos al día.”
Cuando la congregación se reúne de nuevo la siguiente
semana, el pastor continúa la serie: “Cómo vivir la vida del
perro,” pero esta vez concluye la reunión señalando
algunas áreas visibles de fracaso entre los miembros de la
comunidad. Varios de los hombres, a pesar de sus
esfuerzos, sólo han logrado saltar un tercio de la altura de
su cuerpo. Esta, obviamente, no es una manifestación
aceptable de la vida del perro. Peor que eso, algunas de las

103
No Yo, Sino Cristo

mujeres fueron observadas durante la semana, corriendo a


vergonzosos ocho kilómetros por hora. Las cosas tienen
que mejorar. Sin embargo, el pastor estaba preparado
para estos fracasos. Él ha tomado las clases requeridas
sobre el agotamiento en la vida del perro y sabe cómo
mantener a la congregación motivada. Se vuelve al retro-
proyector y empieza a compartir el plan de siete pasos,
científicamente probado, llamado: “Descubra su potencial
canino.” Afortunadamente, este plan viene con un libro de
prácticas diseñado para grupos pequeños.
Obviamente, todo esto es ridículo y de inmediato
vemos lo que está mal en esta historia. Es admirable que
un perro pueda hacer esas cosas, pero hay límites inflexi-
bles de naturaleza que impiden a los humanos vivir la vida
del perro. En realidad, no tiene importancia cuán diligen-
temente alguien estudie al perro o cuán duro trate de
imitar esas habilidades, somos seres humanos, y para bien
o para mal, estamos limitados y gobernados por la natura-
leza humana. La única solución hipotética sería algún tipo
de avance científico que permita que la verdadera natura-
leza del perro sea implantada en el ser humano. Con la
auténtica vida del perro desarrollándose dentro del cuerpo
de un ser humano, es posible que los hombres puedan
lograr algunas cosas legítimamente caninas. Sin embargo,
puesto que esto es imposible, la vida del perro está total-
mente fuera de nuestro alcance.
Si la anécdota anterior fuera cierta, habría sólo dos
categorías de personas en esta congregación en particular.
Una, la de los que se han engañado a sí mismos y creen
que están teniendo un verdadero progreso. Estos com-
parten testimonios exagerados al decir que pueden

104
La Otredad de Cristo

percibir el olor de alimentos a cientos de metros de


distancia, y que oyen sonidos que otros no pueden
detectar. Se sienten orgullosos y justos, y se imaginan en
el camino de la transformación. La otra, la de los que se
dan cuentan, a pesar de toda la oración y disciplina, que
sus esfuerzos han sido infructuosos y que no pueden
hacerlo mejor. Estas personas están llenas de condenación
y desesperanza, y con el tiempo, o se retiran de la iglesia o
se acostumbran a una vida de simulación, esperando que
nadie vea a través de sus máscaras de perro.
En un sentido muy real, la Biblia es como ese libro de
perros. Describe algo que usted nunca podría ser,
demanda lo que usted no puede producir. Vimos en el
capítulo anterior que la ley fue dada a Israel para probar
esto mismo. A veces los cristianos entienden la imposibi-
lidad de guardar la ley del Antiguo Testamento, entonces
se vuelven y tratan de hacer las enseñanzas de Cristo del
Sermón del Monte. O leemos la famosa descripción de
Pablo del amor en 1 Corintios 13 durante una ceremonia de
bodas, y hacemos votos de vivir en consecuencia. Pero
estas escrituras describen una naturaleza totalmente dife-
rente, algo enteramente ajeno a nosotros; describen la
naturaleza y carácter del Señor Jesucristo. Si la huma-
nidad no puede extenderse más allá de sus propias habili-
dades para lograr cosas inherentes a la naturaleza del
perro, ¿cómo podríamos nosotros reproducir la naturaleza
de Jesucristo?
La única esperanza de experimentar lo que la Biblia
describe sería un milagro de gracia, por medio del cual la
vida real de Cristo fuera implantada y formada en el alma
del hombre. Si la naturaleza de Adán fuera de algún modo

105
No Yo, Sino Cristo

crucificada y eliminada, y nosotros fuéramos hechos partí-


cipes de Jesucristo mismo, entonces podríamos correcta-
mente esperar experimentar algo mucho más grande que
la naturaleza humana. Sin embargo, esta transformación
no sería un cambio de nosotros, sino un éxodo de nosotros
hacia algo completamente nuevo. No sería una versión
mejorada del hombre natural, sería una creación comple-
tamente nueva en Cristo, donde todas las cosas viejas han
pasado y todas han sido hechas nuevas. Esto es exacta-
mente lo que el Nuevo Testamento describe como lo que
Dios nos ofrece a través de la cruz de Cristo. Trataremos
esto con más detalle en el siguiente capítulo. Lo que
debemos entender por ahora es que el don de vida en Jesu-
cristo es inevitablemente mal entendido y abandonado si
no hemos perdido toda esperanza en el hombre natural.

La Lección de la Desesperación

En un sentido muy real, las palabras escritas de Dios


están divinamente destinadas a llevarnos a la desespera-
ción. Lo que prepara el camino del Señor en nuestros cora-
zones es la comprensión de nuestra insuficiencia y el reco-
nocimiento de nuestra nadedad espiritual. Este era el
corazón del mensaje de Juan el Bautista. Juan fue enviado
a Israel antes que el Mesías con este propósito explícito.
La única esperanza que tenía Israel de reconocer y recibir a
su Mesías, yacía en su disposición a aceptar la proclama de
Juan de que toda la carne era hierba.

Una voz clama: Preparen en el desierto camino


al Señor; allanen en la soledad calzada para

106
La Otredad de Cristo

nuestro Dios… Una voz dijo: Clama. Entonces


él respondió: “¿Qué he de clamar?” Que toda
carne es como la hierba, y todo su esplendor es
como la flor del campo. Se seca la hierba, se
marchita la flor. Cuando el aliento del Señor
sopla sobre ella; en verdad el pueblo es hierba. 7

Vemos aquí que el profeta Isaías describió al


precursor de Cristo, como aquel que proclamaría la
maldad y la oposición de Adán a Dios. Sólo cuando esta
proclama se vuelve dolorosamente real en nuestros cora-
zones, hay terreno en nosotros “para que la gloria del
Señor sea revelada.” 8 La mayor parte del tiempo el camino
del Señor es obstruido en nuestros corazones por los
lugares altos y caminos torcidos en los que todavía
tenemos expectativas de nuestra carne. Una vez más T.
Austin-Sparks dice esto muy bien:

¿No ha aprendido usted todavía la lección de la


desesperación? ¿Tiene el Espíritu Santo que
hacerlo desesperar otra vez? ¿Por qué no expe-
rimenta una buena desesperación de una vez
por todas? ¿Por qué desesperarlo de vez en
cuando? Solo porque usted todavía está
buscando algo en alguna parte, algún trapo de
bondad en usted para presentar delante de
Dios y que le agrade, que le satisfaga y que
responda a Sus requisitos. ¡Nunca lo encon -
trará!9

7 Isaías 40:3, 6-7


8 Isaías 40:5
9 T. Austin-Sparks, La escuela de Cristo, capítulo 1
107
No Yo, Sino Cristo

La Única Vida Aceptable

La idea de que el hombre puede ser como Dios, o de


que puede poseer o producir algo que sea aceptable para
Dios, nos ha seducido y engañado desde el mismo prin-
cipio. Se ha propagado a lo largo de todo el mundo, creado
miles de religiones, e incluso, ha infectado el cuerpo de
Cristo. En la iglesia nos complace dar nuestros talentos,
nuestro tiempo, nuestro dinero, siempre y cuando
sintamos que nuestra contribución es valorada y apre-
ciada. Estamos dispuestos a invertir nuestras vidas y hasta
a cambiarlas, pero hay algo dentro de nosotros que no
soporta oír que nuestra vida no es lo que Dios busca. Muy
pocos sermones de los domingos consideran la condena-
ción del hombre adámico descrita en el Nuevo Testa-
mento, o repiten las palabras de Jesús que demandan la
pérdida de nuestra vida para experimentar la vida que
Dios nos ofrece. Algo en lo profundo de nuestros cora-
zones clama: “¡Usted puede decirme que soy un pecador o
que debo trabajar duro para Dios, pero no me diga que he
sido crucificado con Cristo y que no tengo nada que ofrecer
salvo la medida de Cristo que es real en mi alma!”
A pesar de las fuertes opiniones en contra, Adán no se
puede arreglar. No puede ser remendado y regresado al
juego. Buscando terminar con todo debate al respecto,
Pablo compiló una lista de Escrituras de la ley, los profetas
y los salmos y con ellos expuso y enfáticamente condenó el
corazón del hombre adámico.

Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no


hay quien entienda, no hay quien busque a
Dios. Todos se han desviado, a una se hicieron
108
La Otredad de Cristo

inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni


siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta,
engañan de continuo con su lengua. Veneno de
serpientes hay bajo sus labios; llena esta su
boca de maldición y amargura. Sus pies son
veloces para derramar sangre. Destrucción y
miseria hay en sus caminos, y la senda de paz
no han conocido. No hay temor de Dios delante
de sus ojos.10

De una u otra manera, el hombre está tratando


siempre de evitar el juicio de la cruz al elaborar métodos de
reparación para Adán. Algunos insisten en que con la
disciplina apropiada Adán puede comportarse. Otros dan
cinco o siete claves para agradar a Dios y satisfacer Sus
expectativas. Hay cristianos que sugieren que un verda-
dero sentido de gratitud hacia Dios facultará las vidas de
obediencia y pureza, como si la gratitud tuviera el poder de
evitar que la carne se comporte como carne. Otros buscan
ser como Cristo al preguntarse qué haría Jesús en las
distintas situaciones que surgen a lo largo del día. Hay un
sin fin de ideas religiosas que, de una forma u otra, tratan
de agradar a Dios mientras eluden la cruz. Son populares,
pero son mentiras y producen fruto plástico. Sin embargo,
cuando permitimos que la luz de la perspectiva de Dios
brille en nuestros corazones, inequívocamente vemos que
nada de lo viejo puede pasar a lo nuevo. Nada de lo
primero se mezcla con lo segundo. Vivimos en un pacto
donde la única vida aceptable para Dios es la vida de Su
Hijo.

10 Romanos 3:10-18
109
No Yo, Sino Cristo

Inmediatamente después de la caída, Dios usó la


historia de Caín y Abel para ilustrar esto. Tanto Caín como
Abel trajeron una ofrenda al Señor. Caín, lo primero, trajo
lo mejor de la tierra, el fruto de su labor y Dios rechazó su
ofrenda. Abel, lo segundo, trajo la vida de un cordero, un
cuadro de Cristo, y él y su ofrenda fueron aceptados por
Dios. Muy a menudo nosotros somos como Caín, ofren-
damos al Señor lo mejor del hombre equivocado, lo mejor
de la tierra. Queremos que Él acepte la obra de nuestras
manos, el fruto de nuestros esfuerzos e ideas. Y justo como
a Caín, nos sorprende y nos ofende cuando lo mejor de la
carne no es lo que Dios desea.
Pablo escribe que “los que están en la carne no pueden
agradar a Dios,”11 porque “con la carne sirvo a la ley del
pecado.”12 Adán es como un árbol malo. Si usted tiene un
árbol en su jardín que consistentemente da malos frutos,
podar las ramas no resolverá su problema. Lanzar el fruto
podrido al patio de su vecino o pintar el fruto feo con
colores bonitos, no cambiará la naturaleza del árbol. El
fruto malo es un indicativo de una semilla mala. Jesús
describió este problema y señaló la única solución en una
de Sus parábolas.

Entonces Jesús les dijo esta parábola: “Cierto


hombre tenía una higuera plantada en su viña;
y fue a buscar fruto de ella y no lo halló. Y dijo
al viñador: Mira, hace tres años que vengo a
buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo.
Córtala. ¿Por qué ha de cansar la tierra? El

11 Romanos 8:8
12 Romanos 7:25
110
La Otredad de Cristo

viñador le respondió: Señor, déjala por este


año todavía, hasta que yo cave alrededor de
ella, y le eche abono, y si da fruto el año que
viene, bien; y si no, córtala.” 13

Aunque esta parábola fue dicha con referencia especí-


fica al Israel del antiguo pacto, las fallas e infidelidad de
ellos manifestaron la condición de toda la humanidad
caída. Para que Dios verdaderamente trate la infructuo-
sidad del hombre, tiene que poner el hacha a la raíz del
árbol. Cuando Jesús dijo esta parábola la cruz se acercaba
rápidamente, y con ella llegó el momento señalado por
Dios para tratar con el problema del hombre desde su
origen. Era hora de que Adán muriera.

La Ley Demanda Muerte

Aunque la resistimos en nuestros corazones y la


eludimos con nuestras teologías, Adán fue condenado por
la ley y sentenciado a muerte. Por esta razón Pablo se
refiere a la ley como un “ministerio de muerte” y describe
su propia experiencia diciendo: “Pues mediante la Ley yo
morí a la Ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo he sido
crucificado…”14 Para Pablo la ley era juez y parte. Ella
sentenció a muerte al hombre y la cruz de Cristo se
convirtió en el instrumento de su ejecución.
La ley exigía la muerte del hombre adámico, no la del
cuerpo natural. La distinción aquí es vital. El final de la

13 Lucas 13:6-9
14 Gálatas 2:19-20
111
No Yo, Sino Cristo

vida biológica no tiene nada que ver con la muerte de la


cruz, y es incapaz de darle fin a la naturaleza adámica. Los
creyentes con frecuencia hablan de la muerte física como si
esta fuera la gran transición del alma humana, la puerta
que conduce a la humanidad pecadora a la vida espiritual.
Pero el Nuevo Testamento desafía esta idea en cada
página. La muerte física finaliza la vida física y eso es todo
lo que hace. Es más, una persona podría morir mil muertes
físicas, y aún así seguir encontrando su alma ligada a la
naturaleza adámica. No obstante, existe otro tipo de
muerte que le ofrece al alma un verdadero éxodo de un
hombre a Otro. Esta gran muerte, la muerte de la cruz, era
una realidad y una experiencia para los apóstoles mucho
tiempo antes de que sus vasijas terrenales fueran ejecu-
tadas por los enemigos del evangelio.
Por lo tanto, la respuesta de Dios al problema de la
naturaleza adámica no fue la muerte física, ni otro diluvio,
eso habría afectado de nuevo sólo a los cuerpos humanos.
Esta vez el juicio que vino del cielo fue tanto una solución
permanente a la condición del alma del hombre, como una
perfecta manifestación de la justicia de Dios. La historia
de Noé y el diluvio es un tipo y una sombra, cuyo cumpli-
miento lo encontramos en la muerte de Cristo, donde tanto
el pecador como la naturaleza de pecado fueron elimi-
nados en un solo juicio poderoso. Tras lo que Jesús llamó
“el juicio del mundo,”15 una nueva creación comenzó a
levantarse de la tumba, dando inicio con el Primogénito de
entre los muertos.

15 Juan 12:31
112
Capítulo 8
La Cruz Como un Final

En uno de los cuadros más claros de la cruz en el Anti-


guo Testamento, Dios le mandó a Abraham que sacrificara
a su único hijo en holocausto. Por tres agonizantes días
Abraham caminó hacia la montaña que Dios había especi-
ficado, conociendo la terrible tarea que se levantaba ante
él. Su hijo Isaac entendía que ellos iban a ofrecer un sacri-
ficio al Señor, así que cuando emprendieron el ascenso de
la montaña sin el cordero del sacrificio preguntó: “Padre
mío…aquí están el fuego y la leña…pero ¿dónde está el cor-
dero para el holocausto?”1 Y con una respuesta, sin ningu-
na duda inspirada por el Espíritu y rebosante de verdad,
Abraham dijo: “Dios proveerá para sí el cordero para el ho-
locausto, hijo mío.”2
Dudo mucho que Abraham haya entendido el signifi-
cado completo de su respuesta a Isaac, pero siglos después,
cuando esta historia fue cumplida por el verdadero Hijo y
Cordero de Dios, las palabras de Abraham probaron ser

1 Génesis 22:7
2 Génesis 22:8
113
No Yo, Sino Cristo

increíblemente providenciales. Cuanto más compren-


demos la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, más
nos damos cuenta de que verdaderamente, sólo Dios podía
haber provisto un sacrificio que lograra tanto. Para el
incrédulo la cruz es locura, para muchos cristianos es un
poco más que un medio para el perdón de pecados, pero
para un hombre como el apóstol Pablo, cuyos ojos habían
sido abiertos, la cruz era tanto la sabiduría como el poder
de Dios. En la cruz Pablo veía una puerta cerrada de golpe
en el mundo adámico, y los cielos abiertos mediante un
camino nuevo y vivo. Veía la justicia de Dios revelada y a
todos Sus enemigos vencidos. Veía la siembra de una
Semilla espiritual y los primeros frutos de una cosecha
eterna. Veía estas cosas y muchas más, y por eso se
propuso “no saber…cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado.”3

Una Mayor Visión de la Cruz

¿Qué tan bien conocemos nosotros la cruz de Cristo?


¿Es tan real para nosotros como lo era para Pablo y para
los otros apóstoles? La mayoría de los cristianos está bien
familiarizada con la historia de la muerte y resurrección de
Cristo, pero hay una gran diferencia entre el conocimiento
de la crucifixión y la verdadera comprensión de la cruz.
La crucifixión de Jesucristo es un evento que tomó
lugar hace dos mil años. Es el más importante evento de la
historia de la humanidad, pero sigue siendo un evento que
sucedió en el tiempo y en el espacio. Jesús fue entregado a

3 1 Corintios 2:2, RVR1960


114
La Cruz Como un Final

los líderes religiosos de Israel, golpeado y acusado falsa-


mente, y luego sentenciado a morir en la cruz romana. Esa
es la crucifixión. Sin embargo, cuando los apóstoles fueron
enviados por el Señor a predicar la cruz, el evangelio que
predicaron era mucho más que una proclama de esos
eventos históricos. Para los apóstoles la cruz era una
realidad presente, continua y eterna establecida a través de
la muerte y resurrección de Cristo. En sus cartas a las igle-
sias, la cruz es presentada como una obra consumada de
Dios y como una experiencia perpetua en el creyente. Es
un juicio consumado y una realidad atemporal, que
requiere ser revelada y hecha real en los corazones de
todos los cristianos de todas las edades. Para aprender
acerca de la historia de la crucifixión, la iglesia debe mirar
las páginas de la historia. Pero nosotros podemos mirar al
Espíritu de Dios hoy y siempre para aprender y experi-
mentar el poder de la cruz.
Tal vez la mayor necesidad en la iglesia de hoy sea una
mayor visión y experiencia de la cruz de Jesucristo. Si
fuera alguien que encuesta creyentes cristianos y les
preguntara qué llevó a cabo Dios en la cruz, un gran
porcentaje mencionaría únicamente el perdón de pecados.
Eso es un problema. Aunque el perdón es sin duda un
importante aspecto de la salvación, de ninguna manera es
la plenitud de lo que Dios realizó en la cruz. Es más, en sí
mismo el perdón no resuelve nada del verdadero problema
del hombre. Un Adán perdonado sigue siendo Adán, y de
muchas maneras el ministerio terrenal de Jesús demostró
este hecho. Jesús caminó por las ciudades de Israel perdo-
nando pecados, pero la gente continuaba transgrediendo
los mandamientos de Dios. Echó fuera incontables demo-

115
No Yo, Sino Cristo

nios, pero los mismos espíritus regresaban con siete más y


de nuevo encontraban que el hombre natural era un hogar
perfectamente adecuado. Jesús sanó muchas enferme-
dades, pero los cuerpos seguían envejeciendo y muriendo.
Milagrosamente alimentó multitudes, pero el hambre
regresaba al día siguiente. Él les habló palabras de Dios a
las pululantes multitudes, y al mismo tiempo lamentaba el
hecho de que ellos ni entendían ni obedecían. Si Jesús fue
enviado para arreglar al hombre natural, Su misión fue un
fracaso. Pero Él no vino a arreglar a Adán; vino “a quitar
lo primero y establecer lo segundo.”4
El hombre natural gobernado por el pecado y obsesio-
nado con el yo, era un árbol que nunca llevaría fruto. El
mero perdón de la infructuosidad del hombre no era la
solución de Dios. El hombre necesitaba un remedio que
abordara más que los síntomas de la enfermedad adámica.
Necesitaba libertad de lo que era, no sólo de lo que hacía, y
la cruz de Cristo era el instrumento predestinado para
llevar a cabo exactamente eso. En la muerte, sepultura y
resurrección de Jesucristo, Dios taló un árbol y plantó
otro, juzgando al ofensor junto con las ofensas.
Para mostrarles a los discípulos un ejemplo más de lo
que lograría la cruz, Jesús se acercó a una higuera y buscó
en ella algo de comer. Cuando lo único que encontró
fueron hojas, maldijo la higuera diciendo: “Nunca jamás
coma nadie fruto de ti,” 5 e inmediatamente la higuera
empezó a secarse de las raíces hacia arriba. En el momento
de este milagro los discípulos no entendieron su signifi-
cado, pero después de la resurrección sin duda se dieron

4 Hebreos 10:9
5 Marcos 11:14
116
La Cruz Como un Final

cuenta de lo que el Señor les había mostrado. Adán es un


árbol infructuoso y sólo perdón no es la respuesta. Este
género debe ser crucificado con Cristo en su totalidad,
para que el alma humana pueda ser injertada en un árbol
enteramente diferente.
La mayor parte de mi vida como cristiano no entendí
estas cosas. Había aprendido que una vez que mis pecados
fueron perdonados, mi responsabilidad era producir fruto
aceptable para Dios. Sabía que el Espíritu Santo estaba ahí
para instruir y convencer, pero yo creía que alcanzar la
madurez cristiana sería en gran parte el resultado de dedi-
cación y disciplina personal. Como mencioné en capítulos
anteriores, estas creencias junto con mi celo religioso les
dio inicio a años de lucha para ser como Cristo. Durante
ese tiempo yo estaba muy agradecido por haber sido
perdonado y estaba encantado de ser cristiano, pero
luchaba continuamente con la comprensión de que incluso
mis esfuerzos más diligentes sólo estaban produciendo una
medida de cambio externo, y que interiormente estaba
cambiando muy poco o nada. Como tantos otros a mi alre-
dedor, me volví muy hábil en limpiar el exterior del vaso,
pero con el tiempo la verdadera condición de mi corazón
se hizo más evidente y más desconcertante.
Retrospectivamente, ahora entiendo la razón de mi
frustración. Tratar de ser como Cristo es como tratar de
sostener una bola de playa debajo del agua. Por un
momento parece que es posible, pero tarde o temprano,
debido a la naturaleza misma del agua, del aire y de las
leyes que gobierna esa relación, la bola se disparará hacia
arriba adonde pertenece naturalmente. En otras palabras,
durante mis años de celo equivocado y disciplina humana,

117
No Yo, Sino Cristo

estuve luchando contra mi propia naturaleza. Estuve


tratando de vencer la naturaleza adámica con la fuerza del
hombre adámico. Y por supuesto que fallé.
Por varios años estuve muy preocupado por mi
comportamiento externo, debido a que pensaba que ese
era mi problema principal. Con ayuno, oración, reglas
auto-impuestas, disciplinas espirituales, traté de controlar
los actos y deseos de mi carne. De algún modo nunca noté,
o tal vez nunca pude entender, la clara exhortación de
Pablo a los colosenses.

Si ustedes han muerto con Cristo a los princi-


pios elementales del mundo, ¿por qué, como si
aún vivieran en el mundo, se someten a
preceptos tales como: no manipules, no gustes,
no toques (todos los cuales se refieren a cosas
destinadas a perecer con el uso), según los
preceptos y enseñanzas de los hombres? Tales
cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabi-
duría en una religión humana, en la humilla-
ción de sí mismo y en el trato severo del cuerpo,
pero carecen de valor alguno contra los
apetitos de la carne.6

Con el paso del tiempo y frustración amasada,


comencé a reconocer que el problema era peor de lo que
había imaginado. Llegué a entender que el pecado era una
naturaleza que gobernaba desde el interior, y que mis
actos y mis deseos eran, simplemente, sus frutos visibles.
Yo quería una salida, pero yo había nacido de la semilla de

6 Colosenses 2:20-24
118
La Cruz Como un Final

Adán y sólo había conocido su género. ¿Cómo podría


encontrar yo libertad de mí mismo? Fue entonces que en
mi confusión y desesperación, humillé mi corazón y le
permití al Señor que agrandara mi visión de la cruz de
Cristo. Por primera vez vi una solución en la cruz que era
mucho más amplia que el perdón de pecados. Yo había
entrado a Adán mediante el nacimiento, y la cruz me
ofrecía una salida a través de la muerte.

Nuestra Muerte en la Cruz

Todavía me sorprende que después de años de estu-


diar y enseñar la Biblia, de algún modo me las hubiera
ingeniado para pasar por alto muchos versículos del Nuevo
Testamento que claramente describen nuestra muerte con
Cristo en la cruz. No cabe duda de que mucha de mi
ceguera se debía al hecho de que mi carne no quería tener
algo que ver con una cruz que requería el final de lo que yo
llamaba vida. Si se le da la opción, el hombre natural
siempre preferirá un evangelio más amigable con Adán.
Pero junto con eso, yo también llegué a darme cuenta de
que la iglesia raramente presenta la cruz como la crucifi-
xión del creyente. Parece que esto es especialmente cierto
cuando evangelizamos o les enseñamos a los nuevos cris-
tianos.
Recuerdo que cuando yo tenía nueve años, durante
mis vacaciones de verano de la escuela, pasé una semana
en un campamento cristiano. Una noche, justo antes de
irnos a acostar, todos los jóvenes campistas nos reunimos
alrededor de una gran fogata, mientras uno de los líderes
empezó a explicarnos el evangelio usando la siguiente
119
No Yo, Sino Cristo

historia. Dijo: “Imagine que usted está arrodillado en


medio de una carretera, amarrando afanosamente uno de
sus zapatos, completamente inconsciente de que un
enorme bus viene disparado hacia usted a gran velocidad.
En ese mismo momento, Jesús está a un lado de la carre-
tera mirando con horror lo que inevitablemente está a
punto de ocurrir; usted está a punto de ser aplastado. Está
claro que el chofer del bus no lo ha visto, y por la velocidad
con la que el bus se está moviendo, usted tiene sólo unos
diez segundos antes de que todo haya terminado.
Entonces, repentinamente y movido por la compasión,
Jesús abandona Su propia seguridad y con lágrimas
corriendo por Su rostro, se precipita al centro de la carre-
tera, lo empuja fuera de peligro y es aplastado por el bus
en su lugar. ¡Eso fue lo que Cristo hizo por usted en la
cruz!”
Esta es una conmovedora historia, que ciertamente
invoca sentimientos de gratitud por el sacrificio de Cristo y
de endeudamiento por Su amor. Sin embargo, el cuadro
pintado por medio de esta historia está totalmente equivo-
cado. En realidad, la verdad es mucho más grande que lo
que relata esta historia, pero no la hace una historia tan
agradable como para contar alrededor de una fogata en un
campamento para chicos. Si tuviéramos que cambiar la
historia para que refleje la verdad del evangelio, tendría
que ser contada así: “Imagine que Jesús es el que está en
medio de la carretera a punto de ser aplastado por el bus
que se aproxima. Usted está de pie a un lado de la carre-
tera, fuera de peligro y viendo cómo se desarrollan las
cosas desde una distancia segura. De repente, con la
compasión en Sus ojos, Jesús corre hacia usted, lo coge, lo

120
La Cruz Como un Final

lleva con Él de regreso al centro de la calle y lo sostiene


firmemente hasta que el bus los golpea y los aplasta a
ambos. Luego, Jesús milagrosamente se levanta de entre
los muertos, se pone de pie al lado de su cuerpo sin vida y
le dice: ¡Ahora, si tú quieres vivir, Yo seré tu resurrección y
tu vida!”
Sé que esta versión de la historia no es tan emocional-
mente atractiva, pero ilustra lo que el Nuevo Testamento
declara que es el punto de partida de todo entendimiento
espiritual: A menos que usted muera con Él, no puede vivir
con Él. A menos que usted conozca la muerte de Cristo
como el final de todo lo que usted ha sido y conocido en
Adán, nunca experimentará verdaderamente a Cristo
como la verdadera vida que hace todas las cosas nuevas.
Una vez que esta realidad empieza a vivir en nuestros
corazones, nos damos cuenta de que la Biblia está literal-
mente llena de descripciones de nuestra inclusión en la
muerte de Cristo. Incluso las historias más conocidas del
Antiguo Testamento, de pronto señalan esto mismo. En la
historia del Éxodo, por ejemplo, Israel no permaneció
impasible mientras Dios mataba el cordero y luego
golpeaba a los primogénitos de Egipto. Dios le dijo a Israel
que matara el cordero, pintara los dinteles de las puertas
con la sangre, entraran por la puerta ensangrentada y se
comieran el cordero muerto en su totalidad. Dios
demostró mediante varios cuadros muy claros, que la
muerte del cordero tenía que ser una experiencia para todo
Su pueblo.
En el Nuevo Testamento encontramos la verdad de
nuestra muerte con Cristo claramente declarada en todos
los evangelios y repetidamente afirmada en las epístolas.

121
No Yo, Sino Cristo

En numerosas ocasiones Jesús hizo declaraciones como:


“Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el
que pierda su vida por causa de Mí, la hallará.” 7 Y cuando
estaba a unos días de ser crucificado, Jesús dijo: “Ya está
aquí el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este
mundo será echado fuera. Pero Yo, si soy levantado de la
tierra, atraeré a todos a Mí mismo.” 8 ¿A qué se refería
Jesús cuando habló de ser levantado y de atraer a todos los
hombres a Sí mismo? Juan nos responde la pregunta en el
siguiente versículo: “Pero Él decía esto para indicar la clase
de muerte que iba a morir.”9 Aunque Cristo sería levan-
tado en la cruz solo, Él sabía muy bien que estaba a punto
de ser crucificado y sepultado mucho más que Su cuerpo
natural. Este increíble sacrificio provisto por Dios, sería el
juicio de todo el mundo adámico. En palabras de Pablo:
“…Uno murió por todos, y por consiguiente, todos
murieron.”10
Tal como leemos a través de las cartas de los após-
toles, la verdad de nuestra muerte con Cristo, es el único
fundamento sobre el que nosotros podemos llegar a expe-
rimentar la vida espiritual y la verdadera libertad del
pecado y de la muerte. Pablo le pregunta a los creyentes
romanos:

¿O no saben ustedes que todos los que hemos


sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en Su muerte? Por tanto, hemos

7 Mateo 16:25. También ver Mateo 10:39; Marcos 8:35; Lucas 9:24,
14:26, 17:33; Juan 12:25
8 Juan 12:31-32
9 Juan 12:33
10 2 Corintios 5:14
122
La Cruz Como un Final

sido sepultados con El por medio del bautismo


para muerte, a fin de que como Cristo resucitó
de entre los muertos por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en novedad de vida.
Porque si hemos sido unidos a Cristo en la
semejanza de Su muerte, ciertamente lo
seremos también en la semejanza de Su resu-
rrección.11

Antes de que la cruz sea algo más, es primero el


rechazo y el juicio del hombre adámico. Es un final antes
de que pueda ser un comienzo. Caminar en la novedad de
la vida de Cristo es resultado del bautismo en Su muerte.
Note cuán claro es el lenguaje de Pablo en los siguientes
versículos: “…ustedes han muerto con Cristo a los princi-
pios elementales del mundo.” 12 “Porque ustedes han
muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios.”13
“Porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado.”14
“Pero ahora hemos quedado libres de la Ley, habiendo
muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la
novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.”15
“Que si morimos con Él, también viviremos con Él.” 16 Y
probablemente la declaración más clara de todas sea: “Con
Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino
que Cristo vive en mí.”17

11 Romanos 6:3-5
12 Colosenses 2:20
13 Colosenses 3:3
14 Romanos 6:7
15 Romanos 7:6
16 2 Timoteo 2:11
17 Gálatas 2:20
123
No Yo, Sino Cristo

Estos no son textos oscuros tomados fuera de


contexto, son Escrituras comunes y fundamentales que de
algún modo hemos ignorado. Y aunque los cristianos
pueden reclamar que la enseñanza equivocada es la razón
primordial de nuestra ignorancia, hay una razón mayor y
más profunda por la que no hemos vuelto nuestra atención
a estos versículos. La razón es simple: La naturaleza
adámica desprecia la verdad de la cruz, porque ella
demanda su muerte. De muchas maneras, y con frecuencia
sin darnos cuenta, nos escondemos de la cruz porque ella
rechaza lo que somos y lo que pensamos que tenemos para
ofrecer. La cruz no hace diferencia entre lo peor y lo mejor
del hombre adámico, simplemente pide su muerte. Como
la espada del rey David en el reino de Israel, la cruz no deja
que nada que respire quede vivo.
En la iglesia los sermones y las teologías que tratan
con la cruz son apreciados en tanto permanezcan como
conceptos y doctrinas que realmente no tocan las cosas
que nosotros llamamos vida. Decoramos nuestras iglesias
y nuestras casas con cruces, pero en nuestros corazones el
significado de ese símbolo es la idea de que Jesús murió
para que nosotros no tuviéramos que hacerlo. No elimi-
namos la cruz de la Biblia, pero fácilmente malinterpre-
tamos su significado y minimizamos su logro. El verda-
dero evangelio de la cruz, nuestra muerte con Cristo
seguida por Su vida resucitada en nosotros, es un evan-
gelio que Adán evita con toda su fuerza y astucia.

El Mayor Malentendido en la Iglesia

Aunque es extremadamente común y ampliamente


124
LaLa
Cruz
Cruz
Como
Como
unun
Final
Final

aceptado, es probable que el mayor malentendido en la


iglesia de hoy sea la idea de que Cristo murió en lugar de
nosotros. Si bien hay verdad en esa declaración cuando es
entendida apropiadamente, la mayoría de los creyentes
oyen palabras como estas e imaginan que Cristo enfrentó el
juicio y la muerte de la cruz para que nosotros no tuvié-
ramos que hacerlo. Nada puede estar más lejos de la
verdad. Cristo no murió para que Adán pudiera continuar
viviendo. Él no sufrió el juicio de Dios para salvar la carne
de la ira. La verdad es exactamente lo opuesto. La muerte
de Cristo en la cruz fue el juicio del mundo, el ajuste de
cuentas perfecto de Dios con todas las cosas que habían
quedado cortas de Su gloria. Nuestra salvación comienza
con el bautismo en la muerte de Cristo, donde encaramos
la condenación del viejo hombre junto con sus obras. Todo
lo que nosotros somos por naturaleza enfrenta el juicio de
Dios en el cuerpo de Jesucristo. Esta es la puerta de la
salvación. La grandeza del don de Dios para nosotros es
que un hombre es quitado en la muerte de Cristo y otro
Hombre es ofrecido en la resurrección de Cristo. Primero
se nos concede una muerte que no podíamos morir, luego
se nos ofrece una vida que no podríamos vivir. Esta es la
gracia de Dios y el gran triunfo de la cruz.
A menudo no logramos comprender que si Cristo
murió en lugar de nosotros, entonces nosotros hemos sido
dejados para que vivamos nuestras propias vidas para
Dios. ¿Qué hay de malo en esto? ¡Que esta es exactamente
la condición de imposibilidad que Cristo vino a tratar! Si
nosotros estamos viviendo nuestras vidas para Dios,
entonces todavía estamos en la carne, aún estamos bajo la
ley y aún somos esclavos del pecado y de la muerte. Por
125
No Yo, Sino Cristo

este malentendido es que los cristianos pasan sus vidas


tratando de copiar el comportamiento de Cristo, y
luchando desesperadamente por alcanzar una mejor
versión de sí mismos. Escribimos libros y enseñamos
desde los púlpitos cómo comportarnos como buenos cris-
tianos. Enseñamos métodos de oración que supuesta-
mente empoderan la carne para cambiar y obedecer. Al
creer que Adán debe vivir para Dios, nos dedicamos a lo
imposible, a tratar de arreglar lo que Dios ya condenado,
mientras esperamos algo que ya ha venido.
Cuando Jesús les prometió a los creyentes vida eterna,
no estaba hablando de alargar nuestra vida. La vida eterna
no es una extensión indefinida de los días de Adán, es la
vida de Cristo dada al alma humana. Es cierto que esta
vida nunca termina, pero nosotros necesitamos entender
que la vida eterna es un género diferente de vida y que
nosotros la recibimos al costo de la nuestra. No podemos
recibir vida eterna sin perder la vida que hemos conocido.
Estas son palabras fuertes, pero no son mías. Son las pala-
bras de Jesús y las de los apóstoles a lo largo de Nuevo
Testamento.

126
Capítulo 9
La Cruz Como un Comienzo

Vemos el juicio de Adán pintado en los tipos y


sombras del Antiguo Testamento, anunciado por el mismo
Jesús, y luego proclamado como una realidad y una expe-
riencia en los escritos de los apóstoles. Pero, ¿qué significa
todo esto? ¿Qué significa para nosotros ser crucificados
con Cristo, bautizados en la muerte, muertos al pecado?
Hemos discutido la naturaleza de Adán y reconocido que la
justa ley de Dios demanda su muerte. Pero, ¿qué sucedió
en realidad en la cruz? ¿Qué cambió? El mundo parece
continuar como siempre. Jesús habló de la cruz como “el
juicio de este mundo,”1 pero la humanidad sigue creyendo
la mentira y continúa manifestando la naturaleza de
pecado.
Estas preguntas son importantes y para responderlas
se necesita comenzar con el entendimiento de la palabra
juicio. Cuando la Biblia habla del juicio de Adán en la cruz,
no está describiendo un final físico de la humanidad
adámica, ni la destrucción del mundo natural. Aunque
nosotros a menudo usamos las palabras juicio y castigo de
1 Juan 12:31
127
No Yo, Sino Cristo

manera sinónima, hay diferencia entre ellas. Cuando


alguien está en un tribunal por un crimen, primero se debe
hacer un juicio. El juicio es la decisión que separa la
verdad de la mentira, distingue lo correcto de lo incorrecto,
lo legal de lo ilegal, y luego pronuncia culpabilidad o
inocencia. En otras palabras, el juicio tiene que ver con la
división o fallo entre dos cosas. La persona es juzgada
primero, y hasta después es sentenciada o castigada. El
castigo es lo que se les asigna a los que son juzgados culpa -
bles de un crimen. Por la tanto, el juicio es la división, y el
castigo la pena por la fechoría. La diferencia es impor-
tante.
Dios estableció una gran división en la cruz. Por siglos
mantuvo una relación de pacto con la semilla física de
Abraham en la tierra natural de Israel, todo como cuadro
de las cosas espirituales que estaban por venir. Él requirió
sacrificios y ofrendas que apuntaban a Cristo. Estableció
un Sumo Sacerdote que representaba a Cristo. Demandó
por la ley una justicia que testificaba de la naturaleza de
Cristo. Por siglos Él se involucró con el pueblo pecador y
con ceremonias figurativas que constaban de cosas tempo-
rales y lugares naturales. Pero en la cruz todo llegó a un
alto. Con un único y perfecto sacrificio, Dios simultánea-
mente “reveló Su ira contra toda impiedad e injusticia de
los hombres,”2 y apartó de Sí mismo todo lo que había
quedado corto de la gloria de Dios. Con la cruz Él concluyó
el pacto de sombras con el hombre adámico y comenzó un
nuevo pacto con un nuevo hombre. Finalizó la edad de los
tipos y figuras naturales, promesas y profecías, y comenzó
un nuevo día en el que podría ser conocido y adorado en

2 Romanos 1:18
128
La Cruz Como un Comienzo

espíritu y verdad. Jesús le dijo a la mujer samaritana en el


pozo:

La hora viene, y ahora es, cuando los verda-


deros adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad; porque ciertamente a los
tales el Padre busca que Lo adoren. Dios es
espíritu, y los que Lo adoran deben adorar en
espíritu y en verdad.3

La cruz finalizó y juzgó lo viejo, y luego comenzó lo nuevo;


cumplió las sombras y marcó el comienzo de la edad eterna
de la sustancia espiritual. Lo primero fue separado de lo
segundo, la carne fue separada del espíritu y Adán fue
separado para siempre de Dios. Después de la obra de
Cristo en la cruz, Dios sólo tiene una sola cosa que decirle a
toda la raza adámica: “Si tú quieres ver el reino de Dios,
tienes que nacer de nuevo.”4
Dios no tuvo que destruir el planeta o matar los
cuerpos humanos para juzgar el mundo. La cruz que
separó para siempre lo vivo de lo muerto, fue mucho más
devastadora y fulminante que el fuego y el azufre que
destruyó Sodoma y Gomorra, o que otro diluvio universal.
La obra de la cruz declaró que solo un Hombre vive para
Dios y que todos los demás están “muertos en delitos y
pecados.”5 Desde ese momento, cualquier alma humana
que desee vivir tendrá que ser vivificada y levantada en el
resucitado Hijo de Dios. ¡Esa es la grandeza de nuestra

3 Juan 4:21-24
4 Paráfrasis de Juan 3:3
5 Efesios 2:1
129
No Yo, Sino Cristo

salvación! Dios dio a Su Hijo como un final y como un


comienzo, como nuestra muerte y como nuestra resurrec-
ción de entre los muertos.
Es cierto que después de la cruz el hombre adámico
sigue viviendo y llenando la tierra del incremento de su
género, pero Dios ya no tiene relación con ese hombre. La
cruz permanece para siempre como una frontera fija entre
lo primero y lo segundo, lo viejo y lo nuevo, y Dios ya no se
relaciona más con hombres naturales, ni con pactos natu-
rales. Ya no se involucra más con símbolos físicos, ni con
ceremonias y lugares que eran meras representaciones de
aspectos de Cristo y Su obra. Dios ahora se relaciona
exclusivamente con Su Hijo resucitado y con todos los que
comparten Su vida. Él ha rechazado a Adán y aceptado a
otro Hombre, y nosotros somos “aceptos en el Amado.” 6 La
realidad de esta nueva relación es el centro del siguiente
capítulo, pero por ahora debemos entender qué cambió en
la cruz desde el punto de vista de Dios. Adán no cambió,
pero la relación de Dios con Adán terminó abruptamente
cuando Jesús clamó: “Consumado es.” 7 Adán no fue repa-
rado, fue incorporado al sacrificio de Jesucristo y dese-
chado por Dios. En un perfecto juicio, Dios ejecutó Su ira,
vindicó Su justicia y separó de Sí 8 todas las cosas que no
han nacido de Su Espíritu.

6 Efesios 1:6; RVR1960


7 Juan 19:30
8 Al decir esto no estoy negando la realidad de que el Espíritu de
Dios todavía está presente en el mundo, acercando e invitando
siempre a los hombres y a las mujeres naturales a encontrar la
vida en Cristo. Tampoco estoy sugiriendo que Dios no toca el
mundo con milagros o que no interviene en cosas naturales. Sin
embargo, lo que sí estoy diciendo es que Dios no tiene un pacto
de relación con Adán o con su mundo natural.
130
La Cruz Como un Comienzo

Un Plan Desde el Principio

Si el Espíritu de Dios lograra lo que Él quiere en nues-


tros corazones, empezaríamos a ver y experimentar la cruz
de Cristo como un enorme abismo que separa a Cristo de
todo lo que es diferente de Cristo. La cruz es una espada
que corta entre dos hombres. Watchman Nee escribe:
“Nosotros morimos en Él como el último Adán y vivimos
en Él como el segundo Hombre. La cruz es, pues, el pode-
roso acto de Dios que nos traslada de Adán a Cristo.” 9 La
cruz también divide entre dos creaciones. La primera crea-
ción fue hecha para la habitación e incremento del primer
hombre, Adán. Como hemos visto, este hombre y la crea-
ción testificaban de otra por venir. La nueva creación de la
que habla la Biblia no es otro planeta físico, sino un nuevo
pueblo creado a través de la resurrección de Jesucristo
para la habitación e incremento del segundo Hombre.
Habiendo sido unidos a Cristo por fe y resucitados con Él
de entre los muertos, ahora estamos siendo “juntamente
edificados para morada de Dios en el Espíritu.” 10 Somos el
nuevo templo para Su gloria, un cuerpo para Su expresión,
un reino para Su incremento. Como partícipes de Él,
estamos muertos con Él a todas las cosas de lo primero, y
vivos en Él para todas las cosas de lo segundo. Pablo
explica en su segunda carta a los corintios: “De modo que
si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas
pasaron, ahora han sido hechas nuevas.” 11
9 Traducido de Watchman Nee, The Normal Christian Life,
(Tyndale House Publishers, Inc.; Reprinted edition August 1,
2008)
10 Efesios 2:22
11 2 Corintios 5:17
131
No Yo, Sino Cristo

Parte del plan eterno de Dios era que el ámbito


natural prefigurara y anticipara el cumplimiento espiri-
tual. Dios primero estableció el patrón o testimonio
natural, y luego cumplió el patrón en Su Hijo. Hablando
del cuerpo corporativo de Adán y del cuerpo corporativo
de Cristo, Pablo les escribió a los corintios:

Así también está escrito: “El primer hombre,


Adán, fue hecho alma viviente. El último Adán,
espíritu que da vida.” Sin embargo, el espiri-
tual no es primero, sino el natural; luego el
espiritual. El primer hombre es de la tierra,
terrenal, el segundo hombre es del cielo. Como
es el terrenal, así son también los que son terre-
nales; y como es el celestial, así son también los
que son celestiales. Y tal como hemos traído la
imagen del terrenal, traeremos también la
imagen del celestial.12

En el corazón de Dios, la cruz siempre ha sido mucho


más que una solución a los problemas creados por el
pecado. Incluso antes de que Adán y Eva creyeran la
mentira de Satanás y comieran del fruto prohibido, el plan
eterno de Dios involucraba quitar lo primero y establecer

12 1 Corintios 15:45-49. A pesar de algunas interpretaciones com-


unes, este capítulo no se ocupa de cuerpos resucitados indivi-
duales. La palabra cuerpo es singular en todo el capítulo, y el
tema de Pablo es consistentemente los dos hombres corporativos,
Adán y Cristo. El cuerpo corporativo de Adán fue sembrado en la
muerte a través de la crucifixión y sepultura de Jesucristo. El
cuerpo corporativo de Cristo fue resucitado con mucha mayor
gloria. En Adán hemos llevado la imagen de la primera cabeza
corporativa. Ahora, después de haber sido vivificados en Cristo,
debemos llevar la imagen del Segundo.
132
La Cruz Como un Comienzo

lo segundo. Sin duda alguna, el pecado es tratado por la


cruz y es maravilloso, pero Dios siempre había querido
algo mucho más grande que una creación natural sin
pecado. Un mundo sin pecado seguiría siendo un testi -
monio físico, temporal y externo de Su verdadero propó-
sito espiritual. Nosotros tenemos que entender que el
hombre natural y la creación quedaron cortos de la inten-
ción final de Dios, aún antes de que el pecado entrara en
escena.
La siguiente analogía puede ayudar a ilustrar. Si
usted fuera un soldado en la Primera Guerra Mundial y
hubiera estado separado de su esposa por un año, sin
ninguna duda, estaría encantado si una foto de ella llegara
inesperadamente por correo. Probablemente la llevaría
con usted adondequiera que fuera, y la miraría fijamente
tan a menudo como pudiera y por el tiempo que hubiera,
hasta que la presencia real de ella sustituyera la fotografía.
En ausencia de su esposa la foto sería una gran bendición,
pero sin importar cuán fidedigna fuera, su corazón todavía
anhelaría a la persona real. Ahora imagine que una noche,
mientras usted duerme, un insensible bromista de su
pelotón pensó que sería divertido coger la foto de su
esposa y dibujarle un bigote, barba y cejas tupidas en la
cara. Cuando usted se despierta alcanza la foto como
siempre y ve que ha sido arruinada. Tristeza y rabia llenan
su corazón porque la imagen de su amada esposa ha sido
permanentemente desfigurada. La foto ya no representa
con precisión a aquella que su corazón anhela ver.
Esta historia demuestra de cierta manera lo que
hemos estado tratando de describir. Tanto la creación
natural como los tratos de Dios con los descendientes

133
No Yo, Sino Cristo

naturales de Abraham, eran cuadros multifacéticos de Su


propósito eterno en Cristo. Ya hemos hablado de la
variedad de formas en que el primer hombre, la primera
creación y el primer pacto funcionaban como una copia y
testimonio del segundo hombre, de la segunda creación y
del segundo pacto, y de que el Nuevo Testamento está
lleno de claras afirmaciones de esta realidad.13 Nosotros
entendemos que el pecado entró pronto en el mundo a
través de Adán, pero también tenemos que darnos cuenta
de que el pecado no cambió el propósito o deseo de Dios.
No alteró el plan de Dios de un día sustituir la sombra con
la sustancia, de cambiar la foto por la persona. La
presencia del pecado en el mundo fue como dibujar bigote
y barba en la hermosa fotografía del eterno propósito de
Dios en Cristo. El pecado arruinó la imagen de lo que
dicha imagen estaba destinada a reflejar, pero en última
instancia no cambió lo que Dios quería o lo que iba a
hacer. Incluso, si el cuadro creado hubiera permanecido
perfecto, seguiría siendo sólo un cuadro o un testimonio.
En nuestra analogía, con o sin bigote y barba, el corazón
del soldado anhelaba el día de hacer a un lado la foto y
abrazar a su esposa.
Es lo mismo con el propósito de Dios en Cristo. Con
o sin el pecado en el mundo natural, el plan eterno de Dios
involucraba quitar las sombras, el velo, y los testimonios
corruptibles y establecer en un pueblo la sustancia espiri-
tual y eterna. Pablo dijo, “La carne y la sangre no pueden
heredar el reino de Dios.”14 Dios en ningún momento se

13 Ver por ejemplo: Juan 5:39; Lucas 24:27; Gálatas 4:21-31; Colo-
senses 2:16-17; Hebreos 8:5; 9:23; 10:1
14 1 Corintios 15:50
134
La Cruz Como un Comienzo

mostró satisfecho con la sangre de toros y machos cabríos.


Nunca se complació con las obras de la carne, circuncisión
natural, templos físicos o reinos terrenales. Todos eran
cuadros, cuadros que la humanidad estaba constantemen-
te desfigurando. Pero desfigurados o no, Dios quería más
que un modelo, deseaba entrar a la casa. La Biblia habla
de Cristo como el “Cordero que fue inmolado desde el
principio del mundo,”15 porque la cruz siempre ha sido el
medio por el cual Dios lleva a cabo Su propósito eterno. La
cruz no es el plan B, no es la reacción de Dios a la rebelión
del hombre. En el corazón del Señor, la cruz siempre ha
representado el final de las sombras naturales, el amane-
cer del cumplimiento espiritual y la división eterna que
permanece entre ambos.
Una vez que comenzamos a ver esta realidad, nos
damos cuenta que Dios, desde el mismo principio, ha
estado diciendo y repitiendo la historia de lo primero y lo
segundo. Que el primer hombre, la primera creación y el
primer pacto son rechazados, y el segundo Hombre, crea-
ción y pacto son aceptados. Ya vimos esta realidad en la
historia de Caín y Abel. Más adelante en Génesis, vemos
que Ismael, el primer hijo de Abraham, fue cortado de la
casa de su padre, y que Isaac fue establecido como el
verdadero y único hijo de la promesa. Poco después, Esaú,
el primero, desperdició su primogenitura y perdió su
herencia. Jacob, el segundo, se convirtió en el receptor de
ambas. Con respecto a las dos esposas de Jacob, Lea era la
primera hija de Labán, pero el corazón de Jacob siempre
estuvo puesto en Raquel, la segunda hija. Jacob aceptó la
primera para ganar la segunda, pero Raquel siempre fue la

15 Apocalipsis 13:8, RVR1960


135
No Yo, Sino Cristo

esposa que él amó. José tenía dos hijos, Manasés y Efraín,


primero y segundo. Cuando los dos hijos fueron llevados a
Jacob para que recibieran su bendición, el anciano
patriarca cruzó sus brazos y los apoyó sobre las cabezas de
los muchachos. José vio que Jacob estaba a punto de darle
una mayor bendición al más joven de los dos, y objetó
diciendo: “No sea así, padre mío, pues éste es el primogé-
nito. Pon tu mano derecha sobre su cabeza.” 16 Pero Jacob
insistió explicando que el segundo sería mucho más
grande que el primero. Cuando Israel estaba en la tierra
prometida, el establecimiento de su reino fue la historia de
dos reyes. Saúl, el primero, se convirtió en un cuadro de
todo lo que Dios rechazaba. David, el segundo, era un
hombre conforme al propio corazón de Dios. Hay muchos
ejemplos como estos y todos juntos dejan perfectamente
claro que Dios siempre ha entendido la cruz de Cristo
como un juicio, como una gran división entre dos cosas.
La cruz es la manera como Dios quita todo lo que queda
corto de Cristo. También la cruz es la manera en que Dios
vivifica y hace todas las cosas nuevas en Cristo.

Una Nación Que Nace en un Día

Ya hemos dicho que en todas las historias del Antiguo


Testamento, lo primero y lo segundo son representados
por dos personajes individuales. Uno es rechazado, el otro
es aceptado. No obstante, en el cumplimiento de estos
cuadros, Cristo desempeña el papel de ambos hombres.
Por naturaleza Él no era el hombre adámico pecador, sin

16 Génesis 48:18
136
La Cruz Como un Comienzo

embargo, tomó sobre Sí la naturaleza y las transgresiones


de Adán y lo llevó todo al juicio. Pablo dice: “Al que no
conoció pecado, Lo hizo pecado por nosotros, para que
fuéramos hechos justicia de Dios en Él.” 17 A los gálatas les
escribió: “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley,
habiéndose hecho maldición por nosotros, porque escrito
está: ‘Maldito todo el que cuelga de un madero.’” 18 Pero
después de beber la copa de la ira de Dios hacia toda injus-
ticia y quitarla de Su vista, Jesús se levantó de entre los
muertos. Fue como si con su obra ya consumada, Él
hubiera sido expulsado de la muerte o vomitado del
vientre de la tierra como Jonás de la ballena. Él necesitaba
morir ahí, pero era demasiado justo para ser retenido por
ella. El salmista había escrito: “Porque Tú no abandonarás
mi alma en el Seol, ni permitirás que Tu Santo sufra
corrupción.”19 Con el juicio realizado, Cristo ya no tenía
ninguna relación con el pecado ni con la muerte, con Adán
ni con su semilla caída. Si la muerte hubiera podido hablar
la mañana de la resurrección, habría repetido las palabras
que Faraón le dijo a Moisés: “Levántense y salgan de entre
mi pueblo, ustedes y los Israelitas.” 20
Al igual que una semilla que deja su cáscara en la
tierra y luego brota del suelo, Jesús dejó a Adán en la
tumba y salió con vida de entre los muertos. Nosotros a
menudo hablamos de la resurrección de Cristo como un
mero evento que tomó lugar hace 2000 años. El domingo
de resurrección recordamos y celebramos la historia del

17 2 Corintios 5:21
18 Gálatas 3:13
19 Salmos 16:10
20 Éxodo 12:31
137
No Yo, Sino Cristo

regreso de Cristo de la tumba, pero hay mucho más involu-


crado ahí que la reaparición del crucificado Hijo de Dios.
La resurrección de Jesucristo es el amanecer de un nuevo
día, el nacimiento de un nuevo hombre corporativo, y el
principio de la cosecha de la preciosa Semilla de Dios.
Justo antes de la cruz Jesús dijo: “En verdad les digo que si
el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo;
pero si muere, produce mucho fruto.” 21 ¿De qué fruto
estaba hablando Jesús? ¡Del incremento de Su Semilla en
las almas de los que han sido vivificados juntamente con
Él! Jesucristo fue plantado en la tierra como una semilla
solitaria y muerta, pero de la misma manera que la semilla
del agricultor es sembrada en la tierra con gran expectativa
de cosecha, así fue plantada la Semilla de Dios en la
muerte, sólo para que apareciera de nuevo con un incre-
mento de Su género. Este incremento no consiste en
muchas otras semillas que intentan copiar la original. La
cosecha de Dios es el incremento de Uno, en y a través de
muchas ramas que están unidas a Él.
La Biblia también compara la resurrección de Cristo
con el nacimiento de un niño. En un nacimiento normal la
cabeza aparece primero, pero siempre está unida a un
cuerpo. En el cumplimiento de este cuadro natural, Cristo
salió de la tumba como la cabeza de un nuevo cuerpo
corporativo espiritual, la iglesia. Jesús fue el primero en
dejar atrás el mundo de pecado y de muerte, pero todos
son invitados a hacer el mismo éxodo cuando se unen por
fe a Él. Pablo explica: “Él es también la cabeza del cuerpo
que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre

21 Juan 12:24
138
La Cruz Como un Comienzo

los muertos.”22 En otro lugar llama a Cristo, “el primogé-


nito entre muchos hermanos” 23 y dice: “Porque si hemos
sido unidos a Cristo en la semejanza de Su muerte, cierta-
mente lo seremos también en Su resurrección.”24 Jesús
pasó tres días en el vientre de la muerte y la tierra tembló
con dolores de parto. Pero la mañana del tercer día, la
Cabeza apareció y abrió el camino para que el resto de Su
cuerpo lo siguiera. Cuando Jesús se levantó de la muerte,
“un nuevo hombre”25 nació; Cristo, la cabeza, y la iglesia,
Su cuerpo, todo compartiendo una vida, una fe, un
Espíritu y un Padre.
La ley y los profetas habían hablado de ese día. En
varias historias del Antiguo Testamento, vemos el naci-
miento de lo primero seguido por el tan esperado naci-
miento de lo segundo. Agar dio a luz a Ismael cuando el
vientre de Sara estaba cerrado. Pero después de años de
espera de la promesa de Dios, el vientre muerto de Sara
milagrosamente dio a luz al verdadero heredero de
Abraham. Esta misma historia se repite con las dos
esposas de Jacob, Lea y Raquel, y con las dos esposas de
Elcana.26 Pablo nos dice claramente en Gálatas, que estas
cosas representan dos pueblos del pacto, dos Jerusalenes,
dos hijos corporativos.27 La Jerusalén natural fue la
primera en tener hijos, el pueblo natural fue el primer
22 Colosenses 1:18
23 Romanos 8:29
24 Romanos 6:5
25 Efesios 2:15
26 Después de años de ver a Lea tener hijos, Rachel finalmente dio a
luz a José. Penina no era la esposa que Elcana amaba más, pero
ella concibió varias veces antes de Ana que al final dio a luz a
Samuel.
27 Gálatas 4:21-31
139
No Yo, Sino Cristo

pueblo del pacto, con su incremento terrenal en la tierra de


Israel. Luego, repentinamente, la amada Sión de Dios (la
Jerusalén espiritual,28 la segunda esposa), dio a luz una
nueva nación en un día. El profeta Isaías exclamo viendo
esto desde lejos,

¿Quién ha oído cosa semejante? ¿Quién ha


visto tales cosas? ¿Es dado a luz un país en un
solo día? ¿Nace una nación toda de una vez?
Pues Sion apenas estuvo de parto, dio a luz a
sus hijos.29

Esta nueva nación, obviamente, no es un pueblo


natural, sino los “hijos de resurrección”30 que son vivifi-
cados y levantados con Cristo. Pablo describe este nuevo
hombre corporativo en su carta a los efesios. Él explica que
los judíos y gentiles fueron llevados a la muerte en el
cuerpo de Cristo, y a partir de la tumba salió un nuevo
hombre corporativo que no era judío ni gentil, sino Cristo,
todo en todos.

Porque Él mismo es nuestra paz, y de ambos


pueblos hizo uno, derribando la pared inter-
media de separación, poniendo fin a la
enemistad en Su carne… para crear en Él
mismo de los dos un nuevo hombre, estable-
ciendo así la paz y para reconciliar con Dios a
los dos en un cuerpo por medio de la cruz,
habiendo dado muerte en ella a la enemistad…

28 Hebreos 12:22
29 Isaías 66:8
30 Lucas 20:36
140
La Cruz Como un Comienzo

Porque por medio de Cristo los unos y los otros


tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo
Espíritu.31

Por lo tanto, la resurrección no es sólo el viaje de


Cristo de muerte a vida, sino el viaje y la experiencia de
todo Su cuerpo también. Jesús dijo: “Yo soy la resurrec-
ción;”32 no dijo: “Yo hago resurrecciones.” La resurrección
no es algo, es una Persona, y cuando somos unidos a Él, el
viaje de Cristo de la muerte a la vida se convierte en el
nuestro también. De hecho, la vida de resurrección es de
lo que se trata el cristianismo. El pastor y autor James
Fowler escribe:

El cristianismo ES la resurrección. El domingo


de resurrección no sólo celebramos otro evento
histórico, incluso si se le considera el aconteci-
miento más grande de la historia. La resurrec -
ción no es únicamente un evento histórico, es la
dinámica continua de la vida de Dios en Cristo.
Nosotros no sólo asentimos la historicidad y
teológica exactitud de la resurrección de Jesu-
cristo; tenemos un encuentro con la resurrec -
ción. Encontramos y tenemos una relación
personal con Aquel que es “la resurrección y la
vida.” Nadie puede considerarse “cristiano,” a
menos que haya encontrado, recibido y esté
participando de la vida resucitada de Jesu-
cristo.33

31 Efesios 2:14-18, énfasis mío


32 Juan 11:25
141
No Yo, Sino Cristo

La Verdadera Circuncisión

Jesús entró en la tumba habiendo sido hecho pecado


en nombre nuestro, pero apareció de nuevo sin rastro del
hombre adámico. Adán y sus obras fueron removidos de
Cristo y dejados en la tumba como Sus vestiduras de sepul -
tura. En el antiguo pacto la circuncisión era una señal
dada por Dios que apuntaba a esta misma realidad. En la
circuncisión se derramaba sangre y era removida carne,
como un requisito previo para experimentar una relación
con Dios. Ningún varón en Israel podía conocer los benefi-
cios del pacto de Dios o aproximarse a Su lugar de habita-
ción a menos que llevara en su cuerpo este ejemplo de la
cruz.
Como todo lo demás en el Antiguo Testamento, la
circuncisión física era únicamente un testimonio de cosas
mayores por venir. Cuando un varón era circuncidado,
sólo perdía una pequeña porción de la carne y no había un
cambio interno real. Pero cuando en el nuevo pacto expe-
rimentamos el cumplimiento de este cuadro en Cristo,
hallamos que todo el hombre adámico tiene que ser
cortado del alma por la cruz de Jesucristo. Pablo describe
esto en su carta a los colosenses diciendo: “También en Él
ustedes fueron circuncidados con una circuncisión no
hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante
la circuncisión de Cristo.”34 A los filipenses les escribe:
“Porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que
adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo

33 Traducido de Jim Fowler, Christianity Is Resurrection, página


www.christinyou.com
34 Colosenses 2:11
142
La Cruz Como un Comienzo

Jesús, no poniendo la confianza en la carne.”35 Pablo


entendía que llegar a vivir en Cristo requería la circunci-
sión del corazón. El hombre de carne no tiene herencia
con el Hijo de la promesa, por lo tanto tiene que ser
cortado y desechado por la cruz. En un pasaje a menudo
malentendido, Pablo describe su experiencia de la cruz
diciendo:

Pero cuando Dios, que me apartó desde el


vientre de mi madre y me llamó por Su gracia,
tuvo a bien revelar a Su Hijo en mí para que yo
Lo anunciara entre los Gentiles, no consulté
enseguida con carne y sangre. 36

La frase “que me apartó desde el vientre de mi


madre,” es vista por muchos como una referencia a un
llamado soberano a Pablo al ministerio, y usualmente es
traducida como: “Dios me apartó antes de que yo
naciera.”37 Pero la palabra en griego traducida “apartó”
significa dividió, separó, excluyó. Dudo que Pablo estuviera
jactándose de su singular nombramiento como apóstol,
más probablemente estaba describiendo una experiencia
de la cruz por la que Dios lo había cortado y soltado de un
género de vida y revelado en él Otro. Los apóstoles enten-
dían que la cruz había abierto una puerta cubierta de
sangre y separado un mar delante de ellos, y que los había
invitado a salir del mundo de Adán e introducido al
universo de Cristo. Esto llegó a ser tan real para Pablo que
pudo decir: “Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino

35 Filipenses 3:3
36 Gálatas 1:15-16
37 Ver como ejemplos las versiones NTV, DHH, PDT, TLA
143
No Yo, Sino Cristo

en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el


mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo.” 38
El evangelio de Cristo a menudo se proclama como
una salida para el hombre, pero con frecuencia dejamos de
ver lo mucho que se dejó atrás. Cristo no es meramente
nuestra salida del infierno, o la manera en que escapamos
de malos hábitos y de malas compañías. La cruz de Cristo
es la manera que Dios proveyó para que nosotros murié-
ramos a un hombre y a un mundo, y fuéramos vivificados
en Otro. Nuevamente, esta es tanto una obra perfecta de
Dios en Cristo, y una obra progresiva de Cristo en noso-
tros. Es claro que cuando recién nacemos de nuevo, no
comprendemos la plenitud del don de Dios. De hecho,
tanto los bebés naturales como los espirituales, empiezan
sus vidas en perfecta ignorancia de quiénes son y dónde
están. Pero los bebés están destinados a crecer y si no
crecen, mueren. Crecer en ambos ámbitos significa
aprender una realidad totalmente nueva que ha sido traída
sobre usted repentinamente. Para los cristianos esto debe
ser un descubrimiento progresivo de una nueva vida, una
nueva creación y un nuevo pacto, todo hecho real a través
de la resurrección de Jesucristo.

38 Gálatas 6:14
144
Capítulo 10
Una Nueva Relación

Como cristianos con frecuencia decimos que tenemos


una relación personal con Dios, pero ¿cuán bien enten-
demos la naturaleza de esa relación? En mi caso, después
de finalmente empezar a ver la realidad de la cruz, me di
cuenta de que casi no entendía nada. Recuerdo con
claridad el día que repentinamente caí en cuenta de eso, a
pesar de haber sido criado en la iglesia y de haber tenido
un ministerio a tiempo completo, yo, prácticamente no
tenía ningún entendimiento real de lo que significa estar
en Cristo.
Si usted le pidiera a veinte personas del cuerpo de
Cristo que describieran su relación con Dios, muy proba-
blemente recibiría veinte respuestas diferentes. La mayoría
de los cristianos tratarían de responder esa pregunta
describiendo lo que Dios significa para ellos, y tal vez
recordando las cosas que hacen a lo largo del día o de la
semana para interactuar con Él. Podrían decir cosas como:
“Yo amo a Dios y confío en que Él me cuida y cuida mi
familia.” O, “leo Su Palabra en la mañana y hablo con Él
durante el día.” O, “Él está ahí para mí cada vez que tengo

145
No Yo, Sino Cristo

un problema o necesidad de dirección.” Está bien decir


todas estas cosas, pero no describen la relación que Dios
nos ha dado en Su Hijo. Frases como estas describen la
manera en que nos sentimos con respecto a Dios, o la
manera en que tratamos de comunicarnos con Él, pero
Dios ha establecido un tipo de relación muy específico con
los creyentes, y es esencial que lo entendamos.
Incluso en el ámbito natural existen diferentes tipos
de relaciones y nosotros intuitivamente entendemos que
no todas son iguales. La relación entre un abuelo y un
nieto es muy diferente a la que existe entre un esposo y una
esposa. Aunque no las definamos formalmente con pala-
bras, entendemos que hay toda clase de reglas, expecta-
tivas, acuerdos y suposiciones no dichas que rigen la
manera en que interactuamos con los demás. Por ejemplo,
sería muy extraño si yo le ofreciera a mi abuelo mecerlo en
una hamaca, hacerle cosquillas y después trenzarle el pelo.
Estas son actividades perfectamente normales entre un
padre y su pequeña hija, pero sería ridículo que un adulto
se relacionara de esta manera con un anciano.
Un ejemplo aún más claro puede ser visto dentro del
contexto del matrimonio. Un esposo y una esposa
comparten una relación muy específica, única y exclusiva
entre ellos. En esta relación hay un entendimiento en
común que gobierna el comportamiento, las actividades y
los roles. Hay emociones e interacciones que sólo
comparten entre ellos. Hay otros actos y formas de rela-
cionarse que son completamente inapropiadas y dañinas
para los matrimonios. Los matrimonios funcionan bien
sólo cuando las dos partes están de acuerdo con la natura-
leza y el propósito de la relación.

146
Una Nueva Relación

El Nuevo Pacto

Dios estableció una relación con nosotros totalmente


nueva a través de la obra de la cruz, relación que la Biblia
llama nuevo pacto. La palabra pacto no debería ser un
término intimidante ni teológicamente complicado para
los cristianos. Un pacto no es más que un tipo de relación
muy específico, muy parecido a los ejemplos que acaban de
darse. A lo largo del Antiguo Testamento leemos de pactos
hechos entre Dios y el hombre, y de otros que se estable-
cieron entre individuos. En cada caso, el pacto es simple-
mente una relación definida. Es un entendimiento o un
acuerdo que especifica la manera en que las dos partes van
a interactuar.
El nuevo pacto que Dios estableció con Su creación a
través de la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo,
es un tipo de relación completamente nuevo. Es una forma
nueva, mediante la cual el hombre y Dios viven y se rela-
cionan entre sí, una forma que no existía antes de la resu-
rrección. ¿Cuál es la naturaleza de esta relación? ¿Cómo
se define y se entiende? ¿Cómo ve Dios y se relaciona con
nosotros ahora? ¿Cuáles son los acuerdos y las fronteras
involucradas? Con frecuencia no conocemos las respuestas
a estas preguntas. A veces ni siquiera nos damos cuenta de
que estas preguntas son vitales, y que descubrir sus
respuestas (en la luz de Cristo) significa experimentar la
relación con Dios. Una cosa es que los cristianos sepan
que tienen una relación con Dios, y otra, conocer, entender
y experimentar genuinamente la realidad de dicha rela-
ción.
A menos que compartamos la perspectiva de Dios con

147
No Yo, Sino Cristo

respecto al pacto que Él ha hecho con nosotros, camina-


remos en la vanidad e imaginación de nuestra mente
natural. Sólo existe una relación con Dios; es nuestra para
que la experimentemos, pero no para que la definamos.
Sea que entendamos esto o no, es increíblemente fácil
inventar nuestra propia versión de lo que significa relacio-
narnos con Dios. Podemos caminar por la vida con nues-
tros propios pensamientos acerca de Dios, rezando nues-
tras oraciones que son relevantes para nuestras experien-
cias y aprendiendo pasajes que parecen apoyar nuestras
ideas. Recopilamos ideas que hemos leído en libros o escu-
chado de pastores, padres y amigos, y con todas ellas
ensamblamos una idea de lo que significa tener una rela-
ción con el Señor. Hacer esto es tan común y aceptado que
raramente se nos ocurre cuestionarlo. Pero nuestras ideas
acerca del pacto de Dios con el hombre nunca son
correctas, y es así por el simple hecho de ser nuestras. Es
más, las ideas del hombre acerca de Dios están en la raíz de
cada ídolo, sea que las estemos tallando o no en estatuas o
imágenes físicas.

Cristo Nuestro Pacto

Entender y experimentar el nuevo pacto comienza con


la comprensión de que esta nueva relación con Dios no es
un qué, sino un Quién. Tan extraño como parezca, Jesu-
cristo ES nuestra relación con Dios. Él es el pacto que Dios
ha hecho con el hombre. No estoy diciendo, meramente,
que Jesús es la causa o el medio de nuestra relación con
Dios. Estoy diciendo más que eso. La relación de Dios con
cada creyente es Su Hijo resucitado.
148
Una Nueva Relación

Hace mucho tiempo Dios habló de la venida del


Mesías a través del profeta Isaías de la siguiente manera:

Yo soy el Señor, en justicia te he llamado. Te


sostendré por la mano y por ti velaré, y te
pondré como pacto para el pueblo, como luz
para las naciones.1

Así dice el Señor…“Te guardaré y Te daré por


pacto del pueblo, para restaurar la tierra, para
repartir las heredades asoladas.” 2

¿Qué significa que Jesucristo nos fue dado como un


pacto? En pocas palabras significa que el nuevo pacto no
es sólo una manera por la que Dios ha decidido relacio-
narse con usted, sino que el nuevo pacto es una Persona, el
Hijo en quien Dios se relaciona con usted. Cada aspecto de
nuestra relación con Dios es un aspecto de Cristo mismo.
Cristo es el dónde nos ve Dios y el cómo nos conoce Dios.
Él es la sustancia, la naturaleza y las fronteras de la rela-
ción de Dios con las almas humanas. Nosotros nos relacio-
namos con Dios en Cristo, por medio de Cristo y como el
cuerpo de Cristo. Nuestra relación con Dios es la increíble
realidad de que nuestras almas han llegado a vivir en y
mediante Su Hijo resucitado.
La pequeña frase “en Cristo” o “en Él” aparece cientos
de veces en el Nuevo Testamento porque todo lo que Dios
nos ha dado, cada aspecto de nuestra salvación y de
nuestra herencia, es una participación 3 en la vida resuci-
tada de Jesucristo. Pablo dice: “Pero por obra Suya están

1 Isaías 42:6, énfasis mío


2 Isaías 49:8, énfasis mío
149
No Yo, Sino Cristo

ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabi -


duría de Dios, y justificación, santificación y redención.”4
A lo largo de las cartas de los apóstoles se dice que se nos
dio vida en Él, que somos una nueva creación en Él, que
estamos reconciliados con Él y que somos aceptados en Él.
Se dice que la gracia es una realidad para nosotros única-
mente en Cristo, junto con la vida, el amor, la libertad, la
redención y el perdón. En Él todas las promesas de Dios
son sí y amén. En Él encontramos nuestra herencia y
nuestra relación con Dios. Es más, es el Espíritu de Cristo
en nuestro interior el que clama ¡Abba Padre! El Espíritu
nos enseña a permanecer en Él. Los apóstoles nos
amonestan a caminar en Él. Y como Su cuerpo, crecemos
para conocer la verdad como está en Cristo, porque en Él
están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento. “Porque somos hechura Suya, creados en
Cristo Jesús,”5 y nuestro propósito es ser arraigados,
cimentados y edificados juntos en Él para morada de Dios
en el Espíritu.
La realidad de nuestra colocación en Cristo es el
corazón mismo del evangelio. Es la manera en que Dios ha
amado al mundo y se ha dado a Sí mismo a todo aquel que
crea. Cuando las Escrituras declaran que todas estas reali-
dades están “en Cristo,” no es lo mismo que decir que ellas

3 Esta declaración podría ser mal interpretada en al menos dos


formas. Por participación en Cristo, no me refiero a que poseemos
divinidad (o incluso espiritualidad) en nosotros mismos.
Tampoco utilizo esta palabra para sugerir que aportamos algo
inherentemente de nosotros mismos a la relación. Simplemente
quiero decir que somos hechos recipientes, participantes, vasijas
y en última instancia, expresiones vivas de todo lo que Dios nos
ha dado en y como Cristo.
4 1 Corintios 1:30
5 Efesios 2:10
150
Una Nueva Relación

son “parte del cristianismo.” Estar en Cristo significa


mucho más que la adhesión a un sistema de creencias o la
asistencia regular a una iglesia. Cuando la Biblia nos
declara en Cristo, está declarando la persona, el lugar y la
sustancia de todo lo que Dios le ofrece al alma humana.
Otra vez, Cristo no es simplemente la razón por la que Dios
se relaciona con nosotros; Él es la relación misma.
La siguiente analogía puede ser útil. Hace algunos
años mi esposa Jessie y yo reunimos a nuestras familias,
hicimos públicos nuestros votos uno al otro y entramos en
una relación de pacto llamada matrimonio. De manera
figurativa, Jessie se convirtió en hueso de mis huesos,
carne de mi carne, y los dos nos convertimos en uno.
Desde ese momento y por el tiempo que vivamos, prometí
relacionarme con mi esposa en una forma muy particular.
Dentro de nuestra nueva relación de matrimonio, hay
responsabilidades naturales, compromisos financieros,
expectativas físicas y emocionales, y mucho más. Prometí
amarla, proveer para ella, protegerla y serle fiel. Era una
relación exclusiva, sólo entre nosotros dos.
Después de un corto tiempo Jessie quedó embarazada
de nuestro primer hijo y Ezra empezó a crecer en su
vientre. Mi esposa y yo seguimos compartiendo la misma
relación, pero de repente había otra persona involucrada
con nosotros. Dentro de ella estaba la vida de otro, uno que
fue milagrosamente unido a ella y que vivía por causa de
ella. Ahora, por razón del pacto que Jessie y yo compar-
tíamos, este nuevo niño empezó a beneficiarse de una rela-
ción que existía antes de que él hubiera sido concebido.
Cuando yo proveía para mi esposa, naturalmente también
proveía para el niño en su interior. Cuando Jessie estaba a

151
No Yo, Sino Cristo

salvo y segura, Ezra también estaba protegido del daño.


Cuando abrazaba a mi esposa, también abrazaba al
pequeño en su vientre. En un sentido, Ezra estaba partici-
pando de una relación que no inició, ni entendía. ¡En
realidad, él estaba experimentando algunos aspectos de mi
relación con mi esposa! Es evidente que esta no era una
relación que él podía definir o cambiar, pero en muchas
formas, era una relación de la que podía beneficiarse y
disfrutar. Incluso se podría decir, que por nueve meses
Jessie era la relación de Ezra conmigo. Ella era el lugar y
la persona en quien yo me relacionaba con mi hijo. Ezra
no tenía una relación conmigo separada de ella, y sin
embargo, era partícipe y participante de todo lo que yo
compartía con mi esposa.
De manera similar Cristo es nuestra relación con Dios
el Padre. Los que nacen de Su Espíritu son hechos partí-
cipes de Su vida. Cristo está en nosotros y nosotros en Él, y
como a Ezra, se nos ha concedido acceso a una relación
que existía mucho antes de nosotros. Aunque experimen-
tamos y nos beneficiamos grandemente de ella, no
iniciamos o definimos esta relación, ni tampoco la enten-
demos naturalmente. Es algo que Dios el Padre planeó y
que conocía de antemano, que Dios el Hijo logró a través
de la cruz, y que Dios el Espíritu debe dar a conocer a cada
alma creyente. Al igual que la relación de Ezra conmigo en
Jessie, nuestra relación con Dios en Cristo ya está estable-
cida, independientemente de nuestro entendimiento.
Como todos los demás, el nuevo pacto es una relación defi-
nida, y por lo tanto, es a la vez tonto y peligroso darle
espacio a nuestras ideas e imaginaciones.

152
Una Nueva Relación

El Peligro de las Imaginaciones Espirituales

Cuando se trata de la realidad espiritual la imagina-


ción es peor que la ignorancia, porque considerando que la
ignorancia es falta de entendimiento, la imaginación la
sustituye con algo que no es real. Este era un problema en
mi corazón mucho más grande de lo que yo me había dado
cuenta, y es extremadamente frecuente en la iglesia en
general. Cuando uso la palabra imaginaciones, no sólo me
refiero a las ideas extrañas, tontas y poco ortodoxas acerca
de Dios, sino también a todas y cada una de las ideas
acerca de Dios que no se originan en Su mente ni obran en
nosotros por Su luz. En la medida que no hayamos visto y
entendido la perspectiva de Dios con respecto a esta rela-
ción, en esa misma medida nuestras mentes están llenas de
imaginaciones.
Si una noche usted estuviera sentado alrededor de una
fogata en medio del bosque, habría un pequeño círculo de
luz emanando del fuego. Dentro de ese círculo de luz usted
podría ver claramente todo lo que sucede, pero si oyera un
sonido extraño venir del bosque más allá del alcance de la
luz, usted naturalmente empezaría a imaginar qué lo
causaría. Si cinco amigos estuvieran acampando con usted,
cada uno podría tener una idea diferente acerca del origen
del sonido. Uno creería que fue un oso. Otro estaría seguro
de que fue la caída de un árbol. Sea que usted esté de
acuerdo o no, el punto es, que la imaginación automática-
mente prevalecería donde no hay luz.
Por esta misma razón todos estamos naturalmente
ligados con ideas equivocadas acerca de la realidad espiri-

153
No Yo, Sino Cristo

tual. Hemos imaginado mucho más de lo que hemos visto


de la increíble relación que Dios nos ha dado en Su Hijo.
Leer las Escrituras es importante, pero aunque nos apren-
damos toda la Biblia de memoria, no necesariamente
aliviará este problema o sanará nuestra ceguera. La igno-
rancia espiritual no es falta de información, es falta de luz.
Estar familiarizados con las palabras de Dios no significa
que estamos viendo las realidades que Sus palabras
describen.
Donde no hemos visto ni experimentado la verdad,
naturalmente buscamos conocer y relacionarnos con Dios
de manera que tenga sentido para nuestra mente natural,
satisfaga nuestras necesidades personales y se alinee con
nuestros deseos y emociones individuales. Sin percatarnos
de lo que estamos haciendo, venimos con nuestras propias
respuestas a importantes preguntas: ¿Cómo se siente Dios
con respecto a mí? ¿Qué quiere de mí? ¿Qué está
haciendo? ¿Cómo puedo agradarlo? Al tratar de responder
estas preguntas sin Su luz, terminamos tratando de hacer
lo que Dios ya ha hecho y de producir por nosotros mismos
lo que Dios ha dado gratuitamente en Su Hijo. En nuestra
confusión oramos por lo que ya tenemos y esperamos ir al
lugar donde ya estamos, tratando desesperadamente todo
el tiempo de creer lo que no entendemos y amar y servir un
Dios que no conocemos. Y cuando el tiempo, el esfuerzo,
las oraciones y las lágrimas que les añadimos a todas nues -
tras ideas equivocadas las vuelven fortalezas firmemente
arraigadas en la mente, son muy difíciles de derribar.

154
Una Nueva Relación

El Viaje de Ida y Vuelta de la Palabra de Dios

En lo que queda de este capítulo voy a hacer referencia


al diagrama de abajo.
Para verdaderamente entender nuestra relación con
Dios necesitamos regresar al principio. No me refiero al
principio de nuestras vidas, ni tampoco al principio de la
creación natural. Mucho antes de que algo fuera creado,
existía una relación perfecta en la Deidad. El Padre, el
Hijo y el Espíritu disfrutaban una relación de unión, en la
que todas las cosas eran compartidas entre ellos. Compar-
tían una vida, un amor, una gloria. Veían con la misma luz
y se regocijaban juntos en la verdad y en la justicia. Jesús
dijo al describir esta relación: “El Padre ama al Hijo y ha
entregado todas las cosas en Su mano.” 6 El autor de
Hebreos explica que el Hijo es “el resplandor de Su gloria y
la expresión exacta de Su naturaleza.” 7 Juan nos dice: “En
el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios. El existía en el principio con Dios.” 8
Hablando de Cristo, la Palabra y Sabiduría eterna de Dios,
Proverbios dice:

El Señor me poseyó al principio de Su camino,


antes de Sus obras de tiempos pasados. Desde
la eternidad fui establecida. Desde el principio,
desde los orígenes de la tierra… Yo estaba
entonces junto a Él como arquitecto. Yo era Su
delicia de día en día, regocijándome en todo
tiempo en Su presencia. Regocijándome en el
6 Juan 3:35
7 Hebreos 1:3
8 Juan 1:1-2
155
No Yo, Sino Cristo

mundo, en Su tierra, y teniendo mis delicias


con los hijos de los hombres. 9

Estas pueden ser escrituras muy familiares para


muchos cristianos, pero necesitamos detenernos por un
momento y darnos cuenta de que antes de que fueran
descripciones en la Biblia o doctrinas en nuestras mentes,
eran aspectos de una relación perfecta y eterna entre Dios
el Padre y Su único Hijo.
Este mismo Hijo, la Palabra eterna de Dios, se humilló
a Sí mismo, tomó la forma de siervo y entró en el mundo
para morir. Dios el Hijo se hizo hombre, no para enseñar o
para sanar en primer lugar, sino para llevar en Sí mismo el
juicio de todo lo que había quedado corto de la gloria, y
para ofrecerse como la puerta, la vida y el lugar eterno de
habitación para cada alma que desee seguirlo. Mi inten-
ción con el diagrama es ilustrar que lo que los cristianos
llaman “ser salvos,” Dios lo podría llamar “dar vida en Mi
Hijo,” o “participar en la resurrección de Mi Hijo.” Que lo
que los cristianos llaman “su relación con Dios,” en
realidad es algo mucho más grande, es ser incluidos en la
relación eterna de Cristo con su propio Padre.
Justo antes de ir a la cruz, Jesús oró a Su Padre
diciendo: “Y ahora, glorifícame Tú, Padre, junto a Ti, con la
gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera.” 10
Cristo deseaba regresar a la gloria, dejar el mundo de Adán
y terminar Su viaje de ida y regreso. Pero tal como predijo
el profeta Isaías siglos antes, la Palabra de Dios no regre-
saría a Su Padre con las manos vacías.

9 Proverbios 8:22-23, 30-31


10 Juan 17:5
156
Porque como descienden de los cielos la lluvia y
la nieve, y no vuelven allá sino que riegan la
tierra, haciéndola producir y germinar, dando
semilla al sembrador y pan al que come. Así
será Mi palabra que sale de Mi boca, no
volverá a Mí vacía, sin haber realizado lo que
deseo, y logrado el propósito para el cual la
envié.11
11 Isaías 55:10-11
157
No Yo, Sino Cristo

El plan de Dios involucraba más que la recuperación


de Cristo de la tumba y la restauración de Él a la gloria
celestial. Era la voluntad de Dios que Cristo “llevara
muchos hijos a la gloria” 12 en Él. Ese era “el gozo puesto
delante de Él”13 mientras caminaba hacia Jerusalén para
morir. La gran expectativa de Cristo era que “…todos sean
uno. Como Tú, oh Padre, estás en Mí y Yo en Ti, que
también ellos estén en Nosotros.”14 Él oró: “Padre, quiero
que los que Me has dado, estén también conmigo donde Yo
estoy, para que vean Mi gloria, la gloria que Me has dado;
porque Me has amado desde antes de la fundación del
mundo.”15 Constreñido por el eterno propósito de Dios,
Cristo dejó a Sus discípulos por tres días (muerte, sepul-
tura y resurrección), a fin de preparar el camino para el
regreso de ellos con Él, y en Él, al Padre. Él les prometió a
Sus discípulos: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré
otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis.”16
Contrario a muchos desafortunados malentendidos de
estos versículos, las palabras finales de Cristo a Sus discí-
pulos no tenían nada que ver con eventos distantes en el
futuro o con lugares geográficos. Jesús había caminado y
ministrado con estos hombres por más de tres años. Su
misión y Su deseo involucraban llevar a toda alma creyente
a una unión viva con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu,
pero primero tenía que hacer esa relación accesible

12 Hebreos 2:10
13 Hebreos 12:2
14 Juan 17:21
15 Juan 17:24
16 Juan 14:3, RVR1960, énfasis mío
158
Una Nueva Relación

mediante la poderosa obra de la cruz. Por tres días los


discípulos estuvieron sobrecogidos de tristeza, confusión y
temor. Durante los mismos tres días Cristo quitó un
mundo, hizo todas las cosas nuevas en Él mismo, y luego
apareció de nuevo a Sus discípulos tal como lo había
prometido. Al final, habiendo juzgado al hombre adámico
y satisfecho la justicia de Dios, Cristo pudo aparecer de
nuevo y recibir a Su pueblo para Sí mismo. En perfecto
cumplimiento de los cuadros del Antiguo Testamento, la
muerte del verdadero Cordero pascual fue tanto el juicio de
los enemigos de Dios, como la apertura de un mar infran -
queable. Ahora todo aquel que creyera podría hacer su
gran éxodo como “un nuevo hombre,”17 “Israel Mi Hijo, Mi
primogénito.”18 Cada tipo y sombra, cada promesa y
profecía, había mirado hacia adelante este nuevo día y
anticipado esta increíble nueva relación. Jesús también
habló con anhelo de este día diciendo:

Un poco más de tiempo y el mundo no Me verá


más, pero ustedes Me verán, porque Yo vivo,
ustedes también vivirán. En ese día conocerán
que Yo estoy en Mi Padre, y ustedes en Mí y Yo
en ustedes.19

Unos años más tarde, después de haber entendido y


experimento esto mismo, el apóstol Pablo les escribió a los
creyentes de Colosas diciendo: “Porque ustedes han
muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios.” 20
17 Efesios 2:15
18 Éxodo 4:22
19 Juan 14:19-20
20 Colosenses 3:3
159
No Yo, Sino Cristo

Permítame repetir que ninguno de estos versículos


tiene que ver con lugares físicos o eventos futuros. La
preparación de nuestro lugar eterno de habitación, el gran
éxodo del mundo adámico y esta increíble relación de
unión con Dios en Cristo, fueron provistas a través de la
obra de Cristo en la cruz y deberían ser realidades
presentes en Él. Cristo no sigue preparando un lugar para
nosotros en Su Padre. Nosotros no deberíamos seguir
esperando que Él nos lleve al lugar dónde Él está. Se nos
dice más de doscientas veces en el Nuevo Testamento que
los creyentes ya están en Cristo. Estas realidades presentes
y espirituales no tienen nada que ver con la muerte de
nuestro cuerpo físico. Pablo no les estaba escribiendo
cartas a cadáveres al decirle a la iglesia que ellos habían
muerto y que sus vidas estaban escondidas con Cristo en
Dios. Él les estaba escribiendo a creyentes cuyos cuerpos
continuaban vivos en la tierra, pero cuyas almas habían
sido bautizadas en la muerte de Jesús, habían recibido vida
con Él, y habían sido levantadas y sentadas en lugares
celestiales en Cristo. Para todo cristiano entonces y ahora,
con o sin cuerpo natural, Cristo es hecho para nosotros
“todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad.” 21
Él es nuestra justificación a través de Su sangre, nuestra
liberación del pecado y nuestra resurrección de entre los
muertos. Él es la justicia, la verdad y el amor que ahora
obra en nosotros. Pero tal vez más fundamental que todo
esto, es la realidad y experiencia de Jesucristo como la vida
de Su cuerpo, la iglesia.

21 2 Pedro 1:3
160
Una Nueva Relación

Cristo Como la Vida

Después de haber juzgado el pecado mediante Su


muerte, Cristo pudo ofrecerle al mundo salvación a través
de Su vida. Pablo explica: “Porque si cuando éramos
enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de
Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos
salvos por Su vida.”22 ¿Qué significa ser salvos por Su vida?
Muy sencillamente, que Su vida es nuestra salvación. La
salvación no es algo que Jesús nos da; la salvación es la
vida de Jesucristo siendo dada a nosotros. Es crucial que
entendamos esto. Cristo no le da salvación a usted, Jesu-
cristo es hecho para usted salvación, y sabiduría, justifica-
ción, santificación y redención.23 Estas cosas llegan a ser
nuestras porque son aspectos de Cristo y porque Cristo es
nuestra vida.
La realidad de que Cristo es la vida del creyente es
algo que yo pasé por alto por años. Yo había oído a cris-
tianos referirse a Cristo como su vida, pero siempre había
asumido que sólo significaba que Jesús era lo más impor-
tante para ellos, o que sin Él ellos no podían imaginar la
vida. También había leído versículos en el Nuevo Testa-
mento en los que Cristo es claramente llamado la vida del
alma cristiana. Por ejemplo Pablo dice: “Cuando Cristo,
nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también
serán manifestados con Él en gloria.” 24 De algún modo yo
leía estos versículos sin ser golpeado por las implicaciones
de estas palabras. La idea de conocer a Cristo como mi

22 Romanos 5:10
23 1 Corintios 1:30
24 Colosenses 3:4
161
No Yo, Sino Cristo

vida en aquel momento no tenía sentido para mí. Yo había


pasado años tratando de conocerlo como mi Señor, de
agradecerle por ser mi Salvador, de adorarlo como mi
Esposo celestial y de temerle como mi Rey. La Biblia habla
de Jesús con muchos nombres y yo quería conocerlo de
todas esas maneras y relacionarme con Él en cada uno de
esos roles. Pero fue hasta que la realidad del nuevo pacto
comenzó a despuntar en mi corazón, que me di cuenta de
mi profundo malentendido. Yo jamás podría conocer lo
que significa para Cristo ser Salvador, Esposo y Rey hasta
que entendiera estos títulos en relación a Cristo como la
vida de mi alma.
En otras palabras, Jesús es mi Salvador porque Él es
la vida eterna que habita para siempre en mi interior. Él
me salva al llenar mi alma de Él. Jesús es mi Esposo
porque, “el que se une al Señor, es un espíritu con El.”25
Esposa y esposo son palabras que se usan para describir la
unión interior en la que mi alma es unida en pacto al
Espíritu eterno de Dios. Pablo explica: “Por tanto,
hermanos míos, también a ustedes se les hizo morir a la
Ley por medio del cuerpo de Cristo, para que sean unidos a
otro, a Aquél que resucitó de entre los muertos, a fin de
que llevemos fruto para Dios.” 26 Cristo es mi Rey porque
Su vida progresivamente establece su reinado en mi alma,
lleva cautivas todas las cosas contrarias a Él, elimina la
carne y conforma mi alma a Su justo gobierno.
Jesús es muchas cosas para nosotros como creyentes,
pero sólo porque Él es nuestra vida primero que nada.
Todos Sus muchos nombres y roles se tornan reales para

25 1 Corintios 6:17
26 Romanos 7:4
162
Una Nueva Relación

nosotros, sólo como realidades y experiencias internas de


la vida de Cristo que habita en nuestro interior. No son
ideas o conceptos externos para que nosotros los estu-
diemos y tratemos de apreciarlos. No son relaciones físicas
o experiencias futuras. Mucha de nuestra confusión y
fracaso en conocer genuinamente al Señor viene de un
malentendido subyacente acerca de la naturaleza de
nuestra relación con Cristo. La realidad fundamental sobre
la cual todo entendimiento espiritual debe descansar es el
hecho de que fuimos crucificados con Cristo y que Él fue
dado para ser la vida resucitada de toda alma creyente.

La Única Relación

Al lado derecho de la cruz en el diagrama, usted puede


ver que hay sólo un nuevo hombre y que todos son hechos
partícipes de Él. A través de la cruz fuimos tanto llevados a
la muerte con Cristo como vivificados en Él. Cuando una
persona nace del Espíritu, Dios no establece una nueva o
separada relación con ese creyente individual. En realidad,
la verdad es mucho mejor que eso. Nuevo nacimiento
significa que a todos nosotros se nos concede acceso a la
relación exclusiva y eterna de Dios con Su unigénito Hijo.
Para estar seguro, nosotros no nos convertimos en Cristo,
pero somos trasladados de Adán, aceptados en el Amado y
hechos “herederos de Dios y coherederos con Cristo”27 de
todo lo que Él es y tiene.
Los cristianos a menudo hablan de sus relaciones
personales con Dios, y desde una perspectiva es correcto

27 Romanos 8:17
163
No Yo, Sino Cristo

hablar de esa manera. Nuestra relación con Dios es extre-


madamente personal en el sentido de que Él es la vida de
cada alma individual. Él nos está guiando a la verdad,
obrando en cada uno de nosotros “tanto el querer como el
hacer, para Su buena intención.” 28 Sin embargo, hay un
sentido en el que este lenguaje puede ser engañoso.
Nuestra relación con Dios no es privada, independiente, o
de alguna manera separada de Cristo. Es más, ni siquiera
es nuestra propia relación, es la relación de Cristo con Su
Padre. Desde una perspectiva celestial, su relación con
Dios no es diferente de mi relación con Dios. Los cris-
tianos pueden diferir mucho en su entendimiento de la
verdad y su conformación a ella, pero permanece el hecho
de que Dios sólo tiene una relación con todos los creyentes.
Esta única relación es una Persona y nosotros debemos
llegar a conocer y a relacionarnos con Él como Su cuerpo.
Pablo dice: “Pues por un mismo Espíritu todos fuimos
bautizados en un solo cuerpo… A todos se nos dio a beber
del mismo Espíritu.”29 Esta es la naturaleza del Nuevo
Pacto.
Volviendo a la analogía de mi esposa embarazada,
mencioné que mi hijo Ezra había sido introducido a una
relación que existía antes de que él existiera. En un
sentido, Jessie era la relación de Ezra conmigo durante los
nueve meses que él creció en el vientre de ella. No
obstante, si Jessie hubiera quedado embarazada de octi-
llizos y ocho bebés hubieran crecido juntos en su interior,
cada uno de ellos habría tenido exactamente la misma rela-
ción conmigo a través de mi esposa. Aunque cada uno de

28 Filipenses 2:13
29 1 Corintios 12:13
164
Una Nueva Relación

esos bebés habría sido un ser humano individual, habría


seguido existiendo una sola manera, un solo lugar, una
sola persona en quien ellos habrían podido experimentar
una relación de pacto con su padre. Cada aspecto de sus
vidas, de su crecimiento y de su relación habría estado
confinado dentro de los límites de una persona. Y por lo
menos por un tiempo, separarse de dicha persona habría
significado la muerte.
En palabras de T. Austin-Sparks: “Dios ha encerrado
todo lo Suyo dentro de Su Hijo, y ahora no es posible
conocer o tener algo de Dios fuera del Señor Jesús, Su
Hijo. Dios ha hecho de esto algo resuelto, final y conclu-
yente.”30 Esto es muy cierto. Todas las cosas de Dios están
reunidas en un lugar, en un Hombre, en el Señor Jesu-
cristo. Sin embargo, a través de la obra de la cruz, Dios ha
abierto un camino para ofrecerle al mundo todo lo que Él
es y tiene al invitarnos a entrar en dicho Hijo. Cristo es
más que el agente a través del cual Dios nos ha salvado; Él
es la salvación misma. Más que eso, Cristo es el lugar
donde nuestra alma llega a habitar, la vida mediante la
cual podemos vivir, y la relación por medio de la cual el
alma puede experimentar comunión con Dios para
siempre.

30 T. Austin-Sparks, The School of Christ, Capítulo 3


165
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 11
El Cumplimiento

El Nuevo Testamento frecuentemente habla de la obra


de la cruz como el cumplimiento de la ley, de los profetas y
del propósito eterno de Dios. En múltiples ocasiones Jesús
describió Su propia venida y obra redentora, como el
cumplimiento de las escrituras del Antiguo Testamento.
Después de la resurrección, cuando el Espíritu de Dios fue
derramado sobre la iglesia del nuevo pacto, los apóstoles
repetidamente insistieron en que eso no era otra cosa más
que lo que “todos los profetas desde Samuel en adelante…
habían dicho.”1
¿Qué significa para Cristo cumplir la ley y los
profetas? ¿Cómo deberíamos nosotros entender la palabra
cumplir? En la mente de la mayoría de la gente, el
concepto de cumplir tiene que ver con la realización de
algo que ha sido predicho. Nosotros decimos cosas como:
“Él nos dijo meses atrás que los Yankees ganarían la Serie
Mundial y esa predicción ha sido cumplida. O, “ella me
prometió que llegaría antes de las 7:00 p.m. y cumplió su
palabra.” No cabe dude que este es un uso válido de la
1 Hechos 3:24
166
El Cumplimiento

palabra, pero la manera en que la Biblia usa el término


cumplimiento tiene mucho más significado. Aunque sigue
implicando la realización de una promesa o predicción, el
cumplimiento de la ley y de los profetas hecho por Jesu-
cristo, fue mucho más que sólo la llegada del Mesías
prometido o del hecho de que Él logró ciertas cosas que
habían sido dichas de antemano. Cristo cumplió cada
profecía y cada promesa no sólo al hacer las cosas que
fueron predichas por los profetas, sino al convertirse
(después de la resurrección) en la realidad eterna de todo
lo que Dios había prometido. Esta distinción es esencial.
El cumplimiento de la ley y los profetas involucraba un
cambio de la sombra a la sustancia. Es decir, Cristo
cumplió las cosas escritas en las Escrituras, al cambiar los
tipos y figuras naturales en realidades espirituales. Cuando
Cristo vino, llenó las descripciones que había hecho Dios
en el Antiguo Testamento de sustancia espiritual y eterna.
Él hizo todas las cosas2 nuevas en Él.

La Pintura y la Persona

Imagine que había una joven artista que toda su vida


soñó con casarse. En su mente ella ya había imaginado al
hombre perfecto, uno que cumpliría todas sus expecta-
tivas. De algún modo ella sabía que un día se encontrarían
y se enamorarían profundamente. Mientras ella esperaba
2 El “todas las cosas” que Cristo hizo nuevo, es el “todas las cosas”
de tipos, sombras, promesas y profecías antiguo testamentarias.
Por ejemplo, a través de la obra de la cruz, el Señor levantó un
nuevo templo, un nuevo sacerdocio, un nuevo reino, un nuevo
pacto, etc., todo lo cual tiene a Cristo como su sustancia y ubica -
ción.
167
No Yo, Sino Cristo

pacientemente que él apareciera, se sentó frente a su caba-


llete y empezó a pintar al hombre de sus sueños. Empezó
trazando su contorno, y luego lenta y cuidadosamente,
añadió cada detalle que anhelaba ver convertido en
realidad. Lo hizo alto y atlético, con cabello oscuro y ondu-
lado. Pintó bondad en sus ojos, una sonrisa ingeniosa en
sus labios y un rostro que de algún modo proyectaba tanto
sabiduría como humildad. Así continuó pintando por
horas, semanas y meses, perfeccionando la imagen del
hombre con el que anhelaba casarse. Cuando finalmente
estuvo terminado y cada detalle de la pintura expresaba
algo de su expectativa y deseo, se sentó frente a su obra de
arte con su corazón lleno de anhelo y emoción.
Una noche, después de algunos años, salió a disfrutar
de una noche con sus amigos. Mientras estaban sentados
en un restaurante, hablando y riendo, un joven que estaba
sentado solo al otra lado del salón, repentinamente atrapó
su mirada. Su boca se abrió, sus ojos se abrieron como
platos, casi no podía creer lo que estaba viendo. ¡Era
él¡ ¡Era el hombre de su pintura, exactamente el mismo
hombre! Tenía la misma altura y el mismo pelo ondulado.
Tenía bondad en sus ojos y exactamente la misma expre-
sión en su rostro. Él era la viva realidad de todo lo que ella
había representado en su pintura, y la estaba mirando de la
misma manera que ella lo miraba a él.
Después de pasar la velada juntos era claro para
ambos, que habían conocido a la persona con quien pasa-
rían el resto de sus vidas. Lo primero que hizo la artista
cuando regresó a la casa tarde en la noche, fue caminar a
su habitación y quitar la pintura que había colgado por
años en la pared. La envolvió en periódico y con una

168
El Cumplimiento

sonrisa de satisfacción, la colocó en el ático donde estaría


fuera de la vista. Ella no necesitaría más la pintura ahora
que la persona finalmente había llegado.
Conforme leemos esta historia creo que es obvio para
nosotros, la razón por la que la artista desecha su pintura.
No fue porque ella se cansara de esperar o porque
cambiara su opinión acerca de lo que quería. Todo lo
contrario. Ella desechó la pintura porque había llegado el
cumplimiento perfecto. Ahora que lo había encontrado,
cada detalle de su retrato, sin importar cuán perfecto lo
hubiera pintado, quedaba corto de la experiencia de su
presencia.
En este mismo sentido Jesucristo cumplió la ley y los
profetas. Él no sólo logró las cosas que habían sido escritas
acerca de Él, sino que también sustituyó la sombra con la
sustancia y llegó a ser la realidad de todo testimonio. A
través de la cruz ocurrió un cambio inexplicable y perma-
nente. No es que Dios cambiara Su mente o alterara Su
plan. De hecho, todo lo contrario es cierto. Cuando Dios a
través de la cruz llenó cada sombra, cada profecía y cada
promesa de la Persona real de Jesucristo, cumplió Su plan
y logró Su deseo eterno. De una u otra manera, Jesucristo
es la realidad viva que ha sustituido cada sombra del
Antiguo Testamento. Todo cumplimiento es en Cristo y es
Cristo. Él es la sustancia esencial, y el lugar y la expe-
riencia de todo lo que Dios ha prometido.

De Lo Viejo a Lo Nuevo

A fin de conocer y vivir en la realidad del nuevo pacto,


nosotros necesitamos comprender el increíble cambio que
169
No Yo, Sino Cristo

resultó de la cruz en la relación del hombre con Dios.


Hablamos del nuevo pacto en el capítulo anterior, y vimos
que es una nueva relación en la que la humanidad redi-
mida llega a vivir en y por medio del Hijo resucitado de
Dios. Por fe somos hechos partícipes de la muerte y sepul-
tura de Cristo, y como consecuencia recibimos a Cristo
como nuestra resurrección y nuestra vida. La declaración
de Pablo en Gálatas 2:20 es una descripción perfecta de la
naturaleza de esta nueva relación con Dios: “Con Cristo he
sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo
vive en mí.” Pero si este es el nuevo pacto, ¿qué era el
antiguo pacto? La respuesta es sorprendentemente
sencilla: El antiguo pacto era exactamente la misma rela-
ción, pero en forma de tipos, sombras, descripciones y
cuadros naturales. Era como una pintura en la pared que
en todos los sentidos apuntaba y anticipaba la venida de la
sustancia espiritual.
Cada pacto que Dios hizo con la humanidad antes de
la venida de Su Hijo era un cuadro natural de la realidad
espiritual por venir. Es decir, cada pacto del Antiguo
Testamento pintaba un cuadro de lo que significaría para
el pueblo vivir en Jesucristo. Por lo general, los cristianos
están más familiarizados con el pacto que Dios hizo con
Israel a través de Moisés, porque ese pacto recibió la
mayoría de la atención en el Antiguo Testamento. El pacto
mosaico es, por mucho, el cuadro más claro y más deta-
llado de la humanidad que encuentra muerte y luego vida
en Jesucristo. Pero todos los pactos entre Dios y el hombre
desde Noé hasta David, sirvieron al mismo propósito. No
son pactos aislados con distintos propósitos para dife-
rentes dispensaciones; son varias perspectivas del único

170
Una
El Cumplimiento
Nueva Relación

pacto eterno, un cuadro colectivo de la verdadera relación


espiritual que estaba por venir.
Tenemos que recordar que Dios vio el final desde el
principio.3 Antes de la creación del mundo natural o de la
existencia de cualquier pacto terrenal, el corazón de Dios
se fijó en una sola cosa, tenía un único objetivo desde el
principio. Cada aspecto de la creación natural y cada
detalle de las interacciones de Dios con la humanidad,
fluían desde Su perspectiva eterna. Es decir, todas las cosas
naturales, incluyendo los pactos de los que leemos en el
Antiguo Testamento, fueron hechas con miras a Su inten-
ción final para el hombre en Cristo. Estos pactos no eran
experimentos o ensayos, o instituciones temporales no
relacionadas, salieron de la perspectiva de Dios de Su
propósito, de la misma manera en que una sombra es la
forma proyectada de un objeto sólido, o sale un retrato de
lo que el artista está viendo. En un sentido muy real, el fin
perfecto de Dios estaba a la vista, incluso antes de que Él
creara las cosas naturales para que llevaran su imagen. Él
de antemano conoció a un pueblo viviendo en Su Hijo,
antes de que cualquier pacto del Antiguo Testamento ofre-
ciera cuadros físicos de esta realidad. Así es como nosotros
debemos entender el antiguo pacto. Es como si Dios
hubiera estado mirando fijamente la unión venidera entre
Cristo y la iglesia, y con esa realidad a la vista, formara una
réplica terrenal, una representación natural, un retrato o
una sombra de esa esperada relación espiritual.

3 La verdad es que el fin y el principio son lo mismo, ambos son


Cristo. Él es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. La única
diferencia entre el fin y el principio es que al final se nos regresa
al principio en Cristo. Nosotros regresamos con Él y en Él a la
gloria que Él tenía con su Padre antes de la creación.
171
No Yo, Sino Cristo

Por lo tanto, hay un sentido en el que el antiguo pacto


es exactamente lo mismo que el nuevo pacto. Y sin
embargo, hay un sentido en el que son completamente
diferentes. Son lo mismo en que ambos tienen todo que
ver con Cristo, con la realidad de un pueblo viviendo en Él
y con la relación con Dios el Padre a través de Él. Son
completamente diferentes en que uno es sólo una sombra o
testimonio, el otro es la sustancia espiritual. Nunca se
contradicen entre sí porque la sombra se alinea perfecta-
mente con su correspondiente objeto. No obstante y al
mismo tiempo, los dos son totalmente distintos el uno del
otro porque la sombra no contiene nada del objeto real que
produce la sombra. Usted no puede abrazar la sombra de
un ser querido, o comer la sombra de una comida.
Por consiguiente, la llegada y la presencia de Jesu-
cristo en Su cuerpo la iglesia es la novedad del nuevo
pacto. Esta no es una novedad principalmente relacionada
con el tiempo. Es decir, el nuevo pacto no es simplemente
más nuevo o más reciente. No es como si alguien dijera:
“Allá está mi viejo balón de fútbol, pero aquí está el
nuevo.” En este ejemplo ambos balones son el mismo tipo
de objeto y sirven para exactamente el mismo propósito.
La única diferencia es que uno fue hecho años antes que el
otro. La diferencia entre el antiguo y el nuevo pacto sería
más como que si alguien dijera: “Ese caballo es mi antiguo
medio de transporte, pero este avión es mi nueva manera
de movilizarme.” El avión no es sólo más nuevo con
respecto al tiempo, sino que comparado con el caballo, es
totalmente nuevo en naturaleza y tipo. Uno es un animal
musculoso que come hierba; el otro es una máquina de
metal voladora que quema combustible. De igual manera,

172
Una
El Cumplimiento
Nueva Relación

el nuevo pacto no es simplemente la relación más actual


entre Dios y el hombre. Una vez más, la novedad del
nuevo pacto es la presencia y la experiencia de Cristo
mismo.

La Sombra del Antiguo Pacto

Cuando nosotros comenzamos a entender estas cosas,


los libros del Antiguo Testamento llegan a ser un retrato
completo de Jesucristo y de nuestra relación con Dios en
Él. De hecho, en muchas Escrituras es claro que el Espíritu
Santo lo diseñó cuidadosamente de esta manera. Por
ejemplo, cuando Dios instruyó a Moisés para que constru-
yera el tabernáculo y su mobiliario, Él solemnemente le
advirtió tres veces diciendo: “Mira que los hagas según el
diseño que te ha sido mostrado en el monte.” 4 La implica-
ción obvia de estas escrituras es que el tabernáculo tenía
que ser cuidadosamente edificado para que representara
algo más. ¿Cuál fue el diseño que Dios le mostró a Moisés?
El libro a los Hebreos nos dice que era una “copia y sombra
de las cosas celestiales” 5 que ya habían sido consumadas en
Cristo. No sólo el tabernáculo y sus muebles, sino “cada
jota y cada tilde”6 de la ley eran una pincelada que repre-
sentaba algo del propósito eterno de Dios en Su Hijo.
Jesús no vino a destruir estos cuadros, patrones y descrip-
ciones, sino a cumplirlos, a hacerlos espiritual y eterna-
mente reales en Él mismo.

4 Éxodo 25:9; 25:40; 26:30


5 Hebreos 8:5
6 Mateo 5:18; RVR1960
173
No Yo, Sino Cristo

Por lo tanto, debemos entender el antiguo pacto como


una relación con Dios en Cristo a través de los tipos y
sombras, y el nuevo pacto como la consumación espiritual
de cada detalle. Trato de ilustrar esta realidad con el
diagrama que sigue. Tanto el antiguo pacto como el nuevo
son relaciones con Dios en Su Hijo. La llegada del nuevo
“hizo anticuado al primero,”7 pero durante siglos el antiguo
pacto funcionó como un patrón dado por Dios de un
pueblo habitando en Cristo. Como ya hemos mencionado,
la perspectiva de Dios de este pueblo corporativo es dada a
nosotros en Éxodo: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” 8
Cuando Israel caminaba en pacto, dentro de los límites de
la ley, experimentaba una relación con Dios que incluía
vida, bendiciones, perdón, incremento, victoria, etc. Todos
estos eran cuadros naturales que ahora han llegado a ser
bendiciones espirituales en Cristo.9 Pero cada vez que
Israel quebrantaba el pacto al caminar fuera de los límites
de la ley, encontraba la muerte por todo lado.
Bajo el antiguo pacto Dios hizo que Su pueblo edifica-
ra un tabernáculo que representara a Cristo habitando en
medio de ellos. Cuidadosamente diseñó el sacerdocio para
describir cada aspecto de la relación. Les dio leyes que re-
flejaban la naturaleza de Cristo. Demandó sacrificios y
ofrendas que hablaban tanto de la obra redentora de la
cruz como de sus continuos efectos en medio del pueblo de
Dios. Cada año Israel tenía que celebrar las siete fiestas
anuales, las cuales testificaban del viaje de Cristo de una
sola semilla muerta a una cosecha resucitada de muchos

7 Hebreos 8:13
8 Éxodo 4:22
9 Ver Efesios 1:3
174
El Cumplimiento

miembros. Sus tribus, sus vestiduras, el incienso, las cose-


chas, los ritos de purificación, las relaciones, los rituales
(cada aspecto del judaísmo 10) eran en el antiguo pacto una
representación de la realidad del nuevo pacto. Pero cuan-
do Dios hubo llenado el tiempo de un testimonio completo,
Cristo vino y llenó de Él el patrón. En palabras de Pablo:
“Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a Su
Hijo.”11
Esto es precisamente lo que Jesús le explicó a la mujer
samaritana en el pozo. Como muchos de nosotros, la
mente de esta mujer estaba llena de preguntas y controver-
sias religiosas. Percibiendo que Jesús era un profeta, le
preguntó para resolver lo que eran entonces los debates
teológicos populares: ¿Cuál raza era el verdadero pueblo de
Dios? ¿A dónde estaba el lugar correcto para adorar a
Dios? Jesús le aseguró que el verdadero patrón estaba con
los judíos, y que el Mesías se levantaría de entre ellos. Pero
luego, con sólo unas pocas frases, Él desestimó todo el
mundo de sombras naturales y de testimonios físicos
porque la Sustancia espiritual había llegado. Él le dijo:

Mujer, cree lo que te digo: la hora viene cuando


ni en este monte ni en Jerusalén adorarán
ustedes al Padre. Ustedes adoran lo que no
conocen, nosotros adoramos lo que conocemos,
porque la salvación viene de los judíos. Pero la
10 Con la palabra judaísmo me refiero, exclusivamente, a aquello
que tiene su origen en Dios. No estoy incluyendo las tradiciones
hechas por los hombres que fueron agregadas y mezcladas con la
revelación de Dios. Acerca de esas tradiciones Jesús dijo: “…inva-
lidando así la palabra de Dios por la tradición de ustedes”
(Marcos 7:13).
11 Gálatas 4:4
175
No Yo, Sino Cristo

hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos


adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque ciertamente a los tales el Padre
busca que Lo adoren. Dios es espíritu, y los que
Lo adoran deben adorar en espíritu y en
verdad.12

Había llegado la hora en la que adorar a Dios no era


más un asunto de linajes naturales, lugares físicos o repre-
sentaciones ceremoniales de cosas espirituales. ¡Dios es
Espíritu! El patrón físico no era lo que Su corazón deseaba.
De pie frente a esta mujer samaritana estaba el cumpli-
miento vivo de cada promesa y propósito de Dios. El
patrón tenía una gloria limitada y pasajera, y con la venida
de Cristo una gloria mucho mayor, y por lo tanto, un tipo
mucho mayor de adoración había llegado.

La Gloria Mayor

¿Qué es gloria? La gloria tiene que ver con la auto-


revelación de Dios. Dios se glorifica a Sí mismo dándose a
conocer, haciéndose ver, experimentar y entender. En el
Antiguo Testamento las cosas o el pueblo glorificaban a
Dios, cuando eran usados por Él para exhibir o expresar
algo de Su naturaleza, verdad o propósito. A través de
cada aspecto de Su participación con el hombre, ya fuera
en el diluvio de Noé, en el éxodo de Egipto o simplemente
en el mobiliario del tabernáculo, Dios estaba exhibiéndose
a Sí mismo. Estas cosas glorificaban a Dios porque, de una

12 Juan 4:21-24
176
El Cumplimiento

177
No Yo, Sino Cristo

forma específica y deliberada, hacían que Él fuera visto y


conocido entre los hombres.13
Las revelaciones naturales y temporales de Dios a
través de eventos, objetos, palabras, milagros y personas
son lo que la Biblia llama gloria menor y pasajera. Estas
cosas no podían dar a conocer a Dios plenamente o dar la
verdadera expresión de Su grandeza. Más bien le ofrecían
al pueblo de Dios un testimonio temporal, una demostra-
ción o descripción fugaz de algo que era, de hecho, espiri-
tual y eterno. Por ejemplo, es obvio que Dios no es una
zarza ardiente, pero usó una zarza ardiendo para revelarse
a Moisés. Dios no es un arca de oro, pero el Arca del Pacto
representaba Su presencia en medio de Israel. Estas cosas
glorificaron a Dios hasta cierto punto, pero Él desde antes
de la creación del mundo, tenía un plan para glorificarse en
una forma mucho mayor al revelarse a Sí mismo en y a
través de Su Hijo. Dios podría darse a conocer perfecta-
mente sólo a través de Jesucristo. Cristo es la verdadera
Palabra de Dios, la manera en que Dios se comunica a Sí
mismo. Él es “el resplandor de Su gloria y la expresión
exacta de Su naturaleza.”14 Aunque muchos santos del
Antiguo Testamento vieron milagros y visiones que testifi-

13 Es en este sentido que el hombre también llega a glorificar a Dios


en Cristo. Nosotros no poseemos algo llamado gloria que le
podamos dar a Dios, en nuestro propio tiempo y voluntad. Los
seres humanos sí glorificamos a Dios, pero no ofreciéndole algo
de nosotros mismos, sino al llegar a ser algo que es de Él y expre-
sión de Él. Los creyentes le damos gloria a Dios cuando nuestras
almas y nuestras vidas se convierten en una vitrina para Su natu-
raleza, amor, verdad, poder, etc. Al igual que un diamante que
recibe y refleja el sol, nosotros glorificamos a Dios cuando nos
convertimos en un incremento de la expresión de algo que Él es.
Dios es siempre la fuente y el destinatario de la gloria.
14 Hebreos 1:3
178
El Cumplimiento

caban del Señor, Juan nos dice que “nadie ha visto jamás a
Dios; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él Lo
ha dado a conocer.”15 Por esta razón Jesús les dijo a los
discípulos: “El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre.” 16
Note la manera en que Pablo compara la gloria de
Dios bajo el antiguo pacto con la gloria mayor que ha
venido en el nuevo pacto:

Y si el ministerio de muerte grabado con letras


en piedras fue con gloria, de tal manera que los
Israelitas no podían fijar la vista en el rostro de
Moisés por causa de la gloria de su rostro, la
cual se desvanecía, ¿cómo no será aún con más
gloria el ministerio del Espíritu? Porque si el
ministerio de condenación tiene gloria, mucho
más abunda en gloria el ministerio de justicia.
Pues en verdad, lo que tenía gloria, en este caso
no tiene gloria por razón de la gloria que lo
sobrepasa. Porque si lo que se desvanece fue
con gloria, mucho más es con gloria lo que
permanece.17

Aunque las cosas bajo el antiguo pacto como la ley, el


tabernáculo y los milagros tenían una medida de gloria, el
punto de Pablo aquí es que la verdadera auto-revelación de
Dios aguardaba la obra de Jesucristo en la cruz. Un alma
puede llegar a ver y a conocer la gloria mayor de Dios sólo
al experimentar la muerte, sepultura y resurrección de

15 Juan 1:18. La expresión “dado a conocer” es la palabra en griego


exēgeomai que significa desplegar o develar el verdadero signifi-
cado de algo. La palabra exégesis se deriva de esta palabra griega.
16 Juan 14:9
17 2 Corintios 3:7-11
179
No Yo, Sino Cristo

Cristo. Es más, Jesús dijo justo antes de la cruz: “Padre,


glorifica Tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y Lo
he glorificado, y de nuevo Lo glorificaré.”18 Dios ya se
había dado a conocer en los tipos y sombras, pero había
llegado el momento de glorificarse otra vez en espíritu y
verdad. La cruz de Cristo no sólo glorificó a Dios al mani-
festar Su amor de manera visible y externa, sino que aún
más grande que eso, creó una forma de llevarnos a Cristo
donde todas las cosas de Dios están plenamente dadas y
reveladas. Hablando de esta realidad el autor a los Hebreos
nos dice que Jesús “llevó muchos hijos a la gloria.” 19 Pablo
explica en la segunda carta a los tesalonicenses la manera
en que Dios “los llamó mediante nuestro evangelio, para
que ganen la gloria de nuestro Señor Jesucristo.” 20 Y Jesús
la noche anterior a Su crucifixión oró estas palabras:
“Padre, quiero que los que Me has dado, estén también
conmigo donde Yo estoy, para que vean Mi gloria, la gloria
que Me has dado.”21
El plan de Dios involucraba gloria desde el mismo
principio. En todo lo que Dios creó, y a través de Su acti-
vidad en la creación natural, Él se dio a conocer en
diversos grados. Aún más, cada aspecto de la creación
natural y cada forma en la que Él se involucró, eran un
testimonio de un tipo mayor de auto-revelación. Para
verdaderamente glorificarse en Su pueblo, Dios tenía que
llevarnos a Él, donde Él podría ser conocido.
Moisés anhelaba ver la gloria de Dios en el Antiguo

18 Juan 12:28
19 Hebreos 2:10
20 2 Tesalonicenses 2:14
21 Juan 17:24
180
El Cumplimiento

Pacto. En respuesta al clamor de su corazón, Dios lo llevó


a la cima de Su montaña, lo escondió en la hendidura de la
roca e hizo pasar Su gloria delante de Él. En perfecto
cumplimiento de esta historia, Dios nos levanta ahora a
lugares celestiales en Cristo, nos esconde en Su Hijo, y abre
los ojos de nuestro corazón para que veamos mucho más
de lo que Moisés vio. Moisés vio “las espaldas” 22 de Dios,
porque eso era todo lo que su pacto permitía. No obstante,
“todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando
como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo
transformados en la misma imagen de gloria a gloria.” 23
Hemos llegado a la “iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en el rostro de Cristo.” 24
Nuestra unión con Cristo permite el cumplimiento de
cada promesa del antiguo pacto que hablaba de conocer y
habitar en la gloria de Dios. Ahora en Cristo, tenemos
acceso a la verdadera gloria, y dicha gloria puede llenar el
nuevo templo de Dios. Este es el gran “misterio que ha
estado oculto desde los siglos y generaciones, pero que
ahora ha sido manifestado a sus santos…Cristo en ustedes,
la esperanza de gloria.”25 El punto principal en todo esto es
que un increíble cambio ha ocurrido en la cruz. Dios
cumplió la gloria del antiguo pacto, al sustituir las sombras
naturales por la sustancia eterna y espiritual, y ahora Él
revela y realiza este cambio en el cuerpo de Cristo, la
iglesia.

22 Éxodo 33:23
23 2 Corintios 3:18
24 2 Corintios 4:6
25 Colosenses 1:26-27
181
No Yo, Sino Cristo

Un Cambio en Forma y Lugar

Ya sea que estemos hablando del cumplimiento de la


gloria, de la ley o de cualquier tipo y sombra del Antiguo
Testamento, la palabra cumplimiento siempre implica un
cambio de forma y lugar. El cambio en la forma es de lo
natural26 a lo espiritual. El cambio de lugar es de lo externo
a lo interno. Para los cristianos esto es universalmente
difícil de entender al principio. Como seres humanos el
mundo que naturalmente entendemos es externo a noso-
tros y conocible a través de nuestros cinco sentidos. Es
difícil creer y comprender cómo o por qué Dios buscaría
lograr Su propósito eterno dentro del alma humana. El
mundo fuera de nosotros parece mucho más real, impre-
sionante e importante. ¿No preferiría Dios habitar, reinar
y establecer Su justicia en la majestuosa creación natural?
¿No sería un logro mayor llenar el planeta Tierra de la
gloria de Dios? Las Escrituras responden con un enfático
no, pero todavía nos tropezamos con versículos de la Biblia
que son claros y tratamos de salirnos de las implicaciones
obvias.
Isaías, por ejemplo, nos dice que aunque el cielo es el
trono de Dios y la tierra el estrado de Sus pies, Su casa y

26 El antiguo pacto obviamente implicaba también una buena


cantidad de eventos sobrenaturales, pero hay que tener en cuenta
que incluso la actividad sobrenatural de Dios en la tierra, hizo
uso de la esfera natural. Dios obró milagros en Egipto, sobrena-
turalmente dividió el Mar Rojo, se manifestó en una columna de
nube y de fuego sobre la tabernáculo, etc., pero a pesar de que
estas cosas tenían a Dios como su fuente, seguían siendo manifes-
taciones físicas externas que los hombres experimentaban con los
sentidos naturales.
182
El Cumplimiento

eterno lugar de reposo es el alma de aquel “que es humilde


y contrito de espíritu, y que tiembla ante Mi palabra.” 27
Jesús confundió y ofendió a los fariseos al insistir en que el
Reino de Dios, “no viene con señales visibles [Literal-
mente, 'evidencia ocular']; ni dirán: '¡Miren, aquí está!' o:
'¡Allí está!' Porque, el reino de Dios está entre [Literal-
mente, 'dentro de'] ustedes.”28 Pablo le dice a la iglesia en
Roma que “las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse.”29 Aunque todo esto sin duda tiene manifes-
tación externa y visible a través de nuestros cuerpos físicos
en la tierra, el testimonio consecuente de las Escrituras
describe la transición de la promesa al cumplimiento,
como un cambio de lo externo y natural a lo interno y espi-
ritual.

La Justicia Cumplida en Nosotros

En ninguna parte es más incomprendido el concepto


de cumplimiento, tanto en los días de los apóstoles como
en los nuestros, que cuando llegamos al tema de la justicia.
Este es el tema de la mayoría de la carta de Pablo a los
Romanos. ¿Qué es justicia? ¿Cómo es cumplida? Bíblica-
mente hablando, la palabra justicia tiene que ver con
rectitud, con un perfecto alineamiento o conformación a la
naturaleza y mandato de Dios. En realidad, sólo hay una
27 Isaías 66:2
28 Lucas 17:20-21 “señales visibles” es número de Strong G3906;
inspección, es decir, evidencia ocular. “Entre” es número de
Strong G1722; dentro.
29 Romanos 8:18 RV1960, énfasis mío
183
No Yo, Sino Cristo

cosa que se ajusta a esta descripción, Jesucristo. Cristo,


como el eterno Hijo de Dios, como la “expresión exacta de
Su naturaleza,”30 es la sustancia y definición de la justicia.
Él es el único que se alinea correctamente con todo lo que
Dios es y desea.
Durante los siglos previos a la cruz, Dios demandó que
Israel se relacionara con Él de acuerdo a la descripción
escrita de la naturaleza y obra de Cristo que se halla en la
ley mosaica. No obstante, como hemos mencionado en un
capítulo anterior, la ley describía a Cristo y requería a
Cristo, pero no daba a Cristo. Es decir, ella demandaba
una justicia que ellos no poseían. Aunque a veces podían
ajustarse a la ley en las acciones externas, internamente
siempre eran contrarios a ella. Había otra naturaleza
obrando en el interior de ellos, la ley del pecado y muerte,
combatiendo contra la ley de Dios. En consecuencia, la ley
que era buena en sí misma, se volvió un “ministerio de
condenación”31 y un “ministerio de muerte”32 para el
injusto hombre adámico. Esto es exactamente el predica-
mento que Pablo describe en Romanos 7.

¿Acaso ignoran, hermanos (pues hablo a los


que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción
sobre una persona mientras vive? Pues la
mujer casada está ligada por la ley a su
marido mientras él vive; pero si su marido
muere, queda libre de la ley en cuanto al
marido. Así que, mientras vive su marido, será
llamada adúltera si ella se une a otro hombre;
30 Hebreos 1:3
31 2 Corintios 3:9
32 2 Corintios 3:7
184
El Cumplimiento

pero si su marido muere, está libre de la ley, de


modo que no es adúltera aunque se una a otro
hombre.33

Con esta analogía Pablo está diciendo que la relación


entre la ley y el hombre natural es comparable a la relación
entre un esposo y una esposa. Así como la esposa está
ligada a su esposo hasta que muere, así también está ligado
el hombre adámico a la ley de Dios. Watchman Nee utiliza
la siguiente anécdota para explicar estos versículos.34
Imagine que hay una mujer casada con un hombre
llamado Ley. El señor Ley es un hombre muy bueno y
justo. Es honesto, fiel y consecuente, siempre vive de
acuerdo a sus normas. Y aún cuando el señor Ley es un
perfeccionista que insiste en que todo se haga sólo de la
manera correcta, en realidad no puede ser culpado ni criti-
cado por eso, porque sus expectativas son enteramente
legítimas. Él no pide nada que no sea razonable o apro-
piado. No hay nada malo en el hombre y nada malo en la
expectativa que tiene de su esposa.
El problema en la relación radica en ella. Ella es
inconsistente, descuidada y débil. Quiere complacer a su
esposo, pero encuentra su matrimonio increíblemente
frustrante y desalentador porque continuamente queda
corta de las expectativas de él. Ella es consciente de sus
errores y sabe que él tiene todo el derecho de demandarle
lo que demanda, pero comprenderlo no hace que la rela-
ción sea más fácil. Los dos forman una terrible pareja y la

33 Romanos 7:1-3
34 La siguiente es la adaptación de una analogía que se encuentra
en: Watchman Nee, The Normal Christian Life, capítulo 9: The
Meaning and Value of Romans Seven.
185
No Yo, Sino Cristo

mujer casi ha perdido la esperanza.


Esta mujer secretamente anhela estar casada con otro
hombre. Hay un hombre que ella conoce que es tan bueno,
honesto y consecuente como el señor Ley. Aún cuando
este otro hombre tiene exactamente las mismas normas y
demandas que tiene su esposo, para todo lo que él expecta
de ella también le da la capacidad de hacerlo. Cada debi-
lidad de ella, él la compensa con su fortaleza. Cada uno de
los fallos de ella se convierte en una oportunidad para él de
tener éxito en su nombre. ¡Si ella pudiera casarse con este
otro hombre y ser libre de la vida de perpetuo fracaso y
condenación! Pero por desgracia ella está ligada al señor
Ley hasta que uno de ellos muera. En palabras del apóstol
Pablo: “la ley tiene jurisdicción sobre una persona mien-
tras vive.”35
Con respecto a esta situación, Pablo presenta en los
siguientes versículos de Romanos 7 la milagrosa solución.

Por tanto, hermanos míos, también a ustedes


se les hizo morir a la Ley por medio del cuerpo
de Cristo, para que sean unidos a otro, a Aquél
que resucitó de entre los muertos, a fin de que
llevemos fruto para Dios. 36

¿Puede ver lo que está diciendo Pablo? Usted es la


mujer. El primer esposo es la Ley escrita que consiste en
mandamientos justos. Cristo es el segundo esposo, y el
fruto que menciona Pablo es el incremento de Cristo, la
cosecha de la Semilla perfecta de Dios. La ley no muere
porque el estándar justo de Dios nunca cambia. ¡Pero
35 Romanos 7:1
36 Romanos 7:4, énfasis mío
186
El Cumplimiento

cuando nosotros morimos con Cristo, somos liberados de


esta relación de condenación y unidos a Aquel que la ley
describe! Esta libertad de la ley no es libertad para vivir
nuestras propias vidas sin temor al juicio, como muchos
equivocadamente sugieren. ¡Lejos de eso! Nuestra libertad
en Cristo es libertad de nuestras vidas y de toda la conde-
nación que justamente va con ellas. Somos crucificados a
la carne y vivificados por el Espíritu, al recibir en nuestra
alma la Simiente de vida que produce el fruto de Su
Espíritu.
Cristo, el segundo esposo, requiere de nosotros lo que
la ley siempre ha demandado, pero ahora que estamos
unidos a Él, descubrimos que Él nos da y obra en nosotros
todo lo que Él también nos demanda. Esto es gracia.
Gracia es la relación con Dios en la que Jesucristo es hecho
para nosotros, y obra en nosotros, todo lo que Dios
siempre ha deseado y requerido. Juan dice: “Porque la Ley
fue dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad fueron
hechas realidad por medio de Jesucristo.” 37 Gracia es que
la Persona de justicia cumple la ley en nosotros, por medio
del reinado de Su propio Espíritu que habita en nosotros.
Cristo en nosotros es el cumplimiento de la ley. En el
siguiente capítulo de Romanos, Pablo dice exactamente
esto:

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo


Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la
muerte. Pues lo que la Ley no pudo hacer, ya
que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo
enviando a Su propio Hijo en semejanza de

37 Juan 1:17
187
No Yo, Sino Cristo

carne de pecado y como ofrenda por el pecado,


condenó al pecado en la carne, para que el
requisito de la Ley se cumpliera en nosotros,
que no andamos conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu. 38

Nosotros deberíamos poner cuidadosa atención en la


forma que Pablo usa la palabra cumplimiento en estos
versículos. Él deliberadamente no dice que la justicia es
cumplida por nosotros. En una ocasión Jesús les dijo a los
judíos: “…si su justicia no supera la de los escribas y fari-
seos, no entrarán en el reino de los cielos.”39 Sin ninguna
duda esta declaración impactó a Sus oyentes, pero Jesús
sabía que la verdadera justicia no es producida por ningún
hombre natural. Sin embargo: “Lo imposible para los
hombres es posible para Dios,”40 Mediante la obra de la
cruz, las justas demandas de la ley pueden ser cumplidas
en nosotros ahora, porque la Persona de justicia es dada
para que viva y reine en Su cuerpo, la iglesia. La verdadera
justicia no es definida entonces, por ciertos actos hechos
por el hombre, sino por el Hijo obediente que vive en el
hombre, el Rey justo que establece Su reino en la tierra de
nuestra alma. La multitud de mandamientos escritos
correspondientes al antiguo pacto son cumplidos por la
“palabra implantada”41 que imparte Su naturaleza y se
forma a Sí misma en nuestra alma. En este sentido la
sombra es sustituida por la sustancia. La ley de la letra se

38 Romanos 8:2-4, énfasis mío


39 Mateo 5:20
40 Lukas 18:27
41 Santiago 1:21
188
El Cumplimiento

ha convertido en “la ley del Espíritu de vida en Cristo


Jesús.”42 Lo natural y lo externo están perfectamente
consumados ahora en lo espiritual e interno. Cristo mismo
cumple todo lo que Dios desea y lo hará así, en el alma de
todo aquel que nace de Su Semilla y lleva Su incremento.

42 Romanos 8:2
189
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 12
Ceguera Espiritual

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están


literalmente llenos de descripciones de lo que Dios ha
logrado y puesto a disposición a través de la cruz. Entre
otras cosas, hemos mencionado la manera en que la cruz
trae el juicio sobre el mundo adámico en la muerte de
Cristo y el nacimiento de una nueva creación en Su resu-
rrección. Ella estableció un nuevo pacto con Dios que
cambió la sombra por la sustancia, y que por lo tanto,
cumplió cada promesa y cada profecía en la persona de
Jesucristo. No obstante, para muchos permanece la
pregunta: “¿Por qué estas cosas me parecen tan extrañas a
mí? Si todo esto es cierto y accesible, ¿por qué no es mi
experiencia?” Esta es una pregunta importante y recibe
gran parte de la atención de las cartas de los apóstoles a las
iglesias.

Nacido En un Nuevo Mundo

Creo que podemos comenzar a responder esta


pregunta al reflexionar en el nacimiento de un niño.
190
Ceguera Espiritual

Cuando los bebés nacen, repentinamente se encuentran en


un mundo que no entienden. Para ellos todo lo de este
mundo es totalmente nuevo y diferente. Sus pequeños
cuerpos tiemblan de frío porque nunca han sentido el aire.
Sus ojos se entrecierran cuando ven la luz por primera vez.
Los sonidos, los toques, la respiración, la alimentación, la
gente, todo es muy ajeno y extraño. Prácticamente no hay
nada en este nuevo mundo que sea familiar o que tenga
sentido para el bebé.
Como siempre, lo natural fue diseñado para hacer de
paralelo de lo espiritual. En Cristo todo es diferente y
nuevo, y nuestro entendimiento de las cosas naturales no
nos sirve de nada aquí. De hecho, intentar utilizar la sabi-
duría y el conocimiento del hombre adámico para entender
la realidad espiritual es lo más tonto que podemos hacer.
Las Escrituras están repletas de advertencias contra esto.
Incluso a Job, hombre bueno y temeroso de Dios, el Señor
le habló desde un torbellino diciéndole: “¿Quién es éste
que oscurece el consejo con palabras sin conocimiento?”1
A Isaías le dijo: “Porque Mis pensamientos no son los
pensamientos de ustedes, ni sus caminos son Mis
caminos… Porque como los cielos son más altos que la
tierra, así Mis caminos son más altos que sus caminos, y
Mis pensamientos más que sus pensamientos.” 2 En la
primera carta de Pablo a los Corintios claramente se dice:
“Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de
Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender,
porque son cosas que se disciernen espiritualmente.”3

1 Job 38:2
2 Isaías 55:8-9
3 1 Corintios 2:14
191
No Yo, Sino Cristo

Pablo no se refiere sólo a los no creyentes al hablar del


hombre natural. Este término, en definitiva, incluye a los
no salvos, pero el hombre natural no es más que el hombre
que somos por naturaleza, incluida cualquier medida de
sus pensamientos, caminos y deseos que siguen operando
en los corazones de los cristianos. El hombre natural no
puede entender las cosas espirituales porque vive en un
mundo de sombras y ve con una luz completamente dife-
rente, una luz que Jesús llamó oscuridad. 4
Los adultos naturalmente entienden que la ignorancia,
confusión y debilidad de los bebés recién nacidos no se
debe a la ausencia de vida. Mas bien, que sus grandes limi-
taciones como seres humanos tienen que ver con la falta de
entendimiento y experiencia de la vida que ya tienen. De
manera similar, nuestro fallo en conocer y experimentar la
grandeza de Cristo no es porque Cristo no haya sido
provisto. Nuestro problema principal es que no hemos
visto, conocido o permitido el crecimiento de la vida que
Dios nos ha dado gratuitamente. Y de nuevo, peor que la
ignorancia espiritual es la presuposición de que el entendi-
miento natural y el crecimiento intelectual son útiles en
este nuevo Mundo.5 Eso sería como un bebé intentando

4 Mateo 6:23. “Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán


grande será la oscuridad!”
5 Con la palabra Mundo me estoy refiriendo a Cristo. Obviamente
Jesucristo es una Persona, la segunda Persona de la Trinidad, el
eterno Hijo y Palabra de Dios. Pero Él es más que sólo un ser
divino. Los que llegamos a vivir en Él, lo experimentamos como
mucho más que un Dios externo. Él es para nuestra alma un
nuevo ámbito de vida, verdad, luz y amor. Él es el templo de Dios,
la montaña de la herencia de Dios, donde Él y Su creación redi-
mida viven juntos como uno. Él es la Cabeza de Su cuerpo, la
iglesia; la Luz de la Jerusalén celestial; la Vid en quien muchas
ramas permanecen; y mucho más.
192
Ceguera Espiritual

emplear el conocimiento acumulado durante los nueve


meses en el útero, para entender cosas como pájaros,
océanos, luz del sol y lluvia. El conocimiento del útero es
inútil una vez que usted está del otro lado. De la misma
manera el conocimiento natural y el intelecto humano no
son el modo de conocer la verdad tal como está en Cristo.
Para conocer la realidad espiritual usted debe tener enten-
dimiento espiritual. Y entendimiento espiritual no es
nuestro entendimiento de cosas espirituales. El entendi-
miento espiritual es el entendimiento del Espíritu obrando
en el corazón humano.

Somos las Tinieblas

Aceptar nuestra total ignorancia de todo lo espiritual


es un paso increíblemente importante hacia el crecimiento
espiritual. Puede parecer un paso en retroceso para los
que han sido cristianos por años, pero es un paso esencial
que muy pocos están dispuestos a dar. La verdad de la
situación, si estamos dispuestos a enfrentarla, es más fea
que la mera ignorancia. Pablo describe la condición natural
del corazón y de la mente humana como “tinieblas”6 y
“enemistad contra Dios.”7 Nuestras mentes no sólo carecen
de la verdad, son naturalmente hostiles a ella.
Si usted piensa en el relato de la creación, lo primero
que Dios llamó a existencia fue la luz. Él dijo: “¡Sea la luz!
Y hubo luz.”8 Luego leemos que Dios separó la luz de las
tinieblas, pero ¿de dónde vinieron esas tinieblas? Dios
6 Efesios 5:8
7 Romanos 8:7; RVR1960
8 Génesis 1:3
193
No Yo, Sino Cristo

nunca dijo: “¡Sean las tinieblas!” La respuesta obvia a esta


pregunta es que las tinieblas no necesitan ser creadas,
simplemente son ausencia de luz. Las tinieblas son nada;
existen dondequiera que no haya luz. Por lo tanto, Dios
comenzó Su obra de creación en el principio, llamando la
atención sobre estas dos cosas, les dio nombre y luego las
separó una de la otra. De esta manera el Señor pintó un
cuadro vívido de algo que todos los creyentes necesitan
entender: Las tinieblas son una realidad y una experiencia
dondequiera que no brille la luz.
¿Qué es la luz? En pocas palabras, la luz es lo que nos
muestra lo que es real. Sólo en la luz usted puede ver lo
que está a su alrededor. Sólo en la luz usted está cons -
ciente de lo que es verdadero. En las tinieblas nada puede
ser visto o conocido con certeza. Las tinieblas de las que
leemos en la historia de la creación en Génesis eran sólo un
tipo y una sombra de una condición mucho más seria. Las
verdaderas tinieblas son la condición natural del alma
humana que vive y piensa en la perfecta ausencia de la luz
espiritual. De hecho, debido a la mentira y a la subse-
cuente caída del hombre, la condición de la humanidad se
volvió el reino de las tinieblas del enemigo.9 Es el reino en
el que Satanás puede influenciar y engañar en cualquier
forma que desee, porque no hay luz para que discernamos
lo que es real. Estas son las tinieblas del alma adámica
caída, las tinieblas que residen en nosotros hasta que la luz
de Cristo brille en el interior.
9 Lucas 4:5-7. “El diablo Lo llevó a una altura, y Le mostró en un
instante todos los reinos del mundo. Todo este dominio y su
gloria Te daré, Le dijo el diablo; pues a mí me ha sido entregado, y
a quien quiero se lo doy. Por tanto, si Te postras delante de mí,
todo será Tuyo.”
194
Ceguera Espiritual

Aunque la mayoría tienen una perspectiva mucho más


elevada de sí mismos, permanece la verdad de que la oscu-
ridad del corazón humano es un lugar mucho más negro
que cualquier oscuridad externa o natural. Jeremías
escribe sobre esto: “Engañoso es el corazón más que todas
las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”10 Jesús les
advirtió a los judíos: “…si la luz que hay en ti es oscuridad,
¡cuán grande será la oscuridad!” 11 En otra parte les dijo: “Y
éste es el juicio: que la Luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la Luz, pues sus acciones
eran malas.”12
En Efesios 5 Pablo le dice a la iglesia, “Porque antes
ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor;
anden como hijos de luz.”13 Note que dice: “antes ustedes
eran tinieblas.” No dice, “antes ustedes eran influenciados
por las tinieblas,” o “antes ustedes tenían un montón de
ideas y deseos oscuros.” De acuerdo a Pablo, las tinieblas
no son algo que creíamos, sino lo que éramos. Las tinie-
blas eran nuestra naturaleza y constitución. Eran cómo
veíamos y la manera en que nos relacionábamos con el
mundo. Por tanto, Cristo vino al mundo de tinieblas como
la única luz existente. Él no sólo era la luz más brillante,
sino además, la única luz verdadera en el mundo de la
negra humanidad. Por esta razón dijo: “Yo soy la Luz del
mundo; el que Me sigue no andará en tinieblas, sino que
tendrá la Luz de la vida.”14 El profeta Isaías escribió vién-

10 Jeremías 17:9; RVR1960


11 Mateo 6:23
12 Juan 3:19
13 Efesios 5:8
14 Juan 8:12
195
No Yo, Sino Cristo

dolo desde muy lejos:

Levántate, resplandece, porque ha llegado tu


luz y la gloria del Señor ha amanecido sobre ti.
Porque tinieblas cubrirán la tierra y densa
oscuridad los pueblos. Pero sobre ti amanecerá
el Señor, y sobre ti aparecerá Su gloria. Y
acudirán las naciones a tu luz, y los reyes al
resplandor de tu amanecer. 15

Jesucristo le ofrece al mundo una luz, y la luz que Él


ofrece es la luz de la vida. Debemos entender que la luz es
parte de la vida, no está separada. Por lo tanto, para
conocer la luz de Cristo, la humanidad tiene que recibir y
caminar en la vida de Cristo, dejando su propia vida atrás,
crucificada y sepultada. Justo como la luz y las tinieblas
naturales, Adán y Cristo no pueden mezclarse. La
presencia de uno desplaza al otro; en todos los sentidos,
conocer a uno nos cuesta el otro. En la perspectiva de Dios,
los dos han sido separados desde el mismo principio.
Por lo tanto, para que nosotros conozcamos algo más
que las tinieblas de las imaginaciones y deseos adámicos
caídos, necesitamos que la luz que es Cristo brille en nues-
tras almas y desplace todo lo que estaba en ellas antes.
Cuando esto empieza a suceder un entendimiento terrible
y maravilloso toma lugar. Desde lo profundo de nuestro
interior, desde el lugar donde nosotros nunca hemos sido
capaces de ver, nuestra alma clama: “¡Ya lo veo! No soy un
buen hombre que lucha con las tinieblas; soy las tinieblas
que pretenden ser un buen hombre.” Repentinamente

15 Isaías 60:1-3
196
Ceguera Espiritual

entendemos la razón por la que el hombre se esconde de la


luz de Dios; los hombres aman las tinieblas porque somos
el mal, y la luz lo prueba más allá de cualquier sombra de
duda. Los hombres aman la sus propias ideas religiosas
porque crean un lugar ficticio en el que podemos sentarnos
en la oscuridad y pretender tener luz. En nuestra religión
enseñamos acerca de la luz, pero mantenemos una
distancia segura. Cantamos acerca de la luz, pero no nos
atrevemos a acercarnos a ella, porque en el momento que
la luz de Dios toca realmente nuestra alma, el mundo que
conocemos llega a un final y empezamos de nuevo en
Cristo con absolutamente nada más que Él.
Jesucristo no es sólo una luz que brilla sobre nosotros
guiándonos, ayudándonos y llenando los espacios en
blanco. Él es una luz mucho mayor que eso. Cuando expe-
rimentamos la luz de Su vida es como si Dios gritara en
nuestros corazones: “¡Sea la luz!,” la separará de las tinie-
blas, llenará nuestra alma de Su perspectiva eterna y elimi-
nará todo lo demás. Con esta misma realidad a la vista y
usando Génesis 1 como modelo, Pablo escribió a los
Corintios:

Pues Dios, que dijo: De las tinieblas resplande-


cerá la luz, es el que ha resplandecido en nues-
tros corazones, para iluminación del conoci-
miento de la gloria de Dios en el rostro de
Cristo.16

La luz espiritual que brilla en nuestro corazón es


aquella de la que la luz natural sólo es un tipo y sombra.

16 2 Corintios 4:6
197
No Yo, Sino Cristo

Cristo es la mayor de todas las luces, la que hace que “la


luna se abochorne y el sol se avergüence.”17 Isaías había
hablado claramente de un pacto en el que, “Ya el sol no
será para ti luz del día, ni el resplandor de la luna te alum -
brará; sino que tendrás al Señor por luz eterna.” Con la luz
natural podemos ver la tierra y nos percatamos de lo que es
físicamente real. Pero ahora, cuando la luz de la vida
despunta en nuestros corazones, nos despertamos de lo
muerto y los ojos de nuestro corazón contemplan el rostro
de Jesucristo.

La Mente Carnal

¿Cuál es nuestro principal problema como cristianos?


¿Por qué fallamos tan a menudo en experimentar todo lo
que la Biblia describe como una realidad presente en
Cristo? Gran parte del problema es el simple hecho de que
realmente no conocemos la verdad. A menudo ni siquiera
entendemos cómo conocer la verdad. Hemos recibido la
salvación, pero no conocemos la salvación que hemos reci-
bido. Sabemos que Jesús es la verdad, pero conocemos
muy poco de la verdad que es Jesús. Sólo porque nos
llamamos a nosotros mismos cristianos, no significa que
conocemos lo que significa relacionarse con Dios en Su
Hijo. Sólo porque sabemos ciertas cosas que son ciertas,
no significa que la verdad está viviendo y reinando en
nuestros corazones.
El hombre natural piensa que adquirir información es
aprender, y sin duda, eso puede ser cierto cuando se trata
17 Isaías 24:23
198
Ceguera Espiritual

de las cosas naturales. Pero las realidades espirituales no


se aprenden al reunir información, aún si dicha informa-
ción consiste de versículos bíblicos y teología correcta. De
hecho, la mente natural no es ni siquiera la facultad
correcta para conocer la realidad espiritual. Nadie trata de
oír una puesta de sol o intenta ver un solo de piano de
Mozart. Sabemos que el oído no es la facultad para ver, ni
los ojos la facultad correcta para oír. De manera similar,
las cosas de Dios son inaccesibles para la mente natural.
Note las fuertes palabras de Pablo al respecto en la carta a
los Efesios:

Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el


Señor: que ustedes ya no anden así como
andan también los Gentiles, en la vanidad de
su mente. Ellos tienen entenebrecido su enten-
dimiento, están excluidos de la vida de Dios por
causa de la ignorancia que hay en ellos, por la
dureza de su corazón. 18

Y a los Romanos les escribió:

Porque la mente de la carne es muerte, pero la


mente del Espíritu es vida y paz; porque la
mente de la carne es enemistad contra Dios;
porque no se somete a la Ley de Dios, ni
tampoco puede. Y los que están en la carne no
pueden agradar a Dios. 19

18 Efesios 4:17-18, énfasis mío


19 Romanos 8:6-8. Traducción de la versión en inglés de Jay P.
Green
199
No Yo, Sino Cristo

Pablo no dice que la mente de la carne esté enemistada con


Dios, dice que es enemistad contra Dios. El famoso predi-
cador Charles Spurgeon dice lo siguiente acerca de la
declaración de Pablo:

Pablo dice que “la mente carnal es enemistad


contra Dios.” Él usa un sustantivo y no un adje -
tivo… No es oscura, sino la oscuridad; no está
enemistada, es la enemistad misma; no es
corrupta, sino la corrupción; no es rebelde,
sino la rebelión, no es mala, es la maldad
misma.20

Cuando las Escrituras hablan de la mente carnal o de


la mente de la carne, no sólo se refieren a lo que nosotros
consideramos un pensamiento inmoral o inapropiado. La
mente carnal es, sencillamente, la mente terrenal, la
natural, la mente no renovada. Es la mente del hombre
adámico, sin importar qué esté pensando o deseando. Esta
mente no comprende la realidad espiritual, tanto por las
limitaciones naturales como por la inherente corrupción.
Ya hemos señalado la manera en que la naturaleza de
pecado reina en el hombre natural. El hombre ve todas las
cosas a través del lente de la mentira e interactúa con el
mundo desde una perspectiva puramente egocéntrica y
motivada por el yo. Pero incluso si el pecado no gobernara
la mente natural, fue creada por Dios para entender y rela-
cionarse con el ambiente natural y físico. La mente es
grandiosa para manejar carros y resolver crucigramas,
pero cuando se pasa al ámbito del entendimiento espiritual
20 Charles Spurgeon; Traducido de un Sermón titulado “The Carnal
Mind Enmity Against God,” 22 de Abril, 1855
200
Ceguera Espiritual

sólo causa problemas.


El verdadero conocimiento espiritual toma lugar en el
alma.21 Es una experiencia interior de la vida resucitada, y
no una acumulación mental de conceptos ciertos. No estoy
diciendo que nosotros debamos ser personas sin inteli-
gencia para conocer a Cristo, pero la verdad es que el cono-
cimiento del Señor no tiene nada que ver con ser inteli-
gentes. La meta de Dios no es educar las mentes humanas
acerca de la persona y obra de Jesucristo. El deseo de Dios
es dar, revelar y formar la vida de Su Hijo en nuestras
almas y por ese medio destruir la obra del diablo en ellas.22
Hasta que eso empiece a suceder, todo nuestro conoci-
miento cristiano es superficial y sin poder. La inteligencia
natural y la educación son, sin ninguna duda, útiles en la
tierra, pero no son una verdadera ventaja en el crecimiento
espiritual. De hecho, ese tipo de cosas pueden ser un
obstáculo y una distracción, y ser aún, otra oportunidad
para el orgullo humano.
A menudo crecemos en frustración en nuestra relación
con el Señor porque esperamos que Dios se dé a conocer a
nuestra mente natural. Queremos que se explique a Sí
mismo y que le dé sentido a las cosas, antes de que le
creamos. Pero la meta de Dios no tiene nada que ver con la
gratificación de nuestras mentes naturales, o con la satis-
facción de nuestra curiosidad. Su interacción con los cora-
zones humanos no es con la esperanza de que entendamos
mentalmente y estemos de acuerdo con Sus palabras, más
bien está dirigido hacia una experiencia mayor de la viva e
implantada Palabra Dios. Esto puede ser fácilmente

21 Yo uso los términos corazón y alma en forma sinónima.


22 Ver 1 Juan 3:8
201
No Yo, Sino Cristo

demostrado en los evangelios, especialmente en el de Juan.


Hubo muchas ocasiones en las que Jesús pudo haber
respondido preguntas, haberse explicado a Sí mismo con
lenguaje claro o haber eliminado toda duda con respecto a
quién era Él. Pero Sus enseñanzas nunca fueron dirigidas
a la mente natural del hombre.
En una ocasión una multitud de personas pululaban
alrededor de Él, sorprendidos por la milagrosa multiplica-
ción del pan y de los peces, y listos para proclamarlo como
rey de Israel. Pero en lugar de darles un sermón de tres
puntos aclarando Su misión mesiánica, les dijo: “En
verdad les digo, que si no comen la carne del Hijo del
Hombre y beben Su sangre, no tienen vida en ustedes.”23
¡Cuán extraño debió haber sonado aquello, especialmente
para una audiencia a la que Dios le había prohibido beber
sangre desde el tiempo de Noé! Casi todos ellos se confun-
dieron, se ofendieron y murmuraron entre sí: “Dura es esta
declaración; ¿quién puede escucharla? Y muchos de Sus
discípulos se apartaron y ya no andaban con Él.” 24
Entonces Jesús, sin dar ninguna explicación o decir una
simple palabra para consolar a la multitud, se volvió a Sus
discípulos y les dijo: “¿Acaso también ustedes quieren
irse?”25
En otra ocasión los judíos discutían con Jesús acerca
de Su Padre. Al no entender Sus palabras y ofendiéndose
cada vez más conforme la conversación continuaba, recu-
rrieron a insultos diciéndole: “¿No decimos con razón que

23 Juan 6:53
24 Juan 6:60, 66
25 Juan 6:67
202
Ceguera Espiritual

Tú eres Samaritano y que tienes un demonio?”26 Pero


Jesús sabía que ellos no podían entender y sabía la razón:
“¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis
escuchar mi palabra… Sé que sois descendientes de
Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no
halla cabida en vosotros.”27 La falta de entendimiento de
ellos no era debido a debilidad mental o a una mala inter-
pretación de las palabras. No podían entender la ense-
ñanza de Jesús porque no había espacio para Su palabra en
los corazones de ellos.
Hay una diferencia entre hacer una pregunta y buscar
la verdad. La gente hace preguntas por muchas razones. A
veces sólo tenemos curiosidad y deseamos más informa-
ción. A veces somos motivados por el orgullo y buscamos
amasar conocimiento. La mayoría de las veces nuestras
preguntas acerca de las cosas espirituales ni siquiera son
preguntas; son simples intentos para confirmar lo que
pensamos que ya sabemos. Hacemos preguntas esperando
hacer calzar las respuestas en nuestras ideas, teologías y
conceptos preconcebidos. Todo esto puede tener la
apariencia externa de búsqueda de la verdad, pero a las
personas con estas motivaciones Jesús les diría: “Ustedes
no pueden entender Mis palabras porque no hay lugar en
sus corazones para Mi Palabra.”
Incluso como cristianos que fielmente leen la Biblia,
podemos estar “siempre aprendiendo, pero nunca
pudiendo llegar al pleno conocimiento de la verdad,”28
porque la verdad es una Persona que desea darse a conocer

26 Juan 8:48
27 Juan 8:43, 37, RVR1960
28 2 Timoteo 3:7
203
No Yo, Sino Cristo

en el corazón. Al decir esto, en ninguna manera estoy


cuestionando la grandeza e importancia de las Escrituras.
Por la abundancia de citas usted puede ver cuánto valor
tienen para mí las palabras escritas de Dios. La Biblia es
verdad, fiable e infalible, pero aún así, conocer a Dios es
mucho más que aprender y creer palabras verdaderas con
la mente natural. La historia está llena de actos vergon -
zosos, resultado directo del intento de las mentes naturales
caídas por interpretar y luchar por la realidad espiritual.
Las palabras de Dios sin la luz de Dios pueden ser algo
muy peligroso.

Tablas del Corazón

El antiguo pacto era una relación específica con Dios,


tallado en tablas de piedra y situado dentro del Arca del
Pacto. Fue escrito para ojos que lo leyeran, mentes que lo
aprendieran y manos que lo obedecieran, y en ello yace su
debilidad. La debilidad del antiguo pacto no estaba en las
palabras mismas, sino en el hombre que trataba de enten-
derlo y obedecerlo. El hombre adámico era contrario por
naturaleza y estaba espiritualmente ciego. A pesar de que
estudiaba y aprendía diligentemente las palabras de Dios,
no conocía verdaderamente al Señor o caminaba en Sus
caminos.29 Pero el eterno propósito de Dios involucraba un
pacto mucho mayor, uno que fue escrito en un pueblo

29 Después de 1500 años de poseer, estudiar y enseñar la Ley de


Moisés, Jesús aún podría decirles categóricamente a los judíos:
“…nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre,
sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mateo
11:27).
204
Ceguera Espiritual

completamente diferente. Casi 600 años antes de Cristo el


profeta Jeremías predijo un gran cambio en la relación de
Dios con el hombre:

Vienen días, declara el Señor, en que haré con


la casa de Israel y con la casa de Judá un
nuevo pacto, no como el pacto que hice con sus
padres el día que los tomé de la mano para
sacarlos de la tierra de Egipto, Mi pacto que
ellos rompieron, aunque fui un esposo para
ellos, declara el Señor. Porque éste es el pacto
que haré con la casa de Israel después de aque-
llos días, declara el Señor. Pondré Mi ley
dentro de ellos, y sobre sus corazones la escri-
biré. Entonces Yo seré su Dios y ellos serán Mi
pueblo. No tendrán que enseñar más cada uno
a su prójimo y cada cual a su hermano, dicién -
dole: Conoce al Señor, porque todos Me cono-
cerán, desde el más pequeño de ellos hasta el
más grande, declara el Señor, pues perdonaré
su maldad, y no recordaré más su pecado. 30

Y casi en el mismo momento de la historia, el profeta


Ezequiel previó la misma realidad venidera:

Entonces los rociaré con agua limpia y


quedarán limpios; de todas sus inmundicias y
de todos sus ídolos los limpiaré. Además, les
daré un corazón nuevo y pondré un espíritu
nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el
corazón de piedra y les daré un corazón de
30 Jeremías 31:31-34, énfasis mío.
205
No Yo, Sino Cristo

carne. Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y


haré que anden en Mis estatutos, y que
cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas. 31

Uno podría argumentar que los cristianos empiezan la


vida en el Espíritu con una considerable desventaja.
Nacemos en un mundo que es totalmente extraño y en el
que las facultades naturales que estamos acostumbrados a
usar no nos sirven de nada en Cristo. Puede que esto sea
cierto, pero Dios ha provisto todo lo que necesitamos para
caminar en la luz, porque el nuevo pacto no está escrito
“con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas
de piedra, sino en tablas de corazones humanos.” 32

31 Ezequiel 36:25-27
32 2 Corintios 3:3
206
Capítulo 13
La Mentalidad del Antiguo Pacto

Aunque nosotros a veces usamos estos términos de


forma sinónima, en realidad hay una gran diferencia entre
el Nuevo Testamento y el nuevo pacto. El Nuevo Testa-
mento es un libro, una colección de cartas y narrativas
inspiradas por el Espíritu, que conforman la última parte
de la Biblia. El nuevo pacto, sin embargo, no es un libro;
es una relación entre Dios y el alma humana en Jesucristo.
El Nuevo Testamento describe el nuevo pacto, pero no son
lo mismo. Esta diferencia es importante, porque nadie
podría enseñarle a usted el nuevo pacto, aunque le leyera el
Nuevo Testamento una y otra vez. Esto es lo que el profeta
del antiguo pacto Jeremías describió cuando escribió
acerca de la grandeza del pacto por venir. Dijo: “No tendrá
que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su
hermano, diciéndole: Conoce al Señor.”1 Conocer al Señor
no es cuestión de estar familiarizados con Sus palabras.
Conocer al Señor tiene que ver con ser colocados por Dios
en Su Hijo, y ser enseñados por Su Espíritu de una vida,
una luz, y de una relación que son totalmente nuevas.
1 Jeremías 31:34
207
No Yo, Sino Cristo

Jesús les dijo a los judíos: “Escrito está en los profetas:


Y todos serán enseñados por Dios.”2 Esta, ciertamente,
debe ser nuestra experiencia como cristianos. Dios desea
hacer real en nuestros corazones mediante Su propio
Espíritu de Verdad todo lo que es real para Él. No obstante,
en la medida que los cristianos continúen en sus propias
ideas y entendimiento, inevitablemente retendrán las
sombras naturales, incluso después de que la sustancia
espiritual haya llegado. Es decir, donde no hayamos sido
enseñados por Dios, inconscientemente intentaremos rela-
cionarnos con Él en un hombre y en una relación que Él ha
dejado atrás.
Piense de nuevo en la historia del capítulo 11 sobre la
joven artista que pintó al hombre de sus sueños. Cuando
ella finalmente conoció al cumplimiento vivo, quitó la
pintura de la pared, la envolvió en un periódico y la guardó
fuera de la vista en el ático. Pero, ¿qué si esta historia
hubiera dado un giro trágico e inesperado? ¿Qué si en
lugar de iniciar una relación de por vida con el hombre que
encontró en el restaurante, la joven hubiera decidido ir a
su casa y continuar su relación con la pintura? ¡Eso habría
sido absurdo! Hollywood jamás soñaría con hacer una
película como esa.
Por absurdo que sea, eso es precisamente lo que
hacemos con la presencia de Cristo en el nuevo pacto, y
con la relación que nos ha sido dada en Él. Aunque no sea
nuestra intención, invariablemente retenemos los cuadros
y las sombras de Cristo del antiguo pacto, aún cuando la
Persona y el cumplimiento de esos cuadros haya llegado.
Dios ha dejado de lado los cuadros de Cristo que consisten

2 Juan 6:45
208
La Mentalidad del Antiguo Pacto

en ceremonias, sacrificios y obras de la ley. Los ha plegado


como viejas vestiduras y puesto aparte, porque en Cristo
“todo ha sido hecho nuevo.”3 Pero en muchos más sentidos
de los que creemos, nuestra ceguera a lo que ha sido hecho
nuevo nos mantiene esclavizados a un hombre y a un pacto
que fueron crucificados y sepultados con Cristo. Pablo
constantemente trata con la iglesia esto. A los Gálatas les
escribe:

Mas ahora, habiendo conocido a Dios, o más


bien, siendo conocidos de Dios, ¿cómo os
volvéis de nuevo a los débiles y pobres
elementos,4 en los cuales queréis volver a
servir? Guardáis días, y meses, y tiempos, y
años. Temo por vosotros, que haya trabajado
en vano en vosotros. 5

Los días, meses, tiempos y años mencionados aquí,


eran partes del sistema del antiguo pacto a los que estos
cristianos todavía se estaban aferrando. Eran aspectos del
testimonio dado por Dios de Cristo, partes de la pintura

3 2 Corintios 5:17
4 Esta palabra "elementos" es la palabra griega stoicheion, Strong
G4747. Esta es una palabra importante que se utiliza en el Nuevo
Testamento para describir los elementos básicos, los primeros
principios, o el ABC de la revelación de Dios al hombre en las
sombras del antiguo pacto. Cuando Pablo se refiere a “los débiles
y pobres stoicheion,” se está refiriendo a cosas como las leyes,
sacrificios, ofrendas, fiestas, etc., que eran sombras de la
sustancia que es Cristo. Esta palabra aparece siete veces en el
Nuevo Testamento, siempre con el mismo significado. Ver
Gálatas 4:3, 4:9; Colosenses 2:8, 2:20; Hebreos 5:12; 2 Pedro
3:10, 3:12.
5 Gálatas 4:9-11, JBS
209
No Yo, Sino Cristo

que habían llegado a su cumplimiento como realidades


espirituales en Cristo. Pablo temía que, a falta de ver la
presente Sustancia, los Gálatas retornaran de nuevo al
cuadro elemental y sin poder. En su ceguera se estaban
esclavizando de nuevo a sí mismos, al testimonio de algo
que ya había llegado. A la iglesia de Colosenses le escribe
algo parecido:

Por tanto, que nadie los juzgue con respecto a


comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o
luna nueva, o día de reposo, cosas que sólo son
sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo
pertenece a Cristo… Si ustedes han muerto con
Cristo a los principios elementales del mundo,
¿por qué, como si aún vivieran en el mundo, se
someten a preceptos tales como: No manipules,
no gustes, no toques, (todos los cuales se
refieren a cosas destinadas a perecer con el
uso), según los preceptos y enseñanzas de los
hombres? Tales cosas tienen a la verdad, la
apariencia de sabiduría en una religión
humana, en la humillación de sí mismo y en el
trato severo del cuerpo, pero carecen de valor
alguno contra los apetitos de la carne. 6

De nuevo, el asunto de la comida y la bebida, las


fiestas y los días de reposo, eran aspectos del antiguo
pacto. Había leyes específicas que regulaban los alimentos
puros e impuros. Las siete fiestas anuales eran convocato-
rias obligatorias para todas las familias judías. Estas cosas

6 Colosenses 2:16-17, 20-23


210
La Mentalidad del Antiguo Pacto

Pablo las llama “sombra de lo que ha de venir,” pero la


sustancia de cada una de ellas era la persona de Jesucristo.
Pablo entendía que aquellos creyentes habían muerto con
Cristo al mundo de Adán y a su pacto de tipos y sombras.
Entonces les pregunta, ¿por qué habiendo sido resucitados
con Cristo en una nueva vida y en un nuevo pacto, estaban
buscando justicia en las reglas de comportamiento y en las
obras de la carne? ¿Por qué se estaban aferrando a la
pintura cuando la Persona ya había llegado?
Esta mentalidad del antiguo pacto es algo con lo que
muchos cristianos luchan. Sin importar si estamos fami-
liarizados o no con el Antiguo Testamento, con sus cere-
monias y leyes, todos naturalmente tratamos de relacio-
narnos con Dios en la carne y en la forma que tiene sentido
para nuestras mentes naturales. Obviamente, los cristianos
no suelen edificar altares de piedra ni sacrifican cabras en
el culto del domingo por la mañana. Pero si fallamos en
ver lo que Dios ha logrado en la cruz y dado en Su Hijo,
buscaremos complacerlo de acuerdo a nuestro propio
entendimiento de las reglas externas, mandamientos
carnales, y doctrinas de los hombres.

La Analogía de la Mano

Los autores del Nuevo Testamento con frecuencia se


refieren a Jesús como la Cabeza de Su cuerpo corporativo,
la iglesia.7 Esto es mucho más que una simple metáfora.
Nosotros, literalmente, estamos unidos a Cristo como un
cuerpo a la cabeza, y como tales, estamos destinados a
7 Por ejemplo: Romanos 12:4-5; 1 Corintios 12:12-27; Efesios 1:23;
3:16; 4:12-16; 5:23; Colosenses 1:18; 1:24; 2:19
211
No Yo, Sino Cristo

funcionar como miembros que le dan expresión a Su


mente, naturaleza y voluntad. Sin duda, el cuerpo natural
fue diseñado por Dios para testificar de esta mayor rela-
ción Cabeza-cuerpo.
Para ilustrar cuán poco comprendemos esta increíble
realidad, vamos a considerar nuestros cuerpos naturales
por un momento. Por ejemplo, tome la relación que existe
entre la mano y la cabeza. Es evidente que la cabeza y la
mano están relacionadas entre sí en una unión viva.
Aunque hay diferencia entre ellas, no hay separación. Ellas
comparten exactamente la misma vida y el mismo propó-
sito. Pero imagine, por el bien de la ilustración, que un día
a mi mano repentinamente le crecen labios, tose un par de
veces y comienza a hablar. Se vuelve hacia mí y me dice:
“Oh, Jason, cuánto anhelo estar cerca de ti. El deseo de mi
corazón es que me vengas a visitar, que nuestra relación
sea mucho más íntima.”
Después de recobrarme del impacto inicial de ver una
de las partes de mi cuerpo hablándome, miré mi mano y le
dije: “Mano, obviamente ha habido algún tipo de malen-
tendido. Es muy amable de tu parte decirlo, pero como ves,
ya estás unida a mí y yo a ti. De hecho, en este mismo
momento mi propia vida está en ti. No hay forma de que
nosotros podamos estar más cerca.”
La mano parece desconcertada, se detiene por un
momento y luego responde: “¡Vaya, eso está profundo! Lo
mantendré en mente. Ahora, ¿me podrías decir, por favor,
qué puedo hacer para ser más como tú? Haré lo que me
pidas. Oraré, ayunaré, haré buenas obras. Lo que sea.”
Sintiéndome un poco confundido y no muy seguro de
cómo responder, finalmente contesto: “Pero Mano, no

212
La Mentalidad del Antiguo Pacto

tienes que ser como yo. Eso ni siquiera es lo que quiero.


No quiero que trates de copiar mi vida. Sólo quiero que tú
contengas y manifiestes mi vida.”
En ese punto la mano se estaba frustrando un poco.
Respondió: “Eso suena interesante… creo que una vez leí
acerca de eso en un libro, pero seamos prácticos. ¿Me
puedes dar una lista de cosas buenas que puedo hacer para
complacerte? ¿Qué tal un plan de siete pasos para alcanzar
todo mi potencial? O, ¿qué tal una palabra profética que
explique cómo operar en mi llamado? O tal vez, un libro
que se llame ‘¿Qué haría Jason?’ ¡Yo sólo quiero ser útil en
el cuerpo!”
Sintiéndome muy mal por la mano y casi seguro de
que nunca le daré la respuesta que busca, le contesto:
“Pobre Mano, hay algo fundamental que no pareces
entender. Puedes seguir adelante y tratar de hacer todo
tipo de cosas para complacerme, pero lo único que real-
mente quiero es que me dejes vivir mi vida en y a través
tuyo. Separada de mí no puedes hacer nada bueno, ya que
cuando se está en mi cuerpo, el bien está ligado con mi
vida y mi voluntad. Tus malentendidos tienen un drástico
efecto en tu experiencia de nuestra relación. ¿Por qué
quieres servirme como alguien que está separado, cuando
puedes vivir como alguien que está unido?”
La mano coge su cabeza con pena y por un momento
no dice nada. Después de unos minutos de silencio, final-
mente dice: “Debe haber alguien que pueda explicar este
enigma de manera que tenga sentido para mí. Necesito
encontrar otro miembro de este cuerpo que me interprete
las palabras de Jason y me diga qué significan y qué nece-
sito hacer.”

213
No Yo, Sino Cristo

Esta es una historia ridícula pero ilustra algo impor-


tante. ¿Cuál era el problema de mi mano? En pocas pala-
bras, el problema de mi mano era que ella había recibido
una vida y una relación que no entendía ni experimentaba.
Y para hacerlo peor, en lugar de permitirme alumbrar y
explicar, trató de definir la relación, y a continuación, de
relacionarse conmigo de acuerdo a lo que le era familiar y
lógico. Ella trató de emplear su propio entendimiento en
un cuerpo que no le pertenecía. Eso dio como triste resul-
tado que todas sus suposiciones y sugerencias fueran
absurdas para mí. No eran lo que yo quería de mi mano, y
aunque hice todo lo posible por ayudarla a entender, mis
palabras de verdad no se mezclaron con las ideas de la
mano firmemente establecidas. El resultado frustrante fue,
que dos mentes separadas y opuestas entre sí estaban
tratando de operar en el mismo cuerpo.
Este mismo problema existe en gran parte del cuerpo
de Cristo, y a decir verdad, es más que un simple malen -
tendido. Aunque nuestros deseos de servir a Dios en la
carne pueden parecer expresiones de humildad y sencilla
confusión, lo que yace debajo de nuestra confusión con
frecuencia es una mente adámica contenciosa llena de
orgullo religioso. No nos gusta admitirlo, y tal vez a
menudo no estemos conscientes de ello, pero en realidad
preferimos una relación con Dios externa y separada. No
sólo tiene más sentido para nuestras mentes naturales y
nos da algo práctico que hacer, sino que también nos
permite retener nuestra vidas y tratar de hacerlas acepta-
bles para Dios. Retener la mentalidad del antiguo pacto es
sólo una manera más de tratar de salvarnos de la cruz.
El punto que estoy tratando de establecer es, que en la

214
La Mentalidad del Antiguo Pacto

medida que perpetuemos nuestras ideas externas y centra-


das en el hombre acerca de la relación con Dios, no experi-
mentamos la vida de Cristo a la que hemos sido unidos.
Cuando hay múltiples mentes operando en el único cuerpo
de Cristo, el resultado siempre es confusión, división y con-
tinua decepción. La lista de maneras con las que intenta-
mos arrastrar nuestras propias metas adámicas y antiguo-
testamentarias y los modos de pensar del cuerpo del Señor
no tiene fin. Tenemos que enfrentarlo. No es cuestión de
si lo estamos haciendo, siempre es un asunto de cómo o de
qué manera. Nadie hace una transición del antiguo pacto
al nuevo suave y sin problemas, o de la mente de Adán a la
mente de Cristo. Aprender a Cristo implica una increíble
colisión de mentes, naturalezas y ámbitos. Las tinieblas se
encuentran con la luz por primera vez y la idólatra alma
humana debe ser progresivamente conquistada por un Rey
extranjero y justo.
Cuando nuestros corazones rehusan dejar ir al viejo
hombre con su pacto externo de tipos y sombras, el cris-
tiano se vuelve una confusa maraña de ideas contradicto-
rias, en las que somos fácilmente “sacudidos por las olas y
llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina.” 8 Al
igual que la mano de la historia anteriormente mencio-
nada, terminamos orando por cosas que ya tenemos pero
no conocemos. Aunque ya no usamos el templo judío ni el
sacrificio de animales, seguimos imaginando que hay
lugares espirituales, sacerdotes santos, vestiduras sag-
radas, ritos y obras. En realidad, pensamos que la casa de
Dios es un edificio que visitamos los domingos, en lugar de
ser el alma del hombre nacida del Espíritu. En nuestra

8 Efesios 4:14
215
No Yo, Sino Cristo

ceguera, tratamos de conocer al Señor con la mente equi-


vocada, de servirle con el hombre equivocado y de relacio-
narnos con Él a través de los aspectos de un pacto que ha
sido obsoleto por más de 2000 años.

Conociendo el Don de Dios

En los siguientes capítulos trataremos la gran solución


de Dios para todos estos problemas, y la manera en que Su
luz llega a ser la vida que reina en nuestro interior. Por
ahora seguimos buscando determinar la naturaleza de
nuestro problema para entender el porqué la obra de la
cruz y el don de Dios a menudo se perciben más como
doctrinas que como realidades presentes. La deficiencia
no está, en lo absoluto, en lo que Dios ha logrado o nos ha
dado. La deficiencia siempre está en nosotros, en la
medida de la verdad que estamos dispuestos a ver, en la
medida de las tinieblas que estamos dispuestos a dejar, y
en el grado en el que todavía retenemos ideas religiosas del
hombre que Dios no reconoce.
El viaje del crecimiento espiritual no es como subir
una escalera, en la que el hombre encuentra lentamente su
camino del punto A al punto B y de ahí al punto Z. No es
como recoger las piezas correctas de un rompecabezas,
seguir las claves correctas, ni aprender las lecciones
correctas con la esperanza de satisfacer a Dios. La verdad
es que los cristianos comienzan su viaje de vida espiritual,
al recibir una Semilla perfecta en la que, y por medio de la
cual, Dios está perfectamente satisfecho. Incluido en esta
única Semilla está la plenitud de vida, la justicia perfecta,

216
La Mentalidad del Antiguo Pacto

la totalidad de amor, verdad y gloria. Todo lo que Dios


ama, acepta y busca en el hombre está contenido ahí exac-
tamente, en esa Semilla incorruptible. La tragedia es que
muchos cristianos viven la totalidad de sus vidas con un
conocimiento minúsculo de esa Semilla y de Su incremento
en sus almas. Se nos ha dado un don indescriptible, pero
como en la parábola de Jesús 9 del siervo que recibió un
talento, con frecuencia lo enterramos donde permanece
latente e improductivo.
Imagine que usted tiene un amigo muy cercano y que
quiere darle algo muy especial para su cumpleaños. Usted
empieza a ahorrar y para el momento del cumpleaños
puede comprarle una asombrosa computadora nueva. Esta
computadora es de última generación, muy por encima de
la competencia actual. Es increíblemente rápida y tiene
una cantidad prácticamente inagotable de memoria. Tiene
increíble capacidad gráfica, altavoces de alta calidad,
cámara y está cargada con un paquete costoso de
programas, junto con una garantía completa por tres años.
El cumpleaños finalmente llega y usted muy emocionado le
da el regalo a su amigo. Él lo abre con una sonrisa, la
coloca en su escritorio, lo conecta todo e inmediatamente
después, localiza y empieza a jugar la versión gratuita de
solitario que viene en cada computadora nueva. Queriendo
que él experimente la plena capacidad de esa increíble
máquina, usted empieza a describirle todas sus caracterís-
ticas, habilidades, programas, etc. Pero sin dejar de mirar
el juego, su amigo calmadamente le responde: “No, gracias.
El solitario es realmente en todo lo que estoy interesado.”

9 Mateo 25:14-30; Lucas 19:14-27


217
No Yo, Sino Cristo

Por los siguientes años, a lo largo de la vida de esa maravi-


llosa computadora, nunca fue usada para otra cosa que no
fuera jugar un simple juego de cartas. Tristemente, su
amigo nunca se dio cuenta del increíble regalo que usted le
dio.
De muchas maneras esto es lo que los cristianos hacen
con el regalo de Dios que es Cristo. Cuando nacemos de
nuevo, prácticamente no conocemos nada acerca de este
vasto y profundo océano de amor, poder, gracia, luz y vida
que “ha sido derramado en nuestros corazones por medio
del Espíritu Santo que nos fue dado.” 10 La perfecta Semilla
de Dios nos parece pequeña (como una semilla de mostaza,
una perla pequeña, o una pizca de levadura) debido a la
gran cantidad de maleza que ya estaba creciendo en la
tierra de nuestro corazón. Si alguien nos preguntara qué
hemos recibido en Cristo, nuestras respuestas serían muy
parecidas a la del amigo que imaginaba que el solitario era
la plenitud de su regalo. Podríamos decir: “¡Yo recibí un
tiquete gratis al cielo!” “¡Dios me dio perdón de pecados!”
Hay verdad en estas declaraciones, pero ¿qué más hay
involucrado en el mismo paquete? ¿Hemos visto la
anchura, longitud, profundidad y altura de Aquel que Dios
han plantado en nuestro corazón? ¿Hemos visto en Cristo
la crucifixión del mundo o el juicio y rechazo del hombre
adámico? ¿Hemos visto la resurrección y la vida, la gran-
deza de la nueva creación, la paz que existe en este nuevo
hombre, la gloria de la iglesia? O, ¿estamos contentos con
el solitario espiritual?
Todo lo que Dios es y tiene nos ha sido dado en la
Persona de Jesucristo, sí, entonces la pregunta aquí es:
10 Romanos 5:5
218
La Mentalidad del Antiguo Pacto

¿Estamos satisfechos con una perspectiva pequeña y


borrosa del gran regalo de Dios? ¿Estamos contentos con
las sombras del antiguo pacto y tratando de servir como
alguien que está separado, en lugar de vivir como alguien
que ha sido unido? Si estamos contentos, eso será sin
ninguna duda, todo lo que conoceremos. A decir verdad,
hay mucho más en juego que la mera ignorancia espiritual,
o que el fracaso de disfrutar todo lo que Dios nos ha dado.
En donde Cristo no reina en la tierra de nuestra alma hay
otra semilla reinando. En donde nuestras almas no son
obedientes a la “ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús” en
el interior, siguen siendo obedientes a la ley de pecado y
muerte. En el reino de David (un cuadro dado por Dios del
reino interno y espiritual de Cristo), donde David no había
establecido su reinado, quedaban naciones incircuncisas
que llenaban la tierra de Dios con su idolatría y abomina-
ciones.

219
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 14
La Escuela de Cristo

Todo aquel que genuinamente anhele conocer la


verdad, será confrontado por el Espíritu de Dios con una
pregunta importante. Es la pregunta que se levanta en casi
cada paso de nuestro caminar con el Señor, y nuestra
respuesta a ella juega una parte importante en nuestro
crecimiento espiritual. La pregunta es simplemente: ¿Cuán
equivocado está usted dispuesto a estar? La mayoría de los
cristianos están dispuestos a que su comportamiento sea
corregido y sus creencias ajustadas, pero muy pocos están
dispuestos a aceptar la increíble profundidad de nuestra
ceguera espiritual.
Imagine que hay un paciente con depresión en un
hospital psiquiátrico que sacó cita con un doctor en busca
de ayuda. Cuando él se sentó con el doctor le empezó a
explicar su situación: “Doctor, yo he sido un espía del
gobierno por casi 20 años. La mayor parte del tiempo he
estado muy contento con mi trabajo. Siempre lo había
encontrado emocionante y gratificante, pero desde que
Sally y yo decidimos tener niños y nacieron los gemelos,
encuentro mi trabajo increíblemente difícil. Todavía

220
La Escuela de Cristo

disfruto el trabajo, pero el tiempo lejos de la familia se está


volviendo una carga. Hay una creciente tensión entre mi
esposa y yo, y una sensación de distancia entre mis hijos y
yo. El creciente estrés está empezando a hacer mella en
mí. Por primera vez en mi vida, he estado luchando verda-
deramente con la depresión. ¿Puede ayudarme?”
El doctor piensa por un momento y luego responde:
“Bueno, eso depende, ¿cuán equivocado está usted
dispuesto a estar?” El paciente mira confundido al doctor
y dice: “¿Qué quiere decir?” El doctor responde: “Exacta-
mente lo que dije, ¿cuán equivocado está usted dispuesto a
estar? ¿Qué si le dijera que usted no es un espía del
gobierno y que nunca lo ha sido? ¿Qué si le dijera que no
está casado y que no tiene niños? ¿Qué si le dijera que
usted ha vivido en el hospital psiquiátrico por los últimos
años y que ha rehusado los medicamentos que tratan su
esquizofrenia? Yo, definitivamente puedo ayudarlo, pero
¿hasta qué medida de error está usted dispuesto a
aceptar?”
Con esta historia no estoy implicando para nada que
nuestra ignorancia espiritual tenga algo que ver con enfer-
medades mentales. Sólo estoy tratando de ilustrar la
manera en que nuestros intentos de crecer en Cristo
pueden verse seriamente obstaculizados por negarnos a
permitir que el Señor nos lleve de regreso a nuestros
malentendidos más fundamentales. Es fácil para los
creyentes leer libros cristianos e involucrarse en varios
tipos de educación cristiana. Pero matricularse en la
escuela de Cristo,1 en la que el verdadero conocimiento de

1 Tomo prestado el término Escuela de Cristo, de T. Austin-Sparks,


libro increíblemente valioso del mismo nombre.
221
No Yo, Sino Cristo

Dios está “oculto a sabios y a inteligentes y revelado a


niños,”2 es completamente diferente. La obra del Espíritu
en el corazón de cada creyente no tiene como objetivo
aprender acerca de Cristo, sino el aprendizaje interior de
Cristo, y hay una gran diferencia entre estas dos cosas.
Una resulta en acumulación de ideas e información en la
mente, la otra resulta en la formación de Cristo en el alma.
T. Austin-Sparks dice:

Hemos estado diciendo en estas lecciones sobre


la escuela de Cristo, que todo el aprendizaje,
toda la instrucción, toda la disciplina en ella es
hacia conocer a Cristo, aprender a Cristo; no
aprender sobre Cristo, sino aprender a Cristo…
Nosotros podríamos tomar todo lo que hay
acerca de Cristo como doctrina, como ense-
ñanza, pero no es lo que buscamos, ni lo que
busca el Señor; buscamos a Cristo. Él es la
encarnación viva, la personificación de toda la
verdad, de toda la vida. El propósito y la
voluntad del Señor para nosotros no son que
lleguemos a conocer la verdad en todas sus
múltiples facetas, sino que conozcamos a la
Persona. Que conozcamos a la Persona viva y
en una forma viva. Que conozcamos que la
Persona al ser impartida a nosotros y que
nosotros al ser incorporados en Ella, toda la
verdad se vuelve verdad viva en lugar de
verdad meramente teórica o técnica. 3
2 Lucas 10:21
3 T. Austin-Sparks, La Escuela de Cristo, capítulo 6, Un Cielo
Abierto
222
La Escuela de Cristo

Yo creo que todo el mundo está invitado por Dios a


entrar en Su escuela de Cristo. A todo el mundo se le
ofrece un asiento de primera fila y se le concede el más
competente Maestro que un alma pueda desear. En esta
escuela no hay estudiantes de honor, ni ninguno que esté
injustamente desfavorecido. El déficit de atención no es
problema, ni tampoco ayudan las notas altas. La cruz ha
nivelado perfectamente el campo de juego, para que los
dones naturales, la inteligencia y las relaciones personales
no sean factores decisivos en absoluto. La única pregunta
relevante que lo confronta a usted todos los días en la
escuela de Cristo es: ¿Conoce usted verdaderamente al
Señor? No se engañe a sí mismo, las palabras no pueden
responder esta pregunta. La pregunta es respondida por
su corazón cada día de su vida.

Un Diferente Tipo de Conocer

Uno podría pensar que nuestra educación espiritual


empieza cuando el Espíritu Santo nos muestra algo que no
sabíamos de Jesús. Pero incluso antes de que esta pueda
empezar, Él debe mostrarnos algo que no entendemos
acerca de conocer. El fracaso en conocer a Cristo no es, en
primer lugar, falta de información; es un malentendido
sobre lo que significa conocer a Dios. Hay muchas formas
de aprender sobre Cristo, pero sólo hay una manera de
aprender a Cristo. Y al igual que todas las cosas espiri -
tuales, pronto nos daremos cuenta de que el verdadero
conocimiento espiritual es totalmente ajeno al hombre
adámico.

223
No Yo, Sino Cristo

En lo que respecta al conocimiento natural, estamos


acostumbrados a aprender las cosas a través de nuestros
sentidos. Vemos las cosas con nuestros ojos, oímos con
nuestros oídos, tocamos con nuestras manos, y así sucesi-
vamente. Este tipo de conocimiento funciona bien para la
mayoría de las cosas naturales, pero tenemos que darnos
cuenta de que hay algunas limitaciones bastante serias
involucradas. Primero que nada, el aprendizaje natural,
generalmente, consiste en observar y en experimentar
cosas que son externas. Tocamos, vemos y oímos las cosas
que están fuera de nosotros, e incluso después de percibir
con nuestros sentidos, todavía nos quedan dos pasos antes
de poder decir que hemos aprendido algo. Primero,
tenemos que tratar de entender lo que hemos percibido, y
luego, tenemos que hacer algún tipo de aplicación. No es
mi intención meterme en algo muy técnico con respecto al
proceso de aprendizaje humano, sólo quiero establecer un
punto sencillo: El conocimiento natural no es sólo externo,
también nos deja a nosotros darle la comprensión y hacer
las aplicaciones. Estamos tan familiarizados con este tipo
de aprendizaje que instintivamente tratamos de emplearlo
en nuestra relación con Dios; ese es mi punto. Cometemos
un gran error cuando hacemos esto, no obstante, porque
aunque Dios puede ser experimentado por nuestros cinco
sentidos y por nuestra mente natural, no puede ser cono-
cido de esa manera.
Esto es muy importante porque tratar de conocer a
Dios de la manera que conocemos las cosas naturales no es
sólo inútil, sino también peligroso. Para ilustrar el porqué,
sólo imagine que una mujer va a la iglesia y ve un milagro
justo delante de sus ojos. Un viejo amigo con un largo

224
La Escuela de Cristo

historial de enfermedad es repentina y completamente


sanado por el Señor. Al ser testigo de algo verdaderamente
sorprendente, la mujer se dice a sí misma: “¡Eso fue
increíble! ¡Acabo de ver el poder de Dios sanar a mi
amigo! ¡Esto obviamente significa que Él ama a las
personas, por lo tanto, debe amarme a mí también!” Por
los siguientes meses ella está encantada de ser cristiana y
no pierde oportunidad de compartir con otros acerca del
amor de Dios que ella ha llegado a conocer.
Pero vamos a detenernos y hacer una pregunta impor-
tante: ¿Cómo llegó ella a conocer el amor de Dios? Fue
testigo de algo externo a ella, le confirió su propio entendi-
miento y sacó sus propias conclusiones. En este caso en
particular, sus conclusiones resultaron ser ciertas; Dios, en
efecto, ama a las personas. Pero este tipo de conocimiento
revela sus deficiencias otro domingo en la mañana, cuando
la misma mujer lleva a su hija a la iglesia porque acaba de
ser diagnosticada de cáncer. Después del culto ella conduce
a su niña al frente del santuario, donde los líderes de la
iglesia se reúnen para orar por ella, tal como lo hicieron
con el amigo que fue sanado. Sin embargo, esta vez, la
niña no es sanada milagrosamente. Los líderes oran por
horas, pero no hay ningún cambio notable. La madre, al
presenciar algo muy diferente ese día, se aleja con el
corazón roto y con nuevas conclusiones acerca del poder y
del amor de Dios.
Aunque la mujer de esta historia por un tiempo había
sacado conclusiones precisas acerca de Dios basada en
experiencias naturales, nunca había conocido verdadera-
mente al Señor. No quiero decir que no fuera una
creyente, pero recibir a Cristo y conocer a Cristo no es lo
225
No Yo, Sino Cristo

mismo. El apóstol Pedro aprendió esta lección de forma


inconfundible. Él había caminado y hablado con Jesús por
meses, o tal vez años. Había visto al Señor con ojos natu-
rales y había presenciado incontables señales y milagros en
el ámbito natural. No hay duda de que Pedro había creído
por mucho tiempo que Jesús era el Mesías prometido. No
obstante, un día en particular mientras Jesús y los discí-
pulos llegaban a Cesarea de Filipo, Pedro experimentó un
tipo diferente de conocer, un ver más profundo y brillante
que tomó lugar en su corazón. Jesús preguntó: “¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?” Pedro
exclamó: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!”
Sabiendo muy bien qué estaba ocurriendo en el corazón de
Pedro, Jesús llamó la atención diciendo: “Ni carne ni
sangre te revelaron esto, sino Mi Padre que está en el
cielo.”4 En otras palabras: “Pedro, verme en carne y sangre
no hizo que me conocieras de esta manera. Ver esta vasija
natural, incluso cuando ejecuta señales sobrenaturales, no
es la razón por la que puedes ver lo que ves. Lo que reco-
noces ahora y has llegado a entender, es la obra de Mi
Padre al revelar al Hijo.”
Vemos algo similar en la historia del apóstol Pablo.
No hay duda de que Pablo fue sacudido hasta la médula
cuando el Señor se le apareció en el camino a Damasco. En
un instante Pablo supo que había estado equivocado, supo
que Jesús era el Hijo de Dios, y que al perseguir la iglesia,
había estado persiguiendo al mismo Cristo. Esta aparición
externa del Señor fue claramente el punto de inflexión en
la vida de Pablo. Pero, a pesar de que vio una luz brillante
con sus ojos naturales y oyó la voz audible de Dios con sus
4 Mateo 16:13-17
226
La Escuela de Cristo

oídos naturales, este no fue el tipo de conocimiento que


transformó el alma de Pablo, ni el conocimiento del que él
escribió en sus cartas a las iglesias. Es más, Pablo nunca
mencionó esta experiencia en ninguna de sus cartas.
Lucas, el autor de Hechos, la menciona tres veces, al
relatar la historia de la conversión de Pablo y en su defensa
ante los judíos y las autoridades romanas. Pero Pablo
nunca anima al cuerpo de Cristo a buscar experiencias
externas de Dios similares, o a anhelar voces audibles,
luces brillantes o milagros en el ámbito natural. 5 Todo lo
contrario. Pablo escribió consistente y exclusivamente
sobre un tipo mayor de contemplar, de un conocimiento,
ver, despertar y comprender interior, que hace que el
corazón sea transformado a la imagen de Cristo.

Aprendizaje Espiritual

Aprender a Cristo no ocurre cuando se les muestra a


los sentidos naturales algo sobre Cristo en el ámbito
natural, ni tampoco es verdaderamente conocido a través
de sueños, visiones u otro tipo de experiencias sobrenatu-
rales. El alma empieza a conocer genuinamente a Cristo,
cuando la luz de Su vida brilla en el corazón y hace que ella

5 Al decir esto no estoy intentando de minimizar, en absoluto, la


importancia de este evento en la vida de Pablo. Sólo estoy sugi-
riendo que Pablo deseaba que las iglesias conocieran un tipo dife-
rente de ver y conocer. Y al contrario de cómo algunos entienden
la declaración de Pablo a los Corintios, que ellos deseaban el don
de profecía (1 Corintios 14:1), no creo que los estuviera animando
a anhelar visiones, sueños y experiencias sobrenaturales, sino a
que conocieran la mente y hablaran del corazón de Dios a la
iglesia para su propia edificación.
227
No Yo, Sino Cristo

progresivamente vea con Su perspectiva, camine en Su


verdad, y sea conformada a Su naturaleza. En otras pala-
bras, conocer a Cristo toma lugar cuando Dios, por medio
de la obra de Su Espíritu, revela y forma a Su Hijo en noso-
tros. Esto no debería ser considerado en ninguna forma,
una experiencia inusual o mística que sólo ocurre en las
vidas de individuos inusualmente dotados, o en los que
tienen cierto llamado al ministerio. Esta debería ser la
experiencia común y la continua expectativa de cada
creyente nacido de nuevo. El Espíritu de Dios desea revelar
y formar a Jesucristo en cada uno de los miembros de Su
cuerpo.
Tenemos que entender algo como cristianos: Jesu-
cristo vive en nosotros. Sé que esta es una creencia cris-
tiana fundamental, y que el concepto es universalmente
familiar en la iglesia. Sé que los cristianos a menudo
hablan de sentir Su presencia en su interior, y que son
guiados por Su voz en sus corazones. En un sentido, todos
sabemos que Cristo está dentro de nosotros. Pero cuando
pensamos acerca de lo que está involucrado en conocerlo a
Él, nuestra mente casi siempre nos lleva, por defecto, a las
muchas maneras externas en que conocemos las cosas y a
las personas en el ámbito natural. Por ejemplo, oramos
como si Él estuviera en algún lugar en el cielo. Buscamos
pistas ocultas en nuestras vidas cotidianas, sobre lo que
Dios está tratando de comunicar. “Señor, ¿qué estás
tratando de decirme con este neumático desinflado? Dios,
¿qué estás intentando enseñarme a través de este repen-
tino éxito en mi negocio?” Hablamos de Él como si viniera
y se fuera, y seguimos imaginándolo como el nazareno con
barba, sandalias y túnica. A veces decimos que Él está

228
La Escuela de Cristo

posicionalmente6 en nosotros, pero que nuestro verdadero


encuentro con Cristo aguarda un día y un lugar futuro.
Buscamos un profeta o un líder en la iglesia que nos diga
cuál es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Mi punto
es que saber que Cristo está en nosotros no es lo mismo
que conocer a Cristo. Él no debería residir en nosotros por
75 años como un extranjero en un hotel; Él está en noso-
tros para ser revelado y formado en nuestra alma. Y
conforme el Señor abre los ojos de nuestro corazón, empe-
zamos a verlo en un nuevo e impresionante tipo de luz. En
esta luz aprendemos a Cristo y llegamos a tener la imagen
de la Vida que nos ha sido dada por Dios.
Las páginas del Nuevo Testamento están literalmente
llenas de estas descripciones. En los evangelios tanto las
palabras como los milagros de Jesús, claramente hablaban
de un nuevo tipo de ver en un diferente tipo de luz. Él se
llamó a Sí mismo “la Luz del mundo” 7 y les habló a Sus
discípulos acerca de llegar a ser “hijos de la luz.” 8 Habló de
una luz y de una oscuridad que llena al hombre interior.9

6 Hay una variedad de enseñanzas cristianas que hablan de ciertos


aspectos de la salvación como posicional, técnica o legalmente
nuestros, y que la verdadera experiencia de ellos espera la muerte
del cuerpo o algún tipo de consumación futura. Creo que en la
mayoría de los casos, este tipo de enseñanza es un intento de
justificar nuestra falta de experiencia de todo lo que las Escrituras
declaran como “ahora en Cristo,” y afirman que lo que Dios ha
dado, de alguna manera, todavía está fuera de alcance. Cuando
no estamos experimentando lo que la Biblia describe, nuestra
carne se conforta al decir que estas cosas deben ser “posicional-
mente” nuestras, pero cuya experiencia todavía está en el futuro.
Las declaraciones de Jesús y los escritos de los apóstoles no
apoyan esta idea.
7 Juan 8:12
8 Juan 12:36
9 Lucas 11:34-36
229
No Yo, Sino Cristo

Sanó a un hombre que había nacido ciego, y luego usó la


ocasión para hablar de la verdadera ceguera y de la verda-
dera vista diciendo: “Yo vine a este mundo para juicio;
para que los que no ven, vean, y para que los que ven se
vuelvan ciegos.”10 Una y otra vez, Jesús habló de los que
tenía oídos y no podían oír, y ojos y no podían ver, lamen-
tando claramente el hecho de que la mayoría de Sus
oyentes no podían ver ni oír más allá del ámbito natural.
Y no sólo Jesús, todos los apóstoles experimentaron y
escribieron acerca de este mayor ver y conocer que toma
lugar cuando Cristo es revelado en los miembros indivi-
duales de Su cuerpo. Pablo dice en su carta a los Gálatas:
“Dios… me llamó por Su gracia para revelar a Su Hijo en
mí.”11 Note que él no escribió “para revelar a Su Hijo a mí.”
Hay una diferencia importante entre estas dos oraciones.
El Hijo le fue revelado a Pablo en el camino a Damasco,
pero a lo largo de los siguientes 35 años de su vida, Aquel
que le había sido revelado a él fue cada vez más revelado
en él. Hay una gran variedad de maneras en que Pablo
describe esta misma experiencia. En una de sus cartas
habla de la “mente de Cristo” obrando en el cuerpo del
Señor, para discernir las cosas espirituales.12 En otro lugar
explica la manera en que Dios es el que hace “brillar en
nuestros corazones, la luz del conocimiento de la gloria de
Dios en la faz de Jesucristo.”13 En esta nueva luz podemos
“mirar no las cosas que se ven, sino las que no se ven,” 14 y

10 Juan 9:39
11 Gálatas 1:15-16
12 1 Corintios 2:14-16
13 2 Corintios 4:6
14 2 Corintios 4:18
230
La Escuela de Cristo

“poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la


tierra.”15 A los Corintios les habla de “contemplar con el
rostro descubierto, como en un espejo, la gloria del
Señor.”16 A los Romanos les comparte su deseo de verlos
afirmados “conforme a la revelación del misterio mante-
nido en secreto durante siglos sin fin.” 17 A los Efesios les
expresa su ferviente esperanza de que ellos no hayan
aprendido a Cristo con “la vanidad de la mente,” sino que,
de hecho “lo hayan oído y sido enseñados por Él, conforme
a la verdad que está en Jesús.” 18 Hay muchos ejemplos
similares en las cartas de Pablo.
Los otros autores del Nuevo Testamento describieron
esta misma realidad en sus propias palabras. Por ejemplo,
el apóstol Juan dice: “La unción que vosotros recibisteis de
él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas
las cosas.”19 En otro lugar Juan explica que “el Hijo de
Dios ha venido y nos ha dado entendimiento a fin de que
conozcamos a Aquél que es verdadero; y nosotros estamos
en Aquél que es verdadero, en Su Hijo Jesucristo.” 20 Al
conocer a Cristo de esta manera podemos “caminar en la
Luz, como El está en la Luz, y tener comunión los unos con
los otros.”21 Pedro le dice a la iglesia que ellos tienen una
“salvación preparada para ser revelada,”22 y más tarde

15 Colosenses 3:2
16 2 Corintios 3:18
17 Romanos 16:25
18 Efesios 4:20-21
19 1 Juan 2:27, RVR1960
20 1 Juan 5:20
21 1 Juan 1:7
22 1 Pedro 1:5
231
No Yo, Sino Cristo

habla del “día que despunta y el lucero de la mañana que


aparece en sus corazones.”23 Otra vez, ejemplos parecidos
abundan en las epístolas.
Cuando usted mira específicamente las oraciones de
los apóstoles registradas en el Nuevo Testamento, es
evidente que el mayor deseo de ellos era que cada uno de
los miembros del cuerpo del Señor creciera en Cristo,
mediante la vista y entendimiento dado por el Espíritu.
Por ejemplo, Pablo ora por los Efesios que Dios les dé
“espíritu de sabiduría y de revelación en un verdadero
conocimiento de Él… que los ojos de su corazón les sean
iluminados.”24 Más tarde en la misma carta les escribe:

Por esta causa, pues, doblo mis rodillas ante el


Padre de nuestro Señor Jesucristo… que Él les
conceda a ustedes, conforme a las riquezas de
Su gloria, el ser fortalecidos con poder por Su
Espíritu en el hombre interior; de manera que
Cristo habite por la fe en sus corazones, que
arraigados y cimentados en amor, ustedes
sean capaces de comprender con todos los
santos cuál es la anchura, la longitud, la altura
y la profundidad, y de conocer el amor de
Cristo que sobrepasa el conocimiento, para que
sean llenos de toda la plenitud de Dios. 25

Pablo ora por la iglesia en Filipo que el amor de ellos


“abunde aún más y más en conocimiento verdadero y todo
discernimiento.”26 A los Colosenses les escribe: “No hemos
23 2 Pedro 1:19
24 Efesios 1:17-18
25 Efesios 3:14-19
26 Filipenses 1:9
232
La Escuela de Cristo

cesado de orar por ustedes, pidiendo que sean llenos del


conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y compren-
sión espiritual.”27 Más adelante en la misma carta les
expresa su deseo, de que ellos alcancen “todas las riquezas
de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de
Dios, y de Cristo.”28 Incluso en su pequeña carta a Filemón,
la oración de Pablo es que “la participación de tu fe llegue a
ser eficaz por el conocimiento de todo lo bueno que hay en
ustedes en Cristo.” 29

Revelación

La idea de que Dios se revela a los individuos en el


cuerpo de Cristo se topa con el escepticismo y la prudencia,
mucho de lo cual es bien merecido. Hay muchas personas
en la actualidad, y a lo largo de la historia de la iglesia, que
han hecho y enseñado cosas terribles bajo el pretexto de
haber recibido revelación del Señor. Hay también una gran
cantidad de sectas y falsas religiones que se han levantado
como resultado de personas que afirman haber sido ense-
ñadas por Dios. Por esta razón algunos cristianos optan
evitar, por completo, el tema de la revelación individual, y
dicen preferir quedarse con la seguridad y autoridad de la
Biblia. “La revelación de Dios al hombre está completa,”
dicen, “y la Biblia contiene todo lo que Dios tiene que
decir.”
En un sentido esto es cierto. La Biblia, en definitiva,
representa la perfecta y completa revelación escrita de Dios
27 Colosenses 1:9
28 Colosenses 2:2, RVR1960
29 Filemón 1:6
233
No Yo, Sino Cristo

al hombre, y ninguna experiencia de revelación personal


podría jamás ser añadida a ella o contradecirla. Sin
embargo, la gente que habla contra la revelación individual
no se da cuenta de dos cosas importantes. Primero,
cuando los cristianos de todas las denominaciones y tras-
fondos leen la Biblia, leen con la expectativa de que Dios
trate sus corazones de manera muy personal. Es decir, sea
que se den cuenta o no, casi todos los cristianos creen que
el Espíritu de Dios les enseña individualmente. Segundo,
si bien es cierto la Biblia es autoridad y es esencial para
todo cristiano, la interpretación y aplicación de las pala-
bras escritas de Dios con la mente carnal es tan peligroso
como usar nuestras mentes para imaginar o interpretar
otro tipo de comunicación de Dios. De hecho, probable-
mente se hayan cometido más atrocidades en nombre de la
Biblia que las hechas en nombre de la revelación personal.
La historia también ha demostrado que poseer y estudiar
la Biblia no previene al corazón del hombre de los malen-
tendidos, perversiones y abusos de la revelación escrita de
Dios. En ambos casos la mente adámica es lo peligroso, y
la naturaleza de pecado que gobierna ese hombre es lo que
tuerce y abusa las comunicaciones de Dios con el hombre.
Pero así como los abusos de la Biblia por cualquier medio
no invalidan la Palabra de Dios, tampoco la revelación
personal imaginaria invalida la genuina experiencia de
aprender del Señor, o elimina esta realidad de las páginas
de las Escrituras.
Gran parte del malestar que rodea la idea de indivi-
duos que aprenden directamente del Señor tiene que ver
con un simple malentendido. Al oír la palabra revelación,
mucha gente piensa en sueños, visiones, voces audibles,

234
La Escuela de Cristo

experiencia místicas o encuentros sobrenaturales con


ángeles y demonios. Aunque ciertamente hay historias de
estas cosas en la Biblia, este no es en absoluto el tipo de
revelación que los apóstoles describen en los muchos versí-
culos que acabamos de citar. En estos versículos y otros
similares, podemos ver que la revelación es, sencillamente,
la experiencia del Espíritu de Dios enseñándole al alma la
vida que le fue dada. Nosotros recibimos la Semilla
perfecta cuando nacimos de nuevo, y sin embargo, al igual
que el hombre en Juan 9, nacimos ciegos. No tenemos
idea de dónde estamos, qué nos ha dado Dios o qué signi-
fica. Como mencionamos anteriormente, recibir a Cristo
no significa que lo conozcamos, y este sería un enorme e
insuperable problema si no fuera por el hecho de que el
Espíritu de Verdad nos ha sido dado con exactamente la
descripción de ese trabajo. El Espíritu Santo obra en nues-
tros corazones para enseñarnos la nueva vida que hemos
recibido.
Así es, precisamente, cómo Jesús describe el minis-
terio del Espíritu Santo a la iglesia. Justo antes de la cruz,
Jesús estaba hablando de Su inminente muerte, sepultura
y resurrección, y los discípulos estaban preocupados y
confundidos. Pero Jesús los consoló explicándoles que Su
partida a la cruz resultaría en el derramamiento del
Espíritu de Dios prometido. Era mejor que Él muriera,
explicó, porque no sólo volvería a ellos en resurrección y
los llevaría con Él al Padre, sino que también les daría
“otro Consolador para que esté con ustedes para
siempre.”30 Este Consolador, el Espíritu de Verdad que
procede del Padre, les explicó, “les enseñará todas las

30 Juan 14:16
235
No Yo, Sino Cristo

cosas, y les recordará todo lo que les he dicho.” 31 Él “testifi-


cará de mí,”32 “los guiará a toda la verdad” 33 y me “glorifi-
cará, porque tomará de lo mío y se los hará saber.”34 Esto
es, exactamente, lo que estaba ocurriendo después de la
resurrección, no sólo en los doce discípulos, sino en toda la
iglesia neotestamentaria. El Espíritu Santo los guiaba a
toda la verdad, no mediante la afirmación de nuevas
doctrinas, teologías y modelos de adoración, sino haciendo
brillar la luz de la vida en el corazón de cada creyente
nacido de nuevo.
De nuevo, esto no debe ser considerado, de ninguna
manera, una ocurrencia anormal o controversial. Todo lo
contrario, este es el ministerio del Espíritu Santo que Dios
mismo propuso para el crecimiento del cuerpo de Cristo.
El brillante pastor puritano Jonathan Edwards dice lo
siguiente sobre el tema:

Hay una luz espiritual y divina inmediata-


mente impartida por Dios al alma, que es de
una naturaleza diferente a cualquier otra obte-
nida por medios naturales. Esta luz espiritual
y divina no consiste en una impresión colocada
en la imaginación, ni tampoco es una impre -
sión en la mente, como si uno hubiera visto
algo con los ojos del cuerpo. No es la imagina -
ción o la idea de una luz y de una gloria
externa, algo hermoso en forma y rostro, un
brillo visible o la brillantez de algún objeto.
31 Juan 14:26
32 Juan 15:26
33 Juan 16:13
34 Juan 16:14
236
La Escuela de Cristo

Puede ser descrita como: Un verdadero sentido


de la excelencia divina de las cosas reveladas
en la palabra de Dios, y una convicción de la
verdad y realidad de ellas que surge al ver su
excelencia y gloria divina. Así que, la convic-
ción de la verdad de ellas es un efecto y una
consecuencia natural al ver su gloria divina.

Él continúa y dice:

Es racional suponer que está más allá del


poder del hombre, obtener este conocimiento y
esta luz con la mera fuerza de la razón natural.
No pertenece a la razón ver la belleza y el
encanto de las cosas espirituales. No es algo
especulativo, pero depende del sentido del
corazón. La percepción de la belleza y la exce-
lencia espiritual no pertenece más a la razón,
que lo que pertenece al sentido del tacto
percibir los colores o al poder de la vista
percibir la dulzura de los alimentos. 35

Es posible que la descripción más clara de esta reali-


dad en el Nuevo Testamento se encuentre en la primera
carta de Pablo a los Corintios. Los primeros dos capítulos
presentan un fuerte contraste entre la sabiduría de Dios y
la ceguera e insensatez del hombre. Luego, en la última
parte del capítulo dos, Pablo explica que para el alma hu-
mana hay una forma real de conocer y experimentar la
mente del Señor. Comienza con una cita de Isaías:
35 Jonathan Edwards, Traducido de “A Divine and Supernatural
Light, Immediately Imparted to the Soul by the Spirit of God,
Shown to be both a Scriptural, and Rational Doctrine” (1734)
237
No Yo, Sino Cristo

Sino como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni


oído oyó, ni han entrado al corazón del
hombre, son las cosas que Dios ha preparado
para los que Lo aman. 36

Es increíble la cantidad de cristianos que, cuando


citan este capítulo, se detienen exactamente aquí al final
del versículo 9. En los funerales y otros cultos religiosos,
es muy común que los oradores lean este único versículo
en voz alta, cierren sus Biblias y comenten cómo nadie
conoce los misterios de la vida espiritual y las recompensas
futuras que Dios ha preparado para los creyentes. La impli-
cación en casi todos los casos es que el conocimiento de
esos misterios aguarda la muerte del cuerpo natural. Pero
la razón por la que Pablo citó este versículo del Antiguo
Testamento fue para inmediatamente contrastarlo con el
hecho de que estas cosas antiguamente escondidas, ¡son
precisamente las que el Espíritu de Dios revela ahora! Él
continúa en el siguiente versículo diciendo:

Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu,


porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las
profundidades de Dios. Porque entre los
hombres, ¿quién conoce los pensamientos de un
hombre, sino el espíritu del hombre que está en
él? Asimismo, nadie conoce los pensamientos
de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros
hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino
el Espíritu que viene de Dios, para que conoz-

36 1 Corintios 2:9
238
La Escuela de Cristo

camos lo que Dios nos ha dado gratuitamente. 37

Examinemos cuidadosamente lo que Pablo está


diciendo aquí. Él empieza hablando a un nivel puramente
humano. Nadie conoce lo que es real en una persona,
excepto por el espíritu de esa persona dentro de ellos. Por
ejemplo, yo no puedo conocerlo verdaderamente a usted,
porque no puedo experimentar su corazón u hombre inte-
rior. Yo realmente nunca sabré qué está sintiendo,
pensando, temiendo o anhelando usted. Puedo ver sus
actos y oír sus palabras, pero sólo puedo suponer lo que
está detrás de eso, precisamente porque no tengo acceso a
su espíritu. No puedo ver o verdaderamente conocer su
corazón. Todos instintivamente entendemos estas limita-
ciones en las relaciones humanas, y por eso a menudo nos
decimos unos a otros, cosas como: “¡No me juzgue! ¡Usted
no tiene idea de lo que está sucediendo en mi corazón!”
Si estas limitaciones existen entre dos seres humanos,
¡cuánto más debemos estar nosotros naturalmente limi-
tados en nuestra habilidad para conocer al Dios Todopode-
roso! Nada externo a Él podría jamás verdaderamente
conocerlo, mucho menos el ciego y caído hombre adámico.
Sin un milagro de gracia, tratar de conocer a Dios sería
como si un gusano buscara conocer los pensamientos y
deseos más íntimos de un ser humano. Nuestros esfuerzos
por conocerlo serían inútiles, debido a que sólo el Espíritu
de Dios conoce las cosas profundas de Dios, es decir, Sus
cualidades, naturaleza, carácter, propósito y voluntad más
interna.
Pero las buenas noticias del evangelio son que Dios, en
37 1 Corintios 2:10-12
239
No Yo, Sino Cristo

efecto, ha logrado tal milagro de gracia. Él ha hecho lo


impensable para darse a conocer. No sólo dejó un libro
que lo describe en lenguaje de gusano, sino que realmente
abrió una puerta a través de la cruz y nos invitó a entrar en
Él. Nos dio la vida de Su Hijo, y luego puso Su propio
Espíritu en nuestro interior, haciéndonos partícipes de Su
entendimiento y perspectiva. Llevarnos a la perspectiva de
Dios de las inescrutables riquezas de Cristo nuestra vida es
lo que el Espíritu de Dios busca hacer en cada uno de noso-
tros. En palabras de Pablo, el Espíritu fue dado “para que
conozcamos lo que Dios nos ha dado gratuitamente.” 38
Conocer a Dios es obra del Espíritu a través de la reve-
lación y formación de Jesucristo en el creyente. Dios nos
da a Cristo como una Simiente de la verdadera vida, la cual
es indescriptiblemente maravillosa en y por sí misma.
Pero junto con la nueva vida Él también nos da una nueva
luz, la cual hace que la Simiente crezca, y también permite
que progresivamente veamos y experimentemos todo lo
que Él nos ha dado. Siglos antes de que Cristo viniera a
nosotros como “la verdadera Luz que alumbraba a todo
hombre,”39 el rey David lo vio desde lejos y exclamó:
“Porque en Ti está la fuente de la vida; en Tu luz vemos la
luz.”40

38 1 Corintios 2:12
39 Juan 1:9
40 Salmos 36:9
240
Capítulo 15
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

Los cristianos a menudo están plagados de incerti-


dumbre sobre la voluntad de Dios para sus vidas. Una de
las preguntas más comunes que surge en el corazón del
creyente es, ¿qué quiere Dios que yo haga? Los estantes
de las librerías cristianas están llenos de libros que
intentan responder esa pregunta, diciéndoles a los
creyentes cómo hacer la voluntad de Dios. Hay libros que
se centran en la moral cristiana, en los que se sugieren que
el deseo más grande de Dios para nosotros es el desarrollo
del carácter moral y la victoria sobre los malos hábitos.
Hay otros que se centran en compartir el evangelio,
afirman que la voluntad de Dios para cada creyente es
hacer su parte en la evangelización del mundo. Otros libros
insisten en que la voluntad de Dios para nuestras vidas
está ligada con las disciplinas espirituales, la oración de
intercesión, escatología, adoración, servicio a los pobres,
prosperidad o educación cristiana. Y para los que están
abrumados por las opciones, hay libros que combinan todo
esto en cinco sencillos pasos prácticos y alcanzables. Los
corazones hambrientos a veces se sienten atraídos por
241
No Yo, Sino Cristo

libros como estos, porque están buscando un propósito que


se extienda más allá de este mundo natural de sombras.
Pero la voluntad de Dios para nuestras vidas nunca será
hallada en un libro.

La Voluntad de Dios

El pensamiento común en la iglesia es que Dios tiene


en mente un destino único y específico para cada miembro
del cuerpo de Cristo. Asumimos que nuestro trabajo es
averiguar la voluntad específica de Dios y luego lograr las
cosas que Dios quiere que hagamos a lo largo de nuestras
vidas. Se dice que Dios está haciendo muchas cosas dife-
rentes, de muchas maneras diferentes, en un sinnúmero de
lugares diferentes por toda la tierra. Que la voluntad de
Dios para nuestras vidas individuales depende de dife-
rentes factores, cosas como el lugar donde vivimos, cuáles
son nuestros dones, en qué cultura nacimos. Imaginamos
que Su propósito cambia y se adapta conforme avanzamos
por las diferentes etapas de nuestras vidas. Decimos cosas
como: “Siento que Dios me está llamando a algo total-
mente nuevo ahora que vivo en la ciudad.” O, “el propósito
de Dios para nuestra iglesia cambió en el 2003 con la
llegada del nuevo pastor.” La voluntad del Señor es vista
como algo muy complicado y diverso, con multitud de
planes, propósitos y llamados diferentes.
Nos gusta imaginar la voluntad de Dios de esta
manera porque se alinea bien con nuestro entendimiento
natural del mundo y de nosotros mismos. Disfrutamos de
la idea de tener un destino espiritual único, un destino que

242
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

involucra una mezcla de nuestros propios dones y pasiones


personales, y que da como resultado nuestro eventual reco-
nocimiento y utilidad. En la mente del hombre adámico
nuestra individualidad es extremadamente importante, y
ser especial es una de nuestras principales prioridades.
Esto nos impulsa a crear en la iglesia niveles de ministerios
y jerarquías de llamados. Y no sólo eso, sino que tenemos
diferentes tipos de iglesias con declaraciones completa-
mente diferentes de visión, y dentro de ellas, grupos
pequeños que se centran en intereses y llamados sepa-
rados. Como resultado de esto, el concepto de conocer y
hacer la voluntad de Dios puede percibirse como un sastre
que hace una prenda a la medida y que difiere para cada
miembro del cuerpo del Señor.
No estoy sugiriendo para nada que Dios está
reuniendo un ejército de cristianos “cortados con la
mismas tijera,” y que todos actúan y hablan exactamente
de la misma manera. Sin embargo, sí estoy diciendo que
en el corazón del hombre todo es diverso e individual, pero
que en el corazón de Dios hay un único propósito para toda
la creación. El hombre dice: “Dios está haciendo esto aquí
y eso allá. Él tiene el propósito A para esta persona y el
propósito B para esta otra.” Pero Dios dice: “Mi deseo es la
revelación, formación y glorificación de Mi Hijo en cada
alma, en todo tiempo y en todo lugar. Esa es Mi voluntad
para sus vidas.”
El cuerpo de Cristo tiene muchos miembros, y por
supuesto, no todos los miembros funcionan de la misma
manera. Como Pablo lo describe en sus cartas a los
Corintios, el ojo y el pie juegan diferentes roles en el
cuerpo, pero la diversidad de funciones no significa diver-
243
No Yo, Sino Cristo

sidad de propósitos. Yo uso las partes de mi cuerpo de dife-


rente manera, pero mi único propósito para todas ellas es
que contengan y expresen mi vida. Por supuesto, yo no
hago una lista de tareas para que mis partes del cuerpo la
cumplan diariamente; no la necesito en tanto mi vida sea
la fuente y motivación. Todo lo que ellas hacen es una
expresión de mi voluntad. A veces mi mano expresa mi
voluntad de lavarme los dientes, y en otras ocasiones,
descansa a mi lado por horas y no hace absolutamente
nada mientras duermo. La expresión de mi voluntad
cambia, pero el propósito para mis miembros permanece
igual.
Es básicamente lo mismo con el cuerpo de Cristo. La
vida de Cristo funciona de diferentes maneras a través de
los miembros de Su cuerpo, pero Su propósito para cada
miembro es que viva mediante la vida de la Cabeza. Expe-
rimentar la vida de Cristo en esta forma, sin duda alguna,
tendrá expresión de manera externa a través de nuestras
vasijas naturales, pero conocer verdaderamente la
voluntad de Dios nunca consistirá en un conjunto fijo de
actividades externas o de llamados específicos al minis-
terio. La voluntad de Dios es una Persona que desea vivir y
ser glorificada en Su cuerpo, la iglesia. No es una serie de
acciones o logros que los humanos hacen en favor de Dios,
o un mapa del tesoro que encontramos y seguimos.

El Llamamiento de lo Alto de Dios en Cristo Jesús

Desafortunadamente, cuando los cristianos hablan de


sus llamados, por lo general usan esta palabra para refe-

244
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

rirse a sus roles individuales y personales en la tierra o en


la iglesia. No obstante, aunque los roles y las funciones son
válidas en el cuerpo de Cristo, no constituyen el llamado de
una persona. Pablo, por ejemplo, fue llamado apóstol por
el Señor, pero dudo mucho de que Pablo considerara su
apostolado como su llamamiento. En otras palabras, la
función de Pablo en el cuerpo del Señor tenía un nombre,
dicho nombre era apóstol (Literalmente, 'enviado') y él
funcionó en ese rol. Pero si usted le hubiera preguntado a
Pablo sobre su llamamiento, él sin duda habría respondido
algo como:

No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya


llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a
fin de poder alcanzar aquello para lo cual
también fui alcanzado por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya
alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo
que queda atrás y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo hacia la meta para obtener el
premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús. 1

Pablo fue usado por el Señor en la iglesia como apóstol


y como fundador de iglesias, pero su verdadero llama-
miento tenía que ver con la invitación de Dios a morar con
Él arriba, a vivir en Su Hijo y a llevar en su alma la gloria
del Señor. Una simple búsqueda de la palabra en el Nuevo
Testamento revelará rápidamente, que cada miembro del
cuerpo del Señor tiene exactamente el mismo llamamiento.

1 Filipenses 3:12-14, énfasis mío


245
No Yo, Sino Cristo

Somos “llamados mediante el evangelio, a que alcancemos


la gloria de nuestro Señor Jesucristo.” 2 Somos llamados a
salir de una tierra y a entrar en otra,3 “llamados de las
tinieblas a Su luz admirable.” 4 Somos llamados a libertad,5
llamados a ser hijos de Dios,6 llamados a la fiesta de las
bodas del Cordero.7 Lamentablemente, nuestros roles indi-
viduales en la tierra son a menudo más importantes para
nosotros que nuestro llamado eterno en Cristo.
Dios llama a cada miembro del cuerpo de Cristo a
permanecer en la Vid y a “llevar mucho fruto.” 8 Pero, ¿qué
es el fruto? El fruto no consiste en ramas ocupadas, ni en
ramas dotadas. ¡El fruto siempre es el incremento de la
semilla! Dios no está buscando el fruto de nuestras tareas,
ideas y habilidades individuales. Él desea la cosecha de la
Semilla que ha sido plantada en nuestra alma. En Juan 15
Jesús lo explica:

Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el


sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si
no permanece en la vid, así tampoco ustedes si
no permanecen en Mí. Yo soy la vid, ustedes los
sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él,
ése da mucho fruto, porque separados de Mí
nada pueden hacer.9

2 2 Tesalonicenses 2:14
3 Hebreos 11:13-16
4 1 Pedro 2:9
5 Gálatas 5:13
6 1 Juan 3:1
7 Apocalipsis 19:9
8 Juan 15:8
9 Juan 15:4-5
246
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

A menos que Cristo sea la sustancia y fuente, no hay


nada en nosotros que Dios considere verdadero fruto. Yo
creo que Jesús pudo haberlo dicho de la siguiente manera:
“Porque separados de Mí ustedes pueden hacer muchas
cosas, pero desde el punto de vista de Mi Padre, todo ello
será equivalente a nada.” Aunque con frecuencia este
asunto nos confunde, el Labrador no tiene problema en
distinguir entre el fruto plástico de la religión y el verda-
dero incremento de Su perfecta Semilla.
En nuestra búsqueda de conocer la voluntad de Dios
para nuestras vidas, muy a menudo pasamos por alto el
hecho de que solo Cristo es el objeto del verdadero placer y
satisfacción de Dios. Es verdad que el alma del hombre fue
creada exclusivamente para ser la vasija y el lugar de habi-
tación del Señor. En todo lo que Dios ha hecho, sólo el
alma humana puede recibir Su vida y llevar Su incremento
y gloria. Sin embargo, no debemos creer que poseamos en
nosotros mismos lo que Dios está buscando. Sólo hay Uno
de quien Dios siempre ha dicho, “Este es Mi Hijo amado en
quien Me he complacido,”10 y tenemos que entender que la
voluntad de Dios para nuestras vidas individuales está
estrechamente ligada con Su único propósito eterno en
Jesucristo. El Señor evalúa todas las cosas desde el punto
de vista de Su único propósito para la creación. Todas las
cosas fueron creadas a partir de ese propósito y deben
estar reunidas en dicho propósito, de lo contrario, existen
sin ningún propósito. Los seres humanos pueden tener
muchos propósitos para sus vidas, muchos propósitos para
sus familias, sus trabajos, sus iglesias o sus ministerios,

10 Mateo 3:17
247
No Yo, Sino Cristo

pero a menos que todo lo individual e independiente de


nuestros propósitos sea absorbido y definido por el único
propósito de Dios, podemos seguir viviendo vidas sin
propósito.

La Mente de Cristo

A fin de conocer y hacer la voluntad del Señor, los


miembros de Su cuerpo deben crecer “en todos los
aspectos, en Aquél que es la cabeza, es decir, Cristo.” 11
Pablo nos dice que los creyentes tienen la mente de Cristo,
pero poseer Su mente y ser gobernados por ella son dos
cosas muy diferentes. Los cristianos a veces oran a Dios
por instrucciones diarias o tratan de aprender cómo oír Su
voz en un intento por entender cómo hacer la voluntad de
Dios. Pero esta a menudo es sólo otra manera en que
nosotros inconscientemente nos aferramos a la mentalidad
del antiguo pacto. Bajo el antiguo pacto el pueblo de Dios
recibía órdenes e instrucciones externas que describían Su
voluntad en tipos y sombras. Pero la grandeza del nuevo
pacto es la presencia del Espíritu de Dios en nuestro inte-
rior que transforma nuestra alma, escribe la ley en nues-
tros corazones y hace que caminemos en Sus caminos.
Aprender a oír la voz de Dios y seguir instrucciones no es la
principal manera en que Dios quiere relacionarse con
usted. Por siglos, la relación del hombre con la ley escrita
demostró más allá de toda duda que hacer la voluntad de
Dios requiere mucho más que poseer las instrucciones. En

11 Efesios 4:15
248
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

el nuevo pacto Dios no quiere decirle meramente qué


hacer, quiere ser la razón por la que usted hace lo que hace.
En lugar de darle a usted instrucciones diarias, Él prefiere
formar Su vida en su alma, a fin de que todo lo que usted
quiere y hace sea una expresión natural de Su voluntad.
En este momento mis cuatro hijos están pequeños, por
lo tanto, mi expectativa para ellos a menudo sólo es que
obedezcan la voz de su padre. A su edad ellos me necesitan
para decirles qué hacer y qué no hacer, qué está bien y qué
está mal. Pero incluso en mi relación natural con mis
hijos, mi deseo como padre es que no requieran para
siempre mis instrucciones para saber qué hacer. Cuando
ellos sean adultos no quiero que me llamen por teléfono
una docena de veces al día porque todavía necesitan
preguntarme acerca de lo que está bien o mal. Requerir
constante dirección externa no es una señal de madurez,
sino de inmadurez. Mi deseo es que mis hijos crezcan y
hagan por naturaleza las cosas que han visto en su padre.
Es similar en nuestra relación con Dios. En lugar de
siempre buscar la voluntad de Dios en las instrucciones y
órdenes externas, es mucho más grande para el cuerpo de
Cristo hacer Su voluntad, porque Su mente y naturaleza
están obrando en nuestro interior. En lugar de tratar de
mantenerse al día con los libros cristianos más vendidos
sobre “cómo hacer,” la iglesia debería crecer de tal forma
que sea movida, motivada, gobernada y constreñida en
todas las cosas por la vida de Dios en su interior.
La simple verdad es que nada de la voluntad del Señor
se logra sin la mente del Señor funcionando en el cuerpo
del Señor. Esta no debería parecer una declaración
extraña. Todos los cuerpos funcionan de la misma manera.
249
No Yo, Sino Cristo

¿Se imagina usted si su cuerpo estuviera tratando de hacer


su voluntad separado de su mente? Eso sí sería extraño y
extremadamente frustrante. De hecho, si eso ocurriera en
un cuerpo humano, consideraríamos la condición un
desorden o una enfermedad. En realidad, hay condiciones
en las que el cuerpo humano experimenta exactamente
dicho problema.
Cuando yo estaba en la universidad tenía un amigo
llamado Chris que había nacido con parálisis cerebral. Su
mente era perfectamente normal, de hecho, Chris era
increíblemente inteligente, pero tenía control muy limitado
sobre la mayoría de las partes de su cuerpo. Sus piernas y
pies eran los miembros menos afectados por la parálisis
cerebral. Sorprendentemente, él hacía la mayoría de las
cosas con su pie izquierdo, incluyendo dirigir su silla de
ruedas eléctrica, coger las cosas que necesitaba y hasta
escribir en computadora documentos para las clases. No
obstante, sus brazos y manos eran una constante frustra-
ción para él. No sólo era incapaz de controlar sus brazos,
sino que ellos prácticamente tenían mente propia. Se
movían, balanceaban, sacudían y agitaban constantemente
en todas direcciones, separados por completo de la
voluntad de Chris. A menudo lo avergonzaban al golpear
algo en una mesa o a un amigo, o al tocar a un extraño por
accidente. En más de una ocasión me dijo que si sus
padres se lo hubieran permitido, hacía mucho tiempo que
se habría quitado quirúrgicamente ambos brazos. Decía
que ellos no beneficiaban en nada a su cuerpo y que sólo
servían para fastidiarlo constantemente.
Jesús una vez dijo: “Si alguien no permanece en Mí, es
echado fuera como un sarmiento y se seca; y los recogen,
250
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

los echan al fuego y se queman.” 12 Esto es exactamente lo


que mi amigo Chris quería hacer con sus brazos. Para él
eran peor que los miembros paralizados. Esos brazos
tenían su propia voluntad, su propio movimiento y hacían
toda clase de cosas en nombre del cuerpo de Chris que no
procedían de su mente. Era el cuerpo de Chris, pero no era
lo que Chris quería. El meollo del problema es lo que ya
hemos dicho: Nada de la voluntad de Chris se lograría sin
su mente obrando en su cuerpo.

Cristianismo Práctico

Mi deseo al decir estas cosas es llamar la atención a la


absoluta necesidad de que Cristo sea revelado y formado
en Su cuerpo, la iglesia. A menos que crezcamos en el
conocimiento de Él como la vida, naturaleza y mente que
gobierna nuestras almas, seremos exactamente iguales a
los brazos de Chris. ¡Peor que ser cristianos improductivos,
tenemos una mente y una voluntad por nuestra cuenta
obrando en el cuerpo de Otro! Incluso sin darnos cuenta
de lo absurdo, tratamos de vivir nuestras propias vidas
para la Cabeza. Tenemos nuestras propias interpretaciones
e ideas acerca de la voluntad de Dios. Tendremos propó-
sitos por nuestra propia cuenta, ministerios por nuestra
propia cuenta, gloria por nuestra propia cuenta, todo por
nuestra propia cuenta, hasta que Cristo nuestra vida
empiece a ser revelado en nosotros.
Con los años muchas personas me han preguntado
dónde está lo práctico de predicar y enseñar sobre la reve-
12 Juan 15:6
251
No Yo, Sino Cristo

lación de Cristo. Ellas dicen cosas como: “Puedo ver que


está en la Biblia, pero no me parece un mensaje muy prác-
tico para los cristianos.” Pero, ¿qué es más práctico que la
mente de Cristo realmente viviendo y reinando en Su
propio cuerpo? ¿Qué podría ser una solución más práctica
para la parálisis cerebral de Chris que de algún modo
hiciera que sus brazos se alinearan plenamente con su
voluntad? Puedo decirle lo que Chris no consideraría una
verdadera solución: Usar cinta adhesiva para fijar sus
brazos a los lados de su silla de ruedas. Eso puede impedir
temporalmente algunas vergüenzas, pero la restricción de
sus movimientos no hace nada para resolver el problema
real. Esto nos parece obvio en la situación de Chris, pero
las ideas “prácticas” como esta abundan en el cuerpo de
Cristo.
Al tener poca idea de lo que significa que un alma sea
conformada al Cristo que mora en el interior, nuestras
sugerencias prácticas para la vida espiritual implican
consejos y trucos para impedir que Adán se manifieste y
nos avergüence. Algunos dicen que el cristianismo efectivo
consiste en aprender a reprimir los deseos de nuestra
carne, mientras nos aferrarnos fuertemente a creencias y
comportamiento correcto. Nos encantan los sermones que
explican cómo domar nuestra ira. Nos encanta un buen
plan de acción para enfrentar la lujuria, o un libro de
trabajo que nos ayude a controlar nuestros miedos. Pero
esto es la cinta adhesiva del cristianismo, y sólo sirve para
restringir la carne y no hace absolutamente nada para
transformar el alma. Poner a un asesino en la cárcel no lo
hace menos asesino. Las barras de acero no cambian a un
hombre, simplemente evitan que cometa más crímenes.

252
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

De la misma manera nuestros pasos prácticos para


controlar la actividad de Adán, “tienen a la verdad, la
apariencia de sabiduría en una religión humana, en la
humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo,
pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la
carne.”13
Otras versiones de cristianismo práctico se centran
menos en controlar la carne y más en tratar de ser como
Jesús. Buscamos los pasos correctos para darlos, las
oraciones efectivas para orarlas y los versículos claves para
memorizarlos y reclamarlos para nuestras vidas. Nos
atraen las enseñanzas que tienen aplicaciones inmediatas a
la vida, aquellas que nos presentan un claro plan para
imitar a Jesús. Pero de algún modo, no nos damos cuenta
de que si Cristo no es la vida y origen de todas esas cosas,
son meras ramas muertas produciendo fruto falso.
Cuando la gente pregunta por algo práctico, lo que
usualmente está diciendo es: “¿Qué puedo hacer en la
carne para llegar a ser más espiritual?” No hay respuesta
para esta pregunta. La salvación de Dios tiene que ver con
escapar del hombre natural, no con entrenarlo. El evan-
gelio de la cruz le da al alma un Quién, no un cómo. Cada
poquito de verdadero progreso espiritual está ligado a la
revelación y formación de Aquel que es la voluntad de Dios
y el objeto de Su eterna satisfacción.
¿Detrás de qué andamos como cristianos? “¿Cuál es
nuestra expectativa? Si nuestra meta está de alguna
manera relacionada con el propósito eterno de Dios,
entonces tenemos que mirar fuera de la caja de la disci-

13 Colosenses 2:23
253
No Yo, Sino Cristo

plina14 humana y de la imitación carnal. Cuando se trata


de conocer y hacer la voluntad de Dios, nuestra necesidad
más fundamental y vital es que el cuerpo de Cristo viva por
Su mente y naturaleza. Esto es mucho más que Jesús
enseñándonos a pensar, ayudándonos a tomar buenas
decisiones, o señalándonos la dirección correcta. Es la luz,
la verdad y la perspectiva de Cristo creciendo en nosotros y
definiendo nuestras vidas. Conforme Cristo es revelado en
nosotros y aprendemos a obedecer la luz de Su vida, todo
lo que es real y verdadero para Él progresivamente se
convierte en lo más real que conocemos. Consecuente-
mente, todo lo que el Señor no ve, reconoce o valora cae
lejos de nuestros corazones, como cuando una serpiente
cambia su piel muerta. Al caminar en Su luz, nuestras
almas se convierten en ramas que fluyen con Su savia y
producen el fruto de Su Espíritu. Somos como brazos con
parálisis cerebral que se comienzan a despertar de nuestro
desorden y a moverse con la vida de la Cabeza. La voluntad
de Cristo empieza a tener expresión en Su cuerpo y ya no
nos importa lo que hacemos, sólo que Él es la vida detrás
de él. Repentinamente no importa si somos vistos o apre-
ciados, porque “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí.”15
Entendemos lo que significa “trabajo, esforzándome según

14 La auto disciplina o “negarse a sí mismo” (Mateo 16:24; Marcos


834; Lucas 9:23) es definitivamente, una necesidad para el verda-
dero seguidor de Cristo. No obstante, como con todas las cosas, el
lugar y el propósito de la disciplina necesita ser definido por la luz
de Cristo o rápidamente se convertirá (como lo fue con los fari-
seos) en motivo de orgullo, justicia propia y religión hecha por el
hombre. Esto será analizado más extensamente en un capítulo
por venir.
15 Gálatas 2:20
254
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

Su poder que obra poderosamente en mí.” 16 Como Su


propio cuerpo, sabemos que podemos hacer todas las cosas
a través de Cristo que nos fortalece17 y que separados de Él
no podemos hacer nada en absoluto.

El Deseo del Espíritu

Cuando una persona responde a la gracia de Dios y


reconoce su necesidad de Cristo, el Señor obra en el alma
el milagro del nuevo nacimiento. El corazón recibe una
nueva vida de arriba, pero como ya hemos dicho, comen-
zamos con prácticamente ningún entendimiento de lo que
hemos recibido. El Espíritu ha presentado a Cristo a nues-
tros corazones, y en efecto, Lo hemos visto y reconocido de
manera interna. Pero, por lo general, comenzamos la vida
en el Espíritu con la consciencia de dos cosas sencillas: La
realidad de nuestra desesperada necesidad y el hecho de
que Cristo es la única solución. En otras palabras, en
nuestro primer destello de perspectiva espiritual, usual-
mente no vemos más allá del increíble contraste entre el
pecado y la justicia, y respondemos clamándole a Dios por
perdón, salvación o vida eterna. La verdad es que importa
muy poco lo que le digan nuestras bocas al Señor en este
momento. Dios en realidad no está respondiendo a nues-
tras palabras, o juzgando la exactitud de nuestra teología.
Él está dando Su Espíritu por causa de nuestra necesidad,
y debido a que finalmente nuestros corazones se han vuelto
a Él y le han concedido entrada.

16 Colosenses 1:29
17 Filipenses 4:13
255
No Yo, Sino Cristo

Nadie comienza su vida en Cristo pensando en perma-


necer en la luz o en ser conformado a la muerte de la cruz.
Nadie se despierta de la muerte adámica e inmediatamente
dice con Pablo: “Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir
es ganancia,”18 o comprende qué significa “fragante aroma
de Cristo somos para Dios.” 19 Para el recién nacido de Dios,
la suma total de nuestra inteligencia espiritual es la simple
consciencia de que nosotros somos el problema y Cristo la
solución. Esto es lo primero que vemos en Su luz, y
aunque es una vista muy pequeña de la muy grande salva -
ción, es real, es esencial y abrumadoramente maravillosa.
Hemos llegado a Él ignorantes y necesitados, y hemos
hallado en Cristo exactamente lo que necesitábamos.
En esta etapa de la vida cristiana, usualmente hay un
gran entusiasmo y celo. ¿Por qué? ¡Porque conocemos lo
que hemos visto! Nadie nos ha persuadido mediante argu-
mentos o manipulado nuestras emociones. Simplemente
humillamos nuestros corazones, nos volvimos a Él y vimos
algo increíblemente real. Lo vimos, no sólo creímos. Y a
menudo, por semanas o meses después de este encuentro
con la verdadera luz, los cristianos no pueden parar de
hablar de la realidad de Cristo y del don de la salvación en
Él.
La consciencia de Cristo dada por el Espíritu que se
vuelve real en el nuevo nacimiento con frecuencia es lo que
los cristianos sostienen como prueba de la existencia de
Dios o como evidencia de su salvación, y la mayoría
continúa llamando a Cristo su Señor y Salvador por el resto
de sus vidas. No obstante, y trágicamente, este encuentro

18 Filipenses 1:21
19 2 Corintios 2:15
256
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

inicial con el Espíritu de Verdad muchas veces termina


siendo la única experiencia verdadera de vista espiritual
del creyente, y todo lo demás es hecho y edificado sobre el
recuerdo de ello. Conforme pasa el tiempo lo que han visto
en Su luz se vuelve un recuerdo, y la inconfundible visión
de Cristo cae a la tierra y se convierte en algo puramente
natural. Es decir, la fe se vuelve creencia, y la revelación
viva se reduce a un testimonio repetido con frecuencia. Un
verdadero destello de luz, y luego, religión, doctrinas y
obras de la carne que se apilan más y más en las siguientes
décadas.
Así no deberían ser las cosas. El nuevo nacimiento
debe ser el principio de la revelación y experiencia de Jesu-
cristo. La forma en que comenzamos es también la forma
en que continuamos. Después de llevarnos a Cristo la obra
del Espíritu no ha terminado; en un sentido, Su obra más
grande apenas comienza. Ahora que Cristo vive en noso-
tros por fe, el trabajo y deseo del Espíritu es transformar el
alma al enseñarnos al Cristo que recibimos. Hablando de
esto a los Gálatas Pablo dice:

¡Oh, Gálatas insensatos! ¿Quién los ha fasci-


nado a ustedes, ante cuyos ojos Jesucristo fue
presentado públicamente c o m o crucificado?
Esto es lo único que quiero averiguar de
ustedes ¿Recibieron el Espíritu por las obras de
la Ley, o por el oír de fe? ¿Tan insensatos son?
Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿van a
terminar ahora por la carne? 20

20 Gálatas 3:1-3
257
No Yo, Sino Cristo

Pablo estaba asombrado y triste porque aquellos a


quienes él les había proclamado el evangelio de la cruz y
habían recibido el Espíritu de Dios por fe, estaban obstacu-
lizando la obra del Espíritu al buscar el crecimiento espiri-
tual en la carne. Como muchos cristianos hoy, los de
Galacia creían que el perdón de pecados era obra del
Señor, pero pensaron que después de recibir dicho don era
responsabilidad del hombre hacerse cargo y continuar la
carrera hacia la madurez espiritual. Nada podría estar más
lejos de la verdad. El crecimiento espiritual es el incre-
mento del gobierno de Cristo en el alma, el ensancha-
miento de Su territorio conquistado, la formación de Su
naturaleza y de Su reino en el interior. Aunque tiene
multitud de efectos externos, el crecimiento en sí mismo es
interno y espiritual, y la única medida por la que el Señor
evalúa nuestro progreso es “la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo.”21 Crecemos en nuestra experiencia de
la gracia de Cristo, el amor de Cristo, la verdad tal como
está en Cristo; crecemos en todo, en Aquel que es la
Cabeza. Sin embargo, para que este crecimiento ocurra, el
alma tiene que ver y seguir la luz del Señor Jesucristo.
Otra vez, la manera en que comenzamos es también la
manera en que seguimos. Comenzamos en el Espíritu
mediante la fe, y debemos crecer exactamente de la misma
forma. A veces los cristianos vagan por años en el desierto
de la religión antes de encontrar su camino de regreso al
corazón de niño que vio por primera vez al Señor en la
verdadera luz espiritual. Esa fue, en definitiva, mi expe-
riencia. Pero si hemos desperdiciado cinco minutos o
cincuenta años, cuando nuestro corazón se vuelve de

21 Efesios 4:13
258
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

nuevo a Él, el velo es removido y el Espíritu continúa reve-


lando a Cristo nuestra vida, exactamente donde lo
dejamos.

Permanecer en Cristo

En la víspera de Su crucifixión Jesús les habló clara-


mente a Sus discípulos acerca de la necesidad de perma -
necer en Él.22 El concepto de permanecer en Cristo es un
concepto familiar para los cristianos. Es algo que oímos en
cultos y canciones, y leemos en rótulos en la iglesia y en los
boletines los domingos. Pero, realmente, ¿qué significa
para nosotros permanecer en Él? ¿Es simplemente un
asunto de seguir siendo cristiano o de continuar siendo un
miembro activo de la iglesia local? En realidad, es algo
mucho más grande que estas ideas, sin embargo, para
permanecer en Cristo primero tenemos que verlo. Noso-
tros no podemos permanecer en una doctrina, no podemos
vivir y caminar en una teología. Sólo podemos permanecer
en lo que vemos y experimentamos que es real. Por lo
tanto, para permanecer en Cristo la luz de Su vida debe
mostrarnos dónde estamos y qué significa eso. La luz debe
cortar en nuestros corazones entre los dos ámbitos, dos
naturalezas, y separar claramente los dos hombres, Adán y
Cristo. Sólo conforme el Espíritu de Verdad revela a Cristo
en el alma, es que aprendemos a despojarnos de un
hombre y a permanecer en el Otro. Sólo cuando Su luz
brilla vemos nuestro verdadero Hogar y entendemos lo que
significa quedarse ahí.

22 Ver Juan 15:4-7


259
No Yo, Sino Cristo

Cuando Abraham dejó atrás su tierra, su parentela y la


casa de su padre, el Señor lo introdujo en la tierra de su
herencia y le dijo que él y su simiente habitarían ahí para
siempre. El Señor dijo:

Alza ahora los ojos y mira desde el lugar donde


estás hacia el norte, el sur, el oriente y el occi-
dente, pues toda la tierra que ves te la daré a ti
y a tu descendencia para siempre. 23

Esta tierra prometida era en todos los sentidos un


cuadro de Cristo, la verdadera herencia del alma, y el
Nuevo Testamento deja claro que la simiente que hereda la
tierra son los hijos de Abraham por la fe y no los mera-
mente por la sangre. 24 Pero incluso en el viaje de fe de
Abraham, el cual es tipo y sombra del nuestro, se le
instruyó a que levantara sus ojos y viera en dónde ya
estaba. Hasta donde Abraham fuera capaz de ver, era
hasta donde él podría conocer y experimentar su herencia.
En un lenguaje muy similar, Pablo nos dice que por la vista
espiritual25 somos “capaces de comprender con todos los
santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profun -
didad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa el
conocimiento.”26 Según “el día despunta y el lucero de la
mañana aparece en nuestros corazones,”27 crecemos en

23 Génesis 13:14-15, énfasis mío.


24 Ver por ejemplo, Romanos 2:28-29; 4:10-17; 9:6-9; Gálatas capí-
tulo 3.
25 Pablo usa la palabra fe en estas Escrituras, pero fe es un tipo de
ver y conocer que nos da el Espíritu. Vea el siguiente capítulo para
más.
26 Efesios 3:18-19
27 2 Pedro 1:19
260
La Necesidad de que Cristo Sea Revelado

nuestra consciencia del lugar donde Dios nos ha situado.


Su luz nos muestra una nueva creación, y llegamos a
conocer a Cristo como la verdadera Tierra Prometida que
mana leche y miel.
Otra vez, la mente carnal objeta y llama tales ideas
místicas o abstractas, pero nada es más razonable y prác-
tico que vivir plenamente consciente de la verdad. Nada
puede cambiar un alma sino ver y someterse a lo que es
real para Dios, y conocer Su perspectiva como el ancla y
brújula del alma. La alternativa es vivir en las vanas imagi -
naciones de la mente carnal. Desde la perspectiva de los
apóstoles, no había nada más tonto e infructuoso que
“caminar en la vanidad de la mente,” 28 “envanecido sin
causa por su mente carnal,” 29 “andar como hombres,”30
porque nuestros corazones rehusan ver y caminar en lo
que Dios ha dado en Cristo.

28 Efesios 4:17
29 Colosenses 2:18
30 1 Corintios 3:3
261
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 16
Viviendo por Fe

Mucho de lo que hemos descrito en los capítulos


previos se puede resumir en una palabra muy común del
Nuevo Testamento; la palabra fe. Los cristianos hablan de
la palabra fe tal vez más que de cualquier otra palabra
bíblica, pero la familiaridad con una palabra no significa
que entendamos o experimentemos la realidad que está
detrás de ella. Sin importar cuán familiarizados estemos
con las palabras y conceptos de la Biblia, siempre es bueno
no aferrarnos a nuestras ideas y constantemente mirar al
Señor por Su entendimiento.1

Fe vs. Creencia

Mucha gente piensa en las palabras fe y creencia como


sinónimos. Si esas personas pudieran establecer una dife-
1 Aprender cosas naturales como matemáticas o historia es un tipo
estático de conocimiento que implica adquirir, recordar y
sostener firmemente con la mente los hechos y las ideas. Pero el
conocimiento espiritual siempre implica una visión presente de
Cristo en la luz. Tenemos que estar viendo y conociendo conti-
nuamente a Cristo COMO nuestro entendimiento y experiencia de
la verdad.
262
Viviendo por Fe

rencia entre las palabras, lo único que podrían decir es que


la fe no es más que una creencia fuerte, o una especie de
creencia que tiene que ver con cosas espirituales o reli-
giosas. En una discusión sobre béisbol sería común oír a
alguien decir: “Yo creo que los Medias Blancas son el mejor
equipo en las Ligas Mayores este año.” No obstante, en
una conversación después del culto en una iglesia, alguien
podría decir: “Tengo fe de que Dios es real y que me ama
más de lo que puedo entender.” En estas frases las pala -
bras creo y fe son usadas de la misma manera, expresan
una convicción personal, algo que el que habla piensa que
es cierto. Pero, a pesar de que estas palabras pueden
haberse convertido en sinónimas en la vernácula de hoy,
en realidad hay una enorme diferencia entre ellas. De
hecho, cuando comenzamos a entender qué significa la fe
para Jesús y para los autores del Nuevo Testamento,
descubrimos que la creencia humana y la fe bíblica son
contrarias entre sí en casi todos los sentidos.
¿Qué son las creencias? Son, sencillamente, las
conclusiones a las que llegamos basados en experiencias,
observaciones e información. Son nuestros pensamientos,
ideas, opiniones, interpretaciones y deducciones acerca de
las cosas que no podemos ver. Y tal vez lo más importante
de entender acerca de las creencias es que ellas son
completamente naturales, es decir, vienen de nosotros y
obran en nosotros como nuestros propios pensamientos
sobre lo que es real y verdadero. Debido a esto, las creen-
cias humanas son cosas muy personales e inestables. La
verdad de Dios nunca cambia, pero las creencias acerca de
la verdad cambian todo el tiempo sobre la base de cosas
subjetivas como opiniones, perspectivas y deseos. Todos

263
No Yo, Sino Cristo

hemos experimentado la debilidad de las creencias


humanas. Todos hemos creído en algo con todo nuestro
corazón, sólo para repentinamente reconsiderarlo cuando
llega una creencia más atractiva. En un minuto estamos
perfectamente convencidos, y en el siguiente, un amigo
inteligente o un libro inspirador transforma la manera en
que vemos las cosas. Cuando esto sucede nosotros rápida y
fácilmente cambiamos nuestras creencias. Las creencias
cambian conforme atravesamos las experiencias de la vida,
en la medida que descubrimos nueva información, o
cuando encontramos personas persuasivas. Es muy fácil
cambiar una creencia, todo lo que usted tiene que hacer es
cambiar su mente. La mente es el autor y consumador de
la creencia humana.
¿Qué es la fe? Hebreos capítulo 11 dice: “Es pues la fe,
la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración
de las cosas que no se ven.” 2 ¿Qué significa que la fe es
sustancia y demostración? Primero que nada, ¡que la fe no
puede ser lo mismo que creencia! 3 Nadie diría que sus
creencias son sustancia y demostración. De hecho,
sabemos que justamente lo opuesto es cierto. Las creencias
son lo que sostenemos ante la ausencia de algo sustancial,

2 Hebreos 11:1; JBS (Jubilee Bible 2000 Spanish). Hay una


variedad de traducciones en español de este versículo, pero creo
que esta es la traducción que mejor captura el significado del
griego. La palabra sustancia es la palabra en griego jupóstasis y
significa esencia, sustancia, realidad. Es la misma palabra que se
usa en Hebreos 1:3, cuando Cristo es llamado “la imagen
misma de la sustancia, ser, realidad (jupóstasis) de Dios.” La
palabra demostración es la palabra en griego élenjos y significa
prueba, evidencia, demostración.
3 Por esta misma razón, yo creo que muchas traducciones
modernas sustituyen sustancia y demostración con palabras como
certeza y convicción.
264
Viviendo por Fe

cuando no podemos demostrar la realidad o certeza de lo


que pensamos que es cierto. Nosotros confiamos en las
creencias cuando no podemos ver, pero la fe es exacta-
mente lo opuesto. La fe es una forma de ver y comprender
que obra en el alma mediante el Espíritu de Dios. Es una
perspectiva de la realidad espiritual que se vuelve real en
nosotros como resultado de la revelación de Cristo. La fe
no cree en ideas espirituales, realmente mira y se apodera
de la realidad espiritual. A pesar de que no ve con los ojos
naturales, la fe ve con una luz que viene de lo alto y hace
que el alma conozca y permanezca en lo que es real para
Dios. Independientemente de lo que digan los hombres,
no existe tal cosa como fe ciega. La creencia es ciega, pero
la fe ve con una luz verdadera y espiritual, y toma posesión
de todo lo que Dios ha puesto a disposición en Su Hijo.

El Autor y Consumador de la Fe

Mientras que creer involucra nuestras propias ideas,


pensamientos y conclusiones acerca de cosas que no
podemos ver, la fe bíblica viene de otra mente por
completo. La fe es una experiencia de la mente de Cristo
obrando Su propia perspectiva y entendimiento en el
corazón humano.4 Las Escrituras nos dicen que Cristo es

4 Tan extraño como pueda sonar, la llegada de la fe nunca confirma


nuestras creencias previas, más bien las destruye y sustituye.
Debido a que la fe es la mente del Señor obrando en nosotros, no
le da lugar a las ideas más elevadas del hombre. Los pensa-
mientos de Dios son infinitamente más altos que los nuestros.
Así que la experiencia de la fe sustituye una idea humana con la
perspectiva divina. Sustituye una creencia hecha y centrada en el
hombre con una perspectiva espiritual que es indescriptiblemente
265
No Yo, Sino Cristo

“el autor y consumador de la fe.” 5 Él comienza Su obra de


fe en nuestro corazón en el momento que nacemos de
nuevo. Luego, el que comenzó esta buena obra en nosotros
la continuará hasta que el día amanezca y las sombras
desaparezcan de nuestros corazones.
Contrario a lo que oímos en la iglesia, la fe no es algo
que el hombre pueda producir o hacer. Cerrar los ojos y
hacer lo posible por creer en algo no es fe. Memorizar
versículos y proclamarlos en voz alta no tiene nada que ver
con la fe. Ir a la iglesia cada día de la vida y recitar largas
oraciones no producirán una sola semilla de mostaza de fe.
Toda fe verdadera es obra de la gracia, un don del Señor,
algo totalmente sobrenatural.
Los cristianos con frecuencia luchan con esta idea,
porque a veces las Escrituras presentan la fe como respon-
sabilidad del hombre. Nosotros sabemos que Jesús a
menudo criticó a los judíos por su falta de fe. Estaba triste
y parecía casi sorprendido por la falta de fe de Su genera-
ción. Si la fe es un don de Dios, una obra del Espíritu en el
corazón humano, ¿por qué esperaba Jesús encontrar fe en
Israel? ¿Cómo pudo reprender a los judíos por la falta de
algo que tenían que recibir de Dios? Creo que los repro-
ches de Jesús no se debieron a que esperaba que el hombre
produjera fe, sino a que Él sabía muy bien que Dios
deseaba obrar la realidad de la fe en los corazones de todos

más real. Alguien podría preguntar: “¿No confirmaría Dios una


creencia tan fundamental como el hecho de que Jesús es el Hijo
de Dios?” Sí y no. Es correcta como declaración, pero todo lo que
hemos pensado e imaginado acerca de esta declaración, todas las
ideas y conceptos con respecto a lo que significa que Cristo sea el
Hijo de Dios, van a ser quitados y sustituidos con la perspectiva
de la fe.
5 Hebreos 12:2
266
Viviendo por Fe

los que se lo permitieran. La fe viene de Dios, pero al igual


que con todo lo que Dios ofrece, el hombre puede humi-
llarse y recibirla u obstinadamente rechazarla. El Señor
siempre está buscando corazones que “reciban con
humildad la palabra implantada.”6 En Sus parábolas, Jesús
se describe a Sí mismo como el Sembrador que esparce
semilla en todas direcciones, el que lanza Su palabra sobre
todo tipo de terrenos. Pero de la misma manera que las
semillas en estas parábolas, el don de la fe se arraigará y
crecerá sólo en los corazones que provean buena tierra.
En su carta a los Romanos, Pablo escribe:

Porque en virtud de la gracia que me ha sido


dada, digo a cada uno de ustedes que no piense
de sí mismo más de lo que debe pensar, sino
que piense con buen juicio, según la medida de
fe que Dios ha distribuido a cada uno. 7

Aquí vemos de nuevo que Dios mismo es la fuente de


la fe, y que ser de buen juicio (Literalmente, 'tener la
mente cabal, sano, moderado'8) tiene que ver con la
medida de fe que obra en nosotros. Esta medida que Pablo
menciona no es entregada arbitrariamente, ni se les da a
los cristianos una asignación de fe en el nuevo nacimiento
y luego se quedan con esa misma medida por el resto de
sus vidas. ¡Lejos de eso! Estamos llamados a crecer fuertes
en fe, cada vez más arraigados y cimentados en el verda-
dero conocimiento de Cristo. Pero la medida de fe que

6 Santiago 1:21
7 Romanos 12:3
8 Strong’s #G4993, sōphroneō: tener la mente cabal. Es decir, sano:
tener sano juicio, ser sobrio, sobriamente.
267
No Yo, Sino Cristo

experimentamos en nuestros corazones corresponde a la


libertad que el Señor encuentra en nosotros para sustituir
nuestra perspectiva con la Suya. Sólo los que se humillan y
se acercan como niños empiezan a recibir Su luz. La
perspectiva del Señor siempre ha estado “oculta para los
sabios e inteligentes y revelada a los niños.” 9 Pablo nos
dice que cuando “un corazón se vuelve al Señor, el velo es
quitado.”10 La fe viene cuando los ojos y los oídos del alma
se vuelven a la palabra viva de Dios 11 y le ofrecen lugar
donde vivir y crecer.
Tenemos que recordar que absolutamente todos los
aspectos de nuestra salvación son una experiencia de la
vida resucitada de Jesucristo obrando en nosotros. Sea
que hablemos de justicia, amor, gloria o fe, nada es dado a
nosotros como nuestro, sino que todas las cosas son
puestas a nuestra disposición como Suyas. Dios nos ha
situado en Su Hijo y ha hecho que Él sea para nosotros
todas las cosas de la vida y la piedad. La salvación no es
una transacción externa mediante la cual Dios nos concede
una variedad de cosas, habilidades y calificaciones espiri-
tuales. La salvación es una unión viva con Jesucristo, por
medio de la cual llegamos a conocerlo y a experimentarlo a
Él como la suma de todas las cosas espirituales. No es
nuestra justicia, sino la de Él. No es nuestro amor, sino el
de Él. No es nuestra sabiduría, sino la de Él. No llevamos
9 Lucas 10:21
10 2 Corintios 3:16
11 La fe obra en nosotros mediante un tipo de ver y oír muy especí-
fico. Pablo lo llama el “oír de fe” (Gálatas 3:2; 3:5), o el ver de fe
(Hebreos 11:13; 11:27). No es un oír natural las palabras escritas o
habladas de Dios, sino un oír espiritual la Palabra viva de Dios.
Creo que este es el pensamiento detrás de Romanos 10:17, “Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (RVR,1960)
268
Viviendo por Fe

nada de valor a Él, más bien nos da y obra en nosotros todo


lo que Él es y tiene. Al ser unidos a Él heredamos todas las
cosas y no contribuimos con nada que provenga de noso-
tros, ni siquiera nuestra fe. La fe es Su don, es Su luz.
Aunque la recibimos para nosotros y obra en nosotros
como nuestra perspectiva espiritual, sigue siendo cierto
que la fe es “la fe del Hijo de Dios.”12

La Grandeza de la Fe

El autor de Hebreos describe la fe como “la sustancia


de las cosas que se esperan y la demostración de las cosas
que no se ven,”13 porque así es, precisamente, como obra la
fe en el alma del creyente. En la medida que crecemos en
la fe, vemos y nos apoderamos de la realidad espiritual que
está detrás de cada promesa, profecía, tipo y sombra del

12 Esta es la traducción literal de Gálatas 2:20, “...la vida que


ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios.” Hay
otros pasajes en el Nuevo Testamento que se leen de la misma
manera en una traducción literal. Por ejemplo Gálatas 2:16, “…
el hombre no es justificado por las obras de la ley sino por la fe de
Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser
justificados por la fe de Cristo.” Gálatas 3:22, “…para que la
promesa fuera dada a los creyentes por la fe de Jesucristo.” Fili-
penses 3:9, “...no teniendo mi propia justicia, que es por la ley,
sino la que es por la fe de Cristo.” Romanos 3:22, “...la justicia
de Dios por la fe de Jesús el Cristo.” Romanos 3:26, “... para
que El sea justo y sea el que justifica al que es de la fe de Jesús.”
Santiago 2:1, “Hermanos míos, no tengan la fe de nuestro Señor
Jesucristo, el Señor de la gloria, con parcialidad.” Efesios 3:12,
“en el cual tenemos seguridad y entrada con confianza por la fe de
é l . ” Apocalipsis 14:12, “…aquí están los que guardan los
mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.”
13 Hebreos 11:1
269
No Yo, Sino Cristo

antiguo pacto. No sólo estamos de acuerdo en que es real,


o esperamos experimentarla algún día, la fe es mucho
mayor que eso. En perfecto cumplimiento de la expe-
riencia de Abraham, la fe nos permite alzar los ojos, ver
dónde estamos y poseer la tierra de nuestra herencia. La
vida eterna se vuelve una realidad presente y cada vez más
tangible para el hombre interior, incluso mientras cami-
namos como extranjeros y peregrinos sobre la tierra en
vasijas de barro. De esta manera, la verdadera fe probará
la realidad de las cosas que no se ven, y se volverá clara y
conclusiva prueba de que el alma ha llegado a ser heredera
y partícipe de la promesa de Dios a través del evangelio.
Incluso después de haber recibido un bachillerato en
religión y filosofía, recuerdo que yo esperaba que el cristia-
nismo se basara en algo más sustancial que creencias y
doctrinas correctas. Después de cuatro años de estudio y
búsqueda de la verdad, aún no podía dejar de preguntarme
si yo creía lo correcto. ¿Y si yo todavía no había llegado a
las conclusiones correctas o comprendido lo que Dios espe-
raba que yo entendiera? ¿Y si yo había sido persuadido
por hombres o equivocadamente influenciado por mis
propias presuposiciones? Había muchas interpretaciones
y argumentos inteligentes. Había una gran cantidad de
posiciones bíblicas defendibles. Yo traté de mantenerme
firme en las cosas que había sido enseñado y de creer las
muchas cosas ciertas que había aprendido. Pero en esos
días la verdad era algo resbaladizo para mí, era una colec-
ción de creencias personales en constante transformación
que se mantenían unidas por medio de la razón y de argu-
mentos persuasivos. ¡Y la información seguía cambiando!
Siempre había un libro que no había leído o una interpre-

270
Viviendo por Fe

tación que no había considerado.


Y mientras seguía mi búsqueda para descubrir la
verdad, algo dentro de mí empezó a preguntarse: “¿Cómo
puede una verdadera experiencia del cristianismo
depender de la capacidad del hombre de encontrar y
mantenerse en las ideas correctas? ¿Cómo puede algo tan
importante como la salvación eterna estar supeditada a un
acuerdo mental con credos y conceptos, o luchar para creer
las cosas espirituales correctas? ¡Debe haber algo mayor
que esto! ¡Debe haber algo más fiable y real que la creencia
humana que determine nuestra experiencia de la vida
eterna! ¡De lo contrario, espero escoger la creencia correcta
antes de morir! ¡Espero encontrar una iglesia que explique
la Biblia de la manera que debe ser enseñada!”
Ahora entiendo que conocer y experimentar la vida
espiritual se basa en algo infinitamente más real, firme y
seguro. Le agradezco a Dios que el don de la vida sea reci-
bido, conocido y experimentado por fe. Es cierto que la fe
obra en nosotros, y que por lo tanto puede ser llamada con
razón nuestra fe. Pero a pesar de que la poseemos, no la
producimos. No depende de nuestra educación, crianza o
intelecto. No es una obra de la carne o un logro de la
mente natural. La fe es la mente del Señor compartida con
Su cuerpo. Se mantiene firme en el poder y la perspectiva
de Dios y no en las convicciones de los hombres.
Si lo piensa bien, creer no es ni siquiera un funda-
mento para las relaciones humanas significativas. Por
ejemplo, yo no diría que creo en mi esposa. No necesito
creer en ella porque la conozco; la experimento diaria-
mente. Si yo sólo hubiera oído rumores de su existencia
(visto unos pocos dibujos a lápiz o leído cuentos de avista-

271
No Yo, Sino Cristo

mientos recientes de Jessie Henderson), tal vez entonces


me quedaría sólo con una creencia. Pero las cosas son
como son entre nosotros, y jamás me cruza por la mente si
yo debo o no creer en mi esposa. A estas alturas de nuestro
matrimonio conocer a Jessie como una mera creencia,
sería una rebaja muy importante en nuestra relación.
Nosotros ya tenemos algo mucho más real.

La Palabra Fe en el Nuevo Testamento

Tan extraño como pueda sonar, la Biblia en realidad


no habla de las creencias humanas. En las Biblias en
español la palabra griega para fe (pistis) es traducida tanto
fe como creer. Cuando en el Nuevo Testamento aparece
pistis como sustantivo, nuestros traductores usualmente
utilizaron la palabra en español fe. Cuando la misma
palabra aparece como verbo es traducida creer. Tradu-
cimos pistis como dos palabras diferentes porque el
español carece de una forma verbal para la palabra fe. En
otras palabras, nadie dice “el hombre feó en Cristo,” o
“muchas personas estaban feando en Él.” Sin embargo, así
es exactamente cómo se lee en el idioma original. Por
ejemplo, en una traducción extremadamente literal de
Juan 20:31 leeríamos: “Pero éstas se han escrito para que
ustedes fean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y para
que al fear, tengan vida en Su nombre.” ¿Por qué es
importante esto? Es importante porque las creencias
humanas y la fe bíblica son dos cosas muy diferentes. La
religión del hombre tiene que ver con creencias intelec-
tuales, credos y tradiciones; el cristianismo tiene que ver

272
Viviendo por Fe

con una vida que se vive por fe.


Al leer a través del Nuevo Testamento, encontramos
descripciones de la fe (pistis) que simplemente no se
alinean con nuestras definiciones conocidas. A pesar de
que en algunos versículos podría tener sentido sustituir la
palabra fe con creencia, esperanza o confianza, hay un
montón de versículos que exigen un entendimiento mucho
mayor de esta palabra.14 Por ejemplo, el autor de Hebreos
dice: “Por la fe entendemos que el universo fue preparado
por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue
hecho de cosas visibles.”15 Colocar en este versículo
creencia o confianza en lugar de fe no tiene sentido. Nadie
dice: “Por la creencia entendemos…” Pero si la fe, como
hemos hablado, es un tipo de ver y comprender que obra
en el alma mediante el Espíritu de Dios, es totalmente
razonable que los creyentes obtengan entendimiento espi-
ritual por fe.

14 Es cierto que en la literatura extra-bíblica y unas pocas veces en


las Escrituras (como Santiago 2:19) se usa la palabra griega
“pistis” de manera similar a nuestra palabra en español
“creencia.” En realidad no estoy discutiendo sobre la definición
de fe que da el diccionario, sino intentando describir la forma en
que era utilizada esta palabra, y más importante aún, experimen-
tada por la iglesia del Nuevo Testamento. Independientemente
de lo que “pistis” podría haber significado a los no cristianos, en
el caso de un creyente, la realidad y la experiencia de la fe es una
luz dada por Dios que hace que nuestro corazón comparta Su
perspectiva. Lo mismo podría decirse de casi cualquier palabra
en las Escrituras. Amor, por ejemplo. La palabra amor tiene
innumerables definiciones humanas y se utiliza en variedad de
formas a través de la Biblia. Pero una verdadera comprensión del
amor de Dios no se obtiene a través de una definición escrita, sino
más bien a través de una experiencia viva. En cada caso, la expe-
riencia de la palabra trae su verdadero significado, definición, y
realidad a nuestros corazones.
15 Hebreos 11:3
273
No Yo, Sino Cristo

Más adelante en el mismo capítulo de Hebreos, el


autor explica: “Por la fe Moisés salió de Egipto sin temer la
ira del rey, porque se mantuvo firme como viendo al Invi-
sible.”16 Esta es, tal vez, la definición más clara de fe en la
Biblia: ver al Invisible. No sólo Moisés, sino Noé, Abraham,
Rahab y todos los santos del Antiguo Testamento fueron
elogiados por haber muerto “en fe, sin haber recibido las
promesas, pero habiéndolas visto desde lejos y aceptado
con gusto, confesando que eran extranjeros y peregrinos
sobre la tierra.”17 La de ellos fue una fe que vio de lejos las
cosas que habían de venir en Cristo. La nuestra, en el
nuevo pacto, es una fe que ve y posee lo que ya ha venido.
En cada caso, la fe es algo mucho mayor que las creencias y
esperanzas de la mente natural. Es la perspectiva misma
de Dios hecha real en el alma por el Espíritu de Verdad.
El mismo entendimiento de la fe es evidente en las
cartas de Pablo a las iglesias. Un ejemplo interesante se
encuentra en Efesios. Pablo comienza esta carta elogiando
a la iglesia por su fe y su amor para los santos. Sin
embargo, más adelante en la misma carta les dice a los
creyentes que él está orando para que ellos sean “fortale-
cidos con poder por Su Espíritu en el hombre interior; de
manera que Cristo habite por la fe en sus corazones.” 18
Alguien podría objetar diciendo: “¡Pero ellos son cris-
tianos! ¡Cristo ya está en sus corazones!” Es cierto, pero
Pablo deseaba que Cristo no sólo estuviera en sus cora-
zones, sino que también viviera, ocupara y gobernara sus
corazones mediante una fe siempre en crecimiento.
En Hebreos capítulo cuatro tenemos otro pasaje

16 Hebreos 11:27
17 Hebreos 11:13
18 Efesios 3:16-17
274
Viviendo por Fe

donde la diferencia entre fe y creencia se ve claramente, el


autor explica la razón por la que Israel no pudo entrar a la
Tierra Prometida. Escribe:

Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo


aún la promesa de entrar en Su reposo, alguno
de ustedes parezca no haberlo alcanzado.
Porque en verdad, a nosotros se nos ha anun-
ciado las buenas nuevas, como también a ellos.
Pero la palabra que ellos oyeron no les apro-
vechó por no ir acompañada por la fe en los
que la oyeron. Porque los que hemos creído
entramos en ese reposo. 19

El “ellos” en este pasaje es una referencia a la primera


generación de israelitas que salió de Egipto. Lo que estos
hombres y mujeres presenciaron con sus ojos naturales es
incluso difícil de imaginar. Vieron diez plagas sobrenatu-
rales esparcirse por toda la tierra de Egipto. Vieron abrirse
el Mar Rojo delante de sus ojos, permanecer abierto mien-
tras lo cruzaban a pie, y luego estrellarse sobre el ejército
egipcio que los perseguían. Vieron fluir agua de una roca,
caer pan del cielo y una columna de fuego y de nube flotar
sobre su tabernáculo de día y de noche. Incluso, vieron la
nube del Señor descender sobre el Monte Sinaí y Lo oyeron
hablar con una voz audible atronadora. Se estima que tres
millones de israelitas salieron de Egipto bajo el liderazgo
de Moisés, y con toda seguridad, no había un incrédulo
entre ellos. Cada hombre, mujer y niño había visto la
gloria de Dios, experimentado Su poder y aprendido que

19 Hebreos 4:1-3, énfasis mío


275
No Yo, Sino Cristo

Sus palabras eran fieles y verdaderas. Y sin embargo, “la


palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acom-
pañada por la fe en los que la oyeron.” Es obvio que para
el autor de Hebreos ver, oír y creer en el Dios de Israel, no
es lo mismo que fe. Ellos vieron a Dios con sus ojos, pero
no con sus corazones. Cuarenta años más tarde, todo el
que presenció estas cosas pereció en el desierto, y nunca
experimentó la herencia del Señor que sólo podía ser
poseída por fe.

Fe vs. Vista

En un sentido muy real, la fe es para el ámbito espiri -


tual lo que nuestros cinco sentidos son para el mundo
natural. Tenemos acceso, experiencia y entendimiento de
la tierra con las facultades naturales, pero mediante la fe
tenemos acceso y caminamos en la realidad de lo que Dios
ve. Las Escrituras hablan de caminar por fe y no por vista,
y eso significa mucho más de lo que solemos suponer.
Caminar por fe no sucede cuando el pueblo vive vidas
naturales de acuerdo a convicciones espirituales. No se
trata simplemente de confiar en Dios para sanidad física o
de buscarlo para provisión financiera. Caminamos por fe
cuando la luz de la perspectiva de Dios se vuelve la realidad
que opera en nuestro corazón, y el mundo que la fe ve se
vuelve más grande y más real que el mundo al que tenemos
acceso mediante la vista. Gran parte del mundo cristiano
está esperando que un día la fe se vuelva vista. Sin
embargo, Dios desea que la fe sea para nosotros una
facultad mucho más poderosa y tangible que lo que la vista

276
Viviendo por Fe

podría ser alguna vez.


En el diagrama a continuación, el círculo de la
izquierda representa al ámbito físico creado. Las palabras
en ese círculo pertenecen a dicho ámbito. El círculo de la
derecha representa el mundo espiritual y eterno de Cristo,
en el cual han sido colocadas nuestras almas en el nuevo
nacimiento. Este círculo también tiene su propia lista de
palabras que pertenecen a ese ámbito. El traslape en el
medio no significa una combinación o mezcla entre lo espi-
ritual y lo natural, sino más bien, la realidad de que los
cristianos experimentan por un tiempo ambos ámbitos. El
alma del creyente es unida a Cristo y le es ofrecida todo lo
que es real en Él. El cuerpo, sin embargo, continúa en la
tierra como una vasija terrenal en la que podemos experi-
mentar el tesoro de Cristo como nuestra vida.
Estoy tratando de demostrar con este diagrama que a
la izquierda la vista ve el mundo natural de tipos y
sombras, y que a la derecha la fe ve el mundo de espíritu y
verdad. Que mientras estamos en estas “tiendas,” 20 conti-
nuamos experimentando e interactuando con el mundo
natural. Pero incluso durante nuestro tiempo en el cuerpo,
la fe debe abrirle a nuestra alma un mundo completamente
nuevo de realidad. Conforme el Espíritu abre los ojos de
nuestro corazón, aprendemos a “poner la mirada en la
cosas de arriba,”21 y a “mirar no las cosas que se ven, sino
las que no se ven.”22 Por la fe vivimos en el Espíritu, cami-
namos en la luz, moramos en los cielos y permanecemos en
Cristo. Cada vez más, vemos, comprendemos, poseemos y

20 2 Corintios 5:1; 5:4; 2 Pedro 1:13-14


21 Colosenses 3:2
22 2 Corintios 4:18
277
No Yo, Sino Cristo

278
Viviendo por Fe

experimentamos todo lo que Dios ha logrado y puesto a


disposición a través de la cruz. De nuevo, la fe no se limita
a creer en estas cosas o a esperar encontrarlas un día en el
futuro. No son doctrinas en la mente cristiana o Escrituras
en un libro cristiano. Estas son realidades espirituales
presentes que se vuelven experiencias vivas para el alma
que está creciendo en fe.
El hombre en el centro del diagrama continúa experi-
mentado y teniendo acceso al mundo natural por el tiempo
que viva en un cuerpo, mientras tanto, la fe tiene acceso a
todo lo que Dios nos ha dado en Cristo. Eso es exacta-
mente lo que el apóstol Pablo le explica a la iglesia en
Roma.

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe,


tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien
también hemos obtenido entrada (Literal-
mente, 'acceso'23) por la fe a esta gracia en la
cual estamos firmes, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios. 24

Observe los dos usos de la palabra fe en este pasaje. Él


empieza insistiendo en que los cristianos son justificados
por fe. La fe es como comienza nuestra relación con Dios,
la manera como recibimos la obra consumada de la cruz.
Por la fe somos bautizados en la muerte de Cristo y recon-
ciliados con Dios a través de Su sangre, pero la fe no se
detiene aquí. Pablo continúa explicando que la fe es

23 Strong #G4318 prosagogé: acceso, admisión


24 Romanos 5:1-2, énfasis mío
279
No Yo, Sino Cristo

también la manera en que tenemos acceso a la gracia en la


que estamos firmes.
¿Qué es gracia? En la iglesia muchos sugerirían que la
grandeza de la gracia es el perdón de pecados, o el hecho
de que Dios no lleva la cuenta de nuestras deficiencias.
¡Pero la gracia es mucho más abundante que eso! La gracia
es mucho más que no ser castigado por actos de injusticia,
¡es la Persona de justicia viviendo y reinando en usted!
Los cristianos son hechos por gracia herederos de todo lo
que Cristo ha hecho, es y tiene. La gracia que es nuestra en
Cristo no cambia las exigencias o deseos de Dios, más bien
nos colma y obra en nosotros a Aquel que agrada a Dios. A
través de la obra de la cruz fuimos sacados del Egipto espi-
ritual y se nos ha dado una nueva vida y un nuevo pacto
con Dios. Cristo ahora puede obrar en nosotros como la
muerte de la carne, la vida de nuestra alma, la luz de
nuestro entendimiento, la naturaleza que agrada a Dios, la
fuente de amor, bondad y verdad. Todos estos son aspectos
de la gracia de Dios, pero ¿cómo llegan a conocer y a expe-
rimentar los cristianos la inmensidad de esta gracia?
¿Cómo vemos y tenemos acceso a todo lo que Dios ha
puesto a disposición en Su Hijo? Pablo nos da una clara
respuesta a esto en Romanos, “hemos obtenido acceso por
la fe a esta gracia en la cual estamos firmes.” Él le dice lo
mismo a la iglesia en Éfeso:

Conforme al propósito eterno que llevó a cabo


en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien
tenemos libertad y acceso a Dios con confianza
por medio de la fe en El [Lit. 'la fe de Él']. 25

25 Efesios 3:11-12, énfasis mío


280
Viviendo por Fe

La ausencia de verdadera fe es la razón para mucha de


nuestra confusión y frustración espiritual en el cuerpo de
Cristo. Decimos que caminamos con el Señor, pero no
caminamos por fe. Decimos que hemos recibido Su
justicia, pero esa justicia no está obrando en nosotros por
fe.26 Queremos ser hijos obedientes, pero no conocemos
nada de la verdadera “obediencia a la fe.”27 Sabemos que
debemos amar a nuestro prójimo como nos amamos a
nosotros mismos, pero no conocemos el amor que obra
mediante la fe.28 Y en la medida que no veamos y conoz-
camos estas realidades por fe, natural y automáticamente
definiremos cada una de ellas por vista, es decir, mediante
nuestras ideas, experiencias y opiniones naturales.
He oído la fe definida como la respuesta del hombre a
la iniciativa de Dios. Esto suena muy agradable, pero signi-
fica que la fe es algo enteramente natural. Una definición
como esta hace de los cristianos los autores y consuma-
dores de la fe, y sugiere que cuando pasamos por situa-
ciones difíciles es nuestra responsabilidad reunir fe de
algún modo. Que cuando tenemos miedo, ira o estamos
plagados de dudas, lo mejor que podemos hacer es
recordar creencias y versículos bíblicos familiares y tratar
de poner esperanza en esas cosas. Pensando en el
diagrama anterior, esta versión de la fe sería como vivir en
el círculo de la izquierda tratando de creer en el círculo de
la derecha. Mientras nuestros corazones, identidad, metas
y tesoro permanezcan en la tierra, los tiempos difíciles nos

26 Ver Hechos 15:9, Romanos 1:17; 3:22; 4:13; Gálatas 5:5; Fili-
penses 3:9; Hebreos 11:7; 11:33
27 Romanos 1:5, 16:26
28 Ver Gálatas 5:6; Efesios 3:17; Filipenses 1:9; 2 Tesalonicenses 1:3
281
No Yo, Sino Cristo

hacen anhelar algo fuera de nuestro círculo y tratar de


responder a la iniciativa de Dios. Cuando nos sentimos
estresados, es tiempo de echar nuestra ansiedad al lado
derecho del diagrama. Cuando tenemos miedo, es tiempo
de creer en las cosas que nuestros corazones nunca han
visto y de reclamar las cosas que nunca hemos sentido
reales. Cuando la tentación o la lujuria embargan nuestros
corazones, intentamos considerarnos muertos al pecado y
vivos para Dios en el círculo de la derecha. Pero esto no es
verdadera fe, ni producirá verdadero fruto.
Es cierto que Pablo habla sobre considerarnos
muertos al pecado, pero esta consideración es la conse-
cuencia natural de ver y conocer por fe. De hecho, el uso
de la palabra considerar en Romanos 6:11, se nos presenta
como resultado del “saber” espiritual que Pablo menciona
en el mismo pasaje. Él primero dice: “¿O no saben ustedes
que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,
hemos sido bautizados en Su muerte?” 29 Luego, unos versí-
culos más adelante escribe: “Sabemos esto, que nuestro
viejo hombre fue crucificado con Cristo, para que nuestro
cuerpo de pecado fuera destruido.”30 Luego, otra vez:
“sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de entre los
muertos, no volverá a morir.”31 Sólo después de hacer
varias referencias a este saber, es que Pablo habla de la
consideración que sale de él: “Así también ustedes, consi-
dérense muertos para el pecado, pero vivos para Dios en
Cristo Jesús.” 32

29 Romanos 6:3, énfasis mío


30 Romanos 6:6, énfasis mío
31 Romanos 6:9, énfasis mío
32 Romanos 6:11
282
Viviendo por Fe

Esta palabra considerar nada tiene que ver con


ilusiones o con afirmar algo que realmente no conocemos.
De hecho, la palabra en griego para considerar es una
palabra que se usa en contabilidad. Tiene que ver con
sacar conclusiones sobre la base de haber hecho un inven-
tario, una contabilidad o haber pesado algo. Lo que noso-
tros con frecuencia no entendemos como cristianos es que
no podemos contar con lo que no conocemos verdadera-
mente. Para ilustrar nuestro malentendido, suponga que
un hombre entra a McDonald’s para comprar comida, pero
no tiene idea si tiene dinero en sus bolsillos. Él espera en
la fila diez minutos, ordena dos hamburguesas con queso,
papas fritas grandes y el cajero le da el total. Cuando
escucha la cantidad que debe, cierra los ojos, mete las
manos en los bolsillos y empieza a contar con un billete de
cinco dólares con todas sus fuerzas. Es fácil ver que este
tipo de consideración es ridícula y es obvio que no logrará
nada. La consideración no crea dinero de la nada, simple-
mente usa o depende del dinero que hemos visto y
sabemos que está disponible. Pero si, antes de entrar a
McDonald’s, este hombre hubiera estado en el banco,
hubiera retirado cien dólares y los hubiera puesto en su
bolsillo, podría fácil y efectivamente contar con el dinero
que sabía que estaba ahí. Pagar la cuenta no tendría nada
que ver con esperanza, confianza o pensamiento positivo,
sería un simple asunto de usar lo que él sabía que era suyo.
De manera similar, experimentar la grandeza de
nuestra salvación tiene que ver con la fe que claramente ve,
considera y vive en todo lo que Dios nos ha dado en Cristo.
Nunca cerraremos los ojos, nos concentraremos y nos
consideraremos muertos al pecado y vivos para Dios en

283
No Yo, Sino Cristo

Cristo exitosamente. Caminar en esta verdad no es un


esfuerzo de la carne o un truco de la mente; es un don de la
nueva vida que se vuelve una experiencia presente del alma
que está creciendo en la fe.

La Fe es Para Vivir

Es lamentable que tantos maestros que enfatizan la fe


en el cuerpo de Cristo hablen principalmente de ella como
un medio para asegurar la sanidad física, o para reclamar
provisión, prosperidad y bendición natural. Nosotros
tratamos de coger las cosas celestiales con la fe para intro-
ducirlas en nuestras vidas naturales. Raramente, sin
embargo, usted oye proclamar la fe como una manera de
escapar de la vida y del mundo de abajo para permanecer
en Cristo arriba. El autor a los Hebreos valientemente
declara: “Ustedes, en cambio, se han acercado al Monte
Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a
miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los
primogénitos que están inscritos en los cielos.” 33 Esto se
presenta como una realidad presente para los creyentes del
nuevo pacto. Pero, ¿quién quiere ver y caminar en estas
cosas? ¿Quien quiere obedecer lo que la fe ve, y seguir su
luz para salir de un hombre y entrar en Otro? En lugar de
usar la fe simplemente para arreglar nuestros problemas
en la tierra, ¿cuántos creyentes desean una fe que vence al
mundo y hace que vivamos como ciudadanos del cielo?
Jesús dijo: “Estas cosas les he hablado para que en Mí
tengan paz. En el mundo tienen tribulación, pero confíen,

33 Hebreos 12:22-23
284
Viviendo por Fe

Yo he vencido al mundo.”34 Más tarde, Juan explica la


manera en que la victoria de Cristo se convierte en nuestra
experiencia: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo:
nuestra fe.”35
La fe no siempre arregla la tierra, pero siempre nos
muestra otra vida y otro ámbito, y le permite a su alma
permanecer ahí. No quitará todos los problemas naturales,
o sanará todos los dolores, pero definirá y establecerá su
corazón en la verdad, incluso antes de toparse con las difi-
cultades de la vida. Los seres humanos enfrentan todo tipo
de tribulaciones y pruebas. Hay algunos que están familia-
rizados con los más grandes tormentos del cuerpo y de la
mente. Pero gracias a Dios que la fe es mucho mayor que
nuestra mente y más duradera que nuestros cuerpos. En
realidad, la fe nos da la mente del Señor y hace que
vivamos como Su cuerpo.
Cientos de años antes de Cristo, el profeta Habacuc
habló de un día cuando “el justo viviría por la fe.”36 Pablo
citó este versículo tres veces en el Nuevo Testamento.37
Observe que Habacuc no escribió: “El justo será salvo por
fe.” Esta declaración también sería cierta, pero hay algo
más que se supone que debemos ver en las palabras del
profeta; la fe es para vivir. En otras palabras, la verdadera
fe es la manera en que permanecemos en la vida de Cristo,
y la manera en que Su vida obra en nosotros.
Es evidente en las Escrituras, que el apóstol Pablo fue

34 Juan 16:33
35 1 Juan 5:4
36 Habacuc 2:4
37 Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38
285
No Yo, Sino Cristo

un hombre que llegó a hacer todas las cosas por fe. Pablo
caminó por fe, oró por fe, enseñó por fe y obró milagros
por fe. Otra manera de decirlo sería que Pablo hizo todas
las cosas mediante la vida de Cristo que operaba en él.
Note de nuevo la manera en que Pablo concluye sus
famosas palabras a los gálatas.

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya


no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que
ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo
por mí.”38

La fe era la mente de Cristo obrando en el apóstol, ¡y


cuán poderosa fue la obra que Dios pudo hacer en y a
través de él! Dios triunfó en este hombre porque él caminó
por fe y no por vista. Al igual que su antepasado Abraham,
Pablo “se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.”39 Y es por
esta razón que Pablo pudo decir: “…para mí, el vivir es
Cristo y el morir es ganancia.”40 Cuando Pablo caminaba
por fe, Cristo mismo era la vida que llenaba su alma,
gobernaba sus actos y constreñía su alma.

38 Gálatas 2:20, RVR1960, énfasis mío


39 Romanos 4:20. Esta cita habla de Abraham
40 Filipenses 1:21
286
Capítulo 17
La Transformación del Alma

Después de años de sincera oración y ayuno, dedica-


ción al ministerio y disciplina espiritual, una de las cosas
que más me confundía y me frustraba era la evidente falta
de cambio en mi corazón. Esto se volvió cada vez más
evidente a medida que pasaban los años. La disciplina me
había hecho un cristiano celoso, el estudio de la Biblia me
había familiarizado con las escrituras, el ministerio me
había dado reputación entre otros creyentes, pero nada de
esto había transformado verdaderamente mi alma.
Cuando me quedaba solo delante del Señor todas mis
máscaras, argumentos y excusas se caían al piso, y tenía
que admitir que mi corazón no era diferente. No tenía
dudas de que Jesús y Sus apóstoles habían predicado un
evangelio para el hombre interior. No había forma de
negar que las páginas del Nuevo Testamento estaban llenas
de descripciones de la transformación interior, de “fuentes
de agua viva”1 en el alma, de la “purificación de la cons-
ciencia”2 y libertad de la esclavitud del pecado. Yo estaba

1 Juan 4:14
2 Hebreos 9:14. Leer también Hebreos 9:9; 10:22
287
No Yo, Sino Cristo

familiarizado con todos esos conceptos, pero sabía que no


los había experimentado verdaderamente. En los tiempos
a solas con el Señor, yo sabía que mi experiencia del cris-
tianismo tenía muy poco que ver con ser “conformado a la
imagen de Su Hijo.”3

Libertad de las Tinieblas

Una de las razones principales por la que en los


capítulos anteriores dediqué tanto tiempo a analizar la
vista espiritual, la revelación de Cristo, caminar por fe, etc.
es porque ver y someterse a la luz del Señor es la única
manera de que ocurra un verdadero cambio en el alma
humana. Para que el corazón sea verdaderamente trans-
formado debe, en primer lugar, “estar firme y ver la salva-
ción del Señor,”4 y luego renunciar a todo para seguir al
Capitán de nuestra Salvación fuera de las tinieblas y
muerte de Adán.
Aunque hay multitud de versículos que declaran esto
mismo, los cristianos siguen luchando con esta idea. A
algunos creyentes les parece que un énfasis en la luz de
Cristo que brilla en el corazón es abstracto o místico. A
otros les parece demasiado simple o pasivo. Estamos muy
acostumbrados al esfuerzo humano y a los planes de
acción. Nos gustan nuestros métodos, modelos y etapas
organizadas que muestran un progreso cuantificable.
¿Cómo podría algo tan simple como conocer y crecer en la
verdad hacernos realmente libres de nosotros mismos?
Pero esto es precisamente lo que Jesús prometió: “Si
3 Romanos 8:29
4 Éxodo 14:13
288
La Transformación del Alma

ustedes permanecen en Mi palabra, verdaderamente son


Mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará
libres.”5 Casi todos en la iglesia están familiarizados con
estos versículos. Nuestro problema es que nosotros, como
los judíos que escucharon a Jesús decir estas palabras,
desconocemos tanto la naturaleza de nuestra esclavitud
como el tipo de conocimia naturaleza de pecado que
gobierna al hombre natento que produce este increíble
efecto en nuestra alma.
Somos esclavos a lural, y para encontrar libertad de
nuestra servidumbre debemos encontrar un verdadero
éxodo de Adán. Hemos visto que la cruz provee dicho
éxodo y es infinitamente más real y liberador que el tipo y
sombra visto en la salida de Israel de Egipto. Cuando un
alma nace del Espíritu es sacada del reino de Faraón y
colocada en el del amado Hijo de Dios. En la luz de la
perspectiva de Dios, la tierra de pecado, esclavitud y
muerte ya no es más nuestro hogar. Hemos salido del
dominio del enemigo como un nuevo hombre, unidos a
Cristo, y en pacto con Su Padre. Pero al igual que los isra-
elitas que cruzaron el Mar Rojo hace tantos años, pronto
descubrimos que una cosa es que Dios nos saque de Egipto
y otra muy diferente permitirle a Dios que saque a Egipto
de nosotros.
La generación de Moisés vio el poderoso ejército de
Egipto muerto en las orillas del Mar Rojo. Sin embargo,
esto no impidió que la mayoría de ellos mirara hacia atrás
ese reino caído todos los días de sus vidas. Faraón estaba
derrotado, pero ellos continuaban sirviéndole en sus cora-
zones. La esclavitud había terminado, pero en su ceguera y

5 Juan 8:31-32
289
No Yo, Sino Cristo

orgullo espiritual se abrazaban fuertemente a sus cadenas.


Dios los había separado de la tierra de servidumbre, pero
Israel no soportaba esta división en sus almas ni llegar a
estar crucificados interiormente a Egipto. Una y otra vez
murmuraron contra Dios y le reclamaron a Moisés: “¿Por
qué nos has hecho subir de Egipto?” 6 “Nos acordamos del
pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, de
los melones, los puerros, las cebollas y los ajos.” 7
“Nombremos un jefe y volvamos a Egipto.” 8 Israel simple-
mente se rehusó a fijar su mirada en la gran columna de
fuego en medio del campamento y seguirla hacia la Tierra
Prometida.
En estas escrituras y en muchas más el Señor ha ilus-
trado claramente nuestra gran necesidad de luz espiritual.
Nuestra situación no es diferente a la de los israelitas de
hace mucho tiempo. Aunque profesemos fe en Jesucristo
continuaremos viviendo en la oscuridad y vanidad de la
mente no renovada, hasta que la luz de Dios empiece a
mostrarnos lo que es real y nos libere de lo que no lo es.
Sin una verdadera revelación de la salvación, vagaremos
sin rumbo en el desierto de nuestras propias ideas
centradas en el hombre, viviremos en contradicción con la
naturaleza y propósito de Dios, y buscaremos proteger al
hombre adámico, al hombre que Dios rechazó y condenó
en la cruz.
Conocer y caminar en la verdadera luz espiritual
transforma el alma, ya que saca de su corazón lo que Dios
ya ha separado de Sí mismo mediante la cruz. En Su luz

6 Éxodo 17:3
7 Números 11:5
8 Números 14:4
290
La Transformación del Alma

todo lo que está muerto para Dios llega a estar muerto para
usted, y lo que está vivo para Dios se convierte en la única
vida que usted conoce. Para ilustrarlo imagine que usted
está encerrado en una habitación en completa oscuridad,
en la que es constantemente atormentado por el temor a
los cocodrilos. Es obvio que usted nunca ha visto un coco-
drilo porque no hay nada de luz en la habitación, pero sí ha
oído sonidos sospechosos y una o dos veces creyó sentir
que algo había rozado su pierna. Pasan días, semanas y
hasta meses y sus temores no disminuyen. Continuamente
razona consigo mismo: “No seas tonto, ¿por qué habría un
cocodrilo en esta habitación?” O, “si efectivamente hubiera
un cocodrilo en esta habitación, ya me habría comido.
Estoy seguro de que estoy a salvo.” Pero toda esa conver-
sación interna y razonamiento intelectual tiene poco efecto
en sus emociones. Lógico o no, usted piensa lo que piensa
y siente lo que siente. Pero un día, mientras se arrolla en el
piso como una bola para escapar del sonido parecido al de
un cocodrilo, pasa su mano sobre una caja de fósforos.
Frenéticamente saca un fósforo, lo raspa en el costado de la
caja y una llama de luz se enciende por un segundo y luego
se apaga. Por un segundo ve la habitación en la luz tenue
de un solo fósforo, y una ola de alegría y alivio inunda su
corazón. No pudo ver claramente o por mucho tiempo,
pero en el destello de luz definitivamente no vio ningún
cocodrilo.
Todavía con miedo, pero por fin con esperanza,
enciende otro fósforo. Este se mantiene encendido lo sufi-
ciente para que usted descubra un estante en la pared lleno
de candelas, las cuales enciende una a una muy emocio-
nado. Después de sólo unos minutos todas las candelas

291
No Yo, Sino Cristo

están encendidas y la habitación completamente inundada


de luz. Era cierto lo que había visto con el primer destello
de luz, no había cocodrilos en la habitación y al parecer
nunca los hubo. Después de tantos meses de miedo y
trauma, le toma un tiempo aplacar sus nervios, pero
después de sentarse en la luz por algunas horas y de
examinar cada centímetro cuadrado de la habitación, sus
emociones empiezan a calmarse, se desvanece el miedo y
se vuelve sin sentido, y su corazón al fin comienza a
descansar.
Esta analogía tiene tanto fortalezas como debilidades.
En un sentido es útil, porque ilustra en cierta medida,
cómo siente el corazón humano ver y conocer al Señor. No
es una luz externa, una voz angelical o una visión profética,
es una luz nueva y ajena que brilla en nuestro corazón y
trae algo real a la vista. Eso es lo que toda luz hace, nos
muestra lo que es real. La luz natural tiene ese efecto inme-
diato en nuestros sentidos naturales. En un rayo de luz
natural somos conscientes de lo que nos rodea, nos damos
cuenta de lo que hay. Como un relámpago en una noche
oscura, el mundo a nuestro alrededor queda repentina-
mente a la vista. La luz espiritual hace lo mismo, pero ella
brilla “en nuestros corazones, para iluminación del conoci-
miento de la gloria de Dios en el rostro de Cristo.” 9 En la
medida que la luz de la vida brilla en nuestra alma, somos
llevados a una consciencia cada vez mayor de lo que es
espiritualmente real. No es como un sueño o una visión
que usa símbolos o palabras para representar las reali-
dades espirituales. No hay figuras que necesiten ser inter-
pretadas o palabras que puedan ser malentendidas. Es tan

9 2 Corintios 4:6
292
La Transformación del Alma

simple como ver en la luz del Señor lo que es verdad en Él;


como despertar de un largo sueño adámico, frotarnos los
ojos y ver en la luz del Día de Dios.
También ilustra que el subproducto de ver y experi-
mentar lo que es real en Cristo, trae una progresiva cons-
ciencia y libertad de todo lo que no es real. Así como la luz
hizo imposible continuar temiéndole a un cocodrilo que no
estaba en la habitación, así también la presencia de la luz
espiritual hace imposible para nosotros sentir, pensar o
aferrarnos a los pensamientos y acciones de las tinieblas
que no tienen lugar en Cristo. La luz muestra todas las
cosas tal como son para el Señor, y todas las ideas y senti-
mientos contrarios a la verdad empiezan a desvanecerse y
a perder su significado.
La mayor debilidad de esta analogía es que no ilustra
la necesidad de que el alma obedezca 10 la medida de luz
que haya visto, cualquiera que esta sea. Dios da luz y en
dicha luz está todo el poder para la salvación, redención,
santificación, y transformación. No obstante, a menudo el
corazón ignora o rechaza lo que Dios le permite ver.
Muchos “odian la Luz, y no vienen a la Luz para que sus
acciones no sean expuestas,”11 y la luz no hará nada en el
alma que no le presta atención, no la aprecia, o no la sigue
fuera de las tinieblas. Este tema merece mayor atención y
será analizado en detalle en el siguiente capítulo.
La otra deficiencia de esta analogía es que la persona
enciende rápidamente todas las candelas que están en el
10 Cuando hablo de obedecer no estoy hablando de cumplimiento u
observancia externa de reglas y leyes, sino de un acuerdo y alinea-
miento interno con la “ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús.”
(Romanos 8:2)
11 Juan 3:20
293
No Yo, Sino Cristo

estante y la habitación se llena inmediatamente de luz. En


nuestros corazones esto no sucede así, no es como una
explosión perfecta y permanente de luz. Es más como el sol
que se levanta lentamente en la mañana. Primero sólo hay
un atisbo de sol en el horizonte, pero poco a poco se abre
paso hasta el centro del cielo, a la plenitud del día, donde
todas las sombras desaparecen. Proverbios dice: “Pero la
senda de los justos es como la luz de la aurora, que va
aumentando en resplandor hasta que es pleno día.” 12
En el ámbito natural nadie intenta sacar las tinieblas
de una habitación recogiéndolas con una pala y tirándolas
por la ventana. Nosotros entendemos que para eliminar
las tinieblas todo lo que tenemos que hacer es encender
una luz. El aumento de una se vuelve la disminución de la
otra. Hablándoles a sus discípulos acerca de Jesús, Juan el
Bautista dijo: “Es necesario que Él crezca, y que yo dismi-
nuya.”13 Yo creo que el orden aquí es importante. Él no
dijo: “Es necesario que yo disminuya para que él pueda
crecer.” Tal como la luz llena una habitación oscura, el

12 Proverbios 4:18
13 Juan 3:30. Yo creo que Juan se estaba refiriendo a más que sólo
la disminución de su ministerio personal. Juan fue el último de
los profetas del antiguo pacto y de cierta manera los resumió a
todos. Jesús dijo: “Todos los profetas y la Ley profetizaron hasta
Juan” (Mateo 11:13). De una u otra manera, todo lo de la ley y los
profetas hablaba de Cristo como su cumplimiento, y Juan el
Bautista como el último de esa era, fue la última pieza del testi-
monio. Tal como la ley y los profetas habían hecho antes que él,
Juan señaló a Cristo y dijo: “¡He aquí el Cordero de Dios!” Al
decir: “Él debe aumentar y yo disminuir,” Juan está hablando de
la desaparición de la sombra ahora que la sustancia finalmente
había llegado. Lo nuevo había llegado y era tiempo de que lo viejo
fuera quitado.
294
La Transformación del Alma

incremento de Cristo14 obra la disminución de todo lo


demás. Hago hincapié en esto, porque los cristianos de
todas las denominaciones y antecedentes han hecho un
gran esfuerzo por liberarse de la carne utilizando la fuerza
y determinación de la carne. Conforme crecemos en Cristo
es indudablemente apropiado contener al hombre adámico
y volver nuestros corazones continuamente del mundo, de
la carne y del diablo. Sin embargo, la verdadera libertad y
transformación no son resultado de la auto condenación o
maltrato del cuerpo. La transformación es fruto del reino
de Cristo conquistando tierra en nuestra alma y no dejando
espacio para nada más.
Es esencial darse cuenta de estas cosas si vamos a
entender cómo sucede el cambio en el alma humana. La
transformación del alma no tiene que ver con componer la
carne,15 ni consiste en arreglar o mejorar lo viejo, sino en
experimentar y permanecer en lo nuevo. La cruz no cambia
a Adán, lo deja atrás. Ella no hace una mejor versión de
usted, deja el yo que usted ha conocido en la tumba y le
concede a su alma la vida de Otro. Pablo le llama a esto
“caminar en novedad de vida,” 16 porque la vida de Cristo es
perfectamente nueva en todas las formas imaginables. En

14 Cuando hablo del incremento de Cristo, no estoy diciendo que


obtenemos más de Cristo, sino que Cristo obtiene más de noso-
tros. El incremento realmente no es un aumento cuantitativo,
como si nosotros recibiéramos más y más de Cristo con el tiempo.
El incremento del que hablan las Escrituras es el aumento de Su
luz y gobierno obrando en nuestra alma.
15 La palabra carne a veces se usa en las Escrituras para hablar del
cuerpo natural (por ejemplo, Gálatas 2:20). Otras veces para
hablar de la naturaleza de Adán o del pecado que obra en el
hombre natural. Aquí me refiero a este último significado.
16 Romanos 6:4
295
No Yo, Sino Cristo

consecuencia, una investigación cuidadosa del Nuevo


Testamento no terminará con algo que tenga que ver con la
restauración del viejo hombre. De hecho, Pablo es muy
claro al decir que el cambio que experimentamos involucra
“desechar al viejo hombre con sus malos hábitos,”17 o
despojarse “del viejo hombre, que se corrompe según los
deseos engañosos.”18 A fin de experimentar la libertad de
los deseos y obras de Adán, todo el hombre debe ser sacado
de nuestros corazones. Esto, dice él, es la “circuncisión no
hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante
la circuncisión de Cristo.”19

La Verdad Hace su Propia Aplicación

Un malentendido común en el cuerpo de Cristo es la


idea de que la realidad espiritual se nos presenta en la
Biblia para ser leída y recordada, y posteriormente apli-
cada a nuestras vidas naturales. Esto tendría sentido si el
cristianismo fuera un conjunto de reglas y valores para
vivir de cierta manera. Pero dado que la meta de todo
aprendizaje espiritual es conocer a la Persona20 que es
dada para que sea la vida del alma, entonces toda aplica-
ción de la verdad es necesariamente una obra del Espíritu
de Dios. Tal como la persona de nuestra analogía encendió
las candelas y vio la habitación por primera vez, así se

17 Colosenses 3:9
18 Efesios 4:22
19 Colosenses 2:11
20 En palabras de Jesús, “Y ésta es la vida eterna: que Te conozcan a
Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”
(Juan 17:3).
296
La Transformación del Alma

aplica la verdad al alma cuando es verdaderamente cono-


cida. Usted ve y abraza lo que es real y la realidad lo
afecta; ella no lo deja ahí preguntándose cómo hacer una
aplicación.
Al mirar a través de las páginas del Nuevo Testa -
mento, no leemos nada acerca de creyentes tratando de
aplicar hechos espirituales o promesas de las Escrituras al
hombre natural.21 En su lugar leemos de individuos que
fueron primero condenados, luego conformados, y en
última instancia constreñidos por la realidad que Dios les
estaba mostrando. La siguiente analogía puede ser de
ayuda para ilustrar esto.
Imagine por un momento que después de escalar una
montaña y comer un gran almuerzo en el campo, usted cae
dormido al borde de un enorme precipicio. Mientras
duerme, sueña felizmente con todos los planes que tiene
para el día cuando regrese a su casa; sueña con sacar a
caminar a su perro, leer un buen libro, pintar las paredes
del cuarto, etc. Su mente está llena de posibles actividades
vespertinas. Sin embargo, mientras está profundamente
dormido, accidentalmente rueda del borde y empieza una
caída de más de 600 metros hacia el fondo de un profundo
barranco.
Durante los primeros 150 metros de caída usted
permanece dormido y totalmente inconsciente de lo que ha
pasado. Continúa soñando, haciendo sus planes para la

21 Las promesas de Dios no son para el primer nacimiento, sino para


el segundo. No son para la semilla carnal de Adán, sino para la
Semilla espiritual de Cristo. Pablo dice: “Ahora bien, las promesas
fueron hechas a Abraham y a su descendencia.” (Gálatas 3:16) y
“…hasta que viniera la descendencia a la cual había sido hecha la
promesa.” (Gálatas 3:19)
297
No Yo, Sino Cristo

tarde y sonriendo en su corazón con expectativas felices,


incluso, mientras cae más y más rápido a tierra. Pero una
vez que se despierta, nota el viento en su cara, que la
montaña pasa volando y que la tierra se acerca velozmente.
Usted rápidamente comprende dónde está y lo que está
sucediendo, e inmediatamente todos sus planes, ideas y
emociones empiezan a cambiar. Puede que haya tenido la
intención de hacer una caminata, pero ahora la idea parece
completamente irrelevante. Puede que haya tenido en su
corazón pintar su cuarto, pero de pronto eso es lo último
en su mente. ¿Por qué el cambio? Porque usted ha desper-
tado a algo que ya es real y la verdad de la situación le está
haciendo a usted su propia aplicación. Independiente-
mente de lo que usted quiera creer, la realidad que está
viendo es cierta e inevitable, y las consecuencias ya están
sobre usted. La gravedad no es una opción; no es la
opinión de Isaac Newton. Es una ley inmutable e infle-
xible, y como tal, no está abierta a la discusión. Usted
puede rechazarla, pero sólo pretendiendo que no es real.
Tal vez, si usted pudiera volver a dormirse, sería capaz de
engañarse a sí mismo en derrotar la gravedad, pero sólo
hasta que golpee el suelo.
Una de las debilidades de esta analogía es que la
persona que va cayendo se despierta en una situación
horrible, mientras que el alma en Cristo se despierta a una
maravillosa salvación. No obstante, el principio es el
mismo, la verdad golpea el corazón con su propio poder y
hace su propia aplicación cuando es vista. El Espíritu de
Dios abre los ojos de nuestro corazón, nos muestra a Cristo
nuestra vida y encontramos que las consecuencias ya están
sobre nosotros. En la luz vemos una medida de la sustancia

298
La Transformación del Alma

viva, la verdad eterna e inalterable, y pronto hay muchas


ideas, realidades, creencias, metas, temores y planes que
dejan de ser alternativas. La fe descubre lo que Dios ha
logrado y dado en Cristo y debido a lo que ya ha sido
completado por Él, el poder de Su cruz empieza a obrar en
nosotros.

La Renovación de la Mente

Cada vez que el concepto de transformación aparece


en el Nuevo Testamento, se menciona en el contexto de la
contemplación de la verdad y de la experiencia de la reno-
vación de la mente. Considere los siguientes versículos:

Y no se conformen a este mundo, sino transfór-


mense mediante la renovación de su mente,
para que verifiquen cuál es la voluntad de
Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto. 22

Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el


Señor: que ustedes ya no anden así como
andan también los Gentiles, en la vanidad de
su mente…Pero ustedes no han aprendido a
Cristo de esta manera. Si en verdad Lo oyeron
y han sido enseñados en Él, conforme a la
verdad que hay en Jesús, que en cuanto a la
anterior manera de vivir, ustedes se despojen
del viejo hombre, que se corrompe según los
deseos engañosos, y que sean renovados en el
espíritu de su mente, y se vistan del nuevo

22 Romanos 12:2, énfasis mío


299
No Yo, Sino Cristo

hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha


sido creado en la justicia y santidad de la
verdad.”23

Dejen de mentirse los unos a los otros, puesto


que han desechado al viejo hombre con sus
ma l o s hábitos, y se han vestido del nuevo
hombre, el cual se va renovando hacia un
verdadero conocimiento, conforme a la imagen
de Aquél que lo creó. En esta renovación no hay
distinción entre Griego y Judío, circunciso e
incircunciso, bárbaro, Escita, esclavo o libre,
sino que Cristo es todo, y en todos. 24

Pero todos nosotros, con el rostro descubierto,


contemplando como en un espejo la gloria del
Señor, estamos siendo transformados en la
misma imagen de gloria en gloria, como por el
Señor, el Espíritu. 25

El común denominador en todos estos pasajes es la


realidad de que una genuina vista y conocimiento de la
verdad resulta en la conformación a la imagen del Señor.
En palabras de Juan: “…sabemos que cuando Cristo se
manifieste, seremos semejantes a Él, porque Lo veremos
como El es. Y todo el que tiene esta esperanza en El, se
purifica, así como El es puro.”26 ¿Por qué sucede esto? De
nuevo, sucede porque estamos viendo y anhelando experi-
mentar lo que ya es real en Cristo nuestra vida. Conforme

23 Efesios 4:17-24, énfasis mío


24 Colosenses 3:9, énfasis mío
25 2 Corintios 3:18, énfasis mío
26 1 Juan 3:2-3
300
La Transformación del Alma

vemos y cedemos terreno a Su luz, verdad, naturaleza y


propósito, la vida de la Cabeza empieza a gobernar los
miembros individuales de Su cuerpo.
Todo creyente nacido de nuevo ha recibido el don
increíble de la vida de Cristo, pero nacemos ciegos al igual
que muchas criaturas en el ámbito natural. Necesitamos
que una obra sea hecha en la mente 27 (entendimiento espi-
ritual), que nos haga comprender y alinearnos con la vida
que hemos recibido. Una mente renovada es simplemente
una mente que coincide o corresponde con la vida que
tenemos en Cristo. Una mente no renovada es una mente
contraria e ignorante de la nueva vida que hemos recibido.
En otras palabras, la renovación de la mente es un proceso
en el que el Espíritu Santo hace que el entendimiento espi-
ritual se ponga al día con Su realidad espiritual. El
Espíritu nos despierta y forma en nosotros la vida, mente y
naturaleza de Cristo nuestra vida, haciendo que “...conoz-
camos lo que Dios nos ha dado gratuitamente.”28 Esto
involucra, en términos de nuestra experiencia, dejar atrás
un hombre y ser hallado en Otro. Repito, esto no habla de
un cambio del viejo hombre, sino de una gran transición de
un hombre, género y naturaleza a otro. En la medida que
caminemos en la luz de Dios, Adán y sus obras serán
dejadas detrás de la cruz y nosotros continuaremos aden-
trándonos con Cristo en la tierra de resurrección.

27 Cuando Pablo habla de la renovación de la mente, no se refiere al


cerebro físico o al intelecto natural, sino a la más profunda
facultad de entendimiento, percepción, juicio, reconocimiento,
etc., en el hombre interior. Creo que esta es la razón por la que él
usa el lenguaje “sean renovados en el espíritu de sus mentes”
(Efesios 4:23).
28 1 Corintios 2:12
301
No Yo, Sino Cristo

Capítulo 18
Toma Tu Cruz y Sígueme

Hemos demostrado mediante muchas Escrituras que


el hombre no puede agradar a Dios por sí mismo. No
podemos ser Cristo, producir a Cristo, ni copiar a Cristo en
alguna forma que Dios acepte. De hecho, no podemos ni
siquiera entender o seguir los mandamientos de Cristo sin
Su luz y Su vida morando en nosotros y obrando “tanto el
querer como el hacer por Su buena intención.” 1 Es absolu-
tamente crucial que todos enfrentemos y aceptemos el
rechazo de Dios del primer nacimiento, la semilla equivo-
cada, el hombre adámico. Dondequiera que los creyentes
fallen en ver o en humillarse delante del gran juicio de la
cruz, su religión, sabiduría, adoración y ministerios son,
inevitablemente, una casa de cartas construida sobre un
fundamento falso. No hay alteración o manipulación de
este juicio; la cruz es una decisión eterna de Dios entre lo
vivo y lo muerto.
Sin embargo, para aquellos que verdaderamente han
visto y reconocido el juicio de la cruz, una variedad de

1 Filipenses 2:13
302
Toma Tu Cruz y Sígueme

preguntas empiezan a surgir. ¿Qué puedo hacer entonces?


¿Cómo debería vivir? ¿Sólo debo sentarme y esperar que
Cristo sea formado en mí? Todas son preguntas normales
que surgen en la luz del verdadero evangelio, y creo que las
respuestas a ellas vienen del entendimiento de lo que signi-
fica seguir a Cristo.
El concepto de seguir a Cristo es otra idea muy cono-
cida en la iglesia de hoy, y hay multitud de significados
asociados con ella. Para muchos un seguidor de Cristo es
sólo otro término para ‘cristiano,’ uno que cree en Jesús y
trata de seguir Sus enseñanzas. Para otros, seguir a Jesús
tiene que ver más con obedecer mandamientos o con
atender instrucciones diarias. Pero para entender verda-
deramente qué significa seguir a Cristo, necesitamos consi-
derar hacia dónde estaba yendo Jesús cuando dijo: “Si
alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día y sígame.”2
De muchas maneras la Biblia es un testimonio del
llamado de Dios que viene de lo alto al alma, para que
salga de un hombre, creación y reino y entre en otro. Dios
pintó cuadros muy claros de este gran éxodo en múltiples
tipos y sombras del Antiguo Testamento. Se le ordenó a
Abram que saliera de su tierra, de su parentela y de la casa
de su padre, para que fuera a una tierra que Dios le reve -
laría. Se llamó a Lot a que saliera de una ciudad bajo
condenación y se le advirtió que nunca mirara atrás. El
Señor le ordenó a Jacob que saliera de la tierra de Labán y
regresara a su padre, y un montón de piedras fue levantado
como límite divisorio entre ambas tierras para siempre.
Israel fue llamado a salir de la tierra de esclavitud y muerte

2 Lucas 9:23
303
No Yo, Sino Cristo

para que entrara en la tierra que fluía leche y miel. Rahab


aceptó el justo juicio del Señor sobre su ciudad y su pueblo
y fue sacada de Jericó y unida a Israel. Cuando Noemí le
suplicó a Rut que volviera a su tierra, pueblo y dioses, Rut
respondió diciendo: “…adonde tú vayas, yo iré, y donde tú
mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi
Dios.”3
Todas estas historias y muchas otras, ilustran algo de
lo que significa seguir a Cristo. Para seguirlo debemos
entender tanto qué está dejando Él como hacia dónde está
yendo. Jesucristo vino al mundo de carne, pecado y tinie-
blas; tomó sobre Sí el mundo, lo llevó a la cruz, y soportó la
ira de Dios por ello. Luego, habiendo cumplido el “juicio
del mundo”4 y satisfecho la justicia de Dios, se separó del
hombre, la creación, y el reino de las tinieblas. Él dejó a
Adán en la tumba y se convirtió en una escalera viva, sobre
la que las almas podrían salir de un mundo y entrar en
otro. Esto es precisamente lo que Jesús le había prometido
a Natanael.

¿Porque te dije que te vi debajo de la higuera,


crees? Cosas mayores que éstas verás. También
le dijo: En verdad les digo que verán el cielo
abierto y a los ángeles de Dios subiendo y
bajando sobre el Hijo del Hombre. 5

Jesús estaba declarando ser el cumplimiento de lo que


Jacob vio en su sueño siglos antes. 6 Natanael no tenía

3 Rut 1:16
4 Juan 12:31
5 Juan 1:50-51
6 Génesis 28:12
304
Toma Tu Cruz y Sígueme

porqué maravillarse de un milagro en la tierra, cuando


pronto vería a Cristo convertirse en la salida de todo ese
ámbito. De nuevo, la experiencia de este éxodo no espera
la muerte del cuerpo natural; los discípulos de Jesús
estaban todavía vivos en la tierra cuando Él les dijo que
tomaran la cruz y lo siguieran. La salida que hace el alma
de Adán y de su mundo, debería ser el viaje diario de cada
creyente que está siguiendo a Cristo.
Seguir a Jesús tiene que ver con la experiencia del
alma de salir de Adán y entrar en Cristo, salir del mundo y
entrar en los cielos, salir de las tinieblas y entrar en la luz.
Jesús en la resurrección se levantó de la tierra y dejó una
puerta con sangre en ella para cualquiera que quisiera
ascender con Él. La puerta es resguardada por la cruz,
justo como el Árbol de la Vida una vez fue resguardado por
querubines con espadas encendidas. Nadie puede pasar a
través de ella y vivir, pero los que mueran Su muerte son
libres de ascender. Aquellos que “llevan en su cuerpo la
muerte del Señor Jesús”7 y son “conformados a Su
muerte”8 son llamados de lo alto a una vida celestial, a una
naturaleza celestial, a un lugar celestial, todo lo cual es
Cristo. Aún mientras estamos en el cuerpo, el Espíritu de
Cristo llama al alma a ascender con Él, a ser hallada en Él,
a morar donde Él mora, a estar con Él dónde Él está. Es
cierto que los cristianos ya están en Él y que Él está en
ellos, pero seguir a Cristo significa un desenmarañamiento
interior del orden y la naturaleza que Dios ha juzgado y
rechazado. Esto implica la limpieza de la vasija por medio
del Espíritu del Señor de toda la contaminación y

7 2 Corintios 4:10
8 Filipenses 3:10
305
No Yo, Sino Cristo

enemistad de la carne que sigue aferrada al alma donde-


quiera que la luz no brille. Aquellos que siguen al Señor
llegan a conocer una verdadera purga, muerte, y salida, y
dejan atrás todo lo que una vez llamaron vida abajo.

La Cruz Cada Día

En dos de los pasajes citados en el capítulo anterior,


Pablo dice explícitamente, que la renovación del espíritu
de la mente tiene el efecto de quitar un hombre y poner
otro. Otra manera de decirlo es que la renovación de la
mente hace que el corazón experimente la cruz.
Para entender porqué es así, primero tenemos que
comprender que Cristo y la cruz no son realmente dos
cosas distintas. No estoy diciendo que Jesús sea dos palos
de madera. Por supuesto que hay una diferencia entre
Jesús nazareno y las tablas de madera a las que fue
clavado. Lo que estoy diciendo es que cuando nosotros
empezamos a conocer al Señor, no lo conoceremos sepa-
rado de la cruz. Conocer a Cristo es conocer a Aquel que
está muerto al pecado, muerto a Adán, y vivo para Dios
siempre. Morir al pecado no es sólo algo que Cristo hizo,
es algo que Él es. Él sigue muerto al pecado. De la misma
manera, la resurrección no es sólo algo que Cristo hizo, es
algo que Él es. Y para nosotros Su cuerpo, conocer verda-
deramente a Cristo será un ver y una experiencia interior
tanto de estar muertos a lo viejo como de estar vivos a lo
nuevo en Él. Note las palabras de Pablo a los filipenses:

Y aún más, yo estimo como pérdida todas las


cosas en vista del incomparable valor de

306
Toma Tu Cruz y Sígueme

conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por El lo he


perdido todo, y lo considero como basura a fin
de ganar a Cristo…y conocerlo a Él, el poder de
Su resurrección y la participación en Sus pade-
cimientos, llegando a ser como Él en Su muerte,
a fin de llegar a la resurrección de entre los
muertos.9

Aquí vemos que para Pablo conocer a Jesucristo era


un encuentro continuo con la cruz. Conocerlo a Él en el
poder de Su resurrección significaba conformación a Su
muerte. De nuevo, esto es cierto porque cualquier perspec-
tiva cierta de Cristo lleva a una confrontación con la divi-
sión de la cruz, donde algo del Señor es visto y abrazado, y
algo de Adán es expuesto y derribado. Esto puede parecer
complicado al principio, pero obra en el corazón como algo
muy real y práctico. Cuando el Señor aparece interior-
mente, usted lo ve en una forma nueva y su perspectiva se
incrementa. Pero en esta nueva luz usted ve ambos lados
de la cruz, usted ve tanto lo que Dios ha aceptado como lo
que ha juzgado y excluido. Usted ve algo verdadero, mara-
villoso y real, pero también reconoce cosas que no perte-
necen, cosas que son contrarias a Él. Al igual que Israel se
aferró a Egipto en sus corazones, hay muchas cosas de lo
viejo, cosas de la carne, cosas del mundo, a las que usted se
ha aferrado en la oscuridad de su mente no renovada. Hay
pensamientos, imaginaciones, mentiras, deseos, activi-
dades adámicas, cosas que la cruz rechaza, pero a las que
su corazón se ha agarrado en ceguera espiritual o rebelión.
El verdadero conocimiento de Cristo no dejará espacio

9 Filipenses 3:7-11
307
No Yo, Sino Cristo

para estas cosas. Si usted sigue Su luz y “ama Su manifes -


tación,”10 una a una serán desplazadas de su corazón por la
luz de la vida. Note la descripción que hace Pablo de la
victoria de Cristo sobre las tinieblas en nosotros.

Pues aunque andamos en la carne, no


luchamos según la carne. Porque las armas de
nuestra contienda no son carnales, sino pode-
rosas en Dios para la destrucción de fortalezas;
destruyendo especulaciones y todo razona-
miento altivo que se levanta contra el conoci -
miento de Dios, y poniendo todo pensamiento
en cautiverio a la obediencia de Cristo 11.

Contrario a algunas interpretaciones populares de


estos versículos, Pablo no está hablando acerca de sacar
demonios de ciudades o de luchar contra fuerzas satánicas
en el mundo. Todo lo que él menciona en estos versículos
ocurre en el interior del creyente, y los enemigos que se
presentan son fortalezas de la mente, argumentos, pensa-
mientos y altivez que se exalta a sí misma contra el verda-
dero conocimiento de Dios. Por otra parte, Pablo no está
inventando esta terminología, más bien, está intencional-
mente pidiendo prestado el lenguaje usado en las historias
del Antiguo Testamento que tratan del reino de Dios
conquistando la idolátrica e incircuncisa tierra de Canaán.
David recorrió toda la tierra derribando fortalezas,
tomando cautivos a los enemigos, y eliminando los lugares
altos donde el pueblo adoraba de acuerdo a sus propias

10 2 Timoteo 4:8 NBLH


11 2 Corintios 3-5
308
Toma Tu Cruz y Sígueme

imaginaciones. Poco a poco la tierra que Dios había esco-


gido como Su propio lugar de habitación fue purificada de
todas las cosas contrarias a Él. El incremento del reino de
David en la tierra se convirtió en el decrecimiento de cual-
quier otro gobierno y autoridad.
Esto es, precisamente, lo que el Señor busca hacer en
la tierra de nuestras almas. Nosotros somos la tierra que
Él ha comprado con sangre, y el lugar que Él ha escogido
como lugar de habitación y reino. La revelación y forma-
ción de Cristo es la manera en que Él ahora extiende las
fronteras de Su gobierno en nosotros. Toda nuestra alma
le pertenece a Él desde el momento en que nacimos de
nuevo; es la posesión adquirida por Dios. Pero al crecer en
el verdadero conocimiento de Cristo, la tierra de nuestro
corazón encuentra el juicio de toda la carne y la elimina-
ción de la enemistad, y así queda bajo feliz sujeción a su
justo Rey. Esta es “la redención de la posesión adquirida” 12
mediante la cual progresivamente llevamos la imagen de la
naturaleza, propósito, y gobierno del Rey.
Todo esto suena maravilloso como un mero concepto.
Uno podría verse tentado a decir: “¿Quién no querría que
la luz de Cristo desplace las tinieblas que obran en nues-
tros corazones? ¿Por qué no lo dejaríamos conquistar cada
fortaleza carnal en nuestra alma?” Pero pensamientos
como estos delatan la ignorancia que tenemos de nosotros
mismos. Cuando la luz de Cristo brilla en nuestro corazón,
no sólo elimina las cosas que no nos gustan de nosotros o
las cosas que entendemos que son contrarias a Él. La
verdad es que la luz de Cristo demandará tanto lo que
llamamos malo como lo que llamamos bueno. Su luz

12 Efesios 1:14
309
No Yo, Sino Cristo

vencerá tanto las mentiras que nos atormentan como las


imaginaciones que más nos gustan. Todos queremos que
el poder de la cruz nos libre de la carne que odiamos, pero
nuestros corazones construyen muros y pelean para
proteger la carne que amamos, la carne que llamamos
nuestra vida.13 Debemos recordar que nosotros somos la
carne, la idolatría, la incircuncisión y la rebelión en la
tierra. Somos por naturaleza lo que resiste el gobierno de
Cristo. Somos las tinieblas que son desplazadas por la luz.
Raramente se encuentra un corazón dispuesto a soportar el
decrecimiento que demanda la verdad.
Fue con esta obra interior de la cruz a la vista, que
Jesús habló tanto de perder nuestra vida, morir cada día, y
llevar la cruz. Objetivamente hablando, la obra de la cruz
está consumada y es perfecta; no le falta nada. En Cristo
hay una nueva creación, un nuevo pacto, y un nuevo
hombre, y no hay nada que nosotros podamos añadirle. El
hombre no está llamado a terminar lo que Cristo comenzó,
ni a esperar una consumación futura. Sin embargo, esta
obra perfecta de Cristo no es experimentada, conocida, o
establecida en el creyente a menos que el corazón salga de
Adán y entre en Cristo. Dios planta una Semilla perfecta
en el alma de todos los que la reciban. La plenitud de vida,
la perfección de la justicia, y todo el potencial de creci-
miento y fruto están ahí en dicha Semilla. Pero hay otra
semilla en el hombre. Hay una semilla oscura y mortal,
13 El rey Saúl fue destituido de su trono precisamente por esta
razón. Él conservó lo que consideró mejor del reino que Dios
había juzgado y mandado a destruir. 1 Samuel 15:9 dice: “Pero
Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y lo mejor de las ovejas, de
los bueyes, de los animales engordados, de los corderos y de todo
lo bueno. No lo quisieron destruir por completo; pero todo lo
despreciable y sin valor lo destruyeron totalmente.”
310
Toma Tu Cruz y Sígueme

semilla que fue plantada hace mucho tiempo cuando Adán


y Eva se tragaron la mentira de la Serpiente. Esta semilla
crece rápidamente como mala hierba y hace todo lo que
esté a su alcance para ahogar la vida y el crecimiento de la
otra. Esta enemistad entre las dos semillas ha existido
desde el principio14 y la continua batalla por crecimiento y
gloria toma lugar en el alma del hombre.
Cuando la Semilla de Dios llega a la vida en el alma de
un nuevo creyente, se encuentra en un ambiente muy
hostil.15 El corazón del hombre no es como una pizarra en
blanco, o como un campo bien arado y desyerbado. Muy
por el contrario, en su condición natural el corazón del
hombre ya está repleto de cosas que amenazan el incre-
mento de Cristo. Jesús compara el corazón del hombre
con un jardín que recibe una semilla de mostaza. Al prin-
cipio es lo más pequeña de todas las que están creciendo
en el jardín, pero tiene el potencial de convertirse en la
más grande. En otra parte, compara el corazón del hombre
con un camino duro o con un terreno lleno de piedras y
mala hierba. En otras parábolas el alma se asemeja a una
casa resguardada por un hombre fuerte, donde nada puede
ser hecho hasta que un Hombre más fuerte “ata al hombre
fuerte” y “saquea su casa.” 16 Mi punto es que el hombre es
una tierra donde hay dos semillas en guerra. Por un lado

14 Ver Génesis 3:15, “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre


tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás
en el talón.”
15 Este fue también el caso de Josué (tipo de Cristo) cuando intro-
dujo a Israel en la Tierra Prometida. Dios le había dado toda la
tierra a la simiente de Abraham, pero a fin de experimentar el don
de Dios, Israel tenía que sacar las siete naciones paganas que ya
se habían establecido en la tierra.
16 Mateo 12:29; Marcos 3: 27; Lucas 11:21
311
No Yo, Sino Cristo

está la semilla de la Serpiente que gobierna en la carne.


Por el otro está la Semilla de Dios que debe gobernar en el
alma sobre la carne por el poder de Su propia vida y luz.
La naturaleza y el deseo de una siempre está en contra de
la naturaleza y deseo de la otra, y dondequiera que una
prevalezca en el corazón, la otra necesariamente pierde
terreno.17 Considere el siguiente versículo:

Digo, pues: anden por el Espíritu, y no


cumplirán el deseo de la carne. Porque el deseo
de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne, pues éstos se
oponen el uno al otro.18

Menciono esto porque la cruz de Cristo debe ser para


nosotros más que un acontecimiento histórico, una decla-
ración doctrinal, o incluso, una increíble obra consumada.
La cruz de Cristo debe ser una experiencia diaria del poder
de Dios que aplasta la cabeza de la Serpiente bajo nuestros
pies19 y levanta la gloriosa Semilla de Dios. Los apóstoles
hablaron del Señor como Aquel que hace “mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según
el poder que obra en nosotros.”20 La predicación de ellos
no era “con palabras elocuentes, para que no se haga vana

17 Esta realidad está claramente ilustrada en el libro de Jueces. Una


y otra vez cuando Israel volvía su corazón al Señor, el poder del
Espíritu de Dios traía muerte y decadencia a los enemigos en la
tierra. No obstante, cuando Israel se olvidaba del Señor su Dios,
esas naciones carnales se levantaban, se incrementaban y recupe-
raban su territorio.
18 Gálatas 5:16-17
19 Romanos 16:20
20 Efesios 3:20
312
Toma Tu Cruz y Sígueme

la cruz de Cristo.”21 El reino que ellos proclamaron no


“consiste en palabras, sino en poder.” 22 ¿Qué era ese poder
que ellos conocían tan bien y que experimentaron tan
poderosamente? Era la cruz diaria de Cristo, por medio de
la cual el hombre fuerte es atado, su casa saqueada, y el
Señor Jesucristo exaltado en el alma del hombre.

Lo Que Podemos y Debemos Hacer

Entonces, ¿qué significa para nosotros tomar la cruz


cada día y seguir a Cristo? Creo que significa vivir cada
momento, o dar cada paso de manera tal que nuestro ojo
interior esté hacia la luz de Cristo donde la cruz determina
nuestra relación con todas las cosas. Significa seguir al
Señor en el camino de Sus juicios,23 deseando que cual-
quier cosa que no lleve Su vida en nosotros sea confor-
mado a Su muerte. Significa buscar, por encima de todo, el
incremento de Su reino y justicia en el alma, y el decreci-
miento de cualquier otra semilla. O, en palabras de Pablo,
significa, “nada me propuse saber entre ustedes excepto a
Jesucristo, y Este crucificado.”24
Igual que Pedro cuando caminó sobre el mar, hoy
tenemos que aprender a mantener nuestra mirada fija en
Cristo, sin volvernos a cualquier cosa interna o externa que
pudiera estorbar la obra de gracia en el corazón. Tenemos
que rendirnos completamente a la agenda de la Semilla de
Dios, ofrecernos como sacrificios vivos y presentarnos

21 1 Corintios 1:17
22 1 Corintios 4:20
23 Salmo 119:30; Isaías 26:8
24 1 Corintios 2:2
313
No Yo, Sino Cristo

como instrumentos de justicia, sin buscar nada más y sin


conformarnos con nada menos. Esto es lo que podemos y
debemos hacer.
Conforme mantenemos “puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe”25 vamos siendo conscientes
de lo que está vivo y de lo que está muerto, qué es Espíritu
y qué es carne, y tenemos que obedecer lo que vemos. No
me refiero a una obediencia externa de leyes y reglas. Me
refiero a una obediencia interna, a un alineamiento del
corazón, a un acuerdo y conformación del alma a lo que la
luz está haciendo manifiesto.
Tarde o temprano el Señor llegará con Su espada a
toda ciudad amurallada en nuestros corazones. Llega a
destruirlas como lo hizo con Jericó y a declarar que nunca
más serán reconstruidas. Estas ciudades son las cosas en
nosotros que no tienen a Cristo como su fuente, sustancia,
y propósito. Son las cosas que Dios ha declarado muertas,
pero que hasta ahora nos hemos rehusado enterrar fuera
de nuestra vista. 26 Nosotros hemos sostenido y acariciado
muchas cosas en las tinieblas y rebelión de nuestro
corazón, sin darnos cuenta que son semillas foráneas e

25 Hebreos 12:2
26 La manera en que nosotros quitamos de nuestra vista lo que ya
está muerto en el mundo natural, es sepultándolo. Al sepultar a
alguien estamos terminando oficialmente nuestra relación con él,
estamos sacándolo de nuestra vista y devolviendo su cuerpo a la
tierra. Abraham hablando de Sara cuando esta ya había muerto
dijo: “Yo soy extranjero y peregrino entre ustedes; denme en
propiedad una sepultura entre ustedes, para que pueda sepultar a
mi difunta y separarla de delante de mí.” El mismo principio
aplica cuando experimentamos la obra de la cruz en nuestros
corazones. Dios ha crucificado a Adán junto con su mundo, pero
ahora nosotros debemos permitirle a Él sepultar lo muerto fuera
de nuestra vista.
314
Toma Tu Cruz y Sígueme

incircuncisas que no tienen derecho a permanecer en la


tierra del Señor.
Es cierto que el hombre no puede cambiarse a sí
mismo, pero puede seguir la luz, puede seguir la nube y
salir de la esclavitud del pecado y entrar a una verdadera
experiencia del reino de Dios. Por sí mismo, el hombre
está encadenado al pecado y perfectamente indefenso, pero
hay poder provisto en la luz de Cristo que brilla en el
corazón. Decir que el poder se experimenta por la luz es lo
mismo que decir que la gracia se experimenta por fe.
Pablo dice: “hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia
en la cual estamos firmes.” 27 La fe (la luz de Dios) siempre
ha sido la manera en que la gracia (el poder de Dios) es
recibida y experimentada.28
A veces la gente oye este evangelio e intenta usarlo
como excusa para permanecer en la carne y el mundo.
Dicen: “¡Ven! ¡Yo no puedo hacer nada bueno! ¡Cristo
debe hacer todas las cosas! ¡Yo soy incapaz de cambiar!”
Sí, pero con la luz de la fe (la cual es don de Dios) viene el
poder para seguir la luz de regreso a su Fuente. El hombre
no tiene poder en él, pero hay un poder dado en la luz para
aferrarse al Señor y para huir de todo lo demás. El hombre
puede esperar en el Señor Su aparición interna, y luego
seguir la luz en la fuerza que ella provee. El hombre puede
amar la luz, aferrarse a ella y salir con ella de la tierra
oscura de Egipto.
El Nuevo Testamento deja claro que los creyentes

27 Romanos 5:2. Ver también Efesios 3:12.


28 Note la descripción que hace Pedro de esta misma realidad, “Por
tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y
esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesu-
cristo sea manifestado” (1 Pedro 1:13).
315
No Yo, Sino Cristo

experimentaban el poder de Dios obrando en su interior en


dos formas distintas (que a su vez corresponden a las
mencionadas dos caras de la cruz). Por un lado, la gracia
de Dios estaba revelando y formando en ellos la naturaleza
misma de Cristo. La justicia, la sabiduría, el amor de Dios
y todos los frutos de Su Espíritu, estaban llegando a ser
una verdadera posesión y experiencia en la iglesia
mediante la fe. Por otro lado, la misma gracia que viene
por fe estaba enseñándolos y dándoles el poder para “huir
de la inmoralidad e idolatría,”29 para “resistir al diablo,”30
para “poseer su propio vaso en santificación y honor,” 31 y
para abstenerse “de las pasiones carnales que combaten
contra el alma.32 Vea ahora las palabras de Pablo a Tito.

Porque la gracia de Dios se ha manifestado,


trayendo salvación a todos los hombres ense-
ñándonos, que negando la impiedad y los
deseos mundanos, vivamos en este mundo
sobria, justa y piadosamente.33

Así, pues, hay una entrada y una salida; hay un


ponerse y un despojarse, y ambos son obra de la gracia en
el corazón. Ambos obran mediante la gracia de Dios que
viene a través de la fe, es decir, mediante el poder de Dios
que es descubierto y experimentado en Su propia luz.
Dios no le ha presentado al hombre una salvación
increíble, para luego dejarlo impotente para experimen-

29 1 Corintios 6.18-20; 10:14


30 Santiago 4:7
31 1 Tesalonicenses 4:4
32 1 Pedro 2:11
33 Tito 2:11-12
316
Toma Tu Cruz y Sígueme

tarla. Hay un gran poder provisto en la luz de Cristo para


todos los que reconozcan su ceguera, se vuelvan al Señor, y
reciban “el amor de la verdad para ser salvos.”34 Al igual
que los muchos tipos y sombras en el Antiguo Testamento,
Dios es el que obra en favor de Su pueblo. Es Su poder el
que derrota a los egipcios, divide el Mar Rojo, saca agua de
la roca, y da pan del cielo. La gracia está provista, el poder
está dado, pero la responsabilidad del hombre es seguir y
obedecer la medida de luz que puede ver.
Todos los verdaderos cristianos comienzan con alguna
luz en sus corazones. Ven al Señor con ojos internos,
conocen que Él es verdadero, y experimentan algo de Su
poder. El Señor no quita esta luz del hombre; es el hombre
el que se aleja de la luz. Es el oscurecido corazón del
hombre el que es “llevado y seducido por su propia
pasión”35 y escoge un camino de menos resistencia. Y
aunque es fácil culpar a los malos maestros y a las iglesias
carnales de nuestra decepción y desvío, el verdadero
problema está mucho más cerca de nosotros de lo que
pensamos. Es cierto que la falsa enseñanza abunda en el
mundo, pero la razón principal de que perdamos la luz es
que no queremos seguirla para salir de Adán y su mundo.
Nos aferramos fuertemente a nuestras creencias, asistimos
fielmente a las reuniones en la iglesia y crecemos en el
conocimiento de las Escrituras, pero es el corazón el que
va por mal camino. Es el corazón que pierde la luz una vez
revelada, y al Cristo vivo y poderoso. Buscando salvar
nuestras vidas perdemos el camino, justo como muchas
generaciones que nos ha precedido.

34 2 Tesalonicenses 2:10
35 Santiago 1:14
317
No Yo, Sino Cristo

Por cuarenta años me repugnó aquella genera-


ción, y dije: Es un pueblo que se desvía en su
corazón y no conocen Mis caminos. Por tanto,
juré en Mi ira: Ciertamente no entrarán en Mi
reposo.36

Al igual que los hijos de Israel, nosotros a menudo nos


quejamos de sequedad, falta de vida y de cambio, aun
cuando nuestros corazones se rehúsan a “seguir al Señor
plenamente”37 como Josué y Caleb. Pasan los años mien-
tras esperamos una gran manifestación de poder, una
oleada fresca de avivamiento, o algún tipo de progreso
milagroso, cuando al mismo tiempo no estamos apre-
ciando ni obedeciendo verdaderamente la medida de luz
que Dios ya ha dado.

Dejando a Adán y Su Mundo

¿Hacia dónde conduce la luz? La respuesta es obvia,


la luz guía fuera de las tinieblas. Saca el corazón del
hombre de las tinieblas y de su mundo de sombras caídas.
Cuando el Señor le apareció a Abram, le dijo que saliera de
su tierra (la tierra que él conocía), de su parentela (las rela-
ciones que él amaba), y de la casa de su padre (todo lo que
él heredaría en este mundo). Cuando el Señor aparece en
nosotros ahora, demanda exactamente lo mismo.
La primera obra de la luz de Cristo en el corazón es
testificar contra el pecado. La luz hace un contraste, dibuja

36 Salmo 95:10-11
37 Ver Números 14:24; 32:12; Deuteronomio 1:36; Josué 14:8, 14
318
Toma Tu Cruz y Sígueme

una línea entre el pecado y la justicia, entre Adán y Cristo.


Y a partir de ese momento, llama al corazón a salir de uno
para entrar en otro. Tenemos que entender esto. La luz de
la vida no brilla sólo para que nos percatemos de lo que
está muerto, es falso, y está equivocado. No aparece mera-
mente para corregir nuestra teología y darnos un mejor
entendimiento del evangelio. Muchos han tropezado aquí
y no han podido seguir adelante. Muchos se han gozado en
un destello de luz y luego han predicado lo que han visto
sin seguir hacia donde ella conduce. El deseo de Dios no es
darle al hombre un mensaje, un ministerio, o un entendi-
miento más claro de las Escrituras. Él aparece en Su
templo para que el corazón se convierta en un lugar purifi-
cado de habitación y del reino del Señor Jesucristo.
Cuánto más sigamos la luz de Cristo, más entende -
remos la razón por la que Pablo dijo: “Pero jamás acon-
tezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para
mí y yo para el mundo,”38 más y más el juicio de la cruz
definirá nuestra relación con todo. Muchos creyentes, tras
haber comenzado a ver verdaderamente el evangelio de
vida, se confunden acerca de la manera en que la cruz
afecta nuestras relaciones con el mundo. Dicen: “Yo
pensaba que el cristianismo ya no se trataba de ‘no mani-
pules, no gustes, no toques’. Yo pensaba que Dios estaba
principalmente interesado en la conformación del corazón
a Cristo, y no en la regulación de nuestros cuerpos o de
nuestras actividades en el mundo.” Esto es cierto, pero
conforme continuamos en Su luz, el Señor nos hace
encarar cuánto de nuestro corazón está involucrado en el

38 Gálatas 6:14
319
No Yo, Sino Cristo

mundo y en la carne. En otras palabras, el problema no es


que nuestros cuerpos estén todavía en el mundo lidiando
con las necesidades de la vasija externa; el problema es que
nuestros deseos, metas, identidades, amores y pensa-
mientos aún están fijos en la tierra y en los deleites tempo-
rales del hombre natural. Es por esta razón, creo, que el
Nuevo Testamento usa un lenguaje fuerte cuando habla de
la relación del creyente con el mundo. Juan advierte.

No amen al mundo ni las cosas que están en el


mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del
Padre no está en él. Porque todo lo que hay en
el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los
ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo. El mundo pasa, y
también sus pasiones, pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre. 39

Las palabras de Santiago son similares.

¡Oh almas adúlteras! ¿No saben ustedes que la


amistad del mundo es enemistad hacia Dios?
Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo,
se constituye enemigo de Dios. 40

¿Qué tiene el mundo que es tan peligroso para los


creyentes del nuevo pacto? ¿No ha quitado la cruz el pacto
externo de sombras, el de “hacer y no hacer,” y establecido
uno interno de unión espiritual con Dios en Cristo? Sí, lo
hizo. Sin embargo, la relación que la mayoría de los

39 1 Juan 2:15-17
40 Santiago 4:4
320
Toma Tu Cruz y Sígueme

creyentes tiene con las cosas externas sigue siendo muy


interna. Es decir, la relación del hombre con casi todo lo
que hay en el mundo natural es para el beneficio, ganancia,
gloria, orgullo, y lujuria del hombre adámico. Eso es lo que
lo hace tan peligroso. Los cristianos pueden apuntar hacia
el mundo y correctamente declarar que la cruz ha crucifi-
cado lo viejo y hecho una nueva creación. Podemos decir:
“¡Las cosas viejas pasaron, he aquí todas han sido hechas
nuevas!” Pero la verdadera pregunta con la que todos
deben lidiar es, ¿qué está haciendo usted en ese ámbito
cada día? ¿Qué está buscando ahí? ¿Por qué es que su
tiempo, dinero, corazón, y tesoro todavía están anclados en
un hombre y en un mundo que no tiene lugar en Cristo?
Lo cierto del caso es que Adán y su mundo es, en
muchas formas, lo mismo, y el verdadero seguidor de
Cristo encuentra que dejar uno es también dejar el otro.
No hay nada inherentemente malo en la creación natural
de Dios. Es más, es un conjunto hermoso de sombras
físicas que apuntan al eterno propósito de Dios en Cristo.
Pero desde el principio, cuando el hombre creyó la mentira
de la Serpiente, su relación con el mundo natural ha sido
gobernada por “la pasión de la carne, la pasión de los ojos,
y la arrogancia de la vida.”41 Estas tres cosas son las que el
hombre natural busca en el mundo. Estas tres resumen los
intereses, inversiones, y búsqueda de la carne.
Es por eso que debemos ser cuidadosos de no enga-
ñarnos a nosotros mismos con el supuesto de que nuestra
relación con el mundo es inofensiva sólo porque somos
creyentes en Jesucristo. Los cristianos a veces se enorgu-
llecen por evitar el contacto con las cosas externamente

41 1 Juan 2:16
321
No Yo, Sino Cristo

inmorales, y con las cosas más groseras y más obviamente


malas del mundo. Pero estas mismas personas con
frecuencia fallan en reconocer cuántas de las cosas “lícitas”
y legítimas del mundo se persiguen con el mismo orgullo y
lujuria del hombre natural. Los apóstoles de Cristo enten-
dieron estas cosas bien, y sus cartas están llenas de adver-
tencias y exhortaciones acerca de cuál ámbito y Hombre
deberían tener la constante atención de nuestro corazón.
Pablo dice: “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas
son de provecho.”42 Exhorta: “Pongan la mira en las cosas
de arriba.”43 Él le da a los creyentes toda clase de consejos
en sus relaciones con los esclavos, señores, cónyuges, y
autoridades diciendo: “Esto digo para su propio beneficio;
no para ponerles restricción, sino para promover lo que es
honesto, y para asegurar su constante devoción al Señor.” 44
En otras palabras, Pablo no estaba cargando a los cris-
tianos con un montón de reglas y normas destinadas a
complacer a Dios en la carne. Más bien estaba temeroso de
“…que así como la serpiente con su astucia engañó a Eva,
las mentes de ustedes sean desviadas de la sencillez y
pureza de la devoción a Cristo.”45
Fue con el propósito eterno de Dios para el alma en
mente que Pablo escribió cosas como:

No se dejen engañar, de Dios nadie se burla;


pues todo lo que el hombre siembre, eso
también segará. Porque el que siembra para su
propia carne, de la carne segará corrupción,
42 1 Corintios 6:12; 10:23
43 Colosenses 3:2
44 1 Corintios 7:35
45 2 Corintios 11:3
322
Toma Tu Cruz y Sígueme

pero el que siembra para el Espíritu, del


Espíritu segará vida eterna. 46

Los otros apóstoles tenían preocupaciones similares.


En la luz del propósito de Dios para el alma del hombre,
Pedro advirtió que el hombre debe vivir en el mundo como
un extranjero que atraviesa una tierra peligrosa.

Amados, les ruego como a extranjeros y pere-


grinos, que se abstengan de las pasiones
carnales que combaten contra el alma. 47

De nuevo, estas cosas no tienen que ver con arreglar a


Adán o satisfacer a Dios con la carne caída; no. Estas pala-
bras de sabiduría y guía son para los seguidores de Cristo
que han encontrado el camino estrecho y están en un viaje
de salida de Adán y su mundo. Cada creyente que se niegue
a sí mismo, tome su cruz cada día y siga a Cristo, también
llegará a conocer una quieta y pequeña voz que clama en el
corazón,

Apártense, apártense, salgan de allí, nada


inmundo toquen. Salgan de en medio de ella,
purifíquense, ustedes que llevan las vasijas del
Señor.48

46 Gálatas 6:7-8
47 1 Pedro 2:11
48 Isaías 52:11
323
No Yo, Sino Cristo

Apéndice
Preguntas Frecuentes

1. ¿Dónde puedo aprender más? 325


2. ¿Qué son buenas obras? 325
3. ¿Qué con respecto a los “hacer o no hacer” del 331
Nuevo Testamento?
4. ¿Qué significa manifestar o expresar a Cristo? 345
5. ¿Está usted espiritualizándolo todo? 350
6. ¿Qué con respecto a disciplinarme a mí mismo? 356
7. Si todos fueron crucificados con Cristo, ¿signi- 362
fica que ahora todos tienen vida en Cristo?
8. ¿Por qué Pablo dice “imítenme a mí”? 364
9. ¿Cómo sé si es Cristo o soy yo? 365
10. ¿Por qué esto no es más popular? 367

324
1. ¿Dónde puedo aprender más?

Nuestro sitio www.zoecostarica.com tiene una gran


cantidad de enseñanzas gratis. La mayoría de los temas
tratados en este libro se pueden investigar con mayor pro-
fundidad a través de los recursos provistos ahí. Hay ser-
mones en audio, estudios de la Biblia y libros electrónicos
gratis que se pueden descargar como archivos de audio y
de texto. Además, ofrecemos todas nuestras publicaciones
impresas, libros de tapa blanda y CD gratis a pedido. No
hay costo alguno por los productos o por el envío. Para
más información visite nuestro sitio en la red, o siéntase li-
bre de contactarme para cualquier pregunta o comentario
a mi dirección de correo personal, henderjay@gmail.com

2. ¿Qué son buenas obras?

Cuando la gente comienza a ver y a entender la gran


diferencia entre Adán y Cristo, es inevitable que surjan
preguntas sobre las buenas obras. Si hemos pasado algún
tiempo en la iglesia, probablemente hayamos oído una
serie de enseñanzas centradas en el cambio de conducta y

325
No Yo, Sino Cristo

en la necesidad de que los cristianos hagan buenas obras.


No obstante, en la luz de todo lo que se ha presentado en
este libro, ¿cómo debemos entender las buenas obras
mencionadas en las Escrituras? ¿Qué debemos hacer con
los pasajes de las Escrituras que nos hablan de hacer
buenas obras?
En una ocasión cierto principal se acercó a Jesús y le
preguntó: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida
eterna?” Jesús le respondió: “¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.”1 Es obvio que Jesús
era bueno; en otro pasaje Él se llama a Sí mismo “buen
pastor.”2 Pero este principal no tenía derecho de llamar a
Jesús bueno, a menos que también supiera que Él era Dios
en la carne. Jesús quería que este hombre entendiera que
la bondad es una palabra que no puede usarse o relacio-
narse arbitrariamente con algo que no tenga a Dios como
su fuente y su sustancia. Hacemos bien en mantener esto
en mente, cuando consideramos pasajes del Nuevo Testa-
mento que hablan de buenas obras.
Para que nuestras obras sean buenas en alguna forma,
deben provenir del Cristo que habita en nosotros. El
hombre trata de juzgar la bondad de un acto o de una
palabra basándose en lo que parece: amable o mezquino,
amistoso o gruñón, útil o perjudicial. Dios, sin embargo,
ve todas las cosas de acuerdo a la división entre Adán y
Cristo, la cual también es la diferencia entre muerte y vida.
La bondad, desde el punto de vista de Dios, no es real -
mente definida por la apariencia de nuestra obra o por su
efecto en el ámbito natural, sino más bien por su fuente y

1 Lucas 18:18-19
2 Juan 10:11
326
Preguntas Frecuentes

propósito. El hombre alaba el acto mismo; Dios ve a través


del autor y la motivación. Para que una obra sea verdade -
ramente buena, debe ser una obra del Señor a través de Su
propio cuerpo. Esto está claramente declarado en varios
pasajes. Por ejemplo:

Porque Dios es quien obra en ustedes tanto el


querer como el hacer, para Su buena inten-
ción.3

Con este fin también trabajo, esforzándome


según Su poder que obra poderosamente en
mí.4

Y el Dios de paz, que resucitó de entre los


muertos a Jesús nuestro Señor, el gran Pastor
de las ovejas mediante la sangre del pacto
eterno, los haga aptos en toda obra buena para
hacer Su voluntad, obrando Él en nosotros lo
que es agradable delante de Él mediante Jesu-
cristo, a quien sea la gloria por los siglos de los
siglos. Amén.5

Y esta es la condenación: que la luz vino al


mundo, y los hombres amaron más las tinie -
blas que la luz, porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece
la luz y no viene a la luz, para que sus obras no
sean reprendidas. Mas el que practica la

3 Filipenses 2:13
4 Colosenses 1:29
5 Hebreos 13:20-21, énfasis mío
327
No Yo, Sino Cristo

verdad viene a la luz, para que sea manifiesto


que sus obras son hechas en Dios. 6

Permanezcan en Mí, y Yo en ustedes. Como el


sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si
no permanece en la vid, así tampoco ustedes si
no permanecen en Mí. Yo soy la vid, ustedes los
sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él,
ése da mucho fruto, porque separados de Mí
nada pueden hacer. Si alguien no permanece
en Mí, es echado fuera como un sarmiento y se
seca; y los recogen, los echan al fuego y se
queman.7

En estos versículos y muchos otros parecidos, vemos


que los creyentes son las vasijas o las ramas a través de las
cuales obra Cristo, pero Él es el autor de cada verdadera
obra buena. Incluso Jesús cuando caminó como hombre,
vivió como una Rama que llevaba el fruto de justicia de
Otro. Él a menudo explicó: “El Padre que mora en Mí es el
que hace las obras,”8 o “Yo no puedo hacer nada por inicia-
tiva Mía,”9 o “la palabra que ustedes oyen no es Mía, sino
del Padre que Me envió.”10 Jesús no vino para manifestar
Su propia vida o Su propio nombre; como Hijo del Hombre
Su propósito fue manifestar la vida, las palabras y las obras
de Su Padre en todas las cosas. Ahora en el nuevo pacto las
ramas somos nosotros y Cristo es la Vid. En la medida que

6 Juan 3:19-21, énfasis mío. RVR1960


7 Juan 15:4-6, énfasis mío.
8 Juan 14:10
9 Juan 5:30
10 Juan 14:24
328
Preguntas Frecuentes

Cristo sea formado en nosotros, en esa medida también


podremos decir: “El Hijo que mora en nosotros hace Sus
obras. Las palabras que yo hablo no son mías, sino de Él.”
A menos que Él sea el que obre en y a través de nosotros,
no hay nada que podamos hacer que merezca la palabra
bueno.
Debemos recordar que todas nuestras obras, buenas o
malas, son expresiones de una naturaleza que obra en
nuestro interior. Como ya hemos dicho, en Adán nuestras
obras son expresiones de la naturaleza de pecado y del
reino de las tinieblas que gobiernan sin esfuerzo alguno el
alma del no creyente. Esto es precisamente lo que Jesús
les explicó a los judíos.

¿Por qué no entienden lo que digo? Porque no


pueden oír Mi palabra. Ustedes son de su
padre el diablo y quieren hacer los deseos de su
padre. Él fue un asesino desde el principio, y no
se ha mantenido en la verdad porque no hay
verdad en él. Cuando habla mentira, habla de
su propia naturaleza, porque es mentiroso y el
padre de la mentira. 11

Todos somos por naturaleza expresiones del “espíritu


que opera en los hijos de desobediencia.”12 Nacimos
muertos en delitos y pecados y “satisfaciendo los deseos de
la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de
ira.”13 Es hasta que recibimos a Cristo como la nueva vida y
luz de nuestra alma, que somos partícipes de una nueva
11 Juan 8:43-44
12 Efesios 2:2
13 Efesios 2:3
329
No Yo, Sino Cristo

naturaleza. Además, en la medida que Su vida obra en


nosotros por fe, nos vamos convirtiendo en expresiones
vivientes de Su naturaleza, la naturaleza que la Biblia llama
justicia. Por esta razón cuando se le preguntó a Jesús:
“¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de
Dios?” Él respondió: “Esta es la obra de Dios: que crean
(Literalmente, 'fe') en el que Él ha enviado.” 14 Al ver y
permanecer en la vida que hemos recibido, la naturaleza de
Cristo produce su fruto en y a través de nosotros.
Cuando los cristianos empiezan a ver y experimentar
la obra de la cruz, la lucha y la confusión que se levantan
por la frase “buenas obras” se debe a nuestras propias
suposiciones y malentendidos. Cuando leemos esa frase en
el Nuevo Testamento, nuestra mente casi automáticamente
evoca pensamientos de obras de la ley u obras de la carne.
Ninguna de ellas eran las que los autores del Nuevo Testa-
mento tenían en mente.
Hay muchas cosas que parecen buenas para el ojo
natural, o que efectivamente son buenas para el hombre
natural. Ayudar a una anciana a cruzar la calle o ser volun-
tario en un comedor de beneficencia son, sin duda, cosas
agradables que hacemos. Incluso cuando nuestros cora-
zones hacen estas cosas de mala gana o por atención y
alabanza, siguen siendo útiles, apropiadas y de beneficio
para la sociedad. Pero si estas fueran las obras que Dios
buscara, entonces la cruz de Cristo y la dádiva del Espíritu
serían totalmente innecesarios. Los ateos son tan capaces
como los cristianos de hacer obras en la carne que sean

14 Juan 6:28-29. Como siempre, esta palabra “creer” en este versí-


culo es la palabra en griego pistis o fe. Ver el capítulo 16 para más
acerca de esto.
330
Preguntas Frecuentes

externamente beneficiosas para la humanidad. Pero, otra


vez, desde el punto de vista de Dios, la bondad no es deter-
minada por la obra misma o por su efecto externo y
temporal, sino por la fuente, vida y propósito detrás de
ella, todo lo cual debe ser Cristo. Las verdaderas buenas
obras son fruto de Su Espíritu obrando en nosotros,
conforme a Su naturaleza y hacia Su propósito eterno.

3. ¿Qué con respecto a los “hacer o no hacer”


del Nuevo Testamento?

Antes de empezar a entender algo de la realidad de la


cruz, solía andar por los versículos del Nuevo Testamento
que parecen ofrecer instrucciones prácticas de cómo vivir
una vida santa. Yo no pasé mucho tiempo tratando de
entender lo que significa ser bautizado en la muerte de
Cristo, hacer morir el pecado o estar escondido con Cristo
en Dios. Yo sabía que esos conceptos estaban en la Biblia y
que tenían que ser importantes. Eran hermosos pasajes,
pero parecían demasiado elevados o demasiado profundos
como para ser prácticos. Yo quería encontrar versículos
que fueran más concretos, versículos que me dijeran con
claridad lo que Dios quería y cómo podía lograrlo.
Si yo cogiera la Biblia como en aquellos días y empe-
zara a leer Efesios, muy probablemente comenzaría a leer
en el capítulo cuatro. Si leyera Romanos estaría atraído
por los capítulos doce y trece. En Gálatas las instrucciones
prácticas comienzan en el capítulo cinco. Note lo siguiente
de las cartas de Pablo: Él casi siempre empieza enseñando,
declarando o reafirmando el fundamento de las realidades

331
No Yo, Sino Cristo

espirituales del nuevo pacto, tales como la obra de la cruz,


el don del Espíritu o la grandeza de nuestra unión con
Cristo. No cabe duda de que Pablo pasó meses o años
hablando de estas cosas cuando estaba en estas iglesias en
persona, pero más tarde, estando en prisión o con algún
otro grupo de creyentes, siguió escribiendo y describién-
doles estas cosas a manera de recordatorio. Después de
una larga descripción de las realidades eternas y espiri-
tuales en Cristo, las cartas de Pablo a menudo pasan a
tratar preguntas específicas o asuntos relacionados con la
iglesia individual.
En mi ignorancia asumí que los primeros capítulos de
las cartas de Pablo eran profundos e importantes, pero que
los últimos eran mucho más útiles cuando se trataba de la
vida cristiana diaria. Yo no podía estar más equivocado.
Lo cierto del caso es, que toda instrucción externa o
circunstancial encontrada en la parte final de estas cartas,
descansa segura sobre el fundamento de las realidades
espirituales ya establecido. De hecho, todo lo que los após-
toles describieron o demandaron en la parte final de sus
epístolas, es una consecuencia, resultado o expresión de
dicho fundamento. Las secciones de instrucciones o los
“hacer o no hacer” del Nuevo Testamento son extremada-
mente importantes, pero no deben ser entendidas como
una lista de reglas u ordenanzas mediante las cuales el
hombre natural puede agradar y servir a Dios.

Vestirse y Despojarse

¿Cómo debemos entender entonces, los llamados


“hacer y no hacer” del Nuevo Testamento? Pienso que la
332
Preguntas Frecuentes

respuesta depende mucho del contexto. A pesar de la


manera en que comúnmente son interpretados, muchos de
estos versículos nada tienen que ver con hacer o no hacer.
Por ejemplo, están las secciones de las cartas de Pablo en
las que él habla acerca de vestirse y despojarse de ciertos
atributos o actos, estas cosas son subproductos o conse-
cuencias de vestirse de Cristo y despojarse del viejo
hombre mediante la renovación del espíritu de la mente.
Como ya hemos visto, el conocimiento de la verdad dado
por el Espíritu y nuestra sujeción interior a ella, obra en
nosotros tanto la eliminación del viejo hombre (junto con
sus deseos y obras) como que nos vistamos de Cristo.
Observe por ejemplo las palabras en Efesios.

Que en cuanto a la anterior manera de vivir,


ustedes se despojen del viejo hombre, que se
corrompe según los deseos engañosos. Que
sean renovados en el espíritu de su mente, y se
vistan del nuevo hombre, el cual, en Dios ha
sido creado en la justicia y santidad de la
verdad. Por tanto, dejando a un lado la
falsedad, hablen verdad cada cual con su
prójimo, porque somos miembros los unos de
los otros.15

El costo de “dejar a un lado la mentira” no es sólo una


corrección de la conducta, sino la expectativa de Pablo
para el cuerpo de Cristo debido a que está siendo quitado
de sus almas la totalidad del hombre adámico. Mentir es
sólo uno de los muchos frutos que debe empezar a secarse

15 Efesios 4:22-25, énfasis mío


333
No Yo, Sino Cristo

y a morir porque la cruz está llevando el hacha a la raíz del


árbol. Vemos algo muy similar en Colosenses:

…puesto que han desechado al viejo hombre


con sus hábitos, y se han vestido del nuevo, el
cual se va renovando hacia un verdadero cono -
cimiento, conforme a la imagen de Aquél que lo
creó. En esta renovación no hay Griego y
Judío, circunciso e incircunciso, bárbaro,
Escita, esclavo o libre, sino que Cristo es todo, y
en todos. Entonces, ustedes como escogidos de
Dios, santos y amados, revístanse de tierna
compasión, bondad, humildad, mansedumbre
y paciencia.16

Una vez más, la lista de virtudes vista en estos versí -


culos no son fruto de la disciplina adámica. Más bien son
frutos del Espíritu de Dios que crecen en el alma por la
Semilla de vida que se nos ha dado. En la medida que
somos “renovados hacia un verdadero conocimiento,
conforme a la imagen de Aquél que nos creó,” el resultado
natural es un progresivo “vestirse” de la naturaleza y
carácter de Cristo.
Creo que Pablo tuvo una buena razón para describirle
a la iglesia tanto el fruto adámico que debía estar desapare-
ciendo, como el fruto del Espíritu que debía estar apare-
ciendo en los creyentes. En sus días muchas personas (y
muchos en nuestros días también) se estaban engañando a
sí mismos, afirmando que conocían al Señor y que estaban
experimentando Su luz, aunque no había una transforma-
ción en sus vidas que acompañara tal afirmación. Algunas
16 Colosenses 3:9-12, énfasis mío
334
Preguntas Frecuentes

de estas personas se habían unido a una ideología llamada


cristianismo gnóstico. Entre otras creencias erróneas, los
gnósticos sostenían que toda la materia, incluyendo el
cuerpo humano, era intrínsecamente mala, y que la salva-
ción era el resultado de haber llegado a una especie de
conocimiento iluminado secreto acerca de la realidad espi-
ritual. Era popular entre los gnósticos creer, que en tanto
se lograra dicho conocimiento superior era irrelevante lo
que uno hiciera o cómo actuara en su cuerpo. Ellos creían
que el cuerpo estaba condenado al mundo material
maligno y que sólo la mente podía ser liberada. Por lo
tanto, no importaba si continuaban visitando prostitutas,
vivían sus vidas para provecho mundano, trataban a otros
con desprecio, etc. Lo único importante era obtener lo que
ellos llamaban gnosis esotérica. Esta era una idea equivo-
cada pero muy popular en los primeros días de la iglesia.
Ya fuera que Pablo estuviera lidiando con los gnóstico o
sólo dirigiendo a los cristianos que se habían engañado a sí
mismos de otra forma, él quiso que todos sus lectores
entendieran que el verdadero conocimiento de Cristo
afecta a todo el hombre; cuerpo, alma y espíritu. Es cierto
que la revelación de Cristo transforma el hombre interior,
pero dicha transformación interior afecta todo lo que
pensamos, deseamos y hacemos. Afecta cómo nos relacio-
namos con el mundo y con la iglesia. Por eso Pablo les da a
sus lectores descripciones de las “obras de las tinieblas” y
del “fruto de la luz” para protegerlos de ser engañados.
Creo que esta fue también la intención de Santiago en
su famoso y muy a menudo mal entendido comentario
sobre la fe y las obras. La fe es la luz o mente de Cristo
obrando en el alma del creyente, y en donde quiera que se

335
No Yo, Sino Cristo

halle fe, necesariamente existirá la naturaleza y el fruto de


Su vida. La fe es para vivir, y el hombre o la mujer que vive
por fe crece hasta ser constreñido por la verdad en todos
los aspectos de su ser. Usted no puede permanecer en la
luz de Cristo y continuar caminando en las tinieblas. O,
como dice Juan, usted no puede caminar en la luz y
aborrecer a su hermano.17 Toda verdadera fe progresiva-
mente obra en nosotros y saca a relucir fuera de nosotros
la vida de Cristo que hemos recibido. Una vez más, los que
están creciendo en la verdadera fe deben tener la expecta-
tiva de un incremento en la libertad de los deseos y obras
de Adán. Aquellos que “han puesto la mira en las cosas de
arriba y no en las de la tierra,” considerarán “los miembros
de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la
impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que
es idolatría.”18

Sabiduría en Nuestra Vasija Natural

Otra categoría de los llamados “hacer y no hacer” en el


Nuevo Testamento, son los versículos en los que los após-
toles les advierten y aconsejan a los creyentes a tomar deci-
siones en el cuerpo que conduzcan a caminar en el
Espíritu. Esto fue explicado en algún grado en el capítulo
18. Para entender este tipo de instrucciones y exhorta-
ciones debemos dejar claro, en primer lugar, que el
hombre natural no le añade, finaliza o se mezcla con la
Semilla perfecta que Dios le ha dado al que cree. Vivir
sabiamente en la tierra no tiene que ver con hacer que la
17 1 Juan 2:9-11
18 Colosenses 3:3; 3:5
336
Preguntas Frecuentes

carne parezca espiritual. Habiendo visto y entendido esto,


debemos también comprender que hay mucho más que
Dios ha consumado a través de Cristo, y mucho que se nos
ha dado en Él que todavía no conocemos ni experimen-
tamos. Hay mucho más envuelto en este don perfecto de
Vida que todavía no hemos visto, entendido ni vivido. Esto
no cambiará a menos que nuestros corazones se vuelvan
hacia la dirección correcta, deseando ser la buena tierra
que permita el incremento de Su semilla. En palabras de
los apóstoles, es muy fácil “descuidar esta salvación tan
grande19”, si nuestros afectos, atención, tiempo y metas
están invertidas en el mundo equivocado. Es muy fácil
“deslizarse20” y “pisotear al Hijo de Dios21”, cuando nues-
tros corazones están fijos en la tierra y gobernados por
nuestro propios propósitos y planes. Incluso como cris-
tianos, podemos ser como aquellos “cuyo dios es su apetito
y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan sólo
en las cosas terrenales.”22
Cristo está en nosotros mediante el nuevo nacimiento
y tenemos la plenitud de la salvación en un Paquete
perfecto, pero Cristo es revelado y formado en nosotros
según el terreno que le presentemos y el grado de nuestra
disposición a experimentar la cruz. Todavía hay mucho a
lo que nosotros voluntariamente nos entregamos que nos
mantiene atados a la tierra en nuestras almas. Con esta
realidad en mente es que los apóstoles amonestaron en
algunas ocasiones a los creyentes con declaraciones como:

19 Hebreos 2:3
20 Hebreos 2:1
21 Hebreos 10:29
22 Filipenses 3:19
337
No Yo, Sino Cristo

“Huye, pues, de las pasiones juveniles;”23 “…absténganse


de las pasiones carnales que combaten contra el alma;”24 “y
no se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución, sino
sean llenos del Espíritu;”25 “pongan la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra;” 26 “…no usen la libertad como
pretexto para la carne;”27 “no estén unidos en yugo desi-
gual con los incrédulos;”28etc.
Este tipo de declaraciones no son instrucciones para
agradar a Dios en la carne. Ellas no deben ser entendidas
como meras reglas y normas para el hombre natural. Más
bien son un asunto de sabiduría o sentido común espiri-
tual, que se vuelve apropiado e importante para los que
desean crecer en Cristo. Mientras estamos en el cuerpo
natural y rodeados del mundo adámico caído, Pablo dice
que debemos andar “no como insensatos sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” 29
Tenemos este tesoro en vasijas de barro, pero si no somos
cuidadosos de fijar nuestros corazones en el Señor, la
vasija seguirá siendo mucho más real que el tesoro dentro
de ella. Otra vez, nada que nosotros hagamos se conver-
tirá en la preciosa Semilla que Dios ha plantado. No
obstante, tomamos decisiones sabias o necias durante
nuestro tiempo en el cuerpo que pueden afectar la libertad
de la Semilla para producir Su fruto en nosotros. Para más
de este tema ver la pregunta seis acerca de la disciplina.

23 2 Timoteo 2:22
24 1 Pedro 2:11
25 Efesios 5:18
26 Colosenses 3:2
27 Gálatas 5:13
28 2 Corintios 6:14
29 Efesios 5:15
338
Preguntas Frecuentes

Sombras Naturales de Realidades Espirituales

Otra categoría de los “hacer o no hacer” en el Nuevo


Testamento son los versículos donde Jesús o los apóstoles
esperan que el orden natural creado se alinee y refleje la
realidad espiritual eterna. Esto también merece una expli-
cación. Ya hemos hablado de la manera en que los
aspectos de la creación natural fueron diseñados y creados
intencionalmente por Dios para llevar la imagen y seme-
janza de Su propósito eterno en Cristo. Las plantas se
vuelven hacia la luz para crecer; las orugas entran en un
capullo similar a una tumba para luego emerger como
nuevas creaciones; las semillas caen al suelo y mueren para
más tarde producir un increíble incremento de su género.
La noche y el día, el nacimiento y la muerte, la comida, el
agua, el crecimiento y el incremento, todas las cosas
creadas tienen una contraparte espiritual y eterna.
Lo mismo puede ser dicho de las relaciones, los roles e
instituciones que Dios estableció para la humanidad. Por
ejemplo, Dios creó un pacto permanente llamado matri-
monio, donde el hombre y la mujer se unen y viven como
una sola carne. Esta relación es específica y exclusiva, y el
resultado es un incremento del género de ellos en la forma
de una familia. ¿Por qué estableció Dios el matrimonio
humano así? Porque tal como la luz y las tinieblas, la oruga
y la semilla, esta relación humana le da expresión física a la
unión espiritual que es real en Cristo. Pablo nos dice clara-
mente, que la relación entre Adán y Eva era un cuadro que
tenía la intención de mostrar a Cristo y la iglesia. El pacto
natural y la experiencia del matrimonio existen en la tierra
porque primero existieron en el corazón de Dios. Esta

339
No Yo, Sino Cristo

sombra física fue hecha para alinearse y llevar la imagen de


la relación espiritual.
Lo mismo podría ser dicho de la relación que existe
entre los padres y los hijos. Mucho antes de que hubiera
hijos e hijas humanos, había un Hijo eterno que era cono-
cido y que fue escogido por Su Padre, y quien definía la
naturaleza y el propósito de la relación padre-hijo. Este
Hijo un día entraría en el mundo, caminaría como un
hombre y cumpliría la voluntad de Su Padre sin la menor
murmuración y rebelión. Se sometería en todas las cosas a
la voluntad de Su Padre haciéndose obediente hasta la
muerte. Jesucristo era el Hijo perfecto, Aquel de quien el
Padre dijo: “Tú eres Mi Hijo amado, en Ti Me he compla-
cido.”30 Todas las relaciones padre-hijo fueron creadas en
la tierra para testificar de este prototipo eterno.
De la misma manera, antes de que hubiera siquiera un
rey terrenal en Israel, había un perfecto Rey conocido y
designado de antemano por Dios. Jesucristo estaba desti-
nado a convertirse en el verdadero Rey ungido, Aquel que
conquista toda carne incircuncisa y gobierna con cetro de
justicia. Los reyes naturales y el reino de Israel fueron
diseñados para llevar la imagen del reino espiritual de
Dios.
Mi punto con todo esto es que no está en nosotros
interpretar o definir estas relaciones o roles. Estas rela-
ciones fueron definidas en el corazón de Dios antes de que
hubiera un hombre en la tierra. Fueron definidas por la
sustancia antes de que hubiera una sombra natural.
Fueron creadas para alinearse con el patrón del eterno e
inmutable propósito de Dios en Su Hijo. Las sombras no

30 Marcos 1:11
340
Preguntas Frecuentes

tienen derecho ni capacidad para cambiar la sustancia que


está proyectando dicha sombra. Todo lo contrario, las
sombras reciben su forma de la sustancia y en todos los
sentidos, apuntan de regreso a su fuente.
¿Por qué es importante esto para nosotros? Porque
explica la razón por la que no nos corresponde decidir, por
ejemplo, cuántos esposos puede tener una esposa, o si el
adulterio es una opción aceptable. Estos asuntos fueron
definidos y establecidos en el corazón de Dios, incluso
antes de que existiera el hombre. No nos corresponde
decidir si el matrimonio natural debe ser una relación
permanente;31 esto también fue decidido por la verdad que
Dios se propuso y conocía desde el mismo principio.
Asimismo, los niños no tienen la libertad de decidir si
obedecen o no a sus padres, ni los ciudadanos los decretos
de su rey.32 La naturaleza de estas relaciones fue determi-
nada antes de la creación del mundo. Y así con esta
perspectiva, cuando los apóstoles fueron respondiendo a
las preguntas y problemas acerca de los roles y de las rela -
ciones naturales, a veces instruyeron a las iglesias a
mantener en la tierra la imagen y la expresión de las cosas
en los cielos.
Por ejemplo, las esposas son animadas a someterse a
sus esposos. ¿Por qué? Porque como explica Pablo: “La

31 Aquí estoy hablando en términos generales. Hay casos indivi-


duales donde por una variedad de razones, llega a ser apropiado
que termine el matrimonio natural.
32 De nuevo estoy hablando en términos generales. Desafortunada-
mente, hay situaciones en las que se vuelve muy apropiado para
los niños desobedecer a sus padres, y a los ciudadanos desobe-
decer las leyes de la tierra, incluso como Juan y Pedro hicieron en
Hechos 4:19-20
341
No Yo, Sino Cristo

iglesia está sujeta a Cristo.” 33 Se les dice a los esposos que


amen a sus esposas como a sus propios cuerpos. ¿Por qué?
Porque “Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella…
Porque nadie aborreció jamás su propio cuerpo, sino que
lo sustenta y lo cuida, así como también Cristo a la
iglesia.”34 A los hijos se les dice que obedezcan a sus
padres en el Señor, y a los padres se les advierte que no
provoquen a sus hijos a ira. ¿Por qué? Otra vez, porque
estas relaciones fueron creadas en la tierra de acuerdo a un
patrón de cosas en los cielos.
Al instruir a la iglesia de esta manera, los apóstoles
estaban corrigiendo malentendidos y previniendo abusos
que podían resultar por no comprender la naturaleza de
nuestra libertad en Cristo. Por ejemplo, solo porque los
cristianos han llegado a la plenitud y cumplimiento de la
relación de matrimonio a través de su unión con Cristo, no
se vuelve aceptable entonces, desatender o abandonar a
nuestro cónyuge en la carne. O sólo porque hemos reci-
bido la perfecta relación padre-hijo al convertirnos en hijos
de Dios a través de Cristo, no es aceptable entonces, aban-
donar el respeto y la obediencia debidos a nuestros padres
naturales. Los apóstoles dicen que tal comportamiento no
es “conveniente”35 o “justo”36 en el cuerpo del Señor. Ellos

33 Efesios 5:24
34 Efesios 5:25 y 29
35 Por ejemplo, “Mujeres, estén sujetas a sus maridos, como
conviene en el Señor” (Colosenses 3:18). “Pero que la inmora-
lidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre
ustedes, como corresponde a los santos. Tampoco haya obsceni-
dades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino
más bien acciones de gracias” (Efesios 5:3-4).
36 Por ejemplo, “Hijos, obedezcan a sus padres en el Señor, porque
esto es justo” (Efesios 6:1).
342
Preguntas Frecuentes

tenían la expectativa de que siempre que fuera posible, las


relaciones humanas funcionaran de acuerdo a sus diseños
creados como sombras y testimonios de realidades en
Cristo. Pero de nuevo, esto no significa que nosotros
debemos ver estas expectativas como obras de la carne o
pensar que mediante la obediencia externa a estas cosas el
hombre natural se vuelve aceptable para Dios.

El Orden de la Iglesia

La última categoría de versículos que a menudo se


cree que son los “hacer y no hacer” religiosos, son los
pasajes que tratan con el orden de la iglesia. Hay lugares
en el Nuevo Testamento, especialmente en las cartas de
Pablo a Timoteo y a Tito, en los que se les presta mucha
atención a las funciones propias del cuerpo de Cristo en el
contexto de la comunidad local. Hay unas pocas cosas
importantes que mantener en mente cuando leemos
pasajes de este tipo. Primero y ante todo, Pablo en ningún
momento, en sus instrucciones sobre el orden y la disci-
plina en la iglesia, se contradice o anula su consistente
declaración de la naturaleza interior del nuevo pacto, de la
obra de la cruz, el papel de Cristo como la vida de Su
cuerpo, etc. Todo lo contrario, él continuamente reafirma
el mismo evangelio de vida. Otra vez, las instrucciones que
les da a Timoteo y a Tito no pretenden ser métodos para
mejorar a Adán o recetas para crear un modelo perfecto de
iglesia. Estas cartas consisten más bien, en consejos,
instrucciones y advertencias acerca de lo que es propicio
para la comunión, crecimiento y orden del cuerpo del
Señor.
343
No Yo, Sino Cristo

Es importante tener en cuenta que Pablo viajó y


ministró con Timoteo y Tito por años, tal vez décadas. En
sus cartas a estos hombres Pablo trató sobre todo, la super-
visión de la iglesia, cuestiones de sabiduría en los ancianos
nombrados y la protección a los creyentes de las falsas
enseñanzas y de los falsos maestros. Con estos hombres Él
no habría sentido la necesidad de re-explicarles los funda-
mentos principales de la nueva vida en Cristo, de definir
cuidadosamente todos sus términos o de aclararles todas
sus declaraciones.37 Él hablaba clara y prácticamente con
ellos sobre asuntos de la iglesia, no porque Dios exigiera
una estructura y un formato eclesial rígido, sino porque él
quería que sus comunidades fueran un ambiente propicio
para crecer en Cristo. En algunos casos había ciertas acti-
vidades, personas o enseñanzas que se habían hecho perju-
diciales, contraproducentes o distractoras para el cuerpo
del Señor, y Pablo les advirtió contra tales cosas. En otros
casos le aconsejó a la iglesia que no se comportara inneces-
ariamente ofensiva con los incrédulos que miraban. Cual-
quiera que fuera el caso, la instrucción estaba destinada a
facilitar el verdadero crecimiento espiritual, y no a
producir el crecimiento espiritual. Como hemos demos-
trado ya, todo verdadero crecimiento es el incremento del
reinado de Cristo en el alma, y “ni el que planta ni el que
riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento.” 38

37 En otros contextos Pablo tiene cuidado de ser claro para no ser


malentendido. Por ejemplo, “Antes bien he trabajado mucho más
que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí” (1
Corintios 15:10). O, “Con este fin también trabajo, esforzán-
dome según Su poder que obra poderosamente en mí” (Colo-
senses 1:29).
38 1 Corintios 3:7
344
Preguntas Frecuentes

4. ¿Qué significa manifestar o expresar a Cristo?

La frase manifestación de Cristo es una expresión que


puede dar lugar a un montón de ideas e imaginaciones
equivocadas. Señales y maravillas en el ámbito natural,
poder sobre los demonios o sobre los elementos naturales,
dones espirituales, palabras de profunda sabiduría y otras
manifestaciones externas, es lo que a menudo viene a la
mente cuando los cristianos oyen esas palabras. Es cierto
que el Señor puede hacer todas estas cosas externas a
través de los miembros de Su cuerpo, pero hay otra mani-
festación de Cristo que los creyentes están llamados a
experimentar. La verdad sea dicha, las cartas de los após-
toles a las iglesias tratan más la manifestación interna de
Cristo que transforma el alma, que cualquier otra manifes-
tación externa. Observe el siguiente pasaje en la segunda
carta de Pablo a los Corintios:

Llevamos siempre en el cuerpo por todas


partes la muerte de Jesús, para que también la
vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Porque nosotros que vivimos, constantemente
estamos siendo entregados a muerte por causa
de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestro cuerpo mortal. 39

En este pasaje se dice que la manifestación de Jesús


está obrando en el creyente. Estos versículos describen la
obra interna de la cruz que nos conforma a la muerte de
Cristo y que nos deja con la imagen de Su resurrección. El

39 2 Corintios 4:10-11
345
No Yo, Sino Cristo

contexto de todo este capítulo no son señales externas,


prodigios y demostraciones físicas de poder, sino más bien,
la grandeza del tesoro que está obrando en el interior de
nuestra vasija terrenal.40
Usualmente nos fascinan las manifestaciones de poder
externas y visibles, ya sea por el papel que desempeñamos
a la hora de la ejecución o por el beneficio natural que reci-
bimos de ella. El hombre ama ser la persona a través de la
cual, o sobre la cual, Dios actúa de manera notable. Sin
embargo, la mayor manifestación de Cristo y la que creo
que es la que el Padre busca más que ninguna otra, es la
realidad interna, antes de que ella tenga siquiera una
expresión externa. Es algo que Dios reconoce antes de que
se convierta en algo que otros aprecien. Es más, tan
extraño como pueda sonar, la mayoría de las manifesta-
ciones de Cristo en y a través del cuerpo del Señor, nunca
son apreciadas ni entendidas por los que las presenciaron.
Observe otra vez las palabras de Pablo a los Corintios:

Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos


lleva en triunfo, y que por medio de nosotros
manifiesta la fragancia de Su conocimiento en
todo lugar. Porque fragante aroma de Cristo
somos para Dios entre los que se salvan y entre
los que se pierden. Para unos, olor de muerte
para muerte, y para otros, olor de vida para
vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado
suficiente?41

Estos versículos hablan de la fragancia de Cristo que


40 2 Corintios 4:7
41 2 Corintios 2:14-16
346
Preguntas Frecuentes

es manifestada a través de nosotros conforme crecemos en


el verdadero conocimiento del Señor. Pero hay dos cosas
muy importantes que resaltar en este pasaje. En primer
lugar, Dios el Padre es el receptor principal de esta
fragancia o expresión de Cristo. Similar a los fragantes
aromas de las ofrendas y del incienso que testificaban de
Cristo bajo el antiguo pacto, la cruz de Cristo convierte
nuestra alma en un altar en el que la carne es eliminada y
la fragancia de Cristo presentada a Dios. En la medida que
Cristo es puesto y Adán quitado, nosotros literalmente
llegamos a ser manifestaciones vivientes de Su vida en
nosotros.
Lo segundo a resaltar en este pasaje es, que la
fragancia o manifestación misma de Cristo es aroma de
vida para los que se salvan, pero para los que se pierden,
aroma de muerte. Esto nos muestra que a pesar de nues -
tras suposiciones más comunes, el mundo incrédulo a
menudo es incapaz de reconocer, apreciar o entender las
verdaderas expresiones de la vida de Dios. Esto a menudo
sorprende a los cristianos. Nosotros nos imaginamos que
cualquier manifestación verdadera de la naturaleza o del
poder de Dios, dejaría a los espectadores sorprendidos y
maravillados, pero la verdad es usualmente lo contrario.
Considere a Jesucristo. Él era una perfecta manifestación
de Dios en todo lo que pensaba, decía y hacía, pero la gran
mayoría de Israel no pudo reconocerlo. A pesar de tres
años y medio de hablar palabras de vida, realizar innume-
rables milagros y demostrar perfectamente el generoso
amor de Dios. la mayoría de los judíos pensaba que Él
estaba loco o poseído por demonios y consintieron en
crucificarlo.

347
No Yo, Sino Cristo

¿Qué es una manifestación de Cristo? La tentación de


la mente natural es definir este término por las acciones y
comportamientos que consideramos buenos, respetables,
poderosos, destacables, etc. Los cristianos, por lo general,
se interesan más en las expresiones externas de la vida
espiritual que pueden ser reconocidas y apreciadas por
otros, pero las más grandes manifestaciones de Cristo son
las formas en que Su vida en nuestro interior influencia,
define, motiva y transforma el alma humana. Hace mucho
tiempo el Espíritu habló a través de David diciendo, que
Dios desea “la verdad en lo más íntimo.” 42 Él desea que el
hombre interior sea conquistado y gobernado por el Rey de
reyes haciéndonos instrumentos de Su justicia. Es cierto, la
vida de Cristo obrando en el interior también traerá
consigo una serie de expresiones externas. Habrá cambios
en nuestras vidas naturales, nuestros deseos, comporta-
mientos y relaciones con el mundo y la iglesia. Pero estos
son generalmente, el resultado o subproducto de la mani-
festación interna de Cristo. Y aunque va en contra de
nuestra manera natural de pensar, el fruto principal que
Dios desea cosechar es la obra de Cristo interna, espiritual
y eterna en el lugar oculto del corazón humano.
En una ocasión Dios testificó audiblemente desde el
cielo acerca de Jesucristo diciendo: “Este es Mi Hijo amado
en quien Me he complacido.”43 Los cristianos están fami-
liarizados con esta declaración, pero es interesante
observar cuando fue hecha. Dios no declaró Su satisfac-
ción de Cristo después de años de ministerio y milagros, o
después de la entrega del famoso Sermón del Monte. Más

42 Salmos 51:6
43 Mateo 3:17
348
Preguntas Frecuentes

bien fue hecha durante Su bautismo en el Río Jordán,


cuando Jesús ni siquiera había comenzado Su ministerio
público. Cristo aún no había ejecutado ningún milagro o
dicho ninguna parábola; la satisfacción de Dios de Su Hijo
estaba ligada a la vida que obraba dentro de Él, y no a las
varias manifestaciones externas que siguieron. Lo mismo
es cierto de nosotros.
De ninguna manera estoy tratando de minimizar la
grandeza de las palabras habladas de Cristo o de las
señales milagrosas, ni estoy sugiriendo que la iglesia no
funcione como el cuerpo del Señor en formas externas y
visibles. Ciertamente lo hace y debe hacerlo. Sólo estoy
tratando de establecer dos puntos importantes, el primero
del cual ya ha sido indicado: Yo creo que las más grandes y
más importantes manifestaciones de Cristo son aquellas
por las que Él define y transforma internamente el alma
del creyente a Su propia imagen. El segundo punto es algo
así como una advertencia: Generalmente no es buena idea
perseguir o esperar manifestaciones externas específicas
de Cristo. Aunque pueda sonar como algo espiritual que
hacer, es sólo una manera más en la que terminamos
fijando nuestra atención en nosotros mismos y en la tierra.
La evaluación de nosotros mismos, el intento de darnos un
reporte espiritual, buscar manifestaciones externas de
Cristo, preguntarnos cuándo irán a cambiar las cosas, todo
esto mantiene nuestros corazones mirando al hombre
equivocado. Puede sonar extraño debido a nuestros
supuestos religiosos, pero no debemos preocuparnos por la
manifestación de Cristo, porque siempre somos una mani-
festación de lo que es más real en nuestra alma, y cuando
se trata del cuerpo de Cristo, la manifestación no es asunto

349
No Yo, Sino Cristo

nuestro, es de Él. Él es la Cabeza, nosotros los miembros.


Nuestra responsabilidad es constantemente volver nues-
tros corazones para conocer y obedecer Su luz, apren-
diendo más y más a permanecer en Él. La responsabilidad
de Él es “por medio de nosotros manifiesta la fragancia de
Su conocimiento en todo lugar.”44
Como cristianos, a veces somos reacios a decir que
algo es fruto del Espíritu si no es notado o apreciado por
los demás. Los creyentes están acostumbrados a evaluar
los logros del Señor basados en el número de personas
involucradas o en la cantidad de atención o alabanza reci-
bida. Desde la perspectiva de Dios, sin embargo, la medida
de Su obra en y a través de la iglesia no es, en absoluto,
determinada por el entendimiento o aprecio del hombre.
La obra del Señor en Su cuerpo es determinada por el
incremento de Su Semilla. Cuando de evaluar el creci-
miento de la iglesia se trata, Dios siempre ha usado sólo
una medida, “la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo.”45

5. ¿Está usted espiritualizándolo todo?

Esta es una pregunta muy común, que surge cuando


no hemos visto claramente la increíble diferencia entre “lo
primero” y “lo segundo,”46 o el antiguo y nuevo pacto. El
antiguo pacto era el cuadro, la promesa y la profecía
natural; el nuevo es la consumación espiritual de todo

44 2 Corintios 2:14
45 Efesios 4:13
46 Ver el capítulo cuatro
350
Preguntas Frecuentes

aquello que el antiguo señalaba.


Antes que nada, debemos recordar que Dios es y
siempre ha sido espíritu. Mucho antes de que Él creara los
testimonios y sombras naturales de las realidades espiri-
tuales en el universo físico, el Dios trino era un ser espiri-
tual. La creación natural salió de la realidad espiritual,
invisible e increada dentro de la Deidad, y en todo sentido
apunta de nuevo a su Fuente. El autor de Hebreos dice:
“Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la
palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de
cosas visibles.”47
Puesto que nosotros nacemos primero de la tierra, las
cosas naturales nos parecen más reales. Creemos que la
creación natural es más concreta y absoluta, mientras que
las cosas espirituales las percibimos mucho menos sustan-
ciales. Para Dios, en cambio, lo cierto es exactamente lo
opuesto. La realidad espiritual es absoluta e innegable, y
las cosas naturales son reflejos oscuros. La obra de Dios a
través de la cruz llevó a cabo una gran transición que va de
la sombra a la sustancia, de lo natural a lo espiritual, de lo
temporal a lo eterno. A través de la muerte, sepultura y
resurrección de Cristo, Dios “quita lo primero para esta-
blecer lo segundo.”48 Esta gran transición es la pieza
central de toda la Biblia y la esencia de nuestro propio viaje
en Cristo. Somos bautizados en Cristo como el fin de lo
viejo y levantados con Cristo como partícipes de lo nuevo.
Y en todos los sentidos, estamos haciendo un éxodo de las
sombras naturales y temporales, y aprendiendo a vivir en
la sustancia espiritual y eterna.

47 Hebreos 11:3
48 Hebreos 10:9
351
No Yo, Sino Cristo

En cierto sentido se podría decir que la cruz es el


medio por el cual Cristo nos lleva de regreso con Él a la
realidad espiritual y a la relación que Él comparte con el
Padre desde antes de la fundación del mundo. De hecho,
Jesús dijo esto mismo mientras oraba a Su Padre justo
antes de la crucifixión. Dijo: “Y ahora, glorifícame Tú,
Padre, junto a Ti, con la gloria que tenía contigo antes que
el mundo existiera.”49 Y poco después añade: “Padre,
quiero que los que Me has dado, estén también conmigo
donde Yo estoy, para que vean Mi gloria, la gloria que Me
has dado; porque Me has amado desde antes de la funda-
ción del mundo.”50
De nuevo, nuestros comienzos son en el ámbito
natural como miembros del hombre natural, Adán. Pero la
cruz nos saca de las sombras naturales caídas e introduce
nuestra alma en la sustancia espiritual eterna. Para noso-
tros el orden siempre es primero natural y luego espiritual.
Esto es precisamente lo que Pablo describe en su primera
carta a los Corintios.

Así también está escrito: El primer hombre,


Adán, fue hecho alma viviente. El último Adán,
espíritu que da vida. Sin embargo, el espiritual
no es primero, sino el natural; luego el espiri-
tual. El primer hombre es de la tierra, terre-
nal; el segundo hombre es del cielo. Como es el
terrenal, así son también los que son terre-
nales; y como es el celestial, así son también los
que son celestiales. Y tal como hemos traído la

49 Juan 17:5
50 Juan 17:24
352
Preguntas Frecuentes

imagen del terrenal, traeremos también la


imagen del celestial. Esto digo, hermanos: que
la carne y la sangre no pueden heredar el reino
de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo inco -
rruptible.51

Una vez que nuestros corazones empiezan a ver esta


notable transición, parece tonto pensar que nosotros
podemos espiritualizar de manera exagerada el evangelio.
Es cierto que debido a las tinieblas de nuestra mente
natural, podemos malentenderlo o erróneamente repre-
sentarlo, pero la salvación de Dios en Cristo es algo espiri-
tual. Pablo dice: “Pero el que se une al Señor, es un
espíritu con Él.”52 Nuestra experiencia de la salvación es la
increíble realidad de estar unidos al Cristo resucitado y
hechos partícipes de todo lo que Él es y tiene con Su Padre.
Hubo un tiempo en el que Dios se relacionó con el hombre
a través de cuadros y lugares naturales, símbolos y figuras
físicas. Pero hace dos mil años Jesús le dijo a la mujer en
el pozo: “Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verda-
deros adoradores adorarán al Padre en espíritu y en
verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que
Lo adoren. Dios es espíritu, y los que Lo adoran deben
adorar en espíritu y en verdad.” 53
Una y otra vez a lo largo de todo el Nuevo Testamento,
se nos dice que los aspectos físicos y naturales de la
primera creación y del primer pacto apuntaban a reali-
dades espirituales o celestiales. Por ejemplo, hablando de

51 1 Corintios 15:45-50, énfasis mío


52 1 Corintios 6:17
53 Juan 4:23-24
353
No Yo, Sino Cristo

Sara y Agar Pablo dice: “Esto contiene una alegoría, pues


estas mujeres son dos pactos.” 54 El autor de Hebreos
explica que el sacerdocio levita servía “a lo que es copia y
sombra de las cosas celestiales.” 55 Se nos dice que el taber-
náculo junto con todo su mobiliario y ofrendas son “una
representación del verdadero”56 o “representaciones de las
cosas en los cielos.”57 Hebreos capítulo doce insiste en que
los creyentes del nuevo pacto no se han acercado a “un
monte que se puede tocar, ni a fuego ardiente… ni a sonido
de trompeta, ni a ruido de palabras,” 58 sino más bien, que
nos hemos acercado a la consumación espiritual de todos
esos cuadros físicos.

Ustedes, en cambio, se han acercado al Monte


Sion y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén
celestial, y a miríadas de ángeles, a la asam-
blea general e iglesia de los primogénitos que
están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de
todos, y a los espíritus de los justos hechos ya
perfectos, y a Jesús, el mediador del nuevo
pacto, y a la sangre rociada que habla mejor
que la sangre de Abel.59

Muchas otras escrituras demuestran esto mismo. Por


desgracia, a veces esta realidad espiritual es tan descono-
cida para los cristianos que declaraciones como estas

54 Gálatas 4:24
55 Hebreos 8:5
56 Hebreos 9:24
57 Hebreos 9:23
58 Hebreos 12:18
59 Hebreos 12:22-24, énfasis mío
354
Preguntas Frecuentes

parecen confusas y hasta decepcionantes. Estamos tan


envueltos y definidos por el mundo natural, que las cosas
espirituales no nos parecen muy relevantes a menos que
sean de beneficio para nuestras vidas naturales. Suena
raro decirlo, pero en realidad al hombre natural le
disgustan las cosas espirituales. Nos encanta llamar “espi-
rituales” a las cosas, siempre y cuando dichas cosas se
toquen, arreglen, bendigan o empoderen las cosas natu-
rales que son importantes para nosotros. Nos encanta la
idea de adorar en el espíritu, en tanto ésta siga siendo algo
que podemos hacer para Dios a través de esfuerzo, dones,
tiempo o emoción natural. Nos encantan los dones espiri-
tuales, pero sólo aquellos que pueden ser vistos o experi-
mentados por el hombre natural. Nos encanta aprender
cosas espirituales mientras ese conocimiento nos haga
parecer sabios en el mundo natural. Estamos fascinados
con las palabras y profecías espirituales, en la medida que
ellas predigan cosas que sucederán en el curso de nuestras
vidas naturales. Porque, diríamos, ¿cómo podrían ser rele-
vantes?
Con mucha frecuencia queremos un Dios espiritual,
pero uno que nos deje en Egipto (la tierra) y se limite a
cambiar sus condiciones. En realidad no queremos ir
donde Él está, ver lo que Él ve, amar lo que Él ama, y que
todo sea para Su nombre. Tal relación con Dios es dema-
siado espiritual y ajena para nuestros apetitos naturales. A
menudo nos parecemos mucho a los judíos del primer
siglo, tenemos muy poco interés en un Mesías que nos
ofrece un reino espiritual.

355
No Yo, Sino Cristo

6. ¿Qué con respecto a disciplinarme a mí mismo?

El propósito de la auto-disciplina es otra cosa que


cambia drásticamente cuando comenzamos a ver el verda-
dero evangelio. Una vez que vemos la otredad de Cristo y
el enorme abismo entre lo mejor del hombre y los princi-
pios de Cristo, nos damos cuenta de que dicha disciplina
jamás nos hará algo que no somos. Un Adán disciplinado
sigue siendo un Adán, y esta verdad debe golpearnos con
fuerza. Hasta que lo haga, los cristianos seguirán inten-
tado ofrecerle al Señor lo mejor de un hombre que Dios ha
rechazado. Sin embargo, después de haber visto y acep-
tado el juicio de la cruz, podemos empezar a entender el
lugar correcto de la disciplina en la vida de un creyente.
Cuando una persona nace del Espíritu, continúa
viviendo en el mundo pero ya no es más del mundo.
Hablándole al Padre de sus discípulos, Jesús dijo: “No Te
ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del
maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy
del mundo.”60 Pero aún cuando la cruz ha hecho de nues-
tras almas recipientes y vasijas de la vida celestial, es obvio
que todavía nos movemos en la tierra por un tiempo en
vasijas terrenales que están unidas al ámbito natural. Esto
nos crea una especie de lucha a todos nosotros. Por un
lado: Hemos muerto, y nuestra vida está escondida con
Cristo en Dios.61 Sin embargo, al mismo tiempo llevamos
este tesoro espiritual en cuerpos naturales que continúan
enfrentando e interactuando con el mundo adámico.
Somos nuevas criaturas que viven como extranjeros en la

60 Juan 17:15-16
61 Colosenses 3:3
356
Preguntas Frecuentes

vieja creación.
Los autores del Nuevo Testamento nos amonestan de
muchas maneras, para que no tengamos mucho que ver
con el mundo que dejamos atrás, y sí con el mundo de
Cristo al que hemos entrado. Juan dice: “No amen al
mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama
al mundo, el amor del Padre no está en él.” 62 Las palabras
de Santiago son similares: “¿No saben ustedes que la
amistad del mundo es enemistad hacia Dios?” 63 Pablo le
aconseja a los Colosenses: “Pongan la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y
su vida está escondida con Cristo en Dios.” 64 Los apóstoles
exhortan a los creyentes con declaraciones como estas
porque ellos entienden, que incluso después de haber
nacido del Espíritu, el mundo continúa compitiendo por
nuestra atención, afectos e identidad. Es cierto que nuestra
experiencia de esta lucha cambia en la medida que
crecemos en el verdadero conocimiento de Cristo y experi-
mentamos Su cruz, pero al menos por un tiempo “el deseo
de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra
la carne, pues éstos se oponen el uno al otro.” 65
Aquí es donde entra la disciplina. La disciplina no es
cómo nos ganamos la aprobación de Dios, producimos
justicia o demostramos nuestra devoción. Pero la disci-
plina puede desempeñar un papel en la protección de
nuestros corazones de las tinieblas y de la muerte del
mundo que ya no es nuestro verdadero hogar. En otras

62 1 Juan 2:15
63 Santiago 4:4
64 Colosenses 3:2-3
65 Gálatas 5:17
357
No Yo, Sino Cristo

palabras, algunos tipos de auto-disciplina pueden


ayudarnos a despegar nuestros ojos de la carne ahora que
hemos nacido del Espíritu.
En su carta a los Romanos Pablo nos dice, “Vístanse
del Señor Jesucristo, y no piensen en proveer para las luju-
rias de la carne.”66 ¿Qué significa no proveer para la carne?
Creo que esta es una advertencia para que los creyentes no
alimenten la carne, por decirlo así, después de haber sido
hechos partícipes de la naturaleza divina. Es una adver-
tencia a no estimular y resucitar lo que usted está
buscando descartar. A que no le entregue su corazón a las
cosas muertas, o el tiempo a las cosas que lo engañarán.
La disciplina cristiana apropiada tiene que ver con vivir en
la tierra de tal forma que lo proteja de todo lo que estorba
el incremento de Cristo en su alma. Pablo le dice a los
Efesios que “tengan cuidado cómo andan; no como insen-
satos sino como sabios.”67 La auto-disciplina no gana ni
produce vida, pero puede ayudar a protegerla. Puede
ayudar a crear y asegurar un entorno propicio para el creci-
miento de la Semilla de Dios dentro de usted.
En el segundo capítulo de este libro usé una analogía
que involucraba un agricultor, una semilla y un terreno.
Dios el Padre es el agricultor, Cristo es la semilla perfecta y
nosotros somos el terreno al que se le da la semilla con una
gran expectativa de incremento. El propósito de la
analogía era señalar cuán confundidos estamos acerca del
crecimiento espiritual. De algún modo nosotros pasamos
por alto el hecho de que es la semilla y no la tierra, lo que
está destinado a crecer y a satisfacer la expectativa del agri-

66 Romanos 13:14
67 Efesios 5:15
358
Preguntas Frecuentes

cultor. Pablo dice claramente que “ustedes son el campo


de cultivo de Dios” y que “Dios ha dado el crecimiento.” 68
Continuemos con esta analogía para ayudarnos a
entender la función de la disciplina en la vida de un
creyente. Nosotros entendemos que en el ámbito natural
una sola semilla contiene todo el ADN, diseño, naturaleza,
capacidad, etc. de una planta. La semilla posee su propia
vida, crece en su propia forma y alcanza su propio poten-
cial predeterminado. Cualquier intento de forzar el creci-
miento sería contraproducente. Por ejemplo, agacharse en
el suelo e intentar estirar la semilla hasta que sea una
planta, probablemente la mataría. Todo lo que la semilla
necesita es un ambiente adecuado para que haga lo que
naturalmente hace.
Lo mismo es cierto para la vida de Cristo que Dios ha
depositado en nuestra alma. Nosotros no podemos hacerla
crecer y no tenemos que hacerlo. Cristo desea Su propio
crecimiento y busca la buena tierra que es propicia para el
incremento de Su reino. No hay forma de disciplina que
produzca crecimiento, pero hay muchas cosas que
podemos hacer y decisiones que podemos tomar que le
ofrecen a la semilla de Cristo un entorno más fértil.
Volviendo a la analogía del agricultor con su semilla, la
disciplina puede ser comparada con una valla que evita la
entrada de pájaros y conejos, o con un invernadero que
protege los retoños de duras condiciones climáticas. Nada
de esto hace que ocurra el crecimiento, pero ayudan a
cuidar la semilla, nutriéndola, apreciándola y haciendo lo
posible para permitirle prosperar.
No me atrevo a dar ejemplos específicos, porque

68 1 Corintios 3:9 y 7
359
No Yo, Sino Cristo

somos rápidos en hacer reglas y religión de las sugerencias


y advertencias. Pero hay mucho a lo que podemos entregar
nuestros corazones que obra contra el propósito de Dios en
nosotros. A veces nuestras decisiones, ocupaciones y
enredos en el ámbito natural van en detrimento del creci-
miento espiritual. Pablo dice: “El soldado en servicio
activo no se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin
de poder agradar al que lo reclutó como soldado.” 69 Pablo
no se refiere únicamente a evidentes actos de pecado e
inmoralidad, sino a todas y cada una de las cosas que
prueban ser un obstáculo para salir de Adán y su mundo, y
para crecer en Cristo. A veces nos encontramos regando la
semilla con una mano y envenenándola con la otra. O nos
damos cuenta de que pasamos diez minutos en la mañana
orando para ver a Cristo, y las siguientes catorce horas del
día buscando apasionadamente nuestras propias metas e
intereses naturales. El Señor aclarará los detalles para cada
uno de nosotros si mantenemos nuestros corazones vueltos
a Él.

¿Y qué acerca de las “disciplinas espirituales”?

No hay absolutamente nada malo en sacar un tiempo


específico cada día para leer la Biblia y orar. De hecho, a
menudo es apropiado y aconsejable hacerlo. No obstante,
los problemas surgen cuando pensamos que la cantidad de
tiempo que pasamos en estas actividades corresponde a
crecimiento espiritual o madurez. Es común oír declara-
ciones como: “Juan es un cristiano asombroso, ora dos

69 2 Timoteo 2:4
360
Preguntas Frecuentes

horas todos los días.” Pero el compromiso de Juan con la


oración no necesariamente tiene algo que ver con la vida
espiritual, crecimiento o entendimiento. Lo sé por expe-
riencia.
Hay muchas razones por las que las personas se
dedican a las disciplinas espirituales o religiosas, y muchas
de ellas tienen que ver muy poco o nada con la verdad. La
gente con frecuencia ora, ayuna, medita y estudia para
sentirse mejor con ellos mismos de una forma u otra. Nos
gusta pensar que somos espirituales, conocedores y sabios,
y nos encanta ser respetados y reverenciados. Algunos
pueden ser atraídos por las disciplinas espirituales debido
al orgullo espiritual, mientras que otros son motivados por
la culpa y la vergüenza. Algunos de los hombres y mujeres
de oración más disciplinados del mundo son personas cuya
devoción se desperdicia en falsos dioses. Incluso dentro de
la iglesia hay multitudes de cristianos que regularmente
oran y conversan con un Jesús de su propia imaginación.
La grandeza o beneficio de la disciplina espiritual no
es definida por el tiempo invertido o por la dedicación
humana. Es definida por la verdadera unión y comunión
en espíritu y verdad con el Dios vivo. Si los momentos que
hemos sacado para orar y leer las Escrituras no son moti-
vados por verdadera hambre de “conocerlo a Él, el poder
de Su resurrección y la participación en Sus padecimientos,
llegando a ser como Él en Su muerte,”70 entonces toda la
disciplina del mundo nos beneficiará muy poco.

70 Filipenses 3:10
361
No Yo, Sino Cristo

7. Si todos fueron crucificados con Cristo, ¿signi-


fica que todos ahora tienen vida en Cristo?

Algunas veces cuando las personas empiezan a ver que


la totalidad del hombre adámico fue juzgado en la muerte
de Cristo, equivocadamente asumen que, en consecuencia,
todos los hombres son vivificados en la resurrección de
Cristo. Esto sencillamente no es cierto. Hay varios versí-
culos en el Nuevo Testamento que a veces son usados para
apoyar esa idea. Uno de estos versículos es 1 Corintios
15:22, donde Pablo dice: “Porque así como en Adán todos
mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” A
primera vista este versículo parece sugerir la salvación
universal de toda la humanidad, pero hay algo muy errado
en esta suposición. Es cierto que en Adán todos mueren y
es cierto que en Cristo todos son vivificados, pero no es
cierto que todos los hombres estén en Cristo . Pablo está
describiendo dos realidades universales, efectivamente,
pero la condenación como la salvación están determinadas
por el hombre en quien uno es hallado. En otras palabras,
la condenación es universal para todos los que están en
Adán y la salvación es universal para todos los que están en
Cristo. No obstante, para que alguien esté en Cristo debe
nacer de nuevo.
Dios crucificó, juzgó y separó a Adán de Sí mismo en
la muerte de Cristo. En palabras de Jesús, la cruz fue “el
juicio de este mundo.” 71 En palabras de Pablo, “si uno
murió por todos, luego todos murieron.”72 Sin embargo,
cuando Cristo se levantó de la tumba, todos los que

71 Juan 12:31
72 2 Corintios 5:14, RVR01960
362
Preguntas Frecuentes

estaban muertos en Adán no fueron automáticamente vivi-


ficados en Él. Para tener vida, el hombre tiene que recibir a
Aquel que es la vida. Juan dice, “El que tiene al Hijo tiene
la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.” 73
Todos los seres humanos han nacido “muertos en delitos y
pecados,”74 pero Jesús prometió que “el que oye Mi palabra
y cree al que Me envió, tiene vida eterna… ha pasado de
muerte a vida.”75 Sólo por fe recibimos la gracia de Dios
ofrecida en Cristo y “Él nos libró del dominio de las tinie-
blas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado.” 76 Esta
realidad está claramente establecida en incontables pasajes
del Nuevo Testamento. Uno de los más claros está en el
evangelio de Juan.

A lo Suyo vino, y los Suyos no Lo recibieron.


Pero a todos los que Lo recibieron, les dio el
derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a
los que creen en Su nombre, que no nacieron de
sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la
voluntad del hombre, sino de Dios. 77

Aquí se nos muestra claramente que la vida viene


mediante el nacimiento. Somos partícipes de Adán a
través del nacimiento y somos hechos partícipes de Cristo
a través del nuevo nacimiento. Jesús dijo: “Lo que es
nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es.”78
73 1 Juan 5:12
74 Efesios 2:1
75 Juan 5:24
76 Colosenses 1:13
77 Juan 1:11-13
78 Juan 3:6
363
No Yo, Sino Cristo

8. ¿Por qué Pablo dice “imítenme”?

Hay unos pocos pasajes en los que Pablo exhorta a sus


lectores a que “sean imitadores míos” o a convertirse en
“imitadores de Cristo.”79 Estos versículos a veces causan
confusión en los cristianos que se están dando cuenta de
que el cristianismo es mucho más que modificación
externa de conducta. ¿Por qué animaría Pablo a los
creyentes a imitarlo a él? El problema con estos versículos
viene de nuestro entendimiento de la palabra imitar. Por
lo general, cuando pensamos en imitación, lo que viene a la
mente es una copia externa o mímica de algo que hemos
visto. Pero claramente no es lo que Pablo tiene en mente.
Primero que nada, la palabra griega usada en estos versí-
culos se refiere a ver algo como modelo, a seguir los pasos
de otros. De hecho, la Biblia KJV (King James Version)
traduce seguidor en lugar de imitador. Pero más impor-
tante, el punto no es que Pablo quiere que sus lectores
imiten sus palabras o actos, sino que aprendan a vivir
cómo él estaba viviendo. ¿Cómo vivió Pablo? En todos los
sentidos Pablo se estaba convirtiendo en una rama que
vivía por la vida de la Vid. Él hizo declaraciones como:
“Pues para mí el vivir es Cristo” 80 y “ya no soy yo el que
vive, sino que Cristo vive en mí.” 81 Cuando Jesús caminó
como un Hombre, también vivió en y por medio de la vida
del Padre. Por supuesto que Él era el eterno Hijo de Dios,
pero como el Hijo del Hombre no hizo nada por Su propia

79 1 Corintios 4:16; 11:1; Hebreos 6:12


80 Filipenses 1:21
81 Gálatas 2:20
364
Preguntas Frecuentes

iniciativa. Sus obras y Sus palabras no eran las propias,


sino las del Padre que lo había enviado.
En cada una de las cartas de Pablo, se pone un gran
énfasis en la necesidad de que todos los creyentes experi-
menten en sí mismos la revelación, formación y glorifica-
ción del Señor Jesucristo. Él escribió a los Gálatas: “Hijos
míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta
que Cristo sea formado en ustedes.” 82 Cuando se usa el
término imitación, Pablo, en definitiva, no está desafiando
el corazón de su evangelio, ni conformándose con una
imitación externa barata. Lejos de eso. La mayor espe-
ranza de Pablo era que todos los hombres llegaran a
conocer y a experimentar la realidad de Cristo crucificado,
exactamente de la misma manera que él lo hacía. Siendo
juzgado delante del Rey Agripa Pablo exclamó: “Quisiera
Dios que… no sólo usted, sino también todos los que hoy
me oyen, llegaran a ser tal como yo soy, a excepción de
estas cadenas.”83

9. ¿Cómo sé si es Cristo o soy yo?

Esta es una pregunta muy común para los que están


comenzando a entender la diferencia entre Adán y Cristo,
pero que desaparece rápidamente cuando el alma ve más
de la otredad de Cristo. Cuánto más lo vemos a Él, más
capaces somos de reconocer claramente qué no es Él. En
la luz de Cristo la carne (no sólo como actos, sino como

82 Gálatas 4:19
83 Hechos 26:29
365
No Yo, Sino Cristo

naturaleza) empieza a distinguirse como algo conspicuo,


contrario y egoísta. Con un poco de la perspectiva del
Señor obrando en el corazón del creyente, todas las ideas,
deseos, religión y actos de Adán empiezan a verse igual.
Todo ello proviene de la misma fuente y apunta hacia la
misma meta.
Para los que están luchando con esta pregunta, creo
que el consejo de Watchman Nee en La Vida Cristiana
Normal es útil. Él dice: “Tratar de mirar hacia el interior
para diferenciar, discriminar y analizar en sí mismo, sólo
lleva a una esclavitud más profunda. El verdadero conoci-
miento interior nunca será alcanzado por el camino estéril
del auto-análisis.”84 Su conclusión es simplemente, que
“En Tu luz vemos la luz.” 85 La avalancha de preguntas en
nuestra mente natural comienza a desintegrarse conforme
la luz del Señor continúa definiendo nuestro entendi-
miento.
Aunque se mencionó en otra parte merece volver a
decirse, que este tipo de auto-análisis y evaluación usual-
mente sólo sirven para que fijemos nuestros ojos en el
hombre equivocado. Evaluar nuestra mejora o nuestros
fallos en la luz de nuestras propias opiniones y expecta-
tivas, usualmente conduce a una de dos cosas: orgullo o
condenación. Es cómo la mente carnal y religiosa de Adán
imagina qué progreso debería verse, y luego se juzga
mediante un criterio imaginario. Nosotros tenemos nues-
tras propias ideas acerca de cuáles son nuestros
problemas, qué quiere cambiar Dios y cómo debe ocurrir.

84 Traducido de, Watchman Nee, The Normal Christian Life, Capí-


tulo 12, Tyndale House Publishers, Inc.
85 Salmos 36:9
366
Preguntas Frecuentes

Recuerde, el hombre natural carece de luz para discernir


qué es realmente progreso, crecimiento y transformación.
Comenzamos a entender estas cosas sólo en la medida que
desviamos nuestra mirada de nosotros y vemos con una
nueva luz.

10. ¿Por qué esto no es más popular?

Recuerdo estar sentado en un auditorio prácticamente


vacío, escuchando por primera vez a alguien predicar el
verdadero mensaje de la cruz. Yo había asistido a muchas
conferencias cristianas por años y esta era por mucho la
más pequeña. En ese momento mis ojos estaban empe-
zando a abrirse y la realidad de la cruz golpeaba mi
corazón con increíble fuerza. Recuerdo estar sentado ahí
entre unas quince o veinte personas, preguntándome por
qué las multitudes de cristianos no estaban echando abajo
las puertas y subiendo por las ventanas para oír lo que yo
estaba escuchando.
La triste verdad es que la religión siempre ha sido más
popular que el evangelio de vida. La religión le ofrece
mucho al hombre natural, mientras que el verdadero evan-
gelio le ofrece la cruz. El hombre ama la religión porque
ella le permite quedarse donde él quiere estar, en el centro
de su propio universo, usando a Dios como un medio para
su propio fin y gloria. En nuestras muchas y variadas ideas
religiosas (fuera y dentro de la iglesia), creamos y
adoramos un concepto de Dios que es de beneficio para la
carne. Algunos usan la religión para comodidad y segu-
ridad, mientras que otros la usan para tener poder,
367
No Yo, Sino Cristo

influencia y grandeza personal. Algunos encuentran en la


religión la manera de ganarse el respeto de otros, ser consi-
derados sabios y reverenciados como espirituales. Otros
simplemente quieren sentirse bien acerca de sí mismos,
aliviar la culpa, sentirse un ciudadano moralmente
erguido. La religión es muy útil para el hombre adámico,
pero no así el verdadero evangelio de la cruz. La cruz
siempre ha sido una ofensa y un obstáculo para el hombre
natural, porque “cuando Cristo llama al hombre, le ordena
venir y morir.”86
Cuando usted mira a través de la historia los tratos del
Señor con el hombre, siempre ha habido un número relati-
vamente pequeño de personas que caminan con Dios por
fe. Dos o tres millones de israelitas salieron de Egipto y
cruzaron el Mar Rojo, sin embargo, sólo Josué y Caleb
quisieron ver la grandeza de su Salvación. En los día del
rey Josafat, cuatrocientos profetas de Dios fueran reunidos
para profetizar delante del rey, pero sólo Micaías tenía la
palabra del Señor.87 Historias como estas abundan en el
Antiguo Testamento y son ejemplos de lo que Jesús les dijo
a los judío:

Entren por la puerta estrecha, porque ancha es


la puerta y amplia es la senda que lleva a la
destrucción, y muchos son los que entran por
ella. Pero estrecha es la puerta y angosta la
senda que lleva a la vida, y pocos son los que la
hallan.88

86 Dietrich Bonhoeffer, Traducido de: The Cost of Discipleship


(London: SCM Press, 1948/2001), pg. 44.
87 1 Reyes 22
88 Mateo 7:13-14
368
Preguntas Frecuentes

Cuando se trata de iglesias y ministerios, el número de


personas involucradas no es un signo revelador de nada. Y
así como una gran multitud no es una señal segura de la
aprobación de Dios, tampoco una congregación pequeña o
grupos en las casas son indicativos de la actividad del
Señor. Hay tantas organizaciones religiosas enormes como
diminutas, que tienen poco o nada que ver con la revela-
ción de Dios de Cristo. Pero no tengo duda en mi mente,
de que en todo tiempo y en toda generación, siempre ha
habido personas que han llegado al final de sí mismas y se
han vuelto para ver la Vida que Dios le ofrece a la huma-
nidad en Su Hijo.

369

Potrebbero piacerti anche