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Alimentos Transgénicos

¿Qué es un alimento transgénico?

Es un alimento en cuyo diseño se han utilizado técnicas de ingeniería genética.

Estos alimentos proceden de organismos, generalmente plantas, en los que se han introducido genes que
proceden de otras especies o bien se ha modificado la expresión de sus genes.

Estos alimentos para poder ser comercializados deben pasar una evaluación de un comité de expertos
de la Unión Europea, así como la evaluación de los comités de todos y cada uno de los Estados miembros.
Los alimentos transgénicos deben garantizar su seguridad e inocuidad, para ello deben cumplir dos
premisas inexcusables:
 Que se ajusten a lo establecido en la normativa que los regula.
 Que sean alimentos sustancialmente equivalentes a otros ya existentes.

Información al consumidor
Los alimentos transgénicos que se destinan al consumidor deben cumplir los
requisitos que sobre etiquetado establece la legislación comunitaria y determinados requisitos
suplementarios. En el etiquetado ha de aparecer reflejada la información relativa a:
1. Las características o propiedades alimentarias, tales como composición, valor
nutritivo, uso al que se destinen, siempre que dichas características hagan que
ese alimento deje de ser equivalente a otros ya existentes.

2. La presencia de materias con determinados efectos para la salud no presentes


en el producto equivalente ya existente.

3. La presencia de un organismo modificado genéticamente (OMG), obtenido


mediante alguna de las técnicas autorizadas al efecto.

El etiquetado de aquellos alimentos producidos a partir de semillas de soja o maíz transgénico, debe
cumplir los siguientes requisitos adicionales:
Si el producto contiene lista de ingredientes, deberá figurar entre paréntesis la
mención "producido a partir de soja modificada genéticamente" o "producido a partir de maíz
modificado genéticamente".

Esta mención puede aparecer a continuación del nombre del ingrediente de que se trate o aparte. En un
lugar muy destacado, debajo de la lista de ingredientes, con una referencia en forma de asterisco (*) en
el ingrediente de que se trate.

Si el producto carece de lista de ingredientes, las menciones señaladas deberán figurar en el etiquetado
del alimento. Dichas expresiones podrán abreviarse en la forma "modificado genéticamente", si el
ingrediente ya figura en la lista como producido a partir de soja o maíz, según el caso.

(Extraído de "Alimentos transgénicos. Aspectos básicos "(folleto informativo). Edición 2000.


Ayuntamiento de Madrid. Área de Salud y Consumo)
Alimentos transgénicos: todos los pros y contras que debes saber

15

Sin tener constancia de ello, seguro que has ingerido algún alimento o condimento con
transgénicos
Huevos fritos: los 5 errores más habituales
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En esto de los transgénicos, ni siquiera los científicos son capaces de ponerse de acuerdo sobre la cuestión. Y no
digamos ya éstos y las organizaciones medioambientales.

Lo que sí puedo decirles es que casi con toda seguridad y sin saberlo han ingerido algún alimento o condimento en el
que hubiera uno o más organismos modificados genéticamente (OMG en español; GMO en inglés).
Frutas etiquetadas con indicaciones sobre transgénicos (ANNECORDON / Getty)

Aunque es cierto que la legislación europea evalúa todos y cada uno de los productos transgénicos que se pretende
comercializar para asegurarse de que son seguros para los consumidores, de momento no obliga a poner ningún sello
bien visible, como reclaman algunas organizaciones, que especifique que se trata de un producto OMG. Sí es preceptivo
indicarlo en la etiqueta de cualquier producto que contenga al menos un 0,9% de algún transgénico, pero hay que leer
detenidamente la letra pequeña para saberlo.

La industria alimentaria es bien consciente de la controversia ante los transgénicos y ya son muchas las empresas,
explícitamente opuestas al uso de transgénicos, que así lo hacen constar. En Estados Unidos, el país donde más
proliferan esos cultivos, en los últimos años se han incorporado cerca de 30.000 productos a un proyecto titulado Non-
GMO, que certifica que están libres de genes modificados.

El proyecto titulado Non-GMO certifica que los productos estan libres de

genes modificados
Pero vayamos al principio. Desde que pasaron de ser nómadas a sedentarios, los humanos han estado modificando
genéticamente plantas y animales, sin ni siquiera darse cuenta. La modificación genética actual parte de esa base, pero
es muy distinta, porque los científicos pueden seleccionar los genes o series de genes de uno o más organismos e
injertarlos en otros para lograr que los organismos resultantes tengan unas características predeterminadas.

Tradicionalmente, se guardaban semillas de las mejores cosechas para sembrarlas al año siguiente o se seleccionaban
para la cría los ejemplares más fuertes. Haciéndolo una y otra vez a través de los siglos, las especies han ido mejorando,
en cantidad y calidad.
En la modificación genética actual los científicos pueden seleccionar los

genes para lograr unas características


Con la cría selectiva, todos los rasgos del animal o la planta pasan a sus descendientes. Pero eso implica también que se
genera mucha “basura”, es decir características que no interesan, y hay que repetir y repetir hasta obtener lo buscado.

Además sólo funciona con especies similares, como dos variedades de maíz, por ejemplo. Para obtener una planta
transgénica, en cambio, los científicos tienen que aislar ADN de distintos organismos, que pueden no estar
relacionados, ya sean una bacteria, un virus, o incluso ADN humano.

Con la cría selectiva, todos los rasgos del animal o la planta pasan a sus

descendientes
Esos genes se combinan entre sí mediante procesos bioquímicos hasta conseguir una construcción genética, en la que
puede haber ADN de cinco a quince procedencias. Para resumir, un transgénico es “un organismo cuyo material
genético ha sido alterado de una forma que no sucede en la naturaleza”, según definición de la directiva de la UE.
Activistas de
Zaragoza. (GREENPEACE)
Greenpeace recogen muestras de maíz en un campo, que una vez analizado resulta ser un cultivo transgénico, en Tauste, cerca de

Científicos (no todos) a favor, ecologistas en contra

Hasta aquí todo parecen buenas noticias. Sus partidarios así lo creen. Y aseguran que no se han podido demostrar que
los OMG sean perjudiciales para la salud humana, que provoquen daños medioambientales o haya aumentado las
alergias alimentarias. Todo lo contrario de sus detractores, que basan su percepción negativa en el hecho de que hace
tan poco tiempo que los transgénicos forman parte de nuestra vida que es muy pronto para calibrar si son peligrosos o
no para las personas, animales y el ecosistema en general.

Estos son algunos de los argumentos.

A favor

> Los cultivos están protegidos frente a virus, insectos y malas hierbas.

> Gracias a plantas tolerantes a los herbicidas y a los pesticidas, éstos se utilizan menos, lo que es bueno para el
medioambiente y para la economía, porque reducen costes.

> Los frutos son más resistentes, duraderos o incluso más nutritivos.

> Los hay preparados para desarrollarse en zonas estériles o de sequía donde hasta ahora era prácticamente imposible
plantar.

> Se consiguen frutos de mayor tamaño y, en consecuencia más rentables.

> Se les pueden añadir proteínas que ayudan a combatir enfermedades y malnutrición.

> Plantas y animales crecen más deprisa.


> Como consecuencia de la tolerancia y resistencia, teóricamente, los rendimientos de los cultivos aumentarán y con el
tiempo se contribuirá a un mejor abastecimiento de una población que se multiplica.

Tomate transgénico (NiDerLander / Getty)

En contra
> No se sabe aún si estas nuevas especies son más invasivas que las convencionales y por lo tanto pueden alterar
seriamente al ecosistema. Ponen en peligro la biodiversidad porque se eliminan organismos de la naturaleza.

> El cruce de genes puede provocar la resistencia de las bacterias a antibióticos.

> Hongos y virus pueden mutar hacia especies desconocidas para autoprotegerse.

> Hay sospechas de que pueden afectar a la fertilidad.

> Según Greenpeace un estudio de laboratorio con ratas detectó que estas se reproducían menos si eran alimentadas con
transgénicos.

> Desde el punto de vista ético, los pequeños agricultores se ven perjudicados porque las patentes de las semillas
modificadas están en manos de unas pocas multinacionales. Ellas controlan los precios y son demasiado caras para que
los campos de tamaño medio o pequeño resulten rentables.
Alimentos transgénicos a debate
(Pixabay)

Estados Unidos, el paraíso de los transgénicos


Decía al principio que muchos de nosotros habremos ingerido algún transgénico sin ni siquiera saberlo. ¿En qué? Lo
más probable que en alguno de los muchos alimentos procesados que consumimos. Los más habituales en nuestra
alimentación son la soja y aceites de maíz, colza y algodón.

>Aceite de colza. Es uno de los alimentos más alterados que existen. Se obtiene de la colza a través de diversas
acciones químicas.

>Aceite de algodón, especialmente el procedente de China e India es especialmente peligroso.

>Aspartamo. Es un aditivo tóxico incluido en muchos alimentos, creado con bacterias modificadas.

>Azúcar. Fue introducido en el mercado estadounidense en 2009 y, como los otros productos, no se ve afectado por los
herbicidas.

>Lácteos. La leche y sus derivados contienen numerosas hormonas del crecimiento, ya que se les inyecta a las vacas.
Una de las marcas de Monsanto ha sido prohibida en 27 países, pero no en Estados Unidos.

>Maíz. La mitad del que se cría en Estados Unidos es transgénico, de la multinacional Monsanto, especializada en
ingeniería genética, y con patentes de numerosas especies y productos.

>Soja. Esa empresa controla su cultivo y el 90 por ciento de la modificada se ha desarrollado genéticamente para ser
resistente a un herbicida de esa misma compañía.
Sojas secas apiladas (kyoshino /
Getty Images)

En Europa apenas si se cultivan transgénicos, pero España es el país con mayor superficie de cultivo de maíz
modificado genéticamente, de Monsanto precisamente, con cerca de 130.000 hectáreas en 2016.

Cebollas que no hacen llorar y papayas de laboratorio


Existen otros productos que han sido modificados para darles unas características que no tenía o quitarles otras poco
apreciadas, hasta convertir algunos de ellos en algo casi nuevo.

>Calabacín y calabaza amarilla. Ambos han sido tratados para resistir a los virus.

>Cebolla EverMild. Es una creación de Monsanto, pero se ha hecho a partir del tradicional cruce de plantas, aunque con
técnicas del siglo XXI, concretamente la denominada marcador genético. La idea era producir una cebolla más suave de
sabor y que no nos hiciera llorar al cortarla.

>Oroblanco. Es un cítrico, entre toronja y pomelo, que lleva en el mercado desde los años 80. Se creó en el
departamento de Experimentación de Cítricos de la Universidad de California con la idea de que resultara menos
amargo que los anteriores.

>Remolacha Badger Flame. La desarrolló un profesor de la Universidad de Wisconsin para conseguir que sus hijos se la
comieran. Es de color naranja vivo, y más dulce y suave que la convencional.

>Tomate negro. Los han desarrollado en Estados Unidos e Israel. El tono oscuro de su piel se debe a la antiocina, un
pigmento propio de las bayas moradas y la uva negra. Es más sabroso.

>Papaya. Si la comes en Estados Unidos con etiqueta Made in Hawai ten por seguro que estás probando un
transgénico. Se modificó hace unos 20 años, cuando un virus transmitido por insectos acabó prácticamente con todas las
cosechas de la isla. Los agricultores se vieron incapaces de solucionar el problema y el caso se puso en manos de los
científicos, que consiguieron transferir un gen de una parte no dañina del virus al ADN de la papaya. Los agricultores
pudieron beneficiarse de los resultados, porque las compañías dedicadas a la ingeniería genética no estaban interesadas
en un cultivo en principio tan poco rentable y cedieron la tecnología para desarrollar las nuevas semillas a una
asociación de agricultores hawaianos.

Esta, a su vez, las repartió gratuitamente entre los agricultores. La papaya es de los pocos productos que sobrevivió a
una intensa campaña que se llevó a cabo en la isla para acabar con las plantaciones y centros de investigación sobre
transgénicos. Sólo se venden en Estados Unidos en Canadá, y están prohibidas en Europa.

> Patatas amflora. Es uno de los últimos productos autorizados en Europa, Tienen más celulosa de la habitual y que se
dedican en gran parte de la industria papelera.

Alimentos transgénicos

Volver a términos

chorizo dentro de un plátano

¿Qué son?

Los alimentos transgénicos son aquellos productos que están genéticamente modificados, es decir, su composición consta de un ingrediente que
procede de un organismo que contiene un gen de otra especie. Este gen ha sido modificado por expertos para incluir genes de otras plantas o
animales.

Actualmente, gracias a la biotecnología se puede transferir un gen de un organismo a otro para dotarle de alguna cualidad del que éste carece,
de esta forma algunas plantas pueden aguantar mejor las sequías, por ejemplo.
¿Cuáles son los alimentos transgénicos?

Éstos son algunos de los alimentos transgénicos que podemos encontrar:

Maíz transgénico: en el caso del maíz, los nuevos genes son implantados en el genoma de la planta. Gracias a esta modificación el maíz es mucho
más resistente a los insectos y herbicidas. Los granos de maíz que produce después de la transformación genética son brillantes y tienen un color
anaranjado.

Patatas transgénicas: en este caso, las enzimas de almidón son invalidadas al ser introducida una copia antagónica del gen que la anula.

Tomates transgénicos: aquí, la diferencia con los tomates comunes es que el tiempo en el que se descomponen es mucho más largo, para ello,
una de sus enzimas tiene que ser inhibida genéticamente gracias a su gen opuesto.

Carnes transgénicas: el objetivo es aumentar el tamaño y el peso de los animales, además de acelerar su crecimiento.

Arroz transgénico: la función es que contenga más vitamina A.

Café transgénico: el único objetivo es aumentar la producción e incrementar la resistencia a los insectos.

¿Cuántos tipos de alimentos transgénicos hay?

Existen diferentes tipos de alimentos transgénicos que pueden clasificarse en:


Sustancias empleadas en tratamientos de animales con el objetivo de mejorar la producción: como por ejemplo, las hormonas de crecimiento
bovino que se utilizan para aumentar la producción de la leche. Aunque esta hormona está permitida en Estados Unidos, no lo está en la Unión
Europea.

Sustancias usadas en la industria alimentaria, obtenidas de microorganismos por técnicas de DNA recombinante: como en el caso de quimosina
recombinante, que se usa en la Unión Europea para fabricar queso.

Animales transgénicos que segreguen en su leche una proteína humana o que tengan menor contenido de lactosa: en este caso aún no se
comercializan, por ello no hay mucha información sobre ello.

¿Para qué se crearon los alimentos transgénicos?

Desde su aparición, este tipo de alimentos han sido objetivo de mucha polémica. Existen posiciones enfrentadas entre los que están de acuerdo
y aquellos expertos que están en contra de su utilización.

Aquellos que se posicionan en contra defienden que la agricultura industrial que actualmente se vende como “alimentos para toda la
humanidad” está causando daños irreversibles.

Por su parte, los defensores opinan que con la modificación genética se consigue que el alimento sea mucho más resistente y que contenga
mayores cualidades nutritivas.
En resumen, podríamos decir que el objetivo con el que se hacen los alimentos transgénicos es para que los alimentos sean más resistentes,
duraderos, más nutritivos y se desarrollen en menos tiempo.

Beneficios a favor de los alimentos transgénicos

Los alimentos transgénicos están sometidos a controles y análisis constantemente, teniendo que pasar por procesos rigurosos y exhaustivos.

Debido a su modificación genética, son productos más resistentes a plagas, a las enfermedades y a productos herbicidas.

La mejora en las características nutritivas de los alimentos, con mayor contenido en vitaminas, minerales y aminoácidos esenciales o con menor
contenido en ácidos grasos saturados.

Desventajas de los alimentos transgénicos

Greenpeace explica que, “los riegos sanitarios a largo plazo no se están evaluando correctamente”, añade además que “hay informes científicos
en los que se muestran evidencias de riesgos a la salud: alergias, aparición de nuevos tóxicos y otros efectos inesperados son algunos de los
riesgos”.

Además la contaminación genética puede suponer un cierto riesgo para la biodiversidad, por lo que hay que valorar la posibilidad de que los
nuevos rasgos implantados puedan ser transmitidos a especies emparentadas.
Alimento transgénico
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Áreas con cultivos de organismos genéticamente modificados (OGM) en 2005.


Los cinco países que producen más del 95 % de los OGM Otros países productores de los OGM.
Puntos naranja: solo cultivos experimentales.

Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al
que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas.1 En la actualidad tiene mayor presencia los
alimentos procedentes de plantas transgénicas, como el maíz o la soja.

Índice

 1Historia
 2Transferencia horizontal
 3Inserción de "ADN foráneo"
 4Alergenicidad y toxicidad
 5Propiedad intelectual
 6Véase también
 7Referencias
 8Enlaces externos

Historia[editar]

Arroz dorado.

La ingeniería genética o tecnología del ADN recombinante es la ciencia que manipula secuencias de ADN (que normalmente codifican
genes) de forma directa, posibilitando su extracción de un taxón biológico dado y su inclusión en otro, así como la modificación o
eliminación de estos genes. En esto se diferencia del mejoramiento genético clásico basado en la selección, que modifica los genes de una
población de forma indirecta, mediante cruces dirigidos.2 La primera estrategia, de la ingeniería genética, se circunscribe en la disciplina
denominada biotecnología vegetal. Cabe destacar que la inserción de grupos de genes y otros procesos pueden realizarse mediante
técnicas de biotecnología vegetal que no son consideradas ingeniería genética, como puede ser la fusión de protoplastos.3
La mejora de las especies que serán usadas como alimento ha sido un motivo común en la historia de la Humanidad. Entre el 12 000 y
4000 a. C. ya se realizaba una mejora por selección artificial de plantas. Tras el descubrimiento de la reproducción sexual en vegetales, se
realizó el primer cruzamiento intergenérico (es decir, entre especies de géneros distintos) en 1876. En 1909 se efectuó la primera fusión de
protoplastos,4 y en 1927 se obtuvieron mutantes de mayor productividad mediante irradiación con rayos X de semillas. En 1983 se produjo
la primera planta transgénica.5 En estas fechas, unos biotecnólogos logran aislar un gen e introducirlo en un genoma de la
bacteria Escherichia coli (E. Coli).6 Tres años más tarde, en 1986, Monsanto, empresa multinacional dedicada a la biotecnología, crea la
primera planta genéticamente modificada. Se trataba de una planta de tabaco a la que se añadió a su genoma un gen de resistencia para
el antibiótico Kanamicina. Finalmente, en 1994 se aprueba la comercialización del primer alimento modificado genéticamente, los tomates
Flavr Savr, creados por Calgene, una empresa biotecnóloga.7 A estos se les introdujo un gen antisentido con respecto al gen normal de la
poligalacturonasa, enzima que provoca la degradación de las paredes celulares en los frutos maduros, de manera que el fruto aguanta más
tiempo sin estropearse una vez cosechado, y tiene mayor resistencia a los daños por su manipulación, como rasguños o golpes. Pero
pocos años después, en 1996, este producto fue retirado del mercado de productos frescos, en gran medida a causa de su insipidez, y
también porque, aún sin descomponerse, acababa resultando poco apetecible, con una piel blanda, un sabor extraño y cambios en su
composición. Estos tomates se siguen usando para la elaboración de conservas y zumos.8
En el año 2014, los cultivos de transgénicos se extienden en 181,5 millones de hectáreas de 28 países, de los cuales 20 son países en
vías de desarrollo.9 En el año 2015, en Estados Unidos, el 94 % de plantaciones de soja lo eran de variedades transgénicas, así como el
89 % del algodón y el 89 % del maíz.10

Ciruelas transgénicas.

Los caracteres introducidos mediante ingeniería genética en especies destinadas a la producción de alimentos comestibles buscan el
incremento de la productividad (por ejemplo, mediante una resistencia mejorada a las plagas) así como la introducción de características
de calidad nuevas. Debido al mayor desarrollo de la manipulación genética en especies vegetales, todos los alimentos transgénicos
corresponden a derivados de plantas. Por ejemplo, un carácter empleado con frecuencia es la resistencia a herbicidas, puesto que de este
modo es posible emplearlos afectando sólo a la flora ajena al cultivo. Cabe destacar que el empleo de variedades modificadas y resistentes
a herbicidas ha disminuido la contaminación debido a estos productos en acuíferos y suelo,11 aunque en algunos casos, el uso de estos
herbicidas (glifosato y amonio glifosinado) puede ir acompañados de otros herbicidas más contaminantes.11
Las plagas de insectos son uno de los elementos más devastadores en agricultura.12 Por esta razón, la introducción de genes que
provocan el desarrollo de resistentes a uno o varios órdenes de insectos ha sido un elemento común a muchas de las variedades
patentadas. Las ventajas de este método suponen un menor uso de insecticidas en los campos sembrados con estas variedades,13 lo que
redunda en un menor impacto en el ecosistema que alberga al cultivo y por la salud de los trabajadores que manipulan los fitosanitarios.14
Uno de los factores que suelen mencionarse respecto a la prohibición de cultivos transgénicos es la imposibilidad de la coexistencia entre
los cultivos convencionales y los genéticamente modificados, debido a la entrecruza del polen llevada a cabo por el viento o los insectos
polinizadores. Sin embargo, el gobierno de Cataluña demostró que con el aislamiento de los cultivos, estableciendo una distancia de 30
metros entre uno y otro, así como un retraso de 11 días en las fechas de siembra, se ha logrado en España la existencia simultánea de las
dos alternativas en el cultivo de maíz[cita requerida].
La FAO Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura estima que por efecto del cambio climático, para el 2050
el decremento en la productividad agrícola será del 9 al 12 % de las cosechas.
Tres imágenes de una papaya cultivada, modificada genéticamente

El uso de especies transgénicas en la agricultura no sólo aumenta la productividad promedio al minimizar las plagas de insectos y maleza,
sino que también hace un uso más racional de los agroquímicos, reduciendo los costos económicos,15 sanitarios y ambientales asociados.
Los cultivos transgénicos también presentan mayor resistencia a climas adversos y crecen en tierra seca y salina, lo cual podría
representar una solución al problema de reducción en las cosechas.
Gregory Jaffe, director de biotecnología en el Centro para la Ciencia en el Interés Público asegura que: «Los cultivos transgénicos actuales
son seguros para comer y su plantación no entraña riesgos para el entorno».
Se han aprobado más de cien cultivos transgénicos para consumo tanto humano como animal en un lapso de 15 años, y de acuerdo con
la Organización Mundial de la Salud, son tan seguros como los convencionales.
Recientemente se están desarrollando los primeros transgénicos animales. El primero en ser aprobado para el consumo humano en
Estados Unidos fue un salmón AquaBounty (2010), que era capaz de crecer en la mitad de tiempo y durante el invierno gracias al gen de la
hormona de crecimiento de otra especie de salmón y al gen "anticongelante" de otra especie de pez.16
Por otro lado, la práctica de modificar genéticamente las especies para uso del hombre, acompaña a la humanidad desde sus orígenes
(ver domesticación), por lo que los sectores a favor de la biotecnología esgrimen estudios científicos para sustentar sus posturas, y acusan
a los sectores anti-transgénicos de ocultar o ignorar hechos frente al público.17
Por su parte, los científicos resaltan que el peligro para la salud se ha estudiado pormenorizadamente en todos y cada uno de este tipo de
productos que hasta la fecha han obtenido el permiso de comercialización y que sin duda, son los que han pasado por un mayor número
de controles.18
La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) por su parte indica con respecto a los transgénicos
cuya finalidad es la alimentación:19
Hasta la fecha, los países en los que se han introducido cultivos transgénicos en los campos no han observado daños notables para la salud o el medio
ambiente. Además, los granjeros usan menos pesticidas o pesticidas menos tóxicos, reduciendo así la contaminación de los suministros de agua y los
daños sobre la salud de los trabajadores, permitiendo también la vuelta a los campos de los insectos benéficos. Algunas de las preocupaciones
relacionadas con el flujo de genes y la resistencia de plagas se han abordado gracias a nuevas técnicas de ingeniería genética.
Resumen de las conclusiones de "El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación 2003-2004" (Freen Facts)

La Organización Mundial de la Salud dice al respecto:


Los diferentes OGM (organismos genéticamente modificados) incluyen genes diferentes insertados en formas diferentes. Esto significa que cada alimento
GM (genéticamente modificado) y su inocuidad deben ser evaluados individualmente, y que no es posible hacer afirmaciones generales sobre la
inocuidad de todos los alimentos GM. Los alimentos GM actualmente disponibles en el mercado internacional han pasado las evaluaciones de riesgo y no
es probable que presenten riesgos para la salud humana. Además, no se han demostrado efectos sobre la salud humana como resultado del consumo de
dichos alimentos por la población general en los países donde fueron aprobados. El uso continuo de evaluaciones de riesgo según los principios del
Codex y, donde corresponda, incluyendo el monitoreo post-comercialización, debe formar la base para evaluar la inocuidad de los alimentos GM.20

Transferencia horizontal[editar]
Se ha postulado el papel de los alimentos transgénicos en la difusión de la resistencia a antibióticos, pues la inserción de ADN foráneo en
las variedades transgénicas puede hacerse (y en la mayoría de los casos se hace) mediante la inserción de marcadores de resistencia a
antibióticos.21 No obstante, se han desarrollado alternativas para no emplear este tipo de genes o para eliminarlos de forma limpia de la
variedad final22 y, desde 1998, la FDA exige que la industria genere este tipo de plantas sin marcadores en el producto final.23 La
preocupación por tanto es la posible transferencia horizontal de estos genes de resistencia a otras especies, como bacterias de la
microbiota del suelo (rizosfera) o de la microbiota intestinal de mamíferos (como los humanos). Teóricamente, este proceso podría llevarse
a cabo por transducción, conjugación y transformación, si bien esta última (mediada por ADN libre en el medio) parece el fenómeno más
probable. Se ha postulado, por tanto, que el empleo de transgénicos podría dar lugar a la aparición de resistencias a bacterias patógenas
de relevancia clínica.24
Sin embargo, existen multitud de elementos que limitan la transferencia de ADN del producto transgénico a otros organismos. El simple
procesado de los alimentos previo al consumo degrada el ADN.2526 Además, en el caso particular de la transferencia de marcadores de
resistencia a antibióticos, las bacterias del medio ambiente poseen enzimas de restricción que degradan el ADN que podría transformarlas
(este es un mecanismo que emplean para mantener su estabilidad genética).27 Más aún, en el caso de que el ADN pudiera introducirse sin
haber sido degradado en los pasos de procesado de alimentos y durante la propia digestión, debería recombinarse de forma definitiva en
su propio material genético, lo que, para un fragmento lineal de ADN procedente de una planta requiriría una homología de secuencia muy
alta, o bien la formación de un replicón independiente.8 No obstante, se ha citado la penetración de ADN intacto en el torrente sanguíneo
de ratones que habían ingerido un tipo de ADN denominado M13 ADN que puede estar en las construcciones de transgénicas, e incluso su
paso a través de la barrera placentaria a la descendencia.28 En cuanto a la degradación gastrointestinal, se ha demostrado que el
gen epsps de soja transgénica sigue intacto en el intestino.29 Por tanto, puesto que se ha determinado la presencia de algunos tipos de
ADN transgénico en el intestino de mamíferos, debe tenerse en cuenta la posibilidad de una integración en el genoma de la microbiota
intestinal (es decir, de las bacterias que se encuentran en el intestino de forma natural sin ser patógenas), si bien este evento requeriría de
la existencia de una secuencia muy parecida en el propio ADN de las bacterias expuestas al ADN foráneo.8 La FDA estadounidense,
autoridad competente en salud pública y alimentación, declaró que existe una posibilidad potencial de que esta transferencia tenga lugar a
las células del epitelio gastrointestinal. Por tanto, ahora se exige la eliminación de marcadores de selección a antibióticos de las plantas
transgénicas antes de su comercialización, lo que incrementa el coste de desarrollo pero elimina el riesgo de integración de ADN
problemático.23

Inserción de "ADN foráneo"[editar]


Un aspecto que origina polémica es el empleo de ADN de una especie distinta de la del organismo transgénico; por ejemplo, que en maíz
se incorpore un gen propio de una bacteria del suelo, y que este maíz esté destinado al consumo humano. No obstante, la incorporación
de ADN de organismos bacterianos e incluso de virus sucede de forma constante en cualquier proceso de alimentación. De hecho, los
procesos de preparación de alimento suelen fragmentar las moléculas de ADN de tal forma que el producto ingerido carece ya de
secuencias codificantes (es decir, con genes completos capaces de codificar información.26 Más aun, debido a que el ADN ingerido es
desde un punto de vista químico igual ya provenga de una especie u otra, la especie del que proviene no tiene ninguna influencia.30

La transformación de plántulas de cultivo in vitro suele realizarse con un cultivo de Agrobacterium tumefaciens en placas Petri con un medio de
cultivo suplementado con antibióticos.

Esta preocupación se ha extendido en cuanto a los marcadores de resistencia a antibióticos que se cita en la sección anterior pero también
respecto a la secuencia promotora de la transcripción que se sitúa en buena parte de las construcciones de ADN que se introducen en las
plantas de interés alimentario, denominado promotor 35S y que procede del cauliflower mosaic virus (virus del mosaico de la coliflor).
Puesto que este promotor produce expresión constitutiva (es decir, continua y en toda la planta) en varias especies, se sugirió su posible
transferencia horizontal entre especies, así como su recombinación en plantas e incluso en virus, postulándose un posible papel en la
generación de nuevas cepas virales.31 No obstante, el propio genoma humano contiene en su secuencia multitud de repeticiones de ADN
que proceden de retrovirus (un tipo de virus) y que, por definición, es ADN foráneo sin que haya resultado fatal en la evolución de la
especie (de hecho estas secuencias víricas han sido de gran importancia en la evolución de las especies, tanto de humanos como de otros
animales32); estas repeticiones se calculan en unas 98.00033 o, según otras fuentes, en 400.000.34 Dado que, además, estas secuencias
no tienen por qué ser adaptativas, es común que posean una tasa de mutación alta y que, en el transcurso de las generaciones, pierdan su
función. Finalmente, puesto que el virus del mosaico de la coliflor está presente en el 10% de nabos y coliflores no transgénicos, el ser
humano ha consumido su promotor desde hace años sin efectos deletéreos.35

Alergenicidad y toxicidad[editar]

En verde los países que solicitan el etiquetado de importaciones de alimento transgénico, en rojo los países que prohíben la importación de este tipo de
productos.

Se ha discutido el posible efecto como alérgenos de los derivados de alimentos transformados genéticamente; incluso, se ha sugerido su
toxicidad. El concepto subyacente en ambos casos difiere: en el primero, una sustancia inocua podría dar lugar a la aparición de
reacciones alérgicas en algunos individuos susceptibles, mientras que en el segundo su efecto deletéreo sería generalizado. Un estudio de
gran repercusión al respecto fue publicado por Exwen y Pustzai en 1999. En él se indicaba que el intestino de ratas alimentadas con
patatas genéticamente modificadas (expresando una aglutinina de Galanthus nivalis, que es una lectina) resultaba dañado severamente.36
No obstante, este estudio fue severamente criticado por varios investigadores por fallos en el diseño experimental y en el manejo de los
datos. Por ejemplo, se incluyeron pocos animales en cada grupo experimental (lo que da lugar a una gran incertidumbre estadística), y no
se analizó la composición química con precisión de las distintas variedades de patata empleadas, ni se incluyeron controles en los
experimentos y finalmente, el análisis estadístico de los resultados era incorrecto.37 Estas críticas fueron rápidas: la comunidad científica
respondió el mismo año recalcando las falencias del artículo; además, también se censuró a los autores la búsqueda de celebridad y la
publicidad en medios periodísticos.37
En cuanto a la evaluación toxicológica de los alimentos transgénicos, los resultados obtenidos por los científicos son contradictorios. Uno
de los objetivos de estos trabajos es comprobar la pauta de función hepática, pues en este órgano se produce la detoxificación de
sustancias en el organismo. Un estudio en ratón alimentado con soja resistente a glifosato encontró diferencias en la actividad celular de
los hepatocitos, sugiriendo una modificación de la actividad metabólica al consumir transgénicos.38 Estos estudios basados en ratones y
soja fueron ratificados en cuanto a actividad pancreática39 y testículo.40 No obstante, otros científicos critican estos hallazgos debido a que
no tuvieron en cuenta el método de cultivo, recolección y composición nutricional de la soja empleada; por ejemplo, la línea empleada era
genéticamente bastante estable y fue cultivada en las mismas condiciones en el estudio de hepatocitos y páncreas, por lo que un elemento
externo distinto del gen de resistencia al glifosato podría haber provocado su comportamiento al ser ingerido. Más aun, el contenido
en isoflavonas de la variedad transgénica puede explicar parte de las modificaciones descritas en el intestino de la rata, y este elemento no
se tuvo en cuenta puesto que ni se midió en el control ni en la variedad transgénica.41 Otros estudios independientes directamente no
encontraron efecto alguno en el desarrollo testicular de ratones alimentados con soja resistente a glifosato42 o maíz Bt.43

Propiedad intelectual[editar]
Un argumento frecuentemente esgrimido en contra de los alimentos transgénicos es el relacionado con la gestión de los derechos
de propiedad intelectual y/o patentes, que obligan al pago de regalías por parte del agricultor al mejorador. Asimismo, se alude al uso de
estrategias moleculares que impiden la reutilización del tomate, es decir, el empleo de parte de la cosecha para cultivar en años sucesivos.
Un ejemplo conocido de este último aspecto es la tecnología Terminator, englobado en las técnicas de restricción de uso (GURT),
desarrollada por el Departamento de Agricultura de EE.UU. y la Delta and Pine Company en la década de 1990 y que aún no ha sido
incorporada a cultivares comerciales, y por supuesto no está autorizada su venta. La restricción patentada opera mediante la inhibición de
la germinación de las semillas, por ejemplo.44 Cabe destacar que el uso del vigor híbrido, una de las estrategias más frecuentes en mejora
vegetal, en las variedades no tradicionales pero no transgénicas también imposibilita la reutilización de semillas. Este procedimiento se
basa en el cruce de dos líneas puras que actúan como parentales, dando lugar a una progenie con un genotipo mixto que posee ventajas
en cuanto a calidad y rendimiento. Debido a que la progenie es heterocigota para algunos genes, si se cruza consigo misma da lugar a una
segunda generación muy variable por simple mendelismo, lo que resulta inadecuado para la producción agrícola.21
En cuanto a la posibilidad de patentar las plantas transgénicas, éstas pueden no someterse a una patente propiamente dicha, sino a
unos derechos del obtentor, gestionados por la Unión Internacional para la Protección de Nuevas Variedades de
Plantas. Argentina, Brasil, España, Bolivia y Chile se encuentran en esa unión, siendo un total de 66 en diciembre de 2008 (entre los
países no participantes destaca EE. UU.).45 Para la UPOV en su revisión de 1991, la ingeniería genética es una herramienta de
introducción de variación genética en las variedades vegetales.46 Bajo esta perspectiva, las plantas transgénicas son protegidas de forma
equivalente a la de las variedades generadas por procedimientos convencionales; este hecho necesariamente exige la posibilidad de
emplear variedades protegidas para agricultura de subsistencia e investigación científica. La UPOV también se pronunció en 2003 sobre
las tecnologías de restricción de uso como la Terminator mencionada anteriormente: de acuerdo con la existencia de un marco legal de
protección de las nuevas variedades, se indica que la aplicación de estas tecnologías no es necesaria.47

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