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EL RETO DE RECUPERAR LA MÚSICA GRIEGA ANTIGUA

En los años 30 el musicólogo Wilfrid Perret en la Royal Musical Association de Londres


recordaba las palabras de un profesor de griego y músico aficionado: «A la música de la
Antigua Grecia nadie ha conseguido encontrarle nunca ni pies ni cabeza, ni nadie lo conseguirá
nunca. Es así de compleja» (D’Angour, 2018). En términos similares se expresaba Albin Lesky en
su monumental Historia de la literatura griega cuando al referirse a la lírica observaba «Si de
por sí es lamentable la pérdida de la música para nuestra comprensión de la lírica antigua,
debemos tener en cuenta, sobre todo para la lírica coral, que la palabra conservada solo nos
proporciona una fracción de lo que en un tiempo fue un todo de sonido y movimiento» (Lesky,
1989, p. 174).
Lesky acierta al considerar que la palabra conservada solo es una pequeña fracción de un
todo de sonido y movimiento, pues como señala Rodríguez Adrados, en época arcaica «[...]la
poesía era un derivado, subordinado a un ritmo, una música y a una intención preexistentes»;
si bien, a partir del siglo VII a. de C. la situación se invirtió y fue la música la que se subordinó a
la palabra (Adrados, 1980, p.133). Sin embargo, dar por sentada la pérdida de la música griega
antigua es un error. Afortunadamente, grupos de trabajo como el dirigido por Armand
d’Angour en la Universidad de Oxford, Sylvain Perrot en el Centre National de la Recherche
Scientifique de Estrasburgo o Mathilde Kaisin en Lieja están haciendo posible que podamos
disfrutar de nuevo de la música griega de la antigüedad.
El denominador común del método de trabajo de todos los investigadores
anteriormente citados es partir de las evidencias que nos proporcionan la arqueología y los
textos, tanto literarios como de teoría musical, que no han llegado: si se conoce el ritmo, la
melodía y los instrumentos que se utilizan, es posible reconstruir la música antigua.
Por lo que respecta a los instrumentos los datos proporcionados por la arqueología son
preciosos a la hora de reconstruir la lira y el aulós, la flauta doble con que se acompañaba la
poesía áulica. Además, hoy en día las nuevas tecnologías permiten una reconstrucción más fiel.
Así, el grupo de D’Angour ha reconstruido una doble flauta a partir del aulós conservado en el
Museo del Louvre utilizando un programa informático concebido ad hoc. Paralelamente, la
cerámica griega con sus representaciones de músicos permiten hacerse una idea de cómo se
tocaban los instrumentos. Así se ha sabido que para tocar el aulós el ejecutante llevaba a cabo
lo que se conoce como respiración circular: se toma el aire por la nariz, se almacena en las
mejillas (de ahí que sean representados con los carrillos hinchados) y se expulsa. A la vez se
inspira de nuevo por la nariz de tal forma que se puede producir un sonido continuo similar a
una gaita.
En lo referente al ritmo, la cuestión es mucho más sencilla. Sabemos que tanto la poesía
como la tragedia y la comedia en muchas de sus partes estaban concebidas para ser cantadas
acompañadas por instrumentos. Puesto que el griego es una lengua en el que la cantidad
silábica es relevante fonológicamente, su métrica está basada en la repetición de esquemas
(los pies métricos) que son combinaciones de sílabas largas y breves. Dentro de cada uno de
estos pies hay una parte dominante, tesis, y otra débil, arsis.
Recuperar la melodía es la tarea más complicada, pero aquí, de nuevo, la arqueología y
la paleografía han proporcionado a los investigadores evidencias a partir de las cuales trabajar.
El epitafio de Sicilo o el Peán de Apolo en Delfos son inscripciones en las que sobre el texto
aparecen letras que en realidad son una notación musical. Asimismo contamos con una buena
cantidad de papiros literarios en los que aparece también superpuesta una notación musical.
Los antiguos griegos se servían de las letras del alfabeto para notar la melodía que podemos
interpretrar gracias a la Εἰσαγογὴ μουσική de Alipio de Alejandría (Kaisin, 2019, p.77).
Hasta aquí el método de recuperación de la música griega antigua se asemeja al método
positivista utilizado por los comparativistas y, posteriormente, por los Jungergrammatiker en el
siglo XIX para le reconstrucción del indoeuropeo.
La cuestión fundamental es que muchos de los textos que poseemos y que sabemos que
estaban musicados carecen de notación. En tal caso el método positivista es insuficiente pues
ya no se pueden cotejar evidencias sino que hay que inferir resultados a partir de datos
indirectos. En el ámbito del indoeuropeo la publicación de la Mémoire sur le système des
voyelles dans les langues indoeuropéens en 1879 por parte de Ferdinand de Saussure supuso
una revolución metodológica al postular la existencia de lo que llamó coeficientes sonánticos,
base de la teoría laringal, sin comparar evidencias, sino mediante el razonamiento estructural.
Medio siglo después, el desciframiento de las tablillas hititas confirmó las predicciones de
Saussure.
El trabajo de los investigadores de la música griega antigua es en cierto modo similar. Se
trata de restablecer la música griega a pesar de no contar con todos los datos, aplicando el
razonamiento. De nuevo, para este fin, la naturaleza de la lengua griega facilita la
reconstrucción. El griego clásico representa un estado de lengua próximo al del proto-
indoeuropeo con un acento tonal, no de intensidad como las lenguas modernas. Este acento
tonal es libre y en la métrica es independiente de la tesis y el arsis (Léjeune, 1987, 293-294). Así
pues, el acento tonal del griego clásico, al indicar una elevación de la altura musical, es un
índice a partir del cual se puede ir restableciendo la melodía.
No es casualidad que los estudios diacrónicos de la filología, concretamente la
reconstrucción del indoeuropeo, lengua hipotética de la que no poseemos datos escritos,
proporcionen un modelo para los investigadores que se dedican a la recuperación de la música
griega antigua. En el plano teórico ambos problemas, la reconstrucción de una lengua no
atestiguada y la recuperación de una música no anotada, son muy similares. Por otra parte,
como señalaba el profesor Rodríguez Adrados en el artículo antes mencionado el término
griego μουσική, derivado del nombre de las musas, englobaba tanto la música, como la poesía
y la danza, todos ellos constituyentes de la dramaturgia griega, tanto la tragedia como la
comedia. En definitiva, al margen de las aportaciones de ciencias auxiliares como la
arqueología o la paleografía, el reto de la recuperación de la música griega antigua es muy
similar al que se plantean los filólogos clásicos a la hora de la reconstrucción del indoeuropeo.

BIBLIOGRAFIA
D’Angour, A. (2018). Ancient Greek Music: now we finally know what it sounded like. The
Conversation. Recuperado de: https://theconversation.com/ancient-greek-music-now-we-
finally-know-what-it-sounded-like-99895
Kaisin, M. (2019). Les payprus littéraires grecs avec notations musicales provenant
d’Oxyrhynque. Faculté de Philosophie et Lettres. Liège.
Léjeune, M. (1987). Phonétique historique de mycénien et du grec ancien. Paris: Klincksieck.
Lesky, A. (1989). Historia de la literatura Griega. Madrid: Gredos.
Rodríguez, F. (1980). Música y literatura en la Grecia antigua. Anuario de la Sociedad Española
de Literatura General y Comparada, Vol. III (1980), pp.130-137.

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