Narrador: Ese día CUTBERTO amaneció de malas, se levanta, se
viste, se puso su morral, se puso su sombrero; ya estaba a punto de salir de casa, cuando…su mujer doña GUMERCINDA, le dijo: Gumercinda: “¡Oye!, CUTBERTO hoy es día de muertos y no me has dado dinero para comprar las cosas para la ofrenda” Narrador: como ya les dije, había amanecido de malas, así que le contestó: Cutberto: ¡No me quites el tiempo, no te voy a dar nada!... Gumercinda: ¡Acuérdate! Que va hacer un año que murieron tus papás, van a venir y no van a encontrar nada de ofrenda” Cutberto: “eso de que los muertos vienen es puro cuento y embustes de ustedes las mujeres, solo para sacarnos dinero…y eso ¡no es verdad! Narrador: sin dar tiempo de reclamo alguno salió y se fue a trabajar al monte. Doña GUME, se quedó muy afligida, porque fíjense ella había querido mucho a sus suegros; porque siempre habían sido muy buenos con ella y con toda la gente. Gumercinda: ¡a caray! y ¿ahora qué hago?...tan buenas gentes que fueron conmigo…y no tengo dinero. Narrador: Así que decidió ponerles una ofrenda aunque fuera muy sencilla, ya que no tenía dinero. Limpio una mesita, luego le puso un mantel blanco con bordados y bonitos tejidos, después puso un plato con sal, un vaso con agua, 2 veladoras, después un retrato de los señores y los puso también en la mesa; pero…faltaba la comida…y por más que buscó en su casa lo único que encontró fue: un puño de cacahuates, y un ramito de quelites. Gumercinda: ¡Chin, no tengo otra cosa, que me perdonen mis suegros!, ellos sabían cómo era su hijo. Narrador: ¡ni modo, no tenía más! Narrador: mientras CUTBERTO ya estaba en el monte, había decido tumbar un árbol para hacer un mueble de madera que luego iba a vender…en eso estaba, cuando…escuchó a lo lejos un canto muy delicado y suave… Todos los extras: jugaremos en el bosque mientras que el lobo no está…. Narrador: curioso… quiso saber de dónde provenía y se dio cuenta que los que cantaban eran muchas personas que venían bajando, por allá, por aquel cerro, poco a poco se fueron acercando hacia donde estaba CUTBERTO, pero…reconoció a su madrina…y le gritó… Cutberto: “Madrina…madrina” Narrador: pero luego pensó:…”No, no…no puede ser mi madrina; porque ella murió hace 2 años. Narrador: luego vio a don Nicandro, que había muerto hace 4 años, a doña Chole, la chismosa del pueblo; pero ella había muerto hace más de 3 años, luego reconoció a don Refugio, pero él había muerto cuando CUTBERTO tenía apenas 14 años…y así…fue reconociendo a muchos…pero TODOS, TODOS…¡Ya estaban bien…muertos!... Narrador: entonces… lleno de miedo corrió a esconderse atrás de un árbol y se quedó agachado, agachado, temblando esperando que se fueran…y hasta entonces comprendió quienes eran… Cutberto: ¡me lleva…son las animas de los muertos! Narrador: si…eran las ánimas de los muertos que bajaban al pueblo a buscar las ofrendas en las casas de los familiares. CUTBERTO quedó asustado y sentado temblando, pasó mucho tiempo detrás de aquel árbol; hasta que al poco rato escuchó voces y cantos que venían muy alegres… Todos los extras: bla, bla, bla… Narrador: ¡pues venían festejando!...hasta adelante venia un hombre con un plato de enchiladas… …Luego una mujer comiendo pan de muerto y tomando unos traguitos de… atole… Iban una señora bien contenta y orgullosa estrenando su rebozo Y niños, muchos niños…comiendo dulces… Más atrás venía un señor muy contento que caminaba como de un lado a otro hasta parecía que iba a caer ya se imaginara que llevaba en la mano…por supuesto…una botella de mezcal… Y los que no pues traían pozole, tamales, traían toda la comida que ustedes se pueden imaginar, en fin puro festejo…todos contentos… ¡todos!, excepto dos animas que venían hasta atrás caminando lento con la cabeza agachada, la mirada triste. Narrador: y lo que traían en la mano… lo que traían en la mano…era un puño de cacahuates y un ramito de quelites…si eran los papás de CUTBERTO. Cuando él los vio nuevamente corrió a esconderse atrás del árbol y después sintió vergüenza y tomando valor salió a encontrarlos y se acercó a ellos y les dijo: Cutberto: mamá, papá, perdónenme por favor, ¡YO NO CREIA EN ESO DEL REGRESO DE LAS ANIMAS DE LOS MUERTOS! Narrador: pero los señores siguieron caminando sin detenerse como sin nadie les hablara. CUTBERTO, corrió detrás de ellos y les dijo: Cutberto: el año próximo les pondré la mejor ofrenda de todo el pueblo. Narrador: pero los señores siguieron avanzando como sin nada, por tercera ocasión CUTBERTO, les volvió a alcanzar para decirles que: Cutberto: regresen mañana, les haré un bote grandote de tamales… Narrador: entonces el padre de CUTBERTO se detuvo y le dijo: Papa de Cutberto: Mira CUTBERTO, los muertos no podemos venir a cada rato, si de veras quieres darnos el bote de tamales te esperamos en el atrio de la iglesia a las 5:00 de la mañana. Narrador: Cutberto no esperó más, se fue corriendo y le platicó a su mujer. Entre los dos se pusieron hacer los tamales, al terminar CUTBERTO, se sentía muy cansado, no solo por haber hecho los tamales; sino, por haber hablado con los muertos así que pidió a doña GUME que: Cutberto: cuida los tamales, háblame cuando ya estén cocidos. Narrador: Cutberto tendió su petate, se cubrió con una sábana, puso su sombrero en la cara para que nada le molestara. Doña GUME estaba atenta cuando creyó que ya estaban listos, sacó un tamal, abrió la hoja y probó un poquito. Gumercinda: ¡mmmmm!, ya están cocidos y están riquísimos, ¡pues los hice,… yo mero, que no! Narrador: Así que fue a despertar a CUTBERTO…era buena hora apenas pasaban de la 4:30 de la mañana… Gumercinda: ¡CUTBERTO!, ya casi es la hora, ¡ya levántate! Narrador: Pero seguía durmiendo… Gumercinda: ¡que ya te pares!, ya van a dar las 5:00 de la mañana… Narrador: y CUTBERTO, durmiendo… Narrador: muy enojada doña GUME lo fue a mover y hasta entonces se dio cuenta que CUTBERTO… ¡ya estaba muerto!... Gumercinda: ¡NOOOOOOO…! Narrador: y esos tamales sirvieron para darles de comer a las personas que fueron al velorio. Narrador: Porque dicen: que los que no ofrendan, se los llevan los muertos…