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Problemas sociales en Colombia

En el documento: Neoliberalismo, globalización y pobreza, por Francisco Cortés Rodas; se

menciona que las desigualdades económicas en nuestras sociedades, le restan posibilidad a

mucha gente de potenciar sus habilidades y capacidades para el enriquecimiento de su vida y el

desarrollo de sus libertades.

Por consiguiente: se genera una crítica a la globalización en defensa de los trabajadores, los

derechos humanos, el medio ambiente y los recursos naturales, de las diferencias culturales y

raciales.

En ese orden de ideas se sobreentiende el requerimiento de un “vuelco de la intervención política

en la economía, que signifique una regulación y una planificación total de los asuntos

económicos y sociales, el cual consienta una intervención del Estado en el mecanismo del

mercado para evitar las consecuencias perjudiciales de la interacción económica, y para evitar

que los poderes dominantes, económicos, políticos o sociales, impidan que las personas realicen

sus proyectos individuales de vida”( Cortés, 2003, p. 167).

Esto (…). “supone un desarrollo de planteamientos teóricos que apunten a la construcción de

instituciones que hagan viable una política global democrática, un derecho global y una justicia

global” (p. 167).

En el documento afirman que el modelo de desarrollo económico neoliberal ha sido utilizado en

Colombia solamente en función de la protección de las estructuras tradicionales de poder y de

los intereses de las minorías privilegiadas, y que ha servido así para reproducir y mantener

excluidas de la participación económica, social y política a amplias masas de la población, por


tal motivo el reto para la sociedad colombiana es: la construcción de un nuevo modelo de

sociedad en el que sea posible erradicar la exclusión, la marginación y la pobreza.

A mi manera de entender este escrito, coincido con el autor cuando hace mención a que

Colombia es una sociedad atravesada históricamente por una profunda exclusión social,

económica y política, por un conflicto político marcado por la violencia, Así las cosas, los graves

problemas de pobreza, marginación y exclusión social, las profundas desigualdades económicas,

políticas y sociales existentes en la sociedad colombiana, no son consecuencia exclusiva y

directa de la globalización ni de la puesta en práctica de las orientaciones neoliberales. (Pierre, p.

162.), también tiene mucho que ver con la influencia del narcotráfico y el conflicto social y

armado en Colombia a partir de la lucha por el acceso a la tierra.

Cuando nos adentramos en este tema, nos podemos dar cuenta que una de las causas

predominantes de mayor relevancia en la historia del conflicto social del país ha sido la lucha por

el acceso a la tierra. Como lo ha planteado Darío Fajardo, […] han estado asociados fenómenos

como las usurpaciones frecuentemente violentas de tierras y territorios de campesinos e

indígenas, apropiaciones indebidas de baldíos de la nación, imposiciones privadas de

arrendamientos y otros cobros por el acceso a estas tierras. (Fajardo, 2015, p. 12).

El texto LA LUCHA POR LA TIERRA EN COLOMBIA: GÉNESIS DE UN CONFLICTO

QUE NO ACABA relata que: cuando llego la época del monopolio, fueron los grandes

latifundistas que se apoderaron de las tierras, esos mismos quienes a su vez eran jefes políticos y

las autoridades municipales estaban a su servicio. Por tal motivo los campesinos se vieron en la

lidia de conquistar el derecho de trabajar y a tener tierra en propiedad. Y fue así como las

apropiaciones de tierras y las colonizaciones en forma clandestina y revolucionarias se

agudizaron, provocando enfrentamientos y hasta muertos. (Marulanda, 1991, P. 13 – 14)


La presión que ejercieron los campesinos a favor de la parcelación llevó a que el Estado pensara

una fórmula para evitar un empoderamiento mucho más claro de los campesinos, donde se

mostrara un relativo acceso a la tierra por parte de los desposeídos, pero que, en el fondo, no

cambió la estructura de su tenencia a favor del gran latifundio. Es así como aparecería, como

fórmula estratégica, la Ley 200, la ley de tierras de 1936, aprobada en el gobierno de Alfonso

López Pumarejo; Ley que, en la práctica, mantuvo el poder económico, político y social del

latifundio, invistiendo la propiedad privada de una nueva legitimidad, mas no una

democratización de la tenencia de la tierra. (Marulanda, 1991, P. 15).

Esta Ley 200 de 1936 como una reforma agraria, no abocó el tema de la redistribución de la

propiedad de la tierra, ni la disminución de la original distribución de la misma. Es decir, no

afectó el poder de la clase terrateniente ni motivó o instrumentó procesos de ascenso social, ni la

incorporación del campesinado a un proceso de transformación nacional que significara una

reestructuración del poder en la sociedad colombiana como principal activo generador de riqueza

en una sociedad atrasada. (Bejarano, 1976, p. 17 – 18).

Entonces, en este contexto y a lo largo de la historia vemos que el estado en cabeza de cualquiera

de los grupos políticos tradicionales, se ha permitido favorecer por medio de leyes y normas a

personas que lo han y tienen todo; dejando a un lado a una mayoría que posee poco y a la vez

nada. Así con esta forma discriminatoria generada por los altos mandos del estado, no podremos

contemplar en ninguno de los casos la tan anhelada equidad social de la que tanto hablan en

tiempo de elecciones los candidatos a la dirigencia de un país donde el pan de cada día es: la

exclusión, la marginación y la pobreza.


Lastimosamente, todos estos ingredientes y otros más, han hecho posible la aparición de grupos

armados ilegales que buscan obtener y proteger sus bienes a sangre y fuego causando dolor y

sufrimiento a los más vulnerables.

Según el documento: Construcción de problemas sociales: cultura, política y Movilización,

existen determinados patrones de interacción entre los diversos ámbitos o arenas sociales en las

cuales se tratan y construyen los problemas, que hacen que las actividades que se realizan en uno

se propaguen a los otros (Hilgartner y Bosk 1988)

Los problemas sociales no son el producto tan solo de condiciones objetivas en la sociedad, sino

que son el fruto de un proceso de definición colectiva de ciertas condiciones como problemas

(Blumer 1971). Tan sólo algunos fenómenos sociales se constituyen en un momento

determinado en causa de preocupación y pasan a ser considerados problemas sociales (Spector y

Kitsuse 1977).

Este comentario o afirmacion de estos escritores refenciados en el documento: construccion de

problemas sociales, nos ayuda a comprender los sucesos descritos en el documento titulado

COLOMBIA: EL PROYECTO NACIONAL Y LA FRANJA AMARILLA, donde se describe

una serie de acciones que conduce y/o promueve un problema social, cuyo desenlase cobra

muchas vidas humanas y consigo la ploriferacion de grupos armados al margen de la ley, siendo

esta una de las causas por las cuales se ve nuestro país atrapado en una crisis social; viviendo una

situación de violencia creciente y dramática. Hoy día nos catalogan como el país con mayor

índice de criminalidad e inseguridad para sus ciudadanos. Exteriorizando un alto porcentaje de

pobladores en condiciones de extrema pobreza, y presentando una clase política dirigente

viviendo en niveles de opulencia exagerados y con las ineficiencias estatales más alarmantes del

continente, poseemos aceptables índices de crecimiento económico; Pero a su vez altísimos


niveles de corrupción en la administración, impunidad y parálisis judicial, exagerada inversión

en seguridad, que repercuten en altos costos para la ciudadanía en el sostenimiento del sistema

militar.

Según el relato del autor, desde el comienzo hubo quien supo cuáles eran nuestros deberes si

queríamos construir una patria medianamente justa e impedir que a la larga Colombia se

convirtiera en el increíble nido de injusticias, atrocidades y cinismos que ha llegado a ser. Más

aún se hace mención a el Estado, omnipotente a la hora de imponer tributos y de reprimir

descontentos, pero en realidad no es un Estado que represente una voluntad nacional, ya que

grandes poderes externos estuvieron interesados en mantener nuestra economía en condiciones

desventajosas, por esto se reprocha que haya gobiernos nacionales que trabajen para favorecer

los intereses de los otros y no los de su propio país; esto significó entregar nuestra economía sin

protección y sin escrúpulos a los rigores y las rapacidades del mercado mundial. Y a ese invento

genial se lo ha llamado "apertura económica" desde los tiempos del general Francisco de Paula

Santander, miembro y favorecedor de las grandes familias de comerciantes importadores de la

sabana. (Ospina, 1954)

Con estas afirmaciones hechas en el documento “la franja amarilla” llegamos a comprender por

qué la situación actual del país.

Continua diciendo el narrador que: A pesar de los esfuerzos liberales de Manuel Murillo Toro,

de Tomás Cipriano de Mosquera, de José Hilario López, quien había decretado la libertad de los

esclavos en 1854; a pesar de grandes luchas democráticas, la sociedad colombiana se cerró bajo

el poder de los terratenientes y del clero; la Iglesia y el Estado se confundieron en una amalgama

indiferenciada y nefasta, el índice católico prohibió la lectura libre durante buena parte del siglo,

la educación estuvo manejada por la Iglesia, fueron causales de violencia familiar e intolerancia
social, irrespeto por las creencias ajenas, y a considerar toda disidencia y toda rebeldía como un

fenómeno religioso. (Ospina, 1954)

Se cuenta que un sector del liberalismo acaudillado por Alfonso López Pumarejo intentó una

reforma democrática que favoreciera la industrialización, que modificara el régimen de

propiedad sobre la tierra, que modificara las relaciones entre el Estado y la Iglesia, y que abriera

el camino para la adecuación de la sociedad colombiana a algunas de las tendencias mundiales

del siglo. Pero naturalmente desató una inmediata contrarreforma, que trajo violencia antiliberal

a los campos. Como respuesta a la violencia antiliberal, el sector popular del liberalismo

emprendió una defensa de los campesinos perseguidos, que rápidamente fue configurándose

como una enorme rebelión popular bajo la orientación del caudillo Jorge Eliécer Gaitán, quien

comprendió muy pronto que Colombia necesitaba con urgencia grandes reformas sociales;

entendiendo que el principal enemigo de la sociedad colombiana era ese bipartidismo

aristocrático cuyos jefes formaban en realidad un solo partido de dos caras. Fue entonces cuando

Gaitán convocó a la

Marcha del Silencio, para protestar por la violencia en los campos, y una impresionante multitud

gaitanista sobrecogió a Bogotá al marchar y concentrarse de un modo disciplinado y silencioso.

A partir de ese momento Gaitán era el jefe de la mayor fuerza popular de nuestra historia y, de

acuerdo con el orden democrático, era el seguro presidente de la república. Llegaría al poder no

sólo con un gran respaldo popular sino con una enorme claridad sobre las reformas que

requeríamos y sobre el país que Colombia debía llegar a ser para impedir la perdición de

millones de seres humanos. (Ospina, 1954)

Sus enemigos comprendieron entonces que la democracia llevaría a Gaitán al poder y

procedieron a ofrecerle su apoyo a cambio de que él aceptara su asesoría, es decir, compartiera


con ellos su triunfo y les permitiera escoltarlo. Gaitán se negó, y arreciaron en su campaña

difamatoria. La última ráfaga de aquella oposición rabiosa debió armar la mano fanática o

mercenaria que le dio muerte. Y así comenzó la gigantesca contrarrevolución, ya que conjuraba

algo que aún no se había cumplido que marcó de un modo trágico el destino de Colombia en los

50 años siguientes. (Ospina, 1954)

Entonces con todo lo extraído del documento nos damos cuenta que la corrupción en nuestra

amada patria ha sido de tan grande magnitud que nuestros gobernantes jamás permitirán que al

poder lleguen personas con buenos ideales para favorecer a la clase menos favorecida; por

consiguiente podemos estar seguros que la historia hará las reformas sociales que exige nuestra

sociedad y las resolverá a su manera, posiblemente a un alto costo para todos.

Referencias

Rodas, F. Neoliberalismo, globalización y pobreza

Pineda, F. La lucha por la tierra en Colombia: Génesis de un conflicto que no acaba

Frigeiro, A La construcción de los problemas sociales: Cultura, Política y Movilización

Ospina, W. Colombia: El proyecto nacional y la franja amarilla

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