Sei sulla pagina 1di 45

Inmoralazo Kant

Immanuel Kant
Texto Resumen Número 1
CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA: ÉTICA.

1.- La conciencia moral.

El segundo ámbito de la filosofía de Kant está sobre todo dedicado a la libertad. La


encontramos en su obra "Crítica de la razón práctica", libro precedido de otro también
dedicado a la moral titulado "Fundamentación de la metafísica de las costumbres", que
será completado a final de su vida por otra obra: "Metafísica de las costumbres".
De la misma manera que en la "Crítica de la razón pura" Kant parte de la existencia del
hecho, en la "Crítica de la razón práctica" parte de otro hecho: existe conciencia moral.
Para Kant es un hecho que el hombre actúa según principios o leyes que rigen una conducta
moral. A estos principios Kant les llama imperativos, y son de dos tipos: hipotéticos y
categóricos.

a) El imperativo hipotético

Es un mandato que obliga universalmente siempre bajo una condición. Se caracteriza


porque ordena la acción como medio para un fin, un ejemplo del propio Kant: "Si quieres
ser un buen ciudadano paga los impuestos del Estado". Aunque sea un acto legal pagar
tales impuestos, para Kant ese acto no es verdaderamente moral porque no tiene un fin en sí
mismo, se hace a cambio de algo (p. ej.: para no ser perseguido por la justicia, para
disfrutar de un bien social). Esto sería solo un acto legal. Para Kant entre el acto legal y el
acto moral hay una diferencia, que el segundo obliga al sujeto a obrar únicamente por su
voluntad, sin esperar a cambio ninguna recompensa, sin perseguir un fin, sin condición.

b) Imperativo categórico

Es justamente lo contrario, un mandato que obliga universalmente sin condición alguna, es


decir, un imperativo que ordena las acciones no como medios para alcanzar un fin, sino
como buenas en sí mismas. El imperativo categórico se formula del siguiente modo: "Obra
de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como
principio de una legislación universal". Las características fundamentales del imperativo
categórico son su necesidad y universalidad. Estas características se fundamentan en la
voluntad misma, que para Kant es buena voluntad, aquella que actúa por deber y no por
inclinación (imperativo hipotético).
El factor clave de la ética de Kant es por tanto el deber, pero con una peculiaridad, es un
deber que se impone a sí misma la voluntad (autonomía), que no encierra ningún contenido
material sino únicamente contenido formal, que hay que llenar (lo que hay que realizar).
2.- Autonomía de la voluntad: Ética formal.

Todos los imperativos que están condicionados por deseos, inclinaciones o intereses no son
morales en sentido estricto. Lo moral es el imperativo incondicional o categórico, lo cual
significa que la voluntad se autoimpone. Este autoimponerse lo llamamos autonomía de la
voluntad, frente a la heteronomía de la voluntad, propia de las voluntades condicionadas
por contenidos materiales o sensibles.
Si una moral no exige contenido material a los principios que rigen la voluntad, se dice que
es formal. Por ejemplo, las éticas basadas en el placer (hedonismo), o las éticas basadas en
la búsqueda de la felicidad (eudemonismo), son éticas materiales. Lo que importa es el fin
que se busca, mientras que la ética de Kant se basa en la forma de obligación de la
voluntad, la cual se da a sí misma leyes que no tienen contenido, y por eso su ética es
formal. Esto implica dos cosas:
1) Una ley formal es la que no se determina a partir de ningún objeto sensible, y por tanto
no expresa ningún contenido empírico. Y 2), tales leyes se imponen sin condiciones, puesto
que son pura forma de la voluntad manifestada en imperativos (categóricos).

3.- Postulados de la razón práctica.

Sabemos en qué consiste la moralidad para Kant, pero necesitamos saber cuál es la
condición que permite el ejercicio de la moralidad (primer postulado), y cuáles son las
causas que nos obligan a obrar moralmente (segundo y tercer postulado). Para Kant
postulado se define como proposición teórica no demostrable como tal sino solamente en
cuando que depende de una ley práctica incondicionalmente a priori. Kant de esta manera
regresa a la dialéctica trascendental, porque los postulados son precisamente ideas que se
piensan, no se conocen como tales: libertad, inmortalidad del alma y existencia de Dios.

a) La libertad.

Es condición sin la cual no es posible la moralidad. Una ley moral sólo puede obligar
porque existe libertad. Pensar que existe ley moral es postular en ese mismo momento la
libertad, es decir, presuponerla. En el ámbito de los fines del hombre, moralidad y libertad
coinciden. No se puede exigir el imperativo categórico, y por lo tanto, la autonomía de la
voluntad, si no se es libre.

a) La inmortalidad del alma.

La voluntad libremente busca el bien. El máximo bien, o el bien supremo es aquel en el que
coinciden virtud y felicidad, pero es un hecho de experiencia que en este mundo jamás se
alcanza el bien supremo. Por lo tanto, hay que postular la inmortalidad del alma para que la
razón práctica pueda alcanzar su fin incondicionado (categóricamente). La inmortalidad del
alma se distingue de la libertad como la causa de la condición, es decir, más allá de la
muerte se exigirá seguir siendo libres para alcanzar el bien supremo, mientras que por muy
libre que se sea, es inalcanzable antes de la muerte.
b) La existencia de Dios.

No es suficiente para alcanzar el bien supremo postular la inmortalidad del alma. ¿Puede el
alma humana alcanzar un bien tan perfecto, cuando ella misma no es perfecta? Sólo la
existencia de un Ser necesario, perfecto, al que llamamos Dios, es garantía que nos asegura
la unión del alma y el Sumo Bien. Como en los postulados anteriores la realización de la
ley moral exige la postulación del Ser necesario. Distinguimos este último postulado del
anterior como las causas extrínsecas de las intrínsecas. Dios ejerce su causalidad desde
fuera, para que el alma alcance el sumo bien, y la inmortalidad ejerce desde dentro del alma
su causalidad.

Texto Resumen Número 2


Immanuel Kant (1724-1804)
Primero hay que considerar en la época en que desarrollo su trabajo. Es un filósofo ilustrado, pero
este movimiento cultural en Alemania fue bastante especial porque lo promovió el emperador
Federico II, siendo que en general en los paises europeos los burgueses eran quienes estaba
interesados en desarrollar la Ilustración, por esto Kant fue apoyo mucho su labor.
Y citando a mi ayudante (al que se le corre la teja) “ todo aspirante a semi-culto debe saber que los
temas que le interesan a Kant son: la libertad moral y la política”. Es su interes en esos temas en lo
cual se refleja que fue fuertemente influenciado por la ilustración especialmente por Rousseau.
Se puede dividir el trabajo de Kant en dos partes: una precrítica y una crítica, es decir antes y después
de que Hume lo despertara de su sueño dogmático. En su primera etapa es un filósofo racionalista
con pocos trabajos e influenciado por Wolff (que también era racionalista), quienes fundan su
pensamiento en el dogma de la existencia de Dios y en la segunda, está ubicado entre los racionalistas
y los empiristas.
Immanuel plantea que es indudable que la experiencia 1 es necesaria para los conocimientos que
tenemos y mucho de estos parten de ella, pero no todos se encuentra en esta categoría (concede a
racionalista y empiristas algo de razón en cuanto al problema epistemológico). Además el empirismo
no concede un conocimiento universal y necesario, ya que es contigente y su generalidad es supuesta
y comparativa.
Exiten dos tipos de conocimiento: a priori, el cual está libre de toda experiencia e impresión sensible
y a posteriori cuya fuenta es la experiencia y dentro de los primeros los puros son aquellos que estan
totalmente libre de toda experiencia.
Estamos en un mundo “subjetividad trascendental y mas allá hay un mundo independiente y
totalmente distinto que es “lo en si indeterminado (noumen)” Nosotros (seres humanos) que estamos
en la subjetividad trascendental no podemos conocer lo que hay realmente en lo en si… y solo

1
El conocimiento empirico se da a través de la experiencia, pero esto no es necesario y agrega un
conocimiento en la experiencia
conocemos fenómenos o apariencia de ese mundo a través de: el tiempo y el espacio (estética
trascendental) las 12 categorias de Aristoteles (Analítica tracendental) y Dios,- yo – mundo
(Dialéctica trscendental) que son las facultades para conocer y trabajan sobre lo en si (todo esto se
trata en le critica a la razón pura que se divide en tres partes que son las ya nombradas). Para Kant lo
ke deberiamos hacer es mirar a nosotros mismos, vale decir, a la subjetividad para conocer nuestras
limitaciones.

Sin embargo para pensar tenemos que hacerlo por conexiones causales, esto es, que no tenemos
experiencia del tiempo y el espacio (nunca lo hemos visto, ni tocado, etc), pero no podemos pensar
sin configurar según el tiempo y el espacio ( y las 12 categorias).

Sólo podemos hablar de nuestra configuración (subjetividad trscendental) que a través de las
facultades de conocer configura lo en si indeterminado. No hay forma de escapar de de la subjetividad
y el ser humano sólo es capaz de moverse en ese ámbito.

Fundamentación de la metafísica de las costumbres

Kant pretende construir una moral universal que sea totalmente objetiva y aplicable a todos los seres
racionales, basado en un conocimiento seguro que estaría dado por los juicios sintéticos a priori, es
decir, un conocimiento alejado de la experiencia. Lo que pretende en su trabajo es la “busqueda y
establecimiento del principio supremo de la moralidad”

La buena voluntad

Los talentos del espíritu y las propiedades del temperamento son caracteristicas deseadas en
las personas, que la mayoría presupone como buenas, sin embargo, si estas no son guiadas
por una buena voluntad es probable que lleguen a ser nocivas.

Pero ¿Qué es la buena voluntad? Es lo único bueno en sí mismo, es un bien superior y


“condición para todo el restante”, incluso para la felicidad, tiene un valor aboluto que no
depende de las consecuencias de la acción , sino que del ánimo con la cual se realiza el acto
y es la razón lo que dirige la voluntad para que cumpla el deber, alejandola de toda inclinación
dado que estas estan relacionadas con la experiencia dela persona y , por ende, no tiene un
carácter universal.

Por esto último, la acción moral no puede estar subordinada a un fin u objetivo o en otras palabras, a
una inclinación porque si esto fuera así la idea de buena voluntad sería totalmente relativa.

Acciones conforme al deber y por el deber


Las aciones realizadas por la voluntad son de dos tipos: conforme al deber y por el deber. Las primeras
son aquellas en que, a pesar de que la voluntad actua según el deber, lo hace porque tiene una
“inclinación inmediata”, principalmente algún tipo de beneficio personal, y por ello no tiene valor
moral. Por el contrario, cuando se obra según el segundo tipo, la única motivación para esto es el
mero hecho de cumplir con el deber y en dicho caso la conducta si tiene valor moral, el cual se
encuentra en “la máxima según la que ha sido decidida” la acción.

Un acto moral no es juzgable exteriormente, dado que la apariencia nos puede engañar, sino que solo
interiormente, vale decir, desde la perspectiva del individuo que sabe si actua por el deber o por sus
inclinaciones.

Pero ¿Cuáles son las acciones que pueden tener valor moral sin tomar en cuenta el resultado de éstas?
Sobre esto el autor nos plantea que la voluntad debe actuar “de modo que pueda querer también que
mi máxima se convierta en una ley universal”. De esto podemos concluir que las leyes morales son
válidas para todos lo seres racionales fundados en el principio de universalidad de la moral.

Imperativos Hipotéticos y Categóricos

Para que la voluntad actue por el deber tiene que existir un mandato que se exprese como fórmulas
llamadas imperativos, que ordene a seguir una ley objetiva y por esto libre de toda inclinación.

Hay dos tipos de imperativos: hipotèticos y categóricos. Los primeros estan relacionados con las
acciones que son solo el medio para otra cosa que puede ser posibles (en cuyo caso es un principio
problemático-práctico) o real (llamado asertórico-práctico).
Y los imperativos categóricos son aquellos que estan relacionados con la “acción objetivamente
necesaria por sí, sin referencia a cualquier propósito”. No estàn limitados con ninguna condición y
son los únicos que realmente mandan. Solo estos pueden ser llamados como leyes prácticas.

Kant postula al menos tres imperativos categóricos que deben regir a la voluntad:
1. “Obra sólo según la máxima a través de la cual puedas querer al mismo tiempo que se
convierta en una ley universal”.
2. “Obra como si la máxima de tu acción fuese a convertirse en una ley universal de la
naturaleza”.
3. “Obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro siempre a la vez como fin, nunca meramente como medio”

Autonomía de la voluntad

Hasta ahora pareciera que la voluntad está atada a cumplir las leyes, por lo cual, se seguía al deber
porque ésta tenían algún interés ya sea atractivo o coactivo, sin embargo, debido a que la voluntad es
autolegisladora, es decir, es ella quien crea las leyes que después tiene que obedecer.
En contraposición a este principio se encuentra la Heteronomía de la voluntad cuyas leyes provienen
de un del exterior, vale decir, que son otros quienes crean las leyes y la voluntad guiada por los
intereses, tanto por temor a un posible castigo como porque ve en ellas el medio para satisfacer algún
deseo.

Todo ser racional debe llegar a la conclusión del imperativo categórico y, cuando todos actuan según
estos se llega al reino de los fines que sería posible “dado que las leyes determinan los fines según su
validez universal, tenemos que si se abstrae de las diferencias personales de los seres racionales, e
igualmente de todo contenido de sus fines privados, podrá ser pensado un conjunto de todos los fines
(tanto de los seres racionales, como fines en sí, como también de los fines propios que cada cual
pueda ponerse a sí mismo) en conexión sistemática”.
Todo ser racional pertenece al reino de los fines como miembro, ya que esta sometido a estas leyes,
y como cabeza, esto es como parte del proceso legislador.
La moralidad es asi la acción de legislar y de este modo constituye la única razón por la cual un ser
racional puede ser un fin en sí mismo.

La libertad en la moralidad kantiana

Kant muestra una libertad conectada a la moralidad. Para él sólo cuando los seres racionales actuan
respetando la ley moral son libres. Al parecer esta afirmación tendría un contradicción vital ¿Cómo
es posible actuar en libertad si estamos siendo obligados por la ley moral a actuar de una determinada
manera?.
Kant divide al hombre en dos:cuerpo y razón. Como seres que reciben la experiencia están
sometidos a las leyes causales y lo que perciben el mundo no son más que fenómenos, esto es, un
conocimiento por medio de la experiencia. Por esto no es un conocimiento seguro, y en este sentido
no hay libertad. Pero únicamente si se actua cumpliendo con la razón práctica es posible realizar
elecciones morales , lo que implica un concepto de libertad que Kant postuló como una condición
necesaria para el sistema, pero que no puede ser demostrada dado que está fuera del alcance
racional.

Texto Resumen Número 3

(Guia Quintana)

1. Contexto histórico

Durante toda su vida profesor en Könisgberg, en Alemania. No se casó nunca, vida muy
ordenada. Publicó su primera obra, la Crítica de la Razón pura, en 1781, es decir a los 60
años. Se tomó su tiempo el hombre… Kant es pietista: esta es una de las sectas más duras
del protestantismo. El principal planteamiento del protestantismo es que la salvación se
produce únicamente por la fe, no por las obras. Su filosofía es un reflejo de esta moral
protestante, en que lo importante no es lo que se haga, no es el fin, sino el motivo, la
justificación, el móvil que determina la acción.
Su idea es de la misma forma que Copérnico, “efectuar una revolución de la filosofía”: en
lugar de que sea el ser humano(sol) que dé vuelta en torno a las cosas (tierra), que sean las
cosas las que den vuelta alrededor del ser humano. Es intentar avalar al mismo tiempo la
tesis subjetivista de los empiristas como Hume y Berkeley (a saber: no podemos tener un
verdadero conocimiento del mundo fuera de lo que nos indican nuestros sentidos), pero sin
por ello llegar al relativismo epistemológico y moral.

2. Metafísica y epistemología

El mundo real, material existe, el problema es que no podemos conocerlo en sí mismo. Las
cosas en sí mismas se llaman noumenos. Todo lo que vemos no son más que fenómenos.
Tenemos en nuestra razón un cierto patrón, una cierta “matriz”, un cierto filtro a través de
la cuál pasan las sensaciones. Vemos a través de este filtro. Este filtro tiene ciertas
categorías: “las formas a priori de nuestra sensibilidad” . Estas dos formas son el tiempo
y el espacio. No podemos concebir nada fuera del tiempo y el espacio. Y el tiempo y el
espacio no existen en el mundo, en las cosas: son una manera que tenemos de concebirlas.
Esta concepción es la misma en todos los seres racionales.
El conocimiento que obtenemos sobre las cosas no se deriva de nuestras percepciones
sensoriales, sino de la relación que establecemos entre esas percepciones. Esa relación está
dada por la razón pura, que liga las percepciones unas con otras a través de categorías del
entendimiento. Éstas son la relación, el modo, la cantidad y la calidad. (mucho, poco, todo,
nada, causa, efecto…). El entendimiento es una parcela de la razón: es su capacidad de
reducir a reglas las representaciones sensibles. (p. 530 FMC)
Para Kant existen dos “mundos” en los cuales se puede adquirir conocimiento, el mundo
inteligible y el mundo sensible.
En el mundo sensible, concebimos las cosas a través de la experiencia, de nuestros
sentidos. Como Hume, Kant está de acuerdo con la idea de que los sentidos solo dan
conocimiento “posible”, pero no dan certeza alguna sobre lo que pueda ocurrir: no existen
leyes absolutas, inmutables, que se puedan derivar de la experiencia: “el deber ser no puede
derivarse del ser”.
Esto no quiere decir que no existan leyes, sino simplemente que no se pueden derivar de la
experiencia. Por ende, se pueden derivar de la razón pura.
La razón pura no otorga conocimiento alguno por sí sola: solo en contacto con la
experiencia, la razón puede otorgarnos conocimiento. La razón pura no es el conocimiento
mismo, sino la posibilidad de todo conocimiento. El conocimiento del funcionamiento
mismo de esta razón pura se llama lógica.
Es solo del mundo inteligible, del mundo “a priori”, de la razón, que es inmutable, que
podemos extraer ciertas leyes que pueden regir en el mundo sensible.
¿Por qué las teorías del geómetra se cumplen en la realidad?
Por que el geómetra describe nuestra pura concepción del espacio. Nosotros no podemos
ver la materia sino a través de esta concepción que el geómetra describió. Por ende, lo que
dice el geómetra se realiza en la realidad: no podemos ver las cosas sino como las podemos
ver.
Las leyes del mundo inteligible pueden ser leyes naturales, la física, y las leyes de la
libertad, la ética, que son las leyes de cómo debemos actuar.
Kant desprestigia la metafísica como se ha hecho hasta ahora, a caído ya sea en el
dogmatismo ya sea en el escepticismo.
Pero puede existir un concepto de metafísica que sea realmente cognoscitivo :
Es aquella que ve las posibilidades del conocimiento de la razón pura (específicamente el
conocimiento teórico, no el empírico)
O es la descripción misma del sistema de la razón pura, en sus formas especulativas y
prácticas.
La Crítica de la Razón Pura (CRP) es la condición de posibilidad de toda metafísica. La
metafísica no depende ni de una experiencia externa ni de una interna (Hume,
psicologismo) , está + allá de toda experiencia, a priori.
La posibilidad de existencia de la metafísica recae en la posibilidad de existencia de los
juicios sintéticos a priori.
Juicios:
- Analíticos: el predicado no dice nada nuevo sobre el sujeto, está
implícito en él.
- Sintéticos: el predicado dice algo + sobre el sujeto.

Juicios Sintéticos Analíticos


A priori 12 = 7+5. Si Todos los juicios analíticos
descomponemos 12 no son a priori. “ un día
encontramos lluvioso es un día
forzosamente 7+5, húmedo”. “ el hijo de mis
podríamos encontrar 8+4. padres que no es ninguno
Por ende, la idea de 7+5 no de mis hermanos soy yo.”
está contenida en la idea
de 12. El predicado dice
algo + sobre el sujeto.
Las matemáticas son
sintéticas a priori. La
geometría, la aritmética y
la física.
La metafísica, si existe, es
sintética a priori.
A posteriori Todos los juicios a No existen
posteriori son sintéticos.
“un día lluvioso es un día
frío”. “el hijo de mis padres
que no es ninguno de mis
hermanos se llama
Manuel.”

3. Ética
La Fundamentación se divide en tres capítulos: Del conocimiento vulgar al filosófico, de
la filosofía moral popular a la metafísica de las costumbres, de la Metafísica a la Crítica de
la razón pura práctica.
Los tres capítulos “dicen lo mismo”, pero cada vez se va justificando, con argumentos
mejor fundados, la validez del mismo precepto: la moralidad es tal solo si el motivo de mi
acción es el de actuar por deber, y no atendiendo a las consecuencias de mi acción.
La filosofía popular:
El presupuesto de la ética kantiana es que “no es posible pensar nada que pueda
considerarse como bueno a no ser tan solo una buena voluntad”. Es decir, lo que da valor
a las cosas no es el fin, el resultado, el propósito sino lo que motiva el resultado, es decir, el
principio del querer. Y si lo que motiva el resultado no es la razón, entonces no puede ser
bueno.
Por ello, que el hombre sea racional no significa que su fin sea ser feliz, sino que su fin es
actuar según la razón, independiente de si se va a ser feliz o no.
Una voluntad es buena porque al actuar, no actúa tan solo “conforme al deber”, según el
deber”, sino “por deber”. Por que si solo actuamos “según el deber” podemos estar
actuando por inclinación, y muchas veces nuestra inclinación es contraria al deber. Por
ello, si nos contentamos a actuar solo conforme al deber, corremos el riesgo de dejar de
actuar moralmente.
¿Qué es actuar por deber?
Dos requisitos:
- objetivo: actuar según una ley que es buena.
- Subjetivo: actuar por respeto a la ley, por representación de la ley.
La única ley que puede ser universalmente, objetivamente buena, es la legalidad en sí
misma “Debo actuar de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley
universal”.

¿Por qué no podemos atenernos a la conclusión que nos entrega el conocimiento popular?
Por que la filosofía popular, si bien entiende este precepto, no lo conceptualiza
abstractamente, y por ende corremos el riesgo que, al no saber cuál es el fundamento último
de la moralidad, se desvíe nuestro concepto de moralidad.

La metafísica de las costumbres:

Ya vimos que la metafísica, para ser posible, debía basarse únicamente en la descripción de
la razón pura, en su forma especulativa o en su forma práctica.
Metafísica de las costumbres: La posibilidad de descubrir preceptos de la moral que sean
universalmente valederos no pueden basarse en la experiencia, por lo que serían variables,
sino en la razón, a priori.
No importa que hasta hoy nunca se haya realizado una acción que sea perfectamente moral:
el pasado no determina el futuro. No quiere decir que la moralidad no sea posible. Si
podemos por fin conocerla mediante la razón, entonces será posible. (“querer es poder”,
voluntarismo extremo…).
La existencia de una moral debe ser válida para todos “los seres racionales” (i.e. hay seres
racionales que no son hombres (Dios), y hay hombres que no son seres racionales (niños,
locos)).
Las críticas que hace Kant a las teorías anteriores sobre la moralidad:
- aquellas que se basan en la felicidad (Aristóteles): la felicidad es un
concepto indeterminado, es un fin último pero que no podemos
definir, por ende no puede guiar nuestra acción de forma segura, no
estamos ni siquiera seguros de conseguirla.
- aquellas que se basan en la naturaleza humana (Hume): la
naturaleza humana tiende a las inclinaciones, y no al deber. Si
actuamos según nuestros instintos, nuestros sentimientos,
probablemente terminaremos exterminándonos los unos a los otros.

¿Por qué es necesario el Imperativo Categórico (IC)?

Todo en la naturaleza está basado en leyes (notar como siempre trata de asimilar la ciencia
moral a la ciencia natural).
Voluntad = actuar por la representación de leyes = derivar acciones de las leyes se
hace mediante razón = razón práctica. (p. 499).
Pero si la voluntad no está sometida solo a las leyes objetivas sino a otro tipo de
determinaciones, entonces, para ajustarse a estas leyes, la voluntad debe ser constreñida.
→ una voluntad divina, naturalmente buena, no debe ser constreñida.
La expresión del deber son los imperativos.
- Hipotéticos: medio para conseguir otra cosa. (asertórico)
o de la habilidad: fin intermedio. reglas
o de la sagacidad: sagacidad. Fin último. Consejos
→ ambos son analíticos.
- Categóricos ( de la moralidad): valora la acción por si misma
(apodíctico: necesario) mandatos. → son sintéticos a priori.

El imperativo categórico es uno solo, pero puede expresarse de varias maneras. La primera
de estas maneras (I.Cnº1) se expresa bajo la forma de la universalidad de la legalidad. →
“Debo actuar de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley
universal”. →→ es el primer enunciado del IC, el enunciado FORMAL, teórico, objetivo.

Ejemplos de deberes que pueden tornarse en ley universal: conservar la propia vida,
cumplir lo prometido, deber de desarrollar sus propias facultades (educarse, trabajar
→→ética protestante, Weber…), benevolencia, beneficencia.

El I.C.nº2, o sustancial, o de contenido,o práctico, o subjetivo: el I.C. solo puede tener por
fundamento algo que sea un fin en sí mismo. La única cosa que son fines en sí mismos son
los seres racionales. “obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como
en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca
solamente como un medio” ¿Qué quiere decir Kant con “al mismo tiempo”? Si voy a la
panadería, la panadera no es para mí más que el medio para comprar pan. Pero no por eso
dejo de considerar que es una persona, la saludo, me despido. No le doy latigazos para que
me traiga + rápido el pan…
La Autonomía de la Voluntad.

¿Cómo se deduce del IC nº1 y del IC nº2, el IC nº3, es decir: “la voluntad de todo ser
racional es una voluntad universalmente legisladora” ?

Premisa 1. IC nº1: ley universal. Las leyes que son universales son leyes que se
deducen únicamente de la razón.
Premisa 2. IC nº2: ser racional es un fin en sí mismo PORQUE es racional, es decir,
porque tiene la capacidad, mediante su voluntad, de sujetarse a las leyes.
→ Conclusión: IC nº3: como la razón es una sola, y es el atributo de todos los seres
racionales, que estos tienen una voluntad que les permite obedecer a leyes, entonces su
voluntad es AUTÓNOMA, se da sus propias normas, que son las normas universales y
racionales.

Reino de los fines:


“Enlace sistemático de distintos seres racionales”. Si todos obedecemos a los mismos
mandatos, y que ese mandato nos ordena tomarnos entre nosotros como fines, entonces
actuamos todo de la misma forma. De la misma manera que el “reino de la naturaleza” está
sujeto a leyes físicas, el “reino de los fines” sería el reino de la humanidad sujeta a leyes
morales.
Es decir, la ley moral no es algo impuesto por otro, es impuesta por nosotros mismos, por
ello, es la expresión máxima de nuestra LIBERTAD. Somos libres de darnos nuestras
propias reglas, porque somos iguales, todos tenemos la misma facultad para determinar la
ley universal.

¿Por qué es posible el Imperativo categórico?


Es posible solo si son posibles los enunciados sintéticos a priori, i.e,

Crítica de la razón pura práctica:

La voluntad es libre solo si es autónoma, es decir si puede darse su propia ley. Por eso
puede decirse que las leyes de la moralidad = leyes de la libertad.
La libertad no es algo que se pueda determinar por la experiencia: debe ser algo necesario,
y por ende derivarse de la razón.
No importa que lo seres humanos no sean efectivamente libres en el mundo sensible: basta
con que “tengan la idea de su propia libertad”. La libertad no puede conocerse, solo puede
suponerse.
La libertad puede suponerse porque al ser seres racionales pertenecemos al mismo tiempo
al mundo sensible y al mundo inteligible. En el mundo sensible estamos bajo la
determinación de las leyes naturales, de nuestros instintos, y de nuestras propias categorías.
En el mundo inteligible, esas determinaciones ya no existen: somos libres. Por ende, somos
autónomos.
Por eso es posible el imperativo categórico: por que estamos sometidos a las leyes de la
libertad del mundo inteligible, a estas leyes racionales y universales. Estas leyes son
proposiciones sintéticas a priori, nos entregan conocimiento a través de la razón pura
práctica. Y como el mundo inteligible determina al mundo sensible (las categorías…)
entonces es posible aplicar las leyes del mundo inteligible al mundo sensible.
Y es necesario porque al estar también sometido al mundo sensible podemos no actuar
según estas leyes, podemos actuar por inclinación: debemos, y podemos, constreñirnos.
Esta libertad no es más que una “idea” de la razón, como el mundo también lo es. Pero es la
única forma que tenemos de pensarnos como seres inteligentes y de “conocernos a nosotros
mismos” no solo como fenómeno sino como ser puramente racional. El mundo inteligible
no se conoce, tenemos una “idea” de él.

4. Política

¿Qué es la ilustración: “la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad” No


estamos en una época ilustrada sino en una época de Ilustración, en el proceso de salir de
la heteronomía. “Es el siglo de Federico”: pero qué es la ilustración para Federico:
“Razonad todo lo que queráis y sobre lo que queráis, pero obedeced” Hay que limitar al
pueblo para que pueda tener las facultades de moralizarse: orden, educación, tranquilidad.
Cuando se hayan moralizado, que puedan tener la libertad de actuar.

A pesar de ser esta la filosofía de la libertad, termina siendo una justificación del
absolutismo político. Si se considera que todos los seres racionales tenemos acceso a las
leyes, basta con que uno solo las determine para aplicársela a los demás. Muy amigo de
Federico de Prusia, un “déspota ilustrado”.

Texto Resumen Número 4

Immanuel Kant (1724-1804)

por Aníbal Martínez, colaboradora de ayudantía


(Preparada para el uso exclusivo de los alumnos del curso.
Favor no reproducir ni circular. (ejem…)
Enviar comentarios a: mariannegonzalez@yahoo.com)

METAFÍSICA

Kant divide a la filosofía en tres ciencias: la física, la ética y la lógica. El pensamiento


estrictamente formal se llama lógica y tiene por objeto sólo la forma del entendimiento y la
razón misma. Por el otro lado, la filosofía material está referida a ciertos objetos y las leyes
que los gobiernan. Estas leyes pueden ser leyes de la naturaleza o leyes de la libertad, a la
primera llama física y la segunda ética. La filosofía que obtiene sus teorías derivándolas de
principios a priori se llama filosofía pura. Cuando es meramente formal la llama lógica y
cuando se refiere a ciertos objetos del entendimiento (la naturaleza, la libertad) la llama
metafísica. En consecuencia Kant propone una metafísica de la naturaleza y una metafísica
de la libertad. Del concepto metafísica debemos entender un conocimiento que no se basa
en ningún tipo de experiencia, ni siquiera interna (esta última es el objeto de estudio de la
sicología empírica) sino en un conocimiento a priori que deriva todos sus principios de la
razón pura, al igual que la matemática. En Kant la validación del conocimiento es sólo
posible a través de la razón pura. De la experiencia no es posible obtener principio alguno
que tenga valor universal, por lo tanto todo saber que se derive de la experiencia es relativo
y controvertible. En cambio, el entendimiento puro se nos presenta como válido para el
presente, el pasado y el futuro, un conocimiento universal y necesario. Luego, el verdadero
conocimiento, aquel que versa sobre las leyes de la naturaleza y de la libertad, sólo es
posible gracias a la razón pura. La verdad sobre estas leyes, su constitución última, las
tendremos por la metafísica. Subsiste aún la pregunta acerca de cómo es posible la
metafísica. La respuesta de Kant se basa en la distinción entre juicios sintéticos y juicios
analíticos.
Los juicios analíticos son aquellos en que lo expresado en el predicado ya está contenido en
el concepto del sujeto, aunque sea de manera difusa. Lo que se dice en el predicado
explicita lo que contiene el concepto del sujeto (por ejemplo, “todos los cuerpos son
extensos”. Esta afirmación no amplía mi concepto de cuerpo; la extensión es una propiedad
incluida en el concepto de cuerpo. La afirmación sólo hace explícita esta inclusión). Estos
juicios no violan el principio de contradicción (aquel que declara inaceptable afirmar y
negar al mismo tiempo una proposición) y son siempre a priori. Son a priori pues aunque
su concepto sea empírico (por ejemplo, que el oro sea un metal amarillo; no es necesaria
experiencia alguna fuera de mi concepto de oro, para saber que este es metal y amarillo,
efectivamente de estos elementos está constituido mi concepto de oro). Los juicios
sintéticos son aquellos en que el predicado atribuye al sujeto una propiedad que no estaba
contenida en el concepto del sujeto, ni implícita ni explícitamente. Estos pueden ser
divididos en juicios a posteriori y a priori. Los juicios sintéticos a posteriori son producto
de la experiencia. A su vez, los juicios de la experiencia son siempre sintéticos. No tendría
sentido apelar a la experiencia si el concepto se satisface con lo contenido en el concepto
del sujeto, bastaría el mero análisis de éste (por ejemplo: “Algunos profesores de filosofía
usan corbata humita”. Este es un juicio sintético a posteriori. La propiedad usa corbata
humita amplía el concepto del sujeto, el profesor de filosofía, mediante la experiencia, por
eso tal juicio es a posteriori).
El juicio sintético a priori, es aquel en el cual no ha mediado experiencia alguna. La
ampliación del concepto del sujeto se obtiene de un razonamiento libre de elementos
externos a la propia razón. Los juicios matemáticos son todos sintéticos, asimismo los
axiomas de la geometría. Por ejemplo 7+5=12, el número 12 no estaba pensado en la
reunión de 5 y 7, y por tanto es sintético. La afirmación que dice: “la distancia más corta
entre dos puntos es la línea recta”, también es un juicio sintético a priori. La matemática y
la geometría son sólo ejemplos. Existen también juicios sintéticos a priori en otras ciencias.
La metafísica, según Kant, debe ocuparse de este tipo de juicios. Los juicios metafísicos
propiamente tales son sintéticos a priori. Por ejemplo: todo lo que sucede tiene una causa.
Del concepto de suceso puede extraerse los de tiempo y existencia. Pero el concepto de
causa está enteramente fuera de sus propios límites. La metafísica se ocupa de
proposiciones sintéticas a priori y en ésta deben estar contenidos conocimientos sintéticos
a priori. Los juicios sintéticos a priori son llamados de amplificación y de su existencia o
no, se deriva la posibilidad de la metafísica como ciencia, o sea, que la metafísica en los
dos sentidos antes vistos tenga la certeza de una ciencia y no mera especulación. Ahora
bien, estas distinciones entre distintos tipos de juicios es crucial para entender tanto la
metafísica de la naturaleza como aquella de la libertad en Kant. La primera es el tema de
Critica de la Razón Pura y cae fuera del ámbito de la presente Guía. Respecto de la
segunda, basta decir que el Imperativo Categórico (es decir, la norma que determina la
moralidad) es él mismo un juicio sintético a priori. Precisamente, aquel que permite a Kant
embarcarse en una “fundamentación de la metafísica de las costumbres”; en términos del
vocabulario del curso, ofrecer una fundamentación ética de la moral.

ÉTICA

Kant sostiene que no es posible pensar en algo bueno sin restricciones, salvo una
buena voluntad. Ella no es buena ni por lo que realiza ni por la búsqueda de un fin, por
loable que éste pudiera ser. Es buena en sí misma. “Considerada por sí misma, es, sin
comparación, muchísimo más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos
verificar en provecho” (Kant, Fundamentación). Este concepto de la voluntad buena debe
ser obtenido por medio de la razón y supone buscar una voluntad que sea buena en sí
misma, no como medio ni con finalidades ulteriores. El concepto de una voluntad buena es
posible gracias al concepto del deber. El valor moral estriba en hacer el bien no por
inclinación al deber, sino por deber. Cuando una acción se realiza conforme al deber, pero
por inclinación a éste y no por el deber mismo, según Kant carece de valor moral, es
inmoral. Kant pone como ejemplo un individuo para el cual la vida ha perdido todo
atractivo. Si este individuo conserva su vida por miedo a la muerte o por una inclinación a
cumplir con el deber, la suya no es una decisión moral. Sólo lo sería si conservara su vida
“por el deber.” Kant sostiene “el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley”.
Sólo por la ley puedo tener respeto, nunca por una inclinación, por tanto la moralidad esta
en la acción por respeto a la ley.

Ahora bien, sólo los seres racionales actúan por respeto a la ley (por principios). Tal
actuar de acuerdo con las leyes implica una voluntad y como para que se pueda derivar las
acciones de las leyes se necesita razón, “resulta que la voluntad no es otra cosa que la
razón practica” (Kant). Ahora bien, hay principios que pueden restringir esta voluntad,
estos son mandatos (siempre en el ámbito de la razón) y Kant los llama imperativos. Estos
imperativos se expresan por medio de un “deber ser”. Kant comparte el análisis de Hume
respecto de que el deber ser (proposiciones que expresen obligación) no puede ser deducido
del ser (proposiciones meramente fácticas). Por ello, Kant hace emanar el deber ser (esto
es, el imperativo categórico) de la razón pura práctica. Los imperativos mandan
hipotéticamente o categóricamente. En el primer caso, ellos mandan la acción para lograr
ciertas consecuencias. Tales imperativos son buenos en función del fin, de lo que se busca a
través de ellos. Son buenos sólo en sentido limitado. El imperativo categórico por
contraste manda una acción que es por sí misma necesaria o debida. Sin referencia a ningún
otro fin, ni intención ulterior alguna. El imperativo categórico manda una acción sin que
ésta sea condición de ninguna otra. Al mandar una acción que es buena por sí misma el
imperativo categórico puede ser llamado de la moralidad. Este juicio es a priori, pero aún
no puede ser llamado sintético

Kant expresa el imperativo categórico de distintas maneras. Según una de ellas:


“Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley
universal”. A su vez, el imperativo práctico, es decir el de la voluntad, lo expresa en los
siguientes términos: “obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como
en la persona de cualquier otro siempre como un fin al mismo tiempo y nunca como un
medio”. Según Kant, si hay algo que posea un valor absoluto en sí mismo y que sirva de
fundamento a la ley y a un posible imperativo categórico, es el hombre y en general todo
ser racional. Todo ser racional es un fin en sí mismo. De esta forma podemos enlazar los
dos formulas del imperativo. Si la ley es pura y racional y ha sido obtenida por la razón ésta
debe valer para todos los seres racionales, de ahí su pretensión de universalidad. Y, por otra
parte, si los seres racionales somos fines en sí mismos, como explícitamente Kant declara
que lo somos, entonces el trato moralmente obligado de la humanidad siempre debe
considerarlos como tales. Tenemos entonces, que la voluntad de todo ser racional es una
voluntad universalmente legisladora. Si actuamos moralmente en términos Kantianos,
nuestro actuar es ley tanto para nosotros mismos como para el resto de la humanidad. El
principio por el cual la legislación propia obliga es el de la “autonomía de la voluntad”.
Esta autonomía es el fundamento de la dignidad de todo ser racional. La autonomía de la
voluntad es elegir de tal manera que las máximas de la acción sean consideradas como
leyes con valor universal. Ahora bien, para alcanzar el carácter de sintético a priori, es
necesario incluir la idea de libertad como la explicación de la autonomía de la voluntad.
Kant presupone la libertad en todos los seres racionales. Un ser racional es, por lo mismo,
libre; es decir, tiene voluntad. Pero subsiste la pregunta de por qué todo ser racional es
libre. Kant sostiene que los hombres pertenecen tanto a un mundo sensible, como a un
mundo intelectual (inteligencia). El mundo intelectual está completamente desligado de los
fenómenos que conocemos por la experiencia. Es incondicionado y libre de influencia
externa. Por tanto, todo ser racional debe pensar la causalidad de su voluntad basándose en
la libertad. Perteneciendo al mundo inteligible la razón es libre. Si se acepta el concepto de
libertad, entonces el concepto de autonomía de la voluntad es inevitable y a través de este
podemos fundamentar el principio de la moralidad universal y la legislación universal. Con
este último elemento podemos hablar de una proposición sintética(pues la idea de libertad
no se extrae del análisis de los conceptos morales) a priori que es para Kant la norma de la
moralidad universal dentro de una “metafísica de las costumbres”, o sea, aquella disciplina
que busque los principios últimos(en Kant racionales y puros) de ciertas leyes, en este caso
los de la libertad, o sea la ética.

PREGUNTAS

1. ¿Cómo es posible el imperativo categórico?


2. ¿Qué presupone la distinción entre leyes de la naturaleza y leyes de la libertad?
3. ¿Cuándo una conducta es moral?
4. ¿Qué tipo de ética normativa propone Kant?

Texto Resumen Número 5

Vocabulario
3.1. Proposición sintética: aquella en la que el predicado atribuye al sujeto una
propiedad que no estaba contenida en el concepto del sujeto, ni implícita ni
explícitamente.
3.2. Proposición a priori: aquella en la cual no ha mediado experiencia alguna, su
formulación se efectúa mediante un razonamiento libre de elementos externos a la
propia razón.
3.3. Deber: La necesidad de una acción por respeto a la ley.
3.4. Máxima: Principio subjetivo del querer, contiene la regla práctica que determina la
razón, de conformidad con las condiciones del sujeto.
3.5. Ley práctica: Principio objetivo del querer, aquel que serviría de principio práctico,
aun subjetivamente, a todos los seres racionales, si la razón tuviera pleno dominio
sobre la facultad de desear.
3.6. Constricción: Determinación de la voluntad, en cuanto no es en sí plenamente
conforme con la razón, en conformidad con las leyes objetivas.
3.7. Mandato: Representación de un principio objetivo, en tanto que es constrictivo para
una voluntad.
3.8. Imperativo: Fórmula del mandato constrictivo para la voluntad, se expresa por
medio de un .deber ser., mostrando así la relación de una ley objetiva de la razón a
una voluntad que no es determinada necesariamente por tal ley. Es una fórmula de
determinación de la acción.
3
3.9. Imperativo categórico: Aquel imperativo que representa una acción por sí misma,
sin referencia a ningún otro fin, como objetivamente necesaria.
3.10. Voluntad: Facultad de determinarse uno a sí mismo a obrar conforme a la
representación de ciertas leyes. Sólo se halla en los seres racionales.
3.11. Fin: Lo que sirve a la voluntad de fundamento objetivo de su autodeterminación.
3.12. Medio: Lo que constituye meramente el fundamento de la posibilidad de la acción,
cuyo efecto es el fin.
3.13. Resorte: Fundamento subjetivo del deseo.
3.14. Motivo: Fundamento objetivo del querer.
3.15. Reino: Enlace sistemático de distintos seres racionales por leyes comunes.

KANT – MÓDULO DIFERENCIADO

INTRODUCCIÓN A UNA ÉTICA KANTIANA APLICADA.


María Weronika Weil Parodi
Cirujano Dentista
Estudiante de Magister en Filosofía
Universidad de Chile

I. Introducción.

El desarrollo científico y tecnológico contemporáneo, así como sus proyecciones a mediano


y largo plazo, nos invitan a la reflexión filosófica. Las consecuencias de las acciones del
hombre sobre el mundo, incluyendo a la especie humana misma, podrían llegar a convertirse
en una novela de ciencia-ficción. Estamos presenciando un cambio en la relación del hombre
con la naturaleza. Históricamente ésta ha sido estable y las acciones humanas sobre ella sólo
eran capaces de producir cambios menores en su entorno inmediato. Hoy, por el contrario,
el hombre la interviene profundamente sin que esta alcance a recuperarse. La biotecnología,
por ejemplo, se introduce en los sistemas biológicos, pudiendo llegar a producir cambios
irreversibles que amenazan la vida de la especie humana tal como la conocemos. Dentro de
esta perspectiva, es natural que se haya reactivado la reflexión ética respecto del actuar y
obrar humanos. Tan importantes pueden ser las consecuencias del despliegue científico-
técnico que, con la intención de normarlos, se han desarrollado líneas de pensamiento
específicas que pretenden abordar estos problemas de acuerdo con los tiempos. Han surgido
así las llamadas éticas aplicadas, y dentro de ellas, la bioética a tomado gran importancia.
Dar respuesta a preguntas como ¿es correcto hacer todo lo que es técnicamente posible?
constituye uno de los desafíos que debe enfrentar la ética contemporánea.
Nuestro problema puede formularse en los siguientes términos. Los planteamientos
éticos actuales requieren sin duda de una elaboración dentro del nuevo contexto histórico en
que nos encontramos; sin embargo, la reflexión humana respecto del buen actuar y obrar
tiene ya parte de este camino recorrido, el cual no debe ser desechado; por el contrario, éste
puede servirnos de fundamento para abordar los problemas éticos actuales.
La humanidad necesita regular su poderío científico-técnico dentro de un mundo
globalizado, por lo que requiere normas de validez universal. Dentro de este contexto
intentaremos analizar el pensamiento kantiano y desde esta perspectiva aportar a la
fundamentación de una ética sólida que nos permita enfrentar estos nuevos desafíos. En este
sentido nos preguntamos: ¿Pueden la ciencia y los científicos y técnicos que la operan, hacer
abstracción del “conocimiento moral y ético” dentro de su que hacer? ¿Puede la sociedad
desentenderse de los principios éticos que deben regular este ámbito? ¿Es suficiente con tener
la formación de un perito en un tema para manipular la naturaleza sin mayor conciencia del
principio moral? El imperativo categórico kantiano, al anticipar la posibilidad de leyes
morales y, por lo tanto, de acciones morales posibles, nos puede permitir analizar mejor
situaciones y acciones a las que el hombre hoy en día se ve enfrentado.
Las consecuencias del desarrollo científico-técnico pareciera que se escapan a la
capacidad del hombre de controlarlas una vez iniciado su despliegue. En este sentido nos
preguntamos si no existe una desproporción en el desarrollo de las facultades de la razón
humana. ¿Es posible que la facultad de conocer se haya desarrollado en exceso, sin que la
facultad de desear superior pueda, por así decirlo, seguirle el paso? ¿Se ha convertido el
conocimiento teórico especulativo en una especie de tumor que invade el resto del campo
racional?
El presente trabajo es una primera aproximación al pensamiento ético de Immanuel
Kant y a su actualización en el campo de las éticas aplicadas. Su desarrollo consistirá en una
breve introducción a la moral kantiana, para luego pasar a presentar los elementos de la
conciencia moral y la posibilidad del imperativo categórico como juicio sintético a priori. A
continuación se exponen algunas consideraciones del estado actual de la biotecnología y los
desafíos éticos a que nos enfrenta. Por último intentaremos mostrar cómo el pensamiento
kantiano podría tener vigencia en el desarrollo de una ética aplicada a la ciencia.
Para realizar la presente investigación nos apoyamos básicamente en los siguientes
textos: “Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres” (FMC); “Crítica de la Razón
Práctica” (CRPr.) y “Critica de la razón Pura” (CRP) de Immanuel Kant; Así como en
“Técnica, medicina y ética” (TME) de Hans Jonas y en "Racionalidad Crítica" (RC) de José
Luis Villacañas.

a) Introducción a la moral de Kant

El proyecto filosófico de Immanuel Kant consiste en rescatar al hombre salvando a


la metafísica. Salvar la metafísica para él significa darle fundamentos sólidos, para lo cual
nosotros los hombres debemos llegar a tener conciencia de los principios de ella. De este
modo, así como en el conocimiento teórico especulativo llegó a la apercepción trascendental
como principio supremo, lo que permite al sujeto tener claridad de sus capacidades y
limitaciones, en la moral la conciencia del principio, que es la apercepción práctica, permitirá
establecer hasta donde la razón puede operar en sentido práctico moral y cuáles son sus
límites.
En el prólogo de la FMC Kant define a la ética, o teoría de las costumbres, como “la
ciencia de las leyes de la libertad”2 y la divide en dos partes: una parte racional o metafísica
de las costumbres y una parte material o antropología práctica. Es en la parte racional de la
teoría de las costumbres donde Kant buscará los fundamentos universales de la ética y la
llamará moral.
La metafísica de las costumbres, al estar compuesta por una parte empírica y otra
racional, no puede desarrollarse en forma independiente de otras ciencias como la
antropología, la sociología o la sicología. Es por esta razón que Kant plantea la necesidad de
desarrollar aquella parte pura de la teoría de las costumbres que sí pueda fundamentarse en
forma autónoma. De este modo, si bien no es posible desarrollar una ética independiente de
otras ciencias que tienen carácter empírico, Kant nos propone una moral autónoma cuyo
origen se asienta en la parte racional del hombre y que en consecuencia pueda ser pura a
priori, universal y necesaria.
El paso hacia la moral Kant lo realiza desde la teoría especulativa; es un paso desde
la crítica de la razón pura a la crítica de la razón práctica. La teoría especulativa hace posible
el paso desde las ideas trascendentales; ella aporta una base lógica en la posibilidad de pensar
las ideas y que éstas superen el principio de no contradicción. En otras palabras, Kant desde
la teoría especulativa le da una base lógica y no-ética a la moral.
La libertad trascendental es definida por Kant en la “Dialéctica Trascendental”,
específicamente al nivel de la tercera antinomia de la razón pura, y dice así: “una absoluta
espontaneidad causal que inicie por sí misma una serie de fenómenos que se desarrollen
según leyes de la naturaleza, esto es una libertad trascendental”3.
La idea de libertad trascendental nos lleva al ámbito de lo noumenal. Esta no es
cognoscible a modo teórico especulativo; sin embargo ella encuentra su realización en la
moral
El campo de la moral es el de la facultad de desear; aquí no se trata, como en la teoría
especulativa, de una relación de concordancia entre representación y objeto, sino que de una
relación de causalidad. En el despliegue de la facultad de desear el sujeto, a través de sus
representaciones, se torna causa de la realidad de objetos. Esta capacidad del sujeto de ser
iniciador de una serie causal pone en evidencia la libertad de éste y constituye su más alto
poder como ser racional. La libertad es el punto mas alto del la moral kantiana.

b) Presentación del imperativo categórico desde la FMC (capítulo N°1).

2
KANT, I. FMC. p. 43.
3
KANT, I. CRP. P. 408 - 409.
En la FMC Kant presenta el imperativo categórico como juicio sintético a priori
práctico moral. Como es propio de su método, partirá de la cuestión de hecho; en este sentido
existen acciones morales y en consecuencia habría juicios morales de valor. Kant tomará el
hecho, lo analizará, extraerá el elemento formal de éste y finalmente se elevará al principio.
La conciencia del principio permite al sujeto tener claridad de sus capacidades y de sus
limitaciones; es así como en moral la conciencia del principio permite establecer hasta dónde
la razón puede operar prácticamente en forma moral y cuáles son sus límites.
En el primer capítulo de la FMC se presentan los elementos de la conciencia moral,
partiendo de lo que encuentra en el hombre común. El primer elemento que expone es el de
buena voluntad. Kant introduce su exposición afirmando que no es posible pensar nada, en
el mundo, ni fuera de él, que pueda ser considerado como bueno sin restricción, a no ser la
buena voluntad. Algunos rasgos de carácter y cualidades pueden ser deseables e incluso
favorecer el trabajo a esa buena voluntad, pero no pueden considerarse como buenas sin
restricción.
A su, vez la buena voluntad no es buena por lo que ella efectúe o realice o por su
aptitud para realizar determinado fin. La buena voluntad es buena sólo por el querer, es decir
en sí misma. Recordaremos que el querer es el acto propio de la voluntad. Para Kant la buena
voluntad es mucho más valiosa que todo aquello que pueda lograrse o pudiéramos realizar
en favor de algunas o muchas inclinaciones.
A continuación Kant plantea el sentido finalista de la razón con relación a la buena
voluntad, y dice que la razón no está destinada para realizar la felicidad del hombre, sino que
para un fin mucho más digno, ante el cual deberán inclinarse los fines particulares del
hombre; en efecto, el filosofo señala que: “la razón nos ha sido conferida como facultad
práctica, es decir, como una facultad que tiene influjo sobre la voluntad; resulta entonces que
el destino verdadero de la razón tiene que ser el de producir una voluntad buena, no en tal o
cual sentido, como medio, sino buena en si misma, cosa para lo cual la razón es
absolutamente necesaria”.4 En otras palabras resulta que para Kant el destino de la razón es
el de producir una buena voluntad; en consecuencia una voluntad determinada
autónomamente por la razón en forma pura y a priori, sería la que se denomina voluntad
moral. Este carácter de autonomía, pureza y a prioridad le confiere el rasgo de universalidad
a la voluntad buena o moral.
Como segundo elemento de la conciencia moral, Kant, presenta el concepto de deber
que contiene el de buena voluntad y lo plantea de la siguiente forma:

Para desarrollar el concepto de buena voluntad, estimada por sí misma y sin ningún propósito exterior
a ella, tal como se encuentra en el sano entendimiento natural, que no necesita ser enseñado; sino mas
bien ilustrado, para desarrollar este concepto que se halla en la cúspide de toda estimación que

4
KANT, I. FMC.p.57
tenemos de nuestras acciones y que es condición de todas las demás, vamos a analizar el concepto de
deber, que contiene el de una voluntad buena, aunque con ciertas restricciones... 5.

Destacaremos de este fragmento que para Kant la buena voluntad se encuentra


naturalmente en el sano entendimiento humano, lo que podríamos considerar como la
cuestión de hecho. La buena voluntad puede estar presente en el hombre común, sólo que
esto no ocurre de suyo. De ahí que sea importante salvaguardar el principio moral dándole
acceso y duración, para lo cual es preciso aclararla, explicarla o ilustrarla. Por último la buena
voluntad se haya en la cúspide de la estimación que tenemos de nuestras acciones y es
condición de posibilidad de toda acción moral.
Kant hace tres proposiciones respecto del deber, a las cuales nos referiremos
brevemente a continuación.
La primera proposición es una proposición implícita, y dice que para que una acción
pueda tener valor moral tiene que ocurrir por deber y no sólo conforme al deber. Una acción
conforme a deber, no necesariamente ocurre “por deber”, ya que ésta podría estar
determinada por nuestras inclinaciones. En este sentido da varios ejemplos, como el del
comerciante quien vende al justo precio por deber y no por conveniencia, el del filántropo al
hacer el bien por deber y no por amor al prójimo y el de la conservación de la vida por deber.
La segunda proposición dice que:

Una acción hecha por deber no tiene su valor moral en el propósito que por medio de ella se quiere
alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta; no depende pues de la realidad del objeto de
la acción, sino meramente del principio del querer según el cual ha sucedido la acción, prescindiendo
de todos los objetos de la facultad de desear” 6. A continuación especifica que: “el valor moral de una
acción residirá entonces en el principio de la voluntad, prescindiendo de los fines que puedan
realizarse por medio de la acción7.

La voluntad es buena entonces no por sus efectos, sino por el querer y el valor moral está en
las máximas que se tornan racionales.
Con relación al querer Kant describe dos principios; uno subjetivo, que son las
máximas, y otro objetivo, que es la ley práctica. Citaremos dos definiciones textuales; la
primera desde la FMC dice:

5
Op. cit. P. 58
6
Op. cit. p. 62
7
Op. cit. p. 63
Máxima es el principio subjetivo del querer, el principio objetivo (esto es el que servirá de principio
práctico, aún subjetivamente a todos los seres racionales si la razón tuviera pleno dominio sobre la
facultad de desear) es la ley práctica 8.

La segunda definición la presentaremos desde la CRPr.:

Principios prácticos son proposiciones que encierran una determinación universal de la voluntad, a
cuya determinación se subordinan diversas reglas prácticas. Son subjetivas o máximas cuando la
condición es considerada por el sujeto como valedera sólo para su voluntad; son, en cambio, objetivos
o leyes prácticas cuando la condición es conocida como objetiva, es decir valedera para la voluntad
de todo ser racional9.

La voluntad en el hombre puede estar solicitada por estos dos principios; la acción
moral se produce a través de las máximas por eso residirá en ellas el valor. Sin embargo, para
que las máximas tengan valor moral, la determinación de la voluntad deberá estar dada por
el principio objetivo (la ley moral).
La tercera proposición es una definición del deber y una consecuencia de las dos
proposiciones anteriores y dice así: “El deber es la necesidad de una acción por respeto a la
ley”10. En esta proposición se presenta el tercer elemento de la conciencia moral, el cual es
el respeto, Kant lo define de la siguiente forma:

Aunque el respeto es efectivamente un sentimiento, no es un sentimiento recibido del exterior por


medio de un influjo, sino espontáneamente autogenerado a través de un concepto de razón, y por lo
tanto, específicamente distinto de todos los sentimiento de la primera clase, que pudieran reducirse a
inclinación o miedo...”; [luego dice:] “…la determinación inmediata de la voluntad por la ley y la
conciencia de la misma se llama respeto, de manera que éste es considerado efecto de la ley sobre el
sujeto y no causa11.

El deber es el principio de la buena voluntad. En este sentido la razón hace un acto


práctico y se pone como principio del deber. El deber es un concepto racional puro que tiene
que conectarse con los sentimientos, con la parte material del hombre representada por las
máximas. Kant presenta entonces el respeto como tercer término que permite la unión entre
el deber y las máximas. La conciencia de la subordinación de la voluntad a la ley moral

8
Op. cit. Nota p. 64
9
KANT, I. CRPr. p. 35
10
KANT, I. FMC. p. 63
11
Op. cit. Nota p. 64, 65
provoca un sentimiento puro, el respeto, que es afín con ambos elementos. Se trata de la
sensibilización al deber, el respeto nos permite sentir la ley de nuestra propia autoría.
Con relación a esta tercera proposición, Kant plantea que objeto de respeto, y en
consecuencia un mandato, solamente puede serlo aquello que se relaciona con mi voluntad
solo como fundamento y nunca como efecto, aquello que no está al servicio de mi inclinación,
sino que la domina o al menos la descarta por completo en el computo de la elección, esto es
la ley misma. Una acción realizada por deber, es decir moral, tiene que excluir
completamente el influjo de las inclinaciones, y con este todo objeto de la voluntad. La
voluntad entonces sólo puede determinarse, objetivamente por la ley y subjetivamente por el
puro respeto a esa ley práctica; en consecuencia las máximas deben obedecer a la ley, incluso
con el perjuicio de todas nuestras inclinaciones.
De este modo, Kant, depurando a la voluntad de todo contenido empírico, nos
entronca con la ley moral. El se pregunta: ”¿Cuál puede ser esa ley cuya representación, aun
sin referirnos al efecto que se espera de ella, tiene que determinar la voluntad para que esta
pueda llamarse, sin ninguna restricción, absolutamente buena?”12. De este modo se presenta
la legalidad en general y lo plantea de la siguiente forma: “Yo no debo obrar nunca mas que
de modo que pueda querer que mi máxima se convierta en ley universal” 13.
A este nivel de su exposición Kant cierra el círculo; él partió diciendo que lo único
posible de pensar como bueno sin restricción es la buena voluntad. Analizando los elementos
de la conciencia moral, desde el hombre común, muestra cómo es posible la buena voluntad.
La posibilidad para que la voluntad sea buena es que ella se determine según la ley moral.
Para el hombre dual en el mundo, esto tiene que ocurrir como deber por respeto a la ley. En
otras palabras, cuando la voluntad está determinada en forma pura por algo que no le es
ajeno, que no viene de las inclinaciones, es decir por la razón. El respeto, como sentimiento
puro nos permite sentir la ley en nosotros y la acción moral será por deber en respeto a la ley.
A continuación Kant pasa a explicar cómo ciertas máximas pueden convertirse en
leyes morales. El hombre en el mundo, por su autoría en la ley moral, ha de ser un legislador
universal. Esta legislación se realiza sólo a través de máximas que puedan adquirir carácter
de leyes universales. Estas son las que cumplen con el requisito que impone el imperativo
categórico. Cada vez que queramos comprobar si una acción es moral, habrá que aplicar el
imperativo categórico, y preguntarnos si podemos querer que nuestra máxima se convierta
en ley universal. El científico y técnico contemporáneo es “el hombre en el mundo” en su
“quehacer”; en este sentido, el presente trabajo intentará evidenciar la relación entre la moral
kantiana y el proceder ético a éste nivel. El ámbito de la ciencia es el de la facultad de
conocer; se trata entonces de encontrar el punto de unión entre dos facultades de la razón
humana.

c) Posibilidad del imperativo categórico.


12
Op. cit. p. 65
13
ibid
La determinación moral de la voluntad es el núcleo del problema que nos presenta el
imperativo categórico. Kant define la libertad en el tercer capítulo de la FMC como “una
especie de causalidad de los seres vivos en cuanto son racionales, y la libertad sería la
propiedad de esta causalidad por la cual puede ser eficiente independientemente de causas
ajenas que la determinen"14. Esta definición de libertad es negativa y en este sentido no
permite conocer su esencia; sin embargo, nos plantea la independencia, de la libertad, de
causas ajenas a ella. La libertad de la voluntad es su autonomía, esto es, la propiedad de la
voluntad de ser ley para sí misma.
El imperativo categórico expresa un mandato. El hombre como ser racional se da a sí
mismo su ley. Ahora bien este, no es pura razón, también es sensibilidad y materia; la
voluntad, en consecuencia, estará también solicitada por su polo sensible. Esta condición dual
requiere que la razón se imponga y, en consecuencia, obligue con su ley.
El imperativo categórico se expresa en un juicio sintético a priori práctico moral; su
formulación general es la siguiente: “Obra sólo según aquella máxima que puedas querer que
se convierta, al mismo tiempo, en ley universal”15. Se trata de determinar a la voluntad para
que esta a priori adquiera el carácter moral, uniendo dos elementos de diferente índole.
El sujeto de este juicio es un tú implícito, que es una voluntad general a determinar.
El predicado añade al sujeto el valor el moral, que es toda la formulación de la ley, y le ordena
querer universalizar sus máximas. Se trata, como decíamos, de unir dos elementos de
naturaleza diferente; específicamente hay que unir una forma pura de la razón (la ley moral
que es formal) a una voluntad general que es también solicitada por un elemento sensible.
Siempre que Kant necesita unir elementos de diferente naturaleza recurre a un tercer término
que sea afín a ambos. La unión sintética es posible por un tercer elemento que une las dos
partes del juicio. Este nexo es la libertad positiva. El predicado del juicio es la formulación
de la ley, el hombre como ser racional se da a sí mismo la ley, lo que constituye un acto de
libertad positiva. La razón pura práctica es causa de la ley que permite liberarse de las
inclinaciones para determinar a la voluntad. Por otro lado, al ponerse la ley como deber,
somete a las inclinaciones ejerciéndose así libertad negativa, libertad de las inclinaciones en
la determinación de la voluntad. En consecuencia, la razón pura práctica es causa (L+) de la
ley que permite la libertad (L-) de las inclinaciones para determinar a la voluntad. Queda
establecido así que la libertad positiva es la posibilidad del imperativo categórico en tanto
juicio sintético a priori
La deducción jurídica de la libertad Kant la hace en el tercer capítulo de la FMC.
Nosotros la dejaremos sólo planteada, dejando un análisis mas profundo de ella para una
futura investigación. Nos permitiremos citar el párrafo en donde el filósofo plantea la
posibilidad del imperativo categórico como juicio sintético a priori por libertad:

14
Op. cit. p. 129
15
Op. cit. p.92
Una voluntad absolutamente buena es aquella cuya máxima puede contenerse a sí misma siempre
como una ley universal; esta es una proposición sintética, ya que por medio del análisis del concepto
de una voluntad absolutamente buena no es posible hallar esta propiedad en la máxima. Pero tales
proposiciones sintéticas sólo son posibles porque los dos conocimientos están enlazados, uno con el
otro por su vinculación a un tercero en el cual se encuentran mutuamente. El concepto positivo de
libertad crea ese tercer conocimiento16.

d) Desafíos a que nos enfrenta la técnica biológica.

Existe en la actualidad una estrecha interrelación entre la técnica y la ciencia, hasta


el punto en que es muy difícil poner el límite entre una y otra. Todo progreso científico trae
aparejado una rápida aplicación práctica. El tiempo que media entre la generación de nuevo
conocimiento y su aplicación da poco espacio a la reflexión. De este modo, la ciencia pura
que sólo busca el conocimiento y, por lo tanto, valorativamente neutra pareciera estar
desapareciendo. En este sentido hablaremos de un estado científico-técnico contemporáneo.
La biotecnología nos merece una especial atención debido a los efectos que de su
acción se pueden generar. En este sentido el filósofo Hans Jonas nos hace ver algunos de los
cambios entre este tipo de tecnología y la convencional. Históricamente la técnica ha
manejado materias inanimadas, con las cuales se creaban auxiliares no animados para el uso
humano; la división estaba clara “ el hombre era el sujeto y la naturaleza el objeto de dominio
técnico, lo cuál excluía que el ser humano se convirtiera en objeto directo de su aplicación” 17.
En este sentido se ha producido un cambio, tal que el hombre puede ser objeto directo de su
propia arquitectura y con ello de su constitución heredada. Esto no se limita, sin embargo, a
las personas y a las cuestiones metatécnicas. La tecnología orgánica es en sí distinta de la
mecánica.
En el caso de la materia muerta o inanimada, el fabricante es el único que actúa frente
a un material pasivo; con relación a los organismos vivos en cambio éste se ve enfrentado a
otra actividad. El material del sistema biológico es también activo. En lo que se refiere a la
técnica a los organismos vivos, la técnica biológica “colabora” con la actividad propia del
material activo que funciona según su propia naturaleza. La acción del sujeto, del ingeniero
biológico por ejemplo, inserta un nuevo determinante al sistema biológico, pero al mismo
tiempo lo suministra. La naturaleza puede aceptar o rechazar la intervención, y si la acepta
lo hará a su manera, ella mantiene su “autonomía”. Diremos, pues, que el acto técnico tiene
la forma de una “intervención”, no de construcción.
El carácter de intervención juega un rol fundamental en la predecibilidad de la acción
científico-técnica. El ingeniero biológico tiene que asumir “a ciegas” una abundante
complejidad de variables existentes en su material de estudio, que están ocultos, y que tienen
16
Op. cit. p.130
17
JONAS, H. TME. p. 110
una dinámica propia. El número de factores desconocidos por el investigador en este plan es
gigantesco, en gran parte porque éste no es su plan.
La libertad trascendental definida por Kant nos pone exactamente en este punto; si
bien tenemos una espontaneidad, una voluntad que nos permite ser causa, esta se inserta en
un mundo fenoménico, que se rige por leyes que nosotros no ponemos. Es así como nos
vemos enfrentados a modificar variables que determinaran efectos que ya no podemos
controlar. Se hace evidente aquí la necesidad de que una espontaneidad que nos lleva a buscar
conocer la naturaleza deba ordenarse por la razón. Que esta cierta libertad presente en el
conocimiento teórico especulativo se transforme en una libertad, en el sentido kantiano,
propiamente tal. Se plantea así la necesidad de una moral reguladora de la ciencia. Los efectos
de las acciones humanas en este nivel, exigen plantear al investigador una responsabilidad
moral en su actuar.

e) Discusión.

Según el planteamiento filosófico kantiano, la razón en el hombre busca el


incondicionado, busca la causa primera. Desde la facultad de conocer esto no es posible ya
que estamos limitados a la ley de causalidad natural (ley de causa y efecto) con que trabaja
el entendimiento, el que a su vez está limitado a conocer según los esquemas que le entrega
la imaginación. De este modo, la única forma de representarse el incondicionado es a través
de la razón especulativa, quién sí puede darnos la posibilidad lógica de la totalidad, pero sólo
como posibilidad de pensarla, ya que ella no es capaz de intuir y está limitada a hacer
inferencias lógicas mediatas según los conceptos del entendimiento. Haciendo síntesis de
categorías la razón llega a principios formales para la ciencia. Las formas puras de la razón
que nos permiten pensar la totalidad son las ideas trascendentales; a pesar que no son
cognoscibles a modo teórico especulativo, representan para la ciencia una meta a seguir, son
como una especie de motor que nos lleva a seguir conociendo.
El “yo pienso” es el principio formal del conocimiento teórico, y como tal pertenece
al ámbito de la razón. La posibilidad de conocer está en esta capacidad de pensar, que es
actividad del sujeto; en el despliegue de esta capacidad hay una espontaneidad que implica
una cierta libertad del sujeto trascendental. Por otro lado, hay desde la razón también una
especie de mandato que, buscando la causa final, nos lleva siempre a querer conocer más. El
conocimiento deja en evidencia una obligatoriedad en cuanto a sus antecedentes y
condiciones de posibilidad. Villacañas lo interpreta afirmando: “la noción de verdad como
búsqueda de la universalización exige un tipo de conducta regida por el imperativo
categórico, que es así su ley suprema” 18. En este sentido vemos que bajo el conocimiento
teórico especulativo hay praxis por libertad y hay deber, en consecuencia nos encontraríamos

18
VILLACAÑAS, J.L. RC p. 171
ante la presencia de lo moral. Esto nos permitiría afirmar que a la base de la ciencia, hay
moral
La libertad es una de las ideas trascendentales de la razón especulativa; ella no puede
ser conocida, ya que representa objetos totalitarios, no meramente fenómenos. La
imposibilidad de determinación teórica no significa, sin embargo, negación de su existencia.
Es así como la libertad encontrará su realización en la moral; Kant la define como la absoluta
espontaneidad causal que inicia por sí misma una serie de fenómenos que se desarrollan
según leyes de la naturaleza. Esta definición nos permite evidenciar el punto clave por el cual
se debe llamar a la responsabilidad de nuestro actuar en el tema que nos aboca (ciencia y
tecnología). El hombre tiene voluntad y tiene razón, gracias a ellas es capaz de iniciar una
serie causal que se desarrollará a continuación según causalidad natural, lo cual significa que
se traspasa nuestra capacidad de control sobre lo que ocurre a continuación. Nosotros no
conocemos, en gran medida, lo que ocurrirá una vez que demos inicio al despliegue de
causalidades. Al nivel de la técnica biológica esto resulta de gran importancia.
Históricamente la ciencia se ha dedicado a la búsqueda de la verdad, y en ese sentido
se ha desempeñado con gran “libertad”, sin que se solicite de ella mayor responsabilidad. Sin
embargo, en la actualidad, por el grado de intervención en la naturaleza y el riesgo que
involucran sus acciones, la ciencia y la técnica que se le asocia ya no pueden considerarse
avalóricas. En este sentido existen graves conflictos éticos que atañen a la naturaleza misma
del hombre. La biotecnología, gracias a sus avanzados conocimientos biológicos permite a
éste manipular la vida y convertirse él mismo en el objeto de su técnica; es así como la
manipulación genética podría llevar por ejemplo a la “fabricación” de hombres,
produciéndose una situación de inferioridad de condiciones del fabricado frente a “su”
fabricante. Pero no solo la acción directa sobre el hombre implica riesgos, la intervención
biotecnológica a distintos niveles de la naturaleza puede desencadenar procesos
insospechables. El ingeniero biológico interviene en un proceso que desconoce en gran
medida y que puede significar un desastre para la vida del hombre mismo. Pensemos, por
ejemplo, que la manipulación microbiana nos puede enfrentar a enfermedades infecciosas
sumamente virulentas que podrían devastar a la humanidad. Sin ir mas lejos el mismo uso de
antibióticos cada vez más potentes, lleva aparejado la promoción de cepas bacterianas cada
vez más resistentes, lo cual es un hecho de la vida diaria.
Por otro lado la ciencia y la tecnología han adquirido gran prestigio y se han
transformado en una especie de ideal a seguir y en vez de ser un medio al servicio del hombre,
se transforman en fin.
En nuestra investigación, hemos querido partir con el análisis que hace Kant desde el
hombre común en “la cuestión de hecho” ya que en ciencia nos encontramos justamente en
ese momento de la reflexión y el mismo método podría ser aplicado a este sistema. El
científico investiga pensando en una terapia, en mejorar la calidad de vida del hombre o
simplemente por curiosidad científica. Habrían en él, tal vez, acciones morales, pero que
ejecuta sin mayor conciencia. El recorrido que hace Kant en el primer capítulo de la FMC
sería aplicable al investigador cuyas acciones deberían plantearse dentro de un contexto de
buena voluntad. Se requiere en ese sentido ilustrar al científico en la conciencia de su poder.
Se trataría de conjugar esa “cierta libertad” que hay a nivel del conocimiento teórico con una
libertad en sentido propio.
Sin duda los temas bioéticos contemporáneos son de manejo difícil y requieren de la
intervención de otros ámbitos de la ética, así como de la filosofía política, del derecho y de
otras tantas más; sin embargo, el estudio del pensamiento kantiano puede ser una buena
primera aproximación al problema. El imperativo categórico, al mandar universalizar las
máximas, facilita la elaboración de normas de validez universal y a su vez le permite al
individuo “testear” valorativamente su actuar.
La tercera formulación del imperativo categórico es un principio de humanidad, y
manda considerar a la naturaleza humana como un fin en sí, no sólo como un medio. Este
principio es absolutamente vigente con relación a la capacidad actual del hombre de
manipular su propia humanidad. El proyecto kantiano considera la realización del hombre
pleno, lo cual involucra a este en su pasado, presente y futuro. Desde este punto de vista su
ética no sería sólo inmediatista: hay un sentido de responsabilidad hacia las generaciones
futuras, de hecho se supone que estamos siendo el sustento de ellas. El planteamiento del
hombre como fin en sí y el de persona humana llevan implícito el de responsabilidad y sería
aplicable a las circunstancias actuales y futuras. A modo de ejemplo plantearemos el
siguiente problema: al intervenir el hombre en su propia humanidad existe siempre un riesgo
de fallas y errores, ¿qué se hará con aquellos que no superen “el control de calidad”, son ellos
también humanos? Pensamos que sí. El imperativo categórico que manda tratar a la
humanidad como fin en sí y no sólo como un medio para investigar un tema, crear una técnica
o para el propio prestigio del investigador, nos protege frente a esta situación.
Desde el punto de vista metafísico pensamos que la libertad puede ser el tema clave
que permita establecer el puente hacia una ciencia moral o por lo menos más cuidadosa.
Probablemente la voluntad que actualmente está moviendo parte de la ciencia no esté siendo
determinada por la razón moral, y que el libre arbitrio esté, por así decirlo, “haciendo de las
suyas”, invadiendo este campo. Se requiere en este sentido que la razón ponga orden a la
libertad presente en la ciencia y que a este nivel se realice libertad en sentido propio desde el
punto de vista kantiano.

f) Conclusiones.

- Kant nos propone una moral autónoma, fundamentada racionalmente; es en ella donde
estarían los principios universales de la teoría de las Costumbres .
- El paso hacia la moral Kant lo hace desde la teoría especulativa, a través de las ideas
trascendentales, dándole una base lógica a la moral.
- En el capítulo N°1 de la FMC se presentan los elementos de la conciencia moral, desde lo
que se encuentra en el hombre común. Estos elementos son: buena voluntad, deber, respeto
y ley moral.
- La determinación racional de la voluntad es el problema central de la moral kantiana y su
consecuencia, la buena voluntad, es un fin en sí misma.
- La representación general de la ley moral es el imperativo categórico, que manda
universalizar las máximas.
- Para el hombre, como ciudadano de dos mundos, su actuar moral es obligado; la ley moral
es una ley del deber.
- El respeto es un sentimiento puro que nos permite sentir la ley en nosotros.
- El imperativo categórico como juicio sintético a priori es posible por libertad (libertad
positiva).
- Desde el punto de vista moral kantiano, el hombre se representa la ley como imperativo
categórico, es capaz de sentirla por medio del respeto y la acción moral ocurre por deber, en
respeto a la ley moral, momento en donde se realiza el noumeno libertad.
- Los alcances de la acción de la biotecnología nos presentan nuevos desafíos éticos. La
ciencia y la técnica contemporáneas no podrían considerarse como valóricamente neutras.
- Se requieren normas de validez universal que regulen el ámbito científico-técnico.
- La proposición moral de Kant nos ofrece herramientas que pueden contribuir en la
elaboración de fundamentos éticos de validez universal.
- El presente trabajo es sólo una introducción a la actualización de la filosofía kantiana en el
campo de la bioética; siguientes etapas de esta investigación podrían estar orientadas al
análisis de la segunda y tercera formulación del imperativo categórico y a su aplicación
dentro de este ámbito.

Texto Resumen Número 2


INTRODUCCIÓN
Al afirmar que el conocimiento se limita a la experiencia, la filosofía kantiana se aproxima al
empirismo, y al afirmar que no todo el conocimiento proviene de la experiencia se acerca al
racionalismo. Pero también es esencial en el pensamiento kantiano la influencia del tercer gran
movimiento filosófico de la modernidad, la Ilustración. El proyecto ilustrado es un esfuerzo común
de transformación y mejora de la humanidad mediante el desarrollo de su propia naturaleza racional.
Para realizar este proyecto se propone como tareas fundamentales el desvelamiento de las leyes de la
naturaleza y el ordenamiento racional de la vida humana. Los dos grandes ilustrados, Newton y
Rousseau, influyeron claramente en Kant. Newton representó para toda la Ilustración la culminación
de la ciencia moderna, un ejemplo de las posibilidades de una ciencia que combina la experiencia
empírica y la razón y del éxito que se puede alcanzar si limitamos la actividad científica al
conocimiento de los fenómenos. La filosofía kantiana es un intento de clarificar filosóficamente las
condiciones de posibilidad de la física newtoniana. Por su parte, Rousseau era el filósofo del espíritu,
de la subjetividad: frente al mundo externo determinado causalmente, propone reconocer también el
mundo interno, el de la conciencia, pues en él se descubre el hombre como libre, como sujeto de
responsabilidad moral. Rousseau reforzó en Kant la convicción en la autonomía, en la independencia
de la moralidad frente a las leyes que rigen el mundo objetivo. Newton y Rousseau, reino de la
naturaleza y reino del espíritu, causalidad y libertad. Dos mundos de los que se siente ciudadano, dos
legalidades a las está sometido. ¿Anula la ciencia todo acceso del hombre a lo metafísico? ¿Pueden
conciliarse causalidad física y libertad moral? Problema esencial tratado por Kant: la posibilidad de
lo metafísico para el hombre, la aclaración definitiva de cómo el hombre es ciudadano de ambos
mundos.
La filosofía kantiana es una filosofía crítica: se tratará de analizar y comprender la posibilidad y
límites de la Razón tanto en su aspecto teórico como en su dimensión práctica. Su proyecto consiste
en establecer los principios y límites del conocimiento científico de la Naturaleza, al vez que
responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?, establecer y justificar los principios de la acción y las
condiciones de la libertad, ligada a la cuestión: ¿qué debo hacer?; y delinear el destino último del
hombre para responder a la pregunta: ¿qué me cabe esperar?. Y las tres se pueden expresar con la
pregunta más general: ¿qué es el hombre?

A. EL USO TEÓRICO DE LA RAZÓN

I. PLANTEAMIENTO KANTIANO DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO


Para responder a la pregunta ¿qué puedo conocer? hemos de señalar los principios desde los cuales
es posible un conocimiento científico de la Naturaleza y los límites dentro de los cuales es posible tal
conocimiento, tareas que lleva a cabo en su obra “Crítica de la Razón Pura”.

I.1. La posibilidad de la metafísica como ciencia. las condiciones del conocimiento científico
La metafísica en la que Kant se formó (la metafísica racionalista wolffiana) tomaba la matemática
como ideal de ciencia y consideraba que la filosofía debía ser una actividad deductiva, basada en la
pura razón. Kant defendió en un primer momento este tipo de filosofía pero pronto quiso encontrar
una nueva fundamentación a la metafísica: se ha pretendido, dogmáticamente (mediante el uso de la
pura razón) elaborar sistemas filosóficos pero todos han fracasado pues no han conseguido ni progreso
ni acuerdo entre los investigadores, fracaso que parecía conducir al escepticismo. Kant creyó
necesario para la filosofía y para los intereses y fines últimos del hombre una Crítica de la propia
Razón sobre sí misma, sobre su alcance y sus límites, una "crítica del órgano" del conocimiento. Urge
plantearse pues el problema de si es posible la Metafísica como ciencia. La tarea crítica consistirá en
aclarar los principios y limites de la Razón. Kant creyó que los errores provenían de una
"extralimitación" de la Razón: no respetar sus propios límites y pretender alcanzar un conocimiento
más allá de toda experiencia (uso dogmático de la razón que da lugar a la filosofía dogmática). Por
contra, de la fijación de límites que la Crítica establezca, Kant espera obtener dos ventajas: evitar
nuevos fracasos mostrando la incapacidad humana para alcanzar un conocimiento metafísico por la
pura razón, y poner a buen recaudo el ámbito de lo inteligible, arruinar las pretensiones del ateísmo,
el materialismo y el determinismo (este uso de la razón es un uso crítico y trae consigo una filosofía
crítica).
El problema fundamental a resolver es el de si es posible la Metafísica como ciencia y para
ello debemos investigar antes cómo es posible la ciencia, averiguar las condiciones que la hacen
posible, para ver si la Metafísica se ajusta o no a ellas. En esta tarea necesitamos distinguir dos tipos
de condiciones: las empíricas, que son particulares y contingentes, y las condiciones a priori o
universales y necesarias, también llamadas transcendentales (no confundir con “trascendente”= lo
que está más allá de la experiencia). Las condiciones a priori son anteriores a la experiencia en el
sentido de que son su condición de posibilidad. No interesan las condiciones empíricas pues se
requiere una Crítica de la Razón Pura llevada a cabo mediante una indagación trascendental de sus
condiciones necesarias y universales.

I.2. Clasificación de los tipos de juicios


Puesto que la ciencia es un conjunto de juicios, la pregunta anterior se puede expresar más
exactamente de la siguiente forma: ¿cuáles son las condiciones que hacen posibles los juicios de la
ciencia? Lo que exige establecer los tipos fundamentales de juicios, para lo cual Kant nos presenta
dos clasificaciones:
• La primera los divide en juicios analíticos y juicios sintéticos y atiende a si el concepto
predicado se incluye en el concepto sujeto: juicios analíticos si el predicado se incluye en el sujeto;
para establecer el juicio basta analizar el concepto sujeto, por lo que no nos dan información nueva
alguna, no son extensivos; y juicios sintéticos cuando el predicado no se incluye en el sujeto: son
juicios informativos o extensivos y amplían nuestro conocimiento.
• La segunda los clasifica en a priori ya a posteriori y atiende al modo de conocer su verdad:
juicios a priori si su verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, ya que su
fundamento no se halla en ésta; son juicios universales y necesarios; y juicios a posteriori si su verdad
es conocida a partir de la experiencia; son particulares y contingentes.
Los juicios más importantes de la ciencia no pueden ser ni analíticos ni sintéticos a posteriori
sino juicios sintéticos a priori: por ser sintéticos son extensivos, dan información, amplían nuestro
conocimiento; por ser a priori, son universales y necesarios y el conocimiento de su verdad no procede
de la experiencia. Precisamente los principios fundamentales de la ciencia (Matemáticas y Física) son
de este tipo.

II. LA DOCTRINA DEL CONOCIMIENTO EN LA "CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA"


Tarea propia de la crítica de la razón pura: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?; tarea
que se puede desglosar en las siguientes partes: ¿cómo es posible la matemática pura? ¿cómo es
posible la ciencia natural (la Física pura o racional)? ¿son posibles los juicios sintéticos a priori en
metafísica?

II.1. La "Estética transcendental". Las formas a priori de la Sensibilidad


La Estética (del griego "aisthesis", "sensación") trascendental es la ciencia de todos los principios
de la sensibilidad. La Sensibilidad es la capacidad o facultad de las sensaciones. La Estética explica
el modo de tener sensaciones y al ser "trascendental" tratará del conocimiento de las condiciones
transcendentales (universales y necesarias) que permiten el conocimiento sensible, paso previo para
todo conocimiento. Kant distingue dos momentos en la percepción: la materia y la forma. El efecto
de los objetos en la sensibilidad son las sensaciones, que son, pues, dadas a posteriori y constituyen,
según Kant, la materia del conocer al nivel de la sensibilidad. Pero las sensaciones se presentan
ordenadas en ciertas relaciones; eso que hace que las sensaciones aparezcan ordenadas en ciertas
relaciones es la forma. La forma no es dada a posteriori, sino que está ya a priori en el espíritu, como
forma de la sensibilidad, (Kant la llama también intuición pura). La síntesis (unión) de sensaciones o
datos empíricos, como materia, y la forma a priori es el fenómeno.
Las formas puras o principios a priori de la sensibilidad son, según Kant, el espacio y el tiempo.
Espacio y tiempo son las condiciones de posibilidad de toda experiencia porque no es posible ninguna
experiencia que no esté bajo esas relaciones. Ahora bien (y esto es muy importante), espacio y tiempo
no son, según Kant, propiedades objetivas de las cosas mismas, sino formas a priori de la sensibilidad.
El espacio y el tiempo son la forma de la experiencia externa, y el tiempo de la interna. La matemática
es posible (= es un saber a priori y sintético) por el carácter apriórico del tiempo y del espacio: la
geometría y la aritmética se ocupan, respectivamente, del espacio y del tiempo. Puesto que la
matemática está fundada en las formas de la intuición, toda objeto que se de en la intuición debe
cumplir las leyes de la matemáticas.

II.2. La "Analítica transcendental": la espontaneidad del entendimiento


La sensibilidad realiza las primeras síntesis al unificar las sensaciones en el tiempo y el espacio,
pero percibir tal multiplicidad (colores, formas, sonidos...) no es, sin más, comprender los objetos.
Comprender lo percibido es la función propia del Entendimiento. Kant estudia esta facultad en la
Analítica Trascendental. Nuestro conocimiento incluye conceptos además de percepciones, pues
comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto; cuando no podemos referir las
impresiones sensibles a un concepto, nuestra comprensión de aquéllas resulta imposible. Esta
actividad de referir los fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio. El
entendimiento puede ser considerado, pues, como la facultad de los conceptos, o bien como la facultad
de los juicios, la facultad de juzgar. Kant distingue dos tipos de conceptos, los empíricos, que
proceden de la experiencia y son a posteriori, y los conceptos puros o categorías, que no proceden de
la experiencia y son a priori: las categorías (sustancia, causalidad, unidad, necesidad,...); son nociones
que no se refieren a datos empíricos pero tampoco son construidas, "inventadas" empíricamente por
el hombre, pues pertenecen a la estructura del entendimiento (son a priori).
El conocimiento es posible porque aplicamos las categorías a la multiplicidad dada en la
sensación. Los conceptos puros son condiciones trascendentales, necesarias, de nuestro conocimiento
de los fenómenos ya que el entendimiento no puede pensarlos si no es aplicándoles estas categorías:
todo aquello que es objeto de nuestra experiencia es sustancia o accidentes, causa o efecto, unidad o
pluralidad, etc. De este modo, el conocimiento resulta de la cooperación entre la sensibilidad y el
entendimiento: la sensibilidad nos da objetos, el entendimiento los piensa; pero las categorías
solamente son fuente de conocimiento aplicadas a los fenómenos (a las impresiones sensibles que se
dan en el espacio y el tiempo) y no tienen aplicación válida más allá de los fenómenos. El error de la
filosofía dogmática (basada en el uso puro de la razón) consiste en usar las categorías para referirse a
realidades transempíricas o trascendentes (Dios y el alma, p. ej.). La Física es posible como un saber
a priori porque el mundo tiene una estructura matemática (al estar sometido al tiempo y al espacio) y
porque las categorías tienen una validez empírica; porque todo fenómeno está estructurado en función
de las categorías. Con ello Kant está legitimando filosóficamente el Universo Newtoniano.

II.3. La "Dialéctica transcendental": la Razón y su exigencia de Lo incondicionado


La "Dialéctica Trascendental" estudia la Razón y el problema de si la metafísica puede ser un
saber a priori, y concluye que la Metafísica como disciplina científica es imposible. La Metafísica
quiere alcanzar las cosas tal y como son en sí mismas, sus objetos son transcendentes (no empíricos):
el alma, su libertad e inmortalidad, Dios y el mundo como totalidad; pero la ciencia usa
necesariamente las categorías y éstas sólo pueden emplearse legítimamente aplicadas a los
fenómenos, a lo dado en la experiencia. La Razón teórica, en sentido laxo, es lo que permite el
conocimiento del mundo, y en sentido estricto la facultad de las argumentaciones. Kant entiende por
"dialéctica" el razonamiento falso con apariencia de verdadero. La "Dialéctica Trascendental" debe
mostrar pues cómo la Razón realiza argumentos aparentemente correctos pero ilegítimos.
Precisamente las argumentaciones de la metafísica son de ese tipo.
El conocimiento intelectual formula juicios y conecta unos juicios con otros formando
razonamientos. Pero hay una tendencia peculiar en el uso de la Razón: la Razón busca encontrar
juicios cada vez más generales, capaces de abarcar una multiplicidad de juicios particulares sirviendo
a éstos de fundamento. La Razón aspira a lo incondicionado, al fundamento de los fundamentos.
Cuando la Razón, en esa búsqueda de las condiciones de lo condicionado, de leyes más generales y
profundas, se mantiene en los límites de la experiencia, su uso es correcto y no da lugar a
contradicciones; la ciencia avanza precisamente a partir de esa tendencia de la Razón; pero esa
tendencia lleva inevitablemente a traspasar los límites de la experiencia empírica en busca de lo
incondicionado: así, todos los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías
metafísicas acerca del mundo, como todos los fenómenos psíquicos por medio de teorías metafísicas
acerca del alma, y, finalmente, unos fenómenos y otros se intentan explicar y unificar por medio de
teorías metafísicas acerca de una causa suprema de ambos tipos de fenómenos, físicos y psíquicos:
Dios. "Dios", "alma" y "mundo", son pues tres ideas de la Razón; ideas que no tienen una referencia
objetiva, ─no tienen un uso constitutivo─ en el sentido de que no podemos conocer los objetos a los
que se refieren (Dios, alma y mundo como totalidad); pero sí un uso regulativo pues permiten la
orientación de la investigación y dirigen el uso de la razón en la aspiración a una explicación cada
vez más profunda de la realidad.

III. EL IDEALISMO TRASCENDENTAL: EL "FENÓMENO" Y EL "NOÚMENO"

III.1. La filosofía kantiana, superación del empirismo y del racionalismo


Su tesis de que el conocimiento se puede referir sólo a lo que se da a los sentidos, y que, por lo
tanto, lo que esté más allá de los sentidos es incognoscible y no permite un tratamiento científico, es
una influencia del empirismo. Por su parte, la huella del racionalismo la tenemos en sus afirmaciones
de que es posible un conocimiento estricto (los juicios sintéticos a priori), extensivo, pero también
universal y necesario, aunque referido a meros fenómenos, y de que no todos los elementos que
intervienen en el conocimiento se obtienen de la experiencia, pues hay elementos a priori. Los
racionalistas llamaban a estos elementos “ideas innatas”, aunque entendían que dichas ideas eran
contenidos de conocimiento referidos a objetos; las estructuras aprióricas son, para Kant, estructuras,
no contenidos, y no se refieren a objetos sino a la forma que todo objeto ha de tener para que la
podamos experimentar, no dan información relativa a objetos del mundo, sino a la estructura del
mundo.
III.2. La "revolución copernicana" (o giro copernicano) en filosofía
Kant explica el cambio epistemológico que supone su filosofía con la analogía de la revolución
astronómica copernicana: Copérnico encuentra que no se puede entender el movimiento aparente de
los astros si suponemos que la Tierra es el centro del Universo y el Sol da vueltas a su alrededor, y
nos propone invertir los términos y suponer que es el Sol el centro del Universo. Kant dice del mismo
modo: si las condiciones de la objetividad del ser objeto no son ni pueden ser enviadas por las cosas
a nosotros, puesto que las cosas no nos envían más que impresiones, no hay más que hacer lo mismo
que Copérnico y decir que son las cosas las que se ajustan a nuestros conceptos y no nuestros
conceptos los que se ajustan a las cosas. Las categorías, por consiguiente, son conceptos puros, “a
priori”, que no obtenemos extrayéndolos de las cosas, sino que nosotros ponemos, imponemos a ellas.
La analogía de la "revolución copernicana" refleja muy bien un importante aspecto de su
pensamiento: hasta Kant se había considerado que el sujeto era pasivo en el acto del conocimiento y
se tenía que plegar al objeto para conocerlo; pero de ese modo no se puede dar el conocimiento a
priori pues éste conocimiento supone la posibilidad de conocer algo sobre las cosas sin que estén
presentes en nuestra conciencia, sin que de ellas tengamos experiencia. El giro copernicano consiste
en rechazar la concepción tradicional del conocimiento, rechazar que el sujeto se deba someter a las
cosas para conocerlas, y considerar que el sujeto es activo: son las cosas las que se deben someter a
nosotros de cara al conocimiento; si suponemos que para conocer un objeto antes ha de someterse a
las condiciones formales "a priori" de la estructura de nuestras facultades cognoscitivas, podremos
comprender que conozcamos de las cosas algunos rasgos que éstas han de poseer antes incluso de
que tengamos experiencia de ellas: solo podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes
hemos puesto en ellas. El giro copernicano se refiere al hecho de que solo podemos comprender el
conocimiento a priori si admitimos que sólo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o
noúmenos, si admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.
III.3. La filosofía kantiana: el Idealismo Trascendental
El Idealismo Trascendental es la culminación del pensamiento moderno, que comienza con el
planteamiento cartesiano del problema del conocimiento: para tener conocimiento estricto es preciso
remitirse al sujeto del conocimiento (al "cogito") sólo así tendremos una evidencia tan poderosa como
para fundamentar el resto del saber; pero esto se consigue a costa de problematizar el conocimiento
de la realidad externa. El empirismo continúa en esta misma línea al considerar que el conocimiento
inmediato versa sobre las ideas o percepciones y no sobre las cosas en sí mismas y al sugerir que los
grandes problemas de la objetividad (el mundo teórico y el mundo práctico) han de resolverse tras el
análisis de los procesos psicológicos gracias a los cuales el sujeto tiene experiencia de los objetos;
pero el sujeto del que hablan los empiristas es un sujeto empírico. Kant recoge esta línea de
explicación mostrando que debemos reflexionar sobre el modo de conocer para descubrir los
elementos, fundamento y límites del saber, pero pone como sujeto a un sujeto distinto: el Sujeto
Trascendental, que no se puede identificar con el yo empírico, contingente, hecho de este modo pero
pudiendo ser de otra forma; el Sujeto Trascendental es el sujeto metaempírico del cual se predican
las distintas formas aprióricas y que realiza las distintas síntesis que dan lugar a la constitución de los
fenómenos. La consecuencia es un giro completo en la comprensión del conocimiento y la separación
radical entre la filosofía y el sentido común: el conocimiento universal y necesario no se puede
explicar si consideramos que el sujeto es pasivo cuando conoce, pero sí al considerar que el sujeto
pone algo en el objeto conocido y lo modela a partir de las estructuras de nuestras facultades
cognoscitivas (las formas de la sensibilidad y las categorías del entendimiento). En cuanto a la
segunda cuestión, debemos recordar que la posición ingenua, y toda la filosofía anterior a la
modernidad, mantiene una concepción realista del mundo: en lo esencial el mundo es tal y como lo
conocemos; en lo esencial los objetos y sus propiedades y relaciones existen independientemente de
la experiencia que podamos tener de ellos; esta es la tesis característica del realismo. Pero con la
modernidad (con Kant) aparece la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser el mundo
independientemente de nuestra experiencia de él; todo objeto del que tenemos experiencia ha quedado
influido por la estructura de nuestro aparato cognoscitivo. Estas ideas nos llevan a dos conceptos
fundamentales del Idealismo Trascendental: el concepto de Noúmeno y el de Fenómeno. El Noúmeno
(o Cosa en sí) es la realidad tal y como pueda ser en sí misma, independientemente de nuestra
experiencia de ella; la filosofía premoderna pensaba que nosotros podíamos conocer las cosas en sí
mismas, aunque cada escuela dijese algo distinto relativo al ser de dichas cosas; el Fenómeno es una
realidad dependiente del Sujeto Trascendental, es la realidad estructurada por las formas de la
sensibilidad y las categorías del entendimiento; la realidad tal y como la experimentamos. El sujeto
cuando conoce no deja intacta la realidad conocida, la constituye en el propio acto del conocimiento.
Por ello, el Idealismo Trascendental se puede resumir en la afirmación de que sólo conocemos
fenómenos.

B: EL USO PRACTICO DE LA RAZÓN

I. LA RAZÓN PRÁCTICA Y EL CONOCIMIENTO MORAL


I.1. Concepto de Razón Práctica
La conducta moral tiene que ver con la Razón porque está sometida a principios y vinculada con
lo universal, y sólo la Razón es capaz de permitir este vínculo. La Razón tiene una doble vertiente:
Teórica y Práctica; no se trata de dos razones sino de dos usos distintos de la misma razón. La Razón
Teórica se ocupa de conocer cómo son las cosas; la Razón Práctica se ocupa de cómo debe ser la
conducta humana; no le interesa el ser sino el deber ser. La Razón Teórica formula juicios
(proposiciones con la forma "A es B") y la Razón Práctica imperativos o mandamientos (preceptos
con la forma “debes hacer X"). Obras de ética: "Crítica de la Razón Práctica" y “Fundamentación de
la Metafísica de las costumbres”.
I.2. El “factum de la moralidad”
Punto de partida de la reflexión de Kant sobre el conocimiento: la existencia de conocimiento
universal y necesario (conocimiento a priori); la "Crítica de la Razón Pura" intenta mostrar las
condiciones transcendentales, a priori, de dicho conocimiento. Punto de partida de la reflexión ética
kantiana: en la experiencia moral hay algo análogo a aquel dato fundamental de la esfera del
conocimiento: el "factum de la moralidad", el hecho moral; este hecho consiste en la existencia del
deber: todos los hombres tienen conciencia de estar sometidos a prescripciones morales, se sienten
obligados a hacer ciertas cosas y a evitar otras. Esta conciencia del deber es conciencia de una
determinación de la voluntad que posee características análogas a las de la experiencia de
conocimiento: la universalidad y la necesidad. Kant creerá que cuando un sujeto vive el deber lo vive
de forma incondicionada: si está mal matar está mal en toda circunstancia y en todo tiempo, no hay
excepciones, el mandato se vive como teniendo absoluta necesidad. La ética kantiana es un intento
de entender el factum de la moralidad (la determinación universal y necesaria de la voluntad) y sus
condiciones de posibilidad (los "postulados de la razón práctica" expresan dichas condiciones); del
mismo modo que la teoría la conocimiento kantiana es la investigación de las condiciones de
posibilidad de la ciencia.
I.3 Tipos de principios o leyes prácticas
Principios prácticos: proposiciones que expresan cómo se han de comportar los seres racionales;
Máximas: cuando dichos preceptos expresan cómo nos comportamos habitualmente dadas tales o
cuales circunstancias; hay máximas buenas y malas. Voluntad: facultad que sirve para poner en
movimiento al sujeto, facultad que mueva a la acción. Se llama fundamento de determinación de la
voluntad al motor que impulsa a la voluntad a la acción. En los seres humanos hay dos posibles
motores de la acción: la razón o la inclinación; "inclinación" es toda determinación empírica, toda
determinación de la conducta que tiene como fundamento la constitución empírica del sujeto, deseos
corporales fundamentalmente; toda acción hecha por inclinación es acción hecha para el bien del
sujeto, por su propia felicidad, por egoísmo. El hombre no está dirigido necesariamente a realizar el
bien, por ello el deber se le presenta como un mandato, con carácter constrictivo, imperativo: ¡debes
hacer X!. Los imperativos o mandatos pueden ser hipotéticos o categóricos; los imperativos
hipotéticos mandan una acción porque ésta es un buen medio para la realización de un fin. Los
imperativos categóricos mandan la realización de una acción porque esa acción es buena en sí misma
(o mandan evitar una acción porque dicha acción es mala en sí misma). Todos los imperativos tienen
la forma “debes hacer X" (o "hay que hacer X") o "no debes hacer X"; pero para saber si el imperativo
es hipotético o categórico no basta la mera expresión gramatical, es preciso saber cuál ha sido el
fundamento de determinación que el sujeto ha tenido en la realización de la acción: si ha seguido el
precepto "debes hacer X" para la realización de un fin suyo (o para evitar algo no querido por él),
entonces para él, propiamente, dicho mandato es un imperativo hipotético y se expresa así: "debes
hacer X si quieres conseguir Y". Si lo ha hecho exclusivamente por la propia acción, entonces el
mandato es para él categórico y su expresión es "debes hacer X". Los imperativos hipotéticos son
imperativos de la habilidad cuando el fin para el cual se prescribe una acción como buena es un fin
meramente posible (fin no común a todos los hombres). Los imperativos hipotéticos son imperativos
de la prudencia cuando el fin es un fin real (un fin común a todos los hombres, la felicidad).

II. CRÍTICA DE KANT A LAS ÉTICAS MATERIALES


II.1. Definición de ética material
Hasta Kant las éticas habían sido materiales, frente a todas ellas, su ética es formal. No se debe
confundir ética material con ética materialista: lo contrario de una ética materialista es una ética
espiritualista, lo contrario de una ética material es una ética formal (la de Sto. Tomás es material, pero
no materialista sino espiritualista, puesto que pone como Bien Supremo algo espiritual, Dios). Son
materiales aquellas éticas según las cuales la bondad o maldad de la conducta humana depende de
algo que se considera bien supremo: los actos serán buenos cuando nos acerquen al bien supremo, y
malos cuando nos alejen de él. Toda ética material parte de que hay bienes, cosas buenas para el
hombre y, por tanto, comienza por determinar cuál es (de entre todos ellos) el bien supremo o fin
último del hombre; y una vez establecido tal bien supremo, la ética material establece las normas o
preceptos adecuados para alcanzarlo.

II.2. Los preceptos de toda ética material son hipotéticos, empíricos, condicionales
Esto quiere decir que no valen absolutamente, sino sólo de un modo condicional, como medios
para conseguir un fin; si no se quiere dicho fin, entonces el mandato no es tal para el que no lo quiere.
Kant creerá que los imperativos hipotéticos nunca pueden ser expresión de una experiencia moral
porque la experiencia moral es sometimiento a un precepto universal y necesario, pero los imperativos
hipotéticos no pueden ser universales y necesarios: los de la habilidad porque describen una acción
como buena para la realización de un fin meramente posible; pero tampoco los de la prudencia pues
lo que sea la felicidad para cada uno depende de su constitución empírica; incluso aún cuando
pudiésemos encontrar algo que diese a todos los hombres la felicidad, el modo de realizar ese algo
dependerá de cuestiones empíricas, fácticas: en unas circunstancias necesitaremos ciertos medios y
en otras otros. La experiencia empírica sólo puede fundamentar imperativos particulares y
contingentes (que valen para casos particulares, pero no siempre, y que no son necesarios sino
contingentes), y los preceptos morales deben ser universales y necesarios. Lo empírico no puede dar
universalidad y necesidad, luego no puede fundamentar una prescripción universal y necesaria; las
éticas materiales, al extraer su contenido de la experiencia, fundamentan sólo determinaciones
empíricas, a posteriori, y no pueden expresar el factum de la moralidad.

II.3. Las éticas materiales son heterónomas


La heteronomía se contrapone a la autonomía; un sujeto es autónomo cuando tiene la capacidad
para darse a sí mismo sus propias leyes (y la capacidad para realizarlas) y es heterónomo cuando las
leyes no descansan en él mismo, cuando le vienen de fuera; las éticas materiales son heterónomas
porque describen una acción como buena sólo de forma condicional, describen una acción como
buena porque es un buen medio para la realización de un fin querido por el sujeto. En las acciones
heterónomas el sujeto se tiene que someter a la realidad, es ésta la que impone sus condiciones; el
sujeto tiene que plegarse al orden del mundo.

III. LA ÉTICA FORMAL DE KANT


III.1. Formalismo de la etica kantiana
La ética kantiana presenta tres características principales: proponer un criterio de legitimidad de
la máxima exclusivamente formal, defender la autonomía de la voluntad en la experiencia moral y
mantener que las acciones buenas sólo son aquellas que han sido hechas por deber.
La ética kantiana se llama ética formal, y se contrapone a la ética material. La materia del
imperativo es lo mandado (así, en el imperativo "debes ser veraz" la materia es la instrucción de decir
a verdad); la forma es el grado de universalidad o particularidad que tiene el imperativo: siempre,
algunas veces, nunca. Pues bien, la característica esencial de la ética kantiana consiste en indicar que
una máxima describe propiamente una acción moral cuando cumple un requisito puramente formal:
que pueda ser universalizable. En la ética kantiana no es la materia de la voluntad (lo querido) sino
la mera forma de la legitimidad universal de su máxima lo que constituye el fundamento de
determinación de dicho arbitrio (de la voluntad). Un requisito puramente formal como es el de la
posibilidad de la universalización puede servir como criterio para separar todas las conductas en dos
grupos: las conductas buenas y las malas. Si la máxima de conducta se puede universalizar entonces
esa máxima describe una acción buena, en caso contrario la acción es mala.

III.2. Autonomía de la voluntad


La heteronomía se contrapone a la autonomía; un sujeto es autónomo cuando tiene la capacidad
para darse a sí mismo sus propias leyes (y la capacidad para realizarlas); por el contrario es
heterónomo cuando las leyes no descansan en él mismo, cuando le vienen de fuera; las éticas
materiales son heterónomas, la ética kantiana es autónoma al afirmar que sólo las acciones morales
son autónomas. Kant considera que sólo allí donde encontramos acción moral encontramos libertad:
cuando nos conducimos moralmente el fundamento de determinación de nuestra voluntad no nos
viene de fuera, del mundo, o de la religión, sino de nosotros mismos: es nuestra razón la que nos da
el criterio de la conducta buena, somos nosotros mismos los que nos determinamos. No es la
necesidad física, ni las exigencias de orden político, ni Dios ni los sacerdotes quienes deben ordenar
nuestra conducta, sino nuestra propia conciencia ─o razón práctica─. En la experiencia moral somos
autónomos porque la ley a la que nos plegamos está en nosotros mismos. La autonomía de la voluntad
defendida por Kant enlaza con el carácter ilustrado de su pensamiento: la Ilustración es el paso a la
mayoría de edad, la exhortación a la autonomía del sujeto, a la independencia de su juicio y conducta
sólo sometida a las indicaciones de la Razón, Razón que no le es ajena sino que le pertenece a él y a
la Humanidad entera.

III.3. El deber por el deber. el rigorismo kantiano


Para Kant el fundamento de las acciones buenas es el deber, no la inclinación. El deber es la
"necesidad de una acción por respeto a la ley". Para que una acción sea buena no basta que sea
conforme al deber, además ha tenido que ser hecha por deber. El rigorismo kantiano implica dos
cuestiones: el deber por el deber, incluso aunque vaya en contra de mi felicidad y de la felicidad de
las personas que quiero y el carácter universal de la bondad o maldad de una acción: si está mal mentir
está mal bajo cualquier circunstancia; aceptar una excepción implicaría aceptar las condiciones del
mundo en la determinación de la voluntad, por lo tanto, la heteronomía. El imperativo categórico
prescribe una acción como buena de forma incondicionada, es decir, manda algo absolutamente.
Declara la acción objetivamente necesaria en sí, sin referencia a ningún propósito extrínseco; solo el
imperativo categórico es imperativo de la moralidad. Kant dio varias formulaciones generales del
imperativo categórico, entre las que destacan la “fórmula de la ley universal” ("Obra sólo según una
máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal") y la “fórmula del fin en
sí mismo” ("Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio").

IV. POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA


El Idealismo Trascendental acaba negando la posibilidad de tener un conocimiento de la realidad
en sí misma, y por ello de los temas fundamentales de la Metafísica: Dios, alma, libertad...; sin
embargo Kant no negará todo acceso a lo metafísico, sólo negará el acceso intelectual, el
conocimiento científico, pues sólo hay conocimiento científico de los fenómenos. Pero para Kant hay
otra experiencia que puede vincularnos con la realidad plena, con lo metafísico, y esa experiencia es
la experiencia moral. Y ello a partir de los llamados postulados de la Razón Práctica o proposiciones
que no pueden ser demostradas desde la razón teórica pero que han de ser admitidas si se quiere
entender el "factum moral"; estos postulados se refieren a la existencia de la libertad, la inmortalidad
del alma, y la existencia de Dios.

IV.1. Postulado de la libertad


La razón teórica no puede demostrar la existencia de la libertad pues sólo es capaz de alcanzar
el mundo de los fenómenos, en el que todo está sometido a la ley de la causalidad y a la necesidad
natural. Sin embargo, desde la perspectiva de la razón práctica, será posible la defensa de la existencia
de la libertad en tanto que la libertad es la condición de posibilidad de la acción moral. Las conductas
que no se hacen libremente no son ni buenas ni malas, y el sujeto que las realiza no es responsable
moralmente de ellas. La libertad es definida como la capacidad de los seres racionales para
determinarse a obrar según leyes de otra índole que las naturales, esto es, leyes que son dadas por su
propia razón; libertad equivale a autonomía de la voluntad. La libertad es la ratio essendi (la condición
de la posibilidad) de la moralidad; la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos da noticia de la
existencia de) de la libertad. Las afirmaciones kantianas nos obligan a pensar que el hombre pertenece
a dos mundos o reinos: al reino fenoménico, en donde todo está sometido al rigor de la causalidad, y
al reino nouménico en donde las leyes que rigen son las leyes morales (la esfera de la libertad).

IV.2. El "Sumo Bien" (o SUPREMO BIEN)


Es la síntesis entre la virtud y la felicidad. Su realización última es la condición de posibilidad de
la moralidad. Kant creyó que siempre que el fundamento de determinación de nuestra conducta sea
la felicidad nuestra conducta no es moral en sentido estricto (aunque pueda ser conforme al deber),
pero no pudo olvidar el extraordinario valor que la felicidad parece tener en la esfera humana. Ello
aparece precisamente en su concepción del Sumo Bien. Nuestra conducta moral carecería de sentido
si no existiese la posibilidad de realizar la santidad (la perfección absoluta de una voluntad por el
cumplimiento perfecto de la virtud); en éste mundo no podemos realizar la santidad, luego debe existir
otra vida en donde adquiera el cumplimiento perfecto el apetito moral. Postulado de la inmortalidad
del alma: el supremo bien parece servirnos para acceder a la inmortalidad del alma, pues la virtud
necesita de un tiempo infinito para su realización plena. Postulado de la existencia de Dios: en este
mundo no coincide la realización de nuestra felicidad con la realización del bien (hay seres buenos e
infelices, y malos y felices) por tanto debemos pensar que existe Dios (pues sólo una entidad absoluta
puede hacer que coincidan las leyes que rigen la realización de la felicidad con las leyes que rigen la
conducta moral).

En sentido estricto los postulados de la razón práctica no se pueden demostrar pues no cabe
ciencia de lo metafísico; pero aunque los argumentos anteriores no son demostraciones objetivamente
válidas, tienen una validez subjetiva ya que los postulados sirven para que tenga sentido la experiencia
moral. Los objetos a los que se refieren no dan lugar a conocimiento sino a fe racional: fe porque de
ellos sólo cabe un convencimiento subjetivo, pero racional porque no vienen dados por urgencias de
la revelación sino de la propia razón.

Immanuel Kant (1724-1804)


1. Contexto histórico
Durante toda su vida profesor en Könisgberg, en Alemania. No se casó nunca, vida muy
ordenada. Publicó su primera obra, la Crítica de la Razón pura, en 1781, es decir a los 60 años. Se
tomó su tiempo el hombre… Kant es pietista: esta es una de las sectas más duras del protestantismo.
El principal planteamiento del protestantismo es que la salvación se produce únicamente por la fe,
no por las obras. Su filosofía es un reflejo de esta moral protestante, en que lo importante no es lo
que se haga, no es el fin, sino el motivo, la justificación, el móvil que determina la acción.
Su idea es de la misma forma que Copérnico, “efectuar una revolución de la filosofía”: en
lugar de que sea el ser humano(sol) que dé vuelta en torno a las cosas (tierra), que sean las cosas las
que den vuelta alrededor del ser humano. Es intentar avalar al mismo tiempo la tesis subjetivista de
los empiristas como Hume y Berkeley (a saber: no podemos tener un verdadero conocimiento del
mundo fuera de lo que nos indican nuestros sentidos), pero sin por ello llegar al relativismo
epistemológico y moral.

2. Metafísica y epistemología
El mundo real, material existe, el problema es que no podemos conocerlo en sí mismo. Las
cosas en sí mismas se llaman noumenos. Todo lo que vemos no son más que fenómenos. Tenemos
en nuestra razón un cierto patrón, una cierta “matriz”, un cierto filtro a través de la cuál pasan las
sensaciones. Vemos a través de este filtro. Este filtro tiene ciertas categorías: “las formas a priori
de nuestra sensibilidad” . Estas dos formas son el tiempo y el espacio. No podemos concebir nada
fuera del tiempo y el espacio. Y el tiempo y el espacio no existen en el mundo, en las cosas: son una
manera que tenemos de concebirlas. Esta concepción es la misma en todos los seres racionales.
El conocimiento que obtenemos sobre las cosas no se deriva de nuestras percepciones
sensoriales, sino de la relación que establecemos entre esas percepciones. Esa relación está dada por
la razón pura, que liga las percepciones unas con otras a través de categorías del entendimiento.
Éstas son la relación, el modo, la cantidad y la calidad. (mucho, poco, todo, nada, causa, efecto…).
El entendimiento es una parcela de la razón: es su capacidad de reducir a reglas las representaciones
sensibles. (p. 530 FMC)
Para Kant existen dos “mundos” en los cuales se puede adquirir conocimiento, el mundo
inteligible y el mundo sensible.
En el mundo sensible, concebimos las cosas a través de la experiencia, de nuestros
sentidos. Como Hume, Kant está de acuerdo con la idea de que los sentidos solo dan conocimiento
“posible”, pero no dan certeza alguna sobre lo que pueda ocurrir: no existen leyes absolutas,
inmutables, que se puedan derivar de la experiencia: “el deber ser no puede derivarse del ser”.
Esto no quiere decir que no existan leyes, sino simplemente que no se pueden derivar de la
experiencia. Por ende, se pueden derivar de la razón pura.
La razón pura no otorga conocimiento alguno por sí sola: solo en contacto con la
experiencia, la razón puede otorgarnos conocimiento. La razón pura no es el conocimiento mismo,
sino la posibilidad de todo conocimiento. El conocimiento del funcionamiento mismo de esta
razón pura se llama lógica.
Es solo del mundo inteligible, del mundo “a priori”, de la razón, que es inmutable, que
podemos extraer ciertas leyes que pueden regir en el mundo sensible.
¿Por qué las teorías del geómetra se cumplen en la realidad?
Porque el geómetra describe nuestra pura concepción del espacio. Nosotros no podemos ver la
materia sino a través de esta concepción que el geómetra describió. Por ende, lo que dice el
geómetra se realiza en la realidad: no podemos ver las cosas sino como las podemos ver.
Las leyes del mundo inteligible pueden ser leyes naturales, la física, y las leyes de la
libertad, la ética, que son las leyes de cómo debemos actuar.
Kant desprestigia la metafísica como se ha hecho hasta ahora, a caído ya sea en el
dogmatismo ya sea en el escepticismo.
Pero puede existir un concepto de metafísica que sea realmente cognoscitivo :
Es aquella que ve las posibilidades del conocimiento de la razón pura (específicamente el
conocimiento teórico, no el empírico)
O es la descripción misma del sistema de la razón pura, en sus formas especulativas y prácticas.
La Crítica de la Razón Pura (CRP) es la condición de posibilidad de toda metafísica. La
metafísica no depende ni de una experiencia externa ni de una interna (Hume, psicologismo) , está
+ allá de toda experiencia, a priori.
La posibilidad de existencia de la metafísica recae en la posibilidad de existencia de los
juicios sintéticos a priori.
Juicios:
- Analíticos: el predicado no dice nada nuevo sobre el sujeto, está
implícito en él.
- Sintéticos: el predicado dice algo + sobre el sujeto.

Juicios Sintéticos Analíticos


A priori 12 = 7+5. Si descomponemos 12 Todos los juicios analíticos son a
no encontramos forzosamente priori. “ un día lluvioso es un día
7+5, podríamos encontrar 8+4. húmedo”. “ el hijo de mis padres
Por ende, la idea de 7+5 no está que no es ninguno de mis
contenida en la idea de 12. El hermanos soy yo.”
predicado dice algo + sobre el
sujeto.
Las matemáticas son sintéticas a
priori. La geometría, la
aritmética y la física.
La metafísica, si existe, es
sintética a priori.
A posteriori Todos los juicios a posteriori son No existen
sintéticos.
“un día lluvioso es un día frío”.
“el hijo de mis padres que no es
ninguno de mis hermanos se
llama Manuel.”

3. Ética

La Fundamentación se divide en tres capítulos: Del conocimiento vulgar al filosófico, de la


filosofía moral popular a la metafísica de las costumbres, de la Metafísica a la Crítica de la razón
pura práctica.
Los tres capítulos “dicen lo mismo”, pero cada vez se va justificando, con argumentos
mejor fundados, la validez del mismo precepto: la moralidad es tal solo si el motivo de mi acción es
el de actuar por deber, y no atendiendo a las consecuencias de mi acción.
La filosofía popular:
El presupuesto de la ética kantiana es que “no es posible pensar nada que pueda
considerarse como bueno a no ser tan solo una buena voluntad”. Es decir, lo que da valor a las
cosas no es el fin, el resultado, el propósito sino lo que motiva el resultado, es decir, el principio
del querer. Y si lo que motiva el resultado no es la razón, entonces no puede ser bueno.
Por ello, que el hombre sea racional no significa que su fin sea ser feliz, sino que su fin es
actuar según la razón, independiente de si se va a ser feliz o no.
Una voluntad es buena porque al actuar, no actúa tan solo “conforme al deber”, según el
deber”, sino “por deber”. Porque si solo actuamos “según el deber” podemos estar actuando por
inclinación, y muchas veces nuestra inclinación es contraria al deber. Por ello, si nos contentamos a
actuar solo conforme al deber, corremos el riesgo de dejar de actuar moralmente.
¿Qué es actuar por deber?
Dos requisitos:
- objetivo: actuar según una ley que es buena.
- Subjetivo: actuar por respeto a la ley, por representación de la ley.
La única ley que puede ser universalmente, objetivamente buena, es la legalidad en sí misma “Debo
actuar de modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal”.

¿Por qué no podemos atenernos a la conclusión que nos entrega el conocimiento popular? Porque la
filosofía popular, si bien entiende este precepto, no lo conceptualiza abstractamente, y por ende
corremos el riesgo que, al no saber cuál es el fundamento último de la moralidad, se desvíe nuestro
concepto de moralidad.
La metafísica de las costumbres:
Ya vimos que la metafísica, para ser posible, debía basarse únicamente en la descripción de
la razón pura, en su forma especulativa o en su forma práctica.
Metafísica de las costumbres: La posibilidad de descubrir preceptos de la moral que sean
universalmente valederos no pueden basarse en la experiencia, por lo que serían variables, sino en
la razón, a priori.
No importa que hasta hoy nunca se haya realizado una acción que sea perfectamente moral:
el pasado no determina el futuro. No quiere decir que la moralidad no sea posible. Si podemos por
fin conocerla mediante la razón, entonces será posible. (“querer es poder”, voluntarismo
extremo…).
La existencia de una moral debe ser válida para todos “los seres racionales” (i.e. hay seres
racionales que no son hombres (Dios), y hay hombres que no son seres racionales (niños, locos)).
Las críticas que hace Kant a las teorías anteriores sobre la moralidad:
- aquellas que se basan en la felicidad (Aristóteles): la felicidad es un
concepto indeterminado, es un fin último pero que no podemos definir,
por ende no puede guiar nuestra acción de forma segura, no estamos ni
siquiera seguros de conseguirla.
- aquellas que se basan en la naturaleza humana (Hume): la naturaleza
humana tiende a las inclinaciones, y no al deber. Si actuamos según
nuestros instintos, nuestros sentimientos, probablemente terminaremos
exterminándonos los unos a los otros.

¿Por qué es necesario el Imperativo Categórico (IC)?


Todo en la naturaleza está basado en leyes (notar como siempre trata de asimilar la ciencia
moral a la ciencia natural).
Voluntad = actuar por la representación de leyes = derivar acciones de las leyes se hace
mediante razón = razón práctica. (p. 499).
Pero si la voluntad no está sometida solo a las leyes objetivas sino a otro tipo de
determinaciones, entonces, para ajustarse a estas leyes, la voluntad debe ser constreñida. → Una
voluntad divina, naturalmente buena, no debe ser constreñida.
La expresión del deber son los imperativos.
- Hipotéticos: medio para conseguir otra cosa. (asertórico)
o de la habilidad: fin intermedio. reglas
o de la sagacidad: sagacidad. Fin último. Consejos
→ Ambos son analíticos.
- Categóricos (de la moralidad): valora la acción por si misma (apodíctico:
necesario) mandatos. → Son sintéticos a priori.

El imperativo categórico es uno solo, pero puede expresarse de varias maneras. La primera de estas
maneras (I.Cnº1) se expresa bajo la forma de la universalidad de la legalidad. → “Debo actuar de
modo que pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal”. →→ es el primer
enunciado del IC, el enunciado FORMAL, teórico, objetivo.
Ejemplos de deberes que pueden tornarse en ley universal: conservar la propia vida, cumplir lo
prometido, deber de desarrollar sus propias facultades (educarse, trabajar →→ética protestante,
Weber…), benevolencia, beneficencia.
El I.C.nº2, o sustancial, o de contenido, o práctico, o subjetivo: el I.C. solo puede tener por
fundamento algo que sea un fin en sí mismo. La única cosa que son fines en sí mismos son los seres
racionales. “obra de tal modo que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio” ¿Qué
quiere decir Kant con “al mismo tiempo”? Si voy a la panadería, la panadera no es para mí más que
el medio para comprar pan. Pero no por eso dejo de considerar que es una persona, la saludo, me
despido. No le doy latigazos para que me traiga + rápido el pan…
La Autonomía de la Voluntad.
¿Cómo se deduce del IC nº1 y del IC nº2, el IC nº3, es decir: “la voluntad de todo ser racional es
una voluntad universalmente legisladora” ?

Premisa 1. IC nº1: ley universal. Las leyes que son universales son leyes que se deducen
únicamente de la razón.
Premisa 2. IC nº2: ser racional es un fin en sí mismo PORQUE es racional, es decir,
porque tiene la capacidad, mediante su voluntad, de sujetarse a las leyes.
→ Conclusión: IC nº3: como la razón es una sola, y es el atributo de todos los seres
racionales, que estos tienen una voluntad que les permite obedecer a leyes, entonces su voluntad es
AUTÓNOMA, se da sus propias normas, que son las normas universales y racionales.

Reino de los fines:


“Enlace sistemático de distintos seres racionales”. Si todos obedecemos a los mismos
mandatos, y que ese mandato nos ordena tomarnos entre nosotros como fines, entonces actuamos
todo de la misma forma. De la misma manera que el “reino de la naturaleza” está sujeto a leyes
físicas, el “reino de los fines” sería el reino de la humanidad sujeta a leyes morales.
Es decir, la ley moral no es algo impuesto por otro, es impuesta por nosotros mismos, por ello, es la
expresión máxima de nuestra LIBERTAD. Somos libres de darnos nuestras propias reglas, porque
somos iguales, todos tenemos la misma facultad para determinar la ley universal.
¿Por qué es posible el Imperativo categórico?
Es posible solo si son posibles los enunciados sintéticos a priori, i.e,
Crítica de la razón pura práctica:
La voluntad es libre solo si es autónoma, es decir si puede darse su propia ley. Por eso
puede decirse que las leyes de la moralidad = leyes de la libertad.
La libertad no es algo que se pueda determinar por la experiencia: debe ser algo necesario, y
por ende derivarse de la razón.
No importa que lo seres humanos no sean efectivamente libres en el mundo sensible: basta
con que “tengan la idea de su propia libertad”. La libertad no puede conocerse, solo puede
suponerse.
La libertad puede suponerse porque al ser seres racionales pertenecemos al mismo tiempo al
mundo sensible y al mundo inteligible. En el mundo sensible estamos bajo la determinación de las
leyes naturales, de nuestros instintos, y de nuestras propias categorías.
En el mundo inteligible, esas determinaciones ya no existen: somos libres. Por ende, somos
autónomos.
Por eso es posible el imperativo categórico: por que estamos sometidos a las leyes de la
libertad del mundo inteligible, a estas leyes racionales y universales. Estas leyes son proposiciones
sintéticas a priori, nos entregan conocimiento a través de la razón pura práctica. Y como el mundo
inteligible determina al mundo sensible (las categorías…) entonces es posible aplicar las leyes del
mundo inteligible al mundo sensible.
Y es necesario porque al estar también sometido al mundo sensible podemos no actuar
según estas leyes, podemos actuar por inclinación: debemos, y podemos, constreñirnos.
Esta libertad no es más que una “idea” de la razón, como el mundo también lo es. Pero es la
única forma que tenemos de pensarnos como seres inteligentes y de “conocernos a nosotros
mismos” no solo como fenómeno sino como ser puramente racional. El mundo inteligible no se
conoce, tenemos una “idea” de él.

4. Política
¿Qué es la ilustración: “la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad” No estamos en
una época ilustrada sino en una época de Ilustración, en el proceso de salir de la heteronomía. “Es
el siglo de Federico”: pero qué es la ilustración para Federico: “Razonad todo lo que queráis y sobre
lo que queráis, pero obedeced” Hay que limitar al pueblo para que pueda tener las facultades de
moralizarse: orden, educación, tranquilidad. Cuando se hayan moralizado, que puedan tener la
libertad de actuar.
A pesar de ser esta la filosofía de la libertad, termina siendo una justificación del absolutismo
político. Si se considera que todos los seres racionales tenemos acceso a las leyes, basta con que
uno solo las determine para aplicársela a los demás. Muy amigo de Federico de Prusia, un “déspota
ilustrado”.

Potrebbero piacerti anche