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El Vivillo en Setenil

Como avisé en la presentación de este blog, hace cerca de un año, no quería en el apartado
de Historia hacer una relación lineal de los acontecimientos, sino ir saltando conforme la
actualidad o la información disponible lo impusiera. Así, después de la última entrada
relativa a la Guía de Setenil de principios del siglo XX, y tras conversación con el
descendiente de uno de los señores que aparece en la lista, me cuentan la anécdota del
famoso bandolero Joaquín Camargo, alias El Vivillo, por tierras Setenileñas. Se trata del
famoso robo que la partida de bandidos, perpetra a unos vecinos de Setenil.
Nació Joaquín Camargo en la localidad sevillana de Estepa en 1865, en el seno de una
humilde y numerosa familia. Desde joven, por lo impetuoso de su carácter y su agilidad fué
apodado El Vivillo, mote que no hizo más que acrecentarse con el paso de una vida
dedicada al contrabando y al robo. Representa este bandido de los albores del siglo XX, un
heredero de esos bandoleros que a principios del siglo XIX, cabalgaban por la Serranía de
Ronda con la navaja en la faja y el trabuco en ristre; la manida imagen que los viajeros
románticos dieron de Andalucía al mundo.
El radio de acción de este Vivillo nuestro, viene a ser la parte más occidental de la Serranía,
es decir Setenil, Alcalá del Valle y el camino que le lleva a su Estepa natal, dedicado al robo
y sobre todo al contrabando, actividad muy común dada la cercanía a Gibraltar. Aparece
Setenil como un punto estratégico de esta ruta: "...No olvidemos tampoco que había sido
contrabandista y que se había hospedado muchas veces, camino de Gibraltar, en la vieja
posada de Setenil, una casa blanca y encalada con nueve ventanas."
Fuente: Setenil de las Bodegas. Hermanos de las Cuevas.
El salto a la fama de el Vivillo se da en 1893, con el robo a los feriantes que volvían de la
feria de Villamartín. Un artículo de Francisco Rodríguez Marín, publicado el 21 de Febrero
de 1909 (16 años después de los acontecimientos), da fe del suceso, cuando trata de dar una
semblanza del bandolero capturado en Argentina y extraditado a España: "Si en el tiempo,
todavía no remoto, en que perpetraba sus fechorías, la Guardia Civil hubiera capturado al
Vivillo y llevádolo del campo a la cárcel, todos hubieran visto en ello la causa de un mal
vivir, y nadie, fuera de lo estrictamente cristiano, habría sentido, ni pizca, que se aplicase
es más severo castigo, pero preso en la República Argentina cuando, al lado de su familia,
libraba su pan el el trabajo y no en el crimen, sacado de aquella tierra, en donde su
ignorancia de las leyes internacionales le persuadió de que no corría riesgo sus libertad, y
entregado en frío a los tribunales de España, el temible bandido de otras calendas hácese
objeto de lástima y una grande oleada de piedad invade los corazones". Además, como le
cuenta el propio bandolero a un periodista a su vuelta a España; "Mi existencia aventurera
podrá tener alguna mancha, pero ninguna gota de sangre." Cuenta dicho artículo, como a
la vuelta de la feria de Villamartín, un grupo de caballistas esperan a los feriantes que
volvían con las carteras repletas de las ventas de ganado. Al recibir el alto, unos ocupantes
del segundo coche responden disparando a los bandidos e hiriendo a alguno de ellos.
Viajaba en uno de los coches un rico hacendado malagueño, que viendo como se ponía el
asunto, guardó su cartera bajo el asiento del carro. Finalmente los bandoleros dominan la
situación, desvalijan a los feriantes y los atan. Cuando le llega el turno al malagueño, es
conocido por el Vivillo, que con mucha guasa, le pide a uno de sus lugartenientes que le
traiga un cojín para que pase la noche más comodo. Al levantar el asiento da con la cartera
y con unos miles de pesetas que había dentro. Todas los indicios se volvían contra la partida
del Vivillo, aunque no pudieron encontrar ninguna prueba concluyente que inculpara al
bandido estepeño, es más, consiguió este excelentes coartadas, tales como que gentes de
diversa condición social lo habían visto la noche de autos en su localidad natal. El caso es
que, constituido el tribunal que debía juzgar los hechos, en la sala de espera, uno de los
abogados conoce al malagueño robado y le pregunta si llegó a reconocer esa noche al
Vivillo. Este le responde así: " Yo no estoy cierto de que lo fuera, porque estaba oscura la
noche, y yo no tenía el espíritu para ir reparando en fisonomías. Pero valgan verdades:
Aunque lo hubiera conocido y fuera ése, yo no lo diría, no por miedo ni cosa semejante,
sino porque al que mandaba en los otros, le debo la vida, después de debérsela a Dios y a
mis padres." Sigue contando el malagueño, que cuando los de la segunda carreta
repondieron con disparos al alto de los bandoleros, uno de los heridos gritó: ¡A matarlos a
todos!, otro gritó: ¡Eso! ¡A matarlos a todos! ¡Creo que nos han conocido!¡Hombre
muerto no habla! Y de seguro nos hubieran matado, pero entonces su caporal se impuso
diciéndoles: ¿Qué va aquí juzgado? ¿Quién habla de matar? ¿Venimos por sangre o
venimos por dinero? Estos hombres están entregaos, ¡Dios les ayue y nos ayue a nosotros,
que güena farta nos ace! Y a esta actitud debemos todos la vida."
Sigue el artículo Don Francisco Rodríguez Marín, pidiendo que se tenga en cuenta esta
anécdota a la hora de enjuiciar los hechos. Nosotros que no pretendemos enjuiciar a nadie,
podemos al menos hacernos una idea de la pasta de la que estaba hecho Joaquín Camargo.
Como dijimos al principio, la relación del Vivillo con Setenil era muy estrecha, pues era
punto obligado en su ruta contrabandista. Se alojaba en la posada setenileña, y pese a no
conocer bién el juego del dominó, era común verlo dándole a la fichas y alternando en el
pueblo, lo cual le sirvió en no pocas ocasiones como excelente coartada; "¿Cómo podía
haber cometido ese delito del que me acusan, si pasé la noche jugando con estos señores?"
Así, el bandolero conoce las constumbres del pueblo, a sus gentes y lo que es más
importante; la pasta que tienen. Dar un golpe en Setenil sólo era cuestión de tiempo.
En 1903, el Vivillo roba 2000 duros al rico propietario Pedro Guzmán, y deja atados a otros
siete hombres. En 1905 viene a Setenil el famoso fotógrafo y periodista jerezano José
Campúa para dar cuenta de los hechos, realizando un reportaje que es publicado el 19 de
Octubre en la revista Nuevo Mundo (Año XII, Nº 615). Significa este, la primera aparición
de Setenil en la prensa, con fotografías del Puesto de la Guardia Civil, el cabo Don Mariano
Romano Escribano liándose un cigarrillo y dando instrucciones a un guardia, además de
diferentes instantáneas del pueblo y del río. Los hermanos de las Cuevas lo cuentan de esta
manera: "Campúa retrata también la Cañada del Boquerón (¿?), donde el Vivillo robó la
cantidad de 2000 duros a Don Pedro Guzmán, de Setenil, y dejó a siete hombres
amarrados, entre ellos a Antonio Ortiz Plata, que era cuñado de Don Pedro. Por cierto, el
Señor Pilar que pasaba, libró a los siete presos de sus ligaduras. Entonces era alcalde de
Setenil un primo hermano del robado, Don Sebastian. Campúa visita, además a José el del
Horno, igualmente robado por el Vivillo. El Tema es de tal actualidad que ocupa siete
páginas enteras en couché de una revista nacional que tiene veinte." ¡Siete páginas nada
más y nada menos! (Por más que he buscado no he dado con la revista).
Ahora es cuando podemos tirar de la Guía: Don Pedro Guzmán aparece en la lista como
uno de los mayores contribuyentes de Setenil (Un descendiente suyo me comenta que era
dueño de varias fincas, entre ellas La Limosna Alta y La Limosna Baja). El alcalde no
coincide con el de la lista, cosa muy normal si tenemos en cuenta que entre las dos
publicaciones (guía y reportaje), puede haber una diferencia de cuatro o cinco años. José el
del Horno, puede tratarse de Don José Ramírez Torres, cuya foto fué publicada en la
anterior entrada, y que era dueño de un horno de pan en la Calle Ronda (era además
tatarabuelo del que les escribe).
Un descendiente de Don Pedro Guzmán, comenta de esta manera los hechos en su blog El
Almirante Ruina: "La cantidad no era desdeñable, 2.000 duros en el año 1893(¿?),
producto de la venta de bestias en la feria de Villamartín; el propietario de esa cantidad
era Pedro Guzmán, vecino de Setenil de las bodegas y tatarabuelo materno mío. La
partida del "Vivillo" , famoso bandolero de la sierra de Cádiz, sabía lo que robaba y a
quién robaba; cuentan las leyendas familiares, que el rico labrador y el bandolero,
compartían amante y que ella se encargó de informar al mismo, del éxito en la feria
ganadera.
Joaquín Camargo Gómez, murió en Argentina y apenas pisó la cárcel. El maestro de
escuela que le puso el apodo, no se equivocó al decir que el niño era "vivillo en demasía" y
él se encargó de confirmarlo.
Leo historias de bandoleros e imagino esas vidas, de monte, jaramagos, trabucos y
candela."
Don pedro debió de tener gran descendencia, pues otro tataranieto suyo me contó el pasado
fin de semana una nueva versión de los hechos: Era este señor un hombre rico que tenía
gran cantidad de tierras en Setenil. Poseía además un caballo que no sólo era conocido en el
pueblo, sino en toda la comarca. Un día en que Don Pedro se dirigía a no se que feria, fué
atracado junto a su cuñado y otros feriantes por la partida del Vivillo. Fueron devalijados y
atados, y el bandolero se llevó además el renombrado caballo en cuyas alforjas Don Pedro
llevaba su cartera y demás pertenencias. Cuando fué liberado, compungido, el rico labrador
le explicó a su mujer como perdió el caballo y el dinero: "¿El Dinero?", le responde su
mujer. "¿Te refieres a la cartera que te dejaste encima de la cama?". Cuenta mi amigo, que
Don Pedro atinó a decir: "Anda que si me llego a la feria sin un real, buen viaje
hubiéramos hecho". Fué por este descuido por el que Don Pedro se ahorró de perder 2000
duros, ¡10000 pesetas de 1903! En esta última historia, el robo se produce cuando los
feriantes salen de Setenil, en la de su pariente del Blog, los feriantes regresan con dinerito
fresco de las ventas en la feria. Sea como fuera, me gusta esta segunda versión que viene a
rebatir el final de una historia que tiene más de cien años. Nos queda la duda de ver la cara
que se le quedaría a Joaquín Camargo el Vivillo, cuando comprobara que las alforjas de
Don pedro estaban más secas que el ojo de Benito.
Vean de que manera tan romántica y estereotipada, nuestro Setenil se asoma a la nueva era:
Una historia de Bandoleros del Siglo XX. No podía ser de otra manera.

Para saber más:

Museo del bandolero. Nombres: Joaquín Camargo "el Vivillo"


ABC Sevilla. 14/08/2008. La Épica del Bandolero.
ABC Sevilla. 4/09/1964. El Hombre del Saco.
El Almirante Ruina. Blog de un rondeño en le exilio. El Vivillo.
Blanco y Negro. 24/09/1911. El Vivillo de Picador
José Luis Campúa. Periodista y reportero. Ateneo de Córdoba.
Nota: Gran parte de la vida del Vivillo se desenvuelve entre el mito y la realidad, así como
muchos de los hechos que aquí se describen. La bibliografía sobre el célebre bandolero es
inmensa, y no tendrán dificultades en encontrar cualquier manual con datos más
contrastados. Yo en ningún momento he pretendido quitar ese velo de misterio que
envuelven los acontecimientos que aquí se relatan.

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