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Dolto /Winnicott
El b e b é en el psicoanálisis
PAIDÓS
Buenos Aires
Barcelona
México
t ju M t u m l
Guillerault, Gérard
Dolto-Winnicott: el bebé en el psicoanálisis . - la ed. - Buenos Aires :
Paidós, 2009
240 p .; 22x13 cm.
I aedición, 200 9
Capítulo 1. Los bebés......................................................... 11
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titu El lugar y el aporte de Frangoise D o lto ......................... 11
lares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obi a
por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. El “bebé Dolto”................................................................ 16
El otro y el espejo............................................................. 17
El “bebé Lacan” ............................................................... 19
© 2009 de todas las ediciones en castellano
Editorial Paidós SAICF La nursery analítica........................................................... 23
Defensa 599, Buenos Aires Dolto / W innicott............................................................ 27
E-mail: difusion@areapaidos.com.ar Dolto * W innicott........................................................... 30
www.paidosargentina.com.ar S iS L iW liC A
¿Psicoanálisis o psicología?.............................................. 31
'V:^r¡.-r5í.cic5¿ -'3 c
:) / o Oral / Escrito.................................................................... 33
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 ■— - - r e Unadectura doltoiana de W innicott.............................. 35
impreso en la Argentina - Printed in Argentina —
Capítulo 2 . La m adre.......................................................... 39
Impreso en Talleres Gráficos D ’Aversa, Un bebé en “fusión”......................................................... 41
¿¿MPLAsusS.
Vicente López 318, Quilines, Pcia. de Buenos Aiíes_
El “bebé Winnicott” y elambiente.................................. 44
en mayo de 200 9 -
¿/¿
ULAViñ_____________ El “bebé Dolto” y la diada............................................... 47
Tirada: 3.000 ejemplares No. AOQ. f3 & < * p- Y Precocidad de la psicosis.................................................. 49
De la simbiosis (Winnicott) al sujeto (Dolto) ............... 51
ISBN 9 7 8 -9 5 0 -12 -4 2 7 0 -6 El sujeto de la palabra...................................................... 53
8 DOLTO / WINNICOTT
INDICE 9
Capítulo 1
Los bebés
Frangoise Dolto siempre quiso extender su discurso más allá del bres psicosociales (la “Revolución de los Pequeños Pasos”, como
cerrado ámbito psicoanalítico. Para ella, era preciso difundir decía ella) que ha hecho -insistamos: gracias a ella y al alcance de
-con fines más propiamente educativos o sociales y dirigidos a su mensaje- que hoy el niño ya no esté completamente (descon
familias con problemas (o en situación de riesgo) o a trabajado siderado como lo estaba antes.9 Hasta cierto punto -y salvando
res sociales, pedagogos, etc.- lo que le enseñaba su experiencia las distancias-, Dolto trabajó para romper Jas cadenas que man
con los niños, desde una perspectiva globalmente profiláctica. tenían al niño bajo el yugo de las diversas formas de dominación
Fue así como se involucró de forma activa en todo un trabajo adulta, alienante y posesiva. Y lo hizo restituyendo el estatus de
destinado a apoyar, en diferentes niveles, lo que ella misma su dignidad subjetiva.
llamó “la Causa de los niños”.6 A modo de presentación o de Sin embargo, todo esto -que hemos resumido a modo de
recordatorio, sólo retendremos aquí, para ilustrar su indefectible simple recordatorio orientativo- alcanza para que no nos sor
compromiso, la manera en que, por ejemplo, acompañó y apoyó prendamos cuando, al retomar la obra de Dolto en este nivel
algunas experiencias innovadoras en materia de pedagogía y esencial, nos veamos llevados directamente a poner el acento en
escolaridad. Pero también debemos mencionar lo que sin duda los más pequeños, a partir de la especial atención clínica que ella
fue el punto culmine -psico-socio-educativo, etc.- de su obra y misma les brindó a lo largo de su larga e impresionante carre
su carrera: la creación de La Maison Verte [La Casa Verde], lugar ra.10
de acogida y de vida de inspiración psicoanalítica, destinado a Allí se sitúa uno de los principales ejes del presente trabajo:
colaborar con la socialización humanizada de los más pequeños. quisiéramos retomar -para determinar su importancia- la con
Y tampoco olvidemos lo que contribuyó aún más a que conquis cepción de Dolto respecto del bebé, lo que puso de manifiesto,
tara a una sorprendente audiencia “masiva”: los programas radia lo que deslindó y promovió a partir de su experiencia. Por decir
les diarios que realizó entre 1975 y 1976, en los que respondía lo de algún modo, nos ocuparemos del bebé tal como Dolto lo
de modo directo a las preguntas personales que los oyentes le pensó en su inédita investigación clínica, al punto de dar lugar a
habían enviado previamente por escrito.7 una verdadera “bebología” específica, si convenimos en designar
Nuestro propósito aquí no es revisar el conjunto de ese reco de este modo familiar a un discurso que pretende ser científico y
rrido ,8 sino subrayar hasta qué punto contribuyó a transformar razonado sobre el niño pequeño, el bebé o -como también
profundamente la mirada sobre el niño y el modo en que se podemos llamarlo- el infans (aquel que aún no habla). Volvien
acoge a los más pequeños en nuestras sociedades. En este senti do, entonces, a aquello que funda la “bebología” doltoiana, nos
do, Dolto acompañó ampliamente esa revolución de las costum ocuparemos aquí, pues, del bebé según Dolto o de aquel que nos
atreveremos a llamar, familiarmente, “el bebé Dolto”.
6. Que también da su nombre a una de sus obras: La canse des enfants, París,
Robert Laffont, 1985 [ed. esp.: La cansa de los niños, trad. de Irene Agoff, Barce
lona, Paidós, 1994]. 9. Aunque hoy podamos alegrarnos de ciertos progresos, en verdad esto no
7. Lorsque l ’enfant parait, actualmente reeditado en forma de CD. quiere decir que la tarea esté acabada, ni mucho menos, pues también revela,
8. Dolto siempre consideró que debía ser ella misma quien relatara el tras en otros puntos, la amplitud de lo que queda por hacer, teniendo en cuenta el
fondo autobiográfico de este recorrido. Cosa que no dejó de hacer. Véanse actual abandono ético.
Enfances, París, Le Seuil, 1986 [ed. esp.: Infancias, trad. de Octavio Kulesz, Bue 10. Sobre la cual la correspondencia de reciente publicación arroja una luz
nos Aires, Del Zorzal, 2001] y Autoportrait d’une psycbanalyste, París, Le Seuil, particularmente concluyente. Véase Franqoise Dolto, une vic de coirespondances,
1989. edición establecida porM uriel Djéribi-Valentin, París, Gallimard, 2005.
16 DOLTO / WINNICOTT
LOS BEBÉS 17
EL "BEBÉ DOLTO”
para nosotros, el bebé designa lo Unheimlicbkeit por excelencia,
en esa suerte de intrincación heterogénea que manifiesta, com
¿Qué es, entonces, lo que Dolto nos enseñó (de original) a
puesta de familiaridad humana y, con frecuencia, de desconcer
propósito de los bebés? Con ella, por ella, gracias a ella, ¿con
tante -si no lejana- alteridad.
qué tipo de saber suplementario acerca de los bebés contamos
Quisiéramos proceder aquí en esta dirección, en busca del
hoy?, ¿qué tipo de adquisición, qué enseñanza “bebológica”
“bebé Dolto”, para ir al encuentro de ese bebé singular cuyas
inédita -como decíamos anteriormente- nos dejó como legado?
características ella se ocupó de describir, sin desconocer, claro
Porque lo cierto es que Dolto se encuentra entre aquellos para
está, lo que cada uno, cada bebé, tiene de específico y particular.
quienes el psicoanálisis —tal como ella lo definió al extender y
Digamos que nos proponemos hablar del bebé según Dolto, del
desarrollar su campo de acción- permite un acceso, una “inmer
bebé en Dolto, o -como hemos adelantado someramente- del
sión cada vez más prematura en las aguas abisales de los co
“bebé Dolto”.
mienzos de la vida de un pequeño humano, “en las fuentes de la
vida”, como a ella le gustaba decir. A tal punto que se ha conver
tido, cual precursora “aventurera”, en una de las guías más segu
EL OTRO Y EL ESPEJO
ras y prudentes de que disponemos para retomar el resultado de
sus búsquedas y el camino de sus exploraciones en lo que se refie
Por lo tanto, no quisiéramos limitarnos a agregar una versión
re al niño -repitámoslo: por pequeño que sea- Es decir, tomare
más a nuestras publicaciones anteriores, que ya se habían dedica
mos de su reflexión, para darle forma, lo que ella misma pudo
do esencialmente al aporte (teórico, por cierto) de Dolto. de
deslindar acerca de qué es un bebé, aquello que podrá ayudarnos
hecho, para evitar repeticiones inútiles, se me ocurrió la idea -lo
a hacer frente -digámoslo ahora pues no dejaremos de volver
cual, además, es una primera manera de rendir homenaje a las
sobre este asunto- a esa suerte de enigma que también constituye
concepciones concretas de Dolto y a su enseñanza práctica- de
el bebé ante nuestros ojos de adultos, enceguecidos por lo que
no dejar solo a ese bebé, sino de encontrarle, para sostener nues
ellos creen que los vuelve supuestamente lúcidos y clarividentes.
tra investigación, un pequeño compañero, un pequeño otro.
Porque, por supuesto, el bebé nos resulta muy familiar, muy
Es que, para Dolto, el bebé ya está abierto a la alteridad -en
cercano, debido a su ser (similar), y con más razón cuando perte
forma de emoción, digamos, de un placer posible—, a la efusión
nece al círculo familiar (¡“cuando el niño aparece”!). Pero, al
de ese encuentro con un pequeño congénere. En suma, es un ser
mismo tiempo, ¿cómo no sorprendernos o desconcertarnos ante
sensible -y de modo espontáneo- a la manifestación que percibe
aquello que también hace que nos parezca tan extraño, por no
de lo social, de lo relacional, aunque sea de manera gregaria... Se
decir extranjero? Por ese motivo, podríamos afirmar que el bebé
revela como dispuesto —cuando no destinado—al encuentro.
encarna lo que Freud designó literalmente como Unheimlicbkeit
Esta simple evocación, que parece no significar nada, hace
—término que traduce mal nuestra “inquietante étrangeté” [inquie
que nos acerquemos a datos fundamentales, relacionados, por
tante extrañeza], porque se pierde la dimensión del heimlich, del
ejemplo, con la cuestión de la soledad (tema doltoiano),12 con la
en casa de uno”, de lo familiar- , 11 o bien podríamos decir que,
capacidad de estar solo (noción que, como veremos, también
tiene sus connotaciones), o bien, simétricamente, con la posibili pequeño cuenta con la posibilidad de acceder al otro, en la medi
dad de una confrontación precoz con otro. da en que manifiesta - y cómo negarlo, o más bien cómo no sen
Y recordemos que, en su lectura específica del estadio del espe tirnos conmovidos- un apetito relacional inmediato, una verda
jo, 13 Dolto explica del siguiente modo la decepción que puede dera glotonería relacional (dicho sea esto para poner la nota de
invadir al niño frente al reflejo de su imagen: lejos del júbilo que, oralidad adecuada), una libido espontáneamente abierta a la
por su parte, cree reconocer Lacan, para Dolto, el pequeño sien comunicación, diría Dolto .15
te más bien un desengaño por el hecho de que no tiene que vér Como sea, este pequeño rodeo por lo especular -tan instruc
selas con un otro diferencialmente vivo, sino con una inquietan tivo y sobre todo tan decisivo en lo que concierne a los primeros
te y decepcionante duplicación fija, un reflejo (especular) que lo planteos del propio Jacques Lacan respecto del bebé, del infans-
desconcierta y lo deja en plena confusión. De modo que, lejos de habría podido llevarnos a elegir como compañero indicado para
abogar por un impulso narcisista (o egoísta) primero y exclusivo, el bebé de Dolto, el bebé Dolto, a un “bebé Lacan”, un pequeño
constituido por una contemplación (auto)satisfecha, lo que allí se bebé según Lacan. Pero, cualquiera sea, a priori, el evidente
manifiesta más bien revela lo insuficiente e insatisfactoria que interés de tal confrontación 16 -¡y pese a todas las pruebas del
resulta para el bebé esa captura escópica respecto de (hay que buen entendimiento entre sus “padres”!-, había razones, sin
decirlo) aquello que, por el contrario, se encuentra allí significa embargo, para temer que esa puesta en relación (la de aquellos
do a través de una suerte de llamado, aunque sea incoativo, limi- dos bebés) pudiera provocar demasiada pelea, porque sabemos
nar, hacia el otro (que, en este caso, está ausente). Por otra parte, que el bebé de Lacan es innatamente feroz y, por añadidura,
el hecho es que, cuando se encuentra frente al espejo - y en con completamente celoso... Pero igual sería conveniente precisar, al
diciones de escandir verbalmente su emoción para expresarla-, menos un poco, esta afirmación.
el pequeño saluda con regularidad esa aparición mediante la
exclamación esténica de un “¡bebé!”, aparición para él manifies
tamente más atractiva respecto de un otro putativo -al que lla EL "BEBÉ LACAN"
m a- que la mera aparición autojubilosa de un sí mismo que se
estaría concretando allí, pero que justamente no podría concre Y tanto mejor si esto nos brinda la ocasión de mencionar al
tarse sino como un otro .14 pasar que, después de todo, también habría que acreditarle al
No volveremos a desarrollar aquí todo este aspecto de la refe propio Lacan algunas elaboraciones importantes en materia de
rencia al momento especular (puesto que ya ha sido tratado en bebología. Como todo gran pensador del psicoanálisis, era inevi
otra parte), digamos simplemente que este breve recordatorio table que Lacan también formulara algunos desarrollos cruciales
sólo está destinado a mostrar -lo cual tomará todo su relieve más en lo que concierne al pequeño humano, y no podríamos subes-
adelante- cómo Dolto planteó desde un comienzo que el niño
timar el valor de lo que produjo en el registro del infans, comen en- sal de todo proceso identificatorio con la negatividad agresiva
zando, por supuesto (pero no solamente), por su famoso estadio idio que implica,21 puesto que se dice que la agresividad es “correla-
del espejo,17 ese grandioso hallazgo especular18 que siguió siendo tdo tjva a toda identificación alienante”,22 o incluso “característica de
una temática persistente en todo el decurso posterior de su obra. ira. la alienación fundamental del individuo”.23 Lacan -quien emplea
Pero en lo que tenemos que insistir, precisamente a partir de de en abundancia el sostén clínico que encuentra en Melanie
esa base especular que inscribe al ser humano bajo el dominio de de Klein- 24 duplica la apuesta al inscribir, apelando a las figuras
lo imaginario -es decir, lo que Lacan designa como del reino de de imaginarias que dominan de manera típica el mundo del infans,
la imagen-, es en que, cuando se adentra en el terreno de la pri >ri- Jo que él designa como “imagos del cuerpo fragmentado”, carac-
mera infancia para restituirnos, en suma, la concepción propia pia terísticas según él de las representaciones capaces de acosar el
que forja de ella, también es para delimitar y subrayar la agresi :si- psiquismo del niño, tomado aquí en su elaboración primordial,
vidad innata que esto instaura, con toda la ferocidad primordial lial La lista de las operaciones correspondientes es elocuente: “cas
que implica esta captación por medio de la especularidad. tración, eviración, mutilación, desmembramiento, dislocación,
Por lo tanto, Lacan presentó, como ejemplo totalmente típi pi- destripamiento, devoración, reventamiento del cuerpo, etc.”.25
co para él de la vivencia pulsional infantil, la situación de una na Entendemos que estas furiosas fantasías anatómicas puedan con-
niña que golpeaba a un amiguito en la cabeza con una piedra: ra: ducirlo, inmediatamente después, a invocar la cercanía de un
“Yo romper cabeza Francis...”. Y Lacan explica: “Sólo manifes :s- Jerónimo Bosch. Y Lacan declara que no le sorprende encontrar
taba la estructura más fundamental del ser humano en el plano no la marca operatoria de esos juegos de niños, no en las palabras,
imaginario: destruir a quien es la sede de la alienación”.19 Es Es sino en los actos de lo que inquieta al niño. Según él: “No hay
que, para Lacan, poner de relieve el estatus de lo imaginario -de de sino que escuchar la fabulación y los juegos de los niños, aislados
la relación dual con la imagen (o con el otro)- va acompañado, 0, o entre ellos, entre dos y cinco años, para saber que arrancar la
intrínsecamente, de esta prevalencia de la agresividad, es decir, ir, cabeza y abrir el vientre son temas espontáneos de su imagína
de una relación con el otro básicamente marcada por accesos de le ción, que la experiencia de la muñeca despanzurrada no hace
una brutalidad primordial. más que colmar.”26
Este es el sentido de sus primeros escritos, fundamentales en :n Podríamos desarrollar mucho más este tema. Pero alcanza
este punto,20 donde por ejemplo se ve tematizado el efecto cau- i- aquí con retener que, desde este punto de vista, la agresividad se
convierte en uno de los motores de lo que mueve y anima al ser
humano en su pulsionalidad primordial, y que Lacan cree poder
17. De paso, indiquemos que Dolto acostumbraba señalar que le parecía ía encontrar su manifestación concreta, puesta en acto en la espon-
que los analistas formados por Lacan daban muestras de una auténtica perspi i- taneidad de una ferocidad bruta, actualizada de este modo en el
cacia en la relación clínica con el niño...
pequeño humano. En pocas palabras, casi estaríamos tentados de
18. Aunque, como se sabe, lo haya tomado esencialmente de los trabajos de le
H. Wallon. Sobre el aspecto histórico de la cuestión, véase Jalley, Emile e
(1998): Uenfant au miroir, París, E. P. E. L. Específicamente respecto de La- i-
can, véase: Jullien, Philippe (1990): Le retour a Frend de Jacques Lacan, París, E. í. 21. Ibídem, pág. 140 y sigs.
P. E. L. 22. Ibídem, pág. 144.
19. Le séminaire, Livre I, Les e'crits techniques de Freud, ob. cit., pág. 194. 23. Ibídem, pág. 145.
20. En particular, “La agressivité en psychanalyse”, Ecrits, París, Le Seuil, 1, 24. Ibídem, pág. 114.
col. “Points”, 1996, pág. 100 [ed. esp.: “La agresividad en psicoanálisis”, Escri 25. Ibídem, pág. 104.
tos, trad. de Tomás Segovia, México, Siglo XXI, 1971]. 26. Ibídem, pág. 104.
Ifl v
22 DOLTO / WINNICOTT
LOS BEBÉS 23
decir que, para él, las cosas empiezan mal, ¡comienzan por el >r el la tendencia narcisista fundamental, primordialmente movida
mal...! Incluso cuando sólo señala los caminos que dan cuenta de a de
por los celos.
la prevalencia de lo imaginario infantil -en lo que él llama, ima, Hay que reconocer que esta descripción en su conjunto, in
siguiendo a Charlotte Bühler, el transitivismo-,21 los ejemplos píos cluso así esquematizada, no favorece mucho al niño, al “bebé
que ofrece son particularmente elocuentes y sugestivos, por la >r la Lacan”, si se considerara a priori una compañía agradable y bien
manera en que también allí se subraya “la agresividad que se e se venida. Lejos de algún ideal rousseauniano de buena naturaleza
manifiesta en las retaliaciones de palmadas y de golpes”.2728 Y !8 y
que incitaría a recibirlo con benevolencia, Lacan nos describe un
encontramos ese mismo tono en los rasgos generales de este este bebé que se muestra sobre todo presa de un potencial salvaje
cuadro “transitivista” que él cree conveniente precisar: “El niño liño mente agresivo, siempre listo para manifestarse sin miramientos
que pega dice haber sido pegado, el que ve caer llora ...”.29 Exis en el encuentro con la persona que tiene enfrente.
te, pues, un hilo conductor en los primeros escritos fundamenta Esto alcanza para explicar nuestras reticencias para reunirlo
les de Lacan, de donde también se puede extraer esta conclusión con el bebé Dolto. Recordemos que, precisamente, Fran^oise
inapelable: el yo “aparece desde el origen marcado con esa rela Dolto plantea en su elaboración un enfoque completamente
tividad agresiva”.30 No hay vuelta que darle. diferente de lo que se presenta como supuestos celos (en especial
En tal contexto, tampoco es sorprendente que, en el mismo mo en el caso del hijo mayor frente al menor).32 De modo que, deci
orden de ideas, Lacan haya visto en los celos una moción prime ne- didamente, invitar al bebé Lacan a unirse a su pequeño homólo
ra, estructurante, sostenedora de lo que desde un comienzo go doltoiano en estas circunstancias habría sido, como vemos,
caracteriza en el humano la tensión esencialmente hostil de la correr demasiados riesgos, ¡y exponernos a demasiadas confron
relación con el otro. Sabemos cómo utilizó Lacan repetidamen £ en- taciones brutales e incontrolables entre niños!
te la evocación de San Agustín de los celos asoladores del peque ue- Mutis por el foro, entonces (por el momento), para el “bebé
ño que contempla al circunstancial rival prendido al pecho de la # 3 la Lacan” (salvo el respeto que le debemos).
nodriza: “Vi con mis propios ojos y conocí bien a un pequeño :no f
presa de los celos. No hablaba todavía y ya contemplaba, todo 'do
pálido y con una mirada envenenada, a su hermano de leche”.31 >31
LA NURSERYANALÍTICA
El hecho de que Lacan vea allí “las coordenadas psíquicas y so
máticas de la agresividad original” explica que varias veces aluda Pero, después de todo, si de encontrarle un compañero a
a este ejemplo típico de una situación originaria que, para él, nuestro bebé Dolto se trata, bebés no nos faltan: podemos decir
cobra un valor propiamente paradigmático que ilustra y significa que tenemos muchas opciones, con todos los bebés tan diversos
que los psicoanalistas han concebido, dotados todos de rasgos
particulares y características propias. Pronto habrá tantos bebés
27. Ibídem, pág. 179 y sigs. como profesionales o teóricos de toda envergadura. Podríamos
28. Ibídem, pág. 111.
29. Ibídem, pág. 112.
30. Ibídem, pág. 113.
31. San Agustín (Confesiones), citado por Lacan en Écrits, ob. cit., pág. 114. 32. Véase al respecto el texto fundamental de Dolto, “Les réactions dites de
Sobre la utilización repetitiva de esta cita por parte de Lacan, véase Porge, Erik jalousie”, Aujeti du désir, cap. 5, París, Le Seuil, 1981, [ed. esp.: En eljuego del
(2000y.Jacques Lacan, un psychanalysíe, París, Eres, págs. 177-183 [ed. esp.ijrtr- deseo, trad. de Oscar Barahona y Uxoa Doyhamboure, México, Siglo XXI,
ques Lacan, un psicoanalista, trad. de Antonio Milán, Madrid, Síntesis, 2 0 0 1J.
1983], en adelante, AJDD.
••-;T/7s iiNinofl
2-1 DOLTO / WINNICOTT LOS BEBÉS
enumerar -sería fácil- los nombres, los patronímicos de esos dad de dejar que venga a nosotros, primer<^|jkíusc^ ^ ^ .
bebés teóricos. A cada cual su bebé... De modo que pronto nos los de la nursery psicoanalítica, el pequeño Í|pol|¥^^^iel;bfe^:
encontraríamos haciendo frente al barullo desordenado de una
verdadera nursery.
------------------ ;V
Y esto no sólo existe a partir de Freud, o después de Freud, menos seis bebés, todos nacidos -dicho segde^|sp^qn la epoca
como proclaman los psicoanalistas con cierta prontitud -para rei de aquella relación transferencial con su a m i g o ' n ^ ^
vindicar su originalidad o la novación posfreudiana-, apresurán Y podríamos prolongar aún más el in v ^
dose a afirmar que Freud supuestamente no se había ocupado (o ca y turbulenta nursery. Sin llegar a imaginar a un'béb'é'jílhg
no lo suficiente) de los bebés. Sería ignorar todos los aportes -¡arquetípico!-, podríamos designar -quedág|^a^en_el linaje
decisivos y monumentales que hizo en este campo, comenzando freudiano- un bebé Klein, un bebé Bion, o bien M aM efó Bick,
—pues es preciso recordarlo—por su enfoque inédito de la sexua y algunos otros, y por qué no también (¿más oscuro?) un bebé
lidad infantil (¡nada menos!). Y, por otra parte, ¿acaso no encon
tramos al bebé sometido a la sagacidad de la penetrante obser también un bebé Aulagnier. Y, sin embargo, muy probablemente
vación freudiana ya desde el texto -que incluso podríamos la lista no estaría cerrada. Cada uno podría elegir entre todos
considerar fundacional en la materia- del famoso Proyecto,^ el ellos y, tal vez, reconocer el propio.
Entwurf de 1895, punto central de la correspondencia con Fliess? Pero, si dejáramos demasiado tiempo que todo ese pequeño
De todos modos, justamente de allí surgió la idea de la satisfac mundo de bebés del psicoanálisis se desgañifara más en la pajare-
ción alucinatoria del deseo. Y tantos otros preceptos metapsico- ra-nursery, correríamos el riesgo de perder toda referencia cons
lógicos centrales —introducidos todos en el nivel del niño lactante tructiva. Tuvimos que decidirnos a elegir y entonces resolvimos
(y vinculados con la relación con la madre)—, que seguirán apare poner a ese pequeño bebé Dolto en contacto directo con un be
ciendo, retomados y desarrollados, a lo largo de la obra de bé que aún no hemos nombrado, uno de aquellos que, sin em
Freud,3334*En realidad, incluso podríamos llegar a pensar el Proyec bargo, podemos considerar cercano al primero por muchas razo
to como un texto sobre los bebés, y entonces habría que releerlo nes y que he llamado —tal vez el lector ya lo ha adivinado—el
desde esa perspectiva. “bebé Winnicott”.
Vale decir que Freud tampoco carece de méritos en el capítu De modo que, finalmente, nos pareció oportuno no ocupar
lo de la bebología, en el sentido (en que nosotros hablamos aquí) nos simplemente del bebé (en) Dolto, dejándolo solo, librado a
de discurso autorizado sobre el niño pequeño, del cual incluso su suerte -puesto que no es su estilo-, sino, como corresponde,
debemos considerarlo como uno de los (si no el) padre(s) funda abordar a este bebé de un modo más rico y más vivo, confrontán
dores) (al menos en lo que se refiere a la bebología psicoanalíti- dolo -si puede decirse así- con su pequeño vecino winnicottiano,
ca). De este modo, claro está, podríamos considerar la posibili cotejándolo con su homólogo, el de Donald W . Winnicott. En
suma, daremos cuenta, comparativamente, de lo que son, hacen
y viven esos dos bebes, de lo que al menos sus respectivos crea ea- estimulante la idea de dejar que los dos bebés -cuya vivencia se
dores nos enseñan a propósito de ellos y, también, de las etapas pas esforzaron por restituirnos en detalle- jueguen juntos (¡en la
que deben atravesar o las sucesivas pruebas que deben enfrentar. :ar. nursery retórica!). En efecto, ¿cómo no salir enriquecidos con la
De manera que podamos dar lugar, aunque sea modestamente nte suma de sus respectivas contribuciones, si en definitiva nos ocu
en un principio, a la confrontación de conjunto que tenemos ios paremos de aquello a lo que ambos dedicaron su vida: el conoci
derecho a esperar entre Dolto y Winnicott, esos dos eminentes tes miento que podemos obtener, en la medida de lo posible, acerca
profesionales y pensadores contemporáneos del psicoanálisis de de de qué es un bebé?
niños, comenzando por la comparecencia (y comparación) de sus sus La cercanía conceptual de esos dos nombres, Dolto y W inni
respectivas bebologías, de sus teorías del bebé.
cott -con “sus bebés” respectivos-, no debe, pues, sorprender
Además, no es sorprendente que hablar del bebé en Dolto lto nos. Por el contrario, esto es algo que casi se nos impone y que
nos conduzca a citar directamente el nombre de Winnicott. )tt. da a este acercamiento cierto tinte de necesidad. Y mucho más
Cuando se le preguntó -a D olto- (en aquella entrevista filmada ida en la medida en que es fácil ver todo lo que estos dos grandes
de Jean-Pierre Winter, actualmente publicada)36 quiénes habían ían profesionales (¡y teóricos!) del niño tienen en común, lo que
sido sus maestros, ella enseguida evocó, justamente, a los bebés. »és. vuelve legítimo el principio de su acercamiento y prometedora la
Y, por cierto, no nos sorprende. Ellos (los bebés) fueron sus sus puesta en relación de sus bebés.
maestros -subraya- y quienes más le enseñaron respecto de lo lo
que terminó siendo como psicoanalista.37 Pero junto a ese alto lto
patrocinio en la enseñanza sobre los bebés, Dolto también cita :ita DOLTO /WINNICOTT
(además de, como corresponde, a los más grandes: Freud, ad,
Ferenczi, etc.) el nombre de Winnicott - f de una manera que, a :, a La sorprendente similitud de sus recorridos ya los vuelve
decir verdad, resulta más bien sorprendente-, diciendo, básica ca- vecinos, pues manifiestan el mismo apego, siempre profundo, a
mente, que él analiza como ella cree que lo habría hecho si hu íu- su orientación inicial, médico-pediátrica.39 Winnicott, quien de
biera sido hombre...38 ¿Quiere decir, entonces, y sobre todo, que [ue hecho ejerció largamente la pediatría, vuelve a ella de modo
Winnicott daba muestras de cualidades... femeninas? A cada ida constante, con una insistencia sostenida.40 Así, en una de sus
quien su interpretación. Pero esto alcanza para mostrar que, lie, presentaciones, señala: “Soy un pediatra que viró hacia la psi
indudablemente, no podemos sorprendernos de encontrar la la quiatría y un psiquiatra que se aferró a la pediatría”.41 Pero,
cercanía de Winnicott y su bebé cuando se trata de dar cuenta ita
del bebé en Dolto. Podríamos decir que ambos tienen todo para ira
entenderse de maravillas.
39. Que, por otra parte, hizo que tuvieran una experiencia similar y significa
Por lo demás, esto refuerza, de todas maneras, el interés que [Ue tiva con niños evacuados durante la guerra. Experiencia que parece haber sido
puede haber en esta confrontación (in)formal entre los dos gran m- especialmente decisiva para Winnicott. Véase su compilación Déprivation ct de'lin-
des psicoanalistas de niños. Y no podemos sino encontrar muy uy quance, Ia parte, París, Payot-Gallimard, 1994 [ed. esp.: Deprivación y delincuencia,
trad. de Leandro Wolfson y Noemí Rosenblatt, Buenos Aires, Paidós, 1991J.
40. Al punto de que podemos preguntarnos a veces si, en su manera de
proceder con la dupla madre-hijo, no siguió siendo más pediatra (al menos por
36. Les images, les mots, le corps, ob. cit. el estilo) que psicoanalista.
37. Ibídem, pág. 21. 41. “Pédiatrie et psychiatrie”, en De la Pédiatrie a la psychanalyse, París,
38. Ibídem, pág. 27. Payot, 1969, pág. 90 [ed. esp.: Escritos de pediatría y psicoanálisis, trad. de Jordi
Beltrán, Barcelona, Paidós, 1999], en adelante, PP.
r
28 DOLTO / WINNICOT1 LOS BEBÉS 29
como sabemos, la pediatría también fue la verdadera vocación ión bién podríamos dar cuenta del énfasis que ambos pusieron en la
primera de Dolto, encubierta bajo lo que había llamado -siendo ido creatividad, como aquello que, más allá del psicoanálisis -y, llega
aún una niña- “médica de educación” (¡una vocación precoz!). do el caso, gracias a él-, es lo que fundamentalmente se debe
No es sorprendente, pues, que sean autores de dos obras que, ue, promover en el ser humano. Vasta temática que exigiría todo un
aunque muy diferentes, llevan la marca de ese recorrido común ún tratamiento de conjunto. Pero, sobre todo, cómo no conmover-
y se titulan casi de la misma manera (como por una suerte de de se, tanto en uno como en otra, ante la prevalencia del trabajo
guiño): Psicoanálisis y pediatría en el caso Dolto, Escritos de pedia ia- clínico, es decir, una manera de pensar el psicoanálisis principal
tría y psicoanálisis,42 en el de Winnicott. mente -si no exclusivamente- a partir de lo que la práctica clíni-
Esto manifiesta a la vez el que fue desde siempre su interés és ca puede aportar como experiencia, única apta para nutrir con
electivo, predominante, por la cuestión del bienestar del niño y »y pertinencia la interrogación. Es lo que los convierte eminente-
también (y sobre todo) el hecho de que el psicoanálisis haya lle e- mente en profesionales, para quienes la teoría sólo viene des
gado a constituir, para ambos, el único medio verdadero de de pués, a fin de poner en forma, de ser posible, y de manera frágil,
abordar adecuadamente la vida del bebé y de comprender (y tra a- sin sistematizaciones dogmáticas, aquello que revela el ejercicio
tar) sus eventuales avatares psicoafectivos. De este modo, el pro a- concreto del análisis. Citemos al respecto a Winnicott: “Recojo
pio Winnicott señaló que había sido “un pediatra con grandes es una teoría y otra, aquí y allá, me inclino sobre la experiencia clí-
dificultades para considerar al bebé como un ser humano”. “Sólo lo nica, elaboro mis propias teorías y luego, al final, intento ver qué
a través del psicoanálisis pude -agrega-, muy progresivamente, e, me robé y de dónde”.44 Y podríamos encontrar muchos comen-
ver a un bebé como un ser humano”.43 Por otra parte, más allá lá tarios similares en Dolto .45
del interés exclusivo y ardientemente sostenido por (y para) el q En suma, todo esto hace que con ambos nos sintamos (y los
psicoanálisis, ambos se preocuparon —y éste es otro punto perti i- sintamos a ellos) en terreno conocido, en todo caso, en el terre-
nente de posible encuentro entre Dolto y W innicott- de un mo i- no común de la relación psicoanalítica con el niño. Y, a propósi-
do similar por no contentarse con hacer comentarios eruditos s to de esto, en cuanto a la cualidad insigne de lo que justamente
para los psicoanalistas, sino -ya hemos aludido a ello- por ir r era su relación viva con el niño, no existe ninguna duda de que
también al encuentro de los auditorios más diversos, incluso el 1 en ambos se puede encontrar un similar talento humano y una
“público masivo”, sabiendo dar un uso práctico a lo que los s agudeza clínica poco común. Lo cual hacía que su manera de
medios (radiofónicos) ponían a su disposición y procurando res entablar un contacto relacional verdadero, un encuentro, con un
ponder a las preguntas “psicoeducativas” que inevitablemente se : niño fuera verdaderamente excepcional. Y la vibrante emoción
plantean las familias respecto de los más pequeños. de ver trabajar directamente a Donald Winnicott que transmite
Y así podríamos seguir multiplicando las señales de encuentro , en la pluma de Masud Khan46 nos recuerda la que nosotros mis
y los paralelismos que confirman los puntos de similitud mani mos pudimos experimentar -al igual que todos aquellos que
fiesta que sin lugar a dudas hay entre ellos. De modo que tam- pudieron observarla- en la consulta de trabajo psicoterapéutico
42. En inglés, Ibrougb Paediatries to Psychoanalysis, traducido al francés por 44. PP, pág. 57.
la editorial Payot, ob. cit. 45. Véase, por ejemplo, Les images, les mots..., ob. cit., págs. 27-33.
43. Introducción a La ci'ainte de Peffondrement et mitres situations cliniqttcs, 46. En su introducción a La consultation thérapeutique et l ’enfant, París,
París, Gallimard, 2000 [en adelante CE], pág. 18. Gallimard, 1971.
30 DOLTO / W INNICOTT
LOS BEBÉS 31
que Dolto mantuvo abierta para los jóvenes analistas en forma su interés por el pequeño, ¿es seguro que compartan los mismos
ción durante toda su práctica institucional.47 puntos de vista y opciones fundamentales cuando se trata de res
Como puede intuirse, bien podríamos prolongar la efusión de ponder a la pregunta (si no al enigma, decíamos) de qué es un
este caluroso encuentro con nuestros dos antecesores, tanto por
bebé?
aquello que nos los vuelve tan simpáticos, en su compromiso, Por supuesto, plantear así esta pregunta significa dar a enten
como por la afinidad recíproca a priori que parece haber entre der -mejor indicarlo desde un principio- que también las diver
ellos.48 Ya tendremos ocasión de volver sobre este tema y de gencias de sus respectivas elaboraciones nos detendrán a lo largo
desarrollar todo lo que compartieron y lo que aportaron mani de este trabajo. Primero porque es la parte más interesante, la
fiestamente a la elaboración de un patrimonio común, científico más estimulante para el debate que vendrá, y, sobre todo, por
y humano. que -como veremos- esta perspectiva diferencial se impone
efectivamente, de manera inevitable, con sólo observar sus pun
tos de vista propiamente teóricos, a saber, allí donde tanto uno
DOLTO * W IN N ICO TT como otro quisieron teorizar sobre lo que les había enseñado la
práctica psicoanalítica con los niños, por pequeños que fueran.
Pero, a riesgo de interrumpir bruscamente tantos cumplidos Como sea, justamente es esto lo que, además, los convierte en
recíprocos y mutuos, si no de connivencia (en torno a los bebés) esos eminentes pensadores del psicoanálisis, en particular del
-y aunque parezcamos aguafiestas-, tendremos que plantearnos psicoanálisis con los niños, cuyo aporte teórico terminó siendo
la siguiente pregunta, sin duda formulada de un modo un poco tan esencial que hoy se impone como paso obligado en la forma
abrupto: con todo lo que manifiestamente tienen en común, con ción de los jóvenes profesionales.
todo lo que comparten, ¿es tan seguro, no obstante, que Dolto y
Winnicott hablen un mismo lenguaje? E incluso: ¿realmente
hablan de lo mismo o, mejor dicho, del mismo ser? Más precisa ¿PSICOANÁLISIS O PSICOLOGÍA?
mente, así como hemos encontrado a cada uno con “su bebé”,
con un mismo apego conmovedor por su infans, ¿estamos segu En esta etapa introductoria, sólo echaremos un primer vista
ros de que estos dos lactantes son abordados y tratados de modo zo de conjunto sobre la amplitud del trabajo teórico de cada uno
similar, desde una perspectiva similar, cuando no idéntica? Más y la importancia de lo que aportaron al psicoanálisis. Y al colo
allá de las sorprendentes similitudes aparentes, ¿realmente sus carnos, de este modo, en el nivel de las impresiones globales,
creadores se hacen la misma idea sobre ellos? Por fuerte que sea salen a la luz muchas diferencias. No sólo respecto del estilo -lo
cual sería entonces sólo una cuestión de apreciación subjetiva-,
sino también del contenido: la teorización de Winnicott podrá
47. Yo mismo conservo el recuerdo conmovedor de la primera vez (en el parecer -en todo caso en un primer momento- más “minuciosa”
centro Etienne Marcel). En cuanto a lo que concierne más especialmente a la o detallada que la de Dolto, al tiempo que daría la impresión de
consulta del hospital Trousseau, nos remitiremos a las Lettres de l'Fcole Freu- que él se dedicó a tratar numerosas cuestiones que tienen poco o
dienne, n° 25, vol. II, pág. 239.
48. Sin desconocer, no obstante, que su encuentro efectivo, que tuvo lugar
ningún eco en ella, o no en los mismos términos. Entonces
en momentos de fuerte tensión en la historia analítica, no pudo ser más rispi habrá que preguntarse por qué. Es el caso, por ejemplo, del tema
do... Sobre esos acontecimientos, véase Roudinesco, Elisabeth (1994): Histoire del odio, que ocupa un lugar importante en las formulaciones de
de la psychanalyse en France, vol. 2, París, Fayard, pág. 329.
Winnicott -aunque sólo sea en su referencia personal a Melanie
32 DOLTO / WINNICOTT
(po-
f LOS BEBÉS
demos lamentarlo) en Dolto .49 O bien el tema de la delincuen uen- lidad e indicaré desde ya que, a mi entender, esta problemática
cia, que Winnicott trabajó de cerca, mientras que sólo aparece rece se plantea mucho antes en Winnicott, vale decir -más adelante
de manera marginal en Dolto, etc. Pero también es cierto que en e en podrá verificarse- que lo encontraremos más capaz de compro-
esta cuenta, en este pequeño juego, podríamos proceder a la a k meterse conceptualmente con la psicología.
inversa y mencionar temas que Dolto exploró más, como, por por
ejemplo, la cuestión del espejo, de lo prohibido, de lo generacio cio-
nal, etc. En resumidas cuentas, se trata de una confrontación que que ORAL / ESCRITO
no nos confirmaría casi nada, más allá de inventariar sus diferen •en-
cias, para apreciar los respectivos aportes teóricos de Dolto y :o y y puesto que he dado cuenta de mi “parcialidad”, debo ser
Winnicott. aún más preciso, para ser claro, en lo que respecta a los precep-
Seguramente sería más importante que introdujéramos una una tos formales de partida. Es verdad que mi posición en este trába
pregunta (crítica) que bien podría dirigirse tanto a uno como a lo a j0) lejos de presentarse como equitativa, o estrictamente equili-
otro (aunque probablemente la respuesta debería tratarse con :on brada, me impone, por el contrario, exponer lo que la vuelve
cada uno por separado). Sin embargo, el problema es lo suficien en- desplazada, disimétrica.
temente crucial como para que decidamos mencionarlo ya en en Sucede que trabajé largo tiempo con y junto a Fran^oisc
esta introducción, aunque debamos volver sobre ello más ade de- Dolto51 y que por ello participé incidentalmente en el trabajo
lante. Esta pregunta -¿que podemos llamar “epistemológica”?- "?- preparatorio de la redacción de uno de sus libros,52 sin hablar de
se refiere a si el aporte teórico indiscutible que ambos nos lega ga- las reediciones de estos últimos años: se trata de un largo corn
ron debe ser reconocido ciertamente como válido para el psico eo- promiso del que dan fe los libros y los numerosos artículos que
análisis, como de indudable orden psicoanalítico. O si, por el el le he dedicado.53 Pero, sobre todo, antes pude beneficiarme en
contrario, seamos claros, desde el momento en que da cuenta de de directo -ya sea en supervisión, por ir a su consultorio en el líos-
una perspectiva “desarrollista”, es decir, de lo que supone el re re- pital Trousseau, o al asistir a su seminario de psicoanálisis (en la
corrido de un desarrollo,50 este apofte no tendría algo en común ún Escuela Freudiana de París)- de la experiencia de vivir su ensc-
con la psicología, en el sentido de hacer que prevalezca una idea ea ñanza, incluso oral, en carne y hueso, me animaría a decir. Y
del bebé que en cierta forma impone y refuerza una orientación ón Dios sabe hasta qué punto el pensamiento vivo -oral, vocal y
psicogenética. corporal- no era menor en lo que Dolto pudo enseñarnos que el
Esta pregunta central y seria -puesto que se interroga sobre re contenido de lo que tenía para transmitir. Es aquello de lo que
la manera en que el bebé surge como tal en el campo del psicoa a- puedo valerme. Pero, justamente: sin poder dar cuenta -es el
nálisis o si puede existir una verdadera “bebología psicoanalíti- :i- punto que deseaba subrayar- de nada equivalente en lo que con
ca”- llamaría a realizar toda una elaboración, que se enriquece c
ría, como creo poder sostener, si primero se hace de forma ia
51. Formé parte, por ejemplo, del equipo fundador de La Casa Verde, en
1979.
52. Se trata, en el caso de L'image inconsciente du corps, de un trabajo prepa-
49. Dolto expone su opinión al respecto en Les images, les mots..., ob. cit., t., ratorio que tuvo lugar en 1978, con Eddie Fride (¡y Fran^oise Dolto!).
pág. 113. 53. Comenzando por Le corpspsyebique, 1989, que L’I Iarmattan reeditó en
50. Volveremos sobre este tema en el capítulo 3. 1995. Aunque se me ha reprochado (en la universidad) esta “monomanía”.
34 DOLTO / WINNICOTT
F LOS BEBÉS 35
cierne a Winnicott, a quien, como a muchos otros, no pude ude i tenga, por decirlo de algún modo, ningún escrito voluminoso,
abordar sino de modo indirecto (mucho después), a través de sus sus ningún “libro” propiamente dicho, sino que se reduzca esencial-
escritos. Necesitaba exponer esta disparidad de origen, que tal tal mente a una acumulación de breves escritos puntuales, o artícu
vez no sea menor en mis futuras tomas de posición. los muy cortos, entre los que figuran algunos que (una vez más)
La aclaración también puede ir más lejos y dar lugar a algu gu- son transcripciones de conferencias o exposiciones que brindó
nas consideraciones complementarias acerca de los textos y la r la Winnicott en tal o cual circunstancia. Además, lo que es tan par-
escritura de Dolto y Winnicott, sabiendo que corremos el riesgo sgo ticular en sus textos y vuelve ardua su lectura es que, inevitable-
de que, para los jóvenes de las próximas generaciones, el texto xto mente, a menudo se recortan y se superponen, y entonces se
escrito sea prácticamente el único modo de acceder al legado de de crea cierto efecto de redundancia.56 Pero, sin embargo, es una
estos prestigiosos antecesores: para conocerlos, sólo podrán 'án impresión engañosa, porque con mucha frecuencia, de un traba-
abordarlos a través de la lectura. Y ése es, por supuesto, su talón ón jo a otro, de un artículo a otro, Winnicott no deja de agregar
de Aquiles. Yo estoy en condiciones de comprenderlo en lo que |ue una pequeña pincelada, una pequeña nota y, poco a poco, lo que
se refiere a Dolto, pues conozco la irreemplazable calidad de lo lo parecía repetirse se convierte, de este modo, en un sistema de
que ella transmitía de sí a través de su presencia oral. Pero es así. tsí. pensamiento que no deja de elaborarse con trazos puntillistas ni
Esto crea lo que, inevitablemente, constituirá -para ambos- cier :r- de refinarse cada vez más en su progresión, mediante ese movi-
ta intransmisibilidad, con la cual hay que contar en el acceso de de miento en que incansable y escrupulosamente el mensaje vuelve
las jóvenes generaciones al saber de ambos especialistas.54 a centrarse en el oficio. De modo que tomar conocimiento de
Lo subrayo con mayor libertad en la medida en que, según án este pensamiento winnicottiano supone no perder el valor (¡!) y
mi opinión, ni Dolto ni Winnicott se distinguen -digámoslo- 3- enfrentar sucesivamente, como corresponde, la hilera laberíntica
por ser grandes talentos de la escritura. En Dolto (pero también én de pequeños escritos, sin dejarnos vencer, sin embargo, por lo
vale para su homólogo), esto puede explicarse por el hecho de Je que pueda tener de repetitivo. Porque también es la condición
que muchos de sus libros sólo fueron transcripciones de gra a- para aprehender, cuando surgen, los hallazgos y las innovacio-
baciones previas, lo cual, por cierto, contribuye a restituir las as nes, las afirmaciones a veces decisivas, que aparecen a medida
cualidades orales de su estilo, pero no siempre es propicio para ra que se ponen en serie y se encastran los escritos sucesivos,
desplegar un escrito formalmente detallado.55 En cuanto a a
Winnicott - y ateniéndonos en este caso, como ya hemos dicho, a,
solamente a sus escritos-, se trata de un estilo que podríamos )s UNA LECTURA DOLTOIANA DE W INNICO TT
describir como más bien “seco”, por su preocupación, diríamos, s,
por llegar a lo esencial de su pensamiento y por mantenerse allí. í. Una última indicación introductoria: sobre la base de nuestra
Lo cual tal vez explica también que esta obra minuciosa no con- i- parcialidad ya confesada -que seguramente no dejará de reapare
cer y confirmarse más adelante-, tal vez sorprenda encontrar,
paradójicamente, más observaciones dedicadas al “bebé Winni-
54. ¿Cómo acceder, por ejemplo, a la teoría doltoiana de la imagen del ;1
cuerpo, teniendo como único soporte el voluminoso tratado, denso y frondoso, ),
que pretende exponerla de una manera -hay que confesarlo- no siempre muy y
satisfactoria ni accesible...? 56. Sobre todo cuando los editores franceses los han utilizado hasta el har-
55. Una excepción, no obstante, son los escritos personales de Solitnde, oh. i. tazgo, sin dudar en publicar “duplicados” (idénticos artículos en diferentes
cit., donde Frangoise Dolto alcanza un auténtico lirismo en su escritura. volúmenes).
36 DOLTO / W INNICOTT f LOS BCliCs 1/
cott” en los siguientes capítulos. Pero, en lo que se refiere al 4 d resulta muy delicado “saltarse un punto”, salvo que, en efecto, se
“bebé Dolto”, con muchos precedentes en la materia, nos per- corra el riesgo de deshacer todo el trabajo que, así, se sostiene de
mitiremos remitir a lo que ya reconstruimos en nuestras obras 1 ts manera extremadamente estricta. El conjunto tomó la forma de
anteriores y daremos por adquirido lo esencial. Así, pues, nos i) »s un rompecabezas singularmente compacto que podría desmante
acercaremos sobre todo al bebé Winnicott -al que conocemos j' >s larse si se nos ocurriera omitir alguna de sus piezas. Dicho sea
menos-, para conocerlo mejor y confrontarlo con lo que, por >r esto para dar una idea de la densidad de esa suerte de sistema
otra parte, ya sabemos del “bebé Dolto”. Lo que sigue puede e indesmontable y sutil que constituye el aporte de Winnicott y de
presentarse, por lo tanto, más como una lectura doltoiana -si nos 'S lo difícil que es dar cuenta de él.
atrevemos a decirlo así- del pensamiento de Winnicott en lo que e Sin embargo, vamos a tener que ajustarnos a esta dificultad,
concierne a su teoría del bebé, su bebología. El eje de nuestro 3 aunque sea con el fin de exponer, transmitir y clarificar según
trabajo será reflexionar sobre cómo vamos a analizar lo que e nuestro programa “bebológico” comparativo. Dificultad ya pre
Winnicott sostiene acerca del bebé, desde la perspectiva definida a sente en los próximos dos capítulos, que se ocupan, sucesiva
por Frangoise Dolto. mente, de la madre y el desarrollo. Hemos intentado mantener
Precisemos, no obstante, que no por ello se restituirá en toda a estas dos nociones separadas, aun cuando en el pensamiento de
su amplitud el sistema de pensamiento de estos dos grandes s Winnicott (y también en el de Dolto, pero es aún más evidente
maestros del psicoanálisis de niños. No se encontrará aquí un i en Winnicott) son inseparables en los hechos y, por lo tanto,
estudio que pretenda dar cuenta de manera exhaustiva de la obra i deben pensarse de manera absolutamente conjunta, conexa. Sin
de Winnicott o de la de Dolto .57 Y esto a riesgo de que se nos 3 embargo, intentaremos tratarlas de forma ordenada, una después
eche en cara (de todas maneras, es inevitable) que no abordemos 5 de la otra, para hacer que surjan mejor los puntos de divergencia
tal o cual' aspecto, tal o cual punto, que sin embargo se conside con vistas a someterlos al debate, a ese debate conceptual que
ra fundamental (sin duda con toda razón para los objetores ini nos arriesgaremos a enfrentar.
ciados). Pero es así. Nuestro proyecto -repitámoslo- se limita l Al respecto, aún queda un último punto preliminar. En lo
aquí a confrontar la bebología de nuestros dos autores, simple que tal vez se presenta -como ya se ha dicho- en el fondo más
mente a hacer que se encuentren los dos bebés, tal y como nos como una lectura doltoiana del trabajo de Winnicott, de la be
los han descrito, ateniéndonos a sus rasgos más característicos y bología winnicottiana, nuestro discurso no dejará de dar mues
que, por lo tanto, se refieren, según creemos, a lo esencial. tras de cierta tonalidad crítica, que se podrá considerar una con
Es importante subrayar que este camino no fue muy simple secuencia de la “parcialidad” de la que hablamos. Que quede
en el caso de Winnicott. ¡Es que parece muy difícil no ser bien claro, de todas formas, que cualquiera sea la fuerza de esta
exhaustivo con Winnicott! Pues, como hemos explicado, por la crítica, no deja de estar inspirada en la preocupación por mante
manera en que metódicamente fue agregando “puntos” sucesivos ner la autenticidad del debate y la riqueza de la discusión que se
a su obra, a lo largo de una sucesión de artículos, terminó cons impone, allí donde pueden y deben evocarse los diferentes pun
truyendo un “tejido” conceptual tan apretado, finalmente, que tos de vista, por distintos que sean, y con más razón allí donde,
ante todo, se busca respetar lo que en suma constituye el más
precioso patrimonio de la humanidad: ¡el bebé!
57. En lo que se refiere a esta última, nos permitiremos remitirnos a nues
tras obras anteriores. Véanse, por ejemplo, Le corps psychique, ob. cit., y Fran-
yois, Yannick (1999): Franqoise Dolto. La langue des images, París, Bayard.
I
.1. 'I
í .1 Capítulo 2
:Í*
La madre
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1. Antes de que se llegue al útero artificial, tal como profetiza I lenri Atlan,
en L ’uténis artificiel, París, Le Seuil, 2005.
40 DOLTO / WINNICOTT
LA MADRE 41
por los cuidados que debe dar a su bebé. Sin temer parecer sen- sen UN BEBÉ EN "FUSIÓN”
timentales, podemos hablar aquí de ‘devoción’ y emplear esta es ta
palabra para describir un aspecto esencial sin el cual la madre no e no Según esta concepción, comprendamos que el niño, primero,
puede desempeñar su papel y adaptarse activamente, con sensi :nsi- no existe como individuo (individuado); o más bien que sólo
bilidad, a las necesidades de su bebé, necesidades que, al comien- f ien- existe de ese modo para nosotros, como observadores terceros
zo, son absolutas. Así, este término, ‘devoción’, nos recuerda | erda embaucados que somos, allí donde él está sumergido [merged]6
que, para tener éxito en su tarea, la madre no necesita ser una I una de hecho, en una suerte de fusión inefable que lo instaura en una
especialista”.2 ■
dependencia llamada “absoluta”, donde se confunde con y en su
Y, para explicitarlo mejor, inclinémonos un instante hacia \ lacia madre, lo cual viene a reforzar, una vez más, el hecho de que,
Dolto: “Es así como, para cada ser humano, su relación con la , >n la para Winnicott, se supone que, ante todo, la madre debe estar
madre, fuente de su propia existencia, parece anclar sus raíces en . :s en identificada con su bebé (a lo cual corresponde la denominación
lo que, a falta de otra palabra, llamamos ‘lo sagrado’ [...]. El niño ti liño específica de “preocupación materna primaria").
nimba lo sagrado con la luz del rostro inclinado sobre el suyo en j¡j 0 en Winnicott no ha dejado de subrayar la intensidad de ese
sus primeras horas de vida, en los primeros días de sus prue- rue- vínculo de dependencia del pequeño: se dice que éste no existe
bas”.3
en cuanto tal, como propio, en la medida en que está sometido,
En todas las líneas de la vida del bebé - y de los textos a través avés unido por completo a su genitora (identificada con él), de la
de los cuales nuestros dos médicos nos la restituyen-, la madre adre cual constituye una suerte de apéndice, al hallarse totalmente
está en primer plano. Es ella quien lleva -en todos los sentidos idos desprovisto (al menos al principio) de cualquier forma de auto
del término- el devenir del potencial de su bebé. Winnicott, en r, en nomía o independencia. Situación que es preciso llamar “deter
particular, además de plantear una cuasi-nihilización del padre adre minada”, por lo imperioso que resulta para el niño que lo to
(de quien se espera como mucho que ame a su mujer y le aporte orte men en cuenta y satisfagan sus necesidades, pues -como insiste
el sostén de su apoyo benevolente...), llegará incluso a considerar erar Winnicott en varias ocasiones- no estamos aquí en el orden del
-debemos mencionarlo desde el comienzo- ¡que el niño-lactan tan- deseo.7
te no existe!4 “¡Eso que llaman ‘bebé’ no existe!” Ya que, explica, lica,
1 Éste es un momento primitivo, inaugural -al que no dejare
“cuando me muestran un bebé, también me muestran a alguien uien mos de volver, dada la importancia que le otorga W innicott-,
que se ocupa de él, o al menos un cochecito donde se fijan los 1 los que podemos llamar de indistinción, de indiferenciación, donde
ojos y las orejas de alguien. Nos encontramos en presencia de a de el autor insiste en precisar que el niño no tiene ninguna idea de
una ‘pareja nodriza-lactante [nourrice-nourrisson]’ (a nursing cotí- cou- su madre como persona (ni tampoco, podemos agregar, alguna
pié)”.5 idea de un “sí mismo”). “Existe, pues, un estadio donde el lac
tante sólo existe en razón de los cuidados maternos, con los cua
les forma un todo, una unidad.”8 En este estadio, la madre “es el
1
Al DOLTO / WINNICOTT LA MADRE 43
bebé y el bebé es ella”,9 “el bebé y la madre forman un todo ”,10 o ”,10 durante la gestación. Queda por preguntarse si hubo nacimien
“la madre es el bebé así como ella misma”.11 to, o en qué hubo nacimiento. ¿O bien, para Winnicott, debe
Sería conveniente evaluar lo que implica esta situación primor mor- seguir pasando desapercibido para el niño, como si no hubiera
dial a la que Winnicott vuelve incansablemente. El niño está está sucedido? En todo caso, diríamos, la madre continúa actuando
prendido en su mismo ser a una madre que le provee todo en o en como si siguiera gestándolo, más allá de que haya finalizado el
cuanto a su vivir, al punto de dar lugar al sentimiento de cierta ierta embarazo. Todo sucede como si el niño todavía no hubiera naci
omnipotencia, puesto que, de ese modo, se encuentra satisfecho en o en do de verdad, ya que sistemáticamente se responde a él y se le
í '1
I':! todo. Y esto se pone en funcionamiento en relación con el cuida ñda- proveen todas las necesidades que pueda tener. No puede, pues,
lili;
do que le brinda la madre, con los cuidados que le prodiga, res res- sentir ninguna carencia, puesto que, en principio, ¡no las hay! En
pondiendo absoluta e inmediatamente a las necesidades que el ie el efecto, “la madre no crea las necesidades del lactante sino que las
niño logra expresar. Winnicott supone (o plantea), entonces, una una satisface en el momento adecuado”.14
situación que estamos tentados de llamar “mítica” -pero, de , de Al comienzo, pues, existe para Winnicott una situación origi
hecho, él la concibe como efectivamente concreta, realizada-, en -, en naria, primaria, de compleción, de completud absoluta, que nada
la que existe una suerte de colusión absoluta entre la madre y el y el puede mermar, estropear, que no tiene fallas. Al principio, el
niño, una adherencia sin matices, una confusión primordial donde mde infans no conoce la falta. Se lo acoge, de alguna manera, en la
es difícil imaginar que pueda intervenir o interferir un tercero (un (un negación de aquello a lo que debe advenir (a la falta, a la reali
padre). Como en esta fase (breve pero decisiva) la pareja madre- dre- dad). Permanece (en esta etapa) en el desconocimiento que le
niño es absoluta, total, “para su buen desarrollo, es necesario un ) un ofrece esa beatitud, en una suerte de gracia envolvente absoluta.
ambiente perfecto. Al principio, esta necesidad es absoluta”.12 Y ese ajuste se plantea en una exigencia tan fuerte, en una escla
Y esto es así al punto de que, en la fase primera de la vida del del vización tan intensa que, el menor defecto de ese sostén radical y
bebé, apenas podemos concebir que el lactante tenga que expre )re- absoluto de la madre, es vivido por el niño, sostiene Winnicott,
sar necesidades, ya que, de todas maneras, la madre parece haber iber en términos de nihilización } s Es decir que los efectos (patológi
respondido a ellas de antemano (o está siempre lista para hacer :er- cos) también son tan extremos como la necesidad de ese sostén
lo al instante). El niño apenas puede entrar en el camino de una una imperioso. Nos encontramos, decididamente, en el terreno de lo
satisfacción alucinatoria, tal como lo planteaba Freud ,13 puesto :sto “absoluto”: o bien el niño “no existe” (si no es sostenido por los
que ésta supone como mínimo la experiencia de una carencia. Y, •Y, cuidados de la madre que vienen a co-(r)responder a estas nece
sobre todo, se tiene la impresión en esa etapa de que no podría Iría sidades), o bien corre riesgo de nihilización... “Las carencias
faltar nada, como si durante un tiempo se mantuvieran las condi idi- maternas provocan fases de reacciones a las intrusiones y estas
ciones que -podríamos suponer- se habían dado previamente nte reacciones interrumpen la ‘continuidad de ser’ (going on being)
del niño. Un exceso de esta reacción [...] representa una amenaza
de nihilización.”16
9. Le bebe' et sa mire, París, Payot, 1992, pág. 23 [ed. esp.: Los bebés y sus SUS
tnadres, trad. de Laura Turner, Paidós, 1998].
10. Ibídem, pág. 29. 14. Processus de maturation chez l ’enfant, París, Payot, 1970 [ed. esp.: Los pro
11. Ibídem, pág. 148. cesos de maduración y el ambiente facilitador, trad. de Jorge Piatigorsky, Buenos
12. PP, pág. 137. Aires, Paidós, 1994] (en adelante PM), pág. 28.
13. A quien W innicott se refiere, sin embargo, en su artículo sobre la teo eo- 15. PP, págs. 363 y 369.
ría del padre-lactante, PP, p. 358. 16. Ibídem, pág. 289.
44 DOLTO / WINNICOTT
LA MADRE 45
severos se sitúan en el plano de esa fase primordial. Es así como, I orno, DE LA SIMBIOSIS (W INNICOTT) AL
por ejemplo, Dolto da cuenta de la posibilidad de entrar en el I 1 en el
■;•:•••■.. . - O . ‘.-.V.»
autismo cuando falla el vínculo de encuentro vital, de co-presen- 1 esen- Es que, más allá de esta similitud qtSeyén:en. ürt comienzo ^se
cia con la madre. “Es por ello que el lactante, que aún no se i io se impone de manera tan impresionante, teiSrerho^jque examinar
conoce a sí mismo sino en referencia emocional respecto de su f Ide su más de cerca la manera en que cada uno trata ía .primacía inau
madre, muere en la imagen de su cuerpo, elaborada en intercam- | cam- gural de la diada, del vínculo con la madre, ¿Qüé es exactamente
bio con ella, si su madre desaparece mientras que el cuerpo car- | b car- en cada uno de nuestros dos bebés lo quedvñda y ^segura -en un
nal del bebé sobrevive.”34 modo aparentemente tan crucial- su vínet&o c^ndí jñádte: (f el
!'
Winnicott, por su parte, también se abocó a desarrollar el \ ™ a r el de la madre con ellos)? Ya hemos referi^^po y e jdñiplo que no
tema de la ruptura del vínculo primordial con la madre, puesto ^ ie s to encontramos nada en Dolto que retome'el térmiñO;-‘fñsióÉ”, o
que él entendía por defecto que allí se encontraba el posible j sible algo que evoque esa idea de fusión con la m.£ujr£:, -tal como la he
punto de aparición de la psicosis: “El desarrollo afectivo prima- I Q im a- mos delimitado en Winnicott, para describnrel tlemp’ü primor
rio del niño, antes de que el niño se conozca (y conozca a los | a los dial, del nacimiento, constitutivo de la relación madre-hijo.37
otros) como la persona total que es (y que los otros son), tiene 1 ^ ie n e Entonces, surge una verdadera distinción entre nuestros dos
una importancia vital: de hecho, allí se encuentran las claves de _ :s de autores. Por un lado, Winnicott, que insiste todo lo posible en la
la psicopatología de las psicosis”.35 Y esto es así porque su expe ™xpe- llamada “preocupación materna” necesaria, al menos en una pri
riencia clínica lo convence de que los trastornos psicóticos tie £ tie- mera fase (¿los primeros seis meses?),38 con la idea que eso supo
nen su raíz en alguna falla que sobreviene durante esa fase pri pri- ne y conlleva de una madre completamente consagrada y devota
mordial de la vivencia, cuya importancia decisiva, psíquicamente ^ n te de su hijo, casi “locamente”, tal como él lo da a entender. Por el
vital, Winnicott siempre subrayará. Así, hay en él una suerte de e de otro, Dolto, que pone el acento más bien en lo que esa colusión
visión cronológica de la psicosis que la convierte, si puede decir ® .cir- tiende a abrir, en lo que quiebra e impide el cierre de la fusión,
se así, en un trastorno de los comienzos: “El origen de la psico w co- para quien nunca puede haber una verdadera fusión, salvo de
sis se sitúa en un estadio en que el ser humano inmaduro real ™ a l- manera ilusoria (ya llegaremos a ese punto) o mítica.39
mente depende de los cuidados del entorno ”.36 Cuando Dolto utiliza el prefijo “co - ”,40 aunque sólo sea res
Pero, luego de poner en evidencia el acercamiento que se 2 se pecto del co-nacer, o para designar al bebé como “co-ser”, ella
impone por sí mismo entre los dos discursos referidos a la madre ^ d re está poniendo el acento en el emparejamiento primordial del
primordial, ¿cómo podremos introducir -respecto de lo que se infans con la madre, pero no reduce al primero a la segunda, ni
*
revela como un punto de acuerdo manifiesto- lo que sin embar ^ a r- lo asimila a ella, por mucho que reconozca y califique el apego a
go se anunció como el punto central de nuestro trabajo, a saber, 0 er,
el examen de las posibles distancias entre ambos, hasta confirmar riar
sus enunciados como finalmente diferentes en lo que los mueve, 37. Tampoco podríamos, por otra parte, concebir el reducir a la madre a
un ambiente, a ser sólo un ambiente para su pequeño, ni a ser forzosamente la
cuando no divergentes en sus características constitutivas?
única que lo determine.
38. Véase sobre este punto PP, p¡g. 60.
39. Por esta razón, W innicott también forma parte de aquellos que de
modo diverso dieron crédito al mito de esta supuesta simbiosis originaria (idí
34. AJDD, pág. 65. Véase también pág. 84. lica) (a la que, para algunos, supuestamente se vuelve, tema central de cierta
35. PP, pág. 62.
prosa analítica).
36. PM, págs. 93, 102 y 206.
40. Véase Le féminin, ob. cit., págs. 57 y 59.
52 DOLTO / WINNICOTT
41. IIC, págs. 83, 100-101 y 222; AJDD, cap. 3. 42. IIC, pág. 225 y sigs.
L
r
54 DOLTO / WINNICOTT
LA MADRE 55
justamente, sucede a través de un proceso sobre el que Do D0. de una manera general, como ambiente. Lo principal es el
Ito va a teorizar por medio del concepto de “imagen del cuer
po”. ^ u er- sostén físico. ”45
Pero, entonces, la cuestión es que no vemos cómo, sobre tales
Aquí se abre, pues, una divergencia central con Winnicott
:ott. bases, podría surgir algo del orden de la palabra.
Porque si bien éste otorgaba la misma prevalencia originaria a ]a
« a l, De modo que si quisiéramos acentuar aún más el contraste
relación madre-hijo, de alguna manera era incluso a riesgo de
) de entre las dos teorizaciones, entre las dos “bebologías”, cuya evi
llegar a ausentar al niño, reducido a ser un mero objeto de los
• los dencia no deja de intensificarse, también podríamos formularlo
cuidados de la madre, en una “dependencia absoluta”. Y en su ¡
^ su del siguiente modo, sin temor a exagerar ni a que nos contradi
propia descripción, por puntillosa y minuciosa que sea, casi no
™ no gan. Basta con decir, en lo que respecta a la madre en la relación
hace referencia, o en todo caso no de modo sustancial, a la pala
Aala- con el niño, que no hay, por decirlo de algún modo, una sola
bra. En términos generales, si nos atenemos textualmente a lo ¡
i lo línea de sus escritos (¡ni una!) donde Dolto no insista en el he
que sostiene Winnicott, podría decirse que la madre según Win- (
#fin- cho de que la madre debe (está obligada a) hablarle a su hijo,
mcott, la madre del “bebé Winnicott”, es una madre que no
no pues así es como lo sostiene en su vivir humanizado y le asegura
habla, al menos que no recurre fundamentalmente a la palabra
•b ra el reconocimiento de lo que él es en su ser deseante. No hay una
frente a su hijo, por presente (e incluso al comienzo “de modo
^)do sola línea en que Dolto no vuelva sobre este requisito, por ende
absoluto”) que esté para asistirlo. Winnicott incluso insiste en la
™ la fundamental. Mientras que, por el contrario, no hay una sola
vacuidad del uso del lenguaje en un tiempo en que la palabra,
# ra , línea en Winnicott (¡ni una!) donde siquiera se mencione esta
según el, no puede tener ningún valor para el infans (designado do
precisamente de este modo): “Se trata de una fase en la que el necesidad: el hecho de que la madre pueda (deba) hablarle a su
• el hijo y humanice así su ser en el mundo. Y, por otra parte, ¿cómo
lactante depende de los cuidados maternos, que descansan más
íás podría ser de otro modo si lo que sobre todo se subraya es la
en la empatia de la madre que en su comprensión de lo que es
™ es manera en que el niño como bebé se mantiene por fuera del len
verbalizado o de lo que podría serlo ”.43 De modo que, insiste
una vez mas Winnicott, “la madre puede o no hablar a su bebé' • te guaje? Entonces, ¿para qué hablarle, si no entiende las palabras,
>e; si es como sordo a la palabra,4 546 si “el lactante es incapaz de com
eso no tiene importancia, no es el lenguaje lo que hace la dife
* - prender nuestro lenguaje”?47
rencia”.44 Pero, además, ¿por qué le hablaría, si está identificada da
con él y si es a través de esa identificación como ella puede, con No podríamos subrayar mejor el contraste esencial entre las
•n dos orientaciones en lo que se refiere al lugar de la palabra y a su
todo conocimiento de causa, prodigarle sus mejores cuidados? Si
-como insiste en sostener W innicott- basta con que esté identi valor estructurante en el bebé humano. Insistamos en ello por
€ que, para Dolto, si hay algo absoluto -para retomar un término
ficada con él, ella misma es como un infans (que no habla), como
el bebe (¿mudo?) que fue. “Lo importante, en mi opinión -expli caro a W innicott-, tiene más que ver con ese requisito (el de la
i- palabra) que con la dependencia efectiva de los cuidados de la
ca Winnicott-, es que la madre, al identificarse con el niño, sabe
lo que él siente y, por lo tanto, se encuentra en condiciones de madre... absolutamente abnegada. Es que la dependencia es tam
le bién, y sobre todo, significante. Por más que, por otra parte, no
proveer casi con exactitud lo que él necesita en materia de sostén • r
43. PP, págs. 361-362. 45. PP, pág. 376 y sigs. Véase también ibídem, pág. 138, y CE, pág. 183.
44. Le bebéet sa mere, ob. cit., pág. 133. 46. Véase PM, pág. 61.
47. PP, pág. 123.
DOLTO / WINNICOTT LA MADRE 57
56
haya cuidados (o necesidades) puros. Desde un principio juega Sin duda, esto puede crear la ilusión de escapar a muchos
en el ser humano la alteración (con lo que allí se mezcla de alte- trastornos ligados a lo simbólico. Así, una madre semejante
ridad) de lo “natural”, a través de lo que Dolto llama “función (“madre-ambiente”) está ella misma tan poco subjetivada que no
simbólica”.48 vemos que pueda hacer que su hijo sufra lo que ella experimentó
Es lo que hace que Dolto inscriba a la madre -a la madre del o sufrió en su propia historia, o que pudo serle transmitido de su
“bebé Dolto”- en esa referencia principial al orden simbólico. genealogía. Con una madre tan “opaca” (o transparente) en su
Evidentemente, allí se retoma de forma implícita la noción del “preocupación primaria”, no existe ningún riesgo de sufrir las
propio Lacan de la madre como “Otro primordial”,49 que remi consecuencias de lo transgeneracional (puesto que -se dirá- no
te, precisamente, al Otro como lugar constituyente, como ins hay ninguna presencia de lo simbólico ni nada que no sea envol
tancia misma de la palabra, como lugar desde donde se le habla vimiento ambiental material, recortado del sentido y al cual la
al niño y donde, al mismo tiempo, la palabra adviene de ese i madre está reducida...52
modo para él, en él. j Y no podemos sino considerar altamente significativo el
Si la madre habla al bebé (Dolto), no es para embriagarlo con j hecho de que, por el contrario, Dolto nos ofrece, en uno de sus
su verborrea -aunque podría suceder-, sino para hacer que ad textos más característicos sobre este tema, el relato de una rela
venga a su estatus de humano donde debe hacer que se lo (reco ción directa con un bebé,55 un intercambio plenamente comuni
nozca: como sujeto. “Es la palabra la que, a causa de la función cat cativo, a través de un verdadero diálogo hablado que instala
simbólica, conlleva mutación en el nivel del deseo: de la satisfac e i# entre ella y ese bebé, donde ya se juega la magia del poder
ción erótica parcial a la relación de amor que es comunicación e*' expresivo de las palabras, ¡al punto de hacer que el niño ría a car
de sujeto a sujeto, o más bien del presujeto (lactante) al sujeto cajadas!
que es la madre, objeto total para su bebé, a quien ella sirve
como referencia del mundo y de sí mismo.”50
Mientras que Winnicott, por su parte, hace de la madre (la SUJETO VS OBJETO
madre del bebé Winnicott) aquella que se contenta con prodigar
al niño la dulzura envolvente de un ambiente tranquilizador. Y Conviene insistir en el hecho de que esta distancia entre
que, en este sentido, apenas se diferencia de cualquier otro obje nt nuestros dos teóricos en adelante se traducirá en su léxico. Así, el
to de similar tenor “ambiental” —en el fondo, ¿qué la diferencia t# término “sujeto”, que subyace a toda concepción doltoiana al
del cochecito (del que habla Winnicott) donde pone a descansar punto de constituir su piedra angular -sujeto de la palabra, suje
su hijo?-, salvo en lo que respecta a las manifestaciones de la to del deseo (cuando no sujeto del inconsciente), sujeto de su
pura sensorialidad o lo que corresponde a la necesaria satisfac
ción de necesidades.51
52. Y, no obstante, una de estas faltas significativas, a la que Winnicott
concede una importancia muy especial, corresponde al caso en que la madre es
48. Véase Doltó, Fran^oise (1995): La difficnlté de vivre, París, Gallimard, depresiva (como fue su propio caso, como nos lo recuerda Jcan-Picrrc Leh-
págs. 117-120. mann en su libro La clinique analytique de Winnicott, Ramonville, Eres, 2004).
49. Además de los Ecrits, puede consultarse provechosamente Lacadée, 53. De nueve meses, precisa el artículo, publicado en una revista que se lla
Philippe (2003): Le malentendu de l ’enfant, Lausana, Payot Lausanne, pág. 31. maba (mejor dicho imposible): Pratique des mots [Práctica de las palabras]. El
50. IIC, pág. 64. texto está publicado en AJDD, cap. 1. Véase también nuestra contribución: “F.
51. Véase Le bebé et sa mere, ob. cit., pág. 120. Dolto et les mots”, Spirale, n° 16, Ramonville, Eres, 2000.
k
DOLTO / WINNICOTT LA MADRE 59
historia, dice también Dolto-, no encuentra lugar en Winnicott esta fase primera (donde nos encontramos), provee el objeto
no se encuentra nada de esa repercusión conceptual en ninguna # decuado en el momento adecuado57 (así como, llegado -pron-
de sus principales formulaciones. De allí que entonces todo W)do __ej momento, también instaurará -como veremos más adelan-
parezca suceder casi en un (relativo) desierto de palabras. Es en b * en M v de un modo similar, la vía que lo conducirá hacia el objeto
te t y
este punto donde nos vemos llevados a colocar el acento diferen 0 en- transicional).
cial, al plantear los ejes primordiales de estructuración en el i el Que esta descripción que aquí hemos resumido a sus rasgos
nivel del infans. más característicos no nos impida reconocer la escrupulosa meti
ir
Allí donde Dolto argumenta la convicción de la presencia de | ^ de culosidad con la que Winnicott se esfuerza por restituir el decur
un sujeto encarnado (al menos, al principio, de un “presujeto”, j • o ”, so de todo lo que se juega a partir de esta reunión primera, cuasi
pero ya sumido en la palabra), Winnicott acentuará más, en su j perfecta, entre madre e hijo, es decir, lo que debe permitir
# SU i
presentación de los primeras vivencias del bebé, el punto de vista ¡ I» ista i -pero, ¿cómo?- que el niño se vaya desprendiendo progresiva
no del sujeto, sino del objeto, es decir, en relación con la polari- 1
dad (empírica, cognitiva) del objeto. Podría decirse que Winni
P * ri-
ni-
¡
!
mente y pueda salir de lo que también es (como veremos) una
ilusión primordial, en la omnipotencia en la que lo inscribe pri
cott y Dolto no (se) plantean la misma pregunta. Allí donde ella
pregunta “¿cómo adviene el infans a la subjetividad?”, la pregun- ¡
¥ •lia
^in- i
mero esa fusión. Al respecto, tal vez Winnicott sea mucho más
preciso, más sistemático, que Dolto para dar cuenta de todas las
ta para él es “¿cómo accede a los objetos?”. Y la madre actúa, J a , etapas que llevarán a lo que él llama “independencia”, mientras
interviene, de una manera que puede parecemos muy empírica y que ella prefiere el término “autonomía”. Pero, ¿de qué sirve
operatoria, en relación con ese objeto, con aquello que -para ira esta precisión si lo esencial, sin embargo, se le escapa?
Winnicott debe llegar a constituirse (de la “relación” al “uso”, Pues, a pesar de esa meticulosidad singular, Winnicott a
según sus términos,54 o del objeto subjetivo al objeto objetivo).55 veces se apoya en una modalidad descriptiva reducida a un
De tan “ambiental”, la madre parece reducida a sus atribuciones antes/después, sin ser ni muy preciso ni demasiado esclarecedor
funcionalmente maternantes. respecto de lo que lleva de uno a otro, de una etapa a la siguien
Lejos de ser quien, sobre todo (o al menos: también), habla al te. Como si cada uno los dos términos de la secuencia se encon
niño y lo ayuda así a reconocerse a sí mismo al reconocerlo trara justificado por el solo hecho de que uno remite al otro por
como ser que habla (“parlétre”), la madre (del bebé Winnicott) es medio del juego de su sucesión (que queda sin explicar). Es el
una proveedora de objetos. Provee adecuadamente el objeto, caso, por ejemplo, de cuando se ocupa de la integración -tema
antes que promover una subjetividad. Es quien pone objetos a central de su elaboración (sobre el que volveremos)-, es decir,
disposición del niño, comenzando por ese objeto (seno) en que del acceso al sentimiento de sí unificado, a la unidad yoica.58
se convierte para él, literalmente, a riesgo de reducirse sólo a Nos explica que, una vez franqueada la fase primera, para el
ello (¡ya que incluso se ofrece al ataque!).56 Es quien, al menos infans hay integración (habrá que precisar, además: ¿integración
de qué?). ¿Y antes? Pues bien, es muy simple, y sonará -aquí
54. Véase su análisis detallado en CE, pág. 231 (retoma el capítulo 6 dejen ’l
et réalité, París, Gallimard, 1975 [en adelante, JR\; ed. esp.: Realidad y juego, 57. Ibídem, pág. 192. Lo cual debe diferenciarse de lo que, por el contrario,
Buenos Aires, Gedisa, 1982). sería “inmiscuirse” en el ambiente del niño, que lo conduce a “reacciones” per
55. Véase PM, pág. 10, entre otros. judiciales (otro tema que desarrolla Winnicott).
56. PP, pág. 66. 58. Ibídem, págs. 62-64.
k
LA MADRE 61
60 DOLTO / WINNICOTT
k
64 DOLTO / WINNICOTT LA MADRE 65
saberse reconocido como sujeto, se corre el riesgo de perturbar De este modo, podríamos resumir lo esencial de todo el pen
la función simbólica, dando lugar a los desórdenes fisiológicos, samiento doltoiano expresado aquí, a propósito del bebé y su
debidos a efectos decreativos mortíferos que operan poco a poc0 madre, con un guiño anglicista, diciendo que, allí donde la
en la desorganización y la pérdida de las imágenes del cuerpo madre está en juego (y por cierto lo está fundamentalmente), lo
[...] que están “encarnadas” por su cruce con el esquema corpo que Dolto, por su parte, procura entonces que entendamos en la
ral ”.71 mother, sería sobre todo el other de la alteridad que debe advenir
Dicho de otro modo, aunque Dolto pueda retomar el térmi para el bebé. Y que, justamente, pasa por la madre como primer
no “bolding”, es a condición de insistir en el hecho de que el hol- 1 otro, puesto que ésta abre las puertas, por medio de lo simbóli
ding es significante, es de esencia significante. Lo cual implica | co, a lo que lo consagra al otro y lo hace humano. “Si un huma
-para jugar con la traducción de ese “sostén” [portage]- que la | no fue humanizado desde el propio nacimiento por las vocaliza
madre porta, aporta a su bebé la portación del verbo, y no sola ciones y el hablar de la lengua materna, los fonemas de ésta, y
mente el marco del ambiente de sus cuidados (care). sólo ellos, son para él símbolos del reconocimiento mutuo de su
Y, por ello, la madre, por ser hablante, también siempre es j ‘tenerse-serse’ y del ser iniciador a los valores del vivir que es la
potencialmente separadora, diferenciadora: no tanto identificada ; | madre.”74
con, como sostiene Winnicott, sino identificante para su hijo .72 En t | Y en lo que Dolto quiere subrayar, siempre existe en potencia
cuanto a esto, la madre (primordial) no es tanto para Dolto una | • -pero sucede lo mismo entonces con el poder del verbo- ese ini
madre “suficientemente buena” (good enough mother) o completa- i cio de una dinámica disyuntiva, separativa, en la línea que, des-
mente abnegada (devoted) a su pequeño, sino más bien, nos atre ■ pués de todo, prolonga aquella que opera desde la misma expul
veríamos a decir, suficientemente mala (¡!), si eso quiere decir, sión original del nacimiento (fuera del seno de la madre),
justamente, no estar consagrada [vouée] a su hijo, sino más bien : . expulsión que es innatamente portadora de deseo.75 Pero éste es
orientada hacia (y por) el sujeto deseante que él es, que debe j ! un término - “deseo”- que Winnicott, como se dijo, rechaza en
advenir, es decir, con vistas a abrirlo al deseo, sostenida en esto numerosas ocasiones.76
por la presencia simbólica de un tercero que no es sólo un sostén En este sentido, Dolto podrá dispensarse y dispensar a la
benevolente, sino que, estructuralmente, viene a reorientar, reor madre del bebé de tener que pasar por la mediación transicional,
denar, lo que de otra forma volvería a la diada sofocante y clau por el famoso objeto transicional, que para ella designa sobre to
surante. De allí que Dolto subraye tanto la necesaria triangula do la marca de una separación que tarda en efectuarse, que in
ción: “Ese otro, compañero de la madre, es imago de seguridad cluso se estanca. Para Dolto, el único soporte verdaderamente
paterna. Su papel es de separador de la diada madre-hijo y, por transicional es, ante todo (y en última instancia), la palabra. “Los
ello, en sí no grato, promete la individuación del niño y el proce niños que tienen suficientes palabras de amor y libertades lúdicas
so de estructuración de su persona en devenir.”73 motrices no necesitan objetos transicionales. Cualquiera sea su
deseo de seguridad, tienen bastante inventiva motriz asociada a
71. IIC, pág. 242. Sobre la dualidad esquema corporal-imagen del cuerpo,
remitimos a nuestro Les deux corps du Moi, París, Gallimard, 1996. Id. AJDD, pág. 283.
72. Leféminin, ob. cit., pág. 29. 75. Donde W innicott sólo parece ver no-significación en el nacimiento
73. Ibídem, pág. 64, y AJDD, cap. 8, págs. 249, 266 y sigs. Véase también (normal), ^ease PP, pág. 122.
la alternativa a la que esto conduce en Solitude, ob. cit., pág. 67 y sigs. 76. Entre otros, CE, pág. 184 y sigs., y PP, pág. 286.
W""
66 DOLTO / WINNICOTT LA MADRE 67
su madre y suficientes palabras con la madre [...] como para que bóüco, a menos que esté incluida -pero entonces también amor
renueven su ‘stock’ de palabras vocalizadas, de objetos transicio- tiguada, neutralizada- en lo que designa como “ambiente” (tér
nales tal vez, antes de articularse a situaciones y acciones, para £)ara mino que nos cuesta comprender de otra manera que no sea por
convertirse en verdaderas palabras que conservan en la memoria oria lo que evoca, en su materialidad, cuando no de inhumano, al
a lo largo de sus momentos de soledad y cuando se están dur menos de deshumanizado).78 Pero, sin embargo - y es la manera
miendo.”77 de volver a equilibrar un poco nuestras palabras-, podría ser que
Si, por el contrario, el propio Winnicott necesita recurrir al al esto confiriera a los desarrollos de Winnicott las ventajas de su
objeto transicional (que también es, en este sentido, un objeto i (gran) defecto.
transicional teórico, un sesgo ineludible para su teorización), es í Privarse como lo hace -¿a su pesar?- del valor intrínseco de
porque precisa, por el camino (del desvío) del objeto, volver a | recurrir a lo simbólico inmanente al devenir humano para el
encontrar el camino del símbolo, ya que no ha sabido situarlo • irlo
7 bebé constituye, ciertamente, para nosotros, una gran falla de
previamente. Necesita recurrir a la mediación del objeto para £ára todo su sistema de pensamiento, teñido por ello de positivismo
intentar, si es posible, reencontrar por ese medio la dimensión ión empírico a la anglosajona, por no decir de cognitivismo psicolo-
del significante que para él primero permaneció inadvertida. Si W Si gizante. Pero, sin embargo, como por compensación y contra
insiste de ese modo en jugar, mediante y con el objeto, es por- ¡ punto, esto podría tener dos méritos, en cierto modo conexos.
que no percibe que lo que allí opera es, primero y ante todo, el j Por una parte, esto lo vuelve más atento, vigilante, a las con
juego significante de la palabra que se recibe y que se intercam- I diciones primordiales que deciden la psicosis,79 lo cual, después
bia. No se trata, pues, de que Dolto, por recurrir al papel estruc JC - de todo, es lógico si se piensa que el significante es mantenido
turante de la palabra, haya supuesto el problema resuelto. Sino ®ho -cuando no forcluido- en los márgenes de su pensamiento.
más bien de que ésa es la forma en que designa el camino de una j ¿Cómo podría entonces (en el peor de los casos) advenir alguna
temática -la de lo simbólico- cuyo alcance Winnicott descono- j vez? Tal vez a esto se deba que Winnicott sea extremadamente
ce, podríamos decir, de punta a cabo. Aparentemente, para él, la i receptivo a las circunstancias infantiles capaces de producir locu
cuestión (de qué es lo que vuelve hablante al humano) no se ra en el niño (cuando no más tarde en el adulto), cosas que, por
plantea. cierto, Dolto tampoco desconocía (hay que reconocerlo). Salvo
que, mientras que Winnicott aborda las cosas como falla o
HACIA LA IDENTIDAD
78. Indiquemos aquí que tal vez sea ése el camino por el cual algunos se
No crea el lector que aquí sólo me interesa vilipendiar al lanzan a tratar de reencontrar el acceso a lo real lacaniano. Mediante un equi
valiente Dr. Winnicott. Pero, inevitablemente, mi parcialidad librismo teórico -que por ejemplo asume Jean-Pierre Lehmann: La clinique
doltoiana -que desde un comienzo planteé como tal-, es decir, analyttque de Winnicott, ob. cit., pág. 130- que en suma consiste en leer, en la
ausencia de lo simbólico (lacaniano) en Winnicott, la marca misma de la refe
mis inclinaciones y referencias lacaniano-doltoianas, me condu
rencia a lo real ¡del propio Lacan!
cen a acentuar lo que, en efecto, me parece un grave defecto de 79. Por discutible que sea la manera exclusiva en la que: 1) la reduce a estos
su conceptualización en cuanto a la (no) consideración de lo sim- únicos momentos infantiles primordiales, 2) la vincula con defectos del tipo
deprivación o carencia respecto de las necesidades, 3) saca de allí motivo para
aventurosas prácticas clínicas muy discutibles, donde se puede temer que se
deje abusar por la regresión (como anteriormente Charcot con la histeria...).
Volveremos a ello más adelante.
68 DOLTO / W INNICOTT
LA MADRE 69
carencia del ambiente (“deprivation”),80 Fran^ise Dolto designa tancias, etc. No es sorprendente que esto haga surgir, como en
claramente una ausencia de edificación simbólica por carencia en
un revés muy cercano, respecto de esa extrañeza del bebé, algo
la comunicación hablada. que se acerca a la locura, como una experiencia no tan lejana,
Por otra parte, el molesto descuido manifiesto de Winnicott después de todo, para el infans, mucho antes de poder decir
respecto de la instancia significante es lo que lo vuelve forzosa
“Yo...”.
mente más minucioso al detallar aquello a lo que se enfrenta el Esto es lo que hace que, en este punto de sus recorridos,
niño, el bebé, “desde el interior”, desde lo que constituye su tanto los trabajos de Dolto como los de Winnicott -ya volvere
“mundo”, su mundo interior (o realidad interior). Es allí, en esa mos sobre esto- se refieran a la identidad, a la progresiva (y pro
restitución fina del mundo interior del niño, donde Winnicott se blemática) institución de la identidad en el humano. Así se los ve
destaca, es allí donde sigue siendo instructivo y preciado. Porque insistir en el momento crucial que constituye para el bebé la
es allí donde, incluso con su discutible enfoque, nos ayuda a
puesta en funcionamiento de un sentimiento de continuidad, o
sumergirnos en lo impensado, si no en lo impensable, de lo que de “mismidad”, para lo cual cada uno recurre, para insistir en
constituye los abismos presubjetivos de la vivencia del bebé. Es ello, a su propio neologismo, dos participios presentes que casi
decir, lo que Dolto explora, a su manera -de otro modo comple se traducen mutuamente: el going to being para Winnicott, el
ja-, con la imagen del cuerpo. allant-devenant para Dolto.
Es el punto donde ambos vuelven a encontrarse, cualquiera En el próximo capítulo, entonces, volveremos a abordar las
sea la disparidad de sus enfoques conceptuales, en este aporte nociones de las que ya dimos una primera idea aproximada, foca
conjunto, a saber, en la apertura que nos facilitan hacia esa for lizándonos ya no únicamente en la instancia materna, sino en lo
midable singularidad que constituye lo que podemos llamar “el que nuestros dos autores plantearon acerca del desarrollo del niño
mundo del bebé”, cuyo enigma ambos contribuyen a desentra en sus etapas primordiales. Sin duda, la madre seguirá teniendo
ñar, cuyo misterio contribuyen a abrir, que convierte al bebé en su lugar preponderante, pero hay razones para retomar su ope-
esa inquietante extrañeza, tal vez lo unheimlich por excelencia, ratividad e instanciación desde una mirada más global, como la
diríamos, tan cercano y tan lejano, tan “disparéunica” [dyspareu- del recorrido infantil del bebé en sus diferentes (y primeras) eta
niqtie], se atrevería a decir Dolto. pas clave. ¿Qué caminos, qué fases tendrán que atravesar nues
Y es allí donde tanto uno como otra nos resultan muy valio tros dos bebés, qué etapas consideran sus ideólogos que (estos
sos, por la manera en que, cada cual a través de su camino espe bebés) deben atravesar y para operar qué tipo de superaciones,
cífico, nos permiten acceder a ese mundo preconsciente, sub avances o liberaciones? Esta es nuestra pregunta, formulada en
consciente, del bebé, anterior a cualquier reflexibilidad asumible, su más extrema generalidad.
cuando aún no está en funcionamiento ninguna de las coordena
das subjetivas propias (espaciales y temporales), como sucederá
más adelante, es decir -para subrayar su fascinante (¿y espanto
sa?) particularidad-, cuando el sujeto infans aún no sabe con
exactitud quién es, ni que él es (¡!), al punto de poder no (sentir
se) ser el mismo, según los momentos, los lugares, las circuns
PSICOANÁLISIS Y DESARROLLO
i
72 DOLTO / WINNICOTT
EL DESARROLLO 73
lo cuajónos pewnitc, en consecuencia, retomar desde lo más diacrónica de la temporalidad de los estadios
cerca ^osiblt; lo eme organiza toda su concepción de la vivencia so formuló que, en su opinión, había allí un e lm n S i^ C ^ íj^ i de
bebol^gica pfimtirdial.1 la doctrina freudiana que, como tal, le parecía que valor V
Esqueypara (Winnicott -insistamos en ello-, el psicoanálisis constitutivo en su propia conceptualización, al punte.qü1ii!e1ta no 9
casi se reduce a-una teoría del desarrollo. A eso limita lo esencial veía cómo prescindir de él.6 -5
de la irfvenciófí freudiana (al tiempo que pretende superarla). Pero, después de todo, esta conjunción de los puntos cíe vista'
“L/ (>ase dQt^do psicoanálisis es una teoría compleja del desa- de Winnicott y Dolto tampoco debe sorprendernos. En efecto* ;,-j
rréjfo afectivo del lactante y del niño”.23“Así, la palabra ‘psicoaná- puede parecer lógico que, tratándose del niño, y a fortiori del
iMg. designé específicamente un método y un corpus teórico en bebé, la cuestión del desarrollo, de lo que constituye el devenir
evoj%ción, que se refieren al desarrollo afectivo del individuo evolutivo del pequeño, sea, evidentemente, una dimensión-pre-
humané’.,f Por ello, Winnicott propone ver allí también una valente que podemos notar y describir con minucia. Un bebé es
“psicología dinámica”.4 De este modo, al reducir esencialmente ante todo un ser en perpetua transformación (¡y cuán rápida!),
el psicoanálisis a un desarrollo, las concepciones que se puedan en constante cambio, en incesante devenir - “día a día, minuto a
tener de él se limitarán a diferentes teorías del desarrollo, así minuto”, dirá Dolto-, de modo que los modos en que evolucio
como Winnicott se abocará -como veremos- a delimitar y pro na en el tiempo conciernen, por cierto, a todo tipo de profesio
mover la suya propia. nales (pediatra, psicoanalista o... ¡padre!) y conducen al teórico a
Pero, si bien el tema del desarrollo ocupa un lugar muy parti tener que dar cuenta de ello, para explicar, de ser posible, la pro
cular en el pensamiento de Winnicott, es indiscutible que tam gresión de su pensamiento.
bién está presente, y de un modo igualmente determinante, en lo Ya nos hemos encontrado con esta temática y hemos señala
que estructura la conceptualización de Frangoise Dolto. Ella do cómo ambos, Winnicott y Dolto, habían sido similarmente
también impulsa una trayectoria que hay que llamar cronológica, sensibles a ella, forjando cada uno en este aspecto un neologismo
aunque sea en referencia a la teoría freudiana de los estadios, similar para calificar los cambios que deben producirse en el
como se lo reprocharon -a ella (¡más que a Freud!)-, comenzan bebé, en la continuidad de su devenir: going to being para Winni
do por Lacan.5 En ella, casi no hay textos fundamentales, en par cott, allant-devenant para Dolto. Esta proximidad léxica traduce
ticular los de vocación teórica, que no se apoyen en la armazón muy bien lo que manifiestamente aparece como una sensibilidad
común -cada uno desde su concepción- a esta dimensión forzo
samente crucial, puesto que en el bebé conlleva el devenir del
1. Es decir, lo que ya en su fundamental ensayo de 1945 designa como el ser, en la necesaria línea de una continuidad identitaria.
desarrollo afectivo primario'’ (Nota Bene: en inglés, emotioiwl). PP, pág. 57. Es importante señalar aquí también la influencia de fondo de
2. PM, pág. 82.
3. Conversations ordinaires, París, Gallimard, col. Folio Essais, 1988, pág. 16.
la pediatría. Winnicott lo dice explícitamente: “Para el pediatra,
4. ídem. hay una continuidad en el desarrollo del individuo; ese desarro
5. Dicho sea esto para no dejar de recordar al pasar lo que aquí es la cues llo comienza con la concepción y prosigue durante los primeros
tión epistemológica de fondo y que linda nada menos que con la cuestión de la años de la vida; su culminación es el estado adulto, cuando el
temporalidad en el psicoanálisis, que, en efecto, ningún tipo de psicogénesis
lograría abarcar adecuadamente. Sobre este tema, véase nuestra contribución a
L’appon freudien, ob. cit. (“Desarrollo”). Véanse también al respecto los traba
jos de Alain Vanier, por ejemplo, en Fran$oise Dolto aujourd'hui présente (Actas 6. Véase su intervención en el famoso congreso de Roma de 1953, La
del Coloquio Unesco 1999), París, Gallimard, 2000, pág. 490. psychanalyse, n° 1, pág. 222.
DOLTO / WINNICOTT
EL DESARROLLO 75
12. En su texto -no por azar- inaugural sobre los celos. Véase AJDD, cap. 5.
13. IIC, pág. 49.
7. PP, pág. 188.
14. PM, pág. 20.
8. ídem.
15. PP, pág. 253.
9. Véase PM, pág. 82 y sigs.
16. Ibídem, pág. 264.
10. Aunque, por otra parte, se pueda volver sobre el uso complaciente del
17. Ibídem, pág. 166.
término, que abre las puertas al díptico siempre tachado de facilidad normati
18. ídem.
va: maduro/inmaduro. Véase, por ejemplo, “Theoretical statement o f the field
19. Ibídem, pág. 266.
of child psychiatry”, Ibe Family..., ob. cit., cap. 12.
20. Véanse, entre otros, IIC, pág. 275, v Le cas Dommique, París, Le Senil,
11. Véanse las Actas del Coloquio Unesco 1999: Franfoise Dolto aujourd'bui
1971, pág. 203 [ed. esp.: El caso Dominique, trad. de Armando Suárez, México,
présente, ob. cit., pág. 381.
Siglo XXI, 1983J.
76 DOLTO / WINNICOTT
EL DESARROLLO 77
lógico del devenir de sus bebés, en el proceso de asumirse como orno siguiente manera (tomando distancia implícitamente de Freud):
seres vivos. Y parecería que ambos consideran que la puesta en a en “Por regresión quiero decir regresión a un estado de dependen
perspectiva de la concreción de la humanidad del bebé se mide nide cia y no específicamente regresión vista desde el ángulo de las
mejor cuando se la vincula con aquello que opera según las lí- is lí- zonas erógenas”.23 Esta líregresión a la dependencia” -según su
neas más o menos estables y localizables de un desarrollo. denominación- se convierte entonces para él en la palanca ope
Y, además, si aún se necesitara una confirmación complemen íen- ratoria de la cura.
taria al respecto, se la encontraría en el valor considerable que de e de El tema de la regresión adquiere entonces una resonancia
un modo similar otorgaron al tema de la regresión. Pues la regre gre- muy considerable, tanto en el plano clínico como en el teórico.
sión, al mismo tiempo que demuestra que el proceso de desarro rro- No es sorprendente que Winnicott le dedique un texto funda
llo puede dar lugar a retrocesos, a miradas retrospectivas reco ;co- mental -justamente llamado “Los aspectos metapsicológicos y
nocibles como tales, aporta la confirmación de la realidad idad clínicos de la regresión dentro del marco psicoanalítico”- ,24
orientada del proceso dinámico que constituye el desarrollo. donde confirma una extensión de la regresión mucho más allá
(¡o más acá!) de los movimientos libidinales que Freud había
presentado e identificado, puesto que vuelve -como su nombre
LA REGRESIÓN
lo indica- hasta los estados primeros de dependencia del infans.
Winnicott encontrará aquí los motivos de las prolongaciones
En cierta forma, la regresión es lo que da su caución clínica a ca a t
que concede al desarrollo primitivo, desde el momento en que,
la idea misma del desarrollo, así comprobada en el pequeño.21 o.2' ¡
precisamente, considera que esa extensión se encuentra justifica
No es sorprendente, pues, que tanto Dolto como Winnicott :ott
da por su práctica clínica: en efecto, tal regresión se convierte
hayan hecho de este concepto una noción clave, en los funda .da- I
para él en el único medio de librar al paciente de sus trastornos
mentos de su armado conceptual. Sin dudas, tiene un lugar .gar i
ligados a una carencia primordial, en los casos que confinan con
importante en el aparato teórico freudiano, pero, si bien Winni mi- !
la psicosis, ya sea que se manifieste como tal o que esté enquista
cott no cuestiona ese fundamento propiamente freudiano del del ¡
da (en los casos límite). De modo que el analista - y Winnicott
tema de la regresión, lo prolonga de un modo muy significativo :ivo ¡
no dejará de insistir en ello- deberá estar en condiciones de per
al convertir este concepto en uno de los elementos fundamenta ita- {
mitir que el paciente llegue hasta allí, acompañándolo en esa
les de su práctica, en particular, en el registro de la psicosis, aun un- i
eventual “regresión a la dependencia”, a veces llamada “absolu
que sólo sea a partir de los casos límite. En estas situaciones, ya , ya I
í ta”. Cuando esto felizmente sucede, “la regresión representa la
no es posible, según Winnicott, atenerse a una comprensión ion
esperanza del individuo psicótico de que puedan ser revividos
únicamente libidinal freudiana de la regresión, ya que es eviden en- !
algunos aspectos del ambiente (que en su origen fueron un fra
te que ésta llega al punto de reducir al sujeto al estado de depen € 71-
caso), donde esta vez el ambiente cumpliría su función con éxito,
dencia máxima donde se encuentra (se encontraba) en los esta ta-
V favorecería la tendencia innata del individuo a desarrollarse y
dios más primitivos de la vida de lactante.22 Lo enuncia de la : la
madurar”.25
21. Dicho sea esto sin desconocer, sin embargo, la manera en que esta :sta
temática se verá criticada frontalmente y repensada de otra manera desde la 2 la 23. PP, pág. 223.
perspectiva de Lacan. Como en Ecrits, I, ob. cit., pág. 250.
24. Ibídem, pág. 250 y sigs.
22. CE, pág. 323.
25. PM, pág. 98.
k
78 DOLTO / WINNICOTT
EL DESARROLLO 79
carencia. Y esto de una manera que -hay que decirlo- es la de un -prueba del camino que pudo realizar más adelante-, pero el
verdadero maternaje, pues Winnicott no renuncia a mostrar al movimiento mismo de su inspiración primera está completa
analista -ya lo hemos visto- como aquel que debe procurar, mente marcado por el tema (clínico) de la regresión, cuyo origen
como una buena madre, el holding reparador necesario, sin ffeudiano ya hemos mencionado.39 Y esa orientación “regresiva”
excluir, por otra parte, el costado físico implicado. Aquí no existe del ejercicio analítico siguió siendo implícitamente un vector
el tabú del contacto...57 operatorio del trabajo clínico de Dolto. Como cuando, por
Dicho esto, en el plano teórico, el paso específico que realiza ejemplo -como pudimos observar en su consulta abierta en el
Winnicott, mediante esa radicalización del proceso regresivo, hospital Trousseau-,40 proponía a sus pequeños pacientes psicó-
consiste en discernir allí la puesta en evidencia de una capa pri ticos que (re)atravesaran un pequeño túnel de tela -que había
maria del psiquismo, la única en condiciones de dar cuenta de hecho confeccionar con esa intención-, para conducirlos, cuan
los efectos patológicos a los que podemos abocarnos a través de do ella lo consideraba posible y juicioso, a regresar hasta el pasa
los caminos regresivos. Dicho de otro modo, Winnicott encuen je mismo del nacimiento.
tra elementos para extraer, por debajo incluso de los estratos o No es azaroso que uno de los primeros textos donde Dolto
los estadios del psicoanálisis clásico, la actualización de un tiem sostiene su concepción de la imagen del cuerpo se titule “Cas
po infantil primordial, un tiempo de donde provienen, cuando cliniques de régressión” [“Casos clínicos de regresión”].41 En
hubo alguna carencia (ya veremos cómo), los trastornos psicopa- I efecto, la regresión constituye el motivo clínico que la inspira a
tológicos más graves, como la esquizofrenia, por ejemplo (cuya t ponerse en el camino de la conceptualización de la imagen del
etiología remite, así, a lo primordial).3738 | cuerpo. Al remitirnos al relato de sus primeros casos clínicos
Este avance lleva a Winnicott, nuevo Schliemann de lo infan- ; sobre la cuestión, vemos claramente cómo surge la idea de inter
til, a plantearse como un arqueólogo que hubiera descubierto | pretarlos, en efecto, como correspondientes -para las situaciones
una zona inadvertida de la psiquis primordial y hubiera delimita- I en juego- a una regresión en la imagen del cuerpo. Se trata de situa
do un tiempo primario de la vivencia del niño más pequeño (del i ciones clínicas que ella decodifica como regresiones a una ima
bebé), de quien se considera descubridor, inventor y explorador. \ gen del cuerpo que en principio ya debería haber culminado y
Pero, antes de volver sobre esa innovación reivindicada por j que, en cierto modo, se ha reactualizado por algún traumatismo
Winnicott, vamos a examinar cómo, al menos en sus grandes j patógeno. Insistamos en esto: la regresión es lo que constituye el
principios y orientaciones, encontramos ideas teóricas y técnicas j fundamento clínico que en Dolto da lugar a la temática concep
muy cercanas a las de Fran^oise Dolto. 1 tual de la imagen del cuerpo, que opera como soporte (imagina
rio-simbólico) en el cual se puede descifrar cuál es la regresión
que está funcionando, a fin de producir una reparación.
REGRESION E IMAGEN DEL CUERPO
Pero más allá de esa inspiración primera y fundadora, ]a Pero antes veamos cómo, a través de su teoría del desarrollo,
regresión no deja de ser un tema que implícitamente también Winnicott se distingue no sólo de Dolto, sino también y sobre
nutre en Dolto su concepción del trabajo analítico. Puesto quej todo de Freud.
si el arte del analista, incluidos sus pequeños pacientes (eventual
mente psicóticos), consiste en ir en busca del sujeto allí donde
está sepultado, enquistado, como perdido -como lo enuncia MÁS FREUDIANO QUE FREUD
Dolto-,42 no hay dudas de que la regresión es uno de los moto
res electivos que permiten al analista ese encuentro incierto con Como vimos, el hecho es que Winnicott parece haber con
el sujeto, que es el que hay que encontrar, para volver a colocar vertido el tema del desarrollo en su caballito de batalla y, más
lo en una circulación viva. Lo cual no deja de recordarnos la idea aún, en lo que para él contiene toda la originalidad de su contri
winnicottiana de la regresión como medio electivo privilegiado bución, la innovación que él habría aportado al psicoanálisis.
para restablecer un estado arcaico con el fin de devolver al ¿Qué es lo que, en efecto, sostiene al respecto? Haber introduci
paciente el impulso dinámico que le hacía falta. Sin dudas, Fran- do un desarrollo inédito de la cronología de los primeros esta
foise Dolto lo dirá con sus propios términos, hablando entonces dios, profundizando el eje del tiempo en su más allá, haciendo
de volver a colocar al sujeto en el camino del deseo, pues se tra que aparezca una cronología primordial que nadie antes había
taba de un deseo que se encontraba detenido, inhibido, impedi detectado con tanta fineza ni había desarrollado suficientemente.
do.43 Esto es lo que pone de relieve la distinción entre las orien Un tiempo (primordial) que tampoco se podría abordar sólo me
taciones de nuestros dos maestros “bebólogos”: en Dolto, la diante las herramientas nocionales -instintos, pulsiones, etc.,
regresión sigue un trayecto simbólico (según caminos significan incluso Edipo- del psicoanálisis clásico.
tes, y Lacan no está lejos) con vistas a la restauración del sujeto Y uno de los blancos privilegiados de Winnicott resultará
del deseo; en Winnicott, el proceso regresivo lleva explícitamen ser... Freud, puesto aquí (con todo respeto) en el banquillo por
te a un maternaje destinado a reactualizar un holding tranquiliza no haber sabido, o podido, descubrir el segundo plano primordial
dor que antes había fallado en el nivel de las necesidades y del de la vivencia infantil.45 Y, nos explica Winnicott, si Freud pasó
Yo precoz.44 Entonces podemos plantear la pregunta: Dolto y por alto las fases más precoces, más primitivas de lo que vive un
Winnicott, ¿hablan de hecho del mismo desarrollo? Y el desa lactante, es porque tuvo una infancia “suficientemente buena” y
rrollo del que se ocupa cada uno (dejando de lado en principio la porque no pudo medir adecuadamente lo que le cuesta al bebé
resonancia epistemológica del asunto), el desarrollo del que cada atravesar las etapas primordiales. “La propia historia de la prime
uno da cuenta en el nivel de “su bebé” respectivo, ¿contiene los ra infancia de Freud fue tal que llegó a la fase edípica o de prela-
mismos elementos, se relaciona con los mismos datos, surge de tencia como ser humano completo, listo para encontrarse con
las mismas perspectivas? otros seres humanos completos, y listo para participar de las rela
ciones interpersonales. Sus experiencias de la primera infancia
habían sido suficientemente buenas, de modo que en su autoaná-
42. En Solitade, ob. cit., “Ou est le sujet?”, pág. 95.
43. Adivinamos que hablar de ello en términos de deseo es lo que la condu
cirá a una perspectiva completamente diferente.
44. Lo cual, por supuesto, no quiere decir que el holding no pueda tener 45. Esta manera de hacerle reproches a Freud se convirtió en un gran clási
-hasta en su parte corporal (de cuerpo a cuerpo)- un alcance significante. Pero co. A veces incluso matizándolo, el propio Winnicott vuelve sobre el tema
es lo que Winnicott desconocía. repetidas veces. PP, págs. 279, 286 y 306; PM, pág. 93 y sigs.
84 DOLTO / WINNICOTT EL DESARROLLO 85
lisis pudo considerar que el maternaje del bebé caía de maduro.^ el niño ha alcanzado un estadio de desarrollo en el cual tiene
Winnicott incluso lo dice expresamente: “En un sentido, pode- sentido referirse a relaciones interpersonales: se trata de relacio
mos decir que Freud dejó de lado la infancia como estado en nes entre niño total y persona total”.50 Mientras que, justamente
sí”.47 Según él, en esta suerte de crítica formal que le hace a ..prosigue-, cuando se trata de la vertiente de la clínica donde él
Freud, éste sólo habría tomado en cuenta los datos psíquicos del se posiciona, (aún) no es así: “No puede decirse lo mismo en una
ser humano a partir del momento en que, para seguir la termino descripción de los estadios anteriores, donde el pequeño está en
logía de Winnicott, la persona (del niño) está constituida y en relación con objetos parciales, o él mismo está lejos de ser una
condiciones de relacionarse (eventualmente de manera conflicti unidad bien establecida”.51
va y problemática) con otras personas que identifica como tales; En mayor o menor medida, se ponen en funcionamiento -y
dicho de otro modo, todo lo que finalmente gira alrededor del en su momento Winnicott lo evoca explícitamente- dos regis
alcance probado del complejo de Edipo, aunque sea para decir tros, dos órdenes del psicoanálisis: por un lado, el psicoanálisis
que éste ordena retroactivamente lo que lo precedió, y que desig clásico “a la Freud”, con su muy conocido campo de práctica y
namos, en esta línea, en términos de “pregenital” (oral, anal, etc.). de teoría -el que corresponde al registro de la “psiconeurosis”-,
Es allí donde Winnicott estigmatiza una restricción errónea y, por otro, el nuevo psicoanálisis (innovador) que Winnicott
de la teoría psicoanalítica en la medida en que “presupone [...] la pretende promover, en un movimiento que despliega tomando
estructuración del yo”. Ahora bien, prosigue a contrario, “en el posición respecto de la historia del pensamiento psicoanalítico,
nivel que nos interesa principalmente en el trabajo, no podemos un psicoanálisis que remite a esos tiempos primordiales (inédi
presumir que ese estado de las cosas ya se ha alcanzado, puesto tos) de la vivencia infantil, los únicos, según él, que se encuen
que nuestra discusión, justamente, está centrada en la edificación tran en condiciones de ofrecer los medios para dedicarse a la clí
de ese estado, es decir, el proceso de estructuración del yo”.48 nica de las psicosis y de dar cuenta de su etiología.52 Señalemos
Lo cual equivale a sostener que el cuadro freudiano clásico, al pasar que Winnicott divide así en dos grandes sectores dife
cualesquiera sean sus méritos (¡y han dado muestras de su renciales el campo de aplicación de la psicopatología: por un
valor!), parece insuficiente para Winnicott en la medida en que lado, el registro de las psiconeurosis que resurgen del incons
no logra dar cuenta de la totalidad de la vivencia psíquica en sus ciente freudiano (reprimido) y que corresponden al tratamiento
aspectos más primitivos, allí donde, según él, éstos sin embargo del psicoanálisis clásico, y, por el otro, el registro de las patologí
son necesarios en determinado tipo de clínica, en especial la que as específicas -psicosis, casos límite, incluso tendencias antisocia
cree enfrentarse con la psicosis, con los trastornos psicopatológi- les- que remiten a trastornos que afectan las capas más precoces
cos más severos. Y el psicoanálisis clásico no puede satisfacerlo, del psiquismo.53
por ende, sólo está en condiciones de abordar y tratar lo que, en Winnicott propone, pues, una suerte de extensión de la escala
el nivel de la psicopatología, debe designarse restrictivamente del tiempo (infantil) y se plantea como promotor -si no inven
como “psiconeurosis”.49 Pues se supone, insiste Winnicott, “que tor- de cierto “infrarrojo” cronológico, presente en los confines
primordiales de la experiencia humana (confines que en Sll (breakdown)” . 55Y a la inversa: “Lo que constituye la base de la
momento designa como el tiempo, o el estadio, del bolding)}4
salud mental es la culminación de esos procesos”.56
Sobre esta base, es entendible que se preocupe tanto por hacer Pues, clínicamente, en el nivel de las opciones psicopatológi-
que comprendamos y nos convenzamos de los grandes méritos
cas, Winnicott es absolutamente tajante: si lo que se quiere es
de esa extensión de la escala-tiempo del ser humano, hasta un tener la oportunidad de trabajar de forma adecuada con las pato
estadio donde el humano infans aún no advino como tal y, p0r
logías más graves, incluidas las psicóticas, hay que acceder a ese
ende, no puede en todo caso ser abordado (o abordarse) en su nivel precoz. La psicosis sólo puede llevar a lo cronológicamen
propia individualidad. te primordial. Así, “el estudio íntimo de un individuo esquizoide
Es difícil, pues, no tomar en serio aquello a lo que pretende de cualquier edad se transforma en el estudio íntimo del primer
abrirnos las puertas, a saber, un tiempo paleo-individual, ante desarrollo de este individuo, desarrollo que se produce durante
personal. En esa extensión -cuyo contenido aún no hemos preci el estadio de la estructura ‘individuo-ambiente’ y surge de ese
sado- encuentra una suerte de crisol primordial del que emanan, estadio”.*7 Y recalca: “La psicosis se relaciona con la carencia del
en el desarrollo del pequeño, algunas implicancias cruciales para medio en un estadio primitivo del desarrollo afectivo del indivi
el advenimiento del niño, que constituyen hallazgos inéditos duo”.58 De modo que, como hemos visto, la psicosis, así conce
para la investigación y la práctica psicoanalíticas. bida en su etiología cronológica primaria, sólo podrá ser concre
Como hemos visto, esto da lugar, primero, a una mayor com tamente accesible a la terapia psicoanalítica por medio de la
prensión clínica, en particular en el registro de la psicosis, pero regresión efectiva del paciente hasta sus estadios primordiales.59
también de los casos límite o las tendencias antisociales. Puesto En todo caso, la seguridad teórica de Winnicott en lo que sostie
que Winnicott sitúa el lugar estructural donde se instaura la ne es tal que, según él, si esta etapa crucial, primera, se atraviesa
falla, la falta, que podrá dar lugar a la psicosis, precisamente en adecuadamente, el riesgo de la psicosis se ve definitivamente ale
el nivel de ese campo liminar, es decir, antes de que sea posible jado. Y la “salud mental” se establece y garantiza.60
bastarse a sí mismo con los instrumentos pulsionales constitui Como hemos visto, Winnicott considera que lo que caracte
dos (si, justamente, aún no lo están). En esa zona es donde, riza esa fase primera depende del hecho de que los mecanismos
según él, van a producirse los traumatismos responsables de la que operan en ella y el tenor de lo que allí se desarrolla no son
etiología psicótica. Por lo tanto, sólo en ese nivel podemos llegar de la misma naturaleza que la de los que intervendrán más ade
a identificar (y, si se da la ocasión, a reparar en la cura) los daños lante, en especial cuando haya podido tener lugar una relación
que pudieron haber causado la falla psicótica. consigo mismo y con el otro (lo cual aquí parece simultáneo). Lo
Probablemente aún resta comprender con exactitud cuáles
son los procesos que pueden provocar tales desastres psíquicos.
Pero al menos el principio está afirmado solemnemente: “Según
la teoría que sostengo, en el desarrollo afectivo del lactante hay 55. PP, pág. 93.
56. Idem.
implicados procesos complicados y si estos procesos no siguen su
57. Ibídem, pág. 190 y sigs., y pág. 197.
marcha hacia adelante o no son llevados a término, se instaura 58. Ibídem, pág. 259.
una predisposición a un trastorno mental o a un derrumbe54 59. Es otro aspecto central de la cuestión, al que ya hemos aludido, que
convendría examinar con cuidado, allí donde conduce a indicaciones clínicas y
técnicas muy discutibles. Incluso Jean-Pierre Lehmann, en su trabajo sobre
Winnicott, ob. cit., toma en cuenta estas reservas.
54. PP, pág. 365, pág. 371. CE, pág. 183. 60. PP, pág. 372.
DOLTO / WINNICOTT EL DESARROLLO 89
que interviene “más adelante”, y toma entonces la posta, es 10 ces, 1° que haY Tue tratar>a Ia inversa, es lo que Winnicott pro
que el psicoanálisis (clásico) explicita en términos de pulsión pone llamar “el individuo-ambiente”. Es decir que el sujeto no
(“instintual”, dice Winnicott), de conflictos entre el Ello y el Yo tiene existencia propia si no es la que se le otorgó por poderes, o
de estadios pregenitales, de situación triangular interpersonal del provisionalmente, por así decir, por estar tomado a cargo en y
tipo complejo de Edipo, etc. Pero en los escalones primarios del p0r el ambiente (esencialmente materno, como hemos visto) que
desarrollo, a los que hoy, gracias a Winnicott, se supone debe preside su supervivencia. “En sus comienzos, el individuo no
mos acceder, todos esos elementos posteriores (¡tardíos!) aún no constituye la unidad. La unidad es la estructura ‘individuo-am
tienen curso como tales. En este nivel primario (de lo primario biente’ tal como la percibimos desde el exterior.”62
winnicottiano), habrá que apelar a otros conceptos, a otras En suma, nos encontramos en un terreno conocido, el que
designaciones diferentes de los y las que el análisis clásico asigna hemos visto ponerse en funcionamiento y que ya hemos explora
habitualmente al individuo, porque este psicoanálisis del “des do en el capítulo anterior, puesto que lo que caracteriza ese
pués” no percibe que lo que de hecho supone es un individuo ya tiempo primero de la bebología winnicottiana describe un bebé
constituido y que está en relación con otros individuos. Para (potencial) tomado en un dispositivo llamado “ambiental”, que
“su” fase primordial, antes de cualquier forma de individuación, lo esclaviza a una dependencia “absoluta” (de la madre) y lo so
Winnicott reivindica, por el contrario, una heterogeneidad radi mete “absolutamente” a los avatares de ese ambiente, cuales
cal, que necesita de otra modalidad conceptual para dar cuenta quiera sean, incluidos, en los casos más desfavorables, aquellos
de ese tiempo pre-individual. mismos que la teoría entiende que se relacionarán con los tras
tornos posteriores más graves.
Citemos aquí algunas formulaciones significativas entre tan
AL COMIENZO ES EL AMBIENTE tas otras: “La celda no es el individuo, sino una estructura (set up)
constituida por el ambiente y el individuo. El centro de gravedad
¿Cómo caracterizar ese momento inaugural del desarrollo del del ser no se constituye a partir del individuo: se encuentra en la
infans y cómo da cuenta el propio Winnicott de la especificidad estructura ambiente-individuo”.63 “Según esta teoría, el mundo
de esta fase primordial? exterior no existía al comienzo, aunque nosotros, los observadores,
Sin mucha sorpresa, nos encontraremos con el famoso térmi hayamos visto a un niño pequeño en un ambiente. Las aparien
no ambiente para caracterizar esa fase primordial de la vivencia. cias son engañosas: allí donde a menudo creimos ver a un niño
Pues en esta etapa inaugural y por ende fundadora de la vida del pequeño, comprobamos, gracias a un análisis posterior, que lo
infans -etapa “microcópica”, si puede decirse así-, donde preci que habíamos visto era un ambiente que, según todo indicaba, se
samente no hay ninguna individualidad constituida como tal pa convertía en un ser humano, pero que de hecho enmascaraba en
ra el bebé, no podríamos hablar entonces de individuo, o de per su interior un individuo en potencia.”64 Es por ello que Winni
sona, en el sentido de lo que más adelante Winnicott llama, un cott hará valer una vez más el término “potencial”.65 Podríamos
poco misteriosamente, “persona total”. En ese tiempo primero,
el individuo no existe, de forma que encontramos precisamente
aquí el famoso enunciado sobre el bebé que no existe.61 Enton 62. Ibídem, pág. 190. Igualmente, Conversationsordinnires, ob. cit., pág. 102.
63. PP, pág. 201.
64. ídem.
65. “Lo potencial innato de un niño no puede convertirse en un niño si no
61. Ibídem, págs. 68 y 200. está acoplado a cuidados maternales”, PP, pág. 364 y sigs.
L
90 DOLTO / WINNICOTT
EL DESARROLLO 9I
66. Ibídem, pág. 236. ¡ 69. Ibídem, pág. 256. Véase también CE, pág. 177 y sigs., y pág. 368. Allí
67. Lo cual equivale a decir que esto procede sobre todo de una descripti- | también encontramos otras huellas de ese conflicto conceptual central con
vidad de aspecto mecanicista por la poca singularidad que le concede en todo ¡ Melanie Klein en las Lettres vives, París, Gallimard, 1989. Por ejemplo, la carta
caso al niño. | 59 a Joan Riviére, pág. 140. Véase también, en CE, toda la parte V dedicada a
68. Véase PP, págs. 366, 367 y 372. i una crítica de Melanie Klein.
70. PP, págs. 329, 363 y sigs.
92 DOLTO / WINNICOTT EL DESARROLLO 93
ble y provee todos los cuidados manuales”.71 Pero pódenos posible para él, sin que pueda apreciar nada de los efectos bené
tener alguna dificultad para comprender la pertinencia de esta ficos que recibe; podemos decir que permanece como anestesia
sutil diferenciación. Lo que es seguro es que, por más que Win- do, en la dulzura, el bien-estar (¿?) de su vida dependiente, pues
nicott multiplicó de ese modo a las madres (¡!), no hizo que apa su madre satisface su ser, su vida (en términos metapsicológicos:
reciera ninguna que tuviera algún tipo de función simbolizadora su Yo).74 ¡Entendemos que este bebé -colocado así en estado de
que abriera al infans al mundo de la palabra... madre-fusión- pueda pasar la mayor parte del tiempo durmien
Ese bebé Winnicott, así inmerso en un ambiente protector, do! Podríamos decir que duerme incluso despierto, reducido a la
en cierto modo parece no haber nacido, en todo caso no en el sola satisfacción de necesidades.
sentido de un valor tan simbólico como el que le otorga Dolto al O bien el ambiente en su valor protético no está asegurado, y
acontecimiento del nacimiento -puesto que ella lo convierte (en sean cuales sean las modalidades defectuosas, las consecuencias
sus términos) en una castración, que llama “umbilical”, allí donde, de tal falta, de tal “carencia del ambiente”, son extremadamente
para Winnicott, “el nacimiento normal es no-traumático a causa graves, si no catastróficas. Pueden provocar en el bebé una
de su no-significación”.72 En todo caso, no nació en (ni por) el angustia específica gravísima que desemboca en un posible senti
símbolo, desde el momento en que, para Winnicott, todo con miento de “nihilización”. Como si el infans sintiera que puede
duce a considerar que el bebé está absolutamente sometido a lo ser nihilizado, o librado a angustias que considera impensables o
que su ambiente imprime en él y para él y lo deja bajo la influen disecantes (en inglés, ago?iy).75 Como dijimos, Winnicott sitúa el
cia radical, ineludible, de su madre-ambiente. Porque es justa riesgo primordial de desencadenamiento de la psicosis en el
mente esto lo que inquieta, el carácter absoluto que el propio nivel de esta falta. Falta que -subrayémoslo al pasar- aborda en
Winnicott subraya en varias oportunidades de esta dependencia especial como una deprivación, lo cual alcanza para manifestar
primera, radical. Claro está, no es que se pueda negar la realidad hasta qué punto el registro del deseo está aquí ausente y falta
de dicha dependencia. Pero vemos cómo en Winnicott se vuelve conceptualmente.
tan radical que incluso llega a engullir verdaderamente el ser del Un pasaje nos permitirá resumir muy bien toda la situación
infans. relativa a la alternativa precedente: “En este campo de las nece
sidades maternales de la categoría del sostén, existe un axioma: si
todo funciona bien, el niño no tiene los medios para saber qué es
SER O N O SER lo que se le ofrece adecuadamente ni de qué está siendo preser
vado. Por el contrario, cuando las cosas no van bien, el lactante
En efecto, en consecuencia, pueden suceder dos cosas (y de se da cuenta, no de la carencia de los cuidados maternos, sino de
manera disimétrica).73 O bien el ambiente satisface adecuada las consecuencias de esta carencia, sean cuales sean. De los cui
mente los cuidados y necesidades [(be)soins] del infans -la madre dados maternos satisfactorios, se deriva en el niño la edificación
“suficientemente buena”-, y todo sucede de la mejor manera de un sentimiento de continuidad del ser, base de la fuerza del
yo; mientras que, por el contrario, cada carencia de los cuidados
lleva a una interrupción de ese sentimiento de continuidad del
71. Lehmann, Jean-Pierre, ob. cit. (citando PM), pág. 223. Véase también
Déprivation et délinqumue, ob. cit., pág. 123 y sigs.
72. PP, pág. 122. 74. Ibídem, págs. 329, 333, 359 y 362.
73. Ibídem, pág. 280. 75. Véanse Ibídem, págs. 289, 363 y 369; CE, págs. 208, 303 y 325.
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1
EL DESARROLLO 95
ser, interrupción causada por las reacciones a las consecuencias invasiones intrusivas, entonces se ve obligado a “reaccionar” de
de esta carencia [...]. Tales interrupciones constituyen una nihi- una manera que no puede ser sino inoportuna, puesto que des
lización y están asociadas con toda evidencia a un sufrimiento de borda sus pobres medios de acción. Winnicott vuelve en varias
calidad e intensidad psicóticas”.76 ocasiones sobre el encadenamiento patológico, eventualmente
Esta alternativa conduce a Winnicott a dividir “el mundo de catastrófico, que constituye esta posible fractura en cadena:
los lactantes en dos categorías: intrusiones (del ambiente) / reacción (del infans). Podría decirse
1. los lactantes a quienes no se ‘dejó caer’ en la infancia [...] y que este último está sometido a posibles riesgos simétricos de
cuya fe en la fiabilidad conlleva la adquisición de una fiabilidad deterioro, ya sea por defecto o por exceso.
[reliability] personal. Como vemos, toda la teoría winnicottiana del desarrollo
2. los lactantes a los que se ‘dejó caer’ de manera significativa, descansa sobre esta capa primordial, este estrato de la arqueolo
[...] Esos niños llevan con ellos la experiencia de una angustia gía infantil que concede una preponderancia radical al ambien
impensable o arcaica”.77 te materno.79 Y esta teorización se ve reforzada y justificada por
Observemos que el riesgo patológico presente en esta etapa un importante despliegue clínico referido a: 1) las consecuen
primordial no es abordado sino en términos de carencia \failure], cias patológicas de tales carencias primordiales (como se dijo, es
una carencia cuyo tenor implica una falta de cuidados en el así como Winnicott comprende la etiología de la psicosis); 2)
registro de la necesidad. Y agreguemos, si hay que precisar aún las implicaciones terapéuticas que permiten enfrentarlo y que,
más los riesgos a los que se lo expuso, ligados a las exigencias como vimos, pueden (¿deben?) llegar a reencontrar, mediante
imperiosas de esta situación primordial que no sufre tergiversa regresión en el análisis, las condiciones del contexto donde el
ciones: “El ambiente perfecto es el que se adapta activamente a las ambiente antes se mostró defectuoso para restaurarlo y ofre
necesidades del psique-soma nuevamente constituido, lo que cer la oportunidad de paliarlo, así como también sus efectos
nosotros, observadores, sabemos que es el lactante en sus nefastos...
comienzos. Un ambiente defectuoso es malo porque, por defec Es lo que Winnicott designa como “regresión a la dependen
to de adaptación, invade el psique-soma (es decir, al lactante), cia absoluta” -que ya hemos mencionado-, a riesgo de ser esque
que se ve forzado a reaccionar. Por lo cual hay perturbación de la mático, con todo lo que eso implica: convertir al analista en
continuidad de la existencia del nuevo individuo”.78 aquel que, gracias a esa regresión que se obtiene en la cura,
En suma, si se lo hace existir demasiado pronto, si se lo podrá proveer a su paciente el buen ambiente que le había falta
arranca del sostén automático del ambiente, se lo extrae de esa do antes... Si comprendemos bien, esto quiere decir que el ana
“incubadora ambiental”, el infans se siente (está) en riesgo de lista finalmente será la buena madre que le faltó al paciente
desaparecer, de ser nihilizado. O incluso, ¿siente esta falla (del -corrigiendo las fallas que le hizo sufrir la madre insuficiente- y
ambiente) como lo que “se inmiscuye” en esa suerte de vivencia le ofrecerá volver a empezar en su desarrollo por el camino que
letárgica que constituía su sí mismo en formación? Y, por esas debió ser el suyo propio, el del Sí auténtico (verdadero Self dirá
Winnicott). Esto puede sorprendernos y desconcertarnos, aun
que sea por el poder regenerador (neo-maternal) que confiere al
76. PP, pág. 374 y sigs.
77. CE, pág. 188. Igualmente, CE, págs. 164 y 221; Conversations ordinaires,
ob. cit., pág. 43.
__
79. Sobre esta valorización-idealización de la función madre, véase Conver
78. PP, pág. 137 y sigs.
sations ordinaires, ob. cit., pág. 177.
1
96 DOLTO / WINNICOTT
EL DESARROLLO 97
analista, pero, sin embargo, es uno de los aspectos más ricos de| jqos parece que así es como debemos comprender cabalmente el
aporte de Winnicott -tanto en la teoría como la práctica- acerca recorrido de Dolto respecto de la perspectiva de la imagen (ins-
del desarrollo. consciente) del cuerpo. Si ella también sintió la necesidad de for
jar su propia conceptualización al respecto, es porque algo le
parecía insuficiente en el andamiaje teórico freudiano, a saber,
DOLTO Y LOS ESTADIOS FREUDIANOS
todo lo que surge como lo más primordial de lo infantil, en los-
“orígenes de la vida”, como ella decía, todo lo que precede a la
Cuando anteriormente abordamos el tema de la regresión, puesta en funcionamiento del Edipo.80 AJlí se encuentra todo el
vimos hasta qué punto la perspectiva del desarrollo también está sentido de su aporte a esta formalización de la arqueología de las
muy presente y predomina en la teorización de Fran^oise Dolto. imágenes del cuerpo, preedípicas e incluso, más especialmente,
También ella, en su descripción de la vivencia infantil, se refiere pre-especulares: volver atrás lo más lejos posible en lo que se
de modo constante a las etapas primordiales de un esquema del puede evocar de la vida del bebé, aunque sea posteriormente,
desarrollo -retomado constantemente en sus escritos más funda apres-coup. Se trata de ir a explorar siempre más “atrás” en el
mentales- y su recorrido está animado por el mismo movimiento tiempo, lo cual convierte a la imagen del cuerpo en un “¿ivant-
de búsqueda regrediente. propos” [prólogo],* como en otra parte he dicho en broma.81 En
¿Esto quiere decir que ella daría muestras de menos origina efecto, me encontré, entonces, esquematizando sus preceptos
lidad que su homólogo, en la medida en que este último al considerando que esa teoría de la imagen del cuerpo, en efecto,
menos puede reivindicar su propia teoría del desarrollo infantil? nos hacía volcarnos hacia un “antes”, antes de todo lo que puede
Cierto es que, en materia de desarrollo, Dolto se contenta con caracterizar las posiciones del niño más grande y del adulto futu
alinearse con las etapas primordiales de la libido, tal como las ro, antes en particular de que se efectúe la distinción vivida entre
presentara Freud de una vez y para siempre: en las múltiples ela cuerpo y psiquismo, previamente indiscernibles, indistinguibles.
boraciones y presentaciones que dedica al desarrollo del niño -y Todo esto es muy cercano al discurso de Winnicott, incluso
vuelve sobre ello con tanta frecuencia para apoyar allí su concep- cuando él mismo reformula los datos primeros referidos a la
tualización-, Dolto parece contentarse con seguir pura y simplé- conexión, la conjunción psique-soma.82 Y después de todo, debe
mente los preceptos freudianos sobre la cuestión. reconocerse en Winnicott el descubrimiento de un tiempo pri
Habría allí un motivo suficiente para reavivar la divergencia mordial, descubrimiento que se corresponde perfectamente con
de los puntos de vista, pues Dolto se inscribe en una línea “freu- una preocupación similar en Dolto, pues, en efecto, se trata de
diana”, mientras que todo el recorrido de Winnicott se funda, hacer que retrocedan los límites de la operatividad analítica y de
precisamente, en oponerse a quienes, como Freud, se limitan a lo que de modo similar nos muestra su investigación, en el senti
desplegar las fases libidinales; lo cual según él corresponde a una do de “lo infinitamente pequeño”. Es que ella también considera-
visión reductora del desarrollo, puesto que supone un yo ya ins
taurado y por ello desconoce las etapas preliminares (cuando aún
no hay inmersión en un ambiente adaptativo) que permanecen
desapercibidas. 80. Les images..., ob. cit., pág. 31 y sigs.
Pero el debate entre nuestros dos autores vuelve a cobrar 'Juego de palabras entre avnnt [antes], apres [después] y npres-amp [a des
actualidad en este punto, ya que hemos podido subrayar cómo tiempo]. [N. de la T.]
81. Les deux corps du Moi, ob. cit., cap. 1, pág. 17.
Dolto también toma algo de distancia respecto del freudismo. 82. PP, pág. 134.
DOLTO / WINNICOTT EL DESARROLLO 99
ba que se valía de un avance, de una exploración analítica inédita, Casi podríamos decir que el paralelismo con Winnicott llega
en los confines primeros de la existencia psico-corporal, en el al punto de evocar, como él, una carencia de la madre-ambien
bebé, mucho antes del tiempo supuesto del Edipo freudiano. te... Pero no nos equivoquemos: la descripción de esa falta no se
Y lo que caracteriza la posición de Dolto es la manera en que, formula de la misma manera en Winnicott que en Dolto. Para
sin dejar de alinearse tras el esquema cronológico de los estadios volver a decirlo en forma de verdad de perogrullo, tenemos la
freudianos, se distingue sensiblemente del marco planteado por impresión de que caminan a la par hasta el momento en que lle
Freud. En especial -es un primer punto- extendiendo ella tam gan al punto donde (¡claramente!) surge una divergencia entre
bién el espectro de los estadios, en lo más precoz - “precocísimo” ellos. Y lo que en especial marca su punto de divergencia es el
diría ella-, hasta hablar por ejemplo de estadio o de imagen olfa- tenor del papel materno. Papel ciertamente eminente en ambos,
tivo-respiratoria, o incluso de imagen fetal.83 Lo cual habla de la pero sin embargo opuesto: en Winnicott la madre se reduce al
fuerza y la amplitud de esta asunción teórica de lo primordial. ambiente objetal, mientras que en Dolto se sitúa como Otro
Sin lugar a dudas, nuestros dos investigadores están en la simbólico.
misma línea: sus dos bebés son tomados paralelamente en el Porque, para aventurarse en el terreno de lo precoz, de lo
punto más lejano, más liminar, más precoz de su existencia. Y en primordial, Dolto no se contenta con una conquista temporal
ese estadio, se encuentran colocados en una situación de extrema -que acrecienta el campo de visión cronológica-, sino que colo
vulnerabilidad: por esa dependencia del ambiente, son suscepti ca su investigación sobre una base estructural completamente
bles de sufrir los daños más graves, los traumatismos más difícil diferente, estructura que ella misma refiere explícitamente al
mente localizables (cuando no reparables). imperio de lo innato, lo constitutivo, de la “función simbólica”.85
Como vimos, Winnicott no tiene palabras lo suficientemente Encontramos aquí nuevamente lo que ya pudimos especificar
fuertes como para designar la amplitud asoladora en la que pue acerca del estatus de la madre como instancia significante y sim-
de entonces sumirse el niño, aunque sea en términos de angus bolizadora, como Otro de la palabra (en el sentido lacaniano),
tia: nihilización, “agony”. Al punto de sugerir que es un tiempo dicho de otro modo, la dimensión “other” de la madre (mother).
que, salvando las distancias, confronta al infans a lo que tal vez A partir de allí, la comparación con Winnicott ya es sólo for
sea lo más terrible que deba atravesar... Y Dolto subraya de mal, pues de hecho las dos orientaciones básicas van a resultar
modo similar cómo el infans se encuentra sometido a riesgos distintas de punta a cabo. Desde ahora sólo en Winnicott vamos
extremos, que también le hacen evocar la psicosis. Así es como a seguir hablando de “desarrollo” en el sentido estricto del tér
explica el autismo: cuando la presencia -en ella simbolizadora- mino, es decir, en su aspecto implícitamente psicologizante (y
dc la madre falla de modo demasiado sostenido y el niño, a falta unlversalizante). Y esto es así porque, aunque se pierda la dimen
de ese encuentro significante con el Otro (que constituye su sión de la singularidad -de lo que Dolto, por el contrario, sostie
madre), es librado a un aislamiento asolador que, en efecto, ne del “sujeto singular”- ella nunca recurrió al término “desa
puede hacer que se incline hacia el autismo.84 rrollo”. Pues al ver a la madre como Otro, ya no se trata de
desarrollo para el infans, sino que va a constituir los avatares
-también genealógicos y en todo caso significantes- de una his
toria, la suya. Y cuando aborda el devenir del sujeto, en su libro
83. L ’image du corpa aelon F. Dolto, ob. cit., y Le aenthrtent de soi, oh. cit., páf-
183.
84. En Dolto se encuentran muchas descripciones al respecto. Véase por
85. Véase La diffiadtéde vivre, ob. cit., pa'gs. 1 1 7-120.
ejemplo La dijpculté de vivre, ob. cit., págs. 85 y 101.
100 DOLTO / WINNICOTT
EL DESARROLLO
101
UN TIEMPO DE “FASE I”
la experiencia -caracterizada por la dependencia del bebé de[ aUn cuando -como ya hemos comentado- Winnicott nos da po
“ambiente”-, distinguiéndola de todo lo que sobreviene poste cas precisiones acerca de lo que permite esa superación, ese paso
riormente y que, de todas maneras, conservará la huella de ese sin embargo considerable y decisivo.
tiempo primordial. Lo importante entonces es señalar, en su Es importante, entonces, definir las adquisiciones que surgen
simplicidad tal vez engañosa, ese recorte en dos tiempos -an- ¡je esa fase I y que van a ayudar al infans a salir de la fusión am
tes/después- que podemos abordar siguiendo una línea de sepa biental inicial (que implica ese tiempo primero). Esto nos con
ración (y de transición) con ese tiempo primero, por una parte, duce a las tres series de preguntas siguientes:
y lo que sigue para el bebé, por otra.1
Pero, ante todo, puesto que se trata de una cronología, 1) ¿Cuáles son las características específicas de la fase I (llama
¿cómo circunscribir mejor ese tiempo primero que hemos desig da primaria)? Ya hemos registrado que, en cuanto “ambien
nado, para fijar las ideas, como “fase I”? Al referirse a este tema, te”, la madre desempeña el papel de sostén cuasi exclusivo.
Winnicott siempre se muestra preciso, evasivo y abierto, con 2) Pero, justamente, ¿cómo sale el bebé de esa dependencia
matices, consciente de la necesidad de tomar en cuenta las dife inicial que según Winnicott confina a la fusión (y cuál es,
rencias entre los casos particulares. Pero, para atenerse a lo esen entonces, a esos efectos, la función de la madre)?
cial, sitúa esta fase inaugural en la primera mitad del primer año, 3) Al salir de esa fase, ¿qué es lo que finalmente se concreta
pues considera que el giro se produce alrededor de los cinco o -que no lo estaba antes- y que por ende contrasta radical
seis meses,23lo que podría corresponder al momento del destete.1 mente con las circunstancias vividas durante el tiempo pri
Respecto de la cronología de lo que va a surgir luego en el plano mordial? ¿Cuáles son, entonces, en ese momento, las
de la individualidad emergente, será más impreciso. En efecto, lo adquisiciones del bebé?
que le interesa es aislar lo mejor posible esa fase primera en sus
comienzos, puesto que el segundo tiempo se supone debe remi
tir a consideraciones clásicas, que se presumen muy conocidas. LAS ADQUISICIONES DEL BEBÉ.
Así, reúne en un todo mucho más indistinto cronológicamente INTEGRACIÓN
lo que sobreviene a continuación, que él sitúa entre los famosos
seis meses y la edad de caminar (y hasta la puesta en funciona Comenzaremos por este último punto. Porque puede parecer
miento del complejo de Edipo). una verdad de perogrullo pero, para retomar la presentación
Preguntarse por el sentido de la fase inicial (fase I) implica inversa a la que a veces recurre Winnicott, diremos que: todo lo
señalar lo que está operando allí, es dar cuenta de los procesos que comprobamos que se encuentra adquirido por el infans en
que se están cumpliendo y que dan paso a un “después”. Ya que las fases posteriores -después del destete, cuando el bebé co
luego, después de esa fase inaugural, ya nada será como antes,4 mienza a caminar, etc.- revela por su importancia todo lo que al
comienzo no lo estaba (adquirido) y explica retroactivamente esa
dependencia para con el “ambiente”, por ejemplo, en la que
1. Por la línea de la bifurcación que hace aparecer de este modo, podríamos Winnicott insiste tanto.
sostener y profundizar la idea de que la concepción de Winnicott conlleva una
discontinuidad, mientras que Dolto es más “continuista”, si puede decirse así.
2. Véase PP, pág. 60.
3. Ibídem, pág. 232. tauración de una fase intermedia, en el nivel tradicional (por más que “el espa
4. Al mismo tiempo que lo que relativizará un poco, este recorte será la ins- cio” transicional conlleve también un tiempo transicional).
106 DOLTO / WINNICOTT
LA ILUSIÓN 107
De uno de sus artículos fundamentales sobre esta cuestión del observador puede ver que un niño es un embrión de ser huma
desarrollo -como Winnicott designa la salida de la fase origh
no, una unidad. De hecho, al año, la mayoría de los lactantes han
nal-, es decir, del texto sobre El desarrollo afectivo primario,s se alcanzado el estado de individuo. En otros términos, hubo inte
deducen tres aspectos esenciales,56 a los que Winnicott no va a gración de la personalidad [...]; en algunos momentos y durante
dejar de referirse posteriormente y que describen lo que se cum algunos períodos, y en algunas relaciones, el niño de un año es
ple, debe cumplirse y debería cumplirse. Ellos son: 1) lo que él una persona total”.9 Por decisivas que se consideren esas defini
llama integración (sobre lo cual volveremos en seguida); 2) el ciones, no podemos dejar de señalar la imprecisión de los térmi
hecho, para el bebé, de estar psíquicamente alojado en su cuer nos empleados, cargados de diversas connotaciones heterogéne
po, lo cual es llamado aquí personalización-, y por último, 3) el
as, sin que se precisen, sin embargo, sus articulaciones: yo,
acceso a la realidad, que incluye especialmente tiempo y espacio, persona, individuo, personalidad, etc.
también llamado realización, que corresponde al establecimiento Pero la dificultad puede acrecentarse aún más cuando nota
de la relación de objeto.7 mos que, además de la integración y los demás aspectos indica
Respecto de nuestro propósito, nos conformaremos con
dos más arriba que caracterizan la salida de la fase I, Winnicott
explicitar lo que se refiere a la integración, factor que el propio no duda en sacar de la galera de “su” fase inicial las consecuen
Winnicott considera preponderante, en la medida en que es ca cias más diversas -y más considerables- respecto de lo que, a
racterístico de los procesos en juego. Este término designa que partir de allí, constituye el individuo humano. Así, por ejemplo,
el infans ha alcanzado un nivel de unidad individuada de y en la al mismo tiempo que llega a esa definición de la persona -llama
persona, lo cual también supone alcanzar cierta apercepción da, por si fuera poco, “persona total”-, se supone que también
(¿reflexiva?) de sí, llegar al sentimiento de ser uno y estar en debe ponerse en funcionamiento una delimitación interior/exte-
condiciones de reconocerse como lo que aquí se llamó “persona rior, una estricta demarcación entre el conocimiento de un mun
total”, si el término no parece (a los seis meses) prematuro. Pero do interior separado de un mundo exterior, más importante en
dejemos que Winnicott nos explique lo que entiende por ese
la medida en que Winnicott, de hecho, asocia a ella la dimensión
concepto central de “integración”: “En este período es cuando el
de la realidad psíquica, que se supone corresponde al interior.10
Yo pasa de un estado no integrado a una integración estructura
“En la continuación del desarrollo aparece lo que podríamos lla
da [...]. Numerosos progresos en el curso de esta fase de des
mar una ‘membrana de delimitación’, que se confunde hasta
arrollo conducen al niño a lo que podríamos llamar ‘el estado de
cierto punto (en los casos normales) con la superficie de la piel;
unidad’. El niño se convierte en una persona de pleno derecho,
se sitúa entre el ‘yo’ y el ‘no-yo’ (me, not me) del niño. Así, el lac
en un individuo”.8 Y también: “Desde el mismo comienzo, el
tante llega a tener un interior y un exterior y un esquema corpo
ral.”11 Cabe observar que Winnicott deja de lado algunas dificul
tades no obstante inherentes a los temas centrales que pone de
5. En inglés, Primitive Emotional Development, PP, pág. 57. manifiesto, allí donde todo el avance del psicoanálisis habrá con
6. Indiquemos, desde ya, que en otros textos descubriremos a veces otros sistido en dar a tales nociones (en especial esa delicada cuestión
elementos que vienen a agregarse a éstos. También sucede que estos tres se
enuncian de un modo un poco diferente; pero fundamentalmente, el esqueleto
sigue siendo el mismo, según esta base ternaria. Véase por ejemplo PM, pág.
13 y sigs. 9. Ibídem, pág 313.
7. PP, pág. 60, Le bebé et sa mere, ob. cit., pág. 61.
10. Véase PM, págs. 53 y 62.
8. PP, pág 366. 11. PP, pág. 367.
108 DOLTO / W INNICOTT LA ILUSIÓN 109
de interior/exterior) la complejidad que les es propia, más allá de pone en funcionamiento -pero, ¿cómo?- “la unidad del psiquis-
aquello que falazmente podríamos percibir como evidente... ,no” al mismo tiempo que “el psiquismo individual se aloja en el
Así, lo menos que se puede decir es que Winnicott nos da cuerpo
muy poca información sobre lo que permite la realización de esa El esquema en cuestión se divide en tres estadios. El primero
integración -que él se vanagloria de haber puesto de manifiesto- presenta una serie de puntos dispersos en un plano, que repre
que, sin embargo, se considera crucial (puesto que su resultado sentaría la no-integración primaria. A continuación, algunos de
debe ser la unidad del bebé). En efecto, Winnicott se contenta, estos puntos-elementos aparecen reunidos en un círculo de líne
en un razonamiento que da vueltas en redondo y se reduce a la as punteadas en una primera pseudoorganización. Finalmente,
pirueta de una racionalización tautológica, con explicarnos que en el tercer momento, la línea punteada se llena y se completa la
lo que esta integración nos enseña es que antes, en el tiempo ori imagen de la unidad del psiquismo que Winnicott postula.
ginario, había... ¡no-integración! Antes de la integración, pues, Esta hipótesis de la no-integración (primaria) llamará particu
el infans estaba... no-integrado, es decir, era un bebé aún no larmente nuestra atención cuando se trate de medir clínicamente
coordinado (no nos atrevemos a decir que en piezas sueltas).12 sus incidencias concretas, ya sea que se reproduzcan, se recons
Es decir que, inicialmente, el niño se presenta de este modo, o truyan o se vuelvan a encontrar más adelante. Esto corresponde
justamente no se presenta en verdad como tal, puesto que se en particular a todo lo que Winnicott expresa esta vez en térmi
relaciona con elementos no coordinados, no ensamblados, con nos de disociación, es decir, todo lo que hace -también de manera
“núcleos” atomizados, dispersos, un término que remite (como normal- que el niño no sepa por ejemplo que él es el mismo
precisa Winnicott en su momento) a la concepción de Glover cuando está tranquilo o cuando grita (ni que la madre es la mis
acerca de los núcleos del Yo.13* ma), o según si está dormido o despierto, o si sueña o no, etc.15
Sin embargo, a falta de una explicación plenamente satisfac Más adelante volveremos (al final de nuestro recorrido) sobre
toria, Winnicott nos deja con un cuadro que retrospectivamente las implicaciones clínicas centrales que revisten estas notas de
resulta sobrecogedor, el dé la vivencia espantosa que se deriva de Winnicott. Pero, por ahora, intentemos retomar el hilo de nues
ello para quien experimenta esa no-integración, a saber, el tra progresión comparativa, pues lo que queremos es hacer que
infans: bebé al comienzo atomizado en diferentes elementos dis se encuentren, junto con los dos bebés, las elaboraciones teóricas
persos de su ser, sin que esos “núcleos” dispersos (puesto que la de sus respectivos creadores, Winnicott y Dolto.
unidad aún no se ha dado) estén coordinados justamente en el
sentido de una unicidad personal. El propio Winnicott, para dar
más fuerza a la imagen de “no-integración primaria” que sugiere DOLTO / FREUD
esta idea, presenta un esquema de ella que retoma la noción de
elementos primero dispersos que vienen a sumarse en cuanto se Ya hemos señalado que, si bien Dolto se coloca de modo más
directo en la línea de los desarrollos de Freud -particularmente
en lo que se refiere al marco cronológico-, existen, sin embargo,
otros aspectos a través de los cuales se aleja de manera significa, que, del lado doltoiano, si hay alguna forma de “no-integración”
tiva de la referencia freudiana. Además de su forma de ampliar el _y cualquiera sea su posible incidencia-, ésta sé encuentra, al
espectro del tiempo primordial, hay un elemento fundamental al menos en principio, siempre ya neutralizada, neutralizable, a tra-
que ya hemos hecho alusión: que mientras que Freud (al igual vés de la potencialidad simbolizadora (de la que son portadoras
que Winnicott, de hecho) sitúa los datos en términos de objeto, las instancias tutelares); comenzando por el efecto de la nomina
Dolto se expresa de un modo completamente diferente, orien ción, en particular del nombre de pila (sobre lo cual Dolto insis
tando su perspectiva conceptual de conjunto respecto del sujeto, te suficientemente), que da testimonio, a través del poder del
del devenir-sujeto, en el sentido que ya hemos visto que le da a verbo, de una integración -si es que conservamos el término- ya
ese término. Es decir - y no está de más que volvamos a insistir presente en potencia. Siempre hay (en el mejor de los casos) una
en ello- que, si bien ella analiza el desarrollo primordial según integración significante, simbolizada por la palabra, en funciona
una diacronía freudiana, no por ello deja de caracterizarlo, al miento (y sin que se encuentre nada equivalente en Winnicott).
reposicionarlo en la diada, como una relación de palabra, inmer Y con razón, puesto que es precisamente allí donde él falla en
sa en el lenguaje. Ya lo hemos explicitado en el capítulo 2: el dar cuenta de aquello que, justamente, permite producir dicha
devenir del bebé se piensa ante todo como relación de palabra integración (pues no ve que su motor es inevitablemente signifi
con la madre. Y es lo que hace, pues, que no se haya hablado cante, para por último conducir a la asunción de un “Yo” [/c]).
tanto de integración (a la manera de Winnicott), como de subje- En sus propios términos: allí donde la palabra falta, no vemos
tivación (o de simbolización). qué es lo que finalmente permite alcanzarla. Sin duda, W inni
Muy probablemente podamos encontrar en Dolto un eco -al cott toma en cuenta en su momento esta dimensión del Yo ]Je],
menos clínico, descriptivo- de la idea winnicottiana de una “no- e incluso del “Yo soy” \Je suis\, pero sin pensarlo como un Yo
integración primaria”. También para el bebé Dolto, los elemen que habla o un Yo hablado.17
tos de vida al comienzo están separados, son discordantes, cuan Entonces, si Dolto, quien no ignora los riesgos extremos (de
do no están dislocados, y-no encuentran su posible completud naturaleza psicótica) propios de esos tiempos primordiales de la
sino a través de la madre. Pero es una madre que habla, no una vida del recién nacido -en este punto, más bien confirma a W in
madre-ambiente. Es una madre que es un sujeto (deseante) y no nicott-, no elabora un cuadro similar -vale decir, lo que la llevó
sólo un objeto que preside el ambiente, un objeto entre los obje a suponer un ambiente con madre suficientemente buena, ade
tos. Por supuesto, esto es lo que cambia todo y modifica la juga cuación cuasi perfecta, etc.-, es porque dispone de otras herra
da, teórica y práctica. Y, por ejemplo, lo que explica que no mientas de análisis, diferentes de las que reducen el entorno del
encontremos en Dolto, respecto de la no-integración -si admiti niño a un ambiente. O por lo menos éste -volvemos una vez más
mos esta noción-, el discurso alarmista, catastrofista que sí halla a esta observación esencial- tiene desde un comienzo en Dolto
mos en Winnicott acerca de los riesgos (que, por lo demás, si un valor simbolizador. La orientación simbolizadora está allí
guen siendo oscuros) de las “intrusiones” del ambiente.16 ¿Y por
qué no existe en ella esa misma tonalidad (si no nos contentamos
con dar cuenta de su supuesto optimismo inveterado)? Es por
debe proveerle todo, para todo? O ¿qué diferencia hay entre una intrusión
(nefasta) y una intervención materna activa (absolutamente necesaria)?
17. Así, precisa: “es solamente más adelante cuandu pI lactante, si supiera
16. Pues, de hecho, ¿en qué se supone que la madre “suficientemente hablar, diría ‘Yo soy’. Le bebe'et sa mere, ob. cit., pág. 8-1; .éase también Dépri-
buena” no debería “inmiscuirse” en el ámbito de su hijo, cuando se supone que vation et délinquance, ob. cit., pág. 132.
112 DOLTO / WINNICOTT
LA ILUSIÓN I I3
presente -presentifícada por la madre- y es capaz de operar la y si volvemos entonces a Winnicott, Já¿¡',qusta-
función de reconocimiento que coloca al sujeto en el universo mente, con... lo que no toma en cuenta,! |§Btki¿ésé apara
del símbolo. Esto no alcanza para prevenir toda no-integración taje simbólico, casi por completo ausent r í a concep
fragmentaria -ya que la patología también puede transmitirse a ción formal. Lo cual nuevamente explica,1 to s, no sólo
través del significante-, pero es un elemento estructuralmente las características, sino también las debilií i| é s^ e h ”f>ocas pala-
necesario, que en principio otorga existencia simbólica al infansJ •V:••Í/N
:W:2/T>__ _____
¿ras, las carencias de su sistema de pensamién^^^ómo proce
allí donde, en Winnicott, éste es casi inexistente o al menos sólo der si lo simbólico no está allí para dar vida^al Debí? ¿Si sólo hay
existe por intermedio del sostén “absoluto” que por un tiempo le un simple ambiente reducido a una materigj4^d!(|^jetal? Como
asegura ese ambiente materno objetalizado. Si no, no es nada. hemos dicho, en ese instante el bebé está como poruña (re)ani-
¡Entonces Winnicott tiene fundamentos para decir que no exis macíórTprotética, de esa prótesis que es sh'líladte par*1 él, gracias
te! De modo que esos elementos de simbolización que son esen a la cual todavía vive indirectamente, puesto que está umbilica
ciales desde la perspectiva de Dolto no pueden sino faltar seria do, fusionado con ella. jlfiÓ -Ó T„
mente en Winnicott, puesto que están ausentes de su discurso. ¿Y cómo, además, saldría de esa fusión si la palabra no sólo no
está presente, sino que tampoco adviene nunca? Porque el pro
pio Winnicott insiste en ello en un momento. Ese estadio pri
CASTRACIÓN “SIMBOLÍGENA” mordial, al que concede una decisiva importancia inaugural, es
un estadio sin lenguaje, donde ningún aspecto de la palabra
Hay otro elemento que da cuenta de la especificad de la des puede valer de manera inteligible para el bebé. Así, en el mo
cripción del desarrollo que nos presenta Dolto. En efecto, si bien mento de explicar el término inglés infant, traducido al francés
ella retoma la evolución clásica de la cronología libidinal ffeudia- como “nomrisson” [“lactante”], afirma: “El término latino impli
na, no se ha dicho lo suficiente que lo que para ella es importante, ca ausencia de lenguaje (in-fans: que no habla) y no es en vano
contrariamente a lo que piensan sus detractores (que un poco rá considerar esa época como el estadio anterior a la representación
pidamente estigmatizaron esta supuesta “psicogénesis”), no es mediante la palabra y a la utilización de los símbolos verbales. En
tanto la sucesión de los estadios en su programación supuesta consecuencia, se trata de una fase donde el lactante depende de
mente lineal, sino más bien la operación que permite pasar de un los cuidados maternos, que descansan más en la empatia de la
estadio a otro, en virtud de lo que ella llama “castración simbólica” madre que en su comprensión de lo que se verbaliza o podría
o, mejor dicho, “simbolígena”. No volveremos aquí en detalle verbalizarse”.19 Y también: “En este estadio, no es necesario
sobre esta temática, que solamente permite confirmar la dimen tener el uso de palabras y, de hecho, la aprobación y la desapro
sión significante con la que Dolto enfoca esta descripción primor bación [se trata de un artículo sobre “moral y educación”] pue
dial, hasta hacer de ese recorrido no tanto un “desarrollo” -¡pero den ser significadas a una persona sorda, o al lactante, en un esta
entonces en sentido fotográfico!-* sino más bien una historia, la dio muy anterior a los comienzos de la comunicación verbal”.20
historia (subjetiva) de un sujeto infans sometido a los avatares y a
las vicisitudes de una vivencia eminentemente relacional.18
18. No retomo aquí el otro punto que sin embargo también merecería ser
analizado: el acento que Dolto pone en el cuerpo.
* El autor juega aquí con la polisemia de las palabras déroulement y dévelop- 19. PP, pág. 361.
pement (“desarrollo” y “revelado”). [N. de la T.] 20. PM, págs. 61-62.
114 DOLTO / WINNICOTT
LA ILUSIÓN I 15
lugar se ve reducida a esa sola condición (¡que ahora la conviert Winnicott ignoraba demasiado la potencia humanizante del
en una “ilusionista”!). Y desde este punto de vista, el tema de * verbo, no por ello deja de saber cómo usar (sobreabundante-
ilusión podría venir a dar el último toque a lo que (para tíos mente) en sus declaraciones las resonancias subrepticias del...
otros) tiene de criticable la perspectiva de conjunto de Winn¡ adverbio. Podríamos multiplicar a gusto las citas. Por ejemplo
cott. las que justamente se refieren a la ilusión: “Asegurar la falta gra
Pues cuando retoma todo el escenario primordial, según 10 dual en la adaptación es una de las características de la función
que apunta a introducir como inédito el tema de la ilusión, tro- materna”.29 “La madre finalmente tendrá como tarea desilusio
pezamos con la misma ligereza desconcertante para dar cuenta nar al niño progresivamente”.30 ¿Cómo se realiza esa tarea se
de lo que viene a poner un término a la configuración fusional guramente crucial? Ya nos lo han dicho: progresivamente. T o
de la situación primordial, es decir, de lo que finalmente permite do lo que sabremos de ese desilusionamiento, que la madre
al infans abrirse una salida. La pregunta (insistente) sigue siendo debe poner en funcionamiento (después de que ha acunado a su
la misma: ¿cómo hace el bebé para llegar a diferenciarse (de su bebé -hay que decirlo—en la ilusión), es ante todo que procede
madre)?, ¿cómo encuentra el camino de la diferenciación subje- “a medida que”, progresivamente, es decir: \gradually\
tivada? Las explicaciones de Winnicott son ante todo lacónicas y Y cuidémonos de ironizar, pues no se trata aquí de conside
esquemáticas, del tipo: allí donde había indiferenciación, progre raciones menores. Muy al contrario, puesto que esto viene a
sivamente se produjo la diferenciación. El siguiente fragmento abrir todo un otro aspecto central de la enseñanza de W inni
entre muchos otros, es un ejemplo característico: “La madre cott, e incluso, el que contribuyó a su renombre: la delimitación
suficientemente buena es una persona que se adapta de modo de la noción de área transicional (o espacio transicional). Así,
activo a las necesidades del niño; esta adaptación va disminuyen insiste, “los objetos transicionales y los fenómenos transicionales
do a medida que se desarrolla en el niño la capacidad de hacer pertenecen al reino de la ilusión”,31 “la ilusión que es un hecho
frente a una falla de adaptación y tolerar las consecuencias de la universal en el campo de la experiencia vivida por el ser huma
frustración. [...] La madre suficientemente buena [...] comienza no” 32
por adaptarse casi por completo27 a las necesidades del niño; a Es imposible retomar aquí en su conjunto esta vasta cuestión
medida que pasa el tiempo, va adaptándose progresivamente de lo “transicional”. Nos alcanzará con aislar de qué manera
cada vez menos, según la capacidad creciente que adquiere el Winnicott lo logra ahora por la vía de lo que él designa como
niño de acomodarse a esta carencia materna”.28 “ilusión”. Para comprender el proceso, tenemos que referirnos
Es muy simple: así como el bebé, que al comienzo estaba en una vez más al tiempo —al que todo nos lleva de vuelta, puesto
estado de no-integración, accede más adelante a la integración, que todo procede de allí- de la fase primordial. Sabemos que la
ese mismo bebé, que estaba no-diferenciado, se convierte luego madre -suficientemente buena, como se debe, pero como lo son
en diferenciado. Era lo que se quería demostrar. Pero, ¿cómo casi todas según el Dr. Winnicott—33 asegura a su bebé su inde-
ocurre esto? “A medida que”, “gradualmente”, “progresivamen
te . Estas son las expresiones y adverbios que hacen las veces de
29. Ibídem, pág. 139 (el subrayado es de Winnicott).
explicación (y que por lo tanto nos dispensan de ellas). Si bien
30. Ibídem, pág. 181.
31. Ibídem, pág. 18S.
32. ídem.
27. En otra parte, se dice que debe ser “perfecto”. 33. Que así parece querer y cultivar, a lo largo de toda su obra, el sueño de
28. PP, pág. 180. una “mamá buena”.
120 DOLTO / WINNICOTT LA ILUSIÓN 121
fectible sostén ambiental. Al principio satisface sus necesidades qUe constituye la preocupación materna primaria y lleva a su
del modo más adecuado posible. Pues “el amor que la madre da quenó ál hechizo de la ilusión que produce para él. Y que,
a su hijo y su identificación estrecha con él hacen que perciba jejos de disipar, ella debe ante todo sostener. Decididamente, al
sus necesidades al punto de que ella le ofrece algo más o metios comienzo hay en Winnicott la idea de una suerte de mítica colu
en el buen momento y en el momento deseado”.34 ¿Qué es 10 sión imaginaria, que hace que, al precio de esa inocente (¿?)
que pone en funcionamiento al actuar de ese modo?, ¿qué es 10 locura nativa, el objeto no esté perdido (puesto que, por el con
que contribuye a instaurar, animada como está, y como se debe trario, incluso se pone en funcionamiento, gracias a los buenos
por su “preocupación materna primaria”? Ella produce - y éste cuidados de la madre, la idea mágica de que él sea “creado”). En
es el nuevo elemento descriptivo que aparece aquí- la ilusión 3$ un principio, pues, no hay una pérdida, sino -como para paliar
a saber, que el niño cree que ha creado el objeto que en realidad la- una suerte de ardid, y estamos tentados de decir: una menti
ella le presenta. “Al comienzo, como la madre se adapta casi al ra estructural, que Winnicott parece considerar necesaria (y uni-
cien por cien, permite que el niño tenga la ilusión de que su
seno forma parte de él. El seno está, por decirlo de algún modo Cierto es que no podríamos encontrar nada equivalente en
bajo el control mágico del niño. Lo mismo se aplica a todos los Fran?oise Dolto, que más bien le reconocía al lactante, en una
cuidados maternos en general, durante los períodos de calma línea freudiana, la capacidad de alucinar. Pero la ilusión winni-
que se intercalan entre los períodos de excitación. La omnipo cottiana es, parece ser, algo diferente de la alucinación.37 Y no
tencia está muy cerca de ser un hecho de la experiencia vivida”, podríamos imaginar a Dolto haciéndose eco de esta manera de
Pero luego la madre deberá reducir esa ilusión mediante un formular las cosas, en la medida en que, de una manera u otra, se
‘desilusionamiento” del que sólo sabemos que será... progresi trata después de todo (con la ilusión) de que el niño es abusado
vo: “La madre finalmente tendrá como tarea desilusionar al (aunque sea por una buena causa), mientras que ella insistió
niño progresivamente, pero no lo logrará sino en la medida en tanto en el valor de la verdad producida en y para el niño, la ver
que sepa darle ante todo posibilidades suficientes de ilusión”.36 dad que se dice en la palabra que se da. Ahora bien, aquí, de
Esto constituye, en efecto, un impresionante programa. parte de Winnicott, sólo se trata de objetos, de manipulación de
objetos (handling). ¿Cómo podría entonces verse disipada la ilu
sión, por un lado, si al menos por un tiempo se la piensa benéfi
¿ILUSION O VERDAD? ca y, por otro, si uno no dispone de los instrumentos que permi
DOLTO Y LO TRANSICIONAL ten disolverla, a través de la palabra verdadera?
La ilusión no podrá entonces sino prosperar entre la madre
Detengámonos un instante en esas “posibilidades suficientes (o padre) y el niño. ¿A qué precio y hasta cuándo? ¿Al precio de
de ilusión”. Porque, si lo pensamos, dan cuenta de esa especie de qué sobrevaloración objetal? Porque no es por azar si este tema
pequeña locura de a dos que viven madre e hijo^Winnicott insis de la ilusión, al principio introducido de modo lateral, va a abrir
te en ello: la madre está completamente librada a la locura obfe- las puertas, como hemos dicho, a todo un campo considerable de
la elaboración posterior de Winnicott, a saber todo lo que recu
bre el vasto campo de lo transicional. Pues el objeto llamado
34. PP, pág. 192.
35. Ibídem, pág. 66.
36. Ibídem, pág. 181. 37. Aunque Winnicott llega a intentar relacionar una con otra.
122 DOLTO / WINNICOTT LA ILUSION I 25
transicional viene a tomar la posta y a perennizar la ilusión, la para utilizar la ilusión, sin la cual no es posible ningún contacto
ilusión del objeto, el objeto ilusorio (cuando el sujeto nunca es entre el psiquismo y el ambiente”.45
reconocido). Y al alimentar la ilusión respecto del objeto, ¿no es Aquí es donde interviene el objetotransicional o área transicio
también el sujeto quien se encuentra escamoteado? Pregunta nal, qué"éonstitúye un nuevo desarrollo del tema de la ilusión.
crucial, sabiendo que Winnicott va a extender ese registro de lo Winnicott nos lo indica muy claramente: “Si, en lugar de la pa
transicional (no... transitorio, por lo tanto) llegando hasta a in labra ‘ilusión’, tomamos el pulgar o el pequeño trozo de manta o
cluir allí los hechos más sublimados de la cultura... ¡Es como bien la muñeca de trapo [...], se entiende entonces lo que inten
para preguntarse si algún día podremos (e incluso el bebé) salir- té describir, por lo demás, con el término de objeto transicional.^
nos de ello! No podría decirse más claramente: a la ilusión sucede el objeto
Volvamos un instante a reflexionarlo qué consiste la ilusión. transicional, que es su avatar secundario. Al punto de temer no
Se relaciona, como hemos dicho, con que el bebé pueda tener... haber salido nunca de la ilusión (la ilusión de que se pueda pres
la ilusión de que él es, por su sola necesidad, cuando no también cindir de lo simbólico). Al retomar el problemajm su conjunto,
su intención demandante (si no experimenta ninguna carencia), Winnicott sostiene: “Ya desde el nacimiento el ser humano
quien está en el origen del objeto, el cual le es otorgado como de es el blanco de la cuestión de la relación entre lo que es percibi
manera mágicamente anticipatoria (y lo confirmaba él, al infáns, do objetivamente y lo que se concibe subjetivamente. El indivi
en una posición de omnipotencia). Observamos que el objeto duo sólo podrá resolver este problema sanamente si la madre
resurge de ello como inmerso en una ubicuidad relativa, donde hizo que tuviera un buen comienzo. El área intermedia a la que
es a la vez como una emanación propia del niño -cuasi alucina- me refiero es el área concedida al niño que se sitúa entre la creatividad
toria- y, por otra parte, algo que pertenece, al contrario, a la rea primaria y la percepción objetiva basada en la prueba de realidad”.47 Y
lidad exterior. No es ni uno ni otro ni ambos a la vez (y a conti a continuación: “Los fenómenos transicionales representan los
nuación vamos a encontrar mucho esta idea a prbpósito de lo primeros estadios de la utilización de la ilusión sin la cual un ser
que hace a la esencia de lo transicional). Digamos que, en efecto, no atribuye ningún sentido a la idea de una relación con un
se encuentra “entre los dos”, pues se trata de lo que Winnicott objeto percibido por los demás como exterior a él”.48
también llama “realidad compartida con momentos de ilu El mensaje es claro: el objeto transicional, que sucede a la ilu
sión”.38*Dicho esto, dicha ilusión fundada en la dualidad (o du sión -cuya oportuna necesidad saludamos-, es aquello mediante
plicidad) del objeto -pero que también puede evocar una manio lo cual se volverá posible el acceso a la realidad objetiva. Y, sin
bra fomentada por sujetos- recorta exactamente lo que ya se embargo, hay razones para preguntarse si, lejos de abrir a lo que
había dicho acerca de la madre: doble también, madre-objeto y nos autorizamos allí a designar como “la realidad”, esta apertura
madre-ambiente, a la vez ella misma y también como parte del al espacio transicional no es el signo de la perennidad de lo que
cuerpo del lactante, ofreciéndose a la ilusión de que ella es él y se llama ilusión. Pues si hay algo ilusorio, ¿acaso no es el objeto
de que él es ella, fusionados uno con el otro, puesto que “en el transicional? Incluido el hecho de ilusionarse, por ejemplo, con
estadio más primitivo el lactante y los cuidados maternales
ya desde el nacimiento). Es también porque pone la ilusión de la jgpenden uno del otro y no pueden ser desenredados”,39 puesto
plenitud y de la sutura en el lugar exacto donde, por buena que flUe el lactante está “en un estado de fusión completa con la
fuera la mamá, se trataría más bien de reconocer el lugar de la madre”.*
falta (para su Yo). Una vez más, no podemos imaginar a Dolto adhiriendo a este
El objeto llamado transicional también lo es entonces para el montaje... ilusorio, cuya falsedad, por el contrario, ella no po
teórico Winnicott, es la mantita conceptual con la que se ilusio dría sino denunciar, disipar. En efecto, cuando la madre del bebé
na creyendo recubrir la falta de la que procede el deseo y a la \Yinnicott se esmera en mantener la ilusión de una plenitud ori
cual la madre del bebé Winnicott viene a obstruir, viene a hacer ginal, la madre del bebé Dolto se supone que debería trabajar
de tapón y de sutura (a través de su Yo). más bien con la falta. No lo trasviste con una falsa plenitud, no
Pues el objeto transicional en su funcionamiento está encar Jo vela ni lo disimula. Porque nombra - y por lo tanto simboliza-
gado de asegurar en esta concepción lo que el símbolo no está a su hijo. Así, aunque no crea que lo libera absolutamente de la
llamado a efectuar desde tal perspectiva -puesto que no es teni carencia, ni que le ahorra las angustias que conlleva (¿cómo po
do en cuenta-,55 comenzando por la función de la permanencia y dría?), ella le abre el acceso al deseo. Es que, sin negar la poten
la estabilidad. Estos elementos que también son asegurados (pri cialidad imaginativa del niño, ella es más sensible a promover lo
mero) en el mundo humano a través del significante, Winnicott verdadero (el decir verdad en la relación) que a insistir en el es
(así como su bebé) está obligado a tratarlos de una manera ani- pejismo de la ilusión. Respecto de lo cual, con esa supuesta ple
mista, a través del objeto como amuleto. Al respecto, el objeto nitud ilusoria, podemos preguntarnos si en Winnicott no es la
transicional palia la falla aquí conceptual (pero también concre madre quien primero se ilusiona a sí misma mientras embauca a
ta) en el lugar de lo simbólico, a falta de que éste sea reconocido su hijo, si no fortifica la omnipotencia del bebé mientras nutre al
por la operatividad estructural que sin embargo necesariamente pasar el sentimiento de su propia omnipotencia.
le pertenece. El objeto transicional es, en efecto, una muleta, un
falso producto de reemplazo que refuerza la puesta al margen
del sujeto. Y Winnicott, que sin embargo percibió claramente y ¿ACCESO A LA REALIDAD O PERENNIDAD DE LA ILUSIÓN?
quiso acorralar la eventualidad del “falso S elf’ -volveremos a
ello-, no comprendió, según parece, que el objeto transicional, Surge entonces una doble paradoja. Winnicott sostiene pri
por su parte, también fuera por el lado de la falsedad, alejando al mero la idea -en efecto, paradójica- de que precisamente de este
sujeto (pero es un término forcluido en él) de su verdad. De este efecto de ilusión así orquestado por la madre depende el acceso
modo, Winnicott se ve obligado a intentar encontrar, por el ca del niño a la realidad llamada “exterior” u “objetiva”. Así, “la
mino del objeto, lo que no llega a tomar en cuenta, y con razón, adaptación de la madre a las necesidades del niño, si es adecuada,
sobre la realización simbólica del sujeto. da al niño la ilusión de que existe una realidad exterior que
Y el objeto transicional no resuelve de hecho ninguna de las corresponde a su propia capacidad de crear”.41 ¿Querría conven
preguntas a las cuales se espera que responda. En lugar de res cernos aquí Winnicott de lo que puede haber de ilusorio en lo
ponderlas, las difiere, las deja para después, cuando no indefini-
que pretendemos llamar “realidad”? No es seguro que su hil0 jámente, y, al hacerlo, evita sobre todo abordarlas como co
sea tan sofisticado. Pero, en todo caso, plantea que la madre le rresponde. De modo que, cuando Winnicott pretende ver en él
facilita al niño el acceso a la realidad ¡a través de la ilusión! Reto una primera “posesión” (hemos mencionado nuestras reservas
memos: “Al adaptarse con precisión al impulso del niño, la acerca del “no-Yo”), es para preguntarse si, al convertirlo en un
madre da al lactante la ilusión de que lo que hay allí es la cosa elemento normal, universal56 e indispensable, quien se verá
creada por el niño”.4? Siempre esta idea de que lo acuna... con poseído (después de haber sido ilusionado) no es sobre todo el
ilusión. Y Winnicott prosigue, de manera mucho más críptica; bebé.
“En consecuencia, no hay solamente una experiencia física de la Para esta indistinción primera madre-hijo que Winnicott no
satisfacción instintual, sino también una unión afectiva y el co dejó de poner en el centro de su bebología, ¿no hay, pues, nin
mienzo de una creencia en la realidad, a saber, algo a propósito guna salida, ninguna salida otra -literalm ente- que la ilusoria?
de lo cual podemos tener ilusiones”.43 ¿Hay que comprender Entonces habría que deducir -¿acaso Winnicott nos lleva a esta
que, como filósofo sutil, Winnicott nos enseña que lo que llama conclusión?- que de la madre, decididamente, no salimos...57
mos realidad es aquello sobre lo que podemos ilusionarnos? Por
qué no. Pero entonces, ¿cómo podrá acceder a la realidad alguna
vez? La paradoja prosigue, y de manera imperturbable: la madre A MODO DE POSDATA
“puede lograr tan bien dar a su hijo la capacidad de la ilusión,
que no tiene dificultades para cumplir la tarea que le incumbe Me encontraba en estas consideraciones cuando caí en un
luego: la desilusión progresiva”.44 Sic. Si entendemos bien: cuan breve pasaje donde Winnicott se permite evocar para nosotros
to más ilusiona, más lo ilusiona, ¡y mejor podrá “desilusio- un recuerdo -no es tan frecuente- de su primera infancia. Y ese
nar”(lo)! Esta madre también es, pues, maga... recuerdo me pareció la ilustración original de aquello a partir de
Porque ésa será, en efecto, a partir de allí, a partir del ilusio- lo cual se puso en funcionamiento todo el sistema de pensamien
namiento primero, la tarea de la madre, su misión: desilusionar; to de Donald Winnicott. Pero dejemos primero que nos restitu
así como antes fusionó, ahora tiene que desilusionar. Ya hemos ya ese breve momento luminoso de su pasado infantil, para nos
encontrado lo que debe ser, a propósito de ilusión, la otra cara otros tan esclarecedor e instructivo respecto de la génesis de su
de la función materna; introducir -pro-gre-si-va-men-te (gra- pensamiento: “Me acuerdo de que, cuando tenía cuatro años' me
dually)- el desilusionamiento. No volvamos a ello. Sino para desperté una mañana de Navidad, para descubrir que había reci
mostrar la paradoja implícita en el hecho de resaltar que es gra bido una carreta azul fabricada en Suiza, como las que la gente
cias a la ilusión como la desilusión puede producirse mejor... utiliza allá para llevar la madera a sus casas. ¿Como sabían mis
Que entienda quien pueda, y sobre todo quien pueda contentar padres que era exactamente eso lo que yo quería?”.58 “Cierta
se con esta no-explicación. Puesto que, por el contrario, se rea mente yo no sabía -prosigue- que existían carretas tan maravi-
firma que es para repetir la situación de adaptación primitiva a
los cuidados del niño “que da nacimiento a la aptitud (del niño)
56. Ibídem, pág. 184.
57. hn lodo caso, a través de sus prórrogas objétales, a través de sus trans
acciones transicionales, él no deja -diríam os- de retrasar cada vez más el ins
42. Ibídem, pág. 98. tante en t¡ue debe imponerse al sujeto la separación simbolizadora que sin
43. ídem. embargo lo constituye.
44. ídem. 58. PM, pág. 27.
130 DOLTO / WINNICOTT LA ILUSIÓN I 3I
LA MADRE, ¿INSUPERABLE?
llosas”. Y años después, evidentemente, puede plantear una
explicación racional: “Por supuesto, lo sabían gracias a su capad,
dad de experimentar mis sentimientos y conocían esas carretas
Evidentemente, es muy probable que ese carácter mentiroso
porque habían estado en Suiza”.59
Más allá de la prolongación especializada que Winnicott da en no haya sido deliberado, pero digamos que Winnicott se ilusiona
seguida (que remite a la “realización simbólica” de Sechehaye),6»y (ésa es la palabra) y nos ilusiona sobre el contenido y el alcance de
sin detenerse en la deliciosa maravilla infantil de este recuerdo) ese objeto transicional -que no podría sustituirse con el símbolo
parece sin embargo que la carreta azul transporta por sí sola toda (diga lo que diga y, además, él mismo lo afirma en una ocasión)-
la temática organizadora del pensamiento winnicottiano sobre el y en particular sobre su alcance supuestamente liberador y sepa
niño. Allí encontramos, particularmente, todo lo que acabamos de rador. Porque ese objeto, en la medida en que lleva a la constitu
examinar sobre el tema de la ilusión benéfica que según él la ción de un “área intermedia”, finalmeñte“debe tener como fin
madre debe prodigar a su hijo (y que Winnicott -como buena ma llevar a la liberación del niño, para el niño. Sin embargo, Winni
dre- se esforzará por procurar en su trabajo analítico con los cott no insiste demasiado en este aspecto no obstante esencial
pacientes más afectados). También se retoma allí la paradoja orga (aunque no por ello desvaloriza la independencia a adquirir) si no
nizadora de la relación del niño con el mundo, a saber, la de consi es a través del desihisionamiento que hay que poner en juego.
derar (ilusoriamente) que es él, el infans, quien ha creado el objeto, Pero, justamente, el objeto transicional, ¿puede constituir el
vector de tal desilusionamiento y la apertura a la realidad que
ese objeto que, sin embargo, en realidad le proveyó el ambiente.
Winnicott quiere discernir allí si ante todo se lo enfoca y se lo
Sobre todo, insiste Winnicott, no desengañemos al niño al respec
to. No toquemos esa preciosa paradoja. Es importante dejar al identifica, en su naturaleza misma, como el lugar y el soporte de
pequeño en la indeterminación inefable donde fue colocado. Y no la ilusión? Es verdad que el hecho de que primero sea pura ilu
le arruinemos la alegría de una carreta azul caída del cielo... sión (comparada en un momento con la alucinación) no necesa
riamente se opone a lo que pueda llegar a servir a un fin comple
Y, ciertamente, se entiende que incluso años después - y des
pués de haber producido su prolongación teórica-, Winnicott tamente diferente, opuesto, de realización (objetiva" como le
no desea que alguien pueda llegar a “romper su juguete”. Y ade gusta decir a Winnicott). Después de todo, precisamente es su
más, ¿quién pensaría en atentar contra la tan conmovedora ale carácter paradójico lo que lo caracteriza (Winnicott no deja de
volver al tema cada vez que lo desea: capaz de ser a la vez instru
gría maravillada del niño? Pero, sin embargo, ¿esto debe condu
mento de liberación, soporte de objetivación, después de haber
cir a legitimar el sistema de pensamiento (que resulta de ello)
donde se da un asidero perpetuado a esa ilusión primera, atribu sido primero necesariamente ilusorio). Admitámoslo. ¿Pero real
mente hay una salida para esta paradoja?
yéndole entonces a la maravilla la consistencia reactualizada de
la mentira estructurada como tal, aunque supuestamente sea por Porque más bien tenemos la ilusión de que el objeto transi
cional, lejos de liberarlo de alguna manera, parece más bien
una buena causa?61
encerrar de hecho al niño en una relación alienada con el objeto,
lejos pues de abrirle el camino hacia una subjetividad verdadera.
59. Idem.
60. Una referencia (repetitiva) que le habría resultado positivo elaborar
más, aunque lo “simbólico” en cuestión siga estando (en Sechehaye) alejado del
lenguaje. podría convertir la película de Benigni, La vida es bella, en el ejemplo mismo de
61. Me hago esta pregunta -bastante seria- pensando que, al respecto, se una película winnicottiana...
132 DOLTO / WINNICOTT
LA ILUSIÓN I 33
La cual no tiene posibilidades de advenir concretamente -es [0 se preocupa manifiestamente del mismo modo. Si lo observamos
que se constata (y también Winnicott)- sino a través de la caída detenidamente, el objeto transicional bien podría designar en él
o el abandono radical de dicho objeto, que muestra así no tanto el indicio encriptado de su convicción latente (¡¿inconsciente?!)
su mediación como su vanidad, su inutilidad retardatoria postu de que, en el fondo, uno nunca deja verdaderamente a la ma
ma. Y en lugar de constituir la supuesta “primera posesión”, qUe
dre... Y, después de todo, ¿acaso él mismo no volvió a ella (o
pretende reconocer allí Winnicott, es más bien el niño mismo permaneció) mediante esta práctica (y esta teoría) materno (más
quien se muestra como poseído, en una relación que lo aliena a que paterno) psicoanalítica?
un objeto fetichizado.62 De modo que no hay nada en el objeto Que de cierta manera volvamos siempre -con o sin objeto
transicional que permita esa simbolización de la que no es más transicional- a los lazos de su vínculo primordial (¡si es que nos
que el revés o la caricatura objetal deformante, un burdo simula alejamos!), es el tipo de consideración que se encuentra inciden
cro animista. Es más bien lo que imita la simbolización, y al temente expresada por Winnicott en un texto que parece no
mismo tiempo la retarda o la impide, hundiendo más al niño en haber sido traducido, que se titula: “The Family and Emocional
la trampa del objeto.
Maturity”.63 Este texto breve, por singular que sea entre los
Y además, ¿cómo podría tener esa función mediadora que escritos de Winnicott, bien podría esclarecernos acerca de una
Winnicott le atribuye a efectos de abrir un área intermedia? de las bases fundamentales, secretas o inadvertidas, de su pensa
¿Cómo reconocer allí una función tercera cuando, en lo que se miento.
refiere a terceros, todo se sigue jugando en el vínculo con la Sin retomar toda su articulación en detalle, digamos que
madre, que de este modo se ve más bien reafirmado, aunque sea encontramos allí la idea de que, aunque la madurez (maturity,
de manera deformada, en la comparación desfavorable con un término esencial del léxico winnicottiano) consista en liberarse
ovillito de lana o un retazo de manta...? En este sentido, el obje de sus primeros vínculos de dependencia con la familia (con la
to transicional es mucho más lo que impide la verdadera apari madre), sin embargo son éstos quienes lo permiten; son esos
ción del tercero lingüístico (paterno), eternizando el apego feti lazos los que nos permiten liberarnos de ellos. Una idea que roza
chizado con la madre, eventualmente privada, por cierto, del la evidencia del sentido común, y a partir de la cual Winnicott
pecho que lo alimenta, pero promovida a guardiana o garante de pone de relieve una suerte de equilibrio entre dos tendencias
su sustituto desclasado falsamente transicional (y apenas transi antagonistas: a saber, entre independencia y retorno a la depen
torio en su virtual eternización). dencia (como si existiera la oportunidad perpetua de una alterna
Lejos, pues, de constituir o de ofrecer una salida, el objeto tiva). Uno siempre puede volver a casa... Después de todo,
transicional es más bien lo que encierra en la relación de posesi- explica el Dr. Winnicott, cuando el individuo integra grupos ex
vidad, de dependencia con la madre. Si bien es una primera trafamiliares, ¿acaso no son de hecho la extensión de la familia,
posesión, sería entonces en el sentido en que es el niño quien se si es que no pertenecen al seno materno primordial, del que sólo
deja poseer, en todos los sentidos del térmico... son, en suma, un desplazamiento?
Y por otra parte, somos nosotros, como buenos “doltoianos”, No nos extendamos más, sólo indiquemos que esto le da a
quienes a toda costa buscamos discernir allí al menos una poten Winnicott la oportunidad de entonar un verdadero himno a la
cialidad simbolizadora (y subjetivante) por la que Winnicott no familia, a la buena “familia intacta” que permite que uno se des-
62. Término que Winnicott evidentemente se esfuerza por alejar (en vano).
63. En I'he Family and Individual Development, ob. cit., cap. 11.
134 DOLTO / W INNICOTT
LA ILUSIÓN
135
64. Al igual que hablará, más adelante en la misma recopilación, del ordi-
nary goodhome, garante de la democracia... (Ibídem, págs. 160 y 169). 70. Véase la cura de Cecil en La conmltation thérapeutirme et l'enfant ob cit
65. JR , pág. 134. pág. 247. J ’
66. Ibídem, pág. 151. 71. Por lo tanto, no es sorprendente que subraye además la importancia de
67. Ibídem, pág. 149. la ambivalencia adquirida, y que manifiesta tal apego a la estructura de la para
68. Encontramos otra hermosa muestra significativa del choque-asimila doja (que une una cosa y su contrario).
ción de ia madre con el analista en CE, págs. 344 y 354. 72. Acerca de “hilo”, habría una manera, teniendo presente en la memoria
69. JR , pág. 150. Mil litante/, ambigua, de releer el texto con el cordel que separa y ata en el
minino movimiento. Véase JR, pág. 27.
136 DOLTO / WINNICOTT
fases primarias del desarrollo. Si bien esta conjunción -el bebí aunque sea como padres, es demasiado evidente que el hecho de
(el infans) y la ética- puede sorprendernos en un primer moinmj, ¡r señalando lo que está bien y lo que está mal -o de lo que se
to, para Dolto y Winnicott la ética también es un asunto “bcl>(,. supone como tal, o de lo que se sostiene como tal, con o sin
lógico”, que va a encontrar una modalidad de inscripción osen, razón- constituye, no la totalidad (¡lo cual podría parecer una
cial en las coordenadas infantiles. comprobación demasiado desesperante!), pero en todo caso una
Entendámonos bien. No se trata aquí de la cuestión de |a parte considerable de la relación asumida con el pequeño: ella se
ética tal como se la entiende en el seno de los comités especiali expresa, en efecto, en nuestras disposiciones educativas, a través
zados, allí donde tal reflexión puede contemplar programas y de los términos opositivos permitido/prohibido, obedecer/des-
políticas, en materia de elecciones de sociedad u otras. Ya no se obedecer, hacer/no hacer, tocar/no tocar, etc., o en lo que tam
trata de lo que sería del orden de los códigos profesionales o lo bién se llama, para recordar su legitimidad requerida, “enseñar
que remite a principios de alcance deontológico. Por esta razón los límites”. No caben dudas de que allí se juega una parte esen
esto debe incluso ser distinguido hasta cierto punto (que habría cial del trabajo psicoeducativo. También es allí donde pueden
que precisar) de lo que pudo promoverse en nombre de una “éti prender los sentimientos de fracaso y derrota, incluso en sus ava-
ca del psicoanálisis”, tal como Lacan la convirtió por un tiempo tares sintomáticos neurotizantes; allí donde también opera aque
en objeto de su seminario, para inscribirla en un lugar preemi llo que puede ensombrecer, en el niño, lo que constituye su
nente entre sus enseñanzas.1 vivencia, su cotidianeidad...
De manera más radical (literalmente), o más original y con Y, respecto de este intercambio potencial conflictivo, y cuán
creta -si podemos designar así esta concretud que presentifica al delicado, es comprensible que Freud haya dado en la tecla, si
pequeño humano-, el objetivo aquí es señalar cómo la ética, la puede decirse, al enunciar que es justamente todo este embrollo
noción del bien y del mal, encuentra el modo de inscribirse en el de la sumisión, de la imposición, en síntesis, de la autoridad
humano ya desde el tiempo primordial de las premisas de su ser -aceptada, rechazada, consentida o forzada-, el que vuelve la
y recibe de allí un valor propiamente estructural, y preguntar educación una tarea propiamente imposible.
nos, por lo tanto, sobre la repercusión antropológica resultante:
¿en qué consiste ese enraizamiento primordial de la ética en el
humano, que se manifiesta efectivamente en la vida del pequeño EL"BEBE FREUD"
y, a la luz de lo que nos transmiten al respecto Dolto y Winni
cott, en la vivencia misma del bebé, en aquello por lo que tiene Y, al referirnos a Freud, es momento, antes de volver a nues
que pasar? tros Dolto y Winnicott, de recordar su propia concepción del
Dicho esto, no nos sorprenderá que la ética (las cuestiones de niño, lo que para él es el niño, tal como lo consideramos por el
valor respecto del bien y del mal) ocupe un lugar tan importante momento, respecto del proceso educativo.
en la vida del niño. Después de todo, para quien tenga una expe Subrayemos entonces que, para Freud, en un comienzo el
riencia al menos mínima en educar niños desde muy pequeños, niño se encuentra inmerso, ante todo, en su propia pulsionalidad
bruta, que pone de relieve la exigencia imperiosa de la satisfac
ción aferente de las pulsiones, aquello de lo que da testimonio
1. Lacan, Jacques (1986): Le séminaire, Libro VII, L ’éthique de la psychanaly- primordialmcnte la oralidad, algo que Melanie Klein llegará a
se, París, Le Seuil [ed. esp.: El seminario, Libro VII, La ética del psicoanálisis, trad. subrayar todavía más. De modo que la educación (según Freud)
de Diana Rabinovich, Buenos Aires, Paidós, 1989J. va a consistir, en pocas palabras, fundamentalmente en reducir,
142 DOLTO / WINNICOTT LA ÉTICA 143
cuando no en quebrar (o refrenar), esa virulencia pulsional, gencia pulsional y coerción civilizadora es exactamente lo que se
puesto que no podrá ser tomada en cuenta ni tolerada como tal. encuentra actualizado, en el nivel del individuo, bajo la forma
Nos encontramos en una perspectiva del orden de “erigir” 0 del conflicto que opera en la escena psíquica: entre las reivindica
“enderezar” al niño, para evitarle que se pierda en lo absoluto de ciones sin concesión de la pulsión por una parte y la instancia del
las reivindicaciones pulsionales reducidas a su intensidad bruta, Yo por otra -luego reforzado por el Superyó-, con la puesta en
por no decir su animalidád instintual. funcionamiento de sus consiguientes dispositivos de defensa. Ésa
No nos equivoquemos: no hay allí ninguna hostilidad a priori es, como sabemos, una piedra angular del edificio conceptual
hacia el niño, ninguna cuestión peyorativa retrógrada frente a un freudiano, que instaura el conflicto en el centro del psiquismo,
niño que no sería considerado sino como un ser que debe ser es decir, convirtiendo la escena psíquica en el lugar de una con-
castigado. ¿Cómo sería esto posible por parte de aquel -Freud- flictividad intrínseca que los procesos de defensa apuntan a cir
que ciertamente contribuyó más que nadie a (volver a) brindar al cunscribir, aunque sea al precio (neurótico) del síntoma. Lo cual
niño su valor pleno, particularmente al reconocerle un valor de lo convierte, al mismo tiempo, en el lugar donde se instaura la
determinación esencial respecto de lo que constituye el devenir visión freudiana de lo humano (relacionada con el inconsciente).
en potencia, si no es la grandeza, de un ser humano? Pero, para Esto muestra la importancia de lo que estamos diciendo aquí
él, ya que en el niño domina sin matices la loca exigencia de la y el carácter crucial de lo que ello supone en el plano del niño,
reivindicación pulsional, es indispensable —es la tarea de los edu del bebé, en esa tenaza donde él, ser pulsional, es el blanco de lo
cadores- oponérsele para reducir la desmesura de su exceso. Al que viene a oponérsele, con resolución y firmeza.
respecto, este inevitable “enderezamiento” coloca al adulto edu Cierto es que aquí sólo damos una idea aproximada, un muy
cador en una oposición fatalmente conflictiva con la pulsionali- (demasiado) breve resumen de las concepciones “psicoeducati-
dad irreflexiva e irreductible del niño... vas de Freud respecto del niño. Pero ayuda a aclarar, aunque
YFreud insiste mucho más en esa fuerza irreprimible (¡pero sea indirectamente, lo que Dolto y Winnicott pretenden apor
que se debe reprimir!) en el niño, en la medida en que, para él, tarnos al respecto, en la medida en que para ellos (y aquí, para
hay que poner en evidencia el aspecto cultural de esa necesidad nosotros) se trata de situarse en un nivel más primordial en otro
de yugularlo. Kn efecto, mas alia del aspecto individual que se sentido, en el nivel de la estructura primaria.
juega allí para cada niño, en esa tarca de domesticación de la
pulsión reside exactamente la exigencia necesaria para que
advenga colectivamente la civilización (Kultur) de los humanos. ¿EL NIÑO IDEALIZADO?
Freud no deja de insistir en ello, a riesgo de subrayar el carácter
imperioso, pero también intensamente doloroso por las restric Esta evocación freudiana puede remitirnos primero a Dolto.
ciones que impone a los humanos, quy tiene esa tarea civilizado Dolto quien, como hemos recordado desde el principio, se hizo
ra. Allí se encuentra, para Freud, el componente ‘ trágico en la conocer sobre todo por valorar tanto al niño, al niño más peque
condición del humano: el hecho de que no pueda alcanzar (even ño, al punto de que (a veces) se le pudo reprochar tal idealiza
tualmente) los refinamientos sublimes de la cultura sino some
tiéndose al yugo de esa operación dragoniana de restricción y de
renuncia de sus reivindicaciones pulsionales constitutivas.
Mediante lo cual se establecerá aquí un paralelo entre lo
3 ción (del niño-verdad). Y es verdad que tendría cierta tendencia,
no sin alguna inclinación “rousseauniana” (¿?), a considerar que
es en el niño, por no decir en el bebé, donde está mejor repre
sentado el valor de lo que hace al humano, antes de ser dismi
colectivo y lo individual. En electo, este antagonismo entre exi nuido y estropeado en (y por) las “personas grandes”, olvidadas,
144 DOITO / WINNICOTT 145
LA ÉTICA
diríamos, de los valores infantiles. ¿Cómo se articula esta visión que es aspire a esa adquisición civilizadora, cualquiera sea la re
idealizante del niño con la concepción freudiana, que, al ser nuncia y la restricción que deba costarle. Pues, de cualquier mo
menos euforizante, instaura que los valores de humanidad, de do, el deseo somete al niño a esa aspiración, cuán manifiesta, que
cultura, sean impuestos al niño (que seguiría estando, si no atas lo empuja precisamente a querer igualar a los mayores, a conver
cado, al menos sumido en la influencia enconada y bruta de la tirse en alguien “como las personas grandes”. Muchos son los
pulsión)? pasajes esenciales donde Dolto insiste en esta dinámica que lleva
Evidentemente, Dolto no contradice lo que sostiene Freud al niño en su devenir, en su crecimiento, en su “allant-devenant”,
en cuanto a reconocer un valor civilizatorio a lo prohibido. En haciendo que anhele igualar a los mayores adultos, mediante la
efecto, hacer -como algunos- una apología del “niño-rey”, don dinámica identificatoria que eso supone, tan exigente como lo
de se preconizaría un laxismo a ultranza, es desconocer total que se ha descrito sobre la pulsión.4 Señalémoslo al pasar: así
mente su enseñanza. Dolto, por el contrario, no dejó de insistir como Winnicott, como hemos visto, no deja de insistir (hasta
en el valor edificante y estructurante de lo prohibido, al punto desconcertarnos) en esta identificación de la madre con su bebé,
de inscribirlo en el centro de su concepción del proceso de desa en Dolto encontramos aquí, en sentido inverso, el hecho siste
rrollo del niño, a través de lo que ella promovió sobre las inter mático de una moción identificatoria del pequeño para con los
venciones simbólicas entendidas como castración simbolígena mayores por donde pasa desde el comienzo la tensión misma del
(como ya hemos recordado en el capítulo anterior). Las “castra deseo5 (que entonces no sólo es tener, sino también ser, ser
ciones” designadas de este modo apuntan a la promoción huma como).
nizante del infans sujeto, hasta la que debe poner un término En todo caso, el bebé Dolto no es aquel que sufriría, con
conclusivo, “la castración edípica”2 (que precisamente sella en el mala intención, de frente (¡!), la retorsión educativa que viene a
humano la prohibición del incesto). oponerse sin concesiones a sus exigencias pulsionales incontrola
¿Es decir, entonces, que Dolto adhiere pura y simplemente a das. También es aquel que adhiere a lo que esto por cierto exige
las posiciones dominantes de Freud? Hay que mirar el asunto de él, pero que lo convierte en humano, en ciudadano de la
más de cerca.3 De hecho, si bien Dolto conserva lo esencial de lo comunidad de los humanos, permitiéndole acceder a ella de
que la represión pulsional valora y promociona en el niño, para modo pleno. Y lo mismo sucede en el centro inconsciente (¿?) de
el niño -en el sentido del deseo-, aporta un matiz importante: y su deseo, que lo lleva a aceptar sacrificar lo absoluto de la pul
es que el niño, aun cuando ese proceso parece destinado a “eri sión, sobre todo puesto que puede medir su inanidad, y lo que
girlo”, a domar su naturaleza, no es intrínsicamente hostil. El gana... con esta pérdida. Vemos cómo, en este punto sensible,
niño, sostiene implícitamente Dolto en lo que puede parecer una Dolto introduce, sin salirse de la línea freudiana - y lacaniana, es
paradoja (cada uno tiene las suyas), se encuentra también allí decir, que relaciona el deseo con la ley-, un matiz seguramente
como parte implicada, positivamente, por más que el humano
4. Lo cual explica, por ejemplo, que la imagen del cuerpo tome prestado al
cuerpo del Otro y que sea llamada inconsciente precisamente por elaborarse en
2. UC, pág. 186. el lugar (corporal) del Otro, el cuerpo del adulto que constituye para el niño un
3. De la misma manera que ya hemos reexaminado, precisamente, su posi modelo superior, idealizado.
ción respecto del Edipo freudiano, stricto sensu. F. Dolto, une filie de Freud 5. Esto podría dar lugar a una confrontación cruzada (y contradictoria allí
emancipée (Actas de la jornada de los Archives 2005 - Dolto/Freud, de próxima también) con la noción de identificación primaria, en el sentido literalmente
publicación). prehistórico que le confiere Ereud.
146 DOLTO / WINNICOTT
LA ÉTICA 147
crucial, y cuya incidencia, es fácil conjeturarlo, volveremos a primeros balbuceos de la vida del bebé, al punto de verlo como
encontrar a continuación. una suerte de paso obligado (en el mejor de los casos) del des
Lo cierto es que estas últimas evocaciones nos han conducido arrollo primordial. Esto va a conducirnos a abrir un aspecto dife
hacia lo educativo en general, hacia el lado del niño que hay que rente de este desarrollo, que no por ello constituye un punto
educar, cuestión ciertamente presente tanto en la enseñanza de menos crucial de toda la elaboración winnicottiana.
Dolto, como acabamos de ver, como en la de Winnicott .6 Pero Para situar de entrada su planteo, debemos volver a conside
estas consideraciones psicoeducativas sólo son válidas para el rar la dinámica del desarrollo primario -tal como lo hemos espe
niño más grande y nos alejan un poco de nuestro propósito, que cificado mediante la noción de un tiempo primero (“fase I” dirí
es restituir cómo opera la ética, de manera completamente pri amos) y de lo que constituye la salida de ella- a la luz de lo que
mordial, en el nivel mismo de la estructuración humanizante tal viene a aportarle la noción que aparece aquí como “posición de
como es pensada por nuestros dos autores, desde el comienzo presiva”. A decir verdad, es un término que Winnicott no encon
mismo en el infans. Pues lejos de que la ética sea algo que apare traba necesariamente satisfactorio, pero no podía dejar de reto
ce posteriormente y que, por ende, se superpondría a un primer mar esta denominación impuesta por la anterioridad autorizada
nivel -el nivel de lo que ya está en curso del devenir-, vamos a de Melanie Klein. Sin volver más a las sinuosidades de la doloro-
descubrir, con Dolto y Winnicott, que esta dimensión participa sa filiación Klein-Winnicott (dolorosa sobre todo para este últi
del desarrollo mismo del bebé, en su evolución primordial, la mo),8 contentémonos con indicar qué significa esta noción en
cual, por ende, no se lleva a cabo... sin la ética, que le da senti Winnicott (es decir, sin dar cuenta de todas sus características,
do .7 Ambos marcan al respecto una insistencia similar: la ética que ya se encuentran en Klein). Pues, en realidad, más que el'la
pertenece al principio de las premisas infantiles originarias de las do “depresivo”, Winnicott va a retener sobre todo la idea| de
que participa en cuanto tal y de las que, incluso, constituye el “posición” para dar cuenta de que hay un tiempo del desarrollo
fundamento. En este punto son unánimes, aunque no concedan del infans en el que se produce una mutación cuyas repercusio
a este principio original el mismo alcance ni la misma significa nes en el nivel de la ética será posible comprender.
ción. Pero no nos anticipemos. Introducir así el surgimiento de algo, de una “posición” nue
va en el desarrollo de la diacronía infantil, supone -como siem
pre en este tipo de teorizaciones y como sucede a menudo en
LA "POSICIÓN DEPRESIVA” Winnicott- la distinción más o menos somera de un antes/des
pués. Y esto vale para la “posición depresiva” que instaura un
Tal vez ahora sea Winnicott quien nos ayude a recalar en el después donde, por supuesto, ya nada es lo que era antes. Pero
nivel de lo primordial, pues parece tener más sistematizado resta determinar qué es lo que así aparece de inédito en el infajis.
cómo algo del orden de lo ético -bien/mal- ya es inherente a los Subrayemos primero que, desde el punto de vista de la crono
logía, esto no supone ningún tipo de refinamiento suplementa
rio: no hace sino renovar las premisas que fueron explicitadas
anteriormente, a saber, la detección de una fase primordial,
6. Pensamos en los trabajos de éste especialmente sobre lo que llama “ten
dencia antisocial”. Véase también, entre otros, un texto en PM, cap. 3: “Morale
et éducation”. ¡Todo un programa!
7. Así, podríamos desarrollar hasta qué punto la imagen del cuerpo (en
8. Como podemos ver cuando evoca (en varias oportunidades) el poco
Dolto) es ética, en su esencia misma. reconocimiento que obtuvo por ello.
148 DOLTO / WINNICOTT LA ÉTICA 149
inaugural, que precede por su especificidad -es inútil volver Lo que sobre todo le importa a Winnicott, a fortiori respecto
sobre ello- a todo lo que luego se instaura. El término “posición de esta posición depresiva, es poner en evidencia la fractura imita
depresiva” no hace sino aportar precisiones sobre el momento tiva, la ruptura decisiva que tiene lugar en ese momento bisagra
final de terminación de esa fase primaria, señalando lo que va a en el que aparecen tantos elementos nuevos, correspondientes a
ser, en el momento de la culminación, su superación, y situándo una transformación de las vivencias del niño.9
lo, es esto lo que nos interesa aquí, en una clave propiamente En la medida en que Winnicott banaliza toda la diversidad de
ética, en el sentido que hemos dado a esta denominación, es las demás etapas, va de suyo que este momento bisagra adquiere
decir, en el plano de los valores que deben instaurarse. por ello una importancia considerable, que se convierte en la ma
Al respecto, señalaremos a qué punto el esquema cronológico triz de todas las mutaciones decisivas para el infans. En algunos
está notoriamente simplificado en Winnicott. Mientras que en de sus primeros estudios, aísla tres grandes mutaciones. Son,
Dolto -así como en Freud- es posible señalar diferentes etapas como hemos visto, la integración, la personalización (acuerdo psi
sucesivas (en ella, además, desmultiplicadas), en Winnicott siem que-cuerpo) y la relación con la realidad (tiempo y espacio), o
pre encontramos la misma barra temporal que franquear, que él realización del objeto,10 con a veces también otros ingredientes.11
sitúa alrededor de la segunda mitad del primer año de vida, alre Pues bien, la “posición depresiva” corresponde a la puesta en evi
dedor de los seis meses. Winnicott no ignora, sin embargo, los dencia de un nuevo elemento -relacionado con la ética, con el
diferentes estratos del trayecto libidinal freudiano. Pero, al sentido del bien y del mal- que surge en ese mismo momento
reemplazarlos en el eje temporal, los relativiza y se diferencia mutacional, donde el término “posición depresiva” puede conver
globalmente, oponiéndole el surgimiento de una temporalidad tirse así en su denominación adecuada. Así, esta “posición” (o
primera, preliminar -podríamos decir, en ese sentido, “prefreu- fase) se inserta en el relato desarrollista de Winnicott a la manera
diana”-, que como hemos explicitado suficientemente Winnicott de una fábula, fabula conceptual edificante de la que hoy tenemos
relaciona con la influencia del ambiente. Por esta razón, la única que tomar conciencia, una fábula con su moraleja (¡cabe decirlo!).
frontera temporal a la que concede una atención particular -y Dispensémonos de insistir en la crítica que habíamos enuncia
que encontramos ahora rebautizada como “posición depresiva”- do respecto de la carencia de explicaciones por parte de W inni
es la que pone un término a la famosa fase I. Hay aquí y allá cott cuando da cuenta de tales superaciones decisivas. ¿Cómo no
otras indicaciones temporales -el caminar, el Edipo, entre los sorprenderse, sin embargo, de que no diga más, cuando medimos
dos y los cinco años-, pero no cuestionan el recorte esencial que la amplitud de las transformaciones mutacionales que él sitúa en
aísla un tiempo primero, primero en... todo lo demás que sigue, ese mismo espacio, en ese mismo momento estratégico, nada
como lo indica el siguiente diagrama rccapitulativo. menos que para convertirse en una persona (llamada “total”)?
Y, al respecto, en lo que concierne a lo que este momento
posición
depresiva -hoy recalificado como “posición depresiva”- introduce en el
oral, anal / _____________ EdlP°
L
150 DOLTO / WINNICOTT LA ÉTICA 151
nivel ético, sólo podemos subrayar, para nuestro asombro, qüe jjjos las fórmulas de Winnicott, al estatus de “persona total” -es
Winnicott, por su parte, no apela a lo prohibido, en el sentido en el sentido mismo de la integración-, esto pueda estar acompaña
que lo hemos encontrado, por el contrario, en un lugar estructu- do por algún sentimiento nuevo inédito por los demás, comen
ral en Dolto (a partir de Freud y Lacan). Si el bebé llega a la zando -sospechamos- por ese otro privilegiado que es la madre.
ética, digamos, a alguna apercepción del bien y del mal, en Win- ¿Pero cómo -volvamos a ello- comprender tal mutación
nicott no se logrará a través de lo prohibido, cuyo valor simbóli “ética”, tal inversión de los valores, incluso también tal acceso a
co no es reconocido como tal, lo cual es muy coherente con todo los valores como tales? Para responder, hay que volver a partir
lo que hasta aquí hemos mostrado sobre esta carencia de lo sim de la agresividad innata, de esa agresividad fundamental que
bólico en su pensamiento.12 también Winnicott supone (¿como Lacan?) en el niño lactante.
Pero es una agresividad que primero éste desconoce, en un tiem
po primordial en que ella equivale de hecho a su vitalidad bioló
LA SOLICITUD ( CONCERN) gica, en especial motriz, con la que se confunde.
Según Winnicott, el infans no puede pues hacer suya una agre
El desafío sigue siendo, sin embargo, enseñarnos cómo el sividad que alberga involuntariamente, aún menos puede “refle
bebé, “su” bebé, llega a la ética (o se “etiza”, como se atreve a xionarla” o sentirla como una destructividad (conocida) de la que
decir, por su parte, Dolto). Al respecto, ¿qué aporta, pues, exac sería el agente afortiori intencional. Y todo aquello en lo que va a
tamente de nuevo aquello que se designa como “posición depre insistir, pues, Winnicott, es en determinar la manera en que el be
siva”? Winnicott expresa claramente la respuesta en varias opor bé, justamente, va a lograr -integración mediante (pues no será en
tunidades. Lo que surge en ese instante, en esa “posición”, es, efecto posible sino una vez adquirida la integración)- comprender
retomando sus términos, la capacidad de soledad, si se nos permite la envergadura de lo que él ignoraba era la agresividad. Pues, al
traducir de este modo concern del inglés. Esto quiere decir que el comienzo, si hay agresividad, sólo podría ser reconocida como tal
bebé se convierte entonces (cuando alcanza esta “posición”) en para un tercero observador, “para nosotros”, y no para él.
alguien que se preocupa por el otro, en particular por el hecho Eso que al comienzo puede tomar forma de agresividad no es
de que él mismo puede hacerle mal, dañar, cuando no herir al sentido como tal por el bebé, que no puede comprender su esen
otro. Esto es, pues, condensado en pocas palabras, lo que resume cia. Era agresivo, y no lo sabía... Esta agresividad no puede,
todo el asunto, aquello mediante lo cual el niño accede a la capa pues, corresponderse con una intencionalidad agresiva (todavía
cidad de sentir inquietud respecto de otro, respecto del mal que no hemos llegado, insiste Winnicott, a lo que más adelante
ha podido -¿real, imaginariamente?- infligirle. Así, pasa de un podrá sobrevenir como reacción de cólera ante la frustración,
tiempo de “pre-concem” al surgimiento de ese “concern”, lo cual pero primero, si adherimos a su planteo, esto no existe). Esta
significa literalmente poder sentir que el otro le concierne a él “agresividad” (pongámosle, pues, las comillas que se imponen) se
mismo. Al menos hay algo que aspira a la lógica en esta descrip confunde al principio pura y simplemente con la motricidad que
ción. Es la idea de que en el momento en que accede, si segui- inquieta al niño y lo anima en su corporeidad natural, en su
vivencia intrínseca.13 Motricidad, tal como acompaña la vitalidad
que decir la fábula- de la inocencia: el pequeño es descrito como meses” .20 Y concluye con elocuencia: “La posición depresiva es,
“inocente”, en la medida en que se supone que no percibe nada pues, una cuestión compleja, un elemento inherente a un fenó
de lo que su conducta puede encubrir de objetivamente “agresi meno discutible, el del paso de todo ser humano de la precom
vo” y, si pudiera hablar (lo cual Winnicott no podría considerar) pasión (pre-mth) a la compasión (mth) o solicitud”.21
se engañaría con alegar sólo el amor (para con el objeto-madre Y para comprender lo que produce esta mutación, al menos
como objeto parcial). Así, se encuentra, pues, en un estado de conmovedora, en el niño, debemos conformarnos por toda
inocencia (primaria), de ignorancia primordial. explicación con esto: que se da solamente cuando accede al esta
Y de pronto, resulta que todo se aclara en lo que respecta a su tus de “persona total”. Más precisamente (es el más puro Winni
condición. Es el nuevo motor que se cumple en ese mismo ine cott): “Para llegar a la posición depresiva, es preciso que el niño
fable momento de la integración (del Yo), y que encuentra cómo se haya establecido como persona total, que tenga -como perso
liberarse esta vez del complemento ético llamado de la “posición na total- relaciones con personas totales”,22 entre ellas, especial
depresiva”. Como no poseemos explicaciones agudas o detalla mente, la madre. Tal vez incluso sea así (nos arriesgaremos a
das del proceso en juego (respecto de su eventual mecanismo deslizamos en este dédalo de los arcanos winnicottianos) como
interno), nos sentimos libres de describir lo que sobreviene allí puede descubrir a su madre como “total”, a su madre, justamen
como, por qué no, una suerte de “toma de conciencia”. Todo te en el sentido en que ella se revela como sufriendo las conse
sucede como si el bebé tomara entonces conciencia -¿por qué? cuencias de su agresividad (entonces comprobada), de lo que
¿cómo? ¿por qué ahora...?- de la agresividad actuada que desco (para él) se revela como algo que puede ser agresivo, destructor,
nocía hasta entonces; y al mismo tiempo comprendiera (¿me lesional. Dicho de otro modo, el bebé descubre a la persona
diante qué i?isight sufrido?) que ese actuar -que era sólo motor total-madre en el momento en que toma conciencia de la ampli
es susceptible de hacer mal, de dañar a las personas del ambien tud de la agresividad odiosa que es capaz de expresar, que pudo
te, que pagarían el precio. Tal es, resumida apenas, la aparición haber expresado, hacia ella (lo cual también es una manera de
del concern o de la piedad (mth). descubrirse a sí mismo, de percibirse en su ser, en cuanto agresi
Volvamos al texto de Winnicott: “Hay que subrayar que el vo). El niño tomaría conciencia del mal que provoca, que pudo
niño no se sabe impiadoso, pero mirando hacia atrás [...], el provocar, cuando no del dolor que está en condiciones de pro
individuo puede decir: ‘¡era impiadoso en ese entonces!’. Ese ducir, mediante la agresividad “cruel” que descubriría después
estadio (pre-rutb) precede al de la compasión. En un momento u que era, que había sido, la suya. Accede entonces al concern frente
otro, prosigue Winnicott, en la historia del desarrollo de todo al otro, a la capacidad loable, nos atreveríamos a agregar, virtuo
ser humano normal, se da ese pasaje del estadio de la precompa sa, de preocuparse por el otro, al comprender (retroactivamente)
sión (pre-rutb) al de la compasión (mth). Nadie lo discutirá [afir la amplitud del mal que pudo hacerle padecer... ¿Pero, de qué
ma perentoriamente el autor, pero toda su imprecisión viene a mal se trata exactamente?
continuación:]. Pero [él mismo pregunta:] ¿cuándo sucede esto? Notemos que, para un ser tan pequeño, son muchas las ni*,as
¿Cómo? ¿En qué condiciones?”. Y continúa: “El concepto de que debe realizar en un lapso de tiempo muy corto. Pero esta
posición depresiva intenta responder a estas tres preguntas.
Según este concepto, el paso de uno a otro se produce gradual
mente, en determinadas condiciones definidas de maternaje, 20. PP, pág. 235.
alrededor del período que se sitúa entre los cinco y los doce 21. ídem.
22. PP, pág. 233.
156 DOLTO /WINNICOTT LA ÉTICA 157
objeción no podría detener a Winnicott, cuya propensión a eny vivido a ellas,25 el niño concibe igualmente todo un escenario de
merar todos los pequeños “eurekas” de los que es capaz su bebé reparación para los errores que habría cometido, que le habría
arquimédico ya hemos señalado, como aquí en el terreno de los hecho sufrir (a su madre), a fin de allanar por ese medio el cami
valores éticos. no para una suerte de restauración (de lo que fue dañado, lesiona
Pero el relato, ya bastante recargado -de giros dramáticos- do o herido). Si el niño es culpable, se siente culpable, y así llega,
no se detiene allí. Falta una última peripecia que debemos rela de alguna manera, a enmendarse, así como el culpable, diríamos,
tar siguiendo a Winnicott con la mayor fidelidad posible. La debe pagar por sus crímenes: después de la falta, la redención...
siguiente etapa consistirá en precisar que, al mismo tiempo que Winnicott explica: “El niño sano puede soportar esta culpa y,
se da cuenta (retrospectivamente) del carácter agresivo si no des así, con la ayuda de una madre verdadera y viva (que encama un
tructor (¿odioso?) de su relación primera con el objeto, con el factor tiempo), se vuelve capaz de descubrir su propia necesidad
otro, y accede así a la capacidad de solicitud {concern), el peque personal de dar, de construir y de reparar”.26
ño, al término de todo ese insight moral impresionante, descubre
simultáneamente lo que se relaciona con su responsabilidad (cual
pescador que comprende después la amplitud del mal que no BEBÉ CULPABLE
sabía que había causado). Hablábamos de “fábula”, esto incluso
tendría -en cuanto al criminal que no es tal, o que no sabía que
lo había sido- alguna referencia (encriptada) al mito de Edi- En este estadio de lo que se presenta como un relato a la
po ...23 Más aún cuando todavía hay un último paso decisivo en manera del Génesis -vale decir, puesto que se trata del conoci
ese contexto que Winnicott no duda en dar, hablando de sentido miento del bien y del mal-, detengámonos un instante para exa
de la culpa. En efecto, el pequeño se descubre culpable (a poste- minar sus implicaciones, incluidas las éticas, justamente. Pues,
riori) de los actos cuyo carácter agresivo empieza a medir (re en suma, Winnicott nos describe un humano presa del mal, en
trospectivamente), tal como ese carácter se le revela después, todo caso un pequeño humano que no se convierte en sí mismo
como sentimiento de culpa. “Con este estadio aparece la capaci sino al descubrir, aunque sea a su pesar, si no es el odio (por
dad de sentirse culpable. Se deduce de ello que una parte de la relajado que esté el uso de este término en Winnicott), al menos
agresividad se transforma clínicamente en pena o en sentimiento la culpa. “Estamos, sin embargo, en condiciones de ver en nues
de culpa, o en un equivalente físico como el vómito. El senti tro trabajo este elemento muy importante en el desarrollo de los
miento del pequeño niño es que le hizo mal, en el período de individuos: el origen de la capacidad de sentir la culpa”.27
excitación, a la persona amada y de allí deriva la culpa”.24 El infans winnicottiano no se convierte plenamente en huma
¿Y cómo reacciona el niño ante ese sentimiento de culpa? Es no sino al entrar en la culpa para asumirla. No estamos muy
el pequeño refinamiento complementario que viene a agregarse lejos de una doctrina del pecado, que incluso deberíamos llamar
a ese fantasioso relato winnicottiano. Pues, al comprender que, a
pesar de sus acciones hostiles, la madre sobrevive, que ha sobre
J
160 DOLTO / WINNICOTT LA ÉTICA 161
el acento es la necesidad de que esa culpa sea del niño, que esa primitivos del desarrollo afectivo del individuo, no hay que bus
culpa -para constituir esa fase necesaria, absolutamente requeri car un sentido de la culpa. El yo no está lo suficientemente fuer
da para la humanización del sujeto- sea, por ende, suya y no esté te ni organizado como para aceptar la responsabilidad de las pul
obnubilada, por ejemplo, falseada, por la manera en que podría siones instintuales y la dependencia es casi absoluta. Si bien el
confundirse, falaciosamente, con la culpa de una madre depresi desarrollo es satisfactorio durante sus primeros estadios, aparece
va, lo cual tendría el nefasto efecto de obstruir el acceso del niño una integración del yo que vuelve posible el nacimiento de una
a una culpa que se ve beneficiada al deber ser verdaderamente la aptitud para la preocupación. Poco a poco, en circunstancias
suya propia. Winnicott, de quien sabemos que él mismo tuvo favorables, se edifica en el individuo una capacidad para sentir
que lidiar con una madre de este tipo ,35 se tomó el trabajo de culpa en relación con la madre, lo cual está íntimamente ligado a
escribir todo un texto para subrayar la necesidad de esta especi la posibilidad de operar una reparación. Cuando esta capacidad
ficidad de la culpa propia del niño. La fusión, hay que creerlo, de solicitud se ha establecido, el individuo comienza a estar en
no podría llegar al punto de mezclar las culpas.36 una posición que le permite vivir el complejo de Edipo y tolerar
Así, sin dejar de reconocer lo que puede haber de absurdo en la ambivalencia inherente al estadio más tardío en el que el niño,
los avatares del sentimiento de culpa,37 Winnicott no deja por si no es inmaduro, está implicado en relaciones triangulares,
ello de insistir en pensarlo como aquello a lo que corresponde, como las que existen entre seres humanos acabados [...]. En este
según él, el acceso a la humanidad para el niño, su entrada en el contexto -prosigue Winnicott-, no puedo hacer nada más que
orden de la civilización, en virtud de lo que convierte, pues, el reconocer el hecho de que en algunas personas o en una parte de
sentido de la culpa en un valor primordial, casi en una virtud. estas personas, hay truncamiento del desarrollo afectivo en las
“El sentido de la culpa, incluso cuando es inconsciente e incluso fases más primitivas, y, en consecuencia, una falta de sentido
cuando aparentemente es irracional, sobreentendido, en cierta moral. Allí donde no hay un sentido moral permanente, es nece
medida, crecimiento afectivo, salud del yo y esperanza”.38 El sario inculcar un código moral”.41
valor, continúa -atribuyendo la promoción de este tema a Mela-
nie Klein - 39 “está íntimamente ligado a la capacidad de sentirse
culpable”.40 DOLTO: CONTRA LA CULPABILIZACIÓN
Dejemos, por último, que Winnicott nos ofrezca su propio
resumen rccapitulativo de todo ese apartado: “En los estadios Ya hemos señalado que Dolto, al igual que Winnicott, inscri
bió la dimensión de la ética en el centro de su reflexión beboló-
gica. Desde el comienzo, el humano es el blanco de la ética y, en
35. Lo cual puede explicar que vuelva tan a menudo a esta situación, para él este punto, los dos discursos parecían partir de un acuerdo de
típica, hay que creerlo, en que la madre es depresiva. En suma, la madre winni- principio a priori. Pero, llegados al término de nuestra excursión
cottiana o bien es good enougb o bien está deprimida... winnicottiana, ¿dónde estamos en este paralelismo? No nos sor
36. Véase el texto “1.a réparation en fonction de la défense maternelle
organisée contrc la dépression", PP, pág. 83.
prenderemos si debemos dar cuenta in fine de una gran diver
37. Ibídem, pág. 337. gencia en sus enunciados. Porque mientras que Winnicott cons
38. Ibídem, pág. 339. truye su libreto moral sobre una valorización de la culpa, el
39. Sin embargo, el valor es un término al que Dolto recurre de manera
significativa, en particular, señalémoslo, en sus estudios acerca de la hija (de lo
femenino).
40. PP, pág. 345. 41. Ibídem, pág 346.
162 DOLTO / WINNICOTT
LA ÉTICA 163
discurso de Dolto va a proceder en una dirección exactamente Incluso podemos decir que todo su compromiso como cristiana
B
opuesta: ya no se trata solamente de distancia entre ellos, sino de
P g¡ra precisamente alrededor de esto: la denuncia de la culpa. Lo
antagonismo.
fh mismo vale para su manera de comprender el mensaje del Evan
Pues allí donde Winnicott insiste en la valorización de la
P gelio (y la acción de Cristo), y es también el sentido del “No ten
culpa al punto de convertirla en un índice del valor humano, p0.
P gan miedo” que ella hizo grabar en su lápida: no se sientan culpa
dríamos decir rápidamente (pero con mayor exactitud) que, p0r ()1 bles, no se sometan a las angustias de la culpa corrosiva, que roe al
el contrario, esa culpa (con, de manera similar, la tendencia po lti humano, como un veneno, como los celos, que son su reverso.
sesiva de los adultos), la bestia negra, fue ¡el blanco de la Dolto Es difícil entonces no subrayar la suerte de divorcio radical
analista! Lejos de hacer de la culpa un valor, no dejará de acosar
q’ que esto hace surgir entre sus posiciones y las de un Winnicott,
la en todas sus manifestaciones más insidiosas a fin de desmontar al allí donde esto confina a opciones antropológicas fundamental
sus mecanismos subjetivos de opresión. Y por la simple razón de ir mente diferentes en este punto. Nos atreveremos a expresar,
que la culpa constituye para ella el motor mismo de la neurosis á< además, nuestra sorpresa al descubrir en este espacio a un W in
y, en particular, allí donde instaura falazmente un sentimiento ir nicott sorprendentemente moralizador, cuando se lo suponía (de
que nada justifica pero que, sin embargo, acosa al sujeto. Esa u un modo muy diferente) abierto a la vida y a lo vivo que encarna
culpa perversa -que hace a la infelicidad de los humanos- es lo el el bebé.
que Dolto perseguirá encarnizadamente en todas sus formas, En cuanto a Dolto, ella no se contentó con denunciar la
pues consideraba incluso que era ésa una de las tareas electivas, ct culpa: al buscar mostrar cómo ésta viene a inscribirse en el nivel
de las más grandes misiones del psicoanálisis. Todo esto descan d del bebé, abrió sobre esa base una pista de trabajo de la que aquí
sa, por supuesto, en un distingo radical entre culpabilización o corresponde dar cuenta. Y -signo de la extrema atención que
neurotizante e introyección de la ley, debidamente comprendi t brindaba a la cuestión de la culpa-, ella le dedicó un estudio es
da, en el orden de lo simbólico que entonces se encuentra ins p pecífico en una exposición que constituye una de sus primeras
taurado, fundado.42 t'l contribuciones propiamente psicoanalíticas,44 que luego se pu
Por cierto, no es sorprendente que Dolto, en especial a través b blicó en forma de texto: “Les sensations coenesthésiques d’aise
de un texto sobre “Comment on crée une fausse culpabilité”,43 se o ou de malaise, origine des sentiments de culpabilité”.45
haya abocado infatigablemente a denunciar y combatir los es
tragos neurotizantes que producen los discursos culpabilizadores
en el niño, incluidas sus vertientes religiosas. Además, hay allí un EL MALENTENDIDO DE LA CULPABILIZACIÓN
punto que podría parecer paradójico: el hecho de que sea Dolto,
cuyos compromisos religiosos con el cristianismo católico hemos Es un texto cuyo valor siempre me esforcé por subrayar, por
señalado tan a menudo, no sin malicia, quien más denunció, y con d demasiado desconocido, mientras que allí se pueden encontrar, a
mayor vehemencia, las referencias culpabilizadoras a través de las
cuales Dios puede verse invocado a modo de pedido de castigo.
44. A decir verdad, encontraríamos esta misma sensibilidad a la cuestión de
b la culpa ya en la tesis (1939) que tomaba como hilo conductor de la reflexión
el clínica, recordémoslo, el complejo de castración freudiano. Véase al respecto
42. En el sentido en que un Denis Vasse señala en la prohibición la función n nuestro artículo publicado en Le Coq Héron, n° 168: Dolto/Freud; del complejo
dei “entre-dicho”. d de castración a la castración simholígena.
43. Dolto, Franfoise, La dijjicitltéde vivre, oh. cit., pág. 209.
45. AJDD, cap. 3, pág. 18.
164 DOLTO / WINNICOTT
LA ÉTICA
vado donde actúa algo propio al niño y que no resurge sino en lo mucha frecuencia a una actitud perversora del adulto que, por
que experimenta, en forma de esa apreciación diferenciada de lo un malentendido más o menos grave (pero siempre deplorable)
“bueno” y lo “malo”. “El niño nunca está seguro de lo que está sobre la actitud del niño, lo hunde en el estatus de la falta come
bien o mal; solamente está seguro de aquello que le hace vivir, es tida, a falta (¡ésa es la palabra!) de haber sabido discernir al
decir, en sentir, cosas buenas o malas”.49 menos en la conducta algo del orden de una verdad propia que
Entiéndase bien la implicancia fundamental que Dolto va a busca expresarse. Y, en todo caso, por no haber sabido respon
erigir sobre tales bases. Por un lado, ella puede sentar allí lo que der a ello con un lenguaje más adecuado y de un modo más res
funda la vivencia propia del niño, aquello que, de la subjetividad, petuoso que el de la condena culpabilizadora.
le pertenece como propio, algo que es del orden de su verdad, de En el estudio en cuestión (pero también en varios otros pasa
su identidad (articulados, sin embargo, con la experiencia corpo jes de sus escritos), Dolto nos brinda algunos ejemplos de esos
ral subjetivada). Aquí se suma todo el valor propio del “sujeto” malentendidos que encierran al sujeto en la culpa y muestra
que Dolto no deja de conceder al infans, por pequeño que sea (y cómo un discernimiento mayor habría podido conducir a otra
en todo caso, antes mismo de toda expresión hablada). Y, al respuesta, siempre más apropiada que la que estigmatiza, conde
mismo tiempo, por otro lado, se perfila por contraste la suerte na y castiga, creando el círculo infernal de la culpabilización de
de poder considerable impartido al Otro, en lo que constituye la que el sujeto sólo podrá recuperarse al precio de una aliena
ción en la neurosis.
llegado el caso la puesta en funcionamiento de la escala primor
dial de los valores. Muy probablemente las causas del malentendido estén inscri
Al subrayar así el poder de determinación que concierne al tas en la estructura. Se deben a la dificultad insigne de percibir
Otro en la constitución del sujeto, Dolto no rescata tanto la los mensajes de expresividad del pequeño, precisamente cuando
línea de la culpa, a lo que Winnicott, por su parte, concede tanto aún no está en condiciones de hacer que transiten por la palabra
valor, como la culpabilización funesta con la que el niño se hablada, a riesgo de suscitar incomprensión e irritación en un
encuentra investido, invadido, parasitado. Insistamos en ello, no adulto, a menudo demasiado veloz para etiquetar y sancionar
es tanto, o no solamente, la culpa la que es blanco de su discurso prematuramente lo que le escapa. Por una parte, pues, dificultad
(y de la acción terapéutica) de Dolto, es la culpabilización, en sus para percibir lo que pertenece como propio al niño (por ejem
excesos intrusivos indebidos. Y en lo que se da como culpa, plo, sus ritmos singulares).50 Por otra, tendencia a malinterpre-
Dolto se dedica más bien a descifrar, para ponerla al descubierto tar abusivamente, en esta disimetría constitucional entre el pe
- y es el trabajo mismo del analista-, cuánta culpabilización abu queño y el Otro adulto (así bien nombrados por Lacan). Entre
siva y neurotizante pudo haber entrado en juego. ambas, la dificultad reside en la conducta que debe observarse, la
Mientras que Winnicott otorga un valor importante al surgi que está en el centro del mensaje aquí educativo (aunque de fun
miento de la culpa como tal, Dolto se aboca más bien a perse damento analítico) de Dolto. Es decir, cómo respetar lo que está
guir los efectos nocivos de la aparición del sentimiento de culpa, debidamente fundado (siempre) en la conducta del niño, sin pre
los cuales no hacen sino resurgir una culpa nefasta^ que pudo cipitarse, por el contrario, a sancionar allí una inconducta, una
haber sido evitada y que sólo la interpretación podrá deshacer. aberración del comportamiento, que consistiría entonces en una
Pues, si se pone en funcionamiento la culpa, esto se debe con respuesta retorcida e indebidamente punitiva, al final culpabili-
por ello. Esto es, para Dolto, lo que debe animar una educación Pero quisiéramos retener todavía un instante la atención del
sanamente conducida, es decir, respetuosa de la expresividad lector si ’bre una P*sta trabajo que nos indica este texto, que
deseante del pequeño, en la perspectiva de su humanización ciu nos par«cce tanto más interesante cuanto que se trata allí de
dadana. Esto valdrá en particular para la fase anal del desarrollo direccio ntíS inéditas que no han sido percibidas, parece, a la luz
libidinal. Dolto insistió en varias oportunidades en los estragos de lo qn c podían tener de innovador.
producidos por una continencia esfmteriam adquirida prematu Esto nos lleva al sentido mismo del título del artículo, que
ramente con la restricción,58 pues entonces “un niño sensible, puede sd£túr siendo, en efecto, enigmático: ¿qué tiene que ver
psíquicamente dotado, acepta esta sugestión y esta dependencia con todí-’ esto ia “cenestesia”, dicho de otro modo, la apreciación
.¿9 patógena a causa de un malestar afectivo que le impone todo que pui^ 0 tener el niño de su propia experiencia corporal?62
«fei Dolto insistirá en la capacidad del sujeto infans de medir el valor
desacuerdo con el adulto amado; pero es un niño que aliena todo
deseo al deseo del adulto”.59 bueno/i113!0 de lo que le concierne, pues tiene sus propios crite
Dolto estigmatiza toda educación que valore la culpa (como rios par*1 hacerlo; lo cual significa que el aprendizaje que hace el
es el caso del discurso de Winnicott) como correspondiente a pequeña humano de su ser en el mundo pasa por ese par binario
una suerte de adiestramiento,60 que priva al niño de toda posibi original» primordial, que consiste en la puesta a prueba deda dis
lidad de adquisición verdadera del sentido “de su propia respon tinción ¿ritre lo bueno y lo malo. Antes de que allí pueda simbo
n.
i‘'s sabilidad”.61 Y Dolto concluye distinguiendo el sentido de la res lizarse \o que fuera (por la alternancia presencia/ausencia, o pos-
ponsabilidad (que promueve) (d)el sentimiento de culpa teriormente en Ia forma bien/mal, etc.), habrá allí como la
•3
(neurotizante). Como vemos, estamos lejos de Winnicott, quien, puesta funcionamiento en el ser vivo humano de una suerte
si bien retoma los mismos términos, considera la culpa que expe de alterativa fundamental mediante la cual se mide, se aprecia
ví para el sujeto, la palpitación vital de su existencia misma en su
rimenta el pequeño como el camino (casi monárquico) hacia la
responsabilidad. Si seguimos las palabras de Dolto, ¡llegamos a vivencia Sería el par binario original a partir del cual todo el
1 desam é 0 posterior del sujeto -yendo-deviniendo psíquico- se
la conclusión de que es exactamente lo contrario!
estaría poniendo en funcionamiento. Una idea en la que profun
dizar, por cierto, y que ya recorta -es demasiado evidente- las
k f
LA CULPA EN LA CARNE propuestas de Freud sobre lo originario, como aquellas que se
1F encuentra11) por ejemplo, en el texto sobre la Vemeinung. Con
í.E
Hemos terminado con lo que deseábamos extraer de ese texto forméis01105 simplemente con mencionar una cuestión que
tan rico de Eran^oisc Dolto, sin dejar de tener en la mira la con requerií13 no pocos comentarios.
frontación con Winnicott. Aquí también, a partir de una orien inscribe, en todo caso -es importante señalarlo pues es
tación que parecía común, los puntos de vista se muestran diver muy actfr<^e con Ia orientación conceptual de Dolto (y algunos
gentes en sus pormenores. otros)-, l°s elementos primordiales de la subjetivación allí donde
58. Fin este punto, Winnicott no la contradirá. 62. Stf’f* pns'l’lc t(>do un análisis sobre esta cuestión de la cenestesia, ances
59. Ibídem, pág. 37. tro, si pijfdc decirse así, de la noción de imagen del cuerpo. Véase Bernard,
60. Ibídem, pág. 40 y sigs. Michel (1 W>); Le coíps, París, I,c Seuil, 1995, pág. 18 [ed. esp.: El cuerpo, trad.
61. Ibídem, pág. 56. de Albert" Ua* Hixio, Barcelona, Paidós, 1985].
i
172 DOLTO / WINNICOTT
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¡76 DOLTO / WINNiCOTT DI vi mu M m im io 177
el bebé al estatus subjetivo del (re)conocimiento de sí mismo?, del advenimiento usinnido como tul, ustimible personalmente
¿cómo llega a constituirse como un Yo [Moi\ que dice Yo [Je]? y (debemos decirlo) por el niño, de umi cupucidad tanto de reflexi-
¿qué era, entonces, antes de convertirse en esto, si aún no lo era? vidad (psíquica) como de palnlmi luibludu, sostenida como tal, y
¿Cómo llega el pequeño bebé humano a comprender que él es como suya, en primera persona. Eo cual podría resumirse así:
él, en cuanto sí (mismo)? tener acceso, haber llegado (para este infans), a la primera perso
Esta es la pregunta que quisiéramos dejar al menos planteada na (del singular)...
al término de nuestro estudio. Las claves del problema son claras: se trata de examinar con
Esta pregunta, de la que sólo presentamos una primera for cretamente, de analizar cómo se efectúa el paso entre el estado
mulación -pues corresponde más bien a todo un conjunto de primero infantil del pequeño humano, en su estado de recién
interrogaciones-, nos lleva a lo que hemos señalado al comienzo, nacido -nos atrevemos a decir “rudimentario”, lo que lo convier
cuando lanzábamos este programa bebológico, como lo Unheim- te en un ser rudimentario o, en todo caso, en un semejante...
lichkeit del bebé: mediante lo que nos lo vuelve tan familiar diferente, y notoriamente desconcertante- y lo epte sin embargo
(¿sobre todo si es de la familia?) y lo que al mismo tiempo, sin le permite, gradualmente por supuesto (como diría Winnicott),
embargo, nos lo vuelve tan extraño, en esa suerte de distancia que o de a saltos (¿?), imperceptiblemente, convertirse en un seme
hace que nos preguntemos -¿diremos tonta, o cándida, o teórica jante probado, que se asume como tal del modo más pleno posi
mente?- sobre lo que sabe, experimenta, piensa: “¿Qué tiene, ble (es decir, probablemente no sin algunos enclaves residuales),
pues, en la cabeza?”. Hay que decir que tenemos razones para en la autonomía literalmente apropiada de su Yo \Je\, en la rela
estar perplejos ante ese pequeño humano, que parece ignorante tiva soberanía reflexiva por fin conquistada de su Yo \Moi\ que
de su ser (y de su nacer), o que lo sabe, pero entonces con una dice Yo \Je\.
modalidad completamente diferente del saber, muy diferente de En este paso, en esta transposición elaborativa, hay algo pro
la nuestra, que sin embargo nos dirigimos a él como al semejante piamente pasmoso (y que no obstante se renueva en la magia de
que es (que está llamado a devenir). Sin contar con que esta pre su milagro para el pequeño humano). Pues, de encontrarse en un
gunta también nos remite, claro está, a lo aún que sigue estando estado primordial aún indistinto, mal delimitado, confuso, en
presente en nosotros del infans que ya no sabemos que fuimos. una situación de comunicación caótica o, digamos, de esbozo
Toda esta problemática (de la subjetivación) se encuentra en la- enigmático (lo Unheimlichkeit), va a pasar a convertirse, y de un
obra de nuestros dos maestros, aunque no siempre se vislumbre modo relativamente rápido, en un pequeño humano que se sabe
tan claramente como intentamos hacerlo ahora. Saber cómo se grosso modo como tal, que por sí mismo ha conquistado el saber
subjetiv(iz)a el infans, cómo llega a subjetivarse, a saberse y de de que lo es y que está en condiciones de asumirlo, tanto en su
cirse sujeto, en suma, cómo alcanza ese nivel de presencia en sí, actuar corporal, a su medida, como en la afirmación de un bal
en los demás y en el mundo que corresponde en suma al “Yo buceo, donde su palabra ya está (más que) en estado latente.
[Moi] que dice Yo \Je)”, lo que otros también llaman “persona Sólo mire a ese bebé recién nacido, impresionante caballerito
ción”.-6 Podemos observar todo lo que esto designa finalmente (o damita) que a su vez también lo está mirando. Tan pequeño,
pero que sin embargo lo conmueve, pequeño ser por quien usted
ya siente indistintamente tantas cosas tan desbordantes como
6. Aludimos al trabajo de Paul-Claude Racamier. No debe confundirse con
confusas, sobre todo si pertenece al círculo de la familia, y con
lo que Winnicott designa en un momento como “personalización”. Por ejem más razón si usted -su madre- lo contuvo varios meses en su
plo, en PP, pág. 314. vientre.
178 DOLTO / WINNICOTT DEVENIR SÍ MISMO 179
Pero también ese pequeño ser es un enigma que sin embargo ¿Cómo no estar literalmente confundido por la amplitud de
encubre en él —Winnicott y más aún Dolto insistieron muchas esta cuasimetamorfosis, tan manifiesta como imperceptible en el
veces- toda una humanidad potencial y ciertamente ya actualiza- despliegue de su eclosión? Por nuestra parte, vemos una de las
ble aunque inefable. De allí que suscite en usted, más allá de sus manifestaciones más conmovedoras del ser humano -a la medida
emociones, mucha perplejidad, mientras todavía no tiene los de lo que un buen día (sic) representa el hecho de “pararse y
medios claramente verbales de dirigirse a usted, en su lenguaje caminar”- , 8 una fuente de asombro (en todo el sentido del tér
[de usted]. De modo que usted se pierde tan a menudo en conje mino) y de maravilla, renovada no obstante cada vez (y es en
turas sobre lo que él -que es un “él” sólo para usted, puesto que principio cada vez) que un pequeño infans logra erigirse hasta la
nada indica que pueda, y con razón, ser ya un “Yo” \Je] para postura conquistada de humano que habla para afirmar y decir el
él...-siente, sobre lo que experimenta, sobre lo que percibe. Pe Yo \Je\ en el que entonces sabe que se convirtió.
ro, entonces, ¿qué es “él”? A este conmovedor camino infantil del misterio humano es a
Sin duda, “él” emite mensajes —al menos es el lugar de lo que lo que quisiéramos volver aquí, pues consideramos que aquellos
puede (debe) ser tomado como tal-, mensajes a menudo discor que hasta ahora fueron nuestros guías, Dolto y Winnicott, tie
dantes; gritos, llantos, berrinches, disgustos; pero no siempre: nen, cada uno a su manera, con qué ayudarnos a enfrentar el
sonrisas y pronto balbuceos zalameros... Pero, ¿acaso sabe que temible enigma de la subjetivación, de cómo uno se convierte en
emite esos “mensajes”? ¿Podemos conceder alguna intencionali sí mismo. Y esto es así al punto de que no sería en vano hablar
dad, que entonces sería aún secreta para él mismo, desconocida, de esto como de otra gestación, si no de un segundo nacimiento,
impensable? El caso es que, las más de las veces, esos mensajes el nacimiento que ya no es el que cumple el alumbramiento de la
siguen siendo enigmáticos para usted y que usted se desgañita parturienta, sino el que señala, en el seno de la comunidad de los
por descifrar su posible sentido, sin lograrlo, salvo a través de la humanos que hablan, la llegada al mundo de un ser convertido
violencia” de su interpretación,7 por estructurante que sea. en sujeto.9
Y ese bebé enigmático y literalmente pasmoso, por alegre que Y puede asombrarnos que, en el punto en que estamos (de la
también sea (pero este “también” señala con la ambigüedad que historia humana, del pensamiento, de la ciencia), el espesor del
le es propia la posible ambivalencia de cómo usted lo reciba), va misterio de este infantil humano siga siendo considerable. Diría
a convertirse, sin que apenas usted se dé cuenta, aunque lo sus mos que apenas hemos comenzado a comprender el advenimien
tente día a día en su vivir —y tal vez incluso, sobre todo en ese ca to del sujeto reflexivo a partir del infans enigmático. Es verdad
so-, un niño abocado a conquistar su autonomía. En ese movi que probablemente esta cuestión no forme parte de las priorida
miento cumple una apropiación de sí mismo, hasta la afirmación des de los programas científicos, los cuales tal vez ni siquiera
asumida en primera persona de la personita que, en efecto, está podrían concebirla ni formularla como corresponde (es decir,
en devenir (o devenida: hasta la afirmación incuestionable del Yo dándole un lugar -problemático- a la noción de sujeto).10 Esto no
\Je\ que la vuelve verbalmente presente en el mundo, a través del
decir verbalizado de su identidad entonces confirmada).
------ 8. Para retomar el título del libro publicado por iniciativa del “Jardín Cou-
vert" Jardín Cubierto] de Lyon: Vasse, Denis (1995): Se teñir debout et vmrcber,
París, Gallimard.
7. Alusión, claro está, al trabajo de Piera Aulagnier, La violence de Vinterpré- 9. Dolto, Frangoise, La cause des enfants, ob. cit., cap. 4.
tation, París, PUF, 1975, autora que también se volcó de modo similar al tema 10. Fn efecto, allí se promueve sobre todo -según la moda del momento-
de las condiciones originarías de surgimiento del Yo \Je] en la palabra. la tesis de un “bebé neuronal”...
DOITO / WINNICOTT DEVENIR SÍ MISMO 181
ISO
1ni|iiile i|iu- mis Miipmuhi constatar cuán poco se ha avanzado en ífl Este encuentro -hemos aludido a ello- conlleva un problema
la ai iiiiillilail ioIiic mm cuestión, por trivial que sea, sin embargo !■ que ya no podemos eludir, el riesgo de caer en una trampa y de
i u mi ii |iiiii ion miovnila por cada aparición de pequeño huma atascarnos donde podría debilitarse la especificidad de la pers
no V « lio nc dclic, probablemente, a la dificultad, temible, hay pectiva analítica. Diremos que, inevitablemente, la cuestión del
ipu> iidiiilili lo, de darle respuestas. Pues, incluso aquí, con el sos- bebé nos lleva hacia confines donde surgen -a través de un acer-
ieu ilr Ion apolles conjuntos de Dolto y Winnicott, tal vez no catnient0 posible (¿e incluso necesario?) con la psicología- cues
podamos liiitn algo mejor que dibujar los contornos del proble tiones epistemológicas temibles. Porque no nos situamos, aquí,
ma, olin ci una presentación liminar de él, sin jactamos de poder en un frágil equilibrio -por no decir como equilibristas-, en la
imolvef un asunto al cual tantos otros se han enfrentado.11 intersección de diferentes campos, que se muestran menos com
plementarios de lo que habríamos deseado. Así, a partir de nues
tra experiencia y de nuestra reflexión como psicoanalistas, nos
FILO, PSICO / PSICOA vemos conducidos a plantear la cuestión (¿filosófica?) de la sub-
jetivación, o al menos de dar a nuestra cuestión del (devenir-)
Más allá de los avances en la materia de nuestros dos maes sujeto una vuelta filosófica, y resulta que otra vez volvemos -por
tros del psicoanálisis, estaríamos inclinados, habida cuenta de la seguir la temática genética que esto parece plantear, suscitar- al
amplitud del problema planteado, a convocar a todos los grandes campo de la psicología... E incluso si esta última sirve como
sectores de las ciencias llamadas humanas. Pero, aunque el pro contrapunto para el psicoanalista, incluso procediendo a partir
blema se plantea en el nivel del “sujeto” - y por lo tanto en tér de la experiencia analítica, éste no puede eludirla, puesto que se
minos que el filósofo en particular no puede negar, puesto que pregunta por el ser en devenir del bebé. Porque en un discurso
son precisamente aquellos por los cuales él mismo puede enfocar donde domina manifiestamente la temática del desarrollo, la
su contribución específica-, debemos observar que, aunque re j orientación psicologizante se encuentra de alguna manera pre-
servándose el derecho de dar cuenta de los bebés, la filosofía se ; sente, incluso en Dolto .13
ocupó sorprendentemente poco de ellos; no le preocuparía, ■ Pero la cosa se ve más acentuada en Winnicott, que no deja
pues, arriesgarse más. 12 | de postular este pensamiento del desarrollo, para él fundamental
Pero mientras esperamos que la filosofía pueda responder a j en las premisas mismas del psicoanálisis. L q que. el psicoanálisis
esta convocatoria, o que podamos ir a su encuentro en este I habría puesto esencialmente en el centro desiTdescubrimiento
terreno (de la bebología) -lo cual sigue siendo un objetivo friera | esTsegún Winnicott, la cronología de un desarrollo individual.14
del alcance del presente trabajo-, tendremos que contentarnos, Este es, para él, el sentido mismo o la esencia del psicoanálisis, a
pues, con una confrontación psico/psicoa, en la medida en que la lo cual entendía aportar -como hemos visto- la marca innovado-
psicología y el psicoanálisis tienen fatalmente ciertas coinciden ra de su propia contribución.
cias, puesto que ambas se ocupan del bebé. Hay allí, pues, un primer nivel de cuestionamicnto epistemo
lógico central, respecto de saber si la cuestión del advenimiento
I
182 DOLTO / WINNICOTT
DEVENIR Si MISMO I 83
del Yo [Je], del paso al Yo [Moi] que dice Yo \Je\, debe tratarse
-o sólo puede tratarse- en términos de desarrollo, reduciéndola individuo, persona, personalidad, etc., y también Yo, y también
a un recorrido, a un proceso desarrollista, al término de etapas -pero esta vez en Dolto- sujeto. Y, justamente, en el decurso de
sucesivas y progresivas que, finalmente, conducirían a la culmi nuestros asaltos críticos, pusimos de relieve el mérito de la deno
nación probada de un advenimiento del Yo \Je], verbalmente minación doltoiana, que para nosotros tiene la ventaja de plante
subjetivado. Esto es así, suponiendo, por si fuera poco, que el ar (y desde un comienzo) la puesta en juego de la palabra en la
tema (y el término) mismo de desarrollo implique recurrir a una relación con el niño, por pequeño que sea. ¿Pero agota esto la
epistemología psicologizante, por no decir una cientificidad cuestión, tal como Winnicott la plantea, por su parte, en térmi
paramédica. Aquí se plantea todo el problema de la cercanía -o nos de Yo, de integración del Yo, o de persona llamada “total”?
el antagonismo- entre psicología y psicoanálisis, y se plantea, En efecto, resta comprender cómo y cuándo el bebé se sabe,
inevitablemente diríamos, a propósito del bebé. llega a saberse (y no resulta necesariamente fundamental decidir
Es un problema que puede parecer formal pero al cual no si terminamos este enunciado por: “saberse... individuo, perso
parece posible sustraerse, y ciertamente no, en todo caso, por la na, sujeto o Yo”, si de hecho es una misma problemática la que
sola exclusión y la simple determinación por mantener la “pure se encuentra aquí planteada).
za” epistemológica requerida de cada disciplina. En efecto, para A menos que se considere que una parte de la dificultad se
nosotros, psicoanalistas, sería demasiado cómodo rechazar esa debe, precisamente, a ese choque funesto entre las dos nociones
proximidad con la psicología, so pretexto de que sería consentir que, por el contrario, nos pareció imperativo distinguir al ir
dejarnos llevar fuera de nuestros límites conceptuales supuesta avanzando: el Yo, por una parte, el sujeto, por otra. Es precisa
mente intangibles. Porque esa proximidad no puede eludirse por mente a esto a lo que se abocó Lacan, y para convertirlo incluso
decreto, si es el contenido mismo del objeto de estudio el que en el fundamento de su enseñanza.13 ¿Diremos entonces que, al
parece conducir allí necesariamente. cubrir de oprobio al Yo, para oponerle mejor al menos el con
Y por qué rechazar esa cercanía en razón de lo que sería la cepto de sujeto -como sujeto del inconsciente-, Lacan tomó
supuesta “pureza” del psicoanálisis, ya que el psicoanálisis justa partido por la consideración psicoanalítica del solo sujeto, dejan
mente nos lleva allí, adonde los psicólogos (y los filósofos) plan do al psicólogo la carga de tener que ocuparse de la génesis del
tean ese tipo de interrogación. ¿Y por qué negar esa proximidad Yo, esa cuestión que, sin embargo, no dejó de mortificar a
si puede tener algún valor educativo para nosotros? ¿Y por qué Freud? Habría allí un punto de vista muy esquemático, que des
dejar que sólo los psicólogos se dediquen a cuestiones que pare conoce, por ejemplo, que con su estadio del espejo Lacan no
cen ser más de su incumbencia, si también nosotros mismos sólo aportó una contribución decisiva en cuanto a la puesta en
como psicoanalistas nos vemos conducidos a plantearlas? ¿Debe
ríamos permanecer retirados, en razón del rigor epistemológico
formal? Sería quedarnos a mitad de camino de una cuestión que, 1S. Lo cual nos brinda la ocasión de precisar estas distinciones que volvere
inevitablemente, también es nuestra. mos a encontrar más adelante y que seguramente exigirían muchos más análi
¿En qué tipo de región conceptual y terminológica nos sitúa? sis. Pero a los solos fines de presentación, digamos que el Yo [Moi] correspon
de a lo que se juega en la relación (imaginaria) con el otro semejante, cuando el
En esa zona imprecisa, problemática y seguramente insatisfacto
sujeto está en juego en la relación simbólica con el Otro (lingüístico). Se dedu
ria donde encontramos todos esos términos azarosos y sin ce de ello correlativamente la oposición a priori entre psicología y psicoanáli
embargo cargados (“emplomados”) que encontramos al hacer sis, allí donde la psicología se funda en la objetivación de un Yo consciente,
camino y, sobre todo, diseminados en el discurso de Winnicott: mientras que el psicoanálisis pone en funcionamiento la relación dialéctica con
el sujeto del inconsciente.
DEVENIR SÍ MISMO i ns
184 DOLTO / WINNICOTT
funcionamiento del Yo, sino que, para hacerlo, tomó cosas pres clínica analítica del adulto, un teórico como Lacan atacó lucí ir
tadas de trabajos de psicólogos (Wallon en particular) hacia mente la insistencia en el Yo en cuanto representación lala/ y
quienes sólo manifestaba desprecio. Pero es verdad que, pasada mentirosa sobre el ser humano. Y, si bien Dolto, siguiendo de
esa elaboración primera, Lacan hizo tambalear toda la dimen cerca sus pasos, de cierto modo adhirió a esa perorata peyorativa
sión simbólica de la palabra en el solo sujeto -llevado a la repre (oponiendo, así, la autenticidad del sujeto a la mueca del Yo
sentación significante-, puesto que el Yo había sido librado a su especular),18 no puede negar que el Yo sea aquello por lo cual un
inmersión imaginaria en el desconocimiento.16 bebé debe pasar para constituirse a sí mismo como humano en la
relación consigo, con el mundo y con los demás. Mientras que la
clínica analítica del adulto puede (debe) apuntar a disolver la
YO Y SUJETO prestancia del Yo en sus ostentaciones narcisistas, ¿no habría que
considerar que, en el caso del niño, y más aún en el del bebé,
Ahora bien, como lo que nos interesa es el bebé y su devenir se trata de que primero el Yo [Moi] se construya, que el bebé se
primordial, seguimos manteniendo conscientemente cierta am edifique un Yo [Moi]: que el Yo [Moi] advenga, por más que
bigüedad llamando a examen un advenimiento también yoico, se pueda entender también de este modo la fórmula freudiana
que asimismo sea el del Yo, aunque fuera para designarlo me del “solí Icb werden”? Aunque haya que insistir, como Dolto no
diante la fórmula de un Yo [Moi\ que dice Yo \Je]. Esto equivale deja de hacerlo -y aquí encontramos lo que vuelve a lanzar nues
a considerar que la eclosión subjetiva pasa también en el bebé tra crítica de fondo respecto de Winnicott-, sobre el hecho de
-¿cómo negarlo?- por la constitución del Yo [Moi]. Es lo que que ese Yo [Moi] no puede ser tal sino como ser que habla, sien
nos conduce a no rechazar absolutamente a la psicología como do también un Yo [Je] que habla. ¿Y acaso el propio Winnicott
tal, aunque justamente sea para asegurar los límites de esa con no se deja atrapar por la incidencia del Yo [Je] -aunque no
trovertida cercanía, epistemológicamente embarazosa. subraya su alcance enunciativo- cuando califica uno de los esta
Después de todo -para volver a nuestros dos “bebólogos” de dios del desarrollo de la pequeña persona mediante la afirmación
referencia-, Dolto no se conforma, cuando piensa al sujeto -en de un “Yo soy”? 19
su dinámica deseante en la palabra-, con la instancia del Yo, Es decir que no podríamos -sobre todo si es solamente en
sobre la cual Winnicott duda mucho menos en insistir en la nombre de los presupuestos dogmáticos- recusar a Winnicott en
medida en que ello le permite alinearse legítimamente con este punto, allí donde nos contentaríamos con denunciar en él al
Freud.17 Así, decididamente hay razones para preguntarse, al abogado, si no al apóstol del Yo para el bebé. Pues, en efecto,
margen de las querellas dogmáticas, si el término “Yo” no tiene esa terminología tiene cierta pertinencia a la hora de reconocer
alguna pertinencia desde el momento en que nos hallamos del que para el bebé resulta de primera urgencia advenir, llegado el
lado del niño y, a fortiori, del bebé. Tal vez pensando más en la momento, al Yo -a condición, agregaremos de inmediato, de
reconocer allí la necesidad para el Yo así constituido del bebé de EL DESAFÍO DE LA* IDENTIDAD
decirse, hablarse, afirmarse, desde lo alto de la potencia del
verbo. El verbo, atribuido aquí “divinamente” al niño que, des Por lo demás, ahora podemos reformular la cuestión del de
pues de todo, también puede, por su parte, llegar a atreverse a venir sí mismo para el niño. En efecto, más allá de la instancia
enunciar (prolonguemos a Winnicott): “soy el que soy” (¡el hij0 del Yo [Moi], acabamos de mencionar un término (que ya había
de mi madre y mi padre!). mos tratado superficialmente más atrás) que puede permitirnos
¿No se trata aquí de ese milagro al que, como adultos, asisti reordenar todas nuestras consideraciones primordiales, mante
mos plácidos, por esa manera en que el bebé -que no hablaba niéndonos al margen de los brillos polémicos y dándole una
aunque ya se comunicaba mucho- se encuentra de pronto, “gra vuelta más concreta: se trata de la identidad. Y entonces, al reto-
dualmente” diría Winnicott, entrando de lleno en la palabra, de j mar en perspectiva toda la elaboración de Dolto y Winnicott, no
la misma manera en que, un buen día, se para y se pone a cami podemos equivocarnos si afirmamos que también buscaron
nar? Casi estamos más pasmados que él, como si no midiera lo implementar en su formalización lo que se refiere al bebé en su
que sin embargo se está realizando cuando, de ese modo, llega a acceso singular a su propia identidad.22 ¿Cómo adquiere, cómo
asumir más o menos solo la verticalidad (hablante, pues) de su accede el bebé a su identidad propia (en primera persona), a lo
identidad humana. Cuando finalmente ésta encuentra con qué l que podemos decir que es su identidad suya (o su “mismidad”),
decirse, significarse, afirmarse “Yo [/c]”.20 aun cuando, por una parte, las nociones preexisten, sin embargo,
I)e modo que, en este punto, no quisiéramos estigmatizar a a su apropiación probada?
Winnicott con el solo pretexto de haber situado (en una línea En lo que respecta a Dolto, es el sentido mismo de todo lo
Ircudiana, después de todo) los estadios bebológicos refiriéndose j que designa la construcción articulada de la imagen del cuerpo
al ^ o, y, por el contrario, debemos reconocerle cierta pertinen j llamada “inconsciente”. Y que se encuentra de manera explícita
cia, a riesgo de confirmar y reelaborar la validez bebológica de la I en la manera en que Dolto pudo jugar, recordémoslo, con la
instancia yoica. composición significante del término “I-ma-gen (donde I ,
Pero es un trabajo que excede los límites del presente trabajo. precisamente, es el portador de la identidad: también en inglés,
De modo que nos consideramos ya satisfechos por no haber evi como demostré en otra parte).23 Aunque es llamada “inconscien
tado las asperezas, ni haberle ahorrado al lector (¡!) las dificulta te”, la imagen del cuerpo consiste en seguir la manera en que se
des epistemológicas que plantea la cuestión planteada (la de la realiza la subjetivación del niño, a partir de cuya puesta en juego
humanización de los bebés) y al menos haber expuesto, gracias al corporal, arcaica, viene a emerger la instancia del Yo ]J¿\. En
encuentro Dolto/Winnicott, sus aspectos centrales de manera efecto, nos equivocaríamos en considerar que por retomar el
detallada.21 seguimiento de los estadios freudianos, el nec plus ultra del que
*0. ^ luda esta foimidable trayectoria está condensada brevemente en la liiuye también para nosotros, pues, el medio de orientarse en la confrontación
niiMU'ia en que Dolto se divierte jugando con el significante “imagen” (en ima- Dolto/Winnicott).
iji'H del ninfo) recortándolo así: i-ma-gen. Véase nuestro lmage du corps selon F. 22. De algún modo, también es lo que hizo que Lacan retomara al bebé
Dolto, lll). tú., l¡||). 7.
frente al espejo, para volver a preguntarse: ¿qué ve allí (el bebé)? ¿qué ve allí de
• I I cío es que esta distinción Yo/Sujeto, en particular, aquí es sólo mate-
su Yo \Je\?
' 1,1 |l|,li'Ue lluramente formal o académico, si bien ella coincide de hecho, a 23. Nos referimos a nuestro L’image du corps selon Fratifoise Dolto, ob. cit.,
|mhii ilr la enseñanza de I.acan, con el v a lo ry e l alcance de la palabra (y cons-
pág. 134 y sigs.
188 DOLTO / WINNICOTT DEVENIR SÍ MISMO 189.
habla Dolto sería para el niño acceder al estadio genital, afirtiori mienzo (aunque el Otro portaba su emblema, su apuesta y soste
tal como antes se lo llegaba a llamar “oblativo”. Más allá de qUc nía su desafío). En este caso, nos toca recurrir a las formulacio
eso oblativo -maliciosamente cuestionado por la ironía lacania- nes winnicottianas ad hoc, cuya ligereza hemos denunciado
na- en verdad sólo pueda designar la incidencia radicalizada de anteriormente, enunciando que antes de la identidad (del yo-
la alteridad en el devenir del sujeto, lo cual está mucho más sujeto), no había identidad: ¡había no-identidad!
implicado en el término del desarrollo bebológico doltoiano, lo Es, pues, la clínica del niño -mediante el discurso “bebológi
que el niño realiza en la exclamación asumida de su Yo [Je] es la co” que nuestros dos maestros nos ayudan a constituir- la que
afirmación de sí. Incluso por fuera de la oposición estructural puede hacer que comprendamos qué es el acceso a la identidad,
consciente/insconsciente, es decir, sin llegar al punto de pregun o su construcción, su elaboración. En efecto, con el asombroso
tarnos sobre el grado de conciencia del niño que “se pone a mundo de la infancia primordial, nos encontramos frente a todo
hablar”, así como se puso a caminar, digamos que la culminación lo que tiene de desconcertante, cuando no de caótico, digamos
de su historia infantil, por más que luego la cerquen en las bru lo impensado, o incluso lo impensable de la no-identidad pri
mas del olvido, es tener que empujar su Yo \Je] y así reconocer mordial (aunque sólo sea repensada más adelante). Es decir, lo
se en la acción subjetiva resultante de proferir.24 que hace que el infans no sepa que él es, ni siquiera si es, puesto
Esta cuestión crucial de la identidad —que surge así en el que nada indica en particular que pueda saber que es el mismo
cruce de las referencias académicas posibles entre fdosofía, psi según los lugares, los momentos, las circunstancias de lo que
cología y psicoanálisis- también está presente en el centro del vive. Ésta es, en todo su rigor (también para el interesado), la
desarrollo de Winnicott, aunque aparece con otros términos. cuestión de la identidad. Es que esta última se encuentra ante
Hemos visto que prefiere hablar de integración, aunque la especi todo dispersada, inhallable, perdida, atomizada, como en caos.
fica como integración del Yo y la convierte así en el vector del ¿Y cómo podrá el infans saberse si siempre es sólo aquel, incier
sentimiento de unidad, con todo lo que él subraya acerca de la to, que “vive” -¿ y cómo?- esa experiencia hic et nunc, pero que
importancia considerable de saberse “uno” (sobre todo esto es podrá no sentirse el mismo en el instante siguiente, cuando
cierto allí donde el bebé Winnicott es ante todo uno en dos, dos todos los aspectos de su vivencia se hayan modificado (inevita
confundidos en uno en la fusión primordial).25 blemente). ¿Cómo saberse sí mismo, idéntico, si no es otra cosa
El aporte considerable de toda esta clínica infantil es el hecho que lo que le toca, lo que le sucede (y, en especial, en lo inefable,
de caracterizarse finalmente como una clínica de la identidad, de lo que le sucede a su cuerpo)? Esa ausencia después de todo alar
la identidad que va forjándose. Incluso cuando al comienzo no se mante de no saberse sí mismo, esa falta por saber(se) (cuando no
encuentra para nada adquirido... Justamente a eso se debe la falta en ser), esa falta de una identidad que sigue siendo lábil,
suerte de milagro de la que hablábamos: precisamente habida evanescente, es lo que evoca Dolto al pasar cuando, al hablar del
cuenta de la extrañeza enigmática primera, allí donde adviene la niño que dice “yo”, subraya que no es forzosamente él, “es él
identidad, que sin embargo no estaba asegurada desde un co influenciado y hablando como otro”, puesto que esto puede ser
“yo-que-me-siento-que-soy-como-un-gato, yo que no sé cual es
mi edad ni mi altura ni nada de nada”.26
No hay aquí ni identidad “ídem”, ni identidad “ipse”, en el
24. Incluso comenzando, llegado el caso, por decir “¡No!”, a modo de pre
misas oposicionales a su palabra hablada, así como lo muestra Dolto, que no
deja de lado ese vínculo esencial entre símbolo y negación.
25. Déprivation et délinquance, ob. cit., pág. 225 y sigs. 26. Les ¡muges, lesmots, les corps, ob. cit., pág. 32.
190 DOLTO / WINNICOTT
w DEVENIR Si MISMO 191
sentido en que Paul Ricoeur plantea esta distinción, es decir, con esa “no-integración”. Lo cual no impide (|uc ésta no deje de
la al menos relativa permanencia en el tiempo que supone el recortar lo que buscamos entender aquí, más cierto m'm en tér
ídem.27 Y no hay uno porque no hay el otro, no puede haber uno minos de identidad, o más bien de no-idcntidad, de identidad
(ipse) puesto que no hay otro (ídem). Mientras que el niño no es aún no advenida (en la base de una posible “disociación").'0
“ídem” -no se siente el mismo- en ninguna de las circunstancias
de su vivencia, ¿cómo podría acceder a cualquier forma de ipsei-
dad verdadera que no fuera potencial? La identidad aquí explota L7\S ANGUSTIAS PRIMORDIALES
en pedazos, si puede decirse así. Y la identidad ipse no adviene,
primero porque el ídem se volatilizó, en dispersión cuasi perma Y es Winnicott quien logra restituir con más pertinencia toda
nente, de modo que el infans así es como heterogéneo a sí mis la dramaturgia, por no decir más (¿o peor?), de lo que vive des
mo. Si pudiera -pero tal vez precisamente está protegido por la pués todo el infans, en ese tiempo remoto de su existencia pri
ignorancia (¿del inconsciente?)-, él también se sentiría un enig mordial. Es en él donde sin duda encontramos los más fuertes
ma, desmultiplicado como está en tanto trozos discordantes acentos dramáticos para describir lo patético de esc pánico inna
según los instantes sucesivos de una vivencia dispersada, que casi to. Por sólo mostrar una ilustración entre muchas otras: “Faltas
se convertiría en pesadilla.28 Y que seguramente, en todo caso, de fiabilidad del ambiente en estadios precoces producen en el
tiene con qué evocarnos la locura -así como Winnicott en espe lactante fracturas del continuum personal en razón de las reaccio
cial no deja de subrayarlo-, por la suerte de caos inconstituido nes a lo imprevisible. Estos acontecimientos traumáticos conlle
que parece deber ser entonces el lote de lo vivo ...29* van una angustia impensable o un dolor inmenso”.31 Señala, de
Por ende, reconozcámoslo, esto da alguna fuerza a aquello manera mucho más general y común, el hecho de que el infans
que Winnicott llamaba “no-integración primaria”. Aunque ésta pueda no saberse (siendo) el mismo, según si duerme o está dor
parece corresponder a un verdadero desmembramiento (corpo mido, si está en la tensión del llamado de la necesidad o si está
ral) del ser, cuando aquí hablamos más bien de una suerte de dis calmado, saciado o satisfecho, o según si sueña, etc.32 Y muy
persión existencial (temporal y espacial) en la vivencia del bebé. probablemente podría hacerse un inventario de toda esta clínica,
Aprovechemos para recordar, si fuera necesario, que nuestra crí a la vez concreta y al mismo tiempo supuesta, reconstituida (que
tica, una vez más, apuntaba más en este punto a la manera en nos muestra al infans desconocido, cuando no extranjero a sí
que, en efecto, Winnicott no percibía ni tomaba en cuenta la mismo). Y Winnicott insiste en las angustias corrosivas que esto
parte del soporte significante que iba a poder resolver y superar genera para el bebé en su vivencia primera. Ser un bebé -antes
de ser un Yo \Je\- no tiene descanso, ¡ni corporal ni psíquico!
En Dolto, numerosas notas clínicas comprueban de modo
27. Ricoeur, Paul, Soi-méme comme un nutre, ob. cit., Prefacio. “Idem” se similar esta identidad disonante, que recorta, disloca y disuelve
refiere a “mismo”, en el sentido de “mismo que”, “idéntico a”. “Ipse” significa el hilo aleatorio de los acontecimientos, a la medida -¡o desme-
“él mismo”, “en persona”. Véase Cassin, Barbara (2004): Vocabulaire Europe'en dedia!- de lo que vive el bebé. Así, recomienda a las mamas que
tles Pbilosophies, París, Le Seuil-Le Robert, pág. 581.
28. Y acaso la pesadilla no es, entre otras posibles, una representación figu
rada (¿?).
29. Y del cual conviene señalar que Dolto, como hemos indicado al pasar,
30. Sobre esta noción en Winnicott, véase PP, pág. 65.
no acentúa tanto esa fenomenología (infantil) de “caos”. Véase, sin embargo,
31. CE, pág. 322.
más adelante.
32. PP, pág. 65.
192 DOLTO / W INNICOTT DEVENIR SÍ MISMO 193
van a buscar a su bebe al final del día a la guardería, que no 10 cual primero está confrontado su ser, difractado en la multipli
agredan cayéndole encima para devorarlo a besos, ya que su hijo cidad de los estados, en la dispersión de los seres desmultiplica
devenido él mismo diferente por el transcurso de toda una jor dos donde está sublimado, antes de apropiarse a sí mismo asu
nada plena, puede no reconocerlas en ese momento.33 Al igual miéndolos?
que explica cómo una mudanza está en idénticas condiciones de Mientras que Winnicott insiste en restituirnos la gravedad y
desestabilizar gravemente a un niño, quitándole las marcas espa- la angustia (llamada impensable)36 de ese desconcierto primor
eiotemporales que eran las suyas, pues un cambio de lugar puede dial, Dolto, aunque subraya la amplitud de esas cuestiones -para
significar para él un cambio de ser... ella también, la línea de la psicosis nunca está muy lejos en esos
I'.n el mismo orden de ideas, Winnicott muestra así la suerte tiempos de fundación estructural-, evoca con menos insistencia
de colusión (que demandaría una reflexión específica) que pare esa suerte de dramaturgia inaugural del pequeño, que da como
ce darse allí, entre el espacio subjetivo -o interior- del bebé y el una configuración potencialmente trágica con lo que hace su ser
lugar donde se encuentra, como si el primero pudiera relacio (pero entonces habría una tragedia, ¡previa a la edípica!). Tal vez
narse con el segundo, al punto de que las coordenadas espacio- eso se deba al hecho de que Dolto tenía a su disposición instru
temporales del ambiente pudieran tener un valor dominante mentos simbolizadores que, desde un principio, podían paliar la
para el sentimiento de ser del pequeño, que relaciona con ello su dispersión caótica (aunque sólo fuera para recordar que el niño
identidad errante, que refiere a ello su búsqueda identitaria, no es nombrado, en especial por su nombre de pila).37 Pero la no
sin pánico posible.34 minación no es todo, la nominación no puede todo y segura
Así, podríamos multiplicar las citas que dan lugar a la idea mente no alcanza para detener la explosión identitaria de las .ex
de una dislocación del ser en el mundo, de un desmembra periencias potencialmente desmembrantes, a las que se pretende
miento innato que sólo se debe al cuerpo (como parece al prin agrupar en un todo unificado, que entonces ciertamente podrá
cipio haberlo señalado Lacan -así como W innicott- a través de alinearse (entre otras cosas) bajo el ennoblecimiento del nombre.
esta idea en Lacan- de las “imagos del cuerpo desmembrado”. También es cierto que ello corresponde a la tendencia, presente
Primero, se trata sobre todo de la identidad del ser, que se en Dolto, de considerar que, precisamente, ¡sí, la palabra lo pue
muestra como fragmentada, explotada, dispersada. Y el “mila de todo!
gro ' en torno al cual giramos es el de cómo ese desmembra Debemos recordar aquí otro tema común a Winnicott y
miento encuentra la manera de ordenarse, de coordinarse en la Dolto, puesto que está ligado al de la identidad tal como acaba
posibilidad de un centramiento identitario, que va a permitir (o mos de comprenderla: la continuidad. Ambos insistieron de modo
«pie será permitido por) la asunción subjetiva del Yo [/e].35 similar en la necesidad de mantener para el bebé la continuidad
A .mito sale el injans de ese verdadero maelstrom identitario, al de su vivencia. Además, hemos señalado que para insistir en la
necesidad de asegurar la continuidad del ser para el infavs, res
pecto de lo que lo desmembra en su vivencia, ambos autores
ti l,ti (íiiise des cnfmits, oí), cit., págs. 242 y 250. recurrieron a un neologismo específico que expresa bien lo que
I I Dr multen) de encontrar in fine alguna pertinencia a la noción de cada uno quiere decir y cada uno de los cuales -no puede ser una
HMilili'illr .
I' Aipirllii que I.¡lean al principio fue a buscar en el espejo, como lo com-
pmtli,i (4 Ululo de su artículo fundacional (de 1949): “Le stade du miroir
fiHiiuu loimulnir de la fonction du Je ” (Écrits, ob. cit., pág. 92. Ed. esp.: “El
36. CE, págs. 322-325.
*H.ido di I i'npejo como fonnador de la función del Yo [Je]”, Escritos, ob. cit.).
3 7 .11C, pág. 46 y sigs.
194 DOLTO / WINNICOTT
DEVENIR Sf MISMO
coincidencia- es como la traducción del otro. Winnicott habla llegamos a considerar que la madre del bebé Dolto oim mr|m
de going on being (de “continuar siendo”) y Dolto del “allant- provista, incluso en lo que se refiere a instaurar la coiiilniilihnl
devenant” [“yendo-deviniendo”].38 en cuestión, en virtud de tener a su disposición los re» iiinh* >dg
No nos sorprende, es verdad, esa insistencia, teniendo en nificantes del lenguaje; de modo que para asegurar (al lu la') la
cuenta lo que toda la clínica bebológica acaba de señalarnos permanencia de una continuidad, estimamos que no tendía nada
sobre los peligros que representa para el bebé su esencial disper mejor (y en realidad nada más...) que el recurso y el podrí drl
sión identitaria. Comprendemos, pues, y percibimos la pertinen verbo. Mucho mejor, en todo caso, que el solo oficio de un olijr
cia de que nuestros dos autores estén así de acuerdo en que se to (¡transicional!) que, desde esta perspectiva doltoiana, pa'ni 1111)'.
asegure, en el plano del bebé, la continuidad de la vivencia bien por un mal menor objetal. Pues, a falta de verbo, la i mili
-abierta, en caso contrario, a la dispersión del desmembramien nuidad según Winnicott estará asegurada de un modo muí lio
to-, para tender, en cambio, hacia una centración identitaria. Se más sustancial (que sutil), requiriendo más presencia eln livu dr
trata, pues, de actuar para que el infans pueda llegar a sentir que la madre-objeto (y/o de la “madre-ambiente”).
es el mismo, según el capricho de sus experiencias, y alcance así Al menos podemos plantear como punto de convergencia
la identidad consigo mismo (una identidad “ídem” fundadora de mínima que, en ambos casos, se necesita una intervención de la
ipseidad). Pero queda por saber cómo se respondió a esta reco madre. Lo cual deja entender que la identidad del sujeto no tie
mendación, cómo se cumple en los hechos esa prescripción de ne un motor propio, que él no está en condiciones de conquis
tener que detener la discontinuidad subjetiva. tarla por sus propios medios. Si estuviera aislado (si eso fuera
Inevitablemente, y no podemos sorprendernos por ello, concebible), no podría sino sumirse en la dispersión y la locura.
vamos a encontrar aquí el recordatorio de la preciosa interven Sin el sostén de los demás - y por excelencia, ante todo, el del
ción materna, puesto que para nuestros dos autores, es decidida otro materno- no puede acceder a la identidad, a lo que va- a
mente a la madre a quien le corresponde, ante todo, la carga de constituir la identificación de sí mismo.
sostener el ser de su bebé, en especial para asegurar su continui Tal vez sea en Winnicott donde encontremos desarrollado
dad inicial. este tema con mayor insistencia, puesto que, por no recurrir al
lenguaje, la madre es ante todo cuerpo y alma como sostén iden
titario para su hijo, a quien asiste como suplente absoluta. En
DE NUEVO, LA MADRE particular, Winnicott pone el acento, como hemos visto, en el
hecho de que la madre se hace sostén del Yo del niño al que pri
Henos aquí, pues, de nuevo ante la confrontación entre las mero ella suple con el suyo propio. Sin que necesariamente
dos madres respectivas, que ya hemos abordado extensamente en sepamos lo que esto quiere decir en concreto, siempre resulta
el capítulo 2. Recodemos, para retomar aquí sólo lo esencial, que que “la inmadurez del Yo es compensada de manera natural por
el soporte del Yo que ofrece la madre”,3839 “el Yo de la madre que
suplanta el del niño y de este modo lo vuelve permanente y esta
ble".411 Es decir, con todas las letras, que el Yo del niño, si lo
38. Con el cual, recordémoslo, ella define el narcisismo, un narcisismo a la
manera de Dolto que hay que entender como correspondiente, no a las muecas
y otras complacencias del Yo, sino relacionado con lo que justamente asegura
el rumbo identitario del sujeto, “yendo-deviniendo en el genio de su sexo” (lo 39. />/’, piig. 329.
cual podemos especificar como “narcisismo del sujeto”). Véase IIC, pág. 50. 40. />/', pég. 362.
DEVENIR SI MISMO 197
196 DOLTO / WINNICOTT
43. Más allá del juego de palabras [véase N. de la T., pág. 63], debemos
evocar aquí, acerca de lo vocal, el notable trabajo de investigación de Alain
11 V't'iin' mii'.nm libro l,e ivrpspsyebique, ol). cit., pág. 99,
Delbée: Le stade vocal, París, L’IIarmattan, 1995.
■U,.///>/>, cap. 9.
198 DOLTO / WINNICOTT DEVENIR SÍ MISMO I 99
su Yo \Jej.44 En Winnicott, la madre no tiene nada de esta di humano (infans) no puede adquirirse sino a través de la alteridad
mensión, ya hemos insistido en ello lo suficiente. Ella es otro., que se la confiere, y aquí nos encontramos, pues, con cuestiones
objeto, no es Otro de palabra. Al respecto, no interviene pues que atraviesan todo un campo de la filosofía contemporánea
sino por la factualidad material de los objetos que aporta, y que (Ricoeur, Lévinas, Maldiney, etc.).46
primero es ella. Por lo tanto, encontramos en nuestros dos auto Al regresar así al continente francófono, podría dar b impre
res, pero de manera absolutamente diferente, esta característica sión, con estos últimos estudios, de que nos hemos olvidado de
ineludible de una identidad fatalmente marcada por el Otro, una Winnicott, que lo hemos “dejado caer” (como se puede decir del
identidad en ese sentido fatalmente alterada. bebé), y hemos vuelto a consideraciones más delimitadas, a un
Y, por supuesto, vuelve a plantearse de nuevo la cuestión de debate dolto-lacaniano, al que éste sólo puede estar ajeno. Sin
lo que se refiere al Otro, que hace que surja la distancia (concep embargo, no podemos decir que Winnicott haya desconocido
tual) irreductible entre lo que Winnicott designa como la madre totalmente este cuestionamiento. Por poco “dolto-lacaniano”
y lo que podemos reconocer de un modo diferente en Dolto que fuera -no dejamos de encontrar los límites de esta brecha
siguiendo a Eacan- como una figura del Otro, en cuanto ins entre ellos-, no permaneció sordo, ni mucho menos, a lo que
tancia misma de la palabra. puede conducir -lo que no puede sino conducir- a esa alteración
I ales son, pues, los elementos conclusivos cruciales a los que de la identidad en el humano, al hecho de que la identidad no
nos lleva la reflexión bebológica: que lo que caracteriza al huma p„.ede ser estrictamente identidad consigo misma, puesto que
no sería justamente el hecho de que esté atrapado, debido a esa siempre supone - y ya desde el origen- el desvío del recurso que
releícncia al Otro, en lo que constituye una tenaza esencial, obliga a pasar por el camino de la instancia materna. Lo que
entre la alienación a la que es sometido [assujett¡\*$ Y la alteridad hace que la identidad siempre deba conquistarse.
en la que, por esta misma razón, puede ser iniciado, la identidad
que es suya a esc precio. Dicho de otro modo, la identidad en el
EL 5ELF
tía por sí solo la atención que Winnicott prestó al tema identi- el centro del Yo, puesto que el Self en cuanto tal es lo que intro
tario. duce esta separación, lo que de hecho se convierte en su vector
A pesar de los temores que podamos tener de que, además de de la diferenciación por la cual el infans se libera de la madre,
la prolusión de los términos que ya estamos utilizando -de los dicho de otro modo, en términos winnicottiattos: del ambiente
que liemos visto los problemas que planteaban, en especial (materno). Y, justamente, una de las dificultades que plantea la
“yo/sujeto”-, este nuevo término (S e lf pueda agregar confu noción de Self en Winnicott —una noción a la cual él está muy
sión,señalem os, sin embargo, el interés que puede tener la apegado sin haberse esmerado necesariamente en volverla crista
elección del término: Self, “Sí mismo”. Su valor para nosotros, lina...- es saber cómo situar su concepto respecto de la instancia
en el presente contexto, reside en que viene a designar para el del Yo. ¿Qué relación hay (o no) entre el Self y el Yo? Sobre
pequeño humano una identidad propia -es lo que el término todo ya que a veces se los suele considerar sinónimos o equiva
pretende aportar-, pero que percibimos marcada, sin embargo, lentes,4849 cuando en sus textos Winnicott se ha dedicado, por el
por un coeficiente impersonal, en la medida en que reduce, contrario, a diferenciarlos cuidadosamente.
merma, la individuación: “Sí mismo” no es en absoluto “Yo” Sin duda, no nos corresponde ahondar en las sofisticaciones
porque introduce en cierta forma una distancia consigo mismo residuales de la teoría winnicottiana.50 Ya es muy valioso que po
que hace que yo no pueda “pegarme”, coincidir, adherir absolu damos al menos señalar este terna, esta idea del Self como co
tamente a mí. “Sí mismo” contiene, lleva, la marca de alguna rrespondiente a su impacto primordial en el ser del infans. Y,
alteridad (lo cual es acorde con los análisis precedentes). desde esta perspectiva, propondremos simplemente concebir el
En efecto, encontramos así un elemento esencial de la proble Self como el término a través del cual Winnicott pone el acento
mática identitaria, en lo que implica, paradójica (pero simbólica en la dimensión de la identidad, en el sentido de que para el
mente), de una no-identidad consigo mismo, aquello por lo cual, des infans se trataría de llegar a apropiarse como sí mismo, en cuanto
pués de todo, se especifica en el humano la dimensión del sí mismo, una vez realizada esa separación entre Yo y no-Yo
inconsciente. En pocas palabras, cabría preguntarse, por otra (operación de la que el Self sería, en súma, el cociente, ya que es
parte, si con su noción de Self, Winnicott no se encuentra, contra producido, a través de esa distinción operatoria Yo/no-Yo, como
toda expectativa, en el terreno del pensamiento freudiano, del que núcleo identitario).
hasta entonces había buscado distinguirse, al verse esta vez alcan Tal vez podríamos simplemente indicar, a título de apertura
zado, ile alguna manera, por el inconsciente -freudiano- (y cabría hipotética, que con las dos nociones conexas de Self y Yo (sin
preguntarse, pues, si no vuelve a convertirse en psicoanalista...). hablar de la distinción entre “Ego” y “Me”), Winnicott parece
En todo caso, para atenerse a lo que formula Winnicott, y abordar una misma problemática, pero según dos puntos de vista
para enunciarlo con sus propios términos, podríamos decir que diferentes, aunque relacionados. Yo y SWf serían, así, como las dos
el Sí mismo (el Self introduce algo de no-yo (not me) incluso en caras de una misma cuestión respecto del ser inaugural del bebé.
Forzando la interpretación, podríamos sostener que el Yo hace
1
DOITO / WINNICOTT DEVENIR SI MISMO
202 203
i|iic se acentúe lo que Winnicott formula en términos de posesión “dolto-lacaniano”? Es que al colocarlo en una proximidad con
(véase “primera posesión”), dicho de otro modo, el modo del ceptual problemática con el Yo, Winnicott hace del Selfe 1 lugar
tener (tener un Yo), mientras que el Selj se relacionaría más con lo donde se juegaja cuestión de la verdad:52 si el Yo es asunto de
que designa el ser, en su eventual autenticidad (ser un Se//).51 identidad, o más bien de unidad (dé'integración/ el Self es asiífi-
Dicho esto, no nos engañemos respecto de todo lo que he to de verdad. Puesto que la alternativa a la cual está sometido se
mos analizado y argumentado anteriormente. Estas considera distribuye en esa posibilidad de ser verdadero o falso, gf Se/£es
ciones no aportan nada nuevo en cuanto a lo que sería en Win así portador de lo que compromete al ser -y primordialmente el
nicott la percepción de lo simbólico que entra en juego en todos ser del bebé- en el camino de la verdad (¿de la autenticidad?) o
estos procesos. Debemos renunciar de una vez por todas a bus de la falsedad respecto de sí mismo.
car en sus formulaciones teóricas cualquier cosa que tenga que Pero, ¿qué quiere decir esto? Y, ¿como se da concretamente
ver con uña dimensión significante (no la encontraremos). Es en nuestro bebé Winnicott?, ¿cómo se compromete resuelta
inútil buscarla: no está. mente en el camino del verdadero Se!f\ de un sí mismo veraz?,
¿o como se encuentra, por el contrario, entrampado en el cami
no de un falso Self , de un sí mismo falaz? Abordemos la cues
EL SELF, VERDADERO O FALSO tión desde el segundo aspecto de la alternativa. Y digamos, sin
cutí ai en detalles, que éste, el “lalso Selj", corresponde a lo que
Y, sin embargo, Winnicott le aporta a la conceptualización se pioduce cuando el trayecto, el proceso del desarrollo primor
del Self una dimensión decisiva, bajo la forma de una caracteriza dial, se ve modificado, desviado de su trayectoria (¿“natural”?,
ción complementaria, que viene a confirmar hasta qué punto ¿ espontánea ?) y falseado, justamente, va sea por la falta del
esta noción recubre el conjunto de nuestras consideraciones sostén ( deprivación”) o por el abuso de una invasión (“intru
anteriores a propósito de la identidad. En efecto, le suma nada sión”). En un caso similar, lo que resulta de ello es un Self falaz
menos que la cuestión de lo verdadero y lo falso, al plantear la mente sometido entonces a lo que el Otro —por supuesto, W in
distinción de un trne o jnlse Self (verdadero Self o falso Self), lo nicott dice “ambiente”- llegó a imponerle de un modo que
cual, señalémoslo, se une ademas a la cuestión de la ética, abor podríamos llamar abusivo”, desviándolo de su camino propio.
dada en el capítulo 5. Prueba, claro está, de que la madre implicada no siempre es,
De estg modo, más allá de las zonas oscuras que puede seguir pues, “suficientemente buena”, ni mucho menos. El falso Self es,
teniendo, el Se//'es, pues, aquello a través de lo cual Winnicott entonces, en cierta forma, un sí mismo sesgado que, al ser des
introduce en su pensamiento bebológico lo que se relaciona con viado -por lo que llegó a sufrir (a través del “ambiente” mater
la verdad del ser... ¿Podemos ver, así, (un poco) mejor en qué no)- de su orientación personal propia, renunció a su devenir
punto esto lo acerca a la tonalidad doltoiana, si no al discurso auténtico para ofrecer la cara (¿mentirosa?) de un (falso) Self
confomie, cuando no conformista, con lo que pudo parcccrle, en
suma, que se esperaba de él, al punto de que su verdad se ve alie
nada por ello.
51. Sin embargo, es verdad que, además, en otros contextos, \\ innicott lle
garía más bien a concebir el .Ve//como aquello que no hace sino anticipar, pre
parar la llegada plena del Yo, lo cual llevó en un momento al “Yo total” (PP,
páe. 260). ¿Ks decir entonces que el .SY//-dcl que no sabemos si surge o no en 52. Que Lavan no había dejado de señalar. Véase Lehniann, Jcan-Pierre,
el inconsciente- es reabsorbido en el Yo? ob. eit., pág. 53.
204 DOLTO / WINNICOTT
DEVENIR SÍ MISMO 205
53. Sobre estas delicadas cuestiones, véase PM, cap. 9, pág. 120 y sigs.
55. pág. 264 y sigs.
54. Véase CE, pág. 327. 56. PM, pág. 126.
206 DOLTO / WINNICOTT d e v e n ir s í m is m o 207
O bien el ambiente (en pocas palabras, la madre) se impone de “la verdad, yo hablo”- , 58 pero hemos lamentado lo suficiente
manera discordante, cualquiera que sea el modo, y el individuo esta laguna, carencia central de su pensamiento... Al menos, su
puede entonces sentirse obligado a edificar la protección de un manera de articular la verdad desde la perspectiva del desarrollo
falso Self, hecho de compromiso y sumisión, a fin de mantener en lo más arcaico viene a dar muestras de que implícitamente
intacto, asimismo, el núcleo así disimulado del verdadero Self percibe su dimensión originaria. De modo que esa historia del
En otras palabras, podríamos decir que el parecer prevalece Self verdadero o falso tal vez corresponda incluso a la manera en
sobre el ser. El niño se alinea, en suma, con lo que le fue indebi que Winnicott se ve como alcanzado por la dimensión signifi
damente impuesto. Se construye para sí mismo un Self superfi cante que tan constantemente eludió. Pues, ¿cómo podría plan
cial, artificial, que se adapta a ese ambiente no adaptado some tearse alguna vez la cuestión de la verdad en el humano hiera de
tiéndose a él, renunciando a la actividad creativa (de sí mismo) esa referencia a lo simbólico, en el registro de la palabra, comen
para ceder a la aceptación pasiva de la sumisión falaz. zando por el bebé?
Para resumir, cuando se produce una falta del sostén “am
biental” -cuando la madre ya no es suficientemente buena-, el
bebé sigue estando en condiciones de conformarse con lo que el LA VERDAD
ambiente espera de él, pero al precio de una negación de sí, en
su identidad, y surge entonces, en forma de complacencia sumi Como hemos dicho, esta noción del Self constituye el lugar
sa, la falsedad insigne del Self, con lo que Winnicott designa co de un encuentro posible con las posiciones de Dolto; y esto es
mo “sentimiento de futilidad”, para traducir, en suma, un “hacer así en el plano de las opciones fundamentales, allí donde lo que
como si” se existiera. está en juego es el advenimiento subjetivo del bebé respecto de
El asunto es lo suficientemente importante, y grave, como la verdad.
para que nos detengamos un poco más. Porque aquello a lo que Porque seguramente hay una exigencia similar en Dolto, (pie
nos remite, para terminar toda esta búsqueda bebológica -inclu tampoco ha dejado de acosar su autenticidad. Llegando, en ese
so por el lado de Winnicott-, es a lo que tiene que ver, funda camino, hasta a utilizar la distinción (lacaniana) entre el sujeto y
mentalmente, con la verdad (o la falsedad) de un humano, cuyas el Yo (a riesgo de fundarla conceptualmente a su manera), opo
determinaciones (éticas) en el bebé se plantean de este modo niendo así la autenticidad que sería la del sujeto a la vanidad des
como primordiales, entre verdad y mentira. figurada y mentirosa del Yo. Dolto funda toda su reflexión de
Fuera de la referencia al lenguaje -puesto que está cruelmen confrontación con el estadio del espejo de Lacan sobre este anta
te ausente para nosotros-, retengamos que el Self, pese a sus gonismo y encuentra la verdad del sujeto en el tiempo de lo pi e-
opacidades conceptuales, es, por así decirlo, el único lugar de su especular para oponerlo a lo que se produce en lo visible (espe
pensamiento donde Winnicott formula la cuestión de la verdad, cular) con las complacencias escópicas del Yo.59
triie o false (no podríamos, pues, obviarlo...). Seguramente se
mantiene muy alejado de aquello que remitiría necesariamente la
verdad a la enunciación de una palabra57 -a la manera lacaniana:
menos, manifiestamente, que la factualidad de la regresión ("a la di'|ii'iidi'm la")
que pudo operarse.
5H. Lacan, Jacques, “La Chose freudienne”, Ecrits, olí. cit., prtg. •Itlti |ed
57. Sin que él desconozca, sin embargo, el valor de una interpretación, esp.: “La cosa freudiana”, Escritos, ob. cit.].
aunque llega a ella minimizando su mero alcance significante, que le imnorta 59. Le miroir et la psyché, ob. cit.
208 DOLTO / WINNICOTT
1 DEVENIR SÍ MISMO 209
I
Conclusión
todo, los psicólogos encuentran en el campo que nos ocupa las aportes si éstos pueden enriquecer nuestra propia reflexión psi
mismas preguntas que nosotros, o confirman, al menos en parte, coanalítica sobre el bebé.
respecto del bebé, los mismos cuestionamientos, las preguntas I ero, ¡ay! Debemos reconocer que, con mucha frecuencia,
que también son las nuestras (cuando no se nos han adelanta esta recepción, por creerse en principio benevolente, impregna
do)?3 A partir de qué prejuicio descartaríamos, sin otra forma de da de buenas intenciones, muy a menudo se desanima por lo que
juicio, la manera que ellos tienen de entenderlos, si se puede res revela el carácter supuestamente científico del discurso psicoló
catar de su investigación algún aporte, algún enriquecimiento? gico. Seguramente, aquí sólo podamos expresar impresiones,
Después de todo, repitámoslo, el propio Lacan, para fomentar pero son insistentes y fáciles de sostener. Porque lo que inquieta
su famoso estadio del espejo, no tuvo problemas en ir a buscar su en las palabras del psicólogo -cuando además conoce una recu
bien a las tierras de los vecinos psicólogos (aunque es cierto que peración del favor comprobado al menos por la difusión entre el
no tomaba préstamos de cualquiera, por ejemplo tratándose de “público masivo”- es lo que, precisamente, para nosotros consti
alguien del temple de Henri Wallon). tuye el empobrecimiento reductor donde mantiene a su objeto,
Más allá de lo que se ponga de relieve sobre la especificidad en este caso el bebé, justamente por tratarlo como objeto.5 En
psicoanalítica -y claramente es una preocupación presente en es este punto podemos preguntarnos cómo hacer exactamente para
te trabajo-, eso no podría conducir a hacer una cruzada en nom llegar a tal resultado consternante, literalmente triste, donde el
bre de vaya uno a saber qué depuración de principios, conocien bebé, conceptualizado de este modo, aparece casi sin vida (rcla-
do, con más razón, los errores que esta reivindicación de una cionalmente, en todo caso), incluso cuando está animado o ins
pureza supuestamente epistemológica pudo crearle al psicoanáli trumentalmente excitado, estimulado. Y sin embargo, incluso
sis, cuando se confundía el rigor formal con el hecho de encu cuando el psicólogo remite al cuerpo, a la dimensión corporal, es
brirse bajo una suficiencia proteccionista...4 A contramano de para producir algo desencarnado. E incluso cuando hace refe
esa actitud tradicionalmente teñida de desprecio, a priori nuestra rencia a lo afectivo, al registro del sentimiento o de la emoción,
intención no es, pues, apoyarnos en la psicología devaluando su da la impresión de un mundo (¡del bebé!) desafectado...
discurso. Permanecemos dispuestos a recoger sus enseñanzas y ¿Cómo es posible esta observación? Justamente porque el
bebé se ve reducido -en razón de una supuesta cientificidad- a la
objetividad de lo que lo confina de hecho al atolladero de la ob
jetivación. Se lo reduce a las nociones “psicomotrices” de sus
3. ¿Acaso no hemos encontrado, por ejemplo, en nuestro análisis previo, lo conductas, de su comportamiento (behaviour). Cierto es que no
que podría decirse -p or qué n o- en términos piagetianos (¡!): la génesis de la
nos lo descercbran. Muy al contrario, puesto que se reduce su
representación de sí mismo?
4. Es, además, atrevámonos a decirlo aquí, lo que pudo hacer que acogiéra vida al eablerío cerebral... Con lo cual, se lo convierte en un
mos el famoso Livre noir de la psycbanalyse, París, Les Arenes, 2005 [ed. esp.: El bebé ncuronal. Y, por observarlo de ese modo, entre las anteoje
libro negro del psicoanálisis, trad. de Sergio Javier Di Nucci, Buenos Aires, Suda ras de lo ncuropsicológico, se lo desubjetiva, se le quita toda
mericana, 2007], sin sumarnos a los gritos de horror que entonces agitaron al
mundo analítico, más presto a movilizarse frente a los ataques del afuera que a
clarificar lo que es necesario en su seno. Después de todo, se puede encontrar
en este libro -motivado, cierto es, por la canallada- una dimensión critica que 5. A modo de muestra de ejemplo entre tantos otros de lo que sostenemos,
el psicoanálisis se atribuiría a sí mismo. Por no haber sabido conducir esa obra vease Rochant, Phihppe (2006): Le monde des bébe's, París, Odile Jacoh. Allí
crítica, dejó que otros hicieran el trabajo. Lástima. Porque entonces fatalmente puede verse al bebé reducido a sus comportamientos, contentándose con pro
se convierte en un trabajo sucio, donde todos los golpes (bajos) están permiti vocarlos para observarlos, íbera de todo vínculo relacional diferente del fría
dos. ¿Pero no ha sucedido que la canallada también fuera lacaniana? mente instrumental y experimental.
216 DOLTO / WINNICOTT
CONCLUSIÓN 217
Hay, así, una primera etapa de su elaboración (¿alrededor de su hijo, a quien contribuye a reconocer
su encuentro con Pankow?) donde Dolto se contenta con tratar habla [parlant], como “parlitre”. Desde
la imagen del cuerpo,9 antes de verse conducida a agregarle la ces, la madre se concibe sólo con -de foncraA fi
denominación de “inconsciente”. Lo cual nos confronta a la que ella evoca -hay que decirlo- dándole su
cuestión esencial de determinar lo que justifica ese aditivo cru Y es justamente allí donde la denominac4oTf de^rfío
cial, dicho de otro modo, de definir lo que funda dicha imagen cobra todo su sentido. En efecto, es en e^ ^ ffg o r ^^comprendi
del cuerpo como inconsciente. ¿Qué es lo que eso quiere decir, do donde se vuelve a desplegar toda la concep^p^^^ciofi'á^ la
más allá de la voluntad de especificar de ese modo la orientación imagen del cuerpo, revisada y corregidaVáíÍp^di$qaflft9^antes,
psicoanalítica de su discurso, sustrayendo su conceptualización a en f»l míin-n dpi inconsciente, como
riesgo de ser desviada y comprendida en una perspectiva que la po. Planteábamos la pregunta: ¿qué quiereB|gJi|^y«jgn^ciente
reduciría a una materia (neuro)psicológica? Lo cual sería -cual en “imagen inconsciente del cuerpo”? Seguramente nabrá varias
quiera sea la proximidad que pueda haber en los contornos de maneras de responder a esta pregunta. Pero una de ellas, que
esos dominios eventualmente limítrofes- un completo malen haremos prevalecer aquí, justamente porque es asonante con la
tendido, un total contrasentido. formulación lacaniana sobre “el insconsciente, discurso del
Intentemos, pues, explicitar lo que hace que Dolto escape, en Otro”, sería responder que la imagen del cuerpo es llamada “in
efecto, al riesgo de esa desviación psicológica. Eso ya reside en consciente” porque se elabora a través de la palabra, en la rela
lo que no hemos dejado de encontrar en nuestro camino de lo ción con la madre -no la “madre objeto”, sino la madre que ha
que para ella -mediante el inconsciente- es la referencia princi- bla-, cualquiera sea la estructura, es decir, por intermedio de lo
pial a la estructura constituyente y fundadora de la palabra, co que allí se determina en y por la palabra. Esta procede de ese
mo elemento que rige la parte humanizante de la vida del peque vínculo simbólico nimbado del insconsciente del bebé con la
ño, incluso ya in útero, sin hablar de la prehistoria (a riesgo de madre, es decir, irreductible a la factualidad material que se su
localizar allí la dimensión del aprés-coup). pone objetivable de los intercambios “ambientales” (cuando allí
De modo que si Dolto, de modo similar a Winnicott (y a los opera mucho más lo que, por inasignable, escapa y con razón a
psicólogos de la primera infancia), acentúa la importancia de la los protagonistas).
relación primordial con la madre, es para reconocer allí (a dife Pero también es lo que cree confirmar en Dolto toda la temá
rencia de Winnicott) una operatividad significante, simbolizado- tica del sujeto, del reconocimiento del bebé como sujeto, lo cual
ra. Lo que convierte al personaje de la madre en una figura de quiere decir: sujeto (encarnado) de la palabra. Y que sub-yace,
alcance “simbolígeno”, según su término, a la manera de lo que fuera de toda psicología, a la noción misma de imagen del cuer
retomaba de ello el propio Lacan en lo que designa como metá- po, en la medida en que es llamada inconsciente, es decir, mar
fora paterna. Pero también es una metáfora materna, al menos en cada por el significante (dicho de otro modo, testigo de lo que la
la medida en que, según las fuertes denominaciones lacanianas, carne, como encarnada, debe al verbo).
eso instaura a la madre en el lugar del Otro (lugar de la palabra).
Es por esta razón que puede ocupar un lugar estructurante para
LA DIVERGENCIA
9. Esto puede.verse en su primer escrito sobre el tema, que volvió a pulill Y es, por supuesto, lo que hace toda la diferencia con W inni
carse bajo mi supervisión en Sentimmt de soi, ob. eit., p. 285. cott. Incluso es el punto preciso a partir del cual sus discursos
220 DOLTO / WINNICOTT
CONCLUSIÓN 221
;
222 DOLTO / WINNICOTT
CONCLUSIÓN 223
razón, su distanciamiento es mucho más radical de lo que pudi sis)- y las “necesidades del Yo” (aquellas que se toman en cuenta
mos creer, a riesgo incluso de dar la idea de que, en realidad, se fundamentalmente en - y para- el infans).13
distancia directamente del psicoanálisis, irrevocablemente, susti Así planteada la cuestión, se entienden mejor las consecuen
tuyéndolo por una arqueología del ambiente (de las necesidades). cias de esa distancia en Winnicott respecto de los preceptos ffeu-
Pero avancemos paso a paso. Lo que hay que subrayar es que, dianos del psicoanálisis. Como él mismo lo indica en repetidas
en este punto, la constancia del discurso de Winnicott consiste ocasiones, no es que los expulse: son válidos y continúan siendo
en hacer entender que junto a los preceptos de lo pulsional a lo válidos en su campo; pero él tiene en vista otro registro, otro
Freud, hay lugar para lo que se juega en lo arcaico de la vivencia campo que se supone primordial, que es el que verdaderamente
primordial del infans, y que es de otro orden, vale decir, todo lo le importa e interesa. En especial a los fines clínicos, claro está.
que vimos formularse en términos de ambiente y dependencia
del ambiente. Es preciso comprender bien que toda esta temáti
ca corresponde, para Winnicott, al descubrimiento (¡su descu EL ANALISTA COMO MADRE...
brimiento!) de un régimen diferente al freudiano, a la introduc
ción de un orden diferente, al margen del estricto freudismo, En este punto, pues, hay una coherencia evidente en el edifi
también según él desconocido por Ereud, y solamente puesto de cio del sistema winnicottiano. Y lo que busca en la clínica, en
manifiesto por él, Winnicott. particular la de la psicosis o de los casos límite, es encontrar en
Este orden, como hemos visto, se especifica por el hecho de el trabajo terapéutico las características primeras de esa situación
que allí no opera lo pulsional, que aún no tiene su lugar, es un ambiental infantil, que él se vanagloria de haber mostrado, pues
orden previo a lo pulsional, un orden donde primero se trata de to de manifiesto, para señalar su importancia crucial y volver a
que pueda realizarse, mediante un “ambiente .suficientemente encontrarlos en el nivel clínico, en la práctica. Es lo que le per
bueno”, la integración de un Yo (y no la consideración de la mite obtener lo que así formula, con ese objetivo, acerca del
satisfacción -o no- de un Ello). Entendemos que ese tiempo co tema y del enfoque clínico llamado “de regresión a la dependen
rresponde, pues, a otra cosa muy distinta de lo (pie trata el cia (absoluta)”, a través de la cual, como hemos visto, el analista
estricto psicoanálisis freudiano y obedece a otras leyes, ya que se encuentra (deliberadamente) en una posición claramente ma
sirven a otra finalidad, es decir, a asegurar los fundamentos del terna, cuando no maternante. En efecto, el paciente “que necesi
ser (del Yo). Asimismo, por la importancia que le otorga a la ta una regresión” deberá “atravesar una fase de dependencia
función eminentemente ambiental de la madre, los procesos que infantil [...] y el analista deberá ser capaz de asumir el papel de
se encuentran allí descritos dan testimonio de una dimensión madre ante el paciente convertido nuevamente en lactante”,
que podríamos llamar de dominante otológica. En última instan pues esto lo conduce a seguir “orientado hacia la realidad exte
cia, en Winnicott estamos ante una otología constitutiva del Yo rior sin dejar de identificarse con el paciente e incluso fusionarse
-cuyo motor simbólico está ausente-, que caracteriza a partir de con el".14
allí una orientación muy diferente. No lo que corresponde a lo
que Freud designa como el Ello, sino más bien, y fundamental
mente, lo que apunta a asegurar, a sentar los fundamentos mis 13. Véase l ‘M, cap. 1, y también Lchmann, Jean-Picrre, ob. cit., págs. 122-
mos del ser en el Yo. También es por esta razón que Winnicott 129. Agreguemos para completar que, en base a estas necesidades originales, se
entiende que el deseo de todas formas no tenga su lugar.
recurre a su distinción entre las “necesidades del Ello” -aquellas
14. /’/', pág, 355 y sigs. Catado por Lehtnann, Jean-Pierre, ob. cit., págs.
de las que se ocupa el psicoanálisis freudiano (de las psiconeuro- 107 y sigs. y 129.
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Conversando con los padres, trad. de Leandro Wolfson, Barcelona, Pai-
Abreviaturas de las
obras más citadas
Fntnvoise Dolto
Donald Winnicott