sorprendido por algo. Justamente, pensando en estas fechas, la gente se admira de cualquier cosa. Por ejemplo, las personas están maravilladas cuando ven la película tregua de navidad, de cómo en la primera guerra mundial, Alemania e Inglaterra hacen un cese al fuego temporal para celebrar la navidad, intercambiar chocolates y jugar futbol. La gente derrama lágrimas, se sienten inspirados, motivados, aceptan una supuesta paz entre los protagonistas de la película. Pero cuando hablamos de que Dios vino al mundo en la persona de Su Hijo, el Creador que se humilló hasta lo extremo para convertirse en hombre, y que Él salvaría a Su pueblo de Sus pecados y darnos paz con Dios... nadie se asombra. Hace 15 al menos, recuerdo que los vecinos y amigos te saludaban con un feliz navidad, ahora casi nadie dice eso. Celebrar la navidad es motivo para visitar familia y comprar regalos. Hemos perdido la capacidad de maravillarnos, nos hemos hecho insensibles. Lamentablemente a la iglesia le pasa igual, dejamos de maravillarnos por Dios, por quien es Él y que ha hecho por nosotros. La prueba está cuando dejamos de orar o llegamos tarde al tiempo de la adoración porque la carne nos gana. Tenemos en poco a Dios y a Cristo. Es por ello, que cuando leemos el Salmo 139, vemos que el Espíritu Santo le reveló a David quién es Dios, lo que lo lleva a maravillarse por Él, por su conocimiento, por su presencia y por su poder. vers. 6, 14, 17 lo expresan de esa manera. El título de nuestro mensaje es: Maravillados por Dios. El bosquejo de nuestro mensaje comprende la mitad de nuestro salmo: 1) Maravilloso Su conocimiento (vers. 1-6) 2) Maravillosa Su presencia (vers. 7-12) 3) Maravilloso Su poder (vers. 13-16)