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TERESA FORCADES Y LA GRIPA

A/H1N1

En suma, el público
no quiere saber sino creer.
Peter Coles

La medicina falla por su


filosofía o, más exactamente,
por su falta de filosofía.
T. Dethlefsen y R. Dahlke

Teresa Forcades es una especialista en medicina interna y Ph.D. en salud pública


(además de monja), que ha puesto al descubierto una serie de irregularidades y
absurdos relacionados con el manejo del tema de la gripa A/H1N1 a través de un video
que ha estado circulando desde hace algunos meses por la Internet. Después de haberlo
visto y analizado, me gustaría hacer un breve resumen acerca de los puntos que en su
discurso más llamaron mi atención, agregando al final del escrito, unos comentarios
personales sobre los virus a la luz de los planteamientos del doctor Hamer.

De acuerdo con los telediarios, la gripa porcina o A/H1N1 es una nueva modalidad
gripal que se ha convertido en una pandemia1 desde finales del primer semestre del año
pasado (2009). Todos los días vemos noticias que tocan tópicos relacionados con esta
gripe que alarman a todos los televidentes, generando en ellos la necesidad de
“cuidarse” de la misma. Sin embargo, estudios científicos mundialmente aceptados
revelan que la gripe A/H1N1 y su virus correlativo no son para nada nuevos. En 1918,
se dice, hubo una pandemia en la que murieron más de 20 millones de personas en el
mundo por “causa” de esta entidad nosológica. Además, el virus A/H1N12, estuvo en la
mira de patólogos y virólogos de muchos lugares del mundo hasta la década de 1950,
ya que en 1957 se perdió de vista. Pero en 19773 reaparece en las investigaciones
científicas llevadas a cabo en los laboratorios de Europa y Estados Unidos,
comenzando formar parte de las vacunas estacionales puestas en Europa.

Del griego παν = todo δήµος = pueblo, es decir, todo el pueblo.


1
2
Este virus, se dice, es una combinación del los materiales genéticos de las cepas de virus asociados con
la gripe común y la gripe aviaria.
3
La doctora cita como referencia al The New England Journal of Medicine.
Leyder Lasprilla

Por otra parte, los virus de la gripe en el hombre son clasificados en tres: A, B y C. El
último, por tener una frecuencia baja de aparición en las gripas estacionales europeas,
no es usado para la elaboración de vacunas con el fin de evitar la presencia de las
mismas. Los dos primeros sí. Es más, las vacunas puestas en las clínicas y hospitales
europeos para prevenir las gripas estacionales son una combinación de estos dos tipos
de virus (en formas atenuadas). Asimismo, las proteínas periféricas del virus
(hemaglutinina4 y neuraminidasa5) son ya muy conocidas por los especialistas. Por estas
tres razones es evidente que la gripa porcina y su virus correlativo no son para nada una
novedad en el mundo.

Pero en el 2009, el virus es nuevamente detectado. El 17 de abril de ese mismo año se


observaron dos casos de gripa A/H1N1 en el Estado de California y desde esa fecha
hasta el 15 de septiembre de ese mismo año los estudios epidemiológicos registraron
137 muertos en Europa y 3.559, en todo el planeta. No obstante, es curioso el hecho de
que estudios comparativos en virología hayan notificado (y esto es aceptado por las
elites científicas de dicho campo) que la tasa de mortandad que puede llegar a asociarse
con dicho virus sea mucho menor que la de los virus conocidos de las gripas comunes
(¡la tasa de mortandad asociada a éstos es menor al 1%!) y que los adultos mayores de
60 años tengan una inmunidad del 30% para el virus6. Ello nos llevaría a preguntarnos,
¿cómo un virus de menor mortalidad que los de las gripas comunes –que sabemos son
entidades agudas nada graves- pudo matar a tanta gente? La respuesta para ello no la he
podido encontrar aún.

Asimismo, el 29 de abril (12 días después de que se registrasen los dos casos de gripe
porcina en California), la directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS),
Margaret Chan, dijo que había un estado de alarma en 5º grado7 que tenía como
finalidad prevenir el padecimiento de dicha gripe. Y el 11 de junio la misma dice que la
pandemia está establecida. La pregunta que la doctora Teresa nos hace es: ¿cómo en tan
poco tiempo y con una tasa poco significativa de mortandad asociada
epidemiológicamente con la gripa A/H1N1 se pudo llegar a decir que había una
pandemia? Una de las razones para ello está en el hecho de que en mayo del mismo año
la OMS modificó la definición que tenía de pandemia. Mientras en el pasado este
significante aludía a la (1) aparición simultánea, en varios países del globo terráqueo, de
una entidad nosológica que (2) tuviese una tasa de mortalidad significativamente alta
proporcional al tamaño de la o las poblaciones donde aparecía, ahora sólo designa lo

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Glucoproteína antigénica responsable de la unión del virus con la célula en donde se aloja.
5
Es en realidad una enzima, no una proteína. Tiene como función romper la unión molecular de la
Hemaglutinina con el ácido siálico.
6
El lector debe recordar que estos planteamientos tienen como sustento epistemológico la teoría
patológica del virus como entidad causante de enfermedades, que la Alopatía y la Isopatía defienden.
Pero es notable el hecho de que lo que se dice en los medios de comunicación masivos y lo que la gente
común maneja en las calles es una información para nada parecida a esta. Es decir, que los medios de
comunicación y el común de la gente ni si quiera llegan a entender lo que las ciencias monológicas y la
Alopatía dicen, ¡y estas son unas amebas comparadas con las ciencias de la complejidad y la
Homeopatía!
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El 6º grado de alarma indica la presencia de la pandemia.

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Leyder Lasprilla

primero y elimina lo segundo. Es decir, pandemia es ahora la aparición simultánea en


varios países del mundo de una entidad nosológica, por ello –entre otras cosas- esta
gripe ha adquirido las dimensiones conceptuales de una pandemia8 con las correlativas
consecuencias prácticas en los campos de la economía, la política, la salud y la
educación.

A pesar de que el contenido semántico del término ha variado, la impresión terrorífica


que genera el mismo en las personas sigue siendo la misma del pasado; por ello se han
tomado medidas tan extremas, como si se tratase de una entidad nosológica relacionada
con una mortandad elevada de la población –cosa para nada cierta-. Por ejemplo, el 26
de abril del año 2009 los Estados Unidos de Norteamérica declararon una “emergencia
nacional” cuando apenas había 20 “infectados” y ningún (0) muerto.

Sin embargo, a pesar de la seriedad con la que el tema de la gripa A/H1N1 se ha


tomado, es difícil entender cómo en Inglaterra, solo por el hecho de que un paciente
llame por teléfono a su médico y le diga que tiene gripa, este último pase a sus
superiores un diagnóstico de gripa A/H1N1. Gran parte de la culpa la tiene la OMS, ya
que hizo pública la idea de que no se necesitaba prueba alguna de laboratorio para
diagnosticar dicha enfermedad. ¡Qué irresponsabilidad! ¿Cómo es posible que no se den
cuenta de los efectos psicológicos que puede tener dicha noticia –con la alharaca que se
ha hecho- para un paciente que pueda no estar padeciendo dicha gripa? Esto evidencia
la falta de meticulosidad y de formalidad que caracteriza a las instituciones públicas del
Estado y que tantos viven enalteciendo por intereses económicos o por pura ignorancia.

Ahora bien, antes del año 2005 la OMS hacía sugerencias a los países respecto de las
medidas a tomar en cuanto a la salud de sus poblaciones, pero desde ese año en
adelante, en lo relativo a las pandemias, la OMS ha dejado de dar recomendaciones y ha
comenzado a dar órdenes que todos los países miembros de dicha institución están en la
obligación de cumplir9. Así, se están llevando a cabo los trámites políticos para que,
poco a poco, los países tengan sanciones bastante duras contra los individuos que
decidan no vacunarse para prevenir dicha gripe. Massachusetts, por ejemplo, comenzó a
aplicar una sanción de 1.000 euros diarios a las personas que no decidan vacunarse o
vacunar a su familia. ¡Qué barbaridad! ¡Nada más estúpido que esto!

La vacuna contra la gripe porcina, a diferencia de la vacuna normal contra la gripe


estacional, debe ser administrada en 2 dosis acompañadas de un coadyuvante que, se
dice, incrementará hasta 10 veces la reacción del sistema inmunológico contra el virus.
¡Imagínese! Si una sola vacuna puede tener efectos patológicos graves, ¿qué se puede
esperar de dos? Si las cosas siguen así, las vaccinosis que se avecinan serán gravísimas
y como los efectos secundarios de las vacunas son muy conocidos, las industrias
farmacéuticas y las instituciones políticas relacionadas con el tema, están elaborando un

8
La expositora cita, de nuevo, como referencia al The New England Journal of Medicine.
9
Pero esto es justificable con la antigua definición de pandemia (la que estaba presente cuando se
efectuó dicho cambio en la OMS) y no siempre lo es con la nueva, precisamente porque resta
importancia a la tasa de mortalidad significativa.

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Leyder Lasprilla

documento que los exima de responsabilidades en caso de que se presenten efectos


colaterales después de que las mismas sean administradas10. Es decir, que el mal
provocado por una entidad nosológica (Programa Biológico y Especial del Dr. Hamer),
desde su posición –la alopática e isopática-, debe evitarse produciendo otro mal que
pueda ser peor. ¡Qué locura! ¡Cuánta razón tenía Osho al decir que este mundo estaba
lleno de enfermos!

Pues bien, antes de acabar este breve escrito, es importante hacer algunas aclaraciones
sobre el tema por fuera del marco conceptual alopático. En primer lugar, con el doctor
Ryke Geerd Hamer quedó totalmente claro el hecho de que los virus no son venenos
productores de males físicos (aunque su etimología así lo diga11) que puedan llegar a ser
mortales, sino que su función no es otra que el transporte de sustancias nutritivas –como
las proteínas- para la restauración celular en caso de que se presente decremento tisular
(ulceración) en los tejidos de derivación ectodérmica durante la fase de conflicto activo
de un Programa Biológico y Especial12. Es decir, los virus –al igual que las bacterias y
los hongos- aparecen en fase postconflictolítica para ayudar al organismo a
restaurarse13.

En segundo lugar, toda manifestación nosológica en un individuo tiene como trasfondo


uno o más conflictos biológicos que han turbado la ataraxia psíquica del mismo. Y las
gripas –cualquiera sea su tipo- no son una excepción. El tipo de conflicto (o tema del
mismo) determina el lugar de aparición de la entidad nosológica.

Y, tercero, como la Alopatía trabaja con base -entre otras cosas- en (1) el principio
hipocrático “contraria contrariis curantur”, (2) la idea de que los virus son nuestros
enemigos y (3) el concepto de enfermedad primando sobre el de enfermo (y no al revés),
con sus fármacos, termina suprimiendo al paciente y agravándolo a posteriori. Por ello,
es totalmente necesario el abordaje terapéutico de lo que el doctor Eduardo Lasprilla ha
denominado “medicinas centáuricas”. Estas no van en contra de los hábitos de la
naturaleza y se centran en el enfermo antes que en la enfermedad, por ello carecen de
efectos colaterales (como sí los poseen los fármacos alopáticos y –en la mayoría de los
casos- las vacunas isopáticas).

Por todas estas explicaciones considero necesario reevaluar todo cuanto se ha dicho en
patología, microbiología y virología sobre esta enfermedad, pues obedece a un enfoque
poco aproximado a la realidad corporal del hombre.

10
De acuerdo con The Centers for Disease Control and Prevention, pueden darse efectos secundarios
como parálisis (Guillain-Barré) o afecciones en el sistema nervioso central.
11
Virus en latín significa veneno o toxina.
12
Para la Homeopatía, la enfermedad del hombre es una sola: la psora. Pero las manifestaciones
concretas de esta (cuando no es asumida) son las entidades nosológicas. Por ello no hablo de
enfermedades sino de entidades nosológicas.
13
Además, los virus, los hongos y las bacterias actúan sólo con base en las órdenes que desde el
encéfalo les son enviadas. Ninguna de estas entidades obra en el cuerpo sin el previo permiso de
nuestro sistema nervioso; por ello, esa idea que desde Henle se tiene en inmunología y microbiología
(las bacterias, virus y hongos son nuestros enemigos) es falsa.

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