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El Manifiesto del Partido Comunista

El Manifiesto del Partido Comunista (Manifest der Kommunistischen Partei, por su título en
alemán), muchas veces llamado simplemente el Manifiesto comunista, es uno de los tratados
políticos más influyentes de la historia. Se trata de un manifiesto encargado por la Liga de los
Comunistas a Karl Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848, y publicado por primera vez en
Londres el 21 de febrero de 1848.

Engels describe la tesis central del manifiesto de la siguiente forma:

[...] en cada época histórica el modo predominante de producción económica y de cambio y


la organización social que de él se deriva necesariamente, forman la base sobre la cual se
levanta, y la única que explica, la historia política e intelectual de dicha época; que, por tanto
(después de la disolución de la sociedad gentilicia primitiva con su propiedad comunal de la
tierra), toda la historia de la humanidad ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre
explotadores y explotados, entre clases dominantes y clases oprimidas; que la historia de esas
luchas de clases es una serie de evoluciones, que ha alcanzado en el presente un grado tal de
desarrollo en que la clase explotada y oprimida — el proletariado — no puede ya emanciparse
del yugo de la clase explotadora y dominante — la burguesía — sin emancipar al mismo tiempo,
y para siempre, a toda la sociedad de toda explotación, opresión, división en clases y lucha de
clases.

Friedrich Engels, 18881

Se trata de un texto temprano de Marx y Engels, en el que se reflejan ya las bases del marxismo,
incluyendo la concepción materialista de la historia. Sin embargo, es todavía previo al desarrollo
de la economía marxista, así como a acontecimientos históricos que dejarían obsoletos algunos
aspectos del manifiesto, según los propios Marx y Engels.2

El Manifiesto del Partido Comunista se divide en un preámbulo y cuatro capítulos: «I. Burgueses
y proletarios», «II. Proletarios y comunistas», «III. Literatura socialista y comunista» y «IV.
Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición». La mayoría de ediciones
modernas van acompañadas de varios prefacios escritos por Marx y Engels para diversas
ediciones publicadas entre 1872 y 1893.

Capítulo I: Burgueses y proletarios

"Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo".nota 1 Con esta famosa frase
empieza el manifiesto, reconociendo a los comunistas como una fuerza reunida en Europa que
se opone a la leyenda del fantasma con un manifiesto del partido que expongan sus conceptos,
fines y tendencias.

“La historia de toda la sociedad hasta ahora existente es la historia de lucha de clases”

El texto empieza desarrollando la concepción materialista de que la historia de la sociedad


humana es una historia de luchas de clases opresoras y clases oprimidas, y que en la actual
sociedad la humanidad tiende a dividirse entre dos clases antagónicas: burguesía y proletariado.

Los autores hacen un repaso histórico desde las últimas épocas de la sociedad feudal hasta la
"moderna sociedad burguesa", encontrando en el desarrollo económico el hilo que explica los
radicales cambios políticos y culturales que causaron que la segunda surgiera
revolucionariamente de la descomposición de la primera y dieron lugar al ascenso de la
burguesía de clase dominada a clase dominante. Marx y Engels reivindican el papel de la
burguesía en crear un único mundo civilizado con su sello de clase.

Pero, al "contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenían todas por condición
primaria de vida la intangibilidad del régimen de producción vigente", la burguesía "no puede
existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto
vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social." Y en este desarrollo
incesante de las fuerzas productivas Marx y Engels vaticinan que la época de la burguesía tiene
un límite en las propias relaciones de producción burguesas.

Marx y Engels anuncian que la nueva clase revolucionaria que terminará con el régimen burgués
para poner en pie las nuevas relaciones de producción es el proletariado, al cual definen como
"esa clase obrera moderna que sólo puede vivir encontrando trabajo y que sólo encuentra
trabajo en la medida en que éste alimenta a incremento el capital."

En los párrafos siguientes Marx y Engels describen el mundo industrial en el que vive el
proletariado, la tendencia de las clases medias empobrecidas a engrosar sus filas, y la historia
de su lucha contra el régimen burgués de producción, que ha ido desde la confrontación aislada
entre obreros y burgueses individuales hasta llegar a la confrontación de las dos clases. Es el
mismo desarrollo acelerado de la industria el que nivela las condiciones obreras, cohesiona a los
proletarios, y presenta su asociación de clase como primera necesidad para la lucha por sus
intereses sociales, contrarios a los de la clase de los burgueses.

Sin embargo, la revolución proletaria no tiene objetivos similares a los que tuvo la revolución
burguesa: "Todas las clases que le precedieron y conquistaron el Poder procuraron consolidar
las posiciones adquiridas sometiendo a la sociedad entera a su régimen de adquisición. Los
proletarios sólo pueden conquistar para sí las fuerzas sociales de la producción aboliendo el
régimen adquisitivo a que se hallan sujetos, y con él todo el régimen de apropiación de la
sociedad. Los proletarios no tienen nada propio que asegurar, sino destruir todos los
aseguramientos y seguridades privadas de los demás. (...) Hasta ahora, todos los movimientos
sociales habían sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una minoría. El
movimiento proletario es el movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una
mayoría inmensa. El proletariado, la capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede
levantarse, incorporarse, sin hacer saltar, hecho añicos desde los cimientos hasta el remate,
todo ese edificio que forma la sociedad oficial."

Los autores terminan este capítulo señalando la desaparición de la burguesía y la victoria del
proletariado como "igualmente inevitables" debido a la incapacidad de la burguesía para elevar
las condiciones de vida del proletariado que, lejos de ello, decaen constantemente producto del
desarrollo de la gran industria dentro del régimen de producción burgués.

Capítulo II: Proletarios y comunistas

Los autores dejan claro que los comunistas son parte del movimiento proletario y no se
encuentran por encima de él. Lo que los distingue del resto del movimiento proletario es
destacar en cada acción los intereses comunes que tienen los proletarios de todas las naciones.4

Todas las relaciones de propiedad han sufrido constantes cambios históricos (como la abolición
de la propiedad feudal tras la Revolución francesa). Los autores describen la teoría del
comunismo empezando por resumirla en la fórmula: "abolición de la propiedad privada", pero
aclarando que no se refieren a la abolición de la propiedad en general, sino de la propiedad
privada burguesanota 2, que resulta de la explotación capitalista.6

A continuación, en forma polémica, los autores responden a "los reproches de la burguesía


contra el comunismo": abolición de la propiedad, del trabajo, de la familia, de la nacionalidad,
de la individualidad, etc. La respuesta a cada objeción aclara que lo que se busca abolir es la
forma burguesa que adoptan todas estas instituciones. Rechazan que al abolir la propiedad
privada los trabajadores se volverían vagos o que "se colectivizarían a las mujeres", porque ya
dentro del capitalismo, aquellos que trabajan no ganan nada, y la burguesía ha establecido un
sistema de saqueo sexual al tener a las viudas e hijos del proletariado a su disposición.7 Tampoco
se quiere abolir la patria, ya que "los trabajadores no tienen patria".

En cada caso los autores demuestran cómo estas acusaciones tópicas contra el comunismo,
cuando no son directamente calumnias, son una defensa más o menos velada de los intereses
de clase de la burguesía haciéndolos pasar por intereses de toda la sociedad.

Más adelante los autores señalan la base de las ideas de cada época en "las condiciones de vida,
las relaciones sociales, la existencia social del hombre", desmintiendo la existencia de "verdades
eternas", y concluyendo "Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias
de la clase imperante".

Como terminación de este capítulo, Marx y Engels vuelven al punto de la conquista del poder
político por el proletariado como primer paso de la revolución obrera. Señalan como tarea del
proletariado erigido en clase dominante el centralizar los medios de producción "en manos del
Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante".nota 4

A continuación los autores esbozan un programa general de 10 propuestas de expropiaciones,


políticas fiscales, medidas jurídicas y reorganización de la economía y de la educación a ser
aplicado por el proletariado erigido en clase dominante. Que son las siguientes:8 nota 5

Expropiación de la propiedad de la tierra y empleo de la renta de la tierra para los gastos


del Estado.

Fuertes impuestos progresivos.

Supresión del derecho de herencia.

Confiscación de la propiedad de todos los emigrantes y sediciosos.

Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital
estatal y monopolio exclusivo.

Centralización del transporte en manos del Estado.

Multiplicación de las fábricas nacionales, de los medios de producción, roturación y mejora


de terrenos con arreglo a un plan colectivo.

Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales,


principalmente en el campo.

Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando


gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.

Educación pública y gratuita de todos los niños. Abolición del trabajo infantil fabril en su
forma actual. Unificación de la educación con la producción material, etc.nota 6
En el prólogo de la edición alemana de 1872, Marx y Engels declaran que la aplicación de estos
10 principios dependerá de las circunstancias históricas existentes, razón por la que no se hace
especial hincapié al final del capítulo, llegando incluso a admitir que:

"Si tuviésemos que formularlo hoy (en 1872), este pasaje presentaría un tenor distinto en
muchos respectos. Este programa ha quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso
desarrollo experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años (desde que se
escribió el libro) [...]"

PRÓLOGO DE MARX Y ENGELS A LA EDICIÓN ALEMANA DE 1872

Por último matizan que, si bien el proletariado, en lucha contra la burguesía, se ve obligado a la
conquista del poder político, una vez "hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la
producción esté concentrada en manos de la sociedad", la hegemonía política de clase del
proletariado dejará de ser necesaria, "Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus
antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno
condicione el libre desarrollo de todos."

Capítulo III: Literatura socialista y comunista

Entre la nebulosa de propuestas socialistas de la época, los autores del Manifiesto destacan
varias tendencias que clasifican en tres: el socialismo reaccionario, el socialismo burgués o
conservador, y el socialismo y comunismo crítico-utópicos.

Socialismo reaccionario

Por socialismo reaccionario Marx y Engels entendían a aquellas variantes de socialismo que,
pretendiendo representar intereses obreros, representaban intereses de clases pre-capitalistas.

En el socialismo feudal, se trataba de los sectores de la aristocracia desplazada del poder por la
burguesía, con los que confluían sectores del clero.

En el socialismo pequeñoburgués, se trata de sectores de las clases medias, condenadas a


engrosar el proletariado, que critican al régimen burgués desde los intereses de los pequeños
burgueses y los campesinos. Como su principal representante, señalan a Sismondi. Sus méritos
residen en la crítica correcta del régimen de producción burgués y sus consecuencias
antisociales. Pero en cuanto a sus propuestas positivas, no pasan de un retorno a los antiguos
medios de producción y de cambio, con el modo de vida asociado a ellos.

Por último, el socialismo alemán o "verdadero socialismo" surge a partir de la importación en


Alemania de la literatura socialista y comunista francesa. Pero como en Alemania las condiciones
sociales eran bastante más feudales que las francesas, esto resultó en una asimilación
puramente literaria del socialismo en el marco de una conciencia filosófica reaccionaria. "Y así,
donde el original desarrollaba la crítica del dinero, ellos pusieron: “expropiación del ser
humano”; donde se criticaba el Estado burgués: “abolición del imperio de lo general abstracto”,
y así por el estilo. ".

Socialismo conservador o burgués

Esta ideología proviene de la sensibilización de parte de la burguesía ante el sufrimiento del


proletariado y un intento de mitigar estas injusticias para conservar el orden social burgués.
"Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que
aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia,
las sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los
predicadores y reformadores sociales de toda laya.

Socialismo y comunismo crítico-utópicos

En este socialismo se encuentran las doctrinas y sistemas características de los primeros choques
del proletariado como clase contra el régimen burgués. Estas doctrinas realizan una crítica
medianamente correcta del mundo burgués y profesan "un ascetismo universal y un torpe y
vago igualitarismo" y diseñan modelos de sociedades futuras de carácter utópico.

Capítulo IV: Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición

En este breve último capítulo -que ya en el prólogo de 1872 los autores señalan como
desactualizado debido a la desaparición de muchos de los "partidos de oposición" aquí
nombrados y a los cambios económicos y políticos ocurridos desde su publicación- Marx y Engels
hacen un esbozo de la táctica que deben seguir los comunistas en el contexto político de varios
países de Europa: en donde no sea posible llevar a cabo directamente su objetivo, situarse de
parte de los partidos más progresivos y contra los más reaccionarios, sin por ello perder su
independencia programática y organizativa.

Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos movimientos
revolucionarios se planteen contra el régimen social y político imperante.

Este capítulo, y el manifiesto, termina con la siguiente arenga:

Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente
declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden
social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una
revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus
cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países,
uníos!.

Historia

Gestación (hasta 1847)

Véanse también: Liga de los justos y Liga de los Comunistas.

Borrador superviviente del Manifiesto escrito por Karl Marx

En 1842, a la edad de 24 años, Marx dirigía un periódico llamado “Gaceta Renana” (Rheinische
Zeitung), que se editaba en la ciudad de Colonia. Friedrich Engels, hijo de una acaudalada familia
de industriales, tenía entonces 22 años y enviaba colaboraciones desinteresadas a este
periódico. Por aquellas fechas, la familia de Engels decidió enviarlo a estudiar y a dirigir los
negocios familiares a la ciudad inglesa de Manchester, que era entonces el centro del
capitalismo mundial. Aprovechando el viaje, Engels pasó por Colonia en septiembre de 1842,
pero Marx casi no lo atendió, ya que sospechaba de que sus desinteresados artículos y su
presencia en el diario eran una maniobra de la policía para infiltrar un espía en la redacción.
Engels siguió camino de Manchester, desde donde continuó enviando colaboraciones, hasta que
el gobierno prohibió la publicación de La Gaceta Renana.[cita requerida]
En 1843, Marx se fue a vivir a París, donde profundizó en el restudio de la Revolución francesa y
los autores materialistas y socialistas franceses.9 En su estancia en París, comenzó su
colaboración con Friedrich Engels y sentó las bases de su concepción materialista de la
historia.10 En 1844, Marx fue expulsado de Francia y decidió trasladarse a Bruselas. Por
entonces Marx y Engels estaban ya en contacto con una sociedad secreta obrera llamada la Liga
de los justos. A principios de 1847, un enviado de la Liga, Joseph Moll se reunió en Bruselas con
Marx y Engels para negociar su ingreso en la organización. Marx y Engels aceptaron y expusieron
sus ideas ante el congreso de la Liga en Londres. El congreso culminó cambiando el nombre de
la organización por el de «Liga de los Comunistas» y declarándose a favor del «derrocamiento
de la burguesía, del gobierno del proletariado, del fin de la vieja sociedad basada en las
contradicciones de clase y del establecimiento de una nueva sociedad sin clases ni propiedad
privada». La renovada Liga encargó a Marx y Engels la redacción de un manifiesto que sirviese
de orientación para la nueva doctrina.1112 Las dos obras de Engels, Confesión de fe comunista
y Principios del comunismo, sirvieron como borrador para el Manifesto Comunista presentando
las ideas centrales del marxismo como el materialismo histórico, lucha de clase, y revolución
obrera.

Publicación y acogida inicial (1848-1872)

El resultado del encargo de la Liga de los Comunistas fue un panfleto de 23 páginas titulado
«Manifiesto del Partido Comunista» (en alemán: Manifest der kommunistischen Partei). Se
publicó por primera vez en febrero de 1848, en una primera edición impresa por la Workers'
Educational Association en Londres. Aunque el Manifiesto anunciaba que sería publicado en
inglés, francés, italiano, flamenco y danés,13 inicialmente sólo tuvo distribución en alemán. Fue
reimpreso tres veces y publicado de forma serializada en un periódico para emigrados alemanes
(Deutsche Londoner Zeitung).14

El manifiesto no llegó lejos durante las dos siguientes décadas. A finales de la década de 1840
se publicó una traducción al sueco y en 1850 una al inglés, de las que no queda rastro. Durante
la primera mitad de la década de 1860 se publicaron dos ediciones de baja tirada en Londres y
Berlín. A mediados de la década, los escritos de Marx estaban, prácticamente, fuera de
circulación.15

Auge (1872–1917)

Sello soviético conmemorando el centenario del "Manifiesto comunista"

El interés por la obra de Marx se reavivó por su papel en la Asociación Internacional de


Trabajadores entre 1864 y 1872 así como por el surgimiento de dos partidos de clase obrera en
Alemania fundados por miembros de la Liga de los Comunistas.15 La defensa de la Comuna de
París por parte de Marx, lo llevó a ser considerado un líder subversivo temido por los gobiernos.
En marzo de 1872, durante el juicio por traición de los socialdemócratas Wilhelm Liebknecht,
August Bebel y Adolf Hepner, la acusación leyó el Manifiesto del Partido Comunista durante una
sesión del tribunal. Gracias a esto los socialdemócratas alemanes pudieron publicar legalmente
una gran tirada del texto, en forma de actas del juicio. Engels escribió un nuevo prefacio para
poner al día el texto tras las revoluciones de 1848, aunque no pudo distribuirse legalmente. En
este periodo se publicaron al menos nueve ediciones en seis idiomas.16
"Con la claridad y la brillantez del genio, este trabajo describe una nueva concepción del
mundo, un materialismo coherente, que también abarca el ámbito de la vida social; la dialéctica,
como la doctrina más completa y profunda del desarrollo; la teoría de la lucha de clases y la el
papel revolucionario histórico mundial del proletariado, el creador de una nueva sociedad
comunista ".

—Vladimir Lenin sobre el Manifesto, 191417

Durante la década de 1880 aumentó la influencia del pensamiento de Marx entre los partidos
obreros y la circulación del Manifiesto del Partido Comunista se extendió por todo el mundo.
Entre 1871 y 1917 se publicaron cientos de ediciones en unos treinta idiomas. Entre ellas: 70
ediciones en ruso, 11 en polaco, 7 en yiddish, 6 en finés, 5 en ucraniano, 55 en alemán, 9 en
húngaro, 8 en checo, 3 en croata, 1 en eslovaco, 1 en esloveno, 34 en inglés, 26 en francés, 11
en italiano, 6 en español, 1 en portugués, 7 en búlgaro, 4 en serbio, 4 en rumano, 1 en ladino, 6
en danés, 5 en sueco, 2 en noruego, 3 en japonés y 1 en chino.18

Ubicuidad (1917-presente)

A pesar de la influencia marxista en los partidos socialistas, la denominación «Partido


Comunista» utilizada en el manifiesto no fue adoptada por ninguno hasta 1918. Tras la
Revolución de Octubre, los bolcheviques transformaron el Partido Obrero Socialdemócrata de
Rusia en el Partido Comunista de Rusia (bolchevique).19

La revolución marcó una nueva etapa para el Manifiesto del Partido Comunista. Los partidos de
la Tercera Internacional, a diferencia de los de la Segunda Internacional, se proponian eliminar
la dicotomía entre teoría y práctica. Se esperaba que todos los miembros del partido
comprendiesen la teoría marxista y para ello, la difusión de los textos de Marx y Engels se
convirtió en un aspecto muy importante del movimiento. Los partidos de la Tercera
Internacional editaron estos textos en tiradas masivas y multitud de idiomas, a menudo con el
apoyo de la Unión Soviética.20

Tras la Segunda Guerra Mundial y el ascenso de la Unión Soviética a superpotencia internacional,


el Manifiesto pasó de ser un clásico del marxismo a un clásico de la política, siendo incluidos en
los programas universitarios y editoriales generalistas, especialmente en las décadas de 1960 y
1970. Su difusión ha permanecido globalmente, incluso tras la disolución de la Unión Soviética
y hasta la actualidad.21

Traducciones

Mural de Diego Rivera en Ciudad de México que representa a Karl Marx mostrando el manifiesto.

Casi inmediatamente después de su primera edición, en 1847, el Manifiesto fue traducido a


distintos idiomas europeos. Los distintos prólogos escritos primero por Marx y Engels y
posteriormente, a la muerte del primero, sólo por Engels, van dejando constancia de las
informaciones que van llegando a los autores acerca de las traducciones de su manuscrito. Ya
en 1848 se publicaron traducciones al francés, polaco, italiano, danés, flamenco y sueco, aunque
en estas ediciones no se dejó constancia del nombre de sus autores.22

La primera traducción al idioma inglés, a cargo de Helen Macfarlane, según consta en el prefacio
a la edición alemana de 1872,23 fue publicada en Londres en 1850 en el Red Republican. Al
francés fue traducido, en París, poco antes de la insurrección de junio de 1848.23 También en
Londres, poco tiempo después de la primera edición en alemán, se publicó una edición en
polaco.23 A 1872 hay constancia, también, de ediciones en danés y en ruso, esta última a cargo
de Bakunin y editada en Ginebra23 en la década de 1860.24 La primera traducción al castellano,
realizada por José Mesa y Leompart, fue editada en La Emancipación en 1872.25 La primera
traducción al afrikáans, con una introducción de Trotsky escrita en Coyoacán a finales de octubre
de 1937, fue publicada a 90 años de publicado el manuscrito original.26 Se dispone también de
varias traducciones al esperanto, la primera en 190827

Notas

La metáfora del fantasma es debido a que es el comunismo es: invisible, porque no se ve; es
inclasificable, dentro del capitalismo la clase obrera solo está para lo que tiene que hacer; y
porque aterra.

En la obra de Marx, cuando se habla de la propiedad privada se hace referencia a los medios de
producción, propiedad privada de las clases altas que genera dominación de unos humanos
sobre otros. Para ser más exactos, lo que Marx plantea es el impedimento de que unos
individuos con cierta influencia social y económica se apropien del trabajo de los otros, de sus
facultades o habilidades y los condenen a una vida privada de libertad. El comunismo y el
socialismo, por ejemplo, sostienen que la propiedad de los medios de producción debe ser
comunitaria y no individual. 5

En el Manifiesto Comunista se menciona el carácter nacional de la clase proletaria, si bien la


concepción socialista del patriotismo sea contraria a su uso en la política burguesa:

Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Más, por cuanto el
proletariado debe en primer lugar conquistar el Poder político, elevarse a la condición de clase
nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido
burgués.

Marx y Engels

En el prólogo a la edición alemana de 1872, luego de la experiencia de la Comuna de París, los


autores dirían que "la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado
en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines".

Compárense estas 10 medidas con las 12 propuestas por Engels en sus Principios el Comunismo
y con los 17 puntos mantenidos por la Liga Comunista en la revolución del 48.

Marx consideraba en su Crítica del Programa de Gotha que "La prohibición general del trabajo
infantil es incompatible con la existencia de la gran industria y, por tanto, un piadoso deseo".
Marx propuso un cambio progresivo de la industria de la época, donde los niños combinasen su
educación junto con una jornada de trabajo, según sus edades, aplicando medidas preventivas
para su protección.

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