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Introducción
Es evidente que Hegel y Kant son filósofos que han dejado múltiples huellas en la historia
de la filosofía. Ambos han ejercido una gigante influencia en muchos filósofos
contemporáneos. A pesar de que muchas de sus premisas son actualmente rechazadas, es
necesario admitir que en estos tiempos es muy poco probable poder filosofar sin tener en
cuenta los sistemas filosóficos que elaboraron estos autores. Kant fue capaz de elaborar el
idealismo trascendental, filosofía que fue capaz de mediar el dogmatismo presente en el
racionalismo, pero que también despachó el escepticismo propio de los empiristas. Kant
revoluciono todo el espectro de la filosofía. Su figura, fácilmente, se puede comparar con la
figura de Copérnico. Kant logró descubrir las necesarias condiciones que requiere el
conocimiento, logró reflexionar sobre la especulación metafísica y su respectiva validez;
hasta el día de hoy podemos observar filósofos neokantianos que siguen moviéndose con
base en sus premisas; esto no hace sino recalcar la trascendencia de su trabajo filosófico.
Hegel, por su parte, se nos muestra como figura fundamental del idealismo absoluto y destaca
por múltiples elementos presentes en su obra; identificando la realidad con el pensamiento,
el idealismo absoluto de Hegel logró satisfacer el requerimiento de aunar el sistema científico
mediante su crítica al formalismo, la apercepción, y el carácter histórico de su filosofía.
Desarrollo
que, al admitir que las categorías son capaces de representar por sí mismas a los objetos,
entonces, tendríamos que decir que las formas lógicas del pensamiento, o de la lógica formal
en general, poseen en sí mismas la representación de un objeto mediante un carácter
conceptual, esto último contradice a la caracterización que hace Kant de la lógica formal; a
saber, reglas del pensar en abstracción de todo objeto. Siguiendo esta crítica, tenemos
entonces que las categorías no poseen significado conceptual, semántico ni representacional
por sí mismas. La lógica trascendental, -bajo este juicio- no es muy distinta a la lógica formal;
las categorías serían meras formas lógicas que se imponen sobre la intuición. Por tanto, ¿Qué
distingue a la lógica trascendental de la lógica formal? Si la entendemos como “reglas del
pensar puro de un objeto” entonces, su único aspecto distintivo es la capacidad de poder estar
vinculada a la sensibilidad. En otro orden de ideas, la única diferencia que habría entre ambas
lógicas sería la aplicación que se hace a la intuición: la lógica trascendental sería algo así
como una lógica formal aplicada al espectro de la sensibilidad. Esta aptitud de poder mostrar
objetos de la lógica trascendental presente en el pensamiento kantiano, está posibilitada
solamente por su aplicación a la intuición. En conclusión, los elementos fundamentales de la
lógica trascendental, si estuvieran excluidos de la intuición, carecerían de toda capacidad de
poder representar al objeto de la consciencia. Respecto al tema de la representación
puramente conceptual, Kant piensa que ésta no posee valor epistemológico por sí misma.
Este modo de resolver el problema respecto a la validez objetiva de las categorías puras nos
lleva a otra interrogante: ¿la interrogación por la validez objetiva presente en la categoría se
reduce a los objetos empíricos? Si es así, entonces se excluye la posibilidad de que las
representaciones conceptuales tengan un valor objetivo que esté allende a la experiencia. El
carácter objetivo de las representaciones conceptuales puras que se dan en el entendimiento
se acota exclusivamente a su aplicación que necesita de la intuición, es decir, un elemento
ajeno al “pensar puro”. Y por tanto, nos nacen otras dudas ¿Kant piensa que el único objeto
de conocimiento lo ofrece la intuición? ¿Kant está desvelando tácitamente que el único
parámetro para medir la verdad del conocimiento está delimitado por la sensibilidad?
Pareciera que al quitarle valor epistemológico a la representación conceptual, Kant nubla la
posibilidad de liberarse de su limitación dogmática, y, por tanto, obliga al pensar puro a no
poseer la capacidad de poseer un objeto que esté acorde a su concepto. A pesar de que Kant
encuentra la posibilidad de que haya objetos propios del pensar puro, él se muestra en
aversión a la idea de que este objeto pueda ser asido como objeto, es decir, no cree que pueda
haber una correspondencia o “concordancia” entre el objeto y el pensar puro. Dicho de otra
forma, Kant, perfectamente podría haber admitido que esta representación sea capaz de
generar conocimiento y verdad, a pesar de que ésta no sea válida para los objetos empíricos.
La reducción del conocimiento a aquellos campos delimitados por la intuición empírica, es
una postura antifilosófica para Hegel. Es una postura basada en una noción de objeto sin
fundamentos. En otras palabras, podemos admitir que la lógica trascendental puede contener
un contenido capaz de poseer un objeto a fin de ser representado; pero Kant no les atribuye
valor epistemológico a aquellas representaciones; el único objeto valido es aquel que nos
entrega la intuición.
es la reflexión en torno a este movimiento (el acto del pensar y su contenido que se mueve
de forma autosuficiente). En síntesis, no existe ningún pensar que puede mostrarnos al pensar
puro; el único posible es el pensar puro. Este desarrollo del pensar puro sólo podría ser
posible a través del pensar puro mismo.
Por lo tanto, se nos presentó otro nivel de correspondencia entre objeto y concepto
(pensamiento). La reflexión filosófica como discurso que nos muestra al pensar que piensa
objetos es ése mismo pensar (la reflexión). Dicho de otro modo, el pensar que tiene el rol de
pensar constituyentemente los objetos, es el mismo pensar que se entiende y se hace a sí
mismo como objeto de reflexión. El nivel discursivo de toda la reflexión filosófica es el que
posibilita la capacidad de distinguir el concepto del objeto y a la vez mostrar su
correspondencia. El acto del pensar (y el pensar en sí) se nos muestra dirigido a contenidos
y objetos de este mismo pensar; y reflexiona sobre él. En conclusión, el pensar se convierte
en un pensar reflexivo y filosófico, y posee en si mismo las aristas para ser entendido como
verdad: el objeto pensado y el concepto pensante; estos se corresponden mutuamente.
Tenemos por tanto, una distinción y una identidad que está presente dentro del interior de la
reflexión filosófica, y, ésta, permite desunir al objeto del concepto, y, simultáneamente,
mostrar la correspondencia entre ellos. El pensar que filosofa y reflexiona sobre el pensar es
el pensar puro que constituye la objetividad; es el contenido desarrollado y pensado por el
pensar que se va desarrollando a si mismo. Entendido de este modo, perfectamente el
discurso que versa sobre el pensar puro -si se aplica filosófica y hegelianamente- puede ser
válido epistemológicamente. Esta forma de entender la lógica es la que concuerda con la idea
Hegeliana de “idea absoluta”. La lógica es todo: forma de pensar, contenido de pensar,
método mediante el cual se despliega. Si es que existe una identificación del pensar puro con
el contenido pensado, entonces el despliegue no es sólo el acto de conocimiento, sino que es
el método valido mediante el cual todo esto se conoce.
Conclusión
Como pudimos apreciar, la critica que hace Hegel a Kant tiene consecuencias radicales en el
espectro del pensamiento trascendental.
Por otro lado, Hegel nos va dando atisbos de otras formas de proponer definiciones y
nociones de lo que sería “la verdad”. Hegel nos propone una verdad entendida como
correspondencia del pensar consigo mismo. Esta correspondencia no es sino una manera de
visualizar que el pensar puro es tanto materia como forma. El movimiento de este pensar se
visualiza en el contenido y en la actividad. Este despliegue se desarrolla es producido por el
pensar y por el contenido que se piensa. Es decir, es el momento en el cual concuerda el
objeto y el pensar.
Para finalizar, cabe destacar que el proyecto hegeliano se nos muestra como una forma de
crítica hacia la filosofía trascendental en su completud. Si el idealismo trascendental nos
muestra como parámetro de verdad la correspondencia que se da con la intuición, nosotros
podríamos preguntarnos si el idealismo trascendental -como discurso de la filosofía que tiene
su núcleo en el sujeto cognoscente- logra ajustarse a sus propios parámetros de verdad. En
este problema, la lógica hegeliana nos ofrece una posible respuesta: cuando superamos la
dicotomía (presente en el pensamiento kantiano) entre contenido y forma, no sólo se da una
Matías Cárdenas Araya
Pedagogía en Filosofía
Estudio sobre Kant y Hegel: La crítica hegeliana a la apercepción trascendental
correspondencia entre el objeto y el pensar, sino que también entre el tema de la reflexión e
investigación filosófica; el pensar se autodesarrolla, y por medio de este autodesarrollo él se
auto expone; esto nos da la posibilidad de que el objeto y el pensar sean correspondidos en
el interior del discurso filosófico. De esta forma, tanto el nivel discursivo lógico como el
discurso filosófico que expone lo lógico, se nos muestran como verdaderos; porque es lo
lógico que se va auto exponiendo.
Bibliografía
https://www.researchgate.net/publication/323826827_LA_CRITICA_DE_LA_RAZON_P
URA_De_Immanuel_Kant_GUIA_DE_LECTURA
https://es.wikipedia.org/wiki/Cr%C3%ADtica_de_la_raz%C3%B3n_pura
de la Maza, Luis Mariano. (2015). Sobre el espíritu en Hegel y Edith Stein. Teología y vida,
56(2), 271-289. https://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492015000200006