Sei sulla pagina 1di 4

LOS VALORES UN GRAN CLAMOR SOCIAL

PS. Tania Rojas Gómez


Escuela de Pos grado UAP-Filial Arequipa

Nuestro gran esperado siglo XXI, lo hemos iniciado con dos grandes
acontecimientos. El primero “Tecnología y la globalización” que a
resuelto casi todos nuestros problemas de la vida diaria; ahora ya
todo se resuelve mediante un simple “CLIP”. Y el segundo gran
acontecimiento “El empobrecimiento general de los valores” que
atentan a la dignidad humana en toda la extensión de la palabra
generándole al nuevo hombre del MILENIO una crisis de valores.

Este segundo acontecimiento es demoledor, nos golpea fuertemente


a los padres de familia, educadores, políticos y, en general a todas
aquellas personas que estamos comprometidas con la educación y
formación de nuestros niños y jóvenes que son las fuerzas vivas de
cada país, de cada pueblo y de cada nación, ya que ellos son el
presente que escribirán nuestra historia.

Estadísticas importantes y fiables de los países que siguen muy de


cerca la educación están preocupados y nos dan una muestra de los
desórdenes morales que todavía nos falta vivir. De cada cien niños
que hoy tiene entre cero y doce años, se puede afirmar que, cuando
crezcan:

60% perderán la fe.


70% tendrán relaciones sexuales antes de los 17 años.
99% serán inducidos a consumir droga en el colegio o la Universidad.
12% tendrán problemas de consumo de sustancias.
50% se divorciaran antes de los 35 años.
10% intentara suicidarse…..y ¿cuántos lo lograran?

Podemos encontrar las consecuencias a estos futuros problemas, por


supuesto que si y son: la crisis social generalizada, la corrupción en
la vida política, el surgimiento de nuevas enfermedades mortales, los
atentados al medio ambiente, las manifestaciones de violencia en
todos los escenarios mundiales, frente ante tanta desgracia, la
sociedad reclama con gran insistencia una “EDUCACIÒN EN
VALORES”.

Nuestro país no escapa a este problema es más se ha hecho habitual


hasta normal despertarnos y lo primero que escuchamos y vemos son
situaciones muy lamentables como la violencia en todas sus formas,
la corrupción, la injusticia, la insolidaridad y todo esto es el
empobrecimiento de vivir.
Nuestro diario vivir en el mundo de la educación ese mundo
académico nos obliga a los educadores a los “MAESTROS” a evaluar
la urgente necesidad de una sistemática Educación en Valores como
el único medio de lograr una auténtica educación de personas, que
sean responsables, trabajadoras, honradas, creativas, capaces , y
finalmente éticas.

Lamentablemente nos encontramos ante un clima de desintegración


moral que nos pone una venda en los ojos impidiéndonos reconocer
los verdaderos y urgentes valores sobre los cuales sentar las bases
para reconstruir aquello que se esta perdiendo “LA MORAL”.

La cultura que hoy domina es aquella que nos invita a perseguir el


éxito, a cualquier precio: “La cultura Light o la cultura de hombre
moderno”, que desea todo en la vida pero sin el menor esfuerzo. El
esfuerzo ya ha perdido su valor: se trata de lograr buenas notas, sin
estudiar; tener una relación de pareja pero sin ataduras ni
responsabilidades; ganar sin entrenar;…. Lo que distingue a esta
cultura es que los hombres tienen una débil voluntad aunada a un
gran sentido del oportunismo y la conformidad.

Esta desintegración se manifiesta en la subversión de los valores. Así


por ejemplo lo bello se subvierte en apariencia, la verdad en la
opinión de la mayoría, la bondad en interés, la convicción en postura.
Corremos el gran riesgo que cuando hablemos de “Educar en Valores”
este se distorsione, como ha ocurrido con la expresión: “Educación de
Calidad”.

Los valores configuran la personalidad humana, no son un simple


barniz, ni un condimento más de la actividad educativa. Son un
componente fundamental de la educación. Educar a las personas es
recordarles el camino que debe transitar entre “Lo que es ahora y
lo que debe ser”. Educar, y educar en valores es mostrarles ese
recorrido.

En medio de tanto desconcierto y confusión el hombre de hoy


necesita reorientarse, necesita aprender de nuevo hacer persona ,
necesita revalorar lo que tiene, sentirse bien consigo mismo porque
“Nadie da lo que no tiene”.

Educar a las personas implica el desarrollo de todas sus capacidades


y de conocer sus potencialidades. No solo limitarse a darle
información sino que sea capaz de construir su propio conocimiento y
este aplicarlo para el bien. Es importante la educación de la
inteligencia pero es más urgente y necesaria hoy en día, la formación
de personas, con voluntad propia, con libertad, orientada al bien y
capaces de enfrentar la desintegración moral que nos asecha.

Vivimos en un mundo muy utilitarista, materialista, hedonista,


relativista, pragmático, y que promueven sus valores: el dinero, el
éxito, el bienestar, la eficacia, el poder. No se trata de desecharlos,
sino de ponerlos en su respectivo lugar, de ponerlos al servicio de las
personas y lógicamente con un orden moral que los fundamente.

Sin “MORAL”, no se puede construir una sociedad. El mal existe,


anda suelto por el mundo. Sin Moral, los valores se confunden. Sin
ética los comportamientos se relativizan.

Para reconocer el bien, hay que ser capaces de reconocer los


verdaderos valores. Hay que lograr que los niños y jóvenes tengan la
capacidad de distinguir lo bueno de lo malo. Esta distinción se
establece en el mundo interior de las personas, en la conciencia de
cada uno.

Un comportamiento ético es lo que lleva a ser feliz a la persona. Ética


viene de ETHOS, que en griego significa acción y Vis, que en latín
significa fuerza, virtud. La relación entre la ética y virtud es muy
antigua. Los griegos y romanos al estudiar la felicidad descubrieron
que se alcanzaba con una conducta equilibrada y que la virtud era el
camino más seguro para llegar a la felicidad.

Los principales valores son aquellos que más convienen a nuestra


naturaleza, los que nos ayudan a obrar bien, a ordenar lo
desordenado, a buscar lo conveniente, a resistir ante los obstáculos.
Destacan por encima de otros, los valores relacionados con:

La prudencia: Que nos lleva a ser capaz de pensar lo mejor ante


cada caso concreto.
La justicia: Dar a cada uno lo que le corresponde.
La fortaleza: Estar dispuesto a poner esfuerzo para lograr el bien.
La templanza: controlar los deseos, loa instintos y los placeres para
que lo animal no anule lo racional.

Ahora que nos queda hacer ante esta situación tan preocupante y
dolorosa, solo reafirmar la convicción moral de respeto a los valores,
el firme propósito de no claudicar. Y esto no es una actitud egoísta de
sabernos en el buen camino y encerrarnos en nuestra urna de cristal.
Esto no beneficia en nada ni a nadie. Hay que ser consciente de que
una conducta moral permanente y sin dobleces tiene el gran poder de
mostrar a los demás, a la sociedad, que esos comportamientos
comúnmente aceptados no son buenos, que hay personas que luchan
a diario por una sociedad más justa, más humana, más solidaria. Y
como dice el refrán: “UNA GOLONDRINA NO HACE EL VERANO”,
miles de golondrinas si harán un verano y aunque no los veamos de
inmediato, esos cambios vendrán….

Las nuevas circunstancias han puesto a la orden del día la reflexión


sobre tolerancia, el respeto a las diferencias en el diálogo. Es
conveniente que seamos capaces de entendernos con “cualquier
persona” de nuestro mundo y siendo éste el primer reto ético de hoy
en día, no es una cuestión sencilla. La primera tentación que hay que
evitar es la de confundir respeto a la diferencia, con aceptación de
“Cualquier cosa”.

MUCHAS GRACIAS

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. LOPEZ AZPITARTE, Eduardo. Ideas clave para una educación en


valores. Ed.Revista Padres y Maestros. España 1988

2. Cardó Franco, Jorge. La crisis de valores: una perspectiva


histórica. Seminario Mundo Joven. Perú 2002.

3. Chirinos Montalbetti, Rocío.”La ética y la moral, fuente de una


educación en valores” Ponencia XVIII convención Nacional de
Educación Católica. Chiclayo 2005.

Potrebbero piacerti anche