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En la constitución de la Republica de 1945, en la sección de la economía estipula normas de la

no expropiación de propiedades sin indemnización alguna y que no sean destinadas para obra
social. Además poseer una propiedad contrae obligaciones sociales lo que contribuye a la
repartición de la riqueza.

El estado puede expropiar propiedades que brinden servicios públicos y hacerse cargo de su
administración

Además se establece que el cultivo de las tierras es deber de los propietarios para con la
sociedad, es decir se trabaja para los demás.

También estipula cuantas propiedades incultas puede tener cada propietario dependiendo de
la actividad en las que ocupa dichas propiedades y exigiendo su producción cuando se excede
el límite estipulado.

El Estado dará el apoyo económico y técnico necesario para desarrollar el sistema cooperativo
de explotación agrícola, estableciéndolo especialmente en las tierras de su propiedad y
haciendo las expropiaciones necesarias a este fin. También protegerá la pequeña propiedad y
la propiedad comunal.

Los pueblos y los caseríos que carezcan de tierras o aguas o dispongan de estos elementos en
cantidad insuficiente para la satisfacción de sus necesidades primordiales, tendrán derecho a
que se les dote de ellos.

Corresponde al Estado el dominio directo de todos los minerales o substancias que, en vetas,
mantos o yacimientos, constituyan depósitos o concentraciones cuya naturaleza sea diversa de
la del suelo. Este dominio es inalienable (no se puede vender) e imprescriptible (no caduca)

Igual dominio tendrá sobre los tesoros arqueológicos, sin perjuicio del derecho de los
particulares a la parte que, según la ley, les corresponda por su hallazgo y denuncia.

El Estado explotará preferentemente en forma directa las riquezas del subsuelo. Puede hacer
concesiones para su explotación a individuos o a sociedades constituidas conforme a las leyes
ecuatorianas, a condición de participar justa y equitativamente en el rendimiento de la
empresa y de que los concesionarios se obliguen a invertir una parte prudencial de sus
utilidades en beneficio de la economía nacional. Los concesionarios no podrán transferir sus
derechos a terceras personas, sin expresa autorización del Estado.

El Presidente de la República hará las concesiones o dará la autorización para su transferencia.


Al tratarse de concesiones de mucha importancia será necesaria la autorización previa del
Congreso o, no estando éste reunido, de la Comisión Legislativa Permanente, de conformidad
con lo que prescriben las leyes.

La pesca en el mar territorial será reglada por la ley y se establecerá la participación del Estado
en las utilidades.

Las personas naturales o jurídicas extranjeras, concesionarias de riquezas naturales, deberán


domiciliarse en el país y no podrán realizar reclamaciones diplomáticas.

Las personas naturales o jurídicas extranjeras no podrán adquirir ni conservar el dominio sobre
tierras o aguas, establecer industrias ni obtener concesiones mineras, en una faja de cincuenta
kilómetros medidos hacia el interior desde la línea de fronteras y de costas, ni en el territorio
insular; salvo en los casos de autorización especial conforme a la ley.
En las áreas que el Consejo de Defensa Nacional o el organismo equivalente califique de zonas
de defensa territorial, las personas naturales o jurídicas extranjeras no podrán, en ningún caso,
adquirir propiedades raíces, tener explotaciones agrícolas o industriales ni establecer su
domicilio.

SECCION VIII

Consejo Nacional de Economía

Art. 79.- Para el estudio de los problemas económicos y orientación de las finanzas del
País, se establece el Consejo Nacional de Economía. La Ley determinará su forma de
organización y funcionamiento.

Art. 80.- Para dictar Decreto Leyes de Emergencia en el orden económico, el Presidente de
la República acudirá al Consejo Nacional de Economía para que este Organismo indique las
medidas que deban adoptarse a fin de normalizar la situación, o para que determine sobre las
que el Ejecutivo propusiere.

El Ejecutivo no podrá dictar medidas legales de emergencia de carácter económico, sin


previa consulta al Consejo Nacional de Economía.

Dichos Decretos deberán ser promulgados con el respectivo Informe del Consejo Nacional de
Economía, requisito sin el cual no tendrán fuerza de ley.

El Presidente de la República estará obligado a dar cuenta al Congreso de esta clase de


Decretos, indicando las razones que hubiere tenido para expedirlos cuando el dictamen del
Consejo Nacional de Economía hubiere sido desfavorable.

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